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PERFIL DE UNA MUJER MALTRATADA Y El SÍNDROME DE LA

MUJER MALTRATADA
© Por Karly Leyton Báez, septiembre 11, 2021
© REVISTA DE PSICOLOGIA
El conocimiento, siquiera somero, de este síndrome ayuda a
comprender el comportamiento de la denunciante, que a veces, como
Abogados, nos puede parecer chocante e incluso absurdo o
contradictorio. La cuestión es de una mayor profundidad de la que
puede ofrecer este breve artículo, por lo que me limitaré a tratar los
temas principales e invito al lector a profundizar en su estudio.
La violencia de género es un problema que preocupa mucho a
nuestras autoridades y la luchar por su erradicación es una de sus
principales prioridades.
Como investigadores de VIF y Abogados observamos cómo nos hay
multitud de cursos, jornadas y seminarios que se dedican a este
tema, efectos de la orden de protección, competencia territorial,
cumplimiento de las penas... Sin embargo, los efectos psicológicos
que tiene el maltrato sobre la mujer nos son bastante desconocidos
porque nos centramos dada nuestra profesión en las cuestiones
legales y procesales.
El Ciclo de Violencia
El ciclo de violencia, es un ciclo de tres fases que atraviesan la
mayoría de las mujeres maltratadas, y que una vez descubierto y
difundido permite a la mujer identificarlo, romperlo y salir de él.
Las fases del ciclo son las siguientes:
Aumento de tensión, e incremento de sensación de peligro,
En esta fase el agresor entra en una escalada gradual de tensión que
se manifiesta en insultos, o comportamientos crueles o agresiones
físicas leves.
La mujer intenta aplacarlo y calmarlo o al menos no irritarlo más, y
utiliza técnicas de reducción de ira que a menudo tienen éxito y le
refuerza la sensación de que puede controlar el carácter del varón.
Incidente violento agudo,
La tensión sigue aumentando, y a la mujer le resulta cada vez más
difícil controlar los enfados. En ocasiones la mujer se quita del medio
por miedo a desencadenar una discusión, situación que es advertida
por el varón quien la va a buscar. Finalmente la tensión termina en
agresión física que algunas mujeres llegan a provocar (sabedoras de
que es inminente) para que tenga lugar dentro de casa y no en un
lugar público.
Arrepentimiento amoroso o luna de miel,
En esta fase el agresor suele disculparse repetidamente, intenta
ayudar a la mujer, muestra amabilidad y remordimiento, le hace
regalos y promesas de que no volverá ocurrir. Es frecuente que el
agresor realmente llegue a creerlo y también la mujer, de manera
que se convierte en un refuerzo positivo para mantener la relación y
no romperla, pero las fases se repiten inevitablemente.
Antes de que estas tres fases se desarrollen suele haber un período
de noviazgo en el que el varón tiene mucho interés en la vida de la
mujer y es muy cariñoso con ella. En ocasiones este cariño se
convierte en acoso y vigilancia una vez la pareja ha dado un paso
más en el compromiso y la mujer no quiere romper la relación, o no
tiene fuerzas para ello, y se dice a sí misma que una vez estén
casados él no necesitará estar vigilándola todo el tiempo y la
situación terminará.
Los estereotipos sociales sobre la mujer como cuidadoras y
responsables del bienestar de toda la familia hacen que, cuando está
dentro del ciclo, se autoimponga la tarea de suavizar todas las
posibles causas de enfado del agresor para que el “verdadero
hombre” con el que se casó, (el de la tercera fase) vuelva a aparecer.
Sin embargo es importante difundir estas tres fases para que las
mujeres víctimas de violencia de género sean conscientes de que la
fase tres no aparece sin la uno y la dos, y además son cíclicas y
repetitivas.
Podemos definir el síndrome de la mujer maltratada como el patrón
de signos y síntomas que sufre una mujer después de haber sido
objeto de abusos físicos, sexuales y/o psicológicos en el ámbito de
una relación íntima, cuando el compañero ejerce poder y control
sobre ella y es capaz de coaccionarla para que haga lo que él decida,
con desprecio a sus derechos y sus sentimientos.
