1.-Los equipos de electroterapia que suministran corrientes de
microondas trabajan con una frecuencia de 2.450 MHz y una longitud de onda de 12,25 cm. A esta longitud de onda, la energía de alta frecuencia es especialmente bien absorbida en los tejidos cuyo contenido en agua tiene un porcentaje alto. La denominación de estas corrientes como terapia con radar se debe a que la frecuencia que emplean es similar a las que utilizan los radares comerciales de localización. Sin embargo, recomendamos que se emplee la terminología de corrientes de microondas (Robertson et al., 2006). Las corrientes de microondas presentan una serie de características físicas específicas de las demás corrientes de alta frecuencia. En relación con el comportamiento físico de estas corrientes, y como consecuencia de su elevada frecuencia, presentan propiedades como la refracción y la reflexión en su transmisión, más propias de radiaciones luminosas (Robertson et al., 2006). Estas características físicas debemos tenerlas en cuenta en los diferentes procedimientos de tratamiento con las susodichas corrientes. En consecuencia, es muy importante el ángulo de colocación del aplicador en relación con el tejido que se va a tratar. Otro aspecto fundamental es la distancia del electrodo a la piel del sujeto, porque la intensidad de la radiación es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia de la fuente emisora (ley de la inversa del cuadrado). Esto es, la intensidad de la radiación se hace más pequeña a medida que se aleja el electrodo-aplicador de la piel del paciente (Maya Martín y Albornoz Cabello, 2009). Sin embargo, como abordaremos más adelante, la distancia óptima depende de cada tipo de aplicador o radiador. Los aparatos de electroterapia que suministran corrientes de microondas emplean un dispositivo denominado magnetrón. Esta es la parte más importante del equipo de electroterapia porque es la responsable de poder obtener corrientes con frecuencias tan altas (Robertson et al., 2006). Los ajustes necesarios de estos equipos están determinados por los distintos fabricantes, por lo que se recomienda seguir las normas de aplicación y seguridad de los mismos. Las corrientes de microondas se absorben con facilidad en la piel, aunque traspasan con pocas pérdidas de energía el tejido subcutáneo graso, y solo en la musculatura y órganos con buena irrigación sanguínea se transforman en calor. Este comportamiento, en relación con el calor suministrado a los diferentes tejidos, permite ajustar fiablemente la dosis terapéuticamente deseada de acuerdo con la sensación de calor del paciente. Una aplicación específica de estas corrientes de alta frecuencia es la propuesta por Kirn y Matuszyk (1965), que consiste en el empleo de las mismas mediante la combinación con cojines de arena. De esta forma irradiamos a través de una capa de arena seca natural de determinado espesor, mejorando la adaptación dieléctrica del campo electromagnético al tejido orgánico. El medio intercalado, la arena, es comparable con una lente en el ámbito de la óptica. La mejor concentración de las corrientes de microondas reduce las pérdidas de radiación difusa, y así se logra un aumento de los efectos terapéuticos de las mismas. Finalmente, con la adaptación mecánica del cojín de arena a la forma del cuerpo (p. ej., el dorso de una mano), se puede conseguir una irradiación de la corriente de microondas mejor dirigida locamente. Ello, a su vez, permite evitar determinadas zonas especialmente sensibles al calor, como las articulaciones metacarpofalángicas, dentro del campo que se va a irradiar, mientras que en las zonas cubiertas por la arena el campo homogéneamente concentrado puede actuar con más intensidad y más profundamente. 2.