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RELATO DE UN CASO.
DEFENSA PUTATIVA
2020
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COORDINADORES GENERALES
Dr. Leonardo Pereira Meléndez (Director de la Revista Lexitum)
Abg. David López Espinoza
Reservados todos los derechos de los autores. Se prohíbe la reproducción total o parcial de
esta obra sin la autorización de los editores.
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Hecho con cariño en la República Bolivariana de Venezuela
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Con la otra toga en defensa de una causa justa. Acción de amparo y anulación de
sentencia condenatoria firme por homicidio. Alegatos en audiencia y absolutoria por
“defensa putativa”.
La vivencia que aquí voy a relatar fue sobre un caso ya sentenciado, con
condena definitiva y declarada firme dictada a un señor mayor llamado Carlos Julio
Villarroel, residente de Cumaná, por el delito de homicidio intencional, que debía
ingresar a la cárcel para cumplir doce años de presidio que se le impuso,
encontrándose en libertad bajo fianza que le fue otorgada al inicio del proceso, desde el
29 de diciembre de 1994, en aplicación de la para entonces recién promulgada Ley de
Libertad Provisional Bajo Fianza del 23 de noviembre de 1992, que permitía la
aplicación de ese beneficio procesal en la fase sumaria de aquel proceso luego de
dictado el Auto de Detención cuando a criterio del juez surgieren de los autos algunos
elementos para sostener la posibilidad de haber actuado el reo amparado en una causa
de justificación, después de tantos años en que la Sala de Casación Penal mantuvo la
tesis negadora de la aplicación de causas de justificación en esa fase del proceso y que
solo sería procedente por abstención fiscal de cargos o sentencia absolutoria.
Ese día del mes de septiembre del año 2000 estaba en mi oficina, situada en el
Centro Comercial Ciudad Tamanaco, cuando recibí una llamada telefónica:
-Buenos días mi querido profe, le habla Gloris Moreno su ex alumna del Postgrado
de la UCAB en el curso de Maturín, supe que está ejerciendo en Caracas y quiero ver si
puede encargarse de un caso, creo que por lo delicado del asunto es Usted la persona que
yo conozco más adecuada para atenderlo-
conocía a los familiares del señor enjuiciado y sentenciado, quienes le pidieron consejo
sobre un profesional de Caracas para consultarle y ver que se podía hacer.
De las pruebas se desprendía que ese señor como a las cuatro de la madrugada
del día 5 de noviembre de 1994, si bien dio muerte a un joven frente a su casa, donde a
la vez tenía un negocio de venta de pollos denominado “Avícola Rey Pollo” en la
Urbanización Fe y Alegría de Cumaná, disparándole con una escopeta, lo hizo con el
sólo propósito de defenderse de lo que fundadamente creyó que era una agresión
armada de ese sujeto por lo cual vio en peligro su vida, lo que en derecho penal se
conoce como Defensa Putativa, que hace no punible la acción realizada.
De esas pruebas surgía también que el señor Carlos Julio salía de ese lugar a esa
hora de la madrugada junto con su joven ayudante y se proponía tomar su camioneta
estacionada al frente para dirigirse a unas granjas avícolas con el fin de adquirir pollos
a ser beneficiados y vendidos, llevando gran cantidad de dinero en efectivo para hacer
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las compras, cuando vio dos sujetos que se le acercaron, uno de ellos le pidió algo pero
él le dijo que se retirara y creyendo que le iba a sacar un arma, le hizo un disparo con
su escopeta, que siempre llevaba consigo cuando diariamente salía con el mismo fin, ya
que otras veces lo habían atracado en el mismo lugar y a esa hora.
Al señor Carlos Julio Villarroel le fue dictado auto de detención y al poco tiempo
se le concedió la libertad bajo fianza, en aplicación de la ante citada ley, se le siguió el
juicio y fue absuelto en sentencia dictada por una jueza de primera instancia en el
Estado Sucre, la Dra. Marlene Rodríguez de Ramírez, en fecha 30 de noviembre de
1995, considerando la sentenciadora que “quedó plenamente demostrado que el
ciudadano Carlos Julio Villarroel le dio muerte al agraviado bajo un estado de angustia,
temor e incertidumbre, que le hacía pensar que se encontraba en peligro tanto su vida
como sus bienes, y que con la certeza de que debía defenderse, incurriendo con su
conducta en la causa de justificación denominada Defensa Putativa, la cual se asimila a la
defensa propia, de conformidad con lo dispuesto en el último aparte del artículo 65 del
Código Penal, por lo cual su actuación no es punible.”
2000, la cual fue notificada a la Defensora Pública Dra. Scarlet Benazar que se le había
designado al procesado; y al no presentar recurso alguno aun cuando procedía
casación por segunda vez, -o sea casación contra sentencia de reenvío-, se declaró
firme y mediante auto del 4 de octubre de 2000 se acordó la remisión del expediente al
Circuito Judicial Penal del Estado Sucre para su ejecución.
Todo ello significaba que ese hombre que desde el comienzo del juicio
disfrutaba de libertad bajo fianza estaba a punto de ser recapturado y llevado a la
penitenciaría por orden de un Juzgado de Ejecución de Cumaná a cumplir doce años de
presidio.
