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Resumen Teórico 3: Frege

La cuestión de los planos de los problemas implicados refiere a que el fenómeno que se
está tratando tiene componentes gnoseológicos o epistémicos, semánticos y ontológicos.
Las tres dimensiones se entrecruzan de una manera compleja en el planteo de Frege. Lo
importante es la distinción. El significado debe ser comprendido, teorizado y analizado en
términos de la distinción entre sentido y referencia.

La importancia de la noción de sentido desde la perspectiva fregeana. En relación al


componente epistémico/gnoseológico. El objeto de conocimiento al que se apunta es el
de conocer la referencia, lo cual está directamente iluminado por la noción de sentido. El
sentido tiene una dimensión cognoscitiva respecto del vínculo entre el lenguaje y las
“supuestas“ entidades extra lingüísticas, pero también con partes del lenguaje entre sí.
Por otra parte, el lugar más problemático para el sentido, para postular la idea de que hay
sentidos es el nombre propio. El descubrimiento del sentido es valioso porque tiene un rol
cognoscitivo estratégico en el vínculo entre el pensamiento, el lenguaje y la realidad.

La de Frege es una de las distintas semánticas. En su caso, lo primero que hizo fue
formalizar la sintaxis necesaria para dar cuenta de la matemática. Luego viene la
semántica que interpreta a esa sintaxis y que da cuenta de su funcionamiento. Es el
mismo horizonte en el que trabaja Bertrand Russell y Wittgenstein. El enfoque de Frege es
un enfoque teórico sobre el lenguaje. Construye una teoría semántica sobre el lenguaje
sin limitarse al lenguaje formal, aunque originariamente está pensada o coordinada por un
lenguaje formal. Estos lenguajes son el lenguaje de la cuantificación y el lenguaje de las
conectivas proposicionales. Pero también se puede hacer un uso de la semántica fregeana
para dar cuenta del funcionamiento del lenguaje natural.

El lenguaje interesa a Frege en asociación con el intento de dar cuenta del pensamiento. El
lenguaje es generador de pensamiento. Esto es lo que a él le interesa dar cuenta. Se
pregunta ¿de dónde surge esta posibilidad? Del hecho de que los pensamientos están
formados por trozos de pensamiento. Esta doctrina está vinculada a uno de los tres
principios que vimos la semana pasada, al principio contextual. Hay que tener claro que el
contexto del que hablamos es un contexto proposicional. Y esta vinculación viene por el
lado del principio de composicionalidad, por el cual Frege establece que no es posible
tratar de comprender trozos de pensamiento si no los saco de un pensamiento dado en su
unidad. Hay que comenzar por el juicio, por el contenido judiciable del juicio, que es lo
que podemos llamar pensamiento. Parto del pensamiento completo y luego produzco
“huecos”, osea, se generan en el pensamiento expresiones de estructuras indeterminadas.
Es decir, aspectos que tienen un registro formal y que tienen un campo de aplicación que
es indeterminado. Cuando tenemos una función proposicional como “x es alto”, se ha
generado un trozo de pensamiento. Y ese trozo de pensamiento lo tomo de un
pensamiento como “Juan es alto”.

No se puede trozar el pensamiento si no se troza la proposición. Y tampoco si no se troza


el signo proposicional. Para poder lograr identificar esos trozos de pensamiento, debo, en
última instancia, expresar proposicionalmente eso. En este punto no hay articulación del
pensamiento sin lenguaje, entendiendo que el lenguaje es la expresión, la articulación
visible, registrable u objetivable de la proposición pensada en ese pensamiento. Para
comprender el pensamiento tengo que poder identificar las estructuras semánticas que le
pertenecen. Esto debe hacerse compatible con el principio de composicionalidad. Y el
lenguaje es eso, la capacidad de producir oraciones que expresen nuevos pensamientos
hasta ahora nunca pensados por nosotros o por nadie. Pero eso, remite a una base dada, y
esa base son las expresiones que componen las referencias y los sentidos, que a su vez
componen a esa proposición que exprese ese pensamiento.