La actualización de esta investigación ha demostrado que existen seis
grupos de criterios testados científicamente que permiten identificar
el síndrome. Los tres primeros son comunes al síndrome por estrés
postraumático y los tres últimos aparecen solo en las víctimas de sus
parejas sentimentales:
Recuerdos intrusivos del suceso o sucesos traumáticos
Híper excitación y altos niveles de ansiedad
Comportamiento de evitación y entumecimiento emocional,
normalmente expresado como depresión, disociación, minimización,
represión y negación.
Relaciones interpersonales irregulares e interrumpidas derivadas del
poder del agresor y sus medidas de control
Imagen corporal distorsionada y/o dolor físico o somático
Problemas en las relaciones sexuales
Además de estos signos, existen otros tres umbrales que deben
alcanzarse para poder considerar que concurre el desorden:
La mujer experimenta un suceso traumático por el que teme sufrir
daño físico o perder la vida
Los efectos secundarios de ese suceso duran más de cuatro semanas
(si duran menos se diagnostica como reacción aguda a una situación
de estrés)
Los efectos secundarios tienen un impacto en partes importantes de
la vida de la víctima, tales como el trabajo, el colegio o las relaciones
con los demás.
El síndrome por estrés postraumático tiene consecuencias diferentes
al de la mujer maltratada aunque podemos decir que tienen notas
comunes.
Un suceso traumático puntual y aislado (como los provocados por
fenómenos naturales o atentados terroristas) se percibe por la
víctima como algo inesperado y fuera de control.
Sucesos traumáticos repetidos (como los que experimentan los
soldados en el campo de batalla, o las víctimas de violencia
doméstica o de género) también experimentan un impacto psicológico
similar, pero las víctimas de violencia doméstica tienen otras
características propias aparte de las típicas del síndrome por estrés
postraumático pues desarrollan unas habilidades para manejar la
situación con una amplia variedad de métodos, como minimizar los
hechos, negar el peligro, o reprimir sus sentimientos, entre otros.
Hay tres grupos característicos de mujeres que han sido víctimas de
la violencia de género y esto determina cómo les afecta cada uno de
los parámetros del síndrome, así, el primer grupo son más propensas
a adoptar comportamientos de evitación incluido el adormecimiento
emocional para superar el trauma, el segundo grupo tienen unos
niveles de ansiedad superiores al resto de las demás y el tercer grupo
son las que más síntomas del síndrome experimentan y lo reviven
aun cuando ya están fuera de peligro.
Tipos de Agresores
Se han diferenciado varios tipos de agresores:
Los que utilizan la violencia como forma de poder y control,
Los que padecen una enfermedad mental que interactúa con su
comportamiento agresivo y;
Los que tienen una personalidad antisocial, dentro de estos últimos,
se han diferenciado dos subclases, pitbull y cobra.
El pitbull es el tipo de agresor que cuando está enfadado no deja ir a
la mujer, y conforme ejerce la violencia, su ira aumenta y es patente
en signos físicos como pulso acelerado o respiración pesada.
El tipo cobra cuanto más enfadado está, más calmado se siente, y
tiene unas pulsaciones más bajas y acciones más deliberadas y
calibradas para mantener el control, como rehusar mantener
relaciones sexuales en la fase de la escalada de violencia, para hacer
sentir a su pareja rechazada y humillada.
Ello demuestra que no existe un perfil concreto de maltratador, y
que, como abogados, no podemos dejarnos engañar por las
apariencias porque aun cuando un hombre va bien vestido y tiene
buena educación puede ser extremadamente peligroso.
Lo que queremos destacar es que vienen a nuestro despacho
bastantes casos para ver si una mujer reúne los requisitos de perfil
de mujer psicológicamente maltratada.
Verdaderamente es mucho más fácil reconocer un perfil de una mujer
físicamente maltratada ya que hay un parte médico de lesiones físicas
y por lo tanto la existencia de una patología física clara.
