EUTANASIA EN CHILE ¿ES REALMENTE LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?

Cuando se describe la palabra eutanasia, lo primero que se vine a la mente es cuando se provoca
intencionalmente la muerte, lo cual genera una gran controversia entre aquellos que la discuten.
Algunos lo llaman acto o procedimiento que se realiza por parte de un médico para producir la
muerte de un paciente, que es por petición expresa de este, es decir, es totalmente una acción
voluntaria. Otros lo llamarían una intervención deliberada que pone fin a la vida de un paciente sin
perspectiva de cura, siendo más un suicidio asistido. Pese a que desde el año 2004 se han
presentado varios proyectos de ley, aún no existe la figura de la muerte asistida en el país, a
diferencia de otros temas de salud pública como el aborto, la eutanasia no es un asunto resuelto
en casi ningún lugar del mundo. En la actualidad sólo Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suiza,
Canadá, Colombia y algunos estados de Estados Unidos permiten este derecho o en algunos casos
a pacientes desahuciados que deseen morir o por los dolores insoportables que padecen. En
cambio, en Chile está prohibida, y la restricción se hace manifiesta en la Ley Ley n°20.584, 2012,
articulo 16, y establece que “ningún rechazo a tratamientos podrá tener como objetivo la
aceleración artificial de la muerte, la realización de prácticas eutanásicas o el auxilio al suicidio”.

Ahora bien, ¿Qué sucedería realmente frente a la despenalización de la eutanasia en Chile? Por su
puesto que no hay una respuesta absoluta, pero lo más probable es que comportará como una
decadencia ética progresiva. La reiteración de casos irá privando a la eutanasia de su carácter
excepcional, y se hará cada vez más constante con la idea de que es incluso una “terapia”
aceptable. La eutanasia le ganará engañosamente la batalla a los cuidados paliativos los cuales se
caracterizan por ayudar a las personas con una enfermedad grave a sentirse mejor, estos
previenen o tratan los síntomas y efectos secundarios de la enfermedad, problemas emocionales,
sociales, prácticos y espirituales que la enfermedad plantea, y la eutanasia sustituiría esto
haciendo ver a los pacientes que es la mejor opción al ser más indolora, rápida, estética, y
económica, convirtiéndose para el enfermo en un derecho exigible a una muerte dulce, para los
allegados en una salida más cómoda. Para algunos médicos será un recurso sencillo que ahorra
tiempo, esfuerzos, y de bajo costo y eficacia en comparación a un tratamiento. Para aquellos
profesionales que acepten la eutanasia voluntaria, esta se convertirá por razones de coherencia
moral, en una obligación. El médico razona que la vida de ciertos pacientes capaces de decidir es
tan carente de calidad, tienen tan alto costo, que no son dignas de ser vividas. Es muy fácil
expropiar al paciente de su libertad de escoger seguir viviendo. Lamentablemente si se
generalizará este concepto a otros enfermos, la eutanasia sustituirá a la medicina y su esperanza
de vida.

Para finalizar este tema controversial, quiero citar a Pablo Salvador Coderch, Catedrático Derecho
Civil de la Universidad Pompeu Fabra, el cual escribe en un artículo de opinión, Ministros de
muerte, en La Vanguardia, 1998. “No existe nada parecido a un derecho a la muerte ni nadie en su
sano juicio puede pretender que el Estado reconozca a ninguno de sus ciudadanos la facultad de
exigir ante un tribunal que un funcionario le inyecte una sustancia letal”. Gracias a esto puedo
confirmar lo que menciona este autor y decir que estoy de acuerdo con él, y respecto al mensaje
enviado por los medios de comunicación que es deprimente y letal, hay que mejorarlo ayudando
aprender a vivir y transmitir que no siempre es fácil, en algún caso aislado, habrá que dejar morir,
pero matar es una solución demasiado sencilla, cuesta tan poco, que está al alcance de cualquier
cobarde ¿no creen?

Bibliografía

Fuentes, R. (2018) “Eutanasia en chile: ¿Luz al final del túnel?” [En línea]. Disponible en:
https://radio.uchile.cl/2018/08/05/eutanasia-en-chile-luz-al-final-del-tunel/