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PARTE GENERAL
CAPÍTULO I - COMPETENCIA
1. JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA
La voz jurisdicción(2)se utiliza para indicar indistintamente la autoridad o el
poder que el Estado ejerce sobre sus habitantes, el ámbito territorial dentro del
cual se desenvuelven dichas funciones, y la capacidad de un juez o tribunal para
entender en la resolución de conflictos o en la decisión de peticiones
extracontenciosas, si bien, para el derecho procesal, se trata esencialmente de
la potestad que se reconoce a ciertos órganos estatales para dirimir, mediante la
aplicación de la ley, los conflictos que puedan suscitarse dentro del ámbito del
Poder Administrativo, Legislativo o Judicial.
Podemos hablar, entonces, de una jurisdicción administrativa y de
una jurisdicción judicial, sin perder de vista que la primera requiere como regla
la posibilidad de un control judicial ulterior(3), a la luz de lo que establecen los arts.
108 y 109, CN, sea ello mediante recursos judiciales contra las resoluciones
definitivas del órgano administrativo, sea a través de acciones propiamente
contencioso-administrativas; así, en el primer caso, los previstos en el dec.
1316/2002 (art. 4º) contra la denegatoria del Banco Central respecto del
desbloqueo o retiro de depósitos reprogramados por la ley 25.561, el dec.
214/2002 y demás disposiciones dictadas con fundamento en la emergencia
económica dispuesta por aquélla.
Se trata pues, conforme a reiterada doctrina del más Alto Tribunal, de
facultades jurisdiccionales en cabeza de órganos administrativos cuya validez
dependerá, entonces, del hecho de que el pronunciamiento dictado por ellos
quede sujeto a un control judicial suficiente(4), según las modalidades de cada
situación jurídica, de modo de asegurar principios de jerarquía constitucional
como el del debido proceso legal(5), y sin perder de vista que la atribución de
competencia jurisdiccional a los órganos y entes administrativos debe ser
interpretada —a la luz de la preceptiva constitucional— con carácter estricto(6).
Cabe destacar que en la actualidad el art. 2601 del Código Civil y Comercial
de la Nación (en adelante, CCyCN) establece que la jurisdicción internacional de
los jueces argentinos, no mediando tratados internacionales y en ausencia de
acuerdo de partes en materias disponibles para la prórroga de jurisdicción, se
atribuye conforme a las reglas de dicho Código y a las leyes especiales que sean
de aplicación, si bien excepcionalmente su art. 2602 dispone que aunque las
reglas de ese Código no atribuyan jurisdicción internacional a los jueces
argentinos, éstos pueden intervenir, excepcionalmente, con la finalidad de evitar
la denegación de justicia, siempre que no sea razonable exigir la iniciación de la
demanda en el extranjero y en tanto la situación privada presente contacto
suficiente con el país, se garantice el derecho de defensa en juicio y se atienda
a la conveniencia de lograr una sentencia eficaz.
Por otra parte cabe destacar que con arreglo a lo que dispone el art. 2609 del
CCyCN los jueces argentinos son exclusivamente competentes para conocer en
las causas concernientes a derechos reales sobre inmuebles situados en la
República; en materia de validez o nulidad de las inscripciones practicadas en
un registro público argentino; en materia de inscripciones o validez de patentes,
marcas, diseños o dibujos y modelos industriales y demás derechos análogos
sometidos a depósito o registro —cuando el depósito o registro se haya
solicitado, efectuado o tenido por efectuado en Argentina— sin perjuicio de lo
dispuesto en leyes especiales.
En íntima vinculación con lo expuesto, cabe señalar, en cambio, que
la competencia, es o puede reputarse como la concreta medida de la
jurisdicción(7), vale decir, como elámbito personal (competencia por la
persona), sustancial (competencia por la materia), procedimental (competencia
por el grado), patrimonial (competencia por el valor) yespacial (competencia por
el territorio) en el que cabe o procede el ejercicio de la jurisdicción a cargo del
poder u órgano de que se trate; o, si se prefiere, como la aptitud del órgano
jurisdiccional para conocer en un asunto determinado.
En cuanto a la extensión de la competencia, cabe destacar que ella
comprende tanto las facultades o poderes del juez, atinentes al establecimiento
o dilucidación de los hechos o derecho aplicable (poderes de cognición), como
los relativos al cumplimiento de las resoluciones dictadas por aquél (poderes
de ejecución).
Como lo dispone el art. 5º del Código, para determinar la competencia se
debe tener presente la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda
o, más bien, la de los hechos invocados como causa o fundamento de aquéllas
—y no las defensas opuestas por el demandado (art. 5º, CPCCN)— y sólo
después, y en la medida en que se adecue a ellos, el derecho que se invoca(8).
2. LA MEDIACIÓN OBLIGATORIA
Los métodos alternativos de resolución de conflictos, a la par que otros
mecanismos que no los constituyen propiamente (como son el proceso arbitral
realizado por árbitros o amigables componedores, la pericia o juicio pericial y la
novedosa figura del amicus curiae que aparece regulada en la ley 24.488), se
encuentran incorporados a los más modernos ordenamientos procesales,
incluso constitucionales (Const. Ciudad de Buenos Aires) y contemplados en la
mayoría de los proyectos de reforma de los Códigos Procesales, junto a la
función conciliadora general de los tribunales que se ha acentuado a partir de la
fijación de la audiencia preliminar en los juicios ordinarios, sumarísimos y
especiales que tramiten por sus mismas normas.
La mediación es uno de los medios alternativos de resolución de conflictos,
"mediante el cual los participantes, junto con la asistencia de una persona o
personas neutrales, aíslan sistemáticamente los problemas en disputa, con el
objeto de encontrar opciones, considerar alternativas, y llegar a un acuerdo
mutuo que se ajuste a sus necesidades"(9).
La ley 26.589(10)establece la mediación obligatoria prejudicial, con el objeto
de imponer la comunicación directa entre las partes para intentar arribar a la
solución extrajudicial de sus controversias (art. 1º), instancia que de tal suerte se
constituye en requisito de admisibilidad de la pretensión, en virtud de lo cual,
reza el art. 2º, al promoverse la demanda deberá acompañarse acta expedida y
firmada por el mediador interviniente(11).
Se prevé que la asistencia letrada es obligatoria, y que se tendrá por no
comparecida a la parte que concurriere a las audiencias sin ella, salvo que las
partes acordaren la determinación de una nueva fecha para subsanar la falta
(art. 19).
Dispone el art. 36 que las personas que carecieran de "recursos de
subsistencia" y acreditaren dicha circunstancia, podrán solicitar el procedimiento
de mediación prejudicial obligatoria en forma gratuita, a cuyos efectos, el Poder
Ejecutivo nacional establecerá, en oportunidad de reglamentar esta ley, la oficina
administrativa que tomará a su cargo la diligencia, la forma y el modo en que se
realizará la petición y la prestación del servicio, el que se llevará a cabo en los
centros de mediación del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos
y en centros de mediación públicos que ofrezcan este servicio.
Los "principios" que rigen el procedimiento de mediación, y que el
mediador debe informar a las partes en la primera audiencia que se celebre, son
los de imparcialidad del mediador; el de libertad y voluntariedad de las partes
para participar en la mediación(12); el de igualdad de las partes; el
de consideración especial de los intereses de losmenores, personas con
discapacidad y personas mayores dependientes(13); el
(14)
de confidencialidad respecto de la información divulgada por las partes, sus
asesores o los terceros citados(15); el de promoción de la comunicación directa
entre las partes en miras a la búsqueda creativa y cooperativa de la solución del
conflicto; el de celeridad del procedimiento; y el de la conformidad expresa de
las partes para que personas ajenas presencien el procedimiento de mediación
prejudicial obligatoria (art. 7º)(16).
El plazo de duración de este procedimiento, según lo dispone el art. 20, será
de hasta sesenta días corridos (art. 6º, CCyCN) a partir de la última notificación al
requerido o al tercero, mientras que en el caso de la mediación optativa prevista
en el art. 6º, será de treinta días corridos, si bien en uno y otro supuesto el término
podrá prorrogarse por acuerdo de partes.
Cabe destacar que con arreglo a lo que dispone el art. 18, la
mediación suspende los plazos de prescripción y de caducidad(17), en
la acordada por las partes desde la fecha de imposición del medio fehaciente de
notificación de la primera audiencia al requerido, o desde la celebración de la
misma, lo que ocurra primero; en la mediación por sorteo, desde la fecha de
adjudicación del mediador por la autoridad judicial; y en la mediación a propuesta
del requirente, desde la fecha de imposición del medio fehaciente de notificación
de la primera audiencia al requerido, o desde la celebración de la misma, lo que
ocurra primero. La suspensión opera contra todas las partes, salvo cuando se
trata de mediación a propuesta del requirente, en la que ésta se verifica
únicamente contra aquel a quien se dirige la notificación.
En este sentido, el art. 2542 del CCyCN reafirma que el curso de la
prescripción se suspende desde la expedición por medio fehaciente de la
comunicación de la fecha de la audiencia de mediación o desde su celebración,
lo que ocurra primero, y que el referido plazo se reanuda a partir de los veinte
días contados desde el momento en que el acta de cierre del procedimiento de
mediación se encuentre a disposición de las partes.
En todos los casos, dispone la ley, los plazos de prescripción y de caducidad
se reanudarán a partir de los veinte días corridos contados desde el momento
en que el acta de cierre del procedimiento de mediación prejudicial obligatoria se
encuentre a disposición de las partes. Se contempla en la ley (art. 51) la
caducidad de instancia de la mediacióncuando no se inicie el proceso judicial
dentro del año, a contar desde la fecha en que se expidió el acta de cierre.
La regla general es que todas las controversias quedan sujetas al
procedimiento de mediación prejudicial (art. 4º), con excepción de las
acciones penales; la petición dedivorcio y las acciones de nulidad de
matrimonio, filiación, patria potestad y adopción, con excepción de las cuestiones
patrimoniales derivadas de éstas; las causas en las que elEstado nacional, las
provincias, los municipios o la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o sus
entidades descentralizadas sean parte, salvo en el caso de que medie
autorización expresa; los procesos de restricción de la capacidad, de
inhabilitación o de declaración de incapacidad; los amparos, hábeas
corpus, hábeas data e interdictos; las medidas cautelares(18); las diligencias
preliminares(19)y la prueba anticipada; los juicios sucesorios; los concursos
preventivos y quiebras; la convocatoria a asamblea de copropietariosprevista por
el art. 2053 del CCyCN (10 de la derogada ley 13.512); los conflictos de
competencia de la justicia del trabajo; y los procesos voluntarios (art. 5º).
No obstante, en el art. 6º se prevé la aplicación optativa del procedimiento de
mediación para los procesos de ejecución, esto es, para el juicio ejecutivo, las
ejecuciones especiales, la ejecución de sentencia argentina y la ejecución de
sentencia extranjera(20), y para el juicio de desalojo, opción que se acuerda sólo
en favor del reclamante y que el requerido no puede cuestionar.
En cuanto a la mediación familiar(21), establece el art. 31 que comprende las
controversias patrimoniales o extrapatrimoniales originadas en las relaciones de
familia (que aprehende por cierto a la originada en las uniones convivenciales) o
que involucren intereses de sus miembros o se relacionen con la subsistencia
del vínculo matrimonial, excluidas la petición de divorcio y las acciones de
nulidad de matrimonio, filiación, patria potestad y adopción, con excepción de las
cuestiones patrimoniales derivadas de éstas, para lo cual el juez deberá dividir
los procesos, derivando la parte patrimonial al mediador.
Se encuentran comprendidas dentro del proceso de mediación familiar las
controversias que versen sobre: a) alimentos entre cónyuges o derivados del
parentesco, salvo los provisorios; b) tenencia de menores, salvo cuando su
privación o modificación se funde en motivos graves que serán evaluados por el
juez o éste disponga las medidas cautelares que estime pertinentes; c) régimen
de visitas de menores o incapaces, salvo que existan motivos graves y urgentes
que impongan sin dilación la intervención judicial; d) administración y
enajenación de bienes sin divorcio en caso de controversia; e) separación de
bienes sin divorcio; f) cuestiones patrimoniales derivadas del divorcio,separación
de bienes y nulidad de matrimonio; g) daños y perjuicios derivados de las
relaciones de familia.
En cuanto a la petición de divorcio per se, entendemos que no se encuentra
sujeta a la mediación obligatoria previa, a lo que se agrega que la propuesta
unilateral reguladora impuesta por los arts. 438 y 439 del CCyCN no constituye
tampoco la "cuestión patrimonial" a la que el art. 31 de la ley 26.589 la subordina
—como tampoco lo era la presentación del convenio de liquidación de la
sociedad cuya celebración autorizaba el art. 236 del CCiv.—-, más allá que la
comunidad de bienes, como lo indica el art. 475, inc. c) del CCyCN, recién se
extinguiría con el dictado de la sentencia de divorcio y no con la formulación del
pedido.
No obstante, viene a cuento destacar que en el supuesto de no mediar
acuerdo sobre las cuestiones patrimoniales contenidas o que deban contenerse
en el acuerdo regulador, o de observarse éste por el juez con sujeción a lo que
dispone el art. 438 del CCyCN, los procesos contenciosos que se promuevan
sobre tales bases estarán sujetos a lo que dispone el art. 31 de la ley 26.589, a
diferencia de lo que sucedería en el caso de existir acuerdo no objetado por el
juez, por cuanto, y como lo indica este último dispositivo, la mediación familiar
comprende "controversias" (patrimoniales o extrapatrimoniales originadas en las
relaciones de familia o que involucren intereses de sus miembros o se relacionen
con la subsistencia del vínculo matrimonial), y en presencia de un convenio
regulador válido no cabría ni remotamente hablar de "controversia".
La designación del mediador podrá efectuarse por acuerdo de partes, esto
es, cuando las partes eligen al mediador, acuerdo que debe ser extendido por
escrito; por sorteo, cuando el reclamante formalice el requerimiento ante la mesa
de entradas del fuero ante el cual correspondería promover la demanda y con
los requisitos que establezca laautoridad judicial(22); por propuesta del requirente
al requerido, a los efectos de que éste seleccione un mediador de un listado cuyo
contenido y demás recaudos deberán ser establecidos por vía reglamentaria;
y, durante el proceso judicial y por única vez, por el juez que conoce en
él(23), designándose un mediador por sorteo(24)de entre los inscriptos en el
Registro Nacional de Mediación, salvo acuerdo de partes respecto a la persona
del mediador (art. 16).
Cabe destacar que cuando durante el proceso judicial se impone la mediación
(en causas exentas de la mediación) o se la reestablece (en causa aprehendidas
por la mediación ex lege o por opción), la resolución que designa al
mediador importa la suspensión de los términos judiciales por treinta
días hábiles(25) contados desde sunotificación a las partes a impulso de
cualquiera de ellas (art. 17), plazo que se reanudará una vez vencido, agregamos
que en forma automática (ver el comentario a los art. 135 y 156 de este Código)
en el caso de que la remisión hubiese sido dispuesta con arreglo a lo que dispone
el art. 34, inc. 1º y fuera de la audiencia preliminar —si bien podrá prorrogarse
por acuerdo expreso de las partes—; mientras que si se la hubiese impuesto en
la audiencia preliminar, "se reanudará el procedimiento a pedido de cualquiera
de las partes, lo que dispondrá el juez sin sustanciación, mediante auto que se
notificará a la contraria" (art. 360, inc. 1º, CPCCN).
El art. 11 regula los requisitos necesarios para ser mediador, a saber, contar
con título de abogado con tres años de antigüedad en la matrícula; acreditar la
capacitación que exija la reglamentación; aprobar un examen de idoneidad;
contar con inscripción vigente en el Registro Nacional de Mediación; y cumplir
con las demás exigencias que se establezcan reglamentariamente.
A su vez, el art. 41 señala que no podrán desempeñarse como mediadores
quienes: a) registren inhabilitaciones comerciales, civiles o penales o hubieren
sido condenados con pena de reclusión o prisión por delito doloso; b) se
encontraren comprendidos en algunos de los supuestos previstos en el Código
Procesal Civil y Comercial para los casos de excusación de los jueces(26); c) se
encontraren comprendidos por las incompatibilidades o impedimentos del art.
3º de la ley 23.187(27) para ejercer la profesión de abogado, con excepción del
art. 7º inc. a), apart. 7º(28), u otras incompatibilidades emanadas de normas
específicas.
Se prevé en el art. 13 que el mediador deberá excusarse, bajo pena de
inhabilitación, en todos los casos previstos por el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación para la excusación de los jueces (arts. 17 y 30, CPCCN)
y cuando durante el curso de la mediación advierta la existencia de causas que
puedan incidir en su imparcialidad. Cuando el mediador hubiera sido propuesto
por el requirente, el excusado será reemplazado por quien le siga en el orden de
la propuesta.
Las partes, a su vez, podrán recusar con causa(29) al mediador en los mismos
supuestos mencionados en el primer párrafo del art. 13, dentro de los cinco días
de conocida la designación, esto es, ante la existencia de las causas de
recusación y excusación previstas en los arts. 17 y 30 del CPCCN. Cuando el
mediador hubiera sido designado por sorteo, se practicará inmediatamente uno
nuevo; mientras que si hubiera sido propuesto por el requirente, el recusado será
reemplazado por quien le siga en el orden de la propuesta.
Cualquiera de las partes podrá recusar al mediador durante el curso de la
mediación cuando advierta la existencia de causas sobrevinientes que puedan
incidir en su imparcialidad. Si el mediador no aceptara la recusación, la cuestión
será decidida judicialmente.
En cuanto a las prohibiciones del mediador, éste no podrá asesorar ni
patrocinar a ninguna de las partes intervinientes en los procedimientos de
mediación prejudicial obligatoria en los que hubiera intervenido, hasta pasado un
año de su baja formal del Registro Nacional de Mediación(30), ni
agregamos representarlas; prohibición que esabsoluta cuando se trata del
mismo conflicto en el que intervino como mediador(31) (art. 15).
Si bien la ley nada dice, la actuación del mediador deberá ser personal e
indelegable.
El mediador podrá, previo consentimiento de todas las partes, requerir la
colaboración de profesionales formados en disciplinas afines con el conflicto
materia de la mediación, cuyas especialidades se establecerán por vía
reglamentaria, los cuales actuarán bajo su dirección y estarán sujetos a las
disposiciones de la presente ley y su reglamentación(32) (art. 10).
Por su parte, el art. 12 dispone que para ser profesional asistente, éste deberá
reunir los requisitos exigidos para los mediadores en los incs. b), d) y e) del art.
11(33).
Las partes, reza el art. 19, deberán comparecer personalmente y no podrán
hacerlo por apoderado, exceptuándose a las personas jurídicas y a las
domiciliadas a más de ciento cincuenta kilómetros de la ciudad en la que se
celebren las audiencias, debiendo en este caso contar el apoderado con facultad
para acordar transacciones; quedando eximidos de comparecer personalmente
quienes se encuentren autorizados a prestar declaración por oficio, de
conformidad con lo dispuesto por el art. 407 del CPCCN (art. 19).
Las partes podrán tomar contacto con el mediador designado antes de la
fecha de la audiencia, con el objeto de hacerle conocer el alcance de sus
pretensiones (art. 21), o, agregamos, defensas.
Dispone el art. 22 que cuando el mediador advirtiere que es necesaria la
intervención de un tercero, "de oficio, o a solicitud de cualquiera de las partes, o
por el tercero, en todos los casos con acuerdo de las partes"(34), podrá citarlo a
fin de que comparezca a la instancia mediadora(35).
El mediador fijará la fecha de la primera audiencia a la que deberán
comparecer las partes, dentro de los quince días corridos de haberse notificado
de su designación, si bien dentro del plazo establecido para la mediación
(sesenta o treinta días según se trate de mediación obligatoria o facultativa), el
mediador podrá convocarlas a todas las audiencias que considere necesarias
para el cumplimiento de los fines previstos en la presente ley, en tanto, de más
está decir, la o las partes no hubiesen decidido su conclusión (art. 23).
La ley (art. 24) dispone que el mediador (no el requirente) es quien
deberá notificar la audiencia por un medio fehaciente o personalmente,
notificación(36)que deberá ser cumplida con una anticipación no menor a tres días
hábiles a la fecha de la audiencia, para cuyo cómputo se excluye el día en que
debe celebrarse ésta.
La notificación por cédula sólo procede en las mediaciones "por sorteo"
previstas en el art. 16, inc. b) de la presente ley. En este caso, interpretamos que
si el requerido se domiciliase en extraña jurisdicción, la diligencia estará a cargo
del letrado de la parte requirente y se ajustará a las normas procesales vigentes
en materia de comunicaciones entre distintas jurisdicciones (ley 22.172).
Si el requerido se domiciliase en otro país, se considerarán prorrogados los
plazos durante el tiempo que insuma el trámite de la notificación, y a criterio del
mediador, podrá solicitarse la cooperación del juez designado (en la mediación)
a fin de librar exhorto o utilizar un medio que se considere fehaciente en el lugar
donde se domicilie el requerido.
Si una de las partes (requirente o requerida) no asistiese a la primera
audiencia con causa justificada, el mediador fijará una nueva audiencia.
En caso de incomparecencia injustificada de la parte requerida, la
parte requirente podrá optar por concluir el procedimiento de la mediación o
convocar a nueva audiencia, mientras que si se tratase de incomparecencia
injustificada de la parte requirente, ésta deberá reiniciar el procedimiento de
mediación prejudicial obligatoria.
El art. 26 contempla la conclusión(37)de la mediación con acuerdo, supuesto
en el cual dispone que se labrará acta en la que constarán sus términos, la que
deberá ser firmada por el mediador, las partes, los terceros si los hubiere, los
letrados intervinientes y los profesionales asistentes si hubieran intervenido; y
que cuando en el procedimiento de mediación estuviesen involucrados intereses
de incapaces y se arribare a un acuerdo, éste deberá ser posteriormente
sometido a la homologación judicial. De mediar incumplimiento de lo acordado,
el juez podrá aplicar, a pedido de parte, la multa establecida en el art.
45 del CPCCN, previéndose en el art. 30 que el acuerdo "instrumentado en acta
suscripta por el mediador" será ejecutable por el procedimiento de ejecución de
sentencia, de conformidad con lo dispuesto por el art. 500, inc. 4º del CPCCN.
Por su parte, el art. 27 regula la conclusión del procedimiento de mediación
cuando habiendo comparecido las partes no se ha arribado a acuerdo, hipótesis
en la que también se labrará acta suscripta por todos los comparecientes,
haciendo constar el resultado del procedimiento.
En ausencia de acuerdo, el requirente queda habilitado para iniciar el proceso
judicial acompañando su ejemplar del acta con los recaudos establecidos en la
presente ley, del mismo modo que el requerido podrá deducir su reconvención
cuando así lo hubiese expresado en el procedimiento de mediación y se lo hiciere
constar en el acta.
En cambio, si el proceso de mediación concluye por incomparecencia
injustificada de alguna de las partes o por imposibilidad de notificación, se labrará
acta suscripta por todos los comparecientes donde se hará constar el resultado
del procedimiento, quedando el reclamante habilitado para iniciar el proceso
judicial, a cuyo fin acompañará su ejemplar del acta con los recaudos
establecidos en la presente ley. La parte incompareciente deberá abonar una
multa cuyo monto será equivalente a un 5% del sueldo básico de un juez nacional
de primera instancia y cuya modalidad de percepción se establecerá por vía
reglamentaria (art. 28).
En cuanto a la conclusión de la mediación familiar, indica el art. 32 que si
durante el proceso de mediación familiar el mediador tomase conocimiento de
circunstancias que impliquen un grave riesgo para la integridad física o psíquica
de las partes involucradas o de su grupo familiar, dará por concluida la
mediación, y en caso de encontrarse afectados intereses de menores o
incapaces, lo pondrá en conocimiento del Ministerio Público de la Defensa a fin
de que solicite las medidas pertinentes ante el juez competente.
La intervención del mediador y de los profesionales asistentes se presume
onerosa, previéndose que el mediador percibirá por su desempeño en la
mediación un honorario básico cuyo monto y condiciones de pago se
establecerán reglamentariamente por el Poder Ejecutivo nacional(38) (art. 35).
En lo que respecta a los honorarios de los letrados de las partes, señala el
art. 37 que su remuneración se determinará por la Ley de Aranceles de
Abogados y Procuradores (ley 21.839), en el caso, aplicándose las pautas
del art. 57 de la ley 21.839 (ver el comentario a la ley 21.839 en el Apéndice de
este Código).
Por su parte, y como lo establece actualmente el art. 77 del CPCCN, la
condena en costas comprenderá todos los gastos causados u ocasionados por
la sustanciación del proceso y los que se hubiesen realizado para evitar el pleito,
mediante el cumplimiento de la obligación, incluyendo los del procedimiento de
mediación prejudicial obligatoria.
A su turno, la ley 13.951 de la provincia de Buenos Aires establece también
la mediación como método alternativo de resolución de conflictos judiciales, al
cual declara de interés público, con el objeto de promover y facilitar la
comunicación directa entre las partes como medio de alcanzar la solución de los
conflictos, pudiendo ser ésta obligatoria o voluntaria, y siendo obligatoria en
todos los casos la asistencia letrada (art. 16).
Son principios de esta ley los de neutralidad, imparcialidad, confidencialidad
y consentimiento informado (art. 1º).
Al igual que lo que acontece con la mediación en el ámbito nacional, la
mediación se constituye en un requisito de admisibilidad de la pretensión, y es
como tal obligatoria y previa a todo proceso judicial con las exclusiones
señaladas en el art. 4º (art. 2º), sin perjuicio de lo cual, dice el art. 3º, las partes,
en forma "previa" a la instancia de mediación obligatoria, podrán someter sus
conflictos a una mediación voluntaria, fórmula poco feliz que, a nuestro juicio, no
puede interpretarse como excluyente de la ulterior mediación obligatoria.
Indica el art. 4º que se exceptúa de la mediación obligatoria previa a las
causas penales, excepto las sometidas a mediación voluntaria de acuerdo con
lo establecido en la ley 13.433; a las peticiones de divorcio y acciones de nulidad
de matrimonio, filiación y patria potestad, alimentos, guardas y adopciones(39); a
los procesos de declaración de restricción de la capacidad, de inhabilitación y de
declaración de incapacidad y de rehabilitación; a las causas en las que el Estado
nacional, provincial, municipal o los entes descentralizados sean parte; al
amparo, hábeas corpus e interdictos; a las medidas cautelares hasta que se
encuentren firmes(40); a las diligencias preliminares(41)y prueba anticipada; a los
juicios sucesorios y voluntarios; a los concursos preventivos y quiebras; a las
acciones promovidas por menores que requieran la intervención del Ministerio
Público; a las causas que tramiten ante los tribunales laborales; y a las causas
que tramiten ante los juzgados de Paz Letrados.
A su turno, el art. 5º de la ley dispone que en los procesos de ejecución(42) y
en los juicios de desalojo la mediación previa obligatoria será optativa para el
reclamante, quedando obligado el requerido en dicho supuesto a ocurrir a tal
instancia.
En cuanto al trámite, indica el art. 6º que el reclamante formalizará su
"pretensión" ante la Receptoría de Expedientes de la ciudad asiento del
departamento judicial que corresponda o del juzgado descentralizado si lo
hubiere según el caso, mediante un formulario cuyos requisitos se establecerán
por vía de reglamentación.
En la oportunidad señalada en el artículo anterior se sorteará el mediador que
entenderá en el reclamo interpuesto y el juzgado que, eventualmente conocerá
en la homologación del acuerdo o en la litis. Para el caso de que algunas de las
partes soliciten el beneficio de litigar sin gastos, se comunicará previamente a la
Oficina Central de Mediación de la Procuración General de la Suprema Corte, la
que resolverá si le corresponde tomar intervención (art. 7º).
El formulario debidamente intervenido por la Receptoría será entregado en
original y duplicado al reclamante, que deberá dentro del plazo de tres (3) días
presentarlo al mediador designado, quien retendrá el original y devolverá al
reclamante el duplicado, dejando constancia de ello en éste (art. 8º).
El mediador, dentro del plazo de cinco días de notificado, fijará la fecha de la
audiencia a la que deberán comparecer las partes, la que en ningún caso podrá
señalarse para una fecha posterior a los cuarenta y cinco días corridos contados
de la mencionada designación (art. 9º), debiendo aquél notificarla en forma
personal o mediante cédula, carta documento o acta notarial, adjuntando copia
del formulario previsto en el art. 6º(43), notificación que la ley pone a su cargo,
salvo que el requerido se domiciliase en extraña jurisdicción, en cuyo caso
deberá ser diligenciada por el requirente (art. 10)(44).
Ambas partes, dice la ley, de manera conjunta, podrán tomar contacto con el
mediador designado antes de la fecha de la audiencia con el objeto de hacer
conocer el alcance de sus pretensiones (art. 11), con lo que se excluye el referido
contacto unilateral.
El plazo para la mediación será de hasta sesenta días corridos a partir de la
última notificación al requerido, y en el caso de la mediación optativa, será de
treinta días corridos, si bien en uno y otro caso las partes, de común acuerdo,
podrán proponer una prórroga de hasta quince días, que el mediador concederá
si estima que ella puede ser conducente para la solución del conflicto. Tanto la
concesión como la denegatoria de la prórroga serán irrecurribles. Vencido el
plazo sin que se hubiere arribado a una solución del conflicto, se labrará acta y
quedará expedita la vía judicial (art. 12).
Dentro del plazo estipulado para la mediación, el mediador deberá convocar
a las partes a todas las audiencias necesarias para el cumplimiento de la
presente ley, de cuya realización se labrará acta en todos los casos, dejándose
constancia de la comparecencia o incomparecencia de las partes, sus
notificaciones y la designación de nuevas audiencias (art. 13).
En los casos de incomparecencia injustificada de cualquiera de las partes a
la primera audiencia, cada uno de los incomparecientes deberá abonar una multa
equivalente a dos veces la retribución mínima que le corresponda percibir al
mediador por su gestión. Habiendo comparecido personalmente y previa
intervención del mediador, las partes podrán dar por terminado el procedimiento
de mediación (art. 14).
La ley prevé (art. 15) que es obligatoria la comparecencia personal de las
partes y la intervención del mediador sin que aquéllas puedan hacerlo por
apoderado, exceptuándose a las personas jurídicas y a las personas físicas
domiciliadas a más de ciento cincuenta kilómetros de la ciudad asiento de la
mediación, que podrán asistir por medio de apoderado, con facultades
suficientes para mediar y/o transigir.
Las actuaciones serán confidenciales, y el mediador tendrá amplia libertad
para sesionar con las partes, pudiéndolo hacerlo en forma conjunta o por
separado, cuidando de no favorecer, con su conducta, a una de ellas y de no
violar el deber de confidencialidad (art. 16).
Se confeccionarán tantos ejemplares de las actas como partes haya, más un
ejemplar que será retenido por el mediador (art. 17).
De arribarse a un acuerdo, se labrará un acta en la que deberá constar sus
términos, firmado por el mediador, las partes y los letrados intervinientes; en su
defecto, vale decir que a falta de acuerdo, igualmente se labrará acta, cuya copia
deberá entregarse a las partes, en la que se dejará constancia de tal resultado.
En este caso el reclamante quedará habilitado para iniciar la vía judicial
correspondiente, acompañando las constancias de la mediación (art. 18).
El acuerdo, a diferencia de lo que acontece en la mediación nacional, deberá
someterse a la aprobación del juzgado sorteado, el que lo homologará cuando
constituya una justa composición de los intereses de las partes (art. 19). Tanto
la resolución que homologa o rechaza el acuerdo deberá ser fundada y dictada
dentro del plazo de diez días contados a partir de su elevación (art. 20).
Por su parte, interpretamos que tanto sea con carácter previo o al dictarse la
resolución antedicha, el juzgado podrá formular observaciones al acuerdo,
devolviendo las actuaciones al mediador para que en un plazo no mayor de diez
días intente lograr uno nuevo que contemple las cuestiones objetadas por el juez
(art. 21).
Denegada en definitiva la homologación, quedará expedita para las partes la
vía judicial (art. 22).
El incumplimiento del acuerdo de mediación homologado será ejecutable ante
el juzgado homologante por el procedimiento de ejecución de sentencia
establecido por el Código Procesal Civil y Comercial, supuesto en el cual el juez
"deberá" imponer al requerido una multa a favor del requirente de hasta el 30%
del monto conciliado (art. 23), sanción que, a nuestro juicio, no procederá
automáticamente —sino considerando los antecedentes de la causa—, ni menos
que menos contra o a favor de las personas que indica la norma, pues bien
podría el incumplimiento ser imputable, total o parcialmente, al requirente y no al
requerido.
El mediador deberá comunicar el resultado de la mediación, con fines
estadísticos, a la autoridad de aplicación (art. 24), en el caso al Ministerio de
Justicia(45), el cual es responsable de la constitución, calificación, coordinación,
depuración, actualización y gobierno del Registro Provincial de Mediadores.
Para ser mediador judicial se requerirá poseer título de abogado, tres años
en el ejercicio de la profesión, encontrarse debidamente matriculado y adquirir la
capacitación requerida y restantes exigencias que se establezcan
reglamentariamente (art. 26).
Los mediadores podrán excusarse o podrán ser recusados por las mismas
causales que los jueces de primera instancia, no admitiéndose la "excusación" o
recusación sin causa. En caso de recusación con causa o excusación, se
procederá inmediatamente a un nuevo sorteo.
El mediador no podrá asesorar ni patrocinar a cualquiera de las partes
intervinientes en la mediación durante el lapso de un año desde que cesó su
inscripción en el Registro establecido por la presente ley, prohibición que será
absoluta en la causa en que haya intervenido como mediador(46)(art. 28).
No podrán actuar como mediadores en sede judicial los profesionales que
registren inhabilitaciones civiles, comerciales o penales, o que hubiesen sido
condenados con penas de reclusión o prisión por delitos dolosos hasta que
obtengan su rehabilitación judicial o quienes hayan sido sancionados
disciplinariamente por el Colegio de Abogados por motivos éticos o faltas
disciplinarias graves (art. 29).
En lo que atañe a la retribución del mediador, dispone el art. 31 que éste
percibirá por su tarea una suma fija, cuyo monto, condiciones y circunstancias
se establecerán reglamentariamente, honorario que deberá ser abonado por la
o las partes "conforme al acuerdo transaccional arribado"(47); y que en el
supuesto de que fracasare la mediación, aquél podrá ejecutar el pago de los
honorarios que le corresponda ante el juzgado que intervenga en el litigio.
En lo que respecta a los honorarios de los letrados de las partes, dice el art.
35 que "a falta de convenio", si el o los letrados intervinientes solicitaren
regulación judicial de los honorarios que deberán abonar sus patrocinados por la
tarea en la gestión de mediación, se aplicarán las disposiciones pertinentes de
la Ley de Honorarios vigente en la provincia de Buenos Aires, a nuestro juicio,
con arreglo a lo que dispone el art. 55 de la ley 8904/77 (ver el comentario a esta
ley en el Apéndice).
La mediación obligatoria prejudicial tendrá carácter de intimación; vale decir
que suspende la prescripción liberatoria por una sola vez, la cual sólo tendrá
efecto durante un año o el menor término que pudiere corresponder a la
prescripción de la acción (art. 40).
En cuanto a la mediación voluntaria, el art. 36 establece que se ajustará a los
principios de la mediación establecidos en la presente ley, mientras que el art.
37 señala que para actuar como mediador voluntario se requiere poseer título
universitario de grado, tener una antigüedad como mínimo de tres años en el
ejercicio profesional y estar debidamente matriculado; haber aprobado el Plan
de Estudios establecido por la autoridad de aplicación para todo tipo de
mediación, con constancia de registración y habilitación; y constituir domicilio en
el ámbito de la provincia de Buenos Aires.
En lo no previsto expresamente por la presente ley se aplicarán
supletoriamente las disposiciones del Código Procesal Civil y Comercial (art. 41).
A su turno establece el decreto reglamentario 1467/2011, en lo que aquí nos
interesa, que a los fines de la ley 26.589 y su reglamentación, los términos
"requirente" y "reclamante", por una parte, y "requerido" y "reclamado", por la
otra, podrán ser usados indistintamente, a la vez que aprueba el régimen de
honorarios de los mediadores previsto en el art. 35 de la ley 26.589 que integra
como Anexo III, dergándose los decs. 91 del 26 de enero de 1998 y 1465 del 16
de octubre de 2007, excepto en lo referente a los aranceles y gastos
administrativos previstos respectivamente en los arts. 3º, 4º y 5º del Anexo I del
primero de ellos, con las modificaciones introducidas por el segundo, hasta tanto
sean establecidos por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos conforme lo
dispuesto por el art. 3º del presente decreto.
Aclara el art. 1º que el cumplimiento de la instancia de la mediación obligatoria
sólo podrá llevarse a cabo ante un mediador registrado y habilitado por el
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos en el marco de la citada norma, para
lo cual el interesado deberá acompañar el acta final expedida por el mediador
designado, con los recaudos establecidos en el art. 3º de la mencionada ley,
mientras que el patrocinio letrado (obligatorio) deberá prestarse por un abogado
matriculado en la jurisdicción en la que la mediación se lleva a cabo.
Dispone, en lo que aquí nos interesa, el art. 2º, que todos los demandados
deben haber sido convocados al trámite de mediación prejudicial y que en caso
de notificarse la demanda en un domicilio distinto de aquel donde no resultó
posible citarlo a la instancia de mediación, "podrán" el requerido o el requirente
solicitar la reapertura de la mediación o disponerla el juez por sí.
El art. 3º prevé los requisitos que deberá contener el acta la que debe
extenderse por escrito y en tantos ejemplares como partes "involucradas"
hubiere —concepto que para nosotros aprehende a requrientes, requeridos y
terceros citados—, con más un ejemplar para el mediador y otro u otros para el
o los profesionales asistentes en disciplinas afines con el conflicto materia de la
mediación que hubiesen intervenido.
En el acta se deberán consignar el nombre y apellido o razón social,
documento nacional de identidad o código único de identificación tributaria,
según corresponda; domicilio en el cual se practicaron las notificaciones; calidad
en la que asistieron los involucrados en la controversia; y los letrados de cada
parte, todos los cuales deberán firmar el acta juntamente con el mediador
interviniente y el profesional asistente si hubiere intervenido.
En caso de que las partes no arribaren a un acuerdo o la mediación
concluyere por incomparecencia de alguna de las partes, o por haber resultado
imposible su notificación, el acta deberá consignar únicamente esas
circunstancias, quedando expresamente prohibido dejar constancia de los
pormenores de las audiencias celebradas. En aquellos casos en que la
mediación concluyere por incomparecencia o por imposibilidad de notificación,
se deberá individualizar en el acta el instrumento de notificación, indicando
empresa u organismo y número del instrumento a través del cual se diligenció.
En caso de que el requerido hubiese planteado o pretendiese reconvenir al
requirente, se deberá hacer constar esta circunstancia a los efectos previstos en
el art. 27, párr. 2º, de la ley 26.589.
Dispone el art. 5º que si el mediador advirtiera que el reclamo versa sobre
alguna de las controversias excluidas por el art. 5º de la ley 26.589, deberá dar
por concluido el trámite con relación a ellas y notificar de tal circunstancia a las
partes. En los casos previstos en el art. 5º, inc. c), de la ley 26.589, esto es, en
aquellas causas en que el Estado nacional, las provincias, los municipios o la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires o sus entidades descentralizadas sean parte,
se estará a las facultades que pudieran emanar de normas específicas de
carácter nacional, provincial, municipal o de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Señala el art. 6º que la dispensa de confidencialidad prevista en el art. 9º, inc.
a), de la ley 26.589, se redactará por escrito, haciéndose constar en el acta de
mediación respectiva dentro de las observaciones, la cual deberá ser suscripta
por todos los intervinientes sin excepción.
En cuanto a la actuación de profesionales asistentes, establece el art. 7º que
tanto el mediador como cualquiera de las partes podrán proponer la intervención
de profesionales asistentes si advirtieren que es conveniente para la solución del
conflicto, la cual empero quedará supeditada a la conformidad de la totalidad de
las partes, quienes deberán prestarla en forma expresa en el acta de audiencia
que corresponda, en cuyo caso la designación deberá ser hecha por el mediador,
interpretamos, respecto del elegido por todos.
Dispone el art. 10 que el mediador deberá excusarse de intervenir en el caso
establecido en el art. 13, párr. 1º, de la ley 26.589, dentro del plazo de 5 días
hábiles desde que tomó conocimiento de su designación; y en el caso
establecido en el art. 13, párr. 2º, de la ley 26.589, de inmediato, al advertir la
existencia de las causas que pudieran incidir en su imparcialidad y siempre antes
de toda otra diligencia en el trámite de mediación. En ambos supuestos el
mediador deberá entregar al reclamante constancia escrita de su excusación. En
el caso de la designación por sorteo, el requirente, dentro de los 5 días hábiles,
deberá solicitar ante la Mesa General de Entradas el sorteo de un nuevo
mediador adjuntando la constancia escrita.
En el caso de que el mediador hubiera sido propuesto por el requirente, haya
ejercido o no el requerido su derecho a opción, el reclamante deberá notificar
dentro de los 5 días hábiles al mediador que le siga en el orden de la propuesta,
excepto cuando el mediador excusado fuera el último del listado alternativo, caso
en el cual deberá solicitar la intervención del primero de los mediadores
propuestos en el listado alternativo. Si el requirente no lo hiciere en el plazo
previsto, deberá reiniciar el trámite abonando el respectivo arancel.
La recusación del mediador debe plantearse por escrito, con patrocinio de un
abogado matriculado en la jurisdicción, presentación que suspenderá el
procedimiento de mediación hasta el momento en que se resuelva la recusación,
debiendo el mediador recusado aceptarla o no, en el plazo de 5 días hábiles
desde que tomó conocimiento de su recusación, y en forma escrita (art. 12).
La designación y propuesta de opciones por el requirente en el caso previsto
en el art. 16, inc. c), de la ley 26.589, deberá cumplirse proponiendo el requirente
al requerido 1 mediador y un listado alternativo de no menos de otros 4
mediadores, quienes deberán tener distintos domicilios entre sí, salvo los
Centros de Mediación Gratuita en las condiciones que establezca el Ministerio
de Justicia y Derechos Humanos, la cual deberá ser notificada por aquél por
medio fehaciente al requerido, para que dentro de los 5 días hábiles de notificado
el requerido opte por cualquiera de los propuestos.
La notificación deberá contener los nombres y domicilios de todos los
correqueridos, si los hubiere.
Si el requerido ejerciere la opción de elegir un mediador del listado alternativo
enviado por el requirente, aquél deberá notificar fehacientemente tal decisión en
el domicilio constituido por el requirente a esos efectos, en cuyo caso el mediador
elegido será el designado para llevar a cabo la mediación.El silencio o la negativa
del requerido a ejercer su derecho de opción entre el mediador propuesto o uno
del listado confirmará al mediador propuesto por el requirente. Si hubiere más de
un requerido, éstos deberán unificar la elección y, en caso de no lograrse la
unificación, quedará confirmado el mediador propuesto por el requirente.
Si el requirente no lograra notificar al requerido, quedará confirmado el
mediador propuesto en la notificación frustrada.
La propuesta podrá ser efectuada por el mediador propuesto por el requirente,
juntamente con la notificación de la audiencia establecida en el art. 24 de la ley,
en cuyo caso el requirente por sí o por apoderado y el mediador propuesto,
deberán suscribir el instrumento de notificación. En este caso el plazo de 3 días
previsto para la notificación de la audiencia se computará dentro del plazo de 5
días establecidos para ejercer la opción del mediador o para recusarlo conforme
lo establece el art. 14 de la ley 26.589, no pudiendo convocarse a la audiencia
en un plazo menor a estos 5 días.
Alternativamente, la notificación podrá ser suscripta sólo por el mediador
propuesto siempre que el requirente o su letrado apoderado lo facultaren en
forma expresa y por escrito para que practique esa diligencia.
Dispone el art. 16 que cuando la mediación concluya el mediador expedirá el
acta de cierre, que en ese acto quedará a disposición de las partes, y que en el
caso de haberse decretado una medida cautelar y habiéndose hecho efectiva
antes del inicio del procedimiento de mediación, quien la hubiera solicitado
deberá ingresar el requerimiento de certificación al Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos dentro de los 3 días hábiles desde que el mediador hubiera
puesto a disposición de las partes el acta de mediación.
En cuanto a la representación, señala el art. 17 que el representante que
invoque el carácter de apoderado deberá acreditarlo en el momento de realizarse
la primera audiencia y mediante la presentación del original del instrumento de
donde surjan las facultades invocadas, debiendo entregar al mediador copia
simple de éste e insertar su firma autógrafa. El mediador verificará la personería
invocada, el domicilio del poderdante y que el apoderado cuente con facultad
para acordar transacciones, debiendo reservar el mediador una copia de dicho
poder.
De no cumplirse con estos recaudos el mediador podrá intimar a la parte al
cumplimiento, otorgándole para ello un plazo de 5 días hábiles judiciales; de no
ser cumplidos una vez vencido éste, se considerará que existió incomparecencia
en los términos del art. 28 de la ley 26.589.
De mediar prórroga del procedimiento de mediación, indica el art. 18 que se
dejará constancia de dicha circunstancia en el acta que firmarán las partes, los
abogados que los asistan y el mediador.
Reza el art. 19 que el trámite de mediación se desarrollará en días hábiles
judiciales, salvo acuerdo escrito en contrario de las partes intervinientes y el
mediador, y en las oficinas de éste, salvo que por motivos fundados y
excepcionales tuviera que convocar a las partes a un lugar distinto, circunstancia
que debe hacer constar en el acta respectiva, además de consignar los
fundamentos que justificaron la excepción.
Habiendo comparecido personalmente y previa intervención del mediador, las
partes podrán dar por terminado el procedimiento de mediación.
Las partes deben denunciar su domicilio real y constituir domicilio en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en donde se notificarán todos los actos
vinculados con el trámite de mediación y sus consecuencias.
Establece el art. 20 que las partes podrán notificarse personalmente de la
fecha y hora de las audiencias al concurrir a las oficinas del mediador, y que las
cédulas y demás medios de notificación previstos en el art. 24 de la ley
26.589 deberán contener el nombre y domicilio del destinatario; el nombre,
domicilio y matrícula del mediador; el nombre y domicilio constituido de la parte
que requirió el trámite; la identificación del expediente, en su caso; objeto y
monto del reclamo; la indicación del día, hora y lugar de la celebración de la
audiencia; la transcripción de los arts. 19, 22, 25 y 28 de la ley 26.589; y la firma
y sello del mediador.
La elección del medio de notificación se realizará por las partes o sus letrados,
sin necesidad de manifestación alguna en las actuaciones, debiendo la parte que
las propone hacerse cargo de los gastos que éstas insuman.
Para la notificación por cédula será de aplicación lo que disponen los arts.
140, 141 y 339, párrs. 2º y 3º, del CPCCN y, en lo pertinente, las normas
reglamentarias de organización y funcionamiento de la Dirección de
Notificaciones del Poder Judicial de la Nación.
A pedido de parte y en casos debidamente justificados, agrega el citado
dispositivo, la cédula podrá ser librada por el mediador para ser notificada en el
domicilio denunciado bajo responsabilidad de la parte interesada.
Las cédulas que deban ser diligenciadas en el ámbito de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires sólo requieren la firma y el sello del mediador, no siendo
necesaria intervención alguna del juzgado. En caso de tratarse de cédulas a
tramitar en extraña jurisdicción rigen las normas de la ley 22.172, debiendo ser
intervenidas y selladas por el juzgado que hubiera sido sorteado a solicitud del
requirente. La tramitación y gestión de diligenciamiento de estas notificaciones
está a cargo de la parte interesada.
La notificación de la audiencia establecida en el art. 24 de la ley 26.589 podrá
realizarse juntamente con la propuesta prevista en el art. 16, inc. c), de la citada
ley, en cuyo caso deberán suscribir el instrumento de notificación el requirente o
su apoderado y el mediador que éste proponga haciendo constar esta situación
en dicha notificación. En este supuesto, debe entenderse incluido el plazo de 3
días previsto en el art. 24 de la ley 26.589 dentro de los 5 días establecidos para
hacer opción del mediador o para recusarlo conforme lo prevé el art. 14 de la
referida ley, no pudiendo convocarse a la audiencia en un plazo menor a estos
5 días.
Alternativamente, la notificación podrá ser suscripta sólo por el mediador
propuesto si el requirente o su letrado apoderado lo facultaren en forma expresa
y por escrito para que practique esa diligencia.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, en su carácter de Autoridad
de Aplicación, establecerá los requisitos formales básicos y determinará las
transcripciones obligatorias de los artículos de la normativa aplicable que
deberán contener los diferentes tipos de notificación contemplados en la ley
26.589 y en su reglamentación.
De mediar incomparecencia de las partes, dispone el art. 21, sólo se admitirá
como causal de justificación de la incomparecencia de alguna de las partes
razones de fuerza mayor debidamente acreditadas y expresadas por escrito al
mediador, quien deberá dejar constancia de lo sucedido en el acta respectiva.
En caso de no haber justificado su inasistencia antes del cierre del acta y al solo
efecto de evitar la imposición de la multa prevista en el art. 28 de la ley 26.589, la
parte incompareciente tendrá 5 días hábiles, contados a partir de la fecha de la
audiencia, para manifestar y acreditar por escrito ante el mediador las causas de
su inasistencia.
En el supuesto del art. 26 de la ley 26.589, si el acuerdo debiera ejecutarse
mediante el procedimiento de ejecución de sentencia regulado en el Libro III del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, la firma del mediador
interviniente deberá certificarse de acuerdo con lo determinado por la presente
reglamentación y lo dispuesto en el art. 500, inc. 4°, del citado código (art. 22,
decreto).
Cuando la mediación fracasare por incomparecencia injustificada de
cualquiera de las partes que hubieran sido fehacientemente notificadas, el
mediador deberá labrar el acta de la audiencia dejando constancia de la
inasistencia. Vencido el plazo previsto en el art. 21 de esta reglamentación y
dentro de los 60 días corridos, el mediador deberá informar la conclusión por
incomparecencia a la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos
de Resolución de Conflictos dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos, adjuntando el acta y el instrumento de notificación a la parte
incompareciente en su versión original.
Una vez notificado de la multa el incompareciente podrá hacer efectivo el
pago, con lo que se dará por finalizado el trámite, o hacer un descargo por vía
de recurso de reconsideración en los términos previstos en los arts. 84 y
subsiguientes del "Reglamento de Procedimientos Administrativos, dec.
1759/1972 t.o. 1991". Si la Dirección Nacional hiciere lugar al recurso se tendrá
por finalizado el trámite. En caso de no verificarse el pago de la multa en tiempo
y en forma, o habiéndose agotado la vía recursiva, el Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos procederá a su ejecución por vía judicial mediante el
procedimiento previsto en el art. 500, inc. 2), del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación. De no haberse promovido la demanda, el mencionado
certificado se ejecutará ante la Justicia Nacional en lo Contencioso
Administrativo Federal.
A los fines de la determinación de la multa establecida en el art. 28 de la ley
26.589 se tomará como base de cálculo la sumatoria de los conceptos
remunerativos de percepción mensual de un Juez Nacional de Primera Instancia,
cuyo devengamiento no dependa de condiciones particulares o de mayores
derechos adquiridos por el magistrado. Facúltase al Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos a publicar el monto de la multa y el inicio de la vigencia,
mediante información recabada ante el Consejo de la Magistratura (art. 23,
decreto).
Por otra parte, se faculta en el art. 24 al Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos a designar mediadores para observar las audiencias que se celebren,
previo consentimiento de las partes y cuidando de no alterar o inhibir su
desarrollo, mediador. El mediador observador redactará un informe que elevará
a la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos de Resolución de
Conflictos dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
En cuanto a la mediación familiar, estipula el art. 26 que sin perjuicio de la
exclusión establecida en el art. 5º, inc. b), de la ley 26.589, las partes podrán
intentar un avenimiento o convenir el trámite judicial a seguir y toda otra cuestión
relevante para preservar hacia el futuro los vínculos familiares.
Respecto de los honorarios del mediador, indica el art. 28 que en la audiencia
de cierre de la mediación, cualquiera fuera la forma en que hubiese finalizado, el
mediador deberá percibir de quien las partes convengan o, en su defecto, del
requirente, el honorario provisional, que se considerará pago a cuenta del monto
del honorario básico establecido en los arts. 1º y 2º del Anexo III de la
reglamentación.
A efectos de obtener la certificación de la firma por el Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, deberá constar en el acta final la conformidad del mediador
respecto de la recepción del honorario provisional; ante su omisión, se entenderá
que el pago se encuentra pendiente y no se certificará la firma, salvo el
requerimiento de quien no estuviere obligado al pago o expresa dispensa de la
Autoridad de Aplicación.
Los honorarios del mediador pueden ser acordados voluntariamente, con la
limitación de no ser inferiores a los que fije esta reglamentación.
La intervención de más de un mediador en un mismo procedimiento de
mediación no incrementará los honorarios que correspondan a la mediación,
debiendo éstos ser fijados como si interviniere uno solo y distribuirse entre
quienes hayan participado en ese carácter.
Para determinar la base de cálculo del monto del caso deberá tenerse en
cuenta el monto del acuerdo, o en su caso el de la sentencia o transacción en
sede judicial. En los demás supuestos se deberá considerar el monto reclamado
en el procedimiento de mediación o el de la demanda, si se hubiera iniciado.
Cuando el procedimiento de mediación concluyere con acuerdo, éste deberá
contemplar las cláusulas que permitan al mediador hacer efectivo el cobro de
sus honorarios básicos y al profesional asistente sus honorarios, los cuales
deberán ser abonados al momento de la suscripción del acuerdo; en caso
contrario, deberá dejarse establecido en el acuerdo el lugar y fecha de pago, que
no podrá extenderse más allá de los 30 días corridos, teniendo el mediador la
facultad de retener el acuerdo hasta tanto sean abonados los honorarios básicos
adeudados o en su caso los honorarios del profesional asistente.
En caso de que el reclamante desistiere de la mediación cuando el mediador
ya hubiere tomado conocimiento de su designación y antes de celebrarse la
primera audiencia, a éste le corresponderá la mitad de los honorarios básicos a
que hubiere tenido derecho en el supuesto de concluir la mediación. Este
honorario no podrá ser inferior al monto del honorario provisional. Dicha
manifestación de voluntad deberá expresarse por escrito dirigido al mediador. El
requirente deberá abonar en dicha oportunidad los honorarios mencionados.
En los supuestos en que el requirente no iniciare el juicio dentro de los 60
días hábiles, contados a partir de la fecha del acta de cierre, las sumas que
correspondieren en concepto de honorarios básicos serán abonadas por la parte
requirente, debiendo descontarse el honorario provisional que hubiera percibido
oportunamente el mediador.
Si se iniciare juicio, la parte actora deberá notificar la promoción de la acción
al mediador y al profesional asistente cuando hubiera intervenido. La falta de
esta notificación habilitará al profesional asistente a exigir al actor lo que le
corresponda en concepto de honorarios y al mediador a exigir sus honorarios
básicos, debiendo descontarse el honorario provisional percibido, sin perjuicio
del derecho del actor de repetir estas sumas del condenado en costas por
sentencia firme.
El mediador tendrá derecho a percibir de quien resulte condenado en costas
en el juicio la diferencia entre el total del honorario básico que le correspondiere
y la suma percibida en concepto de honorarios provisionales. El juez deberá
tomar como base el monto de honorario básico vigente al momento de dictar
sentencia u homologación de la transacción, al que deberá descontarse el
honorario provisional vigente.
Desde que resulten exigibles los honorarios impagos del mediador, y del
profesional asistente cuando hubiere intervenido, devengarán un interés
equivalente a la tasa activa promedio del Banco de la Nación Argentina para las
operaciones de descuento de documentos comerciales a 30 días.
Dentro de los 5 días hábiles judiciales en que quede firme la sentencia que
imponga las costas o la resolución que dé por finalizado el proceso por cualquier
otra vía, el mediador y el profesional asistente, de corresponder, deberán ser
notificados por Secretaría.
Los honorarios no abonados en término pueden ser ejecutados por el
mediador o por los profesionales asistentes con la sola presentación ante el juez
competente del acta de cierre debidamente certificada, la que tendrá fuerza
ejecutiva sin necesidad de homologación ni reconocimiento de firma (art. 29,
decreto).
En los procesos de mediación establecidos en el art. 16, incs. b) y d), de la ley
26.589, será competente el juez que conozca en el proceso principal; en los
previstos en los incs. a) y c) del artículo citado, será competente la Justicia
Nacional en lo Civil.
En lo tocante a los honorarios de los profesionales asistentes, éstos serán
pactados con las partes y se ajustarán a lo que dispongan sus respectivos
regímenes arancelarios profesionales, no pudiendo en ningún caso ser inferior
al 50% de los honorarios básicos del mediador. Del convenio de honorarios
deberá dejarse constancia por escrito tanto en el acta de cierre como en el
acuerdo de mediación.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos fijará el procedimiento de
mediación prejudicial obligatoria gratuita y los requisitos para integrar el Registro
de Centros de Mediación previsto en el art. 40, inc. b), de la ley 26.589, el cual
estará a cargo de la Dirección Nacional de Mediación y Métodos Participativos
de Resolución de Conflictos dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos.
Se prevé en el art. 42 que podrá requerirse la reapertura del proceso de
mediación, a instancia de cualquiera de las partes, cuando no se hubiere
promovido la acción judicial ni hubiere operado la caducidad prevista en el art.
51 de la ley 26.589, en cuyo caso la parte interesada formulará por escrito el
pedido al mediador que hubiera intervenido con anterioridad, el cual convocará
a una nueva audiencia.
Anexo III - Honorarios del mediador
Art. 1º.- Honorario básico del mediador. El honorario básico
que percibirá el mediador por su tarea se fija de acuerdo con la
siguiente escala:
a) Asuntos de montos hasta $ 3000: $ 300.
b) Asuntos de montos superiores a $ 3000 y hasta $ 6000: $
600.
c) Asuntos de montos superiores a $ 6000 y hasta $ 15.000:
$ 900.
d) Asuntos de montos superiores a $ 15.000 y hasta $
30.000: $ 1200.
e) Asuntos de montos superiores a $ 30.000 y hasta $
60.000: pesos $ 1600.
f) Asuntos de montos superiores a $ 60.000 y hasta $
100.000: $ 2000.
g) Asuntos de montos superiores a $ 100.000: el 2% de dicho
monto y hasta el máximo de $ 12.000.
h) Asuntos en los que no se determinó el monto en el
formulario de requerimiento o en el instrumento de notificación
de la audiencia, según el caso: $ 1400.
Art. 2º.- Honorario básico en mediación familiar. Las
controversias que se planteen en los procesos de mediación
familiar previstas en el art. 31, incs. b) y c), de la ley 26.589 se
considerarán de objeto único, estableciéndose un honorario
básico de $ 900.
En los supuestos del art. 31, inc. a), de la ley 26.589, para el
cálculo del monto del caso deberá tenerse en cuenta el que
resulte de multiplicar la cuota alimentaria por el período
correspondiente a 1 año, y será de aplicación la escala fijada en
el art. 1º de este anexo.
Art. 3º.- Adicionales. Al honorario básico, a partir de la cuarta
audiencia, se integrará la suma de $ 50 por cada nueva
audiencia, en los supuestos previstos en los incs. a) y b) del art.
1º del presente anexo. Esta suma será de $ 100 por cada nueva
audiencia en los casos previstos en los incs. c), d), e), f), g) y h)
del citado art. 1º.
En los casos del art. 31, inc. a), de la ley 26.589, a partir de
la cuarta audiencia, al honorario establecido en el art. 2º del
presente anexo se integrará la suma de $ 50 por cada nueva
audiencia en los asuntos cuyo monto se encuentre entre los
previstos en los incs. a) y b) del art. 1º del presente anexo. Esta
suma será de $ 100 por cada nueva audiencia en los casos cuyo
monto se encuentre entre los previstos en los incs. c), d), e), f)
y g) del citado art. 1º.
En los supuestos del art. 31, incs. b) y c), de la ley 26.589, al
honorario establecido en el art. 2º del presente Anexo se
integrará la suma de $ 100 por cada audiencia, a partir de la
segunda audiencia, teniendo como tope el honorario previsto en
el art. 1º, inc. h), del presente anexo.
Art. 4º.- Honorario provisional del mediador. El honorario
provisional del mediador, establecido en el art. 28 del Anexo I,
se fija en la suma de $ 200.
Art. 5º.- Publicidad. Los mediadores deberán publicitar los
contenidos de este Anexo III de la forma que establezca el
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.
3. ORGANIZACIÓN JUDICIAL NACIONAL
Nuestro sistema constitucional se encuentra organizado, por un lado, a partir
de una jurisdicción local en cabeza de las provincias para conocer en todas las
materias no delegadas en la Nación (arts. 75, inc. 12, 116 y 121, CN); y, por el
otro, por una jurisdicción nacional aplicable para todo el territorio de la Nación,
para el conocimiento de las cuestiones contempladas por el art. 116, CN, a las
que más adelante haremos referencia —competencia federal—, y para el
juzgamiento de todas aquellas demás cuestiones suscitadas en lugares
sometidos a la autoridad del Gobierno nacional.
La competencia federal es, en líneas generales, privativa y, por tanto,
excluyente de la provincial en las causas que la Constitución y las leyes la
atribuyen; por consiguiente, en tales casos, los tribunales locales deben declarar
su incompetencia, aun de oficio, en cualquier estado del proceso(48). Asimismo,
es improrrogable, como regla, sin que entonces el consentimiento o el silencio
de las partes sean hábiles para derogar esos principios (salvo por razón de las
personas o ratione personae, como se explicará más adelante)(49); es de
carácter excepcional(50); de interpretación restrictiva; suprema, en el sentido de
que las resoluciones de la Corte son insusceptibles de modificarse por tribunales
provinciales; e inalterable por cuanto, fijada, no interesa la circunstancia de que,
luego de cometido el hecho, éste pierda su naturaleza federal, varíe la calidad
de las partes, se desafecte de utilidad nacional el lugar donde se cometió un
delito o se desprenda la Nación del patrimonio afectado por él(51).
Esencialmente se atribuye la competencia federal en razón de la materia, de
las personas y del lugar.
En este sentido, el art. 116, CN, dispone: "Corresponde a la Corte Suprema
y a los tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las
causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de
la Nación, con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75 [Código Civil y Comercial,
Penal, de Minería, y de Trabajo y Seguridad Social, respecto de éstos compete
su aplicación a los tribunales federales o provinciales, según que las cosas o las
personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones]; y por los tratados con las
naciones extranjeras; de las causas concernientes a embajadores, ministros
públicos y cónsules extranjeros; de las causas del almirantazgo y jurisdicción
marítima; de los asuntos en que la Nación sea parte; de las causas que se
susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra;
entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos,
contra un Estado o ciudadano extranjero".
Por su parte, el art. 117, CN, dispone que en tales casos también "la Corte
Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación".
La competencia federal por la materia se refiere o comprende a aquellas
causas especialmente regidas por la Constitución Nacional (art. 116), por las
leyes de la Nación, con la reserva prevista por el art. 75, inc. 12, CN (aplicación
de los Códigos de fondo) y por los tratados con naciones extranjeras (art. 2º, inc.
1º, ley 48); a las que se inicien entre particulares, teniendo por origen actos
administrativos del gobierno nacional; a toda acción fiscal contra particulares o
corporaciones, sea por cobro de cantidades debidas o por cumplimiento de
contratos, o por defraudación de rentas nacionales, o por violación de
reglamentos administrativos; a las que den lugar los apresamientos o embargos
marítimos en tiempo de guerra; a las que se originen por choques y averías de
buques, o por asaltos hechos, o por auxilios prestados en alta mar, o en los
puertos, ríos y mares en que la República tiene jurisdicción; las que se originen
entre los propietarios o interesados de un buque, sea sobre su posesión o sobre
su propiedad; las que versen sobre la construcción y reparos de un buque sobre
hipoteca de su casco; sobre fletamento y estadía; sobre seguros marítimos;
sobre salarios de oficiales y marineros; sobre salvamento civil y militar; sobre
naufragios; sobre avería simple y gruesa; sobre contratos a la gruesa ventura;
sobre pilotaje; sobre embargo de buques y penas por violación de las leyes de
impuestos y navegación; sobre la nacionalidad del buque y legitimidad de su
patente o regularidad de sus papeles; sobre arribadas forzosas; sobre
reconocimientos; sobre abandono, venta y liquidación de créditos del buque;
sobre cumplimiento de las obligaciones del capitán, tripulantes, y en general
sobre todo hecho o contrato concerniente a la navegación y comercio marítimo,
entre otras (art. 2º, ley 48).
Son causas especialmente regidas por la Constitución aquellas en las que el
derecho discutido se encuentra directa e inmediatamente fundado en una norma
constitucional, y no simplemente garantizado por aquélla, y en tanto esté en
juego la inteligencia de una cláusula constitucional(52).
Son causas especialmente regidas por leyes del Congreso aquellas
sancionadas para todo el territorio de la República en ejercicio de las facultades
previstas por el art. 75,CN, en tanto no se encuentren comprendidas dentro de
las materias que corresponden a los Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería,
del Trabajo y de la Seguridad Social (art. 75, inc. 12), y en la medida en que el
derecho invocado se funde también en forma directa e inmediata en una ley
nacional.
Sin embargo, habrá de ponderarse que la atribución de competencia federal
dispuesta por la ley, así, en el caso, la impuesta por el art. 6º, ley 25.587, debe
fundarse ennecesidades reales y fines federales legítimos y no en el mero arbitrio
del Poder Legislativo(53) para excluir de la jurisdicción local el conocimiento de
causas que, de otro modo, le serían propias.
