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HISTORIA
DE LA
SALVACION
AREQUIPA
INTRODUCCIÓN GENERAL
La Historia de la Salvación está contenida en el Libro de la BIBLIA. Para conocer bien la
Historia de la Salvación hay que tener ciertos conocimientos generales acerca de qué es la Biblia,
cómo está escrita, en qué medio ambiente ha sido escrita cuál es su trayectoria. Por ello
comenzamos con una introducción general básica del estudio de la Biblia.
es así, Dios inspira, mueve, ilumina, ayuda a la realización e inteligencia del escritor sagrado para
que entienda un hecho histórico que a su vez es salvífico.
El autor inspirado sin perder ninguna de sus facultades físicas ni racionales, antes al
contrario valiéndose de ellas, es instrumento inteligente, útil para expresar, comunicar o redactar
aquello que Dios quiere expresar y comunicar a su pueblo.
Por eso se dice que la palabra escrita tiene a Dios como autor inspirador y causa principal
y el escritor sagrado como autor realizador que entiende y escribe aquello que se le ha inspirado
y es a la vez causa instrumental escribiendo lo inspirado con sus propias palabras, estilo literario,
su psicología personal, etc.
La Sagrada Escritura es palabra de Dios dirigida a la Iglesia como continuadora de la obra
de Cristo. La Biblia, expresión inspirada de la fe apostólica ha sido escrita en todas sus partes para
la Iglesia de todos los tiempos. A ella ha sido confiada, pertenece a la Iglesia, pero no por eso deja
de ser Palabra de Dios, Palabra de Cristo, Cabeza de su Iglesia. Y a esa Palabra, como norma se ha
de someter la Iglesia.
El Espíritu De Cristo lleva a la Iglesia a una comprensión cada día más plena de la
escritura inspirada. El Espíritu vivificador introduce en una mayor profundidad de la verdad
divina a todo aquel que desea alimentarse de esta Palabra en la Iglesia. El recto entendimiento de
la Biblia está encomendado a la Iglesia en cuanto tal. Este conocimiento fiel de la Palabra de Dios
lo alcanzan los creyentes particulares en la medida en que éstos procuran entenderla en el
ámbito y en el espíritu de la Iglesia.
HISTORIA DE LA SALVACIÓN
Introducción General
Se entiende por “Historia de la Salvación” aquellos acontecimientos que se narran en la
Biblia y que primeramente son la exposición de los acontecimientos en la vida y en la fe de Israel,
como pueblo creado y formado por Dios, y en segundo lugar los hechos salvíficos que narran los
acontecimientos de su Hijo Jesucristo y de la primitiva comunidad cristiana, acontecimientos
salvíficos que se realizaron en su plenitud en el Misterio de Cristo, y que continúan aplicándose en
el espacio tiempo de la historia, en el ámbito de la Iglesia, estos acontecimientos salvíficos
muestran a Cristo como Salvador de todo el género humano. Para entender esta Historia de la
Salvación hay que profundizar en las Sagradas Escrituras y situarse en la perspectiva que le es
propia. Y esa perspectiva no es otra que el “Misterio de la Salvación”.
Por eso El Concilio Vaticano II al querer presentar a Cristo como plenitud de la revelación,
en la Constitución dogmática “Dei Verbum” sobre la divina revelación, en los nº 3 y 4, dice: “Dios, al
crear y conservar todas las cosas por su Palabra, da a los hombres testimonio perenne de sí en las
cosas creadas, pero, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además,
personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio.
Después de su caída, alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la
redención, y tuvo incesantemente cuidado del género humano, para dar vida eterna a todos los
que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras.
A su tiempo, llamó a Abrahán para hacerlo padre de un gran pueblo, al que después de los
patriarcas instruyó por Moisés y por los profetas para que lo reconociera como Dios único, vivo y
verdadero, Padre providente y justo juez, y para que esperara al salvador prometido; de esta
forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del evangelio. Después que, “en distintas
ocasiones y de muchas maneras, Dios habló por los profetas, ahora, en esta etapa final, nos ha
hablado por el Hijo”. Hebr 1, 1-2.
Pues envió a su Hijo, es decir, la Palabra eterna, que ilumina a todos los hombres, para que
viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, la Palabra hecha carne,
“hombre enviado a los hombres”, habla las palabras de Dios y lleva a cabo la obra de la salvación
que el Padre le confió.
Por tanto Jesucristo –ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y manifestación
personal, con palabras y obras, con señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y
resurrección gloriosa de entre los muertos, finalmente, con el envío del Espíritu de la verdad,
completa la revelación y confirma, con el testimonio divino, que Dios vive con nosotros para
liberarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna.
La economía salvífica cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará; y
no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de los gloriosa manifestación de nuestro
señor Jesucristo”. (Const. Dei Verbum, nº 3 y 4.).
Lo que la Biblia intenta afirmar y describir en su conjunto y a lo largo de sus 72 libros del
A T y N T, a través de sus múltiples tradiciones en ellos recogidas, en su numerosa y rica variedad
de géneros literarios y de autores, no es otra cosa sino la acción de Dios en la historia de unos
determinados hombres; cómo intervino en sus vidas, intervención dirigida siempre a sacarlos de
la situación penosa en que se encontraban, a librarlos de la condición de esclavitud en que
discurre su vida en el mundo como herencia de su misma existencia humana y como
consecuencia de su propia equivocación y malicia a los largo de la historia, a hacerlos salir de su
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voluntad según el benévolo designio que en Él se propuso de antemano para realizarlo en la plenitud
de los tiempos: hacer que todas las cosas tengan a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que
está en la tierra”, Efes, 1, 3-10; Col 1, 13-20.
Esta salvación no se ha realizado improvisadamente, al contrario, se desarrolla a lo largo
de los tiempos en diferentes etapas hasta llegar a la plenitud de los tiempos y de acuerdo al plan
providente establecido de antemano en la mente de Dios.
a.- La primera etapa se desarrolla con la creación del mundo por Dios, con la que se
prepara el escenario de la acción de Dios y se ponen en escena los personajes de la historia. Con
esta primera etapa se pone en marcha y comienza a actuarse el plan de salvación de Dios.
En esta primera parte se pone de relieve las salvaciones preparatorias de la salvación y
comprende primeramente los comienzos de la salvación, en que se exponen en perspectiva
histórico - salvífica los acontecimientos de los comienzos: origen de Universo Cosmos y cuyo
culmen es la creación del hombre, el pecado original, el castigo y la promesa de salvación, el juicio
y salvación obrado en el Diluvio.
b.- La segunda etapa en su realización más concreta e históricamente más verificable en
el que se expone cómo Dios elige a Abrahán, y en él y su descendencia, Dios forma un pueblo
elegido para realizar su actuación salvífica. Los descendientes de Abrahán experimentan la acción
salvífica de Dios en la liberación de la esclavitud de Egipto y en la Alianza entre Dios y su pueblo
Israel en el monte Sinaí con la entrega a Moisés de los 10 mandamientos que constituyen como el
acto de nacimiento oficial de Israel como pueblo elegido y formado por Dios: “Porque tú eres un
pueblo consagrado a Yahvé tu Dios, y Yahvé te ha escogido a ti para que seas el pueblo de su
propiedad entre todos los pueblos que hay sobre la tierra”, Deut 14, 2. También experimentan en
propia carne la dureza de la peregrinación por el desierto hasta la conquista de la tierra
prometida, la tierra de David, la vida dura y difícil de los profetas, la humillación y purificación del
destierro y, finalmente, la restauración del Templo y la proclamación de la Ley.
c.- La tercera etapa es la más importante en la realización de la salvación del género
humano y se centra en la acción salvadora de Cristo. “Pero al llegar la plenitud de los tiempos envió
Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley”, Gal, 4,4. La etapa segunda deja paso a la
realización plena de la salvación que tiene lugar en Cristo, el Enviado del Padre, que con su vida,
pasión, muerte y resurrección nos otorga la filiación divina, perdida desde el pecado original.
Dios Padre, después de haber hablado de muchas maneras y por muchos modos habla a
los hombres en su Hijo, que es su Palabra encarnada, la última, la más perfecta y definitiva
manifestación y acción salvífica de Dios en favor de los hombres, Jn 1, 1,1 s.s; Hbr 1, 1-2. “Envió
Dios a su Hijo, nacido de mujer, bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para
que recibiéramos la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley y para que recibiéramos la
filiación divina adoptiva”. “Y la prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones
el espíritu de su Hijo que clama “ABBA” PADRE. De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo,
también heredero por voluntad de Dios”, Gal, 4, 4-7; Rom 8, 8, 14-17.
Con Cristo fue instaurado el reinado de Dios en el mundo, objeto de fe y de la esperanza de
Israel desde la época de David, Col 1, 13. Después de haber recibido Dios parciales y siempre
deficientes glorificaciones por parte de los hombres que tienen tendencia a arrebatarle
constantemente esa gloria para atribuírsela a sí mismos y a las obras de sus manos, Is 43, 23; Rom
Cptlos 2 y 3, Cristo, hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz, le ofrece reverencia
consumada y glorificación perfecta realizando en todo su voluntad y así realiza la salvación del
género humano, Filp 2, 6-11; Hbr 5, 5-10; Rom 5, 19; Jn 14, 13; 17, 1-10.
d.- En la cuarta etapa se expone la aplicación de la salvación de Cristo en el tiempo de la
Iglesia. La intervención de Dios en la historia del género humano culmina en Cristo, pero no
termina en Él. Con su Resurrección y Ascensión a los cielos, aunque ha llegado el fin de los
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PRIMERA PARTE
CAPITULO PRIMERO
ANTIGUO TESTAMENTO
EL PENTATEUCO
Antes de comenzar el estudio de la Historia de la Salvación detenidamente, tenemos que
explicar brevemente cómo se fue formando el libro de la Biblia, que contiene los libros del
Antiguo y del Nuevo Testamento.
Esto nos ayudará para comprender algo muy elemental en el estudio de la Biblia. Se trata
de una actitud epistemológica, a saber: la Biblia no se nos entrega con conceptos, expresiones,
teorías, aclaraciones, explicaciones acomodadas a nuestra mente como personas del S. XXI. La
actitud correcta que debemos tomar es la contraria, somos nosotros los creyentes cristianos del S.
XXI los que vamos a estudiar detenidamente la Biblia para entenderla en su texto y en su
contexto, es decir, un conjunto de libros que se han escrito en diversas épocas, diversos autores,
con diversas finalidades. A través de todo el libro sagrado iremos descubriendo, analizando,
interpretando la mentalidad semítica en la que está escrita la Biblia que es muy diferente a la
mentalidad lógica y científica occidental. Por eso antes de hablar del libro del GÉNESIS tenemos
que explicar un poco cómo se formaron este libro y los 4 libros que le acompañan (Éxodo,
Levítico, Números y Deuteronomio), y así tener una mejor inteligencia de lo escrito en la Biblia.
Los cinco primeros libros de la Biblia forman una colección que los judíos denominan la
“LEY” , la “TORÁH”. El primer testimonio cierto lo encontramos en prólogo del libro del
Eclesiástico: “La Ley, los profetas y los escritos que les siguieron nos han transmitido muchas e
importantes lecciones, que hacen a Israel digno de elogio por su instrucción y sabiduría”, Eclesiástico
1,1.
El Pentateuco, en su forma actual, tardó mucho tiempo en redactarse (ver al final de este
libro el esquema de cómo se formaron los libros de la Biblia). El proceso humano de composición
fue muy lento. Los hombres que llenan sus páginas no tenían libros como los tenemos nosotros
actualmente, pero contaban con su memoria y sabían narrar fielmente los acontecimientos, de
boca en boca, de padres a hijos, de generación en generación, la experiencia que tenían de Dios,
del mundo y de los hombres, sabían relatar y transmitir la historia de la familia y del clan o tribu al
que pertenecían como un gran tesoro que se hereda y hay que guardar fiel y delicadamente. Es lo
que se conoce por transmisión de conocimiento oralmente.
1.1.- Pentateuco: Término griego que significa: "Penta" = Cinco (5), "Teucos" = Rollos, o
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Volúmenes escritos = Cinco libros escritos. Pentateuco: es el título que a comienzos de la era
cristiana se dio a los 5 primeros libros de la Biblia, que según el canon judío comienza por la
TORA = LEY.
El pueblo judío llama “Torah” a ese bloque de libros fundamentales que significan la LEY.
Pero es algo más que meras normas y leyes. Ciertamente que se conservan muchas leyes y
normas, especial y principalmente los 10 Mandamientos que Dios entregó a Moisés en el Monte
Sinaí a la salida de la esclavitud de Egipto, esta era la parte primera y principal de la LEY, pero
también se conservan junto a ésta otro tipo de leyes, normas, tradiciones que van desde las más
importantes a las más pequeñas e insignificante. Estas leyes marcaron las etapas del Pueblo de
Israel y pusieron las bases de su organización humana, histórica y sobre todo espiritual.
También se encuentran en esta colección de 5 libros relatos sobre los orígenes, recuerdos
entrañables de la familia, los grandes acontecimientos históricos, diversos tipos de oraciones,
actos de culto, poemas que describen vidas de héroes, etc. Este otro conjunto de elementos es el
que da sentido a las leyes, porque tienen como marco de referencia la Historia de la Salvación. Ya
no son una imposición arbitraria, sino una invitación de Dios a sus hijos para que se conviertan,
sean justos y santos y vivan felices.
En definitiva, en el Pentateuco se nos narra el designio salvador de Dios contado de
diversas maneras. Puede ser comparado a una sólida catedral en la que los pilares, arcos, muros,
contrafuertes, vidrieras, etc, son elementos dispares pero armoniosamente organizados en su
conjunto.
En el Pentateuco encontramos el plan de Dios para salvarnos pero contado de muchas
maneras y con diversidad de géneros literarios. Así por ejemplo no se redactan de la misma
manera:
Cada género literario tiene sus características propias que hay que tener en cuenta para
llegar a comprender lo que Dios nos quiere dar a conocer de su misterio de amor.
Decíamos al comienzo de este apartado que el Pentateuco, en su forma actual, tardó
mucho tiempo en redactarse. El proceso humano de composición fue muy lento. Los hombres
que llenan sus páginas no tenían libros como los tenemos nosotros actualmente, pero contaban
con su memoria y sabían narrar fielmente los acontecimientos, de boca en boca, (tradición oral),
de padres a hijos, de generación en generación.
Estos recuerdos y tradiciones se remontan a los tiempos de Moisés. los juglares o
cantores populares las cantaban en las peregrinaciones a los santuarios, los sacerdotes recogerán
las costumbres religiosas, las normas del culto y las leyes destinadas a resolver las disputas o
diferencias existentes entre las diversas tribus israelitas.
Por ello la redacción final del Pentateuco ha conservado las tradiciones del pueblo elegido
y formado por Dios. A través de esta redacción Dios se revela. Elige a su pueblo y hace una alianza
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con él. Dios ama y es fiel a sus promesas, el pueblo elegido cumple y otras veces comete pecado y
falla dependiendo de los diversos avatares de la vida, pero Dios siempre perdona y espera que el
pueblo vuelva a la casa del Padre en una respuesta de confianza y de amor.
Los escritos del A T deben ser leídos a la luz de la lectura eclesial que la luz del N T.
Algunos cristianos se preguntan ¿para qué leer hoy, el Antiguos Testamento? ¿No es una pérdida
a de tiempo recorrer acontecimientos de una “historia pasada”? Este es un enorme error. El
Pentateuco y los demás libros el AT son libros santos escritos antes de la venida de Cristo,
recogen la vida unos hombres que es el pueblo elegido de Dios, que han vivido en la presencia de
Dios como justos y pecadores, en momentos de fidelidad y alegría y en momentos de desgracia y
de maldad. Dios se revela a lo largo de esos acontecimientos con su paz, con su misericordia y su
amor. Por eso conservan hoy su actualidad. Veamos por qué:
.- La Palabra de Dios, recogida por el Pentateuco, encierra una riqueza que el pueblo de
Israel no podía alcanzar con plenitud. Lo que Dios ha querido decirnos a través de estas palabras
y acontecimientos del AT sólo se manifiesta plenamente en Jesús, tal como el libro de los Hechos
de los Apóstoles lo han dado a conocer.
.- La Constitución del Concilio Vaticano II: “Verbum Dei”, sobre la divina Revelación dice
que: “los libros íntegros del AT, incorporados a la predicación evangélica, alcanzan y muestran su
plenitud de sentido en el NT y a su vez lo iluminan y lo explican”.
.- Hoy también la Iglesia nos invita a descubrir, en comunión de fe con ella, la riqueza
insondable que el Espíritu Santo ha depositado en la Sagrada Escritura. De su mano y bajo guía
maternal podemos releer esta palabra antigua y sacar de su tesoro: “lo nuevo y lo viejo”. La simple
lectura de esta palabra antigua, “vieja”, puede hacernos descubrir hoy tesoros inmensos si
tenemos un corazón ávido, hambriento de la palabra de Dios.
Elías
800 J
Isaías E
J+E
D
600
Jeremías
Ezequiel J+ E + D
P
J+E+D+P = LEY
500
1700 Abrahán
Tradiciones de santuarios cananeos
1400
Tradiciones sobre el Éxodo
Moisés y la Alianza
1200
David
1000 Salomón J
Elías
800
E
Isaías
D
600 Jeremías
Ezequiel
486-400 P
Como podemos observar la redacción final de Pentateuco recorre una larga y lenta
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historia. Especialistas en Sagrada Escritura llegan hoy a la siguiente conclusión: se puede aceptar
con razonable seguridad la teoría de las cuatro “tradiciones” o “fuentes”, como la solución mejor
al problema del origen literario del Pentateuco, considerando que cada una de las tradiciones se
acerca al misterio de Dios de una manera diferente.
1.3.- Tradición Yahvista: (J), data del S. X, a. d. Cristo. Se la denomina "Yahvista" por el uso
frecuente que hace del nombre "Yahvé", para nombrar a Dios. Fue redactada en el Reino del Sur
(Judea), probablemente durante el reino de David, o tal vez, durante el reinado de su hijo
Salomón.
Esta tradición es de lenguaje sencillo, colorista, se fue transmitiendo dentro del territorio
de la tribu de Judá, en asociación al santuario de su ciudad principal Hebrón. En efecto a este
santuario aluden un buen número de relatos de la tradición yahvista J, y se atribuye a Judá un
pasado hermoso, impulsado por el glorioso encumbramiento que Dios concedió a dicha tribu en
el período de David y Salomón Estas tradiciones debieron ser consignadas por escrito, por obra
de una persona, o bien de una "escuela", durante el reinado de Salomón, o poco después. El autor
yahvista pretende presentar la comunión divina con los hombres y con una convicción tan
decidida que a veces resulta desconcertante, Gen 3, 8,21; 4, 15; 18, 19.
1.4.- Tradición Elohista: (E), es la tradición hermana de J. Se le denomina "Elohista" por el uso
cuidadoso que hace del nombre "Elohím" para nombrar a Dios. Esta tradición fue elaborada en las
tribus de Palestina central en el territorio de Efraín, quizás en el santuario de Bet-El y Siquem. La
fijación por escrito debió de tener lugar más o menos que en el caso de la tradición J. Esta fijación
por escrito nos hace pensar en la influencia del profeta Elías y probablemente editada en forma
definitiva algún tiempo después del cisma del Reino de David. Para el autor elohista lo más
importante es la Alianza de Dios con su pueblo que fue elegido en el monte Sinaí. La fusión de las
dos tradiciones J y E probablemente se realizó en el tiempo posterior al colapso que recibió el
reino del Norte con la invasión de los asirios y con la deportación de parte del pueblo judío a
Nínive (Asiria), 721. Podría relacionarse con el intento de Ezequías por ganar a todo el pueblo de
Israel para el culto auténtico de Yahvé, según se practicaban en el santuario de Jerusalén.
1.5.- Tradición Deuteronomista: (D), compuesta por un autor de la tribu de Judá en el S. VII a. d.
Cristo y suele identificarse con el libro encontrado por Ezequías en el Templo de Jerusalén hacia
el año 621 a. d. Cristo. La identificación se ve reforzada por el hecho de que las reformas de Josías
son estrictamente paralelas a las reformas recomendadas en el deuteronomista. La aportación
teológica del deuteronomista es la concepción de la Alianza, como elección amorosa de Israel por
parte de Dios, y el cumplimiento de la Ley como la respuesta ideal de Israel a Dios.
Para una mejor comprensión didáctica y visual se recomienda ver el esquema en las
páginas finales en las que se ve cómo se fueron formando los 5 libros del Pentateuco.
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CAPÍTULO SEGUNDO
1º.- que Dios creó el mundo conforme a un plan sabio y en el mejor de los órdenes.
2º.- que esta creación es un proceso temporal e histórico, ya que la semana era para los
hebreos un concepto elemental del tiempo. Este relato la creación está destinado de modo
absoluto a la instrucción del pueblo hebreo. Todo o que existe en la creación es referido al Dios
uno y omnipotente, que siendo increado y existente antes de todo lo creado, llamó a la existencia
al cosmos entero, sin fatiga, sólo con su palabra.
En contraste con las cosmogonías de los pueblos orientales vecinos, la Biblia no conoce
una materia preexistente, increada y eterna, de la que salieron también los mismos dioses. Aun
las criaturas que el mundo gentil venera como dioses suyos deben su existencia al Dios uno, que
por eso es Señor de todo el cosmos y no, como los dioses gentiles, sólo una parte del mismo.
El mundo no surgió, como en la cosmogonía babilónica, de una lucha entre elementos
primitivos rivales. El hombre es la corona y el rey de la creación, creado a imagen y semejanza de
Dios y, por consiguiente, distinto de todos los seres vivientes. El género literario que está
redactado este capítulo primero es Litúrgico-Cultual. Llamado también, canto etiológico, o himno
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de la creación del universo cosmos. Técnicamente es conocido con el nombre de "Hexamerón".
Este himno litúrgico que se realizaba probablemente en la liturgia del Templo para dar
gracias por la bondad, belleza y perfección de la Creación, esta dividido en cinco tiempos: Decreto.
Ejecución. Descripción. Alabanza. Sucesión. Veamos más claramente este himno en el siguiente
esquema.
"luego dijo "y así fue" "Brotó en "y vio Dios "y atardeció
Dios: brote la efecto hierba que estaba y luego
hierba sobre y semillas y bien" amaneció:
la tierra" árboles era el día
frutales" tercero"
4º, Gen 1, 14- "dijo entonces "y así fue" "hizo, pues, "y vio Dios " y atardeció
19 Dios: haya Dios las dos que estaba y luego
lumbreras" lumbreras bien" amaneció:
mayores" era el día
cuarto"
5º, Gen1 20- "luego dijo " y así fue" "creó Dios los "y vio Dios " y atardeció
23 Dios: grandes que estaba y luego
produzca la cetáceos y bien" amaneció:
tierra seres todos los era el día
vivientes" seres vivientes quinto"
en las aguas"
6º, Gen 1, 24- "después dijo “y así fue” "hizo pues "y vio Dios
31 Dios: Dios las que era
produzca la bestias bueno"
tierra seres salvajes según
vivientes" su especie, y
los ganados
“y así fue” según sus
especie ..."
"y atardeció y
entonces dijo "creó Dios al "entonces luego
Dios:
hagamos al hombre, a examinó Dios amaneció, era
imagen de todo cuanto el día sexto"
hombre a Dios lo creó, había hecho,
nuestra
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imagen y macho y y he aquí que
semejanza" hembra los estaba muy
creó" bien"
"Así fueron concluidos los cielos y la tierra con todo su aparato y el día séptimo cesó Dios de
toda tarea y bendijo el día séptimo y lo santificó", Gen 1, 32.
Finaliza el relato con la creación de hombre - mujer, como la obra más perfecta salida de
las manos de Dios y finalmente viene el día del descanso (Sábado).
Se ha hablado también que los 11 primeros capítulos del Génesis contienen el género
literario mítico. Lo admitimos pero a condición de que se acepte que el ropaje del lenguaje es
mítico, no el contenido, que es teológico e inspirado, y por lo tanto revelado por Dios como
acontecimiento verdadero. Mítico no significa = falso; mítico, es más bien una forma literaria
primitiva de querer narrar los acontecimientos primeros (cosmogonía), explicar las realidades
primeras a la luz de la fe ayudado de la inspiración divina. El ropaje literario sí es mítico, el
contenido no es mítico, es real. Dios nos revela el QUÉ de la revelación; el CÓMO, es secundario.
Lo importante para el semita es que Dios ha creado todo, de la nada, no se pretende decir
científicamente el cómo.
Este relato sacerdotal de la creación se ha formado en la liturgia del Templo, no ha sido
una mera narración y nada más, sino un himno de glorificación y alabanza a Dios. Todo el
contexto literario, la forma de expresión simétrica, nos ubica en medio de un ambiente cultual de
hondo contenido teológico cantado probablemente en las grandes asambleas sabáticas. Detrás
de este relato se perfila la justificación sacerdotal del sábado. Puesto que Dios mismo ha
celebrado y prescrito el sábado, también el pueblo de Israel debe de celebrarlo y respetarlo.
Este relato veterotestamentario de la creación presenta, un triple aspecto:
a.- Es un relato de las grandiosas obras del Creador.
b.- Es un himno de adoración acción de gracias y de alabanza
c.- Contiene una intención pedagógico - religiosa, llamando la atención de los hombres
hacia la observancia y santificación del día Sábado. Se trata de la glorificación de Dios mediante la
santificación del sábado
En conjunto la enseñanza didáctica de estos primeros capítulos tiene como finalidad
teológica una enseñanza sobre DIOS - CREADOR. Lo primero que inculca es la idea de que Dios y
sólo Dios ha creado todas las cosas de la nada. No hay otros principios ni medios de creación.
Dios crea todo por medio de su Palabra y con su Espíritu ha dado vida a todas las cosas. Esta
enseñanza teológica nos señala el monoteísmo absoluto y monolítico de la tradición sacerdotal en
contra del politeísmo babilónico. Con este himno de la creación, el pueblo de la antigua Alianza
quiere adorar y glorificar a su Dios, defendiéndose contra las concepciones idolátricas y de los
mitos sobre la creación difundidos entre los pueblos en los cuales tuvo que tener contacto en su
agitada historia (egipcios, babilonios, asirios, cananeos, etc).
Cuando se ensalza a Dios en el cuarto día de la creación, del sol, la luna y las estrellas
(Gen.1,14), esta afirmación sirve para desenmascarar y anular a las divinidades astrales adoradas
en las religiones babilónicas.
Con todas estas características literarias de contenido teológico, el sentido "anti-mitológico" del
relato sacerdotal es definitivo. Igualmente ocurre cuando en Gen l. 24 y s.s. describe la Creación,
de la mano de Dios, de todos los animales, la respuesta es la misma no existen divinidades
zoomórficas ni astrales. Sólo Dios y nadie, más que Dios, ha creado todo. De aquí surge el
siguiente esquema:
Relato Sacerdotal
de la Creación, Gen 1 - 2,4a
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OBRA DE SEPARACIÓN
.- Formó: Gen 2, 7: “Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo”. Formar, modelar, el
texto sagrado dice que Dios formó, modeló, al hombre del polvo del suelo. La materia escogida es
la tierra, arcilla, o barro, si está húmeda. Polvo si está seca. Esta imagen nos muestra a Dios como
si fuera el alfarero del hombre y nos enseña el cuidado que tiene con su imagen y criatura
predilecta; tenemos que darnos cuenta de esto, pues es necesario, ver hasta qué punto la persona
humana es digna de todo respeto.
.- Insufló: Gen 2, 7: “e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente”.
Soplar, echar aire, dar vida. El "ruah" = (soplo) de Dios, da vida al hombre, dándole un alma
espiritual, le hizo participar de su divinidad.
.- El Edén o el Paraíso: Gen 2, 8: “Luego plantó Yahvé Dios un jardín en el Edén”. Lugar, o estado
existencial agradable, pacífico, lleno de felicidad, simbolizado con imágenes orientales como un
lugar alegre, fresco, agradable, lleno de paz y de vida. Simboliza la eterna presencia de Dios y la
participación del hombre de sus dones.
.- Árbol de la vida: Gen 2, 9a: “Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la
vista y buenos para comer; y en medio del jardín, el árbol de la vida”. Árbol de la vida, es el símbolo
de la inmortalidad, quien come del Árbol de la Vida, no morirá, será inmortal.
.- Árbol del bien y del mal: Gen 2, 9b: “y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. Conocer el bien y el
mal no significa querer saber todo. Tampoco significa negar el poder discernir en una ocasión
particular entre el bien y el mal: Dios no puede negar semejante conocimiento a una criatura
razonable. “Conocer del árbol de la ciencia del bien y del mal”, significa ser capaz de decidir por sí
mismo sin ayuda de nada ni de nadie, lo que es bueno y lo que es malo, según el parecer propio.
Esto sólo a Dios corresponde. Por eso desobedecer el mandato de Dios es como querer ser igual a
Dios. Significa no aceptar en la vida un camino de dependencia confiada en la sabiduría de Dios y
corresponder con una obediencia amorosa y humilde, o lo que es lo mismo es rechazar
alimentarse del “árbol de la vida” que une constantemente a la criatura con su Creador.
.- Laboriosidad y cuidado: Gen 2, 15: “Tomó, pues, Yahvé Dios al hombre y lo dejó en el jardín del
edén, para que lo labrase y cuidase”. Dios llama al hombre para que sea su colaborador en la obra
de la creación. Dios no es ocioso, ni quiere que el hombre sea ocioso, sino su colaborador.
.- Mandato y obediencia: Gen 2, 16: “Y Dios impuso al hombre este mandamiento: “de cualquier
árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el
día que comieres de él, morirás si remedio”. Dios no deja al hombre en el paraíso para que haga lo
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que quiera sino que le impone un mandato a cumplir: que no coma del Arbol de la Vida, ni del
Arbol del Bien y del Mal.
.- Creación de la mujer: Gen 2 18: “Dijo luego Yahvé Dios: “No es bueno que le hombre esté solo. Voy
a hacerle una ayuda adecuada”. El hombre no ha sido creado para vivir solo, como una isla,
requiere comunicación existencial, alguien que le entienda, que le comprenda, con quien pueda
dialogar y compartir. Gen 2, 22: “De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una
mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: “esta vez sí que es hueso de mis huesos y
carne de mi carne”. La mujer creada de la costilla del hombre. El autor sagrado no nos enseña de
qué manera creó Dios a la mujer. El hombre no encuentra en los animales ninguno igual a él, y
reconoce como “otro yo” al ser que ha sido formado de su cuerpo.
La imagen del costado del hombre nos da a entender la unidad de la humanidad y, al
mismo tiempo nos explica la compenetración, complementariedad y atractivo mutuo de los
sexos. Hombre y mujer son iguales en dignidad, complementarios en su sexualidad. Es un
simbolismo en el que señala la igualdad y dignidad de la mujer en relación con el hombre, es igual
a él, es compañera (no esclava, ni sierva), creada para tener ayuda mutua y compenetración en el
amor.
.- Unión del hombre y de la mujer: Gen 2, 24: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se
une a su mujer, y se hacen una sola carne”. Institución del matrimonio querida por Dios desde el
comienzo de la existencia del género humano. Unión única e indisoluble: "y serán los dos una sola
carne". La mujer y el hombre tienen la misma vida, la misma carne y, unidos en matrimonio,
comparten equitativamente un misma amor para un destino común. El varón no debe de
considerar como inferior a la mujer, pues los dos son una misma carne y S. Pablo nos enseña: “que
nadie odia su propia carne”, Efes 5, 29.
.- Desnudez: Gen 2, 25: “Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban el
uno del otro”. El estado de desnudez simboliza una situación de pureza e inocencia. No se
avergonzaban de sus cuerpos. Todo era trasparencia, claridad entre sí y ante Dios.
Contra la idolatría
del cuerpo y del sexo
Contra el desprecio
del cuerpo y del sexo
2.- OBEDECER: El Dios - Amor, no es un Dios anárquico o que vive en el vacío. Quiere el
orden y la sabiduría de las cosas creadas. Es el orden y la perfección de la creación. Quiere
también el orden y la obediencia entre el ser humano y Él. La criatura humana debe de aceptar los
mandatos de Dios y así serle grato cumpliendo la voluntad de Dios, por eso el mandato de Gen
2,16-17, debe de cumplirse, pues en su cumplimiento halla el ser humano el máximo de su
realización: obedeciendo, halla su plenitud; de no cumplirse este mandato de Dios la criatura
humana (desobediencia, como rebeldía), hallará la muerte. Por eso, en el Génesis, vemos que la
obediencia al mandato de Dios es vital. Olvidar el mandato de Dios es causa de muerte. Por eso el
mandato de Dios es bendición, sabiduría de Dios, ordena la vida de la criatura humana y la
protege del caos, el desorden y la muerte.
3.- COLABORAR - SERVIR: El Dios Creador quiere que la criatura humana inteligente,
voluntaria y libremente, colabore en actitud de servicio en la obra de la creación, y de hecho esta
colaboración, excepto en las obras de pecado e injusticia, ha sido excelente. Dios no quiere que el
ser humano viva ocioso o caóticamente, quiere y pide su colaboración y así mostrar su
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creatividad y posibilidades humanas. En efecto, vemos cómo, a través de los siglos, las criaturas
humanas han colaborado en tantas obras de civilización y avance científico y cultural. El hombre
ha sido llamado a ser un colaborador servicial de Dios, llevando a la perfección la obra que Dios
comenzó. El Dios Creador quiere una humanidad trabajadora, servicial, colaboradora en el orden
de su creación. Y que esta colaboración y perfección sea para bien del ser humano. También en
Cristo quiere su colaboración en el orden de la redención.
Por lo tanto podemos afirmar que la condición de la criatura humana, significa que el
hombre, de acuerdo con su realidad total, en su existencia y en la consumación de su naturaleza
corpóreo-espiritual, está constituido exclusiva y globalmente por una relación trascendental que
comienza en Dios y acaba y finaliza en Dios, (nivel sobrenatural), como su origen y como su fin:
este es el horizonte de la filiación divina. En Adán y Eva Dios realizó su proyecto primero y
principal de crear al ser humano para vivir en una relación trascendente de filiación divina, los
creó como verdaderos hijos de Dios, para que vivieran en suma paz y felicidad.
Finalmente y como síntesis teológica hemos de decir que el Dios Creador lo creó todo de
la nada. Dios es el Dios Único y Absoluto. La criatura humana es obra de Dios, es limitada y
contingente, ha sido creada para vivir en un horizonte de filiación divina. Se crea así una relación
de dependencia saludable y vivificante. Si la criatura humana vive, acepta y respeta la relación
filial, que es relación de criatura aceptando y obedeciendo a su Creador, cumple la voluntad de
Dios, observa sus mandatos, se realiza el plan de Dios en la dimensión Creador – criatura. Si vive
de esta manera Dios le bendecirá y le protegerá.
Si el hombre respeta y acepta esta relación de Creador - creatura y acepta la voluntad de
Dios y el plan de Dios, será feliz y participará de la bondad, sabiduría y belleza de Dios = don de su
presencia. Si el hombre no acepta esta relación Creador - creatura y se independiza de la voluntad
de Dios y de su plan de amor, el hombre automáticamente se perderá y se dará cuenta que sin
Dios no es nada. Este es el Pecado original.
