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Bloque I
TEMA 32
La expropiación forzosa: naturaleza y justificación.
El procedimiento expropiatorio. Peculiaridades del
procedimiento de urgencia. La garantía
patrimonial: en particular, la reversión de bienes
expropiados. Las expropiaciones especiales.
Contenido
1. LA EXPROPIACIÓN FORZOSA: NATURALEZA Y JUSTIFICACIÓN.................................................. 2
1.1. Concepto ............................................................................................................................ 2
1.2. Naturaleza y justificación ................................................................................................... 3
1.3. Elementos........................................................................................................................... 4
1.3.1. Sujetos ......................................................................................................................... 4
1.3.2. Objeto.......................................................................................................................... 7
1.3.3. Contenido .................................................................................................................... 7
1.3.4. Causa ........................................................................................................................... 8
2. EL PROCEDIMIENTO EXPROPIATORIO ....................................................................................... 9
2.1. Trámite previo: declaración de utilidad pública o interés social. ...................................... 9
2.2. El acuerdo de la necesidad de ocupación. ......................................................................... 9
2.3. La determinación del justo precio.................................................................................... 10
2.4. Pago y toma de posesión ................................................................................................. 12
3. PECULIARIDADES DEL PROCEDIMIENTO DE URGENCIA .......................................................... 13
4. LA GARANTÍA PATRIMONIAL: EN PARTICULAR, LA REVERSIÓN DE BIENES EXPROPIADOS .... 15
4.1. Garantías jurisdiccionales................................................................................................. 15
4.2. Garantía patrimonial ........................................................................................................ 15
4.2.1. Intereses de demora ................................................................................................. 16
4.2.2. Retasación de los bienes expropiados ...................................................................... 16
4.2.3. Reversión de los bienes expropiados ........................................................................ 16
5. LAS EXPROPIACIONES ESPECIALES .......................................................................................... 18
5.1. Por razones o grupos de bienes ....................................................................................... 18
5.2. Por incumplimiento de la función social de la propiedad. ............................................... 19
5.3. De bienes de valor artístico, histórico y arqueológico. .................................................... 19
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Según el art. 1.1 LEF de 16 de diciembre de 1954 es “cualquier forma de privación singular de la
propiedad privada o de derechos e intereses patrimoniales legítimos, cualesquiera que fueran
las personas o entidades a que pertenezcan, acordada imperativamente, ya implique venta,
permuta, censo, arrendamiento, ocupación temporal o mera cesación de su ejercicio y ya sea
por causa de utilidad pública o interés social”.
La doctrina ha señalado un claro ensanchamiento en el ámbito de la expropiación, que se
desprende del concepto legal citado, ya que clásicamente la expropiación forzosa venía definida
en razón de un triple límite: en cuanto al objeto, se limitaba a los bienes inmuebles, en cuanto
al contenido a la transmisión de la propiedad y en cuanto a la causa, a las obras de utilidad
pública.
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1.3. Elementos
1.3.1. Sujetos
Hay que distinguir entre sujeto expropiante, sujeto beneficiario y sujeto expropiado.
Sujeto expropiante.
La potestad expropiatoria corresponde por regla general a la Administración.
El expropiante es el titular activo de la potestad expropiatoria (art. 3.1. REF), posición que
corresponde únicamente al Estado, la Provincia, el Municipio y las CCAA, esto es, a las
Administraciones territoriales entre todo el complejo de entidades públicas.
Con lo cual ni los particulares ni los entes públicos no territoriales (instituciones, entes
corporativos, empresas públicas) pueden ser nunca titulares del poder de expropiar; unos y
otros podrán ser, a lo sumo, beneficiarios de la expropiación, pero cuando requieran bienes
expropiables para el cumplimiento de sus fines han de solicitar de su Administración matriz el
ejercicio de la potestad. La razón de que la titularidad se limite solo a los entes territoriales es
que solo este tipo de entes representan los fines generales y abstractos de la Administración.
El art. 4.2. LBRL permite que la legislación de las CCAA atribuya esta potestad también a “las
entidades territoriales de ámbito inferior al municipal y asimismo a las comarcas, áreas
metropolitanas, y demás entidades locales”. El art 4.3. de la misma Ley la confiere a las
mancomunidades de municipios, según lo que determinen sus estatutos o en su defecto si es
preciso para el cumplimiento de su finalidad.
Se excluye toda potestad expropiatoria de organismos públicos y otros entes instrumentales.
