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INTRODUCCIÓN
Ahora bien, centraremos nuestra estudio en el régimen de las concesiones; a tales efectos,
en primer lugar revisaremos el marco constitucional de las concesiones en Venezuela. A
renglón seguido estudiaremos las disposiciones de la Ley de Concesiones, que constituye la
fuente principal del régimen jurídico de las concesiones en Venezuela. En tercer lugar, nos
referiremos a algunos regímenes especiales de concesiones establecidos en el ordenamiento
jurídico venezolano, como son las concesiones en materia de telecomunicaciones,
reguladas por la Ley de Telecomunicaciones de 1941 y la novísima Ley para la Promoción
y Protección de las Inversiones en el Uso y Explotación del Espectro Radioeléctrico, y en
materia de servicio eléctrico, regulada por la también nueva Ley del Servicio Eléctrico. En
cuarto lugar, trataremos lo relativo a las concesiones sobre los bienes de la dominialidad
pública y, en concreto, a las concesiones de minas y a las concesiones para el
aprovechamiento de recursos forestales e hídricos. Por último, concluiremos con algunas
referencias al régimen de las concesiones municipales, las cuales tienen una regulación
especial en Venezuela.
El estudio del régimen de jurídico de las concesiones debe iniciarse por el análisis de las
normas rectoras del ordenamiento jurídico-económico venezolano, es decir, las
disposiciones constitucionales relativas a la concesión. El rango constitucional de las
concesiones es tradicional en Venezuela. El artículo 97 de la Constitución de 1961
establecía que: "No se permitirán monopolios Sólo podrán otorgarse, en conformidad
con la ley, concesiones con carácter de exclusividad, y por tiempo limitado, para el
establecimiento y la explotación de obras y servicios de interés público El Estado
podrá reservarse determinadas industrias, explotaciones o servicios de interés público
por razones de conveniencia nacional ..." . La nueva Constitución de 1999, continuó con
la tradición de reconocer ese rango a las concesiones y en su artículo 113 estableció que
"Cuando se trate de explotación de recursos naturales propiedad de la Nación o de la
prestación de servicios de naturaleza pública con exclusividad o sin ella, el Estado podrá
otorgar concesiones por tiempo determinado, asegurando siempre la existencia de
contraprestaciones o contrapartidas adecuadas al interés público".
Se consagran así a nivel constitucional los dos tipos de concesiones que se han distinguido
en la doctrina y en la práctica administrativa: la concesión de servicio público y las que
recaen sobre los bienes de la dominialidad pública (i.e. recursos naturales propiedad de la
Nación).
Ahora bien, el artículo 112 de la Constitución de 1999 prevé que "Todas las personas
pueden dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia, sin más
limitaciones que las previstas en esta Constitución y las que establezcan las leyes, por
razones de desarrollo humano, seguridad, sanidad, protección del ambiente u otras de
interés social". Este derecho, a la libertad de industria y comercio, consiste en el
reconocimiento a "Todas las personas" de la libertad para asumir la actividad económica de
su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en el propio texto Constitucional y en
la ley. Como ocurre con todos los derechos constitucionales, la libertad es la regla y las
limitaciones la excepción. En consecuencia, las restricciones que pretendan imponerse a
una actividad lucrativa y que, por tanto, sean contrarias al principio general de libertad,
deben encontrarse previstas en la propia Constitución o en las leyes.
En ese sentido, la limitación más intensa a la libertad de industria y comercio viene dada
por la posibilidad que el artículo 302 de la Constitución otorga al Estado para reservarse
"Mediante la ley orgánica respectiva, y por razones de conveniencia nacional, la actividad
petrolera y otras industrias, explotaciones, servicios y bienes de interés público y de
carácter estratégico ...". Cuando una determinada actividad ha sido reservada por la
Constitución o las leyes al Estado, se limita o restringe la esfera de libertades económicas
de los particulares, obligándoles a obtener una concesión para ejercer la actividad que ha
sido reservada y, por configurar una limitación a la libertad económica, deben hacerse
mediante Ley formal (i.e. ley orgánica)
No obstante, a pesar de que la reserva de una actividad por el Estado apareje una limitación
del derecho de "Todas las personas" a dedicarse a la actividad económica de su preferencia,
ambos conceptos no actúan en forma excluyente. La inaplicabilidad de la garantía de
libertad económica respecto de las actividades reservadas no es absoluta, pues aún cuando
el particular sea habilitado para intervenir en dicha actividad a través de la concesión, el
concesionario puede ejercer los derechos que le han sido conferidos en un régimen de libre
competencia con otros agentes económicos en el mismo sector, en el caso de que la
Administración otorgue varias concesiones para una misma actividad. Si bien en el caso de
las actividades sometidas a concesión jamás podrá existir libre competencia en el sentido
amplio de la expresión; dicho principio, en todo caso, se desarrollaría con las restricciones
derivadas de los propios contratos de concesión que, ni en aras de promover una mayor
competencia, podrían ser soslayadas por los titulares de las concesiones.
La reserva, entraña siempre una limitación a la libre iniciativa de los particulares, pero el
principio rector continúa siendo el de libertad económica, esto es que los particulares
puedan optar en igualdad de condiciones a ser concesionarios de actividades económicas
reservadas sometidas a régimen concesional, y sólo mediante ley expresa podrá excluirse
tal posibilidad. En sentido contrario, las actividades que no se encuentren reservadas
podrán ser desarrolladas sin más restricciones que las derivadas de los permisos o
autorizaciones que otorgue la administración.
I. DE LA LEY DE CONCESIONES
1. Objeto
Las disposiciones de la Ley de Concesiones rigen para los procedimientos mediante los
cuales se otorguen en concesión la ejecución de obras y la explotación de servicios
públicos cuya titularidad o competencia ejerza la República a través de los órganos o
entidades que conforman la Administración Pública Nacional (art. 4°). Con ello, quedan
incluidos dentro del ámbito de aplicación tanto la Administración Central, como los entes
integrantes de la Administración Pública Nacional funcionalmente descentralizada, tales
como los institutos autónomos y las empresas del Estado.
De cualquier manera, ello no impide que los Estados y Municipios puedan aplicar las
disposiciones de la Ley de Concesiones para el otorgamiento en concesión de las obras o
servicios públicos de su competencia. En tales supuestos, la entidad competente tendrá a su
cargo la creación o determinación del órgano o entidad encargada de su otorgamiento, así
como la organización y conducción de los procedimientos de licitación y otorgamiento de
los contratos y la supervisión, vigilancia y control de su ejecución (art. 5°).
Los contratos inter-administrativos, ya sea por normas generales o por disposición del
propio contrato, deben quedar sometidos a medios propios de la Administración Pública
para dirimir las controversias y diferencias que se susciten en relación con la interpretación
y aplicación de las disposiciones contractuales, dejando la intervención de los órganos
jurisdiccionales como último recurso, en caso de no haberse logrado un acuerdo entre las
partes.
1. Definición
A pesar de establecer un régimen común para las concesiones de obras públicas y servicios
públicos, la Ley de Concesiones, no distingue entre ambos tipos contractuales y prevé una
definición única de concesión en la que comprende ambas modalidades. En ese sentido, la
Ley define a los contratos de concesión como aquellos "Celebrados por la autoridad
pública competente por medio de los cuales una persona jurídica llamada concesionario
asume la obligación de construir, operar y mantener una obra o bien destinados al servicio,
al uso publico o a la promoción del desarrollo, o la de gestionar, mejorar u organizar un
servicio público, incluyendo la ejecución de las actividades necesarias para el adecuado
funcionamiento o la prestación de la obra o del servicio, por su cuenta y riesgo y bajo la
supervisión y el control de la autoridad concedente, a cambio del derecho a explotar la obra
o el servicio y de percibir el producto de las tarifas, precios, peajes, alquileres, valorización
de inmuebles, subsidios, ganancias compartidas con algún ente público u otra fórmula
establecida en los contratos correspondientes, durante un tiempo determinado, suficiente
para recuperar la inversión, los gastos de explotación incurridos y obtener una tasa de
retorno razonable sobre la inversión" (art. 2°).
La nueva legislación define en una sola norma la concesión de obra pública y la concesión
de servicio público, destacando tres elementos fundamentales: el objeto del contrato, la
ejecución de la obra o prestación del servicio por cuenta y riesgo del concesionario, la
supervisión y control de la autoridad concedente, y el derecho del concesionario a
percibir una tarifa por un tiempo determinado para recuperar su inversión y obtener
una tasa de retorno razonable.
Esta última característica pone de relieve un aspecto que desde siempre ha sido destacado
por la doctrina y es que, las concesiones deben recaer sobre servicios públicos comerciales
e industriales, es decir, aquellos que por sus propias características se asemejan al servicio
de una empresa privada. En consecuencia, son servicios que por definición no pueden ser
gratuitos.
De otra parte, debe destacarse que la norma señala de manera explícita la obligación del
concesionario de asumir el riesgo de la explotación del servicio. En efecto, es de principio
que el concesionario actúa como un empresario más que busca en una determinada
industria o actividad un beneficio, como retribución por la inversión realizada, al tiempo
que asume la posibilidad de que la empresa no produzca los resultados esperados.
Lo que se persigue, en todo caso, es que se mantengan los elementos esenciales destacados
en la definición, estos son:
- la obligación del concesionario de construir, operar y mantener una obra o bien destinados
al servicio, al uso publico o a la promoción del desarrollo, o la de gestionar, mejorar u
organizar un servicio público;
- que dicha actividad sea ejecutada por cuenta y riesgo del concesionario y bajo la
supervisión y el control de la autoridad concedente;
- La Ley de Concesiones;
- El Reglamento a la Ley de Concesiones (que aún no ha sido dictado);
El artículo 12 de la Ley de Concesiones define no sólo el marco normativo dentro del cual
deberá desarrollarse el contrato de concesión, sino también el orden jerárquico de las
fuentes. De allí que no puedan establecerse en el pliego disposiciones contrarias a las
consagradas en la Ley de Concesiones o su Reglamento. De igual forma, las resoluciones,
órdenes o instrucciones dictadas por el concedente, deberán ajustarse a lo establecido en los
instrumentos jurídicos a los que está subordinado.
e) Infraestructura de riego;
i) Edificios gubernamentales;
j) Viviendas;
Debe tenerse en cuenta también que las concesiones cuyo otorgamiento, administración o
gestión se encuentre regulado por leyes especiales, se regirán preferentemente por dichas
leyes, siendo de aplicación supletoria en tales casos las disposiciones de la Ley de
Concesiones (art. 4°,único aparte). En consecuencia, las concesiones de servicio público
especiales (e.g. telecomunicaciones, electricidad) y las que versen sobre bienes de la
dominialidad pública (e.g. aguas, bosques, minas) se regirán por los instrumentos
especiales que regulan la materia.
5. Duración
Dichos contratos podrán ser objeto de renovación, previa evaluación objetiva del
desempeño del concesionario, la cual deberá realizarse por lo menos un año antes de la
fecha de terminación del contrato. En ese sentido, se establece la posibilidad de que el ente
concedente pueda consultar la opinión de la sociedad civil organizada o de los usuarios de
la obra o servicio a los fines de decidir sobre la referida renovación.
En caso de tratarse de proyectos a ser financiados en parte por medio de aportes públicos,
se hará especial consideración en relación con las fuentes de financiamiento y a la
estrategia propuesta para la obtención del financiamiento (art. 13).
B. Naturaleza jurídica
Consideramos que la naturaleza jurídica del pliego vendrá determinada por el tipo de pliego
de que se trate. En efecto, si nos referimos al pliego de bases de la licitación, que establece
las normas que regirán para la selección del contratista, no cabe duda de que se tratará de
normas de derecho voluntario, formuladas unilateralmente por la Administración, a las
cuales los interesados se adhieren libremente y que rigen con carácter general, abstracto y
obligatorio para todos ellos. Sin embargo, si hacemos referencia al pliego de que establece
las condiciones de la contratación, los argumentos se inclinan a favor de reconocerle a éste
naturaleza no normativa.
C. Caracteres
d. Publicidad: A los fines de su conocimiento por los interesados, debe darse publicidad al
Pliego de Condiciones, mediante su entrega a los licitantes. Sin embargo, advertimos que
no debe confundirse la publicidad del pliego de condiciones con la publicidad de la
licitación, pues mientras la primera persigue hacer del conocimiento de los interesados las
condiciones generales y particulares de la contratación, la segunda da inicio al
procedimiento de selección del concesionario.
