EDUARDO PALLARES

G0Í08

DERECHO I
PROCESAL CIVIL
QUINTA EDICIÓN
EDITORIAL PORRÜA, S. A.
AV. REPÚBLICA ARGENTINA, 15
MÉXICO, 197

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CIVIL
Alcanzado, en muchos casos, es una falsedad evidente. Por esto, s
de opinión que no se le niegue esa facultad, pero no para producir
una nueva prueba, sino para asesorarse con la opinión de hombres
sabios, ya que el derecho no está sujeto a prueba por regla general. 2
Prueba de Inspección Judicial
Esta prueba tiene además de ese nombre, el de inspección ocular,
Algunos la nombran vista de ojos, pero hay en esta frase un pleo-
nasmo inaceptable. También se le puede designar con el nombre de
reconocimiento judicial.
Jaime Guasp sostiene que todas las pruebas presuponen dicho
reconocimiento porque ninguna de ellas se lleva a cabo sin que el juez
examine o reconozca aquello en que consiste la prueba. Rechazo este
punto de vista porque, si bien en las demás .pruebas la actividad del
juez ha de dirigirse a conocerlas y a analizarlas, lo propio de la ins-
pección judicial es que se reduce o limita a sólo el reconocimiento de
la cosa litigiosa hecho por el juez. En las otras pruebas, además,
del examen que él hace de las pruebas de que se trate, según
su naturaleza específica, el medio de prueba consiste en cosa diversa
del reconocimiento. Por ejemplo, en la prueba documental radica
en el documento, en la testimonial en las declaraciones de los testi-
gos, y así sucesivamente. Esto explica que tanto la tradición jurídica,
como la ley y la doctrina distinguen la inspección judicial de las demás
pruebas.
Rigen respecto de ella los siguientes principios:
1. Pueden ser materia de la inspección las cosas materiales,
muebles o inmuebles. No hay razón alguna para excluir a los primeros
como afirma el mencionado jurisconsulto.
2. También los seres humanos, sea en su cuerpo, en sus funciones
biológicas o en sus actividades síquicas, caen bajo el dominio de ella.
3. La inspección de las personas, tiene, sin embargo, Un límite que
consiste en respetar su integridad física, su libertad y dignidad
personal, y en evitar que sufran algún daño.
4. La prueba se ofrece especificando los puntos sobre los que
deba recaer (art. 297).
5. Para que se produzca Agudamente, es indispensable que las
partes sean notificadas con la oportunidad debida, del lugar, el día y
la hora en que va a llevarse a cabo. Faltando esa oportunidad, se
les impide prepararse para hacer valer sus derechos asesoradas por
los peritos en la materia.
LA DOCTRINA DE LA PRUEBA
6. Con frecuencia se combina la inspección con la
investigación a testigos y la pericial, en cuyo caso es
necesario cumplir con mas relativas a estas últimas.
7. Aunque las partes y sus abogados tienen derecho de asistir a la
rendición de la prueba, si no lo hacen, no por ello se suspenda la
inspección ni puede atacarse su validez si la notificación se ha hecho
legalmente.
8. En el acto de la inspección, las partes y sus abogados pueden
hacer las observaciones que estimen pertinentes y deben hacerse constar
en el acta que se levante al final de la diligencia. La ley ordena
que el acta se firme por las personas que concurran a la inspección (art.
355), pero si se niegan a hacerlo, no por eso la prueba deja de ser
válida.
9. El art. 355 ordena que no es necesario asentar en el acta las
observaciones que hagan las partes, ni las declaraciones de los testigos
y peritos, cuando el juez está obligado a dictar sentencia definitiva en el
acto de la inspección, porque entonces bastará "con que se haga
referencia a las observaciones que hayan provocado la Convicción". Esta
taxativa es perjudicial al derecho de las partes porque impide que haya
una constancia en que se asienten las observaciones de aquél y de las
declaraciones de los testigos, y conclusiones que hayan formulado los
peritos. Además, presenta el grave inconveniente de que, cuando el
fallo es apelado, el tribunal superior sólo conoce los resultados de la
inspección por lo que el juez afirma, y no los puntos de vista de los
interesados, ni las declaraciones de los testigos y observaciones de
peritos.
10. Cuando la inspección judicial recae sobre las partes y éstas se
niegan a sufrirla, no pueden ser compelidas para vencer su resistencia.
En tal caso, rige el art. 287 ya examinado anteriormente y según el
cual, la negativa produce el efecto de "tener por ciertas las afirmaciones
de la contraparte, salvo prueba en contrario".
11. Los terceros que no litigan también pueden ser sometidos n
inspección judicial, y respecto de ellos la ley es más severa que le
es con las partes. En efecto, el art. 288, dice: "Los tribunales tienen la
facultad y el deber de compeler a los terceros, por los apremio 1 más
eficaces, para que cumplan con esta obligación (la de prestar auxilio
a los tribunales en la averiguación de la verdad); y en casi de
oposición, oirán las razones en que la funden y resolverán sin ulterior
recurso". Este precepto es contrario al art. 5 constitucional porque
no está comprendido en los servicios públicos obligatorios.
12. La prueba de inspección es inmediata y directa. Hace prueba
plena de sus resultados, pero siempre que éstos no tengan relación con
las pruebas testimonial y pericial con las que se combina, porque
