Construyendo poder desde abajo
Una experiencia de participación y organización barrial dominicana
(COPADEBA)
Autora: Isabel
INTRODUCCIÓN1
Hablar hoy de la realidad del movimiento
popular caribeño y latinoamericano significa,
ante todo, referirse a sus desafíos. Desafíos que
1. Era mi intención haber actualizado el texto de la
introducción y transformarlo en un documento inde-
pendiente para el debate de hoy, pero carezco del tiempo
necesario para ello por estar abocada a otras labores de
investigación. En virtud de ello, y teniendo en cuenta
las solicitudes de reedición de los que conocen el texto
primario, he decidido ponerlo a circular tal cual está en
su versión del año 94; lo he leído nuevamente y
considero en que su lectura puede resultar útil para
organizar algunas propuestas, facilitar debates y
reflexiones acerca de lo barrial territorial y la articulación
de los diversos actores sujetos, particularmente la
necesidad que de ello hay entre los ámbitos sindical y
barrial, aspecto que, en esta experiencia –a diferencia de
lo que ocurre hoy en Argentina- se evidencia como
rechazo de las organizaciones sindicales a trabajar de
igual a igual, con organizaciones barriales y sus repre-
sentantes.
Lo territorial abre campo para la emergencia y
organización de nuevos actores sociales y políticos, pero
no basta que ellos emerjan y se constituyen como tales,
es necesario también que desde otros ámbitos se los
reconozca, y se creen eslabones, instancias o caminos
(puentes) de articulación, coordinación, y crecimiento
colectivo hacia la constitución del sujetos socio-político
plural de la transformación en cada país. Como siempre,
hace falta quién o quiénes den el paso inicial. (Nota de
la autora, mayo de 2002).
Rauber
tienen lugar en tiempos de crisis, de rupturas,
de cambios y de atrevimientos. Por sus caracte-
rísticas, la crisis es, en sí misma, un desafío.
Reconocer su existencia, tipificar sus
dimensiones y alcances, contribuye a encontrar
parte de las respuestas a muchas interrogantes
que se formula ahora el movimiento popular.
Por eso no pueden tratarse éstos separados de
aquella, salvo en el terreno de la pura expresión
fenomenológica.
Con ello deseo aclarar que esta investigación se
inscribe dentro del continente de los esperan-
zados, junto a aquellos que, superando el um-
bral de las lamentaciones por el mundo perdido,
se aprestan a conocer el estado real de la socie-
dad a fin de ajustar, modificar, redefinir o plan-
tearse un nuevo proyecto popular, democrá-
tico-participativo y nacional, para llamarlo de
alguna manera.
Muchos aspectos de ese proyecto deben ser
todavía definidos y esclarecidos, pero otros se
v a n e v i d e n c i a n d o c o m o elementos
insoslayables a tener en cuenta en el debate.
Entre ellos, pueden destacarse los siguientes:
-Luchar por una democracia popular
participativa.
-Asumir la necesidad de la integración regional
y continental.
2 Isabel Rauber
-Defender la soberanía y el cuidado del espacio
natural de nuestro continente.
-Enfrentar la política desideologizadora de los
sectores antinacionales.
-Asimilar las enseñanzas de las luchas del
movimiento popular revolucionario
latinoamericano y caribeño, particularmente las
del propio país.
-Reconocer y tener en cuenta a los distintos
componentes del sujeto social y político
transformador, y sus características.
-Reconocer y respetar la identidad y autonomía
de los pueblos indígenas.
-Reconocer el espacio de los movimientos
sociales respetando su identidad y autonomía.
-Incorporar activamente a la mujer al quehacer
actual con sus propios enfoques.
-Recuperar el sentido popular de la militancia.
-Incorporar activamente a la actividad política
la lucha por la sobrevivencia de las comu-
nidades.
-Superar la anterior concepción sobre la
vanguardia.
-Ampliar y actualizar la teoría revolucionaria.
