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23.

LA CIUDACITA, O EL PUEBLO VIEJO DEL ACONQUIJA, EN LA MEMORIA


DEL IAM1

Las ruinas inkaicas del sitio arqueológico denominado “La Ciudacita”,


“Nevados del Aconquija” o “Pueblo viejo del Aconquija”, ubicadas a 4.400
metros de altura en la Sierra de Aconquija, hoy en la jurisdicción del Parque
Nacional Campo de Los Alisos (Pcia. de Tucumán), constituyen un recurso
cultural de gran magnitud e importancia, representado por un numeroso
conjunto de estructuras construidas en piedra, conformando uno de los más
amplios establecimientos del Imperio Inka en el noroeste argentino. La
magnitud de las ruinas, su emplazamiento de altura y su relación con el camino
del inka, así como la belleza del entorno, la convierten en un sitio de interés
para la visita de andinistas, estudiantes y turistas, que acuden al lugar con
frecuencia, sobre todo para la época de los solsticios y en verano. En ese
sentido, constituye más que un recurso cultural, casi un emblema mítico para
los tucumanos.

Este sitio forma parte del sistema de asentamientos del Kollasuyu, la


provincia más grande del imperio Inka, cuya conquista se inició alrededor del
año 1430, y llegó a abarcar la extensión comprendida desde el Lago Titicaca
(Bolivia) hasta la provincia de Mendoza (Argentina) y la mitad norte de Chile. A
lo largo y ancho de ese territorio, los establecimientos se encuentran
conectados a través del Qhapaq Ñan -Camino Principal Andino, sistema vial
que como “corredor” refleja la compleja, efectiva y globalizadora organización
del estado imperial. La región acreditó para la organización inkaica un definido
interés estratégico, considerando que el ramal troncal de la ruta que conectaba
la provincia de Quire Quire con el corazón del imperio corría por el fondo del
valle (actual Ruta Nacional Nº 40). Es presumible que también fuera importante
desde el punto de vista económico, teniendo en cuenta su potencial productivo

1
Este artículo fue compilado por Alejandra Korstanje en base a la información tomada de
varias publicaciones, manuscritos y proyectos, cuyos autores principales son los siguientes
integrantes del IAM: A. Martel, V. Ataliva, C. Somonte, M. López Campeny, R. Molinari, L.
Ferraro, V. Williams y la compiladora.

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en alimentos y la existencia de talleres metalúrgicos atendidos por mano de
obra habilidosa y entrenada (González 2000, Tarragó y González 2005).

Antecedentes de su estudio

Al menos desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días, el sitio
arqueológico en cuestión ha sido mencionado, visitado y reportado por viajeros,
investigadores y diversos artículos periodísticos y audiovisuales. En los mismos
aparece denominado como “Pueblo Viejo del Aconquija”, “La Ciudad
Legendaria”, “La Ciudacita”, “Pucará de Las Pavas”, “Ruinas de los Nevados” o
“Nevados del Aconquija”. El nombre con el que se lo conoce actualmente, “La
Ciudacita”, parece ser más reciente2.

En 1948 fueron objeto de un primer relevamiento bajo los cánones


académicos por parte de investigadores de la UNT, entre los que se
encontraban Osvaldo Paulotti (entonces director del Instituto de Arqueología), y
profesores de Geografía en la Facultad de Filosofía de la UNT (Guillermo
Rohmeder y Enrique Würschmidt). Los resultados de la parte arqueológica de
estas expediciones fueron dados a conocer por dos de sus integrantes
(Würschmidt 1952, Paulotti 1958-1959, 1967), mientras que Rhomeder se
encargó de los diversos aspectos de Geografía Física de la zona.

