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Teoría del estado (El Leviatán) Tomas Hobbes

Biografía
Thomas Hobbes nació el 5 de abril de 1588 en Westport, Inglaterra. Aprendió lenguas
clásicas, física, lógica y pensamiento aristotélico en Oxford. En 1608 finalizó sus estudios y
comenzó a trabajar como tutor y luego como secretario privado para la familia Cavendish.
Hobbes comenzó un intenso intercambio intelectual con filósofos de su tiempo: Francis
Bacon, René Descartes y, posiblemente, también con Galileo Galilei. Sus principales temas
filosóficos eran la constitución del Estado, el libre albedrío y las condiciones necesarias
para la sociedad humana. Durante la Guerra civil inglesa, apoyó la constitución de un
estado absolutista. En 1640 publicó Elementos de derecho, donde está contenido su
ensayo Human Nature, y lo distribuyó entre los representantes del parlamento; cuando el
parlamento intentó denunciar a los representantes de la política absolutista del rey, Hobbes
huyó a Francia. Allí se dedicó a dar clases de matemática a Carlos Estuardo, aspirante a la
corona.
Antecedentes históricos
Teoría del Estado en tiempos de la guerra civil
La obra de Hobbes no puede comprenderse sin su contexto histórico. La idea fundamental
del Leviatán –la guerra como principio de la existencia humana– es resultado de la
experiencia de Hobbes. En la Inglaterra de 1642 se desató una guerra civil entre la vieja
nobleza, con el rey Carlos I y el Parlamento a la cabeza. Además, la sangrienta guerra
contra España ensombrecía la política inglesa y las diferentes confesiones intervenían en las
acciones bélicas. La guerra terminó con la ejecución del rey en el año 1649. Por primera
vez en la historia de la humanidad, un rey no fue ejecutado por un enemigo, sino como
resultado de una decisión parlamentaria. La monarquía fue disuelta temporalmente y en su
lugar se creó una república. Hobbes mismo hablaba de revolución: para él era claro que lo
que había estado arriba ahora estaba abajo. Por tal motivo, su búsqueda se concentró en un
Estado razonable y ordenado, en un poder fuerte y centralizado, que controlara el caos y
que de todos modos fuera capaz de garantizar la felicidad y el bienestar de todos. De esto
resulta también su deseo de contar con un poder concentrado, indivisible, imposible de ser
limitado por la intervención de los súbditos o por el poder eclesiástico: cualquier tipo de
fraccionamiento llevará, según su experiencia, al desorden social y a la insatisfacción.
Hobbes escribió Leviatán durante su exilio en Francia. Con más de 60 años, parálisis y
obligado a contratar un copista. En 1651 la corte parisina de los exiliados de Carlos II se
acumulaban las quejas contra Hobbes, a quien acusaban de ateísta y traidor. Sus opositores
lo utilizaron para aislarlo de la corte y, por ello, huyó a Inglaterra, donde se publicó la obra,
una obra Radical que no tiene en cuenta las tradiciones ni los vínculos políticos.
Influencia
El filósofo alemán Gottfried Wilhelm Leibniz consideró que Hobbes fue el primero en
aplicar el método correcto de argumentación y demostración en la filosofía de derecho y
estado. Aún hoy, su obra impresiona por su originalidad y radicalidad. Hobbes fue
reconocido ya desde sus inicios como un pensador independiente destinado a romper con la
tradición de las ideas. Las teorías políticas actuales se siguen comparando con su
conglomerado de ideas teóricas sobre el estado.
Luego de su publicación, Leviatán generó una controversia que se extendió por varias
décadas. En Inglaterra se publicaron más de 100 panfletos en contra de Hobbes,
prácticamente nadie lo defendía. Hobbes mismo era descrito por muchos como un
monstruo ateo y rebelde. Se ganó enemigos y amenazas. Las iglesias de Inglaterra lo
acusaban de ser ateo, aunque no lo era, porque ponía en duda muchos fundamentos
eclesiásticos básicos y ponía a la fe cristiana cerca de la superstición.
En el continente europeo, por el contrario, el efecto sobre la filosofía social fue enorme
desde el principio: no solo el joven Leibniz se definió como seguidor de Hobbes, también el
Tractatus theologico-politicus (1670) de Baruch Spinoza se vio indudablemente influido
por él. David Hume, Jean-Jacques Rousseau, Denis Diderot, Immanuel Kant y Karl Marx,
todos ellos desarrollaron sus ideas a partir de su influencia. Hobbes puso por primera vez
sobre la mesa la relación entre el ciudadano y el Estado, entre el poder y el derecho, y lo
hizo de un modo provocativo y productivo que invitaba a la reflexión. Georg Wilhelm
Friedrich Hegel, por ejemplo, dijo, que la lucha de todos contra todos en la sociedad
burguesa de ninguna manera se había acabado, sino que, por el contrario, estaba
comenzando.