-Metodología de aplicación Para la aplicación de las corrientes de microondas se emplea un único electrodo, también denominado antena o radiador, que va a adoptar la forma de un reflector desde donde se irradia la corriente de alta frecuencia en forma de haz divergente. Los irradiadores de las corrientes de microondas más extendidos internacionalmente se dividen en irradiadores a distancia y de contacto. Irradiadores a distancia En este tipo de irradiadores va a ser fundamental la distancia de aplicación y el ángulo de incidencia sobre la superficie corporal que se va a tratar. Este grupo de irradiadores admite que se puedan aplicar potencias desde 30 a 120 W. Los diferentes irradiadores que podemos utilizar son cuatro: 1. Irradiador de campo redondo o «R». Este irradiador puede conseguir un gran efecto de penetración en zonas corporales delimitadas. Es el más común y presenta una zona de colimado en la salida del haz de radiación para evitar una gran divergencia del mismo. En consecuencia, la distancia recomendada es de unos 10 cm de la piel del paciente. 2. Irradiador de campo largo o «L». Este irradiador se utiliza para el tratamiento de zonas corporales alargadas, como por ejemplo las extremidades. La distancia a la que debe colocarse de la piel del sujeto es de 5 cm aproximadamente. 3. Irradiador circular o «T». Este irradiador se aplica preferentemente en pediatría, otorrinolaringología, oftalmología y el ámbito odontológico. Al igual que en el anterior, la distancia recomendada es de unos 5 cm. 4. Irradiador de gran campo o «M». Este irradiador se utiliza para lograr un efecto en superficies grandes, como por ejemplo el tronco. La forma de cubeta del irradiador se adapta perfectamente a los respectivos contornos corporales y también a secciones musculares grandes. Por la forma del mismo se coloca pegado a la piel del paciente (fig. 15.7). 3.-Irradiadores de contacto Los irradiadores de contacto se aplican directamente sobre la piel del individuo. Las dosis máximas no sobrepasan los 10 W. Estos irradiadores están indicados para tratamientos de zonas muy localizadas, así como cavidades corporales, estrechamente delimitadas, que deban ser tratadas con dosis reducidas. En este tipo de irradiadores, la energía de microondas se produce primordialmente en sentido radial y no longitudinal. Se utilizan principalmente en el tratamiento de las cavidades en otorrinolaringología, urología, ginecología y terapéutica dental y maxilar. También se emplean en el tratamiento de pequeñas articulaciones, como las de los dedos. Algunos de estos irradiadores traen tapas o fundas protectoras desechables por motivos de higiene. 4.-DOSIMETRÍA La dosimetría con corrientes de alta frecuencia requiere el estudio de una serie de factores que nos garanticen una correcta y segura aplicación terapéutica. Así, se entiende por dosis la energía total de cualquier tipo de corriente de alta frecuencia administrada a un paciente durante un solo tratamiento. Puede ser de diferente grado, dependiendo del ajuste de la intensidad del aparato, la duración del tratamiento y, si el tratamiento se hace con onda corta pulsátil, la frecuencia de repetición de los impulsos seleccionada. Otro factor importante en la dosificación con estas corrientes es el procedimiento de aplicación (Maya Martín y Albornoz Cabello, 2009). Para obtener buenos resultados en el tratamiento con corrientes de alta frecuencia, es necesario que la dosificación, la duración de la aplicación y el número de sesiones de tratamiento sean estudiados y adaptados en cada sujeto, de forma particular. Sin embargo, existen una serie de normas generales, entre las que la sensación de calor que experimenta el paciente es quizás la más importante. En ningún caso se deberá sobrepasar el grado de tolerancia del paciente, es decir, no debe notarse una sensación de calor en el límite de lo tolerable. La dosis tampoco ha de ser inferior al grado en que el paciente no perciba la sensación de calor, salvo en las aplicaciones de onda corta pulsátil (Gutiérrez et al., 20013). Como regla general, la dosis debe ser tanto menor cuanto más aguda sea la afección y tanto mayor cuanto más crónica sea esta. Así, en los procesos agudos se comenzará con una intensidad reducida y una duración de tratamiento corta, aumentándose estos parámetros de forma progresiva en sesiones de tratamiento posteriores y siempre que estén dentro del límite de tolerancia del paciente. En caso de una exacerbación del proceso patológico, se recomienda una pausa de tratamiento y posteriormente se proseguirá con una intensidad más reducida. Las afecciones crónicas requieren de una intensidad mayor y de un tiempo de aplicación más elevado para conseguir un calentamiento más intenso (Cameron, 2009). La dosificación de las corrientes de alta frecuencia se realiza según la intensidad de la misma, el tiempo de aplicación y la frecuencia de la aplicación. Pasamos a describir y dar unas pautas claras de dosificación con corrientes de alta frecuencia. Un tema aparte es la dosificación con corrientes de ondas cortas pulsátiles. 