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LUIS PANCORBO

ABECEDARIO
de
ANTROPOLOGÍAS
bestiarios, creencias, chamanes, destinos, etnografías, fantasías,
geografías, historias, indios, jenízaros, kilómetros, libros,
llamadores, mitos, naturalezas, ñáñigos, oráculos, pasajes,
quimeras, relativismos, símbolos, totemismos, utopías,
verracos, wangars, xanas, yantras y zumbadores
España
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Argentina

DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY

© De esta edición, junio de 2010


SIGLO XXI DE ESPAÑA EDITORES, S. A.
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Madrid. España
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© Luis Pancorbo

Diseño de cubierta: La Cáscara Amarga

ISBN DIGITAL: 978-84-323-1588-6


PREFACIO

Hace ya unos cuantos años, y no menos caminos, empecé una recogida de palabras
sobre temas esporádicos, tanto de nuestra lengua como de otros idiomas, y sobre
conceptos relativos a culturas, especialmente de las menos conocidas, aunque a ve-
ces no estén en la jungla sino a la vuelta de la esquina. El caso fue que todo eso de-
rivó en el agrupamiento por letras hasta que éstas, siempre dúctiles y proclives a
sugerir, acabaron formando su propia confabulación.
Este Abecedario trata de abundantes cuestiones de interés para el hombre mo-
derno, sin olvidar las voces y entradas pergeñadas en función de la curiosidad, o
las debidas a lo aleatorio o a lo inesperado. Figuran, y además de forma amplia, vo-
cablos con los que diversos pueblos se han propuesto nombrar, y a veces iluminar,
lo que les producía miedo o ignorancia. Aspiraciones, supersticiones, intentos, he-
terodoxias, tablas de náufrago, muchas marcas y pistas, antiguas y actuales, del an-
cho y dialéctico mapa del pensamiento, el que puede ser tan salvaje aquí como allá.
Las exploraciones, adentrarse en lo menos conocido, constituyen el primer
paso para poner nombres a continentes y contenidos humanos. Eso nos ha anima-
do en nuestra tarea desde la primera letra, la «a» de Antropología, la llave de nu-
merosas informaciones sobre temas étnicos. Pero, a partir de ahí, quedan letras y
leguas hasta llegar a la «zeta». Es cierto que las entradas se limitan a veces a men-
cionar o a evocar temas y, por otro lado, las definiciones distan de ser académicas.
La intención no era batir el imposible récord de lo exhaustivo. Muchas de las pala-
bras aquí incluidas parecían estar esperando más bien la chispa que encendiera
una larga mecha de conexiones, como zarcillos que evocan otros vocablos, que a
su vez disparan sus flechas sobre otros que hacían su vida en sus casi olvidados
oasis.
Se ha ido perfilando así un mapamundi de ideas, si no una particular imago
mundi, o una nueva selva de varia lección, con el deseo de prestar una ayuda aun-
que no sea más que a la memoria. Las letras del alfabeto van desplegando sus
sentidos y otras veces sus ecos, o sus pasiones ocultas por los maridajes. Vamos via-
jando en torno a un mundo de casos y conceptos, de creencias, de adornos corpo-
rales, de usos y costumbres, de pueblos que cristalizan en palabras sus sueños y re-
alidades... Respecto a las lagunas, se pueden rellenar con las propias capturas del
lector.
El campo escogido es ancho como la propia cultura, entendiéndola, a la mane-
ra de T. S. Eliot, como lo que los humanos hacen en un tiempo y lugar determina-
dos. Por fortuna, resisten en el mundo culturas diversas; otra cuestión es saber por
cuánto tiempo hasta que todo se uniforme o globalice. Las palabras que generan
esas culturas, o que describen sus partes, o algunos rasgos, se observan aquí, como
no podía ser menos, bajo un cierto prisma, el de un relativismo cultural, pero no
de la clase del que pretende hacer pasar los hechos por meras opiniones. Siempre

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he tenido en gran consideración a relativistas culturales de la talla de Boas y Lévi-


Strauss y comparto sus dudas sobre las verdades que algunos despachan todo el
tiempo por imponentes. Desde que empecé el trabajo de conocer y contar esos
mundos, hace más de tres décadas, sigo sin creer en la existencia de culturas supe-
riores, y no encuentro nada bueno en el etnocentrismo, eso que se produce cuando
las sociedades se apoyan en sus supuestos valores para juzgar a otras, es decir, para
denostar a otras.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada y proclamada
por la ONU en 1948, sigue dibujando un horizonte insoslayable para este si-
glo XXI. Hay cuestiones donde la mirada no puede ser liberal, tolerante o relativis-
ta. El asesinato, el canibalismo, la ablación… son inadmisibles. Dicho lo cual, tam-
poco debería tolerarse cualquier indignidad o humillación del ser humano de las
muchas que, tanto Occidente como Oriente, Norte y Sur, no siempre quieren im-
pedir. La hipocresía, la simulación y demás hierbas florecen en las malezas cultura-
les de medio mundo y parte del otro. Uno, que ha merodeado por los ríos y las
charcas, que ha ido a los desiertos y a las palmeras, y que ha llenado los blocs de
palabras y hechos, ha intentado al menos librarse de las ortodoxias locales, nada
dígase de las verdades eternas, reveladas o rentables.
Y es que todavía abundan y colean quienes pretenden tallar sus pequeñas ver-
dades con la misma contundencia con la que el rayo divino grabó las Tablas de la
Ley, o con la que Gutzon Borglum y sus canteros esculpieron las caras de los pri-
meros presidentes norteamericanos en la Montaña Rushmore de Dakota del Sur.
Uno se queda más bien en el lado del bosquejo y de la pregunta, planteando este
libro como un nuevo viaje por las letras, las que empujan los carros de heno de las
palabras. Pues éstas no incurren aquí en la arrogancia de Humpty Dumpty, el
Huevo parlante de Carroll, que cuando usa una palabra sólo significa lo que él
quiere que signifique. Eso mismo se conoce últimamente como performativo,
cuando la enunciación crea realidad: los hechos se asimilan a las cosas, y el enun-
ciar al referir, como sugería Austin.
Por el contrario, aquí se va buscando el pequeño y olvidado matiz, la palabra
perdida entre las arenas del tiempo o de la lejanía, la voz que desencadena una ila-
ción y otro tipo de respuesta, la que inicia en una curiosidad y se abre paso a través
de toda una rayuela de incitaciones, afinidades y semejanzas. Pues las palabras,
apenas ordenadas con cariño, y recolectadas tras tantos años y podas, lucen su vi-
gor, sus brillos y sus guiños en un combate de nuestro tiempo que aún no han ga-
nado las máquinas de Matrix, ni los señores Smith duplicados sin tregua delante
de nuestras narices.

L. P.

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NOTA AL LECTOR

• Las palabras en VERSALITAS remiten a otras entradas, lo que permite una lectu-
ra cruzada del texto.
• Las referencias incluidas entre corchetes llevan el autor y la fecha de publica-
ción de los libros —generalmente en español— que se han manejado en esta
obra, y que se pueden consultar en la bibliografía del final del libro.
• Respecto a la grafía de las voces o entradas, se ha escogido la más usual y, siem-
pre que ha sido posible, se dan otras transcripciones del término y a las varian-
tes del concepto.
A Alfan alfiles a adherirse…
César Vallejo, Trilce, XXV.

a. Primera piedra de este viaje por un mundo de vocablos. «A» es «alfa», el princi-
pio clásico de todo, la letra representada por un águila; mientras que «omega»,
simbolizada por un búho, tampoco termina nada. «Yo soy el alfa y la omega»
(Apocalipsis 1,8). Sin olvidar que «rem tene, verba sequentur» («la cuestión es
construir el mundo, las palabras vendrán casi por sí solas») [Eco, 1984].

AAA. Siglas de la American Anthropological Association que, desde su fundación


en 1902, celebra una gran reunión anual que marca el rumbo de sus trabajos. El
tema de los indios YANOMAMIS es uno de los que ha suscitado polémicas de más cala-
do. Por ejemplo, Rebeca B. de Holmes firmó en American Anthropologist, la revista
oficial, una diatriba contra Florinda Donner, autora de Shabono (1983), acusándola
de no haber estado entre los indios YANOMAMIS y de unir con cierta habilidad, «a la
manera de Carlos CASTANEDA», retazos de otros libros, de modo especial la biografía
de Elena Valero, la mujer brasileña raptada por los indios desde 1932 hasta 1956, es-
crita por el antropólogo italiano Ettore Biocca. Mayor aun fue el avispero que se
creó el 16 de noviembre de 2000 cuando unos cuatro mil antropólogos se dieron cita
en el salón de baile del hotel Hilton de San Francisco para debatir las graves acusa-
ciones vertidas por el libro Darkness in El Dorado («El saqueo de El Dorado»), del
periodista Patrick Tierney. La AAA tuvo que formar una «fuerza de choque» (task
force) para investigar si fueron ciertos los abusos contra los yanomamis cometidos
por Napoleon Chagnon y James Neel en su viaje de 1968. Chagnon, el gran especia-
lista en los yanomamis, lleva vendido un millón de ejemplares de su Yanomamö, the
fierce people (1968). Por su parte, el biólogo Neel, al servicio de la Agencia de Ener-
gía Atómica de Estados Unidos, ha suscitado aprensión por sus estudios de EUGENE-
SIA. Antropólogos como Turner, Sponsel… han tildado a su colega Chagnon de so-
ciópata y genocida, y le han acusado de haber suministrado, junto a Neel, la vacuna
Edmonston B contra la viruela que causó numerosas muertes de yanomamis. En
2003, la AAA concluyó su informe oficial que sostenía que no había fundamento

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para dichas acusaciones. Pero el daño ya estaba hecho. Cuando los antropólogos es-
tadounidenses no se despellejan, hacen excelentes trabajos en el seno de la AAA,
como el titulado «Restaurantes», de David Sutton: «¿Qué pueden enseñar los res-
taurantes sobre identidad, ritual y globalización?». Mucho, se supone. A veces ense-
ñan de forma placentera al margen de lo que pican los platos de Tamil Nadu (India),
o los de Jalapa (México), ambos célebres por sus chiles.

abaka. Tribu del Alto Nilo sudanés caracterizada por que sus mujeres se coloca-
ban un palo muy prominente bajo el labio inferior. Ese adorno fue llamado «clavi-
ja» en la literatura antropológica clásica. En los grabados de los libros sobre razas
humanas, las gentes con clavijas en la cara daban la mayor idea
de primitivismo. Tribus amazónicas como los actuales ZOES y
poturus también se hincan un tubo de madera bajo el labio
inferior. Todos ellos recuerdan a los antiguos indios BOTOCU-
DOS. Pero las mujeres sudanesas de las etnias abaka y morus
iban más lejos: se horadaban el labio inferior con un gran
clavo de hierro, y el superior, con un grueso anillo. Otras ve-
ces se ponían en ambos labios piedras que chocaban al ha-
blar. Eso además de los habituales rosarios de escarificacio-
nes, una estética común en el sur de Sudán. Los dinkas y los
NUERS llevaban la frente repleta de TATUAJES que simulaban ra-
yos. Los schulis se ponían un trozo de cuarzo pulido de 8 a 10 centímetros en el la-
bio inferior, una especie de lápiz que se movía de un lado para otro con los GESTOS
de la persona. Los djurs y dschanbaris se insertaban cuarzos en ambos labios. Las
mujeres madís llevaban discos de madera o un aro de bronce adornado con cuen-
tas en el labio superior. Los LOANGOS de Foweira preferían un alargamiento craneal,
una protuberancia insertada en la nuca semejante a una peluca de barro modelado.

abaya. Túnica negra vestida por las mujeres en algunos países árabes que les cu-
bre desde el cuello a los pies. Se suele acompañar de una pañoleta negra. En Ara-
bia Saudí, una policía religiosa (mutawain) vigila la moralidad de las costumbres:
las mujeres no pueden ir solas por la calle, ni conducir coches, ni bañarse en el mar
sin sus abayas. El gobierno saudita se inspira en el WAHABISMO, que preconiza un
regreso al ISLAM primigenio. Por mor de los tiempos, el Islamic Fashion Center
vende por Internet abayas de fantasía, a veces recamadas con perlas —«La belleza
de la modestia» es uno de sus eslóganes—, además de jilbabs (batas de colores),
galabías (vestidos a la moda egipcia) y pañoletas o HIYABS.

abayudaya. Judíos de Nabugoye, en la región de Mbale (Uganda). Pese a no


ser reconocidos oficialmente como judíos —a diferencia de los FALASHAS de Etio-
pía—, las pocas decenas de abayudaya que han sobrevivido a las matanzas de Idi
Amin tienen una sinagoga, la de Moisés, practican los rituales observando el SAB-
BATH y las normas alimenticias KOSHER. Circuncidan a los niños al estilo judío a los
ocho días del nacimiento en vez de seguir los ritos de la población local, de la etnia
basigu. Esa fidelidad a la ley mosaica empezó en el siglo XIX con un grupo que

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tomó al pie de la letra lo que oyó de los ingleses: que la Biblia no había sido escrita
por europeos, sino por unos señores orientales llamados judíos o, si se prefiere,
por ba Judea, el pueblo de Judea. Desde entonces prefirieron el original (el mono-
teísmo de los hebreos) a la copia (el cristianismo anglicano). Los abayudaya son
polígamos, cosa que condena el Nuevo Testamento, pero que resultaba habitual
entre los patriarcas del Viejo Testamento. También por esa razón se quedaron con
esa parte de la Biblia. Uno de los líderes, Malawi Musajakawa, creó la secta de los
malakitas que llegó a tener 100.000 adeptos convencidos del Viejo Testamento y de
las delicias polígamas, pero no así de las del cerdo.

ablación. Extirpación de órganos. Suele referirse a la supresión de órganos o


partes sexuales llevada a cabo en pueblos africanos y, en menor medida, de Asia.
Dada la amplitud de los movimientos migratorios, ya no se puede circunscribir a
un área geográfica determinada. En el término «ablación» se incluyen varias prác-
ticas. La clitoridectomía es la ablación del clítoris. Otras veces la mutilación con-
siste en cortar los labios vaginales. La infibulación, también llamada «circuncisión
faraónica» [Müller, 2000], supone coser la vagina además de la ablación de clítoris,
dejando un estrecho conducto para que salgan la orina y la sangre menstrual. Estas
aberraciones mutiladoras —«circuncisión femenina» no deja de ser un eufemis-
mo— afectan cada año a unos dos millones de niñas. Las operaciones se suelen re-
alizar sin anestesia y su mayor resultado es privar a las mujeres del disfrute de los
órganos sexuales, amén de su sometimiento. En España y otros países europeos la
ablación es un delito. El RELATIVISMO cultural entraña la liberación de las ortodo-
xias locales, y a veces de las verdades eternas, pero en este caso choca con el Códi-
go Penal vigente con toda su debida protección de la integridad de la persona —la
mujer— y de su derecho al placer sexual íntegro. Lejos de ser algo del pasado, la
película senegalesa Moolaadé («Protección») denunciaba en 2005 los abusos de la
ablación que afectan a 130 millones de mujeres en todo el mundo. En algunos paí-
ses anglófonos de África, la mutilación genital femenina, o «FGM», también es ile-
gal, por ejemplo en Uganda, aunque algunas tribus, como los sabiny, sigan practi-
cándola con la excusa de la fuerza de la costumbre.

ablución. Ritual que implica el uso del agua para purificar. Los hinduistas
consideran las abluciones en el GANGES transmisoras de la mayor santidad y pu-
reza, aunque en el río se hinchen las vacas muertas y floten los cadáveres de los
niños envueltos en arpilleras. Lo mismo sucede en otros ríos sagrados de la India,
como Godávari, Cauvery, Indus… Hay momentos más propicios que otros para
las abluciones según dicte la astrología hinduista y sus varios calendarios. Bañarse
en un río sagrado durante la Maha KHUMBA MELA, fiesta que se celebra cada
doce años, proporciona la mayor santidad. Bañarse en el mar durante los eclipses
purifica todos los pecados. El alcance o propósito de las abluciones es similar en
muchos contextos religiosos del mundo. Los sacerdotes católicos hacen sus ablu-
ciones, limpiándose los dedos, después de beber del cáliz con la sangre de Cristo.
Los musulmanes nunca rezan sin lavarse pies, brazos y manos, cara y oídos. Es la
ablución «por etapas», mientras que la ablución general implica sumergir todo el

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cuerpo en agua. Cuando los musulmanes no disponen de agua —por ejemplo, en


el desierto—, las abluciones se efectúan con arena. Si tampoco hay arena, se ha-
cen simbólicamente con tierra o polvo. El AYATOLÁ Jomeini de Irán llegó a esta-
blecer 11 elementos o procesos purificadores: «El agua; la tierra; el sol; la trans-
mutación; la reducción en dos tercios del zumo de uva; la transferencia o
transfusión; el ISLAM; la dependencia; la supresión del objeto impuro; impedir
que un animal, acostumbrado a comer habitualmente excrementos, lo haga du-
rante un tiempo determinado; la ausencia del musulmán» [Jomeini, 1981]. Un es-
quimal antiguo hacía abluciones con nieve; y un CHAMÁN siberiano, con su propia
ORINA purificadora. Los actuales MONGOLES, antes de entrar al templo budista,
pasan las manos por el incensario y luego por su cabeza (algunas mujeres por su
bolso). En el Tíbet, la ablución más habitual se hace con humo aromático de ene-
bro. Algunos hinduistas no necesitan muchos elementos para una buena ablu-
ción: les basta subir a Nilgiri, las Montañas Azules, y mirar desde arriba, para
quedar limpios de cuerpo y alma.

abominable. Calidad suprema de lo impuro, lo que no se puede tocar, comer,


mirar, rozar… Comer cerdo ha sido considerado entre lo más abominable, tal vez
por ser lo más parecido al canibalismo después de la ingestión de carne de mono.
Comer cerdo entraña impureza hasta el punto de que, para los judíos, sólo mirarlo
ensucia. Algunos españoles encuentran lujuria hasta en sus andares. El Levítico y
el Deuteronomio disponen de clasificaciones sobre animales comestibles y prohibi-
dos; sobre su consumo humano o su uso en los sacrificios. Según eso, buenos para
el altar son la tórtola y la paloma, además del buey, la cabra y la oveja. Buenos para
comer, el gorrión, la codorniz, el ciervo, el antílope, el rebeco y la gacela; los peces
comunes con escamas y aletas, y, haciendo un poco de tripas corazón, las langostas
de tierra y los saltamontes, pero no así las gambas ni los camarones. Incomibles
son los que se arrastran, como las serpientes, y algunos que tienen patas, pero no
muchas, como los lagartos y las comadrejas. Abominables son los pájaros pestilen-
tes —como la abubilla—, los carroñeros —como el buitre— y las aves de presa —
como el alcotán o el azor—… Hay animales correosos —como las diversas caballe-
rías— que tampoco son de recibo culinario. Y aborrecibles sin más son los
animales típicamente basureros —como la liebre—. Existen «grados de sacrali-
dad» [Douglas, 1991] de los animales y una amplia gama de implicaciones de la
impureza: un animal muerto contamina la ropa y los cacharros usados para coci-
narlo… Hasta hace no mucho, y no muy lejos de España, a la mujer se la conside-
raba impura durante el periodo menstrual. En el viejo JUDAÍSMO, la mujer quedaba
impura después del parto y no podía tocar nada sagrado en el templo. Los chiitas
iraníes (> CHIISMO) siguen teniendo mucho cuidado en no incurrir en consumos
abominables, y a veces de forma contradictoria: «El vino y todas las otras bebidas
embriagadoras son impuras, pero el opio y el hachís no» [Jomeini, 1981]. Otro
dictado dietético de Jomeini: «La carne de caballo, mula y asno no es recomenda-
ble. Está estrictamente prohibida si el animal ha sido sodomizado, mientras estaba
vivo, por un hombre». Al poco de llegar a Irán en 1979, el AYATOLÁ Ruhollah Jo-
meini declaró impuro el caviar.

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aborigen. Todos somos aborígenes (del latín ab


origenes, «desde los orígenes»), naturales de algún
sitio. Todos logramos ser también los primeros res-
pecto a los posteriores pobladores. Uno es un per-
fecto aborigen naciendo un segundo antes que otro
aborigen. Los racistas suelen dar importancia a estos
temas y consideran que la patria es una especie de
carrera de antigüedad hacia el pasado, y que tienen
más mérito los que llegaron antes, olvidando que an-
tes de sus antepasados hubo otros y, antes de ésos,
quizás emigrantes procedentes de las sabanas africa-
nas, y antes de ellos, monos más o menos erguidos.
En Taiwan llaman a los aborígenes YUAN-CHU MIN, «las personas que vivieron aquí
originalmente». En Australia, donde son dados a abreviar, llaman abos a los aborí-
genes, pero a veces despachan con el racista blackfellas o niggers a los nativos ne-
gros, de narices más anchas que largas y pelos alborotados y, a veces, con destellos
rubios o rojizos. Los aborígenes australianos no se parecen a ningún otro ser huma-
no del planeta, ni siquiera a los cercanos melanesios. Su aislamiento propició su
gran originalidad física y cultural, lo cual no es que hiciese mucha mella en quienes
llegaron después, los blancos australianos, descendientes de convictos británicos. A
principios de siglo XX pusieron en marcha un plan de un racismo hipócrita e inso-
portable. Fue el secuestro —«legal» y a gran escala— de niños aborígenes que fue-
ron arrancados de sus padres para confiarlos a familias blancas. Los blancos disfru-
taron así de servicio doméstico a buen precio. Esa política duró hasta 1975 gracias a
que muchos políticos y ciudadanos miraban para otro lado. «¿Qué sucedería si el
gobierno secuestrara a su hija?», tal fue en 2002 el eslogan promocional de la pelí-
cula Rabbit-Proof Fence (en España, Generación robada), de Philip Noyce, basada
en la novela autobiográfica de Doris Pilkington. Su madre Molly y sus tías Gracie y
Daisy fueron arrancadas en 1931 de sus familias a los catorce, diez y ocho años, res-
pectivamente. Un día escaparon y, para volver a casa, debieron recorrer 1.500 mi-
llas, teniendo como única referencia la enorme verja anti-conejos que puso el go-
bierno australiano en 1901 para impedir la propagación de la mixomatosis.
Actualmente hay unos 400.000 aborígenes en Australia, un número que no les llena
de orgullo teniendo una expectativa de vida de veinte años menos que los blancos.

abracadabra. Del hebreo abreg ad hâbra, «envía tu rayo hasta morir», que
fue considerada una palabra mágica a lo largo de la Edad Media [Cheva-
lier-Gheerbrandt, 1989]. Disponiendo las letras de la palabra en once líne-
as, cada una con una letra menos, se forma un triángulo cuyo lado iz-
quierdo es el ALEPH. Por otro lado, no había mejor cosa contra fiebres y
otros perjuicios que escribir la palabra «abracadabra» dentro de un ESCA-
PULARIO, FILACTERIA o PENTÁCULO.

Abraxas. Dios Supremo para los basilidianos, secta gnóstica del siglo II. Para
ellos, Jesucristo procedería o emanaría de Abraxas, por lo que su existencia en la

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Tierra fue una derivación un tanto fantasmal. La palabra «abraxas» se compone de


siete letras griegas que, mediante cierta computación, arrojan el resultado de 365
días, o 365 dioses… De ahí que Abraxas se tome esotéricamente como una mani-
festación de los 365 nombres de Dios… y como fuente de AMULETOS y operaciones
cabalísticas. A veces con la fórmula «ABRACADABRA».

achiote / achote / axiote. Nombre común de la Bixa orellana. Planta ar-


bustiva que produce un fruto lleno de semillas de color rojo cuyo jugo sirve de
condimento en varios platos de las islas Filipinas y Marianas y sustituye al azafrán
para la paella. Llamado onoto en la Amazonia brasileña y rocou en la Cayena
(Guayana francesa), el achiote, a veces mezclado con grasa de caimán, es funda-
mental para las pinturas corporales y faciales de muchas tribus indias. Entre los AS-
HÁNINKA de Perú, los diversos dibujos hechos con achiote —rayas, grecas, círcu-
los…— tienen significados como alegría, temor, inminencia de un viaje, deseo
sexual... El achiote es «la pintura sagrada que defiende de los enemigos visibles e
invisibles» [Varese, 1973]. Antaño, en los comercios sagrados de la ceja de selva,
hábitat de los asháninka, se podía cambiar un poco de sal de los cerros por un es-
tuche de achiote, o una madeja de algodón hilado, o una olla de cerámica del río
Perené o del Tambo. En la hoya amazónica, por ejemplo en la Orinoquia, cubrirse
el cuerpo con una buena capa de achiote protege de las picaduras de las sabandi-
jas, algo que recuerda las capas de barro que se ponen los baris en las islas del Nilo
sudanés para resguardarse de la plaga de mosquitos.

acosmismo. Negación de lo más evidente, el mundo sensible. Por otro lado,


idea que interpreta el mundo incluido en Dios. Dios, el Absoluto. Término ideado
por Hegel en respuesta al sistema de Spinoza y sus postulados de sustancia, aunque
el acosmismo, y su potencialidad panteísta, siempre tuvo su lugar dentro del pensa-
miento hinduista y del de muchos pueblos mal llamados paganos (> PAGANISMO).

acuarianos. También llamados hidropasianos, los miembros de esta secta


gnóstica llevaban su rechazo a beber vino hasta el punto de tomar agua en la EUCA-
RISTÍA. Dentro del vasto planeta gnóstico (> GNOSTICISMO), los acuarianos se pare-
cen a los encráticos (de enkrateia, palabra griega para «templanza», «continen-
cia»…), secta esta última que se separó en el siglo II y duró hasta el IV, y que ponía
el acento en un ascetismo a ultranza: no es que no bebieran vino, es que no comían
carne ni se casaban, siempre dentro de un cierto MANIQUEÍSMO, según el cual la
materia, el cuerpo —o sea, la carne—, es el mal que hay que vencer para conseguir
la liberación del espíritu o, lo que es lo mismo, la luz, el triunfo del alma y el bien.

Acuarius / Aquarius. Constelación que los antiguos egipcios asociaron a


Hapi, el dios del Nilo. Se llama «Era del Acuario» la era dorada y de paz que vie-
ne, como decía el musical Hair, «cuando la Luna está en la séptima casa y Júpiter
se alinea con Marte» («when the Moon is in the seventh house and Jupiter aligns
with Mars»). Gerome Ragni, coautor de ese famoso «american tribal love-rock»,
junto a McDermot y Rado, dio la consigna pertinente: «Basta de bombas y asesina-

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tos. Vive, baby, vive» («stop making bombs, stop killing. Live, baby, live»). Según
Guru Singh, un célebre profeta SIJ, la Era del Acuario empezará en el año 2012,
cuando acabe la Kali Yuga, los tiempos oscuros que ahora se viven. La transición
será un periodo de grandes convulsiones y calamidades.

acullico / acuyico / aculli (en Salta y Jujuy, Argentina). Acción de mascar


COCA —o coquear— pasando la bola de un carrillo a otro. También se refiere a la
bola de coca que puede incluir lejía (llifta), un reactivo a base de cenizas, y, a veces,
QUINOA y papa. Los indios AIMARAS y QUECHUAS de Bolivia y otros países andinos
no sólo ven en el acullico un pasatiempo, o una evasión, sino un tema nutritivo de
tanta importancia como la leche y la carne, que no tienen. Eso además de las vita-
minas que posee la hoja de coca. Considerada diabólica en 1551 por los eclesiásti-
cos españoles, fue redimida por Felipe II en 1573. Sin acullico, los indios no rendí-
an en las minas.

aculturación. Contacto cultural, transculturación e incluso otras veces, CHO-


QUE cultural… Proceso de cambio por el que los miembros de una cultura pasan a
ser asimilados por otra distinta y dominante. Cuando dos sociedades entran en
contacto, y si eso se produce «…con la suficiente intensidad y durante el tiempo
suficiente», se originan cambios en una de ellas o en ambas [Foster, 1969]. Es el
caso de INDIOS amazónicos que deben integrarse en culturas ladinas (> LADINO) de
origen español o portugués. O el de los aborígenes australianos incorporados por
la vía de la subvención y el alcoholismo a la sociedad australiana blanca. Hoy un
inuit (> ESQUIMAL) de la isla de Baffin (Canadá), más que comer piel de ballena
rica en vitamina E, va a un supermercado y se compra una naranja valenciana.

adat. Palabra malaya que comprende los conceptos de tradición, costumbres, có-
digo de conducta… El adat se extiende por todo el mundo cultural malayo, desde
el sur de Tailandia, y pasando por Borneo, hasta las más remotas islas de la Insulin-
dia, ya en el confín de la Melanesia.

ademán. Hay un mundo —el de los ademanes, movimientos, actitudes,


GESTOS— silencioso pero elocuente en significaciones: «serio el ade-
mán», «fuerte de ademán», «ademanes lisonjeros»… Hay ademanes
rurales o urbanos muy diversos según las latitudes y culturas. Un
nuevo enfoque antropológico de la comunicación no verbal estudia
no sólo los ademanes, en cuanto gestos, sino las posturas del cuerpo,
las miradas, las sensaciones táctiles, las olfativas… Un italiano del
Mezzogiorno maneja las manos como si construyera frases, y hace aspavientos que
a veces equivalen a parrafadas. Incluso a cierta distancia podríamos catalogar al su-
jeto como un exuberante napolitano, o como un reconcentrado siciliano, pues los
ademanes tienen también sus dialectos y sus entonaciones. Un indio QUECHUA de
los Andes no parece querer expresarse con ademanes y es como si se pusiera una
máscara de cuero para ocultar sus sentimientos. Sin embargo, la regla general ense-
ña que los ademanes acompañan a los idiomas: «No se habla y se gestualiza del

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LUIS PANCORBO

mismo modo el YIDDISH que el inglés, incluso la misma persona cambia su gestuali-
dad en cada uno de esos idiomas» [Davis, 1976]. Uno ha visto sobre todo
coincidencias: la gente se lleva ambas manos al estómago y se encorva
un poco para indicar que tiene hambre. El gesto de tener sed, o de
querer beber, llevándose la mano derecha hacia la boca con el pul-
gar extendido es casi universal. Margaret Mead [1949] comparó los
ademanes y gestualidad de las gentes de los Estados Unidos con los
de otras sociedades: «…no todos los hombres cruzan las piernas con la misma se-
gura masculinidad… No todas las mujeres caminan como a saltitos, ni
se sientan y descansan con los muslos juntos, ni siquiera mientras
duermen…». En la Amazonia ecuatoriana pude observar que las
mujeres HUAORANI, rigurosamente desnudas salvo por un cordón de
algodón de ceiba en la cintura, tenían un último punto de PUDOR, un
ademán: cruzaban los muslos al sentarse para evitar exponer sus par-
tes más íntimas. En cierto modo, ese ademán que hacían al sentarse
era su único vestido.

adivasi. Indígenas, ABORÍGENES, de la India. Generalmente son poblaciones de


origen DRAVÍDICO que quedaron fuera del sistema hindú de castas y religión. Hay
adivasis en ORISSA (en torno al 20 por ciento de la población), Bihar, Madya Pra-
desh y otros estados del centro y el norte. La palabra «adivasi» se puede traducir
por «antiguo morador» y también por «primitivo» en relación a los hinduistas. La
ya muy enmendada Constitución india de 1949 sigue catalogando a las gentes de
pertenencia tribal dentro del apartado, de nombre un tanto paradójico, de schedu-
led castes («castas registradas»).

adivinación. El adivino media entre lo real y lo posible. Un forecasting, o pre-


dicción, que hinca sus raíces en lo no matemático. En Ruanda, el mwaguzi puede
captar los menores indicios que se escapan a los demás, los mensajes de los antepa-
sados a los hombres, el porqué de los acontecimientos; para ello se cubre con una
cola blanca de mangosta, animal que frecuenta el mundo de los espíritus, y usa una
tabla con fichas de huesos donde interpreta el futuro por las diversas posiciones de
éstos. Igual hacen los DOGON con las huellas del chacal en la arena. Los iban de Sa-
rawak occidental usan un hígado de cerdo para sus complicadas predicciones as-
trológicas. El hemisferio izquierdo del hígado pertenece a los dioses y el derecho, a
los hombres. La carne debe estar seca y firme y el conducto de la bilis bien inflado.
Eso indicará entre otras cosas un futuro próspero o lo contrario. Las adivinaciones
son también conocidas como MANCIAS.

Adlivum. Averno para los ESQUIMALES. Es donde, según los inuit de Baffin, rei-
na la diosa Sedna, la esposa del ave procelaria, siempre bien protegida por dos fo-
cas que muerden. Los buenos, en cambio, van remontando fatigosamente el ARCO
IRIS hacia una de las cinco regiones de Kudlivun, el CIELO. El mejor es el quinto
cielo, donde moran los lham chúas, «hombres de luz», quienes consiguen, como
sucede en otras culturas, la perfección del quinto estadio o las cinco transmigracio-

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

nes de las almas. Los aleutianos, otro pueblo del grupo de los HIPERBÓREOS, tenían
como idea central que el hombre nace y muere cinco veces.

Adonai. Nombre que sí pueden pronunciar los hebreos a diferencia del de Je-
hová. Judíos de expresión inglesa llegan a escribir «G-d», incluso «L-rd» —y, en
español, «Di-s»—, omitiendo una letra para que no sea completo el nombre im-
pronunciable de su Supremo Hacedor y del Absoluto. Un Dios que no admite
compañías femeninas, sean éstas Asherah, SHEKINAH u otras esposas. Para cierto
GNOSTICISMO judío, muy marginal, la figura de Shekinah, o Shekhina, Sabiduría,
aparece como protagonista, creando incluso el mundo hasta que lo dio por hecho
y se retiró al SÉPTIMO CIELO. También gnósticos cristianos de varias sectas sostuvie-
ron la hipótesis de que lo divino no necesitaba escindirse en masculino y femenino,
sino que lo reunía todo [Husain, 2001]. En el libro cabalístico por excelencia, el
ZOHAR, la matronit, manifestación de Shekinah —y una especie de Virgen María—,
se simboliza mediante las cuatro letras de YAHVÉ: «YHVH». O lo que es lo mis-
mo: «Y», padre; «H», sabiduría madre, comprensión; «V», hijo, belleza; «H», hija,
monarquía. Al final, el Dios impronunciable tiene ambos sexos.

adur. Voz del euskera para «virtud», «MAGIA». Y más: «suerte», «tendencia»…
[Barandiarán, 1972]. Es la llave para entrar en el mundo sobrenatural (aideko)
cuando se procede del mundo natural (berezko). Y viceversa. El adur guarda mu-
cho parecido con el KAENTO de los indios huaorani del Amazonas. En Euskal He-
rría, el adur, en cuanto fuerza mágica, se bifurca en magia blanca o magia negra, y
antiguamente algunos creían que dictaba la buena suerte o la ruina de la persona.

adwaita. Para el hinduismo, «monismo», «no dualismo», en oposición a


dwaita, «dualismo». Distinción esencial del pensamiento hinduista desde la propo-
sición del filósofo Sankara de que «solamente BRAHMA es real; todo lo demás es
pura ilusión. Frases como “todo el mundo es Brahma” o “Yo soy Brahma” habría
que tomarlas, por tanto, al pie de la letra». El dualismo, defendido por Madhva en
el siglo XIII, diferencia netamente los seres individuales y el suatantra, un Ser inde-
pendiente y supremo [Carreño, 1974].

aeta / agta > NEGRILLOS


Agartha / Agharta / Agarthi… Reino inalcanzable o inviolable. O los
Campos Elíseos de los tibetanos, como los llamó Alexandra David-Néel, escritora
que, a principios del siglo XX, se adentró, hasta llegar a ser lama, en la civilización
himaláyica, rica como pocas en paisajes fantásticos. En Tíbet se ubica no sólo el
obvio POTALA, sino la subterránea ciudad de Patala y sus Siete Cavernas. Los hin-
duistas, por su parte, creen en Bhogavati, la capital donde vive la gente NAGA o
serpiente (según el Nilamata Purana). En Benarés se encuentra el pozo SHESNA,
una de las puertas secretas a ese inframundo. El fervor suscitado por Agartha entre
los esotéricos occidentales tampoco ha sido escaso. El escritor René Guenon, ins-
pirado por los círculos ROSACRUCES, tenía por cierta la existencia de ese país secre-

19
LUIS PANCORBO

to llamado Agartha. Otras veces se trata de Agarthi, el reino subterráneo donde


gobierna el Rey del Mundo y donde se celebrarían cultos con llamas que forman el
alfabeto vatannan. Una vez que el rey Mundo salió al exterior, «ocupaba una ca-
rroza magnífica tirada por elefantes blancos…» [Ossendovsky, 2001]. Tuchegun
Lama, un poderoso brujo CALMUCO ruso que, hacia 1910, llegó a tener un gran as-
cendiente sobre los MONGOLES, aseguraba haber sido el único en visitar ese país fa-
buloso. Claro que también prometía que iba «a recorrer el espacio», viviendo por
toda Mongolia en las tiendas de los pastores y de los príncipes, eso además de po-
der abrir en canal a un hombre y cerrarle sin dejar cicatriz. Emanuel Swedenborg
relacionó el mito de Agartha con leyendas de Tíbet y TARTARIA, y no fue el único
en fijarse en las posibilidades místicas de un mundo fabuloso bajo tierra. Willis
Emerson describe en The smoky God (1908) el mundo que llegó a ver un marine-
ro noruego, Olaf Hansen, al entrar por el Polo Norte, una ficción de estirpe verne-
ana a la que han acompañado otras muchas historias de ciencia ficción. Un científi-
co tan competente como Edmund Halley, astrónomo real en 1720 y descubridor
del cometa que lleva su nombre, supuso que la Tierra se compone de cuatro esfe-
ras concéntricas: de la de más abajo salen gases con señales misteriosas, como si
fueran auroras boreales. Pero mucho más lejos fue John Cleeves Symmes al procla-
mar en 1812 que la Tierra está hueca, si bien formada por cinco esferas concéntri-
cas. A eso se sumaron los recalcitrantes que no admitían el fin del Tercer Reich:
Hitler huyó por el Polo Sur, una versión congelada de Agartha. Y el misterio re-
brotó en 1956 cuando un aviador tan distinguido como el almirante Byrd, el pri-
mero en sobrevolar ambos polos, tuvo también sus veleidades agarthianas. Asegu-
ró haber inspeccionado «26.000 kilómetros cuadrados en torno y más allá del Polo
Norte», dando así pábulo a encuentros pasmosos que se producirían al penetrar
2.300 millas hacia el centro de la Tierra. Con eso, Byrd no hacía sino reincidir en
un «agarthismo» a la americana con largas raíces. Cyrus Read Teed (1839-1908),
un botánico-alquimista nacido en Trout Creek (Delaware), inventó en 1888, en
Chicago, la religión koreshiana, una especie de mundo feliz en el subsuelo. A ese
país maravilloso lo llamó Koresh (Cyrus), su nombre de pila en hebreo.

aghori / aghozi. Secta hinduista caracterizada porque sus miembros comen


cualquier cosa ABOMINABLE, incluidos excrementos, carroña y carne humana. Los
santones aghori, vestidos de cenizas, van por las calles pidiendo con un kapala
(cráneo) lleno de excrementos que no vacilan en tirar a quienes se niegan a darles
limosna. Duermen en los cementerios y, llegado el caso, consumen carne humana,
pues nada extremo les es ajeno. Su deseo consiste en ser parte de Siva más allá de
las ilusiones; una de las cuales es el concepto de pureza. Para ellos, la pureza vale
tanto como la impureza, es simplemente una raya falsa que se puede rebasar. Los
aghori se declaran seguidores de Kina Ram, un santón del siglo XVIII que vivió
ciento cincuenta años y que está enterrado en Benarés, en un santuario convertido
en centro de la secta.

agnosticismo. No es no creer, sino creer que es imposible saber si Dios exis-


te. Creencia, pues, llena de temperamento razonable situada en la orilla opuesta

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

del GNOSTICISMO y de cualquier adhesión a una religión, secta o credo. El agnósti-


co también duda sobre los CLICHÉS, pues ¿cómo no tener reparos ante los posee-
dores de la verdad desnuda? Más que estar en contra de las religiones por sistema,
los agnósticos rechazarían el núcleo duro de las mismas, la parte correspondiente a
la teología, el dogma o lo que los marxistas llamarían la superestructura. Un agnós-
tico respeta en principio todos los credos partiendo de la premisa evidente de que
siendo tantos en este mundo ninguno puede reclamar que está en posesión de la
verdad.

Agnus Scythicus / Cordero de Escitia. Que hubiese una planta con


facciones de cordero, y que eso ocurriese en la parte escita de la TARTARIA, dio mu-
cho hilo a la cometa de la imaginación. Innumerables sabios atestiguaron la exis-
tencia del Agnus Scythicus, empezando por Kircher, hasta que Diderot y D’Alem-
bert puntualizaron semejante desaguisado en La Enciclopedia: no había arbolillos
que daban lana, si acaso ciertos helechos estaban recubiertos de pelusa. Dicho de
otro modo, no es lo mismo que los testigos sean oculares que no lo sean y Diderot
anima a estar en guardia: los sucesos maravillosos que algunos pretenden vender a
menudo no pasan de ser sucesos clandestinos, como los corderos del árbol. Hay
que vigilar eso «si no se quiere caer en los sueños y si se ama sinceramente la ver-
dad» [Diderot, 1974].

Ahnenerbe. En alemán, «herencia de los ancestros». Nombre de la Sociedad


de Investigación de la Herencia de los Antepasados, fundada en 1933 por Friede-
rich Hielscher, un místico interesado por la ATLÁNTIDA, por los TEMPLARIOS anti-
guos o refundados y por los Caballeros de la Piedra Negra (Herren von Schwar-
zem Stein). Hielscher no fue nazi, pero entre su grupo de amistades figuraban
personas, como el explorador sueco Sven Hedin, que habían conocido en sus via-
jes por Tíbet las filosofías orientales y que acabaron influyendo en el esoterismo
del Tercer Reich. Las propuestas mágicas de Hielscher atrajeron de modo particu-
lar a Himmler, quien, en 1939, integró la Asociación Ahnenerbe en las SS y llegó a
financiar cincuenta institutos Ahnenerbe en todo el país, dirigidos por Wurst, pro-
fesor de sánscrito en la Universidad de Munich. «Parece ser que Alemania gastó
más en las investigaciones de la Ahnenerbe que América en la fabricación de la
primera bomba atómica» [Pauwells y Bergier, 1966]. Investigaban ciencias ocultas,
y también los resultados de las vivisecciones efectuadas por los nazis a sus distintos
prisioneros… Fue el germen de lo que sería luego el Instituto de Investigaciones
Científicas para la Defensa Nacional, donde la Ahnenerbe contaba ya «con todas
las posibilidades dadas a Dachau» [Pauwells y Bergier, 1966]. Otras veces el traba-
jo de la Ahnenerbe rozaba la caricatura. Para saber dónde estaba prisionero Mus-
solini se hizo una tenida con los seis videntes y ocultistas más célebres de Alemania
y se inició el acto con una concentración yogui. En cierta ocasión, a Otto Skorzeny,
el oficial que al final rescató a Mussolini de su prisión en el Gran Sasso, le enco-
mendaron una expedición para buscar el Santo GRIAL. Y no fue la única decisión
en este sector esotérico. El coronel Wolfram Sievers, uno de los miembros de las
SS más creyentes en el esoterismo, llegó a enviar al doctor Schaeffer al Tíbet para

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LUIS PANCORBO

que estudiara en los lamasterios e hiciese experimentos científicos sobre caballos


«arios» y abejas «arias», amén de encontrar una miel de virtudes especiales… El
doctor Schaeffer trajo para Hitler del Himalaya todo un botín esotérico, empezan-
do por un manuscrito con el ritual de KALACHAKRA.

aimara / aymara. Etnia del altiplano entre Bolivia y Perú, en lo que antaño fue
el Coyasuyo, o costado del sur del imperio INCA. Los aimaras son en torno a
1.250.000 en Bolivia y unos 350.000 en Perú. Por regiones, se distribuyen en Canchi,
Cana, Colla, Lupaza, Collaqua, Ubina, Pacasa, Caranga, Charca, Quillaza, Omasuyu
y Collahuaya. Se cree que el gran centro ceremonial de los antiguos aimara fue Tiwa-
naku, cerca del lago Titicaca, donde su cultura llegó al apogeo en el año 1400 a.C.,
según John A. Mason. Otros creen que Tiwanaku fue el crisol de una serie de cultu-
ras y etnias hasta que los incas ocuparon la zona en 1431. Entre los años 1535 y
1543, los españoles sometieron a los aimaras. El trabajo duro y mal pagado ha sido
desde entonces su tónica, y también el consumo de hoja de coca «para disimular el
hambre», sin que falte el alcohol para celebrar sus presteríos (fiestas religiosas o fa-
miliares). En los últimos años, dentro del cuadro de la apelación indígena al TIWAN-
TINSUYU, se ha asistido a un renacer de la cultura aimara, incluso en aspectos expedi-
tivos como el de las ejecuciones sumarias de alcaldes que hubo en 2004.

ainu / aino. ABORIGEN de Hokkaido, isla al norte de Japón. En sus 77.900 kiló-
metros cuadrados destaca el monte Taisetsu, de 2.290 metros de altitud, fuente de
todos los ríos de esa isla, donde no son extrañas las nevadas a partir de octubre.
Los ainu, en torno a 17.000, se tienen por los dueños de la isla, además de aboríge-
nes de la misma. «Una tribu caucásica, no mongoloide… que lleva no menos de
cuarenta mil años con sus cultos centrados en el oso negro» [Campbell, 2002]. Lo
más probable es que los ainu emigrasen desde Siberia al norte de Japón; de ahí la
pervivencia de un sustrato de chamanismo parecido al de los antiguos pueblos SI-
BERIANOS, incluido el culto a los espíritus de los lugares (kamui). El oso fue la gran
deidad de los KORIAKOS de la península de KAMCHATKA. Pese a los cambios experi-
mentados en Japón, los ainu celebran en enero la Kamui Iomante, una fiesta de sa-
crificio en la que es víctima propiciatoria un osezno, que últimamente mantienen
en cautividad. La fiesta, con todo su maquillaje para el turismo, no llega en estos
momentos a la muerte del animal, pero sigue evocando el tejido complejo de la his-
toria de los ainu, en la que una mujer
primordial amamanta a un osezno.
Hasta hace pocas décadas, los ainu ca-
zaban osos pardos (Ursus arctos) con
batidas en las que participaban los
hombres de todo un pueblo (o kotan).
Hasta hace un par de generaciones,
las mujeres ainu se tatuaban los labios
y las comisuras. La gran mancha azul
de la boca contrastaba fuertemente
con la blancura de su piel.

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

aissawas / isawis / aisauis… Cofradía de inspiración SUFÍ de Marruecos


con especialidad en el encantamiento de serpientes y la música mística mediante la
cual llegan a estados, como el llamado frissa, en los que pueden llegar a comer un
animal vivo. A veces, incluso, una serpiente. La fundación de los aissawas data del
siglo XVI y se debe a Sidi Mohamed ben Aissa, conocido como jeque El Kamel. Re-
citan unos textos iniciáticos, a modo de letanías, que llaman kaseda, acompañados
de cantos y bailes rítmicos y frenéticos (tesdir, dikr) para entrar en TRANCE, o en
hadra, un estado similar al de la lila de los GNAUA, otra cofradía mística marroquí.
Los principales grupos aissawas son los de Meknés, y los hay también en Rabat y
Fez, compartiendo un cierto espíritu chamánico con los gharbawas (originarios de
Gharb en el oeste del país), que son también SUFÍES, y por supuesto con los
gnauas.

Aitor. Padre mitológico de los vascos. Del patriarca Aitor, superviviente del DILU-
VIO Universal, lo mismo que Túbal, nieto de Noé, arranca la línea imaginaria de la
que descenderían los vascos y a partir de la cual se fraguó su representación de pue-
blo elegido en una tierra prometida: Aralar —por no decir ARARAT—, el monte
donde encalló el ARCA de Noé. Lejos de tales supercherías, el geógrafo Estrabón
fue pionero en abordar el tema con sensatez al referirse a unos primeros pobladores
vascos llamados ouaskonous. Aitor, en cambio, aparece con fuerza en la historia
vasca en el siglo XIX. El gran constructor del mito de Aitor, un Aitor ario, no semita,
fue Joseph-Augustin Chaho (1811-1858), conocido como Xaho, un publicista zube-
rotarra, de Tardets, antisemita y masón, al parecer. En un trabajo que publicó en el
periódico Ariel de Bayona dio cuenta del largo viaje desde Armenia hacia el oeste
de Aitor y sus hijos, hasta que llegaron al Auñamendi, monte sagrado y crisol de las
Siete Tribus de los Aitora semeak, «los hijos de Aitor». Sabino Arana eta Goiri, que
así firmaba a veces sus escritos, se sumó con ardor a esa mitología de Xaho. Luego
no faltaron quienes tomaron como artículo de fe el protagonismo y la progenie de
Aitor tal como se refleja en la novela Amaya, o los vascos en el siglo VIII, publicada
por Francisco Navarro Villoslada en 1887. Este escritor navarro de Viana, destaca-
do líder del tradicionalismo (y fundador de El Pensamiento Español), se convirtió
en gran inductor del nacionalismo vasco. Y hay minas impensables en las novelas
de apariencia más inofensiva: el colombiano Álvaro Mutis ha reconocido la influen-
cia delirante que tuvo en él la lectura de Amaya. Por otro lado, el texto de Navarro
se convirtió en una película de tinte grandilocuente y franquista protagonizada por
José Bódalo y Francisco Morán, muy alejada de la fuerza enigmática de Amaya, con
su ambiguo significado de fin o principio, y de la interesante busca del tesoro de Ai-
tor, sin mencionar personajes de factura mitológica como BASAJAUN.

akua. Nombre genérico de toda deidad entre los antiguos polinesios de Hawai
(un akua era LONO, dios de la agricultura, la navegación…). El vocablo «aku» se
emplea más bien para designar un espíritu, o un duende, en algunas zonas poline-
sias como la Isla de PASCUA.

Alamut > ASESINOS

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LUIS PANCORBO

alauí / alawita. Miembro de una rama del CHIISMO extendida por Siria, Tur-
quía y otros lugares del Oriente Medio, que cree en la TRANSMIGRACIÓN de las al-
mas. A sus adeptos se les considera chiitas esotéricos y, de hecho, son legión las di-
ferencias entre zaydíes de Yemen, nurzayríes, ismailitas, mustalíes, nizaríes… «Una
de las creencias alauís más peculiares es que las mujeres no tienen alma. Pero lo
que me pareció más curioso es que creyeran que los hombres, y sobre todo los
alauís, sí que la tenían» [Theroux, 2001]. Al fallecido presidente Hafez El Assad
de Siria se le tuvo por alauí beligerante. Llenó el gobierno, el partido Ba’th y el
ejército sirio de gentes de su jamula o CLAN beduino, naturalmente de origen alauí,
a despecho de los musulmanes sunitas y del desdén con que éstos miraban a los
alauís (en torno al 12 por ciento de los 17 millones de sirios). Alauí, o alauita, es
asimismo el nombre de la dinastía reinante en Marruecos desde el siglo XVII.

albanés. Natural de Albania, la antigua Iliria, o mejor aun, de Shqiperi («país


de los aguiluchos» o «país de la espada» o «país rocoso»). El idioma nacional se
llama shqip y procedería del ilirio o del dacio, siendo, en todo caso, una rama ais-
lada de una lengua indoeuropea. Es probable que el término «albanés», ya emplea-
do por Tolomeo, proceda del griego arbaniti. Los turcos llamaban arnauti a los al-
baneses por la localidad de Arni en el centro del país [Poggiali, 1943]. Según
Plinio, los albaneses eran los pobladores de una Cólquida con centro en Dulcigno.
Ahí se inserta el origen mitológico de los albaneses: Jasón, tras la busca del velloci-
no de oro, fundó la ciudad de Dulcigno mezclando la sangre de los argonautas con
la de los ilirios aborígenes. Ya en el terreno real, el río Skumbi divide a los albane-
ses en dos grandes grupos: los toska del sur (unas 15 tribus de musulmanes y orto-
doxos) y los ghega del norte (unas 40 tribus de musulmanes y cristianos). Sus len-
guas respectivas son el tosko y el ghego. Pese a los muchos cambios sociales,
mutaciones políticas y desastres bélicos, los albaneses siguen siendo gentes de cos-
tumbres originales. En el norte del país rige todavía el código del honor o KANUN.
Herodoto describió a los pelasgos —posiblemente albaneses— y sus costumbres
nupciales: hacían un pastel con los símbolos de la fecundidad: el sol, la luna y la
serpiente. También escuchaban con respeto a un consejo de matronas antes de ir a
la guerra. El siglo XX vio a Albania sojuzgada por los italianos, convertida en cam-
po de batalla de nazis y comunistas y, tras la Segunda Guerra Mundial, en una tira-
nía marxista-leninista que, conducida por Enver Hoxa, fluctuó entre Moscú, Pekín
y el aislamiento internacional más extremo de los últimos tiempos.

albino. Individuo con falta de pigmentación en piel y cabello. En el Congo reci-


bían el nombre de dondos y eran sujetos a veneración. En algunos países africanos
suscitan temor y animadversión y hay quien escupe cuando los ve. Pero el prejui-
cio no sólo es de África. A finales del siglo XIX, el albinismo se consideraba «una
monstruosidad, un estado patológico...» [Topinard, 1891]. Se llegó a confundir el
albinismo con la pitiriasis versicolor, afección cutánea que produce una decolora-
ción en los blancos. Los llamados «negros píos», con su albinismo parcial, fueron
objeto de vejaciones y supercherías. Según Topinard, la ictiosis, una afección esca-
mosa y hereditaria «de la cual nos habla el señor Darwin repetidas veces y a la que

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

deben los infelices atacados el epíteto de “hombres puerco-espines”, no tiene inte-


rés alguno para el antropólogo». Hasta tiempos recientes, los albinos que surgen
entre los indios kunas o TULES de Panamá son acusados de hechicerías, y se les til-
da de «hijos de la luna». Bien pudieron ser los misteriosos «indios blancos» del
Darién de los que habló el imaginativo doctor y bucanero Lionel Waffer. Lejos de
fantasías, el albinismo se debe a la existencia en el individuo de un gen recesivo.

Alborak. Asno de rostro humano, la fabulosa y velocísima montura que, con la


conducción del arcángel Gabriel, empleó Mahoma para subir al SÉPTIMO CIELO. El
profeta pudo recibir así la revelación del Corán por parte de Alá. El episodio de
Alborak se recoge en La Escala de Mahoma, texto basado en la versión latina de
Buenaventura de Siena de gran difusión en el siglo XIII.

aleph / álef. Primera letra del alfabeto hebreo que prosigue con bet, vet, gim-
mel, delet, hey… hasta llegar a la última letra, tav. El aleph es todo, o poco le falta,
y resulta clave en cualquier esoterismo. Los hinduistas en estado de SAMADHI lle-
gan «…hasta alcanzar el tamaño de la Vía Láctea o a contraerse hasta la dimensión
de la menor partícula concebible» [Pauwels, 1966]. El Aleph de Jorge Luis Borges
(1949) se describe como «uno de los puntos del espacio que contiene todos los
puntos», y también como «el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares
del orbe, vistos desde todos los ángulos». Sin embargo, el aleph BORGESIANO era
tan real como un objeto pequeño, una esfera tornasolada «de casi intolerable ful-
gor», con un diámetro de uno a tres centímetros: «Pero el espacio cósmico estaba
ahí, sin disminución de tamaño». Todo entra en ese sitio: «…racimos, nieve, taba-
co…, la primera edición inglesa de Plinio, la de Philemon Holland…, una baraja
española en un escaparate de Mirzapur…». Y mares y espejos, que son casi lo mis-
mo. El aleph que guardaba en su casa, como el que no quiere la cosa, el personaje
BORGESIANO Carlos Argentino Daneri constituía la meta soñada de ALQUIMISTAS y
cabalistas, era todo siendo multum in parvo. O un pájaro persa que es todos los
pájaros; una esfera cuyo centro está en todas partes; el ángel de Ezequiel con cua-
tro caras en las cuatro direcciones… Después de todo, Borges presumió de haber
leído al principio el Quijote en inglés y siempre le siguió pareciendo el original.
Nadie le ganaba en ESPEJOS.

aleví. Miembro de una secta musulmana originada en Turquía en el siglo XIII que
interpreta libremente el Corán. Los alevíes creen en los ángeles (> YARDANISTAS) y
en la TRANSMIGRACIÓN de las almas, y no realizan las cinco oraciones, ni el ayuno,
ni siguen la SHARÍA. Los alevíes son partidarios de Alí, el yerno de Mahoma, en lo
que coinciden con el CHIISMO. Los actuales alevíes se ubican sobre todo en Tur-
quía y entre los KURDOS y, en vez de mezquitas, usan sus propios lugares de culto
llamados cemevis. El origen del alevismo, una doctrina con derivaciones místicas,
se vincula al santo turco Haci Bektas i-Veli, autor del libro sagrado Makalat y pa-
dre de los BEKTASHIS, cuyos conventos (> TEKKE) fueron abolidos tras el colapso
del Imperio otomano. Ahora los bektashis, como los propios alevíes, vuelven a ex-
tenderse y ganar prosélitos. Los alevíes resistieron el avance del laicismo de la nue-

25
LUIS PANCORBO

va Turquía incluso con la taqiya o «arte del disimulo de su fe». No por eso los ale-
víes han dejado de sufrir persecuciones y matanzas hasta tiempos recientes. Los
alevíes, en torno a 17 millones en Turquía, consideran al baile como un instrumen-
to fundamental para su fusión divina. Su danza imita el vuelo de la grulla, ave sa-
grada de la antigüedad preislámica. El alevismo permite bailar a las mujeres a dife-
rencia de otros DERVICHES, como los seguidores de Mevlana (> MEVLEVIS) de la
ciudad turca de Konya, quienes reservan el ÉXTASIS giróvago a los hombres.

alfur. En la antropología clásica se dio en llamar alfur al mestizo de NEGRILLO y


papúa, especialmente a los karones del interior de la gran isla de Nueva Guinea.
Con una talla de 1,53 a 1,60 metros, «esos caníbales no sólo se comen a los prisio-
neros y esclavos, sino hasta a los niños de las familias de sus propias tribus» [Gal-
tés, 1894].

alma. El alma es lo que nos une —o nos debería unir— a los animales, la parte
sensible del hombre, la que lleva a rechazar como diversión la caza de la zorra in-
glesa o la lidia del toro español. El alma, por tanto, como todo cuanto no se ve, es
objeto de mucha especulación en las culturas. Para los indios YANOMAMIS el alma
sería en todo caso un animal. En varias culturas amerindias vinculadas por la cre-
encia en el NAHUALISMO, la persona también es un doble de un animal. Lejos en la
geografía, no en esa clase de sentir, o de imaginar, en el antiguo Egipto, el alma era
el corazón. Había un ritual de pesado del alma o PSICOSTASIA. La película 21 gra-
mos (2003), de Alejandro González Iñárritu, proponía esa cifra como la diferencia
de peso entre un moribundo y el cadáver que acaba de exhalar su último suspiro.
Otro asunto es el de la proliferación, desde las tres formas de alma (> KA) de los
antiguos egipcios, a las cuantiosas y sutiles almas del VUDÚ de Haití. Los taoístas
chinos tampoco son sencillos en ese punto. Para ellos existirían tres almas superio-
res, houen, y siete almas inferiores, p’o [David-Néel, 2000]. Tras la muerte, las
houen descienden a la región subterránea de las Fuentes Amarillas. Allí siguen su-
friendo por ser almas desencarnadas que echan de menos el cuerpo del que acaban
de separarse. Las almas p’o rondan las tumbas y las casas donde habitaron. Los ca-
tólicos tienen un alma racional, «un espíritu inmortal, criado por Dios a su imagen
y semejanza» [Ripalda, 1997]. Y entendimiento, memoria y voluntad son las tres
clásicas potencias de ese alma. Los ona, indios FUEGUINOS, han pasado a mejor o
peor vida, eso es discutible, pero pensaban que el alma era una sombra.

alquimista. Buscador de la panacea universal, una solución aun más total que
el Prozac y que Platón. Para ello es necesario mezclar líquidos, base de la palabra
griega «quimia» y de la árabe «alquimia», cimientos de la posterior ciencia quími-
ca. Sin embargo, los alquimistas buscaban algo más, la totalidad, y así sus esfuerzos
en pos de la transmutación de la materia, y el oro, eran la capa que envolvía su sed
de poder y de conocimiento… La piedra filosofal, lapis philosophorum, no supo-
nía la meta sino un peldaño más en la escalera del saber esotérico. Aunque hubo
alquimistas en contextos culturales muy diversos —en Egipto, en China…—, fue
en la Europa de la Edad Media donde el dominio de la composición de los cuer-

26
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

pos, básicamente con mercurio y azufre, se convirtió en una sofisticada filosofía,


no sólo en una vulgar ristra de hechicerías o herejías como se la quiso despachar.
Raimon Lull (Raimundo Lulio), que descolló tanto en el estudio de la naturaleza
como en el de la alquimia espiritual, fue un nombre ilustre y clave en una cadena
de ocultistas-alquimistas, desde TEMPLARIOS a hermanos ROSACRUCES, desde Para-
celso a Cagliostro… No por eso hay que olvidar a los grandes alquimistas musul-
manes de España, desde el príncipe omeya Jalid ibn Yazid a Abu Ali ibn Sina, más
conocido como Avicena, y tantos otros azacanados en la busca de un cuerpo más
celeste que terrestre. Los alquimistas medievales, fuesen cristianos, sarracenos o ju-
díos, no alcanzaron la antimateria, pero hicieron evolucionar la estancada ciencia
química y la farmacopea de su tiempo, siempre con la sana ilusión de que había
que seguir investigando.

alumbrados. De la misma estirpe —aunque no iguales— que los ILLUMINATI,


iluminados, illuminés, bienhereux, parfaits…, y sus actuales cohortes de las nove-
las de Dan Brown y otros, siempre a vueltas con adosar caracteres e ideas luciferi-
nas (portadoras de luz). Los alumbrados eran, sin embargo, reales, unos místicos
del siglo XVI, partidarios de la oración mental, que compartían con los luteranos
«la ausencia de temor y la promesa tranquilizadora». Es decir, «la buena nueva de
la iluminación divina aliviaba a sus almas de los pequeños temores» [Brenan,
2001]. Los alumbrados podían practicar el «dejamiento», que se diferenciaba del

27
LUIS PANCORBO

«recogimiento» típico del misticismo carmelitano, el de San Juan de la Cruz, de-


jando el alma sin esfuerzo o tensión, completamente entregada al amor de Dios.
Encontramos ahí una variante conocida como QUIETISMO. El mayor quietista, Mi-
guel de Molinos, sostenía que una persona que alcanzaba el estado de gracia no
podía pecar, cómo iba a hacerlo si «el amor de Dios en el hombre es Dios» [Bre-
nan, 2001]. Todo lo cual era sufismo, o blasfemia directamente, y motivó la perse-
cución de la Inquisición española. Otra vez había en la patria carnes y mentes que
quemar. El clímax de procesos y abjuraciones, tanto de alumbrados como de reco-
gidos y dejados —antecesores de la moda norteamericana de los LEFT BEHIND—
se alcanzó en 1540 y, ya en 1559, el Concilio de Trento puso en el Índice a prácti-
camente todas las obras de mística «junto con traducciones del Nuevo Testamen-
to» [Brenan, 2001]. Andrés Pacheco, inquisidor de Sevilla, fue autor de un edicto
contra una cofradía de alumbrados en el que daba cuenta de 76 errores o herejías,
entre las cuales que los confesores alumbrados exigían favores a las mujeres… La
verdad era que, con eso, Pacheco estimulaba las delaciones del pueblo contra los
alumbrados, en la línea de usar el prejuicio religioso que se haría muy castiza en las
varias guerras civiles españolas.

alunamiento. Brujería que sufrían ciertas madres y en virtud de la cual pro-


ducían leche contaminada, con los consiguientes trastornos gástricos y erupciones
cutáneas de los niños. Contra ella se usaban en zonas rurales de Ciudad Real astas
de venado, amuletos lunares y mucha oración. «En Campo de Calatrava se llamaba
“detente diablo” a los Santos EVANGELIOS» [López García, 2002]. Recuérdese que
en la Melanesia se usaban los propios ídolos contra males muy diversos. Efectivos
eran los llamados korwar «representados por cabezas infantiles, secadas al calor de
un brasero» [Nicolaÿ, 1904].

amahuacas / arahuacas / amawakas. Forman parte de los INDÍGENAS


amazónicos «aislados». Se cree que su lugar de origen es el Bajo Urubamba, desde
donde fueron replegándose hacia el interior de la selva amazónica de Perú y Brasil.
Uno de los últimos censos daba en Perú un total de 750 amahuacas, de ellos 136
hombres y 11 mujeres que viven sobre todo junto a Puesto Varadero, en la frontera
de Brasil, y el resto, formado por las bandas aún sin contactar del otro lado de Ja-
titza (Atalaya). En Brasil se estima que hay unos 220 amawaka viviendo en el esta-
do de Acre junto al río Yurua. A partir del boom del caucho de 1896, los colonos
empezaron a ocupar territorios de estos indígenas que a veces también han sido
conocidos en Perú como yoras. En Perú las compañías petroleras han encontrado
allanado el camino con el «supremo decreto» del 3 de noviembre de 1995 que les
permite explotar tierras amazónicas (algo que ya han hecho efectivo con el gas
aparecido cerca del río Camisea). Con el tiempo, los amahuacas peruanos se han
ido acercando a la misión dominica de Sepahua, dejando a otros INDIOS aislados
del Río de las Piedras y aledaños, por ejemplo a grupos de mashco-piros, el ambi-
guo privilegio de ser «los últimos salvajes», o mejor, «los últimos nómadas», de esa
zona de la Amazonia. No hay claridad en la selva, lógicamente. Sigue también sin
estar clara la historia de choques sangrientos que habría habido en 1994 entre in-

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

dios mashcos y amahuacas en la cuenca del río Purús (departamento de Ucayali).


Cierto es, sin embargo, que los amahuacas, de la familia lingüística pano, conti-
núan usando ritualmente la AYAHUASCA. Sus ritos funerarios implican la cremación
de los muertos y la ingestión de las cenizas, huesos y hasta dientes del finado pul-
verizándolos y mezclándolos con puré de maíz. Es un rito de NECROSPODOFAGIA en
el que coinciden otras tribus amazónicas.

Amaterasu. Es el Sol, y de género femenino en Japón. También en alemán el Sol


es femenino, Die Sonne; y la Luna, masculino, Der Mund. Amaterasu, «Cielo Res-
plandeciente», o «Luz de los Cielos», lleva como títulos adosados el de Okigami,
«diosa ilustre de los antepasados» y Tensho Daijan, «Gobernadora de las Llanuras
del Cielo». Amaterasu fue y es la mayor diosa de Japón —término, por cierto, que
proviene de Nihon, «país del Sol Naciente»— y, en calidad de tal, recibe la primera
oración del día. Han cambiado las cosas desde que en 1945 se abolió su culto oficial
asociado con el Emperador, pero quedan muchos fieles que, tras sus abluciones, se
orientan hacia el sol, aplauden, bajan la cabeza y recitan la fórmula: «Salve a ti, hoy
también, oh, Ser Augusto». Incluso después del fin de la Segunda Guerra Mundial
había gentes que al despertar dirigían su mirada hacia el Palacio Imperial de Tokio
para rezar al Hijo el Sol, es decir, al Emperador. En concreto, el primer emperador,
Jimmu Tenno, descendió de Nigni-no-Mikoto, el nieto de la diosa Amaterasu Okiga-
mi. Las preces matutinas al Sol aún se hacen dentro de casa, junto al kamidana, plan-
cha o altar de los espíritus lares. Pero Amaterasu es el vértice de la religión ancestral
nipona (> SINTOÍSMO) y fuente de su rica mitología: la diosa Sol huyó de Susanowo,
su violento hermano —marido, según otras versiones— y se encerró en una cueva,
dejando el mundo a oscuras. Salió cuando los dioses, especialmente el dios de la risa,
le tendieron una trampa poniendo ante sus ojos un espejo que reflejaba las delicias
del mundo. Otra versión dice que Amaterasu nació del ojo izquierdo de su padre
Izanagi, el gran dios creador del mundo, junto a la diosa Izamani. El mayor templo
de Amaterasu es el de Ise Jingue, en la isla de Honshu. Cada veinte años lo derriban
para renovarlo siguiendo, eso sí, el trazado original.

amazigh > BERÉBER


amazonas. Del griego a mazon, «sin mama». En el Amazonas, hormigas de
grandes mandíbulas. También, tribu de mujeres guerreras a las que el mito atribuye
cansinamente la extirpación de un seno para disparar mejor las flechas del arco. Sin
embargo, las representaciones clásicas de amazonas son de mujeres de pecho intac-
to. Aparte de la mutilación, la superchería hizo estragos al insistir en que las amazo-
nas usaban a los hombres para procrear y luego los mataban. Eso —imitado de las
mantis religiosas— se ha dado en todos los tiempos y culturas. En Dahomey hubo
hasta el siglo XIX una milicia femenina, 6.000 amazonas, que se juramentaban para
defender al rey [Biasuti, 1967]. Llamadas androktones, «matadoras de hombres»
(Herodoto), o antianeirai, «las que guerrean como hombres» (según Homero en La
Ilíada), las amazonas clásicas o grecolatinas vivían en los confines del mundo civili-
zado, en las orillas del mar Negro; en el norte de África (en Libia estaba la fabulosa

29
LUIS PANCORBO

y volcánica isla Tritonia);


en el CÁUCASO (según
Pausanias), o en Albania,
junto al río Memadalis
(según Estrabón). Los
argonautas de Jasón las
encontraron en la isla de
Lemnos. El progenitor
más conocido de las ama-
zonas fue Ares, dios de
la guerra, aunque, como
compensación, su madre
fue la diosa Harmonía.
Contiguas o parecidas a
las amazonas eran otras
mujeres míticas y clásicas
de armas tomar: las hipodamías, domadoras de caballos; las fenomeridas, que com-
batían desnudas; las hoplitidas, mujeres armadas… En las culturas célticas y nórdi-
cas no faltaron las hembras guerreras. Una de ellas pudo ser la reflejada en la pintu-
ra rupestre de la Artemisa finlandesa de Astunvansalmi, aunque pocas amazonas
han generado tanto cuento como La Señora Blanca de Namibia. En 1917, un gran-
jero llamado Maacks descubrió en ese país del África austral una pintura rupestre
de cierta intriga, pero hubo que esperar hasta 1948 para que el abate Henri Breuil,
aficionado a la arqueología, diese su veredicto: aquella imagen femenina recordaba
a las pinturas de Creta o Egipto. Sin embargo, era una figura con un pene y además
infibulado, como se desprende del aditamento de color rojo que le cuelga. El pelo
del hombre es asimismo rojo y las piernas, blanquecinas. Respecto al arco y flechas
que lleva en una mano, ya era mucha fantasía creer que correspondían a una amazo-
na en vez de a un cazador bosquimano (> SAN) de hace quince o dieciséis mil años.
Los mitos son de pies ligeros y las amazonas clásicas cruzaron el charco hasta pres-
tar su nombre al mayor río del mundo. Primero fue el Marañón, o «río de los mara-
ñones», pero, tras la expedición de Orellana, fue rebautizado como «río de las
Amazonas». El cronista Gaspar de Carvajal pergeñó un relato fantástico de indias
aguerridas, altas y rubias, que reinaban en poblados sin hombres. En realidad, o no,
conservaban los hombres hasta que las dejaban embarazadas y luego los liberaban.
Con lo mismo, sacrificaban a los niños varones y mandaban sus cadáveres a los pa-
dres. En 1500, Vicente Yáñez Pinzón fue el primero en conocer el río y cruzar el
Ecuador en América: su premio fue encontrar agua dulce en el delta del Amazonas.
Luego, de 1540 a 1542, Gonzalo Pizarro y, sobre todo, el tenaz Orellana fueron en-
lazando el Coca, el Napo, el Negro y el Madeira, hasta llegar a la propia desembo-
cadura del gran río de las Amazonas.

ámbar. Lágrimas de la diosa escandinava Freya; lágrimas de Apolo expulsado


del paraíso; «alma del tigre» para los chinos... Muchas historias pueden estar den-
tro de una resina prehistórica que puede ser de color azul, topacio, con o sin mos-

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

quitos. O del color de la piel de La mujer de ámbar (1943), una entre apática y ful-
gurante novela napolitana de Ramón Gómez de la Serna. En el famoso Parque Ju-
rásico sale un dinosaurio de una pieza de ámbar que contiene un mosquito que un
día lo picó. Sin embargo, nada superaría las cotas de maravilla del ámbar gris, que
no es ámbar ni es gris, sino lo que evacuan los cachalotes hartos de no digerir cala-
mares. El ámbar gris alcanzaba tal precio que la gente se mataba por esa deyec-
ción. Puede pesar más de 80 kilos y antaño se usaba para fijar los aromas de los
perfumes. De negro y fétido iba pasando a tomar tonalidades blancuzcas, si no do-
radas, y a desarrollar su enorme capacidad para convertirse en la madre del olor.
Curioso destino para el producto de la indigestión de una ballena. Entre las princi-
pales y más célebres ballenas, repletas de ese tesoro, figuró Mocha Dick. Mocha,
una ballena «blanca como la lana», recibió ese nombre por ser avistada hacia 1810
cerca de la isla chilena así llamada. Herman Melville convirtió Mocha Dick en
Moby Dick, la ballena gris llena de ámbar que, lejos de ser imaginaria, fue cazada
tras 19 arponazos por un ballenero sueco en 1859. Melville sabía que iba a acabar
así la historia, pero jugó magistralmente sus cartas.

Ambat. Ser divino de South West Bay, al suroeste de la isla MALEKULA, y de la


cercana islita Toman (Vanuatu). El origen de Ambat ha dado pábulo a más de un
mito. En la aldea Melmes lo tienen por un dios blanco con cabellos lisos. Sus hijos,
también de color blanco, quebraron el TABÚ de comer una fruta roja y se hicieron
negros. Como castigo, tuvieron que vivir desnudos, salvo el NAMBAS, en los bos-
ques del suroeste de Malekula. En cambio, en la cercana islita Toman, Ambat es
un dios creador, el Sol, siempre junto a Nibembumbao, dios de la oscuridad, quien
al final ganó la partida y todos los hijos de aquella tierra fueron negros. En Toman
—aún hoy una mota de coral en un mar vacío— fue donde empezó el mundo. Am-
bat pasa allí por ser un dios sereno y equilibrado, aunque antes no veía mal que a
los niños les elongasen la cabeza, un signo de gran distinción. Su hermano mayor
es Avukindwas, el inquisitivo. Luego están Avunoonot, el perezoso; Simbiamlu, sa-
bio aunque no tanto como Ambat, y Avuirara, el último en nacer, aunque sin el po-
der ni la inteligencia de Ambat.

amén. Del hebreo pasó al griego, al latín y al castellano, significando en éste


«punto en boca», «verdaderamente», «así sea». Es la culminación del rezo y por
tanto invita con el silencio que produce, incluso con la resonancia de la letra ene
tan parecida a la de la eme del AUM, a que sea la divinidad la que opere. En el
mundo islámico dicen amin con el mismo sentido. Los fieles congregados en el
mausoleo de Mevlana, en Konya (Turquía), acaban la oración con un amin que re-
bota en las paredes de estuco hasta tocar a contrapelo los verdes damascos que re-
cubren las tumbas del padre de los DERVICHES danzantes. Una vibración heterodo-
xa, más que una oración pasiva del hombre a su dios, que acerca a algunos SUFÍES a
su mayor y más revolucionario deseo: ser parte misma de Alá.

amígdala. Glándula en forma de almendra presente en los hemisferios cere-


brales. Ahí reside para algunos la parte más animal del Homo sapiens, donde se

31
LUIS PANCORBO

procesa la información instintiva, emocional, donde se toman decisiones en torno a


la supervivencia o al sexo. En la amígdala se encontraría el mapa del estímulo se-
xual. La propia búsqueda de ese estímulo sexual se genera en la amígdala, lo que
sucede sobre todo en el cerebro de los varones, más sensible o predispuesto que el
de las mujeres para encontrar sesgos eróticos, o para consumir pornografía (según
la seria revista Nature NeuroScience, marzo de 2004). De una amígdala debió salir
la Lolita de Nabokov y las nínfulas y diablillos mortíferos de Sade o Miller.

amish. Seguidores del obispo suizo Jakob Amman, fundador de una secta de
protestantes anabaptistas, término éste último que no quiere decir que estén en
contra del BAUTISMO, sino en contra de que se suministre en edad temprana. A
partir de 1720, los amish llegaron a América. Se instalaron en Ontario (Canadá) y
sobre todo en Pensilvania (Estados Unidos), la tierra donde William Penn quiso
hacer realidad un «experimento sagrado» basado en una extrema tolerancia. Pro-
cedían de Suiza, Holanda, Alemania..., y aún hablan un alemán arcaico, el Pennsyl-
vania dutch, especialmente en el condado de Lancaster. Allí viven unos 20.000
amish, denominados plain people, y caracterizados por su pacifismo, por su recha-
zo a la tecnología moderna y, de forma visual, por su arcaica vestimenta. Las muje-
res se ponen cofias y largas faldas floreadas. Los hombres se dejan largas barbas y
visten sombreros de paja de ala ancha. En un país tan volcado a la novedad, en las
islas amish repudian los coches, los tractores y toda clase de vehículos mecánicos.
Usan arados y calesas tiradas por caballos y las ruedas no pueden llevar neumáti-
cos. Dicen no odiar el progreso, eso siempre depende de lo que sea, y se rigen por
la Biblia, su fuente de inspiración religiosa, y por el Ordnung, la «Regla», para
todo lo práctico y secular. Siendo así, en sus escuelas sólo se imparte educación
primaria. El resto es fe y experiencia. Los amish saltaron a la fama por la película
Witness («Único testigo»), protagonizada por Harrison Ford. Veinte años después
de aquel éxito de la pantalla, se propone un programa de visitas en zona amish lla-
mado «Witness to Witness» («Ser testigo del Testigo»). El mundo otra vez como
representación. Se ven amish más o menos cerca y, de paso, algunos de los 10.000
cisnes de la tundra y de los 50.000 gansos de las nieves en su emigración anual a
los países boreales. Lejos quedan los tiempos en que los amish odiaban ser consi-
derados fenómenos de feria y que les sacasen fotos cuando iban a la ciudad a hacer
compras o vender sus productos. Resisten mejor en sus ATAVISMOS otros anabaptis-
tas como los MENONITAS.

amok. Estado transitorio de locura que se atribuyó de forma especial a los INDÍ-
GENAS del sureste asiático. La literatura colonial inglesa lo aplicó para pintar colo-
ridamente los excesos de violencia de los nativos, ya fuesen malayos, javaneses o fi-
lipinos. Algunos viajeros occidentales atribuían al opio ese estado de amok. Había
casos en que caían 15 o 16 víctimas, cuantas encontraba a su paso un tipo drogado
con su daga kris chorreando sangre. Cuando se oye «¡Amok!» en un pueblo mala-
yo conviene salir corriendo, decían viajeros experimentados como De Molins
[1858]. Pero, en realidad, el amok, «posesión homicida» [Sofsky, 2004], puede ser
tan antiguo como moderno, tan oriental como occidental, en un espectro que po-

32
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

dría ir desde las matanzas en las escuelas norteamericanas hasta el holocausto: una
cuestión humana, o más bien, «demasiado humana».

amuleto. Una medallita que contiene una esquirla del hueso de la


rodilla de santa Casilda, aunque al final sea un trocito del espinazo de
un erizo, no es muy distinto de la dentadura de piraña que pone el
huaorani en su carcaj para alejar malos espíritus. En la Venezuela ru-
ral, más allá del culebrón, dicen que no hay como colgar al niño un
diente de carnero negro para que no tenga problemas bucales. El amu-
leto (> TALISMÁN) es otro estertor del humano que tiene miedo. Usa
templos, alza catedrales, pero no está contento sin esas cosas pequeñas que le
blindan —cree— contra erupciones de langostas, virus que corroen muslos de
piedra, toses escrofulosas, ganas de morir, de no ser herido y de vivir siempre,
pues un amuleto es la imperfecta receta de los siglos. Los romanos amasaban mu-
ñequitos de pan y aceite y se los comían. Los indios ponían puñaditos de hormi-
gas secas en lugares estratégicos. Un pequeño falo de miga de pan, una higa de
coral rojo. El japonés tiene un pequeño espejo que, si no se rompe, aleja el mal. (>
GRIGRÍS.) El amuleto hinduista, pavitram, atemoriza a «gigantes, demonios, y espí-
ritus malignos…; la sola vista del pavitram les hace temblar y les obliga a huir.
Consiste este amuleto en tres, cinco o siete tallos de la yerba darba trenzados en
figura de anillo» [Dubois, 1829].

Anacoretas. Antiguo nombre de unas islas del archipiélago Bismarck (Papúa-


Nueva Guinea, en la Melanesia). Hoy se conocen bajo el nombre de islas Kaniet y
Sae, a 0º 56’ Latitud Sur y 145º 30’ Longitud Este. Eso queda al nordeste de otras is-
las de nombre parecido, las Hermits, o islas de los Ermitaños. A finales del siglo XIX,
la población de las Anacoretas llamaba la atención de los raros navegantes europeos
—alemanes, sobre todo— porque se rapaba el pelo de la cabeza y se alargaba las
orejas casi hasta el pescuezo. Pero hubo otras islas Anacoretas, junto a Palaos, las «is-
las de los hombres blancos», avistadas por Ortiz de Retes y luego por Mourelle.

anamnesis. Memoria del alma. Reminiscencias, como reflejos vívidos en un


estanque pálido. Dado que para algunos, sobre todo para los esotéricos, el alma es
inmortal, la memoria no cesa. Logra abrirse camino perdurando entre la MAYA y la
moha, la ilusión y la desilusión de marca hinduista. Anamnesis es «recuerdo», algo
diferente de mneme, «memoria». Por otra parte está el olvido que, según Eliade
[1999], «no simboliza ya a la muerte, sino el retorno a la vida. El alma que cometió
la imprudencia de beber en la fuente de LETEO (“ahíta de olvido y maldad”, como
la describe Platón…) se reencarna y queda arrojada de nuevo en el ciclo del deve-
nir». En otro sesgo, anamnesis es el historial completo de un paciente. Un contex-
to cambia el sentido de la memoria, y del alma se entra en el cuerpo.

anatema. Maldición, imprecación, excomunión… También eran anatemas los


objetos ofrecidos a la divinidad en los templos y que luego no podían ser usados
de forma profana. Por ejemplo, las grandes cráteras de plata que colgaban de los

33
LUIS PANCORBO

capiteles en la basílica del Salvador en Jerusalén. Con lo mismo, eran anatema los
EXVOTOS que pendían de las columnas de las iglesias. De ahí vino que se llamasen
anatemas a las sentencias de excomunión que también se colgaban en los templos.
Sin olvidar en ese mazo las fórmulas de imprecación dirigidas por ejemplo contra
los ladrones de tumbas: «Que muera de mala muerte, que no tenga sepultura, que
no resucite, que tenga la suerte de Judas, el que ose violar esta tumba» («Male pe-
reat insepultus iaceat non resurgat cum Iuda partem habeas si quis sepulcrum hunc
violaverit»). Peor era este otro anatema: «Ultimus suo rum moriatur» («Que mue-
ras después de los tuyos») [Martigny, 1865].

ancestro / antepasado. Son serpientes que vienen a visitar a los vivos, se-
gún los CAFRES ZULÚES. Si ven una serpiente junto a su casa, le llaman «padre» y le
ponen un cuenco de leche. Casalis, célebre misionero-etnógrafo en Sudáfrica y Le-
sotho en el siglo XIX, se sorprendía porque serpiente en sechuana se dice noga, y
en sánscrito, NAGA. Las cobras ancestrales se hacían de rogar lo mismo en la India
que en Sudáfrica. Más espinoso de entender resultaba que las antiguas tribus esla-
vas y germánicas tuviesen creencias análogas a las de los cafres zulúes: sus padres
aparecían tras la muerte en sus casas en forma de pareja de serpientes. Pero no hay
que ir hacia atrás en el tiempo para percibir la presencia vital y a veces agobiante
de los ancestros. Los antepasados de los TORAYAS de las islas Célebes (Sulawesi)
exigen funerales que pueden arruinar a sus deudos y se niegan a ser enterrados
hasta que la ceremonia mortuoria salga lucida gracias a los sacrificios de búfalos y
cerdos. Luego se irán a ultratumba, pero pudiendo observar la marcha de la prole,
los búfalos y el arroz. Ese culto extremo a los ancestros viajó hasta Madagascar,
donde los MERINA tienen ritos funerarios de clara procedencia indonesio-malaya.

Andamán. Marco Polo fue el primer blanco en decir que en las islas Angama-
nain había hombres con cabeza de perro. Mastines humanos y, por añadidura, ca-
níbales e idólatras. La patraña circuló larguísimo tiempo: pocos náufragos salían
del mar de Andamán, uno de los más recónditos del mundo pese a estar enclavado
en el océano Índico. Además de tener seres fantásticos, sus islas fueron sede de po-
blaciones de gran interés, como los gitanos del mar de las islas Mergui de Birmania
y de las islas Phi Phi de Tailandia. Por otro lado, en las propias islas Andamán —
que, como las NICOBAR y Sentinel, pertenecen a la India— se encuentran poblacio-
nes muy primitivas. Es el caso de los JARAWA y de los ONGE. Estos últimos NEGRI-
LLOS —antaño conocidos como MINCOPIOS —, de gran interés antropológico,
fueron el detonante para que Alfred Reginald Radcliffe-Brown dejase las pantuflas
universitarias y fuese el primer antropólogo en hacer un trabajo de campo en las is-
las Andamán entre 1906 y 1908. Su resultado, The Andaman islanders (1922), se
convirtió en uno de los textos fundacionales de la antropología social británica
[Morris, 1955]. Revela en él la riqueza del sistema cosmológico de unas bandas de
cazadores-recolectores que, sin embargo, poseían la figura del oko-juma, el «soña-
dor», el que conecta con los espíritus a través de los sueños, además de contar con
un esquema triádico de cosmología que aún hoy es de quitarse el salacot, lleno
como está de la fértil y compleja dialéctica de agentes o seres espirituales de tierra,

34
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mar y cielo (o árboles). En tiempos de Radcliffe-Brown, el cielo andamanés estaba


en lo alto de una palmera. Un buen lugar para escapar de los maremotos. Los nati-
vos de las Grandes Andamán, pues hay también allí islas chicas, creían que los es-
píritus del mar, llamados lau, eran blancos y caníbales. Los espíritus de la tierra
eran negros y por las noches se juntaban con los lau y llevaban antorchas. Otros es-
píritus, los morowin, si querían ser buenos con los humanos, consentían lo más
placentero: que les hiciesen un rito a base de una comida con miel. El estudio de
Radcliffe-Brown sobre el TOTEMISMO andamanés, y sus formas individuales, los ta-
búes y sobre el concepto de «valor ritual» representó un estudio seminal y pionero
del mejor estructuralismo, según su admirador Lévi-Strauss.

andrismo. Manifestación de virilidad, comportamiento de valor y honor típico


en el Mediterráneo. La MAFIA siciliana tiene códigos de honor relacionados con
viejos andrismos (uomo di rispetto, uomo d’onore…). Es la misma línea que el
concepto de orgullo de los pastores de Sarakatsani del norte de Grecia, analizado
con su habitual fulgor por John Campbell [Cassar, 2004]. Los andrismos distan de
ser privativos de sociedades europeas, tienen carácter axial en el mundo musul-
mán. En el Amazonas, un guerrero YANOMAMI (waiteri) basa su prestigio en su ca-
pacidad de retar a otros hombres a darse de palos. Luce las cicatrices en su tonsura
como si fuesen medallas.

angekok. CHAMÁN, y a veces médium, de los ESQUIMALES o inuit. El angekok


recibe su poder de Tornasuk, espíritu superior, o espíritu del mar. Según viejas cre-
encias de los inuit hay un tornak (espíritu) en cada ser y, al mismo tiempo, hasta
tres almas, en las que se libran feroces combates que el angekok ayuda a resolver.
Cura tras danzar y poner caras grotescas, aunque eso es lo que pareció a los ex-
tranjeros; para los inuit, esas muecas eran expresiones de la vieja sabiduría de los
hielos. Sedna, la gran diosa de los inuit, es la que concede sus hijos, los animales.
Pone a punta de arpón animales marinos —focas, narvales, morsas— siempre y
cuando ella, la diosa del mar blanco, no sea molestada por animales terrestres —
osos, lobos…—. El chamán o angekok debe contrarrestar a éstos últimos con su
MAGIA. Llegado el caso, es quien saber hacer sangrías para equilibrar, por magia
simpática, el sangrado de nariz de una persona causado por una monótona dieta
de carne y pescado, sin frutas, cereales o vegetales. Pero otras veces el chamán se
eleva sobre esas futilidades, da un golpe de tambor y sale volando al otro mundo.
O cuando usa sus cuchillos de marfil «tan largos como un dedo… para cortar el
tiempo» [Houston, 2000].

ángel. Ente incorpóreo que goza de gran predicamento en una sociedad opulen-
ta, pero donde conviene tener bien guardadas las espaldas. «Los ángeles son hom-
bres que han ascendido a ser angelicales; los demonios son hombres que han des-
cendido a ser demoníacos» [Borges, 1985]. Borges parece estar de acuerdo en eso
con Swedenborg, así como en la idea del sueco de que el libre albedrío sigue des-
pués de la muerte y que hay una región intermedia, una «Tierra de En Medio»,
donde los espíritus de los muertos conversan con ángeles y demonios. ¿Hay quién

35
LUIS PANCORBO

dé más? Decir que los ángeles son legión se queda


corto. En el Apocalipsis (7,1) figuran cuatro ángeles
muy claros, los que detienen los cuatro vientos en
los cuatro ángulos de la Tierra. Otros son los espíri-
tus celestes que pertenecen al último de los nueve
coros. Las clases de ángeles más católicos son las de
ángel, arcángel, príncipe, virtud, potestad, domina-
ción, trono, querubín, serafín… También hay ánge-
les en el islamismo, dos por persona, uno bueno y
otro malo; en el JUDAÍSMO cabalístico (melachim,
aralim, benielohim…), y en el hinduismo (devas o
espíritus buenos enfrentados a los asuras, diablos).
Para el MAZDEÍSMO existen cinco ángeles, o faroeres,
con misiones contradictorias. Los atbalmin de Nueva Guinea consultan a su bilal,
ángel de la guarda o espíritu protector, cuando han de ir a la espesura donde cazan
zarigüeyas, pero donde habitan los sakbal, peligrosos fantasmas. Los PARSI de la In-
dia, que son zoroastrianos (> ZARATUSTRA), creen todavía en un ángel de la guar-
dia, o frvashi, mientras su deidad principal, Ahura Mazda, está servida por siete
ayudantes arcángeles, amesha spentas, que a su vez protegen la creación y los cua-
tro elementos —fuego, agua, tierra y aire—, que no deben ser contaminados por
los hombres [Macdonald, 2004].

Ángel Caído. Escultura de Mariano Bellver sita en el parque del Retiro de


Madrid, única ciudad del mundo que dedica un monumento al demonio. Se trata
de una fuente presidida por un hombre con alas, medio derribado, debatiéndose
con la serpiente que le atenaza. En la base de la fuente, las bocas de los mascarones
diabólicos expulsan cada una dos potentes chorros de agua y eso está rodeado de
un arriate circular con plantas de color morado. Milton concede a los ángeles caí-
dos «una belleza severa y majestuosa, aunque marchita desde su caída, añadiéndo-
les una estatura tan imponente que, según su cálculo, Satanás tendría más de cua-
renta mil pies» [Flancy, 1842]. Uno ve más bien al ángel caído madrileño como
una especie de TRICKSTER, un héroe civilizador que parece que va a cambiar el
mundo y se mofa de él o hace lo contrario.

Ángel de la Verdad / Malaq-al-haq. Malek, o malaq, puede significar


en árabe «ángel», «maestro», «rey»… y representa un título que ha sido usado
profusamente en el esoterismo árabe. En el norte de Irak, los YAZIDÍES adoran al
Malek i Taus, el «Ángel del Pavo Real». Hay también un Ángel de la Verdad Su-
prema en la angelología, una ciencia que entre otras cosas trata de contestar a la
eterna pregunta: «¿Tienen alas los ángeles?». Sería un poco pretencioso dar nacio-
nalidad a unos seres que carecen de sexo, y sin embargo cada cultura y religión usa
los ángeles que desea. En varios libros cabalísticos (Jalkut, Rebot...) se habla de
que, antes del DILUVIO, Dios envió a la Tierra a dos ángeles, Azael y Sciamchazai,
por expreso deseo de ellos. En vez de redimirla, y secarla, se dieron a las mujeres y
a los placeres varios. Así, un hijo del segundo ángel se comía al día 1.000 camellos,

36
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

1.000 caballos y 1.000 bueyes. «Todos los días se forman y crían muchos ángeles
de aquel río de fuego que describe Daniel, cantan y desaparecen» [Lidon, 1800].
En el tratado talmúdico Chaghigá sale un ángel, Sandalson, tan desmedido que
«con la cabeza llega a tocar cerca de donde están los animales del coche de Dios».
En el Kemot («Libro de los Nombres») figura una buena variedad de ángeles rabí-
nicos: los hijos de Dios o Ben Elohim; los caídos, Refaim; los gigantes, Enim; los
mensajeros, Malakim; así hasta completar los 72 ángeles en torno al Trono de Dios
(72 como los peldaños de la Escalera de JACOB).

Ángel Exterminador. Cuando se abrió el Séptimo Sello, en el Apocalipsis


—no sólo en la película del mismo nombre de Ingmar Bergman—, aparecieron sie-
te ángeles con siete trompetas. El primero tocó y el mundo se llenó de granizo; el
segundo tocó y el mar se convirtió en sangre; el tercero tocó y cayó del cielo una
estrella que se llama Ajenjo y «la tercera parte de las aguas fue vuelta en ajenjo».
En vez de ser algo bueno como parece en principio, muchos murieron porque las
aguas se tornaron amargas. En 1962, Luis Buñuel hizo El ángel exterminador, un
título que pidió prestado a José Bergamín y que éste le dijo que venía en el Apoca-
lipsis, cuando en ese libro no hay un sólo ángel que extermina. Si acaso son legión.

anima. Receptáculo de modos y maneras, pálpitos, capacidad para el amor per-


sonal, incluso de tener feeling hacia la naturaleza, si no decididamente el paso ha-
cia el inconsciente. «El anima es la personificación de todas las tendencias psicoló-
gicas femeninas en la psique masculina» [E. Jung, 1985]. Lo contrario es ANIMUS.
Algunos CHAMANES árticos vestían ropas femeninas, o se pintaban mamas en sus
vestidos, para manifestar su lado femenino, y para conectar con la «tierra de los
fantasmas» o inconsciente. En ese sentido, muchas culturas han abundando en ani-
mas, no sólo en almas rudas. Anima puede ser una sirena griega, una LORELEI ger-
mánica, pero también un demonio mortífero, o una femme fatale como la que apa-
rece en el filme Le Testament de Orphée (1950), de Jean Cocteau.

ánima. Las más populares son las ánimas del purgatorio. En el cristianismo se
presentarían a los deudos «en figura de dolientes, ceñidas alrededor de ardientes
llamas» [Scaramelli, 1791]. Otras veces aparecen con grandes señas de dolor, ge-
midos o suspiros. O en forma de sombra, de llama, de nube y hasta de coche, o
rueda, que el girar no les es incompatible.

ánima mundi. Literalmente, «alma del mundo», pero es la totalidad. El mar.


La base de la alquimia. Lo masculino y lo femenino fundiéndose, como la ola y la
espuma. Quizás el bien y mal. En Timeo, Platón (427?-347 a.C.) tildó al mundo
como «el más bello y perfecto de los seres inteligibles…», ánima mundi que influ-
yó grandemente en los siglos venideros. En el siglo XII, los llamados «filósofos de
Chartres» tomaron en serio el alma del mundo de Platón y aseguraron que podían
hermanarse belleza física y moral, mundo material y mundo espiritual [Leigh
Molyneaux, 2002]. El poeta irlandés William Butler Yeats (premio Nobel de Lite-
ratura en 1923) escribió Anima mundi (1917), donde lo mismo que en su tempra-

37
LUIS PANCORBO

na obra, La Rosa Alquímica (1897), viaja hacia donde lo idéntico y lo distinto se


unen en el principio de la vida, en la verdad cósmica que trasciende lo individual.
En ello se inspiró la novelista italiana Susanna Tamaro con una obra del mismo tí-
tulo publicada en 1997.

animálculo / animalculus. Raza poco conocida, pero muy dilatada en el


espacio, que vive en jarras de agua. Pese a su pequeñez, los animálculos son capa-
ces de altos estudios astronómicos, pues concibieron dos longitudes distintas de
los años solares. Según Stevenson (> STEVENSONIANO), autor de «El relojero», un
cuento tercamente inédito hasta su publicación en 2006, un animálculo y asombro-
so filósofo concibió «la teoría de la habitación», según la cual la posición de la ja-
rra y la incidencia en ella de la luz solar y otros factores tuvieron una enorme im-
portancia en tiempos antiguos, o sea, «en los antiguos tiempos caníbales». Pero el
relojero —en cierto modo, el culpable de todo— era permisivo hasta enfermarse y,
así, los animálculos se propagaban y hasta razonaban con discordia y agudeza.

animatismo. Creencia en un poder impersonal y sobrenatural. Con lo mismo,


un creer inherente al universo, o relativo al individuo, y entonces vago como una
lluvia de verano e intenso, capaz de inundar. Por no decir ANIMISMO con todas sus
consecuencias como hizo E. Burnett Tylor, el animatismo rebaña los flecos de los
grandes bordados y se fija en las verdes durezas de los musgos. En 1909, en The
Threshold of Religion, un estudioso del más allá de las antropologías como R. R.
Marett, insatisfecho con el concepto de alma como catalizador del animismo y de
cualquier religión, decidió inspirarse en el MANA de los polinesios, una fuerza so-
brenatural similar a la de otras culturas: BARAKA, ORENDA, HASINA. Todo cuanto no
fuese natural pertenecía a un ámbito por fuerza sagrado y más poderoso, y así, la
idea de Marett era que «los espíritus y los dioses son creaciones del hombre, nacidas
de la necesidad de fundar el orden social a partir de elementos susceptibles de reba-
sar al propio hombre» [Poirier, 1987]. El llamado «PRIMITIVO» percibía la fuerza de
una sobrenaturaleza, un supernaturalismo, o algo natural por encima de lo natural.

animismo. La vieja teoría de que todo, seres y cosas, tienen un alma. Los occi-
dentales, siguiendo a Newton, y en cierto modo a la Iglesia Católica, ven inanima-
do al mundo físico. Craso error para otros pueblos que piensan justo lo contrario.
Las piedras están animadas, y a veces se las adora (> LITOLATRÍA), lo mismo que a
los árboles en la DENDROLATRÍA. Ceñir el animismo a la creencia en los espíritus no
satisface la complejidad del tema. Animismo, y del más extremo, es creer que todas
las cosas tienen alma, hasta el aliento diría Tylor [1888]. Sin embargo, en el siglo
XVI había teólogos en España que no acreditaban a los INDIOS de América la con-
dición de seres humanos. El vocablo «animismo» se debe a Edward Burnett Tylor
(1832-1917). Ni evolucionista ni difusionista, sostuvo la animistic theory que dio
alas a los sueños, pues los sueños, al principio de los tiempos y las sociedades, fue-
ron responsables de dar la revelación del mundo invisible, o sobrenatural. «El
alma es el fundamento de la religión de los primitivos. Cada vida o alma de los
hombres es su imagen o fantasma, a quien es posible salir fuera de su propio cuer-

38
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

po y ver sin ser visto durante los sueños» [Tylor, 1888]. Ha habido muchos críticos
del animismo, por ejemplo Durkheim, que lo atribuyó a «las pesadillas de los espí-
ritus incultos», pero lo cierto es que a nadie hizo daño que un hombre creyese un
día que un lago tenía un alma, o una nube, o una hormiga.

animus. Tendencia psicológica masculina, opuesta a la femenina o ANIMA. «La


personificación masculina del inconsciente en la mujer» [E. Jung, 1985]. El ani-
mus no siempre aparece con aspecto fantástico o erótico, sino que puede ser el re-
sultado de una convicción sagrada, en el sentido de algo que viene de antes de la
razón, o de fuera de la misma. Un ejemplo clásico de animus es la forma de ser de
Emily Brontë tal como refleja su espíritu de mujer, no sólo de escritora, en Cum-
bres borrascosas (1847). Pero el animus no tiene por qué ser aparejado a un aspec-
to negativo, o violento, o tenebroso, o brutal. Puede responder a una actividad cre-
adora, a una fuerza interior muy auténtica que trasciende los sexos.

anjanas. Hadas cántabras. De ahí, como en los cuentos de hadas, emanaciones


de los poderes femeninos del cosmos. Dueñas y señoras de cuanto fluye y es húme-
do, umbrío, acuático: manantiales, pozas, sotos… Cualquier ensoñación aquí es
poca. Son hembras míticas con la mitad del cuerpo de pez y otras veces de ave, por
lo que no se pueden tildar de sirenas, si acaso de nereidas. A veces se las conoce
como onjanas en el FOLCLORE de Cantabria, y son hermanas de las XANAS asturia-
nas y parecidas a las lamiñak del País Vasco. Algo recordarían también a las sirenas
del Rin, como LORELEI.

ankh. La mal llamada «cruz egipcia» es más bien el símbolo de la vida,


o de la inmortalidad, llave del conocimiento para esotéricos, conjunción
de Isis y Osiris, masculino y femenino; en fin, el cosmos. Su forma es un
palo con un travesaño sobre el que se asienta un óvalo en la parte supe-
rior, símbolo de la ETERNIDAD. Símbolo asimismo de la vida tanto en sus as-
pectos ocultos como manifiestos, en misterios y revelaciones, y, en ese sentido, ÁR-
BOL DE LA VIDA y hasta «la vida por venir» o «el tiempo por venir» [Cooper, 1988].
En el Antiguo Egipto, Maat, diosa de la Justicia y, para otros, diosa de la Verdad,
que no es lo mismo, suele ser representada llevando un ankh en la mano.

Anticristo / Antechristo. Los hay en forma de virus informáticos. El más clá-


sico es el del Apocalipsis (13,1): «Una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas».
Los arrianos eran Anticristos en su conjunto. Y los adversarios políticos también, si
es que hay que denigrarlos a conciencia. «El Anticristo es la división de la Iglesia»
[Baget Bozzo, 2001]. Cada cual cuenta su misa. El Anticristo ya vino y así figuró en
Historia de la perversa vida, y honrada muerte del Antecristo, singular obra de 1655,
impresa en Murcia, original del dominico fray Lucas Fernández de Ayala, rescatada
del olvido como tantas cosas por Caro Baroja [1993]. El Anticristo dejó de ser carne
de literatura barata (pulp fiction) para convertirse en un libro capital: «Oídos nuevos
para una música nueva. Ojos nuevos para lo más lejano. Una conciencia nueva para
verdades que hasta ahora han permanecido mudas» [Nietzsche, 2003].

39
LUIS PANCORBO

antinomia. Los marxistas preferían el término «contradicción» al de «antino-


mia», que es una contradicción entre principios racionales y deductivos, es decir, lo
que parece incompatible con lo contradictorio. Imanuel Kant (1724-1804) llegó con
sus antinomias a los últimos extremos del discurrir humano. La primera antinomia
de Kant cuestiona lo que afirma al principio, que el mundo tiene un comienzo en el
tiempo… Hubo quien lo tuvo claro: «La tercera antinomia kantiana es más impor-
tante que toda la guerra mundial» [Baroja, 1985]. Una gran antinomia trufaba el
lema del capitán Nemo de Verne: «Mobilis in mobilis» («Móvil en elemento móvil»).
Pero el dios Krisna explicaba lo más arduo: «El entero universo se centra en Uno, in-
cluyendo lo móvil y lo inmóvil, y cualquier cosa que desees ver» (BHAGAVAD GITA).

antisemitismo. Término polémico acuñado en 1873 por Wilhem Marr. No


es equívoco que en su nombre tuvieron lugar barbaridades del calibre del holo-
causto de judíos perpetrado por los nazis y los pogroms, programas de aniquila-
ción en masa organizados en Rusia contra los judíos. El antisemimismo también es
concepto erróneo al confundir judío y semita. Árabes y judíos descienden de Abra-
ham por lo que, con un mínimo de coherencia, el antisemitismo debería ser una
acción o un pensamiento contra ambos. Sin embargo, los judíos, pese a su hetero-
geneidad, sus emigraciones y su amalgama con otras poblaciones, fueron víctimas
del sentimiento antisemita hasta que esto se confundió con el sentimiento antiju-
dío. Esto último denota un prejuicio de naturaleza religiosa, es decir, un prejuicio
de origen cristiano contra el pueblo que no reconoció a Jesús como MESÍAS y que
consintió su crucifixión. Otras veces, lo que se odia de los judíos es su presunta su-
perioridad mental (innegable en el caso de Einstein, Freud, Spinoza, Karl y Grou-
cho Marx, o Kafka y Kubrick…). Eso y más ha sido estudiado por los antropólo-
gos norteamericanos Cochran y Harpending: ¿Cómo es posible que los judíos,
apenas el 0,25 por ciento de la población mundial, hayan ganado el 27 por ciento
de los premios Nobel? La respuesta que dan ellos es que los judíos ASQUENAZÍS,
por la diáspora y persecución, desarrollaron por un lado ciertas enfermedades (mal
de Tay-Sachs, mal de Niemann Pick, mal de Gaucher…), pero, por otro, alteracio-
nes metabólicas y genéticas que pudieron conducir a un aumento de su actividad
neuronal. El antisemitismo, en cambio, apoya sus odios y prejuicios, casi siempre
raciales, en una base estrictamente secular y política. Responsables de la gran difu-
sión del concepto del antisemitismo fueron Arthur de Gobineau (1816-1882) y
Georges Vacher de Lapouge (1854-1936). El conde de Gobineau, en su Ensayo so-
bre la desigualdad de las Razas Humanas (1853), puso las premisas de la supuesta
superioridad blanca y aria. Lapouge, autor de Les sélections sociales (1896) y de
L’Aryen et son rôle social, influyó en las teorías nazis completamente confutadas
por la Declaración de la UNESCO (1951), redactada por un grupo de antropólo-
gos y especialistas en genética, y según la cual: «Todos los hombres actuales perte-
necen a una misma especie llamada Homo sapiens y tienen el mismo origen… No
se posee prueba alguna de la existencia de las llamadas razas puras».

antropología. El estudio del hombre y de sus componentes. El hombre visto


como especie animal, lo que no quiere decir que no sea sensible, capaz de soñar,

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

capaz de cantar poemas tras la caza del oso como las karhunpeijaiset de los anti-
guos finlandeses. No puede haber más definiciones sobre una materia, como la an-
tropología, que las engloba a casi todas. Prefiero la definición que en 1986 me dio
en París el propio Claude Lévi-Strauss: «Una conversación del hombre con el
hombre»; pero pocas disciplinas tienen tantas asas. Aristóteles llamaba «antropó-
logos» a quienes disertaban acerca del hombre, o hacían antropología. «Tratado
sobre el hombre» [Diderot y D’Alembert, 1772]. «Una ciencia del conocimiento
del hombre sistemáticamente desarrollada que puede hacerse en sentido fisiológi-
co o en sentido pragmático» [Kant, 1778]. «Parte de la historia natural que trata
del hombre y de las razas humanas» [Topinard, 1891]. «Estudio sistemático de la
naturaleza de los seres humanos» [Hunter y Whitten, 1976]. Sus subdisciplinas,
por así llamarlas, son otros tantos mundos: antropología física, cultural, social, ur-
bana, política, psicológica, legal, económica, biológica, arqueológica, lingüística…
En los países anglosajones se suele preferir el término de «antropología» para lo
que en Europa (en Francia sobre todo) se denomina «ETNOLOGÍA». Ésta fue el clá-
sico estudio de «los otros», de las culturas exóticas. La ETNOGRAFÍA, por su parte,
es la «rama que atiende al estudio del sistema sociocultural de un grupo particu-
lar», mientras que la etnología encaja en «la comparación de tales descripciones
concretas con miras a una generalización válida sobre la naturaleza de los grupos
humanos» [Hunter y Whitten, 1976]. Ya había sus dudas cuando Bertillon y otros
se lanzaron a fines del siglo XIX a la aventura de llevar a cabo el «Diccionario de las
Ciencias Antropológicas»: ¿y si se cubriese el género Homo con una simple mono-
grafía como la dedicada a la abeja o a la hormiga? Pero el árbol antropológico no
hizo desde entonces más que crecer hasta que, en los últimos treinta años, ha ha-
bido una gran pluralidad de caminos etnológicos o antropológicos, eclosionando
desde el sesgo interpretativo al sesgo político, al posmodernismo, a los estudios
culturales y los estudios subalternos, el cognitivismo, el neodarwinismo… «Hay
una problemática transversal al discurso antropológico» [Berger, 2004]. Y una
transposición cada vez mayor y más frecuente de esa problemática a un disposi-
tivo de investigación particular, que recorre y ocupa a menudo el terreno etno-
gráfico.

antropología aplicada. En épocas de creciente cooperación internacio-


nal, con un gran auge de participación en temas humanitarios por parte de gobier-
nos, entidades, ONG, y todo ello dentro de un marco general de globalización, re-
surge la antropología aplicada, analizada y propuesta por Foster [1969] como un
conjunto de conocimientos válidos para muchas empresas prácticas, ya sean de ad-
ministradores, colonos, comerciantes, misioneros, educadores… Antes de la Se-
gunda Guerra Mundial se percibió el alcance de esa interdisciplina: «El valor de
una antropología aplicada debe depender del alcance del conocimiento exacto que
poseemos y que podemos aplicar…» [Radcliffe-Brown, 1931]. La madre del cor-
dero era que había que procurar hacer una ciencia de la antropología antes de pen-
sar en sus aplicaciones, o en su carácter operativo. «Yo pediría… que el antropólo-
go restringiese su esfuerzo a la investigación de problemas científicos»
[Evans-Pritchard, 1946]. Ya en 1941 se fundó en Estados Unidos la Sociedad de

41
LUIS PANCORBO

Antropología Aplicada, que publicaba una revista, Applied Anthropology, donde


se trataban temas como «el rol social de la casa comunal» (Whyte), los «métodos
para ejecutar un programa nacional de moral» (Mead), el «reacomodo de la comu-
nidad en una región carbonífera deprimida» (Richardson), etc. En un nuevo siglo
tan pujante en maremotos, éxodos y hambres seculares no vendrían mal nuevas
aplicaciones.

antropología cultural. Análisis de las culturas y las civilizaciones. O del


origen y sustento de costumbres y creencias, según Marvin Harris. ¿Por qué se
mantiene el TABÚ de no comer cerdo en Marruecos y, sin embargo, en España el
cerdo, especialmente el ibérico, es más que un icono? O: «¿Por qué no comen ca-
ballo los estadounidenses? ¿No les gusta la carne roja? Pues la de caballo lo es to-
davía más que la del vacuno» [Harris, 1990]. Marvin Harris (1927-2001) hizo lúci-
dos análisis de la HIPOFAGIA, del «enigma de la vaca sagrada» y de tantos otros
temas suculentos, pero sir Edward Burnett Tylor (1832-1917) fue pionero en sus-
tentar la teoría antropológica cultural en un evolucionismo de estirpe darwiniana.
Luego ha habido legión de acercamientos. Una visión norteamericana actual divi-
de la antropología cultural en cuatro campos: sociocultural, arqueológica, biológi-
ca y lingüística [Cuttak, 2003]. Evans-Pritchard sostenía que la ANTROPOLOGÍA o
devenía en historia o se quedaba en nada, posición discutida por Naroll y Cohen
[1970]. Ser histórica, para Evans Pritchard, significaba que la antropología se limi-
tase a ser descriptiva, ideográfica…, pero los citados autores piensan lo contrario:
la historia debe convertirse en antropología o se queda en nada. Lo cierto es que la
antropología cultural, también llamada social, tiene un pronóstico más abarcador,
holítisco, que, por un lado, es sincrónico, se dirige en preferencia al estudio de una
sociedad viva, y, por otro, analiza el pasado, se apoya en la arqueología, las fuentes
documentales…, sin dejar de investigar luego aspectos concretos como la organi-
zación social, familiar, ritual… Algunos ya achacan a la disciplina su pretensión de
ser omnisciente o de intentar ser el cuerno de Amaltea del saber.

antropometría. Medición del hombre. Antañona parte de la ANTROPOLO-


GÍA que estudia tamaños, proporciones, medidas del cuerpo humano «…en los
diversos individuos y razas, en los dos sexos y en las diversas edades» [Aranzadi,
1916]. A caballo entre los siglos XIX y XX, el afán y el rigor de
medir no conocieron límites. El cerco de la cabeza, o circunfe-
rencia horizontal glabética (en referencia a la glabela o
entrecejo), arrojaba una buena medida para los guipuz-
coanos (574 milímetros), seguidos por los mongoles-tor-
gutos (570), kumikos del Daguestán (555), armenios
(550), húngaros y turcos-tekes (548), negros (510),
niños de un año (471)…

Aotearoa. La tierra de la larga nube blanca o Nueva Zelanda. O dos islas gran-
des separadas por el breve estrecho de Cook, que se extienden a lo largo de 1.600
kilómetros. Pero para los aborígenes, los MAORÍES, todo eso es Papatuanuku, la

42
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Madre Tierra, algo arrebatado por el Tratado de WAITANGI, más que una suma de
paisajes espectaculares que hacen que ese país remede un compendio del planeta:
géiseres como en Islandia, montañas que parecen alpinas, fiordos como en Norue-
ga, prados muy ingleses llenos de robustos y lanudos corderos, bosques o pluvisil-
vas de gran rareza botánica... La fauna es igual de peculiar. Se extinguió el MOA,
una especie de avestruz de tres metros, pero quedan ejemplares del pájaro kiwi,
símbolo nacional y nombre también de una fruta híbrida inventada por los moder-
nos neozelandeses. Aotearoa estaba poblada en torno al año 850 de nuestra era.
Los maoríes eran hijos de polinesios que llegaron desde Rarotonga (islas Cook), in-
cluso desde Tahití, en la otra punta del Pacífico. Aotearoa es la más perfecta antí-
poda española: está a 20.000 kilómetros, y a 12 horas más de GMT, y teóricamente
se podría llegar a ella todo derecho, siguiendo el camino que marca una aguja de
calceta que atraviese el Globo.

apache. Tribu india del suroeste de los Estados Unidos con


cerca de 100.000 integrantes, que viven sobre todo en Arizona y
Nuevo México, donde, aparte de tener reservas, regentan casi-
nos de juego con gran éxito. Famosos por la literatura y el cine,
los apaches tuvieron un halo de fuerza, resistencia y valor, re-
frendado por sus jefes Cochise y GERÓNIMO. Éste último fue el
líder de los apaches chiricahua, los que resistieron a partir de
1880 la invasión del ejército de los Estados Unidos hasta conver-
tirse en los últimos INDIOS norteamericanos en capitular.

apacheta. Santuario en los caminos incaicos. Adoratorio, generalmente un


montículo de piedras, donde el transeúnte deposita una piedra y a veces una ofren-
da en forma de COCA o trago para pedir protección a los dioses, en especial a la PA-
CHAMAMA. En el Perú de la Conquista faltó tiempo para erigir cruceros sobre las
apachetas y aún hoy los viandantes dejan ahí monedas y otras pequeñas ofrendas.
Las apachetas, montones sagrados de piedras, cumplían funciones muy parecidas a
las de los CHORTEN en el Himalaya, los INUKSHUK del Ártico y los OVÓ de Mongolia.

apartheid. Separación racial; segregación racial. Tras la baaskap, «dominación


de los blancos», a partir de los años cuarenta, el Partido Nacional de los racistas
blancos de Sudáfrica promovió el concepto de apartheid para sus políticas de se-
gregación. «Y Dios creó el apartheid», decían los afrikaners, blancos descendien-
tes de los colonos holandeses del siglo XVII. Uno de los reflejos del apartheid fue el
bantustán, nombre de un territorio sólo para africanos, por ejemplo el Transkei.
Otras veces se aplicaba ese concepto de lugar apartado, o segregado, a homeland,
incluso a township, es decir, áreas suburbanas o rurales sólo para africanos. Verjas
y carteles anunciaban la entrada a una Bantoe Gebied («Área Bantú»). Para endul-
zar el término «apartheid», el gobierno de Pretoria empleó luego el de «desarrollo
separado», pero las florituras lingüísticas no quitaban la virulencia del racismo.
Entre lo más ofensivo figuró siempre el vocablo kafir (> CAFRE) para referirse a los
africanos. A los mulatos y gentes de razas mezcladas se les llamaba coloured. Ya en

43
LUIS PANCORBO

1911 hubo una ley para limitar los salarios de los negros. Otra ley de 1913 les pro-
hibía adquirir terrenos fuera de las reservas y, en 1921, se les prohibió circular por
las ciudades si no tenían allí empleos o trabajos. Poco a poco, el apartheid se fue
extendiendo por Sudáfrica hasta hacer hospitales para blancos sin médicos negros,
y bares y retretes separados, y bancos en la calle para unos u otros.

apatani / apa tani. Población del grupo tibetano-birmano que vive en Aru-
nachal Pradesh, uno de los estados de la India conocidos como «Seven Sisters», en
el extremo nororiental del país, a los pies del Himalaya. Entre los apatani más tra-
dicionales figuran los cerca de 11.000 que viven en el distrito de Subansiri. Allí, las
mujeres se caracterizan por llevar una gran clavija de madera insertada en el labio
superior, costumbre que recuerda a la de las MURSI de Etiopía. Ese adorno va ca-
yendo en desuso entre las nuevas generaciones de apatani, así como su clasifica-
ción social en aristócratas, plebeyos y esclavos, debido en gran manera a la pene-
tración de los hinduistas y de los cristianos en una de las zonas hasta hace poco
más inaccesibles del subcontinente.

apotropaico. Término —del griego apotrepein, «alejar»— con que se desig-


nan objetos, palabras, conjuros, inscripciones, plantas que alejan los malos espíri-
tus, infortunios, mal de ojo, etc. En la antigüedad se ponían plantas para proteger
el umbral de los templos o de las casas contra los malos espíritus. El laurel es un
árbol apotropaico por excelencia en el mundo grecolatino. En el mundo de los
small NAMBAS de MALEKULA (Vanuatu), las entradas a la plaza o calvero del bosque
donde se bebe KAVA y se escucha a los espíritus se decoran con cycas de hojas roji-
zas con la misma utilidad. En la India, la albahaca, planta sagrada de Visnú, como
el bel de Siva, y otras hierbas, protegen los santuarios de los yaksas, o demonios.
Los campesinos QUECHUAS del Departamento de Cuzco (Perú) cuelgan cuyes, co-
nejos de Indias, en las paredes de sus casas, lo mismo que hacen los DOGON de
Malí con las raposas. En Italia se da aún el uso apotropaico del cuerno portafortu-
na, un pequeño TALISMÁN de coral del que no se privan en Nápoles y otros lugares
partenopeos. En Galicia se metían castañas en los bolsillos. Y, antaño, los campesi-
nos españoles se escupían en las manos —una LUSTRACIÓN de tipo apotropaico o
anti-hechicería— antes de usar un apero [Casas, 1930]. Lo apotropaico en Freud
sería ese ancho territorio del inconsciente protector, definido con un pronombre
personal: el ID. El campo del id es como la parte oculta de un iceberg respecto al
ego y al superego en la topografía del inconsciente freudiano.

apsaras. Esencias de las aguas (de ap, «agua», y sara, «esencia», según etimolo-
gía del Ramayana). Bailarinas celestiales en la mitología hindú y en la iconografía
budista. Ángeles con sexo, pues generalmente esas profesionales o cortesanas de la
danza divina se aparejan a bellas mujeres, tan carnales como evanescentes. En ese
aspecto serían como las huríes del paraíso musulmán. Progenitoras de la dinastía
solar para los jemeres de Camboya, hay cientos de esas apsaras en los relieves del
gran templo Angkor Wat. También fueron consideradas mensajeras de la diosa
Kali, las que invitan al Amor de la Divinidad, en alma y cuerpo [Chevalier, 1982].

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

apu. Cerro divinizado. Cristo hecho montaña en el particular sincretismo de los


Andes. Protagonista de waynos, unos cantos que expresan «la fuerza con que el
hombre está encadenado al pueblo nativo» [Arguedas, 1989]: «Willkanota, riti
orcco / llapa orcocc jatun apun…» («Vilcanota, cerro de nieve / padre de todas las
montañas…»). En Perú llaman «cerros» a montes de 6.000 metros o más de alti-
tud. En junio, en el glaciar del Colquepunku, se celebra la romería de Qoyllur Riti
(«Estrella de Nieve») para festejar la entrada del solsticio de invierno. El miedo a
que se pierda el sol, a que se aleje demasiado, no se cela en una serie de ritos sin-
créticos donde los apus son Dios lo mismo que Inti. El primer rayo de sol, o el sol
de la mañana, el punchao, como lo llaman los QUECHUAS, aún tiene contenido reli-
gioso. Para los INCAS significaba el Sol-Niño, pero en la actualidad su salida en el
solsticio motiva una especie de adoración. Las gentes se arrodillan esperando el
amanecer como si fuera el primero o el último de sus días. Cuando por fin sale
Inti, los romeros quechuas cantan el «Alabado», un himno católico, y luego bajan
hacia la ermita de Tayankani bailando y trenzando columnas y desplegando las cin-
tas de sus disfraces multicolores. En el valle empieza la vida real, otro año.

aquelarre / akelarre. Lo más probable es que signifique «pastizal de dácti-


lo» (según el inquisidor Pierres de Lancre en 1612); akelarrea tendría el significado
más habitual de «el prado del macho cabrío», del euskera aker, «cabrón», y larre,
«pasto» o «prado». El uso más común de esta palabra ha sido para designar la reu-
nión y el lugar de brujas o SORGUIÑAK. Las brujas del aquelarre empezaban a volar
a medianoche del viernes —el día y la hora de JUDAS— y no paraban de hacer de
las suyas hasta el alba del sábado. Eso se incluía en el SABBAT, un periodo durante
el cual las brujas no sólo podían volar, sino que se convertían en moscas o en cuer-
vos. Su poder derivaba del demonio y, secundariamente, de sus conocimientos bo-
tánicos. Hacían AMULETOS y filtros mágicos, por ejemplo, con aceite de abedul,
bueno para curar las enfermedades de la piel. En 1252, el papa Inocencio IV auto-
rizó a la Santa Inquisición el uso de la tortura y empezó así la caza de las sorguiñak
y otras especies. En 1609 se registraron 2.000 acusaciones de brujería en el País
Vasco. Un año después hubo en Logroño un auto de fe en el que fueron condena-
das 53 personas, además de cinco estatuas y cinco esqueletos, pues, por lo visto, la
Inquisición no podía perdonar ni a un muerto. Hasta 32 encausados eran de Zuga-
rramurdi, en el valle navarro del Baztán, donde se encuentra la famosa cueva o
«Catedral del Diablo». A 11 de ellos los quemaron tras el proceso de Logroño. Al-
gunos embrujados de Zugarramurdi, como Joanes de Goyburu o Juan de Sansín,
tocaban la flauta y el tamborino, pero «se ve que el demonio se acomoda al uso de
la tierra... En Valencia gustan mucho las brujas de atabalillos y dulzainas… en La
Mancha, tocan panderos y tiples… en Galicia, gaitas…» [Moratín, 1999].

arameo. La lengua que se cree que hablaba Jesucristo... y, desde luego, Mel
Gibson en su película La Pasión. En arameo se debieron escribir las Sagradas Es-
crituras, y por supuesto rollos importantes de Qumran como el Tárgum de Job, el
G ÉNESIS apócrifo, el Testamento de Leví y los Libros de ENOCH. Abuna di bishe-
maya («Padre nuestro que estás en el Cielo») es algo que no extrañará a un etíope

45
LUIS PANCORBO

ortodoxo que usa la palabra «abuna» para «padre» o «sacerdote». Por otro lado,
«…en las inhóspitas montañas de Tur Abdón (Anatolia oriental, Turquía), lejos de
los centros de poder, 300 monasterios ortodoxos sirios consiguieron mantener las
antiguas liturgias de Antioquía en arameo original» [Dalrymple, 2000]. En 1990,
apenas quedaban 4.000 ortodoxos sirios en Deir-el-Zaferan (Turquía), donde resis-
te un monasterio ortodoxo en una zona más bien conflictiva entre la actividad del
PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos) y de Hezbolá.

arandas / aruntas. Grupo de aborígenes del desierto central de Australia


que vive en torno a la mítica ciudad-villorrio Alice Springs, que es legendaria por-
que una «ciudad como Alice…», tan lejos de todo, casi ni existe. Los arandas no
sólo se distinguieron por ser cazadores recolectores, sino por su sistema matrimo-
nial con ocho secciones distintas, considerado por diversos antropólogos como
uno de los más complicados del mundo.

Ararat. Monte de 5.167 metros de altitud en la frontera entre Armenia y Tur-


quía. Lugar mítico donde varó la no menos fabulosa ARCA de Noé tras el DILUVIO
Universal. Armenia, que no tiene el monte dentro de sus fronteras, porque está en
Turquía, aunque sí lo puede divisar desde buena parte de su territorio y desde su
misma capital, Ereván, ha llevado ese icono a los sellos de correo y lo ha converti-
do en símbolo nacional. La zona turca de Ararat no es tan pacífica como cuando,
hace por lo menos cuatro mil trescientos años, sirvió a Noé para descansar de tanta
agua. Se han librado allí combates entre el ejército turco y el PKK (Partido de los
Trabajadores Kurdos). En Yemen sostienen que el Arca de Noé se posó en uno de
sus montes, el Nugum, que se alza junto a Sanáa, capital del país y fundada según
la leyenda por Sem, hijo de Noé.

Árbol de la Vida. El eje del viejo EDÉN bíblico. Los in-


dios guaraunis del Orinoco ponían sus hamacas en lo más
alto de una palmera (Mauritia flexuosa) para evitar los mos-
quitos y otras fieras, según el padre Gumilla [1741]. Parecía
tener la virtud de atraer a sus raíces todas las aguas de alrede-
dor. Por eso también los indios no querían que se mataran
serpientes, para no desecar las lagunas: «Así es como el hom-
bre PRIMITIVO confunde la causa con el efecto» [Humboldt,
1858].

árbol malato. En el lugar de una victoria de los vizcaínos sobre los leoneses
en el siglo IX había un árbol que sirvió de conmemoración y de frontera de Vizca-
ya. En el clavaban los vizcaínos sus armas o golpeaban el tronco con ellas (mallatu,
en euskera «golpear»). El árbol malato se secó, pero en 1709 se erigió en el sitio
una cruz de piedra. Eso fue en el pueblo alavés de Luiaondo (Lujaondo, Luyan-
do…), en la tierra de Ayala. Según la leyenda, AITOR, dios de la guerra, padre de
los vascos, pierde su poder al franquear la muga o frontera marcada por el árbol
malato.

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

árbol sagrado. Muchas culturas han seleccio-


nado un árbol como AXIS MUNDI, «eje del mundo».
No menos son los pueblos que han considerado
sagrados a esos árboles (> DENDROLATRÍA). En el
árbol de los Shefirot (> SEPHER) se encuentran las
cifras de la sabiduría. El Acvattha es un árbol inver-
tido de la tradición védica: como si fuera un BAO-
BAB africano, sus ramas son las raíces y éstas son las
ramas que crecen hasta el cielo para encontrar allí
su alimento. De todos modos, los africanos saben
distinguir entre un árbol salchicha (Kigelia pinna-
ta), con el que los MASAIS hacen una cerveza, un fromager que no da queso, un
baobab que da un fruto discutible como el «pan de mono», y un auténtico ÁRBOL
DE LA VIDA o Árbol del Conocimiento. Kimathi, el líder del MAU MAU, solía me-
ditar bajo una higuera y allí dejaba mensajes a sus adeptos; cuando fue capturado,
el árbol cayó, lo que se consideró un portento [Matthiessen, 1999]. Los melane-
sios aprovechan la sombra de una higuera (o BANIANO) y bajo ella se reúnen, aun-
que no por ello la consideran especialmente santa como hacen los budistas con el
BHO. Muchos árboles han representado el papel de escala entre mundos como el
fresno IGGDRASIL de los escandinavos o el árbol Haoma de los antiguos persas,
para los que era su Árbol del Paraíso. En cambio, el Árbol de la Sabiduría crecía
en el centro del EDÉN que se perdió y, por tanto, no es ubicable en el actual Irak.
Tampoco ha habido expediciones con éxito al Árbol de las Manzanas de Oro del
Jardín de las HESPÉRIDES, ni al Árbol del Vellocino de Oro, pese a Jasón y sus ar-
gonautas.

arca. El Arca de Isis se tuvo por el vientre de la diosa, de la madre. Pero en la


cultura judeo-cristiana otras son las arcas que han ganado la carrera del mito: el
Arca de Noé (> ARARAT) y el Arca de la Alianza, la que contenía las Tablas de la
Ley con los Diez MANDAMIENTOS (aparte de algo de MANÁ y la vara milagrosa de
Aarón, el caudillo de los judíos en la expedición-éxodo de Moisés). El Arca de la
Alianza ha sufrido muchas vicisitudes, no estando claro si existió o cuándo se en-
contrará. Fue colocada en el Tabernáculo (> TABOT) del templo de Salomón, en Je-
rusalén. El asunto es que, tras ser destruido el templo en 586 a.C., el Arca desapa-
reció y con ella la prueba de que permaneció en ese lugar inspirando toda una
civilización. Los etíopes creyeron a su modo en las excelencias judaicas y no quisie-
ron quedarse, por su posición periférica, al margen del botín o del símbolo. Asegu-
ran tener la verdadera Arca en Axum, dentro de la iglesia catedral de Santa María
de SIÓN, edificada por el emperador Fasilidas en el año 1635 sobre las ruinas de
un templo del siglo IV. La capilla que aloja el Arca es más moderna, de 1965, cuan-
do la mandó construir Haile Selassie. El Arca en cuestión fue encontrada en el
lago Ziway donde había permanecido ocho siglos. O la trajo hace tres milenios de
Jerusalén el rey Menelik, hijo de Salomón y de la reina de SABA. Ningún humano
puede verla salvo el guardián de turno, cuyas últimas palabras antes de morir han
de ser las del nombre de su sucesor. Al menos dejan visitar el «Baño de la reina de

47
LUIS PANCORBO

Saba». Según el Kebre Nagast («Libro de los Reyes»), no hay duda de que Axum
fue la capital de la reina de Saba (Makeda la llaman allí) en el siglo X a.C.

Arcadia. Región ideal de la antigua Grecia por donde retozaban ninfas, náya-
des, sátiros, cíclopes y demás fauna fabulosa. Allí corría el Alfeo, río que luego se
hacía subterráneo y afloraba en la fuente Aretusa de Sicilia. La palabra «Arcadia»
derivaría de arkades, «pueblo del oso», como lo pudieron ser los francos sicam-
bros, antecesores de los MEROVINGIOS, adoradores del oso bajo forma de Artemisa,
o Arduina, un culto histérico de la región de las Ardenas parecido a los ritos cha-
mánicos siberianos [Baigent, 2004]. Es decir, Arcadia es una teoría que conecta
todo, como la del «“Arka” de Noé y la Atlántida» [Rivero, 1990]. La Arcadia llegó
como ARQUETIPO de la Antigüedad al Renacimiento. La Villa Medici de Fiésole,
construida entre 1458 y 1461, pasó por ser la misma y nueva Arcadia. El poeta ita-
liano Jacopo Sannazaro escribió Arcadia (1502), un libro muy a la moda, y poco
después tituló así una obra en prosa el poeta y soldado sir Philip Sydney (1554-
1586). A los pies del Janículo y al final de la romana Via Garibaldi, donde vivió
tantos años de exilio Rafael Alberti, se encuentra el Bosco Parrasio, el jardín priva-
do de la Academia Arcadia, una institución llena de refinamiento, solera y secreto
al borde de la cursilería: contaban el tiempo por olimpiadas y los arcades se ponían
nombres griegos (el conde de Floriblanca escogió Elidauro Circeo; Ramón de la
Cruz, el de Larisio Dianeo…). La Academia fue fundada por Taia y Crescimbeni el
15 de octubre de 1690 y ese mismo año eligieron a la reina Cristina de Suecia
como su Presidenta, o Basilisa, una costumbre que duró doscientos años. En 1618,
el pintor Giovanni Francesco Barbieri (1591-1666), más conocido como el Guerci-
no, hizo un cuadro, que hoy se puede contemplar en la galería Corsini de Roma,
que lleva la inscripción: «Et in Arcadia ego». En principio, eso no tiene más miste-
rio que ser un verso de la quinta égloga de Virgilio. En el cuadro, unos bellos pas-
tores contemplan una calavera con una mosca, pero en un paisaje de luz y vegeta-
ción tan suculenta y a la vez tan melancólica, que hace pensar en el significado de
esa frase. Tal vez la muerte quiera decir mediante la calavera: «Incluso en la Arca-
dia estoy». Como en el cuento de Augusto Monterroso, al final seremos moscas.
Lo curioso, lo críptico dirían otros, es que Nicolas Poussin pinta dicha inscripción
de el Guercino, como si fuera un epitafio, en una tumba de su bellísisimo cuadro
Les bergers d’Arcadie, donde de nuevo pastores estilizados, tan vitales y bellos
como la naturaleza de alrededor, parecen ajenos a esa amenaza de la muerte [Bai-
gent, 2004]. Memento mori, nada nuevo, por otra parte.

arco iris. Es símbolo de TRANSFIGURACIÓN. Encuentro estruendoso del cielo y


la tierra. Bueno, o malo, según los pueblos y los tiempos. Puede ser una serpiente
de colores en África, o una escalera para subir al cielo para algunos amerindios. In-
dios y amerindios coinciden en que «es una serpiente que apaga su sed en el mar»
[Cooper, 1988]. Los PIGMEOS bambuti lo consideran Epipili, un dios terrible. Los
indios huaorani del Ecuador lo temen como a un diablo. En el hinduismo, el arco
iris hace los velos de Maya, diosa de la ilusión; también formaba las siete estolas de
la diosa egipcia Isis; y los siete velos de la bíblica Salomé… En más de una leyenda

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

polinesia, Kanaheka’anuenue, la serpiente del arco iris, es un ser creador, una ser-
piente de la sabiduría que viaja entre los dos niveles del mundo, el real y el supra-
normal, aquél donde viven los aumakua, los espíritus ancestrales [Wesselman,
1999]. Ella es la conexión de todo.

ariori / arioi / areoi. Literalmente, en polinesio, «salir de la vía establecida».


Sociedad secreta de los polinesios. Sus miembros viajaban de isla en isla, como có-
micos de la legua, además de adoradores del Dios Oro, para entretener a los isle-
ños con sus bailes, canciones y despliegue de promiscuidades. Juraban no tener hi-
jos y, según los misioneros, eran unos libertinos y depravados que practicaban el
infanticidio. Se cree que la reina tahitiana Pomaré, al exiliarse en 1829 en Moorea,
ingresó en la sociedad de los mamaia, que sustituyeron a los perseguidos ariori.

arios. Un prejuicio o confusión habitual pretende ver a los arios como ARQUETI-
POS de lo rubio en el pelo y lo azulado en los ojos. Ese error fue impulsado por el
genetismo racista de los nazis. El mito de los arios puros llegó a ser algo absurdo,
amén de criminal. Arios eran en puridad los indoarios de la India, primeros habi-
tantes de ese subcontinente después de los DRAVÍDICOS. Que en idioma sánscrito
arya sea «noble» no prueba nada sobre características físicas o fenotipos. Un solo
país como Alemania está lleno de diferencias físicas, pues sus gentes van desde los
tipos alpinos y bávaros a los nórdicos de las viejas zonas hanseáticas…, sin contar
todas las mezclas que se produjeron a lo largo de los siglos. Ya en tiempos de Hi-
tler, el alemán medio era un mestizo y su pureza, una utopía. Sin embargo, se vol-
caron toneladas de papel (y toneladas de gases letales) para demostrar que «la
RAZA blanca, denominada caucásica, comprende diversas familias arias descendien-
tes directas de la cepa primitiva de nuestra especie» [Keisermann, 1935]. Se quiso
a todo trance que los arios alemanes fuesen la más pura de las emigraciones de los
indoeuropeos a Occidente y, por supuesto, la mejor de las pretendidas razas clási-
cas: ibera, ligur, celta… (o tipo mediterráneo, alpino, nórdico...). También los reyes
persas se daban el título de arios, los más puros de su estirpe (entre el persa y el
sánscrito hay 90 puntos de identidad). Se fantaseó con la raíz aria de palabras de
muchos idiomas europeos, aunque la raíz sea efectivamente indoeuropea. Y la fas-
cinación por lo ario sigue forzando la máquina de cierta mitología pop: lo ideal pa-
rece ser venir de un guerrero blanco y rubio, y de gran musculatura: ahí dentro fi-
gura la ensoñación de los Eddas o cánticos escandinavos, los germánicos
Nibelungos, poemas célticos tan abertzales como el irlandés Chuchulainn… El cli-
ché del ario del Museo Germánico de Nuremberg, inaugurado en 1852, no tenía
desperdicio: un guerrero ario de casco puntiagudo con chapas de cobre, dalmática
hasta las rodillas, faldellín, abarcas con correas hasta la pantorrilla y sujetando las
polainas, manto ligero sobre los hombros con un nudo hecho con donaire, espada
de bronce, lanza…

arquetipo. Si es verdad lo que dijo Carl Gustav JUNG (1875-1961), la mente,


esa desconocida, tiene conciencia e inconsciente, pudiendo ser éste último incons-
ciente «colectivo» o inconsciente «individual». Una teoría esencial ésta para el es-

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LUIS PANCORBO

tudio de la religión desde un punto de vista psicológico. El inconsciente colectivo,


lo más popular de la terminología junguiana, está formado por la experiencia his-
tórica de los antepasados, es una especie de memoria heredada que gira en torno a
unos arquetipos o patrones que afloran al nivel de la conciencia a través de sueños,
imágenes… Ahí viene el primer arquetipo, el de la madre, diosa omnipotente, bue-
na como una Virgen María, odiosa como una Gorgona, ambigua como Kali…
[Husain, 2001]. En muchas culturas, sin contacto entre sí, los arquetipos se repi-
ten de forma sorprendente: el DILUVIO Universal entre los YANOMAMIS y los cal-
deos; el HUEVO CÓSMICO común a los DOGON y bambara de Malí, a los egipcios y
chinos… [Chevalier, 1982]. Incluso los sistemas astrológicos, las medidas del tiem-
po, serían arquetipos de complejos inconscientes que tendrían una naturaleza rít-
mica, periódica. Relojes blandos y no tanto, físicos y psíquicos, que se reiteran en
muchos lugares, ocasiones y personas, no necesariamente siendo dioses o imágenes
míticas, sino arquetipos. Pues hay arquetipos celestiales que siguen los territorios,
los templos y las ciudades. El río Tigris sigue el modelo de la estrella Annuit; Níni-
ve, el de la Osa Mayor... [Eliade, 2000]. Y arquetipos de actividades profanas, aun-
que Eliade dice que no siempre fue fácil diferenciar esto de lo sagrado. Con todo,
la danza o la guerra siguieron patrones arquetípicos para Eliade quien, por supues-
to, desdeña las explicaciones racionalistas o económicas de los temas, para aplazar-
los en un nivel indemostrable: «Cada vez que el conflicto se repite, hay imitación
de un modelo arquetípico» [Eliade, 2000]. Más sensato le parece a uno que sean
las sociedades primitivas las que «aún viven el paraíso de los arquetipos» y las que
sienten o registran el tiempo de forma biológica, «sin que se le permita transfor-
marse en “historia”…». Desde luego, es una nostalgia cara poder prescindir de la
historia y amarrarse al flujo del acontecimiento que se repite, el arquetipo que
vuelve una y otra vez a señalar un mundo que no pudo ser. «El futuro regenerá el
tiempo», dice Eliade. Es posible que todo se purifique cuando no quede nadie so-
bre la faz del carbono.

arrianismo. Doctrina herética según la jerarquía romana, propagada por


Arrio, un sacerdote de Alejandría, hacia el año 318. Arrio decía cosas llenas de
sensatez como que Jesucristo era un hombre, no un dios, y, por tanto, un ser moral
y no divino. Otras cuestiones arrianas eran más discutibles: Dios verdadero no se
humilla encarnándose en un hombre que va a morir. Incluso después de que el
Concilio de Nicea (325) condenase el arrianismo, este pensamiento hereje tuvo
muchos seguidores, especialmente en Occidente, entre los visigodos españoles, los
MEROVINGIOS franceses…, y se ha puesto de actualidad con la cuestión del amor fí-
sico entre Jesús y María MAGDALENA. Algo sospechado también desde muy anti-
guo.

asaro. Habitante del valle de las Tierras Altas Orientales (Eastern Highlands) en
Papúa-Nueva Guinea. Los hombres asaro usan grandes máscaras de barro blanco
en ceremonias y festivales como el Goroka Sing Sing. La reina Isabel II de Inglate-
rra no pudo por menos que sacar una foto con su cámara a esos espectaculares cas-
cos blancos con dientes de animales con los que los asaro fingen ser fantasmas.

50
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Cierta vez, que se pierde en el humo del tiempo, los hombres de Asaro tuvieron
que huir de su poblado tras la invasión de otra tribu. Los asaro se escondieron en
el río y, al arrastrarse por la orilla, se mancharon de barro blanco. Cuando el barro
se secó, tuvieron una apariencia fantasmal que hizo huir despavoridos a sus enemi-
gos. Desde entonces son conocidos como los mud-men, «hombres de barro», de
Asaro, y sin su concurso no hay fiesta papú que se precie.

ascensión. Subida chamánica a otro mundo. Símbolo orgásmico en el psicoa-


nálisis. Milagro de la Virgen María tras el de su Dormición, un asunto misterioso.
¿Por qué tenía que morir un ser que fue concebido sin pecado original? María, la
inmortal, fue la tesis se supone que herética, de san Epifanio. Sin embargo, el 15
de agosto se celebra la Ascensión de la Virgen a los cielos, que otra cosa es el dog-
ma de la ASUNCIÓN. Los pormenores de la Ascensión son aún fuente de conjetura.
Hay quien sostiene que debieron transcurrir tres días tras la muerte de María para
que se consumara el prodigio, subir «a lo más alto», es decir, al trono de la Beatísi-
ma Trinidad. Otros creen que fue desde el ÁRBOL DE LA VIDA donde su alma avivó
su cadáver, o que logró ascender, en cuerpo y alma, pero con la ayuda o impulso
que le dieron el propio Jesús y una cohorte de ángeles, más la fuerza añadida de
profetas como Moisés, Elías, ENOCH… En cierto modo, la Ascensión de Jesucristo
es menos extraordinaria que la Ascensión de María, dogma de fe por el que empe-
zó a luchar el papa Pío IX, abriendo una recogida de firmas que ascendió a ocho
millones entre 1858 y 1950. Finalmente ese año, el papa Pío XII se sintió respalda-
do para reconvertir el asunto de la Ascensión de la Virgen, incluida su Dormición,
en el flamante y novísimo dogma de la Asunción.

asesinos / hashasin / hashishíes / hassassin / hachachins / ha-


xixiyum / assassini… El vocablo procedería de hachiche, «hachís», «hierba»
en árabe. O bien de «fieles de Asás», o asasiyum, personas «fieles al fundamento de
la fe» [Maalouf, 1993]. Fumadores de hierbas reales o místicas, los asesinos integra-
ron una secta fundada en el siglo XI por Hassan Sabbah (o Hassan As-Sabbah), co-
nocido como el Viejo de la Montaña. Nacido en la santa ciudad persa de QOM, Sab-
bah quiso convertirse en hudshet, una especie de IMÁN oculto, desgajándose para
ello de las creencias de los ismaelitas, una rama del ISLAM chiita fundada por Abda-
lá en el 863 con cierta influencia del GNOSTICISMO. Los ismaelitas son firmes creyen-
tes en la llegada del Séptimo IMÁN, el liberador Ismael, el hijo de Dschafer. De los
ismaelitas provienen los ansaríes y los DRUSOS, además de los asesinos. El líder ac-
tual de los ismaelitas es el príncipe Aga Khan, conocido play boy en sus años mozos
y uno de los hombres más ricos del planeta. La fortaleza de Alamut, sede por ciento
sesenta y seis años de la Orden de los Asesinos, la compró Hassan Sabbah por
3.000 dinares de oro a Mahdi el Alauí [Maalouf, 1993]. Hassan Sabbah prohibió
los instrumentos de música y las bebidas alcohólicas, y su justicia era tan expeditiva
que no vaciló en mandar cortar la cabeza a su último hijo varón, reo de asesinato,
aunque luego se descubrió su inocencia. Sabbah también mató a otro hijo por bo-
rracho. Su lema era: «Nada es cierto; todo está permitido». Los asesinos son gran-
des protagonistas del esoterismo musulmán y de todo tipo (los TEMPLARIOS habrían

51
LUIS PANCORBO

imitado ciertos aspectos de la organización de Sabbah). Sus adeptos se clasificaban


en day, misioneros propagandistas; lasek, creyentes de base; muyib, aprendices; y,
sobre todos ellos, los fiday, «los que se sacrifican», los que saben matar y morir con
una sonrisa. Otra distinción esencial es entre ashashins, consumidores de hachís, y
hashashins, guardianes de lugares sagrados. Ya en ese punto parece que los templa-
rios habrían copiado métodos de los hashashins en cuanto guardianes de la Tierra
Santa, guerreros místicos, que también podían consumir hachís y juramentarse para
matar (asesinar) a sus enemigos, siempre con una fe ciega en su Gran Maestre del
Temple, una versión templaria del Viejo de la Montaña, aunque no encarnado en la
figura de Hassan Sabbah, sino en la del misterioso Rashid-al Din Sina, que habitaba
en su refugio de Asfya, su particular Alamut. Los asesinos viven un nuevo auge tras
la estela de Brown [2004] o Gifford [2004], quien en su novela Assassini propone
que fue el Papa español Calixto IV Borgia quien dio el poder a esa secta en su lecho
de muerte, mientras revoloteaban como buitres ciertos clérigos. Nuevos hassassin
son los que aún tramarían sin descanso para apoderarse del Vaticano y las interesan-
tes partículas que encierra.

asfódelos. Plantas liliáceas con flores blancas y HERMAFRODITAS con una bella
raya roja que alfombraban las praderas infernales, según griegos y romanos. Sus
flores, de olor penetrante como el jazmín, aunque los antiguos lo asociaban con el
olor pestilente de la muerte, se consagraban a Hades o a Perséfone, y fueron consi-
deradas medicinales (para enfermedades de la piel). Se destilaba con ellas un po-
tente alcohol. Borges las llamaba en un poema «asfodelos [sic] de la sombra». (>
GAMONES.)

asháninka. Palabra que significa «los hombres», «nosotros», «los paisanos».


Así se llaman unos 50.000 indígenas de la ceja de selva amazónica del Perú que
pertenecen a la familia lingüística arawak (como machiguengas, piros, amues-
has…). Los asháninkas, conocidos con el despectivo término de campas, viven en
comunidades de unas 20 familias en la cuenca de los ríos Ene, Perené, Apurímac,
Ucayali, Urubamba, Tambo, Pangoa, Pichis y en el Gran Pajonal, teatro de muchas
luchas y apetencias políticas. Fueron grandes protagonistas de la revuelta de los IN-
DIOS selváticos de 1742 y del mesianismo de un caudillo indio como fue Juan San-
tos Atahuallpa. Pero lo peor estaba por venir. Entre 1986 y 1993 fueron víctimas
de la guerrilla de Sendero Luminoso, del Movimien-
to Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y, por si
fuera poco, del Ejército de Fujimori y de los narco-
traficantes que iban a surtirse de coca al río Hallua-
ga. Unos 5.000 asháninkas fueron asesinados y hubo
no menos de 10.000 desplazados. En los últimos
tiempos, las compañías petroleras y madereras re-
matan el acoso a esta etnia.

ashanti / ashante / asante / achanti. Etnia de Ghana que, junto con los
fanti, siempre de la familia akan, llegan casi a ocho millones de individuos. Sobre-

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

salieron por su pugnacidad contra el colonialismo y por la sofisticación de su cul-


tura. Su capital es Kumasi, una ciudad de casi medio millón de habitantes, sede del
Sika Dwa Kofi, o «Taburete de Oro», donde, a su vez, reside el sunsum, o espíritu
de la nación, o sea, el poder del reino. Los ashanti fueron comerciantes de oro y de
esclavos, especialmente desde el apogeo de su reino en el siglo XVII. En 1874, los
ingleses tuvieron un primer encontronazo con los ashanti y destruyeron Kumasi.
Los ashanti resistieron hasta un total de ocho campañas militares. Por fin, en 1900,
tras una gran ofensiva, perdieron el Taburete de Oro. Los ingleses lo sacaron de
Kumasi y lo pusieron en lugar seguro. Los ashanti volvieron a guerrear por su es-
cabel sagrado contra los ingleses hasta su derrota definitiva en 1901. Osei Tutu II
es el actual rey, o asantehene, con poderes más bien simbólicos, pero que conserva
su guardia real y una parafernalia que va desde palanquines dorados a sombrillas,
desde flabelos con los que le abanican a su gran cetro y a kilos de pulseras de oro
o similor. El rey así vestido no puede caminar sin ayuda. Tiene, por si acaso, el ba-
takarikese, una túnica TALISMÁN que le protege de todo mal. Los ropajes de sus
súbditos son elaborados paños, o kente, en los que predominan los colores dora-
dos, aunque hasta 1920 había quien llevaba el llamado kyenkyen, un traje recaba-
do de la corteza de un árbol (Antiaris sp.). La columna vertebral de la sociedad as-
hanti reposa en el abusua, el linaje materno. En él residen las decisiones en temas
de matrimonios. El padrino escupe agua en la boca del recién nacido tres veces, lo
que constituye su bautizo o ingreso en el abusua materno. El moribundo recibirá
de alguien de ese linaje materno, sea la abuela o la nieta, el último sorbo de agua.
Pero la persona fallecida volverá a reencarnarse pronto en alguien, por supuesto
de la familia materna [Tufuo-Donkor, 1989].

ashanti’s dolls. Muñecas ASHANTI, o muñecas de la fertilidad. Los ashanti se


distinguieron en la creación de unas admirables esculturas en madera con una ca-
beza oval y un cuerpo estilizado, que se han convertido en una de las piezas de arte
africano más plagiadas. Leroi-Gourhan [1984] hizo un estudio del carácter híbrido
de una de esas muñecas con la cabeza y el cuerpo tratado «en figurativo geométri-
co», con una especie de cráneo inverosímil y extraterrestre, mientras la región pú-
bica y las piernas lo estaban «en figurativo sintético», lo que pareció al autor una
simbiosis de algo real en lo esquemático, con resultados, pese al dimorfismo, que
suponen un gran hallazgo y una gran integración rítmica. Las muñecas ashanti tie-
nen el valor añadido de una cultura matriarcal, en la que se dice: «Ye ko bisa abe-
rewa», «Vamos a consultar a la mujer anciana», con lo que se dirime toda cuestión
[Tufuo-Donkor, 1989].

asno. El Asno de Buridán presta nobleza bíblica a un supuesto bruto, y Apuleyo


hace que Lucio sea un asno, aunque de oro, pero es más desconocido que el ani-
mal llegó a ser divinizado en el Flandes francés. En 1566 estalló allí la revolución
de los pordioseros (gueux), en realidad, una resistencia contra la ocupación espa-
ñola desde 1531, cuando se produjo la batalla que ganaron las tropas de Carlos V
en el bosque de Nieppe, cerca de Estaires. En 1577, ya en calidad de hugonotes,
los llamados «pordioseros» tomaron la villa de Estaires, saquearon la iglesia e hi-

53
LUIS PANCORBO

cieron procesiones con un asno como si fuera una imagen divina. Desde entonces
ese asno gigantesco, llamado Aliboron, pasó a ser símbolo de la villa. Aliboron I y
Aliboron II fueron destruidos en las dos guerras mundiales. Ahora, cada lunes de
Pentecostés se procesiona a Aliboron III, capaz de «mear a los extranjeros» y de
proyectar naranjas, cacahuetes y bombones. A los de Estaires no les importa que
les llamen asnos (baudets) dado que los vecinos de Merville son gatos (caus) y los
de La Gorguie, machos cabríos (magots).

asquenazí / ashquenazi / ashkenazí / ashkenazim… De Ashke-


naz, que se identifica como Alemania, aunque hay quien pone su origen en Lucca
(Italia), desde donde pasarían al Rin y a otras partes de Alemania y Francia del
norte. Posteriormente, emigraron hacia el este: Polonia, Lituania y Rusia. Su len-
gua definitoria fue el YIDDISH, así como el LADINO constituyó el eje cultural de los
SEFARDÍES, judíos de origen español quienes, de ser al principio más acomodados,
con la expulsión de España en 1492, pasaron a estar en una situación socioeconó-
mica peor que sus hermanos del norte. A ambos les unía la TORÁ y el TALMUD ,
pero con grandes diferencias litúrgicas. Los asquenazís constituyeron el principal
núcleo poblacional del Estado de Israel creado en 1948. Consiguieron, por encima
de los sefardíes y de otros aportes, ser los principales intérpretes políticos del nue-
vo Estado, además de llevar las riendas de la cultura israelí, con figuras como Isaac
Bashevis Singer, premio Nobel de Literatura en 1978. Un dato es que mientras
sólo cuatro de cada 1.000 europeos del norte consiguen más de 140 puntos en los
tests de IQ, eso mismo lo logran 23 de cada 1.000 judíos de origen asquenazí
[Cochran, 2005].

Astarté. La polifacética diosa del Oriente Medio, protectora del calendario y de


las cosechas, siempre vinculada a lo lunar. Era Istar (Ishtar), diosa mesopotámica
del amor y la guerra, que cuando perecía era rociada con las aguas de la vida y re-
nacía para gozo de la ciudad de Nínive. En el sur, en Sumeria,
era Inanna. Hator, la diosa vaca celestial de los egipcios, tiene
concomitancias con Istar. Y TANIT, la fenicia, madre divina de
todo el Mediterráneo hasta las Pitiusas. Las Vírgenes católicas,
empezando por la enigmática CANDELARIA, tuvieron mucho
que ver con las diosas orientales, aunque no se aceptara la ma-
riolatría y se pusiera mucho ojo para que el culto a la madre
del Salvador nunca estuviese en un nivel divino. Eso no quita
que el sudario de María, como la SÍNDONE de Jesucristo, fuese vector y garantía de
MILAGROS desde que lo compró la emperatriz Eudoxia en el siglo V de nuestra era
[Husain, 2001].

Astete. Gaspar Astete (1537-1601), autor del Catecismo de la Doctrina Cristiana


que rivalizó con el del padre RIPALDA en la indoctrinación de los niños españoles du-
rante siglos a base de preguntas y respuestas. «P: ¿El ESPÍRITU SANTO es el Padre o el
Hijo?» «R: No, padre.» «P: ¿Por qué?» «R: Porque las personas son distintas, aun-
que es un solo Dios verdadero.» «P: Según esto, ¿cuántas Naturalezas, Entendimien-

54
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tos y Voluntades hay en Dios?» «R: Una sola Naturaleza, un solo Entendimiento y
una sola Voluntad.» «P: ¿Y cuántas personas?» «R: Tres distintas, que son: Padre,
Hijo y Espíritu Santo» [Astete, 1997]. Otros creen en BRAHMA, Visnú y Siva.

Asunción. Último gran dogma, y mito, de la Iglesia Católica, promulgado en


1950 por el papa Pío XII y reconfirmado por Pablo VI en 1968, según el cual, la In-
maculada Virgen María, al morir, se elevó «en cuerpo y alma a la gloria celestial».
También debió haber una Asunción de Jesucristo: él mismo se elevó al espacio si-
deral tras su muerte y RESURRECCIÓN. El asunto es no confundir Asunción con AS-
CENSIÓN, tema escurridizo pues en principio la Asunción necesita un apoyo o trac-
ción externa, mientras que la Ascensión es más una fuerza de elevación
autopropulsada en pleno ejercicio del poder divino. Sin ir más lejos, la Ascensión o
subida de Jesucristo a los cielos se opera con una fuerza específica, «con su propia
virtud» (RIPALDA). Las asunciones eran MILAGROS frecuentes entre los dioses hin-
dúes, empezando por Rama, si bien era también frecuente el uso de un vehículo
divino (> VAHANA), por ejemplo, el gran pájaro Garuda del dios Visnú.

Atapuerca. En Ibeas de Juarros, en las afueras de Burgos, no sólo hay alubias


rojas magníficas sino también simas, como las de Atapuerca, abiertas al pasado de
la humanidad. Una mina paleoantropológica de Europa y del mundo, con una
enorme riqueza de huesos (120.000 euros de presupuesto, 120.000 visitantes anua-
les, 120 trabajadores en los sedimentos…). En la Gran Dolina apareció el Homo
antecessor, la joya de Atapuerca, un cráneo de hace ochocientos noventa mil años
y, por tanto, anterior al Neanderthal y al Homo sapiens. Y más yacimientos con
nombres llenos de expectativas: Sima del Elefante, Covacha de los Zarpazos, Por-
talón, Sima de los Huesos, El Mirador...

ataúdes. No hay más fantasiosos que los que fabrica la gente del CLAN teshi en
Accra, capital de Ghana. A partir de 1960 surgió la idea: Kane Kewi era un artista
que quiso cambiar la monotonía de las cajas de muerto. ¿Por qué no emplear la
fantasía para ese viaje? A un pescador le hizo un cofre en forma de pez. A otro, un
ataúd de cangrejo. Tras la muerte de Kewi en 1878, sus hijos siguieron con la inspi-
ración de su padre. A un hombre que le gustaba leer y discutir las noticias —le
apodaban Daily— le confeccionaron un sarcófago en forma de periódico [Müller,
2000]. Se ha extendido mucho en Ghana esta moda funeraria y los féretros no
siempre responden a las profesiones de los finados, sino a sus sueños. Uno soñaba
con ser aviador y va a la tumba dentro de un avión de madera pintado de azul. A
un taxista le meterán en el hoyo en un ataúd tallado como un Mercedes Benz, lo
que no pudo tener en vida.

atavismo. Vuelta atrás en actitudes, culturas, caracteres. En biología, implica la


reaparición de caracteres remotos, pero en literatura un atavismo sonado es Ojo
Bermejo, un ser que, en la curiosa novela Antes de Adán (London, 2004), retroce-
día hacia el salvaje mono cuando sus congéneres evolucionaban hacia una cierta
humanidad.

55
LUIS PANCORBO

ateos. Lo eran varios pueblos nilóticos, según la relación de 1867 del explorador
inglés Samuel Baker a la Sociedad Etnológica: «Sin excepción, no creen en ningún
ser supremo, ni tienen ningún tipo de culto o idolatría; ni siquiera un poco de SU-
PERSTICIÓN ilumina la oscuridad de sus mentes». Pocos pueblos pueden presumir
de eso, como recuerda Brian Morris [1995]. Lo cierto es que los exploradores vic-
torianos pusieron ahí la primera piedra de un gran error que tardaría décadas en
ser disuelto, al menos hasta los estudios de Evans-Pritchard sobre los NUER: había
religión incluso en la ausencia de santuarios en las sabanas nilóticas. ZARATUSTRA
lo negaría: «¿Pero es posible? ¡Este santo varón viviendo solo aquí en el bosque no
se ha enterado aún de que Dios ha muerto!» [Nietzsche, 1966]. Einstein no lo te-
nía tan claro: «Dios no juega a los dados con el Universo». «Hace trampas», diría
el nilótico lleno de moscas en las comisuras de los ojos.

Ati Atihan / Atih Atihan. Festival de los NEGRILLOS (aetas) de Filipinas. El


más sonado se celebra en Kalibo, capital de la isla Panay, en el grupo de las Visa-
yas. Las gentes se ponen hollín en la cara para imitar a los aborígenes, los negrillos
que ocuparon el archipiélago filipino antes de la emigración de los malayos. Ati
Atihan es un homenaje étnico en un contexto carnavalesco, que se mezcla con la
procesión de cientos de comparsas que portan imágenes de escayola del santo
Niño de Cebú, el que según la tradición fue llevado por Magallanes.