El Leviatán
El Leviatán es un tratado sistemático sobre la teoría del Estado. También conocido como
La materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil, es el libro más conocido de
Thomas Hobbes. Publicado en 1651, su título hace referencia al monstruo bíblico Leviatán,
de poder descomunal.
El Estado protege al hombre de sí mismo
Seguridad o libertad. Él supone que los hombres renuncian a su libertad política y se
subordinan completamente al poder del Estado de forma voluntaria.
La posibilidad de conseguir bienestar y adquirir propiedades solo puede garantizarse si un
Estado soberano, centralizado, fuerte y absoluto regula la política. La teoría de Hobbes está
influenciada por el caos de la guerra civil inglesa (1642-1649), que le tocó vivir.
Si bien el Estado debe estar en concordancia con los fundamentos cristianos, la Iglesia no
puede ejercer influencia en él. La base del Estado es la razón y también es la base de la
filosofía de Hobbes: pensar por uno mismo y no creer en las autoridades, esta es la idea que
atraviesa toda su obra con una refrescante claridad.
¿Qué es el hombre?
Se debe analizar al hombre cuidadosamente, por ende, se hace la siguiente pregunta
¿Qué diferencia al hombre de los otros seres vivos? ¿Qué lo define?
Lo particular del hombre es su capacidad de entender aún mejor las cosas: él puede
comprender incluso su propia comprensión, es decir, analizar las condiciones en las cuales
la comprensión es posible.
El lenguaje: donde el hombre puede refinarlo a través de sus propias invenciones geniales,
en especial las letras y, en menor medida, la imprenta, que le permite una expansión más
rápida del lenguaje. 
La razón: que es la capacidad de nombrar las cosas por su nombre correcto y de sacar las
conclusiones correctas a partir de diferentes nombres y objetos.
La virtud intelectual: la cual consiste en disponer de una fantasía y de un razonamiento
agudo, y de aprovechar su capacidad de discernimiento de manera adecuada. El espacio
para la comprensión es la ciencia. Las dos principales áreas, por un lado, son la teoría de los
cuerpos físicos, es decir, la filosofía de la naturaleza o la física y, por el otro, la filosofía de
los componentes del Estado, es decir, la política y la filosofía social. En este sentido, el
método correcto es deducir las generalizaciones lógicas a partir de la historia y el presente,
para buscar luego las alternativas posibles para el futuro.
Las ansias de poder (son humanas, al igual que el pensamiento competitivo): Los hombres
pueden ser muy virtuosos, pero esto no significa que lo hacen por la virtud misma, sino
porque aspiran al reconocimiento haciendo algo que tiene reconocimiento social.
Después de la religión y la fe, el ser humano tiene la necesidad de conocer las causas de los
sucesos del mundo. Puesto que está convencido de que todo debe tener una causa, es
natural que aspire a conocerla, e incluso a comprender la causa de lo completamente
incomprensible, que encuentra solo en algo metafísico, en algo que está más allá de lo que
ve. Es por eso que el ser humano tiende a creer en espíritus y adora todo lo que teme. De
eso se aprovechan las religiones, al hacer creer a los hombres que las leyes fueron creadas
por seres superiores y que por ese motivo deben ser respetadas.
El estado natural
En el estado natural, todos los seres humanos son iguales. No obstante, de esta igualdad
general no nace la bienaventuranza sino la guerra: la guerra de todos contra todos (bellum
omnium contra omnes). Dado que no hay estructuras, reglas ni leyes sociales, todo está
permitido para todos. Puesto que todos tienen derecho a todo, paradójicamente, nadie tiene
derecho a nada: la arbitrariedad lo anula todo. Todo lo que uno ha logrado obtener puede
perderlo al instante siguiente, y el ladrón tiene todo el derecho de hacerlo, pues en el estado
natural, no hay una instancia superior que garantice los derechos de la vida o la propiedad
del individuo.
De esto surge la necesidad de acabar con esta situación. Esta necesidad es humana y
universal, es decir que afecta a todos los individuos. La solución es unirse en una sociedad,
en un Estado. Si el hombre teme a todos los demás hombres, la estructura social no
funciona, pero si teme algo que es superior a él –es decir, el estado–, el temor al castigo es
tan efectivo que deja de luchar contra los otros hombres. Sin un poder público que los
asuste, los hombres siempre estarán en guerra.
Los hombres que quieren escapar de ese estado permanente de guerra, deciden seguir una
ley natural (lex naturalis), una regla de la razón, que siempre es válida: el hombre no puede
hacer cosas que destruyan su propia vida o que lo despojen de los medios para asegurar su
vida. Según esta ley, todos los hombres tienen la libertad de hacer todo lo que esté en su
poder para conservar su vida.
