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Cuando la Iglesia habla bíblicamente, habla con autoridad; cuando no lo hace, los
individuos están autorizados para rechazar y poner en tela de juicio toda
afirmación de autoridad que haga. Éste es el caso, no sólo con respecto a la
iglesia católica romana, sino a cualquier voz eclesiástica autoritaria.
La autoridad de las Escrituras ha sido retada también por lo que algunos conciben
como la autoridad del encuentro personal de un individuo con Dios. Es decir, que
lo capital es el encuentro de la persona con la Palabra viva, y no su encuentro con
la Palabra escrita.
Virtualmente todas las religiones tienen sus escrituras sagradas. Aunque muchas
de ellas puedan contener enseñanzas morales valiosas, el cristianismo ha
sostenido históricamente que la Biblia es la Palabra de Dios de una manera única
y exclusiva.
Apoyo interno.
La Biblia despliega una asombrosa unidad y cohesión interna en su
contenido, teniendo en cuenta la gran diversidad de sus escritos. Fue
escrita durante un período de alrededor de quince siglos, por más de cuarenta
autores procedentes de todos los tipos de vida: político, pescador, agricultor,
médico, rey, soldado, rabino, pastor y otros. Escribieron en lugares distintos (por
ejemplo, en el desierto, un palacio, la prisión) y durante circunstancias diversas
(por ejemplo, en la guerra, en el exilio, de viaje). Algunos escribieron historia, otras
leyes y otra poesía. Los géneros Literarios.
Las Escrituras presentan unas normas éticas que sobrepasan lo que se podría
esperar de un hombre o una mujer corrientes.
Por todas las Escrituras aparecen profecías que hablan sobre sucesos futuros,
muchas de ellas con siglos de anticipación. La exactitud de estas predicciones, tal
como lo demuestra su cumplimiento, es absolutamente notable.
Apoyo externo.
La Biblia tiene también aspectos de apoyo externo para su afirmación de que es
una revelación divina. ¿Quién podría negar su enorme influencia en la sociedad
humana? Ha sido impresa en parte o completa en cerca de dos mil idiomas y la
han leído más personas que ningún otro libro en la historia. Reconociendo su
sabiduría y valor, tanto los creyentes como los no creyentes la citan en apoyo de
sus causas.
Jesús reclamó autoridad divina, no sólo para las Escrituras del Antiguo
Testamento, sino también para sus propias enseñanzas. Jesús indicó también que
el testimonio que darían sus seguidores a favor suyo estaría revestido de un
carácter divino especial.
Los aspectos que tengan que ver con economía, geografía, cultura, biología,
política, astronomía y otros; sin embargo, no pretende ser un libro de texto sobre
todos estos temas, ni se la debe considerar como tal. Estos aspectos se
encuentran fuera de la autoridad bíblica, a menos que tengan consecuencias
teológicas o éticas.