2.5.5.- La desnudez como la vergüenza y el apartamiento de Dios y como fruto del pecado.
Interrogatorio y sentencia
.- Desnudos: “Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban
desnudos; y cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores”, Gen 3, 7. El autor sagrado
enseña con esta imagen de la desnudez el fruto del pecado. El hombre ve con claridad su situación
ante Dios y ante sí mismo y ante el resto de la creación: está desnudo, es nada (arom). Se da
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cuenta que ya no refleja la gloria del Creador y se ha separado de la fuente de aguas vivas, Jer 2,
13. Desnudo, quiere decir, que está sin dignidad y el temor entra en su vida. Teme a Dios, se
esconde de la presencia amorosa de Dios. Huye de su mirada. Teme a los hombres. No quiere ver
expuesta ante ellos la humillación que lleva en el fondo de su corazón, por eso desde ahora vivirá
en la mentira y en la mera apariencia.
.- Dios sale al encuentro del pecador. El interrogatorio de Dios con Adán y Eva: Es un
interrogatorio de lo más delicado: "Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvé Dios que se paseaba
por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahvé Dios por
entre los árboles del jardín. Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: "¿dónde estás?", el hombre
contestó: "te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me he escondido".
“Dios replicó: "¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te
prohibí comer?" Dijo el hombre: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí".
Dijo pues, Yahvé Dios a la mujer "¿Por qué lo has hecho"? Y contestó Eva: "la serpiente me sedujo y
comí", Gen 3, 11-13.
Dios sale al encuentro del hombre pecador, no quiere hundirlo sino salvarlo; pero antes el
hombre tiene que reconocer su culpa, su rebeldía, su pecado, su nada.
.- Las excusas: Adán se excusa echando la culpa a Eva, Eva se excusa con la serpiente. Esta actitud
de excusarse y no querer reconocer la propia culpa nos ayuda a conocer la falsedad y la maldad
del pecado, en el relato del pecado original ni Eva ni Adán quieren reconocer su propia culpa:
“Dijo el hombre: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí". Dijo pues, Yahvé
Dios a la mujer "¿Por qué lo has hecho"? Y contestó Eva: "la serpiente me sedujo y comí", Gen 3, 12.
Tales excusas no tenían justificación alguna pues Adán y Eva fueron los que decidieron en
su soberbia y ambición querer “ser como dioses”, ellos se separaron de Dios, desobedeciendo el
mandato divino. Al desobedecer y pecar se dieron cuenta que estaban desnudos, es decir, se
dieron cuenta de que no eran nada. Habían pretendido ser autónomos, independientes, lejos del
plan de Dios, (en hebreo "arum") al desobedecer y pecar, se dieron cuenta de que estando fuera
del plan de Dios eran = nada, (en hebreo "arom"). La creatura humana fuera del plan y de la
bendición de Dios, es nada, por eso cuando Dios se hace presente, el hombre en su desobediencia
rebelde, ya no puede estar en la presencia de Dios, se oculta, se avergüenza.
Ni Adán ni Eva quieren reconocer ante Dios su pecado, su verdadera rebeldía, ninguno de
los dos se acusó humildemente ante Dios de soberbia, de querer ser como dioses, los dos se
excusan con razones débiles, y no quieren aceptar la parte de culpabilidad que hay en cada uno
de ellos: la soberbia de querer: “ser como dioses”; estas excusas injustificadas son el fruto del
pecado mismo. Es querer justificar lo injustificable.
.- La sentencia de Dios, 3, 14:
1.- “... Y dijo Dios a la serpiente”. Gen 3, 14. El juicio de Dios sobre la serpiente como
instigadora del mal; es un juicio de condenación. El demonio queda maldito. Ha vencido pero su
victoria es limitada y temporal. Ha logrado introducir el mal en el corazón del ser humano pero
brilla una esperanza de salvación. La tradición cristiana ha visto en esta como profecía de Gen 3,
15: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje; él te pisará la cabeza mientras
acechas tú su calcañar”, el primer anuncio del Salvador, a quien la Virgen María, su madre, queda
asociada de manera especial en el misterio de la Salvación.
2.- “... Y dijo Dios a la mujer”. Gen 3, 16. Viene el juicio y castigo sobre Eva (significa = Vida),
la mujer: es la sentencia de un juez misericordioso, pues la “justicia de Dios” no persigue la
destrucción de nadie sino la salvación del ser humano y la última palabra de Dios nunca es de
desgracia. El castigo de la mujer: “Entonces Yahvé Dios a la mujer dijo: tantas haré tus fatigas
cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás a tus hijos”.
3.- “... Y dijo Dios al hombre ...". Gen 3, 17. Y el castigo de Adán (significa: hombre, varón) del
hombre: “Al hombre le dijo: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te
había prohibido comer: maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos
los días de tu vida”, indican una herida en lo más profundo de su ser y que a partir de entonces el
mal estará en su corazón. Todo esto señala el deterioro y ruptura de la amistad del ser humano
con Dios. La mujer querrá seducir al hombre y éste querrá esclavizar y someter a la mujer. A
partir del pecado original el ser humano contemplará el mundo con ojos distintos y enfermos y lo
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encontrará duro y agotador: “maldito se el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento
todos los días de tu vida”, Gen 3 17. tal es la situación en la que el ser humano queda en la tierra por
el pecado que ha cometido.
El sufrimiento y las penas impuestas por Dios a Adán y Eva: dolor, fatiga, muerte, son
fruto de esa situación de pecado en que cayeron los primeros seres humanos. A partir de Adán y
Eva todos nacemos en este estado de pecado, como carencia de la gracia santificante, que es
gracia de filiación divina, y este pecado no es consecuencia de un mal ejemplo recibido, como
afirmaba Pelagio, sino carencia de la gracia de filiación, que se transmite y comunica y propaga a
todos los seres humanos que vienen a este mundo. En este sentido afirma S. Pablo que todos los
seres humanos somos solidarios con el Adán pecador y por lo tanto al nacer todos somos
pecadores Rom 5, 19, pues carecemos de la gracia de Dios.
Esto significa, también: que Dios al condenar y castigar no es injusto. Cumple y realiza lo
que ya había advertido anteriormente.
2.5.7.- El Castigo como justicia de Dios. Expulsión del paraíso. Gen 3, 22-24
.- El Castigo como justicia de Dios. “Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín
del Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida".
Gen 3, 24.
Referente al castigo de Dios, no hay que ver en dicho castigo algo desproporcionado o de
venganza, de ira, en definitiva de un castigo injusto. Dios les había advertido anteriormente: "no
comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal porque el día que comieres de él, ciertamente,
morirás", Gen 2, 17.
Dios realiza el castigo que les había anunciado. Dios cuando castiga a nuestros primeros,
padres con la expulsión del paraíso y con las maldiciones que les da a cada uno de ellos; no obra
ciegamente, ni con injusticia. Al contrario obra con justicia y con verdad. Adán y Eva había sido
advertidos para que no cayeran en esa tentación, si cayeron, fue por el mal uso que hicieron de su
inteligencia, su voluntad y de su libertad
.- Expulsión del paraíso: "Y dijo Yahvé Dios: "he aquí que el hombre ha venido a ser como uno de
nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal. Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome
también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre". “Y le echó Yahvé Dios del jardín del
Edén para que labrase el suelo de donde había sido tomado. Gen 3, 22-24a.
Cuando Adán y Eva desobedecen y pecan ya no pueden estar en la presencia de Dios cara
a cara, sienten vergüenza por su pecado y la relación con Dios no puede ser como era antes del
pecado. La expulsión del paraíso es no poder estar con Dios en presencia continua, es no poder
relacionarse con Dios de una manera clara, filial, como un hijo con su padre, es decir, pierden su
condición filial divina.
La expulsión del paraíso no ha de entenderse como la entrada en un lugar donde ya no está
Dios o que Dios está ausente. Dios está siempre presente en todas partes (omnipresencia), incluso
fuera del paraíso. Ningún hombre ni criatura alguna puede sustraerse a la presencia de Dios.
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Incluso fuera del paraíso el hombre y, el universo entero tienen su existencia en Dios. Pero el
hombre no experimenta ya a Dios en su presencia, como felicidad y paz, sino que se consume
chocando incesantemente contra su poder y su grandeza, pretende oponerse a Dios y a su plan de
bendición y no puede, fracasa.
La consideración bíblica de esta expulsión del paraíso debe de llevarnos a considerar que
Dios es omnipresente y poderoso y el hombre fuera de Dios percibe muy poco y con dificultad su
presencia. Dios está siempre presente en todas las cosas, pues todas ellas son suyas. El las ha
creado, y las alimenta y alienta con su espíritu vital. Parece como si el hombre hubiera roto aquel
receptor interior que le permitía percibir y vivir en la presencia de Dios, y así experimentar toda
la felicidad que de El emanaba.
No es que, Dios esté ausente; es el hombre quien no se pone en sintonía con la longitud de
onda de Dios, o si la percibe lo hace con distorsiones y con serias dificultades porque su ser
mundano ha sintonizado todos sus sentidos y todas sus preocupaciones con la longitud de onda
del mundo.
Alejarse de Dios libre e inteligentemente siempre ha sido para el hombre una verdadera
catástrofe. Un autor moderno ha dicho: "El que se aparta de Dios destruye su misma personalidad
humana... Se puede organizar el mundo sin Dios pero entonces el mundo acaba aniquilando al
hombre. Donde no está Dios, allí no puede tampoco estar el hombre. Los asesinos de Dios son
también necesariamente los asesinos de los hombres".
Caín es el primogénito preferido y privilegiado de Dios, pero son precisamente sus ricos
dones los que le llevan a la perdición. El endurecimiento, la infidelidad, el orgullo y la presunción
que desde muy atrás se han ido asentando en el corazón de Caín se manifiestan brutalmente con
ocasión de un sacrificio ofrecido a Dios por su hermano Abel: "Agradó a Yahvé el sacrificio de Abel
y de su ofrenda pero no le agradó la de Caín", Gen 4, 5. El sacrificio es solamente un gesto interior,
una formalidad de la que están ausentes el corazón y la fe de Caín. El sacrificio de Caín, no grato a
Dios no es sino el desorden interior religioso de Caín, que se transforma en desorden humano.
Caín con esta diferencia de aceptación de parte de Dios se siente relegado, tiene envidia de la
situación de su hermano y se turba interiormente. Un altercado entre los dos hermanos, Gen 4, 8,
será la causa del fratricidio, a partir de ahí el endurecimiento de Caín será cada vez más evidente.
No surge en ningún momento el movimiento del arrepentimiento, la vida de su hermano
le es indiferente: "¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?", Gen 4, 9. Ni siquiera cuando Dios
lanza sobre Caín la condena: "Maldito serás de la tierra... Cuando la labres, te negará sus frutos, y
andarás por ella fugitivo y errante", Gen 4, 11-12, aflora en sus labios una palabra de
remordimiento o de arrepentimiento. Solamente se limita a lamentarse de su desgraciada
situación se aleja: "de la tierra fértil", Gen 4, 14, hacia un país extraño, como un "hijo pródigo"
mientras Dios lo sigue amparando con su amorosa solicitud.
En la historia de Caín se manifiesta el ritmo de la teología de la gracia divina y a la elección
y predilección divina, el hombre responde con el endurecimiento y con la repulsa. Pero, después
que el hombre ha cometido el pecado, Dios no lo rechaza para siempre, ni lo privará enteramente
de la gracia, sino que le da una señal de su clemencia y de su misericordia. Con el pecado el
hombre no atenta solamente a su relación de gracia con Dios, sino que fracasa en sí mismo, pierde
su propia personalidad, su propia cabeza, envenenando al mismo tiempo la sociedad en que vive.
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Ningún hombre vive solo; ningún hombre peca solo. La historia de Caín manifiesta
drásticamente cómo los asesinos de Dios se convierten también en asesinos del hombre.
Con el ejemplo del fratricidio de Caín el historiador Yahvista quiere poner su fundamento
teológico en el misterio del pecado. Si en el pecado original Adán y Eva de escondieron en la
arboleda del paraíso Gen 3, 8, ahora el pecado de envidia se describe con expresiones muy
particulares: "Se enfureció Caín y andaba cabizbajo", Gen 4, 5. El pecador no se atreve a mantener
la cabeza erguida Gen 4, 7, se siente turbado, ya no es el mismo, ha perdido la cabeza. Como los
primeros padres en el paraíso, también Caín se encuentra en el campo de tensión entre Dios y el
pecado: "Si no obras bien, estará el pecado a la puerta. Cesa, que él siente apego por ti y tú debes de
dominarle a El" Gen 4,7.
También Caín, como Adán y Eva, es arrojado de la presencia de Dios, Gen 4, 12, a la tierra
de nadie, "en la región de Nod", Gen 4, 16. Pero así como en el momento de la expulsión del
paraíso alborea una señal de salvación Gen 3, 15. Tampoco ahora Dios abandona al fugitivo a la
perdición, sino que sigue protegiendo su honor y su vida.
Finalmente, si tras la caída de los primeros padres, el pecado original, se perfila la libertad
humana, bajo el fratricidio de Caín afloran la aparición del mal, como efecto del pecado original en
cada hombre concreto, en cada generación y su propagación en toda la comunidad humana.
Desde el punto de vista metodológico, es importante hacer notar que Caín y Abel no son dos
figuras del pasado. Caín y Abel son .... todos los hombres del género humano, de todos los
tiempos: somos todos nosotros ahora. En cada uno de nosotros hay un Caín que no hay
descuidar y al que no hay que dejarle actuar, (el hombre viejo, según S. Pablo). Lo que este relato
nos quiere decir es que la convivencia entre los seres humanos siempre es difícil a causa del
pecado. Hoy también lo es.
2.6.2.1.- Dios responde a la corrupción de la Humanidad con el castigo del Diluvio Universal. A la
vez hace un nuevo pacto o alianza con la Humanidad por medio del patriarca Noé : Juicio y
Salvación, Gen 6, 8
La narración del diluvio universal parte de esta observación: el pecado, la corrupción de
las criaturas humanas no puede dejar indiferente a Dios. El Dios de la Biblia es un Dios “Santo”. Ni
tolera ni puede tolerar el pecado, pues es incompatible por su propia naturaleza con Él.
Dios no se queda “indiferente” ante el pecado. Sobre el pecado tiene que manifestarse
necesariamente de un modo o de otro, antes o después. Por eso “la ira de Dios”, “su cólera”, su celo
por la justicia, la verdad, la bondad, son expresiones bíblicas que designan esa intransigencia
sustancial entre Dios y el pecado cometido por la criatura humana. Dios siempre aborrece el
pecado y busca una solución. El juicio y castigo de Dios no es de venganza sino medio para
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originar la salvación.
El autor de estos capítulos destaca de manera especial que el fruto del pecado es la
muerte y que la maldad de los hombres atrae el juicio de Dios. Jesús nos aclara este pasaje del
Diluvio universal, Lc 17, 26-27: “Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del
Hijo del Hombre. Comían y bebían tomaban mujer o marido, hasta el día que entró Noé en el arca;
vino el diluvio y los hizo perecer a todos”. Los hombres vivían despreocupados e indiferentes.
Ocuparse de Dios no les interesaba, ocuparse de los hombres, tampoco. Sólo Noé, el justo, está
atento a acoger la salvación que Dios le ofrece y se salva. El Señor nos advierte que el “juicio de
Dios”, llegará de repente.
TRADICIÓN YAHVISTA
Gen 2, 4b – 3,24: Narración de la creación y del pecado original y castigo
Gen 4, 1-2 Genealogía Adán y Eva; Caín y Abel
Gen 4, 3-16 Narración del crimen y castigo de Caín y Abel
Gen 4, 17-26 Genealogía Caín – Lamec; Adán Enós
Gen 6 –8, trozos, Narración del delito – castigo (el Diluvio)
Gen 9, 18-19 Genealogía de Noé
Gen 9, 20-27 Narración de un delito – castigo (los hijos de Noé)
Gen 10, trozos, Genealogía (tabla de los pueblos)
Gen 11, 1-9 Narración de un delito – castigo (torre de Babel)
TRADICIÓN SACERDOTAL
Gen 1, 1 –2,4ª Narración de la Creación
Gen 5 Genealogía de Adán a Noé
Gen 6–9, trozos, Diluvio y nueva creación.
Gen 6, 9-10 Genealogía de Noé.
Gen 10, trozos, Genealogía (tabla de los pueblos)
Gen 11, 10-26 Genealogía de Sem a Abrahán
Un poderoso tramo de tiempo se extiende desde la historia de Caín y Abel hasta el relato
del primer juicio universal del Diluvio. El oscuro río del pecado humano se iba haciendo cada vez
más ancho y funesto: "Había crecido la maldad del hombre sobre la tierra, y todos sus pensamientos
y deseos sólo y siempre tendían al mal", Gen 6, 5. "Todo en la tierra era corrupción", Gen 6, 11. "Toda
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carne había corrompido su camino sobre la tierra", Gen 6, 12. El cáncer del mal que primeramente
se había manifestado en el fratricidio de Caín, devoraba ya a toda la humanidad. El hombre
creado a imagen y semejanza de Dios, se había transformado en un adversario de Dios, Gen 6, 11
y s.s.
Pero en medio de esta humanidad pecadora y separada de Dios, Dios encuentra a Noé,
una persona justa y fiel al Señor: "Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé, Noé era el varón más
justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con Dios...", Gen 6, 8-10. El escritor sagrado no se ha
limitado solamente a describir el terrible mundo del pecado sino que ha seguido también el sutil
hilo de buena voluntad y fidelidad que se puede descubrir en la humanidad después de Abel y Set,
concedido por Dios a los hombres en sustitución de Abel. Después de Abel y Set la línea de la
salvación pasa por Enós, el hijo de Set. "Entonces se comenzó a invocar el nombre de Yahvé", Gen 4,
26.
Noé es la línea de continuación de la salvación ofrecida siempre por Dios al género
humano, Noé halla gracia a los ojos de Dios y Dios le asegura: "Cuanto hay en la tierra perecerá.
Pero contigo haré yo mi Alianza", Gen 6, 17-18. Así Noé se convierte en una bendición para toda su
familia, porque será salvado con sus hijos, con su mujer, Gen 6, 18 . El individuo tiene una función
salvadora y santificadora para toda la comunidad.
2.6.3.- La Torre de Babel: Símbolo del poder y vanidad de los hombres; la confusión y dispersión
de los hombres por Yahvé, Gen 11, 1 - 9
“Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras” ... “Entonces se dijeron el uno
al otro: “Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego”. Así el ladrillo les servía de piedra y el betún
de argamasa. Después dijeron: “Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el
cielo, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la faz de la tierra”. “Bajó Yahvé a ver
la ciudad y la torre que habían edificado los humanos,... “Ahora nada de cuanto se propongan les
será imposible. Bajemos pues, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo que no se entiendan
entre sí”. “Y desde aquel punto los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra y dejaron de edificar
la ciudad”, Gen 11, 1-9
El relato de la torre de Babel es un ejemplo más que la Biblia es un libro religioso y que en
este capítulo narra la soberbia de los hombres ante Dios. La Biblia sólo se preocupa de transmitir
un mensaje religioso de salvación. La narración, sin embargo, recoge datos reales de la ciudad y
de la cultura de Babilonia:
.- Había en la ciudad de Babilonia un mismo lenguaje, aunque también habría variedad de
idiomas, que hablarían, probablemente los muchos prisioneros de guerra que tenía.
.- Construían edificios con ladrillos
.- En su ambición de poder quisieron construir una torre piramidal de siete pisos, llamada
“ziggurat”; el último piso, es un santuario consagrado al Dios Marduk, dios de Babel o Babilonia.
La prehistoria bíblica reanuda continuamente los diversos hilos del pensamiento para
formar nuevos puntos de enlace. La historia, de la Torre de Babel constituye uno de esos nudos,
en el que se entrelazan dos series de ideas: por una parte, se manifiesta una vez más el creciente
desarrollo y la continua afirmación maligna del pecado, a pesar de la alianza de Noé; por otro lado
se repite el tema de la construcción de la ciudad, que ya había aflorado en la historia de Caín, Gen
4, 17.
La tesis semita era la siguiente: la naturaleza, obra de Dios, se contrapone a la ciudad
urbana que es obra de los hombres. Así, la ciudad se convierte en la sede de todo mal y en el
centro de su pecado que es la idolatría. Este menosprecio por la ciudad urbana es típico de la
mentalidad nómada, de los beduinos y de los habitantes del desierto y las estepas, que viven en
contacto continuo con la naturaleza y que son fundamentalmente pueblos pastoriles. Babel es la
figura modélica de la falsa unidad, de la alianza entre la naturaleza y la fuerza del hombre, que
éste persigue de manera independiente de Dios.
La historia de la construcción de la torre es otro relato doctrinal sobre el pecado del
hombre y especialmente del pecado de poder y vanidad humanos, es decir, la soberbia: “Dijeron
después: vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo y hagámonos famosos,
por si nos desperdigamos por toda la faz de la tierra”, Gen 11, 4.
En estas palabras tenemos a un grupo de hombres que quieren vivir al margen de la
voluntad de Dios, quieren vivir según sus proyectos humanos, materiales, terrestres, son
ambiciosos, orgullosos, quieren construir una ciudad donde el centro del poder sea el hombre y
no Dios, y construir en ella una torre que llegue hasta el cielo para tener acceso directo a su dios,
es decir, entrar en contacto con su dios, cuando quieran y como quieran (ésa es la idolatría), y una
vez llevado a cabo este proyecto, expandirlo por todo el mundo para hacerse famosos.
Todo este proyecto colectivo humano está al margen de la voluntad de Dios, y Dios castiga
este proyecto del pueblo interviniendo directamente con su poder divino y creando la confusión
de lenguas (no se entendían entre ellos): “Bajó Yahvé a ver la ciudad y la torre que habían
edificado los humanos, y pensó Yahvé: “todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y éste es el
comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. Bajemos, pues, y una
vez allí, confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan entre sí"” Gen 11, 7.
Esta historia de la torre de Babel, parece que fue escrita por la tradición Yahvista y
compilada hacia el siglo IX, o VIII a. d. Cristo. El fin del relato de esta historia es explicar la
multiplicidad de idiomas y de pueblos con diversas lenguas que rodean al pueblo de Israel. Y
también la experiencia de los hebreos al constatar que las diversas naciones que les rodean:
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egipcios, asirios, babilonios, no son pueblos unidos, al contrario, son enemigos entre ellos, no
forman una gran familia como es la del pueblo elegido.
¿A qué se debe esta separación, esta diversidad, de lenguas y costumbres? Esto solo
puede deberse a una intervención de Dios, a una maldición de Dios como castigo por su soberbia.
La construcción efectiva de la ciudad y de la torre se convierte en el símbolo del poder y de la
vanidad de la humanidad. De la misma manera la efectiva diversidad lingüística de los hombres
en el relato de la construcción de la torre pasa a ser el símbolo de la humanidad dividida.
El escritor sagrado interpreta a la luz de la historia de la salvación y dice: hay un solo
pueblo sobre el cual reposan la gracia y la gloria del Señor: el pueblo escogido de Israel. Es
evidente que la diversidad de las naciones y la historia de la torre de Babel constituyen un
importante elemento necesario para la comprensión de la diversidad de las naciones que hay en
el mundo, y a la vez explica la unión y la predilección divina por el pueblo de Israel.
Contrario a este proyecto de la humanidad que quiere prescindir de Dios, está el proyecto
de salvación de Dios a favor del género humano. Llegada la plenitud de los tiempos Gal, 4,4, Dios
Padre envía a su Hijo Jesucristo para salvar a todos los hombres y el Padre y el Hijo envían desde
el cielo al Espíritu Santo para que lleve a plenitud la obra de salvación comunicándoles el Espíritu
Santo a los apóstoles, espíritu que unificará a todo el género humano, contrario a la confusión de
lenguas de Babel, en el que todos los allí presentes entendían en su propia lengua el mensaje de
salvación, para cumplir el mandato de Jesucristo: “ir pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo
lo que yo les he mandado”. Mt 28 19-20.
Así la Torre de Babel es contraria al don del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Babel,
ciudad sin Dios, divide a la humanidad con la confusión de lenguas y la dispersa. Dios actúa de
manera diferente en la fiesta de Pentecostés, por medio de la efusión del Espíritu Santo crea la
nueva ciudad, la Iglesia, y se comunica la salvación a todo el género humano por el don de
lenguas, cada uno habla en su lengua de origen y todos entienden bien el misterio de Dios
realizado por Jesucristo. Así, vemos cómo el espíritu humano de soberbia de Babel divide a la
Humanidad y la dispersa, el espíritu divino de Pentecostés por el don de lenguas (glosolalia) une
en Dios a toda la Humanidad y la salva.
CAPITULO TERCER
Gen 12, 1 “Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, y vete al país que yo te
indicaré”.
Gen 12,2 “Yo haré de ti un gran pueblo; te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Tú serás una
bendición”.
Gen 12,3 “Yo bendeciré a los que te bendigan ... Por ti serán bendecidas todas las comunidades
de la tierra”.
Gen 12, 7 “Yo daré esta tierra a tu descendencia”.
Gen 13, 5 “Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre”.
Gen 13, 16 “Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra”.
Gen 15, 5 “Levanta tus ojos al cielo y cuenta, si puedes, las estrellas ... Así será tu descendencia”.
Gen 15, 7 “Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los caldeos para darte esta tierra en posesión”.
Gen 15, 18 “A tu descendencia doy esta tierra”.
Gen 17, 2 “Yo estableceré un pacto contigo: te multiplicaré inmensamente”.
Gen 17, 4 “Éste es mi pacto contigo: tu llegarás a ser padre de una multitud de pueblos”.
Gen 17, 6 “Te multiplicaré inmensamente: yo haré que de ti salgan pueblos y nazcan reyes”.
Gen 17, 8 “Yo te daré a ti y a tu descendencia después de ti en posesión perpetua la tierra que
habitas”.
Gen 18, 18 “Ha de convertirse en un pueblo fuerte y en él serán bendecidas todas las naciones de
la tierra”.
Gen 22, 17,ss. “Te colmaré de bendiciones y multiplicaré tanto tu descendencia ... Por tu
descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra”.
Gen 24, 7 “Yo daré esta tierra a tu descendencia”.
Gen 24, 35 “El Señor ha colmado de bendiciones a mi amo y le ha enriquecido mucho”.
Con la promesa hecha por Dios a Abrahán, la mirada de éste estará, siempre pendiente
del futuro, esta promesa genérica se va a ir concretando en nuevas manifestaciones del Dios que
llama y que salva.
a .- La promesa material física: Consistía en entregarle la tierra prometida; tierra que
mana leche y miel. Esta tierra era Canaán y se lo indica diciendo "A tu descendencia daré yo esa
tierra", Gen 12, 7. La donación no será para Abrahán, sino para "su descendencia", él tendrá que
caminar en la fe y en esperanza hacia esa tierra como peregrino.
b .- La Promesa material humana: Dios había prometido a Abrahán una descendencia
numerosa, pero de suyo para que se realizara este promesa existían dos grandes dificultades:
una, Abrahán no tenía hijos; otra, Sara su mujer ya era de edad avanzada y estéril, ¿cómo y de
dónde va a venir la numerosa descendencia? Lo que es imposible para el hombre es posible para
Dios.
Abrahán, para salvar la dificultad de no poder tener descendencia de su mujer Sara,
recurre a la costumbre de los semitas de tener un hijo de la esclava de Sara, Agar, de ésta nacerá
Ismael y piensa hacerle su primogénito. Sara acepta esta propuesta, pero éste no era el plan de
Dios: "He aquí que no me has dado descendencia y un criado de mi casa me va a heredar... no te
heredará ése, sino que te heredará uno que saldrá de tus entrañas". Gen 15, 3-4. En efecto, Sara la
mujer legítima de Abrahán, a edad avanzada concibe y da a luz un Hijo: Isaac. Es el hijo de la
promesa humana, de él vendrán las demás generaciones. El hombre propone y Dios dispone,
desde el punto de vista de la Historia de la salvación no son los proyectos de Abrahán los que
cuentan, sino el designio divino al que Abrahán se adhiere en la fe: "Y creyó en Yahvé, el cual se lo
reputó por justicia". Gen 15, 6.
49
3.6.- La Alianza
La "alianza", en hebreo "berit", es un ritual nómada que se realiza para sellar y pactar una
promesa o compromiso entre dos partes: bien sean dos personas, o dos tribus, etc. El rito consiste
en descuartizar unas reses y sacrificarlas, así se pacta el acuerdo y se confirma la descendencia
prometida: "Aquel día formó Yahvé una alianza con Abrahán", Gen.15,18. En este caso es la
alianza entre Dios y Abrahán, en la que Dios formará un pueblo elegido cuyo padre será Abrahán,
pueblo del que vendrá el Mesías salvador de todo el género humano, Jesucristo. Dios cuidará a su
pueblo, Abrahán y los suyos le reconocerán como el único Dios.
3.7.- La fe de Abrahán
Dios cuando llama y elige, lo hace con toda exigencia. Quiere que el elegido y llamado
responda con todo su ser a la misión que se le ha encomendado. Abrahán es el primer modelo de
una respuesta obediente y fiel al llamado divino. Abrahán tuvo que ejercitar continuamente la fe
en Yahvé. Fe ante el llamado que Dios le hace. Fe a la promesa, cuando todo parecía imposible: la
esterilidad. Fe en la alianza, se cumplirá en un futuro. Fe cuando Yahvé le diga que sacrifique a su
hijo Isaac, ¡el primogénito!
Abrahán supera y alimenta su fe en Yahvé por la obediencia a la voluntad de Dios, esto lo
vemos perfectamente en el pasaje del sacrificio de su hijo Isaac. La prueba a la que fue sometido
Abrahán, no consiste sólo en anteponer el mandamiento divino a su amor paterno: es una prueba
mucho más profunda y terrible, porque parece que en ella Abrahán debe dudar del mismo Dios,
estando la voluntad expresa de Dios, que le impone sacrificar a Isaac, en oposición clara y
manifiesta con la divina promesa sellada con alianza, según la cual promesa, Abrahán será padre
de una gran descendencia.
La fe de Abrahán es sometida a una dura prueba pero sabe resolverla en providencia y en
obediencia: "Dios proveerá", Gen 22, 8. Abrahán resuelve el conflicto remitiéndole a Dios la
solución del problema en actitud reverente y obediencial, pues Abrahán tenía experiencia lo que
es imposible para los hombres es posible para Dios, y así fue, Dios salvó a Isaac y de ahí vino la
gran descendencia. Abrahán recupera a su hijo vivo en virtud de la fe y por su actitud humilde y
obediencial
3.10.1.- Jacob y Esaú: El conjunto de relatos que asocian a los dos hermanos pertenecen a una
tradición familiar, los hermanos mellizos se pelean ya en el seno materno (Gen,25 1 22). La
etimología popular dada al nombre de Jacob, en hebreo significa que él "suplanta" a su hermano,
Gen 27, 3-6, pues no en vano le roba la primogenitura Gen 25, 29-34, al igual que la bendición de
su padre, Gen 27, 40. Tampoco duda en fingir una reconciliación con Esaú para poderle engañar
con más facilidad.
Mientras Esaú se presenta como un muchacho engreído y estúpido que goza de las
simpatías de su padre, Jacob es el niño astuto que se ha ganado la simpatía y protección de la
madre. Estos relatos quieren justificar por qué, aun siendo Esaú el mayor Jacob debe de ser
considerado primogénito y en consecuencia portador de la promesa que antes hiciera Dios a
Abrahán.
En la historia de Jacob siempre ha habido una dificultad en cómo explicar
edificantemente, que Jacob bajo el disfraz velludo y la mentira a su padre Isaac, pueda estar la
primogenitura usurpada a su hermano Esaú. Esta acción realizada por Jacob cuando, por
instancias de Rebeca su madre le cubrió el cuello y los brazos con pieles de cabrito, Gen 27,16, y
habló con falsas palabras a su padre, Gen 21, 19. Ciertamente que la Biblia no trata de justificar y
ni siquiera legitimar el fraude y la mentira como forma de realizar la voluntad de Dios. Agustín, el
Obispo santo de Hipona, respondía a sus fieles: "no es la mentira sino el misterio de Dios". ¿Por
qué no ver cómo Dios escoge lo débil, lo segundo y no lo fuerte y lo primero o principal ?
Otro pasaje importante en la vida de Jacob es la lucha con Dios que Jacob mantuvo junto al
torrente de Yabboc. Es importante para destacar la importancia esencial para Jacob y su
descendencia, Gen 32, 23-33. Es muy difícil establecer los detalles de lo que realmente ocurrió en
aquel episodio. La lucha con Dios, pudo haber sido un conflicto íntimo, religioso, al que parece
aludir el nombre "Fanuel" impuesto a la localidad donde ocurrió: "... porque dijo: "he visto a Dios
cara a cara y he salvado la vida", Gen 32, 31. En estas palabras resuena ya la frase que en adelante
vendrá repetida más veces : "Quien ve a Dios debe morir", Ex 33, 20. Mas puede también haber
sido realmente una lucha con Dios personificado: "Y un hombre luchaba con él hasta despuntar el
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alba. Viendo el hombre que no le podía a Jacob, le golpeó en la articulación del muslo y se
descoyuntó el tendón del muslo de Jacob durante la lucha con él", Gen 32, 25,s.s.. Cualquiera que sea
la interpretación escogida, queda siempre el hecho de que el nombre de ISRAEL está ligado a una
epifanía divina y a una resistencia opuesta por Jacob a la potencia de Dios: "No será ya Jacob tu
nombre, sino ISRAEL porque has peleado con Dios y has vencido", Gen 32, 29
La escena del torrente Yabboc tiene como objetivo preparar el encuentro de los dos
hermanos: Esaú y Jacob. En este encuentro se ventilan muy pocas cosas. Sólo se deja en claro que
el miedo ancestral de Jacob hacia Esaú, Gen.32,12, ya no tendrá razón de ser. Esaú indolente y
estúpido, no comprende el juego de Jacob, al contrario, rehúsa incluso aceptar los dones que Jacob
le ofrece en desagravio, Gen 33, 9. Con ello cada uno establece su propio lugar y ya no volverán a
molestarse. Jacob se siente feliz.
No sólo ha conseguido dos esposas para perpetuar la descendencia, sino que ha logrado
el, perdón de Esaú. Este relato primoroso ayuda a comprender porqué los hijos de Israel vieron
siempre en Jacob el símbolo de la justicia y de la valentía. Jacob es valiente para hacer frente a
Dios y es astuto para doblegar la oposición de los hombres. Así ha de proceder el pueblo elegido.
A Dios no tiene por qué temerle. Su gran ancestro Jacob le supo resistir, a pesar de los envites por
doblegarle; tampoco hay motivos para temer a los habitantes de los pueblos vecinos.
En Génesis 35, 23-26, viene una relación total de todos los hijos de Jacob, como una
recopilación del autor sagrado.