D. Contenido
El pliego de condiciones constituye el documento base del contrato, desde que establece los
términos y condiciones con arreglo a los cuáles éste deberá ser ejecutado. En ese sentido, el
pliego de condiciones debe contener las especificaciones técnicas, administrativas y
legales, que regirán en el marco de la contratación. De conformidad con el artículo 24 de la
Ley de Concesiones, dicho pliego deberá señalar los siguientes particulares:
j) Origen de los fondos para ejecutar los trabajos y el importe autorizado para el
primer ejercicio, en el caso de proyectos cuya ejecución demande de aportes
públicos;
n) Antecedentes que deben entregar los licitantes en las ofertas técnica y económica;
o) Forma, fecha, hora y lugar de la presentación de las ofertas y formalidades del acto
de apertura;
En todo caso, los particulares anteriormente señalados constituyen el contenido mínimo del
pliego, por lo que nada impide que la Administración -en atención a la naturaleza de la
contratación- pueda establecer condiciones o requisitos especiales para los licitantes.
Ahora bien, uno de los caracteres fundamentales del nuevo régimen de concesiones es el
fomento a la iniciativa privada. De ahí que la iniciativa para la ejecución de nuevas obras o
el mantenimiento, rehabilitación, modernización, ampliación y explotación de obras ya
existentes, en la nueva Ley, pueda partir no sólo de los entes u organismos concedentes,
sino también de los propios particulares. A tales efectos, la Ley de Concesiones prevé un
régimen para las licitaciones originadas por particulares.
A. Presentación de propuesta
B. Convocatoria a la licitación
Sin embargo, como excepciones al principio antes enunciado, no podrán participar en las
licitaciones reguladas por la Ley de Concesiones:
b) Aquellas personas que habiendo sido titulares de una concesión, hubieren dado lugar a
su extinción por incumplimiento del contrato;
e) Las personas cuyos administradores hubieren sido condenados por la comisión de delitos
contra la propiedad, la fe pública, el fisco o delitos de Salvaguarda y del Patrimonio
Público;
B. Preselección
En caso de estimarse conveniente, atendiendo a la magnitud, complejidad o costo de
determinadas obras, podrá convocarse a una precalificación pública de interesados, que
tendrá por objeto determinar la capacidad técnica, económica y la experiencia de los
posibles licitantes (art. 22).
La preselección, por tanto, tiene carácter optativo para la entidad u organismo concedente,
quienes atendiendo a los criterios de magnitud, complejidad o costo de la contratación
podrán decidir si convocan o no a una preselección antes de proceder a la licitación.
C. Principios rectores
b) El principio de igualdad, busca asegurar que los aspirantes concursarán en las mismas
condiciones, recibiendo un trato justo y sin preferencias o discriminaciones de ningún tipo.
El respeto a este derecho se logra no sólo mediante un trato efectivamente igualitario por
parte de la Administración a los concursantes, sino también, con la sujeción estricta de la
Administración a las normas de la licitación y a los principios rectores del procedimiento.
c) La publicidad constituye uno de los principios fundamentales sobre los cuales se funda
cualquier procedimiento selectivo, desde que preserva la moralidad y pulcritud de la
licitación, asegurando además el cumplimiento de los dos primeros principios
mencionados. En ese sentido la publicidad obra en varias direcciones, a saber: (i) da a
conocer la apertura de la licitación a todos los sujetos que, reuniendo los requisitos
mínimos establecidos, tengan intenciones de participar; (ii) garantiza la igualdad de los
participantes al asegurar que todos conozcan de las formalidades que se seguirán para la
tramitación y el conocimiento oficial y uniforme de los resultados; (iii) propende a la
transparencia, objetividad e imparcialidad del procedimiento; (iv) da eficacia al
procedimiento, pues sólo por medio de la publicidad se puede dar a conocer su apertura e
informar a los participantes los resultados.
6.3.1. Convocatoria
La convocatoria a licitación será hecha del conocimiento de los interesados por todos los
medios posibles de difusión locales, nacionales e internacionales, atendiendo a la magnitud
o complejidad de los proyectos involucrados. Como mínimo, la convocatoria deberá
publicarse por dos (2) veces en un diario de circulación nacional (21) y deberá expresar la
descripción general y objetivos del proyecto y la forma de adquisición del pliego de
condiciones de la licitación (art. 23).
Las ofertas serán recibidas en acto público por el ente concedente, en el día, hora y lugar
indicado para este efecto en el pliego de condiciones.
El Reglamento que se dicte, deberá establecer los criterios de evaluación que podrán
utilizarse según el tipo de concesión de que se trate, sin embargo serán de obligatoria
consideración, ya sea en forma alternativa o simultanea, los siguientes criterios:
En caso de quedar desestimadas todas las propuestas presentadas, no nacerá para los
oferentes derecho alguno de pedir indemnización. El ente concedente podrá licitarla de
nuevo admitiendo a todos los que participaron en la anterior licitación y a cualquier nuevo
proponente que cumpla los requisitos establecidos para presentar propuestas.
Deben distinguirse varias distinciones en cuanto a los pasos que deberá seguir el
concesionario seleccionado para la materialización de la adjudicación:
El contrato deberá ser presentado por ante Notario Público, a los fines de su autenticación,
conjuntamente (i) con los poderes otorgados a las personas que representan al
concesionario y al órgano o ente concedente; y (ii) y los documentos en los cuales se
constituyeron las garantías
El contrato, los poderes y las garantías autenticadas, deberán ser registradas por ante el
concedente. La Ley de Concesiones, no hace referencia alguna a la obligación de mantener
este registro. En todo caso, corresponderá al Reglamento ejecutivo establecer dicha
obligación, y las condiciones en las que funcionará.
El contrato de concesión quedará perfeccionado al ser suscrito por las partes contratantes y
deberá publicarse en la Gaceta Oficial de la República (art. 28) y, una vez publicado, tendrá
carácter público (25).
6.6. Constitución de garantía definitiva
6.6.2. Caracteres
- Unilateralidad: La garantía se hace en beneficio de una sola de las partes, ésta es, el ente
u órgano concedente.
- una garantía definitiva correspondiente a la fase de construcción, cuya forma y monto será
establecido en el pliego de condiciones.
- una garantía para asegurar el cumplimiento de las obligaciones asumidas con motivo de la
explotación, en la forma y monto que determine el pliego de condiciones. Esta garantía
deberá ser constituida con carácter previo a la puesta en funcionamiento de la obra o del
servicio o de una parte o sección de éstos.
1. Atribuciones generales
k) Fijar las tarifas u otras formas de remuneración o retribución del concesionario (28);
l) Conocer y decidir oportunamente sobre cualquier solicitud de ajuste de tarifas, precios u
otras modalidades de remuneración del concesionario, y en general, sobre cualquier otro
factor que pueda alterar el equilibrio o los términos de la relación contractual originalmente
pactada;
m) Conocer y decidir acerca de los recursos administrativos interpuestos por los usuarios y
terceros titulares de intereses personales, legítimos y directos, relacionados con el objeto de
la Ley de Concesiones;
De otra parte, las funciones anteriormente enumeradas, constituyen deberes mínimos del
ente concedente y no excluye la posibilidad de que pueda asumir otras obligaciones
derivadas del pliego de condiciones o del propio contrato de concesión.
2. Comité de Concesiones
La Ley prevé la creación por parte de las entidades contratantes de un órgano denominado
Comité de Concesiones, el cual tendrá a su cargo la organización, preparación y ejecución
de los procesos de licitación para el otorgamiento de concesiones, así como el seguimiento,
inspección y control de los contratos otorgados (art. 8°). Ello constituye un aspecto
positivo, desde que permite una especialización de funciones y se propende a una mayor
eficiencia en el trámite y otorgamiento de los contratos de concesión.
Dicho Comité, dispone la Ley de Concesiones, será designado mediante acto o resolución
expedido por la máxima autoridad del organismo o entidad de que se trate y funcionará de
manera permanente, sus integrantes lo serán a dedicación exclusiva y deberán reunir las
condiciones de capacidad y experiencia necesarias para cumplir eficientemente sus
atribuciones y deberes.
3. Reclamos y denuncias
La Ley no señala cuál es la naturaleza de este reclamo. De la letra de la Ley es evidente que
no se trata de un procedimiento previo al ejercicio de acciones judiciales, ni de un recurso
administrativo. Por el contrario, pareciera que la intención del legislador fue el
establecimiento de mecanismos de resolución de conflictos dentro de la administración, a
fin de evitar disrupciones que puedan afectar la prestación del servicio.
Para asegurar que as actuaciones de los entes concedentes guarden la debida conformidad
con las políticas generales y sectoriales establecidas por el Ejecutivo Nacional, se prevé el
ejercicio del control de gestión por los propios entes concedentes.
Se trata de una modalidad de control que persigue medir la forma y el grado de eficiencia y
eficacia con que un ente u organismo ha invertido los bienes que administra y el
desempeño de sus funciones. No basta que al gestión se haya desarrollado conforme a los
preceptos legales aplicables, sino que el desempeño se haya efectuado en un marco de
racionalidad, atendiendo a las necesidades, prioridades y metas fijadas por el ente u
organismo (29).
En tal sentido, cada uno de los entes concedentes deberá realizar auditorías de
cumplimiento de sus metas y objetivos y rendirá al Presidente de la República o al órgano
de adscripción según el caso, informes trimestrales indicativos de las metas alcanzadas en
el período, los cuales serán informados públicamente. Dicho control será ejercido, sin
perjuicio de su sujeción a las disposiciones contenidas en otras leyes en materia de
contraloría (i.e. Ley Orgánica de la Contraloría General de la República).
La práctica ha demostrado que los recursos en vía administrativa, lejos de ser un medio
para la resolver los conflictos derivados de decisiones administrativas, constituye un
obstáculo para el acceso a la jurisdicción contencioso-administrativa en forma expedita.
Dicha previsión no se corresponde con las tendencias contemporáneas en materia de
revisión de decisiones administrativas, que pregonan la recurribilidad inmediata de las
actos administrativos, como ocurre con las decisiones tomadas por la Superintendencia
para la Promoción y Protección de la Libre Competencia.
El contrato de concesión, según ya hemos señalado, esta regido por un marco regulatorio
integrado por la Ley de Concesiones y su Reglamento, el pliego o bases de condiciones del
contrato y las resoluciones, órdenes e instrucciones expedidas por el concedente actuando
en el ámbito de sus competencias (art. 12). Sin embargo, la doctrina -SARMIENTO
GARCÍA- ha enfatizado también la aplicabilidad de ciertos principios de hermenéutica que
deben orientar la interpretación y ejecución de todo contrato de concesión (30):
1° Respeto a la palabra dada y a la buena fe: Las partes deben respetar la letra de la
contratación y, en tal sentido, la interpretación en modo alguno puede significar desvirtuar
el contrato, o hacer decir a las partes algo que jamás fue expresado o pensado por las
partes. La interpretación debe ser hecha, conforme a los principios de la buena fe, es decir,
con un criterio de recíproca lealtad.
Ahora bien, la Ley de Concesiones distingue el régimen de ejecución en las dos fases en las
que se desarrolla el contrato de concesión: la etapa de construcción y la etapa de
explotación.
c) Riesgo del concesionario: Las obras se ejecutarán a entero riesgo del concesionario,
incumbiéndole hacer frente a cuantos desembolsos fueren precisos hasta su total
terminación. La República no será responsable de las consecuencias derivadas de los
contratos que celebre el concesionario con los constructores o suministradores.
El legislador no fue claro en relación con el plazo de garantía a que se refiere el literal f)
del artículo 31 de la Ley de Concesiones, pues dicha garantía no encuadra dentro de las
garantías definitivas (de ejecución y de explotación) a que se refiere el artículo 30 de dicho
instrumento jurídico. Pareciera que se trata de una nueva garantía que deberá ser
constituida por el concesionario, una vez concluida la obra, para garantizar la calidad de
ésta y su funcionamiento u operación en condiciones óptimas. En todo caso, consideramos
que este aspecto deberá ser aclarado y desarrollado por el reglamentista.
Así, en términos generales, el concesionario estará obligado a ejecutar las prestaciones a las
que esta comprometido en la contratación, mediante la explotación de las obras ejecutadas.
A cambio, tendrá el derecho a percibir las remuneraciones acordadas en el pliego de
condiciones o en el contrato, a solicitar la revisión de precios en aquellos casos en los que
la contratación se hubiere hecho más onerosa por causas sobrevinientes, a gozar de las
garantías e incentivos que se le hubieren acordado, constituir garantías sobre el contrato y,
en términos generales, a realizar todas aquellas actividades que no estén prohibidas por la
ley o el contrato, y que sean necesarias para la mejor prestación del servicio.
