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(CONCEPCION CABRERA DE ARMIDA, Sed perfectos)

PRESENTACIÓN

El título “Sed Perfectos” hace referencia al Sermón de la Montaña como llamada


universal a la santidad (cfr. Mt 5, 48). Pero todo el trasfondo es un eco de los
sentimientos de Cristo en su oración sacerdotal: “Padre… santifícalos en la verdad” (Jn
17,17).

Impresiona, ya a primera vista, el índice armónico de las seis partes de que consta la
publicación: Dios, El Padre, el Verbo, el Espíritu Santo, la Iglesia, los sacerdotes de la
Cruz. Los contenidos tienen una dimensión trinitaria, cristológica, pneumatológica,
mariológica, eclesiológica, espiritual y pastoral. Desde la “unidad” trinitaria de Dios
Amor, hace un fuerte llamamiento a la santidad sacerdotal.

Sabemos, por las anotaciones de Conchita en su Cuenta de Conciencia, que la redacción


propiamente dicha empezó en 1922 y terminó en 1923. Los contenidos los saca de su
misma Cuenta (escrita en años anteriores), ampliando, motivando fuertemente y
añadiendo referencias bíblicas y citas de algunos autores y santos como el Cura de Ars
(cfr. capítulo XI).

Esta especie de “relectura” de la Cuenta de Conciencia, se diferencia del libro “A mis


Sacerdotes”, porque en “Sed Perfectos” usa un lenguaje redaccional y no como
confidencias literales recibidas del Señor (salvo en al capítulo 32: “Quejas”). Habla ella,
exponiendo sus reflexiones, pero se entrevé que se apoya en las inspiraciones recibidas
anteriormente, siempre dispuesta a corregir la redacción. Efectivamente, pidió esta
corrección a diversas personas, aunque quien le ayudó más a “pulir” el texto fue Mons.
Luís Mª Martínez, su dirección espiritual desde 1925. “Jesús quiere (le escribe ella) que
arregle el libro” (4 noviembre 1926).

Conchita había pedido que no se publicara su libro hasta después de su muerte. Aunque
la redacción ya se conocía por copias manuales, la primera publicación impresa fue en
1994 (Ediciones Cimiento, México). Esa publicación tenía ya una breve “presentación”
elaborada magistralmente, basándose en afirmaciones de la misma Conchita. Al final
del libro se puso un índice exhaustivo, onomástico y de materias, además de una lista
cronológica de los 66 tomos de la Cuenta de Conciencia.

El objetivo del libro queda claramente indicado por Conchita al inicio del “prólogo”:
“Lleva por fin este pobre libro, enamorar las almas de los sacerdotes más y más del
Divino Espíritu, porque la salvación de los pueblos depende de la santidad de los
Pastores y sólo es el Espíritu Santo el que hace a los santos, dice S. León". Es verdad
que la parte 6ª y final (capítulos 26-34), tiene como título “Los sacerdotes de la Cruz”,
pero en ella se tratan temas de interés para todos los sacerdotes: Oración, Eucaristía,
transformación (santidad), pobreza (votos), “quejas” del Señor, relación con los fieles,
directores espirituales. Termina el libro con esta afirmación que se encuentra al final de
la parte sexta: “Mis amados sacerdotes, entrad de lleno en vuestro ministerio de luz y de
amor”.

La dedicación del libro a María (“Virgen Madre, Esposa del Espíritu Santo y Reina de
los Apóstoles”) es la clave para entender el sentido de la maternidad espiritual de la
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misma Conchita respecto a los sacerdotes. La doctrina mariana de esta publicación es


muy profunda, especialmente en los dos capítulos que le dedica directamente (capítulo
11: “María… Este es mi Cuerpo”; capítulo 12: “Íntima filiación con María”). La
transformación del sacerdote en Cristo está en la línea de la “encarnación mística”, que,
bajo la acción del Espíritu Santo, tiene lugar en el seno de María, la cual participa de
modo especial del sacerdocio de Cristo, que quiso unirla a su misma oblación. Cabe
recordar que Conchita había recibido la gracia especial de la “encarnación mística” el
25 de marzo (Anunciación) del año 1906.

Con este enfoque mariano, se hace una llamada apremiante a la santidad: “Amad a
María, copiad a María… Tomando su fisonomía… Jesús es el centro de María… María
os quiere sacerdotes perfectos, espejos de perfección… en donde Jesús contemple su
divina imagen… con el aire de familia… El apostolado fecundo es el que sabe
sacrificarse y fatigarse en unión con María… Arrojaos en el Corazón de Ella: es Madre
para darse a sus hijos” (capítulo 11).

El lector podrá apreciar fácilmente el orden lógico del texto. La primera parte (capítulos
1-2) es un verdadero tratado sobre la “unidad” y la paz, que tiene su fuente en “Dios”.
La segunda parte consta de un solo capítulo (el 3º), pero es un tema (“El Padre”)
frecuente en todos los escritos de Conchita. La tercera parte, sobre “El Verbo” tiene
nueve capítulos (4-12) y hace patente su profundo cristocentrismo también en su
dimensión mariana (capítulos 11-12). La cuarta parte es la más extensa (capítulos 13-
23) y está dedicada al Espíritu Santo, resumiendo ampliamente la doctrina y la vivencia
pneumatológica de Conchita y de las Obras del Cruz. La quinta parte está dedicada a la
Iglesia como “esposa” y “comunión” de los santos (capítulos 24-25). La sexta parte
(que hemos resumido arriba) se dirige especialmente a “los sacerdotes de la Cruz”
(capítulos 25-34).

En todo este arsenal de doctrina sobre el sacerdocio, especialmente en su dimensión


espiritual, hay muchos temas que podrían ampliarse fácilmente, acudiendo a la Cuenta
de Conciencia y a las otras publicaciones, especialmente “A mis sacerdotes”. Siempre
sobresale el amor tierno del Corazón de Jesús hacia sus sacerdotes, incluso y
especialmente cuando se hace un examen de sus defectos.

Hay algunos temas prácticos que merecerían un estudio especial, por el hecho de dejar
entrever la experiencia de la misma Conchita respecto a la vida sacerdotal. Me refiero al
tema de la “pobreza” sacerdotal, que ella lo desglosa en “cuatro pobrezas” o modos y
grados de vivir esta exigencia evangélica. (capítulo 31).. El tema del ministerio
sacerdotal ejercido en la confesión y dirección espiritual (capítulo 34 y último) es una
aportación original de parte de quien tenía experiencia como mujer y como “dirigida”.

Verdaderamente es un escrito sapiencial, a pesar de reconocerse ella, de algún modo,


como iletrada. Escribe como quien vive y transmite los latidos del Corazón de Cristo,
concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo, ahora presente en la
Eucaristía y en su amada Iglesia, y que Conchita lo vive muy dentro de su propio
corazón para transmitirlo a los demás.

Juan Esquerda Bifet, Catedrático emérito de la Pontificia Universidad Urbaniana,


Roma.

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