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ARCHIVO REGIONAL DE TACNA

REVISTA
5
2021

ARCHIVO
REGIONAL
1975
DE TACNA
Fotografía de Portada:
“Indias de Tarata".
Dagnino, Vicente (1903)."
El Correjimiento de Arica, 1535-1784".
Arica. Imprenta "La Época".
ARCHIVO REGIONAL DE TACNA
REVISTA N° 05
2021

ARCHIVO
REGIONAL
1975
DE TACNA
GOBIERNO REGIONAL DE TACNA
Ing. Juan Tonconi Quispe
Gobernador Regional
Gobierno Regional de Tacna

Med. Juan Cánepa Yzaga


Gerente General
Gobierno Regional de Tacna
Lic. Giancarlo Paredes Sanchez
Gerente Regional de Desarrollo e Inclusión Social
Gobierno Regional de Tacna
Arqlo. Jesús Gordillo Begazo
Director Regional
Archivo Regional de Tacna

Lic. Laura Salas Gómez


Directora
Archivo Histórico de Tacna
Revista N° 05
ARCHIVO REGIONAL DE TACNA
N°05-2021/ TACNA - PERÚ
Primera edición. Diciembre 2021.
ARCHIVO REGIONAL DE TACNA
Calle Zela N° 716. Cercado de Tacna.
Teléfono (052)415225/ archivoregional@regiontacna.gob.pe
Página web. http://archivoregional.regiontacna.gob.pe/
Facebook: facebook.com/ArchivoRegionalTacna

CONSEJO EDITORIAL
Jesús Gordillo Begazo.
Juana Laura Salas Gómez.
Gary Martín Osorio Soto.

REVISORES
Asociación de Estudios Históricos de Tacna - AEHT.
Ocina Relaciones Públicas e Imagen Institucional- Gob. Reg. Tacna.

ISSN N°: Trámite.

Indexada en: LatinDex, DOAJ


Hecha en Tacna, Perú.

*Los autores se hacen responsables de sus investigaciones.


El Consejo Editorial, realizó la evaluación metodológica y técnica.
ARCHIVO
REGIONAL
1975 DE TACNA
ÍNDICE
PRÓLOGO
ARTÍCULO
“ENTRE LA ARQUEOLOGÍA Y LA ETNOHISTORIA : HACIA LA AFIRMACIóN EPISTEMOLóGICA DE
FINALES DEL PERIODO AUTóNOMO Y LA DOMINACIóN ESPAÑOLA EN TACNA”.
ARQUEóLOGO CARLOS VELA VELARDE…………………………………………..Págs. 01-15.

ARTÍCULO
“HUAYLILLAS PREHISPÁNICO, Y EL TEMPRANO VÍNCULO DE TACNA CON LA AMAZONÍA”.
ARQUEóLOGO JUAN DOMINGO MONGROVEJO ROSALES ………………………Págs. 16-29.

ARTÍCULO
“DE LA EVIDENCIA EMPÍRICA AL DATO HISTóRICO . EL QHAPAQ ÑAM EN LA REGIóN TACNA”.
ARQUEóLOGO JESÚS GORDILLO BEGAZO ……………………………………….Págs. 30-45.

ARTÍCULO
“DE LOS DESARROLLOS COSTEROS A LA CONSOLIDACIÓN PUQUINA EN TACNA: ENSAYO
ETNO- ARQUEOLÓGICOS DEL ORIGEN PUQUINA EN LAS SOCIEDADES TIAWANAKU”.
LIC. GARY MARTÍN OSORIO SOTO ……..……………………………………….Págs. 46-64.
ARTÍCULO
“INVESTIGACIóN E IDENTIFICACIóN DE RESTOS HUMANOS EN EL ESCENARIO DE LA BATALLA
DEL ALTO DE LA ALIANZA (1880). APROXIMACIóN METODOLóGICA PARA CASOS DE
CONFLICTO ”.
ARQUEÓLOGA. PATRICIA MILENA VEGA-CENTENO ALZAMORA….……….Págs. 65-75.

ARTÍCULO
“UN HÉROE ORUREÑO OLVIDADO DE LA BATALLA DEL ALTO DE LA ALIANZA, TENIENTE
CORONEL GUMERCINDO BUSTILLO”.
LICENCIADO. MAURICE CAZORLA MURILLO…………………..………...... Págs. 76-80.

ARTÍCULO
“BATALLA DE TACNA: ´ENTRE EL IMAGINARIO Y LA REALIDAD ´”.
LICENCIADO. GARY MARTÍN OSORIO SOTO..…………………..……….....Págs. 81-112.
ARTÍCULO
“ARQUEOLOGÍA DEL CAMPO DE BATALLA DEL ALTO DE LA ALIANZA, TACNA 1880”.
ARQUEÓLOGA. PATRICIA MILENA VEGA-CENTENO ALZAMORA…………………Págs.114-124.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
“LA IMPORTANCIA DE LA AUDITORIA DE ARCHIVO S”.
MAGISTER MELCHOR BALDEóN CCELLCCASCCA………………..………..Pág. 124.

ARTÍCULO
“27 DE NOVIEMBRE. DÍA DE LA CANTINERA DE LA GUERRA DEL PACÍFICO”.
LICENCIADA. ANA OLIVARES CEPEDA……………………………………Págs. 125-131.

ARTÍCULO
“EL SALTO DE ALFONSO UGARTE: ENTRE EL MITO HISTóRICO Y LA REALIDAD AUMENTADA ”.
LICENCIADO. IVÁN PINEDA ROMÁN………………………………………Págs. 132-157.
Iglesia "Espíritu Santo".
Tacna, Perú.
ARCHIVO REGIONAL DE TACNA
CUSTODIOS DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE
TACNA

El Patrimonio Cultural de la Nación, está conformado por los bienes culturales


materiales (muebles e inmuebles) e inmateriales (intangibles) cuyos testimonios representan
la memoria histórica de nuestros pueblos, en su diversidad y en su integridad. El Estado,
como ente tutelar público, tiene el rol primigenio de cautelar y custodiar dicho patrimonio a
través de las distintas instituciones creadas e implementadas para ello, como el Ministerio de
Cultura, la Biblioteca Nacional del Perú y el Archivo General de la Nación. Precisamente, de
la custodia y cautela del patrimonio documental se encargan el Archivo General de la Nación
y los Archivos Regionales a nivel nacional. Es una tarea que en suma requiere de espacios
adecuados y del personal técnico y administrativo capacitado para abortar funciones de
administración, gestión, técnicas archivísticas, conservación e investigación, que hagan de
los archivos verdaderos espacios de educación y conocimiento.

En Tacna, contamos con la existencia del Archivo Regional que actualmente es un ente
ejecutor del Gobierno Regional de Tacna. Inicia sus actividades el 1 de abril de 1975, como
Archivo Departamental en amparo a la Ley 19414 y su reglamento D.S 022-75 ED adecuando
su funcionamiento a la Ley del Sistema Nacional de Archivos Nro 25323 y su Reglamento
D.S. 008-92-JUS. Tiene por finalidad la defensa, conservación, incremento y servicio del
Patrimonio Documental de la Nación, existente en la región de Tacna. Cuenta con las sedes
del Archivo Histórico, ubicada en la calle Zela 716 (Casa de la Comisión Jurídica – inmueble
histórico) y la sede el Archivo Intermedio ubicada en la calle Arica 769.

En la sede del Archivo Histórico se conserva una valiosa y portentosa documentación mayor
de 30 años que con el tiempo ha adquirido valor permanente. Ahí, se tiene el Fondo Histórico
Colonial (1642 – 1824) conformado por: Serie Corregimiento y Partido; Serie cabildo y la
Serie Juzgado Eclesiástico. Se cuenta también con el Fondo Histórico Republicano (1825
– 1880) que custodia la Serie Corte Superior de Justicia; la Serie Intendencia y Juzgado y
Derecho; la Serie Juzgado de Primera Instancia; la Serie Corte Superior de Justicia – Causas
Criminales y la Serie Corte de Apelaciones – Causas Civiles 1880 – 1884 en Ocupación
Chilena. Otro acervo documental importante que se custodian son los Archivos Notariales
de Tacna de los siguientes notarios: Dr. Daniel Fernández Dávila 1866 – 1879; Dr.
Hermógenes Cordero 1880 – 1883; Dr. Enrique Chipoco 1865 – 1874; Dr. Silvestre Chávez
1896 -1911; Dr. Manuel Líbano 1912 – 1929; Dr. Manuel Chepote 1929 -1953; Dr. Daniel
R. Vargas 1933 – 1955; Dr. Santiago Uriarte 1953 – 1970; Dr. Raúl Cornejo Zeballos 1949;
Notarios- varios 1912 – 1921; Dr. Fermín Vega S. 1938 – 1952 y del Dr. Nicolás Segundo
Copaja 1949 – 1976.

Esta sede también cuenta con un Fondo Especial conformado por una Biblioteca
especializada que contiene planos y diversas publicaciones sobre la historia de Tacna y
colecciones sobre la historia del Perú, hasta la actualidad. Tiene también una portentosa
Hemeroteca que custodia periódicos editados en Tacna desde el año 1840, donde destacan:
El Mensajero de Tacna; El Innovador; El Faro; El Tacora; La Justicia; La Voz de Tacna y el
Diario Correo. El Fondo fotográfico, es otra joya documental de custodia el Archivo
Histórico; ahí, se tiene fotografías de diferentes formatos, correspondientes al siglo XX; así
como las fotografías en carte de visite, tamaño pequeño utilizadas como tarjetas de saludo.

La casona histórica, sede del Archivo Histórico, fue escenario de la firma del Acta de Entrega
de Tacna al Perú el 28 de agosto de 1929. Precisamente, en una de las salas de la nave central
del inmueble, funciona el Museo de la Reincorporación de Tacna al Perú con una
exhibición permanente de documentos, planos y fotografías referidos básicamente a la
campaña plebiscitaria y a los actos previos que culminaron con la suscripción del Acta de
Entrega de Tacna al Perú el 28 de agosto de 1929. En la Sala Museo, podemos observar
fotografía de ilustres personajes de Tacna como de Jorge Basadre Grohmann, José Jiménez
Borja, Lastenia Rejas de Castañón, Crnl Marcelino Varela Barrios y Gral Enrique Varela
Viduarre.

La otra sede es el Archivo Intermedio, que si bien es cierto, custodia documentación no


menos antigua, sin embargo el acervo documentario que administra es importante en la
misma dimensión del patrimonio que administra el Archivo Histórico. Ahí, se custodia los
fondos documentales hasta 30 años de antigüedad y de aquellos cuyo ciclo de vida
administrativa no ha concluido. Se tiene, expedientes judiciales penal 1911 – 1974; civil 1965
– 1995; laboral 1965 – 1990; agrario 1965 – 1999; Expedientes judiciales 1979 – 1991
(juzgado de Paz) y Expedientes Judiciales.

El Archivo Regional de Tacna, es una institución pública cuya misión vertebral es la custodia
y administración del patrimonio documental de Tacna y la Nación. Vela por la MEMORIA
HISTÓRICA de su pueblo, en todos los tiempos y espacios. Tiene como propósito también,
difundir el conocimiento histórico de Tacna mediante la publicación de su revista
institucional.

Es una revista pluralista de amplia apertura para todos los interesados en colaborar con la
publicación de los resultados de sus investigaciones.

Jesús Gordillo Begazo.

Diciembre 2021.
Arqueología en Tacna:
Una perspectiva necesaria
para entender el poblamiento
regional.

ARCHIVO
REGIONAL
Petroglifos de Miculla, Pachía - Tacna.
DE TACNA
Su historia es tu historia...
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Entre la arqueología y la etnohistoria: Hacia la


afirmación epistemológica de finales del periodo
autónomo y la dominación española en Tacna.
1
Carlos Vela Velarde, Docente de la Escuela Profesional de Historia, Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann.

Resumen:
Esta investigación trata de analizar el proceso cultural de fines del periodo prehispánico
y el periodo colonial, que se desarrolló en Tacna, propone la pertinencia de un
acercamiento de los métodos de la etnohistoria, la arqueología, la antropología histórica,
y compartir roles en la investigación arqueológica e histórica.
Palabras clave: arqueología, etnohistoria, arqueología histórica.

Para el historiador que se enfoca en los primeros dos siglos del periodo colonial, los
documentos pueden ser un fondo riquísimo que puede ampliar su comprensión de los
eventos. Los documentos pueden servir, para entender el registro arqueológico.
Existe correspondencia entre la arqueología y la etnohistoria, No se puede decir que es
imposible combinar la arqueología y la etnohistoria para producir una imagen más clara
y más extensa de la interacción entre lo andino y español. Tal posibilidad sin duda existe,
Pero aun así, sus métodos son completamente diferentes, pues mientras una se
concentra en la recuperación y análisis de la cultura material para propósitos
de reconstrucción, descripción, explicación y desarrollo cultural, la otra emplea textos
escritos y relaciones orales reunidas sistemáticamente con propósitos similares.
Para algunos problemas la metodología arqueológica es más apropiada; para otros, el
estudio documental es más eficiente. Sin embargo, hay casos en que la investigación
a través de una metodología que incorpore etnohistoria y arqueología, se revela más
fructífera. En estas ocasiones los arqueólogos han examinado el registro histórico para
aumentar, aclarar y explicar modelos de culturas extintas, ayudando a la
interpretación del registro arqueológico.

La Reconstrucción de la actitud andina


Los propósitos básicos de la mayoría de la documentación producida por los españoles
eran cuatro:
1) archivar los sucesos ocurridos durante viajes de exploración
2) mantener registros de nacimientos, bautismos, casamientos, muertes, y otros eventos
de importancia tanto civil como religiosa;

1Lic. En Arqueología Universidad Católica Santa María Arequipa


Mag. En Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann
Doctor en Ciencias de la Educación Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. Lima
Docente en la Escuela de Historia Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

3) proveer descripciones del conflicto continuo entre las dos culturas, inclusive
resurgimientos de «idolatría» y las resultantes reducciones; y
4) caracterizar aspectos de la cultura andina con el fin de efectuar cambios en la vida
indígena. Con la posible excepción, en ocasiones, del cuarto propósito, todos representan
una visión europea del mundo andino; es por esto que el entendimiento del punto de vista
andino tiene que basarse en gran parte en la arqueología.
Entre los aspectos de la cultura andina que no se encuentran aclarados con gran frecuencia
por los documentos figuran actitudes personales en cuanto a los europeos y la religión
cristiana.
Así, la arqueología puede ofrecer a veces la oportunidad de caracterizar la actitud de una
persona andina fuera del contexto europeo.

Sincretismo entre la religión andina y la cristiana


El fenómeno del sincretismo entre las creencias religiosas prehispánicas y las cristianas
ha recibido mucha atención por parte de etnohistoriadores, Ahí los recursos de la
arquitectura que define estilos como el Barroco Andino, principal expresión rural de la
arquitectura religiosa, a diferencia de los estilos Renacentistas, gótico, churrigueresco y
otros de las principales ciudades coloniales.

María Rostowrowski, icono de la etnohistoria.

Existieron cambios significativos en edificios construidos durante la segunda mitad del


siglo XVI, tanto en planificación como en material, Solo las iglesias demuestran, como
podríamos haber esperado, la influencia de la tradición española, son una mezcla de dicha
tradición con la andina.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Franklin Pease, historiador cuyos aportes fortalecieron la etnohistoria.

Existe evidencia de efectos extensos sobre la tradición arquitectónica andina en el sentido


de la adopción de técnicas o formas españolas en la construcción de edificios religiosos.
Existieron cambios significativos en edificaciones construidas durante la segunda mitad
del siglo XVI, tanto en planificación como en material, pero todavía dentro de la tradición
andina.
Las iglesias demuestran, la influencia de la tradición española, y son una mezcla de dicha
tradición con la andina. Basándonos sólo en la arquitectura podría en cuestiones del
patrón de asentamiento vemos una diferencia significativa entre los dos pueblos, parece
haber sufrido un cambio en la ubicación del pueblo colonial, que fue concentrado como
las reducciones del sitio precolombino donde anteriormente había habido ocupación
dispersa.

Hacia la integración de la arqueología y la etnohistoria


La arqueología y la etnohistoria pueden integrarse en el análisis de la cosmovisión, la
política y las formaciones sociales de los pueblos prehispánicos o con los aportes de la
antropología histórica.
La etnohistoria tiene como base la investigación en archivos, así como las tradiciones
orales, por ello el énfasis en la cultura. es un trabajo largo y tedioso, los documentos son
sobre todo de juicios de tierras, pleitos entre etnias, testamentos, visitas realizadas por la
administración virreinal, mitos, documentos de extirpación de idolatrías, incluye trabajo
de campo, usando los métodos arqueológicos.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Para algunos profesionales, la arqueología histórica pertenece realmente a la historia,


estudiando en particular documentos provenientes del subsuelo, ósea de las excavaciones,
además de los documentos de los archivos.
Desde esta perspectiva un fragmento de un plato posee la misma utilidad para la
comprensión del pasado que un manuscrito antiguo; ambos son “documentos” que
brindan información sobre el pasado.
Los investigadores en arqueología histórica que mantienen esta perspectiva suelen
interesarse por ejemplo en interrogantes tales cómo, cuándo un sitio fue construido, cómo
fue construido, para qué y por quién fue ocupado, y cuánto tiempo continuó en uso.
Antes de los años 40’ era la arqueología de Tello la que influía con sus teorías, sobre todo
en su concepción del origen de la cultura andina, por estos años se incluían muchos
aportes sobre el poblamiento de América y las preocupaciones por el origen de la cultura
andina.
En estos años surgía una nueva tendencia desarrollada por arqueólogos de la Universidad
de San Marcos, Luis Lumbreras propone un modelo adaptado de la teoría marxista de la
historia y la plantea como la arqueología social; paralelamente la arqueología
norteamericana desarrolla la propuesta de la New Archaeology o la arqueología
procesual, en la cual los materiales arqueológicos no son el objeto de estudio sino que son
el medio para estudiar al hombre y la sociedad que los fabrico y que los intereses de
estudio trascienden más allá de lo evidente, es decir con una fuerte influencia
estructuralista, funcionalista.
La arqueología social latinoamericana fue el primer intento de pensamiento independiente
creado en países del tercer mundo que sufrían las consecuencias del colonialismo. El
cuestionamiento mediante el materialismo histórico del pensamiento, en especial, la duda
acerca de aspectos estructurales como el objeto de estudio de la arqueología significó un
gran paso en la historia de la disciplina. Fue un gran esfuerzo que trajo nuevas
perspectivas para su devenir proponiéndose romper con la fuerte dependencia de
Latinoamérica hacia los países del primer mundo. la más importante aplicación en
arqueología de la tradición estructuralista, cuyo principal exponente es, el antropólogo
francés Levi Strauss que la mente humana está regulada, a nivel inconsciente, por una
serie de estructuras que se manifiestan en las actividades conscientes y que, por tanto,
quedarán reflejadas en las manifestaciones materiales; Donde los objetos arqueológicos
se convierten en símbolos de las estructuras inconscientes de la mente, o significantes
para un significado que se intenta conocer.
Gracias a la etnohistoria se conoce que los inkas establecieron poblaciones de “mitimaes”
en localidades alejadas del Cuzco, con la finalidad de administrar productos para
satisfacer necesidades de su economía. También se cuentan historias de enfrentamientos
sangrientos para conquistar pueblos rebeldes; sin embargo en nuestra zona antes de los
inkas ya existían entidades étnicas de estirpe costeña, con elaborados sistemas de
organización social y con desarrollo de complejas economías; es por ello que cuando se
instalan las poblaciones de mitimaes inkas fue imprescindible establecer alianzas con los
caciques locales, pues en el orden incaico no interesaba conquistar poblaciones, más bien
era necesario influir en los modos de producción para sus intereses y tal vez sólo

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

“reconocer” la autoridad del inka: más aún no era necesario que las poblaciones sean
“incanizadas” del todo hará generar una economía más dinámica.
El estudio de Manuel Burga del valle de Jequetepeque del siglo XVI al XX, titulado: De
la Encomienda a la Hacienda Capitalista (IEP: 1976) o el que edita Franklin Pease
Collaguas I (PUCP: 1977). Burga analiza la parte costeña del valle de Jequetepeque,
mientras que Pease trabaja la zona serrana - hoy llamada Caylloma-- en Arequipa, Ambas
comienzan el período de análisis con la conquista europea y estudian los cambios
ocurridos en esas regiones. En la costa desapareció prácticamente la población autóctona,
se derrumbó la encomienda y rápidamente se reemplazó por estancias ganaderas en la
época colonial para devenir en modernas haciendas en el siglo XIX y XX. Que son los
estudios de A. Flores Galindo en el sur andino.
En cambio, en Collaguas, como se llamaba antes Caylloma, la población se mantiene más
estable. los personajes centrales en Collaguas son el Corregidor y el Cacique. Lo que se
discute son tributos y mita de la población autóctona.
En la costa, en cambio, es el hacendado el personaje más importante y la disputa gira en
torno a la propiedad de la tierra y del agua. Los datos de Burga son los títulos de
propiedad hallados en las notarías. Los estudios de Pease son las tasas y retasas de tributos
y sus datos provienen de las Visitas y Libros Parroquiales hallados en la zona de estudio.

Historia del Tahuantinsuyu. El libro más leído y vendido de las ciencias sociales

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

La complementariedad fue el modelo esencial en las sociedades del periodo tardío (siglos
XIV, XV), debido a que de esa forma era posible realizar transacciones económicas más
dinámicas, el registro arqueológico demuestra que no existió una plena anexión al orden
incaico, es decir el proceso de incanizacion fue limitado; más bien en su expansión la
población inka se instaló en lugares estratégicos con grupos de Mitmakunas o grupos
dedicados a mitar es decir a administrar, acopiar y redistribuir la producción.
John Murra historiador norteamericano, aplica la teoría del Aprovechamiento de pisos
ecológicos y la Complementariedad. Esta teoría es estudiada por varios investigadores,
principalmente Maria Rostowrowski, cuya bibliografía frondosa y fructífera abarca con
prolijidad y objetividad la historia de los Inkas. Sin embargo, el arqueólogo Elías Mujica
en los años 80´s, propuso que la complementariedad puede registrarse incluso desde la
época Tiwanaku, esto a través del dato arqueológico.
Rostowrowski estudia los modelos económicos del incario a través del sistema de
Complementariedad, además, aspectos ambientales como el aprovechamiento de los
recursos naturales, los efectos del Fenómeno del Niño, y la racionalidad en los andes,
refrendando que nuestra arqueología en un tránsito de 10,000 años propone momentos o
eventos de significación histórica y se asocia a procesos ambientales y cómo ésta
dialéctica genera cultura.
La complementariedad fue el modelo esencial en las sociedades del periodo tardío (siglos
XIV, XV), debido a que de esa forma era posible realizar transacciones económicas más
dinámicas, el registro arqueológico demuestra que no existió una plena anexión al orden
incaico, es decir el proceso de incanizacion fue limitado; más bien en su expansión la
población inka se instaló en lugares estratégicos con grupos de Mitmakunas o grupos
dedicados a mitar es decir a administrar, acopiar y redistribuir la producción.
En el proceso de cambio retomamos el ejemplo de la Complementariedad modelo
económico que logra relaciones sociales armónicas, reciprocas, en oposición del modelo
que se plasma en la Colonia, periodo en el cual España establece una economía extractiva
en base a depredar los recursos de nuestra minería, este fue el inicio de la decadencia del
Imperio Ibérico pues mientras depredaba en sus colonias otras potencias europeas
incursionaban en procesos de industrialización, las colonias españolas se dedicaban a los
obrajes modelo artesanal limitado y como modelo de administración Las
Encomiendas equivalentes al Feudalismo europeo (Vela, 2002), en toda el área se
manifiestan grupos locales que implantan una nueva identidad; estos grupos convivieron
con las poblaciones Inkas.
La presencia Inka se calcula que se manifiesta a mediados del siglo XV, (1450-1460); la
etnohistoria nos brinda amplía información referida a este momento, pero la arqueología
tiene la responsabilidad de aclarar el panorama, pues cuando los enviados del Inka se
instalan en nuestra zona, la población incaica es realmente muy reducida; más bien
establecen relaciones comerciales con los grupos locales, los cuales mantienen sus
identidades. La etnohistoria habla de "naciones" que son adictas al imperio.(Vela, 2002)
Hemos podido observar que las poblaciones incaicas se instalaron en nuestra diversa
geografía; en la costa el sitio "Los Hornos", es una muestra de la presencia Inka; luego a
lo largo de todo el valle de Sama existen restos que indican con claridad el

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

aprovechamiento de la producción que puede brindar la diversa ecología. El estudio del


pasado prehispánico debe entenderse como un sistema de relaciones para poder percibir
mejor todos los hechos que se dan en los diferentes períodos, para poder comprender el
proceso histórico y que los 10,000 años de historia son una continuidad, de tal forma que
no se debe observar a los hechos aislados.
Los territorios que hoy ocupa la población aymara repite el modelo que la cultura
Tiwanaku hace casi dos mil años tuviera en esta la área centro sur andina y que fue el área
de influencia de esta potencia cultural, la presencia Tiwanaku en el valle del Caplina es
consecuencia del proceso de expansión del Tiwanaku (aprox. 800-900 d.C.). Este proceso
logró cohesionar los pueblos del sur del Perú y norte de Chile actuales con la zona de
Bolivia. Actualmente la zona sur peruana, la que albergaría a Tiwanaku, es laboratorio de
un proceso de regionalización que implica términos de desarrollo y unidad geográfica. La
semejanza entre estos territorios es evidente lo que sugiere una unidad cultural
permanente a través del tiempo y el espacio.
el antiguo Tiwanaku generó y engrosó diversos sistemas de unidad geográfica y cultural
que indudablemente pueden servir de referencia, más no necesariamente de modelo o
pauta al proceso que tiene lugar en nuestros días. Tiwanaku constituye en el tiempo, una
de las identidades forjadas y actuantes en esta parte de América, y nos afecta
directamente, porque no solamente es acervo sino presencia a través de los materiales
arqueológicos encontrados que reforzarán futuras investigaciones, que fortalecen la
dimensión de este desarrollo cultural que influenció esta parte de las Américas.
La Diversidad cultural de nuestra sociedad con varios componentes culturales propios de
varios grupos, diferente patrones culturales en un sistema social, se expresa en las
diferentes manifestaciones culturales, artísticas, y son la riqueza y el acerbo cultural de
una sociedad, los pueblos prehispánicos ya vivieron procesos de interculturalidad por su
raigambre multiétnica, el mundo actual vive un proceso cultural mucho más dinámico.
La diversidad cultural se funde en las variantes endógenas de las varias culturas
ancestrales.
La cosmovisión aymara permanece con elementos ancestrales como fuerte religiosidad
expresada por sus cultos religiosos mestizos donde lo andino y lo occidental manifiestan
un sincretismo definido por ejemplo en la veneración a la virgen de la Candelaria, la
virgen de Copacabana junto a su riqueza cultural de su folklore por ello Tiwanaku
permanece en el pueblo aymara.
El proceso Tiwanaku es una demostración de un control de pisos ecológicos y que los
mecanismos sociales y modalidades sociopolíticas mucho antes ya se desarrollaban. Y
que hoy día observamos en la religiosidad del pueblo andino la Impronta Tiwanaku, un
desarrollo cultural basado en lo religioso, y este permanece como un componente
principal en la cosmovisión de esta población. Se dice que en tiempos Incas el Inka
Pachacutec como una de sus reformas cambiaron la religión a todo el imperio, un Dios
muy antiguo un Dios Panandino relacionado con el proceso de la agricultura el Dios
Wiracocha, el supremo hacedor del universo, ese el Dios que aparece en la portada del
Sol, siendo reemplazado el Dios Sol. el altiplano parece fue y es el motor de la cultura
andina, y tiene gravitación en la génesis de su cultura. Hoy dia el ancestro religioso se
manifiesta en el arte, y muchas expresiones culturales que en realidad son mayoritarias.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Existe el criterio de sustentar el carácter de la presencia Inka en los valles costeños del
sur, como consecuencia de la acción de mitmakunas o mitimaes de estirpe altiplánica, que
las poblaciones de los valles convivieron con la presencia Inka. Y fueron "señoríos"
quienes recibieron la influencia incaica.
Pero lo cierto es que fue un estado despótico que gracias al trabajo y esfuerzo de la
población de la población local pudo levantar sus monumentos y que solo lo nobleza
incaica estaba identificada con el Inka, mientras en el pueblo existía el descontento,
siendo quizá este un elemento que facilitó la conquista del incario al invasor español. La
palabra "mitimae" o "mitmakuna" relaciona la presencia hegemónica y dominante del
Inka que aprovecha el trabajo de adictos al imperio, las relaciones entre los enclaves Inkas
y las poblaciones locales, conjugan los aspectos de etnicidad, dinámica cultural,
complementariedad para entender el carácter de la presencia Inka y entender la dimensión
de su poder en los andes.
En el Antiguo Perú, el poblador andino siempre vivió en estrecha relación con el medio
ambiente realizando un aprovechamiento racional de los recursos de los variados
ecosistemas de la geografía andina. Es necesario establecer que la economía prehispánica
desconocía el uso de monedas, y no estaba regida por un mercado. Fueron mecanismos
económicos andinos como la Reciprocidad, la Complementariedad, el Intercambio; los
que desarrollan la economía en los Andes; la Reciprocidad, interviene en la producción,
la distribución de tierras y de productos; estos mecanismos económicos establecieron
relaciones sociales y culturales que permitieron un racional aprovechamiento de recursos
naturales y la programación de la producción, y estableció relaciones culturales entre
poblaciones de diferentes pisos ecológicos.
La Costa aportaba una variedad de recursos del mar: pescado, mariscos, crustáceos,
mamíferos marinos, algas, etc. es así que en periodos tempranos se desarrollan grupos de
pescadores y recolectores a lo largo de las costas de los Andes, siendo el inicio del proceso
civilizado. En la economía de la costa hay que agregar el ecosistema de "Lomas", que son
vegetaciones temporales y arbustos, que favorecen la presencia de camélidos, ciervos,
roedores, aves. Sus pastos son alimentos para las recuas, llamas que venían de la sierra
trayendo charqui, chuño, papa, lana; para ser intercambiados con productos de la costa
mediante al "Trueque", que es la modalidad de intercambiar los productos que se obtenían
en espacios de diferente ecología, y que constituirán el complemento para la satisfacción
de sus necesidades individuales y de grupo.
Con el desarrollo de la agricultura las poblaciones costeras incursionan al poblamiento de
los valles de la costa que son estrechos pero ricos, la producción de maíz, algodón, ají,
zapallo, yuca, frejoles, frutales y otros productos constituyen el potencial de la agricultura
costeña.
Las poblaciones de la zona Quechua (2400-3200 m. s. n. m.) desarrollaron intensivamente
la agricultura y fue esta zona importante en el desarrollo cultural prehispánico; hasta hoy
es significativa la producción maicena en los valles del Colca y Urubamba. Debido a lo
agreste de la geografía fue necesario de tecnologías apropiadas que permitiesen un
aprovechamiento racional de los espacios, la construcción de andenería debió realizarse
gracias a tareas corporativas de carácter comunal, existiendo un ordenamiento social en
la distribución del riego y en la organización de la producción. A partir de la Colonia se

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

inicia el despoblamiento de estos espacios, por la imposición de circuitos comerciales y


de nuevos patrones económicos, cientos de hectáreas de cultivo son abandonadas,
orientándose la economía colonial a la explotación minera, así se inicia el colapso agrario
en los Andes.
La Puna es el espacio comprendido entre los 3800-4800 m. s. n. m. siempre constituyó
una fuente de recursos. Sus extensas planicies de pastizales son el medio propicio para
camélidos, ciervos; sus bofedales que resumen agua de los deshielos son el hábitat de
llamas, alpacas, una variedad de aves y vegetación. Las lagunas y salares son fuente de
recursos que hacen de la Puna un ecosistema donde arqueológicamente junto con la costa
se registran las expresiones más tempranas de presencia humana en los Andes.
Con la introducción de la agricultura se generarían cambios sustanciales en los Andes por
la adopción de nuevos patrones económicos; se generaría el proceso aldeano y urbano; la
variación del paisaje natural por la construcción de andenerías, canales de regadío,
campos de cultivo.
El desarrollo de la agricultura generó excedentes de producción que ocasionó la
estratificación social, la diferenciación del trabajo pues era necesario de especialistas para
fabricar cerámica, textiles, domesticar animales, Los contactos entre poblaciones de
diferente ecología se fortalece por la necesidad de aprovechar los productos que sean
complemento; se establecen rutas, para intercambiar los variados productos de la costa,
lomas valles costeros, valles serranos y el altiplano; por lo que siempre el hombre andino
tuvo un carácter de migrante por estar en la búsqueda de los recursos, por eso tiene una
concepción profundamente ecologista y una racionalidad propia de su sistema económico
y su organización social.
La conquista de los Inkas a la zona sur del actual Perú es atribuida a la campaña
expansionista del Inka Pachacutec; la conquista puede ser comparada con las campañas
militares de las legiones romanas, las cuales pudieron asimilar para Roma muchos
territorios estableciendo administradores que controlaban los pueblos conquistados
(Moseley:1990:237). Se cuenta que cuando Pachacutec conquista la zona del altiplano
(nor-este) del lago Titicaca, triunfa en cruentas batallas sobre los Kollas, que era un grupo
que vivía en constante pugna con los Lupaqa (otra población altiplánica).
Los cronistas Cobo, Diez de San Miguel, afirman que los Inkas se instalaron en los valles
de Moquegua y Sama dedicándose a la agricultura. En Moquegua el arqueólogo Charles
Stanish tiene profundas investigaciones acerca de las relaciones de complementariedad
en el período Tardío. Stanish plantea que en la época Inka se desarrollaba una
"administración imperial con marcada influencia Lupaqa en el importante sitio Inka-
Lupaqa en el valle de Torata" (Stanish,1990), a pesar de esto la arqueología todavía no
puede demostrar con claridad la evidencia "arqueológica Lupaqa".
En nuestra zona sur (del Perú), la arqueología refuerza cada vez más el planteamiento de
que la presencia Inka en los valles costeños, estaba conformada por las poblaciones
locales que convivieron, y que a pesar de la presencia incaica, los locales mantenían sus
identidades; El proceso de “incanización” se limitó a mantener las poblaciones locales
sus identidades; de esa manera se sustentaba la complementariedad y gracias a
transacciones económicas se lograba mejor productividad este período es el que más

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

abunda en estudios y parece que quizá se tratara de una especie de "Florecimiento Local".
Son varios los estudiosos que revisan este período desde Isabel Flores en los años 60`,
luego H. Trimborn (1975), C. Vela (1990), Ayca (1993). Se observa una ocupación
multiétnica en el valle del Caplina, es decir que luego de la caída del Imperio Tiwanaku
se establecen varios grupos humanos poblando intensiva y extensivamente todo el valle.
Estos grupos tuvieron un carácter de "señoríos" y serían quienes recibieron la influencia
incaica.
El proceso de Complementariedad económica en los Andes, fue el mecanismo por el cual
las poblaciones pudieron realizar transacciones comerciales, intercambiando productos
con poblaciones alejadas; este modelo fue estudiado desde la óptica de la etnohistoria
(Murra,1975),(Rostowrowski,1986).
Desde la mirada de la arqueología existen trabajos como los de Mujica (1983), Stanish
(1990), Moseley (1990), (Bawden ,1990), (Muñoz,1987), (Schiappacasse,1989)
(Vela,2021) Parece que la complementariedad no es una innovación incaica, pues ya
desde la época Tiwanaku se consolida el tránsito y el comercio entre poblaciones de
diferente geografía.
Pero nuestro interés es el estudio de la complementariedad no sólo desde la dimensión
económica, sino también desde su dimensión política, étnica o ideológica.
En esa dimensión los aportes arqueológicos van más allá del romántico relato histórico,
sino a los datos ambientales como el uso de cuencas, recursos, patrones de asentamiento
y de las interacciones culturales con las poblaciones locales.
Siempre lo relacionado al imperio del Tawantinsuyo, "lo Inka", es parte de lo que puede
definir un componente constante de la identidad peruana o tal vez de la "peruanidad". Lo
conocido en su mayoría es básicamente las leyendas acerca de la fundación del imperio
Inka, el pasado mítico o fantasmagórico de sus reyes Inkas o la grandeza de su territorio,
y muchas veces ese es el punto de partida o el prejuicio que condiciona el desarrollo
especulativo de muchas investigaciones.
Pero lo cierto es que fue un estado despótico que gracias al trabajo y esfuerzo de la
población, pudo levantar sus monumentos, y que sólo la nobleza quechua estaba
identificada con el Inka, mientras en el pueblo existía el descontento.
La palabra "mitimae" o "mitmakuna" relaciona la presencia hegemónica y dominante del
Inka y la asociamos con un personaje parasitario que aprovecha el trabajo de adictos al
imperio. Creo que es un desafío el estudio de las relaciones entre los enclaves Inkas y las
poblaciones locales, visualizando con énfasis los aspectos de etnicidad, dinámica cultural,
complementariedad para entender el carácter de la presencia Inka y entender la dimensión
de su poder en los andes.
La presencia inka en el sur del Perú engrosó sistemas de relaciones con las poblaciones
locales, desarrolló una economía más dinámica. Al llegar las poblaciones inkas a estos
valles encontraron un variado componente étnico que mantenía relaciones de
complementariedad entre sí. Asi lo propone Carlos Vela en sus estudios del sitio Los
Hornos coincidiendo con la información etnohistórica.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Los Inkas fueron gobernantes que recopilaron y dieron gran extensión a una serie de
costumbres que ancestralmente existían en los Andes. Su valor no se halla tanto en su
capacidad creativa, sino en su habilidad para difundir, ordenar y administrar el sistema
andino en un amplio territorio.
La base de la cultura y la organización andina se encuentra en el parentesco, es decir, en
el ayllu, un conjunto de personas que se consideran parientes pues creían descender de un
antepasado común. Éstos están a su vez unidos por vínculos de reciprocidad, es decir,
están comprometidos a ayudarse mutuamente en las labores cotidianas; a este tipo de
trabajo se le conoce con el nombre de ayni.
También tienen la obligación de trabajar juntos para el beneficio de todo el ayllu: este
trabajo se conoce como minca. Los miembros de un ayllu responden a la autoridad de sus
curacas (caciques), que son los encargados de regular las relaciones sociales, de ejecutar
las fiestas, de almacenar recursos, disponer de la mano de obra.
La economía inka no conoció ni la moneda, ni el mercado, por lo tanto, los intercambios
y la fuerza laboral se obtenían a través de lazos de parentesco o por reciprocidad. Entre
parientes existía un intercambio de energía constante, pero también se daba trabajo para
la autoridad, conocido como mita.
El inca pedía como tributo exclusivamente mano de obra, que era enviada a trabajar sus
tierras, a hacer cerámica, a construir andenes o grandes obras arquitectónicas. A cambio,
el inca devolvía estos servicios organizando rituales, manteniendo los caminos,
repartiendo bienes en caso de necesidad o en fiestas; esta relación por la cual el inca
devolvía el trabajo del ayllu fue de redistribución.
El Estado inka se basada en la agricultura y en el sistema de ayllus, o grupos de
parentesco. En la organización política inca llama la atención la existencia de un sistema
de poder dual, donde todas las autoridades aparecían siempre emparejadas: por ejemplo,
en el caso del inca, se propone la existencia de dos inkas que gobiernan en simultáneo,
un inca hanan (‘arriba’) y un inca hurin (‘abajo’).
De igual forma, las autoridades a nivel local eran también duales: a nivel de los ayllus,
las máximas autoridades fueron los curacas; todo ayllu tenía dos curacas, uno hanan y
otro hurin. Por debajo de los inkas, se encontraban las familias de los antiguos inkas, las
cuales formaban grupos de parentesco conocidos como panacas (familia real), Las
panacas participaban en la sucesión al cargo de inca. En un nivel inferior se encontraban
los jefes de los pueblos conquistados por los inkas, los cuales, en caso de no ser rebeldes,
recibían una educación cuzqueña y una serie de privilegios. (Rostowrowsky: 1988).
La etnohistoria y la arqueología coinciden en la caracterización de la nobleza cuzqueña
era comparable a cualquier aristocracia; además el incario necesitó de un ejército que
facilitara sus conquistas territoriales, por lo que ordenó construir caminos y puentes para
comunicar los cuatro suyos con el Cuzco. Las necesidades de una población creciente
motivaron la búsqueda de nuevos espacios productivos.
El siguiente nivel de autoridad lo constituían los curacas, jefes de los ayllus. La gente
común estaba agrupada en la categoría de hatun runa, se trataba de campesinos miembros

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

de un ayllu, éstos tenían la obligación de ir a la mita (trabajo por turnos) para el Estado
inca.
Algunos salían temporalmente de esta condición y eran movilizados fuera de su lugar de
origen: a estos se les conoce como mitimaes o mitmaqunas, población que era movilizada
a distintas zonas y quienes en la práctica expandieron el incario y formalizaron las
relaciones económicas y culturales en las provincias asimiladas. Finalmente, cabe
mencionar a los yanaconas, los cuales eran separados definitivamente de su ayllu y
pasaban a depender directamente del inca, para quien desempeñaban una labor
especializada.
en toda el área se manifiestan grupos locales que implantan una nueva identidad; estos
grupos convivieron con las poblaciones Inkas; La presencia Inka se calcula que se
manifiesta a mediados del siglo XV, (1450-1460); la etnohistoria nos brinda amplía
información referida a este momento, pero la arqueología tiene la responsabilidad de
aclarar el panorama, pues cuando los enviados del Inka se instalan en nuestra zona, la
población incaica es realmente muy reducida; más bien establecen relaciones comerciales
con los grupos locales, los cuales mantienen sus identidades.
observamos que las poblaciones incaicas se instalaron en nuestra diversa geografía; en la
costa el sitio "Los Hornos", es una muestra de la presencia Inka; luego a lo largo de todo
el valle de Sama existen restos que indican con claridad el aprovechamiento de la
producción que puede brindar la diversa ecología.
El estudio del pasado prehispánico debe entenderse como un sistema de relaciones para
poder percibir mejor todos los hechos que se dan en los diferentes períodos, para poder
comprender el proceso y que los 10,000 años de experiencia son una continuidad, de tal
forma que no se debe observar a los hechos aislados.
María Rostowrowski en su estudio sobre la región del Colesuyo, dice que en toda la costa
sur del Perú se forjó una identidad cultural conformada por poblaciones de pescadores
(Rostowrowski,1986:), una "región" que conforma la costa sur del Perú y norte de Chile,
y su población mantiene un tránsito por toda la costa. A estos pescadores se les llamaría
"camanchacos" o "changos", éstos se relacionarían con las poblaciones de los valles y
también con comerciantes altiplánicos; se organizó la economía en la zona. Propuesta
refrendada por el dato arqueológico correspondiendo a los estilos costeros de Chiribaya,
Maytas, San Miguel.

Conclusiones
La información arqueológica, así como los aportes de la etnohistoria en las últimas
décadas se han fortalecido por los significativos estudios arqueológicos que han abordado
el tema de la Complementariedad, no limitándose al sentido conceptual, sino ampliando
a sus dimensiones sociales, políticas, ambientales mediante el dato empírico de la
arqueología.
La etnohistoria ha permitido profundizar conceptos como la diversidad económica,
política, étnica y sobre todo las actitudes de la cultura andina.
Es necesario conciliar entre ambas especialidades varios conceptos, definiciones, uso de
topónimos
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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

HUAYLILLAS PREHISPÁNICO, Y EL TEMPRANO


VÍNCULO DE TACNA CON LA AMAZONÍA
Juan Domingo Mogrovejo Rosales. Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva-Agüero.

1. INTRODUCCION

Cuando se menciona los términos de verticalidad y complementación ecológica,


entendemos que se trata principalmente de recursos alimenticios, fluyendo entre diversos
pisos ecológicos, desplazándose de zonas donde son abundantes a zonas que los carecen,
en un intercambio que también es de viceversa. Desde que John Murra introdujo el
concepto, se efectuaron varios estudios a lo largo de los Andes peruanos que grafican
estos movimientos, los cuales no solo acarrean bienes, también movilizan poblaciones.

Para el sur peruano, por ejemplo, el complemento del altiplano es la costa de los
departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna, que incluso hoy en día es escenario de
movimientos fluidos y constantes. Dicho esto, con excepción de los periodos históricos,
es muy poco lo que se sabe en concreto para Tacna sobre tales intercambios, tanto de
forma material como documental, sobre todo en su registro temporal; Por ejemplo,
¿Cuándo empezó?, ¿hasta dónde conducían las redes de intercambio?, ¿cuáles eran las
rutas?, ¿qué bienes fluían? etc.

En cuanto a los datos prehispánicos, los mayores indicios arqueológicos que hasta el
momento se manejan proviene del análisis de estilos cerámicos, que muestran el enorme
vínculo del altiplano con la vertiente pacífica, desde antes de Tiahuanaco incluso. Sin
embargo, sobre este tema en general hubo muy pocos avances en las últimas décadas y
queremos presentar un avance de información inédita sobre este tema, que proviene de
investigaciones que empezaron hace varios años en la zona de Huaylillas, vecina al volcán
Tacora, información que corrobora algunas suposiciones y también que muestra varias
sorpresas.