1.1. En general
b) Explotar las obras ejecutadas y percibir los peajes, precios y demás asignaciones o
beneficios convenidos y debidamente establecidos en el pliego de condiciones o en el
contrato;
c) Solicitar la revisión del régimen económico de la concesión y del plazo de ejecución por
causas sobrevinientes, y a obtener, si fuere el caso, las compensaciones a que hubiere lugar
que podrán hacerse efectivas por medio de la revisión del régimen tarifario u otras fórmulas
de remuneración del concesionario, de su fórmula de reajuste o del plazo del contrato,
pudiendo utilizarse para ello uno o varios de estos factores a la vez;
Previa autorización del concedente, el concesionario puede constituir garantía prendaria sin
desplazamiento de posesión sobre su contrato de concesión o sobre los ingresos futuros que
éste produzca, para garantizar el cumplimiento de obligaciones crediticias contraidas para
financiar su ejecución (art. 34). Igualmente, podrá ceder u otorgar en prenda cualquier pago
ofrecido por la República y que conste en el contrato.
En todo caso, la posibilidad de que el concesionario pueda ceder su contrato y las garantías
que gravaren a éste, no desvirtúan el principio general: el contrato no puede ser cedido. En
consecuencia, de acuerdo con el régimen de la Ley de Concesiones, la cesión voluntaria o
forzosa de la concesión deberá ser total, comprenderá todos los derechos y obligaciones
derivados del contrato y la persona jurídica que pretenda sustituirse en el concesionario,
incluido el acreedor prendario, deberá reunir los requisitos establecidos para ser licitante,
no podrá estar sujeta a inhabilidades y acreditará suficientemente su capacidad para
cumplir las metas, plazos, especificaciones técnicas y demás obligaciones y requisitos
fijados en el pliego de condiciones y en el contrato (art. 35).
a) Cumplir y hacer cumplir el contrato con estricta sujeción a las normas, los proyectos,
especificaciones técnicas y estándares de calidad establecidos en la Ley, en su Reglamento
y en el pliego de condiciones;
c) Permitir y facilitar las inspecciones y auditorías que tengan por objeto verificar su
desempeño y comprobar el cumplimiento de las condiciones de calidad, precio y
adecuación técnica de las obras ejecutadas y de los servicios prestados;
g) Indemnizar los daños y perjuicios que se causen a terceros con motivo de la ejecución
del contrato de concesión, a menos que tales daños fuesen la consecuencia inmediata de
una orden o instrucción emanada del ente concedente o de cualquier otro órgano o entidad
de la administración.
1. Dirección y control
De otra parte, para el caso de aquellas concesiones que sean desarrolladas bajo un régimen
de libre concurrencia y competencia, el órgano encargado de velar la existencia de
condiciones de libre competencia en el mercado (i.e. Superintendencia para la Promoción y
Protección de la Libre Competencia) deberá cuidar que los concesionarios desarrollen sus
actividades en un marco de sana competencia que vaya en beneficio de los usuarios del
servicio.
2. Interpretación unilateral
Se trata de una facultad consustancial a todo contrato administrativo y opera aún a falta de
disposición expresa. La justificación de esta potestad se encuentra, como señala GARCÍA
DE ENTERRÍA, en tratar de evitar que las posibles divergencias entre la Administración y
el contratista puedan traducirse en un perjuicio para el interés público, como
inevitablemente ocurriría si, producidas éstas, hubiera de quedar en suspenso la ejecución
de la obra o la prestación del servicio hasta tanto se resolviese en firme la controversia por
le juez competente (48).
En tal sentido, de surgir discrepancias entre las partes durante la ejecución del contrato
acerca de la interpretación, el alcance o inteligencia de sus disposiciones, el ente
concedente, de no lograrse un acuerdo, interpretará mediante acto administrativo
debidamente motivado las estipulaciones o cláusulas objeto de la diferencia (art. 38).
En todo caso, teniendo en cuenta que el acto por medio del cual se procede a interpretar el
contrato constituye un acto de naturaleza administrativa, queda a salvo el derecho del
concesionario de solicitar su revisión. De ahí que el concesionario pueda utilizar los
mecanismos de solución de controversias que prevé la propia Ley de Concesiones (i.e.
conciliación, transacción o Tribunal Arbitral) para la defensa de sus intereses y reclamar
los daños o perjuicios que el acto administrativo pueda ocasionarle. Igualmente, si así lo
permite el contrato, el concesionario también podría ejercer por ante la Sala Político-
Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, el recurso de interpretación establecido en
el numeral 14 del artículo 42 de la Ley Orgánica que rige las funciones de ese Alto
Tribunal, a fin de obtener un pronunciamiento judicial en relación con el alcance e
inteligencia de las disposiciones contractuales objeto del debate.
El primer límite que enfrenta la facultad de modificación unilateral tiene carácter objetivo y
viene determinado por la conservación de la naturaleza del contrato celebrado. A ese límite
aludió la Corte Federal y de Casación en sentencia del 5 de diciembre de 1944, cuando a la
par de reconocer que la administración puede introducir modificaciones en el plan de la
obra, aumentándola o disminuyéndola, aclara que ese poder debe ejercerse "[...] dentro de
ciertos límites que no lo desnaturalicen [...]".
En efecto, como señala DIEZ, si bien es cierto que el interés público exige la modificación
del contrato, no lo es menos que los quebrantos que ello ocasiona deben ser resarcidos (49).
y a fin de preservar el equilibrio económico del contrato, la administración debe al
concesionario en caso de que se le provoquen perjuicios. Dicha indemnización pueden
materializarse de varias formas, sea a través de modificaciones en el plazo de la concesión,
en las tarifas, en los aportes o subsidios o en otros factores del régimen económico de la
concesión pactados, pudiendo utilizar uno o varios de esos factores a la vez (literal c. del
art. 33).
Preocupa sin embargo, que en el texto de la Ley de Concesiones no se haya efectuado una
referencia a título expreso de la obligación de la administración de mantener la ecuación
económico-financiera de la contratación, conforme al cual no debe colocarse al
concesionario en una posición de desventaja económica. No obstante, de una revisión del
texto de la Ley de Concesiones puede constatarse que dicha obligación aparece implícita.
Sin embargo, tanto la doctrina y la jurisprudencia nacional y extranjera, han destacado que
el concesionario no esta obligado a asumir las pérdidas o el déficit producto de situaciones
anormales e imprevisibles. Sobre esa base, se ha venido construyendo la denominada
teoría de la imprevisión.
La obligación del concesionario de mantener la continuidad del servicio resulta del literal
d) del artículo 36 de la Ley de Concesiones, el cual le obliga prestar el servicio con la
continuidad convenida. Asimismo, el literal 3) prevé la obligación del concesionario de
facilitar o prestar el servicio en condiciones de absoluta normalidad, suprimiendo las causas
que originen molestias, incomodidades, inconvenientes o peligrosidad a los usuarios. Como
correlato de estas obligaciones, es necesario reconocer el derecho que le asiste al
mantenimiento del equilibrio económico-financiero.
(i) El contrato debe encontrarse en fase de ejecución. En ese sentido, el hecho imprevisible
sobre el cual se funda el reclamo debe haber surgido en el curso de la ejecución.
(ii) El hecho o acontecimiento que ocasiona pérdidas al concesionario debe ser extraño a la
voluntad de las partes contratantes.
La extinción anticipada del contrato en tal caso, como ha señalado la doctrina de las
comunidades europeas, opera como "un medio de defensa de la parte cumplidora frente al
incumplimiento de la otra parte o frente a las alteraciones no justificadas de los términos en
que fuera concebido el equilibrio contractual en el momento de la conclusión del pacto"
(50). La aplicación de la teoría del hecho del príncipe procede, precisamente, en aquellos
casos en los cuales, la intervención de los poderes públicos ha afectado las condiciones
jurídicas o fácticas en las cuales el concesionario ejecuta su contrato.
No obstante, como ha señalado LARES MARTÍNEZ: "no todas las intervenciones de los
órganos del Estado que hagan más difíciles u onerosas la ejecución del contrato dan
derecho al contratista a exigir la indemnización correspondiente". A estos efecto debe
atenderse a una concepción estricta del hecho del príncipe. Por ello, según el citado autor,
"se considera así el hecho emanado de la propia persona pública contratante que hace más
difícil u onerosa la ejecución del contrato celebrado, y del cual deriva para el contratista el
derecho a exigir de la administración el pago de una reparación integral" (51).
4. Potestad sancionatoria
4.1. Noción
El ente concedente está facultado igualmente para imponer al concesionario las sanciones
de apercibimiento, de amonestación o de multa establecidas previamente en el pliego de
condiciones y en el contrato por el incumplimiento de dicho contrato, de su pliego de
condiciones o de las resoluciones expedidas por el ente concedente, todo ello sin perjuicio
de la facultad que le corresponde de adoptar las medidas preventivas que fuesen necesarias
para asegurar la continuidad de una obra o de un servicio o para evitar su pérdida o
deterioro (art. 43).
La aplicación de dichas sanciones procederá, sin perjuicio de que el concedente puede
declarar suspendida temporalmente la concesión, acordar su intervención y declarar su
extinción, de conformidad con el régimen previsto en la Ley de Concesiones relativo a la
suspensión y extinción de la concesión (Título IV).
(i) Las sanciones pecuniarias (i.e. multas): La multa es una sanción de naturaleza
pecuniaria que tiene como finalidad castigar los incumplimientos del concesionario. En ese
sentido, el contrato debe detallar los supuestos y condiciones en los que procederán la
aplicación de sanciones pecuniarias.
"Dicho principio comprende una doble garantía: la primera, de orden material y alcance absoluto,
referida al ámbito estrictamente penal como al de las sanciones administrativas, refleja la especial
trascendencia del principio de seguridad jurídica en dichos campos limitativos y supone la imperiosa
necesidad de predeterminación normativa de las conductas infractoras y de las sanciones correspondientes,
es decir, la existencia de preceptos jurídicos (lex previa) que permitan predecir con suficiente grado de
certeza (lex certa) aquellas conductas y se sepa a qué atenerse en cuanto a la aneja responsabilidad y a la
eventual sanción; la segunda, de carácter formal, relativa a la exigencia y existencia de una norma de
adecuado rango y que este Tribunal ha identificado en sentido formal" (55).
En definitiva, la previsión legal o contractual de la sanción y el cumplimiento de un
procedimiento previo destinado a la formación de la voluntad administrativa, y en el cual el
particular concesionario pueda ejercer su derecho a la defensa (lato sensu), determinarán la
legalidad de la sanción.
De allí que toda sanción que se pretenda imponer al concesionario deba estar precedida de
un procedimiento administrativo previo, en el cual se garantice al particular el derecho a ser
oído, a probar, a que se le formulen cargos previamente, a una decisión motivada y
proporcional a la falta, así como a la observancia general de los principios de legalidad de
las infracciones y sanciones administrativas, de la garantía de irretroactividad y
preexistencia de las sanciones (57).
Este convenio fijará las particulares condiciones a que deba sujetarse la realización de las
obras y su repercusión en el régimen de tarifas o en cualquier otro factor del régimen
económico o en el plazo de la concesión, quedando facultado el ente concedente para
incluir en dicho convenio, como compensación, uno o varios de esos factores (art. 40).
6. Garantías e indemnizaciones
7. Responsabilidad de la administración
La República, por órgano del ministerio o entidad competente, será responsable por las
actuaciones, abstenciones, hechos y omisiones que le sean imputables y que causen
perjuicios al concesionario. En tales casos deberá indemnizar la disminución patrimonial
que se ocasione, la prolongación de la misma y la ganancia, beneficio o provecho dejados
de percibir por el concesionario.
Fuera de esos medios de extinción (vencimiento del plazo, resolución judicial y disolución
por mutuo consentimiento), comunes a los contratos de derecho privado, existen otras
formas de extinción propias del contrato administrativo y que derivan del ejercicio del
poder que se le reconoce a la Administración para adoptar, unilateralmente, decisiones que
ponen fin a la relación contractual.
1. Suspensión de la concesión
a) En el caso de guerra, conmoción interior o fuerza mayor que impidan la prestación del
servicio;
b) Cuando se produzca una destrucción parcial de las obras o de sus elementos, de modo
que se haga inviable su utilización por un período de tiempo, y
c) Por cualquier otra causa que el pliego de condiciones establezca.
La Ley de Concesiones prevé causales específicas de extinción del contrato (art. 46):
a) Cumplimiento del plazo por el que se otorgó con sus modificaciones si procediere;
b) Mutuo acuerdo entre el ente concedente y el Concesionario.
c) Por rescisión del contrato debida a incumplimiento grave de las obligaciones del
concesionario;
d) Por rescate anticipado;
e) Por quiebra del concesionario
f) Las que se estipulen en el pliego de condiciones y en el contrato.