En lo que atañe a las personas, la competencia federal corresponde, en
general, a todas aquellas causas en que la Nación o un recaudador de sus rentas
sea parte, actora o demandada, inclusive a través de un organismo de la
Administración Pública descentralizada, en la medida en que exista un interés
del Estado, y, paralelamente, que la naturaleza de la entidad se encuentre
regulada por normas de derecho público(54); en las causas civiles en que sean
partes un vecino de la provincia en que se suscite el pleito y un vecino de otra(55),
o en que sean partes un ciudadano argentino y un extranjero; las que versen
sobre negocios particulares de un cónsul o vicecónsul extranjero, excluyéndose
el supuesto en que corresponda la competencia originaria de la Corte, al que
más adelante habremos de referirnos (véase, no obstante, el comentario al art.
332).
Conviene destacar que el fuero federal es renunciable en este supuesto, en
forma expresa o, incluso, implícita, conforme lo establece el art. 12, inc. 4º, ley
48, en cuanto dispone que siempre "que en pleito civil un extranjero demande a
una provincia, o a un ciudadano, o bien el vecino de una provincia demande al
vecino de otra ante un juez o tribunal de provincia, o cuando siendo demandados
el extranjero o el vecino de otra provincia, contesten a la demanda, sin oponer la
excepción de declinatoria, se entenderá que la jurisdicción ha sido prorrogada,
la causa se sustanciará y decidirá por los tribunales provinciales; y no podrá ser
traída a la jurisdicción nacional por recurso alguno, salvo en los casos
especificados en el art. 14".
En cuanto a la competencia federal en razón del lugar, se vincula con los
poderes legisferantes, administrativos y judiciales del Estado nacional en lugares
adquiridos por compra o cesión en cualquiera de las provincias con el fin de
instalar allí establecimientos de utilidad nacional (art. 75, inc. 30), o cuando el
acto se exteriorice o tuviere o pudiere tener efecto en las provincias, así en la
hipótesis del amparo(56)contra actos u omisiones de autoridades públicas (ley
16.986)(57).
A su vez, la Constitución acuerda a la Corte Suprema de Justicia de la Nación
competencia originaria(58)para entender en las cuestiones previstas en el art.
117, la que como tal no es susceptible de ampliarse,
(59)
restringirse ni modificarse mediante normas legales , en los asuntos
concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros y aquellos en los
que alguna provincia fuese parte —ejerciendo en los restantes casos su
jurisdicción por apelación—(60), aun cuando ello conduzca a la intervención de
terceros no aforados(61).
En tal sentido, dispone el art. 24, dec. 1285/1958, que la Corte Suprema de
Justicia conocerá "originaria y exclusivamente, en todos los asuntos que versen
entre dos o más provincias y los civiles entre una provincia y algún vecino o
vecinos de otra o ciudadanos o súbditos extranjeros; de las causas
concernientes a embajadores u otros ministros diplomáticos extranjeros, a las
personas que compongan la legación y a los individuos de su familia, del modo
que una corte de justicia puede proceder con arreglo al derecho de gentes; y de
las causas que versen sobre privilegios y exenciones de los cónsules extranjeros
en su carácter público".
En tal contexto, se ha resuelto así que corresponde a la competencia
originaria de la Corte prevista en el art. 117, CN, el conflicto suscitado entre dos
Estados provinciales que genera una real controversia, y coloca al Tribunal ante
un caso que requiere de su intervención en la medida en que puede existir un
derecho amenazado o lesionado y el pronunciamiento que se pide es susceptible
de prevenirlo o, en su caso, repararlo(62), así la deducida contra una Provincia a
objeto de que se declare la inconstitucionalidad de una ley local(63), con
prescindencia de la naturaleza de las cuestiones que comprende.
Por tal motivo es que los conflictos interestatales en el marco de un sistema
federal asumen, cuando surten la competencia originaria de la Corte en el marco
del art. 109, CN, un carácter diverso al de otros casos en que participan las
provincias y cuyo conocimiento también corresponde de manera originaria al
Tribunal, desde que no se trata de una "causa civil" en el concepto desarrollado
por las leyes reglamentarias de esa competencia, por ejemplo, la ley 48 y el dec.-
ley 1285/1958, y tal como lo concibió la jurisprudencia de la Corte(64).
En cambio, cuando se trata de litigio entre una provincia y un extranjero o un
nacional vecino de otra provincia, aquél debe revestir el carácter de causa
civil para hacer nacer la competencia originaria de la Corte; en la especie, los
casos en los que su decisión hace sustancialmente aplicables disposiciones del
derecho común, entendido como tal el que se relaciona con el régimen de
legislación enunciado en el art. 75, inc. 12, CN(65), quedando pues excluidos de
la jurisdicción originaria de la Corte los que requieren para su solución la
aplicación de normas de derecho público provincial o el examen y revisión, en
sentido estricto, de actos administrativos o legislativos de carácter local(66), pues
ella procede, según el art. 117, CN, y el art. 24, inc. 1º, dec.-ley 1285/1958,
cuando a la distinta vecindad de la otra parte, se le une el carácter de la materia
en debate(67).
No obstante, viene al caso destacar que, cuando una provincia es parte en
una causa civil, la competencia originaria y exclusiva de la Corte —que en estos
casos lo es ratione personae— surte a condición de que tenga distinta vecindad
la parte contraria(68), y que a estos efectos se considerarán vecinos a las
personas físicas domiciliadas en el país desde dos o más años antes de la
iniciación de la demanda, cualquiera sea su nacionalidad; las personas jurídicas
de derecho público del país; las demás personas jurídicas constituidas y
domiciliadas en el país; las sociedades y asociaciones sin personería jurídica,
cuando la totalidad de sus miembros se halle en la situación prevista en el art.
24, apart. a), dec.-ley 1285/1958.
No son, en cambio, de competencia originaria de la Corte las causas
interpuestas contra Estados extranjeros y sus representaciones diplomáticas,
toda vez que no revisten la calidad de aforados en los términos de los arts. 117,
CN, y 24, inc. 1º, dec.-ley 1285/1958(69), sin perder de vista lo que sobre el
particular dispone la ley 24.488 sobre inmunidad de Estados extranjeros (ver la
ley en el Apéndice).
Son causas concernientes a embajadores o ministros plenipotenciarios
extranjeros, agrega el citado dispositivo, las que les afecten directamente por
debatirse en ellas derechos que les asisten o porque comprometen su
responsabilidad, así como las que, en la misma forma, afecten a las personas de
su familia o al personal de la embajada o legación que tenga carácter
diplomático; y que no se dará curso a las acciones contra las personas
mencionadas en el punto anterior, sin requerirse previamente, del respectivo
embajador o ministro plenipotenciario, la conformidad de su gobierno para
someterlas a juicio, aunque señala el citado artículo que el Poder Ejecutivo
puede declarar respecto de un país determinado la falta de reciprocidad a los
efectos consignados en esta disposición, por decreto debidamente fundado, en
cuyo caso el Estado extranjero, sobre el cual se ha hecho tal declaración queda
sometido a la jurisdicción argentina.
En este sentido, se ha declarado así que es de competencia originaria de la
Corte Suprema el juicio promovido por un diplomático extranjero para lograr la
restitución de laguarda de su hijo menor trasladado clandestinamente fuera del
territorio nacional(70); o para conocer en el juicio de divorcio a tramitarse según
el art. 67 bis, ley 2393(71).
La competencia originaria de la Corte respecto de los cónsules extranjeros
está reservada a las causas que versan sobre los privilegios y exenciones de
aquéllos en su carácter público, debiendo entenderse por tales las seguidas por
hechos o actos cumplidos en el ejercicio de las funciones propias, siempre que
en ellas se cuestione su responsabilidad civil o criminal(72); y condicionada
también a la aceptación expresa de los gobiernos respectivos(73), y se refieren
sólo a los agentes extranjeros que se encuentran acreditados en nuestro país en
algún cargo que les confiera status de agente diplomático en los términos del art.
1º, inc. e), Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas(74).
Por su parte, la Corte tiene competencia apelada extraordinaria cuando
conoce por vía de recurso extraordinario, en los casos de los arts. 14, ley 48 y
6º, ley 4055, y en el de aclaratoria de sus propias resoluciones; y en los recursos
directos por apelación denegada (art. 24, dec.-ley 1285/1958).
Asimismo, la Corte tiene competencia apelada ordinaria en los recursos de
queja por retardo de justicia en contra de las cámaras nacionales de apelaciones;
por apelación ordinaria de las sentencias definitivas de las cámaras nacionales
de apelaciones en los casos en que: a) la Nación directa o indirectamente sea
parte, cuando el valor disputado en último término, sin sus accesorios, sea
superior a cierta cantidad de dinero; b) por extradición de criminales reclamados
por países extranjeros; y c) causas que dieren lugar los apresamientos o
embargos marítimos en tiempo de guerra, sobre salvamento militar y sobre
nacionalidad del buque, legitimidad de su patente o regularidad de sus papeles
(art. 24, dec.-ley 1285/1958).
En igual forma tiene competencia delegada la Corte con motivo de los
recursos deducidos contra las sentencias definitivas de la Cámara Federal de la
Seguridad Social, cualquiera fuere el monto del proceso (art. 19, ley 24.463); y
de los recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria de los
mentados precedentemente, si bien cabe destacar que el art. 1º de la ley
26.025 derogó el mentado art. 19 que la establecía.
También conocerá la Corte de las cuestiones de competencia y de los
conflictos que en juicio se planteen entre jueces y tribunales del país que no
tengan un órgano superior jerárquico común que deba resolverlos(75), salvo que
dichas cuestiones o conflictos se planteen entre jueces nacionales de primera
instancia, en cuyo caso serán resueltos por la Cámara de que dependa el juez
que primero hubiese conocido. Decidirá, asimismo, sobre el juez competente
cuando su intervención sea indispensable para evitar una efectiva privación de
justicia (art. 24, dec.-ley 1285/1958).
Por su parte, el art. 32 del dec.-ley 1285/1958 establece que los tribunales
nacionales de la Capital Federal estarán integrados por la Cámara Federal de
Casación Penal, la Cámara Federal de Casación en lo Contencioso
Administrativo Federal, la Cámara Federal y Nacional de Casación del Trabajo y
de la Seguridad Social, la Cámara Federal y Nacional de Casación en lo Civil y
Comercial, la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de la
Capital Federal; las Cámaras Nacionales de Apelaciones de la Capital Federal:
a) en lo Civil y Comercial Federal; b) en lo Contencioso Administrativo Federal;
c) en lo Criminal y Correccional Federal; d) en lo Civil; e) en lo Comercial; f) del
Trabajo; g) en lo Criminal y Correccional; h) Federal de la Seguridad Social; i)
Electoral; j) en lo Penal Económico; Tribunales Orales: a) en lo Criminal; b) en lo
Penal Económico; c) de Menores; d) en lo Criminal Federal; Jueces Nacionales
de Primera Instancia: a) en lo Civil y Comercial Federal; b) en lo Contencioso
Administrativo Federal; c) en lo Criminal y Correccional Federal; d) en lo Civil; e)
en lo Comercial; f) en lo Criminal de Instrucción; g) en lo Correccional; h) de
Menores; i) en lo Penal Económico; j) del Trabajo; k) de Ejecución Penal; l) en lo
Penal de Rogatoria; m) Juzgados Federales de Primera Instancia de la
Seguridad Social; n) Juzgados Federales de Primera Instancia de Ejecuciones
Fiscales Tributarias; y o) en lo Penal Tributario.
A su turno se establecen Juzgados Nacionales de Primera Instancia: a) en lo
Civil y Comercial Federal; b) en lo Contencioso Administrativo Federal; c) en lo
Criminal y Correccional Federal; d) en lo Civil; e) en lo Comercial; f) en lo Criminal
de Instrucción; g) en lo Correccional; h) de Menores; i) en lo Penal Económico;
j) del Trabajo; k) de Ejecución Penal; l) en lo Penal de Rogatorias; m) Juzgados
Federales de Primera Instancia de la Seguridad Social; n) Juzgados Federales
de Primera Instancia de Ejecuciones Fiscales Tributarias (texto según ley
25.293).
Como lo señala el art. 43, dec.-ley 1285/1958, los juzgados nacionales de
primera instancia en lo Civil de la Capital Federal conocerán en todas las
cuestiones regidas por las leyes civiles cuyo conocimiento no haya sido
expresamente atribuido a los jueces de otro fuero; y además, en las siguientes
causas: a) en las que sea parte la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires,
excepto en las de naturaleza penal; b) en las que se reclame indemnización por
daños y perjuicios provocados por hechos ilícitos, sin perjuicio de lo dispuesto
en el art. 29, CPen.; c) en las relativas a las relaciones contractuales entre los
profesionales y sus clientes o a la responsabilidad civil de aquéllos. A los efectos
de esta ley, sólo se considerarán profesionales las actividades reglamentadas
por el Estado, debiendo prevalecer en la duda entre la civil y la comercial la
primera, pues la comercial es de excepción (art. 10, ley 23.637, dec.-ley
1285/1958).
Por su parte, dispone el art. 4º, ley 23.637, que los juzgados de primera
instancia en lo Civil a los que se les asigna competencia en materia de familia,
conocerán de los siguientes asuntos: a) autorización para contraer matrimonio y
oposición a su celebración; b) inexistencia y nulidad del matrimonio; c) divorcio;
d) disolución de la sociedad conyugal sin divorcio; e) liquidación y partición de la
sociedad conyugal (comunidad de ganancias), salvo que la disolución se hubiere
producido por muerte; f) reclamación e impugnación de la filiación; g) adopción,
su nulidad y revocación; h) privación, suspensión y restitución de la patria
potestad; i) tenencia de menores y regímenes de visitas; j) declaración de
incapacidad, inhabilitación y rehabilitación; k) designación y remoción de tutor y
todo lo referente a la tutela; l) otorgamiento de la guarda de menores; m)
alimentos entre cónyuges, o derivados de la patria potestad o del parentesco; y
n) todas las demás cuestiones referentes al nombre, estado civil y capacidad de
las personas.
A su turno, el art. 43 bis del citado ordenamiento establece que los jueces
nacionales de primera instancia en lo Comercial de la Capital Federal conocerán
en todas las cuestiones regidas por las leyes mercantiles cuyo conocimiento no
haya sido expresamente atribuido a los jueces de otro fuero; y además, en los
siguientes asuntos: a) concursos civiles; b) acciones civiles y comerciales
emergentes de la aplicación del dec. 15.348/1946, ratificado por la ley 12.962; c)
juicios derivados de contratos de locación de obra y de servicios, y los contratos
atípicos a los que resulten aplicables las normas relativas a aquéllos, cuando el
locador sea un comerciante matriculado o una sociedad mercantil. Cuando en
estos juicios también se demandare a una persona por razón de su
responsabilidad profesional, el conocimiento de la causa corresponderá a los
jueces nacionales de primera instancia en lo Civil de la Capital Federal.
Los jueces nacionales de primera instancia del Trabajo de la Capital Federal,
existentes a la fecha de la sanción de este decreto-ley conservarán su actual
denominación y competencia. Los juzgados (federales de Primera Instancia de
la Seguridad Social) serán competentes en: a) las causas enunciadas en el art.
15, ley 24.463; b) las demandas que versen sobre la aplicación del Sistema
Integrado de Jubilaciones y Pensiones establecido por la ley 24.241 y sus
modificatorias; c) las demandas que versen sobre la aplicación de los regímenes
de retiros, jubilaciones y pensiones de las fuerzas armadas y de seguridad; d) el
amparo por mora previsto en el art. 28, ley 19.549, modificada por laley
21.686, en materia de seguridad social; e) las ejecuciones de créditos de la
seguridad social perseguidas por la Dirección General Impositiva en ejercicio de
las funciones asignadas por el dec. 507/1993; f) las causas actualmente
asignadas a la justicia nacional de primera instancia del Trabajo por el art. 24, ley
23.660 (art. 45).
La Cámara Federal de la Seguridad Social conocerá: a) en los recursos de
apelación interpuestos en contra de las sentencias dictadas por los juzgados
federales de Primera Instancia de la Seguridad Social de la Capital Federal; b)
en los recursos interpuestos contra resoluciones que dicte la Dirección General
Impositiva que denieguen total o parcialmente impugnaciones de deuda
determinadas por el citado organismo en ejercicio de las funciones asignadas
por el dec. 507/1993, siempre que en el plazo de su interposición se hubiere
depositado el importe resultante de la resolución impugnada; c) en los recursos
interpuestos contra resoluciones de los entes que administran los subsidios
familiares; d) en los recursos de apelación interpuestos contra resoluciones de
la Comisión Nacional de Previsión Social, al deudor por conflictos suscitados con
motivo de la aplicación del régimen de reciprocidad instituido por el dec.
9316/1946; e) en los recursos de queja por apelación denegada y en los pedidos
de pronto despacho de conformidad con el art. 28, ley 19.549 (art. 39 bis).
Cabe destacar que, hasta la sanción de la ley 26.025, las sentencias
definitivas de la Cámara Federal de la Seguridad Social eran apelables ante la
Corte Suprema de Justicia de la Nación por recurso ordinario, cualquiera que
fuese el monto del juicio, siendo los fallos de la Corte Suprema de obligatorio
cumplimiento para los jueces inferiores en las causas análogas (art. 17, ley
24.463).
Son de competencia de los Tribunales en lo Contencioso Administrativo las
causas que versen sobre contribuciones nacionales y sus infracciones, y los
recursos contra las resoluciones administrativas dictadas por organismos
federales, así, v.gr., el conocimiento del recurso de inaplicabilidad de ley
regulado por el art. 34, Ley de Servicio Militar, 17.531, sustituido por la ley
18.488 y reglamentado por la ley 18.690(76).
4. LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL PROCESO DE FAMILIA.
EL PROCESO DE FAMILIA EN LA LEY 13.634 DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES. LA LEY 26.061 DE
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS, NIÑOS Y
ADOLESCENTES
V. El principio de privacidad
En atención a los hechos que normalmente habrán de ser materia de la
pretensión o petición de familia, el procedimiento se desarrollará implícita (art.
125, inc. 1º, CPCCN) o explícitamente (v.gr., ley 24.779 de Adopción) en
forma reservada, en resguardo del derecho a la intimidad de las personas
afectadas directa o indirectamente en la litis o petición, con lo que se deja de
lado en este aspecto el principio de publicidad de los procedimientos
judiciales(99).
En este sentido, cabe señalar, que el art. 64 del Reglamento para la Justicia
Nacional, exceptúa del "público" examen de los expedientes que autorizan los
incs. b) y c) del art. 63 —por parte de cualquier abogado, escribano o procurador
y de los periodistas (con motivo del fallo definitivo de la causa)— a los referentes
a cuestiones de derecho de familiay a aquellos cuya reserva se ordene
especialmente.
En igual sentido, dispone el art. 164, segunda parte, del CPCCN que las
sentencias de cualquier instancia podrán ser dadas a publicidad, pero si
afectaren la intimidad de las partes o de terceros, los nombres de éstos serán
eliminados de las copias expedidas a tal fin.
Por su parte, el art. 4º de la ley 13.634 con la modificación de la ley
13.645, establece que todo proceso que tramite ante el fuero de familia tendrá
carácter reservado, salvo para el niño, representantes legales o guardadores de
hecho y las partes.
A su turno, el art. 139 del CPCCN dispone que en los juicios relativos al estado
y capacidad de las personas, cuando deba practicarse la notificación por cédula,
las copias de los escritos de demanda, reconvención y contestación de ambas,
así como las de otros escritos cuyo contenido pudiere afectar el decoro de quien
ha de recibirlas, serán entregadas bajo sobre cerrado, al igual que las copias de
los documentos agregados a dichos escritos. El sobre será cerrado por personal
de la oficina, con constancia de su contenido, el que deberá ajustarse, en cuanto
al detalle preciso de copias, de escritos o documentos acompañados, a lo
dispuesto en el art. 137.
Por su parte, el art. 16 de la ley 26.485 antes indicada establece una serie de
derechos y garantías mínimas aplicables para todo y "cualquier" procedimiento
judicial y administrativo, sea nacional o provincial, que el Estado deberá
garantizar a las mujeres, entre las cuales se encuentra la protección de
su intimidad garantizando la confidencialidad de las actuaciones (inc. f]).
5. PRÓRROGA DE LA COMPETENCIA
Si bien el principio en la materia es el de la improrrogabilidad de la
competencia(187), tanto sea ésta la interna como la internacional, el dispositivo
bajo análisis parte de la premisa de que la determinada por el territorio responde
al interés de los propios litigantes —radicando su fundamento en las ventajas
que para ellos puede tener la circunstancia de que sea un juez próximo a su
domicilio o al lugar de sus negocios el que conozca del eventual litigio—, y es,
por tanto relativa, por lo que autoriza a prorrogarla expresa —pacto de foro
prorrogando— o tácitamente, como lo indica el art. 2º, sometiéndose así aquéllos
al conocimiento de un juez que de otro modo habría carecido de dicha atribución,
siempre, claro está, que se trate de asuntos exclusivamente patrimoniales(188); y
que no se encuentre interesado o comprometido el orden público, así, v.gr., en
el caso de la ley 19.551(189)(ver comentario a los arts. 5º y 689). En este sentido
cabe destacar que el art. 36 de la ley 24.240 (in fine), texto según ley
26.361, establece una excepción a la facultad de los particulares de prorrogar la
competencia territorial en cuestiones exclusivamente patrimoniales, que enerva
toda posibilidad de prórroga expresa o tácita, previa o sobreviniente, con el
objeto de tutelar en forma efectiva el derecho de defensa en juicio de los
consumidores, y por tanto contrario al art. 37, inc. d) de la citada ley(190).
En estos casos, va de suyo que no procede, por consiguiente, la declaración
de incompetencia de oficio(191), criterio que vienen a corroborar los arts. 4º y 5º
del Código.
Por otra parte, también se ha admitido la prórroga de la
competencia internacional en favor de los tribunales nacionales para conocer del
divorcio, aunque no resulte de autos que las partes hubiesen tenido alguna vez
su domicilio conyugal en el país, y aun cuando está acreditado que el último
domicilio conyugal estuvo en el exterior donde se produjo la separación de
hecho(192).
A su vez, el art. 12, inc. 4º, ley 48, al que remite el dispositivo que
comentamos, establece que "siempre que en pleito civil un extranjero demande
a una provincia, o a un ciudadano, o bien el vecino de una provincia demande al
vecino de otra ante un juez o tribunal de provincia, o cuando siendo demandados
el extranjero o el vecino de otra provincia, contesten a la demanda, sin oponer la
excepción de declinatoria, se entenderá que la jurisdicción ha sido prorrogada,
la causa se sustanciará y decidirá por los tribunales provinciales; y no podrá ser
traída a la jurisdicción nacional por recurso alguno, salvo en los casos
especificados en el art. 14".
En este sentido es que puede entonces afirmarse que el fuero federal
derivado de la distinta nacionalidad de las partes constituye un privilegio
instituido exclusivamente en beneficio del extranjero, prerrogativa que éste
puede así declinar(193); de la misma manera que el que corresponde en las
causas en que la Nación o uno de sus organismos autárquicos sean partes,
competencia que puede ser así prorrogada por sus titulares, en tanto se trata de
competencia ratione personae y no ratione materiae(194), incluso en causas que
corresponden a la competencia originaria(195), o ya en el propio proceso
de amparo(196).
En cuanto a la prórroga en favor de jueces o árbitros internacionales(197), cabe
destacar que, a partir de la reforma introducida por la ley 22.434 al art.
1º, CPCCN (leyes 17.454 y 21.305), la misma se encuentra autorizada cuando,
a la par de referirse a la competencia territorial y a asuntos exclusivamente
patrimoniales(198), comprende cuestiones de índole internacional(199), como se lee
en los fundamentos del proyecto(200); o, lo que es lo mismo, "cuando aparece de
tal modo conectado a múltiples sistemas jurídicos nacionales que pueda suscitar
un conflicto de jurisdicción internacional"(201), a partir de circunstancias objetivas.
En este sentido dispone el art. 2605 del CCyCN que "en materia patrimonial
e internacional, las partes están facultadas para prorrogar jurisdicción en jueces
o árbitros fuera de la República, excepto que los jueces argentinos tengan
jurisdicción exclusiva o que la prórroga estuviese prohibida por ley".
Art. 2º.— Prórroga expresa o tácita.
La prórroga se operará si surgiere de convenio escrito mediante el cual los interesados
manifiesten explícitamente su decisión de someterse a la competencia del juez a quien acuden.
Asimismo, para el actor, por el hecho de entablar la demanda; y respecto del demandado, cuando la
contestare, dejare de hacerlo u opusiere excepciones previas sin articular la declinatoria.
Establece el art. 804, CCyCN, que los jueces podrán imponer en beneficio del
titular del derecho, condenaciones conminatorias de carácter pecuniario a
quienes no cumplandeberes jurídicos impuestos en una resolución judicial; y que
las condenas se graduarán en proporción al caudal económico de quien deba
satisfacerlas y podrán ser dejadas sin efecto o reajustadas si aquél desiste de
su resistencia y justifica total o parcialmente su proceder.
La imposición de estas sanciones tiene como presupuesto la demostración
de que el obligado se sustrae voluntaria y deliberadamente al cumplimiento de
una obligación o deber, actuando a modo de coacción psicológica, con el objeto
de vencer la resistencia del obligado renuente, por lo que el juez debe
imponerlas, aun de oficio(402); y noconstituyen verdaderas penas civiles sino vías
de compulsión, aunque esta facultad debe ser ejercida en forma excepcional,
pues no sólo debe existir inejecución de las resoluciones judiciales dictadas en
el juicio y que imponen el cumplimiento de un deber jurídico sino también fracaso,
inoperancia o insuficiencia de los medios normales de coacción previstos por la
ley para hacer efectivo ese mandato judicial(403).
La sanción pecuniaria que implica las astreintes tiende a asegurar el
cumplimiento de una resolución judicial, firme o consentida. Por lo tanto, la
determinación de sus modalidades y la cuantía establecida por el juez están
supeditadas a la conducta observada por el deudor cuando los efectos de aquélla
sean exigibles(404). A su vez, ésta comienza a regir a partir de su notificación al
obligado, aunque éste haya apelado tal resolución, si el tribunal de alzada
confirma la imposición(405)sin que quepa su aplicación retroactiva(406), ni baste,
por tanto, el simple apercibimiento de fijarlas(407), aun cuando el mero transcurso
del plazo dispuesto por el juez como inicio del cómputo para la aplicación de las
astreintes implica que la finalización del término opere como cumplimiento de la
condición, sin necesidad de un pronunciamiento expreso al efecto(408). Por otra
parte, si bien cualquier clase de deber jurídico puede ser asegurado en su
ejecución por una astreinte, debe tratarse de uno de realización factible, por lo
que, en su defecto, cabría dejarla sin efecto(409), sin perjuicio de que ello autorice
la promoción de las acciones de daños y perjuicios correspondientes.
Uno de los caracteres propios de las astreintes, derivado de su naturaleza
jurídica, es que son provisionales y no pasan en autoridad de cosa juzgada pues,
destinadas a vencer la resistencia del deudor, deben adecuarse y variar con ella;
no constituyen una condena, sino una amenaza(410).
Como lo indica el artículo, solamente podrán aplicarse sanciones
conminatorias a terceros en los casos en que la ley lo establece, así, v.gr., frente
al incumplimiento en la contestación de los pedidos de informes a partir de la
reforma de la ley 25.488 (art. 398, CPCCN), por lo que con anterioridad no se lo
habría de admitir por tal razón(411).
Cabe señalar que el hecho de que la parte hubiese consentido el decisorio en
el que se imponían sanciones conminatorias no es óbice para que el tribunal de
alzada revise su cuantía, máxime que las liquidaciones siempre son aprobadas
en cuanto ha lugar por derecho y que los jueces pueden, por tanto, efectuar las
correcciones que crean convenientes, aun cuando no se hayan formulado
objeciones a ésta(412), a punto tal que, aun percibidas, corresponde al acreedor
su devolución en el supuesto de que fuesen dejadas sin efecto, por cuanto no
configuran un derecho patrimonial definitivamente adquirido(413).
Por otra parte, desde el momento en que las astreintes no se relacionan
necesariamente con el efectivo perjuicio sufrido por el acreedor a causa de la
inejecución del deudor, no cabe su actualización ni la aplicación de intereses(414),
que tienden justamente a resarcir el daño moratorio(415).
La aplicación de astreintes en el fuero civil no impide, por su especialidad, el
reproche que en sede penal puede efectuarse en orden a la aplicación del delito
de desobediencia, por lo que su imposición y la aplicación de una pena respecto
al mismo proceder antijurídico no implica un doble castigo al imputado(416).
Art. 38 bis.—
Art. 38 ter.—
(Incorporado ley 25.488,art. 1) Dentro del plazo de tres días, las partes podrán
requerir al juez que deje sin efecto lo dispuesto por el secretario, el
prosecretario administrativo o el jefe de despacho. Este pedido se
resolverá sin substanciación. La resolución será inapelable.
Toda persona que litigue por su propio derecho o en representación de tercero, deberá constituir domicilio
legal dentro del perímetro de la ciudad que sea asiento del respectivo juzgado o tribunal.
Ese requisito se cumplirá en el primer escrito que presente, o audiencia a que
concurra, si es ésta la primera diligencia en que interviene. En las mismas
oportunidades deberá denunciarse el domicilio real de la persona representada.
Se diligenciarán en el domicilio legal todas las notificaciones por cédula, que no
deban serlo en el real.
El domicilio contractual constituido en el de la parte contraria no es eficaz para las
notificaciones que deben ser realizadas en el domicilio del constituyente.
La constitución de domicilio procesal (no legal) es una carga o deber de la persona que
litigue por su propio derecho o por la representación de otra. A este domicilio se remitirán,
como regla, todas las notificaciones por cédula que no deban ser dirigidas al real, así, la
citación al mandante para absolver posiciones, y el que surtirá efectos únicamente en
el litigio en el que se efectúa(423) y en los que constituyen incidentes(424) del principal (ver
comentario al art. 180).
Dicho imperativo deberá concretarse en el primer escrito que se presente, o audiencia a
la que se concurra, v.gr., la del art. 639, Código Procesal, si es ésta la primera diligencia en
que interviene, oportunidad en la que la persona que actúa por representación de otra
deberá indicar el domicilio real de aquélla, sin que quepa ampararse en razones de secreto
profesional para no denunciar el domicilio de su mandante, máxime cuando el artículo le
impone ese deber(425).
En este sentido cabe señalar que la doctrina y la jurisprudencia han acordado validez al
domicilio especial constituido en un edificio que consta de varias unidades, con la sola
indicación de la numeración de la puerta de calle sin indicar piso, departamento u
oficina(426), si bien, por razones de moralidad, el domicilio constituido en el de la parte
contraria no será eficaz.
De más está decir que el domicilio constituido en los trámites de la mediación
obligatoria sólo tendrá eficacia a fin de notificar en él todos los actos vinculados al trámite
de mediación y sus consecuencias, tales como la posterior ejecución judicial del acuerdo,
de los honorarios del mediador, y de las multas que se hubieren originado en el
procedimiento de mediación; y no, por cierto, para la notificación del traslado de
la demanda y demás actos procesales ulteriores(427), pues no es ni equivale al constituido ni
alespecial(428).
Se diligenciarán en el domicilio legal todas las notificaciones por cédula que no deban
serlo en el real, así, v.gr., la que hace saber la renuncia del mandato y emplazamiento a
comparecer por sí o por nuevo apoderado que debe ser notificada en el real (art. 53, inc. 2º,
CPCCN); o la que cita a absolver posiciones.
Ahora bien viene a cuento destacar que la ley 26.685 autoriza la utilización de
expedientes electrónicos, documentos electrónicos, firmas electrónicas, firmas digitales,
comunicaciones electrónicas y domicilios electrónicos constituidos, en todos los procesos
judiciales y administrativos que se tramitan ante el Poder Judicial de la Nación, con idéntica
eficacia jurídica y valor probatorio que sus equivalentes convencionales, facultándose a la
Corte Suprema de Justicia de la Nación y al Consejo de la Magistratura de la Nación para
que actuando de manera conjunta, reglamenten su utilización y su gradual implementación.
Dentro del proceso de cambio y modernización en la prestación del servicio de justicia,
que en el marco del Plan de Fortalecimiento Institucional del Poder Judicial de la Nación se
viene desarrollando, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en uso de las facultades
que le otorga la Constitución Nacional y en razón de la sanción de las leyes 26.685 y 26.856,
ha dictado las acordadas 31/2011, 3/2012, 8/2012, 29/2012, 14/2013, 15/2013, 24/2013,
35/2013, 36/2013, 38/2013, 43/2013, 2/2014, 6/2014, 11/2014, 3/2015 12/2015 y
concordantes, que reglamentan distintos aspectos vinculados al uso de tecnologías
electrónicas y digitales y implementación en el ámbito del Poder Judicial de la Nación, a
partir de la implantación del Sistema de Gestión Judicial, Lex100.
Es así que se establece el uso obligatario del domicilio electrónico como procesal para
todo el ámbito de la Justicia Nacional de conformidad con lo dispuesto por el art.
135del CPCCN con excepción de aquellas notificaciones que por su naturaleza deban
diligenciarse en el domicilio real y la notificación de los traslados de demanda, reconvención
y citación de personas extrañas al juicio, v.gr. testigos, con la carga de ingresar copias de
escritos y documentos y, finalmente, con la incorporación del Libro de Asistencia
digital(429)(acordadas 38/2013, 3/2015, 12/2015), con la salvedad de que la acordada (Corte
Sup.) 3/2015, prevé en su art. 9º que "en los casos en que quienes actúen como
demandados sean organismos del Estado o Ministerios Públicos, previa celebración de un
acuerdo de adhesión, las notificaciones a domicilios reales, el traslado de la demanda y la
reconvención, serán a través del sistema de notificaciones electrónicas", con lo que una vez
celebrados los mentados convenios, el Estado habrá de ser notificado en sus domicilios
electrónicos.
El mencionado domicilio electrónico debe constituirse mediante la indicación en cada
expediente de la cuenta de usuario (CUIT) oportunamente validada en los términos del art.
6° y Anexo I de la acordada 31/2011. Dicho domicilio configura una clave de acceso al
sistema de notificación electrónica (SNE) a los efectos de que los letrados puedan verificar
—todas las veces que crean conveniente y desde cualquier lugar con acceso a internet— la
recepción de comunicaciones en los procesos en que se haya tenido por constituido tal
domicilio; además de permitirle confeccionar comunicaciones electrónicas a la parte
contraria (conf. anexo II acordada 31/2011)(430).
No obstante, tanto el alta de los domicilios electrónicos como en el sistema de consulta
de causas se encuentra a cargo del tribunal interviniente, por lo que, mientras no cumpla
con tal acto (ingresar el CUIT/CUIL del interesado en el sistema), los litigantes no tendrán a
disposición la posibilidad de consultar, emitir y recibir notificaciones electrónicas, ingresar
documentos digitales o consultar causas de contenido reservado(431).
Es así que las notificaciones que prevén los arts. 135 y 136 de este Código, es decir, las
que deben realizarse por medio de cédula o sus equivalentes y que deban dirigirse al
"domicilio constituido", deben ser efectuadas por medio del Sistema de Gestión antedicho
(notificación electrónica), por el cual quedarán anoticiadas ambas partes del contenido de la
resolución (conf. art. 137CPCCN), en el mismo momento en que la notificación electrónica
es enviada, hito que es registrado en el sistema con mención de la hora exacta de envío. En
otras palabras, y como bien se ha dicho, "...'recibir' una notificación electrónica significa que
ella fue depositada en la cuenta de usuario del destinatario, quedando disponible para su
lectura(432), sin perjuicio de que "en caso de inhabilitación del servicio por más de 24 horas,
se informará al tribunal, para que éste decida cómo se considerará este hecho en relación
al cómputo de los plazos afectados" (conf. art. 31, inc. g], acordada 31/2011).
De más está decir que el sistema de cómputo de los plazos de este código (arts. 150,
152, 155 y concordantes) permanece inalterado, por lo que producida la notificación por
medios electrónicos, "no se contará el día en que se practique esa diligencia, ni los días
inhábiles" (art. 156CPCCN)(433); y que se mantienen vigentes (aunque adaptando sus
previsiones a estas nuevas situaciones), las nulidades procesales y, en especial, de las
notificaciones (arts. 169 y ss. y 149, respectivamente, del CPCCN).
A partir de todo lo expuesto, cabe advertir que se genera pues una suerte de carga en
cabeza de las partes del proceso y auxiliares que eventualmente intervengan (peritos,
martilleros, etc.), de ingresar diariamente (puede ser incluso que más de una vez al día) al
URL del sistema de gestión de usuarios a fin de constatar la presencia de notificaciones,
pues el correo electrónico o aviso de cortesía que a todo evento envíe dicho sistema, no
constituye la notificación propiamente dicha(434).
Si no se cumpliere con lo establecido en la primera parte del artículo anterior, las sucesivas resoluciones se
tendrán por notificadas en la forma y oportunidad fijadas por el art. 133, salvo la notificación de la audiencia para
absolver posiciones y la sentencia.
Si la parte no denunciare su domicilio real, o su cambio, las resoluciones que
deban notificarse en dicho domicilio se cumplirán en el lugar en que se hubiere
constituido, y en defecto también de éste, se observará lo dispuesto en el primer
párrafo.
Tanto el domicilio procesal como el real se mantendrán hasta la terminación del juicio o
su archivo, y en tanto no se constituyan o denuncien otros nuevos —si bien se ha resuelto
también que si las actuaciones estuvieron paralizadas durante un lapso prolongado, esa
inactividad es razón suficiente para considerar extinguido el domicilio oportunamente
constituido, pues no cabe extender la ficción real más allá de lo razonable—(437), de modo
que, habiéndose en el caso ordenado y efectuado el archivo del expediente, las
notificaciones realizadas en el domicilio constituido carecen de validez(438).
En este sentido, se ha dicho así que el domicilio constituido se mantiene ante
la renuncia del letrado y hasta la constitución de uno nuevo(439).
Cuando no existieren los edificios o éstos quedaren deshabitados o desaparecieren, o
se alterare o suprimiere su numeración, y no se hubiese constituido o denunciado un nuevo
domicilio, con el informe del notificador se observará lo dispuesto en la primera o segunda
parte del artículo anterior, según se trate, respectivamente, del domicilio procesal o del real.
Todo cambio de domicilio, procesal o real, deberá notificarse por cédula a la otra parte,
quedando subsistente el anterior hasta tanto no se cumpla dicha diligencia, con lo que se
advierte que dicha carga recae en la parte que muda el mismo(440); ello para evitar que se
provoquen confusiones que puedan dar lugar a notificaciones posteriores erróneamente
practicadas y eventuales nulidades procesales(441), si bien el cambio de domicilio procesal
tiene consecuencias legales para el tribunal desde el momento en que ha tenido
conocimiento de tal circunstancia —por lo que estimamos, por ejemplo, que la sentencia
definitiva recaída en la causa habrá de notificarse en el nuevo domicilio constituido, aun
cuando no se haya cumplido con la notificación por cédula ordenada(442)— y, por supuesto,
para el propio constituyente(443).
Por otra parte, la jurisprudencia ha flexibilizado el contenido del último párrafo del art. 42
del ordenamiento procesal, admitiéndose la notificación del nuevo domicilio por parte de la
contraria a partir de otros medios que resulten de las actuaciones, aunque se
encuentre pendiente la notificación por cédula, en tanto la denuncia del cambio se hubiere
proveído favorablemente(444).
Cabe destacar que el escrito que tenga por objeto constituir nuevo domicilio procesal
deberá presentarse con tantas copias como partes intervengan, salvo que hayan unificado
personería, conforme lo establece el art. 120, CPCCN(445).
Cuando la parte que actuare personalmente falleciere o se tornare incapaz, comprobado el hecho, el juez o
tribunal suspenderá la tramitación y citará a los herederos o al representante legal en la forma y bajo el
apercibimiento dispuesto en el art. 53, inc. 5).
Concordancia: art. 43, CPCC Bs. As.
Se trata del fallecimiento o declaración de incapacidad de la parte procesal y no de su
representante legal o convencional, ante lo cual señala la norma que el juez dispondrá
la suspensión del proceso y la citación de los herederos o representante legal, v.gr., curador
definitivo o curador provisional o ad bona, bajo el apercibimiento de continuar el juicio en
rebeldía en el caso de que se conocieran sus domicilios y de nombrarle defensor si la
citación se llevara a cabo por edictos.
Es oportuno destacar que la suspensión de la tramitación de la causa no opera desde el
momento en que se produce la defunción sino a partir de que, acreditado el hecho,
eljuzgador la dispone(446); y que corresponde anular la sentencia por encontrarse
directamente afectado el derecho de defensa, cuando habiendo fallecido uno de los
litisconsortes, el juez no dio cumplimiento a lo preceptuado por este artículo(447)(véase lo
dicho en los comentarios a los arts. 347 y 689 de este Código).
No obstante cabe señalar que, a nuestro modo, la resolución que dispone la suspensión
del procedimiento debe retrotraerse a la fecha del pedido, sea que se que hubiese
acreditado el fallecimiento en ese mismo momento o ulteriormente, o considerando sino que,
comprobado dicho extremo, se ha verificado un caso de fuerza mayor que apareja una
suspensión de hecho dada la imposibilidad inmediata en que se encuentra el patrocinante
de continuar la causa por desintegración de la relación procesal.
Si durante la tramitación del proceso una de las partes enajenare el bien objeto del litigio o cediere el derecho
reclamado, el adquirente no podrá intervenir en él como parte principal sin la conformidad expresa del
adversario. Podrá hacerlo en la calidad prevista por los arts. 90, inc. 1), y 91, primer párrafo.
Cuando se declarase maliciosa o temeraria la conducta asumida en el pleito por alguna de las partes, el juez
le impondrá a ella o a su letrado o a ambos conjuntamente, una multa valuada entre el diez y el cincuenta por
ciento del monto del objeto de la sentencia. En los casos en que el objeto de la pretensión no fuera susceptible
de apreciación pecuniaria, el importe no podrá superar la suma de $ 50.000. El importe de la multa será
a favor de la otra parte. Si el pedido de sanción fuera promovido por una de las partes,
se decidirá previo traslado a la contraria.
Sin perjuicio de considerar otras circunstancias que estime corresponder, el juez
deberá ponderar la deducción de pretensiones, defensas, excepciones o
interposición de recursos que resulten inadmisibles, o cuya falta de fundamento no
se pueda ignorar de acuerdo con una mínima pauta de razonabilidad o encuentre
sustento en hechos ficticios o irreales o que manifiestamente conduzcan a dilatar el
proceso.
La persona que se presente en juicio por un derecho que no sea propio, aunque le competa ejercerlo en
virtud de una representación legal, deberá acompañar con su primer escrito los documentos que acrediten el
carácter que inviste.
Si se invocare la imposibilidad de presentar el documento, ya otorgado, que
justifique la representación y el juez considerase atendibles las razones que se
expresen, podrá acordar un plazo de hasta veinte (20) días para que se acompañe
dicho documento, bajo apercibimiento de tener por inexistente la representación
invocada.
Los padres que comparezcan en representación de sus hijos no tendrán la
obligación de presentar las partidas correspondientes, salvo que el juez, a petición de
parte o de oficio, los emplazare a presentarlas, bajo apercibimiento del pago de las
costas y perjuicios que ocasionaren.
Los procuradores o apoderados acreditarán su personalidad desde la primera gestión que hagan en nombre
de sus poderdantes, con la pertinente escritura de poder.
Sin embargo, cuando se invoque un poder general o especial para varios actos, se
lo acreditará con la agregación de una copia íntegra firmada por el letrado
patrocinante o por el apoderado. De oficio o a petición de parte, podrá intimarse la
presentación del testimonio original.
Cuando el mandato deba ser invocado dentro del proceso, dispone que el abogado o
procurador debe acreditar su personalidad desde la primera gestión que haga en nombre de
sus poderdantes, con la pertinente escritura de poder(472), debiendo estarse en cuanto a la
exigencia de la presentación del testimonio o ya de una copia firmada, a los términos del
poder antes que a su denominación (ver comentario al art. 51), si bien art. 363 del CCyCN
elimina la exigencia de la escritura púbica que hasta su sanción imponía el art. 1184, inc.
7 del CCiv. derogado, con lo que cabría entender que, salvo disposición expresa legal en
contrario, el mandato judicial puede ser otorgado en instrumento privado, así, en el escrito
presentado en el expediente de que se trate, con o sin la firma certificada del mandante, en
tanto lo sea con patrocinio letrado, teniendo en cuenta la función de fedatario que ejerce el
abogado(473)respecto de la identidad de la persona que bajo su firma lo suscribe.
Por otra parte, no debe perder de vista que, de conformidad con lo que dispone el art.
85, CPCCN, el mandato que se confiera por quien cuenta con el beneficio de litigar sin
gastos podrá hacerse por acta labrada ante el oficial primero, como en similar sentido
prescribe el art. 53 de la ley 24.240 que autoriza a quienes ejerzan las acciones previstas
en dicha ley representando un derecho o interés individual, a acreditar mandato mediante
simple acta poder en los términos que establezca.
Viene a cuento destacar que la norma no impone que la totalidad de las hojas del poder
se encuentren firmadas por el letrado, como se ha resuelto, empero por algún tribunal —
criterio de injustificado rigor formal— desde que cuando el artículo establece que en aquellos
casos que se invoque un poder general, la personalidad se acreditará "...con la agregación
de una copia íntegra firmada por el letrado patrocinante o por el apoderado", el adjetivo
"íntegra" alude a la copia del instrumento y no a que la firma conste en cada una de sus
fojas(474).
Cuando deban realizarse actos procesales urgentes y existan hechos o circunstancias que impidan la
actuación de la parte que ha de cumplirlos, podrá ser admitida la comparecencia en juicio de quien no tuviere
representación conferida. Si dentro de los cuarenta días hábiles, contados desde la primera presentación del
gestor, no fueren acompañados los instrumentos que acrediten la personalidad o la parte no ratificase la gestión,
será nulo todo lo actuado por el gestor y éste deberá satisfacer el importe de las costas, sin perjuicio de su
responsabilidad por el daño que hubiere producido.
En su presentación, el gestor, además de indicar la parte en cuyo beneficio
pretende actuar, deberá expresar las razones que justifiquen la seriedad del pedido.
La nulidad, en su caso, se producirá por el solo vencimiento del plazo sin que se
requiera intimación previa.
La facultad acordada por este artículo sólo podrá ejercerse una vez en el curso del
proceso.
Presentado el poder y admitida su personería, el apoderado asume todas las responsabilidades que las
leyes le imponen y sus actos obligan al poderdante como si él personalmente los practicare.
Concordancia: art. 49, CPCC Bs. As.
La responsabilidad del mandatario judicial se gobierna por los principios generales del
Código Civil y Comercial, por lo que establecen las leyes procesales, en el caso, los deberes
ya vistos en el comentario al art. 46 en relación con la ley 10.996, con más los que señala el
Código Procesal, así en los arts. 45, 50, 52, entre otros.
El apoderado estará obligado a seguir el juicio mientras no haya cesado legalmente en el cargo. Hasta
entonces las citaciones y notificaciones que se hagan, incluso las de las sentencias definitivas, tendrán la misma
fuerza que si se hicieren al poderdante, sin que le sea permitido pedir que se entiendan con éste.
Exceptúanse los actos que por disposición de la ley deben ser notificados
personalmente a la parte.
El poder conferido para un pleito determinado, cualesquiera sean sus términos, comprende la facultad de
interponer los recursos legales y seguir todas las instancias del pleito.
También comprende la facultad de intervenir en los incidentes y de ejercitar todos
los actos que ocurran durante la secuela de la litis, excepto aquellos para los cuales
la ley requiera facultad especial, o se hubiesen reservado expresamente en el poder.
A los fines que señala la norma, habrá de estarse a los términos del poder antes que a
su calificación como especial o general, por lo tanto, si de su texto surge que se trata de un
poder general, el acompañamiento de una copia simple, suscripta por el letrado, es
suficiente para la acreditación de la personería(493).
Por otra parte, debe razonablemente interpretarse que la representación conferida
para intervenir en todos los asuntos de orden judicial como actor, demandado o acusado
comprende necesariamente la facultad de promover incidentes en el principal(494).
Cuando actuaren en el proceso diversos litigantes con un interés común, el juez de oficio o a petición de
parte y después de contestada la demanda, les intimará a que unifiquen la representación siempre que haya
compatibilidad en ella, que el derecho o el fundamento de la demanda sea el mismo o iguales las defensas. A
ese efecto, fijará una audiencia dentro de los diez días y si los interesados no concurriesen o no se aviniesen en
el nombramiento de representante único, el juez lo designará eligiendo entre los que intervienen en el proceso.
Producida la unificación, el representante único tendrá, respecto de sus
mandantes, todas las facultades inherentes al mandato.
Una vez efectuado el nombramiento común, podrá revocarse por acuerdo unánime de las mismas partes o
por el juez a petición de alguna de ellas, siempre que en este último caso hubiese motivo que lo justifique. La
revocación no producirá efectos mientras no tome intervención el nuevo mandatario.
La unificación se dejará sin efecto cuando desaparecieren los presupuestos
mencionados en el primer párrafo del artículo anterior.
Una vez efectuado el nombramiento común, la designación podrá revocarse por acuerdo
unánime de las mismas partes o por el juez a pedido fundado de alguna de ellas, revocación
que, señala el artículo, no producirá efectos mientras no tome intervención el nuevo
mandatario, supuesto en el que, en rigor, lo que media es una sustitución del representante;
mientras que para la cesación deberá además acreditarse la desaparición sobreviniente de
la compatibilidad o de los presupuestos que autorizaron la unificación.
La muerte de uno de los litisconsortes no supone la cesación de la unificación, pues a la
luz de lo que dispone el art. 380, inc. b), CCyCN, el mandato continúa subsistiendoaun
después de la muerte del mandante, cuando ha sido dado en el interés común de éste y del
mandatario, o en el interés de un tercero.
Los jueces no proveerán ningún escrito de demanda o excepciones y sus contestaciones, alegatos o
expresiones de agravio, ni aquellos en que se promuevan incidentes o se pida nulidad de actuaciones y, en
general, los que sustenten o controviertan derechos, ya sea en procesos de jurisdicción voluntaria o
contenciosa, si no llevan firma de letrado.
No se admitirá tampoco la presentación de pliegos de posiciones ni de
interrogatorios que no lleven firma de letrado, ni la promoción de cuestiones, de
cualquier naturaleza, en las audiencias, ni su contestación, si la parte que las
promueve o contesta no está acompañada de letrado patrocinante.
Se tendrá por no presentado y se devolverá al firmante, sin más trámite ni recursos, todo escrito que
debiendo llevar firma de letrado no la tuviese, si dentro del segundo día de notificada por ministerio de la ley la
providencia que exige el cumplimiento de ese requisito no fuese suplida la omisión.
Ello tendrá lugar suscribiendo un abogado el mismo escrito ante el secretario o el
oficial primero, quien certificará en el expediente esta circunstancia, o por la
ratificación que por separado se hiciere con firma de letrado.
El artículo no prevé la devolución de los escritos que carezcan de firma de letrado, sino
en el caso en que dicha omisión no fuese suplida dentro del segundo día de notificadapor
ministerio de la ley la providencia que exige el cumplimiento de ese requisito, sin más trámite
ni recursos. En este supuesto, señala el dispositivo, el escrito deberá ser firmado por un
abogado ante el secretario o el oficial primero, quien certificará en el expediente esta
circunstancia, o a través de la ratificación que por separado se hiciere con firma de letrado.
De más está decir que lo que la ley procesal admite es que se pueda corregir la falta de
firma de abogado en el escrito judicial, cuando fuere necesario contar con patrocinio letrado,
y no así la de la parte, en cuyo caso, ésta sólo podrá hacerlo válidamente mientras no
hubiera fenecido el plazo legal para efectuar la presentación judicial(519).
La aplicación de la norma debe hacerse con sumo cuidado dadas las consecuencias que
trae aparejadas, habiéndose así entendido que no debe ser aplicada cuando, si bien el
letrado no está indicado en el encabezamiento, su presentación surge al pie del escrito, o
cuando a la firma le falta el sello y la aclaración previstos en el art. 46 del Reglamento de la
Justicia Nacional(520)(ver el comentario al art. 118).
CAPÍTULO IV - REBELDÍA
Incomparecencia del demandado no declarado rebelde. La parte con domicilio conocido, debidamente
citada, que no compareciere durante el plazo de la citación o abandonare el juicio después de haber
comparecido, será declarada en rebeldía a pedido de la otra.
Esta resolución se notificará por cédula o en su caso, por edictos durante dos días.
Las sucesivas resoluciones se tendrán por notificadas por ministerio de la ley.
Si no se hubiere requerido que el incompareciente sea declarado rebelde, se
aplicarán las reglas sobre notificaciones establecidas en el primer párrafo del art. 41.
Concordancia: art. 59, CPCC Bs. As.
La rebeldía o contumacia supone la incomparecencia absoluta de una parte, dentro del
plazo señalado a tales efectos, al proceso judicial al cual fue debidamente citada, como
el abandono del juicio por parte del actor o demandado después de haber comparecido, así,
frente a la hipótesis del fallecimiento del mandatario que contempla el art. 53, inc. 6º; y
el pedido de parte en cuanto a su declaración, ante lo cual se seguirán las reglas previstas
en el art. 41, vale decir, que se aplicará a su respecto el régimen de la notificación
automática, ministerio legis o por nota, salvo en lo que atañe a la sentencia. En cambio si
no se hubiese requerido la declaración de rebeldía se notificarán por cédula la resolución
que convoca a la audiencia confesional (o preliminar en su caso) y la sentencia.
Por consiguiente, si se hubiese solicitado la declaración de rebeldía, la resolución que la
disponga se deberá notificar por cédula o en su caso, por edictos durante dos días, y las
sucesivas se tendrán por notificadas por ministerio de la ley, con excepción de la sentencia
definitiva, que también se notificará por cédula o en forma personal.
Es claro que, para que opere el régimen de la rebeldía, debe tratarse de incomparecencia
de las partes principales, actora o demandado, no revistiendo dicho carácter los terceros
que toman intervención en los términos de los arts. 90 y 94 del Código, pues se trata tan
sólo de una facultad que, de no ser observada, tiene como consecuencia que el
pronunciamiento que se dicte lo afecte al igual que los litigantes principales (art. 96)(522).
A pedido de parte, el juez abrirá la causa a prueba, o dispondrá su producción según correspondiere
conforme al tipo de proceso; en su caso, podrá mandar practicar las medidas tendientes al esclarecimiento de
la verdad de los hechos, autorizadas por este Código.
La sentencia se hará saber al rebelde en la forma prescripta para la notificación de la providencia que declara
la rebeldía.
Desde el momento en que un litigante haya sido declarado en rebeldía podrán decretarse, si la otra parte lo
pidiere, las medidas precautorias necesarias para asegurar el objeto del juicio, o el pago de la suma que se
estime en concepto de eventuales costas si el rebelde fuere el actor.
Si el rebelde compareciere en cualquier estado del juicio, será admitido como parte y, cesando el
procedimiento en rebeldía, se entenderá con él la sustanciación, sin que ésta pueda en ningún caso retrogradar.
Las medidas precautorias decretadas de conformidad con el art. 63, continuarán hasta la terminación del
juicio, a menos que el interesado justificare haber incurrido en rebeldía por causas que no haya(538)estado a su
alcance vencer.
Serán aplicables las normas sobre ampliación, sustitución o reducción de las
medidas precautorias.
Las peticiones sobre procedencia o alcance de las medidas precautorias
tramitarán por incidente, sin detener el curso del proceso principal.
Si el rebelde hubiese comparecido después de la oportunidad en que ha debido ofrecer la prueba y apelare
de la sentencia, a su pedido se recibirá la causa a prueba en segunda instancia, en los términos del art. 260, inc.
5), apartado a).
Si como consecuencia de la prueba producida en segunda instancia la otra parte
resultare vencida, para la distribución de las costas se tendrá en cuenta la situación
creada por el rebelde.
CAPÍTULO V - COSTAS
La parte vencida en el juicio deberá pagar todos los gastos de la contraria, aun cuando ésta no lo hubiese
solicitado.
Sin embargo, el juez podrá eximir total o parcialmente de esta responsabilidad al
litigante vencido, siempre que encontrare mérito para ello, expresándolo en su
pronunciamiento, bajo pena de nulidad.
Quien promueve una demanda lo hace por su cuenta y riesgo, a la par que la necesidad
de servirse de un proceso para la defensa del derecho no puede significar un daño para
quien debe accionar o defenderse para pedir justicia(545).
Las costas no constituyen un castigo para el perdedor, sino que importan sólo
un resarcimiento de los gastos que ha debido efectuar la parte a fin de lograr el
reconocimiento de su derecho, a objeto de que ellos no graviten, en definitiva, en desmedro
de la integridad del derecho reconocido(546).
La ley establece que la imposición de las costas se regirá por el principio de la derrota,
con prescindencia de la buena o mala fe del vencido, pues se trata, antes que de una
sanción, de un resarcimiento que se impone a favor de quien se ha visto obligado a litigar;
si bien se autoriza a que el juez, por resolución fundada y bajo pena de nulidad, exima total
o parcialmente de las costas al litigante vencido respecto de los gastos en que incurrió el
vencedor, por lo que debe no obstante, hacerse cargo de las propias y de lascomunes por
mitades.
Las expresiones "costas por su orden", "costas en el orden causado", "sin costas", la
más imprecisa de costas por mitades(547), o "eximición (o exención) de costas", se ha dicho,
tienen un significado similar y sus efectos son que no se libera al vencido de la totalidad de
las costas, sino sólo de las correspondientes al vencedor, por lo que debe soportar las
propias y la mitad de las comunes; es decir, las ocasionadas por la actividad conjunta de
ambos litigantes o la actividad oficiosa del órgano jurisdiccional(548).
La imposición de costas no depende de instancia de parte, si bien la no determinación o
silencio sobre el particular ha sido entendido en el sentido de habérselas impuesto en el
orden causado(549)como la propia Corte federal había establecido(550)—si bien con
disidencias(551)—, doctrina que habría de abandonar en "Las Varillas Gas SA"(552), señalando
que si es nula la exención de costas sin fundamento, resulta contrario a la lógica interpretar
que el silencio de la sentencia sobre ese punto implique su pago en el orden causado, pues
entonces el mero silencio podría constituir una vía indirecta para evitar la nulidad derivada
de disponer la exención sin causa explícita, criterio que compartimos sin reservas.
Deberá tenerse en cuenta, empero, que en materia de derecho de familia parece
afirmarse una tendencia a prescindir para su imposición del principio de la derrota, pues la
intervención del juez es considerada como una carga común necesaria para componer las
diferencias entre las partes o se supone impuesta en resguardo de los intereses del
denunciado o demandado, o por la especial naturaleza del derecho de que se trata, etc.;
aunque, excepcionalmente, también se ha decidido que cabría imponerlas a una de las
partes "cuando es exclusivamente su conducta la que ha hecho necesaria una intervención
judicial de otra manera obviable"(553).
No cabe, por otra parte, la imposición de costas en los juicios sobre tenencia y régimen
de visitas de hijos, porque es lógico y hasta plausible que ambos progenitores procuren
ejercer esa función, y en definitiva que, al decidirse la cuestión, se atienda exclusivamente
a lo que mejor convenga a los hijos menores; criterio que sólo debe ceder cuando al cónyuge
que resulta perdidoso le es reprochable su conducta en relación con los deberes que tiene
respecto de sus hijos(554).
La naturaleza del proceso de adopción determina, a su turno, que, en la medida en que
esté ausente el conflicto y, por ende, se mantenga aquél dentro del ámbito de los
procedimientos extracontenciosos, los gastos provocados por dicha petición se impongan a
los peticionantes por tratarse de expensas necesarias provocadas en su propio interés,
aunque en algún caso se ha eximido a los padres de las costas derivadas de
su oposición desestimada, por consideraciones que atañen mayormente a la explicable
resistencia de ceder a sus hijos y a las pesadas consecuencias que ello de por sí les
significa(555).
Como regla general, en los juicios por alimentos corresponde imponer las costas
al alimentante como lógico corolario de la especial naturaleza de la materia controvertida, o
imponerlas, cuando menos, en el orden causado de resultar vencedor aquél(556), si ello
significara gravar una cuota establecida al tener que soportar la alimentada los gastos
causídicos (art. 539, CCyCN)(557). Este principio incluso rige —en ausencia de acuerdo de
partes—, en caso de arribarse a una conciliación o transacción, tanto en los supuestos de
determinación judicial como voluntaria de la pensión(558).
No obstante el éxito que el alimentante haya obtenido en su defensa, se reflejará sobre
el monto de los honorarios a regular en armonía con los intereses en conflicto(559).
La regla de la imposición de las costas al alimentante es aplicable aun en la hipótesis
de allanamiento a la pretensión(560), o en el caso de que la suma ofrecida o pagadacon
anterioridad a la promoción de la demanda fuese igual a la establecida en la sentencia(561),
o de mediar vencimientos mutuos(562).
No obstante, excepcionalmente se ha admitido la imposición al alimentado para no
posibilitar cualquier planteo improcedente por parte de él(563), y respecto de incidencias o
incidentes que no conciernen directamente a la pretensión alimentaria, sino, por lo general,
a cuestiones de índole procesal que, por consiguiente, escapan a las razones que concurren
a imponerlas siempre al alimentante(564), así cuando se hace lugar a la excepción
de litispendencia opuesta por el demandado(565).
La regla de la imposición de costas al alimentante se ha hecho extensiva también para
los incidentes de reducción(566) y de aumento de la cuota(567).
Por otra parte, y como principio general, se ha establecido que los gastos ocasionados
por la tramitación del proceso de restricción a la capacidad o incapacidad o inhabilitación,
atendiendo a la circunstancia de que la pretensión tendiente a la declaración de incapacidad
debe suponerse interpuesta en resguardo de los intereses del denunciado, deben recaer,
en primer lugar, sobre el patrimonio del denunciado —y excepcionalmente sobre el
denunciante, en el supuesto de que el juez considerase inexcusable el error incurrido al
formular la demanda o cuando ésta fuese maliciosa (art. 634, CPCCN)—(568), ya que en
purismo no cabe hablar de derrota ni de vencido en los términos del art. 68(569).
No obstante, también se ha resuelto que dicho dispositivo sólo resulta de aplicación en
los casos en que el proceso concluya normalmente, sea con la declaración de incapacidad
o con el rechazo de la petición inicial(570), pero no en hipótesis de conclusión anormal o
anticipada del mismo, por ejemplo, al verificarse el fallecimiento del denunciado.
Por otra parte, el art. 634, Código Procesal, señala que las costas a cargo del insano no
podrán exceder en conjunto el diez por ciento del monto de sus bienes (conf. art. 128,
CCyCN), con lo que se modifican las leyes arancelarias con la clara finalidad de proteger el
patrimonio del incapaz, evitando de tal suerte, que la sustanciación del juicio de interdicción
ocasione una disminución que pueda conducir a la desprotección material de aquel cuya
tutela se persigue, precisamente a través de la declaración de incapacidad(571), sin que
quepa entender, empero, que ese porcentaje juega como un mínimo.
La eximición de costas confiada a la apreciación judicial por el art. 68 importa una
atenuación al principio objetivo de la derrota, acordando a los jueces la posibilidad de
apartarse de él sobre la base de circunstancias que tornan manifiestamente injusta la
aplicación de tal principio, por ejemplo, cuando la resolución versa sobre cuestiones jurídicas
complicadas o dudosas(572); si bien, teniendo en cuenta que el principio en la materia es el
hecho objetivo de la derrota, ella debe aplicarse con criterio estricto(573)y sobre la base de
circunstancias objetivas y muy fundadas(574).
El artículo faculta la exención de costas al vencido siempre que el juzgador encuentre
mérito para ello, cuestión que concretamente deberá expresar en su decisión bajo pena de
nulidad(575), en general, cuando "media razón fundada para litigar", expresión ésta que
contempla aquellos supuestos en los que, por las particularidades del caso, cabe considerar
que el vencido actuó sobre la base de una convicción razonable acerca del hecho invocado
en el litigio(576).
Es claro que en esta materia habrá de estarse a lo que dispongan también normas
especiales sobre el particular, así el art. 558, Código Procesal, el que descarta la posibilidad
de que el juez exima del pago de ellas a la parte vencida, pues, en tales condiciones, la
condena en costas es, en este tipo de procesos, ajena a toda valoración de la conducta de
las partes o a la índole de las cuestiones controvertidas(577); o, por ejemplo, el art. 14, ley
16.986 de Amparo.
La regla es que las costas deben ser soportadas por el vencido, salvo en los supuestos
de excepción contemplados por el artículo(582).
El artículo señala, en su inc. 1º, que no se impondrán las costas al vencido cuando éste
se hubiese allanado a la pretensión —sin que el silencio pueda asimilarse al
allanamiento(583), así la incontestación de una vista o traslado(584)— a menos que hubiere
incurrido en mora o que por su culpa hubiere dado lugar a la reclamación(585); y el inc. 2º,
cuando se allanare dentro del quinto día de tener conocimiento de los títulos e instrumentos
tardíamente presentados.
Para que proceda la exención de costas, el allanamiento debe ser real; incondicionado,
así si se lo condiciona a las resultas de la prueba, no se justifica la liberación en materia de
costas(586); oportuno, es decir que comporte una sumisión al primer requerimiento idóneo del
acreedor, sea éste judicial o bien extrajudicial(587); y total y efectivo(588), vale decir, que vaya
acompañado del cumplimiento simultáneo de la prestación reclamada(589), requisitos que
deben interpretarse restrictiva o estrictamente, pues como regla quien se allana se somete
a la pretensión del adversario, de ahí que las costas deberían ser soportadas por quien ha
capitulado ante la razón de aquél, siguiendo el principio objetivo de la derrota que consagra
el art. 68(590).
