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Borracheras andinas:

¿Por qué los indios ebrios hablan


en español?
Thierry Saignes

- "Cchoque: No borracho", Bertonio: 1612.


- "los indios . . . hacen los borrachos más
graciosos hablando en lengua española co-
sas donairosas y ridlculas . . . ". P. Ram,'-
rez del Aguila, Noticias Políticas de Indias
. .. , 1639

Cronistas y viajeros europeos no dejaron de recalcar el hábito común


entre las sociedades amerindias de ingurgitar dosis masivas de bebidas alcohó-
licas. "Esto del beber es tan envejecido en costumbre que generalmente tie-
nen todos los indios que hasta ahora se han descubierto en estas Indias",
apuntaba Cieza de León (1550). Notemos el uso neutro del calificativo: el
beber. Al ensancharse el dominio colonial, pronto el hábito se volvió abuso ,
intoxicación, signo de barbarie. Que afecte a campesinos serranos o a nóma-
das llaneros, subyugados o refractarios al Estado, de los aztecas a los pampas,
una palabra única se impuso para calificar el acto de tomar : borrachera.
En los Andes , la denuncia de la ebriedad indígena, al imputarle el
"mal vivir" y la sobre-mortalidad , se volvió un tópico tanto en las campañas
toledanas como en las mismas Relaciones Geográficas de los años 1580. Los

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estudiosos del "trauma" de la Conquista aceptaron esta calificación negativa.


En base a las respuestas a esta encuesta, N. Wachtel concluía que a través del
alcohol, "el indio se escapa de un mundo que ya no tiene sentido para él"
( 1971 : 152). En un análisis global de la "alienación" colonial, al considerar
que el "indio" vuelve contra sí mismo una violencia ya no canalizada hacia el
exterior, H. Favre inscribe el alcoholismo como indicador pertinente de una
conducta auto-destructiva ( 1976 ). La interpretación sicoanalítica, al reducir-
lo a una mera "técnica de supervivencia" (Freud ), sigue una idea parecida( 1).
Es cierto que testigos y actores concuerdan en advertir el ingente
aumento del consumo indígena de excitantes después de la Conquista, hecho
que en otro trabajo relacioné con procesos de democratización y seculariza-
ción socio-culturales, ocurridos en particular en el asiento minero de Potosí
(Saignes 1988). Claro que los mismos autores oponían la intoxicación de su ·
tiempo al "orden" prehispánico, cuando chicha y coca eran privilegios esta-
mentales o de uso ceremonial en ciertas ocasiones festivas (rituales agrarios y
funerarios). ¿Podemos seguir la interpretación consistente en oponer la con-
cepción prehispánica de la ebriedad vista como estado sagrado (comunica-
ción con la deidad) a la mera intoxicación profana y patológica de un "alco-
holismo" colonial?
Al estudiar la embriaguez en el México colonial, W. Taylor advierte
sobre la dificultad de oponer así los dos períodos: "la principal diferencia
entre las normas de la embriaguez prehispánica y la posterior a la Conquista ,
después de los ajustes iniciales del siglo XVI, parece ser de matiz y de grado,
más que de cambio radical" (1987: 75). Apunta t_ambién las nuevas ocasio-
nes dadas por el calendario católico para tomar en grupo, así como los efec-
tos de la comercialización de las bebidas en las economías rurales (Taylor
1987: 110-113).
En los Andes , a pesar de que se cuenta con varios estudios de campo
y notables especialistas en el tema, las ·~borracheras" .fueron analizadas desde
la sola perspectiva histórica de la lucha antialcohólica desplegada por las
autoridades hispánicas(2). En la primera mitad del siglo XVII , cuando las
epidemias, la deserción rural y el alcohol hicieron temeruna pronta " desapa-
rición de la nación india", en el centro-sur andino (Audiencia de Charcas) se
multiplicaron las polémicas sobre la labor minera y los, abusos económicos.
Estas polémicas permiten cuestionar el sentido de la ebriedad indígéna(3 ).
En particular, varias fuentes entre 1550 y 1650 concuerdan en recal-
car un rasgo extraño de la conducta indígena: grupos o individuos en estado
de total ebriedad se ponen a hablar en lengua española de modo más o menos
comprensible. ¿Cómo interpretar esta reacción, consciente y/o inconsciente,
de recurrir al idioma de los ' \-encedores"? Nuestra encuesta nos llevará a in-
dagar los aspectos sociales y religiosos de la ingestión colectiva de bebidas
alcohólicas en el lapso · abarcado por las primeras grandes crónicas (Cieza,
Betanzos, Santillán) del mundo andino . Primero examinemos cómo fue per-
cibido el fenómeno, su herencia prehispánica y sus vicisitudes ulteriores.

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PERCEPCION DEL FENOMENO E INEFICACIA DE LAS MEDIDAS


PROHIBITIVAS

De la embriaguez prehispánica a la colonial

Como en el consumo colectivo de cualquier producto estimulante, el


acto de tomar bebidas fermentadas (a base de maíz generalmente: azua en
quechua, kusa en aymara; más conocida bajo el término taino de chicha) per-
mitía reafirmar la cohesión grupal tanto en la relación con los dioses como
entre los participantes. Los convites de chicha requerían conseguir maíz, que
crece en los valles templados, meta codiciada para la sociedad centro-sur
andina cuyo hábitat nuclear se ubicaba en las alturas frías y secas. Por ende,
los pobladores de puna, comedores de tubérculos, desarrollaron varias estra-
tegias de acceso directo al valle (mediante el envío de "colonos" permanen-
tes o mitmaqkuna) o indirecto (alianzas, trueque); según el tamaño de la uni-
dad política, las unidades domésticas poseían su propio maizal o se conten-
taban con la redistribución festiva (bajo forma de chicha) por los caciql;leS
(Murra 1975). Con los Incas, el cultivo del maíz se extendió mediante ande-
nería y obras hidráulicas gigantescas. Cobró un fuerte simbolismo estatal,
que asociaba la expansión cusqueña y la promoción maicera de los valles. ·
Los depósitos estaban llenos de granos destinados al ejército y a la burocra-
cia. Las mujeres reclutadas por el servicio estatal debían también preparar
una chicha más fina( 4 ).
Los cronistas del Tawantinsuyu divergen sobre el grado de permisivi-
dad conferido a la ingestión de chicha y al status de la embriaguez: desde la
prohibición total para Garcilaso ([ 1609] 1960: 11, 306) y con un castigo ri-
guroso según Waman Puma ((1615] 1980: 286) a un uso limitado a grupos
ligados al Estado (como los curacas o yana) o, al contrario, público, bajo
estricta vigilancia, durante unos ciclos ceremoniales de duración variable
(Jesuita anónimo [com. s. XVII] 1968: 176). Betanzos, una de las fuentes
más tempranas, señala que cuando el Inca Yupanqui lanzó un enorme. pro-
grama de obras públicas , se reunió con los caciques locales y "comenzaron
a beber de la chicha que allí tenían que según ellos dicen había muy mucha y
en muy gran cantidad ... " ([ 1551]) 1987: 60); en las visitas se ofrecía chi-
cha ("ésta es la mayor honra que entre ellos se usa", id., p. 72); en los sacri-
ficios, se derramaba chicha delante de los ídolos (entre los cuales estaban la
"madre del maíz" y la de la chicha, id., p. 99); excesos como los del Inca
Waskar, "muy vicioso en ... la bebedez que muy pocos días había que no
estuviese tomado", le llevaron, con la nobleza cusqueña, al fracaso en las
guerras civiles contra Atahuallpa (id., p. 222, 235 y siguientes).
Una solución de síntesis, recordada por Santillán ([ 1563] 1968: 178),
la ofrecen los amautas (legisladores) incas, al distinguir

"entre cenca que es encalabriarse y calentarse y hatun machay que es

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embriagarse hasta perder el juicio, y que aquello era lo ordinario que


en todos acontecía pues no hacían desatinos de locos y que aquesto
pocas veces o ninguno acontecía".

Los jesuitas Acosta (1577), el "anónimo" (comienzos del s. XVII) y Cobo


(1613-53), aunque informantes tardíos, dan el mayor desarrollo al tema,
pero sus denuncias reflejan ya la preocupación evangelizadora en erigir la
"destemplanza como principio de sus males y aun de su idolatría". Recono-
cen, sin embargo, que bajo los Incas predominaba su carácter público y festi-
vo (siendo el mayor la celebración de los triunfos militares , que podía durar
un mes), que la chicha tenía virtudes nutricionales y que competía un ideal
de auto-control en el convite festivo(5).
Al romper esta estricta jerarquía imperial, que se traducía entre otros
códigos por privilegios alimenticios, la Conquista quebró también los princi-
pios religiosos que la garantizaban. Productos suntuarios, coca, maíz y chicha
(pronto con la competencia del vino), cuya difusión era antes restringida, se
vuelven ahora meras mercaderías profanas que circulan a lo largo de los nue-
vos ejes comerciales entre sierra y piedemontes, minas y puertos, Lima, Cusco
y Potosí (Assadourian 1982). En tanto generan jugosos ingresos mercantiles,
su consumo ritual y festivo por la sociedad andina tiene que ser tolerado por
los nuevos amos del Perú. A fines del siglo XVI, el fracaso del partido aboli-
cionista de la coca, "hoja diabólica", cuyo consumo alcanzaba enormes can-
tidades, testimonia el triunfo de los provechos materiales sobre los valores
cristianos (Gagliano 1963 ).
Tempranamente, las autoridades civiles y eclesiásticas habían intuido
el papel de la embriaguez en el resguardo de la cohesión socio-cultural andi-
na. Este rol de reactivador social y religioso lo recalcaron en términos sicoló-
gicos, reduciéndolo a una pretendida "naturaleza" heredada: "de su natural
los indios de aquellas provincias son por la mayor parte inclinados a la ocio-
sidad y vicios de la carne y glotonería, especialmente en el beber demasiado".
Aquí el oidor Santillán ([ 1563] 1968: 120) relaciona el exceso de bebida con
el ocio, tema al cual volveremos. Al crear el cargo de corregidor, activo agen-
te de control social, el gobernador Castro le mandaba "prohibirles [a los
indios] las borracheras y amancebamientos e idolatrías y entierros que hacen
conforme a sus ritos y antigua costumbre" (Ordenanzas de corregidor, 27.VI.
l 565 , en Assadourian 1987: 374). Asocia, por ende, la embriaguez a conduc-
tas sexuales y religiosas, las cuales conforman un bloque de prácticas que se ·
oponen a la imposición del nuevo orden cultural.
Los textos legislativos posteriores reconocen plenamente esta asocia-
ción y preconizan un sinnúmero de prohibiciones, todas carentes de efecto
por razones que indicaremos luego. El jurista Matienzo (1567) dedica un ca-
pítulo a "las borracheras y malas costumbres de los indios" que resume bien
el concepto de la época:
"La falta mayor que tienen estos bárbaros es que beben mucho y

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muy a menudo una bebida que ellos hacen de maíz, que llaman azua
o chicha, lo cual hacen muy ordinariamente en las fiestas muchos
juntos, haciendo sus taquies y bailes, y de esto no usan tanto los
indios pobres como los caciques y principales, y lo que peor es, los
yanaconas que están con los españoles [ ... ] .
Los daños e inconvenientes que se siguen de las borracheras son tan
notorios, que no hay para que gastar mucho tiempo en decirlos, pues
se ve claro que estos borrachos vienen a cometer adulterios, e inces-
tos con sus hermanas, hijas y parientes, y aun en algunas partes el
pecado nefando, y se matan unos a otros. Fácilmente engáñanles el
demonio y hablan con él y hacen con él sus borracheras, para saber
de algo que está por venir, como los sucesos de la guerra, o de otra
cosa. También es muy dañoso a su salud. Finalmente, impídeles su
conversión, que es lo principal que habemos de entender en esta tie-
rra" (1967:80).

Las medidas represivas sugeridas contra "los que hallaren haciendo


borracheras públicamente" son casi las mismas que se aplican a las minas, a
las ciudades de españoles o a los pueblos de indios. En los tres sitios, Matien-
zo insiste en condenar el acto de ''juntarse a beber públicamente" como si el
hecho público fuera lo más grave. Es muy probable que aquí se inspire en la
actitud adoptada al respecto por Polo de Ondegardo cuando fue corregidor
de Cusco y de La Plata : permitió convites '!dentro de las casas en privado" y
prohibió "las borracheras públicas y solemnes" (en Acosta [1577] 1954 :
498-500), esto es , una política contraria a la propiciada por los Incas. Apare-
ce clara aquí la oposición entre las antiguas normas del control estatal, que
requieren transparencia por parte de los sujetos, y los valores humanístico-
cristianos, que separan las esferas pública y privada.
Toledo no hace más que sistematizar este conjunto de condenas y
elaborar la legislación requerida. No pierde de vista el lazo entre embriaguez
y creencias antiguas: "todas las idolatrías se hacen con borracheras y ninguna
borrachera se hace sin supersticiones y hechicerías" (Ordenanzas del Cusco,
título XXI, 1572), y sigue éonsiderando la ociosidad como la mayor causa de
la ruina indígena:

"Y si en algunas partes los descargaron y quitaron el tributo , [ . .. ]


estos hallamos más disipados y destruidos y perdidos las haciendas de
las comunidades que solían tener y más enfrascados en las idolatrías,
supersticiones y borracheras . . ." (Ordenanza de la Tasa general ,
1575, AGN IX , 17 .2.5).
El complejo ocio-embriaguez-idolatría está fijado como estereotipo ,
listo a servir como tópico de la literatura colonial hasta hoy día.
En los mismos años de las ordenanzas toledanas, el sabio Acosta,
quien había acompañado al Virrey en su gira por Charcas, dedica extensas
páginas de su manual de misionología indiana al tema de las borracheras. Este

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texto, quizás el más amplio del siglo XVI consagrado al tema, ocupa tres ca-
pítulos del tercer libro del De Procurando Indorum Salute O 577): "de la bo-
rrachera tan familiar a los indios"(cap . 20) , "males que se siguen de la em-
briaguez" (cap. 21) , "de que manera se puede retraer a los indios de la em-
briaguez" (cap. 22). A pesar de una conclusión tan perspicaz e inapelable,
"porque es necesario persuadirse que nada, ni de religión ni de policía puede
penetrar en el ánimo de los indios, si la ebriedad, fuente de todos los males,
no desaparece" (1954: 500), Acosta mantiene el concepto augustiniano de
tolerar un uso · moderado y castigar con severidad los abusos. Pero , ¿cómo
impedir el paso del uso al abuso? El mismo autor evoca las "utilidades parti-
culares" de los españoles que impulsan las borracheras para "ganarse el traba-
jo de los indios" o "procurar esta ganancia" de la venta de chicha.
El que las medidas represivas no tengan efecto, y a veces ni siquiera
un comienzo de ejecución, remite a la corrupción, clave del funcionamiento
del sistema colonial. Los mismos agentes de gobierno intermedios encargados
de aplicarlas , corregidores, curas y caciques, dan prioridad a los beneficios
mercantiles , Jo cual los obliga a aliarse para sustraer mano de obra de las lis-
tas censales y reservársela para "sus trajines y grangerías". A comienzos del
siglo XVII , un cura escuchaba "decir a un corregidor que no se quiere meter
en nada sino dar gusto para que se le den [indios] y vivan en la ley que qui-
sieren . .. " (L. Balvi, "Memoria sobre las reducciones y mita", La Paz, 1609,
ADI). La autonomía cultural se intercambia contra el provecho económico:

"[los corregidores] a los indios y especialmente a los principales y


mandones dellos les permiten no sólo el vicio ordinario de beber y es-
tar amancebados públicamente mas cuantos incestos y maldades gus-
tan y quieren cometer por tenerlos gratos para sus inteligencias, traji-
nes, tratos y contratos y de sus amigos y allegados .. . " (García de
Llanos, "Relación del cerro de Potosí", 1609-1 O, ADI).
Los mutuos intereses entre estos agentes del poder les impiden com-
batir los abusos de cada uno, los caciques "por temor que los corregidores no
les castigan sus delitos y amancebamientos y borracheras" (D. de C,ntreras,
"Relación de La Plata", 1609, ADI) y "los corregidores no tienen libertad
para irles [a los caciques] a la mano en semejantes excesos" a fin de poder
cobrar la tasa y recibir gente de servicio ("Visita de la Audiencia de Charcas"
por D. Muñoz de Cuéllar, 1.111.1615, AGI Charcas 19). La misma colusión
compromete a curas y caciques, lo que explicaría en gran parte por qué no se
produjeron campañas de extirpación de idolatrías, dadas la magnitud de los
provechos y la cadena de intereses que alcanzan a las más altas instancias
eclesiásticas, en el ámbito centro-sur andino(6).

Chicha y vino

Ni Toledo ni Acosta evocan la difusión del vino en el mundo indíge-

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na. El primero confía en sus medidas para limitar tanto el expendio de chi-
cha ("ningún español, ni negro, ni mulato , ni indio no pueda hacer chicha
para vender, ni tener taberna della en sus casas ... " , Ordenanza del Cusco,
1572) como su misma elaboración:

"cuando llegué al asiento de Potosí, hallé que lo que más causaba las
borracheras a los indios era la harina de maíz porque sin trabajo ha-
cían su bebida de chicha della y habiendo tratado del remedio dello
pareció que , vedando que no se llevase harina de maíz al dicho asien-
to se podían escusar parte de las dichas borracheras, porque aunque
con piedras los indios la suelen moler en sus casas Y. esto no se les
podía defender, cuesta les mucho trabajo y con cien partes no po-
drían moler tanto como se molía en los molinos de agua . .. " (15 80,
Memoria ... , CODOIN CXCIV : 517).