Atlántida. Continente o isla fabulosa que fue descrita con todo detalle por Pla-
tón: el palacio real de los atlantes estaba rodeado por muros de oricalco. Aún son
legión quienes quieren reinventarla o encontrar sus restos tanto en Tartessos como
en las Azores [Donnelly, 1882]. O en la LEMURIA, equivalente a la Atlántida en el
Pacífico. Otros, como Sinnett, presidente de la logia de Londres de la Sociedad
Teosófica, en línea con el ocultismo de madame Blavatsky, precisaron que el hun-
dimiento del continente-isla tuvo lugar en el Mioceno y, al mismo tiempo, ocurrió
el de la cuarta RAZA humana, la que precedió a la actual [Sinnett, 1885]. En 1925,
Percy H. Fawcett, a quien H. Ridder Haggard, autor de Las minas del Rey Salo-
món, le había regalado un presunto ídolo atlante, buscó rastros de una civilización
atlántida en la selva del Mato Grosso hasta que él mismo se perdió para siempre.

atlatl. Propulsor, lanzador, lanzadera, catapulta de mano. La palabra «atlatl» re-


úne los conceptos de «agua» y de «tirar» en idioma náhuatl y, al principio, debió
ser un instrumento para «cazar» peces en el antiguo México. Hasta hace poco lo
usaban los indios TARASCOS para cazar patos en el lago Pátzcuaro. Los españoles
de Hernán Cortés padecieron la eficacia del atlatl en sus carnes en 1520, cuando ni
las armaduras detenían el impacto del dardo. Con un atlalt, el proyectil se hace dos
veces y media más potente. Depende de cómo se haga el lanzamiento, pero puede
haber golpes mortales a 100 metros. El récord está en 260 metros. Pero era un sis-
tema que también se usaba en África hace milenios y en Europa durante el Paleolí-
tico. En el Ártico, los aleutianos, y sobre todo los INUIT, fabricaban atlatl con estea-
tita, la piedra con la que también hacían sus lámparas para quemar grasa de
mamíferos marinos. Los yupi’ik del bajo Yukón aún usan por deporte ese instru-

56
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mento que ellos conocen como nu-


qaq. Lo cierto es que coincidieron
en usar esas lanzaderas casi todos
los pueblos mal llamados primiti-
vos, desde los aborígenes de Austra-
lia a gentes del Ártico, pasando por las re-
giones ecuatoriales de África y América. Hay
petroglifos en Minesota (Estados Unidos) que mues-
tran el uso de atlatls y no deja de ser una ironía que allí
mismo vuelvan a ser empleados por cazadores deportivos
para abatir ciervos en una especie de retorno al Paleolítico.
Aunque son más los que prefieren el arco de fibra de car-
bono.

atrapasueños. Instrumento con forma de telaraña usado por los indios sioux
(> LAKOTA), ojibway, oneida… Los HURONES, indios de Canadá, fabricaban una gran
«casa de los sueños», donde ayunaban varios días y, en ese estado, tenían versiones
esclarecedoras del futuro, como informó el misionero Gabriel Sa-
gard en 1623. Otro jesuita, Jean de Brébeuf, que trabajó con
hurones e iroqueses en George Bay hacia la misma época,
dijo que los sueños servían a las personas indicadas del pue-
blo, los «soñadores», para mejorar sus posibilidades en la
caza, la guerra o las curaciones [Spillmann, 1946]. Los indios
CHOCTAW, CHEROKEES y CREE solían ir en sueños al país de los
muertos para hablar allí con sus antepasados. Frank BOAS
[1925] llegó a coleccionar una gran cantidad de sueños de los
indios KWAKIUTL del noroeste de Canadá. Por otro lado, los
sueños de los INDIOS les servían entre otras cosas para refor-
zar el «PATRÓN cultural» del grupo [Benedict, 1922].

aum / om. Mantra principal, sílaba sagrada desde los VEDAS para hinduistas y
budistas. Lo primordial, lo único, lo eterno, lo inconcebible…: «A»: creación; «U»:
conservación; «M»: transformación [Campbell, 1998]. Con aum/om empieza el cé-
lebre mantra «Om mani padme hum» (> PADMA). «La sílaba aum es el arco; la fle-
cha es el alma» dice el Mundaka Upanishad. La «a» de la sílaba aum es el mundo
de la consciencia vigilante; la conciencia onírica, cielo e infierno, es la «u»; y el sue-
ño profundo o unión mística entre Dios y su mundo es la «m» [Campbell, 1998].
Por ese camino, explorado por Campbell, hasta el ritmo del tambor del CHAMÁN es
la sílaba aum/om. Un latido cósmico, por supuesto, lo que lleva a lo más esotérico.
Om sería el primer hombre que vio a Dios, «es el nombre de un antiguo santo, el
primero de los goros, que vivió hace trescientos mil años» [Ossendovsky, 1998]. Sin
embargo, la resonancia de aum es excelente hasta para la relajación más agnóstica.

Avaiki. Lugar mítico de procedencia de los polinesios. Tiene muchas variantes en


el triángulo polinesio: Hawai, Hawai’i, Havai’i, Hawaiki, Savai’i. De modo especial,

57
LUIS PANCORBO

tres lugares fueron señalados por su sacralidad ya desde el nombre: Avaiki o Raia-
tea; Avaiki Raro o Rarotonga; y Avaiki Runga o Nuku Hiva [Tom Davis, 1992].

Avalokiteshvara. BUDA, o mejor, «bodhisattva de la Compasión Infinita». Es


decir, un Buda que, como BODHISATTVA, prefiere volver al mundo y ayudar a las
gentes antes que disfrutar de las delicias de la extinción. En China siempre destacó
al respecto Kuan Yin, o Guan Yin, diosa de la misericordia y reina del cielo. El
DALAI LAMA también se tiene —o lo tienen— por Avalokiteshvara. Como en el bu-
dismo la elección es libre, hay también istadevata, deidades que uno escoge a su
gusto aun a sabiendas de que no existen: «Cada cual tiene su camino y todo el
mundo de Buda llegará a nuestro conocimiento a través de esa deidad» [Campbell,
2002].

Avalon. Más que mítica es una falsa isla inglesa rodeada de tierras por todas par-
tes, los Somerset Levels. Glastonbury, la pequeña capital de Avalon, se enorgullece
de sus numerosas leyendas: allí estuvo José de Arimatea, mercader de metales, y
una vez trajo a su sobrino Jesús y juntos visitaron las minas de Mendip Hills. Lue-
go, José de Arimatea regresó a Avalon entre los años 37 y 64, y construyó la prime-
ra iglesia de Glastonbury, donde luego se erigió un monasterio benedictino. Es un
lugar de fuertes evocaciones artúricas desde que el rey Arturo fue conducido allí
por las Morgens, las nueves hermanas hadas. El rey Arturo (Artús), fue enterrado
en la abadía de la presunta isla, lo mismo que la reina Ginebra (Guinevere). Sus
tumbas son más difíciles de encontrar que el jardín del Chalice Well, o Pozo del
Cáliz, un pozo antiguo, en efecto, aunque sin GRIAL. Avalon, lo mismo que Tirna-
goge, es isla de la eterna primavera, o perpetuamente florecida, según otra leyenda
céltica. Ambas fueron consideradas islas de la eterna juventud. Pero Avalon siem-
pre fue más que un ELIXIR. Pudo deber su fama a ser la «isla de las manzanas» y
más si «Avalon» procede de afal, palabra gaélica para «manzana». El caso es que
desde antiguo el nombre de Avalon quedó asociado a las posibles ambrosías a base
de esa fruta: sidra, lambig, calvados, licor o aguardiente de manzana… Respecto a
Arturo, se abre camino la idea de que fuese un soldado romano del siglo V, algo
que debería sorprender a los acérrimos partidarios de la pureza en todo, y más de
los cuentos nórdicos, célticos, germánicos, siempre con sus ansias de ignorar el
proceso de transmisión cultural de Oriente a Occidente. Es un hecho que fábulas
como las de Calila y Dimnah pasaron del sánscrito al pehlvi, árabe, hebreo, espa-
ñol (Exemplario contra los engaños y peligros del mundo, Burgos, 1493), griego,
italiano… «Por estas frecuentes traducciones y traducciones de traducciones, en
los siglos XI, XII y XIII, vemos claramente que esas fábulas indias llegaron a ser su-
mamente populares y que de hecho fueron más leídas en Europa que la Biblia o
cualquier otro libro» [Müller, 1988]. Avalon y Arturo, aunque aparecen en un li-
bro del siglo XII, del obispo galés Monnmouth, tenían detrás milenios de mitos y
siglos de cuentos.

ávaros. Pueblo de origen ural-altaico, relacionado con el MONGOL, que luchó con
gran pugnacidad contra un imperio de Bizancio que rozaba su fin en el siglo VII.

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Con sus largas coletas, los hábiles y fuertes jinetes ávaros supusieron la gran oleada
arrasadora de los confines de Occidente entre los hunos y los mongoles de Genghis
Khan. Ya en tiempos de Justiniano, los ávaros controlaban una buena parte de Eu-
ropa oriental, Tracia, Macedonia, Bulgaria… pero asentarse no estaba en su carác-
ter nómada y asiático, y además les quedaba el gran pastel del mundo conocido, la
bizantina Constantinopla y su guinda, Santa Sofía. En turco su nombre, «ávaro»,
llegó a ser sinónimo de ladrón. Si una vez no pudieron, insistieron y vinieron otra
vez del este los jinetes ávaros en sus caballos pequeños y con sus largas espadas,
hombres tildados de salvajes que vivían y morían en la grupa. Los ávaros sabían tra-
bar alianzas con los eslavos al oeste y con los persas al este, formando una especie
de tenaza contra Bizancio. Por su cuenta, hostigaban al emperador Heraclio en los
Balcanes, en espera de poder cargar contra Constantinopla y conquistar la capital
del mundo conocido. En el 626, los ávaros ya son capaces de armar un ejército de
80.000 soldados y asedian la capital de Bizancio. Pero no se puede luchar contra un
MILAGRO. A los ávaros no les derrota la fuerza militar blandengue y bizantina de
Heraclio y sus tropas, sino la Virgen María, que produce una tormenta que desbara-
ta las barcas de los eslavos, aliados de los ávaros. Sergio, el patriarca bizantino, cla-
ma milagro y las hostilidades se interrumpen durante un tiempo. Es fatal para los
ávaros, que acaban siendo golpeados por sus antiguos aliados, los eslavos, los croa-
tas y los búlgaros, y no sólo pierden sus tierras en Dalmacia, sino que son arrojados
mucho más allá del Danubio. Otra vez, Europa se libraba de la cólera y la caballería
de Oriente. Es la suerte de Europa que aún no cesa.

avatara. Encarnación, especialmente de los dioses. Palabra sánscrita que signifi-


ca «bajada» de donde viene el término español «avatar», «vicisitud» o «reencarna-
ción». Visnú destaca por ser la deidad puránica, postvédica, con más avatara, nue-
ve, y en espera de su décima encarnación en Kalki, Caballo Blanco, el que
anunciará el fin de los tiempos. La avataravada, o vía de los avatara, supone la RE-
ENCARNACIÓN de un dios para derrotar el mal del mundo, para lo que resulta esen-
cial vencer la MAYA y su capacidad de fingimiento. Los dioses hinduistas también
se transforman para luchar mejor en una especie de «METEMPSICOSIS al revés».
«Mientras para los comunes mortales, la REENCARNACIÓN implica una subida (a
través de la liberación), el avatara es una bajada» [Morretta, 1982]. Visnú es el úni-
co dios de la TRIMURTI con avatara, concepto que también se da entre budistas y
JAINÍES: es Matsya (pez), Karma (tortuga), Varaha (jabalí), Narasinha (hombre-
león), Vamana (enano), Parasurama («Dios Rama del hacha»), Rama (como Rama-
chandra, «Dios Gracioso como la Luna»); Krisna; BUDA y, por fin, Kalki, el que
vendrá al fin de los tiempos en un caballo blanco.

avunculado. Término —del latín avunculus, «tío materno»— con que se de-
signa el predominio o preponderancia del tío materno en algunas sociedades. Eso
originaba derechos, no sólo costumbres, entre los antiguos cántabros y otros pue-
blos de acusado matriarcado. Las hijas heredaban las tierras y sus maridos debían
sujetarse a ellas y a sus hermanos, los auténticos jefes familiares. Ante el papel que
adquiere el hermano de la madre en el avunculado hay veces en que se diría que el

59
LUIS PANCORBO

marido, y padre, pasa a ser un mero donante de esperma. El avunculado suele dar-
se en matrimonios que apenas sobrepasan el sentido de una transacción comercial.
Fue un tema que dio mucho juego en la antropología colonial. También supuso
una de las cuatro patas o elementos básicos de la estructura del PARENTESCO según
Lévi-Strauss [1958], con sus célebres relaciones-oposiciones: padre-hijo, marido-
mujer, hermano-hermana, tío materno-sobrino uterino. Y su conclusión sorpren-
dente de que el avunculado no siempre se da en el matriarcado: también ocurre en
regímenes patrilineales.

axis mundi. Literalmente, «eje del mundo». Pilar cósmico, columna. Se emplea
para simbolizar montes, como el Meru, que enlazan la tierra y el cielo; para pirámi-
des y ZIGURAT que también conectarían niveles profundos; para árboles distinguidos
o no por la DENDROLATRÍA, pero que cumplan esa función axial, de enlazar esferas
del ser y planos del existir. Y a veces eso puede hacerlo una simple liana.

ayahuasca. Liana de los muertos, soga de los muertos. En realidad se llama así a
varias plantas de propiedades alucinógenas y, de modo especial, a las que en la selva
peruana se conocen como YAGÉ (Banisteriopsis caapi) y chacruna (Psychotria Viri-
dis). Son hervidas y su jugo es usado por los ASHÁNINKA, machiguengas, AMAHUACAS
y otros pueblos amazónicos para sus ceremonias chamánicas y viajes rituales. Reír,
rezar, viajar a otros mundos, emular a los jaguares, y luego dormir profundamente,
sin olvidar su beneficioso efecto emético, hacen que sea una planta muy estimada en
la selva, a falta de cine. Otra cosa, injusta, es creer que los INDÍGENAS sean lerdos. En
abril de 1999, cinco chamanes del Perú viajaron a los Estados Unidos para intentar
revocar los derechos de la patente de la ayahuasca que había registrado a su favor la
compañía Internacional Plant Medicine Corporation de Loren Miller. Un claro caso
de piratería genética. Miller se limitó a coger una planta de yagé del Amazonas y a
llevarla a los Estados Unidos para incubar rápidamente huevos de oro.

ayatolá / ayatolah. Clérigo ilustrado, con prestigio, dentro del CHIISMO. El


ayatolá Ruhollah Jomeini (1900-1989) fue su mayor exponente. Exiliado en París
desde 1964 a 1989, fue capaz de derribar el régimen del Sha en buena parte me-
diante la difusión clandestina en Irán de casetes de audio con sus proclamas y ser-
mones. Eso fue minando el gobierno del Sha hasta que se pudo implantar la Repú-
blica Islámica en Irán, gobernada por los clérigos. En Irak se usa el título de «gran
ayatolá» para referirse a Ali Sistani, el líder de los chiitas de ese país. Otra digni-
dad del chiismo es la de hojatoleslam («testigo del ISLAM»), usado para los mujta-
hid o clérigos de tipo medio. Bien entendido que eso es dentro de una rama del Is-
lam chiita, el duodecimano, que cree en los 12 imanes, a diferencia de los
ismaelitas, que aceptan sólo siete. Alí fue el primer IMÁN. Y Jomeini fue un presti-
gioso ayatolá, y no, como pensaron algunos, el último imán, el MAHDI, ni el imán
oculto, cuya venida aún esperan muchos.

Ayodhya. Ciudad del norte de la India (estado de Uttar Pradesh), donde se


ubicaba el gran templo de Rama. Es un epicentro de las tensiones entre hinduistas

60
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

y musulmanes nunca apagadas desde la partición de la India británica en 1947. En


1992, masas de hindúes FUNDAMENTALISTAS destruyeron la mezquita Babri, del si-
glo XVI, ubicada sobre el antiguo templo de Rama. Hubo más de 2.000 muertos,
musulmanes en su gran mayoría. En 2003, el espectro de Ayodhya revoloteó sinies-
tramente en Gujarat, donde los choques religiosos causaron centenares de vícti-
mas. Mientras, en Cachemira, el enfrentamiento entre la India hinduista y el Pa-
kistán musulmán se ha enquistado como un glaciar. Pero Ayodhya es el mayor
símbolo de una discordia de difícil solución. En el hinduismo hay no menos de 33
millones de dioses y diosas. Los musulmanes monoteístas no sólo aborrecen las
imágenes, sino que escriben de derecha a izquierda, al revés que los hinduistas.
Los hinduistas rezan cara al este, y los musulmanes cara al oeste (La MECA). Los
hinduistas reverencian el color azafrán y los musulmanes aprecian el verde. Los
hinduistas tienen al Sol en lo más alto y los musulmanes a la Luna, y hasta la ponen
en su bandera. Los hinduistas usan rosarios, japamala, casi ristras, para rezar a sus
innumerables dioses. Los rosarios musulmanes son de 99 cuentas como los 99
nombres de Alá. A veces, unos tiran un rabo de vaca en un mandir y consiguen
que otros tiren una cabeza de cerdo en una mezquita con el idéntico resultado de
muchos muertos.

ayoreos. Indios de la región del Chaco, al norte de Paraguay. En 2004, fue en-
contrado un pequeño grupo de «silvícolas», como llaman allí a los INDIOS aislados
o sin contactos. Y se cree que pueden quedar algunas bandas más de ayoreos toto-
biegosode, los últimos indios errantes que se han librado de la asimilación, o re-
ducción, a la que han sido sometidas las etnias del Chaco y la Chiquitania (> LEN-
GUAS) por los diversos grupos cristianos, evangélicos, MENONITAS… En el caso de
los ayoreos, influye por supuesto la ambición de quienes quieren a todo trance
ocupar y explotar no menos de medio millón de hectáreas de su territorio ancestral
del Alto Paraguay y Boquerón.

azalai. La gran caravana de los TUAREGS. Hay quien cree que la palabra más pre-
cisa para gran caravana es taghlamt [Bernus, 1981]. El 17 de octubre de 1850, el
explorador alemán Heinrich Barth pudo contemplar en Agadez una caravana de
los itisan y los kel-gerés de 10.000 camellos. Hace muchos años que ya no hay una
sola y gran caravana, sino varias y pequeñas. En 1985 pude ver en el desierto del
Teneré una caravana de un centenar de camellos de los kel owey que iban con la
sal cargada en Fachi hasta Kano (Nigeria) para cambiarla por mijo y telas teñidas
de índigo. Aunque cada vez van quedando menos, entre noviembre y abril se po-
nen en marcha las azalai que recorren los desiertos del Níger, el Aïr y el Teneré, y
cubren los alrededor de 600 kilómetros que hay desde Agadez al oasis de Bilma
(Fachi está unos 200 kilómetros antes). En ocasiones excepcionales bajan hasta Ni-
geria. Los camiones hacen la competencia y los GPS sustituirán dentro de poco a
Amanar (Orión) y a la guía de las Pléyades.

azerí. Pueblo del Azerbaiyán, una de las antiguas repúblicas socialistas del CÁU-
CASO. En el noroeste de Irán también existe una comunidad de azeríes, en su ma-

61
LUIS PANCORBO

yoría de religión chiita. En realidad son un pueblo en una tierra de muchos con-
trastes y alfabetos: cirílico, árabe, latino… Para sus vecinos armenios, los azeríes
son TÁRTAROS [Kaplan, 2001], prejuicio peligroso en el área cultural rusa, y, con lo
mismo, los machacaron durante la guerra por el enclave de Nagorno-Karabaj. Ese
enclave era parte de Azerbaiyán, pero los armenios no dudaron en ocuparlo en la
década de los noventa, agitando unas pulsiones religiosas de gran ATAVISMO. El
monte NUD, o Vaus, ya fue un promontorio sagrado para zoroastrianos y para al-
gunos cultos cristianos a los REYES MAGOS que se propagaban en esa zona.

azteca. Antiguo pueblo procedente del norte de Anahuac (México), de la fami-


lia yuto-azteca (yute-azteca), como los sohsones, pimas, comanches, náhuatls y
otros… Llegó a extenderse desde Utah (Estados Unidos) hasta el sur de México,
donde antes que ellos, desde el siglo VII, habían penetrado los TOLTECAS. Los azte-
cas consiguieron la supremacía en Anahuac sobre toltecas, chichimecas y demás
pueblos primitivos, con una monarquía absoluta y una religión que daba cabida a
13 divinidades capitales y no menos de 200 secundarias. Los INDIOS que encontra-
ron los españoles de Hernán Cortés, que descendían de aztecas y se llamaban a sí
mismos mexicas, habrían llegado a Tenochtitlán en el valle de México hacia el año
1215. Sin embargo, en México hay quienes no cesan de realimentar y reavivar el
cliché de lo azteca, una civilización que ya había decaído cuando llegó Cortés, tras
oprimir y absorber otros pueblos del viejo Anahuac. A veces se llega al paroxismo
de esta cuestión con la «cerveza azteca», el «fútbol azte-
ca» y hasta la «comida azteca», término peligroso que po-
dría confinar en la ingestión de vísceras humanas, no sólo
en la amable evocación de Tezcatlipoca, dios que baja al
mundo en un hilo de araña. Embarca a Tula a jugar a la
pelota con Quetzalcoalt. Usa la MAGIA contra los adversa-
rios: se transforma en tigre, en bailarín, en vieja… Dios
del hambre, de la peste y de la muerte, y, en cuanto a jefe
del grupo de los dioses solares, «sol pernicioso de la esta-
ción abrasadora, que devora las nubes» [Bertillon, 1880].
Y con todo hay quien quiere volver a adorarlo.

62
B Vusco volver de golpe el golpe.
César Vallejo, Trilce, IX

Baal. Gran dios fenicio. También, Baal Hammón, casado con la diosa
TANIT cuyo templo en Cartago «estaba adornado con pieles de enanos»
[Kaplan, 2004].

babalan. Curandero o médium en las islas TROBRIAND (Nueva Guinea), donde


brilló el sombrío talento de Bronislaw Malinowski: «En esa ocasión, hice uno o
dos chistes malos y un bloody nigger [«puñetero negro»] hizo una observación re-
probatoria, ante lo cual me puse a maldecirlo y me sentí altamente irritado» [Mali-
nowski, 1989]. El antropólogo no echaba las culpas universales, incluso de sus
propias alteraciones, a los babalan: «La reacción inicial de considerarme culpable
de todo predomina y siento una especie de capitis diminutio; un hombre sin valor,
disminuido en su valor». La depresión galopaba junto al fabuloso acopio etnográ-
fico de un pionero de la antropología de campo.

Babel. Confusión (de la palabra de raíz semita bill, que significa «confundir»).
Por antonomasia se refiere a la torre mítica en la llanura de Senaar desde donde se
pretendía llegar al cielo. Una arrogancia castigada por Dios haciendo que los tra-
bajadores no se entendieran los unos con los otros. Aunque la Biblia dijera que Ba-
bel era confusión y el nombre pasó a significarlo…, «ba significa “padre” en las
lenguas orientales y Bel significa “Dios”; Babel significa “la villa de Dios”, “la villa
santa”» [Voltaire, 1964]. Pudo ser un ZIGURAT, después de todo «la vanidad siem-
pre ha levantado grandes monumentos» [Voltaire, 1964], lo que sería aplicable a
otras pirámides del mundo, incluidas las de México, Cholula, Uxmal… Los mikir,
una tribu de origen tibetano-birmano de Assam, en el nordeste de la India, creen
que, en el principio de todo, los descendientes del dios Ram quisieron llegar al cie-
lo construyendo una torre, hasta que los demonios confundieron sus lenguas y se
produjo la diversidad [Frazer, 1981]. Es coherente con lo que concibieron los ha-
bitantes de las islas del Almirantazgo (Papúa-Nueva Guinea), los KAREN de Birma-
nia y tantos otros… Pero es que, a finales del siglo XXI, no quedará ni la mitad de

63
LUIS PANCORBO

los idiomas hablados en el planeta y en doscientos años habrá desaparecido el 80


o 90 por ciento de las 6.307 lenguas que se hablaban en el año 2000. En ese con-
texto, la solución no vendrá tanto de un nuevo Pentecostés y el correspondiente
don de lenguas, sino de aprender inglés como lengua franca. Por otro lado, el es-
pañol ya es el segundo idioma que más personas tienen como lengua materna, sólo
superado en ese aspecto por el chino MANDARÍN. Según datos del Summer Institu-
te of Linguistics de Dallas, hay 52 lenguas con un solo hablante y 426 a punto de
desaparecer. En apenas un siglo, en Australia han caído en el olvido 150 lenguas
y otras tantas están en peligro de muerte, como sus hablantes ABORÍGENES. En
los Estados Unidos de Norteamérica, el inglés pulverizó en torno a las 300 len-
guas que había antes del siglo XVII y otras 85 están prácticamente extinguidas
[Grimes, 2005].

Babilonia / Babylon. La antítesis de Jerusalén, aunque su etimología lleve a


«puerta del cielo» [Chevalier, 1982]. Hoy se llama así a todo lugar de lujo, esplen-
dor o donde toda corrupción es posible. Para los RASTAFARIS es el lugar del horror,
pero precisamente porque tienen que vivir en él, que no otra cosa es ese exilio pe-
noso que deben sufrir en el oeste, especialmente en Jamaica. Hace al menos dos
mil seiscientos años, Babilonia fue la capital de un imperio, donde se erigieron los
Jardines Colgantes, y aún antes de eso, la Torre de BABEL. En el Apocalipsis, Babi-
lonia aparece en cambio como una ciudad mística. Para los norteamericanos de
Irak sirve de campamento militar. Hasta 2.000 soldados lo ocupan, con la consi-
guiente contaminación de las ruinas y los daños irreparables en la Puerta de Ishtar
y la Vía Procesional. Hasta cavaron trincheras en uno de los ZIGURATS, como de-
nunció en su informe John Curtis, Conservador del Museo Británico de Londres,
en enero de 2005.

Bactria. Al norte de BAMIYAN se alza el perfil de la voluntariosa muralla de Balj


(Balkh), la antigua capital de ese cabujón, más que imperio, que los griegos de Ale-
jandro incrustaron en pleno Afganistán. Casi dos siglos duró la gran aventura del
reino bactriano, bañado por ríos como el Oxus o el Arius, que daban fertilidad al
país. Los camellos bactrianos, peludos, resistentes, fueron un arma de guerra que
proporcionó victorias colosales a los partos y a otros pueblos que supieron usarlos.
Entre las glorias de Balj destaca la de haber sido la cuna de ZARATUSTRA. Su gran
esplendor comercial duró hasta la muerte del rey Menandro en el 145 a.C. Helio-
cles, un griego de Asia Menor, pretendió el trono de Balj, pero el cabujón ale-
jandrino acabó siendo arrasado por nómadas a caballo. Una y otra vez llegaron
oleadas de los dueños del viento y de un esquemático fanatismo: los TÁRTAROS o
bárbaros del este. Así, hasta la gran conquista de Bactria por GENGHIS KHAN en
1220. Luego, los propios mongoles (> MONGOL) se hicieron sedentarios un tiempo.
Pasarían a ser conocidos como mogoles (> MOGOL) de Afganistán y, con jefes
como el del Gran Mogol Babur, partirían desde Afganistán a la conquista de la In-
dia. Es la otra cara, vieja y espléndida, de un país tan derrotado como el actual Af-
ganistán. Pero a veces saltan las sorpresas del pasado. En 2004 se recuperaron
20.000 piezas de oro de Bactria guardadas en seis cajas fuertes en Kabul que habían

64
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

sido encontradas en 1978 por arqueólogos soviéticos. Con tantas historias de inva-
sión, incluso tan recientes, nadie pudo robar el oro de Bactria.

Bafomet / Baphomet / Bafometto… Presunta deidad adorada por los


caballeros del Temple. Diablo, o mezcla, según, de san Juan Bautista y Mahoma.
Su cabeza de carnero con cuernos (la cornucopia fue un antiguo
símbolo y deidad de la fertilidad) fue transpuesta por los católicos a
la imagen ritual del demonio. Más esotérica y sufí es la versión de
Bafomet como Abufihamet, nombre traducible por «padre» o
«fuente de la comprensión». Para otros era la representación del
MANDYLON de los antiguos masónicos. Lo cierto es que Clemente V,
con su bula Pastorales Praeminentiae, dio vía libre a la persecución
de los TEMPLARIOS en 1312 y, al mismo tiempo, a un inagotable río
de críticas y conjeturas. El escritor Pierre Klossowski, hermano mayor del pintor
Balthus, obtuvo el Prix des Critiques por Baphomet, una novela llena de olor a
azufre, como se decía a principios de siglo XX, en la que describe rituales templa-
rios hasta transformalos en mito o, según Maurice Blanchot, traduciendo «con
suntuosidad barroca, la experiencia del ETERNO RETORNO». Bafomet es ahí el
«príncipe de las modificaciones», recreando, en medio de un erotismo subido, «el
mito del andrógino» [Maltese, 1974].

bafur. Gigantes míticos, algunos de más de cinco metros, de la prehistoria de


Mauritania. Se especuló con que podían proceder de las islas Canarias, o que eran
getulos, un antiguo pueblo magrebí aliado de los numidas de Yugurta contra los
romanos. Según una leyenda mora, los bafur fueron los primeros habitantes de
Chinguetti. Aún se enseñan las huellas de los bafur en la región del Adrar maurita-
no [Klotchkoff, 1990].

bahaí / baha’i. Doctrina o religión sincretista, con en torno a cinco millones


de adeptos en todo el mundo, que respeta a todos los grandes profetas, dado que
su fundador, Bahá’u’lláh (1817-1892), se presenta al mismo nivel de
«mensajero divino» que Abraham, Moisés, BUDA, Z ARATUSTRA,
Cristo y Mahoma. De matriz islámica, y concomitante con algu-
nas partes del CHIISMO, la fe bahaí también tiene la creencia en un
IMÁN oculto, el duodécimo, que contactó con un intermediario, o
báb («puerta»). Otra cuestión es que un día se realice la promesa
divina de la llegada de su Mesías, el MAHDI, a quien también se le lla-
ma Qa’im, «El que se alzará». El último báb fue ejecutado en 1850 en Tabriz
(Persia), y su tumba se encuentra en el monte Carmelo, junto a Haifa (Israel). Fue
el precursor y anunciador del mensajero divino Bahá’u’ulláh, uno de cuyos pensa-
mientos fue innegable: «La Tierra es un país y los hombres sus ciudadanos», y,
desde luego, nadie niega su bondad al poner el acento en la armonía, la igualdad,
el amor... El lugar más santo de la fe bahaí es la tumba de Bahá’u’ullah en Bahji,
cerca de Acre (Israel), tierra donde precisamente las buenas palabras han sido
sustituidas hace tiempo por las balas o los guijarros.

65
LUIS PANCORBO

bai. Zonas herbosas y pantanosas que, junto a las salinas y las sabanas (dembo),
caracterizan al parque nacional Odzala, a unos 500 kilómetros a vuelo de pájaro
desde Brazzaville, capital del CONGO. Los bais de Moba y Maya sirven de hábitat a
una rica fauna en la que destaca el GORILA de llanura. Los gorilas se alimentan con
unos juncos de las charcas que arrancan con raíz, lavan cuidadosamente y se llevan
a la boca con delicadeza. Los bais con aguas de más salinidad son preferidos por
los elefantes. Además de los bais, otros rincones de gran importancia faunística,
como el santuario de gorilas de Lossi, integran el parque nacional Odzala, creado
en 1935, y sin visitantes durante décadas. Su redescubrimiento tuvo lugar en los
años noventa, en el contexto del programa ecológico ECOFAC, fruto de la coope-
ración entre la Unión Europea y el Congo. La tribu local de los mboko nunca dejó
de ir a los bais para fabricar la llamada «sal negra», por el color que adquiría esa
especie de sal obtenida de hervir en cazuelas de barro aguas salobres con bayas
carbonizadas. La sal negra era un producto muy apreciado en varios puntos del
Congo. «Una ruta de la sal atravesaba el país kota por entero, a la par que “el río
de la sal” (el Lebango), hasta las salinas», escribía el explorador Jacques de Brazza
en 1885. Los cuatro grandes grupos étnicos de Odzala son mboko, kota, nomgom
y los PIGMEOS bakola. Los mboko de mayor edad, en el Lebango, todavía saben el
proceso de la sal no sólo de cocina, pues: «se incluía en la confección de varios me-
dicamentos tradicionales» [Christy, 1999].

bajalato. Territorio regido por un bajá, o pachá, como se llamaba en el imperio


otomano a los virreyes o gobernadores de provincias. El bajalato de Larache, bajo
la jurisdicción del Protectorado español de Marruecos, fue bien conocido gracias a
la información de Teodoro de Cuevas, vicecónsul de España en esa ciudad. Puso
gran empeño en el estudio de las cabilas Jolot y Tlig y, ya en plan de esotérico pre-
cursor, conjeturó sobre el montículo de Utad con su círculo de piedras cónicas,
como druídicas. La mayor piedra se llama Utad y tiene cinco metros de altura y
uno de anchura, y el color y la apariencia de las rocas de Montserrat. Los naturales
creían que los caballos se hundirían al pisar ese terreno, que además sonaba como
si estuviese hueco. Cuevas también investigó una boca subterránea, en la alcazaba
de Arzila, «por la cual nadie se atreve a penetrar». Sí se entraba allí, un frío de
muerte y bocanadas de aire húmedo apagaban las velas: «Es el aliento de Eblis, el
genio del mal» [Cuevas, 1883].

bajau / badjao. Pueblo malayo de SABAH, isla de Borneo, relacionado con los
bajau-laut filipinos, cuyos miembros son más conocidos como sea gypsies, «gitanos
del mar». Hace ya un par de generaciones que los bajau de Sabah, de ser gente de
mar, se volcaron en la ganadería y han ganado fama como vaqueros.

bal bal. Espíritu con cuerpo de hombre y alas de pájaro según creencia de los
MOROS de Filipinas. Vive de los hígados de los cadáveres no enterrados. Otra cria-
tura fantástica de los moros de Mindanao es el kurits, una especie de fénix que re-
nace de sus cenizas, aunque en forma de cocodrilo, y de piel tan dura que ninguna
daga kris puede penetrarla. Contra todo eso antaño se usaban anting-anting, un

66
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

AMULETO hecho con elementos animales y que lo mismo detenía las balas que pro-
tegía de las enfermedades.

balanda. Corrupción de hollander, «holandés». Así se llama al hombre blanco,


extranjero, europeo, en IRIAN JAYA y otros puntos de Indonesia. En el Borneo ma-
layo llaman orang balanda al NÁSICO, un mono de enormes narices, y especialmen-
te a los machos.

Bálder. El resplandeciente. Dios escandinavo, hijo de Odín y Freya, y sin embar-


go ser ubicado con cierta ambigüedad entre el cielo y la tierra. Pese a ser dios, soñó
con su muerte y murió. La culpa fue del MUÉRDAGO que crecía al oriente del WAL-
HALA o, más bien, del dios ciego Hother, que fue quien tiró a Bálder una rama de
esa planta y lo atravesó. Lo quemaron en una pira con todas sus pertenencias, su
barco, su caballo y sus jaeces. El muérdago fue, pues, el instrumento de su muerte,
pero al mismo tiempo un gran signo de vida. Se recogía en el solsticio de verano,
época en la que se hacen hogueras en Noruega, Dinamarca y Suecia llamadas Bal-
der’s Balar, «Fuegos de Bálder». «Son piras que evocan la muerte [del dios], sin
descartar que los festivales ígnicos europeos señalen la práctica anterior de sacrifi-
cios humanos» [Frazer, 1981]. Eso se creía al menos en relación con los fuegos de
Beltane en los montes de Escocia o con lo que refirió Julio César de los celtas de la
Galia que quemaban a los criminales en un gran festival cada cinco años.

Bali Hai / Bali Ha’i. La isla más maravillosa de los mares del sur, según el es-
critor James Michener en su libro de 1947 Tales of the South Pacific («Relatos del
Pacífico Sur»). Pero, ¿cuál es esa isla? La ubicación de Bali Hai, como la del
SANGHRI-LA, sigue estando abierta a las interpretaciones. Hay quien ha creído que
se trataba de Bora Bora en la Polinesia Francesa, pero el propio Michener solía po-
ner en la pista de Espíritu Santo, isla de Vanuatu: «...de todas las islas del Pacífico,
Santo es la que más impresión me ha hecho». La razón que da en 1951, en Return
to paradise («Regreso al paraíso»), es que Santo tiene una «zany life», una vida es-
trafalaria, en el sentido de un tanto surrealista. Michener, uno de los 100.000 sol-
dados acantonados en Santo durante la Segunda Guerra Mundial, no tenía mucho
tiempo libre, pero sabía que en esa isla hay playas tan magníficas como una que los
colonos franceses llamaron Champagne, de las mejores de los mares del sur. Pero
Bali Hai, aparte de poder ponerse donde se quiera con la condición de ser un lu-
gar inigualable, tenía que ser más bien una isla entera. Por eso la pista de Bali Hai
apunta a que se trate de Maevo, otra isla de Vanuatu, también alabada por Miche-
ner. Ecos que se fueron ondulando hasta llegar a la película musical South Pacific
(1958), donde Bloody Mary canta al teniente Cable aquello de «Bali Ha’i it calls
you…» («Bali Ha’i te llama…»).

baloma / balom. Espíritus de los muertos para los nativos kiriwina de las is-
las TROBRIAND. Nada tendría de particular si las baloma no vinieran a impregnar a
las mujeres cuando se bañan en la laguna coralina. Esa impregnación produce a su
vez la REENCARNACIÓN de un antepasado [Malinowski, 1974]. También se veía a la

67
LUIS PANCORBO

baloma como alma. La baloma viaja tras la muerte a algún lugar oscuro como
Tuma, una islita al noroeste de las Trobriands, pero el kosi, el fantasma del muerto,
ronda y molesta en el poblado. Aun son peores las mulukuausi, brujas que huelen
a carroña, agitan el mar y comen lenguas y pulmones de personas. Generalmente,
la baloma se zafa de todo eso y espera en Tuma, feliz y confiada, poder regresar y
volver a morir. Es sin duda una compleja imagen mental de la realidad pues parece
que el alma baloma contradice la existencia de la otra alma negativa, o kosi. En las
milamala, o fiestas de distribución de alimentos, las baloma de los fallecidos po-
dían volver a actuar a su antojo. Más chocante es que una baloma podía procrear.
Los nativos, desconociendo las causas de la gravidez, encontraban a sus mujeres
preñadas tras largos viajes y creían que había sido una baloma la que había traído
ese hijo: «…realidades que se oponen, una operando por distorsión con respecto a
la otra; son ante todo pistas diferentes y complementarias para la comprensión del
significado» [Cantor Magnani, 1988].

Bamiyan. Localidad de Afganistán, enclavada en los contrafuertes del Hindu


Kush, en la antigua Ruta de la Seda, encrucijada donde confluyeron las culturas in-
dia y china, sin olvidar a los griegos de Alejandro, los MONGOLES, los musulma-
nes… El lugar fue tristemente célebre en el año 2001 por las voladuras de escultu-
ras de Budas y pinturas murales por parte de los TALIBANES. El Buda de Bamiyan,
de 53 metros de altura, aunque con la cabeza ya rota y desfigurada, era una joya de
la humanidad, además de otras figuras, de 36 a 53 metros de altura, esculpidas en-
tre los siglos II y IV, que se alzaban en un barranco de piedra rojiza horadado por
cuevas. Esas cavidades fueron usadas por los budistas afganos antes de la invasión
musulmana y, en tiempos actuales, por la población local después de que los tali-
banes destruyesen sus casas en 1999, sumando salvajismo al mayor episodio de
ICONOCLASTIA en muchos siglos.

bandeirantes. Gentes, más «de bandas» que «de banderas», mestizas de pa-
dres blancos portugueses y madres indias, o al revés. El caso es que su bandidaje
tuvo su punto de atracción como los de ciertos dacoits de la India, Luis Candelas,
Robin Hood y otros traviesos proscritos (no siempre con el humor de Richmal
Crompton)... Estarán fuera de la ley pero hacen soñar por su libertad, por tener las
estrellas como manta y, en el caso de los bandeirantes, la cachaça o pinga de caña,
que no falte. Los bandeirantes son además parte del jeito nacional brasileño, es de-
cir, de la habilidad para conseguir cosas con gracia, no bajo el imperativo de algo.
Así encarnan un espíritu nacional positivo, digno de imitación, que ha dado nom-
bre hasta a la cadena televisiva TV Bandeirantes. Supusieron un filón cinematográ-
fico desde Os bandeirantes (1960), de Marcel Camus, aunque hay que quitarse el
sombrero y afrontar la insolación ante Deus e o Diabo na Terra do Sol (1964), de
Glauber Rocha, una película oprobiosa de calor y rebosante de pasión en blanco y
negro. Terra em transe (1962), siempre de Glauber Rocha, era la que más admira-
ba Scorsese: una película que excavaba en esas barbas híspidas, ácidas, esas ojeras,
esas codicias y lujurias tan de los bandeirantes, también llamados paulistas porque
fueron ellos los que hicieron el cogollo de São Paulo. A partir del siglo XVII, fue te-

68
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mible el tráfico de esclavos que montaron los bandeirantes en el interior de Brasil


(Goiás, Mato Grosso). A buscar oro iban a Minas Gerais y hasta a las REDUCCIO-
NES de Paraguay. Los bandeirantes incendiaron así la imaginación popular brasilei-
ra, ya propensa, aunque los CANGAÇEIROS no les fueron a la zaga en cuanto a lacras
y romanticismo.

bangi / bhang. Cáñamo indiano, marihuana. En el bosque ecuatorial del Con-


go se conoce como chanvre y los PIGMEOS lo intercambian con los grandes negros
vecinos por caza y otros productos. En Khiva (Uzbekistán), una ciudad con flore-
ciente mercado de esclavos hasta el siglo XIX, llamaban beng a su narcótico preferi-
do, así como no había mejor bebida que el kinis, leche fermentada de jumenta o
camella [Vambery, 1989].

baniano / banyan / banjan… El baniano (Ficus indica), también conoci-


do como higuera índica o higuera estranguladora, es por antonomasia el ÁRBOL SA-
GRADO de la India. La palabra banyan puede venir de banij, «mercader», porque a
su sombra se reunían antiguamente los comerciantes. Bajo el BHO, de la especie Fi-
cus religiosa, alcanzó la iluminación Siddharta Gautama (BUDA) en Gaya (estado
de Bihar, India), lugar que pasó a llamarse Bhoda-Gaya. Hay centenares de ficus
distintos en la India, como múltiples son las actividades religiosas y míticas que
evocan sus grandes enramadas. Bajo ellas bailan las angélicas APSARAS. La vrata
(fiesta de ayuno y oración) llamada Vat Savitri (y otras veces, Banyan Savitri) se ce-
lebra en la luna llena del mes de jeshta en honor de Savitri, consorte de BRAHMA e
ideal de la fidelidad femenina. Las mujeres devotas ayunan, oran y practican ritua-
les en torno al santo baniano. También son árboles sagrados en la Melanesia. A los
pies de los banianos se abren los calveros para reuniones —los nakamal—, donde
se liba el jugo narcótico de la KAVA. Otro ficus importante es el pipal o peepul (Fi-
cus Bengalensis), asociado en el hinduismo popular al dios Visnú. En cambio, el
árbol sagrado de SIVA es el asoka, sobre todo el que florece cuando una virgen le
toca con su pierna.

banshee. Bruja céltica. La palabra proviene de los vocablos gaélicos ban, o


bean, «mujer», y shee, shide o sheehogue, «hada». En las leyendas de Irlanda y Es-
cocia es la que anuncia la muerte. Se presenta en tres formas femeninas y en mu-
chas animales, como liebre, comadreja, cuervo... Malo si se presenta con un coche
fúnebre tirado por caballos sin cabeza conducido por un Dullahan, el jinete desca-
bezado [Yeats, 1988].

bantú. Término que significa «seres humanos», «hombres», plural de mu-ntu,


«hombre». En 1852, K. A. Barth denominó Ba-Sprachen, «lenguas ba», a todas las
que tuviesen la raíz ntu para «hombre» [Kagame, 1979]. Los etnólogos aplican el
término «bantú» a diversos pueblos relacionados entre sí por hablar lenguas ban-
túes. Así pues, «bantú» es término usado con cierta flexibilidad para agrupar a no
menos de dos centenares de etnias de África central y austral, con una población
de unos 50 millones de personas. Es un tanto aleatorio pretender circunscribir el

69
LUIS PANCORBO

alcance de la etnicidad, lengua y cultura bantúes, dadas las mezclas y la diversidad


de todo tipo que puede encontrarse, desde el mundo de habla SUAJILI en el este, a
pueblos de Zambia o ZIMBABUE, desde los sesotho (sesuto) a los xhosa, y tantos
otros grupos de Sudáfrica. Los bantúes llaman a los blancos MZUNGU.

bantustán > APARTHEID


banyamulenge. Grupo ruandés de etnia TUTSI que ahora vive en su gran ma-
yoría en Kivu Sur, en la República Democrática del Congo. Aunque las cifras son
aleatorias, se calcula su número en torno a 400.000 individuos, repartidos por el
CONGO, Ruanda, Burundi, más algunos grupúsculos en Tanzania y un número in-
determinado de banyamulenge mezclados con etnias congoleñas como bufulero,
batetela, bushi… El origen de los banyamulenge es debatido. Mientras ellos mis-
mos se consideran un pueblo congoleño, de Mulenge, muchos en el Congo los tie-
nen por barwanda, o ruandeses, además infiltrados. Lo cierto es que los banyamu-
lenge han estado en medio de todos los éxodos y azares que se han abatido sobre
la zona. Fueron expulsados del Zaire por el presidente Mobutu y muchos tomaron
parte en los conflictos étnicos que se han propagado desde los años noventa en el
triángulo del horror formado por Ruanda, Burundi y la actual República Demo-
crática del Congo. Baste recordar el genocidio de 1994 en Ruanda, cuando las mi-
licias HUTU acabaron con más de medio millón de TUTSI; la guerra civil de Burundi,
el éxodo hacia Goma y otras localidades congoleñas... En 2004, los banyamulenge
ocupaban militarmente Bukavu, una importante ciudad del nordeste del Congo,
volviendo a desatar el temor de que actúan como secesionistas a favor de Ruanda.

baobab. Sus ramas parecen raíces, o dedos gigantescos, casi desnudos de hojas.
David Livinsgtone describió los baobabs como zanahorias plantadas al revés. Pue-
den tener un tronco de más de 10 metros de diámetro y alcanzar los 25 de altura.
El BAOBAB de Chapman es con mucho el mayor de África y por tanto del mundo.
Un ejemplar de baobab de Chapman, con una antigüedad de varios miles de años,
y un tronco de al menos 25 metros de diámetro, se encuentra en Makgadikgadi
Salt Pans (Botsuana) y a su sombra acamparon exploradores de la talla de Livings-
tone, Selous y Baines. La especie más conocida de las ocho existentes es la Adan-
sonia digitata, descubierta por
el botánico francés del siglo
XVIII Michel Adanson, quien
aseguró haber encontrado dos
ejemplares en Cabo Verde de
más de cinco mil años de edad.
Antaño en Senegal sepultaban
en el tronco hueco de los viejos
baobabs a los juglares (>
GRIOT ). Los frutos, como pe-
queños melones, se llaman «pan
de mono». Para algunos pue-

70
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

blos africanos, las hojas y los frutos del baobab tienen propiedades febrífugas, lle-
gándose a usar en ausencia de QUININA.

barabaig. Rama de los datoga (también llamados mangati) compuesta por unos
80.000 individuos. Viven en el distrito Hanang de la región de Arusha, en el norte
de Tanzania, no lejos del lago Eyasi. Fueron rivales de los MASAIS y expulsados por
éstos de regiones de buenos pastos en torno a Ngorongoro. Sin embargo, tanto las
características físicas de los barabaig (tribu de origen nilótico), como su cultura
pastoril, sus poblados y sus bailes son muy similares a los de los masais. De hecho,
algunos poblados barabaig reciben también turistas.

baraka. Suerte divina o suerte sobrenatural. Una palabra árabe de la que podría
proceder la española «baraja». Los SUFÍES emplean la palabra «baraka» en el senti-
do de «bendición de lo divino». Baraka, lo mismo que TABÚ, MANA y TÓTEM, son
conceptos sin los cuales parece que no se podía expresar bien la religión primitiva
o particular de los pueblos que las usan [Evans-Pritchard, 1965].

barbasco / embarbascada. Planta leguminosa con alto contenido en rote-


nona, usada en Perú para las grandes pescas o cuti. También es el nombre de un
método de pesca ancestral. Consiste en echar el jugo del barbasco, o de otras plan-
tas y lianas, en ríos, charcas, arroyos… para asfixiar a los peces. No se trata de en-
venenarlos, como a veces se cree, sino de quitar el oxígeno para atraparlos en las
represas que se hacen a este efecto. Con sus muchas variantes, la pesca con barbas-
co, o barbasqueo, es común a muchos INDIOS de América, a tribus papúes, filipi-
nas, de Borneo… Los indios ASHÁNINKA primero machacan con piedras unas lia-
nas y luego extienden su jugo lechoso en una quebrada. Al cabo de poco tiempo,
salen bocachicos, sardinas de agua dulce y a veces zúngaros, aunque no siempre
los «de vara y media», como los que los españoles de Gonzalo Pizarro decían que
había en el río Curaray del Ecuador.

bardo. PURGATORIO del BUDISMO tibetano. Pero más que un lugar donde se
pena, o purga, como en el purgatorio cristiano, el bardo entraña un «estado inter-
medio en el que permanece la entidad desencarnada, desde el momento de la
muerte hasta la REENCARNACIÓN» [David-Néel, 2000]. El Bardo Thodol o Bardo
thös tol («El Libro tibetano de los muertos») es «una guía del viajero en el más
allá». En ella aprenden los budistas tibetanos que la muerte es sólo el principio de
un «arduo viaje, lleno de peligros, que el hombre debe efectuar en el intervalo que
se extiende hasta su nueva reencarnación». Hay un viaje de las almas —atravesan-
do los siete CHAKRAS— hasta un paraje donde aguardar la reencarnación y, even-
tualmente, donde expiar las culpas del KARMA. El tiempo de estancia en el bardo es
de 49 días, o siete veces siete días. Es el mismo tiempo que los budistas japoneses
creen que deambula el espíritu tras la muerte: 49 días en que puede volar sobre la
casa y rondar sobre la familia, hasta serenarse cuando va a llegar a su debida situa-
ción: cielo, infierno o reencarnación. Ese día, el 49, los budistas japoneses envían
regalos a los amigos y familiares que 49 días antes asistieron al funeral. Los sintoís-

71
LUIS PANCORBO

tas japoneses (> SINTOÍSMO) prefieren que sea 50 el número de días que pasa el es-
píritu desencarnado.

barmanu. Nombre que recibe el YETI en la región de Chitral, al nordeste de


Pakistán. Se trataría de un ser de unos 170 centímetros de altura, con gran TORO
superciliar, de ancho y peludo tórax, cuya presencia en los valles del Hindu Kush
motivó alarmas y testimonios de la tribu KALASH. Jorge Magraner, un antropólogo
valenciano de treinta y cinco años, fue asesinado en Chitral, en agosto de 2002,
tras dedicar largos años a la búsqueda del barmanu. Todo empezó por la fascina-
ción que le produjo la lectura de El Hombre de Neanderthal todavía vive (1974),
de Bernard Heuvelmans y Boris Porschne.

barmitzva / bar-mitzvah / baramizuab / brith milah. Literalmen-


te, «hijo del precepto». Ceremonia, parecida a una confirmación católica, que los
hebreos suelen celebrar a los trece años. A esa edad, la sinagoga les acoge en toda
su plenitud. Desde entonces serán responsables de sus pecados como sus padres lo
fueron de los que ellos cometieron hasta tener esa edad. Por otro lado, la barmitz-
va es un marcado signo o seña de identidad del judío.

baruya. Etnia del valle de Wonemara (Papúa-Nueva Guinea) encontrada en


1951. Los baruya vieron una manera de sobrevivir en el altiplano cultivando la lla-
mada caña de sal. Sometida a un proceso de maceración, esa caña produce una sal
muy apreciada. Los baruya intercambian esa sal, que para ellos es dinero y poder,
por numerosos productos, desde conchas a plumas. Creen que la sal se acumula en
el hígado, un órgano lleno de sangre y de simbolismo del poder masculino [Gode-
lier, 1998]. Los niños baruya nacen de un padre y una madre, pero sobre todo del
sol. El astro rey es el que fecunda (así como la sangre menstrual supone el mayor
peligro para el equilibrio de los varones). Las iniciaciones rituales por parte de los
brujos de los muchachos baruya, con felación e ingestión de esperma —«el alimen-
to que da fuerza la vida»—, han sido interpretadas como una iniciación que sirve
indirectamente para procurar el posterior dominio de la mujer [Godelier, 1982].
Hasta el punto de que la sociedad baruya, descrita por el antropólogo Godelier,
que convivió con esa etnia a partir de 1967, se convirtió en una especie de paradig-
ma del machismo contra el que se lanzaron críticas feministas, dado que las muje-
res baruya están subordinadas totalmente a los hombres, sin poder acceder al
mundo ritual, y sin que les pertenezcan los hijos.

Basajaun / Basa Yaun. En la mitología popular vasca, Señor del bosque o


Señor de la selva. A veces conocido como Anxo, aparece en la monumental novela
Amaya o los vascos del siglo VIII, de Navarro Villoslada. Sería un gigante de gran
pelambrera, defensor de la propiedad privada y los rebaños. Los pastores dormían
tranquilos cuando las esquilas de sus ovejas anunciaban la sutil presencia, o el
cambio de aires, que producía Basajaun a su invisible paso. De todos modos, los
pastores navarros de Estenenzubi le dejaban un cacho de pan para que no les qui-
tara algún bocado mayor. Zuberoa es la dueña y señora de los bosques, y equiva-

72
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

lente en femenino a Basajaun.

baster / bastard. Pese a lo crudo del nombre, se llama así a los mestizos de
alemanes y mujeres HOTENTOTES que, entre 1870 y 1883, se establecieron en Reho-
both (Namibia), donde han conseguido una comarca próspera en lo económico y
con muchos signos de identidad alemanes: el Parlamento, el sistema de kaptains o
dirigentes, el idioma alemán arcaico… El antropólogo alemán E. Fisher vaticinó a
finales del siglo XIX que los basters retornarían «a las formas primitivas», pero no
acertó [Barradas, 1946]. Cuando llegó la independencia de Namibia en 1980, los
basters fueron más deprisa que nadie en el intento de crear su propia república in-
dependiente, y ello por su nivel de desarrollo muy superior al de otras etnias del
país. El intento de los basters se quedó en agua de borrajas. Hubiese sido paradóji-
co desgarrar la última colonia de África negra en el mismo momento que accedía a
su independencia.

basuto / basotho. Uno de los grandes pueblos de Sudáfrica y, en concreto,


una de las subdivisiones de la familia HOTENTOTE [Casalis, 1861]. Conforma la ma-
yoría del actual reino de Lesotho, antigua Basutolandia, con 1.865.000 habitantes
(censo de 2004). El idioma de los basutos es el sesotho. Una de las personas que
mejor han conocido esta etnia fue Eugéne Casalis (1812-1891), de familia hugonote,
que vivió en el País Vasco francés, en Orthez y Bayona, hasta ingresar en la PEMS
(Paris Evangelical Missionary Society). El rey Moshoeshoe I permitió su entrada
en Lesotho y así pudo fundarse una primera misión evangélica en la localidad de
Morija. Para Casalis, los basutos procedían de varias ramas de la raza CAFRE, no se
mezclaban con otras tribus, y mantenían con entusiasmo y tenacidad su cultura. Su
Acrópolis y Partenón en una pieza es, aún hoy, Thaba Bosiu, una colina que alber-
ga el árbol de la palabra, el tribunal y las tumbas de la dinastía fundadora del país.
Los basutos creían en la región subterránea de Mosima, el abismo incolmable —el
shelol de los hebreos, el hell de los teutones… [Casalis, 1861]— donde, sin embar-
go, la gente podía tener magníficas reses, sin cuernos, y ser inmortales… Al mismo
tiempo, era un país de sombras y silencios, sin pena ni alegría. Los baperis, una tri-
bu de la orilla norte del río Fal, decían que en su país estaba la entrada de esa re-
gión de Mosima, infernal, aunque tibia. Y a veces se internaban en ella, no sin la
precaución de coger muchas piedras para tirárselas a eventuales espíritus atacan-
tes. Eso tenía su recompensa porque allí había una poza con un néctar divino.

batua. Palabra en euskera, que significa «unificado». Así, euskera batua significa
«euskera unificado», «estándar» o «común». Empezó su andadura oficial en 1968,
cuando fue la opción elegida por la Euskaltzandia, Real Academia de la Lengua
Vasca, dando por terminado en cierto modo el proceso de unificación lingüística
que había empezado en 1918, aunque sigue abierto como corresponde a todas las
lenguas vivas. Antes de 1979, cuando el EUSKERA fue declarado idioma oficial de la
Comunidad Autónoma Vasca, el euskera batúa no tenía un gran alcance en la ense-
ñanza en las ikastolas (escuelas) y universidades. Uno de los métodos más efectivos
para aprender vasco había sido durante mucho tiempo el libro Euskara, hire lagu-

73
LUIS PANCORBO

na, del jesuita Patxi Altuna, aunque los textos legendarios al respecto sean el primer
libro escrito en euskera, o euskara, los poemas de Benat Etxepare en 1545, y la fun-
damental gramática de Manuel de Larramendi, titulada El imposible vencido. Arte
de la lengua Bascongada (1729). Hoy se calcula que de los dos millones largos de
habitantes de la Comunidad vasca, o Euskadi, el 50 por ciento tiene algún grado de
conocimiento del euskera, frente a un 50 por ciento que habla sólo castellano, y se
maneja la cifra de entre 600.000 y 700.000 hablantes euskaldunes. Lo relativo no es
lo de las cifras, sino la intención de las mismas. Algún grado de conocimiento de
euskera puede empezar por saber la misma palabra euskera. Según la Euskaltzan-
dia, fundada en 1919, y autora del Hiztegi Batua («Diccionario unificado»), el eus-
kera es «un idioma no indoeuropeo». Eso le confiere un gran valor. La difícil cues-
tión estriba en equilibrar el euskera batúa con los dialectos, o hablas locales, que
son muy ricos y variados: vizcaíno (bizkaiera, con su tendencia a usar «a» en vez de
«e»); guipuzcoano (antaño hubo un gipuzkera osotua, un intento fallido de unificar
el vascuence); suletino; roncalés; laburtano, y al menos cuatro variantes más en la
Alta y la Baja Navarra. El príncipe Roland Bonaparte (1858-1924), autor de valiosos
álbumes etnográficos sobre lapones (> SAMI), árabes, indios…, publicó en 1869 sie-
te cartas lingüísticas sobre la difusión del euskera, estableciendo la existencia de 25
variantes principales de ocho grandes dialectos.

batuas / batwas / abatwa / twa. Pueblo de PIGMEOS del África ecuatorial


que vive en Uganda, Ruanda y el CONGO. En Uganda pueden quedar unos 2.000.
En los otros países mencionados es imposible asegurar nada dado que los batuas
han sido víctimas frecuentes de las convulsiones y las guerras étnicas. Hay mencio-
nes antiguas a un pueblo de enanos que vivía desde el río Lubi hasta el lago Tanga-
nika, y desde el Lualaba hasta el Kalunda, en el Congo. Pudieron ser los antepasa-
dos de los batuas o pueblos vecinos como matimbas y babonko de LOANGO.
Fueron descritos por Bartlett como hombres que apenas alcanzaban estaturas de
niños de doce años en la célebre colección de viajes Purchas His Pilgrimage (Lon-
dres, 1614) (> PURCHAS). Según el doctor Parker de la expedición de Stanley, me-
dían 4 pies y 3 pulgadas, 2 pulgadas menos que los pigmeos más diminutos: los mi-
kaba. Los batuas vivían en el bosque impenetrable de Bwindi hasta que se ha
afianzado como parque nacional de Uganda y el protagonismo en cuidados y aten-
ciones se lo lleva la población de GORILAS de montaña. Paul B. du Chaillu (1835-
1939) fue el primer explorador en dar noticias ciertas de los gorilas, además de sus
tempranas noticias sobre pigmeos akkoas, o akkas, que vivían en Aschango. Midió
a seis mujeres que tenían de 135 a 152 centímetros de estatura y a un hombre de
137 centímetros. Refirió que los pigmeos colocaban a sus muertos en troncos hue-
cos y los llenaban con ramas, hojas y tierra [Chaillu, 1863].

bautismo. Para los católicos, uno de los sacramentos; una puerta de entrada en
la fe y la Iglesia. Se bautiza a los niños apenas nacidos para liberarlos del pecado
original, una herejía para los anabaptistas que consideraron que ésa es una forma
de desperdiciar un sacramento y una gracia que sólo se puede comprender en
edad adulta. Por eso los anabaptistas —por ejemplo los MENONITAS— promueven

74
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

el bautismo de adultos como eje de su fe. El bautismo es de varias clases según los
credos, siendo las principales por aspersión (católicos) y por inmersión (anabaptis-
tas, Testigos de Jehová, vuduizantes de Haití…). Como es natural, los bautistas, o
baptistas, una de las ramas del protestantismo, han hecho hincapié en el rito bau-
tismal y le confieren una importancia decisiva. Corrientes esotéricas, además de
gnósticas, valoran desde siempre la figura de san Juan Bautista como el auténtico
renovador de la fe y lo ponen por encima de Jesucristo. La novedad hoy es el lla-
mado «bautismo civil». El 7 de noviembre de 2004 se celebró en Igualada, capital
de la comarca barcelonesa de La Anoia, el primer bautismo civil celebrado en un
Ayuntamiento, sin pila de agua ni otro ceremonial al uso, salvo leer la Constitución
y textos sobre valores de libertad, igualdad y respeto. «Es una estupidez radical»,
según Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo. Sin embargo, también es una tradi-
ción republicana francesa. Ya en 1790 se celebró un bautismo civil en Estrasburgo
durante la Primera República y luego hubo muchos durante la Revolución.

bayei. BOSQUIMANOS del agua. Se trata específicamente de los bosquimanos (>


SAN) del delta del Okavango (Botsuana), adaptados a una naturaleza de gran belle-
za y originalidad, las tierras inundadas en el invierno austral por un río, como el
Okavango, que recibe al Cubango de Angola y que va a morir, desgranándose en
miles de ramales, en las propias arenas del Kalahari. En esa abundancia acuática
de 12.000 kilómetros cuadrados hay una fauna espectacular (más de 30.000 elefan-
tes). Los bayei, especialistas de un río rico en voraces peces tigre, construyen sus
cayucos en troncos de mokoro y los impulsan con pértigas. En su dieta no son in-
frecuentes los tallos de papiro, las semillas de loto y los peces a la brasa. Fueron los
bayei quienes informaron a David Livinsgtone de que la inundación del Okavan-
go, el fenómeno de sus crecidas anuales, se debía a que todos los años el jefe Maz-
zekiva mataba a un hombre y lo echaba al río como ofrenda [Warne, 2004].

bayeles / bagyele / bagiele / bayales… PIGMEOS, o mejor, pigmoides,


de Guinea Ecuatorial sobre los que hizo un estudio el conde de Castillo-Fiel
(1949). Dio la cifra de unos 3.500. Su territorio fue el bosque septentrional del
país, junto al río Campo. En julio de 1958, Jordi Sabater Pi, el descubridor en
1966 de Nfumu Ngui, el «gorila blanco» —más conocido después como Copito de
Nieve o Floquet de Neu—, en la selva de Nko (Río Muni), hizo otro estudio sobre
los bayeles del bosque de Ayamikén.

Behemot / Behemoth. Mítico animal que aparece en la


Sagrada Escritura (Job 40,10-18): «Sus huesos son fuertes
como bronce… el Jordán pasará por su boca». Fue represen-
tado a veces como un feroz unicornio que se debía aplacar con
víctimas humanas, aunque para algunos era una idealización
del hipopótamo y para otros se identificaba con el MAMUT, la
morsa o el dugongo… Es uno de los tres mayores animales mí-
ticos de la Biblia junto con el Leviathan (Leviatán) —un
monstruo marino en el que se inspiró Hobbes para pintar la

75
LUIS PANCORBO

sociedad humana y tal vez Melville para su ballena blanca— y el ZIZ, un monstruo
del aire. Los tres sirven de comida apocalíptica a los justos «en el lugar que en he-
breo se llama Armagedón (Apocalipsis 16,16).

beia. Juramento de obediencia al rey de Marruecos acompañado de besamanos.


Un beia significativo fue el de los saharauis de Dajla (antigua Villa Cisneros) du-
rante la visita de Mohamed VI el 1 y 2 de noviembre de 2001. Su padre Hasán II
visitó Dajla el 4 de marzo de 1980, un año después de la ocupación por parte de
Marruecos en 1979 del Sahara que permanecía en poder de Mauritania. Según la
tradición, un siervo negro porta el parasol o palio bajo el cual se cubre el sobera-
no para recibir el besamanos. Dentro de gestos extremos de acatamiento sobresa-
le el chino o KOWTOW y el de Rodrigo Díaz de Vivar, «el que en buena hora na-
ció». El Cid no sólo se postra en la tierra, sino que arranca la hierba con los
dientes en señal de sometimiento a su Señor: «…los hinojos y las manos sobre la
tierra posó / y las hierbas de los campos entre los dientes tomó» (Poema de Mío
Cid).

bejalai. Viaje iniciático de los jóvenes iban. Debían salir de la «casa larga», o
casa comunal, para recorrer mundo y traer noticias. Su aventura les dotaba tam-
bién de prestigio social. El bejalai antes estaba revestido de aspectos culturales y
mitológicos, como una forja de héroes o viajeros que desafiaban los peligros. En
ese sentido, el bejalai suponía una alternativa a la partida para cortar cabezas. En
vez de traer cabezas pueden traer antiguas jarras chinas [Kedit, 1991]. Hoy el beja-
lai es más bien un éxodo hacia las grandes ciudades —Kuching o Miri—, donde
los jóvenes iban —mano de obra barata y sin especializar, como otros kayak— se
incorporan al mundo del paro, el chabolismo… O, con más suerte, al mundo del
trabajo y, con menos, al mundo de la marginalidad y criminalidad.

bektashis. Miembros de una secta musulmana originada en Turquía (> ALEVÍ).


Introducida en Albania por los jenízaros, arraigó sobre todo entre los toska o alba-
neses del sur. Fue muy influyente en Turquía hasta la caída de los sultanes y en Al-
bania, hasta mediados del siglo XX, cuando llegó al poder el régimen comunista.
Los sacerdotes bektashis —o más bien DERVICHES— honraban a Alí Babá, un per-
sonaje que reunía en su ser cinco personas, incluido el profeta Mahoma. Los mu-
sulmanes conservadores de Albania, los llamados osmanlis, siempre tuvieron a los
bektashis como heréticos. Hoy vuelven a abrir sus templos en Albania y hacen
proselitismo. Beben vino y raki (aguardiente), y pueden comer carne de cerdo, no
así de liebre. Consideran la prohibición del cerdo una norma higiénica del Corán
más que otra cosa (> JARAM). Si abstenerse del cerdo puede ser conveniente en el
clima de Oriente Medio, no lo es tanto en las frías montañas albanesas. Los bektas-
his no se vuelven hacia La MECA para rezar. En sus ritos y en su proceder quedan
rastros de un vago panteísmo, y sus miembros no son ajenos a una cierta idea bu-
dista de la METEMPSÍCOSIS. «Acogedores, hospitalarios, limpios, aman la vida sim-
ple, fraterna, cómoda y sin prejuicios» [Biondoli, 1939]. Antes, los bektashis ves-
tían túnicas blancas ceñidas con un cinturón y hebilla de plata, iban tocados con

76
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

un fez de fieltro blanco y llevaban un pendiente de plata en la oreja izquierda. El


baba, como llaman a su supremo jefe religioso, sigue luciendo una túnica negra y
un medallón de cristal o de ÁMBAR de Yemen. Sus conventos (> TEKKE) tienen más
de amenos cenáculos o centros de reunión que de rígidos y oscuros monasterios.
Su principal tekke (en Albania dicen teqë y pronuncian «teche») está en Tirana y
lo dirige Baba Dede. Su antecesor, Hilmi Dede, se opuso a afeitarse la barba y a se-
cularizarse como pretendían los comunistas después de la liberación en 1944. Un
día se disparó con su revólver, no sin antes matar a dos agresores.

beluja > MONGOL


bembe. En Puerto Rico, labios gruesos. En la República Dominicana, bembú es
la persona de labios gruesos, como el bembón español, «persona con mucho
bezo», palabra esta última que se usaba antes de que el «morro» arrasara.

bereber / beréber / berebere. El bereber se llama a sí mismo amazigh,


«hombre libre» (plural, imazighen). Su idioma es el TAMAZIGH. Más que un pueblo
definido étnicamente sería un conjunto de pueblos pre-islámicos, berberófonos,
que ocuparon amplias zonas del Magreb desde tiempos prehistóricos. El término
«bereber», según una de las posibles etimologías, sería una corrupción de barbari,
en el sentido de «extranjero» que tenía para los romanos. Fueron conocidos en la
España del XVII como berberiscos y su territorio como la Berbería. Hoy pueden
ser hoy en torno a 25 millones en el Magreb, especialmente en Marruecos y Argelia
(en la región de la KABILIA). En Marruecos puede ser bereber hasta el 60 por cien-
to de la población y hay tres grandes grupos con notables diferencias idiomáticas.
Y tres grandes grupos se diferencian también en general en las regiones berberófo-
nas del Magreb: znatiya, sanhadjien y maçmoûda, con muchas variantes [Bous-
quet, 1967]. Así, dentro de los bereberes se incluye a: chellahes, kábilas, krumio-
res, siwanes y demás pueblos amazigh, el término que se va imponiendo sobre los
demás. Los bereberes dominaron en cierto modo el Magreb y parte del Sahara
hasta la gran oleada islámica del año 1050, con los almorávides. Liderados por Ta-
hia ben Brahim, quien a su regreso de La MECA impuso la fe y la guerra santa en el
oeste de África y en España, los almorávides tuvieron un imperio que iba desde el
río Ebro a su paso por Zaragoza hasta el río Níger. Con tantos éxitos y retrocesos,
los bereberes resguardaron muchos ingredientes culturales. Otra cosa son los as-
pectos de su vieja cultura aún no bien descifrados, como «la Tumba de la cristia-
na» o Kubb-er-Rumija, resto de una pirámide de 40 metros con columnas jónicas y
dóricas situada en Tipasa, a 70 kilómetros al oeste de Argel. Tal vez sea de la época
de los reyes masilios de Mauritania o del rey Juba II. Sitio en todo caso excelente
para evocar a Albert Camus, que adoraba este paisaje donde «los dioses hablan en
el sol y el olor de las absentas» [Camus, 1941].

bersolari / bertzolari / bertsolari / berso-jartzailea… Juglar o


bardo vasco. De los bancos de la sidrería llegaron a una academia popular, la Ber-
tozalari Elkartea. Famoso fue el concurso de bersolaris de 1935. Después, el silen-

77
LUIS PANCORBO

cio impuesto hasta que en 1960 empezaron a oírse poco a poco sus voces, improvi-
saciones, respuestas chuscas en forma de versos, puyas rimadas, sátiras y cancio-
nes… Toda la lujuria con olor a manzana del tiempo perdido o la feria de las vani-
dades un día de bruma con mucho chacolí. Aún hay quien recuerda a Txirrita
(Juan Manuel de Luxandio Retegui), nacido en un caserío de Hernani en 1860,
que echó sus versos hasta su muerte en 1936 como si fuera uno de esos antiguos
acompañantes de los héroes, mitad bufones mitad trovadores. Los también llama-
dos berso-paperak cantaron las leyendas de la fuerza, los hechos de los HARRIJAT-
SOTZALES o levantadores de piedras, o los de los lanzadores de piertaga (pértigas o
jabalinas, «de ocho codos de largo» y de las que ya se hacía eco el Fuero Navarro
del siglo XV)… Los bersolaris funcionan a tope cuando por medio hay retos y
apuestas sobre su ingenio. Y no es sólo cosa de hombres, pues son muy agudas y
tenaces en la transmisión oral las neska-zaharrak, las «chicas viejas» o mujeres del
caserío. Hay dos tipos de bersolaris: el oral puro, el plaza-gizona, «pregonero po-
pular» o «pregonero de la plaza», y el que también escribe, el bertso jartzailea.
Ambos mantienen un fragmento de literatura popular en EUSKERA que hunde sus
raíces en una civilización pastoril.

besa. Juramento de fidelidad, promesa sagrada para los ALBANESES. Implica aca-
tar el contenido del código de honor tradicional o KANUN, amén de llegar a cual-
quier extremo —incluso el asesinato—, si el patriarca del CLAN o jefe de la familia
así lo requiere.

betel. Hoja de una variedad de pimienta (Piper betle L.) junto con la que se
masca la nuez de areca (Areca catechu L.). Al conjunto, nuez de areca y hoja de
betel, se llama buyo, palabra usada sobre todo en las islas Filipinas. En hindi, el
betel es supâri y para consumirlo es común añadir chunâm, una cal procedente de
conchas. Eso, como la llifta para la mascada de coca (> ACULLICO), hace liberar
más rápidamente los principios activos. La cal para betel se suele conocer como
lime y produce una intensa salivación de color rojo que hizo creer a los antiguos
viajeros que la gente oriental escupía sangre. La lime se guarda en contenedores y
petacas hechas con los materiales más variados, desde bambú a plata. En la India,
al avío para la mascada de betel se le denomina pân y puede incluir una salsa rosa
con clavo, alcanfor, tabaco, etc. Uno ha visto en la isla de Yap (Micronesia) a mas-
cadores que añadían al betel tabaco impregnado en vodka. En Yap, los viejos ya
desdentados majan las nueces de betel con manos y morteros de coral. El consumo
de betel se extiende por el sur de Asia, desde la India hasta las Filipinas, y llega a la
Micronesia y la Melanesia, Fiyi y Papúa (donde lo llaman buai). Es decir, se trata
de una región de unos 800 millones de personas, muchas de ellas consumidoras de
esa sustancia euforizante y estimulante, que reduce el apetito y purifica la boca,
pero la tiñe de rojo. En Savu, una pequeña isla de Nusa Tenggara (Indonesia), po-
nen coronas con nueces de areca para los niños que van ser bautizados al estilo
animista tradicional. En Célebes y otros sitios de Indonesia llaman al betel siri o pi-
nang, y añaden una liana picante a la mascada. En la India, los aspectos rituales del
betel son abundantes. La viuda que vuelve a casarse pone a los pies de su nuevo

78
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

marido una nuez de areca y una hoja de betel que simbolizan el espíritu del finado.
El nuevo marido da a eso un puntapié, tomando posesión del lugar y de la mujer
[Millot, 1965].

betilo. Piedra sagrada —«casa de Dios» (beté)— empleada ya por los semitas y,
en especial, por los árabes antes de la llegada de Mahoma. Se atribuía representa-
ción divina a ciertas piedras ovoidales, o cónicas, sobre las que se vertía aceite y
donde se hacían sacrificios. También podía tratarse de piedras enviadas directa-
mente del cielo, aerolitos como la KAABA. En un muro del templo de La MECA se
supone que hay empotrado otro betilo llamado Hobral. En una dimensión mitoló-
gica, los betilos podían ser como el OMPHALOS de Delfos, una piedra blanca proce-
dente del centro de la Tierra que, según Varrón, recubría la tumba de Python, la
serpiente sagrada del templo y que significaba «un nuevo nacimiento y una con-
ciencia reintegrada» [Chevalier, 1982]. Otro betilo fue Benben, piedra sagrada co-
locada en Heliópolis, que evocaba la colina sobre la que se había posado el dios
Aton para crear la primera pareja.

bezoar. Una de las piedras más misteriosas y habituales en la literatura esotéri-


ca, curativa, alquímica… Su papel como antídoto de envenenamientos varios fue
tan grande como su capacidad de prevenir las melancolías. Las piedras bezoar se
formaban en los intestinos de animales, por ejemplo de cabras. Pudo tratarse de
piedras vesiculares. Los árabes usaban bezoar y pasó con ellos a Europa como an-
tídoto universal. Carlos IX de Francia estaba muy orgulloso de su bezoar hasta que
la probó con un condenado, que bebió un veneno a base de bicloruro de mercurio
y apenas aguantó siete horas sin morir. Otras sustancias no menos mágicas en la
Edad Media eran el cuerno de unicornio (si no se encontraba, valía el de narval o
rinoceronte) y la usnea, un raro musgo que crecía en las calaveras de condenados
que hubiesen muerto cargados de cadenas. La cuerda de los ahorcados, subastada
en piezas, era buena para la piel y alcanzaba buenos remates. En aquellas fantasio-
sas farmacopeas también destacaban los trozos de momias, la grasa de eunuco, el
oro potable, las perlas... La caca de cocodrilo, muy salutífera, era adulterada por
boticarios deshonestos con cualquier otra cosa [Haggarth, 1929].

bezote. Adorno que llevan los INDIOS de América en el labio inferior; por ejem-
plo los BOTOCUDOS. Puede ser un colgante, un arete, un palo o una arracada, o sea,
un arete con colgante.

Bhagavad Gita / Gita / Geeta. Libro sagrado de los


hindúes y en especial del pensamiento brahmánico. Esta Sagra-
da Escritura hinduista —cuyo nombre significa «La Canción
Celestial»—, de hace tal vez tres mil años, constituye una parte
de la magna obra Mahabharata. Es el libro por el que juran en
los juicios como otros por la Biblia. El dios Krisna aparece en
forma de palafrenero y dialoga con el guerrero Arjuna antes de
una gran batalla contra los demonios. Krisna le va instruyendo

79
LUIS PANCORBO

en el proceso de control de la mente y los sentidos, en la necesidad de inspirar las


acciones en la rectitud, y en que lo que importa no es tanto el resultado sino cum-
plir con el deber.

bhang lassi. Bebida a base de yogur con marihuana (> BANGI), y a veces con
aceite de oliva o mantequilla y frutas. En la India, los santones y otros consideran
el bhang una sustancia divina de Siva.

bho / bo. Árbol de la iluminación. Bajo un bho, Siddharta Gautama alcanzó el


estado de iluminación (bhodi) y, por ende, se convirtió en BUDA. En Bodhigaya,
una ciudad de Bihar (nordeste de la India), se encuentra el supuesto árbol de la
iluminación. Esquejes suyos viajaron por muchos lugares de Asia, y a veces arraiga-
ron, como muestran en Ceilán, la isla predilecta de Buda.

bhotia / bhutia. Uno de los principales grupos étnicos del Himalaya. Perte-
necen al tronco tibetano-birmano. La palabra «Bhot» significa «Tíbet», país desde
donde se cree que los bhotias emigraron a Bután, Nepal, Sikkim y zonas del norte
de la India, como Garhwal, el valle de Kumaon…

Biblia. Libros sagrados. Sagradas Escrituras. Y excelente método de supervi-


vencia. Leyendo la Biblia y comiendo cada día una página de ella se salvaron cua-
tro pescadores náufragos de Papúa-Nueva Guinea en diciembre de 1985. Es un ar-
tículo magnífico para llevar a bordo. Incluso Charles Darwin, en su viaje en torno
al mundo de 1831 a 1836 con el Beagle, tenía una Biblia donde estaba inscrita la
fecha de la Creación del Mundo: «El 23 de octubre de 4004 antes del nacimiento
de Cristo, a las nueve de la mañana» [Blumenberg, 2001]. Para saber las propieda-
des mágicas de la Biblia no hay más que leer el Apocalipsis (10,10): «Y tomé el li-
brito de la mano del ángel y lo devoré; y era dulce en mi boca como la miel; y
cuando lo hube devorado, fue amargo mi vientre».

Bidasoa. Nueva e ideal provincia que ocuparía en la imaginación de Pío Baroja


[1919] al menos desde Irún hasta Elizondo, villas que ya habían hecho un tren
en 1916 que las enlazaba siguiendo el río. Sería un «pequeño país, limpio, agrada-
ble, sin moscas, sin frailes y sin carabineros… la nación del Bidasoa, tolerante, li-
bre y amable». Llena, eso sí, de CHAPELAUNDIS.

Big Bang. Expresión nacida de una burla de Fred Hoyle, un firme defensor del
universo estático. Ironía cósmica que no se ha abolido ni siquiera con el recrudeci-
miento del CREACIONISMO. Sea como fuere, sin testigos presenciales, se puede pen-
sar que hubo una explosión y allí empezó todo. ¿O empezó todo y hubo una ex-
plosión? Pero..., «¿por qué hay algo en lugar de nada?». La ciencia no responde
aún a esa pregunta de Leibniz [1720]. Se cree que, hace unos catorce o quince mil
millones de años, el caos empezó a calmarse y ordenarse, con tiempo y espacio,
aunque el tiempo no sepamos lo que es y el espacio al menos es dos cosas: el espa-
cio lleno de materia y el espacio lleno de vacío. Ante eso, que un HOMÍNIDO del

80
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Plioceno, de hace dos o tres millones de años, construyera hachas rudimentarias en


África no deja de ser una ternura. La juventud del hombre es tal que ni siquiera
hace medio millón de años, un nanosegundo, se descubría el fuego, o la pintura
parietal del bisonte adorable que se quiere comer, cuanto hacía al hombre con un
golpe de ingenio dominar el simbolismo, la magia y el diferencial con los monos.
Por otro lado, nadie augura que la Tierra tal como la conocemos ahora, pueda du-
rar más allá de otros dos mil millones de años, cuestión que algunos traerá al pairo,
pero que no deja de tener su importancia para los irreductibles antropocéntricos
deseosos de perdurar aunque sólo sea en efigie de polvo terráqueo.

Big Crunch. Tras el BIG BANG, la materia se expande, viene la polvareda que
forma las galaxias y se forja la flecha del tiempo tras la que viene el Big Crunch, la
rebaja, la gran compresión. Si es así, la contracción de la materia afectaría a la fle-
cha del tiempo, y la verdad es que el tiempo invertido es muy incómodo: el café
que se deja reposar se calienta aun más que cuando se está haciendo; las bolas del
billar vuelven después de ser disparadas por el taco a su posición inicial; la gallina
regresa al huevo convertido en un recuerdo del futuro. El Big Crunch es la mayor
cura de rejuvenecimiento, al menos en las galaxias compuestas por «materia oscu-
ra» superaría a los barros del mar Muerto o a los del mar Menor. Los indios KOGI
pensaron que el mundo se creó a base de huevos, uno dentro de otro, sucesiva-
mente hasta llegar al actual.

big man. Personas de la Melanesia con gran ascen-


diente en la tribu o en el poblado. No son necesaria-
mente los jefes, pero sí los más poderosos a efectos
económicos. Aunque a menudo el contexto sea de una
economía de subsistencia, el big man —en inglés,
«gran hombre»— es quien distribuye las riquezas. Pri-
mero las atesora, pero no para acumularlas por codi-
cia o usura, sino para gastarlas en un momento dado.
Todo el pueblo es llamado para disfrutar de esos bien-
es: cerdos, boniatos y ñames. La riqueza es pues un
argumento de prestigio y no hay mayor prestigio, en el
sentido de grandeza, que repartir lo que se tiene. Lue-
go viene la ruina y vuelta a empezar.

bilharziasis / esquistosomiasis. Una de las enfermedades tropicales


más insidiosas, propagada por un caracol, o caracolillo, que crece en agua dulce.
Se ha dado la cifra de 150 millones de afectados, especialmente en Egipto, Sudán,
Irak, China, Japón, las Filipinas y Brasil [Foster, 1974]. Se trata de larvas de gusa-
nos, que pueden estar hasta en aguas de riego. Esas larvas se adhieren a la piel y
penetran en el torrente sanguíneo. Al final, las larvas van al hígado y allí maduran.
Depositan los huevos en las paredes intestinales y otras veces en la vejiga. Luego se
expelen esos huevos, pero muchos van en general al agua, donde un caracol sirve
de receptáculo y así continúa el ciclo fatídico. Hace medio siglo llegó a ser el pro-

81
LUIS PANCORBO

blema médico fundamental en las orillas del Nilo y se produjo una reducción de
un 30 por ciento en la actividad económica de Egipto. También fue notable la inci-
dencia que ha tenido en el lago de Pátzcuaro, México, hábitat de los pescadores
TARASCOS.

bimbaches / bombachos / bimbanches… Aborígenes de las Cana-


rias. Algunos hacen derivar la palabra «bimbache» del bereber beny bachir y otros
de bin-Ben-cheni, «hijo de los hijos de Tenerife». Más probable es que fuesen los
GUANCHES de El Hierro, isla donde Tolomeo situó el meridiano 0. Valverde, la ca-
pital de esta isla canaria, se habría edificado sobre Amoco, un poblado bimbache.
En El Julán se encuentran cuevas, petroglifos, concheros y tagoror (centros de
asambleas). Machisala fue al parecer uno de sus reyes. Hay quien atribuye a los
bimbaches una ascendencia íbero-turdetana [Bethencourt, 1999]. Tenían como
ÁRBOL SAGRADO al Garoé, cuyas hojas conducían agua hasta llenar aljibes. Fue aba-
tido en 1640 por un huracán y reemplazado por un tilo.

Bimini. Dos islitas de las Bahamas, North y South Bimini, entre las cuales se
ubicaba la fantástica Fuente de la Eterna Juventud (> ELIXIR). Hoy, a sólo 40 millas
al este de Miami, son las islas caribeñas más cercanas a los Estados Unidos y están
bien pertrechadas para el turismo, el buceo y la especulación, con sus Stones of
Atlantis, unas piedras sumergidas bastante geométricas. Hemingway, entusiasta del
bar y las marinas de Bimini, pescó allí en 1930 un atún de 14 kilos.

Birobidzhan. Capital de YIDISHTIM YEHUDIT, la Región Autónoma judía


creada por Stalin en 1934. Se ubica en Siberia oriental, cerca de la ciudad de Kha-
barosk y al norte de China, en la antigua frontera con Manchuria. En la región,
con unos 220.000 habitantes, quedan en torno a 5.000 judíos que hablan YIDDISH y
mantienen sus tradiciones, sobre todo en Birobidzhan. En esta capital hay monu-
mentos judíos, como la estatua del Violinista en el tejado, el personaje de Sholom
Aleichem, y una gran menorah, o candelabro de siete brazos, frente a la estación
del tren. En 1938 llegó a haber en la ciudad cerca de 28.000 judíos procedentes de
Rusia y Ucrania. Con la posterior represión estalinista, la mayoría emigró a Israel.

bislama. Nombre del idioma oficial de Vanuatu (antiguas Nuevas Hébridas).


Se compone de palabras de diversos dialectos oceánicos de la Melanesia, con una
base de inglés y algunas palabras del francés, portugués o español (pikinini, sapa-
tu, mi no save...). El bislama tiene un gran parecido con los idiomas pidgin de Pa-
púa-Nueva Guinea y de las islas SALOMÓN, siempre en la Melanesia. Su nombre
proviene de bêche-la-mer, «bicha de mar», «holoturia», trepang en malayo y «cara-
jo de mar» en Cádiz, el gran recurso pesquero de las islas de Oceanía y el sureste
de Asia, muy apreciado en los manteles del Lejano Oriente (y en Tarragona, donde
pasa por ser exquisita la variante de las espadrelles).

blanco. Color de la muerte, o de los huesos, para los ABORÍGENES australianos.


Los primeros blancos aterraron a los negros, que creyeron que sus antepasados ha-

82
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

bían resucitado [Mead, 1959]. En la India, el vitíligo, o ausencia de melanina, se


considera no sólo una enfermedad, sino un castigo por algo que ha hecho su porta-
dor (como la psoriasis o el herpes). Michael Jackson ha intentado la blancura con
no menos de cuatro operaciones de nariz, reducción de labios y aplicaciones masi-
vas de hidroquinona, una sustancia que usan los dermatólogos para quitar las man-
chas de la piel, porque aclara los melanocitos (la célula que pigmenta). Jackson,
prototipo del hombre blanqueado, cambió de negro a un color indefinido. Su caso
de blanqueo debe también mucho a la cirugía estética (a la que se someten unos
tres millones de personas al año, sólo en los Estados Unidos). En Sudáfrica y otros
sitios hay muchos productos blanqueadores a base de hidroquinona (con bence-
nodiol o con p-dioxobenceno), algo tóxico y hasta, con el tiempo, deletéreo. En
China, muchas operaciones de cirugía plástica tienden a conseguir cánones occi-
dentales, como los arreglos de los ojos, con eliminación parcial del epicanto. Se
busca la belleza, una liebre blanca en la nieve. Una urna griega, sí, pero «la belleza
es la verdad, la verdad es la belleza» (John Keats). No se escucha eso en África. En
los mercados se venden cremas blanqueadoras casi siempre nocivas para la piel. Lo
importante es ser blancas, aunque las blancas lo que quieran es broncearse. Los
símbolos del color son según se miren. Hay un blanco asociado a lo lívido, mor-
tuorio, el color del sudario, de los espectros y los fantasmas, la ausencia de color
del enano Alberich, señor del anillo de oro de los Nibelungos. Blanco es el color
del LUTO en el Lejano Oriente, el color de las ropas para los funerales. Frente al
blanco como candidez, pureza, bautismo, en el cristianismo.

blefaroplastia. Cirugía estética de los párpados de gran moda en Europa y


Estados Unidos. Quitan los puntos en una semana, lo que aun lo hace más atracti-
vo para políticos sin ojeras, como Berlusconi o Villepin. Se trata de una más de las
modalidades quirúrgicas (rinoplastia, liposucción…) dentro del gran negocio de
remodelar a hombres y mujeres… occidentales. Un cambio que ahora Europa
imita masivamente de los Estados Unidos «…en la intersección entre la busca de
la belleza, el poder de la televisión y las necesidades del nuevo macho» [Mayer,
2006]. Belleza es ausencia de error, como diría el genetista neozelandés Leroi
[2003], gran catalogador de variaciones genéticas, desde la ciclopia (un solo ojo) a
los pezones extra o costillas de más…, siempre con esa mirada compasiva hacia
los monstruos o FREAKS que podía tener un Goya o un Bosco. Pero la cirugía plás-
tica ha entrado con fuerza incluso en el mundo del miedo a la fealdad, el mundo
que pone a la apariencia, la cara, sobre la mente, y considera eso la raíz de la feli-
cidad: un cambio antropológico de consecuencias imprevisibles, como ha sido
avisado con el gran trasplante facial a Isabelle Dinoire en 2006. En todo caso, la
cirugía plástica no es algo exótico para miles de hombres y mujeres que a lo mejor
se horrorizan con los usos de los llamados salvajes, nada digamos los de antaño:
las mujeres de las islas Sandwich (Hawai), al enviudar, se hacían tatuar la punta
de la nariz [Nicolaÿ, 1904]. En las MARQUESAS se grababan los cráneos calvos de
los ancianos, pero cuando estaban vivos. Ésa es una remodelación corporal, un
makeover, que al occidental no le convence: aquí todo vale para ganar la batalla al
tiempo.

83
LUIS PANCORBO

Blue Laws. En inglés, «leyes azules». Código de normas de los misioneros pro-
testantes y puritanos con el que iban contra los INDÍGENAS del Pacífico Sur en el si-
glo XIX. Como prohibir que un hombre y una mujer caminaran juntos por la noche
sin llevar entre ellos una luz.

Boas, Franz. Nacido en Minden (Alemania) en 1858, se naturalizó nortea-


mericano y murió en los Estados Unidos en 1942. Fue un antropólogo pionero en
muchos aspectos incluido el uso de medios audiovisuales. Hizo varias películas
sobre los KWAKIUTL, en especial sobre sus danzas, para estudiar hábitos de motili-
dad, gestualidad…, y se le considera el padre de la antropología visual, además de
un maestro para discípulas antropólogas de la talla de Ruth Benedict y Margaret
Mead. Boas estudió a los indios kwakiutl, del norte de Vancouver (Canadá) du-
rante cuarenta años, solo o en compañía de la antropóloga rusa Julia Averkieva.
Conoció sus sistemas de PARENTESCO y profundizó en el significado de sus más ni-
mios gestos y palabras. Pero no se limitó a eso. Fue uno de los primeros antropó-
logos en criticar de forma abierta que los negros sean inferiores, idea residual del
colonialismo. Los negros supieron domesticar plantas y animales antes que en
otras regiones del mundo. Furibunda fue luego su diatriba contra los antropólo-
gos enrolados en el espionaje, que así ocurrió en cuatro casos clamorosos durante
la Primera Guerra Mundial. Uno de los implicados fue Sylvanus G. Morley, el
gran experto en los MAYAS, quien recabó información sobre actividades alemanas
en México. Boas adujo que el científico sólo se debe a la verdad, no es un solda-
do, ni un diplomático, ni un hombre de negocios. A principios de siglo formuló
su conclusión sobre la insustancialidad que suponía creer en la superioridad de
una RAZA sobre otra [Boas, 1911]. Su lucha contra el prejucio racial le convirtió
en una bestia negra para el nazismo. Boas creía en el valor del trabajo de campo,
en la ETNOGRAFÍA que capta trazos específicos de culturas, conductas, símbolos,
creencias, siempre estudiadas en su contexto. Pero eso no le llevaba a ser un cre-
yente insulso en las supuestas leyes científicas de la cultura, sino que cultivaba un
sano escepticismo, que le hizo desembocar en el RELATIVISMO cultural. Observó
que los desplazamientos de los pueblos de un lugar a otro hacen cambiar sus cul-
turas con el tiempo, y también el contexto cultural. No había por qué dar valora-
ciones a las culturas dado que sus diferencias no eran sino el resultado de una se-
rie de condiciones históricas, sociales o geográficas, en ningún caso una especie
de mandato divino o de clasificación racista de las mismas. «Todas las formas cul-
turales aparecen más bien en un constante estado de flujo…»; eso dijo y lo sostu-
vo aunque contrariase el evolucionismo de H. Morgan o de E. Tylor, más favora-
bles a ver dichas diferencias como etapas evolutivas progresivas que se producen
en las sociedades.

bobo. Tribu de Burkina Fasso y Malí con un habla de tipo voltaico. Integraron el
gran imperio mandé que esplendió en el siglo XIII desde el Níger hasta TOMBUCTÚ.
Hoy se subdividen en bobo fing, bobo oulé, bobo gbé, bobo doula… Los bobo
fing, los que viven en Bobo Dioulasso, al sudoeste de Burkina Fasso, son quienes
se tienen por los auténticos bobos. En total, son algo menos de un millón. Unos

84
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

140.000 viven en Malí y unos 570.000 en Burkina Fasso, casi el 7 por ciento de la
población de este país. Cultivan mijo y sorgo, cuidan animales y espíritus, pues la
mayoría son animistas pese al avance islámico. La poligamia goza de buena salud
entre los bobo. Una de sus costumbres es que la viuda se case con el hermano de
su difunto marido (> LEVIRATO) o que la hermana de una mujer estéril o fallecida
se entregue en matrimonio al marido de la mujer (> SORORATO).

bobohizan / bobolian. Sacerdotisas de la etnia kadazan dusun de SABAH, al


este de Borneo. Son mujeres de cierta edad que, pese a los cambios, se encargan de
conducir los ritos de la fertilidad —por ejemplo, durante las fiestas de la cosecha
(Kaamatan)— y los cantos rituales para apaciguar a los espíritus en caso de se-
quías. O para propiciar la lluvia. Cumplen la función de médiums.

bodhisattva / bodisatva… Iluminado y, por consiguiente, BUDA. Pero


más bien un futuro Buda en el sentido de uno que, tras incesantes generaciones de
aprendizaje, por fin ha entendido todo y prefiere quedarse en este mundo como
prueba de su infinita compasión hacia los mortales. Por eso el bodhisattva renace
periódicamente: nunca se acaba de ayudar a los demás en la carrera de la salvación
y la victoria sobre el SAMSARA. Un ejemplo de bodhisattva fue AVALOKITESHVARA, el
Buda con el carácter compasivo más marcado.

bomoh. Hechicero malayo. Es quien ha alcanzado el máximo grado de aprendi-


zaje tras los estadios de dukun y pawang, que implican un buen conocimiento de
la ley islámica mechado con cierto sufismo, de plantas medicinales y recetas mági-
cas varias. Pero, aparte de brujerías habituales, el bomoh destaca por ser capaz de
fabricar un toyol, un doble suyo integrado por el espíritu de un niño muerto, al
que es capaz de controlar y dirigir, tanto para robar, como para una acción positiva
o curativa.

bon / bon po. Religión animista del Himalaya. Quedan estratos de creencias
bon en zonas apartadas, como el valle nepalí de Dolpo, aunque el poder absoluto
de este ANIMISMO desapareció paulatinamente a partir del siglo VIII, cuando Gurú
Rimpoché introdujo el budismo en el Tíbet, Bután y otros lugares del Himalaya.
Ahora el bon resiste diluido, mixturado con el budismo.

bonda / bondo. Indígenas que viven en los distritos Makangir y Koraput, al


sur del estado indio de ORISSA. Son unos 5.000. Las mujeres llevan ringa, un cu-
bresexo de tejido vegetal, profusos collares que les cubren como una camisa y
grandes aros de latón en el cuello, que les dan cierta apariencia de «mujeres jirafa».
Los hombres usan arcos y flechas para la caza y beben mahuli, un licor de flores
fermentadas, además de vino de palmera. Hablan un idioma llamado remo y viven
en poblados con cabañas de paja, donde, en épocas de hambruna, un ratón consti-
tuye una golosina. Están fuera del sistema hinduista de castas, aunque, con los
cambios que se operan poco a poco en Orissa, muchos tienen que dejar su vida en
el monte y emplearse como peones.

85
LUIS PANCORBO

borgesiano. Un borgesiano arquetípico es Funes el Memorioso, personaje de


un cuento de Jorge Luis Borges (1899-1986) que no podía olvidar nada, ni tampo-
co seleccionar nada, condenado a una cadena perpetua de saber irrelevante.
Eduardo Berti ha escrito una novela con todo eso: Todos los Funes (2004). Pero
Borges no se encierra siquiera en su máximo Funes, o la megamemoria. Borgesiano
es también lo especular y relativo, aparte de lo imposible, junto a lo más cotidiano
significante, tal como aparece en la escritura y oralidad de Borges [1985]. Es una
ANTROPOLOGÍA, la borgesiana, que no pasa tanto por cuestiones oftalmológicas
cuanto por El Aleph (1949), Otras Inquisiciones (1960) y decenas de obras que no
culminan en el premio Nobel, como se suponía, pero tampoco hacía falta a quien
escogió a Emanuel Swedenborg como el hombre más extraordinario que registra
la historia, y eso en franca contradicción con Voltaire, que creía que el rey Car-
los XII, de quien el sueco era súbdito, merecía ese honor. Swedenborg, pues, es el
súmmum borgesiano, el que planeaba en regiones donde los espíritus hacen cortes
de mangas a los buenos burgueses, a los buenos proletarios, a monjes y monjas,
pues nadie se libraba del capote negro y el zurriago de un tipo nórdico enzarzado
en que la gracia le hace a uno más duro que un abeto, no sólo Upsala, Universidad
donde el frío anima a reinventar el cosmos. Ciencias y ciencias ocultas, o 50 volú-
menes —«lamento decir», decía Emerson, «que nos ha dejado cincuenta volúme-
nes»— es cuanto Swedenborg dejó como testimonio, y luego alguna invención re-
creativa, como máquinas para transportar navíos por tierra. No lo sabía, cuando le
llegó el turno de actuar en la historia, aquel aventurero del Amazonas llamado
Fitzcarraldo y por eso usó la fuerza de los INDIOS a base de látigo, una fe que sí que
mueve montañas.

born again. En inglés, «nacido de nuevo», «renacido». Movimiento de cristia-


nos convencidos de la idea del renacimiento espiritual. Una iglesia de cierto matiz
FUNDAMENTALISTA, la Church of Christ, se hace eco de esas ideas, con las que sim-
patizarían desde Jimmy Carter a George W. Bush, un presidente que si, por un
lado, ha exclamado: «Soy portador de la palabra de Dios», por otro, parece que
fue miembro de SKULL AND BONES, una singular sociedad secreta. Cierto es que
Bush ha confesado que en 1985 cambió su vida en Maine cuando el reverendo
Billy Graham «plantó un grano de mostaza en su corazón». El mismo Graham
rezó con Bush en 1992 antes de los bombardeos contra Irak. Sin embargo, se sien-
ten «renacidos» muchos políticos y escritores como Dan Quayle o Charles Colson;
actores como Tom Hanks o Jane Fonda; músicos como Bob Dylan y Cliff Ri-
chard… Una encuesta Gallup destacaba en 2004 que el 42 por ciento de los norte-
americanos se identificaban como evangélicos o como cristianos renacidos.

Borondón / san Brandán / san Brandón / san Brendano / san


Borondón… Isla mítica y mito geográfico que recibe el nombre de un santo ir-
landés, el abad de Cluainfert, que hizo un viaje fantástico en el siglo VI hasta topar
con una isla señalada como «de los Bienaventurados». Ya hubo menciones desde
los griegos (Hesíodo y Píndaro) de una isla fantástica semejante, pero la primera
vez que una isla como Borondón —para Humboldt, Brandano, Blandín, Branda-

86
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mis o Brandany— se tomó en serio fue en los mapas medievales y acabó en el para-
lelo de Irlanda. En el siglo XV pasó a tener una latitud meridional, al occidente de
las islas Canarias. Fue cuando se llamó «la Encubierta», «Nontrovada» o «Nubla-
da». Asimismo, se la ha llamado «la octava isla canaria», sólo avistable en la imagi-
nación. El padre Feijoó [1773] la relaciona con la «Tierra de Manteca» de los ca-
narios. Siempre se debatió si no sería la imagen de la isla El Hierro reflejaba en
una nube especular (una ilusión óptica o fenómeno de parhelio). En la República
de Isla Mauricio, Saint Brandan es un banco de arena de un conjunto conocido
como «Cargados Carajos».

bororos. Grupo de la gran tribu de los FULANI que se distingue por su apego a
las tradiciones, sobre todo cuando viene la estación de la cure saleé, la trashuman-
cia a los pastos salobres de la República del Níger. Uno de los subgrupos bororos,
los wodaabe, «los aislados», son refractarios a la sedentarización, frente a los fulbé-
süre, fulbé o fulani, de ciudad, a los que los primeros consideran vendidos, traido-
res a su tradición. El wodaabe, bororo auténtico, pastorea todo el año, siguiendo
con sus rebaños los mejores pastizales y fuentes de agua. La fracción de los deno-
minados uda’en se consideran a sí mismos los bororos más bellos de todos, siendo
altos, de piel clara y, al parecer, los más solicitados por las muchachas, aunque los
yayanko’en, de la región de Cheri, con sus piernas largas, sus caras decoradas con
ligeras cicatrices y también muy claros de piel, gozan de gran predicamento. Y sin
embargo, los kawaje se ufanan de tener la menor pigmentación, por lo que se sien-
ten superiores a los más negros wodaabe. Existe una tribu indígena de Brasil, en el
estado brasileño de Mato Grosso, también conocida como de los bororos (aunque
a sí mismos esos INDIOS se llaman ge). De ser uno de los mayores grupos INDÍGE-
NAS ha pasado a tener apenas 1.000 miembros en la actualidad.

bosquimanos > SAN


botocudos. Indios de la cuenca amazónica con platos o tapones labiales, bo-
toques decían los antiguos portugueses. Parecen descender de la tribu tapuia
[Vasconcelos, 1663], como los aimorés. Distribuidos en diver-
sos grupos (crenaques, inatena, nacnuc…), vivían junto a los
ríos Mucuri, Pardo y Doce, en Minas Gerais y Espirito Santo,
pero a mediados del siglo XX estaban prácticamente extingui-
dos. El naturalista y etnógrafo alemán Wied-Neuwied [1820]
fue uno de los primeros en encontrar y describir a los botocu-
dos. Los de la sierra brasileña de Aymorés fueron destacados
como ejemplo clásico de los primitivos americanos [Hoyos,
1900], gentes en un estadio parecido al de la edad de la piedra y con una cubica-
ción cefálica (1.470 centímetros cúbicos los hombres y 1.370 las mujeres) entre las
más pequeñas y bajas de la humanidad, junto a la de australianos y caledonios. Su
botoque alcanzaba hasta seis centímetros de diámetro «dándoles un repugnante
aspecto», mutilación asimismo propia de los indios coluches de Colombia y que
en África es «sustituida por el pelele en forma de anilla, y otros adornos de los

87
LUIS PANCORBO

Manganjas y Mittus-Suba» [Hoyos, 1900]. Tylor [1888] se sorprendía de la sor-


presa que causaban los adornos salvajes de los botocudos, o los de los persas con
aretes colgados de una de las ventanillas de la nariz: también en Europa las muje-
res se horadaban las orejas para ponerse zarcillos. Los payaguas de cerca de
Asunción, abipones y tobas de Paraguay, usaban platillos hechos con bombax,
una madera muy ligera como palo de balsa. Otras veces se trataba de botoques en
las orejas, costumbre de diversos indios amazónicos llamados orejudos. Otros se
ponían clavijas en el cartílago nasal perforado (los maklakes llevaban conchas de
dentaria). Pero aún en nuestros días algunos xukamahawe (tsukahamai), que inte-
gran la gran tribu de los cayapos, y que viven en el parque nacional Xingú, siguen
llevando un gran disco de madera insertado en el labio inferior. En 1989, el jefe
Raoni Metuktire acompañó a Swing en una gira por 17 países para concienciar so-
bre la destrucción de la selva amazónica y fue recibido con su atuendo de plumas
y su imponente plato labial por el Papa, reyes y presidentes. En África fue muy
frecuente el uso del platillo labial por parte de las mujeres (> ABAKA). Pese a los
cambios, quedan tribus como los SURMA y MURSI de la Etiopía tropical cuyas mu-
jeres continúan poniéndose grandes platos labiales. Las mujeres maconde de Tan-
zania y Mozambique se insertan en el labio superior el indona, una pieza de éba-
no del tamaño de una antigua moneda de dólar rematada con un pincho. En
cualquier caso, nadie llegó a los extremos de las mujeres SARA del Chad, que lleva-
ban un doble platillo, uno en el labio superior y otro en el inferior. Un cromo de
razas humanas que llenaba de estupor todavía a mediados del siglo XX.

Brahma / Brama. El Dios creador de la Trinidad hinduista o TRIMURTI. De


Brahma viene la palabra BRAHMAN. Brahma es el autoexistente, autocreado y su-
premo ser que creó las aguas y allí echó una semilla que se convirtió en un huevo
de oro del cual nació él mismo, según algunas versiones del «GÉNESIS» hindú, por-
que en otras surgió como tortuga o pez primordial. Con el tiempo se fijó su imagen
como la de un dios de cuatro caras y cuatro brazos con cuatro manos donde lleva
un rosario (akshamala) y un cántaro de agua (kamandalu), mientras pone sus otras
dos manos, una hacia abajo en posición de varada, y otra en la de mudra abhaya.
Brahma suele vestir un sucinto TAPARRABOS de piel de tigre, aunque no le falta el
cordón sacerdotal que es la marca de distinción de la casta de los bramines. Su
fuerza más aparente reside en el tiempo, su dominio. Una KALPA, día o noche de
Brahma, equivale a cuatro mil trescientos años terrestres. Una YUGA —ahora se
está en la Kaliyuga— corresponde a mil doscientos años [Morretta, 1982].

brahman. Espíritu de lo absoluto en el hinduismo, lo indiferenciado, lo que


está fuera del tiempo y los eones. El ser absoluto si es ser. Es el BRAHMA más inafe-
rrable, el llamado nirguna, sin atributos, «sinónimo de Parabrahman, es decir, el
Espíritu Inmanifestado» [Morretta, 1982]. Elogio, adoración. Y también principio
y fundamento mismo de la divinidad, lo que algunos extremistas irónicos llamarían
shunyata, el vacío, la nada, lo no existente ni falta que le hace, entre otras aprecia-
ciones. No hay que confundirlo con BRAHMA ni con el BRAHMÁN en el sentido de
sacerdote.

88
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

brahmán / bramín / brahmin / bramán… Sacerdote hinduista.


Miembro de la casta sacerdotal, o casta superior, que fijó la religión hinduista en
el llamado brahmanismo ya hacia el año 800 a.C. Sus excesos de poder motiva-
ron los movimientos de reforma de BUDA (583-483 a.C.) y de Jina Mahavira
(539-467. a.C.). Así, «el politeísmo védico será desplazado por puntos de vista
monoteístas o panteístas» [Schleberger, 2004]. Por eso se fue acuñando una con-
cepción de lo sagrado no
dualista, ADWAITA: «No hay
nada que sea totalmente “no
sagrado”, pero igualmente
no hay nada que sea absolu-
tamente sagrado... Nada es
sagrado por sí mismo preci-
samente porque no existe
cosa alguna por sí misma, en
sí misma. Todo está interco-
nectado, interrelacionado»
[Panikkar, 1999]. Los bra-
mahnes son, en principio,
los privilegiados del sistema
(aunque ahora se ven superados económicamente por castas más bajas), reciben
el cordón sagrado, upadayana, y dirigen los rituales, plegarias y sacrificios védi-
cos (yagnas).

bramaderas > ZUMBADORES


Bran. Figura de la mitología celta. Bran, hijo de Febal, hizo un viaje portentoso a
la Tierra de los Vivos. Poseía un plato o bandeja capaz de llenarse a voluntad con
las mayores delicias. Imran Brain, basada en textos medievales de los siglos XI y XII
—como los Book of Dun Cow y Book of Leinster—, narra un viaje de Bran (Cuer-
vo) a Emain Ablach, la isla de las Mujeres, y tiene cierta concomitancia con el mito
del GRIAL.

brasil / brisil. Palo de tinte. Un árbol así llamado en una lengua indígena y de
gran aprecio en la Europa del siglo XVI, que originó el nombre del país. Todavía en
tiempos de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866), Manuel Almagro elo-
giaba lo productivo y rentable que era el brasil en la región de Bahía.

Breogán / Breoghain. Mítico dios celta. Para algunas fuentes (la crónica ir-
landesa L EABHAR G ABHALA), su hijo Ith fue quien conquistó las islas británicas
después de otear en lontananza una isla misteriosa desde la llamada Torre de Breo-
gán. Si aquello no fue Eire poco le faltó, según desean los partidarios de lo gaélico-
gallego. ¿Quién, si no Breogán, mandó construir una ciudad, Brigantia, y una to-
rre, Tor Breoghain, que para algunos es el Faro de Hércules de La Coruña? Lo
más probable es que esa torre fuese erigida en el siglo II por Cayo Servio Lupo al

89
LUIS PANCORBO

servicio de Roma. Pero lo romano se empaña en el Fogar de Breogán, centro ideal


de un territorio mítico entre Finisterre y La Coruña.

brownies. Duendes (little people) que inspiraban en sueños, siempre lúcidos y


vigilantes, a Robert Louis Stevenson [1892]. Son como sus musas pequeñas y sua-
ves en Chapter on dreams: «Los brownies hacen la mitad de mi trabajo mientras
duermo, y con toda su apariencia humana hacen también el resto por mí cuando
estoy despierto y supongo profundamente que lo hago por mí mismo» [Stevenson,
1892]. La importancia de los sueños era tal para Stevenson que la historia española
del vampiro, de su relato Olalla, fue el producto de un sueño que tuvo, lo mismo
que su célebre Dr. Jekyll y Mr. Hyde [Rankin, 1987].

bruja. Julio Caro Baroja unió su nombre a muchos temas bien desentrañados
por él y por fin. Las brujas y su mundo (1961) fue reflejo de la intriga que sentía
desde que era un niño en los años veinte del pasado siglo en Vera de Bidasoa, una
localidad navarra, fronteriza con Guipúzcoa y pegada a Francia, y no lejana al cli-
ma general del AQUELARRE, no sólo a los de Zugarramurdi. Su tío Pío Baroja le
animó en eso y en todo y, siendo un chaval, don Julio tomó apuntes de cuentos y
verdades (representaciones populares) sobre brujas. Luego lo ordenó sin dejarse
arrastrar por otra fascinación que la de los matters of fact. Datos, datos y datos. Y
gracia para contarlos y entenderlos. Hay dife-
rencia entre el que cree en brujas y los que se
creen a sí mismos brujos y brujas. Hay dife-
rencia entre realidad objetiva y realidad
compuesta de subjetividades y anormalida-
des, que también son dignas de estudio, si
no de creencia por parte de otros. En todos
esos arroyos pesca sabrosas truchas de pen-
samiento don Julio y si nos cuenta que
«…las brujas de Lorena se reúnen en la noche
que precede a la feria quinta», eso es así,
porque ya lo dijo Remigio, o Rémy, «…li-
bro primero, capítulo catorce. En otros
autores leí que la reunión la celebraban
en la noche anterior a la feria tercia»
[Caro Baroja, 1961]. Ese estilo de no
dejar de creer lo increíble, y ese envite
a las sorguiñas, no cela que hay un es-
tudio muy serio sobre la brujería vista
como inversión total del cristianismo,
tal como se trasluce en, por ejemplo,
el Tratado muy sotil y bien fundado
de las supersticiones y hechicerías…,
libro de fray Martín de Castañega
(Logroño, Miguel de Eguía, 1529). Es

90
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

errado, para Caro Baroja, querer encontrar un origen común a todos los fenóme-
nos de hechicería, que todo venga por sistema de un culto egipcio de fertilidad,
un suponer. Más certero lo que propuso don Julio: buscar antecedentes directos
de las brujas en las diosas del PAGANISMO y en la demonolatría medieval. Eso nun-
ca falla. Salvo, naturalmente, que nos vayamos a Bali a ver a la bruja Rangda que
lucha contra Barong, el señor del bien, un combate representado hasta la sacie-
dad en piezas de teatro, bailes y canciones, pero que tiene la virtud de no acabar
con un vencedor claro. Señal de vieja sabiduría hinduista en la torridez tropical
de Bali donde últimamente se ensañan las bombas fanáticas.

bubas > VENÉREAS


bubis. El pueblo de la isla Bioko, antes Fernando Poo (Guinea Ecuatorial). Se
generó un esquema de rivalidad-confrontación con los FANG (pamúes) de Río
Muni, la Guinea del continente: bubis buenos y leales, dóciles y españolistas, y
fang indómitos, feticheros y comedores de sustancias prohibidas por la madre pa-
tria. Los bubis de origen BANTÚ son en torno a 15.000. Moka, en las alturas de la
isla, sigue siendo la capital espiritual y la antigua sede de los reyes bubis.

Buda / Budha. De bud, «despierto» y, de


ahí, «iluminado». En ese sentido en sánscrito
Buda merece el título de tathat, tathagata, «el
que ha ido más allá», es decir, el que ha ido des-
de un estado de ignorancia a conocer la verdad
absoluta y a poseer la última realización. El
Buda histórico, o Sakyamuni, príncipe de los
sakyas —una tribu del sur de Nepal—, se llama-
ba Siddharta Gautama («todo deseo cumpli-
do»). Nació al parecer en Lumbini hacia el 563
a.C. y se convirtió en Buda al alcanzar la ilumi-
nación o SATORI. Eso significa la comprensión de
las Cuatro Grandes Verdades: la realidad del
mundo y de que la vida es dolor; el origen del
dolor es el deseo; la liberación del dolor es al-
canzar el NIRVANA, la extinción del deseo; el ca-
mino para lograrlo es el DHARMA, lo justo, la ley
budista. Murió hacia el 483 a.C., cuando tenía unos ochenta años, en Kushinagar
(India), para entrar en el parinirvana o nirvana perfecto.

bufón. También cerrunga, fungón, ZUMBADOR, zunfón y fungarrafo. Antiguos


instrumentos musicales de madera o latón que producían un sonido ronco y que se
usaban en León, Zamora, Salamanca…, especialmente durante los carnavales. El
roncador de la isla de Nueva Guinea es una tablita, a veces grabada, atada a una
cuerda que se hace girar rápidamente con el brazo y produce una vibración ronca.
Los CHURINGAS de los aborígenes australianos, se hacían girar con una cuerda has-

91
LUIS PANCORBO

ta que chirriaban (como toros mugientes). A esos objetos rituales, muchos pueblos
australianos les atribuían poderes sobrenaturales y simbolizaban los ancestros toté-
micos. Generalmente tenían dibujados el animal totémico de un CLAN [Morris,
1995].

burakumin. Casta o clase social entre proscrita y estimagtizada en Japón. Sus


miembros son también conocidos como ETAS. Durante el periodo de mayor aisla-
miento de Japón, la era Tokugawa (1603-1868), se normalizaron cuatro clases socia-
les o categorías: los guerreros (samurais), los agricultores, los artesanos y los comer-
ciantes. Por debajo de todos ellos estaban los burakumin, los PARIAS del Japón: se
ocupaban de transportar y enterrar a los muertos y otros trabajos sucios, como el
sacrificio de animales, la carnicería, los curtidos… Algunos burakumin hoy han
conseguido hacerse ricos con sus fábricas de calzado, pero otros muchos han tenido
que buscar ocupaciones marginales, en espectáculos, deportes, prostitución o, in-
cluso, en el crimen organizado (yakuza). Se les considera fuera o aparte del linaje
limpio de los japoneses, habiendo al menos cuatro millones de estos casi INTOCA-
BLES. Viven en barrios siempre especiales y periféricos, los burakus, y reciben, como
los coreanos, un desprecio social por cualquier aspecto o pretexto: «Huelen distin-
to a nosotros» dicen de ellos porque a veces comen mucho ajo [Kottak, 2003].

burghers. Son los mestizos de blancos, especialmente holandeses, y cingaleses.


Se cifran en torno a 50.000 y forman parte de la burguesía de Sri Lanka.

burka / burkha / burqa / burqua… Velo de mujer árabe bien para cu-
brir la cara en forma de máscara, bien para cubrir el cuerpo como un manteo (>
CHADOR). En Afganistán, la burka provista de una rejilla de tela impide incluso ver
los ojos de quien la lleva. Fue obligatoria hasta la caída de los TALIBANES en no-
viembre de 2001, otra cosa es que continúe la tradición, así como la de los matri-
monios arreglados y la venta de niñas, disfrazada de dote, cuando cumplen doce
años y por las que se pagan hasta 500 euros. La burka afgana es sobre todo una im-
posición entre la tribu PASHTÚN, de la que procedían los talibanes. La burka en
Omán, concretamente entre las mujeres beduinas, puede consistir en un antifaz
con nariguera biselada de color índigo o dorado. En el Irán que se asoma al golfo
Pérsico, por ejemplo en la zona de Minab, la burka se llama borgheh y es una más-
cara rígida de tela, generalmente de color rojo, con unas aberturas o rajas para los
ojos en forma de estrechos rectángulos. Al igual que el antifaz omaní, la borgheh
es casi una gran nariguera de tela. La burka ha llegado a Occidente creando con-
tradicciones. En Croacia admiten que la foto de carné de una mujer inmigrante de
Irak lleve burka, con lo que es casi imposible identificarla.

bush. Es como los australianos llaman al campo, planicies rojizas interminables.


Un conjunto de nada espinosa también conocido como outback, o todo cuanto no
es territorio urbano. El bush, al contrario del outback, podría tener algún matojo,
aunque se desarrolle en un desierto puro y duro como el del Red Center, el centro
rojo de la isla. O del continente, que eso también allí es relativo.

92
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

bushido. Código de caballería japonesa. La vía de los caba-


lleros militares, o preceptos de caballería. También, un sistema
ético, el alma del país, «como el emblema del Japón, la flor del
cerezo» [Nitobe, 1976]. Artes marciales, honor, cortesía..., ésas
eran las líneas maestras de un bushido acatado por los samurais
y por los ronin, o samurais sin señor… Los ugandeses, en espe-
cial los del viejo reino de Buganda, presumían de tener tanta o
mayor cortesía que los nipones; aún hablan bajo y hacen mu-
chas reverencias, sintiéndose miembros de una caballerosa cre-
ma social.

bustrófedon. Surco de arado. Se aplica a las formas de escribir que van de


derecha a izquierda y de allí vuelven a la derecha y así sucesivamente como en un
pliego ondulado. La escritura de isla de PASCUA (Rapa Nui), de los siglos XII y XIII,
ha sido descifrada gracias a 21 kohau rongo rongo, «báculos recitadores» [Mé-
traux, 1971] o tablillas parlantes (> RONGO RONGO), que se han salvado y cuyos ca-
racteres pictográficos fueron incisos tal vez con un diente de tiburón siguiendo
siempre el sistema de los bueyes que aran la vieja memoria.

buzkasi / buzkashi / buzkachi… Deporte de Afganistán y otros lugares


de Asia Central que se juega a caballo con un ternero o una cabra descabezada
como «pelota». A veces en esos partidos contiende un centenar de jinetes (chopen-
doz). El buzkasi entrañaba antaño una cierta virulencia y el vencedor acababa acla-
mado como héroe. El escritor Joseph Kessel se inspiró en esa actividad afgana para
su novela Los jinetes. El ulak tartesh, deporte de origen MONGOL, se practica en
Kirguizistán por dos equipos a caballo que también se disputan una cabra decapi-
tada. En varias regiones de Uzbekistán, desde Karakalpakstán, en el extremo oeste
del país, hasta el valle del Fergana, en el este, se juega con pasión el ylaq oyny, un
tipo de polo en el que un pellejo de cabra es la pelota.

93
C Cual mi explicación.
Esto me lacera de tempranía.
César Vallejo, Trilce, XIV

Cábala / Kabala / Kabbalah / Kabalah… Tradición, transmisión, del


hebreo gabbalah, «tradición recibida». Se atribuye a los judíos SEFARDÍES, tras su
expulsión de España en 1492, haber volcado en la Cábala su propio consuelo para
afligidos y perseguidos, además de desarrollar su interpretación esotérica o mística
del Pentateuco (los cinco primeros libros de la BIBLIA). Uno de los textos cabalísti-
cos más destacados, si no el mayor, es el ZOHAR. Las dos grandes
partes del misticismo cabalístico (Torat ha-sod) se agrupan en el
Ma’aseh Bereshit («Acto de la Creación») y en el Ma’aseh Mer-
caba («Divino Carruaje»), éste último basado «en la descripción
del Divino Carro por el profeta Ezequiel… con las semillas de lo
que se llegó a llamar Kabbalah ma’asit, o cábala práctica»
[Steinsaltz, 1976]. De gran enjundia en la Cábala es el tema de
los «divinos nombres». No se podían pronunciar en el templo
salvo en raras ocasiones. Existía un nombre divino de cuatro le-
tras, pero no era el nombre verdadero y completo, sino los que
tenían doce letras, veinticuatro e incluso setenta y dos. La gente
debía abstenerse de rozar siquiera con los labios ese nombre de
Dios, de lo contrario tendría que guardarse de Baal Shem, «el
poseedor del nombre», capaz de crear y destruir, como el legendario GOLEM. Se
calcula que el estudio de la Cábala tiene unos cinco millones de seguidores en todo
el mundo. La llamada «Cábala pop», un movimiento liderado por el rabino Berg,
se ha puesto de moda entre estrellas de Hollywood como Madonna, que ahora
quiere llamarse Esther, y Liz Taylor, Mick Jagger, Demi Moore, Naomi Campbell,
Barbra Streisand, Mike Tyson…

cabañuelas. Los doce primeros días del año servían de pronóstico metereoló-
gico de los doce meses. Al parecer era una creencia de los ARIOS, que con muchas
variantes se registra en muchos lugares del mundo. En Mallorca consultaban les

95
LUIS PANCORBO

cabanelles en los tres primeros días de agosto. En el primer día se averiguaba


cómo iba a ir de San Miguel a NAVIDAD; el segundo era para saber la invernada; el
tercer día escrutaba la primavera. No dejaba de ser una filosofía de refranero: «pa-
rra que nace en abril, poco vino da al barril», y semejantes.

caceteiros. Nombre que reciben los korubos, una etnia de unos 3.000 miem-
bros del valle del Javarí, en el profundo Brasil amazónico. Su nombre se podría
traducir como «rompecráneos».

cafres / kaffir / kafir / kuffar… Los musulmanes usan el término kaffir, de


donde deriva «cafre», para designar a los no musulmanes, y eso se extendió desde
el Sahara hacia abajo. También se usa el vocablo kuffar para definir a los infieles y el
de munafiquin para los hipócritas en materia de religión. Sin embargo, la palabra
«cafre» pasó a ser en castellano sinónimo de «salvaje». Para los europeos de finales
del siglo XIX, el «país de los cafres» o «Cafrería» era «el territorio más favorecido de
toda el África meridional» [Ratzel, 1888]. Sus fronteras comprendían desde el río
Limpopo al Zambeze, el gran Río de los Pescadores, en lo que hoy son Zambia,
Mozambique y Sudáfrica, muchos y ricos kilómetros cuadrados. Los comerciantes
árabes se internaban en la Cafrería, sobre todo en la de Mozambique, en busca de
oro blanco (marfil) y oro negro (esclavos), es decir, cafres, hombres sin fe. Los bo-
ers y otros sudafricanos blancos racistas también llamaron «cafres» a los negros de
sus regiones australes. En ese vocablo se encerraban características de primitivismo
y salvajismo, con independencia de que fueran ZULÚES, matabeles, bosquimanos o
SAN, swazis, khosas, bakús, pondos o tembús. El término kafir es usado también
por algunos musulmanes para denostar a los infieles hinduistas.

cafundó. Una gota de la rica africultura de Brasil. El cafundó es, en realidad, la


llamada lengua cupópia, y también falange, un residuo del viejo portugués que po-
see un vocabulario de unas 160 palabras, 15 verbos, 13 adjetivos calificativos y dos
adverbios. Una reliquia lingüística, engendrada en tiempos coloniales, cuando es-
taba en vigor la Lei do ventre livre, que permitía a los amos portugueses el derecho
de pernada con las esclavas morenas. Algunos tienen al cafundó por lengua sagra-
da, casi secreta, para ritos de raigambre africana, pero la realidad es que se trata de
un dialecto CRIOLLO hablado en el pueblo de Salto de Pirapora y en la antigua ha-
cienda Caxambu, a unos 200 kilómetros de São Paulo, por casi la mitad de sus 60
habitantes. Cafundó —palabra que significa «lugar apartado», «remoto»— se tie-
ne por una aldea quilombola, es decir, procedente de un QUILOMBO, y muy pugnaz
a la hora de mantener su tradición. El léxico del cafundó se relaciona con el quim-
bundui, lengua BANTÚ de Angola, mientras que su sintaxis es portuguesa. También
ha aparecido un pequeño grupo de habla cafundó en el sureño estado de Minas
Gerais y eso es siempre noticia. No todos los brasileños pueden jactarse de decir
cambererá do vava para referirse a la «carne de agua», o pescado.

caiapós / kayapós / kayapos. Tribu indígena del Amazonas, que vive al


sur del estado de Pará y en el Mato Grosso. La decisión del gobierno brasileño de

96
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

demarcar su territorio, casi dos millones de hectáreas con 700 kilómetros de diá-
metro, y una inmensa riqueza minera y forestal, llevó a los caiapós a una rebelión
liderada por Raoni, el más famoso de los indios BOTOCUDOS por su gran plato en el
labio inferior. Raoni es del grupo txukarramae (o mentuktire), a su vez pertene-
ciente a los mekragnoti, tribu hoy de unos 335 individuos descubierta en 1953 por
los hermanos Villas-Boas en el Mato Grosso, y enemigos legendarios de los jurunas
del río Suia-Missu. En agosto del año 2000, Raoni se puso al frente de los caiapós
que secuestraron a 16 pescadores deportivos que habían entrado sin su permiso en
el río Curuá, dentro del parque nacional de Xingú, donde desde hace más de vein-
te años existe una demarcación del gobierno para 17 tribus. A veces ha habido di-
sensiones entre los caciques indios del Xingú sobre si dar concesiones a los garim-
peiros, como sucedió no sin problemas en la aldea Pykany en São Felix do Xingú.
El cacique Paiakan se hizo famoso y rico gracias a los madereros, y se lanzó a com-
prar dos avionetas Séneca, a vestirse con vaqueros y a llevar sus inseparabales Ray
Ban. Sin embargo, los indios del Xingú, entre ellos los caiapós, siguen pintándose
el cuerpo con negro de jagua y usando plumas multicolores en sus fiestas. Al mis-
mo tiempo, se ponen bañadores y calzones de baloncesto. No hay que olvidar que
la estampa de los caiapós ha entrado a formar parte de los folguedos, los temas
«indianistas» de carnaval en Ilha Bela, Mairiporá, Joanópolis y otras localidades.
En el sentir de algunos caiapós estaría la idea de aglutinar a todos los que viven en
el Xingú y en Pará para obtener al fin un territorio de 100.000 kilómetros cuadra-
dos (algo como el estado de Pernambuco), donde proclamar lo que ya llaman
Caiaponia, un país ideal, rico y, tal vez, imposible.

cainita. Secta gnóstica partidaria de reivindicar a Caín y a otros personajes del


Antiguo Testamento, como los habitantes de SODOMA Y GOMORRA, Coré, Datán,
Abirón…, y ello porque fueron víctimas del DEMIURGO, creador del Mal, aunque
tal figura correspondiese al Jehová de los judíos. Rechazaban los Diez MANDA-
MIENTOS, ley emanada de un mal espíritu, y seguían su propia ley de la naturaleza.
De igual o peor casta eran, para Menéndez Pelayo [1965], los carpocratianos que
compartían en comunidad hasta las mujeres, o los adamitas que iban como su ma-
dre los parió a celebrar sus cultos.

cairn. En gaélico, «pila de piedras». En Escocia y las islas Faroe se usaban como
mojones y para marcar sepulturas y el lugar de las batallas. Los viandantes añadían
una piedra al pasar por ellos, como los judíos ponen una piedra sobre las tumbas
que visitan. Attwater, dueño de una isla misteriosa en los mares del sur, habla de
un viejo cairn en la playa «…erigido, probablemente, para propiciar algún TÓTEM
del que se ha perdido hasta el nombre» [Stevenson, 1999]. (> OVÓ, MILLADOIRO,
APACHETA.)

calao / bicorne / bucerótido / hornbill… Pájaro mítico en muchos lu-


gares de África y Asia. En Borneo es un ave mensajera del más allá para los iban y
los keyang… Los iban lo llaman kenyalang, se adornan con sus plumas e imitan sus
movimientos en sus danzas. Para los senufo de Costa de Marfil, y para los DOGON,

97
LUIS PANCORBO

bambara y otros mandé de Malí, el calao es un motivo esencial en sus mitos, más-
caras y estatuas. El largo pico sería una alegoría del pene, y el vientre hinchado, el
de una mujer embarazada o en plena cópula. Antiguamente los senufos usaban en
las estatuas de los antepasados excrementos de este pájaro mezclados con tierra (el
elemento femenino) y cáscaras de huevo de serpiente (elemento masculino).

Caledonia. Hay una vieja Caledonia en las islas Británicas y una Nueva Cale-
donia francesa, aunque sea territorio de CANACOS en la Melanesia. Pero también
hay una nueva y vieja Caledonia en la antropología. «En la vieja Caledonia, cuando
un indígena encuentra por azar una botella de whisky en el camino, la vacía de un
golpe y se pone enseguida a buscar otra» [Malinowski, 1926]. Una manera de po-
ner en solfa a los antropólogos que ponían en ridículo a los primitivos: «Cuando
un brodiag encuentra un oso polar se salva corriendo y a veces el oso le sigue»
[Evans-Pritchard, 1965]. Sospechaba con toda razón Evans-Pritchard que algunos
padres antropológicos, como Tylor y FRAZER, no habían explicado bien por qué los
salvajes o primitivos tomaban las relaciones de la MAGIA por reales y, en cambio,
eran muy realistas en otras muchas actividades. Frazer difería de Tylor al sostener
que la religión venía después de una fase de magia, y que incluso al ANIMISMO le
había precedido un estado más primitivo. Para Evans-Pritchard [1965] no es de
recibo que nosotros estemos en lo alto de una escala y ellos, los primitivos, abajo.
Eso sería tanto como decir: «Nosotros, los capitalistas; ellos, los comunistas. Nos-
otros los monoteístas; ellos, los fetichistas…». Es cierto que, al principio de la cien-
cia antropológica, Herbert Spencer habló de que el cerebro de un PRIMITIVO «es
no especulativo, incapaz de criticar y de generalizar, y que no tiene otra noción que
la que le dan sus percepciones», y hasta se permitió repetir CLICHÉS como «casi to-
dos los viajeros afirman que las razas inferiores sienten repulsión hacia las cosas
nuevas» [Spencer, 1882]. Los bosquimanos (> SAN), para suplir la indigencia de su
lenguaje, harían tantos gestos que «no se les puede comprender a oscuras». Eso
creía Spencer de los bosquimanos y cosas parecidas de los harapahoes y ZUÑIS.

calendario maya. Los MAYAS, un pueblo preocupado por el devenir, hasta


que casi acabó extinguido, erigieron observatorios astronómicos tan imponentes
como las pirámides de Chichén Itzá (México) o las de Tikal (Guatemala), pero sus
ruedas del tiempo no poseían menos valor. El calendario sagrado o ritual de 260
días se representaba con una secuencia en una rueda interior de 13 días engranada
con los 20 días de la rueda externa. Contaba con dos pequeños ciclos de 13 núme-
ros y 20 nombres de días. El calendario secular maya, llamado haab, tenía como
los nuestros 365 días, con 18 periodos o meses de 20 días cada uno, seguidos de 5
días infaustos o malos. Los dos calendarios corrían al mismo
tiempo formando un ciclo mayor de 18.980 días (en torno a 52
años) y era cuando se repetían los designios de cada día en par-
ticular. Dioses, animales terrestres y pájaros eran los santos pa-
tronos de cada fecha. Los mayas usaban asimismo puntos que
equivalían a una unidad y barras o guiones que equivalían a cin-
co. Un día concreto podía tardar en repetirse 52 años y algunos

98
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

humanos, pocos, lograban verlo y vivirlo. Los mayas del periodo postclásico de
Yucatán abreviaron el calendario contando con katuns, unidades de 20 años, nom-
bradas por el último día o ahau. Eso era la llamada «cuenta corta», frente a la que
estaba la llamada «cuenta larga», con ciclos vigesimales contando hacia atrás hasta
llegar a la mágica fecha del 13 de agosto del año 3114 a.C., cuando se produjo una
de las más sonadas creaciones del mundo para los mayas. Una fecha podía expre-
sarse así: «katun 6 ahau», y también eso podía repetirse con iguales características
260 años después, aunque nadie quedaba vivo para atestiguar la precisión o la
bondad o maldad de la jornada [Stuart, 1982].

California. Nombre de una tierra mítica y literaria, la isla de Calafia, reina de


las amazonas, tal como aparece en Las sergas de Esplandián (1510), quinto volu-
men del ciclo de novelas de caballería de Amadís de Gaula: «A mano derecha de
las Indias hay una isla llamada California» [Rankin, 1987]. Esplandián era hijo de
Amadís de Gaula y de Oriana de Gran Bretaña, pero, con mayor probabilidad,
procedía del padre literario del invento, el escritor Garci Rodríguez de Montalvo.
Hubo una mención aun más temprana a un lugar llamado «Califerne» en la Chan-
son du Roland (1090), lo que da pie a Jorge Wagensberg [2006] para interpretar
que «la palabra quizá proceda de Khilifath, que significa dominio del califa. Las
palabras se seleccionan por una rara combinación de selección natural y selección
cultural». Por eso también parece demasiado sencilla la tantas veces mencionada
relación etimológica del nombre de California con «horno caliente».

Calistoga. Pueblo somnoliento del norte de California, junto al valle de Napa,


donde Robert L. Stevenson empezó su viaje de novios en mayo de 1880, con
Fanny Osbourne, su hijastro Lloyd y el perro Chuchu, y —en el más puro estilo
STEVENSONIANO— tomando impulso hacia Silverado, una mina abandonada donde
no sólo sobrevivió en una cabaña medio arruinada, sino que escribió páginas me-
morables muy alejadas del CLICHÉ de los mares del sur. Calistoga era un refugio
contra las serpientes cascabel, los osos, los salteadores de caminos y la civilización;
mientras que Silverado, la escoria del mineral de plata, fue el gran retorno a la bár-
bara magnificencia de la naturaleza americana. «Me enseñó el madroño, el manza-
nillo, el castaño de Indias, el arce; me mostró la codorniz, y unas secuoyas jóvenes
que ya apuntaban hacia el cielo desde los despojos de las viejas, porque en este dis-
trito todo había perecido ya: las secuoyas y los pieles rojas, las dos clases de seres
vivos indígenas más nobles… ambas extintas» [Stevenson, 1996].

callawaya > KALLAWAYA


calmucos / kalmuques / kalmyk. Gentes del tronco MONGOL, también
conocidos como torgotos y, a veces, como TÁRTAROS. Los calmucos, especialmente
los «mogoles del Volga», se hicieron famosos por su gran odisea de 1771 cuando
atravesaron desde Rusia a China en una expedición que mezcló ingredientes de
conspiración, épica y fanatismo, una especie de rebelión religiosa y militar de tin-
tes parangonables a los de la Anábasis de Ciro el Joven narrada por Jenofonte.

99
LUIS PANCORBO

Hostigados los calmucos por


las tropas zaristas, por los CO-
SACOS , por los bashkirs y por
los kirguizes, su líder, el prínci-
pe Zebek Dorchi, tomó una de-
cisión arriesgada: desgajarse de
los rusos e impulsar a su na-
ción, lo que quedaba de ella,
fuera del dominio de los zares,
para buscar protección del em-
perador de China. Eso entrañó
precisamente la odisea, un éxo-
do por Asia central y el desier-
to del Gobi hasta las fronteras
de China. De los en torno a 600.000 calmucos errantes, apenas llegaron 260.000.
Fue tema que inspiró sobremanera a Thomas de Quincey (1785-1859) para su li-
bro La rebelión de los tártaros (1990). Y De Quincey no trataba temas baladís
como muestran sus obras Confesiones de un inglés comedor de opio y Del asesi-
nato considerado como una de las bellas artes.

caló / calé / romanó / romaní / zincalé… Lengua de los gitanos. Con-


siderada a veces una germanía o jerigonza, el caló es una lengua de origen indostá-
nico con aportes diversos. Pañí («agua»), en hindi es pani; pañibarí, «diluvio».
Otras veces, el origen de las palabras es dudoso: sandunga («gracia»); urdiflar
(«encender»); xuquel («perro»)… Como los nombres que han recibido los gitanos,
empezando por el de zíngaros (cíngaros): sería un vocablo relacionado con el río
oscense Cinga (Cinca), con una secta del Asia Menor, con el río Uxia de Persia,
con los zógaros del CÁUCASO… La más atendible es la teoría que señala el origen
de los calós en la India, más concretamente en la provincia de Tatta (Gujarat), en
la margen derecha del río Sind [Grellman, 1810]. El carmelita descalzo Paulino de
San Bartolomé, buen conocedor del indostaní, creía que «cíngaro, zigeuner, zugi-
ner…, con toda su afición a la nigromancia y quiromancia… así como el negro y
ondulado cabello de los que se dieron cita en Alemania, son propios de los indos-
tanos…» [Llorens, 1991].

calumet. Procedería de chalumet, una palabra francesa usada antiguamente en


Normandía para referirse a la cachimba de los pastores. En Norteamérica, calumet
fue el nombre dado a la pipa de la paz de los
sioux (> LAKOTA) y otros INDIOS de las llanu-
ras, aunque también podía anunciar la gue-
rra. Pero, no sólo subrayaba los acuerdos po-
líticos, sino que se usaba para escuchar a los
diversos espíritus. Muchas tribus de las gran-
des llanuras y de los bosques del nordeste lo
usaban en las ceremonias de sudado y otor-

100
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

gaban al humo un significado medicinal, y a veces sagrado. Para los dakota, la pipa
era «un lazo con el cielo» [Chevalier, 1982]. La pipa y el humo podían conferir
fuerza, incluso el don de la invulnerabilidad. Más discutible es que esas pipas sim-
bolizaran, con sus dos partes, lo masculino y lo femenino. En Minesota, los indios
obtenían por intercambios la mejor cazoleta para el calumet, la de catlinita o «pie-
dra de pipa». Tanta pipa de la paz no impidió a los INDIOS norteamericanos perder
la guerra y la paz. Un condado de Wisconsin, Calumet County, es hoy un destino
turístico gracias a sus montañas ideales para el esquí y las motonieves, y con sus
ríos, óptimos para alancear esturiones.

camaleón. Creador de la primera pareja humana para los PIGMEOS del Ituri.
En cuanto que DEMIURGO, puede producir el trueno y el rayo. Es un intermediario
entre las fuerzas naturales, las más bien sobrenaturales (ARCO IRIS, sol…) y la hu-
manidad. Los DOGON de Malí también asocian el camaleón —el que ha recibido
todos los colores— con el arco iris [Chevalier, 1982]. En el CRISTIANISMO, el cama-
león es un disfraz más de Satanás [Cooper, 1978].

Camelot. Reino mítico del rey Arturo, atribuido a la imaginación del poeta
francés Chrétien de Troyes en el siglo XII. Según Thomas Malory, Camelot que-
daba en Winchester, antigua capital de los reyes sajones. Su castillo, con una sala
provista de una tabla redonda, fue la base de la leyenda artúrica. Al mismo tiem-
po, todo es brumoso, como corresponde al mito huidizo. Para algunos, Camelot
sería Caerlaverock, un castillo situado en Solway Firth. Dicen otros que el nom-
bre Camelot proviene del río Cam, en Cadbury, o del río Camel de Cornualles…
Es Caerleon, corte del rey de Britania, para sir Geofrey de Monmouth. Por su
parte, los caballeros de la tabla o mesa redonda, Lancelot (Lanzarote), Gawain,
Gallahad y Perceval, el señor del castillo del GRIAL…, sumados a Guinevere (la
reina Ginebra) y a la espada milagrosa Excalibur, alimentan la busca de una es-
pecie de lapis esilis, una piedra Fénix, que confiere, más que nueva vida, eterna
adolescencia.

camisardos / camisards… El movimiento de los «camisas blancas», lla-


mados «profetas de las Cevenas», se extendió en el siglo XVIII por el Macizo Cen-
tral de Francia y zonas del Languedoc, hasta sufrir una brutal represión que recor-
dó la de los CÁTAROS. Los camisardos practicaban un cierto GNOSTICISMO bajo su
capa oficial protestante. No aceptaron que Luis XIV revocara el Edicto de Nantes
mediante el que Enrique IV (quien, al convertirse al catolicismo, dijo lo de «París
bien vale una misa») había puesto fin a las guerras de religión. La protesta, con ca-
sos de histeria colectiva, llegó a su apogeo en las Cevenas en 1702, tras el asesinato
del abate Chayla, representante real [Manchip, 1998]. Los camisardos, con Jean
Cavalier al frente, resistieron los ataques del ejército de Luis XIV hasta su rendi-
ción. Robert Louis Stevenson pensó hacer una novela sobre este tema que le recor-
daba la guerra de los covenanters escoceses (1639-1685), presbiterianos partidarios
de Carlos I de Inglaterra, y sobre lo que había publicado en su primera obrita a los
dieciséis años, titulada The Pentland Rising («El levantamiento de Pentland»). Lo

101
LUIS PANCORBO

que sí que hizo Stevenson, en Viajes con una burra (1998), fue recorrer los paisajes
que vivieron la revuelta de los camisardos.

Camors. Bosque de Bretaña donde vivían los DUENDES (> KERRIGAN) y donde
más ciertamente se alza el menhir Bras o de la Estrella. La villa de Camors reivindi-
ca ser la patria del verídico Barbazul, no el del cuento de Pérrault, sino el señor
Comore o Comonor (significa «gran jefe»), quien, en el siglo VI, poseía el castillo
de La Motte. Se casó cinco veces y nunca acababan bien sus esposas. Camors tiene
rincones como Bé-er-Sant, «Tumba del santo», donde aún se dejan zapatos en un
círculo de piedra que rodea un roble, el ÁRBOL SAGRADO de los celtas. Dicen que el
santo del lugar ayuda a los niños a caminar. Otra versión de Comore es la de un gi-
gante, el príncipe del país del trigo negro, situado en Cornualles. Ese ser tremendo
pidió la mano de Trifyna de Vannes, princesa del país del trigo blanco. Ante las ca-
labazas que le dieron, Comorre luchó contra el reino de Trifyna y cortó la cabeza
de la princesa y de su hijo. Con lo mismo, san Veltas ordenó a la princesa que co-
giera su cabeza, se la pusiera en un brazo y a su hijo en el otro, y que caminara ha-
cia el ejército de Comore, quien, a la vista de la situación, huyó despavorido
[Dourver, 1977].

campana de Velilla. Legendaria campana de la iglesia de San Nicolás de


Velilla, pueblo a nueve leguas de Zaragoza. Tañía sola, por lo que se la llamaba
«campana del milagro». Más bien repicaba «por arte del demonio» y eso se debía
—se decía— a que en su metal se había fundido una de las 30 monedas con las que
JUDAS vendió a Cristo [Feijóo, 1773].

Canaán / Canaá. País de la púrpura, un tinte obtenido de un caracol marino


(murex). Tierra en el Jordán a la que se dirigió Abraham con su mujer Sarai, Lot,
hijo de su hermano, «y las almas que habían adquirido en Harán» (Génesis 12,5).
Podría tratarse de la franja entre el Mediterráneo y los márgenes del desierto, «des-
de Gaza hacia el sur hasta Hamath, al norte y hasta las orillas del Oronte» [Keller,
1956]. Fue uno de los viajes más portentosos del mundo conocido. De Hanán a
Canaán había 1.000 kilómetros siguiendo el río Belikh hasta llegar al Éufrates, des-
de donde había que dirigirse hacia el oasis de Palmira (Tadmor en la Biblia), hacia
Damasco y, por fin, girar desde allí hasta el lago de Genezareth [Keller, 1956]. Fue
un país rico, y no sólo por la púrpura, sino por el comercio con Egipto. El puerto
fenicio de Biblos (de donde luego vinieron las palabras «libro» en griego, y «BI-
BLIA»), la Palestina de los filisteos, todo eso se asocia a Canaán. No, sin embargo,
la Tierra de PROMISIÓN, lo cual es «todo Israel desde Dan a Beer-sebah» (Samuel
3,20), la tierra desde las fuentes del Jordán, al pie del monte Hermon, hasta las co-
linas al oeste del mar Muerto, y al sur, hasta el desierto del Negev. Y Keller tenía
razón en eso, la Tierra Prometida fue tomada en serio por el Estado de Israel.

canaco / canac / kanak / canako… Nativo de la Melanesia (Nueva Ca-


ledonia, Nuevas Hébridas, SALOMÓN…). El término empezó a popularizarse en las
islas Kanaky (Nueva Caledonia), anexionadas por Francia en 1853, un Territorio

102
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

de Ultramar donde aún se ha pospuesto la posibilidad de hablar de independencia


hasta —como pronto— 2013. El término «canaco» solía ser usado despectivamen-
te en el siglo XIX por los colonialistas franceses, pero luego se fue afirmando en
Nueva Caledonia como seña de identidad dentro de un cierto discurso etnicista.
Se empezó a aceptar que canacos fuese sinónimo de independentistas. Pero, si se
va muy lejos, se puede acabar como Jean-Marie Tjibaou, líder del movimiento in-
dependentista canaco, que fue asesinado en 1989 por un grupúsculo escindido. El
lúcido Tjibaou se preguntaba: «¿Qué forma de nueva sociedad dejará aparecer [el
canaco] en su moral, ahora vacilante?».

Candelaria. Virgen asociada a la luz y que, al celebrarse el 2 de febrero, supo-


ne el auténtico cierre del ciclo de la NAVIDAD. Posiblemente se superpuso a una
fiesta pagana de purificación. Queda en algunos sitios la costumbre de usar velas
de colores bendecidas para protegerse del granizo, ahuyentar brujas, defender el
ganado… Es la patrona máxima de Canarias, con su gran bastón de oro en el altar
mayor de su iglesia en Tenerife. Pero, para algunos nostálgicos, es Chaxiraxi, Hija
del Sol y Madre Tierra, diosa de rostro negro, adorable como el antiguo pino sa-
grado de Teror. Un movimiento de reivindicación GUANCHE promueve bautizos y
bodas con un cierto rito ancestral en la cueva de Añaco, en Igueste de Candelaria,
donde se ubica el fastuoso santuario de la Virgen. Todo ello con presencia de hari-
maguadas, sacerdotisas de Chaxiraxi. Tampoco faltan GUANCHES enclavados en al-
gunas tagoror (asambleas) que critican el desfile militar del 15 de agosto en Teneri-
fe, acompañando a la Virgen de la Candelaria, que ellos tienen por su diosa
Chaxiraxi. Ante lo cual, esos movimientos animan «a romper el gánigo», la vasija
tradicional, metáfora parecida a romper la baraja. En La Gomera se bebía leche en
un gánigo para sellar un pacto. Para Bethencourt [1999], Chaxiraxi pudo ser una
imagen y un culto de origen etrusco. Se apoya para sostener esa hipótesis en las
traducciones, realizadas por Campbell, de las inscripciones que tenía inscritas la
vieja imagen. En América, el culto de la Candelaria también se superpuso al de
deidades prehispánicas. En el lago Titicaca, donde se encuentra el santuario maria-
no de Copacabana, se festeja a la Virgen de la Candelaria con la unción con que
quizás debieron celebrar a la PACHAMAMA los indios tiwanaku y wari de la región.
En el centro del lago surge la isla del Sol y se efectúan en ella ceremonias y ofren-
das que apenas han variado desde hace mil trescientos años, cuando la civilización
de Tiwanaku esplendía, claro que sin los sacrificios humanos que solían perpetrar
los tiwanaku y los wari a base de sus prisioneros.

candomblé. Religión afroamericana de los antiguos esclavos de Brasil. (> TE-


RREIRO.)

Canelos. Otro nombre del «Territorio» o «País de la Canela». Situado en la


provincia de Quijos (Ecuador). Fue recorrido en primer lugar en 1531 por el astu-
riano Gonzalo Díaz de Pineda —que formaba parte de la expedición de Gonzalo
Pizarro— atravesando la cordillera oriental. La canela era una especia tan ambicio-
nada como el oro en la Europa del siglo XVI, pero dio la casualidad de que ambos

103
LUIS PANCORBO

mitos se fundieron en el mismo lugar amazónico. Los españoles escucharon las pri-
meras leyendas sobre el oro en el país de los canelos. Incluso oyeron hablar de un
reino de El Dorado (mito que ya circulaba en Quito hacia 1540), ubicado hacia
Neiva-Timaná, tierras de los muiscas (> ELDORADO). La otra cara era lo que costa-
ban esas incursiones. Una carta de Gonzalo Pizarro a Carlos V refiere qué comían
los expedicionarios: sapos y serpientes, cueros de monturas y de espuelas tostados
en el rescoldo de la hoguera…

cangaçeiros. Bandidos del Sertão que operaban a finales del XIX y principios
del XX en la región del nordeste del Brasil. En el Museu do Cangaço, de Pernam-
buco, se ven armas y recuerdos del jefe Lampiño (Lamparón) —así llamado por las
chispas que salían de su rifle—, que campó a sus anchas durante un par décadas a
comienzos del siglo XX. Otra leyenda en vida fue María Bonita, la mujer de Lampi-
ño, y la primera bandida brasileira de cierto predicamento, que acabó acribillada
por balas policiales en 1938. Las cabezas de la pareja fueron rebanadas y expuestas
en el Instituto Médico de Salvador de Bahía hasta que las enterraron en 1940.

caníbal. Palabra que procede del nombre de los CARIBES, etnia que habitaba las
Antillas descubiertas por Colón. Los caníbales han pasado a la historia como IN-
DIOS antropófagos, en contraposición a los pacíficos taínos. A Colón se deben las
primeras menciones de indios calibes, cambalas, carinas o, para Americo Vespucci,
cambali. Un capítulo de los Ensayos de Montaige, titulado «Sobre los caníbales»,
trataba de explicar quiénes eran: «…obedecen todavía a las leyes naturales, muy
poco degeneradas por las nuestras». De ahí —piensa Uslar Pietri [1982]— pudo
haber sacado Shakespeare a su Calibán de La Tempestad, una encarnación del ca-
níbal y de otros más bajos instintos enfrentado a Ariel, el luminoso. El área cir-
cumcaribe, donde se situaban esos indios, es «el vasto arco geográfico continental
e insular bañado por el mar de las Antillas, que comprende a todas éstas y a la zona
centroamericana y suda-
mericana costera inme-
diata» [Ballesteros, 1985].
Pero eliminados de la
faz del Caribe (sólo que-
dan unos miles de des-
cendientes), los caribes
siguieron engordando el
mayor TABÚ de la huma-
nidad, y las sátiras al
respecto. Swift proponía
un yearling child —un
niño de un año, paran-
gonable a un niño le-
chón, como un asado fa-
buloso, y como método
para garantizar la super-

104
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

vivencia del pueblo irlandés. Feijóo [1773] describía con agudeza a los yagos, pue-
blo del reino africano de Ansico: «…se alimentan de prisioneros de guerra y de los
que fallecen por causas naturales… de modo que, en aquella nación, los muertos
no tienen otro sepulcro que el estómago de los vivos». Eso es arte de escribir. Pero
en estos tiempos hay muchos ejemplos de cómo se banaliza hasta el canibalismo.
En 1972, un avión uruguayo se estrelló en los Andes con 45 personas a bordo, la
mayoría perteneciente a un equipo de rugby. Los 16 supervivientes rescatados tras
setenta y dos días se habían alimentado con los cadáveres de sus amigos, pero algu-
nos presentaron el caso como una especie de «comunión». Nada que ver con lo
del blasfemo artista chino Zhu Ju, quien en 2003 presentó en el Canal 4 de la tele-
visión británica su documental Beijing swings, consistente en enseñar cómo se co-
mía el cadáver de un niño y en beber vino con un pene amputado. Provocaciones y
falsedades para levantar la audiencia.

cáñamo / cannabis / chanvre… Humo sagrado para los santones hindú-


es (tal vez fue el SOMA de la antigüedad), los PIGMEOS del Ituri y otras varias cultu-
ras INDÍGENAS. En 1930, Louis Armstrong fue detenido en Los Ángeles por pose-
sión de cannabis, lo que causó una ligera conmoción, pero, ya en 1995, habían sido
arrestadas 10 millones de personas por ese motivo y aún se discute su legalización
en Estados Unidos. En Holanda, enfermos de cáncer, sida, esclerosis múltiple…
pueden comprar en las farmacias pastillas de cannabis (con THC tetrahidrocanna-
binol). También en Nuevo México (Estados Unidos) y Cataluña se acepta el uso
médico del cannabis.

caodai > QAODAI


carajas / carajás. Indios del río Araguaua de los estados brasileños de Goiás
y Pará. Su censo arroja unos 3.000 individuos. Conocidos como rivales atávicos de
los shavantes, últimamente plantan mandioca y ven venir la globalización. No es
infrecuente que se casen con una prima materna y que vivan con la familia de la
mujer (residencia uxorilocal). La tribu se hizo célebre por la matanza de Carajás en
1996, cuando un batallón de militares disparó a mansalva sobre los colonos que
pretendían entrar en un latifundio de Pará. Hubo 19 muertos, cientos de heridos y
ningún responsable. Nada nuevo bajo el sol de la Amazonia. Lo penúltimo es que
unos 17.000 INDÍGENAS de 15 naciones, con diversos grados de ACULTURACIÓN, tie-
nen que afrontar el impacto medioambiental de la compañía Vale do Rio Doce, un
coloso que anualmente procesa 45 millones de toneladas de hierro, más oro y man-
ganeso, y que naturalmente sostiene que su actividad apenas es nociva.

caravanserai / caravasar / funduk / khan… Hostal con cuadras pre-


parado para el alojamiento de las caravanas. También se llama así al serrallo cara-
vanero. La palabra sufrió un deslizamiento hacia el significado de «lugar obsceno».
Sin embargo, el caravanserai fue una pieza importante en la expansión del ISLAM y
es siempre esencial en una cultura nómada como la de muchos pueblos del Orien-
te Medio. Y de Persia, de donde proceden en puridad las palabras karwan, «com-

105
LUIS PANCORBO

pañía comercial», y serai, «posada». Aunque hubiese mujeres allí, no hay que con-
fundir caravanserai con HARÉN, y mucho menos con el de algún sultán turco que
podía disponer de casi medio millar de mujeres.

carcaman. Nombre injurioso que los peruanos dan a los europeos, según una
nota de Julio Verne en Martín Paz (1982), una de sus novelas menos conocidas,
ambientada en la Lima virreinal.

carcoma / car-co-ma. En la década de los años treinta se metía en el saco


de la «carcoma» a carbonarios, comuneros y masones, empleando las primeras sí-
labas de esos tres grupos. La carcoma roía la gloria de la España eterna y el prime-
ro en sacar partido de semejantes vacuidades fue Franco, influido, pese a sus posi-
bles GENES hebreos, por libelos antijudíos, como Los Protocolos de los Sabios de
Sión, y por las publicaciones netamente antimasónicas de Antonio Suárez Guillén
y Luis Masip (Los masones en España). El propio Franco Bahamonde —ambos
apellidos judíos— usó el seudónimo de Jakin Boor para firmar en el diario Arriba
entre 1946 y 1951 50 artículos, recogidos luego en el libro Masonería de 1952.
Franco usó a menudo —con gran anacronismo— el CLICHÉ de la «conspiración ju-
deo-masónica». Ya en 1731, el duque de Wharton fundó la primera logia española
en Madrid [Ridley, 2004].

Cardín. Alberto Cardín Garay (1948-1992), una presencia lúcida en la cultura


española, un hombre de talento prematuramente desaparecido, un poco como el
inglés Bruce Chatwin. Cardín acaso tenía un mayor espectro, desde lo literario a lo
antropológico. Para ser de función ego-distónica, sembró con su inteligencia sus
colaboraciones en la prensa diaria y en revistas precursoras como El Viejo Topo,
Diwan, La Bañera, Cuadernos del Norte… Asumió retos como dirigir «El rey de
bastos», una colección de orientación homosexual de la editorial Laertes. Enseñó
su vena poética con Paciencia del destino, Indículo de sombras, y construyó rela-
tos, novelas o ensayos tan premonitorios de su fin como S.I.D.A., ¿maldición bíbli-
ca o enfermedad letal? Eduardo Haro Tecglen, en su columna necrológica titulada
«La muerte de Wembley», recordaba: «Está muriendo lo mejor de unas generacio-
nes. La parte que más consecuentemente creyó en las libertades privadas y públi-
cas». Entre los años ochenta y noventa, el asturiano Alberto Cardín prologaba, tra-
ducía y escribía cuanto de interés se movía en torno a la ANTROPOLOGÍA; una tarea
inmensa dadas las lagunas españolas al respecto. Sólo en 1989 prologó y tradujo
Diario de campo en Melanesia, de Bronislaw Malinowski, y prologó El antropólo-
go inocente, de Nigel Barley. Manuel Delgado Ruiz [1990] destacó el trabajo de
Cardín, enmarcado en la evidencia de que «la antropología no es sólo una ciencia
o una disciplina del saber. Es también una anomalía del espíritu». Pero bendita sea
la anomalía, si lo fuera, de un hombre como Cardín, discípulo fiel del filósofo Gus-
tavo Bueno, y admirador de Lévi-Strauss y de la precursora antropología británica,
como demuestran sus jugosas Apostillas sobre Richard Burton (1983).

cargo > CULTO DEL CARGUERO

106
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

caribes. Etnia amerindia extendida desde el Orinoco hasta las Antillas. Los ca-
ribes se granjearon una gran reputación de belicosidad (> CANÍBAL) a costa de
otros pueblos antillanos, como los taínos. Con todo, los caribes quedaron práctica-
mente extinguidos en el siglo XVI. En una carta de 1493, Cristóbal Colón habla de
una isla, Carib, donde la gente es fiera y come carne humana. En la Venezuela sel-
vática, donde llaman caribes a las pirañas, el padre Gumilla [1741] anotó sobre los
indios caribes que «no saben pelear sino a traición». Todo eso ahondó en el CLI-
CHÉ de su ferocidad. Algunas decenas de autollamados caribes, ya muy mestiza-
dos, viven en Santa Rosa (Trinidad). En la isla Dominica hay toda una Reserva Ca-
ribe, instituida legalmente en el siglo XIX, y poblada por unos 3.000 caribes con
alguna mezcla con negros, pero no hasta el punto de los GARINAGU (kalinago) o ca-
ribes negros (MISQUITOS), que viven en la Mosquitia de Honduras.

carisma. Gracia divina. Una cualidad excepcional, y a veces invisible, que ro-
dea a raros hombres (y mujeres, ancianos y niños). Y profetas. Hombres con talen-
to que se anticipan a los tiempos, líderes que cortan un pelo en el aire, o los que
nunca balbucean. Sin embargo, los carismáticos de tiempos bizantinos entraron en
la historia de la Iglesia por ser unos tipos pasados de pasión, fanatismo y TRANCE.
Las monjas de clausura en plena oración carismática no difieren de los tántricos
que notan y obtienen el carisma de un prior musitador de mantras. En Occidente
se quiere acopiar todo el carisma —palabra derivada de la griega para «favor» o
«gracia»—, aunque también tenía mucho carisma, en lo suyo, Atila, el rey de los
hunos, o Genghis Khan, el emperador de los MONGOLES.

carmáticos. Puntos, patrones, números y otros elementos relacionados con el


ESPIRITISMO (especialmente en Brasil). También se emplea lo carmático (acción-re-
acción, causa-efecto…) en los procesos de regresión. Para Freya Stark [2001], los
ASESINOS eran una rama sanguinaria de carmáticos del este de Arabia.

Carnac. Lejos de Karnak en Tebas (la actual Luxor), con templos como el de
Amón Ra, Carnac es una localidad al sur de la Bretaña francesa célebre por sus fa-
bulosas alineaciones de menhires. La leyenda dice que eran soldados paganos que
perseguían a san Cornelio y que éste los convirtió en piedras. Claro que, por NAVI-
DAD, las piedras se animan y van a beber agua fresca, un milagro que es peligroso
presenciar. No lo es tanto, aunque es difícil de ver, el prodigio que se produce en
la isla de Sein: hay allí menhires causeurs, que hablan… Bretaña es la gran mina
megalítica del mundo, con sus dólmenes de Locmariaquer, sus menhires y alinea-
mientos de Erdeven y Penmarch, sin olvidar las 1.029 piedras de Kermario exten-
didas en una impresionante avenida campestre de casi un kilómetro. El sueño de
Obélix hecho piedra, esta vez real.

