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¿La mejor versión de Bach?

No cabe duda que, dentro del ámbito de la música académica, una de las tareas más
difíciles es poder apreciar diferentes versiones de una obra, y se vuelve aún más
complejo cuando de todas ellas hay que elegir una que nos parezca la mejor.
Dentro de todos los periodos de la mencionada música académica existe un consenso
de que el periodo barroco es el que presenta mas complicaciones para interpretarlo de
una manera lo más exacta estilísticamente hablando y, en consecuencia, para apreciar
toda su estética, por lo cual muchos músicos han dedicado todos sus esfuerzos a darle
vida a ese tipo de música, siguiendo todos lo criterios posibles, incluyendo desde luego
su interpretación personal.
Este es el caso particular de Robert Hill y Glenn Gould, quienes interpretaron la Partita
núm. 6 (BWV 830) cada uno con su propio estilo, con muchas semejanzas, pero al mismo
tiempo -y esto es lo mas interesante- con muchas diferencias; mismas que me hacen
decir que de ellas la mejor versión es la de Gould. La primera que salta al oído es el
instrumento, mientras que Hill la toca con el clavicémbalo Gould lo hace con el piano, lo
cual le permite en primaria instancia una mayor expresividad y mejor control del sonido;
por otra parte esta el tempo, Hill la toca rápido, vivace, mientras que Gould lo hace a un
pulso más lento, aventurándose en ocasiones a algunos rubatos, lo que hace, además
de la expresividad ya dicha, que se entienda mejor cada una de las frases y partes de la
obra; algo que también hay que mencionar es la ejecución de los acordes, Hill los toca
mas simultáneos, casi en bloque, Gould se decanta por hacerlos mas bien arpegios, lo
cual logra que se aprecie e identifique cada una de las notas de aquellos, además de una
mejor comprensión como se acaba de explicar.
En este punto muchos dirán “pero precisamente lo que esta haciendo Hill es hacer una
interpretación histórica completamente apegada al estilo de la época, pues lo hace con
el instrumento de la época, con la afinación de la época (A = 415 Hz), a la velocidad de
la época…”, y si bien pueden tener razón, lo cierto es que se están olvidando de algo de
suma relevancia: la musicalidad. Al escuchar la versión de Hill -la cual desde luego no es
mala per se- llega un punto en que uno se ha saturado de muchos sonidos simultáneos
en una sola dinámica y a una velocidad que hace que poco a poco se vaya perdiendo la
compresión y, por tanto, la apreciación de la obra en conjunto; lo cual no sucede en la
versión de Gould, pues con su estilo hace que uno de inmediato se adentre a esa
experiencia musical (y extra musical) que solo alguien como Bach puede lograr, y que
sea un deleite la escucha de principio a fin.
Para mí la decisión fue clara y casi inmediata, no por nada Gould es considerado como
uno de los mejores interpretes del genio del barroco a pesar de sus detractores, así que
los invito a que escuchen más interpretaciones de él, para nada se arrepentirán, y que
daría por tocar la mitad de bien de él o de Robert Hill.

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