2. LA ZONA DE ESTUDIO; HUAYLILLAS Y EL PROYECTO


PUCAMARCA

El área de nuestro estudio corresponde al Cerro Huaylillas y sus alrededores, sus


amplias laderas y planicies son origen de numerosos manantiales que originan pequeños
cauces de agua, algunos de los cuales terminan desembocando en río Azufre (territorio
chileno). Este cerro se encuentra al pie de las estribaciones andinas a más de 4200 msnm,
y está a 55 Km al noreste de Tacna, en el distrito de Palca y en los terrenos de la
comunidad de Vilavilani (grafico N° 1).

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Vista del volcán Tacora desde Huaylillas Norte.

En la cuenca de Vilavilani así como en los alrededores del cerro Huaylillas se ha


registrado un total de 22 fuentes de agua o bofedales, de los cuales son 14 manantiales
(11 permanentes y 3 temporales). También se registraron seis tipos principales de
vegetación: pajonal, matorral arbustivo, piso de cactáceas, monte ribereño, bofedal y
tillandsial, además de 17 especies de mamíferos para el ecosistema de puna y de vertiente
occidental sur, entre ellos el guanaco (Lama guanicoe), vicuña (Vicugna vicugna),
vizcacha (Lagidium viscacia), taruca, zorro (PseudalObex culoacus), gato montés
(Oreaylurus jacobita) y Phyllotis limatus (roedor), Akodon albiventer (roedor). También
se han reportado huellas y excrementos de Puma y también en la zona se han visto
cóndores y Suris.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Suris en el sector “El Fango” – Huaylillas.

Para el desarrollo del Proyecto Pucamarca, se hicieron diversos estudios


arqueológicos en conformidad con la legislación vigente, 25 sitios arqueológicos, entre
otros un geoglifo, tambos y campamentos estacionales de cazadores recolectores. Como
resultado de estos trabajos se ha obtenido información y evidencias importantes, parte de
las cuales presentamos ahora.

3. HUAYLILLAS COMO LUGAR DE TRANSITO Y


EVIDENCIAS DE UNA LARGA RUTA DE INTERCAMBIOS

Aunque en la región Tacna hay numerosas zonas que muestran evidencias de tránsito
y rutas entre la sierra y la costa, una de las menos estudiadas es la zona de Huaylillas, a
pesar que fué la principal ruta colonial entre Potosí y el altiplano con el binomio Tacna-
Arica. Mostraremos a partir de nuestras evidencias, no sólo importante información que
confirma el uso prehispánico de esta ruta, sino también añadiremos datos que muestran
un insospechado destino del otro lado de la misma, para este efecto presentaremos nuestra
información en varios periodos de tiempo.

ARCAICO

En relación a nuestra zona de estudio, la relativa abundancia de sitios, que


corresponden en su mayoría a campamentos al aire libre, se debe a la presencia de
recursos hídricos (bofedales y cursos de agua) y la correspondiente abundancia de fauna,
que están estratégicamente ubicados en zonas de tránsito como la quebrada Titinjipiña, el
paso Huaylillas que conducen desde Huaylillas a la quebrada Vilavilani.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Los polígonos naranja y celeste son los sitios registrados alrededor del Cerro Huaylillas.

La mayor parte de los sitios registrados a excepción de Titinjipiña 1 (pequeño


abrigo) corresponden a campamentos al aire libre, únicamente en el sitio Huaylillas Norte
6 se ha observado algunas estructuras pequeñas de planta circular construidas con piedras
del lugar sin labrar y de una sola cara, que podrían corresponder a pequeñas viviendas.
La mayor parte de los campamentos presentan dispersión en superficie de lascas,
artefactos y preformas de basalto negro por lo que presumimos que corresponden a una
ocupación esporádica o estacional de los sitios, siendo los sitios de Huaylillas Este 1 y
Tolaviata de uso más prolongado por presentar una estratigrafía más compleja.

El sitio Huaylillas Este 1 es uno de los más grandes y que presenta mayor
concentración de material lítico (se ha observado basalto, sílice, calcedonia, jaspe,
obsidiana, lascas de diversos tamaños, láminas, desecho de talla, raederas, raspadores,
fragmentos de huesos quemados y presenta una estratigrafía de alrededor de 1 m), sin
embargo, la estratigrafía registrada en la excavación del sitio no permite sostener la
existencia de un campamento base.

Hacia el Este del Cerro Huaylillas se encuentran los sitios de la Quebrada Fango
que es una de las quebradas que presenta mayor diversidad de biomasa, los sitios
identificados en esta quebrada se hallan asociados a pequeños bofedales (Fango 1, 2 y 3)
y presentan mayormente material lítico de basalto como lascas de diversos tamaños,
algunas con huellas de retoque, podría corresponder a estaciones de caza. Similar
situación se da en la Quebrada Titinjiíña, donde se registran tres sitios, uno de ellos se
trata de un pequeño abrigo rocoso.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Se puede observar y un patrón de distribución de los sitios que están relacionados con el
uso del espacio y lo cuales se ven claramente agrupados en 4 sectores. Un resumen de
estos sitios y su ubicación se puede ver en el siguiente cuadro.

CUADRO N°1 DISTRIBUCIÓN DE LOS SITIOS Y POSIBLE FUNCIÓN


SECTORES Nombre del Sitio Tipo de sitio
Huaylillas Sur Titinjipiña 1 Campamento de corto plazo
Quebrada Titinjipiña Titinjipiña 2 Posible campamento abierto o estación de caza?
Ladera Titijinpiña Posible campamento abierto
Tolaviata 1 Campamento abierto
Tolaviata 2 Campamento abierto
Huaylillas Este Huaylillas Este 1 Campamento abierto
Huaylillas Este 2 Campamento abierto y área de trabajo
Abra Huaylillas Campamento abierto y área de trabajo
Fango 1 Estaciones de caza
Fango 2 Estaciones de caza
Fango 3 Estaciones de caza
Huaylillas Oeste Paso Huaylillas Sur Campamento abierto
La Angostura Pequeño alero rocoso
Azangune 1 Campamento abierto y área de trabajo
Azangune 2 Campamento abierto y área de trabajo
Huaylillas Norte Huaylillas Norte 1 Locación de trabajo
Huaylillas Norte 2 Locación de trabajo
Huaylillas Norte 3 Locación de trabajo
Huaylillas Norte 4 Locación de trabajo y cantera
Huaylillas Norte 5 Locación de trabajo y cantera
Huaylillas Norte 6 Locación de trabajo y cantera
Cantera Huaylillas Norte Locación de trabajo y cantera
Azufre Área de trabajo
Ladera Huayllillas Campamento abierto
Alto Chinchillune 1 Locación de trabajo
Alto Chinchillune 2 Locación de trabajo

En cuanto al material lítico diagnóstico, se han identificado alrededor de 11


formas de puntas en la zona, que de acuerdo a la clasificación tipológica de Cythia Klink
y Mark Aldenderfer (2005) corresponden a los tipos 1A y 1B (Arcaico Temprano), los
tipos 2A y 2C (Arcaico Medio), los Tipos 3A, 3B, 3C, 3D y 3F (Arcaico Medio y
Terminal) y los Tipos 5A y 5C (Arcaico Terminal y Formativo).
En base a su análisis tipológico de puntas líticas, Klink y Aldenderfer afirman que
durante el Arcaico Temprano y el Arcaico Medio, las tierras altas del área surcentral
(desde Arequipa hasta el norte de Chile) muestran una muy fuerte conexión entre los
valles andinos y la costa, donde incluso no son distinguibles las diferencias entre los
artefactos de sierra y costa, lo que en general corrobora su fuerte vinculación.Por otro
lado, afirma que los vínculos entre los andes del sur del Perú y norte de chile y la zona de
puna salada de Atacama y Bolivia son casi nulos, son dos tradiciones completamente
diferentes. (2005:53), y eso indica que si bien hay contactos verticales, los transversales
son casi nulos, es decir a nivel lítico sólo hay evidencias de rutas e intercambios entre la
sierra y la costa inmediata.
A través de la comparación de las puntas que registramos, con la tipología de
Cynthia Klink y Mark Aldenderfer (2005), se puede definir que de los 5 tipos propuestos
4 de ellos se encuentran en los sitios de Huaylillas, que corresponden al Tipo 1, Tipo 2,

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Tipo 3 y Tipo 5. Las formas de las puntas se mantienen, sin embargo hay variaciones
morfológicas regionales como la forma de los pedúnculos, y bordes aserrados. Aunque
debemos mencionar que también hay nuevas formas que no se encuentran en las
clasificaciones de Cythia Klink y Mark Aldenderfer (2005) y Roger Ravines (1967 y
1972), que son forma 1 triangular alargada y la forma 2 triangular de bordes convexos.
De lo anterior podemos concluir que en la zona de estudio tenemos ocupación
para todo el arcaico hasta el formativo, a diferencia de lo que ocurre en el norte de Chile
donde las evidencias del arcaico medio son escasas, con un hiato de ocupación entre el
7000 a.C. y el 1000 a.C. en la zona que investigamos hay estilos que corresponden a todos
los periodos,
Concluyendo, tenemos evidencias que sugieren una ocupación continua de la zona
para todo el periodo arcaico y formativo incluso (que podría extenderse mas atrás en el
tiempo si confirmamos la clasificación del fragmento de una punta del paeloindio
encontrada en Huaylillas Este 1). Estas evidencias asimismo muestran un notable
parecido con restos contemporáneos del altiplano y la costa sur peruana, que corrobora el
uso de la zona como lugar de tránsito para los periodos precerámicos.
INCA

En la zona del Huaylillas tenemos poca evidencia para los periodos formativo,
intermedio temprano y horizonte medio, aunque es un dato incompleto pues no
excavamos todos los sitios registrados, y muestra sólo una tendencia. De todos modos es
interesante pues salvo el formativo que si tiene bastante presencia en la costa de Tacna,
los otros periodos también son elusivos en la costa.

Para el Horizonte tardío si tenemos evidencia importante, por lo menos tres sitios con
clara evidencia Inca,
• Camino Inca tramos A y B
Es un camino inca claramente definido, cuyo trazo viene desde la costa con tres tambos
identificados desde el inicio hasta el Abra Huaylillas Sur,

• Tambo Inca Huaylillas Sur

De los tres Tambos mencionados, nosotros registramos el tambo final a unos 3 kilometros
del Abra sur. El espacio delimitado es de 3.5 hectáreas, cuenta con diversos recintos,
plataformas y sobre todo depósitos en forma de espacios cuadrangulares dispuestos en
dos filas. Hay cerámica de estilos locales e Inca Pacajes.

• Abra Huaylillas Sur

Este sitio tiene restos del camino inca en su parte oeste, en la cima del abra había los
restos de un túmulo o apacheta, la cual se acumuló sobre un par de recintos tapados que
parecen ser entierros de la época inca. Lamentablemente estas tumbas fueron saqueadas
por miembros del personal que construyó el canal de Uchusuma, y entre sus restos

21
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

pudimos registrar cerámica inca muy fina, entre otros restos de un par de platos de estilo
Inca –Chucuito (ver foto), y varios aríbalos.

El camino registrado y la gran inversión de tiempo e infraestructura realizados por


la administración inca de la zona demuestra lo importante que era para esta época tener
una comunicación fluida de la costa de Tacna con el altiplano, lo que se muestra también
con la presencia de cerámica de élite proveniente del Titicaca.

COLONIA REPUBLICA

El cerro Huaylillas era anteriormente conocido por tener en sus extremos norte y
sur sendos pasos por donde pasaban caminos que se dirigían de Tacna hacia Potosí y el
altiplano y viceversa, caminos que eran usados intensamente en la colonia y la república.
Como muestra de ellos hay numerosos tambos en regular estado de conservación, que se
ubican en diversos puntos de este camino, y que proveían de lugar de descanso y comida
a los arrieros y viajeros que viajaban por esta ruta. El Paso Norte incluso es mencionado
por George Squier y además muestra en un grabado una enorme apacheta ubicada en el
punto más alto del paso (cita).

22
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Vista de un tambo del siglo XIX en la zona de Palca.

En nuestros trabajos pudimos registrar numerosa evidencia del uso de este camino
en tiempos históricos, herraduras, fragmentos de cerámica vidriada y botijas rotas
principalmente. Cabe notar que la distancia desde el Abra Huaylillas a Oruro es de unos
300 Km, a La Paz 230 Km y hacia Desaguadero unos 150 Km aproximadamente.

ALIMENTOS, RESTOS VEGETALES


Durante las excavaciones en el sitio Huaylillas Este 1, encontramos unos pequeños
pozos de ofrendas líticas, y guardamos muestras de tierra para análisis palinológico.
Enviamos al laboratorio de Palinología y Paleobotánica de la Universidad Cayetano
Heredia un total de 14 muestras que nos proporcionaron inesperados resultados. En el
siguiente cuadro resumen mostramos las especies y taxones encontrados en polen y
fitolitos

FAMILIA SUB GÉNERO ESPECIE HÁBITAT


FAMILIA (msnm.)
Agavaceae 300-2800
[Amaranthaceae] Alternanthera 580-2300
Amaryllidaceae 100-4700
[Asteraceae] Ambrosia 0-3500
[Asteraceae] Onoseris 380-3400
[Asteraceae] Senecio 4100-4800
[Asteraceae] Stevia 1500-3900
Apiaceae 10-4400
Asclepiadiaceae 900-2600
Bromeliaceae 100-4700

23
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

[Bromeliaceae] Tilandsia 100-4700


Cactaceae 0-4000
Cucurbitaceae 150-2400
Cyperaceae 1350-4200
Ericaceae 1000-3600
Fabaceae 1100-4800
[Fabaceae] Caesalpinodeae 3600-4000
[Fabaceae] Inga 0-3000
[Convolvulaceae] Ipomoea 0-3000
[Euphorbiaceae] Manihot 0-2000
[Oxalidaceae] Oxalis 700-3600
[Passifloraceae] Passiflora 700-2850
Poaceae 0-5500
[Poaceae] Festucoideae
[Poaceae] Panicoideae
[Poaceae] Zea mays 0-3600
[Aizoaceae] Sesuvium 0-100
[Solanaceae] Solanum/Lycopersicon 0-3800
(Cuadro elaborado por Jessica Li, 2012)

Antes de enviar las muestras, esperábamos encontrar restos de arbustos de puna y


cuando mucho evidencias de cultivos como quinua o papas, y en efecto en los análisis se
encontramos evidencias de varios tipos de pastos y arbustos altoandinos, además de
bastantes esporas de helechos, lo cual muestra un ecosistema con abundantes pastos,
fauna silvestre y numerosas zonas húmedas como pantanos, ríos y bofedales con las
consiguientes aves.

Esta información nos indica que para la época que se hicieron las ofrendas, esa
zona presentaba un ambiente bastante más fértil y abundante que el actual, lo que sería
una ventaja significativa a su uso como ruta. También se registraron algunos pastos de la
costa, tillandsias que podrían provenir de la zona de Miculla y Palca, tal vez pacae y otras
más que revelan la presencia de plantas de la costa de Tacna, que pudieron ser
transportados como alimentos o como pólen adherido en las vestimentas de los viajeros.

El dato fuerte fué encontrar polen de maíz en 12 de las 14 muestras, lo cual


inicialmente nos confundió mucho, pues los rasgos de donde provenían las muestras sólo
tenían fragmentos y lascas depositados como ofrendas, y que por el tipo de material
suponíamos del arcaico, y no sólo se encontró polen, también se encontraron fitolitos, lo
que revela que habían tallos, hojas o corontas. También se encontró polen de camote y
yuca, que debían provenir de zonas bajas, con la costa como respuesta obvia, pero hay
una especie que nos lleva en otra dirección y es la stevia, que sólo procede de zonas
tropicales.

En cuanto a las fechas de estos depósitos, debemos esperar los resultados de unas
muestras que enviamos para fechados por C14, sin embargo aún podemos especular un
poco con las plantas encontradas. En relación al maíz, aunque hay algunos investigadores
que postulan una fecha de origen de 7000 a.C., datos más confiables indican que el maíz
está presente en la dieta de la cultura Valdivia desde el 2200 a.C. (Staller, Thomson 2000
:151), por otro lado un sedimento en la Amazonía ecuatoriana reveló disturbación humana

24
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

en el registro de polen alrededor de 6400 a.C., lo que puede revelar una horticultura
incipiente (Eriksen 2011:19).

Para la Yuca sabemos que hacia los 5000 años a.C. la yuca domesticada “dulce”
(amarilla) llega a Colombia (Neves 2007:124), probablemente desde la zona caribeña,
pero recién se registra en la zona adyacente al área central andina hacia los 2400 a.C.
(Eriksen 2011:24). Respecto al camote, Frederic Engel (1970), encontró restos en Chilca
que fechó en 8080 a.C. (fecha no calibrada entiendo).

Por lo que podemos ver en relación a los fechados, tenemos maíz de


domesticación andina/amazónica, yuca de domesticación amazónica, y camote de
probable domesticación costeña. La datación más antigua que podría resultar para estas
muestras es unos 2000-3000 a.C. que corresponde al arcaico tardío.

Nuestras primeras conclusiones de estos resultados para unas muestras obtenidas


a 4400 msnm, es que prueban que para etapas tempranas había una notable movilidad de
bienes y alimentos entre la sierra y la costa, y además se añade el factor Amazonía.

REFLEXIONES FINALES

A través de esta presentación quisimos compartir algunos avances preliminares de


nuestras investigaciones, las cuales muestran en general la gran importancia de la zona
de Huaylillas como lugar de paso y tránsito de grupos humanos y bienes. Aunque era de
esperarse el flujo Sierra-costa, nuestra primera sospecha que el eje era Olaechea-
Carabaya-Altiplano-Costa de Tacna, surgió en 2006, y se originó en la gran similitud
entre el estilo de pintar seres humanos en Vilavilani con algunas pinturas rupestres de
Macusani-Corani (Carabaya), que a falta de mayor evidencia sólo era una sospecha.

Un artículo lingüístico publicado en 1995 nos trae evidencia adicional, pues


encuentran similaridades entre las familias de idiomas Uro-Chipaya y el Pano-Takanan,
y se preguntan cuál es el vínculo entre ambos (Fabre 1995), hipótesis que fue mencionada
también por el lingüista Rodolfo Cerron Palomino (2006:20).

Para entender la importancia de estas discusiones, recordemos que el grupo de


lengua Pano agrupa varias lenguas amazónicas habladas en Ucayali y Madre de Dios, y
también las emparentadas lenguas Takana de Bolivia, que se hablan en el departamento
de la Paz, en la zona colindante a Olaechea, y en este punto, aunque resulta tentador
señalar la similitud de Takana con Tacna, ese es un tema para lingüistas.

La evidencia Chipaya nos permite suponer que grupos de habla Pano, tal vez
empujados por sucesivas olas Arawac (que inician su migración al sur desde el caribe),
por lo que debieron incursionaron en las zonas andinas al sur de sus tierras originales
amazónicas. Estos grupos ya andinos, serían luego asimilados durante la expansión
Tiahuanaco en el siglo VIII que trajo la lengua Puquina a la zona, la cual sería desplazada
por el aimara desde el siglo XVI, quedando sólo los Uros y Chipayas en Bolivia como
muestra de esta migración.

25
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Podemos añadir aquí las hipótesis de poblamiento trasandino del arqueólogo


chileno Mario Rivera, que aunque no señala una ruta en específico, ni el proceso de cómo
se efectuó, si se acerca bastante a los datos que presentamos. Por ejemplo, usando
indicadores genéticos señala la actual semejanza de los actuales grupos aymaras de
Bolivia, sur de Perú y norte de Chile con los grupos selváticos Cashinahuas, Shipibos,
Trio (Brasil) y Wayana (Guayana) (Rivera y Rothhammer 1986:297), y resulta que tanto
Cashinahuas y Shipibos son grupos con lenguas pertenecientes a la familia Pano, por lo
que vuelven a aparecer en escena.

Teniendo ya suficientes evidencias para postular una ruta costeña-andina-


amazónica, o ruta transvertientes, que pasaba por Huaylillas, las implicaciones para
estudios futuros son enormes, pues ya no hablamos de contactos esporádicos, o de
intercambios limitados y eventuales. Tenemos ahora definida una arteria muy importante
no sólo para el intercambio de bienes, que es la meta de la verticalidad, son también para
el flujo de ideas, innovaciones, poblaciones, bienes de todo tipo etc. Por poner un ejemplo,
estamos en las fases finales de un trabajo que trata sobre el origen de la cerámica en el
Perú, o sea cual fue el punto cero y como se distribuyó a lo largo de todo el Perú, y
podemos decir que el Huaylillas es el punto de entrada más seguro para que la cerámica
inicial llegara a Tacna alrededor del 1500 a.C. (fecha establecida en los trabajos realizados
en Quebrada de los Burros: Aldo Bolaños com.pers), solo faltaba el punto de ingreso y
ahora ya lo tenemos.

Aunque estamos confiados en las hipótesis aquí presentadas, también estamos


conscientes que aún falta bastante por corroborar, y como se puede leer en nuestro texto,
las fuentes a verificar requieren no sólo el trabajo de arqueólogos, debería ser un esfuerzo
multidisciplinario que incluya también lingüistas, antropólogos, genetistas, biólogos etc.
Sin embargo, la puerta ya está abierta para que lo tacneños recuperen a sus primos
amazónicos.

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29
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

DE LA EVIDENCIA EMPÍRICA AL DATO


HISTÓRICO
EL QHAPAQ ÑAN EN LA REGIÓN DE TACNA
Jesús Gordillo Begazo, Director del Proyecto de Investigación Arqueológica MOQI PERÚ.

ANTECEDENTES FORMALES
La discusión en torno a los caminos y rutas prehispánicas en la zona de Tacna,
hasta antes de los trabajos del Proyecto QÑ del Ministerio de Cultura, han sido pocos los
intentos realizados (Cavagnaro, 1986:pp.119-120; Gordillo y López. 1987:pp.47-48:
Gordillo, 1992:pp. 54-57: 1993, p.12 Diario Correo 08-9-93. y pg. 17 Diario Correo 09-
9-93. Santoro, 1983:pp.47-55). A ello, tenemos que sumar por lo menos, tres fuentes de
referencia (aunque ligeramente tardías), que ilustran detalles e itinerarios de rutas
troncales que intercomunicaron a Tacna con el altiplano puneño y con los valles costeros
vecinos (Joseph Andrews. 1825-1826: Squier. 1863-1865; Paz Soldán, 1860 y Raimondi.
1864 / en Santillana. 1989).

En el valle medio del Caplina, a través de la exploración pedestre y


aerofotográfica se detectó un trazo caminero que se desplaza de N a SW, pasando frente
a la denominada "Casa del Cacique Ara" (Gordillo, 1993: 444 – 465). El camino es
simple, sin calzada, con rebordes de piedras irregulares de cantería y cantos rodados de
regular tamaño y un ancho promedio de cinco metros. Su proyección es de evidente
direccionalidad hacia Arica. La interrogante que nos hacemos es: ¿forma parte este tramo
de la red vial instaurada por el imperio Inka?. Para el efecto, analizaremos algunas fuentes
coloniales y post colonia que estarían aludiendo a Tacna dentro del posible circuito del
camino real.
Gerónimo de Bibar. al hacer su relato sobre Valdivia en su expedición al sur, anota que:
"Mándole que ajustasen los caballeros que hallase en el Callao y que fuese al valle de
Tacana que es que junto a la costa y principio del camino . . . y con todos se viniese al
valle de Tarapacá, que es el mismo camino que habrían de llevar treinta y siete leguas
adelante del valle de Tacana y ochenta leguas de Arequipa" (1558 ob cit) “Crónica y
Relación Copiosa y Verdadera del Reino de Chile”. Fondo histórico y bibliográfico José
Toribio Medina. Santiago.

178.64 Km / 386.24 Km. Figura 01.

30
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura N°01.

Calógero Santoro. en un trabajo que realiza sobre el camino Inka en la sierra de Arica se
menciona lo siguiente:
" . .. relatos del apresurado viaje de regreso de Almagro a Cusco desde el Reino de Chile,
evidentemente no aclaran el panorama; se menciona que viniendo por la ruta real desde
el despoblado de Atacama habrían llegado hasta Arica. donde se detuvieron algunos
días para continuar, luego hacia Tacna y Arequipa. En esa trayectoria el tramo de
Socoroma, quedaría excluido del camino principal " (Santoro 1983:48 ob cit) “Camino
del Inka en la Sierra de Arica” Chungara Nro 10:47-56 Universidad de Tarapacá Arica –
Chile.

31
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Dicho juicio, al parecer generó cierta duda a Calogero Santoro, en la propuesta de


enlazar al tramo Tacna – Socoroma – Belén, e Incauta como la Principal ruta real hacia
el sur o Reino de Chile.
Otro dato importante es la referencia que, sobre la información de Cieza de León,
que hace Luis Cavagnaro Orellana.
" . .. el hermoso y gran camino de los ingas.. y por algunas partes de los arenales se ven
señales para que atinen el camino que han de llevar. De estos valles de Nazca van hasta
llegar al de Hacari. y adelante están Ocoña y Camaná y Quilca, en los cuales hay
grandes rios. ( .. . ) . Delante de este valle de Quilca, que es el puerto de la ciudad de
Arequipa, está el valle de Chuli y Tambopalla y el de Ilo. Más adelante están los ricos
valles de Tarapacá" (Cavagnaro 1986:119 ob cit) “Materiales para la Historia de Tacna
(Cultura Autóctona)” Tomo I. Editado por La Cooperativa San Pedro de Tacna. Tacna.
El Dr. Luis Cavagnaro, hace la atingencia que entre Ilo y Tarapacá se encuentra Tacna
(1986:119).

El Dr. Luis Cavagnaro, hace la atingencia que entre Ilo y Tarapacá se encuentra
Tacna (1986:119). Es posible que esta referencia de Cieza de León, se trate del camino
real de la costa, es decir, al sendero principal que bordeaba las playas y acantilados frente
al mar, o en su defecto el Camino de Los Llanos que cruza los valles yungas.
H. Trimborn (1988:71-81; “Quebrada de la Vaca: Investigaciones Arqueológicas
en el Sur Medio del Perú”, Editorial PUCP. Lima) en sus investigaciones en Quebrada de
la Vaca o Waca, hace referencia a un camino real identificado entre Atiquipa y Chala,
que se desplazaba entre al mar. Este tramo ya lo tiene registrado el PQÑ.
María Rostworowski, para la zona de Lurín nos habla de la presencia de cinco
caminos que se desplazaban a lo largo del mar y que cruzaban dicho valle (1977:218;
“Etnía y Sociedad: Costa Peruana Prehispánica”; IEP. 1ra edición. Lima):
"El quinto bordeaba el mar, y pertenecía a los chasquis; el cuarto servía para el trajín del
pescado .. . " (1988:118 ob cit).

Sobre la base de los " registros ( ... ) de Cristóbal de Molina que envió al Rey de
España un dibujo del camino recorrido por Almagro: habiendo formado parte de la
expedición ... " (Santoro 1983:50) " ... Silva Lazaeta ( 1953 :66-88) reconstruye la ruta
seguida por Valdivia y ( . .. ) menciona las localidades de Tacna, Arica, Codpa, Esquiña,
Nama, Camiña Soga, Jaiña, Sipiza, Chuzmiza , Pachica y Tarapacá " (Santoro 1983:50).
Colagero Santoro, concluye en su trabajo de investigación (mencionado
anteriormente) que "Probablemente el tramo de Socoroma (sierra de Arica) junto con el
sendero entre Tacna y Codpa formaron parte de esa ruta o bien ésta pudo venir desde
Tacna, pasando por Arica hasta alcanzar Codpa" (Santoro 1983:54 ob cit).

El diplomático norteamericano George Squier, en su recorrido por las tierras


incaicas (1863-1865), en el Capítulo XIV (Por la Cordillera a Tiahuanaco) de su obra
(George Squier, 1974 “Un Viaje por Tierras Incaicas. Por la Cordillera a Tiwanaku.
Crónica de una Expedición Arqueológica 1863-1865”), describe ampliamente el camino
que de Tacna se dirigía al valle de Tiwanaku, en el altiplano sur del Titicaca. pasando por
sitios como Palca, El Ingenio, La Portada, Apacheta de Huaylillas, Tambo de Tacora,

32
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Laguna Blanca, Santiago de Machaca. La vinculación de la evidencia arqueológica al


camino es inobjetable. Figura 02; Figura 03.

Figura N°02.

Figura N°03.

33
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

En reiteradas visitas al camino, en el tramo Pachía – Miculla – Palca - Huaylillas,


hemos corroborado su existencia y su asociación a sitios arqueológicos, tambos y
apachetas (Gordillo, 1992:56 “Petroglifos y Tráfico: un caso de interacción micro
regional en el ámbito de los valles de Tacna, Perú” En Boletín Nro 6:54-63; SIARB La
Paz Bolivia). Es probable que esta ruta se trate de la misma a la que hace referencia
Gerónimo de Bibar sobre la expedición de Valdivia (se refiere al trayecto desde el Collao
hasta Tarapacá, bajando por la quebrada de Palca hasta llegar a Tacna, para desplazarse
al sur). El PQÑ tiene registrado parcialmente el tramo. Figura 04; Figura 05; Figura 06;
Figura 07.

Figura N°04.

Figura N°05.

34
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura N°06.

35
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura N°07.

Joseph Andrews, en su recorrido de Potosí a Arica entre 1825 y 1826 (Mutualibros


2, 1992:54-69 “Potosí y Arica 1825 y 1826”. Tacna), también señala como ruta obligada
para llegar a Tacna, a la que se desplaza por la zona de Desaguadero, Tacora, Ancomarca,
Palca, hasta llegar a Tacna y luego a Arica; al mismo tiempo, da fe de la presencia de
evidencias arqueológicas como tambos y cementerios (Mutualibros 1992:61). Parte de
esta ruta fue recorrida también por Antonio Raimondi en 1864. en su viaje de Tacna a Juli
(Santillana, 1989:117.120, “Los Viajes de Antonio Raimondi”).
En "Geografía del Perú", de Paz Soldán. editado en 1860, se publican dos
importantes itinerarios que conectan a Tacna con el altiplano. Uno de ellos se desplaza a
Puno y el otro a la zona de Pizacoma. Es probable, que este último tramo corresponda al
segmento vial que descendía desde Desaguadero hacia los valles occidentales, penetrando
a Tacna a través de la quebrada de Palca; una ruta que pudo a ver sido inaugurada desde
los tiempos de Tiwanaku.
Camino principal de la ciudad de Tacna al pueblo de Pisacoma
De Tacna, ciudad, capital del Departamento .. . .. .. . . leguas
- a Pachía, pueblo, vice parroquia de Tacna. . ......... 3
- á Palca, caserío en la quebrada de su nombre.. .. . . 5
- a Tacora. caserío situado al pie de la cordillera de su nombre
de su nombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 1/2
- a Ancomarca. Puna desierta....... . ... .. . .. . . .. .. . .. 12
- á Pisacoma., pueblo capital del distrito de su nombre
en la provincia de Chucuito....... .. . .. . .. . . …………. 8
Suman 33 ½ leguas (161.738 km aprox) 'Tomado de Paz Soldán. 1860: pág. 36

Camino particular de la ciudad de Tacna hasta el río del Maure con dirección a la
ciudad de Puno
De Tacna, ciudad. capital del Departamento . . .. .. . . . .Leguas
- a Chero, aguada en la quebrada de su nombre . ......................... .6 1/2
- a Huacano, aguada en la quebrada de Tarata ……………………..2 ½
- a Tarucachi, pueblo ………………………………………………..…..4 ½
- á Torata (Tarata) pueblo capital del distrito de su nombre...........2 ½
- al Maure, río que divide el territorio del departamento…………..8

36
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Suman 24 leguas (115.872 km) Tomado de Paz Soldán, 1860: p. 36.

Lo importante en estos dos itinerarios, es el uso frecuente del tramo Tacora- Palca-
Tacna, y por otro lado el de Tarata – Maure – Puno; donde, ambos conectan el altiplano
con la costa.
De acuerdo al mapa que publica Romero Sotomayor (1978:627, “Caminos de
Ayer y de Hoy”, en: tecnología Andina –Ravines Compilador; IEP Lima 627-640) de la
reconstrucción de los caminos Inka, el tramo de la costa pasó por Tacna para dirigirse al
Sur rumbo al Reino de Chile. Sin embargo, del Cusco salían dos troncales hacia el Sur
que indudablemente, una de ellas, tuvo que confluir con el tramo que se desplazaba por
la costa.
El primer ramal salía del Cusco rumbo al Titicaca pasando por Puno hasta llegar
a Bolivia y Mendoza en la actual República de Argentina (Romero 1978:631).
El segundo ramal, partía del Cusco hacia la Costa, pasando por Arequipa, Pukina,
Tacna hasta la zona del río Bio Bio en Chile (Romero 1978:631). Es probable que esta
sea la ruta que siguió Almagro de regreso de Chile al Cusco.
Este segundo ramal. a decir de Romero Sotomayor, tenía el siguiente itinerario:
"Arrancaba del Kosko hacia el sur, pasando por Pukina llegaba a la actual población
de Tacna y separándose un poco de la costa, alcanzaba el río Loa en Calama, en la
actual República de Chile; bajando nuevamente hacia la costa, llegaba a Copayacu,
cerca a Copiapó para continuar por San Felipe y Maypú al río Mauli, cerca de Talca y
terminar por ultimo en la zona del rio Bío Bío, cerca de la destruida población de
Chillán, límite sur que alcanzó el Incanato" (Romero, 1978:631).

Con relación a la conexión del tramo caminero entre Moquegua, Tacna y Tarapacá. en la
información de Paz Soldán (1860:35), encontramos el siguiente itinerario:
Camino principal de la ciudad de Tacna a la de Moquegua
De Tacna ciudad capital del Departamento……………… Leguas
a Buena Vista pago en el valle de Sama…………………...........6 ½
- a Sitana . pago en el valle de Locumba…………………………7 ½
- a Jahuey, aguada desierta………………………………….........7
- a la Rinconada, pago en el valle de Moquegua……………… 3
- a Moquegua, ciudad capital de la provincia de su nombre….3 ½
Suman 27 ½ Leguas (132.77) Tomado de Paz Soldán. 1860 pág 35

Camino principal de la ciudad de Tacna al pueblo de Tarapacá


De Tacna. ciudad, capital del
departamento……………………….Leguas
- al Hospicio. tambo inhabilitado y ruinoso………………………….4 ½
- a Chaca Lluta posta…………………………………………………... 4 ½
- á Arica, puerto y ciudad capital del distrito de su nombre ………1 3/4
- a Chaca. hacienda en la quebrada de su nombre………………….7 ½
- á Camarones. pago en el valle de su nombre ……………………...8
- á Chisa. aguada desierta en la quebrada de su nombre………….7
- á Tana, hacienda en la quebrada de su nombre…….....................8
- á Tiliviche. pequeña hacienda en la quebrada de…………………3
- al Monte caserío, ………… 7
- a Aroma, aguada desierta en la quebrada de su nombre …………4

37
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

- á Tarapacá, pueblo capital de la provincia de su nombre………..6


Total suman 61 leguas (294.508) Tomado de Paz Soldán, 1860 pág.
35
EL DATO EMPÍRICO
De lo referenciado para Tacna, hasta el momento el dato arqueológico registrado
con certeza es el de los tramos Miculla – Palca – Huaylillas rumbo a desaguadero; y el
tramo Tacna - Tarata – Maure rumbo a Puno. El tramo Ilave – Susapaya – Ticaco ha sido
registrado parcialmente por el PQÑ. El tramo Miculla – Desaguadero, actualmente toca
a tres países en su recorrido (Perú, Chile y Bolivia).
Para el caso del litoral, frente a las guaneras del Morro de Sama (islotes ubicados
entre la desembocadura del rio Sama y el rio Locumba) en una de nuestras prospecciones
realizadas el año 1985 ubicamos un tramo de camino enlosado (registrado posteriormente
por el PQÑ) con las siguientes características:
“Camino empedrado de hasta 5 metros de ancho visible en una extensión de
aproximadamente 600 metros lineales en dirección Norte-Sur. El camino está delimitado
en sus flancos occidentales por hitos o mojones o chutas de piedra ( .. . ) Actualmente el
camino se encuentra en gran parte sepultado por la arena (que se desliza del cerro),
quedando solo visibles los hitos que cumplían la función de indicadores o derroteros en
circunstancias adversas que impedían la visibilidad del trazo vial" (Gordillo 1993:12;
“La Costanera: algo más que una opción vial”, Artículo periodístico I y II parte. Diario
Correo de Tacna, 8 y 9 de setiembre 1993). Figura 08.

Figura N°08.

Todas las características que presenta este tramo se asemejan a la técnica de los
caminos Inka de la costa, aquel que “ve siempre el mar”. El camino no ha sido
prospectado en toda su amplitud, lo que imposibilita, por el momento, asignarle una

38
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

filiación cultural definitiva; sin embargo, es probable su relación con el camino troncal
de la costa. Figura 09; Figura 10; Figura 11.

Figura N°09.

Figura N°10.

Figura N°11.

39
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Otra evidencia vial registrada es un tramo ubicado entre los valles del Caplina –
Sama - que corre casi paralelo a la actual carretera Panamericana. La vía se proyecta hacia
el norte rumbo a Locumba y Moquegua. El camino es una calzada de tierra bordeado por
muros bajos de 40 a 50 cm de altura hechos de piedra unida con tierra húmeda, su anchura
es casi uniforme en todo su trazo alcanzado los 5 metros aproximadamente. El tendido de
la vía es sorprendentemente recto al estilo de los caminos Inka construidos en la costa o
espacios abiertos.
El camino se encuentra en buen estado de conservación, con algunos daños
parciales como consecuencia de las avenidas de huaycos o cortados por rutas modernas
(entre ellas la panamericana). Al recorrer parte de la vía, encontramos dos sistemas de
alcantarillado para efectos de prevenir destrozos producto de avenidas temporales de agua
que se desplazan por pequeñas quebradillas o cauces casi superficiales. La técnica de
alcantarillado y ductos para que corra el agua por debajo del camino, es muy similar a la
de los caminos Inka, ya sea por el sistema de relleno, el material aplicado y el tendido de
los ductos y paredes de encausamiento.
Romero Sotomayor al referirse a la técnica del camino Inka para sostener la
rasante (nivel superficial del camino), manifiesta lo siguiente:
"Cuando encontraban cauces de agua de pequeña extensión ejecutaban (los Inkas)
verdaderas alcantarillas de piedra seca. Tal como se hace hasta hoy con perfectos muros
de piedra acomodada y acuñada, cuyas tapas estaban formadas por una sola piedra laja"
(Romero 1978:635 ob cit).

No podemos precisar la ubicación cronológica definitiva del mencionado tramo


caminero, sin embargo, es posible ubicarlo dentro de la expectativa (preliminar) de la vía
del Camino Real de los Llanos, que fuera el más transitado por las huestes del Inka. Por
otro lado, la extensa superposición del tramado caminero desde la Colonia hasta la
actualidad, dificulta y complejiza la definición de este importante segmento de la red vial.
Debemos entender, que no toda la trama vial prehispánica existente en nuestra
región debe ser asignada como obra de los imperiales cusqueños. La interrelación
económica entre la costa y el altiplano e inter valles, que se dio en nuestra región desde
épocas Tiwanaku y que se incrementa durante los Desarrollos Regionales Tardíos, nos
hace pensar en la inauguración formal de una auspiciosa red vial de comunicación que
facilitó el desplazamiento vertical y longitudinal en la región. Figura 12; Figura 13.

40
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura N°12.

Figura N°13.

Existen otros tramos camineros en la región, que aún falta registrarlos y definirlos
arqueológicamente, ubicados en la precordillera y en el altiplano. El Proyecto QHAPAQ
ÑAN del Ministerio de Cultura, ya ha iniciado esta tarea. Los tramos de Locumba, Tarata
y Candarave, se vinculan fuertemente asociados a sitios Inka. (Figura 14; Figura 15).

41
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura N°14.

Figura N°15.

42
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

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LEYENDAS DE FIGURAS
Figura 01: Mapa Corregimiento de Arica. Expedición de Valdivia al Sur.
Figura 02: Mapa fuente del QÑ, sobre el tramo del camino Miculla – Palca - Huaylillas
Figura 03: Foto Drone PQÑ/MC (Agosto 2019) Tramo Miculla. Cota: 1,565 msnm. Este-
Oeste
Figura 04: Tramo Miculla – Apacheta. Cota 1,580 msnm. Este-Oeste. 5.00 mts promedio.
Figura 05: Tramo Miculla – Apacheta. Cota 1,845 msnm. Este-Oeste. 6.50 mts promedio
Figura 06: Apacheta, cota 1,870 msnm. Tramo Miculla - Palca
Figura 07: Apacheta en el tramo Palca – Huaylillas, próxima al Tambo San Miguel –
Huaylillas Cota 4,400 msnm promedio.
Figura 08: Mapa fuente QÑ del tramo Morro Sama. Camino del Litoral.
Figura 09: Vista satelital del Paisaje de Morro Sama (cota: 736 msnm). Tramo del Camino
del Litoral (cota: 53 msnm).
Figura 10: Calzada del tramo Camino del Litoral Morro Sama.
Figura 11: Detalle de la calzada y el borde que delimita el lado Oeste del tramo caminero
del Litoral.
Figura 12: Foto drone PQÑ/MC, agosto 2019. Panorámica del probable Camino de los
Llanos, tramo Sama – Locuma.
Figura 13: Detalle de la rasante y muro de delimitación del probable Camino de los
Llanos, tramo Caplina – Sama.

44
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura 14: Kallanka de Qhile – Susapaya. Cabecera de Cuenca de Sama, en la provincia


de Tarata.
Figura 15: Detalle del camino Inka Yunga en el tramo de Tarata – Ticaco.

45
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

DE LOS DESARROLLOS COSTEROS A LA


CONSOLIDACIÓN PUQUINA EN TACNA: Ensayo
etno-arqueológicos del origen Puquina en las
sociedades Tiawanaku.
Gary Martín Osorio Soto1 Programa de Postgrado Universidad Europea del Atlántico, España.

Resumen:
El presente trabajo, aborda de manera multidisciplinar los hallazgos arqueológicos y
etnohistóricos desarrollados por Bernedo Málaga (1947), Cerrón Palomino (2020),
Bolaños Baldasari (2007), J. Gordillo Begazo (2014), Max Uhle (1919), entre otros,
quienes establecen esbozan los orígenes étnico culturales de Tacna, Perú, en el contexto
de los desarrollos formativos hacia la articulación Yunga – Altiplánico. El desarrollo
formativo de Tacna, desde la perspectiva paleoarqueológica y arqueológica, remonta las
primeras ocupaciones del territorio costero e interandino dentro de los primeros del
continente americano y sudamericano; este desarrollo primario, promovió la
consolidación cultural y social, la cual, se tradujo en la formación de los primeros señoríos
locales macrorregionales, los mismos que dieron origen a la Cultura Puquina. Este
proceso de consolidación cultural, político y social dio articulación gestacional a la
formación de grandes imperios altiplánicos como el Tiawanaku e Inca. El Puquina de
Tacna gravitó como eje entre los territorios costeros y alto andinos en el territorio del
Collisuyo, que actualmente albergan territorios del sur del Perú, norte de Chile, oeste de
Bolivia y noroeste de Argentina.
Palabras Clave: La Cultura Puquina, Ensayo del desarrollo puquina de Tiawanaku;
Estudio comparativo de la arqueología de Tacna; Onomástica Andina de Tacna;
consolidación cultural y social del sur del Perú y Norte de Chile.
1. A modo de introducción

Las raíces socio -culturales del sur del Perú, han estado rodeada de la bruma de su
origen; para algunos, orígenes culturales del poblador pre tiawanacota han sido suscritos
a la etnia aimara, esto, ha sido mantenido como tal durante los últimos años del Virreinato
del Perú y la era republicana; la revisión documental, histórica, arqueológica y etnológica
de los territorios comprendidos entre Camaná y Tarapacá y el oeste boliviano, han
evidenciado componentes disimiles al origen étnico-cultural aimara en estas zonas. Los
reinos locales – en especial los de Moquegua, Tacna y Arica-, pre Tiawanacotas tuvieron
un proceso ligústico-cultural que difiere de lo que comúnmente llamamos «aimara».

La fuerte interrelación del puquina en el desarrollo social y cultural del Sur del Perú,
Norte de Chile y Oeste de Bolivia ha quedado establecido de forma permanente en los
aspectos identitarios de la población de Tacna, prueba de ello, es la revaloración de
lugares de culto que guardan la toponimia puquina, la misma que se ha mantenido
invariable durante los procesos de implosión del imperio Tiawanaku, el desarrollo,
consolidación Inca y la Conquista española.

1
Universidad Europea del Atlántico (España)/ Asociación de Estudios Históricos de Tacna (Perú).
martinosorio302@gmail.com. https://orcid.org/0000-0002-9629-487X.
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

2. “Nosotros los puquinas”: Una perspectiva desde los primeros poblamientos del
hombre del sur del Perú

La gestación de los primeros asentamientos del sur del Perú tienden a tener una difusa
contextualización; para algunos autores, como (Lumbreras 1974), (Kauffmann Doig
1989) (Posnansky 1911), et al, plantean un poblamiento escalonado desde los andes
amazónicos del norte del Perú; mientras que para otros autores como (Dillehay 2013),
(Uhle 1919), (Heyerdahl 1978), (Méndes Correia 1923),et al, plantean un origen de
migración oceánica eje del poblamiento de las costas sudamericanas, en especial, las
costas del sur del Perú y norte de Chile; como fueren las aun complejas definiciones del
hombre paleo andino sudamericano, lo que sí ha podido evidenciarse que su presencia en
los territorios desde Moquegua hasta Tarapacá se dio entre 25.000 – 17.650 años a.C.