5.-Intensidad La intensidad de las corrientes de alta frecuencia se regula según la sensación del paciente. Por lo tanto, existen una serie de niveles perceptivos, por parte del paciente, que corresponden con los grados de intensidad de la corriente. Estos grados perceptivos y de dosificación son: ● Grado I: calor muy suave, «apenas imperceptible», calentamiento cutáneo apenas por debajo del umbral de la percepción térmica (dosis submitis). ● Grado II: calor suave, «apenas perceptible», existe una sensación de calor débil y agradable (dosis mitis). ● Grado III: calor fuerte, «percepción agradable» (dosis normalis). ● Grado IV: calor muy fuerte, casi quemante, «nivel de tolerancia» (dosis fortis). Hay que tener en cuenta que la sensibilidad del paciente al calor puede variar según diversas circunstancias: labilidad vegetativa, administración de fármacos como analgésicos y anestésicos, etc. En estos casos concretos será necesario realizar una modificación de la dosificación descrita anteriormente. excepción con las corrientes de onda corta pulsátil, las cuales tienen unas indicaciones específicas. En estas últimas corrientes prevalecen los efectos atérmicos o biológicos derivados de la acción de los campos magnéticos. Por el contrario, en las demás corrientes de alta frecuencia predomina la acción de los campos eléctricos. Por lo tanto, las indicaciones concretas y específicas de las corrientes de alta frecuencia están sujetas a la extensión, localización y profundidad del proceso patológico. A continuación exponemos varios tipos
de 6.- indicaciones de las corrientes de alta frecuencia donde
el efecto perseguido es la termoterapia profunda: ● Trastornos de la circulación. Este conjunto de patologías forman una gran área de indicación. Muchos procesos patológicos se acompañan de trastornos de la circulación en los tejidos correspondientes. Está documentado que el edema y las anomalías vasculares de diversos tipos pueden ser influenciados por la terapia de alta frecuencia, para su normalización (Karasuno et al., 2006; Pages, 1993; Attaccalite y Pace, 1997). ● Procesos inflamatorios. Los procesos inflamatorios de cualquier tipo pueden beneficiarse de la aplicación de las corrientes de alta frecuencia en relación con el efecto del aumento de la fagocitosis, combinado con la acción estimulante sobre los mecanismos defensivos (Korpan et al., 1994). Encontramos ejemplos de esta acción en las siguientes afecciones: periartritis escapulohumeral, epicondilitis humeral externa (codo de tenista), bursitis, periostitis, artritis psoriásica, etc., pero también en las inflamaciones bacterianas (Uhlemann, 2000; Tüzün et al., 2003; Korpan et al., 1995a,b). ● Procesos metabólicos. Diferentes afecciones metabólicas pueden ser estimuladas por el tratamiento local con corrientes de alta frecuencia. Esto se evidencia en la cicatrización más rápida de heridas traumáticas, úlceras de presión y de otros tipos (Olyaee Manesh et al., 2006; Ravaghi et al., 2006). En la actualidad, se emplea con éxito en la convalecencia de intervenciones quirúrgicas por la aceleración en el proceso cicatricial, especialmente en el caso de heridas inflamadas, así como en el tratamiento encaminado a provocar un aumento preoperatorio de la resistencia de los tejidos. Esta aplicación preoperatoria puede ser útil para minimizar las molestias postoperatorias, como el edema y el dolor (Bansal et al., 1990). ● Dolor. Es una indicación importante para la terapia con corrientes de alta frecuencia. Estas corrientes provocan una marcada