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Borracheras Andinas Por Que Los Indios Ebrios Hablan en Espanol Thierry Saignes PDF
Borracheras Andinas Por Que Los Indios Ebrios Hablan en Espanol Thierry Saignes PDF
muy a menudo una bebida que ellos hacen de maíz, que llaman azua
o chicha, lo cual hacen muy ordinariamente en las fiestas muchos
juntos, haciendo sus taquies y bailes, y de esto no usan tanto los
indios pobres como los caciques y principales, y lo que peor es, los
yanaconas que están con los españoles [ ... ] .
Los daños e inconvenientes que se siguen de las borracheras son tan
notorios, que no hay para que gastar mucho tiempo en decirlos, pues
se ve claro que estos borrachos vienen a cometer adulterios, e inces-
tos con sus hermanas, hijas y parientes, y aun en algunas partes el
pecado nefando, y se matan unos a otros. Fácilmente engáñanles el
demonio y hablan con él y hacen con él sus borracheras, para saber
de algo que está por venir, como los sucesos de la guerra, o de otra
cosa. También es muy dañoso a su salud. Finalmente, impídeles su
conversión, que es lo principal que habemos de entender en esta tie-
rra" (1967:80).
texto, quizás el más amplio del siglo XVI consagrado al tema, ocupa tres ca-
pítulos del tercer libro del De Procurando Indorum Salute O 577): "de la bo-
rrachera tan familiar a los indios"(cap . 20) , "males que se siguen de la em-
briaguez" (cap. 21) , "de que manera se puede retraer a los indios de la em-
briaguez" (cap. 22). A pesar de una conclusión tan perspicaz e inapelable,
"porque es necesario persuadirse que nada, ni de religión ni de policía puede
penetrar en el ánimo de los indios, si la ebriedad, fuente de todos los males,
no desaparece" (1954: 500), Acosta mantiene el concepto augustiniano de
tolerar un uso · moderado y castigar con severidad los abusos. Pero , ¿cómo
impedir el paso del uso al abuso? El mismo autor evoca las "utilidades parti-
culares" de los españoles que impulsan las borracheras para "ganarse el traba-
jo de los indios" o "procurar esta ganancia" de la venta de chicha.
El que las medidas represivas no tengan efecto, y a veces ni siquiera
un comienzo de ejecución, remite a la corrupción, clave del funcionamiento
del sistema colonial. Los mismos agentes de gobierno intermedios encargados
de aplicarlas , corregidores, curas y caciques, dan prioridad a los beneficios
mercantiles , Jo cual los obliga a aliarse para sustraer mano de obra de las lis-
tas censales y reservársela para "sus trajines y grangerías". A comienzos del
siglo XVII , un cura escuchaba "decir a un corregidor que no se quiere meter
en nada sino dar gusto para que se le den [indios] y vivan en la ley que qui-
sieren . .. " (L. Balvi, "Memoria sobre las reducciones y mita", La Paz, 1609,
ADI). La autonomía cultural se intercambia contra el provecho económico:
Chicha y vino
na. El primero confía en sus medidas para limitar tanto el expendio de chi-
cha ("ningún español, ni negro, ni mulato , ni indio no pueda hacer chicha
para vender, ni tener taberna della en sus casas ... " , Ordenanza del Cusco,
1572) como su misma elaboración:
"cuando llegué al asiento de Potosí, hallé que lo que más causaba las
borracheras a los indios era la harina de maíz porque sin trabajo ha-
cían su bebida de chicha della y habiendo tratado del remedio dello
pareció que , vedando que no se llevase harina de maíz al dicho asien-
to se podían escusar parte de las dichas borracheras, porque aunque
con piedras los indios la suelen moler en sus casas Y. esto no se les
podía defender, cuesta les mucho trabajo y con cien partes no po-
drían moler tanto como se molía en los molinos de agua . .. " (15 80,
Memoria ... , CODOIN CXCIV : 517).
Precaución sin mañana: los intereses locales apelaron la medida, la misma que
fue suspendida por la Audiencia de Charcas bajo el doble pretexto de ahorrar
fraudes y "escusar el trabajo de moler los indios e indias el maíz que compra-
ban en grano a mano ... y el acudir al vino . .. " (Capoche (1585) 1959:
141 ). ¡Vemos intervenir el mismo argumento (tiempo y trabajo gastado en la
molienda del maíz) usado antes por Toledo con fines preventivos para resta-
blecer la internación de harina de maíz! El resultado nos lo traduce en cifras
la Descripción de Potosí de 1603 mediante el cálculo de l '600,000 botijas de
chicha (de 11 ,5 litros cada una) vendidas al año: si estimamos un número de
unos 40 mil hombres, duplicado con las mujeres, obtenemos un consumo
promedio de 230 litros anuales por adulto. En cuanto al vino, es difícil esti-
mar la participación indígena en la compra de las 50 mil botijas internadas
ese año. Para acabar con las cifras, el monto global de las ventas de vino equi-
vale a la tercera parte del de chicha, habiendo sido ambas bebidas vendi-
das parcialmente en las ochenta pulperías, sin que alcancemos a conocer las
fracciones caseras(7).
