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En el habla cotidiana normalmente utilizamos las palabras “ética” y “moral” como sinónimos;
no obstante, existen diferencias importantes entre ambos términos, o al menos así ha sido
durante la historia.
A pesar de que están estrechamente relacionadas, existen al menos 6 diferencias entre la ética
y la moral, y conviene no confundir entre sí estos conceptos. Estas se refieren a múltiples
características, tanto de tipo conceptual como epistemológico.
Definición de ética
La ética es una rama de la filosofía que estudia y sistematiza los conceptos del bien y el mal, así
como otros relacionados. Esta disciplina tiene como objetivo definir de forma racional qué
constituye un acto bueno o virtuoso, independientemente de la cultura en la que se
enmarque.
Los sistemas éticos, consistentes en prescripciones con respecto a los patrones de conducta
que deben seguir las personas, han sido propuestos tradicionalmente desde la filosofía y la
religión.
Definición de moral
La moral se define como el conjunto de normas que rigen el comportamiento de las personas
que forman parte de una sociedad determinada, de modo que puedan contribuir
al mantenimiento de la estabilidad y de la estructura social.
Se suele relacionar el concepto de moral con la conformidad con las leyes implícitas y explícitas
de un grupo social, que se transmiten a los individuos dentro del proceso de socialización al
que se someten a lo largo de su desarrollo. En este sentido, la moral parte de las tradiciones y
los valores del contexto en que nos criamos.
La moral surgió con toda probabilidad como una consecuencia natural de la organización de
los seres humanos en grupos. Al complejizarse las sociedades, las normas de interacción que
Muchas personas opinan que hoy en día los conceptos ‘moral’ y ‘ética’ significan básicamente
lo mismo, al menos desde el punto de vista del lenguaje coloquial.
Sin embargo, desde un punto de vista teórico e histórico podemos encontrar varias diferencias
entre estos dos términos.
1. Objeto de interés
Dicho de otro modo, si la ética es un elemento más bien estático que sirve como referencia
para comprender el tipo de comportamientos que regulan el funcionamiento de la sociedad en
un contexto determinado, la moral es de carácter aplicado, teniendo en cuenta todo lo que
interviene en la decisión de actuar de una u otra forma. interviene en la decisión de actuar de
una u otra forma.
2. Ámbito de aplicación
Por tanto la ética tiene un carácter teórico, abstracto y racional, mientras que la moral hace
referencia a lo práctico, diciéndonos cómo debemos comportarnos en nuestra vida cotidiana a
través de reglas y afirmaciones más o menos explícitas.
3. Origen y desarrollo
Las normas éticas son desarrolladas por personas concretas a través de la reflexión y la
evaluación de lo que se entiende por la naturaleza humana. Posteriormente dichos individuos
aplicarán las normas a su conducta.
De forma sintética podemos decir que la ética tiene un origen individual, mientras que la moral
se deriva de las normas de nuestro grupo social, determinadas a su vez por un sistema ético
previo. La moral es la generalización de esa clase de descripciones sobre lo que es bueno y lo
que es malo, su manera de conformar una abstracción sobre lo que debe hacerse y lo que
debe ser evitado.
4. Capacidad de elección
Como hemos dicho, la ética parte de la reflexión individual, mientras que la moral tiene una
naturaleza más impositiva y coercitiva: si una persona no cumple las normas sociales es
probable que reciba un castigo, sea de tipo social o legal, ya que la moral no puede ser creada
por una sola persona, sino que tiene que ver con las ideas compartidas de lo que es bueno
hacer y lo que es malo o lo que, incluso, debe ser motivo de castigo.
La ética se fundamenta en el valor intelectual y racional que los individuos otorgan a sus
actitudes y creencias, a diferencia de la moral, que viene determinada por la cultura y por
consiguiente es de tipo más bien irracional e intuitivo. No podemos elegir la moral, tan sólo
aceptarla o rechazarla; por tanto, tiene que ver con la conformidad con las normas de nuestro
grupo social.