Pero, tal como me lo asomó Gloris Moreno observé una gravísima violación al
derecho a la defensa, del que podíamos agarrarnos para tratar de obtener una
anulación de esa última sentencia aunque le advertí al cliente que la situación no era
fácil y le pedí que me diera unos días para estudiar bien el asunto y luego lo llamaría, y
que mientras tanto pusiera a su papá en resguardo ante la eventualidad de ser buscado
y aprehendido mientras veíamos como se resolvía la situación.
esa norma respetando el derecho de rango supraconstitucional que tiene todo reo de
elegir elegir libremente su defensor, previsto en el artículo 2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y en el artículo 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos; y en todo caso, el señor Villarroel debía ser notificado por
la vía que fuere más expedita del derecho a hacer esa designación por medio de escrito
auténtico, ratificando o sustituyendo al ya designado en Cumaná.
Fue así como decidí asumir esa defensa y llamé a Carlos Julio hijo para
informarle al respecto e invitarlo a que viniera nuevamente a Caracas para concretar
lo que tenía propuesto. Vinieron pronto, les di todas las explicaciones del caso y las
posibilidades que teníamos de lograr éxito, sin asegurarles nada, como debe ser ya
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que siempre he tenido presente, como cuestión de ética profesional, que el abogado
nunca debe asegurarle a un cliente las resultas de su gestión. El encausado Carlos
Julio Villarroel nos otorgó un poder a mis socios Juan Carlos Gutiérrez, Orlando
Colmenares y a mí para accionar en amparo ya que no teníamos condición de
defensores y de haber acudido al tribunal de ejecución donde cursaba el expediente
en Cumaná para hacer esa designación posiblemente lo habrían detenido y enviado a
la cárcel. Redacté el escrito contentivo de la acción de amparo dirigido a la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que los tres abogados suscribimos y
personalmente lo presenté el 22 de noviembre de 2000.
La audiencia constitucional oral fue fijada para el día 16 de julio del 2001. El
día anterior dictaba clases de Derecho Penal I en la Universidad José María Vargas,
casualmente explicaba el tema de la legítima defensa donde entre otras cosas abordé
la llamada defensa putativa o subjetiva. Aproveché para hablarles a mis alumnos
sobre el caso que estaba atendiendo y los invité a asistir al Tribunal Supremo para
que ellos tuvieran esa experiencia y yo pueda sentir su apoyo al momento de mi
intervención oral.
A la hora fijada estaba ocupando junto con Juan Carlos y Orlando el estrado de
la parte accionante en la sala de audiencias de la Sala Constitucional, en donde había
bastante asistencia de público, entre el que se encontraban varios familiares de
nuestro representado, mi hijo Roberto José Delgado que tenía poco tiempo de
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recibido como abogado e incorporado a nuestro Escritorio; así como quince alumnos
míos de la Universidad José María Vargas. En el estrado contrario se encontraban las
tres juezas del tribunal que sentenció en reenvío presidido por la Dra. Irma Ávila
Maestracci, además de la Fiscal del Ministerio Público Dra. Teolinda Ramos.
la reposición del proceso al estado en que se notifique al encausado del derecho que
tiene a nombrar defensor, revocándose la sentencia condenatoria.
“Honorables Jueces.
Nuestro defendido Carlos Julio Villarroel ha sido un hombre
responsable y honrado, dedicado a su familia y al trabajo, es un
trabajador jubilado de la Universidad de Oriente luego de haber
prestado servicios por 27 años con excelente rendimiento, según se
desprende de las múltiples constancias y diplomas otorgado por esa
institución, que fueron consignadas en autos, cursantes del folio 158 al
169; y desde su jubilación se ha dedicado a la actividad comercial,
atendiendo su propio negocio dedicado a la venta de pollos, en el
pequeño establecimiento denominado “Avícola El Rey Pollo”, que como
se dijo funciona en un local ubicado en el inmueble que es asiento de su
misma casa de habitación, que con ésta se comunica por su parte
interior, en la que vive con su esposa e hijos.
Usualmente el señor Villarroel desde allí salía muy de madrugada
cuando tenía que dirigirse hacia las granjas avícolas, a fin de proveerse
de pollos a ser vendidos en ese negocio y a veces lo hacía acompañado
de su empleado ayudante, el joven Jorge Rafael Maestre.
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para él, subjetivamente, no era antijurídico, más bien lícito y que por
ende estaba plenamente justificado, al entender que había una
inminencia de esa agresión y estimando por ello que debía impedirla,
aunque no hubiese habido realmente tal agresión…”
Se nos dio al fin la razón sobre nuestro alegato de defensa putativa, ganamos el
otro más importante round que no fue aún definidor de la contienda porque el
ciudadano fiscal manifestó su desacuerdo y en ejercicio de sus atribuciones,
estimando cumplir con su deber, ya con la vigencia plena del Código Orgánico
Procesal Penal interpuso recurso de casación contra esa sentencia absolutoria, al que
le di contestación. Por ello se prolongó más el calvario del pobre señor Villarroel, ya
que la causa fue una vez más a conocimiento de la Sala de Casación Penal del Tribunal
Supremo de Justicia, designándose como ponente a la Dra. Blanca Rosa Mármol de
León, se admitió el recurso del fiscal y se convocó a una audiencia oral que se llevó a
cabo el 4 de noviembre de 2004.
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Al fin se hizo justicia y terminó el largo padecimiento que se perpetuó por diez
años, de un hombre que no hizo otra cosa que defender su derecho a vivir y preservar
sus bienes, sintiéndose fundadamente víctima de una inminente agresión armada y
por quien hube de colocarme la otra toga, la de abogado litigante en defensa de una
causa justa.
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