Fuera de Potosí, la difusión del vino producido en los valles internos
se amplía. Las Re/0:ciones Geográficas evocan el éxito del vino de uva, en par-
ticular el vino "nuevo" o mosto, al cual se imputa la mortandad del fin del
siglo:
Este párrafo nos ofrece una de las pocas pinturas de las presiones cotidianas
ejercidas en los pueblos rurales para consumir vino y chicha. Siete años des- -
pués, Bernardino de Cárdenas repite su condena de ambas bebidas en un auto
de visita de las minas de Caylloma (provincia de Collaguas) que constituye el
texto más amplio del s. XVII dedicado al tema, texto en el cual sistematiza
su repudio a las "borracheras": provocan peleas, idolatrías, incestos, enfer-
medades y muertes ; el "trajín del vino" con destino a Potosí acarrea "tanta
ganancia de plata" que "entran por el vino en valles calidísimos y enfermos,
mueren harto más que en la mita de Potosí"; por último, provocan deudas,
rezagos de tasas, abandono del trabajo "y asolamiento de tan infinito núme-
ro de indios"; conclusión que siguen varios autores eclesiásticos de esos
años(8). El jurista Solórzano reafirma lo dicho: "son más los que han muerto
por el vino, chicha y pulque [ .. . ] que con cuantas pestes, calamidad y tra-
bajos les han sucedido" (Política Indiana I, lib. 1, cap. XXV, 164 2).
En cuanto a los efectos que producen en el organismo, estos observa-
dores no hacen mucha diferencia entre las dos bebidas, autóctona e importa-
da. Si para Acosta la chicha puede embriagar "más presto" que el vino (His-
toria ... [1590), 1954: 110), según Lizárraga ([1605] 1968: 98) "para que
más pronto les emborrache [la chicha], si tienen vino, mézclanlo con ella,
añaden fuego a fuego, y mueren mucho". Sería de estudiar la gran variedad
de "chichas" (por ejemplo, la de molle, muy codiciada, según Cobo),pero
contentémonos con recalcar la compatibilidad entre vino y chicha. Como in-
dicador social, el vino se valoriza más por cuanto indica cierto grado de enri-
quecimiento: "así los indios ladinos y de caudal, que son los que más usan
del vino, si cuando se embriagan se lo reprendemos, suelen alegar por excusa
no ser su embriaguez de chicha, sino de vino" (Cobo [1653) 1964: I, 393).
W. Taylor ya advirtió sobre el "ideal mediterráneo de beber"; es de-
cir, un acto moderado para acompañar la mesa, importado por los españoles,
quienes estigmatizaron la conducta violenta de los autóctonos por embriagar-
se hasta "perder el sentido". Este autor reprocha más bien a los informantes
no indicar "con qué frecuencia y en qué circunstancias" ocurría tal extremo
(l 987 : 69-70). Las escasas notas al respecto son de orden cualitativo: Matien-
zo notaba cierta mejora en Potosí, que se puede atribuir a la crisis del asiento
minero en aquella época (1967 : 18). Cobo amplía la observación: "en gene-
ral en todas partes no son ahora tan comunes y frecuentes las borracheras
como en tiempo de su gentilidad" (1964: I, 162r No tenemos datos estadís-
ticos para averiguar una pretendida decadencia de la práctica.
¿En qué medida los diccionarios de lengua indígena pueden brindar
una visión más interior, desde el mundo andino, del fenómeno? ¿en qué me-
dida , ya que datan de comienzos del s. XVII, reflejan viejas y nuevas actitu-
des frente al acto de tomar? En quechua, González Holguín registra unas po-
cas expresiones (unas veinte) que connotan varios grados de "borrachera"
("de inclinación", "de costumbre", "sin sentido", .. . ) y diferentes tipos de
azua o chicha(9). Sorprende, en cambio, la cantidad de expresiones (uncen-
tenar de ocurrencias) que usa el aymara para designar distintos estados y mo-
dalidades de tomar (vocablos "beber", borracho" y derivados; y vocablos
aymaras, kusa [chicha]. umatha [beber] y derivados).
EMBRIAGUEZ Y SOCIABILIDAD
" ... verdad sea que puesto caso que de principal interés tiraban los
Incas con estas continuas ocupaciones y trabajos y tenerlos sujetos y
domados, todavía era con grandísimo cuidado de su salud y muy
conveniente orden para que no padeciesen necesidad y así el trabajo
era con moderación, salvo que era contínuo, ocupandolos así en lo
tocante a su servicio como en las cosas de su religión y en la propia
necesidad de los indios" (Cobo {1653] 1964: 136).
[ ... ] ocasión por bajar huyendo del trabajo y por beber ... ~y pi-
den- que los lunes no lleven botijas de chicha para vender como las
llevan mestizas, mulatas e indias ladinas de españoles por el daño de
que se sigue . . . y que no haya tiendas de pulperías de chicha"
("Apuntamientos ... ", hacia 1610, ADI) .
"y los indios que van por estos ausentes, por ladinos que sean, en co-
mún son todos borrachos y en beber y en la flema con que se ponen
cualquiera cosa se les pasa el tiempo hallando apretados del porque
tienen otras obligaciones a que acudir que temiendo el castigo que les
amenaza de sus corregidores , encomenderos y oficiales reales, se vuel-
ven sin obrar cosas de consideración sin gente y sin plata porque la
cobrada queda bebida y en averías de hurto que los hazen en tierras
ajenas" (8.X.1645 , AGN IX 20.20.4)
Ninguna exageración por parte del P. Lizárraga ([com. s. XVII] 1968: 96); el
idioma aymara confirma esta preocupación del viajero:
"no hay mes que pase sin fiesta; no se congrega una reunión, no se
comienza una feria, no se casa la hij~, no pare el ganado, no se cavan
los campos, finalmente no se celebra culto religioso sin que acompa-
ñe como buena guía la borrachera. Esta da honor a toda fiesta públi-
ca o privada como argumento de magnificencia y religión" (Acosta
1954 : 496).