La relevancia de este viaje y de las actividades realizadas durante el


mismo, hacen que ésta pueda considerarse como la primera investigación
sistemática efectuada en el sitio, incluyendo el estudio topográfico del
emplazamiento; el relevamiento del camino inca; la confección de planos3;
recolección y descripción de material cerámico de superficie; una descripción
general de las construcciones relevadas, y la realización de excavaciones en
distintos sectores (dentro y fuera de los edificios principales). Las excavaciones
fueron practicadas “(...) en busca de tumbas y restos inhumados [pero] no

2
Hay quienes le atribuyen esta denominación a Orlando Bravo (por ejemplo, J. Schobinger
comunicación personal 2007).
3
E. Würschmidt realiza en 1950 el plano base que se utiliza hasta el día de hoy, aunque con
modificaciones. Según Bravo (1993), Würschmidt realiza los relevamientos planimétricos en
tres viajes realizados en 1948, 1949 y 1950.

240
dieron resultado alguno” (Paulotti 1958-1959: 126). No hay indicaciones de
dónde se habrían efectuado las excavaciones de Paulotti, aunque en el sitio
hay algunos indicios a partir de los cuales se podría inferir qué edificios fueron
intervenidos con excavaciones. Hay que recordar que Paulotti, que había
realizado anteriormente investigaciones sobre la vida espiritual de los indígenas
australes, estaba especializado en Antropología Física, por lo que no es
llamativo que excavara buscando restos humanos. Würschmidt (1952: 6)
también menciona que durante las excavaciones realizadas "(...) no se
encontraron enterratorios ni tampoco puntas de flecha u otros objetos de
piedra".

Después de las publicaciones de Paulotti el Instituto de Arqueología no


interviene más en las investigaciones sobre la misma hasta unos veinte años
después. Sin embargo la UNT sigue presente a través del Dr. en Física,
Orlando Bravo, quien estuvo en 16 oportunidades en el sitio entre 1949 y 1991,
siendo el profesional no-arqueólogo que más ascensos realizó a Nevados del
Aconquija, realizando tareas de relevamientos arqueo-astronómicos y
registrando, además, datos meteorológicos relacionados con el sitio (Bravo
1993).

Es el mismo Bravo quien en el año 1986 invita al Instituto de Arqueología


a participar de una expedición en la que participan el arqueólogo Jorge Godoy
y el fotógrafo Darío Albornoz -miembros del Instituto de Arqueología de la UNT-
quienes ascienden al sitio desde el pedemonte tucumano, junto a Bravo y un
grupo de andinistas. En esa oportunidad, realizan un relevamiento fotográfico;
recolección superficial de cerámica y mediciones astronómicas. A partir del
relevamiento expeditivo realizado por los miembros del Instituto, en un informe
inédito concluyen que es “... buena la conservación de las ruinas ya que
comparado su estado actual con fotos de O. Paulotti se ve que no se
produjeron derrumbes ni destrucción de los sitios después de 30 años” (Godoy
y Albornoz 1986: 6). Sin embargo, de los trabajos de Hyslop y Schobinger se
desprenderá que existen diferencias entre lo registrado por Paulotti y lo
relevado por ellos a mediados de los 80’ (Hyslop y Shobinger 1991).

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Hacia 1990, Cristina Scattolin (UBA) y Alejandra Korstanje (Instituto de
Arqueología, UNT) realizan una transecta que cubre las dos vertientes del
Aconquija con el objetivo de reconocer el paisaje y las instalaciones
arqueológicas y actuales. La transecta pasó por “La Ciudacita”, por lo que
hacen una breve mención a la misma. Durante el viaje, Marco Mangini registra
un video que no se pudo editar por problemas técnicos. Van acompañadas por
el andinista Mauricio Serra y por Hugo y Alfredo Escudero como baqueanos
(Scattolin y Korstanje 1994).

Al año siguiente Korstanje, impresionada por la magnificencia de las


ruinas, invita a la especialista en temas inkaicos, Verónica Williams (UBA) para
conocer su opinión sobre el sitio. Se sube por la ladera oriental, conjuntamente
con Marcos Mangini (a cargo de la filmación), estudiantes de Arqueología de la
UBA (María del Carmen de Hoyos) y Salta (Miguel Martínez) y andinistas
tucumanos, con Héctor Balzaretti como guía. Si bien no surge ninguna
publicación específica de este viaje, el sitio es incluido en otras publicaciones
de esta autora (Williams 2000) y hay un informe inédito de Korstanje (1991).

