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La primera concesión del Patronato Real se produce en los inicios del siglo XV
a la Corona portuguesa, que en aquellos tiempos históricos, estaba
desarrollando la exploración y conquista de tierras tanto en África como en el
sur de Asia.
El Patronato Real español se produce el 13 de diciembre de 1486 con la
promulgación de la bula “Ortodascue fidei”, realizada por el Papa Inocencio
VIII, para que con esta concesión, los Reyes Católicos se comprometieran a la
evangelización de las islas Canarias que acababan de ser conquistadas y el
reino de Granada que está siendo reconquistada de las manos musulmanas.
Los Papas concedieron el Patronato Real a los Reyes Católicos porque incluía
el deber de propagar la fe católica. La Bula “Inter Caetera” dice : “ Nos,
alabando mucho en el Señor ese vuestro santo y loable propósito que sea
llevado a su debida finalidad de que el nombre de nuestro Salvador sea
introducido en aquellas regiones, os rogamos insistentemente en el Señor y
afectuosamente os requerimos por el Sacro Bautismo en que os obligasteis a
los mandatos apostólicos, y por las entrañas de misericordia de Nuestro Señor
Jesucristo, para que deduciéndoos a proseguir por completo semejante
empresa, con ánimo y celo ferviente hacia la fe ortodoxa, queráis y debáis
conducir a los pueblos que viven en tales islas a recibir la profesión católica, sin
que nunca os intimiden peligros ni trabajos, teniendo gran esperanza y
confianza de que Dios Omnipotente os auxiliará felizmente en vuestras
empresas”
Fueron los Reyes Católicos, los que solicitaron la intervención papal, pues en
aquellos tiempos gobernaba la iglesia el Papa Alejandro VI, que había contado
con el apoyo de éstos en su llegada a la cabeza de la iglesia y pertenecía a la
saga de los Borgía, familia de origen valenciano. Esto hace que Alejandro VI
promulgue las llamadas “Bulas Alejandrinas”.
Cuando ya gobernaba sólo Fernando el Católico, solicitó al Papa Julio II, que el
Patronato Real se ampliara con el objetivo de tener nuevos medios, que le
hicieran cumplir mejor la evangelización.
Los Austrias entendían el Patronato real como una concesión del Papado.
Cada uno sabía cuál era la competencia que tenía, a pesar de esto se
produjeron pequeños roces que se fueron solucionando.
A raíz del Concordato de 1753 se desarrolló entre los juristas españoles una
tendencia a expresar el control regio sobre la Iglesia mediante nuevas
formulaciones doctrinales que implicaban que tanto el Patronato Real como la
sumisión de la Iglesia al Estado no derivaba de una concesión de la Santa
Sede, sino que era el resultado de un derecho inherente a la soberanía de los
Reyes.