Los cantares tienen como función evocar los recuerdos del pasado,
pasado individual en el caso de una fiesta funeraria y, en el caso colectivo,
recuerdos de la grandeza prehispánica. Capoche no especifica el contenido
de esta "gentilidad". Podemos sospecharlo, sin embargo, a través de la tradi-
ción oral pacasa recogida a comienzos del siglo XX por el erudito boliviano
R. Paredes : los cantares cuentan las hazañas de los grandes guerreros pre-
incas que promovieron las conquistas más allá del altiplano (Saignes 1987a :
158). Las fiestas pacasa se desarrollan en el mismo paisaje ancho, enmarcado
por las cumbres sagradas , sede de los abuelos fundadores cuyas tumbas se
"Suelen pasar los días y las noches bebiendo y bailando al son de sus
ellos llaman bilca tauri . Con tres pares de grano pezado con maca y
lo ajunta y lo muele y se la veven por la boca y se echan luego con la
mitad por debajo con una melecina y geringa que ellos les llamavan
vilcachina. Con ello tenían mucha fuerza para pelear y alimentaban
salud y duravan sus vidas tipo de doscientos años y comían con mu-
cho gusto" ([1615] 1980: 57).
"los que desean saber algun succeso de cosas pasadas o de las cosas
que estan por venir [ . . . ] invocan al demonio y ernborrachanse y
para este oficio particular usan de una yerva llamada vilca, echando el
9urno della en la chicha o tornandola por otra vía. Adviertase que
aunque se dice que solas las viejas usan deste oficio de adivinar y de-
cir lo que pasa en otras partes remotas y declarar lo perdido y hurta-
do también lo usan el día de hoy indios no sólo viejos pero rno9os
.. . "(Poi<? de Ondegardo [ 15 59] 1916 : 30).
Importa notar que los hechiceros capaces de transformarse (ver los
"capitanes" del Inca, quienes cobraron formas animales para la conquista del
Antisuyo) son los que recurren explícitamente a brevajes compuestos con
vilca. El uso de este alucinógeno , que permite predecir el porvenir (esto es,
viajar en el tiempo), antes restringido a ancianas o sacerdotes imperiales, no
solamente perdura, sino que se difunde entre la nueva generación. Deja pre-
sumir cierto resurgimiento del chamanismo.
Nuestro conocimiento del uso colonial de plantas alucinógenas toma-
das con alcohol es escaso, pero las noticias dadas por cronistas dejan sospe-
char cierta difusión a partir de sus áreas de origen. Oriundas de los mismos
valles Of'ientales de Charcas;· adonde afluyen los migrantes del s. XVII, otras
dos plantas desempeñan un papel semejante para amplificar el campo de la
conciencia y recorrer el tiempo pasado y futuro: el chamico ( da tura stramo-
nium ), cardo cuya "semilla bebida en vino, agua u otro licor adormece la
persona . .. ", y la achuma (Trichocereus Pachanoi), el famoso cacto San
Pedro, cuyo zumo "saca el sentido de manera que quedan los que beben
como muertos"(l 9). ¿Qué quieren "ver" estos alucinados "dormidos y como
muertos": volver a hablar con los dioses, captar su fuerza, "saber de algo que
está por venir" (Matienzo) porque está detrás de nosotros (cf. nota 1) ?
Es difícil no evocar el recurso a semejantes sustancias en los movi-
mientos de posesión que marcaron la agitación nativista del Taqui Onkoy en
los años 156 5, "idolatría" nacida en la región de Huamanga, pero que se di-
fundió por todo el sur andino (C. de Melina [1575] 1916 : 96). El nuevo cul-
to anuncia el retorno de las wakas, que deben vencer a los españoles. Sus pre-
dicadores
Para ganar a los más reticentes, los invitaban a tomar ''una confación de ma-
ca" (el tubérculo ya visto en una preparación con vilca) que "los hazía lo-
quear a bailar y darse con las cabezas por las paredes" (Albornoz 1967 : 36).
El alucinógeno era indispensable para volverse waka; es decir, reintegrar el
tiempo de los orígenes. ¡Extraña revolución! En la religión prehispánica, los
dioses rodeaban al hombre , presencia familiar, pero exterior, irrevocablemen-
te otra, y les estaba reservado a los chamanes, intermediarios sin poder encar-
nar al dios, franquear la barrera que los separaba del hombre. El taqui onkoy,
al incorporar a la divinidad en el mismo individuo, traduce en cierta manera
la internalización y la difusión del mensaje erístico.
En los brotes mesiánicos locales que estallaron esporádicamente se
llevó este proceso de identificación hasta su consecuencia extrema. A fines
del mismo siglo , surgió en Tacobamba (provincia de Porco)
"hay algunos que entienden, otros que hablan nuestra lengua españo-
la, pero pocos que usan della, fuera de sus borracheras y pasatiempos,
a donde cada uno descubre su pecho y casi escarneciendo, habla lo
que le parece con la embriaguez" (Lope de Atienza 1931 : 28 ).
si coca, chicha y vino, y más tarde yerba mate (en el trabajo) y aguardiente,
han podido equipararse y si las variaciones en su uso revelan una interdepen-
dencia. Operador sacro por excelencia de la reciprocidad, el alcohol confiere
al sujeto un estado soberano que le permite franquear la frontera entre vida y
, muerte, sueño y lucidez; en breve, acceder a la "otra realidad"(24 ).
