Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
UTILIDAD NACIONAL
Año 2005 / N° 1 / Pag. 313 /
Autor
Ábalos, María Gabriela
Sumario
I. Introducción
II. Los establecimientos de utilidad nacional
III. La reforma de 1994: la autonomía municipal y las potestades locales en los establecimientos de utilidad
nacional
IV. Nuestra opinión
I. Introducción
Advertimos que el tratamiento de la problemática en torno a las facultades municipales en los establecimientos
de utilidad nacional exige adentrarnos, primeramente, en esbozar una conceptualización de este tipo de
establecimientos, para luego detenernos en la determinación del alcance de las atribuciones del Congreso, antes y
sobre todo, luego de la reforma de 1994, y así finalizar con el análisis de las facultades del municipio y sus
limitaciones.
Se pone de manifiesto que el tema en sí constituyó una cuestión de largas controversias tanto en la doctrina como
en la jurisprudencia, ya que, como bien afirma Rosatti, la interpretación de la norma contenida en la última parte
del antiguo inciso 27 del artículo 67 de la Constitución se encontraba influenciada por las vicisitudes propias de la
historia institucional argentina antes que por principios jurídico-políticos claramente establecidos [1]. De esta
forma, se hizo constante la interpretación extensiva y la aplicación centralizadora de esta disposición,
coadyuvando a hacer más unitario nuestro sistema.
En el presente trabajo intentaremos analizar sintéticamente las distintas posturas sostenidas a raíz del texto
citado, y en especial nos detendremos en el alcance y contenido de las potestades municipales en dichos
establecimientos a partir de la reforma constitucional de 1994 que incorpora los nuevos artículos 75, inciso 30, y
123.
1. Conceptualización
Advertimos que tanto en el viejo inciso 27 del artículo 67 de la Constitución Nacional como en ciertos fallos
jurisprudenciales y en buena parte de la doctrina encontramos, en general, la enumeración casuística de los
establecimientos de utilidad, en lugar de una definición más o menos abarcativa de los mismos.
Así, para el inciso 27 mencionado son establecimientos de utilidad nacional las fortalezas, los arsenales y los
almacenes, mientras que la Corte Suprema de Justicia de la Nación incluye a los cuarteles [2], los puertos [3], las
penitenciarías nacionales [4], los asilos de inmigrantes [5], los aeropuertos internacionales [6], los aeródromos
nacionales [7], las escuelas nacionales [8], las agencias federales de impuestos [9], los parques nacionales [10],
las universidades nacionales [11], etcétera.
Por su parte, en la doctrina, Ekmekdjian, por ejemplo, refiere que es posible distinguir dos categorías de
establecimientos de utilidad nacional: a) los establecimientos militares (fortalezas, almacenes, arsenales, etc.), y
b) los civiles (universidades, escuelas nacionales, puertos, aeropuertos, estaciones ferroviarias, canales
navegables, etc.), siendo que en los primeros, advierte, la jurisdicción del Gobierno federal es exclusiva, sin
injerencia alguna de los poderes de la provincia en cuyo territorio se hallan, mientras que en los segundos, los
criterios han sido disímiles [12].
Sabsay en cambio los define como los lugares adquiridos por la Nación a fin de dar cumplimiento a determinados
objetivos relativos al interés general de la población, enunciando algunos como puertos, parques, organismos
militares, usinas hidroeléctricas, entre muchos otros organismos y funciones [13].
Haro refiere que un establecimiento es de "utilidad nacional" cuando se lo establece para conseguir objetivos
(fines) expresamente encomendados por la Constitución al Gobierno federal, y agrega, citando a Bidegain, que es
importante determinar esta finalidad sobre todo respecto a aquellos lugares que ocupan áreas extensas en las que
se realizan actividades particulares no vinculadas directamente con la actividad del establecimiento, como en los
puertos de La Plata, Rosario, Santa Fe, donde se realizan actividades industriales y comerciales, entre las cuales
tuvieron mucha importancia los frigoríficos, elevadores de granos, etcétera [14].
Agrega con acierto que es importante establecer los "fines específicos" de estos establecimientos, porque a partir
de la reforma de 1994 constituyen el límite de la legislación nacional aplicable a ellos y también determinan el
ejercicio de las atribuciones conservadas por las provincias y los municipios que de ninguna manera podrán
interferir en su cumplimiento [15].
Manili, por su parte, refiere que la definición de estos establecimientos guarda similitud con la ley federal, siendo
"aquellos espacios ocupados por edificios, dependencias, instalaciones o dispositivos destinados a poner en
ejercicio las competencias que la Constitución Nacional coloca en cabeza del Gobierno federal" [16].