Estos pueden ser beneficiarios de la expropiación pero cuando requieran bienes expropiables
para el cumplimiento de sus fines han de solicitar de su Administración matriz el ejercicio de la
potestad.
Los entes corporativos tienen normalmente limitados sus poderes a las personas de sus
miembros y en orden a los aspectos determinados, que no suelen incluir la privación de sus
propiedades.
Sujeto beneficiario.
Es el sujeto que representa el interés público o social, por cuya causa se realiza la expropiación
y que adquiere el bien o derecho expropiados. Puede ser la misma Administración expropiante,
como sucede en las clásicas expropiaciones traslativas de dominio para la ejecución de obras o
la prestación de servicios públicos. Pero también puede ser otra Administración o entidad
distinta o un concesionario, y en las expropiaciones por causa de interés social, además
cualquier persona física o jurídica en la que concurran los requisitos señalados por la ley a estos
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efectos. No es insólito que el beneficiario sea un sujeto privado, cuando existe un interés público
que le corresponde realizar y que legitima la expropiación.
Si la cualidad de expropiante y beneficiario no concurren en el mismo sujeto, éste último tiene
la facultad expropiatoria a su favor, justificando la procedencia legal de la expropiación y su
condición de beneficiario. Iniciado el expediente, el beneficiario, tiene la condición de parte en
él y puede impulsar el procedimiento, formular las relaciones de bienes y derechos que solicita
se expropien, convenir libremente con el expropiado su adquisición amistosa, en su caso, e
intervenir en la pieza de determinación del justiprecio presentando su hoja de aprecio y
aceptando o rechazando la valoración que presente el expropiado. Además ha de pagar o
consignar el justiprecio y abonar las indemnizaciones o intereses de demora que procedan y ha
de destinar el bien expropiado al fin previsto, correspondiéndole también los derechos y
obligaciones derivados de la reversión y los demás establecidos legal y reglamentariamente. La
Administración expropiante decide ejecutoriamente sobre la procedencia y extensión de las
obligaciones del beneficiario, sin perjuicio de los derechos de éste a defender sus intereses
legítimos, inclusive la vía judicial.
El expropiado.
Es el propietario o titular de derechos reales e intereses económicos directos sobre la cosa
expropiable, o titular del derecho objeto de expropiación (art. 3.1.REF).
En definitiva, es la persona o entidad que sufre la privación o perjuicio patrimonial derivado del
ejercicio de la potestad expropiatoria.
Expropiado puede ser, en este sentido, cualquier persona física o jurídica. Incluso pueden serlo
las entidades y AP distintas de la expropiante, en cuanto a los bienes de su respectivo
patrimonio, si bien frecuentemente la necesidad que una Administración tiene de adquirir
bienes de otra se resuelve mediante un convenio. Por otra parte cuando se trata de la
transferencia de bienes de dominio público de una Administración a otra, incluso por decisión
imperativa de la que tiene competencia para ello, la legislación vigente prefiere hablar de
mutación demanial, esto es, de cambio de afectación o destino de un bien de dominio público.
La condición de expropiado tiene carácter real, es decir, deriva de su relación con el bien o
derecho objeto de la expropiación. Ello significa que dicha cualidad se transmite junto con dicho
bien o derecho, considerándose subrogado el nuevo titular en los derechos y obligaciones del
anterior y sin que la transmisión impida la continuación del expediente expropiatorio. El negocio
jurídico que origina la subrogación debe comunicarse a la Administración que tramita el
expediente. A falta de esa comunicación no podrá alegarse por el interesado la nulidad del
expediente en que no fue parte.
El bien expropiado se adquiere libre de cargas. Si existiera algún derecho compatible con el
destino del bien expropiado, puede mantenerse previo acuerdo entre el expropiante y el titular
del derecho. En caso contrario, las cargas anteriores se convierten, por ministerio de la ley, en
derechos sobre el justiprecio. Si no existe acuerdo entre los distintos titulares sobre la
distribución del justiprecio, la Administración consigna la cantidad global en depósito hasta que
se resuelvan las discrepancias.
Las expropiaciones legislativas.
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Excepcionalmente la expropiación puede ser acordada directamente por el legislador. Hay que
precisar que no se alude con ello a la simple declaración por ley de causa expropiandi, que
siempre le corresponde, ya se realice de manera genérica o específica según se dirá. En las
expropiaciones legislativas, el legislador determina además el objeto mismo de la expropiación
de manera que, por su propia decisión, se produce el efecto ablatorio o de privación de derechos
patrimoniales privados. Además establece reglas especiales para la singular operación
expropiatoria, bien de procedimiento, bien de valoración de los bienes o relativas a estos y otros
aspectos.