Sin embargo, también se ha resuelto que si el demandado tomó conocimiento de la
existencia del hijo con la promoción de la demanda de filiación, no habiendo tenido
oportunidad de reconocerlo con anterioridad y no rehusándose en ningún momento a
hacerse las pruebas genéticas para tener certeza de la paternidad que se le imputaba,
llegando, incluso, a peticionar que se le hicieran los exámenes correspondientes, cabría
admitir un allanamiento condicionado a su resultado y, consiguientemente, la imposición de
las costas en el orden causado(591), criterio que por nuestra parte compartimos.
Por otra parte, indica la norma que, si de los antecedentes del proceso resultare que
el demandado no hubiere dado motivo a la promoción del juicio y se allanare dentro del plazo
para contestar la demanda, cumpliendo su obligación, las costas se impondrán al actor.
La imposición de costas al vencedor supone que la promoción de la demanda fue
innecesaria en las condiciones previstas por la última parte del artículo, norma que a su vez
debe conjugarse con el dispositivo contenido en el art. 72, en el que se predica igual solución
en la hipótesis de pluspetición inexcusable, y sin perjuicio de lo que pueda establecerse
específicamente por normas especiales, así para el caso del desalojo anticipado, respecto
del cual prevé el art. 688 que las costas serán a cargo del actor cuando el demandado,
además de haberse allanado a la demanda, cumpliere con su obligación de desocupar
oportunamente el inmueble o de devolverlo en la forma convenida (ver comentario a los arts.
68 y 688).
Si el resultado del pleito o incidente fuere parcialmente favorable a ambos litigantes, las costas se
compensarán o se distribuirán prudencialmente por el juez en proporción al éxito obtenido por cada uno de ellos.
El litigante que incurriere en pluspetición inexcusable será condenado en costas, si la otra parte hubiese
admitido el monto hasta el límite establecido en la sentencia.
Si no hubiese existido dicha admisión o si ambas partes incurrieren en
pluspetición, regirá lo dispuesto en el artículo precedente.
No se entenderá que hay pluspetición, a los efectos determinados en este artículo,
cuando el valor de la condena dependiese legalmente del arbitrio judicial, de juicio
pericial o de rendición de cuentas o cuando las pretensiones de la parte no fuesen
reducidas por la condena en más de un veinte por ciento.
Si el procedimiento se anulare por causa imputable a una de las partes, serán a su cargo las costas
producidas desde el acto o la omisión que dio origen a la nulidad.
La nulidad por causas imputables a una parte aparejará la imposición de las costas a
ella a partir del acto irregular que dio lugar a su declaración —por lo que si la misma no es
imputable a una o si se trata del acto irregular dispuesto de oficio por el tribunal,
corresponderá distribuirlas en el orden causado—(613)con prescindencia de que la nulidad
procesal se haya declarado a petición de parte o de oficio(614).
Art. 75.— Litisconsorcio.
En los casos de litisconsorcio las costas se distribuirán entre los litisconsortes, salvo que por la naturaleza
de la obligación correspondiere la condena solidaria.
Cuando el interés que cada uno de ellos representase en el juicio ofreciere
considerables diferencias, podrá el juez distribuir las costas en proporción a ese
interés.
Mediando litisconsorcio de cualquier clase, las costas deben distribuirse entre los
litisconsortes obligados a soportarlas, en su caso, en función del interés que cada uno
tuviera en la litis, pero si la condena es solidaria en cuanto al fondo, lo accesorio, que son
las costas, seguirá la misma suerte(615), sin perder de vista que, como regla, la obligación
emergente de una condena en costas es simplemente mancomunada(616), pues la ley no
establece la solidaridad entre los obligados a su pago, salvo que, como se ha dicho, sea
intrínsecamente solidaria la pretensión demandada(617).
En otras palabras, si la obligación por las costas es solidaria cuando el capital adeudado
también lo es y pudo reclamarse íntegramente a cualquiera de los deudores, la misma
solución debe aplicarse a las costas cuando el capital pudo ser reclamado por cualquiera de
los acreedores o titulados acreedores(618).
No obstante, y como hemos dicho en el comentario al art. 58 de la ley 8904/1977 que
efectuamos en esta obra, también se ha resuelto que si bien los arts. 827 y 828 del CCyCN
establecen que los jueces no pueden crear la solidaridad en obligaciones civiles (lato sensu)
disponiendo, por ej., que los deudores simplemente mancomunados respondan
solidariamente de la deuda total, la condena en costas, tratándose de una institución
netamente procesal, sí la puede constituir, en tanto agregamos se trate de honorarios por
defensas comunes y no particulares de alguno de los litisconsortes, caso este último en el
que no tendría razón de ser la solidaridad(619).
Del juego armónico de los arts. 68, 70 y 75, surge que, si bien en los casos de
litisconsorcio las costas deben ser distribuidas entre los litisconsortes, el juez está facultado
para eximir a algunos de éstos, cuando sea manifiesto que se han allanado oportunamente
y que la culpa es imputable a los restantes(620).
Sobre la base de lo que dispone el artículo se ha decidido así que las costas devengadas
en el primer estadio del proceso por división del condominio deben ser satisfechas en el
supuesto de allanamiento incondicionado y oportuno, en el orden causado y en proporción
al interés de cada condómino, para no obligar, sin motivo, a que un interesado reciba su
parte mermada(621).
Por otra parte, y como lo establece la norma, cabe señalar que el juez atendiendo a la
existencia de intereses considerablemente diferentes entre los litisconsortes, puede
prescindir de la regla de su imposición en partes iguales, así, v.gr. si tratándose de un juicio
en el que se cuestionó la validez del régimen legal que impedía la devolución al depositante
de las sumas de su propiedad en la moneda y tiempo estipulados en el contrato originario
en el que los demandados han defendido intereses ostensiblemente distintos, distribuyendo
el 10% de las costas al Estado Nacional, otro 10% al Banco Central de la República
Argentina y el 80% restante a cargo de la entidad bancaria deudora de los contratos de
depósito(622).
Art. 76.— Prescripción.
La condena en costas comprenderá todos los gastos causados u ocasionados por la sustanciación del proceso y los que se hubiesen realizado para evitar el pleito, mediante
el cumplimiento de la obligación, incluyendo los del procedimiento de mediación prejudicial obligatoria.
Los que carecieren de recursos podrán solicitar antes de presentar la demanda o en cualquier estado del
proceso, la concesión del beneficio de litigar sin gastos, con arreglo a las disposiciones contenidas en este
capítulo.
No obstará a la concesión del beneficio la circunstancia de tener el peticionario lo
indispensable para procurarse su subsistencia, cualquiera fuere el origen de sus
recursos.
La solicitud contendrá:
1) La mención de los hechos en que se fundare, de la necesidad de reclamar o
defender judicialmente derechos propios o del cónyuge o de hijos menores, así como
la indicación del proceso que se ha de iniciar o en el que se deba intervenir.
2) El ofrecimiento de la prueba tendiente a demostrar la imposibilidad de obtener
recurso(653). Deberá acompañarse el interrogatorio de los testigos y su declaración en
los términos de los arts. 440, primera parte, 441 y 443, firmada por ellos.
En la oportunidad prevista en el art. 80 el litigante contrario o quien haya de serlo,
y el organismo de determinación y recaudación de la tasa de justicia, podrán solicitar
la citación de los testigos para corroborar su declaración.
Concordancia: art. 79, CPCC Bs. As.
El pedido del beneficio deberá contener la indicación de los hechos en los que se funde,
y la necesidad de reclamar o defender judicialmente derecho propios o del cónyuge o de los
hijos menores, y la mención del proceso que se habrá de promover o en el que se habrá de
intervenir; y el ofrecimiento de toda la prueba de que intente valerse a objeto de demostrar
la imposibilidad de obtener recursos.
Se trata de un incidente que como tal caduca a los tres meses(654), con arreglo a lo
establecido en el art. 310, inc. 2º, del CPCCN(655).
De ofrecerse prueba testimonial, deberá acompañarse no sólo el interrogatorio sino que
la declaración de los testigos rendida en los términos de los arts. 440, 441 y 443,
debidamente firmada por aquéllos, acordándose a la parte contraria y al organismo de
determinación y recaudación de la tasa, la facultad de solicitar, en la oportunidad prevista
por el art. 80, su ulterior citación para corroborar su declaración.
Cabe destacar, por otra parte, que la ley procesal no establece la cantidad o especie de
pruebas que debe producir el solicitante del beneficio de litigar sin gastos, amplitud que sin
duda cabe inferir del silencio del legislador, en tanto los medios producidos alcancen para
formar la convicción del juez sobre la condición de pobreza alegada, razón por la cual la
prueba testimonial puede resultar suficiente para apreciar la capacidad económica del
reclamante(656).
Si bien el criterio de valoración de la prueba ofrecida en el incidente de beneficio de litigar
sin gastos es amplio, el peticionante debe demostrar concretamente la carencia de recursos
y la imposibilidad de obtener los necesarios para litigar(657).
A partir de la reforma introducida por la ley 22.434, no existe un número mínimo de
testigos necesarios para acordar la petición de que se trata, quedando librado ello a la
apreciación del juzgador en su número y, obviamente, en materia del valor probatorio de los
aludidos testimonios(658).
El juez ordenará sin más trámite las diligencias necesarias para que la prueba ofrecida se produzca a la
mayor brevedad y citará al litigante contrario o a quien haya de serlo, y al organismo de determinación y
recaudación de la tasa de justicia, quienes podrán fiscalizarla y ofrecer otras pruebas.
La prueba será ordenada sin más trámite y se citará a la parte contraria o a quien haya
de serlo, y al organismo de determinación y recaudación de la tasa, quienes, además
de fiscalizar la prueba del solicitante (v.gr., repreguntar a testigos, etc.), podrán ofrecer otras
pruebas en contra de la pretensión del requirente del beneficio. Cabe señalar que la norma
no establece el plazo para el ofrecimiento de prueba por la contraria, por lo que
consideramos que el juez debería fijarlo con sujeción a lo que dispone el art. 155 de este
Código.
La intervención del demandado en el beneficio de litigar sin gastos persigue no sólo el
único objetivo de posibilitarle el control de la prueba sino también el de permitirledesvirtuarla
y producir la propia, orientada a determinar la inexactitud de la situación patrimonial aducida
por quien solicita el beneficio(659).
Producida la prueba se dará traslado por cinco días comunes al peticionario, a la otra parte, y al organismo
de determinación y recaudación de la tasa de justicia. Contestado dicho traslado o vencido el plazo para hacerlo,
el juez resolverá acordando el beneficio total o parcialmente, o denegándolo. En el primer caso la
resolución será apelable al solo efecto devolutivo.
Si se comprobare la falsedad de los hechos alegados como fundamento de la
petición del beneficio de litigar sin gastos, se impondrá al peticionario una multa que
se fijará en el doble del importe de la tasa de justicia que correspondiera abonar, no
pudiendo ser esta suma inferior a la cantidad de pesos un mil ($ 1000). El importe de
la multa se destinará a la Biblioteca de las cárceles.
Concordancia: art. 81, CPCC Bs. As.
Se prevé un traslado de la prueba producida a la parte contraria y al organismo de
determinación y recaudación de la tasa, contestado el cual o vencido el plazo para hacerlo,
el juez resolverá acordando el beneficio total o parcialmente, o denegándolo, siendo en el
primer caso la resolución apelable en efecto devolutivo y con efectos suspensivos en el
segundo. Cabe señalar que no corresponde la citación de la contraria por edictos, sino a
través de la "tablilla de juzgado" (art. 146), ello por las mismas razones en las que reposa la
solicitud del beneficio de litigar sin gastos(660).
Se trata de un traslado sobre prueba producida que tiene por objeto acordar a ambas
partes la oportunidad para que se expidan sobre el mérito o resultado de la prueba(661), en
similar forma que la previene el art. 632 de este Código.
La apelabilidad con efecto devolutivo de la resolución que concede el beneficio de litigar
sin gastos, total o parcialmente, no significa que quede excluida la apelación cuando se
lo deniega, sino que debe estarse al principio general de procedencia de la apelación, más
cuando se repara que en este último caso el gravamen es conjeturalmente mayor que en el
primero(662).
Se fija una multa en caso de falsedad de los hechos, con destino para la Biblioteca de
las cárceles, equivalente al doble del importe de la tasa, aunque nunca menor de $ 1000.
Hasta que se dicte resolución la solicitud y presentaciones de ambas partes estarán exentas del pago de
impuestos y sellado de actuación.
Éstos serán satisfechos, así como las costas, en caso de denegación. El trámite
para obtener el beneficio no suspenderá el procedimiento, salvo que así se solicite al
momento de su interposición.
Concordancia: art. 83, CPCC Bs. As.
Desde que se formuló el pedido y hasta que se dicte resolución la solicitud y las
presentaciones de ambas partes estarán exentas del pago de impuestos y sellado de
actuación, los que serán satisfechos, al igual que las costas, en caso de denegatoria.
La promoción del incidente de litigar sin gastos sólo libera en forma provisional, a las
partes, del pago de impuestos y sellados de actuación, mientras no se dicte resolución
concediendo o desestimando el beneficio, y dada la índole del precepto, su interpretación
debe hacerse con criterio amplio aunque para algunos estricto —el que no incluye entre sus
efectos provisionales la exención, por ejemplo, de prestar, como regla, una
contracautela(672)— criterio que no compartimos.
Cabe destacar que en la provincia de Buenos Aires el art. 280, CPCCN, exime del
depósito a quienes "gocen" del beneficio de litigar sin gastos, aunque es actual doctrina de
la Suprema Corte que el art. 83 debe ser interpretado de modo tal que permita hacer
efectivas las garantías constitucionales de defensa y tutela judicial continua y efectiva (arts.
10 y 15, Constitución provincial), abarcando en el concepto de beneficio provisional a todos
y cada uno de los gastos que insume la tramitación del proceso, entre ellos el depósito previo
para recurrir ante ella (art. 18, CN; arts. 75, inc. 22 de la Carta Federal; XVIII de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; 1º y 8º, inc. 1º de la
Convención Americana sobre los Derechos Humanos; 2º, inc. 1º, 7º y 10 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos)(673).
En el ámbito nacional, en cambio, el art. 286, CPCCN, exime del depósito a quienes se
hallaren exentos de pagar sellado o tasa judicial, entre los que cabe entender a los que han
promovido el beneficio aún no acordado, pues el art. 83 exime provisionalmente del pago de
impuestos y sellados de actuación, aunque la Corte en algún caso ha resuelto que no
corresponde aplicar los efectos del beneficio de litigar sin gastos provisional al depósito
previo, si no se han invocado motivos que justifiquen un tratamiento urgente de la cuestión
o un agravio de imposible reparación ulterior(674).
Por otra parte, cuando no existen presunciones que inclinen a pensar que será
denegado, se ha decidido también que el beneficio provisional de litigar sin gastos
comprende el derecho a obtener la traba de medidas cautelares sin el previo otorgamiento
de la caución, si de las circunstancias fácticas se desprende que tal medida no puede
esperar el dictado de la resolución definitiva sin grave peligro para la efectividad de la
defensa(675), más cuando la sustanciación del pedido podría desvirtuar la reserva propia de
las cautelares(676).
Se aclara que el efecto suspensivo del principal sólo procederá si se solicita la
suspensión de dicho proceso en el momento de la promoción del beneficio, poniéndose fin
a la polémica previa a la reforma introducida por la ley 25.488 a este artículo, en cuanto a
determinar si el efecto suspensivo operaba cuando y si se pedía la suspensión del
principalo cuando o si se pedía el beneficio en o coetáneamente, incluso por incidente, con
la demanda.
Art. 84.— (Texto según ley 25.488,art. 2) Alcance. Cesación.
El que obtuviere el beneficio estará exento, total o parcialmente, del pago de las costas o gastos judiciales
hasta que mejore de fortuna; si venciere en el pleito, deberá pagar las causadas en su defensa hasta la
concurrencia máxima de la tercera parte de los valores que reciba.
Los profesionales podrán exigir el pago de sus honorarios a la parte condenada
en costas, y a su cliente, en el caso y con la limitación señalada en este artículo.
El beneficio podrá ser promovido hasta la audiencia preliminar o la declaración de
puro derecho, salvo que se aleguen y acrediten circunstancias sobrevinientes.
En todos los casos la concesión del beneficio tendrá efectos retroactivos a la fecha
de promoción de la demanda, respecto de las costas o gastos judiciales no
satisfechos.
El que obtuviese el beneficio estará exento, total o parcialmente, del pago de las costas
o gastos judiciales hasta que mejore de fortuna, e incluso, aunque el artículo expresamente
no lo dice, de prestar caución real o personal a los fines de la ejecución de una medida
cautelar, conforme lo indica el art. 200, inc. 2º, CPCCN(677) y aun del pago de publicación de
edictos(678); mientras que si venciere en el pleito, deberá pagar las causadas en su
defensa(679) hasta la concurrencia máxima de la tercera parte de los valores que reciba.
Los profesionales podrán exigir el pago de sus honorarios a la parte condenada en
costas, y a su cliente, en el caso y con la limitación señalada en el artículo, y sin que a ello
se oponga la inveterada costumbre de inquirir acerca de la existencia o no de un pacto de
honorarios o de cuota litis, cual si la celebración de dicho acuerdo fuese incompatible con la
solicitud del beneficio o se hallara radiada del ámbito de la disponibilidad privada de
indigentes o carentes de recursos.
Se prevé que el beneficio puede ser promovido hasta el momento en que se celebre la
audiencia preliminar o que se declare la cuestión como de puro derecho, salvo que
posteriormente se verificasen circunstancias sobrevinientes(680), así, v.gr., la pérdida de los
anteriores ingresos que soslayaban su procedencia, aunque el dispositivo no establece —
incongruentemente— la oportunidad en que cabría su promoción en aquellos procesos en
los cuales no procede el señalamiento de aquélla o la declaración en cuestión; por ejemplo,
en el caso del procedimiento extracontencioso de divorcio regulado por el art. 438 del
CCyCN. En estos supuestos, en los cuales, por consideraciones que atañen a la
observancia de la garantía constitucional de la igualdad ante la ley, pensamos que sobre
iguales bases debería admitirse su promoción hasta el dictado del llamamiento de autos
para sentencia o acto equivalente, en tanto, claro está, el hecho generador se hubiese
generado con la presentación de la demanda(681).
Se constata así, que a partir de la reforma introducida por la ley 25.488 al dispositivo que
comentamos, el actor puede decidir la conveniencia de promover o no el beneficiouna vez
que su contraria ha contestado la demanda y opuesto las defensas a su pretensión.
Se dispone que, en todos los casos, el beneficio concedido tendrá efectos retroactivos a
la fecha de promoción de la demanda, respecto de los gastos o costas no satisfechos;
aunque para nosotros también a la fecha del propio pedido del beneficio (v.gr., cuando es
solicitado antes a objeto de lograr la eximición de la prestación de caución real o personal),
lo que fuese anterior. Incluso se ha admitido que el efecto retroactivo del beneficio pueda
aprehender los honorarios del mediador correspondientes a la mediación obligatoria que,
como es sabido, se han devengado con anterioridad a la formulación del pedido o a la
presentación de la demanda(682).
Para nosotros, la procedencia del reclamo en sí, esto es, la admisión de la pretensión de
fondo de quien obtuvo el beneficio, no supone necesariamente, y diríamos que como
regla, el mejoramiento de fortuna a que hace referencia el artículo, sin perder de vista que,
a la luz de lo que dispone el plenario "Rosón Fontán" de la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil(683), la tramitación del beneficio deberá continuarse aun cuando el principal
hubiese de concluir por transacción o conciliación, de modo que el solicitante no se vea
alcanzado por la obligación de abonar la diferencia entre la tasa judicial que habría debido
pagarse con sujeción al monto reclamado en la demanda, y el que el demandado abona de
acuerdo con el monto conciliado o acordado, ello de conformidad con la doctrina sentada en
el referido plenario.
En otros términos, con sujeción a la citada doctrina plenaria, si el actor obtiene un
beneficio de litigar sin gastos y son impuestas las costas a la contraria, deberá pagarse la
tasa de justicia de conformidad con el monto resultante de la sentencia o transacción, sin
que pueda reclamarse al accionante el pago de la diferencia existente entre tal cantidad y la
peticionada en la demanda.
Se ha admitido la concesión del beneficio de litigar sin gastos, limitándolo al 50%, si no
resulta probada la absoluta indigencia del peticionario y cuando la prueba producida es
demostrativa de una situación económica modesta, en tanto no se acreditó la imposibilidad
de procurarse medios de subsistencia ni la escasez absoluta de recursos; tratándose de un
beneficio personal e intransferible(684)y para un proceso determinado(685).
De conformidad con lo dispuesto por el artículo, cuando el beneficiario del derecho de
litigar sin gastos vence en el pleito, deberá pagar las costas causadas en su defensa, hasta
la concurrencia máxima de la tercera parte de lo que reciba, sin que ello signfique, como se
ha dicho, fuera del alcance indicado, el mejoramiento de fortuna contemplado por el art. 889
del CCyCN(686).
La representación y defensa del beneficiario será asumida por el defensor oficial, salvo si aquél deseare
hacerse patrocinar o representar por abogado o procurador de la matrícula; en este último caso, cualquiera sea
el monto del asunto, el mandato que confiera podrá hacerse por acta labrada ante el oficial primero.
La representación y defensa del beneficiario será asumida por el defensor oficial, salvo
si aquél deseare hacerse patrocinar o representar por abogado o procurador de la matrícula;
en este último caso, cualquiera sea el monto del asunto, el mandato que confiera podrá
hacerse por acta labrada ante el oficial primero.
De conformidad con lo que establece el art. 25, ley 24.946, corresponde al Ministerio
Público "promover o intervenir en cualesquiera causas o asuntos y requerir todas las
medidas conducentes a la protección de la persona y bienes de los menores, incapaces e
inhabilitados, de conformidad con las leyes respectivas, cuando carecieren de asistencia o
representación legal; fuere necesario suplir la inacción de sus asistentes y representantes
legales, parientes o personas que los tuvieren a su cargo; o hubiere que controlar la gestión
de estos últimos; k) ejercer la defensa de la persona y los derechos de los justiciables toda
vez que sea requerida en las causas penales, y en otros fueros cuando aquéllos fueren
pobres o estuvieren ausentes".
A su turno, el art. 60 de la citada ley indica que los defensores públicos oficiales, en las
instancias y fueros en que actúan, deberán proveer lo necesario para la defensa de la
persona y los derechos de los justiciables toda vez que sea requerida en las causas penales,
y en otros fueros cuando aquéllos fueren pobres o estuvieren ausentes, y ejercer la defensa
y representación en juicio, como actores o demandados, de quienes invoquen y justifiquen
pobreza o se encuentren ausentes en ocasión de requerirse la defensa de sus derechos.
A pedido del interesado, el beneficio podrá hacerse extensivo para litigar contra otra persona en el mismo
juicio, si correspondiere, con citación de ésta.
Antes de la notificación de la demanda el actor podrá acumular todas las acciones que tuviere contra una
misma parte, siempre que:
1) No sean contrarias entre sí, de modo que por la elección de una quede excluida
la otra.
2) Correspondan a la competencia del mismo juez.
3) Puedan sustanciarse por los mismos trámites.
Podrán varias partes demandar o ser demandadas en un mismo proceso cuando las acciones sean conexas
por el título, o por el objeto, o por ambos elementos a la vez.
Cuando la sentencia no pudiere pronunciarse útilmente más que con relación a varias partes, éstas habrán
de demandar o ser demandadas en un mismo proceso.
Si así no sucediere, el juez de oficio o a solicitud de cualquiera de las partes
ordenará, antes de dictar la providencia de apertura a prueba, la integración de la litis
dentro de un plazo que señalará, quedando en suspenso el desarrollo del proceso
mientras se cita al litigante o litigantes omitidos.
Podrá intervenir en un juicio pendiente en calidad de parte, cualquiera fuere la etapa o la instancia en que
éste se encontrare, quien:
1) Acredite sumariamente que la sentencia pudiere afectar su interés propio.
2) Según las normas del derecho sustancial, hubiese estado legitimado para
demandar o ser demandado en el juicio.
El pedido de intervención se formulará por escrito, con los requisitos de la demanda, en lo pertinente. Con
aquél se presentarán los documentos y se ofrecerán las demás pruebas de los hechos en que se fundare la
solicitud. Se conferirá traslado a las partes y, si hubiese oposición, se la sustanciará en
una sola audiencia. La resolución se dictará dentro de los diez días.
El tercero habrá de tomar la litis en el estado en que se encuentra —in statu et terminis—
, a diferencia de lo que acontece con la figura de la intervención coactiva del artículo
siguiente, por lo que no se establece un plazo para su comparecencia, ni se suspende el
procedimiento o se autoriza su retrogradación. Por tal motivo, no cabría admitir la pretensión
del tercero de que se declare la nulidad de todo lo actuado desde la demanda ("en ningún
caso") —tanto sea en el supuesto de intervención accesoria y coadyuvante como el de
intervención adhesiva autónoma y litisconsorcial—, pues si decide participar en el proceso,
lo hará cuando su estado le permita la cabal defensa de sus derechos, y si lo hace a
destiempo, a nadie puede imputar su propia torpeza(749).
El actor en el escrito de demanda, y el demandado dentro del plazo para oponer excepciones previas o para
contestar la demanda, según la naturaleza del juicio, podrán solicitar la citación de aquel a cuyo respecto
consideraren que la controversia es común. La citación se hará en la forma dispuesta por los arts. 339 y
siguientes.
Establece el artículo que el pedido deberá ser formulado por el actor en el escrito de
demanda(750), y el demandado lo hará dentro del plazo para contestar la demanda(751),
disponiéndose la citación del tercero(752), en la forma dispuesta por los arts. 339 y ss.(753).
Del pedido de intervención de terceros formulado por el actor en su demanda se correrá
traslado al demandado por el mismo plazo previsto para su contestación, debiendo hacerse
lo propio con relación al que hubiese efectuado el demandado, debiendo el juez resolver
sobre las eventuales oposiciones que pudiesen deducirse sobre la base de la conjetural
inexistencia de los presupuestos que la autorizan(754).
El régimen del artículo es aplicable cuando la parte, en caso de ser vencida, se encuentra
habilitada para intentar una pretensión de regreso contra el tercero o cuando la relación o
situación jurídica sobre la que versa el juicio es común al tercero, esto es, la citación
denominada litis denunciatio(755), de manera tal que éste podría haber asumido inicialmente
la posición de litisconsorte del actor o del demandado(756); o cuando, demandado el poseedor
inmediato, éste declara quién es el poseedor mediato, a fin de que el litigio continúe con éste
(nominatio o laudatio auctoris), como lo autoriza el art. 2255 del CCyCN, o el "llamado del
tercero pretendiente", que se autoriza excepcionalmente cuando un tercero pretende tener
un derecho sobre la cosa que es objeto del proceso, circunstancias que determinan que la
concreta posición procesal del citado habrá de depender de diversos factores que deben
valorarse en cada caso, sin que sea posible establecer una regla fija e invariable al
respecto(757), y, en particular, como hemos dicho al comentar el art. 91, de considerarse si
aquél ha hecho uso o no de la manifestación que contiene el art. 96.
Como regla el tercero tiene plena autonomía de gestión procesal; así, v.gr., puede
oponer excepciones previas no deducidas por el citante(758).
No obstante, desde el momento en que, aceptada la intervención de los terceros, éstos
se convierten en partes en el proceso y quedan por ende alcanzados por los efectos del
proceso en la medida de su participación en él(759), sea que asuman una posición accesoria
o subordinada a una de las partes o que actúen directamente en defensa de sus propios
intereses(760), por lo que, como regla, cuentan con sus mismas facultades defensivas y, por
ende, impugnativas(761), sin que ello empero los autorice a deducir aquellas personales
vinculadas con su intervención como tal, así v.gr., la sine actione agit(762)o la excepción de
falta de legitimación pasiva, pues, como se explica más adelante, aquéllos no están
autorizados a oponerse a la citación.
En materia de la legitimación de los terceros para acusar la caducidad de instancia,
entendemos que se hallan habilitados para hacerlo (véase comentario al art. 315), si bien
en algún caso se les ha negado tal facultad por no encontrarse enumerados dentro de las
personas que el art. 315 indica(763), a diferencia de lo que acontecía con la derogadaley
14.191, en cuyo art. 3º se preveía que podían pedir la declaración las partes o los terceros
interesados.
Una modalidad similar a la intervención coactiva que regula este artículo se corresponde
con la integración de la litis que contempla el art. 89, Código Procesal, si bien esta figura
supone colocar al tercero en el rol de verdadera parte actora o demandada, más allá de que
puede ser dispuesta, como hemos visto, de oficio por el tribunal, mientras que la intervención
del art. 94 habrá de proceder a pedido de parte.
El fundamento de la intervención coactiva del tercero radica en la conveniencia de evitar
que en el proceso que tiene por objeto la acción regresiva, el demandado pueda argüir
la excepción de negligente defensa(764)o exceptio mali processus(765), y por exquisitas
razones de economía procesal.
La carga de demostrar que se trata de alguno de los supuestos que autorizan a disponer
la citación de un tercero pesa sobre quien solicita la intervención coactiva. Por lo tanto, ésta
no corresponderá de no invocarse concretamente la presencia de esa comunidad de
controversia que la suscita(766); y cuya aplicación es de carácter restrictivo y excepcional(767),
máxime si es solicitada por el demandado, pues, como regla, no se puede obligar a la parte
actora a dirigir su demanda contra quien no quiere(768), salvo que dicha parte, a raíz de la
petición formulada por el demandado, amplíe su demanda a fin de solicitar la condena del
tercero citado si es de su interés(769).
La citación del tercero no habilita al citado a oponerse a su citación, desde que si estima
que la sentencia no puede afectarlo le basta con no intervenir(770), siendo tenido como
litisconsorte del actor o el demandado, según corresponda(771), si bien la citación debe
limitarse a poner en su conocimiento el pedido de intervención a fin de que, si así lo desea,
haga valer los derechos que estime que le corresponden, y sin que su incomparecencia
autorice la declaración de rebeldía(772).
Ahora bien, más allá de que pueda admitirse la condena contra el tercero en ciertos
casos, como se explicará en el comentario al art. 96, no debe equipararse necesariamente
la situación del tercero a quien se cita a pedido de la actora o de la demandada, pero a quien
no se demanda, con la del litisconsorte demandado(773), por lo que aquél tampoco podría
pedir la intervención coactiva de otro tercero con fundamento en que la controversia es
también común con éste, pues tal petición es un resorte exclusivo de las partes
originarias(774).
Cabe agregar a lo dicho que desde el momento que, conforme a lo previsto en el art. 96
del CPCCN, texto ley 25.488, el citado como tercero puede ser condenado en la sentencia
y alcanzado por la ejecución de ella, el mismo se encuentra autorizado a oponer la excepción
de falta de legitimación pasiva, porque a contrario sensu se lo estaría obligando a guardar
silencio respecto de la inexistencia de la relación jurídica sustancial que estaría habilitando
su condena(775).
Es claro que las concretas facultades del tercero dependerán de los alcances con los
que fue citado, pues si se lo hizo al solo efecto de hacerle oponible la sentencia, aquél no
podría oponer la excepción de incompetencia(776).
Por otra parte, y en lo atinente a la posible ejecución de la condena contra el tercero
citado coactivamente, y como hemos dicho en el comentario al art. 91, si el tercero —en la
oportunidad de tomar intervención— no hubiese alegado fundadamente la existencia de
defensas y/o derechos que no pudiesen ser materia de debate y decisión en el juicio (art.
96, CPCCN), cabría disponerla, si bien tal virtualidad, en una y otra modalidad, impone que
deban reconocérsele plenas facultades alegatorias, impugnatorias y probatorias en garantía
del contradictorio.
Más aún, se ha juzgado que, habiéndose comportado la tercera citada como una
verdadera demandada, pues se le corrió traslado de la demanda, ofreció prueba y solicitó la
citación en garantía de su aseguradora, ejercitando sin limitaciones su derecho a la defensa,
razones de economía procesal aconsejan admitir la pretensión del actor en lo que hace a
tener por ampliada la demanda a su respecto(777).
Como regla, la intervención coactiva u obligada sólo es admisible en los procesos de
conocimiento —ordinario y sumarísimo— y especiales que tramitan por sus normas, estando
vedada su aplicación en los procesos de ejecución(778); pues a la par de que los trámites
para la citación a instancia del ejecutado no están previstos en esos juicios, para el
accionante la intervención obligada es irrelevante. Y es así, pues el título se basta o debe
bastarse a sí mismo(779), habiéndose decidido incluso que resulta, como regla,
improcedente en el amparo(780); así para la declaración de inconstitucionalidad de los arts.
3º, 5º, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 18, dec. 92/1997, pues, en definitiva, aquéllos no pueden
pretender tener derechos originados en dichas disposiciones (dado que una norma
inconstitucional no genera derechos subjetivos)(781), salvo que resulte indispensable su
concurrencia(782) o cuando el tercero fuese beneficiario directo de la acción u omisión del
acto de la autoridad pública, impugnado por la vía del amparo(783).
En este sentido, se ha resuelto que la citación en garantía a la compañía aseguradora
implica una intervención coactiva de terceros(784), para nosotros una figura o modalidad sui
generis de ella, pues indiscutiblemente comporta la lisa y llana alternativa de una condena
y ejecución en la medida del seguro(785), por lo que debe reconocérsele legitimación para
recurrir un pronunciamiento adverso, con abstracción de que el asegurado lo haya
consentido(786), como lo resolvió con acierto la Cámara Nacional de Apelaciones en el
plenario "Flores"(787). Agrégase a lo dicho que el art. 118 de la ley 17.418 autoriza al
damnificado y al asegurado a citar en garantía al asegurador hasta que la causa se reciba
a prueba(788), esto es hasta la oportunidad que establece el art. 359 del Código Procesal.
Es claro que para admitir la intervención de terceros en el proceso basta con que la
conexión de intereses entre el demandado y el tercero sea probable, aunque no exista
certeza absoluta sobre su efectiva existencia, pues exigirla para tal estado equivaldría a
prejuzgamiento(789). En consecuencia, el análisis debe limitarse a verificar, prudencialmente,
que la convocación del tercero a la litis responde a un interés jurídico o legítimo que
proteger(790).
Téngase en cuenta que, en atención a lo dispuesto por el art. 14, dec. 91/1998, respecto
de la intervención de todos los demandados en el trámite de mediación, si el actor dirigiere
la demanda contra un demandado que no hubiere sido convocado, o en el proceso se
dispusiere la intervención de terceros, será necesaria la reapertura del trámite de mediación,
el que será integrado con la nueva parte que se introdujere en el proceso(791).
Para la citación del tercero juegan las reglas correspondientes a la notificación de la
demanda, debiendo dejarse así el consiguiente aviso que previene el art. 339, sin perjuicio
de que cabrá la fijación de un plazo, bajo apercibimiento de tener por desistido del pedido a
la parte de que se trate, con el objeto de que ella proceda a realizar la citación. Lo expresado
no obsta a que, para nosotros cabría que operara además la perención o caducidad de la
instancia principal(792), pues la suspensión del art. 95 se refiere a la de los actos
subsiguientes y no a la citación per se; a contrario sensu, se llegaría al absurdo de que al
hallarse hipotéticamente suspendido el procedimiento in totum, no podría llevarse a cabo
ningún acto o diligencia procesal, como por ejemplo, ¡la propia notificación de la citación al
tercero, o si se prefiere, la de la resolución que fija precisamente el plazo a tales fines!
A objeto de resguardar la garantía del debido proceso legal, se prevé que éste
quedará suspendido desde la resolución que dispone la citación del tercero y hasta el
vencimiento del plazo fijado para su comparecencia, si bien, y como hemos dicho en el
comentario al artículo anterior, el juez podrá fijar un plazo para que se cumpla la notificación,
de manera de no dilatar indefinidamente el proceso, burlándose el fin perseguido por la
ley(793); o declarar la perención o caducidad de la instancia.
Será inapelable la resolución que admita la intervención de terceros. La que la deniegue será apelable en
efecto devolutivo.
En todos los supuestos, después de la intervención del tercero, o de su citación,
en su caso, la sentencia dictada lo alcanzará como a los litigantes principales.
También será ejecutable la resolución contra el tercero, salvo que, en oportunidad
de formular el pedido de intervención o de contestar la citación, según el caso,
hubiese alegado fundadamente, la existencia de defensas y/o derechos que no
pudiesen ser materia de debate y decisión en el juicio.
CAPÍTULO IX - TERCERÍAS
Como hemos expresado al comentar el art. 219, el juez está facultado para levantar, a
pedido de parte o incluso de oficio, el embargo indebidamente trabado sobre alguno de los
bienes enumerados en dicho artículo o en leyes especiales, aunque la resolución que lo
decretó se hallare consentida(800), pues constituyen disposiciones de orden público(801); así
el dispuesto sobre un bien de titularidad del cónyuge no deudor de la obligación que se
pretende tutelar(802)o que integra una parte in natura de la satisfacción de la obligación
alimentaria(803).
Si bien el Código Procesal, en su art. 588, autoriza al adquirente a solicitar el
levantamiento del embargo "al solo efecto de escriturar" en el caso de subasta pública del
inmueble y con citación de los jueces que la hubiesen decretado —no así, en cambio,
cuando se condena a escriturar una venta privada, supuesto en el cual sólo es posible previa
audiencia de los interesados y decisión tomada preservando las garantías del debido
proceso, con posibilidad para ellos de hacer valer las defensas que tuvieren y decisión sobre
el mejor derecho de embargantes o compradores—(804), no se trata de un verdadero
supuesto de levantamiento de embargo, sino de reemplazo del bien afectado, desde que
éste se traslada al saldo de precio, como lo señala la citada disposición.
Ahora bien, los terceros afectados por un embargo sobre bienes de su propiedad, o
respecto de los cuales les asiste un mejor derecho a ser pagados, cuentan con dos
mecanismos para tutelar su derecho y obtener el levantamiento del embargo: por un lado,
por la promoción de un incidente simplificado de levantamiento sin tercería; por el otro, a
través de la deducción de las llamadas tercerías de dominio y eventualmente de mejor
derecho(805), las que, según lo establece el art. 101, Código Procesal, habrán de tramitar por
las normas del juicio ordinario o por las de los incidentes, de acuerdo con la mayor o menor
complejidad del asunto.
Son estos procedimientos, vale decir, el levantamiento de embargo sin tercería, o
directamente la tercería y no el recurso de apelación, las vías procesales idóneas para que
los terceros afectados por un embargo puedan obtener su levantamiento(806), salvo el caso
del cónyuge e hijos del deudor, quienes, como se ha explicado antes, pueden solicitar
también el levantamiento del embargo trabado sobre bienes inembargables, por
simple incidente (art. 219, CPCCN).
Cabe destacar, sin perjuicio de lo dicho precedentemente, que la jurisprudencia y la
doctrina han extendido la admisibilidad de la tercería a otras medidas o situaciones
procesales equivalentes a las del embargo(807), así cuando se prescinde del embargo y se
va directamente a la subasta de un bien, pues como enseña Podetti, no se ve por qué razón
sólo el embargo haya de justificar la tercería para defender un derecho real, que puede ser
afectado sin aquella formalidad procesal(808).
Art. 97.— Fundamento y oportunidad.
Las tercerías deberán fundarse en el dominio de los bienes embargados o en el derecho que el tercero
tuviere a ser pagado con preferencia al embargante.
La de dominio deberá deducirse antes de que se otorgue la posesión de los bienes;
la de mejor derecho, antes de que se pague al acreedor.
Si el tercerista dedujere la demanda después de diez días desde que tuvo o debió
tener conocimiento del embargo o desde que se rechazó el levantamiento sin tercería,
abonará las costas que originare su presentación extemporánea, aunque
correspondiere imponer las del proceso a la otra parte por declararse procedente la
tercería.
No se dará curso a la tercería si quien la deduce no probare, con instrumentos fehacientes o en forma
sumaria, la verosimilitud del derecho en que se funda. No obstante, aún no cumplido dicho requisito, la tercería
será admisible si quien la promueve diere fianza para responder de los perjuicios que pudiere producir la
suspensión del proceso principal.
Desestimada la tercería, no será admisible su reiteración si se fundare en título
que hubiese poseído y conocido el tercerista al tiempo de entablar la primera. No se
aplicará esta regla si la tercería no hubiese sido admitida sólo por falta de ofrecimiento
o constitución de la fianza.
Si la tercería fuese de mejor derecho, previa citación del tercerista, el juez podrá disponer la venta de los
bienes, suspendiéndose el pago hasta que se decida sobre la preferencia, salvo si se otorgare fianza para
responder a las resultas de la tercería.
El tercerista será parte de las actuaciones relativas al remate de los bienes.
Deducida la tercería de mejor derecho, señala el artículo, el juez podrá disponer la venta
de los bienes, previa citación del tercerista, suspendiendo el pago al acreedor embargante
hasta que se decida sobre la preferencia, salvo que éste diera fianza para responder frente
al tercerista, por lo que, en rigor, sólo se difiere el libramiento de giro hasta que haya
pronunciamiento firme sobre el mejor derecho alegado(824).
Cabe señalar que la norma autoriza al juez a disponer la venta de los bienes objeto de
esta tercería, pero no le impone la prosecución de estos trámites, más allá de que cuadre
requerir la suspensión de la enajenación en carácter de medida cautelar innovativa (art.
230, CPCCN) (ver sobre la fianza lo dicho en el comentario al art. 258 de este Código).
Es que si se admite que la tercería de mejor derecho —como hemos dicho en el
comentario al art. 97— puede tener por objeto asegurar el crédito de un adquirente de
inmueble por boleto (el vendedor tiene pendiente a su respecto una típica obligación de
hacer: otorgar la escritura traslativa de dominio, arts. 1017 y 1892, CCyCN), la venta del
inmueble en público remate resultaría, en tal caso, manifiestamente incompatible con dicha
finalidad jurídica. El "podrá disponer la venta" no es una manda legal de inexorable
cumplimiento, sino una facultad judicial, cuyo dictado debe hacerse en tanto y en cuanto no
se vea desnaturalizada —ni eventualmente frustrada— la pretensión del tercerista(825).
La demanda por tercería deberá deducirse contra las partes del proceso principal y se sustanciará por el
trámite del juicio ordinario, sumario(826), o incidente, según lo determine el juez atendiendo a las circunstancias.
El allanamiento y los actos de admisión realizados por el embargado no podrán
ser invocados en perjuicio del embargante.
La tercería debe deducirse contra ambas partes, por lo que se verifica aquí una hipótesis
de litisconsorcio pasivo necesario de origen legal, con la lógica consecuencia de que el
allanamiento, el reconocimiento o la confesión de los hechos efectuados por el embargado
no podrán ser opuestos al embargante; y que el tribunal, si advierte que la litis se encontraba
deficientemente integrada, pueda válidamente ordenar su integración de oficio en los
términos del art. 89, Código Procesal(827).
A partir de la sanción de la ley 25.488, el trámite que se le imprimirá a las tercerías será
el del juicio ordinario o el de los incidentes, según lo determine el juez, siendo la resolución
que se dicte no sólo inapelable, sino irrecurrible, a tenor de lo que establece el art. 319,
Código Procesal.
Se trata de una demanda, o más bien de un juicio incidental, que se tramita en
expediente separado del principal, respecto de aquel en el cual se decretó el embargo,
carácter que no obstante ha autorizado a que las respectivas notificaciones del traslado de
la demanda se efectúen en los domicilios constituidos en los autos principales y en la
persona de sus apoderados(828).
Deducida la tercería, el embargante podrá pedir que se amplíe o mejore el embargo, o que se adopten otras
medidas precautorias necesarias.
Es ésta una aplicación expresa de la flexibilidad propia de las medidas cautelares, que
el art. 203, Código Procesal, reconoce cuando señala que "el acreedor podrá pedir la
ampliación, mejora o sustitución de la medida cautelar decretada, justificando que ésta no
cumple adecuadamente la función de garantía a que está destinada"; extremo que aquí
habría de resultar de la propia verosimilitud de la tercería de dominio o de mejor derecho
deducida frente a los derechos del acreedor embargante.
La resolución se dictará previo traslado a la otra parte por el plazo de cinco días, que el
juez podrá abreviar según las circunstancias (art. 203, CPCCN), aunque como diremos al
comentar el art. 203, no necesariamente deberá sustanciarse con la contraria cuando de los
antecedentes alegados y eventual sumaria comprobación pudiese resultar que militan las
mismas razones que autorizan la adopción de una medida cautelar inaudita parte.
Cuando resultare probada la connivencia del tercerista con el embargado, el juez ordenará, sin más trámite,
la remisión de los antecedentes a la justicia penal e impondrá al tercerista, al embargado o a los profesionales
que los hayan representado o patrocinado, o a todos ellos, las sanciones disciplinarias que correspondan.
Asimismo podrá disponer la detención del tercerista y del embargado hasta el momento en que comience a
actuar el juez en lo penal.
El tercero perjudicado por un embargo podrá pedir su levantamiento sin promover tercería, acompañando
el título de dominio u ofreciendo sumaria información sobre su posesión, según la naturaleza de los bienes.
Del pedido se dará traslado al embargante.
La resolución será recurrible cuando haga lugar al desembargo. Si lo denegara, el
interesado podrá deducir directamente la tercería, cumpliendo los requisitos exigidos
por el art. 98.
Tanto el actor como el demandado podrán pedir la citación de evicción; el primero, al deducir la demanda;
el segundo, dentro del plazo para oponer excepciones previas en el juicio ordinario, o dentro del fijado para la
contestación de la demanda, en los demás procesos.
La resolución se dictará sin sustanciación previa. Sólo se hará lugar a la citación
si fuere manifiestamente procedente.
La denegatoria será recurrible en efecto devolutivo.
El citado será notificado en la misma forma y plazo establecidos para el demandado. No podrá invocar la
improcedencia de la citación, debiendo limitarse a asumir o no la defensa. Si no la ejerciere, su
responsabilidad se establecerá en el juicio que corresponda.
La citación solicitada oportunamente suspenderá el curso del proceso durante el plazo que el juez fijare.
Será carga del citante activar las diligencias necesarias para el conocimiento del citado. El plazo para
oponer excepciones previas y la sustanciación de éstas no quedarán suspendidos.
Concordancia: art. 107, CPCC Bs. As.
Se dispone que el proceso se suspenderá durante el plazo que el juez señale, estando
a cargo de quien pidió la citación activar o urgir dichos trámites.
La mención en cuanto a que la suspensión no suspende el plazo para oponer las
excepciones previas, resulta inaplicable en la actualidad, pues a partir de la reforma
introducida al art. 346, ellas deben oponerse simultáneamente con la contestación de la
demanda.
Si el citado asumiere la defensa podrá obrar conjunta o separadamente con la parte que solicitó la citación,
en el carácter de litisconsorte.
Si el citado pretendiese, a su vez, citar a su causante, podrá hacerlo en los primeros cinco días de haber
sido notificado, sin perjuicio de la carga de proseguir el proceso por sí. En las mismas condiciones, cada uno
de los causantes podrá requerir la citación de su respectivo antecesor.
Será admisible el pedido de citación simultánea de dos o más causantes.
Será ineficaz la citación que se hiciere sin la antelación necesaria para que el
citado pueda comparecer antes de la sentencia de primera instancia.
Concordancia: art. 110, CPCC Bs. As.
El ejercicio de la acción subrogatoria que prevé el art. 1196 del Código Civil no requerirá autorización judicial
previa y se ajustará al trámite que prescriben los artículos siguientes.
Es sabido que como regla los efectos de los contratos se extienden activa y pasivamente
a los herederos y sucesores universales, a no ser que las obligaciones que nacieren de ellos
fuesen inherentes a la persona, o que resultase lo contrario de una disposición expresa de
la ley, de una cláusula del contrato, o de su naturaleza misma, por lo que los contratos no
pueden perjudicar a terceros, más allá de que los acreedores pueden ejercer todos los
derechos y acciones de su deudor, con excepción de los que sean inherentes a su persona.
Es así que el art. 739 del CCyCN establece que el acreedor de un crédito cierto, exigible
o no, puede ejercer judicialmente los derechos patrimoniales de su deudor, si éste es remiso
en hacerlo y esa omisión afecta el cobro de su acreencia; y que el acreedor no goza de
preferencia alguna sobre los bienes obtenidos por ese medio.
Para la procedencia de la acción subrogatoria no es necesaria una sentencia que declare
el carácter de acreedor que tiene el actor(852), si bien no procede respecto dederechos
inherentes a la persona, así la promoción de una petición de divorcio por parte de los
acreedores(853)—acción que, por cierto, nada tiene que ver con aquellas que nacen del pago
con subrogación, supuesto en el cual la obligación pagada, si bien queda entonces
extinguida con relación al antiguo acreedor, subsiste respecto del tercero que lo efectúa,
quien puede reclamar del deudor el cumplimiento de ella al tratarse de una acción
directa(854)—, la que sólo exige la acreditación de un interés legítimo en cabeza del acreedor,
en el caso, que tenga por finalidad mejorar la situación patrimonial de su deudor, conforme
a las circunstancias del caso(855), con el propósito de hacer ingresar en su patrimonio algún
bien sobre el cual luego pueda hacer efectivo su crédito, cuando el deudor es remiso en
ejercer por sí mismo todos los derechos y acciones que le asisten(856).
Su justificación reside, precisamente, en asegurar el principio según el cual el patrimonio
del deudor constituye la prenda común de los acreedores(857).
Quien procura el ejercicio de una acción subrogatoria debe demostrar su calidad
de acreedor del acreedor del demandado, demostración que presupone la concreta y
tempestiva afirmación de tal calidad, de modo de permitir al accionado la invocación de las
defensas que pudiese esgrimir con relación a dicha afirmación(858).
En resumidas cuentas, todos los derechos patrimoniales del deudor pueden ser ejercidos
por sus acreedores para hacerlos ingresar al patrimonio de aquél por vía de la acción
subrogatoria o indirecta. Así, v.gr., pueden cobrar los créditos que tenga el deudor contra
terceros, reivindicar bienes muebles o inmuebles, iniciar o activar el juicio sucesorio(859), etc.,
con la salvedad de los que excluye el art. 741 del CCyCN, vale decir, los derechos y acciones
que, por su naturaleza o por disposición de la ley, sólo pueden ser ejercidos por su titular;
los derechos y acciones sustraídos de la garantía colectiva de los acreedores; y las meras
facultades, excepto que de su ejercicio pueda resultar una mejora en la situación patrimonial
del deudor.
Interesa destacar que en la actualidad el art. 742 del CCyCN señala que pueden
oponerse al acreedor todas las excepciones y causas de extinción de su crédito, aun cuando
provengan de hechos del deudor posteriores a la demanda, siempre que éstos no sean en
fraude de los derechos del acreedor, norma que juzgamos se refiere a las facultades que el
demandado puede deducir contra su acreedor o contra el acreedor de su acreedor.
Es claro que la subrogatoria cesa como regla cuando se declara el concurso del deudor,
pues en tal supuesto, los acreedores quedan impedidos de actuar por sí mismos y son
sustituidos por el síndico; mientras que la posible inacción sindical en tal contexto debe ser
sancionada, en su caso, con la destitución del funcionario concursal(860).
En cuanto al pago de la tasa de justicia con motivo de la promoción de la acción
subrogatoria, se ha resuelto que la citación efectuada al "deudor-acreedor" no constituye en
puridad una acción o pretensión, sino la ejecución de una facultad dada por el derecho de
fondo, ejercida por el subrogante, en nombre del subrogado y en interés propio, frente a la
inacción de aquél, por lo que sólo cabe su pago en el supuesto de promoverse la demanda
por uno u otro(861).
No obstante, también se ha resuelto que si la acción principal no estaba eximida de la
tasa judicial, tampoco lo está la acción subrogatoria(862).
Antes de conferirse traslado al demandado, se citará al deudor por el plazo de diez días, durante el cual éste
podrá:
1) Formular oposición, fundada en que ya ha interpuesto la demanda o en la
manifiesta improcedencia de la subrogación.
2) Interponer la demanda, en cuyo caso se le considerará como actor y el juicio
proseguirá con el demandado.
En este último supuesto, así como cuando el deudor hubiese ejercido la acción
con anterioridad, el acreedor podrá intervenir en el proceso en la calidad prescripta
por el primer apartado del art. 91.
Aunque el deudor al ser citado no ejerciere ninguno de los derechos acordados en el artículo anterior, podrá
intervenir en el proceso en la calidad prescripta por el segundo apartado del art. 91.
En todos los casos, el deudor podrá ser llamado a absolver posiciones y reconocer
documentos.
La sentencia hará cosa juzgada en favor o en contra del deudor citado, haya o no comparecido.
Designación de intérprete. En todos los actos del proceso se utilizará el idioma nacional. Cuando éste
no fuere conocido por la persona que deba prestar declaración, el juez o tribunal
designará por sorteo un traductor público. Se nombrará intérprete cuando deba
interrogarse a sordos, mudos o sordomudos que sólo puedan darse a entender por
lenguaje especializado.
En todos los actos procesales, debe utilizarse el idioma nacional, debiendo designarse
por sorteo un traductor público cuando aquél no fuese conocido por la persona que deba
prestar declaración; o, como lo indica el art. 123, Código Procesal, cuando se
presentaren documentos en idioma extranjero, en cuyo caso deberá acompañarse su
traducción realizada por traductor público matriculado(867).
La profesión de traductor público en la Capital se encuentra regulada por la ley
20.305, en cuyo art. 3º se establece que aquél está autorizado para actuar como intérprete
del o los idiomas en los cuales posea título habilitante; y en su art. 5º, que es función del
traductor público traducir documentos del idioma extranjero al nacional, y viceversa, en los
casos en que las leyes así lo establezcan o a petición de parte interesada.
Por su parte, el art. 6º de la mentada ley indica que todo documento que se presente
en idioma extranjero ante reparticiones, entidades u organismos públicos, judiciales o
administrativos del Estado nacional, de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, o del
Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida Argentina e Islas del Atlántico Sur, debe
ser acompañado de la respectiva traducción al idioma nacional, suscripta por traductor
público matriculado en la jurisdicción donde se presente el documento.
Cabe destacar que la acordada de la Corte Suprema 7/1997 dispuso incluir en la nómina
de especialidades que forma parte de la acordada 25/1985 a los traductores delenguaje de
señas.
Cuando para dictar resolución se requiriese informe o certificado previo del secretario, el juez los ordenará
verbalmente.
CAPÍTULO II - ESCRITOS
Para la redacción y presentación de los escritos, regirán las normas del Reglamento para la Justicia
Nacional(868).
Dispone el art. 46, Reglamento para la Justicia Nacional, que "en todos los escritos
deberá emplearse exclusivamente tinta negra. En ningún caso las firmas podrán estar
totalmente comprendidas dentro de las estampillas fiscales, y siempre deberán ser
aclaradas al pie. Los abogados y procuradores indicarán, además, el tomo y folio o el número
de la matrícula de su inscripción. Será admisible la presentación de escritos formularios
impresos o fotocopiados mediante procedimientos que permitan su fácil lectura. Dichos
escritos suscriptos en forma corriente deberán tener fondo blanco y caracteres
negros suficientemente indelebles".
A su turno, el art. 47 establece que "todo escrito debe encabezarse con la expresión de
su objeto, el nombre de quien lo presenta, su domicilio constituido y la enunciación precisa
de la carátula del expediente. Las personas que actúen por terceros deberán expresar,
además, en cada escrito el nombre completo de todos sus representados y delletrado
patrocinante, si lo hubiera".
La firma de la parte o de su apoderado es requisito esencial de todo escrito, por lo que
en su ausencia debe reputárselo como un acto inexistente(869)—situación asimilable a la de
falsedad de la firma—, lo que los ubica en un terreno ajeno al correspondiente a la nulidad e
imposibilita cualquier consolidación posterior, debiendo procederse al desglose de la
presentación donde obra la asignatura falsa(870), pues, de otro modo, tal presentación no
constituye un acto jurídico atribuible a aquélla y, por ende, no resulta susceptible
de convalidación, confirmación o saneamiento, circunstancia que puede ser
declarada, incluso de oficio y en cualquier tiempo(871), aun cuando el interesado la reconozca
como propia(872).
Es que si bien la ley procesal admite que se supla la falta de la firma del abogado en el
escrito judicial, cuando fuere necesario contar con patrocinio letrado, concediendo a tal fin
un término de dos días (art. 57, CPCCN), no contempla similar previsión para la hipótesis
de que la parte no hubiese suscripto el libelo, en cuyo caso sólo podrá hacerlo
válidamente mientras no hubiera fenecido el plazo legal para efectuar la presentación
judicial, en atención a su naturaleza perentoria(873).
No obstante, cabe señalar que la ley 13.419 de la provincia de Buenos Aires (20/1/2006)
que modifica el art. 56, ley 5177 (Ejercicio y Reglamentación de la Profesión de Abogados y
Procuradores, t.o. dec. 2885/2001) ha establecido que el abogado puede "presentar con su
sola firma los escritos de mero trámite", modificación que debe entenderse, a nuestro juicio,
en el sentido de que no es necesaria la firma de la parte para formular peticiones que
aparejen el dictado de dichas providencias.
En igual sentido, y en lo que atañe a los requisitos de lugar de los actos procesales,
deben presentarse ante el tribunal de la causa, por lo que su presentación ante otro no se
constituye en un error excusable(874), si bien en algunos casos excepcionales(875)se ha
admitido su justificación, así cuando se lo hizo ante la otra secretaría del mismo tribunal(876)o
ante la mesa receptora de escritos con errónea indicación del tribunal al cual se lo dirige (art.
76, RJN)(877).
Cabe destacar que se ha juzgado, con toda exactitud, que la (única) firma puesta al final
del "otrosí digo" es suficiente para tener por suscripto todo el texto antecedente que se
integra lógicamente con el escrito inicial(878).
La tarea profesional, tanto en lo que concierne al estilo como al contenido de los escritos,
debe ser cuidadosa, pues es de la esencia del actuar del abogado la de observar elestilo
forense(879), fundando sus peticiones en forma clara, razonada y adecuada en los hechos y
el derecho, sin que la severidad en el trato que pudieran imponer las exigencias de una
defensa autorice a utilizar palabras que signifiquen un menoscabo hacia el tribunal o las
partes y sus letrados(880).
Cuando un escrito o diligencia fuere firmado a ruego del interesado, el secretario o el oficial primero deberán
certificar que el firmante, cuyo nombre expresarán, ha sido autorizado para ello en su presencia o que la
autorización ha sido ratificada ante él.
Constituye un principio común que todo escrito debe estar firmado por los interesados y,
además, que debe contar con patrocinio letrado, pues la firma es un acto propio
estrictamente personal que no puede ser estampada por un tercero, salvo el supuesto
excepcional de firma a ruego(881), en las condiciones previstas por la norma, vale decir,
efectuada en presencia de los citados auxiliares o ratificada la autorización conferida a aquél
ante ellos.
De todo escrito de que deba darse traslado y de sus contestaciones, de los que tengan por objeto ofrecer
prueba, promover incidentes o constituir nuevo domicilio y de los documentos con ellos agregados, deberán
acompañarse tantas copias firmadas como partes intervengan, salvo que hayan unificado la representación.
Se tendrá por no presentado el escrito o el documento, según el caso, y se
devolverá al presentante, sin más trámite ni recurso, salvo la petición ante el juez que
autoriza el art. 38, si dentro de los dos días siguientes a los de la notificación, por
ministerio de la ley, de la providencia que exige el cumplimiento del requisito
establecido en el párrafo anterior, no fuere suplida la omisión.
Las copias podrán ser firmadas, indistintamente, por las partes, sus apoderados o
letrados que intervengan en el juicio. Deberán glosarse al expediente, salvo que por
su volumen, formato u otras características resultare dificultoso o inconveniente, en
cuyo caso se conservarán ordenadamente en la secretaría. Sólo serán entregadas a
la parte interesada, su apoderado o letrado que intervengan en el juicio, con nota de
recibo.
Cuando deban agregarse a cédulas, oficios o exhortos, las copias se desglosarán
dejando constancia de esa circunstancia.
La reglamentación de superintendencia establecerá los plazos durante los cuales
deben conservarse las copias glosadas al expediente o reservadas en la secretaría.
No será obligatorio acompañar la copia de documentos cuya reproducción fuese dificultosa por su número,
extensión, o cualquier otra razón atendible, siempre que así lo resolviere el juez, a pedido formulado en el mismo
escrito. En tal caso el juez arbitrará las medidas necesarias para obviar a la otra u otras partes los inconvenientes
derivados de la falta de copias.
Cuando con una cuenta se acompañaren libros, recibos o comprobantes, bastará
que éstos se presenten numerados y se depositen en la secretaría para que la parte o
partes interesadas puedan consultarlos.
Como lo autorizaba antes el art. 6º, ley 14.237, la norma se refiere a la agregación a los
autos de expedientes administrativos sin el requisito de acompañar copias de los mismos,
pero no a otros elementos vinculados con dichos expedientes(891).
Cuando se presentaren documentos en idioma extranjero, deberá acompañarse su traducción realizada por
traductor público matriculado.
La exigencia del artículo obedece al hecho de que el juez no tiene el deber de conocer
otro idioma que no sea el nacional, si bien se ha juzgado que no hay inconveniente en que
la autoridad utilice sus propios conocimientos idiomáticos, tanto para suplir una traducción
oficial no alcanzable como para corregir una traducción hecha(892)—no siendo válida, como
regla, la traducción que realice la propia interesada en tanto no se trate de traductor
público—(893); si bien su omisión no acarrea de por sí la invalidez de la prueba
documental(894), por lo que cabría entonces encomendar dicha tarea a personas idóneas
designadas por aquélla, sin perjuicio de que una vez incorporadas al expediente las
pertinentes versiones, sus autores ratifiquen ante el secretario actuante las traducciones
efectuadas(895)(ver lo dicho en los comentarios a los arts. 115 y 118).
El cargo puesto al pie de los escritos será autorizado por el oficial primero.
Si la Corte Suprema o las cámaras hubieren dispuesto que la fecha y hora de
presentación de los escritos se registre con fechador mecánico, el cargo quedará
integrado con la firma del oficial primero, a continuación de la constancia del
fechador.
El escrito no presentado dentro del horario judicial del día en que venciere un
plazo, sólo podrá ser entregado válidamente en la secretaría que corresponda, el día
hábil inmediato y dentro de las dos primeras horas del despacho.
Art. 126.—
CAPÍTULO IV - EXPEDIENTES
Art. 127.— Préstamo.
Los expedientes únicamente podrán ser retirados de la secretaría, bajo la responsabilidad de los abogados,
apoderados, peritos o escribanos, en los casos siguientes:
1) Para alegar de bien probado, en el juicio ordinario.
2) Para practicar liquidaciones y pericias; partición de bienes sucesorios;
operaciones de contabilidad; mensura y deslinde; división de bienes comunes; cotejo
de documentos y redacción de escrituras públicas.
3) Cuando el juez lo dispusiere por resolución fundada.
En los casos previstos en los dos últimos incisos, el juez fijará el plazo dentro del
cual deberán ser devueltos.
El procurador general de la Nación, los procuradores fiscales de la Corte Suprema
y los procuradores fiscales de Cámara podrán también retirar los expedientes, en los
juicios en que actúen en representación del Estado nacional, para presentar
memoriales y expresar o contestar agravios.
Si vencido el plazo no se devolviese el expediente, quien lo retiró será pasible de una multa de $ 2,34 a $
82,03(920)por cada día de retardo, salvo que manifestase haberlo perdido, en cuyo caso además se aplicará lo
dispuesto en el art. 130, si correspondiere. El secretario deberá intimar su inmediata devolución
a quien lo retenga, y si ésta no se cumpliere, el juez mandará secuestrar el expediente
con el auxilio de la fuerza pública, sin perjuicio de remitir los antecedentes a la justicia
penal.
Si se comprobase que la pérdida del expediente fuere imputable a alguna de las partes o a un profesional,
éstos serán pasibles de una multa entre $ 23,48 y $ 2.348,33(936)sin perjuicio de su responsabilidad civil o penal.
Toda comunicación dirigida a jueces nacionales por otros del mismo carácter, se hará mediante oficio. Las
dirigidas a jueces provinciales, por exhorto, salvo lo que establecieren los convenios sobre comunicaciones
entre magistrados.
Podrán entregarse al interesado, bajo recibo en el expediente, o remitirse por
correo. En los casos urgentes, podrán expedirse o anticiparse telegráficamente.
Se dejará copia fiel en el expediente de todo exhorto u oficio que se libre.
Los oficios son medios de comunicación escrita, mediante los cuales el juez le
encomienda a otros jueces u organismos de la Administración Pública o del Poder
Legislativo, nacionales o provinciales, el cumplimiento de una diligencia o le requiere
información o la remisión o devolución de un expediente, debiendo reservarse la
denominación de "exhortos" para las comunicaciones dirigidas a autoridades judiciales o
administrativas (v.gr., autoridades centrales) extranjeras.
Es así, por ejemplo, que el art. 9º, Código Procesal, indica que, si entablada la inhibitoria,
el juez se declarase competente, librará oficio o exhorto acompañando testimonio del escrito
en que se hubiere planteado la cuestión de la resolución recaída y demás recaudos que
estime necesarios para fundar su competencia; mientras que el art. 10, del citado
ordenamiento, establece que recibido el oficio o exhorto, el juez requerido se pronunciará
aceptando o no la inhibición.
En este sentido, la ley 22.172 dispone que la comunicación entre tribunales de distinta
jurisdicción territorial se realizará directamente por oficio, sin distinción de grado o clase,
siempre que ejerzan la misma competencia en razón de la materia, aunque no regirá esta
última limitación cuando tenga por objeto requerir medidas vinculadas con otro juicio o con
una oficina de la dependencia del tribunal al cual se dirige el oficio.