La evidencia arqueológica existente en este corredor costero-interandino, permite


establecer que el desarrollo ocupacional de estos territorios tuvo un componente de
ocupación y reocupación por diversos grupos humanos, los cuales, quizás, correspondan
a un mismo grupo nuclear, que oscilaban su presencia entre la costa y la meseta del Collao
en procesos de inmigración y emigración en busca de alimentos. Este proceso de
expansión y contracción, termina con la consolidación y dominio del paisaje y del entorno
ecológico.

El crecimiento demográfico de estos primeros grupos conllevó a que se asentaran de


forma semi permanente en los diversos pisos ecológicos que tienen los territorios de los
paralelos 14° y 23° sur de la línea del Ecuador, cuya interacción entre los territorios
costeros y altiplánicos, se ven diversificados por las variables edafoclimáticas de los
micro zonificaciones ecológicas de los valles interandinos que discurren entre este amplio
territorio. Las variaciones climáticas – propias de los cambios paleoclimáticos2- de los
procesos glaciales del Riss-Würm y Würm- Winsconsin, habrían contribuido al desarrollo

2 El proceso integlacial previo al Ultimo Maximo Glacial, durante el proceso interglacial Riss-Würm y Würm-
Winsconsin (80.000-17.000 años a.C.) habrían permitido la expansión de las poblaciones paleolíticas a lo largo del
continente americano; según los estudios de (Bahn, 1993), (Guidon, 1986) entre otros; indicarían que estas
comunidades llegaron a Sudamérica hace 54.000-34.000 años a.C., pero, estas comunidades – según los autores-,
provendrían de procesos inmigratorios diferentes al que describe Holen et al, más bien, estos grupos humanos serían
de procesos inmigracionales posteriores, básicamente desde un componente Clovis-Solutrense, es decir, Europeo; dicha
información circunstancial, puede tener cierto asidero desde la evidencia paleoclimática, tal y como sugiere -
(Bergoeing, 2011) y (Thackeray, Scott, & Pieterse, 2019); Sin embargo (Cassiano V. & Álvarez Palma, 2007) establece
que dicho componente poblacional ya había iniciado el proceso expansivo desde Norteamérica hacia Mesoamérica. En
tal sentido; los procesos glaciales e interglaciares, permitieron procesos de expansión y desarrollo de los hombres
paleoamericanos; una de las causas poco mencionadas sobre el ultimo glacial en el mundo; y que pudo motivar el
asentamiento de poblaciones más actuales en América, es el originado por el “impacto de Wonderkrater”, en el sur en
Sudáfrica, la cual según el estudio (Truc, Chevalier, & et al, 2013), el mismo que habría contribuido a un periodo glacial
extensivo del glacial de “Younger Dryas” hace 33.780-16.950 años a.C.2, por su parte, (McCarthy, T.S; Ellery, W.N.;
Backwell, L.; et al , 2010) indican que dicho impacto generó un proceso de alteración topográfica del continente
americano y la variación de ecosistemas alrededor del continente, especialmente en las zonas próximas al Ecuador. El
estudio hecho por Truck, Et al. (2013) agrega, el impacto de Wonderkrater generó variaciones paleoclimática
importantes, promoviendo que los particulados desprendidos durante el impacto, se elevaran, impendiendo la
interacción solar con el planeta, dicho proceso durante sus primeros años promovió la alteración del clima ecuatorial,
lo cual, supone que contribuyó a la glaciación andina o Lauricocha, la misma que afectó al hombre paleoandino
peruano; dicha afectación al ciclo solar terrestre se expandió hacia los extremos polares del planea, lo que generó micro
procesos glaciales en el hemisferio norte del planeta, como es el caso de la glaciación Winsconsin y Minnesota. Lo
mencionado por (Truc, Chevalier, & et al, 2013) explicaría parte del proceso paleoambiental que promovió la
movilización de otros componentes humanos; y procesos migracionales posteriores, los mismos que son concordantes
con los descritos por (Stanford & Bradley, 2013), si bien es cierto, estas poblaciones migrantes del impacto serian
solutrenses y Clovis en su mayoría, no se descarta que la presencia de grupos humanos pre Clovis se asentaran por
fenómenos naturales similares como las glaciaciones antes mencionadas. Esto, podría explicar los otros ejes teóricos
del poblamiento americano, como los descritos por (Rivet, 1943), (Méndes Correia, 1923), (Stanford & Bradley, 2013),
(Bahn, 1993) y (Guidon, 1986).

47
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

de procesos glaciales locales como el periodo glacial Lauricocha o Glaciación andina


hace 23.000-13.000 años a.C. variando los procesos de interacción antropogénica y
climática, llevando a estas primeras ocupaciones humanas del territorio de Tacna a
interactuar entre los disimiles pisos ecológicos costeros y altiplánicos; la «Calma
climática» - según (Bolaños Baldasari 2007, 43)-, habría gestado un proceso de
consolidación de las primeras ocupaciones humanas entre Moquegua y Camarones entre
8.000-3.200 años a.C. Dicho proceso de «Calma climática», habría derivado en que los
primeros asentamientos de Tacna, empiecen a tecnificar los procesos de aprovechamiento
agrícola y desarrollo cultural, los mismos que gestaron – junto a los grupos humanos
circundantes- a gestar un proceso de fortalecimiento organizacional de estos grupos.

Las varias oleadas de migración que se dieron durante breve espacio de tiempo, las
cuales – en muchos casos se dieron de manera simultánea. Dicho proceso inmigracional
sirvió como madre de la proto civilización andina sureña en el contexto sudamericano;
siendo el resultado de esto, la elaboración de códigos culturales y sociales particulares y
diferenciadores entre otros grupos. Este proceso de interacción en los valles de Tacna,
vienen dándose desde hace 13.500 años atrás como indican (Sandweiss, Daniel H. ;
McInnis, Heather; Burger, Richard L.; et al 1998, 1832), , (Ravines Sánchez 1971, 106-
115) , et al; los mismos que en sus diversos trabajos de investigación, demuestran una
interesante interacción entre los diversos grupos humanos y su interrelación costero-
altiplánica, las mismas que se ven en los yacimientos paleoarqueológicos de Toquepala,
Tacahauay, Morro Sama, Anillo, Miraflores, Picata, Qala Qala, Alfarillo, entre otras.
La formación y consolidación de los grupos sociales – desde grupos de cazadores-
recolectores hacia las consolidaciones del formativo temprano-, habrían permitido
promover la interrelación de sistemas productivos, culturales y rituales en estos; lo que
permitió una expansión de señoríos locales pre-tiawanacotas en el Sur del Perú, Norte de
Chile y Oeste de Bolivia, con lo cual, e gestó una consolidación cultural y política de
estos señoríos, los mismos que estarían unidos por la lengua Puquina, además de
expresiones pictóricas, textiles, funerarias y culturales comunes, las mismas que tenían
variaciones locales muy leves, manteniendo un esquema -en líneas generales-,
homogéneos.
Para (Sandweiss, McInnis y et al 1998, 1831-1832) existen dos grandes periodos en
los cuales los desarrollos regionales fomentaron el asentamiento y afianzamiento de las
proto-culturas locales en el sur del Perú; la evidencia asociada a esto yacen en los
posteriores «reocupaciones» de sitios más antiguos Quebrada de Burros, Quebrada
Jahuay, El anillo, Caplina, Tarata, Palquilla en Tacna y en Azapa y Camarones el norte
de Chile, y las ocupaciones altiplánicas adyacentes al Collao donde colindan los tres
países (Perú, Bolivia y Chile).
Según (Muñoz Ovalle 2004, 215), permitieron el desarrollo socio cultural productivo
en el norte chileno y sur peruano, dicho proceso, también incluyó la capacidad de
domesticación y aprovechamiento de las especies de flora y fauna. La incipiente
agricultura, originada en forma de cosechas anuales, permitió la expansión
sociodemográfica de las primeras poblaciones, generando, por tanto, un primigenio
sistema de intercambio entre otras poblaciones debido a la variabilidad de productos
presentes en los diversos pisos altitudinales, los cuales iban desde los andes hasta costa
del Pacífico.
La bidireccionalidad del intercambio social generó la apertura de rutas de trasvase
poblacional y cultural en los primeros grupos humanos de esta región; dichos primeros

48
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

pobladores iniciaron sus fases de consolidación y sofisticación cultural y tecnológico.


Como parte de este proceso de sofisticación, la domesticación de especies de fauna y flora
en los valles interandinos de Tacna empezó a gestarse los primeros desarrollos agrícolas.
Esta fase de domino del entorno geográfico promovió el desarrollo estatal de estos
señoríos locales hasta articularse con otros grupos étnico-culturales colindantes, dando
paso a la formación de estados y reinos macrorregionales.
Esta domesticación de las especies de fauna y flora, dieron como resultante el eje
arquetípico para el uso sostenible de los recursos y el desarrollo del marco ritual –
simbólico, que dieron paso a las primeras formulaciones de componentes sincréticos, las
mismas que fueron reflejadas en la cerámica y vestimenta de estas zonas durante el
horizonte temprano y medio, como señalan (Sagarnága 2007, 75), (Gordillo Begazo 1996,
97), (Focacci Aste 1981, 66-67), (Vela Velarde 2019, 131), entre otros. Dichas
expresiones culturales y rituales se desarrollaron de forma más compleja en el proceso l;
pre Tiawanacota hace 3000 – 1600 años a.C.
La evolución tecnológica y cultural de estos grupos pre-tiawanakotas en los territorios
de Tacna, se evidencian hace 3.200-600 a.C. Dichos procesos tecnológicos cerámicos y
tecnológicos se evidencian en las primeras utilizaciones de los materiales de barro y
quincha en las cerámicas y los aun incipientes complejos arquitectónicos desarrollados
en la región, como evidencian en los restos alfares de la investigación de (Bolaños
Baldasari 2007, 199-203). El uso de técnicas no cocidas de material alfar hace presumir
que estos procesos de producción alfarera de los primeros habitantes de Tacna pueden
remontarse a periodos del formativo temprano.
Sin embargo, (Focacci Aste 1981, 66-67) añade en su estudio la presencia de una fuerte
raigambre cultural de grupos pre tiawanacotas, como son los Cabuza, Chiribayas y
gentilares; al respecto de esto cabe indicar que la arqueología anterior al año 2000
considera como conformaciones sociales diferentes; estas diferenciaciones son impuestas
por limitaciones interpretativas de los investigadores, más no, de los procesos culturales
de los primeros pueblos entre los actuales territorios del sur del Perú, norte de Chile y
Oeste Boliviano-
Los ejes andinos – costeros circundaban entre tres puntos principales, los cuales eran
Arica, el corredor Quebrada de Burros, el mismo que abarca desde los asentamientos de
Yaradabaya hasta Ite y la costa de Moquegua en el puerto de Ilo. Dichos ejes comerciales
y culturales aprovechaban los corredores interandinos de Codpa (Arica), Jorge Basadre
(Locumba-Candarave), Caplina (Palca-Tarata) en el caso de Tacna y los corredores de la
Sierra de Moquegua en Puquina, Huachuta , Aliota, Asana, entre otros, los mismos, que
se integran a los corredores de la cuenca Locumba-Candarave hacia el Collao, al igual,
que los corredores de Caplina y Azapa, dando como resultado canales de trasvase social
y comercial hacia los reinos del Collao; este eje, marcó la consolidación macrorregional
que darían origen al imperio Tiawanaku.
3.1.1. El poblamiento y desarrollo socio cultural de Tacna y el sur del Perú
El desarrollo socio-demográfico en Tacna, que se gestaron desde el paleolítico hasta
el Formativo Temprano, habrían generado la consolidación cultural identitaria de los
primeros pobladores de Tacna; según (Ayca Gallegos 2006, 55), este proceso habría
derivado en la llamada «Cultura Tacana», dicha cultura – según el autor-, se habría
gestado de la integración de los grupos de «Camanchacos» del litoral Tacneño; este
proceso de la llamada «Cultura Tacana» no sería más que un periodo de contracción de
un desarrollo cultural anterior, el mismo que habría gestado las primeras consolidaciones

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

culturales del formativo temprano. Una evidencia que articula los desarrollos locales
dentro de una consolidación macrorregional, son los procesos derivados de fenómenos
climáticos y cambios medioambientales, que afectaron a estas poblaciones y sus fuentes
de sustento como señalan (Reindel, Markus, & Isla, Johny 2013, 85-88), evidencia de esta
interacción son los yacimientos arqueológicos de “El Cañón”, “San Antonio”,
“Miculla”, entre otros. Este proceso de reasentamiento de los pobladores de Tacna,
dieron como origen los primeros desarrollos arquitectónicos de la región, los mismos que
pueden remontarse a más de 3.000 a 1.600 años a.C.; el inicio de estos procesos
arquitectónicos puede verse reflejados en las practicas funerarias. La transición entre los
patrones funerarios de enterramiento en el suelo al desarrollo de construcciones funerarias
como las Chullpas; en Tacna, las Chullpas de Causuri, Tarata; muestran la transición entre
uno y otro, según (Romero Guevara 2013, 83-84) y (Kesseli y Pärssinen 2005, 384)3; En
tal sentido, no puede descartarse los desarrollos de estos patrones funerarios en periodos
anteriores a los indicados por (Gil García 2002), (Sagárnaga, Korpisaari y Antti 2009),
(Romero Guevara 2013), entre otros; de modo tal, que no puede descartarse que dichos
inicios arquitectónicos en el corredor costero-altiplánico de Tacna sean anteriores al
desarrollo tiawanacota, como señala (Szykulski 2013/2014, 76).
La maduración tecnológica y social de estas poblaciones llevaron a la consolidación
arquitectónica en los valles de Tacna, proceso, el cual resume la maduración cultural -
tecnológica y la participación en un estado macrorregional, al mantener componentes
religioso administrativos de importancia en los valles de Tacna, Locumba, Sama, como
menciona (Romero G., Santoro y al 2004, 263) – citando a (Gordillo 1993)-, indicando
que: estos patrones culturales y funerarios traducidos en patrones arquitectónicos se
dieron durante los primeros estados del Horizonte Temprano y Formativo temprano
Intermedio hace 1.200 a.C y 600 d.C. Del mismo modo, las referencias sobre las huacas
de Tacna (San Antonio y Tacna), demuestran un proceso de articulación importante entre
los corredores costeros y altiplánicos sobre esto (Belisario Gómez 1861, [Op cit] 13),
indica:
Al hallazgo de huacas y momias, conocidas en Tacna con el nombre de jentiles,
costumbre exclusiva de los antiguos del Perú; á ciertos bailes de indianos en las públicas
diversiones, recientemente abolidos [ref. periodo de extirpación de idolatrías], peculiares
los mismos; si se atiende a todo esto, decimos quedará aprobada la remota antigüedad de
nuestro país (…).

Del mismo modo el arqueólogo norteamericano Ephraim Gerorge Squier en su


expedición de 1861, indica la evidencia de construcciones líticas en los valles del Caplina
y sus serranías; además de proveer información sobre la huaca principal de Tacna, el autor
señala:
Primeramente, estas Chulpas consisten de quistes [¿Salientes?] o excavaciones de 4
pies y 3 pies de cimiento, con agrupamientos de piedras, la ruda bóveda de cubierta y
paredes está compuesta de piedras, no desconociéndose el tipo de cemento (…) las
superficies presentan una sólida masa en forma de torre (…) [Citado de (Squier 1877,
241-243)].

Al igual que (Squier 1877), el investigador escoces Smith, refiere que en la ciudad de
Tacna se evidencia la presencia de una construcción antigua, la misma que estaba
conformada por muretes de barro y quincha. La observación que da (Smith (M.D.) 1864,
13) evidencia la presencia una gran huaca, la misma que fue destruida durante el periodo

3 Vease (Szykulski, 1996: 201-219; Bengtsson, 1998: 98-107).

50
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

de conquista; construyéndose sobre ella la iglesia la catedral de la ciudad. 4.Por su parte


(Dagnino 1910, 62) nos brinda pistas de lo indicado por (Squier 1877, 241- 242), (Smith
(M.D.) 1864, 13) y (Belisario Gómez 1861, 13), indicando lo siguiente:
(…) en Tacna quedan recuerdos de las escavacio1ies practicadas en años anteriores
en la pampa que se extiende al sur del polvorín, llamada «jentilar», así como al norte de
la estación del ferrocarril. Varios arqueólogos las han estudiado a su vez desde el punto
de vista científico. Actualmente no se paga por hurgar una huaca, pero en tiempo de la
colonia eran propiedad del rei, i para abrirlas se necesitaba el permiso de los oficiales
reales, correspondiendo una parte del producto a la real hacienda. [Citado de (Dagnino
1910, 62)].

Del mismo modo (Uhle 1919, 04/68-72) indica que en Tacna la huaca que precedía a
la construcción de la catedral fue una construcción de piedra al mismo estilo de
Calasasaya; estableciendo una reutilización del material arqueológico en dicha
construcción [refiriéndose a los restos de la antigua catedral afectada por el terremoto de
1868]; posteriormente el mismo autor señala:
Varios cementerios a corta distancia más al Sur, que son del período de Tiahuanaco,
representado también en Tacna (…) Hubo grandes cementerios al Noroeste de Tacna del
período de Tiahuanaco con miles de sepulturas; más, habiendo sido devastados, sólo
quedan en ellos pocos e insignificantes fragmentos de loza pintada. Parece que los vasos
de la lám. XV, figs. I y 4· tienen este origen. [Citado de (Uhle, La arqueología de Arica
y Tacna 1919, 72)].

Lo mencionado por (Uhle 1919, 72) brinda información sobre esta tipología de
construcción a base de barro y quincha, las mismas que habrían sido parte del proceso
integración de técnicas arquitectónicas de reinos colindantes en el norte del Perú, como
señala (Szykulski 2013-2014, 83-86), desde influencia alfarera e iconográfica a la
arquitectónica como menciona (Gordillo Begazo 1996, 98-99).
3.1.2. La articulación macroregional y el desarrollo de la Cultura Puquina

El desarrollo de la Cultura Puquina como resultante del proceso de consolidación


geográfica-cultural de los primeros habitantes del sur del Perú, se ven reflejados en la
influencia pictórica, cultural, lingüística de los primeros señoríos de Tacna. La
articulación costero altiplánica, es persistente en la evidencia arqueológica de la región,
la influencia de Churajon en los primeros yacimientos arqueológicos precerámicos de la
región, habrían dado soporte a la influencia y articulación de los primeros señoríos locales
de Moquegua, Tacna y Arica, como señala (Szykulski 2013-2014, 93), los mismos que
datan hace 6.500 -3.600 años a.C.
Por su parte (Martinson y al 2003, 196) indica que la conexión entre el desarrollo
Chiribaya y la primera fase de Tiawanaku se gestó entre 1.500 -1.000 a.C. con lo cual,
estos desarrollos arquitectónicos – en donde se circunscriben las huacas de Tacna-,
podrían ser procesos pre Tiawanaku, los mismos que se extenderían en la consolidación
de Tiawanaku imperial, esto habría promovido un estadio previo al desarrollo
arquitectónico megalítico tiawanacota; las mismas que se evidencian en el periodo
imperial Tiawanaku. De esta influencia y maduración arquitectónica -como se observa en

4«Las rocas antiguas en la provincia de Tacna presentan un remarcada uniformidad. Todo esta desarrollado en lineas
paralelas y cuenta con pequeños subterraneos canales, bajo ellos, existen enterrados pequeños cuerpos en la misma
posición, acompañados de implementos e instrumentos, que fueron usados en vida, lo mismo se evidencia en el distrito
de Palca (...)».

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

el esquema constructivo en Puma Punku, Bolivia-, se habrían nutrido los señoríos


colindantes, como refiere (Squier 1877, 241-243).
Sin embargo, cabe indicar que este periodo de transición entre el uso de la quincha y
barro por complejos líticos mixtos (barro y piedra) habrían sido parte de un largo proceso
como indica (Bolaños Baldasari 2007, 27-28), la misma que se traduce en los hallazgos
de (Uhle 1919, 68-72), (Smith (M.D.) 1864, 13) y la expedición botánica de (Frezier
1716), las mismas que brindan importantes e interesantes descripciones de este valle y su
proceso de maduración socio-cultural, evidenciada desde su proceso arquitectónico,
cerámico y lingüístico.
En tal sentido, analizando la información y evidencia establecida por los estudios de
(Bernedo Málaga 1947, 37-38), (Szykulski 2013-2014, 93) y (Martinson y al 2003, 196)
estas integraciones culturales, tecnológicas y comerciales habrían dado base a la
consolidación del estado Tiawanacota, por tanto, cabe considerar que estas interacciones
fueron motivadas por procesos articuladores antropogénicos y ambientales, los mismos
que decantaron en códigos culturales, tecnológicos y lingüísticos comunes en los
pobladores de esta macrorregión, los mismos que se evidencian en los rezagos
lingüísticos onomásticos de Tacna -como menciona (R. Cerrón Palomino 2020, 6-7)-, y
la evidencia arqueológica anteriormente indicada.
3.2. La evidencia del puquina en Tacna como base Tiawanaku

3.3.Los orígenes Puquina.


Los estudios de (DeFrance y Álvarez 2004, 260-261), (Dillehay 2013, 17-18),
(Bolaños Baldasari 2007, 348-349), (Martinson y al 2003, 199-201), et al, los primeros
grupos que poblaron la costa sur peruana y norte chilena, tuvieron desarrollos y
consolidaciones desde hace más de 10.000 años de antigüedad; estos grupos promovieron
una homogeneidad tecnológica y cultural, la misma que fue amalgamada por
componentes culturales y rituales, que dieron como resultado el desarrollo de procesos
sociales desde las comunidades cazadoras-recolectoras hasta estados micro y macro
regionales hacia el arcaico tardío. Según (Muñoz y Chacama 2004, 218-219) la
articulación social y comercial de las poblaciones costeras del sur del Perú y norte de
Chile con el altiplano habrían promovido el desarrollo de cohesiones comerciales,
culturales y sociales que dieron origen a las primeras expresiones de una macro
consolidación regional, que daría origen al imperio Tiawanaku.
Para (Bernedo Málaga 1947, 26-27) las articulaciones bidireccionales trajeron como
consecuencia las primeras implementaciones de un estado – reino macrorregional durante
el horizonte medio (2000 – 1.100 años a.C.), generando componentes de aglutinamiento
social, entorno a códigos semiológicos y lingüísticos y culturales que dieron origen a la
cultura Puquina. Estos desarrollos se dieron en los diversos pisos ecológicos del territorio
comprendido entre Arequipa y Copiapó, con incursiones hacia al altiplano como
menciona (Silva Sifuentes 2000, 215); dicho proceso de articulación estatal-cultural se
habría iniciado hace 4500-3500 años a.C
Los estudios paleoarqueológicos y arqueológicos han demostrado que el paleo hombre
andino, contaba con actividades culturales complejas, las mismas que iban más allá de
meras expresiones pictográficas las cubiertas de piedras o insípidos rituales funerarios y/o
de adoración a las deidades; muy por el contrario, el hombre paleoandino del sur peruano.
Los primeros habitantes del sur del Perú y norte de Chile tenían complejos aspectos
culturales-ritualísticos, los mismos que habrían decantado en códigos lingüísticos de
52
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

características propias, las mismas que harían diferencia con otras etnias limítrofes a lo
largo del territorio interandino, como mencionan (Standen, Vivien G 2003, 179-180) y
(Umire Álvarez 2013, 216-218). Los patrones socio-culturales y sus interacciones, son
reflejados por (Bernedo Málaga 1947, 32-33) para definir dicha integración como una
cultura de desarrollo macrorregional.
El investigador Max Uhle (1919), en su trabajo arqueológico en Tacna y Arica,
reconoció componentes de fases tempranas de Tiawanaku en Tacna y Arica; los patrones
alfares demostraron una presencia cultural temprana tiawanacota en los territorios
costeros del sur del Perú y Norte de Chile5. Tanto Uhle como Bernedo Málaga – ambos
citando a (Posnansky 1911)-, dan como referencia al Puquina, como eje socio-cultural de
los primeros componentes humanos en los territorios costeros del sur del Perú; y su
interrelación con las poblaciones altiplánicas.
Los recientes estudios de ADN hechos por (Rothhammer, F; et al 2014, 273-274),
evidencian que los grupos predecesores del desarrollo Tiawanaku, no provendrían de
componentes aimaras; entonces, cabría preguntarse: ¿Qué grupo étnico fue el que
desarrolló este desarrollo Tiawanaku en el Collao y en los territorios costeros del Sur del
Perú y Norte de Chile?
Un indicador importante es el desarrollo propuesto por (Rothhammer, F; et al 2014,
273-274), quien indica que estos primeros desarrolladores de Tiawanaku, provendrían de
componentes yungas y no aimaras; estos grupos- según (Gordillo Begazo 2014, 31-32)-,
habrían conformado los primeros grupos en consolidarse en los desarrollos locales y
macrorregionales costeros del Sur del Perú y Norte de Chile. El eje gravitante de Tacna
y Arica, en su articulación socio dinámica entre la costa y el altiplano a la meseta del
Collao, habrían promovido la interacción sistemática de componentes humanos
altiplánicos – costeros desde hace 11.000 años. Esta interacción, promovida por
fenómenos medioambientales, como señala (Reindel, Markus, & Isla, Johny 2013, 85-
88). Estas interacciones climatológicas – según (Reindel, Markus, & Isla, Johny 2013,
90-91) habrían cambiado el paisaje y la dinámica socio productiva de las sociedades
costeras durante el intermedio tardío, lo cual conllevó a promover patrones industriales y
productivos a nivel agrícola y arquitectónico dentro de los corredores interandinos, como
también señala (Bolaños Baldasari 2007, 348-349).
Por su parte (Kleeman, Otto; et al. 1975, 117-119) evidencia un proceso escalonado
de implementación y consolidación de patrones Tiawanacotas Fase I en los restos alfares
de los Valles de Sama y el Caplina, Tacna. Esto podría inducir a establecer un contexto
de bidireccionalidad de integración socio cultural entre los señoríos costeros y
altiplánicos que dieron forma al imperio Tiawanaku; del mismo modo (Uhle 1919, 09)
delimita la influencia de la Cultura Puquina en este proceso de desarrollo de las
poblaciones en los corredores costeros e interandinos. (Posnansky 1913, 04-05), por su
parte, indica que el origen del imperio Tiawanaku, habría tenido su base en las etnias y
reinos locales circundantes a la costa del Océano Pacifico y los reinos interandinos entre
la costa y la Meseta del Collao, lo cual, confirmaría desde la semiología, lingüística y
arqueológica la génesis tiawanacota de elementos puquina de estas zonas.
Para (Bernedo Málaga 1947, 26-27) la integración de los reinos locales desde Arequipa
hasta Atacama, habrían engendrado los códigos lingüísticos, Culturales y sociales del
Puquina, prueba de ello, es el reflejo toponímico que aun guardan estas zonas, en tal
sentido, los componentes aimaras serían posteriores al desarrollo de los primeros grupos
5 Cf. Max Uhle (1919) La arqueología de Arica y Tacna. Pp. 07-09.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

puquinas y su influencia en la Fase I-VI de Tiawanaku donde alcanzó su mayor grado de


expansión. Sin embargo, autores como (Baitzel y Rivera Infante 2019, 10), (Vela Velarde
2019, 133-134); et al; indican la presencia de un componente cultural denominado
«Cabuza»; para estos autores, los «Cabuzas», serían componentes sociales influenciados
por los Tiawanaku dentro de los territorios de Moquegua, el valle de Sama, Tacna y Arica
alrededor del siglo X y XI d.C.
La teorización «Cabuza», conforme a la evidencia relacionada por los trabajos de
(Uhle 1919, 55-60), (Muñoz Ovalle, Iván, Corvacho Ganahin, Oscar, & Gordillo Begazo,
Jesús. 2016, 394), et al; indican que los componentes pre tiawanacotas, incluso, el
Tiawanaku fase I, ya se encontraban en las regiones de Moquegua, Tacna y Arica; de
modo tal, que el «Cabuza» no sería un componente socio-cultural integrado de una
diáspora post Tiawanacota; ni tampoco un proceso desligado a los procesos culturales,
sociales y tecnológicos pre Tiawanaku, con lo cual, el «Cabuza» no cuenta con evidencia
tangible más allá de los procesos interpretativos de los investigadores, con lo cual, cabe
suponer que estos procesos corresponderían a las primeras agrupaciones Puquinas del sur
del Perú.
3.4. Los origenes puquina del Tiawanaku
3.4.1. Los desarrollos locales de las etnias pretiawanakotas del sur del Perú y la consolidación
Tiawanaku

Los procesos socio-culturales en el extremo sur del Perú – especialmente en el caso de


Tacna-, permitieron generar desarrollos que contribuyeron y abonaron desde las primeras
ocupaciones humanas en estos territorios a entrelazar un fuerte componente cultural entre
la costa y la meseta del Collao, de este proceso se desarrollaron factores culturales y
lingüísticos identitarios, los cuales, contribuyeron a consolidar el imperio Tiawanaku.
Tacna, fue un punto neurálgico de este proceso, al ser el eje geográfico de interrelación
entre las riberas del Lago Titicaca y las costas del océano Pacífico; la evidencia
paleoarqueológica, arqueológica y etnográfica evidencia que este largo proceso de
consolidación cultural de las primeras comunidades, dieron como resultado la generación
de códigos lingüísticos culturales comunes entre los desarrollos humanos locales; los
mismos que agruparon a los reinos desde Arequipa (en el Sur del Perú) hasta Copiapó
(norte de Chile) y Oruro, Cobija (en el oeste de Bolivia) y el norte argentino. Los mismos
que desde el periodo Formativo Temprano dieron como resultado la construcción de uno
de los grandes imperios del Perú precolombino, el cual fue: El imperio Tiawanaku.
Los trabajos arqueológicos de (Vela Velarde 2019, 133-134), (Uribe R. 2004, 79-80),
(Garaycochea 2016, 201-203), (Williams, Isla y Nash 2001, 72-73), (Gordillo Begazo
2014), et al; refieren que las interacciones socio-culturales dieron como origen la
conformación de códigos lingüísticos propios entre estas etnias, las mismas que
decantaron en una gran consolidación cultural; estas interacciones se ven reflejadas en las
expresiones pictóricas, textiles, funerarias y cerámicas entre estos grupos, los mismos que
se evidencian en periodos posteriores (durante el desarrollo Tiawanaku) hace 2000 a 1000
años atrás de forma extendida y homogénea a lo largo de los reinos que integraban el
Tiawanaku.
Estos reinos proto tiawanacotas contribuyeron a la conformación etnográfica y
semiótica de estos territorios; sin embargo, autores como (Vela Velarde 2019, 127-128)
señala que el proceso de integración Tiawanaku de los reinos de Tacna, Moquegua, Arica,
entre otras ciudades de Sur del Perú y Norte de Chile, fueron procesos posteriores,
dándole una atribución de contribución del Tiawanaku a la “Cultura Tacna“, como

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

sostiene (Ayca Gallegos 2006, 117-118); aunque la delimitación étnico cultural que
brinda (Ayca Gallegos 2006, 117-118), no guarda relación con un desarrollo local
diferenciado de otros reinos macrorregionales, se puede establecer que la mal llamada
«cultura Tacna» o «Cultura Tacana», no sería más que un reflejo de un proceso de
consolidación cultural anterior; la cual, es parte de un solo componente desarrollado desde
las primeras ocupaciones costeras del Sur del Perú y Norte de Chile. Por tanto – como
mencionamos anteriormente-, hablar de la «cultura Tacna» o «Cultura Tacana», no es
más que un reflejo dialectico de singularización de un desarrollo macrorregional amplio
y diverso; del mismo modo, podemos indicar la desvirtuación del fenómeno «Cabuza»
como menciona (J. P. Gordillo Begazo 2021).
Para (Silva Sifuentes 2000, 198), esta conexión habría generado las bases culturales-
lingüísticas del aimara, y no como se ha sostenido por los aimaristas que su primogenitura
cultural y racial serían propias de la región del Collao y del Tiawanaku; desde la evidencia
arqueológica, se puede inferir que la presencia Wari en el sur del Perú fue reducida, y
relegada a un ámbito ritual-ceremonial de peregrinación en la zona noreste de Moquegua,
específicamente en el adoratorio de Cerro Baúl. Este territorio, el cual, era parte
fundamental de los procesos formativos tempranos pre-puquinas tiawanacotas, tuvieron
un fuerte componente socio-cultural propio desde el 3.400 a.C al 900 d.C. el dominio de
territorial de esta zona. Como menciona (Williams, Isla y Nash 2001, 70-71) sobre la
interconexión Wari – Tiawanaku Fase OMO en el norte de Moquegua.
Dichas interacciones habrían generado componentes de intercambio cultural y
tecnológicos y comerciales entre Tiawanacotas y Waricotas; sin embargo, la conexión de
Cerro Baúl, Moquegua tuvo una frontera bien definida, la misma que se evidencia en una
presencia pura del Tiawanaku en los sectores de Torata y Omo; por tanto, ha de
establecerse que los componentes Waricotas se limitaron a un ámbito netamente ritual en
la región de Cerro Baúl; en tal sentido, se puede afirmar que el límite geográfico y cultural
que se desarrolló en Moquegua marcó el límite de influencia política a los reinos locales
que eran parte del Tiawanaku en la zona sur del Perú, norte de Chile y noreste boliviano
y argentino; de este modo se estableció cierto proceso de imperturbabilidad del puquina
como base cultural y lingüística del imperio tiawanacota.
3.4.2. El Puquina desde la Onomástica Andina en el Valle de Tacna

La onomástica de la región Tacna; y la macro regionalización sur, que articula el Sur peruano
desde Arequipa hasta Tacna, el norte chileno (desde Arica hasta Copiapó) y el oeste boliviano
(desde La Paz hasta Tarija), tienen componentes toponímicos prominentemente Puquinas, los
mismos que fueron anteriores al desarrollo Tiawanaku y a la expansión imperial Inca.
Estos componentes lingüísticos los conocemos por los trabajos de recopilación y compilación
de vocabularios realizados por los conquistadores españoles; aunque los mismos cronistas indican
componentes semiológicos y semánticos diferenciadores entre el Quechua, Aimara y el Puquina,
delimitan a este último, como: «La Lengua Secreta del Inca»; lengua la cual, era dominada
principalmente por los caciques de la zona sur del Perú.
Como menciona (Bouysse-Cassagne, T. 2010, 284-285), las primeras evidencias
documentales del Puquina en estas poblaciones del sur del Perú, se conocen gracias al trabajo
realizado por Alonso de Barzana en 1594, donde señala un lenguaje anterior al de los señores
Incas; y que era hablado por la elite de los pueblos del Collao y los reinos anexos a este. Del
mismo modo, (Bernedo Málaga 26-27) delimita el origen de la cultura Puquina y su lengua a
ecológicos adyacentes entre la costa y el páramo andino, para el autor, la zona de expansión de
los primeros asentamientos Puquina, se habrían gestado en los reinos locales desde Pichu Pichu

55
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

(Arequipa, Perú) hacia la zona del Uru Uru (Oruro, Bolivia) y entre ellos los largos desiertos del
Copapu o Copiapó (Norte de Chile).
Bernedo Málaga, aglomera al grupo étnico Puquina como parte del quechua, sin
embargo, existen grandes diferencias – en el periodo Formativo Temprano-, entre ellos
(R. Cerrón Palomino 425-426), quien delimita esta presencia a los territorios entre
Arequipa y Atacama, el mismo autor en su estudio de “Onomástica andina“ confirma el
territorio donde se desarrolló y circunscribió el puquina por medio del análisis de la
toponimia y fonética lingüística que perduran en estos lugares, desarrollada esta
diferencia de asentamiento geográfico de los poblados puquina en el sur del Perú. Para
(Posnansky 04-05) indica que el origen del imperio Tiawanaku, habría tenido su base en
las etnias y reinos locales circundantes a la costa del Océano Pacifico y los reinos
interandinos entre la costa y la Meseta del Collao, lo cual, confirmaría desde la
semiología, lingüística y arqueológica la génesis tiawanacota de elementos puquina de
estas zonas, de modo tal, que esto se evidencia en la onomástica de los valles de Tacna,
los vocablos con terminaciones Aya, Palla, Waya, Ürü, Aqca, LLai, Malqu, Pucqy, Üshu,
Kori, Kala, Ara, Paca, entre otros, los mismos que se evidencian en la toponimia regional.
Uno de los componentes toponímicos más importantes de la Región; y que fue
utilizado de forma anterior a la expansión Puquina a Tiawanaku, se evidencia en el Apu
tutela de la ciudad, el cual es: el Inti Ürkütü, en cuyas faldas se evidencian patrones
arqueológicos funerarios-rituales anteriores a Tiawanaku, como evidencia el trabajo de
(Uhle 1919, 71).
Del mismo modo, el centro ceremonial de MalquLlai o Miculla, evidencia que dicha
toponimia guarda relación con el significado de las palabras conjugadas, la misma, que
se compone de los términos: Malqu (antiguos) y Llai (ceremonial), en la cual se encuentra
evidencia de ocupaciones anteriores a los procesos de desarrollo regional del formativo
temprano, remontándose al arcaico intermedio.
Los valles interandinos de Ilawaya, Pallawaya [Pallagua] Yaradawaya, Palca, entre
otros, los cuales son corredores de interconexión entre la costa y el altiplano del Collao y
la rivera del Lago Titicaca. Estas evidencias de la onomástica regional, demuestran la
consolidación del Puquina desde tiempos remotos, con lo cual, el Puquina, sufrió varios
periodos de expansión, contracción, integración y articulación con desarrollos
macrorregionales, como sucedió con Tiawanaku y el Imperio Inca; de este proceso de
adhesión del puquina hacia componentes Tiawanaku, como señala (Bernedo Málaga
1947, 33), sobre esto (Silva Sifuentes 198), añadiría que esta conexión habría generado
las bases culturales-lingüísticas del puquina, y no como se ha sostenido por los aimaristas
del aimara. En tal sentido, la primogenitura cultural del Tiawanaku, correspondería a un
componente prominente Puquina.
Durante los periodos de consolidación de los imperios Wari y Tiawanaku, se evidencia
ejes de articulación entre ambos en el sector de Moquegua, específicamente en Cerro
Baúl, como señala (Williams, Isla y Nash 70-71), hacia el 100 a.C. al 200 d.C. los Wari,
tuvieron puntos de encuentro ritual con los Tiawanacotas (fase OMO) al norte de
Moquegua; por tanto, estos componentes toponímicos fueron asimilados tanto por los
grupos Wari y Tiawanaku de forma posterior al desarrollo lingüístico cultural de este
reino macrorregional; sin embargo, cabe indicar que dicha interacción (Wari-Tiawanaku)
se limitó al área de Moquegua, específicamente al entorno de Cerro Baúl, más no, a las
regiones al sur de estas, donde la consolidación Tiawanaku fue más sólida.

56
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Asimismo, la evidencia arqueológica, y las dataciones adyacentes a ellas, demuestran


que los componentes culturales de los Puquina son anteriores a la influencia Tiawanaku,
por tanto, la interacción social, comercial y cultural, se habría gestado entre la costa y el
altiplano, articulando patrones culturales, lingüísticos y semiológicos bidireccional, por
lo cual, no habría desarrollo Tiawanaku sin la influencia de los primeros grupos culturales
costeros de Moquegua, Tacna, Arica, Iquique y Tarapacá. Los patrones funerarios y
alfareros indican patrones estratigráficos anteriores en 1.000 años al desarrollo
Tiawanaku, en dichas evidencias arqueológicas, se pueden observar patrones que
posteriormente fueron adquiridos por los alfareros tiawanacotas.
Esta macro localización o macro regionalización de la cultura Puquina en la región -
a la cual (Rostowrowski 26-29)-, denominó el Reino del Collisuyo, estaba compuesta por
los ayllus ancestrales desde antes del Tiawanaku, estos señoríos locales, los cuales,
compartían codificaciones lingüísticas, culturales y sociales tuvieron un pivote gravitante
durante los periodos pre Inca e Inca; los estados tiawanacotas fueron gobernados por estos
Señores hasta su caída en el año 1100 d.C., durante la formación del incanato, estos
“Señores Puquina”, con el desarrollo de la expansión de los panaca tiawanacotas y su
consolidación con los reinos quechuas del Qosqo [Cuzco], se gestó y consolidó lo que
pasaría a formar parte de la nobleza incaica y la fase inicial de este.
Los reinos puquina del Collisuyo, contribuyeron de forma fundamental para las fases
expansivas iniciales del incanato, sobre esta referencia (Bernedo Málaga 52-54) señala
que los conquistadores españoles notaron diferencias sustanciales entre los indígenas de
“estas zonas” (Arequipa-Atacama/ Potosí, Cobija y el lago Titicaca); el cronista (Huaman
Poma de Ayala 49-50) señala que los [Sic]: «Indios aimara de Tiaparo, fueron pasados
por los doctrineros [extirpadores de idolatrías españoles] a cristianizarles, y que estos
fueron ayudados para continuar marcha al sur (Collisuyo) para conquistar a los señores
que aun habitaban en estas zonas”, con lo cual, se evidencia que las zonas al sur del Cuzco
y el Collao eran dominadas por grupos étnicos diferentes a los aimara. Del mismo modo
(Cieza de León 59) hace una referencia adicional a lo indicado por Huamán Poma de
Ayala, indicando lo siguiente:
En los tiempos pasados, ántes que los Incas reinasen, es cosa muy entendida que los
naturales destas provincias no tenian los pueblos juntos como ahora los tienen, sino
fortalezas con sus fuertes, que llaman pucaraes6, de donde salian á se dar los unos á los
otros guerra; y así siempre andaban recatados y vivian con grandísimo trabajo y
desasosiego. [Op Cit. Cieza de León. Pág. 59].

Los “Pucaraes” o puquinas fueron bien descritos por Cieza de León y Huamán Poma
de Ayala, dando su expansión territorial y como se articulaban con la panaca Inca durante
la expansión de Inca Yupanqui, el cronista español (Cobos 114), señala que los caciques
del Collao fueron anteriores a los Señores Incas, estos tenían sus reinos desde la sierra
hasta la costa, llegando a los páramos de Tarija y Tucumán (Argentina).
La referencia de los cronistas sobre los reinos Puquinas predecesores del Tiawanaku,
marcaron los orígenes de los primeros Señores Incas, en tal sentido, los cronistas hacen
una marcada diferencia entre estos reinos locales del Collisuyo y los grupos aimaras, de
tal modo, que la referenciación geográfica que hacen los cronistas sobre los aimaras y el
Collao, es fundamental para entender los procesos de apropiación cultural de estos
grupos, sobre los orígenes puquinas, asimismo, el cronista (Cobos 120-127) añadiría a
esto que los “antiguos señores”-refiriéndose a los Tiawanaku-, habrían dado origen a los

6Sur del Cuzco, Meseta del Collao, Arequipa, Moquegua, Tacna, Arica, Iquique, Tarapacá, Antofagasta, Copiapó,
Oruro, Cobija Catamarca, Jujui.

57
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

“Incas Míticos”; estos gobernaban un extenso territorio de donde salieron los más
prominentes lideres hacia el Cuzco, sobre esta base (Bernedo Málaga) añadiría que en
efecto, los puquinas y la nobleza Tiawanacota se habrían establecido hacia el interior del
Lago Titicaca, específicamente a los Uros, y que estos darían origen al desarrollo del
incanato, posterior a la implosión de Tiawanaku, (Bernedo Málaga 54), indica:
Los Uros y Puquinas se extendieron desde el lago Titicaca, en cuyas islas tenían sus
moradas a orillas del río Desaguadero desde épocas muy remotas hasta la Cordillera
Volcánica de Tacna, Moquegua y Arequipa. En cuyas vertientes se establecieron casi
hasta el litoral marítimo.