La vida de Jacob tiene un alcance y una amplitud extraordinaria. Sobre todo, es necesario
tomar en consideración y desarrollar la entonación religiosa del relato. Abrahán ha sido llamado y
probado por Dios. Dios se ha preocupado de Abrahán, el cual en la fe y en la obediencia ha
cumplido la voluntad divina. Jacob se sabe indudablemente protegido de Dios como aparece
claramente por la visión de la escala de Betel. Mas la lucha de Jacob con Dios junto al torrente de
Yabboc pone en evidencia una nueva orientación religiosa: ahora es Jacob quien se ocupa de Dios,
es Jacob el que se ha hecho activo y no deja marchar a Dios antes de haber recibido la bendición,
Gen 32,27.
"Creer" en hebreo significa "consolidarse" = "hacerse a sí mismo firme, sólido en Yahvé", y
es precisamente lo que ha hecho Jacob en la lucha del torrente del Yabboc y la subsiguiente
petición de bendición. Entonces Jacob de una vez para siempre ha anclado a Dios en sí para
siempre, y en él al pueblo de Israel. A donde quiera que vaya este pueblo permanecerá
enganchado a Dios y volverá siempre a implorar de El la bendición.
La plegaria de Gen 32, 10-13, que el escritor sagrado ha puesto en boca de Jacob, alcanza
una altura teológica hasta entonces no superada y, al mismo tiempo, el nudo de enlace que une la
historia de los tres patriarcas : Abrahán, Isaac y Jacob. Y dice así:,
"Dios de mi padre Abrahán, Dios de mi padre Isaac. Yahvé que me dijiste: Vuelve a tu tierra y
a tu familia y yo te haré el bien. Yo soy indigno de todos tus favores y de toda la bondad que has
dispensado a tu siervo. Sólo, con mi bastón pasé este Jordán y ahora puedo formar dos
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campamentos. Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque yo temo que
venga y me mate a mí a la madre de mis hijos y a mis hijos. Sin embargo tú me has dicho: Yo te haré
el bien y haré tu descendencia como la arena del mar que no se puede contar por su gran número",
Gen 32, 10-13.
Conclusión. En la historia de Jacob sorprende, ante todo, su espíritu de lucha: La escena
del torrente de Yabboc siempre fue considerada como muy importante por la tradición bíblica,
vinculando con ella ese famoso cambio de nombre ISRAEL que garantiza el entronque común con
las diversas tribus beduinas. El afán del patriarca Jacob se cifra en afianzarse en la línea de la
promesa, contrayendo para ello matrimonio con esposas mesopotámicas, pues las cananeas
hubieran podido apartarle de la senda trazada por Yahvé. Asimismo sirve de modelo la serena
retirada de Jacob a Egipto, donde se instala sin más, para preparar la conciencia de aquellos
hombres que, al disponerlo Dios, darían vida a ese pueblo elegido, que sigue sirviendo de norma
aún hoy a cuantos creyentes acusan en su vida el peso de la opresión. Los hebreos fueron capaces
de convertirse en un pueblo grande, porque antes supieron acrisolarse en la adversidad. Esta se
asocia con Egipto, donde Jacob decidió instalarse a instancias de su propio hijo José. Ambos
personajes quedan, pues, ensamblados en la oscura fase de la historia bíblica, donde la libertad
nómada se depuró al cargar con el peso del cautiverio.
CAPÍTULO CUARTO
HISTORIA DE MOISÉS
4.1.- La formación del pueblo de Israel. ÉXODO. Unión del Éxodo con Abrahán
Después de haber recogido el Génesis las distintas tradiciones sobre la aventura religiosa
de Abrahán pasa, sin detenerse, al depositario de las promesas Isaac, Gen 25, 19-26, a exponer la
accidentada vida de Jacob Gen 27 al 36, en quien se muestra la libertad de los planes de Dios al
elegir a quienes quiere, prefiriendo el hijo menor al mayor, (caso de Jacob y Esaú) Gen 26, 24. Y
termina con la historia de José, del 37 al 50, envidiado y vendido por sus hermanos, y al final
salvador del pueblo de Dios, al llegar a ser primer ministro del faraón de Egipto. Así el Génesis
presenta a los descendientes y herederos de la promesa hecha a Abrahán y repetida a Isaac y a
Jacob, instalados y sedentarios en Egipto.
Esta distribución aunque convencional, puede muy bien ajustarse al número y orden de
los preceptos sinaíticos. No en vano la propia tradición bíblica conoce las llamadas "diez
palabras", Ex 34, 28; Deut 4, 13. Las más recientes investigaciones han demostrado que la forma
del texto, en que tenemos hoy el Decálogo, y la ley cultual y ritual presenta elementos
constitutivos originales muy antiguos, que indudablemente ha desarrollado y modelado el culto
litúrgico de la fiesta anual de los Tabernáculos.
El primer mandamiento es el recuerdo de una experiencia que ha vivido profundamente
el pueblo de Israel. Sólo Yahvé es quien ha sacado a Israel de Egipto con mano fuerte y brazo
poderoso. El pueblo debe de reconocerle este carácter de "unicidad": "No tendrás otro dios que a
mí". Es una exigencia de servicio exclusivo, ya que el "tener" otros dioses implica adorarlos,
reconocerlos, darles culto, servirles, esto es, la idolatría.
La experiencia histórica es la que ha dado a Israel el concepto de un Dios único, concepto
rarísimo en la historia del pensamiento humano, que distingue a Israel entre todos los pueblos de
la antigüedad.
Esto no es fruto del mero pensamiento humano de Israel ya que, constantemente se va
tras otros dioses, tiende a asociar a Yahvé con los dioses de los pueblos que le rodean. Israel, es
pues, un pueblo profundamente religioso y su fe en Dios es monoteísta, así se lo ha pedido Dios y
muy a pesar suyo por la tendencia innata a la idolatría. Si cree en Yahvé como Dios único y
exclusivo es porque Yahvé mismo así se lo ha manifestado y revelado, es más, así se lo ha exigido.
El monoteísmo es fruto de una revelación, no es fruto que ha surgido espontáneamente del
pueblo de Israel.
La segunda exigencia del decálogo de la alianza se refiere a la naturaleza de Yahvé, el Dios
salvador. Nada de lo humano es capaz de representarlo, de expresar su naturaleza. Cualquier
representación, figura, imagen, escultura, es inadecuada y blasfema. Nada de lo creado sirve para
decirnos o representarnos cómo es Dios. Así se reconoce la distancia que separa a la criatura de
su Creador. Todo culto que se dé a lo humano, a lo conocido, es una idolatría. Con ello se exige al
hombre luchar contra su tendencia innata a adorarse a sí mismo y a las obras de sus manos, a esa
tendencia innata a: "querer ser como dioses". Gen 3, 5.
La tercera exigencia de la alianza expresa también el respeto que se ha de tener al santo
nombre de Dios, que es respeto por su persona y que en el juicio de dos personas no se puede
tomar en vano. Ya que constituye una ofensa.
La cuarta exigencia es la de la institución del "sábado" (palabra hebrea que significa =
descanso), como día consagrado al Señor, santificado, reservado a Yahvé, es también expresión y
memorial perenne de las maravillas realizadas por Dios en favor del hombre. Estas, comienzan
con la obra de la creación, a la que sigue el "descanso de Dios". Así, el pueblo, mediante una
institución perpetua, recuerda durante seis días de trabajo la obra creadora de Dios y el séptimo
lo consagra a Yahvé recordando su descanso Ex 20, 8-11.
La redacción del Deuteronomio profundiza más en la motivación de la institución del
sábado. La razón de la misma es más humanitaria: la gesta liberadora de Yahvé al sacar a Israel de
Egipto es la que el pueblo recuerda. Acuérdate de: "que siervo fuiste en la tierra de Egipto, y que
Yahvé tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo poderoso; y por eso Yahvé tu Dios te manda
guardar el sábado", Deut 5, 15.
Las demás cláusulas de la alianza regulan las relaciones con el prójimo, y garantizan la
vida familiar y social. En estas exigencias de la alianza descubre uno la importancia que el hombre
en sí y en sus bienes, que hacen posible su vida y su independencia social, tienen en la relación del
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hombre para con Dios.
4.13.- Finalmente
El tratado de la Alianza terminaba con un rito que varía según la época en que se realiza la
alianza. Podía consistir en un banquete sagrado, que simboliza la comunión de vida y de intereses
que la alianza establece entre los miembros que pactan, o en un sacrificio en el que se partía, o
dividía, la víctima inmolada, y los compromisarios pasaban por entre las partes de la víctima
deseándose la misma suerte que la víctima, es decir: la muerte. En caso de ruptura de los
compromisos pactados.
Este último elemento nos viene indicado en el Capítulo 24 del libro del Exodo: el rito
escogido es: la edificación de un altar y la inmolación de víctimas pacíficas a Yahvé. Moisés toma
una parte de la sangre de las víctimas consagradas a Yahvé y derrama sobre el altar la sangre,
toma otra parte de la sangre y rocía al pueblo que solamente acaba de pronunciar su "si" a la
alianza: "Todo cuanto dice Yahvé lo cumpliremos y lo obedeceremos", Ex. 24,7. Al rociar con sangre
al pueblo, Moisés pronuncia unas palabras solemnes y misteriosas: "Esta sangre, es la sangre de la
alianza que hace con vosotros Yahvé sobre todos estos preceptos", Ex 24, 8. Con esta efusión de
sangre se significa la comunidad de vida que se inicia entre Yahvé y el pueblo israelita, puesto que
la sangre es el "alma" y principio de la vida, Deut 12, 23.
Pero como la sangre de las víctimas, por medio del sacrificio, se han hecho en cierto
sentido "sangre de Dios", este rociar con sangre no sólo significa comunión de vida con El, sino
que, en un sentido verdadero, aunque todavía no pleno, la realiza.
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4.14.- El Código de la alianza, Ex 20, 25 y ss. a 23, 33
La Alianza del Sinaí tenía no sólo una parte formal y ritual, como acabamos de explicar,
tenía también una parte de implicación material y social, a esta parte se le llama el "Código de la
alianza". El "código" es, la alianza en el estado práctico y en el nivel de la vida social ordinaria. Es
un conjunto de prescripciones, soluciones disposiciones justas, sanas y sólidas que solucionan
dificultades, explican algunos principios y orientan u ordenan la conducta de los hombres en las
situaciones comunes y variables de la condición humana. Pero este conjunto "no es sólo un
formulario de moral social y religiosa de muy buena ley, sino que la situación de Israel lo ha
situado en la alianza como en su gran y necesario contexto". G. Auzou.
En realidad todo el Levítico y gran parte del Deuteronomio no hacen sino explicitar y
traducir a situaciones concretas las directrices genéricas marcadas por el "código de la alianza". El
código de Moisés se limita a verter en normas las experiencias religiosas del Sinaí, a fin de que rija
en adelante la trayectoria social y moral del pueblo judío. Es obvio que Moisés se limitó a esbozar
las pistas necesarias para que el pueblo canalizara su conducta. En este código de la alianza aflora
la formulación germinal de la "Toráh" o "Ley del Pueblo elegido".
b.- Fiesta de los Ázimos: Fiesta agrícola que señala el comienzo de la cosecha de la cebada.
Se comía el pan ácimo procedente del grano nuevo, sin levadura.
c.- Fiesta de las Semanas. (Pentecostés): En esta solemnidad ofrecían los israelitas a Yahvé
las primicias de las cosechas.
d.- Fiesta de las Tiendas o Tabernáculos, fiesta de la recolección final de todos los frutos.
Fiesta final de acción de gracias a Yahvé por todos los bienes recibidos en todas las cosechas del
año.
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4.17.- La idolatría del pueblo de Israel
El mayor pecado que cometió Israel, el gran delito religioso del pueblo judío, consistió
siempre en el pecado de la idolatría. Es el pecado que más ofende a Dios, a su gloria. Es del pecado
que más se queja Yahvé contra su pueblo. El que primeramente denuncian los profetas y en el
que Yahvé por medio de ellos muestra mayor enojo, desagrado, ira, contra su pueblo. Dios, no
puede permitir que su pueblo elegido, el pueblo que El formó, se vaya tras otros dioses
materiales, hechos de manos humanas: dioses de barro, metales, maderas, hechas por manos
humanas.
Así el culto idolátrico amenazaba de manera seria y definitiva a la hegemonía de Dios
sobre su pueblo, contraviniendo todo lo pactado, todo lo revelado y acontecido entre Yahvé y el
pueblo de Israel, manifestado en las cláusulas de la alianza. El becerro de oro: Ex Cptlo 32. La
apostasía de Israel en el desierto en las faldas del monte Sinaí fue evidente: "Cuando el pueblo vio
que Moisés tardaba en bajar... se quitaron los pendientes de oro... los tomó en sus manos e hizo un
molde y fundió un becerro y ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión". La ira de
Yahvé se hace patente y Moisés intercede ante Dios en favor de su pueblo.
Hasta tal punto llega esta solidaridad del mediador con el pueblo que corre la suerte que
Dios le había profetizado: la de verse privado de entrar en la tierra prometida. Moisés sube al
monte Nebot, divisa toda la extensión de la tierra prometida a los patriarcas y muere en la
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soledad: "Subió Moisés desde los llanos de Moab al monte Nebot... y Yahvé le mostró la tierra
prometida, desde Galad hasta Dan... y le dijo Yahvé: ahí tienes la tierra que juré dar a Abrahán, Isaac
y Jacob... te la hago ver con tus ojos, pero no entrarás en ella. Moisés el siervo de Dios, murió allí en la
tierra de Moab, conforme la voluntad de Dios", Deut 34, 1-5.
A lo largo de los siglos se ha querido ver, a veces, a esta muerte en solitario, el significado
de ascensión a una forma más elevada de existencia, es decir, al cielo, pero en este pasaje no hay
tal afirmación. Puede servir como consideración espiritual piadosa como hacen ciertas
tradiciones judías, pero exegéticamente hablando no hay más.
CAPITULO QUINTO
Canaán Septentrional: (Norte de Galilea): Isacar, Zabulón. Neftalí, Dan, Aser, Gad y 1/2 Manasés.
5.8.2.- Gedeón
Una figura carismática de héroe, que todavía hoy es capaz de entusiasmar, es de la tribu
de Manasés. Su historia en la que probablemente la fantasía popular ha trenzado bien pronto
poéticas leyendas en torno a la realidad, es narrada con evidente amor y grandiosidad épica.
El acento religioso, que aquí y allí asume la amplitud de un himno, se apoya en el tema de
la guerra santa, querida por Dios, a quien se debe exclusivamente la liberación. En la reducción de
combatientes de 22,000 a 10,000 y finalmente a 300, y en el hecho de que no ha sido Gedeón y su
tropa sino el: "Señor mismo el que ha vuelto las espaldas al enemigo", habla de la fuerza y el poder
del espíritu de Yahvé.
5.8.3.- Sansón
La figura de Sansón, Juec 13, l, s.s, de la tribu de Dan está escrita magistralmente. La
característica de esta trágica personalidad de vencido, es el amor por su pueblo. El núcleo central
del relato se refiere a un célebre héroe carismático que tuvo un papel de primer orden en los
conflictos encarnizados entre los filisteos y la tribu de Dan, atrincherada en los montes de Judea.
En la vida de Sansón se halla la historia de una vocación carismática: "El será nazireo desde el
vientre de su madre", Juec 13, 5. Pero aun en su extrema humillación y miseria, cuando se le obliga
a hacer girar la muela del molino de la cárcel de los filisteos Sansón permanece humanamente
vecino al lector. En esta historia de Sansón se presenta a éste como un portavoz de Dios, Juec 13,
8-25. Es como un azote divino sobre sus enemigos.
Termina la historia en el templo del dios Dagón, Juec 16, 22-31, divinidad de origen
amorreo adoptada por los filisteos. l Sam 5, 2-3. Mientras se ofrece un sacrificio a Dagón, Sansón
viene expuesto a las burlas del público, divirtiéndose los filisteos al ver al israelita Sansón hecho
una piltrafa. Sin embargo, habiendo recobrado el vigor de su cabellera, Sansón se siente de nuevo
asistido por el "espíritu de Yahvé" y pone fin a su vida y a la de sus enemigos derrumbando las
columnas del templo.
El marco teológico de cada una de las personalidades que aparece constantemente en el
Libro de los Jueces se encuentra en el siguiente esquema: 1º.- El pecado de Israel como
alejamiento de la Ley de Dios; 2º.- El castigo de Dios y decadencia del pueblo; 3º.- Dios suscita un
“juez” que dirige al pueblo contra el enemigo; 4º.- El pueblo se convierte y se arrepiente de sus
pecados; 5º.- El “juez” con el pueblo israelita vencen al enemigo; 6º.- Liberación del enemigo.
Tiempo de paz y de progreso. 7º.- Pasado cierto tiempo alejamiento de Dios y pecado de Israel.
5.8.4.- Helí
La juventud del último de los jueces, Samuel, referida en el 1 Sam, está en relación con la
vida del sacerdote Helí. Este era sacerdote de Yahvé en Silo, donde entonces se hallaba el
Tabernáculo de la alianza.
El cuadro de la época que sirve de fondo a la historia de Helí es extremadamente sombrío.
Se trata de una época de decadencia religiosa y política abuso de los sacrificios por parte de los
hijos de Helí : Ofní y Fines, en el santuario de Silo, 1 Sam 1, 3. Vejaciones de los filisteos,
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destrucción de la ciudad de Silo, pérdida del Arca en la guerra contra los filisteos, 1 Sam 4, 1,s.s,
reposición del Arca en el templo filisteo de Dagón en Azoto, 1 Sam 5, 1-5. Vuelta del Arca a través
de Bet Semes hasta Quiriat Jearim, 1 Sam 6, 1, donde permanece hasta la traslación a Jerusalén
acaecida bajo el reinado de David.
En aquella época la fe en el poder salvador de Yahvé y en la fidelidad a su Alianza se había
resquebrajado fuertemente. Por todas partes surgían altares en honor del dios cananeo Baal y de
la diosa de la fecundidad Astarté, 1 Sam 7, 3. Sobre este oscuro fondo histórico se recorta y
aparece la figura de Samuel.
5.8.5.- Samuel
La tradición deuteronomista ve en Samuel el último eslabón en la compleja cadena de
"Jueces" bíblicos. Su vida y actuación fue decisiva a la hora de consolidar la trayectoria
sociopolítica y religiosa del pueblo israelita. Por eso la tradición lo ve como un ser extraordinario,
el hecho de que nació tardíamente de una mujer que había sido estéril, el deseo de su madre de
tener un hijo y consagrárselo a Yahvé, 1 Sam 1, 5, entronca con la historia de Sara, Gen 11, 30.
Rebeca, Gen. 25, 22. Raquel, Gen 29, 31, y la madre de Sansón, Juec 13, 3. Samuel queda así
enmarcado entre los grandes héroes bíblicos, pues su concepción se supone debida a una ayuda
providencial de Yahvé.
Samuel es hombre de una fe muy grande en Dios, hombre de corazón puro: "Yahvé estaba
con él; no dejó caer en tierra ni una sola de sus palabras", 1 Sam 3, 19. "Samuel fue juez de Israel
durante toda su vida. Cada año hacía un recorrido por Betel, Galgata y Masfa, y en todos estos sitios
juzgaba a Israel. Después volvía al santuario de Rama, donde tenía su casa, y allí juzgaba a Israel.
También construyó allí un altar a Yahvé”, 1 Sam 7, 15-17. Samuel fue el defensor inmutable de la
gloria y de la soberanía de Yahvé sobre su pueblo.
La situación política y religiosa en tiempo de Samuel era muy delicada. Es cierto que
Samuel es el hombre de Dios que reporta la fe de las tribus de Israel a la primitiva pureza de la
Alianza del Sinaí, pero el peligro de los filisteos era cada vez más inminente. ¿Cómo afrontar este
peligro? ¡Sólo Yahvé lo podía afrontar y erradicar! Así lo atestiguaba la experiencia vivida por el
pueblo, desde que abandonara el país de los faraones. Ahora bien, Yahvé para actuar con su
fuerza poderosa, exigía un requisito imprescindible y este era: "fidelidad", y precisamente esto era
lo que más le faltaba al pueblo israelita. El pueblo de Israel con sus prácticas idolátricas y
oscurantistas religiosas se había separado de la pureza y fidelidad de la Alianza del Sinaí y en
estas condiciones Yahvé no podía actuar, no podía salir en su defensa. Era preciso que el pueblo
saliera de su letargo y ceguera religiosa se convirtiera y volviera a la pureza y veracidad del pacto
sagrado con Yahvé y así Yahvé podría actuar en su favor.
En esta situación de desamparo el pueblo elegido va donde Samuel para consultar el
conflicto que tienen con los filisteos, Samuel supedita la aniquilación de los enemigos a una total
conversión religiosa del pueblo a la pureza de la fe en Yahvé. Sólo si se extirpa la idolatría a los
dioses extranjeros, Yahvé les librará, “Dijo entonces Samuel a toda la casa de Israel: Si os volvéis a
Yahvé con todo vuestro corazón, quitad de en medio de vosotros los dioses extraños y las Astartés,
fijad vuestro corazón en Yahvé y servidle a él sólo y entonces él os librará de la mano de los filisteos”.
1 Sam 7, 3-4. Tal es la profecía religiosa lanzada por Samuel desde el santuario de Silo, hasta que
al fin fueron arrasados los filisteos.
Así Samuel no aparece simplemente como un juez reconocido sólo por algunas tribus,
sino que con su pura actividad de mediador ha venido a ser el símbolo y el vínculo de la unidad de
todas las tribus de Israel. Bajo Samuel la federación de las doce tribus de Israel, (anfictionía)
adquiere aquella mayor unión y solidez que constituye el presupuesto social para la formación de
una futura monarquía. Pero si Samuel es el defensor del gobierno teocrático, reconoce él mismo
que sólo Yahvé es el Señor, el legislador, el jefe, el juez de Israel, el pueblo de la alianza. La
voluntad de Yahvé es la ley del pueblo de Israel. Sólo Yahvé es Rey.
Samuel no es partidario de instituir una monarquía en el pueblo de Israel, más bien lucha
con todas sus fuerzas contra una monarquía humana, terrena, para Israel. Samuel se presenta
como el rígido defensor del poder de Dios sobre Israel, de la pureza de la alianza y de conservar
las "tradiciones de los padres". Prevé con gran sagacidad y con conocimiento de su pueblo que una
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monarquía humana apartará del culto santo y puro de Yahvé y a partir de ahí vendrán sobre el
pueblo elegido más desgracias: "Sin embargo, el pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo": ¡No!,
debemos de tener un rey, seremos como todas las demás naciones: nuestro rey nos juzgará
marchará a nuestra cabeza y combatirá nuestros combates", 1 Sam 8, 19, s.s. Samuel, en
su calidad de fiel administrador y representante oficial de su pueblo, transmite a Yahvé las
pretensiones del pueblo israelita de querer tener un rey humano fuera de la protección y
bendición de Yahvé, y debió de sentir como una gran bofetada cuando oyó decir al mismo Yahvé:
"Atiende la petición y pon un rey sobre ellos", 1 Sam 8, 22. Y precisamente Samuel, como un nuevo
Abrahán, que tanto se había opuesto a la institución de la monarquía, tuvo que seguir el mandato
divino, ungiendo y entronizando a Saúl, el primer rey de Israel.
Finalmente, Samuel, aunque manifiestamente era adverso a la monarquía por
considerarla como un insulto al poder y fidelidad de Yahvé y un signo de desconfianza del pueblo
hacia Yahvé, falta de fidelidad al pacto o Alianza sellado con Yahvé en el Sinaí, no entorpece los
planes de los israelitas y aceptó la voluntad de Yahvé. Y si bien es verdad que después de la
violenta discusión que mantuvo con el rey Saúl por la desobediencia al mandato del Señor:
“Samuel lloró por Saúl para que Yahvé lo protegiera", 1 Sam 15, 27-35.
CAPITULO SEXTO
PASCUA
SEMANAS
P PENTECOSTÉS
AÑO NUEVO
YOM KIPPUR
TIENDAS
DEDICACIÓN
PURIM
1.- Fiestas Preexílicas: El calendario litúrgico y sus cultos respectivos estaban dispersos en
las cuatro tradiciones orales del Antiguo Testamento: Elohista, Yahvista, Deuteronomista y
Sacerdotal.
a.- Código Elohista: Ex 23, 14-17. Ofrece el más simple y sucinto de estos calendarios,
prescribe la “peregrinación” tres veces al año a Jerusalén para celebrar las tres fiestas religiosas
principales:
.- Peregrinación de los Ázimos, fiesta agrícola se realiza a comienzos del mes de abril,
inicio de la cosecha del grano, (Fiesta de los Ázimos)
.- Peregrinación de las cosechas del grano (trigo, centeno, cebada), a finales de primavera,
(Fiesta de Pentecostés)
.- Peregrinación al final de las cosechas de todos los frutos, en otoño, (Fiesta de los
Tabernáculos, o de las Tiendas)
b.- Código Yahvista: Ex 34, 18, 23. Reproduce la legislación Elohista pero con pequeñas
variantes: llama a la peregrinación a Jerusalén con motivo de las cosecha del grano, o fiesta de las
Semanas y fija la cosecha de los frutos “al final del año”, expresión sinónima de la que emplea la
tradición Elohista.
c.- Código Deuteronomista: Deut 16, 1-7. Enumera tres fiestas importantes con sus
respectivas peregrinaciones.
.- Fiesta de la Pascua, fiesta de origen pastoril y nómada se celebra para recordar el
acontecimiento de la liberación de Israel de la esclavitud de la manos de los egipcios. y el paso a la
libertad de la Tierra Prometida. Se une esta fiesta de la Pascua con la fiesta de los Ázimos de los
códigos anteriores.
.- Fiesta de las Semanas, (Pentecostés), con la aclaración de que empieza siete semanas
después del comienzo de la cosecha del grano, fiesta de los Ázimos.
.- Fiesta de los Tabernáculos o de las Tiendas. Correspondiente a la fiesta del final de la
cosecha de todos los frutos, en los códigos anteriores.
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d.- Código Sacerdotal. Lev 23, 1, y s.s. Es más precisa esta tradición en lo referente a las
fechas.
Estas fechas corresponderían a la época de la monarquía.
.- Fiesta de la Pascua se debe de celebrar el 14 del mes de Nisán (abril); a continuación se
celebra la fiesta de los Ázimos del 16 al 21; es de una semana de duración, en la que se comerá
pan sin levadura.
.- Fiesta de Pentecostés, o de las Semanas, que debe celebrarse cincuenta días después de
los Ázimos.
.- Fiesta de los Tabernáculos o de las Tiendas que debe de comenzar el día 15 del mes de
Tisrí (septiembre – octubre)
2.- Fiestas religiosas postexílicas. Después del destierro en Babilonia el pueblo israelita
añadió algunas fiestas a las principales de los patriarcas y son las siguientes:
.- Día del “Sabatt” = descanso, Sábado, Lev 23, 1-4.
.- Día de la Luna nueva, la “Neomenia”, Num 28, 11-15.
.- Día del gran Clamor o de la Aclamación, día 1 del mes de Tisrí, Num 29, 1-6.
.- Día de la Expiación (Yom Kippur), Num 29, 7-11.
6.5.8.- La división del Reino Salomónico: Reino del Norte y Reino del Sur
Ambientación histórica: A la muerte de Salomón (931), le sucede en el trono Roboam,
(922-915), que fue reconocido como rey por todo Israel en al norte del país, precisamente en el
lugar donde mas descontento había hacia la monarquía. Trasladado a Siquem para ser
proclamado rey no quiso quitar los pesados impuestos que había dejado su padre Salomón, como
se lo habían recomendado los más prudentes de sus consejeros, hizo caso de los más jóvenes y
ambiciosos y esto trajo consigo el descontento y la sublevación de los ciudadanos. Roboam tuvo
que huir y el norte del país quedó desconectado del gobierno central de Jerusalén. Jeroboam, el
que había huido a Egipto, regresa al norte y es proclamado rey.
En este momento se divide el gran reino de David y de Salomón en dos partes: la del
Norte se llama Israel y su rey es Jeroboam, su capital es Samaria. La otra parte, la del Sur, se llama
Judá, y su capital es Jerusalén, su rey Roboam. A continuación exponemos para una mejor
comprensión la tabla cronológica de ambos reinos.
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721 Caída del Reino de Samaria. Destierro a Nínive. En el año 721 El rey asirio Sargón II toma la
ciudad de Samaria, capital del Reino del Norte, y deporta a todos los ciudadanos israelitas a la
ciudad asiria de Nínive.
587-538. Caída de la ciudad de Jerusalén, capital del Reino del Sur, Judá. Destierro a Babilo-nia.
Fue tomada por Nabucodonosor, rey babilonio, hubo una gran deportación de los principales
personajes del Reino de Judá.
El área del Reino del Norte se estima en cerca de 9,000 millas cuadradas, con una
población de alrededor de cuatro o cinco millones. Se componía de ocho tribus, a saber: al oeste
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del Jordán, Efraín, la mitad de Manasés, Isacar, Zabulón, Aser, Neftalí, con la línea de costa entre
Acre y Joppe; al este del Jordán, Rubén, Gad, y la otra mitad de Manasés. Sus estados vasallos
fueron Moab, y lo que había quedado de Siria sujeto a Salomón (1 Reyes 11,24, 2 Rey. 3,4).
1.- La historia del reino recién formado, Israel, puede dividirse convenientemente en tres grandes
períodos, durante los cuales gobernaron varias dinastías en Israel, mientras que el linaje de David
continuaba en posesión exclusiva del trono de Judá. El primer período se extiende desde
Jeroboam a Ajab (937-875 a. C. 1).
ISRAEL
Jeroboam I 937-915 a.C.
Nadab 915-913 a.C.
Basá 913-899 a.C.
Elá 889-887 a.C.
Zimrí 7 días
Omrí 887-875 a.C.
Nos han llegado muy pocos detalles sobre los veintidós años del reinado de Jeroboam. Al
principio, el fundador del reino del norte tuvo como su capital la ciudad de Siquem, en la que
Abimelek había establecido un reino, y en la que se acababa de producir el estallido de la rebelión
real contra Judá acababa de producirse; él la cambió por la hermosa Thersa, a once millas al
noreste. Para contrarrestar el atractivo de Jerusalén y la influencia de su Templo, extendió su
patrocinio real a dos antiguos santuarios, Dan y Betel, el uno en el norte y el otro en el extremo
meridional de su reino. Para protegerse contra la invasión de Judá a su territorio, construyó
fortalezas importantes a ambos lados del Jordán.
Las hostilidades entre los reinos hermanos continuaron bajo Abías, el hijo y sucesor de Roboam,
Y, según el cronista, Abías persiguió y derrotó malamente a Jeroboam (2 Crón. 13). El propio
linaje de Jeroboam duró sólo hasta su hijo Nadab, quien, después de un reinado de dos años, fue
asesinado por un usurpador, Basá de Isacar (913 a.C.), mientras que Israel sitió la fortaleza filistea
de Gebbethón (probablemente Kibbiah, a seis o siete millas al noreste de Lydda. Después de su
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accesión, Basá impulsó tan vigorosamente la guerra contra Asá, rey de Judá, que, para salvar a
Jerusalén de un asedio inminente, este último compró la ayuda de Ben Hadad I, de Damasco,
contra Israel. En el conflicto que sobrevino con Siria, Basá perdió gran parte del territorio al oeste
del Jordán superior y el Mar de Galilea, con el resultado fatal de que el poder de control en el oeste
ya no era hebreo, sino arameo.
Basá fue sucedido por su hijo Elá, quien reinó sólo menos de dos años (889-87 a.C.). Su asesino,
Zimrí, se proclamó a sí mismo rey, pero murió a los pocos días, dando paso a su rival militar, Omrí
(887-75 a.C.), el hábil jefe de una nueva dinastía en Israel. Bajo Omrí Samaria, situada admirable y
fuertemente en el centro de Palestina, a unos veinte kilómetros al oeste de Thersa, se convirtió y
permaneció hasta el final como la capital del Reino del Norte. Bajo su gobierno, también, la
política de hostilidad que había prevalecido hasta entonces entre Judá e Israel fue cambiada por
una de amistad general basada en intereses comunes contra Siria. En algunos sentidos, de hecho,
Omrí sufrió pérdidas considerables como por ejemplo, al este del Jordán, Ramot y otras ciudades
de Galaad cayeron en poder del rey de Damasco, mientras que en el oeste del mismo río, se vio
obligado a conceder privilegios comerciales a ese monarca (cf. 1 Reyes 20,34); pero logró ampliar
su autoridad en otros aspectos.
La inscripción de Mesa prueba que hizo de Moab su tributario. Consolidó la alianza de Israel con
Tiro por el matrimonio de su hijo Ajab con Jezabel, la hija de Ittobaal, sacerdote y rey de Tiro. Sus
territorios, ahora aparentemente limitados a las tribus de Efraín, Manasés e Isacar, con una
porción de Zabulón, se consolidaron bajo su firme gobierno, tanto es así que los asirios, que en lo
sucesivo vigilaron cuidadosamente los asuntos de Palestina, designaban a Israel con el nombre de
"la Casa de Omrí", incluso después que su dinastía había sido derrocada.
2.- El segundo período comprende los reyes desde Ajab hasta Jeroboam II (875-781 a.C.). Estos
reyes fueron los siguientes:
ISRAEL
Ajab 875-853 a.C.
Ocozías853-851 a.C.
Joram 851-842 a.C.
Jehú 842-814 a.C.
Joacaz 814-797 a.C.
Joás 797-781 a.C.
Azarías (Osías) 782 - 741 a.C.
El reinado de Ajab, hijo y sucesor de Omrí, fue uno memorable en la historia del pueblo elegido. Se
manifestó en un progreso considerable de Israel en las artes de la paz (cf. 1 Reyes 22,39), por la
adopción pública del culto fenicio a Baal y Astarté (D.V. Astarot, Astoret), y también por una
intensa oposición al mismo por parte de los profetas en la persona de Elías, la principal figura
religiosa de la época. En el extranjero, las relaciones amistosas de Israel con Judá asumieron un
carácter permanente por el matrimonio de Atalía, la hija de Ajab y Jezabel, con Joram, el hijo de
Josafat; y de hecho, Israel estuvo en paz con Judá durante los veintidós años del reinado de Ajab.
El principal enemigo adyacente de Israel fue Siria sobre cuyo gobernante, Benadád II, Ajab ganó
dos importantes victorias (875 a.C.). Sin embargo, en el avance hacia el oeste de sus enemigos
comunes, los asirios, bajo Salmanasar II, los reyes de Israel y Siria se unieron a otros príncipes del
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oeste de Asia contra los ejércitos asirios, y se detuvieron su marcha hacia adelante en Karkhar
sobre el Orontes en el año 854 a. C. Al siguiente año Ajab reanudó las hostilidades contra Siria y
cayó mortalmente herido en una batalla frente a Ramot de Galaad.
