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Seguimos con el estudio de este libro profético

En el cap 11 el profeta manifestó que "el verdadero Pastor" es


aquel que entrega Su vida por las ovejas, y el que las cuida, las
alimenta, las resguarda.
A continuación, el profeta Zacarías nos presentó una figura
opuesta y mucho más siniestra: "el pastor necio", el cual, muchos
estudiosos de la Biblia han identificado como el Anti- Cristo, ese
personaje que se ganará la simpatía y el apoyo de todas las
naciones, que prometerá paz, armonía y estabilidad, pero que
una vez ganado el poder absoluto sobre la Tierra, lo empleará
para sus propios fines, y, anulando toda libertad, perseguirá a
todo aquel que no le rinda pleitesía y obediencia 
Como podemos observar, la profecía describía un asedio futuro
en contra de la nación, lo cual indica que tendría lugar una
devastación considerable antes de que hubiera arrepentimiento y
conversión en Israel. El mismo Dios que llevó a cabo la obra de la
creación, ejecutará hasta sus últimas consecuencias, la obra de la
consumación contenida en esta profecía.
Vers 1 .  nos presentan una visión de Dios como Creador de este
universo y de todo lo que se encuentra en él.
Y Zacarías dice: "El Señor, que extiende los cielos". Y luego
añade: "Y funda la tierra". Dios fundó la tierra, porque la creó y la
llenó de todo lo que en ella hay, tal y como relata el primer libro
de la Biblia, el Génesis.
Finalmente, leemos la más notable de estas tres declaraciones
iniciales: "Y forma el Espíritu del hombre dentro de él". El hombre
es superior a cualquier otra cosa creada, no sólo por su
inteligencia sino también porque Dios nos diseñó para contener
Su Espíritu.
Encontramos entonces que, Dios está obrando en una forma
activa y positiva en el universo. Y Él es el que ha formado el
espíritu dentro del hombre. Él es nuestro Dios, Omnipotente,
Todopoderoso, Omnisciente. Él es sabiduría y conocimiento.
Vs 2.Aquí, el profeta utiliza una metáfora o símil: La ciudad de
Jerusalén se nos representa como una inmensa copa o cáliz del
que beberán las naciones sólo para terminar ebrias e impotentes
del "juicio divino al final de la semana setenta" mencionada por el
profeta Daniel, cuando sucederá la gran "batalla de Armagedón",
cuando todas las naciones se reúnan para atacar a Jerusalén.
Notemos que menciona reiteradamente a la ciudad de Jerusalén;
en solamente un versículo es mencionada dos veces. Y como
mencionamos anteriormente, Jerusalén es nombrada en diez
ocasiones en este capítulo. Jerusalén, la llamada ciudad santa, y
que algún día será protagonista de la Historia, cuando venga el
denominado "Anticristo" y todo lo que este personaje provocará
con el gobierno mundial que instalará. Jerusalén llegará a ser el
centro o escenario del juicio divino.
Vs 3 Por lo que aquí se nos menciona, el periodo de tiempo que
el Señor Jesucristo llamó "la Gran Tribulación" comenzará cuando
tenga lugar el asedio contra la ciudad de Jerusalén. En el
versículo 3, leemos:
"Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos
los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados,
bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella."
No es casualidad el uso de una expresión como la que acabamos
de leer: "serán despedazados". Como una carga muy pesada que
cae desde lo alto, Jerusalén ocasionará daños severos a cualquier
pueblo que trate de ganar la victoria sobre ella. Y todo ello por
intervención y protección divina, tal y como leeremos en el
siguiente versículo.
Si echamos un vistazo a la lista de naciones que han capturado
esa ciudad y han tratado de dominarla o destruirla, esta lista
sería bastante extensa. Ese listado incluiría, por ejemplo, a Gran
Bretaña, cuando el General Allen se apoderó de Jerusalén. Gran
Bretaña era entonces una de las mayores potencias del mundo.
Literalmente el sol nunca se ponía sobre el imperio británico. Pero
el imperio no pudo doblegar las rodillas israelíes; tuvo que
retirarse y perdió toda su influencia en esta zona.
eamos ahora el versículo 4 de este capítulo 12 de Zacarías, que
dice así:
"En aquel día, dice el Señor, heriré con pánico a todo caballo, y
con locura al jinete; pero sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y
a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera."
Los caballos, estimado oyente, eran símbolo de poder y fuerza en
el mundo antiguo. Y en este versículo se hace hincapié en la
superioridad del Señor sobre sus enemigos. Confusión, demencia
y ceguera son maldiciones que se advierten a Israel en
Deuteronomio 28:28 y que se prometen aquí a los enemigos de
Israel.
Dios promete aquí que, cuando el enemigo caiga sobre ellos, les
librará. En el versículo 5 leemos:
"Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los
habitantes de Jerusalén en el Señor de los ejércitos, su Dios."
La ciudad de Jerusalén, en aquel día, llegará a ser un refugio para
el pueblo de Dios en la tierra.
Al saber que Dios había escogido a Israel como su ciudad
predilecta y amada, los líderes, llamados aquí "capitanes", del
pueblo, tendrán confianza en todo su territorio. Este versículo
indica que los judíos tendrán fe para salvación en aquel día,
porque no afirman una alianza en sus propios méritos, sino que
reconocen que su fuerza está en su Dios.
¿Dónde radica su fortaleza? ¿En sus propias fuerzas y energías?
¿En su inteligencia y sabiduría? ¿En su dinero y su posición
social?
 El escritor y poeta Shakespeare decía que tan sólo éramos
"juguetes de la fortuna", meros títeres manejados por las fuerzas
de este mundo. No estamos completamente de acuerdo con esta
afirmación, aunque sí tenemos que admitir que toda persona que
no reconoce a Dios, como Su Creador y Padre eterno, que no
conoce ni ha aceptado a Jesucristo como su Salvador y Señor, y
toda persona que no sabe que el Espíritu de Dios puede y quiere
guiar nuestra frágil barca al puerto seguro, que es nuestra
Eternidad con Dios, esa persona sí puede pensar que su vida no
tiene mayor trascendencia.
En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de
fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y
consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor;
y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén."
Nuevamente en el versículo 7 de este capítulo 12 de Zacarías, se
les menciona juntos, dice:
"Y librará el Señor las tiendas de Judá primero, para que la gloria
de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se
engrandezca sobre Judá."