entonces queda sujeta a los principios que rigen a estas últimas.
Además, no hay que olvidar que sólo puede recaer sobre hechos y
 circunstancias apreciables por medio de los sentidos.
13. El juez puede usar de cualquiera de sus sentidos corpora les
para llevarla a cabo. Por ejemplo, del olfato para comprobar el mal
olor de unas emanaciones, del tacto para verificar una tela y as!
sucesivamente.
Prueba Testimonial
Definición. Testigo es toda persona que tiene conocimiento de los
hechos litigiosos. Comúnmente se afirma que testigo es la persona que
da testimonio de una cosa, que declara sobre ella, pero hay en esta
definición dos errores: el hecho de testimoniar supone al testigo, por lo
cual se incluye lo definido en la definición. Por otra parte, se entiende
que testimonia o declara por el hecho de ser testigo, y no a la
inversa. Hay personas que siendo testigos, no están obligadas a
declarar a pesar de serlo, y de hecho no lo hacen. Es más exacta la
definición que dice que testigo es la persona que tiene verdadero
conocimiento de un hecho.
En el concepto jurídico de testigo, hay que incluir otra nota, y
es la siguiente: las partes que litigan no son testigos; únicamente lo
son los terceros que tienen conocimiento de los hechos litigiosos.
Importancia de la prueba testimonial. —La prueba testimonial
tuvo mucha importancia en el pasado cuando la mayoría de las perso nas
no sabían leer ni escribir, ni la prueba documental estaba tan extendida
como ahora, ya que entonces no existían la imprenta ni folios los
procedimientos de reproducción documental. Esa importancia ha
desaparecido, no sólo por la preponderancia que los documentos
tienen en la vida moderna, sino también porque la sicología ha
demostrado el poco valor de las declaraciones de los testigos, y de
qué manera pueden ser falsas por la mala fe y el cohecho. También
con facilidad suma, el testigo tiene por cierto lo que no existe porque
influyen en sus apreciaciones personales factores de toda índole, como
la ignorancia, la simpatía, la antipatía, los prejuicios, la poca agudeza
de sus sentidos corporales, el fanatismo, etc.
Prueba tasada y prueba libre.—Tanto en el derecho romano co-
mo en la legislación española de la que deriva la nuestra, la prueba
de testigos fue la prueba tasada en dos sentidos: en cuanto la ley de -
terminaba con más o menos precisión qué personas eran hábiles para
declarar como testigos, para valorizar la prueba testimonial, y
otorgar fe plena o ne garla a los dichos de los testigos. También
determinaba en qué casos no era admisible la prueba testimonial.
El Código actual venturosamente se ha apartado de ese sistema
casuístico en grado sumo, que sujetaba el arbitrio de los tribunales y
les imponía grados de certidumbre y de apreciación carentes de valor ;
científico y muchos de ellos del todo infundados e injustos. El artícu lo
356 dice: "Todos los que tengan conocimientos d e los hechos que las
partes deban probar, están obligados a declarar como testigos". Para
que se aprecie la reforma importante que este precepto contiene, hay
que compararlo con el correlativo del Código de 1884 que es el 504,
según el cual no pueden ser testigos (léase no pueden declarar como
testigos,) : I.—Los menores de catorce años; II.—Los dementes y los
idiotas; III.—Los ebrios consuetudinarios; IV.—El que haya sido
declarado testigo falso o falsificador; V.—El tahúr de profesión; VI.
—Los parientes cercanos; VII.—Un cónyuge a favor de o t r o . . . y así
sucesivamente.
Interpretación del articulo 56. A primera vista parece, que el
listema del Código de 1884 era superior al actual, cuenta habida de
que se fundaba en el siguiente razonamiento: es de presumirse que
el idiota, el loco, el falsario, el pariente cercano, los menores de ca -
torce años, y así sucesivamente, no pueden producir declaraciones
ajustadas a la verdad, sea por su incapacidad mental, por su inmora -
lidad, por el interés que tengan en el juicio, o porque quieran favo -
recer a sus amigos y parientes y dañar a sus enemigos, etc. Esa pre -
sunción es la que servía cíe base al legislador para considerarlos como
testigos inhábiles y no admitir que testificaran en el juicio. ¿No es
acaso absurdo admitir como testigos a un niño, a un loco, a un im -
bécil? Sin embargo, el Código actual lo permite.
La justificación de la reforma es la siguiente: no siempre es
cierto que el ebrio, el falsario, el pariente y demás 'personas conside -
radas inhábiles, declaren falsamente. Puede suceder que digan la ver -
dad, y no es justo ni conveniente declararlos a-priori testigos falsos
y prohibir que testifiquen en el proceso. Además, se otorgan al juez
facultades bastantes para apreciar sus declaraciones, interrogarlos, to-
mar en cuenta sus antecedentes, y obtener una justa valoración de la
veracidad de sus dichos. Por otra parte, las declaraciones de esas
personas pueden ser valiosas por las circunstancias especiales. En los
juicios de divorcio, por ejemplo, son indispensables las declaraciones
de los parientes e incluso de los menores de edad.
Además, hay que interpretar el artículo 356 en el sentido de que
supone que la persona que se presenta como testigo es capaz de de -
clarar, es decir, tiene la posibilidad de hacerlo, no sólo porque goce