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Siempre que no observemos signos de infección (como hinchazón con pus o fiebre), los casos leves
de uña encarnada pueden tratarse en casa desinfectando la uña afectada con agua oxigenada o
povidona yodada y sumergiéndola en agua tibia con sal durante quince minutos entre tres y cuatro
veces al día.
El resto del tiempo, hay que intentar mantener el pie o la mano seco y lo más limpio posible para
evitar la proliferación de bacterias, así como usar calzado amplio y cómodo, que no presione los
dedos y uñas. Si la época lo permite, puede ser recomendable usar sandalias.
No obstante, lo mejor es acudir al podólogo desde el principio para evitar que se agrave y que
necesite de tratamientos más agresivos.
En caso de que la uña no mejore en dos o tres días, si hay mucho dolor o percibimos signos de
infección, debe consultarse al médico. Esto es importante, ya que podemos evitar que se agrave,
infecte o provoque problemas al caminar.