2.3. Por rescisión debido a incumplimiento grave de las obligaciones del concesionario
La revocatoria o rescate del contrato, por tanto, no constituye una sanción para el
cocontratante, pues el hecho que le da origen no es el incumplimiento del contrato, sino la
mejor satisfacción del interés público. De ahí que se reconozca al concesionario en estos
casos el derecho a percibir una indemnización.
2.5. Quiebra del concesionario
La concesión tiene carácter intuitu personæ, pues a la Administración interesa que sea el
concesionario por ella seleccionado, quien ejecute las prestaciones objeto del contrato. Si
embargo, si se produce la quiebra del concesionario sería imposible cumplir dicha
condición
La administración -en el pliego de condiciones- o las partes -en su contrato- son libres de
establecer las causales de extinción que estimen pertinentes y sean compatibles con la
naturaleza de la contratación.
2.7. Por ruptura de la ecuación económico-financiera en más del 20% del precio
originalmente pactado
3. Intervención de la concesión
En principio, los gastos que cause la aplicación de la medida serán a cargo del
concesionario, toda vez que la sanción procede en razón de su culpa o negligencia; no
obstante, estimamos que la posibilidad de que la administración pueda intervenir la
concesión con carácter temporal procede también no como sanción -sin que medie culpa o
negligencia del concesionario- en aquellos casos en que sea necesario asegurar la
continuidad del servicio (e.g. en caso de huelga del personal). En tales supuestos los gastos
que se originen serán a cargo del concedente (61).
Al conocer del asunto, el ente concedente deberá abrir el procedimiento destinado a
constatar la situación de hecho y a establecer la responsabilidad del concesionario.
Comprobados los supuestos que dieron lugar a la apertura de la averiguación, la
Administración deberá adoptar las medidas y decisiones que correspondan y procederá a la
designación del interventor. El interventor designado sólo tendrá las facultades de
administración indispensables para asegurar el cumplimiento del contrato y cesará en su
cargo en cuanto el concesionario reasuma sus funciones o cuando la concesión sea
nuevamente otorgada. En ese sentido, si después de 90 días de la designación del
interventor el concesionario no reasume, se entenderá que hay incumplimiento grave y se
seguirá el procedimiento aplicable para la declaratoria de extinción de la concesión por
incumplimiento (art. 52).
Los incentivos establecidos en la Ley, en cualquier caso, deberán ser considerados como
"mínimos", pues nada obsta para que la Administración pueda establecer determinadas
condiciones en los pliegos de condiciones a fin de perseguir el concurso del mayor número
de potenciales concesionarios para determinada obra o actividad, o para el otorgamiento de
concesiones cuyas condiciones tengan particularidades, que requieran de incentivos
adicionales.
2. Incentivos fiscales
2.1. Exenciones
a) Exención del cincuenta por ciento (50%) de la renta neta gravable con el impuesto sobre
la renta, en los casos en los que los titulares de la concesión asuman el financiamiento de la
inversión en una proporción igual o superior al cincuenta por ciento (50%).
b) Exención del veinticinco por ciento (25%) de la renta neta gravable con el impuesto
sobre la renta, en los casos de titulares de la concesión que asuman el financiamiento de la
inversión en una proporción inferior al cincuenta por ciento (50%).
Dichas exenciones otorgadas en el párrafo primero sólo serán procedentes cuando el titular
de la concesión haya cumplido con el financiamiento de la inversión programada para cada
ejercicio fiscal, de conformidad con el contrato.
2.2. Exoneraciones
En tal sentido, los alcances de la declaratoria de utilidad pública deben ser precisados por el
ente concedente para cada obra o servicio que se licite, atendiendo a las dimensiones y
características de cada proyecto y considerando las obras principales, complementarias y de
servicios que demandará su ejecución y posterior explotación (art. 58, único aparte). Esta
disposición se compadece con el principio de proporcionalidad que debe regir en la
actividad administrativa y, en particular, en materia de limitaciones legales a la propiedad.
La declaratoria de utilidad pública, por tanto, será proporcional en la medida que grave los
bienes que son estrictamente necesarios para la ejecución de la contratación (64).
1.2. Facultad expropiatoria
El ente concedente tendrá a su cargo la obligación de adquirir los terrenos y demás bienes
necesarios para la ejecución o gestión de la obra o del servicio público otorgado en
concesión mediante el procedimiento expropiatorio, a cuyo efecto podrá acudir de ser
necesario a las medidas de ocupación previa o de urgencia previstas en la legislación que
rige la materia. Para ello, el pliego de condiciones de cada licitación establecerá la forma y
los plazos conforme a los cuales el ente concedente ejercerá esta facultad (art. 59).
De otra parte, los bienes o derechos que por cualquier título adquiera el concesionario para
ser destinados a la concesión pasarán a formar parte del dominio público desde que se
incorporen o sean afectados a las obras, sea por adherencia o por destinación. Sin embargo,
quedarán a salvo las obras, instalaciones o bienes que, por no estar afectados a la
concesión, permanecerán en el patrimonio del concesionario, de acuerdo con lo que
establezca el respectivo contrato (art. 60).
X. SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS
1. Nociones generales
a. El interés público
Las potestades administrativas son irrenunciables (72). La potestad implica no sólo una
posibilidad de actuación legítima (poder) sino la obligación de actuar de actuar en favor del
fin para el cual fue concedida (deber). En ese sentido, la Administración no puede convenir
sobre el ejercicio de las potestades administrativas, pues estas deben ser ejercidas cuando
concurran las condiciones o requisitos señaladas por el legislador para ello. Puede ocurrir
que el titular de la potestad decida ejercerla o no, pero ello no depende de su voluntad. En
ese sentido, no podría la administración obligarse, ser constreñida o condicionada para
ejercer las facultades que se le atribuyen en virtud del contrato (e.g. extinción unilateral,
rescate, etc.)
Estimamos que siendo la Ley de Concesiones el instrumento que prevé el régimen general
en materia de concesiones de servicio público, nada obsta para que a las concesiones de
servicio público reguladas en leyes especiales puedan aplicarse las normas del régimen
general y, en consecuencia, aplicarse los medios de resolución alternativa de conflictos allí
previstos.
El artículo 61 de la Ley de Concesiones dispone que las partes "[P]odrán utilizar los
mecanismos de solución directa tales como la conciliación y la transacción" (resaltado
nuestro). De la letra de la disposición, es evidente que no se trata de una enumeración
taxativa y que, por el contrario, la intención fue la de incluir dentro del ámbito de la norma
a todo medio directo de resolución de controversia que fuera idóneo para resolver las
diferencias que pudieran presentarse entre las partes.
Esta disposición, tomada por los españoles del derecho alemán, prevé la posibilidad de que
la Administración y los particulares terminen convencionalmente los conflictos que se
diriman en sede administrativa (73). El legislador venezolano, recogiendo el espíritu de la
norma española, la insertó dentro del régimen a fin de promover la resolución interna de los
conflictos que eventualmente puedan presentarse entre la Administración concedente y el
concesionario. Mediante estos medios alternativos la actividad administrativa unilateral se
ve sustituida por un acuerdo con el concesionario, poniendo fin a una controversia que, de
ordinario, podría culminar debatiéndose por ante los órganos jurisdiccionales.
La transacción es definida en el Código Civil como "[U]n contrato por el cual las partes,
mediante recíprocas concesiones, terminan un litigio". La mayoría de los autores (RUÁN,
FRAGA PITTALUGA) han puesto de relieve el carácter excepcional que tiene la
transacción en el campo de la actividad administrativa. La transacción implica un poder de
disposición, respecto del cual los órganos públicos están limitados dada su vinculación al
principio de la legalidad y al interés público que están llamados a salvaguardar. La
transacción, por tanto, es por principio inaplicable en el campo de la actividad pública
regida por el derecho público (74). Sin embargo, como ocurre en la Ley de Concesiones,
excepcionalmente puede admitirse la transacción como mecanismo para la solución de
conflictos. En tales casos, de conformidad con lo establecido en el artículo 255 del Código
de Procedimiento Civil (CPC), la transacción tendrá la misma fuerza que la cosa juzgada.
De otra parte, tratándose de concesiones sobre obras y servicios que son competencia del
Poder Nacional, debe observarse que el artículo 44 de la Ley Orgánica de la Procuraduría
General de la República dispone que el Procurador General, los Directores, Adjuntos y
Auxiliares, no podrán convenir, desistir, transigir ni comprometer en árbitros, sin la previa
autorización por escrito del órgano competente del Ejecutivo Nacional (75). En
consecuencia, para que la transacción sea válida ser requerirá la autorización
correspondiente.
Consideramos que esta materia en general, debería ser resuelta por una Ley General de
Contratos de Estado (inexistente en Venezuela) en la que se establezca un régimen jurídico
para estos contratos y las condiciones dentro de las cuales la Administración podrá terminar
o precaver litigios por vía convencional.
2.1.2. Arbitraje
Ahora bien, de acordar las partes someter sus diferencias a un Tribunal Arbitral,
corresponderá a éstas decidir la forma en la que estará compuesto dicho Tribunal (i.e.
composición), las materias de las que conocerá (i.e. competencia), el trámite procesal
aplicable (i.e. procedimiento) y el derecho aplicable, de conformidad con la normativa que
rige la materia. Se hace necesario, por tanto, determinar cuál es la normativa que deberá
regir para el establecimiento de cláusulas arbitrales en los contratos de concesión (80).
Debe atenderse, por tanto, a lo establecido en el CPC, que es el instrumento jurídico que
regula en forma general la materia de arbitraje en Venezuela. En tal sentido, el artículo 608
del referido Código prevé que las controversias pueden comprometerse en uno o más
árbitros en número impar, antes o durante un juicio, siempre que se trate de asuntos sobre
los cuales no cabe transacción (art. 608 del CPC). Así, de acuerdo con lo establecido en la
Ley de Concesiones, las partes podrán seguir las reglas establecidas en el CPC o las que
hayan dispuesto en el texto de su contrato para la constitución del tribunal arbitral, el
trámite y el derecho aplicable para la decisión de sus controversias.
De igual forma, si así lo disponen las partes, puede resultar aplicable el Convenio sobre
Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados y Nacionales de otros
Estados, del cual Venezuela es signatario. A pesar de haber sido ratificado mediante Ley
Aprobatoria por Venezuela y, por tanto, tener el carácter de Ley formal, éste sólo resultará
aplicable si así lo ha sido acordado en el Contrato de Concesión (87). Mediante dicho
Convenio fue creado el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a
Inversiones o CIADI (conocido también por sus siglas en inglés: ICSID -International
Centre for Settlement of Investment Disputes-), el cual tiene por objeto facilitar la sumisión
de diferencias relativas a inversiones entre Estados Contratantes y nacionales de otros
Estados Contratantes a un procedimiento de conciliación y arbitraje.
Dadas las particulares limitaciones que van a aparejadas al uso de estos medios de solución
de controversias -en los casos en que una de las partes es un ente u organismo de la
Administración- deben establecerse en la cláusula arbitral o compromisoria, las
condiciones dentro de las cuales se desarrollará el arbitraje. En ese sentido, debe tenerse en
cuenta que mediante esta vía no podrán debatirse asuntos o materias que puedan afectar el
interés público, otorgarse potestades reservadas por la Constitución y las leyes al poder
público o convenir sobre el ejercicio de potestades administrativas. Así, por ejemplo, sería
nula una cláusula que permitiera a un tribunal arbitral controlar la legalidad de un acto
administrativo por un Tribunal Arbitral o establecer cortapisas a la administración para el
ejercicio de las potestades que legalmente tiene conferidas.
Estimamos que para la determinación de las materias que pueden ser sometidas a arbitraje,
y a los efectos de evitar colisiones con el ordenamiento jurídico venezolano, debe usarse un
criterio restrictivo, de manera que sólo queden comprendidas aquellas materias que
vinculen exclusivamente a las partes y que tengan menor impacto sobre las condiciones de
prestación del servicio. En ese sentido, siguiendo el criterio de FRAGA PITTALUGA,
consideramos que todo lo que forma parte de la denominada actividad privada de la
Administración puede ser objeto de arbitraje, porque en este caso opera el principio de la
autonomía de la voluntad (88).
Queda también abierta la posibilidad de que en aquellos casos en los cuales el objeto del
debate sean cuestiones de carácter técnico, las partes puedan someter la solución del asunto
al conocimiento de expertos directamente designados por ellas. En tales casos, la decisión
adoptada siguiendo el procedimiento previamente establecido por las partes, tendrá carácter
definitivo (art. 61).