En esta perspectiva, no cabe duda que los espectaculares aumentos
de producción y consumo de plantas y bebidas estimulantes remiten al vasto
movimiento de "democratización" en el acceso a productos antes reservados
a la clase dirigente. La misma generalización bajo su forma mercantil implicó
también cierta "secularización" dentro de un contexto laboral (en las minas
y obrajes, por ejemplo) y de una sociabilidad reforrnulada en torno a nuevos
asentamientos ("anejos'', haciendas más tarde) , cultos de santos y cargos (ca-
bildos, cofradías).
Entre los distintos niveles de significación que cobran las "borrache-
ras" dentro del nuevo orden colonial no hay necesariamente contradicción,
sino, rriás bien, amplificación convergente de sus efectos. Mediante las nuevas
formas de circulación generalizada, el acceso de los pobladores altiplánicos a
bebidas más energéticas como la chicha de maíz y el vino de uva confiere ma-
yor fuerza a los actores y a la regeneración de los cultivos y ganados. Permite
también responder a las exigencias de tareas físicas más penosas y peligrosas.
Fiestas familiares, agrarias y católicas convergen para multiplicar las oportu-
nidades de reunirse, tomar y recordar las grandezas pasadas.
Revés de la insuficiencia cotidiana, el discurso etílico expresa además
sueños y ansias de una colectividad hacia el Otro. Bajo el idioma español se
deja perfilar un mensaje destinado al nuevo amo: intento de aproximarse a su
Dios, pedirle favor, captar su potencia; pero también, con matices de burla y
escarnio, un desafío para competir con e_l mismo intruso en el dominio de
nuevos registros lingüísticos y del conocimiento. Doble protesta contra los
límites de la condición humana y la opresión colonial, el habla castellana de
los nativos ebrios del Collao y de Charcas revela a su manera el revés de una
aparente resignación; esto es, una buena salud cultural. Y si, en última instan-
cia, caen al suelo "como muertos" después de haber absorbido· tanta energía,
es para juntarse con sus muertos, antepasados o dioses y recorrer nuevas re-
giones del tiempo y de la conciencia. De tal forma que la embriaguez en los
Andes coloniales no se reduce a un mero exutorio escapista o compensatorio
de la miseria u opresión (como lo piensa Braudel cuando resalta el nombre
español de "quitapenas" otorgado al vino) (Braudel 1967: 177).
Al abatir los privilegios jerárquicos que regían el consumo popular de
excitantes , los nuevos amos coloniales dieron paso a un canal de expresión
propio, autónomo y (aun si ambiguo) subversivo. Desde entonces, al ensan-
char el campo de la conciencia y generar libres expresiones lingüísticas infini-
tas, las "borracheras" andinas siguen abriendo un espacio creativo fuera del
alcance de todos sus antiguos y nuevos detractores.
( 4) Sobre las calidades distintas de los tubérculos y del maíz, ver los estudios de J.V.
Murra ( 1975) y Bouysse-Cassagne ( 1987).
(5) Se notan ciertas interpolaciones (o plagios) entre estos tres cronistas jesuitas. Distin-
guen con mucho cuidado dos tipos de chicha, una con maíz mascado y otra con
maíz germinado, mucho más fuerte (llamada sora); Cobo en su historia natural
muestra la infinita variedad de plantas fermentadas transformadas en chicha. En
ningún momento podemos calificar de "alcoholismo" (término inventado en el siglo
XIX) las "borracheras" mientras no logremos medir frecuencias y cantidades ingeri-
das. Cieza (1984: 81), el "Jesuita anónimo" (1968: 176) y Cobo(1964 :II, 242) ase-
veran la capacidad de un hombre de tomar seco "una arroba" ( 11 . 5 litros) de chicha
(el vómito parece tener importancia) . Sobre uso ritual, antiguo y actual, de la chi-
cha, verGirault 1988: 152-154.
(6) "No tienen término las novedades y sacalinas que cada día se introducen las fiestas
tan costosas de las cofradías y pendones y derramas que para esto se echan que los
unos por lo que les dan y los otros por la libertad con que beben parece que com-
pran la licencia para ofender a dios L . .. ] en que entran las ceremonias e idolatrías
que se disimulan a trueque de ver lo que desean que es el interés y mientras más,
más amistad con los curacas ... " ("Memorial sobre reducciones y mitas" del P.L.
Balvi, La Paz, 7.1.1609, ADI).
(7) Discuto las cifras de la población indígena de Potosí, que oscila entre 15 mil y 80
mil hombres, en Saignes 1987 c. En los años 1610, se estima la población masculina
estable en 40 mil hombres. Por otra parte, Lizárraga describe a los niños y mujeres
mascando maíz contra salarios (1968: 89). "En Valladolid, a mediados del s. XVI,
el consumo anual de vino alcanza 100 litros por persona" (Braudel 1967: 177).
(8) Los dos textos de B. de Cárdenas se encuentran en la BN de Madrid, ms. 3042. El
primero, llamado "Memorial y relación de cosas muy graves y muy importantes al
remedio y aumento del reino del Pirú . . . ", fechado en 1632, ha sido publicado en
Madrid en 1634, según F. Lejarza (ver nota 2); el segundo, "Provisión ... prohi-
biendo vender ni vino ni chicha a los indios ... ", Cailloma, 1.X.1639, ha sido publi-
cado en CODOIN VII, Madrid, 1884, pp. 496-514. Acosta ( 1954: 78), Lizárraga
(1968: 99) y Ramírez del A. (1978: 123, 131) culpan al alcohol de matar a los
indios.
