Está en la página 1de 3

¿Es el psicólogo(a) tu amigo(a)?

Todos nosotros solemos preocuparnos ante la aparición de dificultades y cuando eso ocurre,
naturalmente buscamos sentirnos mejor, como por ejemplo, recurriendo a nuestros amigos para
que nos escuchen, aconsejen y, en algunos casos, nos ayuden a tomar decisiones. Definitivamente
el conversar con ellos, en esos momentos de dificultad, nos va a reconfortar y, muy
probablemente, nos saque de ese momento de tensión y/o preocupación; pero en base a ello,
podríamos decir que ¿recurrir a un amigo es igual que obtener apoyo psicológico?, ¿crees que tu
amigo puede hacer de psicólogo? ¿Y el psicólogo de amigo? Pues no.

“Voy al psicólogo porque es como hablar con un amigo”


Como explicamos líneas arriba, contar con el apoyo de los amigos y la familia es muy importante
para llevar una vida equilibrada y feliz, pero sabemos bien que muchas veces no tenemos esta
facilidad y, de tenerla, esto no necesariamente nos garantiza que aquello que nos perturba, que
nos impide ser enteramente felices, pueda ser atendido y “solucionado” de ser posible.

Siento decirles que confesar un problema a un amigo jamás será lo mismo que conversarlo con un
psicoterapeuta. ¿Cuál es la diferencia?

1. Debemos tener en claro que los psicólogos somos profesionales, con formación en el


desarrollo y búsqueda del bienestar, en muchos casos, con años de experiencia. Los
psicoterapeutas sabemos adaptarnos a la situación y necesidad de cada paciente,
aportándole lo que realmente pueda precisar, aunque él mismo no lo sepa. Sin embargo,
un amigo no deja de ser eso, un amigo, donde en muchas ocasiones de manera
inconsciente, lo que aporta es dirigirlo hacia una situación peor, ¿no les ha pasado alguna
vez?

2. Un buen psicoterapeuta conoce de métodos, posee habilidad para localizar todo tipo de
información del paciente, tanto verbal como no verbal. El adquirir mayor información
relevante, permite formular de manera clara y exacta estrategias de ayuda al paciente.

3. Por ejemplo, te debes haber dado cuenta que la mayor parte de las personas,
normalmente escuchamos siempre pensando en responder a lo que nos están diciendo en
ese momento; incluso, es muy común en conversaciones con amigos las interrupciones
con opiniones de antemano, que te impiden poder expresar lo que sientes. En el caso de
los psicólogos esto no ocurre, ya que hemos desarrollado una gran capacidad para la
escucha activa, sabiendo el momento indicado para interrumpir al interlocutor. Los
psicólogos, en este caso los psicoterapeutas, sabemos identificar las emociones durante el
diálogo, para trabajarlas junto al paciente.

4. Los psicoterapeutas tenemos la experiencia necesaria para provocar en la persona


meditación y autoreflexión, y así pueda comenzar a descubrir (en caso de que no lo haya
hecho aún), el posible problema, la raíz del mismo o mejora que presenta.
5. Trabajar con un psicoterapeuta enseña al paciente a ver las cosas desde otros puntos de
vista, ayudándote a crecer como persona. Es ahí donde surge un abanico de posibilidades
para afrontar el motivo de terapia, a la vez que aumenta el número de herramientas para
hacer frente a las dificultades que pueda que te llevaron a recurrir al profesional.

6. Durante la conversación con un amigo, hay momentos en los que él es incapaz de decirte
directamente algo que sabe que puede no agradarte; intenta “quedar bien”. En el caso del
psicólogo, esta situación no va a darse, ya que seguramente te revelará aquello que un
amigo no se ha atrevido a decirte, te guste o no.

7. Las personas tenemos opiniones y perspectivas particulares de cada situación o hecho que
se nos plantea, en el caso de una persona con la que tienes amistad igual. Si le cuentas a
un amigo una situación determinada, este podrá darte su opinión muy particular, subjetiva
y sesgada, basada en sus propios valores, opiniones e historia de vida. Sin embargo, desde
la visión de un psicoterapeuta las cosas son diferentes, te mostrará una opinión objetiva,
no relacionada a su subjetividad por su amistad contigo.

8. Hay que tomar en cuenta que, inicialmente, tratar un problema con un psicólogo puede
ser más dificultoso, por aquello de tratarse de un desconocido para ti; pero también es
cierto que tendrás la certeza de que lo conversado siempre gozará de una absoluta
confidencialidad. En el caso de un amigo, esa certeza nunca la tendremos por completo,
pues al no tratarse de un secreto profesional corres el riesgo de que pueda enterarse otra
persona. De suceder esto, puede empeorar aún más la situación de la persona que confió
y es poseedora del problema, generando mayor ansiedad, tristeza y demás emociones
desagradables.

9. Cuando acudes a terapia, lo haces con la plena seguridad que en ella te sientes seguro
para expresarte con total libertad, sin miedo a ser juzgado; con plena libertad para
expresarte en función a tus necesidades. Esto estaría derivando, incluso, en que el proceso
psicoterapéutico se enriquezca y, lógicamente, tú serás el máximo beneficiado.

10. Durante las sesiones, los psicoterapeutas establecemos términos claros: acudir a terapia


en una fecha concreta semanal, diaria, quincenal, etcétera, donde sabes que tendrás tu
momento para expresar de todo aquello que te preocupe. Esto te lleva a darte cuenta que
todo en la vida es un proceso, que hay situaciones que no sólo tienen su momento, sino
también un tiempo determinado y acelerarlas, puede ser perjudicial. Un amigo es una
persona mucho más activa dentro de tu vida; acudirás a él ante problemas que requieren
de una ayuda inmediata, lo cual ya sabemos que no suele suceder en el plano real.

Con estas diferencias, quiero dejar en claro que cada persona en nuestra vida tiene un rol
fundamental y que estos no pueden mezclarse, pues no se harían nada bien. Los amigos
están con nosotros para compartir la vida y, en algunos casos, brindar soporte; pero no
necesariamente (en realidad no) para ayudarte a solucionar los dilemas particulares por
los que todos pasamos.
Entendido esto, ¡zapatero a tu zapato!

También podría gustarte