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LA AUTOESTIMA

Introducción:

¿Quien soy yo?, ¿Quiero ser mejor?, ¿Como empiezo? DE ADENTRO HACIA AFUERA
“Lo que esta delante de nosotros y lo que esta detrás es poco importante comparado con lo
que reside en nuestro interior.”

Mt 12, 35. “Del hombre bueno, como atesora bondad, salen cosas buenas; en cambio, del
hombre malo, como atesora maldad, salen cosas malas”

De adentro hacia afuera significa empezar por nosotros mismos, por la parte más interior de
la persona. Nuestra manera de pensar y de ver las cosas, nuestro carácter, nuestros
motivos y deseos.

Significa que si queremos que las cosas cambien y mejoren, debemos cambiar y mejorar
nosotros primero. Si queremos tener éxito en la vida, debemos tener éxito con nosotros
primero, corrigiendo nuestros errores y defectos y formando un carácter de integridad,
rectitud, justicia, bondad, servicio y todo lo que el Señor a través de su palabra y de la Iglesia
nos enseña.

Dios obra de adentro hacia afuera. El mundo obra de afuera hacia adentro. El mundo quiere
sacar a la gente de la miseria. Cristo saca la miseria del interior de la gente, y después ésta
sale por si misma de lo que la oprime. El mundo quiere moldear a los hombres cambiando su
ambiente. Cristo cambia a los hombres que después cambian su ambiente. El mundo quiere
conformar la conducta humana, pero Cristo puede cambiar la misma naturaleza humana.

Muchas personas piensan que el cambio es de afuera hacia adentro. Creemos que el
problema está fuera de nosotros y que si los demás cambian los problemas quedan
resueltos. Pensemos cuantas veces estamos esperando que los hijos cambien, que el
esposo o esposa cambie, que el coordinador de la comunidad cambie, que el párroco
cambie, que el gobierno cambie, etc, etc… Nos concentramos en los errores y defectos de
los demás, y les echamos la culpa de todo lo que nos pasa. Creemos que nuestro
estancamiento es por las circunstancias, pero debemos aprender que no es así. Nosotros
tenemos la posibilidad de cambiar por dentro y de pensar diferente. Solamente si
comenzamos por la raíz de nosotros mismos, de nuestros problemas, nuestros defectos,
nuestro carácter podremos mejorar y así podemos influir en los demás.

Jesucristo no cambió el mundo cuando estuvo aquí en la tierra. El cambió hombres para que
estos cambiaran a otros hombres y estos a otros, y así al mundo. Lo primero que Jesús hace
en nuestras vidas es cambiar nuestros corazones y llenarnos del Espíritu Santo para así
poder moldearnos desde adentro hacia afuera.

El cambio se encuentra dentro de nosotros mismos. Necesitamos empezar por examinarnos


e identificar que está mal en nosotros, para poder mejorar con la ayuda y la dirección de

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Dios, a través de la oración, en la escucha de la palabra, en la frecuencia de los
sacramentos.

Prov. 16,9. “La mente del hombre traza sus caminos, pero el Señor dirige sus pasos”

¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA?

Para hablar de autoestima partamos del siguiente texto bílico:

Gen. 1, 26-27 “Entonces dijo Dios: Hagamos a lo seres humanos a nuestra imagen, según
nuestra semejanza, para que dominen sobre los peces del mar, las aves del cielos, los
ganados, las bestias salvajes y los reptiles de la tierra. Y creó Dios a su imagen; a imagen
de Dios los creó; varón y mujer los creó”.

La palabra de Dios nos dice que nuestra principal valía como personas radica en que hemos
sido creados a imagen y semejanza de Dios; Lamentablemente las personas en el mundo
tienen el siguiente concepto: “¡Dime cuanto tienes y te diré quien eres! ¡De acuerdo a tu
apariencia personal tendrás o no éxito en la vida! ¡Solamente los mas hermosos, inteligentes,
hábiles, y con muchas posesiones son los que valen!”

Pero ese concepto esta equivocado, todos somos valiosos porque somos hijos de Dios, el
nos creo a su imagen y semejanza y no nosotros a nosotros mismos. No valemos porque
hemos alcanzado tal triunfo, o porque nos hemos esforzado y logramos una profesión, o
porque hemos superado situaciones adversas. Valemos porque somos su creación, sus
hijos, su imagen.