Sin embargo, por lo que se refiere al régimen aplicable a los contratos de concesión
celebrados con anterioridad a la entrada en vigor de dicho instrumento legal, el artículo 63
dispuso que éstos se ejecutarán con arreglo a las condiciones y plazos originalmente
convenidos; en consecuencia, éstos no sufrieron alteración alguna con la promulgación de
la nueva Ley.
Sin embargo, se dejó a salvo la posibilidad de que las partes puedan pudieran adaptar las
disposiciones de su contratación al nuevo régimen. Sin duda alguna, ello puede resultar
útil, desde que pueden incorporarse algunos elementos (inexistentes en la Ley de
Concesiones derogada) que pueden mejorar los contratos y facilitar su ejecución, tales
como el derecho del concesionario a la constitución de garantías sobre el contrato, los
medios de solución de controversias y el régimen de modificaciones unilaterales por la
Administración, entre otros.
Hay algunas concesiones de servicios públicos cuya regulación esta contenida en leyes
especiales. Servicios que por sus características precisan de regulación particulares y
respecto de las cuales se aplica supletoriamente el régimen general previsto para las
concesiones de obras públicas y servicios públicos nacionales en la Ley de Concesiones.
Dentro de esa categoría de concesiones de servicios públicos aparecen las concesiones para
la prestación del servicios eléctrico y las concesiones de telecomunicaciones.
1. Generalidades
Por lo que respecta a las concesiones para la actividad de distribución de energía eléctrica,
éstas son otorgadas mediante un proceso de licitación pública, según el procedimiento
establecido la LSE y su Reglamento. Para ello, el Poder Nacional, por órgano del MEM,
acuerda conjuntamente con las autoridades municipales con jurisdicción en el área de la
concesión, las modalidades y las condiciones de su otorgamiento (art. 45 LSE).
Por lo que se refiere a las concesiones de transmisión, el artículo 44 de la LSE prevé que
las concesiones para nuevas instalaciones de transmisión se harán en coordinación con la
CNEE y de conformidad con la LSE y su Reglamento; no obstante, no se prevé un
procedimiento concreto a tales efectos. Estimamos, que hasta tanto no se establezca
mediante Ley formal un procedimiento de selección, regirá en esta materia el principio
general: la libre selección de co-contratistas por la Administración.
Consideramos que por ser el suministro de energía eléctrica un servicio público, cuya
administración esta a cargo del poder nacional, el procedimiento licitatorio aplicable es el
establecido en la Ley de Concesiones. En efecto, dicha Ley establece las "[R]eglas,
garantías e incentivos dirigidos a la promoción de la inversión privada y al desarrollo de la
infraestructura y de los servicios públicos competencia del poder nacional [...]" (art. 1°).
En ese sentido, las normas contenidas en ese instrumento legal prevén el marco normativo
general de las concesiones de servicios públicos nacionales y a ellas deberá atenderse
supletoriamente en aquellos casos en los que el poder nacional deba gestionar bajo régimen
de concesión un servicio público de carácter nacional y no se haya previsto un régimen
jurídico especial.
3.1. Duración
Las concesiones que otorgue el MEM se harán por un lapso máximo de 30 años, contados a
partir de la firma del contrato, prorrogable hasta por 20 años. La prórroga deberá ser
solicitada con una anticipación a la fecha del vencimiento del término, no menor de tres (3)
años ni mayor de cuatro (4). Sin embargo, tres (3) años antes del vencimiento de la
concesión, incluida su prorroga si la hubiere, se iniciará un nuevo proceso de licitación para
la prestación del servicio (art. 46 LSE).
3.5. Reversión
"En caso de vencimiento del término de la concesión se producirá la reversión de los bienes afectados al
servicio, teniendo la concesionaria derecho al pago de la parte no depreciada de las inversiones
prudentemente realizadas, de conformidad con lo establecido en el Reglamento de esta Ley".
1. Con carácter definitivo, en los casos de resolución del contrato por incumplimiento de la
concesionaria, o quiebra de esté;
1. Generalidades
Hay algunas aspectos en relación con las concesiones reguladas por la LT que debemos
tomar en consideración:
2.2. Temporalidad
Reglamentando el Régimen previsto en la decisión 291, fue dictado Decreto 2.095 (94)
cuyo artículo 26, literal a), reserva a las empresas nacionales los sectores de la actividad
económica de "La televisión y la radiodifusión [...]". En consecuencia, los demás sectores
de las telecomunicaciones no comprendidos dentro el sector indicado pueden ser
explotados por extranjeros, sin más limitaciones que las establecidas en la normativa
aplicable.
La LPPER fue dictada con el objeto de establecer normas para otorgar concesiones para el
uso y explotación de porciones del espectro radioeléctrico. Sus disposiciones tienen
carácter preferente y excluyente de cualquier otra disposición legal que pudiera resulta
aplicable; sin embargo, por disposición expresa de su artículo 35, no rigen para el
otorgamiento de concesiones en materia de radio y televisión, lo cual se continuará
haciendo conformidad con la normativa de la LT y sus reglamentos.
La LPPER prevé el otorgamiento de concesiones sobre los recursos del espectro en ofertas
públicas o por vía de adjudicación directa.
Este procedimiento se ha previsto para los casos en que se trate de bandas o sub-bandas: (i)
que sean susceptibles de alta valoración económica; (ii) que estén destinadas a servicios de
usos masivos y (iii) que su utilización impida el uso concurrente de otros concesionarios en
la porción del espectro objeto del procedimiento (art. 7° LPPER). El inicio del
procedimiento de oferta pública deberá ser iniciado de oficio por la Comisión Nacional de
Telecomunicaciones (CONATEL), quien tramitará el proceso de precalificación de los
interesados y la subasta.
Las concesiones de uso y explotación de aquellas porciones del espectro radioeléctrico que
no hayan de ser otorgadas mediante el procedimiento de Oferta Pública, lo serán mediante
Adjudicación Directa que hará el Ministerio de Infraestructura por órgano del Director
General de CONATEL, a solicitud de parte interesada. La adjudicación directa opera para
aquellas porciones del espectro que, por su escaso valor económico, no resulten
suficientemente atractivas como para ser otorgadas por medio de subastas. En estos casos,
conjuntamente con el otorgamiento de la concesión para el uso del espacio radioeléctrico,
se otorgará la concesión de la actividad asociada a ésta (art. 25 LPPER).
En tal sentido, mediante la denominada reserva demanial, el Estado puede reservarse con
carácter de exclusividad el uso de determinados bienes o parcelas del dominio público.
Mediante este mecanismo el Estado retiene para si mismo un bien o, como lo expresa
GUAITA, "[S]e trata sencillamente de una autoconcesión administrativa, con la que se
excluye a los particulares del uso de una porción concreta de una cosa del dominio público"
(96). La reserva constituye un acto declarativo en el que no se crea un derecho de uso
privativo a favor de la Administración, antes por el contrario se declara una facultad
inherente y propia del derecho de dominio del cual es titular y se excluye totalmente a los
particulares de su aprovechamiento.
La reserva demanial sólo puede declararse, en principio, sobre bienes del dominio público
que no estén afectados a un uso especial o privativo, pues en tales casos será necesario
producir primero un acto revocatorio que extinga el uso y le permita a la Administración
ocupar el bien. En segundo término no pueden ser objeto de reserva los bienes del dominio
público de uso general, tales como, las calles, carreteras y vías públicas (terrestres,
fluviales, marítimas y lacustres) ni aquellos que se encuentren afectados a la prestación de
un servicio público.
La posibilidad de que determinados bienes del dominio público puedan ser reservados, está
normalmente prevista para aquellos bienes cuyo uso normal es el aprovechamiento
privativo por los particulares, tales como, las minas, los bosques y las aguas, respecto de
los cuales, por su importancia y características propias, puede convenir que su explotación
esté reservada al Estado (97).
1. Generalidades
Uno de los principios básicos sobre los cuales se fundamenta el régimen minero, es la
declaratoria expresa de propiedad de la República sobre las minas que hace la Ley de
Minas (98) (LM) en su artículo 2°. Sobre la base de este principio, se apunta que: "[E]l
Estado se comporta frente a la riqueza minera como un verdadero propietario, y no como
un simple administrador de ella, por lo tanto , puede explotar por sí mismo en un régimen
de concurrencia con terceros mediante concesiones o puede reservarse la explotación, sin
que en ningún momento se desprenda de la propiedad de las minas" (99).
En ese sentido, la LM prevé la posibilidad de que "El Ejecutivo Nacional, cuando así
convenga al interés público, podrá reservarse mediante Decreto, determinadas sustancias
minerales y áreas que las contengan, para explorarlas o explotarlas solo directamente por
órgano del Ministerio de Energía y Minas, mediante entes de la exclusiva propiedad de la
República" (art. 23). El derecho a reservarse la explotación de minerales, ya había venido
siendo ejercida por el Estado venezolano desde hace mas de 50 años bajo el régimen de la
LM anterior, hasta que en 1977 el Ejecutivo dictó un decreto en el que reservó al Estado la
exploración y explotación dentro del territorio nacional, de todos los minerales (100). De ahí
que desde entonces, para el aprovechamiento de minas, los particulares deban solicitar al
Estado el otorgamiento de una concesión. En ese sentido, en la legislación minera
venezolana se han establecido dos modalidades principales de explotación: la explotación
directa por el Estado y la explotación por particulares mediante concesiones facultativas
(101).
La LM en su artículo 24, define la concesión minera como "[E]l acto del Ejecutivo
Nacional, mediante el cual se otorgan derechos e imponen obligaciones a los particulares
para el aprovechamiento de los recursos minerales existentes en el territorio". La
concesión, minera, como señala a título expreso el propio artículo 2, confiere a su titular el
derecho exclusivo a la exploración y explotación de las sustancias minerales otorgadas que
se encuentren dentro del ámbito espacial concedido
2.1. Duración
De conformidad con el artículo 25 de la LM, las concesiones de exploración y subsiguiente
explotación de minas que otorgue el Ejecutivo Nacional tendrán una duración que no
excederá de 20 años, contados a partir de la fecha de publicación del Certificado de
Explotación en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela. Dicho lapso podrá ser
prorrogado por períodos, sucesivos no mayores de 10 años, si así lo solicitase el
concesionario dentro de los 3 años anteriores al vencimiento del período inicial y el MEM
lo considera permanente. En todo caso, las prórrogas no podrán exceder el periodo original
otorgado (103).
La existencia de un ámbito espacial exclusivo dentro del cual el concesionario ejerza los
derechos que le confiere el título de concesión no impide que, en dicha área, el Ejecutivo u
otro concesionario pueda ejercer actividades mineras. En efecto, puede ocurrir que en el
área de una concesión existan minerales cuya explotación no esta permitida en el respectivo
título de concesión. En tales casos, si perjuicio de las actividades ejercidas por el
concesionario, dicha explotación podrá ser llevada a cabo directamente por el Ejecutivo o
por vía de concesión. De acogerse la modalidad de la concesión, el concesionario original
tendrá derecho preferente para obtener la concesión en igualdad de condiciones (art. 27
LM).
De conformidad con el referido artículo 29 los traspasos deberán ser presentados para su
protocolización por ante la Oficina Subalterna de Registro de la Circunscripción de
ubicación de la concesión. Dicho trámite tiene por objeto hacer oponible frente a terceros el
traspaso; no obstante, a diferencia de la LM derogada, no se prevén las formalidades que
deben cumplirse para la protocolización de los traspasos de títulos mineros (105).
En todo titulo minero se considera implícita la condición de que las dudas y controversias
de cualquier naturaleza que puedan suscitarse con motivo de la concesión y que no puedan
ser resueltas amigablemente por ambas partes, incluido el Arbitraje, serán decididas por
Tribunales competentes de la República de Venezuela, de conformidad con sus leyes, sin
que por ningún motivo ni causa puedan dan origen a reclamaciones extranjeras (art. 33
LM).
Se presume, hasta prueba en contrario, la existencia del mineral y que este es industrial y
económicamente explotable, pero con el otorgamiento del título no se hace responsable la
República de la verdad de tales hechos. Así mismo, la República no responde por
saneamiento legal (art. 34 LM).
2.7. Ventajas especiales para la República
Para los casos en los que la solicitud fuera admitida, la Ley prevé un procedimiento
administrativo previo al otorgamiento de la concesión a los fines de prevenir que puedan
ser afectados los derechos mineros de terceros.
II. CONCESIONES DE RECURSOS FORESTALES
1. Generalidades
Los bosques -y, en general, toda la vegetación- están sometidos a ese régimen de
protección especial y, en tal sentido, la Ley Forestal de Suelos y Aguas (106) (LFSA) tiene
por objeto regular "[L]a conservación, fomento y aprovechamiento de los recursos
naturales que en ella se determinan y los productos que de ellos se derivan." (art. 1° LFSA).