Coincidimos con este autor en cuanto explica que todas aquellas funciones o atribuciones que hayan sido
delegadas al Gobierno federal en el texto constitucional y que requieran la ocupación de una determinada porción
de suelo, constituyen un establecimiento de utilidad nacional, sea que en él se construyan edificios (tribunales,
agencias de impuestos, escuelas, hospitales, universidades, etc.), se instale otro tipo de dispositivo (yacimiento de
hidrocarburos, puertos y aprovechamientos hidroeléctricos), o simplemente se deje el suelo tal como está
(campos militares o parques nacionales) [17].
III. La reforma de 1994: la autonomía municipal y las potestades locales en los establecimientos
de utilidad nacional
En torno a la temática en análisis, la reforma constitucional de 1994 viene a poner fin, en buena medida, a dos
largas discusiones doctrinarias y jurisprudenciales, una relativa a la naturaleza del municipio con la
incorporación en el artículo 123 de la autonomía municipal y, acorde con ello, la inclusión en el inciso 30 del
artículo 75 del reconocimiento de las potestades provinciales y municipales de policía e imposición en los
establecimientos de utilidad nacional, solucionando las innumerables dudas interpretativas generadas por el
anterior inciso 27 del artículo 67, como hemos descripto anteriormente.
a) En torno al municipio se incorpora en el artículo 123 [54] la expresa referencia a la autonomía municipal,
imponiéndola como una condición más a las provincias, la cual se suma a las contenidas en el artículo 5°, pero
admitiendo la potestad provincial para reglar su alcance y contenido en el orden institucional, político,
administrativo y económico-financiero.
Mucho se ha escrito sobre el alcance de los términos empleados en este artículo, pudiendo advertirse que la
Constitución Nacional solamente declara tal autonomía y enumera sus ámbitos característicos, pero no la define,
dejando a cada provincia la facultad de delinear su contenido conforme a su propia realidad municipal.
Sin perjuicio de ello, es posible precisar el sentido de cada uno de estos órdenes de la siguiente forma: el
institucional: supone la facultad de dictarse su propia carta fundamental mediante una convención convocada al
efecto; el político: elegir a sus autoridades, dictar sus propias normas y regirse por ellas; el administrativo: la
gestión y organización de los intereses locales, servicios, obras, etcétera; y el económico-financiero: organizar su
sistema rentístico, administrar su presupuesto, recursos propios, inversión de ellos sin contralor de otro poder.
Advertimos que la mayor parte de la doctrina constitucional argentina manifiesta la utilidad y conveniencia que
aporta el nuevo texto. Aunque en el abanico de opiniones encontramos que para algunos este artículo sería
inconstitucional por obligar a las provincias a adoptar determinado régimen municipal [55]. Otros, en una
postura que podríamos definir como intermedia, sin perjuicio de considerar positiva la reforma, entienden que
hubiese sido preferible que cada provincia fijara las características de su régimen municipal atento a la
singularidad de la problemática local [56]. Y, por último, la mayoría considera loable el propósito de consolidar la
autonomía municipal [57], siendo para unos una herramienta interpretativa uniforme en todo el país [58], que
viene, según otros, a poner fin a los vaivenes doctrinarios y jurisprudenciales [59].
En definitiva, entendemos que la autonomía municipal debe ser necesariamente receptada por las provincias
para tornar legítimo el ejercicio de su poder constituyente condicionado, como un requisito para la garantía
federal. Sin embargo, será de su competencia dotar a sus respectivos municipios de mayores o menores grados de
autonomía en los distintos ámbitos señalados por el artículo 123, debiendo asegurar contenidos mínimos en cada
uno que impidan su posible desnaturalización [60].
b) En torno a los establecimientos de utilidad nacional, la ley que declaró la necesidad de reforma de la Carta
Nacional, 24.309, en su artículo 3°, A, inciso c, habilitó expresamente la modificación del artículo 67, inciso 27, y
así, el nuevo artículo 75, inciso 30 dispone que le corresponde al Congreso: "Ejercer una legislación exclusiva en
el territorio de la capital de la Nación y dictar la legislación necesaria para el cumplimiento de los fines
específicos de los establecimientos de utilidad nacional en el territorio de la República. Las autoridades
provinciales y municipales conservarán los poderes de policía e imposición sobre estos establecimientos, en tanto
no interfieran en el cumplimiento de aquellos fines" [61].
1. Sobre el nuevo texto, se destaca que se cambia "ejercer una legislación exclusiva" por "dictar la legislación
necesaria para el cumplimiento de los fines específicos", lo cual implica, para Bidart Campos y Manili, un reajuste
de la norma, no una modificación, pues explican que aun antes de la reforma de 1994 la legislación del Congreso
solamente era la necesaria para la regulación de los hechos, actos y relaciones jurídicas que se desarrollaran en
esos establecimientos y siempre y cuando estuvieran relacionados con su finalidad, por lo que el nuevo texto es
más preciso [62].