El art. 3º de la citada ley, a su vez, indica que el oficio no requiere legalización y debe
contener la designación y número del tribunal y secretaría y nombre del juez y del secretario;
el nombre de las partes, objeto o naturaleza del juicio y el valor pecuniario, si existiera;
la mención sobre la competencia del tribunal oficiante; la transcripción de las resoluciones
que deban notificarse o cumplirse, y su objeto claramente expresado si no resultase de la
resolución transcripta; el nombre de las personas autorizadas para intervenir en el trámite;
y el sello del tribunal y la firma del juez y del secretario en cada una de sus hojas.
El tribunal al que se dirige el oficio examinará sus formas y, sin juzgar sobre la
procedencia en las medidas solicitadas, se limitará a darle cumplimiento dictando las
resoluciones necesarias para su total ejecución, pudiendo remitirlo a la autoridad
correspondiente —o lo rechazará, siempre que de un modo manifiesto violente el orden
público local (art. 4º, ley 22.172)—, si bien, como ha dicho la Corte, ello así procederá en el
caso de un requerimiento que no implique revisar lo dispuesto por el propio exhortado en un
juicio sujeto a su jurisdicción o declinar sus propias facultades de dirección y decisión del
mismo, pues la tesis contraria equivaldría a transformar a un magistrado de un Estado
autónomo en subordinado del que hubiera librado la rogatoria(937), así cuando se requiere el
cumplimiento de una medida de no innovar que afecta el ejercicio de sus funciones
jurisdiccionales(938).
No podrá discutirse ante el tribunal al que se dirige el oficio la procedencia de las medidas
solicitadas, ni plantearse cuestión de ninguna naturaleza, mientras que las cuestiones de
competencia sólo podrán deducirse ante el tribunal oficiante (art. 4º, ley 22.172).
Por otra parte, el art. 6º de la citada ley señala que no será necesaria la comunicación
por oficio al tribunal local para practicar notificaciones, citaciones e intimaciones o para
efectuar pedidos de informes, en otra jurisdicción territorial; las cédulas, oficios y
mandamientos que al efecto se libren se regirán, en cuanto a sus formas, por la ley del
tribunal de la causa y se diligenciarán de acuerdo con lo que dispongan las normas vigentes
en el lugar donde deban practicarse, aunque ello no significa que si el interesado lo requiere
no pueda optarse por aquella vía, toda vez que la ley no la excluye(939).
Agrega el citado dispositivo que las mentadas piezas llevarán en cada una de sus hojas
y documentos que se acompañen el sello del tribunal de la causa y se hará constar el nombre
de las personas autorizadas para intervenir en el trámite, quienes recabarán directamente
su diligenciamiento al funcionario que corresponda, y éste, cumplida la diligencia, devolverá
las actuaciones al tribunal de la causa por intermedio de aquéllos.
Cuando la medida tenga por objeto la transferencia de sumas de dinero, títulos u otros
valores, una vez cumplida y previa comunicación al tribunal de la causa, se archivará en la
jurisdicción en que se practicó la diligencia.
Igual procedimiento se utilizará, señala el art. 6º, cuando se trate de hacer efectivas
medidas cautelares que no deban inscribirse en registros o reparticiones públicas y siempre
que para su efectivización no se requiera el auxilio de la fuerza pública.
Tampoco será necesaria la comunicación por oficio al tribunal local cuando se trate
de cumplir resoluciones o sentencias que deban inscribirse en los registros o reparticiones
públicas de otra jurisdicción territorial, debiendo presentarse ante dichos
organismos testimonio de la sentencia o de la resolución, con los recaudos previstos en el
art. 3º y con la constancia de que la resolución o sentencia está ejecutoriada, salvo que se
trate de medidas cautelares (art. 7º, ley 22.172), debidamente firmados también por el juez
(y el secretario) en cada una de sus hojas(940).
En dicho testimonio constará la orden del tribunal de proceder a la inscripción, y sólo
será recibido por el registro o repartición si estuviere autenticado mediante el sello
especial que a ese efecto colocarán una o más oficinas habilitadas por la Corte Suprema,
Superior Tribunal de Justicia o máximo tribunal judicial de la jurisdicción del tribunal de la
causa, sello que será confeccionado por el Ministerio de Justicia de la Nación, quien lo
entregará a las provincias que suscriban o se adhieran al convenio.
Es claro que los oficios habrán de ser firmados por el juez, conforme lo indica el art. 38,
inc. 1º, Código Procesal, y expresamente las comunicaciones dirigidas al presidente de la
Nación, ministros y secretarios del Poder Ejecutivo y magistrados judiciales, a lo que hace
excepción la atribución que el art. 400 del ordenamiento le confiere a los letrados, norma
que se refiere a la firma de oficios que contienen pedidos de informes, vale decir, a la
producción de prueba informativa acerca de los hechos controvertidos y conducentes de la
litis.
CAPÍTULO VI - NOTIFICACIONES
Salvo los casos en que procede la notificación por cédula y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo
siguiente, las resoluciones judiciales quedarán notificadas en todas las instancias los días martes y viernes. Si
uno de ellos fuere feriado, la notificación tendrá lugar el siguiente día de nota.
No se considerará cumplida tal notificación:
1) Si el expediente no se encontrare en el tribunal.
2) Si hallándose en él, no se exhibiere a quien lo solicita y se hiciera constar tal
circunstancia en el libro de asistencia por las personas indicadas en el artículo
siguiente, que deberá llevarse a ese efecto.
Incurrirá en falta grave el prosecretario administrativo que no mantenga a
disposición de los litigantes o profesionales el libro mencionado.
La regla es que todas las resoluciones, salvo disposición legal o decisión judicial en
contrario —y en todas las instancias como lo indica la norma, vale decir, en primera, segunda
y ante la Corte(943)—, quedarán notificadas automáticamente los días martes o viernes (días
"de nota") subsiguientes al de su dictado, o el día siguiente de nota si el que correspondiese
fuere feriado o inhábil, salvo si el expediente estuviese fuera del tribunal (v.gr., "en vista" al
Fisco) —sin que para ello deba dejarse "nota"—; o si hallándose en el tribunal, no se lo
exhibe a quien lo solicita y se hiciera constar tal circunstancia en el libro de asistencia por
las partes, sus apoderados, letrados o personas autorizadas en el expediente(944).
Cabe destacar que la resolución dictada en un día de nota queda notificada el día de
nota subsiguiente, pues, como lo dispone el art. 6º del CCyCN, en los plazos fijados en días,
a contar de uno determinado, queda éste excluido del cómputo, el cual debe empezar al
siguiente.
La constancia en el libro de asistencia o de notas tiene operancia para enervar la
notificación ficta, pero no para suspender el plazo que pudiese hallarse en curso (art.
156,CPCCN)(945).
No obstante, entendemos que aun cuando el expediente se encontrase en secretaría no
podría considerarse cumplida la notificación automática si de las propias constancias del
expediente se desprende que, con motivo de presentaciones posteriores a la resolución que
deba notificarse, las actuaciones han permanecido a despacho(946); y que basta la atestación
de la nota por cualquiera de los habilitados a este fin para que no opere la
notificación respecto de los restantes litigantes(947).
Se ha resuelto así que, en virtud del principio de la instrumentalidad de las formas, si por
un medio serio y objetivo se puede comprobar que el expediente no pudo ser compulsado
el día de nota correspondiente, debe tenerse por no cumplida la notificación
automática(948)con independencia de que se haya dejado o no constancia en el libro de
asistencia(949); así, por ejemplo, se ha considerado que las anotaciones en el libro de
asistencia puestas por un abogado que no representaba ni patrocinaba a las partes,
constituyen un dato histórico objetivamente demostrativo de que el expediente no se halló
disponible durante los días fijados por el art. 133 del Código Procesal para que se produzca
notificación automática de resoluciones(950).
Se trata de un régimen que opera sólo con relación a las partes(951)y una vez trabada la
litis respecto del demandado y terceros citados coactivamente, o para otros una veztenidos
por parte en tal carácter(952), y no con respecto a terceros propiamente dichos; razón por la
cual el perito no tiene la carga de concurrir a revisar el expediente los días de nota(953), ni
tampoco, el consultor técnico(954).
Ahora bien, cuando una resolución contiene algunas decisiones susceptibles de ser
notificadas por nota y otras personalmente o por cédula, se ha decidido en algún caso que
no cabe escindir el proveído en orden a la índole de cada decisión, sino subsumir la totalidad
de lo resuelto dentro de la normativa de mayor rigor para practicar la notificación(955); y
también que cuando una providencia contiene una parte que debe notificarse por nota y otra
que debe efectuarse personalmente o por cédula, no se produce la primera de las
notificaciones en tanto no se diligencie la cédula(956).
Para nosotros, en cambio, cabe escindir la resolución y tenerla por notificada en la forma
que corresponda, en tanto pueda distinguirse el contenido de una y otra, así la que ordena
cumplir con el art. 120, Código Procesal y la que intima al letrado en los términos del art.
51, ley 23.187(957).
En el caso de que erróneamente se hubiese ordenado la notificación por cédula, cuando
correspondía la notificación por nota, en algún precedente se ha sostenido que prima la
primera en tanto no se revoque el auto equivocado, criterio que compartimos(958); mientras
que para otros, inversamente, juega la notificación por nota o ministerio legis(959), postura
que no compartimos pues supone autorizar una suerte de emboscada procesal, más todavía
cuando el interesado habría consentido la errónea resolución que así lo dispuso.
Por otra parte, en la actualidad se prohíja por un importe sector de nuestros tribunales,
que el litigante a instancias de quien se dicta una resolución queda notificado de ella
por nota, aun cuando se trate de aquellas que deben ser notificadas por cédula a la luz de
lo que dispone el art. 135, Código Procesal(960), y aunque en la providencia se hubiese
ordenado su notificación por cédula o el equivalente notifíquese, en tanto el proveído guarde
razonable relación con la petición que se formula, esto es, acogiéndola, desestimándola o
disponiendo el cumplimiento de algún requisito previo(961). Esta doctrina —opinan algunos—
sólo cabría aplicarse cuando se trata de una providencia simple que no pueda ocasionar
gravamen irreparable(962)o que no reviste especial importancia(963); y en absoluto cuando se
refiera a una sentencia interlocutoria(964)y, por supuesto, a una definitiva(965), criterio que
sobre tales bases compartimos.
En otras palabras, la notificación por nota en este contexto sólo podrá referirse respecto
de aquellas providencias que guarden razonable relación con la petición y en tanto no
pueden ocasionar gravamen irreparable.
Cabe señalar que las notificaciones que prevén los arts. 135 y 136 de este Código y que
deben realizarse por medio de cédula o sus equivalentes a "domicilio constituido", deben ser
efectuadas por medio del Sistema de Gestión Judicial (notificación electrónica), por el cual
quedarán anoticiadas ambas partes del contenido de la resolución en el mismo momento en
que la notificación electrónica es enviada, hito que es registrado en el sistema con mención
de la hora exacta de envío.
En otros términos, y como bien se ha dicho, "...'recibir' una notificación electrónica
significa que ella fue depositada en la cuenta de usuario del destinatario, quedando
disponible para su lectura"(966), sin perjuicio de que "en caso de inhabilitación del servicio por
más de 24 horas, se informará al Tribunal, para que éste decida cómo se considerará este
hecho en relación al cómputo de los plazos afectados" (conf. art. 31, inc. g], acordada
31/2011).
De más está decir que el sistema de cómputo de los plazos de este código (arts. 150,
152, 155 y concordantes) permanece inalterado, por lo que producida la notificación por
medios electrónicos, "no se contará el día en que se practique esa diligencia, ni los días
inhábiles" (art. 156CPCCN)(967); así como también se mantienen vigentes (aunque
adaptando sus previsiones a estas nuevas situaciones), las nulidades procesales y, en
especial, de las notificaciones (arts. 169 y ss. y 149, respectivamente, del CPCCN).
Cabe señalar además que la acordada 3/2015 prevé en su art. 11 que "en todas las
Cámaras, Tribunales y Juzgados del Poder Judicial de la Nación, el Libro de Asistencia en
papel se reemplazará por un registro digital dentro del Sistema de Gestión Judicial y la
oficina judicial deberá asentarlo en el expediente en soporte papel conforme lo dispuesto en
el anexo lI"(968) (ver comentarios a los arts. 40 y 339 de este Código).
El retiro del expediente, conforme al art. 127, importará la notificación de todas las resoluciones.
El retiro de las copias de escritos por la parte, o su apoderado, o su letrado o
persona autorizada en el expediente, implica notificación personal del traslado que
respecto del contenido de aquéllos se hubiere conferido.
La norma señala que los supuestos del retiro del expediente en préstamo para alegar de
bien probado; practicar liquidaciones, pericias, partición de bienes sucesorios, operaciones
de contabilidad, mensura y deslinde, división de bienes comunes, cotejo de documentos y
redacción de escrituras públicas; y cuando el juez lo dispusiere por resolución fundada (art.
127, CPCCN), por los abogados, apoderados, peritos o escribanos, importará la notificación
tácita(969) de todas las resoluciones que los atañan, incluidas las que deben ser notificadas
por cédula, pues supone el conocimiento directo de todos los actos en él cumplidos(970).
A lo dicho cabe agregar que la presentación de la cédula, carta documento o ya el acta
notarial en la secretaría del tribunal, oficina de correos o escribanía, importará lanotificación
de la parte patrocinada o representada (art. 137, CPCCN).
No obstante, también se han admitido otros supuestos de notificación tácita cuando
inequívocamente los litigantes o sus letrados han tomado conocimiento personal de la
resolución judicial por otros actos(971) —así respecto del cambio de domicilio no notificado
aún en los términos del art. 42 in fine del Código Procesal, si de los términos de las
presentaciones efectuadas por la contraria surge claramente el efectivo conocimiento que
tuvo el interesado de dicha circunstancia(972)—, si bien ellos, como todo lo atinente al
régimen de notificaciones, deben interpretarse restrictivamente(973), máxime cuando el
principio es el de que las partes o apoderados, en su caso, deben notificarse de las
resoluciones que menciona el art. 135 en oportunidad de examinar el expediente(974).
A su vez, señala el artículo que el retiro de las copias de escritos por la parte, o su
apoderado, o su letrado o persona autorizada en el expediente, implica notificación personal
del traslado que respecto del contenido de aquéllos se hubiere conferido; y, agregamos, de
las copias de las resoluciones, sin que quepa invocar a su respecto que ella operará recién
con la posterior presentación de la cédula en secretaría a efectos de notificarla(975), en las
condiciones previstas por el art. 137, Código Procesal; aunque a su respecto también se ha
juzgado discutible que la notificación personal al patrocinante sirviese a dichos efectos, ya
que el artículo se refiere al retiro de copias de escritos y no alude a las de la sentencia(976).
Art. 135.— Notificación personal o por cédula.
En los casos en que este Código u otras leyes establezcan la notificación por cédula, ella también podrá
realizarse por los siguientes medios:
1) Acta notarial.
2) Telegrama con copia certificada y aviso de entrega.
3) Carta documento con aviso de entrega.
La notificación de los traslados de demanda, reconvención, citación de personas
extrañas al juicio, la sentencia definitiva y todas aquellas que deban efectuarse con
entrega de copias, se efectuarán únicamente por cédula o acta notarial, sin perjuicio
de la facultad reglamentaria concedida a la Corte Suprema de Justicia.
Se tendrá por cumplimentada la entrega de copias si se transcribe su contenido
en la carta documento o telegrama.
La elección del medio de notificación se realizará por los letrados, sin necesidad
de manifestación alguna en las actuaciones.
Los gastos que arrojen las notificaciones integrarán la condena en costas.
Ante el fracaso de una diligencia de notificación no será necesaria la reiteración
de la solicitud del libramiento de una nueva, la que incluso podrá ser intentada por
otra vía.
Las cédulas se enviarán directamente a la oficina de notificaciones, dentro de las veinticuatro horas,
debiendo ser diligenciadas y devueltas en la forma y en los plazos que disponga la reglamentación de
superintendencia.
La demora en la agregación de las cédulas se considerará falta grave del
prosecretario administrativo.
Cuando la diligencia deba cumplirse fuera de la ciudad asiento del tribunal, una
vez selladas, se devolverán en el acto y previa constancia en el expediente, al letrado
o apoderado.
Concordancia: art. 138, CPCC Bs. As.
Art. 139.— (Texto según ley 25.488, art. 2) Copias de contenido reservado.
En los juicios relativos al estado y capacidad de las personas, cuando deba practicarse la notificación por
cédula, las copias de los escritos de demanda, reconvención y contestación de ambas, así como las de otros
escritos cuyo contenido pudiere afectar el decoro de quien ha de recibirlas, serán entregadas bajo sobre cerrado.
Igual requisito se observará respecto de las copias de los documentos agregados a dichos escritos.
El sobre será cerrado por personal de la oficina, con constancia de su contenido,
el que deberá ajustarse, en cuanto al detalle preciso de copias, de escritos o
documentos acompañados, a lo dispuesto en el art. 137.
En los juicios relativos al estado y capacidad de las personas, señala el artículo, cuando
deba practicarse la notificación por cédula, las copias de los escritos de demanda,
reconvención y contestación de ambas, así como las de otros escritos y copias de los
documentos cuyo contenido pudiere afectar el decoro de quien ha de recibirlas, serán
entregadas bajo sobre cerrado, el cual será cerrado por personal de la oficina, dejando
constancia de su contenido, con detalle preciso de las copias de escritos o documentos
acompañados, aun cuando ello no fuese ordenado expresamente, salvo cuando no se
tratase de los procesos indicados inicialmente, sino de escritos o documentos que pudiesen
afectar el decoro del notificado.
De igual modo entendemos que habrá de proceder el escribano, cerrando el sobre y
dejando constancia de su contenido.
Art. 140.— (Texto según ley 25.488,art. 2) Entrega de la cédula o acta notarial al
interesado.
Si la notificación se hiciere por cédula o acta notarial, el funcionario o empleado encargado de practicarla
dejará al interesado copia del instrumento haciendo constar, con su firma, el día y la hora de la entrega. El original
se agregará al expediente con nota de lo actuado, lugar, día y hora de la diligencia, suscripta por el notificador y
el interesado, salvo que éste se negare o no pudiere firmar, de lo cual se dejará constancia.
Se prevé en la norma que el oficial notificador o el funcionario de que se trate debe dejar
al interesado copia del instrumento, v.gr., cédula o acta notarial, con constancia del día y
hora en que se la entrega; y devolver el original con nota de la actuado al expediente; en
dicha nota deberá constar el lugar, el día y hora de la diligencia, debidamente firmada por
aquél y por el interesado, salvo que éste se hubiese negado o no pudiese hacerlo, de lo cual
también se dejará constancia.
Como hemos dicho en el comentario al art. 135, la acordada 9/1990 dispone que en el
margen del duplicado o de los duplicados de las cédulas que corresponda dejar, elnotificador
asentará con letra clara el día y hora en que fue cumplida la diligencia, suscribiéndola con
su firma; comprometiendo su responsabilidad la falta de indicación de la fecha o su no
coincidencia con la que conste en el original (art. 142); y que en todas las actas que labren,
los notificadores deberán dejar expresa constancia de la persona con quien practican las
diligencias, individualizándolas y, en su caso, del lugar donde fueron atendidos, no siendo
suficiente la mención "que dijo ser de la casa", por no ser ésta una manifestación clara y
correcta. Deben expresar el motivo por el cual la persona que recibe la cédula no la firma
(art. 143).
Es claro que las modificaciones introducidas por la acordada 9/1990 al Reglamento de
Organización y Funcionamiento de la Oficina de Notificaciones, respecto de la
individualización de la persona que recepta una cédula de notificación de demanda, no se
refieren exactamente a que el oficial precise el nombre y apellido del receptor, sino que alude
al carácter en virtud del cual esa persona dice ser de la casa, por lo que si dicha circunstancia
se encuentra acreditada bajo la denominación "encargado" cabe concluir en que la
notificación fue recibida por una persona que en el domicilio del destinatario actúa como
dependiente, presupuesto suficiente para dar plena eficacia a la comunicación procesal
pertinente(1016).
Si bien la omisión del oficial notificador de consignar en la cédula de notificación el día y
hora de la diligencia es susceptible de traer aparejada la nulidad del acto en cuestión(1017),
de mediar discordancia entre las constancias de la cédula original y su copia, v.gr.,
relacionada con la fecha de notificación, ha de estarse, en definitiva, a la fecha más favorable
para el notificado, pues con ello se posibilita una mayor amplitud de la defensa en juicio(1018),
sin que enerve tal conclusión el hecho de que la posibilidad de confusión pueda ser atribuida
a su particular forma de escribir el número en cuestión, desde que lo que interesa en tal caso
es la posibilidad cierta de inducir a error(1019), y sin perder de vista que no existe motivo para
otorgar prevalencia a las constancias del original por sobre las de la copia(1020).
En materia de plazos que se cuentan por hora, así, v.gr., en el amparo previsto por la ley
16.986, se ha resuelto que si el oficial notificador omitió consignar en el ejemplar de la cédula
entregada al recurrente la hora en que practicó la diligencia de notificación, corresponde
contar el plazo previsto para la apelación a partir de la hora veinticuatro del día en que la
cédula fue diligenciada(1021) (ver lo dicho en los comentarios a los arts. 135 y 137).
Sobre la notificación por cédula al domicilio electrónico, véase lo dicho en los
comentarios a los arts. 40, 133 y 339 de este Código.
Art. 141.— (Texto según ley 25.488,art. 2) Entrega del instrumento a personas
distintas.
Art. 142.— (Texto según ley 25.488, art. 2) Forma de la notificación personal.
La notificación personal se practicará firmando el interesado en el expediente, al pie de la diligencia
extendida por el prosecretario administrativo o jefe de despacho.
Art. 143.— (Texto según ley 25.488,art. 2) Notificación por examen del expediente.
En oportunidad de examinar el expediente, el litigante que actuare sin representación o el profesional que
interviniera en el proceso como apoderado, estarán obligados a notificarse expresamente de las resoluciones
mencionadas en el art. 135.
Si no lo hicieran, previo requerimiento que les formulará el prosecretario
administrativo o jefe de despacho, o si el interesado no supiere o no pudiere firmar,
valdrá como notificación la atestación acerca de tales circunstancias y la firma de
dicho empleado y la del secretario.
Como lo indica el artículo, este régimen opera en el caso de que el litigante que
actuare sin representación o el profesional que interviniera en el proceso como
apoderadoexaminen el expediente, hipótesis en la cual estarán obligados a notificarse
expresamente de las resoluciones mencionadas en el art. 135; vale decir, de las que deben
notificarse por cédula.
Si no lo hicieran, previo requerimiento que les formulará el prosecretario administrativo
o jefe de despacho, o si el interesado no supiere o no pudiere firmar, valdrá como notificación
la atestación acerca de tales circunstancias y la firma de dicho empleado y la del secretario.
La circunstancia de que la parte se hubiera presentado al expediente por su propio
derecho, de ningún modo importa notificación tácita ni hace presumir su conocimiento de
todas las actuaciones cumplidas hasta esa fecha, pues para que resulte aplicable la
disposición que comentamos, y se las tenga por notificadas, es preciso que medie
requerimiento del funcionario autorizado para que se notifique expresamente; negativa a
hacerlo; y atestación de tales circunstancias y firma del funcionario(1030).
Se trata de un régimen prácticamente inaplicable e inaplicado en nuestro medio, pues
difícilmente pueda controlarse, por medio de aquellos funcionarios, el momento exacto en
que se encuentra en curso el examen del expediente.
Art. 144.— (Texto según ley 25.488, art. 2) Régimen de la notificación por telegrama
o carta documentada.
Cuando se notifique mediante telegrama o carta documento certificada con aviso de recepción, la fecha de
notificación será la de la constancia de la entrega al destinatario.
Quien suscriba la notificación deberá agregar a las actuaciones copia de la pieza
impuesta y la constancia de entrega.
Concordancia: art. 144, CPCC Bs. As.
Señala el artículo que en la notificación por telegrama o carta documento con aviso de
recepción, la fecha de notificación corresponderá a la de su entrega al destinatario; y que
quien la suscriba deberá agregar a las actuaciones copia de la pieza impuesta y la
constancia de entrega, una vez realizada la misma.
Sobre la notificación por cédula al domicilio electrónico, véase lo dicho en los
comentarios a los arts. 40, 133 y 339 de este Código.
Además de los casos determinados por este Código, procederá la notificación por edictos cuando se tratare
de personas inciertas o cuyo domicilio se ignore. En este último caso, la parte deberá manifestar bajo juramento
que ha realizado sin éxito las gestiones tendientes a conocer el domicilio de la persona a quien se deba notificar.
Si resultare falsa la afirmación de la parte que dijo ignorar el domicilio, o que pudo
conocerlo empleando la debida diligencia, se anulará a su costa todo lo actuado con
posterioridad, y será condenada a pagar una multa de pesos cincuenta ($ 50) a pesos
quince mil ($ 15.000).
presidir el ejercicio de las acciones ante los órganos judiciales, especialmente cuando se
trata de la citación del demandado(1033).
En los supuestos previstos por el artículo anterior la publicación de los edictos se hará en el Boletín Oficial
y en un diario de los de mayor circulación del lugar del último domicilio del citado, si fuera conocido o, en su
defecto, del lugar del juicio, y se acreditará mediante la agregación al expediente de un ejemplar de aquéllos. A
falta de diario en los lugares precedentemente mencionados, la publicación se hará en la localidad más próxima
que los tuviera, y el edicto se fijará, además, en la tablilla del juzgado y en los sitios que aseguraren su mayor
difusión.
Salvo en el proceso sucesorio, cuando los gastos que demandare la publicación
fueren desproporcionados con la cuantía del juicio, se prescindirá de los edictos; la
notificación se practicará en la tablilla del juzgado.
Los edictos contendrán, en forma sintética, las mismas enunciaciones de las cédulas, con transcripción
sumaria de la resolución.
El número de publicaciones será el que en cada caso determine este Código.
La resolución se tendrá por notificada al día siguiente de la última publicación.
La Corte Suprema podrá disponer la adopción de textos uniformes para la
redacción de los edictos.
El Poder Ejecutivo podrá establecer que, en el Boletín Oficial, los edictos a los que
corresponda un mismo texto se publiquen en extracto, agrupados por juzgados y
secretarías, encabezados por una fórmula común.
Concordancia: art. 147, CPCC Bs. As.
Los edictos contendrán, en forma resumida, las mismas enunciaciones que se exigen en
el art. 137 para las cédulas, y el número de publicaciones será el que en cada caso
determine este Código, operando en todos los casos la notificación desde el día siguiente
de la última publicación.
Por su parte, el Reglamento para la Justicia Nacional dispone, en su art. 130, que los
juzgados llevarán un registro público en el cual se asentarán las designaciones de diarios,
periódicos, o revistas efectuadas por el juez para la publicación de edictos. En este registro
se indicará, además, el nombre de la causa, su naturaleza y monto. Trimestralmente se
elevará a la respectiva cámara de apelaciones una nómina de esas designaciones con las
menciones expresadas.
La Corte Suprema ha dispuesto por acordada 41/1974 del 30/10/1974 la adopción de
textos uniformes para la redacción de los edictos contemplados en el art. 699, inc. 2º, Código
Procesal, estableciendo que los edictos a los que corresponda un mismo texto se publiquen
en extracto, agrupados por juzgados y secretarías, encabezados por unafórmula común,
indicando nombre o nombres del causante y fecha de la primera publicación, comenzando
la columna por los más antiguos, de forma de ir eliminando aquellos cuyo término de
publicación se produzca.
El texto común contendrá la siguiente leyenda: "Se cita por 3 días a partir de la primera
publicación a herederos y acreedores de los causantes que más abajo se nombran, para
que dentro de los 30 días comparezcan a estar a derecho conforme al art. 725, inc. 2º (hoy
699, inc. 2º, CPCCN)".
Art. 148.— (Texto según ley 25.488, art. 2) Notificaciones por radiodifusión o
televisión.
En todos los casos en que este Código autoriza la publicación de edictos, a pedido del interesado, el juez
podrá ordenar que aquéllos se anuncien por radiodifusión o televisión.
Las transmisiones se harán en el modo y por el medio que determine la
reglamentación de la superintendencia. La diligencia se acreditará agregando al
expediente certificación emanada de la empresa radiodifusora o de televisión, en
la que constará el texto del anuncio, que deberá ser el mismo que el de los edictos, y
los días y horas en que se difundió. La resolución se tendrá por notificada al día
siguiente de la última transmisión radiofónica o televisiva.
Respecto de los gastos que irrogare esta forma de notificación, regirá lo dispuesto
en el anteúltimo párrafo del art. 136.
Será nula la notificación que se hiciere en contravención a lo dispuesto en los artículos anteriores siempre
que la irregularidad fuere grave e impidiere al interesado cumplir oportunamente los actos procesales vinculados
a la resolución que se notifica. Cuando del expediente resultare que la parte ha tenido conocimiento de la
resolución, la notificación surtirá sus efectos desde entonces.
El pedido de nulidad tramitará por incidente, aplicándose la norma de los arts. 172
y 173. El funcionario o empleado que hubiese practicado la notificación declarada
nula, incurrirá en falta grave cuando la irregularidad le sea imputable.
El plazo para contestar vistas y traslados, salvo disposición en contrario de la ley, será de cinco días. Todo
traslado se considerará decretado en calidad de autos, debiendo el juez o tribunal dictar resolución sin más
trámite.
La falta de contestación del traslado no importa consentimiento a las pretensiones
de la contraria.
En los juicios de divorcio y de nulidad de matrimonio sólo se dará vista a los representantes del ministerio
público en los siguientes casos:
1) Luego de contestada la demanda o la reconvención.
2) Una vez vencido el plazo de presentación de los alegatos.
3) Cuando se planteare alguna cuestión vinculada a la representación que ejercen.
En este caso, la vista será conferida por resolución fundada del juez.
A petición de parte o de oficio, los jueces y tribunales deberán habilitar días y horas, cuando no fuere posible
señalar las audiencias dentro del plazo establecido por este Código, o se tratase de diligencias urgentes cuya
demora pudiera tornarlas ineficaces u originar perjuicios evidentes a las partes. De la resolución sólo podrá
recurrirse por reposición, siempre que aquélla fuera denegatoria.
Incurrirá en falta grave el juez que, reiteradamente, no adoptare las medidas
necesarias para señalar las audiencias dentro del plazo legal.
A pedido de parte o de oficio, los jueces y tribunales deberán habilitar días y horas,
cuando no fuere posible señalar las audiencias dentro del plazo establecido por este Código,
o cuando se tratase de diligencias urgentes cuya demora pudiera tornarlas ineficaces u
originar perjuicios evidentes a las partes, sin perjuicio de que el juez incurrirá en falta grave
si reiteradamente no adoptara las medidas necesarias para fijar las audiencias dentro del
plazo legal.
En este sentido, señala el art. 7º, Reglamento para la Justicia Nacional, que los tribunales
nacionales podrán habilitar días y horas en los asuntos que no admitan demora.
La resolución que admite la habilitación es irrecurrible, mientras que la que
la rechaza sólo será susceptible del recurso de reposición o revocatoria contemplado por el
art. 238, Código Procesal(1051), si bien cuando existen especiales razones de urgencia y
además, teniendo en consideración, por ejemplo, la naturaleza de la medida cautelar, es
procedente su admisión, por vía de excepción(1052).
El art. 4º, Reglamento para la Justicia Nacional, dispone que en enero y en la feria de
julio, los tribunales nacionales de feria despacharán los asuntos que no admitan demora.
Cabe destacar que la habilitación de feria corresponde no sólo en los períodos ordinarios
de receso, v.gr. feria de enero, sino también en virtud de los feriados extraordinarios
dispuestos por la Cámara o Corte respecto del juzgado en el que tramita la causa; y que
para nosotros, la limitación recursiva que señala el dispositivo se aplica sólo para los
casos expresamente previstos en la norma, esto es, para la habilitación de día y hora
inhábiles y no así cuando se trata de habilitación de las ferias de julio y enero en atención a
que la denegatoria de ésta sí puede ocasionar agravio que autorice la interposición del
recurso de apelación(1053)a diferencia de la primera.
Se trata de un remedio de orden público, desde que la suspensión de las funciones
judiciales durante ese período es de carácter obligatorio para jueces y justiciables, de
interpretación restrictiva(1054), que tiende en principio a asegurar únicamente el futuro
ejercicio de un derecho, o el cumplimiento de medidas ya decretadas en asuntos que no
admiten demora (art. 4º del Reglamento para la Justicia Nacional), esto es, cuando media
riesgo de que una providencia judicial se torne ilusoria o de que se frustre, por la demora,
alguna diligencia importante para el derecho de las partes, a la luz de supuestos de
verdadera, objetiva y comprobada urgencia(1055); debiendo tenerse presente que como regla
se desaconseja sustraer la decisión definitiva de la causa de sus jueces "naturales"(1056), así
acordando una medida de no innovar ínterin el mes de feria y difiriendo la decisión de fondo
para el momento en que se reanude la actividad de los tribunales.
La habilitación del feriado judicial debe ser decretada por el juez de feria, pues sólo él
está en condiciones de apreciar si se trata de diligencias comprendidas en los términos de
este artículo, siendo discrecionales sus facultades para realizar tal apreciación(1057),
debiendo referirse a razones de urgencia que entrañan para los litigantes un riesgo cierto e
inminente de ver frustrados los derechos para cuya tutela se requiere la protección(1058).
Cabe señalar que, para que proceda la habilitación de feria judicial, es esencial que
exista una causa justa, la que debe estar dada por la objetiva posibilidad de que el retardo
frustre un derecho o produzca un daño irreparable, con particular referencia a la clase de
proceso(1059).
La habilitación de la feria judicial es una medida que, por su carácter excepcional, debe
ser aplicada en forma restrictiva y sólo para aquellos supuestos en que el asunto no admita
demora(1060).
Art. 154.— Habilitación tácita.
La diligencia iniciada en día y hora hábil, podrá llevarse hasta su fin en tiempo inhábil sin necesidad de que
se decrete la habilitación. Si no pudiere terminarse en el día, continuará en el siguiente hábil, a la hora que en el
mismo acto establezca el juez o tribunal.
SECCIÓN 2 - PLAZOS
Los plazos legales o judiciales son perentorios; podrán ser prorrogados por acuerdo de partes manifestado
con relación a actos procesales determinados.
Cuando este Código no fijare expresamente el plazo que corresponda para la
realización de un acto, lo señalará el juez de conformidad con la naturaleza del
proceso y la importancia de la diligencia.
Los plazos legales son los establecidos por la ley para la realización de los actos
procesales de que se trate; así, el previsto para deducir el incidente de nulidad (art.
170,CPCCN) o para el pago de honorarios(1061)—mientras que los judiciales son aquellos
que, no establecidos por la ley, puede fijar el juez por delegación de la norma, en el caso,
por el segundo párrafo del artículo que comentamos, teniendo en cuenta la naturaleza del
proceso y la importancia de la diligencia—, los que pueden ser procesales —si se refieren
al ejercicio de una facultad de esa naturaleza— o civiles, como por ejemplo, el que señala
para el cumplimiento de una obligación de dar o hacer(1062)(ver comentario a los arts. 37, 499
y 686).
La perentoriedad de los plazos, legales y judiciales, supone su preclusión, sin necesidad
de pronunciamiento a su respecto, por lo que una vez transcurridos los mismos se produce
la consumación propiamente dicha de las facultades aprehendidas en ellos(1063), sin margen
de reedición y en forma automática, y sin que para ello sea necesario petición de parte(1064),
pasándose a la etapa siguiente(1065).
Sin embargo, y por aplicación del principio contenido en el art. 27 de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados aprobada por la ley 19.865 (véase lo dicho en el
punto IX del comentario al art. 1º de este Código), el interés superior del niño permite
descartar la perentoriedad de los términos cuando dicha cualidad pueda ser contraria al
mismo(1066).
La prórroga de los plazos, en cambio, se refiere a la ampliación de su extensión, para
nosotros válida, en tanto sea previa al fenecimiento de aquéllos(1067).
En cuanto al señalamiento de plazos judiciales, cabe recordar a título de ejemplo que, si
bien el régimen de caducidad previsto por el art. 207, Código Procesal, no resultaría
aplicable, como regla, para las medidas cautelares dispuestas en los procesos de familia no
sujetos a la mediación obligatoria, como se explica en nuestro comentario al mentado
artículo, pues más allá de que no lo exige la legislación sustantiva que normalmente las
sostiene, la ritual señala tal efecto cuando se trata de obligación exigible —concepto que no
parece acomodarse fácilmente al régimen de los deberes y obligaciones familiares—, ello
no significa que el juez no pueda fijar un plazo para la presentación de la demanda, bajo
apercibimiento de tener al peticionante por desistido de la medida cautelar ordenada, por un
lado, para evitar el ejercicio disfuncional del derecho a solicitarlas, y por el otro, porque la
dilación en tal contexto vendría a desvirtuar el manido peligro en la demora, que es propio a
tales medidas o sistema (ver comentario al art. 195).
La prórroga de plazos procesales, acordada por las partes, en tanto se refiera a actos
procesales determinados, para ser válida o eficaz debe contar con el concurso de la totalidad
de los litigantes prestando su expreso consentimiento, sin que el mismo pueda suplirse
mediante el presunto consentimiento tácito de la parte contraria(1068).
Los plazos empezarán a correr desde la notificación y si fuesen comunes, desde la última.
No se contará el día en que se practique esa diligencia, ni los días inhábiles.
Los plazos son individuales cuando corren separadamente para cada una de las partes
o terceros a partir del día siguiente a su notificación; mientras que son comunescuando
corren simultáneamente para todos aquéllos y desde la última notificación, así en el caso
del plazo para alegar (art. 482, CPCCN).
En los casos de suspensión del procedimiento por tiempo indeterminado, la reanudación
de los plazos requiere una disposición expresa del juzgado, cuya notificación, de acuerdo
con el principio que informa el art. 135, inc. 6º del Código Procesal, debe efectuarse por
cédula(1069), mientras que, a contrario, la reanudación se produciráautomáticamente a partir
de la finalización del término convenido(1070)(ver el comentario al art. 135).
Los plazos individuales constituyen la regla general, y los términos comunes,
la excepción —la que debe surgir expresa o implícitamente de la ley—, por lo que el
establecido por el art. 259, Código Procesal, para la presentación de la expresión de
agravios, corre de manera independiente para cada uno de los apelantes, sean partes
contrarias o litisconsortes, y a partir del conocimiento de la providencia allí prevista(1071).
Indica el artículo que en ningún caso se contará el día en que se practique la notificación,
por lo que, v.gr., el día de nota no se toma en cuenta para calcular los plazos; o la fecha de
la audiencia para computar la antelación que previene el art. 125, inc. 2º, Código Procesal.
A pesar de lo que indica el artículo, existen plazos legales en nuestro ordenamiento
procesal que contemplan días inhábiles, así, paradigmáticamente, los plazos de caducidad
de instancia, tal como lo señala el art. 311, pues "correrán durante los días inhábiles salvo
los que correspondan a las ferias judiciales"; o el fijado por el art. 699, inc. 2º, Código
Procesal, que comenzará a correr desde el día siguiente al de la última publicación y se
computará en días corridos, salvo también los que correspondieren a ferias judiciales,
aunque aquí por remisión de lo que señala el art. 2341 del CCyCN (art. 6º, CCyCN).
Declaración de interrupción y suspensión. Los apoderados no podrán acordar una suspensión mayor de
veinte días sin acreditar ante el juez o tribunal la conformidad de sus mandantes.
Las partes podrán acordar la abreviación de un plazo mediante una manifestación
expresa por escrito.
Los jueces y tribunales deberán declarar la interrupción o suspensión de los
plazos cuando circunstancias de fuerza mayor o causas graves hicieren imposible la
realización del acto pendiente.
Para toda diligencia que deba practicarse dentro de la República y fuera del lugar del asiento del juzgado o
tribunal, quedarán ampliados los plazos fijados por este Código a razón de un día por cada doscientos (200)
kilómetros o fracción que no baje de cien.
El Ministerio Público y los funcionarios que a cualquier título intervinieren en el proceso estarán sometidos
a las reglas precedentes, debiendo expedirse o ejercer sus derechos dentro de los plazos fijados.
Las providencias simples sólo tienden, sin sustanciación, al desarrollo del proceso u ordenan actos de mera
ejecución. No requieren otras formalidades que su expresión por escrito, indicación de fecha y lugar, y la firma
del juez o presidente del tribunal, o del secretario, en su caso.
Las sentencias interlocutorias resuelven cuestiones que requieren sustanciación, planteadas durante el
curso del proceso.
Las sentencias que recayesen en los supuestos de los arts. 305, 308 y 309, se dictarán en la forma
establecida en los arts. 160 o 161, según que, respectivamente, homologuen o no el
desistimiento, la transacción o la conciliación.
La sentencia constituye una unidad lógico-jurídica, cuya parte dispositiva debe ser la
conclusión final y necesaria, por derivación razonada, del análisis de los presupuestos
fácticos y normativos existentes al momento de la decisión, cuya validez descansa no
solamente en el imperio del tribunal sino en las motivaciones en que se basa el
pronunciamiento(1111) (ver los comentarios a los arts. 34 y 256).
Las decisiones judiciales, por su naturaleza, deben suministrar el desarrollo del
razonamiento del juez al emitir el juicio que representa la sentencia, debiendo repararse en
que el deber de motivación no sólo es exigible tratándose de sentencias definitivas sino
también interlocutorias, e incluso, como hemos dicho al comentar el art. 160, de
lasprovidencias simples que ocasionen agravio irreparable.
La motivación constituye, así, el único medio a través del cual pueden las partes y la
opinión pública verificar la justicia de las decisiones judiciales y comprobar, por lo tanto,
laadecuación de éstas a las valoraciones jurídicas vigentes, permitiendo de tal suerte el
contralor de los actos de los poderes públicos que es propio del régimen republicano de
gobierno, así como la observancia de la garantía de la defensa en juicio(1112).
Las sentencias judiciales, se ha dicho, deben ser fundadas en forma tal que constituyan
derivación razonada del derecho vigente, con aplicación a las circunstancias comprobadas
de la causa(1113); debiendo declararse la arbitrariedad de las que carezcan de una
fundamentación mínima que les dé validez como acto judicial o incurran en errores de
gravedad extrema que las descalifiquen como tales, por frustar ello la garantía del debido
proceso consagrada por el art. 18, CN(1114) (ver el comentario al art. 256).
En lo que atañe a la conducta o comportamiento procesal de las partes, ésta puede ser
entendida como un indicio, o ya como regla de valoración de la prueba o "elemento
corroborante de las pruebas".
El comportamiento procesal de las partes, en tanto aparezca razonablemente vinculado
con los hechos llamados a constituirse en objeto de la litis y la prueba, puede encajar
naturalmente dentro del concepto de indicio, esto es, de un hecho a partir del cual
lógicamente puede presumirse la existencia de otro u otros "indicados" por aquél,
admitiéndose de tal suerte que las partes puedan ser empleadas como fuentes de la prueba,
directamente en virtud de los hechos que confiesan libremente al ser interrogadas o en forma
espontánea antes o durante el proceso; e indirectamente por la singular forma en que
intervienen activa o pasivamente en los procedimientos judiciales, sea en pos de la
estimación de sus pretensiones, sea en miras a la admisión de sus defensas.
La actitud que un litigante asuma en el proceso —se ha dicho—, la postura que defienda
o la argumentación de que se valga pueden suministrar válidos indicios acerca de la
sinceridad de su desempeño y de la seriedad de sus razones; y asumir distintas
manifestaciones con virtualidad eminentemente probatoria, así, por ejemplo, un
comportamientoomisivo, oclusivo, contradictorio o mendaz, cuyo denominador común es,
sin embargo, la inobservancia de la carga de colaboración en la producción de la prueba.
En el primer sentido se ha resuelto que tiene incuestionable importancia, para el
juzgador, valorar la conducta procesal de las partes en el transcurso del juicio y
especialmente en relación con el deber que éstas tienen de auxiliar al juez para esclarecer
la verdad de los hechos controvertidos, por lo que la falta de diligencia puesta de manifiesto
por una de las partes en la etapa probatoria no deja de constituir una presunción contraria a
sus pretensiones.
En esta materia se ha dicho que no sólo tiene eficacia la manifestación de la voluntad,
sino también las actitudes omisivas(1157).
En cambio, con relación al segundo aspecto, se ha decidido que la conducta procesal
evidenciada por la parte que ha apuntado más a obstaculizar el reclamo de la otra que a
obtener la satisfacción de su derecho invocado, constituye una presunción en su contra.
La actitud omisiva, la insatisfactoria versión de los hechos y, especialmente, la reticencia
de la parte en poner a disposición del perito contador los libros de comercioconfiguran una
fuente de prueba, como hechos de precisa existencia, que servirán de presupuesto de
prueba a otros hechos a manera de indicio(1158).
En cuanto a la tercera cuestión, se ha considerado que una de las varias negativas
incluidas en la contestación de demanda haya sido desmentida por prueba directa, es un
grave indicio desfavorable para la defensa, porque queda en duda la probidad de quien se
manifestó de esta manera y está autorizado el tribunal para tomar escépticamente las
restantes(1159).
En lo que atañe a una conducta reiteradamente mendaz, se ha establecido que quien
deliberadamente oculta la verdad al ser convocado a juicio en calidad de demandado es
porque, razonablemente, se puede sospechar que se siente culpable, íntimamente, por el
hecho que se le atribuye(1160).
En igual sentido, también se ha decidido que la conducta procesal desleal,
los ocultamientos y los falseamientos parciales de la verdad constituyen indicios contrarios
a quien niega la paternidad, pues quien oculta maliciosamente parte de la verdad se hace
sospechoso de ocultarla toda(1161).
Así, cuando se alegaron injurias graves a partir de la relación homosexual de un cónyuge
con un tercero, la resistencia a someterse a la inspectio corporis se puede estimar como una
presunción, en rigor, indicio(1162)en su contra, libremente valorable por el juez con sujeción a
las reglas de la "sana crítica".
No obstante, habrá de tenerse presente que el comportamiento procesal no podría ser
tomado como prueba indiciaria cuando el mismo se hallase legítimamente justificado o
constituyese el ejercicio funcional de un derecho o prerrogativa procesal, así, por ejemplo,
la oposición a la agregación de documentos ofrecidos extemporáneamente, la no
contestación de una posición impertinente, etc.; en otras palabras, cuando aquella conducta
no apareciera impuesta, explícita o implícitamente, como una carga (v.gr., de exhibir cosas
o el propio cuerpo) o un deber procesal (v.gr., de lealtad, probidad y buena fe procesal).
Reivindicamos para el juez una amplia libertad en lo que se refiere a la concreta eficacia
que cuadra reconocer a la prueba indiciaria, de manera que también exclusivamente de ella,
aquél pueda deducir su convicción, aisladamente o en conjunción con los restantes medios
de prueba, con un peso incluso concluyente para la decisión del conflicto(1163).
Pero la conducta procesal de las partes puede servir también válidamente como regla
de valoración o de apreciación de la prueba, en la especie, integrante del sistema
denominado de la sana crítica, así cuando se ofrece un medio de prueba menos idóneo para
la demostración de los hechos, en lugar del más idóneo, se omite ofrecer prueba, o
se incurre en falsedades o contradicciones.
En este sentido, por ejemplo, se ha considerado que cuando la versión de la parte,
referente a un hecho, es susceptible de ser acreditada mediante prueba más idónea o tiene
un específico medio de demostración asignado por la ley, la testimonial no sólo debe ser
apreciada con rigorismo, sino que puede ser insuficiente, desde el momento que no se
propuso el medio más apto, pudiendo habérselo hecho(1164); de manera que debe apreciarse
severamente la prueba testimonial por la que se intenta suplir o complementar la documental
idónea y corriente en el uso comercial de un contrato(1165).
En este orden de ideas, entonces, si bien el art. 314 del CCyCN autoriza a recurrir a otros
medios de prueba distintos de la pericial caligráfica(1166) —el medio más seguro para probar
la autenticidad de una firma cuestionada—, la omisión de su ofrecimiento y su reemplazo
por otros, por ejemplo, por prueba testimonial, permitiría al tribunal examinar con estrictez e
incluso desestimar su eficacia si aquélla pudo haberse producido materialmente (v.gr., frente
a la existencia de documentos para el cotejo, o la alternativa de formar cuerpo de escritura,
etc.).
El artículo que comentamos analiza la conducta básicamente como "elemento
corroborante de las pruebas", vale decir, como pauta para su valoración, aunque de ello
tampoco se sigue que la excluye como prueba indiciaria per se.
En consecuencia, se ha resuelto que, si bien la elección de los medios probatorios es
facultad privativa de los litigantes —salvo que alguno de ellos esté ordenado por la ley con
carácter excluyente—, no es menos cierto que si aquéllos prescinden de la
prueba más idónea para la acreditación de determinados hechos, la menos idónea que
aporten con tal objeto o fin se debe apreciar con más severidad y estrictez(1167).
La sentencia definitiva de segunda o ulterior instancia deberá contener, en lo pertinente, las enunciaciones
y requisitos establecidos en el artículo anterior y se ajustará a lo dispuesto en los arts. 272 y 281, según el caso.
Las sentencias de cualquier instancia podrán ser dadas a publicidad salvo que,
por la naturaleza del juicio, razones de decoro aconsejaren su reserva, en cuyo caso
así se declarará. Si afectare la intimidad de las partes o de terceros, los nombres de
éstos serán eliminados de las copias para la publicidad.
Cuando la sentencia contenga condena al pago de frutos, intereses, daños y perjuicios, fijará su importe en
cantidad líquida o establecerá por lo menos las bases sobre que haya de hacerse la liquidación.
Si por no haber hecho las partes estimación de los frutos o intereses, no fuese
posible lo uno ni lo otro, se los determinará en proceso sumarísimo.
La sentencia fijará el importe del crédito o de los perjuicios reclamados, siempre
que su existencia esté legalmente comprobada, aunque no resultare justificado su
monto.
Concordancia: art. 165, CPCC Bs. As.
Art. 166.— (Texto según ley 25.488,art. 2) Actuación del juez posterior a la
sentencia.
Pronunciada la sentencia, concluirá la competencia del juez respecto del objeto del juicio y no podrá
sustituirla o modificarla.
Le corresponderá sin embargo:
1) Ejercer de oficio, antes de la notificación de la sentencia, la facultad que le
otorga el art. 36, inc. 6). Los errores puramente numéricos podrán ser corregidos aun
durante el trámite de ejecución de sentencia.
2) Corregir, a pedido de parte, formulado dentro de los tres días de la notificación
y sin substanciación, cualquier error material; aclarar algún concepto oscuro sin
alterar lo sustancial de la decisión y suplir cualquier omisión en que hubiese incurrido
sobre algunas de las pretensiones deducidas y discutidas en el litigio.
3) Ordenar, a pedido de parte, las medidas precautorias que fueren pertinentes.
4) Disponer las anotaciones establecidas por la ley y la entrega de testimonios.
5) Proseguir la substanciación y decidir los incidentes que tramiten por separado.
6) Resolver acerca de la admisibilidad de los recursos y sustanciarlos, en su caso,
decidir los pedidos de rectificación a que se refiere el art. 246.
7) Ejecutar oportunamente la sentencia.
Art. 167.— (Texto según ley 25.488, art. 2) Demora en pronunciar las resoluciones.
Ningún acto procesal será declarado nulo si la ley no prevé expresamente esa sanción.
Sin embargo, la nulidad procederá cuando el acto carezca de los requisitos
indispensables para la obtención de su finalidad.
No se podrá declarar la nulidad, aun en los casos mencionados en los párrafos
precedentes, si el acto, no obstante su irregularidad, ha logrado la finalidad a que
estaba destinado.
La nulidad no podrá ser declarada cuando el acto haya sido consentido, aunque fuere tácitamente, por la
parte interesada en la declaración.
Se entenderá que media consentimiento tácito cuando no se promoviere incidente
de nulidad dentro de los cinco días subsiguientes al conocimiento del acto.
La nulidad no podrá ser declarada cuando el acto haya sido consentido, aunque
fuera tácitamente por la parte interesada en la declaración, así respecto de la subasta
judicial(1269), el que se entenderá así configurado cuando no se promoviere incidente de
nulidad dentro de los cinco días subsiguientes al conocimiento del acto, ya que esta nulidad
procesal es relativa y, como tal, susceptible de convalidación por el mero transcurso del
tiempo(1270)—salvo hipótesis excepcionales, como las del art. 40, que señala que el domicilio
contractual constituido en el de la parte contraria no es eficaz para las notificaciones que
deben ser realizadas en el domicilio del constituyente—, correspondiendo presumir en su
ausencia que el defecto, aun cuando existiere, no ocasiona perjuicio, y que la parte ha
renunciado a la impugnación(1271).
Sin embargo, habrá de ponderarse que en algunos supuestos, la ley establece un plazo
distinto, a partir del cual comienza a correr la carga de pedir la declaración de nulidad, así,
v.gr., en el art. 592, Código Procesal, en el que se cuenta desde el momento de realizado el
remate(1272).
Sobre el particular se ha resuelto, incluso, que la indicación del tiempo y del modo en
que llegó a conocimiento del nulidicente la existencia del proceso es un dato gravitante,
porque hace a la demostración de la oportunidad del planteo de invalidez y, por este camino,
a su sinceridad, por lo que en ausencia de dicha mención "se habría operado la
convalidación tácita o presunta del supuesto acto irregular por el transcurso del plazo legal
para cuestionarlo"(1273); criterio que no podemos compartir en modo alguno, pues creemos
que la concreta demostración de la eventual extemporaneidad de la presentación, con o sin
precisa mención de la fecha, corre por cuenta de la parte contraria a quien impetra el pedido
de nulidad, como acontece, v.gr., en la hipótesis de alegación de hechos nuevos(1274).
Entendemos, por otra parte, que el conocimiento al que alude la norma no se refiere al
que el mandatario pudiese haber tomado en un proceso diverso de aquel en el que el
mandante pretende oponer la nulidad de la notificación, v.gr., de la demanda(1275).
La parte que hubiere dado lugar a la nulidad, no podrá pedir la invalidez del acto realizado.
Requisitos. La nulidad podrá ser declarada a petición de parte o de oficio, siempre que el acto viciado no
estuviere consentido.
Quien promoviere el incidente deberá expresar el perjuicio sufrido del que derivare
el interés en obtener la declaración y mencionar, en su caso, las defensas que no ha
podido oponer.
Si la nulidad fuere manifiesta no se requerirá sustanciación.
La nulidad de un acto no importará la de los anteriores ni la de los sucesivos que sean independientes de
dicho acto.
La nulidad de una parte del acto no afectará a las demás partes que sean
independientes de aquélla.
CAPÍTULO I - INCIDENTES
Toda cuestión que tuviere relación con el objeto principal del pleito y no se hallare sometida a un
procedimiento especial, tramitará en pieza separada, en la forma prevista por las disposiciones de este capítulo.
Los incidentes no suspenderán la prosecución del proceso principal, a menos que este Código disponga lo
contrario o que así lo resolviere el juez cuando lo considere indispensable por la naturaleza de la cuestión
planteada. La resolución será irrecurrible.
Los incidentes no suspenderán la prosecución del proceso principal, a menos que este
Código disponga lo contrario o que así lo resolviere el juez cuando lo considere
indispensable por la naturaleza de la cuestión planteada(1294), siendo la
resolución irrecurrible(1295), así respecto del incidente de nulidad(1296).
Sin embargo, se debe concluir en que el principio previsto en esta materia reconoce
como excepción aquellos supuestos en los que la naturaleza de la cuestión hace necesaria
la suspensión del trámite del proceso principal, y ello sucede cuando se debe resolver la
cuestión incidental con carácter previo(1297)a la prosecución de la causa, o cuando existe la
posibilidad de que la resolución dictada en el incidente motive la extinción total o parcial del
objeto litigioso o la conclusión del proceso(1298), así respecto del incidente de caducidad de
la instancia, si bien una vez concluido su trámite se reanuda aquél(1299).
Sobre estas bases se ha resuelto que, desde el acuse de caducidad hasta la notificación
de la resolución que resolvió el incidente, se produce la suspensión del plazo para
lacontestación de la demanda(1300). No compartimos esta doctrina, pues si bien el pedido
tiene efectos suspensivos con relación al actor, en cuanto le veda la realización de actos
de impulso una vez acusada la perención, no sucede lo propio con relación a la carga de
contestación de la demanda, la cual no se paraliza ni se ve obstaculizada por la inactividad
de aquél —ni, por cierto, la del propio demandado respecto de impulsar su propio incidente
de caducidad, cuyo plazo sino y, a contrario sensu, se vería... suspendido, además de
todo, sine die—; doctrina que inadvertidamente llevaría a extender de manera sensible los
plazos para contestar la demanda, a cambio de la eventual imposición de costas en aquel
incidente, particularmente cuando se tratase de asuntos carentes o de escaso contenido
económico, o el demandado gozase del beneficio de litigar sin gastos, situación que no
puede equipararse con la que contempla el art. 346 del Código, pues en
éste, expresamente se prevé la suspensión del plazo para la contestación de la demanda
en las hipótesis de excepciones de defecto legal, falta de personería o arraigo (véase lo que
se dirá en el comentario al art. 348 de este Código).
El escrito en que se planteare el incidente deberá ser fundado clara y concretamente en los hechos y en el
derecho, ofreciéndose en él toda la prueba.
Si el incidente promovido fuere manifiestamente improcedente, el juez deberá rechazarlo sin más trámite.
La resolución será apelable en efecto devolutivo.
Si hubiere de producirse prueba que requiriese audiencia, el juez la señalará para una fecha que no podrá
exceder de diez días desde que se hubiere contestado el traslado o vencido el plazo para hacerlo; citará a los
testigos que las partes no puedan hacer comparecer por sí y adoptará las medidas necesarias para el
diligenciamiento de la prueba que no pueda recibirse en dicha audiencia. Si no resultare posible su agregación
antes de la audiencia, sólo será tenida en cuenta si se incorporase antes de resolver el incidente, cualquiera sea
la instancia en que éste se encontrare.
La audiencia podrá postergarse o suspenderse una sola vez por un plazo no mayor de diez días, cuando
hubiere imposibilidad material de producir la prueba que deba recibirse en ella.
La audiencia podrá suspenderse o postergarse por una sola vez, y por un plazo no mayor
de diez días, cuando la prueba no pudiese recibirse en ella, dispositivo que es raramente
aplicado en la práctica.
La prueba pericial, cuando procediere, se llevará a cabo por un solo perito designado de oficio. No se
admitirá la intervención de consultores técnicos.
No podrá proponerse más de cinco testigos por cada parte y las declaraciones no
podrán recibirse fuera de la jurisdicción, cualquiera fuere el domicilio de aquéllos.
Las cuestiones que surgieren en el curso de los incidentes y que no tuvieren entidad suficiente para
constituir otro autónomo, se decidirán en la interlocutoria que los resuelva.
Contestado el traslado o vencido el plazo, si ninguna de las partes hubiese ofrecido prueba o no se ordenase
de oficio, o recibida la prueba, en su caso, el juez, sin más trámite, dictará resolución.
El juez deberá pronunciar sentencia sin más trámite luego de contestado el traslado del
incidente o vencido el plazo para hacerlo, si ninguna de las partes hubiese ofrecido prueba
o —repárese bien— si no se la ordenase de oficio, o una vez recibida que fue ésta(1310).
Como en todo juicio o incidente, las costas habrán de imponerse siempre al vencimiento,
porque quien hace necesaria la intervención del tribunal por su conducta —acción u
omisión— debe soportar el pago de aquellas que la contraparte ha debido realizar en
defensa de sus derechos. La facultad judicial de eximir al vencido, total o parcialmente, es
de carácter excepcional y de interpretación restringida. El criterio objetivo de la derrota como
fundamento para la imposición de las costas es de interpretación estricta(1311).
Todos los incidentes que por su naturaleza pudieren paralizar el proceso, cuyas causas existieren
simultáneamente y fuesen conocidas por quien los promueve, deberán ser articulados en un mismo escrito,
siempre que sea posible su tramitación conjunta. Se desestimarán sin más trámite los que se entablaren con
posterioridad.
En los procesos sumario y sumarísimo, regirán los plazos que fije el juez, quien asimismo adoptará de oficio las medidas adecuadas para que el incidente no desnaturalice
el procedimiento principal.
Procederá la acumulación de procesos cuando hubiere sido admisible la acumulación subjetiva de acciones
de conformidad con lo prescripto en el art. 88 y, en general, siempre que la sentencia que haya de dictarse en
uno de ellos pudiere producir efectos de cosa juzgada en otro u otros.
Se requerirá, además:
1) Que los procesos se encuentren en la misma instancia.
2) Que el juez a quien corresponda entender en los procesos acumulados sea
competente por razón de la materia. A los efectos de este inciso no se considerarán
distintas las materias civil y comercial.
3) Que puedan sustanciarse por los mismos trámites. Sin embargo, podrán
acumularse dos o más procesos de conocimiento, o dos o más procesos de ejecución
sujetos a distintos trámites, cuando su acumulación resultare indispensable en razón
de concurrir la circunstancia prevista en la última parte del primer párrafo. En tal
caso, el juez determinará el procedimiento que corresponde imprimir al juicio
acumulado.
4) Que el estado de las causas permita su sustanciación conjunta, sin producir
demora perjudicial e injustificada en el trámite del o de los que estuvieren más
avanzados.
La acumulación se hará sobre el expediente en el que primero se hubiese notificado la demanda. Si los
jueces intervinientes en los procesos tuvieren distinta competencia por razón del monto, la acumulación se hará
sobre el de mayor cuantía.
El incidente podrá plantearse ante el juez que debe conocer en definitiva o ante el que debe remitir el
expediente.
En el primer caso, el juez conferirá traslado a los otros litigantes, y si considerare
fundada la petición solicitará el otro u otros expedientes, expresando los
fundamentos de su pedido. Recibidos, dictará sin más trámite resolución, contra la
cual no habrá recurso y la hará conocer a los juzgados donde tramitaban los
procesos.
En el segundo caso, dará traslado a los otros litigantes, y si considerare
procedente la acumulación remitirá el expediente al otro juez, o bien le pedirá la
remisión del que tuviere en trámite, si entendiese que la acumulación debe efectuarse
sobre el que se sustancia ante su juzgado, expresando los motivos en que se funda.
En ambos supuestos la resolución será inapelable.
Si se declarase improcedente el pedido, la resolución será apelable.
Sea que la acumulación se hubiese dispuesto a pedido de parte o de oficio, si el juez requerido no accediere,
deberá elevar el expediente a la cámara que constituya su alzada; ésta, sin sustanciación alguna, resolverá en
definitiva si la acumulación es procedente.
El curso de todos los procesos se suspenderá, si tramitasen ante un mismo juez, desde que se promoviere
la cuestión. Si tramitasen ante jueces distintos, desde que se comunicare el pedido de acumulación al juez
respectivo. Exceptúanse las medidas o diligencias de cuya omisión pudiere resultar
perjuicio.
Si todos los procesos tramitan ante un mismo juez, se suspenderá el trámite de todos
ellos desde que se promoviere la cuestión; si tramitan, en cambio, ante distintos jueces,
desde que se comunicare el pedido de acumulación al juez respectivo, salvo las medidas o
diligencias de cuya omisión pudiere resultar perjuicio; y los trámites no se reanudanhasta
tanto no quede resuelta, firme o ejecutoriada, la resolución que dispuso la acumulación(1343).
Es así que el solo pedido de acumulación de los autos de consignación con el juicio de
desalojo en trámite por ante otro juzgado donde se formuló, no produce la suspensión de
los trámites en aquélla, ya que tramitando ambas ante distintos jueces, la suspensión recién
opera desde la comunicación al otro juez del planteo de acumulación(1344).
Los procesos acumulados se sustanciarán y fallarán conjuntamente, pero si el trámite resultare dificultoso
por la naturaleza de las cuestiones planteadas, podrá el juez disponer, sin recurso, que cada proceso se
sustancie por separado, dictando una sola sentencia.
Las providencias cautelares podrán ser solicitadas antes o después de deducida la demanda, a menos que
de la ley resultare que ésta debe entablarse previamente.
El escrito deberá expresar el derecho que se pretende asegurar, la medida que se
pide, la disposición de la ley en que se funde y el cumplimiento de los requisitos que
corresponden, en particular, a la medida requerida.
Los jueces no podrán decretar ninguna medida cautelar que afecte, obstaculice,
comprometa, distraiga de su destino o de cualquier forma perturbe los recursos
propios del Estado, ni imponer a los funcionarios cargas personales pecuniarias.
1. OPORTUNIDAD
2. REQUISITOS
3. PRESUPUESTOS
4. CARACTERES
En líneas generales, podemos decir que las medidas cautelares se caracterizan por
su instrumentalidad, provisionalidad, flexibilidad y autonomía.
Las medidas cautelares son instrumentales por cuanto carecen de un fin en sí mismas y
se encuentran subordinadas y ordenadas funcionalmente a un proceso principal del cual
dependen, en miras a asegurar el cumplimiento de la sentencia a dictarse en aquél o la
integridad de las personas y los bienes involucrados en él. Esta instrumentalidad debe
entenderse como una relación con otro proceso judicial y en absoluto con relación a otra
pretensión, pues aquéllas pueden "servir" también para garantizar la eficacia práctica de una
mera petición procesal, así, v.gr., las dispuestas en el proceso sucesorio (art. 690, CPCCN)
(ver comentario al art. 774).
Viene a cuento destacar, como hemos dicho antes, que para nosotros, la coincidencia
sustancial entre el objeto mediato de la pretensión cautelar con el de la pretensión o petición
de fondo no importa desconocer el carácter instrumental de la primera, en tanto dicha tutela
no agote, definitivamente, la cuestión, vale decir, en tanto mantenga la nota
de provisionalidad a la que seguidamente haremos referencia(1371).