La psicología define la autoestima como la imagen que tenemos de nosotros mismos, el


concepto que tenemos de nuestras capacidades y nuestro potencial. Es el valor que
me doy a mí mismo, la autovalía que tengo de mi persona en su totalidad. Esta puede
ser baja, intermedia o alta.

El concepto de uno mismo es semejante a un par de lentes a través de los cuales se


contempla la realidad. De acuerdo a lo que vemos por dichos lentes, escogemos el
comportamiento que consideramos apropiado para cada situación. Esta afecta diferentes
áreas en nuestras vidas incluyendo como vemos a los demás, como nos relacionamos con
ellos, y como nos ven ellos a nosotros.

Si te ves a tí mismo como un fracasado, encontrará algún modo de fracasar, sin importar
cuanto desees el triunfo. Por otro lado, si te consideras apto y capaz, harás frente a la vida
con más optimismo y rendirás casi al máximo.

La autoestima nos dice que es importante que nos consideremos valiosos, más allá de las
cosas que nos faltan aprender. Más allá de nuestras incapacidades e independientemente de
lo que los demás quieran de nosotros. En fin, que cada uno sepa que es una persona
valiosa, sea como sea, le falte lo que le falte, sepa lo que sepa o tenga la incapacidad que
tenga.

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Es quererse a sí mismo aceptando lo propios logros y limitaciones. Sentirse esencialmente
cómodo dentro de sí. Valorarse positivamente y quererse sin condiciones.

Sin embargo, hay que aclarar lo siguiente: No es tener la autoestima alta pensar que yo soy
lo que no soy; por ejemplo rico, lindo, perfecto. La autoestima consiste en saber que soy lo
que verdaderamente soy.

Rom. 12,3. “Les digo, además, a todos y cada uno de ustedes, en virtud de la gracia que
Dios me ha confiado, que no se consideren más de lo debido, sino que cada uno se
considere en lo que vale, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido”.

“Sólo podemos respetar a los demás cuando uno se respeta a sí mismo. Sólo podemos dar,
cuando nos damos a nosotros mismos. Sólo podemos amar, cuando nos amamos a nosotros
mismos”; Abraham Maslow.

FORMACIÓN DE LA AUTOESTIMA.

¿QUIEN SOY YO? ¿DE DONDE VENGO?

El concepto del Yo y de la autoestima se desarrollan gradualmente durante toda la vida,


empezando en la infancia y pasando por diversas etapas. El resultado es un sentimiento
generalizado de valor o de incapacidad.

Todo ser humano alguna vez se ha planteado las siguientes preguntas ¿Quién soy? y ¿Para
qué soy? Al tratar de responder a estas preguntas tan sencillas y profundas, se confronta con
la imagen que tiene de sí mismo.

¿Quién soy? Nos lleva a los elementos que nos identifican y nos diferencian de otros, tales
como: nombre, características, habilidades, logros. También identifica el rol que tenemos en
la sociedad: soltero, hijo, estudiante, profesional. Así como también los valores como
personas: bueno, malo, imperfecto, ordenado, desorganizado.

¿Para qué soy? Es la pregunta que nos lleva a reflexionar la razón de nuestra existencia:
razón de estar aquí, y de hacer lo que estamos haciendo y no otra cosa, de vivir la vida que
estamos viviendo, de descubrir cuál es el plan de Dios para nuestras vidas.

Podemos decir que existen tres factores por medio de los cuales se va formando la imagen
que tenemos de nosotros mismos:

Factor genético: herencia y el ADN. El equipo físico, emocional y espiritual con que nacimos
Factor síquico: experiencias de la infancia, el trato de los padres. La manera como las
percibo.
Factor ambiental: algo o alguien de afuera nos afecta.

Según las teorías psicológicas estos factores hacen que el hombre esté determinado a
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responder o reaccionar de cierto modo, dependiendo el estimulo que tenga o lo que le
suceda.

El modelo es: ESTIMULO = RESPUESTA

Es decir, que la persona reacciona en el presente de acuerdo a las experiencias pasadas.

El Yo ideal contra el Yo real.


