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CALIFICACIÓN EN EL REGISTRO DE SOCIEDADES

María V. Macalupú Huertas

Abogada egresada de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez


Carrión – Huacho. Abog. Verificadora del Centro de Conciliación
Extrajudicial “El Arte de Concertar” – Huaral. Presidenta de la asociación
Ius Erga Omnes – Huaral. Abog. Litigante en materia civil, registral y
notarial. Alumna del tercer ciclo de la Maestría de Derecho Registral y
Notarial de la Universidad San Martin de Porres.

RESUMEN

En la actualidad nuestro sistema registral es muy importante para distintos actos

realizados por personas naturales y jurídicas, el mismo se rige por diversos principios

que son tomados en cuenta a lo largo del camino que nos llevan al registro, uno de

ellos con suma relevancia está referido al principio de legalidad, que es parte de la

calificación registral, esto en el sentido que lo primero solo se centra en el control de la

“legalidad” de los documentos, mientras que el segundo se extiende a otros aspectos

tales como los obstáculos que puedan emanar de las partidas, y la relevancia de la

situación jurídica que quiera inscribirse (Delgado, p. 256), y es precisamente la

calificación el aspecto que nos ocupa.

Nuestro sistema registral está estimulado en gran parte por el sistema español del cual

hemos asemejado la mayoría de los principios y su aplicación, adecuándolos en gran

medida a nuestra realidad, y sobre todo en el ámbito predial – registro de predios –, por

lo que resultan fácilmente aplicables los principios en dicho registro, pero qué pasa

cuando trabajamos en un registro distinto, la problemática, deviene en que la aplicación

no es la misma, no es lo mismo calificar en el registro de predios, que en el registro de

sociedades.

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El trabajo que desarrollaremos está orientado a la calificación registral en el ámbito del

registro de sociedades, cuál es el límite de su evaluación o calificación, si debe o no

evaluarse el fondo o contenido de las actas que se pretenden inscribir, qué tanto

abarca el artículo 43° del Reglamento del Registro de Sociedades, referido al alcance

de la calificación por parte del registrador, y la problemática de la libertad de accionar

en pro de la persona jurídica, de su representante – gerente general – frente a la

calificación de registrador, que a nuestro parecer, la misma debería estar solo orientada

a verificar la legalidad, mas no el fondo ya que ello es competencia exclusiva de la

persona jurídica, siempre que en la Ley, estatuto o convenio no se establezcas las

limitaciones del representante de la sociedad o cualquier obstáculo que impida su

inscripción.

PALABRAS CLAVES: Calificación registral, registro de personas jurídicas, registro de

sociedades, registrador, aspecto forma y de fondo, objeto social, representante,

representado, tercero contratante.

SUMARIO:

I. La calificación registral conforme a las normas vigentes. II. La calificación en

sociedades. III. Formalidades de la calificación en el registro de sociedades. IV. El

límite de la calificación en sociedades por parte del registrador. V. En camino hacia una

adecuada calificación registral en sociedades.

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I. LA CALIFICACIÓN REGISTRAL CONFORME A LAS NORMAS VIGENTES

El sistema registral en el Perú, inicia su marco normativo con el libro IX del código

civil, denominado Registros Públicos, encontrado su justificación en el sentido que,

dentro de nuestro desarrollo como sociedad, hemos ido adentrándonos en ámbitos

que poco o nada tenían de regulación, lo que imposibilitaba el buen desarrollo de

ciertos actos, o la protección de estos, es así que en la Exposición de Motivos del

Código Civil se especifica que, mayormente el tratamiento doctrinal del derecho

registral versa sobre el registro de bienes inmuebles, sin embargo el derecho

registral es mucho más extenso, y el derecho mercantil abarca materias que no son

propias del derecho civil, que guarda mucha relación con el bien inmueble,

haciéndose necesario una regulación especial (Exposición de motivos oficial del

código civil, publicado en el diario oficial el peruano el 19.11.1990).