Caro Baroja, Julio > BRUJAS


casba / kasbah / casbah / alcazaba… Ciudadela o recinto fortificado
típico del Magreb. De casba viene la palabra española «alcazaba». Una alcazaba tí-

107
LUIS PANCORBO

pica es la del puerto argelino de Bejaia, conquistado por los españoles en 1509 du-
rante el reinado de Carlos V. Otras veces se entiende por casba el barrio antiguo de
una medina, es decir, de una ciudad. En ese sentido, la casba reúne zocos, callejue-
las y demás… La Casba de Argel fue elogiada por Le Corbusier por su prodigioso
arracimamiento de casas, terrazas, escaleras dispuestas en un laberinto inolvidable.
Esto último va también por los muchos muertos, patriotas locales y franceses, que
cayeron en sus sombras durante la guerra de liberación. Desde 1992 es Patrimonio
de la Humanidad. No por eso hay que menospreciar las casbas del valle del Drâa
en Marruecos, bocas rotas de tierra roja con alguna chumbera difundiendo un gri-
to de un verde imposible.

Castaneda. Carlos Castaneda ocupó buena parte de la balumba esotérica a


partir de los años sesenta y aún se ignora su verdadera identidad. Según la revista
Time, nació en Perú y fue hijo de un joyero, César Arana Burungaray, y de Susan
Castaneda Navoa, de quien adoptó el apellido. Debió pasar cierto tiempo escolar
en Brasil (él sostuvo que había nacido en São Paulo) y, al parecer, emigró a los Es-
tados Unidos en 1951. Estudió antropología en UCLA, la Universidad de Los Án-
geles. A partir de entonces, su vida se envuelve en el mismo humito que aparece en
sus libros. Una de sus ideas más populares fue que los seres humanos tienen una
parte derecha, el tonal, que se refiere al intelecto, y una parte izquierda, el nagual,
conectada con todo lo inimaginable o a cuanto escapa a la razón. Ahí se insertarían
las enseñanzas de Don Juan, del personaje Juan Matus —despachado como real—,
un indio YAQUI que acaba alzándose como el gran protagonista de los libros de
Castaneda. El otro elemento, con trazas antropomorfas, es mescalito, como llama-
ba el viejo indio a su amigo del alma, el PEYOTE alucinógeno. En 1993, Castaneda
pudo casarse con Florinda Donner, una antropóloga que causó una gran polémica
con su libro Shabono y que fue criticada en la AAA por plagio y otras faltas éticas
como no haber estado en el lugar que describe en su libro, un poblado de YANO-
MAMIS. Claro que si Florinda Donner era la esposa de Castaneda, y si éste existía,
no extraña que pudiesen combinar juntos cualquier alucinación y pasarla por ocu-
rrida como en el mejor tiesto de marihuana californiana.

castas. La organización social y religiosa en la India desde tiempos védicos. La


conquista de los ARIOS, claros de piel, sojuzgó a los nativos del subcontinente in-
dio, los más oscuros DRAVÍDICOS, y, de alguna forma, eso perduró en las cuatro cas-
tas, las cuatro varna y los colores primordiales. De arriba a abajo, y de blanco a ne-
gro, figuran los brahmanes (sacerdotes, > BRAHMÁN), los ksatryas (guerreros), los
vaisyas (comerciantes) y los sudras (siervos). No cuentan a estos efectos los fuera
de casta (> PARIAS). Las llamadas Leyes de Manu (Manava Dharma-Sastra) fueron
desde el principio la mejor arma de dominación de los brahmanes. Aunque Manu
(o MANÚ) fuese un personaje mitológico, un superviviente del DILUVIO Universal
en versión hinduista, su nombre sirvió para hacer todo un catálogo de discrimina-
ciones en función de las castas a lo largo de 2.648 versos repartidos en 12 capítu-
los. El BHAGAVAD GITA, la Biblia de los hinduistas, también fijó los CLICHÉS de las
castas: el BRAHMÁN, o bramín, se asocia con paz, pureza, austeridad, rectitud. El

108
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ksatrya es todo generosidad y coraje en el combate; el vaisya es el ingenio en el co-


mercio, la agricultura y la ganadería; el sudra se hizo para servir a las tres castas an-
teriores. Las tres primeras castas son las de quienes se arrogan un doble nacimien-
to, uno físico y otro moral o religioso por poder leer y entender los VEDAS, los
textos sagrados. Los sudras han de conformarse con un solo nacimiento y con no
poder leer los Vedas. Ante este panorama, no es infrecuente que haya suicidios,
como el de cuatro miembros de una familia, padre y madre de cincuenta años, y
sus hijos varones de veintisiete y veintitrés años, porque su hija mantenía relacio-
nes prematrimoniales con un vecino. Eso ocurrió en 2001 en Belar Taluk, un pue-
blo del ya muy tecnológico estado de Kartanaka, y aunque no se atribuyó al suici-
dio colectivo el tema de casta, es indudable que el prejuicio de casta sigue vivo a lo
largo y ancho de la India. Otra cuestión es que «…las relaciones de casta están
siendo remodeladas por la urbanización, la migración, la educación y el cambio
tecnológico» [Seabrook, 2002].

castrapo. Mezcla de gallego y castellano llena de gazapos que saltan por todas
partes.

cátaros / catari / albigenses / patarines… Para Roma eran unos he-


rejes, carne de horca y hoguera. Para sí mismos, los cátaros creían encarnar una
pureza perdida del CRISTIANISMO, quién sabe si un rastro de la estirpe original de
Cristo. La doctrina cátara floreció en la región francesa del Languedoc en los si-
glos XII y XIII, y tuvo como epicentro las ciudades de Albi, Béziers, Montségur…,
lugares que aún suscitan el misterio y el fervor. El castillo de Montségur, a 1.207
metros de altitud, es meta de peregrinación por parte de gente que quiere revivir
en esas ruinas la resistencia heroica de los cátaros ante los 40.000 soldados del
Ejército del rey. Tras la rendición de los cátaros en 1244, no por eso se libraron de
la matanza. Al menos 210 de aquellos presuntos herejes fueron quemados vivos.
Habían sido acusados de todo lo horrendo, hasta de «besar el trasero de los gatos»
(según había denunciado el cisterciense Alain de Lille ya en 1190). Lo cierto es
que los cátaros eran dualistas y creían en el principio del bien y del mal, adaptando
al primero la figura de un Dios bondadoso y lleno de amor, y al segundo, bajo el tí-
tulo de Rey del Mundo y autor de una Creación, con toda su carga de maldad y
miseria. Los cátaros proponían una vida de perfeccionamiento como reacción a ese
mal intrínseco del mundo. Su mayor aspiración era llegar a ser parfaits tras tomar
el voto de castidad mediante su gran ritual del consolamentum. A eso añadían una
dieta vegetariana y una vida tan morigerada que, en cierto modo, daba envidia, ra-
bia o dentera a los mantecosos e hipócritas papistas. No tardó en surgir la ofensiva
contra los cátaros, liderada por Simón de Monfort. Este paladín del Papado murió
en 1218 en el sitio de Toulouse, pero ya en 1243 dejó de existir toda resistencia cá-
tara, y un año después eran exterminados. Fue fundamental asimismo la tenaz per-
secución de los dominicos, fundados por santo Domingo de Guzmán en 1216, y
autores-mentores de la Santa Inquisición en 1233. Los cátaros fueron las primeras
víctimas masivas del espíritu aniquilador del Santo Oficio. Sin embargo, el movi-
miento cátaro siguió siendo un referente de la diversidad indoblegable, junto a

109
LUIS PANCORBO

otras presuntas herejías prácticamente contemporáneas con la suya, como las de


los TEMPLARIOS; herejías anteriores, como las de los bogomiles búlgaros, o poste-
riores, como las de valdenses, anabaptistas, husitas, adamitas y hasta la de los CA-
MISARDOS. Algo que atrae aún de manera singular es la conexión cátara con el San-
to GRIAL, visto como el vientre moreno de una antigua prostituta como lo pudo
ser María MAGDALENA, para ellos, la mujer de Jesús. Por otro lado, hay quien bus-
ca aún su presunto tesoro procedente de SIÓN, y no sólo en el fruto del vientre de
una mujer más o menos imaginaria.

catexis. Sigmund Freud usó este término para describir una especie de amor, o
fuerza, que une a una persona con el sujeto-objeto de su afecto. La ruptura o pér-
dida de la catexis se siente como una desmembración. En ese sentido, la muerte de
un ser querido puede aliviarse mediante la continuación de la catexis con el desa-
parecido al que se sigue pidiendo apoyo. Es lo que ocurre en muchos rituales fune-
rarios africanos, especialmente en la FAMADIHANA, en la que los malgaches sacan a
bailar al muerto envuelto en una estera. Si no está vivo, sus deudos lo hacen sentir
así.

caucásico. Pasa por sinónimo de blanco en las fichas de inmigración de los Es-
tados Unidos. En ese país, es uno de los términos oficiales de clasificación racial.
Ya en 1863 fue sinónimo de RAZA blanca, y casi superior, según la Sociedad Antro-
pológica de Londres, cuyo presidente, el doctor James Hunt, apoyándose incluso
en la FRENOLOGÍA, se distinguía por sus ideas racistas recogidas por Foster [1969]:
«Afirmar que un negro es en todo sentido un hombre tan cabal como un europeo
es negar el testimonio histórico de cinco mil años, en vista de que en ninguna épo-
ca una nación negra alcanzó, con o sin ayuda, la civilización lograda una y otra vez
en los grandes centros de cultura caucásica».

Cáucaso / Caucasia. Estrabón destacó la diversidad del Cáucaso y Plinio ya


establecía 130 lenguas habladas en el mercado Dioscuria de la Cólquida. El actual
Cáucaso se reparte [Kaplan, 2001] en cuatro países, una docena de regiones autó-
nomas y decenas de grupos étnicos, como: georgianos, armenios, chechenos, AZE-
RÍES, inguches, osetios, ÁVAROS, abjasios, balkarts, kumikos, mingrelianos y turcos
meskhetian… Todo eso se traduce en que un reciente balance arroja ya cientos de
miles de muertos y de refugiados. Se diría que la historia siempre se tiñó allí de
violencia y ATAVISMOS, dentro de un gran aislamiento. Las mujeres de los antiguos
chebsures parían solas en una cabaña, como aún lo hacen las indias en la Amazo-
nia. Los mingrelios, lazis y los muy belicosos suanos, o suanetes, tienen una lengua
parecida a la de los georgianos o grusinos. Más pobres y aislados desde tiempo in-
memorial son los tuchinos, pchanes y chebsures del oriente del Cáucaso, entre los
que se da una especie de CRISTIANISMO mezclado incoherentemente con el islamis-
mo, y un toque de chamanismo, con altares llenos de cuernos de animales inmola-
dos. La reina Tamar era la gran diosa de los suanos. Los osetas (osetios), aunque
convertidos al cristianismo, veneraban a Mady Mairam, una virgen que se suponía
que moraba en lo alto de los montes junto a los espíritus protectores (de las hier-

110
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

bas, los escarabajos, las serpientes, las uñas y el pelo…). Los ÁVAROS se instalaron
en el centro del Cáucaso, mientras en el oriente viven aún los lesguios, pueblos del
Daguestán, que constituyen una especie de transición hacia los TÁRTAROS. En el
Caúcaso norte, los chequeses se vanagloriaban de tener mujeres de una belleza tan
mítica como la de las CIRCASIANAS. Los abcases (ajbazos actuales) tienen una tez
más oscura. Más mentados son los chechenios o chechenses, que viven al oriente
de los kabardinos de Kabardino-Balkaria, y que luchan contra la Federación Rusa
(80.000 muertos llevaban hasta 1996), como antes lo hicieron contra la URSS y,
aun antes, contra los zares. Los chechenios repelieron a los rusos y a los turcos cú-
micos hacia el oriente y se encastillaron en unas montañas donde siempre se sintie-
ron libres, sin jefes específicos, y donde mantuvieron, durante buena parte del si-
glo XIX, su reputación de ser el pueblo más salvaje y guerrero del CÁUCASO [Ratzel,
1888]. Hasta hoy.

cauríes / kauris / cowries… Es el nombre in-


dostánico que reciben unas conchas de tipo Cypraea.
Las islas Maldivas fueron antaño el mayor banco de re-
colección de esas conchas. Las más comunes, y de ma-
yor circulación, pertenecen a la especie Cypraea mo -
neta. Se trata de pequeñas conchas marinas de color
blanco que a lo largo de la historia se convirtieron en
algo precioso para numerosos pueblos ubicados en
continentes tan alejados como África, Asia y Oceanía.
Los cauríes decoran las máscaras de los DOGON de Malí
y las de los papúes del Sepik. También fueron dinero
contante y sonante al sur del Sahara: 100 cauríes valían
entre cinco y 120 céntimos de oro [Schilder, 1971]. Se-
gún el explorador alemán Heinrich Barth, un buen
contador podía recontar al día 250.000 o 300.000 con-
chas, que se metían en sacos de 50.000 piezas cada uno.
Barth estimaba que 300 cargas de camello con géneros
de algodón pintado de añil valían 60 millones de cauríes [Bernus, 1981].

CC. Siglas de Christianisme Céleste («Cristianismo Celestial»), una iglesia funda-


da por un carpintero YORUBA, Samuel Bihelou Oschoffa (1909-1985), en 1947. En
cierta ocasión, Oschoffa oraba en el bosque y oyó: «Luli, luli, luli», lo que poste-
riormente dijo que había que traducir como «La gracia de Jesucristo» [Müller y
Ritz-Müller, 2000]. El CC se extendió desde Benín y Nigeria a Togo, Ghana, Sene-
gal, Costa de Marfil…, con ramificaciones en Europa y Estados Unidos. Esta igle-
sia sincrética, que amalgama elementos de la religión cristiana y de la yoruba, tiene
solamente en África 10 millones de adeptos. En el lago Nokoué de Benín se alza su
mayor templo, con un obispo y sacerdotes que visten con pompa católica casullas y
dalmáticas, aunque, al mismo tiempo, crean en la dialéctica yoruba entre divinida-
des buenas, orishas, y guerreros malos, ajogun. La plegaria del domingo es seguida
por grandes muchedumbres en el lago.

111
LUIS PANCORBO

cerdo. El español es pródigo en sinónimos del animal de cuatro patas más sucu-
lento de la cristiandad: marrano, chancho, puerco, guarro… Según la Real Acade-
mia, cochino viene de coch, «voz con la que se llama al cerdo», aunque una tozuda
leyenda campestre, si no urbana, quiere que venga de cochini-litztli, expresión ná-
huatl que significa «dormir» o «roncar». Eso debió ser porque los indios mexica-
nos vieron a los primeros cerdos europeos como dormilones roncadores. Cochi se-
ría precisamente traducible por «el que duerme» y no faltan graciosos en México
que aparejan esta voz a los antiguos españoles para matar dos pájaros de un tiro en
la mejor tradición anti-gachupina (> GACHUPÍN). Lo cierto es que este mamífero
artiodáctilo, emblema del cristiano viejo y europeo, encarna lo impuro en dos
grandes religiones monoteístas, la judía y la musulmana. Una imagen clásica fue la
de los cartuchos untados con sebo de cerdo que usaron los españoles para desesta-
bilizar a los MOROS de Mindanao (Filipinas). Un truco que también funcionó en la
India británica y que se recoge en la célebre película La brigada de la caballería li-
gera, donde los soldados musulmanes al servicio de los británicos se negaban a
abrir con los dientes los cartuchos protegidos con grasa de cerdo con la consi-
guiente pérdida de tiempo y desmoralización. Pero no son cosas tan anticuadas
como parece. En junio de 2003, un senador de los Estados Unidos, Guy Glodis,
volvió a sacar el tema y pidió que los extremistas mahometanos fuesen enterrados
con tripas de cerdo para evitar que cometieran atentados dado que así se condena-
rían sin remedio. Nada nuevo. Después de los españoles, los norteamericanos do-
minaron Filipinas, y en 1913, el nuevo gobernador militar de las islas, John Joseph
Persinhg, mandó ejecutar a militantes musulmanes con balas untadas en sangre de
cerdo y enterrarlos con tripas de cerdo, una manera terminante de cerrarles las
puertas del paraíso. Fue mano de santo para los siguientes cuarenta y dos años, se-
gún el senador Glodis.

cevenense. Nombre de una presunta RAZA europea según las ingenuas clasifi-
caciones del siglo XIX. La raza cevenense, parte integrante de la raza blanca, sería
originaria de las Cevenas, en el Macizo central de Francia, pero, por extensión,
agruparía a gentes de Bretaña, Saboya, Piamonte, Suiza, Transilvania y los Abru-
zos. «De talla pequeña (1,63 m), cráneo muy redondo, cabellos negros o castaños,
ojos obscuros, cuerpo achaparrado…» [Manrique, 1943]. Otros grupos de raza
blanca «de tipo moreno» serían: la raza ibero insular, de 1,62 m, «ojos muy obscu-
ros, piel morena, nariz recta» (España, Portugal, Córcega, Cerdeña, Sicilia, sur de
Italia); la raza litoral o atlántico-mediterránea, por encima de 1,64 m, «busto largo
y piernas cortas» (Tracia, Lacio, golfos de Génova y Lyon, Cataluña, Valencia, An-
dalucía, País Vasco…); y la raza adriática, con 1,73 m, «cabellos rojos o rubio de
estopa» (Pindo, Bosnia, Croacia, Venecia, Nivernés, Anjou, Lorena, Cárpatos del
norte…). Otras veces, las clasificaciones eran más coherentes dentro de su incon-
gruencia. Para la raza blanca, Augusto Panyella [1965] proponía las siguientes dis-
tinciones: raza nórdica (1,73 m por término medio); raza oriental o báltica oriental
(1,66 a 1,69 m); raza alpina (1,63 a 1,69 m); raza dinárica o balcánica (de 1,68 a
1,72 m); y mediterránea (1,63 a 1,64 m ). A lo que añadía los dolicocéfalos saharia-
nos, la raza anatolia, la turania, la sudoriental o semita, la indo-afgana, y hasta

112
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

AINU, lapones (> SAMI) y vascos, éstos últimos relacionados «…con los antiguos
iberos, los ligures, el tipo atlántico-mediterraneo e, incluso, con los mongoloides»
[Panyella, 1965].

CH
El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
César Vallejo, Trilce, XXVII

ch. Sigue siendo, desde 1803, la cuarta letra del abecedario español, aunque algu-
nos editores se empeñen en asimilarla a la «c». La «ch», o «x» antigua, correspon-
día a chaï, xay o shay, es decir, «cosa», la forma con la que los antiguos matemáti-
cos árabes llamaban a cualquier incógnita. «Para presentar la incógnita en ese
tratado de álgebra, Jáyyam utiliza el término árabe shay, que significa “cosa”; esta
palabra, escrita xay en las obras científicas españolas, ha sido reemplazada progre-
sivamente por su primera letra, x, que se ha convertido en el símbolo universal de
la incógnita» [Maalouf, 1993]. En ese sentido, la «ch» es una de las aportaciones
árabes al alfabeto español, aparte de muchas contribuciones al léxico de varias len-
guas europeas, desde albaricoque (abricot) o benjuí (benjouin) a las ya muy espa-
ñolas «espinaca», «guitarra», «jazmín», «momia», «muselina», «arroz»… [Ben Je-
lloun, 2002].

Chaac / Chac. Dios de la lluvia para los MAYAS. Chachaac, «ceremonia de la


lluvia», especialmente durante las CABAÑUELAS, como aún las llaman en español los
mayas de México, o los primeros 12 días del año que representan, como un augu-
rio, los 12 meses del año, por lo que se refiere a sequía o lluvia. Para los milperos,
campesinos de la milpa, el terreno para plantar especialmente maíz, las CABAÑUE-
LAS cristianas se mezclaban y meclan aún con los ritos mayas en honor de los chaac
de cada lugar.

chabacano. Idioma CRIOLLO de las islas Filipinas, mezcla de español, TAGALO


y cebuano. Son enteramente en español los nombres de los días de la semana, los
utensilios, los artefactos y las palabras relativas a la religión católica. El chabacano
se habla sobre todo al sur, en Mindanao, con varios dialectos (cotabateño, davoe-

113
LUIS PANCORBO

ño), más los propios de una pequeña zona de hablantes ya muy residual en Cavite
(Luzón) y en la isla indonesia de Ternate.

Chaco. Campo de caza. El Gran Chaco es un territorio seco, espinoso, con tem-
peraturas extremas, con más de un millón de kilómetros cuadrados entre Paraguay,
Bolivia oriental y el norte de Argentina. En los años ochenta se calculaba allí una
población de unos 80.000 INDIOS, que llevan una vida bastante tradicional. Los gru-
pos principales son toba y MATACO, aunque los AYOREOS se hicieron famosos por ser
carne o alma de cañón de los misioneros. Los tobas, agrupados en bandas seminó-
madas, subsistían con vainas de algarroba, recolectando miel salvaje, cazando arma-
dillos, ciervos, conejos… Los cristianos MENONITAS, de origen alemán, se asentaron
en el Chaco a partir de 1928 y sus explotaciones agrícolas y ganaderas florecieron
en torno a sus tres primeras y míticas colonias: Fernheim, Menno y Neuland. Pente-
costalistas y católicos también trabajan con los INDÍGENAS de una región que, en su
parte boreal, motivó en 1931 una guerra entre Paraguay y Bolivia. La contienda se
desarrolló en un frente de 400 kilómetros de ancho entre Corumbá y Puerto Suá-
rez, y, por otro lado, en la frontera del río Pilcomayo con Argentina. Ya en 1870,
Paraguay tuvo que arrostrar otra guerra con grandes pérdidas territoriales contra la
triple alianza de Brasil, Argentina y Uruguay. Por el Chaco paseó toda clase de
aventureros, desde el explorador español Pedro Sotelo Narváez, el primero en in-
ternarse en la zona en 1583, y descubridor de un areolito, una mole de metal llama-
da «El Mesón de Hierro», hasta el noventayochista Ciro Bayo, que ambientó allí su
novela La reina del Chaco (1935). La provincia boliviana de El Chaco se declaró in-
dependiente en 2006 de forma unilateral: tiene mucho gas y petróleo.

chador / tchador. Velo usado por las mujeres en Irán. En otros países musul-
manes se llama NIQAB. En Irán, el uso del chador es obligatorio y, además, suele
comprender no sólo el VELO, sino un mantón de pies a cabeza. El rigor de esa
prenda se atenúa a veces mediante el pañuelo en la cabeza, pero sería incomprensi-
ble sin el cuadro religioso de la nueva Persia. Tras la caída del Sha, el AYATOLÁ Jo-
meini tomó el poder en 1979, inspirando una nueva constitución de tipo teocráti-
co. El propio Jomeini no quiso para sí títulos como «presidente de la República» u
otros, sino que ambicionaba estar en la línea de los imanes (> IMÁN), título recibi-
do por los 12 primeros sucesores del profeta Mahoma. Jomeini puso en marcha
una revolución islámica, siempre dentro del más ortodoxo CHIISMO, el que mani-
fiesta su extrema devoción por Husein, el tercer imán, asesinado junto a 72 miem-
bros de su familia en Kerbala (Irak) por el califa Omar. El martirio es fuente de
emulación en el chiismo, aparte de constituir el argumento central de las fiestas del
mes de Moharram, con las que se inicia el año musulmán. Tiempo, que lejos de ser
alegre, implica LUTO, penitencia, días de chador y mutilaciones sangrientas.

chadri. CHADOR en Afganistán. El chadri, al igual que el chador, cubre entera-


mente a la mujer. En Afganistán, el chadri no es siempre de color negro, sino rojo,
azul…, y, a veces, incorpora la BURKA con rejilla, dentro de la misma pieza de vesti-
menta.

114
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Chagos. Uno de los archipiélagos más remotos e inaccesibles del mundo. Se


ubica en medio del océano Índico, fuera de las rutas comerciales y marítimas. Está
enclavado en el BIOT (Territorio Británico de Ultramar) y cuenta con una de las
mayores bases aeronavales del mundo, la isla Diego García, alquilada indefinida-
mente a los Estados Unidos. Los portugueses fueron los primeros en avistar y
nombrar las cinco islas Chagas, así llamadas por las Cinco Llagas de Cristo. Luego
se corrompería en Chagos. En 1532, Diego García dio su nombre a la mayor de un
grupo que cuenta con 65 entre islas e islotes. La de Diego García tiene 44 kilóme-
tros cuadrados en una extensión total del archipiélago de 50.000 kilómetros cua-
drados. La vinculación británica proviene de Robert Moresby, capitán de fragata,
quien, tras distinguirse por sus trabajos de exploración y escolta y ser llamado «el
genio del mar Rojo», reconoció por extenso las islas Maldivas y las de Chagos. El
clima tropical, y nocivo, le aconsejó abandonar ese último archipiélago en 1837,
cuando «…se vio en la imposibilidad de seguir trabajando» [Burton, 2000]. Los
habitantes de Chagos fueron deportados a isla Mauricio a partir de los años sesen-
ta y, cuando este país se hizo independiente, en 1965, los casi 1.800 chagosianos, o
ilois, como ellos se denominan, se quedaron colgados sin tierra ni nacionalidad.
Estados Unidos escogió la mejor isla de Chagos para su base, aunque primero pen-
saron en Aldabra (Seychelles). Al final, las tortugas gigantes de esa isla merecieron
más protección que los ilois de las Chagos. Algunas de las islas Chagos fueron des-
critas por Alonso de Santa Cruz, el cosmógrafo más eminente de Carlos V de Es-
paña, e integraron el repertorio de islas misteriosamente desaparecidas en el mapa.
Fue el caso de Juan de Lisboa, isla nunca encontrada pese a haber sido consignada
por Santa Cruz «a 26º al Septentrión».

chahid / shaheed / shahid. Mártir islámico, «el que da testimonio». Va al


CIELO si muere en combate o en acto de terrorismo, ésa es la cuestión. De Cheche-
nia son las famosas chahidka, mujeres mártires, viudas negras o vírgenes negras.
Otro vocablo usado allí es smertnisa, «mujer destinada a morir», la que se inmola
para vengar las muertes, sevicias, violaciones y torturas que sufrieron sus familia-
res, directos o no, durante las cruentas guerras y represiones de Chechenia. Más
allá de los postulados radicales wahabíes (> WAHABISMO), las chahidka de Cheche-
nia estremecieron la opinión pública rusa y mundial por sus suicidios en el teatro
moscovita Duvrovka (23 de octubre de 2002). Al final murieron todos los secues-
tradores y 129 rehenes. Pero en el hotel Nacional de Moscú (9 de enero de 2002),
su acción arrojó un saldo de seis muertos y 13 heridos. Participaron también en la
voladura de dos Tupolev con 90 personas a bordo (24 de agosto de 2004). En el
metro de Moscú (31 de agosto de 2004), se inmoló una chahidka haciendo estallar
un cinturón cargado de explosivos y se llevó por delante 10 vidas de inocentes.
Aunque nadie olvida, al menos en Rusia y el CÁUCASO, la matanza de la escuela de
Beslán (Osetia del Norte), con casi medio millar de personas muertas, sobre todo
niños, el 3 y 4 de septiembre de 2004.

chakra. La palabra «chakra» es «rueda» en sánscrito. Centros vitales del ser hu-
mano sobre los que se han lanzado toneladas de artimañas seudocientíficas y ro-

115
LUIS PANCORBO

deos explicativos. El equilibrio de los chakras se da como fuente o victoria del


bienestar en una medicina o actitud mental orientalista. Hay puntos en la unión de
canales sutiles, o nadis, por donde, según los hinduistas, circula la energía vital. No
menos de 72.000 nexos o canales existen en el cuerpo, llámense arterias, venas,
nervios… [Dalai Lama, 2002]. Pero, en realidad, son tres los canales esenciales, los
que van desde las cejas y la coronilla hasta el órgano sexual, bajando por la parte
delantera de la columna vertebral. Dentro de esos tres canales, hay siete
ruedas, o chakras, a su vez con varios radios o «pétalos-canal». Las siete
ruedas, según el DALAI LAMA, son: la rueda entre las cejas, con 16 pé-
talos-canal; la rueda de la gran felicidad; la del placer; la de los fenó-
menos; la de la emanación; la de la preservación de la felicidad, y la
del centro de la joya. Los chakras, en cuanto a centros, puntos o
canales esenciales en varias escuelas de YOGA, pueden recibir
nombres específicos. El primero es muladhara, o base raíz, en el cóccix, entre el
recto y los órganos sexuales, que reviste gran importancia en el yoga KUNDALINI.
Los que giran en ese chakra, o en el 2, o swadisthara, en la pelvis, y en el 3, mani-
pura, o plexo solar, «…están viviendo en niveles animales» [Campbell, 2002]. Ne-
cesitan el DHARMA, la ley, para regularse y vencer como hizo BUDA, pues el chakra
1 es la lascivia; el 2, el miedo, y el 3, la tentación del deber. Ya el chakra 4, situado
al nivel del corazón, es anatha, no golpeado, donde empieza el territorio del om (>
AUM). El 5 es visuddha (vishuddi), purga o purgatorio, y se sitúa en la garganta. El
6 es ajna, poder, la mente (> TERCER OJO). Por fin, el chakra 7, es shasrara (sahasa-
ra), está en la coronilla y forma la totalidad al estilo bíblico, «Yo y el padre una
cosa somos» (Juan 10,30), o al estilo de la teoría sufí y de otros no dualistas. Eso se
refleja en el dicho: «La serpiente se vuelve una con el loto de mil pétalos en la co-
ronilla de la cabeza y se llega a KALACHAKRA, “la rueda del tiempo”, una deidad
electiva, istadevbata, o “todo es Buda”» [Campbell, 2002]. Mucha sustancia hay
en el mapa de los chakras para que pueda resolverse con acupuntura china barata
o instantánea.

cham / tsam. Había un reino Champa, la tierra de los cham, en la región de


Danang (Vietnam). Cham son también las danzas rituales tibetanas interpretadas
por los monjes de las varias sectas, los «gorros rojos» o los «gorros amarillos». En
esos bailes suelen llevar máscaras con las que el LAMAÍSMO budista ha pretendido
impresionar a los INDÍGENAS del Himalaya, influidos por el antiguo chamanismo y
ANIMISMO local (> BON). Los variados argumentos de las cham se presentan, como
si fuesen los autos sacramentales españoles, en los atrios de los templos y en coinci-
dencia con los ciclos agrícolas. Es el caso, por ejemplo, del gran festival religioso
del lamasterio de Thame (Nepal). Reducida a su esencia, la danza cham quiere re-
presentar la victoria del Bien sobre el Mal, del DHARMA sobre el adharma, a fin de
cuentas, de BUDA sobre los diablos.

chamán / shaman / saman. Voz procedente del idioma de los tunguses,


un pueblo siberiano a veces nombrado también como evenki o evenko. El chama-
nismo fue el gran fenómeno religioso de Siberia y Asia central [Vazeilles, 1995]. La

116
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Mongolia de Genghis Khan fue chamanista, y cambió


en el siglo XIII con su nieto Kublai Khan y la introduc-
ción del budismo. Según otra versión, el vocablo cha-
mán, o shaman, derivaría del sánscrito sramana, que da
nombre al yogui, asceta, monje budista itinerante o
«aquel que, a consecuencia de una crisis psicológica
personal, ha desarrollado cierto poder…». El sacerdo-
te, en cambio, sería el hombre «ungido por una organi-
zación, receptor del CARISMA de una institución»
[Campbell, 1998]. También en la Europa medieval ha-
bía gentes, como los benandanti, capaces de competir
en poder con los brujos de la Italia del siglo XVI, que
entraban en estado cataléptico y se distinguían por «ha-
ber nacido con cofia», algo como soporte o símbolo de un alma exterior. Los
krsniks de Eslovenia «entablan combates con las nubes… por la fertilidad de los
campos…» [Vazeilles, 1995]. Los taltoses húngaros, con un dedo de más en la
mano, eran grandes bebedores de leche para superar los efectos del agárico o de la
Amanita muscaria. Pero, por supuesto, era en la Europa boreal y en Siberia donde
florecía la mayor plétora chamanística. Los SAMI (lapones), nganasano, tunguses,
altayos… y así hasta los más orientales, itelmen o KORIAKOS, todos ellos usaban el
tambor de piel de reno para sus bailes y trances en los que se colocaban en estado
extático, pretendiendo hacer vuelos cósmicos.

chamicera. Se usa generalmente en la expresión «agricultura de roza y chami-


cera», equivalente a tala y quema. Chamicera es, en todo caso, el procedimiento
aún habitual para, una vez desmontada una parcela de selva, plantar, recoger una o
dos cosechas, y volver a rozar y quemar otro trozo, dada la poca riqueza y fertili-
dad de los suelos selváticos. La chamicera proporciona cenizas ricas en nutrien-
tes… durante el escaso tiempo que éstos duran sin disolverse por la erosión, las
lluvias y demás. Se trata de un sistema de cultivo típico de los YANOMAMI, los AS-
HÁNINKA y otras muchas culturas INDÍGENAS de la Amazonia y también del sur de
Asia.

chamorro. Nombre del habitante y del idioma de las islas Marianas (Microne-
sia). El idioma chamorro tiene una base lingüística austronesia, con grandes apor-
tes españoles (numeración, días de la semana, artefactos...). Se habla en la gran isla
de Guam (unas 70.000 personas) y, en menor medida, en Rota y otras Marianas del
Norte.

Chamún > MAR CHAMÚN


chapela / txapela. Boina de gran vuelo como las que se llevan en el País Vas-
co. El eminente antropólogo Telesforo de Aranzadi llegó a publicar La estética de
la boina (1898), un entretenimiento, como Setas ú hongos del País Vasco (1897),
entre sus consistentes libros de ANTROPOMETRÍA y ETNOGRAFÍA.

117
LUIS PANCORBO

chapelaundis. El neo-darwinismo, la mutación brusca formulada por De


Vries y Nilsson, cómo se forman especies vegetales nuevas… de ahí había sacado
Bergson su teoría del ÉLAN VITAL y ahí se lanza también Pío Baroja con su teoría en
Momentum Catastrophicum (1919): «De una familia de clericales y sacristanes
puede salir un chapelaundi». Los chapelaundis del Bidasoa se reunían en la Acade-
mia Científica, Literaria y Chapelaundiense de Cherribuztango-erreca, para satiri-
zar contra todo el que se moviera. Ahí se ataca al carlismo y al nacionalismo y su
dogma de la RAZA al estilo del conde de Gobineau, «el primero que quiso fundar
una psicología y una jerarquía a base de la raza». Los chapelaundis eran finos dis-
curriendo cosas como que Spinoza (Espinosa), un judío de origen español, fundó
el panteísmo alemán que luego desarrollarían Hegel, Schelling, Schopenhauer…
Grandes ideas, no sólo boinas.

chapelchiquis. Lo contrario que CHAPELAUNDIS. Los chapelchiquis, en cuan-


to carlistas del siglo XIX, «han dado… los más violentos ejemplos de fanatismo y
crueldad» [Baroja, 1919]. No eran sólo españoles en el terrorismo reaccionario:
«El representante más genuino en el siglo XIX es un francés: el conde de España, y
la única mujer amazona, realista en las contiendas civiles, una irlandesa: Josefina
Comerford». Pensamiento totalmente chapelchiqui era el de un nacionalismo vas-
co —bizcaitarra— basado sobre la idea de la RAZA: «El que no tenga los cuatro
apellidos vascos no es vascongado, según nuestros nacionalistas». Baroja da un
buen meneo también al nacionalismo catalán: «El catalán tiene más apetito de glo-
ria que el castellano». De donde un chapelaundi infiere que la barretina «es como
un calcetín puesto en la cabeza», mientras algunos vascongados de Bilbao «gastan
una boina tan pequeña que parece un solideo, no pueden discurrir como nosotros.
Son chapelchiquis» [Baroja, 1919].

chapetón. Término despectivo para el español en Perú. De origen incierto,


puede venir tanto del aumentativo de «chapeta», la placa de plata que adorna los
arneses de montar, como de «chapeta», diminutivo de «chapa», mancha de color
encendido en las mejillas. «Chapetonada» se llamaba a la enfermedad —especie de
venganza de Atahualpa, erupción cutánea por picaduras de mosquitos— que con-
traía el recién llegado a América desde la Península Ibérica.

charas. En la India, Afganistán y el Himalaya, hachís. Suele ser fumado en chi-


llum, pipa de barro de forma cónica.

charciaf / tcharshaf. Pañoleta o chal negro que cubre la cabeza y el rostro


de las mujeres musulmanas. Ha vuelto a verse profusamente en Turquía, pese a
que Kemal Ataturk lo quiso abolir. En la Albania otomana se abandonó la costum-
bre de llevar charciaf, no así otras prendas de la indumentaria femenina, como los
amplios pantalones estrechos en los tobillos que se siguen viendo en las regiones
rurales del norte del país, junto a Shkodra, y en los pueblos de los montes de la
Mirdizia.

118
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

charnego. Un vocablo despectivo hacia el inmigrante en Cataluña. Su origen


—al parecer del catalán xarnego, «perro vagabundo»— algunos lo retrotraen a los
tiempos de Felipe V, el primer Borbón, quien, en 1714, prohibió símbolos y lengua
catalana. Otros [Cela, 1998] creen que «empezó significando “hijo de catalán o ca-
talana con francesa o francés”». En todo caso, charnego es una expresión clara-
mente xenófoba y similar al término maketo usado contra los inmigrantes en el
País Vasco. En Canarias llamar «godos» a los peninsulares no siempre reviste un
grave insulto.

charqui. Cecina o carne seca al sol, generalmente de llama, que se usa en los
Andes. Los antiguos corredores de postas del Incario conseguían admirables pres-
taciones de distancia y resistencia a base de charqui. Tiene similitudes con el jer-
ked beef del Caribe inglés, el jerky del sur de los Estados Unidos, el boucan de los
piratas franceses o el biltong, carne seca que se usa desde África oriental hasta
Sudáfrica. También recuerda al pennicam que no podía faltar en las expediciones
ni en las novelas de aventuras.

charrúas. Forma coloquial de referirse a los uruguayos. Los


indios charrúas habitaban entre el río de la Plata y el Uruguay, en
partes de la provincia de Entre Ríos y en las pampas de Río Gran-
de del Sur. Originariamente relacionados con los TEHUELCHES y
los PATAGONES, luego tuvieron aportes de los GUARANÍES y otras
influencias amazónicas.

chat. Nombre que recibe el kat (> QAT) en Somalia. Las clases de chat o kat va-
rían mucho desde Yemen a Somalia y Etiopía, pudiendo ir desde el sauti, «el más
ordinario», al sauri, «fuerte como metílico», el rada’i; «muy áspero», o el shami,
«el champán de kat del Yemen» [Rushby, 2002].

Chederles. Héroe legendario de Turquía, aparte de capitán de Alejandro Mag-


no, que se hizo inmortal, lo mismo que su caballo, bebiendo el agua de un río má-
gico. Chederles acude en socorro de los soldados que le invocan en una batalla.
Reposa, entretanto, en una mezquita junto al sepulcro de su sobrino y un criado.
Es uno de los disparates históricos que relató Feijóo [1773], junto a quimeras no
menos aparatosas como la del Anca Megared, ave que ponía huevos del tamaño de
montes, según ciertos autores árabes, pero que fue maldita por el profeta Andala.
Superchería también notable fue la de la TARTARIA meridional, o tal vez de un lu-
gar un poco escorado de allí como el Tíbet, donde los lamas enseñaban sus conoci-
mientos a un dios viviente, pero cuando éste moría lo reemplazaban por otro que
tenían escondido y que se le parecía mucho. Feijóo [1773] aclaró en una nota, con
datos de los jesuitas Du Halde y Regis, que sí que estuvieron en el Tíbet, que se lla-
maba Foe la deidad que habita en el Gran Lama, y que se le hace morir aparente-
mente «…trasladándose su espíritu a otro hombre… y así no dexan de continuar
la adoración».

119
LUIS PANCORBO

cheroquis / cherokees. Una de las tribus más numerosas y célebres de las


562 reconocidas actualmente en los Estados Unidos. Cerca de dos millones y me-
dio de personas se tienen como INDIOS puros. Los cheroquis son en torno a
730.000 personas, que viven entre Oklahoma, Texas, Carolina del Norte (en la co-
lonia de los montes Smokey)… En 1540, tuvieron su primer contacto con los fran-
ceses, y luego con los ingleses en 1674. Se replegaron a los Apalaches, donde llega-
ron a publicar un periódico en lengua cheroqui, pero casi enseguida fueron
víctimas de la Removal Act, una ley de 1830 que implicaba el destierro forzoso,
por lo que tuvieron que volver a emigrar hasta su reserva final de Oklahoma, a tra-
vés de la legendaria «Ruta de las Lágrimas», uno de los recorridos más sentimenta-
les para evocar el destrozo físico, moral y cultural al que fueron sometidos los pie-
les rojas de Norteamérica.

cheyenes / cheyennes. Indios de origen algonquino que vivían en las pra-


deras, donde se hicieron famosos por su sólida organización social y política. Has-
ta 39 jefes civiles y cinco jefes religiosos formaban el Gran Consejo, que tomaba
decisiones sobre las guerras, la caza de los bisontes… Lo más chocante es que esos
guerreros selectos del Gran Consejo se llamaban «los contrarios» porque decían
una cosa y hacían otra. Se unieron a sioux (> LAKOTA) y arapahoes y, al mando del
genial Caballo Loco, derrotaron al general Custer y
al Séptimo de Caballería en la célebre batalla de Lit-
tle Big Horne (1876). Luego siguieron la suerte ge-
neral del indio norteamericano: acabar en reservas
de Montana y Oklahoma y malvivir entre el alcohol,
el paro, la nostalgia, aunque ya en 1924 consiguieron
la ciudadanía norteamericana, un papel y un número
en el sueño americano.

chi. Canal de energía en la medicina china tradicional. Fuerza positiva frente al


sha, fuerza negativa y peligrosa. Chi kung (qi kung) es un conjunto de ejercicios en
los que sobresale el control de la respiración y de los que deriva el TAICHI chuan
(traducible como «chi kung en movimiento»), siempre tendente a restablecer el
equilibrio de las energías. O el ajuste del chi del cuerpo y de la mente. Según la
doctora taiwanesa, Julia Tsuei, la medicina occidental considera al cuerpo humano
como una masa de partículas, mientras que la medicina china tradicional lo ve
como un conjunto de canales de energía o chi. En China se emplea el chi kung
como una alternativa a tratamientos médicos y colabora con eficacia en procesos
de rehabilitación.

chiismo / shiismo / chia / shia... Significa «unión de fieles», «adoctrina-


miento oculto», «prender fuego»… Es una de las grandes ramas del islamismo (>
ISLAM). Los chiitas o chiíes —en torno a un 10 por ciento de los actuales 1.000 mi-
llones de musulmanes del mundo— surgieron a raíz de la disputa sobre la sucesión
de Mahoma. Se declararon seguidores de Alí, primo y yerno del Profeta, en vez de
seguir al califa Abú Bakar, que había dirigido la oración durante la enfermedad de

120
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Mahoma. Alí debió ser el sucesor de Mahoma, y no el usurpador Abu Bakar, y lue-
go los 12 imanes que siguieron (de ahí que se les llame «duodecimanos»). A dife-
rencia del SUNISMO, el chiismo se caracteriza por la espera del MAHDI, el IMÁN
oculto o desaparecido, el que restablecerá la verdad y la justicia en este mundo.
Puede haber unas 709 sectas dentro del chiismo. En 1979, esta doctrina llegó al
poder en Irán mediante el AYATOLÁ Jomeini y su Estado teocrático y confesional
chiita. Existe también un chiismo numéricamente considerable en Irak (más de la
mitad de la población) y en Líbano, en torno a la organización Hezbollá. El chiis-
mo confía mucho en las virtudes del sacrificio como perfeccionamiento individual
y social. QOM es la capital religiosa de los chiitas de Irán. En Nayaf, una de las ciu-
dades santas de los chiitas de Irak, se aposenta la Hawza, el Consejo religioso y
rector de esa rama musulmana de la que es cabeza el ayatolá Alí Sistani, aunque
nació en Mashad (Irán). En Nayaf se cree que está enterrado Alí, el primer imán
chiita asesinado por las huestes del califa omeya Muawiya en el año 661. Luego, en
el año 680, se repitió la situación y los omeyas aniquilaron en Kerbala (Karbala),
otra ciudad santa de Irak para los chiitas, a Husein, hijo de Alí y nieto del profeta
Mahoma. En Kerbala se encuentran los mausoleos de Husein y de su sucesor, Ab-
bás. Algunos chiitas de Irak integran el llamado Ejército del Mahdi, unas milicias
dirigidas por el imán Muqtada al Sadr, protagonistas de la resistencia armada con-
tra los Estados Unidos con métodos habituales de terrorismo.

chilango. Comedor de mucho chile, especialmente un macho puro nacido en


México D. F. La palabra tal vez proceda de ixachilanca, gentilicio para los nativos
de Ixachilan que en náhuatl designaba tanto Norteamérica como Sudamérica.

chiliasmo. Reino milenario de Jesucristo sobre los justos antes del Juicio Final
y la RESURRECCIÓN de entre los muertos. Doctrina mesiánica que espera la llegada
de un reino de Cristo en la Tierra de mil años de duración. Sus súbditos son santos
y mártires resucitados y todo eso se produce en el milenio que antecede al Juicio
Final. El chiliasmo se inspiró en la Edad Media en teorías milenaristas como la de
Gioacchino da Fiore y, después de la Reforma luterana, en las ideas de los anabap-
tistas, pietistas, adventistas y testigos de Jehová. «Chiliasmo» fue también un tér-
mino usado por Kant en el sentido de algo que, llevado a sus últimas consecuen-
cias, produciría una confederación de pueblos como una República mundial
(«Völkerbund als Weltrepublik»). Un chiliasmo no deja de ser una extravagancia
benevolente al querer la mejora moral absoluta del género humano.

Chiloé. Isla del sur de Chile, explorada por el español Francisco de Ulloa en
1553. Fue considerada el punto habitado más austral del imperio español en Amé-
rica. Fue también la última colonia española en Chile, y casi en toda América,
dado que sólo en 1826, ocho años después de la independencia de Chile, dejó de
ser española y, tras la rendición del irreductible gobernador Antonio de Quintani-
lla, fue anexionada por la joven República. Tierra de leyendas, a las que los chilo-
tes son aficionados, anda por sus costas un barco fantasma, el Caleuche, en el que
si uno se monta, se le conceden todos los deseos.

121
LUIS PANCORBO

chimbánguele / chimbángle. Término de origen BANTÚ que designa un


rito afrovenezolano y, otras veces, un tipo de música con tambores. Todo ello fue
surgiendo en tiempos coloniales en el estado venezolano de Zulia, concretamente
en Bobures, al sur del lago de Maracaibo, antiguo territorio de los indios wou’re o
bobures. La desaparición de estos indios requirió la importación de esclavos afri-
canos para trabajar en las plantaciones de cacao y tabaco, muy florecientes en tor-
no a San Antonio de Gibraltar, ciudad fundada por los españoles en 1592 como ca-
pital de esos valles zulianos. Los ritos chimbángueles supusieron un sincretismo de
ritos africanos y cultos católicos dedicados a san Benito de Palermo. Este santo,
hijo de un moro, debió suscitar la imaginación de los esclavos negros, que lo esco-
gieron como patrón de sus chimbángueles, bailes devocionales con gran uso de
percusión, es decir, tambores y gaitas de tambora.

chimpancé. Hermano desviado de la evolución. Hay unos 200.000 en estado


primitivo, pues tildarlos de salvajes es más peliagudo. Jane Goodall (premio Prín-
cipe de Asturias 2003) ha trabajado cuarenta años con
esos primates en el parque nacional tanzano de Gombe,
junto al lago Tanganika, y especialmente una de las tres
comunidades de simios, la de Kasekela, ha aprendido
«las raíces del comportamiento y la cultura humanas».
Algo duro de admitir para los creacionistas (> CREACIO-
NISMO). La delgada línea de separación, la del ADN, no
es tan fundamental para Jane Goodall (Bournemouth,
Inglaterra, 1934) como la ingente cantidad de similitudes
entre chimpancés y humanos en personalidad, mente y
sentimientos. De niña, Jane Goodall soñaba ser la Jane
de Tarzán de los monos y acabó trabajando en Tanzania
con los Leakey, los mejores maestros que pudo soñar.
Para subir grandes peldaños en la escala del conocimien-
to, para resolver el rebus. Quién sabe si un día no habrá
que reclasificar al chimpancé dentro del género Homo
(y, ya puestos, también a los otros primates sin cola: GORILA, ORANGUTÁN y bono-
bo). El parlamento de Nueva Zelanda ya ha debatido si dotar a los chimpancés de
derechos humanos, y en España ya hay quien piensa igual. Más sensato parece lo de
Andrew D. White, etólogo de los chimpancés y profesor de Psicología de la Univer-
sidad de St. Andrew (Escocia), quien considera el lenguaje y la capacidad acumulati-
va como las mejores herramientas que hicieron evolucionar a los hombres de forma
distinta que los demás primates. Parece claro que los chimpancés también tienen
aptitudes de abstracción y capacidad cerebral, que si no humana, cerca le anda.
Aunque existen diferencias entre ellos. Los chimpancés de una orilla del río Gambia
comen nueces con un palo, mientras que los de enfrente ni siquiera las prueban.

Chinchas. Islas de Perú que se dedicaron a la extracción de guano. Están situa-


das frente a la costa de Pisco, a 13º 12’ de Latitud Sur. Se cree que en el siglo XIX
fueron deportados allí los INDÍGENAS de PASCUA, y que estuvieron a punto de ex-

122
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tinguirse, aunque Conte Oliveros [1994] niega que fueron a trabajar forzosamente
en esas islas. Otra cosa fue el caso de los trabajadores chinos. España ocupó esas
islas guaneras en 1864, tras la independencia del Perú, lo que motivó que dos años
después Chile entrara en guerra con España aliándose con Perú. La flota española
acabó bombardeando Valparaíso, el gran puerto chileno del Pacífico, siempre en
competencia con el puerto peruano de El Callao. Chincha es también el nombre
de un estado del antiguo Perú que tuvo flotas de balsas cuyo lastre eran las con-
chas Spondylus. Esos moluscos, ya fuesen Spondylus princeps o S. calcifer, tenían
un papel destacado, junto a otras conchas, en los ritos incaicos. El Spondylus se
come en Ecuador y lo llaman mullu, como en tiempos incaicos. Su belleza de tonos
rojos, amarillos, sus labios morados y su coraza de espinas… lo convirtieron en
pieza importante de la joyería prehispánica. Antes incluso del Incario, las conchas
de los moluscos tropicales (trombus, conus…) se usaron en ritos funerarios, para
fabricar cucharas, recipientes…, o para hacer instrumentos de música (pututos,
bocinas). Las trompetas rituales (hyallaquepas) se hacían con caracolas Malea rin-
gens. Las Spondylus se usaban para invocar las lluvias; así sucedía en la costa del
Ecuador, de Manta-Manabí a Guayas-Guayaquil. El agua oportuna suponía abun-
dancia y la predicción mediante las chinchas, o Spondylus, era crucial.

chipayas. Indios de Bolivia que se tienen legendariamente por más viejos que
el Sol (Inti). Hablan un idioma, el uru puquina, que algunos relacionan con el de
los antiguos urus que poblaron la región boliviana de Oruro y dieron origen a
cuinzas, muratus, yuras, capillus y otros. Los chipayas viven en una de las más de-
soladas zonas del sur de Bolivia, donde sus antepasados construyeron chullpas, to-
rres de enterramiento, y aún edifican kuyas y wayllichas, casas circulares con cierto
parecido a las chozas de África. Las mujeres chipayas se hacen largas trenzas en el
pelo (como se ha puesto de moda en el Caribe y otros sitios). Los hombres realizan
sacrificios a la PACHAMAMA echando sangre de llama en sus campos y ríos, tan se-
dientos como el Lauca, pero del que aprovechan cada gota para cultivar papa lu-
que, cañahua y su cereal más importante, la QUINOA.

chippewas. Indígenas del Medio Oeste de los Estados Unidos,


entre Dakota del Norte y Wisconsin. Son unos 150.000 los miem-
bros de esta tribu que, no tan desmoralizados como otros, se han
puesto a trabajar intensamente en la agricultura, de forma espe-
cial en el cultivo de arroz.

chivi. Sal indígena en la Amazonia. En ausencia de verdadera


sal, los INDIOS obtienen cloruro potásico y cloruro sódico por di-
versos procedimientos, entre ellos la lixiviación. El chivi, usa-
do en la Orinoquia, es «una sal terrosa y sucia». Se disuelve en
agua y, usando una heliconia como embudo, se filtran gotas
sobre las comidas en cuestión. Los indios de Javita elaboraban su sal por «incine-
ración de las inflorescencias y los frutos de las palmeras seje o chimu» [Hum-
boldt, 2005].

123
LUIS PANCORBO

Chocó. Departamento en el noroeste de Colombia, de 46.000 kilómetros cua-


drados, ubicado a lo largo del océano Pacífico y bajo el Darién (Panamá). La capi-
tal chocoana es Quibdó, con unos 200.000 habitantes, en su mayoría negros des-
cendientes de esclavos cimarrones. Hay también una minoría indígena formada
por emberas y wounans. Chocó pasa por ser uno de los estados colombianos más
insalubres, lluviosos, violentos y pobres. En uno de sus municipios, Bojayá, se pro-
dujo en 2002 una matanza de afroamericanos, campesinos del banano, de resultas
de las luchas entre las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas) y
los paramilitares. Dice el himno del Chocó: «Oro tienes y platino / tierras fecundas
y buenas…». Por eso —como lo de «Teruel existe»—, los chocoanos dicen todo el
rato: «El Chocó es también Colombia».

choctaw. Tribu del este de los Estados Unidos, con casi 160.000 miembros,
que viven principalmente en el estado de Oklahoma. Los choctaw se distinguieron
pronto por regentar casinos de juego (una industria que genera al año no menos de
15.000 millones de dólares de ganancias) y, más recientemente, por sus aportacio-
nes al mundo de la alta tecnología, produciendo imágenes y mapas digitales de
gran calidad. Un ejemplo de cómo lo tribal no está reñido con lo más puntero.

chokwe / tchokwe. Etnia de Angola, y en menor medida de la República del


Congo y Zambia. Los chokwe de Angola viven en el distrito de Lunda y en el cen-
tro de la provincia de Cuando CUBANGO (capital Menongue). Los chokwe fueron
intermediarios destacados en el tráfico esclavista, lo que les dio cierta preponde-
rancia y medios, como fusiles, que les permitieron atacar y destruir el reino de los
lunda. A mediados del XVIII, emigraron hacia el río Kasai, entre CONGO y Angola.
Entre sus creencias ancestrales figura la de Kalunga, un ser supremo aunque mati-
zado por la legión de mahamba, antepasados tanto de la persona, como de la fami-
lia, o del CLAN, o del poblado. En casos de enfermedad, un nganga, o hechicero,
recurre a la ADIVINACIÓN mediante objetos, piedras, semillas…, lo que vuelve a de-
mostrar la coincidencia, y universalidad, de unas reacciones psíquicas y del uso de
unos mismos instrumentos materiales en latitudes muy distintas del planeta.

cholo. Palabra ambigua que en América a veces se refiere al indio y otras veces al
mestizo de blancos e INDIOS. En Perú se aplica al indígena, especialmente al andino,
pues el indio del Amazonas recibe el más despreciativo apelativo de chuncho. Los
chilenos, con su reticencia hacia el Perú, sueltan lo de cholos a todos sus vecinos.
Pero otros vecinos suyos, los argentinos, llaman chilotes a los chilenos, ampliando la
rueda del prejuicio, pues los chilenos pueden insultar a los argentinos con weon o
weon con hambre, desprestigiando su inteligencia y nivel económico…

chongot. Los OSTIACOS siberianos hacían imágenes de los muertos (chongot),


especialmente de sus cónyuges, y las ponían en las tumbas. Se trataba a veces de fi-
guras de entre 20 y 30 centímetros de altura, como muñecos vestidos con trapos.
Otras veces se colocaban sobre un mantel de piel junto al fuego. La madre ponía
comida delante del chongot y por las noches acostaban a la figura [Coupin, 1905].

124
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

choque / choque de civilizaciones. El choque de civilizaciones ocupa


un gran espacio en las predicciones políticas, la futurología sociológica, el forecas-
ting… Ser algo tan traído y llevado se debe en buena medida a El choque de civili-
zaciones y la reconfiguración del orden mundial (1997), título de una obra de Sa-
muel Huntington que ha conseguido ser tan citada como La historia se ha
acabado, la famosa frase-título de Francis Fukuyama. Tras la Guerra del Golfo de
1991, Huntington empezó a percibir en el horizonte algo más que una refriega en-
tre las civilizaciones occidental y musulmana, predijo un choque de culturas (en in-
glés, clash) y los acontecimientos parecieron darle la razón con los atentados del 11
de septiembre de 2001. Por otra parte, Huntington advierte que la actitud de cier-
tos musulmanes, del estilo de Ben Laden y Al Qaeda, es apelar al INTEGRISMO (en-
tendiendo por tal la subordinación del Estado a la Iglesia), al fanatismo, al marti-
rio, etc. En un momento histórico fluido como el presente, la teoría del choque de
civilizaciones a la manera de Huntington seguirá teniendo argumentos parciales a
favor y en contra, según se despliegue el hilo de la actualidad. Además, la solución
perfilada por Huntington es la «coexistencia multicultural bajo tutela de Occiden-
te», algo difícil de aplicar a gusto de todos.

chorten / chörten. Santuario budista en el Himalaya. Símbolo religioso de


piedra para los budistas tibetanos, como los cruceros cristianos o las APACHETAS in-
caicas. Los chorten, o pequeñas estupas, evocan la iluminación y el NIRVANA. Cons-
tan de varias alturas, dispuestas en escalones, que simbolizan la subida a la perfec-
ción, desde la Tierra al Espíritu, o Éter, pasando por los elementos, agua, fuego,
etc. Las qubbah, o santuarios islámicos cupuliformes, también tienen en cuenta en
su edificación los diversos planos de la existencia.

chtónico / ctónico / chthoniano… Hay un momento en que siempre


sale la palabra «chtónico» como colmo de lo oculto y de lo telúrico. Viene de
Chthonos, nombre de la Tierra, o Gea, la madre de los Titanes, y la cuna de los
muertos y los vivos. Pero, sobre todo, chtónico es lo bajo en oposición a lo alto, lo
oculto frente a lo manifiesto, lo oscuro frente a lo claro, el antro o cueva frente a la
luz. Ejemplos arquetípicos de seres chtónicos son los dragones; también cuanto
pertenece al inconsciente frente al estado de vigilia.

chuchuhuazo / chuchuhuaso. Una planta (Maytenus laevis) de la Ama-


zonia del Ecuador, Perú, Colombia… cuya corteza es muy estimada para combatir
reumatismos, amén de tonificar y estimular el deseo sexual. La corteza se suele co-
cer en agua y se sumerge en alcohol, o aguardiente, durante un mes. Según parece,
un par de copitas obran prodigios, como tantas otras plantas amazónicas que han
suscitado la codicia de los laboratorios norteamericanos (Shaman Pharmaceuticals
es uno de los más depredadores y criticados). Según un informe del World Nature
Fund, hay muchas plantas amazónicas en peligro por su excesiva comercialización.
En lo que ya es claramente biopiratería, no se escapan ni los alucinógenos tradicio-
nales de los INDIOS, como la AYAHUASCA. Además del chuchuhuazo, gozan de gran
predicamento la uña de gato, por sus propiedades estimulantes; la sangre de DRA-

125
LUIS PANCORBO

GÓN, que desde hace milenios sirve de forma impecable para cicatrizar heridas; la
dulcamara, empleada en casos de sida; y hasta la llamada sangre de toro, una savia
que alivia las picaduras de los insectos.

chuetas / xuetes. Judíos o descendientes de judíos de Mallorca. Hay 15 ape-


llidos que se consideran claramente tal y, antaño, también determinadas calles (Ar-
gentería…) y profesiones (joyeros…). Sufrieron gran discriminación y, en la prácti-
ca, fueron segregados y escarnecidos. «En el claustro de la iglesia de Santo
Domingo de Palma se conservaron y renovaron… durante más de un siglo los re-
tratos con los nombres de los condenados de los autos de fe del siglo XVII. Eran los
apellidos que se consideraban chuetas y se mostraban… en recuerdo de un castigo
ejemplar» [Bestard, 1985]. Según el hispanista francés Joseph Pérez, no está claro
que Sefarad signifique «España» en hebreo. Por otro lado, siempre según Pérez
[2005], la palabra «chueta» se usó por primera vez en 1688 para designar al judío
mallorquín.

chukchis / chutkchis / tchukches / chukches… Población de Chu-


kotka, la más oriental de las 89 regiones de la Federación Rusa, en el extremo
oriental de Siberia, ya confinando con Bering. De tronco y lengua paleosiberiana,
la cultura de la península de Chukotka tiene una gran afinidad con la de los inuit
(> ESQUIMALES) del otro lado del estrecho de Bering y del mar de Chukchi. Los
chukchis (unos 12.000) tienen similitudes con los KORIAKOS de la península sibe-
riana de KAMCHATKA. Anadyr es la capital de Chukotka, una provincia llena de
maravillas naturales, de saxífragas y frailecillos, de zorros blancos y renos pardos.
La Whalebone Alley, o Avenida de los Huesos de Ballena, de la isla Ittygran, fue
usada en cultos chamánicos hace apenas medio milenio. En el cabo Dezhnev, la
punta más nororiental del continente asiático, hay un poblado chuckchi abandona-
do y una estación meteorológica. Los chukchis primitivos usaban propulsores
(> ATLATL) para sus armas de caza [Leroi-Gourhan, 1984]. En su sociedad, los
hombres blandos, los hombres inspirados por el espíritu ke’let para que cambien
de sexo y se conviertan en «su marido», son temidos incluso por los propios cha-
manes [Husain, 2001]. Los chukchis, al igual que los chuvantsy, usan aún las iaran-
ga, tiendas de piel de reno para acampar durante su pastoreo. Los rusos los apo-
dan tchau-tchu, «ricos en renos». Pero los chukchis costeros cazan ballenas cuya
piel es rica en vitamina C.

churinga. Instrumento parecido a un sonajero utilizado por los ABORÍGENES aus-


tralianos. En otras partes es conocido como zumbadora, ZUMBADOR o BUFÓN. «Toros
mugientes» se llamaban los instrumentos que sólo tocaban los iniciados en Australia
[Morris, 1995]. Cuando los jóvenes arunta oyen las zumbadoras reconocen la voz
del gran espíritu Twanyikirra y saben que les va a llevar a otro tiempo y espacio, el de
la CIRCUNCISIÓN, que él mismo operará diciendo al muchacho: «¡Mira las estrellas!»,
y, en ese punto, le corta la cabeza. Al día siguiente, el muchacho es resucitado, ya
como hombre, y se le entregan unas churingas [Eliade, 2001, con datos de C. Streh-
low, Die Aranda..., 1920]. La zumbadora, como voz de dios, o del espíritu, también

126
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

es habitual en otras tribus aborígenes (karadjeri, kukata, yuin, kurnai…), aunque ins-
trumentos parecidos ha habido en toda latitud, con meros propósitos musicales,
como en la península Ibérica (Castilla y León), donde sonaban las bramaderas de
madera y cuero, imitando al viento. O en el FOLCLORE yoruba (LUCUMÍ) del occiden-
te de Cuba (La Habana, Las Villas, Matanzas…). Respecto a los yabim, bukaua, kai
y tami melanesios, ya dijo FRAZER [1890]: «Es altamente significativo que todas estas
tribus de Nueva Guinea empleen la misma palabra para bramadera y el supuesto
monstruo que se traga los novicios en la circuncisión y cuyo temible bramar está re-
presentado por un zumbido de inofensivos instrumentos de madera».

Cíbola. Condado del actual estado de Nuevo México (Estados Unidos) que
toma su nombre de una de las siete míticas ciudades de Cíbola. Sin embargo, la
ubicación más probable de Cíbola, según una leyenda medieval, sería en la Antilia
o Antilla. Las Siete Ciudades de Cíbola se confundieron a menudo con las no me-
nos míticas Ciudades de los Siete Obispos. Respecto a la Antilla (ante-ilha para los
portugueses o «isla antes de…»), fue ubicada en algún punto del Atlántico y, a su
vez, fue repetidamente confundida con la isla de San Brandán (> B ORONDÓN).
Toda esa imaginería reverdeció durante la Conquista de América y del mar Caribe
pasó a los desiertos del norte de México. El gobernador de Nueva Galicia, Nuño
de Guzmán, fue el primero en dar pábulo a la quimera de un lugar enclavado en
su jurisdicción territorial lleno de ingentes riquezas, una nueva versión del reino de
QUIVIRA o ELDORADO. Las noticias de Cabeza de Vaca sobre su tremendo viaje de
parte a parte de los Estados Unidos, desde Florida hasta Texas y tal vez hasta Nue-
vo México en 1536, desataron la primera fiebre del oro de Norteamérica. Pero el
menos conocido Pánfilo de Narváez es uno de los primeros españoles en apuntarse
a la empresa de descubrir el oro de Cíbola sin que le afectara su descabellada natu-
raleza. En 1538, fray Marcos de Niza encabezó otra busca de las Siete Ciudades.
Tras varias peripecias, llegó a un pueblo llamado Cíbola, donde, según el fraile, «la
gente es algo blanca…, tiene esmeraldas y otras joyas, como turquesas…» [Mora,
1992]. La cartografía de una ilusión siempre tiene muchos nombres. «Tontoneac
era la más grande y mejor de todas ellas [ciudades]… Tontoneac ha sido identifica-
da con los pueblos Hopi, al noroeste de Zuñi» [García Regalado, 2001]. Y es que,
al igual que en la leyenda de ELDORADO, los INDÍGENAS siempre decían a los espa-
ñoles que el oro estaba más allá. Dos años después de fray Marcos, volvió solo a la
zona Francisco Vázquez de Coronado y otra vez se escapó el oro de Cíbola.

cielo. Cielo o gloria es «el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal algu-
no» y allí están los «cuerpos gloriosos» cuyas dotes son «impasibilidad y claridad,
agilidad y sutileza» [Ripalda, 1997]. Emmanuel Swedenborg [2004] tenía otra idea
gloriosa y original sobre los arcanos celestes: «…pues el cielo está en el hombre;
como también enseña el Señor: “No dirán, helo aquí, ni helo allí; porque he aquí
que el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17,21)». Esto recuerda al revés la
idea sartriana: «El infierno son los otros». El cielo, entonces, podríamos ser tam-

127
LUIS PANCORBO

bién nosotros y ahora, salvo que uno se adhiera a las apuestas póstumas, llenas de
un cielo de purpurina, donde los buenos viven con Dios eternamente felices. Ade-
más, hay más de un cielo. Siete fueron los cielos visitados por ENOCH, el que viajó
en una nube. En el primero, vio 200 ángeles que movían las estrellas. En el SÉPTI-
MO CIELO, donde ya no se puede ir más lejos, dado que está en los confines de la
Tierra, Enoch ve «la casa de la llama», una mansión con paredes de cristal, en cier-
to modo parecida a Sudarsuma, la ciudad de los dioses de los tibetanos que está
circundada de siete círculos dorados. Según Swedenborg, glosado por Borges
[1980], es tras la muerte cuando el hombre decide dónde quiere ir, si al cielo o al
infierno. Eso depende de su temperamento. Si opta por el cielo, tendrá la compañía
de los ángeles (> ÁNGEL) y a Dios representado como el Sol. Es un sitio donde rezar
y alabar a Dios, aunque ya recuerda Borges que «…a Dios no le gusta ser adulado».
Todo eso puede ser tedioso, como hablar eternamente con los seres queridos… Por
eso, un esotérico tan racionalista como Swedenborg no deja de dibujar lo mejor:
«Un cielo de amor, un cielo de trabajo, un cielo altruista». Es decir, un cielo «emi-
nentemente intelectual» para Borges, y quizás tanto más aburrido que el INFIERNO.

Cienciología. Se la quiere despachar como iglesia y suscita perplejidad o en-


trelubricán, como dicen los cienciólogos, «luz atenuada que permanece justamente
después de ponerse el sol» [Hubbard, 1988]. En 1938, L. Ronald Hub-
bard (1911-1986) escribió Excalibur, un manuscrito que contenía las
semillas de su obra principal, Dianética: La tesis original (1951), y de
cientos de publicaciones posteriores de las que, según sus propias ci-
fras, se han vendido más de 120 millones de ejemplares en más de 50
idiomas. Una de sus ideas es que el individuo ha de iluminarse, como en
el budismo e hinduismo, pero pasando por ciertas técnicas específicas de
la cienciología, la auditación y el entrenamiento, y sin olvidar poner la esperanza
en Dios, «la octava dinámica». Otra idea cienciológica es la de la mente reactiva, o
negativa, la que acumula engramas, movimientos de inconsciencia que contienen
dolor, emoción física… La mente reactiva puede ocasionar a una persona muchos
trastornos psicosomáticos, artritis, asma, alergias… «Es la mente que hizo que Ca-
lígula nombrara a su caballo para un puesto en el gobierno…», solía decir Hub-
bard. Típica filosofía light con grandes dosis de moralina, autoayuda, buenos pro-
pósitos, optimismo...; el caso es que la cienciología ha enganchado ya a en torno a
siete millones de personas en todo el mundo (unas 7.000 en España). Por supues-
to, el reclamo mayor estriba en los nombres de famosos «cienciólogos», como el de
los actores Tom Cruise y John Travolta, o de escritores, como Gore Vidal y Mario
Puzo. Llama la atención el que la cienciología sea una pretensión absolutista de lo
absoluto. «Saber cómo saber», eso es oficialmente cienciología, aparte del estudio
del espíritu en su relación, como no, con el espíritu, con los varios universos y
otras formas de vida. Nada le es ajeno, dado que todo es parte del Ser Supremo,
del que los cienciólogos son sus intérpretes.

ciguatera. Ictiosarcosis. Intoxicación causada por ingerir pescado coralino.


Los peces ciguatados fueron la cruz de los navegantes por el Pacífico Sur (entre

128
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ellos, Quirós en el XVII). Aún hoy se usa el término de ciguatera (siguatera) en las
islas Cook, Tahití y otros islarios de los mares del sur para referirse a las terribles
consecuencias (vómitos, bajada brusca de tensión…) que trae consumir pescados
coralinos con determinadas toxinas. Los isleños no son inmunes a la ciguatera ni
saben cuándo un pez la tiene o no. Últimamente, algunos polinesios conectan la ci-
guatera con las explosiones atómicas de Mururoa, atolón de la Polinesia francesa.

cilicio. Instrumento de tortura, o penitencia, usado aún por católicos extremos,


como los miembros del Opus Dei. Se suele poner en un brazo, en un muslo... Pero
hay muchas clases. En las Descalzas Reales, de Madrid, enseñan unas curiosas za-
patillas de penitencia —en realidad unas chancletas con la suela llena de clavos—
usadas, según parece, por Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, que frecuentó el
convento antes de casarse con el archiduque Alberto y de ser gobernadora de los
Países Bajos. Los antiguos ascetas católicos llegaron a los mayores extremos. San
Simeón el Estilita se ató una cuerda tan fuerte en una pierna que se hizo sangre y
los gusanos se alimentaban de sus úlceras. Permaneció un año sobre un pie y un
ayudante volvía a poner en su sitio los gusanos que se le caían de las heridas. A todo
esto, san Simeón decía a los gusanos: «Comed lo que Dios ha dado» [Haggarth,
1929]. Por su parte, los clásicos faquires (> FAQUIR) de la India, y hasta algún SAD-
HÚ, se caracterizan por dormir en camas de clavos y por caminar con zapatos de
clavos, mientras que algunos místicos musulmanes, SUFÍES o no, prefieren infligirse
daño con espadas, cuchillos y toda clase de instrumentos cortantes; por ejemplo,
en el mausoleo del santón llamado el Verde, en Kataragama (Sri Lanka).

cimarronaje. Rebelión de los esclavos ante la trata esclavista (> ESCLAVITUD).


Los cimarrones eran los esclavos que se echaban al monte, o al bosque, y allí for-
maban sus palenques, pueblos fortificados llamados QUILOMBOS en Brasil. A 70 ki-
lómetros de Cartagena de Indias (Colombia) se encuentra el pueblo de Palenque
de San Basilio, de unos 3.000 habitantes, que se tienen por descendientes de los
antiguos cimarrones y que hablan el PALENQUERO. En 1603 hubo tal rebelión de ci-
marrones en La Matuna que el gobernador español de Nueva Granada, Gerónimo
Suazo, tuvo que firmar una capitulación con los esclavos [Friedemann, 1979].

circasianas. Mujeres del CÁUCASO septentrional reputadas por su belleza des-


de la antigüedad. Sus encantos fueron irresistibles tanto para los romanos como
para los señores de los HARENES turcos y los SERRALLOS persas. El aprecio por la
virginidad de la circasiana llevaba a ponerle un cinturón de castidad, «una banda
de piel de carnero cosida a la carne de la muchacha; es algo parecido a la infibula-
ción que practican ciertos salvajes africanos, ya que la piel de carnero se sujeta pre-
ferentemente a los bordes flotantes de los grandes labios» [Lucenay, 1936]. Los
circasianos, también conocidos como cherqueses, se ufanaban de no mezclarse
para garantizar la pureza de sangre que hacía obtener grandes precios por sus mu-
jeres en los mercados de esclavos. Eso contradecía la pretensión de los kabardinos
de ser considerados los caucásicos más antiguos y más puros. En el Cáucaso, sobre
todo en el meridional, también tenían fama de gran hermosura las georgianas (gru-

129
LUIS PANCORBO

sinas), estrellas de los serrallos. Los armenios, con sus rasgos de persas del norte,
tenían asimismo mujeres de espléndida belleza. De pureza en pureza, y en busca
siempre de la tez blanca, lo CAUCÁSICO llegó a ser un paradigma que originó que
Johann Blumenbach afirmara en 1775 que «el habitante del Cáucaso es el tipo de
la raza blanca» y de ahí todavía procede el estereotipo clasificatorio de CAUCÁSICOS
en los Estados Unidos. Los otros cuatro grupos de Blumenbach eran: MONGOLES,
etíopes, amerindios y malasios; pero no hacía sino seguir las pautas del sueco Lin-
neo (Systema Naturae, 1758), que no sólo dividió en cuatro razas, sino que las co-
loreó y adjetivó: INDIOS, rojos y coléricos; europeos, blancos y creativos; asiáticos,
amarillos y mezquinos; negros, negligentes.

circumbustión. Forma de CIRCUNCISIÓN por combustión, quemando el PRE-


PUCIO del niño, practicada por los nandi, pueblo pastoril del África oriental. «Los
nandi también efectúan la circuncisión de las muchachas por el procedimiento de
cauterización, suprimiéndoles tanto el CLÍTORIS como los labios de la vulva» [Tüll-
mann, 1971].

circuncisión. Cuestión de higiene, de sacrificio (ofrendar una parte de sí mis-


mo a los dioses), de psicología sexual, de dominio religioso o de contrato social
con el grupo, la circuncisión tiene sus raíces en el pasado más remoto del hombre
y es una de las primeras coincidencias de pueblos que nunca tuvieron contacto. La
familia judía se reúne en casa del niño a los ocho días de su nacimiento para asistir
a la milahlo, «circuncisión» en hebreo [Lidon, 1800]. Dejan una silla vacía, con
una Biblia, donde se ha de sentar el profeta Elías. Antaño el rabino, o experto,
desgarraba la piel del PREPUCIO con las uñas (peringah) y chupaba la sangre (mes-
singah) antes de dejar el prepucio en una escudilla llena de arena. Se usaban pinzas
y navajas a modo de bisturíes. Se celebraba luego un banquete y, a veces, un baile,
no sin orar para impedir las asechanzas de la hechicera LILIT. Si en muchos pue-
blos es esencial la circuncisión, la que practican los judíos mediante el corte del
prepucio es su rito por excelencia, el PASAJE necesario para que el niño ingrese en
la religión hebraica. Incluso, tras permanecer en torno a doscientos años en Egip-
to, «…los judíos fueron circuncidados en el desierto», como se lee en el libro de
Josué: «Os he librado de lo que constituía vuestro oprobio entre los egipcios». A
propósito de lo que Voltaire [1964] se preguntaba: «¿Cómo se les quita ese opro-
bio? Quitándoles un poco de prepucio». Siguiendo la orden precisa de YAHVÉ,
Abraham se circuncidó a los noventa y nueve años y luego impuso a sus hijos ese
acto que equivale a una alianza con Dios. Muy lejos de ese paisaje semítico, mu-
chos pueblos africanos practican también la circuncisión aparejada a ritos de ini-
ciación. La circuncisión masculina puede ser una mera incisión o un corte de pre-
pucio, lo que equivale a una operación quirúrgica. La circuncisión femenina va
desde la clitoridecmia hasta la ABLACIÓN, mutilaciones que producen sonrojo y que
han pasado a ser efectuadas en Europa entre las africanas residentes, contravinien-
do las leyes en vigor. Pero algunas costumbres, por bárbaras que sean, tienen la
piel dura. Las circuncisiones más extremas pudieron ser las de los australianos, so-
metidos antaño a una doble operación: el corte del prepucio y una subincisión en

130
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

la uretra en la parte inferior del pene, por donde sale orina y semen. Para los DO-
GON de Malí, el CLÍTORIS es la parte masculina de la mujer, y se simboliza con el es-
corpión: se elimina como el prepucio —la parte femenina del hombre— y, así, el
ser se equilibra.

circunvalación. Es preceptivo girar en el sentido del sol, o de las agujas del


reloj, en determinados lugares sagrados. La circunvalación representa la armonía
existente entre el movimiento y la quietud. Los hinduistas y budistas giran ritual-
mente, hacen pradakshina, antes de ponerse a rezar, aunque ese mismo circunvalar
implique una prez. Mantienen el objeto sagrado a la derecha y simulan dar la vuel-
ta al mundo dando la vuelta también a uno mismo. Entre los hinduistas, pocas co-
sas tienen mayor mérito que una circuvalación cargada, a ser posible, de peniten-
cia, avanzando de rodillas, arrastrándose, rodando desnudo por la arena que rodea
los templos mientras se lleva un coco en la mano. En La MECA, la circunvalación
se hace en torno a La KAABA, dando siempre siete vueltas por los siete atributos de
Alá, y en sentido inverso al sol.

Ciudad de los Césares. Ciudad legendaria, tal vez en la Patagonia, que


fue el equivalente austral del mito de ELDORADO. Muchas fueron sus buscas, desde
la del capitán Francisco César, que partió en 1526 desde Sancti Spiritu, a orillas
del Paraná. Oro, amén de leche y miel, y hombres blancos y rubios, la obsesión es-
pañola, adornaban esa utopía. Pudo confundirse con la villa fundada por los des-
esperados de Sarmiento de Gamboa en el estrecho de Magallanes. El caso fue que
el mito fue rebotando y hundiéndose en la niebla del tiempo sin producir noticias
ciertas.

clan. Grupo de familias que reclaman una descendencia de un antepasado co-


mún. En Escocia se visualiza mediante un símbolo, un tartan, tejido de lana con co-
lores y diseños especiales. En otros lugares sin ovejas, el clan puede congregarse en
torno a un mono, un caimán, un TÓTEM. Al no ser el clan algo matemático, la pala-
bra ha derivado hacia los sentidos de «clan de negocios», «clan de poder», «clan de
intereses»..., no siempre en su sentido cabal de individuos ligados por un PARENTES-
CO especial, no sólo de sangre sino porque «reconocen que tienen los unos con los
otros idénticos deberes… de asistencia, de venganza, de duelo, prohibición de ca-
sarse…» [Durkheim, 1983]. El clan, en cierto modo, equivale al concepto romano
de gens y, para Durkheim, era importante el tótem en ese amplio espectro. El clan
tampoco es una mera derivación de una tribu, más bien al contrario. Los individuos
se agrupan por familias que forman clanes, unidos sobre todo por tener un antepa-
sado común (a veces legendario, como un tótem), y esos clanes eventualmente pue-
den formar una tribu. Los matices se enroscan como anillos de boa en este tema. A
su vez, las familias pueden ser sencillas o extendidas. Una extendida resulta poco
diferenciable de un clan, según J. H. Driberg, Comisionado de Distrito en Uganda,
y profesor de Etnología en Cambridge: «El clan, entonces, es bastante diferente de
lo que sospechamos. Abraza no sólo a los vivos, sino a los miembros muertos del
clan. Es una entidad continua…» [Driberg, 1932].

131
LUIS PANCORBO

clavija > ABAKA


cleromancia. ADIVINACIÓN por medio de alubias negras o blancas, con hue-
secillos y dados. Es frecuente entre los NDEBELE de Sudáfrica. Los laibon, brujos
MASAIS, meten guijarros con este propósito en el egidong, su calabaza de adivina-
ción. En el ORÁCULO de Hércules en Bura, un santuario de la Acaya, al norte del
Peloponeso, el peregrino tenía que echar sobre una mesa cuatro dados hechos con
huesos de animales sacrificados. Un sacerdote interpretaba el sentido de la caída y
de la disposición de las piezas. En las calles de la antigua Roma abundaban los cle-
romantes que decían el futuro. Pero la cleromancia sólo es una de las muchas adi-
vinaciones o MANCIAS: quiromancia (manos); cristalomancia y dactilomancia (ani-
llos fundidos cuando dominaban ciertas constelaciones en el cielo); hidromancia
(escritos sobre el agua); libanomancia (mediante incienso aromático del tipo olíba-
no); myomancia (con ratones); onomancia (mediante los nombres, siguiendo las
consignas de los pitágoricos que creían que el destino del hombre dependía del
nombre)...

cliché / clisé / estereotipo / tópico… Fuente inagotable de incompren-


siones, improperios y equivocaciones, los clichés fueron analizados por Immanuel
Kant dentro de la sección «El carácter del pueblo» de su Antropología (1991). Al
llegar al español, «producto de la mezcla de sangre europea con la árabe (moris-
ca)», Kant encuentra una cierta «solemnidad» en la conducta pública y privada;
cierta conciencia de su «dignidad». Y, por supuesto, grandeza, grandilocuencia y
fandangos el domingo por la tarde. Ése es el lado bueno para Kant. El lado malo
es que el español «no aprende de los extranjeros, ni viaja para conocer otros pue-
blos…». A lo que suma las corridas de toros y el no menos sacrificial auto de fe.
Por ese mismo procedimiento de Kant, «el italiano reúne la viveza (jovialidad)
francesa con la gravedad (firmeza) española...». Los alemanes, claro, no salen mal
parados: «…tienen fama de poseer un buen carácter, a saber, el de la honradez y el
amor al hogar, cualidades que no son precisamente apropiadas para brillar…».
Critica, sin embargo, la tendencia alemana a «dejarse clasificar penosamente en
grados de preeminencia y de un orden jerárquico…». Y la pedantería de su afición
a los títulos, como Hochgeboren, «bien nacido», «altamente bien nacido», «alta-
mente nacido»… Kant tampoco se privó de criticar a David Hume, y su obra Of
national characters: «Hume opina que cuando en una nación cada uno de los indi-
viduos se preocupa por tener su carácter especial (como sucede con los ingleses),
la nación misma no tiene carácter. A mí me parece que yerra en esto; pues la afec-
tación de un carácter es, justamente, el carácter general del pueblo a que él mismo
pertenecía…».

clima. Los CLICHÉS que relacionan clima y gentes han sido de lo más chusco y
abundante a través de las épocas. El mexicano se echa una siesta perpetua bajo su
gran sombrero en un paisaje abrasado por los cactus. El clima «...es capaz de mo-
dificar al hombre» [Varela de Montes, 1854]. Los habitantes de Tierra del Fuego,
indios pesqueras para la antropología de mediados del siglo XIX, «…en un clima

132
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

salvaje… permanecen en un estado de degradación deplorable». Esa degradación


de los FUEGUINOS también la resaltó un joven naturalista llamado Charles Darwin.
Los bosquimanos (> SAN), como todo adelanto en su haber, sólo concibieron enve-
nenar las flechas, lo que era una prueba concluyente de la influencia del clima seco
y extremo que les rodea. Los tópicos se enquistan y luego son más difíciles de sa-
car que las lapas. Ya decía Solón que no sólo las cualidades físicas, sino las morales
(bondad, prudencia, justicia…) venían determinadas por «el aire que nos rodea».
Hipócrates notaba una analogía entre las formas del cuerpo humano y las del suelo
que pisa. «El hombre tiene más espíritu que valor en los países calientes», decía
Camus [1939], quien conocía bien la tierra argelina. Según eso, sucedería al revés
en los países fríos, pero no es evidente. Es otro cliché. En la primera América espa-
ñola no se comprendía cómo se pudiese habitar en la tórrida zona: ¿No se tenían
que achicharrar las personas allí, tan cerca del Ecuador? Una de las razones con-
cluyentes era, aparte de la equivocación de los astrólogos al respecto, «la grande
altura de todas estas tierras de las Indias; quiero decir que, assí como las costas,
por ser baxas, son cálidas en estremo, assí todo lo restante de las Indias son partes
altas y airosas…» [Cárdenas, 1988].

clítoris. Elemento masculino de la mujer, según los DOGON y los bambara de


Malí. Creen allí que cada persona nace con dos sexos. El clítoris es el punto de am-
bivalencia de la mujer. Así como el PREPUCIO del hombre sería un residuo del alma
femenina. CIRCUNCISIÓN y excisión contribuyen, pues, a restablecer el orden nor-
mal de las cosas. Eso sin contar la brutalidad inherente: hay casos en que no se
corta sólo el clítoris sino los labios menores de la vulva. La violencia aparejada con
eso es inaudita. En Nigeria «se corta cuidadosamente aquella parte de la punta de
una cáscara de coco que tiene los ojos y se raspa hasta dejarla muy lisa. Luego se
perfora el ojo que deja salir la leche de coco y se raspan cuidadosamente los bor-
des. A continuación se hace pasar el clítoris a través de este agujero y se corta con
una navaja de afeitar. Y, en algunos casos, con un trozo de vidrio de botella» [Ploss
y Bartels, 1913].

club law. Ley del palo. Faustrecht, en alemán. Derecho del puño. Leyes arbi-
trarias contra los nativos. No es cierto que los llamados salvajes y bárbaros tuvie-
sen tanta necesidad de policía como parece. Con todo lo precaria que era su orga-
nización, en lo social y en lo material, duró un largo tiempo, y es erróneo pensar
que los moradores de las cabañas se robaban y mataban sistemáticamente. Eso
hace inferir que la «la vida de las razas inferiores bárbaras puede ser, dentro de su
rudeza, relativamente buena y feliz» [Tylor, 1888]. En Occidente, la felicidad a ve-
ces pasa hoy por Prozac, droga del famoso eslogan: «Ocho millones de americanos
no pueden equivocarse».

cobijado. Antiguo vestido de mujer en Vejer de la Frontera (Cádiz) que incluía,


aparte de enaguas y blusa blanca, dos piezas negras unidas, una saya y un manto
fruncido que apenas dejaba ver un ojo. El cobijado tiene forma parecida al CHA-
DOR de las mujeres árabes, aunque versiones piadosas lo vinculan a un traje de mu-

133
LUIS PANCORBO

jer castellana de los siglos XVI y XVII. Tras varios intentos en tiempos de los Aus-
trias y los Borbones, fue durante la Segunda República cuando se prohibió el cobi-
jado de las mujeres vejeriegas por su posible uso en asuntos delictivos o conspirati-
vos.

coca. Hoja estimulante usada desde tiempo inmemorial en un arco geográfico


que va desde Colombia hasta Bolivia para elevar el tono vital de los campesinos
andinos y para socorrer su hambre, sed y cansancio, aunque últimamente no hay
quien ve en la coca sino la pasta básica para hacer cocaína. La cocaína impulsa un
gran negocio contemporáneo, cárteles o mafias de droga, delito y diversión de
moda… Pero la coca hizo marchar el imperio español, al menos en lo relativo a la
minería. El indio andino basaba mucha de su conformidad en la masticación y
convertía su boca, como aún lo hace, en un laboratorio en el que consigue liberar
el alcaloide. «Es la mata o planta de la coca muy semejante a la del arrayhán o la
del lentisco… Produze esta planta dos y tres vezes al año hoja y esto se debe atri-
buir al gran vicio y fertilidad de aquellos Andes, o viciosos valles donde se cría»
[Cárdenas, 1988].

cocodrilo. Es sagrado en muchos lugares de África, desde Gambia y Costa de


Marfil hasta Madagascar. En Gambia hay tres pozas sagradas, Katchikally, Folong-
ko y Berending —pobladas por cocodrilos albinos del Nilo—, donde acuden las
mujeres que quieren tener hijos. En Katchikally, que es la charca-santuario princi-
pal, las mujeres depositan su ofrenda —nueces de COLA, frutos, peces...— y son
bendecidas con agua por la familia Bojang, dueña del lugar sagrado en la aldea Ba-
kau desde que, en tiempos nebulosos, salvara al hijo de la diosa Katchikally de mo-
rir ahogado en un pozo. Desde entonces, la diosa les concede la dádiva del milagro
a través de los cocodrilos, una treintena. Algunos pueden medir hasta 4,5 metros y,
al estar bien nutridos de ranas y peces, no se lanzan a las pantorrillas de la gente
que los sortea en la orilla de la charca. En la punta norte de Madagascar, cerca de
Diego Suares, se hacen aún sacrificios de cabras y otros animales domésticos que
los pueblerinos dejan atados con una cuerda junto al lago del que salen los coco-
drilos sagrados. Es una purificación, y a veces expiación, dentro de un rito de joro
practicado por diversos pueblos de origen sakalava.

Cocorícamo. Personaje del carnaval de La Habana, de finales de siglo XIX,


que llevaba una cabeza de caballo como tema distintivo [Ortiz, 1929]. Su gran día
de salida era la Noche de Reyes. Aparece todavía, acompañado de las tifuas —
máscaras cubiertas de asfalto y crines de caballo—, en el Carnaval Cimarrón de
San Juan de Maguama en el sur de la República Dominicana, donde la cabeza del
cocorícamo también puede ser de vaca y con un higüero como base. La palabra
«cocorícamo» es, además, un dominicanismo que quiere decir «está raro»: «Esto
tiene cocorícamo».

cola / kola / nuez de cola. Fruto del árbol colatier (kolatero) usado como
estimulante. Inhibe el apetito y la sed y alivia la fatiga. Antaño se usaba como pro-

134
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ducto de intercambio en África occidental, desde Níger a Ghana. Los cotiledones


de sus semillas son de un color violáceo y tienen un sabor muy amargo. Entre sus
alcaloides figura la teobromina y cafeínas estimulantes. Fue uno de los dos ingre-
dientes históricos de la Coca-Cola.

colorados. Indígenas de Ecuador que a sí mismos se llaman tsáchila. Viven a


unos 130 kilómetros de Quito, en una zona tropical a la que se accede tras salvar la
cordillera y pasar por el monumento de El Poder Brutal, una gran estatua del dia-
blo esculpida en un barranco cercano a Tandapi. Los colorados recibieron ese
nombre por su costumbre de emplear el rojo del ACHIOTE para untarse el cuerpo y,
en especial, para empastarse en la cabeza una especie de casco, o bacía, que les da
un aspecto guerrero o brujeril. Son muchos los brujos, y especialmente los curan-
deros, entre los alrededor de 2.000 tsáchila que sobreviven en una reserva de unas
8.000 hectáreas entre Santo Domingo de los Colorados, su capital, y Chone, Qui-
nindé y Quevedo. Guardan similitudes con los indios chachis (tambien conocidos
como cayapas) de Esmeraldas. La palabra «chachis» equivale a «seres humanos»,
«la gente». Es posible que chachis y tsáchilas, apodados asismimo yumbos colora-
dos, procedieran de un tronco común, el de los indios caras de tiempos precolo-
niales. Los caras fueron los primeros habitantes de Quito [Barrriga, 1987].

comechingones. Indios de las sierras de Córdoba y San Luis (Argentina), en


la región de Calamuchita, conocidos también como «hombres barbudos». Según la
crónica de Jerónimo de Bibar [1558], «…cuando vienen a pelear, traen por alarido
el grito “comechingón”… en su lengua, “muera-muera” o “matar”». Para otros,
«comechingón» significaría «morador de cuevas». El cronista Diego Fernández
[1543], de la expedición de Diego de Rojas, destacó la gran estatura y pilosidad de
los comechingones. Plantaban maíz, frijoles, zapallo y tenían unas viviendas se-
mienterradas, que construían cavando trincheras y sujetando las paredes con ma-
deros, como si fuesen túneles de minas. Hay pinturas rupestres en Cerro Colorado
que bien pudieran pertenecer a los ancestros de esta etnia, aunque su centro de
poder, o de energía, era el cerro Inti Huasi. Desde la fundación de la ciudad de
Córdoba en 1573, los comechingones fueron obligados a dejar su lengua sanaviro-
na y hablar en QUECHUA, si no en castellano. Así fue decayendo su lengua hasta la
extinción, mientras su etnia ya es irreconocible como tal tras las mezclas con otros
grupos INDÍGENAS.

compadre. O compadre es el apelativo casi cariñoso que dan al diablo en Por-


tugal. Otras veces es O Senhor Diabo, como en la novela del mismo título de Eça
de Queirós.

comparatismo constructivo. Método que se basa en el análisis compa-


rativo de fenómenos que son comparables. Su campo de acción no es el infinito,
pero casi, cuanto ofrece la atractiva panoplia de «representaciones culturales de
sociedades del pasado». Y ahí cabrían Tebas, BABILONIA…, y la observación de
grupos humanos, por no decir pueblos, de ayer y hoy. Uniendo historia y ANTRO-

135
LUIS PANCORBO

POLOGÍA, se desactiva la espoleta del concepto de «nación» y emerge la posibilidad


de «construir objetos comparables». Hay un valor ético en todo eso: «No me pare-
ce demasiado presuntuoso decir que al construir objetos comparables, más o me-
nos buenos, entre varios, entre historiadores y antropólogos, se aprende a distan-
ciarse de la parte más animal de uno mismo, a mirar de forma crítica la propia
tradición, a ver, a entrever que, con toda probabilidad, es una opción entre otras»
[Detienne, 2001].

comparativismo. Rama de la ETNOLOGÍA que evoca de forma indisociable a


su mayor valedor, sir James FRAZER. Tras un severo trabajo de sistematización, Fra-
zer elaboró una etnología de las sociedades antiguas, que culminó en La rama dora-
da (1890), «un fresco grandioso», como dijo el antropólogo Jean Poirier, una histo-
ria particular, irrepetible, de la etnología, aunque su luz de epopeya pudo
perjudicar su valor ante cierta erudición académica refractaria a la gran prosa con
la que Frazer vehiculaba sus ideas, algunas tan novedosas y enérgicas como su vi-
sión del TOTEMISMO.

condición ultrahumana. Más allá de cuanto habrían podido imaginar


André Malraux (La condition humaine, 1933) y otros lúcidos intelectuales, el ho-
rizonte del hombre es enmendar la plana hasta el final a la naturaleza. Max More
es el profeta de un movimiento que aboga por la eliminación de la muerte, la me-
jora estruendosa de la memoria, el control de las respuestas emocionales y todo
cuanto parece constituir un robot o, si se prefiere, cuanto hace trascender al
hombre actual gracias a la biotecnología, la nanotecnología y otras ramas de lo
que ha llamado la extropía. Todo es cuestión de «elección germinal» para remo-
delar la forma humana y el carácter [Stock, 2002]. Vienen ahí de golpe la EUGE-
NESIA trashumana, las confusiones crecientes entre hombre y máquina y, tal vez,
una nueva visita a un «mundo feliz». Más amable sería hablar de todo el posthu-
manismo o transhumanismo al estilo de la trilogía de Matrix. Aunque ya hay
quien alerta sobre las «consecuencias de la revolución biotecnologica» y sobre la
necesidad de controlar la biotecnología para evitar perder la condición humana
[Fukuyama, 2002].

confucianismo. Se la tiene, con cierta bondad, por una religión, cuando no


pasa —ésa es su gracia— de ser una moral, una doctrina para mejorar al hombre
en la realidad. Es una obra maestra del realismo chino y se inspira en la vida y obra
de Confucio o Kung Futzu (551-479 a.C.). Confucio viajó por China durante trece
años y sus discípulos fueron reuniendo sus enseñanzas basadas en un amor al pró-
jimo no reñido con el valor de defender las propias convicciones. Los libros de sus
ideas, llamados King, son de dos clases: grandes (cinco) y pequeños (cuatro). Los
grandes son: Yi-King, explicación de los Koua; el Chon-King, libro de historia; el
Chi-King, libro de poesía; el Li-King, libro de ritos, y el Tch’onen Ts’ieon o Anales
de Primavera y Otoño [Téllez, 1969]. Piedad filial, respeto por la autoridad, con
su corolario, la útil sumisión del individuo…, fueron extremos que calaron profun-
damente en la sociedad china, en su percepción particular de un inmenso espacio

136
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

y una inmensa población que difícilmente funcionaría con una inclinación a la


anarquía. Y esa moderación, respeto por los antepasados, necesidad de obrar el
bien y lealtad y benignidad a todo trance fueron principios que ni siquiera fueron
arrancados del todo durante el maoísmo. Se ha repetido mucho a lo largo de la his-
toria que el chino es ante todo confuciano y, luego, de tal o cual idea política.

Congo. El Congo Belga —o el Congo del rey Leopoldo— fue sinónimo de los
más oscuros genocidios de la humanidad, aunque nunca llegó a tener el nivel de
crítica que el genocidio de los armenios por parte de los turcos, ni mucho menos,
el de los judíos por parte de los nazis. A partir de 1885, murieron unos 10 millones
de congoleños, mientras el rey Leopoldo se lanzaba a una carrera frenética por
conquistar la goma y demás riquezas del país. La SHARÍA ha sido denostada, pero la
ley de Leopoldo implicaba cortar las manos a los trabajadores que no recogían su-
ficiente látex. También se secuestraba a mujeres y niños para forzar a los hombres
a entregar antes su cuota de goma. El Congo Belga, un país de inmensa riqueza en
minerales clásicos —oro, diamantes y hoy coltán—, ha suscitado los peores instin-
tos y ambiciones. El explorador de origen galés Henry Morton Stanley pretendió
quedarse en propiedad con un buen pedazo del Congo [Hughes, 2003]. Hubo va-
rios Congos, el francés y el belga, el de Angola y el de LOANGO, aparte del Congo
mítico, el de las tinieblas conradianas, que ha quedado como condensación univer-
sal del horror. Pero la cosa venía de lejos. «En el reino de Macoco, se alimenta con
carne humana y se matan diariamente doscientos hombres… para plato del Rey, y
de sus domésticos, que son muchísimos», escribía Feijóo [1773] en su Discurso
Primero del Teatro Crítico Universal, apoyándose en datos de Thomas Cornelio.
Hablaba del Congo.

conjuro. Las palabras mágicas por todo bien y contra todo mal han salpicado la
piel de toro española. «Si coges verbena en la noche de San Juan / no temas a la
culebra ni a los Caballos del Mal», se cantaba en la Montaña santanderina, cuando
antaño se cogía la «yerbuca de San Juan» (Verbena officinalis) para alejar los Caba-
llos del Mal, o Caballitos del Diablo, una fantasía de caballos voladores con parti-
cular maleficio sobre los enamorados. Un conjuro sin palabras especiales, pero
muy efectivo, para quitar la sequía era el de Torrejoncillo (Extremadura), donde
ponían una sardina arenque en la imagen de san Pedro para que sintiera sed y así
hiciera llover [Gómez-Tabanera, 1950]. En Galicia no hay queimada seria o menos
sin el encantamiento, que antaño debió tener más sentido, que invoca «as bruxas
coruxas…». Y, antes, no había San Juan sin que se recitara una retrónica, dicha del
derecho y del revés, contra las brujas, como la célebre: «San Xoan esclarecido, /
que en Lisboa foi nacido / con hábito de lan, / con cordón de espartán, / gárdame
o gando do pan / sin pastor e sin can» [Rodríguez López, 1910].

consumo conspicuo. Los arqueólogos lo definen como acumulación de


objetos suntuarios, oro, jade, joyas…, que ciertas gentes importantes llevaban a la
tumba. «Igual belleza albergan una brizna de hierba, la hoja de un árbol o un gui-
jarro de la playa…» [Harris, 1991]. La cuestión es que los objetos suntuarios se

137
LUIS PANCORBO

acumularon en vida por poseer poder, no sólo por simbolizar riqueza tras la muer-
te. Recuerdo las palabras de Pier Paolo Pasolini poco antes de su asesinato en
Roma: «El consumismo está operando el gran genocidio antropológico de nuestra
época». Eso es el consumo conspicuo normalizado en clases cada vez más bajas,
destinadas a producir para consumir y seguir dentro de una cadena que no tiene el
prejuicio de las CASTAS indias, ni del antiguo proletariado, pero que supone un
gran pilar en la nueva clasificación capitalista. El rango social del consumo conspi-
cuo ha sido allanado, lo mismo que ciertos grupos, como los yuppies, se afanan
por conseguir lo que no es común, una constante de los nuevos ricos, o de clases
que de plebeyas acceden de repente a la riqueza patricia. Otra cosa es que esos
consumidores conspicuos logren superar una estética hortera, palabra española
muy en línea con el significado de snob, «sin nobleza».

contingencia. Llevada a sus últimas consecuencias, la cultura de la contin-


gencia aboga por la deflagración del mundo, es más, su desaparición. No es que
el mundo sea mejorable, sino destruible, de ahí quienes invocan el fin (anuncio
de Nerón a san Pablo en el texto apócrifo Pasión según San Pablo). La cultura
de la contingencia, que no siente gran admiración por la realidad, rebasa el de-
seo cristiano de un fuego purificador y hasta la «inquietud» de Arthur Schopen-
hauer, y se dedica a «lo que no es evidente, a lo que siempre es y al parecer siem-
pre seguirá siendo, aun cuando hace tiempo pudo haber dejado de ser»
[Blumenberg, 2001].

contra-don. Responder a un regalo con otro según mandan los cánones de la


etiqueta en varias culturas. En la Melanesia motivó el famoso circuito del KULA
descrito por Malinowski. Marco Polo recibió un contra-don, una piedra dentro de
una caja que recordaba las piedras legendarias que arrojadas a un pozo producen
fuego… «Marco Polo… habla de una fuente de aceite que es “bueno para arder”
en el confín de Georgia, en clara alusión al petróleo [Cardini, 2001]. Fueron famo-
sas las piedras chamánicas entre las etnias uroaltaicas (buriatos, UIGURES, MONGO-
LES…) que, lanzadas al agua, originaban tempestades; pero, normalmente, el con-
tra-don es más sencillo, dentro de su requisito necesario de equidad. No debe
superar el don, ni quedarse por debajo, lo que conduce a cierto estrés si la dádiva
se convierte en sistema. En la isla de Tanna (Vanuatu) se puede vivir una larga ca-
dena de dones y contra-dones: alguien te regala un coco y tú le regalas unos ciga-
rrillos, y te dan una cesta y correspondes con una camisa, y te dan por fin un cer-
do, que matan en tu honra, con lo que tu obligación ya es poco menos que
permanente con el poblado naukulamene en cuestión.

cooli > CULI


copal / pom. Resina aromática empleada por los MAYAS para sus ritos. Los sa-
cerdotes (h’mien) empleaban incensarios de barro llenos de copal para purificar
sus lugares de culto. Aún hoy, los QUICHÉS de Chichicastenango (Guatemala) su-
ben las gradas de la iglesia de Santo Tomás con sus incensarios de hojalata espar-

138
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ciendo el humo del copal o pom en un acto lleno de sincretismo. ¿A qué santo di-
rigen su sahumerio? ¿A santo Tomás? O, como dice el Popol Wuh, el libro sagra-
do y mítico de los antiguos indios guatemaltecos, la ofrenda era «¿…al gran dios
quiché Jurakán, el Corazón del Cielo, el que creó los árboles y la vida, y tenía
como primera manifestación a Caculjá Jurakán, el Rayo de Una Pierna, como se-
gunda, a Chipí Caculjá, el Más Pequeño de los Rayos, y, como tercera, a Raxá Ca-
culjá, Rayo Muy Hermoso?».

coptos / gebtu / keptu / coptus. Son los cristianos de Egipto que se sepa-
raron de la Iglesia ortodoxa griega tras el Concilio de Calcedonia (año 451), que
declaró herética la doctrina monofisita según la cual Cristo sólo tiene
una naturaleza, divina. Últimamente vuelven a estar de actualidad
por los evangelios apócrifos coptos —el de Valentín, Tomás y Feli-
pe— y por los textos gnósticos de Nag Hammadi, papiros con ma-
terial abundante para abonar las tesis de un escamoteo de la reali-
dad —la vida y amores de Cristo— por parte de los EVANGELIOS
canónicos. El número de coptos egipcios se estima en unos nueve
millones. No es correcto aplicar la palabra «copto», que, en realidad, es
una corrupción de gebtu, «egipcio», a los ortodoxos etíopes, aunque participen en
una liturgia parecida y en la doctrina fundamental del MONOFISISMO.

Cordero de Escitia > AGNUS SCYTHICUS


corroboree. Ceremonias y rituales de los ABORÍGENES australianos. La palabra
puede proceder del vocablo corrobory presente en los dialectos de las tribus de
Nueva Gales del Sur.

cosacos. No sólo son los que beben como tales, sino los descendientes de los
TÁRTAROS que viven a caballo entre Rusia y Ucrania, o entre los ríos Don y Dnie-
per. Llegaron a ser cuatro millones hasta sufrir una dura represión bajo los bolche-
viques. Su número actual se estima para algunos en un millón, y para otros, en ape-
nas 40.000. Stalin los sometió a una purga despiadada, acusándoles de veleidades
nazis, y confiscó sus tierras y propiedades. Hoy vuelven a lucir sus gorros de piel
de oveja, sus altas botas y sus sables, y a vivir con orgullo en sus pueblos o stanitsa.
Por esas paradojas de la historia, actúan como tropas de élite, ya no al servicio de
los zares, sino de los rusos, y lo hacen frente a los rebeldes separatistas de Osetia
meridional y otras regiones de Georgia (CÁUCASO). Los cosacos siguen teniendo
como jefe a un atamán. Uno de los últimos fue el atamán Sevchenko, quien, en
2004, fue al Vaticano a ver a Juan Pablo II y le regaló la maza de cristal, símbolo
del poder cosaco. Atamán famoso fue Mazzepa, quien, de servir al zar Pedro I, se
pasó a sus enemigos, los suecos. Los cosacos conquistaron Azov a los turcos en
1637, hostigaron a Napoleón en su retirada y en más de una ocasión mancharon su
prestigio con matanzas indiscriminadas, como la que ocurrió en el «domingo san-
griento» de 1905. Mijail Sholojov fue el autor de El don apacible, una epopeya lite-
raria dedicada a un pueblo como el cosaco que estuvo a punto de perecer bajo los

139
LUIS PANCORBO

soviéticos, pero que, con todas sus contradicciones a cuestas, generó y conservó
una mitología de belicosidad, de caballeros de las estepas, de hombres excesivos y
nobles cuando les da por ahí gracias al vodka o a los genes. Aparte de Sholojov,
casi todos los grandes escritores rusos se sintieron atraídos por el mito cosaco; Ta-
ras Bulba de Gogol; Los cosacos de Tolstoi; La hija del capitán de Pushkin… En
España, José de Espronceda les dedicó un largo y rimbombante poema, «El canto
del cosaco»: «¡Hurra, cosacos del desierto! Hurra. / La Europa nos brinda esplén-
dido botín: / Sangrienta charca sus campiñas sean, / de los grajos su espléndido
festín…». Fueron los conquistadores de Siberia, con el cosaco pionero Vladimir
Krasheninnikov, que llegó hasta KAMCHATKA. En Milkovo, en el interior de Kam-
chatka, viven los kamchales, descendientes de los cosacos y de las mujeres INDÍGE-
NAS itelmen.

covada / couvade. Parodia o simulación del parto por parte del hombre. Es-
trabón atribuyó esa costumbre a los cántabros. También fue común en el País Vas-
co hasta mediados del siglo XVIII, y más aun en Asturias [Caro Baroja, 1981]. En
La Armuña, provincia de Salamanca, donde las lentejas pasan por ser muy especia-
les, «la mujer da a luz de pie y el marido la anima con gritos y palabras gráficas.
Esta costumbre guarda estrecha relación con la de algunos puntos de León, donde
el marido se mete en una cesta de paja y, puesto de cuclillas, cacarea» [Gómez-Ta-
banera, 1950]. Enrique Casas Gaspar publicó en 1924 un recorrido por las cos-
tumbres de covada en medio mundo, además de la simulación con hijos falsifica-
dos, historias de álter ego y otras concomitantes. Destaca la del marido ZAPOTECA
del istmo de Tehuantepec (México): cuando su mujer iba a parir, dibujaba en el
suelo varios animales y los iba borrando. El que por fin coincidía con el parto se
convertía en el álter ego del recién nacido. En Venezuela, a esto se llamaba «empo-
lladura»: la madre, tras el parto, se incorporaba a sus trabajos, y el marido se metía
en la cama quejándose de dolores abdominales.

Coyantinsuyu / Qollantinsuyu. República que quieren proclamar en


Bolivia algunos líderes que reclaman la posesión del Mallku, el título de Cóndor en
aimara, como Felipe Quispe, jefe del MIP (Movimiento Indígena Pachacuti). Ante
el estado de desorden socioeconómico del país, surge así la idea de volver a los
suyu o costados del imperio incaico o TIWANTINSUYU.

coyol. Palmera de la que se extrae el llamado «vino de coyol», típico, por ejem-
plo, del departamento de Olancho (Honduras). La gente sube a la copa de la pal-
mera para extraer allí su jugo. Luego lo fermenta hasta convertirlo en una bebida
fuertemente alcohólica. El coyol es semejante al tuak, vino de palma consumido en
Indonesia y otras partes de la Insulindia. En la Micronesia se conoce como toddy.

Crapulia. País imaginario, y satírico, en la Tierra Austral, inventado por el ecle-


siástico inglés Joseph Hall [1605], y analizado por Julio Caro Baroja [1993], a la
par que los países de jesuitas y jansenistas y las islas fantásticas que sirvieron en
cierta literatura como piedra del parangón para criticar las propias tierras.

140
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

creacionismo. Sinónimo de anti-evolucionismo o anti-darwinismo. Es tam-


bién un movimiento de vuelta, o retorno, en los Estados Unidos, y en parte en
Australia, incluso una moda que sigue el GÉNESIS bíblico al pie de la letra y consi-
dera que Dios fue el exclusivo creador del hombre y todas las especies de seres vi-
vientes, sin mezcla alguna de la teoría de la evolución. Los creacionistas a ultranza
pretenden que en las escuelas se enseñe que Dios creó al hombre al sexto día y a la
mujer de la costilla de Adán. Se trata también de «la resurgente
derecha política» [Gould, 1995]. Casi la mitad de los estadouni-
denses (el 45 por ciento) cree en el creacionismo, según una en-
cuesta Gallup de 2001. Asimismo, ese porcentaje cree que Dios
creó al hombre tal cual es ahora y que eso debió tener lugar hace
no más de diez mil años. Un 37 por ciento cree en el evolucionis-
mo dilatado durante millones de años, aunque Dios intervino en
algún momento del proceso. El hiperactivo ICR (Institute for
Creation Research), de San Diego, fue fundado en 1970 por el
bioquímico D. Gish y el ingeniero H. Morris para impulsar un
«creacionismo científico», un rizo más de la cuestión, y, por su-
puesto, para que las escuelas norteamericanas enseñen las tesis de la Biblia («la
teoría de la evolución es incorrecta»). El ICR ha sufrido muchos reveses judiciales.
Otra cosa es la habitual mofa de los evolucionistas que practican los creacionistas,
casi como en época de Darwin, cuando se satirizaba con el parentesco simiesco del
hombre: «Si es verdad que el hombre desciende del mono, roguemos que eso no
se divulgue», como dijo en 1860 una dama inglesa al conocer la teoría de Darwin.
Para muchos, lo importante sigue siendo tener un antepasado presentable, «a ima-
gen de Dios» [Coppens, 1997]. Stephen J. Gould y Niles Eldredge [1972 y 1977]
puntualizaron estas cuestiones con la teoría del «EQUILIBRIO PUNTUADO», una evo-
lución más o menos rápida según las épocas geológicas, consiguiendo que los crea-
cionistas reaccionasen con la consabida acusación de que el evolucionismo es una
patraña de los científicos. Los creacionistas han pretendido ponerse al día añadien-
do el matiz del DISEÑO INTELIGENTE. Y, por otro lado, censurando. En noviembre
de 2005, el gobierno de Kansas prohibió el estudio del DARWINISMO por ser la evo-
lución algo no probado: los fósiles contradicen la teoría y no habría una explica-
ción natural para el código genético…, salvo el concurso «de una energía más
alta», como dice el Comité Educativo de Kansas.

cree / cri. Tribu indígena norteamericana del grupo lingüístico algonquino. Son
los representantes más caracterizados de los INDIOS subárticos, aunque se exten-
dieron en sus correrías hasta las praderas de los sioux (> LAKOTA) y algunos se es-
tablecieron en Dakota. En Canadá los cree suponen la comunidad indígena más
numerosa, con cerca de 70.000 personas. Antaño intercambiaban pieles por maíz a
los indios ottawa. El principio del fin de su cultura fue cuando entraron en contac-
to con la omnipotente Compañía de la Bahía de Hudson. En 1975, tras casi tres
décadas de juicios y movilizaciones, los cree llegaron a un acuerdo económico con
otra nueva y poderosa sociedad, la Hydro-Quebec, que había construido pantanos
anegando parte de su territorio.

141
LUIS PANCORBO

cremación. Incineración del cadáver. Costumbre funeraria de los hindúes, bu-


distas, amerindios… que se va imponiendo en Occidente por falta de espacio y por
razones de precio de los enterramientos. En la India hinduista, la cremación es un
acto fundamental de la existencia humana, dado que es el paso para reencarnarse.
Los dom, que pertenecen a los INTOCABLES, son los encargados de quemar a los
muertos. Los dom reciben por ello un gran desprecio social, pero tienen un riquí-
simo «rey» en Benarés, Kashi, la Ciudad de la Luz y de Siva, y, en general, todos
los quemadores disfrutan de una posición económica desahogada. Se les atribuye
una gran afición al alcohol y al juego, cuando no a operaciones macabras, como la
venta clandestina de huesos humanos. El problema para muchos hindúes es la es-
casez de madera y el precio que alcanza (el sándalo ya es prohibitivo salvo para los
muy millonarios). Por eso muchos no tienen más remedio que optar por los hornos
crematorios en vez de las piras.

Crespo. Isla misteriosa por partida doble. En sus bosques submarinos es donde
el capitán Nemo va a cazar y a aprovisionarse de suculenta comida. Situada en los
32º 40’ de Latitud Norte y los 167º 50’ de Longitud Oeste, otra cosa es que exista
fuera de Veinte mil leguas de viaje submarino. Sugiere Julio Verne que la isla fue
descubierta por un capitán español llamado Crespo: «…y los antiguos mapas espa-
ñoles llamaban Roca de la Plata». En las citadas coordenadas no hay isla que valga,
aunque el tal Crespo pudo mandar el galeón El Rey Carlos. Hubo cierta idea de la
existencia de una isla en el Pacífico septentrional, en 34º N y 169º E, e incluso el
Almirantazgo británico la puso en sus cartas como «Roca de Plata», aunque acom-
pañada de un signo de interrogación. Ya en 1875 el capitán Evans, hidrógrafo de
la Armada, la borró definitivamente del mapa [Stommel, 1984].

criollo. Español nacido en América y, por extensión, blanco nacido en las Indias
Occidentales (en francés, créole). El criollo admiraba y pretendía más el Nuevo
Mundo que la metrópoli. Si no rivalizaba con ellos, que también, desdeñaba a los
españoles procedentes de la Península, los llamados GACHUPINES (México), chape-
tones (Perú) o gallegos (Argentina). El criollismo tuvo mucho que ver con la fulmi-
nante emancipación del Imperio español en América: en apenas quince años consi-
guió la independencia. El primero en usar la voz «criollo» fue en 1567 Lope
García de Castro, virrey interino del Perú, quien, al referirse a los rebeldes, dijo:
«Esta tierra está llena de criollos que son éstos que acá han nacido, que nunca han
conocido al rey ni esperan conocerlo» [Alfonso Mola, 2003].

cristianismo. Religión de los seguidores de Cristo, que significa «el ungido»


en griego, o «rey», según otros. En cuanto a Jesús, pudo ser un hombre de la estir-
pe de David y de origen galileo (de Nazareth). La fecha de su nacimiento es un
enigma y la fecha de su muerte a lo mejor fue el año 36 después de Cristo. Los
cristianos menos críticos suelen creer que Cristo nació con su propia era y murió a
los treinta y tres años. Sin embargo, su cumpleaños se celebró el 6 de enero hasta
cuatrocientos años después de Cristo, cuando pasó a celebrarse el 25 de diciem-
bre, día del Sol Invicto, la gran deidad que los romanos importaron de los asirios,

142
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

como los cultos de BAAL y ASTARTÉ. Si Cristo no murió en la fecha prevista por el
cristianismo, y tanto menos fue crucificado y resucitó al tercer día, pudo viajar ul-
teriormente por el mundo. Hay quien cree que dirigió sus pasos a Cachemira y allí
falleció. Otros ponen a Cristo como un anciano de unos ochenta años peleando y
muriendo en Masada con los ZELOTES [Joyce, 1972]. Otra hipótesis, muy de moda,
describe a Jesucristo como un miembro de la tribu de David, que pudo haber teni-
do a Barrabás como hijo, por no hablar de otros hijos, y haberse casado con María,
hermana de Marta, o con María MAGDALENA (de la tribu de Benjamín), la cual ha-
bría viajado a Marsella con el GRIAL o con un embarazo que habría dado origen a
una críptica dinastía cristiana en Occidente [Baigent, 2004]. Todo un susto para el
cristianismo acrítico lleno de inciensos y candelas. En cambio, autores musulma-
nes, y el mismo Corán, incluso papiros gnósticos de Naj Hammadi, dan a entender
que Cristo se escondió y vio la crucifixión de un sustituto [Baigent, 2004]. En esta
línea reinterpretativa se atribuye a Leonardo da Vinci la idea de que Jesús tenía un
hermano gemelo, lo que induce a algunos a ver dos Cristos parecidos en su cuadro
La Última Cena. En definitiva, pocos asuntos tan abiertos como el de un Jesucristo
que desaparece de la historia treinta años y que reaparece en el mundo tres años
contados por tres EVANGELIOS sinópticos, llenos de contradicciones y lagunas, aun-
que, según Eliade [1999], el de san Lucas sea el más atendible como mito y como
historiografía. Entre la legión de eruditos, investigadores y estudiosos, hay quienes
propenden por la mitología que envuelve a Jesús y otros creen en cierta historici-
dad del personaje envuelto en misterio y hasta silencio. Pero si Jesucristo fue real o
no es, en realidad, menos polémico que si fue dios o no. El ARRIANISMO se destacó
en negar la naturaleza divina de Cristo. Sin embargo, la naturaleza humana, o con-
dición humana de Cristo, está llena de lagunas en territorios como su sexualidad,
matrimonio, paternidad…, enigmas que se añaden al más canónico, su doble y sin-
crónica naturaleza humana y divina.

criticismo. Un sistema de tanta raigambre en la filosofía, con la cumbre que


alcanzó con Kant, debía tener por fuerza una traducción o adaptación a la ANTRO-
POLOGÍA. Esta disciplina no fue la única que siempre anduvo necesitada del postu-
lado filosófico del criticismo, de someter a crítica los problemas de conocimiento,
límites y fuentes… Hay que tener en cuenta acerca de los materiales etnológicos
que, aunque procedan de fuentes preliterarias y de gentes sin escritura, al final de-
vienen textos escritos y, por tanto, sujetos a revisión crítica como se hace con la
historia. El criticismo es esencial también en la ETNOGRAFÍA, incluso para verificar
las fuentes directas, la cuestión de autenticidad del lugar, tiempo y función. Hay
que imaginarse la cantidad de objetos falsos; por ejemplo, máscaras africanas; las
dudas sobre los criterios de uso de las mismas... El etnógrafo sin criticismo puede
incurrir en la trampa o simplificación de los marchantes. El método, o actitud, del
criticismo se extendería al estudio crítico de fotografías (y películas y vídeos):
cómo se tomaron, con qué emulsión, filtros, objetivos, manipulaciones… Con un
filme en blanco y negro, el pelo rubio aparece negro… Nada se diga de las biogra-
fías de nativos, de sus tradiciones orales y de cómo se recogen o se recogieron. Hay
ahí una gran capacidad de errar, empezando por las traducciones, que deberían ser

143
LUIS PANCORBO

simétricas (decentered, «descentradas», «descentralizadas»), tratando de convertir


el coloquio en una lengua en coloquio en otra, sin incurrir en una interpretación
asymmetrical o unicentered [Werner y Campbell, 1970]. Después de todo, una in-
vestigación que se quiera científica en el ramo antropológico debería seguir los tres
axiomas: a) el canon del escepticismo: «nada sobre el mundo exterior a la mente
del observador se debe dar por conocido. Todo ha de ser establecido mediante la
observación; b) el canon de la parsimonia: la explicación más general y elegante se
prefiere a la menos general o más compleja en igualdad de condiciones; c) el canon
de la probabilidad a posteriori. O el principio de los límites de la confianza. Sólo
así se podría proceder a los cuatro pasos siguientes: establecimiento de una teoría,
clasificación, observación, análisis [Naroll, 1970].

crow / cuervo. Nombre de una tribu indígena del este de Montana. El antropó-
logo Robert L. Lowie estudió a los crow muchos años y les dedicó cinco publicacio-
nes desde 1915 hasta los años treinta. Lowie profundizó en su religión, en la gran
fiesta crow del Sol y en temas tan interesantes como el
caso de Cabellera Inflamada. Éste era un indio que de
niño era el más pobre del campamento. Más mayor
empezó a ayunar, a tener VISIONES y a matar enemigos,
con lo que «la gente supo entonces que su magia era
verdadera». Fue el hombre más rico de la tribu, llegan-
do a poseer una manada de 70 a 100 caballos. Lo que
le hizo preguntarse a Lowie [1976]: «¿No hay en todos
estos relatos de aventuras espirituales un intento deli-
berado de engaño?». Sin embargo, Cabellera Inflamada le pareció a Lowie un caso
atípico: «Todo su comportamiento lleva consigo el sello de la sinceridad».

csángós / szeklers. Húngaros que viven en Moldavia (Rumanía) y que habrían


llegado tan al oriente con el fin de extender hacia allí los confines del imperio hún-
garo. Son en torno a un cuarto de millón, en su mayoría católicos, y han podido
preservar su lengua de origen magiar, sus costumbres tradicionales y su idiosincra-
sia hasta tiempos recientes. Su nombre provendría del verbo magiar csáng, «vaga-
bundear», «nomadear».

cuáqueros / cuákeros. «No creemos que el CRISTIANISMO consista en echar


agua fría sobre la cabeza con un poco de sal… Nosotros no somos los discípulos
de Juan, sino de Cristo…». Vestían «un traje sin pliegues a los lados y sin botones
sobre los bolsillos ni en las mangas» [Voltaire, 1992]. Los cuáqueros no juraban, ni
jugaban, ni iban a espectáculos. Aun así se contorsionaban en sus servicios religio-
sos presa de esos temibles temblores que les dieron su apelativo (del inglés quaker,
«tembloroso»). Un cuáquero español fue don Luis de Usoz Río, nacido en Madrid
en 1806, catedrático de hebreo en la Universidad de Valladolid, rico por su casa y
por la de su mujer, María Sandalia del Acebal y Arratia. Eminente bibliófilo, Usoz
se quedó prendido de los cuáqueros a quienes conoció en Londres en 1839 gracias
a una carta de presentación de Jorge Borrow, el autor de La Biblia en España.

144
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Usoz buscó «la luz interior» que caracteriza la doctrina de los cuáqueros, aparte de
su espíritu sencillo, no jerárquico, ni papalino, y escribió el libro Un español en la
Biblia y lo que puede enseñarnos, con cierta idea de hacer protestante a España
[Menéndez Pelayo, 1963].

Cuarto Vacío > RUB AL-JALI


cuauhxicalli. Calendario AZTECA, piedra del sol. Monolito encontrado en el
antiguo palacio del Arzobispado de México, donde pudo ha-
berse ubicado el templo del dios Tezcatlipoca. Era asimis-
mo el guerrero encargado de realizar los sacrificios en
Xaltocán (municipio de Tlaxcala). Literalmente cuauh-
xicalli es «calabaza del águila» y, en ese sentido, quiere
decir «recipiente para corazones». También, «cazuela
de piedra en forma de animal», por ejemplo, de ocelote;
«bandeja o cuenco donde los sacerdotes aztecas ponían
los corazones ensangrentados de sus víctimas». Todo eso
porque el gran dios Tlaltecuhtli, «Monstruo de la Tierra», y
otros dioses parecidos, deseaban ese festín simbólico y había que dárselo. Claro
que, de ese modo, la Conquista tuvo su coartada perfecta.

Cubango. Río que nace en Angola y, al pasar a Botsuana, recibe el nombre de


Okavango, poco antes de expandirse en un fabuloso delta y de morir en pleno Ka-
lahari. Más que desembocadura parece un suicidio fluvial. El Cubango-Okavango
se deshace en miles de ramales, crea charcas y pantanos y, por fin, desaparece en
las arenas rojas. El delta tiene forma de sartén. La parte estrecha se llama Panhan-
dle, «mango». En la más ancha, de 12.000 kilómetros cuadrados, se crean islas es-
tacionales, aparte de las permanentes. Viven allí los BAYEI, unos bosquimanos (>
SAN) adaptados a la pesca y la navegación fluvial.

cucaracha. Magnífico remedio antiespasmódico si antes no le da algo peor al


paciente. «Para la orina retenida, se toma una dracma de sus polvos y media de los
de cáscaras de huevos frescos» [Pompa, 1981]. Todo cuanto lleva a su repulsión,
que no es poco, no contradice sus virtudes de resistencia. Hay quien calcula que
las cucarachas salvarán la vida del planeta después del holocausto nuclear, si eso
sirve de consuelo.

cuencos cantores. Cuencos tibetanos, parecidos a morteros o almireces. En


algunos casos son campanas que se tocan con la mano izquierda
mientras con la derecha se sostiene el DORJE. Los cuencos
propiamente dichos se tocan con una baqueta, girándola
en su borde hasta sacar sobretonos. Se usan para conse-
guir ciertas trascendencias, a ser posible iluminantes, si no
curaciones. Pueden estar hechos de varios materiales. Los
hay de cuarzo y de cierta aleación de metales que sigue el

145
LUIS PANCORBO

simbolismo de los siete planetas: oro-Sol, plata-Luna, hierro-Marte, cobre-Venus,


estaño-Júpiter, plomo-Saturno y, por supuesto, mercurio-Mercurio.

cuervo > CROW


culis / coolies / culís. No había trabajadores como ellos en el Far East britá-
nico, China e India, básicamente, en el que ocupaban los últimos peldaños socia-
les. Podían ser siervos, recaderos, barrenderos, conductores de RICSÓS… Fieles, re-
servados, con una abnegación sin regateo de horas extraordinarias ni festivos, ni
siquiera eran esclavos con aquel aire suyo de mansedumbre y devoción hacia el
hombre blanco rojo y narizotas, quien sentía por ellos, no vergüenza inexistente,
sino una simpatía derivada del casi nulo costo de tener sus inagotables brazos y
piernas a su servicio. El nombre de «culis» parece provenir de los khouds, el gran
grupo de kolarianos de la llanura gangética oriental de la India. Los khouds, el
pueblo de kohl o cole [Reclus, 1889], se hicieron famosos por practicar el infanti-
cidio femenino: cogían a la criatura, la pintaban de rayas rojas y negras y la intro-
ducían en una orza cubierta con flores que enterraban. Sobre eso degollaban un
pollo y vertían su sangre.

culto del carguero / cargo / cargo cult. Modo de ACULTURACIÓN que


se dio extensamente en Melanesia a partir del siglo XIX y, de forma llamativa, des-
pués de la Segunda Guerra Mundial. Los nativos melanesios observaron los carga-
mentos de los barcos de los blancos y luego las bodegas de los aviones llenas de
toda clase de bienes y atribuyeron a esas cargas ser expresión de divinidades. Eso
fomentó el culto de cargo, o culto de cargamento, una veneración, en cierto modo
religiosa, de la abundancia de la civilización blanca. Entre los cultos del carguero
más célebres figuran los de John Frum y el príncipe Felipe de Edimburgo, desa-
rrollados ambos en Tanna, una isla al sur de Vanuatu, donde se idealizaron, res-
pectivamente, a un sargento de color estadounidense de un almacén militar y al
marido de la reina Isabel II, visto como un auténtico BIG MAN. También quedan in-
teresantes cultos de carguero —o «de revitalización», como también se los ha lla-
mado— en las islas SALOMÓN (Malaita) y en Papúa-Nueva Guinea. Singular culto
de cargo fue el llamado «de VAILALA» o «la locura Vailala», que tuvo lugar en el
golfo de Papúa después de la Primera Guerra Mundial. Hubo una HISTERIA colec-
tiva; la gente caminaba tambaleándose por los poblados y los líderes locales cha-
mullaban en inglés, pidiendo a la gente que abandonara sus costumbres, lo que al
parecer deseaban sus antepasados. Todo debía ser moderno, nuevo y absurdo, y,
así, «la locura Vailala» propició hasta la destrucción de sus máscaras y de sus bra-
madores, o ZUMBADORES, por hacer «un ruido tremendo» [Beals y Spindler, 1978].

cuneiforme. Tipo de escritura en forma de cuña o clavo (de ahí su nombre:


de cuneo, «cuña») originada en Mesopotamia y empleada por sumerios, babilo-
nios, asirios… Es, junto a los JEROGLÍFICOS, la escritura más antigua de la huma-
nidad de la que se tenga noticia. La escritura cuneiforme se grababa en tablillas
de terracota a diferencia de los papiros egipcios. Si los egipcios escribían ideo-

146
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

gráficamente, la escritura cuneiforme, que en un principio también fue ideada


por los sumerios como ideográfica, luego fue simplificándose y reduciendo los
signos, aunque eso presentara la cuestión de la polivalencia de los mismos. En
cualquier caso, el desciframiento de las antiguas escrituras, que se operó en los
siglos XIX y XX, constituyó «una de las obras más importantes realizadas por el
espíritu humano [Friedrich, 1973]. En este panorama, destaca el francés Jean-
François Champollion (1790-1852) como descifrador emérito de la antigua escri-
tura egipcia (signos jeroglíficos, hieráticos y demóticos). Los ingleses sobresalie-
ron en el campo de la asiriología. En 1857, la Royal Asiatic Society de Londres
reunió a los mayores expertos en escritura asiria —Rawlinson, Hincas, Fox Tal-
bot y Oppert— y les entregó un texto que cada uno de ellos por separado tradu-
jo de forma similar.

curare / curaré. No hay otro veneno más famoso para emponzoñar las fle-
chas de los INDIOS, aunque las clases de curare empleadas sean múltiples: woocara,
woorara, worari, wourari, wouraru, wurali, urari, ourari… En 1595, sir Walter Ra-
leigh llevó una muestra de ponzoña de ourari a Europa, pero no le sirvió de mucho
congraciarse así con las ciencias ni con las políticas inglesas y, como arrastraba tan-
ta rebelión, acabó probando en su propio cuello la medicina más drástica, el hacha
del verdugo. Los YANOMAMIS llaman al curare mamokori, por una anciana hechice-
ra, Mamokori-yoma, que sabía de plantas que matan. Pero fueron muchos los in-
dios, desde Panamá al Orinoco, los que se distinguieron por enyerbar y emponzo-
ñar sus flechas dificultando las entradas de los españoles. En el Amazonas, el
curare se saca principalmente de bejucos, como el Strychnos guianensis, y de lianas
de Strychnos toxifera cuya acción es neurotóxica. Bloquea los impulsos nerviosos a
los músculos y los hace fláccidos, paralizando la pieza. Un mono herido de bala to-
davía puede trepar por una rama y, a veces, escapar, no así uno herido con una fle-
cha emponzoñada. En el curare usado por los AMAHUACAS había al menos 20 in-
gredientes, además del bejuco de base [Carneiro, 1982]. Sus flechas eran efectivas,
aparte de que los amahuacas sabían imitar el grito de 35 animales distintos. En
África, los PIGMEOS del Ituri tuvieron hasta hace poco una gran reputación de en-
venenadores de flechas, añadiendo jugo de hormigas urticantes y otros venenos a
su particular curare. Los furtivos del TSAVO, parque nacional de Kenia, especial-
mente los de la tribu WALIANGULU, usaban veneno del arbolillo Acokanthera, con
toxinas parangonables a glucósidos cardía-
cos, estimulantes del corazón, pero que en
pequeñas dosis pueden producir paros cardí-
acos. Una flecha «llevaba veneno suficiente
para matar más de setenta veces un elefante
de cinco mil quinientos kilos» [Ridgeway,
2003]. También en Tanzania se usaba el ve-
neno fulminante de la adelfa arbustiva Aco-
kanthera, que carece de antídoto, aparte de
venenos de «dos apocináceas, un amarilis y
dos lirios» [Matthiessen, 1999].

147
LUIS PANCORBO

cúrcuma. Planta sagrada (Curcuma longa. kourkoum) en la Micronesia donde


adquiría tanto o más valor dinerario que las conchas (gau, machaf) o que el propio
dinero de piedra (> RAI). Los jefes de la isla de Yap se pintaban el pelo con jugo de
cúrcuma (reng) y eso les daba una apariencia RUBIA en ocasiones ceremoniales,
cuando eran transportados en palanquines. Árabes y persas valoraron la cúrcuma
tanto como el azafrán para condimentar arroces y otros platos, aunque hayan sido
los indios de la India quienes han llevado ese rizoma, parecido al jengibre, al col-
mo de exquisitez en un buen curry.

curros > NEGROS CURROS


Curtis. Edward Sheriff Curtis (1868-1952), fotógrafo estadounidense, fue autor
de la monumental obra The North American Indian, 20 volúmenes que incluyen
2.200 fotograbados y 50.000 negativos sobre 80 tribus de los Estados Unidos. La
obra empezó a publicarse en 1900 y se dilató a trancas y barrancas, por falta de
presupuesto, hasta 1930, pero representa el archivo más ingente sobre los INDIOS
de los Estados Unidos (incluyendo aspectos de INDÍGENAS del mar de Bering a
donde viajó en una expedición de 1898). El presidente Roosevelt llamó a Curtis a
la Casa Blanca y le pidió que fotografiara a GERÓNIMO, consciente de que con ese
cacique iba a terminar una raza y un tiempo. Además, Curtis era la persona idó-
nea, un observador irrepetible. Si, por un lado, su técnica —ese gusto por los to-
nos dorados y melancólicos y por un estilo que se llamó «pictorialista»— llena de
fuerza sus fotos sobre una civilización indígena que se desvanece en el momento
mismo de fotografiarla, por otro, se le restó valor científico, si bien sus creaciones
permanecen en muchos casos como los únicos testimonios etnográficos existentes
sobre casi todas las tribus que habitaron Norteamérica en los albores del siglo XX.
Se calcula que en 1492 había en Norteamérica 12 millones de indios. Hoy, los lla-
mados pieles rojas son apenas un millón y medio. Nos quedan las fotos posadas,
magníficas, altivas y doradas, de Curtis.

148
D De la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.
César Vallejo, Trilce, LXXVI

dáctilos. Criaturas enanas del subsuelo, seres de la imaginación clásica, origina-


rios del Asia Menor, y con cierta contigüidad con entes como curestes, coribantes,
cabiros... A veces, los dáctilos ideos, o «dedos ideos», eran moldeados en forma de
falo por una diosa, por una ninfa como Anchial, o por la propia tierra [Kerényi,
1994]. Los dáctilos no eran «entes completos», aunque podían representar al
«hombre PRIMITIVO». Todos los seres vinieron de los dáctilos, o fueron seres dácti-
los, en el principio de los tiempos, de acuerdo a una temprana antropología de
Empédocles, «según la cual los miembros brotan de la tierra. En la vida cúltica,
esta materia se corresponde con la doctrina de que los no iniciados no eran hom-
bres completos» [Kerényi, 1994]. El hombre sólo será hombre en una segunda
fase de la creación, cuando se produzca el acabamiento demetérico o prometeico,
sin descartar el conocimiento de los misterios eleusinos, cuando la diosa Deméter,
patrona de la agricultura, se retira a su santuario de Eleusis, en espera de poder
arreglar el rapto de su hija Perséfone, sin lo cual el mundo no girará como debe, ni
las espigas, ni las semillas, ni los surcos.

dádiva. La dádiva, o don, es un tema antropológico de gran calado, al que el


gran antropólogo Marcel Mauss dedicó su Essai sur le don (1922), con una intro-
ducción de Claude Lévi-Strauss. Mauss supone que el don entraña tres obligacio-
nes: dar, recibir y aceptar la restitución. Parecía haber copado todos los aspectos
de la cuestión, cuando Annette Weiner publicó en 1994 un ensayo esencial sobre
la «paradoja de conservar y dar», con toda la experiencia que había acumulado
como especialista en las islas Trobriands, el lugar donde realizó sus clásicas investi-
gaciones Bronislaw Malinowski. Otro antropólogo, Maurice Godelier [1998], fa-
moso por sus estudios sobre los BARUYA, propuso una revisión de Mauss a la luz de
las clasificaciones en dones o bienes alienables e inalienables; entre éstos últimos
figuraban los objetos usados por los chamanes en las iniciaciones de los baruya.
Pude observar en la isla de Yap (Carolinas) que las RAI, grandes piedras de coral,

149
LUIS PANCORBO

dinero tradicional, sigue teniendo función como moneda en las transacciones cere-
moniales, aunque raramente se transportan. Existe una cuenta de memoria ances-
tral por la que el propietario sabe que su dinero está situado en tal o cual faluwai,
o casa ritual que sirve como banco de monedas de piedra. No necesita cobrar su
dinero, sino conocer su ubicación y, sobre todo, su derecho.

daimon. Dios de los antiguos griegos y hado, destino… Se discute sus perfiles
dentro de un panteísmo que, en principio, identifica a dios con el mundo. Todo es
dios, aunque no siempre todo es daimon. Un dios grande y creador es Mâlengfung
para los kais de Nueva Guinea, que está dormido y que, cada vez que se da la vuel-
ta, la tierra tiembla. Pero, como dice Eliade [1999], recogiendo la investigación so-
bre el terreno de Richard Thurnwald, hay cosas peores: «…un día [Mâlengfung]
se levantará de su lecho y destruirá el cielo, que se estrellará contra la Tierra y pon-
drá fin a toda vida».

Dalai Lama. El primero se llamó Gendun Drup, fundador hacia 1445 del mo-
nasterio Tashi Lhunpo en Shigatse, al oeste de Lhasa, la capital tibetana. Pero la
primera vez que se usó el título de Dalai (que significa «océano» en mongol, tra-
ducción del vocablo tibetano gyatso) fue en 1578, y se dedicó a Sonam Gyatso
(1543-1588), la tercera encarnación de la línea de Gendun Drup. Tenzin Gyatso,
nacido en 1935 en el Tíbet, y exilado en la India desde 1959, tras la invasión china
y sus excesos, es el décimo cuarto Dalai Lama, o Yeshe Norbu, «Gema que conce-
de todos los deseos». El actual Dalai Lama basa su filosofía personal, su truco per-
sonal como si dijéramos, dentro de un mar de yogas y meditaciones, en la explora-
ción incesante de cuatro conceptos: la transitoriedad, el sufrimiento, la vacuidad y
el altruismo.

dalit > PARIA


dan / yacuba / gios / guei. Etnia del grupo mandé (MANDINGA), con unos
150.000 individuos, en las dos orillas del gran río Gambia y en Liberia, Guinea
Conakry y, sobre todo, Costa de Marfil, al oeste del país, en torno a la ciudad de
Man, donde viven los dan-nguere. Se distinguen éstos por sus máscaras, sobre
todo las femeninas, de rasgos muy delicados, y otras que emplean para las ceremo-
nias de iniciación (poro) y con motivo de la construcción de puentes colgantes con
lianas y bejucos. Más sutiles que esos puentes son sus conexiones con los dan de
Liberia, anglófonos, con quienes tramaron en secreto los principales actos de las
revueltas étnico-políticas que agitaron sangrientamente Costa de Marfil a partir del
año 2002.

dani / daní / deni. Etnia amazónica contactada a principios de los años


ochenta en Brasil oriental. Son unos 600, del grupo lingüístico arawak (censo de
1986 del SIL, Summer Institute of Linguistics) con rasgos parecidos a otros dialec-
tos jamamadí, que se usan por 195 personas, más los 12 hablantes de la etnia ma-
moria (mamori). Cifras, por desgracia, irrisorias en no menos de 200.000 millas

150
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

cuadradas de territorio selvático. Otro de los grupos del área en grave peligro de
extinción son los JABUTÍ.

danis. Indígenas del valle del río Baliem en IRIAN JAYA (parte occidental de Pa-
púa bajo administración de Indonesia). Danis, yalis, asmats… son algunos de los
más de 300 grupos étnicos de Indonesia, país bajo el lema de «Unidad en la diver-
sidad», que se extiende por 5.100 kilómetros y que tiene tres husos horarios. Los
danis de Irian Jaya, quizás unos 80.000, se caracterizan por su estuche peneano (>
KOTEKA), por su culto a los antepasados y por su antiguo regusto guerrero y tal vez
CANÍBAL, aunque cada vez acusan más el impacto de la globalización dada su relati-
va cercanía a la ciudad de Wamena.

danta. Voz usada en Centroamérica para el tapir. La danta es animal mitológico


para los bribrí y participa en la creación del mundo realizada por el dios Sibó. De
la sangre de la danta se origina la tierra. La carne de danta es TABÚ para las mujeres
embarazadas.

Darfur. Morada (dar) de los fur. Territorio al noroeste de Sudán, fronterizo con
Libia, Chad y la República Centroafricana. Su antigua capital, Al Facher, fue el
centro de las caravanas que practicaban «la ruta de los cuarenta días» (Darb al-Ar-
ba’een), comerciando por el Sahara hasta regiones del África occidental con éba-
no, especias, marfil y, por supuesto, esclavos. Por otro lado, iban los caravaneros
desde Darfur al norte, a Egipto, para vender marfil, goma, plumas de avestruz y es-
clavos, y recoger allí pólvora, anteojos, abalorios… En 2003 y 2004, Darfur fue el
epicentro del desplazamiento masivo de personas, y la limpieza étnica, que causa-
ron las fechorías de los milicianos janjaweed para impedir que las tribus de zurug
—«oscuros», un término despectivo para tribus negras como zaghawa, runjur, bar-
gu, messalit y fur— pudiesen vivir en sus poblados. Darfur queda como último ele-
mento irresuelto del gran conflicto de Sudán, que desde 1983 ha causado no me-
nos de dos millones de víctimas, el desplazamiento de más de cuatro millones y
medio de sudaneses dentro del país y de medio millón más hacia los países veci-
nos. Dimensiones pavorosas envueltas con todo lujo de pretextos religiosos, étni-
cos y políticos escondiendo siempre la realidad, o sea, el petróleo. En el siglo XIX,
Darfur, el estado sudanés más occidental, y el de mayores estepas, era un sultanato
con capital en Tendelti, o El Facher, ciudad situada a 717 metros sobre el nivel del
mar y edificada sobre un terreno de arena movediza que dificultaba hasta el cami-
nar. Hubo algunas expediciones de exploradores europeos, considerados casi
siempre espías egipcios, como la de Browne [1799] y la del doctor Nachtigal. En
1880 había en Darfur un millón y medio de habitantes, descritos como gentes feli-
ces: «…poseen todo lo bueno que la tierra produce» [Ratzel, 1888], gran contraste
con lo que pasó a principios del siglo XXI. Los fures no se mutilaban, ni escarifica-
ban sus cuerpos, como otros sudaneses, ni se arrancaban dientes… Los fures se
habían mezclado poco o nada con los árabes y, a su vez, se diferenciaban mucho
de los negros del sur de Sudán. En 1883, un austriaco llamado Slatin llegó a ser el
pachá de Darfur. El MAHDI ya había conquistado Kordofan y se aprestaba a sitiar

151
LUIS PANCORBO

Jartum (y a derrotar a Gordon). Slatin fue hecho prisionero por el Mahdi, que lo
encerró en Jartum.

darshan. Visión de un dios. Pero en la India darshan es también la mirada que


dedican los fieles a un dios dentro de su sancta sanctorum. A veces no pasa de ser
un vistazo, pero reviste enorme santidad y produce altos beneficios espirituales. En
puridad, el darshan es al revés: es el dios quien mira al mortal, quien transmite
energía espiritual al que le adora. Por otro lado, buscar la visión era imprescindible
para muchos INDÍGENAS americanos, SIBERIANOS o aborígenes australianos. Y ello
con o sin ÉXTASIS incorporado. Los LAKOTA norteamericanos soñaban con rayos y
truenos y por ello debían «hacer el payaso», esto es, representar el papel de tontos
divinos y hacer todo al revés [Leigh Molyneaux, 2002]

darwinismo. Teoría de la evolución por selección natural según las ideas de


Charles Darwin. Todavía son criticadas por algunos y negadas por otros, pese a la
inexistencia de una teoría alternativa, o de mayor fuste, que no sea la solución del
CREACIONISMO, o sea, que el hombre y las especies fueron creados por Dios en el
periodo llamado «GÉNESIS». Cristianos más o menos FUNDAMENTALISTAS, y tam-
bién musulmanes y hebreos, figuran entre los más acérrimos críticos del darwinis-
mo, que atentaría radicalmente contra su visión creacionista y monoteísta. Según
Srila Prabhupada, teórico del movimiento Hare Krishna, Dios creó en el principio
«8.400.000 formas de vida», magníficos apoyos para operar ahí reencarnaciones
varias, pero son especies que no han cambiado ni cambiarán. Desde el año 2001,
en Estados Unidos, donde el creacionismo se ha enrocado, han abierto un parque
temático, el Dinosaur Adventure Land, de Florida, donde las atracciones se com-
binan con el GÉNESIS, a tenor de las pautas del pastor protestante Kent Hovind,
fundador de una iglesia llamada «Evangelización de la Ciencia Creacionista». Sos-
tiene Hovind que Dios hizo a los dinosaurios el sexto día de la Creación, y exacta-
mente sucedió eso hace seis mil años. En el seno de la Iglesia católica hay una vi-
sión más matizada: se reconoce el hecho científico de la evolución a partir de la
declaración del papa Juan Pablo II en 1996. Otra cosa es que todos los católicos se
lo crean.

dayak. Nombre genérico que reciben diversas tribus de Borneo, la tercera isla
mayor del mundo (750.000 kilómetros cuadrados y unos 20 millones de habitan-
tes). Los dayaks fueron clasificados, un tanto aleatoriamente, en tiempos de James
Brooke, el primer rajá blanco de Sarawak, como dayaks de costa y del interior.
Una comodidad definitoria para las numerosas etnias existentes en los tres países
que hay en Borneo: el sultanato de Brunei; Sarawak y SABAH, estados que pertene-
cen a la Federación de Malasia desde 1963; y Kalimantan, que ocupa más de la mi-
tad meridional de la isla y pertenece a Indonesia. Entre los dayak más conocidos fi-
guran los iban de Sarawak occidental. Muchos viven en casas largas presididas por
cestas de antiguas cabezas cortadas, aunque la disolución cultural avanza a gran
velocidad. Los iban alimentaron la leyenda de los pemakan orang (caníbales) con-
fundidos con pemotong kepala (cortadores de cabezas). Otro grupo étnico, mal

152
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

llamado dayak, es el de los kayan. Sufrieron la expe-


dición de castigo del rajá blanco Brooke en 1863
cuando tenían una gran reputación de cortadores de
cabezas. La cultura artística kayan es muy delicada,
pese a que sus mujeres tengan la costumbre de alar-
garse las orejas hasta el pecho, colocándose en los
agujeros grandes pesos de bronce. Es algo familiar
también entre sus vecinas, las mujeres kenyas del
este de Kalimantan. En estos momentos, la tribu de
Borneo más aislada, y más amenazada, es la de los
PENAN (punan). El ecologista suizo Bruno Manser
vivió con los penan más de seis años, participando
en sus luchas contra los madereros que arrasan la
selva virgen. En 2004, se dio a Manser por desapare-
cido. Apenas unas decenas de penan nomadean en
el interior de Borneo, donde usan sus largas cerbata-
nas para cazar. El gobierno malayo pretende sedentarizarlos en asentamientos jun-
to al parque nacional Mulu.

deformaciones craneales. El Museo del Hombre de París tiene un gran


despliegue de cráneos, tanto originales como reconstruidos, de un arco de tiempo
que va desde los Homo fósiles, neandertales, cromañones… a la propia calavera
del intendente del museo nacional de Historia Natural —antaño el Jardín del
Rey—, el emérito Georges Louis Leclerc, más conocido como conde de Buffon, si
es que el cráneo es suyo, dado que su féretro fue profanado para hacer con su plo-
mo cartuchos durante la Revolución Francesa. El museo también exhibe excelen-
tes piezas sobre variaciones patológicas (microcefalia, acromegalia…), hasta alcan-
zar las deformaciones culturales del cráneo (> ELONGACIÓN). No falta allí el cráneo
del filósofo René Descartes (1596-1650), con versos en latín grabados, así como los
nombres de los diversos propietarios de la reliquia. Destaca de forma especial un
cráneo-trofeo de las islas MARQUESAS, con dos grandes colmillos retorcidos de cer-
do que salen de las antiguas mejillas. O las cabezas reducidas de los JÍBAROS y los
mundurucu (> TZANTZA). O los cráneos sobremodelados con arcillas, pintados y
con incrustaciones de nácar, como los de Erromango (Nuevas Hébridas) y las islas
SALOMÓN. Algunas piezas importantes del Museo del Hombre han pasado, en cali-
dad de préstamo, al museo del Quai Branly, una parte del Louvre, junto a la Porte
des Lions, con su sala de artes de África, Asia, Oceanía y las Américas. Sobresale
allí un kawar (korwar), una estatua funeraria de Nueva Guinea, provista de un reli-
cario de madera con un cráneo humano y un solo ojo, hecho con una piedra dura
de color turquesa. Una mirada escalofriante porque ha resistido todos los viajes del
tiempo y las mordeduras de las religiones y las distintas políticas.

Demiurgo. Creador del mundo para los gnósticos (> GNOSTICISMO). Creador
de la materia y, por ende, del mal para los partidarios de un extremo dualismo
(bien-mal). A veces, por influencia del ZENDAVESTA, el Libro de los zoroastrianos,

153
LUIS PANCORBO

el demiurgo se confunde con los siete ángeles creadores del mundo visible, cuando
no con un Homunculus, «especie de gusano, sujeto y ligado a la tierra, e incapaz
de levantarse a la contemplación de lo divino» [Menéndez Pelayo, 1963]. Ese Ho-
munculus recibió al fin el pneuma (> NEUMA) y fue, existió. Marción, nacido en el
Ponto Euxino, atribuyó al Demiurgo nada menos que la inspiración del Testamen-
to. En el año 136, Valentino y su escuela gnóstica reconstruyeron la Creación de
acuerdo con diversas esferas de PLEROMA, o Esencia. Así, en la primera fase, se en-
cuentra un Padre, o Abismo, y una Madre, Felicidad o Silencio. Esos dos eones,
no otra cosa en definitiva, engendraron Entendimiento y Verdad (Nous y Ale-
theia), y otras parejas, el Verbo y la Vida (Logos y Zoe), el Hombre y la Iglesia
(Anthropos y Ecclesia)…Y ya muy al final, en pleno desorden cósmico, Sophia, el
anhelo de conocer, aunque algo horrible si ese Conocimiento era de clase Axa-
moth, quejoso de lo Divino, insatisfecho de ser pero no ser de forma absoluta. Por
eso, aunque de Sophia Axamoth se desprenden muchos eones, como el Alma del
Mundo, y hasta el Demiurgo, se necesitó una redención para la que tuvo que venir
el Christos y el Pneuma, pues para los gnósticos había ahí poca diferencia [Menén-
dez Pelayo, 1963].

dendrolatría. Adoración de las plantas y los árboles. Culto al NUMEN, un es-


píritu vegetal sentido por animistas de medio mundo, amén de por budistas e hin-
duistas (> BHO). En la antigüedad hispánica, celtas y vascos tuvieron a los árboles
en un pedestal (> GUERNIKAKO ARBOLAK). Si el roble fue el árbol vasco, el tejo fue
el celta. Sagrado era el DRAGO para los GUANCHES o el garoé de los BIMBACHES en
El Hierro. El fresno del universo (> IGGDRASIL) tenía caracteres de dios en la mito-

154
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

logía escandinava. Los NESTORIANOS que quedan residualmente en Siria y otros lu-
gares conservan ciertas leyendas «sobre la madera santa del ÁRBOL DE LA VIDA y
sobre las santas especias del Árbol de la Ciencia» [Dalrymple, 2000]. Sir James
FRAZER (1854-1941) empezó a publicar en 1890 su magna obra The Golden Bough
(«La rama dorada»), uno de cuyos temas capitales es la dendrolatría, con todo el
despliegue que ocupa el rey del bosque, el sacerdote de NEMI; Osiris visto con un
dios de la vegetación y muchos más asuntos parecidos. Los HIMBA de Namibia
consideran que el árbol Omum-borombonga es el Árbol de la Vida, el que dio ori-
gen a hombres y vacas. En Bygor (Micronesia) ciertos cocoteros eran adorados por
ser escalas de los ani, o espíritus. El árbol Kalit en Palaos originó los nombres de
los héroes culturales. Una palma de areca de las Palaos llegó hasta el cielo y un día
un indígena pudo subirse a ella y echar una ojeada [Ratzel, 1888].

deobandi. Doctrina islámica que toma su nombre de Deoband, localidad al


norte de Delhi (India) donde se ubica una MADRASA frecuentada por los antiguos
TALIBANES y los nuevos extremistas. Se ha hecho famosa por impartir «la versión
más estrecha, puritana, rígida, opresiva y FUNDAMENTALISTA del ISLAM que existe
hoy por hoy en todo el mundo» [Rushdie, 2005].

derga. Templo y lugar de reunión para los SUFÍES.

derviches. Del persa dwarsh, «pobre». Frailes,


mendicantes, peregrinos santos, ascetas caminantes…
en los márgenes del islamismo. Una de sus acepciones
más benigna es la de doctores o sabios. En el mundo de
la mística de los SUFÍES hay derviches de varias clases,
MEVLEVIS o giróvagos, deambulatorios, penitentes...

deslog. Los que han vuelto del más allá [David-


Néel, 2000]. Pero los deslog no han muerto: han per-
manecido en un letargo muy largo. Pueden ser eremi-
tas, o yoguis que alcanzaron el SAMADHI. Hay también dobles, seres efectuados
voluntaria o involuntariamente, o disociados en estados de dormición o catalep-
sia… El doble no es inmaterial, pero su materia es muy tenue [David-Néel, 2000].
Hay deslog muy viajeros y se les encuentra en santuarios y lugares de peregrinaje: a
veces confunden a los peregrinos como si fuesen auténticos viajeros de carne y
hueso.

despacho. Misa o sacrificio tradicional de los QUECHUAS. También se emplea


para describirlo términos como «servicio», «pago a la tierra», mesukuy o «alcan-
zo». Equivale a ofrendar tributo a la PACHAMAMA como retribución o agradeci-
miento por los frutos que da a los hombres. El despacho implica un altar, que pue-
de ser simple mesa de cocina, o una unkuña o paño de lana de alpaca. La hoja de
COCA es fundamental en el rito, alcanzando con ella el sentido de una comunión, a
lo que se suma la exhibición de porciones heterogéneas de pasta, arroz, azúcar, go-

155
LUIS PANCORBO

losinas… No suele faltar el muqllu, una piedra esculpida que simboliza una serie
de pertenencias propias de los campesinos, ganado, trojes, hornos, pozos… Y un
objeto, que suele permanecer oculto, el sullu, o feto de vicuña, también llamado
«lechón» en el Perú. El sacerdote (> PAKO) riega el rito con uva, como llaman en
ese remoto Perú al vino o pisco.

destino manifiesto / manifest destiny. Expresión usada por primera


vez por el periodista norteamericano John O’Sullivan en un célebre artículo publi-
cado en la Democratic Review en julio de 1845: «El destino manifiesto de esta na-
ción es expandirse y poseer todo el continente que la Providencia nos ha dado
para el desarrollo del gran experimento de la libertad y el autogobierno federal
que nos ha sido confiado». Se refería a la necesaria anexión de Texas, luego el esta-
do vigésimo octavo de la Unión, pero también sugería un tipo de pensamiento que
acabaría guiando la política exterior norteamericana en las siguientes décadas. El
presidente demócrata James K. Polk fue un ardiente patrocinador de la idea del
«destino manifiesto», y no sólo sobre Texas, sino sobre Cuba o sobre el Yucatán
de México. Tras obtener la independencia de España en 1821, México, envuelto
en convulsiones sociopolíticas de gran calado, sufrió enfrentamientos con su veci-
no del norte con el resultado de perder vastos territorios en California, Texas,
Nuevo México…, casi la mitad de su extensión en tiempos españoles. Pensadores
estadounidenses como Ralph Waldo Emerson incidieron en la idea de que el ame-
ricano (del norte) tenía un destino, y que las naciones en ese aspecto eran lo mismo
que los individuos. Así se fue abonando el campo de ese «destino manifiesto», a
veces mesianismo, que alcanzó su madurez por boca del presidente Monroe:
«América para los americanos». Con eso, los Estados Unidos se autoadjudicaban
un poder de actuación internacional sin trabas que valieran, empezando por los
países de América Central y el Caribe. Un dominio, directo o indirecto, en función
del hecho de arrogarse un sistema de mayor calidad, aparte de recursos, gentes e
ideas que lo respaldan. Es también el combustible de un nacionalismo muy exten-
dido (el 72 por ciento de los norteamericanos está «muy orgulloso» de su país,
según el Pew Research Center) y que, si no es innato, se adquiere pronto. Los emi-
grantes que se convierten en ciudadanos estadounidenses han de prestar juramen-
to y decir: «Juro fidelidad a la bandera de los Estados Unidos de América y a la
República que representa, una Nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia
para todos». En lenguaje popular esto se podría condensar en America, right or
wrong («América, con razón o sin ella»), título de un famoso libro de Anatol Lie-
ven [2004].

Deus otiosus. El Dios que descansa, siempre tras demostrar su inmenso po-
der de creación. No aparece como el dios incumbente, terrorífico, que sabe cómo
va la célula y la otitis, sino que produce una agradable sensación de ausencia, en la
que se instalan dioses menores como controladores del cosmos e interlocutores de
los humanos. Por otro lado, las tribus de mal llamados PRIMITIVOS suelen preferir a
un deus otiosus para que regule el caos del cosmos, pues siendo primitivos no
quiere decir eso que sean estúpidos. «El ser supremo de los tumbukas es demasia-

156
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

do grande “para interesarse en los asuntos ordinarios de los hombres”». De ahí in-
fiere Eliade [1999] que el deus otiosus «…es el primer ejemplo de la “muerte de
Dios” frenéticamente proclamada por Nietszche. Un Dios creador que se aleja del
culto acaba por ser olvidado».

dharma. Ley, rectitud, verdad, moral… En el hinduismo, pilar del cosmos. Lo


contrario es adharma, iniquidad, injusticia, maldad… «El ideal del dharma es el de
una sumisión incondicional al ARQUETIPO, una función del orden social, racionali-
zada por el individuo mediante una teoría de encarnaciones graduales» [Campbell,
1998].

dhimminitud. Tolerancia o protección de los no musulmanes. Los dhimmis,


«pueblos protegidos», eran judíos y cristianos, gentes del Libro que vivían en paí-
ses musulmanes. Desde el tercer califa Omar se dictaron medidas para ajustar la
convivencia de los islámicos con los dhimmis, quienes no podían tener casas más
altas, no podían tocar las campanas… Dentro del imperio Otomano las normas so-
bre los dhimmis se abolieron en 1839, si bien duraron en puntos alejados hasta
1850. Esas normas llegaban a especificar que al dhimmi no le estaba permitido ir a
caballo, a lo máximo en burro y cabalgando como una mujer… Era, en definitiva,
«una tarifa que se le cobraba al judío, al cristiano y al zoroastra para permitirle vi-
vir en territorios islámicos… una extorsión de fondos» [Onfrey, 2006].