El especial régimen a que se encuentran sometidos los recursos forestales en nuestro país,
deriva de la declaratoria de utilidad pública que hizo el legislador de dichos recursos y de la
declaratoria de interés público de todas las actividades vinculadas con éstos. En efecto, en
el numeral 3 su artículo 2º el referido instrumento legal declara de utilidad pública "Los
Parques Nacionales, los monumentos naturales, las zonas protectoras, las reservas de
regiones vírgenes y las reservas forestales" (resaltado nuestro).
En tal sentido, la Ley Forestal de Suelos y Aguas regula cuatro tipos de aprovechamientos:
aprovechamientos en reservas forestales (arts. 54 al 57), aprovechamientos en terrenos
afectados por la reforma agraria (arts. 58 al 62), aprovechamientos en terrenos del dominio
público o privado de la Nación (arts. 63 al 72) y aprovechamientos en terrenos del dominio
privado (arts. 72 al 78). A los efectos de nuestro estudio, nos interesan aquellos
aprovechamientos que requieren para su ejecución la celebración de contratos de
concesión, estos son: los aprovechamientos en reservas forestales y en bosques (terrenos
del dominio público o privado de la Nación).
Las reservas forestales son aquéllas áreas creadas por Ejecutivo Nacional en terrenos
baldíos y otros propiedad de la República, constituidas por macizos boscosas, que por su
situación geográfica, composición cualitativa y cuantitativa florística o por ser los únicos
disponibles en una zona, constituyan elementos indispensables para el mantenimiento de la
industria maderera nacional (arts. 54 y 55 LFSA). Son, por tanto, bienes del dominio de la
República, cuya administración corresponde al MARNR y, por tanto, se encuentran sujetas
a control para su aprovechamiento por personas distintas a la República.
Ahora bien, el artículo 65 de la Ley Forestal de Suelos y Aguas dispone que "El
aprovechamiento de productos forestales en terrenos baldíos y cualesquiera otros terrenos
que fueren del dominio privado de la Nación [rectius: República], cuando no fuere
practicado directamente por el Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministerio de
Agricultura y Cría [rectius: Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables] (108), podrá ser ejecutado por particulares mediante contratos
administrativos de conformidad con las disposiciones de esta Ley y su Reglamento."
(resaltado nuestro). En el presente caso, no cabe duda de la naturaleza contractual de las
concesiones para estos aprovechamientos, pues ha sido el propio legislador quien ha
calificado de contratos administrativos, a los actos otorgados por el Ejecutivo Nacional
para tales aprovechamientos (109).
2.1. Duración
A los efectos de asegurar el buen cumplimiento de sus obligaciones, quienes pretendan ser
titulares de concesiones para la explotación de productos forestales, deberán constituir
garantías suficientes a juicio del Ejecutivo Nacional (art. 69 LFSA).
El MARNR tendrá a su cargo la vigilancia para asegurar el buen cumplimiento del contrato
y tendrá potestades para inspeccionar y fiscalizar "[T] toda actividad de aprovechamiento
o de explotación de productos forestales [...]" (art. 48 LFSA).
Antes del otorgamiento del contrato, el concesionario deberá pagar el impuesto que
establece el artículo 102 de la LFSA, el cual prevé que el aprovechamiento o explotación
de productos forestales en terrenos del dominio público o privado de la República causará
el pago de una contribución anual. En adición, corresponde también al MARNR fijar en
cada caso la participación que corresponde a la República, en dinero o en especie, por la
explotación o el aprovechamiento de productos forestales, que se realicen en terrenos de su
dominio público o privado (art. 103 LFSA).
1. Generalidades
El régimen -autorizatorio o concesorio- aplicable a cada caso concreto, varía según que las
aguas cuyo aprovechamiento se pretende, estén sujetas, o no, a derechos de
aprovechamiento conforme a lo dispuesto en el Código Civil y otras leyes. En ese sentido,
el régimen autorizatorio resulta aplicable, cuando las actividades de aprovechamiento tenga
lugar sobre aguas sujetas a derechos de uso, según lo previsto en el Código Civil y otras
leyes. La regulación de las autorizaciones para el aprovechamiento de recursos hídricos se
encuentra en total sintonía con la noción misma de "autorización", pues, de acuerdo con la
doctrina administrativa, mediante la autorización se remueve un obstáculo que condiciona
el ejercicio de un derecho preexistente en la esfera jurídica del interesado.
Distinto es lo que ocurre con la concesión para el aprovechamiento de los recursos hídricos,
pues a través de ellas sí se crea -ex novo- un derecho en la esfera jurídica del
concesionario. En un todo de acuerdo con esta premisa fundamental, las Normas prevén
que "Todo aprovechamiento de aguas del dominio público no sujetas a derechos de
aprovechamiento conforme a lo señalado en el Código Civil y otras normas nacionales,
requerirá una concesión" (art. 27 de las Normas).
Siendo el Estado, por órgano del Ejecutivo, el que ejerce las relaciones de dominio sobre
todas las aguas del dominio público, corresponderá a éste administrar las concesiones que
se otorguen para el aprovechamiento de los recursos hídricos. En concreto, la competencia
corresponderá al Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables
(MARNR) (art. 31 de las Normas).
Las concesiones pueden ser únicamente para el aprovechamiento de los recursos hídricos o
para la construcción o administración de la infraestructura necesaria a la captación,
aducción, suministro y distribución de dichos recursos.
No escapó al legislador que la concesión es una vía idónea para la gestión y explotación de
servicios públicos, obras públicas y bienes del dominio municipal y, en ese sentido,
estableció un régimen especial para cada una de estas categorías contractuales en la Ley
Orgánica de Régimen Municipal (LORM).
De esa forma, el legislador ha previsto que los servicios públicos municipales pueden ser
prestados tanto por entes y organismo del sector público (ordinales 1º, 2º, 3º y 4º), así como
por particulares mediante concesión otorgada en licitación pública (ordinal 5º).
En efecto, los servicios públicos, cuya gestión ha sido encomendada por la Constitución y
la Ley a las entidades municipales, pueden ser prestados por el Municipio en forma directa
(ordinal 1º), por Institutos Autónomos Municipales mediante delegación (ordinal 2º) y por
vía de contratos con Empresas, Fundaciones, Asociaciones Civiles y otros Organismos
descentralizados del Municipio (ordinal 3º) o con organismos de cualquier naturaleza de
carácter Nacional o Estadal (ordinal 4º). En estos supuesto, son entes y organismos
integrados a la Administración Pública Nacional, Estadal o Municipal, con forma de
derecho público o de derecho privado, los que concurren en la satisfacción del servicio.
De otra parte, los servicios públicos municipales también pueden ser prestados por vía de
concesión otorgada en licitación pública. En tales casos, el Municipio, quien conserva la
titularidad del servicio, se desprende de su gestión y se la concede a un particular escogido
mediante un procedimiento de selección.
Los servicios públicos municipales también pueden ser prestados por particulares mediante
"Concesión otorgada en licitación pública" (art. 41.5 LORM). Así, la LORM permite a los
particulares colaborar con la Administración Municipal en la gestión de servicios públicos
municipales, mediante concesión. Se entiende que por esta vía, el servicios es prestado de
una manera más eficiente, eficaz y organizada, a la par que el concesionario se procura una
ganancia satisfactoria.
Ahora bien, específicamente para las concesiones de servicios públicos a que se refiere el
ordinal 5º del mencionado artículo 41, el artículo 42 de la LORM dispuso una serie de
condiciones mínimas. Se trata de una disposición complementaria, que establece el régimen
jurídico aplicable -condiciones mínimas- que deberán regir cuando el servicio sea prestado
mediante concesión otorgada en licitación pública. Sin perjuicio de que las entidades
municipales puedan aplicar las disposiciones de la Ley de Concesiones, las condiciones
mínimas establecidas en la LORM son:
2.2.1. Duración
2.2.2. Precio
El precio que pagará el concesionario por los derechos que le otorgue la concesión podrá
consistir en una cantidad fija anual durante el plazo de la misma. Asimismo, en el contrato
deberá establecerse el procedimiento de revisión periódica del precio. El pago de un precio
por los derechos (i.e. privilegio de exclusividad, exenciones, entre otros) que la concesión
otorgue al concesionario es pues, un requisito inderogable de toda concesión de servicio
público local. Este tipo de disposiciones se justifica sólo cuando la gestión del servicio
genere indefectiblemente una utilidad para el concesionario, lo cual reitera el principio de
que sólo pueden darse en concesión, los servicios públicos de naturaleza lucrativa.
En el texto del contrato debe estar expresado el capital a ser invertido por el concesionario
que debe invertir el concesionario y forma de su amortización, es decir, el régimen
económico financiero.
2.2.6. Tarifa
El servicio público objeto de la concesión debe en todo caso ser oneroso, esto es, el usuario
del mismo debe abonar una suma en pago de la prestación. La retribución por parte del
usuario se traduce en el pago de una tarifa que debe ser fijada en el contrato de concesión.
En todo caso, ello no significa que sea inmutable, antes bien, la LORM prevé la posibilidad
de modificarla en la oportunidad de revisar el precio que por concepto de derechos pague el
concesionario al concedente.
Debe señalarse asimismo en el texto del contrato el derecho del Municipio derecho a
revocar en cualquier momento la concesión.
2.2.10. Reversión
Tal prestación podrá a su vez efectuarse mediante el contrato de obra pública, caso en el
cual la remuneración del co-contratista provendría del precio pagado por la propia
Administración, o a través de un contrato de concesión de obra pública donde, la
remuneración provendría fundamentalmente de los usuarios de la obra.
La LORM define el ámbito del dominio público municipal señalando que este se extiende
sobre "1º Las obras, instalaciones y edificaciones construidas o adquiridas por el Municipio
o por cualquier otro organismo o persona de carácter público o privado, en beneficio del
Municipio o Distrito, cuando estén destinadas o adscritas a la prestación de un servicio
público; y 2º los Ejidos. De igual forma, dispone la norma, "Los bienes del Dominio
Público Municipal [...] son inalienables e imprescriptibles, salvo que el Concejo o Cabildo
proceda a su desafectación con el voto favorable de las tres cuartas (3/4) partes de sus
integrantes". (art. 107 LORM).
Las obras a las cuales hace referencia el precitado artículo 107, se corresponden con la idea
de obras públicas Municipales, a las cuales ya hicimos referencia. Por su parte, los Ejidos
están conformados por los siguientes bienes:
1. Los que con dicho carácter hayan venido disfrutando los Municipios;
2. Los que hayan adquirido, adquieran o destinen los Municipios para tal fin;
3. Los resguardos de las extinguidas comunidades indígenas no adquiridos legalmente por
terceras personas.
4. Los terrenos baldíos que circundan las poblaciones de los Municipios, conforme a la
previsible expansión de aquéllas, de acuerdo a los señalamientos del Organismo Nacional
de Planificación Urbana.
5. Los terrenos propiedad del Instituto Agrario Nacional que circunden las poblaciones de
los Municipios cuando sean necesarios para el ensanche urbano.
Las regulaciones de la LORM en relación con el régimen de las concesiones sobre bienes
del dominio público municipal no son amplias. Por su importancia, destaca únicamente el
ordinal 8º del artículo 77 que prevé "[L]a aprobación de las concesiones de servicios
públicos o de uso de bienes del dominio público [...]" por el Concejo Municipal o Distrital,
que constituye un control posterior del contrato de concesión por parte del órgano
legislativo municipal.
Aparte de las consideraciones antes señaladas, la Ley Orgánica de Régimen Municipal no
prevé ningún tipo de procedimiento especial para el otorgamiento de las concesiones para
el aprovechamiento de los bienes del dominio público Municipal, por lo que en este aspecto
preserva el Municipio autonomía de contratación, salvo las limitaciones locales impuestas
por las diversas ordenanzas.
(1) La Constitución de 1947, de la cual es tributaria la de 1961, disponía en su artículo 73 "No se concederán
monopolios; pero podrán otorgarse concesiones, con carácter de exclusividad y por tiempo limitado,
para fomentar el establecimiento y el desarrollo de obras o servicios de utilidad general, siempre que
no envuelvan, directa o indirectamente, la obligación de garantizar intereses o utilidades a los capitales
invertidos" (resaltado nuestro). La Constitución de 1945, a pesar de no hacer referencia directamente a la
concesión, alude en su artículo 32,8° a la posibilidad de que se otorgaran privilegios temporales, conforme a
la ley y por tiempo determinado, para "[E]l establecimiento y la explotación de ferrocarriles, empresas de
navegación aérea, canalización, tranvías, fuerza hidráulica, líneas telefónicas o telegráficas, cuando tales
obras se lleven a cabo o se instalen a costa del concesionario, sin garantizarles proventos ni subvenirlas la
Nación". Disposiciones similares a ésta aparecen el las Constituciones de 1935 (artículo 32, 8°), 1929
(artículo 32,8°) y 1928 (artículo 32,8°).