Ocozías, el hijo de Ajab, murió luego de un corto reinado (853-51 a.C.) y fue sucedido por su
hermano Joram (851-42 a.C.). Las dos guerras del reinado de Joram no tuvieron éxito, aunque en
ambas Israel tuvo la ayuda del Reino del Sur. La primera fue dirigida contra Mesa, rey de Moab,
quien, según relata la Escritura y en su propia inscripción (conocida como “la piedra moabita”),
había sacudido el yugo de Israel, y que no vaciló, cuando estuvo en apuros, en ofrecer a su hijo
mayor, como un holocausto a Demos. La segunda fue emprendida contra Damasco y resultó
sumamente desastrosa: Samaria estuvo a punto de caer en manos de los sirios; Joram mismo
resultó gravemente herido en Ramot de Galaad, y luego fue herido por uno de sus oficiales en
Jezrael; Jehú asumió la corona y comenzó una nueva dinastía en Israel.
El largo reinado de Jehú de veintiocho años (842-14 a.C.) fue muy ignominioso. El enemigo mortal
de Israel era el rey sirio Hazael, quien también había alcanzado el trono por el asesinato de su
maestro, Benadád II. En lugar de ayudarle a resistir los ataques de Salmanasar II, Jehú aseguró la
paz con Asiria mediante el pago de un tributo (842 a.C.) y dejó que Hazael enfrentara sin ayuda
las repetidas invasiones del rey asirio. Al parecer, había abrigado la esperanza de debilitar el
poder arameo, y quizá incluso de deshacerse de él por completo.
Sucedió, sin embargo, que después de un tiempo Salmanasar desistió de sus ataques contra
Hazael, por lo que dejó a este último libre para volver sus armas contra Israel y contra Judá, su
aliado. El rey de Siria aseguró para Damasco no sólo Basán y Galaad, y todo el país al este del
Jordán, sino también el oeste de Palestina, destruyó la ciudad filistea de Gat, y fue comprado por
Joás de Judá con el más rico botín de su palacio y Templo. Joacaz (814-797 a. C.), hijo y sucesor de
Jehú, se vio obligado durante la mayor parte de su reinado a aceptar de Hazael y su hijo, Bernadad
III, las condiciones aún más humillantes impuesta a un rey de Israel (cf. 2 Rey. 13,7).
Sin embargo, le llegó el socorro cuando los recursos de Damasco fueron efectivamente
paralizados por Asiria durante los últimos años del siglo IX a.C. La condición de Israel mejoró aún
más bajo el gobierno de Joás (797-81 a.C.), que realmente derrotó a Siria tres varias (sic) veces, y
reconquistó buena parte del territorio---probablemente al oeste del Jordán---que había perdido
Joacaz, su padre (cf. 2 Rey. 13,25).
3.- El tercer período en la historia del reino del norte se extiende desde Jeroboam II hasta la caída
de Samaria (781-22 a.C.). Sobre la base de las inscripciones asirias combinadas con los datos de la
Sagrada Escritura, la cronología del último período se puede dar aproximadamente como sigue:
ISRAEL
Durante el largo reinado de Jeroboam II, el Reino del Norte disfrutó de una prosperidad sin
precedentes. Debido principalmente al hecho de que los enemigos de Israel se habían vuelto más
débiles en todas partes, el nuevo rey fue capaz de eclipsar las victorias obtenidas por su padre,
Joás, y mantener durante un tiempo las antiguas fronteras ideales tanto al este como al oeste del
Jordán (2 Rey. 14,28). Luego hubo paz y seguridad en esta maravillosa extensión territorial, y
junto con ellos surgió un gran desarrollo artístico y comercial. Lamentablemente, también surgió
la laxitud moral y la infidelidad religiosa que fueron en vano reprendidas por los profetas Amós y
Oseas, y que sin duda presagiaba la ruina del Reino del Norte.
El hijo de Jeroboam, Zacarías (740 a.C.) fue el último monarca de la dinastía de Jehú. Apenas había
reinado durante seis meses, cuando un usurpador, Sallum, le dio muerte. Sallum, a su vez, fue aún
más sumariamente asesinado por el truculento Manahem, el cual pronto tuvo que enfrentarse
directamente con el poder asirio, y como se sintió incapaz de arrostrarlo, se apresuró a rendir
tributo a Teglatfalasar III, y de ese modo salvó su corona (739 a.C.).
Su hijo Pecajías reinó cerca de dos años (735-35 a.C.) y fue asesinado por su capitán, Pecaj, quien
se alió con Siria contra Ajaz de Judá. En su amarga aflicción, Ajaz recurrió a Asiria por ayuda, con
el resultado de que de nuevo Teglatfalasar (734 a.C.) invadió a Israel, anexó a Galilea y Damasco, y
se llevó muchos israelitas al cautiverio. El asesino de Pecaj, Oseas, era un fiel vasallo de Asiria en
vida de Teglatfalasar. Poco después, a instigación de Egipto, se amotinó contra Salmansar IV, el
nuevo gobernante de Asiria, tras lo cual las tropas asirias invadieron Israel y sitiaron a Samaria, la
cual, luego de una larga resistencia, cayó vencida cerca de finales del año 722 a.C., bajo Sargón II,
quien en el ínterin había sucedido a Salmansar IV.
Este fue el fin del Reino del Norte (Israel), luego de una existencia de poco más de doscientos
años.
a.- Destierro en Nínive, Asiria. El reino del Norte fue invadido sucesivamente por reyes
asirios. En un primer momento, una parte de las tribus israelitas fue deportada por Tiglat-pileser
III en el año 740 a. de C. (2 Reyes 15, 29,1. 1 Crónicas 5, 26). Las tribus del este del Jordán, con
elementos de Neftalí y Zabulón, fueron los primeros en sufrir el cautiverio (1 Crónicas 5, 26: 2
Reyes 15, 29; Is. 9,1)
Cuando murió Tiglat-pileser III en 727 a.d.C., creyendo que su sucesor Salmansar no
estaría en condiciones de mantener el control de su extenso territorio, el rey Oseas buscó el apoyo
de Egipto para interrumpir sus pagos tributarios a Asiria.
Salmansar V puso en marcha sus ejércitos contra Israel, sitiando la ciudad más
fuertemente fortificada. Durante tres años Oseas fue capaz de soportar la tremenda presión del
poderoso ejército asirio, pero finalmente se rindió en el año 722 a. d. C. Comenzó el cerco de
Samaria (724-721), y la ciudad, capital del Reino del Norte, cayó luego en manos de un nuevo
monarca asirio, Sargón II, que menciona esta batalla en sus anales y dice: "'Yo puse sitio y
conquisté Samaria y saqué como botín 27. 290 habitantes de ella". Y se llevó el resto de la nación (2
Reyes, 17, 6) y la ubicó en varias ciudades asirias, probablemente era del mar Caspio, siendo su
propia tierra repoblada con colonos persas y babilónicos (2 Reyes, 17, 6-24). Y fueron deportados
a Nínive. Fue el fin del Reino del Norte.
El reino del Norte se convirtió en la provincia asiria de Samaria, repoblada por distintos
pueblos y de cuya mezcla surgieron los samaritanos. Estas tribus judías dispersadas por Asiria
muchas de esas tribus nunca regresaron a Palestina. Probablemente adoptaron las costumbres
de sus nuevos vecinos y terminaron por ser absorbidos por ellos.
6.7.13.-Ezequías. (715-637)
Cuando este rey subió al trono la situación era muy delicada y tensa. Asiría alcanzó el
máximo de su poderío, sin embargo, se desencadenaron una serie de acontecimientos que
obligaron al rey asirio Sargón II a centrar su atención en Oriente. Ezequías deseaba sacudirse el
yugo asirio pero era consciente de que no podía hacer frente a tan poderoso enemigo a menos de
que buscase alianza militar con algún monarca poderoso. Intentó aliarse con Egipto, pero no
llegó a culminar el propósito ya que las opiniones eran contrarías. Así el profeta Isaías expresó su
opinión al rey invitándole a mantener una política pro-asiria en vez de aliarse con los egipcios, ya
que estos jamás habían hecho nada en favor del pueblo judío.
Pero donde destacó más el rey Ezequías fue en la restauración religiosa que llevó a cabo
en Judá. Las implicaciones de esta reforma iniciada con tanto celo por el mismo rey es difícil de
valorar. Cierto que la tradición bíblica es bastante explícita en esto, 2 Reyes 18, 3-6; 2 Cron 29 al
31. El rey fue eliminando todo culto idolátrico que habla en su región y así conservar en su pureza
el culto yahvista. Para mejor lograr sus objetivos, centraliza el culto sagrado en torno al Templo
de Jerusalén. Ello supuso la destrucción inmediata de los santuarios locales. Todo esto lo
consiguió con gran esfuerzo y con muchas dificultades. Esta purificación del culto idolátrico
suscitó un gran entusiasmo espiritual y la reforma religiosa fue acompañada de un despertar del
sentimiento nacionalista. Se demostraba una vez más que la unidad de culto en el gran Templo
reforzaba la unidad social y política.
Cuando murió el rey asirio Sargón II, le sucedió en el trono el rey Sanaquerib. Este invadió
Judá y se apoderó de cuarenta y seis ciudades del Reino de Judá y encerró a Ezequías en Jerusalén
"como un pájaro en su jaula". Los sucesivos acontecimientos son consignados dramáticamente en
1 Reyes 18, 13-19, Is 36 al 37. Resulta triste ver cómo este rey que tuvo tan buenas intenciones
en su reinado acabara tan mal, pues después de la invasión asiria tuvo que aceptar que las
divinidades asirias recibían culto y trato especial allí donde él mismo había querido erradicarlas.
Su muerte marcó el fin de un reinado que atisbaba algún rayo de esperanza para su pueblo.
Anteriormente hemos afirmado que el pueblo de Israel, tras largos esfuerzos y luchas,
tenía tres elementos en el que hallaba su seguridad e identidad: habían conquistado la Tierra
Prometida; Yahvé les había concedido un rey humano que les guiaba y tenía la bendición de Dios
y finalmente el Templo en Jerusalén, construido como casa de oración y lugar de culto a Yahvé
106
por el gran rey Salomón; estas tres realidades: Tierra, Rey y Templo, daban identidad, razón de
ser, al pueblo de Israel. Pues bien, en el destierro, esos tres elementos desaparecen. Ya no están en
la Tierra Prometida sino en el destierro, en tierra extraña, ya no tienen rey, están sometidos a un
rey extranjero, ya no tienen el Templo para orar y dar culto a Yahvé, el Templo ha sido destruido
en Jerusalén. Esta situación de desapropiación, abandono y desamparo, es el hilo conductor que
guía, principal y primeramente, la experiencia humana religiosa y espiritual en el destierro de
Babilonia.
A raíz de la destrucción del Templo Jerusalén (537), Judá atravesó un período de total
desconcierto. El asesinato de Godolías a manos de Ismael, se situó el país al borde del caos. Cierto
que la oportuna intervención de Yojanán frustró los planes desatinados de Ismael, Jer 41, 11-17.
Pero el miedo a la reacción babilónica aconsejó huir a los países vecinos en tanto se apaciguarán
los ánimos. Gran contingente de judíos se dirigió a Egipto, llevándose al profeta Jeremías, Jer 42,
1-8. A partir de este momento la tradición bíblica ignora lo ocurrido en Judá hasta el regreso de
los exiliados.
Acaso por este motivo la crítica histórica siempre supuso que el antiguo Reino del Sur,
Judá, había quedado totalmente arrasado. Pero este encuadre tropieza con varias dificultades, así
lo constata la crítica bíblica observando cómo los israelitas continuaron, tras su desconcierto
inicial, acrisolaron la conciencia de pueblo elegido. El vaticinio profético de Isaías: "Yo dije: ¿Hasta
cuándo, Señor? Dijo: "Hasta que se vacíen las ciudades y queden sin habitantes, las casas sin
hombres, la campiña desolada...", Is 6, 11-13), esto les hizo evocar el destierro de forma gráfica
como tierra devastada.
No obstante Jerusalén siguió en activo. Su Templo, aunque arrasado por las tropas
babilónicas e incendiado, continuaba polarizando el interés religioso del pueblo. Por otra parte
sabemos que sólo una minoría muy cualificada de judíos fue deportada a Babilonia, así lo sugiere
la tradición bíblica, Jer 52, 28-30, confirmándolo a su vez las crónicas babilónicas.
Resulta fácil imaginar la consternación de los judíos al verse privados de sus líderes. Si a
ello se añade el duro correctivo impuesto por Nabucodonosor, se comprenderá que el país fuese
en cierto modo a la deriva. Judá herido en su orgullo nacionalista tuvo que aceptar la derrota y la
humillación extranjera. Gran parte de su territorio quedó anexionado a la provincia de Samaría,
mientras la zona sur se vio acosada por los antiguos enemigos edomitas.
Así el pueblo judío acosado por todos los flancos, careció de energía para reaccionar
quedando sumido en el letargo y en la humillación de la derrota. El pueblo falto de estímulo para
seguir alimentando ilusiones triunfalistas y nacionalistas fue decayendo hasta quedar totalmente
pasivo y desarticulado. Y un pueblo sin ilusión acaba mostrando su amargura. Ello explica que la
tradición bíblica deje de interesarse por la andadura de su pueblo durante este período del
destierro.
Aun cuando la mayoría del pueblo permaneció en su país, fueron exiliados los más
cualificados y estos activaron en el destierro la reflexión teológica y aun siendo minoría, eran la
elite del pueblo. Sin embargo, la historia demuestra cómo en el destierro se cumplió una función
providencial, pues gracias a ello se logró avivar la llama de la esperanza y de la bendición
salvadora previa conversión y purificación de su desvío principal: la idolatría, es decir, el pueblo
judío aprendió a ser fiel a Dios, creció en el espíritu, todo ello en medio de la adversidad, es decir,
en el destierro, en tierra extraña.
Las condiciones de vida de los deportados no parecen haber sido extremadamente duras
o difíciles. No se les puede considerar como prisioneros de guerra, aunque tampoco tenían la
condición de ciudadanos libres. Incluso parece que se respetaron las costumbres judías y hasta se
les permitió de alguna manera practicar su vida religiosa, Ez 8,1. Poco a poco, con el transcurso
del tiempo, las condiciones de vida se van haciendo más benignas, algunos se dedican al comercio
y hay quienes llegan a desempeñar altos cargos en la corte de los reyes babilonios.
Dado que entre los exiliados judíos figuraba la elite política, religiosa e intelectual de los
judíos, se comprende que pudieran integrarse en la vida social babilónica sin ninguna dificultad.
Es falso creer que debían dedicarse a trabajos propios de esclavos, más bien se puede suponer
que vivieron con cierta holgura.
107
6.9.- Realidad histórica del destierro
El destierro de los judíos se escalona en tres etapas coincidiendo con otras tantas
rebeliones del pueblo judío contra Nabucodonosor.
a.- Primera deportación: En el año 597, Nabucodonosor: "deportó a Joaquín... y llevó
cautivos .... a la madre del rey, a las mujeres del rey, a sus eunucos, a los grandes de la tierra, a todos
los hombres de armas, en número de siete mil, y a los carpinteros y a lo herreros en número de mil", 2
Reyes 24, 15-16. Es una medida prudencial para impedir la rebelión: exiliar a los ciudadanos
judíos más cualificados.
b.- Segunda deportación: En el año 587, después de la toma de Jerusalén y de la
destrucción del Templo, Nabuzerdán, jefe de la guardia de Nabucodonosor: "llevó cautivos a los
que habían quedado en la ciudad, de los que se rindieron al rey de Babilonia y al resto de la gente,
fuera de algunos pobres que dejó, como viñadores y labradores", 2 Reyes 25, 11-12.
c.- Tercera deportación: En el año 532, hay una tercera deportación, no muy numerosa,
probablemente como represalia por la muerte de Godolías, el gobernador puesto por
Nabucodonosor sobre Judá.
El número total de israelitas deportados no fue excesivamente elevado en sí: entre 10.000
y 20.000. Pero dado el escaso número de habitantes de Judá, y dada sobre todo, la calidad
humana de los desterrados, los que representaban algo en la vida política, económica y social y
religiosa del pueblo judío, la Biblia puede hablar, y con razón que: "fue deportado todo Judá, fue
llevado cautivo lejos de su tierra", 2 Reyes 25, 21.
CAPITULO SÉPTIMO
7.3.1.- Nehemías
Nehemías, significa = “Dios consuela”, nombre propio del postexilio. Este nombre lo llevó
el hijo de Jakalya, judío y copero del rey de Persia. Nehemías fue uno de los más enérgicos
reorganizadores de la comunidad judía postexílica. En el año 20 del reinado de Artajerjes (445
113
a.d.C.) se dirigió a Jerusalén, con la autorización de la corte persa, para reedificar los muros de la
ciudad. Llega a Jerusalén como gobernador, (445-443), reconstruye la muralla de la ciudad de
Jerusalén para defender la vida de los repatriados de los ataques externos. A pesar de la enorme
oposición que encuentra dentro y fuera de la ciudad, Neh 4, 13-23, logra su propósito. Al propio
tiempo lleva a cabo una obra de reforma religiosa profunda rigorista. En apoyo de esta reforma y
encargado sobre todo de la parte religiosa de la misma, llega Esdras, "sacerdote escriba", (año,
428). Con él viene un nuevo contingente de repatriados.
7.3.2.- Esdras
Considerado como el padre espiritual del judaísmo, era sacerdote, Esdr 7, 12, cuya
genealogía se remontaba hasta el propio Aarón, Esdr 7, 1-5. Comisionado por Artajerjes, quien le
entregó un escrito, cuyo texto se conserva aún en la tradición aramáica, Esdr 7, 12-16, en él se
autoriza regresar al país a sus antepasados, en orden a analizar la situación religiosa y jurídica de
la comunidad israelita, Esdr 7,14. Con permiso del rey persa, da a los judíos la Ley del Dios
altísimo, como su estatuto jurídico, Esd 7, 12-14: “Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras,
secretario de la Ley del Dios del cielo, paz perfecta, etc ... “Éstas son mis órdenes: Todo aquel que en
mi reino pertenezca al pueblo de Israel, o a sus sacerdotes, o sus levitas, y quiera volver a Jerusalén,
puede partir contigo, ya que el rey y sus siete consejeros te envían para inspeccionar a Judá y
Jerusalén en lo referente a la Ley de tu Dios que está en tus manos.”.
Su reforma no estuvo exenta de dificultades, seguían existiendo los abusos que tanto
habían desagradado a Nehemías, sobre todo en lo relacionado a los matrimonios mixtos, pues
muchos de los ciudadanos judíos estaban implicados en tal aberración, Esdr 10, 18. Reunidos los
más ancianos de la comunidad se acordó en asamblea pública respetar las sagradas costumbres
de los mayores consiguiendo en el curso de pocas semanas, Neh 9, 1, que el pueblo se
comprometiera cumplir lo pactado y preceptuado por la Ley, Neh 10, 30-39. Puestos tales
precedentes, Esdras se entrego con ahínco a reorganizar la comunidad judía, convenciéndoles
que sólo la observancia plena de la Ley les abriría el camino hacia el futuro salvífico.
Y así llegó a la conclusión de que el distintivo judaico no sería en adelante su nacionalidad
sociopolítica, ni su idiosincrasia étnica, sino su adhesión a la Ley mosaica. El cumplimiento de lo
prescrito en la "Torah", se convirtió en un signo indeleble de pertenencia al pueblo elegido. La
intervención de Esdras supuso una renovación de la alianza sinaítica, reactivándose así la llama
del "yahvismo", casi apagada a causa de las dificultades surgidas con motivo del retorno.
Podemos concluir que la reforma de Nehemías y de Esdras implantó la hegemonía de la
LEY, la "Torah". Ésta fijaría, en adelante, los criterios de fidelidad a Yahvé y en consecuencia los
criterios de santificación.
Centro de esta comunidad religiosa van a ser el sacerdocio y el culto en el Templo. En el
culto, la comunidad vive su propia esencia, sintiéndose la "asamblea santa", (la qâhal o iglesia),
que realiza la esperanza del pueblo sacerdotal, presagiado de alguna manera en la primera
Alianza Ex 19, 6.
7.7.- La rebelión de los Macabeos (163 – 67, a.d.C.) El Reino de los Macabeos
Macabeo, significa = “martillo”. Es el sobrenombre del tercer hijo del sacerdote Matatías
de Modín, 1 Mac 2, 4, héroe de la guerra de independencia judía contra Siria. Judas Macabeo
habría sido el martillo, contra los seléucidas, alusión a su fuerza física y a sus hazañas bélicas; de
Judas Macabeo pasó el sobrenombre a sus cuatro hermanos, Juan, Simón, Eleazar y Yonatán.
Entre los años 167 a 166 a.d.C. llegan a Modín los emisarios de Antíoco IV, Epifanes, para
obligar a apostatar de la religión judía a todos los judíos de la ciudad de Jerusalén. En ella reside la
familia sacerdotal, capitaneados por Matatías, el cual mata al funcionario del rey y huye con sus
hijos a la montaña, reuniendo en torno a sí a los rebeldes. Aprovechando la ausencia de Antíoco
IV, ocupado en las campañas de Oriente, Judas Macabeo, que ha asumido el rol de guía después de
la muerte de su padre Matatías, logra recuperar gran parte de Judea. Su acción culmina con la
conquista de la ciudad de Jerusalén, excluyendo el Akra, donde se atrincheran las tropas
supervivientes de Antíoco IV, el día 25 de Kislev (noviembre - diciembre) del año 164 a.d.C.
vuelve a dedicarse solemnemente el Templo al culto (fiesta de Hannukah).
Antíoco IV muere durante la campaña de Oriente, pero el Akra sigue guardada por su
tropas. En su ayuda llegan del sur los ejércitos capitaneados por el general Lisias y por Antíoco V,
que derrotan a Judas Macabeo, obligándole a levantar el asedio. No obstante se evita la catástrofe,
pues Lisias y Antíoco V se ven obligados a regresar urgentemente a Antioquía para asegurar el
trono.
A la muerte de Antíoco IV, Epifanes, le sucede, su hijo el joven regente Antíoco V, éste
como era muy joven e inexperto en la guerra militar nombró a Lisias general experto que
respondió al asedio que Judas Macabeo puso a la ciudadela de Jerusalén (el Akra) en el año 163.
Derrotó a Judas Macabeo, y murió Eleazar, 1 Mac 6, 43-46. Sin embargo el general Lisias tuvo que
regresar a Antioquía para defender sus territorios y firmó un tratado concediéndoles libertad
para que los judíos “pudieran vivir según sus propias leyes”, 1 Mac 6, 59. Con este tratado se podía
decir que se había conseguido el objetivo de la rebelión de los Macabeos, pues se había dado fin a
la opresión iniciada por su padre Antíoco IV. Pero los macabeos se sintieron tentados por la idea
de afirmar aún más su poder político y su independencia nacional y sobre todo religiosa.
Lisias de Antioquía mandó a su general Nicanor para someter una vez más a los rebeldes
macabeos y Judas Macabeo derrotó al general Nicanor en Cafarsamala y más tarde lo destrozó
por completo en la batalla de Bet-Jorón y Adasa el día 13 del mes de Adar, (28 de marzo de 160,
a.d.C.). Judas Macabeo no supo sacar todo el partido posible a su victoria y el rey Demetrio I envió
a su general Báquides con un fuerte ejército, que consiguió derrotar a los judíos en la zona de
Berea y Elasa, al norte de Jerusalén, 1 Mac 9, 4-5. Judas Macabeo murió y fue cuando empezaron
las represalias contra el partido macabeo.
A Judas Macabeo le siguió su hermano Jonatán (160-143), tomó el relevo del mando
militar guerrillero de los judíos y pudo oponer resistencia a Báquides en Betbasi, era el año 159,
a.d.C.
A Jonatán el Macabeo le sucedió su hermano Simón el Macabeo (143 – 134, a.d.C.) ocupó
el puesto militar y se preparó para el ataque mediante la ocupación de la ciudad de Joppe. Simón
el Macabeo se puso de parte de Demetrio II, a cambio de que fuera reconocida la independencia
de los judíos. Así en el año 142, a.d.C. “el yugo de los paganos fue arrancado de Israel”, 1 Mac 13, 41,
al ser reconocido Simón Macabeo como Sumo Sacerdote, Gobernador y Comandante militar del
116
pueblo judío. Las aspiraciones de los Macabeos al mando militar, político y al Sumo Sacerdocio
fueron legitimados por los mismos judíos, 1 Mac 14, 41: “hasta que apareciera un verdadero
profeta” . Siguieron varios años de paz.
Simón el Macabeo fue traidoramente asesinado por su yerno de nombre Tolomeo, cerca
de Jericó, y le sucedió en sus cargos su hijo Juan Hircano. En este punto termina el Libro 1º de
Libro de los Macabeos.
7.10.- Contexto religioso y social de Israel. Los Sacerdotes, Escribas y Sabios, Saduceos. Fariseos.
Esenios, como guías de la comunidad y mensajeros de Israel
La comunidad israelita posterior al destierro de Babilonia, perdió el hilo directo de la
dinastía de David. Ya no hubo más reyes descendientes de David. Como hemos descrito
anteriormente siguieron tiempos de invasiones persas, griegas, las dinastías Seléucidas y la de los
Asmoneos, y finalizando con el dominio del Imperio romano.
En todo este largo tiempo el pueblo de Israel halla su refugio en el estatuto recibido de
Esdras. Ante la ausencia de reyes, y de líderes religiosos, sigue, sin embargo, necesitada de guías
espirituales que le orienten en el esfuerzo por vivir con fidelidad la Ley. Por ello toman gran
preponderancia en la vida religiosa social, política y sobre todo religiosa de Israel las siguientes
figuras:
c.- Los Sabios: Junto al sacerdote y el escriba la comunidad se siente dirigida y alentada
por los "sabios". El Sabio, es un personaje ordinario en el Antiguo Oriente. Es el funcionario de la
corte real, encargado de la redacción de los documentos oficiales o de las relaciones diplomáticas.
Dada su buena preparación y cultura, estos hombres pronto comienzan a tener sus normas de
vida para triunfar en los negocios de la vida y es su principal arma y fuente de inspiración.
En Israel, la sabiduría aparece con la institución de la monarquía. El prototipo modelo de
sabio en Israel es el rey Salomón, hijo de David, 1 Reyes 3, 16-28. Pero dicha corriente llega a su
esplendor en este período del postexilio. El sabio judío acepta la reflexión de los sabios paganos y
los sigue en ocasiones. Pero su fuente de inspiración, más que la experiencia de la vida, es la Ley
de Yahvé, que el sabio, observa, medita, Salmo 1. Sus reflexiones, por lo mismos comprenden
tanto las relaciones con los hombres, cuanto, sobre todo, las relaciones del hombre con Dios. Esta
reflexión no se hace sin una intervención especial de Yahvé. La comunidad reconoce enseguida
que muchos de estos escritos son respuesta a sus problemas y es norma para su conducta,
expresión segura de la voluntad de Yahvé sobre ella por lo que los recoge y acepta, reconociendo
su sabiduría como carácter de escritura sagrada.
Los problemas fundamentales de la reflexión de los sabios son los siguientes:
.- La retribución eterna,
.- el dolor,
.- la vanidad de la vida.
Cuando tratemos más adelante el tema de los libros sapienciales quedará más perfiladas
estas materias.
d.- Saduceos: La experiencia del exilio, los sufrimientos provocados por la dominación
extranjera y las luchas contra la helenización de la cultura judía impulsaron progresivamente a la
religión hebrea a desarrollar aquellos rasgos peculiares que la distinguen y diferencian hasta hoy
día.
Flavio Josefo, ya en los tiempos de Jonatán Macabeo (162 a.d.C.), habla de tres sectas
dentro de la religión oficial de Israel: Saduceos, fariseos, y esenios.
Los “saduceos”: Conservadores en cuanto a la fe y estrechamente ligados a la “letra” de la
Sagrada Escritura, toman el nombre de Sadoq, sacerdote del tiempo del rey David 2 Sam 8, 17.
Inmiscuidos en los juegos del poder del período helenístico, son un grupo muy activo en la vida
política, cultivando relaciones amistosas con la potencia ocupante de turno. Para poder vivir su fe
sin compromisos, muchos de ellos se separan del grupo y se autodestierran de Jerusalén. Los
saduceos no creían en la resurrección de los muertos ni en la inmortalidad del alma ni en la
presencia de ángeles ni demonios. Hablando de ellos Flavio Josefo afirma: “su doctrina sólo es
adoptada por un número exiguo de personas, las cuales, sin embargo, ocupan la primera posición
en cuanto a dignidad”.
e.- Los fariseos: Nacidos en la época de los Macabeos, forman inicialmente parte de los
“hasidim”, de quienes se desligan, decepcionados por la marcha política y religiosa de las cosas.
Fariseo, significa = “separado”, son aquellos que se distinguen de los paganos y de la masa
ignorante y ruda, los “amahares”. Toda su vida religiosa gira en torno al cumplimiento exacto de la
LEY, o, TORAH. Creen en la resurrección de los muertos y tanto en la angelología como en la
demonología. En torno a este grupo se aglutinaré la tradición oral de la Ley, esto es, las
discusiones, las interpretaciones y las actualizaciones de la tradición bíblica, que constituirán,
120
junto con la Sagrada Escritura, el corazón de la religión hebrea desde la destrucción del Templo
de Jerusalén en el año 70 d.C. hasta nuestros días.
Muy seguidos por el pueblo, son sus guías espirituales y políticos. En el ámbito de la
política su actitud fue siempre pacifista: respecto a los Asmoneos son muy críticos y atrevidos,
con tal de proclamar la verdadera fe hebraica. Con mucha probabilidad los llamados “escribas” y
“doctores de la Ley”, pertenecen al grupo de los fariseos.
f.- Los esenios: Los esenios viven en pequeñas comunidades, en lugares solitarios,
desérticos, apartados de la vida pública. No sabemos de donde deriva su nombre. Modernamente
se hicieron muy famosos por los descubrimientos de los manuscritos de la cuevas del Qumrán en
1947, donde dentro de vasijas de barro había gran cantidad de textos de la Sagrada Escritura y de
sus tradiciones que han servido para profundizar y ampliar el cocimiento de la religión hebrea.
Se dividen en tres clases: sacerdotes, levitas, y laicos. La comunidad es gobernada por una
rígida disciplina: no divulgan la enseñanza y ninguna persona extraña puede unirse a la plegaria,
a la mesa o al trabajo vividos comunitariamente. La aversión a la clase judía dominante es radical,
así como el rechazo del sacerdocio oficial del Templo, considerado por ellos como “sacerdocio
impío”. El regreso riguroso del cumplimiento de la Ley y las normas de pureza son
extremadamente rigurosas y necesarias para pertenecer a esta secta.
CAPITULO OCTAVO
LOS PROFETAS
a.- El Monoteísmo: Sólo paulatinamente Israel había llegado a una definición teológica
acerca del monoteísmo: afirmación de la existencia de un único Dios verdadero = YAHVÉ. El Dios
santo de la Alianza. La revelación del Dios del Sinaí había sido vinculada a la elección del pueblo y
a la conclusión de la Alianza, y en consecuencia Yahvé aparece como el Dios propio y único de
Israel. Por lo tanto Yahvé dueño de toda la tierra, no deja sitio para otros dioses. Los profetas
luchando contra el influjo de los cultos paganos = idolatría, querían salvar a Israel de la infidelidad
y de la desgracia al adorar dioses falsos, fabricados por manos humanas, Is 40, 20,s.s.; Os 8, 4-5.
Por eso la idolatría era uno de los temas de denuncia profética más habitual. Dios castiga
esta infidelidad ya se trate de la adoración de falsos dioses o la fabricación de una imagen suya,
Deut 13.
b.- El moralismo, o la denuncia contra toda injusticia: A la santidad de Yahvé se opone la
impureza del hombre, Is 6, 5, y por esta conciencia íntima los profetas adquieren una aguda
sensación de la maldad del pecado. El pecado, en cualquiera de sus modalidades es lo que separa
al hombre de Dios, Is 59, 2. El pecado, en efecto, es un atentado contra el Dios de Justicia, Amós;
contra el Dios del Amor, Oseas; contra el Dios de la Santidad, Isaías.
En cuanto a Jeremías, se puede decir que el pecado ocupa el centro de su visión: se
extiende a la culpa de toda la nación, que parece corrompida definitivamente, incapaz de
conversión, Jer 13, 23.
Este desbordamiento del mal reclama el castigo de Dios, el gran juicio del "día de Yahvé",
Is 2, 6-22; 5, 18-20; Os 5, 9-14; Joel 12, 1-2. El pecado, que es pecado de la masa, reclama esta
sanción colectiva; con todo la idea de la retribución individual comienza a aparecer en Jer 31, 29-
30. Para salir del pecado es necesaria la conversión, Ez 18.
Este castigo - corrección del pecado hace que el pueblo elegido gane en profundidad en su
vida religiosa. Para escapar del castigo hay que "buscar a Yahvé", Am 5, 4; Jer 50, 4, es decir, hay
que cumplir la voluntad de Dios, (la alianza), cumplir sus mandamientos, caminar en rectitud, y
vivir en humildad, Is 1, 17; Os 10, 12, lo que, Dios pide a su pueblo es la práctica de una religión
interior, que para Jeremías es una condición de la Alianza nueva, Jer 31, 31-34.
Este espíritu debe de animar toda la vida religiosa y las manifestaciones exteriores del
culto del pueblo judío. Por eso los Profetas protestan contra el ritualismo frío y ajeno a toda
preocupación moral., Is 1, 11-17; Jer 6, 20.
c.- La esperanza de Salvación: El castigo por causa del pecado no es la última palabra de
Dios para con su pueblo. Dios no quiere, la ruina total de sus hijos, sino que, a pesar de todas las
apostasías, Dios prosigue con sus promesas y quiere la salvación definitiva de su pueblo. En la
visión de los profetas, los planos del castigo inminente y el del juicio postrero de Dios, se
superponen. Dios se reservará un "resto", Is 4, 3, que se librará del peligro presente y se
beneficiará de la salvación final. Ambos planos se distinguen por el desarrollo de la historia
después de cada prueba, el "resto" es el grupo que ha sobrevivido Am 5, 15; Is 37, 31-32. De este
"resto" surgirá un vástago del que vendrá la salvación definitiva, Is 11, 10; 37, 31; Miq 4, 7; Ez 37,
12-14.
Reyes: Profetas:
Jeroboam I (932-911)
Ajab (875-854) Elías
127
Joram (853-842) Eliseo
Jeroboam II (784-744) Amós - Oseas
Ozías (733-725) Destierro de Nínive, 722).
8.8.- ELÍAS
El ciclo de Elías se compone de historias y leyendas, 1 Reyes 17, 1; 2 Reyes,2, 1-12. Parece
que Elías despertó un gran interés entre sus discípulos. De la actual vida del profeta Elías es casi
imposible reconstruir objetivamente sus palabras y sus obras. Elías se supone que nació en
Tesbis, ciudad de Galaad. Fue un reformador entusiasta entregado a depurar la religiosidad
yahvista puesta en peligro por el laxismo tolerante del rey Ajab, casado con Jezabel, que era
fenicia y quería que su esposo tolerara el culto público de las divinidades fenicias. Con esto se
abría una puerta a la idolatría a costa de la verdadera y única religión: la yahvista.
Dentro de este marco histórico están esparcidos numerosos relatos milagrosos como por
ejemplo, el alimento del profeta que lo recibía de un cuervo junto al torrente de Querit, 1 Reyes
17, 4-7, el aceite que no disminuía jamás de la orza de la viuda de Sarepta y la resurrección de su
hijo 1 Reyes 17, 8-24, y sobre todo el misterioso rapto, es decir, la asunción de Elías al cielo en un
carro de fuego, 2 Reyes 2, 1-12 .