5. Modo de influencia
Las normas morales actúan en nosotros desde el exterior o bien desde el inconsciente, en el
sentido de que las interiorizamos de forma no voluntaria a medida que nos desarrollamos
dentro de un grupo social determinado. No podemos permanecer al margen de ellas; siempre
las tenemos en cuenta, ya sea para defenderlas o para rechazarlas.
6. Grado de universalidad
La ética tiene la pretensión de ser universal, es decir, de poder ser aplicada en cualquier
contexto, ya que idealmente parte del uso guiado del pensamiento, no de la obediencia ciega a
normas rígidas. Esta disciplina busca, por tanto, establecer verdades absolutas que se
mantengan como tales independientemente del contexto en el que se apliquen, siempre y
Por contra, la moral varía en función de la sociedad; conductas que pueden estar aceptadas en
algunos grupos sociales, como la violencia de género o la explotación infantil, serían
consideradas inmorales por personas de otras sociedades, así como desde un punto de vista
ético. En este sentido podemos decir que la moral está influida en gran medida por el
relativismo cultural.
Una acción humana para ser considerada de tipo moral tendrá las siguientes
características:
Este código moral no debe ser impuesto por la sociedad a las personas, sino que el individuo lo
debe poder elegir libremente, por ejemplo, yo debo ser libre de elegir si acepto moralmente la
eutanasia o no, no se me puede imponer mi forma de valorar ciertas cuestiones. Por este
motivo, la moral es, sobre todo, una cuestión individual. Podemos definir la libertad como
la capacidad de la voluntad humana para elegir y decidir.
El hecho de ser libre cuando actúo, es de total importancia a la hora de ser valorada
moralmente una acción porque, si la realizo libremente, entonces soy responsable moral de lo
que hago y de lo que dejo de hacer. La responsabilidad, es la obligación de responder acerca
de nuestros actos. En este sentido, si las acciones de una persona se ajustan a las normas
morales existentes en una sociedad, se la considera moralmente buena, etc. pero, si por el
contrario, una persona conoce las normas y valores morales de una sociedad y, a pesar de ello,
las transgrede, entonces estamos ante un individuo inmoral
Llegamos así, a una condición fundamental para que podamos juzgar si un individuo actúa
moralmente bien o no, que sepa lo que hace, sólo de esta forma, podemos decir que actúa
libremente y que, por lo tanto, es responsable de sus actos.
Efectivamente, a diferencia de los animales, que actúan movidos por sus instintos, el ser
humano es un ser moral precisamente porque es racional, es decir, cuando actúa, sabe lo que
hace, elige entre varias posibilidades de acción o los medios para conseguirlo, se propone un
fin concreto, analiza y valora los pros y los contras, juzga, si le conviene o no, es incluso capaz
de preveer con anticipación las posibles consecuencias o resultados, etc. En conclusión,
cuando una persona actúa racionalmente y lo hace, además, libremente, es por ello que
podemos aplicarle valores morales a su acción (generoso o egoísta, justo o injusto, etc.).
Nos encontramos, en conclusión que, a diferencia de los animales que se rigen por unas pautas
instintivas que no les permiten elegir su modo de actuar, el ser humano, por el contrario tiene
libertad de acción, esto es, puede elegir y decidir por propia voluntad, cómo actuar. Esta
libertad no es total, está condicionada por su naturaleza genética y por el medio sociocultural,
la época y el lugar en el que vive. Pero aún así, le queda bastante libertad para decidir
racionalmente cómo actuar, lo cual, le convierte en responsable moral de sus actos.
Finalmente, decía el filósofo griego Aristóteles que "la virtud moral es un hábito" ¿qué
quería decir?. Veamos, un hábito es un comportamiento que se repite, una forma de actuar
estable. Según Aristóteles, "un solo acto no hace a uno virtuoso", es decir, una persona no se
convierte en generosa porque un día dé limosna a un necesitado o sincera porque un día dijo
la verdad. Por el contrario, la virtud moral hay que conquistarla en el día a día, habituándose a
actuar bien, repitiendo actos generosos o sinceros y es, este hábito, lo que me convierte en
una persona buena, sincera, honrada, etc.