Las expropiaciones legislativas se han producido en nuestra historia en casos contados. Se
recuerda por ejemplo la expropiación de empresas ferroviarias que dio lugar a la creación de
RENFE, en 1941, la expropiación de las acciones de particulares en el Banco de España en 1962,
la de la compañía Metro de Madrid en 1979, la expropiación del Grupo RUMANASA por RD-Ley
de 23 de febrero de 1983 y la eliminación de propiedades privadas enclavadas en la zona de
dominio público costero, llevada a cabo por la LC de 1988. Estas dos últimas y en particular la
expropiación de RUMASA han dado ocasión para precisar doctrinal y jurisprudencialmente la
figura de las expropiaciones legislativas y sus límites (STC 111/1983, 166/1986, STEDH de 23 de
junio de 1993, Caso Ruiz Mateos).
El legislador puede acordar una medida expropiatoria, ya que la potestad de expropiar no está
reservada en exclusiva a la Administración por nuestro ordenamiento. Incluso puede acordarse
por decreto –ley en casos de extraordinaria urgencia y necesidad. Ahora bien la ley expropiatoria
es una ley singular, y como tal ha de circunscribirse a aquellos casos excepcionales que, por su
extraordinaria trascendencia y complejidad, no son remediables por los instrumentos normales
de que dispone la Administración. Además toda ley singular expropiatoria debe respetar las
garantías esenciales del art. 33.3 CE. Cualquier modificación o singularidad que introduzca en
relación con el régimen ordinario debe ser razonable y proporcionada, en función de las
peculiaridades del caso y de los fines legítimos de interés público que se pretende conseguir,
pues de lo contrario se vulneraría el art. 14 CE.
El mayor problema dogmático que plantean las expropiaciones legislativas es, sin duda, la
garantía del derecho a la tutela judicial efectiva de los expropiados (art. 24.1 CE). A diferencia
de la expropiación ordinaria, que se concreta en actos administrativos impugnables por
cualquier interesado, la ley que expropia sólo puede ser enjuiciada a través de los
procedimientos de declaración de inconstitucionalidad, recurso o cuestión de
inconstitucionalidad, por el TC. Pero la legitimación para iniciarlos no corresponde al
expropiado, sino a los órganos e instituciones a que se refiere el art. 162.1.a) CE o al juez que
conoce de algún acto de ejecución.
El expropiado podrá defender sus derechos contra dichos actos de ejecución de la ley
expropiatoria, alegando en tal caso indirectamente contra ésta y puede solicitar del Juez o
Tribunal que conozca del asunto que plantee una cuestión de inconstitucionalidad contra la
misma, lo que el órgano judicial decidirá según su libre estimación. Pero no puede el expropiado
defender por sí mismo la garantía patrimonial de su propiedad atacando directamente la ley que
le priva de ella.
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1.3.2. Objeto
El objeto de la expropiación es directamente la privación o ablación de derechos e intereses,
acordada imperativamente y de propósito, de donde nace el derecho compensatorio a obtener
un equivalente económico.
El art. 1 LEF especifica que pueden ser objeto de la potestad expropiatoria “la propiedad privada
y los derechos e intereses patrimoniales legítimos”. Los art. 1 y 2 REF repiten esto, aunque el 2
admite la posibilidad de que la expropiación se concrete en “facultades parciales del dominio o
de derechos e intereses legítimos”.
Respecto a la extensión del objeto de la expropiación hay que señalar que éste ha de ser un
derecho de contenido patrimonial, un derecho real, y que éste ha de integrarse en el patrimonio
privado de su titular. Es decir, el dominio público NO es expropiable, mientras que SI lo son todos
los bienes privados de titularidad pública.
En el dominio público lo que puede producirse es un cambio de afectación, en el que se utilice
formalmente el cauce expropiatorio, pero la doctrina es unánime en reconocer que nos
hallaremos entonces ante “mutaciones demaniales” y no ante autenticas expropiaciones de algo
que no es propiedad privada.
En segundo lugar la LEF nos habla de “derechos e intereses patrimoniales legítimos”. Con ello se
comprende cualquier posición cuya privación suponga una merma en el patrimonio de su titular
o lo que es lo mismo, todo tipo de intereses de contenido económico, que se vean sacrificados
por expropiación forzosa.