En este texto, que comienza con una promesa positiva de


liberación, vemos que el Señor cuida la dignidad de las personas,
y que le desagrada la discriminación y el rechazo de personas que
provienen de otras regiones, con otras costumbres y formas de
vida
Dios sabía que si Él se manifestaba primero a Jerusalén y a la
casa de David, entonces ellos mirarían con desprecio y soberbia
al resto de los judíos, que eran de su mismo pueblo, pero de
otras regiones. Podrían interpretarlo como que eran mejores, o
favoritos. También el Señor Jesucristo tuvo en cuenta ese
sentimiento de superioridad; podemos recordar que mencionó
que "los primeros serán los postreros (los últimos) y éstos serán
los primeros". Es muy probable que, cuando lleguemos al Cielo,
estimado amigo oyente, nos llevaremos muchas sorpresas. Una
de las sorpresas más grandes será encontrar allí a personas que
no pensábamos que podían o debían estar allí. Y faltarán otros,
que según nuestro criterio, sí deberían acompañarnos allí. Esa
seguramente será nuestra primera sorpresa. Después,
seguramente, comprobaremos quienes fueron las personas que
Dios ha reconocido como Sus siervos, los que trabajaron
fielmente en aquello que Él quería que hicieran; y seguramente
también seremos sorprendidos.
Luego, en el versículo 8 de este capítulo 12 de Zacarías, leemos:
"En aquel día el Señor defenderá al morador de Jerusalén; el que
entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la
casa de David como Dios, como el ángel del Señor delante de
ellos."
Seguramente recordará, estimado amigo oyente, al rey David
quien fue un gran soldado. Él tomó esta nación esparcida y
dividida, y los unió con gran esfuerzo. David fue un gran
administrador, un gran soldado, un gran general. Fue un
personaje muy hábil y poseía una gran capacidad estratégica.
Con este guerrero en mente, Zacarías profetizó que "en aquel
día", todo hombre, aun el más débil, sería fuerte como lo fue
David.
"la casa de David será como Dios", pero la comprenderemos si
tenemos conocimiento de un importante dato: del linaje de
David, nació siglos más tarde UNO que es Dios, Cristo, el Mesías,
el Emanuel "Dios con nosotros", el Señor Jesucristo. Él nació de la
joven virgen María, de la casa y linaje, descendiente del árbol
genealógico de David, en la aldea de Belén, porque ella debía
empadronarse en ese lugar. José, su marido, también era
descendiente de la casa de David, aunque él no tuvo nada que
ver con el nacimiento de Jesucristo. Así es como comienza el
Nuevo Testamento. Continuemos leyendo el versículo 9 de este
capítulo 12 de Zacarías:
"Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que
vinieren contra Jerusalén."