Ética: Es la reflexión sobre porque esas normas nos parecen justas y obligatorias. La Ética es
una reflexión sobre la moral. La É. trata de explicar la conducta moral. Estudia las diferentes
morales y sus cambios a través del tiempo y trata de discriminar a que llamamos “bondad” y a
que “maldad”; trata de definir qué es lo bueno, se interesa por buscar criterios para decidir si
una conducta es buena o mala. La É. no solo abarca la descripción de las conductas de las
personas, sino que intenta dar razones de cómo deberían ser.
La ética, tal como la diseñaron los filósofos griegos, era sobre todo una ética de las virtudes:
intentaban descubrir qué virtudes debemos desarrollar para ser felices. Teniendo en cuenta
que poseer una virtud significaba destacar entre todos por ejercer mejor esa capacidad. La
virtud era “excelencia” de carácter.
la prudencia, por la que sabemos distinguir el justo medio entre el defecto y el exceso
la justicia, que consiste en dar a cada uno lo que le corresponde
la fortaleza o firmeza del carácter frente al temor y frente a la audacia
la templanza o moderación ante los placeres, que es el medio entre la insensibilidad y
la intemperancia
La fundamental entre estas cuatro virtudes cuando las referimos a personas es, en principio, la
prudencia, porque es la que nos permite distinguir en todas el justo medio. Sin embargo, si las
referimos a las sociedades, la principal es la justicia, porque el mayor bien que una sociedad
puede pretender es establecer un orden justo.
Principio: Lat. Princeps: primero. Es aquello de lo cual una cosa procede o depende. En Moral,
es un precepto o ley de orden moral (por ej. No Matarás, Honrar Padre y Madre).
Ética a Eudemo que pone en evidencia algunas influencias platónicas y Ética a Nicómaco que
es la versión definitiva de la ética aristotélica puesto que pertenece al tercer período.
La ética de Aristóteles, es, en primer lugar, una ética de la felicidad... pero también es una ética
de la virtud ya que ésta es el medio por excelencia para alcanzar la felicidad.
La felicidad, consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del hombre. Tal actividad no
es otra que la actividad del alma que para que sea perfecta debe ser acompañada por todas las
virtudes.
Hacia el final de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirmará que la actividad más propia del
hombre y la que mayor felicidad le proporciona es la contemplación teórica: es decir, la
sabiduría. Así es como el empirismo ético lo lleva a una posición ecléctica: la felicidad consiste
en equilibrar virtud, contemplación y bienes exteriores.
La virtud
Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático que vincula a la virtud con el conocimiento.
Para él, la virtud será la disposición del alma, es decir, la capacidad y la aptitud de esta para
comportarse de un modo determinado:
"No basta que la acción tenga un carácter determinado para que la conducta sea justa o
buena; es preciso también que el hombre actúe de un modo determinado ante todo, que
actúe a sabiendas; en segundo lugar, que proceda en razón de una decisión consciente y que
prefiera esa acción por si misma; finalmente, que actúe desde una posición firme e
inquebrantable" Aristóteles, Ética a Nicómaco
La virtud entonces, se adquiere a través del ejercicio y el hábito, es decir que para que un
hombre se haga justo, es menester que practique la justicia. Aristóteles considera que nadie se
hace justo por "naturaleza" (aunque una predisposición natural sea importante) ni tampoco
resulta suficiente la enseñanza.
Para Aristóteles, la virtud consiste en un término medio, lo cual no significa mediocridad sino
un equilibrio entre los vicios de los extremos. El "valor" es un justo medio entre la "temeridad"
y el "miedo".