Precaución sin mañana: los intereses locales apelaron la medida, la misma que
fue suspendida por la Audiencia de Charcas bajo el doble pretexto de ahorrar
fraudes y "escusar el trabajo de moler los indios e indias el maíz que compra-
ban en grano a mano ... y el acudir al vino . .. " (Capoche (1585) 1959:
141 ). ¡Vemos intervenir el mismo argumento (tiempo y trabajo gastado en la
molienda del maíz) usado antes por Toledo con fines preventivos para resta-
blecer la internación de harina de maíz! El resultado nos lo traduce en cifras
la Descripción de Potosí de 1603 mediante el cálculo de l '600,000 botijas de
chicha (de 11 ,5 litros cada una) vendidas al año: si estimamos un número de
unos 40 mil hombres, duplicado con las mujeres, obtenemos un consumo
promedio de 230 litros anuales por adulto. En cuanto al vino, es difícil esti-
mar la participación indígena en la compra de las 50 mil botijas internadas
ese año. Para acabar con las cifras, el monto global de las ventas de vino equi-
vale a la tercera parte del de chicha, habiendo sido ambas bebidas vendi-
das parcialmente en las ochenta pulperías, sin que alcancemos a conocer las
fracciones caseras(7).
Fuera de Potosí, la difusión del vino producido en los valles internos
se amplía. Las Re/0:ciones Geográficas evocan el éxito del vino de uva, en par-
ticular el vino "nuevo" o mosto, al cual se imputa la mortandad del fin del
siglo:

"como son borrachos y beben el vino nuevo de la tierra sin orden,


mueren ahora muchos y se ha visto por experiencia que como los ca-
ciques y principales tienen posible para comprarlo viven poco y se ha
visto morir subitamente de beber el dicho vino nuevo y tanto . . ."
(Relación de los Collaguas , 1586, RGI 1: 330).

En los años 1630, es el inquieto criollo franciscano Bernardino de Cárdenas,


visitador del arzobispado de Charcas , quien retoma el tema e incrimina al
vino como principal factor de mortalidad indígena:

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"como de ordinario es vino nuevo y fuerte el que venden a los indios


y beben mucho causales tabardillos y dolores de costado que arrasa
los pueblos [ . . . l de las borracheras resultan pendencias entre los
indios en que matan muchos de suerte que apenas hay fiesta (y son
muy cotidianas) en que no haya muertes de día por las pendencias y
de noche otras muchas porque luego los maridos borrachos maltratan
a sus mujeres y hierren y matan a muchas y cuando eso no sucede
hay otro riesgo de que como duermen con sus hijuelos padre y madre
borrachos los ahogan y se echan sobre ellos y asi mueren muchas cria-
turas [ ... ] gastan también sus jornales en vino y chicha porque hay
tantas pulperías de vino en cada pueblo y tantas tabernillas y vende-
doras de chicha en las cuales a cada paso que aunque no las busquen
los indios han de trope9ar con la ocasión de beber que para su debil
natural es fortísima y la hacen más fuerte poniendo por vendedoras
de la-chicha a indiesillas y muchachas hermosas que llaman y provo-
can a los indios que pasan no sólo a beber sino a otros pecados por lo
cual apenas al indio le han dado el realillo a dos reales de su trabajo y
sudor cuando lo gastan en vino y chicha. [ ... ] hay tantos que les
provoquen a beber que tengo verguenza de decirlo pero fuerza la obli-
gación de conciencia los primeros son todos los corregidores del Peru
porque el principal trato que tienen es el del vino ... " (Memoria de
las cosas ... , Cochabamba, 1632).

Este párrafo nos ofrece una de las pocas pinturas de las presiones cotidianas
ejercidas en los pueblos rurales para consumir vino y chicha. Siete años des- -
pués, Bernardino de Cárdenas repite su condena de ambas bebidas en un auto
de visita de las minas de Caylloma (provincia de Collaguas) que constituye el
texto más amplio del s. XVII dedicado al tema, texto en el cual sistematiza
su repudio a las "borracheras": provocan peleas, idolatrías, incestos, enfer-
medades y muertes ; el "trajín del vino" con destino a Potosí acarrea "tanta
ganancia de plata" que "entran por el vino en valles calidísimos y enfermos,
mueren harto más que en la mita de Potosí"; por último, provocan deudas,
rezagos de tasas, abandono del trabajo "y asolamiento de tan infinito núme-
ro de indios"; conclusión que siguen varios autores eclesiásticos de esos
años(8). El jurista Solórzano reafirma lo dicho: "son más los que han muerto
por el vino, chicha y pulque [ .. . ] que con cuantas pestes, calamidad y tra-
bajos les han sucedido" (Política Indiana I, lib. 1, cap. XXV, 164 2).
En cuanto a los efectos que producen en el organismo, estos observa-
dores no hacen mucha diferencia entre las dos bebidas, autóctona e importa-
da. Si para Acosta la chicha puede embriagar "más presto" que el vino (His-
toria ... [1590), 1954: 110), según Lizárraga ([1605] 1968: 98) "para que
más pronto les emborrache [la chicha], si tienen vino, mézclanlo con ella,
añaden fuego a fuego, y mueren mucho". Sería de estudiar la gran variedad
de "chichas" (por ejemplo, la de molle, muy codiciada, según Cobo),pero
contentémonos con recalcar la compatibilidad entre vino y chicha. Como in-
dicador social, el vino se valoriza más por cuanto indica cierto grado de enri-

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quecimiento: "así los indios ladinos y de caudal, que son los que más usan
del vino, si cuando se embriagan se lo reprendemos, suelen alegar por excusa
no ser su embriaguez de chicha, sino de vino" (Cobo [1653) 1964: I, 393).
W. Taylor ya advirtió sobre el "ideal mediterráneo de beber"; es de-
cir, un acto moderado para acompañar la mesa, importado por los españoles,
quienes estigmatizaron la conducta violenta de los autóctonos por embriagar-
se hasta "perder el sentido". Este autor reprocha más bien a los informantes
no indicar "con qué frecuencia y en qué circunstancias" ocurría tal extremo
(l 987 : 69-70). Las escasas notas al respecto son de orden cualitativo: Matien-
zo notaba cierta mejora en Potosí, que se puede atribuir a la crisis del asiento
minero en aquella época (1967 : 18). Cobo amplía la observación: "en gene-
ral en todas partes no son ahora tan comunes y frecuentes las borracheras
como en tiempo de su gentilidad" (1964: I, 162r No tenemos datos estadís-
ticos para averiguar una pretendida decadencia de la práctica.
¿En qué medida los diccionarios de lengua indígena pueden brindar
una visión más interior, desde el mundo andino, del fenómeno? ¿en qué me-
dida , ya que datan de comienzos del s. XVII, reflejan viejas y nuevas actitu-
des frente al acto de tomar? En quechua, González Holguín registra unas po-
cas expresiones (unas veinte) que connotan varios grados de "borrachera"
("de inclinación", "de costumbre", "sin sentido", .. . ) y diferentes tipos de
azua o chicha(9). Sorprende, en cambio, la cantidad de expresiones (uncen-
tenar de ocurrencias) que usa el aymara para designar distintos estados y mo-
dalidades de tomar (vocablos "beber", borracho" y derivados; y vocablos
aymaras, kusa [chicha]. umatha [beber] y derivados).

"beber en competencia, beber hasta ver el fondo del cántaro , hasta


perder el juicio , hasta asomarse sin perder el juicio del todo , para que
otro beba haciéndole compañía , borracho lleno de vino o de chicha,
que se anda cayendo como pájaro enligado"( 10).

Podemos preguntarnos si el ardor guerrero aymara no se ha volcado en la be-


bida y el convite , lo cual confirmaría el vínculo entre guerra y fiesta.
Excepto esta diferencia de riqueza semántica entre ambos idiomas, es
difícil marcar antiguas y nuevas pautas: el vino se integró al vocabulario de la
ebriedad , tanto autocontrol como pérdida del sentido tienen sus expresiones
idiomáticas equivalentes en las dos lenguas ... Ahora, con la mayor difusión
y circulación de los estimulantes acarreadas por el régimen colonial , en un
contexto de trastorno socio-cultural y de evangelización, debemos indagar
qué formas sociales y qué sentido cobró el acto de tomar por parte del mun-
do indígena centro-sur andino.

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EMBRIAGUEZ Y SOCIABILIDAD

Dieta, trabajo y ocio

Waman Puma oponía la "fuerza de los yndios de Chinchay Suyos,


aunque son indios pequeños de cuerpo , animosos, porque le sustenta maís y
bebe chicha de maíz que es de fuerza" a "los Colla Suyos [que] tienen muy
poca fuerza y ánimo y gran cuerpo y gordo, seboso; para poco porque comen
todo chuño y beben chicha de chuño" ([1615) 1980: 308; citado por J.
Murra 1975: 52). El valor físico de los habitantes del norte y del sur del
Tawantinsuyu se medía de acuerdo al valor calorífico de la dieta. El aporte
energético del maíz, muy superior al de los tubérculos deshidratados, explica
el que "en la sierra el maíz era un alimento codiciado, festivo" (Murra 1975:
53 ). Y, hasta hoy, los campesinos reconocen a la chicha (de maíz) la virtud
de "dar fuerzas para el trabajo "(11 ).
En lugar de interrogarse sobre la relación entre dieta y energía física,
un empresario minero prefiere acusar el "natural" autóctono:

"Son los indios, generalmente hablando, nada codiciosos, muy flemá-


ticos, espaciosos y detenidos en sus ocupaciones , no soberbios, con
que no son amigos de mandar, y con ser humildes, son enemigos de
servir, que los paguen bien o mal, aborrecen el trabajo, y no lo apete-
cerán sino obligados de preceptos reales, no quieren reconocer que
este los levante a sus conveniencias, y el ocio los derriba con el impul-
so de sus embriagueces; y con ser ignorantes y simples, han alcanzado
que el mayor descanso es no tener horira; hallanse bien sin ella y aho-
rran las penalidades con que se sustentan, que es una de las razones
porque se dan al ocio [ ... ] el Inga que los redujo a vida política so-
ciable, conforme a la ley natural,:, rústicamente practicada, conocien-
do su natural inclinado al ocio , 11ojedad y pereza, siempre la ejercitó
en ocupaciones provechosas y aun en inúttles y pesadas tareas ... "
("Relación dada al Virrey de Lima por d. Fr. Alvarez Reyeros del na-
tural de los indios de Potosí ... ", Lima l. VL 1670, BN/Bs. Aires,
ms. 4234).
La condena colonial de las borracheras indígenas, indisociable de la
del ocio, incrimina una actitud fundamental de las sociedades pre-estatales
frente a las actividades productivas : obrar un mínimo para satisfacer sus ne-
cesidades energéticas; el resto del tiempo se dedica a tareas de convivialidad
como charlar, festejar, celebrar a dioses y antepasados, actos tan necesarios a
la reproducción del grupo .
Se requiere toda la potencia del Estado para forzar a los sujetos, con-
vertidos en tributarios, a "trabajar" (en el sentido ahora de actividad aliena-
da; es decir, privada del goce de sus frutos) más de lo que necesitan. En esta
perspectiva, el repudio de la "flojera" autóctona por el aparato gubernativo,
sea inca o español , es exactamente el mismo ; igualmente la imposición de la-

92 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

bores para redimir la "deuda" contraída con el "Monarca universal" y "civi-


lizador"(l 2 ).
A fin de entender si la colonización europea alteró patrones de con-
sumo alimenticio y estimulante frente al trabajo, conviene averiguar primero
la forma cusqueña que cobró el trabajo:

" ... verdad sea que puesto caso que de principal interés tiraban los
Incas con estas continuas ocupaciones y trabajos y tenerlos sujetos y
domados, todavía era con grandísimo cuidado de su salud y muy
conveniente orden para que no padeciesen necesidad y así el trabajo
era con moderación, salvo que era contínuo, ocupandolos así en lo
tocante a su servicio como en las cosas de su religión y en la propia
necesidad de los indios" (Cobo {1653] 1964: 136).

Un trabajo moderado y continuo ... : es difícil determinar en qué


medida las obligaciones de servicio colonial rompieron este esquema. En visi-
tas (como la de Huánuco) y pleitos de los siglos XVI y XVII , no faltan quejas
contra las labores excesivas, pero las Relaciones Geográficas reconocen que
antes no "tenían [los naturales] las ocasiones que ahora tienen de comer y
beber y otros vicios, con el demasiado trabajo que tenían en tiempo del
Inga" (Collaguas, 1586, RGI l: 330) o que "las costumbres de la gente desta
provincia es casi como las demás deste reino porque todos de ordinario se
emborrachan ... " {Pacajes, id.: 346 ). ¿Cómo interpretar estas anotaciones?
¿Se daban nuevas formas de administrar el tiempo con un ritmo de trabajo
sincopado a base de puntas y descansos de duración irregular que permitía a
la población rural recobrar parte del ocio perdido con la presión inca?
¿Aumentaron las necesidades caloríficas? Nos hacen falta estudios de calen-
darios anuales de producción y circulación al nivel local o regional( 13 ).
Volvamos, entonces, al Cerro de Potosí, donde la ebriedad se ha con-
vertido en el "principal obstáculo al trabajo", según la "orden" promulgada
el 20.XI.1571 por el Visitador de la Audiencia de Charcas, García de Castro
(P. Bakewell 1984: 58). El recurso previo a la chicha y a la coca permitía a
millares de campesinos enfrentados a las fuerzas oscuras del "mundo de aba-
jo" (manqha pacha) vencer la aprensión que les producía el descenso forzoso
a los pozos y socavones. A comienzos del siglo XVII, la declinación del con-
sumo de coca en provecho del vino es acompañada por cambios dietéticos
(asociación cereal-vino en lugar de coca-tubérculos) que no alteran funda-
mentalmente el patrón de consumo del alcohol (Saignes 1988). Más bien es
de notar cómo los caciques y capitanes de mita, quienes eran, según Capoche
(19 59: 141 ), "los que primero se emborrachan", se vuelven en esta época los
primeros en denunciar a sus propios mitayos:
- "porque de suyo son haraganes y que huyendo el trabajo por estar-
se en sus vicios y borracheras [ ... ; cada lunes los dueños de mina]
"los dejan emborrachar por estar esperando candelas y barretas,

No. 1, Julio 1989 93


Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - ' - - - - - - - - - - - - - - -

[ ... ] ocasión por bajar huyendo del trabajo y por beber ... ~y pi-
den- que los lunes no lleven botijas de chicha para vender como las
llevan mestizas, mulatas e indias ladinas de españoles por el daño de
que se sigue . . . y que no haya tiendas de pulperías de chicha"
("Apuntamientos ... ", hacia 1610, ADI) .

Vemos cómo la difusión en la masa de trabajadores de una conducta antigua-


mente valorada trastorna a la vez la labor minera y los privilegios jerárquicos.
En esta vieja letanía, conviene recalcar ante todo que la ingestión de alcohol
los lunes, práctica que se mantiene durante todo el período colonial (cf. Tan-
deter 1981 ), no responde únicamente a la espera de herramientas, sino a la
necesidad de cobrar fuerza y ánimo antes de lanzarse a un trabajo pesado y
arriesgado. Podría también aplicarse a este caso el hecho que se observa hoy:
la ingestión previa de alcohol "compromete al trabajo", obliga a quien bebió
a cumplir hasta el final su tarea. La mita de Potosí confiere una visibilidad
máxima al ritual de estímulo laboral colectivo(l 4 ).
Por otra parte, la denuncia por los caciques de sus súbditos reacios al
trabajo minero plantea el problema del control social que pueden ejercer. No
cabe duda que los fenómenos de fuga y deserción indígenas contribuyen a
debilitar la autoridad cacica!. Medio siglo después de los capitanes de mita,
otro gran cacique-gobernador, Gabriel Fernández Guarachi, vitupera el com-
portamiento de "los que están apartados y fugitivos de sus pueblos y provin-
cia : lo que ganan lo gastan y aprovechan en sus borracheras" (Potosí, 17. VI.
1662, AGI EC 868 A). Pero otro informante de la misma provincia de Paca-
jes, el cura de Caquiaviri, advierte el poco éxito por culpa del alcohol de los
agentes cobradores que bajan a los valles:

"y los indios que van por estos ausentes, por ladinos que sean, en co-
mún son todos borrachos y en beber y en la flema con que se ponen
cualquiera cosa se les pasa el tiempo hallando apretados del porque
tienen otras obligaciones a que acudir que temiendo el castigo que les
amenaza de sus corregidores , encomenderos y oficiales reales, se vuel-
ven sin obrar cosas de consideración sin gente y sin plata porque la
cobrada queda bebida y en averías de hurto que los hazen en tierras
ajenas" (8.X.1645 , AGN IX 20.20.4)

El huir de un cargo molestoso no afecta únicamente a los mitayos . ..