8.9.- ELISEO
A pesar de las denuncias de Elías, Israel no se vio libre del culto a los ídolos llamados =
"baales", 2 Reyes 10, 21. Los monarcas israelitas prosiguieron su política tolerante con el culto a
otros dioses. A la muerte de Ajab le sucedieron en el trono Ocozías y Jorán, quienes mantuvieron
idéntica actitud político-religiosa. Sin embargo la obra iniciada por el profeta Elías no podía
quedar inconclusa, hubo un sucesor digno y competente, se trata del profeta Eliseo.
Eliseo, hijo de Safat, 1 Reyes 19, 16, se convierte en el servidor fiel de Elías, 1 Reyes 19,21
Al ser arrebatado Elías al cielo, Eliseo recibe su manto como signo de herencia espiritual, 2 Reyes
2, 14. Eliseo viene a ser la encarnación de un tipo de profetismo que está dispuesto a frenar los
abusos idolátricos sincretistas. Defendió como Elías, la integridad del yahvismo; tal es el nombre
que él toma "Elí-sa" = "Dios salva", "Dios ayuda". Su actuación sirve para recordar al pueblo elegido
que sólo permaneciendo fieles a la religión yahvista, (fidelidad a la Alianza del Sinaí) tendrán
garantías para su futuro.
La historia de Namán, el general sirio pagano, que es curado de la enfermedad de la lepra
por medio de una acción milagrosa, demuestra que el Dios de Israel es universal; es el Dios de
todos los pueblos, así lo afirma Namán al verse curado milagrosamente: "He aquí que reconozco
no haber otro Dios en toda la tierra fuera del Dios de Israel", 2 Reyes 5, 15. El mensaje de esta
afirmación es: la voluntad de salvación universal de Yahvé se extiende a todos los pueblos. Es
cierto, evidentemente, que Yahvé ha elegido a Israel de una manera singular, pero tal elección no
lleva consigo la exclusión de los otros pueblos de la benevolencia y de la misericordia divinas.
8.10.- AMOS
Cuando Amós empieza su predicación reina en Israel, desde hace treinta años Jeroboam
II. La situación política es próspera. Las fronteras se hallan seguras: al Sur, Judá no puede
amenazar porque Amasías había sido derrotado por Joaz, padre de Jeroboam, 2 Reyes 24 al
Norte, Asiria no se encuentra en un período de máximo poderío y Damasco no hace mucho fue
vencida por el mismo Joaz, 2 Reyes 13, 25, al Este, Moab ha sido sometido y las ciudades de
Lodebar y Qarnaim reconquistadas.
Por otra parte el largo reinado de Jeroboam II ha hecho posible con su estabilidad, una
grandeza que recuerda la del reinado de Salomón. Israel aumenta sus fronteras; ejerce el control
sobre las vías comerciales de la época. Con ello se incrementó la prosperidad comercial y surge lo
que hoy se llamaría una clase burguesa: los mercaderes. Ellos expresan el desarrollo económico y
gozan de la riqueza al lado de los nobles.
Este bienestar material beneficia a pocos, es ocasión de muchas injusticias: la rapacidad
de los ricos, ansiosos de poder y de aumentar sus posesiones, los lleva a despojar de sus tierras a
los pequeños propietarios. Estos agobiados primero por las guerras, se encuentran ahora
indefensos y caen en la miseria, mientras los latifundios se extienden a sus expensas, Is 5, 8. El
128
Levítico establecía que: "las tierras no se venderán a perpetuidad porque la tierra es mía y vosotros
sois en lo mío peregrinos y extranjeros", Lev 25, 23. Esta idea que afirmaba que a Yahvé
pertenecían los bienes raíces motivó la ley de la recuperación de la propiedad. Por otra parte eso
era la mejor garantía para evitar la acumulación injusta de bienes y mantener a los judíos en la
condición de hombres libres. Todo esto es pisoteado en la nueva situación de abundancia y
fortuna. más aún, el curso favorable de las casas es interpretado por los ciudadanos prósperos
como una bendición de Dios y un augurio de tiempos llenos de paz y de felicidad.
Visitan los santuarios de Bethel y Guigal para garantizar con sus dones y ofrendas la
benevolencia de Yahvé y hacer callar a los sacerdotes, ministros de un culto que gracias a ellos, les
acarreaba beneficios económicos y así no se atreverían a denunciar las injusticias manifiestas.
Amós se indigna ante esta situación y alza su voz profética para denunciar y amenazar al pueblo
de Israel., Am 3, 13-15; 6, 4-6; 2, 6-8; 8, 4-8.
8.10.4.- El mensaje
Podríamos resumir el rico mensaje profético de Amós de la siguiente manera:
1.- Yahvé es el Dios de Israel. Un Dios que no da importancia a los ritos externos sino a una
práctica religiosa y moral conforme con una Alianza que exige una respuesta libre y sincera del
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hombre.
2.- El pueblo comete injusticias por haber rechazado a Yahvé, Dios Santo y Justo, que exige
de su pueblo santidad y justicia.
3.- Yahvé advierte al pueblo por medio de su predicación profética y lo corrige con
castigos, preludio del "día de Yahvé", que para Israel será día de tinieblas y de oscuridad, Am 5, 20.
4.- Yahvé es no sólo Dios de Israel, sino de todos los pueblos, Am 4, 13. Por eso puede
castigar los crímenes de las demás naciones, Am 1, 3.
5.- Israel será en verdad una nación en alianza con Dios solamente si las relaciones entre
los hombres se basan en la justicia y en el derecho.
6.- A la ruina de Israel seguirá la esperanza de la restauración a través del "resto", Am 3,
12; 5, 3-15; 9, 8.
8.11.- OSEAS
El ambiente histórico que enmarca la predicación de Oseas es, en general, el mismo
descrito al hablar del profeta Amós. Únicamente se hace necesario pata entender mejor el
lenguaje y los reproches de Oseas el recordar someramente ciertos abusos que se habían
introducido en el culto. Los abusos eran, sobre todo, dos:
1.- El culto a los "baales", ídolos de fertilidad, que controlaban los procesos de la
naturaleza y la fecundidad de los campos ganados y familias.
2.- La práctica de la prostitución sagrada, consecuencia del culto a los "baales". A través de
ella en forma mágica, se pretendía incitar a los dioses y diosas al ejercicio de sus relaciones
conyugales, de las cuales dependía la prosperidad en la tierra. La prostitución sagrada o
"hierodulía" se estableció incluso en Jerusalén bajo los reyes Manasés y Amón, 698-642 y 2 Reyes
21. Ya antes Asa, 911-871, y Josafat, 871-849, habían expulsado: "de la tierra a los consagrados a
la prostitución", 1 Reyes 15, 12. También Josías, 642-609, cuando emprendió la reforma religiosa:
"derribó las cosas consagradas a la prostitución, que estaban en la casa de Yahvé y donde las
mujeres tejían velos para Aserá", 2 Reyes 23, 7.
1.- Se trata de un sueño profético o visión: así lo interpretan los judíos de la Edad Media.
2.- Es una alegoría: S. Jerónimo. Sus argumentos son de orden moral. En un comentario a
Oseas así lo da a conocer.
3.- Es un hecho histórico. Opinión común entre los exegetas modernos. La experiencia
matrimonial de Oseas se convirtió en ocasión y fundamento de su vocación profética. De esa
vivencia sacó la comprensión del amor fiel de Yahvé a su pueblo.
Aceptada esta posibilidad de un matrimonio histórico existen varias opiniones:
1.- Gómer era una prostituta del templo
2.- Gómer practicó la superstición de la época, según la cual, la mujer casada que deseaba
tener hijos en su matrimonio debía sacrificar su virginidad entregándose a un desconocido en un
lugar sagrado
3.- El calificativo de "prostituta", sería un insulto posterior que Oseas habría aplicado a su
mujer después que ella le hubiera sido infiel
4.- Gómer era realmente prostituta. Oseas la amó y se casó con ella a pesar de prever que
le sería infiel. Lo hizo impelido por ese amor, pensando que sus previsiones se cumplirían, o bien
impelido por Yahvé para simbolizar las relaciones entre Yahvé y su pueblo.
130
8.11.2.- La composición del libro
Un análisis del libro muestra la triple repetición del mismo esquema literario: Acusación,
Amenaza de castigo, Promesa de salvación, Os 1, 2-3; 4, 1-11;12, 1-14
Esto hace pensar en la existencia de tres colecciones que un redactor posterior uniría,
añadiendo el título: "Palabra del Señor que recibió Oseas ben Beerí, durante los reinados de Ozías,
Yotam, Ajaz y Ezequías en Judá, y de Joroboam ben Josás en Israel". Título inexacto, porque Oseas
no describe la ruina de Samaria como testigo y, por consiguiente, no vivió en tiempos de Ezequías.
Además el título es imitación del que aparece en Is 1,1.
Ciertos textos que aparecen como una actualización para el reino del sur Is 1, 7; 4, 15,
parecen confirmar la hipótesis de que fue en Judá donde se tuvo la última redacción de la profeta
de Oseas. Dos partes se distinguen claramente en la profecía de Oseas:
1.- la primera, del capítulo 1º al 3º, que nos narra el matrimonio del profeta y su valor
simbólico.
2.- la segunda, del capítulo 4º al final, que contiene los discursos proféticos de Oseas.
Una división más en concreto podría ser la siguiente:
1.- El matrimonio de Oseas: símbolo de las relaciones entre Yahvé y su pueblo: Oseas 1,1,
s.s, a 3,5.
2.- Reprensiones a Israel por sus infidelidades: Oseas,4,1-9 al 4.
a.- Infidelidad actual de Israel, Os. 4,1 s.s. a 9,9.
b.- Infidelidad antigua de Israel. Os. 9,10,s.s. a 14,10.
8.11.3.- El estilo
De Oseas, escribe S. Jerónimo, que habla por sentencias. El estilo de Oseas es
precisamente un estilo sentencioso y entrecortado. Mientras Amós es un orador, Oseas es un
poeta y un pensador. Escribe un poco como Jeremías. El afecto y la pasión están presentes e
impiden el encadenamiento lógico de las ideas y de las frases. Estas alcanzan a veces cumbres de
sublimidad, como en Os 11, 8-11, difícilmente presentes en otros escritos del A.T.
8.11.4.- El mensaje
Entre los puntos centrales del mensaje de Oseas podemos enunciar los siguientes:
1.- El hecho de enfocar las cosas desde la perspectiva de las relaciones de Yahvé con su
pueblo.
2.- La relación de Yahvé con Israel es como un vínculo matrimonial al que Dios se
mantiene fiel, a pesar de que el pueblo es repetidas veces infiel. Si castiga al pueblo es para que se
convierta, Os 11, 8-9.
3.- Los grandes pecados de Israel son la idolatría y la violación de la ley de la Alianza.
4.- El culto externo "sin conocimiento de Yahvé", es vacío e inútil.
5.- Al conocimiento de Yahvé hay que unir el amor benevolente y servicial. Esta
benevolencia implica todos los deberes de fidelidad y de amor hacia quienes están unidos en la
misma comunidad.
6.- El amor de Yahvé a su pueblo se compara al amor paternal cuando se piensa en el
pasado; al conyugal cuando se mira al presente y al porvenir.
7.- Yahvé es santo. Por eso exige del pueblo santidad y pureza. Para eso le hace volver al
desierto, lugar de prueba y de purificación, Os 2, 5, y al mismo tiempo, época de la primera unión
de Yahvé con Israel, Os 2,16.
8.13.- ISAÍAS
La obra literaria del Libro de Isaías, está compuesta por varias fuentes diversas, de
diversos autores y de épocas diferentes. Por lo tanto, no puede atribuirse todo lo escrito en este
libro a una persona, es decir, a un solo autor. La exégesis veterotestamentaria distingue tres
partes principales:
8.13.1.- Ambiente histórico: El Capítulo 1, 1, s.s. del libro de Isaías nos precisa: "visión de Isaías hijo
de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén en tiempos de Ozías, de Jotán, de Acaz y de Ezequías, reyes de
Judá". Y el capítulo 6, 1, s.s. dice: "el año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un
trono alto y excelso".
Ozías muere el año 740, a.d.C, y es cuando Isaías tiene la visión en la que recibe su misión
profética. Esta misión la ejercerá hasta la muerte del rey Ezequías, 698 a. d. Cristo. De la lectura
del libro de Isaías se desprende la evidencia de 4 intervenciones principales entre otros
momentos importantes de la historia de Israel:
1.- 740 - 736, a.d.C.: Exhorta y amonesta al pueblo que se aparta de las exigencias de
Yahvé, (Isaías, capítulos del 1 al 6).
2.- 734 - 733, a.d.C.: El reino del Norte se une con el reino de Damasco y otros reinos de
Siria para atacar a Asiria. Le piden a Caz que haga alianza con ellos. Este se resiste, entonces las
fuerzas sirio-efrainíticas atacan al reino de Judá. El rey Acaz es presa del pánico ante la
superioridad de sus enemigos. Isaías anuncia la asistencia de Yahvé, Isaías, capítulos del 7 al 12.
3.- 716 - 711, a.d.C.: Judá intenta rebelarse contra Asiria. Entonces Isaías exhorta a la
sensatez y a no aliarse con Egipto, Isaías, capítulos del 30 al 31.
4.- 701, a.d.C.: El rey Ezequías se subleva contra Asiria y se une a Egipto. Sanaquerib
asedia Jerusalén. El profeta Isaías predice que no entrará a la ciudad santa, Isaías, capítulos del 36
al 38.
8.13.4.- Estilo
Posee Isaías, un estilo de poeta clásico. Aunque es menos dramático que Jeremías, lo
supera en la elegancia del lenguaje y en el lirismo de sus expresiones, que poseen una gran fuerza
evocadora. Su construcción es ordenada y sobria. Usa de artificios literarios: como repetición de
palabras y raíces semánticas semejantes, que se perciben en el texto original. Literariamente es
juntamente con el libro de Job, lo mejor escrito en poseía del Antiguo Testamento.
8.13.5.- El Mensaje
Es difícil sintetizar el rico mensaje del Primer Isaías. Podemos, sin embargo, destacar
varios de los puntos mas salientes de su doctrina
1.- Yahvé es el único Dios, Santo y creador del mundo Is 6. Los dioses son "nada"; obra de
las manos de los hombres, Is 2, 8-18
2.- La santidad de Yahvé se manifiesta en el juicio sobre el pecado de los hombres, que es
una rebelión contra El. Todos han pecado, Is 1, 2-15. Los sacrificios no son un remedio contra el
pecado. Lo es, en cambio, la conversión, unida a la fe en Yahvé. Sin ella no se puede subsistir, Is 7,9.
3.- El juicio del Señor, "su día" vendrá sobre todos los pueblos, Is 2, 6-22. Al juicio seguirá
la instauración de un reino de paz primero sobre Israel y después sobre todas las naciones, Is 4,
2-5; 9,1-7.
4.- La base de su reino sería un "resto", Is 6, 13; 7, 3-10; 17-22.
5.- En ese reino un personaje ejercerá la realeza en nombre de Yahvé: el Mesías, Is 9, 15;
11,2.
Capítulos del 40 al 55: El ambiente histórico en el que surge la predicación del Deutero-
Isaías es el de finales del exilio en Babilonia 586-538.
8.14.3.- El estilo
No es conciso como el del Libro Primero de Isaías. Se caracteriza más bien por el lenguaje
redundante, por su solemnidad y lirismo. El autor es un gran poeta.
8.14.4.- El mensaje
La rica doctrina del Segundo Isaías (o Deutero-Isaías) tiene como ideas principales, las
siguientes:
1.- La presentación conjunta de la creación del mundo y del destino de Israel como dos
obras divinas. La actividad creadora y salvífica de Yahvé aparecen íntimamente unidas. Is 42, 5-6;
44, 24- 28; 45, 12-13; 51, 9-10.
2.- Yahvé lo es todo. Los ídolos son nada. Is 42, 8; 45, 20; 46, 59; Yahvé es grande y
glorioso, Is 40, 15-17. Es creador, Is 40, 12. Es potente, Is 40, 10; 51, 9. Es omnisciente, Is 40,
13-14. Es eterno, Is 43, 10-12; 41, 4; 44, 6.
3.- El tema de Israel como Siervo, y junto a el un personaje: el justo que sufre Is 42, 1-9;
49, 1-7; 50, 4-9; 52, 13; 53,12, y que, a través de su sufrimiento establecerá una alianza con la
humanidad entera. Is 53, 11.
4.- La salvación ofrecida a todos los pueblos. Is 45, 22-23; 55, 1-5.
5.- Dios liberará a su pueblo a través de un segundo éxodo, Is capítulos: 40 - 55.
El símbolo del nuevo éxodo es la salida de la esclavitud de Babilonia (586-538). La
liberación consiste en salir de Babilonia como hombres libres. Babilonia es vista como una cárcel
tenebrosa, Is 42, 16; 43, 14; 51, 14.
El camino en este nuevo éxodo se transforma. Aparece como un jardín paradisíaco, con
siete especies de árboles y aguas abundantes, Is 41, 19; 44, 3; 55, 13. Se habla de un regreso a los
134
orígenes en una proyección escatológica, Gen 2, que de la actitud de incredulidad del pueblo
surge la esperanza. La transformación del desierto presenta además al pueblo que camina como
en una peregrinación litúrgica al monte Sión. La entrada en Sión: en lugar de la tierra prometida,
Jerusalén y Sión, que suponen la tradición teológica de David, la dinastía y el templo. En Is.
49,14-23, se presenta una imagen materna: Jerusalén es la hija ya casada y madre fecunda, que
recupera los hijos.
El capítulo 54 une el aspecto de maternidad y el de reconstrucción. Los enemigos de esta
liberación son:
1.- Babilonia: Dios la destruye por medio del rey Persa Ciro, su "ungido", Is.45, 1-8. Por vez
primera un rey extranjero es llamado en un oráculo profético "ungido". La elección cobra hasta
una dimensión universal.
2.- Los ídolos de Babilonia... son nada, al igual que sus obras Is.41,21-29.: "Todos juntos
eran nada....". En Is. 46,1-7 se contrapone la relación de los dioses con Babilonia y la del Señor con
su pueblo.
3.- El pueblo: También aquí como en el primer éxodo, la resistencia mayor proviene del
pueblo. Si no transforma su desconfianza y desaliento en una actitud firme de fe, el pueblo no
podrá ser salvado. E1 pueblo se lamenta e interpreta el destierro como infidelidad de Dios,
abandono de Dios.
Sin embargo Dios les da a conocer los verdaderos motivos del destierro: el pecado del
pueblo Is 42,24; 43, 22-28; 50,1. Dios, les recuerda igualmente que sigue siendo fiel a su pueblo
elegido Is 41, 8-16. Gracias a esa elección cada uno puede tatuarse la señal de pertenencia a Dios,
Is 44, 1-5. E1 pueblo diezmado debe pensar en Abraham, ejemplo de fecundidad Is 51,2; debe de
pensar en la tierra prometida, en su salvación Is 51, 3-8. El pueblo ciego no comprende el sentido
de la historia; es sordo, no comprende el sentido de las palabras. Con todo se convertirá y será
signo y testigo de Dios en la historia. Is 43,10-13.
8.14.5.- El Mediador
En el primer Éxodo el mediador era Moisés. En este segundo éxodo aparece un mediador,
al que se llama "siervo". Todo el pueblo es siervo de Yahvé, Is 40, 8-9 También Ciro es un
mediador. Cuatro cantos nos hablan de un "siervo de Yahvé" que es anónimo, mediador,
intercesor, Is 42, 1-4; 49, 1-6; 50, 4-9; 52, 13 - 53, 1-12. Toda la tradición cristiana ha visto en la
figura literaria del "siervo de Yahvé" un anuncio del mismo Cristo.
8.15.4.- El Mensaje
No tiene la unidad que aparece en el Segundo Isaías podemos, con todo, caracterizarlo
como una mezcla de ideas de Ezequiel y del Segundo Isaías. El trasfondo de Ezequiel aparece en la
insistencia en lo cúltico; el del autor del Libro de la Consolación en la insistencia en la actitud
interna como la única capaz de vivificar la religión exterior y en el universalismo.
En síntesis:
1.- Jerusalén será el centro y la luz para todos los pueblos, Is 60, 2-4.
2.- Los nuevos convertidos serán practicantes de la ley mosaica, especialmente la
observancia del sábado. Is. 56,1-8;58,13-14.
3.- La idolatría es abominable y junto con la violación de la Ley ocasiona la ira de Yahvé. Is.
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65,1-7.
4.- La salvación es una gracia que se otorgara a los pobres y humildes, "al abatido que se
estremece ante mis palabras ". Is.66,2.
8.16.3.- El Mensaje
Miqueas repite los principales temas de la predicación de Amós, Oseas y del Primer Isaías:
necesidad de la justicia social; vaciedad de un culto externo que no tiene repercusiones
coherentes en la vida. En Miq 6, 8 sintetiza el mensaje principal de cada uno de esos profetas:
8.17.3.- El mensaje
Lo podríamos resumir de la siguiente manera:
1.- El centro del mensaje de Sofonías es el día de Yahvé, anunciado ya por el profeta Amos,
Am 5, 18-20; y por el profeta Isaías, Is 2, 6-22. En Sofonías ese día adquiere dimensiones cósmicas
y universales, Sof 1, 2-3.
2.- La causa de este juicio de Yahvé es la soberbia, la rebelión y la corrupción. Sof 1,12; 2,
10.
3.- La salvación llegará; Dios otorgará su amor a Jerusalén y extenderá la salvación a todos
los pueblos, Sof 3, 15-18.
4.- Esa salvación se realizará a través de un "resto", constituido por los "anawin", o pobres
de Yahvé: "Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El
resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua
embustera", Sof 3, 12-13.
Vale la pena recordar que el famoso himno litúrgico medieval de Tomas de Celano: "Dies
irae, dies illa....", toma su inspiración de Sofonías,1, 15-18. Por último, hay que tener presente que
Sofonías con su doctrina sobre la pobreza, tiende el puente entre la predicación moral y nacional
de los profetas del S. VIII y la más espiritual de los S. VII y VI.
138
1.- Primer período: 627-622. Jeremías es llamado al ministerio profético el año 627, era el
año 13, del reinado de Josías, Jer 1, 2. Josías realizó la reforma externa, 2 Cron capítulos: 34 - 35.
Jeremías insistió en la necesidad de una reforma interior. En este período cuando, al constatar
que la reforma no había logrado cambiar la conducta de los habitantes de Judá: "No volvió a mí de
todo corazón, sino de mentira", Jer 3, 10, anuncia la invasión de Jerusalén por parte de los reinos
del norte, Jer 1, 15; 19, 3-4. Los discursos de este tiempo se relatan en Jer 1 al 6 y del 30 al 31.
El año 622, Josías centraliza el culto, y da disposiciones en contra de la idolatría. Esta cesa
de existir Jer 44, 18. Por este motivo Jeremías interrumpe su ministerio y, según parece, se retira a
Anatot para cultivar sus campos.
2.- Segundo Período: 609-604. En junio de 609 muere Josías en Meguido cuando trata de
impedir el paso del faraón Necao a Babilonia, 2 reyes, 23, 29. El pueblo lloró la muerte de este
piadoso rey y "Jeremías compuso una lamentación sobre Josías", 2 Cron 35, 24-25. Más adelante el
mismo profeta celebrará la derrota de los egipcios en Karkemis en el año 605, como una victoria
de Yahvé contra quienes habían matado a Josías, Jer 46, 2-12. A la muerte de Josías el pueblo
escogió a Jeacaz como sucesor de su padre, porque no quería al primogénito Joaquim. Sin
embargo, Necao lo depuso y colocó a Joaquim como rey e impuso un fuerte tributo al pueblo, 2
Reyes 23, 30-35.
Jeremías lamenta también la disposición de Necao en deponer a Joacaz, Jer 22, 10-12. Es
en estas circunstancias cuando se hace necesario nuevamente la intervención profética de
Jeremías porque:
.- Joaquim promovió la idolatría y exigió fuertes impuestos.
.- Surgió una crisis de fe en el pueblo, desconcertado porque no comprendía que el buen
rey Josías hubiera tenido una muerte tan trágica. Los habitantes de Judá llegan a pensar que esa
muerte es un castigo de los dioses por haberles dado culto un tiempo y vuelven a la práctica de la
idolatría, Jer 7, 9-15).
.- Incluso quienes habían permanecido fieles estaban supersticiosamente apegados al
Templo de Jerusalén, Jer 7,1-8.
Las principales acciones de Jeremías fueron, durante este período.
.- El discurso en el Templo, que suscita la ira de los sacerdotes y profetas por haber
profetizado contra Jerusalén y su Templo. Es juzgado reo de muerte y sólo la intervención de
algunos príncipes del pueblo lo libran de esa sentencia, Jer 7, 1-15.
.- El discurso de reprensión al rey y al pueblo en el palacio real: los acusó de injusticia,
opresión al pueblo, de maldad, y anunció el castigo, Jer 22, 1- 19.
.- Después de la batalla de Karkemis, (605), en la que el faraón es derrotado, anuncia que
el enemigo del Norte serán los babilonios, Jer 46, 2-12. Por este motivo es castigado, Jer 20, 1-6, y
se le prohíbe entrar en el Templo, Jer 36, 5.
3.- Tercer Período: 597-586: En 597 muere el rey Joaquim. Le sucede Joaquín. Jeremías
139
predice el destierro a los habitantes de Jerusalén, Jer 10, 17-21, y de manera particular al rey y a la
reina madre, Jer 22, 24-30. Joaquín gobierna solo tres meses, 2 Reyes, 24, 8. Le sucede Sedecías.
Este no era malo, pero su débil, y además estaba rodeado de ministros inexpertos y ambiciosos,
Jer 37, 1-2. Ellos despreciaban a los que habían sido llevados a la cautividad. Jeremías hace ver,
por el contrario, que son los deportados y no los que se han quedado en Jerusalén los que están
llamados para que después de esa purificación continúen la historia de la salvación en el pueblo
de Dios, Jer. 24, 1-10.
En 593, Sedecías está a punto de unirse con Tiro, Sidón, Moab, Edom y Amón en una liga
antibabilónica, Jer 27, 3. Jeremías lo convence de que no haga esa alianza, Jer 24, 7-22). Sedecías
envía una delegación a Nabucodonosor. Jeremías aprovecha a los legados para enviar una carta a
los desterrados. En ella les hace ver que a pesar de las esperanzas que alimentaban falsos
profetas, Jer 28, 1-17, la vuelta del destierro tardará mucho: "Construid casas y habitadlas, plantad
huertos y comed sus frutos. Tomad esposas y engendrad hijos e hijas... buscad la prosperidad del país
adonde se os ha deportado y rogad por él al Señor, porque su prosperidad será la vuestra", Jer 29,
5-6.
En 588 Sedecías se rebela contra Nabucodonosor. Este viene y sitia Jerusalén Jer 52, 4-5;
39, 1. Sedecías tiene la esperanza de que el Faraón venga en su auxilio y haga levantar el asedio.
Jeremías le anuncia que eso no sucederá, Jer 34, 1-7. Poco después el profeta es acusado de
traición y es encarcelado, Jer 37, 11-16. Aconseja al rey que se rinda para evitar la destrucción de
Jerusalén y del Templo. Sedecías no se decide y la caída de la ciudad llega, Jer 38, 14-28.
4.- Cuarto Período: 586- (-). Nabucodonosor nombró gobernador de Judá a Godolías, Jer
40, 5. Este hizo cobrar esperanzas a los judíos que habían huido a las regiones limítrofes de Moab,
Amón, Edom, y otras, Jer 40, 11. Muchos regresaron. Pero sólo dos meses después Godolías es
asesinado y con su muerte desaparece dicha esperanza. Muchos judíos huyeron entonces a
Egipto. Otros se quedan en las cercanías de Belén, Jer 43, 1-3. Estando allí, Jeremías los invita a
que se queden en Judá. Ellos no le hacen caso y van a Egipto y allí se instalan en Tafne. Jeremías y
Baruc les acompañan Jer 42, 1, s.s. al 43, 7. Es en Tafne donde Jeremías anuncia la expedición
punitiva que realizará Nabucodonosor contra Egipto, y que tuvo lugar en el año 568, Jer 43, 8-13.
Es también en Egipto donde pronuncia su último oráculo: los que vayan a Egipto no volverán a
Jerusalén no existirá un nuevo éxodo de Egipto; el Faraón será entregado en manos de sus
enemigos, Jer 44, 1-30.
Después de este último oráculo Jeremías desaparece del escenario histórico. Según S.
Jerónimo y Tertuliano, fue lapidado en Egipto por sus compatriotas. Otra tradición habla, en
cambio, de su traslado a Babilonia por Nabucodonosor en el año 566.
8.18.3.- El Mensaje
Más que añadir cosas nuevas a la teología de los profetas que le habían precedido: Amós,
Oseas, Isaías, profundizó los principales puntos doctrinales de los mismos:
1.- Fidelidad y conocimiento de Yahvé en oposición al formalismo religioso. La verdadera
religión es la práctica de la justicia con el prójimo, Jer 22, 16. La verdadera circuncisión es la del
corazón, Jer 4, 4.
2.- El pecado es obstinación y endurecimiento. Su principal manifestación es el abandono
de Yahvé y el culto a los dioses extraños, Jer 1, 16; 2, 13-19; 16, 1.
Propio de Jeremías es el anuncio de la Nueva Alianza, Jer 31, 31-34. Esa alianza traerá
consigo el cambio del corazón. La nueva alianza será independiente de las antiguas instituciones
nacionales y religiosas que no garantizaron la fidelidad a la antigua.
La "religión interior" de Jeremías influyó más adelante en el movimiento de los "pobres de
Yahvé".
8.19.4.- El autor
En la tradición se ha señalado a Jeremías como autor de estas elegías. La base de tal
atribución parece haber sido lo que se dice en 2 Cron 35, 25: "y Jeremías compuso una
lamentación sobre Josías, que cantan todavía hoy los cantores y cantoras en sus lamentaciones sobre
Josías. Habiendo venido a ser esta costumbre como ley en Israel. Están escritas entre las
lamentaciones".
Los LXX ponen una nota introductoria a la Lamentaciones en la que señalan como autor a
Jeremías: "Y sucedió, después de deportado Israel y Jerusalén devastada, que el profeta Jeremías se
sentó a llorar; entonó esta lamentación sobre Jerusalén".
Esta fue la opinión tradicional hasta el S. XVIII en que se negó la tesis de que Jeremías era
el autor del libro de las Lamentaciones. Los principales argumentos aducidos para no aceptar la
paternidad de Jeremías sobre las Lamentaciones son:
l.- La nota introductoria de los LXX no se encuentra en el texto masorético ni en algunas
introducciones antiguas.
2.- El Canon Hebreo coloca el libro de las Lamentaciones entre los "Escritos", y no entre
los Profetas.
3.- El modo de enjuiciar personas y acontecimientos es diverso en el escrito profético de
Jeremías y en las Lamentaciones. Ejemplo: Juicio sobre Sedecías, Jer 22, 13- 28; sobre la
posibilidad del auxilio de Egipto, Jer 37, 7-8.
4.- Doctrina diversa. Por ejemplo: sobre la responsabilidad individual, Jer 31, 29 y Lam 5,
7.
5.- Un estilo tan artificioso como el de las Lamentaciones difícilmente se puede
compaginar con la libertad de estilo del libro de Jeremías.
El problema del autor no ha quedado aun resuelto, porque los defensores de la
autenticidad jeremiana arguyen también con argumentos de fondo y forma para demostrar su
tesis. Con todo, es mas común la opinión que niega que Jeremías haya compuesto las
Lamentaciones.
142
8.19.5.- El mensaje
Las Lamentaciones se dividen en tres partes:
1.- Interpretan teológicamente la destrucción de Jerusalén y de Judá: son un castigo de la
infidelidad del pueblo, Lam 1, 5; 3, 42-43.
2.- Son un llamado a la confianza y a la esperanza en la misericordia de Yahvé. Hay que
volver a El, Lam 3, 40-42; 3, 22-24.
3.- Insisten en la seguridad de la restauración porque Dios no abandona a quien a El se
convierte, Lam 3, 25-28; 5, 21-22.
8.20.3.- El mensaje
Tres son las ideas más importantes del libro de Baruc. A ellas hay que añadir el tema de la
"Carta de Jeremías ".
1.- La Sabiduría de Dios (= La Ley), se comunicó al pueblo judío como un privilegio. Bar 3,
12; 4, 1-4.
2.- El pecado es, en el fondo, un desprecio de la voz y de la Sabiduría de Dios. Bar 1, 18-21;
3, 9-13.
3.- La proyección universal de la restauración mesiánica. Bar 2, 34-35; 4, 37 al 5,9.
4.- Siendo los ídolos vanidad, es un absurdo darles culto. Bar 6.
En la exposición de estas ideas hay gran afinidad con la doctrina de Jeremías, Segundo
Isaías, Job, Daniel.
8.21.3.- El mensaje
1.- Dios es el Señor de la Historia y por eso a su debido tiempo suscita el castigo para el
impío.
2.- Al problema del mal - tantas veces incomprensible - hay que enfrentarse con la fe. Sólo
la fe puede salvar. Hab. 2,4.
8.22.3.- El mensaje
Puede sintetizarse así: Dios aparece en la ruina de Nínive como Señor de la historia, Nah 2,
14, fiel a su pueblo, Nah 2, 3 y justo al condenar al opresor, Nah 3, 18-19.
8.23.3.- El mensaje
El mensaje de Ezequiel, el autor Lods lo ha denominado "el primer dogmático del
judaísmo". Al mismo tiempo que esta enraizado en la predicación profética anterior a él; influye
decisiva mente en escritos bíblicos posteriores. Ezequiel depende en buena parte de Jeremías y
de las ideas deuteronomistas; influye en el Segundo Isaías, en Zacarías, Daniel (conceptos de
santidad de Dios, culto del Templo, horror por la contaminación, etc.
Las principales líneas de su mensaje son:
1.- Yahvé, cuya gloria es inmensa y cuyo nombre es santo, Ez 4-28 ;10, 1-22; 37, 1-14,
siendo un Dios trascendente actúa en la historia para salvar a su pueblo: "por el honor de mi
nombre", Ez 20. 9.14.22.38.41.44.
2.- La responsabilidad personal sustituye a la colectiva, tan arraigada en la mentalidad
semítica. Así Ezequiel se convierte en el profeta de la conciencia humana. Ez 18 y 33.
3.- Los pecados son manchas e infidelidades contra Yahvé. Dios gratuitamente ofrecerá
una alianza nueva en la que, perdonados los pecados, infundirá un "espíritu nuevo", Ez 36, 25-28.
4.- El Mesianismo nacionalista: en el Israel renovado todavía no se integran los otros
pueblos, Ez 40 al 48.
5.- La restauración descrita como concretizada en un Nuevo Templo una Nueva Jerusalén,
un nuevo culto, una nueva alianza, un corazón, una nueva repartición de la tierra, Ez 40 al 48.