Puede intuirse en esta concepción cierto resto de simetría pitagórica también adoptada por
Platón y así mismo del concepto de "medida", dominante en la medicina griega
contemporánea de Aristóteles. Al igual que los medios, para Aristóteles, el punto medio no es
una abstracción en general sino que se aplica de acuerdo a las circunstancias de cada caso. EL
hombre prudente, sabrá elegir el justo medio.
Es importante señalar que el hombre tiene un bien o un fin, lo cual representa el núcleo
central de la ética aristotélica. Ese fin o bien que busca el ser humano no es otro que la
felicidad, aquello hacia lo que todos los seres humanos apuntalan, y constituye nada más y
nada menos que al contenido de la ética: conducir al ser humano a la felicidad.
Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático que vincula a la virtud con el conocimiento.
Para él, la virtud será la disposición del alma, es decir, la capacidad y la aptitud de ésta para
comportarse de un modo determinado:
No basta que la acción tenga un carácter determinado para que la conducta sea justa o buena;
es preciso también que el hombre actué de un modo determinado ante todo, que actúe a
sabiendas; en segundo lugar, que proceda en razón de una decisión consciente y que prefiera
esa acción por sí misma; finalmente, que actúe desde una posición firme e inquebrantable.
Aristóteles, Ética a Nicómaco. (2007).
La virtud entonces se adquiere a través del ejercicio y el hábito, es decir que para que un
hombre se haga justo es menester que practique la justicia. Aristóteles considera que nadie se
hace justo por naturaleza, aunque una predisposición natural sea importante, ni tampoco
resulta suficiente la enseñanza.
La felicidad entonces es lo que todos los hombres y mujeres quieren, no está allí donde la
mayoría suele buscarla: la felicidad no radica en la riqueza ni en los honores ni en el éxito. La
felicidad está en la vida virtuosa, así de simple!. El conocer la función del ser humano en el
mundo se traduce en pura clave de la virtud y en consecuencia, de la felicidad. En una ética
como la griega, dirigida a la formación del carácter, lo que se buscaba no era eliminar los
deseos sino más bien encauzarlos hacia ese fin que es la virtud o la felicidad, es decir, tratar de
conseguir que los deseos y la sensibilidad de cada ser humano no obstaculizara ni entorpeciera
el camino hacia la vida feliz.
Las ideas no son el punto de partida del conocimiento moral, no se sabe qué es el bien porque
se conozca la definición ideal del bien, se aprende a ser buena persona y virtuosa en la
práctica, en las situaciones difíciles, procurando elegir bien y tomando decisiones correctas o
menos equivocadas. La virtud es una actividad práctica consistente en saber escoger el
término medio, un término medio peculiar en cada caso y para cada persona, que escapa pues
a las definiciones generales.
La vida feliz es una vida reglada por la razón y no abandonada al desorden de deseos y
pasiones, reglas que tienen que ver con la moderación porque las cosas se destruyen (se
desvirtúan o dejan de ser ellas mismas) tanto por exceso como por defecto. Aristóteles ha
dejado distintas listas de virtudes. Para entender el significado de la idea de virtud sobre todo
conviene fijarse en las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la
templanza.
Esta escuela filosófica grecorromana pone el Sumo Bien en la virtud, concebida ésta como
fuerza del ánimo. La teoría ética es lo que ha hecho célebre a la escuela estoica. Los estoicos,
al igual que Platón y Aristóteles, conciben al hombre dotado de cuerpo y alma, y es el alma
racional la que ha de regir al hombre y sus acciones.
Para los estoicos, el instinto es un padecer, una pasión. El desorden del instinto proviene
porque la razón no lo acompaña ni lo domina. ¿En qué consiste el bien moral para los
estoicos? Lo Moral, lo ético, es un concepto básico: “vivir conforme a la naturaleza”, y al
aplicarla al hombre, resulta “una conducta a tono con la naturaleza racional del hombre y
fundada en ella” Los estoicos proponen el valor de la renuncia y de soportar el dolor para
hacer justicia a la norma, a la ley.