-Construir la hegemonía popular revolucionaria.
-Entender la conquista del poder como un
proceso, no sólo como ruptura. (Afinidad entre
fines, vías y métodos.)
-Pasar de la oposición a la construcción de una
posición popular alternativa.
Aunque cada uno de esos aspectos merece ser
tratado pormenorizadamente, en esta oportu-
nidad voy a profundizar en lo referente al
sujeto, el poder y el proyecto, y su articula-
ción, apoyándome en la experiencia de un mo-
vimiento barrial, como eslabón que los anuda y
a la vez, como elemento componente de esa
interpenetración.
¿Por qué un movimiento barrial? Responder a
esta interrogante requiere algunas considera-
ciones.
El afianzamiento de los planes y la política
económica del neoliberalismo, unidos a la pro-
fundización de la crisis económica, trajo como
consecuencia la descomposición y la desarti-
culación social rompiendo la organización de
una sociedad civil conformada por clases fun-
damentales y no fundamentales. El esquema
clasista que, en rigor, nunca se correspondió
con la realidad social latinoamericana y caribe-
ña, se corresponde hoy menos que nunca antes
con la trama social emergente.
La aplicación de la política neoliberal acarrea
como consecuencia casi inevitable el desdobla-
miento de las clases sociales en varios seg-
mentos y fragmentos desarticulados que pasan
a engrosar las filas de lo que se denomina, para
generalizar de alguna manera, marginalidad. Este
mismo estado de marginalidad provoca, a la vez
que la necesaria adaptación a él, la reacción ante
su realidad, la lucha contra sus condiciones, la
rebeldía frente a la situación que se expresa en
toda su crudeza en la lucha por la
sobrevivencia. Y es aquí donde puede notarse
sin tapujos que el actual modelo capitalista,
junto a la atomización social, multiplicó los
actores sociales.
La lucha contra la marginalidad en todas sus
manifestaciones implicó, por consiguiente la
lucha por la democratización de la sociedad en
todos los órdenes, comenzando por los
espacios más vitales para sobrevivir. Podría
decirse que ocurre así, casi ciegamente, y que
cuando la sociedad civil parecía encerrarse bajo
el predominio de la organización estatal,
recobra y redobla sus fuerzas reclamando cada
INTRODUCCION
vez más espacios para su existencia. Esto
plantea nuevas interrogantes teóricas y
prácticas a la acción política: ¿Qué
democratizar? ¿Cómo democratizar? ¿Quién o
quiénes lo harán? ¿Cuál es el papel de los
partidos políticos y movimientos comunales y
sociales en ese proceso?
No basta con contraponer la sociedad civil al
Estado y sus instituciones. No todo el Estado
desaparece con el cambio social; cambia su
carácter. Y en un Estado popular democrático y
participativo, muchas cuestiones consideradas
“de Estado” deben estar a cargo de la
población. Quizá la más evidente de estas
tareas sea aquella que compete a su gobierno
local territorial. ¿Es posible interactuar en algún
grado con determinadas instituciones del
Estado que se desean transformar? ¿A quién o a
quiénes beneficia esta relación? ¿No sería una
reedición de las viejas prácticas reformistas?
¿Puede hacerse actividad política a partir de la
lucha por la sobrevivencia cotidiana de la gente?
O, dicho de otro modo: ¿Es factible hoy hacer
política al margen de la lucha cotidiana del
pueblo por su sobrevivencia? ¿Qué relación
existe entre ambas? ¿Quiénes hacen política?
¿Qué significa hacer política actualmente en La-
tinoamérica para el movimiento popular en ge-
neral? ¿Hacia dónde encaminar la acción polí-
tica del movimiento popular? ¿Cuáles son las
características del proyecto popular alternativo
y cómo elaborarlo? ¿Quiénes lo harán? ¿Puede
hablarse de sujeto transformador al margen del
proyecto y viceversa? ¿Cuál es la relación entre
la construcción del proyecto, el sujeto y el
poder?