Otro aspecto que influye grandemente es la distancia que existe entre lo que creemos que
deberíamos ser (Yo ideal), es decir aquello que percibimos que el mundo exterior nos dice
que deberíamos ser, y el Yo real o actual que es lo que realmente somos. Aquí nace el
conflicto. Esa conciencia empuja en nosotros una decisión: La decisión de cambiar para ser
como se debe. Sin embargo, tarde o temprano nos damos cuenta de que por mucho que nos
esforcemos, no conseguimos ser el Yo ideal. Tomamos conciencia de que no podemos ser
"como deberíamos". Y entonces aparece la frustración.

El problema de aceptar los límites y capacidades.

En esta sociedad se nos pide que seamos perfectos. Los mas hermosos, los mas
inteligentes. Esto choca frontalmente con nuestra vivencia. Lo adecuado está en sentir una
parte de nosotros como maravillosa, aquella que se refiere a nuestras capacidades. Somos
buenos para unas cosas, tenemos cualidades que ponemos o no en práctica, hemos
conseguido cosas, esto nos gusta...

La otra parte de nosotros alberga los límites. Sí, a veces somos, groseros, nos enfadamos,
perezosos, desordenados, débiles, miedosos, no sabemos hacer todo e incluso nos
equivocamos... La parte de los límites es la que intentamos esconder. La que nos
avergüenza de nosotros mismos.

Ponemos tanta atención en nuestros defectos que no hacemos sino hacerlos más presentes
y ponernos peor, pero no cambiamos, ni salimos de ellos. Toda esta energía puesta en los
límites nos impide mejorar, desarrollar las capacidades y superarnos.

Al no aceptarnos como un todo con límites y capacidades se genera una lucha por
esconder esos límites ante los demás y más aún, ante uno mismo, generando un
egocentrismo donde la persona solo está preocupada por como se siente y por el que dirán.
Este egocentrismo se puede dar no solo en personas que tienen actitudes vanidosas y
arrogantes, sino también cuando nos infravalorarmos. La falsa modestia y el autorrechazo
son síntomas de alguien que se toma demasiado en serio a si mismo.

LAS BASES DE LA AUTOESTIMA

Hay tres necesidades emocionales básicas que son comunes a todo ser humano y que son
indispensables para tener una imagen de uno mismo sana:

1. Sentirse amado. La base fundamental de una estima adecuada es sentirse aceptado


o amado. Esa sensación de seguridad que uno experimenta cuando alguien nos ama,
nos aprecia.
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2. Sentir que vale por si mismo. El valor personal se refiere a sentirse completo,
sentirse importante, especial, y pensar: "me agrada mi persona; me respeto; no me
avergüenzo de cómo soy". Es sentir que uno vale la pena, que es digno de la
aceptación de otras personas.
3. Sentirse competente o capaz. La actitud confiada de la persona que tienen una
opinión saludable de si misma, cuando se enfrenta a una nueva tarea, es "¡Puedo
hacerlo!", “¡Soy capaz!”.

Consecuencia de una imagen de si deficiente.


Uno de los efectos más profundos de tener una opinión deficiente de uno mismo, se puede
ver en la actitud que desarrolla la persona hacia su propio mundo. Las personas con un
concepto malsano de sí mismos tienen una visión errónea del mundo, y de su propia
capacidad para enfrentarse a los desafíos de la vida. Consideran las situaciones inesperadas
o novedosas como amenazas, como ataques, a su felicidad y seguridad personal. Ven al
mundo cercándolos, empujándolos y aplastándolos. Se consideran víctimas impotentes,
atrapadas en un mundo hostil. Tener un concepto deficiente de uno mismo afecta de
maneras diversas, pero entre algunas personas existen algunas similitudes. En el caso de
ciertos individuos, los efectos son conscientes, en el de otros, inconscientes. Las personas
con un concepto de sí mismas débil o malsano, funcionan en la vida partiendo de cualquiera
de estos factores y motivaciones.

La imagen deficiente de si cuando nos infravaloramos se manifiesta en:

• Enfrentan la vida con pesimismo


• Miedo a las relaciones interpersonales.
• Timidez excesiva.
• Tendencia a formar relaciones de dependencia.
• Incapacidad de aceptar los elogios.
• Miedo a estar solo.
• Miedo a la intimidad, ya que ésta puede conducir al rechazo.
• Dificultad para creer en el amor de Dios o de otra persona.
• Dependencia de las posesiones materiales para sentirse seguros.
• Incapacidad para expresar emociones.
• La costumbre de utilizar calificativos negativos al referirse a sí mismo.
• Expectación o ansiedad en cuanto a que sucederá lo peor.
• Interpretación del mundo como hostil y abrumador.