Otro trabajo, no menos arriesgado y tan incierto como la labor mine-
ra , es el viaje . Forzado ya por la dispersión de los cultivos en los eco-sistemas
andinos y conjugado con las nuevas presiones mercantiles, el desplazamiento
se inscribe en el corazón de la actividad humana. Por los caminos a la puna,
al tambo , a los valles, a Potosí, él trajín puede durar días, meses, hasta varios
años si no hay regreso ·al pueblo después de haber cumplido la tarea, sin ha-
blar de las migraciones internas que afectan durante el siglo XVII a decenas
de miles de campesinos en busca de un lugar de acogida más propicio. La in-

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

gestión de alcohol ritma todas las etapas de la separación:

"Borrachos, es nunca acabar tratar de esto. Si han de comenzar viaje,


aunque sea de pocas leguas, primero se han de emborrachar, si vuel-
ven lo primero es emborracharse, dicen que se emborrachan porque si
se muriesen en el camino, o donde van, ya se morirán habiéndose em-
borrachado, y cuando vuelven se emborrachan porque no se murie-
ron y volvieron con salud a sus tierras o casas":

Ninguna exageración por parte del P. Lizárraga ([com. s. XVII] 1968: 96); el
idioma aymara confirma esta preocupación del viajero:

umacatha, '.' beber para despedirse'', umacaatha, "dar de beber así


para la despedida cuando ha de ponerse en camino", umacchuquita,
"beber por cumplimiento", umahuatha, "beber antes de partirse para
otro negocio" (Bertonio (1612] 1984: 376).

El miedo de morir en camino era fundamentado: ahogamientos en el paso de


los ríos sin puente, como en el caso de los ríos Grande y de Misque entre Co-
chabamba y La Plata, o accidentes climáticos en las punas, como "en las
grandes nieves de 1601 hubo más de 50 indios muertos por los campos y ca-
minos" (caciques de Macha, 14.VII.1619, AGN XIII, 7.1.2), o las endemias
(leishmaniasis, fiebres) de los valles cálidos(l 5).
No cabe duda que chicha, vino y coca conjugan sus efectos (son com-
plementarios) para enardecer a trabajadores y viajeros en sus duras tareas
productivas y en sus recorridos por el austero paisaje andino. Agente activo
del estímulo en el esfuerzo (y marcando las grandes rupturas con el ocio), el
alcohol interviene todavía más en las .fiestas profanas y religiosas. Esta vez
estimula otra función no tanto física como síquica: la memoria.

Fiestas y memoria colectiva


1
Si el trabajo minero en Potosí podía cobrar, bajo el alcohol, colores
festivos, por las altas tierras del Collao recorridas por Cobo en 1610, y luego
entre 1616 y 1619, las "fiestas principales" se encadenaban reuniendo "en
público todo el pueblo en el patio del cacique", cuyas casas redondas son
grandes y

"muy acomodada[s] para el modo de vivir, o, por mejor decir, de be-


ber de los indios, porque, sentados en muela en una casa destas re-
dondas, y arrimados a la pared, suelen estar bebiendo días y noches
. . . Duraban mucho estos banquetes y se bebía largo en ellos hasta
emborracharse .. . el que brindaba a otro . .. con dos vasos de chicha
en las manos, y dando al otro el uno, se bebía él el otro, bebiendo
ambos a la par" (1964 : 11, 241-245).

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Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Dada la imbricación piramidal de los grupos de parentesco en unida-


des cada vez mayores, las conmemoraciones privadas y públicas, que ponían
en escena el ritual de la reciprocidad y la decoración de sus utensilios mate-
riales(l6 ), se entrelazaban íntimamente:

"no hay mes que pase sin fiesta; no se congrega una reunión, no se
comienza una feria, no se casa la hij~, no pare el ganado, no se cavan
los campos, finalmente no se celebra culto religioso sin que acompa-
ñe como buena guía la borrachera. Esta da honor a toda fiesta públi-
ca o privada como argumento de magnificencia y religión" (Acosta
1954 : 496).

Tomar entra en un complejo festivo que asocia íntimamente el alco-


hol , el baile y el canto : "beber, bailar, cantar todo lo hacen en un tiempo"
(Cieza [ 15 50] 1984: 84 ). Dan un contenido concreto a la trinidad "ocio-bo-
rrachera-idolatría". Y aquí debemos notar una contradicción interna en el
propio discurso de Acosta, quien añade a sus recriminaciones contra el alco-
hol la opinión prestada de los autores de la Antigüedad mediterránea, según
la cual "la ebriedad . .. produce el olvido de todas las cosas y, como dice
Plinio, es la muerte de la memoria". Pero, más allá, deplora : "Apenas conser-
van ya nada de su antigua idolatría fuera de la ocasión de estas solemnes bo-
rracheras y danzas ... en que mezclan por su orden los cantares con el vino
.. . "{Acosta [1577] 1954 : 495-497). ¿Olvido o recuerdo? El concepto occi-
dental no parece tener mucha validez. Nos hubiera gustado que Acosta preci-
sara este "orden" en el que se desarrollan las fiestas . ¿Y en qué consisten sus
"cantares"? Debemos recurrir de nuevo al acucioso cronista de Potosí:

"Acostumbran estos a beber en público juntándose mucha gente, así


hombres como mujeres, los cuales hacen grandes bailes en que usan
de ritos y ceremonias antiguas, trayendo a la memoria en sus cantares
la gentilidad pasada" (Capoche [1585] 1959: 141).
Taqui "significa todo junto, baile y cantar"; en los cantares "de rego-
cijo y alegría ... referían sus hazañas y cosas pasadas" y en los entie-
rros, también con harta chicha, decían "en sus cantares todas lasco-
sas que le succedieron [al difunto] siendo vivo ... y cuanto hizo dig-
no de memoria y fama" (Cobo 1964:11, 170-17 4 ).

Los cantares tienen como función evocar los recuerdos del pasado,
pasado individual en el caso de una fiesta funeraria y, en el caso colectivo,
recuerdos de la grandeza prehispánica. Capoche no especifica el contenido
de esta "gentilidad". Podemos sospecharlo, sin embargo, a través de la tradi-
ción oral pacasa recogida a comienzos del siglo XX por el erudito boliviano
R. Paredes : los cantares cuentan las hazañas de los grandes guerreros pre-
incas que promovieron las conquistas más allá del altiplano (Saignes 1987a :
158). Las fiestas pacasa se desarrollan en el mismo paisaje ancho, enmarcado
por las cumbres sagradas , sede de los abuelos fundadores cuyas tumbas se

96 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

perfilan a lo lejos. Cada accidente de terreno evoca las vicisitudes de estos


antepasados como hito donde se deposita el recuerdo colectivo. La fiesta ,
oportunidad para reunir al grupo, articula a sus miembros en un sistema de
"relaciones ínter-individuales", condición previa para que la memoria colec-
tiva pueda reactivar los "mecanismos motores, vocales o gestuales, legados
por los antepasados". La fiesta estructura al grupo y a la vez lo reproduce
como grupo( 17).
Semejante vínculo, tan íntimo en el mundo andino, entre fiesta , em-
briaguez y memoria, permite reactualizar la gesta colectiva pasada y asegurar
los fundamentos de la identidad grupal. Es así que cada tonalidad musical,
cada baile, servían de identificador étnico . Sin embargo, a la larga, con las va-
riaciones numéricas debidas a las vicisitudes demográficas y a las intensas mi-
graciones internas, ¿cómo siguió transmitiéndose la tradición local? Ayllus
de mitimaes en un pueblo, mitayos de cada provincia en Potosí se funden
poco a poco en la masa de los "naturales" o de los "forasteros": sus propor-
ciones relativas deben incidir mucho en formas de descomposición , atomiza-
ción, pero también de recomposición de las memorias colectivas.
Por otra parte, interviene el cacique, quien encarna la unidad del gru-
po y "debe saber las tradiciones y fábulas de sus antepasados y contarlas y
enseñarlas a los demás" (Arriaga [ 1621 ] 1968: 222 ). Los más prestigiosos se
orientan hacia formas escritas para conservar la memoria genealógica de su li-
naje: sus probanzas recogen testimonios legados por la tradición oral y tam-
bién transmitida por los quipus; y al residir en Potosí o asimilarse al estamen-
to criollo, cabe la pregunta de hasta cuándo participan en los grandes ban-
quetes al lado de sus sujetos y siguen transmitiendo el saber de los orígenes.
De tal modo que podemos imaginar una divergencia creciente entre la memo-
ria escrita y archivada en manos de los grandes linajes cacicales y la memoria
oral, saber colectivo reactualizado (como mito) en fiestas.
Antiguo marcador social de privilegios, el alcohol abre ahora nuevas
perspectivas para todos. Hemos referido su aporte energético, sobre todo li-
gado a cambios dietéticos (cereales contra tubérculos), en el contexto de las
actividades económicas impuestas a grandes fracciones de la sociedad indíge-
na, como las tareas forzadas en las minas de Potosí. Por otra parte, las nuevas
posibilidades de gestión del "ocio", estimuladas por el culto de los santos
promovido por las cofradías, instalan la ebriedad en el centro de la sociabili-
dad indígena. Mediante fiestas interminables y vilipendiadas ("están fuera de
sí tomados del vino y sueño .. . la tercera parte de la vida", Cobo 1964 : 11 ,
18), exalta la comunión social que puede degenerar también en casos de vio-
lencia, en desahogo de la agresividad intra-conyugal (como lo notó B. de Cár-
denas) y entre generaciones (como lo subraya Cobo 1964: II, 26).
Tomar alcohol permite recuperar fuerzas y reactivar la memoria co-
lectiva. Sin embargo , r_equiere alcanzar la pérdida de conciencia:

"Suelen pasar los días y las noches bebiendo y bailando al son de sus

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Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

roncos tambores y cantos [ ... ] pues en su fiesta es lo principal el


beber hasta caer en tierra [ ... ] basta decir que tienen por suma di-
cha salir de juicio bebiendo, pues para este efecto buscan y estiman
las chichas que más embriagan y en su confección les suelen echar
cosas fuertes para que más presto los derriben" (Cobo 1964: II, 21 ).

La ingestión brutal de bebidas embriagantes busca provocar cambios


rápidos de estado síquico . ¿Cómo conciliar este extremo con la vertiente
festiva más templada de la ebriedad , la que es resaltada por el término kechua
de cencca ("medio borracho tocado assomado" , González H.) , la que "ca-
lienta y alegra" y permite conmemorar los cantares heroicos de los antepasa-
dos comunes? Debemos, entonces, indagar la finalidad invertida en querer
alterar la percepción del mundo exterior y primero la naturaleza de las "cosas
fuertes" añadidas a la chicha.

ALCOHOL Y COMUNICACION CON LO INVISIBLE

El hombre andino vivía bajo la dependencia de una multitud de po-


tencias divinas llamadas "Vilca o guaca", nombres aplicados a todo lugar sa-
grado y adoratorio , como templos y sepulturas, así como a "cuantas cosas
naturales que se diferenciasen por alguna extrañeza o extremo" (Cobo 1964:
11, 149, 165-167). Todo su empeño consistía en captar la fuerza que genera-
ban en particular los lugares de origen y los antepasados para hacerla benéfi-
ca para la renovación anual del mundo. Como en casi todas las sociedades
antiguas, el alcohol aparece como un vehículo que permitía una comunica-
ción directa con el Otro (dios, abuelo, waka .. . ). Asegurarse este acceso re-
quería cierta preparación física y mental. Los cronistas destacan dos peculia-
ridades : el papel de ciertas sustancias ("yerbas y raíces"), medicinales y mo-
dificadoras de los estados de conciencia, echadas en la chicha; después de la
Conquista , sus adictos ebrios se ponen a chapurrear el castellano.

Purgas, alucinógenos y sueños

En las tumbas tiwanacotas se encontraron restos de plantas alucinó-


genas y tabletas de madera para inhalar polvos ("complejo del rapé") . Al
este del lago Titicaca , en la región de Charazani, la tumba de un chamán
contenía hojas de ilex guayusa, planta emética de la montaña (en uso entre
los Jíbaro) y restos de vilca (anadenanthera co/ubrina), con una jeringa
(Wassen 1972). Varios autores, como Albornoz ([fin s. XVI] 1967: 21) o
Cobo (1964 : I, 272) evocan la virtud laxativa de la vi/ca, árbol que crece en
los Andes orientales y las llanuras amazónicas. Waman Puma ofrece los datos
más relevantes sobre la preocupación de la gente de la época preinca por
purgarse :
"De como tenían costumbre de purgarse cada mes con su purga que

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ellos llaman bilca tauri . Con tres pares de grano pezado con maca y
lo ajunta y lo muele y se la veven por la boca y se echan luego con la
mitad por debajo con una melecina y geringa que ellos les llamavan
vilcachina. Con ello tenían mucha fuerza para pelear y alimentaban
salud y duravan sus vidas tipo de doscientos años y comían con mu-
cho gusto" ([1615] 1980: 57).

El maca (lupidium meyenii), tubérculo de puna cuya decocción ser-


vía para combatir la esterilidad femenina (Girault 1987: 212), explicaría ,
según Cobo, la multiplicación de los pobladores de altura "para lo cual dicen
tener virtud esta raíz" (1 : 170), propiedad que caracteriza también a la vilca,
que "hace fecundas las mujeres" (id.: 272): su semilla molida se tornaba oral-
mente o por vía rectal; en este caso, el efecto solía ser más fuerte( 18). Waman
Puma ( 1980: 97) vuelve a repetir la misma receta al explicar el "orden y re-
gla de vivir" que permitió a los incas prolongar su esperanza de vida. Esta
planta aparece corno una verdadera "fuente de juventud" y confería fuerza
sexual (entre los Kallawaya, mezclada con chicha de yuca, sirve de afrodisía-
co; cf. Girault 1987: 254) ; esto es, poder generativo, que era la preocupación
mayor en los Andes. Su nombre significaba también "sol" en aymara (cf.
Bertonio [ 1612] vi/lea, 1984: 312), lo que explicaría que el mismo término
vino a designar, corno planta , un "género de guaca" (Albornoz [fin s. XVI]
1967 : 22) y cualquier waka genérica, corno lo especifica Cobo. Además, los
grandes rituales incas basados en una alternancia de períodos de ayuno (con
purgas), destinados a purificar el cuerpo, y de ingestión masiva de bebida
creaban un estado receptivo muy propicio a conferir el efecto máximo al
alcohol y otros tóxicos. Ignorarnos si las sesiones de absorción de semejantes
drogas estaban, en tiempos preincas corno incas, abiertas a la sociedad o re-
servadas a los chamanes y líderes. ·
La vilca no perdió este papel central después de la Conquista, como
lo atestigua claramente Polo de Ondegardo en su clasificación de los "hechi-
ceros": "unos hay diestros en hacer confeciones de hierbas y raízes para ma-
tar", otros "tornan la figura que quieren y van por el aire en breve tiempo
mucho camino y ven lo que pasa", otros "sortílegos" determinan la "suerte",
los "médicos" por fin curan (Polo de Ondegardo [ 1559] 1916 : 26-42) . Los
de la segunda categoría a

"los que desean saber algun succeso de cosas pasadas o de las cosas
que estan por venir [ . . . ] invocan al demonio y ernborrachanse y
para este oficio particular usan de una yerva llamada vilca, echando el
9urno della en la chicha o tornandola por otra vía. Adviertase que
aunque se dice que solas las viejas usan deste oficio de adivinar y de-
cir lo que pasa en otras partes remotas y declarar lo perdido y hurta-
do también lo usan el día de hoy indios no sólo viejos pero rno9os
.. . "(Poi<? de Ondegardo [ 15 59] 1916 : 30).
Importa notar que los hechiceros capaces de transformarse (ver los

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Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

"capitanes" del Inca, quienes cobraron formas animales para la conquista del
Antisuyo) son los que recurren explícitamente a brevajes compuestos con
vilca. El uso de este alucinógeno , que permite predecir el porvenir (esto es,
viajar en el tiempo), antes restringido a ancianas o sacerdotes imperiales, no
solamente perdura, sino que se difunde entre la nueva generación. Deja pre-
sumir cierto resurgimiento del chamanismo.
Nuestro conocimiento del uso colonial de plantas alucinógenas toma-
das con alcohol es escaso, pero las noticias dadas por cronistas dejan sospe-
char cierta difusión a partir de sus áreas de origen. Oriundas de los mismos
valles Of'ientales de Charcas;· adonde afluyen los migrantes del s. XVII, otras
dos plantas desempeñan un papel semejante para amplificar el campo de la
conciencia y recorrer el tiempo pasado y futuro: el chamico ( da tura stramo-
nium ), cardo cuya "semilla bebida en vino, agua u otro licor adormece la
persona . .. ", y la achuma (Trichocereus Pachanoi), el famoso cacto San
Pedro, cuyo zumo "saca el sentido de manera que quedan los que beben
como muertos"(l 9). ¿Qué quieren "ver" estos alucinados "dormidos y como
muertos": volver a hablar con los dioses, captar su fuerza, "saber de algo que
está por venir" (Matienzo) porque está detrás de nosotros (cf. nota 1) ?
Es difícil no evocar el recurso a semejantes sustancias en los movi-
mientos de posesión que marcaron la agitación nativista del Taqui Onkoy en
los años 156 5, "idolatría" nacida en la región de Huamanga, pero que se di-
fundió por todo el sur andino (C. de Melina [1575] 1916 : 96). El nuevo cul-
to anuncia el retorno de las wakas, que deben vencer a los españoles. Sus pre-
dicadores

"bailaban dando a entender tenían de la guaca en el cuerpo, otros


temblavan por el mismo respeto, dando a entender la tenían también,
otros se encerraban en sus casas a piedra seca y daban alaridos, otros
se despeñaban y mataban, y otros se echaban a los rios ofreciéndose
alas guacas . . ."(Molina[l575] 1916: 101).