sedación del sujeto por el efecto directo sobre los mecanismos fisiológicos del dolor y el efecto psicológico de la aplicación térmica. Además, la influencia indirecta de la hiperemia resultante, la reducción de la hipertonía muscular existente y la disminución del acúmulo de fluidos hacen que la terapia con corrientes de alta frecuencia tenga un efecto analgésico muy importante (Al-Mandeel y Watson, 2006; Watson, 2009). Así pues, las artropatías, neuralgias, neuritis, cefaleas vasomotoras, hipertonía y otras muchas molestias en las que el dolor es una característica prominente pueden tratarse con mucho éxito mediante las corrientes de alta frecuencia (Laufer et al., 2005). ● Hipertonía muscular. Las corrientes de alta frecuencia mejoran las hipertonías musculares de forma local, como ocurre por ejemplo en trastornos de naturaleza ortopédica y neurológica, debido al efecto relajante. El tratamiento con estas corrientes proporciona un efecto relajante en casos con hipertonía debida a artrosis, neuralgia, trastornos internos (hipertonía refleja), sobrecarga muscular psicosomática, etc. (Goats, 1989; Draper et al., 2002). 7.- Indicaciones específicas de la onda corta pulsátil Las indicaciones específicas de la terapia de onda corta pulsátil son consecuencia de la acción predominante del campo magnético. Por lo tanto, los efectos que prevalecen son los biológicos o atérmicos. A continuación destacamos las indicaciones más importantes: ● Trastornos postraumáticos. Esguinces, contusiones, roturas, fracturas, hematomas, laceraciones, etc. (Buzzard et al., 2003; Callaghan et al., 2005), aunque también existen estudios más antiguos que refutan estas indicaciones, como el de Barker et al. (1985). Ello puede ser debido a la dosificación tan baja que aportaba. En estos procesos patológicos es muy importante iniciar el tratamiento lo antes posible. ● Trastornos postoperatorios. Por ejemplo, después de operaciones de la mandíbula, el pie y la cadera. Existen estudios que destacan el valor preventivo de esta terapéutica sobre la posible inflamación postoperatoria (Seiger y Draper, 2006). ● Procesos inflamatorios. Osteítis crónica, bursitis con calcificación, sinusitis o lumbalgias (Wagstaff et al., 1986). ● Trastornos circulatorios periféricos y de órganos internos. La aplicación de onda corta pulsátil durante 40- 45 min con una intensidad de grado I-II permite aumentar la perfusión microvascular en personas sanas y alrededor de las úlceras diabéticas (Mayrovitz y Larsen, 1995; Cameron, 2009). En frecuentes ocasiones, la termoterapia con corrientes de alta frecuencia constituye un tratamiento complementario o coadyuvante de otros métodos terapéuticos, sean de tipo físico, fisioterapéutico o farmacológico (Dziedzic et al., 2005; Gutiérrez et al., 2013). Esta combinación de medios, en la mayor parte de los casos, va a condicionar una potenciación de los efectos conseguidos, con un acortamiento evolutivo del proceso patológico y una disminución de las posibles recidivas 8.- CONTRAINDICACIONES Las contraindicaciones de estas corrientes de alta frecuencia son muy variadas y difieren bastante de las que tienen la corrientes de baja y media frecuencia. A lo largo de los años se han identificado varias contraindicaciones para la terapia con estas corrientes. Algunas están claramente documentadas, mientras que otras se basan en presunciones, sin un soporte científico claro. Ciertas contraindicaciones dependen de la dosis aplicada o de la localización realizada. Por estas razones, dividimos las contraindicaciones en dos grupos: contraindicaciones absolutas y relativas. Además, recomendamos unas normas de seguridad para las aplicaciones de estas corrientes, que deben respetarse por parte de los pacientes y de los fisioterapeutas. Contraindicaciones absolutas En este grupo incluimos las contraindicaciones y los pacientes que no deben ser tratados con corrientes de alta frecuencia. Asimismo, como expondremos posteriormente, estos sujetos deben situarse a una distancia prudencial de los equipos que suministran estas corrientes (Partridge y Kitchen, 1999; Albornoz Cabello et al., 