Al precarista, sujeto que no tiene derecho a la conservación del bien que detenta en precario,
se le debe indemnizar por la pérdida de esta situación, según ha reconocido la jurisprudencia
del TS. No es un derecho aquello de lo que se ve privado, pero si un interés patrimonial legítimo,
lo que forma parte del amplísimo concepto de “objeto de la expropiación” establecido en la LEF.
o todos los derechos e intereses que confluyen en el objeto de la expropiación son
necesariamente eliminados por esta operación administrativa. La LEF nos informa de que podrá
conservarse aquel derecho real sobre el objeto expropiado en el que se den dos requisitos: uno,
que resulte compatible con el destino que haya de darse al bien en cuestión, y dos, que se
produzca el oportuno acuerdo entre el expropiante y el titular del derecho (art. 8 LEF).
1.3.3. Contenido
La expropiación consiste en la privación o ablación de algún derecho o interés patrimonial. Es
decir, ya no se trata solo de una privación, total o parcial, del derecho de propiedad, mediante
la cual el bien objeto de dominio se integra en el patrimonio público.
Junto con las expropiaciones traslativas del dominio, de bienes muebles o inmuebles, se
consideran expropiación, al menos en sentido material, otras muchas decisiones que implican
privación o mutilación de las facultades del propietario, por ejemplo la privación de las
facultades de libre disposición mediante la imposición de un arrendamiento forzoso de una
finca. También son expropiaciones en sentido material las privaciones forzosas e imperativas de
otros derechos patrimoniales diferentes de la propiedad, como los derechos de arrendamiento
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1.3.4. Causa
Las causas que legitiman la expropiación que se condesan en la expresión utilidad pública e
interés social, pueden ser hoy también muy diversas; en teoría, cualquier motivo de interés
público que requiera una medida de este tipo y no sólo la realización de obras públicas, como
era tradicional, o la prestación de servicios públicos. Por ello, el beneficiario de la medida
expropiatoria puede no ser la Administración expropiante sino también otros particulares,
cuando existen razones de interés público que lo justifiquen. Para explicarlo podemos aludir a
muchas expropiaciones urbanísticas, mediante las que se pone el suelo expropiado a disposición
de promotores con capacidad y solvencia para acometer la ejecución de los planes de
urbanismo.
La expropiación puede tener también por finalidad asegurar el cumplimiento de la propiedad (la
denominada expropiación-sanción)) o tutelar el medio ambiente o el patrimonio histórico o
excepcionalmente, poner remedio a graves situaciones de riesgo para la estabilidad económica.
En definitiva, la expropiación es un instrumento polivalente, destinado a la satisfacción de los
intereses públicos, cuando se ve impedida o dificultada por la titularidad privada de derechos
patrimoniales reconocidos por el OJ.
El fin o causa de la expropiación ha de declararse específicamente en cada caso respecto al
destino posterior del bien que se expropia, así lo expresa el art. 9 de la Ley. De tal manera que
toda expropiación queda vinculada a la realización de dicho destino, invocado como causa
expropiatoria, de modo que su incumplimiento pro el beneficiario invista al expropiado de un
derecho de retrocesión o reversión sobre el objeto expropiado afectando a la validez de la
expropiación misma.
Así en definitiva podemos afirmar que es el artículo 1 LEF el que establece que la causa de la
expropiación forzosa ha de ser la utilidad pública o el interés social. La inclusión del interés social
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al lado de la utilidad pública, entre las causas legitimadoras de la expropiación constituyó a juicio
de García de Enterría, la gran novedad de la Ley vigente.
2. EL PROCEDIMIENTO EXPROPIATORIO
2.1. Trámite previo: declaración de utilidad pública o
interés social.
Esta declaración, que abre el camino concreto de la expropiación se concibe como materia
reservada a la Ley Formal.
El art. 9 LEF establece que para proceder a la expropiación forzosa será requisito indispensable
la previa declaración de utilidad pública o interés social del fin a que haya de afectarse el objeto
expropiado.
La utilidad pública puede declararse:
- De forma implícita: lo que está ex lege en todos los planes de obras y servicios del Estado y
demás entidades territoriales.
- De forma genérica, a concretar por el Consejo de Ministros.
- De forma específica, por Ley singular, para cuando no se usen los anteriores sistemas.