También resulta acertada la supresión de la enunciación de establecimientos a que hacía alusión la vieja cláusula
("fortalezas, arsenales, almacenes..."), pues se trataba de una terminología antigua que encerraba una casuística
que en nada ayudaba a la interpretación del texto [63]. Además se ha eliminado la mención respecto a que los
establecimientos aludidos se emplazan en lugares adquiridos por compra o cesión en las provincias[64].
2. Especial referencia merece la nueva cláusula en torno al reconocimiento de las potestades provinciales y
municipales de policía e imposición sobre estos establecimientos.
En nuestra opinión, el texto incorpora la tesis de la concurrencia sobre la base de un criterio finalista. De tal
manera, el ejercicio por el Congreso nacional de una legislación exclusiva sobre los establecimientos de utilidad
nacional que estén ubicados en el territorio de las provincias se limitará a las medidas necesarias que motivaron
dicha calificación para esos espacios físicos, subsistiendo la autoridad provincial y la municipal siempre que no
interfiera con los fines que motivaron la calificación de la utilidad nacional.
Cabe destacar que esta solución resulta en gran medida acorde con los principios establecidos por la
jurisprudencia de nuestro alto tribunal de justicia en los casos "Brizuela" de 1976 [65] y "Vialco" de 1980 [66].
Coincidimos con la doctrina que se ha pronunciado favorablemente respecto de esta cláusula, entendiendo que es
sobria pero suficientemente clara, ya que involucra no sólo a las provincias sino también a los municipios,
estipulando que ambos "conservarán los poderes de policía e imposición" sobre los establecimientos de utilidad
nacional, en tanto no interfieran en el cumplimiento de los fines específicos de dichos establecimientos [67].
Aclaran autores como Seisdedos, Ekmekdjian, Natale, entre otros, que en los casos señalados no existe un
desmembramiento del territorio provincial, no hay una federalización, sino que los establecimientos son
federales pero, estando dentro del ámbito de las provincias, éstas conservan sus poderes en tanto no interfieran
con los fines de la Nación [68].
En torno a los municipios, celebramos esta clara coincidencia con el nuevo artículo 123 que se pronuncia por la
autonomía municipal, ya que en la cláusula en análisis se indica que la concurrencia no sólo existe entre Nación y
provincia sino también en relación con los municipios.
Sobre este aspecto se ha dicho que declarar expresamente que las provincias y los municipios conservan el poder
de policía local es otro dato indiscutible de provincialización, de municipalización, de que la Argentina es un país
federativo [69].
3. Ahora bien, en relación con las potestades municipales en particular, observamos opiniones doctrinarias más o
menos dispares.
Así, por ejemplo, Natale afirma que el municipio conserva el poder de policía urbanístico en cuyo ejercicio podría
prohibir al Estado nacional la construcción de un edificio que no respetara las normas locales sobre uso de la
tierra en una ciudad, como asimismo entiende que la Nación no podría dejar de pagar las tasas municipales por
servicios [70].
Rosatti, por su parte, entiende que el criterio finalista adoptado no puede impedir el ejercicio de los poderes
locales sobre los establecimientos de utilidad nacional en tanto no interfieran en el cumplimiento de esos fines
específicos [71].
Seisdedos sostiene que la jurisdicción provincial solamente se excluye en lo concerniente a los fines del
establecimiento, mientras la federal únicamente será exclusiva en relación a aquel objeto [72]. Coincidentemente,
Hernández opina que no se produce un desmembramiento de territorio provincial, pues los establecimientos
pueden tener legislación específica federal dentro de la utilidad nacional, pero siguen estando en las provincias y
municipios, que a su vez mantienen sus facultades de policía e imposición [73].
Pérez Hualde y Badeni hablan de un criterio restringido en lo que respecta a las facultades nacionales, pero
mientras el primero afirma que la competencia nacional es indudable pero solamente comprensiva de todas las
facultades implícitas de modo de obtener los objetivos deseados por la norma constitucional [74], el segundo
agrega que en caso de duda la solución debe ser favorable a la autonomía provincial y a la autarquía de los
municipios, llamándonos la atención tal terminología que no se condice con el artículo 123 de la Carta
Nacional[75].
Manili, por su parte, refiere que en realidad la tesis sería la de la no interferencia con la finalidad, afirmando que
la postura favorable a la concurrencia sobre la base de un criterio finalista es demasiado amplia, ya que deja un
margen de discrecionalidad importante [76].