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Capítulo 2: La revolución industrial.

I
Hobsbawm toma la Revolución Industrial dentro de su concepción de la doble revolución,
pese a que sus efectos o repercusiones se hayan notado hacia la década de 1840. Es en esa
década donde surgirá “el fantasma del comunismo” que recorrerá el continente europeo,
junto con la acción activa del proletariado. La nomenclatura que recibió este proceso
muestra claramente el impacto que ha tenido sobre Europa: ya en 1820, socialistas ingleses
y franceses inventaron el término en referencia analógica a la revolución política en
Francia. Para Hobsbawm, la revolución industrial “significa que un día entre 1780 y 1790,
y por primera vez en la historia humana, se liberó de sus cadenas al poder productivo de las
sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rápida y
hasta el presente ilimitada multiplicación de hombres, bienes y servicios”. Se ha decidido
tomar como punto de partida del take off en la década de 1780 ya que es cuando los índices
estadísticos tomaron el súbito, intenso y casi vertical impulso ascendente. O sea, en Gran
Bretaña, este periodo inicial de industrialización comenzó en la de década de 1780 y
concluyo con la construcción del ferrocarril y la creación de una fuerte industria pesada en
Inglaterra hacia la década de 1840. Lo relevante es que fue este el acontecimiento más
importante de la historia del mundo desde la invención de la agricultura y las ciudades. El
siglo XVIII consistiría para las potencias europeas un gran avance industrial y comercial,
impulsado por los ministros preocupados por esta cuestión. Pero más allá de eso, Gran
Bretaña es quien toma el liderazgo. Si bien, su adelanto no se debía a una superioridad
científica y técnica, el campo que manejaban cómodamente los ingleses fueron los temas
económicos. Además, eran necesarios pocos refinamientos intelectuales para hacer la
revolución industrial: las innovaciones técnicas se “hicieron a sí mismas” aunque esto no
quiere significar que los industriales hayan buscado en la ciencia recursos básicos para el
beneficio.
Lo realmente revolucionario del proceso seria la única solución encontrada para el
problema agrario: “un puñado de terratenientes de mentalidad comercial monopolizaba casi
la tierra, que era cultivada por arrendatarios que a su vez empleaban a gentes sin tierras o
propietarios de pequeñísimas parcelas”. (Tener aquí en cuenta lo sucedido por las
Enclosure Acts). La agricultura desde entonces estaba preparada para cumplir tres
funciones: 1) aumentar la producción y la productividad; 2) proporcionar un vasto cupo de
reclutas para las ciudades y las industrias, y 3) suministrar un mecanismo para la
acumulación de capital utilizable por los sectores más modernos de la economía. Habría
dos funciones que es probable que hayan sido menos importantes en Gran Bretaña. Tales
son: *crear un mercado suficientemente amplio entre la población agraria, y *proporcionar
un excedente para la exportación que ayudase a las importaciones de capital. “Un
considerable volumen de capital social – el costoso equipo general necesario para poner en
marcha toda la economía – ya estaba siendo constituido, principalmente en buques,
instalaciones portuarias y mejoras de caminos y canales. La política estaba ya engranada
con los beneficios. (…) Todo lo que un industrial necesitaba adquirir para ser admitido
entre los regidores de la sociedad, era bastante dinero”. Este hombre de negocios estaba
indudablemente en un proceso de ganar más dinero, ya que el siglo XVIII constituyó en
gran parte un gran momento de prosperidad y expansión económica para toda Europa.
Por otra parte, Hobsbawm rescata que las primeras manifestaciones de la Revolución
Industrial ocurren en un momento en el que el crecimiento económico surgía de las
decisiones entrecruzadas de innumerables empresarios privados e inversores, guiados por la
lógica de “comprar en el mercado más barato para vender en el más caro”. También se
habían constituido los principales cimientos sociales de una sociedad industrial: *una
industria que ofrecía excepcionales retribuciones para el fabricante que pudiera aumentar
rápido su producción total con innovaciones baratas y sencillas, y *un mercado mundial
monopolizado por una sola nación.
“Una vez que Gran Bretaña empezó a industrializarse, otros países empezaron a disfrutar de
los beneficios de la rápida expansión económica estimulada por la vanguardia de la
Revolución Industrial. Además, el éxito británico demostró lo que podía conseguirse: la
técnica británica se podía imitar, e importarse la habilidad y los capitales ingleses. (…)
Entre 1789 y 1848, Europa y América se vieron inundadas de expertos, máquinas de vapor,
maquinaria algodonera e inversiones de capital, todo ello británico”.