En este sentido, podemos señalar que la utilidad pública se entiende implícita en todos los
planes de obras y servicios de las diferentes Administraciones territoriales, a efectos de la
expropiación de inmuebles afectados por los mismos, como se deduce del artículo 10 LEF,
incluyendo ahora los de las CCAA e inclusive planes y programas de la UE (ST 29 nov 1997). Entre
ellos tienen esos efectos los planes urbanísticos.
No siempre la declaración de utilidad pública o interés social de la expropiación supone
especificar el destino de los bienes o derechos expropiados, ya que en algunos casos ese destino
puede ser secundario o aleatorio en relación con la causa de la expropiación, como por ejemplo,
sucedía en el caso RUMASA (STC 166/1986), en que la finalidad de la intervención era evitar o
solucionar la grave crisis financiera, de dimensión nacional, que había provocado la gestión de
ese grupo empresarial.
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El justo precio debe ser, sin duda, equitativo, razonable y proporcionado a la pérdida patrimonial
sufrida por el expropiado. El TC ha reiterado que lo decisivo es que exista un “proporcional
equilibrio entre el valor del bien o derecho expropiado y la cuantía de la indemnización ofrecida,
de modo tal que la norma que la dispone sólo podrá ser entendida como constitucionalmente
ilegítima cuando la correspondencia entre aquél y ésta se revele manifiestamente desprovista
de base razonable”.
La fijación de importe de la indemnización que la Administración ha de satisfacer como
consecuencia de la expropiación se realizará:
- Por mutuo acuerdo: la Administración y el particular a quien se refiera la expropiación podrá
convenir la adquisición de los bienes y derechos que son objeto de aquella libremente y por
mutuo acuerdo, en cuyo caso, una vez convenidos los términos de la adquisición amistosa, se
dará por concluido el expediente.
- Procedimiento legal: en caso de que en el plazo de 15 días no se llegase al mutuo acuerdo en
la fijación del precio se seguirá el procedimiento reglado señalado en la Ley, sin perjuicio de que
en cualquier momento posterior de su tramitación puedan las partes llegar a dicho acuerdo.
En este caso la fijación del justo precio se tramitará como pieza separada, encabezada por la
exacta descripción del bien concreto que haya de expropiarse.
En cada uno de los expedientes así formados la Administración requerirá a los propietarios para
que en el plazo de veinte días, a contar desde el siguiente al de la notificación, presente hoja de
aprecio, en la que se concrete el valor en que estimen el objeto que se expropia, pudiendo aducir
cuantas alegaciones estimen pertinentes.
La valoración habrá de ser forzosamente motivada y podrá estar avalada por la firma de un
perito, cuyos honorarios habrán de acomodarse a las tarifas que apruebe la Administración,
siendo siempre estos gastos de cuenta de los propietarios.
Artículo 30. 1: “La Administración expropiante habrá de aceptar o rechazar la valoración de los
propietarios en igual plazo de veinte días. En el primer caso se entenderá determinado
definitivamente el justo precio, y la Administración procederá al pago del mismo, como requisito
previo a la ocupación o disposición.
2. En el segundo supuesto, la Administración extenderá hoja de aprecio fundada del valor del
objeto de la expropiación, que se notificará al propietario, el cual, dentro de los diez días
siguientes, podrá aceptarla lisa y llanamente o bien rechazarla, y en este segundo caso tendrá
derecho a hacer las alegaciones que estime pertinentes empleando los métodos valorativos que
juzgue más adecuados para justificar su propia valoración a los efectos del artículo 43, y
asimismo a aportar las pruebas que considere oportunas en justificación de dichas alegaciones.”
Artículo 31. Si el propietario rechazara el precio fundado ofrecido por la Administración, se
pasará el expediente de justiprecio al Jurado Provincial de Expropiación.
El Jurado Provincial de Expropiación, ha sido objeto de una reciente reforma. La Disposición Final
2ª de la Ley 17/2012, de 27 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año
2013, modifica parcialmente la LEF en este aspecto pasando la composición del JPE de 4 vocales
a 6, con una mayor influencia del Ministerio de Hacienda. Los JPE, que se constituirán uno en
cada capital de provincia, estarán formados por un Presidente, que lo será el Magistrado que
designe el Presidente de la Audiencia correspondiente, y, los siguientes vocales:
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público”, pero no en cualquier otro tipo de fincas, de las que la Administración expropiante
puede tomar posesión directamente, recabando, si fuera, necesario, el auxilio de las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad.