(2) La fórmula empleada por el constituyente de 1999, fue similar a la usada en el artículo 96 de la
Constitución, el cual establecía que: "Todos pueden dedicarse libremente a la actividad lucrativa de su
preferencia, sin más limitaciones que las previstas en esta Constitución y las que establezcan las leyes por
razones de seguridad, de sanidad u otras de interés social [...]"
(3) CSJ/SPA 18.06.98, Aerovías Venezolanas, S.A.. v. MTC.
(4) G.O. N° 36.687; 26.04.99.
(5) G.O. N° 5.394; Ext.; 25.10.99.
(6) Cf. GIANNINI, Massimo Severo. Derecho administrativo. Ministerio para las Administraciones Públicas.
Madrid, 1991. p. 345.
(7) Cf. ESCOLA, Héctor Jorge. Tratado integral de contratos administrativos. Editorial Depalma. Buenos
Aires, 1984, p. 313.
(8) Cf. BERÇAITZ, Miguel. Teoría general de los contratos administrativos. Editorial Depalma, Buenos
Aires, 1980, p. 150.
(9) Cf. SOSA GÓMEZ, Cecilia. Los contratos entre personas jurídico-públicas. Base conceptual. Naturaleza
jurídica de los actos inter-órganos de la Administración. Algunos ejemplos de relaciones inter-órganos en
Régimen Jurídico de los Contratos Administrativos. Fundación Procuraduría General de la República.
Caracas, 1991. pp. 99-112
(10) Cf. DROMI, Roberto. Licitación pública. Ediciones Ciudad Argentina. Buenos Aires, 1995. p. 154
(11) V. DELPIAZZO, Carlos E.. Manual de contratación administrativa. Editorial Universidad. Montevideo,
1996, p. 41.
(12) Cf. DROMI, Roberto. Ob. cit., p. 64.
(13)Idem.
(14) Cf. artículos 30 y 12 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
(15) Cf. BERCAITZ, Miguel Angel, Teoría General de los Contratos Administrativos, 2da edición, Ediciones
Depalma. Buenos Aires, 1980, p. 329.
(16) CPCA, 28.07.99, Investico Casa de Bolsa, C.A.
(17) VILLAR PALASÍ y VILLAR EZCURRA, Principios de Derecho Administrativo, T. III. Madrid, 1983,
p. 75.
(18) Cf. TORNOS MAS, Joaquín. Actuaciones relativas a la contratación en Comentarios a la Ley de
Contrataciones de las Administraciones Públicas. Editorial Civitas. Madrid, 1996, p. 268.
(19) Artículo 24 de la Ley de Concesiones: "El pliego de condiciones de cada licitación expresará los
derechos y obligaciones de las partes contratantes, el procedimiento de la licitación y las reglas conforme a
las caules se garantiza la transparencia, la igualdad y la libre concurrencia de los interesados. Una vez
otorgado el respectivo contrato, formará parte de éste []" (resaltado nuestro)
(20) CPCA, 09.04.97, Arnaldo González Sosa v. CONATEL
(21) Corresponderá al Reglamento (que a la presente fecha no se ha dictado) establecer el tiempo que deberá
mediar entre una y otra publicación, así como el que tendrán los interesados para presentar sus propuestas.
(22) Reglamento del Régimen Común de Tratamiento a los Capitales Extranjeros y sobre Marcas, Patentes,
Licencias y Regalías, aprobado por las Decisiones Nos. 291 y 292 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena,
publicado en G.O. No. 34.930, 25.03.92.
(23) Cf. MORENO GIL, Oscar. Contratos administrativos (legislación y jurisprudencia). Ministerio de
Hacienda, Instituto de Estudios Fiscales. Madrid. p. 488.
(24) La exigencia de escritura pública en todo caso, no es un requisito ad substantiam sino que constituye el
medio de prueba del contrato de concesión. De manera que, el hecho de que la concesión se otorgue de forma
escrita no incide en su carácter consensual, desde que estos requisitos se refiere a su prueba y no a su
existencia
(25) Artículo 14 de la Ley de Publicaciones Oficiales: "Las Leyes, Decretos y demás actos oficiales tendrán
carácter públicos por el hecho de aparecer en la GACETA OFICIAL DE LA REPÚBLICA DE
VENEZUELA, cuyos ejemplares tendrán fuerza de documentos públicos".
(26) Cf. GARCÍA-TREVIJANO GARNICA, Ernesto. Las Garantías en los Contratos Administrativos en
Comentarios a la Ley de Contratos Administrativos. Editorial Civitas. Madrid, 1996, p. 243. En relación con
el carácter principal de la obligación de constituir garantía principal, ALBI ha expresado lo que: "La garantía
es requisito obligado, y de tan trascendental importancia, que en los casos en los que la ley la exige, no puede
considerarse como elemento accesorio del contrato, sino consustancial con el mismo, de tal manera que su
eficacia se halla subordinada a la de la propia garantía (Cf. ALBI, Los contratos municipales, citado por
GARCÍA-TREVIJANO GARNICA, Ob. cit. p. 257)
(27) Cf. ALBI citado por GARCÍA-TREVIJANO GARNICA, Ob. cit. p. 257
(28) En todo caso esta potestad siempre será ejercida de conformidad con los términos establecidos en el
pliego de condiciones y contrato respectivo.
(29) Cf. BADELL MADRID, Rafael et al. Régimen del Control Fiscal. Cuadernos Jurídicos Badell & Grau.
Caracas, 1999.
(30) SARMIENTO GARCÍA, Jorge, Concesión de Servicios Públicos, Ediciones Ciudad Argentina. Buenos
Aires, 1996, pp. 82-85.
(31) Cf. ESCOBAR GIL, Rodrigo. Teoría General de los Contratos de la Administración Pública. Legis.
Bogotá, 1999, p. 463. En todo caso, cabe advertir que en Venezuela, el principio de la buena fe en materia
administrativa ha sido positivizado a nivel legal en la Ley de Simplificación de Trámites Administrativos
(G.O. N° 5.393 Ext.; 22.10.99) en el que "[S]e parte de la presunción de buena fe, como principio
fundamental que regulan las relaciones de los ciudadanos con la Administración, en virtud del cual en todas
las actuaciones que se realicen ante la misma, se debe tener como cierta la declaración del ciudadano, salvo
prueba en contrario".
(32) Cf. MOLES CAUBET, Antonio, Implicaciones del principio de legalidad en Archivo de Derecho
Público y Ciencias de la Administración, 1970-1971, Vol. 2, Facultad de Derecho, Universidad Central de
Venezuela. Caracas, 1972, p. 139.
(33) Cf. ESCOBAR GIL, Rodrigo Ob. cit. p. 463.
(34) Cám. Civ. 1ª Mza., LS., 152:1344 citada por SARMIENTO GARCÍA, Jorge, Ob cit. p. 83.
(35) CSJ/SPA ,10.11.94, Sateca Nueva Esparta.
(36) Cf. GORDILLO, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo - Parte General Tomo I, Buenos Aires,
1995 p. XI-38 citado por SARMIENTO GARCÍA, Jorge Ob. cit., pp. 83-84. Al respecto, SARMIENTO
señala: "Toda vez que el servicio es creado parta satisfacer necesidad de la comunidad, la creación de
monopolios o regímenes de exclusividad nunca puede ir en detrimento de los usuarios; en consecuencia -y
por ejemplo- el derecho de los usuarios a la elección de la tarifa más baja debería prevalecer sobre el derecho
de la concesionaria o licenciataria de obtener mayor ganancia".
(37) Cf. DIEZ, Manuel María. Derecho Administrativo. Editorial Plus Ultra. 2da edición. Tomo III. Buenos
Aires, 1976. pp. 292-293.
(38) No debe confundirse la policía de gestión con la policía administrativa, pues mientras ésta última tiene
por objeto la protección de la seguridad, moralidad, salubridad y economías públicas, la segunda atiende a
asegurar el buen funcionamiento de los servicios públicos (SARMIENTO GARCÍA, J. Ob. cit. p. 86)
(39) Cf. SARMIENTO GARCÍA, J. Ob. cit. pp. 86-87
(40) BIELSA, R. citado por SARMIENTO GARCÍA, J. Ob. cit. pp. 87-88
(41) Cf. BADELL MADRID, Rafael et al. Contratos Administrativos. Cuadernos Jurídicos Badell & Grau N°
5. Caracas, 1999. pp. 117 y ss.
(42) Cf. DOMÍNGUEZ-BERRUETA DE JUAN, Miguel. El incumplimiento en la concesión de servicio
público, Editorial Montecorvo, S.A. Madrid, 1981. p. 167.
(43) El poder de extinción anticipada del contrato, también típico de la contratación administrativa, será
analizado al examinar el tema de la extinción del contrato.
(44) Cf. ESCOBAR GIL, Rodrigo, p. 322-323.
(45) Idem. p. 92.
(46) G.O. N°36.791; 21.09.99.
(47) El Parágrafo Primero del artículo 85 de la Ley del Sector Eléctrico prevé que "En la facturación a los
usuarios se podrán incluir los intereses de mora calculados de acuerdo al Reglamento de esta Ley, y, de ser el
caso, deberán ser incluidos los créditos por penalizaciones a las empresas eléctricas debidas a deficiencias en
la calidad del servicio prestado y los reintegros a los usuarios [...]" (resaltado nuestro).
(48) Cf. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo; FERNÁNDEZ, Tomás R. Curso de Derecho Administrativo, T.
I. Civitas. Madrid, 1995, p. 540.
(49) Cf. DIEZ citado por BADELL MADRID, Rafael, La ejecución del contrato administrativo: teoría de la
imprevisión, depreciación monetaria e inflación en Régimen Jurídico de los Contratos Administrativos.
Fundación Procuraduría General de la República. Caracas, 1991. p. 67.
(50) Cf. LEGUINA VILLA, Jesús. La extinción de los contratos en Comentario a la Ley de Contratos de las
Administraciones Públicas. Civitas. Madrid, 1996, p. 543.
(51) Cf. LARES MARTÍNEZ, Eloy, El equilibrio financiero de los contratos administrativos en Revista de la
Fundación Procuraduría General de la República N° 8, pp. 123 y ss.
(52) Cf. SARMIENTO GARCÍA, Jorge, Ob. cit. pp. 98 y ss.
(53) La Ley de Concesiones dispone un procedimiento especial para la aplicación de esta sanción en su
artículo 52, el cual será examinado con mayor detalle en el capítulo relativo a la extinción de la concesión.
(54) GORDILLO, Agustín citado por SARMIENTO GARCÍA, Ob. cit. p. 98
(55) STC 61/1990. De 29 de marzo en NIETO GARCÍA, Alejandro, Derecho administrativo sancionador.
Editorial Tecnos. Madrid, 1994, pp. 214 y 215.
(56) CSJ/SPA, 07.03.95, Concretera Martín, C.A.
(57) En relación con los principios del derecho administrativo sancionador: cf. BADELL MADRID, Rafael et
al. Régimen de Control Fiscal. Cuadernos Jurídicos Badell & Grau No. 4. Caracas, 1999
(58) Cf. LEGUINA VILLA, Jesús, Ob. cit. p. 542.
(59) G.O. N° 36.793, 23.09.99.
(60) G.O. N° 25.594, 26.08.71.
(61) Cf. SARMIENTO GARCÍA, Ob. cit. p. 101.
(62) Las exoneraciones están previstas en el Código Orgánico Tributario (COT), como dispensas totales o
parciales de las obligaciones tributarios, concedidas por el Ejecutivo Nacional en los casos autorizados por la
ley (art. 64 COT).; y se establecen "[C]on carácter general, en favor de todos los que se encuentren en los
presupuestos y condiciones establecidos en la ley o fijados por el Ejecutivo Nacional" (art. 67 COT).
(63) Artículo 66 COT: "La ley que autorice al Ejecutivo Nacional para conceder exoneraciones, especificará
los tributos que comprenda los presupuestos necesarios para que proceda y las condiciones a las cuales está
sometido el beneficio. La ley podrá facultar al Ejecutivo Nacional para someter la exoneración a
determinadas condiciones y requisitos".
(64) Este principio ha sido recogido por el derecho positivo venezolano en el ordinal 2° del artículo 3 de la
LEXP, conforme al cual sólo serán susceptibles de ser expropiados aquellos inmuebles que sean
indispensables para la realización de la obra, sin que puedan extenderse los efectos del acto expropiatorio
sobre otros bienes cuya necesidad no sea clara y evidente.