Dianética. Significa «a través del alma» según la CIENCIOLOGÍA. La palabra se


construye a partir del griego dia, «a través», y nous, «alma». Para los
cienciólogos, la dianética podría llegar a ser curativa en un amplio
espectro psicosomático. Consideran imprescindible separar al the-
tán de la mente, entendiendo por eso las barreras, la aberración, el
estado de atrapamiento, la demencia... Ha de procurarse afilar
la thinkingness y la actingness, otros neologismos para «poten-
cial de considerar», para sopesar el pasado e inferir observacio-
nes futuras, y el «proceso de poner en acción, o ejecución» [Hub-
bard, 1988].

dientes. Decía Cervantes que más vale un diente que un diamante, pero mu-
chas poblaciones lo han visto de otra manera. En Uzbekistán no hay mayor señal
de prestigio y belleza que ponerse los dientes de oro, incluso hay mujeres que se
arrancan los dientes sanos a ese efecto. Hay mujeres cunas (tules) en el archipiéla-
go de San Blas (Panamá) que se ponen apliques de oro sobre las paletas dentales.
Los macombes de Tanzania y Mozambique siguen afilándose los colmillos aunque
ya no por motivos distintos que los de la belleza. Antiguamente FANG o pamúes de
la Guinea Ecuatorial, y scheris, siervos de los NYAM-NYAM en el Sudán, coincidían
en el limado de la dentadura. Los hombres bongo se arrancaban los incisivos infe-
riores y se afilaban los superiores; las mujeres bongo, lo mismo que las manjanga y
musgu, se insertaban además una clavija, o BEZOTE, de madera o hueso en el labio
inferior, como hacen los indios BOTOCUDOS. Las bongo llevaban además una espe-

157
LUIS PANCORBO

cie de grapas o pinzas de cobre en la comisura de la boca como si quisieran así po-
ner «un freno a su locuacidad» [Topinard: 1891]. Los osyebas del Congo arranca-
ban tres incisivos de la mandíbula inferior a sus hijos y tallaban en punta esos mis-
mos dientes de la mandíbula superior, una extraña manera para comer mejor la
carne [Coupin, 1905]. Los dinkas aún suelen arrancarse los incisivos inferiores y, a
veces, los superiores les crecen hasta proyectarse fuera de la boca. Por su parte, los
bataks de los montes de Sumatra, junto al lago Toba, piensan que es mejor tener
los dientes negros, porque sólo los perros los tienen blancos. Por si fuera poco, se
liman incisivos y caninos y llevan una férula de cobre perfectamente fijada en las
muelas. En Bali, la gran isla hinduista de Indonesia, la ceremonia del limado de
dientes de los adolescentes reviste una importancia pareja a la de la confirmación
en otras latitudes.

difusionismo. Teoría que subraya «las afinidades que unifican a amplios seg-
mentos de la especie humana» [Campbell, 1988]. Muchas son las escuelas difusio-
nistas, desde los filólogos que vieron la difusión de raíces verbales y de dioses in-
doeuropeos (Bopp, Max Müller, Grima…), hasta quienes consideraron a
Mesopotamia como el lugar de partida de la imagen del mundo compartida en
muchas culturas (Hugo Winckler); o lo mismo, pero referido a Egipto (J. Breasted,
G. Elliot Smith, W. J. Perry); o a Siria (H. Peake y H. John Fleure)… Para otros
autores, lo trascendental fue el paso del estadio de recolección, propia del Paleolí-
tico, a la agricultura (Neolítico), que se produjo entre el Nilo y el Indo y que, des-
de allí, se propagó por el resto del mundo (Gordon Childe). En el difusionismo se
han estudiado también los niveles de identidad psíquica de la humanidad y la exis-
tencia de muchas manifestaciones mitológicas similares en varios lugares. «La ima-
ginería onírica del mito [de la India] se encuentra en la mitología de todo el mun-
do» [Coomaraswamy, 1944]. Y, por supuesto, todo eso pasa a Occidente y se
difunde a través de Platón. El difusionismo, tan enfrentado al evolucionismo, y
con su apuesta extrema por la explicación del contagio cultural y la filiación de fe-
nómenos distantes, llegó a su paroxismo con el HIPERDIFUSIONISMO. Lo contrario
del difusionismo es el aislacionismo, representado, por ejemplo, por ideas como la
de que en América hubo una agricultura independiente (el caso de los MAYAS trata-
do por Silvanus G. Morley).

digambara. Uno de los dos grandes grupos de la religión de los JAINÍES. Sus
miembros se caracterizan por un ascetismo extremo que implica la desnudez inte-
gral. La posesión de la ropa liga a la persona y la impide alcanzar el NIRVANA. Por
otro lado, la ropa puede contener ácaros y toda vida es sagrada, incluso la micros-
cópica. Los digambara se prohíben a sí mismos comer ciertos vegetales y tubércu-
los considerados «vivientes». Así llegan algunos al suicidio liberatorio, llamado
santhara, para no hacer más daño a nada ni a nadie, siempre mediante el ayuno y
no antes de un periodo de 12 años de mortificación [Thomas, 1969]. En Grecia
llamaban «gimnósofos» (gymnos es «desnudo») a los ascetas orientales (> NAGA
BABAS) que tenían a gala la desnudez. Pero una desnudez dentro de un orden filo-
sófico, por eso en Francia se acuñó el término de GYMNITÉ para definir «la práctica

158
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

colectiva de una desnudez sana y natural. En consecuencia eso simboliza una re-
nuncia a cuanto es artificial, fetichista, inhumano…» [Descamps, 1972].

Diluvio. Fue universal dada la difusión del mito (aunque muy poco en África,
como notó Eliade). El diluvio de la Biblia se puede considerar uno de los más be-
nignos, pues escampó. El ARCA de Noé acabó varada en el monte ARARAT, la palo-
ma volvió con una rama en el pico, y las especies, bien organizadas en parejas, se
reprodujeron. Hay leyendas diluviales originales, sin mezcla bíblica alguna, y otras
que denotan que los INDÍGENAS copiaron a los cristianos en algún día lejano y
adaptaron a su paisaje cultural la versión del Arca de Noé, hasta que en muchos
casos se ha perdido la noción de la fuente. Entre el primer grupo, sin contacto apa-
rente con los cristianos, figuran los kurnai, ABORÍGENES de la Tierra de Gipps
(Australia), que dijeron que la tierra se anegó y sólo un hombre con dos o tres mu-
jeres se salvaron alcanzando una isla de barro. La procreación quedó garantizada,
el conflicto fue que vino un pelícano remando en su canoa y se enamoró de una de
las mujeres. Otros aborígenes australianos del lago Tyers creen que «una rana gi-
gantesca sorbió toda el agua de la tierra y nadie podía conseguir una gota para be-
ber» [Frazer, 1993]. En ese caso, se trató de una especie de diluvio seco. Los in-
dios cañaris del Ecuador supusieron que, en caso de diluvio, lo mejor era escalar
una montaña: si las aguas subían, también lo hacía la montaña y así consiguieron
salvarse. El asunto es que los cañaris sólo eran hombres. Su procreación hubiese
sido imposible de no haber encontrado una pareja de guacamayas con las que con-
siguieron tener descendencia. Otras versiones del diluvio, aunque castigadas por el
impacto bíblico, fueron las de Michoacán (México), donde Tezpi, su mujer, sus hi-
jos, con algunas especies de animales y semillas, montaron en una gran barca y lo-
graron salvarse. Tras el diluvio bajaron a poblar el mundo no sin antes mandar a
un buitre como explorador. Entretenido el buitre con tanta carroña, no estaba por
la labor de volver a bordo, así que Tezpi mandó más pájaros. Por fin un colibrí re-
gresó con un ramo verde en el pico. Otra vez se habían fundido el conquistador y
el conquistado en un mito también recogido por FRAZER [1993]. Después de todo,
el diluvio de leche, el que originó el mundo tras anegarlo con un gran batido, se-
gún la mitología hinduista, es el más original. Pero para el diluvio también hay tra-
tamientos modernos. Hay un gran aquapark en Wisconsin (Estados Unidos) llama-
do Noah’s Ark con atracciones como Black Anaconda: la gente es tragada por una
serpiente de agua a lo largo de un cuarto de milla. Tal vez una penitencia retros-
pectiva para recordar el verdadero diluvio: «Y prevalecieron las aguas sobre la tie-
rra ciento y cincuenta días» (Génesis 7,24).

dionisíaco. La confrontación entre dionisíacos y apolíneos, o entre depresi-


vos/excesivos y armoniosos/mesurados, típica desde Nietzsche, volvió a tener un
reflejo para el estudio de las sociedades según ciertos patrones culturales [Bene-
dict, 1934].

Dios. ¿Qué Dios? Gott, God, Dieu, Epilipili, MAUI, Inti, mi Dios, el tuyo…, tan-
tas caras, nombres y perfiles para quien, de ser el Altísimo, juega a los dados, al li-

159
LUIS PANCORBO

bre albedrío y al tsunami. Un terremoto, un maremoto, un holocausto, un genoci-


dio, siempre supera el cólico individual, y debe acercarse al misterio, por lo menos,
del sufrimiento. Los caminos del Omnipotente, se ha dicho y repetido, son ines-
crutables. Por eso también muere tanta gente inocente. ¿Por qué en esos momen-
tos y países, y no en otros? Lope de Aguirre se apodaba «La cólera de Dios». Ha-
bría que ver la auténtica cólera del auténtico Dios. La cólera de Dios es ciega y la
aceptan los hombres que se colocan en el lado de que se haga la voluntad de Dios.
El problema es si ese Dios omnipotente es tan bueno. Si no es omnipotente, y tiene
que aguantar con lo que suceda, es impotente y de Dios no tiene un pelo. «Razo-
namiento falso —para el teólogo vaticano Bruno Forte—, porque proyecta sobre
Dios las medidas del hombre.» Las medidas del hombre son humanas salvo para
los hinduistas, los budistas y, a veces, los SUFÍES y otros, que creen que en uno se
puede desarrollar la larva de Dios y, trabajándola, quizá alumbre un día a un dios
oscuro dentro de nosotros y no haya que ir a buscarlo fuera.

diseño inteligente. Una nueva forma que introducen los creacionistas, sobre
todo en los Estados Unidos, para aminorar su rechazo al DARWINISMO. No hubo un
CREACIONISMO desaforado; bien al contrario, un diseño tan inteligente como el de
los grandes corros de pingüinos emperador de la Antártica, todos nobles, monóga-
mos y dándose calor de forma desprendida. Eso parece a los creacionistas que han
escogido un documental de éxito, El viaje del emperador, como su «biblia» del di-
seño inteligente. No escuchan, por supuesto, a los biólogos que dicen que los pin-
güinos emperador sólo son monógamos durante un año, o que en esos corros, lle-
nos de presunta generosidad, en realidad no hay sino empujones bien darwinianos
para quedar en la parte interna del gran grupo, que es donde hace más calor.

djinn / djin / jinn / djenoun (pl.). Diablos,


DUENDES o genios en la religiosidad popular árabe,
BEREBER y, en general, musulmana, llegando hasta la
India. La alheña (henna) protege de esos seres malé-
ficos.

dodó. Pájaro de gran tamaño que se extinguió en


isla Mauricio. Pedro Mascarenhas descubrió en
1505 una isla que al principio se llamó Cerné (luego
Mauritius, Mauricio) y donde, al igual que en Reu-
nión y Rodrigues, había pájaros dodó, grandes aves
que no podían volar. Ya en 1693 no quedaba ningún
dodó en las islas de ese grupo, llamadas Mascareñas,
alimentando tal pájaro desde entonces mitos y le-
yendas. Así, el dodó pertenece al grupo de animales a caballo entre realidad y fic-
ción, como el KRAKEN o calamar gigante, el celacanto, la barramunda o pez pulmo-
nado de Australia, además de otros seres de las fantasías clásicas, como el basilisco
o el no tan clásico jenny haniver, «…monstruo de imitación, una patraña urdida
sobre cierto pez, generalmente lijas o rayas…» [Ley, 1963].

160
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

dogon. Etnia de Malí con cerca de medio millón de individuos (el cinco por
ciento de la población maliense). El acantilado de Bandiagara, un promontorio ro-
coso en mitad de una sabana desértica, es el epicentro de su cultura. El etnólogo
francés Marcel Griaule, tras sus trabajos en Abisinia, abordó de forma global el
mundo civil y religioso de los dogon hasta escribir sobre ellos una gran obra, Dieu
d’eau (1948). Un año antes, en 1947, Griaule hablaba durante treinta y tres días
con el viejo Ogotemmêli y éste le descubrió un mundo fabuloso, complejo, con 14
sistemas solares, con un dios Amma que organiza un universo en el que los hom-
bres apenas son algo mayor o mejor que polvo estelar. Los dogon se reúnen en la
casa de hombres, o toguna, y las mujeres tienen casas de menstruación, como si
fuesen clubes, aparte de las viviendas familiares y de los graneros picudos, esencia-
les para almacenar su comida primordial, el mijo. Su cosmología y su teogonía,
dignas de los griegos para Griaule, son de gran sutileza. Ejemplo de ello es Amma,
el creador de todas las cosas, empezando por la más pequeña, el grano de fonio,
que es el mijo más fino. Luego eso se convirtió en siluro, o pez gato, el primero de
los cuatro Nomos. El último Nomo es Ogo, el que hace y conoce la palabra, y tam-
bién el desorden, por eso tiene un aspecto terrible, el de Zorro Pálido. Después de
los cuatro Nomos, Amma creó los ocho Antepasados, cuatro machos y cuatro
hembras. Fundamental es el NYAMA, o espíritu vital, presente en todo, animales,
vegetales, minerales. El nyama corre con la sangre, o la savia, pero no se mezcla
con nada. Amma creó la tierra en forma de termitera, para copular con ella, pero
antes tuvo que practicar una excisión (el origen de la CIRCUNCISIÓN femenina de
los dogon). Después nacieron los gemelos, el género humano. Y el Chacal, otro
agente del desorden como el Zorro Pálido.

dokhma / dakhma. Torre («torre de silencio») donde los zoroastrianos (>


ZARATUSTRA) dejan a los muertos para que sean devorados por los buitres y otras
aves carroñeras. Los parsis, los zoroastrianos que viven en Mumbai, la antigua
Bombay (India), tienen sus dokhmas en Malabar Hill. Esa colina está junto al par-
que Nehru, en medio de una ciudad que ha superado los 20 millones de habitantes
y que ni siquiera deja espacio para los buitres. La revista Persiana, de los parsis lo-
cales, ironiza sobre la dokhamania y el ESTRÉS que esa costumbre de acabar con los
muertos produce en los vivos. Mumbai crece a un ritmo vertiginoso y escasean los
buitres, de modo que la jerarquía de la iglesia PARSI, o Punchayat, acaricia la idea
de importar cincuenta pares de crías para reforzar a los carroñeros de la ciudad
[MacDonald, 2004]. Existen también dokhmas en YADZ, centro del zoroastrismo
en Irán. De todos modos, hay poco nuevo bajo el sol. En las islas ANDAMÁN, los
cadáveres, atados por un cuerda sujeta a la orilla, eran sumergidos en el mar. Los
peces no tardaban en devorar los cuerpos, pero los huesos eran recogidos por los
INDÍGENAS y luego los secaban en las llamas del hogar de su choza [Coupin, 1905].

dólar. Es discutido aún, pero probable, que presidentes masones de los Estados
Unidos, empezando por Benjamín Franklin, tomaran la inspiración del ojo divino
y el triángulo de su creencia para hacer el American Great Seal, el «Gran Sello
Americano». Franklin asistió en 1776 a la reunión del comité encargado de la crea-

161
LUIS PANCORBO

ción del sello oficial de la nación junto a Thomas Jefferson, John Adams y un artis-
ta llamado Pierre du Simitiére (o Simitire, otras veces), el que parece que propuso
la pirámide con el ojo «de la Providencia», que luego llevaría el dorso del billete
de dólar. Tanto el presidente Franklin como el presidente Roosevelt, grado 32 de
la masonería, eligieron y ratificaron el Sello con una «deidad ubicua y omniscien-
te», es decir, la pirámide con el ojo que todo lo ve. Según una carta de Wallace
(grado 32) a Dal Lee, del 6 de febrero de 1951, se trata claramente de una repre-
sentación masónica del «Gran Arquitecto del Universo». Otros creen ver ahí más
esoterismo: el «Ojo de Horus», casi lo mismo que el «Ojo de Lucifer». Cierto es
que el Gran Sello Americano fue aprobado el 20 de junio de 1782, después de la
Declaración de Independencia. En la cara aparece el águila calva (o pigargo), que
lleva en su pecho un escudo con 13 barras y estrellas, las 13 colonias fundacionales
de los Estados Unidos. El águila lleva en las garras de una pata una rama de olivo y
en la otra, flechas de guerra. En el pico luce la inscripción «Et pluribus unum»
(«uno [Estado] de muchos»). En la cruz del sello es donde aparece una pirámide de
13 pisos (las 13 colonias fundacionales), y al pie figura la cifra MDCCLXXVI, o sea,
1776, año de la independencia. El ojo omnisciente se enclava dentro de la pirámi-
de y sobre ella consta la inscripción: «Annuit coeptis…» («Él [Dios] ha favorecido
nuestra empresa…») y, debajo de eso, «Novus ordum seclorum» («un nuevo orden
de los tiempos [ha sido creado]»). Cierto que da para interpretaciones. Sin embar-
go, sir Walter Raleigh (c. 1552-1618), el enamorado de las historias españolas de
ELDORADO, hábil conquistador de Virginia y su tabaco y escritor de gran erudición
(The History of the World, 1614), ya ideó como enseña un ojo en una nube con el
lema «Providentia» y puso eso sobre un globo terráqueo.

donso. Gran Mosca. Soplo de vida. Guardián de la puerta. Figura pintada por
los indios NAVAJOS en sus MANDALAS, cuadros circulares en la arena. «Cortinas del
cielo» como las llaman en navajo, o árboles axiales con las cuatro direcciones y un
centro coincidente con un abismo primordial. La Gran Mosca es la contrapartida
del ESPÍRITU SANTO: «Y podemos llamarla Gran Mosca o, en otro aspecto, Peque-
ño Viento. Es el spiritus, el espíritu del que habla el jefe Seattle» [Campbell,
2002]. En 1987, poco antes de morir, Campbell dio una conferencia en Temakel y
habló del gran mito de Alce Negro, jefe indio que participó en la batalla contra
Custer: cuando una mosca se posa en el hombro de un indio en el desierto, «es la
voz del misterio y nuestra guía».

doomwriting. Literatura catastrofista. Tipo de artículos, libros…, general-


mente producidos en los Estados Unidos, que suelen presentar temas y escenarios
apocalípticos. Como si fuesen nuevas PROFECÍAS de Nostradamus, a veces con ba-
ses matemáticas, se predicen calamidades ecológicas, demográficas, económicas,
escasez de combustible, terrorismos planetarios... Su materia prima es una actuali-
dad repleta de rapidez, contaminación y apagones (black out). En la década de los
setenta hicieron gran impacto predicciones como la del microbiólogo Barry Com-
moner, de la Universidad de Saint Louis, sobre el efecto de las explosiones nuclea-
res, más duradero de lo que se pensaba, o sobre la muerte biológica del lago Erie

162
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

por la polución industrial. Jay Forrester, del MIT (Massachusets Institute of Tech-
nology), elaboró entonces una célebre «dinámica de los sistemas» sobre la base de
que «el crecimiento exponencial no puede continuar siempre». Su idea era que,
hacia el año 2050, sobrevendría el fin de la sociedad industrial si no se planificaba
a larga escala y se controlaba la «bomba demográfica» [Ronchey, 1973]. Tras eso,
ha pasado de todo, casi medio siglo de desastres, y lo que queda. Otra cosa es el
Doomsday, o Día del Juicio Final, el 16 de junio, que los amantes de James Joyce
transforman en Bloomsday, la jornada en que se desarrolla su Ulises al hilo de las
veinticuatro horas de Leopold Bloom. Un Apocalipsis lleno de congruencia y sen-
sualidad, melancólico como un desayuno de riñón de cerdo, té y tostadas.

dope. Bebida euforizante que algunas tribus kafir (> CAFRE) del África austral usa-
ban en sus rituales. La palabra pasó al holandés y finalmente al inglés, donde se
transformó en doping, «dopaje» o ingestión de sustancias estimulantes, o drogas,
para mejorar artificialmente las prestaciones atléticas. En los últimos tiempos han
surgido muchas variantes: productos betabloqueantes, estereoides anabolizantes
para desarrollar potencia muscular por la vía rápida… También se hacía en la anti-
güedad. En China masticaban ramas de Ephedra (la efedrina es usada por sus efec-
tos termogénicos y de supresión del apetito). En los países boreales tomaban Amani-
ta muscaria. En la antigua Grecia hubo casos de atletas a quienes les extirpaban el
bazo para mejorar su rendimiento deportivo. Se ha hablado incluso de inyecciones
de la propia sangre siempre para mejorar marcas. Una ironía exclamar luego de eso
el lema olímpico: «Citius, altius, fortius» («más lejos, más alto, más fuerte»).

dorje / dorge. En el budismo tibetano, el dorje (o, en sánscrito, VAJRA) signifi-


ca el instrumento que representa el trueno y también el diamante, la verdad dia-
mantina que destruye todas las clases de ignorancia. El dorje es algo que se sale del
mundo encerrando la paradoja de que, considerado indestructible, también puede
destruir. En los rituales tántricos, siempre del budismo tibetano, el dorje se sostie-
ne en la mano derecha mientras con la izquierda se toca la campanilla (ghanta).
Ahí aparecen de nuevo con nitidez dos símbolos, de lo masculino y lo femenino,
cuya interacción debería producir algún fruto iluminador. El dorje simboliza asi-
mismo el propio método (upaya). La máxima deidad del budismo tibetano se lla-
ma Vajrana o BUDA Vajradhara. Se le puede representar de dos formas, la sencilla,
o abrazado por su principio femenino, o Sakti, en YAB YUM.

dorobo. Antiguo pueblo de cazadores de Kenia conocidos por su capacidad de


cazar y envenenar flechas. Pequeños de estatura, aunque no PIGMEOS. «Pueblo pa-
ria, que ha olvidado su lengua y cuyo nombre que procede del masai il-torrobo,
que significa “hombre pobre” o “persona sin ganado”, o sea, cualquier cazador-re-
colector, se aplica hoy casi a cualquier hombre que se haya vuelto a vivir en el bos-
que» [Mathiessen, 1999].

dote. Aportación de la novia al MATRIMONIO, y también compra de la novia por


parte del novio o de su familia. Todo eso y más aspectos suelen incluirse en el

163
LUIS PANCORBO

apartado contractual y prematrimonial, es decir, antes de que se consume la agre-


gación de la novia a otra familia. En la India, el tema de la dote constituye un pro-
blema social crítico. Las familias que tienen que casar a sus hijas deben hacer enor-
mes esfuerzos económicos para ahorrar la parte correspondiente a la dote. Sin ella,
sus hijas no podrán ser reclamadas en matrimonio. Después del matrimonio, se
dan casos en que los maridos echan en cara la escasez de la dote que aportó la mu-
jer y eso ha sido causa frecuente de malos tratos. En Occidente, las arras recuerdan
las antiguas dotes y los regalos disimulan la envergadura que antaño tenía el ajuar
de la novia. En África destacan las dotes en especie. Los MURSI (Etiopía) pagan en
torno a 20 vacas por una mujer de gran plato labial. La dote entre los KAVIRONDO
nilóticos del lago Victoria (Uganda), suele oscilar entre 20 ovejas y de dos a seis va-
cas. En cambio, los kavirondo BANTÚES suelen pagar 40 caballos, 20 cabras y una
vaca. Los padres de las novias del antiguo Dahomey (hoy Benín) llegaban a ofrecer
al rey 20.000 CAURÍES para poder contraer matrimonio.

dowayo. Tribu de kirdis, como llaman en Camerún a los paganos de los montes
del norte del país. Fueron objeto de estudio por parte del «antropólogo inocente»
Nigel Barley, dueño de un método de trabajo que no excluía el humor. Habla de su
vecina Alice, «una vagina amarga», o de que «los dowayo, por ejemplo, suelen gra-
barse dibujos geométricos en la piel. ¿Lo hacían también los ninga? No, ellos sólo
se cortaban los dedos». Y el academicismo antropológico que se aguante, que ya
dice el propio Barley: «Honni soit qui Malinowski». Barley no ha sido el único en
poner del revés la monografía etnológica clásica, también pescaron ahí los seguido-
res del gran patrón GEERTZ, como recordaba CARDÍN en el prólogo del El antropó-
logo inocente. Ironía y ETNOGRAFÍA, en efecto, un cóctel explosivo, y semejanzas
de temas sacándoles siempre punta: «…era algo relacionado con las connotaciones
sexuales de los ñames con forma de pene…». Barley daba vueltas a ese asunto de
los ñames y sus formas para solucionarlo hasta el mismo momento en que se de-
rrumbó; no podía dar un paso más a causa de una hepatitis de caballo. «La compa-
ración no resulta ni ofensiva ni degradante: se sitúa en una especie de entre-deux
que tiene una clara función cognoscitiva» [Cardín, 1989].

doxología. Alabanzas divinas, y especialmente a la Santísima Trinidad. Un


ejemplo es el «Gloria in excelsis Deo» que se canta en la misa católica. Salmos,
himnos, coros…, también los musulmanes tienen una amplia doxología (del griego
doxa, «gloria») dedicada a Alá, ya desde la primera línea del Corán: «No hay más
Dios que Alá», mientras las alabanzas dirigidas en la India a un dios como Rama
(Visnú) llegan a veces al paroxismo: hay fieles qe se pasan toda su vida escribiendo
el nombre de Rama o pronunciándolo en una interminable letanía.

drago. Árbol canario de la familia de las liliáceas y de porte y leyendas majestuo-


sas. Su savia o resina, llamada «sangre» por los guanches, se tenía por milagrosa.
Los antiguos GUANCHES de Gran Canaria hacían barcos con la madera del drago,
«que cavaban entero», como escribió Leonardo Torriani, ingeniero de Felipe II, en
su notable Descripción de las Islas Canarias (1978). Torriani trabajó en 1587 en la

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

fortificación de diversos puertos, como el de Santa Cruz de la Palma, que había


sido asolado en 1553 por Pata de Palo, el pirata Leclerc. En junio de 1799, Hum-
boldt, durante su escala en Tenerife rumbo a América, midió un colosal drago en
la finca del señor Franqui de La Orotava de 45 pies de circunferencia.

dragón. Serpiente con alas que vuela en los mitos y en la imaginación de mu-
chas culturas. La diferencia es que, así como en Oriente el dragón fue bueno, be-
nefactor, luminoso, en Occidente se aparejó a una fuerza maligna, oscura, de las
profundidades de la tierra. El dragón es la bestia absoluta que ha de
ser derrotada por san Jorge en Estocolmo o por san Jordi en Barce-
lona. En China, el dragón es el símbolo del Emperador, y drago-
nes de todo tipo pueblan los HORÓSCOPOS como los propios
cielos y tierras. Las «líneas del dragón» —como las «líneas de
canto» de los ABORÍGENES (> DREAMTIME)— van marcando el
terreno chino de señales y augurios, adjudicando ciertas pro-
piedades buenas o malas que se dilucidan con el FENG SHUI.
Hay nueve parecidos del dragón, según Wang Fu: sus cuernos son como los del
ciervo; su cabeza como la del camello; sus ojos como los del diablo; su cuello como
el de la sierpe; su vientre como la almeja; sus escamas como las de la carpa; sus ga-
rras como las del águila; las plantas de sus pies como las del tigre; sus orejas como
las de la vaca». Los dragones más verdaderos siguen siendo lo varanos de Komo-
do: aunque raramente superan los dos metros de longitud, escupen una saliva tóxi-
ca.

dragonfly. En inglés, «libélula», aunque literalmente «mosca dragón», un sig-


no de actividad, pero también de inconstancia. En Japón adquirió categoría de
emblema nacional. El país fue llamado antiguamente Akitsu Shima, «Las Islas Li-
bélula». Hay 190 especies de akitsu o libélulas en arrozales y campos nipones.
Eran kachi mushi, «insectos victoriosos», y daban suerte a los SAMURAIS, que a ve-
ces las grababan en sus cascos.

dravídico / drávida. Es el pueblo original del centro y sur de la India. Tam-


bién se llama dravídico a un gran grupo lingüístico del subcontinente. Un 20 por
ciento de los más de 1.000 millones de habitantes de la India habla lenguas draví-
dicas, desde el Trópico de Cáncer hasta el cabo Comorín. Una de las característi-
cas físicas drávidicas consiste en la gran pigmentación de la piel. Son drávidas los
TAMILES (de Tamil Nadu y de Sri Lanka); los telugu de Andra Pradesh; los malabar
de Kerala, que hablan malayalam, y los cañarenses de Mysore. Otra clasificación
clásica, la de Bertillon de fines del siglo XIX, habla de «protodravídicos», como los
ghonds y bhils, pueblos considerados por los ARIOS como dasyous, en el sentido de
«enemigos». Los ghonds aparecen en el Ramayana bajo el nombre y forma de raks-
hasas, esto es, «diablos» o «comedores de carne humana». Los bhil —o nichada,
que quiere decir «exilado, proscrito»— también eran ABORÍGENES de la India y vi-
vían en el extremo noroccidental de la región del Deccan. Dentro de la mitología o
imaginería india, siempre se tuvo a los arios, o pueblos del norte, como civilizado-

165
LUIS PANCORBO

res frente al salvajismo, la incultura, etc. de los dravídicos del sur. Un CLICHÉ in-
sostenible cuando hoy es bien conocida la antigüedad y finura de la literatura
tamil.

dreamtime. En inglés, «tiempo del ensueño». Tiempo mitológico de los ABO-


RÍGENES australianos, tanto el correspondiente a la creación por parte de sus espíri-
tus creadores, como el actual, que sigue alimentando símbolos, pinturas y hasta un
último elemento de identidad. En ese gran conjunto de cuanto no parece real a los
demás, pero lo es, y mucho, para los aborígenes aún siendo intangible, hay líneas
de cantos (songlines), que cruzan el terreno y lo amojonan con rastros invisibles
para otros, pero que suponen epopeyas, génesis, historias creadoras. Hay una serie
de espíritus ancestrales, como los altjira o los WANGAR, que vagaron originando el
territorio y los animales asociados a él, de los que generalmente descendía la gente.
Bruce Chatwin [1988] hizo un libro famoso sobre esto, inspirándose en la obra de
Ted Strehlow [1971], gran experto en los ARANDA (tuvo una nodriza de esa tribu) y
defensor de que «…todos los aspectos de la canción aborigen tenían su gemelo en
hebreo, griego antiguo, escandinavo… Después de captar el vínculo entre la can-
ción y la tierra, quiso llegar a las raíces de la canción propiamente dicha…, desen-
trañar el misterio de la condición humana. Era una empresa imposible. Nadie le
agradeció sus desvelos» [Chatwin, 1988]. Pero el tiempo del ensueño no se disol-
vió como un canto. Hay evidencias majestuosas en el arte rupestre australiano, las
bellas pinturas que dejaron en las paredes los artistas nativos dos mil generaciones
antes de que la flota inglesa atracara en la bahía de Sydney. Y eso no fue esporádi-
co o aleatorio, sino que quedó reflejado en tres grandes complejos o zonas artísti-
cas del país: las pinturas wandjina de los Kimberleys, en el oeste de Australia; las
pinturas de la Tierra de Arnhem, en el Territorio del Norte, y las del cabo York en
Queensland. Un mundo fabuloso de intención y movimiento, de color y expresivi-
dad: animales vistos con la llamada «técnica de los rayos X», huesos y esqueletos
llenos de vida, pigmentados soberbiamente de ocre y amarillo, percas, barramun-
dis, mújoles, cocodrilos, tortugas de cuello largo, canguros, iguanas de gorguera y
hombres, los vertebrados menos aparentes en un mundo lleno de poder.

dromomanía. Impulso irrefrenable por viajar, o enfermedad síquica que lleva


a no parar y que no se cura ni sacia ni aun girando constantemente por los 38.400
kilómetros de perímetro que tiene este planeta en el Ecuador. Hay DERVICHES que
han basado su ascetismo en la SIHAYAT, o «deambulación». Y alemanes, como los
WANDERGESELLEN, que se ganaron la vida por los siglos caminando de un lugar a
otro.

druida / kenae / senae (de la isla Sein, en la costa de Osismiens, Finisterre).


La palabra «druida» fue relacionada por los griegos con «roble». En Irlanda aparece
drui, plural druid, como «brujo» y «brujos», pero, al parecer, no llegaron a tener la
importancia política y social de los druidas de la Galia o de los sacerdotes galos en
tiempos romanos. Julio César (De Bello Gallico, VI,13-14) escribió: «Lo que [los
druidas] quieren hacer creer sobre todo es que las almas no perecen sino que, des-

166
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

pués de la muerte, pasan de unos a otros, y eso creen que


es el mayor estimulante del coraje. Disertan largamente
también sobre los astros y sus movimientos, la extensión
del mundo, la naturaleza de las cosas, la fuerza y potencia
de los dioses inmortales, y enseñan todo eso a la juven-
tud». Hay una moda druídica, aparejada al CHAMANISMO
celta y al NEW AGE, y un gran turismo en CAMORS, pero
eso lleva tan lejos como a creer que la Era de Acuario (>
ACUARIUS) ha nacido en el tercer milenio y que aguardan
10.000 años de una edad de gracia, bajo las vibraciones
de Andreas Vollenweider («Down to the moon», «Dan-
cing with the lion»...) como música de fondo.

drusos / muwahhidun / unitarios. Habitan en Líbano y Siria resistiendo en


su creencia en un solo dios con 10 encarnaciones. Los drusos tienen puntos de simili-
tud con los cristianos y con los musulmanes. Y, más que nada, con una secta de herejes
musulmanes, los ansaríes o nusaríes, que son unitarios en el sentido de que creen en un
solo Dios, pero con siete encarnaciones (Abel, Seth, José, Josué, Simón Cefas, Asaf y
Alí). El origen de los drusos se remonta a los tiempos de Hakem Biamrillah, autolla-
mado «el Espíritu de Dios», califa fatimida de El Cairo, que reinaba sobre Susa en el
siglo XI. Imbuido de teorías metafísicas y místicas, y de GNOSTICISMO, el califa tuvo
como consejeros a los persas Hamzeh y Darazi o Durzi (de ahí lo de «drusos»), que le
impulsaron a cambiar el mundo y hasta le hicieron creer que él mismo era la última hi-
póstasis o personificación divina. Hakem acabó asesinado, eso no tuvo vuelta de hoja,
pero su cuerpo desapareció, alimentando el misterio. Los drusos siguen el Kitab-al-
Hikmat («Libro de la Sabiduría») y tratan de modular su fe con la modernidad, por-
que antaño se dividían en dos grupos: los djahel (yákil), ignorantes, la masa, y los akkal
(ákil), iniciados. Sus santuarios, o khaloueh, se edificaban en sitios poco accesibles,
fuera de las miradas, aunque otra cosa es que se dedicaran a prácticas obscenas, tal
como les acusaban. Sus lugares tradicionales de residencia han sido el sur del Líbano y
el Anti-Líbano, las faldas del monte Hermón, las afueras de Damasco y el macizo del
Djebel Haurán. «Son las mugeres las únicas depositarias de las letras, pues casi todas
saben leer y escribir» [Feijóo, 1773]. Los hombres drusos se dedicaban a la agricultu-
ra, si bien preferían la guerra y, en su defecto, la negociación. Hoy son en torno a
15.000. Uno de sus últimos líderes, casi como un jefe tribal, es Walid Jumblatt, dueño
del palacio Beit ed-Din en el Chouf, la zona drusa y montañesa por antonomasia del
Líbano. En 1958, Jumblatt, uno de los señores de la guerra del Líbano, luchó junto a
los chiitas y los refugiados palestinos contra los cristianos MARONITAS, pero los marines
norteamericanos sofocaron esa rebelión de tinte izquierdista.

duendes. Seres extraordinarios comunes a casi todas las culturas, aunque no hay
dos duendes iguales. En la antigüedad romana, los había al menos de tres clases: lares
o benéficos, larvas o malignos, indiferentes o lemures [Feijóo, 1773]. El padre Anto-
nio de Fuente La Peña, autor del impagable tomo El ente dilucidado o discurso único
novísimo que muestra hay en la naturaleza animales irracionales invisibles y cuáles

167
LUIS PANCORBO

sean (Madrid, 1676), prueba —según Feijóo— «que los duendes ni son ángeles bue-
nos, ni ángeles malos, ni almas separadas de los cuerpos». Silfos, gnomos, genios,
OGROS, Poltergeist (en alemán, «duende burlón»), djénoun, gobelins, bergmaem-
lein… la lista es amplia aunque hay quien, como Edouard Brasey [2004], ha tratado
de ser exhaustivo, recopilando el universo feérico o de todas las criaturas mágicas.

Duk-Duk. Sociedad secreta de la Nueva Guinea alemana, especialmente fuerte en


Nueva Pomerania (New Britain), que se ubica en el archipiélago Bismark de la actual
República Papua-Niughini (Papúa-Nueva Guinea). La parte nordoriental de New
Britain, que era alemana, fue adjudicada a Australia en 1921. En esa época, los duk-
duk alcanzaron predicamento en los estudios antropológicos por su complejo surtido
de objetivos religiosos, políticos y sociales, y
también por la imponencia de sus máscaras.
Son éstas como grandes candeleros cónicos de
hojas, o rafia, con cuerpos «ovoloides», pareci-
dos al de Humpty Dumpty. Otras veces, en la
isla de las Gacelas, las máscaras de cuerpo en-
tero evocan los plumajes del fabuloso pájaro
casuario. Los rituales y bailes duk-duk, coinci-
dentes con la luna llena, revestían una serie de
tabúes. Ni mujeres ni niños podían ver a los es-
píritus duk-duk, ni tampoco los extranjeros,
pues eso causaría la muerte de los miembros
de la sociedad secreta. Sin embargo, las mujeres isleñas tenían también sus aparatosas
y sofisticadas máscaras, llamadas tubuan. En los últimos tiempos, los duk-duk se han
desvanecido en relación inversamente proporcional al volcanismo de sus islas. Tras su
gran erupción en 1994, el volcán Tavurvur aún humea con su espectacular penacho.

Dumuzi. Dios sumerio de las antediluvianas ciudades de Babtibira y Kullaba


(Uruk), asociado al simbolismo de la vida, muerte y RESURRECCIÓN. O como la sa-
via que permanece dormida en el tronco del árbol hasta que llega la estación de re-
vivir, «cuando los ríos suben» [Jacobsen, 1976]. Su festival era una especie de Hie-
ros Gamos, o un sacrificio primaveral (algo rescatado por los juegos ocultistas de
los aficionados al Priorato de SIÓN y similares). Hace más de cuatro mil años antes
de Cristo, Dumuzi, casado con Inanna (Ishtar), ya reunía todos los signos del AVA-
TAR del dios amante, del rey pastor sumerio, luego popularizado por sus equivalen-
tes, si no idénticos: Tammuz (Tamuz), dios pastoril adorado por los babilonios;
Krisna, la encarnación de Visnú que enamora a las pastoras de vacas; Cristo, como
el buen pastor de ovejas y corderos; Osiris y Dionisio que son tal para cual, y ADO-
NAI, el Señor por antonomasia en pueblos sirios, fenicios y antiguos hebreos, pero
que renace en el mundo griego como Adonis, el amante de Afrodita, y como el
Apolo de los romanos. Y Hadad y Baldur…, tantos reyes pastores que triunfan
con la primavera tras los rigores del invierno… [Cardini, 1984].

durian > JACA

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E Escapo de una finta, peluza a peluza
César Vallejo, Trilce, XII

ebu gogo. Ser legendario que habitaría en los bosques de la isla FLORES (Indo-
nesia). Significa «abuela que come cualquier cosa», aunque los isleños lo asocian a
una especie de mono humanoide que trepa a los árboles, de apenas un metro de
estatura, grandes pelambres y brazos colgantes, cosa que recuerda a los ORANGU-
TANES. El hallazgo del HOMO FLORESIENSIS ha vuelto a propulsar la investigación
sobre los presuntos ebu gogo, que no se avistaban desde tiempos de los colonos
holandeses. Bert Roberts, de la Universidad australiana de Wollogong, se ha suma-
do a quienes creen que los ebu gogo no sólo existen, sino que podrían estar vivos
en algún rincón de la Insulindia, siempre en ese terreno lleno de ambiguas evolu-
ciones que es la Línea de Wallace.

Edén. Hay un jardín bíblico y clásico: «En Edén, en el huerto de Dios estuviste:
toda piedra preciosa fue tu vestidura; el sardio, el topacio, diamante, crisólito,
onique y berilo, el zafiro, carbunclo y esmeralda, y oro, los primores de tus tam-
boriles y pífanos…» (Ezequiel 28,13). Pero no menos maravilloso es el Edén de la
epopeya de Gilgamesh. Este héroe, dos tercios divino y un tercio humano, tras sa-
lir de la misteriosa galería subterránea, una de 1.100 metros excavada en la roca
que iba desde Bylkalein hasta el Tigris, «la calle subterránea del
Sol» [Gaster, 1960], llega al Jardín de las Delicias adornado «con
toda clase de piedras preciosas». La BIBLIA viene después del Gilga-
mesh, aunque este libro sea más imaginativo y su recorrido no aca-
be en el Edén de piedras preciosas. Es más, tiene la Isla de los Bea-
tos, lugar maravilloso donde vive el sabio Utnapishtim, «en la
confluencia de dos corrientes», o dos mares. Esa isla queda en los
confines del mundo, donde se guarda el secreto de la vida eterna, y
hasta allí llega Gilgamesh, héroe y sabio. Él conoce la planta que da
la inmortalidad, o si no, la que alivia y repara la decrepitud, la hao-
ma de la mitología iraní —una especie de SOMA—, que crece en la

169
LUIS PANCORBO

isla del lago de Vurakasha. Pero Ahrimán, dios del mal, crea una lagartija que se
nutre de esa planta y la controla, como hace la serpiente bíblica con la manzana.

Eguzki / Ortzi / Ost… Dios del Sol en el panteón vasco, con parecidos con
Thor, Júpiter o Zeus. Es quien viaja por las noches a los fabulosos mares rojos, o
mares bermejos (itxasgorrieta). La Luna es Ilargia (Illargi, Ilazki). Mari, una espe-
cie de PACHAMAMA vasca, tiene como consorte a Sugaar (Mayu), una serpiente ma-
cho, o culebro, también dios que cruza el cielo con el rayo. Sus dos hijos fueron el
buen Atarrabi, una especie de Abel, y Mikelatz, una especie de Caín. La mitología
vasca es fecunda y figura también en ella el alma que aparece, argi («luz»), izugarri
(«luz sagrada») o arimaerratu («alma errante»), pues, como decía el sabio Baran-
diarán [1960] en euskera: «Izena duen guztia omen da» («a todo nombre corres-
ponde un ser»).

Ekeko. Deidad AIMARA de la abundancia. Protagoniza la fiesta de la Alasita


(«Cómprame») que se celebra en Bolivia, sobre todo en La Paz. Del 24 de enero al
4 de febrero, abre un mercado callejero donde destacan las miniaturas. Son mu-
chos los objetos, casi siempre hechos en madera, que se compran con piedras, el
dinero simbólico de Ekeko, dios que algunos relacionan con Tunupa, o Turopa,
del panteón del antiguo imperio de Tiwanaku. A las efigies de Ekeko, llenas de bi-
lletes de banco y bolsitas de tabaco, se ofrecen cigarrillos. Es lo mismo que sucede
con el Tío, nombre del diablo y al mismo tiempo deidad protectora de las minas
en Bolivia.

élan vital. Espíritu vital, impulso o fuerza vital, con la característica de crear
constantemente. Según Bergson, el élan vital es la clave del cosmos y de uno. Ber-
nard Shaw lo copió para idear su life force, o «fuerza vital». «Está como muerto en
los metales, como dormido en los vegetales, como un sueño en los animales; pero
en nosotros es consciente de sí mismo» [Borges, 1980]. Pío Baroja [1919] lo ponía
en función de la teoría de la mutación brusca de De Vries, dogma de los filósofos
CHAPELAUNDIS. Los sioux (> LAKOTA) de las praderas lo tenían a su aire (> VACON-
DA).

Eldorado / El Dorado. Gran mito americano. Reino fabuloso o rey fabulo-


so al que doraban, o empolvaban con oro. Una de las primeras menciones del mito
se debe a Gonzalo Fernández de Oviedo, quien, en 1534, situaba en Cundinamar-
ca (Colombia) la leyenda del cacique de oro y de la laguna Guatavita, donde se
arrojaban esmeraldas como ofrenda. La busca de Eldorado originó numerosas ex-
pediciones a partir del siglo XVI. Una de las más consistentes fue la de Gonzalo Ji-
ménez de Quesada, a quien se apodó el Caballero de Eldorado, y quien en 1537 se
apoderó de Bogotá, capital de Cundinamarca, o «País del cóndor». En 1538, Be-
lalcázar lo busca por el norte de Quito… y la rueda sigue girando hasta anteayer.
Eldorados hubo en muchas partes. A Voltaire le espoleó el tema y hace ir a Cándi-
do a ese reino. Voltaire da cuenta también de la Breve relación del portugués Juan
Bermudes, patriarca de Etiopía, dirigida al rey don Sebastián, que hablaba de la

170
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

existencia, en las fronteras del país de Damut, entre Abisinia y sus países vecinos
de las fuentes del Nilo, «…de una pequeña comarca donde los dos tercios de la
tierra son de oro. Es lo que buscaban los portugueses y no han encontrado; es el
principio de todos esos viajes; los patriarcas, misiones, conversiones no han sido
más que el pretexto» [Voltaire, 1962]. Edgar Allan Poe [1849] lo pintó en su pre-
cioso poema «Eldorado» en «las montañas de la Luna, bajo el valle de la Sombra».

elefante blanco. Lo más valioso por lo infrecuente. Al elefante blanco de


Siam, el más famoso en todo tiempo, «le sirven comida y bebida en baxilla de oro»
[Feijóo, 1773]. «En Siam, la posesión de un elefante blanco crea la gloria del rei-
no» [Voltaire, 1962]. El autor del Ensayo sobre las costumbres de las naciones so-
lía ser clarividente, menos cuando decía entre otras cosas que «…en las islas Ma-
rianas se desconocía el uso del fuego». Pero, en general, Voltaire ponía los puntos
sobre las íes, incluso anticipando el tema de la evolución, algo que no «está fuera
de la mano del espíritu humano». Veía en la India «un nuevo universo en moral y
en física», es decir, una sabiduría oriental esencialmente tolerante y lúcida cuando
aún se discutía la redondez de la Tierra. Voltaire, en cambio, no comulgaba con
que Sammonocodom, el dios de los siameses, «tomó ciento cincuenta veces forma
humana». Esa idea «común a los egipcios, griegos, romanos», le parecía a Voltaire
«un error tan temerario, tan ridículo y tan universal, aunque proceda de un senti-
miento razonable que está en el fondo de todos los corazones; se siente natural-
mente la dependencia de un Ser supremo…».

elfos. Dioses o diosecillos del aire más que de otro elemento, y del norte de Euro-
pa más que del sur, donde entes parecidos reciben nombres como DUENDES… Exis-
tentes o menos, los elfos son muy simpáticos danzando por las noches en los prados
e invitando a los humanos a unirse a su rueda, un tanto peligrosa pues conduciría a
la muerte. Los elfos se esconden en cuevas, lagos, fuentes, sobre todo con cierto va-
por, o niebla, y atravesarían las puertas sin problema. Sí, pero… «Había en Mont-
martre… un hombre excelente llamado Dutilleul que poseía el don singular de po-
der atravesar los muros sin molestia alguna» [Aymé, 1943]. El Passe Muraille ha
sido inmortalizado en el barrio parisino de Montmartre con una escultura muy ex-
presiva de Jean Marais, inaugurada en 1989, que muestra a un hombre sacando la
cabeza, las manos y una pierna de un muro en plena calle. Los elfos, más que «con-
densaciones energéticas emergiendo del universo…» [Chevalier, 1982], son imáge-
nes que animan al no discernimiento en una escala racional, sino a dejarse ir por el
tobogán de los cuentos infantiles comunes en todas las culturas y edades.

elixir. Bebida fabulosa dado que procura inmortalidad, divinidad, juventud…


Pudo ser amrita, bebida de los dioses de la India, o SOMA. O la sustancia esencial
que buscaban los ALQUIMISTAS, como la piedra filosofal, el remedio maravilloso al
misterio de la existencia, y bebedizo para durar en el caos del mundo en buenas
condiciones. Por eso el elixir aparece en tantas culturas como dador de belleza, li-
brador de juventud, si no de ETERNIDAD. Elixir, no otra cosa, manaba de la Fuente
de la Eterna Juventud, un mito griego que continuó en América y después de la

171
LUIS PANCORBO

Conquista, poblándose de nombres, de los que suelen venir casi por si solos, a ve-
ces antes de las cosas, como Boyuca, Ananeo… o BIMINI. Éste último resiste desig-
nando a un par de islitas prodigiosas en las Bahamas. Juan Ponce de León partió
de Puerto Rico —fue el fundador de San Juan y allí está enterrado— y llegó en
1513 a Florida, que creyó una isla. Fue su mayor descubrimiento real. La Fuente
que buscaba con tanto ahínco le esquivó, llenándole de sinsabores. Debió poner
proa a la isla Porto Santo (Madeira) donde se encuentra la Fuente Areia, con las
mismas presuntas virtudes de la Fuente de la Eterna Juventud. También había un
manantial así en el patio de la mezquita de Sheikhantaur de Tashkent (Uzbekis-
tán), un sitio sagrado desde los tiempos de Alejandro Magno, y luego de los zoro-
astrianos y de los musulmanes, a partir del siglo VIII.

elkasitas / elkesaitas. Secta de cristianos arcaicos, como los ESENIOS o los


ebionitas (o pobres), fundada por Elkesai en el tercer año de Trajano, tras la anun-
ciación de dos grandes ÁNGELES que le revelaron que Cristo venía al mundo cada
año reencarnándose y naciendo de una virgen distinta. Los elkasitas adoraban el
agua, fuente de vida, y, como tantos NESTORIANOS y gnósticos, se radicaron en la
ciudad turca de Edesa. Por su parte, los marcionitas, no se sabe si por hallar una
teoría basada en llevar la contraria, alababan a Caín, a los sodomitas y a la serpien-
te del PARAÍSO Terrenal. Claro que los mesalianos, «enemigos acérrimos de los
marcionitas…, despreciaban la Cruz y se negaban a venerar a María como madre
de Dios» [Dalrymple, 2000]. A veces podían expulsar a los demonios con la muco-
sidad de la nariz. Asimismo, fueron conocidos como sampseanos, o sampsitas,
«gentes del Sol», por su especial devoción: adorar los astros por la mañana y por la
noche [Klimkeit, 1993].

elongación. Alargamiento craneal. Deformación artificial de los cráneos, una


costumbre, y a veces rito, extendido por muchas culturas, desde Polinesia (Tahití) a
Melanesia (isla Toman de Vanuatu), pasando por Malasia, Siria, las selvas de Améri-
ca Central (MAYAS, kanjobales…), las sierras andinas (INCAS) o el África Ecuatorial
(MANGBETU)... La elongación fue señalada en la antigüedad por Hipócrates y Hero-
doto al hablar de los ma-
crocéfalos que vivían al
oriente del Palus Meóti-
des... Pueblos ARIOS, llama-
dos cimerianos, también te-
nían esa costumbre (el
cráneo del hombre hélveto-
borgoñón de Voiteur en el
Jura tenía forma de pilón
de azúcar). Los nahuas de
Mesoamérica se aplanaban
la cabeza de atrás adelante.
Aplicaban al niño tablillas,
láminas de arcilla o com-

172
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

presas que se apoyaban sobre la frente, el vértice y el occipucio... A mediados del


XIX, el francés Gosse señaló 16 especies de deformaciones artificiales, de las que 10
pertenecían a América; mientras Lunier admitía siete especies de deformación. Todo
eso, y sus propias observaciones, sirvieron a Topinard [1891] para llegar a una espe-
cie de catálogo del tema. Habló de «deformación levantada» y «deformación echa-
da». En el primer apartado figuran: «deformación occipital» (observada en costas
del Perú, indios puelches, tribus del archipiélago de Vancouver, en Malasia y hasta
en Francia); «deformación cuadrangular», si los lados estaban comprimidos o soste-
nidos al mismo tiempo (en América del sur y entre los paws descritos por Morton);
«deformación cuneiforme», si la presión del occipital aumentaba, manteniéndose la
de la frente (por ejemplo, en los nahuas, algunos chinooks y tahitianos); «deforma-
ción trilobada», en forma de trébol, «faja suplementaria que, partiendo del occipital,
elévase sobre la línea media y se bifurca a la mitad de la sutura sagital para llegar a las
fosas temporales»; «deformación cordiforme», si la presión frontal remonta más arri-
ba y el lóbulo medio desaparece (cráneos de Ancón, Perú). En el segundo apartado,
el de la «deformación echada», la compresión frontal es más fuerte y la contrapre-
sión occipital más atenuada, resultando un aplanamiento de la frente caracterizado
por «una dilatación que se forma por la masa del cráneo repelida». Fue famosa la
«deformación del valor» de los MAYAS y AZTECAS. La «deformación cuneiforme
echada» (GUARANÍES, CARIBES, indios isla Vancouver, chinooks y otros flatheads, «ca-
bezas planas», del río Columbia); «deformación simétrica prolongada» (indios AIMA-
RA); «deformación macrocéfala» (propia de la antigua Europa, con sus variantes
«anular y bilobada» y «frontal sencilla» o «tolosana»...). Otras deformaciones no es-
trictamente craneanas: «nasal» (o aplanamiento de los huesos de la nariz de los in-
dios BOTOCUDOS del Amazonas) y «naso-parietal» o «mongoloide» (peculiar de los
antiguos hunos y de algunos kirguises). También existen algunas evidencias sobre la
deformación craneal de los OLMECAS con vendas y tablillas, como otras culturas de
Sudamérica, por ejemplo en Paracas y Nazca. Otra cuestión relacionada es la hendi-
dura del cráneo en forma de uve, «cuneiforme la llama Covarrubias, que quizá quie-
ra imitar la hendidura craneal del jaguar» [Ballesteros, 1985].

Elrik. Nombre del Maligno para los TÁRTAROS del Altai. «Se le ofrecen sacrifi-
cios para aplacarle… se le inmolaban animales de color negro…; los animales de
color blanco son las víctimas… en el culto al Ser supremo que reside en el cielo».
Henninger, del Instituto Anthropos, recogió muchos mitos y nombres del diablo:
BAAL, Ahrimán, ngaa, LICÁNTROPO, coyote… [Cristiani, 1957].

emasculación. La acción de capar a las personas, en especial, los órganos ge-


nitales de los hombres, adquirió categoría de costumbre en varias culturas de la
antigüedad. Aún se atribuye a los afar de la región de Danakil (Etiopía) la práctica
de la emasculación de enemigos y hasta la fabricación de bolsas de tabaco con la
piel del escroto. Para ello emplearían una gille, «…daga curva de 40 centímetros…
que la mayoría de los afar llevan colgando en la cintura. Pero ni un solo afar de los
que conocimos reconoció haberla usado nunca para nada que no fuera degollar
una cabra» [Morell, 2005].

173
LUIS PANCORBO

embarazo. Aquellos en los que concurren los espíritus han sido muy habitua-
les en Papúa-Nueva Guinea (> BALOMA), generando en esa zona de los mares del
sur cantidad de literatura antropológica (Malinowski y otros). Se ha tratado menos
el tema en otras regiones del mundo. «Los ESQUIMALES piensan que el embarazo se
produce cuando un niño-espíritu trepa por las orejas de las botas de una mujer y
es alimentado con semen» [Harris, 1990]. Negar al semen capacidad de procrea-
ción también fue idea de los hombres murngin de Australia, que primero sueñan a
los niños-espíritus que están en el pozo sagrado y éstos salen y se introducen con
forma de pez en el útero materno. Tampoco es extraño que pueblos que practican
la POLIANDRIA (por ejemplo, los TAMILES) crean que el niño se origine por el semen
de varios hombres. «Para los alorese de Indonesia, el hijo se forma a partir de una
mezcla de fluidos seminales y menstruales» [Harris, 1990].

emérillon. Grupo indígena del interior de la Guayana francesa. Sus principa-


les poblados se ubican junto a los ríos Camopi y Maripasoula. Otros dos grupos,
siempre del gran tronco de los tupi-guaraníes, son los wayanas, conocidos como
roucouyennes por su afición a pintarse la piel con roucou (> ACHIOTE), que viven
en Maripasoula. Y los wayapis de los ríos Oyapock y Maroni. En el litoral guaya-
nés destacan los galibis (de origen caribe) y algunos grupos de arawacs y palikours
que han sufrido el impacto de la ACULTURACIÓN.

emic. Conjunto de categorías o características interiores de una cultura, un pue-


blo, una institución, según la célebre distinción del lingüista K. L. Pike en 1967,
que se suele aplicar en antropología a la forma en que se ven a sí mismos los miem-
bros de una sociedad. O a la reproducción de sus actividades siguiendo sus puntos
de vista, expectativas, coordenadas. En ese sentido, emic se contrapone a etic, el
punto de vista que introduce el antropólogo, es decir, el observador extraño a una
cultura. Si éste adoptara el punto de vista emic para estudiar una cultura estaría
tratando de hacerse pasar por un nativo, intentando al menos ver las cosas con los
ojos de los nativos, y actuaría en consecuencia con las reglas ajenas. Si se queda en
la periferia del etic, teoriza desde fuera con el lenguaje, presupuestos y alcance de
su saber, disciplina y propia cultura. Emic y etic son conceptos que provienen de la
lingüística y, como hemos referido, en concreto del trabajo de Pike (1912-2000),
con su diferenciación entre fonémica y fonética. Sin embargo, un antropólogo
como Marvin Harris no excluía la existencia de un PATRÓN universal del que parti-
cipan todas las culturas. Así resultaba esencial aclarar desde el principio si el estu-
dio de otras culturas y pueblos se hacía desde la perspectiva de los nativos (emic) o
del observador o antropólogo (etic) [Harris, 1983].

enanos. Fueron famosos en España a fines del siglo XIX los «hombrecillos de
Aljarafe». Se trataba de los hermanos Gabriel y Pedro Benítez Campos, hijos de
Gabriel y Sebastiana, naturales todos de Pilas, en la provincia de Sevilla. Gabriel,
de veintinueve años, porquero, medía 97 centímetros. Pedro, de veintiséis, tenía
una estatura de 94 centímetros y 8 milímetros. «Ambos individuos son callados y
discretos, amables y de generales simpatías... no son ni idiotas, ni imbéciles, ni cre-

174
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tinos, ni dementes; son, en verdad, niños detenidos en su desarrollo...» [Topinard,


1891].

endriagos. Seres fabulosos entre hidra y DRAGÓN, sugiere la Real Academia.


Aparecen en el Quijote (cap. XLIX) cuando el canónigo denuesta los libros de ca-
ballerías llenos de «...tantas sierpes, tantos endriagos, tantos gigantes…». Jorge
Luis Borges [1923] habla de los que vinieron a poblar Buenos Aires «por un mar
que tenía cinco lunas de anchura / y aún estaba poblado de sirenas y endriagos / y
de piedras imanes que enloquecen la brújula».

endulçaderas. Mujeres que sabían fórmulas mágicas con fines curativos en-
tre los SEFARDÍES de Salónica. Otras veces se llamaban carmaderas («encantado-
ras»). Sus fórmulas se usaban para quitar el mal de ojo a los niños, o para quitar el
miedo, dos de las afecciones más terribles en la infancia. Si era cuestión más menu-
da, como un estornudo, la madre lo solucionaba diciendo: «Bivas, crescas y enflo-
rescas como el pexe en el agua fresca». En Salónica también tenían otra arraigada
costumbre, celebrar la llamada tekufá, literalmente «la dulce». Era cuando se re-
cordaban los tres o cuatro periodos del año cuando son relevados los ángeles en-
cargados de custodiar las aguas y, por lo tanto, cuando los demonios ven el terreno
libre y acuden a envenenarlas. La tekufá coincidía con los cambios de estación y,
entonces, no se podía beber agua, especialmente los niños, porque se les hincharía
la tripa. Había un remedio y era echar unas gotas de aguardiente, jugo de limón y
algo dulce, además de sumergir un pedazo de hierro en el agua [Molho, 1950]. Se-
gún el rabino Huma, las fiebres cuartanas se curan tomando «siete espinas de siete
palmeras… siete granos de ceniza de siete hornos… siete semillas de siete enci-
nas…». Todo eso y más, rescatado por Michael Molho, formaba parte del indulço
o «encantamiento». La endulçadera o indulçadera (del verbo endulçar, «preparar
cosas dulces») solía ser una anciana —en otras partes se llamaría BRUJA—, alguien
que conoce las fórmulas, plantas y CONJUROS, que pone tres bolitas de plomo en el
fuego hasta fundirlas y luego las mete en un tarro de gres que se coloca sobre la ca-
beza de un enfermo aquejado de miedo, junto a una camisa y un huevo. La endul-
çadera echa el plomo en agua y, en la efervescencia, lee, o averigua, quién causa el
miedo al paciente, si es un hombre o un animal, o una sombra. Esas curanderas
también ponían cataplasmas contra los terrores (con nueve ramitas de albahaca,
nueve naranjas amargas, nueve higos, tres clases de azúcar y leche de 21 senos de
mujer…). Todo ese mundo mágico de los sefardíes de Salónica resistió hasta la Se-
gunda Guerra Mundial. Los nazis deportaron y mataron 50.000 sefardíes en Aus-
chwitz, Birkenau y otros campos de exterminio. Dentro de ese horror, 365 judíos
de Salónica fueron salvados del campo de exterminio nazi de Bergen-Belsen (Baja
Sajonia) por Sebastián Romero Radigales, canciller de la embajada española en
Atenas. Pocas decenas quedan hoy en la judería de Salónica para atestiguar la im-
portancia de la mayor comunidad sefardí en el oriente de Europa.

Enoch / Enoc. El séptimo hombre (generación) después de Adán. Hijo de Ja-


red, padre de Matusalén y abuelo de Noé, Enoch vivió trescientos sesenta y cinco

175
LUIS PANCORBO

años y no murió, sino que Dios se lo llevó. El Libro de Enoch, obra polémica y zig-
zagueante donde las haya, ha generado no menos de 100.000 textos, subtextos,
atribuciones, interpolaciones… Y un gran impacto para que no se sepa a ciencia
cierta si son cinco las partes del Libro de Enoch, si es que son de Enoch, y no frag-
mentos apócrifos y seudoepigráficos, o si estuvieron redactadas originalmente en
ARAMEO y no, como parece, en gheez etíope. Fue un libro tomado por Sagrada Es-
critura por los Primeros Padres de la Iglesia y por el propio Tertuliano, aunque
tampoco estuvo claro si era un texto más judío que cristiano o al contrario. El mis-
terio de Enoch es de los más resistentes y aún sigue dando alas a muchas fantasías
con su mezcla de materiales literarios que van del 200 a.C. al 50. Sin duda, Enoch I
contribuye sobremanera a las VISIONES intertestamentarias de ÁNGELES, CIELO, jui-
cio, RESURRECCIÓN y del MESÍAS. «Ese libro ha dejado su sello en muchos escrito-
res del Nuevo Testamento, de modo especial en el autor de la Revelación» [Evans,
1992]. Enoch I está lleno de sugerencias extrarreligiosas. El llamado Libro de los
vigilantes incluye dos primeros viajes astrales, y los realiza Enoch; hay además si-
militudes o parábolas; estudios astronómicos; visiones de los sueños, y, por fin, la
«epístola de Enoch». Demasiado saber, expresado con curiosa ambigüedad, para
alguien antediluviano, como Enoch, y encima para una obra que es en su mayor
parte anterior a lo que se denomina «BIBLIA». Y que no tiene pelos en sus variados
pergaminos cuando trata el tema de los ÁNGELES CAÍDOS, cuestión que cristianos y
judíos coincidieron en deplorar. Pero lo que no admite discusión es que en la cue-
va IV de Qumran aparecieron fragmentos del Libro de Enoch en arameo (de don-
de pasaría al hebreo, de ahí al griego y, de ahí, al gheez). Cierto es asimismo que el
Libro de Enoch fue recogido en su canon por los ortodoxos etíopes y que obtuvo
cierto predicamento entre los protestantes. James Bruce, al volver en 1773 de su
fabuloso viaje de seis años por Etiopía, llevó consigo tres copias del Libro de
Enoch, algo que en esa época era más valioso que el oro. La obra no se tradujo del
gheez al inglés hasta 1821 (por Richard Laurence, arzobispo de Cashel). El Libro
de Enoch aún origina debates en la televisión británica y si, para algunos, es el pa-
radigma del conocimiento, para otros no deja de ser, lo mismo que sus derivados
(Las llaves de Enoch), un ejemplo de «parafísica», si no de «patafísica», fino neo-
logismo del padre Ubu, aquella criatura de Alfred Jarry tan dotada para todo tipo
de soluciones imaginarias.

epifanía. La palabra «epifanía» (de epi, «sobre», y phanos, «aparición») signifi-


ca «manifestación», «aparición», y no sólo en un aspecto exterior. Epifanía en gra-
do sumo es la estrella predicha por Balaam, la que motivó el viaje y la adoración de
los REYES MAGOS al Niño recién nacido el 6 de enero (la fecha aceptada para el na-
cimiento de Jesucristo hasta el siglo IV). Una gran epifanía sería conseguir la Reve-
lación, o profecía verdadera, la que no se conoce sin tener luz infusa, ni «…con
mente turbada… a modo de frenéticos o fantasiosos, sino con mente regulada e
iluminada» [Scaramelli, 1791].

Equatoria. Una provincia del sur de Sudán que ha sido víctima de las últimas
convulsiones del país, la guerra crónica entre cristianos y musulmanes, hambrunas,

176
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

desplazamientos masivos… En el siglo XIX, Equatoria poseía más ambiguos confi-


nes. Estaba bajo el control genérico de Ismail, el JEDIVE de Egipto, aunque en 1871
su administración fue confiada al inglés sir Samuel Baker. Un año más tarde, el ex-
plorador inglés trató de anexionar el reino ugandés de Bunyoro a Equatoria con
una guerra contra el rey Omakuma Kabalega. Éste opuso una gran e inteligente re-
sistencia, haciendo un poco lo que SHAKA, el rey de los ZULÚES en Sudáfrica: formó
batallones (impis en zulú), de 1.500 hombres, dirigidos cada uno por un militar ca-
pacitado y profesional. El segundo gobernador de Equatoria fue el capitán Gordon,
otra gloria británica del viejo Sudán, pero las relaciones entre el vecino rey Kabale-
ga y Egipto, de quien dependía Equatoria, no mejoraron hasta el nombramiento del
tercer gobernador. Fue éste el mítico Emin Pachá, quien en 1878 se retiró de Bun-
yoro y empleó sus esfuerzos en controlar la orilla occidental del Nilo, además de
limpiar la región de Acholi de esclavistas, la plaga de aquel tiempo y lugar. En 1883,
tras la revolución del MAHDI, Emin Pachá desplegó sus tropas en Wadelai hasta que
en 1889 se retiró completamente de Equatoria, con lo que por fin el reino ugandés
de Bunyoro, y su rey Kabalega, pudieron respirar con cierta seguridad.

equilibrio puntuado. Una de las grandes aportaciones del paleontólogo


norteamericano Stephen Jay Gould (1941-2002), considerado el padre de la remo-
delación moderna de la evolución darwinista. En 1972, en unión de Niles Elredge,
aseguró que las especies no cambiaron nada durante millones de años. Eso sonaba
anti-darwinista, pero permitió concluir a Gould que, si bien no había cambios du-
rante unas enormes y largas etapas, en otras etapas había cambios extraordinaria-
mente rápidos, por no decir frenéticos. Lo «puntuado» tenía que ver con los pun-
tos en que las especies se desarrollaban con toda rapidez. Gould fue un divulgador
científico muy ameno (Dientes de gallina y dedos de caballo, 1995), aparte de
obras fundamentales como La estructura de la teoría evolucionaria (2002) y de ser
por muchos años un profesor muy querido en Harvard.

eranos. Antiguo término griego traducible como «núcleo» o «banquete espiri-


tual» en que los participantes comparten los gozos de la palabra además del cáliz
(no sangriento, sino lúdico) y la poesía. Los miembros de eranos dirían sobre todo
que lo que no es eranos es dilapidación de los bienes ajenos, o consumir de forma
desordenada el patrimonio cultural de los demás. Eso siguiendo a la diosa Palas
Atenea que pronunció esa misteriosa palabra, eranos, cuando se hizo pasar por
Menes, un rey viajero, y fue a Itaca en busca de Telémaco, cuando su padre Ulises
estaba ausente. Penélope celebraba un banquete y al principio no estaba claro si
era nupcial. Pero cuando se resolvió el equívoco, Palas Atenea pronunció por fin
la palabra creadora del convivio, la que luego se haría famosa en Ascona, una pe-
queña localidad del cantón suizo del Ticino, por parte de un grupo de intelectuales
modulados por Carl Gustav JUNG. Ascona alcanzó una intensidad cultural como la
de una pequeña Viena. Durante más de medio siglo se ha tratado allí de conjuntar
la savia de Oriente y Occidente. Eranos, pues, círculo de debate, pensamiento y
publicación de obras inspirado siempre por Jung, y en el que participaron a partir
de 1933, y por más de medio siglo, escritores de la talla de Mircea Eliade, Joseph

177
LUIS PANCORBO

Campbell, E. Neuman, H. Corbin, G. Scholem, K. Kerényi… y los españoles Rai-


mon Panikkar y Andrés Ortiz-Osés, éste último editor, junto a Patxi Lanceros, de
Arquetipos y símbolos colectivos (1994), bajo los auspicios, como ellos dicen, de
Hermes, un dios que lo mismo vale para la hermeneútica que para la hermética. El
Círculo de Eranos (Eranoskreis en alemán) ha llegado a compilar hasta 57 tomos,
o anuarios —los llamados Jahrbücher—, sobre el simbolismo y los ARQUETIPOS
culturales, amén de muchas monografías y diversos trabajos, como la reelabora-
ción de los I Ching («El libro de las Mutaciones»), siempre desde perspectivas
multidisciplinares. La danza de Eranos («Eadem Mutata Resurgo» es su lema) y su
departir continúa tratando de iluminar, y más con lo que hay que interpretar en
tiempos donde todo suena a un «código Da Vinci».

eretz / yeretz. Vocablo que, antecediendo a Israel, significa «Tierra de Israel»


en tanto a «Tierra Elegida» o «Tierra Prometida». Pero prometida para los judíos,
con centro en SIÓN, monte santo y también centro santo del mundo, por otro
nombre Jerusalén. Es dónde dirigirse de forma sagrada o dónde acabar una aliyah,
una «ASCENSIÓN». Israel ha promovido aliyahs desde la India, Yemen, Etiopía (>
FALASHAS) y hasta desde Albania en 1991. En 1920, Max Nordau (1849-1923) lle-
gó a defender la idea de evacuar a medio millón de judíos europeos a Eretz Israel.
Antes de eso, en varios Congresos Sionistas, coincidió con las ideas de Herzl sobre
el «Plan Uganda», y también propuso los llamados nachtasyl, o «asilos nocturnos»,
para resolver el problema de la persecución judía, aunque al final sus apreciaciones
cayeron en saco roto.

ergot. Alucinógeno producido por un hongo parasitario de la cebada. Fue utili-


zado en los cultos de Eleusis, sostienen al alimón tres autores como R. Gordon
Wasson, el gran etnomicólogo, Albert Hoffman, el descubridor del LSD, y Carl
A. P. Ruck [1978]. El ritual implicaba beber ergot hasta alcanzar la EPIFANÍA, la re-
velación de los misterios [Campbell, 2002].

ergotismo. Enfermedad causada por algún cereal —en especial, centeno—


que contiene cornezuelo. Este hongo es conocido por su carga de ergotina, sustan-
cia inspiradora del ácido lisérgico o LSD. El ergotismo o Fuego de San Antón fue
en tiempos medievales un azote que tenía poco de psicodelia. Era una peste, una
fiebre letal, contra la que se oponían remedios rudimentarios, baños refrescantes o
consumo de alimentos fríos como el pescado. San Antón, o san Antonio, fue el
protector de los apestados. Ya en el siglo XV fueron numerosos los monasterios an-
tonianos que acogían a las víctimas del ergotismo. En el París de 1418 se desató un
Fuego de San Antón que se cobró 50.000 vidas en un mes [Dixon, 2005]. Atrofia
de los miembros, gangrena, acompañaban al ergotismo, sin contar una panoplia de
alucinaciones, algo que fue espectacularmente reflejado en el tríptico del Bosco
Las tentaciones de San Antonio.

eructo. Signo de aprecio tras una buena comida entre algunos árabes y a menu-
do acompañado de la expresión «Alhamdulilah» («gracias a Alá»). También tiene

178
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ese sentido entre los TORAYAS, animistas de Sulawesi (Célebes), así como es precep-
tivo comer con los dedos (y de la mano derecha, la izquierda es impura). En cues-
tión de usos, como en gustos, el campo es amplio. Es normal que dos hombres be-
duinos se besen frotándose la nariz cuando se encuentran (como antiguamente los
INUIT). Y en Rusia no sorprende que los hombres se estampen varios besos en me-
jillas y hasta en la boca.

Erythia. Isla fabulosa de Cádiz. «Isla Aprodisias» según Plinio, junto a la cual
habría nacido Geryon de Tartessos, como indican unos versos de Stesichoro: «En-
frente de la ínclita y celebrada Erythia, a la vista de las plateadas caudalosas fuen-
tes del río Tarteso…». Allí debió haber una caverna con un templo consagrado a
Venus Marina y un popular ORÁCULO (Oraculum Menesthei). Joaquín Costa
[1888] discute que ése, y otros temas sacados de la poesía religiosa gaditana, de-
bieran atribuirse a Habidis, como sostiene A. Delgado en Nuevo método de clasi-
ficación de las medallas autónomas de España. Para Costa, más bien debió ser que
Habidis «recibió el ser de los poemas e himnos teogónicos de la Bética citados por
Asclepiades Mirleano…».

escapulario. Del latín scapulae, «hombro». Protecciones mágicas, vestidos


enteros al principio luego reducidos a simbólicas piezas de tela… Los ahmara se
cuelgan cordeles con bolsas de cuero que contienen EXORCISMOS contra los ZAR o
espíritus maléficos. Los requetés navarros durante la Guerra Civil española —se-
gún Pío Caro Baroja— llevaban unos con la leyenda: «Detente bala, el Sagrado
Corazón está conmigo».

esclavitud. Entre 11 y 14 millones fueron los esclavos negros transportados


como ganado desde África a América. Hay quien cree que fueron más los africanos
que ni siquiera llegaron al Nuevo Mundo. Esclavitud es la privación absoluta de la
libertad de una persona a beneficio de otra. Pero bastaría tildarlo de crimen contra
la humanidad, tal como fue definido en la Conferencia Internacional contra el Ra-
cismo, organizada bajos los auspicios de la ONU en Durban (Sudáfrica) en 2001.
Y, con todo, es un tema antiguo como el hombre: los judíos eran esclavos de los
egipcios hasta el momento de su éxodo y su liberación. La esclavitud en el imperio
romano llegó a tener un gran volumen y jurisprudencia, como si ningún detalle de
la posesión del hombre por el hombre (aunque los esclavos no eran personas, ni
ciudadanos…) pudiera o debiera escapar a un sistema tan fuerte como el romano,
que, sin embargo, colapsó. En cualquier caso, ningún fenómeno esclavista adquirió
los tintes del que sufrieron los africanos después de la conquista de América. Bor-
ges comentó con ironía la benevolencia de Las Casas hacia los INDIOS, ésa fue la
causa que impulsó la importación de esclavos negros. Los NEGREROS ayudaban a
los colonialistas en la trata, captura y transporte del oro negro, o marfil negro, es
decir, de sus hermanos. Los imperios español y portugués se cimentaron en la tra-
ta, lo mismo que la riqueza de otras naciones europeas posteriormente. En Mauri-
tania continúa vigente la posesión de esclavos, más o menos disimulada. Dicen allí
que hay personas (harratin) que prefieren no ser manumitidas y vivir con sus amos.

179
LUIS PANCORBO

En 1980 se proclamó una abolición esclavista en Mauritania, pero diez años des-
pués se calculaba en 100.000 el número de ab, «esclavos», y en 300.000 los harra-
tin, «ex esclavos» o «semiesclavos». Sin embargo, un antiguo esclavo, Sguier Uld
Mbarek, de cuarenta y nueve años, era nombrado primer ministro del país en julio
de 2003. Los baqqara islámicos del sur de Sudán son acusados de ejercer la trata
entre el silencio ominoso de muchos. Las conciencias quedan golpeadas de vez en
cuando. El barco Etireno fue detenido en Gabón en junio de 2001 con su carga-
mento de 23 niños de Benín, Malí y Togo, para su venta como esclavos. En el Sara-
wak Oriental (isla de Borneo), la etnia de los kayan, perteneciente a los ORANG
ULU, poseía siervos casi con la categoría de esclavos hasta hace pocas décadas. No
debe extrañar que aún haya cerca de 27 millones de esclavos en el mundo (según
datos de National Geographic, septiembre, 2003), y la mayor parte son niños, los
esclavos del siglo XXI, niños que trabajan en talleres de la India, picando piedras en
los Andes, cosechando caña de azúcar en Myanmar, cultivando algodón en Benín,
sembrando cacao en Costa de Marfil… Niñas prostitutas de Asia, África, Améri-
ca…, pero que contribuyen con 13.000 millones de euros a la economía global.

escorsonera. Planta de propiedades diuréticas y antigotosas conocida en el si-


glo XV como «yerva escuerçonera». En el Perú colonial se hacían mates con esa
hierba para malestares cardíacos. Según el doctor sevillano Nicoloso Monardes
[1569], también era mano de santo para contrarrestar venenos, al estilo de la pie-
dra bezaar (> BEZOAR).

esenios. Secta judía que parece haber surgido en el año 150 a.C. y que seguía el
Antiguo Testamento de forma laxa, dado que sus adeptos también practicaban cul-
tos solares y pitagóricos. Se cree que muchos de los manuscritos encontrados en
Qumran, a orillas del mar Muerto, fueron textos esenios que puntualizan y corri-
gen las historias de los EVANGELIOS. También se cree que los esenios daban mucha
importancia ritual a las túnicas blancas, de lino (cosa que después fue corriente en-
tre gnósticos, CÁTAROS...), siendo de actitudes pacíficas, a diferencia de los más
aguerridos ZELOTES. «Los esenios del mar Muerto y los esenios libres, así como la
secta del Nuevo Testamento de Damasco, ejercieron el experimento del comunis-
mo, pero pronto quedó en el olvido» [Graves, 1984]. Sin embargo, los llamados
«evangelios esenios» siguen estando en el ojo del huracán, como si pudiesen conte-
ner aún el revés de la trama del CRISTIANISMO tal como fue contado. Sin contar con
que Jesús, de existir, pudo ser esenio.

Esmara / Smara. Ciudad santa del Sahara Occidental (antiguo Sahara espa-
ñol). Fue fundada en 1898 por el jeque Malainin (Chej Ma El Ainin) junto al río
Uain Zeluan, afluente de la Sagia el Hamra. El jeque, autoproclamado MAHDI en
1895, capitaneaba con igual ardor a sus guerreros, los hombres azules, que a una
cofradía mística sahariana (la de los Fadelïa). «Dicen que en ciertos años se llega-
ron a concentrar hasta tres mil tiendas, cosa que parece hipérbólica…» [Caro Ba-
roja, 1990]. Tras el abandono de Smara o Esmara («junco») en 1910, la ciudad
santa fue destruida por el coronel francés Mouret tres años más tarde. España pasó

180
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

a controlar Esmara a partir de 1935. Tras la apresurada descolonización del Sahara


español en noviembre de 1975, Esmara fue ocupada por el gobierno de Rabat y ha
sido teatro de esporádicos combates entre saharauis y marroquíes (como en la pe-
queña Intifada saharaui de la primavera de 2005).

especie. En la naturaleza hay reinos, desde el sideral al vegetal, pasando por el


mineral y el animal, pero sin olvidar el «reino hominal», como bautizó Geoffroy
Saint Hilaire a un espacio donde hay religiosidad y moralidad. «Los animales tam-
bién son inteligentes, pero no sucede lo mismo con la moralidad y la religiosidad»
[Aranzadi, c. 1900]. Si hablamos del Homo sapiens, desde luego es una especie
triunfadora en el planeta y, sin embargo, trata de destruirlo. Entendemos por «es-
pecie» el grupo de individuos que tienen algo en común y algo distinto de los otros
grupos. Luego vendrían las variedades mal llamadas «razas». Lamarck, «a quien
corresponde la gloria de ser autor del transformismo» [Topinard, 1891], lo decía
con justeza: «La especie es la colección de individuos semejantes que la generación
perpetúa en el mismo estado, en tanto que las circunstancias de la situación no
cambien lo bastante para variar sus costumbres, sus caracteres y sus formas». Ya
en 1809, cuando formulaba su teoría, Lamarck creía que la especie varía hasta lo
infinito, pero que, considerada en el tiempo, no existe. Se trata de la especie, rara
avis, vista en el estado actual de las cosas. Es decir, antes de una posible mutación,
o de una extinción, lo que llevaría a hablar, llegado el caso, de ex especies.

espejos. En el siglo XIX llegaron a Europa vía Venecia los magic mirrors, «espe-
jos mágicos» de China que en apariencia eran opacos, superficies bruñidas de me-
tal, pero que podían hacer aparecer imágenes de BUDA y otras. En 1886, Henry Ja-
mes regaló un espejo mágico a Stevenson, poco después de que éste hubiera usado
uno en su novela sobre Jekyll y Hyde [Rankin, 1987]. Pero para espejos intrigantes
los del ALEPH. «Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque
yo claramente la veía desde todos los puntos del universo» [Borges, 1971]. El prin-
cipal espejo es el mundo, y así la Tierra es el Aleph o espejo del mundo superior.
Otros espejos son secundarios. El espejo de Iskandar Zu al-Karnayn, o Alejandro
Bicorne de Macedonia, tenía una virtud: «En su cristal se reflejaba el universo en-
tero» [Borges, 1971]. U otros espejos que menciona Burton por boca de Borges: la
séptuple copa de Kai Josrú, el espejo que Luciano de Samosata vio en la Luna, la
lanza especular del Satiricón, el espejo universal del mago Merlín… Sin olvidar el
espejo sin óptica de la mezquita de Amr de El Cairo, en una columna del patio
central, algo tan absoluto como el dios BRAHMA, el que porta el espejo roto donde
se refleja la humanidad.

esperanto. Lengua creada por el oculista ruso-polaco Lázaro L. Zamenhof en


1887. Pertenece al grupo de lenguas artificiales, con la pretensión de servir a todo
el planeta, como el idioma ido, una reforma del esperanto ideada por Louis de Be-
aufort en 1907. O el volapük, lengua universal (de vol, «mundo», derivado del in-
glés world y pük, «habla», derivado del inglés speech), lengua asimismo de tipo
aglutinante creada en 1880 por el sacerdote alemán Johann Martin Schleyer. Hay

181
LUIS PANCORBO

lenguas artificiales basadas en la lógica, como el loglan o el lojban… Aunque hay


pocas interlingua, y que sean tan impenetrables, como la usada por los tripulantes
del Nautilus del capitán Nemo, y su aún indescifrada frase: «Nautron respoc lorni
virch». Para algunos siempre estuvo claro que era un código masónico.

espiritismo. Movimiento que «muchos consideramos como el más importante


de la historia del mundo desde el episodio de Jesucristo» [Conan Doyle, 1927].
Los espiritistas, con Conan Doyle a la cabeza, consideran el 31 de mayo de 1848
«como el principio de todas las cosas psíquicas, porque su movimiento data de di-
cha fecha». Fue cuando se creó la Sociedad Espiritista, una Nueva Iglesia para el
padre de Sherlock Holmes. Por otro lado, Conan Doyle, que hablaba en nombre
de muchos espiritistas, consideraba a Emanuel Swedenborg, «el padre de nuestro
nuevo conocimiento de los fenómenos sobrenaturales». De niño, Swendenbog ex-
halaba vapor por su cuerpo y eso caía hasta la alfombra (ectoplasma que aparece
en todo fenómeno físico de «materializaciones»). Según Conan Doyle [1927], el
gran sueco no mentía al sostener que una «nube pesada rodeaba a la Tierra debido
a la grosería psíquica de la humanidad y que sólo de tiempo en tiempo tenía lugar
un claro…».

Espíritu Santo. El verbo. La palabra. El soplo. El autor mágico de libros sa-


grados como la BIBLIA o la TORÁ. Omnisciente, omnipotente y, por supuesto, om-
nipresente. Tiene un sentido de una aparición tras otra (> PARÁCLITO). Hubo una
guerra encarnizada entre los unitarios trinitarios y los socianianos o antitrinitarios.
Los papistas trinitarios pudieron quemar sin remordimiento en 1553 al médico
Miguel Servet, descubridor de la circulación de la sangre, pero que no tragaba con
que la santa paloma fuese una y trina. Los socinianos reciben su nombre de Socin,
o Lelio Sozzini (1525-1562), fundador de la doctrina antitrinitaria a la que se adhi-
rió Servet pagando con la propia circulación de su sangre.

esquela. Puede haberlas de varios tipos, pero en España siempre han destacado
las mortuorias. «Las esquelas se sirven en España con el desayuno» [Carandell,
1975]. Es mucha la mies obituaria. Desde epitafios en verso —«La deuda que al
nacer / contrajeron los mortales / pagó dejando de ser / Pedro Alcántara Corra-
les»— a poemas satíricos como los que usan los mexicanos el Día de Difuntos a
modo de felicitaciones. Así se llega a prosas necrológicas de mucho sentimiento
publicadas en periódicos diversos: «Arrodilló su alma ante Dios…». O una, más
habitual antaño, que dice: «Se durmió plácidamente en los brazos del Señor». La
familia encarga la esquela y ruega o encarece la asistencia al entierro y a la misa de
réquiem en sufragio del alma concreta. El semanario El Adelanto Bañezano publi-
có una esquela sonada en el 1.938 aniversario de Jesús de Nazaret, «que murió
crucificado en Jerusalén a los treinta y tres años de edad, después de dar (no de re-
cibir) todos los sacramentos. Su desconsolada madre; María, tíos, primos y demás
familia» [Carandell, 1975]. Después de todo las rarezas son relativas: los DOWAYO
de Camerún «ven la muerte como una CIRCUNCISIÓN… especialmente dura en la
que se descubre el pene en casi toda su extensión». Y en Transilvania «sigue exis-

182
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tiendo la costumbre de casar a un cadáver soltero con una persona viva» [Barley,
2000].

esquimales / esquimo / eskimo… Palabra que deriva del algonquino


wiyaskimowok que significa «comedor de carne cruda». Eso, al menos, se ha soste-
nido con tenacidad e imprudencia a lo largo de los siglos, como la verdad del
trampero. Robert Griffith [1953] cree que eskimo es una corrupción de eskiman-
tic en el idioma de los indios abnaki o de los ojibway ashkimeq, aunque siempre
con el significado de «los que comen carne cruda». Lo único claro es que los mal
llamados «esquimales» se llaman a sí mismos inuit («los hombres»). El singular es
inuk. Unos 120.000 inuit viven en ese arco ártico de 5.400 kilómetros que se ex-
tiende desde el extremo más oriental de Siberia, donde resisten unos pocos miles
de inuit o CHUKCHI, hasta Groenlandia (con unos 50.000). El resto se reparte entre
Alaska (unos 27.000, que reciben el nombre de inu-
piat) y Canadá (unos 22.000). Fueron conocidos por
su liberalidad al permitir que sus mujeres «sonrie-
ran» con los extranjeros, y por su facilidad para es-
tar desnudos en casas de hielo mientras fuera hacía
temperaturas de 30 o más grados bajo cero. Fantasí-
as con algo de realidad. Su mayor problema cierto y
actual es el derretimiento de su casa, de su hogar, no
entendiendo por eso un IGLÚ, sino el propio casque-
te polar y cercanías árticas. El calentamiento global
disuelve su idea de cultura, además de la grasa de
foca, y echa a perder los jamones de caribú que has-
ta ahora no necesitaban frigorífico.

esteatopigia. Grasa acumulada en la parte trasera del cuerpo. Fenómeno de


las poblaciones de los khoisan, bosquimanos (> SAN) y HOTENTOTES de Sudáfrica.
La esteatopigia es más acusada en las mujeres. Algunas fueron
llevadas en el siglo XIX a Europa y presentadas en los circos
como atracciones por esa acumulación de grasa en el trasero.
Otra curiosidad, que animaba a acuarelistas célebres del XIX,
como François Le Vaillant, era la de los labios vaginales col-
gantes de algunas mujeres khoisan. La aberración era usar se-
res humanos como fenómenos. Los restos de Saartje Baart-
man, del pueblo GRIQUA, expuesta en París y Londres en 1810,
fueron inhumados por fin en Sudáfrica en el año 2002. Una es-
pecie de viaje final de resarcimiento y expiación como, en cier-
to modo, el del NEGRO DE BANYOLES.

esterilización. La búsqueda de la pureza, encomiable en el terreno higiénico,


produjo barbaridades en temas raciales. Y supercherías y libelos sin cuento. Salva-
dor Allende, presidente de Chile hasta el golpe de Pinochet, ha sido acusado en un
libro de haber promovido la esterilización de los alienados durante su periodo de

183
LUIS PANCORBO

ministro de Salubridad (1939-1941). Además, Allende ha sido presentado [Farías,


2005] como antisemita, homófobo y racista, todo ello basándose en la tesis docto-
ral «Higiene mental y delincuencia», que defendió en 1933 el futuro presidente
chileno para licenciarse en Medicina. Cierto es que redactó su tesis con estilo a lo
LOMBROSO, y que algunas de sus frases son poco afortunadas: «Los cíngaros cons-
tituyen habitualmente agrupaciones delictuosas, en donde impera la pereza, la ira y
la vanidad…»; «Los hebreos se caracterizan por determinadas formas de delito: es-
tafa, falsedad, calumnia y, sobre todo, la usura…». Pero no menos cierto es que
Allende marcó distancias, incluso en aquella su temprana tesis doctoral, con la
idea errónea de la influencia de la RAZA sobre la delincuencia y otras barbaridades
semejantes.

estigmas. Marcas en la antigua Grecia sobre la piel de los esclavos. Marcas a


fuego. Hay también estigmas «sociales» en el sentido de discriminación, condena,
devaluación de personas o grupos. Muchas veces en la historia los estigmas se aso-
ciaron a estados de salud, a enfermedades como la lepra y ahora como el sida. Sus
afectados son estigmatizados socialmente aunque se repita que «la lepra se puede
curar» [Goffman, 1963]. Luego están los estigmas psiquiátricos, paranormales o
místicos. Muchos santos adujeron ser estigmatizados. El padre Pío de Pietrelcina
fue famoso por tener estigmas en las manos y en los pies, como Jesucristo crucifi-
cado, según decía.

estilitas. Ascetas propensos a ejercer su santidad en lo alto de una columna. O


sobre uno de sus dos pies, que fue lo que hizo durante un año san Simeón el Estili-
ta [Haggarth, 1929]. En realidad, hubo dos estilitas famosos, Simeón Estilita el
Viejo, que se posó en una columna en Alepo (Siria), y Simeón Estilita el Joven,
cuya columna estaba en la antigua Antioquía (Turquía), ciudad bizantina donde se
congregaban hechiceros y brujas en grandes cantidades. Antioquía era así una es-
pecie de ORÁCULO délfico vivo donde todo y lo contrario era posible. El polvo del
estilita curaba el estreñimiento, o podía «causar la lepra a un incrédulo, resucitar
un asno y arreglar el vino avinagrado» [Dalrymple, 2002]. Luis Buñuel en Simón,
el mago da buena cuenta de un estilita que al final lo comprende todo y coge el
avión para Nueva York, donde se lo va a pasar mejor que en lo alto de un PILAR en
el desierto.

estrella de David. Resultante de la unión de dos triángulos isósceles, uno


hacia arriba y otro abajo. O de la representación de dos pirámides, una de ellas in-
vertida. O de un cáliz y una espada, símbolos para los esotéricos de Jesús y la
MAGDALENA. Ya en ese punto, Santo GRIAL. Y en otra banda, escuadra y compás
masónicos.

estrés / stress. Difícil de definir en los países no desarrollados. Muchos INDÍ-


GENAS no sufrirían nuestro estrés por razones materiales obvias. Sin embargo, hay
allí una ansiedad vital, no falta la codicia, aunque eso, como el exceso o el defecto
de lluvia, se suele relacionar con los malos espíritus. Dentro del estrés moderno va

184
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

el asunto del dinero, pero sin dejar de incluir un componente de lo que antes se
llamaba «neurastenia». «Un poco de neurastenia no está mal. Le da a la vida un
aire de folletín» [Baroja, 1951].

Estruc. Si es que existió, el conde Arnald Estruc fue el más genuino conde Drá-
cula de la península Ibérica. De haber vivido, fue en la Edad Media, siendo un ca-
ballero que participó en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Sus fechorías ha-
brían acaecido en el Alto Ampurdán, quizás hacia Llers, un pueblo donde todo es
posible, incluso más que en Granada. Fages de Climent (1902-1968) hizo un libro
de poemas sobre Las Bruixes de Llers y lo ilustró Dalí, su paisano de Figueres. Es-
truc no fue el único vampir catalán. Los hubo insignes como l’Ugarñés, del castillo
de Estella, que comía niños y bebía su sangre. Y els dips de Prat, animales vampíri-
cos que han dado patas al escudo de Pratdip. Ninguno comparable al conde Es-
truc que sólo con su nombre acollonaba en los parajes de Llers, de por sí cargados
de brujas [Ávila, 2002]. Pronunciar su nombre daba mal fario dado que estruga
era una manera de decir BRUJA vampiresca en esa región (los genuinos vampiros de
Transilvania eran los strigoiaca). Estruc también sería «suerte», tal vez más fuerte
que sors. En catalán se dice mala estrugança a la mala suerte, por ejemplo cuando
pierde el equipo de fútbol. Claro que: «La buena suerte tampoco es perenne; en
consecuencia, no es útil apegarse demasiado a las cosas cuando todo nos va bien»
[Dalai Lama, 2003].

estupro. Base del MATRIMONIO según la propuesta, no exenta de paradoja, de


Desmond Morris [2000]. El animal macho salta sobre la hembra y produce un he-
cho consumado. En el matrimonio civilizado se daría un estupro económico. Es el
caso del matrimonio burgués impuesto por razones financieras, o de las alianzas
económicas entre familias que sortean ampliamente el tema del cariño entre cón-
yuges, o de los matrimonios con el mero propósito de «sonreír», como dirían los
viejos ESQUIMALES, es decir, de satisfacer la LIBIDO sin otras contemplaciones senti-
mentales. En el Amazonas, los YANOMAMIS perpetran violaciones en poblados veci-
nos, donde además raptan mujeres dada la escasez crónica de hembras (> POLIAN-
DRIA).

esvástica / swastica. Signo hindú que representa bienestar, buena suerte,


buen augurio. Se pinta en la cabeza de los niños a los que se rasura el cráneo para
ofrecer sus cabellos al GANGES, en las habitaciones de los hoteles, en los camellos,
en casas y tumbas… Para algunos, la esvástica (del sánscrito
swasti, «hacer el bien») evoca sobre todo el giro del sol, es
un signo heliosístico. La esvástica apareció en la huella de
BUDA, primera de las 65 señales del pie del Tathagata, y se
han encontrado esos signos desde las pampas argentinas a
los cementerios romanos de Bélgica… y en Silesia, Pomera-
nia y algunos países nórdicos como Dinamarca. «Yo creo
que la swastica, afiliada al tetragammaton y al nombre de
Dios en casi todos los idiomas antiguos y modernos, es un

185
LUIS PANCORBO

símbolo de totalidad panteísta y una alusión a los cuatro elementos básicos de la


creación: tierra, aire, agua y fuego» [Sender, 1967]. Han aparecido esvásticas de
cobre en Kargaly (Rusia) de hace seis mil años junto a otros artefactos de Eurasia.
La esvástica hindú es dextrógira, con las aspas simulando un giro como el de las
manecillas del reloj, de derecha a izquierda. Los nazis se apropiaron del signo con
la diferencia de hacer cruces gamadas (Hakenkreuze, «cruces de ganchos») o es-
vásticas de tipo levógiro, con los brazos girando de izquierda a derecha, lo que se
considera más bien sauvástika. Una de las esvásticas más antiguas y sorprendentes,
del Paleolítico posterior, se talló en una estatuilla de marfil de MAMUT que repre-
senta un pájaro, y fue encontrada en Mezin, cerca de Kiev (Ucrania). Es una esvás-
tica además muy sofisticada, con doble trazo para cada una de las ramas. También
en el pecho de Amida («BUDA de la luz infinita») suele aparecer una esvástica levó-
gira, en sentido contrario a las agujas del reloj [Campbell, 1998]. El simbolismo de
esa rueda solar, que es lo que en el fondo supone una esvástica, llegó a los galos
con su gammadion o croix cramponnée; a los sajones con su fylfot; a los vascos con
su LAUBURU.

etas. Miembros de un grupo social japonés con más de dos millones de personas.
Antaño se les consideraba impuros, contaminantes, y eran repudiados socialmente.
Sus trabajos se desarrollaban en mataderos, cementerios, industrias de cuero, hor-
nos crematorios… y, en parte, aún sucede eso. Si se recibe la visita de un eta luego
hay que purificar la casa con sal. Otros grupos, víctimas de un cierto desprecio so-
cial, son los BURAKUMIN, kankoujins, kuronbos (como llaman en Japón a los negros,
incluso a los cingaleses de Sri Lanka), shirois, asia-jins, chugokujins, hafus… todos
ellos ciudadanos de segunda o tercera clase. Aparte están los gaijins, «extranjeros»,
tanto como decir extraterrestres, aunque para eso es peor, más derogatorio, usar el
término gaikokujin o incluso el de keto para llamar a los no japoneses.

éter. Quinto elemento en varias concepciones cósmicas como la hinduista. En la


India hinduista es akasha, «el espacio», y se suma a los cuatro elementos de la tra-
dición grecolatina (fuego, aire, agua y tierra). En el éter, creen en Bali, reside la
música sagrada. Pero en la tradición griega, el éter es equivalente al CIELO, un cielo
visto como un hijo o resultado de la unión incestuosa entre los hermanos Erebo y
Nix, hijos de Caos. Erebo es las tinieblas infernales y Nix, la noche, madre de tres
hijos como Hipnos (sueño), Tánatos (muerte) y Moro (suerte). Hay quien dice que
Nix también engendró a las HESPÉRIDES, las guardianas del jardín de las manzanas
de oro. Existe un ETNOCENTRISMO mitológico. La belleza y abundancia de los mi-
tos grecolatinos no se agota fácilmente, y lo mismo podrían decir los isleños mela-
nesios de las SALOMÓN. Un anciano Poromarimatawa fue quien pescó una vez las
islas Salomón, empezando por la actual Ulawa, cuyo primer nombre fue Haunua-
niakalo, «la morada de los espíritus». Llevaba una caña de pescar llamada Adio
que era capaz de ir sacando islas como peces. En otro archipiélago salomónico, el
de las Shortlands, la creación se debió a que el dios local se puso a mascar nuez de
BETEL en una playa y empezó a escribir en la arena los nombres de las islas que ha-
bía hecho: se dio cuenta de que no había creado la isla en que estaba, Mono (o

186
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Treasury) y, por tanto, colgó su bolsa de betel en la rama de un árbol y decidió


crearla en el acto para que no se hundiera en las profundidades marinas. Y la hizo
firme, de roca, muy distinta a la siguiente isla, la arenosa Alu. Todavía hay en
Mono una roca con la huella de un pie que atestigua la solidez de la isla, muy aleja-
da y diferente de Alu [Sanga, 1989].

eternidad. Un momento entre lo que es, lo que fue y lo que sería. O una playa
fluvial en la que coinciden los tiempos antiguos y futuros. «La eternidad es todos
nuestros ayeres, todos los ayeres de todos los seres conscientes… Platón dijo que el
tiempo es la imagen móvil de la eternidad» [Borges, 1980]. Por eso Borges se atre-
ve a concluir que «el tiempo vendría a ser un don de la eternidad». A Borges le de-
leitaban estas y otras libélulas del pensamiento, como la del metafísico inglés James
Bradley, según el cual el tiempo fluye desde el porvenir hasta el presente: «…aquel
momento en el cual el futuro se vuelve pasado, es el momento que llamamos pre-
sente». La eternidad para un isleño partidario de MORO en la Weather Coast de
Guadalcanal (islas SALOMÓN) empieza por una unidad de tiempo, un par de cose-
chas de ñames coincidentes con un par de solsticios lunares. Si eso viene bien, em-
pieza el mundo a girar como debe. Aunque el año es algo largo y secundario. Im-
porta cada atardecer, cuando salen los espíritus. En Lisiala (isla Malaita), los años
(falisi) son lunares y arrancan en diciembre, al acabar la estación de los cangrejos
[Waleanisia, 1989]. Eso se junta con el nuevo ciclo y todo se enrosca al fin en lo
que puede parecer un soplo, o una eternidad.

eterno retorno. Creencia de los pitagóricos. Todo se repite, el tiempo es cí-


clico, cosa que fue refutada por san Agustín y por quienes veían en Cristo el inicio
del tiempo, o la cuenta de un tiempo lineal, el que concluye con la salvación. Te-
mas todos ellos caros a Borges [1980]. Sin embargo, el tiempo cíclico era crucial
para los CALENDARIOS MAYAS, y sus cuentas cortas y largas, como lo sigue siendo
para los isleños de las SALOMÓN, que empiezan el año según el pescado que se
pueda atrapar. Entre diciembre y enero es cuando acuden las bandadas de peque-
ños peces (ramada, karaai); está acabando la estación de los cangrejos (kuka) y son
comunes las olas grandes, lo que quiere decir que pronto vendrá koburu, la esta-
ción húmeda y ventosa, magnífica porque anuncia la llegada de los bonitos… Eso
es un eterno retorno aunque no tenga la aristocracia del pensamiento de Hume, de
Blanqui ni, por supuesto, del propio Nietzsche.

etniker. «Investigación étnica», según José Miguel de Barandiarán. Con el


nombre de Etniker se fundaron dos grupos, uno en Navarra y otro en el País Vas-
co (para Guipúzcoa, Vizcaya y Álava), en los años setenta, cuando también empe-
zó su andadura el Instituto Labayru, al amparo de la Iglesia, para promover la
cultura y lengua vascas. «Los etniker son como los brazos etnográficos de Ba-
randiarán, como una nervadura humana y eficaz… Etniker tenía un alcance fun-
cional, no sólo morfológico… lo que le confiere sentido a la forma» [Aguirre Baz-
tán, 1986]. El sacerdote Barandiarán fue autor de muchos libros clave sobre la
antropología de Euskal Herría desde su primera publicación, El hombre prehistó-

187
LUIS PANCORBO

rico en el País Vasco (1953), hasta su Antropología cultural en el País Vasco


(1984). Julio Caro Baroja, siempre agradecido a sus maestros, se declaró discípulo
de Bariandarán y de Telesforo de Aranzadi; además, de «los extranjeros, fueron
don Hugo Obermaier y don Hermann Trimborn, los dos alemanes» [Caro Baroja,
1972]. También elogió Caro Baroja la figura y obra de Bariandarán en el libro co-
lectivo Homenaje a don Miguel de Barandiarán (1963). Nació Barandiarán en
1889 y murió en 1991, a los ciento un años, así que pudo observar los cambios que
se produjeron en la comunidad vasca (industrialización, ACULTURACIÓN…) en un
arco de tiempo muy dilatado y complejo sociopolíticamente. Se exiló en Francia en
1936, durante la Guerra Civil, y regresó a España en 1953. Antes de eso había cre-
ado la Sociedad de Eusko Folklore y el Centro de Investigaciones Prehistóricas en
Vitoria; en el exilio creó en Sara (Ikuska) el Instituto de Investigaciones Vascas y,
ya de vuelta en España, se puso al frente de las investigaciones de Prehistoria y Et-
nología en la Sociedad de Ciencias Aranzadi de San Sebastián… A los setenta y
ocho años fue «cuando replanteó las investigaciones etnográficas en el País Vasco
creando los grupos Etniker» [Manterola, 1984].

etnocentrismo. Cuando una cultura se siente superior a las demás; cuando


un pueblo se considera por encima de los vecinos, y de sus valores; cuando las cre-
encias, actitudes y usos propios se toman casi como verdades reveladas, si no como
las únicas verdaderas frente a las de los otros, se produce el fenómeno aberrante
del etnocentrismo. Confinante con el racismo criminal, el mito etnocentrista más
extremo, el de la RAZA pura de los ARIOS, fue convertido en política de campos de
exterminio por parte de los nazis. Sin embargo, como dice Lévi-Strauss, hay un ra-
cismo blando, o un etnocentrismo blando, en virtud del cual determinados pue-
blos creen estar en lo cierto frente a las ideas equivocadas o inferiores de los veci-
nos y, por tanto, de ahí obtienen una especie de seguridad o plus a su favor. Eso
ocurre prácticamente en todas las sociedades y ha sido desde siempre un mecanis-
mo para reforzar la identidad. Incluso el nombre étnico de muchos pueblos y tri-
bus revela un alto grado de etnocentrismo: ASHÁNINKA, «la gente»; inuit, «las per-
sonas», mal llamados ESQUIMALES; SAN, «los hombres», antes que bosquimanos;
asmat, «los verdaderos hombres», etc. Opuesto a ello se encuentra el RELATIVISMO
cultural.

etnografía. Descripción de los hechos étnicos, a diferencia de su elaboración


dentro de un plan general, algo que correspondería a la ETNOLOGÍA [Leroi-Gour-
han, 1984]. La estampa de Bronislaw Malinowski (1884-1942) encaja a la perfec-
ción con la del etnógrafo clásico, vestido con camisa de manga larga, con sus polai-
nas y su cuaderno para tomar apuntes, rodeado de nativos trobriandeses. A
Malinowski se le considera el padre de la etnografía, al menos de la funcionalista,
aparte de ser quien puso las bases del realismo etnográfico y el impulsor de la ne-
cesidad de adentrarse en el punto de vista del nativo para entender bien la socie-
dad de que se trate.

188
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

etnología. Ciencia de los pueblos. En Europa suele coincidir con lo que en los
países anglosajones denominan ANTROPOLOGÍA, o ciencia del hombre. Impecable
es la definición de Lévi-Strauss: «La antropología es una conversación del hombre
con el hombre». Las fronteras siempre tenues entre antropología, sobre todo AN-
TROPOLOGÍA SOCIAL, y etnología se desbordan inundando los campos de la paleon-
tología, de la geografía humana, incluso de la historia, de «una historia que no re-
posa en los aconteceres (non eveneméntielle)…» [Leroi-Gourhan, 1984]. El
propio Leroi-Gourhan ha tildado la etnología de «un complejo científico más que
una ciencia». Ante estas y otras reservas, el límite más claro parece ser el existente
entre antropología y etnología, por un lado, y entre ETNOGRAFÍA, por otro. En
Francia lo tienen más claro desde la decisiva asociación en 1928 entre Paul Rivet y
Marcel Mauss para fundar el Instituto de Etnología de la Sorbona. La tendencia
anglosajona, en cambio, se dirige a unir en antropología lo que es etnología y etno-
grafía, para luego subdividir la antropología en cultural, física, social, económica…

etnomicología. Estudio de los pueblos en relación con los hongos, disciplina


propuesta por el banquero R. Gordon Wasson, especialista en los hongos psicotró-
picos mexicanos. Y en la influencia de los hongos en otros muchos momentos cul-
turales del mundo; por ejemplo, en el baile extático del ave del paraíso en Nueva
Guinea (estudio realizado junto al doctor Hein). Pueblos micófilos y micófagos
han sido conocidos desde la antigüedad. Graves [1984] atribuye a Dionisio, Baco,
la prerrogativa de ser el dios de la iluminación mística, además de su prodigioso
segundo nacimiento a partir del muslo de su padre, Zeus. Los cultos extáticos de
Dionisio se celebraban en octubre, la estación de los hongos. De ahí deduce Gra-
ves que la divina ambrosía pudo ser la propia Amanita muscaria. La bebida equi-
valente en la India fue la ambrosía llamada amrita y el SOMA, que aún no ha sido
identificado. Pueblos SIBERIANOS, como los KORIAKOS, bebían antaño la ORINA alu-
cinógena de quienes habían comido amanitas muscarias [Graves, 1984]. Hoy los
koriakos de KAMCHATKA no le hacen ascos al vodka.

etnosfera. Oportuno neologismo del antropólogo canadiense Wade Davis para


describir y conjuntar la multiplicidad de culturas del mundo y el entramado vital,
intelectual, social y espiritual que forman. Algo que es tan importante —o que de-
bería serlo— como la biosfera o el dominio de lo biológico. En la etnosfera pulula-
rían los pensamientos, las intuiciones, las inspiraciones, quién sabe si los mitos y
los sueños… Es, desde luego, un mundo delicado que hay que proteger, amenaza-
do de extinción como está en un momento histórico monocolor en pensamiento y
actitudes. En los Estados Unidos —recuerda Wade Davis— se pregona y defiende
mucho el valor del matrimonio y la mitad de los matrimonios acaban en divorcio.
Sólo un 55 por ciento de los hogares norteamericanos quieren tener a los ancianos
en casa; es el país donde los jóvenes de dieciocho años pasan dos años enteros de
su vida viendo televisión. Si ése es el modelo, aún se podría aprender de los mal
llamados PRIMITIVOS, de su afecto por las personas mayores y su respeto por su sa-
ber, por su solidaridad social, por su aprecio del medio ambiente y su mirada equi-
librada al mundo, entre las estrellas y las hormigas.

189
LUIS PANCORBO

etoísmo. Religión fundada por Silas Eto (1905-1984), un antiguo catequista


metodista de la isla Nueva Georgia (islas SALOMÓN). La denominación oficial de la
iglesia de Eto es Christian Fellowship Church, pero todo el mundo en el pueblo
Paradise, sede de la confesión, la conoce como la «iglesia de Holy Mama». Éste es
el apodo de Eto y viene porque él se consideraba la cuarta persona de la Santísima
Trinidad y decía tener dos poderes considerables: el pele, facultad de dominar con
la mirada, y el doma, poder para recabar una obediencia absoluta de la gente casi
reducida en ese sentido a ZOMBIS [Harcombe, 1988].

eucaristía. La acción de gracias al Todopoderoso, lo que se llama Thanksgi-


ving en los Estados Unidos, se realiza con un pavo asado. Los católicos emplean la
imagen de otro animal para la gran transformación: «Éste es el cordero de Dios».
Lo importante en la eucaristía cristiana es el misterio, es decir, la transubstancia-
ción del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. No es, por supuesto, la
única eucaristía: los antiguos mexicanos, y todavía hoy algunos indios mazatecos,
comían hongos enteogénicos (> MICOLATRÍA), que contienen divinidad además de
alcaloides. Huicholes, TARAHUMARA y otras etnias aún consumen PEYOTE, un cac-
tus alucinógeno, liberador de mescalina, como si fuera una hostia de trigo. Graves
estudió [1984] que el rito de beber sangre, algo que no está en los EVANGELIOS y
que representa una infracción a la ley hebrea, se debió inspirar en algún culto a
Dionisio: «…bebían agua de menta y comían pasteles horneados en figuras mági-
cas… Como resultado, tenían visiones celestiales…». El CHAMÁN siberiano logra-
ba esos efectos de participación mística con Amanitas muscarias. «El triunfo de la
Eucaristía» es, por su parte, una fabulosa colección de tapices del Convento de
las Descalzas Reales de Madrid, hechos sobre cartones de Peter Paul Rubens. En
uno de ellos, El Triunfo de la Iglesia (c. 1628), un personaje esgrime la Custodia
cuando un carro tirado por caballos desbocados arrolla a un hombre musculoso
con la cabeza llena de serpientes en vez de pelo, y casi atropella a la Estupidez, un
anciano con orejas de burro, y a la Ceguera, un hombre con una venda en los
ojos.

eugenesia. Los hinduistas creen que lo que se nace se es: barbero de Bihar du-
rante toda la vida (o hasta la próxima vida). Lo más opuesto a ese determinismo,
soplado al fuego como un vidrio por las convicciones religiosas, es la eugenesia. Se
dirá que la mejora eugenésica se refiere a lo físico, a lo biológico, no a lo cultural.
A las castas del toro, no a las CASTAS del GANGES. Cuando se han sacado doctrinas
para la mejora de las razas, la humanidad se ha echado a temblar. Las vacas, el tri-
go, el maíz, todo eso puede servir al hombre. Una reproducción humana con el én-
fasis puesto en cualidades positivas (inteligencia, fuerza…), constriñendo o elimi-
nando los aspectos negativos (taras, defectos…), puede llevar al abismo soñado
por Huxley en Un mundo feliz. El súmmun del mendelismo, que no el summum
bonum de la ética, llegó a su apogeo con los trabajos de eugenesia criminal del
doctor Mengele. En biología animal, donde duele menos, eso parece, los estudios
están muy avanzados. Thomas Miller, entomólogo de la Universidad Riverside (Es-
tados Unidos), ha conseguido un gusano genéticamente modificado para acabar

190
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

con las plagas de gusanos rosados que comen los algodonales, dado que porta un
gen letal para su especie.

eunucos / castrati… Los castrati, niños cantores castrados, tenían fama de


cantar como los propios ángeles en los coros papales. Farinelli fue el prototipo de
castrato y Mozart escribió música para él. En 1878, el papa León XIII abolió la cos-
tumbre de utilizar castrati en el Vaticano. En la India, los célebres hijras (literal-
mente, «impotentes») son castrados en honor de la diosa Bahachura Mata. Los hij-
ras forman una especie de subcasta, un tercer sexo. Tienen sus propios ritos de
iniciación y un comportamiento hasta cierto punto agresivo, si no delictivo, pues
se les ha acusado de raptar a niños para que trabajen para ellos. Los hijras asaltan
en las calles a los viandantes para pedir limosna y, en los semáforos, a los automo-
vilistas. Piden dinero con arrogancia y maldicen si no se les da limosna. Sin embar-
go, parece de buen augurio contratarlos para que canten en bodas o nacimientos.
Los eunucos de la India están agrupados en una organización política y han conse-
guido que Shabnan Mausi saliera diputado por Madhya Pradesh. La deidad de los
eunucos indios es Siva en su forma hermafrodita, o Ardhanarisshwara, que es a la
vez lo masculino y lo femenino. Los sacerdotes de la diosa Cibeles eran eunucos
que vestían ropas femeninas. Claro que todo, o casi, es relativo, antes y ahora. «Un
parisiense se sorprende cuando le dicen que los HOTENTOTES hacen cortar un testí-
culo a sus hijos varones. Los hotentotes tal vez se sorprendan de que los parisinos
conserven los dos» [Voltaire, 1964]. Por su parte, los MAHU polinesios son chicos
educados y vestidos como mujeres desde su tierna infancia y hacen los trabajos ca-
seros y domésticos… coincidiendo en ellos, o no, la condición de homosexuales.
El travestismo ritual tuvo un gran despliegue durante las fiestas lupercales, del 15
de febrero, en honor de la loba que amantó a Rómulo y Remo. Aún hoy, los hui-
choles de la Sierra Madre Occidental (México) reservan en sus ritos del PEYOTE un
gran papel ceremonial a hombres vestidos de mujer. También en las islas Célebes
(Indonesia) hubo «mujeres de imitación», los llamados tjalabai. Y, por supuesto,
en los serrallos bizantinos, y luego otomanos, los eunucos dominaban el cotarro,
como eran asimismo esenciales en la corte de los emperadores chinos. Sun Yao-
tung, el último eunuco chino, muerto en 1996 a los noventa y tres años, estuvo al
servicio de Pu Yi, el famoso «último emperador».

euskera / eusquera / euskara / euzkera / éuskaro... Es euskaldún


(euzkeldun) el que habla euskera. Eüzko-ele-dun significa «los que poseen el idio-
ma de los montañeros» [Goitia, 1970]. El euskera es uno de los cuatro idiomas ofi-
ciales de España. Amén de uno de los grandes mitos lingüísticos. Para algunos se
trata de un idioma anterior a las lenguas indo-europeas; para otros tiene concomi-
tancias con idiomas bereberes o iberos…. O con algunas lenguas caucásicas. Wil-
hem von Humboldt [1959], basándose en las obras pioneras de Astarloa y Erro so-
bre el alcance de topónimos y otras cuestiones, se inclinó porque el vasco fuese la
lengua de los iberos: hay nombres vascos en toda la península (como los que con-
tienen ur, «agua») y los iberos estuvieron en todas partes, incluso en otros lugares
de Europa, aparte de Iberia. Hubo en este tema, sin embargo, una cierta eclosión

191
LUIS PANCORBO

de posiciones extravagantes. Dominique Lahetjuzan (1766-1818) tuvo claro que


el euskera era el idioma que se hablaba en el Jardín del EDÉN. Para el buen señor
Lahejutzan, el G ÉNESIS estaba poblado de nombres vascos. El bíblico río Pisón
vendría de pixontzi, «orinal»; Eva de ebasle, «ladrona»; y Adán de adarra sartu,
«engañar» y amarruki, «taimadamente»… El abad francés D’Iharce de Bidas-
souet, en su Historia de los cántabros (1825), afirmaba que Dios hablaba en vas-
co. No iba descaminado: Dios habla en bambuti, como creen los PIGMEOS del
Ituri; Dios se expresa en andamanés, dicen los NEGRILLOS ONGE… y así sucesiva-
mente, hasta llegar a los estadounidenses que no tienen duda de que God habla
inglés. «In God we trust» dice ese gran Libro que es el billete de DÓLAR. El cura
Juan Bautista de Erro y Aspiroz también propuso en su Alfabeto de la lengua
primitiva de España (1806) la hipótesis del vascuence como lengua edénica, lo
que motivó una reunión del cabildo de Pamplona, donde se concluyó que eso no
era errático.

Evangelios. Oficiales son los de Marcos, Lucas, Mateo y Juan. Los tres prime-
ros se conocen como «sinópticos» y cada uno trata de dar una visión historicista
del tema, aparte del alcance religioso. El de Juan es más bien un evangelio onírico,
pero los cuatro evangelios clásicos, siendo demasiados, por ejemplo frente al Co-
rán, que es un solo libro verdadero, revelado y listo para su interpretación, no aca-
ban el arsenal de textos fabulosos del CRISTIANISMO. En 1946 llegaba el hallazgo
decisivo de los rollos de Qumran en el mar Muerto (Israel), conocidos con las si-
glas castellanas RMM o con las inglesas DSS (Death Sea Scrolls). Por otro lado, en
Nag Hammadi también se han hallado «evangelios gnósticos» de gran interés. Hay
un evangelio atribuido a María MAGDALENA, personaje de actualidad por el libro
de Dan Brown [2003], aunque Martin Scorsese, director de La última tentación de
Cristo, presentaba de forma explícita la relación entre Jesús y la Magdalena. En el
rollo «1QM» (quiere decir «1 Qumran Primera Gruta»; «M» está por Milhamah,
o «Guerra») se lee la frase «la guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las
Tinieblas» y eso dentro de una «Regla de la Guerra», de 19 líneas, pero de una
densidad interpretativa que no cesa de dar alas a la imaginación. Hay quien ve ahí
un combate entre ÁNGELES y demonios, incluyendo algunos en ese último término
a los hebreos criminales, fuera de la comunidad, incluso a los paganos llamados fu-
tili, «fútiles». Al parecer, los Hijos de la Luz vencerán tres veces y perderán otras
tres veces. El séptimo enfrentamiento lo ganarán por la intervención de Dios. La
datación del rollo «1QM» no está del todo clara, entre el 110 y el 70 a. C, con lo
que el misterio está servido: ¿qué MESÍAS llegó antes de Cristo, o qué escriba re-
dactó esa Regla, si no Evangelio? Dicho de otro modo, ¿qué versión del mito se
prefiere?

even. Etnia siberiana perteneciente al grupo lingüístico tunguso-manchú. Los


even, vecinos de los itelmen y los KORIAKOS, viven más al norte que los más nume-
rosos evenki, o evenkos, que quiere decir «seres humanos», unos 25.000, y con los
que generalmente son confundidos. Los even pescan mamíferos marinos en el mar
de Ojostk, en la punta oriental de Siberia, aunque hay gentes de este pueblo en el

192
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

interior, donde cazan ardillas y osos y pastorean renos. Antaño sus viviendas eran
de corteza de abedul. Creían en espíritus (considerados los señores de las monta-
ñas, del agua y de los elementos) y en los chamanes (> CHAMÁN), que controlaban
a los espíritus malignos. En eso, los antiguos even no diferían de otros SIBERIANOS
del sur, como los altaicos y buriatos del lago Baikal. Hoy difuminan sus antiguas
creencias con restos de leninismo, se apuntan algunos a los ortodoxos, o a los Tes-
tigos de Jehová, y tratan de enderezar su vida tras tantos CHOQUES culturales en las
bellas regiones marítimas y serranas de KAMCHATKA, nunca lejos de los osos y los
salmones.

execración. Se execra, o aborrece, a alguien cuando éste, en determinada cul-


tura, realiza una violación del orden. Execración sería también, en versión de la
Real Academia, «la pérdida del carácter sagrado de un lugar sea por profanación
sea por accidente». Execrar suena siempre a algo de otro mundo. El sacerdote,
CHAMÁN o hechicero de turno, investido del poder de sus dioses o espíritus, con-
dena con autoridad al infractor y, si es necesario, lo maldice en nombre de lo más
sagrado. En 2004, unos arqueólogos británicos encontraron unas tablillas de exe-
cración de origen romano en Bath, la ciudad termal del sur de Inglaterra. Esas ta-
blillas de execración tenían inscripciones en las que se solicitaba el amparo de la
diosa Sulis Minerva para efectuar una venganza personal. Claro que ya no es como
antes. Hay iglesias en Roma convertidas en tascas donde dan rigatoni alla puttanes-
ca.

exorcismo. Tratamiento religioso de la neurosis grave también denominada


«posesión diabólica». Desde el doctor Charcot, y sus métodos contra los hechice-
ros, a los que trataba de neurópatas, hasta películas famosas de Hollywood, el
exorcismo ha sido analizado en una doble vía, mágico-religiosa y médica. El «Ri-
tual Romano», pese a exigir prudencia en su aplicación, tiene prevista una serie de
pasos para tratar a la persona exorcizada y expulsar al Maligno. En primer lugar, se
exige claramente la presencia de hechos preternaturales, es decir, signos de pose-
sión diabólica que, según el «Ritual Romano», son: «Hablar con muchas palabras
una lengua desconocida, o entenderla; descubrir cosas lejanas y secretas; manifes-
tar fuerzas superiores a su edad o a las condiciones de la naturaleza». Según eso,
un poseído podría ser también un lama tibetano reencarnado que rompe a hablar
antes de los cuatro años y averigua cuál era su cuenco de comida en otra vida…
Caso de posesión célebre fue el de las ursulinas de Loudun (1632), víctimas de alu-
cinaciones y VISIONES, pruebas inequívocas de posesión diabólica, sobre todo por-
que la priora, la madre Juana de los Ángeles, se creía habitada por siete demonios:
Asmodeo, BEHEMOTH, LEVIATÁN, Isacaaron, Balaam, Gresil y Aman. Parece que
todo fue porque Urbain Grandier, despechado por no ser párroco del convento,
había arrojado un ramillete de rosas embrujadas por encima de los muros. En 1729
causaron sensación las llamadas «convulsionarias de Saint Médard», convento
donde estaba la tumba del diácono jansenista François de París (muerto en 1727).
Al llegar a ese convento, los visitantes se retorcían, MILAGRO para los jansenistas,
satanismo para sus adversarios. Tanto fue así que el rey dio orden en 1732 de po-

193
LUIS PANCORBO

ner este cartel en el cementerio: «De par le roi, défense á Dieu / de faire miracle en
ce lieu !» («¡Por orden del rey, se prohíbe a Dios hacer milagros en este lugar!»).
Sin embargo, a Saint-Médard llevaron epilépticos de toda Francia y allí los some-
tían al secours, un socorro que consistía en darles de bastonazos, cuando no en cla-
varles directamente en una cruz. La Inquisición también entró en España en este
terreno de perturbación, aunque en principio no fuese su mayor desvelo. En 1662,
el presbítero Matheo Guerrero Morillo, natural de Cieza (Murcia), publicó Conju-
ros contra tempestades, langostas, pulgón, cuquillo y otros animales nocivos que
dañan y infectan los frutos de la tierra. La coniuratio cuarta de ese libro, tras la lar-
ga tira de invocaciones a «Iehoua, Elohym, Saday, Eloy, Heli, ADONAI…», entra a
saco en el exorcismo contra las locustas, que no por llamarlas con ese latinajo eran
menos perniciosas.

éxtasis. No es necesariamente un TRANCE, pero solía entrañar la visión del dios


de turno. Hay muchas clases de éxtasis. Desde el famoso éxtasis de santa Teresa de
Jesús, transida de un amor que ablanda el mármol de su estatua romana, obra de
Bernini, hasta el del CHAMÁN siberiano que bebe su ORINA tras comer amanitas…
Una palabra exacta para definir los éxtasis es «vuelos» [Eliade, 1995]. El «vuelo»
es la capacidad de dejar atrás los cuerpos, la materia, y viajar en espíritu, o sobre
un tambor mágico, a «tres regiones cósmicas». Hay en ese éxtasis cuanto idearon
los indios con su SOMA o los griegos con sus ambrosías. Hay ASCENSIÓN, Magische
Flucht sin Mozart, Pink Floyd sin pastillas de discoteca… Más que teresiano es el
éxtasis de los chamanes jaguares del Amazonas, que usan «muerte voladora»,
como llaman al CURARE con su principio activo, la tubocurarina, algo que ya se em-
plea desde los años cuarenta como relajante muscular. Los indios YANOMAMIS usan
«semen del sol», un polvo de YOPO que contiene triptamina, elemento psicoactivo;
o la AYUAHUASCA de los ASHÁNINKA y de los cofanes, mezclada con otras lianas que
liberan triptaminas y que, para saber dónde cogerlas y cómo se usan, se requiere
un conocimiento botánico que el occidental ni se lo sueña al ir a la farmacia.

extropía > CONDICIÓN ULTRAHUMANA


exvotos. Pocas iglesias en el mundo están tan llenas de exvotos como la del Se-
ñor de Bomfim en Salvador de Bahía (Brasil), literalmente recubierta de piernas de
cera y demás objetos que atestiguan la «gracia recibida». En los OVÓS, o encrucija-
das sagradas, de Mongolia echan muletas de madera —aparte de piedras, botellas
vacías de vodka, etc.— los que consiguieron curarse. Los exvotos católicos tampo-
co son siempre figuras de cera, sino trenzas de pelo, banderas y hasta cañones,
como el que hay en la capilla de la Virgen del Villar de Corella, hecho con el bron-
ce de otro cañón cogido a los moros en la batalla de Tetuán de 1860 [Iribarren,
1970]. Y cadenas de quienes fueron liberados de los moros (en la ermita de Izal,
valle de Salazar); o cadenas cogidas de la misma tienda del rey Miramolín en Las
Navas de Tolosa, que se pusieron en la colegiata de Roncesvalles; o la espada del
pretendiente Carlos VII que fue llevada a Nuestra Señora del Puy en Estella, o Li-
zarra, aunque el nombre da lo mismo a esos efectos.

194
F Foragido tormento, entra, sal
por un mismo forado cuadrangular.
César Vallejo, Trilce, LIV

fafaru. Delicia polinesia consistente en dejar macerar el pescado en agua de mar


hasta que se pudra. Se hace con eso una salsa para condimentar diversos platos…
de pescado.

fagotitis / faggottitis. Una forma, que se quiere elegante, de llamar a la ho-


mosexualidad, al estilo filosófico del griego Demóstenes y otros, que procuraban
que el compañero fuese bonin y aceptara ese requisito. Es decir, ser «súcubo», pa-
labra que, en cambio, tuvo cierta raigambre en el ocultismo, y que también se atri-
buye al diablo femenino, el que yace con los hombres. Uno de los súcubos más cé-
lebres es Nahemah.

falashas / falash mula. Judíos de Etiopía. Judíos negros, de origen cus-


hita. Miembros de una de las «Siete TRIBUS PERDIDAS de Israel», según la leyen-
da, que emigraron a Etiopía durante el imperio de Axum. En Etiopía eran más
de 30.000 y se les consideraba de la tribu kemant. En 1984 empezó un especta-
cular puente aéreo entre Etiopía e Israel. Y en mayo de 1991 llegaron hasta
15.000 falashas a su Tierra Prometida, repatriados desde un gran campamento
en las afueras de Addis Abeba y después de abjurar de su CRISTIANISMO. En
1996, esa operación, de contornos tan bondadosos hacia los hermanos judíos
negros, se trocó en virulencia y desprecio al saberse que estaban enfermos de
sida y que portaban el virus en proporciones asustantes. El plan final consiste
en repatriar a Israel la totalidad de los falash mula en el año 2007, según la idea
de Ariel Sharon.

falsafa / falâsifa. Estudiosos y filósofos árabes tenidos por heterodoxos. Se


inspiraron en doctrinas occidentales (Aristóteles, Plotino…) y defendieron que el
mundo es contingente o está creado desde toda la eternidad. Gazzâli y otros com-
batieron y condenaron esas ideas por impiedad [Gardet, 1979].

195
LUIS PANCORBO

Falun Gong. Nombre coloquial de una secta u organización religiosa china.


En puridad es Falun Dafa, movimiento espiritual que sigue el Falun Gong, o
«práctica de la Rueda del DHARMA», un cuerpo de doctrina, con sus correspon-
dientes ejercicios físicos y de respiración (qigong), que se remonta a cinco mil años
atrás. Hace tres mil ya era popular durante la dinastía Tang. El
Falun Gong se cita en La Escritura del Cultivo Dan y en el
Tripitaka («Canon Daoísta»). Por su parte, el qigong ha
sido tildado de «alquimia interna de los nueve pasos o ni-
veles» (nine fold). Falun Gong pretende una mejora de la
salud física y espiritual y, por ello, se basa en el qigong, que
equivale a la potenciación del qi (> CHI), el principio vital,
mientras gong es «energía», pero en forma de luz, una luz
con partículas muy finas y de alta densidad. «Cuanto mayor es
la potencia del gong, mayores serán sus facultades supranormales (facultades que
se pueden ejercitar también a través de la técnica del xinxing, en la que es un reto
lograr abrir el TERCER OJO o tianmu). Eso dice Li Hongzhi, líder de Falun Gong,
que ha conseguido a través de un activo proselitismo, incluso por Internet, tener
en torno a 60 millones de adeptos en China. No sin problemas. En el año 2000, el
movimiento fue ilegalizado y reprimido. No menos de 6.000 miembros de Falun
Gong están encerrados en las cárceles de la República Popular de China y la orga-
nización mantiene que más de 1.000 de sus miembros han sido torturados y asesi-
nados por el régimen comunista de Beijing.

famadihana. Rito de la isla de Madagascar cuyo nombre significa «retorno» o


«segundo entierro». También designa la ceremonia de cambio de mortaja a los
muertos, o «segundo funeral», propia de la tribu MERINA del interior de Madagas-
car. Es el punto culminante de una especie de necromanía malgache, que eso pare-
ce, más que un culto a los antepasados. Las famadihana (se pronuncia «famadine»)
implican grandes dispendios, banquetes, bailes, músicas, sacrificios de bueyes, con
tal de resarcir a los muertos de lo que dieron a los vivos y con tal de que estén
agradecidos y no molesten finalmente desde su mundo de ultratumba.

fanesios / phanesians / panotries / fanesies… Seres fabulosos de


la antigüedad pertenecientes a los enotocetos, o gentes de orejas largas, «…se
pueden envolver con sus enormes orejas como si fuera un manto…» [Bernatzik,
1957]. No menos increíbles eran los astomos (astons), carentes de boca, que se
alimentaban del olor de las plantas. Más conocidos fueron los monoftalmos, de
un solo ojo, como los cíclopes. O los tipos que llamaron la atención en la Guaya-
na al propio sir Walter Ralegh, víctima de las fantasías del pasado: dijo que vio a
los biemmyae o epífugos, monstruos sin cabeza y con los ojos en el tórax. Aún en
marzo de 2006 se habló de humanos cuadrúpedos. En Demirkonak, en la frontera
meridional de Turquía con Siria, hay cinco miembros de la familia Ulash que ca-
minan a cuatro patas, es decir, ayudándose con las manos. Lejos de ser un punto
regresivo de la evolución, se trata de personas con problemas degenerativos físi-
cos y psíquicos.

196
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

fang. Etnia de origen BANTÚ de Río Muni (Guinea Ecuatorial), Gabón y Came-
rún. Fang en inglés es «colmillo» (por ejemplo, de serpiente). Fueron conocidos
como pamúes por la literatura colonial española. Diversas migraciones llevaron a
los fang desde un lugar más bien especulativo, tal vez el sur de Egipto, hasta el
Atlántico, atravesando buena parte de África. Otros autores [Panyella, 1965] des-
tacaron también afinidades con los zandé y los MANGBETU del Alto Ubangui. Sea
como fuere, los fang, huyendo de unos no mejor precisados «gigantes rojos», se
adaptaron a la selva ecuatorial y desarrollaron un tipo muy marcado de asociación
clánica. El CLAN fang, o ayoñg, es fundamental en su sociedad. Reúne a los descen-
dientes por línea paterna de un antepasado común, el fundador del clan (eso se
hizo célebre en el clan de Mongomo que, desde el presidente Macías Nguema, di-
rige los destinos de la antigua colonia española). Los clanes son exogámicos, es de-
cir, las relaciones sexuales se verifican fuera del ayoñg, y todos dentro del mismo
llevan el mismo apellido (Nguema en el caso del clan de Mongomo). Los fang si-
guen teniendo sociedades secretas que practican el MBUETI. Poseen destreza en la
escultura de madera, aparte de otras tendencias, pues se les tuvo por antropófagos
rituales.

faquir. La palabra fakir significa «hombre pobre» en árabe, aunque en la India


es un término más polisémico y equivale a juglar, mago, místico errante, encanta-
dor ambulante, embaucador… Los occidentales se maravillaron ante los faquires,
la salsa de Oriente. Unos se cuelgan de los ojos pesos muy grandes, incluso un
niño dentro de una cesta. Sus ojos son como ventosas y, al parecer, pueden con lo
que les echen. Otros, en cambio, levantan un hatillo con piedras mediante su pene
(con la ayuda de su mano, según se ve en Pasupati-
nath, templo de Siva en Katmandú). De lo más co-
rriente en tema de faquires es convertir un bastón en
una serpiente. O viceversa. Pero los antiguos faqui-
res no hacían trucos al comer escorpiones crudos, o
espadas… Dormían sobre lechos de clavos y cami-
naban sobre sandalias llenas de puntas. Un atta-
djorghi, un «maestro faquir», se cuelga por los pies
de un gran árbol sin ayuda de nadie y así se queda
semanas, sin emoción ni congestión, nada, mientras las monedas llueven a su alre-
dedor. Una vez había en la India un faquir que llevaba treinta años con los brazos
levantados. No los flexionaba ni para comer, pues le daban el alimento en la boca.
Eso se decía. Uno ha visto en ORISSA faquires que entierran su cabeza en la arena
para pedir limosna sin averiguar dónde tienen la pajita por la que respiran.

faravahar / farohar. Águila extendida. Símbolo de pa-


rentesco divino para diversos pueblos de Asia desde
los hititas (1400 a.C.). Símbolo de Ahura Mazda para
los zoroastrianos (> ZARATUSTRA). En el faravahar se
representa a un hombre con las manos juntas en ora-
ción sobre dos grandes alas emplumadas (que encarnan las

197
LUIS PANCORBO

buenas acciones, los buenos pensamientos y las buenas palabras), mientras que la
parte inferior, la cola del gran pájaro, es el mal, lo opuesto a lo de arriba.

fariseísmo. Lo que siempre se acredita a los otros. Los cristianos a los judíos.
Los musulmanes a los cristianos. Los judíos también denostaron a los fariseos en el
TALMUD y hasta los clasificaron en apartados: el fariseo «sichemita», que no hace
más que cumplir con los preceptos para que le vean; el «rapante», que afecta hu-
mildad arrastrando los pies; el «cabizbajo»; el «¿qué cosa me queda?», pues siem-
pre cree que le faltan deberes que cumplir, y los fariseos «por temor», al castigo, y
«por amor», al premio [Cansinos Assens, 1998]. Los musulmanes hacen una gran
crítica a los hipócritas, sus fariseos, los que fingen ser islámicos virtuosos, y los lla-
man munafiqin, algo tan peyorativo como infieles o kafir (> CAFRE).

fata morgana. Meteoro, ilusión óptica, pesadilla o anuncio de resaca, que


tuvo en vilo a los marineros de los siete mares. Incluso en el océano Glacial Ártico,
donde la isla Wrangel, junto al estrecho de Bering, llena de osos polares y morsas,
parece estar suspendida en el aire, cabeza abajo, como cuando la divisó por vez
primera el barón Ferdinand Wrangel en 1820.

fatua / fetua. Españolización de la palabra árabe fatwa popularizada por la


que emitió el AYATOLÁ Jomeini en 1989, con contenido de sentencia de muerte,
contra el escritor Salman Rushdie por su «blasfema» novela Los Versículos Satáni-
cos. Una sentencia nada fatua, que aparejaba una recompensa de tres millones de
dólares por eliminar a Rushdie, pese a la ironía de otro escritor, Naipaul, sobre el
significado de fatwa: «Una forma extrema de crítica literaria». Todavía en 2005 el
líder iraní Ali Khamenei ratificaba la fatua contra Rushdie: la única persona que
podría retirarla sería Jomeini, fallecido en 1989.

feng shui. «Viento y agua», tal como se traduce del chino, es, en realidad, la
creencia taoísta sobre la adecuada distribución del espacio. También designa el
arte de la ubicación en el espacio a fin de conseguir armonía y buena suerte. El
feng shui se remonta por lo menos al periodo de los Reinos Combatientes (770-
221 a.C.). En Hong Kong, la ex colonia británica de 1.100 kilómetros cuadrados y
unos siete millones de habitantes, el feng shui alcanza altas cotas de seguimiento y
de SUPERSTICIÓN, que lleva aparejada. Para construir rascacielos, o simples casas, se
siguen los principios del feng shui que, ante todo, sirven para equilibrar el yin y el
yang (> YIN-YANG), otro principio básico del taoísmo. Sedes de grandes bancos y
hoteles de Hong Kong han tenido en cuenta los diagnósticos de los maestros del
feng shui y su empleo de brújulas telúricas. En esos instrumentos, esenciales en la
disciplina, los 360 grados se subdividen en 24 direcciones, o montañas, y en ocho
bagua, o puntos cardinales, trigramas según el sistema de ADIVINACIÓN del Yiying
o I Ching, conocido también como «Libro de las Mutaciones». El hotel Intercon-
tinental de Hong Kong tuvo en cuenta el paso subterráneo de un DRAGÓN bajo sus
cimientos. Y el Banco de Shangai miró mucho sus aleros. Y la cercanía reparadora
del agua. Las montañas no lo son para los chinos, sino el posible lomo de un dra-

198
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

gón y, entonces, irradian energía positiva. Ay de quien, en cambio, cimienta una


casa sobre la boca de fuego de un dragón enterrado.

fenianos. Miembros de un movimiento irlandés en contra de Inglaterra y en


pro de la independencia. Tomaban su nombre de los legendarios guerreros que
guardaban al Rey Supremo en Irlanda, soldados de élite instruidos por el héroe ir-
landés Deimné, que luego derivó en Fianna o Finn MacCool, y hasta en Finn o
Fionn MacCumal… Fue aquel a quien el anciano y ciego DRUIDA Finegas le dio el
«salmón del conocimiento» en el pozo Nechtan, bajo el avellano que soltaba frutos
rojos llenos de saber. Fianna comió el salmón y, desde entonces, lo supo todo. Li-
deró a los suyos en una busca de diecisiete años del hijo de Aonghus, dios del
amor, y sus hazañas recuerdan los trabajos de Hércules.

Fénix. Antes de Cristo, la RESURRECCIÓN se simbolizaba con un pájaro llamado


«Fénix», que muere autoinmolándose en el fuego. Ahí queda muerto tres días,
«los tres días oscuros de la Luna», al cabo de los cuales re-
nace de sus cenizas. Ave entonces, o la misma Luna, pues-
to que el símbolo del Fénix se adapta perfectamente al
comportamiento del satélite. Con todo, hay quien asocia
el Fénix al Sol, en calidad de pájaro de fuego, o pájaro so-
lar, como el quetzal de MAYAS y TOLTECAS. Los chinos rizan
al Fénix, haciéndolo al mismo tiempo masculino y femeni-
no, lunar y solar (YIN-YANG).

ferangi. En Persia, «extranjero». Es una voz farsi que viene de «francés», como
se conocía antiguamente a cualquier forastero europeo.

fetiche. Vocablo que procede del portugués feitiço. Los primeros navegantes
europeos englobaron en feitiçeria todo el mundo de ídolos, AMULETOS y extrañezas
que veían en África y otros continentes. Se cree que el primero en emplear por es-
crito la palabra «fetiche», que acabó popularizándose en todo el mundo, fue el
francés Charles de Brosses [1760]. Fetiche era para Tylor [1888] «el soporte mate-
rial del espíritu», algo distinto del ídolo o «soporte permanente del espíritu». En
África, el mundo de los fetiches no sólo genera un mundo de creencias, sino de
arte. Los fetiches de los songye, una tribu de la República del Congo, implican cos-
mologías pese a su aspecto feroz: esculturas con arpillera, llenas de sangre, clavos,
cuernos y todo cuanto se suele aparejar con cultos demoníacos. Son muy habitua-
les los fetiches con clavos y se debe a que, clavarles así, era la forma de estimularles
para que actuaran, para que curasen o matasen a alguien. Al mismo tiempo, los
songye son dueños de una mitología clara y luminosa, basada en un concepto de la
honestidad. Un Dios Creador, Fidi Mukullu, condenó al hombre a morir porque
mintió. Antes de eso, el buen africano iba a vivir toda una inmortalidad, no en
vano su dios había hecho surgir las plataneras. Fidi Mukullu envió al Sol a por una
cesta de plátanos y el Sol volvió por la mañana temprano sin haberse comido nin-
guno. Luego, la Luna bajó a la tierra a por plátanos, y volvió por la noche sin ha-

199
LUIS PANCORBO

berse comido ninguno. Pero el hombre dijo que no se había comido ninguno al
dios Fidi Mukullu que lo sabía todo. Claro que, si ese gran dios lo sabía todo, ¿por
qué puso a prueba al hombre? Un fetiche, lleno de clavos oxidados, media todavía
entre Mukullu y la esperanza de los hombres de no perecer de un catarro, una he-
rida, un hambre, un sida… Muy voluntarioso, se dirá, aunque África era y es así.
Los kongo [Panyella, 1965] reverenciaban fetiches llamados konde, o de clavos,
los más efectivos para venganzas individuales o clánicas, con ojos que son trozos
de espejo que pueden reflejar el sol y cegar a los espíritus enemigos… Esos fetiches
tienen cavidades secretas en el estómago donde se esconden las sustancias mágicas
que ha puesto el hechicero. Como es lógico, el fetiche en sí es inerte, pero se puede
activar. Se puede acompañar su uso con una ABLUCIÓN purificadora, con una fumi-
gación, con un sacrificio con sangre de gallo o de cabrón. La MAGIA no siempre ne-
cesita seres antropomorfos, o fetiches antropomorfos, y puede ser humo: si se que-
ma la piel de una serpiente pitón, el humo será bueno para la reproducción del
ganado y la maduración del cereal [Casalis, 1861]. Así como los cristianos tienen
sus santos, sus relicarios, sus ostensorios de la HOSTIA, los paganos, los CAFRES o
simplemente los animistas consideran que los fetiches tienen una fuerza intrínseca
indudable. Entre las mujeres BASUTOS, la muñeca no es para jugar, sino una salva-
dora, una aliada de la fertilidad. Aunque esté hecha de barro, la muñeca tiene po-
der de otorgar la concepción [Casalis, 1861]. Aún usan esas cosas los hechiceros
basutos del reino de Lesotho, especialmente en las peladas montañas de Marakab-
hei. Otro ejemplo de fetiche en Uganda según Matthiessen [1999]: cuando alguien
quiere hacer un daño a un pueblo karamojong (por ejemplo, enviar una sequía),
pone una cabeza de avestruz cortada en una colina mirando hacia ese pueblo.

filacteria. Estuche que contiene frag-


mentos de la TORÁ (el Pentateuco o pri-
meros cinco libros de la BIBLIA) y que se
colocan los judíos sobre la frente y los bra-
zos para sus plegarias. En el TALMUD
se llama totafot, y en el hebreo colo-
quial, tefilin.

film etnográfico. Si bien «film» o «filme» es «película», y «etnográfico», el


registro riguroso de la realidad antropológica, a veces hay ahí dentro productos hí-
bridos, chocantes, a medio camino entre la ficción y la realidad. El paradigma es
NANOOK de Flaherty. Las dificultades que tiene la escritura para traducir la reali-
dad no aparecen en principio en la facilidad con la que lo audiovisual puede cap-
tar grandes rebanadas de lo real [Mac Dougall, 1988]. Laurent Bergier [2004]
recuerda al respecto que la lengua se compone de «oposiciones binarias disconti-
nuas, mientras que la imagen da más bien una representación continua de la mate-
rialidad del mundo». Se entiende cuando expresiones de emociones, miradas, osci-
laciones de conductas, matices…, cuando todo eso es captado por la imagen con
su fuerza expresiva y restituye al film etnográfico a la postre «la complejidad ver-
bal, icónica y kinestésica de las actividades humanas» [Bergier, 2004]. Es la «cáma-

200
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ra participante» y permite también una interacción muy sustanciosa para el estudio


de las culturas, y así pude escucharlo de labios del propio Claude Lévi-Strauss
[1990]: «Imagínese que la televisión o el cine hubiesen existido hace dos mil qui-
nientos años y que nos encontráramos, por casualidad, una película que nos mos-
trara la vida cotidiana en Atenas o en Roma. Probablemente sabríamos mucho más
acerca de los griegos o de los romanos que a través de los montones de literatura
que se han escrito al respecto».

filogénesis. Según los estudios del filogenista argentino Florentino Ameghino,


la hominización de América fue justo al revés de lo que se piensa. Nada de austra-
lianos-tasmanios viajando por el Polo Sur hasta poblar la Fueguia (Martín Gusinde
midió cráneos de indios onas tan dolicocéfalos como los de los ABORÍGENES austra-
lianos); nada de tribus de Israel; ni de cartagineses perdidos en las playas america-
nas; ni de VIKINGOS bebiendo vino en la Viña de Marta. Fue al revés. El Homo
pampeus, o de la pampa, se hizo Homo sapiens. En América, por supuesto, o en
Argentina, que es lo mismo. Y, por tanto, según la filogénesis ameghiana, algo rio-
platense, los INDIOS americanos fueron los que poblaron el mundo.

finófilos / fennófilos. Los partidarios de robustecer lo finlandés frente a lo


sueco en el siglo XVIII. Uno de los adalides de este movimiento, clave para la poste-
rior formación de la nación finlandesa, y para la independencia, fue el escritor Da-
niel Juslenius (1676-1752), autor de una curiosa obra, Aboa vetus et nova («Abo
vieja y nueva»), donde, entre otras cosas, propone una fantástica conexión latina
de Abo, la actual Turku. Juslenius también sacó la peregrina idea de que el idioma
finés podría venir del hebreo o el griego. Ya hacia 1827 sería determinante, siem-
pre en Turku, la Sociedad del Sábado, grupo compuesto por escritores como Ru-
neberg, Snellman, Topelius y, sobre todos, Elias Lönnrot (1802-1884), compilador
y redactor del K ALEVALA, el hombre que consiguió la fijación y el esplendor de una
lengua, el finés, mediante la literatura popular y el FOLCLORE, paso previo a la for-
mación de un país y hasta de un carácter nacional sometido a la tenaza lingüística y
política de Suecia y Rusia. Lönnrot y los demás miembros de la Sociedad del Sába-
do tuvieron claro que la lengua hacía al hombre, hacía su racionalidad y su sentido
del mundo, y que podía hacer al país. «Antes de Tácito, la historia es muda sobre
los fineses», decían los diccionarios antropológicos de finales del XIX [Bertillon,
1880]. Ya hay pocas dudas de que el finés, suomalainen, se emparenta lingüística-
mente con los ugro-fineses, y que, en cuanto pueblo, o etnia, procede del tronco
ural-altaico, como los hunos, los turcos, los húngaros, los estonios…

fisiognómica. Viendo tu cara te dirán quién eres. O no. Pero por la cara se
ha querido ver mucho carácter encerrado, que no es lo mismo que gato encerrado.
También hay caras «de perro», hombres «como bueyes», mujeres «como cisnes».
Julio Caro Baroja (1914-1995), el gran etnohistoriador y antropólogo social que ha
tenido España, escribió entre su obra formidable, que ronda el centenar de obras
originales, una notable Historia de la Fisiognómica. El rostro y el carácter (1988),
libro no en vano dedicado a su hermano Pío Caro Baroja, «hombre de imágenes».

201
LUIS PANCORBO

Empezaba diferenciando fisionomía, fisiognómica y fisiognomónica. Lo primero es


de lo más antiguo y Caro Baroja se remonta a la Ilíada en busca de aqueos «como
hombres de ojos vivos y de largas cabelleras». El criterio fisiognómico se funda-
menta en muchas autoridades; por ejemplo, la tradición hipocrática («no en balde
Platón decía que la cabeza es la parte más divina y que manda en las demás del
cuerpo»). Al lado mismo está Aristóteles, que ya usa la palabra physiognomonia,
un mundo voraginoso, puesto que los animales, según el punto de vista aristotéli-
co, «...también tienen cuerpo y alma y predisposiciones y tendencias correlativas».
La escuela zoológica ve la constitución de animales y, en paralelo, la de los hom-
bres; la escuela etnográfica hallaba en las constituciones corporales de los hombres
rasgos de carácter, ya fuese en escitas, tracios, egipcios… La escuela psicológica es-
tableció caracteres predominantes y, por lo tanto, otros secundarios: el miedoso, el
lujurioso… Y, a partir de ahí, vinieron los grandes clásicos de la fisiognomía: Por-
ta, Huarte, Lavater, Plane, Gall, LOMBROSO… El napolitano Gian Battista della
Porta, el gran tratadista fisiognómico del siglo XVI, fue pionero en muchos aspec-
tos y hasta equiparaba plantas a cuerpos humanos, cosa que captó muy bien un
pintor llamado Arcimboldo: sumando pimientos, tomates y demás, salían caras
muy verosímiles, amén de coloridas.

Flores. Nombre dado por los portugueses a una isla de Indonesia, al este de
Bali, en la actual provincia de Nusa Tenggara, con 360 kilómetros de longitud. Ro-
deada por Komodo, la isla de los varanos, Sumbawa, SUMBA y otras pequeñas islas
de la Sonda, Flores es el hogar de los indígenas manggarai, artífices de unos vi-
brantes cultos de fertilidad, llamados chachi en su lengua. Para propiciar la cosecha
de arroz, se dan de zurriagazos con unas grandes trallas de piel de búfalo. Tratan de
esquivar esos látigos y de parar los golpes con sus breves escudos. Las heridas son
todo menos leves, pero representan sus medallas al valor. Y la promesa de la abun-
dancia. Siempre en el oeste de Flores, en la cueva de Liang Bua, ha sido donde Pe-
ter Brown, Richard Roberts y otros paleoantropólogos han encontrado restos de
un ser tan prometedor como el HOMO FLORESIENSIS, o EBU GOGO para los nativos.

Föhn. Viento de los Alpes que puede producir locura, como dicen en Füssen y
otras localidades de Baviera. Allí fue donde Luis II, el llamado «Rey Loco», mandó
construir fabulosos castillos, como el de Neuschwanstein, apoteosis del kitsch y, en
otra medida, de los cuentos de los hermanos Grimm hechos piedra. La llamada
Romantische Strasse, la «Ruta Romántica», arranca en Würzburg, en las colinas de
Franconia, y llega a los contrafuertes alpinos de Baviera sin otro osbstáculo a las
maravillas del paisaje que sople de vez en cuando el Föhn. También se atribuye lo-
cura a la tramuntana (tramontana), el viento del Ampurdán, y nada se diga del SI-
MÚN.

folclore / folklore / Volklehre (alemán). Término amplio, si no impreci-


so, inventado por el arqueólogo inglés William Thomas en 1846 y compuesto de
folk y de lore que para él quería decir «arqueología del pueblo» y que luego se
convirtió en «saber popular», con su correspondiente carga de ambigüedad. «El

202
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

pueblo es la personificación de la inconsciencia. Por eso en el pueblo no hay sabi-


duría» [Navascués, 1931]. «Marchamo distintivo de toda una serie de trabajos que
tienen por objeto las manifestaciones de la actividad popular» [Navascués, 1931].
Es contradictorio que el folclore sea, por un lado, «saber popular» o «conocimien-
to popular» y que, por otro, genere tanto resentimiento. En España, «folclore» es
término peyorativo cuando se habla de flamenco amañado, de juerga adaptada al
turismo y se podría seguir hasta el infinito con toros que son caricaturas, bailes y
fiestas regionales descafeinadas… Sin embargo, la ANTROPOLOGÍA tiene que lindar
a veces con el folclore, que basa su campo en la cultura tradicional, recopilando y
estudiando usos del pasado, no necesariamente en el contexto en que se han reco-
gido, sino de una forma diacrónica, no sincrónica como haría la ANTROPOLOGÍA
CULTURAL. El folclore honesto trabaja con música popular, alimentación, vestimen-
ta, vivienda tradicional [García Quesada, 2004].

fon. Tribu mayoritaria en Benín (antiguo Dahomey) con alrededor del 47 por
ciento de la población. Los fon son también conocidos como danhomé y fueron
súbditos del gran reino de Abomey en el siglo XVII. Se caracterizan por sus cultos
de VUDÚ que, en buena medida, pasaron a Haití con los esclavos negros.

foramontano. Literalmente, «el que sale fuera de las montañas». Este término
se aplicó sobre todo en el siglo XIX, aunque siempre referido a quienes salían de las
montañas cántabras, de la vieja Vardulia, hacia el sur. Los caminos eran varios, por
ejemplo cruzando desde Cabuérniga hasta Reinosa por el puerto de Palombera,
para, desde ahí, dirigirse a tierras de Valladolid; o por Villarcayo y Oña, por el pára-
mo de Cernégula, hasta Burgos. Un pergamino, copiado por un monje de Silos, da
cuenta de una célebre salida de los foramontanos con la frase: «Exierunt foramon-
tani de Malacoria». Eso pudo ser Mazcuerras, junto al río Saja, según Víctor de la
Serna [1959]. El Camino Real, uno de los usados por los foramontamos, fue el de
Carlos V cuando llegó de Flandes en 1517 a tomar posesión del reino de Castilla.

fore / foré. Tribu del valle y montes de Okapa (Papua Niughini). Los fore, o me-
jor, south fore, son uno de los en torno a 800 grupos étnicos de la gran isla de los
papúes. A partir de 1958, ese grupo se hizo tristemente famoso porque hubo mu-
chos casos de KURU en una población de unas 8.000 personas. El kuru fue una en-
fermedad producida por un slow virus de resultas de practicar el canibalismo ritual.

fratría. Subgrupos y, a veces, subclanes. Entre los wotjabaluk australianos, cada


fratría tiene sus propios árboles y para cazar hay que emplear la madera de la otra
fratría del lugar, la de los gurogity [Durkheim, 1983]. Si no se hace así, la flecha se
desviará del objetivo. Las fratrías se expresan también asociando la luna a la caca-
túa negra, mientras el sol es la cacatúa blanca: a partir de ahí se establecen líneas
de afinidades que responden a objetos animados e inanimados. (> MOIEITIES.)

Frazer. Aunque la caza de sir James George Frazer (1854-1941) sea un nuevo de-
porte, ningún antropólogo puede ignorar que fundó el COMPARATIVISMO, o al menos

203
LUIS PANCORBO

lo llevó a niveles de sistematización difíciles de igualar. Cuanto más le critican los an-
tropólogos con penchant científico, menos erosionan las bases de un discurso que
hunde sus raíces en la traducción y exégesis de Pausanias (1898) en seis volúmenes.
Con los Fasti de Ovidio, Frazer llenó otros cinco tomos en 1929. Gran latinista y he-
lenista, fue portentoso cuando aplicó su rigor y su lupa a la ETNOLOGÍA de socieda-
des muertas, o mejor dicho, antiguas, aunque siempre aleccionadoras. Pero también
estableció puentes con el TOTEMISMO, «poder-refugio al que el hombre confía su es-
píritu vital para ponerlo a salvo» [Poirier, 1987], tema caro a Freud. Frazer, lanzado
a ello, escribió como un torrente inagotable Totemismo y exogamia (1910), en cuatro
volúmenes; y La creencia en la inmortalidad y el culto de los muertos (1913-1924),
en tres volúmenes; y El Folklore en el Antiguo Testamento (1918), otros tres volúme-
nes que parecieron por supuesto escandalosos y superficiales a los adoradores de los
tomos de plomo; y El hombre, Dios y la inmortalidad (1927), y tantas otras obras…
Pero, desde 1890 hasta 1920, fueron treinta años, que se dice pronto, los que dedicó
a su magna obra, los 12 volúmenes de La rama dorada. Sólo eso le podría garantizar
un lugar en el edén de las ideas del mundo, sin hablar de que Frazer inspiró La tierra
baldía (1922), de Thomas Eliot. La rama dorada, con su falsa apariencia de epopeya,
ha dado sombra generosa a generaciones de investigadores. Será un fresco odiado
por los deseosos de la materia ante todo, el objeto contra el sujeto, la comprobación
por la repetición, pero será siempre amado por quienes creen en las pistas que llevan
a los escondidos santuarios de la verdad, la que bien pudo evolucionar desde la MA-
GIA a la religión y luego floreció en la ciencia.

frenología. La inteligencia reside en el cerebro y cada facultad cerebral tiene


un órgano propio. Con esa idea motriz, el doctor alemán Franz Joseph Gall publicó
cuatro tomos desde 1810 a 1819 con los que consiguió popularizar la frenología, o
craneoscopia, una especie de isomorfismo entre la superficie cra-
neal y el cerebro. También el estudio de la estructura del crá-
neo para determinar el carácter y la capacidad cerebral. El
caso fue que el doctor Gall puso de moda un estudio seudo-
científico de las 26 partes más superficiales del cerebro, has-
ta el punto de que se podían identificar —eso decía— con
una mera inspección ocular. A finales del siglo XIX, hubo
quien supuso, sobre todo en los Estados Unidos, que esa
compartimentación de los continentes craneanos iba a servir
para los más variados propósitos. A un aventurero como Geor-
ge Francis Train, el primero en dar la vuelta al mundo en ochenta
días en 1860, le pesaron el cerebro después de muerto y arrojó
1.525 gramos, lo que significaba estar situado «en el sexto lu-
gar entre los pesos cerebrales de ciento seis hombres famosos,
170 gramos por encima de la media». Train era miembro del
Instituto de Frenología de los Estados Unidos. En 1931, La-
very y White inventaban el psicógrafo, una máquina para detec-
tar cuestiones frenológicas. La frenología se usó incluso para sos-
tener ciertos argumentos racistas (> CAUCÁSICO).

204
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Freyr. Dios germánico de la fertilidad con su aspecto femenino Freya o Freyja,


una Venus nórdica en algún sentido. De ahí viene el inglés «friday», «día de Fre-
ya», similar a nuestro «viernes» o «día de Venus». En los países escandinavos, es-
pecialmente en Suecia, Freya se ha fijado en la imaginación popular como una dio-
sa patrona del amor, las libaciones, la licencia en el corto y jugoso verano. El
cantautor sueco Evert Taube (1890-1976), siguiendo los pasos de su insigne paisa-
no, el bardo Bellman, componía baladas llenas de nostalgia y brännvin, como
«Flickan i Havanna» («Chica en La Habana»), además de los tópicos sobre los
viejos marineros y su amor en cada puerto. Otros dioses germánicos, y a su vez sa-
jones y escandinavos, recordados en los días de la semana son: WOTAN (Woden,
Odín), origen de «wednesday», o miércoles (en el sur se decantó por ser el «día de
«Mercurio», dios del comercio; el martes en cambio se dedica al dios de la guerra,
Marte); y Tiwaz, dios de las leyes, que da origen al «tuesday» o martes. Luego es-
tán los dos días bajo advocación astral, el «monday» («Montag»), «día de la luna»,
y el «sunday» («Suntag»), «día del Sol». Sin olvidar el «saturday», sábado que, en
cambio, invoca a Saturno, padre de los dioses, y que en algunos sitios es SABATH, el
día de descanso ofrecido al Señor.

Frobenius, Leo. Explorador y filósofo alemán (1853-1938) que popularizó


la «morfología cultural» y creó un instituto de estudios que hoy lleva su nombre.
Para Frobenius, la cultura tenía un alma (paideuma) y así era un organismo vivo,
casi de forma biológica, con independencia de los hombres, meros transmisores
de un proceso. Lo mismo que las personas, las culturas tienen curvas de naci-
miento, crecimiento y declive, o conmoción, expresión y aplicación, para infan-
cia, madurez y vejez [Klaus Müller, 2000]. Sus ideas fueron polémicas, pero Fro-
benius también hizo un amplio trabajo etnológico, sobre todo en África, y su
lema de la igualdad de las culturas fue apreciado por grandes figuras de la negri-
tud y la cultura africana como Senghor y Aimé Césaire. «Era un escritor muy
elocuente y dramático; también hablando resultaba atractivo y sabía recalcar los
contrastes de los hechos históricos y etnográficos de una manera teatral y fogo-
sa» [Baroja, 1952]. En la novela El nocturno del hermano Beltrán (1929), Baroja
incluye a Frobenius con el nombre de Profesor Grobenius y le hace exclamar:
«Yo creo que el negro sube y el blanco baja… Ellos son la aurora y nosotros el
crepúsculo».

fudo-myoo. Símbolo de la energía que aparece al elegir una


vía de compasión [Chevalier, 1982]. Es una figura fundamental
dentro de los «Cinco Grandes Reyes de la Ciencia» o «cinco
Budas» en el esoterismo SHINGON, una de las mayores escue-
las japonesas al respecto. Cada uno de esos cinco Budas o Re-
yes tiene un aspecto doble, dos caras o cuerpos, la compasión
y la cólera… Fudo-myoo se representa en las imágenes de
BUDA con un color azul oscuro, casi negro, y al fondo suele
llevar una aureola de llamas, signo de purificación.