Para ganar a los más reticentes, los invitaban a tomar ''una confación de ma-
ca" (el tubérculo ya visto en una preparación con vilca) que "los hazía lo-
quear a bailar y darse con las cabezas por las paredes" (Albornoz 1967 : 36).
El alucinógeno era indispensable para volverse waka; es decir, reintegrar el
tiempo de los orígenes. ¡Extraña revolución! En la religión prehispánica, los
dioses rodeaban al hombre , presencia familiar, pero exterior, irrevocablemen-
te otra, y les estaba reservado a los chamanes, intermediarios sin poder encar-
nar al dios, franquear la barrera que los separaba del hombre. El taqui onkoy,
al incorporar a la divinidad en el mismo individuo, traduce en cierta manera
la internalización y la difusión del mensaje erístico.
En los brotes mesiánicos locales que estallaron esporádicamente se
llevó este proceso de identificación hasta su consecuencia extrema. A fines
del mismo siglo , surgió en Tacobamba (provincia de Porco)

100 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

"un rito y ceremonia [ ... l causado por un indio llamado Miguel


Acarapi y por otro nombre Miguel Chiri el qua) se hacía confesor di-
ciendo ser Jesus Cristo e con este embuste atraía así otros muchos
indios que le seguían como dicipulos de sus ritos y abusos y ansíen
junta con ellos tomaban e bebían la hierba que llaman hachuma el
qual yndio abrá ocho días murió violentamente y le mató otro indio
llamado Joan Illa por ocasión de que decía el dicho Miguel Acarapi
que la chicha era sangre de jesucristo y el omicida defendiendo que
no por cuia porfía le hubo de dar una puñalada con un cuchillo car-
nicero que vino a morir" (La Plata, 21. VI.1602, ANB E 1613-19).

Además de la audaz síntesis (que le costó la vida) entre la encarnación de


Cristo y la chicha como principio vital del dios (recordemos la metáfora del
pan y el vino en el catolicismo), llama la atención el nombre del líder: acca-
rapi en aymara significa "nieve" (Bertonio 1984: 5), chiri en quechua "frío",
estados que contrastan con el recurso al cacto alucinógeno y a la chicha, sus-
tancias "cálidas" en la clasificación indígena. La nieve puede simbolizar tam-
bién el resplandor de lo que relumbra, calidad muy valorada en los cultos an-
dinos. Ignoramos su linaje de origen y si ocupaba algún cargo comunal (jefe
de ayllu, alcalde o sacristán), pero lo importante es la pretensión a encarnar
un dios, en la prolongación de los predicadores del taqui onkoy, legitimándo-
se con el recurso · a dos productos específicamente andinos cuya difusión
ilustra los cambios acarreados por el régimen colonial. La equivalencia chicha
= sangre mediatizada por el vino revela la amplitud de los sincretismos cul-
turales en curso(20). En cuanto al consumo colectivo de la achuma , éste pue-
de desencadenar fenómenos de posesión y éxtasis, indicios de una comunica-
ción directa con el dios, antes la waka o el creador cósmico prehispánico,
ahora el de la teología cristiana. Los discípulos de Cristo seguían reuniéndose
sobre su tumba, al lado de la "capilla donde antes que le mataran y muriera
dizen hacia cerimonias dando a entender por ella dezia missa".
Los sectarios del Taqui Onkoy o del Cristo de Tacobamba recurren a
alucinógenos que sirven ahora para catalizar deseos subversivos; confirman
así el acceso de los no-especialistas al uso de sustancias modificadoras de la
conciencia fuera de un contexto terapéutico. Ante todo, revelan a su manera
el éxito de la prédica cristiana.

La cuestión del habla


Los alucinógenos, vía directa y peligrosa de acceso a la deidad y al
pasado o futuro, han sido implicados en los movimientos de protesta poi ítica
y mesiánica. En cuanto al "delirio" etílico, extrañamente, los autores ecle-
siásticos no recalcaron su dimensión religiosa, aun si postulan el nexo "borra-
chera = idolatría". Debemos plantear la validez de semejante vínculo ; esto
es, poner en el tapete su idioma:

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Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

"yo llegué a pueblo de ellos [indios] donde todos cuantos en él había


estaban caídos sin quedar cacique ni principal ni alcalde ni alguacil
que no estuviese bebido y aunque todos sin saber español hablaban
en él ninguno entendía lo que decían aunque fuese en su lengua"(2 l ).

El estado de ebriedad no exceptúa a nadie , ni a la mayor autoridad . El testi-


go no esclarece el contenido del discurso etílico , aparentemente poco com-
prensible, pero lo más importante, quizás, es que nos indica en que idioma se
enuncia. En esa época, el español era poco entendido todavía y , sin embargo,
una vez ebrio el comunero recurre a él. ¿Cómo interpretar este desvío de su
propia lengua, al optar por chapurrear la lengua de los intrusos? ¿Deseo de
salir de su mera condición indígena, limitada como cualquier existencia arrai-
gada en lo local? O, si la intoxicación permitía hablar directamente con los
dioses y habiendo sido los dioses andinos vencidos en Cajamarca , ¿no se tra-
tará ahora de comunicarse con el dios todopoderoso de los cristianos , vincu-
larse directamente con él para ablandarle, captar su benevolencia?
Varios decenios después, Antonio de León Pinelo advierte que el
alcohol no confiere simplemente ánimo para atreverse a expresarse en espa-
ñol, sino que suelta la lengua de los que lo dominan y se resisten a usarlo fue-
ra de la ebri edad : "en estando caídos con el vino , luego hablan la lengua cas-
tellana , bien o mal como cada uno sabe , siendo así qu e de otra suerte por
bien que la sepan son muy raros los que quieren hablarla" (Paraíso en el Nue-
vo Mundo, [ 1656] 1953: 31 ). Atienza, otro autor más norteño, que dedica
un capítulo entero al "vicio de la embriaguez" , introduce un nuevo matiz , el
de la burla:

"hay algunos que entienden, otros que hablan nuestra lengua españo-
la, pero pocos que usan della, fuera de sus borracheras y pasatiempos,
a donde cada uno descubre su pecho y casi escarneciendo, habla lo
que le parece con la embriaguez" (Lope de Atienza 1931 : 28 ).

Sabemos la importancia de los juegos de palabra en el humor indígena y po-


demos interrogarnos acerca del objeto de su mofa: ¿el dueño de ultramar, el
sistema colonial? El alcohol desinhibe, cada uno dice "lo que le parece", pero
¿qué le parece este mundo?
Superar el encierro en su propia condición local , hablar con los dioses
o con el dios único, burlarse de los nuevos amos . . ., bajo el alcohol y con el
idioma de los vencedores, más allá del escarnio , se puede por fin abordar el
hecho irrebatible:

"y cuando estan borrachos, entonces hablan nuestra lengua , y se pre-


guntan cuando los cristiano~ nos hemos de volver a nuestra patria, y
porque no nos echan de la tierra, pues son más que nosotros, y cuan-
do se ha de acabar el ave maría, que es decir cuando no les hemos de
compeler a la doctrina . . . "(Lizárraga [fines del s. XVI] 1968 : 96) .

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De burla, el discurso etílico vehicula un mensaje de duda, hasta de desafío:


¿cuándo se ha de acabar el dominio español? La "borrachera", lejos de gene-
rar ilusiones y "embotar la inteligencia" como lo alega Acosta, más bien de-
sengañaría y desembocaría en la toma de conciencia; o mejor dicho, permite
expresar lo "censurado" de los servicios personales, el revés del discurso coti-
diano, la protesta ante la opresión cultural. Los nativos del Collao y de Char-
cas, lejos de consentir su opresión, no se dan por abatidos, como lo confirma
la carta de un hacendado valluno, al evocar "la esperanza tan cierta que tie-
nen de que los españoles han de desampararles su tierra" (valle de Pitan tora,
4.11 .1604, ANB C 877). Pero, ¿qué sentido dar a una proclama pública que
aboga en el idioma de los vencedores por la desaparición de estos mismos in-
trusos? Este simple desahogo verbal traduciría la impotencia real para tomar
las armas y "echarlos de la tierra".
No nos engañemos. La vana espera de una liberación no impide for-
mular protestas indígenas de fidelidad y lealtad al monarca español, ni tam-
poco conductas integradoras en el mercado centro-sur andino, como Jo he-
mos subrayado en un estudio anterior (Saignes 1985). Y de hecho, a lo largo
del siglo XVII, asistimos a una gigantesca recomposición socio-cultural en la
cual el mundo indígena revela una capacidad de hallar su sitio en el nuevo
orden colonial de modo más sutil y eficiente que por la vía de la rebelión
abierta, aun si perdura el deseo volcado en el imaginario andino de abolir los
servicios o de invertir la relación de subordinación.
El alcohol no libera solamente el sueño callado de una colectividad
oprimida, sino que deja aflorar, siempre en castellano, todo Jo reprimido,
como se atreven a darle rienda suelta públicamente en la plaza central de La
Plata sus consumidores adictos:

"Por excusar las borracheras a los indios, se permite venderla [chicha]


en la plaza, a donde la publicidad les causa temor y verguenza, si bien
los indios son tan sujetos a esta flaqueza y allí en público se sientan
en el suelo y se emborrachan sin tener de hecho empacho ni verguen-
za y hacen los borrachos más graciosos hablando en lengua española
cosas donairosas y ridículas que paso entretenido al oírlos. Esto ha-
cen los indios ordinarios que los ladinos y principales tienen ya su
presunción y honrilla, aunque entre todos no es afrenta el hallarlos
borrachos, sease o no gobernador" (P. Ramírez del Aguila (1639]
1978: 38).
Desgraciadamente, el canónigo de la catedral de La Plata no cita las cosas do-
nairosas y ridículas que profieren los "naturales" ebrios por la ciudad . Por
ende, ignoramos si enuncian meros deseos individuales o fragmentos de un
mismo discurso colectivo. Aquí intervienen las incógnitas de la elaboración
cultural del inconsciente, problemática ligada a las interrelaciones entre indi-
viduo y sociedad. El contexto urbano y el carácter más atomizado de sus
moradores indígenas dejan presagiar conductas individuales, ya perceptibles

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Estudios y D e b a t e s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

en Potosí a fines del siglo XVI, más cercanas al etilismo contemporáneo(22).

CONCLUS/ON: LA "BORRACHERA" COMO BUSQUEDA DEL "OTRO"

Un análisis histórico de la embriaguez tropieza con la dificultad de


separar una invariante cultural de su ·condicionamiento coyuntural. Muy ex-
teriores a su objeto, las fuentes hispánicas ofrecen al historiador la sensación
rara de haberse quedado en el umbral del "rito y ceremonia", sin alcanzar a
descifrar la clave de su mensaje polifónico. Lo mismo debían experimentar
los "vecinos" de Potosí, expuestos cada noche al "sonido ronco" de los tam-
bores y al "alboroto" de las rancherías asentadas en las laderas: "vigilias lle-
nas de delirio" (Acosta) ligadas a los mismos excesos del trabajo forzado y de
la concentración humana en una región del planeta tan hostil al florecimien-
to de esta misma vida humana. Estas denuncias estereotipadas y monótonas
atestiguan, sin embargo, que la ebriedad permanece como un elemento cen-
tral, estructural, de las prácticas culturales andinas, cobrando nuevos sentidos
dentro del reordenamiento general de la sociedad indígena, debido a la doble
presión mercantil y evangelizadora, marcado por nuevas formas festivas de
administrar el ocio (cuya problemática es indisociable) y por la búsqueda de
un nuevo lenguaje hacia lo extra-humano.
Este acercamiento al mundo andino colonial por los caminos de la
"borrachera" no agota el análisis de sus múltiples sentidos. Hace falta, por
ejemplo, medir su aporte calorífico en una dieta cotidiana alterada, desarro-
llar todos los usos rituales y simbólicos del alcohol o medir la expansión del
idioma castellano y captar las varias facetas del bilingüismo. Hace falta, sobre
todo, conocer el concepto indígena del cuerpo humano, de la circulación de
los líquidos y de la renovación de la energía. Para esta sociedad agro-pastoril
ubicada en un eco-sistema alto, frío y seco, el agua y la humedad revisten
una necesidad dramática: los muertos juegan un papel esencial en el retorno
cíclico de las lluvias y la maduración de los campos entre Todos Santos y
carnaval. En esta perspectiva, no cabe duda que las "borracheras", muy liga-
das a los ritos funerarios, significan ingerir fuerza y salud y a la vez alentar la
productividad y la fertilidad del cosmos(23).
Tomar implica un aumento de fuerzas. Como excitante, el alcohol
contribuye a unir a los hombres entre sí y con los espíritus, dioses o muertos
(su uso anula la división entre esferas profanas y sagradas). El paso por los
alucinógenos echados en las bebidas embriagantes revela el mismo deseo de
expandir la conciencia. Con la evocación por Polo de nuevos chamanes, al
desaparecer los especialistas (sacerdotes) del ritual y alejarse los caciques, se
adivina la difusión colonial de semejantes brebajes en el seno de los ayllus o
de las sectas mesiánicas. Nos hace falta saber hasta cuándo se prolongó el re-
curso a las sustancias psicotrópicas y de que manera el alcohol logró reempla-
zarlas, aun si sus efectos son muy distintos. Nuestra encuesta, por motivo de
la documentación , no desborda los límites l 550-1650: conviene preguntarse

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si coca, chicha y vino, y más tarde yerba mate (en el trabajo) y aguardiente,
han podido equipararse y si las variaciones en su uso revelan una interdepen-
dencia. Operador sacro por excelencia de la reciprocidad, el alcohol confiere
al sujeto un estado soberano que le permite franquear la frontera entre vida y
, muerte, sueño y lucidez; en breve, acceder a la "otra realidad"(24 ).
En esta perspectiva, no cabe duda que los espectaculares aumentos
de producción y consumo de plantas y bebidas estimulantes remiten al vasto
movimiento de "democratización" en el acceso a productos antes reservados
a la clase dirigente. La misma generalización bajo su forma mercantil implicó
también cierta "secularización" dentro de un contexto laboral (en las minas
y obrajes, por ejemplo) y de una sociabilidad reforrnulada en torno a nuevos
asentamientos ("anejos'', haciendas más tarde) , cultos de santos y cargos (ca-
bildos, cofradías).
Entre los distintos niveles de significación que cobran las "borrache-
ras" dentro del nuevo orden colonial no hay necesariamente contradicción,
sino, rriás bien, amplificación convergente de sus efectos. Mediante las nuevas
formas de circulación generalizada, el acceso de los pobladores altiplánicos a
bebidas más energéticas como la chicha de maíz y el vino de uva confiere ma-
yor fuerza a los actores y a la regeneración de los cultivos y ganados. Permite
también responder a las exigencias de tareas físicas más penosas y peligrosas.
Fiestas familiares, agrarias y católicas convergen para multiplicar las oportu-
nidades de reunirse, tomar y recordar las grandezas pasadas.
Revés de la insuficiencia cotidiana, el discurso etílico expresa además
sueños y ansias de una colectividad hacia el Otro. Bajo el idioma español se
deja perfilar un mensaje destinado al nuevo amo: intento de aproximarse a su
Dios, pedirle favor, captar su potencia; pero también, con matices de burla y
escarnio, un desafío para competir con e_l mismo intruso en el dominio de
nuevos registros lingüísticos y del conocimiento. Doble protesta contra los
límites de la condición humana y la opresión colonial, el habla castellana de
los nativos ebrios del Collao y de Charcas revela a su manera el revés de una
aparente resignación; esto es, una buena salud cultural. Y si, en última instan-
cia, caen al suelo "como muertos" después de haber absorbido· tanta energía,
es para juntarse con sus muertos, antepasados o dioses y recorrer nuevas re-
giones del tiempo y de la conciencia. De tal forma que la embriaguez en los
Andes coloniales no se reduce a un mero exutorio escapista o compensatorio
de la miseria u opresión (como lo piensa Braudel cuando resalta el nombre
español de "quitapenas" otorgado al vino) (Braudel 1967: 177).
Al abatir los privilegios jerárquicos que regían el consumo popular de
excitantes , los nuevos amos coloniales dieron paso a un canal de expresión
propio, autónomo y (aun si ambiguo) subversivo. Desde entonces, al ensan-
char el campo de la conciencia y generar libres expresiones lingüísticas infini-
tas, las "borracheras" andinas siguen abriendo un espacio creativo fuera del
alcance de todos sus antiguos y nuevos detractores.

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NOTAS

(1) U na interpretación que recurre a la etnosiquiatría (de G. Devereux) sobre la inges-


tión de alcohol entre los . méxicas antiguos ha sido intentada por S. Gruzinsky
( 1979) . En los Andes no tenemos evidencia de si la chicha, al igual que el pulque,
era considerada "leche materna" . Tampoco pueden funcionar las nociones de tiem-
po asociadas a las posturas oral y anal en la medida que en aymara, "se mira su pasa-
do ante sí y se considera que el futuro se encuentra atrás", como lo recalca Bouysse-
Cassagne ( 1987: 172), a quien agradezco por sus comentarios a mi ponencia sobre
"borrachera y memoria" presentada a un encuentro preparado por el equipo etno-
histórico del CREDAL/CNRS, París, 2.VI.88.
(2) Los dos únicos estudios sobre el período colonial son de pésima calidad, uno de fr.
Fidel de Lejarza (1941 ), que se resume a parafrasear el informe de B. de Cárdenas
(ver infra nota 8); y otro del méuicc Pascual Piga (1942), que revela una tremenda
confusión. La antropología del alcohol cuenta con un excelente especialista que tra-
bajó en Bolivia, D.B. Heath, y tiene muchos estudios globales sobre el tema (ver una
lista y una bibliografía de conjunto en Taylor 1987) . Tengo referencias de la tesis
dedicada a la "coca, chicha y trago" por C.A . Wagner ( 1978) por la excelente reseña
de E. Mayer (América Indígena, XXXVIII: 998-1003, México) . En cambio, otras
monografías de campo son muy parcas al respecto (ver nota 24).
(3) Recurro a los cronistas conocidos desde Cieza y Betanzos hasta Cobo y Alvarez
Rey eros (ver bibliografía final); sobre las polémicas mineras, a los informes inéditos
del fondo "Papeles del Marqués de Montesclaros" (ADI) ; las polémicas demográfi-
cas, en Saignes 1987 c.

