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Escultores insospechados
Henry Mintzberg es un profesor canadiense que ha dedicado su vida académica al
estudio de la estrategia y la gestión de empresas. Una de sus preocupaciones sobre la
formación de administradores y gerentes ha sido cuán analítica es y cuán poco fomenta la
curiosidad y reflexión.
Mintzberg tiene por costumbre salir a caminar por el bosque donde encuentra y
colecciona esculturas hechas por castores. Las «esculturas» son trozos de madera que
estos dejan cuando roen y cortan ramas de árbol para construir sus presas.
El aprecio por las obras de estos escultores insospechados es como un juego: una puede
parecer un lobo, un dragón, un perro. El pensamiento estratégico es de la misma manera.
Es intuitivo y creativo. Su centro es poder ver más allá de lo analítico y soñar con lo que
puede ser.
La implementación y ejecución exitosas de la estrategia de una empresa no son
tarea fácil. Se calcula que la implementación de entre el 50 y el 90 % de
estrategias empresariales fracasa (Cândido, 2015). Hay muchas explicaciones
para este alto porcentaje de fracaso. Uno de los motivos citado es que los
colaboradores de una empresa, incluyendo muchos en puestos directivos, no
tienen claridad con respecto a cuál es la estrategia de la empresa (Collis y
Rukstad, 2008).
Cuando todas las personas, quienes toman decisiones a diario con respecto a
clientes, proveedores y cualquier aspecto de su labor, lo hacen sin tener claro cuál
es la dirección estratégica de la empresa, sucede que muchas de estas decisiones
corren en sentido distinto, o hasta opuesto, a la estrategia deseada.
El que ve el bosque
Un refrán reza: «a veces los árboles no dejan ver el bosque». Del mismo modo, el
pensamiento estratégico permite no perderse en los detalles sino, más bien,
vislumbrar y comprender las situaciones como un todo.
La mayoría de las personas puede ver lo que hay delante de sus narices, pero no
es nada fácil anticipar el futuro. El líder debe entrenarse para detectar posibles
oportunidades que se puede aprovechar y amenazas que se debe eludir antes de
que ocurran. No se trata de adivinar lo que ocurrirá en el futuro sino, más
bien, detectar tendencias de forma temprana que puedan tener un impacto sobre
nuestra organización en el futuro.
Es muy posible que uno conozca muy bien su mercado y el entorno en el que se
desarrolla, pero existe siempre la tentación de percibirlos como estáticos y pensar
que nada cambiará. Quien piensa estratégicamente se adelanta a los cambios que
pueden ocurrir en su mercado, competidores y clientes.
Una herramienta clásica para pensar de manera ordenada sobre el entorno y sus
tendencias fue desarrollada por Francis Aguilar (1967) y se conoce como análisis
PEST. Aguilar aconseja pensar sobre el entorno usando categorías: reflexionar
cuál/cuáles son las tendencias en lo político-legal-gubernamental (P), económico
(E), sociocultural (S) y tecnológico (T).
Político-legal: ¿qué tendencias hay con respecto a nuevas regulaciones que
puedan afectar nuestra industria? Por ejemplo, hay tendencias a nivel global con
respecto a fomentar una alimentación saludable, a proteger el medio ambiente y a
garantizar los derechos de grupos minoritarios. ¿Qué nueva legislación todavía no
están en nuestro país, pero ya se ha implementado en otros países?
Económico: ¿cuáles son las tendencias macroeconómicas que podrían afectar a
nuestros consumidores?, ¿qué se espera con respecto al crecimiento, inflación,
tipo de cambio?, ¿hay inversiones significativas revistas por parte de nuestros
competidores?, ¿qué incentivos económicos podríamos aprovechar?
Sociocultural: ¿qué cambios están experimentando los segmentos de mercado a los que
atendemos?, ¿qué nuevas actitudes se vienen gestando en la población? Existen grandes
macrotendencias en lo social como el cambio en la estructura de las familias, el envejecimiento
de la población, la migración a las ciudades y el empoderamiento de la mujer. ¿Cómo podemos
aprovechar estas tendencias?, ¿cuáles de estas pueden significar una amenaza para la manera
en que estamos haciendo negocios?
Tecnológico: ¿qué nuevas tecnologías podrían afectar nuestros procesos?, ¿qué nuevos
desarrollos deberíamos estar mirando para llegar a ellos antes que la competencia? La
digitalización ha facilitado la aparición de nuevos modelos de negocio que han cambiado
radicalmente muchas industrias. Recordemos, por ejemplo, la aparición de Airbnb que ha
creado una competencia insospechada para la industria hotelera tradicional.
Todo líder debe cultivar la curiosidad y estar al tanto de las tendencias en el mundo en general y
en su industria en particular.