El contrato social
Siguiendo la ley natural, todos los hombres firman un contrato con los demás hombres:
harán la paz y no la guerra, la paz de todos con todos. El componente más importante del
contrato es que todos traspasan el poder que tenían hasta ahora a un gobernante soberano.
Este gobernante puede ser un monarca, una casta noble o un parlamento, si bien la
monarquía es la mejor forma de Estado, pues en la democracia, los representantes del
pueblo suelen anteponer los intereses privados a los públicos, mientras que el monarca está
completamente dedicado a su puesto, en su caso, lo privado se funde con el bien común.
El poder del gobernante soberano es indivisible, es decir que no hay división del poder: el
gobernante soberano reúne el poder legislativo, ejecutivo y judicial. No existe el derecho a
veto, es decir que los ciudadanos no pueden oponerse ni modificar la forma de gobierno.
El pueblo tiene derecho a rebelarse en un único caso: cuando el gobernante soberano ya no
está en condiciones de proteger a sus súbditos. Esta protección es su tarea principal:
proteger a las personas de sí mismas. Un gobernante soberano que, por ejemplo, inicia o no
impide una guerra civil no cumple con esta tarea y, por lo tanto, pierde su legitimación
En un Estado creado de este modo es importante el hecho de que las personas eligen
voluntariamente a su gobernante soberano. De este modo, son los verdaderos causantes de
las acciones del poderoso, él es el representante de su voluntad política.
La estructura del Estado depende de la armonía entre los súbditos y de su obediencia, y el
gobernante tiene la tarea de educar al pueblo en este sentido. El pueblo no debe ver con
recelo otros Estados que le parezcan mejores, ni exigir la caída de su propio Estado.
La propiedad
Una vez creado el Estado, el gobernante distribuye entre los súbditos todos los bienes (por
ejemplo, la tierra y el ganado) utilizando para ello su propio buen juicio.  Por otra parte, el
gobernante puede expropiar y redistribuir la propiedad privada: los súbditos no tienen
derechos de propiedad frente al gobernante.
Una vez distribuida la propiedad, los súbditos están obligados a administrarla, a aumentar
su propiedad, a producir bienes que beneficien a toda la sociedad y a comerciar sus bienes
con otros Estados. La base material para esto es el dinero
El reino de la oscuridad
Es incorrecto suponer que la Iglesia representa el reino de Dios en la Tierra, del mismo
modo que es incorrecto asignar al Papa o a cualquier otro prelado la categoría de un
gobernante en el mundo: no son representantes de Dios en la Tierra y tampoco pueden
dictar leyes en nombre de Cristo. El poder terrenal solo puede ser ejercido por un poder de
Estado. Quien no lo entiende, tiene el juicio nublado y, lo que es peor: blasfema contra
Dios.
La turbación del espíritu es un peligro general para el Estado, en especial, la que se origina
en las falsas filosofías. Un pensamiento errado comienza con el hecho de que los hombres
creen en aparentes autoridades en lugar de hacer uso de su propia razón. Sin embargo,
quien piensa por sí mismo, corre también el riesgo de caer en lugares comunes, que, aunque
frecuentes, también pueden estar errados.
Enfoques interpretativos
 El Leviatán es más que una mera teoría de Estado. Es una obra filosófica
integral que explica a los hombres desde sus percepciones, pero también desde sus
sueños y objetivos, al tiempo que trata de establecer en qué medida existe un ser
capaz de vivir en sociedad.
 En la teoría de Hobbes, los hombres firman un contrato social en igualdad de
condiciones y con plena libertad. El contrato contempla los intereses de todos, con
ello, la razón colectiva se convierte por primera vez en una teoría política.
 En una época en la que todavía se creía en el sistema feudal y la voluntad divina,
esto significó un cambio de paradigma: desde ahora, el hombre, su razón y su
naturaleza están en el centro y se cuestiona el rol de la Iglesia como creadora del
Estado y del sentido.
 El contrato social también garantiza la posibilidad de acceder a la propiedad y de
vivir de forma segura. Aquí resuenan las primeras posturas liberales: el Estado
debe crear las condiciones para una economía libre.
 El Estado es absoluto y exige obediencia ilimitada. Este elemento autoritario de
Hobbes fue criticado muchas veces. Una vez que los hombres deciden ceder su
poder, también ceden su capacidad de intervenir políticamente. Lo que les queda es
solo la libertad económica y la felicidad privada. Hobbes considera que el peligro de
que el Estado pueda tener una conducta abusiva es mínimo.
 La famosa imagen del Leviatán muestra una enorme figura humana, el gobernante
soberano, compuesta de numerosos cuerpos humanos. La figura simboliza que el
poder de Leviatán es tan grande que la libertad del individuo desaparece en él.

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