8.24.3.- El mensaje
Lo podemos dividir en tres temas:
1.- El Templo debe de ser el centro de mayor interés de la comunidad por ser el lugar de la
presencia de Yahvé. Por no haberlo restaurado se tienen las calamidades que desconciertan al
pueblo.
2.- El Templo restaurado preparará la venida escatológica de Yahvé al mismo Templo y a
él vendrán también los pueblos y las riquezas de todo el mundo: universalismo mesiánico. Ag 2,
6-9.
3.- Zorobabel actualiza al rey mesiánico, restaurador de la dignidad de la Casa de David.
(En Cristo "siervo" y "elegido" llegará la plenitud de la restauración mesiánica como aparece en el
N T que le aplica los mismos títulos de Zorobabel).
8.25.- ZACARÍAS
El escrito del profeta Zacarías está compuesto por dos bloques, que estudiaremos por
separado. El Primer Zacarías y Segundo Zacarías.
1.- Primer Zacarías: Capítulos del 1 al 8.
8.25.5.- El mensaje
Se compone de tres bloques:
1.- La conversión vendrá con la reconstrucción del Templo y de la nueva Jerusalén, que
tendría otro nombre, Zac 8, 1-8.
2.- Esta restauración irá acompañada de una actitud espiritual: se practicarán la rectitud y
la bondad, Zac 2, 16; 5, 1-ll.
3.- Todo esto sucede en una perspectiva universalista y escatológica: reunión de los
dispersos, Zac 2, 6-7; 6, 15; reunión de los pueblos en Jerusalén, Zac 2, 10-13; 8, 20-23;
purificación del pecado, Zac 3, 9; 5, 5 -11; principio de paz y de prosperidad, Zac 3, 10; 8,12;
aparece el Mesías con el nombre de "Germen", Zac 3, 8-9; 6, 12.
Del estilo hay que decir que usa imágenes de profetas anteriores aunque presentadas con
originalidad. Parte de estos capítulos está escrito en prosa.
8.26.4.- El mensaje
Malaquías es un compendio de la predicación de los profetas anteriores. Aparecen en el
los grandes temas de la elección, del verdadero culto, del "día del Señor", del universalismo de la
restauración mesiánica, etc.
1.- Insiste en el amor de Dios por Israel; amor fiel que, sin embargo, ante la infidelidad del
pueblo rechaza sus sacrificios para aceptar sacrificios puros ofrecidos a El fuera del Templo de
Jerusalén, Mal 1, 10-11. Hay que notar que este texto, aunque puede interpretarse en un sentido
pleno refiriéndolo al santo sacrificio de la Misa, sin embargo, literalmente el autor habla sólo de
un culto futuro renovado y universal. A este respecto es útil notar que Cristo no citó a Malaquías
en el anuncio de la Eucaristía y que tampoco el autor a la Carta a los Hebreos lo aprovechó al
tratar de la superioridad del culto cristiano.
2.- El verdadero culto debe expresarse en la observancia de la justicia, el amor y el
cumplimiento de las leyes en relación con el prójimo.
3.- Por los escritos del N T, sabemos que la profecía del mensajero, Mal 3, 1; se cumplió
con el ministerio de Juan el Bautista, Mc 1, 2; Mt 17, 10-17.
150
8.27.- ABDÍAS. Ambiente histórico
Acerca de Abdías existen diversas opiniones:
1.- Es el ambiente del tiempo de Joram, (848-841), rey de Judá. Como prueba, se aduce, el
hecho de que en ese tiempo los árabes y filisteos devastaban la tierra de Judá Abdías ll; 2 Cron 21
,16. Edom se había alegrado de ello.
2.- Una parte: Abdías capítulos 1 al 10, sería de tiempo de Joram.
3.- Otra parte: Abdías capítulos 11 al 21, en cambio, habría sido escrita después de la
destrucción de Jerusalén, (586).
4.- Es el ambiente posterior al exilio: entre 500 y 450, más bien hacia el 500. Pruebas: Las
alusiones al comportamiento de los edomitas se refieren a la toma de Jerusalén por
Nabucodonosor, Ez 25, 12-14. Los judíos ya regresaron del exilio, pero todavía no ocupan todas
las regiones de Israel, Abd 16, 19-20. La amenaza contra Edom, Abdías, 15 al 16, se comenzó a
cumplir a mediados del S. VI, Jer 49, 28-33; Ez 25, 1-14. Edom fue destruida hacia el S.V,
Malaquías, 1, 3-4.
8.27.3.- El mensaje
1.- Fe en la fidelidad de Dios
2.- Yahvé castiga el mal moral, por eso manda la destrucción de Edom. Este deseo de
Abdías de que se cumpla la justicia divina suaviza un poco el tono excesivamente nacionalista de
su profecía.
3.- Los enemigos serán derrotados en el "día de Yahvé", Abd 15, 18, y el pueblo de Israel
será salvado, cuando el: "Señor será quien reine", Abd, 18.
8.29.3.- El mensaje
La misericordia de Dios es universal: llega a todos los pueblos porque es el Dios de todos
los hombres.
8.30.3.- El mensaje
Antes de dar la síntesis del mensaje del libro de Daniel, daremos nota del capítulo con
alguna anotación cuando estas sean necesarias.
Capítulo 1º.- Hace resaltar la fidelidad a la ley en medio del ambiente más difícil: una
corte pagana. Dios premia esa fidelidad.
Capítulo 2º.- Dios es el Señor de la historia que destruirá los imperios e instituirá un reino
indestructible. El lo conoce todo y revela los secretos.
Capítulo 3º.- Yahvé es el verdadero Dios que libera y protege a quienes le sirven con
fidelidad.
Capítulo 4º.- Dios es dueño de los reinos y puede humillar a sus reyes por su soberbia.
154
Capítulo 5º.- Dios castiga el sacrilegio. No se le puede ofender impunemente.
Capítulo 6º.- Dios cuida de los que son fieles a El.
Capítulo 7º.- Los imperios babilónico, medo, persa, y griego son simbolizados por las
bestias de la visión. En el versículo 13 aparece "uno como Hijo de Hombre". Este "Hijo de Hombre"
tiene en Daniel un significado especial en su perspectiva escatológica: es al mismo tiempo el
pueblo y un individuo: jefe del reino de los Santos. Aparece como un personaje trascendente,
venido de los cielos. A él, el Anciano (Dios) le da un imperio "eterno" que nunca pasará, y un reino
que nunca será destruido. Dan 7, 14. En el N.T. la expresión "Hijo de Hombre" cuando Cristo se la
aplica y cuando le viene aplicada tiene como trasfondo este personaje de Daniel.
Capítulo 8º.- Los imperios se suceden: las persecuciones pasarán.
Capítulo 9º.- Se anuncia la llegada del reino de Dios; tres interpretaciones se han
propuesto a propósito de la profecía de las setenta semanas;
a.- Interpretación directamente mesiánica. No es admisible pues la cifra es simbólica y no
permite los cálculos para llegar matemáticamente a Cristo.
b.- Interpretación histórica relacionada con los sucesos de la época de los Macabeos; es
,una interpretación adecuada, que se completa con la:
c.- Interpretación típico-mesiánica: literalmente se refiere al tiempo de los Macabeos, pero
típicamente es una alusión al verdadero Mesías y a su Reino.¡Error! Marcador no definido.
Capítulo10-11. Se anuncian las luchas, el castigo y fin del perseguidor.
Capítulo 12. El pueblo elegido triunfará y habrá una resurrección para la vida, o para el
oprobio, Dan 12, 2-3
Capítulo 13. Dios libera al inocente y da sabiduría a quien quiere independientemente de
su edad
Capítulo 14. Los ídolos son nada. No hay otro Dios fuera de Yahvé, Dan 14, 41
Los principales puntos del mensaje del Libro de Daniel son:
a.- Una teología de la historia: visión profética de la historia pasada y futura y la victoria
final del Reino de Dios en las mismas calamidades y sufrimientos de los justos y la rebelión de los
impíos.
b.- El mesianismo en la proyección escatológica de esa lucha entre el bien y el mal, donde
aparece el "Hijo del Hombre" : el pueblo de los santos, el nuevo Israel, pero también, sobre todo a
la luz del N.T: el Mesías, Mt 16, 27; 24, 30; Jn 3, 14.
8.31.4.- La Ley
La alianza trae consigo el don de la Ley. Los profetas se refieren continuamente a ella. La
"Torah" es la instrucción de Dios. No es sólo una serie de preceptos sino también una serie de
verdades sobre Dios y su acción salvífica. Para los profetas la Ley de Dios no era un libro. No
hacen referencia a Moisés como legislador, fuera de Malaquías 3, 2.
La relación de la alianza se expresa en la Ley y es mantenida por ella. La Ley es la
instrucción espiritual y moral que ofrece la revelación. Desobedecerla es violar la alianza. La Ley y
la justicia que predican los profetas la aprendieron de su experiencia personal de Dios. Los
profetas conciben la Ley como revelación perenne de Dios, algo siempre igual por ser la expresión
de un Dios vivo y en constan te actividad. Por eso la Ley es universal.
Cuando los profetas hablan de la "Ley de Dios" significan las experiencias morales de esa
revelación de Dios. Esas exigencias no son arbitrarias sino que brotan de la naturaleza de Dios y
son manifestaciones de su amor y de su justicia. La Ley es expresión de los atributos de Dios, de
ahí que el cumplirla conserva al hombre en una relación íntima con Dios. Los profetas reprochan
a Israel las transgresiones de la Ley, Jer 11, 1-2; y anuncian la nueva ley escrita en los corazones,
Jer 31, 31-34; Ez 36, 25-27. Esa ley será enseñada a todos los pueblos, Is 2, 3.
8.31.7.- La injusticia
Una de las principales desviaciones y pecados denunciados por los profetas es la
injusticia. Ellos hablan contra los jueces y reyes, contra los poderosos que oprimen a los pobres y
anuncian el castigo de Dios, Am 5, 7; 6, 12; Is 5, 7-23; Jer 22, 13. Dan a la injusticia el sentido de
ofensa no sólo al prójimo sino también a Dios. Ante las incesantes injusticias miran hacia el futuro
y anuncian al Mesías como el que administrará la justicia íntegramente, Is 9, 6; 11, 4-5; Jer 23, 5.
8.31.8.- El Juicio
Una de las principales desviaciones y pecados denunciados por los profetas, además de la
injusticia, es el del juicio como la realización de la justicia divina. La doble catástrofe de la
destrucción del reino del Norte en 722 (destierro de Nínive), y la ruina del reino del Sur, con la
destrucción de Jerusalén en 586, (destierro a Babilonia), es contemplada por ellos como
restauración y establecimiento de la justicia. Yahvé es quien juzga. Israel es juzgado. El acto de
juicio: la muerte como nación, o un simbólico regreso a Egipto, Is 30, 12-14; Jer 5, 3. 12-14.
Este juicio de Yahvé no se realiza únicamente en relación con el pueblo. Llega a los
individuos. El "sondea las entrañas y los corazones", Jer 11, 20; 17, 10; y conoce a los justos y a los
culpables.
8.31.12.- La fe
159
La fe, como respuesta fundamental del hombre a Dios es una exigencia de la alianza. Los
profetas invitan a tener fe en Yahvé, Os 13, 6; Jer 17, 7. La importancia de la fe aparece en la frase
de Habacuc: "El justo vivirá por su fe", Hab 2, 4. La fe, quiere decir confianza en Dios y fidelidad a
El; esperanza en Yahvé y lealtad a El, Is 7, 9; 28, 16.
La fe en Dios y la moralidad están íntimamente unidas en la predicación profética. La fe
conduce a una vida recta y ésta es expresión de la fe. La fe sufre la prueba del fracaso, de la duda,
de la aparente ausencia de Dios. Los profetas mismos la experimentan, Jer 15, 10-21; 20, 7-18.
Con una fe probada y purificada exhortarán al pueblo a la fe confiada en Yahvé en todas las
circunstancias, Is 40, 31; 49, 23.
8.31.13.- La bondad
Con el término "bondad" se indica además de la actitud de Dios hacia los hombres, la que
estos deben de tener hacia los demás y hacia el mismo Dios. La bondad hacia Dios significa
devoción amorosa y fiel; hacia los semejantes quiere decir amor y bondad. Jer 2, 2; Os 4, 1; l0, 12;
Is 16, 5; Miq 6, 8. En resumen, Yahvé quiere que su misericordia y bondad gratuita tenga también
un eco en el hombre.
8.31.14.- El derecho
La palabra, "Derecho", tiene diversos significados, que van desde un fallo de un tribunal, al
conjunto de leyes que Dios ha dado como dueño del universo. Como la Ley de Dios manifiesta su
justicia, pasó a significar una ley o juicio justos y, más adelante, "derecho". En este sentido de
decisiones justas de los jueces, leyes justas de los gobernantes, trato justo a los otros se aplica a las
relaciones entre los hombres, que deben de expresar la actitud de Yahvé, Am 5, 24.
8.31.15.- Justicia
El término "justicia", se usó en la Biblia con diversos sentidos. Primitivamente era un
término legal que decía relación con el veredicto de un proceso y con la persona en cuyo favor se
daba, "justificándolo" de la culpa que se le imputaba. En relación con Dios, es sinónimo, a veces, de
victoria y cumplimiento de su propósito salvador. Is 46, 13; 56, 1. En la vida del hombre es la
excelencia moral: la esencia moral de la vida buena y la cualidad moral de la conducta recta. Es
como el fruto del amor y del derecho, Is 59, 14; Jer 22, 3; Ez 18, 27; Am 5, 24.
8.31.19.- El juicio
El juicio de Yahvé, Señor de la historia, no se restringe a su pueblo: todos los pueblos
serán juzgados, Am 1, 3 al 2, 3; Ez 25, 1-17. La salvación que llegará a todos los hombres y
naciones tiene como preludio ese juicio, que los profetas post-exílicos describen con el lenguaje
apocalíptico, Is 66, 16; Joel 4, 12-16. Con ese juicio se cerrará la historia humana y comenzará el
reinado eterno del Hijo del Hombre, Dan 7, 9-12.
8.31.24.- Mesianismo
Dentro de esta perspectiva del gobierno divino de la historia aparece en los profetas la
esperanza mesiánica: el mundo será purificado del mal y del pecado y el bien se establecerá para
siempre, Is 11, 9; 17, 7; Os 2, 13; Joel 2, 28; Jer 31, 31-34.
8.31.30.- Pruebas
Los que hablan en su propio nombre, Jer 14, 14, sin haber sido enviados, Jer 27, 15,
siguiendo su propio espíritu, Ez 13, 3, son falsos profetas. Los verdaderos profetas tienen
conciencia de que otro les hace hablar, tanto, que se da el caso de tener que corregirse alguna vez
cuando han hablado de su propia cosecha, 2 Sam 7. La presencia de este "otro", (Dios), Jer 20, 7,s.s,
el peso de la misión recibida, Jer 4,19, causan a menudo una lucha interior.
Por ejemplo, Moisés y Elías, Num 11, 11-15; 1 Reyes 19, 4, conocen la crisis de la
depresión. Ezequiel está "lleno de amargura" "con furor y pasmado", Ez 3, 14,s.s. En fin, Dios
apenas si deja a los profetas esperar el éxito de su misión, Is 6, 9; Jer 1, 19; Ez 3, 6. La misión de
Isaías no logrará sino endurecer al pueblo, Is 6, 9. Ezequiel deberá hablar "se le escuche o no", Ez 2,
5-7; así los hombres: "sabrán que yo soy Yahvé", Ez 36, 38, pero este reconocimiento del Señor
sólo tendrá lugar posteriormente.
Finalmente el profeta toma conciencia respecto a su vocación y su misión salvífica. El
análisis de los textos bíblicos demuestra la estructura esencial del profetismo y consta de tres
elementos estrechamente interrelacionados: relación del profeta con Dios; carácter de enviado, y
función de mediador.
CAPITULO NOVENO
9.4.- PROVERBIOS
El primer libro sapiencial, dado a la publicidad sobre el año 500 a.d.Cristo, es el de los
Proverbios. Este libro es una antología sapiencial en que un autor anónimo, tras el oportuno
prefacio Prov 1 - 9, publica el material elaborado en la época de la monarquía, consistente en dos
colecciones de proverbios atribuidos al rey Salomón, 10 - 20; 25 - 29. Entre estas dos partes se
insertan aquellos: "dichos de los sabios", 22, 17-24, 34. Y como epílogo, el conocido poema
alfabético en alabanza de la prudente y virtuosa ama de casa, 31, 10-31.
El libro de los Proverbios es el más típico de la literatura sapiencial, es el que más se
asemeja a las colecciones de máximas egipcias y mesopotámicas. La misma sabiduría que en él se
enseña es, en el fondo, la sabiduría internacional, con la cual los escribas y otros funcionarios se
formaban en las cualidades humanas que se requieren para imponerse en la vida y triunfar, así
como para el comportamiento necesario en orden al buen gobierno de la sociedad. Es el manual
del hombre bueno, noble, el ideal de un hombre que aconseja en la corte al rey.
En efecto, el agudo análisis conducido bajo el signo de la práctica y del sentido común,
fundado en la experiencia, propone todo un arte de vivir, que el necio vicioso e ignorante
despreciará para su propio mal y perdición, mas el sabio virtuoso e inteligente lo atesorará para
su bien y su felicidad. Esto es válido hoy día y para el hombre de hoy.
De ahí el interés actual por los Proverbios como documento de costumbres y de vida.
Pero su valor está sobre todo en la orientación que imprimen a la vida, anclándola en el temor de
Dios, es decir en la religión, pues el temor a Yahvé es el principio de la sabiduría, tema principal
que atraviesa todo el libro Prov 14, 2; 15, 16; 22, 4; 24, 21, y conduce al corazón mismo de la
antigua Alianza, Ex 20, 20. Pues si bien el humanismo sapiencial no expone sistemáticamente la
religión, sin embargo, la supone siempre. Del capítulo 10 al 31, Dios es nombrado no menos de 50
veces; explica cómo Dios que todo lo ve, 15, 3, lo gobierna, 16, 4 y puede, 19,21; cuya presencia
envuelve y conserva a las criaturas, cuya mirada las penetra y conoce, 16,2; es el Dios que ejercita
la justicia y vela por los derechos del pobre y de la viuda, 11, 1, como el Dios dispensador de todo
bien 10, 22-27. Es por lo tanto esencial conocer lo que le agrada y lo que El aborrece. De ahí el
motivo tantas veces repetido para apartar del mal: "Desagrada a Dios, Dios lo aborrece", 11, 1-20.
Esta sabiduría aparece en los cruces de los caninos, en las plazas públicas, en las puertas de la
ciudad, llamando a gritos a las almas sencillas y pecadoras, 1, 20-33. Otras veces se presenta como
una matrona hospitalaria, que convida a todos los hombres a su morada suntuosa, 9, 1-16.
Finalmente, ella recita su propio elogio, 8, 1-21, gloriándose de su propia intimidad con Dios, que
la engendró desde el principio y la tomó como colaboradora de su creación, 8, 22-31.
CAPITULO DÉCIMO
LA LÍRICA SAGRADA
10.9.2.- El primer poema: 1,5 - 2, 7, describe las ansiedades de la desterrada, 1, 5-7; el coro le
invita a la esperanza. Se presenta el esposo y se deja cautivar por los encantos de su amada, 1, 9-
11. Un diálogo nos revela sus sentimientos de mutua admiración, 1, 12; 2, 5, sin embargo, su
unión no está todavía lograda.
10.9.4.- El tercer poema: 3, 6 - 5, 1, se abre con la descripción de un cortejo nupcial, que conduce
Salomón, 3, 6-11. El esposo se revela cada vez más enamorado, 4, 1 - 5, 7. Señala un lugar para la
cita convidando a la amada en términos apasionados, 8-15. La esposa acepta. Se presiente que no
tardará en entregarse, 4, 16 - 5, 1.
10.9.5.- El cuarto poema: Muestra, no obstante, a la amada todavía reticente, 5, 2-3, por fin abre,
pero... ya es tarde. El esposo se ha retirado, 4-6b. La esposa, exasperada, lo busca de nuevo y lo
describe, en coro, que se extraña de un afecto tan violento, 9-16. Entonces sobreviene el
encuentro: ya no puede tardar la posesión mutua, 6, 1-3.
10.9.6.- El quinto poema: Conduce al desenlace. El esposo enumera de nuevo las gracias de su
amada, 6, 4-12. El coro lo invita a volver, 7, 1. El le replica con declaraciones de amor cada vez más
vehementes La esposa, a su vez, expresa su pasión, 7, 10 - 8, 3. Pero todavía no ha acabado su
sueño, 4. Ya se ha logrado el desenlace, 8, 5-7. El esposo se ha despertado. Le exige amor eterno,
6-7. Dos apéndices añadidos más tarde, aparecen como reflexiones sugeridas por el Cantar, (8, 8-
14.
La enseñanza fundamental del Cantar de los cantares estriba en presentar la dinámica
amorosa como la fuerza más sublime de cuantas recibiera el hombre en la creación. No en vano la
tradición bíblica le supone hecho a imagen y semejanza de Dios, Gen 1, 27, a quien la revelación
neotestamentaria no dudaría en identificar con el AMOR, 1 Juan 4, 8. Ello sugiere que el hombre,
si explota correctamente sus resortes amorosos, conectará con su creador. Cuando el amor no
rige la trayectoria existencial del creyente, éste queda atenazado en su egoísmo y culminará en el
pecado. Así, pues, sólo situándose en una perspectiva de amor, estará el hombre en condiciones
de entablar un diálogo correcto con Dios. Pero, ¿cómo activar esos resortes amorosos? Para
despejarlo, la revelación bíblica le brinda este Cántico hecho oración donde, armonizando poesía
con inspiración, le va descubriendo los auténticos secretos del amor. Al amor nuca hay que
173
temerle, sino amarle.
Este es el lema del Cántico, cuyo mensaje armoniza la sublimidad del diálogo divino
humano con la fuerza realizante de todo diálogo divino - humano donde el individuo exterioriza
su ser relacional. Y es que el hombre, cuando se relaciona rompe las barreras del egoísmo,
situándose en un plano donde impera el amor.
La enseñanza teológica de este Cántico viene a ser un reto lanzado al hombre para que
valore en su justa dimensión la dinámica del amor. Este amor, incluso en su vertiente humana,
conlleva tal carga de vida que nadie debe privarse de su fuerza creativa. La única dificultad estriba
en que a veces se otorga al egoísmo el nombre de "amor", a lo que es contrario del verdadero
amor.
Tal equívoco está en el hombre no en Dios. Cuando el hombre siguiendo las pautas de
Dios explota sin cortapisas las posibilidades de la fuerza amorosa, se sabe de antemano que
llegará al triunfo, a la felicidad más plena. No puede errar quien se rige por el amor, tal es el lema
que mantiene la revelación bíblica en este poema amoroso expresión máxima del amor. Enseña
que no sólo es posible sino necesario vivir en el amor para sintonizar con la Trascendencia de
Dios que es presentado en la misma revelación bíblica como el Dios AMOR. Siendo Dios el AMOR,
quien ama siempre se mantendrá en la trayectoria divina.
CAPÍTULO DECIMOPRIMERO
LIBROS HISTÓRICOS
En el canon griego y latino llámase libros históricos a aquellos libros que narran la
Historia de Israel desde la conquista de la Tierra Prometida (Canaán), sobre el año 1180 antes de
Cristo. hasta Juan Hircano 135-104 a.d.Cristo. Comprende los siguientes libros: Josué, Jueces,
Ruth, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Crónicas o (Paralelipómenos), 2 Crónicas
(Paralelipómenos), Esdras, Nehemías, Tobías, Judit, Ester, 1 Macabeos, 2 Macabeos.
En estos libros se narra la Historia del pueblo elegido de una manera muy desigual,
esquemática, parcial, selectiva. Escrita con métodos históricos muy diferentes, comparados con
los de hoy día y, sin embargo, es una historia superior a la de los otros pueblos de Oriente Medio.
Lo que sí hay que destacar es que se trata de describir una Historia santa, tal y como la vivió Israel,
presentada a base de hechos históricos concretos, pero en función de una visión y vivencia
profundamente religiosa, el nivel hermenéutico del hecho histórico se vivencia y expresa desde
una visión teológica y religiosa. Hablando con propiedad, más que hablar de una historia de Israel
en el sentido moderno de la palabra, se nos narra la historia del comienzo y progreso de la
revelación de Dios para con su pueblo elegido, orientado hacia la salvación mesiánica universal.
Enjuiciada globalmente y en su intencionalidad general se destaca su carácter didáctico,
pedagógico y figurativo. Intervienen en la elaboración de estos libros varios elementos, en primer
lugar la fe, después la tradición oral y escrita, la idea de la Alianza, Gen 17, 9; Deut 9, 26, y
finalmente la reflexión teológica de todo un pueblo, o de un sector escogido del mismo, del cual
los escritores sagrados se sienten sus representantes. Dicha reflexión enjuiciaba el presente de un
momento histórico y religioso a la luz de un pasado glorioso, el cual, aunque desfigurado por la
falta de correspondencia e infidelidad del pueblo de Israel a la Alianza, Is 1, 4, este pueblo
resurgirá en un futuro más o menos próximo por una conversión total de un resto de este pueblo
al Dios fuerte, Is 10, 21 y misericordioso, siempre fiel a su promesa, Ez 16, 8; Jer 25, 5; Os 14, 2-9.
De ahí el optimismo religioso y la esperanza profunda de un futuro mejor y que se manifiesta en
la lectura de estos libros históricos.
Los historiadores sagrados, hijos de la comunidad hebraica, asumieron la tarea de señalar
las raíces de esta fe optimista que aparece en las antiguas tradiciones populares, en escritos
174
preexistentes, en los anales que el pueblo conservaba celosamente en sus archivos, en las mismas
listas genealógicas, incluso se valían de libros de autores paganos o en el mismo curso de los
acontecimientos de la historia universal cuyos hilos mueve Dios en su providencia en vistas a la
consecución de sus designios de salvación universal.
Al escribir esta historia religiosa del pueblo elegido, cada uno de los autores sagrados dejó
en su libro huellas de su personalidad, que se manifiesta en el enfoque diverso del pasado
histórico, en la peculiar proyección hacia el futuro y en los métodos históricos propios de cada
uno de los autores y de los tiempos y ambientes en que se desenvolvieron. En efecto, unos
emplean un género histórico algo parecido al de nuestra historiografía moderna: Samuel, 1 Reyes,
2 Reyes, 1 Macabeos. Otros un género histórico profético: Josué. Otros anecdótico - didáctico :
Jueces, o narrativos: 1 Crónicas, 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, o patético - oratorio: 2 Macabeos, o
midráshico - novelesco: Ruth, Tobías, Judit y Ester.
Estos libros transmiten en forma sencilla y popular el mensaje divino en la diversas
etapas del pueblo elegido : Israel. Pueblo por medio del cual Dios, un día había de establecer una
Alianza perfecta y definitiva con todo el género humano, Jer 31, 31-34; Hebreos 8, 6-13, mediante
la sangre de la Cruz, Hebr 9, 15-28.
Josué era hijo de Nun, Jos 24, 29, de la tribu de Efraín, 1 Cron 7, 27. Durante la
peregrinación por el desierto se distingi6 en la batalla contra los amalecitas, Ex 17, 9. Participó
como explorador en la expedición que desde el oasis de Cades penetró en la región meridional del
país de Canaán, Num 14, 6-38, el libro de Josué, a pesar de su unidad actual, deja entrever que en
él están recogidas diversas tradiciones orales, (2 al 9) y tradiciones escritas, algunas muy
antiguas, 21, 1-41. En las dos etapas de redacciones deuteronomistas, posteriores al año 622
a.d.Xto se hizo uso de ellas y luego experimentaron una reelaboración sacerdotal, acompañada de
un incremento de materias, 3, 6.15.17; 6, 1-16).
En forma esquemática y épica a veces, 6 - 8; 8, 1-29; en las que se describe la conquista
rápida y total de la tierra de Canaán por Josué, 2 12, si. bien algunos textos como 13, 1-6, y el Libro
de los Jueces nos dicen que esta conquista fue más bien larga y llena de dificultades. Además se le
atribuyen victorias conseguidas por otros, 12, 10. El objetivo del libro de Josué es probar la
fidelidad de Yahvé a su promesa de entregar su tierra, 3, 11, en herencia a su pueblo Deut 4, 1.
Dios estará con Josué en esta empresa, 1, 5-9, a condición de que tanto él como el pueblo elegido
permanezcan fieles a la Ley, 1, 6-9, reconociendo a Yahvé como a su único Dios, 24, 14-28. En
caso de mezclarse con las gentes del país y postrarse ante sus ídolos, 23,12-16). Yahvé se irritará
contra ellos, arrebatándoles con la cooperación de estas mismas gentes la tierra buena que El les
ha dado, 1, 1-5, y en la cual habita Israel en calidad de huésped, Lev 25, 23.
Así todo el libro resalta el significado religioso de los acontecimientos: la conquista de
Canaán por Israel y su reposo en esta tierra es un episodio de la historia de la salvación muy
importante pues hay que entenderlo como una figura de aquel Reino, Hebr 4, 8-9, en el que Cristo,
el otro Josué, nos introducirá una vez que hayamos triunfado del pecado, 1 Cor 6, 9-11.
11.7.- NEHEMÍAS
Como judío en la corte del rey persa Artajerjes gozó de una posición distinguida y elevada,
Neh 2, 1-4, se dirigió a Jerusalén hacia el año 455 a.d.Xto. Era un gran organizador político
religioso, que aspiraba a ofrecer seguridad política a los refugiados. Por obra suya la Judea fue
erigida en provincia autónoma y hecha independiente de la provincia de Samaria. Fue nombrado
gobernador de Judea y bajo su mandato y dirección se reconstruyeron las murallas de Jerusalén,
Neh 4, 11-14. El puso las bases humanas y ambientales para la próxima obra de Esdras.
11.8.- ESDRAS
Llegó a Jerusalén en el año 423 a.d.C. Era, al igual que Nehemías, un judío de alto cargo
que alcanzó el oficio de secretario de estado para los asuntos religiosos de los judíos en la
cancillería persa, Esd 7, 12-21. Esdras tuvo la misión de reanimar la confianza y la vida religiosa
de la comunidad judía en Jerusalén después del exilio. Y lo hizo recuperando el cumplimiento y
respeto por la Ley, Torah, y haciendo que se respeten y se cumplan las santas tradiciones del
pueblo elegido.
Podemos decir que los libros de Esdras y Nehemías relatan el regreso del exilio babilónico
a la tierra prometida. Las tareas principales fueron: la reconstrucción de las murallas de Jerusalén
y la repoblación de Judá, Esd 4, 6-23; Neh 1, 13. La reconstrucción del Templo, Esd 1-6, y
fundamentalmente el restablecimiento de la Ley, Esd 7-10. Durante el tiempo del exilio Israel
meditó sobre su pasado histórico que se presentaba como un tejido continuo de transgresiones.
La historia de este pueblo y la acción de los profetas les invitaban a proyectarse hacia el futuro
aprendiendo de las experiencias del pasado, y puesto que fue castigado de manera tan drástica
por sus muchos pecados, el resto del pueblo bueno y justo, se decide meditar más profundamente
sobre el contenido de la Ley, que la toman como norma de fe y de sus costumbres, Neh 10, 29-41.
Así, el sentimiento religioso se arraiga, el yahvismo se perfecciona y se comienza a ensayar un
culto sin relación al templo visible. Israel, de la cautividad, saldrá con un espíritu nuevo, Ez 11, 19,
y con un corazón nuevo, Ez 6, 9; 11, 19, el cual pactará una nueva Alianza con Yahvé, Ez 11, 20.
La vuelta a su heredad por el decreto del rey Ciro, 538, hace entrever el resurgimiento de
un Israel más santo, más humilde, más purificado, orientado hacia una concepción más universal
y espiritual del verdadero Reino de Dios.
SEGUNDA PARTE
NUEVO TESTAMENTO
INTRODUCCIÓN GENERAL.
El hecho de que el cristianismo confiese que la salvación que anuncia y promete en sus
Evangelios se ha realizado en la historia humana por medio de un hombre concreto: Jesús de
Nazaret, nos obliga a preguntarnos cómo llegar al conocimiento de ese hombre llamado Jesús y
que es el Salvador y cómo realizó su obra, ya que su actividad histórica visible y terrena,
pertenece al pasado.
En esta segunda parte de la Historia de la Salvación llegamos al núcleo principal de la
misma cuyo máximo exponente y culmen de la Salvación es: Jesucristo, el Verbo divino (segunda
Persona de la Trinidad) que se encarnó en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo,
y que es verdadero Dios y verdadero hombre. Para llegar fielmente a este acontecimiento de
Jesús hemos de apoyarnos fundamentalmente en los escritos de los Cuatro Evangelios, y ahí
descubrir quién es Jesús, qué mensaje nos transmitió, qué obras concretas hizo, cómo entregó su
vida por la salvación de todo el género humano, cómo resucitó al tercer día y cómo Dios Padre le
glorificó sentándolo a su derecha, proclamándole el KYRIOS o Señor de todas las cosas.
1.- Las fuentes del conocimiento del Salvador Jesús: LOS EVANGELIOS
Los santos Evangelios son libros inspirados por Dios que se nos narra la vida, obras y
hechos de nuestro Señor Jesucristo. En primer lugar tenemos que ver las características y el valor
histórico del testimonio de los santos Evangelios. Y antes de responder sobre la historicidad del
testimonio de los Evangelios es preciso analizar qué es lo que éstos son, qué nos enseñan, cuáles
fueron las fuentes en las que surgió el mensaje de salvación y qué pretendieron sus autores y con
qué intencionalidad se formaron y se escribieron. Sólo así se podrá responder de su autenticidad
y sinceridad, sin deformarlos ni elaborar teorías especulativas que no hacen justicia a la veracidad
de los hechos. Para ello se necesita analizar los evangelios tal como los tenemos hoy día. De
momento nos limitamos a los Evangelios Sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas.
LA ETAPA ORAL
2.1.- De la predicación misionera a los evangelios escritos
La Tradición Oral es un medio normal de comunicación en el Medio Oriente. El fenómeno
de la tradición oral no era novedoso, pues se daba, y se sigue dando, en todas las culturas. La
tradición oral era de vital importancia en el judaísmo. Jesús mismo dio origen a una nueva
tradición con su proclamación, predicación, enseñanza. La actividad de Jesús no hubiera llegado a
ser tradición si no hubiese habido una transmisión prolongada en el espacio y en el tiempo.
Fueron los apóstoles quienes, al proclamar y predicar oralmente el acontecimiento de Jesucristo,
y al asegurarse de que se continuara y expandiera lo que ellos mismos proclamaban y enseñaban,
dieron definitivamente origen al proceso que se conoce como "la Tradición oral cristiana".
Se solía referir a la tradición por medio de la palabra "transmitir - recibir" de 1 Cor 11,23,
o con la palabra "transmitir" de Lc 1,2. Tanto S. Pablo como S. Lucas hacen referencia explícita a la
"Tradición cristiana" 2 Tes 2,15; Lc 1,1. La Tradición es pues, esencialmente un proceso de
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comunicación : es una "transmisión -----> recepción". En todo proceso de comunicación hay
"alguien" que transmite "algo" a "alguien", suele ser un mensaje, a quien técnicamente llamamos
"emisor". En nuestro caso, ésta es la función que asumieron primero Jesús y luego los apóstoles y
sus continuadores. Lo que el "emisor" transmite es un mensaje: la predicación , la enseñanza.