La proliferación de actores sociales y el análisis
de sus posibilidades y perspectivas de
transformación social implicaron la apertura o,
mejor dicho, la re-apertura del debate acerca del
papel de los movimientos sociales, campesinos
3
y urbanos, particularmente, del de los
marginados, en relación con el de las clases
sociales. Esos movimientos demuestran una
vez más que resulta más que insuficiente
sostener una lectura únicamente clasista del
cuerpo social, y, por tanto, también la anterior
concepción generalizada de que la clase obrera
y su representación política eran -de hecho- los
únicos protagonistas plenos de los cambios y
transformaciones políticas, económicas,
sociales y culturales de la sociedad.
Indagando en nuestra realidad he conocido
experiencias de movimientos populares en
Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, Uruguay,
República Dominicana, Bolivia, entre otros
países, que por una u otra vía construyen desde
abajo hegemonía y poder populares, y estudian
y discuten -a partir de su práctica- esa y otras
caras del nuevo proyecto. El caso más
sobresaliente lo constituyen los movimientos
barriales periféricos y marginales de las grandes
ciudades latinoamericanas y caribeñas, donde
sus pobladores, particularmente mujeres y
niños, han debido refugiarse y buscar
respuestas para enfrentar el gran desafío de
sobrevivir en las condiciones de las actuales
sociedades de nuestro continente.
El quehacer político está hoy mucho más
diseminado que hace veinte o diez años; tras-
ciende el universo político-ideológico partidario
y se encuentra también en cada paso que inten-
ta dar un marginado del sistema para responder
-aunque sea de una manera elemental- a sus
básicas necesidades de sobrevivencia: vivienda,
agua potable, servicios sanitarios, alimentación.
¿Cuál es el aporte de los movimientos
barriales?
Precisamente en la titánica lucha por la sobre-
vivencia se están desarrollando velozmente
novedosas y dinámicas respuestas a la margina-
4 Isabel Rauber
ción impuesta por el sistema, imprimiéndole a
la vida en esos barrios determinadas caracterís-
ticas que contrarrestan el modelo predominan-
te: la solidaridad entre sus habitantes, la parti-
cipación y la consiguiente necesidad del tras-
paso de conocimientos y experiencias. Ese es-
fuerzo colectiviza, une, educa, a la vez que
desata la creatividad e iniciativa de amplias ca-
pas de la población de un modo hasta hace po-
co insospechado, incluso por los mismos
protagonistas. La lucha cotidiana se vincula casi
espontáneamente a la lucha política en una
realidad donde la política permea todos los
estamentos de la vida social. Una rebelión
contra el alza de los precios de los productos
de primera necesidad puede transformarse, por
ejemplo, al enfrentar a la gente directamente
con el funcionario estatal correspondiente, en
agente concientizador acerca de la injusticia del
sistema con una rapidez y claridad que ningún
curso político lograría en cinco años.
Hoy resultan indefendibles los planteamientos
que sostengan el divorcio, de intención o de
hecho, entre el sujeto social y el sujeto político.
Ya no puede pensarse en los movimientos
barriales como el “soporte” de una política
elaborada por los partidos de izquierda,
tradicionalmente considerados la vanguardia. La
actividad política y los sujetos que la llevan a
cabo no pueden situarse fuera del terreno en el
que la actividad se desarrolla. ¿Cómo imaginar
que el protagonista de sus luchas cotidianas no
lo sea también a la hora de concebirlas en la
arena política?