2008). Entre ellas tenemos: ● Tumores malignos. Generalmente, los tumores no deben ser tratados con estas corrientes por el riesgo a su desarrollo y diseminación. Sin embargo, en la actualidad se están realizando estudios donde se están obteniendo buenos resultados en el tratamiento de determinados tipos de cáncer con la aplicación de corrientes de microondas (Kikuchi et al., 2007; Lygidakis et al., 2007). ● Marcapasos. Los pacientes con marcapasos no deben ser tratados con estas corrientes ni estar a una distancia inferior a 2-3 m mientras estas se aplican, porque podrían desarrollarse irregularidades del ritmo cardíaco (Cameron, 2009). ● Embarazo. Teniendo en cuenta el probable efecto sobre la división rápida del tejido embrionario y del suministro sanguíneo hacia la placenta, no es aconsejable tratar con corrientes de alta frecuencia a las mujeres embarazadas. También se aconseja reducir la influencia del equipo de alta frecuencia en funcionamiento sobre pacientes o fisioterapeutas embarazadas (Lerman et al., 2001; Shields et al., 2003a; Albornoz Cabello et al., 2008). ● Tuberculosis. Se ha observado que el calentamiento de los tejidos profundos causa en ciertas formas de tuberculosis una disminución marcada en el número de leucocitos (Maya Martín y Albornoz Cabello, 2009). ● Fiebre. En los casos de fiebre, la alta frecuencia puede tener el efecto de aumentar aún más el metabolismo. Esto podría hacer que se elevase aún más la temperatura y conducir a la hipertermia. ● Artritis reumatoide. Existe cierta controversia, aunque la opinión más generalizada es que no es aconsejable utilizar las corrientes de alta frecuencia donde prevalezca el efecto térmico para la artritis reumatoide crónica, sobre todo en fases agudas de la enfermedad. Contraindicaciones relativas Las contraindicaciones relativas son aquellas donde pueden aplicarse cierto tipo de corrientes de alta frecuencia o con ciertas precauciones. Entre ellas podemos citar: ● Metales implantados. Los metales concentran la energía electromagnética alrededor del implante. Para prevenir la posible concentración de energía y el peligro consiguiente de quemadura, las corrientes de alta frecuencia solo deben usarse si se considera que la indicación es más importante que los posibles efectos adversos (Seiger y Draper, 2006). Por ejemplo, el tratamiento después de una sustitución total de la cadera no es aconsejable, mientras que puede permitirse el tratamiento de un maxilar con empastes metálicos en los dientes. Sin embargo, cuando se aplica onda corta pulsátil, no se genera calor en el tejido, lo que permite el empleo de esta forma de terapia en tales casos (Maya Martín y Albornoz Cabello, 2009). ● Trastornos de la sensibilidad al calor. En los pacientes que presentan esta alteración perceptiva, la dosificación correcta es muy difícil. La intensidad de la corriente puede deducirse por el efecto obtenido en el lado contralateral; posteriormente se aplicará una intensidad reducida en un tercio en el lado afecto. En el caso de aplicación de onda corta pulsátil no tendremos problemas en su administración, pues no se producen incrementos importantes de temperatura. ● Trastornos arteriales y venosos. En el caso de alteraciones como ateroesclerosis, trombosis, etc., no debemos realizar aplicaciones locales, excepto con dosis submitis, puesto que es difícil que los tejidos en cuestión soporten el calor suministrado. ● Trastornos cardíacos. Las dosis deben mantenerse bajas, dada la posibilidad de descompensación como consecuencia del cambio en la resistencia vascular periférica. ● Enfermedades infecciosas e inflamación aguda. Dependiendo de la naturaleza y la gravedad del trastorno, debemos seleccionar una dosis baja. Con las aplicaciones térmicas locales existe el peligro de que la infección sea diseminada por la sangre. 9.