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( 4) Sobre las calidades distintas de los tubérculos y del maíz, ver los estudios de J.V.
Murra ( 1975) y Bouysse-Cassagne ( 1987).
(5) Se notan ciertas interpolaciones (o plagios) entre estos tres cronistas jesuitas. Distin-
guen con mucho cuidado dos tipos de chicha, una con maíz mascado y otra con
maíz germinado, mucho más fuerte (llamada sora); Cobo en su historia natural
muestra la infinita variedad de plantas fermentadas transformadas en chicha. En
ningún momento podemos calificar de "alcoholismo" (término inventado en el siglo
XIX) las "borracheras" mientras no logremos medir frecuencias y cantidades ingeri-
das. Cieza (1984: 81), el "Jesuita anónimo" (1968: 176) y Cobo(1964 :II, 242) ase-
veran la capacidad de un hombre de tomar seco "una arroba" ( 11 . 5 litros) de chicha
(el vómito parece tener importancia) . Sobre uso ritual, antiguo y actual, de la chi-
cha, verGirault 1988: 152-154.
(6) "No tienen término las novedades y sacalinas que cada día se introducen las fiestas
tan costosas de las cofradías y pendones y derramas que para esto se echan que los
unos por lo que les dan y los otros por la libertad con que beben parece que com-
pran la licencia para ofender a dios L . .. ] en que entran las ceremonias e idolatrías
que se disimulan a trueque de ver lo que desean que es el interés y mientras más,
más amistad con los curacas ... " ("Memorial sobre reducciones y mitas" del P.L.
Balvi, La Paz, 7.1.1609, ADI).
(7) Discuto las cifras de la población indígena de Potosí, que oscila entre 15 mil y 80
mil hombres, en Saignes 1987 c. En los años 1610, se estima la población masculina
estable en 40 mil hombres. Por otra parte, Lizárraga describe a los niños y mujeres
mascando maíz contra salarios (1968: 89). "En Valladolid, a mediados del s. XVI,
el consumo anual de vino alcanza 100 litros por persona" (Braudel 1967: 177).
(8) Los dos textos de B. de Cárdenas se encuentran en la BN de Madrid, ms. 3042. El
primero, llamado "Memorial y relación de cosas muy graves y muy importantes al
remedio y aumento del reino del Pirú . . . ", fechado en 1632, ha sido publicado en
Madrid en 1634, según F. Lejarza (ver nota 2); el segundo, "Provisión ... prohi-
biendo vender ni vino ni chicha a los indios ... ", Cailloma, 1.X.1639, ha sido publi-
cado en CODOIN VII, Madrid, 1884, pp. 496-514. Acosta ( 1954: 78), Lizárraga
(1968: 99) y Ramírez del A. (1978: 123, 131) culpan al alcohol de matar a los
indios.
(9) He aquí en el diccionario quechua de 1608 las entradas léxicas a partir del cas-
tell:mo (y traducidas al quechua): "borrachera por la casa o lugar, por la junta y
personas, solemne; borracho de costumbre, de recia cabeza que no cae, de incli-
nación, sin sentido, medio tocado, estar mucho tiempo, estar tendido". Desde el
quechua, las compuestas con machani, "emborracharse", cincca, "medio borracho".
(1 O) En español, las expresiones se construyen sobre "beber", "beodo", "borracho",
"tragar"; desde el ay mara, los derivados de concho, "borra del vino", kusa, chicha,
umatha, " beber" y cchoque, "no borracho".
(11) Ver autores hispánicos sobre virtudes de la chicha en nota 5; existe, asimismo , un
estudio de H. Cu tler y M . Cárdenas (1981 ). Según los campesinos cusqueños, el tra-
go "da fuerzas para el trabajo" (J . Contreras H . 1976; citado por R. Romano 1984:
308). No pude leer el ensayo de León Pinelo sobre las bebidas americanas, La cues-
tión moral si el chocolate ... , Madrid, 1636.
(12) Sobre el desprecio de los incas hacia los campesinos andinos, "decían estos señores
de la tierra que a los naturales de ella los hacían trabajar siempre porque ansí conve-
nía, porque eran haraganes y bellacos y holgazanes y que haciéndoles trabajar vivían
sanos" (P . Pizarro 1978 : 105). Otras anécdotas en Cieza, Lizárraga y Cobo. La simi-
litud con textos toledanos confunde. Sobre la continuidad inca/español en esta con-

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cepción del trabajo redentor, ver Saignes 1987 b. Sobre las actitudes de las socieda-
des .sin estado frente al ocio leer las reflexiones de los antropólogos M. Sahlins y
P. Clastres.
( 13) Un estudio de las expresiones indígenas del trabajo sacadas de los antiguos dicciona-
rios por J. Golte, en las actas del Congreso de Americanistas de Roma ( 1972); ver
también su intento de comparar calendarios de trabajo en distintas zonas ecológicas
(Golte ·1980). Un enfoque regional de los calendarios tributarios y mercantiles por
T. P!att, en Harris 198 7.
(14) Ignoramos si los propios empresarios mineros repartían bebida (concebida en este
caso como un "adelanto"). Otro testimonio potosino : "se junta toda esta máquina
de estos indios todos los lunes [ ... ] en este entero se gasta todo el día y allí se
están . los indios bebiendo, asentados en el suelo y en muelas y ruedas en diferentes
canchas que son corrales, divididos por naciones, y comienzan a subir el cerro desde
las 4 o 5 de la tarde muy ~oco ªfoco todos los más indios borrachos o azorados de
la chicha qut! han bebido L . . . puestos en el trabajo lo llevan con tanto gusto y
risa como si estuvieran en fiestas" (Ramírez del A. 1978: 83).
(15) Sobre el estado de los caminos y vados, ver informaciones sueltas en las descripcio-
nes geográficas de Lizárraga, Ocaña, Vázquez de Espinosa o La Calancha; sobre
puentes, el estudio de Mellafe (Historia y Cultura 1, Lima, 1965); sobre caravanas y
tambos, el de L.M. Glave presentado en Quito en 1986. En cuanto a enfermedades,
el riesgo era serio, en las bajadas a zonas cálidas, de agarrar el "mal del valle" ( en
Cobo 1964: I, 268), "de los Andes" ( en Matienzo, se trata de la leishmaniasis) y
"del monte" ( o sachahongo, en Bouysse-Cassagne 1987 : 414 ). Para la percepción
indígena de las enfermedades, ver también Bouysse-Cassagne 1987 : 414-41 7.
(16) Esta forma de invitarse a tomar entre dos (que relativiza la distinción hecha por
C. Wagner entre la ''coca que se comparte y el trago que se reparte", cf. reseña de
E. Mayer, ver nota 2) se confirma en la "relación de Pacajes" ( 1586, RGI 1: 346) y
en Bertonio: "umatasta: brindarse ad invicem : el que combido a otro manda echar
la chicha en dos vasos parejos y el uno le da al combidado y otro toma para sí y
beben ambos a una; en los convites de mucha gente tienen otros comedimientos"
(1612: 376).
Por otra parte, Cobo advierte sobre el uso de vajilla para beber (más abundante que
para comer), como los keros de madera, cuya rica decoración pintada llama la aten-
ción de los investigadores actuales.
( 17) En esta reflexión sobre el rol de la fiesta en la reactualización de la memoria colec-
tiva, me inspiro en el artículo de R . Bastide 1970. Sobre fiestas en el Perú en el
s. XVI, ver el estudio de B. Ares 1984.
(18) El tauri podría ser el tarwi (lupinus mutabilis), lupino de puna que sirve como abor-
tivo y antiséptico (Girault 1987: 234). En la edición mexicana de Waman Poma, se
copia macay y sugerimos que se trata de maca, que tendría, según Albornoz, propie-
dades sicodélicas. Sobre la vilca, ver Schultes y Hoffmann ( 1982) y De Smedt ( 1985 :
22-28).
(19) Para el chamico, cita de Vázquez de E. 1968: 433 (ver también Ramírez del A.
1978: 50; León Pinelo 1943 : 11, 199; Cobo 1964: I, 196), "priva del juicio de mane-
ra que teniendo los ojos abiertos no ven ni conocen" (De los arboles, . .. [fin s.
XVII] 1983: 43) ; en cuanto a la achuma, Cobo añade : "con esta bebida los indios
soñaban mil disparates y los creían como si fueran verdades" ( 1964 : I, 205); otras
referencias: "dicen que ven cuanto quieren" (Vázquez de E. 1968) ; León Pinelo
1943 : 200; Ramírez del A. 1978: 49;Delosarboles ... 1983 : 26). M. Azoulay me
señala referencias a la vilca y al chamico en el manual de confesión de Pérez Boca-

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negra: hace notar que culpa a estos aditivos de la chicha por "hacer perder el jui-
cio" (mando 5, preg. 92 y 9 3) y no por gula (Ritual formulario ... , Lima, 1631 ).
(20) Ignoro si es este mismo movimiento el que relata P. Ramírez del A. en su crónica
(1978: 135). Notemos la fecha de la muerte (13. VI) del Mesías, que puede coinci-
dir con el Corpus Christi. El nombre del homicida, Illa, significa la "piedra bezoar",
asociada al culto de Illapa ("trueno"), reputada por conferir riqueza (Cobo 1964:
I, 130). Tacobamba, reducción multiétnica (Qaraqara, Visisa, Quillaca) cerca de La
Plata, conoció fuertes movimientos migratorios (ver autos de la visita de 1589-91 ,
AGN XIII 18.4.1). Sobre la clasificación de las plantas entre "fresco" y "cálido",
ver Girault 1987: 3 7.
(21) "Parecer acerca de la perpetuidad .. .", anónimo, sfnl, pero por la dedicatoria al
Pte. del Consejo de Indias se puede fechar el texto en los años 1563-64 y su autor
es un eclesiástico que trabajó en el sur peruano (en J .T. Medina, La imprenta en el
Perú, 1904:224).
(22) Sobre violencia criminal debida a la ebriedad en Potosí, ver Acosta 1954: 495.
Existe una prolífica literatura moralizante de origen criollo sobre el "alcoholismo"
indígena en Bolivia.
(23) Análisis recientes de la cosmología aymara revelan la asociación entre los muertos,
los antepasados pre-cristianos (o chullpas) y los diablos que yacen en las oqueda-
des del manqha pacha o "mundo de abajo" , cuyo poder genésico es una fuente de
energía y riqueza. Cada año, los muertos retornan a la tierra de noviembre a marzo,
durante la temporada de lluvias, y son responsables de la maduración de los cultivos
y pastos (ver el trabajo de Bouysse-Cassagne y Harris sobre "Pacha" en Bouysse-
Cassagne/Harris, Platt y Cereceda, Tres reflexiones sobre el pensamiento andino .
HISBOL. La Paz, 1977). El significado de Hatun machay como la "gran fuente"
remitiría a esta concepción de la circulación de energía sobre un modelo hidráulico .
Sobre la concepción kallawaya del cuerpo humano como un recipiente hueco, ver
J. W. Bastien, "Qollahuaya andean body concepts: a topographical-hydraulic
model of physiology", en American Anthropologist No. 87, 1985.
(24) La "yerba del Paraguay" se introduce en Charcas en los años 1630 (Ramírez del A.
197 8 : 48) y tenía mucho éxito entre los trabajadores mineros de Potosí. El aguar-
diente se expande a partir cte comienzos del siglo XVIII (sobre su consumo en el
mercado de Potosí, comparado con vino y coca, a fines del siglo XVIII, ver Tande-
ter et al. en Harris, Larson, Tandeter 1987 : 395-404). Varios estudios recientes de
campo entre los aymara indican que "la embriaguez es considerada un 'bien' " (W.
Carter y M. Mamani, lrpa Chico, La Paz, 1982, p. 320) o "un estado sagrado" (en-
tre los Laymi, ver O . Harris, en Harris, Larson, Tandeter 1987 : 237), lo que invita
a profundizar este tema en el mundo aymara actual. Los conceptos del tiempo (fu-
turo/pasado) y el recurso a sustancias psicotrópicas (buenos casos de uso religioso
en el trabajo de F . Iwasaki, "Alucinógenos y religión. Aproximaciones hacia el arte
Chavín", en Histórica, XI, No. 1, Lima, 1987) merecen mayor desarrollo sobre su
finalidad que los brevemente esbozados aquí.

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No. 1, Julio 1989 113


Estudios y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

COMENTARIOS

extremos de la borrachera denunciada y so-


Roberto Choque Canqui metida a la censura de las autoridades, por-
Casilla 23401 que la comunidad indígena mantenía un
La Paz, Bolivia control social sobre sus miembros a través
de sus autoridades para corregir cualquier
Hablar de los borrachos es hablar de los exceso en el hábito de beber. Evidentemen-
individuos que no están en su estado nor- te, las denuncias no fueron refutadas por
mal. En aymara se dice : UMATANAKAJ las autoridades indígenas, salvo en los mo-
UMATAWA, JANIW AMUYASKIT KUN- mentos en que afectaban el normal cumpli-
TIX ARUSK UKJ A (los borrachos son bo- miento de sus obligaciones. De manera que
rrachos, no se dan cuenta de lo que dicen). las denuncias no eran para generalizar, lo
Antes tendríamos que tomar en considera- cual no quiere decir que los grupos partici-
ción cuál era la realidad del proceso social pantes en las grandes ceremonias o fiestas
indígena bajo la sojuzgación impuesta por hayan sido renuentes al hábito de emborra-
el sistema colonial hispano. El control so- charse. La borraéhera pudo haber sido qui-
cial y toda distorsión de la misma naturale- zá para mitigar los sufrimientos que sopor-
za deben ser enfocados desde esa perspecti- taban los indígenas, especialmente los abu-
va: los indios fueron sometidos a la visión sos de la explotación minera.
de los conquistadores y fueron vistos sólo No debe extrañar que grupos o indivi-
por ese lado. De manera que el hábito de duos en estado de ebriedad hablasen en es-
beber como una cosa buena era convertido pañol; esto es una indicación del proceso
en otra mala, lo extremo. Esa variación tie- de aculturación lingüística. Como se sabe,
ne que ser relacionada con los eventos ce- cualquier idioma o lengua es dinámico; por
remoniales, en los cuales los extremos de la lo mismo, es natural que surgieran grupos
embriaguez se convertían en acciones anor- de ladinos en ese idioma . No sabemos cuá-
males del comportamiento social con el les hayan sido algunas de las expresiones o
abuso de la bebida o intoxicación (esto palabras españolas usadas por los indios
considerado como signo de barbarie) . Las ebrios para burlarse de los curiosos.
denuncias contra la borrachera, como Saig- Indudablemente, la mayor parte de las
nes señala, partían de las autoridades civiles bebidas estimulantes eran preparadas de
y eclesiásticas precisamente porque el hábi- maíz, especialmente para realzar las cere-
to de beber estaba estrechamente vinculado monias religiosas o sociales como parte de
con las prácticas ceremoniales autóctonas, la cohesión grupal y su vinculación con las
consideradas idolátricas y porque rompía divinidades tu telares. La chicha tuvo im-
los principios morales del comportamiento portancia durante el inkario como bebida
social. Es decir, el indio, al emborracharse, habitual en las obras públicas y en las gran-
perdía el control del comportamiento en su des ceremonias religiosas. Sin duda, como
comunidad y entre su familia y cometía hemos indicado, los extremos de la borra-
amancebamientos, incesto y otros actos chera eran controlados eficazmente. Des-
inmorales. Esta situación hay que contras- pués de la conquista, el hábito de beber be-
tarla con las normas practicadas en el inka- bidas estimulantes ya no tenía un control
rio, donde, según Guamán Poma, "no ha- estricto de acuerdo a las normas prehispá-
bía borrachos como ahora ; ahora lo perdo- nicas, sino que se basaba solamente en las
na , diciendo que fue borracho al matador" prohibiciones de las autoridades civiles y
(Guarnan Poma, Tomo I, Siglo XXI, 1980). eclesiásticas eón el afán de mantener a los
Esta referencia en alguna medida está co- indígenas dentro de las prácticas de la evan-
rroborada por el autor del artículo, lo cual gelización. Para ello, se emprendieron cam-
sin duda no tenía un alcance general. pañas de control contra las ceremonias
Desde luego, es muy difícil conocer los autóctonas, tratando de consolidar la prohi-