Imaginar el futuro
El pensamiento estratégico debe llevar a tomar decisiones acertadas con respecto a la dirección
de nuestro trabajo y el de nuestro equipo. Imaginar el futuro se refiere a la de pensar en soñar
con estados del mundo a los cuáles queremos llegar. Significa pensar en un abanico de
posibilidades, la parte más creativa y difícil de pensar estratégicamente.
Cuando los motivos y dirección del cambio no están claros para los colaboradores,
es más probable que se resistan a este. Igualmente, cuando el cambio viene
desde arriba de la organización, los colaboradores no se sienten empoderados
para actuar y hacer propuestas, y la empresa se pierde de contribuciones valiosas.
Las personas necesitan ayuda para adaptarse, sobre todo si el cambio puede
significar una amenaza para la posición que uno ocupa. Presentamos aquí
algunos principios mediante los cuales el líder de equipo puede ayudar a sus
colaboradores a adaptarse mejor al cambio (Fairest, 2014; Aiken et al., 2008):
Las personas deben entender por qué el cambio es importante. Cuando se
comunica el porqué del cambio solo en función a la posición de la empresa (por
ejemplo, ser más competitiva, alcanzar el liderazgo, o ser más rentable) los
colaboradores no se sienten tan motivados como cuando la narrativa incluye los
intereses de otros grupos (Aiken et al., 2008). Si se explica la necesidad del
cambio no solo por su impacto en el desempeño de la empresa, sino también por
su impacto positivo para otros grupos (como empleados, clientes o la sociedad en
general) los colaboradores estarán más motivados.
La comunicación es clave. En algunos procesos de cambio no se establece una
comunicación adecuada y transparente. La comunicación debe ser clara antes,
durante y después del programa de cambio. De esta manera se minimiza el riesgo
de perder la confianza de los colaboradores, lo cual llevaría a que estos no
colaboren y se cierren a la iniciativa.
El cambio puede ser también fuente de nuevas oportunidades. Es tarea del líder
ayudar al equipo a verlas y aprovecharlas. Especialmente en momentos de cambio
el líder puede trabajar con sus miembros de equipo para aprender nuevas.
También puede ayudar a los seguidores a postular a otros puestos en la
compañía, quizás de mayor responsabilidad.
La compañía ordenó el retorno a fábrica de millones de vehículos y tuvo que pagar multas
en los Estados Unidos por 4.3 mil millones de dólares. Declaró su primera pérdida
trimestral en 15 años por 2.5 mil millones de euros. Winterkorn se encuentra actualmente
prófugo de la justicia norteamericana (Hotten, 2015).
Hay ocasiones en que el cambio no es producto de un plan deliberado. A veces, el
cambio es forzado por el advenimiento de una crisis. ¿Cómo deben los líderes
enfrentar estos momentos críticos? ¿Cómo pueden dar soporte a sus equipos de
trabajo?
Alerta temprana. Hacer sonar la alerta cuando se tiene la primera noticia de que algo puede
estar yendo mal es el mejor servicio que un líder puede hacer por la organización. A veces,
puede uno tener el temor de que «maten al mensajero», pero si se detecta que algo representa
un peligro potencial no se debe dudar en dar la voz de alarma. En estos casos hay que intentar
influir para que las personas que están involucradas, o que tienen responsabilidades asociadas
al problema, le presten atención. Además, hay que empoderar al equipo para que haga lo
propio.
Respuesta rápida. Las primeras horas después de la aparición del evento desencadenante son
críticas. Sin embargo, no se debe actuar irreflexivamente ni de forma desarticulada con otros
grupos de la organización. La acción rápida tiene tres componentes:
Evaluar la situación. Al inicio es importante buscar la mejor información y evaluar cuáles son las
fuentes de riesgo y las consecuencias posibles.
Buscar ideas en el equipo. Este es el momento de recurrir a las personas en el equipo que tengan
la experiencia o habilidades relacionadas con la crisis. Estos pueden hacer aportes significativos
para enfrentar la situación.
Planear en situaciones de crisis es complicado por lo complejo y fluido de la situación. Más que
buscar un plan maestro que soluciones todo, hay que optar por ir implementando pequeños
planes, flexibles que ayuden con la situación.
Las organizaciones no son las mismas después de una crisis. De la misma manera en
que se habla de una «nueva normalidad» tras la pandemia del COVID-19, la
organización habrá cambiado quizás formas de trabajar, relaciones con sus grupos de
interés, o habrá nuevos protocolos de actuación. Las personas necesitan también un
tiempo para ajustarse a las nuevas situaciones y el líder debe crear las oportunidades
para que los miembros de su equipo se expresen y compartan historias que les
permitan procesar la situación por la que han atravesado.