Hoy se requiere no sólo replantear lo que se
entiende por actividad política, incorporando a
ella la lucha por la vida cotidiana, sino también
lo que se entiende por sujeto político de esa
lucha y esa transformación, así como las
características y alcance de la transformación
misma. Y nada de esto puede lograrse exclu-
yendo a los protagonistas. Los movimientos
barriales constituyen quizá el bastión primero,
el más inferior e inicial nivel de enfrentamiento
a las esferas de poder del Estado; por tanto,
son el primer terreno donde se disputa y cons-
truye la hegemonía popular, se crea un tipo de
relaciones diferente entre los moradores, nacen
otros valores. No quiere esto decir que en los
movimientos barriales se halle la solución de
todos los problemas planteados, ni tampoco
que en su interior no se den serias contradic-
ciones y ahora haya que trasladar todo el eje de
la actividad política a los barrios. De lo que se
trata, y así se expone claramente en el texto, es
de no marginar o excluir a los movimientos ba-
rriales y sus luchas del sujeto y la actividad
política del cambio. Y esto es sólo un indicativo
de que el sujeto político, de hecho, ha sido am-
pliado. En su conformación tienen algo que
aportar, junto a los partidos, los movimientos
comunales y sociales, las feministas, los ecolo-
gistas, los defensores de la paz y otros.
Al abordar las posibles soluciones al divorcio
entre sujeto social y político del cambio, es
necesario partir de los puentes que permanen-
temente se tienden entre ellos. El tendido de
puentes entre ambas partes de un mismo polo
ocurre sin cesar una y otra vez, sólo que, hasta
ahora, generalmente estos puentes no tienen un
carácter permanente y estable. Se trata más
bien de un proceso contradictorio de tendido y
ruptura de puentes, en el cual subyacen viejos
esquemas teóricos y políticos, y estilos de tra-
bajo, prejuicios políticos y culturales y surgen
nuevos problemas y desafíos, entre ellos, re-
plantear la relación entre partidos de izquierda2
y movimiento popular (respetando la auto-
2. Es decir, con una política y una práctica
consecuentes a favor de los intereses y búsqueda de
soluciones que favorezcan al movimiento popular.
INTRODUCCION
nomía, identidad y representatividad de cada
uno), lo que implica re-considerar la relación
entre actividad política y actividad reivindica-
tiva, tareas mediatas e inmediatas, conciencia
política y conciencia cotidiana, y, lo que es más
importante aún, encontrar los caminos, las
transiciones entre el movimiento social y el
político.
En teoría, esto puede sintetizarse así: pasar del
reconocimiento y la definición de la oposición
y la contradicción a la búsqueda de los nexos
entre un movimiento y otro, es decir, de las
vías de transición de uno a otro.
Es difícil definir cuáles pueden ser todos esos
nexos y transiciones, pero entre éstos
seguramente estarán:
-La lucha por reivindicaciones puntuales.
-La incorporación de los problemas de la vida
cotidiana a la lucha política.
-Hacer política desde la realidad de la gente.
-La participación de la población en procesos
educativos, toma de decisiones, balance de
asimilación de resultados, etcétera.
-El desarrollo de la conciencia política a partir
de lo cotidiano.
¿Cuáles son las dificultades o los puentes
deshechos?
-El inmediatismo de las organizaciones
reivindicativas.
-La organización efímera.
-El cortoplacismo.
-El rechazo a la política como algo ajeno a la
población y negocio de los partidos.
-El empleo de un lenguaje no comprensible por
parte de los partidos.
5
-La falta de pertenencia (no se puede construir
ni dirigir desde afuera).
-Le supervivencia del hegemonismo.
¿Qué hacer para estabilizar la existencia y
permanencia de los puentes? Las experiencias
parecen indicar, entre las líneas de acción que se
imponen, los siguientes aspectos:
-Combinar objetivos de corto, mediano y largo
plazos a través de la propia experiencia de
lucha de la gente.
-Dar carácter permanente a la organización.
-Enfrentar al Estado “supraclasista” y de la
burguesía exigiendo la democratización de su
administración por áreas de trabajo y territorios
(por ejemplo, descentralización de la munici-
palidad), lo cual es una forma de luchar por
conquistar espacios de poder estatal que son
vitales para ejercer el poder aunque no únicos
ni definitivos. Tales avances deben vincularse a
la lucha por el poder político.