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terrenos cultivados se hará constar el estado y extensión de la cosechas, los nombres de los
cultivadores y el precio del arrendamiento o pactos de aparcería en su caso. Si son fincas urbanas
se reseñará el nombre de los arrendatarios, el precio de alquiler y, en su caso, la industria que
ejerzan . Los interesados pueden hacerse acompañar de sus peritos y un Notario.
4. A la vista del acta previa a la ocupación y de los documentos que obren o se aporten el
expediente, y dentro del plazo que se fije al efecto, la Administración formulará las hojas de
depósito previo a la ocupación. El depósito equivaldrá a la capitalización, al interés legal del
líquido imponible, declarado con dos años de antelación, aumentado en un veinte por ciento en
el caso de propiedades amillaradas. En la riqueza catastrada el importe del depósito habrá de
ser equivalente a la cantidad obtenida capitalizando al interés legal o líquido imponible o la renta
líquida, según se trate de fincas urbanas o rústicas, respectivamente. En los casos de que la finca
en cuestión no se expropie más que parcialmente, se prorrateará el valor señalado por esta
misma Regla. Si el bien no tuviera asignada riqueza imponible, servirá de módulo la fijada a los
bienes análogos del mismo término municipal. La cantidad así fijada, que devengará a favor del
titular expropiado el interés legal, será consignada en la Caja de Depósitos. Al efectuar el pago
del justiprecio se hará la liquidación definitiva de intereses.
5. La Administración fijará igualmente las cifras de indemnización por el importe de los perjuicios
derivados de la rapidez de la ocupación, tales como mudanzas, cosechas pendiente y otras
igualmente justificadas, contra cuya determinación no cabrá recurso alguno, si bien, caso de
disconformidad del expropiado, el Jurado Provincial reconsiderará la cuestión en el momento
de la determinación del justiprecio.
6. Efectuado el depósito y abonada o consignada, en su caso, la previa indemnización por
perjuicios, la Administración procederá a la inmediata ocupación del bien de que se trate,
teniendo en cuenta lo dispuesto en los párrafos segundo y tercero del artículo 51 de esta Ley, lo
que deberá hacer en el plazo máximo de quince días, sin que sea admisible al poseedor entablar
interdictos de retener y recobrar.
7. Efectuada la ocupación de las fincas se tramitará el expediente de expropiación en sus fases
de justiprecio y pago según la regulación general establecida en los artículos anteriores,
debiendo darse preferencia a estos expediente para su rápida resolución.
8. En todo caso, sobre el justiprecio acordado definitivamente para los bienes objeto de este
artículo, se girará la indemnización establecida en el artículo cincuenta y seis de esta Ley, con la
especialidad de que será fecha inicial para el cómputo correspondiente la siguiente a aquélla en
que se hubiera producido la ocupación de que se trata.
El elemento diferencial básico es que permite a la Administración pasar a la ocupación del bien
expropiado con la simple consignación de una cantidad que la Ley predetermina y que en ningún
caso puede sustituir al justiprecio por las siguientes razones:
- Porque la fija la Administración expropiante, no el Jurado de exposición.
- Porque la Ley establece expresamente que el justiprecio se discutirá y fijará en un momento
posterior.
- Porque no entran en su composición los mismos elementos a tener en cuenta en el justiprecio.
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octubre, cuyos artículos 29 y siguientes se refieren al régimen de las "expropiaciones por razón
de la ordenación territorial y urbanística". Como especialidades destacan las siguientes:
- La aprobación de los instrumentos de la ordenación territorial y urbanística que
determine su legislación reguladora conllevará la declaración de utilidad pública y la
necesidad de ocupación de los bienes y derechos correspondientes, cuando dichos
instrumentos habiliten para su ejecución y ésta deba producirse por expropiación.
- El justiprecio de los bienes y derechos expropiados se fijará mediante expediente
individualizado o por el procedimiento de tasación conjunta. Si hay acuerdo con el
expropiado, se podrá satisfacer en especie.
- El acta de ocupación para cada finca o bien afectado por el procedimiento expropiatorio
será título inscribible, siempre que incorpore su descripción, su identificación conforme
a la legislación hipotecaria, su referencia catastral y su representación gráfica mediante
un sistema de coordenadas y siempre que se acompañe del acta de pago o justificante
de la consignación del precio correspondiente.
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1. BIBLIOGRAFÍA
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