Aquel a quien se dirige el mensaje es el "receptor" del mismo, por su parte, puede haber sido a su
vez receptor del mensaje que ahora transmite, si no fue él quien dio origen (en nuestro caso fue
Jesús el que originó el mensaje, los demás lo continuaron). Igualmente el receptor pasará a ser
emisor si eventualmente transmite el mensaje recibido. S. Pablo se refería a ello en Rom 10, 14:
"¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído?. ¿Cómo creerán en Aquel de quien no han oído?
¿Cómo oirán sin que nadie les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? ... por tanto la fe
viene de la predicación de palabra de Cristo". Así pues, el esquema de la predicación puede ser el
siguiente:
5.2.1.- La Liturgia
El culto sagrado fue el medio principal del que se sirvieron los Apóstoles para su
predicación; en efecto, en los actos de culto los Apóstoles, los discípulos y todos los servidores de
la palabra glorificaban y alababan al Señor Jesús como Hijo de Dios, es decir, el Kyrios. De ninguna
manera surgió de aquellos actos de culto, tan llenos de piedad, una figura "mítica" de Jesús, ni la
idea de dar a su vida un carácter de "período áureo", ni tampoco la comunidad primitiva cristiana
inventó palabras o hechos que Jesús nunca dijo como afirman algunos teólogos protestantes
liberales.
3º 2º 1º
LA ETAPA ESCRITA
1.- De la predicación oral del Evangelio oral a los Evangelios escritos
Durante varias décadas la Iglesia no poseyó evangelios escritos, sino un único evangelio,
que era predicado y transmitido por vía oral (tradiciones orales), y en torno al cual vivía y se
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alimentaba su fe, Lc 1,2; 2 Tes 2,15. Fue gracias a la tradición oral que se escribieron
posteriormente los evangelios. Las razones por las cuales ciertas tradiciones fueron fijadas por
escrito no han sido siempre las mismas. Podríamos destacar las siguientes:
1.- La conciencia de que, conforme pasaba el tiempo (y la Parusía parecía retrasarse) se
iban alejando del acontecimiento que anunciaban, y con ello se percibía el peligro de una posible
disolución del mensaje evangélico. (Esta es una de las razones que da Eusebio de Cesarea).
2.- El creciente peligro de desviaciones, falsificaciones e incluso errores que los líderes de
la Iglesia observaron que se introducían en la Tradición, tales como la mitificación de la persona
de Jesús, y la mala interpretación de la significación del acontecimiento - Jesucristo; peligros que
se observan mencionados en las cartas paulinas, fue razón para la fijación por escrito de la
Tradición oral apostólica.
3.- La necesidad de tener un texto ordenado y claro con fines catequísticos y parenéticos
que sirviese de pauta.
4.- El deseo de proporcionar un "texto de lectura" para las asambleas dominicales. Los
evangelios no fueron escritos para ser "libros sagrados". Recién a mediados del S. II se les
reconoció una autoridad particular y se les cita como tal: Evangelios.
MATEO MARCOS
MARCOS
LUCAS MATEO
LUCAS
2.1.- El orden : MT - MC - LC
Este orden fue aceptado por S. Agustín y por la mayoría de los exegetas católicos hasta
época relativamente reciente. Es una solución que se basa en datos tradicionales. Sus defensores
actuales suelen presentarla en forma modificada, haciendo depender a MC de un estilo
preliminar de MT.
Papías, un antiguo Obispo de Hierápolis, en Frigia (Asia Menor), afirmó que MT reunió los
"loguia" de Jesús en lengua hebrea y " cada cual las tradujo como pudo ". De esta afirmación se
concluyó que tuvo que existir un evangelio arameo (dialecto del hebreo) de origen apostólico.
Este evangelio arameo (llamado "M") sería traducido al griego (Mg) y la traducción sería utilizada
por los tres sinópticos de distintas maneras.
Además los evangelios canónicos de MT y LC hicieron uso de MC. Según esta teoría, MT
canónico sería el mejor testigo de "M", puesto que MC abrevió a "M" y le añadió algunas
tradiciones orales procedentes del Apóstol Pedro y de su predicación en Roma. El siguiente
esquema ilustra mejor esta teoría
Evangelio traducido
al griego Mg
Apóstol Pedro
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Hay que tener en cuenta que quienes pretenden identificar este documento " Q " con el
evangelio arameo de Mateo (M) o, con su versión griega (Mg) a fin de defender la prioridad
"tradicional" de MT, lo hacen arbitrariamente.
El evangelio de MC. es el evangelio más antiguo; utilizó como fuentes; Mg (la traducción
griega de M) y la tradición oral de la predicación del Apóstol Pedro, pero no utilizó "S".
El evangelio de MT. utilizó: MC. Mg y Sg, (es decir, "S" traducido al griego), más algunos
elementos de la predicación del Apóstol Pedro.
MT MC LC
Vaganay introdujo "S" como elemento de solución porque entendía que M arameo, traducido al
Mg griego, era suficiente para explicar toda la tradición sinóptica, Según Vaganay, esta fuente no
tiene nada en común con la fuente "Q".
Mateo aramáico
192
Fuente común M
Traducciones griegas
Traducciones griegas
Mg
Qg
EVANGELIO DE MARCOS
EVANGELIO DE MATEO
EVANGELIO DE LUCAS
3.- CONCLUSIÓN
Una vez propuestas y expuestas algunas de las soluciones más fundadas que se han dado
en el problema complejo de los sinópticos, podemos sintetizar los puntos más salientes del
conjunto:
a.- La tradición oral debe ocupar un lugar destacado en toda solución del problema
sinóptico. Pero la tradición oral sola no es suficiente: no puede explicar las semejanzas de los
escritos.
b.- Tanto los exegetas católicos como protestantes aceptan, en general, la prioridad de MC
sobre MT y LC; por tanto MT y LC dependen literalmente de MC. Marcos ha de considerarse
como el más antiguo de nuestros evangelios en griego.
c.- El Mateo canónico fue compuesto muy probablemente en griego y no es una
traducción directa de un original arameo.
d.- No hay que olvidar que las fuentes " Q " en griego, y " S " en arameo, son meras
conjeturas (o intentos de explicación). Además, no hay razones para suponer que " Q " o " S ", sea
el Mateo arameo o el Mateo griego.
e.- Toda solución puramente literaria que prescinda por completo de la tradición oral no
hace justicia a los hechos.
f.- Quizá lo más próximo a la verdad sea la hipótesis de una documentación múltiple que
tenga en cuenta la existencia y el influjo de una continua tradición oral hasta la cristalización final
de nuestros evangelios actuales. La moderna insistencia en la Historia de las formas y de la
Historia de la redacción es una sana reacción frente a los intentos de solucionar el problema
sinóptico a base de teorías meramente literarias y documentales.
CAPITULO PRIMERO
EL MISTERIO DE CRISTO
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LA REDENCIÓN DEL PECADO EN SU REALIZACIÓN HISTÓRICA
Una vez que hemos intentado explicar la autenticidad de los Evangelios y por lo tanto el
mensaje verídico que contienen pasamos a explicar la Vida y la Obra de Jesucristo.
Comenzamos con una palabra clave en la Historia de la Salvación: “La plenitud de los
tiempos”, estas palabras significan el tiempo elegido por Dios Padre para comunicarnos y
revelarnos la Salvación por medio de su Hijo Jesucristo: “en el cual (Cristo) se encuentran
escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia”, nos dice S. Pablo en Col 2,3. Por ello
vamos a ver este paso tan importante de nuestra fe con máximo interés.
“Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de
su voluntad, Efes 1, 9, por medio de Cristo, su Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, puede
los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina, Efes, 2,18; 2 Petr 1, 4.”
Concilio Vaticano II, Const. “Dei Verbum” Nº 2.
“Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y de muchas maneras por los profetas:
“Ahora en esta época nos ha hablado por el Hijo” Hebr 1, 1-3. Pues envió a su Hijo, la Palabra
eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la
intimidad de Dios, Jn 1, 1-18. Jesucristo, Palabra hecha carne ”hombre enviado a los hombres”,
habla las palabras de Dios, Jn3, 34, y realiza la obra de la salvación que el Padre le encargó, Jn 5,
36; 17,4. Quien ve a Jesucristo ve al Padre, Jn 14, 9. Jesucristo con su presencia y manifestación,
con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección, con
el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio
divino; a saber, que Dios está con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y la muerte y
para hacernos resucitar a una vida eterna”. Const. “Dei Verbum” Nº 4.
1.4.- JESÚS
Jesús quiere decir en hebreo: «Dios salva». En el momento de la anunciación, el ángel
Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su
misión. Ya que «¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» (Mc 2, 7); es El quien, en Jesús, su
Hijo eterno hecho hombre «salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 21). En Jesús, Dios
recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.
El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la persona de
su Hijo hecho hombre para la redención universal y definitiva de los pecados. El es el Nombre
divino, el único que trae la salvación y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque
se ha unido a todos los hombres por la Encarnación de tal forma que «no hay bajo el cielo otro
nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos» (Hch 4, 12).
La Resurrección de Jesús glorifica el nombre de Dios Salvador porque de ahora en
adelante, el Nombre de Jesús es el que manifiesta en plenitud el poder soberano del «Nombre que
está sobre todo nombre» (Flp 2, 9). Los espíritus malignos temen su Nombre y en su nombre los
discípulos de Jesús hacen milagros porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, él se lo
concede.
1.5.- CRISTO
Cristo viene de la traducción griega del término hebreo «Mesías» que quiere decir
«ungido», o, “consagrado”, traducido al latín: “Christus”, al castellano: Cristo. No pasa a ser nombre
propio de Jesús sino porque El cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa.
Jesucristo es una palabra que está compuesta de dos nombres: Jesús = el que salva, el Salvador; y
Cristo = el Ungido, o, consagrado de Dios, es decir = El Ungido de Dios que salva.
En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para
una misión que habían recibido de El. Este era el caso de los reyes, de los sacerdotes y,
excepcionalmente, de los profetas.
Este debía ser por excelencia el caso del Mesías que Dios enviaría para instaurar
definitivamente su Reino. El Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor a la vez como rey y
sacerdote, pero también como profeta. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple
función de sacerdote, profeta y rey.
Jesús acogió la confesión de fe de Pedro que le reconocía como el Mesías anunciándole la
próxima pasión del Hijo del Hombre. Reveló el auténtico contenido de su realeza mesiánica en la
identidad trascendente del Hijo del Hombre «que ha bajado del cielo» (Jn 3, 13), a la vez que en su
195
misión redentora como Siervo sufriente: «el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a
servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20, 28).
Por esta razón el verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado más que desde lo
alto de la Cruz. Solamente después de su resurrección su realeza mesiánica podrá ser proclamada
por Pedro ante el pueblo de Dios: «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado» (Hech 2, 36).
1.7.- SEÑOR
En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el
cual Dios se reveló a Moisés. YHWH, es traducido al griego por “Kyrios”, «Señor». Señor se
convierte desde entonces en el nombre más habitual para designar la divinidad misma del Dios
de Israel.
El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el título «Señor» para el Padre, pero lo
emplea también, y aquí está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios.
El mismo Jesús se atribuye de forma velada este título cuando discute con los fariseos
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sobre el sentido del Salmo 109, pero también de manera explícita al dirigirse a sus apóstoles. A lo
largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades,
sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su soberanía divina.
Con mucha frecuencia, en los evangelios, hay personas que se dirigen a Jesús llamándole
«Señor». Este título expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jesús y esperan de El
socorro y curación. Bajo la moción del Espíritu Santo, expresa el reconocimiento del misterio
divino Jesús.
En el encuentro con Jesús resucitado, se convierte en adoración: «Señor mío y Dios mío»
(Jn 20, 28). Entonces toma una connotación de amor y de afecto que quedará como propio de la
tradición cristiana: «¡Es el Señor!» (Jn 21, 7).
La oración cristiana está marcada por el título «Señor», ya sea en la invitación a la oración «el
Señor esté con vosotros», o en su conclusión «por Jesucristo nuestro Señor» o incluso en la
exclamación llena de confianza y de esperanza: «Marana tha» «¡el Señor viene!”, o «Marana tha»,
«¡Ven, Señor!», (1 Cor 16, 22): «¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!» (Apoc 22, 20).
1.8.1.- El Hijo de Dios se hizo hombre. Por qué el Padre envía al Verbo de Dios
Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando a Cristo: «Por
nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se
encarnó de María la Virgen y se hizo hombre». El Verbo se encarnó para salvarnos
reconciliándonos con Dios: «Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros
pecados» (1 Jn 4, 1O).» El Padre envió a su Hijo para “ser salvador del mundo» (1 Jn 4, 14). «El se
manifestó para quitar los pecados» (1 Jn 3, 5):
El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: «En esto se
manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos
por medio de él» (1 Jn 4, 9). «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo
el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 16).
El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: «Tomad sobre vosotros mi yugo,
y aprended de mí...» (Mt 11, 29). «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por
mí» (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la Transfiguración, ordena: «Escuchadle» (Mc 9, 7) (72).
El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: «Amaos los unos a
los otros como yo os he amado» (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva
de sí mismo.
El Verbo se encarnó para hacernos «partícipes de la naturaleza divina» (2 P 1, 4): «Porque
tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el
hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo
de Dios». «Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios». «El Hijo Unigénito de Dios,
queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose
hecho hombre, hiciera dioses a los hombres».
1.9.- La Encarnación
Volviendo a tomar la frase de S. Juan, «El Verbo se encarnó”: Jn 1, 14, la Iglesia llama
«Encarnación» al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a
cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por S. Pablo, la Iglesia canta el misterio de la
Encarnación:
“Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición
de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló
a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz “, (Flp 2, 5-8).
La carta a los Hebreos habla del mismo misterio: Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo]
dice: “No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por
el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo... a hacer, oh Dios, tu voluntad!”.
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La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana:
«Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne,
es de Dios» (1 Jn 4, 2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta
«el gran misterio de la piedad»: «El ha sido manifestado en la carne» (1 Tm 3, 16).
1.11.- Nacido de la Virgen María. Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
La anunciación a María inaugura “la plenitud de los tiempos» (Gal 4, 4), es decir, el
cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en
quien habitará «corporalmente la plenitud de la divinidad» (Col 2, 9). La respuesta divina a su
«¿cómo será esto, puesto que no conozco varón?» (Lc 1, 34) se dio mediante el poder del Espíritu:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1, 35).
La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo. El Espíritu Santo
fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina, él que es «el
Señor que da la vida», haciendo que ella conciba al Hijo eterno del Padre en una humanidad
tomada de la suya.
El Hijo único del Padre, al ser concebido como hombre en el seno de la Virgen María, es
«Cristo», es decir, el ungido por el Espíritu Santo, desde el principio de su existencia humana,
aunque su manifestación no tuviera lugar sino progresivamente: a los pastores, a los magos, a
Juan Bautista, a los discípulos. Por tanto, toda la vida de Jesucristo manifestará «cómo Dios le ungió
con el Espíritu Santo y con poder» (Hch 10, 38).
6.2.- La Pascua en el horizonte del “Paso” de esta vida a la Gloria del Padre
En el relato de la cena en Juan, que precede al arresto de Jesús, conserva algunos rasgos
claramente pascuales (cf Jn 13,21-30). Durante esta cena Jesús realiza el gesto profético de lavar
los pies a los discípulos como anticipación simbólica de su muerte, el mayor servicio y el don más
alto para fundar la nueva comunidad. La introducción solemne y teológica de Juan da el
verdadero significado al gesto de Jesús y a todo el libro de la "gloria": "Antes de la fiesta de la
pascua, sabiendo que le había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús, que había
amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Jn 13,1). La "gloria" de Dios y la
glorificación de Jesús coinciden en la manifestación definitiva del amor salvífico. La acción
simbólica de lavar los pies a los discípulos es comentada y confirmada por el testamento
espiritual de Jesús: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. Que como yo os
he amado, así también os améis unos a otros" (Jn 13,34). Este es el mandamiento nuevo, sobre el
que se basa toda la nueva alianza.
El Misterio Pascual de Cristo como el “paso” que realizó Cristo de este mundo a la gloria del Padre.
Teológicamente se conmemora el “paso” del cristiano de la muerte al pecado, a la plenitud de vida
de la gracia de Cristo, gracia que se nos ha otorgado desde el día del Bautismo.
Aquí tenemos el núcleo central del misterio de Cristo en obediencia a la voluntad salvífica
del Padre, núcleo central que unifica todas las realidades y verdades de la fe cristiana. Esto es lo
que afirma S. Pablo en 1 Cor 15, 1-8: "Os recuerdo hermanos, el Evangelio que os prediqué, que
habéis recibido y en el cual permanecéis firmes, por el cual también sois salvados, si lo guardáis
tal como os lo prediqué ... Si no ¡habríais creído en vano! Porque os transmití, en primer lugar lo
que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestro pecados, según las Escrituras; que se apareció a
Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales
la mayoría viven y otros han muerto. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los
apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como a un aborto.
Por lo tanto, el misterio pascual es el paso, tránsito y participación de la Pascua de Cristo,
es decir el paso de la muerte a todo pecado a la Resurrección y la nueva vida, que es vida de
gracia, vida en el Espíritu. Pablo amplía y profundiza tal interpretación pascual del misterio de
Cristo, en aquellos que han sido bautizados en Cristo, Rom 6, 1 -7: "¿Qué diremos pues? ¿Qué
215
debemos permanecer en el pecado para que la gracia se multiplique? ¡De ninguna manera! Los
que hemos muerto al pecado ¿cómo seguir viviendo en él? ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos
bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él sepultados por
el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por
medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.
"He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera.
Así como se asombraron de él muchos - pues tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía
hombre, ni su apariencia era humana - otro tanto se admirarán muchas naciones; ante él cerrarán
los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca oyeron reconocerán.
216
¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahveh ¿a quién se le reveló?
Creció como un retoño delante de nosotros, como raíz de tierra árida.
No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar.
Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se
oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta.
¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba !.
Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado.
El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas.
El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus heridas hemos sido curados.
Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la
culpa de todos nosotros.
Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca.
Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda,
tampoco él abrió la boca.
Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de su causa ¿quién se preocupa?
Fue arrancado de la tierra de los vivos; por nuestras rebeldías fue entregado a la muerte y se puso su
sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño
en su boca.
Pero el Señor quiso quebrantarlo con sufrimientos. Si se da a sí mismo en expiación, verá
descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano.
Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará.. Por sus desdichas justificará mi Siervo a muchos y las
culpas de ellos él soportará.
Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se
entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió
por los rebeldes".
6.7.- El sacrificio del Hijo del hombre, se realiza por el rescate de muchos
Marcos y Mateo nos transmiten una declaración muy profunda sobre el sentido de la
muerte de Jesús. Jesús anuncia que aquel que quiera ser el primero debe hacerse el servidor de
los demás y dice: "Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su
vida como rescate por muchos". Mc 10, 45; Mt 20, 28. Isaías en la profecía del Siervo de Yahvé,
presenta la muerte del siervo con la idea esencial de un sacrificio personal hecho para la
liberación de muchos. En Is 53, 10, dice: "ofrece su vida en sacrificio expiatorio". El "dar su vida",
en el lenguaje de Jesús significa algo más que ofrecer la muerte física, literalmente se puede
traducir por "dar el alma", indicando el don de la persona en el don de la vida.
En los evangelios de Marcos y Mateo, el alma de Cristo es entregada como: "rescate de
muchos a cambio de muchos". Esta expresión es muy fuerte, Jesús considera su Pasión como el
precio que hay que pagar para la liberación de muchos, esto es, de la humanidad entera. El
término "rescate" pone de manifiesto la intención de Jesús de llevar a la práctica lo que estaba
anunciado sobre el siervo de Yahvé: es decir, la donación de su propia vida, como cordero
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inocente, para la liberación de la humanidad pecadora. El intercambio ante Dios de su vida
ofrecida en sacrificio expresa la "sustitución" que caracteriza la misión del siervo: "eran nuestras
dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba... él ha sido herido por nuestras
rebeldías, molido por nuestras culpas... Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros.
Indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de
muchos", Is 53, 4-12.
Esta manera de ilustrar el anuncio de su muerte a base de oráculos de Isaías, implica por
parte de Jesús una verdadera originalidad. Aun cuando apreciara los sufrimientos de los justos, el
judaísmo desconocía dos aspectos esenciales de la profecía:
1.- Se guardaba muy bien de atribuir al Mesías un destino doloroso.
2.- Limitaba el valor expiatorio de los sufrimientos de los justos al pueblo de Israel.
No se tomaba en cuenta en consideración ni un Mesías sufriente y paciente ni tampoco la
perspectiva universalista de su obra. Con respecto a la corriente de la tradición judaica, se da,
pues, una novedad en el modo de asumir de la profecía estos dos rasgos esenciales:
a.- El sufrimiento expiatorio.
b.- La liberación de la humanidad entera.
La novedad del mesianismo de Jesús es mucho más amplia que las señala la profecía del
siervo de Yahvé. Notemos los aspectos de esta transformación.
1.- El que sirve y da su vida como rescate es el "Hijo del hombre". Si de un modo general el
vocablo de Hijo de hombre por el que Jesús se designa a sí mismo, comporta una referencia al
oráculo de Daniel, aquí la alusión es más significativa en razón del verbo "servir" ya que en la
visión del profeta Daniel se dice: "Todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron", Dan 7, 14.
En contraste con el Hijo del hombre servido por la humanidad, Jesús presenta un Hijo del hombre
que sirve y da su vida en rescate por la humanidad.
2.- Cuando habla del Hijo del hombre, Jesús evoca una figura celeste, gloriosa, de orden
divino. La grandeza del servicio y la grandeza de la donación de la vida en sacrificio se ponen de
relieve de esa forma. Así encontramos el hecho "teológico" en el hecho "soteriológico".
3.- La excelencia de la persona que sirve y se entrega nos hace comprender mejor por qué
puede haber un intercambio válido de un individuo por la multitud; por el hecho de ser una
persona divina humanada, el Hijo del hombre posee una dimensión superior a la totalidad de los
hombres y, por consiguiente, puede con todo derecho entregarse a cambio de la humanidad
entera, "dando su alma" como rescate puede liberar a todas las almas humanas.
4.- Jesús indica igualmente que ese sacrificio forma parte de la finalidad de la Encarnación
El Hijo del hombre ha venido para esto: servir y sacrificarse en bien del género humano. La
afirmación carga el acento sobre el papel capital del sacrificio, que lejos de ser un mero accidente
histórico altruista de la Encarnación. Jesús quiere demostrar que la venida del Hijo del hombre se
funda enteramente en el amor y en la más humilde donación de sí mismo.
5.- Según la declaración de Jesús el "servicio" aparece como "servicio a los hombres". En el
oráculo de Isaías, el siervo se presentaba como siervo de Dios, Yahvé decía de él "mi siervo", Is 52,
13. Jesús sitúa más el servicio en sus relaciones con la humanidad: el Hijo del hombre no ha
venido a ser servido sino a servirles.
6.10.- El amor del Padre y el misterio pascual de Cristo como fuente de justificación, reconciliación
y liberación de todo el Género Humano
A.- La iniciativa paterna: El Padre ha entregado a su propio Hijo. El Padre tiene la responsabilidad
en el sacrificio redentor. Es significativo el hecho de que el gesto del Padre esté descrito en
términos análogos a los que describen el gesto del Hijo: Cristo "se entregó por nosotros", Efes 5, 2.
El Padre "ha entregado a su propio Hijo por todos nosotros", Rom 8, 32.
Este envío está claramente consignado en un texto que conecta Encarnación y redención:
221
"al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo nacido de mujer, nacido bajo la ley, para
rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación divina", Gal 4, 4-5.
Pero al hablar de la acción de enviar a su Hijo para otorgar la adopción filial a los hombres, Pablo
sugiere que el gesto del Padre es el de un profundo amor paternal. Este amor es el que Pablo
explica mejor diciendo que el: "Padre ha entregado a su propio Hijo por todos nosotros".
Su designio es previo a toda la historia humana, como lo demuestra el himno a los Efesios:
"Dios Padre, nos ha elegido en Cristo, antes de la fundación del mundo, para ser santo e
inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad...", Efes 1, 4¬5.
B.- Cristo, fue hecho pecado y maldición por nosotros. En el primero de ellos, se atribuye a Dios
directamente la acción que hace a Cristo pecado por nosotros: "a quien no conoció pecado, le hizo
pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en El", 2 Cor 5, 21.
Por parte del Padre, el gesto que hace a Cristo "pecado por nosotros" indica un amor
extremo que quiere asegurar la reconciliación con la humanidad cargando, en su Hijo, las
consecuencias del pecado. En un sentido análogo conviene interpretar la frase: "Cristo nos
rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la
escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero", Gal 3, 13.
C.- Efectos de acontecimiento salvífico. Pablo describe con varias imágenes los efectos de la
actividad salvífica de Cristo. Aquí consideramos esos efectos como parte de la redención objetiva,
como efectos permanentes producidos por la pasión, muerte y Resurrección de Cristo, y de los
que participa el hombre por la fe y el bautismo; estos efectos son, la expiación de los pecados, la
reconciliación del hombre con Dios, la justificación ante Dios y finalmente su liberación redentora.
1.- Expiación
Pablo nos dice que Cristo: “... murió por nuestros pecados”, 1 Cor 15, 3, y que: “por Él
obtenemos... el perdón de nuestros pecados”, Col 1, 14. Esta descripción general del perdón, de los
pecados del hombre por la muerte o sangre de Cristo, condición necesaria para la reconciliación,
queda especificada con varias metáforas. Una de estas metáforas es la de la “expiación”.
Así pues, Cristo rociado con su propia sangre, es el verdadero propiciatorio, el
instrumento del Padre para borrar los pecados de los hombres. Cristo fue expuesto en medio del
pueblo de Dios como instrumento para limpiar los pecados de los hombres y proporcionarles el
“acceso” al Padre, Rom 5, 2: “por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta
gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”; con el cual
fueron reconciliados de esta manera.
Sin embargo, el sentido más hondo de la manifestación pública de Jesús “en su sangre” Rom 3, 25:
“a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe,
para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente”; se
entiende solamente si recordamos un axioma rabínico de aquel tiempo que dice: “sin
derramamiento de sangre no hay remisión de los pecados”, Hebr 9, 22. La sangre de Cristo,
derramada para expiar los pecados del hombre, fue un ofrecimiento voluntario de su vida para
llevar a cabo la reconciliación del hombre con Dios y para proporcionarle una forma nueva de
unión con Dios, Efes 2, 13: “Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais
lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo”.
2.- Justificación
En la mente religiosa del pueblo judío el “justo” = “dikaios”; era una persona que era fiel a la
Alianza que Dios había pactado con su pueblo elegido, Israel, en el Sinaí, por medio de Moisés. El
judío que cumplía esta Alianza en su parte espiritual, practicando la Ley, era una persona justa,
buena, amiga de Dios. Dios le bendecía. El hombre “injusto” = pecador; era el infiel a la Alianza, era
mentiroso, ladrón, etc.
La “justificación por la fe” del cristiano es otra de las formas con que Pablo expresa los efectos de
la acción salvífica de Cristo, Rom 4, 25: “quien fue entregado por nuestros pecados, y resucitó para
nuestra justificación”. Esta afirmación fundamental de Pablo acerca de la salvación
222
proporcionada y regalada por Jesucristo es que Dios justifica al hombre por medio de la fe en el
Hijo de Dios, es decir, creer que Cristo murió en la cruz: “fue entregado por nuestros pecados, y
resucitó para nuestra justificación”. Es un tema central de la visión que Pablo tiene del hombre en
la salvación.
El término “justicia”, “ser justificado”, “ser justo”, es uno de los tres elementos que aparece en las
cartas de Pablo, especialmente en la carta a los Romanos. A este hecho apuntan también la
invocación del Señor Jesucristo y la mención del Espíritu de nuestro Dios, que se otorga al
bautizando en el Bautismo. Esta palabra significa en realidad que se les ha concedido el perdón de
los pecados a todos los que creen en el misterio de Cristo. En 2 Cor 5, 21: “Al que no conocía
pecado lo hizo pecado, con el fin de que nosotros viniéramos a ser en Él justicia de Dios”.
Para Pablo sólo Dios es justo, Rom 3, 26: “en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a
demostrar en el tiempo presente para ser justo, y justificador de todo el que cree en Jesús”. La
infidelidad a la Alianza, la mentira e impiedad de los hombres no pueden abolir la justicia única de
Dios, sino confirmarla, Rom 3, 3-4: “Pues ¿qué? Si algunos de ellos fueron infieles ¿frustrará por
ventura, su infidelidad la fidelidad de Dios? ¡De ningún modo! Dios tiene que ser veraz y todo
hombre mentiroso como dice la Escritura: Para que sea justificado en tus palabras y triunfes al
ser juzgado”.
Así pues, el tema de la “justificación” es el aspecto de la salvación que surgió en el contexto
polémico de las controversias de Pablo con los judaizantes, es decir, con los judíos recién
convertidos al cristianismo. Aparece más claramente su carácter polémico si recordamos que la
palabra “dikaiosis” = justificación, sólo se encuentra en Rom 4, 25: “quien fue entregado por
nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación”; y en 5,18: “Así pues, como el delito de
uno (Adán) atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno
(Cristo) procura a todos la justificación que da la vida”.
Pablo reconoce que, como cristiano, no tiene ya una justicia propia, fundada en la ley, sino una
justicia adquirida por medio de la fe en Cristo, así en Filp 3, 8-9: “Y más aún: juzgo que todo es
pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las
cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que
viene de la Ley, sino la que viene por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe”.
3.- Reconciliación
El efecto principal de la pasión muerte y resurrección de Cristo es la reconciliación del hombre
con Dios. La Idea de reconciliación subyace a muchas afirma-
ciones de Pablo, pero está desarrollada de manera especial en 2 Cor 5, 18-20: “Y todo proviene de
Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque
en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones
de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues,
embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os
suplicamos: ¡reconciliaos con Dios ¡”.
De aquí se siguen los siguientes aspectos: Jesús con sus apariciones nos enseña cómo:
.- Infunde la fe a los que la han perdido
.- Consuela a los que están tristes y escandalizados por la cruz
.- Instruye a los que son ignorantes del Misterio Pascual
.- Une a los que andan dispersos porque ha desaparecido su Pastor.
.- Envía a sus apóstoles a evangelizar todo el mundo.
Otro aspecto que podemos resaltar es la "delicadeza", la "atención" que Jesús Resucitado
tiene con sus discípulos débiles. Jesús sale al encuentro de los suyos, de los que ama, tiene
palabras de delicadeza y ternura, con María Magdalena, Jn 20, 15. "Le dice Jesús, Mujer, ¿Por qué
lloras? ¿A quién buscas?, ella contestó...".
La aparición a las santas mujeres, que iban a embalsamar el cuerpo de Jesús enterrado a
prisa en la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sábado, fueron las primeras en encontrar al
Resucitado. Así ellas fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los propios
apóstoles; La aparición a los discípulos "desolados" de Emaús, también sale a su encuentro: "y
mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos", Lc 24, 15.
Sale también al encuentro de los Apóstoles en el cenáculo. Estos se asustan y Jesús con
infinita paciencia y caridad les muestra los estigmas de las llagas de las manos y del costado, Lc
24, 36-43.
Finalmente la delicadeza que tiene con el Apóstol Tomás. Se aparece por segunda vez y
Tomás presente y Jesús con bondad se dirige a Tomás y lo aproxima a sí y le hace tocar sus llagas,
para que crea, y no sea incrédulo. Jn 20, 26-29.
También se le apareció a Pedro, aunque no sabemos cómo se realizó este encuentro. En
todo ello Jesús se manifiesta con infinita sencillez y paciencia a "los suyos", a los que le han
seguido hasta el final. Jesús, el amigo fiel que no se olvida de los suyos.
Como testigos del Resucitado, los apóstoles son las piedras de fundación de su Iglesia. La
fe de la primera comunidad de creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos,
conocidos de los cristianos y, para la mayoría, viviendo entre ellos todavía. Estos «testigos de la
Resurrección de Cristo» son ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla
claramente de más de quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola vez, además de
Santiago y de todos los apóstoles.
1.21.- Pentecostés
Pentecostés, (del griego: Pentekoste = quincuagésimo), es el nombre de la fiesta judía
llamada "Fiesta de las Semanas". Esta fiesta recibe también el nombre de "Fiesta de la cosecha",
Ex 23, 16, es la fiesta de “acción de gracias” por los frutos obtenidos en la siega del trigo y cebada,
Ex 34, 22. Esta fiesta también es mencionada en Deut 16, 9-10, en donde se nos dice que esta
fiesta de la cosecha debe celebrarse "siete semanas después" del comienzo de la recolección de la
cebada (fiesta de los ázimos). Como todas las fiestas judías tenía un tono gozoso y aspecto de
júbilo.
La ceremonia consistía en ofrecer dos panes con levadura hechos con la nueva harina de
trigo. El empleo del pan sin levadura realizado al principio de la recolección cincuenta días antes
(fiesta de los ázimos), había señalado un nuevo punto de partida; ahora cuando las cosechas ya
habían sido completamente recogidas, se volvía a las costumbres habituales.
230
Para los cristianos la fiesta de Pentecostés también está llena de simbolismos
soteriológicos. En efecto, a los 50 días de haberse ofrecido Cristo al Padre como víctima
propiciatoria en favor de los hombres (pascua cristiana), pasados estos 50 días, Cristo, muerto y
resucitado, ascendido y sentado a la derecha del Padre y junto con el Padre nos envían el Espíritu
Santo como Abogado y defensor de la Nueva Alianza.
Pentecostés es la efusión visible del Espíritu Santo sobre aquellos que Jesús había dejado
en la tierra para que continuaran su obra de redención, los apóstoles, con María a la cabeza, y los
discípulos. Con la venida del Espíritu Santo queda instaurada aquí en la tierra la Iglesia como
continuadora de la obra de redención hasta el final de los tiempos.
Pentecostés es el resultado del drama redentor y al mismo tiempo la inauguración de la
vida de la Iglesia. El desarrollo de la comunidad cristiana hasta el fin del mundo no será otra cosa
que la continuación de ese Pentecostés; esta continuación será la obra del Espíritu Santo que,
habiendo formado la Iglesia y suscitado su primera expansión, no cesa de extender su irradiación
en el mundo.
CAPÍTULO SEGUNDO
2.2.- Origen, fundación y misión de la Iglesia Un designio nacido en el corazón del Padre
Para penetrar en el Misterio de la Iglesia, conviene primeramente contemplar su origen
dentro del designio de la Santísima Trinidad y su realización progresiva en la historia.
«El Padre eterno creó el mundo por una decisión totalmente libre y misteriosa de su
sabiduría y bondad. Decidió elevar a los hombres a la participación de la vida divina» a la cual
llama a todos los hombres en su Hijo: «Dispuso convocar a los creyentes en Cristo en la santa
Iglesia».