Uno de los frutos más importantes del estoicismo y su moral, es el concepto de derecho
natural y el ideal de humanidad que este derecho conlleva. Para el estoicismo, existe una ley
no escrita, que es eterna y que sirve al mismo tiempo de medida para todos los derechos
positivos; este es el derecho natural. Este consiste en un conjunto de principios y normas de
carácter universal, superior y prioritario frente a las legislaciones concretas de los estados, y
que sirve como criterio para juzgar sobre la justicia de los sistemas jurídicos particulares.
Por oposición, el derecho positivo es el conjunto de leyes vigentes en cada país concreto.
A los estoicos también debemos 2 conceptos o nociones sin las cuales no expresaríamos hoy
nuestros ideales como personas y como seres sociales:
El Ecumenismo: Es la idea de una tierra no dividida por fronteras, un lugar en el que todos
los hombres tienen cabida. Esta idea radica en que, por ser hombres, somos ciudadanos del
mundo.
El Humanismo: A los hombres no se los considera por su procedencia o por su religión, pues
por encima de estas características, existe el parentesco que a todos nos une, el de
pertenecer al género humano.
Hedonismo o Epicureísmo
Los hedonistas son los enemigos hereditarios de los estoicos. Las polémicas entre ambas
escuelas han sido extensas. El fundador de esta línea de pensamiento, Aristipo, propone el
Sin embargo, también dentro de esta corriente de pensamiento, surge la figura de Epicuro
(341 – 270 aC), quien distinguirá distintos niveles de placer. Epicuro eleva el placer a la
categoría de fin, (Aristóteles se pregunta si el fin del hombre puede ser el placer, y responde
negativamente) La É. epicúrea tiene finalidad el apetito y el goce, para él, el placer es el
auténtico bien del hombre. Pero Epicuro entiende por placer la ausencia de dolor, la paz del
espíritu, la ataraxia. Así, en estos distintos niveles de placer, desde los simplemente físicos,
hasta los espirituales. Así por ej., el placer por la música es superior a los placeres de la comida,
y los placeres que brindan la amistad y el conocimiento, son superiores a todos. Planteado de
este modo, para Epicuro, el placer también consistía en alivia algún dolor, como los producidos
por el hambre o la sed.
De tal manera, el sabio debía esforzarse por llegar a un estado de sabiduría que le permitiera
necesitar cada vez con menor frecuencia de las cosas para ser feliz.
Por medio de la autarquía (no depender de nadie), el sabio llegaría a gozar de un estado de
bienestar espiritual, la ataraxia.
Como puede apreciarse, partiendo del principio del placer, Epicuro concluye planteando como
ideal de vida, una conducta totalmente austera.
La Ética Judeo-Cristiana
En el lenguaje cotidiano, las cuestiones morales suelen asociarse con la religión, cuya moral se
fundamenta en principios sobrenaturales o divinos. La moral de las religiones judía, cristiana y
musulmana, se basan en la revelación de Dios, quien ordena hacer ciertas cosas y prohíbe
hacer otras. Estos movimientos religiosos han aportado conceptos que permiten pensar los
problemas morales desde un marco diferente de la tradición greco-latina.
Concepto de Salvación. Esta tradición judeo-cristiana, parte del hecho de que los hombres son
seres mortales e imperfectos. Se considera malo que haya un terremoto por cuya causa las
familias deban evacuarse y abandonar sus hogares. También se considera malo que algunas
familias se queden sin medios de subsistencia por el cierre de una empresa que les daba
trabajo. En el primer caso (terremoto) se habla de un mal natural, porque sus causas son
fenómenos que están más allá del control humano. En el segundo caso, se habla de un mal
moral, porque los hechos dependen de la voluntad de los seres humanos.
Para la tradición judeo-cristiana, Dios creo al universo y le dio un orden a la naturaleza creada.