-Humanizar la política incorporándole la lucha
cotidiana de la gente.
-Romper con la supervivencia del hegemonismo
y el sectarismo a través de la construcción de
una nueva vanguardia popular capaz de
expresar en su contenido y formas el
movimiento social y político de hoy.
-Construir colectivamente, entre todos los
componentes del sujeto social y político, los
nuevos proyectos populares alternativos.
La superación de la separación entre sujeto
social y político, heredada de las últimas
décadas y agravada, en algunos casos, por las
actuales características de la crisis que
atraviesan nuestras sociedades, es uno de los
desafíos que hoy enfrenta el movimiento
popular latinoamericano y caribeño y se
6 Isabel Rauber
relaciona estrechamente con la referida al poder
y el proyecto alternativo.
Los acontecimientos recientes que tuvieron
lugar tanto en el viejo continente como en el
nuestro, pusieron de manifiesto, a la vez que
cuestionaron viejas creencias respecto del
poder revolucionario, el poder socialista, que
no es posible pasar por alto: conquistar el
poder no consiste sólo en tomarlo por asalto.
Comienza a construirse desde antes con la
gente, por la gente y para la gente, y continúa
luego de conquistarse el centro del poder
político. La ruptura económica y política no es
suficiente para que exista una sociedad que
hasta ahora se denomina consensualmente
socialista, porque ésta requiere también de un
nuevo tipo de ser humano, de mujeres y hom-
bres nuevos, y ello hay que gestarlo, edificarlo.
Esto, además del aspecto económico, presu-
pone construir nuevas relaciones, crear nuevos
valores que se constituyan en el basamento de
la nueva sociedad. Y eso puede y debe comen-
zar a gestarse desde antes de la conquista del
poder, y continuarse después porque es parte
del proceso de construcción de la nueva socie-
dad, cuyas características están ahora deli-
neándose -conjugándolas con la experiencia an-
terior y actual- a la vez que se sigue defendien-
do y construyendo bajo los ideales socialistas.
La sustitución de los valores de la sociedad que
se quiere reemplazar está incluida en el proceso
de construcción de la hegemonía del movi-
miento popular en las ciudades donde se con-
centra y disputa el poder estatal, así como en
las zonas rurales. Luchar por construir esa
hegemonía implica, a la vez, gestar nuevos
hombres y nuevas mujeres. Es un proceso
donde se aúnan múltiples tareas y facetas.
Si el poder -entendido también como hegemo-
nía- debe disputarse y construirse desde las
entrañas de la misma sociedad que se quiere
transformar, el sujeto constructor, transfor-
mador, y sus disputas, han de desempeñar for-
zosamente un papel principal, realmente prota-
gónico, en aquello que se proponen transfor-
mar, a la vez que resulta transformado por
dicha actividad.
Participación, formación y organización son
las bases sobre las que se asentará y se cons-
truirá esa hegemonía popular y se gestará ese
nuevo hombre y esa nueva mujer. No es algo
que le venga dado al sujeto de parte alguna, sino
el fruto de su propia intervención en la historia.
Todo esto presupone superar anteriores
definiciones acerca de la vanguardia, de su
papel y el papel de las masas en el curso del
proceso de lucha-transformación-construcción.
Quizá uno de los primeros conceptos a escla-
recer sea el de masa, dado que su empleo su-
pone, generalmente, la existencia de uniformi-
dad, de igual disposición a la lucha e idéntica
lectura de la realidad a la que pertenecen los
distintos sectores y fuerzas sociales así agru-
padas. Y nada más lejano a la realidad. Si algo
caracteriza a las sociedades latinoamericanas y
caribeñas es la heterogeneidad de las fuerzas
sociales que componen el sujeto social y políti-
co del cambio. En correspondencia con esto,
vale decir también que el concepto movimien-
to popular no es más que una abstracción que
se emplea habitualmente para referirse al con-
junto de fuerzas que componen el cuerpo de los
dominados en una sociedad y, por tanto, los
interesados en cambiar su condición3.