Es más, la identidad material del objeto de la medida cautelar con el objeto de la
pretensión de fondo, seguida como hemos dicho antes, por la propia Corte federal —así en
Camacho Acosta— que aparece, antes bien, expresamente admitida por numerosas leyes,
como ser, por caso, la 25.587 (art. 1°), la 16.986 (art. 15), el Código Contencioso
Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires (art. 177, ley 189) y por un
importante sector de la doctrina, se diría que es regla cuando se trata de la protección del
derecho a la vida o a la salud, así como se señalara por la Corte en "Pardo, Héctor Paulino
y otro v. Di Césare, Luis Alberto y otro"(1372), causa en la que se diría que "una moderna
concepción del proceso exige poner el acento en el valor 'eficacia' de la función jurisdiccional
y en el carácter instrumental de las normas procesales, en el sentido de que su finalidad
radica en hacer efectivos los derechos sustanciales cuya protección se requiere, y en ese
marco de actuación las medidas de la naturaleza de la solicitada se presentan como una de
las vías aptas, durante el trámite del juicio, para asegurar el adecuado servicio de justicia y
evitar el riesgo de una sentencia favorable pero ineficaz por tardía...", y que "corresponde
recordar que el mencionado anticipo de jurisdicción que incumbe a los tribunales en el
examen de ese tipo de medidas cautelares, lleva ínsita una evaluación de la amenaza
inminente de los daños definitivos y del peligro de permanencia en la situación actual —
aspectos ambos que resultan patentes en la causa— a fin de habilitar una resolución que,
al conciliar los intereses de aquéllos, según el grado de verosimilitud, y el derecho
constitucional de defensa del demandado, logre la medida necesaria y oportuna de la
jurisdicción que el caso requiere, aseveración que no importa, cabe aclarar, una decisión
final sobre el reclamo de los demandantes formulado en el proceso principal".
Las medidas cautelares se caracterizan, a su turno, por su provisionalidad(1373), por lo
que ellas habrán de subsistir hasta el momento en que la sentencia
definitiva adquierafirmeza o ejecutoriedad —verificándose su conversión luego, en todo
caso, en ejecutorias— o mientras duren las circunstancias fácticas que las determinaron
(rebus sic stantibus), pudiendo entonces solicitarse su levantamiento en tanto esos
presupuestos sufriesen alguna alteración (art. 202, CPCCN)(1374), mediante la promoción del
correspondiente incidente.
Por otra parte, las medidas cautelares caducan cuando ha recaído sentencia firme o
ejecutoriada en el proceso principal que desestima la pretensión, puesto que éstas operan
como accesorias y al solo efecto de garantizar el cumplimiento de una eventual condena,
razón por la cual, aun cuando no se haya ordenado formalmente el levantamiento de la
medida, el afectado podría disponer libremente de los derechos o bienes involucrados en
ella(1375), sin perder de vista las necesarias comunicaciones que pudiesen corresponder,
respecto de las anotadas sobre bienes registrables, máxime frente a terceros.
No obstante, la provisionalidad de la medida cautelar en función del pronunciamiento de
la sentencia definitiva habrá de examinarse a partir de la concreta naturaleza de aquélla y
del contenido y efectos de ésta, desde que, por ejemplo, la cuota alimentaria provisional está
destinada a regir hasta el dictado de la sentencia definitiva que admitió la pretensión de
fijación de alimentos, sea que ella se encuentre firme o apelada(1376); mientras que, por
ejemplo, la ordenada en el proceso sucesorio, al igual que la contemplada en el divorcio, se
mantendrá —en principio— mientras no se proceda a la partición de los bienes, salvo
demostración de su innecesariedad o abuso del derecho(1377).
En similar contexto, el art. 229, Código Procesal, dispone que la anotación de litis se
extinguirá con la terminación del juicio, si bien en el caso en que la demanda hubiese sido
admitida, se mantendrá hasta que la sentencia haya sido cumplida.
Es oportuno señalar que el art. 65, Código Procesal, si bien dispone que las medidas
cautelares decretadas de conformidad con lo que establece el art. 63, "continuarán hasta la
terminación del juicio", autoriza su levantamiento cuando "el interesado justificase haber
incurrido en rebeldía por causa que no haya estado a su alcance vencer", aplicándose las
normas sobre ampliación, sustitución o reducción, actuación que tramitará por incidente sin
detener el curso del principal.
En ausencia de este carácter o, lo que es lo mismo, en tanto la tutela se
alcance definitivamente con la pretensión "cautelar", somos de la idea de que ésta dejaría
de ser tal, hallándonos, por el contrario, en presencia de un proceso urgente, cualquiera
fuese la denominación que se le acuerde y la tramitación que se le hubiese impreso.
Las medidas cautelares se caracterizan, además, por la flexibilidad o mutabilidad, nota
que significa que el requirente podrá pedir su ampliación, mejora o sustitución, probando
que éstas no cumplen acabadamente con su función de garantía; y el afectado, su
sustitución por otras menos gravosas, el reemplazo de los bienes cautelados por otros del
mismo valor, o ya la reducción del monto por el que aquélla fue trabada (art. 203, CPCCN).
La sustitución de una medida cautelar cabe, pues, a petición del deudor o del acreedor e
incluso de oficio por el juez, si con ello se garantiza la igualdad de los litigantes y se evita,
en síntesis, un innecesario daño al sujeto pasivo; y en cualquier oportunidad del
proceso(1378).
El juez, a su turno, por aplicación de esa flexibilidad y para evitar perjuicios innecesarios
al interesado, podrá disponer una medida distinta de la solicitada, o limitarla, teniendo en
cuenta la importancia del derecho que se pretende proteger (art. 204, CPCCN), si bien para
algunos esta facultad sólo podría ejercerse cuando todavía no hubiese sido decretada o más
bien notificada(1379) al afectado, pues, en ese caso, estaría a cargo de éste requerir la
sustitución o limitación de la misma(1380), criterio que compartimos, pues el juez no puede ni
debe, de ordinario, superar la voluntad de la parte o la del tercero afectado por aquélla.
La sustitución es la regla general en materia de medidas cautelares a los fines de
prevenir posibles perjuicios, y siempre a condición de que se garantice eficientemente el
derecho de quien la obtuvo, por lo que los nuevos bienes deben ser suficientes para
responder al derecho asegurado y las costas; o lo que es lo mismo en tanto, naturalmente,
de ello no se siga detrimento a la seguridad existente(1381).
Para nosotros, por último, las medidas cautelares son también autónomas por su propia
naturaleza, pues no se confunden con la pretensión objeto del proceso contencioso o con
la petición que constituye el objeto del proceso extracontencioso, sino que se trata la cautelar
de una pretensión, o si se quiere acción, diversa de la pretensión o petición de fondo actuada
en el proceso principal, llamada a tener una virtualidad provisoria, por más que pueda mediar
alguna coincidencia entre "el bien de la vida" aprehendido en una y otra.
Se trata de una pretensión fundada en una causa que no exige la demostración de la
existencia o certeza de un derecho, sino la comprobación de una
mera apariencia overosimilitud del mismo (y del fundado temor de su frustración, ínterin el
reconocimiento definitivo del mismo), y siempre "contenciosa" por sí misma; mientras que,
como se ha dicho antes, el objeto del proceso principal al cual sirve podrá estar constituido
por una pretensión procesal o ya por una petición procesal; o, lo que es lo mismo, podrá ser
o tratarse de un proceso contencioso o extracontencioso.
5. CRITERIO DE ADMISIÓN
Establece el art. 1º, ley 25.587, que en todos los procesos, de "cualquier naturaleza"(1389), en que se demande al Estado nacional,
entidades integrantes del sistema financiero, de seguros o mutuales, en razón de créditos, deudas, obligaciones, depósitos o
reprogramaciones financieras que pudieran considerarse alcanzadas por la ley 25.561y disposiciones reglamentarias y
complementarias, sólo será admisible la medida cautelar contemplada por el art. 230, CPCCN; "cuando existiere el peligro de que si se
mantuviere o alterare, en su caso, la situación de hecho o de derecho la modificación pudiera interferir en la sentencia o convirtiere su
ejecución en imposible o ineficaz".
La ley remite y declara aplicable a la llamada medida de no innovar prevista por el art.
230, CPCCN; cautelar que procede aquí, como en cualquier otra causa, para impedir el
cambio de una situación de hecho o de derecho o ya para provocarlo, para asegurar la
eventual ejecución o cumplimiento práctico de la sentencia a dictarse, conformándose de tal
suerte una cautela típicamente conservativa y una clara y clásica medida innovativa, si bien
no se nos escapa que para parte de la doctrina esta última vendría a conformar una
medida cautelar genérica autorizada por el art. 232 del citado ordenamiento(1390).
Por otra parte, agrega el citado dispositivo legal que en ningún caso las medidas
cautelares que se dispongan podrán tener idéntico objeto que el perseguido respecto de lo
que deba ser materia del fallo final, ni consistir en la entrega de los bienes objeto de la tutela,
bajo ningún título que fuere, exceptuándose aquellos supuestos en los que se prueba "que
existen razones suficientes que pongan en riesgo la vida, la salud o la integridad física de
las personas o cuando la reclamante sea una persona física de setenta y cinco (75) o más
años de edad".
De lo expuesto se sigue que la ley explícitamente reconoce, además, que el objeto de la
pretensión cautelar puede coincidir, total o parcialmente, con el objeto de la pretensión de
fondo (siquiera cuando aquélla es solicitada sobre la base del peligro que aparejaría su
postergación para la integridad física, la vida o la salud del peticionante, o cuando éste tiene
75 o más años de edad), supuesto en el cual podría incluso procederse a la entrega de los
fondos afectados por la misma, también en forma total o parcial, coincidencia que, por cierto,
no priva a aquélla de su calidad de cautelar en tanto la tutela no se agote definitivamente con
su despacho; pues como hemos dicho en otro lugar(1391), este tipo de resoluciones,
denominadas por algunos tutelas materiales o anticipatorias, son para nosotros, lisa y
llanamente, cautelares.
Ahora bien, cabe señalar que la prohibición contenida en el artículo en cuestión, referida
a que "en ningún caso las medidas cautelares podrán tener idéntico objeto" que el
perseguido respecto de lo que deba ser materia del fallo final, presupone la existencia de
una exacta identidad entre uno y otro, vale decir una "igualdad que se realiza siempre
cualquiera sea el valor de las variables contenidas en su expresión"(1392). Por esta razón
entendemos que la ley autoriza a decretar la medida de innovar o de no innovar, y el
consiguiente retiro de fondos, en tanto no medie esa exacta identidad, quedando al margen,
por supuesto, aquellas hipótesis expresamente previstas en las que cabe autorizarla aun
cuando se constate matemática identidad cuantitativa y cualitativa entre ambos objetos.
8. TUTELA PREVENTIVA
TÍTULO I - De las medidas cautelares en las causas en las que es parte o interviene
el Estado nacional
Art. 1° - Ámbito de Aplicación.
Las pretensiones cautelares postuladas contra toda actuación u omisión del Estado
Nacional o sus entes descentralizados, o solicitadas por éstos, se rigen por las
disposiciones de la presente ley.
El régimen previsto en esta ley resulta aplicable cuando el Estado o sus entes
descentralizados revistan el carácter de "parte" en sentido estricto y cuando
intervengan voluntariamente o en calidad de tercero citado coactivamente y se solicite
por o contra aquéllos una pretensión cautelar, como luego reconocen los arts. 16 y 18
de esta ley.
Art. 2° - Medidas cautelares dictadas por Juez incompetente.
1. Al momento de resolver sobre la medida cautelar solicitada el juez deberá
expedirse sobre su competencia, si no lo hubiere hecho antes.
Los jueces deberán abstenerse de decretar medidas cautelares cuando el
conocimiento de la causa no fuese de su competencia.
2. La providencia cautelar dictada contra el Estado nacional y sus entes
descentralizados por un juez o tribunal incompetente, sólo tendrá eficacia cuando se
trate de sectores socialmente vulnerables acreditados en el proceso, se encuentre
comprometida la vida digna conforme la Convención Americana de Derechos
Humanos, la salud o un derecho de naturaleza alimentaria. También tendrá eficacia
cuando se trate de un derecho de naturaleza ambiental.
En este caso, ordenada la medida, el juez deberá remitir inmediatamente las
actuaciones al juez que considere competente, quien, una vez aceptada la
competencia atribuida, deberá expedirse de oficio sobre el alcance y vigencia de la
medida cautelar concedida, en un plazo que no podrá exceder los cinco (5) días.
La norma señala que si el juez no se hubiese declarado competente con anterioridad, al
momento de resolver la admisibilidad de la medida cautelar deberá pronunciarse
previamente sobre su competencia y que la pretensión cautelar dictada por un juez
incompetente solo tendrá eficacia en los supuestos que contempla el inc. 2 de este artículo
("derechos" —lato sensu— de sectores socialmente vulnerables, relativos a "la vida digna",
la salud, de naturaleza alimentaria y vinculados con el medio ambiente) —aunque de todos
modos se trata de una virtualidad precaria o provisional, pues finalmente será el juez que
resulte competente quien deberá expedirse de oficio o, agregamos, a petición de parte,
sobre si la mantiene o no y sobre sus alcances dentro de los 5 días, suponemos, de
declarada su competencia— con lo que modifica en este sentido el art. 196 del Código
Procesal. Fuera de estos supuestos, sin embargo, pensamos que igual vigencia "interina"
tendrá la medida cautelar decretada por un juez ulteriormente declarado incompetente
desde que ella fue ordenada y hasta que se resolvió su incompetencia, tal cual se contempla
en la hipótesis prevista por el art. 4º, inc. 1 de la ley.
Art. 3° - Idoneidad del objeto de la pretensión cautelar.
1. Previa, simultáneamente o con posterioridad a la interposición de la demanda se
podrá solicitar la adopción de las medidas cautelares que de acuerdo a las reglas
establecidas en la presente resulten idóneas para asegurar el objeto del proceso.
2. La pretensión cautelar indicará de manera clara y precisa el perjuicio que se
procura evitar; la actuación u omisión estatal que lo produce; el derecho o interés
jurídico que se pretende garantizar; el tipo de medida que se pide; y el cumplimiento
de los requisitos que correspondan, en particular, a la medida requerida.
3. El juez o tribunal, para evitar perjuicios o gravámenes innecesarios al interés
público, podrá disponer una medida precautoria distinta de la solicitada, o limitarla,
teniendo en cuenta la naturaleza del derecho que se intentare proteger y el perjuicio
que se procura evitar.
4. Las medidas cautelares no podrán coincidir con el objeto de la demanda
principal.
Lo establecido aquí constituye una reiteración de las reglas generales que contemplan
los arts. 195 y 204 del Código Procesal, aunque en el inc. 4 se establece que el objeto de la
medida cautelar no puede coincidir con el objeto de la pretensión "principal", violentando, a
nuestro entender, lo que disponen en sentido contrario diversas leyes, así, la 16.986 y la
25.587 e incluso lo que establecen los arts. 13 y 15 de esta ley (véase lo dicho en los
comentarios a los arts. 195 y 321 de este Código).
Art. 4° - Informe previo.
1. Solicitada la medida cautelar, el juez, previo a resolver, deberá requerir a la
autoridad pública demandada que, dentro del plazo de cinco (5) días, produzca un
informe que dé cuenta del interés público comprometido por la solicitud.
Con la presentación del informe, la parte demandada podrá expedirse acerca de
las condiciones de admisibilidad y procedencia de la medida solicitada y acompañará
las constancias documentales que considere pertinentes.
Sólo cuando circunstancias graves y objetivamente impostergables lo justificaran,
el juez o tribunal podrá dictar una medida interina, cuya eficacia se extenderá hasta el
momento de la presentación del informe o del vencimiento del plazo fijado para su
producción.
Según la índole de la pretensión el juez o tribunal podrá ordenar una vista previa al
Ministerio Público.
2. El plazo establecido en el inciso anterior no será aplicable cuando existiere un
plazo menor especialmente estipulado. Cuando la protección cautelar se solicitase en
juicios sumarísimos y en los juicios de amparo, el término para producir el informe será
de tres (3) días.
3. Las medidas cautelares que tengan por finalidad la tutela de los supuestos
enumerados en el artículo 2°, inciso 2, podrán tramitar y decidirse sin informe previo
de la demandada.
La norma prevé una sustanciación previa con el Estado o sus Entes descentralizados,
con lo que se modifica el art. 198 del Código Procesal en este contexto, por el plazo de 5
días o el de 3 en juicio sumarísimo o en "los" juicios de amparo —sin distinción de ninguna
laya (véase el comentario al art. 321 de este Código)— salvo que la causa se refiera a
"derechos" de sectores socialmente vulnerables acreditados en el proceso, se encuentre
comprometida la vida digna conforme a la Convención Americana de Derechos Humanos,
la salud o un derecho de naturaleza alimentaria, o "un derecho de naturaleza ambiental", si
bien, cabe destacar, que en este caso el juez podrá igualmente ordenar la producción del
informe, pues el inc. 3 lo faculta pero no excluye su pertinencia (sobre la sustanciación de
medidas cautelares, véase lo dicho en el punto 11 del comentario al art. 195 de este
Código)(1493).
No obstante, establece el artículo que si "circunstancias graves y objetivamente
impostergables lo justificaran", el juez o tribunal podrá dictar la medida cautelar "interina sin
previo informe, cuya eficacia se extenderá hasta el momento de su presentación o del
vencimiento del plazo fijado para su producción".
En el referido informe el Estado o la entidad descentralizada, deberá dar cuenta no "del
interés publico comprometido por la solicitud" que no necesariamente debe constatarse en
estas causas, sino sobre si existe o no dicho interés, y acerca de si la medida cautelar es
admisible o no, acompañando las prueba documentales que acrediten uno y/u otro extremo.
Según la índole de la pretensión el juez o tribunal podrá ordenar una vista previa al Ministerio
Público(1494).
Art. 5° - Vigencia temporal de las medidas cautelares frente al Estado.
Al otorgar una medida cautelar el juez deberá fijar, bajo pena de nulidad, un límite
razonable para su vigencia, que no podrá ser mayor a los seis (6) meses. En los
procesos de conocimiento que tramiten por el procedimiento sumarísimo y en los
juicios de amparo, el plazo razonable de vigencia no podrá exceder de los tres (3)
meses.
No procederá el deber previsto en el párrafo anterior, cuando la medida tenga por
finalidad la tutela de los supuestos enumerados en el art. 2°, inc. 2.
Al vencimiento del término fijado, a petición de parte, y previa valoración adecuada
del interés público comprometido en el proceso, el tribunal podrá, fundadamente,
prorrogar la medida por un plazo determinado no mayor de seis (6) meses, siempre
que ello resultare procesalmente indispensable.
Será de especial consideración para el otorgamiento de la prórroga la actitud
dilatoria o de impulso procesal demostrada por la parte favorecida por la medida.
Si se tratara de una medida cautelar dictada encontrándose pendiente el
agotamiento de la vía administrativa previa, el límite de vigencia de la medida cautelar
se extenderá hasta la notificación del acto administrativo que agotase la vía, sin
perjuicio de lo dispuesto en el art. 8° segundo párrafo.
Se establece que el juez deberá fijar, bajo pena de nulidad, un límite razonable para la
vigencia de la medida cautelar, plazo que no podrá ser superior a los 6 meses o de 3 meses
en el juicio sumarísimo y en los juicios de amparo, para nosotros contados desde que la
resolución que dispuso la medida cautelar quede firme o ejecutoriada, plazo que sin
embargo e no resultará de aplicación cuando la medida tenga por finalidad la tutela de los
"derechos" enumerados en el art. 2°, inc. 2, de esta ley.
Al vencimiento del término fijado, reza la norma, a petición de parte, y previa valoración
adecuada del interés público involucrado en la litis, el juez podrá por resolución fundada
prorrogar la medida por un plazo determinado no mayor de 6 meses, siempre que ello
resultare procesalmente indispensable, sin distinguir en este supuesto si se trata de juicio
sumarísimo o de juicios de amparo. Será de especial consideración para el otorgamiento de
la prórroga, dice el dispositivo, la actitud dilatoria o de impulso procesal demostrada por la
parte que obtuvo la medida, aunque también debería ponderarse con tal virtualidad la
conducta del propio Estado o Ente descentralizado, en adecuada observancia a la garantía
de la igualdad ante la ley. Si por caso la medida se hubiese dictado encontrándose pendiente
el agotamiento de la vía administrativa previa, el límite de vigencia de la medida cautelar se
extenderá hasta la notificación del acto administrativo que agotase la vía, sin perjuicio de lo
dispuesto en el art. 8° segundo párrafo de esta ley.
Art. 6° - Carácter provisional.
1. Las medidas cautelares subsistirán mientras dure su plazo de vigencia.
2. En cualquier momento en que las circunstancias que determinaron su dictado
cesaren o se modificaren, se podrá requerir su levantamiento.
A partir de la provisionalidad propia de las medidas cautelares, dispone la norma que en
cualquier momento en que las circunstancias que determinaron su dictado cesaren o se
modificaren, se podrá requerir su levantamiento (ver comentario al art. 202 de este Código),
a lo que se agrega que se mantendrán durante el plazo judicial de vigencia señalado.
Art. 7° - Modificación.
1. Quien hubiere solicitado y obtenido una medida cautelar podrá pedir su
ampliación, mejora o sustitución, justificando que ésta no cumple adecuadamente la
finalidad para la que está destinada.
2. Aquel contra quien se hubiere decretado la medida cautelar podrá requerir su
sustitución por otra que le resulte menos gravosa, siempre que ésta garantice
suficientemente el derecho de quien la hubiere solicitado y obtenido.
3. La resolución se dictará previo traslado a la otra parte por el plazo de cinco (5)
días en el proceso ordinario y de tres (3) días en el proceso sumarísimo y en los juicios
de amparo.
La flexibilidad o mutabilidad que caracteriza a las medidas cautelares autoriza a pedir su
ampliación, mejora o sustitución, justificando que ésta no cumple adecuadamente la
finalidad para la que está destinada, mientras que el afectado podrá requerir su sustitución
por otra que le resulte menos gravosa, siempre que ésta garantice suficientemente el
derecho de quien la hubiere solicitado y obtenido, resolución que se dictará previo
sustanciación con la contraria por el plazo de 5 días en el proceso ordinario y de 3 días en
el proceso sumarísimo y en los juicios de amparo (ver comentario al art. 203 de este Código).
Art. 8° - Caducidad de las medidas cautelares.
1. Se producirá la caducidad de pleno derecho de las medidas cautelares que se
hubieren ordenado y hecho efectivas antes de la interposición de la demanda, si
encontrándose agotada la vía administrativa no se interpusiere la demanda dentro de
los diez (10) días siguientes al de su traba.
Cuando la medida cautelar se hubiera dispuesto judicialmente durante el trámite
del agotamiento de la vía administrativa, dicha medida caducará automáticamente a
los diez (10) días de la notificación al solicitante del acto que agotase la vía
administrativa.
2. Las costas y los daños y perjuicios causados en el supuesto previsto en el primer
párrafo del inciso 1 del presente, serán a cargo de quien hubiese solicitado y obtenido
la medida caduca, y ésta no podrá proponerse nuevamente por la misma causa y como
previa a la promoción de la demanda; una vez iniciada la demanda, podrá requerirse
nuevamente si concurrieren los requisitos para su procedencia.
Se establece la caducidad de pleno derecho de las medidas cautelares que se hubieren
ordenado y hecho efectivas antes de la interposición de la demanda, si encontrándose
agotada la vía administrativa no se interpusiere la demanda dentro de los 10 días siguientes
al de su traba, incurriendo el legislador en el error de tomar como presupuesto el
agotamiento de dicha vía cuando dicha recaudo no se exige en ciertos casos, v.gr. reclamo
de daños contra el Estado, con lo que la caducidad debe entenderse operada cuando no se
promoviese la demanda dentro del referido plazo contado desde su efectivización (ver
comentario al art. 207 de este Código).
Si la medida cautelar se hubiera dispuesto judicialmente durante el trámite del
agotamiento de la vía administrativa, ella caducará automáticamente a los 10 días de la
notificación al solicitante del acto que agotase la vía administrativa si no se hubiese
promovido la demanda.
Se prevé que las costas y los daños y perjuicios causados en el supuesto previsto en el
primer párrafo del inc. 1 del presente, serán a cargo de quien hubiese solicitado y obtenido
la medida caduca, y ésta no podrá proponerse nuevamente por la misma causa y como
previa a la promoción de la demanda, considerando nosotros que en materia de daños ello
será así en tanto y en cuanto se verifique la hipótesis del art. 208 del Código Procesal,
aplicable a la luz de lo que dispone el art. 18 de la ley (abuso del derecho a petiicionar
medidas cautelares).
Decretada la caducidad, señala el artículo, que una vez iniciada la demanda podrá
requerirse nuevamente la medida cautelar si concurrieren los requisitos para su
procedencia.
Art. 9° - Afectación de los recursos y bienes del Estado.
Los jueces no podrán dictar ninguna medida cautelar que afecte, obstaculice,
comprometa, distraiga de su destino o de cualquier forma perturbe los bienes o
recursos propios del Estado, ni imponer a los funcionarios cargas personales
pecuniarias.
Reproduce la norma lo que dispone el art. 195, párr. 3º del Código Procesal, texto según
la ley 25.453.
Art. 10. - Contracautela.
1. Las medidas cautelares dictadas contra el Estado nacional o sus entidades
descentralizadas tendrán eficacia práctica una vez que el solicitante otorgue caución
real o personal por las costas y daños y perjuicios que la medida pudiere ocasionar.
2. La caución juratoria sólo será admisible cuando el objeto de la pretensión
concierna a la tutela de los supuestos enumerados en el art. 2°, inc. 2.
Se establece que la contracautela como presupuesto de ejecutabilidad de las medidas
cautelares, como regla, deberá ser real o personal, reservándose la juratoria sólo para la
tutela de los "derechos" previstos en el art. 2º, inc. 2 de esta ley (ver comentario al art. 199
de este Código)(1495).
Art. 11. - Exención de la contracautela.
No se exigirá caución si quien obtuvo la medida:
1. Fuere el Estado nacional o una entidad descentralizada del Estado nacional.
2. Actuare con beneficio de litigar sin gastos.
Se encuentra exento el solicitante de prestar caución, real, personal o juratoria, si quien
obtuvo la medida es el Estado nacional o una entidad descentralizada o actuare con
beneficio de litigar sin gastos (ver comentario al art. 200 de este Código).
Art. 12. - Mejora de la contracautela.
En cualquier estado del proceso, la parte contra quien se hubiere hecho efectiva
una medida cautelar podrá pedir que se mejore la caución probando sumariamente
que la fijada es insuficiente. El juez resolverá previo traslado a la otra parte.
En cualquier estado del proceso, la parte contra quien se hubiere hecho efectiva una
medida cautelar podrá pedir la mejora de la caución, sea en su extensión o calidad, probando
sumariamente que la fijada es insuficiente, resolución que deberá dictarse previo traslado
(por 5 días, art. 150 de este Código) a la otra parte (ver comentario al art. 201 de este
Código).
Art. 13. - Suspensión de los efectos de un acto estatal.
1. La suspensión de los efectos de una ley, un reglamento, un acto general o
particular podrá ser ordenada a pedido de parte cuando concurran simultáneamente
los siguientes requisitos:
a) Se acreditare sumariamente que el cumplimiento o la ejecución del acto o de la
norma, ocasionará perjuicios graves de imposible reparación ulterior;
b) La verosimilitud del derecho invocado;
c) La verosimilitud de la ilegitimidad, por existir indicios serios y graves al respecto;
d) La no afectación del interés público;
e) Que la suspensión judicial de los efectos o de la norma no produzca efectos
jurídicos o materiales irreversibles.
2. El pedido de suspensión judicial de un reglamento o de un acto general o
particular, mientras está pendiente el agotamiento de la vía administrativa, sólo será
admisible si el particular demuestra que ha solicitado la suspensión de los efectos del
acto ante la Administración y que la decisión de ésta fue adversa a su petición, o que
han transcurrido cinco (5) días desde la presentación de la solicitud sin que ésta
hubiera sido respondida.
En este supuesto la procedencia de la medida se valorará según los mismos
requisitos establecidos en el inciso anterior.
3. La providencia que suspenda los efectos de un acto estatal será recurrible por
vía de reposición; también será admisible la apelación, subsidiaria o directa.
El recurso de apelación interpuesto contra la providencia cautelar que suspenda,
total o parcialmente, los efectos de una disposición legal o un reglamento del mismo
rango jerárquico, tendrá efecto suspensivo, salvo que se encontrare comprometida la
tutela de los supuestos enumerados en el art. 2°, inc. 2.
4. La entidad pública demandada podrá solicitar el levantamiento de la suspensión
del acto estatal en cualquier estado del trámite, invocando fundadamente que ella
provoca un grave daño al interés público. El tribunal, previo traslado a la contraparte
por cinco (5) días, resolverá el levantamiento o mantenimiento de la medida. En la
resolución se declarará a cargo de la entidad pública solicitante la responsabilidad por
los perjuicios que irrogue la ejecución, en el supuesto en que se hiciere lugar a la
demanda o recurso.
La suspensión de los efectos de una ley, un reglamento, un acto general o particular
podrá ser ordenada a pedido de parte cuando simultáneamente se acredite sumariamente
que el cumplimiento o la ejecución del acto o de la norma ocasionará perjuicios graves de
imposible reparación ulterior; la existencia de verosimilitud del derecho invocado; la
ilegitimidad del acto o norma por existir indicios serios y graves al respecto; la no afectación
del interés público; y que la suspensión judicial de los efectos o de la norma no produce
efectos jurídicos o materiales irreversibles.
La suspensión judicial de un reglamento o de un acto general o particular mientras está
pendiente el agotamiento de la vía administrativa, sólo será admisible si el particular
demuestra que ha efectuado dicho pedido ante la Administración con resultado negativo o
que han transcurrido 5 días desde su presentación sin que éste hubiera sido resuelto, si bien
en todos los casos, en tanto y en cuanto se verifiquen los supuestos previstos en el inc. 1
de este artículo.
Contra la "providencia" que suspenda los efectos de un acto estatal podrá interponerse
recurso de reposición y apelación, subsidiaria o directa.
El recurso de apelación interpuesto contra la providencia cautelar que suspenda, total o
parcialmente, los efectos de una disposición legal o un reglamento del mismo rango
jerárquico, tendrá efecto suspensivo (véase el comentario al art. 321, punto a] de este
Código), salvo que se encontrare comprometida la tutela de los "derechos" enumerados en
el art. 2°, inc. 2, con lo que se modifica la regla inversa sentada por el art. 198 in fine del
Código y se adopta la solución de los arts. 15 de la ley 16.986 o 4º de la ley 25.587 (ver
comentario al art. 198 de este Código)(1496).
El Estado o ente podrá solicitar en todo tiempo el levantamiento de la suspensión del
acto estatal invocando fundadamente que ella provoca un grave daño al interés público,
supuesto en el cual el juez, previo traslado a la contraparte por 5 días, resolverá el
levantamiento o mantenimiento de la medida, si bien en caso de disponerse el levantamiento
en la resolución que así lo resuelve se establecerá que serán a cargo de la entidad pública
solicitante los perjuicios que irrogue su ejecución, en el supuesto en que ulteriormente se
hiciere lugar a la demanda o recurso.
Art. 14. - Medida positiva.
1. Las medidas cautelares cuyo objeto implique imponer la realización de una
determinada conducta a la entidad pública demandada, sólo podrán ser dictadas
siempre que se acredite la concurrencia conjunta de los siguientes requisitos:
a) Inobservancia clara e incontestable de un deber jurídico, concreto y específico,
a cargo de la demandada;
b) Fuerte posibilidad de que el derecho del solicitante a una prestación o actuación
positiva de la autoridad pública, exista;
c) Se acreditare sumariamente que el incumplimiento del deber normativo a cargo
de la demandada, ocasionará perjuicios graves de imposible reparación ulterior;
d) No afectación de un interés público;
e) Que la medida solicitada no tenga efectos jurídicos o materiales irreversibles.
2. Estos requisitos regirán para cualquier otra medida de naturaleza innovativa no
prevista en esta ley.
Las medidas cautelares cuyo objeto implique imponer al Estado o entidad la realización
de una determinada conducta, para nosotros innovativas, sólo podrán ser dictadas siempre
que se acredite la concurrencia simultánea de la inobservancia clara e incontestable de un
deber jurídico, concreto y específico, a cargo de la demandada; de una fuerte posibilidad de
que el derecho del solicitante a una prestación o actuación positiva de la autoridad pública,
exista; que el incumplimiento del deber a cargo de la demandada ocasionará perjuicios
graves de imposible reparación ulterior; que no se afecta un interés público; y que la medida
solicitada no tenga efectos jurídicos o materiales irreversibles.
Por su parte, agrega el dispositivo, estos requisitos se aplicarán para el caso de
requerirse cualquier otra medida cautelar de naturaleza innovativa no prevista en esta ley
(ver comentario al art. 230 de este Código).
Art. 15. - Medida de no innovar.
1. La medida de no innovar procederá cuando concurran simultáneamente los
siguientes requisitos:
a) Se acreditare sumariamente que la ejecución de la conducta material que motiva
la medida, ocasionará perjuicios graves de imposible reparación ulterior;
b) La verosimilitud del derecho invocado;
c) La verosimilitud de la ilegitimidad de una conducta material emanada de un
órgano o ente estatal;
d) La no afectación de un interés público;
e) Que la medida solicitada no tenga efectos jurídicos o materiales irreversibles.
2. Las medidas de carácter conservatorio no previstas en esta ley, quedarán
sujetas a los requisitos de procedencia previstos en este artículo.
Este artículo trata la modalidad estricta de la medida o prohibición de innovar,
disponiendo que ella procederá cuando se acredite simultáneamente y sumariamente que
la ejecución de la conducta material que motiva la medida, ocasionará perjuicios graves de
imposible reparación ulterior; la verosimilitud del derecho invocado; la verosimilitud de la
ilegitimidad de una conducta material emanada de un órgano o ente estatal; que no se afecta
un interés público; y que la medida solicitada no tenga efectos jurídicos o materiales
irreversibles.
Agrega el dispositivo que las medidas cautelares de carácter conservatorio (por
oposición a innovativas) no previstas en esta ley quedarán sujetas a los requisitos de
procedencia previstos en este artículo.
Art. 16. - Medidas cautelares solicitadas por el Estado.
El Estado nacional y sus entes descentralizados podrán solicitar la protección
cautelar en cualquier clase de proceso, siempre que concurran las siguientes
circunstancias:
1. Riesgo cierto e inminente de sufrir perjuicios sobre el interés público, el
patrimonio estatal u otros derechos de su titularidad;
2. Verosimilitud del derecho invocado y, en su caso, de la ilegitimidad alegada;
3. Idoneidad y necesidad en relación con el objeto de la pretensión principal.
Se explicita aquí que el Estado nacional y sus entes descentralizados podrán solicitar la
protección cautelar en cualquier clase de proceso, siempre que se acredite un riesgo cierto
e inminente de sufrir perjuicios que afecten el "interés público", el patrimonio estatal u otros
derechos de su titularidad; la verosimilitud del derecho invocado y, en su caso, de la
ilegitimidad alegada; y la relación que existe entre estas circunstancias con el objeto de la
pretensión principal.
Art. 17. - Tutela urgente del interés público comprometido por la interrupción de los
servicios públicos.
Cuando de manera actual o inminente se produzcan actos, hechos u omisiones
que amenacen, interrumpan o entorpezcan la continuidad y regularidad de los servicios
públicos o la ejecución de actividades de interés público o perturben la integridad o
destino de los bienes afectados a esos cometidos, el Estado nacional o sus entidades
descentralizadas que tengan a cargo la supervisión, fiscalización o concesión de tales
servicios o actividades, estarán legitimados para requerir previa, simultánea o
posteriormente a la postulación de la pretensión procesal principal, todo tipo de
medidas cautelares tendientes a asegurar el objeto del proceso en orden a garantizar
la prestación de tales servicios, la ejecución de dichas actividades o la integridad o
destino de los bienes de que se trate.
Lo expuesto precedentemente no será de aplicación cuando se trate de conflictos
laborales, los cuales se regirán por las leyes vigentes en la materia, conforme los
procedimientos a cargo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social en su
carácter de autoridad de aplicación.
La norma establece que cuando en forma actual o inminente se produzcan actos, hechos
u omisiones que amenacen, interrumpan o entorpezcan la continuidad y regularidad de los
servicios públicos o la ejecución de actividades de interés público o perturben la integridad
o destino de los bienes afectados a esos cometidos, el Estado nacional o las entidades
descentralizadas que tengan a su cargo la supervisión, fiscalización o concesión de tales
servicios o actividades, estarán legitimados para requerir en forma previa, simultánea o con
posterioridad a la promoción de la demanda, "todo tipo de medidas cautelares tendientes a
asegurar el objeto del proceso en orden a garantizar la prestación de tales servicios, la
ejecución de dichas actividades o la integridad o destino de los bienes de que se trate", salvo
cuando se trate de conflictos laborales, en los cuales se aplicarán las leyes vigentes en la
materia, conforme los procedimientos a cargo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social en su carácter de autoridad de aplicación.
Art. 18. - Aplicación de las normas del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación.
Serán de aplicación al trámite de las medidas cautelares contra el Estado nacional
o sus entes descentralizados, o a las solicitadas por éstos, en cuanto no sean
incompatibles con las prescripciones de la presente ley, las normas previstas en el
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
Art. 19. - Procesos excluidos.
La presente ley no será de aplicación a los procesos regidos por la ley 16.986, salvo
respecto de lo establecido en los artículos 4° inciso 2, 5°, 7° y 20 de la presente.
Lo previsto en el articulo 4, inciso 2 (plazo para la producción del informe previo),
5 (vigencia temporal de las medidas cautelares), 7 (plazo previsto para la sustanciación
del pedido de modfiicación de las medidas cautelares) y 20 (inhibitoria entre jueces de
una misma circunscripción judicial) de esta ley será de aplicación al juicio de amparo
regulado por la ley 16.986.
TÍTULO II - Normas complementarias
Art. 20. - Inhibitoria.
La vía de la inhibitoria además del supuesto previsto en el artículo 8° del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, procederá también para la promoción de
cuestiones de competencia entre jueces de una misma circunscripción judicial, en
todas las causas en que el Estado nacional, o alguno de sus entes, sean parte.
Todo conflicto de competencia planteado entre un juez del fuero contencioso
administrativo y un juez de otro fuero, será resuelto por la Cámara Contencioso
Administrativo Federal; mientras que cuando el conflicto de competencia se suscitare
entre la Cámara Contencioso Administrativo y un juez o Cámara de otro fuero, el
conflicto será resuelto por la Cámara Federal de Casación en lo Contencioso
Administrativo Federal.
La norma modifica el art. 7º del Código Procesal, previendo que la inhibitoria procederá
además para la promoción de cuestiones de competencia entre jueces de una misma
circunscripción judicial, en todas las causas en que el Estado Nacional, o alguno de sus
entes, sean parte, y que todo conflicto de competencia planteado entre un juez del fuero
contencioso administrativo y un juez de otro fuero, será resuelto por la Cámara Contencioso
Administrativo Federal; mientras que cuando el conflicto de competencia suscitado entre la
Cámara Contencioso Administrativo y un juez o Cámara de otro fuero, será resuelto por la
Cámara Federal de Casación en lo Contencioso Administrativo Federal (véase comentario
al art. 7º de este Código).
Los jueces deberán abstenerse de decretar medidas precautorias cuando el conocimiento de la causa no
fuese de su competencia.
Sin embargo, la medida ordenada por un juez incompetente será válida siempre
que haya sido dispuesta de conformidad con las prescripciones de este capítulo, pero
no prorrogará su competencia.
El juez que decretó la medida, inmediatamente después de requerido, remitirá las
actuaciones al que sea competente.
La información sumaria para obtener medidas precautorias podrá ofrecerse acompañando con el escrito en
que se solicitaren el interrogatorio de los testigos y la declaración de éstos, ajustada a los arts. 440, primera
parte, 441 y 443, y firmada por ellos.
Los testigos deberán ratificarse en el acto de ser presentado dicho escrito o en
primera audiencia.
Si no se hubiese adoptado el procedimiento que autoriza el primer párrafo de este
artículo, las declaraciones se admitirán sin más trámite, pudiendo el juez
encomendarlas al secretario.
Las actuaciones permanecerán reservadas hasta tanto se ejecuten las medidas.
Tramitarán por expediente separado, al cual se agregarán, en su caso, las copias de
las pertinentes actuaciones del principal.
Las medidas precautorias se decretarán y cumplirán sin audiencia de la otra parte. Ningún incidente
planteado por el destinatario de la medida podrá detener su cumplimiento.
Si el afectado no hubiese tomado conocimiento de las medidas con motivo de su
ejecución, se le notificarán personalmente o por cédula dentro de los tres días. Quien
hubiese obtenido la medida será responsable de los perjuicios que irrogare la demora.
La providencia que admitiere o denegare una medida cautelar será recurrible por
vía de reposición; también será admisible la apelación, subsidiaria o directa.
El recurso de apelación, en caso de admitirse la medida, se concederá en efecto
devolutivo.
La medida precautoria sólo podrá decretarse bajo la responsabilidad de la parte que la solicitare, quien
deberá dar caución por todas las costas y daños y perjuicios que pudiere ocasionar en los supuestos previstos
en el primer párrafo del art. 208.
En los casos de los arts. 210, incs. 2) y 3), y 212, incs. 2) y 3), la caución juratoria
se entenderá prestada en el pedido de medida cautelar.
El juez graduará la calidad y monto de la caución de acuerdo con la mayor o menor
verosimilitud del derecho y las circunstancias del caso.
Podrá ofrecerse la garantía de instituciones bancarias o de personas de acreditada
responsabilidad económica.
En cualquier estado del proceso, la parte contra quien se hubiere hecho efectiva una medida cautelar podrá
pedir que se mejore la caución probando sumariamente que es insuficiente. El juez resolverá previo traslado a
la otra parte.
La resolución quedará notificada por ministerio de la ley.
Las medidas cautelares subsistirán mientras duren las circunstancias que las determinaron. En cualquier
momento en que éstas cesaren se podrá requerir su levantamiento.
El acreedor podrá pedir la ampliación, mejora o sustitución de la medida cautelar decretada, justificando
que ésta no cumple adecuadamente la función de garantía a que está destinada.
El deudor podrá requerir la sustitución de una medida cautelar por otra que le
resulte menos perjudicial, siempre que ésta garantice suficientemente el derecho del
acreedor. Podrá, asimismo, pedir la sustitución por otros bienes del mismo valor, o la
reducción del monto por el cual la medida precautoria ha sido trabada, si
correspondiere.
La resolución se dictará previo traslado a la otra parte por el plazo de cinco días,
que el juez podrá abreviar según las circunstancias.
El juez, para evitar perjuicios o gravámenes innecesarios al titular de los bienes, podrá disponer una medida
precautoria distinta de la solicitada, o limitarla, teniendo en cuenta la importancia del derecho que se intentare
proteger.
Si hubiere peligro de pérdida o desvalorización de los bienes afectados o si su conservación fuere gravosa
o difícil, a pedido de parte y previo traslado a la otra por un plazo breve que fijará según la urgencia del caso, el
juez podrá ordenar la venta en la forma más conveniente, abreviando los trámites y habilitando días y horas.
Cuando la medida se trabare sobre bienes muebles, mercaderías o materias primas, pertenecientes a
establecimientos comerciales, fabriles o afines, que los necesitaren para su funcionamiento, el juez podrá
autorizar la realización de los actos necesarios para no comprometer el proceso de fabricación o
comercialización.
Se producirá la caducidad de pleno derecho de las medidas cautelares que se hubieren ordenado y hecho efectivas antes del proceso, dentro de los diez (10) días siguientes
al de su traba, si tratándose de obligación exigible no se interpusiere la demanda o no se iniciare el procedimiento de mediación prejudicial obligatoria, según el caso, aunque la
otra parte hubiese deducido recurso. Cuando se hubiera iniciado el procedimiento de la mediación, el plazo se reiniciará una vez vencidos los veinte (20) días de la fecha en que el
mediador expida el acta con su firma certificada por el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, con la constancia de que no se llegó a acuerdo alguno o que la
mediación no pudo efectuarse por algunas de las causales autorizadas. Las costas y los daños y perjuicios causados serán a cargo de quien hubiese
obtenido la medida, y ésta no podrá proponerse nuevamente por la misma causa y como previa a la promoción del proceso; una
vez iniciado éste, podrá ser nuevamente requerida si concurrieren los requisitos de su procedencia.
Salvo en el caso de los arts. 209, inc. 1), y 212, cuando se dispusiere levantar una medida
cautelar por cualquier motivo que demuestre que el requirente abusó o se excedió en
el derecho que la ley otorga para obtenerla, la resolución lo condenará a pagar los
daños y perjuicios si la otra parte lo hubiere solicitado.
La determinación del monto se sustanciará por el trámite de los incidentes o por
juicio sumario(1602), según que las circunstancias hicieren preferible uno u otro
procedimiento a criterio del juez, cuya decisión sobre este punto será irrecurrible.
Más allá de la vigencia implícita del referido principio, merece destacarse que es en el
ámbito de las medidas cautelares donde encontramos una explícita referencia al abuso del
derecho, cuando en el art. 208 del CPCCN se establece que "salvo en el caso de los arts.
209, inc. 1, y 212, cuando se dispusiere levantar una medida cautelar por cualquier motivo
que demuestre que el requirente abusó o se excedió en el derecho que la ley otorga para
obtenerla(1604), la resolución la condenará a pagar los daños y perjuicios si la otra parte la
hubiere solicitado".
Agrégase que en los últimos años viene insinuándose una corriente jurisprudencial que
sostiene, con implícita o explicitación invocación del abuso del derecho procesal en esta
materia, que los jueces pueden fijar, de oficio o a pedido de parte, un término de vigencia de
las mismas, particularmente en supuestos en los que el objeto de la medida cautelar coincide
materialmente con el de la pretensión de fondo(1605), "a los fines de evitar que la prolongación
de dicha medida constituya una desviación del objetivo cautelar".
Repárese que aquí el abuso del proceso es sobreviniente, no se configura por el tipo o
la naturaleza de la medida cautelar per se solicitada, sino por su excesiva prolongación en
el tiempo, con lo que el derecho, que en sus comienzos fue regularmente ejercido, "se ve
desvirtuado de los propósitos y fines para los que fue concebido, ocasionando de esta forma
un daño procesal a una de las partes que interviene en el pleito", verificándose de tal suerte
"un supuesto de antifuncionalidad que no encuadra estrictamente en la mala fe procesal
pero constituye un abuso del derecho"(1606).
En este orden de ideas, viene a cuento destacar que el Código Civil y Comercial de la
Nación establece en su art. 722, con relación a "medidas provisionales relativas a los bienes
en el divorcio y en la nulidad de matrimonio", para nosotros cautelares(1607), que "deducida
la acción de nulidad o de divorcio, o antes en caso de urgencia, a pedido de parte, el juez
debe disponer las medidas de seguridad para evitar que la administración o disposición de
los bienes por uno de los cónyuges pueda poner en peligro, hacer inciertos o defraudar los
derechos patrimoniales del otro, cualquiera sea el régimen patrimonial matrimonial", y que
"la decisión que acoge estas medidas debe establecer un plazo de duración".
Por nuestra parte, pensamos que además del abuso del derecho procesal sobreviniente,
acto que supone el ejercicio regular del derecho en sus inicios pero abusivo en su devenir,
también puede hablarse de un abuso del derecho inicial, dado precisamente por el tipo de
medida cautelar que liminarmente se pide, supuesto en el cual no se habrá de resolver
simplemente la responsabilidad ex post facto del solicitante o el señalamiento de un plazo
de vigencia supeditado o no a la conducta de una o ambas partes, sino ya su
absoluta exclusión cuando su admisión podría llevar a convalidar ese ejercicio disfuncional
del derecho que la ley dice no autorizar o a provocar manifiestos y mayores daños a las
partes o a terceros que los que se pretenden evitar con la tutela, así por caso, cuando el
titular de una patente que se dice infringida solicita el cese provisional de dicha explotación
para garantizar los derechos que invoca como consecuencia de la infracción... paralizando
con ello la producción de marcapasos implantados o que deben implantarse en o para miles
de personas —máxime cuando no existe otro proveedor o uno de iguales o similares
características—, para quienes, la tutela de aquel derecho patrimonial casi seguramente
habrá de significarles la muerte o daños irreversibles y graves a su salud.
En alguna medida la sanción del abuso en esta etapa liminar del proceso cautelar,
aparece ya insinuada en el art. 86 de la ley 24.481 de Patentes de Invención y Modelos de
Utilidad (texto ordenado según dec. 260/1996), con la modificación introducida por la ley
25.859(1608), en el que se establece que los jueces podrán ordenar medidas cautelares en
relación con una patente siempre que, entre otras condiciones, se acredite que el daño que
puede ser causado al titular excede el daño que el presunto infractor sufrirá en caso de que
la medida fuese erróneamente concedida, fórmula que supone observar un delicado balance
entre ambos daños, y descarta la procedencia de una medida cautelar cuando el daño que
sufre el titular de la patente es notoriamente inferior al que se genera al presunto infractor o
terceros.
De la misma manera, y sin pretender con ello agotar la cuestión ni, por supuesto, los
supuestos en los que cabe la aplicación del abuso del derecho, pensamos que el derecho a
requerir medidas cautelares sobre la base del dictado de una sentencia favorable debe
reexaminarse sin postulados dogmáticos o absolutos, claro que en el contexto excepcional
aquí explicado, cuando se advierte que la traba no apunta más que a producir un daño o a
forzar la celebración de indebidos acuerdos —por el mayor perjuicio que la subsistencia del
proceso apareja frente a un pago indebido o total o parcialmente sin causa— o ya a producir
el cumplimiento anticipado de la sentencia.
Repárese, por caso, que la obtención de una sentencia favorable autoriza no sólo la
adopción de un embargo preventivo (en tanto se ajuste al objeto de la pretensión deducida)
sino la de cualquier otra cautelar acorde y apropiada a la naturaleza de los hechos, desde
que, como lo indica el art. 233 del CPCCN, "lo dispuesto... respecto del embargo preventivo
es aplicable... a las demás medidas cautelares, en lo pertinente", con lo que nos
preguntamos si debería admitirse en un juicio de desalojo que cuenta con sentencia
favorable —tramitado por ejemplo, bajo las reglas del juicio ordinario—, que el actor
peticionase, como medida cautelar, la entrega anticipada del bien objeto de dicha litis
prevista en el art. 684 bis del referido ordenamiento, cuando además de todo, el recurso de
apelación debió concederse con efectos suspensivos.
En este orden, y más allá de que no nos convence el concepto de medidas
"anticautelares" a que hace referencia Peyrano, nos permitimos hacer nuestras sus siempre
inteligentes reflexiones de que en esta materia no se trata de "proscribir la traba de cualquier
diligencia cautelar —lo que sería claramente inconstitucional—... sino tan sólo a proscribir
un ejercicio abusivo y excesivo de la potestad cautelar; circunscribiéndose a vedar que se
concrete una medida cautelar en particular (una inhibición, por ejemplo) o la traba de una
precautoria en relación de determinados bienes (embargos sobre las cuentas de una entidad
aseguradora), cuando la realización de lo vedado importaría un grave perjuicio para el
cautelado por afectar el giro de sus negocios y poder ser reemplazado idóneamente por otra
cautelar. Si bien se mira y para simplificar las cosas, se trataría de una suerte de sustitución
cautelar anticipada"(1609).
Es que como enseñaba Calamandrei, "la providencia cautelar, que en las intención de la
ley debería tener finalidades meramente conservativas de la situación de hecho (nihil lite
pendente innovetur), sin perjuicio alguno de la decisión de mérito, viene a ser en realidad,
en manos de un litigante astuto, un arma a veces irresistible para constreñir a su adversario
a la rendición, y obtener así en el mérito una victoria que, si el adversario hubiese podido
defenderse, sería locura esperar"(1610).
Pensamos pues, en resumidas cuentas, que debe aceptarse como principio recibido que
nuestros jueces deben buscar armonizar, bajo la cuidadosa y excepcional óptica del abuso
del derecho procesal no sólo sobreviniente sino inicial, los diversos intereses o derechos
que pueden verse involucrados en la litis, con esa misma fina percepción(1611)que los ha
llevado, en presencia de parecidos escenarios, a otorgar recursos de apelación con
efectos suspensivos cuando la ley dispone que lo sean con efectos devolutivos,teniendo en
cuenta para ello el mayor daño que de dichos efectos podría derivarse para el afectado o ya
para terceros (ver punto 1 del comentario al art. 321 en este Código).
En uno u otro caso, al plantearse la cuestión cabría exigirle a la parte que se dice
afectada, la alegación y consiguiente prueba de los hechos que configuran la
responsabilidad del solicitante de la medida(1612) y la relación causal relevante con el hecho
productor del daño, pues, de otro modo, una posición excesivamente rigurosa conllevaría el
riesgo cierto de restringir el derecho de defensa o de convertir a las medidas precautorias
en una suerte de emboscada para quien las solicita(1613).
Viene al caso señalar que, a tenor de lo que previene el artículo, no correspondería la
condena al pago de daños y perjuicios cuando se tratase de una medida cautelar adoptada
a partir del hecho de que el deudor carece de domicilio en la República (art. 209,
inc. 1º, CPCCN) o cuando se la dispuso a raíz de la rebeldía del afectado (art. 212,
inc. 1º, CPCCN), la confesión expresa o ficta del absolvente derivada de su incomparecencia
a la audiencia confesional o el reconocimiento de los hechos o documentos con base en el
silencio, las respuestas evasivas o la negativa meramente genérica al contestar la
demanda (art. 212, inc. 2º, CPCCN); o cuando quien la solicitó contaba con sentencia
favorable aunque estuviere recurrida (art. 212, inc. 3º, CPCCN).
Sin embargo, pensamos que la exención de responsabilidad antedicha sólo puede
referirse a la determinada por aplicación de las reglas generales procesales y por la vía
incidental u ordinaria (ver lo que se dirá sobre el particular al comentar el art. 319), pero no
a la acción o más bien pretensión de responsabilidad común emergente del derecho civil,
pues este artículo no puede modificar el Código Civil y Comercial en tal contexto —decisión
que, en cuanto a la decisión del procedimiento a aplicar, sería en este sentido irrecurrible—
, si bien también se ha juzgado que debe desestimarse el reclamo por daño emergente de
una medida cautelar solicitada sin derecho en el caso, si el presunto damnificado consintió
la medida no impugnándola oportunamente(1614); tesis que compartimos, pues no mediarían
los motivos que el Código contempla para imputar responsabilidad, bajo la óptica, además,
de la teoría de los actos propios o de los deberes de lealtad, buena fe y probidad impuestos
por el ordenamiento procesal.
Si bien el artículo parece imponer como presupuesto de admisibilidad de la acción
resarcitoria que ella hubiese sido peticionada en ocasión de disponerse su levantamiento y
si la otra parte lo hubiere solicitado, nada impide que tal pretensión indemnizatoria se pueda
formular con posterioridad y por acción autónoma con fundamento en lo dispuesto en el
CCyCN(1615), particularmente cuando se repara en que el art. 208, CPCCN, tampoco puede
modificar dicho ordenamiento en este aspecto, si bien la decisión que recaiga no podría ser
revisada en un procedimiento ulterior(1616).
La pretensión resarcitoria prescribe en el plazo previsto por el art. 2560 del CCyCN, vale
decir, en el de cinco años, comenzando a correr el mismo una vez establecida por sentencia
judicial firme la ilicitud de la medida cautelar trabada.
El artículo prevé dos etapas, la primera, tendiente a obtener el levantamiento de la
medida cautelar pedida en abuso o exceso del derecho y la condena a pagar los daños y
perjuicios; y la segunda, mediando condenación a este respecto, se encamina a determinar
el monto de los daños y perjuicios por medio del trámite de los incidentes o del juicio
ordinario, a criterio del juez(1617).
Cabe considerar que, de no haberse prestado la contracautela, como regla no procedería
la condena que contempla esta norma pues no existiría en el caso un agraviojurídico, más
allá de que el solo proveimiento pudiese herir la susceptibilidad del afectado, sin perder de
vista que la responsabilidad que establece el art. 208, CPCCN, presupone el levantamiento
de la medida cautelar y el carácter de "inaudita parte" que las caracteriza. Así se ha dicho
que "el embargo no efectivizado no puede causar perjuicio"(1618), aunque también en algún
caso se ha considerado que "aun cuando una medida cautelar no se efectivice, si fue
decretada... ella causa perjuicio actual al afectado"(1619).
SECCIÓN 2 - EMBARGO PREVENTIVO
Podrá pedir embargo preventivo el acreedor de deuda en dinero o en especie que se hallare en alguna de
las condiciones siguientes:
1) Que el deudor no tenga domicilio en la República.
2) Que la existencia del crédito esté demostrada con instrumento público o privado
atribuido al deudor, abonada la firma por información sumaria de dos testigos.
3) Que fundándose la acción en un contrato bilateral, se justifique su existencia en
la misma forma del inciso anterior, debiendo en este caso probarse además
sumariamente el cumplimiento del contrato por parte del actor, salvo que éste
ofreciese cumplirlo, o que su obligación fuese a plazo.
4) Que la deuda esté justificada por libros de comercio llevados en debida forma
por el actor, o resulte de boleto de corredor de acuerdo con sus libros, en los casos
en que éstos puedan servir de prueba, o surja de la certificación realizada por
contador público nacional en el supuesto de factura conformada.
5) Que aun estando la deuda sujeta a condición o plazo, se acredite sumariamente
que el deudor trata de enajenar, ocultar o transportar sus bienes, comprometiendo la
garantía, o siempre que se justifique del mismo modo que por cualquier causa ha
disminuido apreciablemente la solvencia del deudor, después de contraída la
obligación.
1) El coheredero, el condómino o el socio, sobre los bienes de la herencia, del condominio, o de la sociedad
si acreditaren la verosimilitud del derecho y el peligro de la demora.
2) El propietario o locatario principal de predios urbanos o rústicos, haya o no
contrato de arrendamiento, respecto de las cosas afectadas a los privilegios que le
reconoce la ley. Deberá acompañar a su petición el título de propiedad o el contrato
de locación, o intimar al locatario para que formule previamente las manifestaciones
necesarias.
3) La persona a quien la ley reconoce privilegios sobre ciertos bienes muebles o
inmuebles, siempre que el crédito se justificare en la forma establecida en el art. 209,
inc. 2).
4) La persona que haya de demandar por acción reivindicatoria, petición de
herencia, nulidad de testamento o simulación, respecto de la cosa demandada,
mientras dure el juicio, y siempre que se presentaren documentos que hagan
verosímil la pretensión deducida.
Además de los supuestos contemplados en los artículos anteriores, durante el proceso podrá decretarse el
embargo preventivo:
1) En el caso del art. 63.
2) Siempre que por confesión expresa o ficta derivada de la incomparecencia del
absolvente a la audiencia de posiciones, o en el caso del art. 356, inc. 1), resultare
verosímil el derecho alegado.
3) Si quien lo solicita hubiese obtenido sentencia favorable, aunque estuviere
recurrida.
En los casos en que deba efectuarse el embargo, se trabará en la forma prescripta para el juicio ejecutivo.
Se limitará a los bienes necesarios para cubrir el crédito que se reclama y las costas.
Mientras no se dispusiere el secuestro o la administración judicial de lo
embargado, el deudor podrá continuar en el uso normal de la cosa.
En el mandamiento se incluirá siempre la autorización para que los funcionarios encargados de ejecutarlo
soliciten el auxilio de la fuerza pública y el allanamiento de domicilio en caso de resistencia, y se dejará
constancia de la habilitación de día y hora y del lugar.
Contendrá, asimismo, la prevención de que el embargado deberá abstenerse de
cualquier acto respecto de los bienes objeto de la medida, que pudiere causar la
disminución de la garantía del crédito, bajo apercibimiento de las sanciones penales
que correspondieren.
Con el embargo, la cosa queda afectada o puesta a disposición del juez que lo ordenó;
y el propietario del bien sometido al deber jurídico, debe abstenerse de todo acto jurídico o
físico que pueda provocar la disminución de la garantía en cuanto a sus facultades de
disposición y goce(1695); si bien, como lo indica el art. 213, mientras no se dispusiese el
secuestro o la administración judicial de lo embargado, el deudor podrá continuar en el uso
normal de la cosa.
Los funcionarios encargados de la ejecución del embargo sólo podrán suspenderlo cuando el deudor
entregue la suma expresada en el mandamiento.
Concordancia: art. 215, CPCC Bs. As.
Si los bienes embargados fuesen muebles, serán depositados a la orden judicial; pero si se tratase de los
de la casa en que vive el embargado y fuesen susceptibles de embargo, aquél será constituido en depositario de
ellos, salvo que, por circunstancias especiales, no fuese posible.
El depositario de objetos embargados a la orden judicial deberá presentarlos dentro del día siguiente al de
la intimación judicial. No podrá eludir la entrega invocando el derecho de retención.
Si no lo hiciere, el juez remitirá los antecedentes al tribunal penal competente,
pudiendo asimismo ordenar la detención del depositario hasta el momento en que
dicho tribunal comenzare a actuar.
SECCIÓN 3 - SECUESTRO
Procederá el secuestro de los bienes muebles o semovientes objeto del juicio, cuando el embargo no
asegurare por sí solo el derecho invocado por el solicitante, siempre que se presenten instrumentos que hagan
verosímil el derecho cuya efectividad se quiere garantizar. Procederá, asimismo, con igual condición, toda vez
que sea indispensable proveer a la guarda o conservación de cosas para asegurar el resultado de la sentencia
definitiva.
El juez designará depositario a la institución oficial o persona que mejor convenga,
fijará su remuneración y ordenará el inventario, si fuese indispensable.
Concordancia: art. 221, CPCC Bs. As.
El secuestro es una medida cautelar por la cual se verifica la aprehensión material y
jurídica de bienes para su ulterior depósito judicial —sea que los mismos se constituyan o
no en objeto de la pretensión o petición principal deducida—, a objeto de asegurar la
ejecución de la sentencia, medida que si bien tradicionalmente se limita a bienes muebles o
semovientes.
Repárese, sin embargo, en que la Convención Interamericana sobre Cumplimiento de
Medidas Cautelares (ley 22.921), establece en su art. 2º que las autoridades jurisdiccionales
de los Estados partes darán cumplimiento a las medidas cautelares que, decretadas por
jueces o tribunales de otro Estado parte, competentes en la esfera internacional, tengan por
objeto el cumplimiento de medidas necesarias para garantizar la seguridad de los bienes,
tales como embargos y secuestros preventivos de bienes inmuebles y muebles.
Nuestro ordenamiento procesal contempla el secuestro bajo dos modalidades, una que
podríamos denominar secuestro autónomo o directo; y la otra, el
secuestrocomplementario(1755).
El secuestro autónomo o directo es aquel que tiende en forma directa e inmediata a la
tutela de la cosa objeto de la litis, cuando el embargo no aparece como suficiente garantía —
así, v.gr., respecto de la cosa mueble no registrable que se pretende reivindicar— cuya
tenencia es desplazada de tal modo del titular del bien a un depositario, bajo el control
jurisdiccional, por ejemplo, en el caso del art. 72 bis, ley 11.723 de Propiedad Intelectual que
autoriza al damnificado a solicitar en jurisdicción comercial o penal elsecuestro de las copias
de fonogramas reproducidas ilícitamente.
En resumidas cuentas, en la modalidad del secuestro directo, la medida habrá de recaer
sobre el bien que constituye el objeto mediato de la pretensión o petición extracontenciosa,
sin que constituya requisito del mismo la previa petición o traba de un embargo preventivo,
sino la justificación sumaria de que éste carecería de efectividad práctica, más todavía
cuando la traba del segundo, en las condiciones expuestas, precisamente podría aparejar
la frustración de la función cautelar aspirada, una vez advertido el tenedor, por vía del
embargo, acerca de la existencia del proceso.
Esta figura pretende evitar que el bien que ha dado motivo al proceso se deteriore o
desaparezca, siendo un requisito de procedencia —además de los generales de toda
medida cautelar— que el embargo no asegure por sí solo el derecho invocado por el
solicitante(1756).
Sobre el particular, enseña Podetti que "existe secuestro, en sentido propio, cuando lo
que interesa cautelar es la cosa misma sobre la cual recae la medida"(1757).
Similar medida se constata en el art. 616, Código Procesal, en el que se establece que
cuando el derecho invocado fuera verosímil y pudiesen derivarse perjuicios si no se
decretare la restitución inmediata del bien, el juez podrá ordenarla previa fianza que prestara
el reclamante para responder por los daños que pudiere irrogar la medida, tratándose en
este caso de un secuestro autónomo; hipótesis ésta en la que se advierte con insuperable
elocuencia que la identidad del objeto de la pretensión cautelar (ver comentario al art. 195)
con el objeto de la pretensión o petición de fondo no le quita a aquélla el carácter de cautelar,
como se ha dicho antes.
En cambio, el secuestro complementario es aquel que sigue a un embargo ya
trabado cuando "sea indispensable proveer a la guarda o conservación de cosas para
asegurar el resultado de la sentencia definitiva", como señala el art. 221, Código Procesal,
supuesto en el cual se trata de complementar la cautela anterior con
el desapoderamiento del bien, teniendo en cuenta que, como lo indica el art. 213 del citado
ordenamiento, "mientras no se dispusiere el secuestro (...) de lo embargado, el deudor
podrá continuar en el uso normal de la cosa".
Una medida análoga a esta figura, en tanto implica un desapoderamiento material del
bien, se constata en la ley 20.094 de Navegación, en cuyo art. 539 se autoriza la interdicción
de navegar —medida que se encuentra implícita en el embargo que se dicte contra un buque
de bandera extranjera—, la cual tiende a fortalecer y completar la garantía que confiere
el embargo, evitando que se contraigan nuevos créditos privilegiados y que se someta al
buque a los riesgos inherentes a la navegación(1758).