Así que los acontecimientos naturales, como un terremoto, dependen de Dios que los ha
creado, pero como se entiende un Dios bueno y justo, no puede ser causa de lo contrario. En
En cambio, el mal moral depende solamente de la voluntad humana. Los humanos actúan
según su propia voluntad, con independencia de las leyes naturales. A esta facultad de obrar
por reflexión y elección, se le llama libre albedrío, que es la condición de las acciones malas,
pero también de las buenas.
Los seres que no tienen libre albedrío, como los animales, no pueden obrar mal, pero tampoco
bien. Un león no es malo porque mata a otro animal para comer, ni la vaca es buena porque
no mata a otro animal. Estos seres no son malos ni buenos porque no es posible para ellos
actuar de otro modo que conforme a su naturaleza, aquello para lo cual están naturalmente
determinados.
Para un cristiano, como S. Agustín, cuando el hombre obra bien, es auténticamente libre. Esto
nos conduce a distinguir entre libre albedrío y libertad. El libre albedrío es una capacidad, una
posibilidad de obrar bien o mal. La libertad en cambio, es obrar bien. La libertad es lo opuesto
al pecado, que es obrar mal. (Pecado: violación voluntaria y libre del orden establecido por
Dios)
Para Aristóteles, el hombre obra bien cuando sigue las reglas de las costumbres de su entorno
y de su época. Para la tradición judeo-crist., la costumbre de una comunidad no podía
considerarse un criterio suficiente para las acciones buenas o justas, ya que las costumbres
que unos consideraban justas, eran injustas para otros. Por ende, el único criterio universal
para determinar el bien y el mal debía ser necesariamente la ley de Dios.
La injusticia y el mal entre los hombres, el pecado, han sido generados por los mismos seres
humanos. Sin embargo, como Dios es bueno y justo, ofrece a los hombres la posibilidad de
salvación. La salvación se identifica con la libertad, con el desarrollo pleno de las capacidades
humanas, que se hace efectiva cuando el hombre reconoce a Dios que es su creador y vive de
acuerdo a sus mandamientos. En este sentido, la salvación es semejante a la virtud aristotélica.
Surge en Inglaterra en el siglo XIX. Propone basar la ética sobre el principio de utilidad. Según
esta teoría, lo “bueno” sería aquello que es útil, tanto para el individuo como para la sociedad.
Los primeros utilitaristas partían del placer, aunque no lo concebían de modo estrictamente
egoísta. Para ellos “bueno” era aquello que promovía la felicidad. Idearon un método llamado
“cálculo utilitarista” para decidir que conducta había que tomar teniendo en cuenta el
beneficio que brindaba cada acto. Así, había que evaluar de manera numérica los placeres
según su intensidad, duración, capacidad de producir más placeres o provocar dolor, hasta
hacer un balance de su utilidad y recién entonces decidirse.
Sin embargo, establecían que no solo se trataba de calcular la felicidad de manera egoísta, “el
mayor bien consiste en la mayor felicidad para el mayor número de personas”. Este principio
se amplía con aquel que sostiene “no hay felicidad personal si no se percibe la felicidad de los
demás”.
Sin embargo, esta contabilidad de placeres no resultó práctica para tomar decisiones en la vida
diaria, y por tanto, nunca prosperó.
Kant propuso para la ética el “principio de universalidad”: para que una norma sea válida,
debería ser posible aplicarla a cualquier caso que se presente.
Para Kant, un acto es bueno por la buena voluntad que lo inspira, no por el fin al cual apunta o
por el bien que permite obtener. Un acto efectuado con malicia puede dar resultados útiles o
beneficiosos, en tanto que es posible que actos ejecutados con buena intención puedan
fracasar. Lo que importa para el acto moralmente bueno, es la buena voluntad de quien lo
ejecuta, que es la voluntad determinada por la razón.
El deber
Los bienes son relativos, pero la razón puede dar una certeza absoluta. Sobre ella se basa el
deber, que es el sentimiento de respeto que inspira la ley racional. Kant da la fórmula para
conocer cuál es el deber en distintas circunstancias.