114 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

bición del consumo tradicional de la coca, Thierry Saignes me he interesado en revisar


considerada como "hoja diabólica". Sin algunos testimonios del siglo XVIII quo.:
duda, el consumo de la coc a alcanzaba ni- confirman la tesis presentada por este
veles considerables. Además, la coca estaba autor. Estos testimonios son principalmen-
asociada con las bebidas alcohólicas. te dos: el que da el historiador potosino
Con la introducción del vino al mundo Bartolomé Arzans y Yela,quien termina de
indígena , muchos indios se iban acostum- escribir su Historia de Potosí en 1736, y el
brando a beberlo con efectos negativos. de Concolorcorvo, en su obra Lazarillo de
A pesar de ello, la bebida preferida seguía Ciegos Caminantes, escrita en 1776 .
siendo la chicha, porque su preparación Al analizar estos testimonios me referiré
era conocida y se hacía en casa sin ma- a dos aspectos del trabajo presentado por
yores complicaciones. El vino, en cam- Saignes: a) al hecho de que los indios bo-
bio, sólo podía ser adquirido en el merca- rrachos se expresan en castellano, y b) a la
do. De modo que los indios que empeza- relación de la embriaguez con las prácticas
ron a beber vino, tuvieron que sentir el idolátricas.
peso de su costo, gastando todo su dinero Concolorcorvo no es muy explícito en
e incluso llegando a endeudarse . De esta ninguno de los dos puntos, pero en su capí-
manera, las consecuencias de beber el vino tulo XVII (pag. 3 72 de la edición de BAE)
de bieron afectar a muchos indios, especial- indica con referencia a lo primero que "to-
mente en Potosí. A pesar de la prohibición dos (los indios) se explican competente-
del consumo de la chicha, la mayoría de mente en nuestro idioma, pero lo más
los indios en Potosí tenían mayor acceso agraciado es que cuando el vulgo se embo-
a ella que al vino en cualquier evento. Por rracha, que es un día sí y otro también ,
su parte , los indios ladinos o principales hablan el castellano en sus juntas y conci-
tenían más posibilidades para comprar el liábulos". Por esta cita podemos constatar
vino e incluso de ser tolerados en su bo- que este rasgo, ampliamente documentado
rrachera. También hay que destacar que la por Saignes desde la conquista hasta 1650,
coca y las bebidas alcohólicas servían al era también válido para el siglo XVIII.
trabajador mitayo en la mina para sopor- Estamos ante el uso de una lengua ajena,
tar el duro trabajo que le tocaba realizar, lo que evidencia la sustitución del yo , to-
pero el exceso en el consumo de estimulan- mando el indígena, cuando está ebrio, la
tes también le ocasionaba serios problemas personalidad del "otro", de ese español a
con sus explotadores y sus familiares. Igual- .quien burlonamente imita. La agresividad
mente en el viaje a los indígenas no les fal- de palabra en que suele desembocar el esta-
taban bebidas alcohólicas para emborra- do etílico y que usa el idioma castellano,
charse, incluso a veces llegaban a morir en busca un interlocutor de esta lengua a quien
el camino. mostrar desinhibidamente su rechazo.
Sin duda, las fiestas nunca faltaron y El idioma propio, sea éste airnara o que-
donde había concentración de gente, ha- chua, fuera del uso cotidiano donde com-
bían bebidas alcohólicas para embriagarse. parte el campo con el español, se reserva
Los datos aportados por Thierry Saignes exclusivamente para perpetuar las propias
sobre las borracheras indígenas durante la tradiciones, sobre todo en lo tocante a los
colonia son un paso importante para seguir dioses y lo invisible . Concolorcorvo (cap .
dilucidando este fenómeno social combati- XVII, pag. 3 72) nos dice: "Es const ante
do por las autoridades civiles y eclesiásti- que los indios mantien en algunas idolatrías
cas porque, según éstas,, inducía a cometer de la tradición y que éstas se mantienen por
actos inmorales e iba en contra de sus inte- medio de su idioma en cuentos y cantares".
reses ideológicos, políticos y econ ómicos. Aquí estamos ante algo que no está desti-
nado al individuo hispano-parlante y es la
Teresa Gisbert transmisión del mito.
Apartado 609 La relación tradición-idolatría-borrache-
la Paz, Bolivia ra no se encamina hacia el discurso o el ha-
bla, sino hacia las expresiones de fiesta y
Después de haber leído el trabajo de ceremonia que la borrachera implica . De los

No. 1, Julio 1989 115


múltiples testimonios elegidos por Saignes, Saignes ,:'.1 su cuidadoso trabajo, el cual
conviene repasar la cita de Acosta que dice: ayuda a comprender mejor la sicología del
"apenas conservan ya nada de su antigua hombre andino.
idolatría fuera de la ocasión de estas solem- Antes de terminar este comentario quie-
nes borracheras y danzas". Arzans ( 1736) ro referirme al poco conocido libro Doctri-
no vacila en afirmar que el beber mucho en na Cristiana y Catecismo para Instruccion
los indios " rastro es de idolatría" (Tomo de los Indios .. . con un Confesionario ...
III , Lib. II, Cap. I, pag. 180, Rhode Island . Compuesta por Autoridad del Concilio Pro-
Providence, 1965). vincial que se celebró en la ciudad de los
Este autor menciona innumerables borra- Reyes . . . , publicado el año de 1584 en
cheras, todas de aguardiente y vino y una lengua castellana, quechua y aimara. Esta
sola de chicha, pero ésta -y no las otras- obra relaciona la borrachera con la idola-
está relacionada con el mundo sobrenatu- tría, dedicando al tema el Sermón XXIII de
ral. Al relatar el historiador potosino las ha- dieciocho páginas . En lo m ás saliente (pag.
zañas del padre Alvízuri, que tenía ribetes 143 y ss.) dice : "Agora beben cuantos
de santo, dice : "Este fue el que ahuyentó quieren, y así mueren y se acaban, especial-
los demonios que en la calle de la Chicha mente (por) aquella maldita Sora , que es
. . . (tomando cuerpos fantásticos) habita- fuego que abrasa ( . .. ) ¿Por qué pensais
ban visiblemente entre los indios ... " . Y que el diablo anda tan diligente en ordenar
añade: "la calle se continuó en ser infesta- borracheras y taquies? Porque en ellos pier-
da de aquellos infernales espíritus ... hasta de Jesucristo todo lo que gana con los pre-
que pasados algunos años se les aparecían dicadores ( ... ) Todos cuantos taquie s ha-
visiblemente a los indios en forma de otros ceis son sacrificios y cantares y ceremonias
tales y bailaban con ellos cuando en aque- antiguas del diablo. Todas cuantas borra-
llas tiendas de chichería tenían su borra- cheras juntáis son en memoria de vuestras
chera . .. " por lo que "comenzaron a nom- huacas, y de vuestros antepasados, eso me
brar este barrio Supay Calle". Según el cro- da que sea en casa del Cacique o en el cam-
nista , esto aconteció en Potosí el año 1681 po o en la plaza ( . . . ) sea al hacer nueva
(Tomo II , Lib. IX , Cap. XXXVII, pags. casa o al ir a las minas( . . . ) sea con vues-
304-305). tros parientes o andando en danza mayor,
Aquí tenemos un caso que relaciona la todo es superstición de vuestras huacas".
chicha con visiones, hecho usual si conside- Mayor claridad con referencia a la relación
ramos -co mo lo demuestra Saignes- que borrachera-idolatría no puede darse . Ad-
la chicha era reforzada con alucinógenos. viértase también la frase : "agora beben
Esto, al parecer, no fue totalmente conoci- cuanto quieren ", lo que nos induce a pen-
do por los españoles; así, Cobo, en su mi- sar que en tiempo de los incas la bebida es-
nuciosa descripción de las plantas, sólo cita taba restringida.
en forma explícita la maca. En resumen, el texto citado del siglo
En el relato de Arzans también entran XVI, más el episodio de Arzans, amplían la
otros elementos a considerarse, como el visión presentada por Saignes de borrache-
que los demonios estuvieran vestidos de ra-mundo invisible y gentilidad. Concolor-
indio e involucrados en una danza. Esta corvo confirma la validez del enfoque pro-
misma imagen la tenemos en el cuadro del puesto para el siglo XVIII. En el primer ca-
infierno existente en la Iglesia de Carabuco so estamos ante una embriaguez hermética ;
(a orillas del lago Titicaca), donde se repre- en el segundo, ante el "discurso etílico"
senta a los demonios bailando vestidos con que expresa sueños y ansias de una colecti-
"Uncu" (ver Gisbert-Arze-Cajías. Arte tex- vidad hacia el "otro", adoptando -en mi-
til y mundo andino, fig. 39, La Paz , 1987). mo- una personalidad ajena que permite
El lienzo fue mandado a pintar por el cura mostrar desembozadamente la burla y la
Arellano con el maestro López de los Ríos, protesta. Son actitudes distintas y paralelas
el año 1684. que coexisten, probablemente, hasta el día
Estos son los testimonios posteriores a de hoy , inmersas en la su bconciencia de la
1650 que refuerzan la tesis presentada por embriaguez.

116 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

quechuahablantes hablen en español cuan-


Penelope Harvey do están borrachos. En las primeras etapas
Institute of Latin American Studies de mi trabajo de campo sugerí a la familia
The University of Liverpool con la que vivía que podría necesitar un
P.O. Box 147 intérprete durante la celebración de Todos
Liverpool L69 JBX, Inglaterra Santos. Me dijeron que, al contrario, "cuan-
do los mistis se emborrachan hablan puro
Los antropólogos discuten sobre en qué quechua, nosotros puro castellano".
medida "cultura andina" constituye una El análisis que hace Saignes sobre el uso
significativa entidad cultural y muchos de del español por los quechuahablantes en los
ellos cuestionan también las aproximacio- siglos XVI y XVII sugiere que si bien por
nes que simplifican en demasía vínculos y una parte la gente estaba tratando de esta-
paralelos entre las prácticas culturales de blecer una relación con el obviamente po-
los siglos XVI y XVII con las de hoy. A la deroso Dios cristiano, al mismo tiempo se
luz de estos debates, los datos presentados burlaba de sus nuevos gobernantes españo-
por Th. Saignes en su estudio demuestran les. Tain bién manifiesta que este singular
una notable continuidad en el sistema de uso del idioma tenía lugar dentro del mar-
creencias en torno al beber y el emborra- co más general de un acercamiento a un es-
charse. pacio indígena sagrado y una evaluación
En la sociedad andina contemporánea, positiva de su pasado no hispano. Sugiero
el consumo de chicha, alcohol y cerveza que esta profunda ambigüedad que Saignes
está íntimamente ligado a una construcción describe sin detenerse mayormente en su
particular de identidad indígena basada en significado, es un rasgo esencial de la iden-
el forjamiento de vínculos con el poder sa- tidad andina y tan pertinente a la práctica
grado sobrenatural y con un pasado no his- cultural andina de hoy como lo fuera en los
pano. Comúnmente la gente concibe dos siglos XVI y XVII. El rasgo clave no es tan-
etapas posibles, y usualmente seguidas, en to que el pueblo andino tuviera que encon-
el beber. Al comienzo la gente bebe para trar un nuevo modo de dirigirse al poder
darse fuerzas, "para animarse". El motivo sobrenatural, aunque éste era el caso, sino
principal de las primeras etapas de la borra- más bien que el hecho de la conquista les
chera es crear una comunidad fortalecida exigía reevaluar la naturaleza del poder so-
por el establecimiento de relaciones con los brenatural.
poderes que la legitiman; es decir, con los Mis investigaciones acerca del comporta-
espíritus autóctonos que habitan el paisaje miento y habla contemporáneos durante la
andino. El acto de beber apunta más a es- borrachera en los Andes revelaron que la
tos poderes que a las deidades cristianas, y gente es muy consciente de que su indiani-
la Pachamama y los espíritus del cerro, dad es tanto su poder como no lo es. Cuan-
A wki o Apu, son atraídos a estos grupos de do están borrachos, sus afirmaciones de or-
bebedores al arrojarse la bebida a la tierra o gullo con una identidad propia y sus eva-
al salpicarla al aire. Si bien la creación de luaciones positivas del pasado incaico van
una comunidad fortalecida puede estar diri- emparejadas con comentarios explícitos
gida al comienzo hacia una tarea específica, acerca de los límites de una identidad indí-
como labores agrícolas, techado de una ca- gena cuya fuerza legitimadora es una fuen-
sa o pelea de una batalla ritual, la conclu- te de poder que, de un lado, es ex terna a la
sión deseada va más allá de la terminación comunidad y por su misma naturaleza im-
de la tarea en cuestión. La gente sigue be- predecible y fuera de control, y, de otro,
biendo para emborracharse. Esta segunda que fue derrotada por la fuerza superior
etapa de la borrachera idealmente implica del Estado español y el Dios cristiano. El
la pérdida del conocimiento y, como lo su- victorioso Estado hispanohablante, en tan-
giere Saignes, una asociación espiritual y to provee un canal de acceso a riquezas ma-
física con los muertos en una fusión tras- teriales y al poder del conocimiento lite-
cendental con lo sobrenatural. rario, es igualmente inaccesible. Además,
También es una característica de la prác- de muchas maneras, no es deseable por su
tica cultural andina contemporánea que los asociación con el status foráneo y un mun-

No . 1, Julio 1989 117


Estudios y D e b a t e s ' - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

do organizado en torno a relaciones imper- tiones importantes sobre la relación entre


sonales de producción que no respetan los bebida, violencia y género, que Saignes no
valores morales inscritos en el parentesco ha tratado y que es importante tener en
(Harvey 1987). cuenta, al menos porque estos temas pro-
Así, pues, hablar en español no es sim- blematizan la naturaleza integradora del be-
plemente para comunicarse con el Dios ber sin que esto implique un regreso a la
español y para burlarse al mismo tiempo de postura moralizadora de las posiciones ana-
los conquistadores españoles. El empleo del líticas ya mencionadas.
español no desdice el hecho de que la per- En tiempo de los Inkas estaba prohibido
sona en cuestión es también un quechu&- beber excepto como parte de celebraciones
hablante. En vez de simplemente ver lo que públicas, en tanto los españoles prohibie-
significa hablar en español, creo que se de- ron beber en público aunque lo toleraban
be considerar lo que significa ser bilingüe, en privado. Saignes señala que estos cam-
referirse simultáneamente a dos fuentes de bios eran parte de uno más grande de "las
identidad y quizás de este modo negociar el normas antiguas del control estatal que re-
dilema de la conquista. En el discurso bilin- quieren transparencia por parte de los suje-
güe, los aspectos positivos de ambas formas tos y los valores humanístico-cristianos que
de poder y/o historia pueden ser evocados separan las esferas públicas y privadas". Los
mientras que las implicaciones negativas efectos de tal cambio en las fronteras legíti-
son simultáneamente negadas. Hablar en es- mas de la influencia estatal también han
pañol no puede implicar el abuso ilegítimo sido discutidos por Silverblatt cuando se
del foráneo si el hablante invoca al mismo refiere a relaciones cambiantes de género :
tiempo su status indígena mediante el uso "El creciente alcoholismo que él (Gua-
del quechua. Asimismo, el uso del quechua rnan Poma) veía, la alta incidencia de golpi-
no implica ignorancia si se hace referencia zas a las esposas y la violencia personal en
a la habilidad de hablar en español y a po- general, eran manifestaciones del deterioro
der operar eficazmente en un contexto ur- de una cultura indígena alguna vez ordena-
bano moderno. Es en este sentido que tal da y humana .. . Las tensiones interperso-
vez podamos comprender mejor cómo la nales lamentadas por el cronista fueron ge-
gente combina la integridad de la resisten- neradas por las fuerzas coloniales que roían
cia con el reconocimiento de la derrota. el equilibrio tradicional de la sociedad andi-
Hablar hoy día en español y/o quechua na" (Silverblatt 1987: 145).
obviamente tiene un significado diferente La violencia entre los sexos, particular-
al de los primeros años de la época colonial. mente la violencia en estado de borrachera,
El bilingüismo ha tenido una larga y com- es otro campo de las relaciones sociales que
pleja historia política que necesariamente tiende a descartarse como resultado de pa-
afecta los significados que puedan tener las tología individual o como frustración co-
lenguas. No obstante, creo que la contrapo- lectiva. Sin embargo, tal como lo indica
sición de estos datos contemporáneos y los Saignes en su artículo, y como espero ha-
coloniales muestra no sólo la continua im- berlo resaltado en mis comentarios, estas
portancia de un idioma de conquista en la áreas de la vida social son vividas dentro de
sociedad andina de hoy, sino también su- los marcos de una compleja lógica cultural
giere una mayor comprensión de la práctica ·que es construida históricamente.
lingüística colonial. En la cultura occidental contemporánea,
Saignes se concentra en la función inte- la borrachera y en especial la violencia del
gradora del beber y muy acertadamente borracho generalmente son consideradas
destaca la necesidad de dejar atrás explica- una desviación, existente al margen de las
ciones que reducen las prácticas sociales ex- normas sociales y culturales en el ámbito
tremadamente complejas ya sea a patología de la psiquis individual. Sin embargo, este
individual o a escapismo colectivo. Además, tipo de comportamiento sigue teniendo
hace unas observaciones muy interesantes sentido para quienes como nosotros vivi-
acerca de las diferencias en las leyes para mos en estas culturas. Una de las maneras
beber durante el tiempo de los Inkas y en la en que tiene sentido es, por ejemplo, en
colonia. Estas observaciones plantean cues- términos de una lógica cultural de indivi-