Conforme a lo detallado por los cronistas, el proceso de interacción y los reinos proto
puquinas, habrían dado las bases sociales, culturales y lingüísticas al imperio
Tiawanacota; por tanto, el puquina, habría amalgamado el componente lingüístico-
cultural de aquel imperio a lo largo de casi un milenio. Durante la implosión de este
imperio, las etnias esparcidas a lo largo de la región del Collisuyo ó Colesuyo,
mantuvieron las tradiciones fundacionales del Tiawanaku y sus fases formativas (reinos
pre puquinas). Al desarticularse el Tiawanaku, estas etnias como: los Lupaças, Collas,
Chiribaya y demás grupos locales gestaron consolidaciones macrorregionales a lo largo
del territorio del Collao y sus trasvases costeros; los mismos, que a través de los cultos y
ceremoniales rituales habrían confluido en el Lago Titicaca y reunificado los preceptos
estatales del imperio Tiawanaku, hacia una conformación expansiva al Cuzco, como
describe (Cobos 124.). Sobre los reinos Lupaças o Lupaças (Salles y Noejovich 75)7,
aaunque los autores indican a los Lupaqas o Lupaças como parte de la etnia aimara, las
referencias largamente difundidas desde la arqueología, la lingüística y la genética, hacen
visible, que estos – refiriéndonos a los Lupaqas o Lupaças-, serían de origen pre-
puquina;y no aimaras.
Para (Varón Gabai 226) indica que la presencia aimara es posterior a la conquista
española, con las encomiendas dadas a la descendencia de Huayna Cápac, por el apoyo
durante la conquista; del mismo modo (Pease G.Y. 14), señala, que: los Lupaqas,
mantuvieron sus derechos comerciales y territoriales al sur oeste del Lago Titicaca,
específicamente en los territorios circundantes a los valles de Moquegua y Sama (Tacna);
y que su influencia en los reinos Tiawanacotas, datan desde las primeras conformaciones
macrorregionales pre Tiawanaku, por tanto, su naturaleza no correspondería al aimara, si
no, a reinos eminentemente puquinas, como advierte Cerrón Palomino desde la
“Onomástica andina”, en el mismo sentido (De la Vega y Stanish 268) refleja cómo los
reinos costeros y altiplánicos se articularon y desarrollaron, dejando evidencia de su

7 Queda marcada en términos geopolíticos y geoeconómicos la evolución de las culturas preincaicas en el área,
estableciendo una diferencia con las orientaciones de la etnografía argentina, que hace hincapié en las formaciones al
sur del Titicaca, como se aprecia en el Mapa 3. Regresando al área del Titicaca, los hallazgos arqueológicos indican la
cultura Pucará, hacia el norte y la Chiripa hacia el sur, incluyendo el área que, posteriormente, será el espacio Lupaqa,
apareciendo luego la civilización del Tiwanaku, la misma que, según Conlee, Dulanto, Mackey y Stanish, se constituyó
en poder regional hacia 600 de nuestra era, con un pico en 900 y una declinación a partir de 1000; Tarragó , por su
parte, fecha su hegemonía entre los siglos V y XI, en tanto Muñoz Ovalle ubica la influencia del Tiwanaku en el valle
de Azapa a partir del 300. En la arqueología peruana se reconoce el aporte de Tiwanaku en la cultura Wari, ubicada en
Ayacucho, y que se extendió hacia la costa central, Lumbreras incluso se refiere a una posible invasión de la cultura
altiplánica; la cronología dada por este autor, del siglo VI al siglo XI, concuerda con el periodo indicado para Tiwanaku.
Otro debate se abre sobre las causas de la caída de esa civilización; frente a las tesis de Kolata respecto de problemas
climáticos -que desarrollamos en la siguiente sección- y la de Dittmar, acerca de una "invasión aimara", que no son
excluyentes; veamos la de esta última. Sobre la base antropológica que suministra la etnogénesis, la autora atribuye el
origen aimara a tres movimientos: de la vertiente oriental del Titicaca, del noroeste argentino y del sur peruano; entra
en el terreno de las posibilidades, pero el caso concreto generalmente aceptado es la formación de señoríos aymaras a
partir del siglo XIII.

58
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

proceso de maduración cultural en los procesos chullpares en los corredores interandinos


de Huaylillas y Palca, los mismos que se remontan hace 4.500-2.000 años a.C.
Lo indicado por (De la Vega y Stanish) permite sostener los orígenes de reinos pre
tiawanacotas (puquinas) de estos señoríos; dejando de lado la hipótesis aimara. Este
problema de discernimiento – en base a la evidencia lingüística y arqueológica-, ha
contribuido a la narrativa aimarista de estos reinos; dicha problemática, puede explicarse
por lo mencionado por parte de (Cobos 26), señala que los diversos vocabularios para la
doctrina fueron generados principalmente en aimara y quechua, por ser lenguas masivas,
no detallándose las “lenguas cultas“ y de “grupos especiales“, en donde se encontraría
el Puquina, sin embargo, tanto Cieza de León, como Cobos, indican que existe una lengua
particular, utilizada exclusivamente por la nobleza Inca, esta lengua – según (R. Cerrón
Palomino 298) sería el Puquina. En tal sentido, puede inferirse que los reinos Lupaças,
mantuvieron al Puquina como su código lingüístico predominante hasta después de la
implosión del imperio Tiawanaku.
4. Conclusiones.

Los trabajos de (Bolaños Baldasari 2007), (DeFrance y Álvarez 2004) ,(Focacci Aste
1981), et al, indican que los desarrollos sociales y culturales en la costa sur del Perú y
norte de Chile, especialmente en Tacna, son de las más tempranas en la región,
estableciéndose su presencia entre 13.000-10.000 años a.C. los procesos tecnológicos,
sociales y culturales, evidencian que las poblaciones en la Región de Tacna, establecieron
a lo largo del Arcaico intermedio y el Formativo temprano, una serie de procesos de
sofisticación y consolidación, la misma, que se gestó a través de la costa hacia el
altiplánico por medio de los corredores interandinos de Tacna y Arica. Este proceso de
articulación social, conllevaron a que los grupos de este corredor costero (Moquegua –
Tarapacá) desarrollaran procesos de cohesión social-cultural, la misma que se tradujo en
procesos arquitectónicos, alfares y culturales que dieron identidad a estos primeros
grupos, como resultado de esta interacción se encuentran procesos de similitud alfar y
cultural entre los reinos costeros y Tiawanaku. El trabajo de (Bolaños Baldasari 2007) y
(J. Gordillo Begazo 2014) nos permiten evidenciar que estos primeros grupos sociales
tuvieron patrones cerámicos que preceden a Tiawanaku, por tanto, asumir, que
Tiawanaku se nutrió de los desarrollos sociales costeros, son una hipótesis más que viable
y sustancioso.
La evidencia de los poblamientos tempranos durante el arcaico temprano y el horizonte
medio en los valles costeros e interandinos de Tacna, hacen presumir que estos grupos
corresponden a un solo núcleo, los mismos que utilizaron diferentes materiales en base a
la disponibilidad de recursos adyacentes a sus asentamientos, manteniendo patrones
homogéneos entre ellos. En base a los patrones de dinámica social, que se mantienen a
día de hoy, los corredores interandinos y la influencia costero-altiplánica, son un fuerte
indicativo de esta interrelación socio-cultural, con lo cual, el componente de influencia
en el desarrollo primario de Tiawanaku, provendría de una gran influencia de los
desarrollos costeros del sur del Perú y Norte de Chile, los mismos que dieron origen a la
Cultura Puquina, la cual, también, fue eje neural del imperio Tiawanaku en el sur del
Perú.

59
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

5. Agradecimientos
A mi hijo y familia quienes me aportan la fortaleza para estudiar y comprender la herencia
histórico cultural de Tacna, del mismo modo agradecer al arqueólogo Jesús Gordillo Begazo,
quien me ha permitido ahondar en el proceso arqueológico de Tacna, siendo mi mejor maestro.

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64
ARCHIVO
REGIONAL
DE TACNA
Monumento de Batalla del Alto de la Alianza,
Tacna, Perú Su historia es tu historia...
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Investigación e identificación de restos humanos en


el escenario de la Batalla del Alto de la Alianza (1880).
Aproximación metodológica para casos de conflicto
Patricia Milena Vega-Centeno Alzamora. Especialista Arqueología del Conflicto. Pontificia Universidad Católica del Perú.
Miembro honoraria Asociación de Estudios Históricos de Tacna.

Introducción

La guerra declarada por Chile contra Perú y Bolivia (1879-1884), fue un largo
proceso bélico que involucró una serie de enfrentamientos militares, tanto en el mar como
posteriormente en tierra, a lo largo de varios sitios de batalla y combates navales. Uno de
estos últimos corresponde al Campo de Batalla Alto de la Alianza o Campo de la Alianza
(Tacna), el cual fue escenario de la contienda acaecida el 26 de mayo de 18801.

En la actualidad, estos campos de batalla se encuentran en abandono y


desprotegidos por la legislación peruana, lo cual permitió que hasta hace poco se
realizaran en la zona actividades de saqueo para colecciones particulares. A consecuencia
de uno de tales actos, en el 2015 se efectuaron excavaciones para la ubicación y posterior
repatriación de un combatiente boliviano identificado varios años atrás y recién reportado
ese año. En muchos países, los escenarios de batallas y las tumbas de los combatientes
tienen protección legal del Estado, tanto por su carácter patrimonial como por su valor
simbólico (sin importar su contexto).

En el Perú, sin embargo, aún no hemos podido lograr este avance ni apreciar la
enorme importancia de proteger este tipo de sitios. Tomando en consideración los
postulados de Starbuck (2011), todos los restos humanos merecen un trato respetuoso y
deben ser exhumados únicamente cuando: “(1) hay preguntas de investigación
apremiantes, (2) existe la amenaza de destrucción durante la construcción u otra actividad
que implique movimiento de tierras; (3) existe riesgo de perturbación por parte de los
cazadores de tesoros; o (4) existe una ‘necesidad de saber’ legítima por parte de parientes
o descendientes” (p. 89, traducción propia). En esos casos, es necesario diseñar y seguir
protocolos de investigación e intervención para estos sitios.

En consecuencia, y a raíz de las excavaciones para la repatriación del citado


combatiente boliviano, nos percatamos tempranamente de una serie de limitaciones
metodológicas, legales y de carencia de información, pues pese a la existencia de
abundante documentación histórica e historiográfica, en muchos casos, esta es
contradictoria sobre diversos acontecimientos ocurridos durante esta batalla. Asimismo,
la información de los eventos post-batalla y del sistema de inhumaciones son más bien
escasos, al igual que las investigaciones arqueológicas en el área de la contienda. Por este
motivo, uno de nuestros objetivos e interés de estudio radica en la necesidad de trazar una
metodología general de una investigación, que incluya una estrategia para la recopilación
y el análisis de datos que permita la reconstrucción del paisaje del encuentro bélico y sus
procesos.

1 Actualmente, este espacio está declarado, mediante Ley 1605-2016- CR, como Santuario de Guerra por la implicación
histórica y memoria de la población de Tacna; no obstante, no cuenta con un sistema de monitoreo ni vigilancia
permanente.

65
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El tema de investigación es complejo y amplio. Por ello, en esta etapa, se buscará


abordar aspectos sobre: ¿qué criterios se deben seguir para identificar a los combatientes
hallados en las excavaciones arqueológicas?, ¿cómo fue el sistema de inhumaciones en
este campo de batalla? y ¿quiénes fueron los responsables de las inhumaciones? En
general, la importancia de este tipo de trabajo radica en que nos permite no solo
reconstruir el proceso de la batalla sino también los eventos o sucesos posteriores, algunos
sistemas de inhumación de cadáveres, así como también los criterios que se deben aplicar
para la identificación y reconocimiento de restos humanos.

Por consiguiente, con las nuevas tecnologías, se pueden analizar algunos aspectos
sociales y el impacto en el campo militar de las batallas decimonónicas del Perú. Como
corolario, este trabajo está enfocado en el proceso de identificación de combatientes y
está relacionado con el análisis de los procesos de inhumación en el Campo de Batalla
Alto de la Alianza. Para ello, es necesario tomar en consideración que los restos óseos
humanos constituyen un recurso arqueológico y son una clase importante de evidencia
(Sofaer, 2006: 12; Sutherland, 2005: 28; Carman, 2013: 88). La identificación de atributos
físicos, a partir de los restos humanos, no solo permite determinar edad, sexo, estado de
salud, enfermedades, características físicas y lesiones, patologías, sino las causas de su
muerte, grupo social, nacionalidad, etc.

En el caso de las investigaciones de la arqueología prehispánica peruana, se ha


escrito mucho sobre los rituales de la muerte o el ritual de enterramiento simbólico, la
preparación del individuo, sus ofrendas, etc. Sin embargo, la literatura relacionada con
muertes súbitas, violentas o de individuos abandonados e inhumados vinculados a un
conflicto bélico son escasas2. Esta carencia de información comparativa o estudios sobre
la temática generó la necesaria investigación de los eventos ocurridos posteriores al
desenlace de la batalla, así como el sistema de enterramiento de los combatientes caídos
en ella.

En este contexto, es necesario tomar en consideración que las excavaciones de


restos humanos en campos de batalla son, por lo general, una mezcla compleja e
incompleta de cuerpos y artefactos del conflicto. En estos contextos arqueológicos se
pueden ver reflejados sucesos acontecidos antes de la batalla (adecuación y modificación
del paisaje para la contienda), durante el enfrentamiento (dispersión de la cultura material
militar, restos de combatientes muertos, saqueo, requisa de armas, etc.) y posteriores a la
batalla (métodos de inhumación y finalmente el abandono del escenario).

En consecuencia, la identificación de los restos humanos hallados en un contexto


adecuadamente investigado, suministra valiosa información para construir la historia
particular de la vida de un combatiente y, por ende, nos permite conocer más datos sobre
su batallón, su muerte, su entierro y grupo social. En estas microhistorias tenemos como
protagonistas a oficiales, soldados, milicianos armados y rabonas.

Los primeros, uniformados de acuerdo a los reglamentos de la época y los


soldados equipados, en el caso del Alto de la Alianza, con diversos tipos de fusiles.
Muchas de estas historias, en especial, sobre los individuos de tropa, nunca las sabremos;
sin embargo, existe documentación en los partes de guerra y archivos militares sobre los
oficiales y su desempeño en el campo de batalla. No obstante, lo complejo que resulta la

2 El único caso reportado corresponde a los restos de un soldado chileno hallado en Chorrillos (Tomasto y Lund, 2011;
Ferreira, 2008).

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

problemática para investigar en los escenarios de las batallas, es crucial e indispensable


el empleo de la metodología de análisis que aportan los estudios sobre criminalística.

Algunos criterios para la identificación y reconocimiento de restos


humanos en conflictos bélicos
El registro arqueológico en un campo de batalla es un punto de partida para el
análisis del investigador, ya que permite complementar información mediante otros
recursos, como los análisis forenses, criminalística, genéticos, isótopos, documentación
histórica, georadar, topografía (análisis espacial), fotografías del siglo XIX, entre otros.
En este sentido, la búsqueda de evidencias y su documentación fue primordial, tanto en
la etapa de campo como de gabinete. En el caso de las investigaciones del Alto de la
Alianza, se tomó en consideración, en primer lugar, la importancia del examen inicial del
escenario de la batalla y las modificaciones del paisaje de la contienda a través del tiempo;
y en segundo lugar, de acuerdo a los hallazgos y la información histórica, el análisis del
entierro de los cadáveres hallados en las excavaciones y su relación con el entorno
inmediato.

El objetivo original del proyecto de investigación durante el 2015, fue ubicar y


evaluar en campo las evidencias relacionadas a la contienda, y entender el proceso de
inhumación efectuado en 1880 a varios individuos al interior de una zanja-trinchera en
ala izquierda aliada del campo de batalla. Por esta razón, se priorizaron los aportes de las
investigaciones sobre criminalística, ya que, siguiendo la propuesta de Guzmán (2010),
es necesario recabar información a partir de lo que el autor define en las investigaciones
forenses como el “triángulo de la evidencia física”, la cual presenta la conexión entre
escena, víctima y sospechoso o presunto responsable (2010: 11-22).

Este mismo bosquejo es válido y aplicable para la reconstrucción de la evidencia


arqueológica y el proceso de inhumación de cadáveres en los campos de batalla, así como
para la reconstrucción de eventos post-batalla. Por este motivo, durante los trabajos
efectuados en gabinete y campo en los años 2015 al 2018, hemos tomado en consideración
el análisis de la evidencia física relacionada con: a) el escenario del entierro, b) los
individuos (análisis de restos óseos humanos) y c) presuntos responsables de las
inhumaciones o entierros de los cuerpos. A continuación, trataremos brevemente estos
casos como etapas.

Etapa 1 - El escenario del entierro

Esta etapa corresponde a los trabajos de inspección del espacio físico en el Campo
de Batalla Alto de la Alianza, así como de los elementos asociados en la zanja-trinchera
excavada en la denominada ala izquierda aliada del escenario y que sirvió de fosa común.
Adicionalmente, el análisis de la topografía y la estratigrafía3 del campo de batalla es un
ítem básico que registrar, pues de éste esta depende mucho la identificación de los
posibles criterios empleados después de la batalla en 1880 para la selección de la zona de
inhumación de cadáveres o si era necesaria la excavación de fosas comunes o
simplemente hondonadas para el tapado de los cuerpos con unas cuantas palas de arena.
3La estratigrafía del área de excavación es simple. Generalmente está compuesta por dos a tres capas bien definidas:
una delgada, de arena de formación eólica; la siguiente, de escasos centímetros, compuesta por una tierra arcillosa de
color marrón rojizo; y finalmente, una capa estéril de color blanquecino de consistencia compacta formada por caliza
(Vega Centeno, 2018: 193).

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Debemos mencionar que, en las investigaciones arqueológicas de los campos de


batalla, es necesario contrastar adecuadamente la información histórica con el paisaje
actual a fin de determinar las modificaciones y transformaciones del escenario a través de
los años. Como Starbuck (2011: 11) menciona, cada batalla es única, presenta sus propias
peculiaridades, así como sus dificultades de investigación e interpretación.

Figura 4. Fotografía de Díaz y Spencer (1880), controversial de la época. Claramente muestra a soldados bolivianos despojados
de su vestimenta y zapatos, cuyos cuerpos parecen haber estado expuestos días a la intemperie. Son enterrados con unas cuantas
palas de arena, sin excavación de fosa y únicamente uno de los soldados chilenos cuenta con una pala o lampa. Foto: cortesía
Renzo Babilonia.

También se han tomado en consideración todos los indicios asociados que guardan
relación directa con el evento y que se conservan en contextos arqueológicos. En las
excavaciones del campo de batalla, por lo general, estos pueden ser: a) macroscópicos,
como manchas, restos de fluidos biológicos, casquillos, plomos, fibras, impresiones, etc.;
y b) el registro de marcas o huellas de herramientas (palas) en la zona de enterramiento.
En nuestro caso, este registro se efectuó en todo el contorno de la línea de la zanja-
trinchera excavada por el batallón boliviano Sucre4. Del mismo modo, en las
investigaciones sobre los campos de batalla en la Guerra del Pacífico, se debe tomar en
consideración el análisis de las fotografías de la época. En el caso del Alto de la Alianza,
se conoce una sola fotografía del proceso de entierro de cadáveres efectuada por el
ejército chileno.

4Para tener un mejor panorama de la escena, se ha registrado y perennizado toda la zona con imágenes procedentes de
dron, efectuadas por David Segurado y Christina Orcotoma en el 2016.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura 1. Imagen de los restos humanos del soldado boliviano de infantería y su vestuario militar.

Sobre los restos humanos y su tratamiento después del enfrentamiento, en algunos


campos de batalla de la Guerra del Pacífico, es posible hallar marcadores físicos de
entierros, como cruces. Sin embargo, en el Alto de la Alianza, no se ha podido encontrar
ningún indicio en superficie. En todas las épocas, una práctica común ha sido dejar a los
muertos en el campo de batalla, siendo las fosas o tumbas comunes la forma más conocida
del posterior entierro de combatientes muertos (Sutherland y Holst, 2010: 28). Esta
costumbre también está documentada para el caso de la Guerra del Pacífico, aunque hay
casos peculiares donde, por razones ideológicas y rituales, o por las circunstancias del
caso, se tienen que enterrar individuos en tumbas aisladas en el mismo escenario de la
batalla. Además, hay cierta consideración y diferente tratamiento con los oficiales, los
que reciben mejor sepultura que la tropa, que generalmente está en fosas comunes5.

En cuanto a los patrones u orden en la disposición de los cuerpos, los restos de los
combatientes pueden ser colocados de manera ordenada en fosas comunes, con patrón de
“lado a lado”, como es el caso de la fosa hallada al norte del actual “Campo Santo” en el
Campo de Batalla Alto de la Alianza6, o pueden ser enterrados en una fosa común de
forma amontonada y en desorden, con cuerpos sobrepuestos y entremezclados, como es
el caso de la trinchera cavada por el batallón boliviano Sucre, que sirvió como fosa común
después de la batalla7.

5 Resulta interesante el tratamiento que recibió el general boliviano Claudio Acosta, quien murió en el campo de batalla
e, irónicamente, los
chilenos lo enterraron con toda la pompa de un funeral militar completo, incluyendo la guarda de honor del regimiento
Buin (Sater, 2016: 258).
6 Comunicación personal del arquitecto Vargas Giles (2017), responsable de la construcción del monumento

conmemorativo en el campo de batalla.


7 Hacia 1980, la Comisión Nacional del Centenario de la Guerra del Pacífico decidió cambiar el lugar de la

conmemoración de la celebración
anual llevaba a cabo en la antigua cripta de los héroes (Cornejo, 2012: 4). Para esto, procedieron con maquinaria pesada
a realizar excavaciones
de acuerdo al diseño arquitectónico en un promontorio, lo que produjo el hallazgo de fosas con restos de más de 200
individuos de tropa en las inmediaciones del actual monumento, llegando a registrarse en la zona del campo santo hasta
dos fosas (Mavilo Romero, comunicación personal, 2017).

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

En los casos analizados, se observa que fueron entierros apresurados, pues los
cuerpos, después de ser despojados de sus pertenencias más valiosas, fueron arrojados a
la fosa y cubiertos con una delgada capa de tierra proveniente del parapeto de la zanja8.

Etapa 2 - Análisis de los restos humanos (individuos)

Se ha efectuado una combinación de análisis de materiales, técnicas y


procedimientos forenses para tratar de establecer la identificación de los combatientes.
Para ello, nuestras investigaciones se enfocaron en los siguientes aspectos:
• Posición de los cadáveres e identificación de rasgos que pudieran indicar enterramiento
in situ, traslado, entierro secundario, etc.
• Tomografías completas y radiografías.
• Registro de evidencias de saqueo o retiro de pertenencias de los individuos. En el caso
de la Batalla del Alto de la Alianza, los individuos fueron desvalijados de sus pertenencias
y enterrados, en su mayoría, apresuradamente, en muchos casos en el mismo lugar donde
murieron (Vega Centeno, 2018).
• Examen de la ropa: tipo de material, talla, tipos de botones, distintivos, desgarros,
zurcido, manchas, revisión de bolsillos, marcas en la ropa, orificios de bala, posibles
cortes por bayoneta, etc.
• Análisis de uniformología militar9, tomando en consideración que la vestimenta militar
estaba normada por reglamentos vigentes10. Hacia el siglo XIX estaba acorde a la moda
con diseños particulares, roles de acuerdo a la estructura jerárquica y prestigio social de
la época. Antes y durante la guerra, los tres países en contienda vestían a sus ejércitos con
una marcada influencia de la moda militar francesa (Hormazábal, en Greve y Fernández,
2008: 7, 187; Esposito, 2016: 41). Por lo tanto, un adecuado registro y comparación de la
vestimenta con los reglamentos permite identificar la nacionalidad de un individuo y su
batallón.
• Equipamiento militar, que va de la mano con el estudio arqueológico de la cultura
material militar. Asimismo, hay marcadas diferencias entre los equipos usados por
oficiales, tropas, milicias, etc.
• Lesiones o fracturas encontradas en los restos humanos (antemortem y postmortem)
para determinar la causa de muerte.
• Odontograma forense, ADN mitocondrial11, análisis de isótopos-estroncio12,
reconstrucción facial13, etc.

8 Quizás el único caso reportado hasta ahora sobre tratamiento mortuorio corresponde a un soldado chileno sepultado
en el Cerro Zig-zag después de la batalla de San Juan (1881). Este fue enterrando a cierta profundidad en un espacio
donde colocaron cuidadosamente su cuerpo con toda su indumentaria junto con parte de sus efectos personales: un
morral, una canana, un poncho, un cuaderno, etc. (Tomasto y Lund, 2011). También hay casos como la necropsia y
embalsamamiento practicado en el campamento de Las Yares al cuerpo del Ministro de Guerra Rafael Sotomayor, el
22 de mayo de 1880 (Ahumada, 1886, tomo III: 165).
9 Para Pfanner (2004), el uniforme militar es una forma de vestimenta con un simbolismo particular y larga historia y

tradición. Es el elemento más conocido de los ejércitos, por lo tanto, su función primaria es la de identificación y
distinción en contienda o con el resto de la población, ya que el uniforme y el equipamiento de cada arma porta
particularidades que distinguen, diferencian e identifican al soldado con su arma o servicio (Pfanner, 2004: 93; también
ver Medina, 1989: 180).
10 El 17 de marzo de 1821, el general San Martín aprobó el uniforme de generales y jefes del ejército. Consolidada la

independencia en 1823, se detalló un nuevo reglamento de uniformes para la infantería y caballería. Posteriormente, en
1830, el presidente Agustín Gamarra aprobó el reglamento de uniformes del ejército y en 1827 describió y reglamento
el uso de uniformes de las diferentes armas. Hacia 1878 el gobierno de Manuel Ignacio Prado prohibió la importación
de uniformes (Medina, 1989: 180; Medina y Mendoza, 2005: 11).
11 Estos análisis fueron efectuados por Lars Fechman Schmitz; en el caso de los análisis de antropología forense, se

contó con la colaboración de Luis Pezo y Micaela Álvarez.


12 Trabajo a cargo de Luis Pezo Lanfranco.
13 Trabajo a cargo de Danny Humpire; sin embargo, los trabajos quedaron inconclusos.

70
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura 2. Tomografías de los restos humanos, el primero del peruano, seguido de los dos bolivianos. Nótese la ubicación de los
impactos por proyectil y las lesiones.

• Determinación aproximada de la hora de la muerte y análisis del proceso de la batalla,


inicio del enfrentamiento y estrategia militar, desplazamiento de batallones, etc.
• Determinación de trayectoria balística y ángulo de tiro.
• Entomología forense. Según Villacorta (2018), el análisis de moscas, polillas,
escarabajos, hormigas, “fauna cadavérica”, etc., asociadas a los individuos, puede brindar
información esencial para estimar
el intervalo postmortem. De acuerdo con Guzmán (2010), “si se analiza la edad o la fase
que atraviesan los insectos encontrados en la escena, es posible establecer el día y hasta

71
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

la hora del hecho” (p. 67). Por este motivo, es fundamental su estudio y adecuado registro
en campo y gabinete.

Etapa 3 - Presuntos responsables de la inhumación o entierro de los


cuerpos
La Batalla Alto de la Alianza del 26 de mayo de 1880 culminó alrededor de las 3
p.m. Después de esta hora, gran parte del ejército vencedor se estacionó en el área del
campamento aliado. Terminadas las últimas escaramuzas, se dio una serie de eventos
particulares, algunos de forma simultánea y otros en el transcurso de los días posteriores.
Estos sucesos, que han sido poco investigados, corresponden: 1) al repase de los heridos,
2) al accionar de las ambulancias: la asistencia y traslado de los heridos, 3) al saqueo y
retiro de equipos militares, 4) a la inhumación e incineración de cadáveres y, finalmente,
5) al abandono del espacio y exhumaciones posteriores.

Figura 3. Puparia vacía de dípteros Calliphoridae, Synthesiomyia nudiseta, Piophilidae y coccon de Tineidae (Villacorta, 2018:
12). Foto cortesía Biólogo Marco Villacorta.

Para nuestro análisis de los hechos, se trató de efectuar una apreciación


reconstructiva de los eventos ocurridos después de la batalla, tomando en consideración
la presencia de las ambulancias peruanas y bolivianas en la zona, así como la permanencia
del ejército chileno en el área del campo de batalla por varios días (Cárdenas, 2012;
Ahumada, 1880, tomo III: 334).

Según el parte de la segunda ambulancia de la Cruz Roja peruana, el 14 de julio


de 1880, los cadáveres eran despojados de su ropa, quedando en la más absoluta desnudez,
especialmente los jefes y oficiales de la alianza; y lejos de haberlos sepultado, fueron
escarnecidos y profanados. También sabemos que no “fueron enterrados, sino por los
sanitarios de la ambulancia, quienes no terminaron su tarea del todo, impedidos de hacerlo
a causa de sus multiplicadas obligaciones en el hospital ambulancia de Tacna” (parte de
Placido Garrido Mendívil, en Ahumada, 1886, tomo III: 330). En consecuencia, la tarea
de enterrar los cadáveres recayó en las ambulancias aliadas, aun a pesar de su insistencia
para el cumplimiento de las normas internacionales de Ginebra14.

14Sobre el desempeño de las ambulancias de la Cruz Roja peruana y boliviana en la Batalla del Alto de la Alianza, ver
López Chang (2017).

72
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Tenemos referencia de que hasta diez días después de la batalla se armaban


comisiones para el entierro de los cuerpos (parte de Placido Garrido Mendívil, Ahumada,
1886, tomo III: 331). De acuerdo a los informes del médico boliviano Zenón Dalence, los
chilenos incineraron cuerpos (Cárdenas, 2012: 181); sin embargo, este dato debe ser
confirmado con futuras excavaciones e investigaciones arqueológicas. Finalmente, la
investigación histórica en archivos militares ha sido crucial. No solamente permitió
conocer la cantidad de oficiales heridos y muertos en la batalla, sino que se elaboró
expedientes por cada uno de ellos.

A modo de conclusiones

Los motivos por los cuales se debe investigar y proteger de forma adecuada los
campos de batalla de la Guerra del Pacífico son numerosos. Uno de los principales es que
en estos escenarios se encuentran enterrados cientos de combatientes que sacrificaron su
vida por en defensa de la nación. Para ellos deben existir no solo protocolos de análisis
ante su hallazgo, sino también un tratamiento adecuado y respetuoso, como corresponde
a personajes y lugares con una fuerte connotación histórica para una nación. El adecuado
registro de contextos permite analizar con mayor profundidad la serie de eventos
acaecidos antes, durante y después de la contienda. Adicionalmente, es posible investigar
el proceso de entierro, saqueo, abandono y ocupación del espacio.

Como se ha demostrado, la totalidad de los eventos ocurridos después de la batalla


no está documentada en ningún parte de guerra, memorias, cartas o diarios de la época;
únicamente encontramos información escueta y algunos fragmentos de los sucesos
siguientes a una batalla. Por esto, la comprensión de los eventos ocurridos durante una
batalla y los procesos posteriores no es una tarea fácil, requiere de la implementación de
adecuados procedimientos de estudio y formas de abordar la investigación, que, de forma
ideal, necesita también de la participación de un equipo multidisciplinario.

Entre los planteamientos que sugerimos en base a las investigaciones sobre


criminalística, figuran estudios holísticos que abarquen el análisis del escenario de los
entierros, los restos humanos, sus elementos asociados y la indagación de los presuntos
responsables de los entierros, con la finalidad de reconstruir los acontecimientos como el
repase o ejecución de heridos, el desempeño de las ambulancias con la asistencia y
traslado de heridos a la ciudad de Tacna, el saqueo, el despojo de pertenencias de los
cadáveres, recojo de armas, el sistema de inhumaciones, la presencia de las rabonas o
familiares y, finalmente, el abandono del escenario de la batalla y la exhumación posterior
de los restos humanos hasta los procesos de repatriación.

Agradecimientos
Al Dr. Luis Pezo Lanfranco, Dra. Micaela Álvarez, Dr. Lars Fehren y al biólogo
Marco Villacorta. Asimismo, a los historiadores que colaboraron con el proyecto,
Lourdes Medina, Rafael de Osma, Guillermo Sánchez y Ana Gonzales. El equipo de
investigación de gabinete contó con los arqueólogos: Pedro Vargas, Angélica Gómez,
Jack Chávez, Devora Infanzón, Marcos Calderón, Paco Vallejo y José Luis Cotrina.
Igualmente, fue valiosa la colaboración de Manuel Guerrero, Renzo Babilonia, Patricio
Greve, Fernando Queens, Jorge Moscoso, Gary Osorio y Oscar Oviedo. Las instituciones
que brindaron apoyo fueron la Compañía de Bomberos Garibaldi N° 6, Escuela Militar
de Chorrillos, Universidad San Ignacio de Loyola, Área de Genealogía y Doctrina del
Centro de Estudios Histórico Militares, Archivo Histórico del Cuartel General del

73
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Ejército, Archivo Regional de Cusco, Archivo Regional de Arequipa, Archivo Histórico


de Tacna, Dirección Desconcentrada de Ministerio de Cultura en Tacna, Asociación para
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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

UN HEROE ORUREÑO OLVIDADO DE LA


BATALLA DEL ALTO DE LA ALIANZA,
TENIENTE CORONEL GUMERCINDO BUSTILLO
Maurice Cazorla Murillo, Archivo Regional de Oruro, Bolivia. Asociación de Estudios Históricos de Tacna.

Resumen: Referencia biográfica de la participación del entonces Capitán Gumercindo


Bustillo en la campaña del Pacífico, de manera particular en la batalla del Alto de la
Alianza el 16 de mayo de 1880.
Permítasenos utilizar el mismo título de un artículo1 sobre el héroe del cual
desarrollaremos en este trabajo. Muy pocas referencias encontramos sobre este
importante militar que fue parte del Batallón 1º Alianza, o más conocido como
“Colorados de Bolivia” de importante actuación en la batalla del Alto de la Alianza o
batalla de Tacna el 26 de mayo de 1880.
Muy poco se conoce sobre su vida anterior a este hecho histórico, sin embargo, la
familia compartió información inédita2. Se conoce que nació en el año de 1827, sus padres
fueron Mariano Bustillo y Juana Irahola. Se casó con Maximiliana Ramírez de cuya unión
tuvieron cinco hijos: María, Enock, Judith, Abigail y Virginia. Es importante destacar que
la hermana de don Gumercindo la señora Ubaldina Bustillo se casó con el Cnl. Ildefonso
Murguía.
Es posible que el distinguido militar haya sido convocado por el Cnl. Murguía por
la relación de parentesco que tenía con la familia Bustillo, de manera que lo vemos como
capitán en este Batallón que partió de Oruro formando parte del ejército que debía hacerse
presente en Tacna en el mes de abril de 1879.
En el desarrollo de la batalla del Alto de la Alianza el 26 de mayo de 1880, el que
fuera Coronel del famoso batallón “Alianza” 1º o conocido como “Colorados” Ildefonso
Murguía presenta un informe el 13 de agosto de 18803 al Ministro de Guerra sobre su
actuación en esta importante batalla que fuera la última para Bolivia en la Guerra del
Pacífico.
El ejército boliviano, apelaba al sistema que cuadrilongos utilizado por el ejército
napoleónico para evitar la carga de caballería4. Táctica antigua para la época, tomando en
cuenta que en esta batalla ya se utilizaban ametralladoras “Gatling”5 en el ejército chileno

1 Periódico “La Patria” de Oruro, 23 de mayo de 1982 “Un héroe olvidado, Cnl. Gumercindo Bustillo”.
2 Agradecemos a Iver Javier Arrazola Alvestegui, quien proporcionó datos sobre este personaje que viene a ser su
ascendiente directo, además tiene un impresionante parecido físico con Gumercindo Bustillo. Es hijo de Gladys
Alvestegui Bustillo, hija de Ubaldina Bustillo Ochoa viuda de Alvestegui y sobrino de Lourdes Alvestegui Bustillo,
hija de Ruth Bustillo. Ubaldina era hija de Enock Bustillo, hijo de Gumercindo.
3 Ahumada Moreno, Pascual. “Guerra del Pacífico, recopilación completa de todos los documentos oficiales,

correspondencias i demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú i Bolivia
conteniendo documentos inéditos de importancia”. Tomo VIII, Valparaiso Imprenta I Lib Americana, de Federico T.
Lathrop, 1886, Versión digital de Mauricio Pelayo, pag. 226.
4 Ídem. Pág. 228. “Vi entonces ocasión de realizar mis previsiones de instrucción: los brillantes cuadros de infantería

que para algunos quedaban proscritos de la táctica moderna por la previsión de las armas de estos últimos tiempos, nos
sirvieron para mostrar una vez más al enemigo la destreza y pujanza de nuestros soldados”.
5 Mellafe, Rafael; Pelayo, Mauricio. “La guerra del Pacífico en imágenes, Relatos y testimonios”, edición corregida y

aumentada. Legatum Editores, Santiago 2016. pág.. 52 al 53 y 328. “la artillería (en la batalla de Tacna), al mando del
teniente coronel Novoa, constaba de 37 cañones, prácticamente todos Krupp de retrocarga y 2 ametralladoras Gatling”.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

lo que impulsaba a tomar otras tácticas dentro la estrategia de batalla, lo cual la


conformación de “Cuadrilongos” ya no era conveniente en la guerra moderna de aquella
época. Sin embargo, el Coronel Murguía que se encontraba con su unidad en la reserva
en el ala derecha, observaban el desarrollo de la batalla y a los primeros en enfrentarse
contra el ejército chileno: el Batallón 2º “Sucre”, “Viedma” y el “Tarija”.
Se les ordenó que se trasladaran al trote casi por la tarde al ala izquierda. Pudieron
pasar encima de los cadáveres de sus hermanos de los batallones anteriormente
mencionados. En su carga hicieron retroceder de los puntos cercanos a los campamentos
a los batallones chilenos “Navales”, “Esmeralda” y “Santiago” logrando tomar algunas
piezas de artillería6. Se organizó una carga de caballería enemiga, por lo que el Cnl.
Murguía ordenó formar seis cuadrilongos, uno de ellos conformado por el intrépido y
bravo comandante capitán Gumercindo Bustillo que resistieron la carga de Caballería con
tiros uniformes que provocó el volteo del enemigo.

Figura N°01. Coronel Idelfonso Murgia Anze. Batallón de Infantería “Colorados” N°01, Bolivia.

6 Ahumada Moreno, Pascual, ob. Cit. Pag. 227.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El Coronel Murguía, ordenó la persecución en dispersión en guerrillas; en esta


última formación fue donde tuvieron muchas bajas, el enemigo se había reforzado con
sus reservas en caballería y artillería ocuparon su frente y tomaron sus flancos formando
una especie de semicírculo sobre los que aún se enfrentaban del Batallón Alianza, por lo
que se ordenó a las tres y media de la tarde, fuego en retirada; en esta acción impacta una
bala enemiga al Cnl. Murguía que le atravesó la parte inferior de la pierna izquierda
ocasionando la muerte instantánea de su caballo. En esta acción, el Batallón “Alianza”,
es admirado inclusive por los historiadores chilenos7.

Luego de la batalla, el resto del “Alianza”, más de la mitad había perecido en el


campo de batalla, fueron tomados prisioneros, otros heridos serían atendidos por las
ambulancias Bolivianas del Doctor Zenon Dalence.
El capitán Gumercindo Bustillo, fue tomado prisionero, siendo trasladado a San
Bernardo en Chile, junto a otros militares, entre ellos Eliodoro Camacho, luego del
cautiverio recibió una carta desde la ciudad de Cochabamba8, en el cual el distinguido
General responde a una comunicación de Bustillo, aparentemente motivado por la
preocupación que tenían los oficiales que sirvieron en el periodo de la Guerra y que
andaban pidiendo su licencia final porque ya no era honroso seguir prestando servicios a
la Patria. Sin embargo, luego de la Batalla del Alto de la Alianza, Gumercindo Bustillo
fue ascendido al grado de Teniente Coronel.

7 Ídem. Pág. 334. “Mucho se ha hablado del famoso regimiento Colorados de Bolivia, quienes demostraron en esta
ocasión que toda su capacidad de lucha era verdadera. En una acometida de ese batallón en conjunto el Viedma y Tarija,
mostrando heroica decisión en contra de sus enemigos, poseídos de gran vitalidad y apoyados por refuerzos, no cesaron
en su avance hasta empujar con valentía sobre la tropa chilena, obligándola a retroceder”.
8 La familia es custodia de una importante misiva enviada por el General Eliodoro Camacho a Gumercindo Bustillo

fechada en Cochabamba el 14 de agosto de 1885, transcripción del autor de la presente nota: “Señor Don.// Gumercindo
Bustillo.//Oruro.// Mi estimado amigo.// Por su apreciable comunicación de 10 de los corrientes, veo que se conserva
Ud. Bueno de salud y retirado por completo del servicio de las armas.// Es para mí muy sensible que la organización
actual del Ejército no corresponda a la que se estableció durante la administración del Gral. Campero y que los jefes y
oficiales que sirvieron en esa época se vean obligados a pedir su licencia final por no serles honroso seguir prestando
sus servicios en la presente. El país necesita con mas urgencia que nunca un Ejército ejemplar, y si el gobierno lejos de
constituirle tal, lo pervierte, habrá cometido un error imperdonable. Quiera Dios que así no sea. // Recibí ahora meses
la medida de N. S. de Copacabana que tuvo Ud. La bondad de mandarme, y a correo relativo le escribí agradeciéndole
por su obsequio y contestando la carta en que vino adjunto. Si no ha recibido Ud. Esa mi respuesta puede Ud.
Reclamarla de la estafeta de La Paz a donde fue dirigida. // Mi Sra. Corresponde atentamente a su saludo, y recibiendo
Ud. Y su familia mis cordiales afectos, me repito como su Ato. S. S. y amigo. // E. Camacho.”

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura N°02. Teniente Coronel Gumercindo Bustillo. Batallón de Infantería “Colorados” N°01, Bolivia.

En septiembre de 1895, en Oruro se lanzó la voz de protesta por el tratado


celebrado con Chile, luego de la lectura del bando prefectural se escucharon gritos de
protesta, el cual, el viejo capitán de los Colorados al Gumercindo Bustillo fue uno de los
impulsores de esta protesta9.
Con el coronel Ildefonso Murguía tenía una relación muy cercana con
Gumercindo Bustillo por el vínculo familiar, incluso en un homenaje al Coronel Murguía,
lo refieren con una interesante arenga: “Respetemos y veneremos a los héroes de El Alto
de la Alianza, no borremos jamás de nuestro corazón el recuerdo y sus martirios por el
amor sublime a la Patria10. Años después, la nieta Ubaldina Bustillo, vivió en la casa que
era de propiedad del Coronel Murguía11 y atesoraba algunos objetos de los militares como
una fotografía de ambos y otros objetos como sus espadas y botas de talla grande, pues
ambos eran de estatura alta. El único hijo varón de Gumercindo, Enock Bustillo, aun

9 Diario “El Comercio”, Cochabamba, martes 17 de septiembre 1895. “La protesta lanzada a voz en cuello por el pueblo
de Oruro contra la aprobación de los tratados con Chile, es digna de intención”.
10 Diario “El Pueblo de Oruro”, 26 de mayo de 1900. Homenaje al fallecimiento del Coronel Ildefonso Murguía.
11 De manera póstuma, se logró el ascenso a Ildefonso Murguía al grado de General de la República de Bolivia, mediante

Ley 2922 de 26 de noviembre de 2004, bajo la presidencia de Carlos Mesa Gisbert.

79
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

pudo concurrir a la guerra del Chaco en el último periodo, regresando intacto de la guerra
pero con el legado de su padre que estuvo en una de las batallas más importantes de la
Guerra del Pacífico y que a la postre queda aún por indagar sobre su trayectoria.
El Teniente Coronel Gumercindo Bustillo, vivió en Oruro sus últimos días, en el
olvido de sus camaradas. Falleció en el año 1911, del cual la prensa local recoge en una
crónica destacando su personalidad y actuación en la batalla del Alto de la Alianza,
actualmente se encuentra en el mausoleo de notables de la ciudad de Oruro.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Batalla de Tacna: “Entre el imaginario y la realidad”.


Gary Martín Osorio Soto,1Universidad Europea del Atlántico, Programa de Maestría, España. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-
9629-487X

Resumen:
El presente artículo, investiga la interrelación de los hechos históricos y la identidad
nacional peruana y la identidad local del pueblo de Tacna desde los acontecimientos
ligados a la Batalla de Tacna en el contexto de la Guerra del Pacifico, mediante la
evidencia arqueológica y contexto patriótico que yace en el Campo de Batalla del Alto de
la Alianza y el fomento del imaginario nacional peruano a través de su patrimonio
histórico material e inmaterial.

Palabras clave: Batalla de Tacna, Campo de Batalla, Santuario de Guerra, Memoria


Histórica, Imaginario e Identidad, Tacna – Perú, Guerra del Pacifico.

Abstract:
The present article, to explore the interrelationship between historical act and the
Peruvian identity and the regional identity at Tacna people from the doings to linked at
Battle of Tacna in to context of Pacific War, through the archeological evidences in the
development to Peruvian national imaginary across to material and immaterial historical
legacy

Keywords: Battle of Tacna, War Field, War Sanctuary, Historical remembrance, Identity,
Local Imaginary, Tacna – Perú, The Pacific War.

Introducción
El imaginario nacional peruano, está compuesto por luces y sombras, realidades
históricas y mitos creados por la necesidad social de ensalzar y profundizar actos y
hechos que han marcado y desarrollado de forma trágica y/o positiva nuestra identidad
nacional. En el caso del imaginario patriótico de la población de Tacna, se ha construido
una narrativa “idealizada” de nuestra actuación durante la historia regional, como indica
(Pericart, 1994).

La observación de los hechos – y su exaltación – dependerá del observador, por


tanto, la naturaleza intrínseca de los hechos y su simbolismo deberán establecerse
mediante la observación objetiva, plural y científica de los fenómenos social, a fin de
extraer de forma adecuada las enseñanzas y criticas objetivas que sirvan para la mejora
del conocimiento y del entendimiento histórico de los procesos sociales. Para (Cid, 2016)
el imaginario patriótico tiene una relevancia de supervivencia moral de la nación, en
enfoque holístico entre existencia y prevalencia, aun, cuando la derrota militar se
convierta en una victoria moral del vencido.

La construcción del imaginario nacional, va estrechamente relacionada al


sacrificio y muerte de sus actores (victoriosos o vencidos) que hacen sublimar la tragedia

1Osorio Soto, Gary Martin, Tacna/ Universidad Europea del Atlántico – Madrid, España/ Asociación de Estudios
Históricos de Tacna – AEHT. Tacna, Perú, ORCID: 0000-0002-9629-487X.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

por un fin superior, la patria. En este contexto, la batalla de Tacna tiene dicho carácter de
tragedia griega, donde la muerte y el honor – sea quizás – el ultimo recodo de rescate
moral de un caos orgánico que fue la guerra del Pacifico y el cautiverio de Tacna y Arica.
El sacrificio visto desde el vencido y su convivencia con el vencedor.