3. Tiene otros empleos con menor alcance, por ejem-
plo, para nombrar a los movimientos barriales o para
hacer referencia, desde una perspectiva etnocultural, a lo
indo-afro-latinoamericano que conforma y caracteriza
nuestro sujeto, siendo más indo, más afro o más latino
según sea el país de que se trate.
INTRODUCCION
Estos problemas teóricos y prácticos
replantean el esquema del debate a desarrollar
tanto por el estudioso como por el político.
En mi afán de buscar respuestas a las
interrogantes aquí planteadas, entre otras,
indagué en la realidad para conocer lo que van
elaborando los distintos sectores populares.
Así llegué a COPADEBA.
C OPADEBA , Comité Para la Defensa de los
Derechos Barriales, es un movimiento barrial
emergido de las luchas y las búsquedas del
propio pueblo, componente del movimiento
popular dominicano, que nació en el año 1979
en la zona norte de la periferia de la ciudad de
Santo Domingo4, se asentó allí y luego creció en
zonas del noreste y noroeste en los alrededores
de esa misma ciudad. Es, desde el inicio, una
organización comunal diferente a las
tradicionales. A causa de una coordinación de
variadas agrupaciones vecinales, de amas de
casa, de comunidades eclesiales de base, de
clubes barriales, de agrupaciones orientadas por
partidos políticos, nació asentada en un criterio
amplio y unitario, sin defender otra camiseta
que no fueran las reivindicaciones de los
pobladores de la zona donde incidía.
Transformándose en una organización de
pobladores de carácter territorial, COPADEBA
mantiene como eje central las reivindicaciones
de los moradores de los barrios pero sin
convertirlas en su objetivo último y principal.
Considera la participación y la formación de la
gente entre sus objetivos fundamentales. Ello
ha sido sustento de su afianzamiento y
4. Una ciudad que alberga cerca de dos millones y
medio de habitantes, donde más del 50% vive en
condiciones de marginación. COPADEBA ha nacido y se
ha desarrollado en un área que reúne más de medio
millón de personas que luchan cotidianamente por su
sobrevivencia en medio de las más adversas y disímiles
condiciones.
7
maduración. Su principio rector es desarrollar la
organización -es decir, la conciencia
participativa de la gente- sobre la base de la
participación de los habitantes de los barrios
donde está enraizada. Para propiciarla, además
de las tareas concretas, el colectivo de COPADEBA
ha hecho de la formación una de las principales
actividades de la organización. De acuerdo con
esto, declara la necesidad de crear una cultura
de participación. Asentada en la lucha por la
sobrevivencia, para COPADEBA, la misma lucha
reivindicativa es escuela y camino para la
formación de una conciencia política superior
acerca de los problemas globales de la sociedad
dominicana, al concebirla como parte de una
lucha mayor por la transformación del conjunto
de la sociedad bajo parámetros de justicia
social, democracia participativa, respeto a los
derechos de las personas y posibilidades de
construir una vida diferente a la oferta
neoliberal, acorde con las aspiraciones y
decisiones del pueblo dominicano.
En su experiencia se anudan, por tanto,
actividad política y reivindicativa; vida
cotidiana y política; conciencia política y lucha
por la sobrevivencia; participación, formación
y organización de la comunidad, no para seguir
una línea trazada por otros, sino para trazar su
propia línea a la par que abre y construye
caminos.