Desde un punto de vista psicológico el tema, por desgracia se
complica en los juzgados, ya que no existe una máquina que pueda
medir el dolor de la mente o lo que sufre y la profundidad de dicho
sufrimiento ante diferentes acontecimientos.
Aunque es cierto que no hay unos antecedentes claros a la hora de
sufrir esta patología es bien cierto que tienen más tendencias
aquellas mujeres que tengan una baja autoestima y una alta
tolerancia a la violencia.
A pesar de lo expuesto es bien cierto que una mujer que sufre
determinados comportamientos por parte de su pareja o marido sufre
este tipo de patología psicológica denominado síndrome de la mujer
maltratada.
Características de la mujer maltratada
INDEFENSIÓN APRENDIDA: Tras fracasar en su intento por contender
las agresiones, y en un contexto de baja autoestima reforzado por su
incapacidad por acabar con la situación, ésta termina asumiendo el
maltrato como un castigo merecido debido a que su pareja la tiene
hundida y sometida.
PÉRDIDA DEL CONTROL: La mujer piensa que la solución a la
situación debe venir del exterior y por ello asume una actitud pasiva
ante las agresiones y esperan orientaciones de fuera.
INACTIVIDAD DE LA MUJER: La mujer comienza a tender miedo y
decide no buscar ayuda externa. Su aparente indiferencia le permite
autoerigirse y culpabilizarse menos por las agresiones que sufre pero
también limita su capacidad de oponerse a éstas.
IDENTIFICACIÓN CON EL AGRESOR: La víctima cree ser merecedora
de las agresiones que está siendo objeto e incluso las justifica. En
este momento es frecuente que existe el síndrome de Estocolmo. Por
otra parte, la intermitencia de las agresiones y el paso de constante
de la violencia al afecto refuerza las relaciones de dependencias por
parte de la mujer maltratada, que empeoran cuando la dependencia
también es económica.
Acto seguido pasamos a destacar los rasgos que hemos visto en los
casos atendidos para considerar a unas mujeres con el síndrome del
maltrato, a saber:
Se cree todos los mitos de la violencia de género.
Tiene una baja autoestima.
Sentimiento de culpabilidad por ser agredida.
Sentimiento profundo de dolor y pánico.
Falta de control sobre su vida.
Tiene sentimientos encontrados.
Incapaz de resolver la situación por el miedo y pánico del
maltratador.
Se siente responsable de la conducta del agresor.
Se aísla socialmente.
Riesgo de caer en ciertas adicciones.
Acepta el Mito de la superioridad masculina.
Una faceta del maltrato es el secreto en el que el mismo se convierte,
ya sea por vergüenza o por cualquier otro motivo. La razón de dicho
secreto es porque la tiene tan dominada y sumisa que le ha hecho
pensar que su familia no la quiere y le hace sentir culpable de lo que
le está pasando en el hogar familiar, y por ende se sienten poco
valoradas.
De lo anteriormente expuesto destacamos una consecuencia básica
sobre este síndrome y es que el maltratador va llevando a su víctima
a un progresivo aislamiento social, tanto de su familia como de su
círculo social (amigos etc).
Para finalizar el presente artículo y hacer un breve estudio y que sea
completo no solamente hemos de hablar del perfil de la víctima sino
también del agresor destacando las siguientes características, a
saber:
Con el entorno son amables y encantadores haciendo ver que tienen
un matrimonio o relación perfecta.
En este sentido la mujer ratificaba la farsa del marido o pareja por el
miedo o pánico que le tiene al mismo.
A menudo el maltratador ha tenido antecedentes de haber sufrido
malos tratos o haber sido víctima de abuso infantil.
Son de cualquier estrato social.
Son más dependientes de las víctimas.
Tienen sentimientos contradictorios y aparente bipolaridad ya que por
un lado parece que las adoran y por otro no pueden vivir con ellas
debido a diferentes carencias que llevan acarreando desde la infancia.
Son muy celosos.

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