(9) He aquí en el diccionario quechua de 1608 las entradas léxicas a partir del cas-
tell:mo (y traducidas al quechua): "borrachera por la casa o lugar, por la junta y
personas, solemne; borracho de costumbre, de recia cabeza que no cae, de incli-
nación, sin sentido, medio tocado, estar mucho tiempo, estar tendido". Desde el
quechua, las compuestas con machani, "emborracharse", cincca, "medio borracho".
(1 O) En español, las expresiones se construyen sobre "beber", "beodo", "borracho",
"tragar"; desde el ay mara, los derivados de concho, "borra del vino", kusa, chicha,
umatha, " beber" y cchoque, "no borracho".
(11) Ver autores hispánicos sobre virtudes de la chicha en nota 5; existe, asimismo , un
estudio de H. Cu tler y M . Cárdenas (1981 ). Según los campesinos cusqueños, el tra-
go "da fuerzas para el trabajo" (J . Contreras H . 1976; citado por R. Romano 1984:
308). No pude leer el ensayo de León Pinelo sobre las bebidas americanas, La cues-
tión moral si el chocolate ... , Madrid, 1636.
(12) Sobre el desprecio de los incas hacia los campesinos andinos, "decían estos señores
de la tierra que a los naturales de ella los hacían trabajar siempre porque ansí conve-
nía, porque eran haraganes y bellacos y holgazanes y que haciéndoles trabajar vivían
sanos" (P . Pizarro 1978 : 105). Otras anécdotas en Cieza, Lizárraga y Cobo. La simi-
litud con textos toledanos confunde. Sobre la continuidad inca/español en esta con-
negra: hace notar que culpa a estos aditivos de la chicha por "hacer perder el jui-
cio" (mando 5, preg. 92 y 9 3) y no por gula (Ritual formulario ... , Lima, 1631 ).
(20) Ignoro si es este mismo movimiento el que relata P. Ramírez del A. en su crónica
(1978: 135). Notemos la fecha de la muerte (13. VI) del Mesías, que puede coinci-
dir con el Corpus Christi. El nombre del homicida, Illa, significa la "piedra bezoar",
asociada al culto de Illapa ("trueno"), reputada por conferir riqueza (Cobo 1964:
I, 130). Tacobamba, reducción multiétnica (Qaraqara, Visisa, Quillaca) cerca de La
Plata, conoció fuertes movimientos migratorios (ver autos de la visita de 1589-91 ,
AGN XIII 18.4.1). Sobre la clasificación de las plantas entre "fresco" y "cálido",
ver Girault 1987: 3 7.
(21) "Parecer acerca de la perpetuidad .. .", anónimo, sfnl, pero por la dedicatoria al
Pte. del Consejo de Indias se puede fechar el texto en los años 1563-64 y su autor
es un eclesiástico que trabajó en el sur peruano (en J .T. Medina, La imprenta en el
Perú, 1904:224).
(22) Sobre violencia criminal debida a la ebriedad en Potosí, ver Acosta 1954: 495.
Existe una prolífica literatura moralizante de origen criollo sobre el "alcoholismo"
indígena en Bolivia.
(23) Análisis recientes de la cosmología aymara revelan la asociación entre los muertos,
los antepasados pre-cristianos (o chullpas) y los diablos que yacen en las oqueda-
des del manqha pacha o "mundo de abajo" , cuyo poder genésico es una fuente de
energía y riqueza. Cada año, los muertos retornan a la tierra de noviembre a marzo,
durante la temporada de lluvias, y son responsables de la maduración de los cultivos
y pastos (ver el trabajo de Bouysse-Cassagne y Harris sobre "Pacha" en Bouysse-
Cassagne/Harris, Platt y Cereceda, Tres reflexiones sobre el pensamiento andino .
HISBOL. La Paz, 1977). El significado de Hatun machay como la "gran fuente"
remitiría a esta concepción de la circulación de energía sobre un modelo hidráulico .
Sobre la concepción kallawaya del cuerpo humano como un recipiente hueco, ver
J. W. Bastien, "Qollahuaya andean body concepts: a topographical-hydraulic
model of physiology", en American Anthropologist No. 87, 1985.
(24) La "yerba del Paraguay" se introduce en Charcas en los años 1630 (Ramírez del A.
197 8 : 48) y tenía mucho éxito entre los trabajadores mineros de Potosí. El aguar-
diente se expande a partir cte comienzos del siglo XVIII (sobre su consumo en el
mercado de Potosí, comparado con vino y coca, a fines del siglo XVIII, ver Tande-
ter et al. en Harris, Larson, Tandeter 1987 : 395-404). Varios estudios recientes de
campo entre los aymara indican que "la embriaguez es considerada un 'bien' " (W.
Carter y M. Mamani, lrpa Chico, La Paz, 1982, p. 320) o "un estado sagrado" (en-
tre los Laymi, ver O . Harris, en Harris, Larson, Tandeter 1987 : 237), lo que invita
a profundizar este tema en el mundo aymara actual. Los conceptos del tiempo (fu-
turo/pasado) y el recurso a sustancias psicotrópicas (buenos casos de uso religioso
en el trabajo de F . Iwasaki, "Alucinógenos y religión. Aproximaciones hacia el arte
Chavín", en Histórica, XI, No. 1, Lima, 1987) merecen mayor desarrollo sobre su
finalidad que los brevemente esbozados aquí.