Diez años después (2002), y otra vez con motivo de un registro


audiovisual conducido por el documentalista Pablo Kühnert, se realiza una
expedición arqueológica con la colaboración del IAM. La misma es dirigida por
Alejandra Korstanje4, y participan los arqueólogos/as Alvaro Martel, Carolina
Somonte, Marisa López Campeny, y Víctor Ataliva. Como parte del equipo va el
grupo de documentalistas de Buenos Aires; integrantes de la O.N.G.
“Conciencia Verde” (Santiago Aragón y Mariano Riccio), y equipo de apoyo
(Walter Sotelos, Esteban Siñeriz, Pablo Toranzo y Jorge Mercado). Los
baqueanos que los guían son los Srs. Waldino y Pedro Escudero, de la
localidad de Tesoro de Abajo. Se hace en dicho viaje una puesta al día del
estado de conservación del sitio que parcialmente es integrado en este informe
(Martel et al. 2002). A partir de este viaje surge la idea de realizar el proyecto
actualmente en curso, que sintetizaremos más abajo.

4
Alejandra Korstanje, acompañada por Pablo Toranzo, se separan del resto del grupo para ir a
buscar a Marisa Lazzari que también participaría del documental y se encontraba excavando
en Tesoro de Arriba. Este grupo pierde la huella de los arrieros y no logra subir, por lo que
finalmente el trabajo lo hace el resto del equipo.

242
En el año 2007 otro equipo del IAM se dirige al sitio como parte de este
proyecto a los efectos de rever el área de acampe que se está ocupando y
proponer un área alternativa para una mejor conservación del sitio. En ese viaje
se releva el sitio La Bolsa y el camino del Inka. En un segundo viaje, el equipo
del IAM hace el relevamiento del estado de conservación de las ruinas.
Asistieron también a este último viaje por parte de APN, el Guardaparques Julio
Santillán y el Biólogo Ricardo Guerra, conducidos por el baqueano y parquero
Waldino Escudero. Si bien este viaje fue planeado de modo interdisciplinario, a
último minuto no pudo ascender por razones de salud, el Arq. Mario
Lazarovich, el Geólogo Néstor Aguilera y el Lic. Carlos Aschero.

El sitio y su entorno

Lo que conocemos como “La Ciudacita” comprende dos conjuntos


arquitectónicos principales ubicados entre 4.200 y 4.300 m, y una “plaza de
ceremonias” situada a 4.900 m en la cima del Cerro Las Cuevas (Hyslop y
Shobinger 1991: 18). Recientemente se encontraron grupos de estructuras de
factura más precaria (Martel et al. 2002). Los artefactos presentes en la
superficie son casi exclusivamente fragmentos cerámicos, en su mayoría
ordinarios y, menos frecuentemente, con diseños de los estilos Belén Negro
sobre Rojo, Santa María Bicolor, Famabalasto Negro sobre Rojo e Inka
Imperial.

La monumentalidad de los edificios que presentan los conjuntos


principales, que incluyen estructuras típicamente inkas (ushnu, kallanka,
aukaipata) y numerosos rasgos arquitectónicos imperiales de primer orden
(sensu Raffino 1981), lo convierten en una de las primeras instalaciones
inkaicas más conspicuas del Kollasuyu.

El acceso original al sitio se encuentra sobre la falda occidental de la


sierra. Se trata de un camino que se desprende del ramal principal del Qhapaq
Ñan que conduce a Punta de Balasto (Provincia de Catamarca). A lo largo de
esta ruta existen por lo menos dos tambos: Huehuel y Campo Colorado

243
(Paulotti 1958–1959, Hyslop y Shobinger 1990, 1991) y al menos otro tambo
hacia el ramal sur oeste, La Bolsa o Pajanguillo (Korstanje, obs. pers.).

Esta vinculación a los tambos, la hostilidad del entorno – que incluye la


imposibilidad de asentamientos permanentes – y su posición fronteriza en el
territorio del Tawantinsuyu, ponen de relieve la importancia de analizar esta
localidad en el contexto de un sistema regional de asentamientos, tanto
imperiales como locales, que debió incluir a Punta de Balasto, Ingenio del
Arenal, Pucará de Andalgalá y Potrero Chaquiago, entre otros (Williams 2000).