- NORMAS DE SEGURIDAD EN LAS APLICACIONES DE CORRIENTES DE ALTA FRECUENCIA Las normas de seguridad en las aplicaciones de las corrientes de alta frecuencia se pueden dividir en dos grupos. En primer lugar, están las normas de seguridad que deben exigirse a los equipos de electroterapia que suministran estas corrientes, como la norma UNE-EN 60601-2-3:1996 (Seco Calvo, 2004). Actualmente, debemos seguir las directrices internacionales en materia de protección contra la exposición a los campos electromagnéticos por parte de la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación no Ionizante para los usuarios y trabajadores (ICNIRP), según la nueva Directiva Europea 2013/35/UE, y la recomendación y la norma EN 50527-1 europeas para los usuarios de dispositivos médicos electrónicos implantables. Un punto importante en cuanto a seguridad e higiene laboral son los estudios encaminados a determinar la influencia de estas corrientes en los fisioterapeutas, muchos de los cuales son poco concluyentes (Guberan et al., 1994; Shields et al., 2005). En segundo lugar, están aquellas relacionadas con las distancias de seguridad a que debemos colocarnos los fisioterapeutas y los demás individuos mientras se emplean estas corrientes. Dichas distancias se sitúan entre los 2 y 3 m. Estas mismas distancias deben mantenerse en la separación entre equipos (Lerman et al., 1996; Shields et al., 2003b, 2004; Albornoz Cabello et al., 2008). El estudio llevado a cabo por Shah y Farrow (2013) revisó las investigaciones sobre las aplicaciones de radiofrecuencia y los campos electromagnéticos en el entorno laboral del fisioterapeuta, desde 1990 hasta 2010. Se analizó la fuerza de los campos electromagnéticos y se comparó con los límites de exposición ocupacional recomendados por la ICNIRP. En los estudios revisados, se midieron los campos electromagnéticos a diferentes distancias (0,2-6 m) del aparato de diatermia, de los electrodos y de los cables. Llegaron a la conclusión de que la distancia mínima de seguridad para los fisioterapeutas debe revisarse por lo menos a 2 m para las aplicaciones de onda corta continua, a 1,5 m para onda corta pulsátil y a 1 m para las aplicaciones de microondas. En otro estudio, de Karpowicz y Gryz (2013), se analizaba el peligro de los campos electromagnéticos derivados de la aplicación de corrientes de alta frecuencia sobre los seres humanos. Se identificó que no había riesgo, con respecto a las recomendaciones de la ICNIRP, cerca de los aplicadores inductivos, con onda corta pulsátil, a una distancia de 45 cm para los trabajadores o de 62 cm para los usuarios, y de 90 cm para los usuarios de dispositivos médicos electrónicos implantables. Por otro lado, cerca de los aplicadores capacitativos, con onda corta continua, las distancias correspondientes fueron 120 cm para los trabajadores o 150 cm para los demás usuarios. Como podemos ver, este estudio plantea una controversia con los aplicadores de radiofrecuencia mediante electrodos o placas de capacitancia que se manipulan directamente por los fisioterapeutas. En esta misma línea, el estudio de Shah y Farrow (2014), de revisión sistemática de los estudios publicados entre 1990 y 2010, se centró en analizar la investigación sobre los resultados adversos para la salud y el embarazo asociados con la exposición laboral a campos electromagnéticos de radiofrecuencia de onda corta y microondas por parte de las fisioterapeutas. Los resultados obtenidos sugieren que la exposición ocupacional de las fisioterapeutas a onda corta fue estadísticamente significativa con el retraso en el tiempo de embarazo (> 6 meses), alteración de la relación de género (baja proporción de niños con respecto a las niñas), malformaciones congénitas y bajo peso al nacer (< 2.500 g) en los hijos de las fisioterapeutas. Además, la exposición de las fisioterapeutas a microondas también resultó ser estadísticamente significativa en relación con el aborto espontáneo. Sin embargo, los mecanismos causales de estas asociaciones estadísticas son desconocidos. Por tanto, estos autores plantean que se requiere una mayor investigación, preferiblemente estudios prospectivos de cohortes sobre los fisioterapeutas. La aplicación de las corrientes de alta frecuencia requiere
de una serie de 10.- precauciones que pasamos a describir (Martín