II
La industria británica estaba equipada para acaudillar la Revolución industrial. Esto se dio
gracias a la coyuntura económica que se lo permitía: es decir, el sustento en una industria
algodonera y en la expansión colonial.
“La industria británica, como todas las demás industrias algodoneras, tuvo su origen como
un subproducto del comercio ultramarino, que producía su material crudo, y los artículos de
algodón indio o indianas, que ganaron los mercados, de los que los fabricantes europeos
intentarían apoderarse con sus imitaciones”.
“El comercio colonial había creado la industria del algodón y continuaba nutriéndola. En el
siglo XVIII se desarrolló en el hinterland de los mayores puertos coloniales, como Bristol,
Glasgow, y especialmente Liverpool, el gran centro de comercio de esclavos.” Los esclavos
y el algodón, según Hobsbawm, en este periodo marcharon juntos. “De este modo, la
industria del algodón fue lanzada como un planeador por el impulso del comercio colonial
al que estaba ligada”.
Entre 1750 y 1769 la exportación de algodones británicos aumentó más de diez veces: por
esto puede considerarse a la Revolución Industrial (solo en sus años iniciales) como el
triunfo del mercado exterior sobre el interior. La importancia la adquirirán los mercados
coloniales o semicoloniales que la metrópoli tenía en el exterior.
El algodón ofrecía unas perspectivas astronómicas para tentar a los negociantes particulares
a emprender la aventura de la Revolución Industrial. Los nuevos inventos que lo
revolucionaron (máquinas de hilar, husos mecánicos) eran relativamente sencillos y baratos
y compensaban en seguida sus gastos de instalación con una altísima producción.
Por otro lado, la fabricación del algodón sugería otra ventaja: toda la materia prima
provenía de fuera, por lo cual su abastecimiento podía aumentarse con los drásticos
procedimientos utilizados por los blancos en las colonias (esclavitud, apertura de nuevas
áreas de cultivo). Desde 1790 la industria algodonera británica encontró su suministro en
los recién abiertos estados del sur de los Estados Unidos. Por lo cual, el algodón padeció las
consecuencias de una merma de trabajo barato y eficiente, viéndose impulsado a la
mecanización total. El camino de la industrialización en el siglo XVIII será extender el
sistema de trabajo doméstico, o el “putting off system”, donde los trabajadores elaboraban
el material en bruto en sus casas, recibiendo y entregando de nuevo a los mercaderes que
estaban a punto de convertirse en empresarios.
III
Hobsbawm considera a la industria algodonera (por el resto de las otras industrias como por
ejemplo la industria alimenticia o de bebidas) como la única revolucionaria y que logró el
impacto justo en la economía inglesa. La diferencia existente entre unas y otras industria
residía en que primeramente que las otras industrias empleaban poca gente; segundo, que el
poder de transformación era más pequeña y tercero, que solo la industria algodonera fue
decisiva para el cambio económico inglés.
Sin embargo, entre 1830-1840, surgen los mayores problemas de crecimiento. Esto
converge en la primera crisis general capitalista. (Tres fallos se constituyen en esta crisis:
*el fallo en el ciclo comercial de alza y baja, * una tendencia de la ganancia a bajar, y * una
disminución de las inversiones provechosas).
Tal crisis llevaría consigo ciertas consecuencias sociales: miseria y descontento despertaron
en las masas, que se rebelaran. (Aquí tenemos el ejemplo de lo que serían los levantamiento
de 1848).
Hobsbawm considera que a merced de esto, se optó por la mecanización del trabajo, para el
consiguiente aumento de la productividad: salarios bajos se propagaban entre la explotación
a mujeres y niños.
En fin, lo que el autor quiere decir es que a partir de 1815, la revolución industrial causó
una constante caída en el proceso del articulo terminado, y que el ambiente en general de
los precios estaba definido por la deflación. Por lo tanto, la siguiente fase del desarrollo
industrial será la construcción de una industria básica de bienes de producción.
IV
Esencialmente, lo que autor reivindicará de este apartado es el aporte y beneficios que
brindó, en un principio, el carbón, y posteriormente, el auge del ferrocarril, para el pleno
desarrollo del capitalismo industrial.

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