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COMENTARIOS
dualismo extremo en que se cree que las nificativa contribución no sólo a nuestra
fuerzas restrictivas de la política y la socie- comprensión de las relaciones interétnicas
dad pueden trascenderse mediante la trans- durante el período colonial en Bolivia, sino
gresión (Cameron y Frazer 1987). también a nuestro aprendizaje de los mu-
Estudios detallados sobre prácticas so- chos y diversos significados y valores que se
ciales, incluyendo las prácticas discursivas asocian con beber y emborracharse en va-
y representativas, nos pueden ayudar a rias culturas andinas, tanto en el pasado co-
comprender dichas lógicas y así también mo en el presente. Su trabajo combina en
ayudarnos a comprender cómo las prácti- forma original la investigación erudita en
cas sociales particulares se reproducen a lo archivos que no han sido estudiados siste-
largo del tiempo. El análisis de los signifi- máticamente para este tema con anteriori-
cados de cualquier sistema particular, tal dad , integrándola con la pequeña pero cre-
como en este caso la borrachera andina y la ciente literatura que trata de este importan-
violencia de los borrachos, también nos da te tópico en otras regiones y agregando in-
una perspectiva comparativa mediante la terpretaciones imaginativas que iluminan
cual poner en tela de juicio descripciones nuestra comprensión en términos de lo que
naturalizadoras y normativas de las prácti- algunos podrían llamar "interacción simbó-
cas de Europa occidental. A este respecto, lica" y otros preferirían enfatizarlo como
datos históricos andinos más precisos sobre "economía política" ( en tanto distinto de
la articulación de borrachera, violencia y los estudios de desarrollo).
sexualidad serían invalorables. Las fuentes secundarias con las cuales
trata han sido discutidas con anterioridad
(Traducción de Sheila Campion) (Heath 1974, 1975, 1982). Sin embargo,
Saignes ha espigado información rica y re-
REFERENCIAS veladora en archivos y colecciones históri-
cas de Bolivia, Francia, Argentina, Perú y
CAMERON, Deborah and FRAZER, E!i- España, con la cual agrega detalles nuevos
zabeth. The Lust to Kili: A Feminist y penetrantes. Explotando creativamente
Investigation of Sexual Murder. Polity tales documentos, como lo hizo Taylor
Press. London, 1987. (1979) con referencia a México colonial,
él es capaz de hacer "que los muertos en-
HARVEY, Penelope. Language and the mudecidos digan lo indecible" (Heath
Power of History: The Discourse of 1980). Nunca es fácil descubrir detalles
Bilinguals in Ocongate, Southern Peru. acerca de conductas triviales tales como
1987. beber, especialmente cuando son practica-
das por campesinos en un contexto colo-
SILVERBLATT, Irene. Moon, Sun and nial y opresivo. Igualmente difícil es la
Witches: Gender Ideologies and Class in tarea de interpretar el significado in terno
Inca and Colonial Peru. 1987. (lo que algunos científicos sociales llaman
el punto de vista "emic") desde escritos
que han sido concebidos casi exclusivamen-
Dwight B. Heath te en términos de la perspectiva y los pre-
Department of Anthropology juicios de escritores foráneos o extranjeros.
Brown University En esto, Saignes sugiere analogías etnográ-
Providence, RI ficas imaginativas en una manera que es a
Estados Unidos la vez convincente y apropiadamente cauta.
Con respecto a sus propuestas, algunos
Jorge Hidalgo L. puntos específicos podrían requerir algu-
Facultad de Estudios Andinos nos comentarios, especialmente en vista de
Universidad de Tarapacá la posibilidad que alguien pudiera mal in-
Arica, Chile terpretar el tema como trivial o como si su
significado fuera obvio.
En su estudio en torno a "Borracheras La cohesión del grupo social es casi uni-
andinas ... ", T. Saignes ha hecho una sig- versalmente la primera función del consu-
PLATT, Tristan. "Reseña de: Gabriel Mar- ciar mi comentario sustentando una de las
tínez, Humor y sacralidad en el mundo tesis principales del trabajo de Thierry Saig-
andino", Revista Chungara, 5. Arica, nes. En efecto, pienso, como Saignes, que
1975. la embriaguez en los Andes coloniales no se
reduce, como lo expresaron otros autores,
ROOM, Robin y COLLINS, Gary (eds.) . a un acto escapista de parte de los indíge-
Alcohol and Disinhibition: Nature and nas, ni a una conducta autodestructora ni
Meaning of the Link. National Institute tampoco a un acto compensatorio a la mi-
on Alcohol Abuse and Alcoholism Re- seria u opresión, sino que por el contrario
search Monograph 12. Rockville, 1983 . la embriaguez en tiempos coloniales fue
SINGER, Merrill. "Toward a Political-Eco- una forma de expresar descontento y sub-
nomy of Alcoholism: The Missing Link versión, más sutil quizás que las formas
in the Anthropology of Drinking", So- abiertas de revuelta. Así lo prueban el con-
cial Science and Medicine, 23: 113-13 O. tenido de los discursos etílicos de los indí-
New York, 1986 . genas como también el contenido de las
visiones indígenas coloniales resultado del
STEINKRAUS, Keith H. "Nutritionally consumo de bebidas alcohólicas y su bstan-
Significant lndigenous F oods involving cias alucinógenas.
an Alcoholic Fermentation". In: C. Gas- Saignes centra gran parte de su análisis
tineau, W. Darby, y T. Turner (eds.), en la trilogía ocio-borracheras-idolatría que
Fermented Food Beverages in Nutrition. está vigente a lo largo de toda la época co-
Academic Press. New York, 1979, pp. lonial. Quisiera discutir aquí dos aspectos
36-57. de esta ·trilogía.