Ejemplo. Arquitecto – const. Dptos. A) materiales mala calidad / bajo costo – riesgo de vida
habitantes – contra el deber-------conducta inmoral.
Para Kant, cuando una persona toma decisiones morales, parte siempre de algún principio, el
cual puede haber pensado a partir de su propia experiencia o aprendido de otras personas.
Siempre se está aplicando una regla, lo que se puede llamar su máxima. La máxima es siempre
relativa; no vale para todo el mundo, sino apenas para el individuo que cree en ella. Una
máxima puede ser moral o inmoral. Por ello Kant cree que las máximas, que son normas
personales, no siempre son válidas, porque dependen de la vida del individuo y las enseñanzas
que éste haya recibido, algo que es siempre relativo.
Por ello, la validez mayor de una norma moral la dan los imperativos, que son órdenes que
cada uno se da a sí mismo, basado en un análisis racional de la situación.
a) Hipotéticos. Una persona se impone una norma de conducta porque desea alcanzar un
objetivo:
“Si quiero conseguir X, entonces tendré que hacer Y”, por ej.
B) Categórico. Para llegar a un imperativo categórico, que obligue a todos sin condiciones de
ningún tipo, Kant propone una operación simple: imaginar que ocurriría si aquello que yo hago
fuera obligatorio para todos. Si yo soy un ser racional, se supone que todos los seres racionales
deberían comportarse, en cuanto a las decisiones éticas, del mismo modo. Por eso, la ley
moral que Kant propone, queda enunciada así: “Obra de tal manera, que la máxima de tu
voluntad pueda servir en todo momento como ley universal” Por ej. ¿Es bueno matar a un
inocente? Si se pretendiera universalizar esta máxima, la humanidad se aniquilaría.
Hay que tener en cuenta que la fórmula de Kant sólo es aplicable a máximas de carácter
moral, no a preferencias o gustos personales. Está permitido actuar según una máxima, sólo si
puede desearse que esta sea universal. Es malo actuar según una máxima que uno nunca
desearía que fuera ley. O también, Es un deber actuar según una máxima cuando no quisiera
que su opuesta fuera una ley universal.
La deontológia
Las escuelas éticas teleológicas consideran el fin de la moral en un bien o en un valor exterior a
la moral misma. De tal manera, los actos de una persona son “buenos” si permiten obtener un
bien (llámese este placer, felicidad, utilidad), que en sí mismo no es moral ni inmoral, porque
sólo los actos humanos son morales o inmorales. Para la escuela deontológica en cambio,
Deontología profesional
Los primeros que plantearon esta posición fueron los estoicos de Grecia y Roma, quienes
entendían que de modo similar a la existencia de leyes en la naturaleza que se entienden
como racionales, también la conducta del hombre debía ajustarse a principios racionales. La
razón era quien indicaba cuales eran sus deberes: el hombre sólo llegaba a ser libre si se
apartaba del egoísmo y se conducía según el deber.
Principalmente se llama deontología profesional al código que establece los deberes de una
determinada profesión (médicos, abogados, ingenieros) indicando que actos están autorizados
a hacer para el bien común.
Cómo se ha podido apreciar, ninguna teoría ética de las estudiadas agota en sí el problema
ético o moral, y algunas son complementarias entre sí.
La teleología consideran los bienes, pero sin tener en cuenta al prójimo. La deontología
reflexiona sobre la relación con el otro, pero no analizan el bien común, y las utilitaristas son
incompletas si junto al bienestar general no aplican un principio de justicia.
Todas ellas necesitan ser respaldadas por un principio de universalidad, sin cual sus principios
son relativos. En las distintas situaciones que se plantean a lo largo de la vida diaria, la
prudencia reside en analizar los factores que se ponen en juego a la luz de principios como la
universalidad, la justicia y la utilidad social para tomar las decisiones que están a nuestro
alcance