Pero, ¿qué está primero, la parte o el todo? Si bien por un lado están primero las partes,
Frege no abandona nunca la idea de que comenzamos por el todo. Cómo se
compatibilizan estos dos principios (uno que privilegia el punto de partida en el juicio, o el
contenido judiciable, y el otro que es el principio de composicionalidad) es una
problemática que queda para los especialistas en Frege, todo junto a lo cual también hay
que considerar el principio de contextualidad del significado.
No puedo trozar el pensamiento si no trozo el lenguaje. El vínculo entre el lenguaje y el
pensamiento es un vínculo interno, no externo. Sin embargo, es cierto que lo que está en
primer plano en la semántica de Frege es el pensamiento, que junto con la proposición,
son entidades que aparecen como abstractas, como también es abstracto el sentido
fregeano. Y sin embargo, aunque abstractas, no se las puede disociar del lenguaje.

Dos independencias que tiene el pensamiento de lo físico, de lo material: el pensamiento


no es lo que le corresponde en un idioma en particular. Pero en alguna estructura el
pensamiento se construye. El pensamiento no es la imagen mental, o el proceso neuronal,
pero con algo de todo ello construimos proposiciones.

Al semántico le interesa dar cuenta de qué es lo que necesitamos conocer para


manejarnos con sentido y con verdad, en las proposiciones.

El concepto es la bedeutung (referencia) de una expresión predicativa. El correlato del


nombre propio es un objeto, y el concepto es un tipo de función, la función proposicional.

La noción de sentido es una noción epistémica. Pero no solo epistémica, es originaria y


fundamentalmente una noción semántica. La importancia que tiene el sentido es, no sólo
que forma parte de la explicación de lo que es el significado, sino que también explica qué
significa conocer la referencia, o determinar la referencia. Y también ilumina qué es la
comunicación.

Si tenemos “Julio Cesar es un número primo”, “Julio Cesar” es un nombre propio y como
tal, tiene sentido y referencia. No importa que la referencia, el portador esté muerto. Y
además tiene sentido, porque sentido tienen todas las expresiones bien formadas. “Es un
número primo”, es una función predicativa perfectamente definida en la matemática.
Pero tenemos “Julio Cesar es un número primo”, una expresión que tiene sentido. Y como
el sentido es parte del significado, es parcialmente significativa. Sin embargo, para el caso
de Frege, no es ni verdadera ni falsa, debido a que no tiene referencia, no refiere ni a la
verdad, ni a la falsedad. Porque no le hemos dado un significado a cada una de sus partes
en un contexto proposicional. Sin embargo, separadamente tienen sentido y referencia.
La referencia no se limita a la realidad espacio-temporal, es cualquier objeto, para el
nombre propio, y cualquier concepto, para la expresión predicativa.

El sentido es un modo de conocer objetivamente la referencia. El problema es que, dado


que podemos construir sentidos permanentemente, al tener frases bien formadas que
sustituyan al nombre propio, podemos construir expresiones predicativas, como por
ejemplo “la bailarina que ganó un concurso de baile en la luna”, y aquí el problema es que
podemos construir, o inventar sentidos. Pero son sentidos que más bien tienen interés por
sí mismos, no porque me lleven a una referencia. Es decir, habría que distinguir entre el
sentido, es la manifestación objetiva de una referencia también objetiva, existente y real,
de la creación de sonidos que el libre ejercicio de la literatura nos permite. Porque ahí sí
que construimos sentidos.

Definiciones:

- La referencia de un nombre propio es el objeto mismo que designamos con él


- La representación que tenemos es totalmente subjetiva
- Entre ambas se haya el sentido.

El sentido entonces, no es ni el objeto mismo, ni tampoco es subjetivo, porque es parte


del significado, y el significado es comunicable.