205
LUIS PANCORBO

fueguinos. Indios o habitantes de la Fueguia o Tierra del Fuego, así llamada


por Magallanes al ver humo en las riberas del estrecho que lleva su nombre. Se tie-
ne por fueguinos a los INDIOS que emigraron allí hace unos once mil años, princi-
palmente los onas, hauschs, selk’nams, alacalufes y yaghanes o yámanas. Los alaca-
lufes se llamaban a sí mismos kawskars, «los hombres», aunque eran vendidos
como esclavos por los chilotes (habitantes de la isla CHILOÉ) a los españoles. Tres
alacalufes y un yaghan fueron llevados por Darwin a Inglaterra, en 1827, tras su
vuelta al mundo en el Beagle. Por otro lado, 11 indios fueguinos acabaron sus días
como curiosidades en el Jardín de Aclimatación de París en 1881. El concepto de
Darwin sobre los fueguinos fue muy crítico al calificarlos de «subhombres, sucios,
que viven en chozas de ramajes y se untan grasa para soportar el frío…». Una sor-
prendente manera de relegar a los fueguinos al último escalón en la escala humana
por parte de un joven y fogoso naturalista.

fulani / fullan / fulbé / fula / fellani / fellatas / peul / peulh…


Pueblo del Sudán occidental de enigmático origen según Heinrich Barth, que no
veía en ellos los rasgos claros de los negros. Hay quien se atreve a decir que los fu-
lani tienen rasgos caucasianos, como si fuesen blancos tintados de moreno oscuro.
Otros creyeron que fueron blancos (bretones, romanos, semitas o BEREBERES) que
emigraron a África. Son del «tipo rojo africano» [Topinard: 1891]. Su gran centro
fue Futa Toro, en el nordeste de Senegal. Allí, hasta dispersarse por media África,
llegaron a tener un cierto Estado con el nombre de Tekrur, gobernado por la di-
nastía Ja-Ogo durante trescientos años. Por ser musulmanes, ayudaron a los almo-
rávides en su ataque al imperio de Ghana en 1076 [Sonko-Godwin, 2003]. Los fu-
lani hablan fufulda, un idioma de la familia nigrítica, aunque todo parece indicar
que es un pueblo mestizo, gentes más bien de color rojizo (pullo) frente a los ne-
gros (joloffe). Dominaban los reinos de Gando y Sokoto, y había fulanis o fulbés
en Bornú, Baghirmi, Wadai y DARFUR, es decir, casi de un lado a otro de África, si-
guiendo una línea bajo el Sahara. Muchos son aún pastores. Hasta no hace mucho
tiempo, al norte de Bornú remediaban la falta de sal con las cenizas del árbol runo
y con las de la planta suak. Uno de sus grupos es el de los BOROROS que se distin-
guen por sus fantasiosas fiestas, atavíos y danzas durante la «cura salada» anual.

funcionalismo. Interrelación y función interpretan los datos sociales. Bronis-


law Malinowski fue el gran gurú de esta teoría antropológica, aunque semillas y
precedentes se encuentren en Durkheim, BOAS, Mauss… Con todo, el padre de
Los argonautas del Pacífico Occidental (1922) tuvo la intuición y el coraje de lle-
var la teoría a la práctica y a la necesidad, sentida por muchos y realizada por nadie
(aún), de explicar con eficacia y novedad las relaciones sociales en lugares remotos.
No había nada tan en las antípodas como las islas TROBRIAND. Allí fue donde Mali-
nowski estableció que «…en cada tipo de civilización, cada costumbre, cada obje-
to material, cada idea y cada creencia cumplen determinada función vital…». Cada
elemento de un conjunto cultural es indisociable del resto y todo se explica por el
papel que en ello tiene la función. La perspectiva es sincrónica. Y el método del
trabajo de campo, duro y sencillo a la vez: el observador ha de ser participante y

206
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

estudiar a las sociedades desde dentro, desde el punto de vista de sus miembros (o
etic). Otra cuestión fue la validez que podía tener un método que prescindía de la
historia de las sociedades, de la tecnología de los pueblos y, en definitiva, del con-
cepto de supervivencia que trasciende a la función social, además de que existen
otros sistemas culturales fuera de los estrechos márgenes sincrónicos de una socie-
dad funcionante en un momento dado y de una determinada forma [Poirier,
1987]. Esa crítica, entre otras, se la hizo Lévi-Strauss a Malinowski, sin dejar de re-
conocer también sus valores.

fundamentalistas. Gentes que no admiten desviaciones, y ni siquiera mati-


ces, en su creencia fundamental. Pueden cubrir un amplio arco que, estirándolo, y
salvando las distancias, podría ir desde Ben Landen a Bush. El milenio fundamen-
talista fue analizado-anticipado por CARDÍN [1990] de forma brillante y dio sus in-
gredientes variopintos: el pensiero debole, «pensamiento débil» [Vattimo, Rovatti,
1985], hizo estragos con su prédica sobre el fin de la modernidad (viva la posmo-
dernidad, bienvenida la técnica que mató a la ciencia, el anticuado sacerdote de
NEMI…). Y luego fue al bote cualquier cosa fundamentalista, viniese del evangelis-
mo americano y sus telepredicadores, de los Hermanos Musulmanes (con «el repu-
dio de la Ishtijad de los cuatro ritos ortodoxos musulmanes»), de las ideas de Jo-
meini sobre la salvación… O de las sectas occidentales supercatólicas o raelianas
(> RAEL). O de sectas orientales, como las que predican el shakubuku para romper
la desilusión o parar el sufrimiento (después de todo, en Hollywood anuncian por
la calle: «Pare de sufrir»). El budismo Nichiren es criticado por eso, y su Sutra del
Loto, que para los miembros de la secta Soka-Gakkai puede ser tan expeditivo
como para otros una hiperdosis de Prozac.

207
G Graniza tanto, como para que yo recuerde
y acreciente las perlas.
César Vallejo, Trilce, LXXVII

ga. Una de las seis etnias principales de Ghana, radicada en torno a Accra, la capital
de un país llamado antaño Costa de Oro y que, desde 1957, es la República de Gha-
na, el primer país subsahariano en conseguir la independencia. Los ga atribuyen a
los antepasados gran poder de protección. Como sus vecinos los adangme, emigra-
ron desde Yorubaland, las tierras YORUBAS de Nigeria, en el siglo XIV y, tras cruzar el
río Volta, se asentaron en la llanura costera en torno a Accra, no sin someter antes a
los nativos guan y absorberlos. Los ga-andagme suponen el 8,3 por ciento de una po-
blación ga estimada en 14 millones. Durante el siglo XVII, los ga alcanzaron una nota-
ble prosperidad gracias a su comercio con los europeos. El gran reino ga tenía en su
seno microestados como Ga Mashi, en Accra central, y los de Osu, Labadi, Teshie,
Nungua y Tema, siempre presididos por un mantse, o jefe tradicional, que hacía de
intermediario en tráficos de todo tipo, espirituales y materiales. Eso último significa-
ba, entre otras cosas, participar en el tráfico negrero. Los mantse de Accra y Cape
Coast encabezan ceremonias de purificación, siempre tras la LIBACIÓN ritual. En los
últimos años, el argumento ha sido pedir perdón por las calamidades negreras, por
haber comerciado con sus hermanos. Los ga vendían a los blancos oro y esclavos (su
propia gente) a cambio de fusiles, telas, ginebra y abalorios.

gachupín. Término peyorativo para referirse a los españoles en México, como


CHAPETÓN en Perú y gallego (en Argentina y Cuba). La palabra «gachupín» o «ca-
chupín» vendría, según la Real Academia, del portugués cachopo, «niño», aunque
no todos están de acuerdo en eso. Hay quien sostiene que se trata de un aztequis-
mo que vendría del náhuatl, tal vez de cactzopin, «el que pica con los zapatos»,
aludiendo a las espuelas de los españoles. O bien de cactli, «zapato», y zopini,
«cosa que punza». Sin descartar que pueda proceder de cactli y chapín, «el que
calza chapines», zapatos de tacón alto usados por los conquistadores. En todo
caso, el grito de guerra e independencia del cura Hidalgo no dejaba lugar a dudas
de sus simpatías: «Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines».

209
LUIS PANCORBO

Gaia. Diosa griega de la Tierra. Gea de los romanos. PACHAMAMA en los Andes.
Nombre de la «Teoría de la Tierra» Viva. O la «Hipótesis Gaia», que se abrió ca-
mino con las intuiciones pioneras de James E. Lovelock en los años sesenta y que
luego recogió en su libro The ages of Gaia (1988), más las contribuciones de Lynn
Margulis, Dian Hitchcock, Gregory Hinckle y otros científicos… La Hipótesis
Gaia evoca el espíritu de la diosa Tierra con sus ciclos de realimentación para el
equilibrio de la atmósfera. Hubo un tiempo, hace tal vez tres mil millones de años,
en que el oxígeno era un gas de desecho en los procesos fotosintéticos del carbón y
las algas. Al principio hubo envenenamiento de seres por oxígeno, no por dióxido
de carbono como sucede ahora. La atmósfera es una mixtura muy inestable de ga-
ses, dice Lovelock, y el oxígeno es sabido que se produce en la fotosíntesis: si se
afecta a eso, también se hace a todo el sistema. Vendría lo que los esotéricos llaman
«Ojo del Sol» o «Ojo de Hathor» y, sin tanta grandilocuencia, graves problemas de
desertificación, el aumento del agujero de la capa de ozono, mayores oscilaciones
de la corriente de El Niño y demás percances planetarios causados por el efecto
invernadero, la tala indiscriminada de bosques y otras constantes agresiones eco-
lógicas.

gamones. Planta liliácea, también conocida como ASFÓDELO blanco o varita de


San José, típica de estepas, pastos y garrigas del Mediterráneo, y considerada tóxi-
ca, aunque en Córcega se comía. Según la escritora Dorothy Carrington, autora de
Granite Island, en Córcega llaman a los gamones «el pan de los pobres, porque los
pobres se comían los bulbos. Hasta que Paoli trajo las patatas a Córcega, todo el
mundo los comía. Los griegos los llamaban “la flor de la muerte”, pero es comesti-
ble. En realidad, es la flor de la vida. Lear la menciona» [Theroux, 2001].

gana. Uno de los últimos grupos de SAN que conservan cierta vida tradicional.
Junto a los gwi, nomadearon en la Reserva de Caza del Kalahari Central de Botsua-
na (Botswana) hasta que el gobierno destruyó sus pozos y echó abajo sus chozas en
2002. Gana y gwi suponían unos 700 individuos cuyo final será similar al de los en
torno a 2.500 bosquimanos de Botsuana ya sedentarizados en haciendas y chabolas
como las de la zona de Ghanzi.

Ganesha / Ganesh / Ganapat / Vinayaka… Hijo mayor de Siva y


Parvati. Dios con cabeza de elefante (gaja, en hindi). Aparte de sus muchos nom-
bres sagrados, recibe apodos cariñosos como
Lambodara, «el de la gorda panza»; Edakanta,
«el de un colmillo»… Es quien remueve y allana
todos los obstáculos. Guardián de los templos y
protector de las empresas que se inician bajo
sus auspicios. Se le reza antes de construir una
casa o un barco. Patrono de los escritores, no
en vano es dios de la sabiduría: «…está casado
con el éxito (siddhi) y con el conocimiento
(buddhi)» [Schleberger, 2004].

210
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Ganges. Río Ganga para los hindúes. Ganga Ma o Ganga Mai, «Madre Gan-
ges», «diosa del río». Nace en la fuente de Gomukh (que significa «El morro de la
vaca»), en un glaciar a 4.200 metros de altitud. Más abajo, a 3.140 metros, se en-
cuentra Gangotri, con el templo dedicado al nacimiento de la diosa Ganges, lugar
milagroso como pocos dado que el río nació ahí de los cabellos de Siva. Por otro
lado, Visnú rasgó con la uña del dedo gordo del pie la capa del Universo para que
entrara el agua en la Tierra. Tras su abigarrado nacimiento himaláyico, el Ganges
muere 2.480 kilómetros después, deshecho en ramales, en Ganga Sagar, en las afue-
ras de Calcuta, donde se abre el golfo de Bengala. Cualquier parte del Ganges es sa-
grada, incluso sus tributarios. Por eso desde hace miles de años los hindúes veneran
ese río, beben su agua, se purifican y lavan con ella y en ella rezan el Gayatri, himno
védico al Sol. Entre las varias ciudades santas del Ganges figura en primer lugar Va-
ranasi (Benarés), donde morir, ser quemado y que lancen las cenizas de uno al río es
la mejor apuesta para romper el SAMSARA, el ciclo de las reencarnaciones, y poder ir
al paraíso hindú. Asimismo son sagradas las villas de Allahabad, Ujjain y Haridwar,
que, junto a Vanarasi, constituyen los sitios apropiados para la celebración de la
Maha KHUMBA MELA, la gran fiesta hinduista. Se celebra cada doce años conmemo-
rando el vuelo fantástico que hizo en ese tiempo, una docena de años, el pájaro Ga-
ruda, montura del dios Visnú, con ayuda de Júpiter, Saturno, el Sol y la Luna (as-
tros cuyas conjunciones marcan las fechas de la celebración).

gangs. La película de Martin Scorsese Gangs of New York (2002) repropuso


una de las páginas más oscuras de la Gran Manzana, habituada a loas y no a la épi-
ca de cloaca. Los bellos y valientes Aquiles y Patroclo se convirtieron en el Carni-
cero (The butcher) o el jefe de los Conejos Muertos (Dead Rabbits). Las fétidas
guerras de las bandas, con cuchillos de carniceros y porras para romper rótulas,
desplegaban una ferocidad, al rayar el siglo XX, que difícilmente fue igualada por
los considerados salvajes, ya fuesen los INDIOS de las praderas o los negros de las
islas Fiyi. Un tema sustancioso y por eso no falta en «El proveedor de iniquidades
Monk Eastman», dentro de la Historia universal de la infamia (1954), de Jorge
Luis Borges. Se trata de un ensayo lleno de datos y pistas sacados por Borges de la
Historia de las bandas de Nueva York, original de Herbert Asbury [1928], «un de-
coroso volumen de cuatrocientas páginas en octavo… tiene la confusión y la cruel-
dad de las cosmogonías bárbaras» [Borges, 1954]. En esa vieja historia aparecen
todos los forajidos que han inspirado a Scorsese: los Swamp Angels, «ángeles del
pantano» (por no decir de las alcantarillas); los Plug Uglies («galerudos fieros»)…,
aunque los más espeluznantes eran los Dead Rabbits, que entraban en batalla enar-
bolando un conejo muerto como otros llevan el pendón del Cristo de las Llagas. A
Monk, «un hombre ruinoso y monumental», también tierno, le gustaban los ani-
males. Adiestró a una paloma para que se posara en su hombro. Llegó a mandar
1.200 tipos, lo que en 1894 apenas servía para mantener el orden en un salón de
baile de Nueva York. Usaba un garrote y ponía una muesca por cada cráneo roto.
Luego pasó a cobrar 15 dólares por cada oreja arrancada; 25 por una puñalada…
Monk acabó en Sing Sing y, cuando lo liberaron, le dieron cinco balazos en una ca-
lle de Nueva York. Llovía o nevaba aquel 25 de diciembre de 1920.

211
LUIS PANCORBO

gaon. Genio hebraico. Gaon fue un gran y reverenciado maestro como el rabino
Eliyahu de Vilna, que a los siete años predicaba sermones portentosos. O como su
colega del siglo II Simón bar Yochai, conocido como Rashbi, a quien se atribuye la
escritura del primer Mihsna, es decir, una buena parte del fundamental ZOHAR.
Rashbi llegó a exorcizar a la hija del emperador Antonino Pío, obteniendo a cam-
bio que levantara la orden de expulsión de los judíos. En la vida de un gaon como
Rashbi no hubo ni un solo arco iris, es decir, ni un solo portento negativo, lo que
acrecentó aun más su fama. Y, por supuesto, gaon fue, con todas las de la ley, y no
sólo mosaica, el español Moisés Ben Maimon, Maimónides, nacido en Córdoba
(1135) y fallecido en El Cairo (1204), autor de Guía de los Perplejos (1983), con
sus cuatro impecables vías para la perfección humana. «Pues en la carne, en la ma-
dera y en cada una de las cosas semejantes se encuentran en potencia el fuego y la
tierra; en efecto, estos aparecen al surgir de ellas por disociación».

garinagu / calinago / kalinago… Son los CARIBES negros (black caribs),


en singular garífuna, unos 50.000 individuos mezcla de africanos e indios caribes,
que viven en las costas de Belice, Honduras, Nicaragua, Guatemala, islas de la Ba-
hía, Nueva York… Proceden de un cargamento de esclavos de un barco que se
hundió en 1675 en la isla de San Vicente, desde entonces su mítica patria, o Yuru-
main. Ahí se mezclaron con los indios caribes, de los que aprendieron a cosechar
mandioca y a sacar pan de ese tubérculo. Pero fueron expulsados de su isla por los
británicos en 1797. Primero pasaron a las islas de la Bahía (Roatán) y finalmente se
instalaron en el litoral caribeño de Honduras y otros sitios de Centroamérica. Sus
grandes celebraciones religiosas, con elementos parecidos a los del VUDÚ, son el
chugu y el dugu. En sus funerales (beluria) sale a relucir su arraigado culto a los es-
píritus de los antepasados.

garzo. Azulado. Se suele aplicar a los ojos de color azul, tema que interesaba en
la antigua ANTROPOLOGÍA española, como la altura del busto del recluta, el períme-
tro torácico, el índice de corpulencia, además de peso y altura. Un estudio de Pé-
rez de Barradas [1946] sobre el tema de los ojos garzos, es decir, ojos claros (azu-
les, grises, verdes) registraba un valor medio en España de 15,7 por ciento, con los
extremos de Orense (19,6) y Málaga (15,6). Las provincias con más ojos garzos y
pelo rubio eran Zaragoza, Huesca, Santander, Guipúzcoa, Gerona y Barcelona. Sin
embargo, a principios de siglo XX, los antropólogos extranjeros daban a España
como un país de gran homogeneidad étnica, es decir, que dominaba el tipo more-
no dolicocéfalo en toda la población. «España está habitada por la raza occidental
mediterránea» [Günther, 1928].

gástrula. Si la glándula PINEAL es el asiento del alma, la gástrula es el asiento


del cuerpo más primigenio, el paraíso de los ancestrales metazoos que dieron ori-
gen a toda evolución y, en primer lugar, a los animales multicelulares. Eso era lo
que Ernst Haeckel (1834-1919) llamó gastraea, una especie de gástrula, una pelota
de células que se ubicaría en las tripas, alumbrando de nuevo el darwinismo, el lar-
go camino de los metazoos que devienen protozoos, que se bifurcan en flagelados

212
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

y poríferos, y así hasta un gorila que se afeita las mejillas. Evolución no es lo mismo
que selección natural. Haeckel, influido tanto por el idealismo alemán como por
El origen de las especies de Darwin, se convirtió en un neófito darwinista y defen-
sor de la evolución, pero no tanto del mecanismo de la evolución tal como explicó
Darwin. Por un lado, como buen idealista, y admirador de Goethe y Hegel, inclu-
so paisano de ellos por vivir en la ciudad de Jena, Haeckel creía en la posibilidad
de perfeccionar la Creación, dar otro toque a lo que Dios se había dejado en el tin-
tero de barro: y, por otra parte, recapitular —algo que le gustaba sobremanera a
Haeckel— el plan divino ya desde el crecimiento del embrión. Dicho de otro
modo, en el embrión había esperanza de mejora. Ya en el terreno de la pura biolo-
gía, Haeckel creyó que el medio ambiente influía (un nuevo lamarckismo) hasta el
punto de formar nuevas razas. La supervivencia dependía de cómo interactuasen
con el entorno, eso que se ha llamado «una forma débil de selección natural»
[Caldwell, 2005].

gauchos. Hubiese sido demasiado sencillo llamar «vaqueros» a los gauchos ar-
gentinos. «Gaucho» quiere decir también «hombre arrogante», sin miedo, duro,
capaz de dormir bajo las estrellas y cocinar su sustento en una hoguera. Es la mis-
ma literatura del cowboy del norte repetida muy al sur. No puede haber mayores
llaneros solitarios que esos personajes de las pampas, las grandes llanuras herbosas
de la América austral, con sus espuelas de plata y su código del honor a veces un
tanto canalla, extremo, pero siempre fiero, como el de Martín Fierro. Lo único es
que, cuando sopla el pampero, el viento del suroeste, vuelan hasta los pensamien-
tos dentro de la cabeza.

gé / gê / ge / jé. Grupos INDÍGENAS del centro de Brasil cuyos mitos, de forma


especial los alimenticios, fueron estudiados por Claude Lévi-Strauss [1970]. Los
gé, al igual que los BORORO o que sus antiguos vecinos los camiri, atribuían una im-
portancia seminal al origen del fuego (las cenizas, el tabaco) y a la miel. Con las mi-
tologías paralelas de la miel y del tabaco, y su importancia en la vida socioeconó-
mica y religiosa, Lévi-Strauss llega a un gran análisis sobre los mitos del origen de
la cocina. Va alternando un tejido sugestivo entre los mitos de la miel, que se con-
sume sin manipular, y los mitos el tabaco, que se fuma o se bebe en cierta decoc-
ción. La miel sería «una especie de emergencia de la naturaleza en la cultura». El
tabaco, «el medio de comunicación con el mundo sobrenatural… una manifesta-
ción de la cultura en el mismo seno de la naturaleza» [Lévi-Strauss, 1984].

geep. Contracción a base de las palabras inglesas goat («cabra») y sheep («ove-
ja»). En español sería «coveja». Se trata de un ser imaginario, pero que habría ha-
bitado el EDÉN hace seis mil años y, en consecuencia, ha sido modelado para el
Museo de la Creación que se inaugurará en Cincinnati en 2007. Será la apoteosis
visual del CREACIONISMO y del DISEÑO INTELIGENTE, las teorías anti-darwinistas im-
pulsadas por la Administración Bush. Y es que, para muchos de sus correligiona-
rios republicanos, el ARCA de Noé no era un cuento, sino que allí se metieron hasta
dinosaurios, o si acaso, sus huevos. Puesto que la Biblia, no Darwin, tenía razón, li-

213
LUIS PANCORBO

teralmente, se ha abierto en Estados Unidos una especie de neo-macarthysta caza


de brujas contra la ciencia. La Unión de Científicos Preocupados (Union of Con-
cerned Scientists) ha divulgado un manifiesto, firmado por 8.000 investigadores,
con 49 premios Nobel, para criticar las injerencias de Bush en temas científicos.
Una incultura y su corolario: «Si no eres cristiano, eres un auténtico criminal. Es
decir, para esta gente, o eres religioso, o eres inmoral» [Margulis, 2006]. La evolu-
ción, según la combativa bióloga Margulis, «es un hecho tan demostrado como la
gravedad». Y sin embargo… Por lo menos triunfa en el festival de cine de Sundan-
ce, y en otros foros norteamericanos, el documental Una verdad inconveniente,
presentado por Al Gore, donde se habla de que en los próximos diez años habrá
una última oportunidad de actuar contra el calentamiento global. Luego no habrá
ni huevos de dinosaurio de plástico.

Geertz. Clifford Geertz (1923) pasa por ser el inventor de la ANTROPOLOGÍA


simbólica, nueva rodaja del viejo melón de interpretar a los agentes del estudio
antropológico en función de las diferentes formas en que éstos ven y consideran
su entorno o son vistos por otros. Ahí funcionan los símbolos y también mucho
los rituales. Geertz es autor indispensable de muchas obras como The religion of
Java (1960); Agriculture Involution (1963); Islam observed (1968); The interpre-
tation of cultures (1973), y Myth, Symbol and Culture (1974). Crucial para el
desarrollo interdisciplinar fue una obra llena de buena prosa e intenciones como
El antropólogo como autor (1989). Con sus ideas sobre antropología simbólica,
Geertz llama a la salvación del «torbellino del RELATIVISMO cultural, que le priva
al investigador de un asidero fijo». Sin embargo, algunos tienen a Geertz por un
pope de la antropología posmoderna —si acaso se sabe qué es esto, además de
una especie de omnisciencia flaubertiana—. Resistirse a tomar partido por un
credo, como hace Geertz, saca de quicio a muchos colegas afiliados a la iglesia
funcionalista de Malinowski, a la estructuralista de Lévi-Strauss o a la antropolo-
gía materialista de Marvin Harris… En la interpretación está el gusto, sin que
esto quiera decir que no haya otra salvación que sumirse en un pozo nihilista.
Varios autores antropólogos (Stephen Tyler, George Marcus, James Clifford…)
coincidirían en un «discurso superordinal al que están relativizados todos los de-
más discursos y en el que hallan su significado y justificación». Eso es lo que pro-
puso Tyler muy en línea con Geertz, y siguiendo una especie de sucesión de
puentes colgantes y levadizos en los que no se ve bien la meta, sino el camino.
«La nueva-nueva ETNOGRAFÍA es básicamente “evocación de…”, de lo que no
puede ser conocido discursivamente o actuado (p erformed) perfectamente»
[Llobera, 1990]. Los objetos que no pueden ser presentados ni representados,
por lo menos pueden ser concebidos a través de esa nueva ETNOGRAFÍA que reco-
ge los restos del naufragio y da ánimos por la impotencia de llegar a una solución
kantiana… Más peligro tiene abominar de la ciencia, y del modelo positivista,
por sus carencias… invitando a bajar a la playa del realismo poético, a seguir ex-
plorando por la orilla. Dado que la interacción sujeto-objeto suele conducir a la
mentira, premisa imposible de la ciencia, se invita a bracear en el relativismo con
el único salvavidas de la etnografía.

214
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Gehena / Gehenna / Geena… La propia imagen del infierno, el más te-


mido, con llamas interminables. En realidad, era un lugar del valle de Hinón, en
las afueras de Jerusalén, que ya se usaba desde los tiempos del rey Salomón como
vertedero y cementerio al aire libre de cadáveres de animales. El olor era tan he-
diondo que el sitio ardía sin cesar con la añadidura del azufre. Gehena se convirtió
así en sinónimo de INFIERNO, el lugar más espantoso bajo «los partidarios del prín-
cipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobedien-
cia» (Efesios 2,2). «Y si tu ojo te da ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar en el
reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado a la Gehena» (Marcos
9,47). A partir de ahí, la Gehena ha sido sustento apocalíptico y fantasioso, desem-
bocando en subliteratura vampírica, mangas, juegos de rol…

geisha. Las geishas (del japonés gei, «arte») son artistas, verdaderos símbolos
del refinamiento, lejano de los toscos CLICHÉS sexuales. No obstante, para algunos,
las geishas hicieron su primera aparición en los burdeles del siglo XVII como can-
tantes. Otros creen que las primeras geishas eran hombres. A partir del siglo XVIII,
su trabajo adquirió tintes de profesión con una serie de códigos que duran hasta
hoy. El sexo, sin ser secundario, es algo acompañado de discre-
ción, saber estar, saber entretener a los hombres y, sobre
todo, darles la ilusión de ser unos príncipes o unos sa-
murais del viejo imperio nipón por un importe nada
baladí. Importa mucho el decorado, la casa de té
de que se trate, la vestimenta de la geisha, sin ol-
vidar un precioso QUIMONO, la cara maquillada
con polvos de arroz, tocar el instrumento de
cuerda llamado samisen y dar conversación ame-
na, aguda, no exenta de los últimos chistes y chis-
mes que corran por la ciudad. Sobre todo en el ba-
rrio de Gion de Kioto hay aún escuelas donde
estudian y se perfeccionan las maiko o aprendizas de
geisha, en una especie de difícil apuesta por el pasado
sin caer en el anacronismo.

gematría. Combinación y manipulación de letras que se suele usar en la CÁBA-


LA para extraer nuevos comentarios de la TORÁ, así como referencias a una palabra
en diferentes contextos. Uno de los ejercicios cabalísticos clásicos es la lectura y
meditación de los 72 nombres hebreos de Dios, aunque precisamente pongan todo
el cuidado en evitar el nombre de YAHVÉ. Esa recitación tendría virtudes curativas,
al menos tal como se practicaba en la CÁBALA hermética por parte de «los maes-
tros del nombre», que usaban textos y frases, y contextos cabalísticos, con propó-
sitos terapéuticos.

gemelidad / gemelaridad. Uno de los temas cardinales de los mitos y la


antropología. Los Dioscuros latinos no son los únicos hermanos gemelos con cate-
goría de dioses culturales. La gemelidad ha excitado la imaginación de los pueblos,

215
LUIS PANCORBO

que han buscado en ella lecturas diversas. Pero no siempre ha sido un título de or-
gullo sino de prejuicio. En algunas tribus australianas, el padre mataba a uno de los
dos gemelos. Y lo mismo entre los igbo y los ASHANTI de Ghana. En este último
país sólo se asesinaba a un gemelo si la pareja era de la familia del rey [Biasutti,
1967]. Por el contrario, el pueblo nigeriano de los YORUBAS es el que tiene el índice
mayor del mundo de gemelos y eso ha contribuido a un amplio culto positivo al res-
pecto [Herold, 1991]. Los ibedjis o gemelos, representados a veces con bellas tallas
de madera, son objeto de culto en las casas donde fallecieron, y sus familias los la-
van y acicalan. Claude Lévi-Strauss estudió la gemelidad entre varios grupos de IN-
DIOS de América. Cada gemelo puede reaccionar de forma distinta a una serie de
ANTINOMIAS, y no siempre resulta fácil conciliar extremos como el agua y el fuego,
lo próximo y lejano… [Lévi-Strauss, 1988]. Algunas tribus norteamericanas, como
la de los salish, se inspiraban en las brumas y en la gemelidad de algunos fenómenos
para intentar la conciliación de lo similar y de lo opuesto. Por ejemplo, con sus ideas
sobre la niebla y el viento: la niebla, que se interpone entre mundos, y el viento, que
disipa la niebla y causa el conocimiento, hacen posible la interpretación [Lévi-
Strauss, 1984]. En la cosmogonía MAYA (Popol Vuh), los gemelos fueron retados
por los dioses de Xibalbá, el inframundo, a una partida de pelota. Ganaron los dio-
ses y la cabeza del gemelo Hun Hunahpú fue colgada de un árbol que producía ca-
labazas con forma humana. Cuando la diosa Xquic se acercó a ese árbol, el gemelo
le escupió en la mano y la fecundó, dando aquélla a luz por fin a los verdaderos ge-
melos, Xbalanqué y Hunahpú, los que se convirtieron en el Sol y la Luna, y derrota-
ron y decapitaron a todos los dioses del infierno de Xibalbá [Roberts, 2005].

genes. Nunca hubo genes amarillos, ni genes negros, ni genes blancos, pero las
diferencias genéticas son determinantes. El profesor Jean Dausset, premio Nobel
de Medicina en 1980, ha estudiado el HLA (Human Leucocyte Antigen), una es-
pecie de carné de identidad inscrito en cada una de las células, aunque tenemos
60.000 millones. Hay cuatro grupos sanguíneos ABO y 36 combinaciones princi-
pales del grupo sanguíneo Rhesus, pero son 3.000 millones las señales distintas en
el ADN de cada individuo. La cuestión es si el hombre puede considerarse clasifi-
cable, un poco al estilo de Linneo que clasificaba todo, pero en un mundo aún vir-
gen donde revolotean las bellas mariposas en las flores de la patata. Un hombre de
Sri Lanka tiene un patrimonio genético típicamente indo-europeo, como los llama-
dos CAUCÁSICOS, pero un color de piel muy negro que le hace ser reconocible
como melanodermo. En el Museo del Hombre de París ponen también el ejemplo
de los melanesios de la isla Bougainville (Papúa-Nueva Guinea): son melanoder-
mos por la oscuridad de su piel, o australoides, como se llama a los melanodermos
de la región, pero, por otro lado, su patrimonio genético es claramente oriental y
les relaciona con los mongoloides. Otra vez se ve ahí naufragar el mito y la ambi-
ción de pureza: muchos nazis se hubiesen llevado una sorpresa analizando su códi-
go genético, lo que «da la correspondencia entre cada grupo de tres nucleótidos en
el ADN y el aminoácido correspondiente» [Ayala, 1994]. Tirando del hilo, igual
muchos alemanes nazis no encontraban un origen ARIO, sino gitano. Incluso un
viejísimo abuelo africano riéndose en sus narices.

216
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Génesis. Origen del mundo, creación. En hebreo, Berechit, «En un principio».


BIG BANG. Para los hinduistas, se produjo mediante el batido de leche del universo.
Para los cristianos fue algo que tuvo lugar el año 4004 a.C. (según el presbítero in-
glés James Ussher en su obra Annals of the Old and New Testament, 1650). Para
los YANOMAMIS se produjo cuando una flecha alcanzó la teta de Peribo y de su san-
gre manaron los hombres. Para los AIMARA (Bolivia), había un tiempo llamado cha-
makpacha (chamak, «oscuro»; pacha, «tiempo», «lapso») que fue interrumpido
por el dios VIRACOCHA para crear la vida, la luz [Paredes-Candía, 1981]. Para los
japoneses, fueron la diosa Izanami y su esposo Izanagi, hijos de AMATERASU, la dio-
sa Sol, los que hicieron el mundo a partir de las aguas primordiales y parieron sus
hijos, las constelaciones y las islas del mundo, es decir, las del archipiélago de Ni-
hon, el país del Sol Naciente. Isis velaba sobre la inundación anual del río Nilo,
cieno y vida, madre de los faraones. Amma, el gran dios DOGON (Malí), copuló con
la Tierra, cuya vagina era un hormiguero y su CLÍTORIS un termitero. La primera
cópula fracasó y por eso fue creado el chacal, el mal de los dioses y los hombres.
Todo esto está bien para los paganos, como dicen los irreductibles del Génesis bí-
blico, los que todavía no se han recuperado del DARWINISMO o, dicho de forma
abrupta, casi descortés, de la teoría de los orígenes animales del hombre.

genoma. Contenido genético tanto en lo mayor, un individuo, como en una de


sus células. Gen en cambio sería «un fragmento de ADN que determina un rasgo
particular del organismo» [Ayala, 1994]. Se sigue recopilando información para el
«Proyecto Genoma» (Human Genome Project), un mapa casi universal del geno-
ma, «el conjunto de los genes que hay en los cromosomas». Se pretende la secuen-
cia íntegra del genoma y eso permitirá finalmente esclarecer el linaje humano, su
formación y sus reestructuraciones, los accidentes, contingencias y pormenores de-
tallados de un mecanismo cromosómico que descifre claves de la evolución. El jue-
go haploide de cromosomas, eso que se llama genoma, y que es tan importante
como el mapa de Marte, conducirá al pasado y al futuro. La amplitud del campo
de experimentación y recogida de pruebas, la humanidad, no es menuda y en su
día ya hubo quien puso objeciones de altura al proyecto, a su carácter incompleto
[Cavalli-Sforza, 1999], pero nuestra especie no se va a parar por eso en su autoco-
nocimiento, ni desistirá en el estudio por la complejidad combinatoria de los
30.000 GENES del ser humano, aunque no sean los 100.000 que se suponía hasta
hace poco. Nuestra especie, que ya es autoconsciente desde hace algún tiempo, ha
solido avanzar sobre las lagunas, como lo hizo la GÁSTRULA, y poco a poco ha ido
reconociendo que hasta el CHIMPANCÉ, el GORILA, el ORANGUTÁN y el bonobo se re-
conocen a sí mismos en fotografías. El gran juego combinatorio ha comenzado.

geofagia. Ingestión de tierra. Cuando están embarazadas, las mujeres YANOMA-


MIS comen pellas de un barro blancuzco de las orillas de los caños, en plena Orino-
quia venezolana. Lo hacen por el aporte de minerales que les supone y en eso no
difieren mucho de los guacamayos que van por las mañanas a picotear las colpas, o
ribazos de barro, para purificar su organismo. Los otomacos de la boca del Orino-
co y otros en las costas de Cumaná, Nueva Barcelona y Caracas también comían

217
LUIS PANCORBO

arcilla grasa, rica en hierro, amasada en bolas (> POYA) puestas luego en la parrilla
[Humboldt, 1858]. Hasta medio kilo de bolas podían comer [Coupin, 1905]. En
Java se ingería tierra arcillosa mezclándola con agua hasta hacer una pasta modela-
da después en tubos o huesos que se tostaban. Eso se llamaba ampo y se vendía en
los mercados. Las javanesas lo tomaban para adelgazar porque comiendo tierra
perdían el apetito. Arcillas comestibles se vendían asimismo en Bolivia, y los lapo-
nes (> SAMI), en momentos de escasez, podían comer un polvo blanco rico en
minerales, una especie de harina de viejos fósiles pulverizados. Esa harina lapona,
estudiada por Retzius, poseía muchas propiedades y tenía restos de hasta 19 espe-
cies de infusorios. Antaño en España había quien comía la arcilla con la que se fa-
bricaban las alcarrazas, unas vasijas de tierra tan porosa y poco cocida que dejaban
rezumar el agua y su evaporación servía para enfriar el líquido que quedaba
dentro.

ger / yurta. Tienda de fieltro de los MONGOLES y otros pueblos de Asia Central
(kazajos, kirguises…). Aún hoy, la ger es usada por los pastores en Mongolia. En
tiempos de Genghis Khan, las gers podían ser palacios transportados en gigantes-
cas carretas. O como barcos en el océano de hierba. Sin embargo, la ger no es una
creación de la estepa; por su armazón y varillaje de madera «tiene su origen en el
bosque» [Man, 2006].

Gernikako Arbola. Árbol de Guernica, sagrado para los vascos. Roble


plantado ante la Casa de Juntas de Guernica (Gernika) junto al que juraban los
fueros y las leyes viejas los lehendakaris y diputados generales de Vizcaya. El últi-
mo roble, de 12 metros de altura y unos ciento cuarenta y siete años, murió oficial-
mente el 20 de abril de 2004, tras no brotar en dos primaveras consecutivas. Pro-
cedía de un roble que se secó a los ciento cincuenta años, y éste a su vez de otro
que murió a los trescientos sesenta años. En 2005, un re-
toño del roble de unos veinte años tomó el relevo del vie-
jo árbol. José María de Iparaguirre (1820-1881) fue autor
del himno «Gernikako Arbola» («El árbol de Guerni-
ca») que, aparte de su sentimiento, tiene una estrofa cu-
riosa, en la que es el propio árbol quien habla: «El árbol
nos responde: / «Vivid apercibidos /y que yo nunca mue-
ra / debéis siempre pedir». Pero hay más árboles sagra-
dos (> ÁRBOL SAGRADO) o simbólicos en el País Vasco: los
robles de Avellaneda y Gerediaga señalaban las Juntas de
las Encartaciones y el Durangesado. El roble de Aretxa-
balaga, donde se recibía al señor de los vizcaínos; el no-
gal de Licharre, la encina de san Esteban; los tejos de Pa-
gamakurra…

Gerónimo. Así llamaron los mexicanos a Goyathlay, literalmente «uno que


bosteza». Nacido en 1829 en Nuevo México, y fallecido en 1909, fue el último re-
belde indio contra el gigante, los Estados Unidos, y, por supuesto, el último en ca-

218
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

pitular (lo hizo ante el general Miles en 1886). Gerónimo era


el jefe de la fracción bedonkohe dentro de los APACHES chiri-
cahuas. Tras su primera rendición, ante el general George
Crook, fue confinado a la pequeña reserva de San Carlos
(Arizona), cuyas condiciones de vida eran tan espantosas que
le hicieron empuñar de nuevo las armas. Al frente de una
banda de guerreros escogidos tuvo en jaque al Sexto de Ca-
ballería hasta que finalmente fue derrotado y deportado a
Fort Marion y otros lugares de Florida, donde sobrevivió cer-
ca de veintidós años viendo cómo se apagaba con él el fulgor
de los chiricuahuas, coyoteros, mescaleros y demás indios
APACHES. Gerónimo fue una leyenda estando vivo, aunque él mismo no sabía muy
bien por qué: «No puedo creer que seamos inútiles o que Dios no debería haber-
nos creado». Sus contríbulos llegaron a creer que era invulnerable a las balas y un
grupo le siguió hasta las más apartadas regiones de Arispe (Sonora), donde vagó
fuera de todo control. Al final de sus días, vendía souvenirs de él mismo, del legen-
dario Gerónimo, y en 1905 se avino a participar en la cabalgata presidencial de
Theodore Roosevelt. El actor Wes Studi, conocido por su gran trabajo en la pelí-
cula El último de los mohicanos (1992), protagonizó con convicción Geronimo
(1993), película dirigida por Walter Hill.

gesto. Coinciden estadounidenses y antiguos romanos en alzar el dedo corazón


en signo de desprecio. Coinciden en muchas latitudes haciendo los cuernos, aunque
eso podría significar signo de fertilidad. Un indio de la India menea constantemente
la cabeza de forma horizontal para asentir, lo que lleva a confusión al europeo acos-
tumbrado a ver una negativa en ese gesto. Entre los antiguos romanos y los moder-
nos sicilianos se echa la cabeza hacia atrás para negar. Y para sellar la muerte de al-
guien se besan los dedos, el índice sobre el pulgar: está despachado. La relatividad
de los gestos es un gran indicador de la sociedad: los mediterráneos ríen a carcajada
suelta y los japoneses, sobre todo las mujeres, ocultan la boca al reír. En la India be-
san los pies de sus autoridades políticas o de los santones. Es sagrado hasta el suelo
que pisan. Aunque eso mismo hacía el papa Juan Pablo II. Paul Ekman [2004] ha
estudiado durante más de cuarenta años la ira, angustia, miedo, asco, felicidad en
los rostros de personas de distintos países y ha concluido que las principales emo-
ciones faciales son universales. Las gentes mueven los mismos músculos para expre-
sar una emoción, al menos en privado, porque en público puede haber tendencia a
enmascararlas. Ekman no ha entrado mucho en el espectro de los políticos.

ghat. Grada, y por extensión escalera, que lleva a las orillas de los ríos de la In-
dia. Son célebres los 80 ghats de Benarés, que no sólo sirven de acceso al río GAN-
GES, sino que constituyen un teatro de rituales, purificaciones, negocios… El ghat
Manikarnika es el lugar de cremación, en piras funerarias, más famoso de la India.

gigantes. Son XXY al tener un cromosoma adicional. Además del cromosoma


X de la madre y el Y del padre, suele añadirse otra X. Lo peor son ciertos síndro-

219
LUIS PANCORBO

mes, como el de Marfan (una de cada 5.000 personas), por el que brazos y piernas
son exageradamente largos. Con todo eso se fue forjando el mito, habitual en mu-
chas culturas, de los hombres desmesurados. Homero pone a los enormes lestrigo-
nes y a su rey Antiphates, aficionado a beber sangre humana, en un lugar que en-
caja con Bonifacio (Córcega). El escandinavo Ymir fue creado con hielo y el dios
Odín lo sacrificó para formar la tierra con su cuerpo y los mares con su sangre. En
el País Vasco andaría TORTO, el Polifemo de los bosques euskaldunes, y el Ojánca-
nu en los bosques cántabros. El misterioso BARMANU da sustos a los campesinos de
las faldas del Himalaya. Brobdingang es el país donde Lemuel Gulliver, primero
cirujano y luego capitán de varios barcos, encuentra a unas gentes grandes como
montañas, lo contrario de lo que ocurre en Liliput. James FRAZER [1890] contó
que los DRUIDAS usaban gigantes de mimbre en los festivales solsticiales. Aún que-
dan gigantones de cestería en Francia, si bien muchos otros se fueron encogiendo
y desapareciendo después de la Segunda Guerra Mundial. En Douai sacaban una
efigie de 8 a 10 metros de altura el 7 de julio llamada «el gigante». Las Folies de
Dunkerke suponían una procesión de gigantes en el solsticio (24 de junio). Hasta
1844, en Amberes (Bélgica) y en Salisbury (Inglaterra) hubo también procesiones
de gigantes en coincidencia con el solsticio de verano. En España, la costumbre ha
resistido y son frecuentes las procesiones de gigantes (y cabezudos) en el Corpus
Christi.

gimnosofista. Nombre que daban los antiguos griegos a los místicos indios,
sobre todo a los que se retiraban en las selvas para dedicarse a la vida ascética, y
también a los viandantes o deambulantes. Entrarían en esa categoría los SANYASIN,
tanto naga-babas (> NAGA) como otros santones de tipo renunciante.

Ginistán / Djinnistán. País fabuloso donde los antiguos persas situaban a


los genios (gimis, giminos, djenoun) sumisos al rey Salomón [Flancy, 1842] y que,
según la tradición, descendían de Adán, pero no de Eva.

ginseng / ginzen. Raíz de efectos estimulantes usada en China y Corea desde


hace miles de años. Elixir tónico, estimulante, afrodisíaco, alivio de la vejez y el ago-
tamiento, el ginseng ha cumplido en Oriente las mismas funciones que la nuez de
COLA en África, la hoja de COCA en la América andina o el GUARANÁ en el Amazo-
nas. Los orochones, pueblo vecino de los managres del Amur, visitados por el capi-
tán Fulyhelm a mediados del siglo XIX, tenían fama de tener una magnífica raíz de
ginseng. En el Tíbet llamaban fatil a una raíz parecida y se usaba en una solución
para los varios males de la altitud y para el cansancio. Las raíces de ginseng de seis
años o más pasan por ser las mejores. «En China se masca habitualmente la raíz de
ginzen; restablece las fuerzas agotadas», según un clásico Manuel Alimentaire des
Plantes (1771), editado por M. Buchoz en París. El polvo de la raíz de eleuterococo,
o ginseng siberiano, también tiene su predicamento como estimulante.

gnaua / gnawa. Cofradías y también músicos de Marruecos. Descienden de


antiguos esclavos negros del imperio de Ghana, Guinea y Malí, que llegaron a Ma-

220
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

rruecos en el siglo XVII. La principal cofradía gnaua fue fundada por Ibn Allah y
tiene como patrón a un santo musulmán negro, el primero que hubo, Sidi Bilal, el
esclavo liberado por Mahoma que se convirtió en el primer almuédano de la histo-
ria. Para eso necesitaba buen oído y buena garganta. Las gentes gnaua se mezcla-
ron con árabes y BEREBERES, no así su sofisticada música que propicia el TRANCE.
Tienen piezas que siguen rigurosamente siete colores o suites que remedan el giro
de los planetas. Llaman lila o lilah («noche») a sus sesiones místico-musicales, que
a veces duran hasta más allá del alba y que se encaminan a encontrar una respuesta
o, si no, una curación corporal y espiritual, como hacen ciertos músicos SUFÍES (>
QAWWALI). Con crótalos, tambores y laúdes de tres cuerdas, intentan al menos lle-
gar a remediar el cuerpo y elevar el alma.

gnosticismo. Movimiento, religión o actitud que busca el conocimiento de


Dios o de una propiedad de Dios, pero por medio de la revelación, sin deduccio-
nes, razonamientos o escuelas. Lo que cuenta es la experiencia personal, la unión
de uno con lo divino. La gnosis (en griego, «conocimiento») guarda gran parecido
con los golpes del ZEN. «Rompe una vara ¡y ahí está Jesús!» es uno de sus aforis-
mos [Campbell, 1998]. Algunos gnósticos practican la vuelta a la luz (PLEROMA),
una zona donde todo se haría comprensible al hombre. F. C. Baur (1792-1860) fue
el primer investigador contundente de la gnosis, a la que consideró una nueva reli-
gión. Los católicos se opusieron siempre con fuerza a los diversos gnosticismos por
su divergencia con la única fe, la única verdad, la única doctrina. Los papiros de
Naj Hammadi, con algunos de los llamados «evangelios gnósticos», han vuelto a la
actualidad de la mano de Brown [2003]. Por esa vía se ha puesto de moda María
MAGDALENA, la pecadora más amada por Jesucristo, y tanto si fue su esposa. A la
Magdalena más gnóstica se la supone navegando tras la crucifixión hasta Francia,
donde lograría implantar «la sangre real», es decir, la propia dinastía del nazareno.
Por eso no extraña a algunos que el cuerpo de María de Magdala apareciese en
1279 en Saint Maximin, en Aix-en-Provence, y que en su cripta se sigan venerando
sus huesos. «Pulvis et umbra», como dijo Stevenson en uno de sus relatos.

Golden Dawn / Aurora Dorada. Sociedad secreta


fundada en 1888 en Gran Bretaña, con rasgos rosacrucianos,
egiptológicos y HERMÉTICOS, a la que pertenecieron escritores
como William Butler Yeats (premio Nobel de Literatura en
1923), George Bernard Shaw, Bram Stoker (el padre de Drá-
cula) o Edward Bulwer-Lytton (autor de Los últimos días de
Pompeya). En 1901, Yeats publicó su poema «Magic», que
equivale a todo un credo teosófico y en el que exalta «una gran
mente y una gran memoria» de tipo colectivo. «Nuestra mente está
siempre en movimiento…»

golem. Materia amorfa, ser informe… Mito del JUDAÍSMO esotérico. Algunos ra-
binos serían capaces de animar pequeñas estatuas de arcilla siguiendo las normas
del Sefer Jetzirath («Libro de la Vida»). Para mover un golem se graba en la frente,

221
LUIS PANCORBO

o bajo la lengua, la palabra aemeth («verdad») y, para detenerlo,


se quita la sílaba ae, pues lo que queda, meth, significa «muer-
te». Un golem, como Frankenstein, puede crecer constante-
mente y su creador no podrá controlarlo. Paul Wegener,
director de cine alemán, dedicó al golem tres películas en
1914, 1917 y 1920, y el tema inspiró a Jorge Luis Borges,
buen lector de las novelas al respecto de Gustav Meyrink,
y del Tratado del doctor Scholen: «El cabalista que ofició
de NUMEN / a la vasta criatura apodó Golem…». En su
ingenioso poema «El Golem», Borges lo dejó bien claro:
«Si (como el griego afirma en el Cratilo) / el nombre es ar-
quetipo de la cosa, / en las letras de rosa está la rosa / y todo el Nilo en la palabra
Nilo».

Gólgota. La más vieja creencia dice que en la colina Gólgota (Golgotha es «lu-
gar de la calavera» en ARAMEO, y se corresponde a las voces griega Kránion y latina
Calvario) de Jerusalén fue enterrada la calavera de Adán, aunque eso mismo dicen
en Lalibela (Etiopía), donde enseñan un túmulo de piedra llamado «Tumba de
Adán», junto a su pequeño templo del Gólgota regido por los ortodoxos. En el
Gólgota de Jerusalén fue crucificado Cristo, uniéndose así en sacrificio la progenie
humana y divina. Hoy, el Gólgota está dentro de una basílica cristiana de Jerusa-
lén, la del Santo Sepulcro, situado simbólicamente en un altar adornado con mu-
chas lámparas y con un gran sol en el suelo de mármol. La custodia de ese altar de
la Crucifixión pertenece a los griegos ortodoxos. Sin embargo, sin salir de Jerusa-
lén, hay otros Gólgotas, de manera especial el protestante, un monte pelado con
una pared con unas formas curiosas que algunos interpretaron —no podía ser de
otro modo— como las de una calavera.

gomul. Espíritus hambrientos de los volcanes de KAMCHATKA. Según los INDÍ-


GENAS itelmen, los gomul viven en los cráteres y de allí salen a cazar ballenas cuan-
do tienen hambre. Las llevan luego a sus volcanes para asarlas. Los ríos de lava son
más bien de grasa de ballena, mientras que los huesos de los cetáceos salen dispa-
rados por los aires como cenizas volcánicas.

gorila. El mayor de los primates. Y la inspiración de King Kong ya desde los re-
latos del siglo XIX: «Esta región inexplorada es el dominio del feroz, indomable go-
rila, de ese mono tan extraordinario que, por su configuración física y ciertos hábi-
tos, es el que se aproxima más al hombre…» [Chaillu, 1863]. Las máscaras y
danzas okukwe de los myéné, pueblos costeros de Gabón, evocan a los gorilas. Lo
mismo, la máscara ngil de los FANG. Este pueblo de África ecuatorial llama al gori-
la ngui. Nfum-Ngui es «Gorila Blanco», el nombre local y primero de Copito de
Nieve, el gorila albino que encontró el primatólogo Jordi Sabater Pi en 1966 en la
selva ecuatoguineana de Nko y que llevó al zoo de Barcelona. Fue un gran hallaz-
go, el único hasta la fecha de un gorila albino, y ocurrió además cuando los estu-
dios de primatología estaban en mantillas. Dian Fossey empezó en 1963 sus traba-

222
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

jos de los gorilas de montaña en Virunga (Ruanda) y fue


brutalmente asesinada por unos furtivos en 1985. Pero no
acaba ahí la cadena. Desde 1992, dos primatólogos españo-
les, Magdalena Bermejo y Germán Illera, venían desarro-
llando en la República del Congo-Brazzaville una gran in-
vestigación sobre gorilas y CHIMPANCÉS. En su lugar de
pesquisa, el santuario de Lossi, cerca del parque nacional
de Odzala, se abatió una epidemia del virus Ébola y, diez
años después, la población de 139 individuos, ocho familias
de gorilas, ya había desaparecido prácticamente. El investi-
gador alemán Günter Tessman, en su monumental obra Die
Pangwe sobre los pamúes de Guinea, ahondó en el tema de los gorilas como símbo-
los del fuego. Es coherente con lo que piensan los fang sobre los chimpancés: sim-
bolizarían la perturbación, el mal… Recientes estudios de los gorilas del CONGO re-
calcan que son seres vegetarianos, familiares y apacibles, a diferencia de los
chimpancés carnívoros y, a menudo, asesinos. Aunque en este tema, como en el del
Homo, no todo está dicho. En octubre de 2004, la revista New Scientist revelaba el
hallazgo de una posible nueva especie de simios, entre gorilas y chimpancés, en la
región de Bondo y Bili, al norte de la República Democrática del Congo. Se trataría
de unos primates sorprendentes, con dos metros de altura, capaces de matar leones,
que hacen sus nidos para dormir en el barro húmedo, y que participan de los carac-
teres de gorilas y chimpancés. Por si fuera poco, son ciertos, dado que fueron filma-
dos por la doctora Shelly Williams, del Instituto Jane Goodall de Maryland.

gotas. En el cuerpo humano hay ocho gotas de materia sutil, fundamento de las
conciencias sutiles según el Tantra Kalachakra, una vía del YOGA Tantra Insupera-
ble. «Cada gota tiene dos clases de potencias, pura e impura» [Dalai Lama, 2002].
Esas gotas, de color blanco y rojo, tienen el tamaño de una semilla de mostaza. Su
emplazamiento va desde la coronilla a la garganta, el corazón, el ombligo, la base
de la columna, el órgano sexual…

Götterdämmerung / Crepúsculo de los Dioses. Cuarta parte de El


anillo de los Nibelungos, ópera de Richard Wagner y película de Luchino Visconti
(La caduta degli dei, 1969). Con sus doncellas del Rin, Brunildas, y anillos que an-
ticiparon los más famosos de Tolkien, el Götterdämmerung fue uno de los grandes
temas de los que se apropió el nazismo. Hasta 70 claves semiológicas de los nazis
han sido desentrañadas [Sala, 2003], habiendo sido clasificado además el bestiario
nazi mediante símbolos polarizados en valencias opuestas, por ejemplo, el águila o
el lobo contrapuestos a la rata, la sanguijuela y otros insectos de judíos y razas pre-
suntamente inferiores… En cambio, los héroes nazis incluyen desde Wessel Horst
a Sigfrido y Parsifal. Incluso aparece con perfiles de héroe Genghis Khan, pese a
su oblicuidad ocular.

goy. Término de origen YIDDISH para «gentil», «no judío» (plural, goys o goyim).
En Estados Unidos se aplica a personas blancas y más bien pertenecientes a la ca-

223
LUIS PANCORBO

tegoría de los WASPS. Los goyim no cargan siempre con un prejuicio religioso, sino
que simplemente están fuera de la cultura judía. El Gran Rabino de Jerusalén, el
Papa, los altos tribunales islámicos… «...fascinados por la muerte de goys, impíos e
infieles…, consideran al ateo como el único enemigo en común» [Onfray, 2006].

Graal. Es la forma que prefiere Lévi-Strauss para referirse a mitos célticos del
GRIAL y compararlos con mitos semejantes de los nativos americanos. Las mitolo-
gías, lejos de ser materiales inertes, pueden verse como «signos diagnósticos de co-
acciones que, aquí y allá, les impulsarían a articularse de la misma manera» [Lévi-
Strauss, 1984]. Los algonquinos de los Grandes Lagos tienen a su modo una
«tierra baldía», la que fue originada desde que enfermó el Rey Pescador (leyenda
del Kingfisher). Si Eliot se inspiró en FRAZER para su gran poema La tierra baldía,
la de los indios algonquinos fue el resultado de que unos jóvenes trataron al maíz
con insolencia. Un héroe algonquino va en busca del maíz enfadado, su particular
Graal, y peregrina por medio mundo hasta encontrarlo en la figura de un anciano,
«dueño de un caldero inagotable y con la espina dorsal rota». La espada rota, la
columna vertebral partida… El vaso del Graal es un caldero que nunca se cansa de
producir comida. En América, el caldero inagotable se asociaba a una cabeza san-
grante. En el Viejo Mundo, el Graal era simplemente la fuente de todo. Fueron
analogías más que préstamos de FOLCLORE entre el Viejo y el Nuevo Mundo; fue la
identidad psíquica de los sueños y VISIONES… Lo cierto es que el caldero de la san-
gre y la comida de los algonquinos, y también de los indios MANDANES del Alto
Missouri, bien podría ser tildado de GRIAL como el que ambicionaban los TEMPLA-
RIOS. Perceval (Parsifal) era el de la espada destinada a romperse, el que lucha por
entender el misterio de la cabeza sangrante, en el centro del misterio del decapita-
do y de la «Doncella-que-no-ríe-jamás» [Lévi-Strauss, 1984].

Great Game. El Great Game (en inglés, «Gran Juego») fue la conquista de
Asia Central, la gran pieza para el dominio de la India. Los jugadores fueron sobre
todo los rusos y los ingleses, aunque Napoleón tuvo sus veleidades sobre la India
tras conquistar Egipto. Los protagonistas a pie de desierto, desafiando tribus y
años, hambre y calamidades, fueron oficiales ingleses como Charles Stoddardt y,
sobre todo, Arthur Conolly, a quien se atribuye la acuñación de la expresión Great
Game que luego haría suya Rudyard Kipling en Kim (1901): «Ahora iré lejos, muy
lejos, al norte, jugando el Gran Juego…». Ambos trataron de arrebatar el janato de
Khiva (Uzbekistán) a la influencia de los zares rusos, pero, en 1842, fueron captu-
rados y condenados a muerte. Ya en el siglo XIX, los rusos fueron acercando sus
fronteras hasta las de los británicos y les separaban pocas decenas de kilómetros de
la India por Afganistán. La gran pieza en juego, la que motivaba viajes despiada-
dos desde el Volga al mar de Aral y, desde allí, al paso del KHYBER, era la joya de la
corona, la India, y el Gran Juego para conquistarla duraría decenios [Hopkirk,
1994].

green man. Duende de los bosques. Jack-in-the-Green reúne esas característi-


cas en Inglaterra y es un personaje inspirado en la leyenda celta de Cylenchar. Has-

224
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ta Robin Hood hundiría sus raíces en ese mito. En Irlanda,


green man (en inglés, «hombre verde») equivaldría al dios
Dagda, uno que también tenía un caldero que nunca se va-
ciaba (> GRAAL). En la tradición nórdica sería Frey, el del
falo erecto [Crowley, 2000], hermano gemelo de FREYA.
Después de mucho tiempo de interrupción, en algunas ciudades inglesas vuelven a
hacer procesiones (en Bristol son el primer sábado de mayo) protagonizadas por
un «hombre verde», una figura de nueve pies que encarna a un personaje vestido
de follaje, el espíritu del verano. En los Balcanes y Rusia, Jorge el Verde lleva cuer-
nos y está envuelto en hojas: era quien controlaba la lluvia. El día de san Jorge aún
tiran al río a un hombre disfrazado de Jorge el Verde para propiciar las lluvias del
verano [Leigh Molyneaux, 2002]. En las Tierras Altas de Papúa-Nueva Guinea los
hombres-hierba mokimo se cubren toda la cabeza con zarcillos hasta semejar árbo-
les ambulantes. Aparte de mitologías, en nuestra galaxia, que tiene 100.000 años-
luz de diámetro, hay 300.000 millones de estrellas. Pues bien, en el Observatorio
Astronómico de Arecibo (Puerto Rico), capaz de ver buena parte del cielo, se de-
tectaron unas extrañas y regulares señales que al principio fueron denominadas
LGM (little green men, «hombrecillos verdes»). Resultaron ser púlsares.

Greeneland. La tierra de Graham Greene. Un país ideal en el que se van su-


mando ecos y huellas de los escenarios de sus novelas, el Haití de Los comedian-
tes, el México de El poder y la gloria, el Paraguay de El cónsul honorario, el Viet-
nam de Un americano impasible, la Cuba de Nuestro hombre en La Habana…
Lugares en muchos casos tropicales, insanos, enfebrecidos, aptos para espionajes
manuales, desasosiegos amorosos y crisis de fe… Aunque también arreciaba todo
eso en Antibes, su residencia al fin de los tiempos, o en París. Greene descendía de
una familia emparentada con Stevenson, a quien le consideraba una especie de pa-
drino y precursor, y le apenó que por su muerte prematura no pudiera leer su pri-
mer novela The man within [Rankin, 1987]. En 1948, Greene empezaba a estar
mejor de dinero y compró una casa en Anacapri, en lo alto de la isla de Capri, por
4.000 libras esterlinas, una cifra ridícula para estar amueblada y hasta con vajilla,
manteles y unas fabulosas baldosas napolitanas, las riggiole, cocidas al fuego, de un
vidriado luminoso y cinco centímetros de espesor. Il Rosaio, como se llamaba la
finca, pronto valió un millón de dólares. Allí tenía Greene un despacho como un
barco proyectado sobre el ilustre mar de Tiberio, con Ischia y el golfo napolitano
al fondo, qué más podía desear… Tal vez una pipa de opio en Laos, la guinda de
Greeneland, o su «vía de escape». La Gran Depresión, la que hubo después de la
Gran Guerra, dejaría una marca imborrable en su carácter. «La ansiedad de los
hombres, mujeres y niños que vivían cerca de la contienda y del abismo es un ras-
go de las primeras novelas de Graham, que suelen tener lugar en ambientes lluvio-
sos, fríos y oscuros…» [Hazzard, 2001]. Greeneland es también la patria de la am-
bigüedad y el país de la duda. Greene trabaja para el espionaje británico en sitios
tan desapacibles como Sierra Leona y, de pronto, un hombre sin miedo parece
rendirse ante el Vaticano. Sus cartas de 1954 a monseñor Montini, pro-secretario
de Estado del papa Pío XII, y al cardenal Pizzardo, secretario del Santo Oficio, pi-

225
LUIS PANCORBO

diendo árnica por la denuncia a la Inquisición de El poder y la gloria, fueron un


ejemplo oleaginoso de adulación: «Su Excelencia ya sabrá de mi profunda y filial
devoción a la persona del Supremo Pontífice…». Claro que en Greeneland el cam-
bio de humor y chaqueta es sutil y siempre hay sitio en un bar, en un puticlub o en
un desvío de conciencia: «…acostado en la cama, tomé la gran resolución de dar la
espalda a la cristiandad por completo y adoptar el budismo…» [Greene, 2004].

Grial. Mítico cáliz de la Última Cena y/o contenedor de la sangre de Jesucristo en


la Cruz. Conferidor de una nueva vida como el FÉNIX. Vaso o copa triangular
(graill) que contiene algún tipo de SOMA con el que recobrar la Edad de Oro o edad
de la inocencia. En cuanto a cáliz de la Última Cena, lo buscaron cruzados y
TEMPLARIOS, pero podría estar en la catedral de Valencia y, aun más seguro, en las
fantasías de los ciclos ingleses del rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda.
Chrétien de Troyes, cura de la abadía de Saint Loup, autor de
Perceval, Li contes del Graal (h. 1181-1191), fue uno de los
mayores responsables de poner en marcha la leyenda. También
la traducción de sir Thomas Malory (La Queste del Saint
Graal, h. 1215-1230) dio alas al mito, recogido luego por
Tennyson con gran fuerza poética. En el libro de Malory es Ga-
lahad, «vástago de la casa de David», no Perceval, el buscador
del tesoro místico: «...quizás en el siglo V el linaje de Jesús se
alió con el linaje de los francos, engendrando así la dinastía me-
rovingia» [Baigent, 2004]. El Grial, de existir, habría sido
transportado a Inglaterra por José de Arimatea, miembro del
Sanedrín y propietario del sepulcro de Cristo, si no lo llevó la propia María MAG-
DALENA a Francia [Baigent, 2004]. Fuera de esas ideas ya trilladas, autores como
Campbell [1998] dijeron que el Grial era más bien el recipiente de la cerveza mági-
ca de Manannan, el dios celta del mar. El grial alquímico era una piedra para Wol-
fram von Eschenbach. Renato de Anjou, rey de Aragón, Valencia y Jerusalén, entre
otros sitios, tenía en su ilustrada corte del siglo XV una copa de porfirio rojo que se
decía que se había usado en las bodas de CANAÁN. Anjou la habría obtenido en
Marsella, «donde la Magdalena… desembarcó con el Grial». La inscripción de la
copa era divertida, por lo menos: «Qui bien beurra, / Dieu voira. / Qui beurra tout
d’une baleine / Voira Dieu et la Madeleine» («Aquel que beba bien / verá a Dios. /
Aquel que beba de un solo trago / verá a Dios y a la Magdalena») [Baigent, 2004].
Barriendo para Valencia se esgrime un pergamino de 1399 en el que se atribuye a
Martín I el Humano, rey de Aragón, la posesión de «aquel cáliz de piedra con el
cual nuestro Señor Jesucristo consagró su sangre… y que san Lorenzo envió a Espa-
ña con una carta suya» [Antuñano, 1999]. Eso es anterior al reinado de Renato de
Anjou del 1466 al 1472. Otra cuestión es creer que el Grial es «Sangre Real», es de-
cir, el linaje de Cristo, el que se originó al estar casado con la Magdalena, con toda
la retahíla que está trayendo, empezando por la historia del pueblo francés Rennes-
le-Château, donde el párroco, Berengere Sauniére, habría hallado pergaminos que
aclaraban por fin el linaje de Cristo y su descendencia, la dinastía merovingia, amén
del papel de los CÁTAROS y templarios [Baigent, 1983]. Otro cáliz y no de piedra.

226
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

grigori. Vigilantes. Ángeles caídos y desobedientes que enseñaron a los hom-


bres ciencias ocultas y que se aparearon con los hijos del hombre, dando lugar a
los nephilim. Para otros aficionados a lo paranormal, son seres sobrenaturales de
color blanco, piel como lana y ojos de fuego, presentes en diversos grupos satáni-
cos (> YARDANISTAS).

grigrí. TALISMÁN en varios lugares de África occidental. Los usan desde los TUA-
REGS del Níger a los hausas del Senegal, desde los DOGON de Malí a los MANDIN-
GAS de Ghana. Pueden ser ESCAPULARIOS, bolsas con un rezo coránico…, el asunto
es su capacidad de portafortuna. Los tuaregs creían antaño que sus grigrís deten-
drían las balas de los franceses. Hasta que una vez funcionó. Un oficial francés ra-
cionalista se quedó de piedra al ver cómo se encasquillaban los fusiles de un pelo-
tón que iba a ejecutar a un hombre con un grigrí [Bernus, 1981].

grimorios. Textos o tratados de brujería. Uno de los más cele-


bres en tiempos medievales fue La poule noire («La gallina ne-
gra»), además del Necronomicón, el ZEKERBONI y, tal vez el más
traducido, o socorrido, La clavícula de Salomón.

griot. Nombre que recibe el juglar en África occidental (Sene-


gal, Gambia, Malí…). Antaño iba por los caminos con su cora,
una especie de arpa hecha con una calabaza, y registraba los he-
chos cotidianos en poemas, o cantares, que han tenido gran im-
portancia en la literatura popular de esos países. Hoy los griots son contratados
para amenizar bodas, eventos deportivos, combates de lucha…

griquas / gricquas. Dentro del amplio capítulo de los bastardos australes los
griquas (o bastaards, en lengua afrikáner) eran vástagos de europeos con bosqui-
manos (> SAN) u HOTENTOTES, que a su vez se mezclaban con hotentotes y bosqui-
manos. «Pacíficos y laboriosos, habitan en el sur de África, al suroeste de Trans-
vaal» [Galtés, 1894]. En 1805, los misioneros les convencieron para agruparse en
Klaarwater, cerca del río Orange. En 1812, el misionero John Campbell advirtió
un buen grado de desarrollo de los 1.266 habitantes de Griqualand, con capital en
Klaarwater (Griquatown desde 1813), y animó a los bastardos de esa colonia, una
especie de entelequia de libertad, a acuñar moneda. En 1890, el lugar fue abando-
nado, pero fue mucho antes, en 1863, cuando los primeros griquas expulsados
emigraron hacia un territorio llamado, con toda propiedad, Nomansland («Tierra
de Nadie»). En su errar, por fin se movieron hacia Mount Currie en Kokstad, don-
de se convirtieron en ciudadanos británicos.

gross stress / estrés grave. Expresión propuesta por John Cawte [1978]
para definir el impacto psiquiátrico (> ESTRÉS) producido por el CHOQUE cultural.
Cawte estudió aspectos de extinción y supervivencia de los ABORÍGENES australia-
nos de las islas Mornington y Bentinck, del grupo Wellesley, en el golfo de Carpen-
taria. Graves problemas de depresión aparecieron poco después de los problemas

227
LUIS PANCORBO

medioambientales, especialmente entre los kaiadilt de Bentinck, uno de los pue-


blos más aislados del mundo, incluso bajo criterios aborígenes australianos. Aque-
llas islas acabaron contaminándose y pereciendo un tipo de vida en el que se reco-
gían bayas, raíces de lirios de agua y se pescaban cangrejos, ostras y peces en el
arrecife… Sin embargo, las islas no daban para sostener a más de 150 personas
(había 123 en 1962). Largas sequías originaron toda clase de zozobras, si no graves
luchas intestinas, y en 1947 la mayoría de la gente padecía hambruna, disentería…
Para rematar el asunto, en 1948 una ola gigante llenó de agua salada los pozos de
agua de dulce y se decidió evacuar la población de Bentinck a Mornington. A par-
tir de entonces, sus alteraciones mentales fueron tantas que el estudio de Cawte
[1972] se llama explícitamente de «macropsiquiatría».

guácharo. Pájaro de la familia de los esteatornitidos. Los indios de Caripe (Ve-


nezuela) extraían la grasa de esos pájaros, también conocidos como pájaros de
aceite, carabanes o chilladores (su nombre deriva del quechua ahuach, «chillar»).
Humboldt [2005] cuenta su visita en 1800, durante su viaje por Venezuela, a la
«Cueva del Guácharo» o «Mina de Grasa», y cómo los indios hacían una gran ma-
tanza de esas aves el día de San Juan para extraer la manteca «semilíquida, clara e
inodora» con la que cocinaban.

Guairá. Región entre el río Paraná y la costa, donde tuvo lugar el ritual antropofá-
gico GUARANÍ del hermano Juan Bernardo, un misionero mestizo, considerado el pri-
mer mártir paraguayo. No en vano le sacaron el corazón y siguió «palpitando y ha-
blándoles de Dios en las manos de Avapochy» [Durán y Salas, 1994]. Su muerte tuvo
lugar en 1592 a manos de los paranáes, fracción de los GUARANÍES, en la localidad de
Caazapá, centro de las REDUCCIONES franciscanas del Paraguay en el Río de la Plata.

guanches. Antiguos pobladores de las islas Canarias. La popularización del nom-


bre de «guanches» se debe en buena medida a Verneau, quien en 1887 llamó así a los
primigenios habitantes de Tenerife, «los que se habían conservado más puros hasta la
conquista». No hay que olvidar que los guanches fueron tildados de cromañoides
[Panyella, 1965]. El antropólogo Miguel Fusté trató de establecer la pervivencia en
las Canarias de los rasgos de la antigua raza de Cromañón (Cro-Magnon): rostros más
anchos que largos, casi cuadrangulares, ojos hundidos, pómulos prominentes, elevada
estatura (es frecuente 1,80 metros). «El cráneo ofrece generalmente bellas proporcio-
nes y su capacidad es considerable» (Delisle, Broca, ff. XIX). Más consistente ha sido
la conexión BEREBER de los guanches por afinidades de éstos con pueblos africanos
del norte y el oeste. Hubo una práctica aniquilación del pueblo guanche tras la con-
quista española de las islas (a los españoles peninsulares a veces se les denomina «go-
dos»), aunque no cesan de brotar los movimientos de reivindicación cultural guanche,
pasando por alto que el lazo vital entre los nuevos y antiguos pobladores de las Cana-
rias quedó definitivamente cortado en el siglo XV.

guaraná. Fruto estimulante de la selva brasileña usado por los INDIOS de origen
GUARANÍ para amortiguar el hambre, la sed y el cansancio. Contiene guaranina,

228
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

principio parecido a la cafeína. La baya del guaraná (Paullinia cupana) es similar a


la nuez de COLA de África y, en tiempos recientes, se emplea para hacer refrescos,
si no directamente como afrodisíaco.

guaraníes. Indígenas de Brasil, Argentina y Paraguay extendidos desde el Ama-


zonas hasta las orillas del río de la Plata. El gran grupo guaraní comprende un gran
número de tribus; hay quien sostiene que los CARIBES de las Antillas tenían una pro-
cedencia guaraní. Destacaban en tiempos coloniales los guarayos, en los bosques
entre Chiquitos y Moxos, con una tez muy blanca y una barba cerrada. Los sirio-
nos, entre los ríos Grande y Pixay, pasaban por ser los más salvajes. Durante más de
siglo y medio, desde 1606 hasta la expulsión de los jesuitas en 1768, diversos grupos
guaraníes participaron activamente en las REDUCCIONES. El idioma guaraní, hablado
en cierto momento por la mitad de los primitivos pobladores de América, es de una
gran perfección al decir de los filólogos, tanto por su riqueza etimológica, como por
la variedad de sus giros. Un idioma «expresivo y exacto, parece que fuera un ele-
mento propio de su medio: canta y se mece como el aura de sus bosques…» [Solari,
1928]. El tronco del que vino el guaraní debió ser el tupí del Amazonas, dentro de
una civilización poco conocida, la de los mbayás, «emulada por los AZTECAS» [Sola-
ri, 1928]. Suyas son las palabras ananá («piña»); cachimbo («pipa»); Tupá, gran
dios guaraní; Tupac-ama-ru, «Señor y padre de las lluvias» (de amá, «lluvias», y
rúm, «padre»); tupí, el tronco étnico; urucú, tinte para tatuajes; Uruguay, de Ig rûg
guá ig, que significa «río de los caracoles»… Pero la situación actual de esta etnia
dista de ser risueña. En 2003, un grupo de 300 indios del grupo guaraní-caiovás, de
Mato Grosso do Sul (Brasil), cerca de la frontera con Paraguay, amenazó con un
suicidio colectivo si les arrancaban de su territorio.

guaxa. BRUJA de la mitología asturiana. Su mayor habilidad sería matar a los sa-
nos, así como para el trasgu, otro personaje de la mitología astur, la mayor caracte-
rística es que pierde todo por el agujero de su mano. La guaxa, para algunos cre-
yentes, sería una anciana malévola con forma de lechuza (coruxa), sin descartar
que fuese al revés, una lechuza con forma de vieja.

guayuco. Tela que usan algunos INDIOS en la Orinoquia de Venezuela como TA-
PARRABOS.

güegüence. Género teatral de Nicaragua y otros países de América Central


que mezcla temas y tipos hispanos del XVII con personajes indígenas. En 2005 fue
proclamado «patrimonio cultural inmaterial» de la humanidad por la UNESCO. Es
también comedia pícara y bailete (Álvarez Lejanza, 1987).

gurka / ghurka. Apelativo de diversas gentes nepalíes caracterizadas por sus


virtudes militares. Gurkas son sobre todo los gurung (tribu que suministra la ma-
yoría de las tropas de élite, o gurkhas, del ejército indio y británico) y los limbu,
magar, etc… Los gurkas, soldados selectos, bien entrenados, se caracterizan por su
combatividad y por su temible cuchillo curvo, el kukri. Por otro lado, gurka fue el

229
LUIS PANCORBO

nombre de la dinastía reinante que procedía de un pueblo del norte de Nepal. Ac-
tualmente en la India llaman gurkas a los emigrantes nepalíes, con independencia
de su real origen geográfico y étnico. Así, hay un Partido Gurka que domina políti-
camente Darjeeling, municipio de Bengala Occidental, y otros enclaves de la India
himaláyica como Kalimpong, junto a Sikkim.

gurú. El maestro, la luz. El que disipa la ignorancia (gu es «oscuridad» en sáns-


crito)… sobre todo si es cabal. En las últimas décadas, los gurús de la India se han
hecho con muchos adeptos y dineros de Occidente. El gurú Osho popularizó el
neotantra en los Estados Unidos y fusionó psicoterapia y budismo tántrico. La pa-
labra «gurú» se emplea a menudo sin ton ni son para referirse a personas cuyo
ejercicio ascético es menor que el del que da unas voces en el vestuario de un equi-
po de fútbol.

gurumba. Tribu de las Highlands («Tierras Altas») de Papúa-Nueva Guinea.


Los hombres gurumba llamaron la atención porque se provocan el vómito después
de tener contacto físico con mujeres. Se introducen por la boca cañas de hasta 60
centímetros y no paran de tirar de ellas hasta que sufren arcadas y devuelven. Esta
costumbre sorprendente fue recogida por Marvin Harris [1990] de las observacio-
nes de campo de Philip Newman [1965] y, por tanto, las cosas han cambiado con
el tiempo transcurrido. No así que esa sociedad tribal sea rica en lusu, una fuerza
de control social y ritual que aparecía en ceremonias de crecimiento y otras.

gut. Pasaje ritual al otro mundo efectuado en el chamanismo coreano (musok).


Del pasaje o tránsito desde la realidad a la deidad se encarga el CHAMÁN que, por
lo general, es una mujer llamada MUDANG. Pocos hombres, bakson, ejercen esas
funciones en el rico chamanismo coreano, según el profesor Kab Dong Cho de la
Universidad Hanseo.

gymnité. Nudismo. Desnudez filosófica. Un paso más allá del nudismo y el na-
turismo. Vocablo de origen griego (gymnos, «desnudo») popularizado en Francia a
principios del siglo XX para agrupar una serie de técnicas y saberes orientales con el
común denominador de la desnudez y el ascetismo. O «la meditación en estado de
desnudez» [Descamps, 1972]. Ahí entraban yoguis, renunciantes (> SANYASIN),
adeptos al nagaísmo (> NAGA), sacerdotes DIGAMBARA (> JAINÍES)… Tras la Segunda
Guerra Mundial, llegó a ser en Francia un movimiento integral, inspirado en la filo-
sofía de los gimnósofos, como llamaban los griegos a los ascetas de la India. Muy le-
jos de lo que contaba Prosper Merimée en 1830 sobre los hombres que se asoma-
ban a un puente para ver a las cordobesas que se desnudaban y bañaban en el
Guadalquivir. Según Carlyle, en Sartor Resartus: «el vestido es la concha protecto-
ra», lo cual parece haber hecho mella en el modisto Paco Rabanne, con sus creacio-
nes metálicas. Después de todo, los antiguos INDÍGENAS mexicanos vestían sartas de
perlas. Y, hasta hace nada, los min de Papúa encontraban su solución con los cala-
bacines peneanos, nada más por delante ni por detrás. «El nudismo es el espejo por
el que la humanidad accede a la verdad de su presencia» [Descamps, 1972].

230
H He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua.
César Vallejo, Trilce, XXVIII

Habakuk. Un profeta-poeta que, pese a la corta extensión de sus textos —ape-


nas tres capítulos del Antiguo Testamento—, originó muchas interpretaciones. De-
plora el comportamiento de los caldeos y se aflige por ello. Canta con su instru-
mento de diez cuerdas con la melancolía del que sabe todo sobre la maldad y sólo
puede esperar que Dios, si quiere, la remedie. Si no, hay que estar del lado justo, o
sea, del que canta [Brown, 2004]. Arthur Conan Doyle escribió un cuento, «J. Ha-
bakuk Jephson’s Statement» (1883), publicado en Cornhill Magazine, con la histo-
ria del Mary Celeste, un barco abandonado tras la misteriosa desaparición de su
tripulación en Gibraltar en 1884 y el suicidio de su capitán, el señor Tibbs. Fuerza
magnética inexplicada, pulpo tremendo, alucinación colectiva, o la carga de alco-
hol desnaturalizado que llevaba en sus bodegas… todo pudo ser.

habilla. La mejor habilla contra las víboras y toda clase de animales ponzoñosos
era la habilla de Cartagena [Santacilia y Ulloa, 2002]. Había que tomarla en ayunas
y abstenerse de licores. Así, si picaba una serpiente, no producía otro daño que la
mordedura. En América había también habas purgativas. Cieza de León fue uno
de los cronistas más fascinados con el universo vegetal americano y el de Perú en
particular. Aunque no menos destacado fue en ese sector Juan de Cárdenas con
Problemas y secretos maravillosos de las Indias (1591) y Fray Juan de la Santa
Gertrudis, quien, tras su viaje de 1756, produjo un interesante recuento titulado
Maravillas de la naturaleza. Una curiosidad española por América que luego iría
cesando como en tantos otros sectores.

hacedor de lluvia / rainmaker. No había que ir tan lejos como al Sahel,


o a las praderas de los Estados Unidos, para encontrar a quienes invocaban al cielo
para que lloviera, costumbre en desuso desde la popularización de los partes meteo-
rológicos. Muchos párrocos de pueblos españoles organizaban ROGATIVAS al efec-
to. En Guaso (Huesca), un cura conminaba a la lluvia, y a cualquier meteoro, rayos

231
LUIS PANCORBO

y centellas incluidas, desde un lugar en la colina, llamado


conjuradero. También hubo brujos «deshacedores de tor-
mentas» por toda la península. El nubeiro se encargaba de
eso en Galicia y cada vecino le pagaba media olla de vino al
año [Casas, 1950]. Otras veces funcionaban el EXORCISMO y
el campaneo. Una campana de la catedral de Vitoria tenía
grabado: «Huid, elementos del rayo y la tempestad; librad-
me, Señor». No estaba muy lejos eso de la onda del jefe de
la tribu de los ukuru que tiene «piedras de la lluvia», la más preciada posesión
para su pueblo y para sus vecinos, los alur del noroeste de Uganda [Müller, 2000].

hadj / hadj / hajj… Peregrinación a La MECA. Uno de los cinco preceptos o


pilares del ISLAM. El devoto musulmán que cumple con ese mandato tiene derecho
al título honorífico de el hadji, incluso a pintarlo en la fachada de su casa. Sin em-
bargo, según Al Hallaj, sabio SUFÍ del siglo X, se podía llegar a Dios con la mente,
sin necesidad de hacer el largo viaje a La Meca. Herejía por la que el sabio sufí fue
ejecutado en Bagdad [Rushby, 2001].

Hadramut / Hadramaut / Hadhramaut. Valle o rambla en el sur del


Yemen. Las mujeres visten de negro y llevan unos gorros altos de paja sobre su
rostro rigurosamente velado incluso cuando van a escardar el cebollar. Sitio de ori-
gen del linaje de Osama ben Laden (yemeníes son su padre y su cuarta mujer).
Una de las ciudades más espectaculares del Hadramut, y aun del mundo, es Shi-
bam (Patrimonio de la Humanidad en 1984) con sus rascacielos de barro. Al Aja-
rían es otra espectacular ciudad de bayt, o torres, esta vez colgadas en una escarpa.
En los oueds, o ramblas, especialmente en Wadi Do’an, se produce la miel más
cara del mundo, miel de las raras flores del desierto, muy ambicionada por los je-
ques de los Emiratos Árabes. Por el Hadramut pasaba la gran vía de las caravanas
que transportaban los fabulosos inciensos de las boswelias del desierto y toda clase
de resinas, como la mirra de las comniforas, y olíbanos.

hadza / hadzabe. Nativos de Tanzania también llamados tidinga. Desconoci-


dos hasta 1924 cuando un funcionario alemán de Tanganika informó «…de un
pueblo que se ocultaba de los europeos y que permanecía incluso menos afectado
por el mundo exterior que los bosquimanos» [Matthiesen, 1999]. Hoy en día que-
da un pequeño grupo, de unos 1.000 cazadores-recolectores hadza, en la región de
Eyasi (norte de Tanzania). Poseen ciertos fenotipos parecidos a los de los SAN (bos-
quimanos del Kalahari): piel color canela, pelo en bolitas muy separadas... El len-
guaje hadza recuerda por su uso de clicks a los idiomas khoisan (HOTENTOTES y
bosquimanos del África austral). A veces son carroñeros por necesidad, quitan las
presas muertas a los animales depredadores. En sus comidas, entre parcas y aleato-
rias, figura el ekwa y otros nimios tubérculos, raíces, insectos, ratones, pájaros,
miel silvestre... No siempre pueden, ni deben, cazar una jirafa. Los hadza han ge-
nerado la Hipótesis de la abuela, un estudio de Kristen Hawkes, James O’Connell
y Nicholas Blurton Jones: «La duración de la vida está tan directamente relaciona-

232
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

da con la del periodo de desarrollo…». La abuela hadza se ocupa de la prole,


mientras los padres buscan afanosamente comida. Los hadza demuestran que es la
abuela menopáusica, fuera del circuito de la reproducción, la que sostiene el entra-
mado social con su longevidad y su trabajo. Muchas cuestiones polémicas o inquie-
tantes han surgido al hilo de la vida de los pequeños hadza; por ejemplo, pensar
que «…vivimos más años que los chimpancés por la misma razón que nos lleva
más tiempo llegar a ser adultos» [Arsuaga, 2000].

hagahai. Significa «gente», «pueblo». Un grupo seminómada de cazadores-re-


colectores que vive en los montes occidentales Schraden, de Papúa-Nueva Guinea,
donde fueron descubiertos en 1983. Carol Jenkins, una antropóloga médica, llegó
con una patrulla del gobierno en 1984 al territorio hagahai y estudió a los 302
miembros de esa pequeña tribu que fue decayendo vertiginosamente en número
pese a las vacunas y otros tratamientos. «No hay modo de que sobrevivan sin cam-
bio», sostiene la doctora Jenkins.

haka. Baile guerrero de los MAORÍES de


Nueva Zelanda, caracterizado por grandes as-
pavientos con propósitos intimidatorios (pu-
kana o dilatación de los ojos, y whetero, sacar
la lengua). Es ampliamente conocido porque
lo practican los jugadores neozelandeses de
rugby al principio de los partidos y muchos
son televisados.

Hakluyt. El libro Voyages (1589) —que está por The principal Navigations, Voya-
ges, Trafiques and Discoveries of the English Nation…— o el que lleva el título resu-
mido de Hakluyt, probablemente la mejor colección de viajes inglesa, fueron obra de
Richard Hakluyt (1535?-1591), un cura en Oxford, originario de Herefordshire, con
gran afán recopilador y cuyo apellido se pronunciaba «Haklit». A su magna obra se
sumó Samuel Purchas (1577-1626) con otro compendio de viajes clásico, Hakluytus
Posthumus or Purchas his Pilgrimes (1625) (> PURCHAS). En España hizo algo pareci-
do, ya en el XIX, Martín Fernández de Navarrete con su monumental Colección de los
viages y descubrimientos que hicieron por Mar los españoles… (1825-1827).

Halloween. El retorno del invierno y, por tanto, del caos y el terror. Es una
frontera entre los muertos y los vivos y ambos mundos se confunden en ese princi-
pio del año céltico que coincide con el 1 y 2 de noviembre y con las fiestas de san-
tos y difuntos de los católicos. El samhuinn, o «festival de los muertos», tenía lugar
en esas fechas. El Halloween llena la imaginación de jóvenes y niños anglosajones
con sus sustos y calabazas luminosas, costumbre que se va extendiendo a otros paí-
ses como España y en sus aspectos más carnavalescos.

halo. Un santo sin su aureola no funciona en la iconografía popular. Un círculo


de oro, un NIMBO o resplandor de fuego, resalta las cualidades sobrehumanas de la

233
LUIS PANCORBO

persona agraciada con la santidad. En un origen, el halo


era siempre solar, un disco del sol, como se presenta en
muchas figuraciones del antiguo Egipto, con su
simbología de fuerza divina y su poder de irra-
diación. Cuando el halo es circular, o sea, sin ra-
yos, suele aparejarse a una persona muerta. El
halo cuadrado o hexagonal caracteriza a un santo
vivo o una persona sagrada. El halo como un dia-
mante triangular es del Dios Padre; el halo en cruz es
de Jesucristo… Pero los bizantinos pintaban un halo
hasta a Satán, reconociendo así su poder [Cooper,
1988]. Los cristianos no fueron los descubridores de
los halos, más bien los importaron de las imágenes
orientales. Desde Siva, que tiene un halo de llamas, a Jú-
piter, con su halo azul.

hammam / hamman / hamami / çifte… Baño árabe, baño turco o


baño de vapor. Baños públicos en Turquía, Siria y otros países musulmanes. En Es-
tambul quedan en torno a 50 hammam (había 300 baños turcos en 1750), pero so-
bre todos ellos destaca Çagaloglu, construido en 1741 por orden del sultán Mah-
mut I, y no sólo por propósitos recreativos,
sino para recaudar fondos para su mayor afi-
ción, su biblioteca privada, sita en la antigua
Santa Sofía. El espectacular centro del ham-
mam de Çagaloglu es la plataforma de mármol
para masajes llamada göbek tasi, «piedra del
ombligo», situada bajo una cúpula llena de
orificios que dejan entrar chorros de luz. Los
hammam, aparte de sus fines higiénicos, fue-
ron centros de reunión y socialización para los
otomanos durante siglos y, por tanto, incluían
la posibilidad de fumar narguilés y de tomar
café y refrescos. La imaginación de que allí cir-
culaban odaliscas con sandalias de oro y mar-
fil, su único vestido, no se corresponde con la
realidad. Iban odaliscas a los baños, pero a la
sección de mujeres; allí las envolvía el vapor y
no se diferenciaban de las demás mujeres. La
actriz norteamericana Cameron Diaz visitó el mikhev, la parte femenina del baño
turco destinada a las mujeres elegantes de Estambul, y éstas sí que se dieron cuenta
de la visitante.

harafish. Nombre que se daban a sí mismos (significa «vagabundos») los ami-


gos del escritor Naguib Mahfuz, premio Nobel de Literatura en 1988, y que se
reunían con él en El Cairo. Todo eso antes de ser apuñalado Mahfuz por un FUN-

234
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

DAMENTALISTA de Al Gama’a Al-Islamiya tras la FATUA lanzada contra él por el je-


que ciego Omar Abdulrahman en 1989. «Con las prisas, el atacante se olvidó de
exclamar “¡Allah-u-akhbar!” y esta omisión (según le explicó después a la policía)
explica por qué falló en su misión de asesinar a Mahfuz» [Theroux, 2001]. El es-
critor egipcio, autor de Hijos de nuestro barrio, prohibida en muchos países ára-
bes y satanizada por los fundamentalistas, tenía entonces ochenta y tres años. La
cuchillada que recibió Mahfouz en la arteria del cuello fue espantosa, pero no por
eso perdió el valor ni el humor: «Está muy mal tratar de matar a alguien por un li-
bro que no has leído» [Theroux, 2001].

harakiri / hara kiri. En Japón, suicidio. Si el harakiri sigue todos los pasos
rituales se denomina SEPPUKU. Hay una literatura de la muerte, sobre todo entre la
derecha mística nipónica, por ejemplo, en las obras de Yukio Mishima, él mismo
víctima de un sepukku tradicional en 1970. En 1972, el escritor Yasunari Kawaba-
ta, premio Nobel de Literatura en 1968 y autor de La casa de las bellas durmientes
entre otras obras, se suicidó a los setenta y tres años. Y fue el camino recorrido
también por escritores como Dazai, Tanaka, Tamiki Hara (que se tiró a la vía de un
tren tras haber escapado de la bomba atómica en su casa de Nobori-cho), Kato,
Kubo, Hono… El seppuku, visto como postrero acto de coherencia, no así de des-
esperación como parecería en Occidente, tuvo una gran expresión en el Komeiko,
o partido de las camisas blancas, que en lo religioso se inspiraba en la secta budista
Soka Gakkai, seguidora de las enseñazas del sabio y santo Nichiren (1222-1282).
Éste, un seguidor del culto Amitâbha, exaltó el «Sutra del loto» como la medicina
espiritual más efectiva por su busca de la fortaleza en uno mismo. También impuso
una especie de culto al guerrero y a las autoridades y, en cierto modo, fue uno de
los pensadores y ascetas que más influyeron en el belicismo del Imperio del Sol
Naciente desde 1920 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

haram > JARAM


harén. Lo prohibido o lo vedado a otros que no sean sus dueños. También son las
mujeres recluidas, o adscritas, a una casa o palacio llamado «harén». Fue el lugar
donde antaño musulmanes ricos aprovechaban la posibilidad de tener cuatro muje-
res legales según el Corán y adornaban eso con un número no precisado de concubi-
nas. Pocos ojos mortales, y entre ellos ninguno occidental,
llegaron a ver el harén más clásico y fabuloso, el del sultán
de la «Sublime Puerta» en Estambul. Había allí un lugar
llamado kafes, o «jaula», donde, a partir de Ahmet I, se
encerraba a los hermanos del sultán desde cuando era co-
ronado, y eso para evitar revueltas palaciegas. Algún sul-
tán otomano llegó a tener 500 concubinas, aunque sólo
siete entre ellas se distinguían con el título de kadines y te-
nían cierta preeminencia. Entre esas siete kadines se esco-
gían las cuatro que se convertían en esposas legítimas. La
primera esposa en dar un heredero era considerada la fa-

235
LUIS PANCORBO

vorita, esto no se debía a ser la más bella o apetecida. Las filtraciones, murmuracio-
nes y otros ecos que fueron saliendo a lo largo de los siglos, por boca de las concubi-
nas o de los EUNUCOS, inflamaron la imaginación llenándola de celosías, velos, danzas
y lujurias ilimitadas. El harén fue una novedad introducida por los abbasidas en el
año 1000, aunque la realización de la idea se atribuye a los bizantinos de Constanti-
nopla [Tüllmann, 1971]. En la India, el harén se llama zenana y PURDAH es la exclu-
sión de las mujeres de la vida pública, algo que se impuso allí con fuerza bajo el po-
der mahometano. Hay asimismo harenes, y muy numerosos, en África negra. A
finales del XIX, brillaron los de las cortes de los reyes MANGBETU de la cuenca del
Congo. El rey mangbetu Munsa invitó a una fiesta al explorador alemán Schwein-
furth en la que participaron las 80 favoritas del rey: «Espectáculo de… lujo salvaje,
porque los cuerpos de color moreno claro, desnudos de cintura para arriba, se hallan
cubiertos de dibujos pintados con fantástico trazado…» [Schweinfurth, 1873]. No
es lo mismo poligamia que harén, en efecto. En las islas TROBRIAND, los jefes se per-
mitían un gran número de esposas. También hoy en día entre los indios machiguen-
gas del Perú: tener más o menos mujeres depende de su habilidad para cazar. Nadie
como el jefe Tembinok de Apemama o Abemama (en las islas Gilbert, Kiribati): no
soportaba una presunta mujer casquivana, y la mataba sin más, aunque disponía de
todas las mujeres de la isla que quisiera [Stevenson, 2000].

harmatán. Viento del nordeste seco y abrasador típico del desierto del Sahara.
Sopla desde noviembre hasta marzo. En Accra (Ghana), la gente sufre de los ojos a
causa de ese viento y se llenan las consultas de los oculistas. En ese tiempo, los pe-
riódicos publican anuncios de jabones especiales para quitarse la costra rojiza del
harmatán, especialmente antes de la NAVIDAD. Poca cosa, en todo caso, compara-
do con los efectos del SIMÚN.

harrijasotzaile. Levantador de piedra en euskera. Un deporte rural y ances-


tral pero no hasta el punto de no diferenciar las categorías de las piedras: cúbica,
esférica y cilíndrica. A mediados del siglo XX, figuras como Víctor Zabala, el míti-
co Arteondo, dieron un nuevo impulso popular a esta actividad de los remotos ca-
seríos. En 2006, el récord absoluto lo tenía Mieltxo Saralegi (329 kilos). El navarro
Iñaki Perurena batió durante largo tiempo marcas históricas (320 kilos). Aún en
2003 llegó a levantar 170.000 kilos durante nueve horas seguidas en el velódromo
de Anoeta. La lozanía de este deporte de levantamiento se ratifica con su hijo de
veintiún años, Inaxio, Perurena II, que ya va
por los 275 kilos. Aimar Irigoien, un joven
de veinte años natural de Errezil (Guipúz-
coa), es un artista haciendo «corbatas», o sea,
pasarse rápido una piedra redonda de 100
kilos por el cuello. También levantó una pie-
dra cilíndrica de 218 kilos en 2005. Levantar
piedras no es privativo de Euskal Herría. En
Rurutu, una de las islas del grupo de las Aus-
trales, en la Polinesia francesa (a 670 kilóme-

236
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tros de Tahití), se practica el amoraa ofa, «levantamiento de piedras» en lengua


maohi. Los hombres logran levantar 130 kilos y las mujeres, 60. Por motivos ob-
vios —la falta de árboles grandes, aparte de palmeras—, no hay aizcolaris poline-
sios. Pero en Escocia hay aún pasión por tossing the caber, lanzamiento de tron-
cos: a veces de más de 100 kilos.

Harris, Marvin > MATERIALISMO CULTURAL


hasidismo / jasidismo / chassidismo… Secta del tradicionalismo ju-
dío, fundada por Israel Ben Eliécer en Polonia a finales del siglo XVIII. La piedad,
la devoción, la oración, es lo principal y, por supuesto, saber los arcanos, cuantos
más mejor. De este movimiento judío se suele tener la idea más externa, la del ex-
tremismo corroborado por la vestimenta negra de sus miembros, sombreros, bar-
bas, tirabuzones de los hombres, grandes faldas y cofias de las mujeres… Por den-
tro no parecen menos intolerantes: no hay otra verdad que la de su Israel. Muchos
viven en Mea Shearim, un barrio de Jerusalén anclado en algún punto en el que
YAHVÉ desistió de entender la modernidad. Con todo, el hasidismo entrañó una
renovación del JUDAÍSMO en Europa oriental (Polonia, Ucrania…), donde los ju-
díos pusieron el acento en la intensidad de los rituales y en la busca directa del
misticismo, lejos de los planteamientos racionalistas de otras escuelas. En ese senti-
do, el hasidismo tiene mucho que ver con la bhakti, o «devoción», senda hinduista
que, llevada a sus últimas consecuencias, proporcionaría la salvación (hay cultos de
Krisna que practican la bakhti hasta el paroxismo). Según el antropólogo Ari Rajs-
baum, de la Universidad de Tel Aviv, en el hasidismo son claves las sentencias o
aforismos del rabino Rajchman, quien en 1798 hizo un viaje a la Ciudad Santa sal-
picado de anécdotas edificantes, aún repetidas en muchos hogares como ejemplos
de abnegación y habilidad para sortear obstáculos.

hasina. En Madagascar, fuerza sobrenatural. Está en la misma línea de MANA,


ORENDA, BARAKA...

hassassin > ASESINOS


hau. Espíritu de la cosa, para los antiguos MAORÍES. Lo que vuelve, tras ser dado,
al lugar de origen y, según Mauss, «lo hace en una forma distinta de su forma origi-
nal» [Guideri, 1989]. Hau sería, pues, un compuesto de la cosa y su verdadero po-
seedor, con ciertas concomitancias con el don y temas de reciprocidad como se
dan en el pilou pilou de Nueva Caledonia, en el KULA de Nueva Guinea, en el PO-
TLATCH de la isla Vancouver…

Hayastán. Armenia en armenio se dice Hayastan o Hyeastan. En el monasterio


armenio de Gegard, del siglo IV, cerca de Garni, hay un plinto negro, el icono de
un culto ancestral armenio, hayastan, que se ha mantenido pese al islamismo. Po-
dría ser el altar de un templo del sol de hace dos mil años [Kaplan, 2001]. Tam-
bién en Gegard hay una roca de la que mana un agua que se considera milagrosa.

237
LUIS PANCORBO

hazara. Pueblo del oeste de Afganistán, junto a la frontera con Irán. Los hazara,
de origen MONGOL aunque hablan farsi, la lengua persa, son en torno a un millón
de personas —el 15 por ciento de la población afgana—, radicadas sobre todo en
la provincia de BAMIYAN, célebre por la destrucción de los Budas gigantes. Los ha-
zara siguen el CHIISMO a diferencia de los otros grupos afganos (PASHTÚN, tayikos y
uzbekos), que son sunitas (> SUNISMO). Tuvieron fuertes enfrentamientos con los
soviéticos después de la invasión de Afganistán en 1979, y, diez años después, tras
la retirada soviética, con fracciones de muyahidin y TALIBANES. Su mayor líder es
Karim Jalili, del Hizb-e-Wahdat («Partido de la Unidad»).

hechizo / hechicería. Amplio espectro de maleficios y sortilegios realizados


por hechiceros. La hechicería más conocida consistía en «fórmulas mágicas o en ri-
tos perpetrados alrededor de la estatuilla fabricada a este efecto, y terminaba ordi-
nariamente con una puñalada sobre la estatuilla, en el sitio del corazón» [Cristiani,
1957]. Se tuvo por hechizados a reyes de España (Carlos II) y de Francia (Juana I,
reina de Navarra, y esposa del rey Capeto, Felipe IV de Valois, e incluso a su hijo
Juan). Hubo ocultistas famosos acusados de hechicería como el doctor Encausse,
que usaba el sinónimo de Papus, aunque la hechicería fue derivando desde Euro-
pa, curada de espantos, a los pueblos redimibles, llamados salvajes, paganos y, fi-
nalmente, tercermundistas.

helvetis / halveti / khalwatiyyah… Secta sufí de Turquía, extendida a


partir del siglo XVI a los Balcanes y, especialmente, a Albania, que se distinguió por
su ímpetu en la defensa de la pureza sunita (> SUNISMO), aunque siempre para al-
canzar cierto misticismo como otras ramas de SUFÍES, los NIMATULLAHIS, los MEVLE-
VIS y otros.

Hercynia. La hoy Schwarwald o Selva Negra. La silva Hercynia era la selva por
antonomasia en la antigüedad. Un lugar lleno de robles jamás cortados, cuyas raí-
ces eran tan grandes que subían hacia arriba y formaban arcadas por donde podía
pasar un escuadrón a caballo [Plinio, 1608]. Helvecios y rauracos por un lado, da-
cios y válacos por el Oriente… Hercynia era una azarosa región de frontera para
los romanos, algo semejante al «hic sunt leones» de África. En la selva negra, como
decía Julio César, la frase justa debía ser «multa genera ferarum» («muchas clases
de fieras»). Schwarwald es hoy un macizo boscoso, sin mayores peligros, en Ba-
den-Württemberg, sobre la apacible llanura del Rin.

herero. Tribu de Namibia con unos 120.000 miembros (el siete por ciento de la
población). El 11 de agosto de 1904, los herero, liderados por su rey Samuel Ma-
harero, se alzaron contra los alemanes que ocupaban lo que entonces se llamaba
África del Suroeste. Los herero mataron a unos 100 alemanes. La represión del co-
ronel Lothar von Trotha no se hizo esperar y acabó con la vida de al menos 65.000
hereros (hombres, mujeres y niños, en torno al 80 por ciento de la población). Al
poco tiempo también fueron masacrados en torno a 10.000 nama, de la tribu veci-
na, junto a su caudillo Jacob Morenga y sus ganados, para que nadie pudiera so-

238
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

brevivir. El genocidio herero y nama fue uno de los primeros del siglo XX. Ha habi-
do que esperar hasta el año 2004 para que los descendientes de las víctimas herero
reclamaran al gobierno de Berlín una indemnización por el genocidio de sus ante-
pasados. El entonces canciller Schroeder repuso que Alemania ya pagaba la princi-
pal ayuda al desarrollo de Namibia.

hermafroditas. Andróginos. Totalidad, coincidentia oppositorum, el estado


incondicionado, la perfección para la alquimia. El símbolo egipcio ANKH era her-
mafrodita [Chevalier, 1982]. Y lo fue Afrodito, por supuesto, el hijo de la diosa
Afrodita, entregado por ella a las ninfas del monte Ida para que lo criaran. Afrodi-
to vivió una vida un tanto salvaje hasta los quince años, cuando se enamoró de la
ninfa Salmacis, hasta el punto de que se fundió con ella para no separarse jamás,
dando lugar a un cuerpo doble, ni hombre ni mujer. El hermafroditismo, aparte de
sus implicaciones médicas y fisiológicas, ha excitado la imaginación de muchas cul-
turas, empezando por la hindú, con el concepto de shakta-shakti, «poder masculi-
no-femenino». Por ello, el dios Siva es representado a veces como Ardiswara, mi-
tad hombre (Siva) y mitad mujer, SHAKTI (Parvati), y, por tanto, con pechos
femeninos y miembro viril. En el norte de la isla Nueva Irlanda, en el archipiélago
Bismark, que fue alemán en 1884 y ahora es parte de Papúa-Nueva Guinea, se des-
arrolló una línea de escultura en madera llamada nalik, que, según Emily Caglayan,
de la Universidad de Nueva York, representa figuras hermafroditas. Las figuras de
tipo nalik se exponían durante los ritos funerarios (ULI) y de fertilidad (malagan) y
su fabricación y adquisición implicaban un gran dispendio en cerdos y conchas.
Los nalik eran, pues, estatuas hermafroditas con pene y pechos que representaban
antepasados con poder, viejos jefes de CLAN, de barbas pobladas (como la Afrodita
barbuda que se adoraba en Chipre), un enorme miembro viril y grandes mamas
que aludían no sólo a la feminidad genérica, sino a su capacidad de alimentar a las
generaciones presentes y futuras. En el Museo del Quai Branly de París, dentro del
Louvre, hay una talla de uli, de finales del XVIII o principios del XIX, procedente de
las antiguas colecciones de Alain Schoffel, que tiene 150 centímetros, con un gran
equilibrio entre sus partes masculinas y femeninas. Y con un bello cinturón de co-
ral, o barrera de arrecifes, bajo el torso femenino desnudo.

hermético. Modo de leer «las formas simbólicas» frente al modo literal, pro-
saico o histórico [Campbell, 2002]. La palabra «hermético» procede de Hermes,
de donde se origina un sistema idóneo para descifrar el mito del árbol del Conoci-
miento del Bien y del Mal, o los dos árboles, según las elucubraciones del Midrash
rabínico. No menos herméticos son el mito de Orfeo, o el tema de la naturaleza
humana y divina de Cristo. Otro ejemplo de hermetismo es el de la Divina Come-
dia. Dante conoció por primera vez a Beatrice a los nueve años, la segunda vez a
los dieciocho, y «ella es un nueve porque su raíz está en la trinidad», lo que quería
decir, según Campbell [2002], que Beatrice era la musa de Dante (y una de las
nueve musas) cuya raíz está en la Trinidad que, en el sistema cristiano, se represen-
ta de forma masculina, y en el sistema hermético de forma femenina. Un gran her-
mético fue el poeta Yeats dentro de la secta GOLDEN DAWN.

239
LUIS PANCORBO

Hespérides. Jardín fabuloso lleno de manzanas de oro, habitado por ninfas y


custodiado por un DRAGÓN llamado Ladon, como el río del Peloponeso. Muchos
ríos reciben nombres de dragón: el Dragonera de Corinto, el Drac, afluente del
Isére… y dracs se llamaban los espíritus que vivían en las fuentes [Costa, 1888]. El
mito del Jardín de las Hespérides está hermanado con el del ganado de Gerión,
del que Hesiodo dice que lo guardaban tres o siete ninfas Hespérides asistidas por
el dragón Ladon de 100 cabezas, «cuyo mito fue también figurado en monedas bé-
ticas» [Costa, 1888]. Si no hay Jardín de las Hespérides, sí algo parecido en mu-
chas culturas. El shabono, o poblado de Yaru, a donde van los YANOMAMIS tras la
muerte para convertirse en parimi (inmarcesibles, inmortales…), cuenta con un río
maravilloso lleno de peces, sobre todo bocón, y en sus orillas abundan los sabrosos
chigüires… Hay muchas flores y serpientes que no muerden, y se pueden coger
aguacates a voluntad [Cocco, 1972]. Otro jardín muy distinto es el que aguardaba
a los KHOIKHOI, antiguos HOTENTOTES: sabían, por creer en sus antepasados, que
los buenos viven de alguna manera tras la muerte en un sitio donde no hay sed,
donde ya no necesitan a un brujo (surri) que haga la lluvia, ni las serpientes huma-
nas (ganin-gub) buscan ya a las mujeres en pleno sueño para hacerles sus súcubas.
Tsûi-goa («Rodilla Herida») era el padre de la aurora, así como Gauna lo era de la
noche, aunque esa información (de Hahn) no supusiera un elemento claramente
religioso en un pueblo (ya extinguido), cuyo mayor sueño en vida y muerte era co-
mer y beber con regularidad [Quatrefages, 1887].

hezhens / heidi / heijin / qileng… Una de las etnias más diminutas del
gigante poblacional que es la República Popular de China. Los hezhens, unos
4.300, viven en las comarcas de Fuyuan, Tongjiang y Rahoe, al nordeste de la pro-
vincia de Heilongjiang, en las orillas de los ríos Heilongjiang, Songhua y Wusli.
Sus antepasados fueron los nuzhens, jinetes TÁRTAROS, y su lengua pertenece al
grupo manchú-tungusu. Durante la ocupación japonesa de China, los hezhens su-
frieron muchas bajas hasta que su número se redujo a unas 300 personas. Antaño
se distinguían por ser cazadores y perseguían martas y ciervos con esquís y perros,
por lo que eran conocidos como la tribu shiquan, «los que usan perro». Aun más
característico era su vestido de piel de pescado, algo que usaban los itelmen sibe-
rianos de KAMCHATKA hasta hace poco. Pero a los hezhens les decían gente yupi,
que quiere decir «piel de pez». Eran muy hábiles atrapando salmones y haciendo
trajes con sus pieles escamosas, aunque ahora han descubierto las ventajas de la
acuicultura, así como las de vestirse con ropas como las de los han, la etnia mayori-
taria en China.

hibridaciones. No sólo hay hibridaciones biológicas sino también culturales.


Muchas sociedades sufren un acelerado proceso de hibridación. Con la idea de
que «todas las culturas hoy son de frontera» [García Canclini 1989], vuelve con
fuerza el tema de la ACULTURACIÓN, es decir, cuando una cultura domina o se su-
perpone a otra. No faltan anacronismos (se hace alfarería al viejo estilo y las sondas
viajan a Marte), ni transacciones (hasta los grandes contaminadores industriales ya
son en parte ecologistas, aunque sea a la fuerza). Otras veces el hibridismo se apli-

240
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ca por decreto, es decir, con una hegemonía o fuerza de todo tipo, económica, de
medios de comunicación… Eso recuerda a algunos que somos células o moléculas
sujetas a mezclarse con otras y a participar de una fragmentación parecida a la de
un calidoscopio. Aun más cuando se enciende el televisor.

hidragirismo. Intoxicación causada por mercurio o azogue. Era una enfer-


medad que solía aparejarse al proceso de conversión del cinabrio en mercurio.
Pero las propias emanaciones del mercurio, usado por los sombrereros, provoca-
ban grandes daños en el sistema nervioso central. De ahí vino el dicho inglés «mad
as a hatter» («loco como un sombrerero»). Lewis Carroll en Alicia… hace correr
como un poseso al Sombrerero Loco y su reloj. En los años cincuenta y sesenta del
pasado siglo en Minamata (Japón) hubo un envenenamiento masivo por consumir
pescado (atún) contaminado con mercurio (en su forma orgánica o metilmercu-
rio). En España se conocía muy bien el tema desde el siglo XVII y se decía la expre-
siva frase de «temblar como un azogado». En Almadén (Ciudad Real), el mayor
centro de producción de mercurio del mundo, se construyó ya en 1755 el Real
Hospital de Mineros de San Rafael para tratar los casos de hidragirismo, y a veces
con métodos tan novedosos como el cajón-sauna o la playa.

hidromiel. Bebida a base de agua y miel fermentada. En la antigüedad fue te-


nida por el licor de los dioses. En Etiopía se llama tej y es la bebida nacional.
Chouchen llaman al hidromiel en la Bretaña francesa. Se estimaron siempre sus
propiedades curativas, para inflamaciones de pulmón, pleuresías y para las llagas
que causaban las picaduras de las serpientes. También para dar coraje en la batalla.
Platón decía que no todas las cosas parecen dulces o amargas a todas las personas,
porque eso depende de la diversidad de los cuerpos. El hidromiel sentaba bien a
casi todo el mundo. El emperador Augusto se maravillaba porque su anfitrión Po-
llio Romulus se mantenía con gran vigor a su anciana edad bebiendo hidromiel. Su
secreto era tomar hidromiel por dentro y aceite por fuera [Plinio, 1608].

hieródulas. Prostitutas sagradas. También eran sacerdotisas de Ishtar en BA-


BILONIA, de Salomón en Israel, del templo de Afrodita en Corinto, de Amaitis en
Armenia, bayaderas en los antiguos templos hindúes…, que practicaban el sexo
con propósitos trascendentes. El Hieros Gamos, «Matrimonio Sagrado» o «Co-
yunda Sagrada», fue asimilado por diversos grupos ocultistas a lo largo de la
historia. Vendría en un remoto origen de las bodas entre el Sol y la Luna, Isis y
Osiris…, lo que produce, por otra parte, el perfecto andrógino. Comprende asi-
mismo un rito de esponsales entre el rey y una sacerdotisa, o entre un futuro mo-
narca y una diosa o gran sacerdotisa. El sentido es que ella debe ungir al futuro
rey antes de que muera y resucite al tercer día, en una parábola de Cristo, según
Starbird [2004]. Una fiesta de Hieros Gamos, y no precisamente sumeria, fue re-
presentada en Eyes wide shut («Ojos cerrados de par en par», 1999), última pelí-
cula de Stanley Kubrick, con Tom Cruise y Nicole Kidman. También practicaba
el Hieros Gamos el supuesto Gran Maestre del Priorato de SIÓN, Jacques Saunié-
re [Brown, 2003].

241
LUIS PANCORBO

hierofanías. Vocablo utilizado a menudo por Mircea Eliade como correspon-


diente al mundo de lo sagrado. En el mundo occidental, crecientemente profano,
no deja de haber una curiosidad ante esas antiguas hierofanías, o manifestaciones
de lo sagrado. Un árbol es un árbol menos para aquellos que lo adoran. «El cos-
mos en su totalidad puede convertirse en una hierofanía» [Eliade, 1981]. Hay pie-
dras (> BETILO) que golpearon la imaginación de los hombres, ya fuese por su pro-
cedencia extraterrestre (meteoritos), su imponencia, o su brillo…, y se las adosó
además un sentido de OMPHALOS, un sentido que sobrepasa a la humanidad y se
liga a la divinidad, que eso es, o debería ser, una hierofanía en Occidente. El empe-
rador Chun, dos mil doscientos cincuenta y cinco años antes de nuestra era, ya ha-
cía sacrificios a Chang-li, Soberano Supremo del Cielo, a los seis grandes espíritus
a él subordinados y a todos los espíritus restantes (unos cuantos, puesto que eran
patrones de montañas y ríos). La vieja China era una hierofanía global. Puluga, el
dios de los MINCOPIOS, casado con la Madre Anguila (Chanaawlola), echa peces y
cangrejos en las aguas dulces y saladas para que la gente crea que son hierofanías,
o sea, apariciones milagrosas y pruebas de su divinidad para los estómagos agrade-
cidos de los hombres [Quatrefages, 1887].

hijras > EUNUCOS


himba / ovahimba. Literalmente «los mendigos», «los pedigüeños». Pueblo
de pastores de Kaokoveld, región del norte de Namibia, a donde llegaron desde An-
gola atravesando la frontera del río Kunene. Su número puede rondar entre 20.000 y
50.000 individuos. Las mujeres, de elevada estatura, se untan el cuerpo con polvo
rojo de una piedra de hematites mezclada con grasa de cabra. Las casadas llevan en
la cabeza un tocado de cuero llamado erembe y no les suele faltar una concha colga-
da en el pecho, un símbolo de fertilidad que se van pasando de madres a hijas. Con-
servan esas maneras y atuendos precisamente por estar relegadas o por no poder in-
tegrarse en el mundo moderno, como ha apreciado Margaret Jacobsohn [1998],
experta en pueblos de Namibia, aunque no es el único pueblo donde sucede esto.

Hinayana. «Pequeño Vehículo» o «Pequeño Bote». Doctrina budista, también


llamada THERAVADA («la doctrina de los viejos santos»). Fue el primer budismo, el
más puro y monástico, frente a una escuela posterior, surgida en torno a medio mi-
lenio después de la muerte de BUDA, denominada Mahayana, o «Gran Vehículo»,
con menos nivel de exigencia y al mismo tiempo proliferación de dioses e imáge-
nes. En el Hinayana sólo los muy perfeccionados están en condiciones de coger el
bote que lleva al NIRVANA.

hiperbóreos. Pueblos del extremo norte, tanto de Europa como de América y


Asia. Los inuit (> ESQUIMALES) han sido los representantes clásicos de esos pueblos
hiperbóreos que en la ANTROPOLOGÍA del siglo XIX [Ratzel, 1888] tenían rasgos
como ser de procedencia mongólica, pese a sus muchas mezclas, hablar idiomas de
carácter aglutinante y encontrarse todos ellos en estadios culturales previos a la
metalurgia, marcados por el NOMADISMO.

242
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

hiperdifusionismo. Dando un paso más allá del DIFUSIONISMO, préstamos


y contactos entre diferentes culturas, el hiperdifusionismo lanzó su órdago: la inca-
pacidad técnica del ser humano estaba motivada en buena medida por la falta de
imaginación. Eso explicaría que el mismo molino de piedra para moler cereal se
encuentre entre los MAYAS y entre las tribus BANTÚES. FROBENIUS, Graebner y
Schmidt, y la escuela sociocultural vienesa, influyeron grandemente en la escuela
británica de Elliot-Smith y otros hiperdifusionistas, que tuvieron en cuenta el siste-
ma de ciclos. Los seis ciclos de Graebner, apoyados en los datos de Schmidt sobre
Oceanía, fueron: 1) primitivo o tasmanio; 2) del bumerán o australiano arcaico; 3)
del TÓTEM; 4) de las dos clases o de las máscaras; 5) del arco o melanesio, y 6) poli-
nesio. Algo demasiado esquemático para encerrar la pujante diversidad etnográfica
del Pacífico, nada digamos de otras partes del mundo.

hípica. La raíz hípica fue mano de santo para los escitas, pues, según Ovidio
Montalbani, médico, filósofo y matemático boloñés, «con sólo ser conservada en la
boca durante doce días mantiene alejada el hambre» [Camporesi, 1986]. Como
otras plantas, cacahe o COCA, negotiana, espartanta, quitaba el hambre y la sed…,
por lo que recordaba al «pan de tártaro», o al «mayo de Adonis» de las islas Afor-
tunadas, tan prodigioso como una panacea, ambrosía o nepente (como la diluida
en vino por Helena de Troya)… Más cierto y sustancioso ha sido siempre el pan de
SAGÚ, usado desde Malasia hasta las islas de la Polinesia. Así como otros iban en
pos de la piedra filosofal, Montalbani [1648] deseaba la «planta filosofal», y fabu-
laba con los panes de madera de los pueblos del norte, con las semillas de loto alu-
cinógeno de los pastores egipcios y con otras «materias alimentosas» en un libro
publicado en Bolonia en 1648, de título tan chocante como Il pane sovventivo
spontenascente succedaneo intero del pane ordinario… («El pan auxiliador espon-
táneo, sucedáneo completo del pan común…» [Camporesi, 1986].

hipofagia. Los franceses pasan por ser los mayores comedores de carne de ca-
ballo, cosa que parece espeluznante en Inglaterra, en Estados Unidos o en los paí-
ses árabes, amantes de los corceles. Los MONGOLES tampoco los comían salvo en
raras ocasiones de hambruna, y lo mismo los kirguises y kazajos. Todos estos pue-
blos aún nomadean con sus grandes manadas de caballos y beben leche de yegua
fermentada, airag para los mongoles y kumiss para kazajos y otros, bebida que
Marco Polo equiparó a un vino blanco. El TABÚ anti-equino se generó en los pri-
meros imperios del Oriente Medio, «con sus densas poblaciones humanas y nutri-
das cabañas de rumiantes, les resultaba difícil criar allí grandes cantidades de caba-
llos» [Harris, 1989]. Los caballos necesitan más espacio que las vacas (consumen
un 33 por ciento más de hierba que vacas y ovejas para mantener su peso). Lo cual
hizo colegir a Harris [1989] que las civilizaciones agrícolas separaron al caballo de
su dieta con facilidad, aunque lo usaran como es natural para tirar de sus carros y
especialmente para la guerra. La caballería cambió el paisaje del mundo. Es evi-
dente la importancia del caballo llevado por los españoles a América para la con-
quista del Nuevo Mundo. Cuando en el año 732 el papa Gregorio II fue informado
de que los germanos comían caballo, ordenó a san Bonifacio que detuviera «esa

243
LUIS PANCORBO

costumbre impura y detestable». La amenaza —recuerda Harris [1989]— estriba-


ba en la caballería sarracena y los cristianos no podían estar comiendo caballos
como si fuesen lentejas.

histeria. La histeria ártica, una especie de AMOK, fue uno de los CLICHÉS más
manidos al hablar sobre los ESQUIMALES. Se trataba de que estallaban en cólera sin
un motivo claro, como producto tal vez de largos meses de oscuridad casi total y
frío y de muchas decenas de grados bajo cero. La palabra «histeria» viene del grie-
go hysteros, «útero», donde los griegos supusieron que radicaba esa enfermedad.
Freud trató la histeria en conexión con la represión sexual y la neurosis. Histéricas
famosas fueron ciertas santas católicas y otras mujeres muy devotas y súcubas de
posesión demoníaca, no sólo divina. El diablo abusaba sexualmente de algunas
monjas inexplicablemente embarazadas. La bula de Inocencio VIII proveía una fór-
mula de EXORCISMO para las monjas que habían caído en las garras sexuales del
diablo. Pero, ¿se puede tener un hijo de un íncubo? Era una pregunta fisiológica,
no sólo teológica. En 1637 se llegó a discutir en París si se podía procrear a partir
de una relación demoníaca. Moretones en forma de pezuña en los senos evidencia-
ban la posesión, y también la histeria, así como la parálisis de un labio y la flojera
general, la mudez o ceguera parcial… Bloody Mary («La Sangrienta María», la hija
del rey inglés Enrique VIII), sufrió un episodio de seudopreñez, otro de los resulta-
dos de la histeria. El médico francés Jean Martin Charcot (1825-1893), desde su la-
boratorio en vivo, el hospital parisino de La Salpétriére, fue el mayor especialista
en histeria, vista como neurosis traumática, y descubrió que incluso había una his-
teria masculina.

hiyab. Pañuelo o VELO de las mujeres musulmanas. Símbolo de modestia, sumi-


sión, recato... dominación. Al parecer, el hiyab fue empleado en primer lugar por
las esposas del profeta Mahoma. El NIQAB o el CHADOR de Irán, de color negro, cu-
bre a la mujer de cabeza a tobillos. En la Turquía otomana, las mujeres usaban con
este propósito el CHARCIAF, y desde la victoria del Partido de la Justicia y el Desa-
rrollo en 2002 hay una pugna por extender aun más su uso en el país. En realidad,
desde los tiempos de Ataturk se prohíbe a las mujeres llevar el velo en lugares pú-
blicos, pero lo usa el 64,2 por ciento de las féminas turcas y las universidades están
llenas de hiyabs.

Hogmanay. Año nuevo escocés. Se celebra el 31 de diciembre con grandes


procesiones de antorchas, bailes y cantos (especialmente el Auld Lang Syne, basa-
do en un poema de Robert Burns) en Glasgow, Edimburgo, Aberdeen y otras ciu-
dades escocesas, rememorando los tiempos paganos y de las invasiones vikingas
(YULE).

homeopatías > ORQUÍDEA


homínido. Sin llegar a hombre y más allá del mono, el homínido, que algunos
aparejan al eslabón perdido, tiene muchos nombres y filiaciones, y las que van a

244
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

venir, pues constantemente aparecen nuevos especímenes. Los penúltimos son el


Pierolapithecus catalanicus, también llamado PAU, y el HOMO FLORESIENSIS, un
homínido de posible origen africano, de unos 25 kilogramos de peso. Sorprenden-
te exigüidad.

homo. En estos momentos existe en este planeta un solo género y una sola espe-
cie: Homo sapiens, de la subespecie Homo sapiens sapiens. La diferencia entre sa-
piens y doble sapiens es que somos la única especie que es Homo, que lo sabe y es
consciente de ello: sabemos que sabemos. Hubo Homo sapiens Cromagnensis; los
restos más antiguos de cromañones fueron encontrados en Dordoña (Francia) y
son de hace treinta y cinco mil años. Y hubo Homo sapiens neanderthalensis o ne-
andertales. Ambos se extinguieron y no pertenecen a nuestra misma especie, que
tiene una larga cola de categorías taxonómicas, una especie de árbol genealógico
del Homo sapiens sapiens. Subrreino: metazoarios. División: bilaterales. Tipo: cor-
dados. Subtipo: gnatostómatos. Superclase: tetrápodos. Clase: mamíferos. Subcla-
se: terios. Sección: euterios. Orden: primates. Suborden: antropoideos. Superfami-
lia: antropomorfos. Familia: homínidos… Homo Sapiens sapiens, el nombre de
nuestra subespecie, hace pensar en el triunfo del saber. Pero saber no es sinónimo
de inteligencia. Es cierto que el Homo Sapiens sapiens es el más inteligente en los
tests de IQ (cociente intelectual), pero no menos cierto es que hace esos tests a su
medida, no a la de un CHIMPANCÉ, lo que haría que tuviese importancia la rapidez
para coger una fruta en el preciso momento y cosas relativas a su ambiente. «El es-
fuerzo por llegar a ser consciente de las propias representaciones es, ya atención,
ya abstracción de una representación de que soy consciente» [Kant, 1991].

Homo floresiensis. Gran incógnita del mundo paleantropológico desde


que fue descubierto en septiembre de 2003 en la cueva Liang Bua de FLORES. Se
trató de un cráneo, la pelvis y casi un esqueleto completo de un ser al que se llamó,
con poca imaginación, «Hobbit». El Homo floresiensis no es que fuese diminuto,
es que pesaba 25 kilos, casi como un gnomo, si los gnomos pesaran, y tenía un ce-
rebro un tercio menor que el actual. Vivió por lo menos hace dieciocho mil años,
pero las preguntas no faltan: ¿pertenecía en realidad a una nueva especie humana
o descendía de algún Homo erectus de hace dos millones de años? No es baladí. O
bien el Homo sapiens evolucionó desde un Homo erectus en varios lugares del
mundo y al mismo tiempo, es decir, la teoría multirregionalista, o
bien el Homo sapiens tuvo un origen africano y desde África em-
pezó su largo viaje para poblar el planeta. ¿Un viaje a Flores? El
«Hobbit» de Flores tenía una cabeza como un pomelo con una
capacidad de 450 centímetros cúbicos. Pudo haber resistido vivo
(¿y coleando?) hasta hace unos trescientos años, aunque los fósi-
les encontrados en la isla indonesia de Flores son de entre noven-
ta mil y doce mil años, lo que parece indicar que coexistió con el
Homo sapiens. Si «Hobbit» descendió, como algunos dicen, del
Homo erectus, debió seguir una evolución contradictoria: empe-
queñeció en vez de crecer. Fue menguando tanto que su altura se

245
LUIS PANCORBO

quedó en torno a un metro. Combustible para la imaginación, no sólo para la pa-


leontología. Los isleños de Flores no hablan de «hobbits», ni de liliputienses, sino
de unos paisanos llamados EBU GOGO. Pero vuelven las preguntas: ¿hablaba el
Homo floresiensis?; ¿llegó a Flores navegando?, ¿cómo recorría las islas de la Son-
da y luchaba contra las ratas gigantes, del tamaño de varanos, que ha habido cier-
tamente en la bella isla indonesia de Flores?

homología. Semejanza anatómica considerando la herencia y la existencia de


un antepasado común. Cuando hay estructuras repetitivas se da homología seria-
da; por ejemplo, los pares de piernas y brazos de los humanos [Ayala, 1994]. Lo
intrigante es la homología seriada del langostino. Tiene 19 pares de apéndices, o lo
que es lo mismo, 38 patitas, un número que seguramente obedece a la herencia,
pero también a la incongruencia, pues una vez utilizadas unas patas para caminar,
otras para buscar comida, otras para llevar huevos…, es más que probable que al
langostino le sobren patas, o que sean éstas, si no inútiles, de poco provecho (me-
nos a la hora de ser chupadas). Teoría que conviene descifrar sobre todo con el
gran langostino de Vinaroz, o de Sanlúcar, donde las aguas dulces de ríos como el
Ebro y el Guadalquivir embocan los mares dando a sus criaturas un gran punto de
sabor y homología.

hongi. Saludo de los MAORÍES frotando nariz contra nariz y que se podría tradu-
cir como «quiero compartir tu aliento». También se practica entre los beduinos de
Omán. Lo opuesto al hongi, lo más amistoso, es el HAKA, su ritual inamistoso o
guerrero. Cuando llegó Cook a Nueva Zelanda en 1769, los maoríes se tatuaban
todo el cuerpo y la cara y practicaban el canibalismo ritual de los enemigos, pero
eso al pakeha («blanco» o «extranjero»), lo que era el capitán inglés, no le pareció
tanto un signo de salvajismo como una costumbre.

hopi. Uno de los grupos o tribus de los indios PUEBLO. Viven en poblados de
Mesa Negra (Arizona) y en el valle contiguo. Se subdividen a su vez en pueblos de
la Primera Mesa (walpi, sichomovi…); de la Segunda Mesa (mishongnovi, shipaul-
kovi, shungopovi…), y de la Tercera Mesa (hotevila, bakabi, oraibi…). Los hopi,
pese a los cambios, sienten veneración por unas muñecas (> KATCHINAS) que en-
carnan a los espíritus. Éstas siempre fueron las protagonistas de sus danzas sagra-
das. La más importante, en el mes de agosto, es la «danza de las serpientes», para
propiciar las lluvias, una serie de ritos que duran más de dos semanas. Primero de-
ben cazar culebras, y muchas son de cascabel. Luego hacen bastones votivos, o pa-
los de oración, llamados pahos. Las serpientes, guardianas de las fuentes, evocan a
los antepasados, a quienes los hopi imaginan viviendo también en el interior de la
tierra. Al final de la danza, los hopi se encuentran en un estado alterado y acaban
poniéndose las serpientes en la boca. La fratría del antílope es la encargada de los
bailes y los hombres-antílope son quienes ponen a las serpientes en un círculo de
polvo de maíz. Después las liberan para que traigan las lluvias y la prosperidad,
tras comunicar el deseo de la gente al mundo oculto, el más poderoso. Una decena
de los 12 pueblos hopi ha prohibido el acceso de los visitantes a sus comunidades,

246
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

y también a la danza de las serpientes. D. H. Lawrence, el escritor de Fénix, quedó


fascinado por los ritos y los indios de Nuevo México: «Los pieles rojas me parecen
más antiguos que los griegos o los hindúes… Era una religión vasta y pura, sin ído-
los ni imágenes, siquiera mentales. Es la religión más antigua, una religión cósmica
igual para todos los pueblos…» [Lawrence, 1982].

horóscopo. La predicción del futuro mediante la posición de los astros y sus


signos, tal como se conoce en la actualidad en Occidente, y a pesar de sus propósi-
tos casi recreativos, deriva de la cultura grecolatina. Pero la astrología es aún fun-
damental para los ritos del budismo tibetano e inspira un calendario con un ciclo
de sesenta años. Cada ciclo viene marcado por 12 ani-
males y cinco elementos que se van combinando. Los
12 animales son: liebre, ratón, oveja, mono, caballo,
buey, cerdo, perro, dragón, serpiente, tigre y pájaro.
Los cinco elementos: fuego, tierra, hierro, madera y
agua. Así, el año 1946 corresponde al «Perro de Fue-
go». Sólo doce años después, el año 1958 pertenece al
«Perro de Tierra»… Con gran pompa y prosopopeya,
el Consejo Cubano de Sacerdotes Mayores de Ifá dicta-
minó para 2005 el signo Iroso Meyi, o el gobierno de la
deidad Obatalá, acompañada por Oshún, con la bande-
ra blanca y amarilla de forma triangular. En Cuba, a espaldas del comunismo, se
aparejan refranes relativos al signo del año, como «hay quien se saca un ojo por ver
a otro ciego». Y hacen recomendaciones como «efectuar baños lustrales con gua-
calote, botón de oro y reseda», aunque se reconoce que Iroso Meyi «es un signo
difícil y necesita reflexión y organización en todos los sentidos».

hostia. Se conoce la oblea, disco de pan ácimo, sin levadura, pero menos el sig-
nificado de víctima de un sacrificio. Eso es una hostia, la persona o animal que se
ofrecía a los dioses como ofrenda expiatoria. En ese sentido, «hostia» es Cristo, el
mártir que se sacrifica y muere en la Cruz, y que se conmemora en la EUCARISTÍA.
Se atribuye a santo Tomás de Aquino esta descripción de la hostia: «¿Su pequeñez
no significa humildad; su redondez, obediencia perfecta; su delgadez, economía
virtuosa; su blancura, pureza…?» [Chevalier, 1982].

hotentotes. Nativos del África austral por mejor nombre khoisan (de khoi,
«hotentote», y SAN, «bosquimano»). Los hotentotes ya estaban prácticamente ex-
tinguidos a principios del siglo XX, aunque sus mezclas resistan en algunas pobla-
ciones de Sudáfrica y Namibia, y también su antiguo idioma con clicks. En la re-
gión de Rehoboth (Namibia) dieron lugar a los BASTER o bastards, «bastardos»,
mezcla de alemanes y mujeres hotentotes. Éstas se distinguieron por su ESTEATOPI-
GIA; los hombres, por su cabello esparcido en forma de granos de pimienta. De
piel de color amarillento y con un notorio pliegue ocular o epicanto, los hotentotes
tenían gran parecido con la RAZA mongólica para Casalis [1861]. La rama de los
GRIQUAS de la colonia de El Cabo era la «más civilizada», siempre en opinión de

247
LUIS PANCORBO

Casalis, que metía dentro de la clasificación de hotentotes a los «verdaderos salva-


jes» de Sudáfrica, los que él llamaba bosjesman (bosquimanos). La lengua hotento-
te, llena de dialectos, de tipo aglutinante, cantarina, con homofonías pronunciadas
con tonos diferentes y hasta con clicks, fue una gran pérdida para el género huma-
no, incluidos los blancos sudafricanos.

huaca / huaqa / guaca / waca (quechua). Dioses particulares de un


ayllu o pueblo, generalmente hechos de piedra. Patrones de los antiguos pueblos
AIMARA. Para los INCAS (en quechua se llaman waca), templos y, por extensión, lu-
gares sagrados, y, en general, cualquier tierra con propiedades místicas. Y sepul-
cro, tesoro escondido en las tumbas, vasijas fúnebres, joyas y artefactos.

huaqueros / guaqueros… Salteadores de tumbas en el Perú. Ladrones de


HUACAS o huacos, restos arqueológicos del Incario y otras culturas prehispánicas y
preincaicas, como la MOCHICA, cupinisque, chimú... Contrasta esta depredación ar-
queológica, que por supuesto ocurre en otras latitudes (por ejemplo, en Angkor
Wat), con el intento de la UNESCO de noviembre de 2003 de hacer efectiva la
Convención Internacional para la Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial. Ya en-
tonces se declararon 28 «obras maestras», inmateriales, por supuesto, y en ese sen-
tido no robables, salvo por la incuria de los pueblos o los gobiernos. Destacan el
wayang, teatro de marionetas de Indonesia; los cantos polifónicos a cuatro voces
de los PIGMEOS aka de Centroáfrica; los dibujos sobre la arena de Vanuatu; el arte
de la madera de palisandro de los zafimaniry de Madagascar; las danzas de la
«Tumba Francesa del Oriente» de Cuba, siendo «tumba», en este caso, «juerga» o

248
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

«fiesta orgiástica» en bantú; la «Fiesta de Difuntos» con el ritual purépecha del


lago de Pátzcuaro (México); los tañedores chinos de guqin, cítara de siete cuerdas;
los juglares meddah de Turquía, que aún van pregonando y contando cuentos
como antes del Imperio Otomano... También figura una obra inmaterial española,
la representación del Misteri de Elche, ininterumpida desde la Edad Media.

huayruro. Árbol de la especie Ornosia, frecuente en la cuenca amazónica.


Produce unas semillas consideradas de la buena suerte en Venezuela y Perú. Se
trata de granos, de un reluciente color rojo (en el caso de las semillas femeni-
nas) o rojo y negro (masculinas), con los que se hacen collares y talismanes.
Todo eso se encuadra dentro de la moda de los productos mágicos y alternati-
vos. Sin embargo, en la ceja de selva peruana, los indios campas (> ASHÁNINKA)
emplean esas semillas, que ellos llaman chochobaroqui, para confeccionar una
bisutería étnica que complementa su economía que ya no puede ser tan selváti-
ca como antes.

huevo cósmico. Uno de los mitos clásicos de la creación en muchas culturas.


El mundo creado era como una seta partida en dos, como si fueran dos mitades de
huevo, según los FANG de Guinea Ecuatorial: «…la inferior, la tierra, como mundo
de los hombres, y la superior, el universo, con sus astros y fenómenos cósmicos»
[Aranzadi, 1962]. Vivimos en Senenumayang, «la tierra de en me-
dio», dirían los KOGI, o jaguares, de la Sierra Nevada de Santa Marta
(Colombia), los que creen que el mundo tiene «la forma de un hue-
vo muy grande, puesto con la punta hacia arriba. Dentro de ese
huevo están las nueve tierras… como grandes platos redondos uno
puesto sobre otro… La madre del mundo está sentada sobre una
piedra en el agua que hay debajo de nuestro mundo y alimenta a los
cuatro hombres que lo sostienen. Si éstos se cansan, la tierra tiembla» [Reichel-
Dolmatoff, 1985]. Para los ÓRFICOS, el «Huevo del Tiempo» creó a Eros. En el K A-
LEVALA finlandés, una cerceta sobrevuela las aguas primigenias para poner sus
huevos [Husain, 2001]. Y fue en el viejo Nilo donde un ganso puso el huevo del
que salió Ra, el Sol egipcio.

huinca. Término despectivo que, con el significado de «blanco» o «extranjero»,


se daba en el Incario a los españoles en tiempos de Pizarro y que fue rescatado con
cierta amplitud en 2004 por los movimientos independentistas AIMARAS de Bolivia.

Huizilopochtli. Dios del sol para los AZTECAS, por otro nombre Toniatuh.
Cortó la cabeza a su hermana la luna y expulsó a sus hermanos, las estrellas. El sol
da origen a las eras aztecas: cuatro soles ya han nacido y han muerto para generar
el «Quinto Sol», el actual, Ocllín. Es el sol del temblor, el de la destrucción del
mundo en ciertas PROFECÍAS, aunque también se le puede ver, como Wasson
[1980], en calidad del dios de las flores, o de los hongos (> MICOLATRÍA), aliado de
Tlatecuhtli, dios de la tierra.

249
LUIS PANCORBO

hungan / houngan. Sacerdote del VUDÚ haitiano. Cargo generalmente here-


ditario, el hungan oficia en el hunfo o houmfort, el templo vudú. Su correspon-
diente femenina es MAMBO.

Hurdes. Territorio mítico de la península Ibérica, junto a Las Batuecas. Allí de-
bió vivir una supuesta tribu primitiva y escondida. Lope de Vega dedicó al tema
una obra, Las Batuecas del Duque de Alba (1598-1600), donde se hacía eco de
aquel posible refugio de godos después de la invasión árabe. Otros ubicaron allí
nada menos que el PARAÍSO Terrenal (según Daniel Huet, el obispo de Avranches,
por encargo del rey Luis XIV). George Borrow, autor de La Biblia en España
(1842), pone en Las Hurdes lagunas inmedibles de lo profundas, donde desapare-
cen las gentes y hay monstruos diversos. Lugar también sin pan, sin tierra, con ma-
laria y bocio terribles, que tanto asustó al doctor Gregorio Marañón en su famoso
viaje de 1922 con el rey Alfonso XIII. Pero todo eso estalla con la película Las Hur-
des, tierra sin pan (1932), de Luis Buñuel, treinta y dos minutos de dinamita con-
ceptual, belleza agria sin meapilismos, cretinismo físico y retraso moral, un «estu-
dio de geografía humana», o un documental para remover el cocido madrileño.
¿Cómo era posible que existiera un sitio tan atrasado como Las Hurdes, casi como
los del África tropical, a 400 kilómetros de Madrid y a las mismas puertas de La
Alberca y de Salamanca? El mito estaba servido para siempre y aún hay quien no
lo ha digerido.

hurones. Indios de Canadá (Nueva Francia) que, junto con los iroqueses, eran
la mayor potencia demográfica, en torno a 30.000 almas… A partir del siglo XV, los
hurones constituyeron una confederación de cuatro tribus, los rock («roca»), deer
(«ciervo»), bear («oso») y cord («cuerda»). Hasta su muerte en 1635, el general
francés Champlain comerció con los hurones, sobre todo por sus apreciadas pieles
de castor, y llegó a firmar con ellos un tratado de alianza para tener a raya a los
mohawks, la más bélica de las cinco tribus iroquesas. Los jesuitas, por su parte, co-
merciaban con almas, tratando de convertir a su Gran Espíritu a unos INDIOS que
creían, si acaso, en cosas más pequeñas, como el oki (espíritu maligno). El padre
Brébeuf fue enviado desde Québec a la lejana misión de Sault-de-Sainte-Marie, en
pleno país hurón [Spillmann, 1953]. Su población bajó dramáticamente y, a finales
del XIX, vivían unas pocas centenas de hurones en el condado de Essex (Ontario) y
en la reserva de Quapaw. Actualmente quedan en torno a 1.000 hurones, muy inte-
grados con el resto de los iroqueses, trabajando como agricultores y obreros.

hutu. Tribu de Burundi y Ruanda. Durante la colonia belga, se mantuvo la situa-


ción de precario equilibrio entre los hutu y sus rivales, los TUTSIS, con la política
del divide y vencerás. A partir de 1950, cuando los belgas se fueron del país, dejan-
do el poder a los hutus, se desencadenó una guerra civil en oleadas. La más tre-
menda estalló cuando el 6 de abril de 1994 fue abatido el avión procedente de
Arusha (Tanzania) en el que viajaban los presidentes de Ruanda y Burundi. Fue la
chispa que ocasionó el mayor de los incendios étnicos. Radio Mille Colines, una
emisora de Kigali, la capital ruandesa, propiedad de Felicien Kabuga, animó a los

250
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

hutu, tanto al ejército como a las temidas milicias de Interahamwe, a ir a la caza de


los TUTSI. Los hutu mataban a los tutsi por serlo, pero también por ser altos, por
ser más instruidos, por ser doctores, enfermeras, por llevar gafas, no sólo por ser
intelectuales… Se repitió en África el espanto genocida de Pol Pot en Camboya.
En Ruanda pronto se llegó a una cifra de entre 800.000 y un millón de muertos, en
su mayoría tutsis. El Pol Pot del genocidio ruandés, o al menos el diseñador y fi-
nanciero, fue Felicien Kabuga, el rico industrial hutu, que no sólo usó la radio e
hizo usar las pangas, o machetes, a discreción, sino que, al parecer, inspiró la ma-
tanza de ocho turistas que llevaron a cabo los Interahamwe en Uganda, en el Par-
que IMPENETRABLE de Bwindi en 1999. Las víctimas fueron cuatro británicos, dos
norteamericanos y dos neozelandeses, reos de desear ver gorilas en la niebla. Ka-
buga en cambio vive y se le cree refugiado en algún escondite de Kenia.

251
I Intervenid en el conflicto
de puntas que se disputan
en la más torionda de las justas
el salto por el ojo de la aguja.
César Vallejo, Trilce, XXXVI

ibo / igbo. Etnia de Biafra, provincia del este de Nigeria, que intentó una esci-
sión en 1967, sofocada con una guerra civil que duró tres años. Los ibo se hicieron
tristemente célebres por sufrir una sangrienta represalia. Las imágenes en la prensa
de niños ibo hambrientos y enfermos fueron casi las primeras en golpear de forma
masiva las fibras sensibles occidentales. Casi todo había comenzado cuando, tras la
independencia de Nigeria en 1960, los ibo consiguieron cierta autonomía, La ani-
mosidad de otros pueblos contra ellos encendió una guerra civil entre 1967 y 1970,
año en que los ibo fueron derrotados por los YORUBA y hausa, etnias dominantes
en Nigeria, y forzados, los que no acabaron en cualquier cuneta, a abandonar sus
tierras y privilegios. No obstante, el presidente Gowon impidió que se generalizara
el genocidio de los ibo hasta su completa extinción.

iconoclastia. Odio a las imágenes y eventual destrucción de las mismas. Lo


contrario, la veneración de las imágenes, rozó la idolatría en el imperio bizantino.
Ya en el año 726, León III Isaúrico prohibió el culto a los iconos mediante un edic-
to. Dicho de otro modo, puso las bases para que se propagara la destrucción de
una ingente cantidad de ars sacra, como luego harían los guardias rojos de la Revo-
lución Cultural china, que mataban hasta los ruiseñores, o los TALIBANES que vola-
ron los Budas de BAMIYAN. En el imperio de Occidente hubo más tolerancia, dado
que el Concilio de Nicea, del año 787, admitía, si no la latría o adoración debida a
Dios, sí una cierta veneración de las imágenes. Los teólogos carolingios, autores de
los llamados «Libros Carolinos», no podían estar de acuerdo con esa solución con-
ciliar: «La imagen no era un ídolo, pero podía llegar a serlo si se utilizaba de forma
incorrecta. Por consiguiente, la expresión verdadera de lo espiritual había de bus-
carse sólo en el lenguaje no figurativo de las Sagradas Escrituras». Al final acabaría
triunfando la idea de Gregorio Magno según la cual «la pintura se usa en las igle-

253
LUIS PANCORBO

sias para que los analfabetos, mirando al menos a las paredes, puedan leer lo que
no son capaces de descifrar en los códices» [Eco, 2004]. Por supuesto, la icono-
clastia triunfó entre los musulmanes, que siguen con la idea de que no se debe re-
producir la figura humana, algo obsceno, pagano, impropio del islamismo, aunque
en la fachada de algunas escuelas coránicas (> MADRASA) de SAMARCANDA y Bujara
se escapara alguna cara o más bien sol antropomorfo.

iglú. No hay esquimal sin iglú, ni historia ártica sin patraña. El iglú condensa —
incluso en la publicidad televisiva— la estampa de una gente como los inuit, «los
hombres» (> ESQUIMALES), que cuentan con magníficas motonieves y casas con ca-
lefacción, ducha y… frigorífico. Antaño usaban cabañas de madera y piedras, y el
iglú («casa de nieve») representaba un ocasional refugio en sus partidas de caza o
pesca. Sin embargo, la imaginación occidental
quiere meter siempre a los esquimales en un
iglú, pues sin él serían como nosotros. Para ha-
cer un iglú se cortaban bloques de hielo de un
metro de largo, unos 40 centímetros de ancho y
unos 20 de espesor. Así se recababa una mínima
vivienda en forma de cúpula. El aire caliente se
repartía en el interior hasta el punto de que era
posible «sonreír» en cueros. Lo cierto es que los inuit podían desnudarse sin pro-
blema bajo las mantas de piel. Aparte de «iglú», los esquimales han aportado pala-
bras como kayak (embarcación de piel de foca), anorak, parka, ulu (cuchillo en
forma de media luna), kumatik o trineo… El inuktituk es «la lengua del inuk», es
decir, el idioma de los inuit.

iguaraya. Mata de orixá, planta usada en ritos de SANTERÍA en Cuba. En la


Guajira colombiana llaman iguaraya al fruto de un cactus, el cardón yosú, con el
que los indios wayuú hacen HECHIZOS y curaciones. Ese fruto (Lemaireocereus gri-
seus), el yotojoro, también se emplea para curar la locura haciendo con él sahume-
rios al enfermo desnudo. Las espinas del cardón sirven para peines y la pulpa para
hacer cera y un jabón, bueno para las afecciones cutáneas. Es el gran mundo botá-
nico de Sudamérica, que reverdece con el regreso a la medicina natural adobado
con unas gotas de chamanismo o, incluso, de charlatanismo. Los nombres son im-
portantes para que los pacientes y aficionados agucen las orejas: una planta es el
resbalamono o «indio desnudo» (Bursera simaruba). Una acacia se llama «cacho
de cabra». La planta «cabeza de negro», en realidad una Melocatus de color fuc-
sia, es conocida por los indios guajiros como purruluwa y parece que no es mala
para la próstata.

Iguazú. En guaraní, «agua grande», justo nombre para unas cataratas extendi-
das por 3.000 metros en la cuenca del Paraná (el segundo río de América tras el
AMAZONAS), entre Argentina, Brasil y Paraguay. El primer blanco en contemplarlas
fue el español Álvar Núñez Cabeza de Vaca en 1541, durante su travesía desde Cu-
ritiba (Brasil) hasta Asunción (Paraguay). Las llamó «Saltos de Santa María» sin

254
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mucho éxito. Se impuso Iguazú para un total de 275 cascadas, más innumerables
islas fluviales, escollos y farallones. La «Garganta del Diablo» tiene una caída de
70 metros y hace recordar una imagen cinematográfica fantástica de La Misión.

ik. Pueblo de las tierras altas del nordeste de Uganda, cerca de la frontera con Ke-
nia, célebre en la literatura antropológica por su «primitivismo» belicoso. Desde
que fueron visitados por el pastor C. T. Sherad (1862-1931) a fines del XIX, pocos
blancos fueron a una región como la de los ik, atenazada entre las guerras y guerri-
llas de varias tribus ugandesas y kenianas. Los karimojongs, vecinos de los ik, tie-
nen aún reputación de cuatreros. En 1996 se acercaron allí los misioneros nortea-
mericanos Hoffman y Van Smith, y tuvieron que desistir de su misión. Los ik son
en torno a 2.000 individuos, pero no hay censos muy fiables. En la pasada década
de los setenta, los ik nomadeaban y cazaban por Kidepo, hasta que la zona fue de-
clarada parque nacional y tuvieron que convertirse en sedentarios, con el consi-
guiente CHOQUE. El ESTRÉS de la supervivencia, intentar cultivar la tierra en una
nueva e inesperada lucha contra el hambre, el cólera y otras enfermedades, lleva-
ron a los ik a una situación límite y su respuesta fue la crueldad, según la célebre
monografía del antropólogo británico Colin Turnbull [1972]. El desarraigo llevó a
los ik a una vida vista como una busca, y se evaporaron las lealtades entre genera-
ciones. Llegaron a pensar que era una suerte si se morían los niños y los ancianos:
unas bocas menos que alimentar... Fue creándose una pequeña sociedad humana
sin amor, sin piedad, como si se hubiesen despojado de repente de todas las carac-
terísticas que diferencian a nuestra especie de los primates… Otra conclusión de
Turnbull muy polémica fue la expresada en «El pueblo sin amor», título del capí-
tulo décimo de su libro: «Tuve la impresión de estar observando una sociedad de
babuinos mejor organizada…». Acritud, envidia, recelo, esos eran los tres factores
que, según Turnbull, no favorecían el afecto entre los ik. El amor sería así «un lujo
superficial que podemos permitirnos en tiempos de abundancia» [Turnbull, 1972].

illuminati / iluminados. Primero fueron los ALUMBRADOS españoles, pero


los iluminados centroeuropeos superaron con creces toda excentricidad. La idea
motriz de los illuminati se suele atribuir a Adam Weishaupt (1748-1811), profesor
en 1772 en la Universidad alemana de Ingoldstadt: hay un designio superior para
ciertas gentes y los elegidos tienen la obligación de conquistar el mundo. Fueron su-
primidos en 1784 y 1787, y en 1785 el propio fundador sufrió detención y se tuvo
que exilar a Gotha. Se ha discutido la conexión de los illuminati con los francmaso-
nes, aunque ambas organizaciones, al decir de sus detractores, aspirasen a una espe-
cie de gobierno en paralelo del mundo. En 1880, Theodor Reuss vuelve a replante-
ar en Baviera la legalidad de los illuminati y, en 1906, funda la Ordo Templi
Orientis (OTO), «Hermandad Hermética de la Luz», o de la «Nueva Aurora», con
su templo de Isis Urania, donde el último secreto gnóstico es comer esperma en una
especie de comunión. Todavía en nuestros días aletean en la web piezas que vincu-
larían a los nunca extintos illuminati con el famoso gobierno mundial en la sombra,
presunto dueño de dineros e ideas que controlan el planeta en pocas decenas de
manos, o en «las 13 familias», algunas tan obvias como los Kennedy y Onassis, los

255
LUIS PANCORBO

Li (chinos) y, cómo no, los Rockefeller y Rothchilds… Es como si nunca pasasen de


moda los Protocolos de los Sabios de S IÓN . Por si fuesen pocos todos esos presun-
tos illuminati, ahí están otros grupos cargados de sospechas: el Bildeberg Group del
príncipe Bernardo de Holanda; la Comisión Trilateral de D. Rockefeller y Z. Brze-
zinski; el Council on Foreign Affairs (CFR), con su ruidosa rama juvenil de SKULL
AND BONES, a la que, al parecer, se adhirió George W. Bush y lo mismo su padre. Ni
siquiera falta en esta lista de la conspiración global el Committee of 300, sociedad
secreta de los tiempos de la British East India Company, que se encargaba de blan-
quear las esterlinas del opio en el siglo XIX… Y, por supuesto, a sir Cecil Rhodes se
le sigue teniendo en una luz tenebrosa, si no de illuminato, como el hombre que
quería reconquistar los Estados Unidos para formar su imperio anglosajón sobre el
mundo. Dan Brown ha dado a los illuminati gran protagonismo novelesco, y los
describe como gentes que tuvieron que forjarse en la clandestinidad, que fueron
perseguidos por la Iglesia, «mezclándose con otros grupos místicos, alquimistas,
ocultistas, musulmanes, judíos…». Nació así una secta «profundamente anticristia-
na», con vinculaciones luego con los francmasones de Baviera, con los dirigentes
norteamericanos George Washington y Benjamín Franklin, que eran masones…,
siempre en pos de «una especie de Nuevo Orden mundial y secular fundado en la
razón científica… la llamada doctrina luciferina» [Brown, 2004].

imaginal. Los ARQUETIPOS reentendidos como imágenes. Término acuñado por


Henry Corbin que vuelve a representar los arquetipos de JUNG con una nueva pers-
pectiva icónica, llevándolos al terreno de las imágenes fundamentales, una especie de
matrices visuales. El imaginal no es mera imaginación psicológica, ni fantasía indivi-
dual o colectiva. H. Corbin, del Círculo de ERANOS, ha hecho un estudio sobre la
imaginación y el sufismo de Ibn Arabi, en el que su teoría del imaginal cobra pleno
sentido, insertándose con elegancia entre el «mundo intermediario» (angélico) y la
llamada «Cosmogonía de la Tradición Unánime», la que hay, sin ir más lejos, en el su-
fismo delicado —la TEOSOFÍA de la luz— del poeta árabe-murciano [Corbin, 1993].

imago mundi. Refundición del cosmos en una idea, imagen, libro, símbolo…
Un templo tan especial como el de Jerusalén, podía ser una imago mundi, una
«imagen del mundo» [Eliade, 2000]. A su vez, una catedral de la Edad Media pre-
tendería ser el símbolo de la «Jerusalén celestial», no sólo una basílica mayor o una
superiglesia, y, en ese sentido, se alzaría como otra imago mundi. Julio Caro Baroja
[1979] dio un gran repaso a la «imagen del mundo perdida» según ciertos textos
españoles de los siglos XVI y XVII que, aun siendo «de distinta casta y pelaje», fue-
ron «observadores de los usos y costumbres de numerosos pueblos». Aceptando
«un principio de RELATIVISMO…, nuestra propia posición no es, no tiene por qué
ser, la última, que se confunde, también, con “la verdadera”». Caro Baroja analiza
el Epítome, la magna obra de Antonio de León Pinelo, con amplias partes sobre
India, Japón y China… Y la Historia… del Gran Reyno de China, de Juan Gonzá-
lez de Mendoza; y la del padre Marcelo de Ribadeneira sobre China, TARTARIA,
Cochinchina, Malaca, Siam, Camboya y Japón, lo que no acaba la lista de libros
analizados no menos interesantes.

256
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

imán / imam. Religioso musulmán con funciones parecidas a las sacerdotales.