Es así que en el artículo 2011° del Código Civil encontramos al principio de

legalidad, que como ya se mencionó en líneas precedentes es parte de la

calificación registral, dicho artículo, nos da desde ya ciertas características de la

calificación que se utilizan en todos los registros, esto es, la legalidad de los

documentos, la capacidad de los otorgantes y la validez del acto (Código civil), en

tres aspectos se intenta abarcar tanto la calificación formal – dos primera

características - y la de fondo – ultima característica –, sin embargo el acto de

calificar es mucho más amplio, y tiene ciertas particularidades dependiendo del

registro en el cual trabajemos.

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Así llegamos al Reglamento General de los Registros Públicos aprobado mediante

resolución del Superintendente Nacional de los Registros Públicos N° 126-2012-

SUNARP-SN, publicada con fecha 19 de mayo del 2012, el cual contiene en su

Título Preliminar el principio de legalidad, y nos da un alcance un poco más detallado

de lo que implica la calificación, alejándose un poco de la legalidad propiamente

dicha, puesto que no solo nos mencionada la calificación de los documentos, en el

sentido formal, es decir verificar si los documentos son auténticos y emanados de

una autoridad competente, sino que nos habla también de la capacidad de los

otorgante, la validez del acto, el contenido del documento, los obstáculos que

pudieran emanar de las partidas, si son títulos inscribibles o no, este artículo del

Título Preliminar abarca mucho de las generalidades expuestas en el artículo 2011°

del Código Civil; de otro lado en el mismo reglamento encontramos a los artículo 31°,

32°, 32-A, y 33°, que marcan las directrices de la calificación en sede registral, la

que debe conocer muy bien el registrador a fin de realizar su labor, tales como: qué

implica la evaluación integral del título, los alcances de la calificación, la

confrontación de adecuación de los títulos, verificar la validez y naturaleza inscribible

del acto, el mismo que debe ajustarse a las disposiciones legales, verificar la

competencia del funcionario que autorizó el acto, verificar la capacidad de los

otorgantes, si existe representación o no y si este está correctamente otorgado,

entre otros.

Entonces vemos que la calificación registral esta normada de forma completa tanto

por el derecho civil, como por el derecho registral, que es la rama del derecho donde

se utiliza y despliega todos sus efectos, pero como ya se había comentado en líneas

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precedentes, esta calificación varía dependiendo del registro en el cual trabajemos,

surgiendo una problemática respecto del registro de personas jurídicas,

específicamente en el registro de sociedades.

II. LA CALIFICACIÓN EN SOCIEDADES

En el registro de sociedades tenemos que el Título Preliminar del Reglamento del

Registro de Sociedades, articulo VI establece que los documentos que dan merito a

una inscripción son documento público, resolución arbitral o documento privado.

Al constituirse una sociedad, se requiere de la escritura pública de constitución, en la

cual se establece el pacto social y el objeto social de los participantes en dicha

persona jurídica en formación, en este ámbito la calificación registral es muy sencilla,

ya que solo se verificará que el documento cumpla con las formalidades requeridas y

que exista armonía en el estatuto, y concordancia con la Ley.

Respecto de laudo arbitral conforme al artículo 32-A° del Reglamento General de los

Registros Públicos, la calificación deben estar en conformidad con las normas que

regulan el arbitraje, y como lo establece el propio artículo 32-A°, sin embargo en

múltiples ocasiones, el registrador ha observado la inscripción de dichos laudos,

yendo más allá de los establecido en las normas del arbitraje o las limitaciones que

contiene el artículo 32-A°, del reglamento, cuestionando la facultad del gerente

general para someter a arbitraje ciertas controversias que pudiera atravesar su

representada, es decir la sociedad, sosteniendo que el gerente general de una de

una sociedad, carece de facultades, para suscribir convenios arbitrales, basándose

en el artículo 167° del Código Civil, inciso 3, el cual prescribe que el representante