También se suele encubrir la imagen deficiente de si con actitudes vanidosas y arrogantes:

 Siempre quieren ser el centro de atención para sentirse importantes.


 Actitud defensiva en el comportamiento y las conversaciones.
 Sensibilidad extrema a las opiniones de los demás.
 Uso de la ira como defensa para no ser herido.
 Ver a los demás como competidores y no como amigos de los cuales disfrutar.
 Actitud resentida.
 Un sentido de masculinidad o feminidad que sólo se experimenta a través de las
conquistas.
 Un esfuerzo por llegar a ser algo o alguien en vez de relajarse y disfrutar de quien es.

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 Elhábito de repetir mentalmente situaciones pasadas, preguntándose lo que quería decir
la otra persona.
 Ver a los demás crítica y condenatoriamente.
 Conducta perfeccionista con respecto a los detalles.
 No asumir la propia responsabilidad culpando a los demás o a Dios.

Que consecuencias tiene en nuestra vida una imagen de nosotros mismo


inadecuada?

1. Una actitud conflictiva hacia uno mismo que nos genera inseguridad. Parábola
de los talentos.
2. Paraliza nuestro potencial. Cuando tenemos temor a ser criticados, a no poder, a
no tener suficiente apoyo dejamos de realizar aquello para lo que Dios nos creo.
Números 13 y 14. Ejemplo de Caleb y Josué.
3. Hecha a perder nuestras relaciones interpersonales. Esta imagen deficiente que
tenemos nos dificulta un buen entendimiento con los demás. Quien se encuentra
absorbido por sus propias preocupaciones es difícil que preste atención a las de los
demás. Además si teme ser rechazado por los otros se vuelve susceptible al que
dirán.
4. Sabotea tu servicio apostólico. Cuando te piden servir en tu comunidad la
respuesta suele ser, no puedo, no sirvo, tengo miedo….

¿Cuál es la solución para los problemas que se generan por una imagen inadecuada
de nosotros mismos?

Como Cristianos necesitamos buscar respuestas cristianas. O nos sirven de mucho las
teorías psicológicas si no ponemos de presupuesto la fe.

Ya San Pablo nos decía en Rom. 12,3. “Les digo, además, a todos y cada uno de ustedes,
en virtud de la gracia que Dios me ha confiado, que no se consideren más de lo debido,
sino que cada uno se considere en lo que vale, conforme al grado de fe que Dios le ha
concedido”.

También nos recuerda en Filipenses 2, 3-5. “No hagan nada por rivalidad o vanagloria;
sean, por el contrario, humildes y consideren a los demás superiores a ustedes mismos. Que
no busque cada uno su propio interés, sino el de los demás. Tengan pues, los mismos
sentimientos que corresponden a quienes están unidos a Cristo Jesús”.

La base de una sobria estima. De no considerarnos más de los debido es la humildad.

Y la humildad se traduce en un espontáneo olvido de si mismo, es decir, es humilde ante


todo quien no se da demasiadas vueltas a si mismo. Por lo tanto, para ser humilde, es
preciso que uno se acepte a si mismo tal como es, más aún: es preciso que uno se
ame a si mismo aún sabiendo que tiene defectos.

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Los conflictos con uno mismo es decir los problemas de una imagen pobre de si, provienen
de la dificultad de aceptar la propia miseria, y nada le reconcilia a uno tanto consigo miso que
saberse amado.

Ya decíamos que la base de la autoestima es saberse amado.


Rom.5,7-8 “…Dios nos ha mostrado su amor ya que cuando aún éramos pecadores Cristo
murió por nosotros…”

Cristo nos ha revelado el amor incondicional del Padre por cada uno de nosotros.
Quien a pesar de ser miserable se sabe amorosamente amado por el Padre gozara de
una paz inamovible. La persona que se sabe amado, se ama a si miso y por lo tanto
se libera de problemas consigo mismo y se puede dedicar de lleno a amar a los
demás.

Decíamos también que es importante saber que somos valiosos.

1 Cor. 15,10. “Por la gracia de Dios soy o que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en
mí. Al contrario, he trabajado más que todos los demás; bueno, no yo, sino la gracia de Dios
conmigo”.