El sentido es pensable sin sujeto

El compromiso al que llega Frege con cierto platonismo que lo va empujando por ese lado
es que, los pensamientos son objetivos y no dependen de ninguna mente que los piense. Y
la verdad concomitante a ello también.

Frege distingue tres niveles: palabras, expresiones, y frases enteras. O nos referimos a las
representaciones, o nos referirnos al sentido sin referirnos a la referencia, o nos referimos
al sentido y también a la referencia.

Dos maneras de vincularse semánticamente el signo: un nombre propio –palabra, signo,


fila de signos, o expresión- expresa su sentido, se refiere a su referencia o la designa. El
vínculo que una expresión establece con su sentido es expresarlo, y el vínculo que
establece con sus referencias es designarlas.

Cuando Frege habla de las representaciones, hay algo que no desarrolla del todo y que da
como obvio: que cuesta mucho trabajo deslindar lo que es realmente el fenómeno, de lo
que es la interpretación del fenómeno. El ejemplo que da es “… la Luna es menor que la
Tierra…”. Cuando digo “la Luna”, o “la Tierra”, o “ser menor que”, no estoy refiriéndome a
representaciones, no digo que mi representación de la Luna es menor que mi
representación de la Tierra. Incluso podría ser falso eso, porque tal vez me represente con
una representación más grande la Luna que la Tierra. Pero no estoy hablando de la
representación, sino de la referencia de un signo, si bien con la reserva: caso que exista
tal. No es que toda la teoría presuponga un realismo ingenuo, sino que sostiene que no
importa, supuesto que haya referencia. Igualmente resulta difícil pensar en una
representación del lenguaje que no funcionara al unísono de nuestra captación de la
referencia, es decir, hay una relación o una coordinación de mi uso del lenguaje con mi
experiencia en general. Pero esto último no pertenece a lo que postula Frege.

Los sentidos se expresan, y los objetos se designan. Esto también vale para el enunciado.
El enunciado expresa el pensamiento, y designa el valor de verdad. Cuando se satisface la
referencia, es decir, en el caso de la estructura objeto-concepto, cuando un objeto cae
bajo el concepto que la función proposicional le atribuye, tengo la verdad. Entonces:
Tengo un nombre. Tengo un objeto nombrado por el nombre. Tengo un predicado
atribuido al nombre, una función proposicional que es satisfecha por el objeto que
nombra el nombre. El resultado de toda esta integración, también es el nombre de algo,
es decir, la proposición refiere a algo, que no es el sentido, sino lo verdadero. En cuanto al
status del predicado “ser verdadero”, ser verdadero no puede ser tratado como una
función proposicional. La verdad sería el objeto referido por una proposición “verdadera”,
osea la referencia. Decir de una proposición que es verdadera, es afirmar la proposición
como nombre, ¿de qué? De un hecho, pero ¿los hechos tienen nombre, como los objetos?
Eso es un problema. Mientras que a su vez, el pensamiento es el sentido del enunciado.
Pensamientos hay verdaderos o falsos, porque el pensamiento es la proposición, y hay
proposiciones verdaderas y proposiciones falsas.

Así como buscamos encontrar la referencia de una parte del enunciado, también el
enunciado mismo debe tener una referencia. El pensamiento pierde valor cuando no tiene
referencia, y esto es así, debido a que él es un hombre de ciencia, preocupado por la
transmisión de la verdad, por el conocimiento objetivo, por las ciencias formales.

Frege no tiene un nombre para las palabras que solo tienen sentido, termina
denominándolas “imágenes”. Esto nos lleva a la raíz metafórica del lenguaje y al problema
de si es posible hacer metateoría o usar un metalenguaje evitando toda metáfora, o si no,
si hay una raíz metafórica insuprimible, ¿por qué no aceptar entonces que hay una
contaminación entre la experiencia del lenguaje a través de la imagen, y la experiencia del
lenguaje a través del concepto puro?

