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I am the old house With the noxius smell and the sorrow before morning, In wich
all past is present, all degradation Is unredeemable
Y toda frase
Este lenguaje lleno de antítesis, propio de la literatura bíblica donde “los poetas
hebreos no llegan a formulaciones filosóficas, y de hecho experimentan y
presentan a Dios en polaridades” (Schökel 1988, 108), sirve a San Juan de la
Cruz para sintetizar el desasimiento necesario para llegar a la sabiduría divina.
Pero el vaciado del alma como preparación para recibir la iluminación no anula
lo más personal de cada uno en su esencia y permanece una consciencia
individual, que C.P. Thompson describe como teística: “en la unión no-dualista el
yo se diluye en el Uno y pierde su identidad; en la unión teística, la identidad
personal se mantiene, pero el alma se transforma.”(1977, 11). T.S. Eliot cita los
versos anteriores casi literalmente en “East Coker” de Cuatro cuartetos:
To arrive where you are, to get from where you are not,
And what you do not know is the only thing you know
La noche oscura de San Juan ha sido comparada con los pasajes desoladores
de los Cuatro cuartetos por Pablo Zambrano, quien ha visto en éstos un
seguimiento de la doctrina del santo. Pero la noche oscura no puede
simplificarse reduciéndose sólo a la penuria del espíritu, ni pueden deducirse de
los versos de Eliot los principios religiosos desde los cuales se accede a esta
noche del alma en los personajes del poema. Las imágenes de oscuridad en el
poema de Eliot muestran un mundo desprovisto de fe, en una noche sin salida,
sin sentido, sin tan siquiera consciencia de sus habitantes de habitarla. Estos
pasajes recuerdan más bien el pecado de acídia, mezcla de pereza y pesimismo
que podía asaltar a los monjes. En “Burnt Norton” los personajes del metro
londinense son seres “vacíos de significado":
Aquí hay un lugar de desafección/ tiempo de antes y tiempo de después/ en una
luz mortecina; ni luz del día/ invistiendo a la forma con lúcida calma/ convirtiendo
la sombra en transitoria belleza/ con lenta rotación que sugiera permanencia, / ni
oscuridad que purifique el alma/ vaciando lo sensual con privaciones/ limpiando
los afectos de lo temporal./ Ni plenitud ni vacío. Sólo un chisporreo/ sobre las
tensas caras abrumadas de tiempo/ distraídas de la distracción por la
distracción/ llenas de fantasías y vacías de significado/ hinchada apatía sin
concentración/ hombres y trozos de papel, arremolinados por el viento frío/ que
sopla antes y después del tiempo,/ viento que entra y sale de pulmones nada
sanos, un tiempo de antes y un tiempo de después. / Eructos de almas sin salud/
al aire marchitado, lo torpe/ empujado al viento que barre las lúgubres colinas de
Londres,/ Hampsteath y Clerkenwell, Campdem y Putney/ Highgate, Primrose y
Ludgate. No aquí/ no aquí la tiniebla, en este mundo que trina.
No es “la oscuridad que purifica el alma” la que encontramos aquí, sin embargo,
en Asesinato en la Catedral ([1935]1969, 282), reconocemos la imagen de San
Juan aunque la experiencia que describe no esté al alcance de todos y no todos
puedan desearla sinceramente:
Perdónanos, Oh señor, nos sabemos del tipo de los hombres comunes,/ de los
hombres y
mujeres que cierran la puerta y se sientan cerca del fuego;/ de los que temen la
bendición de
man,
Of the man and woman who shut the door and sit by the fire;
Who fear the blessing of God, the loneliness of the night of God,