TA YLOR, William B. Drinking, Homicide, Me parece de vital importancia analizar
and Rebellion in Colonial Mexican Vi- la asociación que existe en el mundo andi-
Uages. Stanford University Press. Stan- no, y quizás debiera decir en el mundo sim-
ford, 1979. plemente, entre fuerza y alcohol. Se toma
para adquirir fuerzas antes del trabajo, y
SIGLAS esto no sólo, como lo expresa el autor,en
tiempos coloniales en las minas de Potosí,
AA: Archivo Nacional de Chile, Judicial sino también actualmente en las de Huan-
de Arica, Administrativos. cavelica, así como también antes de sem-
JA: Archivo Nacional de Chile, Judicial brar y cosechar en el campo. Nos pregun-
de Arica. tamos entonces si esta relación tiene fun-
JCB: John Carter Brown Library (Provi- damentos reales en un conocimiento del
dence R.I., EUA) . aporte energético ( calorías) del alcohol
como un excitante que da fuerzas para el
trabajo, y si es así cuáles son sus ventajas
Carmen Solazar-Soler o desventajas con respecto a otros estimu-
7 rue Chaudron lantes como, por ejemplo, la coca. ¿Es el
75010Paris alcohol o la coca el que da más fuerzas pa-
ra el trabajo? ¿O es la mezcla de los dos?
"El trabajo manual es sin duda de todas No olvidemos, de otra parte, que trago y
las OCUf?OCiones del hombre, aquella que coca preceden el trabajo colectivo en las
lleva mas directamente a la reflexión, y por zonas rurales andinas y acompañan los prin-
lo tanto a la bebida. Miren la historia de las cipales rituales. Fuerza se llama la bebida
ideas. El alcohol hace hablar. Es la espiri- que actualmente ofrecen los campesinos
tualidad llevada hasta la demencia de la ló- ecuatorianos a los vecinos, parientes y ami-
gica, es la razón que trata de comprender gos que colaboran con ellos en los trabajos
hasta la locura por qué esta sociedad, por colectivos agrícolas. Voluntad se llama en-
qué este reino de injusticia- y que conclu- tre los campesinos del Perú Central. Habría
ye siempre en desesperación . .. "
que pensa1 que esta asociación tiene que
Esta cita del libro de Marguerite Duras, ver también con una noción de la colecti-
La Vida Material ( 1987), me sirve para ini- vidad como fuerza. El alcohol da fuerzas
dígenas (Bernand y Gruzinski 1988). Que- del discurso etílico es de vital importancia
da por analizar la participación de españo- en el estudio de las "borracheras" colonia-
les no sólo en la venta de bebidas alcohóli- les y en las actuales. V ale preguntarse si el
cas, sino también en su consumo. discurso etílico aparece, ayer como hoy, en
Finalmente quisiera consagrar las últimas los Andes y en Europa, como una doble
líneas del comentario a la pregunta de T. protesta, contra la opresión social (además
Saignes de por qué los indios ebrios hablan de colonial para el caso que nos ocupa) y
en español. La pregunta, así como la re- contra los límites de la condición humana,
flexión en torno a ella, me parece uno de pues expresa sueños y ansias de una colec-
los principales aportes del autor al estudio tividad hacia el otro y de una búsqueda del
de las borracheras en el mundo andino, pues conocimiento y de. la verdad.
ilustra otra dimensión del carácter su bver- Lamentamos que las descripciones de
sivo de la embriaguez en tiempos colonia- los jesuitas sobre las visiones que los indios
les. Pienso que el hablar en español de los tenían en sus borracheras no especifiquen
indios ebrios cumple el mismo propósito si el mensaje que los antepasados transmi-
en cuanto a apropiación del poder de los tían a los indios era en quechua o en espa-
vencedores que las visiones que las Cartas ñol. Un análisis de los discursos de "borra-
Anuas de los jesuitas nos cuentan tenían chos andinos actuales" sería interesante a
los indios a fines del siglo XVII ya no con fines comparativos.
Illapa, la antigua divinidad prehispánica, si- Quedan muchos temas por discutir de
no con Santiago, el vencedor de los dioses este interesante artículo, pero por proble-
nativos en la conquista. Hablar en español, mas de espacio no es posible hacerlo aquí.
como tener visiones con Santiago, era una Sólo resta decir que el estudio de T. Saignes
forma de apropiarse del poder del vencedor constituye un valioso aporte a la historia
y de participar de él. Aunque esto traduz- social colonial andina, así como también
ca, como dice Saignes, la impotencia real a la antropología, ya que el problema de
de tomar las armas para echar de esta tierra las borracheras sigue vigente hoy, no sólo
a los españoles. Las burlas y escarnios pue- en su dimensión de consumo de alcohol en
den ser interpretados como un reto para las zonas rurales andinas, sino también en
competir con el invasor sobre el dominio cuanto a las campañas de extirpación de
de nuevos registros del conocimiento y de este "vicio", esta vez ya no tanto a cargo
la lengua. de la Iglesia católica, sino más bien del lado
"Se toma porque se quiere alcanzar la de las sectas protestantes instaladas en los
palabra, el conocimiento, para poder desco- Andes.
dificar el saber y los secretos profesionales
de los patrones, para que los obreros pue-
dan derrotar a los dominadores, para alcan- REFERENCIAS
zar la verdad, y a Dios", con estas palabras
explica un cargador del puerto francés de BERNAND, Carmen y GRUZINSKI, Serge.
