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INTRODUCCIÓN.
El español de América ofrece una uniformidad mayor aún que la que se puede
atribuir al español peninsular.
Destacar la polémica sobre el predominio del español de Andalucía en el
americano.
Destacar la ausencia de atlas lingüísticos y la gran cantidad de bibliografía.
2. Diversidad.
Araucano. Chile.
Teoría andalucista.
o (Wagner, Lapesa, Menéndez Pidal, Peter Boyd-Bowman)
1.3.2.- Morfosintácticos.
1.3.3.- Léxicos.
Tendencia al arcaísmo que es un reflejo de los usos del siglo XVI español.
Neologismos. Fenómeno muy activo y extendido a toda la sociedad.
Indigenismos.
Términos que han adquirido un significado peyorativo. Coger, tomar.
Abundancia de andalucismos. Amarrar, guiso.
Difusión casi generalizada de algunas jergas como el lunfardo porteño, que se
extendió a través del tango. Mina por mujer.
Las descripciones cuantitativas de una lengua —sea el español, sea cualquier lengua—
han de tener en cuenta sus caracteres más destacados, internos y externos. Las
características de la lengua española, como sistema lingüístico y como vehículo de
comunicación de una amplia comunidad, se pueden resumir en los seis puntos
siguientes:
1. El español es un idioma homogéneo. Si bien es difícil cuantificar el
nivel de homogeneidad de una lengua —a pesar de los esfuerzos de la
lingüística cuantitativa— y partiendo del hecho de que cualquier lengua
del mundo es esencialmente variable y, por lo tanto, presenta variedades
internas de naturaleza geolingüística y sociolingüística, se puede afirmar
que el español es una lengua relativamente homogénea que ofrece un
riesgo débil o moderado de fragmentación. Los fundamentos de esta
homogeneidad relativa se encuentran en la simplicidad del sistema
vocálico (5 elementos), la amplitud del sistema consonántico compartido
por todo el mundo hispánico, la dimensión del léxico patrimonial
compartido (léxico fundamental) y la comunidad de una sintaxis
elemental.
Hispanoamérica indígena
El estudio demográfico de las lenguas indígenas presenta casi todos los problemas
generales que hemos tenido oportunidad de exponer: falta de censos, censos
incompletos o anticuados, falta de rigor en la recogida de la información lingüística. Por
eso no existe una información precisa y rigurosa sobre el conocimiento y el uso de las
lenguas indígenas en Hispanoamérica. Se sabe que México y Perú son los países con
mayor población indígena de toda América (cerca de nueve millones cada uno) y que la
implantación del guaraní en Paraguay alcanza probablemente al 90% de la población,
pero desconocemos una gran parte de la realidad: los problemas metodológicos se
antojan insalvables. A este respecto, Ralph Fasold ha señalado, sobre datos aportados
por Joan Rubin:
«En Paraguay, la pregunta sobre la lengua pasó de ser una pregunta sobre
el conocimiento en el censo de 1950 a ser una pregunta sobre el uso
habitual en el censo de 1962. En 1950 se preguntaba a los paraguayos
qué lengua o lenguas sabían hablar. En 1962, en cambio, se les
preguntaba por la lengua o las lenguas que normalmente hablaban. Si una
persona sabía español y guaraní, pero normalmente usaba el guaraní, en
1950 respondería que era bilingüe, pero en 1962 respondería que usaba
sólo el guaraní.»
Siendo así las cosas, es fácil comprender la dimensión del problema que supone
determinar el número de personas que tienen el español como lengua materna.
El BBY emplea como base de datos los Anuarios Demográficos de las Naciones
Unidas, que en última instancia dependen de los datos proporcionados por las
autoridades estadísticas de los distintos países, y también directamente de los propios
censos nacionales. Al exponer los criterios empleados para su recuento de hablantes, el
BBY resume lo esencial de los problemas metodológicos explicados en este ensayo:
muchos países no recogen datos oficiales sobre el uso de las lenguas y las estimaciones
no basadas en censos o encuestas nacionales revelan una acusada falta de precisión.
Para completar los datos oficiales y otras estimaciones de base, los redactores han
interpolado datos procedentes de otras fuentes: a veces no hay datos de habla en los
censos, pero sí de carácter étnico (pertenencias a etnias o grupos indígenas) o de
nacionalidad (extranjeros residentes, lugar de origen de inmigrantes) que permiten
deducir usos lingüísticos.
Para la elaboración del cuadro 2, se han aplicado a los datos del BBY los siguientes
criterios unificadores: sólo cuentan los hablantes que tienen el español como lengua
materna en países o territorios donde ésta es oficial de un modo u otro [14]; junto a los
miembros del GLM se han contado los que figuran como bilingües de español con otra
u otras lenguas, ignorando en qué grado las conocen o usan respectivamente.
Una combinación de cuadro 2 y del cuadro 3 daría como resultado una cifra de
hablantes de español en un nivel aproximado al de la lengua materna (es decir,
incluyendo a aquellos hablantes que tienen un alto dominio de la lengua española aun
cuando hayan adquirido otra lengua con anterioridad, al mismo tiempo o
posteriormente, y mantengan el uso de ambas) de alrededor de 350.000.000
(351.068.983) de individuos.
NOTAS:
14. Una situación especial es la de los saharauis. Los campos de refugiados, donde es oficial la lengua
española, reúnen un número de hablantes que puede oscilar entre los 150.000 y los 200.000. Estas
personas, hablantes de hasanía, aprenden el español en las escuelas.
En el Sahara Occidental, el censo español de 1970, ahora objeto de discusiones en las negociaciones
sobre el futuro de la antigua colonia española, daba 16.648 hablantes de español sobre 76.425 habitantes.
Las proyecciones realizadas para el año 2010 revelan, con todas las reservas necesarias,
que el español podría haber llegado al final de un ciclo de expansión relativa de su
número de hablantes. Consecuentemente, si el aumento de los hispanohablantes desde
este final de siglo se prevé como pausado, a partir de ahora la eventual expansión del
español habría de basarse en otros factores, muchos de ellos de naturaleza cualitativa,
como un mayor prestigio cultural, mayor poder adquisitivo, mayor uso como segunda
lengua, mayor uso como lengua de la ciencia y la tecnología o la adopción como lengua
franca fuera de los países de habla hispana, entre otros. Una vez alcanzada una
presencia internacional de primer orden, es el momento de promover e impulsar
políticas lingüísticas encaminadas a acrecentar el prestigio cultural, científico y
tecnológico de los países hispánicos y, por tanto, de la lengua española.