La mayoría de los autores consideran a Nevados del Aconquija como un


asentamiento de época exclusivamente inka (Hyslop y Shobinger 1991, Raffino
1991), aunque el descubrimiento de un sector discreto con arquitectura y
artefactos de filiación local (Sitio Las Tarucas) ha llevado a Martel et al. (2002)
a plantear la posibilidad de una ocupación previa del lugar.

Respecto a su funcionalidad, se han avanzado interpretaciones diversas.


Según los autores, pudo estar vinculado con actividades mineras (Mansfeld
1948, Scattolin y Korstanje 1994), se trataría de una instalación militar (Hyslop
y Schobinger 1991: 22, Scattolin y Korstanje 1994: 186) o de un conjunto
eminentemente ceremonial (Paulotti 1958-1959), quizás relacionado con la
observación astronómica (Bravo 1993). Por la misma razón, las ruinas de los
Nevados han sido clasificadas alternativamente como pueblo minero (Mansfeld
1948), pucará (Würshmidt 1952, Williams 2000), santuario, localidad o
complejo ceremonial de altura (Paulotti 1958-1959, Raffino 1982, Shobinger y
Cerutti 2001), tambo principal o mixto (González 1980) y centro administrativo
(Raffino 1982). Para Bravo, el sitio sería un lugar sagrado, donde se realizarían
observaciones astronómicas (1993)5.

El sitio y su valor patrimonial

5
Las posturas de Bravo respecto al origen, antigüedad y diseño del sitio son cuestionadas por
los arqueólogos en tanto ha realizado ciertas confusiones en sus apreciaciones arquitectónicas
entre lo tiwanacota y lo inkaico. Sin embargo, sus observaciones arqueo-astronómicas no han
sido discutidas hasta el día de hoy.

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La información antecedente pone de manifiesto el valor cultural histórico
del sitio, teniendo en cuenta que, como decíamos, constituye una de las
instalaciones inkaicas más grandes del Kollasuyu con arquitectura de carácter
monumental y cuyos rasgos indican una compleja planificación y
mantenimiento. La presencia de cerámica de tipos belén y santamaría revelaría
el trabajo de pueblos locales en su construcción y mantenimiento, o tal vez la
existencia de asentamientos anteriores en la ocupación de esa área. Por otro
lado, el hallazgo de restos de lozas nos estaría mostrando también la
ocupación o aprovechamiento histórico del lugar (Martel et al. 2002).

Scattolin y Korstanje (1994) mencionan el tránsito entre uno y otro lado


de la sierra en el ciclo ganadero tradicional que practican las poblaciones
históricas y recientes del lado occidental (Catamarca), alcanzando las pasturas
de altura hasta la línea de selva de la ladera oriental (Tucumán). Así, este
entorno está vinculado a las comunidades locales actuales y por ende,
valorizado por ellas, debido a las diferentes posibilidades de uso y
aprovechamiento de los recursos y de los distintos pisos ecológicos.

Por lo expuesto, “La Ciudacita” es una muestra representativa del más


complejo y extenso sistema cultural sudamericano prehispánico, ligada también
a los pueblos locales del período pre-inkaico y asimismo a la vida de las
sociedades del período histórico.

Su potencial valor social radica en el reconocimiento de este recurso por


parte de la sociedad actual, ya que conforma una porción de su patrimonio y de
la historia del territorio, elementos que pueden ser tenidos en cuenta para la
planificación del desarrollo local. Es este reconocimiento el que permite a las
comunidades locales revalorizar las diversas manifestaciones del patrimonio
cultural, tanto material como inmaterial y fortalecer sus prácticas sociales
actuales (expresiones artísticas, técnicas artesanales, memoria oral, fiestas y
conmemoraciones, entre otras).