Dentro de este ambiente, el imaginario local, ha olvidado – de forma forzosa y


autoimpuesta – los hechos históricos objetivos, para remediar los errores prácticos
mediante el uso del discurso romántico, llegando en algunos casos a la hipocresía
discursiva y el enajenamiento ideológico del mismo. Por tanto, la Batalla de Tacna y su
escenario, es una plataforma ideal para contraponer lo discursivo versus los hechos
históricos, del análisis de este binomio contrapuesto, se puede entender que la objetividad
al tocar los hechos ha quedado relegado al academicismo (en algunos casos) al del
imaginario popular.

La Batalla de Tacna: El Imaginario Nacional del Perú y la identidad de


Tacna.
Durante los últimos años, el desarrollo de la arqueología del conflicto, ha brindado
nuevas luces sobre los acontecimientos acontecidos en la batalla de Tacna el 26 de mayo
de 1880, en la las pampas de la meseta del Intiorko [Intiurku]2 donde el ejército de Chile,
al mando del General Manuel Baquedano y el ejército aliado integrado por Perú y Bolivia,
dentro de la campaña terrestre de la Guerra del Pacifico.

En la batalla de Tacna o Batalla del Alto de la Alianza, se confrontaron las


principales unidades de línea y voluntarias del ejercito aliado y unidades de línea y cívicas
del ejército de Chile, los datos documentales establecen que en la confrontación
participaron aproximadamente veintiocho mil combatientes entre peruanos, bolivianos y
chilenos. La batalla de Tacna, es uno de los eventos bélicos más importantes de la Guerra
del Pacifico, el cual, ha sido opacada en su importancia por la importancia simbólica de
la batalla y asalto del Morro de Arica [07 de junio de 1880].

Dentro del relato histórico, mediante el estudio documental, se evidencia contra


posiciones entre los partes de guerra del ejército peruano, chileno y boliviano; a la luz de
la evidencia arqueológica, se establece aproximaciones veraces sobre lo acontecido en el
escenario de batalla y la dinámica de movilización, mortandad y participación de las
tropas durante la batalla.

El denominado Campo de la Alianza [Perú] o Alto de la Alianza [Bolivia] está


ubicado a 5.63 Km Nor noroeste del centro de la ciudad de Tacna, el área presenta una
elevación de 751 m.s.n.m, cuya extensión 3107 hectáreas, cuya compasión
geomorfológica es de tufo blanco, de suelo franco arenoso de característica salitrosa,
propia de la cabecera del desierto de Atacama, su composición topográfica presenta llanos
y quebradas de origen aluvial, que brindan una mixtura de terreno entre llano y corrugado,
con presencia de aglomeramientos volcánicos y montículos coberturados por
tilandsiales3. En el escenario de batalla, se encuentra evidencia arqueológica del
enfrentamiento entre el ejército de Chile y el ejército Aliado (Perú – Bolivia).

2 Toponimia Puquina del área que se descompone de los vocablos Inti=Sol y Urku = Montaña. Fray Diego González
Holguín. (1604). “Vocabulario General de toda el Perú”.
3 Clasificación taxonómica es: Tillandsia Wedermannii. LAZO RAMOS, RICHARD SABINO (2011) “Valoración

Biológica, física y geográfica de la hierba “Siempre Viva” Tillandsia Wedermannii para su conservación en la Región

82
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El área histórica – arqueológica ha presentado descontextualización con el paso


del tiempo, debido a procesos de “huaqueo” o “rapiña arqueológica” efectuada por
coleccionistas, movimiento de tierras originadas por invasiones e instalación de
infraestructura de generación eléctrica y el uso del área – en época de la ocupación chilena
[1880-1929] – como área de entrenamiento militar.

Entre peruanos y bolivianos, la situación previa la Batalla de Tacna.


Durante el preludio a la Batalla de Tacna, los ejércitos peruano – bolivianos, se
encontraban en una posición de debilidad ante la declaratoria de Guerra por Parte de Chile
el 04 de abril de 1879. Durante los primeros meses del conflicto, la población de Tacna,
consideraba como heroicos y valientes salvadores a las unidades bolivianas, para meses
después – posterior al desastre de Camarones – considerarlos poco más que parias e
indeseables como indica (Vizcarra , 1885, págs. 10-14).

La penosa condición en que se encontraban las tropas bolivianas en la ciudad,


llegaba al punto de considerárseles en calidad de mendigos y apestados por la población4;
y de la confrontación de los líderes de la dirección de guerra peruanos – bolivianos y su
afectación en la logística y equipamiento de las unidades bolivianas, las cuales motivaron
deserciones en el ejército de Bolivia, en donde se detalla el retiro de armamento y de
estipendio para manutención de las tropas bolivianas acantonadas en Tacna5, en la cual el
general Juan José Pérez Marañon de Bolivia, emite extensas cartas de reclamo a su
gobierno, sobre las acciones llevadas a cabo por el Contraalmirante Lizardo Montero en
Tacna. La suerte de los bolivianos, no cambió mucho con la asunción del mando por parte
del Crnel. Eleodoro Camacho y posteriormente con la General Narciso Campero6.

Estas situaciones complicaron el dispositivo previo a la Batalla y el ordenamiento


general de acciones para prever las acciones al 26 de mayo de 1880. Al respecto (Aguirre,
1880) indica las dificultades logísticas, sanitarias y de armamento que llevaron a variar el
dispositivo de defensa hasta en tres oportunidades como indica (Claros García, 1962, pág.
49), con el incremento de bajas fatales e incapacitantes en el bando aliado por causa de
las condiciones insalubres y el clima, promovieron que las tropas se encontraran en malas
condiciones y generando bajas y mortandad por enfermedad, como también refiere (Del
Marmol, 1880, págs. 65-100).

La continuidad de alianza peruano – boliviana, estuvo varias veces comprometida,


al punto de poder disolverse7. Las divergencias por el Consejo y Comando de guerra, fue
resuelto el 22 de mayo de 1880 a pesar de las conjuras políticas de los bandos Pierolistas
[Perú] contra Montero8 y las rebeliones de la Paz [Bolivia]9.

Tacna”. Tesis para el grado de Maestro en Ciencias. Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann – Tacna; Perú.
(Pág. 69.).
4 Correspondencia del Gobierno de Bolivia [1879-1883]: Carta del ministro Zoilo Flores al Gobierno del Perú. 22 de

febrero de 1880. Archivo del Congreso de la Republica de Bolivia, Sucre, Bolivia.


5 Documentos Inéditos. Actas de Guerra: Comando Aliado [1879-1880] pp.257-268. Archivo del Ejército de Chile.

Santiago, Chile.
6 Decreto de Gobierno de Bolivia del 19 de enero de 1880. Nombramiento del General Narciso Montero. Archivo del

Congreso de la Republica de Bolivia, Sucre, Bolivia. P.343


7 Editorial de Rafael Velarde del 15 de noviembre de 1879 [Documento Inédito]. Archivo del Congreso de la Republica

de Bolivia. La Paz, Bolivia.


8 “Diario de Campaña de E.B.” Tomo V. pp 06-07.
9 “Revista del Sur”. 03 de enero de 1880. pp.280-281.

83
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

EL ESCENARIO DE LA BATALLA DE TACNA


Conforme a la Resolución Viceministerial de Cultura N°070-2018-VMPCIC-MC
del 24 de mayo de 1880, el área del escenario del Campo de Batalla del Alto de la Alianza
tiene un total de 4776.27 hectáreas10. Conforme a la propuesta legislativa ciudadana,
presentada al congresista Jorge Castro Bravo el 24 de abril de 201611.

La propuesta elaborada por (Osorio Soto, G; Vega-Centeno, P; Oganes Oblitas, J.


2016), fue recogida y expuesta al pleno del Congreso de la Republica del Perú, el 28 de
junio de 2017, mediante el Proyecto de Ley N°1605/2016- CR12, siendo aprobada por el
Congreso de la Republica el 02 de julio de 2018; y observada por el Poder Ejecutivo el
23 de julio de 2018. En dicha propuesta, y en base a la investigación desarrollada por
(Osorio Soto, G; Vega-Centeno, P; Oganes Oblitas, J. 2016) el área concerniente al
escenario de Batalla del Alto de la Alianza, cuenta con un área total de 7523 hectáreas,
área la cual incluye las áreas de campamento aliado y las áreas de movimiento de tropas
dentro del escenario de batalla, en concordancia a los planos de batalla de los ejércitos
participantes; y evidencia arqueológica superficial en el área de batalla.

Los datos referentes a los límites de batalla se brindan de los mismos testimonios
y partes de combate. Sin embargo, para comprender el contexto general del escenario de
batalla del Alto de la Alianza, debemos enfatizar tres grandes etapas, las cuales son: a)
Actividades de preparación y establecimiento del campamento aliado, entre diciembre de
1879 a mayo de 1880. b) La batalla de Tacna puede entenderse desde acciones militares
desde el 02 de mayo de 1880 con el cañoneo chileno, los reglajes de artillería del 20 y la
captura de baqueanos, oficiales y soldados del 25 de mayo de 1880 y la exploración del
ejercito aliado del 25 al 26 de mayo de 1880 y finalmente el combate del mismo 26 de
mayo de 1880; y c) La desmovilización y campamento del ejército chileno en el campo
de batalla hasta el 28 de mayo de 1880.

La complejidad de la dinámica que se presentó en el escenario de batalla del Alto


de la Alianza, establece que la evidencia arqueológica se encuentre en áreas próximas y
anexas al mismo lugar de confrontación del 26 de mayo de 1880. La evidencia
arqueológica que presentan los campamentos aliados entre diciembre y mayo de 1880,
nos permiten considerar la dinámica de convivencia de la tropa y la dinámica logística
que precedieron a la batalla; como son, la alimentación de la tropa, dinámica comercial;
la dinámica de convivencia entre el personal de tropa y las familias que llevaron consigo
al campo de batalla – principalmente por la fuerza boliviana – quienes actuaron con la
“división de logística” del ejercito aliado a cargo de las ya conocidas “Rabonas”. Además,
de considerar las vicisitudes en las que vivió la tropa en las fechas previas al combate
final del día 26 de mayo de 1880.

10 Diario Oficial “El Peruano”. “la Resolución Viceministerial de Cultura N°070-2018-VMPCIC-MC, Que delimitan
el Sitio Histórico de Batalla denominado ´Alto de la Alianza´, ubicado en el distrito, provincia y región de Tacna,
declarada como zona integrante del Patrimonio Cultural de la Nación”. Lima, Perú: Empresa Peruana de Servicios
Editoriales – Editora Perú. 24 de mayo de 1880. pp. 09-11.
11 Osorio Soto, G; Vega-Centeno, P; Oganes Oblitas, J. “Propuesta legislativa que declara: ´Ley que Declara de

Necesidad e Interés Público, la Declaración como Santuario de Guerra y zona arqueológica e histórica intangible de la
memoria nacional al Campo de Batalla del Alto de la Alianza, en la provincia y región de Tacna”. Tacna, Perú:
Propuesta Legislativa Ciudadana. 24 de abril de 2016.
12 Congreso de la Republica del Perú. “Proyecto de Ley N°1605/2016-CR: ´Ley que declara de necesidad e interés de

la nación peruana la declaración como santuario de guerra y zona arqueológica e histórica intangible de la memoria
nacional al campo de batalla del Alto de la Alianza, en la provincia de Tacna”. Lima, Perú. https://cutt.ly/ycI61u5

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Debido las prospecciones arqueológicas superficiales [2015-2020], se pudo hallar


evidencia de asentamientos provisionales y áreas de batalla, en virtud a los datos
expresados del área de batalla, se ubica en las siguientes coordenadas:

El imaginario y la evidencia arqueológica y documental


Para comprender el escenario de la Batalla del Alto de la Alianza, se tiene que
aplicar desde un ámbito multidimensional, debido a que la batalla del día 26 de mayo de
1880, es solo una parte de la acción bélica en el área, debido a que, en los días anteriores,
se realizaron acciones de combate, como las detalladas por (Marchant, 1914, págs. 35-
37), (Gutierrez, 1956, págs. 70-74), et al. Que detallan el cañoneo del 2 de mayo de 1880
por parte del ejército chileno a las tropas peruanas, las acciones emprendidas por el
General Juan José Pérez y Eleodoro Camacho para movilizar el campamento aliado en
las cercanías de Sama, para el ataque a las fuerzas chilenas el 15 de abril de 1880 13. En
tal sentido, podemos establecer que el área de batalla no se centra únicamente en el
contorno del área monumental del Campo de Batalla del Alto de la Alianza, ni tampoco
circunscribir las acciones militares al 25 – 26 de mayo de 1880, a pesar que el imaginario
local, ha reducido el ámbito de la acción de la batalla de Tacna al día 26 de mayo de 1880.
Simbolismo y Significado del Area de Batalla en el Imaginario Nacional Peruano
La construcción de la narrativa histórica a la batalla de Tacna, se ha cernido entre la media
verdad y la mentira cómplice, debido a que, para el imaginario peruano, la batalla del
Alto de la alianza significa la traición y abandono de Bolivia al Perú; mientras que, para
Bolivia, significa la calamidad militar más grande de su historia. Este argumento poco
fiable – desde lo historiográfico- se extiende a la narrativa ideológica política de los
aliados, en el caso peruano, la historia contada desde la facción pierolista en contra del
bando pradista; y en el caso de Bolivia contra Campero y Daza.

Sin embargo, al evidenciar la documentación y evidencia arqueológica podemos


indicar que el ejército al mando del Contraalmirante Montero, no dio el máximo esfuerzo
para participar en la acción, retirándose de forma apresurada y en desbandada; mientras
que el ejército boliviano, junto a algunos batallones peruanos tuvieron la mayor cantidad
de bajas debido a que ellos contuvieron la mayor parte del ataque chileno.

Estos hechos, son poco conocidos por la población, por tanto, es necesario entender el
escenario de Batalla del Alto de la Alianza, como un santuario de guerra, donde hombres
y mujeres de diversas nacionalidades ofrendaron su vida, por tanto, debemos cambiar los
paradigmas del imaginario en una inútil confrontación entre buenos y malos. Además, de
revalorar la participación y valor de las fuerzas armadas de Bolivia en el conflicto y en
especial en la batalla. Es menester de las autoridades proteger y cautelar el campo de
batalla; y sobre todo revalorar el marco simbólico del área en pro de generar ciudadanía
en la población de Tacna y del Perú, como reconocimiento y agradecimiento a esos
hombres venidos del Alto Perú como de los hijos del Tacora que ofrendaron su vida en
las pampas salitrosas del desierto del Intiorko, dando el contexto de enseñanza que aun
contiene el escenario de Batalla del Alto de la Alianza.

13Carta Reservada del General Juan José Pérez (1880) [Documento Inédito] a J.L. Quiñonez, sobre el plan de
movimiento del campamento aliado a Sama. 13 de febrero de 1880. / Nota del Gral. Narciso Campero a Ladislao
Cabrera (1880) relativo al problema logístico y necesidad de adelantar el ataque al ejército chileno en “Buena Vista”,
Sama, Tacna. 15 de mayo de 1880.

85
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

LA BATALLA DE TACNA
Contextualización del área de Batalla del Alto de la Alianza
Los planos de Maximiliano Otihura [Chile] (Otihura, 1907), Pedro José Aramayo
[Bolivia] (Aramayo, 1880), Lizardo Montero [Perú] (Montero, 1880), Javier Elespuru
[Perú] (Elespuru, 1880) y las notas del General Juan José Pérez [Bolivia] (Pérez, 1880)
cuentan con diferencias en la toponimia de quebradas y áreas limítrofes entre la ciudad y
el área de batalla, lo cual hace difícil hacer concordar la información documental y la
topográfica.

Cabe indicar que los planos elaborados entre 1880 – 1908 no establecen el área
adyacente a la denominada “Cantera”, ni tampoco al rio Caramolle, llegando a confundir
este con el Río Caplina, con lo cual, la delimitación de las cotas altas que circundan al
escenario de batalla ha sido desplazadas de su posición original.
Sin embargo, la pintura de José Ponce de León [1922] (Ponce de León, 1922), nos
brinda datos importantes sobre la ubicación y hechos trascendentes de la Batalla del Alto
de la Alianza.

Conforme al plano de Maximiliano Otihura [1906] sitúa el área de batalla poniendo como
eje central al actual monumento de la Batalla del Alto de la Alianza, lugar donde se
emplazó la comandancia general peruana. Y detalla el movimiento del primer
campamento de la alianza el 15 de enero de 1880 como refiere (Aguirre, Miguel: 1880.
p.03 (Aguirre, 1880, pág. 03)), (Del Marmol: 1880. pp.30 -33 (Del Marmol, 1880)),
(Claros, Manuel: 1880. pp 42-43 (Claros García, 1962, págs. 42-43)), (Inclán, José. 1880.
pp. 16-22 (Inclan, 1880)) et al.

Asimismo, cabe indicar que, conforme al acta del 07 de abril de 1880, se nombra
la comisión para movilizar el campamento de la alianza y zona defensiva a las afueras de
Sama [Camiara – límite con las Yaras] a fin de aprovechar la topografía para atacar a las
avanzadas chilenas apostadas en Buena Vista, Sama. (Pérez, Juan José. 1880. pp 01 – 02
(Pérez, 1880)). En el plano topográfico elaborado por (Otihura. 1906) no consigna los
parapetos utilizados como vigilancia en la zona 293.15° noroeste a 3918.97 metros de
distancia del actual monumento.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Imagen N°01
Plano de Maximiliano Otihura Campo de Batalla del Alto de la Alianza

Maximiliano Otihura (1907). “Plano realizado por el Mayor ejército de Chile Maximiliano Otihura”. Lugar: Meseta del Intiorko,
Tacna, Perú. Autor de la obra: Maximiliano Otihura (1907). Título: “Plano realizado por el Mayor ejército de Chile Maximiliano
Otihura”.

El plano del coronel Pedro José Aramayo extraído del Informe del General
Narciso Campero ante la Convención Nacional de Bolivia como en General en Jefe del
Ejército Aliado: Sesión Secreta del 13 de junio de 1880 (Campero, 1880, pág. 67) al igual
que el plano elaborado por Otihura [1907] establece las disposiciones del ejercito aliado
a espaldas de la cota ubicada en el punto UTM 19k 363718.54 m E, 8009141.94 m S de
757 m.s.n.m. no consignando como fuente referencial la cota ubicada en el punto UTM
19k. 363044.12 m E, 8009285.47 m S, el cual dista entre el punto referenciado por
Aramayo y el eje de la posición central en 752.88 metros, dirección 287.55° norte.

Asimismo, consigna el campamento aliado como detalla (Alba, Manuel V. 1882)


(Alba, 1882) y (Viscarra, Eufronio. 1885. pp. 10 – 13) (Viscarra, 1885) en las
inmediaciones del Cementerio General de Tacna; en lo que actualmente se ubica la
Asociación de Vivienda “La Florida” y el Mercado Mayorista Grau. Debido a la continuo
y desordenado crecimiento urbano, se ha perdido mucha de esta información
arqueológica.

Cabe indicar que entre los años 1987-1989 el crecimiento demográfico


demandaba el crecimiento urbano de la ciudad, en entrevista al arquitecto Enrique Vargas
Giles quien fue el ganador del diseño y miembro del equipo de construcción del
monumento de sitio del Alto de la Alianza; quien indicó lo siguiente: [Sic] ”{…} con el
apoyo del ejército se trasladó el material para la construcción del Monumento […] Las
señoras y alumnos de Tacna donaban ladrillos y demás materiales para construcción;
muchos de los chicos ayudaban a acopiar el material cerca del cuartel [Albarracín]; y

87
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

en esos movimientos se encontraron cuerpos de soldados {…}”.14 Las referencias que


eventos climáticos asociados a los fenómenos de ENSO Modoki y Niño canónico
generaron inundaciones que removieron cuerpos, ejemplo de ellos son las inundaciones
de 1896, 1914 y 1927 cuando Tacna se mantenía bajo administración chilena.

Imagen N°02
Plano del coronel Boliviano Pedro José Aramayo del Campo de Batalla del Alto de la
Alianza

Aramayo, Pedro José (1880). “Plano realizado por el Crnel. Pedro José Aramayo”. Lugar: Meseta del Intiorko, Tacna, Perú. Autor
de la obra: Aramayo, Pedro José (1880). Título: “Croquis de las diversas posiciones ocupadas por el ejército Unido y de la Batalla
del 26 de mayo de 1880 en el campo de la Alianza”. (Campero 1880. p. 67).

Por su parte la revista Zig Zag15 N° 487 del 29 de junio de 1914, indica la
exhumación de cuerpos y practicas militares continuas en el área de batalla del Alto de la
Alianza. Donde se evidencia el traslado de osamentas al epitafio construido en la cumbre
del Intiorko.

Como menciona (Osorio Soto. 2020. pp. 12-16) durante 1901, las tropas chilenas
llevaban usualmente a los niños y jóvenes al campo de Batalla del Alto de la Alianza,
durante 1916 - 1919 se estableció el culto a las armas de Chile, en el ritual de inserción
del ideal patriótico a los niños y jóvenes de las provincias cautivas se les hacía acampar
y recolectar cuerpos en el campo de batalla (Osorio Soto, 2020, págs. 12-16).

14 Entrevista al Arquitecto Enrique Vargas Giles (2016). “Construcción del Monumento de Sitio del Alto de la Alianza”,
realizado por Vega Centeno; Patricia; Osorio Soto; Gary. Investigación de hallazgos histórico-arqueológicos. Tacna,
Perú.
15 Revista Zig Zag N°487 del 29 de junio de 1914. Empresa editora “Zigzag”. Santiago, Chile. pp 32 – 33.

88
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Imagen N°03
Maniobras del Ejército de Chile en el Campo de Batalla del Alto de la Alianza

Empresa editora “Zig Zag” (1914). “En el Campo de la Alianza”. Lugar: Meseta del Intiorko, Tacna, Perú. Autor de la obra:
Empresa editora “Zig Zag” (1914). Título: “En el Campo de la Alianza”. Revista Zig Zag. N°487 del 29 de junio de 1914. pp. 31-
32.

Cabe indicar que en la entrevista al arquitecto Enrique Vargas Giles 16 mencionó


que, durante la construcción del monumento del Alto de la Alianza, las autoridades
militares a cargo del general EP. Héctor Cornejo Villanueva encontró en lo que ahora es
el monumento de sitio sesenta cuerpos, entre los cuales, se encontraba un oficial de alto
rango boliviano, el cual pudo ser reconocido como oficial por el tipo de sombrero militar
de la época, propio de militares de alta graduación; y que dichos restos fueron depositados

16 Infra Supra: p.03.

89
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

debajo del monumento siendo un soldado peruano17, el cual fue depositado en una urna
en una de las estelas que integran el complejo monumental.

Mientras que los otros encontrados cerca de la Cripta, fueron encontrados en una
fosa común que se encuentra a continuación del complejo. En el año 1968, la revista
VEA18, publicó que el ejército Como indica la nota de la Revista VEA (1964), el área de
la ubicación de las fosas comunes demuestra que la zona donde se desarrolló la mayor
cantidad de bajas del ejercito aliado, se desarrollaron en los terraplenes defensivos eran
parte de ondulaciones topográficas adaptadas por la tropa como menciona el General
Narciso Campero, el cual indica que los “hoyos” que había, se encontraban en la
retaguardia de la primera línea defensiva, a fin de contrarrestar las cargas de caballería
del ejercito atacante, dichos hoyos se encontraban a lo largo de la línea de batalla
aprovechando el terreno sinuoso.

Dichas depresiones naturales, fueron acondicionadas con sacos de arena, en


algunos casos con la profundización de las zanjas a modo de parapetos19. Conforme a los
datos evidenciados en campo, se puede inferir que en algunos casos – y por la variación
del área de campamento – se realizaron más de una línea defensiva; lo cual sirvió como
parapetos de repliegue de las fuerzas. Muchas de las zanjas naturales fueron utilizadas
para establecer la instalación de los campamentos provisionales y de resguardo de forraje
y caballada, sobre todo en el ala izquierda.

El fortín, ubicado en el ala derecha en la cota ubicada en la zona UTM 19k,


363472.39 m E, 8011435.87 m S, cuya elevación es de 823 m.s.n.m., con una altura
relativa al resto de área de 54 metros de altura sobre el resto del terreno – desde la visión
de sur a norte- se utilizó como fuente de vivac y protección para la tropa ante el inclemente
clima. Sin embargo, el día 26 de mayo de 1880, el fortín, fue un blanco primario para la
artillería chilena, especialmente por la artillería de Fortecilla que se ubicó en la zona 19
K, 361657.54 m E, 8014730.76 m S, ubicado a 3920 metros de distancia del fortín, con
dirección 331.58° norte.

Los cañones Krupp de Campaña de 75 mm, tenían alcance máximo de 3680


metros de disparo, por lo cual, el ala derecha fue duramente atacado. En el ala Izquierda
aprovechando la elevación de la cota ubicada en la zona UTM 19k, 361981.46 m E,
8007947.05 m S cuya elevación es de 738 m.s.n.m. la cual da una elevación de 50 metros
de altura en promedio sobre los llanos del terreno.

La línea mencionada por Narciso Campero, tiene una distancia de 4645 metros
lineales, distribuyendo en segmentos las unidades peruanas, bolivianas y combinadas,
aprovechando las características topográficas del terreno, sin embargo, cabe indicar, que
en la zona 19 K, 360740.00 m E, 8008637.00 m S, se evidencia vestigios de zonas de
resguardo de caballada y campamento. Se evidencia la instalación de carpas en forma
paralela de Este a Oeste en una línea de dirección de Este a Oeste 226.97° Norte, con una
distancia de 362.80 metros lineales con en segmentos.

17 Refiere su nacionalidad por el pantalón de bayeta color blanco.


18 Revista VEA. (1964), Editoral “Zig Zag”. Santiago, Chile. pp 25-30
19 Campero; Narciso (1880). “Informe del General Narciso Campero ante la Convención Nacional de Bolivia como

General en Jefe del Ejercito Aliado. Sesión Secreta del 13 de junio de 1880. Imprenta “La Unión Americana”. La Paz,
Bolivia. pp. 54-56.

90
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El área en mención, se encuentra a 1450.48 de la cota elevada del Ala Izquierda


[Posible emplazamiento de artillería de Arnaldo Panizo] a 299.31° Norte. Al respecto de
la ubicación de las líneas y los restos QUEJARAZU CALVO, Roberto (QUEJERAZU
CALVO, 1979), indica lo siguiente:

[Sic] “{…} Ponemos punto final a los tres capítulos de esta serie relacionados con la batalla de
Tacna con la descripción que hizo de su escenario un periodista chileno que lo visitó a los dos
años de ocurrido el suceso: "Tacna, 20 de mayo de 1882. El campo es inmenso. En vano querría
encontrarse el más pequeño arbusto en ese desierto majestuoso. El calor que experimentaron los
soldados debió ser terrible. Recorriendo el lugar el aire quema y el pie se entierra en la arena
pesada y caliente. Yacen en él centenares de soldados. Principiando por el ala derecha del ejército
aliado, se ve todavía el fuerte en el que apoyaba el extremo de su línea. A su alrededor hay
vestigios de una lucha encarnizada. Dentro del recinto quedan aún soldados bolivianos que hace
mucho tiempo fueron quemados por una avanzada de carabineros chilenos, pero a pesar de este
intento de incineración, los restos han resistido la acción de las llamas y se ven miembros
ennegrecidos y calcinados a medias. En el centro hay señales de una hecatombe. Pueden verse
mezclados a chilenos, peruanos y bolivianos, esparcidos por todas partes. Hay esqueletos con
blancura de mármol, al lado de cadáveres que conservan la piel y otros aún la carne. Algunos
casi intactos en virtud del clima seco y la arena. En el ala izquierda se presenta un horrible osario
de cráneos enteros unos, partidos otros, confundidos con infinidad de huesos y con cadáveres
todavía vestidos. Las botas del soldado chileno se mezclan con la ojota del boliviano y el zapato
del peruano. Yataganes, caramañolas, fundas y tahalíes, hacinados en desorden. El olor es
infecto, el cuadro tétrico. La lucha debió ser acá terrible. Aquí y allá montones de arena como
ataúdes desteñidos, encerrando una compañía o un batallón. Nada interrumpe el silencio, ni la
soledad. Ni un pájaro, ni un perro, ni una hierba, ni un arbusto. Sólo alguna culebra y la veloz
salamanquesa que ha hecho su nido en algún bolsillo o en los pliegues de un uniforme. Todo el
largo de la línea de batalla de varios kilómetros, está cubierto de restos de soldados. Encima un
cielo siempre azul y un sol candente {…}”20.

Los restos humanos e implementos, revelan la ubicación geográfica donde se


encontraban los dispositivos de las fuerzas aliadas, conforme al relato de RAMALLO,
Miguel (1901) (RAMALLO, 1901), donde detalla lo siguiente:
[Sic]: “{…} El Dr. Francisco Vera era uno de aquellos tranquilos y pacíficos doctores del foro
de Sucre, que al [pág. 13] escuchar el bélico himno del clarín guerrero que llamaba á sus hijos á
la defensa nacional, voto la pluma y empuñó el rifle con un valor y entusiasmo dignos de ser
imitado. Desde simple soldado ascendió á la clase de Sub-teniente y era recomendable en una
compañía por su seriedad y ejemplar conducta en el servicio. Zacarías Alarcón, también Sub
teniente, era ligero, alegre y revoltoso, pero contraido y muy entendido en el movimiento de las
guerrillas; por cuya razón á ambos para que fuesen al frente de esta descubierta. Desplegaron
con rapidez é impaciencia, y á poco los vimos desaparecer entre los medanosos montículos que
cubrian nuestro frente. {..}. Había empezado la batalla.- Saqué el reloj y eran las diez y cuarto.
[pág. 14] Se aproximó á nosotros el bizarro Coronel Miguel Aguirre, nos dijo algunas palabras
llenas de fuego y siguió al frente á galope de su caballo. Luego el Jefe de Estado Mayor General
de nuestra División, Coronel Juan L. Muñoz, se llegó al Jefe, cruzaron algunas palabras y se alejó
en dirección de la “Vanguardia de Cochabamba”, que estaba á nuestra izquierda, {…}
Caminamos mucho trecho sin distinguir [pág. 18] á los chilenos que nos lo ocultaban enormes
montículos de arena que aún teníamos que salvar para llegar al lugar del combate. Al doblar uno
de ellos encontramos á los Tenientes Vera, Alarcón y á los rifleros Octavio Ovando y Julio
Verdeja, que venían jadeantes de fatiga. ¿Qué es de la tropa? interpelé a Vera, y éste repuso con
una calma estóica: todos han muerto sobre la línea del Batallón 2ª. Continuamos el avance, y
cuando íbamos á ascender unos elevados y ásperos montículos, uno de los oficiales que iba por
delante, creo fué el Teniente Roso, me indicó silencio con la mano y bajó de la altura casi rodando,
dando á entender que yá iban á llegar á la cumbre los enemigos que subian del otro lado.
Preparados los rifles y rodilla en tierra, los esperamos. A pocos minutos se vió aparecer por la
cumbre de los montículos, bayonetas, luego kepís y finalmente el busto de los enemigos; su

20QUEJERAZU CALVO, Roberto. (1979) “Aclaraciones Históricas sobre la Guerra del Pacífico”, Imprenta editorial
“La Juventud”, La Paz, Bolivia, pp.157 - 158.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

aparición fué saludada con una nutrida descarga que debió ser tan eficaz que [pág. 19] los puso
en desórden y los hizo retroceder apresuradamente. {…}. Desalojados los enemigos, continuamos
el avance y vimos en la llanura, que avistamos de improviso, una inmensa línea de fuego sobre la
que flotaban nubes de humo, cubriendo por momentos la línea de batalla. El espectáculo era á la
vez imponente y aterrador; nuestras filas comenzaban a clarear; la muerte habia empezado á
segar existencias juveniles que eran una esperanza {…}”21.

En el área mencionada se encontró cinco fosas comunes en el ala izquierda del


campo de batalla, las cuales corresponderían a los batallones Sucre N°02, Viedma N°5,
Padilla N°6°, Aroma N°04, Colorados - Alianza N°01, Loa N°03 [bolivianos], “libres del
Sud” Murillo, Tarija N°7, Chorolque N°8, Grau N°9 Cochabamba los Batallones Reserva
Lima N°11, “Cazadores del Misti” N°15, “Granaderos del Cuzco” N°19, Zepita N°01,
“Pisagua” N°09, “Arica” N°27” y parte de la División de los Nacionales, donde se
encontraban la columna Para, gendarmes y civiles armados. En el artículo periodístico se
consigna la identificación de un soldado chileno del Batallón Coquimbo 7° de Línea; el
trabajo de enterramiento de los restos estuvo a cargo del Crnel. EP Carlos Cobilich22.

relato de BALLIVIÁN, Daniel (1919) indica sobre los muertos, despojos y zona
de batalla lo siguiente: [Sic] ”{…} Los Colorados pasan casi saltando para no pisar los
cuerpos de sus hermanos caídos, la mayoría ha sufrido una herida mortal o han muerto
[p.27] {…} los oficiales marchan a pie – para reforzar la izquierda- los que pueden lo
hacen de forma ágil, otros no tanto, solo quedan rezagados los heridos o los que ya han
muerto [p.31]”.23
Imagen N°04
Plano del Campo de Batalla del Alto de la Alianza 1880

General Ñañez, (1919). “Plano de la Batalla de Tacna”. Lugar: Meseta del Intiorko, Bolivia.

21 RAMALLO, Miguel (1901) “Recuerdo del Tiempo Viejo, el 26 de mayo de 1880 en el Alto de la Alianza”. Imprenta
“La Industria”, Sucre, Bolivia, pp 13-18.
22 Revista Vea N° 1868. 1964. Editorial “Zig Zag” Santiago de Chile. pp. 34-37.
23 BALLIVIÁN, Daniel (1919). “Los colorados de Bolivia. Recuerdos del Sub teniente Daniel Ballivian”. Imprenta y

Lito americana, Valparaíso, Chile, pp 27-35.

92
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Por su parte Manuel Claros, en sus memorias, detalla de forma más evidente y
grafica la situación de los cuerpos y la posiciones que quedaron en la batalla:

[Sic]: “{…} los soldados del 2° y “Viedma” caían de una manera exagerada, continuando el
primero con más descargas sobre el enemigo con Ayoroa que se hallaba en un caballo blanco. A
las doce sería, cuando estuvimos para terminar de ascender en derrota, no encontramos la reserva
de los batallones “Victoria” y “Huáscar” se habían evaporado; el costado derecho, mirado de
esa altura parecía una noche de incendió {…} De un momento a otro calmaron las descargas
sobre nosotros, atendiendo únicamente a los del morro, donde estaban los de la Legión que se
batían con los que nos avanzaron [p.66] los “Colorados” por cerca de la ambulancia, venían a
paso ligero; al trote a protegernos; fue un consuelo para todos ver aparecer este cuerpo aguerrido
de Bolivia. Se fueron sobre el enemigo por ese plano inclinado confundiéndose con ellos, entre la
polvareda y el humo. Como perdí toda esperanza de triunfo, tuve que retirarme tomando la
dirección al Pará, por no poder alcanzar al camino directo de Tacna. En mi descenso hacia
aquella parte, lo encontré muerto a otro joven potosino Cuenca, pequeño, crespo, de los “Libres
del Sud” algunos heridos se hallaban, en los cercos de granada, sin poder avanzar más
[p.67]{...}”.24

En el plano de Carlos Prieto (1880) se evidencia las disposiciones del Fortín y las
cotas elevadas de la línea defensiva; sin embargo, la disposición relativa a los llanos
cercanos a la pampa del Caramolle y la cadena montañosa relativa a la “Quebrada del
Diablo” que desembocan en la pampa del Caramolle y la Quebrada de Copare que da
hacia el “Pago Aymará” no se consignan en el plano. Por lo cual, existe una compresión
de las dimensiones y ubicaciones. Sobre el eje central [ambulancia] 25, establece un
retroceso de las ubicaciones en terreno en 120 metros en general.

La disposición de Quebrada de Molles o Honda – dependiendo del autor -, citada


en las Memorias de Cáceres26, memorias del general Juan Buendía27 y del General
Suarez28, señalan como la zona de confrontación de los ejércitos aliados y el de Chile en
Quebrada de Molles entre las 10.30 a.m. y 11.00 a.m. El plano de Carlos Prieto (1880)
no consigna indicadores toponímicos que permitan ubicar el desenvolvimiento de los
ejércitos en combate. Como mencionan Jaén La Torre, H., & Ortiz, G. (1963), quienes
indican que:

[Sic] “. Las exposiciones de éste miembro se observan en los cerros Para y Magollo al Oeste de
Tacna y en el cerro Molles al Sur de la misma ciudad. Su espesor estimado en dichos afloramientos
es de 20 a 50 m. como máximo {…}”. p.26 (La Torre & Ortiz, 1963, pág. 26). Por su parte, Lucas
Jaime, Julio (), indica que: “{…} Y en el opuesto el distinguido joven N. Macklean [MacLean]
comandante del Arica entraba a pie y a la cabeza e su cuerpo; y el intrépido coronel Carlos Llosa,
jefe el Zepita. Con la serenidad que les es característica, acudió al que era Jefe de esa división,
coronel Andrés A, Cáceres, a salvar a tiempo los estandartes de este ultimo y el de la Universidad
de Lima [San Marcos] que lo llevaban los Cazadores del Misti {…} cedieron campo, arrastrando
cuerpos {…} derribados en lucha, pistola en mano {…}”, p.44. (Lucas Jaime, 1893, pág. 44), por
su parte Ahumada Moreno, Pascual (1884), indica: “{…} Eran las 12.30 p.m. cuando el Ala
Izquierda empezó la dispersión {…} las divisiones de Cáceres y Canevaro junto a los batallones
bolivianos Alianza y Aroma hacían prodigios por ese lado {…} Cáceres herido ligeramente y

24 Ibidem. pp.66-67.
25 Actual Monumento de Sitio del Campo de Batalla del Alto de la Alianza.
26 Guerrero, Julio C. 1924, Andrés A. Cáceres. La Guerra entre el Perú y Chile (1879–1883). Editora Internacional

Madrid, Berlín, Buenos Aires, México, Lima, Perú pp. 67 – 69.


27 Diaz A., Julio. 1925. “Los Generales de Bolivia (Rasgos Biográficos) 1825-1925”. Imprenta Intendencia General de

Guerra, La Paz, Bolivia, pp. 621-623.


28 Memoria del Consejo Municipal de La Paz. 1923. H. Consejo Municipal. La Paz, Bolivia, p.19.

93
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

habiendo perdido su segundo caballo en la batalla, seguía imperturbable, su división había


quedado diezmada. Llosa, jefe del Zepita, había muerto”. p.61829.

Estos datos mencionados, son importantes para entender la validez de la


información contenida en la obra de Ponce de León y su relación con ubicaciones
geográficas puntuales en el escenario de Batalla del Alto de la Alianza; el plano de Carlos
Prieto (1880) y los planos en general, han considerado los desplazamientos de unidades,
sin considerar los dispositivos defensivos y movimientos envolventes propios de la
topografía para conquistar las posiciones, la información, en líneas generales son muy
discretos y no consolidan la información testimonial y la información entre los agentes
beligerantes en contienda.

Imagen N°04
Plano del Campo de Batalla del Alto de la Alianza 1880

Barros Arana, Diego (1880). “Plano de la Batalla de Tacna”. Lugar: Meseta del Intiorko, Tacna, Perú. Autor de la obra: Carlos
Prieto (1880). Título: “Plano de la Batalla de Tacna”.

29 Véase: Ahumada Moreno, 1884, pág. 618.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El croquis diagramado por WILDE, Fernando (1942) (WILDE, 1942) establece el


desenvolvimiento de las unidades del Ala derecha y el Ala Izquierda; el plano consigna
la confrontación del Ala derecha chilena (Izquierda aliada) donde hace mención a la toma
por el flanco del eje, estableciéndose dos áreas de combate denso y férreo, la primera, el
área donde las unidades del Zepita y el Sucre; y demás batallones peruanos aliados;
además cabe indicar la incursión de los colorados en el Ala de extrema izquierda, en
donde el Manuel Claros (Claros García, 1962, pág. 67) indica:

“En el camino del ferrocarril que conduce a Arica, me quedé, porque no supe donde se hubiese
reunido el ejército boliviano. De ese punto vi que la reserva del ejército chileno descendía
formando un cordón negro hacia la pampa del panteón, continuando los “Colorados” en las
alturas del Pará, combatiendo con un cuerpo de caballería descendiendo, en esta posición a este
punto. Por temor de ser atropellado por la caballería enemiga que perseguía a los “Colorados”
por donde vine, tomé la resolución de pasarme a los cerros del frente (Lobes), mientras tanto, la
artillería chilena acomodada en los cerros Norte, (donde había una inscripción en la arena “Viva
Piérola”), daban descargas de bombas a los alrededores de Tacna, donde los veían a algunos
derrotados reunidos; este bombardeo sería desde las 4 de la tarde hasta las 6 p.m. {…}”30.

Por tanto, conforme a los relatos testimoniales, se establece que la extrema


izquierda siguió combatiendo por la quebrada de Copare y Magollo, como indica el
croquis de WILDE, Fernando (1942)31. Cabe indicar que el croquis establecido por
WILDE, Fernando (1942), brinda detalles sobre las posiciones y desenvolvimiento de las
unidades, pero no brinda métricas relativas a las dimensiones del área, pero, si aporta
algunas cotas de referencia que pasaremos a detallar más adelante.

Imagen N°05
Plano del Campo de Batalla del Alto de la Alianza 1880

30 Claros García, Manuel Pascual. (1962) “Diario de un Excombatiente de la Guerra del Pacífico. 1879”. “La Nación”,
La Paz, Bolivia, p.67.
31 Ibidem. p.77.

95
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

WILDE, Fernando (1942). “Croquis de la Batalla de Tacna”. Lugar: Meseta del Intiorko, Tacna, Perú. Autor de la obra: WILDE,
Fernando (1942) Obtenido de: Claros García, Manuel Pascual. (1962) “Diario de un Excombatiente de la Guerra del Pacífico.
1879”. “La Nación”, La Paz, Bolivia, p.77.

En el documento [Inédito] de “Actas de Guerra”, p.02 del 01 de junio de 1880,


elaborado en Tarata, Perú, se establece el dispositivo que incluye el Campamento de la
Alianza y la distribución de unidades.

El documento, plantea los datos relativos a orientación y disposición, haciendo


énfasis a la limite consignada por la cadena montañosa del Intiorko; ubicando las
posiciones en áreas relativas al llano de la meseta del Intiorko y al aprovechamiento de
elevaciones topográficas circundantes al eje central32. El esbozo del croquis del área de
batalla comprendida en el documento de “Actas de Guerra”, indica la línea de parapeto
utilizada por el ejército aliado el día 25 de mayo de 188033.

Imagen N°06
Plano del Campo de Batalla del Alto de la Alianza 1880

Actas de Guerra (1880). “Plano de la Batalla de Tacna”. Lugar: Meseta del Intiorko, Tacna, Perú. Autor
de la obra: No identificado (1880). Título: “Plano de la Batalla de Tacna”. Archivo de Estudios Históricos
Militares del Perú. Lima, Perú, p. 120.

De conformidad con lo dispuesto en los croquis de Wilde, Fernando (1942) y


Actas de Guerra (1880), se puede inferir que la dinámica de posiciones y despliegue se
ceñían a la disponibilidad de cobertura del terreno, como mencionan los informes
oficiales, cartas y documentos anexos, el terreno, cumplía con las condiciones naturales
de parapetos, solo haciendo el acondicionamiento con sacos terreros y pequeñas
intervenciones de reacomodo del recurso suelo.

