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Isaías 26:20 (RV60)

Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto
que pasa la indignación.

Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial

Reflexión

El aposento es lugar de refugio contra las tormentas...

El aposento es lugar de descanso...

Lugar para traer las cargas...

Nuestros dolores...

Nuestros pecados.

El aposento es lugar de oración en secreto.

El aposento es lugar para disfrutar la presencia del Padre.

Cuando hay tormentas, lo mejor es buscar el lugar de refugio.

Y ese lugar es el aposento.

Tu guardaras en completa paz aquel cuyo pensamiento en ti persevera. (vr.3)

Capítulo 26: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti se apoya”

El capítulo 26 es una canción profética de salvación en la cual Isaías exhorta: “Confiad en Jehová para siempre, porque
en Jehová el Señor está la fortaleza sempiterna”. El Señor humilla a los orgullosos, aún hasta el suelo. Aunque otros
señores (los reyes y gobernantes mundanos) hayan tenido dominio, solamente el Señor Jehová moriría y luego
resucitaría. A causa de Su muerte y resurrección, todo ser humano se levantará en la resurrección.

El versículo 1 describe a Jerusalén en el día de la restauración: “En aquel día cantarán este cántico en la tierra de Judá:
Fuerte ciudad tenemos; salvación pondrá Dios por muros y baluarte”. “En aquel día” fija al margen de tiempo como los
últimos días. “Fuerte ciudad” como se usa en este versículo significa la verdad y fortaleza del evangelio. “Salvación”
significa la inmortalidad para todos por medio de la resurrección de Jesucristo.

El versículo 2 proclama que toda gente justa participaría en las bendiciones del evangelio: “Abrid las puertas, para que
entre la nación justa guardadora de verdades”. Las puertas abiertas de la ciudad representan un pueblo que vive en paz,
sin temor de invasión alguna, protegido por el Señor.[1] Otras naciones que viven rectamente tendrían acceso libre a la
verdad y el poder del evangelio. “La nación justa” es una nación que salvaguarda la verdad, abandonando mentiras y
doctrinas falsas.

En el versículo 3, el profeta testifica que aquellos que aceptan la verdad y viven la ley del Señor tendrán una paz
completa: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti se apoya, porque en ti ha confiado”.
El presidente Ezra Taft Benson declaró: “Llenad vuestros pensamientos con la meta de llegar a ser como el Señor, y
alejaréis las tentaciones deprimentes a medida que procuréis conocerlo y saber su voluntad…. Y ¿qué sucederá si así lo
hacemos? ‘Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti se apoya’”.[2]

El versículo 4 exhorta: “Confiad en Jehová para siempre, porque en Jehová el Señor está la fortaleza sempiterna”.[3]
nuestra confianza en el Señor—manifestada por nuestra obediencia absoluta—provee la protección y fortaleza
interminables.

Compárense las palabras de Nefi: “¡Oh Señor, en ti he puesto mi confianza, y en ti confiaré para siempre! No pondré mi
confianza en el brazo de la carne; porque sé que maldito es aquel que confía en el brazo de la carne. Sí, maldito es aquel
que pone su confianza en el hombre, o hace de la carne su brazo”.[4]

El versículo 5 describe el poder del Señor para humillar a los orgullosos y ensalzados: “Porque derribó a los que moraban
en la altura; ha humillado a la ciudad enaltecida, la ha humillado, la ha humillado hasta la tierra, la ha derribado hasta el
polvo”. “Los que moraban en la altura” y “la ciudad enaltecida” se refieren al orgullo y a la altivez mundanas. El Señor
derribará el orgullo de los arrogantes, aún “hasta el polvo”.

El versículo 6 describe la destrucción de la ciudad de los orgullosos y los arrogantes: “Los pies la hollarán, los pies del
afligido, los pasos de los menesterosos”.[5] Los humildes y menesterosos hollarán la ciudad orgullosa. Compárese la
expresión de Isaías en el capítulo 25 que describe acontecimientos similares: “Y abatirá la fortaleza de tus altos muros; la
humillará y la echará a tierra, hasta el polvo”.[6] También, compárese la declaración de Isaías en el capítulo 54, la cual se
dirige a la Israel recogida en los últimos días: “Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda, y tu
descendencia heredará naciones y habitará las ciudades desoladas”.[7], [8]

El versículo 7 proclama que somos justificados por la rectitud personal, que es el fruto de la obediencia: “El camino del
justo es rectitud; tú, que eres recto, allanas el camino del justo”.[9] El Señor evalúa o juzga la vida de los justos; es por
medio de Su sacrificio infinito que son redimidos. “El camino [o la vía] del justo” significa el plan de salvación.[10]

Los versículos 8 y 9 proclaman la larga espera del justo por el Señor y Sus juicios. El versículo 8 comienza: “Sí, en el
camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; a tu nombre y a tu memoria es el deseo del alma”. El Gran Rollo de
Isaías presenta “…a tu nombre y a tu memoria es el deseo del alma, y a tu ley”.[11] El deseo de nuestras almas debe
siempre inclinarse hacia Su nombre y Su memoria. Compárense las palabras de la oración sacramental: “…que están
dispuestos a tomar sobre sí el nombre de tu Hijo, y a recordarle siempre, y a guardar sus mandamientos que él les ha
dado…” (Énfasis añadido).[12]

El versículo 9 continúa: “Con mi alma te he deseado en la noche; sí, con mi espíritu dentro de mí, temprano te buscaré,
porque cuando tus juicios están en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”.[13] Compárense las palabras
del Señor dirigidas al profeta José Smith: “El que temprano me busca, me hallará, y no será abandonado”.[14] También,
compárense las palabras de Isaías en el capítulo 33: “Oh Jehová, ten misericordia de nosotros; a ti te hemos esperado;
se tú brazo de ellos cada mañana; sé también nuestra salvación en tiempo de tribulación”.[15]

“Cuando establecemos un modelo de rectitud en nuestra vida nos comprometemos con nuestro Padre Celestial a hacer
todo lo que esté de nuestra parte por ayudar a otros a rivalizar ese modelo en sus vidas. Esto puede pasar una y otra vez
hasta que, como dice en Isaías, ‘Los moradores del mundo aprenden justicia’”.[16]

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