118 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

dualismo extremo en que se cree que las nificativa contribución no sólo a nuestra
fuerzas restrictivas de la política y la socie- comprensión de las relaciones interétnicas
dad pueden trascenderse mediante la trans- durante el período colonial en Bolivia, sino
gresión (Cameron y Frazer 1987). también a nuestro aprendizaje de los mu-
Estudios detallados sobre prácticas so- chos y diversos significados y valores que se
ciales, incluyendo las prácticas discursivas asocian con beber y emborracharse en va-
y representativas, nos pueden ayudar a rias culturas andinas, tanto en el pasado co-
comprender dichas lógicas y así también mo en el presente. Su trabajo combina en
ayudarnos a comprender cómo las prácti- forma original la investigación erudita en
cas sociales particulares se reproducen a lo archivos que no han sido estudiados siste-
largo del tiempo. El análisis de los signifi- máticamente para este tema con anteriori-
cados de cualquier sistema particular, tal dad , integrándola con la pequeña pero cre-
como en este caso la borrachera andina y la ciente literatura que trata de este importan-
violencia de los borrachos, también nos da te tópico en otras regiones y agregando in-
una perspectiva comparativa mediante la terpretaciones imaginativas que iluminan
cual poner en tela de juicio descripciones nuestra comprensión en términos de lo que
naturalizadoras y normativas de las prácti- algunos podrían llamar "interacción simbó-
cas de Europa occidental. A este respecto, lica" y otros preferirían enfatizarlo como
datos históricos andinos más precisos sobre "economía política" ( en tanto distinto de
la articulación de borrachera, violencia y los estudios de desarrollo).
sexualidad serían invalorables. Las fuentes secundarias con las cuales
trata han sido discutidas con anterioridad
(Traducción de Sheila Campion) (Heath 1974, 1975, 1982). Sin embargo,
Saignes ha espigado información rica y re-
REFERENCIAS veladora en archivos y colecciones históri-
cas de Bolivia, Francia, Argentina, Perú y
CAMERON, Deborah and FRAZER, E!i- España, con la cual agrega detalles nuevos
zabeth. The Lust to Kili: A Feminist y penetrantes. Explotando creativamente
Investigation of Sexual Murder. Polity tales documentos, como lo hizo Taylor
Press. London, 1987. (1979) con referencia a México colonial,
él es capaz de hacer "que los muertos en-
HARVEY, Penelope. Language and the mudecidos digan lo indecible" (Heath
Power of History: The Discourse of 1980). Nunca es fácil descubrir detalles
Bilinguals in Ocongate, Southern Peru. acerca de conductas triviales tales como
1987. beber, especialmente cuando son practica-
das por campesinos en un contexto colo-
SILVERBLATT, Irene. Moon, Sun and nial y opresivo. Igualmente difícil es la
Witches: Gender Ideologies and Class in tarea de interpretar el significado in terno
Inca and Colonial Peru. 1987. (lo que algunos científicos sociales llaman
el punto de vista "emic") desde escritos
que han sido concebidos casi exclusivamen-
Dwight B. Heath te en términos de la perspectiva y los pre-
Department of Anthropology juicios de escritores foráneos o extranjeros.
Brown University En esto, Saignes sugiere analogías etnográ-
Providence, RI ficas imaginativas en una manera que es a
Estados Unidos la vez convincente y apropiadamente cauta.
Con respecto a sus propuestas, algunos
Jorge Hidalgo L. puntos específicos podrían requerir algu-
Facultad de Estudios Andinos nos comentarios, especialmente en vista de
Universidad de Tarapacá la posibilidad que alguien pudiera mal in-
Arica, Chile terpretar el tema como trivial o como si su
significado fuera obvio.
En su estudio en torno a "Borracheras La cohesión del grupo social es casi uni-
andinas ... ", T. Saignes ha hecho una sig- versalmente la primera función del consu-

No. 1, Julio 1989 119


Estudios .y Debates _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

mo de bebidas alcohólicas, y. vale la pena comendaciones como las señaladas más


destacar que este valor positivo casi siem- arriba con denuncias contra esos mismos
pre es más importante que cualquier pro- caciques por sus borracheras (ver : J .A.,
blema menor que pueda ocurrir en asocia- Leg. 40, p. 3, "Autos sobre el cacicazgo de
ción con beber (Heath 1989). La transfor- Tarata , 1748"; A.A., Leg. 3, p. 6, "Revisita
mación de las bebidas alcohólicas de bienes de llabaya, 1754"). La "ley seca", ayer
suntuarios en las culturas indígenas en me- como hoy , prueba su ineficacia frente a las
ras mercaderías en un contexto occidenta- exigencias de la vida social.
lizado a menudo ha alterado considerable- Otro paralelo interesante entre la situa-
mente el significado y los valores que están ción andina y la de otras partes del mundo
asociados con beber (Singer 1986 ; Colson es el relativo a beber los lunes. Todavía en
and Scudder 1988). los inicios de este siglo, trabajadores indus-
La idea de que el alcohol permite supe- triales en Estados Unidos y Gran Bretaña
rar las inhibiciones normales es muy con- tenían tan altos porcentajes de ausentismo
trovertida incluso hoy (Collins 1981 ; Room en ese día que la gente habitualmente bro-
and Collins 1983), aunque se reconoce cre- meaba acerca de "San Lunes" ("Holy Mon-
cientemente que los factores sociales y cul- day"), hábito que con las mismas connota-
turales son al menos tan importantes en es- ciones aún continúa vigente en partes de
ta conexión como lo son los factores bio- Chile. Es casi como si los trabajadores hu-
químicos y farmaneurológicos (MacAndrew bieran inventado la institución de los fines
and Edgerton 1969 ; Gottheil et al. J983 ; ( o comienzos) de semana libres antes de
Pernanen en prensa): Podemos suponer que que llegara a ser reconocida legalmente. Los
fue la presumida conexión entre borrache- días cambiaron tal como la legalidad del
ra, por una parte,y "pecado", "idolatría" y tiempo libre cambió.
"crimen", por la otra, la que explica los in- Saignes cita lo que él ve como una apa-
tentos de la Iglesia por eliminar el consumo rente contradicción en los escritos de Acos-
de alcohol en las ocasiones festivas de la ta, con respecto a si el emborracharse con-
vida indígena; seguramente por el mismo ducía a olvidar o a recordar. La paradoja
motivo una de las principales obligaciones desaparece cuando uno dirige la atención a
que el gobierno colonial impuso a los caci- qué es olvidado y qué es recordado. Desde
ques fue la supresión de bailes y borrache- el punto de vista foráneo ("etic"), son las
ras. En el compendio y sumario de los síno- normas cristianas (las cuales son extranje-
dos realizados en el Pero entre 1580 y J 5 98 ras, relativamente nuevas, contradictorias
se ·establece "que los rndios que hizieren en relación a los valores tradicionales) lo
borracheras y taquies bailes] y ofrecieren que es "olvidado" ( quizás " suspendido" o
sacrificios en honra de el demonio en los "dejado de lado" podría ser una terminolo-
tiempos de sembrar y cojer y en otros tiem- gía inás adecuada) y las normas "paganas"
pos q[uan]do por ellos se comunica algun (las cuales son indígenas y se acomodan a
neg[oci]o q[ue] les parece ymportante, la tradición) las que son "recordadas" (o
q[uan¡do lo tal acaeciere los dichos curas "activadas" o "dominantes"). Esta perspec-
de yn di]os hagan las ynformaciones y fe- tiva calza bien con el concepto de borrache-
chas las remitan a nos o a n[uest]ro Provi- ra como un "tiempo" o "licencia" (time-
ssort y en el entretanto los delinq[uent ]es out) (MacAndrew and Edgerton J 969),
este n] pressos aviendo bastante ynforma- cuando se otorga una suspensión temporal
ci~rn contra ellos" (J .C.B. , Codex Sp. 24, "de las reglas del juego", de modo que al-
Lima, ¿ 1604?). Contraviniendo el uso pre- gunas formas de conducta que son normal-
ferencial que el curaca o cacique prehispá- mente censuradas o inadmisibles pueden ser
nico hacía de la chicha en un contexto de expresadas (sujetas a la estipulación de
reciprocidad y redistribución, como desta- "ciertos límites", los cuales definen una lí-
ca Saignes, en tiempos coloniales el Estado nea entre lo que es un desvío socialmente
intentó por su intermedio, pero sin éxito permitido y los errores totalmente inacep-
suprimir bailes y borracheras, de modo taÍ tables). · Mediante la reconciliación y reu-
que en el siglo XVIII convivían rutinarias nión del grupo social, la borrachera puede
designaciones de caciques que repetían re- muy bien reactivar "la memoria colectiva".

120 Revista Andina, Año 7


__________________________ Saignes: Borracheras andinas

En esta conexión, no obstante, nosotros festar la preocupación pública sobre asun-


debemos reconocer· que la referencia a tos que no quieren decir o hace1 preguntas
" memoria colectiva" no implica la existen- embarazosas a las autoridades visitantes o
cia de algún místico vestigio de tradiciones en otros casos similares (Dennis 1975). Tie-
compartidas que son llevadas en los mate- ne razón también cuando hace notar la
riales genéticos de la DNA; más bien, es ''mayor fuerza" que confiere el beber. El
una figura del lenguaje que hace referencia etanol contiene siete calorías por gramo,
a las tradiciones locales, a patrones de cre- aparte del valor nutritivo de la chicha de
encias y conductas compartidas que han maíz o del vino. Similarmente, la ebriedad
sido aprendidas a través de un proceso de es ampliamente reconocida por personas
socialización durante la infancia de los in- legas en esta materia como un buen vehícu-
dividuos. lo para tener acceso al "otro", aun cuando,
Con respecto a la pregunta de por qué irónicamente, muy pocos estudios sistemá-
los indios ebrios hablaban en español, es ticos se han hecho sobre este medio de al-
desafortunado que no se nos entreguen más canzar realidades alternativas. Hace aproxi-
citas o paráfrasis de lo que se supone de- madamente tres cuartos de siglo, James
cían. En ausencia de esto, algunas interpre- ( 1912) escribió sobre la ebriedad como uno
taciones alternativas permanecen in tranqui- de los importantes medios místicos para
lizantemente abiertas. ¿Estaban los indios obtener "variedades de experiencias religio-
quizás hablando sólo una jerigonza, sílabas sas". Más recientemente, Jellinek ( 1977 :
sin sentido que pueden haber sido una apro- 858) dijo brevemente que " la bebida puede
ximación al sistema fonético español? Tales ser un tipo de camino corto para alcanzar
juegos lingüísticos se presentan a veces con una vida superior, el logro de un alto estado
fines contrastantes: ya sea en un débil in- sin un esfuerzo emocional e intelectual".
tento de imitar (y en consecuencia aproxi- Desafortunadamente, aun cuando muchos
marse en status) al grupo dominante o bien autores han escrito elocuentemente acerca
con una intención sutilmente enmascarada de sus experiencias con varias otras drogas,
de burla ( despreciando al grupo dominante, la aproximación fenomenológica al alcohol
que aparece siempre "hablando tonterías") . y sus formas de intoxicación permanece
Sin mayor penetración psicológica es impo- aún sin desarrollo. Sin embargo, no cabe
sible estimar si tal dinámica interétnica es- duda, como Saignes destaca, que el alcohol
taba en juego. Sin embargo, la naturaleza jugó un papel central en los rituales andi-
de las danzas en los carnavales y varias otras nos y que, mezclado con alucinógenos, fue
ocasiones similares de inversión ritual del parte del camino hacia experiencias místi-
status social sugieren que futuros estudios cas andinas y un componente de los movi-
podrían ser provechosamente orientados a mientos mesiánicos.
cotejar tal posibilidad. Otra alternativa de Es lamentable que la abundante literatu-
interpretación es que los indios estaban ra sobre el beber y sus resultados tienda a
usando alguna suerte de código lingüístico, enfatizar la intoxicación, sin mencionar la
jerga o "lenguaje secreto" de conocimiento nutrición. El hecho que la chicha sea un
popular (tal como el pig-latin, cockney, importante componente de la dieta diaria
coa, etc.). de muchos andinos (Steinkraus 1979) en
Saignes hace bien al vincular el consumo ningún modo altera los interesantes y pro-
de alcohol con la posibilidad de expresarse vocativos temas destacados en el estudio
sin temor a represalias críticas sociales y de Saignes, pero es un factor central que
políticas. Tristan P!att ( 197 5) vinculó el rol merece ser considerado por todos aquellos
del humor andino con el papel del bufón que están interesados en evaluar el papel de
en la corte real, a quien le era permitido de- la bebida en su completo contexto socio-
cir en broma lo que nadie se atrevía a decir cultural.
al gobernante. Un ejemplo contemporáneo Más allá del escenario local hay conside-
que ha sido adecuadamente descrito y ana- raciones inte¡nacionales. Este estudio de
lizado es en un pueblo Zapoteca en el sur caso ilumina muy efectivamente el hecho
de México, donde los aldeanos están com- que los controles y regulaciones legales de
placidos con haber bebido antes de mani- bebidas alcohólicas tienden a ser inefectivos

. No. 1, Julio 1989 121


al menos que estén integralmente incluidos rica Latina, 20, 2: 99-111. Buenos Aires,
en un contexto religioso. Esto merece ser 1974.
mencionado cuando la Organización Mun- "A Critica! Review of Ethnographic Stu-
dial de la Salud y varios gobiernos naciona- dies of Alcohol Use ". In : R.J. Gibbins,
les a través del mundo están intentando li- Y. Israel, H. Kalant, R. Popham, W.
mitar crecientemente el acceso al alcohol Schmidt, y R. Smart (eds.), Research
(aumentando los impuestos, subiendo los Advances in Alcohol and Drug Problems
precios, cortando las horas de venta y otras (vol. 2). John Wiley and Sons. New
medidas restrictivas), en vez de dirigirse a York, 1975, pp. l-92.
las normas culturales y valores nativos que
controlan el beber y la ebriedad. Una vez
más, la experiencia histórica de un área pe- "The dead who were mute speak the
riférica tiene clara e inmediata relevancia unspeakable : Ethnohistory in action" ,
en las políticas que se deben trazar en el Reviews in Anthropology, 7, 1: 54-57.
futuro. Westport, 1980.
Este caso es también una ilustración de "Factores históricos y culturales que in-
un importante hecho que es ignorado por fluyen en la disponibilidad y el consumo
esos ultraconservadores que quisieran im- de alcohol en América Latina". In : Ins-
poner sus estrechos puntos de vista morales titute of Medicine, Enfoques legislativos
a otros, hoy día como en los tiempos colo- para la prevención de los problemas rela-
niales. Beber y emborracharse no son nece- cionados con el alcohol. National Aca-
sariamente dañinos al individuo, a su fami- demy Press. Washington, [publicado si-
lia o a la sociedad en su conjunto. El cam- multáneamente en inglés], 1982, pp.
po y la naturaleza de los "problemas relati- 123-180.
vos al alcohol" se vinculan más con los sig-
nificados culturales y el contexto en que el "Anthropological and Sociocultural Pers-
alcohol es usado que con la cantidad que es pectives on Alcohol as a Reinforcer".
consumida. In: W.M . Cox (ed .), Why People Drink:
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turales del alcohol en América Latina", PERNANEN, Kai. Alcohol and Aggression.
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122 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

PLATT, Tristan. "Reseña de: Gabriel Mar- ciar mi comentario sustentando una de las
tínez, Humor y sacralidad en el mundo tesis principales del trabajo de Thierry Saig-
andino", Revista Chungara, 5. Arica, nes. En efecto, pienso, como Saignes, que
1975. la embriaguez en los Andes coloniales no se
reduce, como lo expresaron otros autores,
ROOM, Robin y COLLINS, Gary (eds.) . a un acto escapista de parte de los indíge-
Alcohol and Disinhibition: Nature and nas, ni a una conducta autodestructora ni
Meaning of the Link. National Institute tampoco a un acto compensatorio a la mi-
on Alcohol Abuse and Alcoholism Re- seria u opresión, sino que por el contrario
search Monograph 12. Rockville, 1983 . la embriaguez en tiempos coloniales fue
SINGER, Merrill. "Toward a Political-Eco- una forma de expresar descontento y sub-
nomy of Alcoholism: The Missing Link versión, más sutil quizás que las formas
in the Anthropology of Drinking", So- abiertas de revuelta. Así lo prueban el con-
cial Science and Medicine, 23: 113-13 O. tenido de los discursos etílicos de los indí-
New York, 1986 . genas como también el contenido de las
visiones indígenas coloniales resultado del
STEINKRAUS, Keith H. "Nutritionally consumo de bebidas alcohólicas y su bstan-
Significant lndigenous F oods involving cias alucinógenas.
an Alcoholic Fermentation". In: C. Gas- Saignes centra gran parte de su análisis
tineau, W. Darby, y T. Turner (eds.), en la trilogía ocio-borracheras-idolatría que
Fermented Food Beverages in Nutrition. está vigente a lo largo de toda la época co-
Academic Press. New York, 1979, pp. lonial. Quisiera discutir aquí dos aspectos
36-57. de esta ·trilogía.
TA YLOR, William B. Drinking, Homicide, Me parece de vital importancia analizar
and Rebellion in Colonial Mexican Vi- la asociación que existe en el mundo andi-
Uages. Stanford University Press. Stan- no, y quizás debiera decir en el mundo sim-
ford, 1979. plemente, entre fuerza y alcohol. Se toma
para adquirir fuerzas antes del trabajo, y
SIGLAS esto no sólo, como lo expresa el autor,en
tiempos coloniales en las minas de Potosí,
AA: Archivo Nacional de Chile, Judicial sino también actualmente en las de Huan-
de Arica, Administrativos. cavelica, así como también antes de sem-
JA: Archivo Nacional de Chile, Judicial brar y cosechar en el campo. Nos pregun-
de Arica. tamos entonces si esta relación tiene fun-
JCB: John Carter Brown Library (Provi- damentos reales en un conocimiento del
dence R.I., EUA) . aporte energético ( calorías) del alcohol
como un excitante que da fuerzas para el
trabajo, y si es así cuáles son sus ventajas
Carmen Solazar-Soler o desventajas con respecto a otros estimu-
7 rue Chaudron lantes como, por ejemplo, la coca. ¿Es el
75010Paris alcohol o la coca el que da más fuerzas pa-
ra el trabajo? ¿O es la mezcla de los dos?
"El trabajo manual es sin duda de todas No olvidemos, de otra parte, que trago y
las OCUf?OCiones del hombre, aquella que coca preceden el trabajo colectivo en las
lleva mas directamente a la reflexión, y por zonas rurales andinas y acompañan los prin-
lo tanto a la bebida. Miren la historia de las cipales rituales. Fuerza se llama la bebida
ideas. El alcohol hace hablar. Es la espiri- que actualmente ofrecen los campesinos
tualidad llevada hasta la demencia de la ló- ecuatorianos a los vecinos, parientes y ami-
gica, es la razón que trata de comprender gos que colaboran con ellos en los trabajos
hasta la locura por qué esta sociedad, por colectivos agrícolas. Voluntad se llama en-
qué este reino de injusticia- y que conclu- tre los campesinos del Perú Central. Habría
ye siempre en desesperación . .. "
que pensa1 que esta asociación tiene que
Esta cita del libro de Marguerite Duras, ver también con una noción de la colecti-
La Vida Material ( 1987), me sirve para ini- vidad como fuerza. El alcohol da fuerzas