32 Ubicación actual del monumento del Alto de la Alianza. Zona UTM 19k, 363012.95 m E, 8009305.92 m S.
33 Supra. P.07.

96
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El desarrollo de zanjas por personal de tropa durante los preparativos de batalla,


era complejo, por las características del sueño, en cuya estratigrafía establece una
cobertura de arena superficial, permitiendo una libre remoción de material entre 30 – 40
centímetros, cambiando la morfología a concreciones de salitre y/o rocas de
aglomeramientos volcánicos, lo cual, hacia dificultoso el trabajo de fortificar las
trincheras, al respecto, en cuanto al fortín, las características del material empleado, como
señala Claros, Manuel:

[Sic]:“{…} Los zapadores se amontonaba en un pequeño promontorio de terreno, fuimos con


Gamarra y vimos que se trabajaba un fuerte de sacos de arena... dicho fuerte consistía en dos
corridas de sacos de arena de la altura de tres metros de forma de herraje existían unos huecos
como para que nos cañones puedan acomodarse, quedando las ruedas dentro del semicírculo,
hacia atrás, no existía nada, se dejaba libre para que las ruedas de los cañones puedan correr;
delante de este fuerte había una especie de fosa. La extensión de la parte interior tendría un
diámetro de quince metros máximo. Los zapadores tenían sus banderas de diferentes colores,
supongo que cambiarían la posición del fuerte que estaba situado en la parte inferior del
campamento, al costado derecho donde dirigió ese ingeniero español {…}”. 34

Al respecto sobre el empleo de fortines, cabe indicar que conforme a lo indicado


por Aguirre (1880), Claros (1962) et al. Bridan información relativa a que el general
Campero, realizó trabajos para emplazamientos, los cuales no fueron utilizados. se conoce
muy poco, salvo algunos relatos relativos a su participación durante la batalla de Tacna.
Su obra, sin embargo, ha plasmado - quizás – la mejor obra documental sobre la batalla
de Tacna. Sobre su intervención en la batalla encontramos algunas referencias, como las
de Claros, Manuel (1962), el cual indica que: “El batallón “Chorolque” (Chicheños): El
primer jefe Justo Villegas, un Ponce y tercer jefe José Ruiz. Los de este cuerpo eran
ternos azules componían 460 hombres {…}35. Asimismo, en las memorias de Ramallo,
Miguel (1901), sobre Ponce nos indica:

[Sic]: “El valeroso “Vanguardia de Cochabamba” había sufrido también enormes bajas, lo
mismo que el bravísimo “Zepita” que perdió á su Comandante Lloza; el “Grau”, el “Chorolque”
y el “Padilla”, habían hecho prodijios de valor, y el “Sucre” 2º de línea, sucumbió casi por
completo. Cuando llegamos sobre la linea donde momentos antes combatió este heróico cuerpo,
hallamos muertos á nuestros 23 “Libres” mezclados con los gloriosos “Amarillos”. No teniamos
refuerzos: dos batallones del Perú de cuyos nombres no quiero acordarme, volvieron caras á
pesar del heroismo de sus Jefes que murieron dándoles ejemplo de valor y patriotismo. Nosotros
estábamos diezmados, Carrillo herido, lo mismo el Comandante Romero que fué llevado á una
ambulancia; muertos los Ayudantes Murillo y Salguero, no teníamos quién nos imparta una órden
ni quién nos dirija en tan fatal momento. Sin embargo, combatíamos perdiendo palmo á palmo
nuestro terreno y haciendo una fortaleza de cada arenoso montículo; en esto sentí fuego por
retaguardia y me convencí que el enemigo nos envolvía. Un brazo se posó sobre mi hombro y oí
al Capitan Vargas que me decía: “Ya no tenemos Jefes y ahora mando yó: haz flanquear por la
derecha; repleguémonos al centro, y que se comunique lo mismo á Buitrago y á Tapia”, y se alejó
el valiente Capitan; ordené á Roso comunique sus órdenes, y al volver la cabeza ví á Vargas que
se revolcaba tinto en sangre. Corrí a levantarlo y me horroricé, pues me pareció un cadáver. Volví
á mi puesto y Roso que regresaba de su comisión, al dirijirme la palabra cayó para no volver á
levantarse más. A su lado á pocos momentos, ví muerto a Oroza y á pocos pasos a Barco, niño
por el que yó tenía predilección particular. José Ponce caía herido y con él otros ciento; yá
aquello no era combate –era una carnicería {…}”.

34 Claros García, Manuel Pascual. (1962) “Diario de un Excombatiente de la Guerra del Pacífico. 1879”. “La Nación”,
La Paz, Bolivia, pp.46-47.
35 Claros García, Manuel Pascual. (1962) “Diario de un Excombatiente de la Guerra del Pacífico. 1879”. “La Nación”,

La Paz, Bolivia, p. 47.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

La información que brinda Ramallo, Miguel (1901) es relevante, pues, nos permite
entender muchos aspectos de la obra de José Ponce de León, siendo los principales la
muerte del coronel Llosa, del Batallón Zepita y Barco; a quien el imaginario nacional
boliviano podría confundir con el tambor boliviano Juanito Pinto.

Conforme al análisis consignado la elevación36, conforme al cuadro de Ponce de


León, se pone énfasis en los parapetos de las elevaciones y las quebradas circundantes
del Ala Izquierda. En el cuadrante superior izquierdo, se evidencia el despliegue de la
unidad de caballería “Granaderos” del ejército de Chile.

Al respecto indica FIGUEROA, Pedro Pablo (1880): [Sic]” {…} Al amanecer del
26 la división al que pertenecía el Atacama se encontró a corta distancia de las
fortificaciones [parapetos] del ejercito enemigo atrinchera en el Alto de Tacna. La
batalla se trabó pronto, en difíciles condiciones para el ejército chileno y mucho más
para el Atacama, que tuvo que resistir los primeros fuegos sin poder defenderse {…} El
Atacama, fue uno de los batallones que con más audacia disputó palmo a palmo el
terreno que ocupaba el enemigo {…} ”.37

Machuca, Francisco (1928), por su parte indica: “La I División sigue en este
orden, acercándose a la línea enemiga, que no da señales de vida, pues ni se divisa
siquiera el quepí de los infantes. Se acerca hasta los mil metros. Para desenmascarar al
enemigo, hace desplegar en guerrilla al Valparaíso, que avanza, guía al estandarte,
colocado al centro del Batallón. A poco andar, el enemigo rompe en descargas cerradas,
desde la coja arenosa que oculta el frente de batalla de los aliados. {…}”.

La sinuosidad del terreno que colinda entre el llano y las elevaciones del terreno
impiden divisar las posiciones defensivas incluyendo las que separan a las unidades del
ejército aliado, las cuales, actuaban por propia cuenta, al no saber que acontecía a pocos
metros de ellas.
Imagen N°07
Plano Topográfico de elevación de líneas defensivas aliadas

Osorio Soto, Gary Martin (2021). “Topografía de campo de batalla del Alto de la Alianza – Ala Izquierda”. Lugar: Tacna, Perú.
Autor de la obra: Infraestructura Nacional de Datos Geoespaciales, Ministerio de Defensa del Perú. 2021 idp.gob.pe

36 Línea Naranja en imagen satelital, son las cumbres que dominan las quebradas y depresiones topográficas en el
terreno del campo de Batalla del Alto de la Alianza. Imagen Landsat Copernicus 1980.
37 FIGUEROA, Pedro Pablo (1880) “El Atacama en la Guerra del Pacífico”. Imprenta “Colón”, Santiago, Chile, pp.

71-73.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

La geolocalizacion demuestra la confluencia del terreno llano en compracion a las


cotas de elevacion presentes en el campo de batalla, como detalla Jose Ponce de León38,
donde se indica la confluencia de las quebradas de Magollo y el Camino Inca segmento
Tacna – Sama.

Sobre este encuentro de las lineas aliadas y el ejercito chileno, VIZCARRA,


Eufronio (1885] refiere: “{…} En estos mismos momentos, el ala izquierda de nuestro
ejercito, era atacada con tenacidad por nuestro ejercito, cuyo numero crecia
incesantemente, comenzaba a ceder combatiendo en retirada [ref. 1era division de
Amengual, Chile] a pesar de esto, los fuegos que hacian los de nuestro lado [Ref. Ejercito
Aliado] causaba espantosa carniceria en las filas contrarias {…}”.39

Por su parte, el relato del Mariscal Caceres refiere : “ {…} Al mismo tiempo se
empeñaba el combate en todo el frente, sosteniéndose los nuestros tenazmente, son ceder
un paso. Pero el foco de las refriegas se localizó el ala izquierda, a la cual trataron los
chilenos de abordar a todo trance. En estos momentos, el coronel Camacho ordenó
cambiar la posición de la artillería e hizo entrar a la 4ta. División de Mendoza, para que
se ocupara el claro dejado por aquella; asimismo ordenó que fuera de la División de
Acosta, boliviana de reserva para defender el flanco seriamente amenazado {…}”40.

Imagen N°08
Plano Topográfico de elevación de líneas defensivas aliadas

Osorio Soto, Gary Martin (2021). “Topografía de campo de batalla del Alto de la Alianza – Ala Izquierda”. Lugar: Tacna, Perú.
Autor de la obra: Infraestructura Nacional de Datos Geoespaciales, Ministerio de Defensa del Perú. 2021 idp.gob.pe

La topografía que se ubica en la zona UTM 19k 358821.71 m E 8007886.95 m S,


255.29° Norte, se desprende y bordea por las elevaciones que se generan de la Quebrada
de Magollo de Este a Oeste por 1,360 lineales hasta el punto UTM 19k, 359213.64 m E,
8006747.11 m S, 161.62° Norte, dirección desde la ubicación del batallón Viedma al
Extremo izquierdo por donde flanquea la Caballería Chilena con el Granaderos a Caballo;
en dicho línea, el ala izquierda, contiene el ataque de la primera división de Amengual,
reforzada por el Batallón Buin, al respecto Machuca, Francisco (1928):

38Ponce de León, José (1922). Oleo: “Batalla del Alto de la Alianza. 26 de mayo de 1880. Museo de la Libertad, Sucre,
Bolivia. IMAGEN: Supra, p.19.
39 Vizcarra E. "Los combates de Tacna y Arica" La Paz: Imprenta "El Siglo Industrial"; 1885, p.23.
40 GUERRERO, Julio (1924). “Andrés A. Cáceres, Mariscal del Perú, ´La Guerra entre Perú y Chile´, 1879-1883.

Extracto de mis memorias”. Editora Internacional, Buenos Aires, Argentina, p.70.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

“{…} El ejército entero ve como el Valparaíso desaparece tendido en la arena; luego hace fuego
en avance, destacándose el coronel Niño, que recorre a caballo las filas para conducirlas al
frente. Amengual, tan pronto como el Valparaíso se compromete con el enemigo, hace que
Esmeralda por la izquierda y Navales por la derecha se dispersen, compañía por compañía y
avancen a la línea de fuego que arrecia con singular intensidad. Amengual recibe comunicación
de la artillería de Salvo de que el enemigo desguarnece la izquierda para reforzar el centro. No
desea más el jefe chileno; hace formar en guerrilla a los batallones de reserva, Chillán, 2º
Esmeralda y Compañía de Pontoneros y los envía a la línea; seguro del éxito, marcha a grandes
saltos a la conquista de la cortina medanosa que resguarda a los contrarios. El coronel Barceló
tan pronto divisa al Valparaíso empeñado en acción, ordena que los cuerpos dispersen sus
compañías hasta cubrir todo el frente de Castro Pinto y avanza desplegado, en guerrilla. Lleva
como efectivo 2.181 combatientes contra las fuerzas del coronel Castro Pinto, ascendentes a 4.500
individuos, con tres cañones y tres ametralladoras. Amengual y Barceló tocan retirada {…}”.

Las unidades chilenas [Granaderos a Caballo, Navales, Atacama y Esmeralda]


iniciaron la incursión aprovechando las ondulaciones propias de la Quebrada de Molles,
que se conjuntan con la de Magollo en el ala izquierda del ejercito aliado; y que desciende
hacia los campamentos bolivianos, la Ambulancia de Dállense y al campamento de
abastecimiento del ejercito aliado. Dicha topografía irregular como se evidencia en la
imagen [Ref. 15-2 a 15-5] el terreno, genera el espacio necesario para las incursiones
chilenas de flaqueo y los parapetos defensivos como señala el croquis de Waldi, Fernando
(1942).41

Imagen N°09
Plano Topográfico de elevación de líneas defensivas aliadas

Osorio Soto, Gary Martin (2021). “Topografía de campo de batalla del Alto de la Alianza – Ala Izquierda”. Lugar: Tacna, Perú.
Autor de la obra: Infraestructura Nacional de Datos Geoespaciales, Ministerio de Defensa del Perú. 2021 idp.gob.pe

El desgaste material y de recursos humanos se hacía presente en las unidades


chilenas, el refuerzo del Buin y otras unidades, como señala EKDAHL, Wilhelm (1910),
que indica:

“{…} El plano que acompaña la obra de Barros Arana muestra un reducto detrás del frente
aliado, pero al E., es decir, a retaguardia de la parte más alta de la meseta. Parece difícil que
estuviera allí; más probable es que estuviera sobre el mismo frente; pues en el centro había un
reducto, como lo creemos, al relatar la ocupación de la posición. Probablemente el 4º reducto se

41Supra, p.12. WILDE, Fernando (1942) Obtenido de: Claros García, Manuel Pascual. (1962) “Diario de un
Excombatiente de la Guerra del Pacífico. 1879”. “La Nación”, La Paz, Bolivia, p.77.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

encontraba sobre el ala izquierda del frente. Las distancias habían sido medidas para el tiro,
colocándose señales para ayudar a la infantería i artillería a fijar pronto las alzas que deberían
usar (p.226) {…} A pesar de las pérdidas espantosas causadas por la fusilería de la infantería
Camacho en las filas chilenas, la 1ª División ejecutó su retirada sin pánico, si bien el orden
naturalmente no era el de parada. Llenos de furor, esos soldados solo esperaban nuevas
municiones para volver al asalto. (p.233) 42.

Imagen N°10
Plano Topográfico de elevación de líneas defensivas aliadas

Osorio Soto, Gary Martin (2021). “Topografía de campo de batalla del Alto de la Alianza – Ala Izquierda”. Lugar: Tacna, Perú.
Autor de la obra: Infraestructura Nacional de Datos Geoespaciales, Ministerio de Defensa del Perú. 2021 idp.gob.pe

El Desarrollo de la Batalla de Tacna


El día 25 de mayo de 1880, el ejército aliado por disposición de la Junta de Guerra, tomó
la acción de realizar la avanzada al campamento de chileno de “Quebrada honda”43,
ubicada a 17.652 kilómetros al Nor oeste del eje central del campamento del ejercito
aliado. Como refiere (Campero, 1880), la avanzada buscaba sorprender al ejército chileno
en horas de la madrugada.

Las condiciones climáticas impidieron que el ejército aliado pueda ejecutar dicha
acción, teniendo que volver al campamento aliado a las 03.45 am del día 26 de mayo de
1880. Las avanzadas del ejército chileno, respondieron al toque diana; y luego de tomar
desayuno procedieron a las 4.25 horas del día 26 de mayo a iniciar la marcha hacia el
campamento aliado, persiguiendo en su camino a la retaguardia de la avanzada del
ejercito aliado, generándose tiroteos esporádicos que fueron contenidos por el ejército
aliado.

A las 6.40 horas, se inicia la disposición de fuego de artillería sobre las unidades
peruanas de avanzada en los parapetos del Ala Izquierda del ejercito aliado; quienes se
encontraban 2.5 km por delante de los parapetos. La artillería chilena de retorno, no hacia
estragos en las líneas aliadas.

Con la llegada de las tropas de avanzada al campamento aliado, las rabonas y


comerciantes que acompañaban al ejército aliado, sirvieron el desayuno a estos, no

42 EKDAHL, Wilhelm (1910). “Historia Militar de la Guerra del Pacifico entre Chile, Perú i Bolivia (1879-1883).
Editorial Imprenta del Ministerio de Guerra, Santiago, Chile, Tomo II, pp. 226-233.
43 Ref. Ubicación planimétrica entre Sama y Tacna, derivada de la cuenca Lloclla Sama.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

pudiendo tomar desayuno todos debido a que la orden de generala, llevaba a reconformar
los cuadros y tomar posición en los parapetos defensivos.

El reglaje de distancia de la artillería chilena, encubría los movimientos de


avanzada del ejército chileno, en especial de las unidades de los batallones cívicos y
navales por el ala izquierda del ejercito aliado, aprovechando la sinuosidad que presentaba
la quebrada de Molles.

En el ala derecha se empezaban los primeros fuegos de la artillería chilena dirigida


por Fontecilla contra los fortines aliados (Claros García, 1962), el duelo se mantuvo por
2 horas, mientras las avanzadas en guerrilla, dirigidas por Amengual tomaba posiciones
al oeste de las posiciones aliadas, dominadas principalmente por el ejército boliviano.

La incursión de las unidades chilenas al promediar las 12.20 horas del día, hora,
en la cual, las unidades de la 1era División Chilena, reforzada por Granaderos a Caballo,
flanqueando las posiciones de los batallones Aroma N°04, “Libres del Sud”, Sucre de
Línea N°01, Sucre N°04, Chorolque N°06, Cochabamba, Viedma N°05, Tarija N°07,
Alianza N°01 (Colorados) y los Murillo [Bolivia]; y las unidades peruanas Zepita N°01,
integradas por la Columna “Para”, Columna Ilabaya y Sama, Gendarmes de Tacna,
Voluntarios Civiles, Montonera de Albarracín, Cazadores del Misti N°15.

El Batallón Puno, integrado por el Lima N°08 de reserva, Puno y Arequipa, entre
otras unidades menores, estas unidades se conjuntaron los refuerzos solicitados por
Campero y Camacho a Montero. El cuadro, muestra la avanzada – por volumen – del
ejército chileno, el cuadro detalla la captura de la artillería peruana como refiere
RAMALLO, Miguel (1901), quien indica:

[Sic] “{…} Caminamos mucho trecho sin distinguir á los chilenos que nos lo ocultaban enormes
montículos de arena que aún teníamos que salvar para llegar al lugar del combate. Al doblar uno
de ellos encontramos á los Tenientes Vera, Alarcón y á los rifleros Octavio Ovando y Julio
Verdeja, que venían jadeantes de fatiga. ¿Qué es de la tropa? interpelé a Vera, y éste repuso con
una calma estóica: todos han muerto sobre la línea del Batallón 2ª. {…} [pág. 17] Aumentaron
los refuerzos chilenos; los regimientos Navales y Esmeralda nos atacaban con brío, y nos vimos,
así como todos los cuerpos de la línea, precisados á retroceder, abandonando el campo ganado
palmo á palmo, y donde dejábamos tantos y tan queridos seres á nuestro corazón. llegamos sobre
la linea donde momentos antes combatió este heróico cuerpo, hallamos muertos á nuestros 23
“Libres” mezclados con los gloriosos “Amarillos”. No teniamos refuerzos: dos batallones del
Perú de cuyos nombres no quiero acordarme, volvieron caras á pesar del heroismo de sus Jefes
que murieron dándoles ejemplo de valor y patriotismo. Nosotros estábamos diezmados, Carrillo
herido, lo mismo [pág. 21] el Comandante Romero que fué llevado á una ambulancia; muertos
los Ayudantes Murillo y Salguero, no teníamos quién nos imparta una órden ni quién nos dirija
en tan fatal momento. Sin embargo, combatíamos perdiendo palmo á palmo nuestro terreno y
haciendo una fortaleza de cada arenoso montículo; en esto sentí fuego por retaguardia y me
convencí que el enemigo nos envolvía. Un brazo se posó sobre mi hombro y oí al Capitan Vargas
que me decía: “Ya no tenemos Jefes y ahora mando yó: haz flanquear por la derecha;
repleguémonos al centro, y que se comunique lo mismo á Buitrago y á Tapia”, y se alejó el valiente
Capitan; ordené á Roso comunique sus órdenes, y al volver la cabeza ví á Vargas que se revolcaba
tinto en sangre. Corrí a levantarlo y me horroricé, pues me pareció un cadáver. Volví á mi puesto
y Roso que regresaba {…} Hasta “el Ordenanza”, hermoso perro negro que era la idolatría de
los “Libres” fué herido de un balazo en el pescuezo, y el noble animal quedó ese día y el siguiente
en el campo de batalla, acariciando y lamiendo la cara de los cadáveres, sepultados estos, se echó
sobre una de las fosas, sin querer abandonarla, hasta que los soldados de nuestra ambulancia
que pertenecían al Regimiento, se lo llevaron amarrado á Tacna. De allí regresó con los heridos

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

á la patria, y dos años después, á mi regreso de Chile, lo encontré dado de alta en el Escuadrón
“Húzares del Rocha”. [pág. 22]”.44

Imagen N°11
Cuadro “La Batalla del Alto de la Alianza” (1922] [Segmento Izquierdo - fragmento].

José Ponce de León (1922). “La Batalla del Alto de la Alianza” [Segmento Izquierdo del Cuadro]. Lugar: Sucre, Bolivia. Autor de
la obra: Título: José Ponce de León (1922) “La Batalla del Alto de la Alianza”. Museo de la Libertad, Sucre, Bolivia.

Los relatos de los combatientes de las tres naciones, partes de guerra y


testimonios, esbozamos la ubicación y asalto del ala izquierda aliada. Dichos datos han
sido corroborados por la arqueología del conflicto, con el trabajo realizado por Vega
Centeno-Alzamora, Milena (2015), trabajo por el cual, se identificó los restos de un
oficial peruano y dos bolivianos del batallón Sucre.

Los hallazgos del [2015-2016], nos permiten redimensionar la ubicación del área
de batalla; y la contextualización real del combate a la extrema izquierda del ala aliada;
por otro lado, es importante considerar dentro la investigación histórico – arqueológica,
los datos relevantes de pictografía de combate, en especial, la realizada por los testigos
vivenciales y retroalimentada por veteranos de dichas campañas. Tacna, a la fecha, cuenta
con importantes datos a tomar en consideración, desde la dimensión histórico –
arqueológica y cultural del área de batalla del Alto de la Alianza.

Los problemas asociados a la depredación de campos de batalla – Santuarios de


combate – van desde la mejora de los procesos educativos sobre la historia local y
nacional y desmitificar ciertos discursos políticos-ideológicos asociados a la construcción
de identidad. En base a esto, la descripción de Ponce de León y la Investigación de Vega
Centeno-Alzamora, nos permiten delimitar hechos veraces de discursos inverosímiles.

44RAMALLO, Miguel (1901). “Recuerdo del ´Tiempo Viejo´ El 26 de mayo de 1880 en el Alto de la Alianza”.
Imprenta “La Industria”. Sucre, Bolivia, pp. 16-22.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Imagen N°12
Bosquejo de distribución de ataque-defensa del ejercito aliado en el Ala Izquierda del
campo de batalla del Alto de la Alianza

Osorio Soto, Gary Martin (2021). “Croquis de disposición de batalla (ataque-defensa) – Ala Izquierda del Alto de la Alianza”.
Lugar: Tacna, Perú.

Superadas las defensas del Ala Izquierda Aliada, la acción envolvente del ejército
chileno, estableció la ruptura del eje central de defensa, la falta de material de guerra y
recursos humanos por parte del ejército boliviano; y el repliegue anticipado del ejército
peruano liderado por Lizardo Montero, permitió la incursión de las unidades chilenas

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

rompiendo el dos bloques al ejército. Los fortines y parapetos empezaban a caer, la falta
de refuerzos se hacía latente, la carga de caballería del ejército chileno amenguó la
avanzada de “los colorados”, quienes quedaron atrapados en las quebradas que circundan
el centro y ala izquierda de la zona de batalla.

El ejército peruano, en desbandada empezó el repliegue a Pachía, por el camino


del antiguo Camino Inca, por la Quebrada del Diablo, cerca de las canterías del Cerro
Intiorko. Albarracín improvisando una defensa de retaguardia contuvo la retirada del
ejército peruano.

Al respecto el general Manuel Baquedano indica:” A las 13.45, el enemigo había


comprometido por completo sus fuerzas; que se había batido con denuedo pero que no
podía por más tiempo resistir el empuje de nuestros soldados, retrocedió un momento i
concluyó por desmoralizarse i huir en el más completo desorden”.45
.
La orden general establecida en el plan de operaciones como manifiesta el general
boliviano Narciso Campero, en su testimonial ante la asamblea boliviana, quien indica:
“El acuerdo de la Junta de Guerra, establecía que el punto de encuentro para el repliegue
conjunto a Pachía debía darse en la plaza de la ciudad; y de allí emprender el retroceso
a Pachía “46. Sin embargo, este suceso no se dio.

A pesar de este suceso, conforme al relato de (Aramayo, 1880) y (Claros García,


1962) indican que la unidad de Los Colorados de Bolivia siguió combatiendo hasta las
18.00 horas. Por su parte, el general Baquedano, ordenó que las unidades chilenas se
posicionaran de las alturas de Tacna; y que la persecución a las tropas bolivianas y
peruana en Pachía, en el cual indica:

“La Batalla estaba ganada; i las tropas avanzando apresuradas por el campo sembrando
cadáveres, llegaron hasta la cumbre de los cerros que dominan la ciudad de Tacna. A intervalos
se oían por la izquierda los últimos disparos de los aliados, que abandonaban por aquel lado sus
atrincheramientos [Ref. últimos cuerpos bolivianos y peruanos]. A la vista de Tacna, el ejercito
hizo alto i acampó en la noche por orden de U.S. Mientras tanto, una fuerza respetable de
caballería marcha sobre Pachía i Calama [Calana], con el propósito de cortar la retirada a los
desarmados restos que conducía Montero, que abandonó el campo antes de terminarse la
batalla”.

La versión de Baquedano, indica que el ejército chileno en su totalidad no ingresó


a la ciudad, muy por el contrario, como afirma (DALLENCE, 1881), el cual indica:

Donde quiera que se dirigía la vista, se encontraban las señales del martirio y de la muerte. La
arena enrojecida por la sangre, los cadáveres tostados por la pólvora, los miembros humanos
esparcidos en completo desórden, las cabezas de los soldados aplastadas por los cascos de los
caballos, los ayes y las maldiciones de los heridos, las armas destrozadas, la tierra removida por
las bombas y todo ese conjunto siniestro y aterrador que producía á la vez piedad y espanto,
mostraba á las claras, el sitio del horrible sacrificio […] los heridos, á su vez, formaban cuadros
desgarradores […] Otros, arrastrándose por el suelo como culebras, ó amarrando un rifle ó una
espada a sus miembros fracturados, habían logrado llegar á las eminencias para implorar socorro
desde allí. […] llego a pasar por allí un soldado chileno queriendo fusilarnos, i su intento se
hubiera llevado a cabo, sino es que de un modo casual, pero oportuno, se hubieran presentado en
la próxima boca-calle dos oficiales también chilenos (…) Al reconocer el material encontré las
cajas-botiquines i otras de diverso contenido, abiertas a balazos i saqueadas.

45 Parte del General Manuel Baquedano sobre la Batalla de Tacna, Arica, 11 de junio de 1880.
46 Informe del general Narciso Campero ante la Convención Nacional de Bolivia como general en jefe del ejército
aliado: sesión secreta del 13 de junio 1880. La Paz. 1880. La Paz: Imp. de "La Unión Americana". Pp. 19-21.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El salvajismo empezó a apoderarse de la fuerza vencedora chilena. Los relatos de


Campero y Baquedano son importantes para comprender la acción de Lizardo Montero;
además de la participación de muchos cuerpos del ejército nacional, quienes no entraron
en combate, debido a la desbandada del ejercito ante el avance chileno.

Los pocos cuerpos aliados que se replegaron con Campero, lo hicieron por la
pampa del Cementerio, donde se encontraba el campamento de la 5ta división del ejército
boliviano; y donde habían sido replegadas las rabonas antes del inicio de la batalla, por
lo que no se encontraban mujeres en el campo de batalla. El ejército chileno ingresó a la
ciudad con una tropa caballería. El ejército chileno había ingresado a la ciudad liderados
por la cantinera Filomena Valenzuela, al respecto (Olivares Cepéda , 2021) indica:

La gloriosa veterana en esta misma acción fue herida en el brazo derecho por bala de rifle, pero
a pesar de ello siguió inmutable en la grandiosa tarea de curar a los heridos y cubrir
piadosamente los cadáveres de los caídos en el campo del honor.
Una vez terminada la batalla, la señora Valenzuela, fue a dar cuenta de la muerte de su hermano
al comandante Martínez, llevando además el kepis de un hijo del valiente militar, este le dijo:
Cantinera consérvelo Ud. que le corresponde el grado. Y el general Baquedano que estaba
presente agregó: cantinera, a las Ambulancias como Subteniente. Y después de escuchar una
hermosa arenga del general en jefe, quedó en el grado de Subteniente de la 3ra Compañía del
Atacama”.

Conforme a la información existente se presume que fueran dos mujeres que


lideraran el ingreso a Tacna, una de ellas Irene Morales y Filomena Valenzuela; durante
su ingreso el ejército chileno, realizó el repase de heridos y moribundos aliados en las
pampas del cementerio; mientras que el grueso de mujeres se replegase a Pachía.
(NEUHAUS DE LEDGARD, 1938) indica:

¡Qué día tan horroroso!... ¡Qué enorme angustia oprimió nuestros pechos cuando recibimos la
triste nueva: “Hemos perdido”. Y esto se ratificó amargamente cuando pasaron ante nuestros
ojos y en precipitada carrera, una parte de los soldados indígenas de Bolivia que por primera vez
escuchaban el rugir aterrador de los cañones. A los primeros disparos se dieron a la fuga,
sucediendo una cosa semejante con algunos de nuestros soldados indígenas. La desorganización
fué completa y este desastre en el que el heroísmo de nuestros soldados nada pudo contra la
superioridad numérica, de armamento y táctica del invasor, abrió las puertas del Perú a las tropas
chilenas. En casa de mis padres sucedió un detalle curioso e interesante: estando mi padre
parado en la puerta de su casa, al atardecer del día de la batalla del Campo de la Alianza, vió
pasar una camilla llevada por varios hombres, que justamente se detuvieron frente a él y le
pidieron un poco de agua para el herido. Entonces papá preguntó el nombre del que llevaban y
le contestaron que era el General Pérez, un anciano respetable, y uno de los jefes más queridos
del ejército boliviano. Condolido papá del estado del ilustre herido y viendo que los hombres no
sabían a dónde llevarlo puesto que no habían ambulancias, indicó que lo subieran a casa, siendo
colocado en la cama matrimonial de mis padres por ser este el dormitorio que estaba más cerca.
Papá no sabía el estado de gravedad del enfermo al que no se le veían heridas. Después se supo
que un casco de granada lo había privado del conocimiento, y su estado era gravísimo dada su
avanzada edad. En esta forma quedó alojado en el dormitorio de mis padres. Todos los
asilados acudieron a prestarle auxilios tratando de atenderlo en la mejor forma posible, pero no
recobró el conocimiento en toda la noche y a la mañana siguiente, cuando las tropas chilenas
entraban triunfantes tocando alegres marchas guerreras, cuando la música pasó bajo los balcones
de la casa de mis padres llenándola toda de sus aires marciales, los que se encontraban junto al
lecho del General que hasta ese momento no había dado señales de vida, se miraron consternados
puesto que esta música era la ratificación de la derrota. La habitación estaba llena de gente,
encontrándose en élla, además de los miembros de mi familia, el comandante Vizcarra, Canseco,
Ureta y otros. Derrepente, sorprendiendo a todos, el General se incorporó como un autómata y
preguntó con voz vibrante y firme: “¿Hemos ganado o perdido?”. Unísona fue la respuesta:

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

“¡Hemos ganado!”. Se tendió de espaldas y no volvió a hablar ni a moverse más. Todos nos
quedamos estupefactos. No habíamos visto cosa semejante. Al día siguiente comenzó el estertor
de la agonía. Mi hermana mayor, que era la que se había consagrado a atenderlo, se asustó de
tal manera que salió gritando: “Un médico!...¿Quién puede ir a llamarlo?”. Así salió hasta la
puerta de la calle en momentos en que entraba una comisión de oficiales chilenos, de los que
actuaban bajo las órdenes inmediatas del General Baquedano, que comandaba la división que
ocupaba Tacna. Estos caballeros interrogaron la causa de la agitación de mi hermana y a la
respuesta: “¡Se muere el General Pérez, traigan un médico!” Atendieron inmediatamente su
pedido y vino uno enviado por los militares chilenos y otro por el cónsul de Bolivia, señor Manuel
Granier. Los chilenos con quienes tropezó mi hermana en el momento de salir en busca de médico,
venían en comisión envíada por el Comando y con la orden de no moverse de la casa de mis
padres, por haber tenido conocimiento que en ella estaba asilado un General boliviano al que
pensaron llevarlo prisionero. Al día siguiente falleció el General Pérez y los chilenos se
encargaron de su entierro, rindiéndole los honores correspondientes a su alta jerarquía militar.
Asistieron al sepelio muchos oficiales chilenos, unos pocos bolivianos, el cónsul de su país, mi
padre y nadie más. Entre tanto, la permanencia de los oficiales chilenos en casa de mis padres los
hizo amigos nuestros”.47

Como menciona Sarah Neuhaus, el ingreso a Tacna por parte de la fuerza chilena,
se realizó en orden – dentro de lo que se podía con las circunstancias propias de la guerra
-, por cuanto, Baquedano, previno la acción de la soldadesca, por lo que estableció el
resguardo de retenerlos en las inmediaciones del campo de batalla. Mientras tanto; y ante
una hipótesis de contraataque, Baquedano; movilizó la artillería a la cumbre del Intiorco
con el fin de sofocar cualquier intento de ataque por fuerzas peruanas, por lo que el
Alcalde de la Ciudad, don Guillermo MacLean, subió a conferenciar con Baquedano en
las alturas de Tacna.

Sobre este hecho se ha especulado y hasta romantizado, a razón de que por las
circunstancias de la conferencia era imposible que el señor MacLean, fuera armado a
conferenciar con Baquedano; y que vea en riesgo su vida, en su condición de ciudadano
ilustre y autoridad civil - política máxima de la ciudad, era el encargado de establecer las
condiciones para la ocupación de la ciudad, con lo cual, terminada la conferencia y
evitando saqueo en la ciudad, entregó la misma.

En el Ala Izquierda “Los Colorados” y remantes aliados, salían del teatro de


operaciones, unos por las quebradas que dan hacia Sama; y otros tantos, empezaron el
repliegue a Arica. Un numero de 25 bolivianos terminada la batalla de Tacna, se unieron
al coronel Bolognesi en Arica, como detallan los documentos de la Junta Calificadora
Militar del Perú [1890-1910].

47NEUHAUS DE LEDGARD, S. (1938). Recuerdos de la Batalla del Campo de la Alianza y de la ocupación de Tacna
en la guerra del 79. Lima: Emp. Edt. Rímac. S.A. pp. 07- 08.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Imagen N°13
Documento de reconocimiento de combatiente boliviano en Arica.
Junta Militar 1890.

Archivo Histórico del Ejercito del Perú. 2020. Folio N° 142. Junta calificadora de combatientes de la Guerra del Pacífico.

Con la entrega de Tacna por parte del alcalde MacLean, se inicia el gobierno
militar de Tacna, por parte de Samuel A. Lillo, quien se apresura a volver a la normalidad
la ciudad de Tacna, y preparar los elementos para la toma de Arica, la cual se daría el 7
de junio de 1880. Vencidas las plazas de Tacna y Arica, el ejercito chileno, inició el
proceso de preparación para lo que sería la toma de Lima.

108
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

En Arica, se desarrolla la conferencia en el U.S.S. “Lackawanna”, entre el 22 y 27


de octubre de 1880; en donde Estados Unidos de Norteamérica con la representación del
presidente Cleveland. La reunión fue acordada por los plenipotenciarios estadounidenses
Christiancy, Adams y Rands, quienes junto a los representantes de las tres naciones en
conflicto propusieron el “alto al fuego” y terminar con el conflicto con la sesión de
Tarapacá para Chile, lo cual fue negado por Nicolas de Piérola, continuando la carnicería
y debilitamiento de la capacidad diplomática del Perú debido a la captura de la capital por
parte del ejército de Chile.

Conclusiones
La concepción ideologizada de los hechos históricos, ha permitido generar
discursos victimistas y sectarios, propios de un análisis historiográfico - discursivo de la
década de los 70´s que distan mucho de la veracidad de los hechos reales. En tal sentido,
podemos refutar algunos de los tópicos establecidos en el imaginario local tacneño, como
el establecido por Villacaqui Julca, Nelly Clemencia (2019)48, la cual, refiere que: “Es
probable que su aporte no haya sido considerado relevante o trascendente por tratarse
de mujeres indígenas, que a pesar de todo se organizaron {…} El hecho social de
participación femenina vino desde las guerras por la Independencia, pasando por las
luchas caudillistas, hasta la Guerra del Pacífico. Mujeres del pueblo que siguieron al
Ejército combatiente, muchas de ellas fueron pasadas a cuchillo en el mismo Campo de
la Alianza {…}”. Dicha afirmación, carente de veracidad histórica, se diluye con los
relatos de NEUHAUS DE LEDGARD, Sarah (1938), BALLIVIÁN, Daniel (1919), et al,
que indican que, en el momento del combate de la batalla del Alto de la Alianza, no hubo
mujeres en las líneas. La única mujer presente era la enfermera Ignacia Zeballos, como
refiere DALLENCE, Zenón49. Las mujeres peruanas, durante la batalla de Tacna, recibían
las noticias de lo acontecido con las primeras retiradas – en desbande- de las tropas a
cargo de Montero, que partían hacia Pachía.

En el caso de las rabonas bolivianas y peruanas, su ubicación estuvo próxima a


las Pampas del Caramolle que circundan al cementerio general de Tacna; o como refiere
ALBA, Manuel (1882) quien sitúa el campamento boliviano en el “Panteón de Tacna”.
La iconografía fatalista, también fue tomada por el folclore de Tacna, como menciona
Villacaqui Julca, Nelly Clemencia (2019), al situar – de forma temeraria – la afirmación
que las mujeres en la Batalla de Tacna, fueron muertas durante “El Repase” (p.36.)50.
Dicha afirmación – como mencionamos anteriormente – no es real. Cabe indicar, que,
conforme al relato de Barreto, Federico (1922), quien hiciera referencia de como los
buitres descarnaban las carnes de los cuerpos. Cabe indicar que, conforme a Ahumada
Moreno, Pascual (1886), donde establece las ordenes al cuerpo de Sanidad del Ejército
chileno y los batallones que acamparon en el campo de Batalla hasta su despliegue en
junio de 1880 a Arica. Al respecto los documentos de Samuel A. Lillo (1880)51, detallan

48 Villacaqui Julca, Nelly Clemencia (2019). “Participación significa e ignorada de la Rabonas indígenas Tacneñas en
la Guerra del Pacífico”. La vida e Historia”. Universidad Nacional Jorge Basadre Grohomann Vol. N°06, 10 (2) pp.31-
34.
49 DALLENCE, Zenón (1881). “Informe Histórico del servicio prestado por el Cuerpo de Ambulancia del Ejercito de

Bolivia”, La Paz, Bolivia. Tipografía de la Libertad. V.I.


50 Ref. Etna Velarde - Museo Cuartel Real Felipe, Callao-Lima (copia de ELREPASE, óleo de Ramón Muñiz que

ilustra la GUERRADELSALITRE).
51 Samuel A. Lillo [Documentos Inéditos]. “Ordenes en Tacna del 27 de mayo de 1880-01 de junio de 1880”.

Comandancia político - militar de Tacna, p.25.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

que se autorizó a las mujeres de Tacna – protegidas por la unidad de carabineros- a subir
al campo de batalla a reconocer los cuerpos de sus familiares.

Las afirmaciones folclóricas de la batalla – alejadas a la cruda historicidad de los


hechos – trasciende, también, al ámbito económico social. Un ejemplo de ello, son las
obras de Huallpa, Reymundo (1996) y Choque, Efraín, Sotelo Abel, Panty, Oscar et al52,
engendran un discurso chauvinista y papeluchero, que busca diferenciar a los extranjeros
que habitaban en Tacna – y que constituyeron los batallones y columnas de la ciudad; y
que pelearon en la batalla del Alto de la Alianza53 - y la posición de los comerciantes
como Campbell, Harrison, MacLean, Rossi, Chiarella, Martorell, et al. Quienes, aun
siendo pequeños y grandes empresarios de la ciudad, contribuyeron con sus recursos en
el avituallamiento y enseres a la causa nacional; incluso, poniendo en disposición de la
causa nacional a sus hijos en las unidades combatientes de Tacna y Arica. Dicha mitología
ideológica – fantasiosa, promueven el incremento de la brecha entre la realidad y la
fabulación ideológica.

Lo que podemos concluir, sobre datos testimoniales y documentales de primera


fuente, junto a la arqueología del conflicto es que nos permite el abordaje objetivo de los
hechos históricos concerniente a la Batalla de Tacna, promoviendo la sana, necesidad de
confrontar nuestro ideario narrativo – que ha sido contaminado por la fabulación e
imaginería discursiva – ideológica – que no contribuyen al análisis racional de los
acontecimientos sucedidos antes, durante y después de la batalla de Tacna. Hoy, solo
hemos podido completar la investigación del Ala Izquierda del campo de Batalla,
esperamos contar con los recursos logísticos y materiales para desarrollar la investigación
en el Ala derecha del campo de batalla, con el fin de confirmar los datos preliminares, la
investigación abordada desde la investigación documental y arqueológica, permitirá
desarrollar mejor información sobre el campo de batalla, antes que los depredadores
arqueológicos, invasores y circuitos automovilísticos de “aventura” terminen por destruir
la evidencia material y los cuerpos de los héroes Peruanos, Bolivianos y Chilenos que
aun yacen en las pampas de la Meseta del Intiorko.

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52 Choque, Efrain, et al (1996) “Un estudio sobre Tacna y la Región del Siglo XIX”. Tacna, Perú.
53 VELARDE, Manuel (1883). “Manifiesto del coronel Don Manuel Velarde”. Archivo Persona, Lima, Perú, pp.70-73

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

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Batalla de Tacna.

SOBRE EL AUTOR
Osorio Soto, Gary Martin, Tacna/ Universidad Europea del Atlántico – Madrid,
España/ Asociación de Estudios Históricos de Tacna – AEHT. Tacna, Perú, ORCID:
0000-0002-9629-487X.

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ARCHIVO
REGIONAL
DE TACNA
Su historia es tu historia...
Iglesia “Espíritu Santo”. Tacna, Perú.
Paseo de la Bandera 2018.
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Arqueología del Campo de Batalla del Alto de la


Alianza, Tacna 1880.
Patricia Milena Vega-Centeno Alzamora. Especialista Arqueología del Conflicto. Pontificia Universidad Católica del Perú.
Miembro honoraria Asociación de Estudios Históricos de Tacna.

Introducción
Las investigaciones sobre la Arqueología del Conflicto y la legislación del
Patrimonio Cultural en el Perú están básicamente enfocadas en época prehispánica. Las
excavaciones llevadas a cabo el 20151 en un campo de batalla de la Guerra del Pacífico
nos permiten analizar la importancia de la arqueología histórica, los campos de batalla y
su relación con la memoria del pasado reciente del Perú. En ese sentido, presentamos los
resultados preliminares de la investigación sobre la Batalla del Alto de la Alianza,
acaecida el 26 de mayo de 1880, que fue una de las batallas más decisivas e importantes
de la Guerra del Pacífico.

La Guerra del Pacífico o Guerra del Guano y el Salitre, fue uno de los conflictos
más extensos, cruentos, y de gran escala a fines del siglo XIX en Latinoamérica (1879-
1884). En ella se dieron una serie de batallas navales y terrestres entre Chile y los países
aliados de Perú y Bolivia. Este conflicto alteró de forma dramática no sólo las fronteras
de los tres países sino, también, su memoria colectiva (Sater 2016:17).

La Guerra del Pacífico ha sido estudiada desde diferentes enfoques y perspectivas,


mayormente desde la historiografía tradicional. Muchas de estas interpretaciones
históricas sobre la guerra enfatizan o ignoran acontecimientos de acuerdo a discursos e
intereses políticos. Las interpretaciones están basadas en informes o partes oficiales de
guerra, memorias, bitácoras, telegramas y artículos periodísticos. Estas muestran
contradicciones en temas específicos, como la cantidad exacta de combatientes, los
batallones, los emplazamientos o los tipos de enterramiento.

Sobre la Batalla del Alto de la Alianza no contamos con información del proceso
de entierro de los cientos de muertos; no sabemos cómo fueron sepultados ¿en fosas
comunes?, ¿en entierros individuales?, ¿cuáles fueron las causas de muerte?; ni
conocemos otros temas de investigación. A pesar de contar con una abundante
bibliografía, hay escasez de análisis de materiales, prospecciones, excavaciones
arqueológicas, catálogos publicados de las miles de piezas extraídas de los campos de
batalla y, en general, trabajos de campo sistemáticos. En ese sentido, las investigaciones
arqueológicas contribuyen de manera decisiva a la interpretación histórica, no solo
enriqueciendo las interpretaciones, sino también cuestionado o, incluso, planteando
nuevas propuestas sobre narrativas históricas tradicionales (Quezada Sanz 2008:28,
Ramos 2014:30).

1 Los trabajos de excavación en mayo del 2015 se efectuaron por el Viceministerio de Cultura, a raíz de un pedido de
la Cancillería boliviana. Agradecemos el apoyo de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Tacna, del Museo
Nacional de Antropología Arqueología e Historia del Perú, de la empresa Andean Social Group, de los especialistas
forenses Micaela Álvarez y los arqueólogos Luis Pezo, Pedro Vargas, Angélica Gómez, Jack Chávez, Elvys Berrios y
Débora Infanzón. El trabajo impecable de los técnicos en excavación Damián Quiroz, Pedro Sotelo y Segundo Solano
permitió la repatriación de los soldados bolivianos.

114
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

La Arqueología del Conflicto y los campos de batalla en el Perú

En los últimos años se han desarrollado nuevas corrientes dentro de la arqueología


histórica enfocadas en el pasado reciente y contemporáneo. Estas nuevas
especializaciones parten principalmente de los estudios de la cultura material
contemporánea, como la arqueología del conflicto, la arqueología militarista o la guerra
y los campos de batalla (González-Ruibal 2009:113; Harrison et al. 2009:185;
Klausmeier et al. 2006:5; Landa y Hernández de Lara 2014:36; Quezada Sanz 2008:21;
Renflew y Bahn 1993:11; Schofield 2005: 10; Sutherland y Holst 2005:2).

Dentro de estas tendencias, las especializaciones más recientes corresponden a


“battlefield archaeology o archaeology of battle”, directamente relacionada con la
arqueología del conflicto (Sutherland y Holst 2005:2). Según Sutherland y Holst, las
investigaciones arqueo-lógicas de los campos de batalla son importantes por muchas
razones, entre ellas, la de obtener una comprensión más completa y precisa de los eventos
que tuvieron lugar durante el conflicto.