Le Havre a J .P. Castelain (1989) sus tazo- De l'idolatrie. Une archéologie des scien-
nes para beber. Pero al mismo tiempo seña- ces religieuses. Seuil. París, 1988.
la que para alcanzar la palabra hay que de- CASTELAIN, Jean Pierre. Manieres de vi-
jar de tomar. Esta complicada relación de
búsqueda y rechazo entre alcohol y verbo vre, manieres de boire. Alcool et sociabi-
lité sur le p_ort. Editions Imago. Paris,
que aparece en el discurso del cargador por-
tuario del siglo XX, sugiere al igual que el 1989.
trabajo de Saignes (y esto pese a la diferen- DURAS, Marguerite. La vie matérielle.
cia de épocas y de contexto) que el análisis P.O.L. Paris, 1987.
rior, que descubrí al leer recientemente la tanto el uso del castellano como el bilin-
tesis de T om A bercrom bie en el acápite lla- güismo. Y acierta al examinar la ambivalen-
mado "libaciones y los caminos de la me- cia de una "indianidad que a la vez es y no
moria" ( 1986: 161-190), toca a la jerarquía es su poder". De tal modo que mediante el
establecida entre los líquidos, la misma que discurso bilingüe y su reconocimiento de
refleja la de las potencias sobrenaturales las dos formas (autóctonas y occidentales)
invocadas: el alcohol destilado (puro o di- del poder, el nativo centro-sur andino del
luido: su preparación en máquinas tiene siglo XVII, así como su actual descendien-
algo "diabólico") se usa para propiciar a te, puede " negociar el dilema de la conquis-
los dioses subterráneos y el fermentado (es ta". Me parece muy fecunda la llave que
decir, objeto de una transformación "cultu- no¡¡ da P. Harvey para, según su feliz expre-
ral", como la chicha) es reservado a los dio- sión, "entender cómo la gente combina la
ses celestiales. Aparece también el comple- integridad de la resistencia con el conoci-
jo simbolismo invertido en la vajilla desti- miento de su derrota". Mi experiencia per-
nada a la bebida. Este sutil análisis nos obli- sonal sobre la ebriedad en el mundo ayma-
ga a investigar más sobre los desplazamien- ra (en las fiestas vallunas al este del Titica-
tos operados en la época colonial entre chi- ca, unos campesinos ebrios lloraron en mi
cha, vino y aguardiente, así como sobre su hombro diciéndome : "somos indios de
uso gradual combinado según las celebra- mierda, no hay salida . . . ") me llevaba a
ciones rituales y profanas. encararla más como producto de la aliena-
En cuanto a la "aparente contradicción", ción colonial tal cual la define H. F avre que
inducida por la embriaguez, entre olvido y del lado de mi comentarista sobre el "po-
memoria, D. Heath y J. Hidalgo sugieren der de la autoctonía". Encuentro sugestiva
superarla contrastando sus objetos: el olvi- también la otra cara de sus encuestas acerca
do (temporario) concierne a "las normas del uso del quechua por los mistis ebrios:
cristianas"; el recuerdo, a las " paganas". ¿corresponde meramente al revés del pro-
Acosta acreditaría seguramente esta expli- yecto indígena o cobra nuevos sentidos?
cación (aunque se refiere a P!inio, quien no Como podemos ver, queda mucho por
debía inquirir en este dilema de la evange- dilucidar en este tema infinito de la "borra-
lización), pero debemos cuidamos de no chera". En cuanto a la plenitud existencial
aplicarla tal cual a la práctica real. Si a par- ("emic") del derrotero inconcluso para
tir de cierto estado de ebriedad un locutor siempre de la embriaguez, remitiré a la sa-
aymara o quechua se pone a hablar en cas- bia tautología aymara: "los borrrachos son
tellano, es que tarde o temprano no puede borrachos" y al final del cuento "Soy el
contener más el hecho esencial de su situa- rey", del novelista peruano Alfredo Bryce
ción existencial como legado de la Conquis- Echenique.
ta : el dominio europeo sinónimo de "doc-
trina" fonada . . .
De tal modo que vamos a la pregunta
crucial, "intranquilizantemente abierta" REFERENCIAS
como lo advierten Heath/Hidalgo, la del
habla. La interpretación por la doble vía ABERCROMBIE, Thomas. The Politics of
del acercamiento a la potencia cristiana Sacrifice: an Aymara Cosmology in Ac-
("apoderarse del poder del vencedor" dice tion. Ph.D. dissertation. Chicago, 1986.
C. Salazar-Soler al apuntar justamente a la
convergencia entre el discurso etílico y las BERNAND, Carmen. "De la rébellion a la
visiones con Santiago que se multiplican a pathologie : ébauche d'un anthropologie
fines del siglo XVII) y de la sátira social de de la boisson", Antropología Medica, 2:
los amos peninsulares queda insuficiente. 19-25. Trieste, 1986.
Penelope Harvey propone una explica- NAHOUM-GRAPPE, Véronique. "Ivresse",
ción mucho más satisfactoria a esta con- La vigne et le vin, La Manufacture et la
ducta " ambigua", planteándola en térmi- Cité des ~ci...nces et de !'industrie, 3 23-
nos de identidad : el hecho esencial no es 330. 1988.