Hay un par de trazos y sin embargo los vemos como tal caricatura. El “ver como” es
imagen, no solamente percepción, es una mezcla entre percepción e imaginación. En la
figura del pato-conejo, depende de quién vea, o de cómo veamos, que vemos a uno u
otro. Cuando hablamos de imagen, pareciera que hablamos de algo inmediatamente dado
por una materialidad. Pero la imagen, incluye saber, siempre supone una construcción
significativa. La imagen es significación; es una dimensión del lenguaje. Una construcción
lingüística, por más que quiera despojarse de la imagen, cuando hace filosofía, cuando
construye pensamiento, tal vez no pueda despojarse del todo, porque la imagen viene con
la metáfora.

**** Empieza a leer y a comentar artículos del fregeano Michael Dummett: libro “la
verdad y otros enigmas”. Artículo: “la filosofía de Frege”:

Dummett dice que Frege podría haber dicho que la diferencia de sentido consiste en las
diferentes maneras en las cuales se asigna el significado, que el sentido es lo que se
muestra cuando significamos lo que significamos, tal como lo hace Wittgenstein en el
Tractus. El sentido entonces, no debiera ser tratado como un objeto. Que es lo que dice en
definitiva Frege, para quien por un lado tenemos lo subjetivo, por otro lo objetivo, y lo del
medio es el modo de mostrarse lo objetivo. Y ese modo de mostrarse lo objetivo
pertenece a lo objetivo, pero, no es del mismo nivel que el objeto. Es una diferencia que
no queda del todo clara en el enfoque fregeano.

Frege pone mucho esfuerzo en decir que no es lo mismo el sentido que la representación.
Pero para esto, debe quedar en claro la dimensión en donde el sentido contribuye al
significado, donde es parte del significado. El sentido ayuda a fijar la referencia, pero la
función del sentido no es sólo fijar la referencia, si la hay. El sentido ingresa como parte
del significado del nombre o de la palabra.

El problema era dar cuenta de la identidad sin destruirla. Si yo conozco las dos cosas, si yo
ya sé que es verdad que "a" es idéntico a “b”, porque sé que “a” refiere a “x”, igual que
“b” refiere a “x”, entonces yo no puedo informarme de algo nuevo cuando tengo esa
identidad (a = b). No puedo descubrir informativamente que “el lucero de la mañana” es
“el lucero de la tarde”. Si eso es así, es porque parte del significado de Venus, ingresa al
lenguaje con las expresiones “ser el lucero de la mañana” y “ser el lucero de la tarde”. ¿Y
cómo ingresan? Con las proposiciones, que son verdaderas o falsas.

Premisas del argumento de Frege según Dummett:

1) Todo saber teórico es un saber proposicional. Es decir, cada saber predicativo


particular se basa en algún saber proposicional particular.
(Es decir, la proposición ya está implícita o explícita en el conocimiento del
significado)
2) Para un cierto saber predicativo particular nunca habrá una única proposición cuyo
conocimiento implique la posesión de este saber predicativo particular.
(Es decir, cada saber predicativo remite a otros saberes predicativos. Esto no lleva
a Dummet al holismo, lo que quiere decir es que, una sola proposición no
alcanzaría para dar cuenta del sentido, o de los sentidos, y sin los sentidos no
damos cuenta del significado).

El sentido es esta mostración que, todas las expresiones del lenguaje, para Frege
expresan, cuando apuntan a sus referentes. Y de esa forma, nos aportan conocimiento y
comprensión, en el mejor de los casos, de la realidad extralingüística, pero sino, al menos
del lenguaje, es decir, del significado. El significado está dado siempre parcialmente por el
sentido. Y cuando hay referencia, por la referencia. Solo que la referencia, en su aspecto
extralingüístico, no sería parte del significado, porque precisamente puede no haberla.

El concepto, la expresión predicativa, la expresión conceptual, para Frege, también tiene


distinción entre sentido y referencia. Pero no le dio tanta importancia a esto, lo que sí
queda claro es que el concepto es referencia, el concepto es una referencia de la
expresión predicativa.

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