Para Sutherland y Holst, el término "arqueología del conflicto" es una expresión


general más apropiada que la "arqueología del campo de batalla” (2005:2). Este tipo de
investigación se presenta como una herramienta crucial para la comprensión del proceso
histórico de una nación y forman parte esencial de la memoria social de un país. En ese
sentido, los estudios y la materialidad de estos paisajes en conflicto son susceptibles a ser
tratados como cualquier evidencia arqueológica; por lo tanto, la evidencia material
asociada a la estratigrafía y los contextos permite analizar eventos sucedidos antes,
durante y después de la contienda, así como el proceso de entierro, saqueo y abandono
del espacio. Los estudios sobre la arqueología militar o de la guerra en Europa tienen
bases sólidas en la historia militar antigua y cuentan con una larga tradición de más de
dos mil años (Quezada Sanz 2008:22; Ramos et al. 2014: 76).

En los Andes peruanos, a pesar de la polémica que tienen las definiciones de la


arqueología militar para épocas prehispánicas, preferimos la denominación de
“arqueología del conflicto” debido a que no todas las acciones bélicas o con-tiendas
contaron con la participación de militares o soldados profesionales, lo que implica la
existencia de una especialización, además de la presencia de ejércitos permanentes. Esta
especialización recién se inicia en la época colonial, a diferencia de las propuestas de
historiadores que mencionan la existencia de ejércitos militares incas.

La Guerra del Pacífico y la Batalla del Alto de la Alianza


Después de sus respectivas Independencias, las tres naciones enfrentadas (Perú,
Chile y Bolivia) tuvieron una serie de eventos y disputas internas a medida que
consolidaron sus territorios y gobiernos, y que generaron fuentes de ingresos. Una serie
de acontecimientos políticos y económicos conllevó a que, en 1873, Perú y Bolivia firmen
un tratado secreto de alianza defensiva para la protección de sus territorios. Hacia abril
de 1879, Chile declaró la guerra a estas dos naciones.

Este conflicto es conocido también como "Guerra del Guano y el Salitre", debido
a que la causa de la guerra fueron las disputas por los territorios, depósitos de guano y
minas de nitrato (salitre) para esa época, altamente rentables. Estos territorios se hallaban
en los suelos bolivianos de Atacama y peruanos de Tarapacá.

115
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Los poblados estaban principal-mente ocupadas por chilenos y la minería se


desarrollaba con capitales extranjeros (Markham 2010:78; Mc Evoy 2011:57; Salas
2011:791; Sater, 2016:33). De acuerdo con Sater (2016:35-36), la guerra puede ser divida
en seis periodos que comprenden la campaña naval, con una duración aproximada de siete
meses, y una serie prolongada de campañas terrestres, hasta la firma del Tratado de Ancón
en 1883, y el retiro total de las tropas chilenas del territorio peruano.

El periodo de cinco meses y ocho días que media entre el regreso del desmantelado
ejército peruano de Arica (19 de diciembre de 1879) y la Batalla del Alto de la Alianza
(26 de mayo de 1880) fue una de las etapas más agitadas de nuestra historia
contemporánea.

En este tiempo se dio un cúmulo increíble de acontecimientos cruciales para el


desenlace de la guerra (Congrains 1872:7), debido a que, después de la Batalla de Tacna,
se dio la pérdida de territorio al sur del Perú, la casi aniquilación del ejército regular de
línea peruano y el retiro definitivo de los aliados bolivianos. Lo que sigue de la guerra
para los peruanos se efectuaría con reclutas sin experiencia y durante un periodo con un
escenario político nada favorable. La Batalla del Alto de la Alianza o Campo de la Alianza
fue una de las batallas más decisivas de la guerra, por este motivo, es importante
investigar la serie de eventos acaecidos en la zona.

El ejército aliado estuvo establecido en Tacna por un año. Hacia fines de abril de
1880, arriba al lugar el General Narciso Campero, y toma el mando del este. Los aliados,
conocedores de los planes del ejército chileno de marchar a Tacna por el norte y ocupar
Moquegua, Locumba y Sama, evaluaron, entre los planes del General en Jefe del ejército
peruano Almirante Montero y del General Camacho del ejército boliviano, la mejor
decisión defensiva. Optaron por insta-lar el campamento a corta distancia, hacia el oeste,
a 8 kilómetros al noreste de Tacna (Aguirre 1880:4; Campero, en Ahumada 1880, Tomo
II: 592; José Aramayo, en Ahumada Tomo II: 588). Se establecieron en una amplia
meseta entre las laderas del cerro Intiorqo, la quebrada Magollo y zona de las Canteras.
A este campamento se le denominó Campo de la Alianza.22

Este espacio fue estratégicamente elegido porque per-mitía impedir la entrada del
enemigo a Tacna debido a: a) la accesibilidad; ya que el campamento y campo de batalla
se encontraban entre dos caminos: el de Sama y el de Para, lo cual permitía el
abastecimiento de recursos y, b) la topografía, compuesta por una serie de pequeñas lomas
de arena que iban desde el noreste hasta el sureste y que, parcialmente, ocultaban a las
tropas. Hacia los extremos, la meseta estaba definida por quebradas no muy profundas
que permitían limitar el accionar de la caballería enemiga. Para la distribución de la línea
defensiva se aprovecharon las hondonadas y dunas, de tal forma que ocultaran a las
unidades de infantería y reserva (Campero en Ahumada 1885, Tomo II: 593, El Mercurio
1880: 6). En este campamento estuvieron durante alrededor de catorce días, tiempo
necesario para preparar y adecuar medidas defensivas. Esta batalla se puede resumir en
varias etapas o fases (tabla 1):

Las excavaciones arqueológicas en el campo de batalla

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

La metodología de investigación aplicada en este proyecto se funda en el estudio


de toda la documentación existente o información histórica relacionada con la Batalla del
Alto de la Alianza y la Guerra del Pacífico. Este análisis se centra en las fuentes primarias
como partes oficiales de guerra, memorias, telegramas, informes, notas periodísticas y
fotografías de la época. Otra etapa de investigación y registro arqueológico implica el uso
de un georradar, dron, prospección de superficie sin empleo de detectores de metal,
análisis de planos, fotos aéreas, imágenes satelitales, análisis topográfico y el análisis del
material arqueológico.

Hacia el 2008, la Asociación de la Brigada Naval de Combatientes del Pacífico


efectuó un primer reconociendo en el campo de batalla a fin de determinar las
características del área. Lamentablemente, este trabajo involucró recolección de material
cultural sin el empleo de transectos, ni unidades de recolección de datos. Las más de
trescientas piezas recolectadas fueron registradas con coordenadas UTM; sin embargo,
no están plasmadas en un plano de distribución ni cuentan con un análisis detallado de
los materiales (Brigada Naval de Combatientes del Pacífico 2008:8).

Es a raíz del reporte del hallazgo de los restos de un combatiente boliviano, el cual
exhumaron y volvieron enterrar, que la Cancillería boliviana, el 2015, solicita al
Ministerio de Cultura la entrega de estos restos. No obstante, en el informe final de la
Brigada no consigna más información sobre el hallazgo, metodología de excavación ni el
inventario detallado de las piezas como el quepí y bayoneta, entre otros elementos
extraídos asociados con el individuo.

Las excavaciones efectuadas el 2015 y las investigaciones de campo del 2016 en


el extremo del ala izquierda de la línea defensiva aliada permitieron definir la extensión
de la línea de batalla aliada y la existencia de algunas medidas defensivas, así como la
modificación o adecuación del paisaje realizada días antes de la batalla. Aunque en los
documentos escritos en 1880 hay una controversia sobre la existencia de trincheras,3
fortines y obras defensivas construidas en el campo de batalla. Al efectuar el
reconocimiento superficial de la zona, podemos observar que en la superficie no queda
mayor evidencia de la modificación del paisaje, siendo necesario excavar para definir la
presencia o ausencia de estas obras. Poco se sabe sobre la adecuación o transformación
del paisaje en el campo de batalla, los partes de guerra y los escasos croquis de la época
presentan información contradictoria.

En el 2015 se trazó un área de 400 m2, y se efectuó un registro total de la


superficie. Después de definir la estratigrafía, se decidió excavar un transecto adyacente
a la zanja-trinchera del Batallón Sucre. Por lo que se excava-ron seis unidades de 4 por 4
metros que corresponden a las unidades: G, K, L, M, N y Ñ. Únicamente en la cuadrícula
K se seleccionó un área de 2 por 4 metros, haciendo un total de 104 m2 de área
intervenida. De acuerdo con los resultados del georradar, las excavaciones incidieron en
las unidades G, L, M y N, donde se efectuó un minucioso reconocimiento y registro. Las
unidades K y L presentaban remoción de las capas 1 y 2; en ambas se hallaron restos
óseos humanos (Vega Centeno 2015:24). La estratigrafía de la zona es simple y presenta
tres capas bien definidas.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

La primera corresponde a la arena producto de acumulación eólica, le sigue una


capa delgada de tierra arcillosa marrón rojiza y, finalmente, un estrato estéril compacto
de carbonato de calcio o caliza (roca sedimentaria). Se halló material cultural disperso
por todas las capas y en mayor cantidad sobre el suelo de la zanja-trinchera. Este material
consiste mayormente en textiles (morrales, sacos terreros, pañoletas y diversos restos de
telas) metales (munición, hebillas, restos de tijeras, agujas), botones (de metal y loza),
vidrio, mate-rial orgánico, cuero, madera, papel, cartón y feldespatos (Vega Centeno
2015:45).

.En la actualidad, el estado de conservación del campo de batalla es regular. Por


desconocimiento de su extensión se han construido en el extremo noreste, una
subestación, y hacia el sur, antenas. A pesar de que el campo ha sido alterado con
detectores de metales por los buscadores de tesoros, se puede considerar que se trata de
uno de los campos de batalla de la Guerra del Pacífico mejor conservados.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Fig. 1. Dibujo de planta de la zanja-trinchera y los individuos N°1 (peruano) y N°2 (boliviano).

Hallazgo de restos óseos humanos


La zanja-trinchera excavada mide más de 300 metros de largo y 1.50 metros de
ancho. Los contextos funerarios hallados que fueron depositados en esta zanja son:
Contexto funerario atípico N°1: Registrado en la Unidad N, en el interior de la trinchera
y a unos 65 centímetros de profundidad. Se trata del entierro apresurado de dos individuos
cubiertos con parte del desmonte de caliza de la zanja que servía como parapeto. El cuerpo
del Individuo N°1 luce uniforme militar, presenta posición extendida.

Está completamente articulado y con el cráneo con ligera rotación hacia la


izquierda. La posición del cuerpo es decúbito ventral. El brazo derecho está
semiflexionado y extendido hacia el perfil sur de la zanja, mientras que el otro brazo se
encuentra flexionado hacia el tórax. Ambas extremidades inferiores se encuentran
extendidas y la pierna izquierda está sobre la derecha, en una posición atípica.

El estado de conservación es bueno, conserva cabello y tejido blando en partes


del cuerpo.

Presenta vestimenta completa: un sobretodo o paletot de algodón blanco,


chaleco y pan-talón azul oscuro, con un solo botín izquierdo de color negro. Además, el
pie derecho conserva un calcetín de algodón blanco. Este individuo se encuentra
cubriendo parte de la cabeza y hombro izquierdo del segundo individuo (op. cit.:
2015:47). Por el tipo de uniforme de paño azul y el vivo del pantalón se trata de un oficial
de infantería peruano.

119
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El Individuo N°2 presenta un cuerpo articulado y completo al 90%. Conserva


por secciones tejido blando, en especial en los pies. La posición es decúbito ventral
extendida con orientación del cuerpo este-oeste. El cráneo y parte del hombro derecho
estaban cubiertos por el hombro y brazo izquierdo del Individuo N°1.

El cráneo presenta una ligera rotación hacia la izquierda; ambos brazos están
semiflexionados y el brazo derecho está debajo del tórax. Ambas extremidades inferiores
están extendidas, la pierna derecha a la altura del peroné presenta una fractura
perimortem, mientras que ambos pies presentan una rotación hacia la derecha y calzan
sandalias de cuero. Este individuo presenta múltiples fracturas en el cráneo y cara por
golpe con arma con-tundente e impacto de bala.

El estado de conservación es bueno, conserva cabello, aunque se han observado


zonas de esqueletización en el cráneo y el cuerpo (op. cit.: 2015:48). Al igual que el
anterior, presenta vestimenta 194completa: chaqueta de bayeta amarilla con botamangas
de color rojo, una hilada de siete botones semiesféricos llanos, pantalón de bayeta con
vivo negro y contorno de ribete rojo, fornitura con una cartuchera de cuero que está hacia
la espalda, porta-bayoneta a la altura de la pierna izquierda. Del cuello cuelga una bolsa
o morral de algodón con un conjunto 35 balas Remington.

En la espalda, a altura de la pierna derecha tiene adherido un morral de algodón


blanco. El morral conserva un botón esférico de la Artillería Naval Marina, aunque por el
uniforme, este soldado pertenece al Batallón Sucre de infantería 2° Línea, denominados
como “los amarillos” por el color de sus chaquetas (op. cit.: 2015:48) (fig. 1).

Contexto funerario atípico N°2: En la Unidad K, se halló un tercer individuo


(Individuo N°3), parcialmente completo, en posición extendida, próximo al perfil este, en
el límite de la trinchera, y con orientación este-oeste. Corresponde a un enterramiento
simple, primario y articulado. La posición del cuerpo es decúbito ventral extendido.

El cráneo está a una profundidad de 20 centímetros y tiene ligera rotación hacia


la izquierda. El torso está a unos 35 centímetros y las tibias a unos cuarenta. Tiene
uniforme militar. Su estado de conservación es regular. Conserva el cuero cabelludo en
partes y tejido blando por secciones del cuerpo.

Ambos brazos se encuentran flexionados y dobla-dos hacia el rostro. Ambas


piernas presentan ligera flexión y hay ausencia de los huesos de ambos pies debido a la
remoción efectuada el 2008. Mide 1.60 metros de largo, presenta chaqueta de bayeta color
amarilla con una hilada de botones planos al centro, con presillas oscuras en los hombros
y botamanga roja. En la manga derecha presenta tres botones planos, en la manga
izquierda no hay botones. La camisa es de algodón con diseños geométricos, pañuelo
amarrado en el cuello, un pantalón de bayeta color blanco tipo mezclilla con vivos negros,
hacia ambos lados del pantalón. El vivo está decorado con una franja o ribete rojo hacia
los costados.

Conserva parte de la manta de lana amarrada en la cintura, que estuvo sostenida


por una correa gruesa de cuero negro, fragmentada y que forma parte de la canana o,
quizá, la fornitura. Sobre el cuerpo se registraron dos balas y tres casquillos Remington a
la altura del brazo derecho. El cuerpo originalmente fue cubierto con la capa de desmonte

120
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

de caliza acumulada en la parte superior de la trinchera. Sin embargo, en este caso, solo
quedan rastros de esta capa adheridos al cuerpo, la cual fue totalmente retirada al dejar al
descubierto el cuerpo en el 2008 y el 2009.

Hacia el perfil sur de la trinchera, a un costado del individuo, se halló, en el


relleno, la ojota o sandalia izquierda de cuero crudo, sin tiras, con suela y remache de
pequeños clavos (Vega Centeno 2015:48) (fig. 2).

Los restos del Individuo N°4 fueron hallados adyacentes al Individuo N°3,
pegados al perfil norte de la trinchera, en la Unidad de excavación L. Corresponde a los
restos de una chaqueta de denim azul claro junto con fragmentos de camisa a cuadros
adherida a un omóplato humano. Adicionalmente, se hallaron algunas vértebras dispersas,
restos de cabello y dientes de un combatiente, el cual fue completamente destruido y
saqueado.

Fig. 2. Foto de detalle del Individuo N°3 (soldado o combatiente boliviano).

Resultados preliminares
De las 25 unidades de excavación, se excavaron seis. En general, la estratigrafía
de la zona es simple; presenta capas bien definidas. La primera corresponde a arena,
producto de acumulación eólica, le sigue una delgada capa de tierra arcillosa marrón
rojizo. Finalmente, un estrato estéril de carbonato de calcio o caliza. Las unidades L y M
presentan estratigrafía alterada que indica que fueron saqueadas, esto es más visible en la
unidad L, donde existían los restos de un cuarto combatiente del cual únicamente
contamos con escasos restos óseos, lo que imposibilita definir su nacionalidad y batallón.
121
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Al hacer un reconocimiento del área, se aprecia que la zanja o trinchera excavada


por la tropa del Batallón Sucre N°2 quedó a medio construir, y tiene una longitud
aproximada de más de trescientos metros con 1.50 de ancho. Esta trinchera se extiende
de este a oeste. Al construirla, depositaron la capa estéril de tierra arcillosa blanquecina
(Capa 3) en la parte superior de la zanja a modo de parapeto. Posteriormente, al enterrar
los cuerpos, utilizaron esta tierra para cubrirlos, por lo que esta parte de la trinchera se ve
removida y no es visible en superficie. Sobre el nivel del suelo de la trinchera, se halló
material cultural disperso; en algunos casos se aprecian evidencias del proceso de saqueo,
ya que los morrales fueron volteados y los objetos personales quedaron dispersos por la
trinchera después de la contienda. Los tres individuos proceden de contextos funerarios
atípicos.

El análisis bioarqueológico de los restos óseos humanos muestra traumatismos


perimortem, causados por armas de fuego, y enterramientos atípicos en una fosa común.
Los individuos N°2 y N°3 fueron soldados del Batallón Sucre de Infantería N°2. El
individuo N°1 fue un oficial peruano de infantería. Se tuvo que diseñar un protocolo para
el proceso de repatriación de los restos de los dos combatientes del Batallón de infantería
N°2. En julio del 2015, fueron repatriados y llevados hasta Sucre, en Bolivia.

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prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia, Tomo
II, Valparaíso: Imprenta i Lib. Americana de Federico Lathrop.

1886 Guerra del Pacífico, recopilación completa de todos los documentos oficiales,
correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a la luz la
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123
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Vega-Centeno Milena 2015 Proyecto de investigación arqueológico con excavaciones


para la localización de un soldado boliviano del campo de batalla “Alto de la Alianza”-
Tacna. Informe final presentado al Ministerio de Cultura. Lima.

124
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

27 DE NOVIEMBRE
DÍA DE LA CANTINERA DE LA GUERRA DEL
PACÍFICO

Ana Olivares Cepeda, Agrupación Histórica Patrimonial Los Viejos Estandartes® Antofagasta, Chile

Resumen: El 27 de noviembre de 1879 fallece valientemente el comandante Eleuterio


Ramírez Molina en la quebrada de Tarapacá. Antes del combate, él presentía que podría
ser su última lucha, ya que las condiciones geográficas y el cansancio de las tropas no los
favorecían. Sin embargo, no se rindió a pesar que sufría heridas de gravedad. En una
ambulancia provisoria, Ramírez fue atendido cuidadosamente por las cantineras del 2do
de Línea. Al darse cuenta de la inminente derrota, el comandante ordena a sus cuidadoras
dejarlo y salvar sus vidas. Rosa Ramírez y Leonor González no dudaron en desobedecer,
quizás por primera vez, a su comandante.

Lo predicho por Ramírez se cumple y, finalmente, ellas mueren quemadas en el


lugar. Susana Montenegro sufrió los peores ataques que podía vivir una mujer. Sus
captores la someten a dolorosas torturas, cortando sus pechos para matarla, finalmente,
en la pica de la bayoneta aliada. María Quiteria es tomada prisionera y obligada a iniciar
travesía a pie hasta Arica. Dolores Rodríguez ve fallecer a su esposo en el combate y, a
pesar de estar herida en una pierna, toma el fusil de su hombre y ocupa su puesto,
vendando primero su muslo con jirones de sus enagüas. Salva su vida, pero no su pierna.
En una jornada, nuestras mujeres experimentaron todos los horrores de un enfrentamiento
bélico, los que se repetirían durante toda la guerra. Es por eso que hemos elegido esta
fecha para conmemorar su memoria.

Palabras clave: Cantinera, Guerra del Pacífico, Batalla de Tarapacá, Conmemoración,


Memoria de Género.

SIN CONMEMORACIÓN NO HAY RECONOCIMIENTO


Han transcurrido 142 años desde que se inició la Guerra del Pacífico y aún existen
vacíos históricos respecto al aporte y legado de la sociedad civil durante el conflicto. Los
sacerdotes, los niños, los pueblos originarios, presos y mujeres han sido los grandes
olvidados en su reconocimiento histórico.

Estas últimas, ya sea desde sus espacios acomodados en las ciudades, aportaron
en la organización de los hospitales de sangre, insumos médicos, bordados de estandartes
o rifas para reunir dinero e ir en ayuda de los huérfanos de la guerra. Las más audaces,
vistieron de varón y se escabulleron como soldados entre la tropa con más de algún
cómplice. Las “cantineras”, quienes lograron una plaza dentro de los regimientos,
alcanzaron algunos grados militares y una mínima pensión pos guerra. Las denominadas
“camaradas”, quienes a pesar que cumplían las mismas funciones que las cantineras en el
área sanitaria y también como soldados, no alcanzaron tal denominación oficialmente,
sobre todo después de la entrada a Lima del Ejército chileno, ya que se les dio de baja,
creyendo que ya no eran necesarias. Sin embargo, ellas continuaron entregando tales
servicios. Las “vivanderas” y/o “vianderas” ofrecían víveres y alimentación mientras la
tropa avanzaba hacia el norte.
125
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Ciertamente, aún hay mucho que investigar, divulgar y difundir. Es por ello que
comparto algunos testimonios que enriquecen la solicitud del Proyecto de ley del Día de
la Cantinera, solicitud que hoy se encuentra a la espera de ser discutido en el Senado,
luego que la Comisión de Cultura y la sala de Diputados ya aprobaran los trámites
iniciales.
Sin memoria no hay historia y sin conmemoración no hay reconocimiento.

TESTIMONIOS
“A las mujeres que supieron encender en los soldados de la Guerra del Pacífico
la ardiente fe del patriotismo; a las que vistieron luto después de cada batalla, a las
humildes camaradas que siguieron junto a los regimientos las ásperas rutas de victoria, a
todas – madres, esposas, hermanas o amantes – las que en el santuario de las iglesias o en
el recogimiento del hogar imploraban, no por la existencia de los seres queridos sino
porque hiciera Dios fecundo el sacrificio de sus vidas, dedico como un homenaje estas
páginas de evocación”

(Maluenda Rafael, “Las cantineras de la Trenzas Rubias” 1925)

“Esta gran mujer no debe ser olvidada y su tumba debe ser un santuario de donde
se desprendan ascuas de patriotismo y un Altar de la Patria, donde los jóvenes de hoy
retemplen sus espíritus y aprendan a querer a la Patria sobre todas las cosas y a morir por
ella en caso necesario. Irene Morales no solo peleó en medio de los soldados más valientes
y arrojados, sino que también confortaba a los moribundos, daba de comer al hambriento
y de beber al sediento”

(Phillips Enrique, El Mercurio, agosto 1930)

“Aquellas bestias feroces principiaron por atravesar a bayonetazos, como


punzadas de agujas, los pechos de aquellas dos valerosas mártires; en seguida se les
rebanaron con los sables; i luego, para llevar más allá de lo creíble el salvajismo bestial,
las cojieron de los brazos i las piernas, i las descuartizaron miembro por miembro.
Cuando no quedaba de aquellas dos mártires más que fragmento de carne
ensangrentada, principió el suplicio del comandante Ramírez.
El rancho quedó convertido en un sangriento osario de cuerpos que ya no tenían
nada de su forma humana”

(Cristi Mauricio, Lectura Patriótica, 1888)

“Por una anomalía explicable pero no justificable, no figuraron en las listas de


los soldados, y aunque algunas de ellas vistieron uniforme, marcharon y pelearon como
soldados en las batallas, no fueron tomadas en cuenta en la distribución de las
gratificaciones de guerra”

(Las Cantineras del Ejército, El Industrial 1910)

“Señor comandante de armas:


Al ver a mis compatriotas animados de un verdadero entusiasmo marcial hoy,
que nuestra querida patria los llama hacia sus filas para combatir contra un enemigo
extranjero, yo, como ciudadana chilena, no puedo menos que ofrecer también mis débiles

126
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

esfuerzos en favor de nuestra causa, impulsada por ese mismo patriotismo: y así deseo
ingresar a las filas de la guardia nacional en clase de cantinera.

La pólvora ni las balas no me asustan, y bien podré cuidar a los heridos en medio
de los estruendos del combate.

No creo quedar desairada en mi justa petición, porque lo mismo puede servir a


la patria una mujer que un hombre, cuando no falta corazón y se tiene un sacrosanto amor
a la patria.

Soy de Ud. atenta y segura servidora.

Josefina Carvallo.

Caracoles, marzo de 1879”

(La Patria, marzo 1879)

“Mi nombre es Juana Alcaíno Ibarra, a estas alturas de mi vida me dedicada a


lavandera, en mi domicilio de calle Barros Arana 866 en la ciudad de San Bernardo.
Aunque ha pasado mucho tiempo de lo ocurrido, no quiero dejar este mundo sin
antes dejar perpetua memoria parte importante de mi vida.
Fui casada con don Roque Rejas, en cuyo matrimonio no hubo descendientes.
Mi querido Roque hizo la campaña sobre Lima en la Guerra del Pacífico, como sargento
1° del Batallón Cívico Movilizado Victoria, encontrándose en las grandes batallas de
Chorrillos y Miraflores.

Aunque no lo crean, acompañé a mi esposo en todas las peripecias de esa


campaña y también me encontré en las mencionadas batallas de Chorrillos y Miraflores,
feliz de poder servir a mi patria.
Terminada la campaña regresé al país, junto al batallón a que perteneció mi
marido y nos avecindamos en San Bernardo, donde vivimos con mi esposo hasta el año
de 1890 más o menos, fecha en que él se trasladó a Iquique en busca de trabajo, pues,
aquí llevábamos una vida estrecha.
Desde esa fecha, en que partió n busca de un futuro, es que nunca más tuve
noticias de él.
La vida seguía dándome la espalda, y en 1891 perdí la vista quedando
completamente ciega”

(Informe solicitud pensión como veterana del 79, Ejército de Chile 1925)

"El que suscribe certifica:


Que Mercedes Debia, mujer del soldado Casimiro González hizo la campaña
contra el Perú y Bolivia en el batallón movilizado Bulnes a que pertenecía su marido.
Para ingresar al ejército fue vestida de soldado en el Blindado "Cochrane", habiéndose
encontrado en las acciones siguientes: Toma de Pisagua, Batalla de Dolores, Toma de
Los Ángeles, Batallas de Tacna, Chorrillos y Mirafiores y asalto de Arica.
Me consta igualmente, que la expresada Mercedes Debia era muy apreciada de
los jefes del Batallón Bulnes por los importantes servicios que prestaba, ya fuese
atendiendo y curando a los heridos en el campo de batalla o ya en la guarnición, corriendo

127
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

con el rancho de oficiales. Debo agregar, además, que la citada Debia es madre de cuatro
hijos que todavía no pueden sustentarse por sí mismos .- Santiago, 3 de Junio de 1898. -
E. Del Canto".

(El Ilustrado, agosto 1910)

“No hai palabra suficientemente elocuentes que puedan pintar con exactitud, ni
paleta con bastante colorido que llegue a copiar bien lo que fueron esas mujeres a quienes
siempre llevó el campamento, a las marchas i a las batallas, el patriotismo i el
amor…¿quién no recuerda entre los viejos sobrevivientes de la campaña del 79 a la Irene
Morales?
¿Se podría alguna vez olvidar el sacrifico cruento de las camaradas de la
Concepción?
¿Alguno de nosotros dejará de recordar la presencia en Chorrillos de la Clara
Casados o de la Eloísa Pope?
Llovían las balas i esas patriotas mujeres, sin temor ninguno, confortaban,
curaban i ayudaban a bien morir a los que, la mala suerte enviaba a pasar la última palabra;
i sin esperar galardón ni premio alguno, cumplían estrictamente su deber…
¡Ah! esas camaradas, como nadie cumplieron su misión”

“Hubo una Candelaria, mujer del Sargento Benjamín Pacheco, del Curicó, que
en la marcha de Curayaco a Lurín, dio a luz, a su hijo, sin más lecho que la arenosa playa
cubierta por una bandera chilena.
I en Tarapacá, ¿quién podrá jamás contar esta batalla sin tener que dedicar
capítulo aparte a las cantineras del 2do de Línea?
Pobres mujeres que allí murieron, quemadas unas, muertas otras en el fragor de
la batalla por homicida bala cuando cumplían abnegada i caritativa misión…
(…) Pues bien, todas estas heroicas mujeres, se batieron como leonas en la
acción del 27 de noviembre i tres de ellas rindieron su vida al pie de la bandera chilena”

(Molinare, Nicanor, Reminiscencias de Tarapacá 1882)

“Con cierta sorna el cronista de La Opinión, se dirigió en seguida hacia una


camarada, diciéndole: “¿Y qué vas a hacer tú a la guerra?”. La mujer, sin vacilar, le
contestó: “a pelear, pues, patrón”. El periodista insistió manifestándole: “¿Pero de qué
servirán Ustedes?” Y ella con indignación replicó: “¿Cómo? ¿De qué serviremos? Mire,
señor, cuando se acaben las granadas echaremos a nuestros chiquillos a los cañones como
balas. Nosotros agarraremos las ropas de los muertos y, ¡zas!, a pelear (…)”

(Guillermo Donoso Vergara, “La Prensa Talquina en el I semestre de 1879”)

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura 1: Logo Día de la Cantinera LVE®

Figura 2: Irene Morales Galaz, El Mercurio 1930

129
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Figura 3: Portada novela “La Cantinera de las trenzas rubias” Rafael Maluenda

Figura 4: Recreación Histórica LVE®

130
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Agradecimientos
A todos(as) quienes se han unido a esta quijotesca lucha de puesta en valor y
reconocimiento al rol de la mujer en la conquista del desierto, especialmente a Wilfredo
Santoro Cerda, Consejo Patrimonial de Mejillones, Colectivo Sociocultural
Antofapatrimonial, Centro de Investigación Isaac Arce Ramírez CIIAR, Asociación
Gremial de Escritores del Norte ASEN, Norma Meza López, Joel Avilez Leiva, Rafael
Mellafe Maturana, Consejo de la Sociedad Civil del Servicio Nacional del Patrimonio,
Seremi de las Culturas, las Artes y Patrimonio de Antofagasta, Bernardo Tornini Scola y
a la Asociación de Estudios Históricos de Tacna.

REFERENCIAS

Diarios: El Industrial, 1890, la Patria 1879, El Mercurio 1910 y 1930


Novela: “La Cantinera de las Trenzas Rubias” Maluenda, Rafael 1925
“Reminiscencias de Tarapacá” Molinare Nicanor, 1911

SOBRE LA AUTORA

Ana Olivares Cepeda: Socia de AEHT, radicada en la ciudad de Antofagasta, Chile.


Gestora del Proyecto de ley “Día de la Cantinera de la GDP”; Guía de Turismo
Patrimonial, Vicepresidenta de la Agrupación Histórica Patrimonial Los Viejos
Estandartes® Antofagasta; Socia fundadora del Colectivo Sociocultural
Antofapatrimonial; Secretaria del Centro de Investigación Histórica y Cultural Isaac Arce
Ramírez CIIAR; Socia del Consejo Patrimonial de Mejillones; Socia de la Asociación
Chilena de Zonas y Barrios Patrimoniales; Tesorera de la Asociación Gremial de
Escritores del Norte ASEN; Consejera de la Sociedad Civil del Servicio Nacional del
Patrimonio Cultural; Consejera Regional de la Subsecretaría del Ministerio de las
Culturas, las Artes y Patrimonio de Antofagasta; Cronista del espacio cultural “Linterna
de Papel” del diario El Mercurio de Antofagasta.

131
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El salto de Alfonso Ugarte: entre el mito histórico y


realidad aumentada
(The jump of Alfonso Ugarte: between the historical myth and augmented reality)
Iván Pineda Román1, Pontificia Universidad Católica del Perú.

Resumen: El presenta artículo aborda la conformación del relato del salto de Alfonso
Ugarte desde la cima del Morro de Arica el 7 de junio de 1880. Este relato se inicia desde
los partes oficiales de guerra y los reportes periodísticos, hasta la literatura de homenaje
a los caídos en la guerra, formando una imagen sobre la muerte del héroe que oscila entre
lo real y lo imaginario.
Palabras clave: Alfonso Ugarte, Guerra del Pacífico, Guerra del Salitre, campaña del
Sur, batalla de Arica, Morro de Arica, ejército peruano.
Abstract: This article addresses the conformation of the story of the jump of Alfonso
Ugarte from the top of Morro de Arica on June 7, 1880. This story starts from the official
war reports and journalistic reports, to the literature in homage to the fallen in the war,
forming an image about the death’s hero that oscillates between the real and the
imaginary.
Keywords: Alfonso Ugarte, War of the Pacific, Saltpeter war, Southern campaign, battle
of Arica, Morro of Arica, peruvian army.

Fig. XX. Alfonso Ugarte. Tarjeta de visita, Estudio Courret (c. 1879).
Fuente: colección privada.

1 Arquitecto, investigador e historiador de arte, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, Perú.
https://orcid.org/0000-0001-8123-4703. Contacto: a20183913@pucp.edu.pe.

132
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

La muerte de Alfonso Ugarte: testimonios


Dentro de la conformación del relato sobre la memoria de un hecho histórico, existe
un componente tan importante como el testimonio oficial: el relato popular. Éste, a su
vez, se conforma principalmente de narraciones de origen no determinado, pero sí de
amplia difusión, y cuya principal característica es cubrir los vacíos que el relato oficial
no puede o no tiene como contar. Algunas de estas narraciones populares tienen un origen
en relatos considerados oficiales, pero con la modalidad de trasmisión de boca en boca,
es que se va alterando gradualmente su contenido hasta convertirse en un relato que dista
mucho de su origen. Las Tradiciones de Ricardo Palma (1833-1919), como recopilación
de historias de la Lima virreinal, podrían tomarse como el ejemplo de un esfuerzo por
reconstruir una época lejana pero no ajena, en la cual el autor recurre tanto a fuentes
históricas como a narraciones populares, desdibujando sus límites y haciendo que, a pesar
de su indefinido origen, éstas gocen tanto de sustento oficial como de aceptación popular.
Y en esta transformación, los atributos de sus protagonistas alcanzan el nivel de generar
mitos alrededor de sus figuras, desdibujando también su origen histórico y transformado
dichos atributos en cualidades que podrían no merecer o, en todo caso, no haberlas tenido
originalmente. El relato oficial se mantiene en disputa constante con el relato popular, y
la desmitificación de ambos se convierte en casi una necesidad por alcanzar la verdad
histórica.

Fig. 2. Alfonso Ugarte precipitándose al mar o La inmolación de Alfonso Ugarte, óleo sobre lienzo de Ludovico
Agostino Marazzani (1905). 256 x 364 cm. Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Fuente:
Catálogo en línea.

La batalla de Arica, el 7 de junio de 1880, fue el último enfrentamiento entre las


fuerzas peruanas y chilenas en la etapa de la guerra denominada Campaña del Sur
(noviembre de 1879 a junio de 1880). Uno de los momentos más dramáticos dentro de
toda la narrativa construida alrededor de la batalla de Arica, es la muerte del coronel

133
Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

tarapaqueño Alfonso Ugarte. El relato tradicional y popular sostiene que Ugarte, para
evitar ser capturado por el enemigo y que, en un gesto de defensa de la bandera nacional,
se arrojó montado en su caballo blanco desde la cima del Morro envuelto en el símbolo
patrio (Fig. 2). Este relato, que ha perdurado en la narrativa y el arte del imaginario
peruano, aparece, con algunas variaciones prácticamente a los pocos días de los sucesos
de Arica. Este artículo pretende recopilar y analizar los principales testimonios oficiales
y no oficiales, con los cuales se desarrolló el relato principal del salto del Morro. La
historia de Ugarte en sí, está basada en algunos relatos de testigos presenciales, partes de
guerra oficiales y reportajes periodísticos de ambos bandos, y otros documentos y escritos
que habrían servido de base para la misma.

Para entender cómo se empezó a construir el relato sobre el coronel Alfonso Ugarte
lanzándose desde el Morro de Arica, es necesario recurrir a fuentes primarias y
testimonios que recogieron los detalles sobre la batalla del 7 de junio de 1880, y con ello
también, las diversas versiones sobre la muerte de Alfonso Ugarte. Aunque varias de estas
versiones se contradicen y algunas hasta niegan la posibilidad de que Ugarte haya
cometido ese acto considerado como de sacrificio, es cierto también que la idea del salto
apareció prácticamente desde el mismo día de la batalla en Arica. Es de notar que, en
estos primeros relatos de testigos presenciales, no se menciona ninguna montura para
Ugarte, o que esté sosteniendo alguna bandera. Es posible que, siendo esencialmente
testimonios de efectivos militares partícipes de la lucha, no hayan considerado estos
detalles, conservando sus relatos las características de la redacción convencional de un
parte de guerra. Los reportajes de los corresponsales de guerra enviados a los campos de
batalla, mantienen unas características similares ya que basaban sus informes primarios
en entrevistas a testigos presenciales y a las breves comunicaciones oficiales como eran
los telegramas. Precisamente, uno de los primeros relatos de la batalla, donde se sugiere
la muerte de Alfonso Ugarte arrojándose del Morro, fue publicado por el diario chileno
“El Ferrocarril”, en su edición del 10 de junio de 1880, tan sólo tres días después del
asalto al Morro:
En los momentos en que el 4.° entraba al Morro, fué tal la confusión con que
algunos pretendían escapar, que varios se despeñaron, i un jefe cuyo nombre no
se pudo averiguar, se arrojó al precipicio (Vargas, 1979, 749).
Aun cuando no se identifica el nombre de este jefe u oficial, esta no sería sino la
primera de varias versiones de un oficial arrojándose del Morro. El historiador chileno
Diego Barros Arana (1830-1907), recoge otra versión en la que da cuenta que hubo más
de un peruano arrojándose del Morro, aunque sin mencionar nombre alguno:
El coronel Bolognesi, comandante militar de la plaza, el comandante Moore, jefe
de aquellas baterías, i muchos jefes, oficiales i soldados peruanos sucumben allí.
Algunos de ellos se precipitan de las alturas por las barrancas que miran al mar,
prefiriendo esta muerte horrible a la del combate (Barros Arana, 1880, 313).
En un poco difundido texto sobre la guerra, llamado “Historia do Guerra do Pacifico”
y escrito por el brasileño Silvio Dinarte2, se narra también que habrían sido varios los
oficiales que se precipitaron del Morro de Arica, versión que guarda mucha similitud, sin
embargo, con lo escrito por Barros Arana:

2 Silvio Dinarte es el seudónimo del político, poeta, escritor e historiador brasileño Alfredo Maria Adriano d'Escragnolle
Taunay, vizconde de Taunay (1843-1899).

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

O valente coronel Bolognesi, o destemido commandante Moore e muitos chefes


distinctos alli perecem; outros precipitam-se do alto dos penhascos e para sempre
desapparecem nas ondas, preferindo a morte a se entregarem presos” (Dinarte,
1881, 90).
(Trad.: El valiente coronel Bolognesi, el intrépido comandante Moore y muchos
distinguidos jefes allí perecen; otros caen desde lo alto de los acantilados y
desaparecen para siempre en las olas, prefiriendo la muerte a entregarse
prisioneros).

Otro relato de origen chileno es el testimonio de un oficial, sin identificar, del


regimiento 3ro. de Línea, es una carta que habría sido escrita el mismo día de la batalla.
Este testimonio fue recogido por el historiador chileno Pascual Ahumada Moreno (1845-
1908) en una monumental compilación de documentos oficiales publicada en tres tomos:
Ahí pereció el bravo Bolognesi, el comandante Moore, el coronel Ugarte, que al
huir se despeñó. Por casualidad escapó herido el coronel arjentino Saenz Peña i el
coronel Latorre (Ahumada, 1886, 201).
Este anónimo testimonio ya identifica plenamente al “jefe” como el coronel Ugarte,
y sería el primer testimonio que aseveraría la caída de Ugarte desde el Morro. Por el lado
peruano, tenemos la versión del corresponsal del diario limeño “El Nacional”, Gustavo
Rodríguez, quien añade que no sólo Ugarte se arrojó del Morro, sino que fue seguido por
el sargento mayor Luis Armando Blondel (1850-1880), tercer jefe y abanderado del
batallón “Artesanos de Tacna” N° 293:
Armando Blondel, después haber arrancado la bandera chilena que ya había sido
puesta en el Morro, se precipita hacia el mar, según una de las versiones, siguiendo
el ejemplo del valiente, del denodado Ugarte (Ahumada, 1886, 203).
La versión de Rodríguez para “El Nacional” sobre el salto de Blondel, tiene una
peculiar continuación en otros relatos que afirman que fue este último quien saltó del
Morro de Arica siguiendo a Ugarte. Bajo esta línea, un texto que resulta bastante curioso
es el llamado "El Salto de Blondel. Recuerdo a la distinguida familia del héroe", escrito
originalmente por el boliviano Macario D. Escobari el 3 de diciembre de 1880 para el
diario paceño "La Tribuna". En este se da cuenta, con mucho detalle previo y prosa
alrededor de su personaje, que quien saltó del Morro de Arica fue Armando Blondel, y
no Alfonso Ugarte:
Blondel batallaba, heria, esperando la muerte.
¡Y la muerte le abandonaba!
¡Yba á ser prisionero!
¡Prisionero del crímen! ¡Vencido del verdugo de su patria!!
—No! dijo,
Y las puertas de la fama que tienen sus ámbitos en la estension del pensamiento,
se abrieron ante un arranque de su heroismo, ante un impulso de desprecio del
crimen chileno que iba 4 manchar con su contacto la virtud de su patriotismo.
Y el rayo se encendió!
Distaba diez metros de sus enemigos, y diez del precipicio cuyo fondo lamen las
encrespadas olas del oceano; y vendando el caballo, hincó los espólines en los

3 Vargas Hurtado, La Batalla de Arica, pp. 370.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

hijares del bruto, que, en un segundo abarcó el aire y se dejó recibir por la espuma
del profundo mar........ (Zuazo, 1881, 67).
La primera comunicación considerada oficial publicada en el Perú, fue el testimonio
recibido por telégrafo el 15 de junio en la ciudad de Quilca, 8 días después de la batalla,
testimonio que fue publicado en el diario oficial “El Peruano” recién el 21 de junio, y que
fuera recogido posteriormente por Ahumada, y luego por Basadre. Este relato, sería el
primero en añadir un caballo a la imagen de Ugarte, dice:
El coronel Alfonso Ugarte, como los demás, no quiso rendirse, i habiéndosele
acabado la munición, echó mano de su revólver, empleando bien todos sus tiros;
pero como fué acosado por gran número de chilenos, pereció al fin en un caballo
blanco (Ahumada, 1886, 176).

En este relato, a pesar de incluir el caballo, no se especifica si lo empleó para saltar


desde el Morro o si fue abatido con su montura. En fecha similar y en el diario limeño
“La Patria”, aparece publicada una semblanza sobre Alfonso Ugarte escrita por Guillermo
Billinghurst4 (1851-1915), amigo de Ugarte, que dice lo siguiente:
El último acto de la corta, pero interesante carrera de Alfonso Ugarte, revela de
cuanto era capaz esa alma verdaderamente grande. Acosado por innumerables
enemigos, vencido ya en la cumbre del Morro histórico; presenciando la
mutilación de los caídos, la profanación de esas reliquias sagradas del heroísmo,
quiso sustraerse á las manos enemigas, y clavando las espuelas en los hijares de
su caballo, se lanzó al espacio, desde aquella inmensa altura, para caer
despedazado sobre las rocas de la orilla del mar (La Patria, 1880).

Esta sería la segunda versión peruana en incluir un caballo en el relato, y es similar


a otra publicada el mismo día, en el editorial del diario oficial “El Peruano” del día 21 de
junio de 1880, escrito por José Casimiro Ulloa5 (1826-1891) quien redacta la que se
podría considerar la primera versión oficial de la batalla de Arica, dando detalles al
editorial que el mismo autor publicó el día 14 de junio en el mismo diario. En aquella
edición apunta:
Alfonso Ugarte prefiere buscar él mismo la muerte á recibirla de sus indignos
enemigos y lanzando su caballo de lo más alto del Morro se precipita al abismo,
donde queda suspendido su glorioso cadáver (El Peruano, 1880).

En estas primeras versiones sobre el salto de Ugarte ya con caballo, se empieza a


mostrar una narrativa que se podría considerar poética, aunque es necesario indicar que
las líneas editoriales de las publicaciones a finales del siglo XIX, incluyendo las de
publicaciones de alta rotación como los diarios, se permitían un tipo de escrito con
florituras y adornos, esto debido principalmente a la ausencia de imágenes como
acompañantes del texto. Esta ausencia de apoyo visual generaba en su lugar una gran
calidad de expresión narrativa, convirtiendo a los redactores de los diarios en maestros de

4 Político y periodista peruano, empresario salitrero como también lo fue su amigo Alfonso Ugarte. Participó de la
guerra en la Batalla de San Juan y Chorrillos el 13 de enero de 1881, donde fue herido y tomado prisionero. Liberado,
sirvió como cónsul en Iquique hasta 1887. Reconocido miembro del Partido Civilista, fue primer vicepresidente de
Nicolás de Piérola entre 1895 y 1899. Autor del frustrado protocolo Billinghurst-Latorre para llevar el plebiscito
sobre las provincias cautivas en 1898. Fue elegido presidente de la República para el período 1912-1916, pero fue
derrocado en 1914 por Óscar R. Benavides.
5 Médico peruano, fundador de la Cruz Roja Peruana en 1879 y Cirujano en jefe del ejército peruano durante la Guerra
del Pacífico.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

la descripción en escenas históricas (Pereyra, 2010, 161). Claro ejemplo de esto, es un


texto que podría considerarse uno de los primeros relatos poéticos sobre la batalla de
Arica, el del abogado y periodista boliviano José Vicente Ochoa (1859-1898), incluido
en una biografía de Alfonso Ugarte que publicó en 1881, describiendo su muerte así:
La muerte de Ugarte, tal como se la cuenta, es digna de los dioses de la mitología.
Batallar, resistir, afrontarse a las balas sin poderlas encontrar i por último lanzarse
al océano a fin de no soportar la vergüenza de rendir la valerosa espada ante el
enemigo... es tan sublime! —es tan grandioso!— que la epopeya lo debe
inmortalizar (Ochoa, 1881, 143).