Esto, que es resultante de la lucha diaria entre
clases y sectores sociales, supone, al mismo
tiempo, la construcción de espacios de poder
que van disputando la hegemonía al poder
dominante. La conquista de espacios de poder
sobre la base de la participación de la gente en
los debates previos, la toma de decisiones, los
procesos de lucha y por tanto el desenlace,
además de que es en sí misma un inigualable
proceso educativo, permite la transformación
de los actores sociales en sujetos conscientes de
8 Isabel Rauber
sus fines, protagonistas de su destino y
responsables de su proyección; es decir,
transforma a la gente de objeto de los fines de
los sectores dominantes en sujeto de sus
propios fines, de su actividad y por ende de su
presente y su futuro.
Esta constitución en sujeto indica asimismo la
existencia de objetivos propios, es decir, de un
proyecto propio de vida, aunque éste no se
haya elaborado aún de manera pormenorizada
ni plasmado en su programa. Una vez recupe-
rada la voluntad de ser dueño de su propio
destino, surge la capacidad y por tanto la
posibilidad de dotarse de un proyecto social
concreto. De esto da muestras la realidad de 15
años de experiencia de COPADEBA, articulando un
sector de la sociedad dominicana en parte del
sujeto o del conjunto de sujetos que existe y
continuará constituyéndose en esa sociedad, a
partir de la democracia-participativa en lo inter-
no y como propuesta para toda la sociedad, y
construyendo desde abajo, junto con el poder,
el nuevo proyecto social alternativo.
Esta experiencia no sólo cuestiona muchos
conceptos hasta hace pocos vigentes, sino
también las relaciones entre los distintos suje-
tos que conforman el movimiento social y po-
lítico, y pone en el orden del día el debate sobre
los papeles de cada uno, reclamando respeto a
la identidad y autonomía de cada sector en una
perspectiva de articulación donde se respeten
los puntos de vista, los mecanismos de
funcionamiento, los modos de organización, los
intereses y las proyecciones de cada cual.
Es por ello que, al abordar el tema de los
desafíos actuales del movimiento popular
latinoamericano y caribeño, he decidido
apoyarme en la experiencia de COPADEBA, poner
de manifiesto sus enseñanzas, reflexionar acerca
de su limitaciones y conversar sobre los
principales desafíos que hoy ella debe vencer.
He realizado una mesa redonda con un grupo de
miembros de la coordinación de la organización
donde ellos exponen los principales momentos
de su desarrollo y abordan sin tapujos ni falsos
miramientos las dificultades que se le han
presentado y se le presentan tanto
internamente como en sus relaciones con otras
organizaciones del movimiento barrial y tam-
bién con algunos partidos políticos de izquierda
que se mantienen aferrados al camino heredado,
a anteriores vías y métodos para alcanzar sus
objetivos, aunque muchas veces reconozcan
formalmente que han cambiado ya su contenido
y apariencia.
En estas páginas se recoge, además de una
experiencia de nuevo tipo de organización y
participación popular en el nivel comunitario,
una gran dosis de optimismo y de esperanza
que se trasmite a todos aquellos que buscan la
salida a una situación que, por todos los medios
posibles, se les trata de presentar como defini-
tivamente irreversible.
C OPADEBA es una muestra de la actual realidad
social y política de nuestras ciudades. Su
experiencia indica que los barrios populares son
hoy centro de actividad político-reivindicativa
del movimiento popular, donde éste ha
desarrollado nuevas formas de organización y
de lucha para resolver sus problemas y
proyectar sus inquietudes. Además de
propiciar el surgimiento de nuevas formas de
representatividad y dar un nuevo contenido a
las ya existentes (cooperadoras escolares,
centros y juntas vecinales, casas parroquiales,
clubes de barrios, etc.), creando, paralelamente,
nuevos modos de existencia y manifestación de
la actividad política, nuevas formas de hacer
política.
Esto ha posibilitado, también, la conversión de
los movimientos barriales en nuevos sujetos de
las luchas populares, dado que incorporan
INTRODUCCION
activa y masivamente a la lucha por la
sobrevivencia y la participación social y
política a las mujeres, los jóvenes, los niños, los
ancianos, los trabajadores con empleo, los
cuentapropistas, y los desempleados.