Director de la oración del viernes. No es un cargo incompatible con otros civiles.
Seyyid Said, el imán de Muskat, capital de Omán, era al mismo tiempo sultán de la
isla de ZANZÍBAR. Omán poseía como colonia esa isla africana a mediados del siglo
XIX. En el CHIISMO es crucial la figura del «Imán del Tiempo», o «Imán Oculto», el
que ha de llegar al final de la historia humana.

impenetrable. Se usa para denominar una reserva de naturaleza como el


Bosque Impenetrable de Bwindi (Uganda). En 1932 se creó la Impenetrable Forest
Reserve y en 1991 se añadió el nombre de Bwindi, con la categoría de parque na-
cional. Así ha quedado oficialmente con la denominación de Bwindi Impenetrable
National Park. Pero para los nativos es Mubwindi bwa Nyinamukari, «el lugar os-
curo de Nyinamukari», por el sacrificio de una muchacha hecho por sus padres
para que los espíritus les salvaran de los pantanos. El Parque Impenetrable tiene
una altitud de entre 1.160 y 2.607 metros sobre el nivel del mar, y su mayor atrac-
ción son los GORILAS. En la actualidad hay cuatro grupos pertenecientes a la raza
de gorilas de montaña, con unos 30 individuos. Los gorilas de Ruanda, en la zona
contigua a Bwindi, fueron los que estudió Dian Fossey, autora de Gorillas in the
Mist («Gorilas en la Niebla»), hasta su asesinato, nunca bien aclarado, en 1985.
Los furtivos, en todo caso, y algún belga colonialista detrás de los hilos, debieron
tomar parte en el crimen.

inca / inka. Pueblo, dinastía y cultura indígena del Perú, que creó el mayor
imperio prehispánico de Sudamérica (> TIWANTINSUYU). Inca era también el tí-
tulo del emperador del Incario con sede en Cosco (Cuzco), una fabulosa exten-
sión territorial desde Colombia hasta el río Copiapó (Chile). El pueblo inca se
originó tras la desintegración de la cultura de Tihuanako en el siglo XII [Rowe,
1944]. La primera dinastía inca pudo asentarse en el lago Titicaca, otra cosa es el
portentoso origen del primer caudillo-fundador, Manco Capac, el que recibió de
Inti, dios del sol, una barra de oro que tenía que ir tirando contra la tierra hasta
que penetrara en ella: ésa sería entonces la tierra elegida de los incas. Otra ver-
sión del origen mítico de los incas es el de los cuatro hermanos Ayar (Cachi,
Uchi, Auca y Manco). Manco («maíz») fue el que se asentó en Cuzco («ombli-
go»), originando con su mujer, Mama Ocllo, el linaje real del Incario. La organi-
zación social inca tuvo instituciones que funcionaron bien,
como el ayllu, trabajo colectivo y organizado, y la división
en huamani, o distritos, aunque las mejores tierras eran
del Sol, o del Estado, una forma de decir que de los incas.
Por otro lado, los jóvenes de ambos sexos, los yanacunas y
las acllas, podían ser arrancados de sus familias para ser
empleados como siervos, a menudo de los curacas o purej.
Sin olvidar que los incas, mirados con nostalgia en los últi-
mos tiempos de Perú, no tuvieron miramientos con otros
pueblos y sojuzgaron a los chankas, chunchos, mojos, chi-
riguanos, quitus…

257
LUIS PANCORBO

incineración. Común entre budistas e hinduistas. Pero la pira (rogum) para


incinerar los cadáveres era una de las costumbres celtíberas que más chocaban a
los romanos, que ya consideraban muy lejanos esos mismos usos practicados por
los antiguos italiotas. En Celtiberia, los deudos y amigos del fallecido cantaban lau-
des en torno a la pira, danzando a veces un baile parecido a la tripudia de los ro-
manos, para defender el alma del difunto de los malos espíritus [Costa, 1888].
Cuando quemaron a Viriato en la pira, tras adornar su cadáver con vestidos fastuo-
sos, fueron sacrificados muchos cautivos, y todos bailaron y cantaron en torno,
como hacían los antiguos ARIOS, según Costa: «La incineración de los cadáveres ha
sido costumbre de todas las familias de estirpe arya (con la única excepción de la
iránica), indios, griegos, italiotas, galos, hispanos, germanos, lituanios, eslavos».
Siempre se recitaba un CONJURO para alejar los malos espíritus y era habitual dar
tres vueltas en torno a la pira. Los hindúes lo hacen aún hoy, mientras cantan him-
nos del Rigveda. En el poema anglosajón Beowulf resulta muy viva la imagen de
cómo 12 guerreros a caballo circunvalan la pira. «En los funerales de Patroclo,
los mirmidones dan con sus carros de guerra las mismas tres vueltas, llorando y
lanzando ayes lastimeros» [Costa, 1888]. Pero ni el rito del dolor, ni la propia
incineración, fueron exclusivamente europeos. «La idea de la muerte es la ma-
dre de las religiones» [Valery, 1934]. Los AMAHUACAS y los YANOMAMI del Ama-
zonas queman al muerto y sus pertenencias: su arco, sus flechas, su carcaj, su
hamaca… Se destruye su conuco, o huerto, y no se vuelve a pronunciar su nom-
bre, la mayor metáfora de una combustión absoluta del fallecido. ¿Eso es todo?
Según FRAZER [1933], hay que hablar de la inmortalidad del alma «…en un sen-
tido mucho más humilde, como una persistencia indefinida de la personalidad
tras la muerte».

inconsciente colectivo. Depósito de psiquismo de la humanidad, de lo no


dicho y sí soñado, de mitos, intentos fallidos, y a veces de neurosis (JUNG). Eso ha-
bría en muchas religiones y creencias del mundo.

incorruptibles. Se trata de santos, más que de políticos, que en varias reli-


giones alcanzaron la discutible gracia de no pudrirse después de muertos. Son
también los que murieron en «olor de santidad», aroma que debe desprender un
cuerpo incorrupto, o un alma inodora, pero muy pura. Incorruptibles falsos fue-
ron ciertos embalsamados de la historia. Las momias de Mao y Lenin, como la de
Evita Perón, han sufrido extraordinarios tratamientos químicos. Incorruptibles
verdaderos son los cadáveres que se guardan en ciertas iglesias. MILAGROS en
Lourdes, como que santa Bernardette Soubirous sigue sin corromperse… Entre
los MARONITAS no puede haber mayor portento que el de Charbel Makhlouf, cuyo
cuerpo, aún fresco e incorrupto tras su muerte en 1898, emanaba abundantes lí-
quidos. El actual DALAI LAMA ha contado que el cuerpo de su tutor Ling Rinpo-
chay permaneció incorrupto 30 días. Asimismo, el cuerpo de un lama de la escuela
Sakya quedó incorrupto tras su muerte en Dharamsala y su traslado a Rajpur. Ese
estado incorruptible, transformado en experiencia espiritual, lo define el Dalai
Lama como «encuentro entre las Claras Luces madre e hija». La Clara Luz madre

258
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

se presenta en la agonía mediante la fuerza del KARMA. La Clara Luz hija se genera
por el esfuerzo de YOGA y meditación anteriores [Dalai Lama, 2002].

indígenas. Todos somos indígenas, que significa literalmente «nacidos en un lu-


gar», «originarios de un sitio». Por eso es tan difícil llegar a una definición del tér-
mino. Una de las mejores propuestas se debe a José R. Martínez Cobo y a Erica-Ire-
ne Daes, y aparece en su informe de 1986 a la Subcomisión para la Prevención de la
Discriminación y la Protección de las Minorías de la ONU, donde, por otro lado,
no han adoptado todavía una definición oficial y definitiva del vocablo «indígena».
Según Martínez Cobo y Daes: «Comunidades, pueblos y naciones indígenas son las
que, teniendo una continuidad histórica con la pre-invasión y con las sociedades
precoloniales que se desarrollaron en sus territorios, se consideran a sí mismas dis-
tintas de otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos territorios, o
en partes de los mismos». A ese concepto habría que añadir la esencial falta de Es-
tado. Los pueblos indígenas son pueblos sin Estado, es decir, pueblos tribales, aun-
que este último término puede parecer peyorativo o insultante. Por eso también se
hacen esfuerzos en Estados Unidos para usar nombres políticamente correctos:
«nativos americanos» allí suena mejor que «INDIOS». En Canadá, «pueblos prime-
ros» (first peoples) se prefiere a «nativos canadienses»… Más conocidos son los ca-
sos de los inuit: nombre exacto y por tanto mejor que ESQUIMALES; SAN: mejor que
bosquimanos; mbuti, efe...: mejor que PIGMEOS. La lucha por mantener una identi-
dad étnica, base de la existencia como pueblo, hace
al indígena [Hughes, 2003]. Habría no menos de
300 millones de indígenas en el planeta, agrupados
en torno a 5.000 etnias… Aunque hay quienes,
como Lotte Hughes, dan la cifra de indígenas de
entre 300 y 500 millones y un número de etnias, o
sociedades indígenas, de entre 4.500 y 7.000. En
todo caso, estamos hablando del siete y medio por
ciento de la población mundial.

indios. Antes de la llegada de los portugueses, sólo en Brasil había cinco millones
de indios; hoy apenas llegan a 330.000. Por «indios» entendemos a los de América,
las Indias Occidentales, si nos atenemos al fabuloso error denominador de Colón.
Error sobre error, la estatua de Colón fue derribada en la plaza de Venezuela de Ca-
racas el 12 de octubre de 2004. Los chavistas inauguraron así un nuevo capítulo de
la historia hispanoamericana, hacerla pedazos, o la iconoclastia a la manera de
Hugo Chávez («Colón, ladrón», «Colón igual a Bush»). En la Universidad Colgate
(Estados Unidos), la Asociación de Estudiantes Nativos de América (AENA) orga-
nizó una protesta el 12 de octubre de 2004 consistente en poner carteles de Christo-
pher Columbus bajo el lema «Wanted» y con la explicación: «Se busca: Cristóbal
Colón. Importante ladrón, genocida, racista…». Otros carteles simplemente decían
«Colón es una mancha en la historia de los Estados Unidos, no es algo para ser cele-
brado». Son reacciones de grupúsculos, pero la incomprensión histórica es más am-
plia de lo que se supone en América. Quedan muchos indios que desmienten la am-

259
LUIS PANCORBO

plitud del genocidio y, sobre todo, demuestran la pervivencia del componente étni-
co de muchos países de Iberoamérica. Sólo en Venezuela, fuera de mitos y palabras
huecas, el número de comunidades INDÍGENAS es muy amplio. YANO-
MAMIS, pemón, shirian, kariña, akawayo, arawak en el estado de Bolí-
var; añú, barí, yukpa y wayyu en el de Zulia; guajiro, jodi, pemón,
piapoko, piaroa, warekema, yekuana, amabo, en el de Amazonas;
warao en el delta de Amacuro; kariña en Anzoátegui; guajiro y
pumé en Apure... Hubo hechos fatídicos, exagerados por la pluma
de Las Casas como buen libelista. Pero en Norteamérica no pudo
ser más deletérea la Allotment Act, una ley de 1887 por la que los
nativos perdieron el 62 por ciento de la tierra que aún les queda-
ba. Eso marcó su confinamiento en reservas que nunca represen-
taron más del dos por ciento del territorio de los Estados Unidos,
habiendo sido sus dueños totales. En Canadá, el tema indígena se
ha llevado con más cautela y aparente generosidad, ahí está la conce-
sión de un gran territorio autónomo, Nunavut («Nuestra Tierra»), a los inuit (> ES-
QUIMALES). De todos modos, la población indígena de Canadá es de un uno por
ciento de los habitantes (unos 150.000 de 22 millones), cifra en la que se incluyen
inuit, indios y también orientales, chinos, japoneses y negros.

Infierno. También Hades, «Calderas de Pedro Botero», Averno, GEHENA o va-


lle de Hinom para los judíos… Para la doctrina cristiana [Ripalda, 1997], el infier-
no es «el conjunto de todos los males sin mezcla de bien alguno». Allí se sufre
«pena de daño… carecer de la vista de Dios» y «pena de sentido… padecer para
siempre tormentos indecibles». Según el padre ASTETE [1997], hay cuatro infier-
nos en el centro de la Tierra: Infierno de los condenados, PURGATORIO, LIMBO de
los niños y Limbo de los justos o Seno de Abraham. Dentro de los «SEIS REINOS»
del budismo tibetano, tres son claramente infernales. En el BHAGAVAD GITA hin-
duista se habla de 29 infiernos, al mando de YAMA, donde pueden ir las JIVAS antes
de tomar otro rumbo encarnante o desencarnante. Emanuel Swedenborg [2004]
pensaba algo muy original: el libre albedrío del hombre se mantiene tras la muerte.
Ante cada cual se abre la elección entre el CIELO y el infierno tras pasar por una re-
gión intermedia (una especie de BARDO tibetano, un territorio de espíritus donde,
por un tiempo indeterminado, el hombre decide dónde quiere terminar). Hay va-
rios infiernos, siendo peores los occidentales y los del norte, y más suaves los del
este y el sur. Sus aspectos físicos van desde valles a grietas, zonas pantanosas, ciu-
dades incendiadas, destruidas… Swedenborg, explorador de esos mundos en
1758, consideraba que el infierno era una opción y que, lejos de ser algo patético,
podía ser un lugar elegido por los muertos en función de su temperamento. En el
infierno, algunos pueden seguir sintiéndose vivos, discutiendo, odiando, conspi-
rando…, idea que llamaba mucho la atención de Borges [1980]. El CIELO en cam-
bio tiene una luz negra y un olor fétido para los diablos.

ingisu. Fuerza o esencia espiritual para los papúes de Nueva Guinea. Con el
mismo rango que el MANA polinesio, el VACONDA o wacan sioux (> LAKOTA), el

260
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ORENDA iroqués, el namn haitiano, el TONDI de los batak de Sumatra… Muchos de


esas fuerzas y espíritus fueron estudiados hace más de un siglo por Robert Marett,
seguidor de Tylor, y por el propio Durkheim, que los consideraba como «un prin-
cipio casi divino», y, según Morris [1995], como algo «inmanente al mundo, no-
ción que identificaba con un dios impersonal…».

Inmaculada Concepción. Advocación y dogma mariano. Ciertos teólogos


griegos atribuían a María algún que otro pecado como el de la vanidad. San Agustín
descartó el pecado original, argumentando que María estaba al margen de algo pro-
pio de Eva, y atribuido a ella más que cometido por ella. María no era de la raza
adamita, había sido concebida sin pecado, lo que siempre fue uno de los mayores
misterios católicos. De hecho hubo sus problemas con la aceptación de ese hecho
hasta que en 1854 el papa Pío IX lo declaró dogma de fe. No menos chocante fue en
1950 el dogma de la ASCENSIÓN de la Virgen. Los hindúes se sorprenderían menos.
La virgen Parvati, consorte de Siva, permaneció en penitencia esperando a su novio
divino innumerables años en el sur de la India, hasta que finalmente fue escogida y
desposada por el dios supremo. Los chinos taoístas veneran a TIN HAU, virgen y di-
vina concubina celestial. TONANTZIN, diosa AZTECA de la Tierra y del maíz, virgen
como pocas, fue asimilada en México a Nuestra Señora de Guadalupe.

inmortales. Seres fantásticos de la tradición taoísta. Sabios que han sabido la


manera de no morir y, a veces, de enseñar a los fieles. Viven en tres islas, P’ang Tai,
Fang-Tchang y Ying-Tchéou, en el golfo de Péchéli. Durante la dinastía Tsinn, la
tempestad rechazaba a los barcos que intentaban llegar allí [David-Néel, 2000].
Hacia el año 222 a.C., el mago Lou y el emperador Tche Houang Ti buscaron en
esa región el ELIXIR de la inmortalidad, pero su viaje fracasó por encontrar la opo-
sición de los koei, espíritus malévolos. Kâo, el maestro del mago Lou, sostenía que
era posible ser inmortal despojándose del cuerpo como lo hacen algunos insectos
que salen del capullo. Sobre la inmortalidad hay una posición original que Borges
[1980] atribuye a Swedenborg: un hombre no sabe que muere cuando muere.
Todo a su alrededor sigue igual. Luego vendría una fase donde todo se hace más
vívido y los colores son muy acentuados. Otro aspecto fantástico de la inmortali-
dad es el «paso de un cuerpo a otro» [Eliade, 1999]. Algunos santos poderosos re-
currieron a ese procedimiento «para conocer la voluptuosidad sin mancharse».
Matsyendranâth, un fabuloso yogui de Ceilán, entró en el cadáver de un rey y, al
reanimarlo, pudo disfrutar de una serie de placeres que desconocía, hasta que se
acordó de su auténtica identidad y regresó a ella.

intangible. En Ecuador llaman «Área Intangible» a la selva, y eso incluye a la


fauna y a la gente que están destruyendo las explotaciones petroleras, de forma es-
pecial en el parque nacional Yasuní y cercanías, donde viven los HUAORANI. Intan-
gible es pues un ejemplo de la nueva retórica seudoecologista. (> IMPENETRABLE).

integrismo. Doctrina muy española que alcanzó su ápice en el siglo XIX y que
preconizaba la supeditación de lo civil a lo religioso. Uno de sus representantes, el

261
LUIS PANCORBO

padre Juan María Solá, S. J., publicó en la «Biblioteca integrista» un libro como
Herejes y herejías (1917) que no dejaba títere con cabeza. A Victor Hugo no le
perdonaba por supuesto haber llamado a la Iglesia «monstruo inmundo y feo,
abortado por el dios del mal, insolente y abominable». Por otro lado, «el liberalis-
mo es pecado», y la masonería, «el ANTICRISTO». Con más tono intelectual, otro
ejemplo de integrismo se tuvo en Menéndez Pelayo, quien escribía en el tomo III
de sus Heteroxos… (1963): «España, evangelizadora de la mitad del Orbe; Espa-
ña, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de san Ignacio… esa
es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra».

inteligencia. La AAA, American Anthropological Association, tuvo que hacer


en diciembre de 1994 una declaración de principios criticando el lugar común, y
dañino, de que la inteligencia está determinada por la RAZA. «Todos los seres hu-
manos pertenecen a una sola especie, el Homo sapiens». Por otro lado, diferenciar
especies en razas biológicas es «una forma no científica de explicar la variación, y
uno de los rasgos de la variación es la inteligencia». Por lo que inteligencia y raza
no están unidas como quieren los CLICHÉS y hasta los chistes étnicos sobre torpezas
y listezas de blancos, negros, rojos y amarillos.

interculturalidad. Las transformaciones mundiales, la globalización y otros


efectos han traído la superación de un mundo multicultural para pasar a otro inter-
cultural [García Canclini, 2004]. Es uno de los temas de la ANTROPOLOGÍA de la dife-
rencia: «Cultura es pertenencia comunitaria y contar con los otros» [García Canclini,
2004]. Existe todo un «vértigo de confusiones» en una época que ya es «post y multi,
si hace tiempo que es imposible instalarse en el marxismo, el estructuralismo u otra te-
oría como única, el trabajo conceptual necesita aprovechar diferentes aportes teóricos
debatiendo sus intersecciones». Parece la hora de lo inter en todo: intercambios, inter-
comunicaciones, transferencias de dinero en el acto en todo el mundo y hasta ver los
mismos partidos de fútbol… con lo que lo que más cambia son las horas de los países.

interpretación. Vía explorada por el antropólogo norteamericano Clifford


GEERTZ para intentar superar el choque con la alteridad y los problemas del dis-
curso de los otros prestando aun mayor atención a los hechos. A Geertz no le dis-
gusta partir de una definición semiótica de la cultura, vista como un tejido de sig-
nificaciones, como un conjunto de estructuras de sentido a través de las cuales
todos los comportamientos se producen, perciben e interpretan por parte de los
actores [Rognon, 1988]. Sobre la interpretación del actor, su punto de vista, se
añade la interpretación del antropólogo. En ese sentido, el trabajo etnográfico se-
ría, según Geertz, «una descripción amplia de la sociedad estudiada a fin de hacer
inteligibles los comportamientos de los individuos» [Rognon, 1988]. Es un trabajo
de chinos, como se decía antes, o como diría Geertz, como si la realidad etnográfi-
ca fuese «un manuscrito extranjero, lleno de elipses, incoherencias y comentarios
tendenciosos». Hay que leerlo casi de forma microscópica, o descifrarlo, o inter-
pretarlo, teniendo en cuenta que descripción y análisis no pueden ser dos opera-
ciones autónomas, que todo va en el mismo tejido.

262
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

intihuatana. Reloj solar en el Incario. El más famoso es el existente en la for-


taleza de Machu Picchu. Desde allí, los amautas, sacerdotes astrónomos, solían
atar simbólicamente a Inti, el Sol, en el solsticio de invierno, cuando más lejos está
de la Tierra, para impedir su alejamiento y la catástrofe. Los incas tuvieron una
gran maestría astronómica, aparte de un dominio militar en los cuatro puntos car-
dinales (chincha, colla, kunti y anti, o «Cuatro Costados del Imperio»), que dieron
nombre a las cuatro regiones del TIWANTINSUYU. También supieron medir solsti-
cios y equinoccios; incluso la misma raya equinoccial, o mitad del mundo, que fue
una de las grandes metas de la exploración científica de los europeos. En el Museo
Científico Solar de Quito (Ecuador), fundado por el profesor Luciano Andrade, se
guarda un modelo del aparato solar, un cilindro hueco de medio metro de altura,
usado por los indios QUECHUAS de la región los días del equinoccio sobre la línea
ecuatorial sin que a mediodía proyectara sombra alguna, ni interior ni exterior, ni
con el Sol en pleno cénit.

intocables. Personas fuera del sistema de CASTAS hindú. Y por tanto, no per-
sonas en la práctica. Las gentes de castas superiores no los pueden tocar sin conta-
minarse. Hasta su sombra contamina, y recibir agua o alimentos de ellos…, nada
dígase de casarse con sus hijas (PARIAS). Mahatma Gandhi se tuvo que emplear a
fondo para abolir la intocabilidad y tuvo palabras muy duras al respecto: «Una re-
ligión que sanciona una injusticia tan grande hacia el prójimo no es una religión, es
un complot de Satán». Llamó a los intocables harijans, «hijos de Dios», pero, pese
a todas las reformas, todavía hay cuatro clásicos grupos de intocables en la India
cuyo destino ha cambiado bien poco: los zapateros remendones llamados mochi,
los empleados en los crematorios o dom, los lavanderos o dhobi, y los barrenderos
o banghi. Lo que no agota, por supuesto, las casi infinitas variedades del quehacer
humano en la India.

inuit > ESQUIMALES


inukshuk. «Lo que tiene forma de inuk» (inuk es «hombre» en
idioma inuktituk). Se trata de montones de piedras que marcan zo-
nas de caza y pesca y que se elevan como centinelas, y a veces como
santuarios primordiales de los inuit (> ESQUIMALES). (> OVÓ, CAIRN
y APACHETA.)

invisibles. Dícese de los «cuerpos arco iris» o los «cuerpos hechos de viento»,
los que alcanzan un estado de máxima invisibilidad tras una profunda meditación
de la Gran Plenitud, según la escuela de los lamas tibetanos Nyingma. El DALAI
LAMA [2004] tiene como cierto que un yogui llamado Achok, de Nyarong, practi-
caba como meditación especial la recitación del «Om mani padme hum». Pidió a
sus compañeros que le encerraran en una habitación y que volvieran a verle al
cabo de una semana. Y en efecto volvieron y allí sólo estaba su manto de color aza-
frán. Según el Dalai Lama [2004], es posible conseguir «un cuerpo hecho de vien-
to» llegando antes a la Clara Luz, el nivel más sutil de conciencia.

263
LUIS PANCORBO

Irán / Éran. Posible abreviatura de Airania Vaeya que significa «tierra de


ARIOS» [Maalouf, 1993]. Irán coincide con Persia, al menos con la «Gran Persia»
descrita por F. Spiegel y que se extendía por el este hasta Kabul, el país brahoui y
la tierra de las tribus aimaqs y HAZARAS; por el norte, hasta BACTRIA y el país de
Murghab; por el sur, hasta el Beluchistán, el Laristán y la provincia de Fars; y por
el oeste, hasta Yedz, Kirmán, Ispahán, Hamadán y el Luristán. Eso suponía una
Persia que cabalgaba sobre Pakistán y Afganistán hasta los confines de la India ac-
tual. Ese Irán fue fértil en religiosidad, habiendo alumbrado el zoroastrismo (> ZA-
RATUSTRA), el MANIQUEÍSMO, el ISLAM sunita, el chiita y el ismaelita, incluidos los
ASESINOS de Hassan Sabah, más otras muchas ramas y confesiones, como xeijis, BA-
HAÍ…, que permitieron hablar más que de un país, de un imperio, más que de una
RAZA, de un conjunto de pueblos, que representan buena parte de Asia occidental
y central (sin que falten los TÁRTAROS aimaqs y HAZARAS; los turcomanos, armenios,
KURDOS, osetios, tayikos, beluchis, lures, afganis…).

Irian Jaya. Papúa Occidental. Parte occidental de la gran isla de Nueva Gui-
nea bajo administración de Indonesia. Jayapura, la capital de Irian Jaya, dista 3.520
kilómetros de Yakarta, la capital indonesia. Es uno de los últimos territorios vírge-
nes del planeta, con excepciones sangrantes como la mina Grasberg, explotada
por Freeport Mac Roran, una compañía estadounidense, y Rio Tinto Ltd., consor-
cio anglo-australiano. Se trata de la mayor mina de cobre y oro a cielo abierto del
planeta enclavada en un territorio de dos millones y medio de hectáreas, hábitat de
los amungme, DANI, konoro, ekari y otras tribus. La líder papú MAMA YOSEPHA ha
encabezado las protestas contra los desaguisados ecológicos de Grasberg, entre los
mayores del planeta. El 9 de octubre de
2003, la gota que colmó el vaso fue la ava-
lancha que mató a ocho trabajadores e hi-
rió a otros cinco. Irian Jaya es un territorio
con 431.000 kilómetros cuadrados, casi la
extensión de España, cubierto en su 75
por ciento por selvas, y con una población
de apenas un millón y medio de personas.
El primer español en avistar Papúa-Nueva
Guinea, 500 leguas de costa, fue Álvaro de
Saavedra en 1529. Muchas tribus de Irian
Jaya han permanecido en un gran aisla-
miento. Los korowai son arborícolas y
construyen sus chozas en las copas de los
árboles. Los asmat fueron implicados en la
historia de la desaparición en 1961 de Da-
vid Rockefeller, hijo del magnate Nelson
Rockefeller. Se cree que David acabó cani-
balizado. Cierto es que los asmat han sido
reputados cazadores de cabezas, pero
compartían todo con los huéspedes en sus

264
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

cabañas techadas con bálago. Algún equívoco fatal debió producirse con David,
gran aficionado a la aventura etnológica.

irrintzi / santzo. Grito vasco de pastores o de guerra. O de fútbol, como en el


himno del Athlétic de Bilbao: «Irrintizi alaia, Atletic, zu zara nagusia» («el grito
exultante, Athlétic eres el mejor». Eso recuerda —según Telesforo de Aranzadi
[1917]— a los ajijides canarios, al ujujú del Pirineo aragonés, al ijujú, aturuxo o re-
linchido burgalés, al rijujú maragato… Y de esta cuestión, y de aspectos tales como
la extensión del yugo, al fandango, las piedras de chocolatero (metates), las bolas de
agarradera... colegía Aranzadi, con razón, que los pueblos se han relacionado desde
muy antiguo, lejos de ser ínsulas donde inventaban el mundo y sus accesorios.

Isabela. Fue la primera ciudad de América, construida en el norte de la isla Es-


pañola (hoy República Dominicana y Haití), tras el desastre del primer asenta-
miento español, un fuerte llamado «La Navidad» por Colón el 26 de diciembre de
1492. Otros sostienen que la primera ciudad americana digna de ese nombre fue
Santo Domingo de Guzmán, donde se ubica aún la capital dominicana, erigida en
el año 1502. El caso es que, tras la destrucción de La Navidad por los taínos, Co-
lón, ya en su segundo viaje, mandó construir un emplazamiento de mayor volu-
men. Fue la flamante Isabela. La primera misa oficiada en el Nuevo Mundo fue en
Isabela el 6 de enero de 1494, a cargo del padre Bernardo de Boil (o Boyi). A Isa-
bela fue a dar con sus huesos el cacique Maguana, instigador de la matanza del
fuerte La Navidad. Pero pronto las luchas intestinas entre los primeros ciudadanos
españoles, y el acoso de los INDIOS, dieron al traste con Isabela. Sus ruinas son un
monumento nacional de la República Dominicana. Isabela es el nombre también
de la capital de Basilan, una de las 7.100 islas filipinas ubicada al sur del país, a
media hora del puerto de Zamboanga (Mindanao), entre el golfo Moro al este y el
mar de Sulú al oeste. Se cree que los primeros pobladores de la Isabela filipina fue-
ron orang dampuans, es decir, hombres papúes, procedentes de la isla de Nueva
Guinea. Uno de los actuales grupos étnicos de Basilan, los yakans, es de tez oscura
y se cree que podría proceder de los orang dampuans. Otros grupos son tausugs y
SAMALS, relacionados con los badjaos, antiguos nómadas del mar. Ya en 1637, el
gobernador de Filipinas, Sebastián Hurtado de Corchera, intentó tomar Basilan,
pero la isla estuvo fuera de control español prácticamente hasta 1844, cuando se
ocupó Isabela y se construyó allí un hospital naval.

Islam. «Sumisión», «obediencia», es su significado literal. Por eso también se


suele escribir «islam», con minúscula. Religión revelada por Alá a Mahoma, el últi-
mo profeta, y seguida por los mahometanos. En el monte Hira, en algún momento
entre los años 610 y 612, el arcángel Djibrail (Gabriel) reveló a Mahoma la palabra
de Dios (Alá). Le dijo que Alá había creado al hombre con adherencia (‘alaq), una
forma de decir «esperma» o «cuajarón de sangre», según autores [Ben Jelloun,
2002]. Eso y mucho más lo explicó de viva voz Mahoma, no sabiendo leer ni escri-
bir, y fue recogido por sus discípulos en el Corán, el Libro del Islam. Hasta ahí
todo es tan monolítico como La KAABA. Luego vinieron las dos grandes ramas del

265
LUIS PANCORBO

Islam, el SUNISMO y el CHIISMO. Los


SUNITAS siguen la Sunnah, es decir, el
conjunto de tradiciones que originó
Mahoma con sus dichos, sermones,
gestos, y hay quien dice que hasta
con sus silencios. La Sunnah es la
segunda fuente de la ley islámi-
ca, o SHARÍA, después del pro-
pio Corán. Un punto distintivo
del Islam frente a las otras dos
religiones monoteístas es su au-
sencia de milagros. En princi-
pio. En el año 620, Mahoma
pierde a su mujer y a su padre
adoptivo y es perseguido por sus
enemigos. Abandona La MECA
con Abu Bakar y Alí y se refugia
en una cueva cuya entrada se cu-
bre con una telaraña que los oculta y salva [Ben Jelloun, 2002]. De ahí el respeto
que tienen algunos musulmanes por las arañas.

Isphani. El ANTICRISTO en los textos revelados de los BAHAÍ. «Nada sino vene-
no viene de él.»

Itzamna / Zamná. Pirámide de Izamal (Yucatán) dedicada por los MAYAS a


los cultos solares y reconvertida por los españoles en templo consagrado a la Vir-
gen de la Concepción. Itzamna era el gran dios de los mayas, señor del día y la no-
che, parangonable a un Zeus creador, aunque, según otros, era el hijo del creador,
de Hunab Ku (Kinich Ahau, «el Sol»). Sus múltiples personalidades y funciones
no han sido del todo esclarecidas; por ejemplo su posición entre Kinich Ahau (el
Sol) e Ixchel (la Luna). Dio a la gente la escritura, el maíz, el cacao, el henequén y
el calendario, otra manera de decir que otorgó el tiempo y la vida, y con eso se
puede decir que era el dios supremo. Se subdividía en cuatro itzamnás, correspon-
dientes a cuatro colores o cuatro puntos cardinales. Todos los años, Izamal, «la
ciudad de los cerros» o de «las doce colinas», se convierte en el centro de una gran
peregrinación de Yucatán. La gente va allí por la devoción mariana cuyo epicentro
es la imagen de la Virgen, la «reina de Yucatán», visitada por el papa Juan Pablo II
en 1992, en un templo erigido sobre las ruinas de Pappoolchac, «la Casa de las Ca-
bezas y Relámpagos». A todo el complejo ceremonial se le conoce como San Anto-
nio, y fue mandado construir por el obispo Diego de Landa (1549), de poco grato
recuerdo por haber ordenado la destrucción de los códices mayas en Maní. El
complejo de San Antonio, sobre las piedras mayas, tiene un atrio cerrado tan gran-
de como la plaza de San Pedro del Vaticano, con 75 arcos y una superficie de casi
8.000 metros cuadrados.

266
J Junio, eres nuestro, Junio, y en tus hombros
me paro a carcajear, secando
mi metro y mis bolsillos
en tus 21 uñas de estación.
César Vallejo, Trilce, XVII

jabutí / yabutí. Lengua y etnia de la Amazonia brasileña con sólo cinco ha-
blantes en 1990. Su hábitat se ubica junto a los ríos Branco y Guaporé, estado de
Rondonia, y pertenecen al grupo lingüístico macro-gé. Pronto, si no se remedia,
engrosarán la fatídica lista de los extinguidos.

jaca / jacha / jaaca / jaqua / jackfuit / jaqueira… Fruta tropical


(conocida como «fruto de mono» en Guanascaste, Costa Rica) originaria de Asia,
Java y la costa de Malabar, Singapur y Malasia, introducida en América en el siglo
XVIII. Su carne tiene un fortísimo olor y una nuez parecida a la castaña, pero de
gusto entre amielado y anaranjado. Se la tiene por la fruta más grande del mundo y
son frecuentes piezas de 15 o 20 kilos de peso. En Brasil se emplea la leche de jaca
para curar las irritaciones de los ojos. Clasificada como Saccus arboreus minor, se
atribuyó a su ingestión frecuente una enfermedad pestilencial, el morxi o mordexi
de los indios, también conocido como «mal gangético» o «sarna castellana» [Fra-
da, 1989]. Tenía cierto parecido con el escorbuto, esa falta vitamínica que los por-
tugueses fueron los primeros europeos en detectar tras los viajes de Vasco de Gama
a la India de 1447-1449. Otra fruta, de gran tamaño
y piel llena de grandes espinas, es el durian (durion,
baton), de Asia meridional. Tiene sabor delicioso,
aunque con cierto olor «a cebollas podridas». Los
indios de la India mascan BETEL para prevenir la po-
sible indigestión de durian.

Jacob. Fue el artista de la mendacidad y el travestismo con el pellejo de cabrito


con el que se hizo pasar por Esaú y así se quedó con las lentejas de la primogenitu-
ra. Pero, sobre todo, Jacob, el hijo de Isaac, es el gran nómada del GÉNESIS. No

267
LUIS PANCORBO

sólo camina en lo llano, yendo a Padan-aram, a Harán y tantos sitios, que llena con
su progenie, sino que es especialista en el viaje vertical y para ello inventa la más
mágica de las escalas. Más habitual es que se le presente como intermediario entre
Dios y los hombres. O como el héroe de Beth-el, lugar santo de CANAÁN, al norte
de Israel, donde la gente adoraba «dioses ajenos», es decir, el becerro de oro. Lo
interesante es que Jacob dio a eso una solución tan drástica que el mundo no vol-
vió a ser el mismo. Fue al CIELO por la escalera. Por ella, los ÁNGELES no hacían
más que subir y bajar, de lo que se infiere que no eran alados, sino que tenían pier-
nas, tal vez hermosas. Jacob quedó confortado con el apoyo angélico y siguió cami-
nando. De hecho es el fundador de Israel y Dios le llamó Israel: «Una nación y
conjunto de naciones procederá de ti, y reyes saldrán de tus lomos» (Génesis
35,11). En un mito bubi de Fernando Poo también había una escala que llegaba
más alto que cualquier palmera, pero los dioses la derribaron aterrorizados de que
mujeres y niños pudiesen subir al cielo [Frazer, 1981]. Los TORAYAS de Célebes
(Indonesia) creen que hay una planta trepadora que une cielo y tierra, aunque para
ellos los pembalik tomate, «los verdaderamente muertos», son quienes enlazan de
forma sutil y continua el mundo de arriba y el de abajo, los antepasados y la prole.

Jacobsland. Nombre que los ingleses daban al norte de España en los siglos X
al XII.
Ya entonces el Camino de Santiago era una de las rutas esenciales del CRIS-
TIANISMO, una especie de eje transversal del mundo, y eso fue atrayendo romeros
hasta los dos millones anuales (cinco en Años Santos). Nada mal considerando que
al final del camino lo que allí se venera sea tal vez el hereje Prisciliano (> PRISCILIA-
NISMO).

Jagannath / Jaggernaut / Jugernaut… Señor del mundo. O Señor


Visnú. Su gran templo está en Puri (ORISSA) y fue construido hacia el 1100. Es una
de las divinidades más misteriosas del hinduismo. Tal vez proceda de la tribu de
los sabars, quienes aún tienen el derecho de esculpir cada tres años una imagen
sorprendente, un trozo de madera sin labios. Los sabars adoraban a tres espíritus
(o kitungo): Rambhar, Bimba y Sitaboi. Cuando los hinduistas, con los BRAHMANES
a la cabeza, dominaron la región, los espíritus de los paganos ABORÍGENES se trans-
formaron respectivamente en los dioses Jagannath, Balaram y Subhadra. Se discute
si Jagannath es un símbolo fálico, aunque su culto tiene que ver con la fertilidad.
Por otro lado, una vez asimilado al hinduismo, Jagannath pasó a ser considerado la
novena encarnación de Visnú. En honor de Jagannath se celebra en Puri, la ciudad
santa de Orissa, el gran festival anual de Rath Yatra, cuando decenas de miles de
fieles tratan de transportar y tocar la carroza (rath) que lleva la efigie del dios. El
fervor popular es tal que a menudo se convierte en delirio. Un mero vistazo al dios
(> DARSHAN) significa la salvación. La carroza de Jagannath, y las de Balabhadra y
Subhadra, tienen, respectivamente, 43, 32 y 16 enormes ruedas. Son movidas por
la fuerza de la masa humana desde el gran templo de Puri hasta su morada provi-
sional en el pequeño templo Gundicha, a corta distancia del primero. La carroza
de Jagannath, pintada de color amarillo, mide casi 15 metros de altura. El gran
templo de Jagannath de Puri es uno de los cuatro dhams, o moradas sagradas de

268
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Visnú, junto a Dwarka en el oeste de la India, Badrinath, en el norte, y Rameswa-


ram, en el sur.

jaguar. El mayor gato del Nuevo Mundo era el «sol de la Noche» para los MA-
YAS. Y un dios para los OLMECAS, como el ocelote en otros varios pueblos del Ama-
zonas. El simbolismo felino en el arte olmeca no sólo fue naturalista sino antropo-
morfo. Los olmecas esculpieron jaguares tanto en hachas de jade votivas como en
grandes figuras. El jaguar era esencial en el cosmos olmeca y en-
carnaba conceptos como superioridad, éxito y control del reino
de los espíritus. Fabulosos fueron asimismo los perfiles de águi-
las-jaguares del «Portal Blanco y Negro» de Chavín
de Huántar, un pequeño centro ceremonial del an-
tiguo Perú, muy rico en vestigios arqueológicos. La
situación de Chavín de Huántar suponía un enlace
entre lo andino y lo amazónico muy interesante,
mientras su estilo artístico poseía «un fuerte aro-
ma amazónico» [Saunders, 1989]. En vez de represen-
tar allí llamas, cóndores, pumas y otros animales netamente
andinos, aparecían el caimán, el águila arpía y, por su-
puesto, el jaguar. También tallaban CHAMANES en piedra
con disfraces sobrenaturales junto a grandes felinos: la cla-
ve era representar el paso del ser medio humano a cuando se
hace medio felino, hombres convirtiéndose en jaguares… Eso se ve por ejemplo en
la cabeza de jaguar humanizado del templo del Lanzón, siempre en Chavín. El cul-
to dedicado a dioses jaguares entrañaba verlos como dioses sonrientes: uno de
ellos ha sido identificado en la estela Raimondi llevando un cactus que Saunders
[1989] considera que es el alucinógeno San Pedro (Trichocereus pachanoi), porta-
dor de mescalina.

Jaho. Antiguo nombre de YAHVÉ, Jehová o El Schaddaï. «Y respondió Dios a


Moisés: “Yo soy el que soy”» (Éxodo 3,14). Otros creen que Jaho quiso decir: «Yo
soy el que es». Los apiru o habiru, antepasados de los hebreos, que vivían en Ele-
fantina y otras zonas de Egipto, bien pudieron haber empleado el nombre de Jaho
[Simonay 2004], aunque en el siglo IV a.C. dejaron de pronunciar el impronuncia-
ble nombre de Dios, ya fuese Jaho, Yahvé u otros expresados en el Antiguo Testa-
mento, como Elhoim, Adon…

jainíes / jainitas / jaines / jainí / jaina / jinas... El nombre viene de


jina, «conquistador», título que recibió Vardhamana, también conocido como Ma-
havira (que significa «Gran Héroe»). Fundador del jainismo, reforma del hinduis-
mo brahmánico, Mahavira fue contemporáneo de BUDA en el siglo VI a.C. También
se le considera el Tirthankara nº 24, un título de gran honor pues un tirthankara, o
«hacedor de vados», es el que ayuda a cruzar a la otra vida. De su especial natura-
leza da idea que el tirthankara Rioshabbha viviese nada menos que ocho millones
cuatrocientos mil años. En el primer siglo de nuestra era, los jainíes se dividieron

269
LUIS PANCORBO

en dos sectas, DIGAMBARA, los «vestidos de


cielo» o estrictamente desnudos; y los SWE-
TAMBARA, los «ropas blancas». El jainismo
tiene concomitancias con el hinduismo y el
budismo, aunque no reconoce la existen-
cia de un Dios como Primera Causa. Su
panteón consta de los 24 Tirthankaras y
muchos dioses menores, aunque ninguno
se hace dios perfecto y alcanza el NIRVANA
sin antes encarnarse un millón de veces, en
un millón de hombres, prólogo para pasar
luego por 400.000 reencarnaciones celes-
tiales. Los principales VOTOS de los nir-
granthas, o «libres de cadenas», los monjes
y monjas del jainismo, son: no matar, no
robar, no tener relaciones sexuales, no po-
seer (pobreza, castidad, renuncia a los ob-
jetos ilusorios...). Algunos practican el ex-
tremo YOGA llamado mulabanda, cuando
cierran sus sentidos, salvo la respiración,
hasta morir. «La búsqueda de los jainíes es
morir en el momento de liberarse completamente del deseo de vivir» [Campbell,
2000].

jansenismo. Doctrina de Jansenius caracterizada por ser muy rigorista en lo


moral. Jansenius, obispo de Yprés, fue autor de cinco proposiciones heréticas so-
bre la gracia divina, condenadas por la bula Unigenitus de Inocencio X. El hereje
se hizo fuerte en la abadía de Port-Royal, desde donde combatió a los jesuitas, sus
peores enemigos. Pero del lado jansenista, y por tanto contra la Compañía de Je-
sús, estuvo Blaise Pascal con sus demoledoras Cartas a un provincial (1656-1657),
llenas de ingenio. La condena de Jansenius causó un gran impacto en Francia y en
1728, cuando fue suspendido monseñor Soanen, el obispo jansenista de Senez, em-
pezaron a surgir numerosos casos de convulsiones y hasta de posesión (> EXORCIS-
MO). «Los jansenistas, para probar mejor que Jesucristo nunca pudo tomar el hábi-
to de jesuita, llenaron París de convulsiones…» [Voltaire, 1964]. Voltaire, que se
quería distante ante las luchas un tanto a degüello entre jesuitas y jansenistas, co-
mentó: «…y nosotros osamos, después de eso, mofarnos de los lapones, de los sa-
moyedos y de los negros».

jaram / kharam / haram. Para los musulmanes, lo «prohibido», contra-


puesto a jalal, lo «aceptado». En tema alimenticio, es jaram el CERDO y sus deriva-
dos, y también el consumo de animales con la pezuña hendida, o comer los bichos
que se arrastran. Hay discusiones sobre si el marisco debe ser jaram porque se
arrastra en las profundidades del mar (cosa discutible: las vieiras saltan, las langos-
tas caminan más que reptan). También es jaram todo pescado sin escamas y, por

270
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

supuesto, las serpientes. Incluso la matanza de los animales permitidos ha de ser


con métodos jalal, ejecutada por carniceros especializados y mirando a La MECA.
Los judíos comparten esos tabúes alimenticios: no se permite el cerdo, ni el maris-
co…, admitiendo sólo la comida KOSHER, la que se prepara y cocina según las nor-
mas dietéticas de su religión. Por ejemplo, los judíos tienen prohibido consumir le-
che y carne al mismo tiempo.

jarawa. Habitantes originales —hoy unos 250— de las islas Middle y South An-
daman (India). Forman parte de los cuatro grupos de NEGRILLOS, como los ONGE,
que se cree que llegaron al archipiélago de las ANDAMÁN y las islas NICOBAR hace se-
senta mil años. Esos archipiélagos distan 800 kilómetros de las costas de la India y
están compuestos por 572 islas, de las que 38 están habitadas. El gobierno indio ha
ido sometiendo a los nativos a traslados forzosos y a una ACULTURACIÓN por la vía rá-
pida que preludia su extinción cultural. En 1995 se registraron ataques de los jarawa
con arcos y flechas contra colonos indios (de Bengala y Tamil Nadu, y refugiados de
Bangladesh). La pregunta típica en Andamán, «¿Has visto a los jarawa?», se suele
contestar en hindi: «Dekhna to marna» («ver es morir») [Mukerjee, 2003]. Los jara-
wa viven ahora en reservas en la isla Great Andaman y en la pequeña isla Baratang,
que hace de puente entre las Middle y South Andaman. Cuando vagaban en liber-
tad, los jarawa preservaban el fabuloso bosque primario de las Andamán frente a los
madereros que han dejado la superficie arbolada de las islas en menos del 70 por
ciento (en 1985 quedaba el 77 por ciento). Antes del terrible tsunami de diciembre
de 2004, la situación de los jarawa, y de los aun más remotos onge y SENTINELESE,
preocupaba a Survival International, organización de apoyo a los INDÍGENAS.

jarichismo. Corriente rigorista del ISLAM surgida en la disputa de la sucesión


de Mahoma hacia el año 657, en plena guerra entre los partidarios de Alí y los
omeyas sunitas. Su denominación, «jarichismo», proviene del árabe jawariy que
equivale a «los que salieron», es decir, los partidarios en principio de Alí, primo y
yerno de Mahoma, pero que abandonaron la Umma, la comunidad musulmana tal
como la entendían sunitas y chiitas. Pero no fue una salida indolora. Un jarichita
asesinó en Kufa a Alí, el cuarto califa del Islam, con lo que la balanza osciló desde
entonces a favor de los califas omeyas y, en cierto modo, de los sunitas, pues los se-
guidores de Alí engrosaron el movimiento chiita y los jarichistas se quedaron al
margen de ambas secciones. Hay jarichismo en Omán, sobre todo en Muscat, la
capital, en la isla tunecina de Djerba, en ZANZÍBAR (Tanzania)…

jattivad. Sistema de CASTAS de la India. La jati, entendida como casta específi-


ca, o subcasta, es lo que define aún en muchos casos el estatus social y la proce-
dencia regional y a veces étnica de la persona.

jedive / khedivé / jedivé. Título equivalente a «virrey», otorgado por el sul-


tán otomano a su representante en un territorio. Fue famoso Ismail, el jedive de
Egipto, hombre ambicioso y abierto a las modernidades, hasta que tuvo que dimi-
tir en 1879, dejando el país en la ruina. No le quedó más remedio que vender a los

271
LUIS PANCORBO

ingleses sus acciones en el canal de Suez valoradas en cuatro millones de libras es-
terlinas. El jedive Ismail fue quien reclamó los servicios del general Gordon y le
nombró gobernador de Sudán. Charles Gordon (1833-1885) era conocido como
«Gordon el chino», por su lucha sin cuartel contra la revolución de TAIPING y a fa-
vor de la dinastía manchú y los intereses occidentales. Luego fue para siempre
«Gordon Pachá» y «Gordon de Jartum», de hecho acabó degollado en esa ciudad
del Nilo, víctima del asedio de su implacable enemigo, el MAHDI.

jenuarolites. Enanos de Groenlandia, seres míticos de las tierras hiperbóreas,


al igual que los irkiglites, que son espíritus crueles con hocico de perro [Ratzel,
1888]. Buenos son, en cambio, los sillaginsortokes, que soplan como buenos vien-
tos. Malísimo es Erloersortok, el sacamantecas esquimal, un tipo flaco y hambrien-
to, pese a que se alimenta de los intestinos de los que van al CIELO.

jerife. Jefe musulmán. Descendiente de Mahoma por la línea de su hija Fátima,


esposa de Alí. También, jefe religioso de La MECA. Domingo Badía, Alí Bey, fue in-
vitado del jerife Nekiub el Ascharaf, «o jefe de los jerifes», durante su célebre viaje
de 1807 a La Meca, donde entró simulando ser un musulmán de Halab (Alepo). En
árabe sharif, «jerife», significa «noble». De «jerife» procede la popular palabra in-
glesa sheriff, «oficial de justicia», «comisario de policía» nombrado o contratado.

jeroglíficos. Jean-François Champollion no descubrió la «piedra de Roseta»


en 1799, sino que seis años después supo lo que ponía en esa piedra, parte de una
estela erigida en el año 196 a.C. Se trataba de un decreto real sobre la tasación de
los templos escrito en tres lenguas, jeroglífico, demótico (o forma cursiva de los je-
roglíficos) y griego. A partir de ahí, el antiguo Egipto empezó a hablar
mediante sus muros y columnas y el mundo empezó a poner la gran
piedra que le faltaba para comprenderse. Pero Champollion también
precisó algo no tan evidente, como que la escritura jeroglífica egipcia
estaba compuesta por signos fonéticos, que determinan con claridad la
naturaleza del objeto y la actividad, y, por tanto, distaba mucho del ca-
rácter y alcance de la escritura cuneiforme, en la que se destacaba cada
sílaba. Sin embargo, la palabra «jeroglífico» ha pasado al lenguaje po-
pular para designar «algo irresoluble», o casi. Un mono babuino tam-
bién podía representar la luna, y ello, según la explicación que dio el es-
critor griego Horapolo, porque la luna, al entrar en conjunción con el
sol, «pierde su luz durante una fracción… y el babuino macho ni ve ni come. Se
entristece y encorva, como si deplorase la desaparición de la luna…» [Lamy,
1993]. También por eso, para representar los equinoccios de primavera y otoño,
los egipcios grababan un babuino sentado en relojes de agua: en ambos equinoc-
cios se sabía que el babuino orina doce veces al día, las doce horas del equinoccio
iguales a las doce horas de noche.

jíbaros / jívaros / jeveros. Tribu de la Amazonia ecuatoriana y peruana,


cuyos individuos se llaman a sí mismos shuar. En Ecuador se calcula que son unos

272
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

35.000, junto a 15.000 vecinos achur. Viven en comunidades,


las antiguas jivarías, junto a los ríos Pastaza, Morona, Santia-
go y otros afluentes del Alto Amazonas. Fueron temidos por
su costumbre de cazar cabezas y luego reducirlas como chan-
chas (> TZANTZA). Ahora las cabezas reducidas son un re-
cuerdo del horror humano, y de la extravagancia (piezas del
estilo del museo Ripley de Los Ángeles, el de «Believe it or
not», «créalo o no»), y lo mismo sus cerbatanas y flechas en-
venenadas. Solían enterrar a los muertos bajo las cabañas y,
en algunos casos, podían reducir cuerpos enteros, y dejarlos a
veces en 30 centímetros, como fue el caso de un fraile que se
enfrentó a un CHAMÁN shuar. La leyenda se mezcló con la realidad, aunque relatos,
como el de F. W. Up. de Graff [1928], gozaron de credibilidad: «El modo de en-
sartar las cabezas es, en sí, un arte… Se pasan [cuerdas de corteza] a través de la
boca y se sacan por la abertura del cuello». En tiempos recientes, Tahir Shah ha re-
latado su expedición a los shuar y su camino es tan interesante o más que la meta.
Su barquero llevaba un AMULETO de genitales de delfín hembra, lo mejor al pare-
cer para enamorar mujeres. Eso venía de un delfín rosado que en la Amazonia del
Ecuador llaman boutu [Shah, 2002]. Muchos son los mitos sobre los jíbaros, in-
dios que fueron mucho más lejos, reduciendo cabezas, que los pieles rojas del nor-
te quitando SCALPS: «El objeto de sellarles la boca parece más bien estar relaciona-
do con la parte metafísica que con la física, pues a lo que tiende realmente es a
descomponer las líneas naturales del rostro que, de otra manera, se conservarían
mucho mejor» [Graff, 1928]. Lo cierto es que los shuar siguen cultivando como
siempre la mandioca y venden fibra para escobas, además de canela, zarzaparrilla...

jitong. Médium en la religión popular de los chinos de Taiwan. El jitong habla-


ría la lengua del dios del templo que se trate. Media entre las peticiones de los fie-
les y las deidades en los ritos taoístas conocidos como shoujing. En el templo
Hsingtien, dios de la guerra, de Taipei, la capital taiwanesa, el o la jitong rezan en-
salmos a gentes que, para oírlos, forman largas colas todos los días. «La religión
folklórica da algo que la ciencia moderna no ofrece —según Chang Hsun, investi-
gador del Instituto de Etnología de la Academia Sínica—. La ciencia necesita un
síntoma antes de que comience a buscar una cura; en cambio, las religiones folkló-
ricas de Taiwan tratan la mente, el cuerpo y el ama como un todo» [Hwang, 2004].
Muchos de los fieles taiwaneses saben perfectamente que una oración, o un pebete
de incienso a una divinidad taoísta, no va a remediar un dolor de estómago tanto
como una pastilla, pero consideran que en su infortunio puede haber un compo-
nente intangible, espiritual. «El infortunio, sin importar su tipo —dice Chang—,
ocurre cuando la creencia de una persona no es bien sólida. Con este pensamiento,
la causa es siempre la misma, por lo que la cura debe ser también la misma, sin im-
portar cuál sea el síntoma.» El jitong que, tras quemar incienso ritual, puede entrar
en TRANCE, actúa sobre todo en la esfera del infortunio considerado como una falta
de fe. La enfermedad, el fracaso escolar, el fracaso en los negocios… todo eso trata
de curarlo el jitong apelando a la raíz espiritual de la desgracia.

273
LUIS PANCORBO

jiva / jîva. Entidad viviente, aunque no tan obvia como pudiera parecer a sim-
ple vista. Las hay de dos clases: condicionadas eternamente y liberadas eternamen-
te. Cada jiva tiene o puede tener 24 divisiones y todas son partes de Krisna, según
los seguidores de ese dios. Partes infinitesimales, se supone, pero aún pueden de-
sear en tanto que almas vivas. El problema de las jivas es que, a veces, se inclinan
hacia el reino de la pura trascendencia y otras veces hacia el de la pura materia.
Por eso, los seguidores de Krisna creen que las jivas se originan en ese lugar fronte-
rizo del dios que es tatastha-sakti, la potencia en el borde entre espíritu y materia.
Según los JAINÍES, las jivas son almas en un número infinito y pueden ser sujetos de
cambio, pueden expandirse o contraerse, y ser al menos de estas tres clases: nirtya,
almas siempre perfectas; mukta, almas liberadas de la cadena de la REENCARNA-
CIÓN, y baddha, almas encadenadas a la rueda de las vidas y muertes [Babb, 1998].
El pensamiento jainita llega a sacar vida en todo, hasta en las patatas (> NIGODS) y
existirían sammurcchin y asanjni panchendriya jivas, almas que se alojarían incluso
en el esputo, las heces o los fluidos genitales.

jjajjas. Nombre que reciben en Uganda los espíritus, especialmente entre la


gente buganda que habla luganda. En Kampala, capital ugandesa, abundan los
brujos con consultorios abiertos para temas de jjajjas y para resolver los habituales
problemas conyugales, de salud, económicos…

jlisti. Nombre de una secta rusa, con raíces en la religión ortodoxa, a la que per-
teneció Rasputín, gran defensor de ir a la sublimación por la lascivia. Los jlisti («lá-
tigos»), caracterizados por su enorme potencial de automutilación, y de lujuria,
creen en la existencia de una rueda implacable de vicio, penitencia y catarsis. El
ESPÍRITU SANTO es el principio purificador de todo y el que induce a la unión con
Dios mediante el propio pecado, de ahí los excesos de toda índole, conocidos grá-
ficamente como «regocijos», sesiones de placer hasta que aguante el cuerpo o se
abata la culpa. Por otro lado, en la secta se valoraba el sufrimiento, de ahí el nom-
bre de «látigos» para unos devotos que dejaban en pañales a los CILICIOS católicos,
incluso a los flagelos de los picaos de San Vicente de la Sonsierra (Rioja) en Vier-
nes Santo.

Johnson. El antiguo presidente norteamericano Lyndon Baines Jonson, LBJ,


(1908-1975) fue objeto de uno de los más chocantes CULTOS DEL CARGUERO de la
Melanesia. Surgió en New Hanover (Lavongai), la segunda isla mayor de la pro-
vincia de New Ireland, antigua posesión alemana en Papúa-Nueva Guinea, cuan-
do se formó el primer parlamento del país. Los representantes de New Hanover
decidieron que, de tener que votar y elegir a un presidente, preferían a Lyndon
Johnson. Al ver que no se les hacía caso, decidieron no pagar impuestos y, con el
dinero ahorrado, pensaron comprar al propio presidente Johnson. El culto fue
decayendo hasta que la llegada de los motores fuera borda, de la marca del mismo
apellido del ex presidente, insuflaron otra vez el culto del carguero. Ese hombre
seguía siendo poderoso si hacía caminar por el mar las barcas tan deprisa, además
de los aviones que bombardearon Vietnam del Norte en 1965, mandados por

274
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Johnson, pero eso último no contaba entre los papúes a efectos del cargo cult
[Wheeler, 1993].

Jolo / Joló / Solu / Sulú. Isla filipina en la punta suroccidental de Minda-


nao, frente a las costas de SABAH (Borneo), en el mar de Sulú. También se llama
Jolo la capital de la isla Sulú, una de las mayores de ese archipiélago meridional,
con sus 894 kilómetros cuadrados. Las vinculaciones entre los MOROS de Jolo y el
sultán de Sabah motivaron en varias ocasiones una reivindicación española de esa
parte oriental de la isla de Borneo [Escosura, 1882]. Pero España casi no llegó a
pisar esa zona, la más meridional de las Filipinas. El 10 de diciembre de 1898, el
Tratado de París estipulaba la cesión por parte de España a los Estados Unidos de
las Filipinas, incluidas las polémicas Mindanao y Sulú. Se estableció al efecto una
compensación a favor de España de 20 millones de dólares. Los americanos toma-
ron Jolo el año 1899 y acordaron mantener los 250 dólares mensuales que pagaba
España como contribución especial para atenuar la presión de los moros locales.
Todavía en 1900, Estados Unidos volvía a pagar a España 100.000 dólares por la
posesión de dos islas, Sibutu y Cagayán de Sulú. Fue aún más tarde cuando las dos
islas más meridionales del grupo de Jolo, Turtle y Taganak, pasaron a los Estados
Unidos, pese a que habían sido cedidas por el sultán Jamalul Alam a la North Bor-
neo Company en 1763. Siempre en 1900, el general Leonard Word fue nombrado
gobernador de la llamada «Provincia Moro», lo que supuso también el principio
de las hostilidades. En 1913 hay ya una gran matanza y mueren 900 moros en Bud
Dajo. Ese mismo año se suprime la polémica «Provincia Moro». Mark Twain escri-
bió sobre la masacre de los moros por parte de sus paisanos, los soldados nortea-
mericanos, y sus impresiones causaron gran impacto: «Perdimos 15 hombres y tu-
vimos 32 heridos, uno en la mano y otro en el codo. El enemigo era de 600
—incluidas mujeres y niños— y los exterminamos sin dejar ni un niño que pudiera
llorar por su madre muerta. Esto es sin comparación la mayor victoria nunca con-
seguida por los soldados cristianos de los Estados Unidos» [Twain, 1924]. Sin em-
bargo, la lucha de los musulmanes del sur de Filipinas, organizados en el Frente
Moro de Liberación, se ha dilatado hasta entrar en el siglo XXI.

Joulu Pukki. En Finlandia, Papá Noel o Santa Claus. Habita imaginariamente


con sus renos en Korvatunturi («Colina de la oreja») en el municipio de Savukoski,
de Laponia oriental. Es un pueblito real de unos 1.500 habitantes que se dedican a la
ganadería del reno. Adscribir allí la residencia de Joulu Pukki se debe a lo que inven-
tó en 1927 un locutor de Radio Finlandia. Desde ese año no hizo sino crecer la po-
pularidad del mito de un Papá Noel finlandés, aunque Joulu Pukki tiene rasgos au-
tóctonos menos conocidos: sus queridos animales eran los pukki, los carneros, y no
los renos. La figura de Joulu Pukki no falta en las casas finlandesas cuando en No-
chebuena aparece en la puerta un hombre vestido de rojo, y con un saco lleno de re-
galos, que pregunta: «Onko tällä kilttejä lapsia?» («¿hay niños buenos aquí?»).

judaísmo. Religión mosaica, seguida por cerca de 15 millones de judíos. Su


origen se remonta a la era de los patriarcas, unos mil ochocientos años antes de

275
LUIS PANCORBO

Cristo, lo que la convierte en la más antigua de las


tres grandes religiones monoteístas. A diferencia del
CRISTIANISMO y el ISLAM, el judaísmo sigue la TORÁ,
o el Pentateuco, los cinco libros del Antiguo Testa-
mento (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deute-
ronomio), y no considera que haya llegado aún nin-
gún MESÍAS a este mundo. Crucial fue que, a la
muerte del rey Salomón, su gran reino se fragmenta-
ra, y de las 12 tribus que lo componían, las 10 del
norte formaran el reino de Israel (destruido por los
asirios en el año 722 a.C.), mientras las dos tribus
del sur originarían el reino de Judá, conquistado por
los babilonios en el año 586 a.C. Ese año marca la
gran crisis judía. El templo de Salomón en Jerusalén
queda destruido y los judíos deben emprender la primera diáspora, la gran disper-
sión que les llevó a refugiarse en BABILONIA, el país de sus enemigos. Eso forjó
también el sempiterno sueño judío de la Tierra Prometida (> ERETZ), acuñado so-
bre todo en la sinagogas, donde una y otra vez se repasaba la doctrina, la Mishná o
«Repetición» y el TALMUD o «Enseñanza».

Judas. Judas Iscariote —no sólo Judas Tadeo— era un buen hombre, es más, un
gran héroe según su evangelio, un papiro descubierto en una caverna de Al-Minya,
a orillas del Nilo, en los años setenta. Judas sólo obedecía las órdenes de Cristo.
En abril de 2006 vio la luz a través de una película producida por National Geo-
graphic. El llamado «papiro de Judas», del siglo IV, es una traducción de un texto
griego del año 187, presentada como otro golpe a la expurgación de la verdad co-
metida por los cuatro EVANGELIOS clásicos, los que a su vez fueron escritos entre
cincuenta y ochenta años después de la Crucifixión.

Juicio Universal. El de verdad no ha llegado aún, pero pocas fabulacio-


nes tan prolijas sobre el tema como la del escritor italiano Giovanni Papini. Pri-
mero escribió en 1908 un Rap p orto sugli uomini («Informe sobre los hom-
bres»), y lo cambió y volvió a titular Adamo («Adán»). Le supo a poco porque
pretendía dar idea «de todas las grandezas y de todas las miserias de la vida hu-
mana». Así empezó otra vez en 1940 a poner en limpio sus apuntes sobre el
Giudizio Universale, hasta la redacción del último capítulo en 1952. El resulta-
do fue un volumen de 720 páginas donde no se salva ni el apuntador de la bási-
ca y retórica ira papiniana contra la humanidad (menos la suya y algún mussoli-
niano puro y suelto). Todos comparecen, ya sea en forma de grupos o coros, o
individualmente: los amantes de Dios, los luciferinos, apóstoles y profetas, mo-
narcas, jefes de guerra, delirantes, y también gente corriente, pastores, campesi-
nos, sabios, locos… «El juicio ha comenzado… Cada ÁNGEL llama uno a uno
por su nombre».

juju > YUYU

276
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Jung. La ANTROPOLOGÍA siempre limita con lo que no se ve. Aunque existe. La


teoría del INCONSCIENTE COLECTIVO es una gran aportación de Carl Gustav Jung
(1875-1961), una especie de parte sumergida del iceberg de los hombres, más in-
tuida que explorada. Es «toda la herencia espiritual de la evolución de la humani-
dad, reproducida constantemente en la estructura de cada individuo… El incons-
ciente, por otro lado, es la fuente de las fuerzas instintivas de la psique y de las
formas o categorías que la regulan, o sea, los arquetipos» [Jung, 1971]. Hay arque-
tipos hasta en los sueños y los fue nombrando con títulos sugestivos, «la máscara»,
«el héroe», «la bruja», «el ANIMUS», «el ANIMA», «la bestia»… Certera fue la idea
de Jung [1938] de que la religión posee un significado psicológico profundo, apar-
te de sus vertientes sociológica, histórica… Jung pudo conocer de primera mano a
los indios PUEBLO de Nuevo México y de ahí, como de sus viajes por África, extra-
jo materiales para poder comparar religiones y ver la repetición o la originalidad
de los simbolismos. Poco conocido es que Jung hablase también de un inconscien-
te racial, o étnico, «por ejemplo, de la “mentalidad oriental”, del “hombre moder-
no” o del “inconsciente ario”, así como de otras generalizaciones de este tipo»
[Morris, 1995]. Buscando siempre un aliento cósmico, Jung se quejaba de que el
NUMEN hubiese abandonado los árboles, ríos, montañas, y dominara la razón,
«nuestra mayor y más trágica ilusión». Siendo así, el pensamiento occidental mo-
derno habría barrido la imaginación «mitopoeica» y, para él, se debería volver a
esa imaginación a través de la ciencia. A veces, sus ideas eran más peligrosas, como
analiza Morris [1995]: «…interpretó la subida del fascismo al poder como una re-
cuperación de las formas religiosas arcaicas…».

277
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

K
k. Undécima letra del alfabeto español, pero que no aparece en TRILCE, de César
Vallejo, ni en una sola palabra. Ni como «ahora hormigas minuteras / se adentran
dulzoradas, dormitadas, apenas…». Con todo, la «k» del «kilo» que ganó al «qui-
lómetro».

ka / kha. Cuerpo mortal completado por tres principios inmortales, akh, ba y


ka, «espíritu», «alma» y «doble», según los antiguos egipcios. La palabra akh es la
más bella por ser representaba con un ibis con cresta, un ave que residía en la Tie-
rra Sagrada donde se producía el incienso, en Al Qunfidhah [Lamy, 1993]. Akh
era sobre todo luz, luminosidad, transfiguración, entendido todo esto como opues-
to al cuerpo perecedero, al ka. Por otro lado, el ba «desempeña el papel de fuerza
individualizadora determinante… la interrupción de la inercia del océano cósmi-
co» [Lamy, 1993]. Otra cosa es el ANKH, símbolo considerado por algunos como la
cruz egipcia pero que, en realidad, simboliza la vida o «el ka de la vida».

Kaaba / Qaaba. La piedra negra, un meteorito venerado en la gran mezquita


de La MECA. Es preceptivo para los musulmanes (unos 1.300 millones en el mun-
do) circunvalar La Kaaba vestidos de blanco. La peregrinación a ese santo lugar al
menos una vez en la vida es uno de los cinco pilares del ISLAM, en concreto el quin-
to precepto. La gente que lo consigue recibe el título honorífico de HADJ (haj, hayi,
hoya...) y lo puede poner antes de su nombre. Domingo Badía, Ali Bey, fue el pri-
mer español en entrar en La Meca el jueves por la noche del 23 de enero del año
1807 (14 del mes dulqaada, del año 1221 de la Hégira). Tras pasar la puerta Beb-es-
selém, besó La Kaaba, la piedra negra «traída por el ángel Gabriel y llamada Háye-
ra el Asuád o piedra celestial». Luego dio las siete vueltas preceptivas empezando
por la esquina del este. Badía era de natural precavido. Siempre llevaba consigo a
los banquetes y comidas que le invitaban tres tomas de zinc vitriolado, «vomitivo
mucho más activo que el tártaro emético y que obra al instante». Richard Francis
Burton también consiguió entrar en La Meca, pero fue en 1853, cuando haciéndose
pasar por un médico islámico, viajó desde Suez a Yambú y luego a Medina y La
Meca, «la meta de mi larga y fatigosa peregrinación, plasmación de los sueños y es-
peranzas de tantos y tantos cada año» [Burton, 1990].

279
LUIS PANCORBO

Kabilia. Región argelina con población netamente BEREBER. Se subdivide en la


Gran Kabilia, situada en los montes Djurdjura, y la Pequeña Kabilia, en torno al
golfo de Bejaia. Los bereberes de la Kabilia resistieron históricamente, en sus pue-
blos fortificados como alcazabas, las diversas oleadas invasoras de árabes, turcos,
franceses… Las mujeres kabiles llevan caftanes de colores chillones, rojos o amari-
llos, no así VELO.

kachin. Tribu del norte de Birmania en la que trabajó el antropólogo británico


Edmund Ronald Leach (1910-1989), graduado en Cambridge en 1939. Al poco
tiempo, empezó la Segunda Guerra Mundial y llegó a ser comandante del Ejército
británico en Birmania. Leach trabajó también en Ceilán y en Botel Tobago, o Lan-
yu, una pequeña isla junto a Formosa ocupada por los japoneses, con una pobla-
ción de 1.500 nativos animistas. Se adhirió al FUNCIONALISMO siguiendo a su maes-
tro Raymond Firth, quien, a su vez, seguía a Malinowski. En 1961, las teorías de
Leach sobre la estructura social y el cambio cultural despertaron mucha controver-
sia y aun más su crítica frontal a las ideas estructuralistas sobre el PARENTESCO a lo
que dedicó un libro titulado Lévi-Strauss (1970).

kaddish. Oración fúnebre hebraica. Se recita los 11 meses siguientes a la muer-


te en el día del aniversario (yahrtzeit), si se trata de lutos particulares. El Estado de
Israel celebra el gran kaddish el 10 del mes tevet y se llama a esa festividad Yom
Hakaddish Haklali.

kaento / caento. Fuerza mágica, embrujo, para los huaorani, tribu del Ama-
zonas de Ecuador. Comparada a veces con una música que se extiende por la selva,
hechizando a quienes la oyen.

kafir > CAFRE


Kafiristán. Últimamente más conocida como Nuristán, se trata de una región
afgana cercana a la frontera con Pakistán. Los nativos o kafires son llamados KA-
LASH, es decir, «hombres de negro», por los PASHTÚN. Kafiristán se hizo famoso
por la película de John Huston El hombre que pudo reinar (1975), con Sean Con-
nery en papel protagonista y bien flanqueado por Michael Caine. Hay quien cree
que los kafires descienden de los soldados de Alejandro Magno, aunque eso mis-
mo se dice de muchos asiáticos que no son musulmanes y beben alcohol.

kahuna. CHAMÁN, sacerdote, experto en los antiguos ritos polinesios. Término


usado en el maohi, lengua maorí, de Hawai. Hay varios tipos de kahuna: kikolani,
o de los astros; kupua, de los espíritus; pule, de los rezos… En caso de guerra, el
Kahuna Nui, sumo sacerdote, convocaba a los demás kahunas de las islas hawayas
(hawaianas) para implorar a los espíritus (> AKUA).

Kailasa. El más espectacular de los templos de Ellora (India). Excavado en el


siglo VII en la roca viva y roja, Kailasa, o «Cueva nº 16», no es sólo la mayor estruc-

280
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tura monolítica del mundo, sino un canto abismal al hinduismo, paredes cortadas
de más de 30 metros, tallas infinitas, entre las que destacan las de la Nataraja, o
«Danza de Siva», por no hablar de la historia del Mahabharata hecha filigrana de
piedra en los muros, de las imágenes sacadas de los Puranas o de las hileras de ele-
fantes empotrados casi a tamaño natural. Nada rivaliza empero con la estructura
piramidal que quiere remedar al monte KAILASH, la morada del Dios Siva. Kailasa
tiene una altura vez y media más que la del Partenón, en un área que es el doble
del magno templo ateniense. Para la construcción del Kailasa debieron trabajar no
menos de 7.000 obreros que, durante siglo y medio, removieron 200.000 toneladas
de roca. El conjunto de Ellora, a 30 kilómetros de Aurangabad (Maharastra, In-
dia), cuenta con 34 templos y conventos, construidos entre los siglos V y XIII, que
sirvieron primero a los hinduistas y luego a budistas y JAINÍES. Todo resulta en
Ellora espectacular, como en las 30 grutas pintadas con frescos de Ajanta, pero la
catedral del Kailasa es la que deja sin aliento, como también lo debió quitar a mu-
chas reencarnaciones de trabajadores.

Kailash / Kailas. Monte de 6.714 metros de altitud enclavado en el Tíbet, en


plena cordillera del Himalaya. Es el monte Meru de la mitología hindú y budista,
el centro y el eje del mundo (AXIS MUNDI). Morada del dios Siva y donde BUDA
dejó huellas de sus pies cuando lo visitó en el siglo V a.C. Donde Siva hace YOGA y
TANTRA, goza con su consorte Parvati y fuma ganja (marihuana). El Meru, o Kai-
lash, es crucial en la épica de las epopeyas indias Ramayana y Mahabharata. Pero
también es sagrado para los JAINÍES, que lo llaman Astapada y lo consideran la mo-
rada de Rishaba, el primero de los 24 tirthankaras (los santos maestros jainíes) que
alcanzaron la iluminación. Por su parte, los seguidores del bon-po (> BON), la reli-
gión animista del Himalaya, anterior a la introducción del budismo vajyarana, lo
llamaban Tise, y para ellos era morada de Siphimen, la diosa del cielo. Fue allí
donde el sabio budista Milarepa derrotó en una batalla al CHAMÁN Naro Bon-
chung. Para los budistas tibetanos, el Kailash es más bien Kang Rimpoché, la «Pre-
ciosa Nieve Glacial», morada del dios Demcheg y su consorte. Tienen la costum-
bre de efectuar la circunvalación ritual del Kailash (kora, o parikrama en sánscrito)
en la dirección de las agujas del reloj, mientras los animistas del bon lo hacen al re-
vés. La circunvalación ritual lleva tres días, aunque los conocedores de la técnica
extrema de respiración lun-gom, dicen que pueden hacerlo mágicamente en un
día. Otros hacen la kora en tres semanas. El romero que lo hace 108 veces consi-
gue la iluminación. Los tibetanos creen que el neykhor (circular en torno a un ney,
un lugar sagrado) representa un viaje desde la ignorancia a la iluminación. Cerca
del Kailash está el «Lago de la mente» o Manosaravar (manos significa «conscien-
cia», «iluminación»), por otro nombre Anavatapta, «No calentado», que fue visita-
do asimismo por BUDA. Y también se encuentra en las inmediaciones el lago Raks-
has o «De los demonios» [Dunham, 1993]. Por si fuera poco, junto al Kailash
nacen cuatros ríos de la importancia del Indo, Brahmaputra, Sutlej y Karnali, aun-
que nada se pueda comparar a asistir —atándose los machos de los pulmones— a
la Saga Dawa en el plenilunio del cuarto mes budista, cuando miles de romeros su-
ben al Kailash y se abate el Tarboche, el palo de la gran bandera de oración para

281
LUIS PANCORBO

sustituirlo con uno nuevo. A esta región, aún hoy poco accesible, llegaron dos je-
suitas franceses en 1715, en ruta hacia Lhasa, y describieron el lugar como «horri-
ble, yermo, barrancoso y de un frío cortante» [Hopkirk, 1994].

Kairuán / Kairouan. Ciudad de Túnez y cuarta ciudad sagrada del ISLAM


tras La MECA, Medina y Jerusalén (ésta última, Al Quds para los musulmanes).
Aparte de la Gran Mezquita, Kairuán se enorgullece de otras 88.

kakamoras. Seres fantásticos que habitarían en el interior de Santa Isabel,


Makira (San Cristóbal), Choiseul (San Marcos), Guadalcanal, Santa Cruz y Vani-
kolo, en las islas SALOMÓN, descubiertas por Álvaro de Mendaña en 1568. Hay
quien sostiene que hubo un avistamiento de un kakamora en Guadalcanal en 1969,
pero escapó [Harcombe, 1988]. Tal como va el mundo, no extraña que haya un
Real Kakamora Club de Fútbol, en la provincia de Makira Ulana, antes San Cristó-
bal. Y es que los kakamoras son como los LEPRECHAUNS de la Melanesia, y si aún
no celebran el día de san Patricio es porque viven en las cuevas de San Cristóbal y
tienen los dientes y todo pequeño. En Choiseul, la leyenda habla de los voroman-
gas, también llamados laulatu, «los invisibles», que vivirían en el nacimiento del río
Kolombangara. Otras veces en Choiseul los llaman sinipi, seres con facciones de
monos, que usarían conchas para cortar los mangos. Del mismo tenor pigmeo y
huidizo son los mongos de Isabel, los afukere de Anuta, los hiti de las islas Rennell
y Bellona (PIGMEOS de pelo largo y rojizo hasta los tobillos y aspecto de oranguta-
nes, según Harcombe). Los mumutambu de Nggela (Florida), muy peludos y agre-
sivos, son tenidos por CANÍBALES. En eso encajan con la descripción de Hernán
Gallego, piloto del primer viaje de Mendaña, sobre los habitantes de la isla Flora
(actualmente Sule y Pile), en el grupo de las Floridas: desnudos, tatuados, con el
pelo teñido de rojo y sin hacer ascos a la carne humana. Los españoles tuvieron
que repeler un ataque de 20 canoas en lo que hoy es la isla Sandfly. Siempre en ese
archipiélago y sin salir de él, a unos 20 kilómetros al noroeste de la isla Tulaghi,
que fue capital de las Salomón hasta la independencia del país en 1978, se encuen-
tra Buena Vista, otra isla de nombre español, con magníficos fondos marinos para
bucear. La cercana Savo tiene un volcán activo como en tiempos de Mendaña
(quien llamó Sasarga a la isla) y es famosa por los huevos redondos de unos megá-
podos (skrak dak) que anidan en la lava. Con eso no necesita kakamoras.

kakwa. Tribu de Uganda a la que pertenecía Idi Amín, y donde se ha extendido


el islamismo pese a la mayoría cristiana del país (católicos y protestantes). Idi Amin
se distinguió por llevar a cabo una política de terror y hasta inició un genocidio
que sólo se pudo poner fin con la entrada del ejército tanzano, su derrocamiento y
su posterior exilio en Arabia Saudí. Los kakwa viven en el noroeste de Uganda, en
la región de Koboko, y su origen es oscuro. Para algunos proceden de Etiopía.
Otros creen que vienen de un legendario señor Yeki de Sudán, apodado Kakwanji,
«el mordedor», y de eso seguiría lo de kakwa. Otra versión dice que descienden de
Kui, que significa «feroz», y así sus miembros serían, «los feroces». La población
bari kakwa de Uganda tiene en torno a 128.000 personas, aunque hay que sumar

282
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

los de Sudán (380.000) y los de la República Democrática del Congo (24.000). An-
tiguos ritos kakwa, asociados con el canibalismo, dieron pie a los comentarios so-
bre las extrañas costumbres del «Hannibal Lecter» de Uganda, no otro que Idi
Amin Dada Oumee, acusado de echar a sus víctimas a los cocodrilos y de tener ca-
bezas decapitadas en el frigorífico para mantener conversaciones con ellas. Si tam-
bién se las comió, eso queda en la duda. Kakwa se llama asimismo un parque re-
gional de la Columbia Británica, en las Rocosas canadienses, casi en la frontera con
la provincia de Alberta, y bien nutrido de caribúes, alces, osos grizzly y martas, y
donde antaño vivían los indios ojibwa.

Kalachakra. El «Señor de la Rueda», equivalente a Odín para los esotéricos


alemanes de los años treinta. Ritual tántrico que fue encontrado por el doctor nazi
Schaeffer en el Tíbet y que fue llevado a Hitler, junto a presuntos tesoros, como
una piedra con la ESVÁSTICA más original, un pergamino del DALAI LAMA de gran
valor, una estatua del Lama de los Guantes Verdes… Todo ello procedente de la
mítica región de AGARTHA. La película Siete años en el Tíbet, basada en el libro de
Heinrich Harrer, se inspiraba vagamente en la famosa expedición de Schaeffer,
que no fue la única dentro de las actividades de un instituto como el AHNENERBE,
empeñado en buscar misterios por esos mundos: el Santo GRIAL, la Lanza de Lon-
ginos, el ARCA de la Alianza, la Piedra del Destino, el Martillo de WOTAN o una ca-
lavera de cristal de roca que representaba a la Diosa de la Muerte.

kalash. «Hombres de negro», según los PASHTÚN. Etnia del Hindu Kush, en el
Himalaya de Pakistán, que practica una religión ancestral politeísta y realiza sacri-
ficios de animales. Su hábitat en la provincia de Chitral son valles a unos 2.000 me-
tros de altitud que permiten el cultivo de la vid. De he-
cho, para los kalash es legal fabricar vino. Antaño tenían
una ceremonia, el biramor, que consistía en repartir la ri-
queza en un gran dispendio de comida, bebida y regalos,
que confería al anfitrión de esa fiesta el título de gadeirak,
equivalente al de BIG MAN en la Melanesia. Kalash es tam-
bién el nombre de un símbolo ritual del hinduismo y del
jainismo que augura prosperidad, abundancia…, y que
representa una vasija de agua con una tapa de hojas de
mango y un coco, este último «el fruto que tiene tres
ojos», como Visnú.

kalau. Espíritus del mal para los KORIAKOS de la península de KAMCHATKA. Antaño
les ofrecían sacrificios de perros viejos empalados junto a sus tiendas «…con el hocico
vuelto hacia arriba y el vientre hacia el este para proteger al poblado de epidemias»
[Dunn, 1982]. Pero a los lobos los consideraban parientes y su mayor deidad era el
oso, aunque lo mataban y ofrecían su grasa en un cesto de hierba a los viajeros.

Kalevala. La gran epopeya finlandesa reúne en verso relatos épicos y baladas


de los antiguos fineses recopiladas por Elias Lönrrot (1802-1884) en su recorrido

283
LUIS PANCORBO

por muchos pueblos, especialmente de la región de Karelia (Carelia). Desde su pu-


blicación en 1835, el Kalevala se convirtió en el gran monumento de la lengua de
SUOMI. Kalevala, o la «Tierra de los Héroes», se presenta enfrentada a Pohjola, la
«Tierra del Norte», donde viven las fuerzas del mal. Según Julius Krohn (1835-
1888), el Kalevala no era tan original, pues contiene, por un lado, invenciones de
Lönrrot y, por otro, reelaboraciones de mitos, cuentos y baladas de otros pueblos,
fuesen suecos, rusos, TÁRTAROS… De todos modos, Väinämöinen, Ilmarinen y
otros protagonistas de la obra, causaron un enorme impacto en el imaginario co-
lectivo de los fineses, sirvieron incluso para fabricar una identidad finlandesa fren-
te a Suecia y Rusia, las dos potencias dominantes en el área, siempre deseosas de
engullir a Suomi de un bocado.

kallawaya / callawaya. Grupo indígena de Bolivia, en las márgenes del


lago Titicaca, conocido por sus conocimientos botánicos y de medicina tradicional.
Fueron los médicos de los INCAS y los asesores en temas de curaciones de los
amautas, o sacerdotes del Incario. Los buenos doctores kallawaya pueden hablar
cuatro idiomas, uno de ellos el secreto o mágico, además de español, quechua y ai-
mara. Para algunos, los kallawaya procedían del Collasuyo (o Kollasuyu), la región
de la medicina (kolla sigificaría «medicina»). En la calle Sagárnaga, cerca del tem-
plo de San Francisco en La Paz, los kallawaya colocan sus puestos con toda clase
de productos «para curar penas y tristezas» y para «adivinaciones» con naipes o
COCA. Cuando van por los pueblos, colocan sus mesas blancas y hacen sus rituales
para llamar a la lluvia.

kalpa / kappa. Periodo del mundo y unidad de medida del tiempo en el hin-
duismo y en el budismo. Mil YUGA componen una kalpa, pero una kalpa no es sino
un día de BRAHMA, el dios Creador. Por otra parte, una kalpa tiene 14 manvatara,
una unidad de 71 mahayuga o grandes yugas [David-Néel, 2000]. Desde el punto
de vista matemático, es entre inextricable e incongruente. En la época de Vipassi,
el primer BUDA, «la duración de la vida humana era de ochenta mil años», pero ya
entonces habían pasado 91 kalpas [Eliade, 2000]. La cuestión sería más bien rom-
per el tiempo y, a ser posible, con la extinción. El NIRVANA es el fin del tiempo. Su-
tiles escritores como T. S. Eliot y James Joyce incidieron en esa «abolición del
tiempo» que es, en realidad, el mito de la repetición eterna, ETERNO RETORNO
[Eliade, 2000].

Kamchatka / Kamtschatka. La más extrema península siberiana (y título


de una película argentina de Marcelo Pineyro sobre la imposibilidad y el deseo de
olvido). Tiene 29 volcanes activos, águilas marinas, osos pardos y una población
ABORIGEN, entre sus escasos 400.000 habitantes, de KORIAKOS, itelmen, CHUKCHIS,
EVEN y aleutianos. La capital es Petropaulowski, con un extraordinario puerto na-
tural, la bahía Avacha, descubierta por Vitus Bering en 1740, que ha llegado a
200.000 habitantes desde los 3.000 que tenía a mediados del siglo XIX, cuando la
mayor exquisitez local era comer patas de oso. Y salmón rey o, en su defecto, sal-
món plata.

284
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

kami. En el SINTOÍSMO, espíritus. Las campanillas, oharai, suenan aún en los


templos de Japón para limpiar o barrer el mal y alejar los malos espíritus. El SIN-
TOÍSMO es una religión —aunque el sinto sea inaferrable, una corriente, un espíri-
tu…— muy consciente de la necesidad de la limpieza física y espiritual. En un im-
poluto templo nipón, el centro de atención es un espejo (kagano-natori). En
muchas casas ponen kamidana, una plancha con las efigies de los espíritus, o me-
jor, de los dioses lares. A veces es una larga caja que contiene fragmentos de los pe-
betes empleados por los sacerdotes de ciertos templos, como el de Ise. En otros
santuarios dan recortables de papel blanco con figuras humanas (hitogata) y las
personas se ponen eso en la parte del cuerpo que desean proteger o curar. Luego
se escribe en el papel la edad y sexo del interesado y se vuelve al templo a quemar
el papel en un rito de purificación.

Kanon / Kwannon… Diosa del budismo japonés. Senyu Kanon, la «Kanon


de las mil manos», con todos los instrumentos y medicinas para curar, es una de
sus versiones o formas más populares. Kanon puede coincidir con el Guan Yin de
los chinos, BODHISATTVA con formas de hombre, si bien prevalezca su aspecto de
«diosa de la misericordia». Hasta cierto punto, Kanon es similar a Laksmi, diosa
de la fortuna para los hindúes, esposa de Visnú, celebrada en la fiesta de Diwali o
«de las luces», el Año Nuevo hindú.

Kanun. Ley tradicional del norte de Albania con códigos muy estrictos sobre el
honor, el trato a los huéspedes... El Kanun fue redactado en el siglo XV por Lek
Dukaghini al hilo de una antigua tradición oral que algunos hacen remontar al
tiempo de los ilirios. El Kanun es seguido sobre todo por los malissori, y otros fiss,
o clanes de la Mirdizia, en los Alpes albaneses, y tiene su peso en nuestros días

285
LUIS PANCORBO

pese a los cambios. El que roba tiene que devolver el doble; el que mata debe ser
matado. Cuando un hombre ha perdido el honor, siempre ocupa el último lugar y
se le ofrecerá un vaso de orujo (raki) medio lleno. En cambio, el huésped (miku) es
sagrado. La palabra de honor, o BESA, se cumple hasta la muerte. La autoridad má-
xima en la Mirdicia era el kapidan, un príncipe de las montañas. El kapidan Gjion
Marka Gjoni se sometió al rey de Italia y luego, durante el fascismo, vivió exilado
en Roma.

karaíta. Secta judía ortodoxa con unos 12.000 miembros en Israel. Antes había
comunidades en Crimea, Palestina, Siria… Los karaítas figuran entre quienes se
salvaron del genocidio por no ser tenidos estrictamente por judíos. De hecho son
tan rigoristas en seguir la TORÁ que no aceptan el posterior TALMUD ni las fiestas
«modernas», o postbíblicas, como Hanukah y Purim.

Karakalpakstán. La «Tierra de los sombreros negros» (kara es «negro» en


turco y kalpak, «sombrero»), situada al noroeste de Uzbekistán. En 1932, dentro
del sorprendente reparto de tierras de Asia Central que hizo Stalin, ese territorio
fue configurado para los «sombreros negros», y en 1992 obtuvo el estatuto de Re-
pública Autónoma dentro de la propia República de Uzbekistán. Tiene 164.900 ki-
lómetros cuadrados al sur del mar de Aral y entre el delta del río Amu Darya (el
antiguo Oxus de Alejandro Magno) y el desierto Kizylkum o «de las arenas rojas».
La desecación del Aral para los regadíos del algodón de los macroplanes económi-
cos soviéticos ha hecho retroceder el lago más de 150 kilómetros, con lo que Kara-
kalpakstán ha perdido sus industrias pesqueras. Y su equilibrio ecológico, y hasta
la salud. La tuberculosis es un flagelo en Nukus, la capital, y en el resto de esta Re-
pública Autónoma que cuenta con unos 182.000 habitantes. La isla Vozrozdeniye
del mar Aral fue empleada por los soviéticos para experimentos biológicos y aún
parece albergar ántrax, entre otras plagas poco averiguadas.

Karakorum. Pudo ser la capital de Genghis Khan en Mongolia. Aunque tam-


bién se da como probable emplazamiento Dergelkhan, en la región de Khenti. Al
parecer, Genghis Khan fundó dos Karakorum, «uno cerca de Tatsagol, en la ruta
de las caravanas; otro en el Pamir… con un mausoleo construido por quinientos
cautivos, que fueron sacrificados a mayor gloria del difunto cuando terminó la
obra» [Ossendowski, 1998]. Karakorum es también la parte de la cordillera del
Himalaya ubicada en Pakistán, donde se alza el K-2 y otros «ochomiles», las mayo-
res cumbres del planeta.

karen / karenni. Etnia del nordeste de Birmania, junto a la frontera con Tai-
landia. Los karen, en torno a dos millones, integran la segunda mayor minoría étni-
ca de Birmania después de los shan, que son cerca de dos millones y medio. Dentro
de los karen, los subgrupos kayan y padaung, con unas 7.000 almas en total, entre
las que figuran algunas decenas de mujeres que llevan muchas anillas en el cuello.
Son las muy conocidas y fotografiadas «mujeres jirafa». El origen del asunto pudo
ser la protección de los cuellos femeninos contra las mordeduras de los tigres. O

286
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

para devaluar a las mujeres e impedir que fuesen llevadas


como esclavas, lo que recuerda la tesis sobre los platos labia-
les de las mujeres MURSI. Otro matiz del mito es que las muje-
res karen eran demasiado aficionadas a las joyas y, tener que
llevar enormes collares, fue el castigo por su coquetería. La
costumbre decae en las nuevas generaciones. La salvedad pa-
rece ser la de las mujeres nacidas en miércoles de luna llena, a
las que no les convendría ir con el cuello desnudo a la jungla.
Antes se decía que si la mujer era infiel, el marido le quitaba
los anillos del cuello con lo que prácticamente se le quebraría.
Las chicas karen al llegar a los doce o trece años quieren qui-
tarse las anillas, aunque haya quien sostenga que el daño es limitado: la clavícula y
la caja torácica son impulsadas hacia abajo, pero los huesos no se deforman ni se
alargan los cartílagos dado que los aros de latón aumentan la presión sobre la co-
lumna vertebral. Otros creen que los collares causan lesiones graves en las cervica-
les y los remedios a eso son a veces tan aleatorios como poner emplastos de telaraña
y arroz. Los anillos pueden llegar a pesar 10 kilos. Se empiezan a colocar a partir de
los cinco años a las niñas en el curso de una ceremonia. Al principio el adorno, o
más bien dogal, puede tener 10 centímetros y pesar de dos a tres kilos. Dos años
después, se añade una espiral más larga y pesada que la anterior. Luego, una tercera
espiral, una cuarta…, hasta alcanzar 20 o 25 vueltas en torno a la garganta. Eso pue-
de producir que el cuello quede alargado entre 15 y 25 centímetros. Cuando la mu-
jer anillada se va a casar, le quitan el collar y todos pueden admirar la longitud de su
cuello desnudo, que su madre tiene la precaución de sujetar para que no se dislo-
que. A menudo los músculos ya están atrofiados y no son capaces de sostener la ca-
beza. Como sus vecinos kayah, kayaw y paku, los karen parecen proceder del Tíbet
y, hace al menos mil años, habrían atravesado el desierto del Gobi de Mongolia y
seguido por el río Yang-tseu-kiang hasta llegar a Yunnan, en el suroeste de China.
Desde ahí habrían llegado al llamado «Triángulo del Opio» o «Triángulo del Oro»
(Birmania, Laos y Tailandia). Algunas mujeres jirafa del grupo padaung han encon-
trado un modo de vida en el turismo. Mae Hong Son y, de modo especial, la aldea
Nai Soi, en el valle del río Pai, se ha convertido en una meta turística. El gobierno
birmano, con tal de recabar ingresos, ha dispuesto concentrar a las mujeres pa-
daung de 200 aldeas de la región karen en un solo punto de atracción.

karité. Árbol (genus bassia) también conocido como «árbol mantequilla», but-
ter tree, cuyas semillas producen una sustancia oleaginosa que se usa en alimenta-
ción y en cosmética. En la India se llama kokum, y con el jugo de sus frutos se ha-
cen siropes y sorbetes, mientras la mantequilla extraída de las semillas se emplea
en cocina, lo mismo que en África, donde reemplaza a la grasa de cacao.

karkadé. Flores de bissap, una especie de hibisco (Hibiscus sabdariffa) con su-
yos cálices secos se prepara una infusión muy refrescante. En algunos países árabes
se usa para aliviar la hipertensión. Cierta propaganda en Egipto presenta el karka-
dé como «la bebida de los faraones».

287
LUIS PANCORBO

karma. Destino, representación, acto, acción, actividad, ley de la causalidad,


causa y efecto que determina la REENCARNACIÓN en los sistemas hinduista y budis-
ta… Un buen o mal karma origina un mejor o peor karma en otra vida, «establece
dónde y cómo debe nacer el reencarnado» [Sinnett, 1885]. Romper la cadena sin
fin del karma, o, lo que es lo mismo, quebrar el SAMSARA, es una gran hazaña. Su-
pondría obtener la liberación (moksha) y, por tanto, el perfeccionamiento a través
de las vías devocionales (bhakti), o ascéticas (con YOGA y renuncia, como hace y
consigue el arhat budista y el mahatma o rishi hinduista). Para los hinduistas esoté-
ricos, la reencarnación es una operación compleja considerando que está en juego,
no sólo el karma de una persona, sino la propia composición en siete elementos:
cuerpo (rupa), vitalidad (prana o JIVA), cuerpo astral (linga-sharira), alma animal
(kama-rupa), alma humana (manas), alma espiritual (budhi) y espíritu (atma).
Nada más tosco que confundir la reencarnación con ciertas apariciones espectra-
les: es difícil que el cuerpo astral, linga-sharira, abandone el cuerpo físico, pero,
concediendo que pudiese ser, y que se deje atrás, el cuarto elemento, alma animal
(kama-rupa), va a un plano superior o plano espiritual (kama loca) y allí se opera
una nueva división del kama-rupa, yendo una parte a integrarse en el quinto prin-
cipio, el manas, y así sucesivamente, en un complicado continuo que podría abocar
en un nuevo nacimiento y de casi la misma persona que murió [Sinnett, 1885]. De
tal forma que no existiría prácticamente reencarnación. Con todo, si una persona
se entusiasma por la música, como dévachan, o «reencarnado», siempre le gusta-
rán las sensaciones que le procura la música… Un consuelo.

Karmapa. Alta jerarquía del budismo tántrico. Es quien preside la secta Kagyu
(kagyupa) del budismo tibetano. Ha de ser un gran lama reencarnado (> TULKU),
que sigue una cadena dinástica de reencarnaciones que ya va
por la número 17. El problema se ha presentado a la hora de
determinar quién ha de ser el Karmapa nº 17. Hay dos candi-
datos, ambos nacidos en el Tíbet, y la cuestión ha alcanzado
tal virulencia entre los monjes partidarios de uno u otro que
Rumtek, el lamasterio de Sikkim, sede de la secta kagyu, ha
sido ocupado por el ejército indio. El caso de los dos Karma-
pas se dirime en el Tribunal Superior de Justicia de la India.
Hay mucho dinero por medio, aparte de influencia y poder
político y religioso. Por eso también la REENCARNACIÓN del
PANCHEN LAMA (tercero en la jerarquía del budismo tibetano)
ha sido un asunto muy teledirigido por los comunistas de Pekín a fin de controlar
la elección de esa figura clave para la futura política del Tíbet.

Kartli. País del dios Kartlos, o Georgia oriental, también conocida como Iberia,
lo que supuso ciertas confusiones. Incluso a las gentes de ese país se las llamó iberi
o iveri. Kartli es hoy una región georgiana, para algunos el corazón de un país que
antiguamente se llamaba Sakartvelo, mientras que sus habitantes eran kartvelehi o
karvelianos. Georgia es el nombre que pusieron los occidentales. Tal vez venga su
nombre de los griegos, de geo, «tierra», o de san Jorge… [Kaplan, 2001]. Los ru-

288
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

sos en cambio llaman al país Gruzia (y a los georgianos gruzini). Para los turcos,
Georgia es Gjurdjistan.

kasha. Granos tostados de alforfón, también conocido como trigo sarraceno o


trigo negro, una especie de cereal que se cultiva sobre todo en China (el 55 por
ciento) y Rusia (el 20 por ciento). En este último país, la harina de alforfón sirve
para hacer blinis, las tortitas más adecuadas para derramar sobre ellas smetana,
nata agria, cebolla picada y, por fin, un buen caviar del Caspio.

kat > QAT


katchina / kachina. Ser sobrenatural. Las katchinas con forma de muñecas
o máscaras de baile representan «doncellas del maíz» o espíritus para los indios
HOPI, una de las tribus de indios PUEBLO de Arizona (Estados Unidos). Los tem-
plos de los hopi se llaman KIVAS (o kiwas) y tienen entrada por el techo, aunque el
acceso está prohibido a los forasteros. Durante la fiesta de Powamu, los CHAMANES
hopi colocan en el interior de las kivas semillas de judías para que germinen con el ca-
lor que despide la lumbre que hacen en ellas. El poder de las katchinas también ayu-
da a la germinación de esas judías, que luego se usan para pronosticar las cosechas.

kava. Variedad (Piper methysticum) de pimentero salvaje de Oceanía. Su raíz ex-


primida proporciona un jugo acre de efectos levemente narcóticos. Lo utilizan me-
lanesios, polinesios y micronesios como bebida religiosa y social. La kava es un ele-
mento crucial en los rituales animistas de los paganos de Pentecostés, Tanna y
otras islas de Vanuatu. Y es bebida de gran rango social en el reino de TONGA y en
Fiyi, donde la llaman yaqona o yangona, y tiene fama de suave en comparación con
la de las islas de Vanuatu. En Melanesia se suele escupir el primer trago de kava
para ofrecerlo a los espíritus. Luego, la gente se sienta a escuchar, en medio de sus
efectos, lo que les dicen los antiguos. En Port Vila, capital de Vanuatu, hay casi un
centenar de nakamal, o bares de kava, perfectamente legales, un caso único en el
mundo. Ponapé, o Pohnpei, una isla carolina de la Micronesia, pasa por tener la
mejor kava de la región. Allí la llaman sakau; de color fangoso y textura algo grasa.

kavi. Escritura con sistema silábico que alcanzó un gran desarrollo en el oeste de
la isla de Java y que se extendió desde el siglo XII al XVI en el sudeste de Asia hasta
Filipinas. Wilhelm von Humboldt [1836] no sólo hizo un notable estudio sobre el
idioma vasco, al que consideró el idioma de la antigua España, la ibera, sino sobre
el kavi, abreviatura de basa kavi.

kavirondo. Tribu de Uganda que se subdivide en un grupo de origen nilótico


en el valle del río Nzoia y los BANTÚES que viven entre el lago Victoria Nyanza y los
montes Elgon. Los kavirondo del lago Victoria hacen grandes trampas de papiro
para peces, a veces de hasta 200 metros de longitud. Beryl Markham, aviadora pio-
nera en África oriental, convivió con los kavirondo nilóticos de habla jaluo y
aprendió su idioma. Fue el único piloto profesional de sexo femenino en esa parte

289
LUIS PANCORBO

de África, y muy competente en lo suyo, aunque la fama se la llevara Denys Finch


Hatton, el bwana Makanyaga, el amor de Karen Blixen: «…era un gran hombre
que nunca alcanzó la arrogancia» [Markham, 1995]. Desde los cuatro años, Beryl
Markham vivió en contacto con los africanos, primero con los nandi de Kenia y luego
con los kavirondo ugandeses, y su primera pasión fueron los caballos, cría y monta.
En 1936 hizo la proeza de ser la primera persona en volar en solitario sobre el Atlán-
tico de este a oeste. Pero para ella un triunfo era más bien ir de Nairobi a Nungwe,
«debajo de la escarpadura de Mau, debajo del golfo Speke, debajo de las extensiones
vírgenes de la provincia occidental. Oxígeno para un minero enfermo…».

kawaka. Ogresa de los mitos KWAKIUTL, comedora de almejones (menos las


partes coriáceas y los sifones equivalentes a «penes») y poseedora de tendencias
y tesoros terrestres, cuestión que hizo enzarzar a Marvin Harris y Lévi-Strauss
en una alta esgrima dialéctica tanto más sutil cuanto se partía del hecho de que
el nombre de la ogresa (> OGROS) es realmente Ts!E’lk.ig.ila, «la rana». Harris
reprochaba a Lévi-Strauss que se hiciera eco de unos POTLATCH de la ogresa a
base de productos terrestres, cuando era sabido que en esas ceremonias los in-
dios distribuían elementos muy codificados: pescado fresco y seco, huevos, acei-
te de pescado y nácar. La respuesta de Lévi-Strauss fue de sabia finura: Kawaka
sería marina, pero pobre, porque comía moluscos, mejillones y almejones, no
pescado, y, por tanto, su importancia ritual gravitaba en la tierra. «Los únicos
potlatch que mencioné son los de los mitos según lo que estos dicen de ellos y
según los ritos que conmemoran acontecimientos en sí mismos míticos» [Lévi-
Strauss, 1984].

kayf. Sensación de bienestar confinante con la melancolía, el feeling blue de los


ingleses, y que se deriva del consumo de la hoja de kat (QAT). Del árabe kayf ven-
dría KIF y también la bebida calmat al catiat, o caftah, que «produce una excitación
más agradable y placentera», aunque fue prohibida en Yemen «a causa de los efec-
tos que producía sobre el cerebro» [Burton, 1987]. El kayf suele aparecer en «la
hora de Salomón» (as-saa’a as-Suleimaaniyya), tras la puesta de sol y tras un consu-
mo placentero de kat [Rushby, 2001].

kefia / keffiyeh / kufiyah / kufia... Pañuelo, blanco y negro, o rojo y


blanco, más corto que el turbante. Se suele fijar con un cordón y se pliega de for-
ma triangular. Lo llevan los palestinos casi como símbolo nacional, y también los
beduinos y algunos jefes tribales árabes. Fue popula-
rizado de modo especial por el rais o jefe Yasir Ara-
fat, que lo convirtió en una seña de identidad de la
OLP (Organización para la Liberación de Palestina)
junto al kalashnikov, el arma de los fedayin, guerri-
lleros o patriotas palestinos, como también lo fueron
las piedras de los niños palestinos contra los tanques
en la Intifada o alzamiento popular.

290
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

kéfir / kefyr… Bebida a base de leche fermentada muy popular en los pueblos
CAUCÁSICOS y a la que atribuyen su extraordinaria longevidad. La palabra vendría
del turco keif, «bienestar» (> KAYF) y, bajo el nombre de ayran, fue y es la gran be-
bida de los MONGOLES.

Kel Essouf. Cabila de demonios, o DUENDES del desierto, especialmente en el


transitado por los TUAREGS. La cabila demoníaca se suele manifestar levantando
torbellinos de arena.

kerigma. Palabra griega que significa «proclamación». O «buena nueva» en el


mito cristiano de un Dios encarnado, vivido, muerto, resucitado y ascendido a los
cielos. «La irrupción de lo Divino en la historia rompe el ciclo del ETERNO RETOR-
NO y despliega el tiempo en una dimensión lineal, confiriendo a la escatología ju-
deocristiana algo absolutamente incomparable…» [Cardini, 1984]. El kerigma,
que se emplea también como sinónimo de «anuncio de Jesucristo», trata de ser
una predicación sincera y espontánea frente a un texto escrito y, por tanto, más
elaborado. Eso no quiere decir en principio que el kerigma carezca de virtudes, so-
bre todo la de ser una verdad directa. La predicación de Cristo a los apóstoles era
puro kerigma, así como la de san Pedro, pues no había ahí adulteraciones rebusca-
das. Por eso el kerigma, como presentación de ideas evangélicas, se ha vuelto a po-
ner de moda por parte de nuevos movimientos cristianos, como los nucleados en
torno a la Virgen de Guadalupe en México o el Camino Neocatecumental. Los neo -
catecumenales buscan el kerigma mediante catequesis y demás, basando su idea en
«palabra, liturgia, caridad». Hasta ahí no parece sino lo habitual, pero también
usan preguntas evangélicas que recuerdan a los koan del ZEN. Una vez, Nicodemo
preguntó a Jesús: «¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo si ya es viejo? ¿Acaso
puede estar por segunda vez en el seno de su madre y nacer?» (Juan 3,4). «¿Cómo
se puede aplaudir con una sola mano?». Eso dijo el discípulo a su maestro de zen
que le animaba a hacerlo. Y el discípulo al fin lo consiguió. Un día supo oír el soni-
do sin que hubiera sonido [Hu, 1992]. Se había iluminado.

kerrigan / korrigan / poulpiket / kormandon / ozégan… DUEN-


DE o gnomo que vive o vivía en el bosque de Camors (Bretaña francesa) y en otras
zonas, como la Armorique y Finisterre, donde se abría el mítico Occismor, o «mar
occidental». Los kerrigan tienen un sombrero de terciopelo, pequeña talla y carác-
ter gentil si se les trata bien. Si no, se comportan muy vengativamente. Célebres
por sus habilidades en la alquimia y la herrería.

kevala. Puro, entero, en sánscrito. Para los JAINÍES es el estado de unión con el
cosmos, una especie de NIRVANA que se alcanza tras quemar todo el KARMA.

kha > KA
khamba / kambae. La gente del país de Kham. Tribu nómada del Tíbet y de
la provincia china de Sichuán. Su población se estima en unos 800.000. Se les tuvo

291
LUIS PANCORBO

históricamente por bandidos y cuatreros, aunque muchos hombres khamba se dis-


tinguen por su noble porte —a menudo miden 1,80 metros, y son fornidos y bien
parecidos—, con sus grandes pendientes y casi siempre con grandes botas y ropa-
jes al viento. En el Tíbet, los khamba opusieron una gran resistencia a la invasión
de los chinos y fue notable su participación en los levantamientos de 1956 y 1959-
1961, que acabaron en baños de sangre.

khan / kan / jhan / jan / can… Rey de los MONGOLES y también de los
TÁRTAROS. Se le conocía asimismo como Gran Khan (como al Gran Tamerlán de
SAMARCANDA). Colón buscaba afanosamente «las tierras del Gran Can» en 1492 y,
al principio, creyó encontrarlas en las Indias que descubrió. «Kubla Khan» se titu-
la un famoso poema que Samuel Coleridge escribió en 1797 o 1798, seguramente
bajo los efectos del láudano, pero que tuvo la virtud de marcar a fuego, en la ima-
ginación de sus lectores, el nombre de una tierra tan imposible y maravillosa como
XANADÚ, donde fluye el río santo Alph «por cavernas inmedibles al hombre» y
donde se bebe «la leche del Paraíso».

khat > QAT


khata. Pañuelos tibetanos de seda blanca. En los templos, son prueba de bendi-
ción. Dignos de ser llevados por hombres puros y dioses compasivos.

khazars / khazaria. Judíos de Turquía, originarios del Asia Central, que se


convirtieron en masa al JUDAÍSMO en el siglo VIII. Formaron parte del imperio occi-
dental turco, gobernado por los kök turks, «turcos azul celeste», hasta que consi-
guieron su independencia en el siglo VII, extendiéndose por zonas del Cáucaso,
Ucrania y Crimea, hasta llegar al oeste de Kazajastán y noroeste de Uzbekistán. Tu-
vieron varias capitales en el CÁUCASO, Balanjar, Samandar o Itil, ésta última ya a
orillas del Volga. Fundaron la ciudad ucraniana que luego sería conocida como
Kiev. Los Rothchilds son judíos de estirpe khazar.

Khodai. Dios, o Alá, para los KALASH, en especial los llamados kalash «negros»
(los hay también «rojos») que siguen con sus creencias animistas sin haberse con-
vertido al islamismo en el KAFIRISTÁN pakistaní.

khoikhoi. Literalmente significa «hombres hombres», y se aplicaba a los nati-


vos del África Austral. El vocablo khoisan («los hombres de los hombres») es más
apropiado para agrupar pueblos HOTENTOTES (khoi) y bosquimanos (> SAN).

Khumba Mela / Khumb Mela. En sánscrito, khumba es «vasija» y mela,


«fiesta». La fiesta máxima del hinduismo, al menos desde el punto de vista de la
participación, que celebra el recipiente que contuvo amrita (ambrosía) y que los
dioses derramaron para que empezara el mundo en los sitios adecuados. La Maha
(o «grande») Khumba Mela se celebra cada doce años. En el año 2001 fue en Alla-
habad, donde confluyen los tres grandes ríos, el GANGES, el Yamuna y el invisible

292
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Saraswati, porque ya se cegó hace mucho tiempo. En 2001 hubo una concentra-
ción de casi 30 millones de peregrinos. También se celebran pequeñas Khumba
Mela cada cuatro años en los cuatro lugares de la India donde cayeron gotas del
néctar de la inmortalidad. Los NAGA shadus, o santones vestidos de aire, y secun-
dariamente de cenizas, son los primeros en entrar en el Ganges en el momento ra-
diante de la astrología hinduista: cuando se decreta que cae en ese instante la gota
de néctar desde los cielos.

Khyber / Khyber Pass. El paso del sur de Afganistán que constituye la lla-
ve continental de la India, o el gran desfiladero desde el Hindu Kush hasta el valle
del río Indo. Fue donde se estrellaron en buena medida los sueños de Alejandro
Magno: miles de sus hombres murieron allí por congelación. El segundo paso en
importancia es el de Bolan, usado por las tropas británicas de la India en 1839 en
su camino hacia Kabul. Además de los rigores de la orografía, siempre ha habido
que contar en la altivez del Khyber las posibles escaramuzas y emboscadas de las
tribus de la región, especialmente de los belicosos PASHTÚN.

kif / quif / grifa. En Marruecos polvo de CÁÑAMO indio para fumar en largas y
estrechas pipas con una pequeña cazoleta de barro. Keyf o kaif sería «estado de
embriaguez del alma inducido por el consumo de hachís/marihuana» [Berling,
2005]. Valle Inclán, en su único libro de poesía, La pipa de kif (1919), aunó poe-
mas fuertes para la época, como «Garrote vil», y elogios modernistas a lo extremo,
todo como en un humo de droga: «El patíbulo destaca / trágico, nocturno y gris; /
la ronda de la petaca / sigue a la ronda de anís».

kimbanguistas. Fieles de una iglesia congoleña de tipo sincrético entre lo


cristiano y lo ancestral, fundada por Simon Kimbangu (1887-1951) como reac-
ción contra los colonizadores y reivindicación de los valores africanos. Los kim-
banguistas no fuman, no beben y no comen carne de CERDO, ni mucho menos de
mono. Comulgan con HIDROMIEL y son monógamos. Ya suman en torno a siete
millones de fieles en todo el mundo. Aparte de un millón en América y Europa
(en París hay una gran colonia congoleña), se calcula que haya unos seis millones
sólo en la República Democrática del Congo (casi el 10 por ciento de la pobla-
ción). Los nombres oficiales de esta iglesia son Kimbanga e Iglesia de Jesucristo
en la Tierra, una de las más potentes de las llamadas «iglesias independientes
africanas». Su fundador, Kimbangu, hizo muchos milagros en su pueblo natal
Nkanda, entre ellos resucitar a una muerta. Al final, las autoridades coloniales
belgas lo apresaron y encarcelaron en Lumumbashi, donde murió el 12 de octu-
bre de 1951.

kine / da kine. Jerga, o pidgin, del actual Hawai. Significaría «cualquier cosa
que hablas en el momento». No importa usar la primera palabra que viene en
mente, ya proceda del californiano surfista, del japonés o del hawaiano. Da kine
puede ser desde sexo a marihuana, o the best («lo mejor»); braddah es «hermano»;
lolo, «idiota»; maki, «muerto»; ono, «sabroso»…

293
LUIS PANCORBO

kinis / kumis / kummis… Bebida a base de leche de burra o de camella, típi-


ca de Asia Central, en especial de los kirguises. De estos nómadas se dijo: «La tristeza
les es desconocida. Incluso de nombre. Se nutren únicamente de carne y leche; en fin,
la RAZA mongola es a sus ojos el tipo acabado de la belleza humana» [Vambery, 1989].

kipah / kippa / kipá / koppel / yarmulke / yamulka… Solideo de


los judíos. Es de color negro a diferencia del solideo blanco del Papa, del morado
de los cardenales y del rojo de los obispos católicos. En el Kiddushin talmúdico se
define el solideo: «Dios por encima de nosotros». Representa un signo de respeto
para los judíos al entrar en sus templos o en sus ceremonias, o al visitar el Muro de
las Lamentaciones de Jerusalén. Su uso arrancaría de los tiempos de Moisés. En el
mes de diciembre de 2003, en Francia se prohibió el uso de la kipah en las escuelas
públicas, así como del VELO (> HIYAB) y el crucifijo.

kismet. Para los musulmanes, destino, hado, en el sentido del fatum latino. Hay
una «noche del destino», o Shab-e-Baraat, en el octavo mes musulmán de Sha-
baan, cuando los fieles, especialmente musulmanes del subcontinente indio, espe-
ran la gracia de Alá y la remisión de sus pecados. Todo lo cual recuerda la noche
mágica del ISLAM, LAILAT AL KADER.

kispum. Ritos fúnebres en la antigua Siria (hace tres mil quinientos años) que
incluían un banquete —ágape— en el que los vivos simulaban comer con los
muertos. El arqueólogo Peter Pfälzner, que ha encontrado en Mishrifa la tumba
del rey Idanda de Qatna, considera que el ágape en cuestión era a base de leche,
cerveza, carne de vaca y cordero, cereales, sal y mantequilla, y todo porque se creía
que los espíritus de los antepasados acudirían a sentarse con los vivos. Nada de eso
impidió la destrucción de Qatna por parte de los hititas, hurritas y egipcios [Lan-
ge, 2005]. El kispum o ágape también se refleja en la Biblia (Samuel 20,18). Y no
era muy distinto a los banquetes funerarios que aún hacen TORAYAS de las Islas Cé-
lebes o MERINA de Madagascar.

kivas / kiwas. Templos de los indios PUEBLO. Son construcciones de forma es-
férica sin puertas ni ventanas y con acceso por el techo mediante una escalera de
madera que se puede quitar haciendo inexpugnable el lugar. Aún hoy, las kivas es-
tán en funcionamiento entre los nambé y otros indios pueblo de Nuevo México.
Ahí dentro, donde nadie extraño tiene acceso, se transmite el viejo conocimiento y
se produce la transmisión cultural de tribus que viven en los montes de la Sangre
de Cristo o en Katsimo, «la Mesa Encantada», donde moraban los antepasados de
los acomas. David H. Lawrence se maravillaba de que los pueblos de adobe no se
hubiesen derrumbado como ocurrió con los mármoles griegos. La extrañeza de
Lawrence siempre se propaga por muchas vías en Nuevo México, el «estado en-
cantado» de la Unión. El consumo de piki, tortillas de maíz azul, convivía con la
primera bomba nuclear de la historia, la que explotó en 1945 en el desierto de Tri-
nity Site. Los pueblos vieron palidecer el sol en pleno día, aunque hoy muchos tra-
bajen en Los Álamos, el laboratorio donde se desarrolló la bomba atómica, o en el

294
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

laboratorio de Sandia, especializado en fusión nuclear. O en White Sands, la base


de misiles donde se probaban ingenios de la guerra de las galaxias. Por lo menos
los indios laguna, siempre del grupo pueblo, que viven entre Alburquerque y Ga-
llup, se hicieron ricos con los depósitos de uranio de su pueblo.

kizil / kyzil. Nombre de una de las muchas tribus turcomanas extendidas por
Irán, Turquía, Kurdistán, Afganistán (con al menos 400.000 turcomanos) y, por su-
puesto, TURKMENISTÁN. Los kizil («rojo» en turco), sobre una capa religiosa chiita
(> CHIISMO), no han perdido del todo un fondo de chamanismo (> CHAMÁN) an-
cestral. En el complejo mundo tribal turcomano, tan abigarrado como sus fuertes
alfombras de nudo, se encuentran los kizil bash («cabezas rojas») y los chub bash,
subtribu de los ersaris, a su vez próximos a los AZERÍES (en Azerbaiyán), además de
las clásicas divisiones tribales de los turcos en oghuz y seljuk y sus sutiles subdisi-
viones en un espacio geográfico abrumador: desde Turquía al Turquestán chino;
desde Kizil, capital de TUVA, república autónoma de Rusia en el sur de Siberia, a la
huella turcomana en Kizil-Orda, localidad de Kazajstán, al borde del desierto Kizil
Kum («Arenas Rojas»), una blanda frontera con el norte de Uzbekistán…

kogapakori. Nombre equivalente a «asesinos» que se da a unos INDIOS empa-


rentados con los machiguengas del departamento Madre de Dios (Amazonia perua-
na). Los misioneros estadounidenses del Summer Institute of Linguistics («Instituto
Lingüístico de Verano») prefieren denominarlos nanti, que quiere decir «yo soy» en
su idioma. Su número es de pocas decenas y se mueven por las cabeceras de varios
ríos, como el Piedras, el Cumerjali y otros de la cuenca del Madre de Dios.

kogi / kágawas. Etnia de la Sierra Nevada de Colombia descendiente de los tai-


rona. Son en torno a 10.000, a los que habría que sumar otros 35.000 de los pueblos
wiwa, kankuamo y arahuaco, con los que tienen muchos puntos en común. En su
idioma, los kogi se llaman a sí mismos kágawas, «jaguares», y se caracterizan por un
extremo dualismo en su visión del mundo. Son quienes mastican la hoja de COCA
(jayo) más al norte de Sudamérica, al borde casi del Caribe. Usan el poporo o calaba-
cita de cal para acompañar la mascada de jayo, y ahí otra vez funciona su dualismo
masculino-femenino, el palo y la calabaza, el día y la noche… La hoja de coca es
esencial para hablar con «los Antiguos», es decir, los taironas, los que vivían en el
mar entre Santa Marta y Cartagena, y tenían una civilización capaz de forjar bellos
objetos en oro de tumbaga. Los kogi respetan aún la ley de un personaje fundamen-
tal en su cultura como Hába-se («Madre-pene»), y también a sus hechiceros o MA-
MAS. Tuberculosis, neumonía y gripe acaban poco a poco con los jaguares, y sobre
todo el chirrinche, aguardiente de caña que, añadido a la caquexia que produce la
mascada incesante de coca, y a su exacerbado sentimiento de culpa, no ayuda cierta-
mente a su LIBIDO y a su reproducción. En el cañón del Buritaca, sus ancestros, los
taironas, edificaron una de las maravillas de Sudamérica, la Ciudad Perdida.

kola > COLA

295
LUIS PANCORBO

Kollasuyo / Kollasuyu / Collasuyo… Antiguo territorio del Incario que


hoy ocupa Bolivia y que da pie a los indios AIMARA para reivindicar la emancipación
de la República de Kollasuyo, uno de los cuatro «Costados del Incario» (TIWANTIN-
SUYO). Los movimientos indígenas aimaras han liderado grandes movilizaciones y
protestas en el país, sobre todo para impedir que el gobierno de La Paz exportara
en 2003 gas natural a Estados Unidos a través de un puerto chileno, grave afrenta
desde que Bolivia perdió su salida al mar en la guerra contra Chile de 1879.

komo. Fase de la iniciación de los bambara de Malí después de superar el esta-


dio de n´domo. La fase de komo («pescar en la charca») puede durar siete años, en
los que los bambara aprenden, entre otras cosas, los 266 signos significativos de la
creación y el conocimiento (la cifra simboliza el número de días que pasan en el
seno materno antes de nacer). Los dos patrones del komo son la hiena (conoci-
miento nocturno) y el buitre (conocimiento diurno). El komo es «el guardián de
las creencias, de las costumbres, de las sanciones (posee venenos y un estilete ri-
tual), de la entrada en la sociedad tradicional de los bambara» [Defour, 1982]. El
bosque sagrado del komo, «el bosque de la blancura», se sitúa al oeste de los po-
blados y tiene un claro con una elevación del terreno (el pubis del komo), donde
se pone un altar fálico y una jarra de agua.

koreichitas / qurays / quraysíes / quraychíes... Árabes, tenidos por los


más puros, de la tribu de la que descendía Mahoma. Controlaban comercios en la ciu-
dad de La MECA y en el propio santuario de la KAABA. Su cercanía al poder religioso y
político, sumado a su puro linaje de La Meca, llevó a los koreichitas a una especie de
fundamentalismo premonitor, en el sentido de que «una fe determinada debe soste-
nerse firmemente en su forma completa y literal, sin concesiones, matizaciones, rein-
terpretaciones ni reducciones» [Gellner, 1994]. En muchos casos, fueron koreichitas
los más celosos misioneros del ISLAM, como Kanin Ben Abbas o Chah Zinda, quien lo
introdujo en SAMARCANDA [Vambery, 1989]. Hasta Mahoma tuvo que afrontar duran-
te tres años la resistencia de sus paisanos hasta que aceptaron su predicación.

koriakos / koriaks / koryak… Pueblo de la península de KAMCHATKA,


con un número estimado de 7.000 personas, que tradicionalmente ha vivido de
criar renos y de la caza (desde ballenas a armiños y glotones) y la pesca
(salmones). En su cosmovisión, atacada du-
rante la época soviética, el mal —siempre
acuciante en el mundo— es debido a
una legión de KALAU y nin’vits, o espí-
ritus malignos del inframundo, pero
el CHAMÁN puede viajar a ese país da-
ñino y controlarlo. Los antepasados,
que antiguamente se representaban
mediante tallas de madera —algo más
pequeñas que los muñecos fúnebres o
tau tau de los TORAYAS indonesios—, re-

296
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ciben aún una especial veneración. El oso era su gran deidad, y a veces los koria-
kos empalaban sus propios perros en un ritual de sacrificio en honor del plantígra-
do divino. Hoy, los koriakos disponen de una Región Autónoma, dentro de la pe-
nínsula siberiana de Kamchatka, con capital en Polana. Y se mueven en los
parámetros de una lucha por la vida capitalista tras el colapso comunista.

kosher. Alimentos que cumplen los mandatos y restricciones del JUDAÍSMO (>
JARAM). Está prohibido el CERDO, por supuesto, pero también es inmundo el maris-
co, y ABOMINABLES las serpientes. Tampoco se puede hincar el diente a las liebres
ni a los gatos (aparte de no dar uno por otro). O mezclar leche y carne, o dejarse
tentar por el camello… Pero «todo animal de casco partido y pezuña hendida y
que rumie lo comeréis» (Levítico 11,3). Los rumiantes digieren muy bien la celulo-
sa, comen rastrojos, matorrales, además de hierba y paja, de forma que no compi-
ten por el alimento con los humanos, ni sus carnes son proclives a generar triqui-
nosis, así que como «el ganado porcino es omnívoro, pero no rumiante» fue
declarado objeto de la ira de YAHVÉ [Harris,1989].

kota. Tienda típica de los lapones o SAMI. Parecida a los tipis (tepee) de los IN-
DIOS de Norteamérica.

koteka. Estuche fálico de diversas tribus (DANI, yali, lani...) del valle del Baliem
de IRIAN JAYA (Nueva Guinea). Se recaba de una larga cucurbitácea parecida a un
calabacín. (> OKBUM.)

kowtow. Del chino mandarín kou («golpear») y tou («cabeza»). Deferencia y


saludo servil en el que la persona se arrodilla y toca la cabeza con el suelo en signo
de sumisión o de adoración. Antes era muy usual en China. (> BEIA.)

koyemshi. Payasos en las ceremonias de los indios HOPI de los Estados Unidos.
Hacen el papel de HERMAFRODITAS e impotentes. Otras veces simulan ser los mari-
dos de las KATCHINAS, muñecas rituales de la tribu que con el tiempo se asociaron a
seres benevolentes, aunque en el pasado tuvieron características CANÍBALES y man-
tenían vínculos estrechos con las mujeres del CLAN del padre [Lévi-Strauss, 1984].
Los clowns hopi representan así a la casta o linaje materno y, por otra parte, a los
que van a ser comidos, a diferencia de otro tipo de koyemshi, el de la tribu iatmul,
que procede de la casta paterna. Lévi-Strauss [1984] sintetiza eso en «una conmuta-
ción de (caníbales//clowns+dioses) en (clowns//dioses+caníbales)». Hombres en-
carnando en los rituales el doble papel de mujeres y payasos se dan en otras tribus
(por ejemplo, entre los huicholes de México) y son el contrapunto que desdramati-
za la busca e ingesta de un dios tan ambiguo como el PEYOTE.

kra. Espíritu vital para los akan de Ghana. La fuerza vital del kra procedía de la
Luna y era una emanación de Nyame, la diosa-luna. Ese poder originaba una OBO-
SOM, una virgen que participaba de la reverencia debida a la Luna bajo la advoca-
ción de un TÓTEM como el antílope, el leopardo, el murciélago… [Graves, 1984].

297
LUIS PANCORBO

kraal. Poblado o recinto fortificado, generalmente en África austral. La palabra


kraal, usada por los ZULÚES con el sentido de «recinto circular y sagrado para el
ganado», puede proceder del español y portugués «corral», y hasta de «grial»,
«…del provenzal graille, que significa “gran contenedor”» [Van der Post, 1988].
Richard Burton, en su viaje de 1857 a las fuentes del Nilo, describió los kraals (o
khambis) de la región de Bagamoyo: «…varias cabañas circulares y largos soporta-
les… un ancho cercado de espinos… cuidadosamente cerrado al acercarse la no-
che» [Burton, 1995]. La palabra kraal es de uso habitual en Sudáfrica y en Nami-
bia (los poblados HIMBA también se conocen como kraal).

krack. Castillo o fortaleza de los cruzados. El krack des Chevaliers, en Siria, es


uno de los más enteros pese a los ataques árabes y turcos. Se tardó en construir
treinta años y simboliza lo que fueron las Siete Cruzadas, los siete intentos de la
cristiandad por apoderarse de los Lugares Santos.

Kraken. Mítico calamar gigante (Archieuthis) que alimenta las fantasías, ya que
no las mesas, de sus obstinados buscadores. El caso es que un cefalópodo vivo de
ocho metros de longitud fue fotografiado por primera vez en Ogawasara (Japón) a
casi un millar de metros de profundidad. No sólo: el 30 de septiembre de 2004 se
conseguía atrapar con un anzuelo un tentáculo de ese kraken de 5,5 metros de largo.

Kravara. Zona del Peloponeso (Grecia) donde los mendigos, de una etnia aisla-
da, usan un lenguaje, con parecido al boliaric, descrito como secreto por algunos
viajeros [Fermor, 1966].

kudlivum. CIELO o paraíso de ultratumba para los inuit (> ESQUIMALES).

298
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

kufiya > KEFIA


kukukuku / angu. Uno de los pueblos más belicosos y hasta CANÍBALES de
Papúa-Nueva Guinea, entre la ciudad de Morote y el golfo de Papúa. En los años
treinta del siglo XX, de seminómadas pasaron a sedentarizarse y a cultivar ñames y
criar cerdos. Tuvieron una idea de pertenecer a un país, Papúa-Nueva Guinea,
cuando pensaron que, dado que las carreteras eran del gobierno, también eran el
lugar más seguro para depositar sus objetos valiosos [Mackellar, 1999].

kula. El sistema de intercambio de las islas TROBRIAND, que ha dejado una especie
de estela luminosa en la imaginación de los lectores de ANTROPOLOGÍA. Es mérito
de quien lo estudió en primer lugar, Bronislaw Malinowski, responsable de una
imagen que «se mantendrá imborrable a todos los efectos» [Geertz, 1989]. El kula
consistía básicamente en entregar un regalo ceremonial y esperar un contrarregalo
que se podría conceptuar como «equivalente», pero ahí está el detalle, en medio de
eso cabía una cantidad imprecisada de años, expectativas, acciones minuciosas, re-
colecciones, alianzas, CONJUROS, construcción de canoas (masawa) para los grandes
viajes del retorno de los regalos… Casi todo giraba en torno a dos productos cru-
ciales, brazaletes de conchas (mwali) y collares de conchas (soulava), lo que ponía
en marcha un anillo fabuloso de reciprocidad y matices que se ha asociado a veces
al dispendio del POTLATCH de los INDIOS de Canadá, sin que ambos hechos coinci-
dan en esencia. «Una forma ceremonial de intercambio conocida como la kula se
halla rodeada por un importante ritual mágico» [Malinowski, 1982]. A principios
del siglo XX, cuando el antropólogo de Los argonautas del Pacífico Occidental rea-
lizaba sus pesquisas, se sentía preocupado por el porvenir profesional: «La ETNO-
LOGÍA tiene las horas contadas». No acertó en eso, por supuesto, y sí en que
«…existe un tipo especial de relatos, considerados sagrados, que están incorpora-
dos al ritual, la moral y la organización social y que forman parte integrante y activa
de la cultura primitiva» [Malinowski, 1982].

kumara / kumar. Batata, tubérculo que ha dado que hablar casi tanto como
la manzana de Eva. A la batata se la llama kumar en Perú y kumara en Polinesia
[Buck, 1938]. A partir de esa similitud, algunos han argumentado la difícil teoría
de una emigración de gente americana hacia las islas polinesias (en la estela de la
hipótesis de Thor Heyerdhal sobre la población americana en la Polinesia con via-
jes al oeste en barcos de TOTORA). Lo cierto es que un cierto DIFUSIONISMO sí se
dio con algunos elementos importantes. Vegetales domesticados transitaron por el
Pacífico en ambas direcciones y antes de Colón, por ejemplo de oeste a este vinie-
ron la judía, el plátano, el coco, el algodón diploide, la cerveza de chicha «y la cos-
tumbre de comer perros»… De este a oeste, la batata (kumara), el amaranto y el
algodón tetraploide… [Sauer, 1952]. Al parecer, el algodón malayo y el maíz eran
conocidos en ambas orillas del Pacífico [Campbell, 1998].

Kundalini. Deidad, serpiente, saber, cuanto se enrolla en la base de la espina


dorsal según el cabalista Scholem en su diálogo con Gustav Meyrink [Eliade,

299
LUIS PANCORBO

1995]. También es un tipo de YOGA popularizado en Occidente por el sij Yogi


Bhajan, y con más de un millón de practicantes en todo el mundo: trata de conse-
guir una vida feliz sana y saludable a través de la meditación y los ejercicios respi-
ratorios según los métodos de las 3H (> SIJ). En el hinduismo, Kundalini equivale
a la serpiente cósmica en el sentido del toque o punto de iluminación cósmica, o
de consciencia cósmica, que puede alcanzar la persona. En el tantrismo, Kundalini
es expresión de SHAKTI, la energía femenina y, al tiempo, cósmica.

kuraltai / kuriltay / khuraltai. Asamblea de los MONGOLES. Fue célebre


la que tuvo lugar en 1206 en el Lago Azul (norte de Mongolia) donde fue elegido
Temujin y nombrado Genghis Khan, «Emperador Oceánico» o «Líder Universal»,
amén de jefe y unificador de las hordas mongolas.

kurdos / curdos. Pueblo del Asia Central repartido entre Turquía, Siria, Irak
e Irán. Pueden ser en torno a seis millones de personas de religión mayoritaria-
mente musulmana sunita. Su país ideal es Kurdistán, pero carecen de Estado pro-
pio, con el consiguiente problema de éxodo, desarraigo y, a menudo, persecución.
En 1920, nada más acabar la Primera Guerra Mundial, se les prometió autonomía,
pero tras el Tratado de Lausana (1923) tuvieron que abandonar sus esperanzas. El
régimen de Sadam Hussein sofocó con bombas y gases letales las protestas de los
kurdos iraquíes, unos cinco millones. El número de muertos no bajó de los
200.000, a lo que hay que añadir los daños por desnutrición y falta de medicinas
impuesta por el embargo a Irak. A partir de 2003, los kurdos empezaron a recupe-
rarse y a contar con aeropuertos operativos en Irbil y Suleimaniya, aparte de lo que
se ha popularizado en la zona la televisión por satélite e Internet. Con todo, la re-
gión autónoma de los kurdos de Irak es más bien un par de fragmentos: el del nor-
te, bajo el PDK de Masud Barzani, con capital en Irbil; y un territorio al sur del
paralelo 36º, con capital en Suleimanya, bajo control del UPK de Yalal Talabani.
Ambas facciones kurdas se nutren de combatientes llamados pershmergas que, se-
gún los más antiguos CLICHÉS, son guerreros irreductibles.

kurits > BAL BAL


kuru. Temblor, estremecimiento, también llamado kuru-kuru o «enfermedad de
la risa». Se dio en los años cincuenta entre la tribu FORE de Papúa-Nueva Guinea,
que vive en el valle de Okapa. El doctor Carleton Gajdusek fue uno de los pione-
ros en hacer un estudio epidemiológico del kuru y consiguió el premio Nobel de
Medicina en 1976. Sus conclusiones eran que el kuru se contagiaba por manipular
cerebros humanos durante ceremonias caníbales. Afectaba especialmente a muje-
res y niñas, dado que eran familiares directas de los muertos de quienes consumían
el cerebro. Un slow virus, o «virus lento», causaba encefalopatía espongiforme, pa-
recida a la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob o de las vacas locas.

kut. En Corea, ceremonia chamánica para invocar los espíritus de los antepasa-
dos. Implica la intervención de un MUDANG (> CHAMÁN), música de tambores y

300
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ofrendas de vino y pasteles de arroz. También se celebran ritos de kut para propi-
ciar la primavera y, a veces, al DRAGÓN de la lluvia.

Kutha. El dios cuervo para los EVEN de KAMCHATKA. Es el patrón, antepasado


progenitor y dios, que socorre a la gente en tiempos difíciles. El cuervo, no en
vano, personifica la sabiduría, el optimismo, la longevidad, con una gran carga de
astucia y saber hacer en la vida cotidiana. Es aún tan esencial en las creencias po-
pulares de los even como los peleken, semidioses lares que guardan las casas y la
prole de los espíritus malignos.

kwakiutl. Pueblo de la costa noroeste de Canadá famoso por su extraño senti-


do de la opulencia, pues eran capaces de destruir en horas bienes que les costaba
acumular meses de trabajo y privaciones. Desde luego, no faltaban salmones en sus
ríos y osos y bayas en sus bosques, aparte de la gran pesca marítima que efectua-
ban con provecho. Pero, de repente, se lo gastaban todo en una ceremonia, el PO-
TLATCH, que pasó a ser un gran caballo de batalla de la literatura antropológica.
Lévi-Strauss, entre otros grandes pioneros como BOAS, estudió varios aspectos de
esta etnia, de modo especial el mito de la ogresa KAWARA. Además, coleccionó al-
gunas de las máscaras gigantescas de los kwakiutl que hoy se pueden admirar en el
museo del Louvre, no todo ha de ser la Monna
Lisa. Una máscara de OGRO, con los ojos huecos
más que hundidos, representa a los dzonoqwa, se-
res poderosos y no tan ciegos, ya que son ellos los
que ciegan a los niños que raptan, pegándoles los
párpados con resina. Sólo se puede acabar con el
poder de esa máscara, sea macho o hembra, dispa-
rando una flecha a su pezón, el ojo del seno [Lévi-
Strauss, 1984].

301
L La muerte de rodillas mana
su sangre blanca que no es sangre.
César Vallejo, Trilce, XLI

lacandones. El nombre vendría de lacantún, que significa «monolito», aun-


que ellos mismos se llaman hach winik, «gente verdadera». «Cuando un lacandón
quiere decir: “yo soy un lacandón” emplea la expresión maya winken, literalmente
“hombre-yo”, es decir, “yo soy hombre”» [Soustelle, 1969]. Son INDIOS de la selva
de Chiapas (México) a los que se ha considerado con insistencia «los últimos MA-
YAS puros». Ha habido sobre esta etnia más monografías y estudios antropológicos
que miembros tiene (unos 350 había en los años ochenta). Los hombres lacando-
nes llevaban hasta hace pocos años una gran melena y una túnica blanca, pero se
van integrando en los patrones LADINOS. La explotación de las caobas dañó seria-
mente sus selvas primarias ya en los años cincuenta del siglo XX, aparte del progre-
sivo asentamiento en sus tierras de cultivadores de otras etnias, tzeltal y chol. El
viejo patriarca lacandón Chan K’in lo decía ya en 1977: «Sin la caoba, el bosque se
convierte en una jungla en la que sólo pueden vivir las serpientes. Sin nuestras tra-
diciones, los hach winik se convierten en unos borrachos embrutecidos y nada los
separa de los ladinos que queman y destruyen nuestra selva» [Perera y Bruce,
1983]. En 1932, todos los lacandones vivían una vida parecida a la de los mayas,
construían piraguas, cortaban la corteza del baltché para fermentar con maíz y ha-
cer su bebida ritual, modelaban con arcilla sus incensarios de COPAL y sacaban fi-
bras de la selva para hacer hamacas [Soustelle, 1969]. Hoy, por ejemplo en el po-
blado de Lacanjá Chan Sayab, antiguo caribal de chozas con techos de hojas, se
aprecia la ACULTURACIÓN de los lacandones debida en gran parte a los misioneros
adventistas.

lachesis. Una serpiente muy venenosa (Trigonocephalus lachesis) conocida en


la Amazonia brasileña como surukuku o surucucu. Se ha pretendido identificar la
lachesis con la Serpiente del PARAÍSO, incluso con el ÁNGEL CAÍDO condenado a
vagar arrastrándose por la tierra por seducir a Eva. El símil también podría hacer-
se con una gran mariposa de color marrón que hay en China y otras partes de

303
LUIS PANCORBO

Oriente llamada Acherontie lachesis. En pediatría, lachesis es una enfermedad


que afecta a los niños que se sienten abandonados, con angustias de diverso tipo.
Lachesis es también el nombre propio de una de las tres Moiras (Moirai) junto a
Clotho y Atropos, hijas de Zeus y Themis, y dueñas del destino de los hombres.
Según escribe Platón en La República, Lachesis es el pasado (mide el hilo del pa-
sado), Clotho, el presente, y Atropos, el futuro. Se suele representar a Lachesis
con un rollo, que se supone que está lleno de conocimiento, y con un globo terrá-
queo. Clotho tiene en sus manos el cordón con el que mide la vida de un hombre,
el destino. Y Atropos, las tijeras con las que corta ese cordón. Los romanos llama-
ron a las Moiras griegas Parcas («las que llevan niños»), tres eran tres, Nona, De-
cuma y Morta; y otras veces se referían a ellas como Fatae («las que han habla-
do»). Más allá del mundo grecolatino, las tres Moiras guardan parecido con las
Norns, semidiosas noruegas del destino, tres hermanas llamadas Urd («hado»),
Verdandi («necesidad») y Skuld («ser»), que viven en la raíz del árbol YGGDRASIL
y que lo riegan con agua y barro para que no se seque. No muy distinto de lo que
creían los AZTECAS del valle de México en tiempos de extremada sequía: «…debí-
an abrir los graneros del Estado al pueblo para salvarlo del hambre. De ahí las in-
vocaciones y sacrificios al poderoso dios de la lluvia, Tlaloc… y al sanguinario
XIPE Totec, al que se suplicaba “que se revistiera de su traje de oro” (la piel teñi-
da de amarillo de un hombre sacrificado) para hacer venir la lluvia» [Soustelle,
1969].

ladino / judezmo / djudezmo / judeo-español. La palabra vendría


de «latino» y denomina la lengua de los SEFARDÍES, especialmente los textos en he-
breo traducidos al castellano. El término relacionado de «judezmo» se usaba para
la lengua hablada por los judíos españoles cuyo soporte principal es el castellano
de antes de la expulsión de España en 1492. La diáspora de los sefardíes llevó el
ladino desde Marruecos y Portugal hasta Holanda, Dinamarca, Grecia, Turquía…
Algunos sefardíes llegaron como criptojudíos, y a veces como conversos, a la Amé-
rica portuguesa, a las Antillas. Algunos incluso emigraron a Nueva Amsterdam y se
instalaron en lo que luego sería Nueva York. Se estima que hoy hablan ladino entre
50.000 y 80.000 personas, aunque no hay un censo fiable. En Estambul se edita el
periódico en ladino Salom y en Israel la revista Aki Jerushalayim. Hay algunas emi-
siones en ladino de Radio Israel. Por otra parte, en lugares de América como Mé-
xico y Guatemala, se llama «ladinos» a los no indios y, a menudo, a los que explo-
tan a los indios. En torno al 53 por ciento de la población de Guatemala sería de
ladinos frente a un 43 por ciento de indios puros. Pero, a su vez, los ladinos guate-
maltecos podrían ser indios con algún grado de mestizaje, gentes mestizas que ocu-
pan posiciones de privilegio y dominio en relación con los nativos. El cuatro por
ciento restante sería en Guatemala de blancos y GARÍFUNAS o CARIBES negros.

laica. En el Perú, hada, generalmente bienhechora.


Lailat Al Kader / Lailah al-Qadr / laylat alqadir / ul-qadr…
«Noche del poder» o «del destino». Es la noche vigésimo séptima, y la más mági-

304
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ca, del ISLAM, en el mes de RAMADÁN. «Noche mejor que mil meses», cuando Ma-
homa obtuvo la revelación de Alá a través del arcángel Gabriel y cuando los fieles
mahometanos esperan que se les concedan todos los deseos. Confían en que esa
noche se abran los cielos. Guarda parecido con la noche del destino o KISMET y, en
cuanto a su característica de «noche santa», supone uno de los «blasones del Is-
lam», junto a la noche del plenilunio de la batalla de Badr, la que conmemora la
victoria de Mahoma sobre los paganos de La MECA.

lakota. Es el nombre genuino del idioma y la tribu de Norteamérica conocida


como sioux o siux. Los lakota, en torno a 153.360, viven en las Grandes Llanuras,
donde se ha reintroducido el bisonte. Los vocablos «dakota» y «nakota», con el sig-
nificado de «alianza de amigos», son también usados por miembros de las llamadas
«Siete Tribus de las Praderas», de Minesota, Montana, Nebraska y Dakota. Los
tramperos franceses fueron quienes acortaron el nombre de nadouesioux, «serpien-
tes traidoras», en sioux. Hasta 1978, cuando se promulgó el Tratado
para la Libertad Religiosa de los Indios Americanos, se prohibían a la
tribu lakota y otras las manifestaciones de culto. La bienpensante so-
ciedad norteamericana parecía resentirse aún por los ecos de la
Ghost Dance, o «Danza de los Espíritus», con la que los sioux la-
kota reafirmaron su espíritu de resistencia contra los blancos.
No en vano en lo militar contaron con figuras como Toro Senta-
do (Sitting Bull) o Caballo Loco (Crazy Horse), quienes en
1876 y 1877 inflingieron grandes derrotas a la caballería de los
Estados Unidos en Wounded Knee y, de modo especial, en
Little Big Horn, al ejército mandado por el general Custer. Un
actual jefe de los lakota oglala, como Alfred Red Cloud, bisnieto de Nube Roja, de-
mandó en 2004 al cabaré parisino Crazy Horse por uso impropio e irrespetuoso del
nombre. Y, en 1992, los sioux ganaron 150.000 dólares a la compañía Hornell Bre-
wing que comercializaba una bebida de malta «original de Crazy Horse». El águila
moteada lakota se asocia con WAKAN Tanka, «el Abuelo Sol», fundamental en su
cosmogonía. Sus plumas eran rayos solares. Para los sioux oglala, las costillas del
búfalo son 28, como el mes lunar, como los plumeros de guerra y los postes del tipi.
Como la tienda ceremonial del jefe Cuerno Hueco: «La tienda —que es en sí una
imagen del universo— tenía veintiocho postes, de los cuales el… soporte central es
semejante al Gran Espíritu, Wakan Tanka, el sustentador del universo, mientras que
todos los demás representan aspectos diferentes de la creación» [Campbell, 1998].

lamaísmo. Otro de los nombres que recibe el budismo tibetano y que deriva
de la importancia de los lamas o monjes de los monasterios. Había no menos de
3.000 lamas en Tíbet hasta la invasión china de 1950. La cabeza del lamaísmo es el
DALAI LAMA, y luego el Tashi Lama, ambos tenidos por reencarnaciones de anti-
guos budas o BODHISATTVAS. Tras la invasión china, muchos monjes, incluido el ac-
tual Dalai Lama, tomaron el camino del exilio. Otra de las jerarquías importantes
del lamaísmo, el PANCHEN LAMA, ha sufrido una doble REENCARNACIÓN que ha
originado una gran polémica, lo mismo que la doble reencarnación del KARMAPA.

305
LUIS PANCORBO

Los chinos de Beijing (Pekín) tienen sus candidatos y no coinciden con los de los
lamas desafectos a su régimen. Así brota la contradicción: dos seres para un cuer-
po de alguien que fue. Pero el lamaísmo no se asusta por eso: tiene mucho de mis-
terioso y mágico y absorbe las contrariedades de la vida, proyectándolas, como
todo, al profundo deseo de inexistencia, allá donde nada es evidente.

lamias. Seres mitológicos y maléficos, de sexo femenino, de la mitología greco-


latina, asociados generalmente a los ríos y al mar. Plutarco habló de la facultad de
las lamias para quitarse y ponerse los ojos a voluntad. Son personajes imaginarios
frecuentes en el País Vasco, como ninfas fluviales (lamiak, lamiñak, lami, lamiña-
ku), y por supuesto distintas a las SORGUIÑAK o BRUJAS [Caro Baroja, 1985]. La-
mias había asimismo en Galicia y Extremadura, y persona-
jes equivalentes eran las dones d’aigua de Cataluña, las
XANAS de Asturias, las ANJANAS de Cantabria... Otras veces:
GUAXAS, vampiros femeninos [Caro Baroja, 1981]. Las la-
mias africanas y las del Próximo Oriente, típicas de los des-
iertos y los cementerios, procederían de Lamia, reina míti-
ca de Libia que mataba a las embarazadas y se comía los
fetos. Después de todo, Torquemada decía que las lamias
eran mujeres con pies de caballo. Aun había más persona-
jes asociados a los terrores en las espesuras españolas: el BASAJAUN, señor del bos-
que en el País Vasco; el ojáncano, especie de cíclope en Cantabria, el bugosu
(«musgoso»), terror de los cazadores en Asturias. Y dragones como el vasco heren-
suge, el cántabro cuegle y el astur cuélebre.

lapidación. Uno de los castigos de la ley islámica, SHARÍA, aplicado a los reos
de adulterio. En eso no hay diferencia entre hombres y mujeres, aunque la adúltera
es la que suele recibir las pedradas y no así el adúltero. En Arabia Saudita y Pakis-
tán, la horca gana puntos respecto a la lapidación. Ésta requiere atar al reo en un
árbol, otras veces enterrarlo hasta el cuello si es hombre y hasta los codos si es mu-
jer. El juez y los concurrentes empiezan a tirar piedras de mediano tamaño para
que la ejecución dure, aunque finalmente se mate al reo. Fue asimismo una tradi-
ción judaica y de ahí viene lo de que «el que esté libre de pecado que tire la prime-
ra piedra». En abril de 2005 se registró una lapidación en Badajshán, provincia del
nordeste de Afganistán, fronteriza con Tayikistán y Cachemira, y a unos 800 kiló-
metros de Kabul. Es donde algunos situaron el escondite de Ben Laden. Lo único
seguro es que la adormidera campa por sus respetos. En Faizabad, la capital de
Badajshán, no hay más ley que la islámica y las mujeres llevan BURKA de color cielo.

lapis. En latín, «piedra». En la alquimia, Lapis philosophorum, o «piedra filoso-


fal», era la que transmutaba la materia (hacía oro, se creyó vulgarmente). Ha habi-
do otras piedras en la antigüedad no menos notables. La Lapis exilis, o «piedra de
la eterna juventud». La Petra genetrix, o «roca madre», que origina el perfecto an-
drógino (> HERMAFRODITAS). La Lapis Niger, la «losa negra» bajo el Foro romano
que servía para los ritos de fertilidad.

306
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

lapones > SAMI


latom. Penitencia practicada por los chiitas consistente en aporrearse el pecho
con las manos o puños. Es típica de los rituales de Ashura en honor de Hussein,
nieto de Mahoma. El 22 de abril de 2003, tras la guerra de Irak y el derrocamiento
de Sadam Hussein, los chiitas de ese país promovieron una multitudinaria proce-
sión con latom y efusión de sangre de sus propios cuerpos producida con cuchi-
llos, sables y látigos con cadenas. Fue en la ciudad santa de Karbala, y supuso una
especie de explosión popular de reniego contra Sadam Hussein, sunita y persegui-
dor del CHIISMO (seguido por alrededor del 65 por ciento de la población irakí).
En Karbala se encuentra el mausoleo de Hussein, primer mártir del chiismo, y de
su hijo Ali Ibn Abu Taleb, mientras que la ciudad de Nayaf, también santa, guarda
la tumba de Alí, primo de Mahoma.

lauburu. Signo con cuatro aspas giratorias que se encuentra en estelas funera-
rias y lápidas del País Vasco. El lauburu (literalmente, «cuatro cabe-
zas», del euskera lau, «cuatro», y buru, «cabeza») es parecido al
euskel orratza, la cruz gamada (ESVÁSTICA), que desde la India
viajó a muchos lugares de Europa (ya aparecía en los vasos beo-
cios). Muy originales fueron también las tumbas con monolitos
discoidales y las inscripciones en casas del País Vasco francés con Or-
hoit Hilcia («Acuérdate de la muerte») [Veyrin, 1942].

lavalava. Falda que llevan habitualmente los hombres en SAMOA Occidental. A


Stevenson le recordaba el belted plaid, piezas de hasta tres metros de lana pura de
los escoceses, algo que suplió en el siglo XIX al antiguo tartan kilt, o faldita con los
colores del CLAN. Samoanos y highlanders compartían la costumbre de dormir so-
bre sus propios vestidos, extendiéndolos, sin plegar, a veces bajo las estrellas. Los
birmanos también usan generalmente faldas (longyi) en su atuendo diario.

Leabhar Gabhala. «Libro de las Conquistas» o «Libro de las Invasiones».


Manuscrito escrito en lengua gaélica en el siglo XII por monjes irlandeses de Leins-
ter. Pese a su carácter mítico y fantasioso, contiene indicios sobre los albores pre-
históricos de las islas británicas. Después del DILUVIO Universal, llegaron a Eyre
(Erín) pueblos de origen siciliano guiados por Cesair, nieta de Noé, y gigantes, o
fomore, hasta la invasión de pueblos celtas o gaélicos. Uno de los más personajes
celtas más interesantes fue Breoghain (BREOGÁN).

Left Behind. «Los abandonados» o «los dejados atrás». Doctrina que emerge
de las enseñanzas de John Nelson Darby, un pastor irlandés con cierto arraigo en
los Estados Unidos, especialmente en Texas y otros lugares del sur. Se inscribe en
el «Dispensacionismo premilenarista», una vuelta de tuerca a la Biblia para que
coincida con las diversas situaciones históricas, o las haga encajar. Aunque el mun-
do puede cambiar, no así la inmutable palabra de Dios. Y en eso creen los Bush y
otros paisanos suyos de la pequeña localidad tejana de Midland, aunque lo esencial

307
LUIS PANCORBO

para ellos sea «el rapto» (the rapture), lo que experimentarán los elegidos. Según
la Carta de san Pablo a los Tesalónicos, está claro: «… y los muertos en Cristo re-
sucitarán primero. Luego, los que estemos vivos, los que hayamos quedado, sere-
mos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el
aire». Esa es la esencia del rapto, algo inminente para los FUNDAMENTALISTAS del
Left Behind y simpatizantes, porque se estima en 62 millones los ejemplares vendi-
dos en los Estados Unidos de la serie de volúmenes de Left Behind escritos por
Tim LaHaye y Jerry Jenkins. Dejados, alumbrados y otros «herejes» similares
(QUIETISTAS) no faltaron en la España del XVII, aunque con motivaciones teológicas
propias de aquel siglo.

leiótrico / lisótrico. Tipo de cabello liso usual en los pueblos mongólidos.


El cabello cimótrico es ondulado y característico de los európidos, Y el cabello
ulótrico es el crespo, ensortijado, de los négridos. Luego vienen los rizos de los
subtipos [Thomas-Doménech, 1973].

Leitkultur. Expresión acuñada por Friedrich Merz, líder parlamentario del


CDU (Partido Democristiano Alemán) en contraposición a Multikultur, propicia-
da por la antigua coalición de gobierno de socialistas y verdes. La Leitkultur o
«cultura dominante» es también la manera que tienen algunos alemanes de preo-
cuparse por el aumento de la inmigración (ocho millones de extranjeros) y por lo
que consideran falta de perspectiva nacional en su país tras el pasado nazi aún no
del todo digerido. Sin embargo, hay un orgullo en la historia y la cultura alemanas,
unas claves y formas especiales de vida, amén de la lengua, que llevan a ese anclaje
de la Leitkultur. Una reacción también que se apoya en la exageración anti-alema-
na de datos como que en Kreuzberg, barrio de Berlín, hay zonas donde ya no se
habla alemán, sino turco, y donde se imparte el ISLAM en la clase de religión.

Lemuria. No hay ATLÁNTIDA sin Lemuria, el continente fabuloso del Índico,


contrapeso ideal de la Atlántida en el Atlántico. En 1830, Philip Slater, zoólogo in-
glés, lanzó la idea del continente de Lemuria a partir de la existencia de los lemu-
res, prosimios de Madagascar que también se encontraban en el sudeste de Asia.
Tuvo que haber un puente de tierra, una isla, o un continente. A partir de ahí, las
hipótesis se dispararon. Lemuria se confunde con el imperio de Mu inventado por
el coronel inglés James Churchward en su libro The lost continent of Mu (1926),
situado en el Pacífico y habitado por millones de lemurianos poseedores hace vein-
ticinco mil años de una sorprendente civilización, tal como pudo descifrar el coro-
nel en unas piedras grabadas hasta que un maremoto con olas de 33 metros dio al
traste con todo.

Lengai / Ngai / Engai. Dios de los MASAI. Ol Doinyo Lengai, «la montaña
sagrada del dios Engai», es un volcán activo del norte de Tanzania con casi 3.000
metros de altitud. Una de sus mayores erupciones fue en 1967 y sus cenizas aún
son visibles recubriendo sus faldas como si fueran nieve gris. Otro tipo de lava se
ha convertido en pahoehoe, formaciones negras y rizadas, como las de los volcanes

308
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

hawaianos. El volcán se alza en medio de una gran sabana por donde pastorean los
masai, confinante con el lago Natron, lleno de soda y flamencos. Lengai motivó
múltiples leyendas, como si se tratara del Sinaí del África oriental. La historia pri-
mordial del dios Engai, el que mora en el volcán, es que, en principio, dio un palo
para cavar a los sonjo y a los kikuyu, pueblos de Kenia y Tanzania, y éstos se con-
virtieron en agricultores. Pero dio el ganado a los masai. Eran sus elegidos.

lenguas. Indios del CHACO paraguayo así llamados por los españoles a princi-
pios del siglo XVII, aunque el primer explorador en esa región fue en 1537 Juan de
Ayolas, proveniente del Plata. Seis años después, Álvar Núñez Cabeza de Vaca,
quien llegó a ser nombrado Adelantado del Río de la Plata, también hizo una in-
cursión en el Chaco desde Asunción. Los lenguas, al igual que sus vecinos tobas,
pilagás, chamacocos y AYOREOS, fueron una tribu seminómada y cazadora por el
bosque espinoso del Chaco. Los lenguas se movían según las estaciones en grupos
de un centenar de personas. Creían en la existencia de espíritus malignos, kilyikha-
mas, que se introducen en la persona durante el sueño, echan al alma y se apode-
ran del cuerpo. Los lenguas acostumbraban a perforarse las orejas y en el boquete
se ponían tacos de madera a veces de cuatro dedos de diámetro. Los MENONITAS
de origen alemán, asentados en el Chaco desde 1927, cuando fundaron la colonia
Menno, han considerado a los lenguas indios buenos y dóciles, frente a los ayoreos
o MOROS, belicosos e imprevisibles. Tenía su importancia captar a los indígenas del
Chaco porque era mucha la competencia de los religiosos de todo tipo y nacionali-
dad en esa región extrema, «el infierno verde», desde los menonitas a los salesia-
nos, desde la Sociedad Evangelizadora Británica, ya presente en la región en 1887,
hasta la llegada, en 1925, de los misioneros de la Hostia de María Inmaculada, que
se instalaron a orillas del Pilcomayo [Hein, 1990].

lenguas nativas. En el mundo existen unas 6.500 lenguas diferentes, pero se


pierden decenas todos los años. Hay lenguas habladas por una decena de hablan-
tes (10 wichitas, 21 natis en la isla melanesia de MALEKULA…). En países como Va-
nuatu o Papúa-Nueva Guinea, se hablan más lenguas proporcionalmente que en
ningún otro sitio del mundo. Concretamente en Papúa se habla el 15 por ciento de
las lenguas del mundo, teniendo el 0,015 de la población mundial. Mientras, en el
suroeste de una pequeña isla como Malekula hay casi un centenar de lenguas para
8.000 habitantes. Toda esta riqueza, auténtica biodiversidad, está en peligro. Hacia
el año 2050 se prevé que se habrá extinguido el 90 por ciento de las lenguas del
mundo y la mayoría corresponden a grupos INDÍGENAS. Liquidando lenguas se
cumple, por otro camino, lo que decía en 1870 el coronel Dodge de los Estados
Unidos: «Matar cada búfalo que podáis. Cada búfalo es un indio menos».

lepcha. Pueblo de Sikkim (Himalaya de la India). «Lepcha» es un término des-


pectivo usado por los nepalíes. A sí mismos, los lepcha —unos 50.000 en Sikkim y
Darjeeling— se llaman rongkup, «hijos de Rong». No está claro de dónde proce-
den, si del sur del Tíbet o de Assam, región en el recodo nororiental de la India, o
si vienen de Birmania... Tienen cierta similitud con los BHOTIA de tronco mongo-

309
LUIS PANCORBO

loide-tibetano y que también viven en Sikkim, pero la mayor diferencia es religio-


sa. Los lepcha son animistas que siguen su religión tradicional, el MUN. El budismo
fue introducido en Sikkim en 1641 por Lhab-Tsun-Chempo, «Gran Dios Reveren-
ciado», junto a otros dos lamas de la secta Nyingma-pa, «los sombreros rojos»,
pero no acabó con el sustrato animista.

leprechauns. DUENDES de la mitología celta. Se celebra su exis-


tencia sobre todo el día de san Patricio, al menos en los grandes al-
macenes de Nueva York y en pubs de medio mundo, donde se
puede ganar un gorro verde de leprechaun, pero no sin antes trase-
gar alguna pinta. Son semejantes a los GREEN MEN y a los KAKAMORAS,
seres con algo de duendes de Irlanda y de las islas SALOMÓN, res-
pectivamente.

Leteo. El gran río del olvido, el que fluía en la antigüedad por el Tártaro, uno de
los nombres del infierno clásico. Luis de Góngora, en un verso memorable de «Fá-
bula de Polifemo y Galatea» (1612), compara el cabello de Polifemo con el río Le-
teo: «Negro el cabello, imitador undoso / de las obscuras aguas del Leteo». Los in-
dios palikur del río Urucauá, en el estado brasileño de Amapá, hablaban de un
infierno lleno de «diablos de las montañas» (yumawali), que viven en un CIELO
particular (yanokolin). Eso queda en el monte Karupina, entre los ríos Urucauá y
Curipi, donde los diablos «toman forma de un ave semejante a la gaviota tukusma-
ká». No hay allí olvido: los CHAMANES palikur beben caxiri, tocan la maraca y la
flauta y son capaces de proporcionar abundancia «atrayendo peces y animales de
otras regiones» [Arnaud, 1977]. Los griegos dieron una gran importancia al olvi-
do, pero sin olvidar el recuerdo (> ANAMNESIS).

levirato. Matrimonio entre la viuda y el hermano del cónyuge fallecido. Es una


costumbre que afianza los lazos de filiación, al igual que el sororato, por el que un
hombre que enviuda debe casarse con la hermana de su difunta esposa. En pue-
blos musulmanes [Panyella, 1965], un hombre puede casarse llegado el caso con
su mujer y todas las hermanas de su esposa. Y en África un hijo puede heredar a la
muerte del padre todas sus esposas. Son casos de matrimonios preferenciales y
ejemplos de la amplia parcela de estudio antropológico que produce el PARENTES-
CO, o parentela, la residencia y la filiación. Existe una gran variedad de grupos (bi-
lateral, ambilineal, unilineal…) en función de su filiación cognaticia. Diversas son
las pautas de residencia después del matrimonio, y todo eso configura un vasto
campo de estudios que se pueden comprimir en diagramas, aunque a veces ni si-
quiera se paran en la frontera del incesto. La racionalización con la que los antro-
pólogos miraron estos temas, su especie de matemáticas antropológicas, siempre
tuvo que confrontarse con una parte entre aleatoria e inaferrable, como el concep-
to de EMIC, o interior de una cultura, sobre cómo se relacionan entre sí los miem-
bros de una cultura sin ojos extraños que valgan, incluso cómo piensan que se ori-
ginaron sus ancestros y su manera de pensar, a veces tan chocante como la antigua
causa de nulidad de un matrimonio en la India: si el padre no revelaba al novio los

310
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

defectos de su hija [Nicolaÿ, 1904]. Marvin Harris [1990] dio ejemplos muy espe-
ciales de generación de prole: los ESQUIMALES creyeron (ahora van a las clínicas
más modernas) que una mujer se queda embarazada cuando «un niño espíritu tre-
pa por las orejas de las botas de una mujer y es alimentado con semen». Lo cual re-
cuerda los estudios de Malinowski sobre los trobriandeses, que no daban ningún
papel generador al semen (si acaso ciertas lianas, sueños y supercherías causarían
la preñez). En las antípodas de eso está la creencia de ciertos TAMILES que cultivan
la POLIANDRIA y creen que el semen de varios hombres «…puede contribuir al des-
arrollo de un mismo feto» [Harris, 1990].

libación. Un ritual aparejado con la purificación. En Ghana la tribu ga y otros


pueblos costeros usan para ello botellas de ginebra holandesa, recuerdo de los trá-
ficos NEGREROS. El alcohol se derrama sobre la víctima propiciatoria (una gallina,
una cabra, una vaca…) y sobre el propio suelo, lo que recuerda la gota de alcohol
que se derrama en Brasil para propiciar a Exú, el mensajero de los orixás, el dios
caminante y que abre caminos. La libación a veces se confunde con la aspersión,
pero esta última no implica ingerir el elemento sagrado de que se trate: agua ben-
dita, chicha, pisco, cerveza de plátano (pombe)…

libeláticos. Ya en los comienzos del CRISTIANISMO había quienes propendían


a la comodidad y preferían comprar sus libelos o certificados de apostasía para
librarse de los castigos. No eran idólatras, ni infieles, sino personas con posibles,
muy asustadas por supuesto y que, ante la tesitura de ser perseguidos, lo que en
Roma podía equivaler a ser echado a los leones, preferían pagar el libelo de
apostasía, el cual era leído en público para que no cupiesen dudas. Otros apósta-
tas escogían vías más expeditivas, poniéndose a comer carnes impuras o carnes
de animales inmolados a los dioses, o quemando incienso a los ídolos y hacién-
doles sacrificios (eran llamados sacrificados o sacrifículos). San Cipriano, «lum-
brera de la cristiandad en el siglo tercero», según Mendénez Pelayo [1963], hizo
una especie de escalas de criminalidad. Los tipos peores eran quienes pedían a
los magistrados ser inscritos en su registro como miembros de la religión del im-
perio; luego había otros más excusables, que no hacían la apostasía directamen-
te, sino a través de sus amigos o de un pagano; otros se dejaban influir por sus
parientes y cedían… Los menos culpables eran quienes usaban esa vía apostática
y luego pedían perdón sometiéndose a la correspondiente penitencia. Herejes li-
beláticos y «pusilánimes» [Menéndez Pelayo, 1963], y compradores del libellum,
fueron los obispos Basilides de Astorga y Marcial de Mérida, durante la persecu-
ción de Decio.

libido. La ANTROPOLOGÍA de vez en cuando ha de mirarse bajo el ombligo, aun-


que no es frecuente, y a lo mejor encuentra la libido. Sigmund Freud fue el pione-
ro en hablar sobre el deseo, por no decir la energía de la pulsión sexual, abriendo
un campo prácticamente inexplorado en el hombre (y la mujer, y el anciano, y el
niño). La libido alcanzó tal volumen en el pensamiento de Freud, como máxima
explicación de todo, o casi, que él mismo fue corrigiendo con el tiempo esa exage-

311
LUIS PANCORBO

rada amplitud. Con todo, después de Freud ha quedado clara y descrita la libido
como la gran pulsión humana, junto al instinto de vida y al instinto de muerte. Se
intuyó siempre, y con Freud se supo, que el hombre de todo color, y cultura, tiene
deseos impulsivos y que los refrena [Poirier, 1987]. No es sólo por la Iglesia católi-
ca, o por la Guardia Civil, sino por el TABÚ, la prohibición social (el que dirán he-
cho ley) o la conciencia social (lo que se refleja en una Constitución y unas leyes
que se suponen buenas). Todo lo cual no quita los deseos de base del civilizado, ni
del PRIMITIVO, ni del negro ni del blanco, pero todos coinciden en aguantarse todo
lo que se pueda, porque el inconsciente es una bomba, y la inhibición, después de
todo, sirve para llegar al día de mañana.

licántropo. Hombre lobo mítico. Lobo torvisco en España. Lupo mannaro en


Italia. En Francia, loup garou tiene sentido ambiguo: loup es «lobo» y también
«antifaz» o «máscara». Ha recibido muchos nombres según los tiempos y países:
werewolf, lobishomen o lobisomen, galipote…, porque el mito se pierde en la anti-
güedad y en las raíces de muchas culturas. Los indios palikur de Amapá (Brasil)
creen en urukru, como llaman en su lengua a los lobisomens, pero más por un con-
tagio cultural. El lobo es un representante de lo CHTÓNICO o infernal. Era la mon-
tura de los brujos medievales en España y en Escandinavia devoraba hasta los as-
tros [Chevalier, 1982]. Desde Ovidio y Petronio a san
Agustín prestaron atención al mito de la licantropía, aun-
que fue la literatura la que se volcó en el tema. A finales del
siglo XIX, Stevenson reformuló la dualidad hombre-animal,
o mejor, la animalidad humana, con su novela magistral so-
bre el caso Jekyll-Hyde. Dumas lo trató en Le Meneur de
Loups («El conductor de lobos»), y a Rudyard Kipling le
atrajo en varias obras como en La marca del animal. Hay
una clara inspiración de la licantropía en Drácula (1897),
de Bram Stoker, aunque con la transfusión del subtema del
vampirismo. En el siglo XX, el cine también entró a saco en
todo ese mundo con obras a veces de calidad como Nosfe-
ratu, eine Symphonie des Grauens («Nosferatu, una Sinfonía del terror»,1922), fil-
me de Murnau sobre el vampirismo al hilo de Stoker, y otra película suya anterior,
Der Januskopf («La cabeza de Jano», 1920), basada en la célebre novela de Ste-
venson. Pero el lobo, o el vampiro siempre algo lupino, y de raigambre europea,
no acaba con la licantropía. En América aparece a menudo el coyote, o lobo de las
praderas, bajo forma humana: «…en muchos mitos, él es quien introduce la muer-
te, que no había sido pretendida por el Creador» [Cristiani, 1957]. En África, el
mito correlativo es el del hombre-leopardo (entre los dan de Costa de Marfil) o el
hombre-león. Tribus del Aurés tenían al león por un «hombre salvaje y loco, de
mirada maléfica» [Frobenius, 1921]. Los mahalbi de Chad, cuando iban de caza,
podían ser avisados por animales (sus hermanos) de la infidelidad de sus mujeres.
Los AINU de Japón permitían a sus mujeres amamantar oseznos que luego ahorca-
ban ritualmente [Saba Sardi, 1974]. El oso no se volvía humano al mamar leche
humana porque se consideraba divino.