(65) Cf. ALESSI, Renato. Derecho Administrativo. Editorial Bosch. Barcelona. p. 185
(66) CFC/SF, 16.11.43.
(67) Dictamen de fecha 15 de mayo de 1986. Doctrina de la Procuraduría General de la República, 1986.
Caracas, Venezuela, 1990. pp. 193 y ss.
(68) En efecto, el artículo 56 del derogado Decreto-Ley N° 138 disponía lo siguiente: "El concesionario
tratará directamente con los propietarios la adquisición de los bienes y derechos afectados, sin necesidad de
recurrir al requerimiento señalado en la Ley de Expropiación por Causa de Utilidad Pública o Social. Si en
esta fase previa no hubiere acuerdo entre el concesionario y los propietarios, aquél actuará conforme al
procedimiento expropiatorio establecido en dicha ley".
(69) SÁNCHEZ MORÓN, M. Citado por FRAGA PITTALUGA, Luis El arbitraje y la transacción como
métodos alternativos de resolución de conflictos administrativos en La relación jurídico-administrativa y el
procedimiento administrativo IV Jornadas Internacionales de Derecho Administrativo "Allan Rangdolph
Brewer-Carías". Funeda, Caracas, 1998, p. 143.
(70) FRAGA PITTALUGA, Luis, Ob. cit. p. 143.
(71) FRAGA PITTALUGA, Luis, Ob. cit. pp. 158-168.
(72) Cf. DE LA CUÉTARA, J.M. La actividad de la administración. Editorial Tecnos. Madrid, 1983. pp. 67-
68
(73) Cf. PARADA, Ramón. Régimen jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento
Administrativo Común, Marcial Pons; Barcelona, 1993, p. 308.
(74) Cf. RUÁN SANTOS, Gabriel Comentarios sobre la aplicabilidad del instituto de la transacción a la
actividad de la administración pública en Revista de Derecho Público No. 7. Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1981, pp. 90-91.
(75) La Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República no ayuda a explicar cuál es el órgano
competente para autorizar las transacciones. Estimamos que se trata del Ministro del despacho que tiene a su
cargo la obra o el servicio, ya sea actuando en ejercicio de su competencia o como órgano de adscripción.
(76) Cf. RENGEL ROMBERG, Arístides. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano, T. II, Editorial Ex
Libris. Caracas, 1991, p. 321.
(77) En relación con las generalidades del arbitraje, véase BADELL MADRID, Rafael. Comentarios a la Ley
de Arbitraje Comercial, Cuadernos Jurídicos Badell & Grau, No.1. Caracas, 1998. pp. 3-12.
(78) Cf. BAUMEISTER, Alberto. Algunas consideraciones sobre el arbitraje en Venezuela. Informe al
Comité Aida Cila sobre la aplicación del arbitraje en Venezuela en Revista de la Facultad de Derecho N° 51.
Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, 1997.
(79) El origen de esta disposición también puede trazarse al derecho administrativo español, en el que la Ley
13/1985, de 2 de abril, de Contratos de las Administraciones Públicas (art. 61.2) prevé la posibilidad de
acudir a la técnica del arbitraje en la contratación administrativa.
(80) Estimamos que, además de los mecanismos establecidos en la propia Ley de Concesiones, nada obsta
para que en el futuro puedan crearse también comisiones arbitrales administrativas, similares a las existentes
en Estados Unidos (Renegotiation Board) o en Inglaterra (Review Board on Government Contracts), como un
medio adicional para la resolución de controversias.
(81) G.O. N° 36.430; 07.04.98.
(82) G.O. N° 33.144; 15.01.85.
(83) G.O. N° 33.170; 22.02.85.
(84) G.O. N° 4.832 Ext.; 29.12.94
(85) G.O. N° 35.685; 03.0495.
(86) CSJ/SPA, 15.01.98, Industrias Metalúrgicas Van Dam v. República de Venezuela
(87) En efecto, en el preámbulo del referido Convenio se dispone que "[L]a mera ratificación, aceptación o
aprobación de este Convenio por parte del Estado Contratante, no se reputará que constituye una obligación
de someter ninguna diferencia determinada a conciliación o arbitraje, a no se que medie el consentimiento de
dicho Estado".
(88) Cf. FRAGA PITTALUGA, Luis. Ob. cit. p. 175.
(89) Para mayor detalle en relación con este tema, se recomienda el excelente estudio del Profesor Gonzalo
PÉREZ LUCIANI Los Contratos de Interés Nacional en Régimen Jurídico de los Contratos Administrativos,
Fundación Procuraduría General de la República, Caracas, 1991. pp. 131-154.
(90) En tal sentido, la Constitución de 1961 (vigente para la fecha de publicación de la Ley de Concesiones),
disponía que "La Ley quedará promulgada al publicarse con el correspondiente "Cúmplase" en la Gaceta
Oficial de la República" (art. 174).
(91) G.O. N° 36.791; 21.09.99.
(92) G.O. N° 20.248; 01.08.40
(93) G.O. N° 5.397 Ext.; 25.10.99.
(94) G.O. Nº 34.930; 25.03.92.
(95) Cfr. ESCOLA, HÉCTOR J. Compendio de Derecho administrativo. Volumen II. pp. 986-987
(96) Citado por López Pellicer, José Luis. Ob. cit. p. 407.
(97) Así ocurre en Venezuela, por ejemplo, con la actividad petrolera, respecto de la cual hay una reserva
constitucional (art. 302 de la Constitución de 1999). En ese sentido, desde 1975, cuando se dictó la Ley que
reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos (G.O. 1.769 Ext.; 29.08.75), ha estado
restringida la participación de particulares en el sector petrolero. Progresivamente, se han puesto en práctica
mecanismos tales como Convenios de Asociación para la Exploración de Áreas bajo Esquema de Ganancias
Compartidas, Asociaciones Estratégicas, colocaciones de títulos-valores en el mercado de capitales. Sin
embargo, la industria petrolera permanece relativamente cerrada al sector privado.
(98) G.O. N° 5.382 Ext., 28.09.99.
(99) Exposición de Motivos de la LM.
(100) En efecto, el artículo 11 de la LM derogada facultó al Ejecutivo para que, mediante Decreto publicado
en la Gaceta Oficial, se reservara "[...] la exploración y explotación de todas las sustancias a que se refiere el
artículo 2 o de alguna de ellas, en todo el territorio nacional o en la zona o zonas que se determinen el
respectivo Decreto [...]".
Dicha facultad fue ejercida por el Ejecutivo desde la entrada en vigor de la Ley, al establecer reservas en todo
el territorio nacional o en porciones de éste para determinados minerales. Así, por ejemplo, en el Decreto Nº
529 del 21 de mayo de 1957 se declaró todo el territorio nacional zona reservada para la exploración y
explotación de minerales de aluminio y manganeso; mediante Decreto Nº 309 del 13 de abril de 1965 se
declaró zona reservada para la exploración y explotación de fosfatos uraníferos los estados Falcón y Táchira;
mediante Decreto Nº 808 del 3 de mayo de 1967 fue declarada zona reservada para la exploración y
explotación de los minerales de titanio, niobio y tántalo el territorio comprendido en los Distritos Piar y Heres
del estado Bolívar. El Ejecutivo continuó haciendo varias reservas de ese tipo hasta que en 1977 procedió a
dictar Decreto Nº 2.039 (G.O. Nº 31.175, 15.02.77), en el que decidió reservarse la exploración y explotación
dentro del territorio nacional, de todos los minerales a que se refiere el artículo 2º de la LM, que no
hubieren sido reservados previamente.
(101) En adición se prevén otras tres modalidades, estas son: las autorizaciones de explotación para el
ejercicio de la pequeña minería, las mancomunidades mineras y la minería artesanal (art. 7° LM), las cuales
no serán examinadas por escapar de los límites objetivos del presente estudio.
(102) En tal sentido, se consideran zonas libres el área ocupada por las concesiones extinguidas, renunciadas,
caducadas o aquellas que sean anuladas por sentencia de la Corte Suprema de Justicia. El Ejecutivo Nacional
puede otorgarlas total o parcialmente en concesión, teniendo o no en cuenta los linderos de la concesión
primitiva (art. 46 LM). Las reservas nacionales están constituidas por las parcelas remanentes de las áreas de
exploración, luego de que los titulares de concesiones de exploración y subsiguiente explotación hayan
seleccionado las unidades parcelarias sobre las cuáles desean ejercer la explotación (art. 28 LM).
(103) En el artículo 25 de la LM hay una imprecisión del legislador. En efecto, en dicho artículo se lee "Las
concesiones que otorgue el Ejecutivo nacional conforme a esta Ley serán únicamente de exploración y
subsiguiente explotación []"; ello constituye a nuestro juicio una imprecisión, por cuanto la LM, en adición a
las concesiones de exploración y subsiguiente explotación, prevé la posibilidad de que el Ejecutivo otorgue
concesiones en fase de explotación sobre reservas nacionales (cfr. arts. 28, úlitmo aparte y art. 47 LM).
(104) En todo caso, debe tomarse en cuenta que, de conformidad con el 30 de la LM, El MEM no autorizará
ninguna de las negociaciones previstas en esta ley si el concesionario no ha realizado las actividades previas y
las inversiones requeridas para la presentación del programa de desarrollo y explotación, el cual deberá
consignarse treinta (30) días antes de iniciar la explotación. El Ministro de Energía y Minas tendrá un lapso
de 45 días continuos, contando a partir de la recepción de la solicitud, para decidir sobre los permisos a los
que se refiere el artículo 29. La falta de decisión en el lapso indicado se entenderá como negativa, quedando
al interesado todos los recursos previstos de conformidad con la LOPA.
(105) Estimamos útiles los señalamientos de la jurisprudencia en esta materia, al apuntar que: "[S]erá válido
cualquier mecanismo, que no sea contrario a la Ley de Minas, esto es, poner en conocimiento de la
Administración -Ministerio de Energía y Minas- la celebración de todo traspaso sobre concesiones mineras y,
claro está, se compruebe tal hecho con la remisión e la copia auténtica del documento que lo contiene [...]"
(CSJ/SPA, 09.05.91, Inversora Mael, C.A.).
(106) G.O. Nº 1.004 Ext.; 26.01.66.
(107) La calificación de determinado lote como bosque por el MARNR reviste no poca importancia, desde
que el aprovechamiento de productos forestales, tanto en terrenos de propiedad privada, como en terrenos del
dominio público o privado de la República o de cualquiera otra entidad, que por su destinación no hayan de
ser conservados bajo bosque, se hará mediante autorización del referido Ministerio (art. 62 LFSA).
(108) Si bien la Ley Forestal de Suelos y Aguas atribuye la competencia al Ministerio de Agricultura y Cría,
téngase presente que en 1976 fue promulgada la Ley Orgánica de Administración Central, que sustituyó al
Estatuto Orgánico de Ministerios de 1950. En dicha Ley fue credo el Ministerio del Ambiente y de los
Recursos Naturales Renovables, al cual se le atribuyeron competencias anteriormente atribuidas al Ministerio
de Agricultura y Cría. (Cf. BREWER-CARÍAS, Allan. Principios del régimen jurídico de la organización
administrativa venezolana. Editorial Jurídica Venezolana. Caracas, 1991, p. 130)
(109) En ese sentido se ha pronunciado la jurisprudencia al señalar que "[N]o existe duda alguna e cuanto al
carácter de administrativo de un contrato de explota-ción de madera en terrenos baldíos. El carácter de
concesión de un contrato de esta naturaleza, así como su objeto y noción de servicio público que lo informa,
además del contenido de sus cláusulas, determinan suficientemente su calificación como con-trato
administrativo [...]" (CSJ/SPA, 13.08.64).
(110) Artículo 168: "Los Municipios constituyen la unidad política primaria de la organización nacional,
gozan de personalidad jurídica y autonomía dentro de los límites de la Constitución y de la Ley: [] 2. La
gestión de las materias de su competencia".
(111) En estos casos, estaríamos en presencia de los denominadas contratos inter-administrativos, los cuales
ya fueron examinados al tratar lo relativo a los convenios y mancomunidades inter-estadales e inter-
municipales, a que se refiere la Ley de Concesiones.
(112) Configura ello una modalidad dentro de las regulaciones legales de las concesiones públicas, pues lo
común es fijar un lapso máximo de duración, más no uno mínimo. La finalidad perseguida por el legislador
en este caso fue la de garantizar la continuidad del servicio público de transporte colectivo (cuya eficaz
prestación se requiere con mayor intensidad) evitando así cambios periódicos en el concesionario).