Cordero, 2008; Albornoz Cabello, 2008; Maya Martín y Albornoz Cabello, 2009): ● El equipo debe instalarse de manera que la radiación electromagnética, durante la aplicación, no afecte a otros equipos. Para ello se necesita un mínimo de 2 m de distancia entre equipos, teniendo en cuenta que la radiación puede, fácilmente, traspasar paredes, techos y pisos. ● Antes de poner el equipo en funcionamiento, se debe controlar que los electrodos y los cables de conexión no estén deteriorados. ● Hay que evitar el contacto de los cables con la piel del paciente y de estos entre sí. ● La silla o la mesa de tratamiento debe carecer de piezas metálicas. En general, se debe evitar la presencia de metales, como botones, presillas, hilos metálicos, etc. ● Se debe verificar la toma a tierra de los enchufes empleados y que el voltaje sea correcto. Como recomendación, sugerimos que el equipo se mantenga encendido unos minutos antes de iniciar el tratamiento. ● La presencia y distribución del campo de radiación puede verificarse mediante detectores fluorescentes, algunos de los cuales también permiten la detección de la energía reflejada. ● Para limpiar y desinfectar el equipo debemos desconectarlo de la red eléctrica. ● La zona que se vaya a tratar debe estar desnuda y con la piel bien seca. El individuo debe estar relajado, en posición de sentado o decúbito. ● Recomendamos el empleo de una campana de Faraday, donde coloquemos los equipos de alta frecuencia, para minimizar los efectos adversos y las posibles corrientes parasitarias derivadas de la aplicación de estas corrientes. No obstante, debemos seguir investigando posibles influencias de estas corrientes para establecer la conveniencia de su empleo y las normas de seguridad que se deben adoptar. Por lo tanto, los fisioterapeutas debemos estar atentos a cualquier indicio de influencia de estas aplicaciones terapéuticas, sobre todo en el ámbito hospitalario, donde tienen una mayor repercusión por estar más extendido su uso. ● Hay que tener mucho cuidado en ciertas aplicaciones: ● Cerca de los ojos, ya que el cristalino debe considerarse un órgano crítico, porque no está atravesado por la red de los capilares y, por tanto, el calor que se acumula en este por exposición a corrientes de alta frecuencia es eliminado muy lentamente, con el riesgo de un excesivo aumento de la temperatura del órgano y su consecuente deterioro, provocando cataratas. Para ello, existen protectores específicos en las aplicaciones de microondas. Asimismo, se debe evitar la aplicación cercana a los ojos cuando hay evidencias de descompensación de la presión intraocular. ● Cerca de los órganos genitales, porque un excesivo aumento de la temperatura en estos puede inducir a la esterilidad, de manera que los genitales deben mantenerse fuera del campo del capacitador dieléctrico. ● En cicatrices de intervenciones quirúrgicas recientes, porque, debido al daño por sección de vasos sanguíneos y de nervios, el tejido no puede defenderse del aumento de la temperatura. Por una parte, tiene dificultades con la llegada de información proveniente de los receptores cutáneos. Por otro lado, no se produce la respuesta adecuada de apertura circulatoria para disipar el calor. Todo esto trae consigo una sobrecarga de calor local, que, al superar los 45 °C, produce necrosis celular, tisular y luego fibrosis. ● Ante aparatos electrónicos, como las prótesis auriculares y los marcapasos, está contraindicado este tipo de tratamiento. Para ello, colocaremos advertencias a la vista, para los usuarios de marcapasos, en salas de fisioterapia donde se aplican corrientes de alta frecuencia, sobre todo de onda corta. ● Las úlceras y las heridas deben limpiarse y descubrirse. En estas no se deben aplicar pomadas, cremas u otros medicamentos antes del tratamiento. En caso de que se haya indicado una cura convencional con estos, debe eliminarse todo el residuo de medicamentos antes de la aplicación. ● Debemos estar muy atentos en pacientes hemofílicos y pacientes con terapias anticoagulantes, por la posibilidad de algún sangrado. ● Se recomienda que las fisioterapeutas que estén embarazadas no permanezcan en la sala de tratamiento mientras el equipo esté activado.