Esta «familia de Dios» se constituye y se realiza gradualmente a lo largo de las etapas de la
historia humana, según las disposiciones del Padre: en efecto, la Iglesia ha sido «prefigurada ya
desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en
la Antigua Alianza; se constituyó en los últimos tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu y
llegará gloriosamente a su plenitud al final de los siglos».
2.9.- La Iglesia, Sacramento de la Comunión “”. Misterio de la unión de los hombres con
Dios
La Iglesia vive “de”, “en” y “para” la comunión que la santa Trinidad establece en el seno
de la historia del genero humano. Por ello debe de procurarla en medio de un mundo visible, más
bien la exige. La iglesia es, desde este punto de vista, la presencia pública, de la acogida humana
del don salvífico de Dios, hecho realidad en el misterio de Cristo.
Por ello la Iglesia puede ser considerada como “sacramento de la comunión” del Dios Uno
y Trinitario, por el que la Iglesia se hace presente ante el género humano como Pueblo de Dios,
Cuerpo de Cristo, y Templo del Espíritu Santo.
Hay un término que expresa bien en la Iglesia esta idea de la comunión = “”, esta
palabra está tomada de la experiencia que tuvo la primitiva comunidad cristiana en Jerusalén:
“Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común”, Hech 2, 44. Esta koinonía se
produce por el proceso de la trinidad económica: la salvación viene de Dios, por el Hijo en el
Espíritu Santo. Es el dinamismo propio del amor trinitario el que envuelve al creyente haciéndole
participar en él. Es del Padre de donde procede esta comunión, se realiza por los méritos de su
Hijo Jesucristo y nos la otorgan el Padre y el Hijo enviando el Espíritu Santo, es el Espíritu el que
entrega esa comunión de los creyentes teniendo como modelo al mismo Jesucristo. Unidos en
Cristo-Jesús, esa es la expresión de koinonía, en el ámbito de la Iglesia de Cristo.
El Bautismo sacramento de iniciación cristiana y primer vínculo de unión con todo el
Cuerpo de Cristo, y la Eucaristía son los dos sacramentos, junto a los otros, que facilitan y
expresan ese vínculo de unión en el amor = “”.
La comunión (koinonía) exige gestos, actitudes y acciones concretas en su ejercicio
práctico. Así en el seno de los miembros de la propia asamblea cristiana Pablo pide que haya “un
mismo sentir”, Rom 12, 16; 15, 5; 1 Cor 1, 10; 2 Cor 13, 11; comunión que debe de respetar las
diferencias y las peculiaridades de cada uno. La colecta que Pablo realiza a favor de los hermanos
pobres de Jerusalén 2 Cor 8, 4; 9, 13; hace real la comunión entre las Iglesias particulares y
conserva la unión entre los cristianos. El amor a los hermanos 1 Jn 2, 7-11; 3, 11-15, la fe auténtica
2 Jn 8-11, la comunicación de bienes Hech 2, 42, la oración de unos por otros, los contactos
epistolares, son expresiones reales y concretas de la comunión de nuestros primeros hermanos
cristianos y que nosotros debemos de mantener y fomentar hoy día. La Iglesia es el lugar ideal
para mantener esa unión en Cristo por su Espíritu.
En la Iglesia esta comunión de los hombres con Dios por «la caridad que no pasará jamás»
(1 Cor 13, 8) es la finalidad que ordena todo lo que en ella es medio sacramental ligado a este
mundo que pasa. «Su estructura está totalmente ordenada a la santidad de los miembros de
Cristo. Y la santidad se aprecia en función del "gran Misterio" en el que la Esposa responde con el
don del amor al don del Esposo». María nos precede a todos en la santidad que es el Misterio de la
Iglesia como la «Esposa sin tacha ni arruga» (Ef 5, 27). Por eso «la dimensión mariana de la Iglesia
precede a su dimensión petrina» .
2.10.- La Iglesia, único sacramento universal de la salvación. «Fuera de la Iglesia no hay salvación»
«La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con
Dios y de la unidad de todo el género humano»: Ser el sacramento de la unión íntima de los
hombres con Dios es el primer fin de la Iglesia. Como la comunión de los hombres radica en la
unión con Dios, la Iglesia es también el sacramento de la unidad del género humano. Esta unidad
ya está comenzada en ella porque reúne hombres «de toda nación, raza, pueblo y lengua» (Ap 7,
9); al mismo tiempo, la Iglesia es «signo e instrumento» de la plena realización de esta unidad que
aún está por venir”.
Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo «como
instrumento de redención universal», «sacramento universal de salvación», por medio del cual
Cristo «manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al hombre». Ella «es el
proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad» que quiere «que todo el género humano
237
forme un único Pueblo de Dios, se una en un único Cuerpo de Cristo, se coedifique en un único
templo del Espíritu Santo».
Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, así también la Iglesia es el
medio universal y único de salvación. Ningún hombre puede salvarse sin pertenecer a ella, ya sea
con toda realidad, ya sea cuando menos por su disposición profunda.
Esta tesis es de fe, según el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia, confirmado por
varias declaraciones, especialmente el Concilio IV de Letrán (1215), que dice: “Existe una sola
Iglesia, la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual absolutamente nadie se salva”. Denz 430.
El Concilio Vaticano II dice: “El único Mediador y camino de salvación es Cristo, quien se hace
presente a todos nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia. Él mismo, al inculcar con palabras
explícitas la necesidad de la fe y del bautismo (Mc 16,16; Jn 3, 5,), confirmó al mismo tiempo la
necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta. Por lo
cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia Católica fue instituida
pro Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo se negasen a entrar o perseverar en
Ella”. Lumen Gentium nº 14.
Al enseñarnos explícitamente la necesidad de la fe y del bautismo, Mc 16, 16; Jn 3, 5, Cristo
confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia misma, (como medio para obtener la
salvación). Lumen Gentium Nº 14. Así cuando la Iglesia afirma esta unicidad como exigencia de su
fe, no reivindica pues celosamente unos derechos y unos privilegios cediendo a una tentación de
imperialismo espiritual, sino que da testimonio de la misión que ella ha recibido del mismo Cristo
hasta el final de los siglos. Admitir una pluralidad de Iglesias equivaldría a no admitir ninguna, a
rechazar la noción misma de Iglesia. El exclusivismo que la Iglesia presenta es sencillamente
fidelidad al mandato de Cristo y de su caridad universal.
Dios ha querido que en la comunicación de salvación a los hombres, Cristo y su Iglesia
formen una sola cosa, el uno está unido al otro. Con la negativa a seguir a la Iglesia equivale a una
negativa a seguir a Cristo, del mismo modo que rechazar a Cristo es rechazar al Padre que lo ha
enviado, Lc 10, 16: “Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros rechaza a mi me
rechaza; pero quien me rechaza a mí rechaza a Aquel que me envió”.
El sentido y el alcance de esta afirmación puede aceptar una doble interpretación.
A.- Una esencialmente objetiva e institucional: La Iglesia es el único organismo apto para
comunicarnos la salvación de Cristo, pues así lo ha querido el mismo Cristo.
B.- Otra esencialmente subjetiva e individual: todos los que no se encuentran en la Iglesia
están necesaria e irremediablemente condenados, a nos ser que estén fuera de la Iglesia por
ignorancia invencible. Esta afirmación requiere una aclaración.
1.- Es de fe que “la Iglesia peregrinante es necesaria para obtener la salvación” Lum. Gent.
Nº 14.
2.- “No podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue
instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria para la salvación, se negasen sin
embargo a entrar o a perseverar en ella”, Lumen Gentium Nº 14.
3.- En razón del vínculo que une a Cristo con la Iglesia, nadie puede salvarse, es decir, vivir
con Cristo, sin estar de un modo u otro en comunión con la Iglesia.
4.- En la aplicación de este principio a las diferentes personas, hay que tener en cuenta las
circunstancias y posibilidades efectivas de cada uno. “Por esto, para que una persona alcance su
salvación eterna, no siempre se requiere que esté de hecho incorporada a la Iglesia a título de
miembro, pero sí debe de estar unido a ella siquiera por un deseo o aspiración”. (Carta del Santo
Oficio al Arzobispo de Boston, 8 de agosto de 1949). Denz 3870.
5.- “Incluso no siempre es necesario que esta aspiración sea explícita. En caso de
ignorancia invencible, una simple aspiración implícita, o inconsciente puede ser suficiente, si
traduce “la disposición de una voluntad que quiere conformarse a la de Dios” carta de Oficio a
Arzobispo de Boston. Ese deseo debe estar asimismo animado por la caridad perfecta, implicando
pues un acto de fe sobrenatural.
El Concilio Vaticano II en Lumen Gentium Nº 16, dice: “Aquellos que, ignorando sin culpa
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el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan no obstante, a Dios con un corazón sincero y se
esfuerzan, bajo la influencia de la gracia, en cumplir con obras su voluntad conocida mediante el
juicio de su conciencia, pueden alcanzar la salvación eterna, ... Incluso a aquellos que sin culpa no
han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan, no sin la gracia divina, en
llevar una vida recta, tampoco a ellos niega la divina Providencia los auxilios necesarios para la
salvación”.
En estos textos hay una insistencia en los dos puntos siguientes:
a.- Se hace referencia a la orientación global de una vida: “hay que esforzarse en cumplir
con obras su voluntad (la de Dios); “hay que esforzarse por llevar una vida recta (con ayuda de la
gracia de Dios).
b.- Todo esto no puede llevarse a cabo y tener un efecto salvífico como no sea bajo la
influencia de la gracia santificante. Y sabemos que, aun cuando algunos hombres puedan dar la
impresión de que están lejos de Dios, Dios en cambio no está lejos de nadie: “puesto que él da a
todos la vida, la inspiración y todas las cosas”, Hech 17, 25-28. Y Dios: “quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, 1 Tim 2, 3-4.
Por lo tanto, todos aquellos que "con ignorancia inculpable" desconocen la Iglesia de
Cristo, pero están prontos a obedecer en todo a los mandamientos de la Ley de Dios, no son
condenados, como se deduce de la justicia divina y de la universalidad de la voluntad salvífica de
Dios de la cual existen claros testimonios en 1 Tim 2, 3- 5, que dice: “Esto es bueno y agradable a
Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres; Cristo Jesús,
hombre también, que se entregó a sí mismo, como rescate por todos”. Los que sin culpa suya no
conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en
su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su
conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. «Aunque Dios, por caminos conocidos sólo por
El, puede llevar a la fe, "sin la que es imposible agradarle", (Hb 11, 6), a los hombres que ignoran el
Evangelio sin culpa propia, corresponde, sin embargo, a la Iglesia la necesidad y, al mismo tiempo,
el derecho sagrado de evangelizar»
Por eso, no podrían salvarse los que, sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la
Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o
perseverar en ella. Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a
su Iglesia.
Este carácter de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo
Señor. Gracias a este carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a reunir a la
humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de su Espíritu.
Después de haber hablado del papel de la Virgen María en el Misterio de Cristo y del
Espíritu, conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia. «Se la reconoce y se la
venera como verdadera Madre de Dios y del Redentor... más aún, "es verdaderamente la madre
de los miembros (de Cristo) porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los
creyentes, miembros de aquella cabeza" », «... María, Madre de Cristo, Madre de la Iglesia».
CAPITULO TERCERO
3.6.- La Segunda Venida de Cristo como victoria plena sobre todo lo creado
El día de la Segunda Venida "pública" de Cristo en el mundo será un día de júbilo y alegría
y de triunfo. Es "el día del Señor", 1 Cor 1,8; 2 Cor 1,14; 1Tes 5,2; será el día de su revelación
gloriosa, 2 Tes 1,7; 1 Tim 6,14; será el día de la salvación, 2 Cor 6,2; Efes 4,30.
La victoria escatológica ya en los profetas del exilio gustan representarla como una crisis
final de la historia, como una guerra gigantesca en la que Dios se enfrentará a sus enemigos y los
aniquilará, Is.63,1-6, como aniquiló a los monstruos primordiales, Is 27,1. Esta victoria será el
preludio de su Reinado final, Zac 14; Ez 38-39.
La segunda venida de Cristo glorioso no está en el plano de las luchas meramente
temporales. La lucha real que sostiene es de otro orden. Ya en su vida pública Cristo se afirma
como "el más fuerte" que triunfa contra el príncipe de este mundo Lc 11,14,22. En vísperas de su
muerte advierte a los suyos que no teman al mundo maligno que los ha de perseguir con su odio y
les dice: "Tened confianza, yo he vencido al mundo", Jn 16,33.
Pero es con su Resurrección y Glorificación como se afirma la realidad definitiva y
concreta. En ella Cristo triunfó sobre el poder del pecado y de la muerte, arrastró los poderes
vencidos Col 2,15. Su victoria se manifestará finalmente con esplendor cuando triunfe de todas
las fuerzas adversas, Apoc 17,14, cuando venza definitivamente la muerte, que será el último
enemigo. 1 Cor 15,24.
3.8.- La realidad de la parusía. Cristo de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos
La segunda venida gloriosa de Cristo y el juicio que se llevará a cabo. Esta segunda verdad
se considerará más adelante. De momento nos reducimos al hecho de la venida de Cristo con toda
gloria y majestad. Mt 16,27. "El Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles,
y entonces dará a cada uno según sus obras"
Mt 25,31: "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, se
sentará en su trono de gloria". 1 Tes 5,1-2: "En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos,
no tenéis necesidad de que os escriba. Vosotros mismos sabéis perfectamente que el Día del Señor ha
de venir como un ladrón en la noche"
3.9.- Circunstancias de la parusía. Los hombres desconocen el momento de esta segunda venida
Una cosa es que sea verdad de fe que Cristo vendrá de nuevo con gloria a juzgar vivos y
muertos y otra cosa es que haya sido revelado el momento exacto en que se producirá esa
"Parusía", o "Segunda Venida del Señor". Más bien parece, según veremos en los argumentos, que
lo que se ha revelado es justamente la incertidumbre del momento en que tendrá lugar esa
Segunda venida de Cristo. Mc 13, 31: "Cuanto a ese día o a esa hora, nadie la conoce, ni los ángeles
del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre". Mt 24,36: "Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los
ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre". Mt 24,42-44: "Velad, porque no sabéis qué día vendrá
vuestro Señor... Por eso estad preparados, porque en el momento que menos penséis vendrá el Hijo
del Hombre".
Recordamos lo que ya hemos dicho anteriormente del consejo de S. Pablo y advertencia a
los cristianos de Tesalónica, con estas palabras llenas de prudencia y sensatez:: “Os rogamos,
hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no
perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras,
como si afirmásemos que el día del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente.
Primero tiene que llegar la apostasía y aparecer la impiedad en persona, el hombre destinado a la
perdición, el que se enfrentará y se pondrá por encima de todo lo que se llama Dios o es objeto de
culto, hasta instalarse en el templo de Dios, proclamándose él mismo Dios ...”, 2 Tes 2, 1-17.
3.19.- El Cielo
Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven
para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven «tal cual es» (1 Jn 3,
2), cara a cara.
Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas
de todos los santos... y de todos los demás fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo
en los que no había nada que purificar cuando murieron...; o en caso de que tuvieran o tengan
algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte... aun antes de la
reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador,
Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el Reino de los cielos y paraíso
celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de
nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin
mediación de ninguna criatura.
Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con ella,
con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama «el cielo». El cielo es el fin
último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y
definitivo de dicha. Vivir en el cielo es «estar con Cristo». Los elegidos viven «en El», aún más,
tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre.
Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha «abierto» el cielo. La vida de los
bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo,
quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en El y que han permanecido
fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están
perfectamente incorporados a El.
Este misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en Cristo
sobrepasa toda comprensión y toda representación. La Escritura nos habla de ella en imágenes:
vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso: «Lo que
ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman»
(1 Co 2, 9).
A causa de su trascendencia, Dios no puede ser visto tal cual es más que cuando El mismo
abre su Misterio a la contemplación inmediata del hombre y le da la capacidad para ello. Esta
contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia «la visión beatífica».
En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con alegría la voluntad
de Dios con relación a los demás hombres y a la creación entera. Ya reinan con Cristo; con El «ellos
reinarán por los siglos de los siglos» (Apoc 22, 5).
3.21.- El Infierno
Infierno significa en lengua hebrea “gehinnom”, que significa: lugar de castigo de los malos
y se halla debajo de la tierra. La “gehenna” ha sido creada antes del mundo: “ ... entonces dirá a los
de la izquierda: apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”,
Mt 25, 41; “Y los arrojaron en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes”, Mt 13, 42;
“... más te vale entrar manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego
eterno”, Mt, 18, 8.
Jesucristo habló bien claro acerca de la existencia del infierno e indicó quiénes iban a ir a
él. Esto no se puede poner en duda. El infierno es el lugar que han elegido aquellos que se han
encerrado en sí mismos y no han querido ver en el prójimo a su hermano y al mismo Cristo. Mt
25, 36, s.s. Aquellos que han muerto en pecado mortal y no se han arrepentido, los que no han
creído en Dios ni han cumplido sus mandamientos.
Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no
podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra
nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es
un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él», (1 Jn 3, 15).
Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si omitimos socorrer las
necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos. Morir en pecado
mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer
separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección.
Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los
bienaventurados es lo que se designa con la palabra «infierno».
Jesús habla con frecuencia de la «gehenna» y del «fuego que nunca se apaga» reservado a
los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse, y donde se puede perder a la vez el
alma y el cuerpo. Jesús anuncia en términos graves que «enviará a sus ángeles que recogerán a
todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo», (Mt 13, 41-42), y que
pronunciará la condenación: «¡Alejaos de mí, malditos al fuego eterno!», (Mt 25, 41).
La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los
que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de
la muerte y allí sufren las penas del infierno, «el fuego eterno». La pena principal del infierno
consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la
felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.
265
Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son
un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación
con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión:
«Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino
que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran», (Mt 7, 13-14).
Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar
continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra,
mereceremos entrar con El en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como
siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y
rechinar de dientes".
Dios no predestina a nadie a ir al infierno; para que eso suceda es necesaria una aversión
voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en
las plegarias diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que «quiere que nadie
perezca, sino que todos lleguen a la conversión», (2 P 3, 9).
A. M. D. G.
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE GENERAL
HISTORIA DE LA SALVACIÓN
INTRODUCCIÓN GENERAL
1.- ¿Qué es la Biblia? 3
2.- Significado de la Biblia en la tradición de la Iglesia 3
3.- La Biblia, Palabra de Dios 3
3.1.- Antiguo Testamento 4
3.2.- Nuevo Testamento 4
4.- La Biblia, Palabra humana 4
4.1.- El escritor sagrado, un hombre de su tiempo 4
4.2.- Lenguas en la Biblia 5
5.- Los elementos materiales para escribir 5
6.- Traducciones en la Biblia y Traducciones. Traducción de los LXX 5
7.- Partes de la Biblia 6
8.- Autores de la Biblia 7
8.1.- La Biblia, libro inspirado por Dios ¿Qué es inspiración? 7
8.2.- El hecho de la inspiración. La Revelación 8
8.3.- Alcance de la inspiración 8
8.4.- Consecuencias de la inspiración. La inerrancia o veracidad de la Biblia 8
8.4.1.- Planteamiento de la veracidad de la Sagrada Escritura y doctrina de la Iglesia 8
8.4.2.- Lo que quiso enseñar el autor sagrado 9
9.- El Canon en la Sagrada Escritura (La Canonicidad) 9
10.- La interpretación de la Sagrada Escritura (Hermenéutica) 10
11.- Los Géneros literarios 12
11.1.- Clases de géneros literarios 12
12.- La Biblia mensaje de Dios salvífico redactado en palabra humana 12
PRIMERA PARTE
CAPITULO PRIMERO
ANTIGUO TESTAMENTO
EL PENTATEUCO
1.- Introducción general 16
1.1.- Pentateuco 17
1.2.- Composición del libro del Pentateuco 18
1.3.- Tradición Yahvista 21
1.4.- Tradición Elohista 21
1.5.- Tradición Deuteronomista 21
1.6.- Tradición Sacerdotal 21
CAPITULO SEGUNDO
LIBRO DEL GÉNESIS
2.- Introducción 22
2.1.- Contenido del libro del Génesis 22
269
2.2.- El relato sacerdotal de la Creación. Gen 1, 1 al 2, 4ª 22
2.3.- Resumen del relato sacerdotal 25
2.4.- Relato Yahvista Gen 2, 4-25 25
2.4.1.- Elementos literarios de este relato 25
2.4.2.- Creación del hombre 25
2.4.3.- Conclusión general de los 2 primeros capítulos del Génesis 27
2.5.- El Pecado original. La tragedia del género humano. Gen 3, 1, s.s. 29
2.5.1.- El texto literario del Pecado original. Gen 3, 1-24 30
2.5.2.- El paraíso lugar de decisión, Gen 2,8-9.16.17 30
2.5.3.- Diálogo entre Eva y la serpiente, Gen 3, 1-6 30
2.5.4.- El fruto prohibido. El Pecado = “seréis como dioses” 31
2.5.5.- La desnudez como vergüenza y el apartamiento de Dios. Interrogatorio y sentencia 32
2.5.6.- Providencia divina 33
2.5.7.- El castigo como justicia de Dios. La expulsión del paraíso. Gen 3, 22-24 33
2.5.8.- Conclusión general del capítulo 3º del Génesis 34
2.6.- Fratricidio universal 37
2.6.1.- Fratricidio de Caín sobre Abel, Gen 4, 1 y s.s. 38
2.6.2.- Corrupción generalizada de la Humanidad, Gen 6, 5-8. 39
2.6.2.1.- Dios responde a la corrupción de la Humanidad. El Diluvio universal. Juicio y Salvación 39
2.6.2.2.- El Patriarca Noé, Gen 6, 9, s.s. 39
2.6.2.3.- El juicio de Dios sobre el m al de la humanidad 40
2.6.2.4.- La alianza con Noé 41
2.6.3.- La Torre de Babel, gen 11, 1-9. 41
CAPITULO TERCERO
FORMACIÓN DEL PUEBLO DE ISRAEL
CAPITULO CUARTO
HISTORIA DE MOISÉS
4.1.- La formación del pueblo de Israel. ÉXODO. Unión del Éxodo con Abrahán 51
4.2.- El ÉXODO y la Historia 51
4.3.- Vida de Moisés 51
4.4.- La esclavitud es el pecado 52
4.5.- Moisés el libertador 52
270
4.6.- Moisés ante el Faraón 53
4.7.- Las 10 plagas de Egipto 53
4.8.- La Pascua. Éxodo. 55
4.9.- El paso del mar Rojo 55
4.9.1.- El camino del desierto 56
4.9.2.- El secreto de la nube y la columna de fuego 56
4.9.3.- ¿Qué es el maná? 57
4.9.4.- El milagro de las codornices 57
4.9.5.- El milagro del agua sobre la roca 58
4.9.6.- Interpretación de estos milagros 58
4.9.7.- Los grandes acontecimientos del Monte Sinaí. La Alianza y los 10 Mandamientos 58
4.9.8.- La Alianza en el Oriente Medio y en la Biblia 58
4.9.9.- El Dios de la Alianza 59
4.9.10.- Forma y Rito de la Alianza 59
4.10.- El decálogo: Los 10 Mandamientos 60
4.11.- Invocación de los dioses 62
4.12.- Bendiciones y maldiciones 62
4.13.- Finalmente 62
4.14.- El Código de la Alianza 63
4.15.- Normas sociales 63
4.16.- Las grandes fiestas religiosas de Israel 63
4.17.- La idolatría del pueblo de Israel 64
4.18.- Renovación de la Alianza 64
4.18.1.- Las tablas de la Ley 64
4.18.2.- Objeto y esencia de la Alianza 64
4.19.- Moisés, el mediador de la Alianza 65
4.20.- La muerte de Moisés 65
CAPITULO QUINTO
LA CONQUISTA DE LA TIERRA PROMETIDA
CAPITULO SEXTO
HISTORIA DE DAVID. REY DE ISRAEL
CAPITULO SÉPTIMO
EL POSTEXILIO (538 – 326)
7.1.- Dominio Persa. La restauración de Israel. Regreso del Exilio en Babilonia 100
7.2.- Sentido de esta restauración de Jerusalén 101
7.3.- La reforma de Nehemías y de Esdras 101
7.3.1.- Nehemías 101
272
7.3.2.- Esdras 101
7.4.- Dominio Griego. Alejandro Magno y el helenismo 102
7.5.- Dinastía de los Tolomeos Lágidas de Egipto 102
7.6.- Los Seléucidas 103
7.6.1.- Antíoco IV Epifanes 103
7.7.- La rebelión de los Macabeos 103
7.7.1.- Los Asmoneos 104
7.8.- Dominio Romano 105
7.9.- Herodes el Grande 105
7.9.1.- Hijos de Herodes el Grande. Mandato procuradores romanos 106
7.10.- Contexto religioso y social de Israel 106
7.11.- El resto” de Yahvé y los “Pobres” de Yahvé 108
7.11.1.- El “pobre” en la Biblia 108
7.11.2.- Características de los “pobres de Yahvé” 110
7.11.3.- Tipos humanos que encarnan el “pobre de Yahvé” 111
CAPITULO OCTAVO
LOS PROFETAS
8.1.- Los Profetas. Guías del Pueblo de Dios. Portavoces de Dios 111
8.2.- Condiciones históricas, sociales y religiosas del profetismo 112
8.3.- ¿Quiénes son los Profetas? 113
8.4.- Vocación del Profeta 113
8.5.- El Profeta y su misión 113
8.6.- La doctrina de los Profetas 113
8.7.- Reyes y Profetas del reino de Israel (Norte) 114
8.8.- ELIAS 114
8.9.- ELISEO 115
8.10.- AMOS 115
8.10.1.- La persona del profeta 116
8.10.2.- La composición del libro 116
8.10.3.- El estilo 116
8.10.4.- El mensaje 116
8.11.- OSEAS 116
8.11.1.- La persona del profeta 117
8.11.2.- La composición del libro 117
8.11.3.- El estilo 118
8.11.4.- El mensaje 118
8.12.- Reyes y Profetas del reino del Sur (Judea) 118
8.13.- ISAIAS 118
8.13.1.- Ambiente histórico 119
8.13.2.- La persona del profeta 119
8.13.3.- La composición del libro 119
8.13.4.- Estilo 119
8.13.5.- El mensaje 119
8.14.- El Deutero-Isaías 120
8.14.1.- La persona del profeta 120
8.14.2.- La composición del libro 120
8.14.3.- El estilo 121
8.14.4.- El mensaje 121
8.14.5.- El Mediador 121
8.14.6.- Los cánticos del Siervo de Yahvé 121
8.14.7.- La doctrina de los cánticos se resume en las siguientes afirmaciones 122
8.15.- El Tercer Isaías (Trito Isaías) 122
8.15.1.- Ambiente histórico 122
8.15.2.- La persona del profeta 122
273
8.15.3.- Composición del libro 122
8.15.4.- El mensaje 123
8.16.- MIQUEAS. Ambiente histórico 123
8.16.1.- La persona del profeta 123
8.16.2.- Composición del libro 123
8.16.3.- El mensaje 124
8.17.- SOFONIAS. Ambiente histórico 124
8.17.1.- La persona del profeta 124
8.17.2.- Composición del libro 124
8.17.3.- El mensaje 124
8.18.- JEREMIAS. Ambiente histórico y la persona del profeta 125
8.18.1.- La composición del libro 126
8.18.2.- Prólogo. Vocación de Jeremías 127
8.18.3.- El mensaje 127
8.19.- Libro de Las Lamentaciones 127
8.19.1.- Nombre y finalidad 127
8.19.2.- Lugar y fecha de composición 128
8.19.3.- La composición de los poemas 128
8.19.4.- El autor 128
8.19.5.- El mensaje 128
8.20.- BARUC. Ambiente histórico 129
8.20.1.- La persona del profeta 129
8.20.2.- La composición del libro 129
8.20.3.- El mensaje 129
8.21.- HABACUC. Ambiente histórico 130
8.21.1.- La persona del profeta 130
8.21.2.- Composición del libro 130
8.21.3.- El mensaje 130
8.22.- NAHUM. Ambiente histórico 130
8.22.1.- La persona del profeta 131
8.22.2.- Composición del libro 131
8.22.3.- El mensaje 131
8.23.- EZEQUEL. Ambiente histórico 131
8.23.1.- La persona del profeta 131
8.23.2.- Composición del libro 131
8.23.3.- El mensaje 132
8.24.- AGEO. Ambiente histórico 132
8.24.1.- La persona del profeta 132
8.24.2.- Composición del libro 133
8.24.3.- El mensaje 133
8.25.- ZACARIAS 133
8.25.1.- Ambiente histórico 133
8.25.2.- La persona del profeta 133
8.25.3.- Composición del libro 133
8.25.4.- El primer Zacarías 134
8.25.5.- El mensaje 134
8.25.6.- El segundo Zacarías 134
8.25.7.- Ambiente histórico 134
8.25.8.- La persona del profeta 135
8.25.9.- La composición del libro 135
8.25.10. El mensaje 135
8.26.- MALAQUIAS. 135
8.26.1.- La persona del profeta 135
8.26.2.- Composición del libro 135
8.26.3.- El estilo del libro 136
8.26.4.- El mensaje 136
274
8.27.- ABDIAS. Ambiente histórico 136
8.27.1.- La persona del profeta 137
8.27.2.- La composición del libro 137
8.27.3.- El mensaje 137
8.28.- JOEL. Ambiente histórico 137
8.28.1.- La persona del profeta 137
8.28.2.- La composición del libro 137
8.28.3.- El mensaje 137
8.29.- JONAS. Ambiente histórico 138
8.29.1.- La persona del profeta 138
8.19.2.- La composición del libro 138
8.29.3.- El mensaje 138
8.30.- DANIEL. Ambiente histórico 138
8.30.1.- La persona del profeta 139
8.30.2.- La composición del libro 139
8.30.3.- El mensaje 140
8.31.- Síntesis doctrinal de los grandes temas de la predicación profética 141
8.31.1.- El Dios de los Profetas 141
8.31.2.- Dios y el hombre . Dios e Israel. Elección Alianza 142
8.31.3.- Elección de Sión. Promesa hecha a David 143
8.31.4.- La Ley 143
8.31.5.- Desviaciones e infidelidades 143
8.31.6.- El falso culto 144
8.31.7.- La injusticia 144
8.31.8.- El juicio 144
8.31.9. Misericordia compasiva 144
8.31.10. La respuesta auténtica del hombre 145
8.31.11. Conocimiento de Yahvé 145
8.31.12. La fe 145
8.31.13. La bondad 145
8.31.14. El derecho 145
8.31.15. La justicia 145
8.31.16. La religión interior 145
8.31.17. Dios y los demás pueblos. El Universalismo 146
8.31.18. El problema del mal 146
8.31.19. El juicio 146
8.31.20. El hombre vinculado a los demás. Solidaridad y personalismo 146
8.31.21. Una sociedad justa 146
8.31.22. Dios y el mundo. La Creación 147
8.31.23. Dios juzga la historia 147
8.31.24. Mesianismo 147
8.31.25. El día de Yahvé 147
8.31.26. Un “resto” 147
8.31.27. Un rey ideal 147
8.31.28. El destino personal del profeta 148
8.31.29. El mensaje del profeta y su vida 148
8.31.30. Pruebas 148
8.31.31. Relación del profeta con Dios 148
8.31.32. Carácter de enviado 148
8.31.33. Función de mediador 149
8.31.34. La muerte 149
CAPITULO NOVENO
LOS SABIOS Y LA SABIDURÍA EN ISRAEL
CAPITULO DÉCIMO
LA LÍRICA SAGRADA
SEGUNDA PARTE
NUEVO TESTAMENTO
CAPITULO PRIMERO
EL MISTERIO DE CRISTO
LA REDENCIÓN DEL PECADO EN SU REALIZACIÓN HISTÓRICA
CAPITULO SEGUNDO
LA SANTA IGLESIA CATÓLICA
2.1.- La Iglesia en el designio de Dios 205
2.2.- Origen, fundación y misión de la Iglesia 205
2.3.- La Iglesia, prefigurada desde el origen del mundo 206
2.4.- La Iglesia, preparada en la Antigua Alianza 206
2.5.- La Iglesia, instituida por Cristo Jesús 206
2.6.- La Iglesia, manifestada por el Espíritu Santo 207
2.7.- La Iglesia, consumada en la gloria 207
2.8.- El Misterio de la Iglesia, a la vez visible y espiritual 207
278
2.9.- La Iglesia, Misterio de la unión de los hombres con Dios 207
2.10.-La Iglesia, sacramento universal de salvación. “Fuera de la Iglesia no hay salvación” 208
2.11.- Símbolos de la Iglesia. 210
2.11.1.- La Iglesia nuevo Pueblo de Dios 210
2.11.2.- La Iglesia ,Cuerpo de Cristo 210
2.11.2.1.- Cristo, Cabeza de este Cuerpo 211
2.11.3..- La Iglesia, Esposa de Cristo 211
2.11.4.- La Iglesia, Templo del Espíritu Santo 211
2.12.- Propiedades esenciales de la Iglesia 211
2.13.- la Iglesia es Una 212
2.13.1.- Las heridas de la unidad 212
2.14.- La Iglesia es Santa 213
2.15.- La Iglesia es Católica 214
2.15.1.- Cada una de las Iglesia particulares es “católica” 214
2.15.2.- Quién pertenece a la Iglesia 215
2.15.3.- La misión de anunciar a Cristo 215
2.16.- La Iglesia es Apostólica 216
2.17.- La misión de los apóstoles. Los Obispos sucesores de los Apóstoles 216
2.18.- Los fieles de Cristo. Jerarquía, Laicos, Vida consagrada 217
2.19.- La constitución jerárquica de la Iglesia 217
2.20.- El Colegio Episcopal y su cabeza el Papa 218
2.20.1.- La misión de enseñar 219
2.20.2.- La misión de santificar 219
2.21.- La misión de gobernar 220
2.22.- Los fieles laicos 220
2.23.- La participación de los laicos en la misión sacerdotal de Cristo 221
2.24.- La participación en la misión profética de Cristo 221
2.25.- Su participación en la misión real de Cristo 221
2.26.- La Vida Consagrada. Consejos evangélicos y vida consagrada 221
2.26.- Las virginidad consagrada 221
2.27.- Los Institutos seculares 222
2.28.- Las Sociedades de Vida Apostólica 222
2.29.- Consagración y misión: anunciar al rey que viene 222
2.30.- MARIA, MADRE DE CRISTO, MADRE NUESTRA 223
2.30.1.- La maternidad de María respecto de la Iglesia 223
2.30.2.- Ella es nuestra Madre en el orden de la gracia 223
2.30.3.- El culto a la santísima Virgen María 224
2.30.4.- María, figura escatológica de la Iglesia 224
CAPITULO TERCERO
LA PARUSÍA. SEGUNDA VENIDA TRIUNFANTE DE CRISTO
PARA JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS
BIBLIOGRAFÍA 236
MAPAS
ÍNDICE
237
--------------------------------------
280
281
282
283
284
285
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287
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