Quien sabe que su valor radica en ser hijo de Dios, descubre su dignidad en Dios mismo.
Quien no lo sabe se ve angustiado por tener que cosechar éxitos que aumenten su estima y
le hagan merecedor de la estima ajena. Pero de este modo nunca alcanza una relación
buena consigo mismo y por lo tanto tampoco con los demás, porque el yo está envenenado
por el amor propio y jamás se satisface del todo.

La otra base decíamos que es sentirse competente o capaz.


”Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!

Quien desconoce el amor de Dios ante sus propias miserias tendrá dos opciones:

1. Reconocerlas y deprimirse.
2. Autoengañarse. Pero la inteligencia engañada siempre molesta.

La diferencia de una imagen correcta del cristiano es que no solamente se trata de tener un
buen concepto de si mismo y de amarse a si mismo a causa de nuestras cualidades, se trata
sobre todo de amarnos a causa de que Dios nos ama.

Si aceptamos el amor que Dios nos brinda, recibimos la mayor dignidad imaginable: la
dignidad de hijos de Dios. Ahora bien, ese recto amor a uno mismo resulta el modo más
eficaz de combatir egoísmo del yo.

La humildad no es un mero estado de animo. Es la conciencia de una dignidad que conduce


al espontáneo olvido de si mismo.

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UNA PERSONA CON UNA AUTOESTIMA ÓPTIMA TIENE LAS SIGUIENTES
CUALIDADES:

Las personas que tienen una sana autoestima ven al mundo como un desafío al que hay
que enfrentarse, una oportunidad para ejercitar la fortaleza personal y la confianza en
Jesucristo.
• Posee una visión de si mismo y de sus capacidades realista y positiva.
• No necesita de la aprobación de los demás, no se cree ni mejor ni peor que nadie.
• Muestra sus sentimientos y emociones con libertad.
• Afronta los nuevos retos con optimismo, intentando superar el miedo y asumiendo
responsabilidades.
• Se comunica con facilidad y le satisfacen las relaciones sociales, valora la amistad y tiene
iniciativa para dirigirse a la gente, la entiende y la acepta tal como son.
• Sabe aceptar las frustraciones, aprende de los fracasos, es creativo e innovador, le gusta
desarrollar los proyectos y persevera en sus metas.
Para intentar aumentar nuestra autoestima debemos ante todo empezar por ser nuestros
mejores amigos, saber que no hay nada ni nadie en este mundo más importante que
nosotros mismos. Por eso hemos de aceptarnos tal y como somos, pensando no existe
nadie mejor ni peor, aunque todos seamos diferentes.

CONCLUSION: ¿QUIÉN SE AUTOESTIMA?

Como hemos visto autoestima es lo que yo soy, lo que siento y pienso de mí. La manera de
verme, de quererme, de expresarme, de relacionarme con el mundo. Autoestima es
valorarme y valorar, reconocer que merezco ser tomado en cuenta.

Quien se quiere, se respeta, se valora y se siente importante por lo que es, se autoestima.
Quien se autoestima asume los riesgos de la vida, se enfrenta a las dificultades con
entereza y aprende de ellas, sabiendo que es capaz de valerse por sí mismo, y de salir
fortalecido de esos encuentros.

Se autoestima el que se comunica, expresando lo que quiere, sin dejarse manipular por la
posibilidad del rechazo ajeno. El que escucha al otro, maneja diferencias, las propias y las
que ve afuera, en un mundo complejo y aprende a relacionarse con los demas sin eliminar
al otro, sin descalificarlo.
Hay personas que creen firmemente en su capacidad para ser felices en la vida; y también
existen, por desgracia, las que se han formado un auto concepto negativo, de manera que
están convencidas de su incapacidad para triunfar, para aprender o progresar.

Es necesario revisar el concepto que cada uno tiene de sí mismo. A veces pensamos que
"así somos" y que ello es invariable. Lo dramático de esta situación es que la percepción del
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auto concepto fija la conducta acorde con las características de éste; y a su vez estas
conductas lo reafirman. Si el concepto que uno tiene de si mismo es negativo, las conductas
también lo serán, y esto creará un circulo vicioso de destrucción personal. Gracias a Dios,
cada uno de nosotros puede cambiar, puede reconstruir su imagen, y así emprender el
camino del desarrollo personal.