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legal requiere de autorización expresa para someter a arbitraje una controversia,

toda vez que es un acto de disposición, entendiéndose que el gerente general

renunciaría al fuero judicial, y se sometería solo al arbitraje y que respetaría el

resultado, lo cual se entiende como un perjuicio para la sociedad, y que toda esta

responsabilidad, no debería disponerse solo por el gerente general o representante

legal, sino que una decisión de tal envergadura, debería ser aprobado por la junta

general, ente máximo de la sociedad, lo cual nos llevaría a aplicar el artículo 167° del

Código Civil, es decir la autorización expresa, sin embargo la calificación registral no

se debe enfocar en el Código Civil, sino en la Ley General de Sociedades,

específicamente en las facultades del gerente general; y que es lo que muchas

veces observa el registrador, al calificar el laudo arbitral que se pretende inscribir,

pero ¿realmente el registrador está facultado y/o autorizado para calificar este

extremo?, nuestra postura plantea que no, por qué, lo detallaremos más adelante, ya

que caso similar sucede con los actos que se pretenden inscribir en el registro de

sociedades, dispuestas únicamente por el gerente general y que el registrador

pretende que sean previamente autorizadas por la junta general, cayendo dichas

rogaciones en observadas, argumentando lo mismo que se ha expuesto, es decir, la

carencia de facultad suficiente por parte del gerente general, al igual que en los

laudos arbitrales, nuestra postura es que esos aspectos no tiene por qué ser

calificados por el registrador, la razón la explicaremos en el acápite IV del presente

trabajo.

III. FORMALIDADES DE LA CALIFICACIÓN EN EL REGISTRO DE SOCIEDADES

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Tenemos que distinguir tres formas de calificar por parte del registrador en el

Registro de Sociedades dependiendo de la naturaleza del documento, y conforme lo

establece el artículo VI del Título Preliminar del Reglamento del Registro de

Sociedades, los documentos que dan merito a una inscripción son documento

notariales y judiciales, resolución arbitral o documento privado.

Respecto del primero, opera en un primer momento al formarse una sociedad, y así

lo exige el artículo 5° de la Ley General de Sociedades, que indica que el acto de

constitución es por escritura pública, y que dicha escritura, debe contener el pacto

social, y el estatuto, entonces una primera tarea del registrador el verificar si la

sociedad que se pretende constituir, contiene en su escritura pública, los dos

aspecto antes mencionados, con lo que se estaría cumpliendo con dicha formalidad,

y que tengan fines lícitos, este último aspecto es un trabajo del cual también se

encargó el notario que autorizó la escritura pública, porque se debe dejar claro que

la sociedad antes de constituirse en los registros públicos, pasa por un control en

sede notarial, donde también se le exigen ciertos requisitos para su constitución; las

modificaciones

del estatuto también requiere de escritura pública.

La formación de una sociedad, o sea el inicio de un negocio jurídico


trascendente, es un acto solemne. La Ley exige, en consecuencia, que conste
de escritura pública. Ello va más allá de la simple formalidad que requieren
algunos contratos, que interesen principalmente a quienes los celebran.
Constituir una sociedad dotarla de personalidad jurídica, es crear un ente que
puede involucrar posteriormente a cientos o miles de nuevos socios que no
intervinieron en la fundación y que puede entrar en relaciones contractuales y
económicas con una multitud de personas naturales o jurídicas. Es necesario
por ello, que el pacto social y el estatuto sean conocidos públicamente, y que

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cualquier persona pueda tener a la vista el texto de la escritura respectiva.
(Elías, 2015, p. 62).

De otro lado está la resolución arbitral, conforme lo establece el artículo 32-A°

del reglamento general de los registros públicos, el registrador deberá verificar

en primer lugar que dicho laudo no perjudique a un tercero que no participe en el

proceso arbitral, al margen de ello indica específicamente que el registrador no

calificará o evaluará la competencia del tribunal arbitral, ni la capacidad de los

árbitros, circunscribiéndose la evaluación solo a la voluntad de las partes en

someterse a la vía arbitral.