Si bien cabe hablar de un secuestro sancionatorio, éste no se constituye para nosotros
en una medida cautelar, sino que aparece como una consecuencia del incumplimiento de la
orden de exhibición o de restitución de una cosa, documento o expediente —salvo que
también se refiera al que sigue como resultado de la no exhibición del bien objeto mediato
o inmediato de la litis y con la finalidad instrumental y provisional correspondiente—, como
un modo de producción o incorporación de prueba o una medida de seguridad.
El secuestro de los bienes de que se traten, debidamente individualizados,
se efectivizará a través del oficial de justicia y con el auxilio de la fuerza pública, con sujeción
a las concretas indicaciones que imparta el magistrado en el correspondiente mandamiento,
para lo cual el juez designará depositario a la institución oficial o persona que mejor
convenga, fijará su remuneración y ordenará el inventario, si fuese indispensable, salvo que
la retribución ya estuviese establecida por las leyes.
Reiteramos aquí que el depositario de objetos embargados a la orden judicial (art. 217,
CPCCN) debe presentarlos dentro del día siguiente al de la intimación judicial sin poder
eludir la entrega invocando el derecho de retención, bajo apercibimiento de que si no lo
hiciere, el juez remitirá los antecedentes al tribunal penal competente, pudiendo asimismo
ordenar su detención hasta el momento en que dicho tribunal comenzare a actuar.
El criterio de admisión en cuanto a esta medida cautelar habrá de ser estricto(1759),
teniendo en cuenta, por un lado, la naturaleza del acto, los intereses que podrían verse
afectados por aquélla y la gravedad, intensidad o irreversibilidad de los efectos que dicha
cautela es susceptible de producir.
Para que proceda el secuestro de bienes muebles embargados es necesario,
que, además de exhibir el embargante documentos que hagan verosímil su derecho,
justifique que el embargo no asegura por sí solo su derecho(1760)o que dicha medida
sea indispensable para proveer a la guarda o conservación de las cosas(1761).
Además de las medidas cautelares de intervención o administración judiciales autorizadas por las leyes
sustanciales, que quedan sujetas al régimen establecido por ellas, podrán disponerse las que se regulan en los
artículos siguientes.
Enseña Palacio que la intervención judicial es la medida cautelar en cuya virtud una
"persona designada por el juez, en calidad de auxiliar externo de éste, interfiere en la
actividad económica de una persona física o jurídica, sea para asegurar la ejecución forzada
o para impedir que se produzcan alteraciones perjudiciales en el estado de los bienes"(1762).
La intervención judicial se autoriza en caso de sociedades y fondos de
comercio para informar acerca del estado económico, financiero, fiscal y previsional de la
explotación(interventor veedor o informante, art. 224, CPCCN); para recaudar rentas o
frutos (interventor recaudador o "colector", art. 223, CPCCN); para reemplazar a sus
administradores naturales (interventor administrador); o para coadministrar con ellos
(interventor coadministrador), medida que, a nuestro juicio, deviene aplicable también para
el proceso extracontencioso, así, para la determinación y conservación de los bienes
integrantes del acervo hereditario(1763).
Las modalidades de intervención con fines de información, de administración o
coadministración, enseña Palacio(1764), apuntan ya al mantenimiento de una situación de
hecho o de derecho o ya a su regularización, si bien sirven para asegurar indirecta o
mediatamente el resultado práctico del proceso.
El Código regula específicamente las dos primeras modalidades, si bien autoriza también
la intervención con fines de administración y de coadministración, la primera dirigida al
reemplazo de los órganos naturales de administración del ente o negocio
(interventor administrador o ya administrador judicial); la segunda, a operar en conjunción
con losórganos naturales de administración, como auxiliar que integra o se incorpora al
mismo para administrar juntamente con éste los negocios sociales (interventor
coadministrador o coadministrador).
Es importante recordar que mientras la ley 19.550 legisla la medida de intervención en
sociedades(1765)exclusivamente en protección de los socios o la sociedad y para los
supuestos en los cuales los actos de los administradores pongan o pudiesen poner en
peligro sus derechos, el Código Procesal la autoriza para cautelar legítimos intereses de
terceros a falta de otra medida precautoria eficaz, sin perjuicio de contener, este cuerpo
legal, disposiciones comunes a ambas intervenciones(1766), tal cual reza el art. 225, Código
Procesal ("cualquiera sea la fuente legal de la intervención judicial") en tanto sean
compatibles con la regulación respectiva.
Enseña Palacio sobre el particular que, "al margen del específico régimen legal
precedentemente descripto, que atiende a la protección de los intereses de los socios y se
halla supeditado a la interposición de demanda por remoción del administrador o
administradores, la intervención judicial de las sociedades con fines de control e información
también procede, con el alcance establecido en el art. 224, Código Procesal, con
prescindencia de la finalidad de la pretensión principal, e incluso a fin de preservar derechos
de terceros y a raíz de pretensiones promovidas por éstos"(1767).
Fenochietto y Arazi señalan, en igual orden de ideas, que "mientras las previsiones de
la ley 19.550 en lo concerniente a administrador judicial tienden a proteger los intereses de
los socios o la sociedad, los terceros ajenos a ella, como pueden ser los acreedores, deberán
buscar la cautela de sus derechos fuera del ámbito de la citada ley y dentro de las normas
pertinentes del Código Procesal Nacional"(1768).
Dispone así el art. 113, ley 19.550 de Sociedades Comerciales, que cuando el o los
administradores de la sociedad realicen actos o incurran en omisiones que la pongan en
peligro grave, procederá la intervención judicial como medida cautelar con los recaudos
establecidos en esa sección, sin perjuicio de aplicar las normas específicas para los distintos
tipos de sociedad; previendo el art. 115 que la intervención puede consistir en la designación
de un mero veedor, de uno o varios coadministradores o de uno o variosadministradores,
debiendo el juez fijar la misión que deberán cumplir y las atribuciones que les asigne de
acuerdo con sus funciones, sin poder ser mayores que las otorgadas a los administradores
por esta ley o el contrato social; y el término de la intervención, el que sólo puede
ser prorrogado mediante información sumaria de su necesidad.
Conviene destacar, en este contexto, que el art. 114, ley 19.550, dispone que, a la par
de acreditarse la condición de socio, la existencia del peligro y su gravedad, el peticionante
deberá demostrar que agotó los recursos acordados por el contrato social y que se promovió
acción de remoción, debiendo, además, prestar la contracautela que se fije, de acuerdo con
las circunstancias del caso, los perjuicios que la medida pueda causar a la sociedad y las
costas causídicas (art. 116).
No obstante, y como se ha dicho, los supuestos en los que procede la medida cautelar
de intervención de sociedades no se agotan en los contemplados por los arts. 113 y ss., ley
19.550, los cuales están referidos a situaciones originadas entre los socios y dentro de dicho
ámbito(1769), razón por la cual se ha admitido así la intervención de un consorcio de
propietarios, en tanto medie verosimilitud del derecho invocado, peligro en la demora y el
otorgamiento de una adecuada contracautela.
En igual sentido se ha admitido la intervención de sociedades o fondos de comercio de
propiedad de los cónyuges o que se encuentran bajo el absoluto control de ambos o de uno
de ellos, en el procedimiento de divorcio, la que habrá de sujetarse a lo que disponen los
arts. 721 y 722 del CCyCN, sin perjuicio de la singular preeminencia del régimen patrimonial
matrimonial por sobre el societario o el de la copropiedad o condominio de los bienes(1770),
más aun cuando ninguna de esas normas sustanciales, posteriores y especiales, supeditan
la producción de las "medidas de seguridad idóneas" al cumplimiento de los requisitos que
en tal sentido se establezcan o pudiesen establecerse en los ordenamientos procesales o
en las leyes sustanciales a las que aquéllos remitan, a tal punto que, por ejemplo, no cabe
la prestación de contracautela que sí exigen, por caso, losarts. 116, ley 19.550, y 199,
Código Procesal.
Como se advertirá de la lectura de los siguientes artículos, la intervención judicial en su
modalidad de administración y coadministración no se encuentra específicamenteprevista
en el Código Procesal.
A pedido de acreedor y a falta de otra medida cautelar eficaz o como complemento de la dispuesta, podrá
designarse a un interventor recaudador, si aquélla debiere recaer sobre bienes productores de rentas o frutos.
Su función se limitará exclusivamente a la recaudación de la parte embargada, sin injerencia alguna en la
administración.
El juez determinará el monto de la recaudación, que no podrá exceder del
cincuenta por ciento de las entradas brutas; su importe deberá ser depositado a la
orden del juzgado dentro del plazo que éste determine.
De oficio o a petición de parte, el juez podrá designar un interventor informante para que dé noticia acerca
del estado de los bienes objeto del juicio o de las operaciones o actividades, con la periodicidad que se
establezca en la providencia que lo designe.
Cualquiera sea la fuente legal de la intervención judicial y en cuanto fuere compatible con la respectiva
regulación:
1) El juez apreciará su procedencia con criterio restrictivo; la resolución será
dictada en la forma prescripta en el art. 161.
2) La designación recaerá en persona que posea los conocimientos necesarios
para desempeñarse atendiendo a la naturaleza de los bienes o actividades en que
intervendrá; será, en su caso, persona ajena a la sociedad o asociación intervenida.
3) La providencia que designe al interventor determinará la misión que debe
cumplir y el plazo de duración, que sólo podrá prorrogarse por resolución fundada.
4) La contracautela se fijará teniendo en consideración la clase de intervención,
los perjuicios que pudiere irrogar y las costas.
5) Los gastos extraordinarios serán autorizados por el juez previo traslado a las
partes, salvo cuando la demora pudiere ocasionar perjuicios; en este caso, el
interventor deberá informar al juzgado dentro de tercero día de realizados.
El nombramiento de auxiliares requiere siempre autorización previa del juzgado.
Se trata de una cautelar de excepción, a fin de no provocar un daño mayor que el que
se quiere evitar, que resulta admisible cuando los actos u omisiones hicieren imposible o
difícil otro tipo de cautela, por lo que el juez, cualquiera sea la fuente legal de la intervención
judicial, apreciará su procedencia con criterio restrictivo, extremo corroborado por el art.
114, ley 19.550.
Se ha juzgado, no obstante, que la intervención judicial no es incompatible con la
inhibición preventiva ya decretada sobre la base del desconocimiento de bienes del deudor,
sin perjuicio de su ulterior levantamiento una vez que la intervención se haga efectiva y se
haya obtenido su propósito(1780); o aun cuando estrictamente no se agotaron todos los
medios previstos por el contrato social, cuando a lo largo del juicio se ha demostrado que la
convocatoria de dicha asamblea hubiera sido totalmente ineficaz(1781); o lacoexistencia de
intervenciones en la caja de un negocio siempre que se mantenga el orden de prelación
correspondiente(1782).
Se ha decidido que corresponde tambien la designación de un interventor judicial en
una sociedad irregular a fin de que proceda a controlar las operaciones societarias y
asegurar el pleno ejercicio de los derechos de los socios(1783); aunque se trate de
una sociedad de hecho(1784); a fin de preservar la participación real del causante en ella(1785);
cuando existan graves presunciones de connivencia con los demás socios, corriendo peligro
los derechos patrimoniales del otro cónyuge(1786); si se ha negado al socio el acceso a la
documentación societaria, por encontrarse la misma en poder de un tercero fuera del
domicilio social(1787); si falta contabilidad legal y existe innegablesituación de tirantez entre
el socio sobreviviente y los herederos del fallecido(1788); en razón de las profundas
desinteligencias existentes entre los diferentes grupos de consorcistas y con el
administrador(1789); ante las desavenencias suscitadas entre los gerentes que poseen un
poder compartido, que incapacitan al ente para tomar decisiones(1790); si se impide el
derecho de contralor de sus integrantes y el conocimiento claro de la situación real de la
sociedad y de las operaciones comerciales realizadas(1791); ante la falta de libros de
contabilidad y de cuenta bancaria(1792); ante el retraso de la inscripción de la sociedad(1793);
enemistad manifiesta entre grupos de socios que torna imposible el mantenimiento normal
de los negocios sociales(1794); ante la confección de los estados contables falsos(1795);
etcétera.
La designación de la persona que habrá de desempeñarse como interventor,
recaudador, informante o veedor, administrador y coadministrador, recaerá, como lo dice la
norma antes citada, en persona que posea los conocimientos necesarios, atendiendo a
la naturaleza de los bienes o actividades en que intervendrá, quedando ello sujeto al
prudente arbitrio del juez, desde que se trata de un auxiliar del tribunal y no de las partes,
razón por la cual la persona propuesta por las partes no lo obliga en tal sentido(1796).
Una vez aceptado el cargo, el interventor será puesto en funciones por el oficial de
justicia mediante el correspondiente mandamiento, quien, conforme lo previene el art. 214,
Código Procesal, se halla facultado para requerir el auxilio de la fuerza pública.
El interventor debe:
1) Desempeñar personalmente el cargo con arreglo a las directivas que le imparta
el juez.
2) Presentar los informes periódicos que disponga el juzgado y uno final, al
concluir su cometido.
3) Evitar la adopción de medidas que no sean estrictamente necesarias para el
cumplimiento de su función o que comprometan su imparcialidad respecto de las
partes interesadas o puedan producirles daño o menoscabo.
El interventor que no cumpliere eficazmente su cometido podrá ser removido de
oficio; si mediare pedido de parte, se dará traslado a las demás y al interventor.
Conviene señalar que aun cuando no puede estructurarse una puntual clasificación de
las atribuciones y de los deberes del interventor judicial, pues ello depende no sólo del tipo
de intervención sino también de las que concretamente indique el juez en cada caso
particular, aquél deberá limitar su cometido a la gestión que le ha sido encomendada,
informando objetivamente sobre la misma y sin que pueda admitirse su participación en el
pleito haciendo peticiones que incumben a las partes(1797).
El interventor que no cumpliere eficazmente su cometido podrá ser removido de oficio;
si mediare pedido de parte, previo traslado a las demás y al interventor, debiendo correrse
traslado de sus informes a las partes, una vez desaparecidas las razones iniciales de
reserva(1798).
El interventor sólo percibirá los honorarios a que tuviere derecho, una vez aprobado judicialmente el informe
final de su gestión. Si su actuación debiera prolongarse durante un plazo que a criterio del juez justificara el
pago de anticipos, previo traslado a las partes, se fijarán éstos en adecuada proporción al eventual importe total
de sus honorarios.
Para la regulación del honorario definitivo se atenderá a la naturaleza y
modalidades de la intervención, al monto de las utilidades realizadas, a la importancia
y eficacia de la gestión, a la responsabilidad en ella comprometida, al lapso de la
actuación y a las demás circunstancias del caso.
Carece de derecho a cobrar honorarios el interventor removido del cargo por
ejercicio abusivo; si la remoción se debiere a negligencia, aquel derecho a honorarios
o la proporción que corresponda será determinada por el juez.
El pacto de honorarios celebrado por el interventor será nulo e importará ejercicio
abusivo del cargo.
En todos los casos en que habiendo lugar a embargo éste no pudiere hacerse efectivo por no conocerse
bienes del deudor, o por no cubrir éstos el importe del crédito reclamado, podrá solicitarse contra aquél la
inhibición general de vender o gravar sus bienes, la que se deberá dejar sin efecto siempre que presentase a
embargo bienes suficientes o diere caución bastante.
El que solicitare la inhibición deberá expresar el nombre, apellido y domicilio del
deudor, así como todo otro dato que pueda individualizar al inhibido, sin perjuicio de
los demás requisitos que impongan las leyes.
La inhibición sólo surtirá efecto desde la fecha de su anotación salvo para los
casos en que el dominio se hubiere transmitido con anterioridad de acuerdo con lo
dispuesto en la legislación general.
No concederá preferencia sobre las anotadas con posterioridad.
Procederá la anotación de litis cuando se dedujere una pretensión que pudiere tener como consecuencia la
modificación de una inscripción en el Registro correspondiente y el derecho fuere verosímil. Cuando la demanda
hubiere sido desestimada, esta medida se extinguirá con la terminación del juicio. Si la demanda hubiese
sido admitida, se mantendrá hasta que la sentencia haya sido cumplida.
Denomínase anotación de litis, señala Palacio(1818), "a la medida cautelar que tiene por
objeto asegurar la publicidad de los procesos relativos a bienes inmuebles o muebles
registrables, frente a la eventualidad de que las sentencias que en ellos recaigan hayan de
ser opuestas a terceros adquirentes del bien litigioso o a cuyo favor se constituya un derecho
real sobre éste".
La anotación de litis apunta así a autorizar la inscripción registral del proceso o, si se
prefiere, de la litis, para asegurar de ese modo su publicidad y, con ello, la oponibilidad de
la sentencia que habrá de pronunciarse en aquél, frente a genéricos e indeterminados
terceros, de modo que el adquirente del bien o aquel en cuyo favor hubiesen de constituirse
ese u otros derechos reales desde entonces, no pueda invocar la buena fe a los fines que
previene el derecho sustancial, sin perjuicio de que aquéllos puedan, en su caso, defender
o discutir sus derechos en un proceso por separado.
Se trata de una medida que se agota con la pura oponibilidad de la sentencia y sin que,
en ningún caso, pueda impedir la disposición o embargo del bien ni acordar prioridades o
preferencias respecto de ulteriores anotaciones o de otras medidas cautelares, sin que
interese el carácter real o personal de la acción o la naturaleza de los bienes (muebles o
inmuebles)(1819), en tanto y en cuanto ella pueda incidir en la modificación de inscripciones
en registros, no necesariamente públicos(1820); por ejemplo, autorizándosela en aquellos
casos que pudiesen aparejar la modificación de la titularidad de acciones en una sociedad
anónima respecto del denominado registro de acciones(1821).
La nota esencial de la medida debe verse en la virtualidad de la pretensión (o petición)
deducida, desde que la anotación de litis será viable si aquélla puede importar
unamodificación; y en el hecho de que se trate de bienes registrables(1822), anotación que es
procedente aun cuando simultáneamente se haya decretado, v.gr., el embargo preventivo
del inmueble, ya que ambas medidas cautelares tienen finalidades distintas(1823).
Por nuestra parte, se trata de una medida que procede tanto en el proceso contencioso
como extracontencioso, pues el vocablo "pretensión" no es usado aquí en su significación
técnico-jurídica, sino que comprende a la pretensión propiamente dicha y también a
la petición extracontenciosa —como sucede, por ejemplo, cuando el art. 729, Código
Procesal, establece que para hacer las adjudicaciones "el perito, si las circunstancias lo
requieren, oirá a los interesados a fin (de obrar de conformidad con ellos en todo lo que
acordaren, o) de conciliar, en lo posible, sus pretensiones"—, por lo que procede en el
proceso sucesorio, en tanto que, por la naturaleza de los bienes que componen el acervo
hereditario, pudiese verificarse una modificación de una inscripción en el registro
correspondiente, v.gr., respecto de bienes inmuebles o muebles registrables, tanto sea que
se mantenga el estado de indivisión o que se proceda a la partición judicial, privada o mixta
de los bienes, criterio que, por cierto, no es compartido por la inmensa mayoría de la
jurisprudencia y doctrina nacionales(1824).
Ahora bien, también para la mayor parte de la doctrina nacional y la jurisprudencia se
considera que el artículo impone la carga de deducir, previa o simultáneamente, la
demanda(1825); criterio que tampoco compartimos porque la expresión "cuando se dedujere
una pretensión" no supone ni equivale a deducir una demanda(1826), ya que es sabido que la
pretensión no se identifica ni se confunde con la demanda, por más que normalmente ésta
la contenga, siendo ella, antes bien, el acto procesal que constituye o inicia el proceso
judicial o, si se prefiere, constituye la relación procesal, sin perder de vista la incidencia de
la sanción de la ley 26.589 de Mediación Obligatoria, en virtud de la cual se ha resuelto
que si quienes solicitan la medida cautelar han formalizado la presentación prevista en el
art. 4º de esa ley la petición resulta oportuna(1827).
Repárese, por otra parte, en que cuando el legislador ha querido imponer como recaudo
para la procedencia de una medida cautelar la simultánea o previa presentación de la
demanda lo ha dispuesto expresamente; así, por ejemplo, en el caso previsto en el art. 609
(interdicto de adquirir), Código Procesal, en el que meridianamente se establece
que "presentada la demanda" podrá decretarse la anotación de litis, fórmula que, obvio es
decirlo, no se identifica con la de "cuando se dedujere una pretensión"; o en el caso del art.
231 del ordenamiento procesal nacional que señala que "cuando por ley o contrato o para
asegurar la ejecución forzosa de los bienes objeto del juicio, procediese laprohibición de
contratar (...) la medida quedará sin efecto si quien la obtuvo no dedujere la demanda dentro
del plazo de cinco días de haber sido dispuesta...".
Obsérvese, a mayor abundamiento, que si fuese cierto que el artículo impone la carga
de promover la demanda antes o simultáneamente con la cautelar, la frase que contiene el
art. 609 del ordenamiento procesal, relativa a que "presentada la demanda podrá decretarse
la anotación de litis", estaría francamente de más o sería redundante, pues si siempre se la
debe presentar qué sentido tendría que se lo reiterase en ese caso.
Por otra parte, la tesis que discutimos importaría la exclusión de la procedencia de
la anotación de litis para los procesos extracontenciosos, así dentro de las cautelares que
autoriza a adoptar el art. 690, pues en aquéllos no existe pretensión, ni mucho menos, por
cierto, demanda que promover.
De más está decir que del hecho de que la anotación proceda en cuanto la
pretensión "pudiere tener como consecuencia la modificación de una inscripción en el
registro correspondiente" no se sigue que, para la demostración de que la pretensión (y
petición) goza de esa virtualidad, deba deducirse fatalmente una demanda, sino, en todo
caso, cumplirse la carga de exponer clara e inequívocamente los hechos (causa) que
autorizan o fundamentan dicha pretensión cautelar, de modo que de ella pueda resultar la
comprobación del citado efecto.
Con relación a la anotación de litis, cabe señalar que se sostiene que la prueba de
la verosimilitud del derecho no se debe analizar con el mismo rigor que en el caso del
embargo, por no tratarse, según se afirma, de una medida que impida la disposición del bien
o de los derechos ni su posible embargo; y en particular, la del peligro en la demora(1828),
esto es, la probabilidad de que la tutela jurídica definitiva que la actora aguarda pueda
frustrarse en los hechos a raíz del transcurso del tiempo o ya que ella no resulta
necesaria(1829), o se desprende más bien de la misma finalidad de la medida a partir de la
incidencia que podría tener la pretensión o petición deducida, más allá de que, como enseña
Alsina(1830), en puridad, la ley no lo exige, como tampoco, según este autor(1831) y Podetti(1832),
la prestación de una contracautela, criterio este último que no compartimos —pues la medida
puede importar en los hechos una sensible restricción en cuanto a la disponibilidad del bien
o derecho de que se trate, por los explicables temores que ella despierta en el ánimo de los
terceros, motivo por el cual se ha decidido que, en principio, corresponde exigir
una contracautela real o personal y no meramente juratoria, a fin de garantizar debidamente
los eventuales derechos del afectado—(1833) aunque sí en cuanto a que la norma no impone
la demostración del peligro.
Pensamos que la anotación de litis debe acordarse con un criterio de amplitud, en
particular teniendo en cuenta que se trata de una medida cautelar simplemente declarativa,
en el sentido de que no importa restricción en cuanto a la disponibilidad o gravabilidad de
los bienes sobre los que ella recae, si bien sin prescindirse de la prestación de la
contracautela que corresponda con sujeción a los antecedentes de la causa.
En cuanto al régimen de caducidad, cabe señalar que corresponderá estarse a lo que el
propio derecho sustancial determina o fija, así, por ejemplo, los arts. 2º y 37, inc. b),ley
17.801 y 81 de su dec. reglamentario 466/1999, en cuanto señala un plazo de cinco
años contados desde su toma de razón, por lo que cabe concluir en que las anotaciones de
litis inscriptas en el Registro de la Propiedad Inmueble caducarán luego del transcurso de
ese término.
Cuando por ley o contrato o para asegurar la ejecución forzada de los bienes objeto del juicio, procediese
la prohibición de contratar sobre determinados bienes, el juez ordenará la medida. Individualizará lo que sea
objeto de la prohibición, disponiendo se inscriba en los registros correspondientes y se notifique a los
interesados y a los terceros que mencione el solicitante.
La medida quedará sin efecto si quien la obtuvo no dedujere la demanda dentro
del plazo de cinco días de haber sido dispuesta en rigor, inscripta o efectivizada, y en
cualquier momento en que se demuestre su improcedencia.
La prohibición de contratar es una medida cautelar que supone una modalidad más
atenuada(1868)de la prohibición de innovar, desde que se limita a establecer que la parte
afectada no pueda celebrar uno o más contratos determinados sobre el o los bienes objeto
de la litis, la cual resulta de poco uso en la praxis tribunalicia, por más que, como lo indica
el artículo, puede venir impuesta por ley o contrato, o ya propiamente para asegurar la
ejecución forzosa de los bienes objeto del juicio.
En este orden de ideas, v.gr., el art. 1535 del CCyCN establece que no pueden celebrar
contrato de comodato: a) los tutores, curadores y apoyos, respecto de los bienes de las
personas incapaces o con capacidad restringida, bajo su representación.
Por otra parte, la norma remite a la prohibición de contratar acordada por las partes, así,
en el caso, la de no alquilar contenida usualmente en los contratos de mutuo garantizados
con hipotecas; y residualmente, a partir de la existencia y comprobación de los presupuestos
comunes de las medidas cautelares, en tanto apunte a asegurar la ejecución forzada o el
cumplimiento, en general, de la sentencia definitiva(1869).
Es oportuno destacar que el mencionado dispositivo legal indica que la medida quedará
sin efecto si quien la obtuvo no dedujere la demanda dentro del plazo de cinco díasde haber
sido dispuesta, en rigor, inscripta o efectivizada(1870), y en cualquier momento en que se
demuestre su improcedencia, con lo que, como se advierte, se reduce sensiblemente el
plazo de caducidad previsto por el art. 207 del Código.
Si procediese la prohibición de contratar sobre determinados bienes, el juez
individualizará lo que sea objeto de la prohibición, ordenando que se la inscriba en los
registros correspondientes y que se la notifique a los interesados y a los terceros que
mencione el solicitante.
Se trata de una cautelar que, por su gravedad, es de carácter excepcional(1871) y
sólo admisible cuando la tutela de los derechos del peticionante no pudiese obtenerse a
través de otra medida(1872), desde que, al igual que la inhibición general de bienes, es la
proyección de una incapacidad que afecta a la persona y constituye una situación
deexcepción frente a la regla general que predica la capacidad genérica, rasgo que también
se comunica al ámbito procesal, a tal punto que su incidencia ha llevado a reducir el plazo
de caducidad del art. 207 a la mitad, como se ha dicho antes.
Como lo enseña Palacio, la medida cautelar habrá de notificarse en la persona de la
parte interesada y en la de los terceros que asumieron o habrían de asumir la calidad de
contratante respecto de aquélla(1873), a fin de hacerles oponible la sentencia.
Así se ha resuelto la prohibición de celebrar contratos de compraventa y préstamos
gratuitos u onerosos de jugadores(1874); de comercialización de un programa de televisión en
favor de terceros(1875).
Fuera de los casos previstos en los artículos precedentes, quien tuviere fundado motivo para temer que
durante el tiempo anterior al reconocimiento judicial de su derecho, éste pudiere sufrir un perjuicio inminente o
irreparable podrá solicitar las medidas urgentes que, según las circunstancias, fueren más aptas para asegurar
provisionalmente el cumplimiento de la sentencia.
Se trata de una medida cautelar residual, que si bien no excluye los demás presupuestos
necesarios, en el caso, la verosimilitud del derecho invocado, el peligro en la demora y la
prestación de una adecuada contracautela, permite tutelar los bienes y personas en
condiciones que no encuadran dentro de las cautelares nominadas, a cuyo respecto resultan
insuficientes o excesivos los requisitos impuestos por la ley; o que se corresponde bajo una
forma total o parcialmente combinada de ellas.
Refiriéndose a la medida cautelar genérica, Di Iorio destaca con acierto, que ella no "sólo
habilita a adoptar una medida absolutamente diferente de las reguladas en el Código, sino
que también admite una flexibilidad en el otorgamiento de las previstas mediante su
adaptación a las particulares situaciones de hecho que se tienen en mira, o en la
combinación de dos o más medidas"(1876).
Así para muchos autores y precedentes jurisprudenciales procedería en calidad
de medida cautelar genérica el embargo preventivo, en el caso de demandas de daños y
perjuicios(1877) —no para nosotros—; la medida de no innovar en su versión innovativa —
cuestión que tampoco compartimos—; la suspensión del pago de las cuotasestablecidas en
la promesa de venta y la suspensión de la escrituración(1878); o la fijación de una cuota
provisoria que reemplace durante el litigio la estipulada contractualmente(1879).
Art. 233.— Normas subsidiarias.
Lo dispuesto en este capítulo respecto del embargo preventivo es aplicable al embargo ejecutivo, al
ejecutorio, y a las demás medidas cautelares, en lo pertinente.
La guarda será decretada por el juez del domicilio de la persona que haya de ser amparada, con intervención
del asesor de menores e incapaces.
Cuando existiese urgencia o circunstancias graves, se resolverá provisionalmente
sin más trámite.
A pesar de lo que establece la norma, pensamos que, en tanto se trate de una verdadera
medida cautelar, la competencia será la que corresponda sobre la base de los principios
comunes, en el caso, será competente el juez que deba conocer o se encuentre conociendo
en el principal(1889), sin perder de vista que el menor o incapaz tiene el domicilio de sus
representantes legales (art. 74, ap. letra d], CCyCN) y la incidencia de la Convención sobre
los Derechos del Niño, en tanto resulte aplicable, en función de resolverla sobre la base de
lo que mejor consulte su interés, si bien estimamos que la que establece el artículo se refiere
a los casos en que la guarda sea propiamente la petición o pretensión de fondo, o, como
dice Palacio, una simple medida de seguridad(1890).
El pedido de guarda, como toda medida precautoria, participa del principio de que
puede decretarse y cumplirse sin audiencia de la otra parte, no obstante lo cual, dada la
naturaleza, el objeto de la medida y el interés que en ella predomina, podrá disponerse
previa sustanciación contra los interesados(1891).
En los casos previstos en el art. 234, la petición podrá ser deducida por cualquier persona, y formulada
verbalmente ante el asesor de menores e incapaces, en cuyo caso se labrará acta con las menciones pertinentes,
la que será remitida al juzgado que corresponda.
En los casos previstos en los incs. 1º y 2º, la pretensión podrá ser deducida por cualquier
persona, y formulada verbalmente ante el "asesor" (rectius: defensor) de menores, en cuyo
caso se labrará acta con las menciones pertinentes, la que será remitida al juzgado que
corresponda.
Al disponer la medida, el juez ordenará que se entreguen a la persona a favor de quien ha sido ordenada,
las ropas, útiles y muebles de su uso y profesión. Ordenará, asimismo, que se le provea de alimentos por el
plazo de treinta días, a cuyo vencimiento quedarán sin efecto si no se iniciare el juicio correspondiente. La
suma será fijada prudencialmente por el juez, previa vista a quien deba pagarlos y sin
otro trámite.
CAPÍTULO IV - RECURSOS
SECCIÓN 1 - REPOSICIÓN
1. LOS RECURSOS
En primer lugar, sólo proceden contra resoluciones judiciales, por lo que, v.gr., el recurso
interpuesto ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, con
apoyo en lo dispuesto por el art. 2º, ley 22.231, contra las resoluciones del director del
Registro de la Propiedad Inmueble de la Capital Federal, o ante la Cámara Comercial contra
la multa impuesta por el Banco Central, por aplicación del art. 64, Ley del Cheque, 24.452,
o ante la Cámara Nacional Federal en lo Contencioso Administrativo, con fundamento en lo
que establece la ley 24.521, el Estatuto Universitario aprobado por dec. 154/1983 y ratificado
por la ley 23.068, el Reglamento Electoral para Profesores aprobado por res. CS 4804/1989,
y demás normas consecuentes, no serían en rigor actos procesales de impugnación, desde
que el acto recurrido y el procedimiento seguido para arribar al mismo, no revestirían la
calidad de judiciales sino de administrativos.
En segundo lugar, que sólo proceden a petición de parte, esto es que son las partes y
excepcionalmente los terceros quienes deben exteriorizar su voluntad a través de la
interposición o deducción de los recursos, dentro de cuyo término incluimos a
los terceros que han sido admitidos como tales a raíz de una intervención voluntaria o
coactiva, o que precisamente, cuestionan o impugnan la resolución contraria en tal
sentido(1897); y, excepcionalmente, a los terceros, propiamente dichos, que no han asumido
tal calidad, en tanto la resolución recurrida les ocasione un daño directo y personal,
habiéndose resuelto, incluso, que es apelable, por la aseguradora citada en garantía, la
sentenciaconsentida por su asegurado(1898).
Por tal motivo es que la elevación en consulta, mentada por los arts. 253 bis y 633,
Código Procesal, o la elevación oficiosa al superior, en miras a la revisión de regulaciones
de honorarios practicadas en la quiebra, por aplicación de lo que previene el art. 272, ley
24.522, no constituyen un recurso.
En tercer lugar, que no proceden contra resoluciones judiciales que hayan alcanzado la
autoridad de la cosa juzgada formal o material, o contra providencias simples o sentencias
interlocutorias preclusas, por lo que el juicio ordinario o sumarísimo posterior que previene
el art. 533, Código Procesal, o la pretensión de revocación de la resolución que declaró
verificado el crédito no observado por el síndico, acreedor insinuante o deudor, o que declaró
admisible o inadmisible al crédito o privilegio observado, con causa en la existencia de dolo
(art. 38, ley 24.522) tampoco serían recursos, sino procesos nuevos, tanto en su estructura
como en su finalidad.
El recurso de reposición procederá únicamente contra las providencias simples, causen o no gravamen
irreparable, a fin de que el juez o tribunal que las haya dictado las revoque por contrario imperio.
El recurso se interpondrá y fundará por escrito dentro de los tres días siguientes al de la notificación de la
resolución; pero cuando ésta se dictare en una audiencia, deberá interponerse verbalmente en el mismo acto.
Si el recurso fuese manifiestamente inadmisible, el juez o tribunal podrá rechazarlo
sin ningún otro trámite.
El recurso deberá fundarse en el acto de su interposición, vale decir, que las etapas de
la interposición y fundamentación comúnmente disociadas en el de apelación, en aquél se
encuentran reunidas desde que se trata de un recurso de instancia única.
En cuanto a las circunstancias de tiempo, lugar y forma que hacen a su admisibilidad, la
revocatoria o reposición deberá deducirse dentro del plazo de tres días de notificada la
providencia y por escrito o verbalmente, y en el mismo acto cuando se interpone contra
providencias simples dictadas en el curso de una audiencia.
Es claro que la carga que impone la norma de interponer verbalmente el recurso cuando
la providencia se hubiese dictado en el curso de una audiencia, y en ese mismo acto, sólo
se refiere al recurso de revocatoria y no así al de apelación, respecto del cual juegan las
normas comunes.
El juez dictará resolución, previo traslado al solicitante de la providencia recurrida, quien deberá contestarlo
dentro del plazo de tres días si el recurso se hubiese interpuesto por escrito, y en el mismo acto si lo hubiese
sido en una audiencia.
La reposición de providencias dictadas de oficio o a pedido de la misma parte que
recurrió, será resuelta sin sustanciación.
Cuando la resolución dependiere de hechos controvertidos, el juez podrá imprimir
al recurso de reposición el trámite de los incidentes.
1. GENERALIDADES
Sólo pueden interponer el recurso, por principio, quienes revisten la calidad de partes,
sus sucesores (individuales y universales), los sustitutos(1931)y los peticionarios (en el
proceso extracontencioso), sea que actúen por sí o por intermedio de sus
representantes voluntarios (v.gr., procurador, letrado-apoderado) o necesarios (los padres,
curadores, los órganos de representación de las personas jurídicas, etc.), incluso cuando se
trate precisamente de la providencia que le niega el carácter de tal(1932).
Cabe agregar que la facultad o derecho de apelar compete a todas las personas
colocadas en el mismo lugar de parte —así todos los litisconsortes— variando los efectos
de la interposición según se trate de un litisconsorcio facultativo o necesario.
Dentro del concepto de parte, involucramos a los terceros que han sido autorizados a
intervenir en alguna de las formas que la ley permite (partes accesorias), sea por su propia
voluntad o a requerimiento de alguna de las partes principales (v.gr., arts. 90, 94, CPCCN),
incluso por la aseguradora citada en garantía, contra la sentencia consentidapor su
asegurado(1933).
Son también partes (incidentales o transitorias), los abogados y demás profesionales en
el proceso en el que actúan, cuando recurren en defensa de un derecho que les es propio
contra una o ambas partes (principales), así el abogado o el perito al apelar las resoluciones
judiciales en las que se le regulan honorarios.
Los funcionarios del Ministerio Público (pupilar y fiscal) se encuentran también
habilitados para interponer el recurso de apelación, tanto cuando actúan en representación
de ciertas personas (v.gr., menores, ausentes, Estado) cuando en defensa del interés
público o social (cuestiones de estado, de capacidad, etc.), reconociéndoles para ello la
calidad de parte, o si se prefiere, legitimación.
Excepcionalmente, los terceros afectados por alguna resolución pueden apelarla,
siempre que ésta les ocasione algún perjuicio, v.gr., apelación de un tercero contra la
resolución que le impone una multa por aplicación de lo dispuesto por los arts. 37 y 403,
Código Procesal, o las entidades bancarias a la luz de lo que establecen la ley 25.587 y el
dec. 1316/2002.
Los terceros, se ha dicho, cuya situación no encuadre en ninguna de las modalidades
de intervención previstas por la ley procesal, pueden apelar una resolución judicial sólo si
sufren un perjuicio o gravamen a raíz de la misma(1934).
Por nuestra parte, y como se explica en los comentarios a los arts. 75, 88, 89, 312 y 315,
somos de la idea de que el recurso de apelación interpuesto por un litisconsortevoluntario no
beneficia ni perjudica al que consintió la condena(1935), a diferencia de lo que sucede en el
litisconsorcio necesario(1936), sin que quepa distinguir para ello, a nuestro juicio, el tenor de
las defensas introducidas en los agravios —esto es, si refiere a hechos comunes, v.gr. la
culpa excluyente de la víctima o la ausencia de culpa del litisconsorte codemandado—(1937),
autonomía que incluso se exige en cuanto al mínimo legal que autorice el recurso(1938).
c) El interés
El recurso de apelación será concedido libremente o en relación; y en uno u otro caso, en efecto suspensivo
o devolutivo.
El recurso contra la sentencia definitiva en el juicio ordinario y en el
sumario(1964)será concedido libremente. En los demás casos, sólo en relación.
Procederá siempre en efecto suspensivo, a menos que la ley disponga que lo sea
en el devolutivo.
Los recursos concedidos en relación lo serán, asimismo, en efecto diferido,
cuando la ley así lo disponga.
1. FORMAS DE CONCESIÓN
Las formas o modos de concesión del recurso se vinculan con la extensión del material
fáctico y probatorio que la alzada podrá considerar en uno y otro caso para resolver la
fundabilidad de la apelación, y con ella la justicia de la decisión.
El artículo establece que "el recurso de apelación será concebido libremente o en
relación", procediendo en la actualidad libremente en el caso de la apelación deducida contra
la sentencia definitiva recaída en el juicio ordinario y en aquellos especiales que tramiten por
sus normas (v.gr., desalojo); mientras que en todos los restantes casos, el recurso de
apelación es concedido en relación, así contra la sentencia definitiva dictada en
proceso sumarísimo, de ejecución, especiales con la prevención antedicha, y "voluntarios"
o extracontenciosos; y contra interlocutorias y providencias simples dictadas en procesos
ordinarios, sumarísimos, especiales, de ejecución, y "voluntarios" o extracontenciosos.
El recurso de apelación concedido libremente responde a la mayor amplitud del debate
y grado de recurribilidad de las resoluciones judiciales que caracterizan al proceso de
conocimiento ordinario, y autorizan la alegación de hechos nuevos ocurridos o conocidos
con posterioridad a la oportunidad del art. 365, Código Procesal; la agregación de
documentos de fecha posterior a la providencia de autos para sentencia o anteriores bajo
afirmación de no haber tenido antes conocimiento de los mismos; el replanteo de pruebas
indebidamente denegadas en primera instancia o respecto de las cuales hubiese mediado
una equivocada declaración de negligencia o caducidad; la producción de prueba
confesional sobre hechos que no constituyeron materia de esa prueba en la primera
instancia, entre otras cosas.
A través del recurso de apelación libremente concedido, se amplía pues, el material de
los hechos, como el de las pruebas, reunido o colectado en la primera instancia, que como
tal constituyó el fundamento de la sentencia recurrida.
En cambio, en la apelación en relación o limitada, la alzada habrá de atenerse
estrictamente, para la resolución del recurso, a los hechos alegados y a las pruebas
producidas en la primera instancia, habida cuenta de que aquí no procede la alegación de
hechos nuevos ni la apertura y producción de pruebas (art. 275, CPCCN), salvo y
excepcionalmente como "medidas para mejor proveer", y en tanto y en cuanto no se
comprometa el derecho de defensa de las partes y la igualdad ante la ley, con la peculiaridad
de lo que dispone el art. 181 para los incidentes (remitimos al lector al comentario de los
arts. 275 y 650); supuesto en el que cabe la producción de prueba en la segunda instancia.
A esta fundamental diferencia, cabe agregar que la apelación libremente concedida
siempre se funda en la segunda instancia (art. 259, CPCCN), mientras que el recurso en
relación en la primera, excepto cuando éste procede con efectos diferidos, en cuyo caso, la
fundamentación se hará en la alzada, salvo en lo que atañe a la apelación de honorarios
(art. 244, CPCCN) y de las medidas cautelares contempladas en la ley 25.587, conforme se
señala en el comentario al art. 254 de este Código.
Por último, las decisiones de la Cámara que entiende en un recurso de apelación
concedido libremente, se dictan previa deliberación y voto de los jueces que las suscriben
(art. 26, dec.-ley 1285/1958; art. 271, CPCCN); en cambio, las pronunciadas a raíz de una
apelación en relación pueden redactarse en forma impersonal (art. 26, cit.).
En cuanto a los efectos con que cabe otorgar el recurso de apelación, éstos pueden ser
tratados desde dos ángulos: por un lado, los que se refieren a la ejecutabilidad de la
resolución apelada; y por el otro, los que se relacionan con la oportunidad de
su fundamentación, sustanciación y resolución por la Cámara.
Cabe hablar así, en el primer caso, de apelación con efectos suspensivos y devolutivos;
y en el segundo, de apelación con efectos inmediatos y diferidos.
Es de destacar que cuando la ley habla de la concesión del recurso "en ambos efectos",
debe entenderse con efectos suspensivos en cuanto a la ejecutabilidad de la resolución
recurrida, y devolutivos en el sentido tradicional del término, esto es de "devolución" de la
competencia al magistrado superior, vale decir, suspendiéndose el cumplimiento o ejecución
de lo resuelto.
El efecto suspensivo supone que la interposición del recurso de apelación impide el
cumplimiento o ejecución de la resolución impugnada; mientras que el devolutivo, por el
contrario, permite la ejecución "provisoria" de ella, pendiente la decisión del mismo por la
alzada; distinción que sólo cabe con respecto al recurso de apelación en relación, ya que el
concedido libremente siempre tiene efectos suspensivos.
Conviene recordar que el efecto suspensivo no importa de por sí la inejecutabilidad
absoluta de una resolución judicial, ya que, como lo establece el art. 499, Código Procesal,
"podrá ejecutarse parcialmente la sentencia aunque se hubiere interpuesto recurso ordinario
o extraordinario contra ella, por los importes correspondientes a la parte de la condena que
hubiere quedado firme. El título ejecutorio consistirá, en este caso, en un testimonio que
deberá expresar que ha recaído sentencia firme respecto del rubro que se pretende ejecutar
por haber sido consentido" (agravio parcial).
Es de considerar, además, que el efecto suspensivo no se extiende a cuestiones
incidentales que no dependen funcionalmente del procedimiento principal, respecto del cual
puede mediar una apelación "libremente" concedida, sin enervar la prosecución; v.gr., de la
adopción de medidas cautelares, pendiente el recurso (art. 166, inc. 5º, CPCCN).
El principio general es que el recurso procede "siempre en efecto suspensivo, a menos
que la ley disponga que lo sea en el devolutivo" (art. 243, CPCCN).
La ley establece que el recurso procederá con efectos devolutivos contra la resolución
que acuerda el beneficio de litigar sin gastos (art. 83, CPCCN); la que deniega la intervención
de terceros (art. 96, CPCCN) y la citación de evicción (art. 105, CPCCN); la que concede
alguna medida cautelar (art. 198, CPCCN) —con las salvedades que se señalan más
adelante—; la que rechaza la excepción de incompetencia cuando siendo ésta la única
opuesta, se la hubiese deducido por el carácter civil o comercial del asunto (art. 353,
CPCCN); y contra la que rechaza liminarmente el incidente (art. 179, CPCCN); etcétera.
En punto a la apelación contra las providencias que acuerdan medidas cautelares, habrá
de ponderarse, sin embargo, y como se ha dicho al comentar el art. 198, lo que dispone
el art. 4º, ley 25.587, en cuanto a que las medidas cautelares serán apelables con efecto
suspensivo, salvo en aquellos casos en que exista peligro en la vida, la salud o la integridad
física de quien la obtuvo, o que ésta sea persona de 75 años o más de edad. En esta
hipótesis el recurso procederá con efecto devolutivo, con lo que dicha ley modifica al Código
en lo relacionado con los efectos devolutivos que su art. 198 acuerda para las "acciones
declarativas" y de condena, entendidas como "meramente declarativas"; y el art. 15, ley
16.986 de Amparo, en cuanto a los efectos suspensivos que previene, sin desconocerse
que se ha venido resolviendo también, a nuestro juicio con total exactitud, que una
interpretación razonable y funcional de la referida norma conduce a conceder el recurso con
efecto simplemente devolutivo, contra la resolución queadmitió la medida cautelar para no
desnaturalizar la finalidad que dicha medida cautelar cumple (ver lo dicho en el comentario
al art. 198 sobre el efecto suspensivo de la apelación contra resoluciones que acuerdan
medidas cautelares).
El Código, por otra parte, establece supuestos en los que cabe la apelación con efectos
devolutivos contra sentencias definitivas, así contra la que admite la pretensión de fijación
de alimentos (art. 647, CPCCN) y de litisexpensas (art. 651, CPCCN); las dictadas en juicios
sumarísimos (como principio), "salvo cuando el cumplimiento de la sentencia pudiere
ocasionar un perjuicio irreparable en cuyo caso se otorgará en efecto suspensivo" (art. 498,
inc. 5º, CPCCN); y contra la sentencia de remate (art. 555, CPCCN), si el ejecutante diere
fianza de responder de lo que percibiere si aquélla fuese revocada, entre otros casos.
En cuanto a los efectos diferidos e inmediatos, la cuestión se refiere al momento en que
el recurso de apelación debe fundarse, sustanciarse y resolverse por la alzada.
El artículo establece que el recurso concedido en relación (el concedido en
forma libre está sometido a un régimen distinto al que más adelante se hará referencia) lo
será "en efecto diferido, cuando la ley así lo disponga" (art. 243, CPCC), vale decir, que
procede siempre, como regla, sin efecto diferido o, lo que es lo mismo, con efecto inmediato.
El efecto inmediato o no diferido significa que las etapas destinadas a la fundamentación,
sustanciación y decisión del recurso aparecen como actos entrelazados ysubsiguientes al
de interposición.
En la apelación con efecto inmediato, el art. 246 señala que el apelante deberá fundar el
recurso dentro de los cinco días contados desde la notificación de la providencia que lo
acuerda; si bien en la apelación de honorarios, el plazo de cinco días para la fundamentación
del recurso no se cuenta desde la notificación de la providencia que lo acuerda,sino desde
la notificación del auto en el que se los regula (art. 244, CPCCN).
El efecto diferido, en cambio, que corresponde, como se ha dicho, sólo cuando la ley así
lo dispone, implica la postergación de la etapa de fundamentación, sustanciación y
resolución del recurso a un momento ulterior, desvinculado del de la interposición —a objeto
de evitar la interrupción de los procedimientos de primera instancia y su elevación a la
alzada(1965); consecuencia, diríamos "normal", del recurso de apelación—, y no en absoluto
el previsto para su interposición, acto que deberá ser cumplido inexorablemente, como en
los demás supuestos, dentro de los cinco días (o tres en el sumarísimo) contados desde la
notificación (personal, por cédula o ministerio legis) de la resolución apelada.
El Código establece la apelación con efecto diferido contra las resoluciones que imponen
las costas y regulan honorarios en los incidentes (art. 69, CPCCN); desestiman el hecho
nuevo alegado en primera instancia (art. 366, CPCCN); y en general contra las dictadas en
los procesos de ejecución (arts. 509 y 557, CPCCN), salvo las que procedieran contra la
sentencia y la providencia que deniega la ejecución.
La fundamentación de las apelaciones diferidas, en el juicio ordinario (no procede la
apelación diferida en el sumarísimo) queda recién expedita a través de la interposición y
concesión del recurso de apelación contra la sentencia definitiva; vale decir, una vez
dispuesta la apertura de la segunda instancia a raíz de la apelación deducida (art.
260,CPCCN), debiéndose satisfacer dicha carga dentro del quinto día de notificada la
resolución que ordena poner el expediente en la oficina para "expresar agravios" (arts. 247,
259 y 260, inc. 1º, CPCCN), esto es con antelación a la fundamentación del recurso deducido
contra la sentencia en el proceso ordinario (10 días), las que serán resueltas con antelación
al deducido contra la sentencia definitiva (art. 268, CPCCN) (sobre la apelación del vencedor
al solo efecto de fundar, sustanciar y resolver el recurso, ver comentario al art. 242, pto. 1,
apart. c]).
En los procesos de ejecución, las apelaciones diferidas se fundarán en el acto de la
interposición del recurso contra la sentencia (art. 247, CPCCN), mientras que en los de
ejecución de sentencia, si la resolución recurrida fuere posterior a la que se indica en el art.
508, Código Procesal (vale decir, posterior a la que manda continuar la ejecución), el recurso
se fundará dentro del quinto día de notificada la providencia que lo concede.
El recurso de apelación se interpondrá por escrito o verbalmente. En este último caso se hará constar por
diligencia que el secretario o el oficial primero asentará en el expediente.
El apelante deberá limitarse a la mera interposición del recurso y si esta regla fuere
infringida se mandará devolver el escrito, previa anotación que el secretario o el oficial
primero pondrá en el expediente, con indicación de la fecha de interposición del
recurso y del domicilio que se hubiese constituido, en su caso.
Objeción sobre la forma de concesión del recurso. Cuando procediere la apelación en relación sin efecto
diferido, el apelante deberá fundar el recurso dentro de los cinco días de notificada la providencia que lo acuerde.
Del escrito que presente se dará traslado a la otra parte por el mismo plazo. Si el
apelante no presentare memorial, el juez de primera instancia declarará desierto el
recurso.
Si cualquiera de las partes pretendiese que el recurso ha debido otorgarse
libremente, podrá solicitar, dentro de tres días, que el juez rectifique el error.
Igual pedido podrán las partes formular si pretendiesen que el recurso concedido
libremente ha debido otorgarse en relación.
Estas normas regirán sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 276.
La fundamentación del recurso se lleva a cabo en la primera instancia, dentro del plazo
de cinco días contado desde la notificación ministerio legis de la providencia que lo concede,
si bien, como hemos explicado al comentar el art. 244, en la apelación de honorarios, el
plazo se cuenta, no desde la notificación de la providencia que lo otorga, sino desde la
notificación del auto regulatorio; no obstante, es optativa la fundamentación del recurso,
cumpliendo con la carga que el art. 265 impone para la "expresión de agravios"(1973).
Como lo establece el artículo, del escrito se dará traslado a la contraria por el plazo de
cinco días, el que se notificará por nota o ministerio legis, debiéndose adjuntar tantas copias
como partes apeladas hubiera.
Sin embargo, en lo que se refiere a la fundamentación y sustanciación del recurso, la ley
25.587 refunde en un solo acto las etapas de interposición y fundamentación del recurso de
apelación; y en lo que atañe a la sustanciación del recurso de apelación en relación, en lugar
de realizarse en la primera instancia, como correspondería en materia cautelar, se llevará a
cabo en la alzada, en cuyo art. 5º se señala que recibido éste se correrá traslado a la
contraria por el plazo de cinco días.
Si bien los supuestos en los que procede el recurso libremente y en relación resultan
claramente de la economía del art. 243, el artículo habilita a las partes a cuestionar u objetar
en la primera instancia, la forma o modo de concesión del recurso, dentro del plazo de tres
días contados desde la notificación de la providencia que lo concede(1974).
Si el juez hace lugar al pedido de rectificación del recurso concedido en relación, y lo
otorga por lo tanto libremente, deberá ordenar la remisión del expediente a la alzada para
su sustanciación en ella y el conjetural ejercicio de las facultades que contempla el art. 260
del Código, el memorial hará las veces de la "expresión de agravios" desde que ambas
piezas se equivalen.
Si el juez hace lugar al pedido respecto del recurso concedido libremente, y lo otorga por
lo tanto en relación, el apelante deberá fundarlo en la primera instancia dentro de los cinco
días de notificado el auto que hizo lugar a la objeción.
Si en cambio, no admite las objeciones, no cabe ningún recurso contra dicha resolución,
sino un nuevo pedido de rectificación deducido ante la Cámara dentro del plazo de tres
días (art. 276, CPCCN) contados desde la primera providencia que aquélla dicte, que será
la de autos si no tuviese anterior radicación de sala (art. 275, CPCCN), sin perjuicio de que
el tribunal como juez del recurso podrá resolver ex officio lo que corresponda en tal sentido.
Conviene recordar que el interesado ha debido cumplir a todo esto con la carga de la
presentación del memorial en la primera instancia (fundamentación del recurso en relación)
—tanto si hubiese deducido su objeción o no en ella— ya que, en caso contrario, el recurso
vendría a ser declarado desierto, clausurándose así el acceso a la instancia superior (art.
246, CPCCN), por lo que en rigor no existirá Cámara ante quien promover o reiterar
ulteriormente el pedido de rectificación.
La rectificación por la Cámara no importa la reedición o renovación de la etapa destinada
a la fundamentación del recurso, sino la correspondiente para el ejercicio de las demás
facultades que acompañan al recurso de apelación concedido libremente, mencionadas por
el art. 260 del Código, como es la de alegar hechos nuevos, replantear pruebas, agregar
documentos, fundar las apelaciones diferidas, etcétera.
La objeción sobre los efectos del recurso, cualesquiera que ellos fueran, deberá
deducirse, empero, a través de un recurso propiamente dicho, en el caso, del "de queja"(1975),
o si se quiere, según las reglas de la "queja por recurso denegado" que contempla el art.
282, Código Procesal, tal cual lo establece el art. 284 del citado cuerpo normativo.
No obstante, consideramos que la alzada como "juez del recurso" en lo que atañe a la
admisibilidad de la apelación y a las formas o modos de su concesión, también se halla
habilitada para corregir los efectos con que la misma fue concedida, aun en ausencia de
interposición del de queja que previene el art. 284, Código Procesal.
La apelación en efecto diferido se fundará, en los juicios ordinario y sumario(1976), en la oportunidad del art.
260, y en los procesos de ejecución juntamente con la interposición del recurso contra la sentencia.
En los procesos de ejecución de sentencia, si la resolución recurrida fuere
posterior a la mencionada en el art. 508, el recurso se fundará en la forma establecida
en el párrafo primero del art. 246.
En los procesos ordinario y sumario(1977)la cámara resolverá con anterioridad a la
sentencia definitiva.
Como hemos dicho al comentar el art. 241, el escrito mediante el cual se interpone el
recurso de revocatoria y de apelación en subsidio, deberá cumplir los mismos requisitos que
se exigen para el memorial, esto es, deberá contener una crítica concreta y razonada de la
resolución recurrida, constatándose aquí una excepción relativa a la carga de
fundamentación en materia de apelación, pues ella ha de operarse ineludiblemente al
interponerse el primero.
El escrito, pues, por el que se interpone el recurso de revocatoria con apelación en
subsidio hace las veces de sostenimiento del segundo de dichos recursos para el caso en
que la reposición fuese desestimada(1984). No obstante, somos de la idea de que, si al
resolver el recurso de revocatoria, el juez introdujera nuevos fundamentos en apoyo de su
anterior pronunciamiento en crisis, cabría, en garantía del debido proceso legal del
recurrente, autorizarse la "ampliación" del escrito que hace las veces del memorial con
relación a aquéllos, esto dentro del plazo de 5 días(1985).
Es claro que la apelación subsidiaria será inadmisible, y así podrá ser ello decidido por
la Cámara de oficio o a petición de parte, si la providencia atacada no ocasiona un gravamen
que no pueda ser reparado por la sentencia definitiva o si se trata de una resolución
inapelable por el tipo de proceso, con las salvedades indicadas en el comentario al art. 242.
Cuando el tribunal que haya de conocer del recurso tuviere su asiento en distinta localidad, y aquél
procediere libremente, en el escrito o diligencia a que se refiere el art. 245 el apelante, y el apelado dentro de
quinto día de concedido el recurso, deberán constituir domicilio en dicha localidad.
Si el recurso procediere en relación, las partes deberán constituir domicilio en los
escritos mencionados en el art. 246.
En ambos casos, la parte que no hubiese cumplido el requisito impuesto por este
artículo quedará notificada por ministerio de la ley.
Cuando el recurso con efecto devolutivo se conceda contra sentencia definitiva, así v.gr.,
la recaída en juicio sumarísimo (art. 498, inc. 5º, CPCCN), se remitirá el expediente a la
alzada dentro del quinto día de formada la pieza separada con las copias que el juez señale,
las que deberán ser presentadas por el apelante (inc. 1º), con las que la parte interesada
podrá promover la ejecución provisional de la misma mientras el recurso se encuentra
tramitando.
Cuando el recurso con efecto devolutivo se hubiese otorgado, en cambio, contra
una sentencia interlocutoria, se elevará a la Cámara la pieza separada con las copias de lo
que el apelante señale y de lo que el juez estimara necesario, junto con los memoriales,
salvo que éste considerara más expeditivo enviar el expediente original y retener dichos
elementos para la prosecución del juicio (inc. 2º).
El apelante deberá presentar las copias que estuvieran a su cargo dentro del quinto día
de concedido el recurso, en rigor de "notificado" del auto de su concesión, pudiendo hacer
lo propio el apelado.
Si el apelante no presentara las copias que estuvieran a su cargo, se producirá
la deserción del recurso de apelación (inc. 3º, CPCCN); mientras que la omisión de
acompañar las señaladas por el apelado, sólo autoriza a que se prescinda de ellas sin
afectar para nada la virtualidad de la apelación.
No obstante, cabe destacar que esta disposición debe interpretarse con criterio
restrictivo, de modo que no cabe hacer efectivo el apercibimiento contenido en la norma
cuando la providencia que concede la apelación en efecto devolutivo no indica las copias
que deben acompañarse dentro del quinto día(1986).
Del memorial, como en todas las demás modalidades, se corre traslado en la forma ya
vista, sin observarse ninguna variante en cuanto al procedimiento que se seguirá
ulteriormente en y por la alzada (art. 275, CPCCN).
El expediente o la pieza separada se elevará a la Cámara dentro del quinto día de
formada la pieza separada, o se lo remitirá por correo en las condiciones que indica el art.
251, Código Procesal.
En cuanto al trámite del recurso de apelación con efecto devolutivo en el juicio de
alimentos, ver el comentario al art. 647.
En los casos de los arts. 245 y 250, el expediente o las actuaciones se remitirán a la cámara dentro de quinto
día de concedido el recurso o de formada la pieza separada, en su caso, mediante constancia y bajo la
responsabilidad del oficial primero. En el caso del art. 246 dicho plazo se contará desde la
contestación del traslado, o desde que venció el plazo para hacerlo.
Si la cámara tuviese su asiento en distinta localidad, la remisión se efectuará por
correo y dentro del mismo plazo, contado desde la presentación del apelado
constituyendo domicilio o contestando el traslado, o desde que venció el plazo para
cumplir tales actos.
La remisión por correo se hará a costa del recurrente.
La falta de pago del impuesto o sellado de justicia no impedirá en ningún caso la concesión o trámite del
recurso.
Esto es consecuente con lo que dispone el art. 11, ley 23.898 de Tasas Judiciales, en
cuanto a que el incumplimiento de su pago no impedirá la prosecución del trámite normal
del juicio (ver su comentario).
El art. 169, Código Procesal, señala que "ningún acto procesal será declarado nulo si la
ley no prevé expresamente esa sanción", aunque aclara que "...la nulidad procederá cuando
el acto carezca de los requisitos indispensables para la obtención de su finalidad",
tratándose el incidente de nulidad del medio previsto para la impugnación de actos
procesales anteriores al pronunciamiento, por vicios o errores in procedendo, esto es, por
irregularidades procedimentales que precedieron a la sentencia, aun cuando como
culminación de dicho procedimiento se hubiere dictado la sentencia definitiva de primera o
segunda instancia.
Es claro que, como sucede con casi todas las nulidades procesales, éstas son
eminentemente convalidables o relativas, extremo que se constata por la no promoción del
pertinente incidente dentro del quinto día subsiguiente al conocimiento del acto en cuestión,
tal como lo señala el art. 170, Código Procesal, por lo que los vicios del procedimiento no
pueden ser revisados en la instancia superior a través del recurso de nulidad, sino en la
inferior, mediante la promoción del correspondiente incidente.
Téngase presente que, de conformidad con la decisión plenaria de la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Civil del 12/6/1959(1987), es procesalmente admisible unincidente de
nulidad de las actuaciones, promovido después que ha recaído sentencia definitiva, en
primera o segunda instancia, cualquiera sea la naturaleza del mismo.
El recurso de nulidad, en cambio, se refiere a los defectos propios de la resolución,
referidos a sus requisitos de tiempo, forma y lugar(1988)como también a los subjetivos y
de idoneidad objetiva de tales actos, v.gr., contra la resolución pronunciada por el juez una
vez que se ha desprendido de la competencia; vale decir, no contra
sentencia injustasino irregular, y sin que sea necesario que al interponerlo se lo califique
como tal(1989), aunque sí al expresar los agravios(1990), oportunidad en la que
deberá puntualizarse, crítica y razonadamente, el perjuicio y el interés que se pretenden
subsanar, máxime que la nulidad no procederá cuando los agravios pueden ser reparados
por la apelación per se(1991). Así como se ha admitido que la interposición del recurso de
apelación no excluiría la procedencia del de nulidad no calificado expresamente como tal,
consideramos que la deducción del recurso sólo calificado como de nulidad debe entenderse
como comprensivo del de apelación, y por ende debe ser concedido con tal alcance, máxime
que, frente a una situación dudosa, debe estarse en favor de la apelabilidad, como hemos
explicado en el comentario al art. 242, incluso por aplicación del principio del in dubio pro
actione pacíficamente admitido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación(1992).
En este sentido se ha dicho que la nulidad de la sentencia sólo procede cuando ésta
adolece de vicios o defectos de forma o construcción que la descalifican como acto
jurisdiccional(1993); o se circunscribe a los errores o defectos de la sentencia motivados por
vicios nacidos en la construcción del decisorio, como, por ejemplo, la ausencia de
fundamentación del fallo, la expresión oscura e imprecisa, la omisión de decidir cuestiones
esenciales, el pronunciamiento sobre pretensiones no propuestas por las partes o ya la
omisión de atender prueba esencial producida en autos, así, v.gr., cuando no se procedió a
la apertura del sobre que contiene el pliego de posiciones a los fines de su ponderación a la
luz de lo que dispone el art. 417 del Código Procesal(1994).
Ahora bien, como derivación de la "accesoriedad" de este recurso, el mismo sólo procede
contra resoluciones que puedan ser a su vez objeto del de apelación(1995), vale decir que
debe tratarse de una sentencia definitiva (salvo limitación por el monto), interlocutoria (salvo
que la ley disponga expresa o implícitamente su inapelabilidad), o de unaprovidencia simple
que ocasione gravamen irreparable (con las salvedades antes indicadas), como lo
establecía el art. 238, Código Procesal de 1880 hasta la reforma de la ley 14.237, en cuanto
disponía que "sólo podrá deducirse el recurso de nulidad contra los autos o sentencias de
que pueda interponerse apelación. No habiendo lugar al recurso de apelación, no lo habrá
tampoco al de nulidad".
Conviene, empero, destacar que la jurisprudencia invariablemente ha resuelto la
improcedencia del recurso de nulidad cuando los vicios (graves) alegados
fueransusceptibles de repararse a través de la apelación, así por ejemplo, por las
deficiencias en el análisis y valoración de las pruebas; la omisión de pronunciamiento acerca
de capítulos propuestos a la decisión del a quo; por citas erróneas, etcétera.
En tal sentido, se ha resuelto entonces, que el recurso de nulidad no procede cuando los
vicios u omisiones que el recurrente atribuye al decisorio de grado pueden ser reparados al
tratar los agravios(1996), porque el error in iudicando no justifica el recurso de nulidad; en
tanto, si existiera el vicio, será revocada la decisión errónea que derivó de él(1997).
Por el contrario y siempre excepcionalmente, se ha admitido el recurso contra la
sentencia que carecía de fecha si tal defecto pudiera provocar un perjuicio a las partes; que
incurría en error en cuanto al nombre de aquéllas si ello pudiese impedir la ejecución de la
sentencia; que incluía en la condena capítulos no propuestos a decisión del inferior; o
cuando carecía absolutamente de fundamentación o motivación, etcétera.