312
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Lilit / Lilith. Hechicera del JUDAÍSMO. Madre de todos los demonios, siendo
muchos, puesto que cada día mueren 100. Lilit (Lilitu para los sumerios) interven-
dría con sus maleficios en los ochos días posteriores al nacimiento de los niños, an-
tes de la CIRCUNCISIÓN, y se debe ahuyentar con la cédula del rabino Eliastibi con
los nombres de los ÁNGELES enemigos de la maga [Lidon, 1800]. Entre los poderes
de Lilit destacó el de averiguar el nombre secreto de YAHVÉ. Pudo obtener de él
alas con las que voló a su cueva junto al mar donde compartió su vida con el de-
monio Asmodeo, aunque seguía robando el semen de los hombres cuando éstos
eyaculaban, a fin de hacer más demonios [Husain, 2001].

Limbo. Uno de los cuatro infiernos que existen en el centro de la Tierra, según
el catecismo del padre ASTETE: Infierno de los condenados, PURGATORIO, Limbo
de los niños y Limbo de los justos, también llamado Seno de Abraham. El Limbo
de los niños es el lugar de la ultratumba católica al que van los niños sin bautizar,
los que no tienen uso de razón. El Limbo de los justos, o Seno de Abraham, es el
sitio para los que nacieron demasiado pronto, antes de la venida del MESÍAS, es de-
cir, como un gran aparcamiento de almas de gentes que morían en gracia de Dios y
que estaban perfectamente purgadas, pero que, marcadas por el pecado original,
tuvieron que esperar la llegada de Jesucristo. Se infiere de ello que el Seno de
Abraham ha dejado de existir. El Concilio Vaticano II rectificó también la vieja teo-
logía del limbo, admitiendo salvación «en la misericordia de Dios», es decir, fuera
incluso de la Iglesia, y sin necesidad de recibir el BAUTISMO. Cuando el papa Bene-
dicto XVI era el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del dicasterio (ministerio) de la
Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguamente Santo Oficio, o Inquisi-
ción), fue encargado de la revisión del limbo por el papa Juan Pablo II y llegó a la
conclusión de que «la omnipotencia de Dios es tan grande como para consentirle
atraer hacia sí incluso a aquellos que no han recibido los sacramentos». «Estar en
el limbo» aún se usa como equivalente a estar en la idiocia, y hasta en la inopia, sin
pena ni gloria, aunque con la privación de Dios.

liminal. Del latín limen, «umbral». El antropólogo norteamericano Víctor Tur-


ner [1967], en su reflexión sobre «la creatividad humana», hizo una distinción en-
tre communitas y liminarity, entendiendo por lo primero la «potencial plenitud de
los encuentros humanos», mientras lo liminar o la liminaridad sería, yendo más
allá de ese territorio de transición de los ritos de pasaje, «un estado suspendido de
consciencia (awareness)». Con eso, Turner, autor de un gran estudio sobre los ritos
de los ndembu, quería adscribir lo liminar, no a esa transición típica de los ritos de
PASAJE, sino a «un estado de reflexion», es decir, a una superación de la forma ha-
bitual en la que los neófitos reciben sin crítica, análisis y, a veces, sin pensar una se-
rie de ideas, sentimientos y hechos envueltos en configuraciones que se tragan
como píldoras. Turner también usó el neologismo «liminoide» para «designar esa
noción del ocio en la moderna sociedad industrial, como actividades aparte del
trabajo. Esto se encuentra en muchos sitios, desde los partidos de fútbol a una pe-
regrinación, y estas zonas de intersticios siempre han sido campo abonado para la
creatividad cultural» [Lavie, Narayan y Rosaldo, 1993].

313
LUIS PANCORBO

liminaridad. El estado previo a los ritos de iniciación, que según Arnold van
Gennep [1960], suelen tener tres fases: la fase preliminar; el limen o fase del um-
bral, y la fase posliminar o de reagrupación con los miembros ya poseedores del
nuevo estatus.

lingam. Falo del dios Siva. Escultura en forma de órgano sexual masculino pre-
sente en los templos indios. Generalmente es de piedra, aunque no faltan estalagmi-
tas en cuevas o de hielo, como en la gruta de Siva en el templo de Amarnath; o de
mercurio, milagrosamente sólido, en otro templo de
Siva en la ciudad de Haridwar. El lingam (de linga
que significa «signo») suele reposar sobre una base
circular, el YONI, que representa la vagina y, en gene-
ral, a Parvati, la consorte de Siva. Es ahí donde se de-
positan las ofrendas y se recogen los líquidos que se
vierten sobre el lingam (agua, leche, mantequilla de-
rretida…), dado que se trata asimismo de un símbolo
de procreación, además de ser un signo axial: la luz de Siva es deseada en su base
por el jabalí Brahma y arriba por la oca Visnú, guardianes del cénit y el nadir, respec-
tivamente [Chevalier, 1982]. El kuei, una pieza de jade como un triángulo alargado,
equivaldría a un lingam en los templos, encrucijadas de caminos y montes de China.

Linxia. Región autónoma de China conocida como «la pequeña MECA». Se en-
clava en la provincia de Gansú y tiene un fuerte componente étnico de religión
musulmana: en torno a 400.000 personas pertenecientes a los grupos hui, salar y
dongxiang. En toda la región se encuentran 1.700 mezquitas, aunque la mayor se
ubique en XINING, en la provincia contigua de Qinghai.

litolatría. Adoración de las piedras. En Mongolia hay una piedra, llamada Eej
Khad, «la Roca Madre», meta de peregrinaje después de la prohibición que hubo
durante el régimen comunista que intentó dinamitarla. Se trata de un monolito que
sale de la misma tierra, y sobre el que han construido un santuario en medio del
campo. La gente circunvala Eej Khad tres veces y pide tres deseos. No son pocos
los lugares donde han sido objeto de litolatría montes de piedra enteros. En Aus-
tralia se encuentra Uluru (algo tan sagrado para los ABORÍGENES como una cate-
dral), por otro nombre, Ayer’s Rock, a su vez símbolo del país para los blancos.
Hasta mediados del siglo XX, en la provincia española de Salamanca eran habitua-
les las «piedras del rayo», a veces hachas prehistóricas. También llamadas «chis-
pas» o «centellas», esas piedras se transmitían por
herencia de una generación a otra, como algo pre-
cioso y reverenciado. Servían como protección con-
tra los rayos. Los Concilios de Toledo prohibieron
adorar las piedras [Román, 1931]. Sin embargo, los
pilares, cipos y pilastras coronados con estatuas de
Cristos o Vírgenes debieron ser adorados original-
mente en sí mismos como símbolos solares. O como

314
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

alegorías fálicas de árboles sagrados (> ÁRBOL SAGRADO), como en Hildesheim,


Lieja o Zaragoza, aunque se pongan luego imágenes de una virgen «…casi siempre
con un manto en forma triangular» [Sender, 1967]. Piedras habitadas por dioses
están en la misma raíz de la humanidad. En Bet-el se encontraba la almohada de
piedra sobre la que soñó JACOB, e infinidad de montículos de piedras estaban dise-
minados por el antiguo Israel en homenaje a Jehová [Frazer, 1981]. La Piedra Ne-
gra o KAABA, de origen sideral, es otra de las piedras sagradas por antonomasia.
Hay piedras mágicas en Ambryn (Vanuatu), algunas adornadas con una cabellera
de telaraña: no pierden su poder ni siquiera dentro de la caja fuerte del Museo del
Centro Cultural de Vanuatu en la capital del país, Port Vila. En ORISSA (India),
cuatro piedras forman un altar para los dongaria khondas, reputados por sus sacri-
ficios humanos, junto a sus campos de cacahuetes en flor. La piedra es el lugar por
excelencia para el sacrificio desde los albores de la humanidad. En el mito de Toke-
lau (una isla del Pacífico, dependencia de Nueva Zelanda), el primer hombre nació
de una piedra. En Hawai veneraban las piedras de la lluvia que se ponían en el fue-
go cuando llovía demasiado y que se regaban en tiempo de sequía [Ratzel, 1888].

LL
Llama con toque de retina
el gran panadero. Y pagamos en señas…
César Vallejo, Trilce, XXXIX

ll. Triste, aunque no sola, antigua letra del alfabeto español (desde 1803), destro-
nada injustamente de su puesto aparte. De ser soberana y décimo cuarta letra del
abecedario se tiende a que sea satélite de la «ele». Ella no tiene la culpa de ser
compleja y de que casi nadie la pronuncie como lo que es, doble ele, no «y», y con
una articulación del sonido totalmente precisa entre palatal y lateral, siendo ella
fricativa y sonora. Pero el contacto entre lengua y paladar no es el mismo en Anda-
lucía que en Castilla, en España que en América. Y, así, la elle es «eye» en Río de la
Plata, donde cuando «yueve» cae la «yuvia».

llama. Camélido americano tachado injustamente de producir sífilis. El doctor


inglés David Forbes presentó en la Ethnological Society de Londres un estudio
(On the Aymara indias of the Peru and Bolivia, 1870) donde sostenía que las lla-

315
LUIS PANCORBO

mas eran vector de la sífilis, cosa que resultó ser falsa. Así como el tozudo cliché de
que los conquistadores españoles, al tener relaciones sexuales con las llamas —no
se mencionan expresamente vicuñas, alpacas y guanacos—, propagaron la sífilis.
La llama mística, o la llama pascual, que no el cordero, ofrece su gaznate al corte
del quechua de los Andes y, cuando empieza a sangrar, éste coge con el cuchillo
unas gotas y las echa a la gran boca abierta de hierba de la PACHAMAMA, igual que
unas gotas de pisco y unas hojitas de COCA. Luego la llama sirve para un convite. O
se seca su carne y se hace CHARQUI, una cecina buena para caminar por las alturas
sin que dé soroche y exploten los pulmones.

llamadores. Algunos nativos de la isla Malekula (Vanuatu) como los small


NAMBAS del suroeste, colocan llamadores en los árboles, como veletas vegetales con
el fin de atraer o repeler la lluvia según convenga a sus rituales. Los llamadores, en
cuanto a aldabas, pudieron revestir formas más extravagantes, fálicas o angélicas,
hasta que se han ido convirtiendo en aparatos electrónicos.

Llano del Pantano. Localidad del Departamento hondureño de Yoro don-


de se produce una extraña lluvia de peces. Primero se adensan los nubarrones en
el cerro de Mata Agua, y luego, una vez al año, entre mayo y julio, cae un aguacero
que descarga pececillos, una especie de sardinas plateadas, sobre la tierra pantano-
sa, tal vez llevados en volandas por una tromba de agua producida en el océano y
atraída por el particular magnetismo del Llano. Otros dicen que es el huracán lo

316
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

que hace desbordar una corriente subterránea y cuanto hay en ella, incluidos los
tributarios del río Aguán. No extraña que eso se atribuya a un MILAGRO, al que
hizo el español Manuel Jesús de Subirana, misionero del siglo XIX, que se apiadó
de la necesidad que sufrían los indios xicaque de la zona. Rezó tres días seguidos y
llovieron tantos peces que la gente los cogió en canastos.

Llanos. Los Llanos son una de las regiones de naturaleza más asombrosa de Ve-
nezuela, sujeta a los ejarbes del río Orinoco y, por tanto, a grandes variaciones de
inundación y sequía. «Con frecuencia, en una extensión de 600 kilómetros cuadra-
dos, el suelo no presenta una irregularidad de un metro de altura» [Humboldt,
2005]. Desde el estado de Apure al de Monagas se alternan los paisajes más extre-
mos. Sabana seca, lagunas y morichales, un contraste como los grandes hatos de
ganado y una flora y fauna privilegiadas. No faltan toninas y manatíes en sus aguas,
ni babas (caimanes). Los chigüires (ronsocos en Perú o capibaras en Brasil) son roe -
dores gigantes de los que los llaneros decían, relamiéndose, que se podían comer
en Viernes Santo, porque eran más pescado que carne. Sin embargo, lo más cho-
cante son los gimnotos, o tembladores, grandes anguilas eléctricas (de 1,72 metros)
y que, para observarlos a placer, y era la primera vez que se hacía de forma científi-
ca, Alejandro Humboldt organizó una pesca con el cebo de caballerías vivas origi-
nando una escena de espanto y conmoción en un vado de Los Llanos.

llenura. Vocablo que en castellano es aun más abundoso que «llenez». Entraña
un estado de felicidad, la plenitud, perseguido en los cinco continentes, aunque los
matices son muy variados. Los PIGMEOS mbuti pueden llevar todas sus pertenen-
cias al hombro, y lo mismo los ZO’É de la Amazonia brasileña. Cuando los MONGO-
LES cambian de pastos con sus manadas de caballos, transportan su casa consigo,
es decir, la yurta y los utensilios de esa tienda de fieltro. «Los yurucarés viajan con
sus niños y sus muebles en piraguas de estipa de palmera, que impulsan el marido
y la mujer nadando a los costados y recorriendo diez o doce leguas por día…»
[Aranzadi, 1899]. Sin llegar a los conceptos de falta, o escasez, la civilización occi-
dental, con su énfasis en el consumismo, ha llegado a rizar el rizo en el usar y tirar
objetos, y recambiarlos por novedades en una cinta sin fin.

Loango. Antiguo reino del África central extendido desde el cabo López (Li-
breville, Gabón) hasta el CONGO. Las mujeres loango llamaron poderosamente la
atención de los primeros exploradores por insertarse una gran bolsa de fibra en la
misma piel del cráneo. Esa mutilación producía un alargamiento del cuero cabellu-
do hasta cubrir casi toda la espalda.

loas. Dioses del VUDÚ haitiano en un número aproximado de 700. Varían según
la procedencia africana y pueden ser Congo, Rada (Dahomey), Wangol (Angola),
Siniga (Senegal), Badagri (Nigeria), Guinea... Los loas del grupo Petro se origina-
ron entre los propios esclavos de Haití. Entre los principales loas destacan: Legba,
dios de las puertas y encrucijadas; Agwé, dios del mar; Damballah-wédo, dios ser-
piente; Erzulie, diosa de la belleza y el amor; Ogoun Ferraille, dios YORUBA de la

317
LUIS PANCORBO

guerra, el trueno y el hierro, a veces solapado con el católico Santiago. Guédé es el


nombre que recibe un amplio colectivo de dioses y espíritus tenebrosos. Otros loas
de Haití, como Shango, Zaka y Agassu, son similares a los dioses invocados en
Togo, Benín, Nigeria, en la SANTERÍA cubana y en las religiones afrobrasileñas.

loco. Espíritu de la vegetación en el VUDÚ haitiano. Se asocia con árboles, espe-


cialmente con las gigantescas ceibas, cuyas hojas adquieren propiedades mágico-
curativas [Métraux, 1958].

logógrafos. Precursores de la literatura antropológica. Entre los más conoci-


dos sobresalió Helénico de Lesbos. Los logógrafos no sólo investigaban mitos grie-
gos, sino que escribían descripciones de usos y costumbres de pueblos diversos.
Establecieron cronologías y estudiaron «el origen y difusión de ciertos inventos y
descubrimientos técnicos, de forma que plantearon la teoría de la invención y difu-
sión cultural» [Caro Baroja, 1991].

lolo. Tribu del sur de China de origen étnico tibeto-birmano. El nombre de «lolo»
(yi en Vietnam y también pen ti lolo, «lolo decapitado») es, al parecer, una corrup-
ción de un antiguo jefe llamado Lulu. No les gusta ser llamados lolos y menos que
los chinos se dirijan a ellos como ai, que significa «extranjeros» o «bárbaros». A sí
mismos se dicen nosu, y también nersu, «pueblos del norte» [Weyer, 1972]. Son
más de cuatro millones, con varios subgrupos: lo-kuei, leisu, mosu, norsu… Su há-
bitat es la región china de Taliang Shan, al sur de Sechuán, confinando con las pro-
vincias de Sinkián y Yunán. La mayoría de los lolos viven entre el río Yangtsé y el
valle del Kien Chang, aunque también se encuentran tan al este como en la fronte-
ra birmana y junto al río Mekong. Desde algunos montes altos de sus tierras se di-
visan las cumbres nevadas del Tíbet. Socialmente, los lolos se dividieron en dos
grandes grupos o «huesos»: «lolos negros» y «lolos blancos», o «huesos negros» y
«huesos blancos». Los primeros eran señores, aristócratas; «ojo de la tierra» era su
título. Por el contrario, los huesos blancos eran extranjeros y descendientes de es-
clavos. Aun por debajo de ellos había quienes no eran ni blancos ni negros, sino
watze (wa-tsu), directamente «esclavos». Hasta 1950 no fue abolida esa esclavitud
residual por el gobierno chino. También hubo aristócratas —llamados «huesos
blancos»— entre los kazajos, pueblo emparentado con los MONGOLES [Howorth,
1876]. Los lolos negros presentaban una estampa muy militar, con sus escuderos,
también lolos negros, sus armaduras de cuero negro y lanzas de hasta nueve me-
tros. La pureza de sangre era fundamental en la sociedad lolo. Hoy entran a pasos
forzados en el «made in China».

Lombroso. Cesare Lombroso (1835-1909) fue el gran defensor de la escuela


criminal positiva y de la idea de que a los criminales se les ve por su cara. Y por su
cráneo. Él no aceptaba sin embargo tal estereotipo: «…llegando hasta decir, como
muchas mujerzuelas, que yo condenaría a los hombres solamente por la forma del
cráneo y por las orejas salientes y por los labios delgados: cuando no lo he creído
ni una sola vez digno de ser discutido, cuanto más aprobado». A partir de El hom-

318
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

bre delincuente (1876), los estudios de Lombroso abarcaron desde la capacidad y


patología de los huesos cranianos a las microcefalias, plagicefalias, oxicefalias, pla-
ticefalias…; desde las anomalías de la oreja a las de la nariz… Llegó a considerar
que el cerebro de los locos presenta anomalías, pigmentosis, degeneraciones calcá-
reas, cariocinesis, esclerosis, adiposis de células nerviosas… Todos esos rasgos
«…son regla y no excepción… Además, aunque nada se hallara en el cráneo de los
locos, esto no tendría que ver con los criminales natos, que no son locos, sino más
bien imbéciles, faltos de sentido moral, que del mismo modo que éstos presentan
anomalías demasiado numerosas, así en lo moral como en lo físico». En una de sus
tablas, Lombroso trataba de demostrar sus ideas poniendo una serie de valores en
los criminales, locos y sanos. Por ejemplo, fosa occipital media: 8 (criminales); 4,5
(locos); 4 (sanos); sutura medio frontal: 9, 7,5 y 7 respectivamente.

Lono. Dios de Hawai. Cook fue confundido con él antes de que los isleños lo
mataran en la bahía Kealakekua en 1779. Una hipótesis curiosa [Langdon, 1975]
apunta a que Lono pudo ser una deidad originada por los descendientes españoles
de la San Lesmes, la nave perdida de la expedición Loaisa.

Lorelei. Sirena germánica. Bella doncella que en los mitos germánicos se tira de
cabeza a un río, desesperada por su amor imposible. Se transforma luego en una
especie de sirena, de rusalka (en los mitos eslavos), y a veces se la oye cantar en
una roca del Rin cerca de Sankt Goarshausen. Es mal asunto. Su música atrae a los
marinos hacia la muerte. Para JUNG, Lorelei es una de las formas del ANIMA. Las
manifestaciones más habituales del anima aparecen en las fantasías eróticas, un as-
pecto crudo y primitivo, que se convierte en compulsivo sólo cuando el hombre no
cultiva suficientemente sus relaciones afectivas, cuando su actitud afectiva hacia la
vida se ha quedado en un nivel infantil, como recordaba Emma Jung [1985] al co-
mentar los análisis de su marido.

lubavitcher. Judío HASÍDICO. Lubavitch es el nombre de una villa de Lituania,


en la antigua Rusia blanca, que significa «ciudad del amor fraterno». Se considera
inspirador del movimiento lubavitcher al rabino Schneur Zalman de Liadi (1745-
1812), por otro lado, el primero de los siete rebbe o líderes mesiánicos. El actual
rebbe recibe de sus adeptos el título de Moshiach («Su Majestad el Rey Mesías»).
Los lubavitcher practican un JUDAÍSMO estricto incluso en su apariencia externa,
siempre vestidos de negro y con grandes sombreros negros, ya sea en Israel, Esta-
dos Unidos y otros lugares. Siguen la filosofía de la jabad, o en hebreo la chabad,
acrónimo cabalístico de las palabras chachmah («sabiduría»), binah («compren-
sión») y da’at («conocimiento»).

lucilia. Nombre de una mosca hominívora que causaba terror a los explora-
dores, especialmente a los franceses en la Guayana. La lucilia antropófaga, en
nada diferente a simple vista de sus congéneres, se introduce por la nariz o las
orejas, donde deposita sus huevos. Las fosas nasales y los tímpanos son los es-
condites donde se producen las metamorfosis del insecto. Los miles de larvas

319
LUIS PANCORBO

causan en el cerebro una meningo-celafitis que hace sucumbir pronto [Mainard,


c. 1890].

lucumí. Nombre genérico de diversos pueblos africanos adoradores de Lucumu


(también Olurun, Mukuli…). La mayoría de los lucumíes que fueron a América
como esclavos procedía de la costa occidental de África. Eran animistas y creían en
la división del alma entre el mntu y el muñanga, el «hombre de carne» y el «hom-
bre de espíritu». En Cuba, la gente lucumí se subdivide en lucumí-oyá, lucumí-ara-
rá y lucumí-gangá. Los arará parecen relacionarse en cambio con los HERERO de
Namibia, un pueblo del África austral. Los oyá procederían del lago Ngami y se
relacionaban con el pueblo baschuba. Los gangá venían de los macuá o macua de
Mozambique, que los esclavistas llevaron al África occidental antes de embarcarlos
para América. Los actuales macua de Mozambique viven en el norte del país y mu-
chos también en Ilha de Mozambique, donde se asentó la antigua capital de esa
colonia portuguesa antes de ser trasladada a Lourenço Marques (hoy Maputo).

Lug / Lugh. Luz, brillo, forma del dios Sol o de Marte… En las leyendas irlan-
desas, Lug es el primer rey de los tuatha de Danann, dioses de la luz que vencen a
los firbolgs, dioses de las tinieblas. Existió una relación de Lug con la antigua Espa-
ña: había sido amamantado «por la española Tailté, mujer de Eochaid» [Costa,
1888]. Otras leyendas tienen a Lug por la deidad más versátil en el reino irlandés de
Tara, donde es doctor, poeta, arpista, herrero… También tiene concomitancias con
BÁLDER, hijo de Odín y Frigga (Freya), y dios de la luz en la mitología escandinava.

lustración. Purificación por agua o por fuego. Puede ir desde el escupirse las
manos como hace el labriego para limpiar el apero e inmunizarlo contra la hechi-
cería [Casas, 1950], a las bendiciones de los campos. Al revés, las mujeres con el
periodo, impuras, no podían hacer determinados trabajos (por ejemplo, regar flo-
res, porque se secarían). Los papúes min, al entrar en un campo de boniatos, escu-
pen al suelo para alejar los malos espíritus. Las lustraciones por el fuego más cono-
cidas pueden ser las hogueras de la noche de San Juan, o las que encienden en los
Andes por las fiestas patronales de la Mamacha, o Natividad de la Virgen, en sep-
tiembre, o primavera austral, siempre en conexión con los ciclos y las cosechas.
«Sanjuanarse» llamaban en Navarra a la costumbre que tenían las mozas de revol-
carse desnudas sobre la rosada de los campos. El rocío tiene un gran poder lustra-
dor «el día más venturoso del año y que dispensa más mercedes al hombre y al
campo» [Casas, 1950]. Otra cuestión es la aspersión con agua bendita. Tiene un
sentido religioso, aunque se use una rama de laurel como hisopo, como se hacía en
Asturias el Sábado de Gloria, sin dejar de cantar: «Fuera sapos, fuera ratos, / fuera
toda comezón; que aquí está el agua bendita / y el ramo de la Pasión».

luto. En las antípodas del luto occidental, incluso del alivio de luto, está el luto
de los CAFRES: «Todos los parientes del que muere tienen la obligación de cortarse
el dedo pequeño de la mano izquierda y echarle en el sepulcro del difunto» [Fei-
jóo, 1773]. Los indios tcharos de Paraguay llegaban a cortarse cinco o seis dedos

320
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

en señal de duelo por la muerte de un familiar cercano [Demeunier, 1988]. El luto


en Papúa no es sólo por el humano, sino por el CERDO, un miembro no humano de
la familia. Hay papúes que se cortan un dedo en señal de luto cuando muere el
cerdo querido. La laceración de cuerpo y cara ha sido muy común en caso de luto
entre INDIOS de Norteamérica (dené, kigani, kansas…). Los antiguos turcos «solían
hacerse cortes en el rostro con los cuchillos…» [Frazer, 1933]. Y las mujeres grie-
gas se cortaban el pelo y se arañaban las mejillas, como las asirias y armenias. Y lo
mismo los hombres judíos, filisteos y moabitas…, aunque los antiguos palestinos
tenían motivos para el luto presagiando su destrucción: «Sobre Gaza vino mesadu-
ra, Ascalón fue cortada, y el resto de su valle: ¿hasta cuándo te arañarás?» (Jere -
mías 47,5). Menos conocido es el antiguo luto matrimonial en China: los novios no
podían manifestar su alegría antes de la boda, «anomalía que se explica por la im-
portancia capital que en aquel país se concede a la piedad filial» [Nicolaÿ, 1904].

321
M Murmurado de inquietud, cruzo
el traje largo de sentir, los lunes
de la verdad.
César Vallejo, Trilce, XLIX

machi. Curandera MAPUCHE. «El herbolario mapuche incluye más de 2.000 pro-
ductos, como el ajenjo (Artemisia absinthinium) para curar resfriados…» [Wur-
gaft, 2004]. El Centro Maquehue, un hospital a casi 1.000 kilómetros al sur de
Santiago de Chile, combina el trabajo y cuidados de las machi y la medicina occi-
dental.

Madagascar, Plan. El Plan Madagascar fue la primera idea de los nazis para
expulsar a los judíos de Alemania, aunque hay quien dice que se le ocurrió a Paul
de Lagarde en 1885. En 1937, el gobierno polaco llegó a mandar una comisión a la
isla para ver las posibilidades de llevar allí su propia comunidad judía. Los nazis
adaptaron el plan para deportar en masa a los judíos de Alemania, y en un segundo
momento a los de toda Europa, y conducirlos a Madagascar, isla entonces bajo con-
trol de Francia. En 1940, Heinrich Himmler llegó a considerar el Plan Madagascar
«el método más suave y mejor». Los en torno a 25.000 europeos de Madagascar, en
su mayoría franceses, deberían volver a Europa dado que la isla iba a pasar al con-
trol de Alemania. Los judíos tendrían una especie de gobierno local en la isla, siem-
pre bajo supervisión alemana. Los acontecimientos se precipitaron con el comienzo
de las hostilidades, por lo que se quedó en conjetura saber si el Plan Madagascar
tuvo alguna base o si fue una falacia, o un truco, que enmascaraba lo que luego se
aprobó en la Conferencia de Wannsee: el exterminio de los judíos en Europa.

Madhi > MAHDI


madrasa / medersa / madraza / medresa. Escuela coránica. Acade-
mia, escuela teológica. Las madrasas están ubicadas junto a las mezquitas y a veces
poseen gran categoría arquitectónica y artística, por ejemplo las del Registán de
SAMARCANDA (Uzbekistán).

323
LUIS PANCORBO

mafia. Conjunto de bandas o partidas que comparten una serie de principios de-
lictivos y peculiares valores. En Sicilia, la mafia fue y es una asociación basada en la
omertá, una mezcla de hombría y pacto de silencio. Crimen organizado y lucro, vio-
lencia y asesinato, todo eso no impide que algunos vean también en la mafia un as-
pecto asistencial para sus miembros y sus familias, lo que ha llevado a considerarla
«un fatto di costume». Así es como un costumbrismo, de pura cepa siciliana, donde
el juego ilegal, la prostitución y la droga se arropan con paternalismo como si fue-
sen hechos menos delicitivos. La malavita, ya no mafia, desafora los confines de Si-
cilia. Es la camorra de Nápoles. La ‘ndranghetta de Calabria. La Sacra Corona Uni-
ta de Puglie (Puyas), con conexiones con la mafia albanesa, empezó como
organización mafiosa en 1983 tomando su nombre del símbolo del rosario. La So-
cietá Foggiana (de Foggia) pulula en Le Marche, Las Marcas, y en su capital Anco-
na. Y, por supuesto, continúa la Cosa Nostra de Estados Unidos. Y la yakuza en Ja-
pón (palabra que no está claro si viene de kabuki-mono, «los locos», de
machi-yakko, «bandas de ladrones», o del número 3, correspondiente a la muerte
según el juego de las flores o hanafuga). Las Tríadas chinas, de vago origen religioso
en el siglo XVII, surgieron en el monasterio de Fukién como movimiento de resisten-
cia a los manchúes. Respecto a la Vodka Connection, una forma de agrupar las dis-
tintas mafias rusas, se habla de 5.000 grupos y 100.000 miembros que siguen un có-
digo de conducta que ya estaba en vigor en los años treinta: el Vory-v-Zakone,
traducible como «ladrones de ley» o «ladrones de palabra». Aparte de rusos se han
integrado en ese submundo azerbayanos, uzbecos, kazajos, abkhazianos… La Mi-
kaelian Organization, compuesta por inmigrantes armenios, es muy activa en el de-
lito organizado en Los Ángeles. Dentro del amplio panorama mafioso, no habría
que olvidar la importancia de los cárteles colombianos de Medellín y Cali, especiali-
zados en el narcotráfico. O los clanes mexicanos de Tijuana, Juárez, Sonora y El
Golfo, siempre en esa actividad que tiene a la cocaína como sustancia base.

magang. Ceremonias de celebración por la caza de cabezas en SABAH (Borneo


malayo). Se conservan cráneos (bangkavan) en ciertas áreas rurales de Sabah aun-
que, hacia 1974, se produjeron las últimas magang. Eran fiestas que duraban siete
días, los que se creía que el espíritu seguía vivo e intacto dentro de la cabeza reba-
nada. Ésa era la costumbre en el distrito Penampang [Phelan, 2001]. En varios
pueblos de Sabah siguen manteniendo «casas de cabezas», sobre todo las construi-
das en cemento, a diferencia de las antiguas de madera. Se trata de edificaciones
de forma rectangular de metro y medio de altura con un tejado piramidal remata-
do con una escultura de un cráneo y un ventanuco por donde meter y sacar las
cabezas. En las últimas fiestas de magang se realizó una procesión al menhir Gun-
solong, de tres metros de altura, donde la BOBOHIZAN realizó el rito debido derra-
mando la sangre de un gallo.

Magdalena. La Feria de la Magdalena es el epicentro de las fiestas de Caste-


llón de la Plana, y se celebran a finales de febrero y principios de marzo con algu-
nas de las más tempranas corridas de toros de la península (aunque la fiesta de
Santa María Magdalena sea el 22 de julio). Hay un pueblo en Castellón, Santa

324
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Magdalena de Pulpis, que atestigua esa devoción particular, aunque también fue
de dominio anarquista en la Guerra Civil. Magdalena, en cuanto a María de Mag-
dala, es la sacerdotisa, la diosa, la santa, el misterio de Dan Brown [2003]. Para la
Iglesia fue la pecadora, presentada con rasgos de fulana, una manipulación según
Arias [2005]: no eran la misma persona la amante-esposa de Jesús y la prostituta.
Hubo en ese camino misógino una gran censura y más de dos Marías. Según el
teólogo argentino Luis Heriberto Rivas [2004]: «Se confundió a María Magdalena
(o María de Magdala) con María de Betania, la hermana de Lázaro, y con la peca-
dora arrepentida». Aún parece importar a algunos que María Magdalena no sea la
pecadora arrepentida, sino la compañera de Jesús y acaso la madre de sus hijos. La
teóloga holandesa Esther A. de Boer [2004], ministra protestante y capellán del
Ejército de su país en Alemania, ha analizado pasajes muy escurridizos como el de
la unción de Cristo: ¿Fue un Hiero Gamos, una especie de rito matrimonial alter-
nativo? Si fue unción y nada más, ¿se hizo en la cabeza o en los pies de Cristo? La
Biblia no saca de dudas: «…vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de
nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su
cabeza» (Marcos 14,3). En el evangelio apócrifo de Felipe, María Magdalena besa
en la boca a Cristo y se deduce que es su mujer. No sólo, la Magdalena habría sido
la madre de la hija o hijos de Jesucristo, y la fundadora de una dinastía francesa,
los MEROVINGIOS, según Brown [2004]. Por si fuera poco, la vieja denigración con-
tra María Magdalena, la pecadora, habría sido un ejemplo de posición androcén-
trica, o mejor, misógina, de la Iglesia católica que, entre otras cosas, prohíbe a las
mujeres ser ministras de culto, gran contradicción si la Magdalena era la discípula
preferida de Jesús, amén de su consorte y la madre de sus hijos.

magia. «La hermana bastarda de la ciencia» [Frazer, 1890]. En 1928, una mujer
de Cumberland se curaba de la ciática enterrando en el jardín de su casa una tira
de estambre gris de cuatro pulgadas de longitud durante el plenilunio. Un africano
hacía algo parecido para mejorar su lumbago, matar una cabra [Driberg, 1932]. La
magia es eso en lo que no creemos aun cuando no queramos pasar bajo una escale-
ra ni nos guste ver un gato negro cruzando por la calle. Tiene la magia por el mun-
do muchos colores y perspectivas, aunque siga viviendo conceptualmente de las
rentas que produjo FRAZER [1890] al hablar de una lógica asociativa que se habría
abierto paso en el ser humano con la evolución. Mínima lógica en la base de la ma-
gia simpatética y sus dos grandes ramas, la magia homeopática, que obedece a la
ley de semejanza, y la magia contaminante, que obedece a la ley de contacto. Se
cree por el VUDÚ en boga, el que no es el auténtico vudú haitiano, que pinchando
la imagen de alguien se infiere un daño a la persona, o metiendo la foto de alguien
en el frigorífico. Es de algún modo magia homeopática y común a muchas cultu-
ras, en cuyo interior la gente involucrada cree que funciona: los indios norteameri-
canos ojebway hacían una imagen de madera de su enemigo y le clavaban una agu-
ja en el corazón. El embrujamiento malayo era parecido: se hacía con cera de
abejas la figura de una persona y le pinchaban los ojos para que se quedara ciega.
FRAZER tuvo la visión de vincular «influjos y reacciones entre realidades alejadas en
el espacio» [Isambert, 1979]. Frazer ponía a la magia en el último peldaño de una

325
LUIS PANCORBO

escalera cuyos estadios superiores ocupaban la religión y la ciencia, pero Wittgens-


tein [1992] se queja de la posición de FRAZER sobre ritos y creencias primitivas a
las que presenta como errores, si no como productos de imbecilidad o de terror in-
fantil. Sin embargo, para Wittgenstein la historia del rey-sacerdote de NEMI, cen-
tral en La rama dorada, no era trivial, sino un evento de tanta contundencia como
un acto religioso contemporáneo, «por ejemplo, la confesión de los pecados».
Wittgenstein pide prudencia para pisar los lugares ambiguos donde puede haber
explicación o no «…pero la magia lleva a la representación un deseo; expresa un
deseo».

magos. Nombre que reciben los campesinos en las islas Canarias. Los clásicos
tres REYES MAGOS pudieron ser tres magos en el sentido de sacerdotes, o tres astró-
logos. La tradición los clasificó por colores: Melchor (blanco), Gaspar (rojo) y Bal-
tasar (negro). Y por el simbolismo de sus tres regalos: oro, incienso y mirra (una
materia que se usaba para embalsamar). También se podrían ver como tres estadios
del tiempo (pasado, presente y futuro), tres continentes, tres razas humanas, tres
etapas de la vida (juventud, madurez, vejez), hasta tres fases de la alquimia (albedo,
rubedo, nigredo). Si eran también ALQUIMISTAS no es seguro, y tampoco que fuesen
seguidores de ZARATUSTRA. «El término avéstico mogu (del que procede el persa
magú, vertido al griego como mágos), vinculado con el sánscrito mahat (que apare-
ce relacionado con el griego mégas y el latino magnus), designa a un personaje ca-
racterizado por funciones sacerdotales en el ámbito mazdeísta» [Cardini, 2001].

magosto. Gran fuego y no menor castañada, «con mosto o con vino», que ce-
lebra el fin del ciclo solar. Las fiestas de la castaña o magostos (tal vez del latín ma-
gus, «hechicero», o de magus ustus, «gran hoguera»…) se celebran en Orense,
Lugo y el Bierzo leonés en un arco que va desde el 1 al 11 de noviembre, o desde
los Difuntos a San Martín, un tiempo festivo de origen pagano y de renovación
que tiene gran concomitancia con el SAMHAIN de los celtas.

maharajá. En la India, gran (maha) rey (rajá). Femenino: maharani (gran rei-
na). De menos categoría eran los rajás y nawabs, ranas, ranis y raos, nizams y mirs,
KHANS y jams (no menos de un millar en tiempos británicos), pero Indira Gandhi
acabó con los privilegios de todos ellos en 1973, no así con los de su propia fami-
lia, una saga o dinastía de poder que empezó con su padre, Nehru, continuó con
ella y, tras su asesinato en 1984 por dos de sus guardaespaldas SIJS, con sus dos hi-
jos, Rajiv y Sanghai, ambos fallecidos en circunstancias violentas, y que aún colea
con su nuera Sonia, nacida en Italia. Por otro lado, siempre se consideró a Madha-
vrao Scindia como el último maharajá, el de Gwalior (en Madhya Pradesh), ya que,
aunque fuera por pocos años, pudo serlo de niño hasta la abolición de 1973. Lue-
go Scindia se adaptó maravillosamente a la vida plebeya, llegando a ser presidente
de la Federación Nacional de Críquet, su gran pasión, aparte de ministro y, sobre
todo hombre que, viniendo de donde venía, estaba en contra de las CASTAS. Como
en las sagas, su muerte fue repentina, un accidente de aviación en 2001 truncó su
vida y la posibilidad de que fuese un día un excelente primer ministro de su país.

326
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

maharishi / maharishee. Gran rishi, sabio o vidente, ser de gran espiri-


tualidad. Se aplicaba al maestro de Los Beatles, Maharishi Mahesh.

mahatma. De maha, «grande» y atman, «alma». Alma grande. Gran Espíritu.


Hombre poseído por un Gran Espíritu como el Mahtama Gandhi (a quien añaden
a su apellido el sufijo ji: «Gandhiji», que implica cariño y devoción).

Mahdi. El elegido, el oculto. En el CHIISMO de los duodecimanos ha habido 12


imanes y esperan la llegada del Mahdi oculto, el IMÁN del Tiempo. La cuestión es
que en varios puntos y momentos del ISLAM ya han aparecido Mahdis. Por ejem-
plo, el Mahdi Malainin fundó ESMARA en 1895. Más famoso fue el Mahdi de Su-
dán, Ahmed ibn-el-Sayed Abdulah, o más corto, Mohamed, el hijo de Abullah, el
que, a partir de 1883, tras la caída de El Obeid, fue venerado como si fuera un
profeta. Sus secuaces bebían el agua en la que se lavaba «con la esperanza de curar
de sus enfermedades» [Moorehead, 1971]. El Mahdi tuvo a los británicos de Su-
dán a sus pies, conquistó Jartum y, en 1888, sus guerreros alancearon el cuerpo
de Gordon hasta que uno rebanó la cabeza del general inglés y la metió en un pa-
ñuelo. Hasta 1896, los ingleses no pudieron reconquistar el Sudán. En Irán hay
gente que aguarda al Mahdi cada día, como si fuera inminente la llegada de su
MESÍAS. Jomeini, un gran AYATOLÁ («signo milagroso de Alá»), vivió en el exilio,
que es en parte una ocultación, y además en la ciudad sagrada de Nayaf y durante
quince años. Sin embargo, su figura no coincidió con el Imán del Tiempo. Tam-
poco éste ha llegado a Irak, ni siquiera en estos últimos años de turbulencia. Por
eso, entre los años 2003 y 2004, el imán Muqtada al Sadr formó el llamado «Ejér-
cito del Mahdi» con el objeto de preparar el terreno para el magno acontecimien-
to de su religión; el Imán Oculto, descendiente o uno de los 12 miembros de la
familia del Profeta, vendrá para restaurar la justicia en el mundo. Para ello, el
Ejército del Mahdi practicó la YIHAD indiscriminada y luchó contra los ocupantes
de los lugares sagrados del chiismo en el país, es decir, Nayaf y Kerbala, donde
yacen los restos de los imanes, mártires y santos, Hussein, el nieto de Mahoma, y
Abbas.

mahout. Conductor o cuidador de elefantes en la India, Tailandia y otros luga-


res del sudeste de Asia. El mahout, sentado en el cuello del paquidermo, y empu-
ñando una pica (ankus), no falta en la literatura colonial, especialmente en la ingle-
sa al estilo Kipling. Siempre se atribuyó gran complicidad al mahout y su elefante,
unidos por fuertes lazos a lo largo de las décadas, aunque ahora «…en Tailandia,
los elefantes matan cada año a un centenar de mahouts, hombres con muy poca
experiencia, atraídos por lo que creen dinero fácil» [Chadwick, 2005].

mahu / mahou. Es el varón educado y vestido como una mujer en la Poline-


sia. Generalmente es el hijo mayor al que sus padres destinan a ese travestismo que
implica hacer los trabajos de una mujer en casa. Puede coincidir o no con la homo-
sexualidad. En SAMOA se llaman fa’afafine, «como una mujer», hombres que se
visten, maquillan y ponen flores en el pelo como mujeres. En Japón está el onnaga-

327
LUIS PANCORBO

ta, el actor que hace de mujer en el teatro kabuki. El matrya hace también ese pa-
pel en el teatro chino de Malaca. En el antiguo teatro indio es habitual que los pa-
peles femeninos sean representados por hombres, por ejemplo en las piezas de la
Rasa Lila y otras en torno a Krisna y sus amores.

Maitreya. Es el BUDA de la rectitud universal en el budismo Mahayana. Buda


que ha de venir. Quinto Buda que se presentará tras la desaparición de la quinta
RAZA humana, y aun habrá sexta y séptima razas, hasta la
total extinción. El Buda histórico, o Siddharta Gautama,
es el cuarto aparecido según cálculos esotéricos [Sinnett,
1885], aunque, por otra parte, sea la quinta encarnación
iluminada y pertenezca a la quinta raza, dado que el pri-
mer Buda de la serie ya era una segunda encarnación de
Avaloketiswara, o «Sabiduría manifestada». En Bodhga-
ya, localidad de Bihar (India) donde Buda alcanzó la ilu-
minación, se planea la construcción de una gigantesca es-
tatua de Maitreya que será tres veces más alta que la
antena del Empire State Building de Nueva York [Mac-
Donald, 2004].

Maji Maji / Mayi-Mayi / Mai-Mai. Significa «agua poderosa» en suaji-


li. Rebelión generalizada en el África oriental alemana desde 1905 a 1907. Se pro-
dujo casi al mismo tiempo que la rebelión de los HERERO en el África del suroeste,
también en manos de Alemania. El movimiento Maji Maji irrumpió en las colinas
Matumbi y corrió como la pólvora por el centro y sur de Tanganika. Los wagan-
ga, o brujos, animaban a una guerra de expulsión de los alemanes, diciendo que
sus balas se convertirían en agua o maji. Había pozos sagrados que conferían la
invulnerabilidad a quienes se rociaban con su agua. La etnia de los ngoni condujo
la mayor parte de los combates y los alemanes se tuvieron que emplear a fondo
contra ellos. Al final, los ngoni y otros fueron masacrados, tras lo que el capitán
Richter, comisionado de distrito alemán, mandó arrasar los cultivos de los nativos,
un escarmiento que generó hambre durante años. La rebelión Maji Maji fue en
cierto modo precursora de la rebelión del MAU-MAU. Pero en el año 2002 la de-
nominación Maji Maji reapareció tal cual asociada a una guerrilla del CONGO fa-
vorable al gobierno de Kinshasa y envuelta en casos más oscuros que turbios,
como el de las matanzas de PIGMEOS en el Ituri, o la explotación más o menos ile-
gal del COLTAN, un mineral estratégico del que se extrae tántalo y niobio, aunque
es más raro y apreciado el germanio para las nuevas tecnologías. Ese nuevo Maji
Maji es una más de las guerrillas que controlan un territorio del Congo, que es
tres veces mayor que Ruanda, y sus miembros tienen reputación de no hacer as-
cos al canibalismo ritual. En enero de 2003, monseñor Melchisedec Sikulu Palu-
ku, obispo de Beni-Butemba (Congo), ha acusado abiertamente de cometer cani-
balismo a los milicianos del MLC (Movimiento de Liberación del Congo), de Jean
Pierre Bemba, y del RCD-N (Rassamblement Congolais pour la Democratie Na-
tionale), dirigido por Roger Lumbala. Debió ser en el este de la actual República

328
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Democrática del Congo donde gentes de esos movimientos comieron pigmeos, es-
pecialmente sus corazones, con la aberrante idea de que eso les daría una fuerza
sobrenatural en sus combates.

majoun / madjoun. Hachís. En Marruecos, vianda confeccionada con ha-


chís, especialmente dulces. El pan de majoun se consume desde Marruecos a la In-
dia, pasando por Turquía.

malekitas / melekitas. Seguidores de Melik ibn Anas (710-795?), fundador


de una de las cuatro principales escuelas jurídicas del SUNISMO, junto a las de Sha-
fi’i, Hanafi y Hanbali. Melik respetaba tanto su ciudad, la sagrada Medina, que
nunca se puso allí los zapatos ni usó el caballo ni el retrete en sus calles.

Malinche / Malinali / Malintze / Doña Marina… Fue la princesa


india, de habla náhuatl, que Hernán Cortés encontró en Tabasco y que usó como
intérprete para la conquista de México, para lo que su habilidad fue esencial, ade-
más de la del náufrago Jerónimo de Aguilar, ducho en maya. Cortés tuvo relacio-
nes con la Malinche y ésta le dio un hijo, Martín el Bastardo. Sin embargo, la Ma-
linche es también la «chingada», el desesperado insulto de los mexicanos que
hubiesen querido otra historia. Su nombre equivale hoy a traición en México, y a
veces se usa para asustar a los niños como si fuera el «coco» en España. Nacida ha-
cia 1500, acabó casándose con un oscuro y aprovechado Juan Jaramillo y, en 1531,
terminó sus días en el anonimato. «La imaginación popular la convirtió en el fan-
tasma oficial de la ciudad de México. Con el pelo suelto y la túnica flotante, anda-
ba en el aire nocturno, gritando por la suerte de sus hijos, los indios, a quienes ella
había ayudado a destruir» [Benítez, 1950]. De Malinche viene «malinchismo», una
corriente de pensamiento mexicano que supone llorar sobre lo que pudo ser y no
fue, si no un interminable río de resentimiento. La Malinche es el nombre de un
volcán aún activo del México central. Pero la Malinche trae sobre todo el incómo-
do recuerdo de que los viejos imperios indios no quedaron sin mancillar y encima
eso lo hicieron blancos, es más, los españoles (> GACHUPÍN).

Malvinas > SEBALDINAS


mam. Etnia de origen maya. Su hábitat se encuentra en Guatemala, en los mon-
tes Cuchumatanes, estribaciones de la Sierra Madre, cerca de la frontera con Méxi-
co. La capital mam es Todos Santos Cuchumatán. Los trajes masculinos de los ma-
mes, especialmente sus pantalones de rayas blancas y rojas, recuerdan a las
antiguas imágenes del Tío Sam. También llevan zahones de estilo español del siglo
XVII, camisas bordadas y sombreros de paja. Las mujeres llevan coloridos huipiles,
que ellas mismas confeccionan. La gran fiesta mam es el 1 de noviembre y la cele-
bran con la skach koyl, una carrera salvaje de caballos en la que el estado de ebrie-
dad de los jinetes produce muchos accidentes. Pero eso se espera. La muerte de al-
guien se tiene desde antiguo por propiciatoria de la próxima cosecha de maíz. Y
que haya maíz para todos es lo que piden aún los mam, pese a su rebozado de sec-

329
LUIS PANCORBO

tas evangélicas y a sus antiguas deidades MAYAS, en especial a los «Cuatro Alcaldes
del Mundo».

mama. El jefe de un poblado KOGI con funciones religiosas. El cargo de mama


es hereditario y tiene que ver con la elección de las fiestas, el inicio de las cose-
chas, los ritos y, en general, el cuidado de los «antiguos», es decir, todo el mundo
sobrenatural de esta etnia de la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia). Menos
poder tienen los jefes civiles, o caciques (makú), y los cabildotes, o miembros del
Cabildo, que así se llaman en español los «cabos» que mantienen el orden público
si lo permite el exceso de ingestión de chirrinche, aguardiente de caña. En todo
caso, los kogi se tienen por los «Hermanos Mayores del mundo», los que nacie-
ron primero, y, por tanto, deberían saber comportarse. «Según los kogi, el curso
del universo, el camino de los astros, el cambio de las estaciones, sol y lluvia, y
con ello la fertilidad y el crecimiento, no están garantizados ni eo ipso existentes,
sino que dependen de la conducta religiosa individual y colectiva de la tribu»
[Reichel Dolmatoff, 1985].

Mama Yosepha. La señora Mama Yosepha Alomang, premio Goldman Sa-


chas de Medio Ambiente 2001, lleva más de veinte años de lucha quijotesca contra
Freeport-Río Tinto, un gigante de la minería que explota Grasberg, la mayor mina
de oro (y cobre) del mundo, en IRIAN JAYA. Para esa lucha, Mama Yosepha ha teni-
do que desafiar la tradición o ADAT, y más siendo una mujer de la etnia amungme,
papúes que en las últimas décadas han visto desaparecer sus junglas, aldeas, ríos y
hasta su lago sagrado bajo unas escombreras y una contaminación galopante.
Mama Yosepha, como buena indígena, debía callar y atender a su familia (su mari-
do bebía bastante), pero decidió arremeter contra una de las más florecientes com-
pañías mineras del mundo, Freeport-Río Tinto. En 1994, fue detenida por la poli-
cía indonesia y torturada durante seis semanas. La compañía le ofreció un
préstamo y ella se negó a aceptarlo.

mambo. Sacerdotisa del VUDÚ haitiano. Mambo es «la que ha tomado el as-
son», o sonajero sagrado, una calabaza llena de vértebras de serpiente con la que
se convoca a los LOA para abrir las ceremonias del vudú. Se adquiere el título de
mambo tras pasar los estadios iniciáticos de hunsi, hungenikon (directora del
coro), la-place y confiance [Métraux, 1958].

Mammón / Mamona / Mmamona… Diablo del oro, amo de las rique-


zas, dinero para los antiguos sirios. O como se cantaba en Cabaret: «Money, mo-
ney, money. Money makes the world go´round». «Ninguno puede servir a dos se-
ñores… a Dios y a Mammón» (Mateo 6,24). John Milton saca a Mammón en El
Paraíso perdido y lo relega al INFIERNO. Allí se encarga de cargar oro con destino a
Pandemonium, la capital infernal que construyen sus colegas diabólicos. En el
TALMUD hay dos Mammón, el de la virtud y el de la maldad, este último del dinero
que Abraham emplea para comprar una tumba para los patriarcas y el dinero que
los hermanos de José obtuvieron vendiéndole a los madianitas [Graves, 1984].

330
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mamut / mamuth. Paquidermo (Mammutus primigenius o Elephas primige-


nius) sin trompa, con grandes colmillos de marfil, desaparecido al final de la época
pleistocénica. Convivía con bóvidos, como muestra el arte parietal de «la Capilla
de los Mamuts», una cueva de Pech-Merle, en Lot (Francia). Tenían un gran pela-
je, muy espaciado, pero les faltaba la necesaria pelusa protectora para afrontar el
nuevo clima glacial del Holoceno, de ahí su extinción [Leroi-Gourhan, 1984]. Los
mastodontes de América siguieron parecido camino que los mamuts lanudos. Para
los SIBERIANOS de religión ortodoxa, el mamut fue castigado a la extinción por su
pecado de orgullo: no quiso entrar en el ARCA de Noé durante el DILUVIO Univer-
sal. Para los tunguses (tungusos), OSTIACOS y YAKUTIOS de Siberia, el mamut es un
roedor gigantesco y subterráneo, tan fabuloso como el laming o lemming, al que
aún creen responsable de los terremotos. En regiones boreales, el lemming prota-
goniza migraciones en masa que suelen acabar en suicidios colectivos. Extraordi-
narias son las Venus, talladas en marfil de mamut, halladas en Unterwisternitz Dol-
ni Vestonice (antigua Checoslovaquia), datadas en el Paleolítico Superior (quince
mil años a.C.). Una de ellas es como una horquilla cuyas piernas, anchas en la base
y delgadas abajo, evocan muslos y tobillos. Otra tiene unos pechos con pezones
grabados.

mana. En la Polinesia, principio sagrado. Poder sobrenatural para los MAORÍES


(como el ORENDA y wakan de los sioux y omaha, la HASINA de Madagascar y tantos
otros). «Por debajo del TOTEMISMO subyacía la noción de que un poder o fuerza
impersonal —el “principio totémico”— se encarnaba en los hombres y en los fe-
nómenos naturales. Se trataba de un “principio casi divino”, inmanente al mundo,
noción que [Durkheim] identificaba con un dios impersonal…» [Morris, 1995]. Si
viene del totemismo, el mana es el principio del TABÚ, «puesto que es su esencia
sobrenatural. Mana y tabú están pues ligados: el hecho mismo de poseer mana ha-
cía a los seres y objetos tabú, es decir, sagrados y prohibidos, en diferentes grados»
[Putigny, 1993]. ¿Cómo se movían los MOAI de PASCUA? Según algunos, con mana,
no faltaría.

maná. Pan del cielo. Caía siempre antes del amanecer, excepto los sábados. Ali-
mento que salvó a los judíos en su travesía de cuarenta años por el desierto del Si-
naí. Escarcha o rocío milagroso, el maná tal vez fue el producto de las secreciones
de insectos o de plantas, quizá de tamarindos existentes sobre todo en el norte de
la península del Sinaí. Allí los beduinos recogen al alba mann-es-samâ, una especie
de savia dulce como la miel que sale de los Tamarix mannifera. Pero, ¿y si los judí-
os atravesaron el Sinaí por el sur, donde se ubica el Gebel Musa o Monte de Moi-
sés? Allí, desde luego, no hay más que rocas peladas y beduinos que alquilan ca-
mellos a los turistas deseosos de ver amanecer a 2.285 metros sobre el nivel del
mar Rojo. Pero el mito se impone a la realidad para algunos: «…Y te sustentó con
maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido…» (Deutero-
nomio 8,3). Si es difícil precisar la naturaleza del maná, hay que figurarse la de la
ZARZA ardiendo, que ha retoñado en el convento de Santa Catalina, al pie del Ge-
bel Musa. Aparte de MILAGRO, pudo tratarse de una planta de la zona, Loranthus

331
LUIS PANCORBO

acaciae, que da unas flores tan rojas que sus ramas parecen incendiarse. Otra plan-
ta local, Dictamnus albus, tiene una especie de ampollas en las ramas llenas de un
fluido aceitoso que se inflama con gran facilidad.

Manaia. Pájaro mítico de los MAORÍES. Cuando aparece por parti-


da doble en las esculturas maoríes suele enmarcar una cabeza huma-
na de aspecto grotesco. La «Doble Manaia» recuerda ciertas figura-
ciones de Garuda, el ave mitológica del hinduismo, vehículo de
Visnú, tal como se encuentra en templos de Java representando el
Bien y el Mal [Best, 1959]. Por otro lado, Manaia sería comparable
al «Doble Cuervo» que aparece asociado al dios escandinavo
Odín.

mancha mongólica / mancha sacra. Es de color azulado y se presenta


en el recién nacido, para desaparecer en el primer año o la primera infancia. Es
casi universal entre los niños chinos (con un 97-99,5 por ciento de frecuencia) y ja-
poneses. En los indios de América se da en un 12 por ciento, siendo la mancha
verdosa en Sudamérica [Barradas, 1946]. Se la tomó por la marca de un claro ori-
gen mongólico, dado que su frecuencia en Europa es muy escasa (cuatro por cien-
to entre los alemanes). Con el tiempo, la mancha mongólica dejó de tener la im-
portancia clasificatoria, como cuando fue señalada por Baelz en 1883, lo mismo
que las marcas en la parte final del espinazo en forma de V o el rombo sacro.

mancias. Una cómoda palabra ómnibus para meter dentro cuanto a lo largo de
la historia ha escrutado el pasado, el presente y el futuro, haciendo caso omiso de
la ciencia. La alectromancia es la ADIVINACIÓN por medio de un
gallo; la capnomancia, adivinación por humo; la ceromancia,
por la cera. Herodoto cuenta que Menelao recurrió a la bar-
baridad de sacrificar dos niños egipcios para inspeccio-
nar sus entrañas palpitantes y averiguar su propio destino.
A un paso de ese horror se quedaron pueblos antiguos
que escrutaron el futuro con la necromancia o inspección
de cadáveres. Los augures romanos sopesaban el vuelo de
los pájaros y las entrañas de los animales. Todavía hoy en
el norte de Namibia los brujos de la tribu de pastores
HIMBA leen el futuro en las vísceras de una vaca (por ejem-
plo, qué le aguarda a una pareja recién casada). El TAROT ac-
tual, en cuanto viaje a ninguna parte, no es tan malo como sus abusos. No merma
por eso en el mundo el deseo de conocer lo que no se alcanza con la mera imagina-
ción.

mandala. Círculo, símbolo sagrado para hinduistas y budistas. Representación


cósmica. Se aplica también a la construcción de los templos. Borobudur, en Java,
es apoteosis del mandala hecho piedra. Mandalas se llama a pinturas que sirven
para la meditación con sus muchas alegorías. La mente es asimismo un mandala,

332
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

un círculo devorador del tiempo, siempre girando… O


hasta que alguien, con entrenamiento, empieza a disol-
ver los significados y entra en lo sutil, acabando hasta
con el movimiento vano y perpetuo de la mente. «En el
mandala moderno el hombre ha reemplazado a la dei-
dad, una sustitución, por otra parte, natural, espontá-
nea y siempre inconsciente» [Jung, 1991]. También ha-
cían mandalas los islandeses (land-nam, «reclamo» o
«toma de la tierra») y varios pueblos INDÍGENAS nortea-
mericanos, como los NAVAJOS con sus círculos llenos de sentido y presagios pinta-
dos en la arena, por ejemplo el mandala del bisonte sagrado «y el horizonte que lo
rodea es de espejismo» [Campbell, 1998].

Mandamientos. Son o eran diez, depende. Para algunos valdría con cumplir
la Carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Cualquier manda-
miento es según la religión. «No cocerás el cabrito en la leche de su madre» fue de
lo más importante para los hebreos. Igual que «no guardarás hasta la mañana si-
guiente la grasa del sacrificio de la fiesta de Pascua». Eran dos de los mandamien-
tos de la primera versión del Decálogo, la que rompió Moisés lleno de ira al bajar
de un monte del Sinaí, que hoy lleva su nombre, el Gebel Musa, y ver a su gente
entregada a la licencia, LIBACIÓN y adoración del becerro de oro. En esa primera
versión de los Diez Mandamientos [Frazer, 1993], hay preceptos tan conocidos
como el primero: «No adorarás a otro Dios». Pero el segundo es: «No te fabricarás
dioses de fundición». Y el tercero: «Todo primer nacido es mío». Así hasta el últi-
mo o décimo: «No cocerás el cabrito…». La antigua secta KARAÍTA hacía eso, cocía
un cabrito en la leche de su madre y rociaba con leche los campos y huertos para
que fuesen fértiles. Existe un aspecto de aversión casi atávica a mezclar leche y car-
ne, como si las vacas no dieran más leche de saber el uso que hacen los humanos
de ella, hervirla ante todo. Es una SUPERSTICIÓN muy frecuente en muchos países,
como recoge FRAZER: las vacas dejarán de dar leche si se hierve, como decían a
Speke y Grant los nativos de Ukuni, al sur del lago Victoria. Los MASAI han arre-
glado el problema bebiendo sangre fresca (disparando una flecha a la yugular de la
vaca) y leche recién ordeñada: ambas se baten y se bebe o come al mismo tiempo,
y alguna mosca no falta. Si la leche se derrama en el fuego cuando se hierve, las
ubres de la vaca enfermarán, creían los estonios. La vaca controla la leche que le
han sacado, incluso a distancia. Tiene una «comunicación simpática con su leche»
[Frazer, 1981]. Los hinduistas bañan con leche de vaca las estatuas de sus dioses,
pero no comerían una chuleta así se muriesen de hambre. Ese sí que es un manda-
miento crucial para ellos.

mandanes / mandan. Indios de Missouri que estuvieron bajo influencia


francesa al igual que sus vecinos los gros ventres («vientres gordos»), corbeaux,
gens de chevaux… En 1742, se tardaban cuarenta y seis días de viaje entre Fort La
Reine, la base francesa en Manitoba, hasta el territorio mandane. Cultivaban maíz
rojo, calabazas, melones, judías… Llegaron a ser súbditos de España. «El momen-

333
LUIS PANCORBO

to de máximo crecimiento del dominio español llegó en 1792, cuando el agente ga-
lés de la Corona española, John Evans, izó la bandera real entre los indios manda-
nes en las orillas… del río Missouri» [Fernández-Armesto, 2005].

mandarín. Alto funcionario del imperio chino. Los mandarines se convirtieron


en una casta directiva, con todo el poder en sus manos. Se conoció como «manda-
rinato» su sistema de gobierno, en el que se trataba de imponer la ley de forma
efectiva y de seguir principios de ética confuciana muy arraigados en la sociedad
china, dado que muchos juraban retorciendo el cuello a un gallo y diciendo: «Que
el cielo me trate de la misma manera si falto a mi palabra». El mandarín era una
autoridad temida por su capacidad de dispensar castigos y tormentos no en vano
llamados «chinos». Chino mandarín (kuan hua, han yu) es, en cambio, la principal
lengua de China y la más hablada del planeta, especialmente la llamada lengua co-
mún (putong hua) usada por más de 1.000 millones de personas.

mandeanos / mandeos. Epígonos de los ESENIOS y, según versiones, segui-


dores de Juan el Bautista, que pretendían que Jesucristo fue un impostor. Quizá
fueron también los miembros de la secta gnóstica del ARAMEO Manda, extendida
en los siglos I y II en el Jordán. Los mandeanos, a veces conocidos como nasareos,
creían que el alma está cautiva en el cuerpo y hay que liberarla. La salvación es el
conocimiento elevado, además de ciertos ritos. Debieron constituir una de las
principales sectas gnósticas, si no la mayor, dado que en arameo su nombre signifi-
ca «saber» o «conocimiento». Para el profeta Mahoma, los mandeanos merecían
ser tildados de la «tercera gente del Libro», aunque para ellos, Mahoma era «el
diablo Bizbaz». Creían los mandeanos que el hombre era creado por Kinfgu, el
mal, pero que se salvaba por el bien, el Adán o la Eva que había en su interior
[Baigent, 2004]. En tiempos recientes se les ha ligado con san Juan Bautista, el que
debió ser antes en todo que Cristo, según multitud de interpretaciones esotéricas,
herméticas, gnósticas y, cómo no, según Brown [2003]. En ese sentido, el misterio
del dedo de Juan, el índice elevado hacia los cielos, significaría que advertía, o que
se reía, de la gran farsa que se avecinaba, la usurpación de la primogenitura del
MESÍAS por parte de Jesús.

mandíbulas. Son los receptáculos del espíritu del muerto, según los baganda,
la tribu mayoritaria de Uganda. A sus reyes muertos les quitaban la mandíbula y la
guardaban en un santuario, aparte del resto del cuerpo. La mandíbula se deposita-
ba en un pequeño sarcófago que reproducía en miniatura el palacio real. A veces,
tras enterrar la mandíbula, mataban a súbditos y amigos del rey con el fin de ente-
rrarlos en el mismo sitio. En las afueras de Kampala, la capital ugandesa, se en-
cuentra Gombe y otros santuarios de mandíbulas de reyes, o kabakas, incluso an-
teriores a Mutesa I, quien reinó de 1852 a 1884.

mandingo / mandingue / manding / mandinga / malinke…


Uno de los mayores pueblos de África occidental (400.000 sólo en Gambia, y hasta
un millón repartido entre Guinea Bissau, Liberia, Senegal, Sierra Leona…). Perte-

334
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

necen a un grupo lingüístico y cultural genéricamente llamado mandé. Según los


anales de Ahmed Babá, el pueblo mandingo alcanzó un gran protagonismo, una
especie de primer estado propio, en Guiné, reino fundado por Wakayamangha
unos trescientos años antes de la Hégira. Junto a otros pueblos, los mandé o man-
dingas formaron parte del imperio de Malí en el siglo XIII. Luego se dispersaron,
aunque el término «mandingo» pasó a ser sinónimo de «negro de África occiden-
tal», lo que se conoció en tiempos como el SUDÁN. Durante el reino de Kaabu, que
dominó vastas partes de Senegal y Gambia en el siglo XVI, se introdujo la cora, un
arpa de 21 cuerdas con la que acompañaban sus historias los juglares o jali
(> GRIOT), y también el balafon o xilófono. De esa época provienen las kankurang,
«mascaradas», aunque últimamente los mandingos de Gambia, sobre todo musul-
manes, prestan más atención a fiestas como la de tobaski, su forma de referirse a
Eid-ul-Adha, cuando millares de cabras son sacrificadas en todo el país para con-
memorar el sacrificio de Isaac por su padre Abraham (Ibrahim).

mandylon. Misteriosa reliquia guardada en el templo de Santa Sofía, en Cons-


tantinopla, y de donde habría sido arrancada por los TEMPLARIOS en 1204. Eso fue
en buena parte lo que dio alas a la leyenda del Santo Sudario, aunque la palabra
«mandilón» se empleó, y a menudo despectivamente, para designar a los grandes
masones por su uso del mandil (apron en inglés) típico de sus rituales.

maneaba. Casa ceremonial y templo de los indígenas de Kiribati (antes islas


Gilbert, en la Micronesia). Las maneaba son construcciones sin un solo clavo, con
techo de palmera, que sirven como centros de reunión, discusión y plegaria. En la
isla Tabiteua, la gran maneaba local guarda una cesta con los restos de Kurabi, su
héroe cultural, el que vino navegando en una barca de piedra. Ganó batallas y mu-
jeres, pero, al morir, su cadáver fue depositado en una cesta y los líquidos que de
ella caían fueron bebidos por la población en cáscaras de coco. Una comunión que
aún hoy recuerdan los cantos tradicionales de Tabiteua.

mangallas. Tribu congoleña de Bangala, originaria de Ibinza, cerca del río


Ubangui, de donde fueron expulsados por los n’girris. «Los mangallas son hom-
bres robustos y de buenas proporciones… tienen una verdadera pasión por la car-
ne humana; prefieren un brazo o un pie de alguno de sus esclavos a un pollo o a
una pierna de carnero; y no comprenden la repugnancia que inspira a los blancos»
[Giraud, 1888].

mangbetu / mambetu. Tribu del CONGO cuyas mujeres fueron célebres


por sus elongaciones craneanas. Eso ha figurado entre lo más extremo en ese apar-
tado de África y hasta del mundo, así como no hubo mayores platos labiales que
los platos dobles de las mujeres SARA, nativas del Oubangui-Chari, en el Chad.

mani. Joya en tibetano. También, píldora de arroz dulce, gragea santa con la que
el pueblo comulga, como en otras latitudes lo hacen con hostias de trigo. Las mani
pueden contener RELIQUIAS minúsculas de BUDA, ya sean pedung o dung-rus. Las

335
LUIS PANCORBO

primeras serían glóbulos luminosos, los que hacen lucir las gotas de sudor de los
iluminados. Las segundas son residuos, estiércol [Bourke, 1973].

maniqueísmo. Doctrina dualista seguida por los partidarios del filósofo per-
sa Mani o Manes (216-277?), iluminado a los doce años por el «Espíritu Gemelo»,
una especie de PARÁCLITO. El maniqueísmo rechaza el BAUTISMO y se caracteriza
por su simplicidad: no hay más que bueno o malo, sin transición, ni zonas grises.
Todo lo bueno es de Dios, lo hace Dios; y todo lo malo, Satanás. Ahora bien, el
mal tenía cinco provincias y cinco reyes: del Humo (rey de los bípedos), de las Ti-
nieblas (reptiles), del Fuego (cuadrúpedos), del Viento (volátiles) y del Agua (pe-
ces). Todo eso pertenece al reino de la materia y el mal siempre es opuesto al reino
de la luz [Cristiani, 1957]. Recuerda el MAZDEÍSMO de ZARATUSTRA: Ormuz, la luz,
siempre está en combate contra Ahrimán, las tinieblas. El espíritu maniqueo es
bueno y el cuerpo es malo. Los «oyentes», o devotos maniqueos, si pasan a la si-
tuación de «elegidos», no necesitan reencarnarse más. Se liberarán con bien y luz
absolutas. Eso niega la responsabilidad individual, aparte de ser una doctrina dua-
lista que contradice la ortodoxia cristiana de un solo Dios verdadero. Por eso tam-
bién, a la Iglesia le faltó tiempo para condenar esa doctrina por herética. San Agus-
tín, un pensador fronterizo, criticó el maniqueísmo, aunque se trataba de una
doctrina cómoda y conveniente para explicar el mundo y perduró en el tiempo,
bien a través de albigenses (> CÁTAROS) o de protestantes. En cierto modo, el ma-
niqueísmo ha revivido en la política de los Estados Unidos con la ocurrencia del
presidente Bush del «eje del mal»: Irán, Irak y Corea del Norte…, naciones sin
mezcla de bien alguno, algo que supera incluso el «imperio del mal», doctrina acu-
ñada en tiempos de Ronald Reagan.

manismo. De manes, «costumbres» en latín. Herbert Spencer (1820-1903) fue


pionero en reflexionar sobre sociedades y costumbres de la antigüedad (sobre
todo grecorromana) y sobre sociedades primitivas. Un campo de fronteras borro-
sas donde también trabajó Max Müller con su naturismo, atribuyendo los sistemas
religiosos a nomen o a NUMEN. El naturismo de Andrew Lang (The making of reli-
gion, 1898) ponía el énfasis en la difusión de algún principio divino en la naturale-
za y, por ende, en el marco natural que encuadra lo sobrenatural. No excluía Lang
la existencia de seres superiores, padres del mundo. El ANIMISMO, acuñado por
Tylor, base y fundamento de toda religión para él, no podía pasar sin réplica o per-
fil. El ANIMATISMO de R. R. Marett (The threshold of religion, 1900) no quiso estar
en la trinchera de la racionalidad y vio la animación del mundo como algo natural,
sin concurso sobrenatural, una evolución natural del pensar del hombre, incluso
en los más primitivos funerales (luego se pensaron y acuñaron los sofisticados ritos
fúnebres del mundo). Ahí encajaba perfectamente el concurso del MANA al estilo
polinesio, pues el animatismo se diferencia del ANIMISMO por la importancia que
tienen las fuerzas impersonales (huracán, volcán) sobre los espíritus personalizados
o derivados de una posición antropomórfica. FRAZER, que recopiló como nadie
cuanto hacía al caso de una creencia religiosa evocada por la naturaleza, ya dijo
que en el principio fue la MAGIA, especialmente la homeopática. «La mirada del

336
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

chorlito cura la ictericia; la virtud del pájaro no estaba en el plumaje, sino en su ojo
dorado, que curaba naturalmente la ictericia amarilla» [Morris, 1995].

manitú. Para los algonquinos, era el ser protector, no exactamente un FETICHE,


aunque la línea de demarcación fuese muy angosta para Durkheim, dentro de la
idea de que existen «lazos vitales entre las cosas y los hombres, y de que las prime-
ras están dotadas de poderes especiales de los que se benefician sus aliados huma-
nos» [Durkheim, 1993]. El manitú equivale al nagual de los indios de México, al
snam de los indios salish, al okki de los HURONES, al budjan de los yuin y al yunbe-
ai de los euahlayi… A veces se ha usado el vocablo «manituismo» como equivalen-
te a NAHUALISMO.

Manto de Mahoma. Una de las RELIQUIAS más importantes del islamismo,


que se encuentra junto al mausoleo del rey Ahmad, fundador del primer imperio
afgano en el siglo XVIII en Kandahar (Afganistán). El manto fue traído por Ahmad
desde Bujara (Uzbekistán) y se guarda en un cofre con un candado que no tiene
llave. La leyenda dice que sólo el mejor musulmán podrá abrirlo colocando su
dedo sobre la cerradura. Pero, al parecer, eso lo consiguió el 4 de abril de 1996 el
mulá Omar, líder de los TALIBANES, arrogándose el título de Amir al Muminin
(«Príncipe de los creyentes»). Mohamed Omar, llamado «comandante de la fe», y
tuerto de un ojo, en combate contra los soviéticos, se hizo famoso por huir en una
moto de la invasión norteamericana de Afganistán.

Manú / Manu. La Ley de Manú regulaba la vida y la muerte en el hinduismo.


Fue uno de los códigos más implacables de la humanidad, o de la falta de humani-
dad. Si un paria oía la campana de un templo brahmánico debía recibir un castigo:
plomo derretido en los oídos. Por supuesto, la sola sombra de los PARIAS era conta-
minante. «Los INTOCABLES [parias] han nacido esclavos.» Según las leyes de Manú,
en la India, el repudio de la esposa se producía si a los ocho años no tenía hijos o,
después de once años, si sólo había alumbrado hembras, aunque «se admite en el
acto si la esposa habla en tono áspero» [Nicolaÿ, 1904]. Esto siguió influyendo en
la India profunda. Hasta 1950, la constitución india no abolió la «intocabilidad».
El Código de Manú, como las obras de Mahoma, Cristo, Confucio…, entraban
para Nietzsche dentro del concepto de la «mentira santa». «Se afirme donde se
afirme que “la verdad existe” lo que se está significando es que el sacerdote mien-
te» [Nietzsche, 2003].

Manu’a. Pequeño archipiélago de tres islas de la SAMOA Americana (capital


Pago Pago, pronunciado «pango-pango») donde hizo su investigación Margaret
Mead en 1925-1926, con resultados optimistas acerca de la falta de ESTRÉS de los
isleños, su amabilidad y sus desinhibiciones sexuales y de todo tipo. Argumentos
que pintaban una idílica SAMOA y que fueron criticados con acidez por el antropó-
logo Derek Freeman en 1983. Stevenson logró visitar las islas Manu’a en 1891,
cuando aún los isleños se distinguían por adorar el sol y estaban regidos, no por un
matai, o jefe tradicional al uso, sino por una chica mestiza y veinteañera, otra Mar-

337
LUIS PANCORBO

garet, Margaret Young, «que se sienta todo el día con una falda rosa en una peque-
ña casa europea de color blanco…», y que exclamaba: «Este es un lugar muy abu-
rrido» [Rankin, 1987].

maorí. ABORIGEN de Ao Tea Roa, la «tierra de la larga nuble blanca» o Nueva


Zelanda. Su número se estima en unos 225.000, casi la décima parte de la pobla-
ción neozelandesa. Los maoríes, de cultura y lengua polinesia, emigraron a Nueva
Zelanda procedentes quizá de las islas de la Sociedad, hacia el año 1350 de nuestra
era, aunque se cree que antes hubo otra población aborigen llamada «cazadores
del MOA», nombre de un ave de mayor tamaño que el avestruz (3,5 metros) que se
extinguió hace al menos seiscientos años. Los maoríes lla-
maron la atención por sus TATUAJES en todo el cuerpo y
su saludo típico frotando la nariz (> HONGI), aun-
que rasgos importantes suyos fuesen la gran beli-
cosidad y el canibalismo ritual (al menos
hasta 1830). El descubrimiento de las islas
neozelandesas se debe al holandés Tasman
(1642), pero fueron los ingleses, a partir de
Cook (1769), quienes chocaron con los
maoríes, no pudiendo sofocar su resisten-
cia hasta 1871. La población maorí, entre
luchas y enfermedades, pasó en apenas un
siglo de 250.000 individuos a unos 42.000
en 1896. El número de corderos y ovejas
es hoy de unos 70 millones. Por el Tratado
de WAITANGI (1840), los ingleses acorda-
ron que respetarían los derechos inaliena-
bles sobre su tierra de los maoríes. Eso se
quedó en papel mojado. Los maoríes son una
atracción turística en Rorotua, y carne de cañón del alcoholismo, la drogadicción,
la violencia y el paro en los suburbios de Auckland. Sin embargo, en su tiempo
fueron dueños de conocimientos sofisticados (por ejemplo en astronomía). El año
maorí empezaba en la primera luna nueva después del surgimiento «heliacal» de
Matariki, Las Pléyades. La Luna y las estrellas eran observadas también con gran
agudeza. Por ejemplo, las estrellas Peke-hawani y Whakaonge-kai eran las mujeres
de Antares (Rehua en maorí) y presidían el noveno mes lunar, tiempo de verano,
sequía y escasez de frutos y comida [Best, 1959].

mapuche. Etnia del sur de Chile y Argentina. En Chile hay en torno a un mi-
llón de indígenas mapuches —literalmente «gente de la tierra» (mapu)— y medio
millón en Argentina. Fueron conocidos por los españoles como araucanos, pala-
bra que no se sabe si viene del árbol araucaria o del quechua auka, «guerrero».
En tiempos recientes se les ha tildado de «APACHES de Sudamérica» por su belico-
sidad y altivez en medio de los cambios. En tiempos coloniales había una distin-
ción entre los picunche del norte de Bío-Bío y los mapuches al sur de ese río. Más

338
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

abajo, hasta el confín de la isla de CHILOÉ, vivían los huiliche. El idioma mapuche
se llama mapungdún. Su último grito de guerra es «Petu Mongeleiñ» («todavía
existimos»). En los años noventa, los mapuches chilenos fueron ocupando tierras
desde Lumaco hasta Coz Coz, reclamando que su territorio ancestral, arrebatado
por los que llaman HUINCAS («blancos»), atravesaba Chile y Argentina de parte a
parte, hasta llegar casi al sur de Buenos Aires. Fue típico de cierta mentalidad co-
lonial y neocolonial emborrachar al indio con vino peleón (pipero) —ellos hacen
una buena chicha de manzana— para despojarlo de su mayor valor, la tierra. Por
eso los mapuches se han organizado y ahora reivindican con toda su fuerza «iden-
tidad, territorio y justicia». En algunas comunidades de mapuches chilenos son
muy activas las MACHI, o curanderas, que recetan remedios ancestrales a base de
hierbas y practican una cierta indagación psicosomática. Algunos siguen creyendo
en Ngenechan, un ser supremo, con todas las mezclas y sincretismos al uso, que
rige el cosmos, mientras Wenen Mapa es una tierra celestial en lo que no ven con-
tradicción, como en cualquier sueño. Por eso tampoco falta el mal, el dios Pillan,
de las montañas orientales, que ahí anda para dispensar inundaciones, terremo-
tos, erupciones, sequías… Y lo peor, el agravio moral, permitir la desposesión de
la mapu. Aunque muchos mapuches tengan claro que se trata de una cuestión
económica.

Mar Chamún. Patriarca de los NESTORIANOS. Es un título hereditario desde


1450 y, por lo general, la dignidad pasa de tío a sobrino. Los requisitos para ser
Mar Chamún son el celibato, no haber probado la carne ni que la madre del inte-
resado la haya comido durante el embarazo.

marabú / marabut / marabuto / marabout / marbut / morabi-


to… Asceta musulmán y también santón al fin de sus días. Esa palabra, con sus
variantes, se usa sobre todo en el Magreb y muchas veces aplicada a los santones
similares a los antiguos ermitaños cristianos. En Marruecos existen muchos mora-
bitos, o ermitas morunas, a veces capillas con una pequeña tumba cubierta con
una cúpula blanca. Es el caso del marabú Sidi Ulmed Ulghani, enterrado en Imil-
chil, lugar del célebre zoco de las bodas del Alto Atlas marroquí. Un marabú arge-
lino, Sidi Touati, enterrado en Gouraya (en la KABILIA argelina), fue el fundador
de una universidad musulmana en el siglo XII y uno de los 99 santos de los que se
precia la cercana y bella ciudad de Béjaia, una de las de más solera de la Kabilia y
de la entera Berbería.

marae. Templo polinesio generalmente sobre una plataforma de piedra. A lo


mismo se llama peae en las Islas MARQUESAS y heiau en Hawai. Ahu es el altar o
plataforma de piedras de PASCUA sobre el que levantaban los MOAI, grandes efigies
de ariki, reyes o señores de los rapanui.

marapu. Espíritus en la isla indonesia de SUMBA (en la provincia de Nusa Teng-


gara). A menudo se trata de ancestros que se representan con esculturas de madera
pintada de negro. Los marapu ejercen vigilancia y protección sobre los vivos.

339
LUIS PANCORBO

maras. Nativos de Nawincocho, en los Andes peruanos, especializados en la ex-


tracción de la sal. Según un mito, el jefe Yucay pidió al Inti que castigara a los ma-
ras por no querer trabajar sus tierras y entonces cayó una lluvia de sal. En la región
de los maras hay en torno a 3.000 pozos y manantiales por los que mana el oro
blanco desde la época preincaica, y todo ello a unos 3.000 metros de altitud sobre
el nivel del mar. La sal de los maras es apreciada en los mercados andinos, aunque
le falta yodo, elemento esencial para evitar el cretinismo y problemas de bocio.

marathi / maratho. Habitante de Maharastra, estado del suroeste de la In-


dia con capital en Mumbai (Bombay). Hablan marathi, un idioma indo-ario. Fue
en su territorio donde se produjo precisamente la fusión o encuentro de los indo-
arios y los drávidas (> DRAVÍDICO). Maharastra plantó cara al imperio del Gran
Mogol y, desde el siglo XVIII, los marathi dominaron buena parte del centro y sur
de la India hasta la llegada de los ingleses.

maraufu / marauhu. Culto dedicado a los bonitos en San Cristóbal (Maki-


ra), Santa Ana y Santa Catalina, parte de las Islas SALOMÓN descubiertas por Álva-
ro de Mendaña en su primer viaje de 1568. Con la llegada y la pesca de los bonitos
se asocia íntimamente la iniciación de los jóvenes isleños, que dura de tres meses a
un año. Culmina con una gran procesión, tras haber permanecido segregados en
una casa-canoa especial (aofa), sin contacto alguno con mujeres. En ese tiempo, los
jóvenes aprenden todas las técnicas, trucos y CONJUROS necesarios para una fructí-
fera pesca del bonito (waiau). Las grandes canoas de pesca de esa zona del sur de
las Salomón son las más vistosas y marineras del entero archipiélago. En un mo-
mento dado, los jóvenes «iniciandos» simulan ser peces y se tiran al agua para ser
luego pescados con redes desde la orilla. Chupan luego un hueso de bonito, introi-
to para poder comer su carne, y el último día suben a una plataforma con sus dine-
ros de conchas y decoraciones. Cuando bajan de allí ya son hombres hechos y de-
rechos. Al mismo tiempo se hace patente que los bonitos son deidades tutelares de
la gente. La costumbre del maraufu —en la isla Ulawa, malauhu— decayó en los
años veinte del pasado siglo. Una de las últimas iniciaciones colectivas tuvo lugar
en 1966 en la isla Santa Catalina. Por otra parte, la iniciación se relacionaba con
hacer esclavos, puesto que en las fiestas se hacían raids para capturar hombres y
venderlos después a los productores de monedas de las maravillosas y únicas con-
chas, rojas y blancas, de Haununu. Con la modernidad, a mediados de siglo XX, se
empezó a venir abajo toda la cadena de hacer esclavos para comprar conchas con
las que celebrar los ritos de la canoa (maraufu) con los que a su vez pescar bonitos
[S. Mead, 1973].

Mari. La República Autónoma de los Mari se sitúa al norte del río Volga y en el
centro de Rusia (con 23.200 kilómetros cuadrados, 728.000 habitantes y capital en
Eskar-Ola). Mari es también el nombre de un antiguo reino de Mesopotamia y de
su capital, la décima ciudad fundada tras el diluvio [Keller, 1956]. Mari fue exca-
vada cerca de Tell Hariri (Siria) por el arqueólogo André Parrott en diversas cam-
pañas desde 1933-1939. Descubrió un complejo de 260 salas y patios, 23.600 tex-

340
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tos escritos en terracota… y el fabuloso palacio del rey Lamgi-Mari, cuya efigie en
piedra también apareció. Mari es, por otro lado, el mayor genio mitológico del
País Vasco, con cierto parecido al «cazador negro» de otros sitios de Europa, que
persigue sin cesar a una liebre por los bosques. En el País Vasco se le tiene general-
mente por un ser de sexo femenino que despide fuego y llamas, aunque adopta va-
rias formas animales: macho cabrío, serpiente... Su morada más habitual es una ca-
verna. En la región de Mañaria, Andre Mari es la madre del Sol [Bariandarán,
1979]. Según Caro Baroja [1941], Mari es femenino y una «...especie de divinidad
antigua de las montañas y de las tormentas... dueña del trueno, del rayo, de la llu-
via y de la sequía».

marmota. Predice el tiempo. El «Día de la Marmota», que coincide con la


CANDELARIA de febrero, se celebra en Punxsutawney, un pueblito de Pensilvania
(Estados Unidos). Si la marmota —llamada Punxsutawney Phil— ve su sombra al
salir de su letargo invernal, porque el cielo está despejado, quedan seis semanas
más de riguroso invierno. Ese evento fue a cubrir el meteorólogo Bill Murray en la
muy memorable película El día de la marmota.

maronitas. Miembros de una peculiar rama cristiana, dentro del catolicismo,


arraigada sobre todo en el Líbano. Son seguidores del monje san Marón del siglo
IV,que vivió en una montaña cerca de Antioquía. Los maronitas se opusieron a la
herejía MONOFISITA y tuvieron cientos de mártires. El valle libanés de Qadisha (Lí-
bano) es uno de sus lugares más sagrados, con las ruinas
de una vieja abadía fundada por el emperador bizan-
tino Teodosio el Grande. A Bsari, una localidad ma-
ronita del Líbano septentrional, el poeta y
antiguo vecino Kahlil Gibran le donó los
derechos de autor de su libro El profeta,
algo que supuso un millón de dólares
al año [Dalrymple, 2002], pero que
no sirvió para poner fin a la rivalidad
de los diversos grupos locales. Los
maronitas suponen en torno al 19
por ciento de los cristianos libane-
ses. Su Beatitud Eminentísima o
Mar Nasrala (Nasrallah) se llama
Butros Sfeir, el actual jefe de los
obispos maronitas. Se le equipara a
un cardenal del Sacro Colegio Ro-
mano, por lo que ha podido interve-
nir como elector del Papa. De todos
modos, más conocidos que los ecle-
siásticos maronitas son los políticos y
militares, a veces expresión del ma-
yor extremismo, como Gemayel, funda-

341
LUIS PANCORBO

dor de una Falange en 1936 con gran parecido a la española, «un hombre con sen-
tido del pasado» [Dalrymple, 2002]. O Samir Geagea, sentenciado a cadena per-
petua por el asesinato de su rival político Dany Chamoun en junio de 1995.

Marquesas / Marquesas de Mendoza / Îles Marquises. Islas del


Pacífico oriental descubiertas por el español Álvaro de Mendaña en su viaje de
1595. Las llamó así en homenaje a García Hurtado de Mendoza y Manríquez
(1535-1609), marqués de Cañete y virrey del Perú, por el apoyo que había dado a
su empresa, al permitirle volver a descubrir tierras australes después de su primer
viaje a las islas SALOMÓN en 1568. Mendaña sólo conoció las Marquesas del Sur, es
decir, Santa Cristina (Tahuata), la isla donde primero desembarcó, Magdalena
(Fatu Hva), Dominica (Hiva Oa) y el islote San Pedro (Mohotani). Hasta 1774,
Cook no redescubrió Tahuata. En cambio, las Marquesas del Norte (Nuku Hiva,
Ua Puka, Ua Pou) fueron descubiertas casi al mismo tiempo, en el año 1791, por el
capitán americano Ingraham y el capitán francés Marchand. Ya en 1842, Francia se
anexionó todo el archipiélago de las Marquesas por medio del almirante Dupetit-
Thouars. Desde entonces las islas pasaron a ser una colonia francesa, dentro de la
Polinesia, cuya capital es Papeete en Tahití. El 95 por ciento de los marquesanos
son católicos, aunque no olvidan a sus tuhuna, o chamanes, ni la fuerza de sus TA-
TUAJES y TIKI.

martinismo. El prodigioso Martínez (o Martines) de Pasqually fue el funda-


dor de la escuela martinista de los «Filósofos Desconocidos», una logia de masone-
ría esotérica activa aún en Canadá, Barbados y otras partes. El martinismo se apo-
yó al principio en un grupo llamado Elus Cohens, «Elegidos Cohens» o «Elegidos
Sacerdotes», mezcla de logia masónica y de reintegración de los verdaderos TEM-
PLARIOS, los de estricta observancia, o «Caballeros Bienhechores de la Ciudad San-
ta». Sebastián Las Casas [1781] fue el tercer y último gran soberano de esa obra.
Considerado también un rosacruz, Martínez de Pasqually tuvo que abandonar
Francia en 1772 y se exiló en Santo Domingo. Pero sus ideas fructificaron en am-
bientes esotéricos y, a partir del siglo XVIII, se volvió una y otra vez a las viejas
fuentes de la gnosis, fuera por caminos masones, ROSACRUCES o mediante los «Ele-
gidos Cohens». Un francmasón y rosacruz como Louis Claude de Saint Martin pu-
blicó El Tratado de la reintegración de los seres a sus originales virtudes, poderes y
cualidades (París, 1889), en el que afirmaba que el hombre debía recobrar su vieja
divinidad a través de una teurgia y, a ser posible, de una iluminación. En este con-
texto, fue singular, por decir algo, el conde polaco Jan Potocki (1761-1815), etnó-
grafo, francmasón y novelista, autor de una opereta de juventud, Les Bohémiens
d’Andalousie, y de libros de viajes sobre países orientales como Astracán y Mongo-
lia. Padre sobre todo de El manuscrito encontrado en Zaragoza, donde los perso-
najes, que parecen españoles, árabes, franceses…, hablan en realidad como ILLU-
MINATI de Baviera. Evocaciones de las ideas de la orden de los «Elegidos Cohen»
subyacen también en ese libro de Potocki que parece un juego de matrioskas en 13
jornadas, en que van cambiando sutilmente las diversas personalidades. Un poco al
estilo, por supuesto, de William Beckford, escritor que imagina, como el propio

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

conde Potocki, una escalera gótica de 1.500 peldaños para que por ella suba y baje
con sus secretos el califa Vathek. Al final de su vida real, Potocki acaba disparán-
dose con una bala de plata, que él mismo hizo con el adorno en forma de fresa de
una ensaladera y que antes hizo bendecir por el capellán de su castillo, «por si aca-
so existe Dios». Por eso Potocki fue conocido también como «el hombre que se
disparó con una fresa».

masai / maasai. Pueblo seminómada de origen nilótico que vive entre Kenia
y Tanzania. Pueden ser más de 150.000 los hablantes de maa, una lengua muy arti-
culada y con un extenso vocabulario. Los masai se agrupan por il, prefijo que ante-
ponen al nombre de sus principales clanes. La estampa ha-
bitual quiere ver a los masai pastoriles y medio salvajes.
Pero ya en 1970 se licenció una mujer masai en la Universi-
dad de Nairobi y ha habido varios ministros masai en el
gobierno keniano. Muchos masai se declaran monoteístas y
adoradores de un dios llamado LENGAI, que también signi-
fica «Lluvia». Los poblados masai van del boma o enkang,
una especie de corral (> KRAAL), que se cierra con espinos,
a la manyata o poblado usado por los jóvenes antes de
afrontar la iniciación (eunoto), tras la que adquirirán un
nuevo grado social, el de guerreros o MORAN. En la socie-
dad masai sigue siendo esencial el laibon (brujo), persona
dotada de capacidad de sugestión, adivinación y curación, a menudo mediante el
egidong, una calabaza llena de piedras que echa sobre un tapete de piel de vaca.

mataco / wichi. Etnia indígena de la región del CHACO, entre Argentina y Para-
guay, con un idioma del grupo mataco-mataguayo (como los chorotis, noctenes y
otros). Los matacos de Argentina, que viven en la provincia de Salta, se han lanzado
en los últimos tiempos a mostrar a los turistas sus tradiciones y, en especial, su vieja
cultura respetuosa con la naturaleza. Antaño vivían en huet, cabañas hechas con ba-
rro y ramas, y vestían pieles de animales. Todo eso vuelve mediante la exhibición a
los otros, como ya hacen, por ejemplo, algunos bosquimanos (> SAN) en Namibia.

mate / yerba mate. Bebida de gran consumo en Argentina, Paraguay y Uru-


guay. Las hojas y tallos tiernos de la hierba mate (Ylex paraguariensis) se pulveri-
zan y con eso se hace un té. Se suele tomar (cebar mate) dentro de una calabaza, o
recipiente de metal, a veces de plata, que también se llama mate, y mediante un
tubo llamado bombilla. El principio activo del mate es la mateína, un alcaloide que
tiene virtudes energéticas. El mate ya fue usado por los indios GUARANÍES para ali-
viar diversas afecciones reumáticas y de otro tipo. Ello sin despreciar la eficacia del
mate contra la sed, sobre todo en su versión fría, el tereré, muy usado en el achi-
charrante calor del Paraguay.

materialismo cultural. El antropólogo Marvin Harris (1926-2001) tuvo la


feliz ocurrencia de introducir el materialismo cultural en la dialéctica de la discipli-

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LUIS PANCORBO

na, haciéndolo además algo atractivo y accesible, como demuestran sus títulos Bue-
no para comer, Caníbales y reyes… Su afán era encontrar, y a menudo lo conseguía,
explicaciones racionales a hechos culturales sobre los que suele pender la amenaza
de la religión o del esoterismo a falta de explicaciones fehacientes. Todo, por muy
repelente que fuera a ojos extranjeros, o a ojos posteriores, debía tener una explica-
ción racional, por muy irracional que fuese el tema, pongamos el canibalismo. El ca-
nibalismo de los AZTECAS —tema por fin no achacable a los españoles— se debió,
según Harris, a una estrategia para obtener proteínas cárnicas de los enemigos, algo
hasta cierto punto coherente en un país donde los mayores animales comestibles no
pasaban de ser los perros o los guajolotes… Clarividente fue asimismo su forma de
conectar el TABÚ de la vaca en la India, o el del CERDO en Palestina, con razones cli-
matológicas, económicas y, a la postre, con los intereses del poder sacerdotal y polí-
tico. Asunto, por otro lado, intuido por Montesquieu en El espíritu de las leyes: «El
calor excesivo [de la India] quema todo el campo y, por consiguiente, no puede allí
mantenerse sino un muy corto número de ganado». Lo mismo fue destacado por
Dubois [1829], añadiendo lo poco saludable que es comer carne de vaca en el clima
indio. En todo caso, muchos colegas no perdonaron a Harris el éxito popular de
sus tesis nuevas (o de sus tesis «antiguas» vueltas a proponer). Los antropólogos
profesionales querían quedarse del lado de Soustelle, o de Murdock, al hablar de
los AZTECAS, y no aceptaban las brillantes conjeturas de Harris sobre el POTLATCH, o
sobre las brujas, seguramente porque «el éxito se perdona menos que los errores,
en especial entre las gentes del gremio» [Gómez Marín, 2001].

Matininó. Isla caribeña habitada por AMAZONAS. «Es historia y no fábula. Yo


doy lo que me dan» [Mártir de Anglería, 1989].

matrimonio. Las costumbres matrimoniales son tan diversas como los pue-
blos, aunque ahora se trate de seguir la moda de Las Vegas, incluso la de no pasar
por la vicaría. «La costumbre de romper huevos para atraer los favores del cielo
está muy extendida en Persia» [Nicolaÿ, 1904]. En la antigua Camboya, antes de
tantos destrozos de jemeres rojos, el novio honraba a la suegra pagando barras de
plata como compensación o precio «por la leche mamada por la hija». He ahí un
respeto al matriarcado. Pero es que en Argelia el esposo, antes de entrar en la casa,
ha de pegar un puntapié a un cubo de agua y a un huevo que ponen en la entrada,
o será mal presagio. Luego afirma su autoridad, ya desde el primer día de matri-
monio, colocando «un grueso bastón» cerca de su mujer. Eso es algo más suave
que lo de los YAZIDÍES, que directamente tiran una piedra a su joven esposa. O lo que
hacían en Tlemecén (Argelia): pisar el pie derecho de la novia para recordarle su
inferioridad.

Ma-Tsu-P’o / Matsu. Diosa del mar de los taoístas de Taiwan. Protectora de


marinos, pescadores y parturientas. En Hong Kong se la venera bajo la advocación
de TIN HAU. En Taiwan (Formosa), donde hay no menos de 300 templos dedica-
dos a la diosa patrona del país, su cumpleaños se celebra el vigésimo tercer día del
tercer mes del calendario chino. Hay grandes procesiones, entre ellas la del templo

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Peikang, cerca de Chiayi, en el centro de la isla; la del templo Lung Shan, o el


«Dragón Montaña», del centro de Taipei, la capital taiwanesa. Y, de modo espe-
cial, la que tiene lugar en Ainan, en el sur de la isla, en el templo Ta Tien Hou,
que, al haber sido construido en 1603, parece ser el más antiguo dedicado a Ma-
Tsu-P’o en toda la isla. Se celebra allí una gran procesión de comparsas, agrupacio-
nes y artistas de ópera que va hasta el templo. Además de la estatua de la diosa
flanqueada por dos demonios convertidos a la gracia divina, se guardan importan-
tes RELIQUIAS, como el palanquín sagrado de Ma-Zo y el tambor que anunció una
gran victoria naval en tiempos de la dinastía Ching gracias a la intercesión de la
diosa. Los más misteriosos y esperados participantes en la procesión son los tan-
quín, o guardianes de Ma-Tsu-P’o, que desfilan en estado hipnótico. Cuando cesa
la música, se quedan suspendidos en sus gestos y congelados sus movimientos,
como si fueran muñecos mecánicos a los que se les ha acabado la cuerda.

Mau Mau. Sociedad secreta de Kenia. Movimiento integrado especialmente


por kikuyus juramentados para expulsar a los blancos del país. El Mau-Mau fue si-
nónimo de matanzas de blancos antes de la independencia de Kenia el 12 de di-
ciembre de 1963. Jomo Kenyatta, ex jefe de los Mau-Mau, se convirtió en el pri-
mer presidente del país. Conocido como Mzee, «el Viejo», Kenyatta fue
encarcelado seis años por los ingleses. Llegó a escribir el libro Facing Mount Ken-
ya (1938), prologado por Malinowski: «…es una contribución competente e ins-
tructiva a la ETNOGRAFÍA africana hecha por un estudioso de pura ascendencia afri-
cana». Pero la verdad no siempre coincide con el punto de vista. Últimos estudios
[Anderson, 2005] evidencian el alcance de «la guerra sucia» de los británicos en
Kenia: si es cierto que hubo allí 32 espantosos asesinatos de blancos, cayeron no
menos de 12.000 rebeldes, además de 3.000 policías y soldados, negros por su-
puesto.

Maui. Un gran dios del panteón polinesio. Creador del mundo, Prometeo de los
marquesanos, el que trae a la tierra el fuego del Sol. Dios de los terremotos en SA-
MOA. En Hawai, Maui originaba los linajes de los descendientes de los dioses. Sin
embargo, el nombre de «Maui» significa «quebrantado», «roto» [Ratzel, 1888], tal
vez porque descendió al lugar de los terremotos para traer fuego y allí tuvo que lu-
char contra el dios Tati, quien le cortó o lesionó una pierna.

mauri. Para los antiguos polinesios, principio de vida y «fuente de emociones,


TALISMÁN, símbolo de lo invisible…» [Guideri, 1989]. El mauri engloba objetos
sagrados (taonga atua): «Así, el Arca judía sería, para un maorí, un mauri». El
mauri encarna la divinidad, si bien de forma provisional, como el CHURINGA aus-
traliano [Guideri, 1989].

maya. «Confundir el mapa con el territorio», o «todas las formas son maya rela-
tivo, fluido y siempre cambiante…» [Capra, 1984]. «Maya» es un vocablo sánscri-
to equiparable a «ignorancia» y contrapuesto a BRAHMAN, «conciencia pura», se-
gún la filosofía Vedanta. También se emplea en el sentido de «ilusión», ese velo de

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LUIS PANCORBO

irrealidad que produce la avidya, forma de «ignorancia», contrapuesta a vidya,


«verdad», «sabiduría». Tampoco falta maya en La conquista del reino de Maya,
novela de Ángel Ganivet (1865-1898) protagonizada por Pío García del Cid, un
abogado andaluz que acaba en un país del continente negro ubicable más o menos
en Ruanda. Ganivet describe con humor el canibalismo de «las tribus antropófa-
gas… ordinariamente agrícolas y poco aficionadas a los alimentos azoados…». So-
bre el tema de los dientes limados escribe: «…revela a las claras que su naturaleza
es buena, puesto que si fuese mala, los tendrían afilados ya, y no tendrían necesi-
dad de afilárselos» [Ganivet, 2001].

mayas. Pueblo y cultura mesoamericana con una historia fascinante por su deli-
cadeza y repentino ocaso tras tres grandes periodos. El clásico debió empezar a
partir del siglo IV y duró hasta el X. Luego vino el renacimiento maya o yucateco, o
«Nuevo Imperio», cuando llegó al Yucatán el Quetzalcoaltl de los TOLTECAS y se
convirtió en Kukulkán («la Serpiente Emplumada»), y que duró al menos hasta el
año 1441, con la destrucción de Mayapán y la familia reinante, los Cocom. Y, por
fin, la decadencia, desde mediados del siglo XV
hasta la conquista española. A veces se da como
último episodio de esta historia la conquista por
parte de Martín de Ursúa del reino de Itzá, en el
lago del Petén, en 1697. De los mayas proceden
muchos pueblos de Centroamérica, como los
llamados mayances de Guatemala, los QUICHÉS,
los cakchiqueles… Ballesteros [1985] refiere la
idea del doctor Andrés Ciudad [1985] que
duda del presunto monoteísmo maya, con el dios supremo Itzam Na, el gran lagar-
to o Sol, o con el gran dios Hunab Ku, del Popol Vuh. Eso se desplomaría ante el
Ritual de los Bacabs, que menciona 166 deidades más otras 30 identificadas en los
códices mayas. «Cada deidad está relacionada con cuatro direcciones y colores».
Luego estaban las dualidades que se daban con mucha frecuencia: Ix Chel, «seño-
ra del arco iris», es diosa de la Luna, esposa de Itzam Na, el dios del Sol, pero tam-
bién es diosa de la Tierra, el tejido, la medicina, la procreación, el parto… Mayas
fueron asimismo las reinas de Mayo en las fiestas españolas de ese mes. En Alema-
nia las mailehen son fiestas de mayo con rifa de mujeres, sobre todo solteronas.
Maya era la madre del dios Mercurio.

mazdeísmo. Religión de Ahura Mazda o Ahuramazda, «Señor Sabio», que


obra a través del Spenta Mainyu, o «espíritu santo», confrontado siempre a Angra
Mainyu, «espíritu malo». Religión creada en Persia hace ocho mil años por ZARA-
TUSTRA. En un principio, Ormuz (otro nombre de Ahura Mazda), dios de las cosas
buenas y rey de los ÁNGELES, ofreció un pacto de no agresión a Ahrimán, dios de
las cosas malas y rey de los demonios. No hubo acuerdo y ambos lucharon doce
mil años, con el resultado de que ganó el Bien, pero el mal continua y, como dirían
los viejos apologéticos, «para aplacar el mal se le rinde idolatría».

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mbueti / bueti / bieti / bwiti… Conjunto de ritos de naturaleza sincrética


practicados por los FANG en Guinea Ecuatorial y Gabón. En varias zonas del CON-
GO hubo una sociedad secreta mbueti con fines de protección. González de Pablo
[1946] estudió el mbueti guineano en una época en la que estaba reciente su pro-
pagación desde la frontera gabonesa. Proporciona el dato de que el primer inicia-
do guineano fue Mbá Nchuchuma, un hombre del poblado de Boncho que habría
estado en conexión con un grupo mbueti de Libreville (Gabón). Antiguamente el
mbueti podía tener un balele de apertura, un baile ceremonial abierto al público,
para luego ir cerrándose en ritos que, de secreto en secreto, pudieron caer en la
antropofagia. Movimiento de reivindicación, religión con sacrificios humanos…,
las particularidades del mbueti no siempre han sido desentrañadas. Parece esencial
el consumo de una planta alucinógena, la evoka (iboga). Por otro lado, los FANG
acuñaron la figura de Mebe’e, dios creador, sin padre ni madre, el que hizo un la-
garto de barro y, a los ocho días, salió un hombre [Panyella, 1965].

Mead, Margaret > SAMOA


Meca / La Meca. Ciudad santa de los musulmanes enclavada en el oeste de Ara-
bia Saudí y prohibida (haram) para los no musulmanes. Allí está la Gran Mezquita,
que aloja un meteorito cúbico, la piedra negra (KAABA), «casa de Dios», y punto cul-
minante de la peregrinación de los fieles que se convertirán en HADJ. Antes deben dar
siete vueltas en dirección contraria a las agujas del reloj, en una procesión denomina-
da tawaf. Al sur de La Meca, en la llanura de Arafat, se encuentra Muzdalifa, escena-
rio de la lapidación del diablo. Los peregrinos cogen piedras en ese lugar donde Ma-
homa hizo su última predicación en vida y luego viajan otros 21 kilómetros hacia al
sur, hasta la localidad de Mina, donde las arrojan contra tres columnas (raÿm) que
simbolizan el mal, el diablo. Suelen lanzar los guijarros desde el puente de Jamrat,
pero la aglomeración de peregrinos es tal que a veces se producen estampidas huma-
nas (hubo 244 muertos, sobre todo de Pakistán, Bangladesh e Indonesia, el 1 de fe-
brero de 2004). Después de la lapidación del diablo, se producen los sacrificios ritua-
les de los corderos que durarán los tres días de Aid Al Adha o «Fiesta del Sacrificio».

Medusa. Aparte de las medusas de la antigüedad, y de las que infestan última-


mente las playas, La Méduse fue una fragata francesa que naufragó en 1816 frente
a las costas de Mauritania. Los supervivientes embarcaron en una balsa que origi-
nó uno de los cuadros más potentes de todos los tiempos y, desde luego, la gran
pintura de la restauración francesa de Luis XVIII. Le radeau de La Meduse («La
Balsa de La Medusa), de Théodore Géricault, es la muerte con sus velas desgarra-
das que se acerca a unas gentes famélicas entre lívidos colores de mar y cielo, todo
se les niega. El barco, al mando del capitán Duroy de Chaumarey, embarrancó jun-
to al banco de Arguin, un lugar lleno de bajíos con los que el Sahara quiere entrar
en el desesperado océano Atlántico de Mauritania. Sin agua ni comida, al final mu-
rieron 145 personas en aquella balsa, pero algunos de ellos canibalizados por sus
propios compañeros de viaje. No podía ser cierto que los franceses fuesen antro-
pófagos, de ahí el gran escándalo.

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LUIS PANCORBO

meharí Camello de carrera, de pelaje claro, alto y de fuertes extremidades, que


es adiestrado para correr y caminar. Frente al camello de carga, el meharí podría
recorrer 150 kilómetros diarios, permanecer ocho días sin beber y aun más tiempo
sin comer. Pero no se sacia fácilmente cuando encuentra su pasto preferido, merk-
ba (Scabiosa camellorum), o cualquier charco donde saciar su sed. En el Sahara
francés se llamó meharé a la excursión a lomos de camello, que los TUAREGS llaman
areggan.

meigas. BRUJAS, deidades malignas de la noche en Galicia. Se relacionarían con


el Meco de los cuentos gallegos y con los méges franceses, «adivinos que sucedie-
ron a los DRUIDAS» [Costa, 1888]. Los almujuces, invasores celtas de Galicia, posi-
blemente normandos, tal como eran conocidos en lengua arábiga (almajus, al ma-
gus), se asociaban a la raza lunar o de las tinieblas, dioses nocturnos como los
firbolgs irlandeses, opuestos a los Tuatha-de-Danann, dioses del día o del sol. En
ese sentido, la Torre de Crun (en sánscrito ghrani; en irlandés, grian, «sol») es la
también llamada Torre de Crunnia o Cruña, la «Torre del Sol», la que erigió Hér-
cules, héroe solar, y donde puso «espejos ustorios» que incendiaban las naves ene-
migas, como los rayos de los leones heracleos en las naos gaditanas con los que fue
incendiada la flota de Theron [Costa, 1888]. Las meigas eran conocedoras de las
plantas alucinógenas o tóxicas: beleño, belladona… No hay que confundir las mei-
gas «mamonas» —suplantadas por culebras que mamaban de las vacas por las no-
ches— con las meigas «chinchonas», que «gustan mucho de la sangre de los niños,
a los que roban para chupársela» [Rodríguez López, 1910]. Cuando una meiga en
forma de mosca molesta el ganado («moscar al ganado»), «es cosa eficaz llevar en
el bolsillo un frasco con agua bendita y una ramita de laurel, pues como de la as-
persión toque una sola gota a la mosca, morirá seguramente la bruja en el mismo
instante». Hay incluso meigas «abejorros» (abéllons) y «sursumcodas», las que se
quedan rondando las calles. El meigallo es, en cualquier caso, el hechizo que es
preciso botar.

menomini. Indios del nordeste de Winsconsin. En tono a 3.500 (censo de


1977), hablan un idioma de la rama algonquina. Es un pueblo considerado pacífi-
co, amante de sus tradiciones, cazador, pescador y cultivador de arroz salvaje. En
el siglo XX se caracterizaron por abrazar el PEYOTISMO, culto del cactus alucinóge-
no. «Una línea dibujada en la parte superior del altar de media luna simboliza el
camino difícil y estrecho que los miembros del PEYOTE deben seguir a través de su
vida» [Spindler, 1971]. No hay grandes promesas de redención o salvación en ese
culto sino «una limpieza de todo pecado y una curación de las enfermedades»
[Beals y Spindler, 1978].

menonitas / mennonitas. Seguidores de Menno Simmons, sacerdote cató-


lico holandés que en 1536 se adhirió a los grupos protestantes anabaptistas. En Pa-
raguay destacan las colonias menonitas del CHACO, fundadas a partir de 1927 por
menonitas procedentes de Canadá. Luego, en 1930-1932, hubo una segunda olea-
da de menonitas a Paraguay procedentes de la Unión Soviética, de donde fueron

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

expulsados por Stalin. Poco a poco fueron creando una ciudad en medio de la
nada, la actual Filadelfia, de unos 15.000 habitantes, centro de las tres colonias
pioneras, Menno, Neuland («Nueva Tierra») y Fernheim («Hogar Lejano»). Al
principio tuvieron enfrentamientos sangrientos con los AYOREOS (indios llamados
«MOROS» en tiempos españoles). «Su aparición [de los moros] siempre causaba
horror y hasta un miedo mortal. Paul Stahl y tres de sus hijos fueron asesinados,
Kornelius Isaak murió por una puñalada mortal, a Wilhem Sawatzky le destroza-
ron un brazo, y los esposos Plett casi murieron por sus sangrientas heridas…»
[Hein, 1990]. Los menonitas del Chaco estaban inflamados de una visión superior
y no iban a pararse ante indios como los ayoreos, que adoraban al sol. Al final, sí
hicieron la «reducción» de los INDIOS, sobre todo de los LENGUAS, que pasaron al
servicio de las colonias menonitas. Siempre en Paraguay, hay otra colonia de meno-
nitas tradicionales (unos 3.000) en Río Verde, procedentes en su mayor parte de
Chihuahua (México), donde sigue viviendo otra nutrida colonia menonita. En Río
Verde usan tractores y frigoríficos y calesas de caballos, pero no así coches. Y nada
de radio, televisión o teléfono. Los chicos menonitas sólo van cinco años a la es-
cuela y las chicas, seis.

meo / hmong / miao. Tribu del «Triángulo de Oro» o «Triángulo del


Opio», área delimitada entre Tailandia, Birmania y Laos, originaria del sur de Chi-
na, desde donde emigró hace un par de siglos. Considerados un subgrupo de los
YAO, los meo son en torno a seis millones, de religión animista. Su mayor actividad
todavía consiste en el cultivo de la adormidera, la amapola del opio, lo mismo que
otras tribus de la zona: los cuatro grupos de lahu (musur); mien (YAO); lisu (yee-
saw), y akha (igor). «A los pescados, las olas; a los pájaros, los aires, y a los meo, las
montañas», dice un adagio. Los meo de Laos se aliaron con los estadounidenses y
combatieron contra los comunistas del Pathet Lao. Al acabar la guerra, muchos
cruzaron el río Mekong y se instalaron en el norte de Tailandia. Viven a entre
1.000 y 2.000 metros de altitud, en aldeas de 20 a 30 cabañas de pino rojo o pino
negro, con techos de hierba de elefante. En Tailandia se consideran «tierras del
rey» las situadas por encima de los 1.000 metros. El rey las cede a los montañeses,
por eso éstos no pueden tener títulos de propiedad. Acumulan en plata (collares,
pulseras…) la riqueza que les produce la venta del opio. También lo fuman, pero
con propósitos medicinales: «¿Quién está tan loco como para comerse su dine-
ro?».

meriah. Sacrificios humanos de los khonds (gonds), gentes tribales del interior
de ORISSA. Bajo el imperio británico, esa región, ocupada en 1803, se llamó Khon-
distán y también Chondwana. En los distritos montañeses de Goomsur, Boad,
Chinnakimedy y Jeipor «…se inmolaban con frecuencia víctimas humanas, y al
dios de la tierra Tado Pennor, y al rojo dios de las batallas Manuk-Soro» [John
Campbell, 1865]. Pennor cuidaba de las mieses. Las víctimas o meriahs —pues
también se usaba ese vocablo para la víctima— se podían comprar y valían entre
60 y 130 rupias, prefiriéndose adultos a viejos y niños. Gentes de la casta panoo se
dedicaban a ese comercio. En épocas de hambruna, los khonds vendían a sus pro-

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LUIS PANCORBO

pios hijos. Ningún europeo asistió a los sacrificios humanos de los khonds, pero el
mayor general John Campbell, comisario inglés en la región de 1840 a 1854, reco-
piló muchos datos para su particular campaña de abolición del meriah. Las gentes
se embriagaban y bailaban ante la efigie de la divinidad y ante la víctima atada a un
poyo con las manos en la espalda. Degollaban a un puerco y el zaní, o sacerdote,
cortaba un pedazo del animal y lo metía en un hoyo como un sacrificio a la tierra.
Luego, la víctima era arrojada a ese mismo agujero y moría sofocada. El zaní corta-
ba un pedazo de carne humana y lo enterraba de nuevo y los presentes lo imita-
ban. Los huesos se abandonaban en la fosa, que se tapaba con tierra. Poco después
hacían lo mismo con un búfalo. Los khonds solían celebrar el meriah para poten-
ciar el cultivo del azafrán: creían que sin efusión de sangre no saldría del color in-
tenso y adecuado. Lo que FRAZER llamaría MAGIA homeopática. Se calculó que el
número de sacrificios humanos en Khondistán podía ascender a unos 500 al año.
A veces se trataba de verdaderas hecatombes con 25 o 27 personas sacrificadas al
mismo tiempo. John Campbell llegó a arrogarse la salvación de no menos de 1.506
personas condenadas a morir como meriahs. Los ingleses se sirvieron de los bue-
nos oficios de los uriah, la clase dominante, con los rajás al frente, para tratar de
mantener a raya a los khonds de las montañas, generalmente usados como siervos.
En 1836 y 1837, los khonds encabezaron revueltas para no pagar tributos ni a los
rajás ni a los ingleses.

merina / imerina / tsalo. Pueblo del altiplano de la isla de Madagascar, a


donde emigraron hacia el siglo V desde el sureste de Asia. Su idioma se entronca
con el grupo malayo-polinesio. Los merina viven sobre todo en el centro de la isla
y en su capital Tananarive (Antananarivo en lengua merina), la ciudad de las 12 co-
linas sagradas. Fue sede de su monarquía unificada por el rey Andrianampoinime-
rina (1745?-1810) y que duró hasta la ocupación francesa y el destierro de la reina
Ranavalona III en 1897. Los merina se destacan por su rígida clasificación social en
tres clases, andriana, los nobles, hova, los comunes, y andevo, los esclavos, los ne-
gros o los descendientes de negros, frente a los más claros (o amarillentos) andria-
na. Estos últimos son por supuesto los poseedores de mayor y mejor HASINA, espí-
ritu vital, fuerza o energía cósmica (> MANA). La cultura merina sobresale entre los
18 grupos étnicos malgaches por la complejidad de sus ritos fúnebres (> FAMADI-
HANA), pero los betsileos y los mahafaly del suroeste ponen artísticas tallas de ma-
dera sobre los sepulcros (Patrimonio Cultural de la Humanidad).

Merkabah. El carro celestial de Ezequiel. Trono de Gloria de El Shadai. Aquel


con el que Elías subió al monte Carmelo: «…un carro de fuego con caballos de
fuego apartó a los dos: y Elías subió al cielo en un torbellino. Y viéndolo Eliseo,
clamaba: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!”. Y nun-
ca más le vio y trabando de sus vestidos, rompiólos en dos partes» (Reyes 2,11-12).
Merkabah sería también símbolo del ÁRBOL DE LA VIDA o los cuatro sefiroth (> SE-
PHER) del Árbol de la Perfección. Los Libros de ENOCH , textos gnósticos, esotéri-
cos, hebreos, a veces escritos de derecha a izquierda, pero con las letras orientadas
de izquierda a derecha, buscan y no paran el misterio de Merkabah y la llamada

350
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

«Regla de la Guerra», un rollo aún poco claro de los de Qumran, especialmente el


registrado como «1QM», con sus inquietantes alusiones a la guerra entre ÁNGELES
buenos y caídos.

Meron. Monte de Israel donde se encuentra el santuario de Shimon Bar Yohai,


santo y sabio judío que se refugió en una cueva huyendo de los romanos tras la caí-
da de Jerusalén en el año 70 de nuestra era. Es un centro de peregrinación donde
se recibió la TORÁ durante el Lag B’Omer, el periodo que media entre la Pascua y
el Shavuot o «Festival de la Cosecha». La peregrinación al Meron —un más oculto
Monte Sinaí— fue vista como una experiencia de «revelación» y un rito de PASAJE
en el estudio realizado por Barbara Myerhoff [1993].

merovingios. Dinastía de los antiguos francos que reinó entre los siglos V y
VII, pero que hunde sus raíces en una mítica figura, la de Meroveo (también Mero-
vech, Meroveus…), que fue nada menos que hijo de dos padres, el suyo real y una
criatura marina que fecundó a su madre por segunda vez. Su hijo fue Childerico I
y su nieto Clodoveo… Reyes brujos, reyes melenudos, conocedores de misterios
como el del GRIAL, con el símbolo de la abeja en su escudo, los merovingios, con
sus entrecruzamientos temáticos con los TEMPLARIOS y el Priorato de SIÓN, y hasta
la reivindicación del trono de Francia, han suscitado la atención constante de los
esotéricos, lo que no viene de ayer, ni del libro de Brown [2003]. Merovingio es
también un antiguo programa informático de Matrix, representado por un deca-
dente francés. Prefiere a todo la causalidad: «Todo es eso, no la elección.»

Mesías. Si vienen, serán verdaderos. Los falsos mesías, acreditados al menos por
los hebreos, pues en ellos creyeron, fueron entre otros: Barcochab, hijo de Mentira
(año 130); Barzozubá, de la isla de Candía (año 434); Dunaam, etíope (año 522)…
Maimónides habló sin dar nombres de uno que había en Francia en el año 1137;
otro hubo en Córdoba en 1157, y el del reino fesano (1167). Luego hubo otro,
siempre sin nombre, en Persia (1174). En Moravia surgió David Almuser (1176),
«lo prendieron y después lo mataron». En la España de Fernando el Católico, apa-
reció Ismael Sofí (1497). El rabí Leemelin predicó que había llegado el Mesías
(1500). Otro judío que se fingió mesías en España fue Solomonillolcó (1532). Otro
más hubo en la India Oriental (1615). Sabato Zeré se hizo pasar por mesías y luego
se hizo turco (1666); y, por fin, en Alemania un judío llamado Mardochai (1682)
intentó parar la historia declarándose el auténtico y último Mesías [Lidon, 1800].

metaantropología. Término usado por el antropólogo Carmelo Lisón To-


losana [2004] para referirse al alcance de su quehacer tanto teórico como «campe-
ro» (trabajos de campo). En primer lugar es fundamental «el contexto social» don-
de Lisón quiere formular y analizar los problemas culturales. Lisón coloca en el
centro de su investigación al «hombre concreto y circunstancial, con sus intereses,
defectos y flaquezas, con sus emociones, creencias y pasiones, con su desbordante
imaginación y con su precaria racionalidad…». Por último, trata de construir «una
fenomenología y una hermenéutica de lo experienciado y de lo experienciable…».

351
LUIS PANCORBO

O, como dice con vibrantes palabras, su metaantropología le «…empuja y arroja al


mundo de los hechos, al trabajo de campo, a leer la vida en su fluir cotidiano que a
borbotones se agita a nuestra vera. Qué hacen y cómo lo hacen, cómo y de qué vi-
ven, cómo se jerarquizan y subordinan…».

metempsicosis / metempsícosis… Trasmigración de las almas. Un


alma insistente —creen hinduistas y budistas, y no sólo ellos— puede pasar por va-
rios cuerpos y animarlos. Si así fuera, la mortalidad está prorrogada. Los sueños sí
que pasan por los hombres y resisten sus vidas, y pasan a otras personas, y nunca
mueren (menos aun si son ARQUETIPOS). Que las almas viajen una y otra vez en
busca de vasos humanos está aún por ser demostrado. Pero si se prefiere lo contra-
rio, los heraldos de YAMA, rey y dios de la muerte, armados de lazos y mazas, van a
buscar el soplo vital (> JIVA) de los que van a morir. Primero los arrastran al reino
de Yama, donde se come y bebe y nunca se apaga el hambre ni la sed. Eso y más
produce inquietud a otros, no sólo creencia ciega. De hecho, un día Arthabhâya
preguntó al sabio Yajnavalkya: «Cuando las partes que constituyen el individuo se
disuelven, y su actividad cesa (o muere el hombre), ¿qué pasa con su espíritu?».
«Toma mi mano, Arthabhâya —le respondió Yajnavalkya—. Vamos a un lugar
apartado. Semejante cuestión no debe ser debatida entre la muchedumbre» [Da-
vid-Néel, 2000].

metopa. «En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo», dice el
Diccionario de la Real Academia y parece imposible añadir algo a esa impoluta de-
finición, salvo que para metopas, las robadas por Thomas Bruce, más conocido
por lord Elgin, embajador de Gran Bretaña en Constantinopla y gran saqueador
del Partenón. Sobornó a las autoridades turcas, a la sazón ocupantes de Grecia, y
así pudo llevarse en 1801 una enorme partida de mármoles para su villa en Esco-
cia. Imperdonable fue que serraran, entre otras, la octava metopa del friso, la que
enseña un centauro llevándose una mujer. Todo un expolio para el que se requirie-
ron 33 viajes. Algunas cajas se hundieron junto a Corfú, lo que produce aún en al-
gunos el ansia de bucear para un romántico resarcimiento. No es extraño que
Byron atacara duramente a lord Elgin y que, al final, éste recibiese su castigo. No
llegó a disfrutar de sus 15 metopas, ni de los 56 relieves del friso principal, ni de
sus estatuas y columnas…, casi la mitad de toda la decoración del Partenón. Su
mujer le dejó por su mejor amigo. En 1816, el gobierno inglés compró el lote por
35.000 libras y las destinó al Museo Británico, pero el gobierno de Grecia las recla-
ma con tanta insistencia y razón que ya ha creado un museo en la Acrópolis para
alojar las piezas cuando un siglo de estos sean devueltas.

mevlevis. DERVICHES seguidores de Mevlana, «Nuestro Maestro». Jahaludin, el


Rumi (1207-1273), fundó la orden de esos derviches giróvagos que tratan de al -
canzar la perfección, y la unión con lo trascendental, mediante la danza. Eso se ex-
presa en sus ceremonias de SEMA. Perseguidos y abolidos durante Ataturk, los
mevlevis han vuelto recientemente a sus actividades, no sólo en Konya, la ciudad
donde está enterrado Mevlana, sino en la propia Estambul, en el barrio de Pera,

352
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

donde tienen un museo al que está prohibido aún llamar TEQQE, pero donde han
vuelto a hacer girar sus vestidos como corolas de amapolas blancas.

mezizá. Parte crucial de la ceremonia de la CIRCUNCISIÓN judía. Es cuando el


rabino, o el circuncidador de turno (llamado mohel), realiza la aspiración ritual de
la sangre del PREPUCIO circuncidado, siguiendo escrupulosamente las normas tal-
múdicas. El circuncidador «…después de beber un trago de vino, conservado en
la boca, chupa la herida…, luego aspira la sangre a fin de evitar que quede en el
fondo de la herida… Escupe en tres ocasiones» [Onfrey, 2006]. YAHVÉ exigió a
Abraham circuncidarse a los noventa y nueve años. No siendo tampoco leve la su-
bincisión de algunos aborígenes australianos: se hendían el pene «desde el meato
hasta el escroto, a todo lo largo» [Onfrey, 2006].

micolatría. Adoración de los hongos alucinógenos. Un gran micólogo nortea-


mericano, R. Gordon Wasson, exploró el tema en profundidad, sobre todo en Mé-
xico. Allí encontró un enorme campo en los hongos que llamó enteogénicos, o
«Dios dentro de nosotros», es decir, que contienen «la divinidad» o que «produ-
cen una experiencia divina» [Wasson, 1983]. Wasson analizó desde los hongos que
los nahuas llamaban «flores», hasta las diversas clases de daturas, plantas y cham-
piñones alucinógenos aún consumidos por algunos INDIOS, como los mazatecos de
Huautla de Jiménez (Oaxaca). De allí fue la famosa chamana María Sabina, la que
llamaba a los hongos ntixti («niñitos») y otras veces sase («payasos»). Camilo José
Cela se inspiró en ella para su inusual obra de teatro María Sabina (1967).

mihrab. Nicho practicado en las paredes de las mezquitas que indica hacia dón-
de hay que rezar, es decir, hacia la alquibla o en dirección de La MECA. En muchos
aeropuertos se han habilitado mihrab para que recen los musulmanes. En las habi-
taciones de hoteles de muchos países, desde el Borneo malayo hasta Uzbekistán,
no dejan de poner una flecha en el techo, o en una mesa, para señalar la adecuada
dirección de La Meca.

milagros. La sangre de san Genaro se licua en Nápoles de forma parecida a la


sangre de san Pantaleón del monasterio madrileño de la Encarnación. Cerca de ahí,
en el monasterio de las Descalzas Reales, un cuadro de la Virgen de Begoña muestra
al pastor Emanoel Larrumbe, al que sus colegas le cortaron la lengua y la Patrona
de Bilbao se la restituyó en la boca en 1687. La Virgen del Valle, de Choya (Cata-
marca, Argentina), exterminó la plaga de gusano y langosta de 1764, amén de resu-
citar a un niño y otros prodigios. Los CHAMANES huicholes pasan sobre el enfermo
el muvieri, un cetro de plumas de gavilán, y le barren un cólico, o un embrujamien-
to… Aunque para milagro actual el de la Virgen que se le apareció en una tostada a
Diane Duyser de Hollywood (Florida). La tostada incorrupta, con la faz de la Vir-
gen, fue subastada en noviembre de 2004 y alcanzó la cifra de 28.000 dólares. Do-
rof Nofi, profesor de Oceanografía de Florida, ha trabajado catorce años en el mar
de Galilea donde cree que Cristo caminó porque las aguas del lago se helaron en
aquel tiempo.

353
LUIS PANCORBO

milladoiro / amilladoiro. Montón de piedras que señala la llegada a un


santuario gallego de importancia, como el de Santiago de Compostela o San An-
drés do Teixido, en Ortigueira. El romero ha de tirar una piedra al llegar a ese
punto. «De no hacerlo, corre el peligro de que su voto no se cumpla» [Rodríguez
González, 2001]. El Día del Julio Final, cuando las piedras «falen», dirán si el pe-
regrino cumplió o no: «Indo para San Andrés / seica me viu un agoiro: / non pui-
den dexala pedra / no primeiro amilladoiro». Una cuestión de agüeros pétreos.
Algo parecido son el OVÓ de Mongolia, el CAIRN de Escocia, la APACHETA incaica...

mincopios. Pigmeos de las islas ANDAMÁN, según la definición de Colebrooke,


explorador inglés del XVIII, que todavía revoloteaba en 1925 cuando se describía al
Homo mincopoeus en Man, publicación del Royal Anthropological Institute de
Gran Bretaña. Los mincopios fueron sinónimo de atrasados, incluso se les negó ser
merecedores de la categoría de Homo sapiens. En 1934, la antropología colonial, a
veces pintoresca, daba 863 centímetros de perímetro torácico a los ONGE, los más
conocidos entre los mincopios. Ya en 1949 el perí-
metro torácico había aumentado hasta 1.117 centí-
metros, como en general su salud física y mental. Era
una buena noticia porque un mincopio daba mucho
miedo, sobre todo en Inglaterra. Arthur Conan Doy-
le, en su novela El signo de los cuatro, pone a un
malo que, según el doctor Watson, es «el hombre
más pequeño que he visto». A finales del siglo XIX
llevaron al zoo de Calcuta a varios mincopios, o an-
damaneses, y fueron exhibidos ante los visitantes
que «…a menudo los tomaban por descendientes
del dios mono Hanuman» [Mukerjee, 2003].

misquito / mosquito / miskito. Pueblo indígena que vive en el litoral ca-


ribeño de Honduras y Nicaragua. En las crónicas españolas fueron conocidos
como indios ZAMBOS, y zambales sus pueblos. Tuvieron mezcla de INDIOS (pech,
sumos…) con descendientes de esclavos negros y algunos aportes blancos, pues es-
tuvieron en contacto con los piratas ingleses a partir del siglo XVII. Los ingleses
ampararon incluso a los reyes mosquitos, una línea de 16 monarcas que arrancó en
1655 y llegó a 1894, con el rey Robert Henry Clarence. La Mosquitia, o Moskitia,
es la región de Honduras que los misquitos (unos 70.000) comparten con GARINA-
GU y algunos indios menos mezclados, como los pech. La región se extiende desde
el sur de Trujillo al cabo Gracias a Dios, en la frontera con Nicaragua. Fue un ba-
luarte de resistencia anti-española y una de las regiones más insalubres de América,
aunque por eso mismo quedan allí grandes espacios naturales más o menos intac-
tos, como la reserva de la biosfera del río Plátano. Los misquitos fueron converti-
dos al protestantismo y siguen en su mayoría la Iglesia morava. En la actualidad,
muchos misquitos se dedican a la pesca de langostas y caracolas marinas con técni-
cas de buceo que acaban a menudo en embolias.

354
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mistagogos. En época clásica grecorromana se encargaban de iniciar en los


misterios. Luego siguieron proliferando en Oriente y Occidente con su mezcla de
mistificación y embaucamiento. Ciertos telepredicadores norteamericanos tienen
categoría de mistagogos, como Pat Robertson, un reverendo multimillonario, fun-
dador de Coalición Cristiana y dueño de una gran fortuna conseguida con nego-
cios de productos de belleza y derivados del petróleo, que en agosto de 2005 incitó
desde las ondas de «The 700 Club» al asesinato del mandatario venezolano Hugo
Chávez, tachado de enemigo público número uno del emporio de los Bush y, en
consecuencia, del peculiar Imperio.

mitocondria. Una parte esencial de las células donde se apoya la teoría de la


Eva africana. La mitocondria, que posee un cromosoma formado por ADN (ácido
desoxirribonucleico), es «la estructura portadora de la herencia» [Cavalli-Sforza,
1999]. Se da como un hecho probado que «sólo la madre transmite las mitocon-
drias a sus hijos». El análisis del ADN mitocondrial demuestra que es idéntico en
dos hermanos hijos de la misma madre aunque no del mismo padre. Los estudios
de Allan Wilson han llegado a establecer un árbol genealógico de la humanidad
desde el punto de vista del ADN mitocondrial. Todo empezó en África, para Wil-
son, y hace unos ciento noventa mil años. «La mitocondria… es como la central
eléctrica de la célula... utiliza el oxígeno aportado por la respiración para producir
energía» [Cavalli-Sforza, 2001].

mitogénesis. En un principio fueron los mitos, al menos según Joseph Camp-


bell [1998], que se preguntaba, como los etnólogos del siglo XIX (FRAZER, Taylor,
Bastian…), o psicólogos como JUNG, sobre la existencia de una «gran filosofía pe-
renne». El mundo siempre debió tenerla y hasta un «psiquismo humano similar»,
como decía Frazer, que permite explicar «coincidencias transculturales». Sin em-
bargo, ahora se discute en la ANTROPOLOGÍA si los mitos y rituales, que cumplen
funciones relativas al orden social local, pueden poseer significado fuera de su con-
texto. Campbell, en cambio, situó muy lejos de las garras modernas la «zona mito-
génica», esa región ancestral donde se originaron determinados ritos y mitos que se
observan en el Nuevo y en el Viejo Mundo. Ahí se abre otro debate: si América fue
el «área de difusión», y no el lugar de origen de mitos y ritos, que si acaso procede-
rían de Asia. Hay pocas dudas, por ejemplo, de que, en el Paleolítico, la región y las
formas de la llamada «Gran Caza» se extendían desde España hasta Siberia y que,
desde allí, habrían descendido al menos hasta el Misisipi [Campbell, 1998].

mlechhas / mlecchas. Bárbaros, impuros, subcasta de lo más bajo, epíteto


despreciativo lanzado por los hinduistas ortodoxos a los extranjeros, especialmente
a los odiados musulmanes, quienes a su vez llaman kafirs (CAFRES) a los hinduistas
[David-Néel, 1972]. Los mlechhas eran gentes salvajes, carnívoras, fuera de la civili-
zación, que no seguían los libros sagrados o VEDAS. Mataron a su rey ocho mil dos-
cientos años antes de la Kaliyuga y fueron condenados al fuego. Para el hinduismo
hay varias clases de infieles: hanas (guerreros de Arabia cuando allí aún se adoraba
a Siva); hunas (hunos); khasas (montañeses del norte de la India); gurundas; shakas;

355
LUIS PANCORBO

yavanas (griegos o jónicos); romajaa (romanos o etruscos); pallava (persas); kharam-


sambhavas (nacidos de asnos)… Los Puranas, libros de los BRAHMANES, llegan a in-
sultar a los Mauryas y Guptas (dinastías reinantes en la India), al igual que a sudras
y mlechhas, en una especie de carrera desesperada en pos de la pureza.

mnong / budang / budong… Tribu montañesa (montagnard) que vive en-


tre Vietnam (en el distrito de Dac Lac, con unos 67.000 miembros) y Camboya (en
la región de Mondulkiri, con unos 20.000). Se hicieron famosos por sus brazaletes
de cobre, símbolo de lealtad y alianza, que luego usaron las fuerzas especiales de
los Estados Unidos. Se les considera grandes expertos en la captura de elefantes
salvajes. Aunque la deforestación, la guerra y la colonización humana hayan redu-
cido la selva, todavía se encuentran manadas de elefantes al otro lado de la famosa
pista de Ho Chi Minh. Los mnong son cristianos en su mayoría, pero hasta hace
poco los más tradicionales entre ellos, los cazadores, hacían ritos animistas para
propiciar el espíritu de los paquidermos. Luego los atrapaban con un lazo de piel
de búfalo en las patas traseras. Según su creencia, los hombres en un principio
eran elefantes. Hoy plantan café para sobrevivir, aunque si encuentran una ser-
piente la cogen y se la comen. Por un lado, siguen tocando en las fiestas sus litófo-
nos, xilófonos de piedra, y, por otro, mandan a sus hijos a unas escuelas donde tie-
nen que aprender el mundo según los alfabetos vietnamita o jemer. Eso no ocurre
con los refugiados mnong que viven en Long Beach y otros lugares de California.

moa. Pájaro extinguido de Nueva Zelanda. Tenía mayor porte que un avestruz,
llegando a pesar 300 kilos y a tener tres metros de altura. En 2002 se trató de re-
construir el GENOMA mitocondrial del moa y, para ello, se ensamblaron hasta 200
fragmentos de ADN de ese ave emparentada con el ÑANDÚ, el kiwi, el casuario y el
avestruz. Pero el sueño de ver corretear un moa no se ha hecho realidad.

moai. Estatua gigantesca de la isla de PASCUA, o Rapa Nui, «Isla Grande» en po-
linesio. Quedan en torno a 887 estatuas, esculpidas en toba volcánica, que han he-
cho volar la imaginación. ¿Por qué los antiguos pascuenses se tomaron la molestia
de alzarlas para luego derribarlas? Los moai se erigían sobre ahu, plataformas de
piedra, y eran coronados con pukao, unos grandes som-
breros, o moños, de escoria rojiza. Dado que eso significa
varias toneladas, y más de cuatro metros de altura, y que
los pascuenses no tenían grúas, los esotéricos recurren al
MANA como explicación. Un poder sobrenatural tenía que
ayudar a aquellas gentes a esculpir, transportar y alzar co-
losales estatuas, que probablemente representaban a sus
ariki, jefes o sacerdotes, pero que, en un momento dado,
fueron tan odiados que apenas quedaba alguno en pie
cuando llegaron los primeros europeos a la isla en el si-
glo XVIII. En Las MARQUESAS llaman TIKI a los moai, aun-
que sus dimensiones son mucho menores y no les pusie-
ron los iris de los ojos de coral.

356
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Moca / Moka / Mokha / Mocha. Puerto del suroeste de Yemen famoso


como puerta de salida al mundo del café. Era un buen café de distintas clases y
procedencias: bin adani o sanani (de Sanáa), rimy (de Rayma), hirazi (de Hiraz),
dharani (de Dharan), mattari (Bani Matar)… La ciudad de Moca llegó a disfrutar
de una inmensa riqueza hasta que se arrumbó al fin del imperio otomano. Su nom-
bre ha pasado a ser sinónimo de café, aunque para algunos la planta procede de
Etiopía, al otro lado del mar Rojo. Como el QAT. «El café contiene los siete aromas,
los que lo han regado en los siete rincones del mundo» [Bosch, 2004]. Es decir, los
siete aromas clave de la Creación: vinagre, menta, flor, almizcle, éter, hedor y al-
canfor; aunque puede que hubiese alguno más, como el olor del miedo. O el olor
(o mejor loor) de santidad.

mochica. Antigua civilización del norte del Perú. También, nombre de un rei-
no ubicado en el valle del Moche y otros lugares a lo largo de casi 500 kilómetros
de costa peruana. La cultura mochica floreció entre los años 100 y 800 de nuestra
era y desarrolló rituales terribles a juzgar por los hallazgos arqueológicos efectua-
dos en la pirámide de El Brujo. Las deidades mochicas lucían grandes colmillos;
otras eran mitad hombres mitad arañas. A ellas se consagraban sacrificios humanos
y los sacerdotes mochicas bebían cálices llenos de sangre de sus víctimas. El ar-
queólogo peruano Régulo Franco ha estudiado los frisos y vasijas mochicas y los ha
visto repletos de evocaciones rituales y de hechicería, propulsadas tal vez por el
cactus de San Pedro, que, por otro lado, aún es usado por algunos chamanes pe-
ruanos. El arqueólogo pionero en la zona fue el alemán Max Uhle (1899), pero
hubo que esperar hasta 1985 para que se consumase el gran hallazgo, la tumba del
Señor de SIPÁN, entre Lambayeque y la HUACA Cao Viejo de El Brujo, en la costa
norte de Trujillo. Algo casi de tanto brillo y capacidad de sugestión en nuestros
días como el hallazgo de la tumba de Tutankamón por Howard Carter.

mogol / mogul / moghul… Dinastía imperante en la India de origen MON-


GOL y de religión musulmana. En el siglo XIV se produjo la desintegración del im-
perio de los mongoles clásicos, los que alcanzaron su mayor expansión con Kublai
Khan, conquistador de China en 1280. Los nuevos mongoles, ya mezclados con
otros aportes étnicos (por ejemplo, turcos), volvieron a la palestra asiática con Ta-
merlán (1336-1405) y tuvieron como gran capital de buena parte de Asia a SAMAR-
CANDA (Uzbekistán). Tamerlán viene de Timar o Timur Lenk (otras veces Leng o
Len), que significa Timar «el Cojo». Conquistó y saqueó Delhi en el año 1398 y
otros muchos lugares de Asia hasta hacerse famoso, como su lejano antepasado
Genghis Khan, por no dejar piedra sobre piedra. A veces mandaba hacer pirámi-
des con cráneos, una de ellas con cerca de 80.000 calaveras. Musulmán acérrimo,
Tamerlán convirtió Samarcanda en una ciudad fabulosa de mezquitas y MADRASAS,
lo que remató en 1409 su sucesor y nieto Ulughbek, gran aficionado a las matemá-
ticas y la astronomía, que acabó degollado en un complot en 1449. En 1526, Ba-
bur, conocido como «el Turco», otro descendiente de Tamerlán, invadió la India
desde Kabul y fundó el llamado «Imperio del Gran Mogol», con capital en Delhi,
donde dejó huella de su refinamiento artístico. Por otro lado, por el oeste, los

357
LUIS PANCORBO

mongoles de la «Horda de Oro», dirigidos por Ahmed Khan, no fueron derrota-


dos hasta 1480 en las puertas de Moscovia por Iván III el Grande. A partir de en-
tonces, la máquina de guerra mongola se escindió en tres janatos: Kazán, Astracán
y Crimea. Este último resistió con sus más y sus menos (con la protección de los
turcos) hasta finales del siglo XIX [Hopkirk, 1994]. Mogoles y tatars (TÁRTAROS)
han sido sinónimos en Rusia y otras partes. Lenguas y dialectos de muchos grupos
étnicos del Asia central, como los CALMUCOS nómadas de la región de Astracán, se
derivarían del mogol. Según una leyenda, Noé tuvo ocho hijos y cuatro de ellos
fueron Turk, Tchin, Rus y Khazar, padres, respectivamente, de turcos, chinos, ru-
sos y KHAZARES. Turk tuvo cuatro hijos y el primogénito engendró a los gemelos
Tatar y Mongul, padres a su vez de mongoles y tártaros, que acabaron fundiéndose
[Ratzel, 1888].

moieties. Clasificaciones de algunos pueblos que, para Durkheim [1968],


«conciernen… a la génesis del pensamiento religioso». A menudo se dan moieties
(«mitades») en las sociedades de ABORÍGENES australianos. Por ejemplo, los yunga-
roo pertenecen a la mitad «lagartos» y los wootaroo a «canguros», pero, a partir de
ahí, «el sol es yungaroo, la luna, wootaroo, y lo mismo pasa con las constelaciones,
los árboles, las plantas…». En Ramingining, un pueblo de la Tierra de Arnhem, un
conocido pintor de sueños, David Malangi, es del clan marhrrngu y de la mitad
dhuwa, mientras dos de sus esposas, del clan balmbi y de la mitad yirritya, son las
que poseen la laguna de Yathalamarra, donde un día llegaron caminando desde el
sol, el este, las dos hermanas creadoras a cazar tortugas de cuello largo, pescar pe-
ces gato y coger lirios de agua. También se da este tipo de clasificación, parecida a
las FRATRÍAS, entre los INDIOS americanos. Los indios GÉ pueden ser de la mitad de
la estación seca o de la lluviosa, según lo que marque su ascendencia. Los pueblos
de TAOS se dividen en mitad de la cabalaza y mitad de la turquesa, o pueblos de
verano y de invierno. El hombre tiene una relación doble con las cosas de su CLAN,
que son dobles, lo que sumado a las cosas del clan de su mujer, abre en algunos ca-
sos cuatro líneas de asociación de los objetos, animales, plantas… y, así, «todas las
partes están ligadas y vibran simpáticamente» [Durkheim, 1968]. Es una organiza-
ción no sólo lógica, sino «moral». «Por otra parte, dentro de cada fratría, se clasifi-
can en el mismo clan aquellas cosas que parecen tener mayor afinidad con la que le
sirve de TÓTEM. Por ejemplo, se coloca la luna junto a la cacatúa negra, mientras
que, por el contrario, el sol, la atmósfera y el viento, están al lado de la cacatúa
blanca» [Durkheim, 1968]. Ésa pudo ser una de las fuentes de derivación del TO-
TEMISMO.

mongol / mongólico / mongólido. Antiguo TÁRTARO. Habitante de


Mongolia. También se tienen por mongoles, o de ascendencia mongólica (MOGOL),
diversos pueblos asiáticos, desde los jalka de las estepas del interior de la actual
República de Mongolia hasta los mongoles orientales bargutos y chaharos; desde
los tunguses y manchúes, a los tasaidam del norte de Xinquiang, pasando por los
CALMUCOS y buriatos de Siberia, los HAZARA de Afganistán… En sentido lato, de
origen mongólico serían asimismo coreanos y japoneses, y los llamados mongoles

358
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

del sur: tibetanos, birmanos, thais, anamitas y chinos… Y hasta los «mongoles oce-
ánicos» de las islas de la Sonda, Filipinas, Formosa… Los mongoles se hicieron
poderosos desde la unificación de las hordas efectuada por Temujín, Genghis
Khan (Chinggis Jan), conquistador de Pekín ya en el año 1215. Según el mito, los
pueblos de origen mongólico que conquistaron el mundo emigraron desde el Belu-
ja, una cumbre de 4.506 metros, la mayor de la cordillera Altai entre Rusia y Kajas-
tán. Para su dominio, que se extendió desde el Pacífico hasta Europa oriental, fue-
ron esenciales los elementos de su civilización nómada, como su caballería ligera y
resistente y sus GER (yurtas), tiendas de fieltro desmontables, aún usadas profusa-
mente en la República de Mongolia.

mono no aware. Un concepto de la estética, de raíces budistas y sintoístas,


que permea la cultura clásica japonesa y se manifiesta en el gusto por la fugacidad
de la vida, las estaciones, la fragilidad. Y también el aliento o sentimiento de com-
pasión por los seres vivos, lo que une a todo en su excelencia natural y su frágil de-
licadeza. Conceptos japoneses que escapan a la traducción, como furiu, ese sentido
estético que impregna una hoja de arce o una taza de té. O como un poema de fi-
nales del siglo X: «Hierbas salvajes / invaden mi cabaña solitaria; cuando veo / que
ya no viene nadie / sé que llegó el otoño» [Egyô, 2004].

monofisismo. En griego significa «una sola naturaleza». Herejía condenada


en el segundo Concilio de Constantinopla (año 553), aunque su fundador, el mon-
je Eutiques, ya había presentado anteriormente su idea contraria a lo que procla-
mó el Concilio de Calcedonia (año 451): que Jesús era «verdadero Dios y verdade-
ro hombre». Lejos de creer eso, los monofisitas se aferraron a su idea de que

359
LUIS PANCORBO

Cristo sólo tenía una naturaleza, la divina, pero no la humana. Esa idea fue seguida
por los COPTOS de Egipto y Etiopía, y por la iglesia armenia y parte de la siríaca,
aunque las sutilezas y disputas entre todos ellos fueron moneda corriente. Ahí se
encuadraba por ejemplo el monotelismo, que sostenía que lo importante era que
Jesucristo, además de su doble naturaleza, divina y humana, tenía una sola volun-
tad, que era divina. La diferencia entre NESTORIANOS y ortodoxos es también como
un papel de fumar: los primeros creen que había dos personas en Cristo, una hu-
mana y otra divina absolutamente distintas. Los ortodoxos pensaban que Jesucris-
to sólo era una persona, humana y divina al mismo tiempo [Dalrymple, 2000].

Monomotapa. Reino de la antigüedad en África austral, junto al Zambeze.


Llegó a su apogeo hacia el año 1440, con el reinado de Mutato. Sus miles de minas
excitaron la ambición de los blancos, sobre todo de los portugueses, que trataron
de dominar de paso un vasto territorio austral, una cafrería, que fuera desde el
cabo das Correntes, en Sudáfrica, hasta el río Zambeze. A partir del siglo XVII, Mo-
nomotapa fue casi más conocido como reino imaginario, de ficción, como una es-
pecie de ELDORADO austral. La gran ciudad de piedra de ZIMBABUE se llegó a aso-
ciar con el reino de Monomotapa, así como algunos autores, como el profesor
Baumann y el padre Schebesta [Panyella, 1965], lo consideraron la versión mate-
rial de las minas del rey Salomón y del mito del OFIR.

morabuto > MARABÚ


moral. Punto de inflexión para el RELATIVISMO. ¿Qué moral? Hay la moral de
los países ricos y la de los países pobres, de los países fríos y los países calientes,
hasta la de cada individuo. Lo de uno es más moral que lo de otros, o debería ser
más moral para ellos también. Más peligroso fue pensar, como ocurrió hasta bien
entrado el siglo XVIII, que existía una naturaleza de la moral. El hombre es origi-
nalmente malo (Hobbes). El hombre es originalmente bueno (Rousseau). Eso con-
dujo a Kant (1724-1804) a buscar alguna razón de la moral que tuviese más peso.
Porque la moral no es una cuestión biológica, sino un compromiso del hombre,
que no sólo es natural, para lo bueno y lo malo, sino un ser dotado de conciencia y
espíritu. Hay una posibilidad de elección, «la vida es un compromiso con la vida y
no hacer lo que a uno le da la gana» [Vergely: 2002]. Pero en la moral hay algo que
debe ser más elevado, el deber que decía Kant. Y la dignidad no tiene precio, de-
cía también Kant. «El hombre está en la dignidad cuando confiere a la humanidad
un valor intrínseco en vez de servirse de la humanidad como un medio» [Vergely:
2002]. Mientras que el respeto, otro imperativo categórico de Kant, es decir, algo
indiscutible, viene de lo absoluto y nos lleva a lo absoluto si se le obedece. Pero, ¿y
respetar lo que no es respetable? Es un problema. Y otro, saber si el amor propio
no será al fin una virtud. ¿Hay actos que no sean desinteresados? En las misiones
del Tercer Mundo, y a veces. La prudencia se tacha de cobardía y el coraje de in-
consciencia; la compasión es a su modo un desprecio. ¿Qué nos queda? La moral
de Nietzsche es particular: «Se considera viciosa toda forma de ir en contra de la
naturaleza. La clase de hombre más viciosa es el sacerdote, puesto que enseña a ir

360
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

en contra de la naturaleza…» [Nietzsche, 2003]. O la moral de los YANOMAMIS ba-


sada en la no mezquindad. Sólo lo contrario, la generosidad, salva la selva y la gen-
te. Mamomoriyoma es mezquina, inventa el CURARE, pero quiere aprovecharse de
lo bueno para hacerlo malo, mezquino [Bladé, 1983].

moran / il-moran. Guerreros MASAI. El singular es morani en lengua maa.


Grupo de edad. Al llegar a esa edad, PASAJE y cambio de estatus, los que iban a ser
moran debían tomar una planta, llamada ol-umigumi, para tener valor de cazar le-
ones con sus lanzas. Se creyó imprescindible esa caza del león para pasar a esa ca-
tegoría de edad, el «moranato», aunque se podía suplir con otro animal peligroso
(y, en guerra, con un hombre). Lo cierto es que muchos moran murieron a causa
de las epidemias de morriña transmitidas por los leones: «El más ligero arañazo de
un león o un leopardo puede ser fatal porque los restos de carroña adheridos a los
dientes y las zarpas infectan las heridas» [Matthiessen, 1999].

morfologismo. Aunque pocos antropólogos como Franz BOAS, el «padre»


de la ANTROPOLOGÍA norteamericana, fueron tan reacios a las etiquetas, y tan pro-
clives al escepticismo, el morfologismo es una forma de describir su aversión por
adherirse a un método o construirlo, quedándose en el lado de la multiplicidad de
la organización social y la disparidad de fórmulas para encararla. Boas, por otro
lado, decidió reaccionar contra los estragos del llamado «evolucionismo» y de
quienes, llevados por su afán de sistematizar todo, anticipan la síntesis al análisis.
Boas, y su discípulo R. H. Lowie, pusieron las bases de una nueva duda metódica,
cosa que fascinó a antropólogos estadounidenses posteriores, incluso a los estruc-
turalistas europeos, con Claude Lévi-Strauss a la cabeza [Poirier, 1969].

Moria / Moriah. Monte, lugar o país donde Dios mandó a Abraham que lle-
vara a su hijo Isaac para sacrificarlo: «…y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto sobre uno de los montes que yo te diré» (Génesis 22,2). Como es sabi-
do, el sacrificio de Isaac no llegó a consumarse. Abraham (Ibrahim para los musul-
manes) regresó a Beersheba, murió a los ciento setenta y cinco años de edad en la
ciudad de Hebrón, y fue enterrado en la cueva Makpela, como su primera mujer
Sara. Según otra tradición, común a judíos y cristianos, Moria era el mismo monte
del Templo de Jerusalén, y, más en concreto, donde se alza Al Aqsa, la gran mez-
quita. Una rama de los nuevos ILLUMINATI no desaprovecha esa sugerencia y se lla-
ma precisamente Moriah Conquering Wing, «Ala Conquistadora de Moria».

morioris. Variante dialectal para designar a los MAORÍES de las islas Chatham,
un territorio esporádico de Nueva Zelanda, a 450 millas de la gran isla del sur.
Eran en torno a 1.000 individuos, muy mezclados con otros maoríes y con descen-
dientes de los europeos que llegaron en 1840 [Skinner, 1928]. El último moriori
murió en 1933.

morlachs. Término despectivo para los miembros de un pequeño grupo (se


habla de que apenas son ya 22 personas) de religión cristiana, y posible origen ma-

361
LUIS PANCORBO

vro-vlach, válacos negros (nigri latini), que sobrevive en el oeste de Croacia en tor-
no a Duvrovnick (la antigua Ragusa). Antaño eran pastores y nomadeaban por los
Balcanes occidentales.

Moro. Líder de un movimiento de vuelta a la tradición en Makaruka, al sur de


Guadalcanal (islas SALOMÓN). El culto de Moro, una especie de cargo cult o CULTO
DEL CARGUERO al revés, empezó en 1957 con la visión que tuvo de que los europe-
os robaban los bienes y riquezas a los nativos. Éstos no debían aceptar nada que
viniese de los blancos: ni religión, ni vestidos, ni cazuelas.

Moroni. El ÁNGEL que se le apareció a Joseph Smith (1805-1844), le entregó


dos tablas de oro y le reveló cómo fundar el movimiento de los Mormones, o
«Iglesia de los Últimos Días».

moros. Reciben ese nombre los indios AYOREOS del CHACO (Paraguay). También
son moros cerca de un millón de musulmanes del sur de las Filipinas, isla de Min-
danao y otras contiguas. Entre los moros filipinos hay varios grupos: sulu, samal,
mangindanao, lanao, maranao…, que hablan distintos dialectos. Se opusieron a la
colonia española en las Filipinas y destacaron por su práctica de la piratería en los
mares de Sulú, Célebes y sur de la China. Menos conocidos que los de Filipinas
son los moros-laki, en torno a un cuarto de millón, que viven en el extremo suroc-
cidental de Célebes y en las islas indonesias de Kabaena, Wowoni y Butung. Culti-
van arroz y exportan copra.

mosaico. Relativo a Moisés. La expresión «Ley mosaica» se emplea para des-


cribir la inscrita en las Tablas de la Ley que recibió Moisés (Musa en árabe) en el
Sinaí. Según los cabalistas, recibió los diez sephirot del ÁRBOL DE LA VIDA. La vida
de Moisés como príncipe egipcio, antes del éxodo de los judíos, no deja de ser ob-
jeto de especulación: según la Biblia, cuando comenzó el éxodo ya tenía ochenta
años y su hermano Aarón ochenta y tres. Hay quien le sitúa como sacerdote de
Thoth, dios de la Luna asociado con el ibis comedor de serpientes. Habría sido
adoptado por Meroe, hija del faraón, que por eso fue llamada Bityah, «hija de
Dios». Según otros, no fue realmente Moisés («salvado de las aguas»), sino Her-
mes, intérprete de los textos, por eso pudo explicar el logos, la palabra de Dios. Si
Moisés llegó a mandar una expedición militar debió ser en Nubia, al menos según
cuenta el Sepher Hayashar, libro cabalístico compuesto en España. Moisés llegó a
residir cuarenta años en Etiopía donde tuvo una misteriosa «esposa etíope» (que
no es obviamente Séphora, una de las siete hijas del sacerdote de Madian, «la cual
le parió un hijo, y él le puso por nombre Gersom: porque dijo: “Peregrino soy en
tierra ajena”» (Éxodo 2,22). La vida oculta de Moisés transcurre, pues, más allá de
la frontera sur del imperio egipcio, donde habría sido nombrado comandante en
jefe por el rey Kikanos. En calidad de tal tuvo que sortear un campo sembrado por
sus enemigos de serpientes y escorpiones. El arma secreta de Moisés fueron los ibis
que acabaron con los bichos y le dieron la victoria a tenor de «Los cuatro últimos
libros de Moisés» y otros textos apócrifos y cabalísticos. Por otro lado, los estudios

362
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

de los historiadores Rolf Krauss y Emmanuel Anati, apoyados en las hipótesis que
ya formularon Lepsius, Brugsch y Freudenthal en el siglo XIX, no descartan que
Moisés fuese el príncipe Masesaya, hijo del faraón Seti II, y que él mismo, el futuro
salvador de los judíos de Egipto, llegara a ser faraón con el nombre de Amón-Ma-
sesa [Simonay, 2004].

mosca sagrada > DONSO


mosuo. Nombre despectivo, que significa «vaqueros», «palurdos», que usan los
chinos para referirse a los montañeses naxi del sur del país. Los mosuo o naxi (en
torno a 50.000 individuos) viven en las orillas del lago Lugu en la intersección de
Sichuán y Yunnán, al suroeste de China. El Lugu es un lago sagrado también co-
nocido como Shinami («Lago Madre») y se ubica en un altiplano a 2.685 metros,
rodeado de montañas. Una de ellas es Gun Mu («Montaña Madre»), que para los
mosuo es una diosa a la que hacen sacrificios todos los años. Son de religión lamaís-
ta (> LAMAÍSMO) o budista tibetana. En su sociedad existe una notable preponde-
rancia de lo femenino, siendo su linaje matrilineal, su residencia matrilocal y, en fin
de cuentas, su sociedad un matriarcado, dado que los hijos pertenecen a la madre
y, en otra medida, al tío materno, quien tiene la responsabilidad de su tutela y edu-
cación, mientras el padre se limita a las visitas. El MATRIMONIO como tal institución
no existe entre los mosuo. La mujer cuelga un collar ante la puerta y eso indica que
está con un hombre. El incesto no está permitido, pero por lo demás parecen abo-
rrecer la fidelidad. El hombre es llamado azhu, «querido compañero», y vale lo
que puede aportar en el catre, limitándose a ser un padre biológico. La mujer, axia,
es la reina en todos los sentidos. Los clanes, que por supuesto siguen la línea feme-
nina, pueden ser «Tigre Madre», «Árbol Madre», «Serpiente Madre»… En los
años veinte, una expedición de National Geographic entró en contacto con este
pueblo, donde aún cabalgan ponis tibetanos y usan coloridos vestidos bordados
[Goettner-Abendroth, 1999]. En 1954, el antropólogo chino Wang Shu Wu hizo el
primer estudio sobre los mosuo y sus creencias. Admiten la REENCARNACIÓN y el
ideal de los hombres mosuo en vidas futuras es, por supuesto, ser mujer.

mothers hubbards. Vestidos de mujer largos, floreados, de estilo misione-


ro. Deben su nombre a la mujer de un misionero inglés del siglo XIX y se han con-
vertido en un símbolo de vestir a lo nativo, o mejor dicho, a la nativa, con trajes de
algodón despampanantes por su cursilería y volumen, muy lejos de sus culturas,
pero muy reconfortantes para los blancos nerviosos con el tema de que otros u
otras enseñen la piel.

mozárabe / muzárabe. Cristiano bajo el dominio de los árabes. Gente es-


pañola arabizada. A veces, MULADÍES, «mestizos», término despectivo para uniones
de cristianos y musulmanes. Fue numerosa esa población dado que, tras la entrada
de los árabes en España en el año 711, se radicaron y mezclaron con las poblacio-
nes ibéricas y visigóticas en un proceso ininterrumpido hasta las dos expulsiones
de moriscos y judíos de 1492 y 1609. En Toledo persistieron los ritos mozárabes en

363
LUIS PANCORBO

las iglesias cristianas y el idioma árabe fue usado para celebrar contratos civiles
hasta el siglo XIV. Hubo también heterodoxias entre los mozárabes, como la de los
simoníacos y jovinianos que autorizaban la bigamia, el incesto y los matrimonios
con infieles; y la de los acéfalos de Cabra, condenados en el año 839 en el Concilio
de Córdoba. Los acéfalos ayunaban el día de NAVIDAD si caía en viernes, lo mismo
que maniqueos y priscilianistas, y no veneraban las RELIQUIAS (siguiendo a Vigilan-
cio); daban la comunión en mano a hombres y mujeres, y no se relacionaban con
los demás cristianos, ni siquiera con sacerdotes a la hora de la extremaunción. Los
antropomorfistas mozárabes seguidores de Hostegesis, radicado en Málaga (cuenta
el abad cordobés Sansón), expandieron la herejía de creer, como los antiguos va-
dianos, que Dios era y tenía una figura material y humana, no por esencia, sino por
sutileza. Y tanto, dado que el Verbo se había hecho carne en el corazón de la Vir-
gen, no en su vientre [Menéndez Pelayo, 1963]. Una curiosa absorción panteísta
del Creador en lo creado.

mucassequere. Pueblo entre mítico y real que vivía entre los ríos Cuando y
CUBANGO en Angola y que fue descubierto por el explorador portugués Serpa Pin-
to. En todo caso, se trató de un pueblo aislado, en torno a los 15º de Latitud Sur,
con gentes de piel amarillenta y corta estatura. Hablaban, según Serpa Pinto, con
extrañas modulaciones y eran vecinos de los ambuellas. Si éstos podían ser deno-
minados bárbaros, los mucassequere eran «verdaderamente salvajes». Un pueblo
de nómadas y cazadores excelentes, con arco y flechas, aunque también recolecta-
ban raíces y frutos en la selva. Por toda esa pintura queda bastante claro que podía
tratarse de los bosquimanos [Ratzel, 1888].

mudang. En Corea, CHAMÁN (> KUT). Otras variantes son sindang (en la isla
Cheju) y tangol mudang (chamanes con poderes hereditarios en la provincia de
Cholla).

mudéjar / morisco. Musulmán que se quedó en territorios bajo el dominio


de los cristianos españoles. La coexistencia de las tres culturas (cristiana, hebrea y
musulmana) hizo posible los trasvases de influencias arquitectónicas y artísticas en
las que el arte mudéjar jugó un papel importante. Tampoco habría que olvidar que
había funcionarios cristianos y judíos que trabajaron en la administración califal de
Al Andalus, incluso en reinos de taifas. Ya desde el siglo XII, destacó en ese pano-
rama multicultural la famosa Escuela de Traductores de Toledo y las escuelas im-
pulsadas por Alfonso X el Sabio, en Sevilla y Murcia [Ali Makki, 2003]. Un graba-
do de una edición de Las Partidas, de Alfonso X el Sabio, muestra a judíos y
cristianos jugando amistosamente a los dados, aunque en ese mismo libro se tilde a
los judíos de deicidas y tolerados en tierras cristianas «porque ellos viviesen como
en cautiverio…». Es una idea, la de la convivencia problemática, que comparte Jo-
seph Pérez [2005], quien, si acaso, reduce el impacto de la gran crisis, la expulsión
de 1492, a 50.000 judíos, mientras otros tantos se habrían quedado en España,
convirtiéndose al catolicismo. En cambio no hay datos, ni conjeturas tan afinadas,
en el caso de los moriscos.