Ahora respecto al documento privado, esta hace referencia a las actas que

contiene el acuerdo adoptado por el órgano social competente de la sociedad,

las mismas que pueden ser inscritas dependiendo de su naturaleza inscribible o

no inscribible, ya que solo son susceptibles de inscripción aquellos que

contienen acuerdos inscribibles susceptibles de ser conocidos por los terceros

que deseen contratar con la sociedad, es así que en el artículo 3° y 4° del

Reglamento del Registro de Sociedades, encontramos un catálogo de actos

inscribibles y no inscribibles, ahora la formalidad de dichos documentos radica

en la certificación que deben de tener, puesto que partamos de la premisa que

dichas actas constan en el libro de actas de la sociedad, y para que lleguen al

registro estas deben ser fotocopiadas y ser certificadas por el funcionario

competente, esto es el notario público, quien corroborara que dichas copias

sean las mismas extraídas del libro de actas con igual tenor, y las cuales darán

merito a la inscripción una vez calificadas, por el registrador, esto conforme al

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artículo 2028° del Código Civil, y así mismo lo establece el artículo 6° del

Reglamento del Registro de Sociedades, entonces lo primero que calificará el

registrador en esta clase de documento, entiéndase que es, si la misma se

encuentra certificada o no, para luego calificar que el acuerdo contenido en el,

ya sea de junta general o de directorio, esté acorde a las normas legales, al

estatuto y a los convenios de accionistas inscritos en el registro. Calificará sobre

convocatoria, quorum y mayoría, es decir calificará si estos tres aspectos, se han

cumplido a cabalidad.

IV. EL LÍMITE DE LA CALIFICACIÓN EN SOCIEDADES POR PARTE DEL

REGISTRADOR

En este punto, desarrollaremos aún más formalidades de la calificación, pero

además encontraremos el punto medio entre qué debe calificar el registrador

conforme a las normas y en qué momento se extralimita en esta calificación,

inmiscuyéndose en ámbitos que están fuera de su competencia; se tiene que en

múltiples oportunidades el registrados al calificar se extralimita, sobre este punto ya

el Tribunal Registral en la Resolución N° 681-2009-SUNARP-TR-L de fecha 15 de

Mayo del 2009, ha establecido que “no es materia de calificación la atribución de la

junta general de acordar la enajenación de activos de valor contable superior al 50%

del capital de la sociedad”, esto en razón de que mediante rogación se solicitó el

bloqueo de una partida registral de predios por la compraventa de derechos y

acciones que se celebrada entre dos empresas, respecto de un bien inmueble, dicha

rogación es observada en el sentido que no se verificado que se haya inscrito la

autorización de venta por parte de la junta general a favor del gerente y que éste

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pueda efectuar dicha venta, dado que según refiere la registradora, la venta

realizada excedía el 50% del capital social de la sociedad vendedora, este

requerimiento los formula de conformidad con el artículo 115° numeral 5 de la Ley

General de Sociedades; sin embargo, el Tribunal razonó en el sentido que ese

aspecto, esto es la autorización por parte de la junta general no era materia de

calificación por parte del registrador, dado que la naturaleza de cada órgano de la

sociedad, es distinta, mientras que la junta general es un órgano necesario pero no

permanente, la gerencia es un órgano también necesario pero permanente, lo que

supone que es la gerencia o directorio los que ejecutan los acuerdos de la junta

general, siendo ello así y teniendo en consideración que las personas jurídicas

gozan de capacidad, al igual que una persona natural, la ley no ha establecido

limitación alguna a la capacidad de las sociedades, más las que no sean las

señaladas por Ley, por el ello el Tribunal sostiene que debe entenderse que si el

gerente general celebró el contrato de compraventa de derechos y acciones este lo

hizo porque así lo ha acordado la junta general de accionistas, y la autorización al

que se refiere el artículo 115° inciso 5 de la Ley General de sociedades, es un

trámite interno que se verificó dentro de la misma sociedad, por ello se está

ejecutando (resolución N° 681-2009-SUNARP-TR-L de fecha 15 de Mayo del 2009).