En cuanto a los efectos del recurso, el mismo puede tenerlos negativos, en la medida en
que la nulidad se decrete sin que a su turno la alzada dicte un nuevo pronunciamiento sobre
el fondo (iudicium rescindens) y positivos (iudicium rescissorium) cuando la Cámara en el
mismo acto emite el fallo definitivo, sin remitir el expediente a otro juez a esos efectos, si "el
procedimiento estuviere ajustado a derecho".
Se adapta así el artículo a la doctrina plenaria sentada en "Cruz Gianello e Hijos" en
cuanto establece que cuando es anulada la sentencia por el tribunal de segunda instancia y
el procedimiento es arreglado a derecho, debe dicho tribunal en el mismo acto analizar el
fondo de la cuestión debatida y fallar en consecuencia(1998).
A contrario sensu, de no encontrarse el procedimiento de primera instancia ajustado a
derecho, la alzada decretará la nulidad de la sentencia y dispondrá la remisión de la causa
al juez que resulte sorteado (arts. 124, RJNC, y 53, RJNCom. [ver el Apéndice]), para que
por su intermedio se dicte un nuevo pronunciamiento, salvadas aquellas irregularidades y
las propias de la sentencia.
Cabe destacar que la existencia del recurso de nulidad no excluye la facultad de que el
tribunal declare de oficio la nulidad de una sentencia cuando lo decidido importa la violación
de una norma, sustancial o procesal, de orden público(1999), así cuando se ha dictado la
sentencia civil soslayando la suspensión que establece el art. 1775, CCyCN, hasta el
momento en que la sentencia penal hubiese adquirido firmeza o ejecutoriedad(2000); se
admite el derecho de recompensa en favor de un cónyuge cuando todavía no se ha disuelto
la comunidad de ganancias(2001); se advierten defectos insuperables en su forma o
solemnidades(2002); se condena a quien no es parte(2003); se omite la adecuada integración
de la litis(2004); o cuando el pronunciamiento carece de toda fundamentación(2005)o presenta
vicios sustanciales que lo invalidan como acto procesal(2006), si bien para nosotros se trata
de una facultad excepcional.
El art. 633, Código Procesal, dispone que la sentencia definitiva dictada en el proceso
de interdicción será apelable dentro del quinto día; mientras que la que declara la
incapacidad automáticamente se elevará en consulta a la Cámara cuando no fuese apelada.
Esta norma, como habremos de ver al comentar el art. 633(2007), no resulta para nosotros de
aplicación si se inhabilita al causante en los términos del art. 48, CCyCN(2008); aunque en
algunos precedentes se ha hecho extensiva la impugnación oficiosa también para el juicio
de inhabilitación(2009), incluso reconociéndose lo dudoso de la cuestión(2010).
La elevación en consulta que prescriben los arts. 253 bis y 633, in fine, Código Procesal,
tiene por finalidad obtener la revisión del procedimiento que condujo a la declaración de
incapacidad por parte del tribunal de alzada, el que debe determinar si se han observado las
formalidades previstas especialmente por la ley para este tipo de procesos(2011); razón por
la cual no procede cuando se trata de la sentencia que rehabilita a quien había sido
declarada incapaz, pues la decisión le devuelve su capacidad(2012).
Se debe destacar, asimismo, que un sector de nuestra jurisprudencia ha hecho extensiva
esta elevación, lisa y llanamente, para el juicio de inhabilitación partiendo de la premisa que
tanto la interdicción como aquél justifican el examen por el tribunal de alzada, teniendo en
cuenta que los dos acarrean la restricción en la capacidad, sin que quepa hacer distingo en
orden a la menor extensión de uno de ellos(2013). Por nuestra parte, no compartimos este
criterio, como hemos explicado al comentar ambos procesos; esencialmente porque el
inhabilitado no es un incapaz.
Esta elevación en consulta, como hemos dicho al comentar el art. 242, no es para
nosotros un recurso, pues no depende de la instancia de parte.
SECCIÓN 3 - APELACIÓN ORDINARIA ANTE LA CORTE SUPREMA
El recurso ordinario de apelación ante la Corte Suprema, en causa civil, se interpondrá ante la cámara de
apelaciones respectiva dentro del plazo y en la forma dispuesta por los arts. 244 y 245.
Regirán respecto de este recurso, las prescripciones de los arts. 249, 251, 252 y 253.
De conformidad con lo previsto por el artículo, cuando el tribunal que dictó la sentencia
tuviere su asiento en el interior, el apelante, en el escrito de interposición del recurso, y el
apelado dentro del quinto día de concedido el mismo, deberán constituir domicilio en la
Capital Federal, quedando en su defecto sujeta la parte que no hubiese cumplido con dicho
recaudo al régimen de la notificación ministerio legis de las resoluciones sucesivas (art.
249,CPCCN).
Si la Cámara tuviese su asiento en la Capital Federal, dispone el art. 250, el expediente
se remitirá a la Corte dentro del quinto día de concedido el recurso mediante constancia y
bajo la responsabilidad del oficial primero o prosecretario; si tuviese su asiento en distinta
localidad, la remisión se efectuará por correo y dentro del mismo plazo, contado desde la
presentación del apelado constituyendo domicilio o desde que venció el plazo para cumplir
tal acto.
Agrega el art. 252 que la falta de pago del impuesto o sellado de justicia no impedirá en
ningún caso la concesión o trámite del recurso.
Las sentencias, como sucede en esta materia, deberán atender a las circunstancias
existentes al momento de la decisión, aunque sean sobrevinientes a la interposición del
recurso(2037).
El recurso extraordinario de apelación ante la Corte Suprema procederá en los supuestos previstos por
el art. 14 de la ley 48.
Artículo sin concordancia con el CPCC Bs. As.
1. LA SENTENCIA ARBITRARIA
El recurso extraordinario deberá ser interpuesto por escrito, fundado con arreglo a lo establecido en el art.
15 de la ley 48 ante el juez, tribunal u organismo administrativo que dictó la resolución que lo motiva, dentro del
plazo de diez días contados a partir de la notificación.
De la presentación en que se deduzca el recurso se dará traslado por diez días a
las partes interesadas, notificándolas personalmente o por cédula. Contestado el
traslado, o vencido el plazo para hacerlo, el tribunal de la causa decidirá sobre la
admisibilidad del recurso. Si lo concediere, previa notificación personal o por cédula
de su decisión, deberá remitir las actuaciones a la Corte Suprema dentro de cinco días
contados desde la última notificación. Si el tribunal superior de la causa tuviera su
asiento fuera de la Capital Federal, la remisión se efectuará por correo, a costa del
recurrente.
La parte que no hubiera constituido domicilio en la Capital Federal quedará
notificada de las providencias de la Corte Suprema por ministerio de la ley.
Regirá respecto de este recurso lo dispuesto en el art. 252.
La cuestión federal, a que hemos hecho referencia antes, debe ser oportuna e
inequívocamente planteada en el pleito, de manera tal que los tribunales de la causa estén
en condiciones de pronunciarse sobre ella, cuya articulación si bien no requiere de fórmulas
especiales ni de términos sacramentales, exige la mención del derecho federal que se
estima desconocido y la demostración de su conexión con la materia del pleito(2117); no basta
para ello con una mera reserva, como se suele señalar en la práctica(2118).
Como regla, debe ser planteada en la primera ocasión posible durante el curso del
proceso, pues tanto el acogimiento como el rechazo de las pretensiones de las partes son
eventos previsibles(2119), o en los escritos de demanda o de contestación, por cuanto ellos
son los que delimitan las cuestiones sometidas a decisión judicial, aunque se ha admitido
su planteamiento posterior a esas etapas procesales cuando media causa justificada que
haya impedido hacerlo entonces, o cuando el agravio aparece en formasorpresiva(2120) —si
bien, si la sentencia considera y resuelve la cuestión federal resulta indiferente la forma y
oportunidad de su planteamiento en la causa, pues ello equivale a decidir, implícitamente,
que el tribunal se halla habilitado por la respectiva ley procesal para pronunciarse sobre el
punto—(2121), por lo que resulta tardía la introducción de la cuestión federal que se
formula después de dictada la sentencia definitiva, y en el escrito en que se deduce
el recurso extraordinario.
Cabe señalar, no obstante, que la proposición de la cuestión federal en demanda o
contestación se debe referir, en todo caso, a la hipótesis en la cual el recurso es deducido
sobre la base de los supuestos expresamente contemplados en el art. 14 de la ley 48 —en
los que la admisión o el rechazo son eventos previsibles— y no así cuando dicho recurso se
deduce con fundamento en la arbitrariedad de la sentencia a partir de actos u omisiones,
precisamente, no posibles de prever por el recurrente en aquellas oportunidades, como la
Corte lo ha establecido en "Holando Sudamericana Compañía de Seguros SA"(2122)y más
tarde en "Rolyfar SA"(2123).
Sin embargo, también se ha señalado que, tratándose de la interpretación de leyes
federales resulta inoficioso todo examen respecto del mantenimiento de la cuestión federal
en el proceso(2124); o cuando la causa se resolvió según la exégesis de las normas federales
que efectuó(2125).
Importa destacar, finalmente, que la cuestión federal no sólo debe ser
oportunamente introducida en el pleito sino que debe, además, ser mantenida en todas las
instancias(2126), razón por la cual se ha considerado que la no contestación del traslado de
la expresión de agravios importó "abandono" en segunda instancia de la cuestión federal
introducida(2127), o lo que es lo mismo que ésta no fue mantenida en el curso del proceso(2128).
El plazo para interponer el recurso es de diez días, contados a partir del día siguiente al
de la notificación personal o por cédula de la sentencia o resolución apelada; y
esindividual y perentorio, de modo que no se suspende con motivo de la interposición de
otros recursos declarados improcedentes por el superior tribunal de la causa.
Como sucede con la inmensa generalidad de los recursos, y como principio, no cabe su
planteamiento en forma subsidiaria, o sea, condicionado al resultado de otros
recursos(2129), aunque también se ha resuelto que no resulta impedimento para la
procedencia del recurso extraordinario que el apelante lo haya condicionado a la denegatoria
de otro, si desestimado este último, aquél cuenta con fundamentos autónomos suficientes
para su sustentación(2130).
El recurso extraordinario debe interponerse y fundarse por escrito ante el juez, tribunal u
organismo administrativo que dictó la resolución que lo motiva, y debe bastarse a sí mismo,
de manera tal que de su simple lectura, el tribunal pueda formarse juicio sobre su
admisibilidad, como lo indica a su vez el art. 15, ley 48, en cuanto señala que "cuando se
entable el recurso de apelación que autoriza el artículo anterior deberá deducirse la queja
con arreglo a lo prescripto en él, de tal modo que su fundamento surja de los autos y tenga
una relación directa e inmediata a las cuestiones de validez de los artículos de la
Constitución, leyes, tratados o comisiones en disputa"(2131), por que el requisito analizado no
concurre si, por ejemplo, el recurrente se limita a formular afirmaciones genéricas no
demostradas ni referidas a los hechos de la causa o a remitirse a actuacionesanteriores.
Por otra parte y por tales razones, se ha juzgado desde antiguo que la adhesión al
recurso extraordinario es improcedente(2132), por cuanto, se dice que no satisface la
autosuficiencia impuesta como carga de su presentación; doctrina no compartida por la
Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires que ha establecido, por el contrario, que la
adhesión a un recurso extraordinario obrante en la causa, realizada por un litisconsorte,
resulta eficaz(2133).
El memorial debe contener una crítica razonada y concreta(2134)de los fundamentos de la
sentencia apelada(2135), y un prolijo relato de los hechos de la causa de principal relevancia,
que permita vincularlos con las cuestiones que se plantean como de naturaleza federal(2136).
Del memorial se dará traslado por diez días a las partes interesadas, notificándolas
personalmente o por cédula, y una vez contestado el traslado, o vencido el plazo para
hacerlo, el tribunal de la causa decidirá sobre la admisibilidad del recurso, debiendo
entenderse por "partes interesadas" a aquellas que hayan invocado derechos o asumido
posiciones contrapuestas a las del recurrente, mas no a los litisconsortes que tengan con
aquél un interés coincidente(2137), a cuyos efectos cabe la intimación que previene el art.
120(2138)—providencia que se notifica por nota—(2139)sustanciación, por cierto, de la cual no
puede prescindirse en resguardo del derecho de defensa en juicio del apelado(2140), en tanto,
agregamos, el recurso haya sido deducido tempestivamente, más allá de que, en este caso
además, jugaría la improcedencia de la declaración de una nulidad por la nulidad misma.
Si el tribunal u organismo concede el recurso, previa notificación personal o por cédula
de su decisión, deberá remitir las actuaciones a la Corte Suprema dentro de los cinco días
contados desde la última notificación, debiendo efectuarse la remisión por correo si aquél
tuviese su asiento fuera de la Capital Federal, y a costa del recurrente.
La parte que no hubiera constituido domicilio en la Capital Federal quedará
notificada ministerio legis de las providencias que dicte la Corte Suprema.
En atención a lo que dispone el art. 252, la falta de pago del impuesto o sellado de justicia
no impedirá en ningún caso la concesión o trámite del recurso, ello también como
consecuencia de lo que dispone el art. 11 de la ley 23.898 de Tasas Judiciales.
Como se ha dicho en el comentario al art. 14 de este Código, a partir de la reforma de la
ley 19.419 al texto del art. 14, CPCCN (ley 17.454), no procede la recusación sin
causa contra los miembros de la Corte(2141)—sin que ello importe violación de la defensa en
juicio, ya que que la recusación "con causa" es suficiente garantía—(2142); mientras que
la recusación con causa deberá ser deducida en el escrito de interposición de la apelación
extraordinaria, acto que abre la competencia del Tribunal —y no, por cierto, al interponer el
recurso de hecho ante su denegación—(2143), y por la parte apelada al contestar el traslado
del memorial(2144).
Por otra parte, el examen de los motivos graves de decoro y delicadeza, para autorizar
la excusación de los jueces de la Corte, exige un especial cuidado en su ponderación(2145) y,
con ello, la adopción de un criterio decididamente restrictivo, teniendo en cuenta que su
aplicación provoca el desplazamiento de la normal competencia de los jueces y la
consecuente alteración del principio constitucional del juez natural(2146); razón por la cual su
operatividad parecería depender de la alegación y prueba de la existencia de las causales
previstas en el art. 17 del CPCCN(2147).
Como se ha señalado en el comentario al art. 124 de este Código, en cuanto a la
presentación del recurso extraordinario, resulta aplicable aquí el plazo de
graciacontemplado por el art. 124, CPCCN, si bien, juzgándose que no cabe autorizar la
presentación del escrito dejado minutos más tarde de vencido el plazo otorgado por dicha
norma —pues ello importaría el otorgamiento de un plazo de gracia de otro plazo de
gracia(2148)—, sin que ello importe soslayar, empero, la adecuada consideración de
lascircunstancias de fuerza mayor o causas graves aprehendidas por el art. 157 del citado
ordenamiento, habiéndose autorizado, por tanto, la revocatoria de la resolución anterior de
la Corte que, en tal contexto, denegó la presentación de un recurso de queja un minuto
después(2149).
Desde que el recurso extraordinario y, por ende, el recurso de queja por denegación del
mismo(2150)se gobiernan por las disposiciones del Código Procesal en lo Civil y Comercial
de la Nación por encontrarse éstas claramente ubicadas dentro de los poderes delegados y,
en consecuencia, exentos de los alcances de la legislación local(2151)—con indiferencia de
que en los autos principales se hubiesen aplicado leyes nacionales o provinciales(2152), o
agregamos, que éstas no contemplen el instituto de la caducidad o perención de instancia o
la sujeten a requisitos previos (intimación previa, como en el actual Código de
Procedimientos Civil y Comercial de la provincia de Buenos Aires)—, la caducidad se verifica
cuando el apelante no insta idóneamente el trámite del recurso en el plazo de tres
meses (art. 310, inc. 2º, Código Procesal). Este lapso se computa desde la última actuación
del tribunal o de la parte que tenga por efecto impulsar el procedimiento y desde
la medianoche en que termina esta última(2153)—y en tanto, el acto extemporáneo no haya
sido consentido por la contraria—(2154) y no, desde la fecha de su notificación ministerio
legis o por cédula o desde que aquélla hubiese adquiridofirmeza(2155), para cuyo cálculo
habrán de tenerse en cuenta también los días declarados inhábiles y los que fueran
declarados de asueto judicial, con la única excepción de losferiados judiciales(2156).
La caducidad debe ser declarada por la Cámara en tanto el pedido se formule cuando el
recurso todavía no fue concedido por la alzada(2157)—e incluso de oficio—(2158)y por
la Corte una vez admitido éste, siendo aquella resolución impugnable por el recurso
extraordinario previsto en el art. 257, CPCCN, y no por el recurso de queja contemplado en
el art. 285(2159)(ver el comentario a los arts. 166 y 315 de este Código).
Cabe señalar, por otra parte, que la regla es que las sentencias de la Corte no
son revisables(2160) —salvo a través del recurso de aclaratoria(2161), así si la Corte omitió
imponer las costas(2162) y en tanto el recurso no importe una revocatoria, o el
de reconsideración, previsto por el art. 19 del dec.-ley 1285/1958(2163)—; motivo por el cual
se ha establecido que dichas sentencias no son susceptibles del recurso de nulidad(2164);
del incidente de nulidad(2165) —salvo supuesto de error de hecho evidente(2166)—; delrecurso
de reposición —salvo supuesto de error evidente(2167)—; o de la acción autónoma de
nulidad —salvo y excepcionalmente por error manifiesto(2168)— pues es inadmisible, se ha
dicho, que se pretenda poner en juicio la validez de sus sentencias ante tribunales inferiores
de la Nación.
Sobre las reglas para la interposición del recurso extraordinario federal, ver la acordada
4/2007 en el apéndice.
Para nosotros, la interposición del recurso extraordinario no tiene, como regla, efectos
suspensivos, sino que, en todo caso, lo tendrá su ulterior concesión(2169), desde un punto de
vista jurídico y no fáctico o de hecho —pues nuestro sistema procesal local no prevé una
tercera instancia ordinaria—, mientras que las sentencias pronunciadas por las Cámaras de
Apelaciones revisten el carácter de definitivas, sin que aquél afecte ni suspenda con su mera
interposición la ejecutoriedad de las pasadas en autoridad de cosa juzgada, como tampoco
lo hace el recurso de queja por denegación del extraordinario (ver nuestro comentario al art.
285)(2170).
Sin embargo, se ha juzgado por la propia Corte que, en tanto los jueces de la causa no
se pronuncien sobre su concesión o rechazo, el recurso extraordinario tendrá efectos
suspensivos(2171), virtualidad que se ha admitido, incluso, en calidad de medida cautelar
sobre la base de la potestad de asegurar la eficacia de la actividad jurisdiccional(2172)—
también en la hipótesis de recursos de queja por denegación de aquél, si los argumentos
aducidos en el recurso extraordinario y mantenidos en la queja pueden, prima facie,
involucrar cuestiones de orden federal susceptibles de examen en la instancia del art. 14, ley
48(2173)—; o ante la existencia de situaciones de gravedad institucional que puedan justificar
su intervención, superando los recaudos procesales frustratorios del control institucional que
le fue confiado y traducir agravios de imposible o tardía reparación ulterior(2174).
2. EL AMICUS CURIAE
Art. 257 bis.— (Incorporado por ley 26.790,art. 1) Recurso extraordinario por salto
de instancia.
Procederá el recurso extraordinario ante la Corte Suprema prescindiendo del recaudo del tribunal superior,
en aquellas causas de competencia federal en las que se acredite que entrañen cuestiones de notoria gravedad
institucional, cuya solución definitiva y expedita sea necesaria, y que el recurso constituye el único remedio
eficaz para la protección del derecho federal comprometido, a los fines de evitar perjuicios de imposible o
insuficiente reparación ulterior.
Existirá gravedad institucional en aquellas cuestiones sometidas a juicio que
excedan el interés de las partes en la causa, proyectándose sobre el general o público,
de modo tal que por su trascendencia queden comprometidas las instituciones
básicas del sistema republicano de gobierno o los principios y garantías consagrados
por la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales por ella incorporados.
La Corte habilitará la instancia con alcances restringidos y de marcada
excepcionalidad.
Sólo serán susceptibles del recurso extraordinario por salto de instancia las
sentencias definitivas de primera instancia, las resoluciones equiparables a ellas en
sus efectos y aquellas dictadas a título de medidas cautelares.
No procederá el recurso en causas de materia penal.
Se incorpora aquí por la ley 26.790 el "Recurso extraordinario por salto de instancia" o
comúnmente denominado per saltum, dentro de la Sección 4ª del referido ordenamiento que
contempla la "Apelación Extraordinaria ante la Corte Suprema" prevista por el art. 14 de
la ley 48, recurso que la Corte federal en anterior composición había admitido sin norma que
expresamente lo estableciera(2175)—aunque con importantes disidencias precisamente a raíz
de su falta de consagración legislativa—(2176), en causas de competencia
federal que manifiestamente entrañasen cuestiones de gravedad institucional que en forma
clara y manifiesta pudiesen traducir agravios de imposible o tardía reparación ulterior,
prescindiendose así del recaudo del Tribunal Superior a los efectos habilitar la instancia
promovida mediante aquel recurso para revisar lo decidido en la sentencia apelada(2177).
Se deja pues de lado el recaudo clásico de que la sentencia provenga del Tribunal
Superior de la causa, esto es, se prescinde del agotamiento de todas las instancias
locales(2178)para causas de competencia federal en las que se "acredite" la existencia de
cuestiones de notoria gravedad institucional, "cuya solución definitiva y expedita sea
necesaria", y que el recurso(2179)constituya el único remedio eficaz para la protección
del derecho federal comprometido, a los fines de evitar perjuicios de imposible o insuficiente
reparación ulterior, correspondiendo, agregamos, la carga de probar dichos extremos al
recurrente(2180).
Existirá gravedad institucional, reza el dispositivo en cuestión, en aquellas cuestiones
sometidas a juicio que excedan el interés de las partes en la causa, proyectándose sobre
el general o público, de modo tal que por su trascendencia queden comprometidas
las instituciones básicas del sistema republicano de gobierno o los principios y garantías
consagrados por la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales por ella
incorporados, si bien, agrega el artículo, la Corte habilitará la instancia con
alcances restringidos y de marcada excepcionalidad, por lo que debe entenderse que en
situaciones dudosas este recurso en la modalidad explicada no procedería.
El recurso sólo procede contra las sentencias definitivas de "primera instancia" y
resoluciones equiparables a ellas en sus efectos, esto es de aquellas que ponen fin al pleito
o impiden su continuación(2181), así, v.gr. la que hace lugar a la prescripción de la acción, y
contra "aquellas dictadas a título de medidas cautelares", apartándose de tal suerte de la
regla general de que el extraordinario no procede contra resoluciones cautelares, tanto si
las disponen, levantan o modifican(2182), si bien debemos recordar que la doctrina de la Corte
admitió también el recurso extraordinario "común" cuando el pronunciamiento cautelar
pudiese causar un agravio que por su magnitud y circunstancia de hecho resultara de tardía,
insuficiente o imposible reparación ulterior(2183)o lo decidido excediese el interés individual
de las partes, por ejemplo, en razón e aptitud de la medida para perturbar o paralizar la
oportuna percepción de la renta pública(2184).
Téngase presente que el recurso aquí previsto procede contra resoluciones
que acuerden o denieguen medidas cautelares, con lo que el legislador se aparta de la figura
del recurso extraordinario per saltum previsto en el art. 195 bis del Código Procesal Civil y
Comercial introducido por el art. 18 de la ley 25.561 de Emergencia Pública y Reforma del
Régimen Cambiario(2185)que establecía que "cuando se dicten medidas cautelares que en
forma directa o indirecta afecten, obstaculicen, comprometan o perturben el
desenvolvimiento de actividades esenciales del Estado Nacional, las Provincias, la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, las Municipalidades, de sus reparticiones centralizadas o
descentralizadas, o de entidades afectadas a alguna actividad de interés estatal, podrá
interponerse recurso de apelación directamente ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación"; vale decir, que el recurso per saltum sólo se autorizaba en el caso de que el juez
hubiese autorizado una medida cautelar con la virtualidad allí descripta, y en absoluto
cuando se había desestimado la pretensión cautelar.
Art. 257 ter.— (Incorporado por ley 26.790,art. 1) Forma, plazo, trámite y efectos.
El recurso extraordinario por salto de instancia deberá interponerse directamente ante la Corte Suprema
mediante escrito fundado y autónomo, dentro de los diez (10) días de notificada la resolución impugnada.
La Corte Suprema podrá rechazar el recurso sin más trámite si no se observaren
prima facie los requisitos para su procedencia, en cuyo caso proseguirá la causa
según su estado y por el procedimiento que corresponda.
El auto por el cual el Alto Tribunal declare la admisibilidad del recurso tendrá
efectos suspensivos respecto de la resolución recurrida.
Del escrito presentado se dará traslado a las partes interesadas por el plazo de
cinco (5) días notificándolas personalmente o por cédula.
Contestado el traslado o vencido el plazo para hacerlo, la Corte Suprema decidirá
sobre la procedencia del recurso.
Si lo estimare necesario para mejor proveer, podrá requerir al Tribunal contra cuya
resolución se haya deducido el mismo, la remisión del expediente en forma urgente.
En cuanto a la forma, plazo, trámite y efectos de la interposición del recurso, establece
el artículo que el recurso deberá presentarse ante la Corte Suprema mediante escrito
fundado que se baste a sí mismo y no ante el juez que dictó la resolución apelada, dentro
de los 10 días de notificada la resolución impugnada y que la Corte Suprema podrá rechazar
el recurso sin más trámite si no se observaren prima facie los requisitos para su procedencia,
tal cual lo autoriza el art. 280 del Código Procesal.
Por otra parte, se prevé que es la concesión del recurso(2186), y no la
mera interposición del mismo, la tendrá efectos suspensivos respecto de la resolución
recurrida, con lo que juzgamos que no sería aplicable en este caso y ante los claros términos
de la ley la doctrina que admite, si bien que excepcionalmente, la suspensión de lo resuelto
mientras la Corte no se pronuncie por su concesión o rechazo(2187), e incluso paradojalmente,
ante la existencia de situaciones de gravedad institucional(2188).
Téngase presente con relación al recurso per saltum contra medidas cautelares, que el
previsto en el art. 195 bis del Código Procesal Civil y Comercial introducido por el art. 18 de
la ley 25.561 de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario, establecía además
que "la presentación del recurso tenía por sí sola efecto suspensivo de la resolución dictada".
Del escrito presentado se dará traslado a las partes interesadas por el plazo de 5 días
notificándolas personalmente o por cédula, reduciéndose de tal modo el plazo previsto para
el extraordinario "común", que como se sabe es de 10 días (art. 257, CPCCN).
Contestado el traslado o vencido el plazo para hacerlo, la Corte Suprema decidirá sobre
la procedencia del recurso, sin perjuicio de que el Tribunal podrá solicitar, "para mejor
proveer", la remisión del expediente en forma urgente.
Si bien es, además, un principio general que las sentencias no son ejecutables en tanto
no se encuentren consentidas o ejecutoriadas(2189), este artículo autoriza
laejecución "provisional" y anticipada de la sentencia pendiente el recurso extraordinario.
El apelado podrá solicitar la ejecución de la sentencia si la de la Cámara o tribunal fuese
confirmatoria de la dictada en primera instancia, una vez concedido el recurso —no bastando
con su mera interposición que, como regla, no suspende el procedimiento(2190)— y dando
fianza de responder de lo que percibiese si el fallo fuera revocado por la Corte Suprema, la
que será calificada, en su tipo y extensión, por el tribunal que hubiese concedido el recurso,
y quedará cancelada si la Corte Suprema lo declarase improcedente o si confirmase la
sentencia recurrida, si bien el Fisco nacional está exento de la fianza a que se refiere esta
disposición.
Las sentencias dictadas, entonces, por los jueces de instancia única o insusceptibles del
recurso de apelación o ya las resoluciones de tal carácter, emanadas de organismos
administrativos, no serían susceptibles de ejecución provisional con sujeción a los términos
de este artículo, sin perjuicio de que no sólo la determinación de la fianza será resorte del
tribunal u organismo que lo concedió, sino todo lo concerniente a la ejecución en sí.
Es claro que, como lo enseña Palacio(2191), la ejecución procedería también si se tratase
de una sentencia de tercera instancia (emanada de un tribunal provincial); si bien no nos
convence que, para ello, sea suficiente con que aquélla fuese coincidente con "cualquiera"
de las sentencias dictadas en las instancias anteriores, como señala Palacio con cita de
Imaz y Rey y Sagüés. Por el contrario, estimamos que debe serlo con todas las sentencias
previas, más aún cuando se repara que el referido artículo debe ser interpretado en
forma estricta(2192); no obstante, ello es materia abierta a la polémica.
Por otra parte, la ley no impone la exacta coincidencia entre lo resuelto en una y otra
instancia, sino, en todo caso, en lo que habrá de ser materia de ejecución parcial(2193).
Es importante recordar que la fianza que contempla el mentado dispositivo legal no se
confunde o identifica con la contracautela que debe prestar quien obtiene una medida
cautelar, la cual se otorga para cubrir las costas y los daños y perjuicios que pudiese
ocasionar su traba, y con abstracción de que medie o no desplazamiento patrimonial alguno
en favor del solicitante; mientras que la que aquí se analiza tiene por finalidad asegurar la
devolución de lo percibido o de lo percibido de más, en el caso de que el fallo fuera revocado
por la Corte Suprema(2194). En consecuencia, de esto se sigue además, como es doctrina
pacífica de nuestra Corte, que la ejecución sólo procede respecto desentencias de
contenido patrimonial cuyo cumplimiento fuera posible de ser reparado mediante el pago de
una suma de dinero(2195), y en tanto el recurso, como lo indica la norma, se
hubiese concedido(2196), por lo que, en caso de rechazo, no sería pertinente exigir la fianza
que determina el artículo(2197).
En cuanto a la naturaleza de la fianza a otorgar, si bien la regla parecería ser la
prestación de la caución real(2198), conforme lo postula Palacio(2199), pensamos que lacaución
juratoria es procedente —en todo caso, reservada, cuando existe una fuerte presunción
sobre un pronunciamiento confirmatorio por parte de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación—.
La función de garantía, respecto de lo "percibido", nos lleva a pensar en este orden de
ideas, que en el caso de ejecutarse resoluciones que han declarado la inconstitucionalidad
de la "pesificación" de depósitos bancarios, la fianza debería comprender solamente
la diferencia de cambio existente entre la cotización del dólar libre y la que corresponde por
aplicación de lo dispuesto por el dec. 214/2002 y demás normas de emergencia, esto es, de
$ 1,40 más el CER y los intereses correspondientes, desde que la revocación de la sentencia
de Cámara supondría, en el mejor de los casos, la obligación de restituir lo percibido
indebidamente, en la especie, aquella diferencia y no, por cierto, el total de lo ejecutado.
En este contexto, deberá procederse así a la certificación de las copias pertinentes para
su presentación ante el Juzgado de Primera Instancia, ante el cual se formará el incidente
respectivo y se promoverá la ejecución, previa verificación acerca de la prestación de la
fianza.
Conviene recordar que el pago de las sumas comprendidas en la condena sin efectuar
reserva alguna en torno a la continuación del trámite, podría interpretarse como
desistimiento o renuncia tácita al recurso, por incompatibilidad entre ambas gestiones, como
en un supuesto similar lo resolvió la Corte Suprema respecto del pago, en tales condiciones,
mientras se hallaba pendiente el recurso de queja(2200).
SECCIÓN 5 - PROCEDIMIENTO ORDINARIO EN SEGUNDA INSTANCIA
Cuando el recurso se hubiese concedido respecto de sentencia definitiva dictada en proceso ordinario o
sumario(2201), en el día en que el expediente llegue a la cámara, el secretario dará cuenta y se ordenará que sea
puesto en la oficina. Esta providencia se notificará a las partes personalmente, o por cédula. El apelante
deberá expresar agravios dentro del plazo de diez días o de cinco días(2202), según se
tratare de juicio ordinario o sumario.
Dentro de quinto día de notificada la providencia a que se refiere el artículo anterior y en un solo escrito, las
partes deberán:
1) Fundar los recursos que se hubiesen concedido en efecto diferido. Si no lo hicieren, quedarán firmes las
respectivas resoluciones.
2) Indicar las medidas probatorias denegadas en primera instancia o respecto de
las cuales hubiese mediado declaración de negligencia, que tengan interés en
replantear en los términos de los arts. 379 y 385 in fine. La petición será fundada, y
resuelta sin sustanciación alguna.
3) Presentar los documentos de que intenten valerse, de fecha posterior a la
providencia de autos para sentencia de primera instancia, o anteriores, si afirmaren
no haber tenido antes conocimiento de ellos.
4) Exigir confesión judicial a la parte contraria sobre hechos que no hubiesen sido
objeto de esa prueba en la instancia anterior.
5) Pedir que se abra la causa a prueba cuando:
a) se alegare un hecho nuevo posterior a la oportunidad prevista en el art. 365, o
se tratare del caso a que se refiere el segundo párrafo del art. 366;
b) se hubiese formulado el pedido a que se refiere el inc. 2) de este artículo.
Las pruebas que deban producirse ante la cámara se regirán, en cuanto fuere compatible, por las
disposiciones establecidas para la primera instancia.
Para alegar sobre su mérito, las partes no podrán retirar el expediente. El plazo
para presentar el alegato será de seis días.
Los miembros del tribunal asistirán a todos los actos de prueba en los supuestos que la ley establece o
cuando así lo hubiese solicitado oportunamente alguna de las partes en los términos del art.
34, inc. 1). En ellos llevará la palabra el presidente. Los demás jueces, con su
autorización, podrán preguntar lo que estimaren oportuno.
En lo que se refiere a la recepción de la prueba, el artículo indica que los miembros del
tribunal asistirán a todos los actos de prueba cuando la ley así lo dispone (v.gr., art. 360,
CPCCN), en los que llevará la palabra el presidente, mientras que los demás jueces, con su
autorización podrán preguntar lo que estimaren oportuno.
Si la prueba debiera practicarse fuera del radio urbano, pero dentro de la circunscripción
judicial (v.gr., en el procedimiento federal), los jueces podrán trasladarse para recibirla, o
encomendar dicha diligencia a los de las distintas localidades (ley 22.172); sin embargo, si
se tratare de un reconocimiento judicial los jueces podrán trasladarse a cualquier lugar de la
República, tal como lo autoriza el art. 382, Código Procesal.
A raíz de la reforma introducida al art. 34, inc. 1º, por la ley 25.488, no cabe ya el pedido
de partes a que hace referencia el artículo que comentamos, sin perder de vista que es
posible delegar en el secretario o prosecretario letrado, la dirección de la audiencia
testimonial, como lo disponen los arts. 34, inc. 1º, 38, inc. 5º, y 360, inc. 5º, Código Procesal.
Si se pretendiere producir prueba en segunda instancia, dentro de quinto día de notificada la providencia a
que se refiere el art. 259, las partes manifestarán si van a informar in voce. Si no hicieren esa
manifestación o no informaren, se resolverá sin dichos informes.
Se autoriza a las partes a informar oralmente o in voce, para lo cual deberá fijarse
audiencia luego de la presentación de los alegatos o de vencido el término para ello, para
recibir las alegaciones orales de las partes, en tanto éstas hubiesen cumplido con la carga
de indicar dentro del quinto día de notificada la providencia del art. 259 su voluntad en tal
sentido, aun cuando para ese estado todavía se ignorara si el tribunal de segunda instancia
admitirá o no la apertura a prueba, que de por sí es excepcional y de interpretación
restrictiva(2221).
El escrito de expresión de agravios deberá contener la crítica concreta y razonada de las partes del fallo que
el apelante considere equivocadas. No bastará remitirse a presentaciones anteriores. De dicho escrito se
dará traslado por diez o cinco días(2222) al apelado, según se trate de juicio ordinario
o sumario(2223).
El apelante debe fundar el recurso dentro del plazo de diez días contados desde la
notificación de la providencia del art. 259, Código Procesal, debiendo presentar su
fundamentación en la mesa de entrada de la sala o cámara que entiende en la apelación en
el plazo antedicho que, huelga decirlo, corre individualmente para cada una de las partes o
sujetos que integran una misma parte (litisconsorcio) apelante.
La fundamentación del recurso se lleva a cabo a través de un escrito
denominado expresión de agravios, que traduce el acto mediante el cual el recurrente refuta
total o parcialmente las conclusiones establecidas por la sentencia en lo que atañe a la
apreciación de los hechos o de la prueba o a la aplicación de las normas jurídicas(2224).
La expresión de agravios debe contener un análisis concreto, razonado y crítico de la
sentencia recurrida; se deberán destacar los errores, omisiones y demás deficiencias que
se le atribuyen, especificando con exactitud los fundamentos de las objeciones, no siendo
las afirmaciones genéricas y las impugnaciones de orden general idóneas para mantener la
apelación(2225).
Vale decir que en este escrito, que debe bastarse a sí mismo, el apelante deberá
examinar los concretos fundamentos que ha tomado el juez en su sentencia y demostrar en
qué particular aspecto de ésta ha incurrido aquél en error, sea de hecho en la apreciación
de los hechos o en la valoración de la prueba; sea de derecho, en la aplicación de las normas
jurídicas a esos hechos (art. 265, CPCCN); sin que quepa remitirse a presentaciones
anteriores(2226), aunque también se ha juzgado que si la remisión tiene lugar en relación con
la expresión de agravios de un litisconsorte con interés común, no hay razones para
invalidarla(2227).
El artículo exige que la expresión de agravios o memorial, según la naturaleza del
recurso respectivo, deba contener una crítica concreta y razonada de las partes del falloque
el apelante considere equivocadas, vale decir, que al apelante le incumbe la carga de
motivar y fundar su queja como acto posterior a la concesión del recurso, señalando y
demostrando, punto por punto, los errores en que se ha incurrido o las causas por las cuales
el pronunciamiento se considera injusto o contrario a derecho(2228).
En la expresión de agravios, el apelante no puede introducir cuestiones no sometidas a
resolución del juez a quo (prohibición de articular nuestras pretensiones o defensas) —
desde que la Cámara "no podrá fallar sobre capítulos no propuestos a la decisión del juez
de primera instancia" (art. 277, CPCCN)—, pero sí aquellas que, aunque propuestas,fueron
omitidas en la primera instancia, aun si no se hubiese pedido aclaratoria a su respecto (art.
178, CPCCN).
Como excepción, el apelante puede solicitar que la Cámara resuelva sobre "los intereses
y daños y perjuicios, u otras cuestiones derivadas de hechos posteriores a la sentencia de
primera instancia" (art. 277, CPCCN), lo cual no es más que la aplicación en la alzada de lo
que para la instancia inferior autoriza el art. 163, inc. 6º, Código Procesal, entre lo que se
destaca la alegación por las partes y la facultativa consideración oficiosa por la Cámara de
hechos superveniens o sobrevinientes.
En la expresión de agravios, el apelante deberá también articular las causales de
nulidad que pudieran afectar a la sentencia, desde que, según se ha dicho, la apelación
comprende el recurso de nulidad por defectos de la misma (art. 253, CPCCN).
La expresión de agravios determina, del mismo modo que la demanda, el thema
decidendum sobre el que podrá pronunciarse el tribunal, por lo que éste deberá fallar sólo
en relación con lo que ha sido materia de agravio en la sentencia, quedando ésta consentida
en los demás (tantum devolutum quantum appelatum), constatándose así la coincidencia
entre "demanda" y "expresión de agravios", desde que uno y otro acto determinan la
concreta medida de la competencia del juez de primera instancia y la de la Cámara,
sujetándolos en su decisión al principio de congruencia, esto es, al deber de atenerse a los
capítulos propuestos a su consideración.
Es que, como hemos dicho al comentar el art. 242, la alzada está pues sujeta a un doble
juego de limitaciones impuestas a partir del sistema dispositivo procesal, en el caso,porque
no puede resolver sobre capítulos no propuestos a la decisión del inferior por aplicación del
principio de congruencia (arts. 34, 163, 164 y 277, CPCCN); por el otro,porque no puede
resolver sobre cuestiones que no constituyeron materia de los agravios expresados por el
apelante.
El escrito se deberá acompañar con tantas copias firmadas como partes intervengan (art.
120, CPCCN), aunque en rigor podría admitirse la presentación de un número menor, de
acuerdo con los sujetos que revistan la calidad de parte apelada, pues es respecto de ellos
que el art. 265 manda literalmente correr traslado (así para todos los litisconsortes actores
de la expresión de agravios del único codemandado que apeló).
Art. 266.— Deserción del recurso.
Si el apelante no expresare agravios dentro del plazo o no lo hiciere en la forma prescripta en el artículo
anterior, el tribunal declarará desierto el recurso, señalando, en su caso, cuáles son las motivaciones esenciales
del pronunciamiento recurrido que no han sido eficazmente rebatidas.
Declarada la deserción del recurso la sentencia quedará firme para el recurrente.
Si el apelado no contestase el escrito de expresión de agravios dentro del plazo fijado en el art. 265, no podrá
hacerlo en adelante y la instancia seguirá su curso.
Sorteo de la causa. Con la expresión de agravios y su contestación, o vencido el plazo para la presentación
de ésta y, en su caso, sustanciadas y resueltas las cuestiones a que se refieren los arts. 260 y siguientes,
se llamará autos y, consentida esta providencia, el expediente pasará al acuerdo sin
más trámite. El orden para el estudio y votación de las causas será determinado por
sorteo, el que se realizará al menos dos veces en cada mes.
Concordancia: art. 263, CPCC Bs. As.
Dispone el artículo que con la expresión de agravios y su contestación, o vencido el plazo
para ello, y sustanciadas y resueltas en su caso que fueron las peticiones y alegaciones a
que se refiere el art. 260, Código Procesal, se dictará el llamamiento de autos para
sentencia, y consentida esta providencia (dentro del plazo de tres días, arg.arts.
273 y 238, CPCCN), el expediente pasará al acuerdo sin más trámite, sin perjuicio de la
facultad de la alzada para ordenar "medidas para mejor proveer", tal cual la habilita el art.
36, inc. 4º, Código Procesal.
El orden para el estudio y votación de la causa será determinado por sorteo, el que por
lo menos se realizará dos veces al mes, corriendo el plazo para dictar sentencia, a partir de
la fecha que aparezca consignada en el correspondiente libro (art. 269, CPCCN).
La secretaría llevará un libro que podrá ser examinado por las partes, sus mandatarios o abogados, en el
cual se hará constar la fecha del sorteo de las causas, la de remisión de los expedientes a los jueces y la de su
devolución.
Los miembros de la cámara se instruirán cada uno personalmente de los expedientes antes de celebrar los
acuerdos para pronunciar sentencias.
El acuerdo se realizará con la presencia de todos los miembros del tribunal y del secretario. La votación se
hará en el orden en que los jueces hubiesen sido sorteados. Cada miembro fundará su voto o
adherirá al de otro. La sentencia se dictará por mayoría, y en ella se examinarán las
cuestiones de hecho y de derecho sometidas a la decisión del juez de primera
instancia que hubiesen sido materia de agravios.
Concluido el acuerdo, será redactado en el libro correspondiente suscripto por los jueces del tribunal y
autorizado por el secretario.
Inmediatamente se pronunciará la sentencia en el expediente, precedida de copia
íntegra del acuerdo, autorizada también por el secretario.
Podrá pedirse aclaratoria en el plazo de cinco días.
Las providencias simples serán dictadas por el presidente. Si se pidiere revocatoria, decidirá el tribunal sin
lugar a recurso alguno.
Cuando el recurso se hubiese concedido respecto de sentencia definitiva dictada en proceso sumario, se aplicarán las reglas establecidas precedentemente, con excepción
Este artículo está tácitamente derogado a raíz de la supresión del juicio sumario,
dispuesta por la ley 25.488.
Si el recurso se hubiese concedido en relación, recibido el expediente con sus memoriales, la cámara, si el
expediente tuviere radicación de sala, resolverá inmediatamente. En caso contrario dictará la providencia de
autos.
No se admitirá la apertura a prueba ni la alegación de hechos nuevos.
Cuando la apelación se concediere en efecto diferido, se procederá en la forma
establecida en el art. 260, inc. 1º.
Si la apelación se hubiese concedido libremente, debiendo serlo en relación, el tribunal de oficio o a petición
de parte hecha dentro de tercero día, así lo declarará, mandando poner el expediente en secretaría para la
presentación de memoriales en los términos del art. 246.
Si el recurso se hubiese concedido en relación, debiendo serlo libremente, la
cámara dispondrá el cumplimiento de lo dispuesto en el art. 260.
El tribunal no podrá fallar sobre capítulos no propuestos a la decisión del juez de primera instancia. No
obstante, deberá resolver sobre los intereses y daños y perjuicios, u otras cuestiones derivadas de hechos
posteriores a la sentencia de primera instancia.
El tribunal podrá decidir sobre los puntos omitidos en la sentencia de primera instancia aunque no se
hubiese pedido aclaratoria, siempre que se solicitare el respectivo pronunciamiento al expresar agravios.
Art. 280.— (Texto según ley 23.774,art. 2) Llamamiento de autos. Rechazo del
recurso extraordinario. Memoriales en el recurso ordinario.
Cuando la Corte Suprema conociere por recurso extraordinario, la recepción de la causa implicará el
llamamiento de autos. La Corte, según su sana discreción, y con la sola invocación de esta norma, podrá
rechazar el recurso extraordinario, por falta de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas
resultaren insustanciales o carentes de trascendencia.
Si se tratare del recurso ordinario del art. 254, recibido el expediente será puesto
en secretaría, notificándose la providencia que así lo ordene personalmente o por
cédula. El apelante deberá presentar memorial dentro del término de diez días, del que
se dará traslado a la otra parte por el mismo plazo. La falta de presentación del
memorial o su insuficiencia traerá aparejada la deserción del recurso.
Contestado el traslado o transcurrido el plazo para hacerlo se llamará autos.
En ningún caso se admitirá la apertura a prueba ni la alegación de hechos nuevos.
Cuando se tratara del recurso extraordinario previsto por el art. 256, señala la norma que
la recepción de la causa implicará el llamamiento de autos.
La Corte, según "su sana discreción"(2273), y con la sola invocación de esta norma, podrá
rechazar el recurso extraordinario(2274), por falta de agravio federal suficiente o cuando las
cuestiones planteadas resultaren insustanciales o carentes de trascendencia, sin que ello
importe confirmar ni afirmar la justicia o el acierto de la decisión recurrida, sino que el recurso
deducido no ha superado el examen de la Corte encaminado a seleccionar los casos en los
que entenderá, según las pautas establecidas en este precepto(2275).
Como bien indica Palacio(2276), se comprende en el segundo párrafo del artículo un
denominado certiorari argentino, por su presunta analogía con el writ of certiorari del derecho
norteamericano, cuya única semejanza real estriba en el hecho de que aquél también
autoriza a rechazar el recurso sin fundamentación de la resolución que así lo dispone.
De tratarse, en cambio, del recurso ordinario de apelación del art. 254, recibido el
expediente será puesto en secretaría, notificándose la providencia que así lo
ordenepersonalmente o por cédula a las partes, debiendo el apelante presentar su memorial
dentro del término de diez días, del que se dará traslado a la otra parte por el mismo plazo,
y, en su defecto, se producirá su deserción.
Una vez contestado el traslado o vencido el plazo para hacerlo se llamará autos.
En ningún caso se admitirá la apertura a prueba ni la alegación de hechos nuevos, o lo
que es lo mismo, y como se ha dicho, que los litigantes que comparecen ante la Corte
Suprema en virtud del recurso extraordinario no tienen derecho para producir prueba
alguna(2277); aunque en algún supuesto se ha admitido la agregación de prueba
documental(2278), sin perjuicio de las medidas que el tribunal considere oportuno dictar para
mejor proveer(2279).
Las sentencias de la Corte Suprema se redactarán en forma impersonal, sin perjuicio de que los jueces
disidentes con la opinión de la mayoría emitan su voto por separado.
El original de la sentencia se agregará al expediente y una copia de ella, autorizada
por el secretario, será incorporada al libro respectivo.
Las sentencias se redactarán en forma impersonal, sin perjuicio de que los jueces
disidentes de la opinión de la mayoría emitan su voto por separado, las que se agregarán al
expediente, y copias de ellas, autorizadas por el secretario, se incorporarán al libro
respectivo. Se cumplirá además con la identificación que menciona la acordada 2/2004 del
11/2/2004 (ver el Apéndice).
Si el juez denegare la apelación, la parte que se considere agraviada podrá recurrir directamente en queja
ante la cámara, pidiendo que se le otorgue el recurso denegado y se ordene la remisión del expediente.
El plazo para interponer la queja será de cinco días, con la ampliación que
corresponda por razón de la distancia, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 158.
Las mismas reglas se observarán cuando se cuestionase el efecto con que se hubiese concedido el recurso
de apelación.
Art. 285.— (Texto según ley 23.774,art. 2) Queja por denegación de recursos ante
la Corte Suprema.
Cuando se dedujere queja por denegación de recursos ante la Corte Suprema, la presentación, debidamente
fundada, deberá efectuarse en el plazo que establece el segundo párrafo del art. 282.
La Corte podrá desestimar la queja sin más trámite, exigir la presentación de
copias o, si fuere necesaria, la remisión del expediente.
Si la queja fuere por denegación del recurso extraordinario, la Corte podrá
rechazar este recurso en los supuestos y forma previstos en el art. 280, párrafo
segundo. Si la queja fuere declarada procedente y se revocare la sentencia, será de
aplicación el art. 16 de la ley 48.
Mientras la Corte no haga lugar a la queja no se suspenderá el curso del proceso.
Cuando se interponga recurso de queja ante la Corte Suprema de Justicia por denegación del recurso
extraordinario, deberá depositarse a la orden de dicho tribunal la suma de $ 15.000(2296). El depósito se hará
en el Banco de depósitos judiciales.
No efectuarán este depósito los que estén exentos de pagar sellado o tasa judicial,
conforme a las disposiciones de las leyes nacionales respectivas.
Si se omitiera el depósito o se lo efectuare en forma insuficiente, se hará saber al
recurrente que deberá integrarlo en el término de cinco días. El auto que así lo ordene
se notificará personalmente o por cédula.
Si la queja fuese declarada admisible por la Corte, el depósito se devolverá al interesado. Si fuere
desestimada, o si se declarase la caducidad de la instancia, el depósito se perderá.
La Corte dispondrá de las sumas que así se recauden para la dotación de las
bibliotecas de los tribunales nacionales de todo el país.
Las sentencias definitivas, o equiparables, dictadas por la Cámara de Apelación, serán susceptibles de
recurso de casación.
El recurso de casación será admisible contra las resoluciones que decidan la
suspensión de los efectos de actos estatales u otra medida cautelar frente a alguna
autoridad pública y contra las decisiones que declaren formalmente inadmisible a la
pretensión contencioso-administrativa.
Se trata del recurso de casación por errores de juicio (in iudicando) determinantes del
fallo(2327), mediante el cual se impugna la selección o al alcance atribuido a las normas
aplicadas en el pleito, objetándose la solución jurídica del caso planteado, teniendo
indirectamente por finalidad establecer una interpretación uniforme de las normas que
integran nuestro ordenamiento jurídico, pues aun cuando las decisiones del tribunal de
casación carecen de fuerza vinculante, la tienen en la medida de que la que resulte contraria
a la doctrina de un precedente emanado de aquél, se hallaría expuesta al riesgo de ser
anulada mediante el recurso analizado(2328).
A diferencia del recurso de casación por arbitrariedad, no cabe en principio en este caso
el reexamen de las conclusiones fácticas establecidas en la instancia ordinaria, desde que
no constituye una tercera instancia ordinaria(2329)susceptible de provocar un análisis de los
hechos y de la prueba —salvo arbitrariedad o absurdo— que, en lo atinente a la casación
nacional quedaría reservada a esa modalidad a la que seguidamente haremos referencia.
En la legislación argentina se reconocen dos sistemas referidos a la enumeración de las
causales que supeditan la admisibilidad del recurso de casación por errores de juicio.
Para un primer sistema, constituyen únicas causales del recurso las consistentes en que
la sentencia haya violado o aplicado erróneamente la ley (o la doctrina legal(2330)) (así, el art.
279, incs. 1º y 2º, Código Procesal Bs. As.)(2331)o bien aplicado una ley o norma "que no
correspondiere o hubiere dejado de aplicar la que correspondiere" o"hubiere interpretado
erróneamente una norma legal" (art. 159, incs. 1º y 2º, Código Procesal Mendoza), recurso
que algunos códigos (v.gr. de Buenos Aires) denominan de "inaplicabilidad de ley", otros
(v.gr. el de Mendoza) de "casación", y el de La Pampa "recurso extraordinario"(2332).
Siguiendo a Palacio, existe "violación" de ley "cuando, frente a una determinada situación
de hecho, se prescinde de aplicar la norma que conceptualiza esa situación, eligiéndose otra
norma que aprehende un supuesto distinto"(2333).
Existe, en cambio, "errónea aplicación" cuando la norma correctamente seleccionada es,
sin embargo, interpretada por restricción o ampliación, en un sentido incompatible con el
supuesto de hecho planteado en el proceso, extremo que abarca la "errónea interpretación"
que contemplan algunos códigos(2334).
Por "ley sustantiva" debe entenderse, en los términos de los preceptos anteriormente
citados, las normas contenidas en los Códigos de fondo mencionados por el art. 75, inc.
12 de la Constitución Nacional(2335)—pero en absoluto, las leyes procesales, sin perjuicio de
lo que dispone el inc. 2 de este artículo—, aprehendiendo dentro de aquel concepto a la
"norma de derecho", en la que cabría incluir, por tanto, la infracción a lo que disponen
tratados internacionales "no interesando... si pueden ser de rango igual o superior a la ley
ordinaria"(2336).
El recurso examinado tiene por exclusiva finalidad asegurar la corrección jurídica del fallo
impugnado a través del control de su legalidad, sin que abra por tanto, una tercera instancia
ordinaria(2337)susceptible de provocar un reexamen de los hechos y de la prueba —salvo
absurdo—, cuya valoración incumbe definitivamente a los órganos judiciales de mérito;
excluyéndose de tal modo la alegación de hechos nuevos y la incorporación de nuevas
fuentes de prueba.
El segundo sistema, en cambio, circunscribe la casación por errores de juicio a los
supuestos en que exista contradicción entre la doctrina de derecho sentada por la sentencia
impugnada y la resultante de otro pronunciamiento emanado de un órgano judicial de grado
o del superior tribunal, como sucedía en el ámbito nacional con el recurso de inaplicabilidad
de la ley, y en la actualidad, parcialmente, con la modalidad del recurso previsto en el inc. 3
de este artículo.
En torno a la génesis de los fallos plenarios en el ámbito nacional, cabe destacar que
cuando la ley 7055 creó en el año 1910 las dos Cámaras Civiles de la Capital Federal, se
previó en su art. 6° que ambas podrían reunirse en pleno para unificar la interpretación de
la ley(2350), criterio que continuaría aplicándose al sancionarse en el año 1936 laley
12.330 (que dividió a cada Cámara Civil y Comercial en dos salas y sustituyó el art. 6° de
la ley 7055)(2351), sin que, sin embargo, se previese que tales doctrinas hubiesen de ser de
imperativo acatamiento para los jueces de primera instancia e incluso para aquéllas(2352),
aun cuando para el ámbito de la Justicia de Paz la ley 11.924 sí establecería su
obligatoriedad para las salas del Tribunal(2353)y luego, con el dictado del decreto 4555 del
año 1943, para los jueces de las que aquél fuese alzada.
La ley 13.998 posteriormente dispondría que todas las Cámaras Nacionales de
Apelaciones se reunirán en pleno para unificar la jurisprudencia de las salas o evitar
sentencias contradictorias cuando no existiese interpretación de la Corte Suprema,
señalándose que la doctrina legal o interpretación de la ley aceptada en una sentencia
plenaria sería de aplicación obligatoria para una misma cámara y para los jueces de primera
instancia que dependiesen de aquella Cámara(2354).
A su turno, viene al caso destacar, que el art. 113 del Reglamento para la Justicia
Nacional(2355)establecería que, "antes de dictar sentencia en las causas sometidas a su
pronunciamiento, cada sala deberá informarse de la jurisprudencia de las demás del tribunal
de que forma parte sobre el punto a resolver. En el caso de que no haya coincidencia de
criterio, la sala se abstendrá de dictar sentencia y se reunirá el tribunal en pleno para fijar
jurisprudencia".
Este sistema de la autoconvocatoria de las Cámaras con tal alcance —que, a nuestro
juicio, debía ser previa al dictado de la sentencia definitiva de la Cámara y en tanto existiera
entonces un caso concreto a resolver—, se habría de considerar por la Corte como
un verdadero deber de la alzada a partir de la citada acordada(2356), transformándose luego
en cambio en una facultad de dicho órgano con la sanción del dec.-ley 1285/1958 que
organiza la Justicia Nacional en el que se introduciría el denominado recurso de
inaplicabilidad de la ley(2357) contra la sentencia que contradijera a otra anterior de la misma
Cámara; y se establecería la posibilidad de la alzada deautoconvocarse para unificar la
jurisprudencia para lo futuro antes del dictado de la sentencia(2358) y para el caso
concreto(2359), tornándose ella de tal suerte, como indica Palacio, en una eventualidad sujeta
al ejercicio de una facultad procesal(2360).
Sancionada por fin la ley 17.454 se regularía en el nuevo Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación la materia de la unificación de la doctrina contradictoria a través de
laautoconvocatoria de las Cámaras y del recurso de inaplicabilidad (arts. 302 y 303), y se
derogarían los arts. 27 y 28 del dec.-ley 1285/1958 por aquélla(2361)y por la ley 24.050.
El referido sistema de la autoconvocatoria y del recurso de inaplicabilidad se habría de
mantener sin variantes hasta el dictado de la ley 26.853 en cuyos arts. 11 y 12 sesustituyen
o derogan los arts. 288 al 301 y 302 y 303 del CPCCN, si bien en su art. 15 se señalaba que
dicha ley entraría en vigor a partir de su publicación pero, y he aquí una de las imprecisiones
de la reforma, "una vez constituidas las Cámaras y Salas creadas por la presente, será de
aplicación a todos los juicios, aun a los que se encuentren en trámite".
Varios interrogantes se plantean a partir de la lectura de ambos dispositivos.
Por un lado, si los arts. 302 y 303 han quedado derogados o si dichos efectos se
"difieren", por el contrario, para el momento en que se constituya la Cámara de Casación
para todos los juicios "aun a los que se encuentren en trámite" como reza el art. 15 de la ley
26.853.
Por nuestra parte entendemos, a la luz de los claros y tajantes términos del art. 12 de
la ley 26.853(2362), que los citados dispositivos quedaron derogados a partir de la publicación
de la ley, para bien o para mal, con una técnica deficiente o no —como se prefiera—, por lo
que, sin perjuicio de la ultra aplicación de la ley 17.454 en el supuesto que más abajo
señalamos, no existe ya en el ámbito nacional el recurso de inaplicabilidad de ley(2363)(a raíz
de la sustitución de los arts. 288 a 301 del CPCCN) ni la facultad de las
Cámaras de autoconvocarse para unificar la doctrina (a tenor de la derogación del art.
302 del CPCCN) —salvo en materia laboral y a raíz de la no derogación del art. 124 de laley
18.345—(2364), ni la obligatoriedad de los fallos plenarios (a tenor de la derogación del art.
303 del CPCCN), a diferencia de lo que cabe sostener con relación a los recursos de
casación, revisión e inconstitucionalidad(2365)cuya operatividad aun para los juicios que se
encuentren en trámite, quedó sí postergada para el momento en que se hubiese de constituir
la Cámara de Casación (art. 15, ley 26.853), sin que aquella sustitución o derogación
suponga un insuperable conflicto para la prestación del servicio de justicia —como lo enseña
toda la experiencia judicial anterior a la incorporación del sistema de la autoconvocatoria de
las Cámaras y más tarde del recurso de inaplicabilidad de ley—(2366), a lo que se agrega
que, a contrario sensu, no se entendería qué es lo que queda para entrar en "vigor" (rectius:
vigencia) en la terminología de la ley luego de su publicación (art. 15).
Es que las seguras contradicciones de los pronunciamientos de las distintas salas de las
Cámaras de Apelaciones comprendidas en la ley 26.853 podrán o tendrán que ser resueltas
ínterin a través del recurso extraordinario(2367), al menos hasta tanto no se constituya
la Cámara de Casación, para que finalmente, constituida ella, cumpla esa
función uniformadora que le es propia, pues como hemos dicho anteriormente, este recurso
(al igual que los restantes introducidos por la ley 26.853) procede sólo contra las sentencias
definitivas (o equiparables y las que menciona expresamente la ley) dictadas por las
Cámaras de Apelaciones aprehendidas por la mentada ley y no contra las pronunciadas por
la Casación, con lo que, de hecho y de derecho, la función casatoria del otrora recurso de
inaplicabilidad (y de la autoconvocatoria) ha sido sustraída del ámbito de la segunda
instancia para pasar a esa peculiar tercera instancia que es la Casación nacional.
Por otra parte, también se plantea si la nueva ley, que como se ha visto suprime el
recurso de inaplicabilidad, podía ser aplicada a las causas que se encuentren en trámite.
Entendemos que la ley es de aplicación inmediata en punto a la supresión del recurso
de inaplicabilidad antes explicado, en tanto y en cuanto el mismo no hubiese sido concedido
al momento en que ella entró en vigencia (art. 15), pues, como enseña Palacio, "los procesos
en trámite pueden ser alcanzados por la ley nueva, la cual es de aplicación inmediata
siempre que ello no importe afectar la validez de los actos procesales cumplidos y que han
quedado firmes bajo la vigencia de la ley anterior... si la ley nueva suprime un recurso... ella
puede aplicarse a los procesos pendientes en los cuales no exista providencia judicial firme
que haya concedido el recurso suprimido o restringido"(2368).
Viene a cuento destacar en este orden de ideas, que la Cámara Nacional de Apelaciones
en lo Civil, en pleno, en el último y hasta donde sabemos único plenario dictado luego de la
sanción de la ley 26.853 (en virtud del recurso de inaplicabilidad que se hallaba en curso a
tal momento), dispondría que en las ejecuciones iniciadas por el trámite previsto en la ley
24.441 el monto de la tasa de justicia se debe determinar conforme a lo previsto por los arts.
2° y 4° de la ley 23.898(2369).
El tercer interrogante se suscitaba en torno a la fuerza de los plenarios dictados y a los
que se dicten a partir de la entrada en vigencia de la ley 26.853 en las condiciones antes
explicadas.
Sobre el particular pensamos que, en tanto se entienda que los arts.
302 y 303 del CPCCN han sido derogados, los "viejos" y los "nuevos" plenarios dictados
desde la entrada en vigencia de la ley 26.853,no podrán considerarse obligatorios para las
Salas que integran las Cámaras ni para los jueces respecto de los cuales aquéllas son
Tribunales de Alzada... en ausencia de toda norma que así lo señale, sin que ello empero
sea óbice para que unas y otros sigan o adopten esas doctrinas para fundar sus
pronunciamientos.
Por último, y con relación al interrogante de si en ausencia de disposición legal que lo
autorice las Cámaras podían autoconvocarse para fijar la doctrina "obligatoria" o no,
entendemos que ello, a primera vista, no resultaría admisible pues, a diferencia de lo que
acontecía en los casos arriba descriptos, no hay norma que lo autorice expresamente—
salvo, como se ha dicho, en el ámbito del proceso laboral—, a lo que se agrega que
la competencia del órgano para uniformar la interpretación de la ley se ha desplazado en
virtud de la reforma que comentamos, de las Cámaras de Apelaciones a la Cámaras de
Casaciones contempladas en la ley 26.853.
4. EL RECURSO DE CASACIÓN POR ARBITRARIEDAD (INC. 4)
Se entiende por sentencia arbitraria aquella que se encuentra desprovista de todo apoyo
normativo y fundada tan sólo en la voluntad de los jueces(2370), o que es contraria o prescinde
de lo expresamente dispuesto por la ley respecto del caso(2371), o de pruebas regularmente
traídas al juicio o que resuelve sobre la base de las que no constan en él(2372), tratándose de
una causal abierta que se define, caso por caso, y se resiste a un rígido
encorsetamiento(2373).
El recurso de casación aquí analizado tiene por objeto la reparación de errores graves
de derecho(2374)y de hecho, pues aun cuando tradicionalmente se sostiene que éste se
correspondía tradicionalmente con cuestiones de derecho, la aplicación de la doctrina de la
arbitrariedad o el absurdo ha extendido su virtualidad a los hechos(2375), a lo que debe
agregar, señalamos, que aquel reproche puede referirse también a errores de derecho, sin
perder de vista que, como dice Hitters, si bien en principio los hechos relatados por los jueces
de grado deben permanecer inalterables en la instancia extraordinaria, la interpretación y la
calificación son asuntos notoriamente jurídicos(2376), sin dejar de lado, como se ha dicho, que
se mantienen las dudas de si es posible realmente distinguir con rigurosidad científica, los
hechos del derecho(2377).
Enseña en este sentido Véscovi que hay una "evolución que se insinúa hacia la
posibilidad de que el órgano de casación entre a revisar... hechos... en especial cuando la
equivocación del juzgador resulta evidente, al punto de provocar el dictado de una sentencia
absurda"(2378).
Viene a cuento destacar que diversas legislaciones provinciales receptan a la doctrina
de la arbitrariedad como causal del recurso de casación, por ejemplo, el art. 298 del Código
Procesal Civil y Comercial de la provincia de Catamarca, el cual dispone que "el recurso de
casación deberá fundarse en alguna de las causas siguientes... c) que la sentencia fuere
arbitraria por no reunir las condiciones mínimas necesarias para satisfacer adecuadamente
el derecho a la jurisdicción"(2379).