El establecimiento del vínculo entre patrimonio y comunidad, de relación


y conectividad con un extenso territorio y organización social en el pasado,

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puede proveer a través de su manejo un valor aprovechable en el presente
para la comunicación y relación de las comunidades. Considerando a la
educación ambiental como el instrumento clave para generar y fortalecer
vínculos de sustento mutuo entre las comunidades y sus ecosistemas, la
difusión del recurso representa un elemento viabilizador del desarrollo social.
Simultáneamente, este crecimiento es básico y conducente hacia el desarrollo
económico, que en el caso de “La Ciudacita” se encuentra íntimamente
relacionado con el potencial aprovechamiento turístico/recreativo sustentable.

El proyecto interinstitucional: “Manejo del recurso cultural arqueológico


“La Ciudacita” (investigación, conservación y difusión)”

En tanto el alto valor patrimonial del sitio contrasta con las condiciones
en que se encuentra respecto del estado actual del conocimiento arqueológico
y del estado de conservación de sus unidades y del conjunto, es que se realiza
en 2003 este proyecto de investigación a los efectos de proponer pautas para
su monitoreo y manejo como recurso cultural extraordinario. Los estudios
arqueológicos de “La Ciudacita” están orientados por la Política de Manejo de
Recursos Culturales de la APN (Res. 115/01 APN).

La citada política de manejo se, fundamenta en los siguientes conceptos


generales:

- La conservación y difusión de recursos culturales requiere del


conocimiento y entendimiento de la historia que representan y su significado.

- Las actividades del Manejo de Recursos Culturales estarán basadas en


el estudio interdisciplinario de los recursos, en la aplicación de experimentadas
metodologías y técnicas de conservación así como en la consulta de todos los
niveles de participación involucrados (científico, técnico, administrativo, guarda
parques y comunidades relacionadas directamente).

El proyecto, como su nombre lo indica, se centra en la investigación, la


conservación y la difusión como objetivos interdependientes y simultáneos. El

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eje de investigación arqueológica, es dirigido por V. Williams (UBA-IAM) y C.
Aschero (IAM) y con la coordinación general de A. Korstanje (IAM) y la
coordinación de campo de A. Martel (IAM). El eje de estudios antropológicos,
patrimoniales y socioeconómicos es dirigido por L. Ferraro (APN-IAM) y como
Co-directora, N. Spaggiari (APN). Las actividades de conservación están a
cargo de. A. Temporetti y M. Lazarovich (APN). Las actividades de
participación social y difusión (comunicación e interpretación), a cargo de F.
Lance, R. Carpinetti, L. Ferraro, S. Pataro (APN) y. J. García Azcárate (IAM).

El objetivo general del proyecto es recuperar un bien cultural de alto


valor patrimonial, que a su vez forma parte del conjunto de bienes asociados al
Qhapaq Ñan -Camino Principal Andino. Dicha acción es entendida como su
manejo sistemático e integración a la conservación activa de los recursos que
componen el patrimonio del Área Protegida, de sus zonas de influencia local
(Tucumán y Catamarca) y de la región del Noroeste Argentino, teniendo en
cuenta que tal mantenimiento y la proyección de su valor constituyen un factor
viabilizador para la conservación y el desarrollo.

Los objetivos particulares de la propuesta apuntan a las líneas de acción


del Manejo de Recursos Culturales consideradas interrelacionadas e
interdependientes, en razón de que el conocimiento del recurso y de su
significado guiarán a la conservación, y tanto la información disponible como la
estabilidad del lugar, permitirán su difusión y la oportunidad del desarrollo
socioeconómico de las comunidades asociadas.

Para llevar adelante este proyecto se ha firmado a fines del año 2007, un
Convenio de Cooperación científica entre la Administración de Parques
Nacionales, el Ente Cultural de Tucumán (Superior Gobierno de la Provincia de
Tucumán), la Fundación Tiempos y la Universidad Nacional de Tucumán (a
través del Instituto de Arqueología y Museo). Este proyecto ha sido declarado
de interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Además, “La
Ciudacita” es una parte del conjunto de recursos propuestos a la UNESCO
para la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial de Argentina, bajo la
denominación: “Qhapac Ñan: Camino Principal Andino”.

247
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