Hay que tener claro la relación del representado y el representante, y la del

representante con el tercero (Bullard,2005, pág. 4), puesto que el primero importa la

relación que existe entre la sociedad, y el gerente general, directorio o representante

de la sociedad, y se basa en la confianza que existe para que la sociedad, nombre a

determinado sujeto como representante, teniendo todas las facultades que requiera

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para la correcta ejecución de su cargo, por ello encontramos en el artículo 188° de la

Ley General de Sociedades un ejemplo de aquella confianza que existe entre el

representado (sociedad) y el representante (gerente general, representante legal),

puesto que en dicho artículo se indica que salvo disposición distinta de la junta

general o el estatuto, se presume que el gerente general goza de las siguientes

atribuciones, celebrar y ejecutar actos y contratos que tengan relación con el objeto

social de la sociedad, así como representar a la sociedad, con las facultades general

y especiales previstas en el código civil; de otro lado la relación del representante

con el tercero, es distinta ya que el tercero va a negociar con la persona jurídica,

entendiendo este tercero, que el gerente general que representa a la sociedad,

cuenta con todas la facultades necesarias para llevar a cabo su labor, por lo que

podrá negociar cada extremo del contrato o pacto con la confianza de que la

persona que representa a la sociedad, tiene plena facultad para ello; si ello es así el

registrador solo tendrá que limitarse a calificar que el documento donde conste el

acuerdo o el contrato donde conste el acto jurídico, deba cumplir con las

formalidades que la norma exige.

Esto es respecto a las actas donde consten acuerdos de junta general, deberán

calificar, si estos cumplen con la convocatoria, el quorum y mayoría, conforme lo

señala la norma, el convenio de accionistas y el estatuto, mas no pueden incidir en el

fondo del acuerdo, pues se entiende que todo lo demás le compete únicamente a la

sociedad, a forma de ejemplo podemos decir que si una persona natural decide

vender su propiedad, por un precio quizá irrisorio, pero su escritura pública que

contiene su voluntad cumple con todas las formalidades, este aspecto del precio no

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puede ser observador por el registrador, al igual en un persona jurídica, si celebra un

contrato en representación de la sociedad, se entiende que este lo hace porque ya

existió un acuerdo de la junta directiva.

En términos generales, los requisitos de autorización y/o documento que se

requieran para ciertos actos deber ser expuestos y acreditados ante la sociedad,

mas no ante el registrador, salvo disposición distinta por la norma o el propio

estatuto, entendamos que la persona jurídica goza de plena capacidad, y no de una

capacidad restringida.

V. EN CAMINO HACIA UNA ADECUADA CALIFICACIÓN REGISTRAL EN

SOCIEDADES

El 06 de enero del 2017 se publicó y entro en vigencia el decreto legislativo N° 1332,

mediante el cual se busca dar una solución a esta clase de problemas respecto de

las facultades de los gerente generales, y que el registrador deberá de tomar en

cuenta a fin de no extralimitarse en su calificación, es así que dicho decreto

legislativo modifica la Ley General de sociedades, en varios extremos incluyendo

atribuciones y poderes del gerente general, aplicándose el artículo 14°, por lo que de

ahora en adelante los gerentes generales gozarán por su solo nombramiento de

todas la facultades, salvo estipulaciones en contrario de las facultades generales y

especiales de representación señaladas en la Ley.

VI. CONCLUSIONES

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De todo lo expuesto, llegamos a la conclusión que la calificación registral si bien es

cierto es un mecanismo de control y que debe tomarse con mucha importancia

respetando las normas vigentes, también es cierto que se debe establecer limites

respecto de ciertos actos de las sociedades, ya que en innumerables ocasiones esto

representa una barrera ilegal para la dinámica de comercio, por ello nuestra posición

plantea que debemos entender que un gerente general goza de todas las facultades

por su solo nombramiento en base a la confianza que existe de los dueños del

negocio, en definitiva, la sociedad (representado) y el gerente general

(representante).

Lima, 11 de octubre del 2019.

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