De manera más acotada, el Código Procesal Civil, Comercial, Laboral, Rural y Minero de
Tierra del Fuego, consagra en su art. 287.1 en materia probatoria, la causal de "absurdo",
imponiendo la carga de invocar la norma relativa a la admisibilidad o valoración del medio
infringida.
Se ha considerado arbitraria así a la resolución que revela la ausencia de un adecuado
tratamiento de la cuestión que conduce a la subsunción del litigio en un marco jurídico que
no responde a las constancias de la causa(2380); soslaya la adecuada interpretación de los
principios que informan el debido proceso adjetivo consagrado en el art. 18 de la
Constitución Nacional(2381); tergiversa las constancias de la causa(2382); vulnera el derecho
de defensa al no tratar correctamente los asuntos planteados ni examinar la totalidad de las
constancias de la causa(2383); y, en fin, la que no constituye una derivación razonada del
derecho vigente aplicable con particular referencia a las circunstancias comprobadas de la
causa(2384), fórmula que nos parece de significativa trascendencia.
Por otra parte, la jurisprudencia de algunos tribunales superiores, particularmente la de
la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, admite la revisibilidad de las sentencias
por vía de este recurso por cuestiones de hecho, en el caso de las denominadas "sentencias
absurdas"(2385), o sea aquellas que, como enseña Palacio(2386)establecen una "conclusión en
abierta contradicción con las constancias de la causa, teniendo por negado un hecho que
fue admitido o consentida una parte de la sentencia que fue motivo de agravios; o las que
denominan prueba o dan categoría probatoria a lo que por su naturaleza no lo es, o tienen
por tal a una constancia inexistente, o que no se refiere al hecho discutido, o que demuestra
lo contrario de lo que se afirma; las que prescinden de prueba relevante o la aprecian en
forma parcial, sin valorarla íntegramente; sientan conclusiones analógicas mediante la
comparación de elementos no análogos; descartan un hecho decisivo o se fundan en un
hecho aislado sin vincularlo a los demás del proceso; establecen proposiciones distintas que
se excluyen entre sí recíprocamente o contradicen su propia argumentación".
En este orden de ideas, el recurso de casación aquí previsto está dirigido a corregir la
arbitrariedad en la interpretación de cuestiones de hecho y de derecho que descalifican a la
sentencia definitiva emanada de una Cámara Nacional de Apelaciones.
Art. 290.—
El recurso de casación se deberá interponer por escrito, fundado con arreglo a las causales previstas en el
artículo anterior, ante el tribunal que dictó la resolución que lo motiva, dentro del plazo de diez (10) días contados
a partir de la notificación de la misma. El escrito indicará concretamente la causal en la que se funda el recurso.
Se citarán las previsiones normativas que se consideran violadas, inaplicadas o
erróneamente interpretadas y se expresará cuál es la aplicación o interpretación que
se considera adecuada.
De la presentación en que se deduzca el recurso se dará traslado por diez (10) días
a las partes interesadas, notificándolas personalmente o por cédula. Contestado el
traslado, o vencido el plazo para hacerlo, el tribunal de la causa decidirá sobre la
admisibilidad del recurso.
Si lo concediere, previa notificación personal o por cédula de su decisión, deberá
remitir las actuaciones a la Cámara de Casación respectiva dentro del plazo de cinco
(5) días contados desde la última notificación. Si el tribunal de la causa tuviera su
asiento fuera de la Capital Federal, la remisión se efectuará por correo, a costa del
recurrente.
La parte que no hubiera constituido domicilio en la Capital Federal quedará
notificada de las providencias de la Cámara Federal de Casación de que se trate, por
ministerio de la ley.
La concesión del recurso de casación suspende la ejecución de la sentencia.
Artículo sin concordancia con el CPCC Bs. As.
El recurso se debe interponer por escrito debidamente fundado en las causales previstas
en el artículo anterior, vale decir, que debe bastarse a sí mismo(2387) incluso si se acumula
con otro, v.gr. inconstitucionalidad(2388), y directamente ante la sala de la Cámara que dictó
la resolución que lo motiva, dentro del plazo de 10 días contados a partir de su notificación,
en el que se deberá indicar la causal invocada (v.gr., arbitrariedad o defectos formales
sustanciales) y las normas que se consideran violadas, inaplicadas o erróneamente
interpretadas, expresando a su vez cuál es la aplicación o interpretación que se considera
adecuada(2389).
Del escrito, dispone la norma, se correrá traslado por 10 días a las partes interesadas;
repárese en que no sólo al apelado, sino a los "interesados", v.gr., el Estado nacional contra
el cual se decretó una medida cautelar en el que interviene como tercero —notificándolas
personalmente o por cédula—, debiendo considerarse por tal a aquella que hayainvocado
derechos o asumidos posiciones contrapuestas a las del recurrente.
Contestado el traslado, o vencido el plazo para hacerlo, la sala de la Cámara que dictó
la resolución decidirá la admisibilidad del recurso, y, en caso de concederlo, previa
notificación personal o por cédula de su decisión, remitirá las actuaciones a la Cámara de
Casación respectiva dentro del plazo de 5 días contados desde la última notificación,
remisión que, en caso de que el tribunal de la causa tuviera su asiento fuera de la Capital
Federal, se efectuará por correo, a costa del recurrente, la cual es, como se ha dicho
anteriormente, el verdadero juez del recurso en punto a su admisibilidad y, por supuesto,
fundabilidad.
Repárese en que la sola concesión del recurso importa la suspensión de la ejecución de
la sentencia.
La parte que no hubiera constituido domicilio procesal en la Capital Federal quedará
notificada "por nota" o "ministerio legis" de las providencias dictadas por la Cámara Federal
de Casación de que se trate.
Art. 291.—
Recibido el expediente en la Cámara de Casación pertinente, previa vista al Ministerio Público por diez (10)
días, se dictará la providencia de autos, que será notificada en el domicilio constituido por los interesados. Las
demás providencias quedarán notificadas por ministerio de la ley, en la medida que la misma no requiera
notificación por cédula conforme las previsiones de este Código.
Art. 292.—
Si el tribunal denegare el recurso de casación, la parte que se considere agraviada podrá recurrir
directamente en queja ante la Cámara de Casación pertinente, pidiendo que se le otorgue el recurso denegado y
se ordene la remisión del expediente.
El trámite de la queja será el previsto en los arts. 282 y siguientes.
Artículo sin concordancia con el CPCC Bs. As.
Las sentencias de la Cámara de Casación se pronunciarán dentro de los ochenta (80) días, contados a partir
del llamado de autos. Este plazo podrá reducirse a la mitad si la cuestión es objetivamente urgente. Vencido
el término, las partes podrán solicitar pronto despacho y el tribunal deberá resolver
dentro de los diez (10) días subsiguientes.
La Cámara de Casación debe dictar sentencia dentro del plazo de 80 días computados
desde el dictado del llamamiento de autos para sentencia, el que podrá reducirse a 40 días
si la cuestión es por su propia naturaleza urgente —así, v.gr., la que dispone la restitución
de un menor a otro país—, disminución que podrá ser dispuesta de oficio o a pedido de
parte, luego del cual las partes podrán solicitar "pronto despacho" debiendo en tal supuesto
dictar sentencia dentro de los 10 días subsiguientes.
Por nuestra parte pensamos que estos plazos, a pesar del mejor empeño que se ponga,
serán de difícil cumplimiento en la práctica frente a las pocas salas que componen las
Cámaras de Casación, el enorme volumen de causas que serán de su competencia apelada,
las causales previstas para la casación y los nuevos recursos de revisión e
inconstitucionalidad que se incorporan.
Art. 294.—
El recurso de inconstitucionalidad podrá interponerse contra las sentencias y resoluciones a las que hace
referencia el art. 288 en los siguientes casos:
1. Cuando se hubiere cuestionado la constitucionalidad de una ley o reglamento
que estatuya sobre materia regida por la Constitución Nacional, y la sentencia, o la
resolución que se le equipare, fuere contrario a las pretensiones del recurrente.
2. Cuando en el proceso se haya puesto en cuestión la interpretación de alguna
cláusula de la Constitución Nacional y la decisión haya sido contraria a la validez del
título, derecho, garantía o exención que sea materia del caso y que se funde en esa
cláusula.
Artículo sin concordancia con el CPCC Bs. As.
Art. 296.—
(Texto según ley 26.853,art. 11)
El recurso de inconstitucionalidad se sustanciará con arreglo a lo previsto por los arts. 290, 291, 292 y 293.
Al pronunciarse sobre el recurso, la Cámara de Casación interviniente declarará,
para el caso, la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la disposición impugnada
y confirmará o revocará el pronunciamiento recurrido.
El recurso de revisión procederá contra las sentencias y resoluciones a las que hace referencia el art. 288,
cuando las mismas hubiesen quedado firmes, si la sentencia hubiera sido pronunciada a consecuencia de
prevaricato, cohecho, violencia u otra maquinación fraudulenta cuya existencia se hubiere declarado en fallo
posterior irrevocable.
Art. 298.—
El recurso de revisión se deberá interponer por escrito, fundado con arreglo a las causales previstas en el
art. 297, ante la Cámara de Casación correspondiente, dentro del plazo de treinta (30) días contados desde el
momento en que se tuvo conocimiento del hecho o desde que se conoció el fallo posterior irrevocable.
En ningún caso se admitirá el recurso pasados tres (3) años desde la fecha de la
sentencia definitiva.
En los casos previstos en el art. 297 deberá acompañarse copia de la sentencia
pertinente.
El recurso de revisión deberá deducirse por escrito y fundado en las causales previstas
en el art. 297, debiendo bastarse a sí mismo(2403), directamente ante la Cámara de
Casación correspondiente (recurso directo), dentro del plazo de treinta días contado desde
el momento, reza la norma, en que se tuvo conocimiento del hecho o desde que se conoció
el fallo posterior irrevocable, supuestos que juzgamos de imposible aplicación, teniendo en
cuenta que el recurrente difícilmente podrá contar dentro de ese corto término de 30 días
con el fallo irrevocable que declare la existencia de la violencia, prevaricato, cohecho, etc.,
y que respecto de este último... también cabe la alternativa de solicitar su revisión, por lo
que, en definitiva, entendemos que los aludidos 30 días comenzarán a correr desde el
vencimiento del término de caducidad de 3 daños... aplicable previamente para la posible
revisión de aquél, momento a partir del cual el mismo reviste el carácter de irrevocable.
La norma prevé un plazo de caducidad de tres años contados desde la fecha de
la sentencia definitiva dictada a consecuencia de prevaricato, cohecho, violencia u otra
maquinación fraudulenta, plazo que, a nuestro juicio, debe comenzar a correr,
empero, desde el vencimiento de los 3 años que se acuerdan para impugnar la sentencia
que reconoce la existencia del cohecho, prevaricato, etc., pues ésta sólo a partir de ese
momento habrá de adquirir el carácter de fallo posterior irrevocable.
En otras palabras, la sentencia definitiva de la Cámara que determina que hubo por caso,
cohecho, adquiere calidad de "irrevocable" cuando la misma, a la vez, no es susceptible del
recurso de revisión...
Sobreabundantemente señala el dispositivo que "en los casos" previstos en el art. 297
deberá acompañarse copia (simple) de la sentencia, sin aclarar si se refiere a la definitiva
dictada a consecuencia de las maniobras indicadas que operan como presupuesto del
recurso o a la definitiva que las reconoce, razón por la cual, parecería aconsejable
acompañar copias de ambas.
Art. 299.—
(Texto según ley 26.853,art. 11) La admisión del recurso de revisión no tiene efecto
suspensivo, no obstante ello, a petición del recurrente, y en consideración a las
circunstancias del caso, la Cámara de Casación interviniente podrá ordenar la
suspensión de la ejecución, previa caución, que a juicio del tribunal sea suficiente
para responder por las costas y por los daños y perjuicios que pudieren causarse al
ejecutante si el recurso fuere rechazado. Del ofrecimiento de caución se correrá vista
a la contraparte.
A diferencia de lo que sucede con el recurso de casación (art. 290) la admisión del
recurso de revisión no tiene efecto suspensivo, si bien se autoriza a pedido del recurrente,
y en consideración a las circunstancias del caso, la suspensión de la ejecución de la
sentencia previa caución, cuya naturaleza y extensión será definida por el tribunal con
sujeción al posible importe de las costas y los daños y perjuicios que pudieren causarse al
ejecutante si el recurso fuere rechazado.
Del ofrecimiento de caución se correrá "vista" a la contraparte quien podrá oponerse a
su establecimiento o cuestionar la calidad y extensión de la propuesta a la luz de las
premisas señaladas (véase lo dicho en los comentarios a los arts. 258 y 555 de este Código).
Art. 300.—
Al pronunciarse sobre el recurso, la Cámara de Casación interviniente podrá anular la sentencia recurrida,
remitiendo a nuevo juicio cuando el caso lo requiera, o pronunciando directamente la sentencia definitiva.
Artículo sin concordancia con el CPCC Bs. As.
Art. 301.—
El recurso de revisión se sustanciará con arreglo a lo establecido por los arts. 290, 291 y 293, en todo aquello
que no se contraponga con lo normado en los arts. 298, 299 y 300.
Se deberá correr traslado a las partes interesadas por 10 días, vencido el cual la Cámara
resolverá sobre la admisibilidad de la revisión y procederá conforme lo establecen los arts.
291 y 293 en todo lo que no contradiga lo dispuesto en los arts. 298, 299 y 300.
No se contempla parece innecesario destacar, un recurso de queja por denegatoria del
de revisión, pues como hemos señalado, éste es un recurso directo, sin perjuicio del
extraordinario federal que pudiese caber ante su denegatoria(2404)en éste como en similares
casos.
Por otra parte, y teniendo en cuenta que en esta materia se encuentra involucrado
necesariamente el interés publico(2405), somos de la idea que el allanamiento de la parte
recurrida carece en esta materia de virtualidad, toda vez que la revocación de la cosa
juzgada no es una cuestión librada a la autonomía de las partes.
Art. 302.—
Art. 303.—
CAPÍTULO I - DESISTIMIENTO
En cualquier estado de la causa anterior a la sentencia, las partes, de común acuerdo, podrán desistir del
proceso manifestándolo por escrito al juez quien, sin más trámite, lo declarará extinguido y ordenará el archivo
de las actuaciones.
Cuando el actor desistiera del proceso después de notificada la demanda, deberá
requerirse la conformidad del demandado, a quien se dará traslado notificándosele
personalmente o por cédula, bajo apercibimiento de tenerlo por conforme en caso de
silencio. Si mediare oposición, el desistimiento carecerá de eficacia y proseguirá el
trámite de la causa.
En la misma oportunidad y forma a que se refiere el artículo anterior, el actor podrá desistir del derecho en
que fundó la acción. No se requerirá la conformidad del demandado, debiendo el juez limitarse a examinar si el
acto procede por la naturaleza del derecho en litigio, y a dar por terminado el juicio en caso afirmativo. En lo
sucesivo no podrá promoverse otro proceso por el mismo objeto y causa.
El desistimiento no se presume y podrá revocarse hasta tanto el juez se pronuncie, o surja del expediente
la conformidad de la contraria.
CAPÍTULO II - ALLANAMIENTO
Las partes podrán hacer valer la transacción del derecho en litigio, con la presentación del convenio o
suscripción de acta ante el juez. Éste se limitará a examinar la concurrencia de los requisitos exigidos por la ley
para la validez de la transacción, y la homologará o no. En este último caso, continuarán los
procedimientos del juicio.
CAPÍTULO IV - CONCILIACIÓN
Art. 309.— Efectos.
Los acuerdos conciliatorios celebrados por las partes ante el juez y homologados por éste, tendrán
autoridad de cosa juzgada.
Se producirá la caducidad de instancia cuando no se instare su curso dentro de los siguientes plazos:
1) De seis meses, en primera o única instancia.
2) De tres meses, en segunda o tercera instancia y en cualquiera de las instancias
en el juicio sumarísimo, en el juicio ejecutivo, en las ejecuciones especiales y en los
incidentes.
3) En el que se opere la prescripción de la acción, si fuere menor a los indicados
precedentemente.
4) De un mes, en el incidente de caducidad de instancia.
La instancia se abre con la promoción de la demanda aunque no hubiere sido
notificada la resolución que dispone su traslado y termina con el dictado de la
sentencia.
Los plazos señalados en el artículo anterior se computarán desde la fecha de la última petición de las partes,
o resolución o actuación del juez, secretario u oficial primero, que tenga por efecto impulsar el procedimiento;
correrán durante los días inhábiles salvo los que correspondan a las ferias judiciales.
Para el cómputo de los plazos se descontará el tiempo en que el proceso hubiere
estado paralizado o suspendido por acuerdo de las partes o por disposición del juez,
siempre que la reanudación del trámite no quedare supeditada a actos procesales que
deba cumplir la parte a quien incumbe impulsar el proceso.
El impulso del procedimiento por uno de los litisconsortes beneficiará a los restantes.
No se producirá la caducidad:
1) En los procedimientos de ejecución de sentencia, salvo si se tratare de
incidentes que no guardaren relación estricta con la ejecución procesal forzada
propiamente dicha.
2) En los procesos sucesorios y, en general, en los voluntarios, salvo en los
incidentes y juicios incidentales que en ellos se suscitaren.
3) Cuando los procesos estuvieren pendientes de alguna resolución y la demora
en dictarla fuere imputable al tribunal, o la prosecución del trámite dependiere de una
actividad que este Código o las reglamentaciones de superintendencia imponen al
secretario o al oficial primero.
4) Si se hubiere llamado autos para sentencia, salvo si se dispusiere prueba de
oficio; cuando su producción dependiere de la actividad de las partes, la carga de
impulsar el procedimiento existirá desde el momento en que éstas tomaren
conocimiento de las medidas ordenadas.
Concordancia: art. 313, CPCC Bs. As.
La caducidad no se producirá en los procedimientos de ejecución de sentencia(2556); por
ejemplo, cuando ha concluido la primera etapa del juicio ejecutivo (la etapa de conocimiento
"restringido"), por sentencia de remate firme(2557), o cuando en el proceso acontecen actos
que ponen término al juicio, como la conciliación celebrada con intervención del juzgado(2558),
salvo si se tratare de incidentes que no guardaren relación estricta con la ejecución procesal
forzada propiamente dicha(2559), p.ej., el vinculado con la aplicación de la ley 24.283 de
"desindexación"(2560).
Conviene recordar que, para un sector de la jurisprudencia, el hecho de que el art. 542 in
fine, Código Procesal, establezca que no habiéndose opuesto excepciones en el juicio
ejecutivo, el juez "sin otra sustanciación" pronunciará sentencia de remate, no exime a la
parte ejecutante de la carga procesal de impulsar los procedimientos(2561); mientras que,
para otros, contrariamente, la caducidad no procede cuando la demandada fue citada de
remate y no opuso excepción ninguna a su progreso, y ello así porque la instancia habría
quedado agotada y sólo cabría el dictado de la sentencia(2562); tesis que no compartimos,
pues nada empece a que el interesado formule tempestivamente el pedido del dictado de la
sentencia.
Tampoco se verifica la caducidad en los procesos sucesorios y, en general, en
los extracontenciosos o voluntarios, salvo en los incidentes(2563)y juicios incidentales que en
ellos se suscitaren, así en el de adopción —solamente respecto del incidente de oposición
que en aquél se hubiese deducido—(2564), salvo disposición en contrario de la ley, v.gr., el art.
277, ley 24.522, en cuanto señala que la instancia no perime en el concurso, mientras que
en todas las demás actuaciones, y en cualquier instancia, se opera la caducidad a los tres
meses, para nosotros computándose a tales efectos, al igual que previene el Código
Procesal, días hábiles e inhábiles (art. 6°, CCyCN)(2565)(ver comentario al art. 311); así, v.gr.,
es procedente la caducidad de instancia decretada de oficio en un pedido de quiebra(2566)o
cuando el síndico litiga "fuera" del concurso en que fue designado(2567).
Asimismo no se producirá la perención, señala el dispositivo, cuando los procesos
estuvieren pendientes de alguna resolución y la demora en dictarla fuere imputable al
tribunal(2568), o la prosecución del trámite dependiere de una actividad que este Código o las
reglamentaciones de superintendencia imponen al secretario o al oficial primero.
De esta manera se ha resuelto que no se opera la caducidad de instancia si la demora
en el impulso del recurso de apelación interpuesto se debe a la falta de elevación de la causa
al tribunal de alzada por parte del prosecretario administrativo(2569); y contrariamente, que
la demora en la elevación de los autos —a cargo del oficial primero conforme el art. 251,
Código Procesal— no impide que se declare perimida la segunda instancia(2570), ya que es
carga de las partes instar el procedimiento(2571), doctrina plenaria de laCámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial recogida en "Berardoni"(2572)(antes en el plenario "Villanueva
de Tapia"(2573)), como previamente lo fue de la Cámara Civil(2574).
La caducidad tampoco se producirá, señala la norma, si se hubiere llamado autos para
sentencia, salvo si se dispusiere prueba de oficio, si bien cuando su produccióndependiere
de la actividad de las partes, la carga de impulsar el procedimiento existirá desde el momento
en que éstas tomaren conocimiento de las medidas ordenadas.
Las partes tienen la carga de impulsar el trámite del juicio hasta ponerlo en condiciones
de ser decidido, pero a partir del llamamiento de autos para sentencia o conclusa ya la causa
para definitiva y pendiente su llamado(2575)—y salvo el dictado de alguna medida para mejor
proveer en la que el plazo de caducidad se reanuda en la medida en que las partes tomen
conocimiento de dicha decisión y desde ese momento(2576)y en tanto se haya dejado sin
efecto el llamamiento(2577)— concluye dicho imperativo(2578), aunque no basta para ello con
que se encuentren próximos a dictarse sentencia definitiva(2579), ni el estado avanzado del
proceso es motivo que impida la declaración de caducidad(2580).
Es claro que si bien el artículo se refiere a que recién una vez llamados los autos para
sentencia no se producirá la caducidad, ello no excluye la aplicación de otros supuestos, así
el contenido en el inc. 3º del artículo que comentamos, v.gr., si el prosecretario omite poner
los autos en Secretaría para alegar ("sin necesidad de gestión alguna de los
interesados", art. 482, CPCCN), tratándose de una diligencia o actividad que "este Código
o las reglamentaciones de superintendencia imponen al secretario o al oficial primero"(2581).
La caducidad se operará también contra el Estado, los establecimientos públicos, los menores y cualquier
otra persona que no tuviere la libre administración de sus bienes, sin perjuicio de la responsabilidad de sus
administradores y representantes. Esta disposición no se aplicará a los incapaces o ausentes que carecieren de
representación legal en el juicio.
Oportunidad. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo siguiente, la declaración de caducidad podrá ser
pedida en primera instancia, por el demandado; en el incidente, por el contrario de quien lo hubiere promovido;
en el recurso, por la parte recurrida. La petición deberá formularse antes de consentir el
solicitante cualquier actuación del tribunal o de la parte posterior al vencimiento del
plazo legal y se sustanciará únicamente con un traslado a la parte contraria.
El pedido de caducidad de la segunda instancia importa el desistimiento del
recurso interpuesto por el peticionario, en el caso de que aquél prosperare.
Sin perjuicio de que la caducidad puede ser dispuesta de oficio, ésta podrá ser pedida,
en primera instancia, por el demandado(2585); en el incidente, por el contrario de quien lo
hubiere promovido; y en el recurso, por la parte recurrida, pero en todos los casos antes
de consentir el solicitante cualquier actuación del tribunal o de la parte posterior al
vencimiento del plazo legal; y se sustanciará únicamente con un traslado a la parte contraria.
Cabe destacar que, a la luz de la distinta redacción del art. 315, CPCC Bs. As., el
"consentimiento" al que hace mención el dispositivo se refiere sólo a la "actuación del
tribunal" y no a la de la parte, por lo que el acto de impulso de ésta sanea la instancia sin
que quepa o interese su oposición a aquél(2586).
Cuadra señalar que el art. 315 del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Buenos Aires, luego de la reforma introducida por la ley 13.986, dice autorizar el acuse de
caducidad por única vez "en primera instancia, por el demandado", con lo que a simple vista
parecería autorizarse la reiteración de esos planteos en o para los incidentes y losrecursos.
No obstante, si se repara que en el segundo párrafo de la norma se establece que "en
el supuesto de que la parte intimada activare el proceso ante solicitud de caducidad; y
posteriormente a ello transcurra igual plazo sin actividad procesal útil de su parte, a solicitud
de la contraria o de oficio se tendrá por decretada la caducidad de instancia", por fuerza se
concluye que el pedido de caducidad "por única vez" debe extenderse también para la
perención acusada por el incidentado y por el apelado en los incidentes y recursos, desde
el momento en que el dispositivo analizado no distingue para acordar tal virtualidad según
el sujeto o la instancia en la que se haya formulado el pedido.
Ahora bien, con arreglo a lo expresado en el párrafo antedicho, también puede concluirse
que la expresión "por única vez" no se refiere en verdad al acuse de la caducidadper se —
pues, como se ha visto, éste puede reiterase nuevamente (o disponerse la caducidad de
oficio) en la hipótesis de que el actor, el incidentista o el apelado volviesen a dejar inactivo
el procedimiento luego de acusada la caducidad por el demandado, incidentado o apelado
y previa intimación—, sino al acuse de la caducidad con previa intimacióna impulsar
idóneamente el proceso, desde el momento en que una vez cumplida ella, y constatado el
nuevo abandono de la instancia, el pedido podrá formularse nuevamente, si bien tramitará
ya como un mero incidente, sin oportunidad o plazo de gracia para sanearla, como es regla
en el ámbito del proceso civil y comercial nacional.
La reforma introduce pues un doble sistema de acuse de la caducidad, por primera y
única vez, otorgando al actor, incidentista o apelante un plazo para impulsar el
procedimiento; y luego, la facultad de hacerlo directamente sin otro trámite más que la
comprobación de que se habría verificado el cumplimiento del plazo de que se trate.
La supresión de ulteriores intimaciones es una medida acertada, aunque deja
subsistente la práctica de activar para luego permanecer inactivo hasta instantes antes de
que se verifique un nuevo plazo de caducidad, la cual no puede corregirse suprimiendo el
número de veces que puede acusarse la caducidad sino que, en todo caso, acortando por
ley sensiblemente los plazos ulteriores de perención, extremo que así debería consignarse
al disponerse la primera intimación.
El pedido de caducidad de la segunda instancia importa el desistimiento del recurso
interpuesto por el peticionario, en el caso de que aquél prosperare.
Como indica el artículo, el pedido de caducidad de la segunda instancia importa el
desistimiento del recurso interpuesto por el peticionario(2587), verificándose aquí una de las
contadas hipótesis de indivisibilidad de la instancia dispuesta por la ley.
Por otra parte, el desistimiento que contempla la norma es uno de los contados actos
procesales condicionados que regula el código, pues el mismo sólo opera si se declara la
perención, por lo que interín el trámite del recurso de apelación interpuesto por quien la
acusa debe entenderse suspendido a las resultas del mentado acuse, máxime cuando se
trata de un incidente que, como hemos dicho en los comentarios a los arts. 176 y 311 es de
por sí suspensivo(2588).
El desistimiento que contempla el artículo no correspondería, a nuestro juicio, cuando el
remedio interpuesto no fuese en rigor un recurso de apelación sino un denominado recurso
de apelación (deducido contra una resolución administrativa, véase lo dicho en la
introducción a la teoría de lo recursos en el Capítulo IV, Sección 1ª de este Código), a punto
tal que en ese supuesto se ha dicho(2589)que procedería aplicar el plazo de 6 meses de
caducidad previsto por el art. 310, inc. 1 del CPCCN, y no por cierto el establecido en la
norma que comentamos que trata de un supuesto de verdadera doble instancia.
Como regla general, el consentimiento se produce si dentro de los cinco días contados
desde el momento en que debió tomar conocimiento del acto impulsorio, el interesado no
acusa la caducidad(2590), cualquiera sea la naturaleza del acto impulsorio —haya sido
realizado por la parte o de oficio por el tribunal o alguno de sus auxiliares— con abstracción,
se sostiene, de que el mismo sea susceptible sólo de reposición y no de apelación(2591);
criterio que, por nuestra parte, no compartimos, fundamentalmente, porque en la duda debe
estarse, como hemos dicho antes, en favor de la subsistencia de la litis(2592), por lo que si la
actuación o diligencia es sólo susceptible del recurso de reposición, el consentimiento
operaría si dentro del tercer día no se la acusa(2593), sin perjuicio de que éste sería el plazo
en el supuesto de tratarse de un juicio sumarísimo o en caso de resultar apelable, dentro del
de cinco días.
En lo que atañe a la virtualidad del consentimiento por parte de un litisconsorte, se ha
dicho que, así como la caducidad se produce, se suspende o se interrumpe, con respecto a
todos los litisconsortes por igual, la subsanación de la instancia producida por el
consentimiento dado por un litisconsorte al acto de impulso hecho con posterioridad al
vencimiento del plazo de caducidad, tiene efecto respecto de todos los demás
litisconsortes aun cuando no hubieran comparecido al pleito, con lo que el litisconsorte que
consiente un trámite impediría automáticamente la caducidad con referencia a los demás
litisconsortes(2594), criterio que no compartimos con esos visos de generalidad pues, como
hemos dicho en el comentario al art. 312, la indivisibilidad de la instancia rige en el
litisconsorcio necesario y no en el facultativo, máxime que ninguna norma, expresa ni
implícitamente, permite dar efectos expansivos al consentimiento tácito de uno de los
litisconsortes voluntarios para impedir el ejercicio de la facultad del otro(2595).
En cuanto al demandado citado por edictos que no comparece, entendemos que su
incomparecencia no importa consentir las actuaciones producidas, por lo que el defensor
oficial podría acusar la caducidad de la instancia(2596).
Viene a cuento destacar que el no consentimiento del último acto impulsorio puede ser
expreso o tácito, infiriéndose este último de la mera solicitud de perención, sin que sea
menester, entonces, controvertir expresamente el acto de que se trate(2597).
En cuanto al plazo dentro del cual consiente la notificación extemporánea de la demanda,
para un sector mayoritario el plazo de que dispone el demandado es el de cinco días contado
a partir de su notificación(2598); mientras que para otros, particularmente en el fuero
comercial, el acuse de caducidad podría ser interpuesto luego de notificada la demanda y
en el mismo acto de contestación de la misma(2599); criterio que hemos venido defendiendo
desde tiempo atrás(2600).
Por nuestra parte, y como hemos dicho en el comentario al art. 176 de este Código, si
bien los incidentes no suspenderán la prosecución del proceso principal, a menos queeste
Código disponga lo contrario o que así lo resolviere el juez cuando lo considere
indispensable por la naturaleza de la cuestión planteada(2601), el principio previsto en esta
materia reconoce como excepción aquellos supuestos en los que la naturaleza de la
cuestión hace necesaria la suspensión del trámite del proceso principal, y ello sucede
cuando existe la posibilidad de que la resolución dictada en el incidente motive la extinción
total o parcial del objeto litigioso o la conclusión del proceso(2602), así respecto del incidente
de caducidad de la instancia, si bien una vez concluido su trámite se reanuda aquél(2603).
Sobre estas bases se ha resuelto que, desde el acuse de caducidad hasta la notificación
de la resolución que resolvió el incidente, se produce la suspensión del plazo para
lacontestación de la demanda(2604), doctrina que no compartimos, pues si bien el pedido tiene
efectos suspensivos con relación al actor, en cuanto le veda la realización de actos
de impulso una vez acusada la perención, no sucede lo propio con relación a la carga de
contestación de la demanda, la cual no se paraliza ni se ve obstaculizada por la inactividad
de aquél, cuyo plazo sino y, a contrario sensu, se vería suspendido, además de todo, sine
die extendiendo inadvertidamente los plazos para contestar la demanda, a cambio de la
eventual imposición de costas en aquel incidente, particularmente cuando se tratase de
asuntos carentes o de escaso contenido económico, o el demandado gozase del beneficio
de litigar sin gastos, a diferencia del supuesto que contempla el art. 346 del Código, pues en
éste, expresamente se prevé la suspensión del plazo para la contestación de la demanda
en las hipótesis de excepciones de defecto legal, falta de personería o arraigo (véase lo que
se dirá en el comentario al art. 348).
En este sentido cabe destacar que la circunstancia de que no obstante el acuse de
perención de la instancia efectuado se haya contestado la demanda configura tan solo la
conducta procesal adecuada a los principios de subsidiariedad y eventualidad y no enerva
dicha petición ni importa consentimiento(2605).
La caducidad será declarada de oficio, sin otro trámite que la comprobación del vencimiento de los plazos
señalados en el art. 310, pero antes de que cualquiera de las partes impulsare el procedimiento.
La caducidad será declarada de oficio, sin otro trámite que la comprobación del
vencimiento de los plazos señalados en el art. 310, pero antes de que cualquiera de las
partesimpulse el procedimiento, sin que, empero, ella pueda ser declarada sobre tales de
bases (de oficio) en tanto haya mediado un acto interruptivo de parte, con abstracción de
toda idea de consentimiento.
En otras palabras, la declaración de caducidad de oficio no resultaría posible cuando
alguna de las partes ha realizado un acto de impulso, aunque la contraria no lo haya
consentido(2606).
La resolución sobre la caducidad sólo será apelable cuando ésta fuere declarada procedente. En segunda o
ulterior instancia, la resolución sólo será susceptible de reposición si hubiese sido dictada de oficio.
La caducidad operada en primera o única instancia no extingue la acción, la que podrá ejercitarse en un
nuevo juicio, ni perjudica las pruebas producidas, las que podrán hacerse valer en aquél. La caducidad operada
en instancias ulteriores acuerda fuerza de cosa juzgada a la resolución recurrida.
La caducidad de la instancia principal comprende la reconvención y los incidentes;
pero la de éstos no afecta la instancia principal.
PARTE ESPECIAL
CAPÍTULO I - CLASES
Todas las contiendas judiciales que no tuvieren señalada una tramitación especial, serán ventiladas en juicio
ordinario, salvo cuando este Código autorice al juez a determinar la clase de proceso aplicable.
Cuando leyes especiales remitan al juicio o proceso sumario(2625)se entenderá que
el litigio tramitará conforme el procedimiento del juicio ordinario. Cuando la
controversia versare sobre los derechos que no sean apreciables en dinero, o existan
dudas sobre el valor reclamado y no correspondiere juicio sumarísimo, o un proceso
especial, el juez determinará el tipo de proceso aplicable.
En estos casos así como en todos aquellos en que este Código autoriza al juez a
fijar la clase de juicio, la resolución será irrecurrible.
Art. 320.—
Establece el art. 1º, ley 25.587(2743), que en todos los procesos, de "cualquier
naturaleza"(2744), en que se demande al Estado Nacional, entidades integrantes del sistema
financiero, de seguros o mutuales, en razón de créditos, deudas, obligaciones, depósitos o
reprogramaciones financieras que pudieran considerarse alcanzadas por la ley 25.561y
disposiciones reglamentarias y complementarias, sólo será admisible la medida cautelar
contemplada por el art. 230, CPCCN, cuando existiere el peligro de que si se mantuviere o
alterare, en su caso, la situación de hecho o de derecho la modificación pudiera interferir en
la sentencia o convirtiere su ejecución en imposible o ineficaz".
Como fácilmente se advierte, la ley remite y declara aplicable la llamada medida de no
innovar prevista por el art. 230, Código Procesal, cautelar que procede aquí, como en
cualquier otra causa, para impedir el cambio de una situación de hecho o de derecho o ya
para provocarlo, con el objeto de asegurar la eventual ejecución o cumplimiento práctico de
la sentencia a dictarse, conformándose de tal suerte, y como hemos venido repitiendo desde
tiempo atrás, una cautela típicamente conservativa y una clara y clásica medida innovativa
(ver el comentario al art. 230).
El art. 4º, ley 25.587, dispone que las medidas cautelares serán apelables con efecto
suspensivo, salvo en aquellos casos en que exista peligro en la vida, la salud o la integridad
física de quien la obtuvo, o que ésta sea persona de 75 años o más de edad, hipótesis en
la que el recurso procederá con efecto devolutivo.
Como se advierte, la ley 25.587 reforma al Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación en lo tocante a los efectos devolutivos que su art. 198 acuerda para las acciones
declarativas o de condena entendidas como "meramente declarativas" o para los amparos
por actos u omisiones de particulares en este contexto; y a la ley 16.986 de Amparo, en
cuanto a los efectos suspensivos que previene su art. 15, en las hipótesis que aprehenden
la vida, la salud, la integridad o la avanzada edad del peticionante, en las que corresponde
acordarlo con efectos devolutivos, sin desconocerse que se ha venido resolviendo también,
a nuestro juicio con total exactitud, como se ha dicho antes, que una interpretación razonable
y funcional de la referida norma conduce a conceder el recurso con efecto
simplemente devolutivo contra la resolución que admitió la medida cautelar, para no
desnaturalizar la finalidad que esa medida cumple.
La norma indica, a su turno, que el recurso de apelación deberá ser "presentado" en el
juzgado dentro del plazo de cinco días, debidamente fundado, encontrándose legitimados
para recurrir no sólo las partes, sino también las entidades bancarias o financieras afectadas
por la medida cautelar, cuestión que, a nuestro juicio, se ajusta a los principios generales
que distinguen la legitimación para apelar, de la sustancial para ser parte principal, con lo
que la ley 25.587 reforma también al Código Procesal en lo que atañe al plazo señalado
para la interposición del recurso de apelación en el juicio sumarísimo, que, como se sabe,
es de tres días (art. 498, CPCCN) —así, por ejemplo, para los amparos por actos u
omisiones de particulares—, pues, como se advierte, se señala uno de cinco días; y a la Ley
de Amparo, 16.986, fijándolo en cinco días en lugar del de cuarenta y ocho horas que
contempla el art. 15, el que, a su vez, se computará por días y no por horas, como lo señala
la mentada ley.
En lo que se refiere a la fundamentación y sustanciación del recurso, la ley
25.587 reforma igualmente al Código Procesal, así en el amparo por actos u omisiones de
particulares, pues refunde en un solo acto las etapas de interposición y fundamentación del
recurso de apelación; y en lo que atañe a la sustanciación del recurso de apelación en
relación, que en lugar de realizarse en la primera instancia, como correspondería en materia
cautelar, se llevará a cabo en la alzada, si bien ha omitido establecer lanotificación por
cédula de la sala que habrá de intervenir o, por lo menos, del traslado del memorial (art. 135,
inc. 18, CPCCN), sin perder de vista que, desde la estricta mecánica de la Ley Nacional de
Amparo, no se colige que los recursos que ella contempla deban sustanciarse.
El art. 5º de la ley, a su vez, señala que una vez interpuesto el recurso, el juez deberá
limitarse a remitir el expediente a la Cámara sin más trámite; y que recibido éste en la alzada,
se correrá traslado a la contraria por el plazo de cinco días, sustanciación que, como se ha
dicho, no aparece impuesta por la ley 16.986.
El art. 6º indica que la tramitación de los procesos mencionados en el art. 1º será de
competencia de la Justicia Federal, cuestión sobre la cual debe recordarse que ésta es
restringida o excepcional (arts. 75, inc. 12, 116, 121, CN; ver comentario al art. 1º(2745)), para
nosotros, Federal Civil y Comercial para las acciones de inconstitucionalidad (ver el
comentario al art. 322) y amparos contra actos u omisiones de particulares(2746); y Federal
Contencioso Administrativo para los amparos contra actos u omisiones de la autoridad
pública o cuando el Estado, lato sensu, sea demandado como titular de la relación jurídica.
3. EL HÁBEAS DATA
Dispone el art. 43, CN, en lo pertinente, que "toda persona podrá interponer esta acción
para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y de su finalidad, que consten en
registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a proveer informes, y en
caso de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación, confidencialidad o
actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de información
periodística"(2754).
Se regula aquí, pues, el hábeas data(2755)como una especie dentro del amparo(2756), con
una doble finalidad, por un lado, conocer los datos referidos a la parte que acciona; por el
otro, obtener su supresión, reserva, actualización o confidencialidad en casos de inexactitud,
falsedad o discriminación, aun cuando se trate de datos no destinados a ser
publicitados(2757).
El hábeas data aparece reglamentado por la ley 25.326(2758)de Protección de Datos
Personales(2759)cuyo art. 1º establece que la presente ley tiene por objeto la protección
integral de los datos personales asentados en archivos, registros, bancos de datos, u otros
medios técnicos de tratamiento de datos, sean éstos públicos, o privados destinados a dar
informes, para garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas, así como
también el acceso a la información que sobre las mismas se registre, de conformidad a lo
establecido en el art. 43, párr. 3°, CN, cuyas disposiciones también serán aplicables, en
cuanto resulte pertinente, a los datos relativos a personas de existencia ideal.
A su vez, el decreto reglamentario 1558/2001(2760)(art. 1º) dispone que a los efectos de
esta reglamentación quedan comprendidos en el concepto de archivos, registros, bases o
bancos de datos privados destinados a dar informes, aquellos que exceden el uso
exclusivamente personal y los que tienen como finalidad la cesión o transferencia de datos
personales, independientemente de que la circulación del informe o la información producida
sea a título oneroso o gratuito.
En el art. 2º de la ley se aclara que se entiende por datos personales a la información de
cualquier tipo referida a personas físicas o de existencia ideal determinadas o determinables;
por datos sensibles, a aquellos datos personales que revelan origen racial y étnico,
opiniones políticas, convicciones religiosas, filosóficas o morales, afiliación sindical e
información referente a la salud o a la vida sexual; por archivo, registro, base o banco de
datos, indistintamente, al conjunto organizado de datos personales que sean objeto de
tratamiento o procesamiento, electrónico o no, cualquiera fuere la modalidad de su
formación, almacenamiento, organización o acceso; por tratamiento de datos a las
operaciones y procedimientos sistemáticos, electrónicos o no, que permitan la recolección,
conservación, ordenación, almacenamiento, modificación, relacionamiento, evaluación,
bloqueo, destrucción, y en general el procesamiento de datos personales, así como también
su cesión a terceros a través de comunicaciones, consultas, interconexiones o
transferencias; por responsable de archivo, registro, base o banco de datos a la persona
física o de existencia ideal pública o privada, que es titular de un archivo, registro, base o
banco de datos; por datos informatizados a los datos personales sometidos al tratamiento o
procesamiento electrónico o automatizado; por titular de los datos a toda persona física o
persona de existencia ideal con domicilio legal o delegaciones o sucursales en el país, cuyos
datos sean objeto del tratamiento al que se refiere la presente ley; porusuario de datos a
toda persona, pública o privada que realice a su arbitrio el tratamiento de datos, ya sea en
archivos, registros o bancos de datos propios o a través de conexión con los mismos;
por disociación de datos a todo tratamiento de datos personales de manera que la
información obtenida no pueda asociarse a persona determinada o determinable.
En el art. 33 de la citada ley se establece que la acción de protección de los datos
personales o de hábeas data procederá: a) para tomar conocimiento de los datos personales
almacenados en archivos, registros o bancos de datos públicos o privados destinados a
proporcionar informes, y de la finalidad de aquéllos; y b) en los casos en que se presuma la
falsedad, inexactitud, desactualización de la información de que se trata, o el tratamiento de
datos cuyo registro se encuentra prohibido en la presente ley, para exigir su rectificación,
supresión, confidencialidad o actualización(2761).
Agrega el art. 34 que la acción de protección de los datos personales o de hábeas data
podrá ser ejercida por el afectado, sus tutores o curadores y los sucesores de las personas
físicas, sean en línea directa o colateral hasta el segundo grado, por sí o por intermedio de
apoderado; mientras que si es ejercida por personas de existencia ideal, deberá ser
interpuesta por sus representantes legales, o por los apoderados que éstas designen al
efecto, pudiendo intervenir en forma coadyuvante el defensor del pueblo.
La acción procederá respecto de los responsables y usuarios de bancos de
datos públicos, y de los privados destinados a proveer informes (art. 35) y será competente
para entender en ella el juez del domicilio del actor; el del domicilio del demandado; o el
del lugar en el que el hecho o acto se exteriorice o pudiera tener efecto, a elección del actor
(art. 36).
Será competente la Justicia Federal, señala el art. 36, para nosotros, la Federal Civil y
Comercial(2762), cuando la acción: a) se interponga en contra de archivos de datos públicos
de organismos nacionales; y b) cuando los archivos de datos se encuentren interconectados
en redes interjurisdiccionales, nacionales o internacionales(2763).
Fuera de estos casos entendemos que será competente la Justicia Nacional en lo Civil,
con prescindencia de la calidad de comerciante del demandado, toda vez que el objeto de
la tutela intentada es el derecho a la intimidad del actor(2764); aunque también se ha sostenido
la competencia de los tribunales comerciales en consideración a los sujetos
involucrados(2765).
La acción de hábeas data tramitará según las disposiciones de la ley 25.326 y por el
procedimiento que corresponde a la acción de amparo común, y, supletoriamente, por las
normas del Código Procesal Civil y Comercial de la Naciónrelativas al juicio sumarísimo (art.
37) (remitimos al lector a lo dicho precedentemente).
El art. 38 regula los requisitos de la demanda, la cual deberá interponerse por escrito,
individualizando con la mayor precisión posible el nombre y domicilio del archivo, registro o
banco de datos y, en su caso, el nombre del responsable o usuario del mismo, y en el caso
de los archivos, registros o bancos públicos, se procurará establecer elorganismo estatal del
cual dependen.
Asimismo, el accionante deberá expresar las razones por las cuales entiende que en el
archivo, registro o banco de datos individualizado obra información referida a su persona;
los motivos por los cuales considera que la información que le atañe resulta discriminatoria,
falsa o inexacta y justificar que se han cumplido los recaudos que hacen al ejercicio de los
derechos que le reconoce la ley (art. 14).
El afectado podrá solicitar que mientras dure el procedimiento, el registro o banco de
datos asiente que la información cuestionada está sometida a un proceso judicial —para
nosotros se trata de una anómala anotación de litis (ver el comentario al art. 229)— sin
perjuicio de que el juez pueda disponer el bloqueo provisional del archivo en lo referente al
dato personal motivo del juicio cuando sea manifiesto el carácter discriminatorio, falso o
inexacto de la información de que se trate (medida innovativa, ver el comentario al art. 230).
Admitida la acción, señala el art. 39, el juez requerirá al archivo, registro o banco de
datos la remisión de la información concerniente al accionante, pudiendo asimismo solicitar
informes sobre el soporte técnico de datos, documentación de base relativa a la recolección
y cualquier otro aspecto que resulte conducente a la resolución de la causa que estime
procedente.
El plazo para contestar el informe no podrá ser mayor de cinco días hábiles, el que podrá
ser ampliado prudencialmente por el juez.
Los registros, archivos o bancos de datos privados no podrán alegar la confidencialidad
de la información que se les requiere salvo el caso en que se afecten las fuentes de
información periodística; o cuando median excepciones al derecho de acceso, rectificación
o supresión, autorizadas por la ley 25.326 o por una ley específica, supuesto en el cual
deberán acreditar los extremos que hacen aplicable la excepción legal(2766), caso en el cual
el juez podrá tomar conocimiento personal y directo de los datos solicitados asegurando el
mantenimiento de su confidencialidad (art. 40)(2767).
Al contestar el informe, el archivo, registro o banco de datos deberá expresar
las razones por las cuales incluyó la información cuestionada y aquellas por las que no
evacuó el pedido efectuado por el interesado, de conformidad a lo establecido en los arts.
13 a 15 de la ley (art. 41).
Contestado el informe, el actor podrá, en el término de tres días, ampliar el objeto de la
demanda solicitando la supresión, rectificación, confidencialidad o actualización de sus
datos personales, de no haberlo así requerido inicialmente y en los casos que resulte
procedente a tenor de la presente ley, ofreciendo en el mismo acto la prueba pertinente,
presentación de la que se dará traslado al demandado también por el término de tres días
(art. 42).
Vencido el plazo para la contestación del informe o contestado el mismo, y en el supuesto
del art. 42, luego de contestada la ampliación, y habiendo sido producida en su caso la
prueba, el juez dictará sentencia.
En el caso de estimarse procedente la acción, se especificará si la información debe
ser suprimida, rectificada, actualizada o declarada confidencial(2768), estableciendo un plazo
para su cumplimiento —aunque su rechazo no constituirá presunción respecto de la
responsabilidad en que hubiera podido incurrir el demandante— aplicándose el mismo
régimen de costas que en el amparo(2769).
En cualquier caso, la sentencia deberá ser comunicada al organismo de control, que
deberá llevar un registro al efecto (art. 43).
Por otra parte se ha resuelto en algún caso que ante la falta de legislación específica
que fije el límite temporal en el cual las empresas de información crediticia pueden mantener
datos en sus bases, atinentes a situaciones de insolvencia ya superadas, corresponde
aplicar el término de cinco años previsto en el art. 51, inc. 3º, CPen., para conservar
información sobre condenas de multa o inhabilitación(2770).
4. LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD
Podrá deducirse la acción que tienda a obtener una sentencia meramente declarativa, para hacer cesar un
estado de incertidumbre sobre la existencia, alcance o modalidades de una relación jurídica, siempre que esa
falta de certeza pudiera producir un perjuicio o lesión actual al actor y éste no dispusiera de otro medio legal
para ponerle término inmediatamente.
El juez resolverá de oficio y como primera providencia, si corresponde el trámite
pretendido por el actor, teniendo en cuenta la naturaleza de la cuestión y la prueba
ofrecida.
El proceso de conocimiento podrá prepararse pidiendo el que pretenda demandar, o quien, con fundamento
prevea que será demandado:
1) Que la persona contra quien se proponga dirigir la demanda preste declaración
jurada, por escrito y dentro del plazo que fije el juez, sobre algún hecho relativo a su
personalidad, sin cuya comprobación no pueda entrarse en juicio.
2) Que se exhiba la cosa mueble que haya de pedirse por acción real, sin perjuicio
de su depósito o de la medida precautoria que corresponda.
3) Que se exhiba un testamento cuando el solicitante se crea heredero, coheredero
o legatario, si no puede obtenerlo sin recurrir a la justicia.
4) Que en caso de evicción, el enajenante o adquirente exhiba los títulos u otros
instrumentos referentes a la cosa vendida.
5) Que el socio o comunero o quien tenga en su poder los documentos de la
sociedad o comunidad, los presente o exhiba.
6) Que la persona que haya de ser demandada por reivindicación u otra acción que
exija conocer el carácter en cuya virtud ocupa la cosa objeto del juicio a promover,
exprese a qué título la tiene.
7) Que se nombre tutor o curador para el juicio de que se trate.
8) Que si el eventual demandado tuviere que ausentarse del país, constituya
domicilio dentro de los cinco días de notificado, bajo apercibimiento de lo dispuesto
en el art. 41.
9) Que se practique una mensura judicial.
10) Que se cite para el reconocimiento de la obligación de rendir cuentas.
11) Que se practique reconocimiento de mercaderías, en los términos del art. 782.
Salvo en los casos de los incs. 9), 10) y 11), y del art. 326, no podrán invocarse las
diligencias decretadas a pedido de quien pretende demandar, si no se dedujere la
demanda dentro de los treinta días de su realización. Si el reconocimiento a que se
refieren el inc. 1) y el art. 324 fuere ficto, el plazo correrá desde que la resolución que
lo declare hubiere quedado firme.
Art. 324.— (Texto según ley 25.488, art. 2) Trámite de la declaración jurada.
En el caso del inc. 1º del artículo anterior, la providencia se notificará por cédula o acta notarial, con entrega
del interrogatorio. Si el requerido no respondiere dentro del plazo, se tendrán por ciertos
los hechos consignados en forma asertiva, sin perjuicio de la prueba en contrario que
se produjera una vez iniciado el juicio.
En el caso del inc. 1º del artículo anterior, la providencia se notificará por cédula o acta
notarial, con entrega del interrogatorio, con la prevención de que si el requerido no
respondiere dentro del plazo, se tendrán por ciertos los hechos consignados en forma
asertiva, sin perjuicio de la producción de prueba en contrario una vez iniciado el juicio; lo
cual no significa, por cierto, que aquél (interrogatorio) no pueda contener preguntas o
interrogaciones, sino que, en todo caso, ante el silencio no jugará esa suerte de "confesión"
ficta que marca la ley.
Art. 325.— Trámite de la exhibición de cosas e instrumentos.
La exhibición o presentación de cosas o instrumentos se hará en el tiempo, modo y lugar que determine el
juez, atendiendo a las circunstancias. Cuando el requerido no los tuviere en su poder deberá indicar, si lo conoce,
el lugar en que se encuentren o quién los tiene.
Los que sean o vayan a ser parte en un proceso de conocimiento y tuvieren motivos justificados para temer
que la producción de sus pruebas pudiera resultar imposible o muy dificultosa en el período de prueba, podrán
solicitar que se produzcan anticipadamente las siguientes:
1) Declaración de algún testigo de muy avanzada edad, o que esté gravemente
enfermo o próximo a ausentarse del país.
2) Reconocimiento judicial o dictamen pericial para hacer constar la existencia de
documentos, o el estado, calidad o condición de cosas o de lugares.
3) Pedido de informes.
4) La exhibición, resguardo o secuestro de documentos concernientes al objeto
de la pretensión, conforme lo dispuesto por el art. 325.
La absolución de posiciones podrá pedirse únicamente en proceso ya iniciado.
El artículo dispone que los que sean o vayan a ser parte de un proceso de conocimiento y
tuviesen motivos justificados para temer que la producción de sus pruebas pudiera
resultar imposible o muy dificultosa en la etapa correspondiente, podrán solicitar la
producción anticipada de los medios que allí se señalan(2817); si bien aquí también cabe la
admisión de otros, aunque en todos los casos, su excepcionalidad impone que sólo deba
admitirse esta modalidad, si se comprueba que el proponente se halla expuesto a perder la
prueba(2818).
La citación de la contraparte en la producción de medidas de prueba anticipada es un
requisito de carácter esencial —salvo la intervención que se prevé en el último párrafo del
art. 327, Código Procesal, que la equivale—. Por esta razón, la ineficacia o nulidad de la
prueba realizada sin la observancia de ese requisito es sustancial —no siendo posible su
divisibilidad; así como la prueba común beneficia a todos los litisconsortes, la nulidad
también alcanza a todos—(2819). No obstante, en algún caso se ha resuelto que la (prueba
pericial) realizada sin citación del demandado podría tener valor como otro medio de prueba,
v.gr., indiciaria, por no tratarse de prueba obtenida por medios ilícitos —según se dice—
sino simplemente defectuosa(2820). No compartimos este criterio en modo alguno, pues
violentar la garantía del debido proceso legal supone máxima ilicitud o ilegitimidad (ver
introducción al comentario del art. 360, pto. 4, aps. c] y d]; y comentarios a los arts. 327 y
473).
Es así que se ha resuelto que la pericia llevada a cabo sin la citación prevista por el art.
327, Código Procesal, determina la procedencia de la nulidad(2821), aun cuando hubiesen
transcurrido los 5 días del art. 170(2822).
No obstante, también se ha decidido, en el caso del secuestro de una historia clínica,
que en la medida en que la recepción de la prueba haya de practicarse en presencia de las
demandadas, la bilateralidad que requiere el principio de contradicción ha de tenerse por
cumplida sin intervención de la defensora oficial, ya que la medida se practicará en los
domicilios de las accionadas, contando de esa manera éstas con la posibilidad de fiscalizar
lo actuado(2823)(ver comentarios a los arts. 327 y 473).
La intervención de la futura parte contraria apunta a otorgarle la oportunidad
de controlar la producción de la prueba, pues la incorporación de la prueba a producirse es
definitiva e imposible de rever en el futuro con las consecuencias que ello pudiere proyectar
en el posterior desarrollo y decisión del litigio(2824)(ver los comentarios a los arts. 327 y 360,
pto. 4, ap. c]), salvo que se demostrare que la medida se podría frustrar por la demora que
se ocasionaría por la notificación o, agregamos, a raíz del mismo hecho del hombre (v.gr.,
su destrucción o deterioro) salvándose la omisión en estos casos de urgencia por la
participación que se acuerda al defensor oficial(2825).
Se admite, pues, el reconocimiento judicial previo a la interposición o notificación de la
demanda, no tanto por razones de urgencia sino por otras que hacen temer cambios
fundamentales una vez conocida la existencia del juicio y antes de la etapa probatoria(2826).
Por su lado, la parte contraria también podrá impugnar la procedencia de la prueba
anticipada por conducto del recurso de reposición (pues sólo es apelable la resolución
quedeniega la prueba, art. 327, Código Procesal); ello dentro del plazo de 3 días (art. 239,
Código Procesal).
En lo que se refiere a la prueba testimonial, se trata de la citación del
testigo valetudinario, muy enfermo o próximo a ausentarse del país, concepto de "muy
avanzada edad" que queda librado al prudente arbitrio judicial, habiéndose admitido como
tal la de 78 años(2827); debiendo en el caso de enfermedad acreditársela, en principio, con el
correspondiente certificado médico y, con respecto a la hipótesis de tener que ausentarse,
probarse no sólo la proximidad del viaje del testigo al extranjero, sino también la
probable duración de su ausencia del país, ya que un retorno a breve plazo no constituiría
impedimento para que la declaración se produzca en la oportunidad procesal
correspondiente(2828).
La prueba tendrá pleno valor en el proceso que ulteriormente se promoverá o en el que
se encuentre en trámite, limitándose la intervención de la contraria a merasrepreguntas
respecto de los hechos que constituyeron objeto de las preguntas de la parte que lo propuso
—salvo que a su vez aquélla la hubiese solicitado como prueba anticipada—, sin perjuicio
de su derecho de citarlo ulteriormente para una nueva declaración sobre hechos diversos
de los que fueron objeto de la prueba anticipada —o cuando aquella parte fue representada
por el defensor oficial— y de que el mismo solicitante de la prueba pueda requerir su nueva
citación a objeto de recibir la declaración del testigo con respecto a hechos alegados por su
adversario(2829).
Cabe también la producción anticipada de prueba pericial para hacer constar
la existencia de documentos, o el estado, calidad o condición de cosas o de lugares (inc.
2º), y agregamos, de personas (v.gr., pericia genética), procediéndose a su
diligenciamiento a cargo de un perito único nombrado de oficio conforme a la forma
establecida para este medio probatorio (art. 327, CPCCN), el cual tendrá la misma eficacia
que produjo durante la etapa ordinaria de prueba en tanto se la haya practicado a ésta
regularmente(2830).
La no exhibición del documento, cosa o lugar —y, agregamos, persona— respecto del
cual se ordena la pericia, dará lugar a la aplicación de una multa, sin perjuicio de las demás
responsabilidades que correspondieren (civiles y penales), pudiendo disponerse el
secuestro y allanamiento de lugares si fuese necesario para hacer cumplir la orden (art.
329, CPCCN), sin perjuicio de ordenarse las medidas complementarias que fuesen
adecuadas para su producción, y de valorarse tal comportamiento como prueba indiciaria
en contra de la parte de que se trate.
La facultad de la parte contraria aprehende la alternativa de designar consultor técnico
para que presencie las operaciones técnicas que se realicen y formule las observaciones
que considerase pertinentes (art. 471, CPCCN), y no sólo se limite a la facultad de pedir
explicaciones al perito(2831), sino que pueda formular observaciones e impugnaciones al
dictamen.
En cuanto a la exhibición, resguardo o secuestro de documentos concernientes al objeto
de la pretensión, se refiere tanto a documentos que obraren en poder de terceroscomo de
la futura parte contraria, sea que ella se limite a medidas que apuntan a determinar su
existencia como tal o la de hechos que resultan de su contenido, en cuyo caso, y en tanto
para ello se requieran conocimientos especiales en alguna ciencia, arte, industria o actividad
técnica especializada, se realizará mediante prueba pericial (art. 457, CPCCN); así cuando
se dispone la exhibición y copia de la información existente en computadoras, servers,
diskettes o cualesquiera otros soportes de almacenamiento de datos (con el inmediato cese
cautelar de su operación y uso) bajo apercibimiento de lo que disponen los arts. 388 y 389
del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, e incluso el secuestro con tal objeto de
dichos medios de almacenamiento (discos rígidos o computadoras completas), todo ello a
través del Oficial de Justicia y valiéndose de los servicios de un Ingeniero en Sistemas.
A nuestro modo de ver, se regula adecuadamente aquí y a partir de la reforma
introducida por la ley 25.488, el paradigmático y desordenado secuestro de historias clínicas,
documentación complementaria y eventuales anexos que venía disponiéndose en nuestro
medio, para algún tribunal como una diligencia preparatoria autorizada por el art. 323,
Código Procesal(2832), a nuestro juicio en flagrante violación de lo dispuesto por el art. 326 y
de las garantías del debido proceso legal, más aun cuando nada impedía que se diese
intervención al defensor oficial.
Es oportuno destacar que la no exhibición o destrucción del documento dará lugar a la
aplicación de una multa, y al secuestro y allanamiento de lugares si fuese necesario para
hacer cumplir la orden de exhibición o presentación (art. 329, CPCCN), sin perjuicio de las
demás responsabilidades que correspondieren (civiles y penales), y de poder considerarse
a tal comportamiento como prueba indiciaria en contra (art. 163, inc. 5º, tercera parte,
CPCCN), pues el artículo lo autoriza sea que obre en poder de terceros o de la futura parte
contraria, con lo que la actio ad exhibendum se erige ya en ese ámbito en un verdadero
deber procesal para las partes, en contradicción con la mera "carga" que impone el art. 388,
Código Procesal, para la incorporación de esta prueba en la etapa ordinaria de los
procedimientos.
En cuanto a la absolución de posiciones, a diferencia de los restantes supuestos de
prueba anticipada previstos en el dispositivo legal en cuestión, aquélla sólo podrá solicitarse
en proceso ya iniciado, en rigor, cuando la litis se ha trabado al contestarse la demanda (o
reconvención) o una vez vencido el plazo para ello, momento a partir del cual podrá
advertirse —en función de las posiciones asumidas— cuáles son los hechos que podrán ser
objeto de esta prueba (controvertidos, perjudiciales, y personales o de conocimiento
personal del absolvente), si bien la norma se refiere a proceso simplemente "iniciado".
Si se quiere como prueba anticipada la declaración de la parte contraria, no sólo deberá
cumplirse con el trámite específico de dicho medio probatorio, sino además, deberá
justificarse en qué consiste el riesgo de su producción en la etapa de prueba pertinente y,
también, aguardar el inicio del proceso, pues la absolución de posiciones sólo puede
producirse anticipadamente si ya se ha entablado la demanda(2833).
En lo que atañe a la prueba informativa anticipada, cabe destacar que la no contestación
del pedido de informes, la falsedad de la información o la no remisión de la documentación
dará lugar a la aplicación de una multa, sin perjuicio de las demás responsabilidades que
correspondiesen, pudiendo disponerse el secuestro y allanamiento de lugares si fuese
necesario para hacer cumplir la orden de exhibición o presentación (art. 329, CPCCN) o de
ordenarse las medidas complementarias para su producción (v.gr., designación de un perito
contador), y de considerarse ello como prueba indiciaria en contra si el informante fuera una
de las partes.
Si bien es una cuestión polémica, entendemos que el pedido de prueba
anticipada interrumpe la prescripción en los términos del art. 2546 del CCyCN(2834), pues
dicha norma no requiere una "demanda" en sentido técnico procesal, sino que basta una
petición que trasunte el deseo de no dejar abandonado su derecho.
En el escrito en que se solicitaren medidas preliminares se indicará el nombre de la futura parte contraria,
su domicilio si fuere conocido y los fundamentos de la petición.
El juez accederá a las pretensiones si estimare justas las causas en que se fundan,
repeliéndolas de oficio en caso contrario.
La resolución será apelable únicamente cuando denegare la diligencia.
Si hubiese de practicarse la prueba se citará a la contraria, salvo cuando resultare
imposible por razón de urgencia, en cuyo caso intervendrá el defensor oficial. El
diligenciamiento se hará en la forma establecida para cada clase de prueba, salvo en
el caso de la pericial, que estará a cargo de un perito único, nombrado de oficio.
Después de trabada la litis, la producción anticipada de prueba sólo tendrá lugar por las razones de urgencia
indicadas en el art. 326, salvo la atribución conferida al juez por el art. 36, inc. 4).
Una vez trabada la litis, dispone el artículo que la producción anticipada sólo procederá
por las razones de urgencia indicadas en el art. 326, sin perjuicio de la facultad del juez de
ordenar su producción en cualquier estado de la causa, con arreglo a lo que previene el art.
36, inc. 4º, del mencionado ordenamiento.
Cuando sin justa causa el interpelado no cumpliere la orden del juez en el plazo fijado, o diere informaciones
falsas o que pudieren inducir a error o destruyere u ocultare los instrumentos o cosas cuya exhibición o
presentación se hubiere requerido, se le aplicará una multa que no podrá ser menor de $ 11,74 ni mayor de $
2.123,32(2840)sin perjuicio de las demás responsabilidades en que hubiere incurrido.
La orden de exhibición o presentación de instrumento o cosa mueble que no fuere
cumplida se hará efectiva mediante secuestro y allanamiento de lugares, si resultare
necesario.
Cuando la diligencia preliminar consistiere en la citación para el reconocimiento
de la obligación de rendir cuentas y el citado no compareciere, se tendrá por admitida
dicha obligación y la cuestión tramitará por el procedimiento de los incidentes. Si
comparece y niega que deba rendir cuentas, pero en el juicio a que se refiere el art.
652, se declarare que la rendición corresponde, el juez impondrá al demandado una
multa que no podrá ser menor de $ 14,67 ni mayor de $ 234,83(2841)cuando la negativa
hubiere sido maliciosa.
Si correspondiere, por la naturaleza de la medida preparatoria y la conducta
observada por el requerido, los jueces y tribunales podrán imponer sanciones
conminatorias, en los términos del art. 37.
Concordancia: art. 329, CPCC Bs. As.