ALCANCES DE ESTA INVESTIGACIÓN
Esta investigación es parte de mis estudios
acerca de los orígenes, las causas, las
consecuencias y el alcance de la crisis que
golpea tanto a la izquierda como al conjunto del
movimiento popular latinoamericano y
caribeño5, cuya expresión más clara es la falta
de un proyecto social propio que se identifica
como ausencia de proyecto alternativo. Esa
ausencia constituye el nudo gordiano que
impide encontrar la solución de la crisis. Porque
la construcción del nuevo proyecto sólo podrá
ser obra de muchos, quienes en esta empresa se
[auto]constituirán en sujetos de su accionar,
dejando de caminar tras los pasos trazados por
otros cuyos intereses son diferentes y hasta
opuestos a los suyos. A su vez, la transición de
objeto a sujeto de la actividad social no sólo
será posible en el marco teórico (y quizá ni
principalmente), sino que ocurrirá de manera
simultánea en la práctica social y entretejida
con ésta. Es ahí donde se irán transformando
las relaciones de objeto y sujeto, es decir, de
proyecto, es decir, de poder, entendiendo el
poder como una resultante de las relaciones
sociales de fuerza.
Así, pues, luego de identificar este punto como
el problema fundamental a enfrentar en los años
venideros, me decidí a proseguir la
investigación en ese sentido, siempre a partir
5. Sobre esto he escrito artículos y libros, entre los
que se encuentran: VANGUARDIA Y REVOLUCION; PROYECTO,
SUJETO y PODER, también publicado con el título de
IZQUIERDA LATINOAMERICANA CRISIS Y CAMBIO.
9
del estudio de los fenómenos sociales que están
produciéndose en nuestro medio y, por tanto,
incorporándome a la misma lógica en el
tratamiento del problema.
Una vez más es necesario comenzar por el
principio. Y aunque el objetivo final que nos
convoca sea el tema del proyecto, no es posible
empezar el análisis ni el debate por ahí.
Estudiar el proyecto o aspirar a estudiarlo e
intervenir en su diseño, implica hablar hoy del
sujeto o los sujetos o los actores sociales que
mediante su accionar social van convirtiéndose
o autoconvirtiéndose día a día en sujetos,
socavando las relaciones de poder existente y
fundando otras nuevas, o sea, construyendo
poder a partir de su vida diaria y de ese modo ir
aportando elementos al nuevo proyecto.
CONSTRUYENDO PODER DESDE ABAJO, no es la
culminación de una investigación, sino su
continuidad. En sí mismo es la primera parte
del estudio de la experiencia barrial de
COPADEBA, no hablemos ya de la línea de inves-
tigación en su conjunto. En su empeño de des-
cubrir y poner de manifiesto las características,
coincidencias y especificidades del sujeto social
y político, dicha línea incluye el estudio de los
movimientos femenino, ecologista, religioso,
urbano, campesino, social, político, ideológico
y cultural, así como el contexto socioeconómico
en el que tienen lugar. Este texto constituye,
dentro de ese empeño, un nuevo paso de
avance y posibilita arribar a nuevas conclusio-
nes parciales que enriquezcan las investigacio-
nes que lo continúen. (…)
Lo considero, por tanto, la primera parte de
una serie mayor. Además, luego de contar con
la información y los testimonios, me resultaba
imposible guardarlo. Se me hizo necesario darlo
a conocer para coadyuvar a la difusión e
intercambio de experiencias, convencida de que
contribuirá a las polémicas que sobre esta
10 Isabel Rauber

temática se desarrolla en distintos sectores

sociales y políticos del continente.
A través de Chichí, Víctor, Nicolás, Evarista y
Javier hablan los barrios populares
dominicanos para expresar los anhelos de sus
moradores, su derecho a la vida, su voluntad de
lucha, su apego a la democracia y la justicia
social, y su esperanza.

Isabel Rauber
Enero de 1994