No. 1, Julio 1989 123


Estudios y Debates_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

porque es ingerido en colectividad para rea- el consumo de chicha y alucinógenos van a


lizar trabajos comunes, es fuerza porque ser consideradas como un tipo de locura. Y
está ligado a rituales y reuniones en donde lo que es peor, estás borracheras "beber
el grupo se reproduce como tal. hasta caer" son una búsqueda deliberada de
Por otra parte, esta asociación entre la locura. El análisis del enfrentamiento en-
fuena y alcohol lleva a reflexionar sobre la tre el racionalismo tomista -que guiaba a los
concepción andina del cuerpo. Conocemos evangelizadores y la embriaguez alucinato-
muy poco sobre ello, no existen trabajos ria de los indígenas coloniales nos puede
que den cuenta de esta -concepción en tiem- enseñar mucho sobre la concepción de la
pos coloniales ni actuales. Efectivamente, locura en el pensamiento occidental (Ber-
es necesario ver, por ejemplo, como conce- nand y Gruzinski 1988).
bían y conciben los hombres andinos la cir- A estos aspectos inquietantes de la em-
culación de líquidos en el cuerpo. Basta se- briaguez se agrega otro, el más peligroso a
ñalar, para medir la importancia de este ti- la vista de los evangelizadores: la dimensión
po de investigaciones, que los curanderos social de las borracheras. Aspecto esencial
andinos actuales dicen " que la orina .de un para entender la importancia subversiva de
hombre sano es el trago del cuerpo". las borracheras durante la época colonial.
El segundo aspecto que discutiré es el de De manera explícita, los textos señalan que
la asociación borracheras-idolatrías: Saignes la idolatría se enraíza en las "juntas" que
analiza esta asociación sin poner, sin embar- acompañan toda actividad necesaria y ba-
go, mucho énfasis en uno de los actores nal: siembra, cosecha, nacimientos, funera-
principales de esta asociación : nos referi- les, inauguración de casas . . . (Bernand y
mos a los evangelizadores y a la Iglesia en Gruzinski 1988). Esa sociabilidad exacerba-
general. El analizar la actitud de la Iglesia da hasta la inconciencia por el alcohol, has-
frente a las borracheras no sólo nos permite ta la disolución misma de los lazos sociales
ver cómo fueron reprimidas por los evange- que fundan la sociedad, hasta la subversión
lizadores, sino examinar las ambigüedades contra el orden colectivo, es para los extir-
de las medidas, la política de " colonización padores la causa de las idolatrías.y -el mayor
del imaginario indígena" llevada a cabo por peligro para el orden colonial. Por eso pro-
la Iglesia · católica, así como también las hibieron todas las borracheras públicas, pe-
consecuencias que se desprenden de ella. ro no las privadas. Trataron de romper esta
La documentación eclesiástica del siglo solidaridad y de reemplazarla por nuevas
XVII, y pienso concretamente, por haber fidelidades- a través de la creación de espa-
trabajado con ellas, en las Cartas Anuas de cios diferentes de socialización . como las
los Jesuitas, da cuenta de un hecho intere- cofradías; sólo que al hacerlo crearon, sin
sante para nuestra discusión sobre las bo- proponérselo, nuevos espacios y nuevas
rracheras : los indios tienen visiones después oportunidades para beber.
de haberse emborrachado o haber ingerido La documentación de los jesuitas, que
substancias alucinógenas. Ancestros, anti- he revisado en los Archivos romanos, da la
guos dioses y muertos se les aparecen a los razón a Saignes sobre el proceso de demo-
indígenas del siglo XVII para invitarlos a cratización del consumo de alcohol durante
rebelarse contra el poder español, a resistir la colonia y sobre las nuevas oportunidades
a la ev~ngelización y, en general, a rechazar para beber creadas inintencionalmente por
a los españoles. La Iglesia; además de con- las cofradías.
denar estas visiones como demoníacas, va a Cabe destacar también la política ambi-
mostrar desde los inicios de su política un gua de la Iglesia -respecto al consumo del al-
rechazo contra las borracheras y el consu- cohol y de substancias alucinógenas. El re-
mo de alucinógenos. No sólo porque son la conocimiento de las propiedades medicina-
causa de toda idolatría, sino también por- les de estas plantas por parte de la Iglesia
que va a mirar con horror los delirios y la hizo que la frontera entre la eficacia na-
pérdida de juicio que acompañan las borra- tural y la perversión diabólica. pudiera ser
cheras y el consumo de alucinógenos. En en la práctica fácilmente transgredida por
esta nueva geografía del imaginario que des- consumidores "mal informados" o "curio-
pliega la Iglesia, las visiones producidas por sos" y esto quizás no sólo en los medios in-

124 Revista Andina, Año 7


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

dígenas (Bernand y Gruzinski 1988). Que- del discurso etílico es de vital importancia
da por analizar la participación de españo- en el estudio de las "borracheras" colonia-
les no sólo en la venta de bebidas alcohóli- les y en las actuales. V ale preguntarse si el
cas, sino también en su consumo. discurso etílico aparece, ayer como hoy, en
Finalmente quisiera consagrar las últimas los Andes y en Europa, como una doble
líneas del comentario a la pregunta de T. protesta, contra la opresión social (además
Saignes de por qué los indios ebrios hablan de colonial para el caso que nos ocupa) y
en español. La pregunta, así como la re- contra los límites de la condición humana,
flexión en torno a ella, me parece uno de pues expresa sueños y ansias de una colec-
los principales aportes del autor al estudio tividad hacia el otro y de una búsqueda del
de las borracheras en el mundo andino, pues conocimiento y de. la verdad.
ilustra otra dimensión del carácter su bver- Lamentamos que las descripciones de
sivo de la embriaguez en tiempos colonia- los jesuitas sobre las visiones que los indios
les. Pienso que el hablar en español de los tenían en sus borracheras no especifiquen
indios ebrios cumple el mismo propósito si el mensaje que los antepasados transmi-
en cuanto a apropiación del poder de los tían a los indios era en quechua o en espa-
vencedores que las visiones que las Cartas ñol. Un análisis de los discursos de "borra-
Anuas de los jesuitas nos cuentan tenían chos andinos actuales" sería interesante a
los indios a fines del siglo XVII ya no con fines comparativos.
Illapa, la antigua divinidad prehispánica, si- Quedan muchos temas por discutir de
no con Santiago, el vencedor de los dioses este interesante artículo, pero por proble-
nativos en la conquista. Hablar en español, mas de espacio no es posible hacerlo aquí.
como tener visiones con Santiago, era una Sólo resta decir que el estudio de T. Saignes
forma de apropiarse del poder del vencedor constituye un valioso aporte a la historia
y de participar de él. Aunque esto traduz- social colonial andina, así como también
ca, como dice Saignes, la impotencia real a la antropología, ya que el problema de
de tomar las armas para echar de esta tierra las borracheras sigue vigente hoy, no sólo
a los españoles. Las burlas y escarnios pue- en su dimensión de consumo de alcohol en
den ser interpretados como un reto para las zonas rurales andinas, sino también en
competir con el invasor sobre el dominio cuanto a las campañas de extirpación de
de nuevos registros del conocimiento y de este "vicio", esta vez ya no tanto a cargo
la lengua. de la Iglesia católica, sino más bien del lado
"Se toma porque se quiere alcanzar la de las sectas protestantes instaladas en los
palabra, el conocimiento, para poder desco- Andes.
dificar el saber y los secretos profesionales
de los patrones, para que los obreros pue-
dan derrotar a los dominadores, para alcan- REFERENCIAS
zar la verdad, y a Dios", con estas palabras
explica un cargador del puerto francés de BERNAND, Carmen y GRUZINSKI, Serge.
Le Havre a J .P. Castelain (1989) sus tazo- De l'idolatrie. Une archéologie des scien-
nes para beber. Pero al mismo tiempo seña- ces religieuses. Seuil. París, 1988.
la que para alcanzar la palabra hay que de- CASTELAIN, Jean Pierre. Manieres de vi-
jar de tomar. Esta complicada relación de
búsqueda y rechazo entre alcohol y verbo vre, manieres de boire. Alcool et sociabi-
lité sur le p_ort. Editions Imago. Paris,
que aparece en el discurso del cargador por-
tuario del siglo XX, sugiere al igual que el 1989.
trabajo de Saignes (y esto pese a la diferen- DURAS, Marguerite. La vie matérielle.
cia de épocas y de contexto) que el análisis P.O.L. Paris, 1987.

No. 1, Julio 1989 125


RESPUESTA
quiere enfocar legítimamente como efecto
Thierry Saignes de "lógicas culturales complejas histórica-
15, ruedes Abbesses mente construidas". Concuerdo en que el
75018 París, Francia enfocar la ebriedad como práctica social de
la transgresión lleva a plantear las relacio-
Estoy muy agradecido a los comenta- nes de una cultura con sus límites.
ristas por prolongar, mediante sus sustan- Un punto de debate concierne a las dos
ciosos aportes, esta reflexión previa y ten- etapas recorridas en el acto de tomar. En la
tativa sobre los varios sentidos de la ebrie- primera, según P. Harvey, se transmite ener-
dad en el mundo andino. El cotejo de los gía a la comunidad y se hacen propicios los
testimonios emitidos por los sínodos y con- "espíritus autóctonos" mediante libaciones
cilios provinciales, los cronistas del siglo de trago echadas al aire o al suelo (su efec-
XVIII, los pobladores bilingües actuales de to anímico correspondería al término que-
Ocongate o el cargador de un puerto fran- chua de cenca: "calentarse"). El segundo
cés revela una actitud quizás universal ( ¿un grado consistiría en seguir tomando hasta
invariante?) del espíritu humano frente al "caer muerto": es el hatun machay, voca-
alcohol. Con D. Heath y J. Hidalgo pode- blo que remite a la metáfora del regadío
mos deplorar el poco interés de los estudio- (no olvidemos otro derivado, machhay:
sos por la "aproximación fenomenológica " "cueva para dormir" , que abriga a las mo-
al alcohol: "experiencia mística", ideal de mias). Ahora cuesta determinar si todas las
"vida superior", "alcanzar la palabra, el co- "juntas" colectivas se dirigen necesariamen-
nocimiento . . . la verdad y a Dios" , los dis- te (como en fiestas funerarias) a tal extre-
cursos confirman este paradójico y dramá- mo : parece que en otras partes, como entre
tico anhelo de superar la "vida breve" me- los campesinos de la provincia de Cañar,
diante la disolución temporaria del yo. Ecuador, la pérdida de conocimiento pro-
En mi respuesta no iré por esta vía gene- vocaba una serie de enfermedades (en rela-
ralista, sino que consideraré los distintos ción con la pérdida del alma) e incluso la
puntos inconclusos, litigiosos o no resuel- muerte (como lo muestra C. Bernand en un
tos de mi acercamiento dentro de las pecu- trabajo reciente, 1986: 23).
liaridades de una cultura específica, la que Se podría encontrar elementos de res-
se elaboró en el centro-sur andino de los puesta en el alto número de ocurrencias e
siglos XVI y XVII a partir de los elementos imágenes concretas usadas en aymara y
puquina, aymara y quechua, y en contrapo- quechua (con la diferencia cuantitativa ya
sición con las presiones occidentales. señalada entre ambos idiomas) para expre-
Entre otros temas señalados, me parecen sar el acto de tomar hasta las últimas con-
constituir ricas pistas de estudio las relacio- secuencias. Mis breves e insuficientes acota-
nes entre vino y chicha encaradas por R. ciones en base a los antiguos diccionarios
Choque en su dimensión mercantil (convie- deberían "animar" a un lingüista a analizar
ne insistir en el éxito masivo del vino en el las construcciones léxicas y evidenciar la
mundo indígena del siglo XVII), las visio- amplia gama de valoraciones invertidas en
nes alucinatorias provocadas por el alcohol la borrachera. Como lo decía en la conclu-
(y su relación con el "diablo", como surgió sión y como lo subraya C. Salazar-Soler,
en su versión callejera potosina y lo recuer- aquéllas remiten a una teoría indígena de la
da a propósito T. Gisbert) o sustancias psi- circulación de los líquidos, así como a una
cotropas reveladas en los informes jesuitas secuencia muy estrecha entre muertos-lí-
por C. Salazar-Soler o la violencia intra- quidos-fecundación. Debemos también exa-
conyugal (en doble sentido: es famosa la minar aquí cómo se articulan estas creen-
fuerza de la mujer aymara) apuntada ya cias en cada contexto local y regional.
por Matienzo o Cárdenas y que P. Harvey Otra dimensión relacionada con la ante-

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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Saignes: Borracheras andinas

rior, que descubrí al leer recientemente la tanto el uso del castellano como el bilin-
tesis de T om A bercrom bie en el acápite lla- güismo. Y acierta al examinar la ambivalen-
mado "libaciones y los caminos de la me- cia de una "indianidad que a la vez es y no
moria" ( 1986: 161-190), toca a la jerarquía es su poder". De tal modo que mediante el
establecida entre los líquidos, la misma que discurso bilingüe y su reconocimiento de
refleja la de las potencias sobrenaturales las dos formas (autóctonas y occidentales)
invocadas: el alcohol destilado (puro o di- del poder, el nativo centro-sur andino del
luido: su preparación en máquinas tiene siglo XVII, así como su actual descendien-
algo "diabólico") se usa para propiciar a te, puede " negociar el dilema de la conquis-
los dioses subterráneos y el fermentado (es ta". Me parece muy fecunda la llave que
decir, objeto de una transformación "cultu- no¡¡ da P. Harvey para, según su feliz expre-
ral", como la chicha) es reservado a los dio- sión, "entender cómo la gente combina la
ses celestiales. Aparece también el comple- integridad de la resistencia con el conoci-
jo simbolismo invertido en la vajilla desti- miento de su derrota". Mi experiencia per-
nada a la bebida. Este sutil análisis nos obli- sonal sobre la ebriedad en el mundo ayma-
ga a investigar más sobre los desplazamien- ra (en las fiestas vallunas al este del Titica-
tos operados en la época colonial entre chi- ca, unos campesinos ebrios lloraron en mi
cha, vino y aguardiente, así como sobre su hombro diciéndome : "somos indios de
uso gradual combinado según las celebra- mierda, no hay salida . . . ") me llevaba a
ciones rituales y profanas. encararla más como producto de la aliena-
En cuanto a la "aparente contradicción", ción colonial tal cual la define H. F avre que
inducida por la embriaguez, entre olvido y del lado de mi comentarista sobre el "po-
memoria, D. Heath y J. Hidalgo sugieren der de la autoctonía". Encuentro sugestiva
superarla contrastando sus objetos: el olvi- también la otra cara de sus encuestas acerca
do (temporario) concierne a "las normas del uso del quechua por los mistis ebrios:
cristianas"; el recuerdo, a las " paganas". ¿corresponde meramente al revés del pro-
Acosta acreditaría seguramente esta expli- yecto indígena o cobra nuevos sentidos?
cación (aunque se refiere a P!inio, quien no Como podemos ver, queda mucho por
debía inquirir en este dilema de la evange- dilucidar en este tema infinito de la "borra-
lización), pero debemos cuidamos de no chera". En cuanto a la plenitud existencial
aplicarla tal cual a la práctica real. Si a par- ("emic") del derrotero inconcluso para
tir de cierto estado de ebriedad un locutor siempre de la embriaguez, remitiré a la sa-
aymara o quechua se pone a hablar en cas- bia tautología aymara: "los borrrachos son
tellano, es que tarde o temprano no puede borrachos" y al final del cuento "Soy el
contener más el hecho esencial de su situa- rey", del novelista peruano Alfredo Bryce
ción existencial como legado de la Conquis- Echenique.
ta : el dominio europeo sinónimo de "doc-
trina" fonada . . .
De tal modo que vamos a la pregunta
crucial, "intranquilizantemente abierta" REFERENCIAS
como lo advierten Heath/Hidalgo, la del
habla. La interpretación por la doble vía ABERCROMBIE, Thomas. The Politics of
del acercamiento a la potencia cristiana Sacrifice: an Aymara Cosmology in Ac-
("apoderarse del poder del vencedor" dice tion. Ph.D. dissertation. Chicago, 1986.
C. Salazar-Soler al apuntar justamente a la
convergencia entre el discurso etílico y las BERNAND, Carmen. "De la rébellion a la
visiones con Santiago que se multiplican a pathologie : ébauche d'un anthropologie
fines del siglo XVII) y de la sátira social de de la boisson", Antropología Medica, 2:
los amos peninsulares queda insuficiente. 19-25. Trieste, 1986.
Penelope Harvey propone una explica- NAHOUM-GRAPPE, Véronique. "Ivresse",
ción mucho más satisfactoria a esta con- La vigne et le vin, La Manufacture et la
ducta " ambigua", planteándola en térmi- Cité des ~ci...nces et de !'industrie, 3 23-
nos de identidad : el hecho esencial no es 330. 1988.

No. 1, Julio 1989 127

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