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de


Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a
quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito,
afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito."
 Dios derramará sobre ellos el Espíritu de Gracia, es decir, el
Espíritu Santo. Dios derramará el Espíritu Santo sobre esta gente
durante ese período, y ellos serán Sus testigos. Dios prometió
protegerlos durante el período de la Gran Tribulación, para que el
ángel selle a las 144.000 personas que estarán viviendo en
Israel. (Apocalipsis 7:4)
"En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de
David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del
pecado y de la inmundicia."
Y más adelante en el versículo 6 del mismo capítulo 13, leemos:
"Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él
responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos."

En aquel día, ellos mirarán a Aquel que traspasaron. Y Le


preguntarán: "¿Qué heridas son éstas en Tus manos? Nosotros
no esperábamos que nuestro Mesías, nuestro Rey, viniera con
heridas como las que Tú tienes en Tus manos, en Tus pies, y en
Tu costado". Y Él les contestará: "Con ellas fui herido en casa de
mis amigos". Él les dirá: "Yo vine antes, pero no me aceptaron,
no me recibieron. Ahora he regresado, y ahora comienzan a
lamentarse". Él los llamará "amigos", de la misma manera en que
llamó "amigo" a Judas, después que éste le hubo traicionado:
"Amigo, ¿a qué vienes?"
Hemos hablado de la razón por la cual Dios defenderá a
Jerusalén. Zacarías profetizó que Dios derramará el Espíritu de
Gracia, el Espíritu de Dios, sobre ellos; 
Todo lo que tenemos que hacer es acercarnos al Señor Jesucristo
como pecadores arrepentidos, pedirle perdón, aceptarle y
recibirle a Él como nuestro Salvador personal. No sólo Dios
borrará todos nuestros pecados y faltas con la sangre de
Jesucristo, sino que a partir de ese momento morará el Espíritu
Santo de Dios en nosotros. Cuando el apóstol Pablo escribía a los
creyentes de Corinto, él los llamó niños, inmaduros, carnales.
Aun así, él les preguntó: "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es
templo del Espíritu Santo?" (1 Corintios 6:19) Él, el Espíritu de
Dios, no morará en mí, o no me llenará, porque yo sea una
persona especialmente santa, o mejor que las demás. Es sólo y
únicamente por Su gracia que Dios nos da de Su Espíritu.
  Zacarías anunció que cuando ellos, el pueblo judío
llegarán a conocer al Mesías, les será quitado el velo de
sus ojos, tal como dijo el apóstol Pablo. "En aquel día habrá
gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el
valle de Meguido."
El profeta se refiere al valle de Meguido, y a la época del rey
Josías. Josías era muy amado entre la gente, y cuando él murió,
hubo mucho llanto por él. El profeta Jeremías lloró por él, como
no lloró por ninguna otra persona. Y en el versículo 12, leemos:
"Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la
casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de
la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí"
Este lamento será necesariamente privado. Y continuamos con los
dos últimos versículos, los versículos 13 y 14, dicen:
"Los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por
sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos
los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí."
Aquí se describe un lamento y un llanto profundo y desgarrador.
¿Cuál es la causa, el origen, de tanto desgarro? La profunda
tristeza y el arrepentimiento que se manifestará a través de
lamentos y las expresiones de pena, serán por haber rechazado
al Mesías, a Cristo, cuando Él vino por primera vez. Pensemos lo
que significará, cuando Él regrese por segunda vez, para aquellos
que han escuchado el evangelio y le han rechazado. Amigo
oyente, ese día se está acercando sobre esta tierra. Si oyereis
hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. (Hebreos 3:7-8).
Abra, amigo oyente, su corazón ahora mismo y reciba a Cristo
como su Salvador personal. Su vida nunca más será la misma.

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