Otro ejemplo de narración poética sobre la muerte de Ugarte, es al aparecido en el


folleto “Recuerdo de la S.A. de la Exposición a los Defensores de la Patria”, publicado
en 1885, donde se recoge nuevamente la versión del salto del Morro, en un texto dedicado
a Francisco Bolognesi escrito por el ya mencionado tradicionalista Ricardo Palma:
Y la exclamación de ellos fue repetida por todos los jefes jóvenes, como los
hermanos Cornejo, Ricardo O’Donovan, Armando Blondel, casi un niño con la
energía de un Alcides, y el denodado Alfonso Ugarte, gentil mancebo que, en la
hora del sacrificio y perdida toda esperanza de victoria, clavó el acicate en los
flancos del fogoso corcel que montaba, precipitándose, caballo y caballero, desde
la eminencia del Morro en la inmensidad del mar. ¡Para tan gran corazón sepulcro
tan inconmensurable! (Sociedad, 1885, 32).

El escritor y periodista peruano Ernesto Antonio Rivas, en la obra “Episodios


Nacionales de la Guerra del Pacífico” (1891), describe también el momento de la muerte
de Alfonso Ugarte, acompañado de una ilustración referida al hecho, una de las primeras
en graficar la narración sobre el salto de Ugarte (Fig. 3). Es de acotar que la obra de Rivas
es una recopilación no de hechos históricos fehacientes, sino más bien de relatos
idealizados sobre varios pasajes de la guerra, reales y hasta ficticios, bajo una narrativa
novelesca y romántica. Sobre Ugarte escribió:
Ugarte es el último que queda; le acompaña un pequeño resto de su división, con
el que sigue peleando. Arrogante sobre su caballo, su hermosa figura se destaca
en medio de sus soldados, magnífica, resplandeciente.
—¡Ríndase! —le gritan los chilenos, y él contesta con una interjección, que se
parangona con la de Cambrone en Waterloo.
Y sus soldados caen aplastados por la pesada lluvia de plomo de los contrarios.
—¡Ríndase! —vuelve á intimarle el enemigo; y él, soberbio en su indignación, lo
envuelve en una mirada de desprecio, voltea el noble bruto que monta, rasga sus
ijares con las espuelas, lo lanza á la carrera, y... se arroja desde el Morro al mar,
dando un ¡viva el Perú!, cuyo eco repercute en el abismo, y va á morir en las
espumas de las olas que azotan ese avanzado peñón, que espera hasta ahora la
pluma épica que cante la Ilíada de su cautividad… (Rivas, 1900, 170).

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Fig. 3. Un héroe del abismo. Dibujo de Ricardo Miró,


Fuente: “Episodios nacionales de la Guerra del Pacífico 1879-1883” (1900), pp. 171.

El argentino Dámaso Uriburu6 (1850-s/f), publicó en 1899 “Guerra del Pacífico:


Episodios, 1879 a 1881”, una obra que, según su autor, venía gestando desde 1886, es
decir, 6 años después de los sucesos de Arica. En dicha obra, Uriburu describe la muerte
de Ugarte, sumándole la de Armando Blondel de similar manera al testimonio de
Rodríguez para “El Nacional”:
Ugarte rompía con sus agudos acicates los ijares de su brioso bruto para
precipitarse al mar y hendía el espacio al través de 500 metros, sepultándose en el
amargo oleaje. Blondel, de carácter natural levantisco, ebrio de coraje y radiante
de altivez, se arrojaba al insondable abismo (Uriburu, 1899, 155).

El historiador ariqueño Gerardo Vargas Hurtado (1869-1932) escribió “La batalla de


Arica, 7 de junio de 1880”, en la cual escribe desde sus recuerdos de niñez acerca de la
guerra, haciendo un detallado análisis y narración sobre la batalla de Arica. Además,

6 Político y abogado argentino, residente en Lima durante los años de la guerra, en los cuales ejerció el cargo de
Secretario de la Legación Argentina en el Perú.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Vargas Hurtado formó parte del grupo de jóvenes ariqueños que acompañaron al pintor
Juan Lepiani (1864-1932) en sus excursiones y excavaciones al Morro de Arica en julio
de 1898 para realizar la que sería su obra “El último cartucho”7. En su mencionada obra
escribió:
No habían transcurrido quince días de la ocupación de Arica, por parte de las
armas de Chile, y ya el autor de estas líneas, acompañado de sus padres, regresaba
a este puerto procedente de Tacna, a donde nos habíamos dirigido huyendo de los
diarios bombardeos de la escuadra chilena. Desde el primer instante de nuestra
llegada oímos narrar la muerte del valeroso tarapaqueño en la misma forma que
lo han hecho los historiadores imparciales. Recordamos con este motivo —como
deben recordarlo, también, los ariqueños que sobreviven de esa época— haber
visto la osamenta de un caballo desbarrancado durante muchos días, detenido en
los peñascos fronterizos al actual parque, sobre el camino conocido con el nombre
de ‘La Cinta’. Se decía también que ese caballo era en el que el coronel Ugarte se
había precipitado desde la cumbre del Morro (Vargas, 1921, 258).
Controversia
Mientras por un lado existe abundancia de testimonios que aseveran, de una u otra
forma, el salto de Alfonso Ugarte desde el Morro, también existen, por otra parte,
testimonios que manifiestan que fue otro el destino final del coronel peruano. La
controversia sobre la muerte de Ugarte se inicia con las versiones que contradicen los
primeros reportes periodísticos sobre su muerte. Estas versiones, de manera similar al
relato donde se asegura su muerte saltando desde el Morro, surgen prácticamente al poco
tiempo de los sucesos de Arica. El político e historiador chileno Benjamín Vicuña
Mackenna (1831-1886), describe que Ugarte murió en el Morro y su cuerpo fue arrojado
al mar:
El joven Blondel más afortunado, iba a caer al pié del mástil i el infortunado
cuanto noble i esclarecido Alfonso Ugarte, que había pasado la mitad de su vida
en cariñosa hospitalidad en Chile, recibiendo su educación mercantil en los
colejios de Valparaiso, era arrojado por manos chilenas, despues de muerto, a las
cavernas del mar en que las olas penetran con lúgubre jemido por entre calizas
grietas, verdaderas sepulturas de su terrible furia, menor empleo que la del hombre
que combate i mata. Los deudos del inmolado héroe ofrecieron una fortuna por un
botón siquiera de su casaca para memoria, pero ni esto quedó del bravo
tarapaqueño (Vicuña Mackenna, 1881a, 145).

Vicuña Mackenna se desmiente a sí mismo cuando, meses después, publica el tercer


tomo de su recopilación sobre la Guerra del Pacífico, al insinuar que la caída de Ugarte
habría sido voluntaria y que no había sido arrojado por “manos chilenas”:

Con fecha 17 de diciembre el dictador había dispuesto asimismo que a la fortaleza


de Miraflores mas vecina al mar se le diese el famoso nombre de Alfonso Ugarte,
en memoria del bizarro mozo que, como La Rosa8 en Iquique, se había despeñado
al océano desde la cumbre del morro de Arica (Vicuña Mackenna, 1881b, 854).

7 La versión original de este texto apareció en el diario limeño “El Comercio”, el 28 de julio de 1919.
8 Teniente coronel Pedro de la Rosa, miembro de la Legión Peruana de la Guardia. Héroe independentista que, junto
con el sargento mayor Manuel Taramona, murió tras arrojarse al mar luego de un enfrentamiento con fuerzas realistas
en Iquique el 13 de febrero de 1823.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Una versión similar es recogida por el historiador británico Clements Markham


(1830-1916), quien asevera que el coronel peruano murió en la cima del Morro, pero su
cuerpo fue arrojado al mar, aunque ocasionales traducciones erróneas indican que Ugarte
se arrojó al mar por decisión propia. Para ello trascribimos el texto original en inglés:

Ugarte was killed, and the body hurled over the cliff into the sea. The heart-broken
mother offered $1000 for even a scrap of the clothes of her heroic son. But nothing
was ever found (Markham, 1882, 207).
(Trad.: Ugarte fue muerto, y su cuerpo arrojado por los acantilados al mar. Su
descorazonada madre ofreció mil pesos por si quiera un trozo de las ropas de su
heroico hijo. Pero nada fue encontrado).

Más controversial es la versión del escritor chileno Nicanor Molinare (1854-1924)


que, aunque tardíamente (su relato es 31 años posterior a los hechos), afirma en su
versión, recogida a su vez de una carta del militar chileno Ricardo Silva Arriagada,
teniente del regimiento 4º de Línea, que Ugarte fue abatido en el Morro, su cuerpo
disfrazado y escondido, y posteriormente arrojado al mar:
Más tarde pude ver los cadáveres de Bolognesi, Moore y Ugarte. Todos decían
que después de haberse rendido vulgarmente, la tropa los había ultimado a
culatazos, porque, con felonía, estando rendida la plaza, le dieron fuego a los
cañones, reventándolos.
El cadáver de Alfonso Ugarte se encontraba en una casucha ubicada cerca del
mástil, al lado del mar, mirando hacia el pueblo; en ese lugar, las rabonas del
Morro cocinaban el rancho; y ahí, esas pobres mujeres, tenían oculto el cadáver
de Alfonso Ugarte; era un hombre chico, moreno, el rostro picado de viruelas, los
dientes muy orificados, de bigote negro.
Aquellas mujeres tenían profundo cariño por Ugarte, y para guardar su cadáver,
lo habían vestido con un uniforme quitado a un muerto chileno.
Pude saber que era el coronel Ugarte, porque el doctor boliviano Quint cuando lo
vio, exclamó:
-¡Pobre coronel Ugarte; no hace mucho, lo he visto vivo!
Más tarde se dio la orden de arrojar al mar todos los cadáveres; sin duda que
botaron también el de Alfonso Ugarte, porque no se pudo encontrar (Molinare,
1911, 110).

La obra de Molinare, “Asalto y toma de Arica” es considerada como una de las más
completas hechas sobre la batalla de Arica, sin embargo, hay que tener en cuenta que,
para cuando se publicó en 1911, el proceso de chilenización9 de las provincias cautivas,
Tacna y Arica, había recrudecido notablemente, proceso que se asume fue iniciado por el
intendente Manuel Francisco Palacios (de 1898 a 1901), y continuado con mucho mayor
intensidad por Máximo Ramón Lira10 (de 1904 a 1912). Molinare, sin embargo, recurre
a “insidiosas imputaciones”11 en algunos pasajes de su obra con la posible intención de
denostar el carácter épico atribuido a los héroes peruanos: considera como “mentira la
grandiosa muerte de Bolognesi y pura invención el que se arrojase al mar con caballo y
todo Alfonso Ugarte”12. Es posible entender el cambio en el discurso oficial chileno, de
9 Chilenización es el nombre con el que se conoce al proceso de adoctrinamiento, persecución y hasta asesinato, de
peruanos residentes en las provincias cautivas de Tacna y Arica en el período de 1880 a 1929 mientras estaban en
posesión del gobierno chileno.
10 Vargas Hurtado, ibíd., pp. 200.
11 Vargas Hurtado, ibíd., pp. 256.
12 Molinare, Asalto y toma del Morro de Arica. 7 de junio de 1880, pp. 54.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

un trato más cordial y neutro a uno más agresivo y hasta ofensivo, debido precisamente a
la política de maltrato hacia los residentes peruanos en las zonas ocupadas durante este
período, y regidas por los mencionados intendentes. Es de considerar además que, aunque
se considera fidedigno el relato de Molinare porque habría sido testigo presencial de los
hechos, lo cierto es que Molinare no estuvo presente en Arica el 7 de junio de 1880: él se
enlistaría en el ejército chileno como capitán ayudante del batallón movilizado “Curicó”,
batallón que solo participaría en la guerra durante la Campaña de Lima de diciembre de
1880 a enero de 188113. La versión de Arriagada recogida por Molinare, además, habría
incurrido en un error de identificación del cuerpo del coronel peruano al decir que tenía
“el rostro picado de viruelas”, cuando en los retratos fotográficos conocidos de Ugarte es
evidente que no tenía ninguna cicatriz producto de esta enfermedad (Fig. 4). Vargas
Hurtado hace notar otro punto para desestimar la versión de Molinare: cuestiona la
veracidad del relato sobre las dos mujeres desvistiendo el cuerpo de un soldado chileno
para vestir el de Ugarte, sin ninguna razón lógica aparente, hecho realizado además en
pleno fragor de la batalla y a vista del resto de la soldadesca chilena que ya había ocupado
las fortificaciones del Morro14.

Fig. 4. Juan Alfonso Ugarte y Vernal. Gentlemen. Foto gabinete, detalle, s/a (c. 1870).
Foto original: colección Fundación Navarini –Ugarte. Restauración digital: Jonatan Saona Reyes.

13 Departamento de Historia Militar del Ejército, Cuaderno de historia militar N° 13, pp. 17.
14 Vargas Hurtado, ibíd., pp. 257.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

El último punto a desestimar de la versión de Molinare es el que afirma que no se


encontró el cadáver de Ugarte. Sobre este último punto, compartido además por las
publicaciones de Mackenna y Markham, es de hacer notar que dicha versión sería
desestimada por el historiador peruano Jorge Basadre (1903-1980) quien, en su “Historia
de la República del Perú”, asevera que el cuerpo de Ugarte si fue encontrado, tal como lo
certificó el entonces párroco de Arica, José Diego Chávez, en el libro de entierros de 1873
a 1895 de la Parroquia de San Marcos de Arica, en su folio 59 y con fecha 15 de junio de
1880, donde dice:
Año del Señor de mil ochocientos ochenta. En quince de Junio. Yo el Cura propio
y Vicario de esta ciudad de S. Marcos de Arica, sepulté de Cruz Alta en el panteón
de esta el cuerpo Mayor del Coronel Alfonso Ugarte, que fue encontrado al pie
del Morro, y de allí se depositó en su respectivo nicho, hijo legítimo de Don
Narciso Ugarte y de Doña Rosa Vernal; y para que conste lo firmo. José Diego
Chávez (Basadre, 2014, 90).

Otra versión que contradice la de Molinare es la del veterano peruano Dionisio


Vildoso15, quien, a diferencia del autor chileno, sí estuvo presente en la batalla de Arica,
y que en una carta, sin publicar y sin fechar, guardada en el archivo del Centro de Estudios
Históricos Militares del Perú (CEHMP) describe con bastante detalle los instantes finales
de la resistencia en la cumbre del Morro:
Lo bide que estaba abrasado de la asta y herido no pude prestarle auxilio, por que
este momento nos crusaron los chilenos que benian aciendo una tremenda gritería
y sigue la carnicería en el cuartel. En este momento aparece el coronel Alfonso
Ugarte en su caballo con una bandera peruana gritando muchachos viva el Perú y
echaba las espuelas a su caballo y desaparece en el abismo (Vildoso, 3).

Si bien es entendible una postura que niega la posibilidad del salto de Ugarte por
parte de autores chilenos, es cierto también que la controversia alcanzó a algunas
publicaciones peruanas. Los pocos partes peruanos escritos tras la batalla de Arica por
combatientes en el Morro mismo fueron los Manuel C. de la Torre16, Roque Sáenz Peña17,
Marcelino Varela18, Manuel F. Chocano19, Gerónimo Salamanca20 y de Manuel I.
Espinoza21. Los seis primeros apenas si hacen mención a Ugarte, y no detallan ni la forma
ni el lugar de su muerte. Sería solo Espinoza quien menciona la manera en la que muere
Ugarte, indicando incluso el posible lugar donde fue abatido:

15 Dionisio Vildoso, subteniente del batallón “Artesanos de Tacna” N° 29. Se presume que la finalidad de esta carta era
la de sustentar su participación en la guerra para así cobrar alguna pensión o montepío adeudado. Se entiende así
mismo, que la carta podría haber sido escrita en fecha posterior a 1921, año en el cual se publicó La Batalla de Arica
de Gerardo Vargas Hurtado, quien hace una breve reseña biográfica sobre Vildoso, pero sin mencionar en absoluto
la existencia de dicha carta.
16 Manuel Camilo de la Torre Barbachán (1847-1912), asistió a la batalla de Arica con el grado de teniente coronel y

era Jefe del Estado Mayor.


17 Roque Sáenz Peña Lahitte (1851-1914), abogado, político y militar argentino, asistió a la batalla de Arica con el

grado de teniente coronel, siendo primer jefe del batallón “Iquique” N° 33.
18 Marcelino Varela Barrios (¿?-1889), asistió a la batalla de Arica con el grado de coronel, siendo jefe del batallón

“Artesanos de Tacna” N° 29.


19 Manuel Francisco Chocano (¿?), asistió a la batalla de Arica con el grado de teniente coronel, siendo segundo jefe

del batallón “Artesanos de Tacna” N° 29.


20 Gerónimo Salamanca (¿?), asistió a la batalla de Arica con el grado de sargento mayor, siendo tercer jefe del batallón

“Tarapacá” N° 23.
21 Manuel Ignacio Espinoza (c. 1850-1893), capitán de corbeta, miembro de la dotación naval de la fragata

“Independencia” que servía como segundo jefe en las baterías del Morro.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Mientras tanto, la tropa que tenía su rifle en estado de servicio seguía haciendo
fuego en retirada hasta que los enemigos invadieron el recinto, haciendo descargas
sobre los pocos que quedaban allí; en esta situación llegaron a la batería el señor
coronel don Francisco Bolognesi, jefe de la plaza, coronel don Alfonso Ugarte, V.
S., el teniente coronel don Roque Saenz Peña, que venía herido, sargento mayor
don Armando Blondel i otros que no recuerdo; i como era ya inútil toda
resistencia, ordenó el señor Comandante Jeneral que se suspendiesen los fuegos,
lo que no pudiendo conseguirse de viva voz, fué el señor coronel Ugarte
personalmente a ordenarlo a los que disparaban sus armas al otro lado del cuartel,
en donde dicho jefe fué muerto (Ahumada, 1886, 187).

Llama la atención que éste sea el único parte oficial peruano que desliza la
posibilidad de una orden de rendición por parte del jefe de la plaza, el coronel Francisco
Bolognesi, en contraposición del relato oficial y tradicional que menciona que la
guarnición cayó luchando y sin rendirse. Y no deja de resultar curioso que el manuscrito
original de Espinoza, conservado en el archivo del CEHMP, tenga unas anotaciones sobre
las líneas citadas, a manera de cuestionamiento sobre la veracidad de su testimonio (Fig.
5). Es posible, además, que Molinare basase su versión en este parte, a la que habría
añadido la carta de Silva Arriagada para completar su propia versión sobre la muerte de
Ugarte, versión que, hasta 1911, año en el que se publicó la obra de Molinare, no había
sido contado en Chile22.

22 Vargas Hurtado, ibíd.., pp. 257.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

Fig. 5. Parte de guerra del capitán Manuel I. Espinoza.


Archivo del Centro de Estudio Históricos Militares del Perú. Foto: internet.

Coincidente con la versión del parte de Espinoza, es un texto escrito por el médico
boliviano José Pérez23 el 13 de junio de 1880, es decir, tan sólo 6 días después de la
batalla. Concuerdan sus versiones en narrar la orden de rendición por parte de Bolognesi
y la muerte de Ugarte en la cima del Morro:

Cuatro hombres no mas! de nuestra parte solamente sostienen el tiroteo, era


imposible luchar cuerpo á cuerpo con la masa enemiga!........alto el fuego! grita el
Coronel Bolognesi;……..alto el fuego repite el coronel Ugarte que corre á
contenerlo y cae herido por una bala en el trayecto……..y cuando el coronel More
iba á repetir la misma voz, una descarga enemiga lleva una bala al medio de su
noble pecho que lo mata en el acto, y otra tumba al altivo Bolognesi, que pocos

23 José Genaro Pérez, médico ecuatoriano de las ambulancias peruanas, con sede en el Hospital de Arica. Tras la batalla
fue tomado prisionero y conducido a San Bernardo (Chile), donde escribió el folleto Arica. Sus fortificaciones, asalto,
defensa y ruina.

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

momentos después fué ultimado como lo fué Ugarte y todos los demás heridos
que no podían moverse!!........ (Pérez, 1880, 31).

Como vemos, existen tantas versiones sobre la muerte de Ugarte como testigos
oculares de los hechos de Arica que las hayan plasmado en sus escritos. La única verdad
es que Ugarte murió ese día en Arica, con lo cual se desmiente una narración de origen
popular y que no tiene ningún sustento documental: Ugarte habría sobrevivido a la batalla
e incluso viajado a Francia donde finalmente se casó con su prometida Timotea Vernal24
y murió muchos años después.

Una discusión que aumentó la polémica en torno a la muerte de Ugarte, fue la iniciada
por el coronel Abel Bedoya de Seijaz25, quien, en una carta publicada por “El Comercio”
el 7 de junio de 1927, afirmó que Ugarte no “se fue al abismo ileso del plomo enemigo”,
y que más bien murió “en plena batalla en las calles de Arica, como consta en los partes”
(El Comercio, 1927). Esta carta motivó la respuesta del “vecino del Callao” Diego Delfín
Fajardo, quien, en una carta publicada por el mismo diario el 20 de julio del mismo año,
desmiente a Bedoya de Seijaz, haciéndole notar que sobre la muerte de Ugarte “los partes
oficiales nada dicen al respecto” y justifica esa omisión porque “se confeccionaron en el
cautiverio y bajo la impresión de la derrota”, afirmando a su vez que Ugarte si saltó del
Morro, recordando él mismo:
A las pocas semanas de la caída de aquella plaza en poder del enemigo, llegó a
Pisco un buque de guerra francés —no guardo memoria del nombre—; parte de
su tripulación bajó a tierra […] estaba don Florencio Escardó […], y uno de ellos,
no sé con qué motivo, entabló conversación con dicho señor, y allí, explicando
con admiración la defensa del Morro, se refirió al arrojo heróico de Ugarte (El
Comercio, 1927b).

La carta de Fajardo estaba dirigida originalmente a Ismael Portal, escritor y periodista,


y amigo de la familia Bolognesi, quien en otra carta publicada por “El Comercio” el 3 de
julio de 1927 aseveró que Ugarte saltó del Morro “no para escapar de tormentos en su
persona, sino para no dar ocasión al vil enemigo, como lo tenía anunciado, de tocarlo, ‘ni
vivo ni muerto’, con sus inmundas manos”. Y cita además el testimonio que habría dado
un pasajero anónimo del vapor chileno “Loa”26: “Allí murieron heroicamente Bolognesi,
[…]; Zavala, […]; Ugarte, atravesado por ocho proyectiles y PRECIPITADO DEL
MORRO, según versiones, por un rasgo de su arrojo desesperado” (El Comercio, 1927c).

La discusión es terminada por el pintor Juan Lepiani, quien, en una última carta
publicada el 9 de setiembre de 1927, hace mención a las visitas que recibió por parte de
Manuel C. de la Torre y José Sánchez Lagomarsino mientras trabajaba en su pintura “La
respuesta de Bolognesi” en Lima. En dichas visitas le comentaron sobre unas palabras

24 Timotea Vernal Castro (1865-¿?), sobrina de Rosa Vernal y Carpio, madre de Alfonso Ugarte. Timotea, por tanto,
era prima en primer grado de Ugarte. Luego de la muerte de Alfonso Ugarte, Timotea Vernal se casó con otro primo
suyo, Juan Vernal García entre 1885 y 1886, estableciendo su residencia en Iquique.
25 Abel Bedoya de Seijaz (1861-1940), militar peruano que participó en las batallas de San Juan y Miraflores (13 y 15

de enero de 1881) y Huamachuco (20 de julio de 1883). Alcanzó el grado de coronel del ejército, y fue edecán del
presidente Gral. Andrés Avelino Cáceres. Bedoya de Seijaz también generó polémica al desmentir, en 1931, la
versión tradicional sobre la muerte del coronel Leoncio Prado en Huamachuco.
26 El vapor de la armada chilena “Loa” participó de una misión humanitaria bajo la bandera de la Cruz Roja: el 22 de

junio de 1880 arribó a El Callao trasladando 510 heridos peruanos de las batallas del Alto de la Alianza y Arica. Días
después, el 3 de julio, fue hundida producto de un torpedo en la bahía de El Callao.

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que habría pronunciado Ugarte días antes de la batalla: “Si perdemos la batalla —los
chilenos no me tomarán ni vivo ni muerto”. Y que años después, haciendo los trabajos
previos para su pintura “El último cartucho” en Arica, Lepiani tuvo conversaciones con
algunos sobrevivientes de la batalla, quienes le “indicaron el sitio por donde se arrojó el
coronel Ugarte […]—Es un sitio que mira a La Lisera” (El Comercio, 1927d).

El caballo, el honor y la bandera


Un primer elemento que se fue añadiendo al relato del salto de Ugarte es la
cabalgadura. Ugarte, como oficial pudiente, tenía en uso un caballo de guerra. Otros
oficiales de su división, como Ramón Zavala27 y Roque Sáenz Peña, también tenían en
uso sendos caballos. Era el caballo, hasta cierto punto, de uso regular y estaba reservado
para los oficiales de alto rango. El cuestionamiento se inicia con la posibilidad que la
presencia de cabalgaduras se haya podido dar en las condiciones del terreno en el que se
realizó la batalla en Arica y la posibilidad también del manejo de uno de estos animales
para dar un salto al vacío.

El primer cuestionamiento es aclarado por Vicuña Mackenna cuando describe el


momento en que es solicitada la 8va. División de Ugarte para reforzar las posiciones del
Morro: Ugarte “corría a toda brida al bajo por el zig-zag del Morro a traer su división”
(Vicuña, 1881, 1149). Zavala, por su parte, perdió su montura en el fragor de la batalla,
como lo describe el veterano Antonio Lobato28 en una entrevista en 1923: “El heroico
Zavala [continuó] a pie, -por haberse encabritado su caballo” (La Crónica, 1923, 2). Sáenz
Peña también hace mención al uso de su cabalgadura en el ascenso al Morro en plena
batalla, estando herido “de un balazo en el brazo derecho, que me permitió, sin embargo,
mantenerme a caballo desde los últimos momentos en que tuve que abandonarlo por
serme ya imposible darle dirección” (Ahumada, 1886, 187). La presencia de caballos para
los oficiales peruanos en Arica se ve reforzada por el hallazgo de forraje, una vez tomado
el Morro por parte las fuerzas chilenas29. Sin embargo, las diversas versiones revisadas
no son concluyentes en cuanto al abatimiento de Ugarte junto con su caballo en la cima
del Morro. Tal como lo mencionamos al inicio del artículo, en estos primeros relatos no
se menciona ninguna montura para Ugarte.

En cuanto a la obediencia del animal a su jinete para realizar un salto de las


características del de Ugarte, es cuestionable puesto que el resultado dependerá de las
duras condiciones del campo de batalla (terreno accidentado, ruidos ensordecedores, poca
visibilidad por el humo de pólvora, etc.) que puedan afectar la respuesta del caballo en
torno a esto. Para el caso de Ugarte, éste tenía que forzar a su cabalgadura a dar un salto
al vacío, sorteando los parapetos de las fortificaciones del Morro que constituían una
suerte de obstáculos (Fig. 6). Se podría mencionar el uso de anteojeras reglamentarias en
el caballo para limitar su visibilidad y también controlar su resistencia a una orden difícil
como ésta. En ese sentido hay relatos literarios que solucionan esta dificultad de un modo
bastante sencillo como ingenioso. En “El biógrafo americano”, publicado por el
periodista limeño Buenaventura G. Seoane, se da cuenta de una curiosa y poco revisada
versión de la muerte de Alfonso Ugarte, inspirada al parecer por la versión de Escobari
sobre Blondel:

27 Ramón Zavala (1853-1880), asistió a la batalla de Arica con el grado de teniente coronel, siendo primer jefe del
batallón “Tarapacá” N° 23.
28 Antonio Lobato, asistió a la batalla de Arica con el grado de capitán, como integrante del batallón “Tarapacá” N° 23.
29 Vargas (ed.), ibíd., pp. 699.

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Herido Ugarte y su caballo que se encabrita, manos enemigas van á coger al héroe.
Descarga entonces su revólver sobre la cabeza del ya indómito animal, y ambos
caen al abismo por el costado á pique del Morro (Seoane, 1903, 161).

Fig. 6. Fotografía tomada en la cima del Morro de Arica (1880).


Fotografía: Eduardo Spencer. Colección: Patricio Greve..

La versión de Escobari, en todo caso, habría inspirado la ilustración de un afiche para


una obra teatral chilena presentada en Arica varios años después de la guerra. La obra,
llamada “Asalto y toma del histórico Morro de Arica”, fue montada por la compañía de
autómatas parlantes y figuras electro-mecánicas Dell’Acqua, con el auspicio de la
empresa cinematográfica y de estereopticones, con sede en Iquique, Wallace &
Marincovich30. y fue estrenada en el Teatro Nacional de Arica el jueves 10 de julio de
191331. La obra, que constaba de 6 actos, era descrita como una representación “con toda
fidelidad histórica y acabando con una hermosa apoteosis”, siendo lo más resaltante su
afiche publicitario, donde se aprecia una figura representando a un jinete saltando desde
el Morro. Este sería Alfonso Ugarte, cuya cabalgadura tiene los ojos cubiertos para no
resistirse a saltar al abismo, resaltando también el detalle de no vérsele portando ninguna
bandera (Fig. 7).

30 Department of commerce, Trade directory of South America, 1914, pp. 248.


31 Diario de ocupación “La Época”, 10 de julio de 1913, pp. 1.

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Fig. 7. Impresión para cartel publicitario de Asalto y toma del histórico Morro de Arica (1913).
Fuente: “Arica, sus fortificaciones, asalto y ruina. Por un testigo y actor” (reedición de 2010), pp. 14.

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Este afiche habría inspirado a su vez otro relato literario, el del novelista y periodista
chileno Jorge Inostroza (1919-1975), quien en su novela historiada “Adiós al séptimo de
Línea” incluye una versión del salto de Ugarte con su caballo:

Al galope nervioso de su caballo, sereno como en unas maniobras abandonó


Alfonso Ugarte el reducto protector y dio vuelta en torno, para ir hasta los
artilleros y fusileros que estaban a espaldas del cuartel, sobre la arista del morro
que da al mar […] Le vieron también cómo, con un gesto resuelto se desprendió
de su capote y lo echó sobre la cabeza de su caballo. Luego, irguiéndose, sobre
los estribos, gritó con toda su alma ¡Viva el Perú! y picando espuelas se lanzó al
vacío (Inostroza, 1955, 279).
Valga una aclaración en este punto: si bien las dos últimas versiones son similares,
ambas son de corte literario y no deberían tomarse como sustento histórico para aseverar
que Ugarte saltó del Morro, pero si expresan que un salto con esas características era
posible de concebir en una guerra del siglo XIX. Y era posible, además, con la mirada
ética y moral del militar bajo la todavía vigente influencia francesa, donde el amor, a la
Patria en este caso, es morir por los suyos (Nye, 1993, 61) y donde las cualidades de un
oficial: “rectitud, lealtad, honor, abnegación, desprecio por el peligro y gusto por el
sacrificio” se mostraban como ejemplo de una familia de la época, que entregaban a su
hijo en sacrificio por un bien mayor (Nye, 1993, 208). El periodista y político chileno
Vicente Grez (1847-1909) en su obra “Viaje de destierro” incluye dos relatos muy
similares al de Ugarte: el de Paniotowski32, quien, derrotado en la batalla de Leipzig, se
arroja con su caballo a las aguas del Elster para no caer prisionero 33. El segundo relato
ocurrió en el Perú: el oficial Pringles34 quien luchando por el bando independentista, se
vio rodeado por los realistas tras el Combate de Pescadores35. Perseguido, se lanzó al mar
con su montura, pero sobrevivió y fue tomado prisionero36. Ambos relatos se pueden
tomar como ejemplos de lo que el sentido del honor podía generar en el combatiente: el
de preferir la propia muerte antes que el deshonor de ser tomado prisionero.

La presencia del caballo en el relato sobre la muerte de Ugarte es recogida en dos


testimonios basados en testigos presenciales de los hechos. El primero de ellos es del
historiador Vargas Hurtado quien, siendo aún niño, recuerda haber regresado a Arica con
su familia quince días después de la batalla, y que, además de haber “oído narrar la muerte
del valeroso tarapaqueño”, “Recordamos […] haber visto la osamenta de un caballo
desbarrancado, durante muchos días, detenido en los peñascos fronterizos al actual
parque, sobre el camino conocido con el nombre de ‘La Cinta’” (Vargas Hurtado, 1921,
258). La segunda versión a considerar es tomada de la carta que el pintor Lepiani escribió
acerca de la polémica iniciada por el coronel Bedoya de Seijaz, que vimos párrafos arriba.
En esta carta, Lepiani menciona “[…] que el caballo fue encontrado a los dos o tres días
de la batalla muerto entre las rocas, no así el cuerpo del coronel Ugarte” (El Comercio,
1927d).

32 Se refiere a Józef Antoni Poniatowski (1763-1813), militar y político polaco, quien luchó del lado de las fuerzas
napoleónicas en la Campaña Alemana. Murió tras la batalla de Leipzig el 16 de octubre de 1813 al lanzarse al río
Elster Blanco.
33 Grez, Viaje de destierro, pp. 112.
34 Juan Pascual Pringles (1795-1831), militar argentino que luchó en las guerras de independencia de Argentina, Chile

y Perú.
35 Combate de Pescadores o Combate de Chancay, llevado a cabo entre el 25 de noviembre de 1820 en las inmediaciones

del puerto de Chancay, a 78 kilómetros al norte de la ciudad de Lima.


36 Grez, ibíd., pp. 113.

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Otro punto controversial y que aparece en algunos de los relatos revisados, es la


aparición de la bandera nacional como parte de la imagen de Ugarte saltando del Morro.
Este es un elemento que fue apareciendo gradualmente en la narración sobre esto hecho,
haciéndolo con mayor frecuencia mientras más nos alejamos de la fecha del verdadero
momento histórico. Surge entonces la interrogante sobre cual bandera podría haber
portado Ugarte para efectuar su salto. El día de la batalla, el batallón “Iquique”, al que
pertenecía Ugarte, estaba formado por 337 efectivos, distribuidos en 6 compañías, cada
una portando hasta dos banderolas de guía, además del estandarte del batallón. Las
banderolas de guía (Fig. 8) eran empleadas para las maniobras de la tropa y podían ser
perdidos en el fragor del combate, a diferencia del estandarte, que era el emblema
principal del batallón (Fig. 9) y como tal era resguardado con mayor cuidado por sus
efectivos. Si alguna bandera debía tomar Ugarte para protegerla, como dice el relato
popular, esa tendría que ser el estandarte del batallón y no una banderola de guía. Pero
aquel día en Arica el estandarte oficial del “Iquique” no fue utilizado ya que permaneció
guardado en el cuartel de oficiales en la cima del Morro, donde fue encontrado y tomado
por soldados chilenos al término de la batalla37.

Fig. 8. Banderola peruana del Batallón “Iquique” N° 1, que en 1880 pasó a denominarse “Iquique” N° 33.
Foto: Luis Bradayanes.

37 Vargas (ed.), Boletín de la Guerra, pp. 699.

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Fig. 9. Estandarte del Batallón “Iquique” N°33.


Foto: Archivo digital del Museo Histórico Nacional, Santiago, Chile.

¿Cómo murió Ugarte?


Despojado de las figuras del caballo y la bandera, el retrato idealizado de Ugarte
queda reducido a la de un oficial pedestre combatiendo al lado de su tropa. Y hay dos
versiones más que muestran esta imagen que, hay que resaltarlo, no mellan el carácter
heroico y el sacrificio de Ugarte. Tras revisar las diversas versiones sobre su muerte, se
pueden indicar dos posturas: una es muriendo en la cima del Morro, y la otra
cayéndose/arrojándose del mismo. Debido a esto resultan interesantes estos dos
testimonios que podrían considerarse una postura intermedia, y quizás la definitiva. El
primero de estos testimonios es atribuido al “joven Sotomayor38, testigo de aquellas
escenas”, y que es recogido por la recopilación de Ahumada. En esta versión se establece
que Ugarte es acribillado en el Morro y luego cae de éste, aún moribundo:
Así sucumbieron gloriosamente: —Bolognesi, que juró momentos antes de su
muerte que solo sobre su cadáver pondrían el pabellón chileno; Zavala, que recibió
dos balazos, uno en el cráneo; Ugarte, acribillado de ocho proyectiles i precipitado
del Morro, según versiones, por un rasgo de su arrojo desesperado (Ahumada,
1886, 279).
La segunda versión es muy similar a la anterior, que podría estar basada en la de
Sotomayor, y es publicada por el historiador y biógrafo boliviano Eufronio Viscarra
(1858-1911). En ésta se narra la caída de Ugarte tras luchar en el Morro, dando un poco
más de detalle en cuanto a las condiciones y el estado en el que cae Ugarte:

38 Andrés Sotomayor, integrante del batallón “Tarapacá” N° 23.

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Moore, tenía dos heridas en el pecho y su vestido hecho jirones, revelaba que su
cadáver había sido mil veces profanado. Bolognesi, con el rostro ensangrentado,
estaba al pié del mástil que sostenía la bandera de su patria y el heróico Alfonso
Ugarte, herido mortalmente, rodó por la pendiente del cerro, para buscar en el mar
una sepultura que no hollarían las plantas de sus matadores (Viscarra, 1885, 48).
La probabilidad de éstas últimas versiones, que Ugarte haya caído del Morro producto
de los disparos recibidos en el fragor del combate, ya era recogida de manera muy sutil
por los testimonios vistos anteriormente de “El Ferrocarril” y del oficial anónimo del 3ro.
de Línea compilado por Ahumada, y también por el anónimo testigo del vapor “Loa”
mencionado por Portal en su carta, pero sin llegar a definir, estas últimas, si esta caída fue
producto de los disparos o si fue por voluntad propia. Es en ese sentido que, y tal como
lo mencionamos párrafos arriba, el cuerpo de Ugarte fue encontrado a los pies del Morro
7 u 8 días después de la batalla, y luego sepultado en el Cementerio General de Arica el
15 de junio de 1880.

Por algún motivo no explicado, su cuerpo no fue exhumado y llevado a Lima cuando
el transporte “Limeña” realizó la misión de trasladar a los heridos y caídos de la campaña
del Sur a inicios de julio de 1880. En dicho transporte fueron desembarcados en El Callao
el 4 de julio de ese año los restos de Bolognesi, Zavala y More, caídos en Arica para luego
ser sepultados en el Cementerio General de Lima tras un largo cortejo fúnebre y una
solemne ceremonia.

Sería recién en 1890 cuando la cañonera “Lima” traería los restos de Alfonso Ugarte
al Perú. La “Lima” partió en comisión especial, llegando hasta Valparaíso el 27 junio de
1890, para recoger los restos de Miguel Grau y otros caídos en el “Huáscar”, Hizo el viaje
de retorno haciendo escalas en Antofagasta, Mejillones, Iquique y Arica, recogiendo los
restos de otros combatientes de las campañas marítima y del sur. En Arica, y bajo una
comisión especial encabezada por el doctor Carlos Ostolaza39, es que se reconocen los
restos de Ugarte:
Descubierto el ataúd, se encontró grabada en la tapa la siguiente inscripción:
Alfonso Ugarte. Dentro del cajón sólo existe un costado del cuerpo, única parte
de él que se encontró al pie del Morro y que fue reconocido por un calcetín que
llevaba puesto con sus iniciales. Al encontrarlo, el señor Ostolaza lo envolvió en
una sábana depositándolo en tal estado en el ataúd en que hoy se encuentra (La
Opinión, 1890, 2).
Tras ser embarcados arriban a El Callao el 13 de julio, para, 2 días después, ser
sepultados en el mausoleo del Mariscal y expresidente Ramón Castilla (Fig. 10), de origen
tarapaqueño como Ugarte. En 1897 los restos de Ugarte son nuevamente exhumados para
ser trasladados al mausoleo familiar de los Ugarte Vernal en el mismo Cementerio
General de Lima (Fig. 11).

Una inexplicable omisión se cometió nuevamente cuando, en 1908, son trasladados


los restos de Grau, Bolognesi y otros héroes de la guerra, a la recientemente inaugurada
Cripta de los Héroes del cementerio Presbítero Maestro (nombre actual del Cementerio
General de Lima), espacio consagrado especialmente a los caídos en la guerra del 79. En
aquella ocasión no fueron trasladados los restos de Ugarte; esto ocurriría recién luego del

39Carlos M. Ostolaza, a la fecha senador por Tacna y masón, miembro de la Logia Constancia y Concordia N° 11 de
Tacna.

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20 octubre de 1979, cuando, bajo la supervisión de una comisión encabezada por Geraldo
Arosemena Garland (1903-1987)40, es que el sarcófago conteniendo el cadáver de Ugarte
es abierto, encontrando en éste que sus restos “estaban envueltos en una tela descolorida
con los colores de la bandera nacional y que tenía fragmentos del uniforme del ejército y
que estaban en buen estado sobre todo el cráneo y la cara” (Basadre, 1930, 91). Se
trasladaron definitivamente a la Cripta de los Héroes, donde reposan en el segundo nivel
del recinto (Fig. 12).

Fig. 10. Mausoleo de Ramón Castilla. Cementerio Presbítero Maestro.


Foto: Luis Gutarra.

40 Gerarldo Arosemena Garland, historiador que, en 1979, ejercía la presidencia del Centro de Estudios Histórico-
Militares del Perú (CEHMP).

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Fig. 11. Mausoleo de la familia Ugarte-Vernal. Cementerio Presbítero Maestro.


Foto: Moisés Tacuri.

Fig. 12. Sarcófago de Alfonso Ugarte en la Cripta de los Héroes. Cementerio Presbítero Maestro.
Foto: Óscar Guerrero.

El imaginario heroico nacional tiene a Alfonso Ugarte como uno de sus principales
referentes, aun cuando en los años inmediatos a la guerra, era relegado a un segundo
plano, junto con otros héroes, tras las magníficas glorias de Grau y Bolognesi. El tiempo

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Revista del Archivo Regional de Tacna N° 05.

supo darle a Ugarte un lugar, tal como Modesto Molina (1844-1925)41 algunas décadas
después escribió:
Apenas si se recuerda el nombre de Alfonso Ugarte. En la prensa se le cita
incidentalmente; en la escuela no se enseña al niño que si hubo semidioses en
Grecia y Roma, los hubo también en el Perú; en las fiestas populares que
promueve la conveniencia política o el interés de partido se olvida el nombre
legendario para recordar el de un caudillo o el de un mandón afortunado. Pero
pasarán los años, se sucederán los siglos y la memoria de Alfonso Ugarte se
levantará grande, inmensa, inmortal, al lado de la de Bolognesi, para honra del
Perú y de la Historia (Molina, 1922, 75).
Tras estos años de olvido es que se construyó rápidamente la imagen del denodado
Ugarte, abrazando una bandera y montando un corcel blanco, elementos alejados quizás
de una realidad histórica, pero que envuelven una tradición de valores hoy dejada de lado
y considerada anticuada para un mundo donde prima la inmediatez de tiempo y
proximidad, y no el desapego a lo propio y el apego a lo colectivo, donde la Patria está
incluso por encima de la familia. La muerte de Ugarte, leída colectivamente como el
sacrificio del mancebo para aplacar la ira de los dioses, nos lleva a olvidar algo sustancial
pero no menos trascendental: los hechos que hacen de una persona un héroe, son los que
se hacen en vida, y donde la muerte es solo otro camino a tomar. Basadre nos recuerda la
grandeza de Ugarte de esta manera:
Quienes se fijan solo en la cruel frialdad de la lógica niegan es la versión que no
está acogida en ninguno de los partes peruanos sobre la batalla del 7 de junio […].
Pero ella podría tomarse como un símbolo de la voluntad de sacrificio que es
visible en toda la actuación de Alfonso Ugarte en la guerra. La emoción colectiva
habría puesto, pues, un ropaje de poesía épica a una realidad esencial. Alfonso
Ugarte, el millonario de Tarapacá, el joven apacible, se lanzó simbólicamente con
su caballo a la inmensidad mucho antes del 7 de junio (Basadre, 1930, 90).
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41 El poeta y periodista tacneño fue combatiente en El Alto de la Alianza el 26 de mayo de 1880. Escribió originalmente
el folleto “Hojas de Proceso” en febrero de 1880, donde criticaba el accionar de varios jefes peruanos en la campaña
del Sur. Sería la segunda edición ampliada de la obra, en 1922, donde se incluiría una reseña biográfica de Alfonso
Ugarte, textos sobre la victoria de Tarapacá, la historia del Himno de Tacna y una poesía titulada “Las reliquias de
los Héroes”. En 1895 fue elegido diputado suplente por la provincia de Tarata, y vivió como muchos de sus
coterráneos, el duro trance de la chilenización.

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1975 DE TACNA

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