Para valorarnos adecuadamente necesitamos reconocer a Dios como tal. Sólo así
podremos entender el valor que en realidad tenemos. Muchas veces nos creemos más
importantes que Dios, pensando que somos dueños de nuestra vida, cuando en realidad lo
es el Padre Celestial. Las consecuencias de tal actitud perjudican nuestra capacidad de
valorarnos y valorar a los demás adecuadamente.

Dios envío a su hijo Jesucristo para mostrarnos lo mucho que nos ama. Cristo murió y
resucitó para brindarnos perdón y paz, y esto hizo palpable la magnitud del amor de Dios. Y
tamaño amor, manifestado en Jesucristo, restaura nuestra identidad y nos permite
comprender el valor que tenemos.

El amor de Dios hace posible que podamos aceptarnos, querernos y vivir en paz con
nosotros mismos, y con nuestros semejantes.

Pero la Palabra de Dios nos dice:

Sal. 139,13-17 “Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el vientre de mi madre. Te doy
gracias porque eres sublime, tus obras son prodigiosas. Tu conoces lo
profundo de mi ser, nada mío te era desconocido cuando yo me iba formando
en lo oculto y era tejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos
contemplaban mis acciones, todas ellas estaban escritas en tu libro, y los días
que me asignaste antes de existir. ¡Oh Dios que profundos son tus proyectos,
que innumerables son todos juntos!.”

Dios, nuestro Creador, está presente en todo desde el instante que se forma un nuevo ser
humano. Debemos reconocer que nuestra persona es una creación especial y única de Dios,
quien nos da a cada uno de nosotros, el privilegio de tener una vida, tener nuestra propia
personalidad y ser responsables de nuestro crecimiento y desarrollo. Desde el momento de
nuestra concepción, se inicia nuestro potencial como personas.

Nosotros como cristianos debemos comprender que Dios nos hizo seres especiales para su
gloria, con inteligencia y sabiduría. Dios nos dio la libertad de elegir. Podemos pensar y
razonar lo que hacemos; podemos imaginar lo que queremos hacer, sabemos lo que está
bien y está mal, y tenemos la libertad de actuar según nuestra conciencia. Entre el estimulo,
o lo que nos sucede y la respuesta que demos, tenemos el poder de elegir.
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El no quiere que nosotros estemos determinados a ser y a actuar según nuestra herencia, ni
por los traumas de la infancia. Es probable que algunos de nosotros no hayamos recibido de
nuestros padres suficiente valoración, aceptación, respeto, o reconocimiento. Si, la
autoestima depende en principio, del cuidado y de la valoración de nuestros padres. Pero si
uno no ha recibido ese mensaje de su familia, uno puede aprenderlo de Dios.

Sal. 27,10. “Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recibirá”.

1 Juan 4,9-10. “El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él . nos amó a nosotros”.
Rom. 8,38-39. “Porque estoy seguro de que ni muerte, ni vida, ni ángeles….podrá .
separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor
nuestro”.

Muchas veces vivimos con la sensación de que la vida viene marcada exclusivamente por las
circunstancias o por el medio ambiente que nos rodea. Escuchamos frases como “así es, es
la cruz que me tocó vivir, así soy y ya no voy a cambiar”. Permitimos que las cosas de afuera
determinen la felicidad o infelicidad. Si usted toda su vida ha pensado que es así por causa
de alguien o algo que está a su alrededor, ponga en practica su libertad de decidir. Decida
ser feliz, a pesar de las circunstancias. Dios nos ha dado esa felicidad, que no es una
condición, sino una decisión. Yo decido ser feliz. Yo decido amarme y valorarme tal como
soy.

Ejemplo: la señora que perdonó a la mujer por la que la dejó su marido después de 10 años.

Fil. 3,12-14 “No pretendo decir que haya conquistado la meta o conseguido la perfección,
pero me esfuerzo a ver si la conquisto, por cuanto yo mismo he sido
conquistado por Cristo Jesús. Yo, hermanos, no me hago ilusiones de haber
conquistado la meta; pero eso si, olvidando lo que he dejado a tras, me lanzo
de lleno para conseguir lo que está delante y corro hacia la meta, hacia el
premio al que Dios me llama desde lo alto por medio de Cristo Jesús”.”

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