364
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

muérdago. En Francia hay que besarse al pasar bajo el muguet. En Gales da-
ban una rama de muérdago a la primera vaca parida en el Año Nuevo: «Si no hay
muérdago, no hay suerte», decían los vaqueros galeses. «Los DRUIDAS lo recogían
sobre todo el sexto día de luna y los antiguos itálicos, al parecer, el primer día de
luna» [Frazer, 1890]. Pero es que de muérdago era la propia rama dorada de Ja-
mes FRAZER, que simbolizaba la vida del sacerdote de NEMI.

mughtasilah. Secta de hemerobaptistas del río Éufrates, Irak, derivada como


otros maniqueísmos de las ideas predicadas por Mani en Mesopotamia hacia el si-
glo III de nuestra era. Uno de sus rasgos era bañarse todos los días. Los residuos
maniqueos de la secta —así como los que hubo en los elkesaítas (de elkesai, «po-
der oculto»), elbionitas («los muy pobres»), masboteanos y otros— se consideran
entre los más antiguos de una religión, o más bien GNOSTICISMO, que ha perdurado
casi hasta nuestros días [Klimkeit, 1993].

mulá / mullah. Clérigo islámico.


muladíes. Cristianos españoles convertidos al ISLAM durante el dominio de los
árabes y que convivían con ellos ya fuese por motivos económicos, políticos o so-
ciales. Después de todo, media España era muladí. Un ejemplo señero fue el de
León el Africano, o Hassan Al Wazzan. Debió salir de España en 1492, y sus cono-
cimientos geográficos y lingüísticos le hicieron ser recibido por el papa León X en
1518. En Roma tradujo al latín textos griegos previamente traducidos al árabe. Un
símbolo, el muladí, de la buena entente entre Oriente y Occidente para Tahar Ben
Jelloun [2002].

mun. Religión animista de los LEPCHA, pueblo que vive en Sikkim, el estado nú-
mero 22 de la India. La religión mun, similar al BON, cree en una multiplicidad de
espíritus repartidos por una espectacular geografía a los pies del Kanchenjunga.
Allí, en la tercera mayor montaña del mundo, residen los progenitores de los lep-
chas, Fodongthinh, «El Más Poderoso», y Nazaog-Nyoo, «Siempre Afortunada».
Una figura esencial en el mun es el CHAMÁN, bumthing, encargado de propiciar las
cosechas con sacrificios y de atender la salud de la gente en una zona donde con
suerte tocan a un médico por cada 30.000 habitantes. Hay, como en otras partes,
dos clases de MAGIA, la blanca (Tang-li Mun) y la negra (Mun-mook Mun). La pri-
mera se usa, por ejemplo, para pedir una buena cosecha de arroz a Iptomu, la ma-
dre creadora, de la que creen que vive en el océano que hay dentro de la Tierra.
Eso no es el PARAÍSO, o Rumlyang, CIELO donde los buenos lepchas se convertirán
primero en niños pequeños y gozarán después de una espléndida y madura eterni-
dad, sin males, enfermedades ni necesidad alguna [Gorer, 1996].

Mungo. Mungo Park (1771-1806), un gran explorador escocés, remontó el Ní-


ger hasta TOMBUCTÚ y acabó ahogado en ese río de sus sueños. Mungo es también
el nombre de un lago de Nueva Gales del Sur (Australia) donde en 1969 se encon-
traron 175 fragmentos de huesos de una mujer de hace diez mil años. Luego se dio

365
LUIS PANCORBO

con los restos de un cráneo del Mungo Man («Hombre de Mungo»), que para al-
gunos tiene una edad de sesenta mil años, y para otros, la mitad. Un primer estu-
dio genético no reveló huellas de ADN mitocondrial de origen africano, por lo que
queda envuelta en incógnita su posible relación con un Homo sapiens y el camino
que llevó hasta llegar a Australia.

mursi. Pueblo pastoril de la Etiopía tropical con unos 10.000 miembros. Su te-
rritorio, junto al río Omo, emisario del lago Turkana (ex Rodolfo), bordea casi la
frontera con Kenia. Las mujeres mursi, y otras de la misma área (SURMA), pertene-
cen a grupos nilóticos y se caracterizan por insertarse grandes platos de arcilla en
el labio inferior. Son los mayores platos labiales que se llevan en el mundo, aparte
de los de los indios BOTOCUDOS de la Amazonia.

mutakallimún. Teólogos musulmanes. En los primeros siglos de la Hégira


desarrollaron una concepción ocasionalista del tiempo, el llamado «ocasionalismo
divino»: «Existe una sucesión de hechos, según un cierto orden habitual querido
por Dios, pero que Dios puede interrumpir en cualquier momento. No existe, por
lo tanto, una eficacia real de las causas segundas» [Gardet, 1979]. De ahí viene el
supeditar todo al In shâ Allâh, «ojalá», «si Dios quiere». Es como si todo fuera un
conjunto de estrellas fugaces: «…no es una duración continua [del tiempo], sino
una constelación, una vía láctea de instantes (lo mismo que el espacio no existe: so-
lamente hay puntos)» [Gardet, 1979].

mzungu / muzungu. En suajili, lengua ómnibus de África oriental, «hom-


bre blanco». En bantú (palabra que a su vez deriva de ovandu, plural de omundu
que significa «persona»), «hombre blanco» se dice otjindu, literalmente «cosa
amarilla». No siempre, ni del todo, persona.

366
N No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
César Vallejo, Trilce, XLII

nabis. Profetas tanto de los hebreos como de los musulmanes. En el Corán se re-
conoce a los nabis que anticiparon a Mahoma. Hud fue uno de los más importan-
tes con su predicación en el Yemen. Avisó a los impíos adíes sin que le hicieran
caso: «Yo temo que caiga sobre vosotros el tormento de un día terrible» (Corán
26,136). Otros nabis fueron Salé, Lot, Suayb, Elías y Zacarías…

naga. Cobra en la India. Cobra real (Ophiophagus hannah), la serpiente vene-


nosa más larga (puede alcanzar 5,5 metros). Dios Serpiente asociado a Siva que
suele ser representado con un collar de cobras. Símbolo de destrucción. Tam-
bién es el nombre de una secta hinduista caracterizada por su ascetismo y total
desnudez. Naga-baba, o naga-sadhu, es un santón desnudo, cubierto de cenizas,
que lleva el pelo sin cortarlo nunca en largas y ásperas trenzas, a menudo men-
dicante y renunciante a todo, y que sigue el culto sivaíta. Algunos naga-babas
del siglo XIII lucharon denodadamente contra la invasión de los mogoles (> MO-
GOL). De ahí vienen sociedades, como la Juna Akhara, formada por naga-babas
que tienen a gala ser combatientes místicos y físicos. Su gran ocasión de prota-
gonismo acaece durante la fiesta de KHUMBA MELA por su privilegio de ser los
primeros en meterse en el GANGES. En Occidente también ha habido adorado-
res de serpientes, aunque por claro influjo oriental. Los naasenos eran una secta
gnóstica que adoraba a nahas, o nagas, creyendo que el veneno redimiría al
hombre del pecado original. Los conocidos como OFITAS (del griego op his,
«serpiente») creían que el hombre se compone de una tríada, cuerpo, alma y es-
píritu, y que esos principios convergen y se integran en Cristo. Se atribuye nada
menos que a santo Tomás la idea, apócrifa, de que ese Cristo se encuentra en el
semen de los niños y allí permanece hasta que brota a la edad de catorce años.
Otra secta relacionada con los ofitas era la de los peratas o petacinenos, gnósti-
cos que veneraban el símbolo de la serpiente, que para ellos representaba el ór-
gano sexual femenino.

367
LUIS PANCORBO

nagates. Así se conocía a los astrólogos de Ceilán. Hombres de poder, podían


predecir por los astros la felicidad de los matrimonios, el alcance mortal o no de
las enfermedades... Peor era si decretaban que los astros habían sido malignos du-
rante el nacimiento de los niños: había padres que quitaban la vida a sus vástagos.
«Los nagates enseñan el tiempo en que es bueno lavarse la cabeza, operación que
en Ceilán es una ceremonia religiosa» [Flancy, 1842].

nahualismo / nagualismo. Procede de la


voz azteca nahuatl, «oculto», aunque también era
el nombre de un grupo de los AZTECAS-TOLTECAS
originario del noroeste de México. Nagual sería en
cambio animal, hechicero capaz de convertirse en
animal, doble de la persona y, en ese sentido, na-
gualismo es correspondencia de destino, y a veces
de personalidad, entre animal y hombre (> NORES-
HI).

nambas. Taparrabos de fibra vegetal usado por varias poblaciones de Vanuatu.


En la isla de Malekula hay dos grupos llamados big nambas («gran nambas») y
small nambas («pequeño nambas») por el tamaño de sus estuches fálicos. Pueden
ser de hojas (como los usados por los naukulamene de la isla Tanna) o de esterilla
de pandano con la que se envuelve el pene (como los de los bunlap de la isla Pente-
costés, que llaman a eso paipis). Malekula, isla de 2.069 kilómetros cuadrados, tiene
cerca de 20.000 habitantes que hablan unos 30 idiomas. En el suroeste de la isla,
donde viven 8.000 almas y se hablan 21 lenguas, los small nambas llevan una inten-
sa vida ceremonial que, por un lado, se rige por el nimangi, o sistema de grados, y,
por otro, tiene muy en cuenta la multiplicidad de temes, o espíritus. En 1927, el an-
tropólogo inglés Bernard Deacon murió en la flor de la vida y de su trabajo, a los
veinticuatro años, víctima de la blackwater fever, «fiebre de agua negra», una terri-
ble versión mortal de la malaria, aunque los nativos pensaron que fue un castigo
por ver y fotografiar sin el debido respeto el trilithum de la fertilidad o piedra de la
virilidad de Melmes, uno de los lugares más sagrados del suroeste de Malekula.

nanm. En el VUDÚ de Haití, esencia espiritual, poder. «Lo que es sagrado» [Mé-
traux, 1958]. También «alma de las cosas» y, en ese sentido, puede haber nanm en
plantas, lluvias, ríos, lagos...

Nanook / Nanuk. Nanook of the North (en España, Nanuk el esquimal) fue
un documental de Robert Flaherty (1884-1951) que se convirtió en arquetípico y
pionero del género. Estaba impregnado de una característica que Flaherty impuso
en sus películas, «the spirit of man» («el espíritu del hombre»), bien visible tam-
bién en Moana, Man of Aran, Elephant Boy, Louisiana Story… Entre 1919 y 1920,
Flaherty filmó la odisea del espíritu del hombre, el inuk (> ESQUIMAL), en el hielo.
Puso su base en el cabo Dufferin, en la punta nororiental de Hudson Bay, y ense-
guida empezaron los problemas de todo tipo junto con el arponeo de 20 morsas.

368
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Nanook tuvo que construir un


IGLÚ de ocho metros de diáme-
tro, en vez de los cuatro habi-
tuales, para que se pudieran fil-
mar las escenas de interior.
Nanook se hizo famoso gracias
a la película de Flaherty, pero
eso no cambió su vida. Murió
de hambre mientras cazaba
ciervos [Griffith, 1953]. El do-
cumental de Flaherty cambió el
cine, o uno de sus caminos.
Nunca se había visto algo se-
mejante cuando se estrenó su
película en el Capitol de Nueva York: los padres iban al cine con sus hijos, sólo
Charlot había conseguido ese milagro. En Europa, Nanuk el esquimal triunfó tam-
bién por todo lo alto: estuvo seis meses seguidos en las pantallas de Londres y Pa-
rís. Los 55.000 dólares que había costado se convirtieron en palomitas a la vista de
tanto éxito.

nanti > KOGAPAKORI


nasí / nasi. El jefe de una comunidad judía, y también noble [Baer, 2005].
násico. Conocido como macaco proboscídeo, es un mono endémico de Borneo
con unas napias similares a las de Cyrano de Bergerac. Los locales lo llaman orang
balanda, corrupción de hollander, «holandés», «hombre blanco», por la nariz pro-
minente y el aspecto rojizo de la nariz, como de bebedor, y de parte del pelo. La
gran nariz le sirve para emitir grandes gritos que resuenan a larga distancia en el
manglar, su hábitat. El násico come hojas, con lentitud y meticulosidad, siendo
como es de digestiones difíciles. Es notable su capacidad para eliminar toxinas ve-
getales aunque no puede asimilar la glucosa, por lo que obvia los frutos dulces (sal-
vo los de la nipa). Las hembras con narices respingonas, como las de ciertas caretas
venecianas, aceptan la vida en los harenes bajo un macho dominante. También hay
grupos de machos solteros. Un násico adulto puede medir en torno a 1,50 metros
de altura. En el centro de Lebuk Bay de SABAH (Borneo oriental), los násicos del
manglar acuden puntualmente a la hora de comer los pepinos que les dan los cui-
dadores.

Nasrudin Hodja. Personaje que encarna la sabiduría de los SUFÍES y la re-


tranca popular desde Turquía a Uzbekistán. Los refranes, sucedidos y anécdotas
de Nasrudin pueblan la imaginación, como si fuese una especie de Sancho Panza
sufí. Una vez, Nasrudin echaba migas de pan junto a su casa. Cuando un vecino le
pregunta qué está haciendo, responde: «Mantengo alejados a los tigres». «¡Pero si
aquí no hay tigres!» «¡Exactamente! Es efectivo, ¿verdad?» En Turquía hay emi-

369
LUIS PANCORBO

siones de radio con anécdotas de Nasrudin Hodja (o HADJ, porque fue un hombre
muy viajado y peregrinó a La MECA). Muchas ciudades reclaman a Nasrudin como
su paisano, incluso le ponen una gran estatua de bronce, siempre con su burro,
como la que hay en Bujara (Uzbekistán).

nat. Genios, o DUENDES, en la religiosidad popular de Myanmar (Birmania). En


diciembre se celebran festivales (Nat-pué) en su honor, para que garanticen una
buena cosecha, siempre con la intervención de brujos (natgadô). Los nat se repre-
sentan en muchos templos budistas y casas rurales mediante estatuas de niños gor-
dos, traviesos y cabezones, que llevan campanas.

Nauru. Isla del Pacífico Occidental. Con sus 21 kilómetros cuadrados y unos
12.500 habitantes, es uno de los Estados más pequeños del mundo, aunque des-
pués de Niue, el más minúsculo país-isla del Pacífico. Nauru se hizo famosa por la
explotación intensiva del guano, excrementos depositados por las aves marinas a
lo largo de milenios. Alemanes, neozelandeses, australianos y británicos aprovecha-
ron a voluntad los yacimientos de Nauru hasta la independencia de la isla en 1968.
El dinero que consiguieron los nativos hizo que subiera en un primer momento el
nivel de vida de la gente y, de modo particular, el peso físico. Tienen aún graves
problemas de diabetes y obesidad en una isla sin árboles y donde hasta el agua ha
de ser de importación. Acabado el guano, explotan la venta de pasaportes y su
propio espacio insular como cárcel para los prisioneros de Australia y Nueva Ze-
landa.

Naurub / Nawruz / Nayrûz / Nauroz… Primer día del año solar en el


calendario persa. Se celebra en algunas partes del IRÁN actual, en Uzbekistán y
otros países del Asia Central, con gran despliegue de luces, aspersiones, cánticos y
bailes, como en una fiesta pagana del equinoccio de la primavera. Antiguamente la
celebración del Naurub llegaba a Irak y Egipto. «El día de Nauroz, Dios resucitó a
los muertos» [Eliade, 2000]. Varias culturas situaron esa posible RESURRECCIÓN de
los muertos o, en un sentido más cabal, esa «repetición simbólica de la creación»,
en Año Nuevo, tanto el que empieza en primavera como Naurub, como en los
doce días entre NAVIDAD y la EPIFANÍA, que equivaldrían a un símbolo del año en-
tero, 12 días como 12 meses, o una «repetición del acto cosmogónico» [Eliade,
2000].

navajos. Indios del suroeste de los Estados Unidos, a donde llegaron entre los
siglos X y XV en diversas oleadas. La estampa de los navajos, con sus largas cabelle-
ras, altos sombreros y una cinta en la frente, fue una de las más representativas de
la épica del Far West. No les faltaban los caballos, aunque se discute si procedían
de los 558 machos y dos yeguas que llevaba Vázquez de Coronado en 1541, o de
los caballos españoles que llegaron hacia 1640 a Santa Fe (Nuevo México) y que se
difundieron por todas las poblaciones indias al oeste del Misisisipi [Weyer, 1972].
Los navajos son actualmente unos 300.000 y en torno a la mitad de esa cifra vive
en la Reserva India Navajo extendida entre los estados de Arizona, Utah y Nuevo

370
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

México. Se trata de la mayor reserva india de los Es-


tados Unidos, con 65.000 kilómetros cuadrados,
dos veces el tamaño de Cataluña. Tras feroces lu-
chas con los Estados Unidos desde 1848 a 1868, en
ese último año el gobierno federal forzó a los nava-
jos a vivir en una reserva en la que luego se descu-
brieron ingentes cantidades de petróleo, carbón y
uranio. No por eso revirtió en riqueza para todos
los navajos. Últimamente el turismo es importante en el país navajo. Monument
Valley atrae a millones de visitantes, incluido el famoso lugar de las películas del
oeste llamado John Ford Point. Lo que ya es difícil ver fuera del cine es a navajos
que vivan en hogans, sus antiguas chozas de leños y barro.

Navidad. Cuando menos hay dos en el CRISTIANISMO porque el YULE, este tiem-
po, sigue sus propios ritmos y conmemoraciones. La Navidad cristiana occidental
se celebra el 25 de diciembre, sólo desde mediados del siglo IV. Anteriormente se
celebraba el 6 de enero, como todavía lo hacen los ortodoxos. En el 6 de enero,
fiesta de la EPIFANÍA, coincidía el nacimiento de Cristo y la adoración de los REYES
MAGOS; la fecha de su bautismo, y las bodas de Canaán con la conversión del agua
en vino, primer MILAGRO explícito de Jesucristo… Por otro lado, el 6 de enero se
celebraba la llegada del solsticio de invierno en Egipto y era el día de la «Navidad
gnóstica» [Cardini, 2001]. En cambio, el 25 de diciembre era la fiesta del solsticio
de los romanos, cuando celebraban al Sol Invencible (Sol Comes Invictus, en una
de sus acepciones) .

nawar > ZOT


nazireos / nazareos / nazir. «Blancos más que la nieve, más lustrosos
que la leche, su compostura más rubicunda que los rubíes, más bellos que el zafi-
ro» (Lamentaciones 4,7). Pero también, «las manos de las mujeres piadosas co-
cieron a sus hijos: fuéronles comida en el quebrantamiento de la hija de mi pue-
blo» (Lamentac iones 4,10). Los nazireos eran los israelitas consagrados al
servicio de YAHVÉ en el templo. Los llamados «VOTOS nazireos» eran los que se
hacían para entrar en religión, y de ellos no estaban excluidas las mujeres [Safrai,
1989]. El profeta Amós echa en cara a los israelitas: «Y levanté de vuestros hijos
para profetas, y de vuestros mancebos para que fuesen nazareos… Mas vosotros
disteis de beber vino a los nazareos; y a los profetas mandásteis, diciendo: “No
profeticéis”» (Amós 2,11-12). No podía haber algo más horrible para un profeta
que prohibirle su profesión de profetizar. Aunque, por otro lado, Sansón, el colo-
so y melenudo, no se debe ver sólo en esa luz de fuerza física; también era un na-
zireo consagrado.

ndebele. Pueblo de Sudáfrica y ZIMBABUE. En Sudáfrica son unos cuatro millo-


nes y viven en las provincias de Gauteng, Mpumalanga y Northern. Se cree que
emigraron hacia el año 1600 desde la región de Natal siguiendo a su jefe Muzi.

371
LUIS PANCORBO

Pertenecen al gran grupo nguni (como los xhosa y los ZULÚES) y se subdividen en
tres grandes ramas: los matabele de Zimbabue y los ndebele del norte y el sur del
Transvaal. Dentro de estos últimos, los ndebele ndzunza —unos 400.000— conser-
van sus tradiciones y acatan al rey Maisha III y su pequeña corte de Entambothini.
En los poblados tradicionales (umuzi) pintan aún el exterior de las casas con moti-
vos geométricos de muchos colores. Las mujeres de cierta edad llevan iindzila, un
collar compuesto por varias vueltas de anillas de latón que les da aspecto de muje-
res jirafa o mujeres avestruz por sus alargados cuellos. Los iindzilla también se co-
locan en brazos y piernas (a veces hasta 40 aros en cada pantorrilla) lo que, suma-
do a otros adornos (grandes collares de cuentas de vidrio, holoani, lula…), supone
una gran parafernalia, y peso, que las chicas jóvenes ya no aceptan. Es más, hay
mujeres mayores que prefieren llevar iindzilla de plástico dorado con cierre de vel-
cro. Lo que siguen respetando los ndebele, con independencia de su integración
en la modernidad sudafricana, es el tiempo de iniciación, ingoma, y el respeto a los
abezimu o antepasados.

necrospodofagia. Endocanibalismo practicado por algunas tribus como


AMAHUACAS o YANOMAMIS. Ambos grupos queman los cadáveres y consumen las
cenizas, los primeros con puré de maíz y los segundos con puré de plátano. «Pre-
fiero el término necrospodofagia al de endocanibalismo, para eludir ambigüeda-
des y discusiones a que se presta el segundo término» [Cocco, 1972]. Se trata de
un canibalismo estrictamente funerario, no alimenticio como el de los antiguos
CARIBES y otros. Los yanomami guardan las cenizas en una calabaza (horokoto) y
sólo la emplean para una fiesta funeral (reahu). Mezclan las cenizas con puré de
plátano, y secundariamente con puré de pijiguao, ocumo o mapuey morado. El
asunto es la unción con la que consumen esa bebida, que tiene rasgos concomi-
tantes con una comunión. Hay alianza de la gente, solidaridad, en una especie de
ágape en el que se recuerda al finado y se absorben sus presuntas cualidades, in-
cluso si se trataba de un enemigo. En menor medida también se consumen ceni-
zas de mujeres y niños. En el reahu todos llevan las mejillas manchadas de hollín,
un signo de LUTO, para compartir el cuenco de las cenizas. Tras ello empieza la se-
sión de YOPO.

negerengels. Lengua de los esclavos de la Guayana holandesa, base del sra-


nan, el idioma actual de Surinam. Se empezó a formar a finales del siglo XVII con la
fusión de lenguas africanas y holandés, al igual que en Curaçao tomó carta de na-
turaleza el PAPIAMENTO, una lengua franca con aportes también españoles y portu-
gueses. Hacia 1718, el negerengels estaba formado y los hermanos moravos emplea-
ron ese idioma de los esclavos para verter pasajes bíblicos e himnos.

negreros. Eran los «respetables» hombres de negocios del XVII al XIX. Burgue-
ses de Nantes, Bristol o Lisboa que «salvaban a los negros», creyendo que la ES-
CLAVITUD era un motor de la civilización europea, blanca, cristiana [Meyer, 1989]
y, por supuesto, bebedora de café con azúcar, no con sangre. Un buen hombre ne-
gro podía costar caro; por ejemplo, un fusil y cuatro barriles de pólvora según la

372
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

contabilidad del buque Pompée en 1769. La trata negrera siempre se adosó a


otros, portugueses, ingleses, franceses, y ellos a los españoles, en una rueda que se
mordía la cola. España padeció la «Leyenda Negra», referida a la aniquilación de
los INDIOS, y no tanto el tráfico negrero, aunque Steven Spielberg perfilase esto úl-
timo en su película Amistad (1997). No obstante, hubo personajes del nefasto cali-
bre de Julián Zulueta, llamado «el último negrero español de Cuba», que hacía
embarques de hasta 1.000 hombres hacinados en un solo navío. Encima consiguió
el título de marqués por sus servicios a la Corona española. África perdió 60 millo-
nes de hijos convertidos en esclavos, como recordó Du Bois, uno de los fundado-
res del panafricanismo. Hay ahora un cierto movimiento de reivindicación y resar-
cimiento. John Conyers ha presentado en la Cámara de Representantes de los
Estados Unidos una propuesta, la HR40, para reclamar una comisión que revise el
tema de la esclavitud y ofrezca indemnizaciones, como las que se pagaron a los ja-
poneses-norteamericanos detenidos durante la Segunda Guerra Mundial (por un
monto de 20.000 dólares por afectado).

negrillos / negritos / negriti… «Negritos» o «negrillos» eran las palabras


empleadas por los españoles de Filipinas para los aeta (agta, atta…), gentes pigmoi-
des de color negro, probablemente los ABORÍGENES de las islas antes de la inmigra-
ción de los malayos. Los negrillos viven en la isla de
Luzón y, aunque muy mezclados, los hay también en
las islas Visayas, Panay y Negros. Tienen una estrecha
relación con los semang, pigmoides de color siempre
muy oscuro de Malasia e Indonesia. Los negrillos,
confundidos a menudo con los PIGMEOS, en realidad
son pigmoides, con estaturas que no rebasan el metro
y medio, que viven en varios puntos del sureste de
Asia y Oceanía. En la India destacan los ONGE de las
islas ANDAMÁN (de 1,37 a 1,48 metros) y los SHOMPEN
de NICOBAR (1,60). Los atithalos de Sumatra, descri-
tos por Rienzi, medían 1,37. Los VEDDAS de Ceilán,
de 1,467 a 1,480. Los kanikaris del sur de la India, de
1,533 a 1,610. Los orang asli y semang se encuentran
sobre todo en la Malasia continental. McLay midió a
los orang sakais y orang semangs de Dscholor con resultados de 1,45 a 1,62 metros
para los hombres y de 1,40 a 1,48, para las mujeres. Los ALFUR o harafara del archi-
piélago malayo oriental, para R. Foster, eran más negros que malayos (Halmahera
era la frontera): de un intenso color negro y cortas estaturas. Las mujeres de las islas
ANACORETAS de la Melanesia, de tipo negroide, más que negrillo, se estiraban las
orejas hasta los hombros y se afeitaban la cabeza [Ratzel, 1888].

Negritud / Négritude. Movimiento cultural impulsado por Leopold Sedar


Senghor, presidente de Senegal de 1960 a 1981. La negritud hablaba directamente
del color de la piel, del orgullo de ser como se es, sin referencias a una lengua, una
cultura, una geografía, lo que habría limitado su amplitud.

373
LUIS PANCORBO

Negro de Banyoles. Cadáver disecado de un guerrero bosquimano (> SAN)


que se exhibió en el museo Francesc Darder de Historia Natural de Banyoles (Ge-
rona) desde 1916 hasta 1997, cuando pasó a ser guardado en el almacén. Se trató
posiblemente de un cazador procedente de algún lugar entre los ríos Orange y
Vaal. Fue cazado y disecado por los taxidermistas franceses hermanos Verreaux.
Darder lo compró y fue la gran atracción de ese pequeño museo catalán. Hasta el
año 2000 no fue devuelto a Gaborone, capital de Botsuana, donde fue enterrado
con todos los honores. Sin embargo, la piel del Negro de Banyoles no se devolvió,
sino que fue custodiada en el Museo de Antropología de Madrid. Otro bosquima-
no que saltó a la fama fue el protagonista de Los dioses deben estar locos (1980),
película de Jamie Uys, donde encuentra una botella de Coca-Cola y trata de quitar-
se de encima ese peligroso regalo de los dioses. Se llamaba N! Xa-Nixau, y en julio
de 2003 falleció a los cincuenta y nueve años en el desierto del Kalahari, sin que su
fama le hubiese reportado algún cambio sustancial de vida o de economía.

negros. Mentes preclaras europeas, punteras en la filosofía y la ciencia política,


cayeron en los mayores excesos racistas. «Es casi inconcebible que Dios, quien es la
bondad personificada, hubiera decidido darle alma —mucho menos un alma bue-
na— a un cuerpo tan negro y repulsivo como el de un negro» (Montesquieu, El Es-
píritu de las Leyes, libro XV, cap. 59). Voltaire, mente insigne donde las hubo, no iba
a la zaga en su Ensayo sobre las costumbres, de 1755: «La RAZA negra es una especie
de hombre tan distinta a nosotros como lo es la raza de spaniels de la de los galgos».
Concluía que el pensamiento de los negros es inferior al de los blancos y se quedaba
tan ancho. El racismo fue consecuencia más que probable de un prejuicio anterior
debido a la ESCLAVITUD. No siempre se trataba de negros. Los griegos (incluso los
excelsos Platón y Aristóteles) negaban la condición de ciudadano (de la polis) a los
esclavos y ahí nada tenía que ver el color de su piel. Los egipcios despreciaban a pue-
blos esclavos aunque de color de piel más claro. «No existe una base para hablar de
antagonismo racial entre los egipcios, babilonios o persas» [Cox, 1948]. Para comen-
tar los 26 volúmenes de fotos de aborígenes andamaneses, realizados por Portman
hacia 1893, en el Anthropological Survey de Calcuta, se recurría a escalas de tempe-
ratura corporal de los andamaneses. Se iba del 1 al 10 para medir el color negro. Em-
pezando por el 1, el más negro, la mayoría de los negrillos andamaneses eran del 9,
color hollín. Por supuesto, el 10 se reservaba para el blanco [Mukerjee, 2003].

negros curros. Gentes del hampa de la vieja Cuba, de La Habana, El Man-


glar y otros sitios que, contra lo que pudiera parecer, no siempre eran negros de
piel, pudiendo ser incluso CRIOLLOS o gentes con origen español [Ortiz, 1975].

nemadi. Pueblo nómada de Mauritania, uno de los favoritos de Bruce Chatwin


para sustentar sus teorías sobre el NOMADISMO. «Nomos es la palabra griega que
significa “tierra de pastoreo” y “el nómada” es un jefe y patriarca de un CLAN que
dirige la asignación de las tierras de pastoreo… Los nómadas que conoció Homero
eran los escitas que “ordeñaban yeguas” y deambulaban con sus carros por la este-
pa del sur de Rusia» [Chatwin, 1988].

374
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Nemi. Localidad del sur de Roma, cerca de Aricia, junto a las Colli Albani, o
«Colinas Albanas», donde James FRAZER centró en 1890 su libro The Golden
Bough («La rama dorada»). El Rex nemorensis, el sacerdote-rey, del bosque sagra-
do de Nemi, tenía que ser asesinado y reemplazado por otro antes de que se agota-
ran sus poderes. Debía arrancar la rama dorada —de MUÉRDAGO— con la que re-
cibía el poder de la diosa Diana (Diana Nemorensis), pero eso lo conservaba hasta
que viniese otro más sagaz o fuerte y le matase como él había hecho con su antece-
sor. Mientras el muérdago estuviese vivo, él también lo estaría. Para FRAZER era el
ejemplo máximo de cómo podía haber leyes generales que se repetían regularmen-
te en el contexto de lo que llamó intuitivamente ANTROPOLOGÍA social.

nenet / nenzo. Pueblo ártico de la península de Yamal, en el noroeste de Sibe-


ria. Son en torno a millón y medio, muchos aún pastores de renos seminómadas en
la tundra. Sin embargo, en la península de Yamal las explotaciones petroleras están
perjudicando las antiguas vías pecuarias de los renos, animales con los que los ne-
net tienen vínculos especiales, hasta el punto de que durante el comunismo algu-
nos prefirieron sacrificar sus manadas antes que colectivizarlas. Eso motivó que los
CHAMANES y otras personas que se resistían a los soviéticos fuesen confinados en
gulags (kulaks, «campos de concentración»).

nestorianos. Hay un Cristo dual, el hombre y el dios. María no puede ser lla-
mada «Madre de Dios», sino «madre del Hombre», algo bastante razonable por
otro lado. Tratar de dividir, como con una navaja, la persona humana y la persona
divina de Cristo, es como cortar un pelo, y eso hizo Nestorio, el hereje. Además de
impedir que María fuese llamada la «Madre de Dios»: en todo caso sería la «Ma-
dre de Cristo». También criticó que la paloma de la Santísima Trinidad procediese
del Verbo, o que ella misma fuese el Verbo. Sólo los jacobitas, seguidores de Dios-
cure y del monje Jacobo Baradai, obispo de Odessa en el año 541, eran más sutiles
al pregonar que el Verbo Encarnado era «de» dos naturalezas, no «en» dos natura-
lezas, o lo que es lo mismo, se unieron las dos naturalezas de Cristo en una naturale-
za sola, que era personal de dos naturalezas impersonales, y todo ello sin mezcla ni
confusión. Jacobitas, y sobre todo nestorianos, aunque condenados, siguieron en
sus trece y convenciendo almas cándidas en media Asia. Nestorio fue arzobispo de
Constantinopla y su herejía fue condenada en el año 43 en el Concilio de Éfeso.
No obstante, por medio de misioneros, como el patriarca Mar Abha el Grande y
otros, entre los siglos V y VIII se extendieron desde Edesa, el gran centro nestoria-
no, hasta el golfo Pérsico, Asia Central, Tíbet… En China fue encontrada en 1907,
durante una expedición fascinante y aventurosa del danés Frits Holm [1924], la
«piedra de Sian Fu» o «Tabla Nestoriana», lápida en la que se decía que se habían
fundado en aquel país hasta 631comunidades nestorianas. En el sur de la India se
hallaron comunidades de cristianos «tomasianos» en Goa, Malabar y Kerala. Llegó
a haber obispos nestorianos en Herat y SAMARCANDA (Uzbekistán) en el siglo VIII...
Y es que bien pudo ser que el viejo MANIQUEÍSMO, y el MAZDEÍSMO o zoroastrismo,
se camuflaran bajo el manto protector del CRISTIANISMO nestoriano. H. G. Wells,
autor de La guerra de los mundos, llegó a escribir que Mahoma pudo conocer «las

375
LUIS PANCORBO

iglesias cristianas de Siria y la tradición judaica» y tomar nota. La Iglesia Caldea,


con sede en Mosul, está compuesta aún por nestorianos. Los seguidores de la es-
cuela nestoriana de Edesa pueden ser más de 200.000 —y, en algunos casos, ha-
blan siríaco antiguo, una forma de caldeo—, tanto en Irak y Kurdistán como en
Turquía, más los emigrantes en Chicago y Los Ángeles (Estados Unidos).

néteres. Antiguos dioses egipcios. «Simbolizan las fuerzas de la naturaleza que


se armonizan según el equilibrio establecido por Maat, diosa de la verdad y la justi-
cia» [Simonay, 2004]. Dista de estar claro su papel y sustancia, si eran emanacio-
nes divinas o ARQUETIPOS.

neuma / pneuma. Soplo de vida, de verdad. Los gnósticos también eran cono-
cidos como «pneumáticos», y estaban enfrentados a los psyquicos, «sujetos todavía a
las tinieblas del error y a los estímulos de la carne» [Menéndez Pelayo, 1963]. Se
cree que Simón de Samaria, o Simón el Mago, fue el primer gnóstico (> GNOSTICIS-
MO), que daba el neuma al imponer sus manos. A sí mismo se llamaba PARÁCLITO
(ESPÍRITU SANTO) y Verbo de Dios, entre otras cosas. Otro gran defensor del neuma
fue Bardesanes, gnóstico de Edesa, quien afirmó «la influencia decisiva de los espíri-
tus siderales [resto de sabeísmo (> SABEÍSTAS)] en los actos humanos, e hizo inútiles
esfuerzos para conciliarla [el PLEROMA, plenitud de esencia] con el libre albedrío»
[Menéndez Pelayo, 1963]. Bardesanes también atribuía la Creación al DEMIURGO.

New Age / Nueva Era. Movimiento nacido en los Estados Unidos, al socai-
re de la Era del Acuario (> ACUARIUS), que propugna la espiritualidad junto a una
amalgama de ecología, buenos sentimientos, relajación y orientalismos (ZEN…). Su
espectro va asimismo desde el cultivo del aura positiva, esa especie de HALO que
emanaría de la persona, a las influencias de los astros (ACUARIANOS), el balance del
KARMA, la meditación trascendental, las ondas alfa que emite el córtex en un estado
de conciencia entre el sueño y la vigilia, productoras de serenidad y bienestar, la
música al estilo de las vibraciones de Andreas Vollenweider…

New Church / Church of New Jerusalem. Iglesia implantada en los


Estados Unidos que sigue la inspiración de las Sagradas Escrituras y especialmente
la de Emanuel Swedenborg (Estocolmo, 1688-1772), quien afirmó que en 1745 se
le había aparecido Dios, diciéndole que le iba a revelar cosas del mayor interés. De
hecho, Swedenborg escribió 35 volúmenes de teología (a menudo escatológica), lo
que la New Church denomina «The Writings» y sigue como si fuese palabra reve-
lada. Swedenborg fue uno de los escritores favoritos de Borges [1980].

nez percé. En francés, «nariz perforada». Apenas quedan un par de millares


de estos INDIOS que antaño dominaron vastas regiones del oeste de los Estados
Unidos. Ya en 1855 fueron confinados en una reserva de Idaho, donde viven sus
descendientes. En 1877, el legendario jefe José tuvo una visión inspirada por los
llamados «soñadores», por la que llamó a la rebelión, la abolición de las reservas y
la lucha sin cuartel contra los blancos. El jefe José fue capturado después de algu-

376
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

nos éxitos y no se respetaron las condiciones de su rendición. Fue cuando los nez
percé fueron enviados a Oklahoma y muchos murieron.

Nicobar. Islas del mar de ANDAMÁN (India) con unos 20.000 habitantes, en su
mayor parte de origen mongoloide. Cerca de 2.000 fueron evacuados de una de las
islas del grupo, Car Nicobar, hasta Port Blair, la capital regional, después del tsu-
nami de 2004 que causó sólo en la zona 1.925 muertos y 5.500 desaparecidos. Sin
embargo, los ABORÍGENES, especialmente los negrillos SHOMPEN, tuvieron la sensa-
ción de que se que acercaba un cataclismo y sobrevivieron huyendo a las partes al-
tas de la islas.

nicolaísmo. Nombre que recibió la reiterada implicación de la Iglesia en es-


cándalos sexuales. A partir del siglo VIII, el nicolaísmo, junto a la simonía o compra
de cargos eclesiásticos, y el nepotismo mediante el que los señores feudales daban
puestos eclesiásticos a sus parientes, engrosó el globo de un escándalo contra el
que no hubo más remedio que reaccionar. De ahí la reforma de Clunney, las quere-
llas de las investiduras, incluso el nacimiento de la Inquisición, aunque luego ésta
fue tomando otros derroteros.

nierika. Umbral entre mundos, el real y el de la alucinación del PEYOTE. Unión


mística con la trinidad de los indios huicholes (maíz, peyote y venado), puerta que
traspasan los CHAMANES de la Sierra Madre de México. También se puede ver como
un portal en varios acercamientos religiosos, como el de los SUFÍES (> TARIQAH).
«Los métodos empleados por los chamanes para alcanzar estados alterados son
sorprendentemente similares en todas partes» [Harner, 1990]. Tal vez eso pudiera
depender de «la herencia biológica de una parte sustancial de la especie humana».
Mediante adiestramiento se podría conseguir ese nivel de conciencia que Harner
denomina «estado chamánico de conciencia» [Wesselman, 1999]. Por eso, un mito
recurrente en muchas culturas es el del «guardián del umbral», analizado por Jo-
seph Campbell en The hero with a Thousand Faces (1942), un libro de mitología
que fue la mayor fuente de inspiración para Star wars del cineasta George Lucas.

nigods. Las formas más pequeñas y bajas de vida según los JAINÍES. El nigod no
puede liberarse con su propio esfuerzo, y se entiende, dado que a veces forma
grandes masas en el interior de una patata o de un musgo. Es arduo incluso su ca-
mino hacia el estatus de pratyek vanapasti, «cuerpos vegetales que viven en una
planta o en un fragmento de la misma» y que luego sufrirán sus consiguientes
transformaciones en aire, agua, tierra… [Babb, 1998].

nimatullahis / nematollahí. Secta SUFÍ fundada por Amir Nuruddin Ni-


matullah Kirmani, nacido en Alepo (Siria) en 1328 y fallecido en Kirman (Persia)
en 1431. Se la tiene por la principal secta chiita sufí. Su actual líder, Javad Nur-
bakhsh, vive exiliado en Londres y Estados Unidos, y es un gran cultivador de la
poesía mística: «En el corazón de los DERVICHES, salvo el Aliento de la Vida, nada
cabe, / en el retiro del derviche, nadie cabe» [Nurbakhsh, 2001].

377
LUIS PANCORBO

nimba. Una de las máscaras africanas más inusuales puesto que a veces pesa 40
kilos y puede medir un metro y medio. Las gentes de la tribu baga de Guinea Co-
nakry la usan llevándola sobre los hombros a modo de gigantesca mesa con patas.
El danzante mira a través de la falda de rafia, teniendo encima una estatua con ros-
tro de pájaro de presa y, a menudo, con incrustaciones de metal que parecen esca-
rificaciones. Los pechos caídos y secos representan una figura maternal, patrona
de la fertilidad y de las cosechas, según los baga.

nimbo. Atributo de santidad en el CRISTIANISMO (> HALO). Decoración que por-


taban en la cabeza los emperadores romanos. Trajano lleva nimbo en su imagen del
bajorrelieve del Arco de Constantino. Antonino Pío aparece con nimbo en el re-
verso de sus medallas. También se incluía un nimbo en las estatuas de «reyes de la
primera raza» que se vendían antiguamente en Saint-Germain-des-Prés, en París,
incluso en las estatuas del santo de ese barrio parisino. Por ejemplo, la estatua del
rey Clovis (Clodoveo) tenía una gran diadema, además de un cetro con un águila,
«promiscuidad bizantina» [Martigny, 1865].

ninjas. Guerreros encubiertos, ocultos, al servicio de los samurais. En algunos


casos se confunden con ronin, samurais sin señor. Aunque suelen tener nivel social
más bajo, son dueños del ninjitsu, o «arte del ninja». Espías y agentes secretos,
conforman una de las subcategorías del mundo de las artes marciales. Populariza-
dos por el cine, los ninjas conocen el kendo, «el camino de la espada», entre otras
muchas artes marciales. Más chocante es que desde 2002 se acojan al nombre de
ninjas unas milicias del CONGO, tanto en la República Democrática del Congo (an-
tes Zaire), como en la República del Congo-Brazzaville, estas últimas lideradas e
inspiradas por el pastor Fredéric Bitsangou. En octubre de 2004, sus frecuentes
ataques al norte de Brazzaville, en la zona de Pool, motivaron la suspensión del
tráfico ferroviario entre Brazzaville y Pointe Noire, las dos ciudades principales del
país. Al igual que los MAJI MAJI, los ninjas congoleños creen en poderes mágicos
que les hacen invulnerables. Por ejemplo llevan AMULETOS y coronas vegetales que
les convertirían en invisibles.

niños-lobos / niños salvajes. Fueron famosos los 54 de la lista propor-


cionada por Lucien Malson [1964]. Uno de ellos fue el famoso niño lobo Kaspar
Hauser de Nuremberg. Nacido en 1812, apareció a los diecisiete años privado de
lenguaje y con aspecto «bestial», aunque con una carta en la mano que decía que
era hijo de un caballero (fue argumento de la película de Werner Herzog El enig-
ma de Kaspar Hauser (1975), subtitulada en alemán: «Jeder für Sich und Gott ge-
gen Alle» («Cada uno para sí y Dios contra todos»), frase que ya había sido usada
en los diálogos de Macunaima (1969), de Joaquim Pedro de Andrade. No menos
clamorosos fueron los casos de la muchacha-trucha de Salzburgo (descubierta en
1828); los niños-oso de Lituania (XVII); la chica-osa de Karpfen (1767); el niño-ba-
buino de Sudáfrica (1904); el niño-leopardo (descubierto por Stuart Baker en
1920)… Además de niños-cerdo, pantera, gacela…, y los numerosos y célebres ni-
ños-lobo de la India, que aún salen con cierta frecuencia. En 1920, Amala y Kama-

378
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

la, dos niñas indias de dos y ocho años, vivían como lobas en una cueva hasta que
fueron descubiertas por el reverendo Singh. Comían carne y carroña, caminaban a
cuatro patas, aullaban y, sin embargo, al cabo de un cierto tiempo de vida en socie-
dad, una de ellas, Kamala, aprendió a tender la mano para recibir alimento y a usar
unas 50 palabras.

niqab. Velo que cubre a la mujer musulmana desde la cabeza a los pies. Se suele
confundir este vestido, llamado CHADOR en Irán, con el HIJAB, o pañuelo de cabe-
za. Llevar niqab puede ser sofocante en algunos climas (Egipto, Arabia…), pero si
alguna mujer decide quitárselo es algo personal entre ella y Alá.

nirvana. Disolución. Aniquilamiento. Último estadio de la extinción del ego


en el hinduismo y el budismo. Paranirvana es el nirvana perfecto, el alcanzado
por BUDA. Realización eterna, o nirvana, frente a a la experiencia personal, o
SAMSARA [Campbell, 1998]. El nirvana también consiste en la posición psicológi-
ca que hace a uno indiferente al sufrimiento. «Cuando se logra extinguir el deseo
y el miedo, uno llega al mahasukha, el gran deleite, la realización del ÉXTASIS»
[Campbell, 2002]. Los DIGAMBARA, uno de los dos grandes grupos de JAINÍES, no
aceptan que la mujer pueda alcanzar el nirvana; antes se tiene que encarnar en
un hombre.

nisei. Nombre genérico y despectivo para los japoneses de segunda generación,


pero ciudadanos de Estados Unidos. Fueron confinados en campos de concentra-
ción tras el ataque a Pearl Harbour. Los issei eran, en cambio, los padres de los ni-
sei, nacidos en Japón y emigrantes a los Estados Unidos. Los sansei eran los hijos
de los nisei, o tercera generación. Ante el temor de espionaje, y sobre todo por un
cierto ejercicio público de venganza, las autoridades estadounidenses practicaron
la evacuation y la relocation, eufemismos de confinamiento de miles de nisei en lu-
gares como la isla Terminal en el canal Cerritos, de la bahía de Los Ángeles. El
consulado español en Estados Unidos, como perteneciente a un país en principio
neutral, se hizo cargo de los asuntos japoneses y sus propiedades durante esa «eva-
cuación».

niskala. Lo evidente, positivo y luminoso en la religión y la vida de Bali frente a


sekala, lo oculto, maléfico, peligroso. La dialéctica de ambos principios discurre
como un humo, o un cordón de seda, y se manifiesta en infinidad de aspectos. Una
de las piezas teatrales balinesas más habituales muestra la lucha entre el DRAGÓN
Barong y la BRUJA Rangda. No hay vencedor claro, ni un predominio del bien so-
bre el mal, que no pueda inclinarse hacia el otro lado en otro momento.

nivjos. Pueblo del este del río Amur, en el extremo oriental de Siberia, y de la
isla de Sajalín, incorporada a la URSS en 1925. A los nivjos les prohibieron el uso
de su lengua y sus CHAMANES debieron acatar la hoz y el martillo, ya no el ances-
tral «espíritu de los salmones». Pocos pueblos del mundo llegaron a hacer, como
los nivjos y los itelmen de KAMCHATKA, vestidos de PIEL DE SALMÓN, amén de go-

379
LUIS PANCORBO

rros. Su comida fue siempre el salmón, fresco o seco, y las bayas árticas son su
única fruta.

no lugares. Lugares donde se consume la vida occidental, en ningún sitio, o


sea, en aeropuertos, estaciones, centros comerciales… Donde «no se crean relacio-
nes sociales, hay códigos, pero no simbolización» [Augé, 1992].

nomadismo. La itinerancia dio origen a la civilización, no al salvajismo con el


que se apareja a los pueblos nómadas. En la antigüedad fueron nómadas los escitas
y los hunos. Quedan pocos pueblos nómadas, tal vez los pastores MONGOLES sean
la excepción, y algunos BOROROS y TUAREGS que continúan con la caravana de la
sal en el Sahara de Níger, aunque tal vez sería mejor hablar de trashumancia. Tanto
los inuits (> ESQUIMALES), como los bosquimanos (> SAN) y otros han tenido que ir
dejando ese tipo de vida. A veces hay retornos, como el que contó el antropólogo
noruego Frederick Barth sobre los basseri de Irán a los que el Sha prohibió pasto-
rear y que, cuando éste fue derrocado en 1941, volvieron a caminar hasta los mon-
tes Zagros, aunque ya no tuviesen rebaños [Chatwin, 1988]. Pero el nomadismo
del siglo XXI no va por esos derroteros. En España, las cañadas reales se han llena-
do de cemento, si no de motoristas, que es casi peor.

noreshi. Doble animal de cada persona según los indios YANOMAMI de la Ori-
noquia (Venezuela y Brasil). Es su propia versión del NAHUALISMO. No se trata de
transformaciones mágicas o alucinatorias. Es un pensamiento semejante al del ÁN-
GEL de la guarda de los católicos. Los indios embera hacen una OMBLIGADA con un
animal, y su vida queda aparejada a las circunstancias que goce y sufra una hormi-
ga, un pez, un pájaro… Misterio, aunque suave comparado con el mayor del CRIS-
TIANISMO: tras la consagración en la HOSTIA está «el cuerpo de Jesucristo, junta-
mente con su sangre, alma y divinidad» [Astete, 1977].

Nornengrütze / Jalea de las Nornas. Regalo muy apreciado que se


daba a las parturientas en las islas Feroe. Se hacía, por supuesto, en nombre de las
Tres Nornas (como las Parcas grecorromanas) (> LACHESIS), las VÍRGENES de la mi-
tología escandinava, Urd, Verdandi y Skuld, dueñas del pasado, presente y porve-
nir, y, por ende, reguladoras del Universo [Bernatzik, 1957].

Nsama / Nsamba / Nsambe… Nombre solar de un dios de los FANG.


Mabé’gue es en cambio «el Dios anterior, padre y creador de Nsama…; Nsongó es
el Dios hacedor de cosas; Ncom-Mbot es el Dios hacedor o preparador de perso-
nas; Mondono es el Dios de las lluvias…» [Aranzadi, 1962]. Había una adivinanza
de los ntumu (a los que pertenecen los fang) que preguntaba: «Bingúnguba bia-
quieñ bilá» («¿Tres inmensas hojas?»). Y la respuesta era: «Mabé’gue, Ncosó ya
Nsisim» («Mabé’gue, Jesús y el alma»), pero eso ya tenía la mano de algún misio-
nero, porque antes de los españoles la respuesta correcta tenía que ser: «Mabé’gue,
Nsongó ya Mondono», una trinidad de dioses tangibles, o más verosímiles en el
bosque lluvioso de Guinea Ecuatorial.

380
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ntoro. Principio espiritual transmitido por línea patrilineal entre los ASHANTI de
Ghana, quienes, en cambio, forman parte de una sociedad fuertemente matrilineal
[Beattie, 1986].

nubas. Pueblo del Sudán que vive, o sobrevive, en las montañas al sur de Kor-
dofán. Su número puede oscilar entre 200.000 y medio millón. Han padecido gue-
rra, represión y exilio por parte del gobierno FUNDAMENTALISTA de Jartum hasta
los acuerdos de paz de principios de 2005. Los nubas tuvieron notoriedad por las
fotografías y documentales que hicieron sobre ellos George Rodger y Leni Riefens-
tahl en la década de los sesenta del pasado siglo. Lejos de ser un pueblo unido, o
uniforme, los nubas cuentan al menos con 50 subgrupos y sus respectivos dialec-
tos. Unos son de descendencia patrilineal y otros de descendencia matrilineal, con
lo que, en este último y más extendido caso, los niños se adscriben al CLAN de la
madre y heredan a través del tío materno. El ISLAM y la política del gobierno suda-
nés trató de conseguir el exterminio cultural de los nubas y de sus fantásticas cos-
tumbres, sobre todo las luchas tradicionales. En ellas, uno de los mayores premios
es la ceniza, untarse de cenizas, algo tan valioso y sagrado como la EUCARISTÍA en
otras latitudes: «La ceniza representa la resistencia, la virilidad, incluso la ETERNI-
DAD… Un nuba cubierto de ceniza adquiere un carácter sagrado» [McDougall,
1981]. No hay que confundir a los nubas con los nubios, habitantes de Nubia, re-
gión sudanesa extendida a ambos lados de la frontera entre Egipto y Sudán. En
tiempos faraónicos se distinguía la Baja Nubia (Uatat), la que iba desde la primera
a la segunda catarata del Nilo, y la Alta Nubia, o país de Kus (la Etiopía antigua),
que llegaba hasta la cuarta catarata. La Nubia fue el camino de penetración al inte-
rior del África negra y donde pequeños reinos cristianos resistieron largo tiempo el
embate del Islam, un asunto poco reconocido.

nuchus. Estatuillas usadas por los indios cunas o kunas (> TULE) del archipiéla-
go panameño de San Blas. Son muñecos tallados en madera de balsa y pintados de
colores vivos, que representan espíritus y a veces figuras de conquistadores espa-
ñoles. Los CHAMANES (nele) se sirven de los nuchus para averiguar los males de las
personas, y de forma especial qué animal dañino, perro o tiburón, fue el que arre-
bató en cada caso el alma del paciente.

Nud. Montaña sagrada para los zoroastrianos (> ZARATUSTRA). Habría tenido
vinculación con el mito de los REYES MAGOS [Faber-Kaiser, 1984]. Otros creen
que puede tratarse del propio monte Sabalan donde «Zaratustra conversó con
Ahura Mazda» (y de ahí las varias menciones antiguas, Seuva, o la Savé iraní, o la
Sava o Sabá mencionada por Marco Polo), o el monte USIDA de Shistan o Seistán,
en la frontera entre Irán y Afganistán, que en el Z END AVESTA se llama Kuh-i-
Khwaga, «monte del Señor», con el lago Hamun donde «apareció la simiente de
Zaratustra» [Cardini, 2001]. Otros autores, como Juan de Hildesheim, identifican
a Nud como «la montaña llamada Vaus, llamada también por los indios Victorial»
[Cardini, 2001]. Pudo haber un Mons Victorialis, o de las Victorias, en Azerbai-
yán, zona de transición hacia Persia, y de donde pudieron venir los Reyes Magos,

381
LUIS PANCORBO

pues allí en lo alto había una capilla, meta de especiales romerías. Gentes escogi-
das permanecían en la cumbre tres días aguardando la estrella predicha por el pro-
feta Balaam [Cardini, 2001].

nuer. Tesis, monografía y casi códice sagrado de la ANTROPOLOGÍA. Hablamos de


Los nuer, de E. E. Evans-Pritchard, «el Stendhal de la antropología» según Mary
Douglas. «Libro de geometría antropológica» para Clifford GEERTZ [1989], por
sus diagramas y por la forma en que caen por su peso las consecuencias, los postu-
lados, los análisis de un remoto pueblo pastoril. Un libro de la precisión de un
triángulo equilátero: una representación del sistema espacio-temporal; un sistema
de linajes; un sistema político. Un texto que «sigue vivo» [Geertz, 1989], como los
estudios de Evans-Pritchard sobre los anuak, azande, dinka, SHILLUK o beduinos…
Pero en ellos, como en los fabulosos nuer, se daba, como en una simetría invertida,
y a la luz de una fértil dialéctica, cuanto Inglaterra desconocía y viceversa: después
de todo, entre los nuer funcionaba un orden social sin estructura legal, ni Consti-
tución, ni reina de Inglaterra. Se daba incluso una justicia sin pelucas y una reli-
gión con brujos y mitos, pero sin himnos dominicales. «Si era posible desentrañar
África, era ciertamente posible desentrañar cualquier cosa» [Geertz, 1989]. Esa in-
tegración de África en un mundo concebido sobre bases profundamente inglesas,
produjo a la postre el milagro de ver que a orillas del Akobo, del Gila sudanés o
del Támesis, haya gente «simplemente como nosotros». Valientes o cobardes, lea-
les y pérfidos, sí, pero no hasta el punto de convertir a los nuer, anuak y demás en
«ingleses negros». Y luego, el simbolismo profundo en los nuer: llevan la lanza en
la derecha, la izquierda no se emplea (es la mano impura en muchas culturas).

Nuevas Tribus / New Tribes Mission. Organización misionera de los


Estados Unidos, relacionada con el Instituto Wicleff con base en Sanford (Flori-
da), más conocido como Summer Institute of Linguistics («Instituto Lingüístico de
Verano»). En 1941, el reverendo Paul Fleming puso las bases de New Tribes y des-
de entonces sus misiones fueron creciendo en todo el mundo, pero no sin polémi-
cas. Acusaciones de espionaje a favor de la CIA, o de multinacionales para las que
ubicarían minas de oro o uranio, o de la lucha anti-comunista… Eso y más se fue
cargando a la cuenta de las Nuevas Tribus, además de que captaban a los INDÍGE-
NAS para eliminar su cultura tradicional. «Todo es parte del resultado de la larga
permanencia de los gringos en nuestras tierras, quienes crean terror en nuestras
comunidades con la palabra “comunista”, o sea que todos aquellos que hablan
contra las misiones norteamericanas son comunistas», según el indio makiritare de
La Esmeralda Alfredo Chamanare [Marquina, 1981]. En Venezuela, las Nuevas
Tribus llegaron durante la Segunda Guerra Mundial y se asentaron en la región de
los ríos Casiquiare y Negro cuando aún se explotaba el caucho. De allí fueron pa-
sando a otras regiones amazónicas. En 1974 explotó una gran polémica con la ex-
hibición de la película Yo hablo a Caracas, en la que el indio ye’kuana Barné Yava-
ri acusaba frontalmente de abusos a las Nuevas Tribus. Hubo un debate nacional y
se resolvió con la expulsión de los misioneros, lo mismo que ha pasado en repeti-
das ocasiones en otros países sudamericanos.

382
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

num. Según los bosquimanos (> SAN), poder sobrenatural. Se conseguía a través
de bailes y canciones en las que llegaban a un estado de TRANCE [Wesselman,
1999].

numen. Dios de los gentiles o lo sagrado para los gentiles. «Ya nada es sagra-
do», decía JUNG, pero Campbell, Eliade y otros autores fueron una y otra vez en
busca del numen de los momentos históricos pasados o de los lugares más aparta-
dos. El numen, además, fue inspiración para los escritores y artistas en general. En
lo religioso, se diferencia lo sagrado numinoso, lo sagrado como valor, y lo sagrado
como categoría a priori… «Numinoso» es un neologismo derivado de «numen»
(como de omen se hace «ominoso» y de lumen, «luminoso») y con alcance más
bien de incógnita: «…sólo puede suscitarse, sugerirse, despertarse, como en defini-
tiva ocurre con cuanto procede del espíritu» [Lo Santo, 2001].

nushu Peculiar idioma, de unos 1.800 caracteres, que hablaban únicamente las
mujeres en las provincias chinas de Hunan y Guangxi. Era una escritura críptica
para evitar que fuese conocida por los hombres y así escapar de su control. En el
nushu (nu shu, «escritura femenina») se empleaban telas caligrafiadas o bordadas
con caracteres secretos y códigos para usar los abanicos con fines de despiste. Uno
de los pocos textos que se conocen de nushu, consejos transmitidos de madres a
hijas para afrontar la vida conyugal, apareció en «Cartas del tercer día», folletos es-
critos en paños por San Chao Shu. El 23 de septiembre de 2004 falleció en Jiang-
yong (Hunan) la señora Yang Huayi, una anciana de noventa y ocho años conside-
rada la última hablante del idioma nushu.

Nutka / Nootka. La sonda de Nutka está situada al oeste de la isla de Van-


couver (Canadá). Los primeros blancos en visitarla fueron en 1774 los españoles
de México con la fragata Santiago. En 1792, el botánico José Mariano Moziño lle-
gó a vivir cuatro meses con los INDIOS de la zona. La cultura nutka estaba intacta,
con su gran belleza, armonía y fuerza. Los nutka tallaban la madera como consu-
mados artistas (tal como revelaron los hallazgos de Woodcock en cabo Álava, al
sur de cabo Flatery, lugar destruido por una avalancha de barro hace cuatrocientos
años). Los nutka nomadeaban en busca de mamíferos marinos. Pescaban sardinas
de forma colectiva. Los taises, o jefes (> BIG MAN), realizaban POTLATCH en sus ce-
remonias de toma de nombres. Se trataba de banquetes acompañados de grandes
dispendios: se regalaban pieles, conchas y objetos de cobre a los huéspedes para
impresionarles con el estatus y riqueza del anfitrión. Según Moziño, la zona era co-
nocida como Yuquatl por los isleños. Los españoles, y el propio Cook que llegó allí
en 1778, la llamaron Nutka. Los habitantes de Yuquatl eran indios del grupo wa-
kashan y de la confederación moachat («pueblo del venado»). En un principio, el
dios Yuquatl creó una mujer y la abandonó en bosques donde había perros sin ra-
bos y patos sin alas. Luego, el dios se apiadó y aquella «Eva» dio a luz la vida. Las
pieles de otarios de Nutka se podían vender en Cantón por 100 dólares cada pieza.
Eso hizo de Nutka una especie de ELDORADO de Norteamérica, ambicionado por
españoles e ingleses. Y, desde luego, Nutka fue una mina etnográfica. Los relatos

383
LUIS PANCORBO

de Moziño sobre la existencia de dos principios, Qua-utz y Matlox, Bien y Mal, en


lucha permanente, impresionaron a Humboldt, que vio allí la TRANSFIGURACIÓN
del combate entre Geist y Ungeist, la lucha entre el bien y mal que inspiraría la
pluma de Goethe y otros románticos alemanes [Grunfeld, 1986].

nyama. Espíritu vital presente en todos los reinos y criaturas según los DOGON.
nyam-nyam / niam niam. Una onomatopeya explícita dio nombre a los
zande, una tribu sudanesa que hacía ese ruido y no sólo al comer mijo. Los zande
(sandehs) vivían entre los 4º y los 6º de Latitud Norte. Era una gente de color más
claro que el de los nubios, que fueron quienes les llamaron nyam-nyam. Los zande
(azande) tenían parecido, más que con los nubios negros,
con gentes etíopes, somalíes, danakils, gallas… El
nombre de nyam-nyam hacía referencia a dos grandes
grupos de antropófagos zande, los makarakas y los
bombes, que probablemente procedían de Kana y de
Kifa, tierras al norte de Uelle. Los nyam-nyam tenían
por costumbre afilarse los dientes, algo que evocaba
sus usos alimenticios, y una costumbre de muchos
pueblos de África negra. Los bongos llegaban a
arrancarse los incisivos de la mandíbula inferior
y se afilaban los superiores, mientras sus mu-
jeres se ponían clavijas en el labio inferior,
unos trozos de madera y hueso. Por si fue-
ra poco, los bongos se hacían agujeros en
los pabellones auditivos para llevar una
media docena de anillos de cobre [Ratzel,
1888]. El explorador Schweinfurth escri-
bió sobre caudillos nyam-nyam a quienes
repugnaba comer carne humana, aunque se po-
nían en el cuello cordones con dientes de los hombres que habían devorado: y eran
unos cuantos… También clavaban los cráneos en estacas junto a las chozas como si
fueran trofeos de caza. La grasa humana, sobre todo la del enemigo, era muy apre-
ciada, pero en tiempos de guerra y escasez devoraban a viejos, o a muertos repenti-
namente. «A veces dejan morir a los niños para… satisfacer ese gusto inhumano»
[Schweinfurth, 1873]. El canibalismo de los bongos, como el de sus vecinos mon-
buttús, no se podía atribuir a carestía o falta de carne: en sus tierras había búfalos,
jabalíes, antílopes y elefantes en buen número. Los monbuttús consideraban a los
niños una golosina. Y, cuando querían conservar los cuartos traseros de un hom-
bre, los ahumaban y secaban como otros hacen con las patas de cerdo.

384
N El ñandú desplumado del recuerdo
alarga su postrera pluma…
César Vallejo, Trilce, XXIV

ñame / yam. Tubérculo fundamental en la alimentación de varios pueblos afri-


canos y oceánicos. Los ñames simbolizan a los hombres, y hasta son sus dobles, en
los ritos algunas islas melanesias, como Pentecostés (Vanuatu), mientras los taros
simbolizan el elemento femenino. En Costa de Marfil, los agni-bora celebran cada
año con gran unción la «Fiesta de los ñames». El jefe extiende sus manos hacia los
cuatro puntos cardinales y empieza una fiesta de renovación que implica baños
con agua lustral donde se purifican personas, utensilios domésticos, objetos cultu-
rales…

ñandú / churo. Avestruz americano. Los indios querandíes cazaban ñandúes


en las pampas argentinas con el sistema de boleadoras (o libes). Eso suscitó toda
clase de fantasías. Darwin quedo impresionado cuando vio el ñandú petizo, luego
conocido como ñandú de Darwin: ¿Por qué era parecido y a la vez distinto del
avestruz africano? Según el barón Cuvier, el ñandú pertenecía al grupo de los
«brevipennes o alicortos». Francisco Javier Muñiz (1795-1871) compuso todo un
tratado sobre el ñandú, de pluma «espesa, áspera y cerdosa», no obstante muy so-
licitada por las damas de Buenos Aires. El pene… «carnoso, blancuzco, de forma
espiral o de caracol como el del pato, tiene como 20 o 22 centímetros y termina en
punta lisa». Una de las patrañas pamperas, que abundan, es la de que el ñandú es
capaz de tirar piedras con las patas cuando lo persiguen. «Piedra suelta no tiene
vuelta.» La piedra escasea en la Pampa, pero los indios inventaron las boleadoras,
piedras atadas con cuerdas, como el bumerán de los aborígenes australianos. Los
indios TEHUELCHES de la Patagonia cazaban ñandúes con boleadoras de dos y tres
piedras. Luego hacían tasajo (> CHARQUI) y, al parecer, la carne de ñandú era mejor
que la del guanaco.

ñangas. Seres de SANTERÍA que vagan sin encarnarse, causando el mal. Son los
que hacen venir los huracanes y los terremotos, y encima reclaman sacrificios hu-

385
LUIS PANCORBO

manos [Martín, 2004]. Changó es su jefe. Ñanguiles es el nombre de las entidades


que han tenido ÑEQUES, acaso «gemelos o hijos de hechiceros».

ñanza. Deidad de posible origen angoleño que se venera en los cultos afroame-
ricanos de Cuba y Brasil. Aparejada a santa Bárbara.

ñáñigos. Culto de una secta secreta de los antiguos esclavos africanos de Cuba.
Los náñigos debieron ser abakua, esclavos procedentes en el siglo XV de la región
de Calabar (Camerún). Hablaban el dialecto carabali, una lengua secreta y distinta
del yoruba usado en muchos cultos afrocubanos. Los ñáñigos se agrupan por po-
tencias, o sociedades secretas. El requisito de ingreso en esas sociedades solía ser
jurar odio a los blancos. A veces, escapaban de las plantaciones y se convertían en
cimarrones. El llamado Cabildo Negro, instituido en 1812 por los españoles de
Cuba, difundió muchos aspectos de la cultura negra de la isla y propició la exten-
sión de los cultos abakuas hasta que fueron prohibidos en 1842, aunque de todos
modos siguieron de forma clandestina. La primera logia abakua fue fundada en
Regla en 1836. El ñañiguismo aún mantiene sus templos, como el de Gomaroró
Efo en Guanabacoa, gran capital de la santería cubana, o el de Uriabon Edi, en
Matanzas, en cuyos ritos no es raro que incluyan cabezas de machos cabríos. Las
procesiones de los ñáñigos, y sus sacrificios de carneros, pollos y palomas, suelen
acompañarse con la aparición de la máscara del diablillo (ireme), una careta de ar-
pillera oscura, con grandes ojos blancos, y pantalones con rayas que indican la per-
tenencia al grupo más extremo, el de los hombres-leopardo. Antaño, en algunos
de estos rituales, se debían sacrificar víctimas humanas, hay quien dice que tam-
bién de niños, además de dar a beber sangre humana al gran tambor Ekwé, hecho
con parche de piel de la princesa Ekán, la que mató por error al pez Tanze, que
era la misma voz del dios Abasí. Hay concomitancias rituales entre los ñáñigos y
otros cultos afrocubanos (> SANTERÍA), aunque a los primeros se les imputa una
mayor dureza, empezando por la iniciación cuando los pretendientes deben ser
«rayados», o sea, sometidos a grandes escarificaciones [Ortiz, 1950]. La culona,
oculoma en los idiomas bacuriri y duala, es generalmente la oficiante del culto
náñigo.

ñatas. En Bolivia, calaveras. Los indios AIMARA dedican a las ñatas (que a veces
llaman cariñosamente ñatitas) unos amplios y sentidos cultos. Tienen lugar en no-
viembre, por la sobreimposición católica de la festividad de los Difuntos. Las gen-
tes creen que las ñatas poseen poderes y las decoran con flores, les dan cigarros y,
sobre todo, les piden deseos. No está muy lejos de las costumbres funerarias mexi-
canas, de modo especial de las festividades del 1 de noviembre en los cementerios.

ñeques. En la SANTERÍA de Cuba, enanos, o seres canijos, aunque también hay


algunos gigantes en espíritu. Forman una tercera categoría de entidades espiritua-
les [Martín, 2004] al hilo de las creencias de pueblos africanos que tuvieron ideas
semejantes. Por ejemplo, ZULÚES y BASUTOS de Sudáfrica, que tenían tres géneros
de seres ultraterrenales. Los ñeques de los bambara (Malí) son cíclopes amén de

386
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

gigantescos, en cambio para los malinké y mosi (Burkina Fasso) son enanos. Por
tanto, el ñeque ha carecido de un aspecto definido. Las jicoteas (tortugas) parecen
ser un buen vehículo y refugio para los ñeques. Los bambara de Malí, para propi-
ciarlos, saben que hay que darles tomate, eso les gusta. En Cuba, a los ñeques les
gustan los frijoles. El papel de los ñeques en Brasil recae en Exú y los changós, en-
tidades espirituales. No confundir con los changos, pueblo indígena de pescadores
de la zona de Iquique (Chile), ya extinguido.

ñu / gnu / wildebeest. Bóvido que ha llegado a cubrir con su manto y su


polvo la estampa de África oriental, especialmente con su emigración anual por las
llanuras del Serengeti (Tanzania). Millones de ñúes emprenden un viaje hacia la
zona de Masai Mara (en Kenia), donde el instinto les llama ancestralmente para
consumar su reproducción. En un momento dado del viaje, les espera el río Mara,
y las cámaras de los documentalistas que año tras año registran ese paso desespera-
do de los ñúes por unas aguas infestadas de cocodrilos, trepando unos barrancos
abruptos y luchando casi con sus barbillas por agarrarse a la tierra y superar todos
los obstáculos. No están bien hechos, con unos cuartos traseros que parecen de
buey, patas delanteras de antílope, cola y melena de caballo, por eso son llamados
los «payasos de la sabana», pero los casi 2.000 kilómetros que se tragan en su ciclo
anual migratorio revelan un temple extraordinario (sobre todo por aguantar la
compañía del resto del millón y medio de congéneres que hacen lo mismo).

387
O Oh las cuatro paredes de la celda.
César Vallejo, Trilce, XVIII

oblación. Ofrenda o restitución del orden y la unidad tras algún momento de


duda, debilidad o desconcierto. El sacrificio y la ofrenda al Dios puede ser tan ex-
tremo como el de Isaac, hijo de Abraham (en recuerdo del cual los musulmanes
aún matan un cordero o una cabra), o gajos de PEYOTE alucinógeno en los huicho-
les de México, o sangre de una llama ofrecida a la PACHAMAMA, diosa tierra en Bo-
livia y otros sitios… Aunque los sacerdotes AZTECAS sacaban corazones palpitantes
de los enemigos con sus cuchillos de obsidiana para ofrecerlos al dios solar Huitzi-
lopochtli. Y los INCAS del Perú cogían sus tumos, cuchillos semicirculares de oro o
plata, para abrir también los pechos de sus víctimas, con lo que poner en un aprie-
to al Sol, Inti, y evitar que se fuera de paseo fuera del mundo conocido del Incario.
No siempre se comían luego los cuerpos sacrificados, dado que la oblación podía
tener sus límites culturales.

obosom. Virgen, diosa, mujer de sangre real poseída por el poder de la Diosa-
Luna. La palabra «obosom», en lengua twi, deriva de bosom, «luna». Se daba en
África occidental, y en Ghana concretamente [Graves, 1984], por influencia del
KRA. De la Reina de los Cielos (María) también salieron las que Graves llama «obo-
soms», una manera de referirse a las varias denominaciones de las Vírgenes católi-
cas: Nuestra Señora de la Amargura, de la O, de la Fuensanta…

observación participante. Vaca sagrada de la ETNOGRAFÍA y su principio


vital para Mauss. La «participación completa» puede parecer atractiva al princi-
piante, como una auténtica inmersión en el tema, pero a menudo es mejor viajar y
observar de incógnito. «Literalmente entendida, la observación participante es una
fórmula paradójica y equívoca; pero se la puede tomar en serio replanteándola en
términos hermenéuticos como una dialéctica entre la experiencia y la interpreta-
ción» [J. Clifford, 2001]. Uno de los peligros más habituales del etnógrafo, aparte
de los bichos, es intentar «hacerse el nativo». Es preferible ser «observador com-
pleto» que «participante completo». Ya vendrán los problemas de ESTRÉS y ansie-

389
LUIS PANCORBO

dad con los que Malinowski llenó muchas páginas de su diario. Pero un grado de
reflexivity, al estilo de la ANTROPOLOGÍA anglosajona de Gouldner, Borhek, Curtis
y Hammersley, tiene que existir: «El primer y más importante peldaño para la solu-
ción de los problemas suscitados por el positivismo y el naturalismo consiste en
reconocer el carácter reflexivo de la investigación social: es decir, reconocer que
somos parte del mundo social que estudiamos». Dicho más claro: «Lejos de enzar-
zarnos en fútiles intentos de eliminar los efectos del investigador, habría que dedi-
carse a entenderlos» [Hammersley: 1989].

occisión. El antiguo sacrificio podía tener como víctima a un zopilote. Los indios
acagchemen de California llevaban a ese pájaro en procesión hasta un altar y allí le
daban muerte sin derramar una sola gota de sangre (por ejemplo, retorciéndole el
pescuezo). Muerte violenta, pero el ave resucitaba y volvía entre los hombres. La oc-
cisión de la serpiente sagrada en Fernando Poo implicaba un ritual sofisticado y lle-
no de transferencias. Había que tocar la cola de la serpiente muerta y colgada en la
plaza de Isapu, así los niños quedaban bajo la protección del ser. Hubo occisiones de
tortugas sagradas en muchos lugares del mundo; de osos en Hokkaido y en las islas
Sajalín y Kuriles… Pero también cupo la mayor occisión ritual, la del propio ÁRBOL
SAGRADO, del rey divino, aunque dios mortal, y todo cuanto recoge James FRAZER en
La rama dorada (1890). Cuando se desataba una plaga en la colonia de la Marsella
romana, un hombre era ofrecido para que la ciudad quedase limpia. Durante un año
era tratado a cuerpo de rey. Cuando llegaba la occisión, era paseado por las calles y
vituperado para que todos los males cayesen sobre su cabeza y, finalmente, moría
apedreado. Todavía en pueblos remotos de los Andes peruanos hay costumbre de
chiaraje, de luchas a pedradas, por ejemplo entre la aldea Checca, por un lado, y las
Qqehue, Lanqui y Yanaoka, por otro. Se persigue el descalabro de quien será la víc-
tima propiciatoria del año. De esas batallas campales, se hacen tres al año, además de
las que tienen en lugar en Toqto contra los de Chumbivilcas [Barrionuevo, 1971]. En
Todos Santos Cuchumatán (Guatemala), los MAM celebran una carrera de caballos
en la que los jinetes caídos o muertos son víctimas propiciatorias del maíz. Cosa que
también ocurre en relación con el arroz en la pasola, la fiesta con justas a caballo de
los animistas de la isla indonesia de SUMBA.

odalan. Aniversario de un templo en Bali y su correspondiente fiesta religiosa.


Según el saka, calendario lunar balinés, en esa isla hay fiestas todos los días del
año, es decir, doscientos diez. La única excepción es la de Nyepi, el día de Año
Nuevo, cuando no se puede hacer nada, ni siquiera rezar en los templos. El odalan
suele implicar procesiones con ofrendas (bantem), bandejas interminables de fru-
tas y comidas para los dioses del templo, y danzas alegóricas y música de gamelan
(orquesta de percusión).

oficios. Los oficios religiosos fueron fijados hacia el año 535 por la regla de san
Bernardo y se distribuyen en maitines, laudes, prima, terza, sexta, nona, vísperas y
completas. Un religioso que lo cumple deja atrás a un musulmán con su obligación
de las cinco oraciones diarias.

390
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Ofir / Ophir. País legendario de donde procedía el oro, según el rey Salomón.
Tierra de la reina de SABA y ELDORADO de la antigüedad. Los portugueses trataron
de ubicarlo en Mozambique, en el delta del Zambeze (> MONOMOTAPA). En 1871,
el geólogo alemán Carl Mauch (1837-1875) trató de relacionar el Gran Zimbabue
(del bantú dzimbabwe, «viviendas de piedra») y el Ofir de la reina de Saba por la
existencia de ciertas maderas preciosas que él supuso cedros del Líbano. Más cier-
to fue su hallazgo de minas de oro en Bechuanalandia (hoy Botsuana). Colón, en la
famosa Letttera rarisima, su relación del cuarto viaje llena de bandazos de depre-
sión y exaltación, asegura haber dado casi con el GANGES, mientras el oro de Vera-
gua era el mismo de Salomón: «…llevaron de un camino seiscientos y sesenta y seis
quintales de oro, allende lo que llevaron los mercaderes y marineros, y allende lo
que se pagó en Arabia…». Colón también mete a Josefo, el Paralipomnenon y el
Libro de los Reyes en su argumento: «…digo que aquellas minas de la Áurea son
unas y se convierten con éstas de Veragua» [Ferrandis, 1933].

ofitas. Secta gnóstica que tenía como símbolo la serpiente. La consideraban el


espíritu bueno enviado por Sophia, el Conocimiento celestial, para que el hom-
bre se rebelase contra el DEMIURGO. En la India hay una secta sivaíta muy arrai-
gada, la de los NAGAS, cuyo símbolo es la cobra divina. En el viejo reino de Da-
homey (hoy Benín), destacaron los cultos de adoración a la serpiente inmortal, y
VÍRGENES sacerdotisas alimentaban a las sierpes con comidas especiales. En el
pueblo italiano de Cocullo (en Los Abruzos), los fieles se enroscan serpientes en
el cuello para la fiesta de san Domenico, que cae en mayo. Las víboras acaban de
salir de su letargo, pero los SERPARI del pueblo no tienen miedo de eso y se las
echan como collares, y lo mismo a la estatua del santo que sacan en procesión.
Un rito que recuerda los de los antiguos habitantes del centro de Italia, los sam-
nitas y sobre todo los marsos, conocidos como encantadores de serpientes y her-
boristas [Zwingle, 2005]. San Domenico sustituye a Angizia, la diosa prerromana
que protegía de las mordeduras de los ofidios (angius era «serpiente» en latín).
Los AISSAWAS de Marruecos se ganan la vida con las serpientes, lo mismo que los
encantadores de la India. Encantan cobras sobre todo pues, al parecer, éstas son
sordas, así que no quedan encantadas por los sonidos de las flautas, sino por los
movimientos de las mismas. La India es un país donde mueren al año no menos
de 10.000 personas por picaduras de víboras. Sin embargo, cuando llega la Naga
Panchami, el festival de las cobras, la gente corre a ofrecerles auténticas monta-
ñas de huevos y ríos de leche.

oftalmos / ophtalmos. En griego, «ojo». Los antiguos barcos griegos ponían


en la proa un disco de mármol, como si fuera un ojo, con
su pupila y su iris, para que guiara con bien su nave-
gación. Aún ciertas barcas maltesas pintan ojos en la
proa. En la actual Turquía se venden por doquier
«ojos de la suerte» (kucuk o boncuk), hechos en cris-
tal de color azul que, en realidad, son para repeler el
mal de ojo.

391
LUIS PANCORBO

ogresa > KAWAKA


ogros. Como personajes de fábula, o de mito, fueron muy variados: titanes, gi-
gantes… Ogro fue Cronos, el Tiempo devorador de sí mismo. Los ogros de la lite-
ratura popular no son malos por matar sino por comer, niños especialmente. Son
así un reduccionismo del canibalismo, como lo que practicaba la diosa Cibeles sal-
vando a algunos niños que ella misma convertía en dioses. Al ogro se le teme infan-
tilmente porque refleja la idea, o el ARQUETIPO, de ser capaz de devorar todo, in-
cluido a él mismo. Eso les pasó también a los cinco españoles que en la costa de
Xamo se fueron comiendo unos a otros hasta que sólo quedó uno. Menos mal que
Montaigne decía que «hay más barbarie en comer un hombre vivo que en comerlo
muerto». Dentro de comer lo prohibido, nada superó la carne de momia, con todo
su tiempo y olor, costumbre «no sólo estimulada en la terapia médica por la autori-
dad del gran Rasis sino también practicada, hasta el siglo XVIII, en la preparación
de ciertos elixires y en la terapia de parálisis y apoplejías» [Camporesi, 1986]. En
Italia, recuerda Piero Camporesi en El pan salvaje, fueron famosos los poemas lle-
nos de ogros y exageración onírica, como el ogro de Orlando Innamorato, de
Ariosto, o el popular Malmantile Racquistato (1676), de Lorenzo Lippi, donde sale
uno «más negro que la medianoche… Tiene cara de oso y cuello de cigüeña y una
panza como un gran tonel…». En España no fuimos mal de Tío Camuñas (Ca-
munyes en Cataluña), Hombrón (de Soria) y tantos otros sacamantecas [Martín
Sánchez, 2003].

Ogún. Dios de la guerra en el panteón YORUBA. Pasó con los esclavos negros a
los cultos afroamericanos (Brasil, Haití, Cuba…). Ogún es también el dios de la
forja, el metal y el hierro, y el patrón de los carniceros, cazadores, soldados… Con
el tiempo no hay tanta gente dedicada a esos antiguos oficios, por lo que Ogún ha
ido deslizándose hacia ser el dios favorito de «camioneros y taxistas, mecánicos y
barberos» [Müller 2000].

okbum. Estuche fálico o peneano de las tribus min del oeste de Papúa-Nueva
Guinea. (> KOTEKA.)

olmecas. Antiguo pueblo y civilización del golfo de México (entre los años
1200 y 600 a.C.). «Olmeca» (ulmeca, ul-mecatl) querría decir «habitante de la re-
gión del hule o caucho» [Ballesteros, 1985]. Los olmecas podrían haber procedido
del mítico Tamoanchán, aunque no está claro su origen; pero su cultura arraigó en
los estados mexicanos de Veracruz y Tabasco y desde allí se propagó por Michoa-
cán, Oaxaca y Chiapas, siempre en México, y por varios puntos de América Central
(Honduras, Costa Rica, Guatemala…). Se trata de un pueblo de difícil adscripción
étnica y religiosa, de lo que algunos infieren que fue misterioso. Sin embargo, no
hay duda sobre su culto y admiración por el JAGUAR, cuyos atributos de ferocidad,
superioridad y demás eran símbolos importantes para los olmecas [Saunders,
1989]. Se han encontrado figuras de hombres-jaguar (como la de Chalcatzingo,
«Monumento 3», que representa a un felino lamiendo una planta). Tal vez fuesen

392
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

para los olmecas jaguares supernaturales comedores de plantas alucinógenas. En-


tre los hallazgos arqueológicos destacan también las conocidas grandes cabezas ol-
mecas. Parecen retratar a personajes con abultados labios, o bembones, lo que ha
inducido a creerlos negroides. Se han encontrado 17 de esas cabezas de basalto,
casi siempre enterradas y con una especie de casco que ha hecho volar la fantasía
de los partidarios de los extraterrestres. Su peso es extraordinario, hasta 50 tonela-
das, lo que se añade al hecho de que la mina de basalto estaba en Tuxtla, muy lejos
de donde fueron halladas las esculturas. Misterio al canto. La Venta, en el estado
de Tabasco, junto a San Lorenzo Tenochtitlán y Tres Zapotes, pudieron ser los
principales centros ceremoniales de los olmecas. En Tres Zapotes fueron halladas
cuatro cabezas colosales, así como el «Gran Altar», con una extraña figura en el ni-
cho central. Se ha apuntado que de los olmecas quizá procedan los ZAPOTECAS, o
«gentes del país del zapote», un fruto otras veces llamado chinapote y zapotillo.
Los zapotecas se asentaron en Oaxaca y dominaron esa tierra hasta la llegada de
los mixtecas, o «gentes del país de las nubes».

Olokum. Deidad YORUBA, «de sexo incierto, cuyo rostro se presume tan temi-
ble que sólo se deja ver en sueños y siempre con una máscara» [García Márquez,
2003]. Sierva María de Todos los Ángeles, protagonista del cuento largo Del amor
y otros demonios, de García Márquez, tenía una cabellera de color cobre que le
crecía siempre y, aún después de enterrada, llegaba a 22 metros y 11 centímetros
de larga. Al nacer fue consagrada a Olokum (amén de ser bautizada en Cristo) por
su nodriza Dominga de Adviento.

olor. Hasta el olor ha sido usado para distinguir razas. Alejandro Humboldt dijo
haber encontrado en Latinoamérica tres olores distintos de las tres razas: blanca,
cobriza y negra. Los españoles hablan del «olor de grajos» de los negros [Fernan-
do Ortiz, 1975], aunque en Cuba no había grajos como los castellanos, sino cuer-
vos locales. En Puerto Rico, a esa fetidez se llama «cebollín». En Brasil se dice ca-
tinga. Pero los blancos huelen que apestan (a rancio) para los negros; y, dentro de
los blancos, estaban los judíos sufriendo a causa del olor un nuevo concepto de
discriminación: los judíos eran fedorentos para los portugueses. Otras veces, los
negros olían un cierto berrenchín en los blancos, es decir, un pestazo a jabalí furio-
so, o a verraco. Los japoneses estarían exentos de olor, eso se decía antes, que si
encontrasen olor en las axilas a alguien sería descartado para el servicio militar
[Adachi, 1903]. Hay gentes birmanas, y en Chittagong (Bangladesh) y otros sitios,
que no dicen «dame un beso», sino «huéleme» y, de hecho, colocan boca y nariz
en la mejilla del otro u otra y respiran profundamente [Ebberfeld, 1998].

om > AUM
omaguas. Nación amazónica, del tronco tupí-guaraní. Algunos creen que des-
cienden de los TUPINAMBÁS de Brasil. Su entrada en la cuenca amazónica coincidió
con el inicio de la era cristiana, y hacia el año 500, tuvieron el periodo conocido
como «Horizonte Polícromo» (según Megger, era el de la cerámica con pintura

393
LUIS PANCORBO

roja y negra sobre fondo blanco). Los omaguas alcanzaron su mayor desarrollo
cultural entre los siglos XI y XVI en la región de la Gran Aparia (medio Amazonas),
aunque flecos de su esplendor llegaron hasta finales del XVIII [Palacio, 1989]. Sus
descendientes se propagaron por la cuenca del río Napo (Ecuador), integrando
numerosas culturas del Oriente ecuatoriano (quijos, záparos, encabellados, abiji-
ras...). Su territorio fue fecundo en mitología, al coincidir además con los dos gran-
des mitos americanos, el de las AMAZONAS y ELDORADO. Hubo muchos encuentros
de omaguas y españoles. Gonzalo Pizarro llegó al río Coca buscando el País de la
Canela (> CANELOS), y Orellana alcanzó la propia Aparia Menor del río Napo. En
1560, Pedro de Ursúa, durante la famosa entrada que al fin echó a perder san-
grientamente Lope de Aguirre, supuso que ELDORADO se encontraba en territorio
omagua.

ombligada. Ceremonia de los emberas, indios del Darién (Panamá) y el CHO-


CÓ (Colombia). Se efectúa al poco de nacer el niño, cuando se le deposita en el
ombligo alguna parte de un animal (hormigas congas, pejerreyes, cacatúas…), con
el que se supone que se va a compartir vida y carácter. Además, el animal actuará
como una especie de NORESHI, o doble de la persona, y con el rasgo de protector.

ombú / imbú / umbú… Emblema vegetal de la pampa y de la memoria de


escritores como Guillermo Enrique Hudson (Boston, 1841-1922), que vivió en una
casa llamada «Los veinticinco ombúes». Árbol herbáceo (Phytolacca dioica) cor-
pulento, pero contradictorio, pues a menudo, sin rodrigones, se achaparra; de ma-
dera blanda y mantecosa, «puede cortarse con un cuchillo» según Hudson. Una le-
yenda de Córdoba (Argentina) cuenta que Tata Dios preguntó al árbol ombú que
quería y éste le contestó: «Yo quiero ser coposo para dar sombra». Es su mayor
virtud la buena sombra, o «bella sombra», que es el nombre que recibe este árbol
en Brasil, y también ceboleiro, por el olor a cebolla que desprenden sus hojas al ser
pisoteadas por el ganado. Hay un precioso ombú centenario en la ermita de Nues-
tra Señora de la Misericordia, en las afueras de la castellonense Vinarós (Vinaroz).
Y otro ombú, que no le va a la zaga, en las ruinas de Baelo Claudia, la ciudad ro-
mana junto a Tarifa donde se adoraba a Isis y se hacían salazones y garum.

Omorca / Omoroca. Deidad de los antiguos caldeos. En el principio sólo


existía Omorca y su augusto esposo Apsu. Omorca, también conocida como Um
Uruk, «madre de Uruk», era el gran poder resultante de cielo y tierra. Un gran
mito babilónico se centra en la batalla de Omorca contra Marduk (Belos, BAAL…).
«Bel cortó en dos el cuerpo de Omorca que se convirtió en cielo y tierra…» [Lang,
1887].

omphalos. Centro cósmico como el monte Meru, Heliópolis, Olimpo, Sinaí,


Himinbjorg, Genizim… [Cooper, 1998]. Piedra en forma de huevo del Oráculo de
Delfos (> ORÁCULOS) que simbolizaba a la diosa Gea, la Tierra. Por extensión om-
phalos («ombligo») quiere decir un lugar sagrado de la antigüedad, y a veces un
centro de poder telúrico, como los TIRTHAM de la India. El monte Tabor procede-

394
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ría de tabur que significa «ombligo» en hebreo [Leigh Moly-


neaux, 2002]. Muchas culturas han tenido sus ombligos,
empezando por los polinesios de PASCUA que llamaron a
su isla Te Pito o Te Henua, «ombligo del mundo». Los
GUANCHES de Fuerteventura, los antiguos majoreros (o
mahos), escogieron volcanes como Tindaya, la «Monta-
ña de las Brujas», para marcar su sacralidad con más
de 103 petroglifos y efequenes, templos circulares. Los
menhires célticos serían omphaloï locales, como el gran
menhir o BETILO de Irlanda, el Cromm Crusich, la
«Curva de la Tierra», que fue uno de los principales
adoratorios de la isla, junto al círculo de 12 piedras contra el que se ensañó san Pa-
tricio empleando una cruz para su destrucción.

omú. Vagabundo o «persona que va de una isla a otra», voz que procede del
maorí hablado en las MARQUESAS. Omú es también el título en español de Omoo,
la segunda novela de Herman Melville, publicada en 1847. Es una especie de con-
tinuación de Typee («Taipí» en español), relato casi autobiográfico de Melville, el
joven ballenero desertor del barco Akushnet, y versa sobre la vida de los CANÍBA-
LES de Nuku Hiva, en las islas Marquesas.

onge. Tribu de NEGRILLOS de las islas Sentinelese, NICOBAR y otras del archi-
piélago de ANDAMÁN (India). Con estaturas inferiores a 1,50 metros, se relacio-
nan con los PIGMEOS (África ecuatorial), los aeta de Filipinas y los sacais y
semang (Malasia). Se les llamó MINCOPIOS, lo que no pasaba de ser una generali-
zación para diversas tribus: JARAWA, SHOMPEN… Pese a su estado, siempre tilda-
do de PRIMITIVO, los onge ya debieron tener contactos con culturas asiáticas hace
tres o cuatro mil años, en el Mesolítico, dada la relativa sofisticación de sus arcos
y flechas y sus costumbres, como fumar en pipa, el uso de cerámica y la domesti-
cación del cerdo. De ahí concluye Campbell [1988] que muchos de los hoy lla-
mados primitivos más bien retrocedieron a eras previas, la del Bronce, del Hie-
rro, incluso al Neolítico… No deja de ser una hipótesis que los negrillos onge
procedan de los esclavos de Mozambique que llevaba un barco portugués nau-
fragado ante las islas de ANDAMÁN en el siglo XVI. Lo más probable es que sean
descendientes de una primera emigración humana al continente asiático de hace
al menos cincuenta mil años. En torno a un centenar de onge sobrevive en la pe-
queña isla North Sentinel, rechazando a veces con sus flechas a las barcas que se
acercan. Merecieron ser tildados de los humanos más aislados del mundo, al me-
nos hasta diciembre de 2004, cuando un tsunami arrasó las islas del mar de An-
damán. Antes de eso se estimaba que los onge ni siquiera sabían encender fuego.
Una exageración, porque, si no los onge, los jarawa ya eran conocidos por Rad-
cliffe Brown a principios del siglo XX, cuando ese antropólogo inglés describió
las largas fiestas de los andamaneses, pintados de barro, y consumiendo grandes
cantidades de cerdo, miel y tortuga para calmar disputas… No eran siempre CA-
NÍBALES, aunque cortaban cabezas. Los grandes andamaneses llamaban lau a los

395
LUIS PANCORBO

espíritus del mar, los cuales eran largos y blancos, y con afición por la carne hu-
mana, mientras los espíritus de la tierra eran negros y pequeños. Por las noches,
los dos espíritus llevaban luces para ver en la oscuridad y se juntaban para hacer
sus fiestas y alianzas [Mukerjee, 2003].

onocrótalos. Voraces aves marinas americanas, «mayores que águilas y bui-


tres», tal vez pelícanos o alcatraces. Aunque la cueva de Guacayarima, en La Espa-
ñola, era «la natura femenina de la isla y el ano por donde expele sus excremen-
tos… pues guaca es región o cercanía y yarima es ano, lugar de suciedad». Como el
propio Demogorgón, «que respiraba en el útero del mundo y así causaba el flujo y
reflujo del mar» [Mártir de Anglería, 1989].

oráculos. El Oráculo de Delfos estaba consagrado al dios Apolo, pero regenta-


do por Pitia, una sacerdotisa sentada en un trípode en el que se enroscaba una pi-
tón. Eso se situaba en una cámara oculta, así que nadie podía reclamar. En otros
oráculos las estatuas hablaban, pero porque un sacerdote se introducía por detrás
de las mismas y simulaba sacar la voz divina «con un género de tubos o trompetas
gigantes…, sistema reinventado por el ingenioso padre Kircher…» [Feijóo, 1773].
La Sibila de Cuma, en Italia, acertaba siempre por su
lenguaje «sibilino», o sea, según la Real Academia,
«misterioso, oscuro con apariencia de importante».
El oráculo del dios Fauno en un templo cerca de la
cascada de Tibur exigía que el cliente matase una
oveja y se tumbase sobre su piel hasta tener un
sueño revelador [Frazer, 1981]. El terreno de las
PROFECÍAS está bien abonado en muchas tribus del
mundo, aunque sea con oráculos manuales. Los
brujos DOGON hacen diagramas sobre la arena con
palos. Interpretan las huellas que dejan los chacales
por las noches en esas casillas o dameros mágicos. Los
brujos senufos de Costa de Marfil usan conchas (los buzios
pasaron de África a los ritos afroamericanos). Los chinos lanzan al aire tablillas en
forma de nueces y sacan bastones que dicen la fortuna en los templos taoístas. Los
NDEBELE de Sudáfrica usan vértebras de serpiente, dados occidentales y un sinfín
de artilugios para predecir. Aunque los baulés de Costa de Marfil destacan por
usar un ratón vivo al que meten en un cajón de madera con huesos y arroz. El ra-
tón mueve los huesos y eso se lee como un oráculo [Leigh Molyneaux, 2002].

orang ulu. Conjunto de tribus de Sarawak oriental (Borneo malayo), con unos
100.000 miembros, cuyo nombre significa «gente de las cabeceras de los ríos». Los
más extendidos son kayan y kenyah del Alto Baram y el Alto Rejang, más kajang,
kejaman, punan, ukit, PENAN, berawan… La mayoría son cristianos aunque con-
servan tradiciones artísticas, pinturas y música (con el gran laúd o sapé). Las per-
sonas mayores, especialmente las mujeres, siguen teniendo orejas elongadas hasta
por debajo de los hombros y adornadas con pesos de bronce.

396
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

orangután. Viene del malayo orang, «hombre», y utan, «selva». El asesino de


la calle Morgue, de Edgar Allan Poe, era alguien que hablaba como un alemán se-
gún un español, o como un holandés según un alemán… «Habla y te bautizo»,
como dijo el cardenal de Polignac al ver al primer orangután exhibido en el Jardín
del Rey de París dentro de una jaula de cristal: «…tiene aire de san Juan predican-
do en el desierto» [Diderot, 1975].

orejones. Indios de orejas largas. Palabra que los españoles aplicaban a las CAS-
TAS altas de los INCAS que se dilataban los lóbulos y llevaban grandes pendientes.
Los ariki o jefes de la isla de PASCUA también se estiraban los pabellones auditivos
como reflejan los MOAI. En Borneo, los hombres de algunas tribus (iban, kayan) se
alongaban las orejas hasta hace una generación, si bien no tanto como sus mujeres
(> ORANG ULU). La tribu kuria de Kenia se alargaba hasta tal punto los lóbulos
que, echándolos hacia atrás, podían introducir en ellos un recipiente de leche y
transportarlo así en su nuca. Eso se ve en las acuarelas de los kuria que pintó Joy
Adamson, la autora de Born Free («Nacida libre», 1968), y que están expuestas en
el Museo Nacional de Nairobi.

orenda. Para los iroqueses, fuerza sobrenatural con el significado de «alma tri-
bal en el camino justo».

órficos / orphikoi. Antiguos cultos en honor de Orfeo, el hijo de Apolo y


una especie de doble de Dionisos. En el siglo V a.C. había fiestas órficas en Sicilia y
Grecia donde se valoraba el elemento dionísiaco del dios, su espíritu, por encima
del elemento titánico, su cuerpo mortal. El que conservase el alma pura se salvaría.
Los adeptos órficos seguían un régimen vegetariano estricto, amén de creer en la
REENCARNACIÓN y en ciclos de relajación y aflicción. Orfeo hacía el amor más que
la guerra y, cuando cantaba y tocaba la lira, hasta las bestias se paraban para oírlo.
Fue Orfeo quien salvó con sus cantos a la nave Argo de quedar varada en la playa
y quien mandó al fondo del mar a las Simplégades, los escollos móviles que tanto
amenazaban la misión de los argonautas. Venció asimismo a las sirenas, seres que
en muchas culturas se han aparejado a la seducción. Pero lo más importante de
Orfeo fue su amor tenaz y monógamo por Eurídice, la que huyendo del acoso de
Aristeo murió de la picadura de una víbora. Orfeo la rescató de los infiernos gra-
cias al favor que le hicieron Hades y Perséfone con la condición de que se la lleva-
ra sin volver la cabeza atrás. Orfeo no pudo resistirse, como la mujer de Lot, y,
aunque no se convirtió en estatua de sal, perdió a su mujer para siempre. Algunos
dicen que Orfeo se suicidó [Guirand, 1962], o tal vez fue aniquilado por las celo-
sas mujeres tracias. El caso es que la cabeza y la lira de Orfeo fueron a parar a un
río tan español como el Ebro y desde allí viajaron por el mar hasta la isla de Les-
bos, donde se edificó un templo en su honor. Luego surgió un río aun más podero-
so, el de los misterios órficos, la plétora de narraciones, rapsodias y oráculos, hasta
terminar siendo uno de los cultos más abundantes y esotéricos en conexión con
Apolo. Pero, contra lo que quiere el CLICHÉ antropocéntrico, la grecolatina no fue
la única cultura imaginativa. Orfeo es Omawe, hijo como todos los indios YANO-

397
LUIS PANCORBO

MAMIS de la sangre de Periporiwe, la Luna. Su nacimiento, fue todo menos senci-


llo: cuando aún estaba en el vientre de Poapoama, su madre carnal, no mítica, Ira,
el tigre, se comió a Poapoama, no a él, que aún era feto, y lo llevó a su abuela Ma-
mokoriyoma para que lo cuidara. La abuela, inventora del CURARE, y en general de
los venenos, metió a Omawe en una olla, pero éste no sólo no pereció, sino que sa-
lió fuerte y al final triunfante sobre la oscuridad, los tigres, la selva y todo infierno
posible encarnado por su otro hermano morocho y gemelo, Yoawe, o el desorden
del mundo [Bladé, 1983].

orina. Es muy amplio el número de rituales y usos religiosos de la orina, aparte


de su empleo medicinal. John Gregory Bourke, discípulo y amigo de FRAZER, ex-
ploró a fondo el tema «de los ritos escatológicos de todo el mundo» en su libro pu-
blicado en Washington en 1891. No todos los pueblos sintieron la misma aversión
moderna por ciertas funciones y resultados corporales. Desde la danza de la orina
de los ZUÑI, donde trasegaban una buena cantidad de ese líquido, para acostum-
brar el estómago a cualquier alimento por horripilante que fuese; al uso del nirang,
orina de vaca o cabra, con el que los PARSIS de la India se lavaban las manos y la
cara… Algunas mujeres también la bebían tras el parto, además de la ABLUCIÓN en
un ritual parecido al BAUTISMO donde «…son investidos del Sudra y el Koshi, em-
blemas de la fe zoroastriana» [Müller, 1869]. Estrabón en su Geografía habla de
los iberos que se lavaban los dientes con vieja orina «...usanza que ellos afirman ser
propia también de los cántabros y poblaciones vecinas» [Bourke, 1891].

Orissa / Orisa / Odissi. Estado del nordeste de la India, centro de una anti-
gua civilización que ha dejado templos extraordinarios en Cuttak, en Bhubhanes-
war y, sobre todo, en Puri, foco del culto al dios JAGANNATH y sede de la gran pro-
cesión anual o Rath Yatra. Orissa es un estado con muchas poblaciones tribales
(hasta 62 grupos, con siete millones de personas, en torno al 22 por ciento del cen-
so), con tradición animista al margen del hinduismo, como los BONDA. En sus
montañas se practicaban los sangrientos rituales del MERIAH en el siglo XIX.

Orixás / Orishas. Dioses del panteón yoruba, uno de los más complejos y ar-
ticulados de África y América. Casi todas las deidades YORUBAS africanas pasaron
con los esclavos al Caribe y a Sudamérica. El dios Olorum, el creador del mundo,
tiene el mismo destino que BRAHMA en la India, apenas recibe culto ni tiene tem-
plos. Lo contrario de dioses como XANGÓ, OGÚN o el muy popular Eshu (Exú en
Brasil), burlón y travieso, patrón de los caminos, el que cambia el sentido de las
cosas y el que recibe unas gotas de aguardiente por parte del caminante.

orquídea La orquídea (del latín orchid, «testículo») se usaba para curaciones


del aparato reproductor dentro de la medicina propuesta por el doctor Samuel
Hahnemann a principios del XIX. Consistía en tratar con signaturas, o medicinas
que tuvieran impresas señales astrológicas de la enfermedad, al estilo de Paracelso.
Por ejemplo, forma y color de una planta sería su signatura, dentro también de la
conocida máxima homeopática «similia similibus curantur» («lo semejante se cura

398
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

con lo semejante») o «like cures like», según el doctor Haggard [1929]. Ya se ima-
gina para qué se podía emplear la nuez moscada con su apariencia de cerebro.

Ossian. Mítico bardo escocés (Oisín en irlandés). Su figura fue una falsificación
paladina según el doctor Johnson [Caro Baroja, 1992], pero dio alas al celtismo en
1760, gracias a las obras del sacerdote escocés James Macpherson, autor de El bar-
do céltico olvidado, libro basado en un supuesto manuscrito en gaélico que conte-
nía los poemas de un no menos supuesto Ossian. Con todo, la traducción de un li-
bro de Macpherson, Los poemas de Ossian, influyó en Galicia en una serie de
escritores de finales del XIX, como Manuel Murguía, marido de Rosalía de Castro,
gran defensor del celtismo y el atlantismo de Galicia en sus obras (El regionalismo
gallego…), o Eduardo Condal (Queixumes dos pinos), o en músicos como Pascual
Veiga [Chao, 2004]. Manuel Murguía consideró a la ciudad de Brigantia el centro
del celtismo, por supuesto prerromano, aunque con influencias fenicias. El punto
estelar de todo ello estaba en el Faro o Torre de Hércules, el gigante que dio muer-
te a Gerión, ucronía que se pasó por alto.

ostiacos / ostiakos. Pueblo de la región siberiana del río Yenesei. Parece ser
que emigraron allí desde el sur y hay quien sostiene que desde el mismo Tíbet
[Haviland, 1921]. Se resistieron a la eslavización y al imperio ruso, aunque, hacia
1914, apenas superaban el millar de almas, muchas menos de las menciones de los
estudiosos a su antiguo chamanismo (> CHAMÁN).

otuzo. Principio masculino entre los HIMBAs, tribu del norte de Namibia, en la
frontera del río Kunene con Angola. El principio femenino es eanda y a través de
él se transmite matrinealmente la posesión de los rebaños, el control de la vida en
un pueblo pastoril.

Ötzi. El hombre del Neolítico descubierto en estado de congelación en los Al-


pes en 1991. Era un negro de piel blanca, como los negros de piel blanca que des-
cienden de los africanos de hace ciento cincuenta mil años y que se fueron blan-
queando con el tiempo y la nieve. «El hombre del glaciar», Ötzi, según el análisis
de ADN de un tejido que efectuó Bryan Sykes, tenía el mismo código genético de
gente de Oriente Próximo que llegó a Europa hace veinte mil años. Pero es que
mucho antes, hace unos sesenta mil años, los hombres africanos llegaron a Euro-
pa formando los «siete clanes» según la famosa clasificación de siete grupos gené-
ticos establecidos por Bryan Sykes [2001], impulsor de un programa genético de
árbol genealógico humano denominado «Oxford ancestors». Dicho de otro
modo, hubo un único CLAN materno formado por las «siete hijas de Eva», a las
que Sykes llamó: Ursula, Xenia, Helena, Velda, Tara, Katrine y Jasmine, siete se-
cuencias genéticas, siete madres. De ellas procederían Ötzi y los en torno a 650
millones de europeos. Ötzi era un hombre de la glaciación, primordial en princi-
pio, aunque en su época se fabricaba cobre para hachas y azuelas. En lo más apar-
tado de los Alpes, en el valle de Schnals, hay menhires y piedras probablemente
simbólicas de la época de Ötzi.

399
LUIS PANCORBO

ouroboros > UROBOROS


ovó / obo / ovoo. Adoratorio MONGOL en caminos, encrucijadas y montes
para alejar malos espíritus. En Galicia con un cierto parecido figuran los humilla-
doiros, > MILLADOIRO, montones de piedras que van poniendo los peregrinos en
los caminos santos, especialmente el de la ermita de San Andrés de Teixido, una
piedra por cada alma que se quiere salvar. FRAZER habló de los majanos que se eri-
gían en Siria aún en su época, hacia 1890. En el monte Hor había restos del templo
de Aarón y los peregrinos levantaban en la cumbre montículos de piedras para pe-
dir curaciones de familiares y amigos [Frazer, 1981]. Incluso en el islámico Afga-
nistán hay costumbre de construir túmulos de piedras y palos con ropas viejas,
desgarradas por el viento, para conmemorar a los caídos en combate y eso se hace
en riscos y gargantas, por ejemplo en Jvajeh Ghar, un remoto lugar de las desola-
das —y minadas— colinas de Aijanom. De mayor antigüedad son los kurganes, en-
terramientos escitas con apariencia de montones de piedras desperdigadas en la
actual República de Altai, en Siberia.

oxalis. Planta con hojas lanceoladas, y cierta acidez, que entró en las composi-
ciones de los ALQUIMISTAS de la quimera del oro, pero que en Japón, con el nom-
bre de katabami, representa simplicidad y elegancia. Se guardaba en los armarios
de las casas nobles niponas [Chevalier, 1982]. En otros sitios, la oxalis se conoce
como aleluya, porque da una flor blanca que se abre en torno a Pascua.

oxímoron / oxymoron. Colmo de la contradicción: «cruel amabilidad»,


«dulce amargura»… Es a veces la paradoja máxima, como el mumon, la barrera
sin puerta del ZEN. «Había en su andar (si el oxímoron es tolerable) una como gra-
ciosa torpeza, un principio de éxtasis» [Borges, 1971]. Lo único o inefable. La «so-
ledad sonora» de los místicos. O «el sol negro» de los alquimistas. Dando un paso
más, los franceses han llegado a lo «incontournable, en el sentido de algo que no se
puede evitar y que hay que tener en cuenta absolutamente» [Eco, 2006].

Oya. Diosa YORUBA, perteneciente al panteón de los ORIXÁS de Nigeria, y que lue-
go fue llevada por los esclavos a América. Fue incorporada en diversos cultos afro-
americanos, especialmente de Brasil: CANDOMBLÉ, UMBANDA, batuque… Es la con-
sorte de Shangó (XANGÓ), dios del Trueno, a quien le otorga el poder del Rayo.
Crea huracanes, tornados y tormentas, entre otros meteoros.

Oyo. Antigua ciudad sagrada de los YORUBAS, hoy una ciudad prevalentemente
musulmana del suroeste de Nigeria. Los británicos la conquistaron en 1895, pero
transigieron con dejar en su puesto a la mayor dignidad yoruba, el Alafin, que es
como si dijéramos el Papa de esa religión y un dirigente a nivel mundial. Los yoru-
ba también tenían y tienen un rey, Oni, a quien se atribuyen poderes o facultades
espirituales.

400
P Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
César Vallejo, Trilce, XIII

Pachamama / Pacha Mama. La Madre Tierra o, con más solemnidad


grecolatina, la diosa Gea o GAIA de los Andes. Creadora de lo visible junto a
Inti, dios del sol. Cuando los españoles llegaron a Perú, el culto a la Pachama-
ma estaba tan arraigado que no lo abolieron, sino que lo trasladaron a la Virgen,
a la que se acabó llamando Mamac ha. Aparte de Mamacha Natividad, en el
Cuzco la más popular es la Mamacha Belén, una Virgen chola que vino de la
costa con su milagro incorporado: apareció flotando en las aguas de El Callao
dentro de una caja con un papel que decía «Para el Cusco». Desde entonces en
la ciudad andina fue colmada de joyas hasta el punto de que las adineradas chi-
cheras, vendedoras de chicha, imitaron su modo de vestir, con polleras de ter-
ciopelo labrado, blusas con blondas, anillos en cada dedo y «choclos, chupetes
y caravanas de perlas y oro en las orejas colgando casi hasta los hombros» [Ba-
rrionuevo, 1980]. La gente mira la cara a la Mamacha Belén, cuando la sacan en
la procesión del Corpus, para saber por su expresión, seria o sonriente, cómo va
a ir el año. En las zonas rurales, la Pachamama es aún una diosa sentida por los
campesinos QUECHUAS, a la que ofrecen sacrificios, dado que ella da a los huma-
nos munay («amor»), llankay («trabajo») y yachay («saber»). Mientras, los hu-
manos deben corresponder, qué menos, con la famosa trilogía de la moral que-
chua: «ama sua, ama llulla, ama quella» («no seas ladrón, no mientas, no seas
holgazán»), más algún óbolo, en soles, alguna OBLACIÓN y hasta OCCISIÓN de al-
guna que otra LLAMA.

padaung > KAREN


padma. En sánscrito, «loto», planta sagrada de flores blancas o rojas que sim-
boliza el triunfo de la verdad y la belleza sobre el barro. La pureza sobre la impu-
reza. También reúne significados de LINGAM y YONI. Es la peana o trono de los

401
LUIS PANCORBO

dioses y el nombre de una de las posturas de BUDA y del YOGA


popular. Se ofrendan flores de loto a Buda en el templo del
Diente de Kandi (Sri Lanka). Es asimismo parte esencial del
gran mantra: «Om mani padme hum» («Viva la joya del loto» o
«la joya que está en el loto»).

páez / paeces. Indios que hablan nasa que para ellos significa «ser vivo», aun-
que eso no les ha valido para no ser desposeídos de sus tierras. Los páez, o paeces, del
sur de Colombia, llevan las dos últimas décadas del siglo XX, y lo transcurrido
del XXI, envueltos en una lucha mortal para defender su territorio. Eso ya les ha
costado 200 muertos. Sólo en 1991, 20 indios páez fueron masacrados por haber
ocupado el rancho «El Nilo», propiedad de un narcotraficante que estaba en con-
nivencia con la policía. Eran tierras páez y, poco a poco, aunque con sangre, han
conseguido arrancar 140.000 hectáreas a los latifundistas, una de las reformas agra-
rias más peculiares. En 1993, los páez se declararon en huelga de hambre. En 1997,
luchaban en los tribunales y, a veces, sus propios abogados eran asesinados, o por
los paramilitares o por las FARC, los guerrilleros revolucionarios de Colombia. El
año 2005 se estrenó con el asesinato de un campesino páez y su hija de ocho años
en Candoso (Cauca). Los páez constituyen uno de los 81 grupos étnicos de Colom-
bia, que suman 701.860 individuos, en torno al 1,75 por ciento de la población
(censo de 1993).

Páez, Pedro. Jesuita español nacido en el pueblo madrileño de Olmeda de la


Cebolla (1564-1622) a quien se atribuye el descubrimiento por azar del Nilo Azul
(Abbai) en Etiopía, cosa que se ha venido acreditando al explorador escocés James
Bruce. En 1771 éste pretendió que el lago etíope Tana era la fuente del Nilo Azul
y, por tanto, del Nilo de la antigüedad. Quedaba intacta para el siglo XIX la cues-
tión de las fuentes del Nilo mayor y más verdadero, el Nilo Blanco. Y sólo en 2006
se descubrió el final: una fuente en la selva ruandesa de Nyungwe que alargó el
Nilo 107 kilómetros, dejándolo en 6.718 kilómetros. De momento.

paganismo. Adoración a los dioses del pagus, en el sentido de «pago» o «lo-


calidad». Es, por supuesto, un concepto romano del paganismo. En la antigüedad,
los paganos eran los europeos del norte, o heathen (de heath, «patria chica» y
«brezal» en inglés), para los europeos del sur. Hoy, en cambio, paganos más bien
serían los ex cristianos que se han volcado en cualquier clase de adoración obje-
tual, consumista, hedonista o panteísta, con tal de cubrir su ansiedad de religión ya
no colmable con los antiguos procedimientos y ritos cristianos. Por eso se habla, y
sobre todo desde finales de los años sesenta, de la difusión en Occidente de un
cierto neopaganismo. Puede ser de raíz céltica (druidismo), de raíz indígena ameri-
cana (cultos del PEYOTE en el sur de los Estados Unidos), o incluso se difunde un
nuevo SABEÍSMO, con cultos al Sol y a los astros, y un imprecisado telurismo bus-
cando magnetismos, geomancias, OMPHALOS, TIRTHAMS, en fin, sitios que son sa-
grados desde hace generaciones por alguna razón. Tampoco hay que descartar los
cultos más o menos diabólicos o brujeriles, casi de manga o tebeo japonés, si no

402
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tuviesen funestas consecuencias. De mayor elaboración parecen los retornos a mis-


terios clásicos, con Osiris y Dionisos a la cabeza, incluso hay quienes cultivan las
reivindicaciones mitraicas. Sentido por algunos es el tema de las TRÍADAS de diosas.
La tríada celta parece irresistible con Morrigan, diosa de la muerte, que tiene otras
dos formas, Badhbh y Nemhain. Su símbolo es un cuervo. Freya, diosa del amor
en el norte de Europa, corre con las VALQUIRIAS por los campos de batalla y tras
ella van muchos neopaganos sobre todo en el solsticio de verano, que es cuando se
puede vagar por los bosques más ligero de ropa. Paganismo suele coincidir con
panteísmo: lo divino está por doquier, en la naturaleza y la persona, y eso amplía el
campo. El politeísmo, la existencia de tantos dioses como alcance la imaginación, o
el terror del ser humano, nunca ha dejado de estar presente en el planeta.

País de la Canela > CANELOS


pako. Curandero andino. En Perú es el especialista en la liturgia popular QUE-
CHUA en los ritos de la PACHAMAMA y otros. En cambio, layka o layk’a es la voz
quechua para «brujo». La raíz de layka vendría de un fruto de la montaña, el «bo-
liche», de color generalmente negro. Si por un casual fuese rojo, «los indios creen
que ese boliche tiene un poder extraño» [Arguedas, 1989].

palang. Infibulación, pin, que llevan en el pene los hombres en la isla de Bor-
neo. No hay que confundir con parang, palabra malaya para «machete». Para po-
ner el palang se pasa por el PREPUCIO una barra que acaba en una o dos bolas de
metal. En Primer viaje al torno al globo ya se refiere la existencia de hombres de
Borneo con palang, aunque «…las mujeres nos preferían a nosotros» [Pigafetta,
1922]. Se pueden ver palang de hueso, concha y otros materiales en el Museo Et-
nográfico de Kuching, capital de Sarawak Occidental. El sistema más usado en
Borneo consistía en perforarse el miembro con una caña de bambú; iban haciendo
mayor el agujero hasta poder colocar algo que lo atraviese. «Es igualmente malo
para el alma porque provoca pensamientos perversos» [Linklater, 1993]. La cos-
tumbre pudo ser originalmente china. Ahora vuelve, al hilo de los piercings y de
los TATUAJES, y se practica en varios talleres de Sarawak.

palenquero. De palenque, campamento fortificado en el bosque de negros ci-


marrones, esclavos rebeldes o fugados; QUILOMBO en Brasil; cumbe en Venezuela.
Se llama «palenquero» a un dialecto afroamericano de Colombia, especialmente
de la zona de San Basilio. De las 70 lenguas africanas que se hablaban en la zona
de Cartagena de Indias en el siglo XVII (según el padre Alonso de Sandoval), resis-
ten el palenquero y el CRIOLLO de las islas de San Andrés. El palenquero, cuyo ori-
gen estaría en el idioma kikongo [Schwegler, 1996], es también un son con letras
de fuste étnico, no sólo bailable, al estilo de «Yo soy el negro Lorenzo».

paleoamericanos. Sigue siendo un enigma antropológico establecer cuál fue


con exactitud la primera población de América. En 2004 se encontraron en Nueva
Esperanza, al norte de la ciudad chilena de Punta Arenas, restos humanos de hace

403
LUIS PANCORBO

trece mil años (como el milodonte), lo cual implica que son mucho más antiguos que
los restos humanos aparecidos en Norteamérica (Canadá y Estados Unidos). Seme-
jante dato entorpece la famosa tesis del poblamiento americano a través del estrecho
de Bering y abre de nuevo la hipótesis a una migración circumpacífica. Según Héc-
tor Pucciarelli, profesor de Antropología Biológica de la Universidad de La Plata
(Argentina), pudo haber dos tipos de migraciones a América: la de unos paleoameri-
canos, que hasta cierto punto recordarían a los ABORÍGENES australianos, si no a los
bambuti y khoisan de África austral, «que para algunos genetistas modernos origina-
ron la totalidad de lo que conocemos como los seres humanos anatómicamente mo-
dernos»; y una segunda migración de los amerindios propiamente dichos con rasgos
(neurocráneos) muy parecidos a los de los mongoloides [Pucciarelli, 1991].

palloza / pallaza. Choza de piedra con techo cónico de paja, típica de la sie-
rra de los Ancares, entre León y Galicia. Antes eran abundantes por Fonsagra,
Cervantes, Caurel, Las Portillas…. «En conjunto, hay que reconocer su relación
con las casas circulares asturianas… habiendo quedado su origen prehistórico muy
en claro mediante las excavaciones de los llamados “castros”, cuya reconstrucción
da un poblado muy parecido a los actuales, aunque sea problemático a qué pueblo
hay que referirlos» [Caro Baroja, 1981].

palo de vaca. Árbol de la familia de las sapotáceas que se da en los valles de


Aragua y otros puntos de Venezuela. Su savia blanca es una especie de leche vege-
tal, viscosa, muy nutritiva. Al oxidarse con el aire se produce una sustancia llama-
da «queso» por los nativos. «En Caucagua, los indígenas lo llaman árbol de leche»
[Humboldt, 2005].

palos mensajeros. Los ABORÍGENES australianos no conocían la escritura,


pero usaban sofisticados sistemas para enviar mensajes. J. D. Woods [1879] escri-
bió sobre el hallazgo de «palos mensajeros» (rudlas en la región del río Dawson)
grabados con una escritura simbólica, de 20 a 30
centímetros de largo, con dibujos de animales y
párrafos enteros. Un solo palo podía contener
los sucesos de una comunidad durante los últi-
mos tiempos. Se usaban para notificar la guerra
entre las tribus y circularon mucho llevando no-
ticias por las orillas de los ríos Murray y Darling
hasta Gipsland [Ratzel, 1888]. Los aborígenes
usaban también tubos decorados con pinturas
muy narrativas, por ejemplo para ritos funera-
rios (los jemalandji de la Tierra de Arnhem) o
los postes (nurtujnja) de los ARANDA del norte
conectados con mitos. Uno de ellos es el de las
criaturas tnatantja que salieron en un principio
de una cama de flores púrpuras, con una piel
suave, como la de los humanos [Berndt, 1988].

404
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

pámpano. La hoja de parra con la que se cubrió Eva. En los países anglosajo-
nes es más bien la hoja de higuera (fig leaf). Los pámpanos más brutales se deben a
Pío IX: en 1857 censuró a martillazos las estatuas de hombres desnudos de Miguel
Ángel, Bramante o Bernini y cubrió los desperfectos con hojas de higuera en yeso.
Ya antes, en tiempos de Pío IV, los frescos de Miguel Ángel sobre el Juicio Final
habían parecido una obra de una escabrosa desnudez al Papa, así que éste ordenó
a Daniel de Volterra pintar velos y bragas que resultaron nada sutiles y que le pro-
porcionaron el mote de Braghetone. Algo que espantaría a un ABORIGEN ARANDA o
a un africano MURSI, que coge la arcilla blanca humedecida y se la pasa por la piel
negra desnuda encantando otra vez al mundo.

Pan. Primero fue un dios y luego un diablo para los católicos, que le pusieron pe-
zuñas de chivo, barba caprina y rabo en flecha. Pan volvió a tener éxito en el Rena-
cimiento y entre los siglos XVIII y XIX. «Los panteístas… adoraron a la naturaleza
en su aspecto dulce y puro, en su aspecto Lucy Gray». Esa era la forma adecuada
del gran dios Pan para William Wordsworth (1770-1850). Cuando Pan viajó de In-
glaterra a Estados Unidos se convirtió en otro ser llamado «Superalma, Integridad
de todo» («Pan-Lucifer Gray», dice David H. Lawrence). Un bardo del calibre
americano de Walt Whitman canta a su propio Pan en «Canción de Mí Mismo»:
«Yo soy el todo y el Todo es Yo» [Lawrence, 1982].

Panchen Lama. Reencarnación del «BUDA de la Luz Infinita». Panchen es


«gran erudito», un título que han recibido todos los abades del monasterio tibetano
de Tashilhunpo. Por otro lado, se trata de un cargo propio de la jerarquía gelugpa,
secta dominante en el budismo tibetano desde el siglo XVII. Muchos creen que el
Panchen Lama tiene mayor ascendiente espiritual que el DALAI LAMA. El sistema je-
rárquico nunca ha estado claro y estalló en 1995 cuando el gobierno de Beijing llegó
a declarar ilegal la intervención del Dalai Lama en la elección de un nuevo Panchen
Lama. Desde entonces, el Partido Comunista Chino ha decidido sancionar quién es
el buen reencarnado o no. Otra cosa es que a los burócratas de Beijing (Pekín) les
den igual las magias y dichos tibetanos como el de «todo el mundo muere, pero nadie
está muerto» [Dalai Lama, 2002]. La polémica surgió cuando el actual Dalai Lama,
el décimo cuarto de su línea reencarnante, vio una foto del joven tibetano Gedun
Choekyi Nyima: no tuvo dudas de que él era —o iba a ser— la REENCARNACIÓN del
décimo Panchen Lama. Nada más indicar eso el Dalai Lama, los chinos reaccionaron
secuestrando al joven Nyima y promovieron una nueva elección, pero ya amañada y
acorde con sus intereses: de ahí salió Gyaltsen Norbu como nuevo Panchen Lama, el
oficialista. Otra cosa es que el Panchen Lama se vincule filosóficamente a la KALA-
CHAKRA o «Rueda del Tiempo». El Primer Panchen Lama fue el autor de la simpar
Discusión con la ignorancia, una especie de debate o duelo entre el egoísmo y el al-
truismo. El actual Dalai Lama estima mucho esa obra, que subraya lo errónea que es
la idea de que los seres sensibles y los objetos existen inherentemente. Además, la sa-
biduría está en la sabiduría del surgimiento dependiente y la vaciedad. «Cuando leí
ese libro —confiesa el Dalai Lama— me di cuenta de que mi visión del Camino In-
termedio se quedaba corta frente al enfoque supremo». Lejos quedan ahí las vicisitu-

405
LUIS PANCORBO

des de baja política y hasta el mero juego de las reencarnaciones. «La comprensión
de la doctrina budista de la vacuidad es crucial para vivir y morir con realismo y sin
temor.» ¿Qué es la vacuidad en el Tíbet invadido? Lo mismo que por doquier: «…no
es sinónimo de inexistencia; más bien es la ausencia de la existencia inherente de los
fenómenos tanto de los seres vivos como de las cosas» [Dalai Lama, 2002].

paniolo. Corrupción de español en Hawai. Nombre que recibieron los cowboys


o vaqueros que hablaban español en esas islas del Pacífico. En 1803, el capitán
Cleveland llevó desde California los primeros caballos, los llamados mesteños, de
raza árabe-española. En Hawai los llamaron kanaka mustangs [Rankin, 1987]. En
las islas Cook hay isleños apellidados «Paniolo» y «Paniola».

panki. Para los aguarunas de Perú, anaconda o boa de agua. Una panki es pro-
tagonista de una narración que el peruano Ciro Alegría recogió de labios del indio
Dujinkus Yumis y que plantea una especie de Moby Dick indio. Un guerrero lla-
mado Yacuma tiene que derrotar a una panki. Y los métodos de caza son de lo más
drástico: «…las mordemos como tigres o las cegamos como hombres, hundiéndo-
les los dedos en los ojos» [Alegría, 1965]. Sin embargo, Yacuma da un cebo mortal
a la panki: él mismo se presta a ser comido sin otra protección que una coraza de
greda, para así vencerla desde dentro.

panocho. Dialecto huertano (Murcia). Es una de las varias hablas que integran
modismos y corrupciones locales del castellano, a las que, sin embargo, hay quie-
nes les dan su importancia, como el catañol, el habla de Jalita o el chapurreau ga-
laico-extremeño, el bable, el castúo… O el aranés (occitano), aunque éste derivado
directamente del catalán. O la fala extremeña, hablada por unos 5.000 falantes, ve-
cinos de tres pueblos de Cáceres, San Martín, Ellas y Valverde del Fresno (Valver-
di du Fresnu).

pantócrator. Sobrenombre de Jesucristo especialmente en


la iconografía bizantina, el Jesucristo triunfante («gobernante de
todo», del griego pan, «todo», y crátor, «gobernante»), sentado
con los cuatro EVANGELIOS y bendiciendo. Una representación
extasiante de victoria: imagen en nada acorde con la del Cristo
opuesto, el derrotado, o crucificado, aunque luego tenga que re-
sarcirse con el triunfo.

papalagi. Significa «hombres blancos» en dialecto maohi de SAMOA, uno de los


muchos que se hablan en el gran triángulo polinesio cuyos vértices son Hawai en el
norte, isla de PASCUA en el extremo oriental y Nueva Zelanda al oeste. En medio, en el
corazón de la Polinesia, se encuentra Samoa, la tierra del jefe Tuiavii, autor de unos
discursos muy pre-ecológicos, sentidos y anti-colonialistas. Nacido en Tiavea, un po-
blado de la gran isla samoana de Upolu, la misma que eligió Stevenson para vivir y
morir, Tuiavii era un gigante de 1,90 metros. La forma de discurrir de Tuiavii sobre
los papalagi y su actitud ante el dinero no tiene desperdicio: «…tan pronto como le

406
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

muestres una pieza de metal redondo y brillante o una hoja de papel tosco, entonces
sus ojos se iluminan y la saliva empieza a babear por sus labios» [Scheurmaun, 1981].

papiamento / papiamentu. Idioma CRIOLLO de las Antillas holandesas,


especialmente de Curaçao, Donaire y Aruba. En menor medida se habla en Saint
Marten, Saba y Statia. Procedería del verbo papear, «hablar», «conversar». Es una
mezcla de lenguas INDÍGENAS y africanas, con holandés, español y, sobre todo, por-
tugués, que llegó a Curaçao en el siglo XVI. Existen similitudes entre el papiamento
y lenguas con gran vinculación con el portugués, como el cafundo de Brasil y, en
menor medida, con el korlai (de la región de Bombay), el macanese (Hong Kong),
el kristang (Malaca, Malasia), el ternateno (Molucas)… El papiamento tampoco es
inextricable para un español: «Kon ta bay» («¿cómo está usted?»), «Mi ta bon»
(«Estoy bien»). Tampoco resulta oscuro: Bon dia, Bon tardi y Bon nochi.

Paráclito. Del griego parakletos, «el que es invocado», y por extensión, «defen-
sor», «abogado», «consolador»… Es el nombre que recibe el ESPÍRITU SANTO en
varios pasajes bíblicos: «Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito» (Juan 14,16).
Es la paloma santa, y también el ruah, que en hebreo significa «el soplo», se supone
que místico. Es asimismo el viento que baja en Pentecostés, el viento que ilumina,
que hace hablar idiomas desconocidos, además de santificar. Por eso la profesión de
fe del católico incluye: «Creo en el Espíritu Santo, señor y dador de Vida, que pro-
cede del Padre y del Hijo, y que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas». Sólo muy raras veces aparecen en los anti-
cuarios figuras de Jesucristo alado, pero en el Museo de Arte Sacra de São Paulo
hay una preciosa madera tallada, policromada y dorada, del siglo XVII, que muestra
a un Cristo con los brazos en cruz que más bien son alas. El cuerpo parece recogido
y envuelto en plumas grandes. Tal vez fue un fragmento de un grupo escultórico so-
bre la estigmatización de san Francisco, una escena en la que normalmente no ha de
faltar un serafín que se transforma en esos momentos en Jesucristo volador.

paragénesis. Neologismo inventado por el antropólogo P. Broca, a finales del


XIX, para definir la fecundidad de los mestizos cuando es perfecta en el segundo
nivel, es decir, cuando los mestizos estériles engendran una posteridad indefinida-
mente fértil al cruzarse con una u otra de las razas madres [Bertillon, 1880].

Paraíso. Palabra que podría venir de la palabra persa paradaeza, que quiere de-
cir «jardín» [Maalouf, 1994]. El paraíso para los wuradjeri, ABORÍGENES australia-
nos, es una fisura, la que tienen que atravesar para unirse tras la muerte con los es-
píritus de los antepasados que viven en un lugar delicioso custodiado por Hombre
Luna y Mujer Sol. El primero tiene un pene tan largo que se lo puede enrollar en
la cintura. La mujer tiene un CLÍTORIS tan largo que puede cubrir toda la hoguera,
«la fuente de la luz solar». El alma del hombre que llega hasta allí, tras trepar con
una cuerda, tiene que resistir sin inmutarse una danza erótica de mujeres; si lo con-
sigue, le franquean la puerta al CIELO, donde por fin conoce a Baiami y a su mujer,
Guriguda, «cuyo cuerpo es como cristal de roca» [Berndt, 1988].

407
LUIS PANCORBO

parentesco. Rúbrica crucial en la ANTROPOLOGÍA clásica y lo sigue siendo en


conexión con sociedades, ya no primitivas, sino en los márgenes de la globaliza-
ción. En el primer mundo, el parentesco empieza a tener lógicas y parámetros no
siempre relacionados con los habituales lazos de consanguinidad, sino en función
de los lazos con los amigos, colegas de trabajo, miembros de sociedades o clu-
bes… Y es que hasta la afinidad entre personas, y las propias relaciones generadas
por el MATRIMONIO, han ido variando y adoptando nuevos patrones, como es el
caso de las uniones de homosexuales. Se acepta que los hijos puedan ser concebi-
dos in vitro, que procedan de donantes de semen elegidos y a la vez desconoci-
dos… Las clonaciones, de extenderse un día, dispararán los conceptos clásicos de
parentesco: ¿Qué sería un clon de uno? ¿Un hermano, un hijo, un padre? El pa-
rentesco sigue siendo crucial entre los animales, nada se diga en pequeñas socieda-
des humanas construidas laboriosamente durante siglos siguiendo una serie de pa-
trones: de descendencia matrilineal (donde el tío materno, o hermano de la madre,
cobra importancia) o patrilineal. O con residencia donde el esposo (patrilocal) o
donde la esposa (uxorilocal)… A veces la sutileza se riza como entre los yakö de
Nigeria, que conceden la misma importancia a las dos líneas de descendencia. Más
lejos se está de una sociedad posmoderna y más criterios y valores se conjugan a te-
nor del parentesco, herencia, sucesión y sentido de CLAN. Brother no siempre sig-
nifica «hermano» si se escucha en Nueva York. Ni «voy a ver a mi prima» implica
una consanguinidad por parte de algunos colombianos en relación con las mucha-
chas de su pueblo o de otros pueblos. Las pruebas de ADN han puesto también
de manifiesto quién es el padre, cosa que ya se sabía en la ANTROPOLOGÍA: no es lo
mismo el pater, padre social y no siempre fisiológico, que el genitor, padre fisioló-
gico que a veces no es el padre social. Todo ello sin olvidar el TABÚ del incesto, una
norma general, la más general y la más aplicada en este piélago del parentesco,
aunque también ahí ha habido sus excepciones, como en la adelfogamia o matri-
monio entre hermanos. El sistema para trazar líneas de parentesco es sin duda la-
borioso, necesitándose diagramas, álgebra, modelos…, aunque el método sugerido
por Alan Beals no falla: se entrevista a un individuo y se construye una carta genea-
lógica «que contenga todos los parientes conocidos de este individuo. Posterior-
mente descubre cómo ese Ego se dirige y se refiere a cada uno de esos parientes».
Y cómo decide los términos de referencia y relación, términos de parentesco, y ela-
bora una lista… Y es que «la prueba de cualquier hipótesis etnográfica radica en
su capacidad de engendrar una conducta apropiada dentro del sistema cultural».
En realidad es como «…cuando un principiante toca al piano “Swanee River”. Si
suena como “Swanee River”, es “Swanee River”» [Beals, 1978].

parias / pariahs. Gentes que están fuera del sistema hindú de CASTAS. Tam-
bién conocidos como INTOCABLES (su sola sombra contamina, según las leyes de
MANÚ); como harijan, «hijos de Dios», propuesta de Gandhi; últimamente como
dalits, o con el eufemismo burocrático indio de «castas clasificadas», scheduled
castes y scheduled tribes. Pese a que la Constitución india, en su artículo 17, prohi-
bió la discriminación en función de la casta, los parias siguen ocupando los pelda-
ños más bajos de la sociedad. Ya sea limpiando retretes o quemando cadáveres (>

408
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

DOM). La impureza congénita atrae la impureza social según un principio de home-


opatía socio-religiosa de la India. Pero la cultura hinduista no es la única en poner
énfasis en la pureza. Los hebreos fueron muy puntillosos con el tema de lo intoca-
ble, visto como incomible, y sus consiguientes abominaciones (> ABOMINABLE).
Por otra parte, también se llaman «parias» los tributos que todos los años debían
pagar los reinos musulmanes de Andalucía, por ejemplo el rey de Sevilla Al-Mota-
mid al rey de Castilla [Alonso, 2005]. Hacia el año 1079, el Cid fue encargado de
cobrar las parias para Alfonso VI, rey de Castilla y León, y fue acusado de robar,
por lo que el rey le castigó con uno de los varios destierros a los que fue sometido
injustamente Rodrigo Díaz de Vivar, aquel de quien se dijo «Dios, que buen vassa-
llo si oviese buen señor». El Cid fue asimismo el héroe cultural español con la esta-
tura de un Sigfrido alemán, o de un MAUI polinesio, especialmente tras su muerte,
cuando empezó a ganar batallas después de muerto.

paricá. Árbol (Piptadenia peregrina) con semillas alucinógenas usadas en polvo


de inhalar en los rituales de los maués, tribu amazónica de Brasil. Los más conoci-
dos sateré-mawé (unos 7.000 en la actualidad) son considerados los maestros en la
cultura del GUARANÁ.

parsi. Pueblo de religión zoroastriana (> ZARATUSTRA) y de origen persa que


emigró al oeste de la India en el siglo VIII. Adoptaron la lengua gujarati (del estado
de Gujarat), manteniendo su religión zoroastriana. Son en torno a 110.000 y viven
sobre todo en Mumbai (Bombay), donde lideran compañías (el imperio industrial
y financiero Tata) y son dueños de negocios (la cadena del Taj Mahal). Su máxima
divinidad es Ahura Mazda, siempre acompañado por siete arcángeles o amesha
sientas (> ÁNGEL), y el fuego que nunca se ha de apagar. Depositan a sus muertos
en una DOKHMA, o «torre del silencio», para que sean devorados por los buitres
que quedan en la gran metrópoli de Mumbai.

participación mística. Todos los hombres y los pueblos tendrían un vín-


culo con el mundo o su sociedad explicable por su actitud hacia el misterio [Levy-
Brühl, 1922]. Que el pensamiento PRIMITIVO sea fundamentalmente místico y que
el pensamiento moderno sea esencialmente positivista, fue otra tesis rebatida por
Evans-Pritchard, Lévi-Strauss y otros autores, que no creen en la ANTINOMIA de
mentalidades, una racional y otra irracional y mística, sino en que «el espíritu hu-
mano es único, lógico y clasificatorio, opera sobre todo por distinción, oposición y
categorización» [Morris, 1995].

Parusía. La segunda venida de Jesucristo o segundo Advenimiento, en el que se


verificará el establecimiento de su reino (Mateo 24,3-14) y la llegada y posterior
derrota del ANTICRISTO al final de los tiempos. «Entonces verán venir al Hijo del
Hombre en una nube con poderío y majestad» (Mateo 24,30). Existen ciertas co-
munidades, llamadas preteristas, que creen que «básicamente» el Apocalipsis ya se
ha cumplido.

409
LUIS PANCORBO

pasaje. Se llama «ritos de pasaje» o «ritos de tránsito» a las ceremonias y actitu-


des que acompañan a los individuos en el cambio de una edad a otra, de tal a cual
estatus, de determinada posición humana, social, religiosa, a otra… Los ejemplos
son innumerables, aunque llegó a perfilar el tema de una forma certera el etnógra-
fo Arnold van Gennep (1873-1957). Poco conocido es el pasaje territorial, el he-
cho de cruzar fronteras con todo el aspecto mágico-religioso que revestía antaño.
No se trataba sólo de los cristianos que iban a países musulmanes… Por doquier
había límites marcados con hitos, mojones y rocas, y eso había requerido antaño ri-
tos de consagración. Superar bordes sin permiso podía originar un problema gra-
ve. Para Van Gennep [1960], eso tenía que ver también con «la santidad del terri-
torio» y de ahí la eventual prohibición del paso. Más conocidos y complejos son
los ritos de pasaje ofrecidos por el MATRIMONIO, con multitud de significados sim-
patéticos o contagiosos, con acciones positivas y negativas (> TABÚ), no sólo vistos
como ritos profilácticos, catárticos y meros inductores de la fertilidad. Otro gran
pasaje es el de la PUBERTAD a la edad adulta. En muchas sociedades es un terreno
que hay que atravesar con la virulencia que entrañan CIRCUNCISIONES y ABLACIO-
NES. Puede haber ritos de pasaje muy codificados en los bailes; por ejemplo, el bai-
le de entrada en sociedad de las chicas, y no sólo en Viena. El espectro es amplio.
Los reclutas pasan por sus ritos, y novatadas, antes de incorporarse a un nuevo
campo social-militar. Los masones atraviesan pasajes sensibles antes de ingresar en
sus logias, lo mismo que los seminaristas que concluyen sus estudios teológicos al
ser ordenados. La Confirmación para los niños cristianos, o la BARMITZVA para los
judíos, es la ratificación del ingreso en una religión y con lo mismo un pasaje de im-
portancia. Unas veces el pasaje se incluye en un viaje ritual (> BEJALAI); otras, el pasa-
je implica un ayuno severo hasta conseguir alteraciones de conciencia y VISIONES su-
puestamente mágicas: el paso a otro mundo. El control social actúa en esos pasos
delicados generando ritos (de pasaje) que abarcan todas las fases de la vida, el matri-
monio y, a la inversa, el divorcio; el nacimiento y, a la inversa, la agonía y la muerte...

Pascua, isla de. Rapa Nui, «Isla Grande» en polinesio; Mata Kiterangi,
«Ojos que miran al cielo»; Te Pito o te Henua, «Ombligo del mundo»... Se en-
cuentra a 3.750 kilómetros de la costa de Chile, y por el otro lado, a 4.000 kilóme-
tros de Papeete, capital de Tahití. La tierra más cercana a Pascua es la isla PIT-
CAIRN, a 1.900 kilómetros al oeste. Pascua fue poblada por los polinesios que
vinieron de las MARQUESAS hacia el año 500. Su primer avistamiento europeo de-
bió ser el del español Juan Fernández en 1576. En 1686, el inglés Davis dijo haber
visto una isla en esa latitud, pero al no encontrarse allí ni en sitio alguno la «tierra
de Davis o de David», engrosó el capítulo del misterio. En cambio, el día de Pas-
cua de 1722 el holandés Roggeveen descubrió una isla que llamó Paaschen de don-
de vino la traducción de Pascua. En 1770, Felipe González de Haedo, comandante
del navío San Lorenzo, y Antonio Domonte, de la fragata Santa Rosalía, reconocie-
ron la isla y tomaron posesión de ella llamándola «isla de San Carlos». Las guerras
fratricidas y CANÍBALES de los pascuenses en los siglos XVI a XVIII acabaron arrui-
nando aquella civilización. Ganó al final, en sentido mágico, Make-Make, el dios
de la guerra y la muerte. En apenas 162 kilómetros cuadrados hay casi mil MOAI.

410
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Una estatua del volcán Rano Raraku mide 22 metros de altura, como una casa de
siete pisos, y pesa 50 toneladas. El impresionante altar, o ahu, de Akahanga, «Pla-
taforma del rey», tiene 18 metros de largo. Cifras todas que contrastan con la deca-
dencia de la cultura pascuense y que deberían motivar un exquisito cuidado de las
ruinas. En 1960, un tsunami desarboló el ahu Tongariki y sus 15 estatuas, una de
ellas de 14 metros de altura. Por fortuna, en 1995 fueron repuestas tras la restaura-
ción realizada por la Universidad de Chile.

pashtún / pastún / pakhtun / pathan / pushtun. Etnia de Afganis-


tán y Pakistán. En Afganistán puede suponer en torno al 50 por ciento de la pobla-
ción. En Pakistán, un 13 por ciento de la población habla pashto, la lengua de los
pashtunes. Practican el SUNISMO. Pashtunistán sería la patria ideal de esta etnia, un
sueño con el que superar la artificial línea Durand trazada por los británicos en
1893 para la frontera afgano-pakistaní. Los TALIBANES, clérigos y seminaristas, que
ocuparon el poder en Afganistán tras la derrota de la URSS, procedían de la tribu
pashtún. Sin embargo, fue a partir de 1747 cuando Ahmed Shah Durrani, el «pa-
dre» de la tribu durrani, impulsó la idea de país que luego se conoció como Afga-
nistán. Hamid Karzai, el actual presidente de la república afgana, es pashtún, del
subgrupo popalzai. Algunos le apodan «el alcalde de Kabul» por su poco poder
efectivo. Otros afganos añoran sobre todo a Ahmed Shah Masud, el «León del
Panjshir», que pertenecía a la etnia norteña de los tayikos y que fue asesinado dos
días antes de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York. Otro miste-
rio dentro de una caja llena de ellos.

pasiegos. Habitantes del valle del Pas (Cantabria). «Pasiegos rabudos» fue la
manera despectiva con que se les conoció, o desconoció, por vivir en el aislamiento
de los valles de la Montaña. El prejuicio hacia los pasiegos se sustentaba, como
suele ocurrir, en una mezcla de ignorancia y desconfianza: se reprochaba su forma
de comer cerdo cocido y mantequilla, su forma de vestir y hasta su forma de vida,
trashumante por montes y valles [Caro Baroja, 1981]. Las mujeres pasiegas goza-
ron en cambio de gran reputación como amas de cría.

patagones. Legendarios habitantes de la Patagonia que recibieron ese nombre


durante la expedición de Magallanes de 1520. El cronista de la misma, el italiano
Antonio PIGAFETTA, dijo sobre un patagón: «Este hombre era tan grande que
nuestra cabeza llegaba apenas a su cintura», poniendo en marcha una superchería
que duró siglos. Posteriores navegantes hablaron de patagones de tres metros. Lo
más probable fue que los INDIOS de esas regiones australes de Argentina tuviesen
una estatura en torno a 1,80 metros, y que su buena planta resultase magnificada
por sus grandes mantos de pieles. Otro tema fue el del salvajismo patagón. Al darle
Magallanes a un nativo un espejo de acero, «el gigante, que no tenía la menor no-
ción de este utensilio, y que, sin duda, veía por primera vez su figura, retrocedió
tan asustado que derribó a cuatro de nuestros hombres» [Pigafetta, 1922]. Hoy
hay un «rey de la Patagonia», el norteamericano Douglas Rainsford Tompkins,
dueño de un territorio, casi como un país aparte, que se extiende desde los Andes

411
LUIS PANCORBO

hasta el Pacífico. Cuando en 1992 inauguró su reserva, llamada Pumalín, se convir-


tió en el mayor santuario de naturaleza de todo Chile. Todo empezó en 1985:
Rainsford Tompkins fue comprando fincas y, a principios de los noventa, ya tenía
200.000 hectáreas. Pero es que a principios del siglo XXI ya contaba con 300.000
hectáreas entre los paralelos 42 y 43 y así, sumando las 200.000 hectáreas de Ar-
gentina, más las que ha ido comprando en Chile, llega a 785.000 hectáreas, más
que los parques naturales de España. En 1994, el gobierno de Pinochet llegó a te-
mer que «el rey de la Patagonia» acabase dividiendo a Chile en dos trozos, cosa
que habría hecho si la empresa española Endesa no hubiese comprado la finca
Huinay, la pieza que faltaba para quebrar en dos el mapa chileno. El italiano Lu-
ciano Benetton no llega a tanto, pero es firme su afán terrateniente en la Patagonia
argentina. «Señor feudal y conquistador» le ha llamado Javier Pérez Esquivel, pre-
mio Nobel de la Paz en 1980. Benetton posee casi un millón de hectáreas patagó-
nicas. Ha ofrecido 2.500 hectáreas a los MAPUCHES, y le han respondido que no
puede dar lo que no es suyo. Benetton exhibe títulos de propiedad de 1891 sobre
cortijos y tierras anexionadas de aquella manera por el ejército argentino.

patrón / pattern. La idea del patrón cultural se debe a Ruth Benedict, autora
de Patterns of Culture (1934), y una de las primeras en la caracterización psicoló-
gica de la sociedad (Margaret Mead, Kardiner, Ralph Linton y, por supuesto, FRO-
BENIUS y BOAS…). Ruth Benedict fue discípula destacada de Franz Boas y firme
defensora del RELATIVISMO cultural. Las sociedades humanas son de una variedad
infinita, pero pueden ser reducidas para su estudio a tipos como el DIONISÍACO
(depresivo y excesivo) y el apolíneo (armonioso y mesurado). Como mucho se pue-
de llegar a trazar ciertos perfiles culturales, más que pintar con la exactitud de una
radiografía el variado rostro de los pueblos. Fue autora del famoso estudio El cri-
santemo y la espada (1946), un encargo del Ejército norteamericano para tratar de
comprender la mentalidad y sociedad japonesa antes y después de las bombas nu-
cleares sobre Hiroshima y Nagasaki.

Patum. Fiesta en torno al Corpus que se celebra en Berga (provincia de Barce-


lona) con una multiplicidad de significados. Victoria de los bergadanes contra los
moros, victoria del pueblo llano contra los señores feudales... Entre sus comparsas
de gigantes, enanos, dragones… destacan los plens, figuras que evocan a demonios
llenos de fuego, que abren paso a la explosión popular y final del tirabol, cuando
la gente ya no necesita música y grita hasta reventar: «Volem Patum, volem Pa-
tum». El caso es saber qué significa «patum». Bien podría ser onomatopeya de un
tambor (tabal). Lo más verosímil es que patum echa el mal.

Pau. Paz en catalán. Nombre de otro posible eslabón perdido hallado en Catalu-
ña en 2004 por el equipo capitaneado por Salvador Moyá-Solá. Fue en el Barranc
de Can Vila en Els Hostalets de Pierola, en la región de Anoia, célebre por sus ca-
vas (bebidas) y ahora por sus fósiles. Como ATAPUERCA (Burgos) con su Homo an-
tecessor, Dmanisi (Georgia) con su Homo erectus, y tantos otros yacimientos le-
gendarios: Olduvai (Tanzania), Koobi Fora (Kenia), Chukutien (China), FLORES…

412
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

En puridad, Pau es el nombre artístico del que para la ciencia se llama Pieralophi-
tecus catalaunicus. Simio en la raya del HOMÍNIDO, o viceversa, Pau ha ganado mu-
chos puntos en la carrera evolutiva, si no en la subida a la cucaña del árbol genea-
lógico humano. Su edad, entre doce y medio y trece millones de años, le convierte
en uno de los más viejos antepasados: ha hecho retroceder a nuestro antepasado
común al menos cinco millones de años. Ser simiesco o simio casi homínido, Pau
vivía en el Mioceno y tenía en torno a un metro de altura y apenas 35 kilogramos.
Podía caminar erguido, si no totalmente recto, lo que se deduce sobre todo por el
cráneo.

pavadam. Antiguo sacrifico hinduista para reparar la muerte de una vaca o ex-
piar ofensas de casta. La persona que consiente en ser víctima recibe un corte en el
vientre y es segregada en una cabaña donde finge morir hasta que en el exterior se
resuelve la ofensa. Si es así, solventado el problema, otra persona recibe un corte
en el muslo y con esa sangre se «resucita» al muerto [Dubois, 1829].

payador. Es la versión austral del bardo o del juglar. El payador canta, o canta-
ba, por los caminos de Argentina, Uruguay, Chile y hasta en Brasil y Panamá. Pro-
tagonista de la paya, la vida del camino, repentiza a la guitarra con ese estilo que
hizo inimitable Violeta Parra. Pero Atahualpa Yupanqui decía en «El payador per-
seguido» (1972): «Eso lo llevo en mi sangre / dende mi tatarabuelo / gente de pata
en el suelo / fueron mis antepasaos; / criollos de cuatro provincias / y con indios
misturaos». La paya es poesía improvisada, aunque el payador componía también
sofisticados tangos y milongas. Al principio les llamaban payadores y eran carrete-
ros, afiladores, tragando siempre el polvo del camino, con su manera de componer
no muy distinta de la del trovero murciano o la del BERSOLARI vasco, por no hablar
de cantores-improvisadores como había entre los antiguos ESQUIMALES.

Pele. Diosa polinesia. Su morada estaría en el volcán Kilauea, aún muy activo en
la isla de Hawai. Pele recibe ofrendas de licor, flores y pasteles por parte de la gen-
te hawaiana. Se relaciona lógicamente con el volcán, el fuego, pero también con la
sexualidad.

pelirrojo. Una hipótesis es que el pelo rojizo se remonta a un gen neandertal, y


eso valdría para irlandeses, escoceses y otros pueblos con abundancia de gentes de
pelo color jengibre (ginger). En la antigüedad, los hombres pelirrojos, como los
bueyes rojos, se asociaban a Tifón, el enemigo de Osiris. Según FRAZER [1890], se
quemaba vivos a los pelirrojos y se esparcían sus cenizas con bieldos. Los romanos
llegaban a quemar perritos pelirrojos en primavera, un sacrificio en honor de Osi-
ris, el espíritu del grano, el que daría mieses rojas y doradas.

Pelo de Mahoma. Un pelo de la barba del profeta se guarda en un cofre de


nácar, llamado sakal-i-Serif, en el museo del Mausoleo de Mevlana, el fundador de
la secta MEVLEVI de DERVICHES giróvagos en la ciudad turca de Konya.

413
LUIS PANCORBO

penan. Tribu de la selva de Sarawak, en la parte malaya de Borneo. Son en tor-


no a 7.000, de los que apenas unos 300 resistirían en su NOMADISMO. No hay cifras
fiables sobre estos antiguos cazadores de cabezas que ahora asisten inermes a la
tala masiva de su bosque.

Peniel / Penuel. El rostro de Dios. Y el nombre del lugar de la mayor pelea


que vieron los siglos, un hombre contra Dios. Fue lo que vio JACOB al vadear el río
Yabbok, o Río Azul según FRAZER [1981]. Jacob tuvo allí un encuentro abracada-
brante con un ser con quien luchó sin tregua hasta el alba. Jacob le preguntó su
nombre y el ser lo eludió, aunque pudo tratarse del arcángel URIEL. El tenaz Jacob
no quiso marcharse del lugar sin dar alguna clase de nombre al ente fantasmal y
poderoso y lo llamó Peniel, «Rostro de Dios»: «Porque vi a Dios cara a cara y fue
librada mi alma» (Génesis 32,30). El combate fue tremendo y a oscuras, por eso
tampoco podemos saber si Jacob, en vez de luchar con Dios, lo hizo contra el ge-
nio del río Yabbok, como sugiere Frazer [1981], recordando que Cleomenes, rey
de Esparta, llegó al Erasino y tuvo que hacer sacrificios a los dioses del río; como
los augurios fueron contrarios, no lo pasó y fue hacia la Argólida por barco, no sin
antes sacrificar un toro al dios del mar. En cualquier caso, fue en Peniel donde
Dios, el que no daba su nombre, quitó a Jacob el suyo y le puso Israel. Jacob se le-
sionó un tendón del muslo en la lucha de Peniel «y cojeaba de su anca». Por eso
mismo, los hebreos no comen el tendón de los animales en el encaje del muslo. Eso
mismo decían los CHEROQUIS, que el que come ese tendón se vuelve cojo.

pentáculo. Pentagrama esotérico. Símbolo clásico del hombre con los brazos y
las piernas extendidas, como el hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci. Com-
prende poder, perfección, armonía y cinco puntos (espíritu, aire, fuego, agua y tie-
rra), cinco sentidos, cinco heridas de Cristo (el escudo de sir Gawain tenía ese em-
blema pintado). El pentáculo invertido es el Macho Cabrío demoníaco.

performativo. Poder extraordinario del lenguaje cuando logra que la enun-


ciación sea la verdad. Siguiendo, claro está, las ideas de J. L. Austin (1911-1960),
para quien la performance va a más allá de la dicotomía verdad-mentira. En cual-
quier caso, la nueva especie antropológica-cultural, el Homo performans, tiene
muchos novios. Turner [1986] lo quiso utilizar como instrumento analítico de cul-
turas. En el sentido austiniano, los textos bíblicos serían un ejemplo máximo de lo
performativo: crean lo que enuncian. En otro orden de cosas, performativo es
cuando un presidente declara inaugurada una sesión. «Prototipo de lo perfomati-
vo: el cura que declara casada a la pareja» [Onfrey, 2006]. Richard Schechner
[1998] tiene a la performance por «twice behaved behavior», «comportamiento
actuado dos veces».

pestilencias. Lo contrario al periodo más hermoso y feliz de la humanidad


que, según Gibbon, fue el que medió entre la muerte de Domiciano y la corona-
ción de Cómodo, es decir, entre el 96 y el 180. Las plagas bíblicas fueron un aperi-
tivo mítico de las tremendas pestes abatidas con más certidumbre sobre la humani-

414
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

dad. La peste bubónica alcanzó gran virulencia en Roma en los años 68, 79, 125 y
164. «Las casas se llenaban de cadáveres y las calles, de funerales», decía Tácito.
La malaria hizo estragos en Italia en el mismo periodo. Inglaterra llegó a ser un
país habitable tras pasar casi tres siglos de pestilencias. Sífilis, cólera, viruela, difte-
ria (también conocida en español como “garrotillo”) y tifus parecieron congregarse
en torno al año 1625, aunque el año de la «great plague» fue 1665. A principios
del siglo XIX, los niños ingleses aún llevaban en el cuello saquitos llenos de grumos
de asa fétida, planta umbelífera, especie de almáciga, de efectos anti-espasmódicos,
un AMULETO que alejaba a los propios pestilentes por el tremendo olor que des-
prendía. Por fin, en el último recodo del siglo XX, se extendieron el sida, el ébo-
la…, una especie de edad de los nuevos virus, todos ellos menos inocentes que las
viejas VÉNEREAS.

peto de ánimas. Esculturas en bajorrelieve, colocadas a menudo en la parte


inferior de los cruceros, en Galicia. Son una manifestación de un viejo culto a los
antepasados y a las almas del purgatorio. En el peto (hucha) depositaban limosnas
los viandantes.

peyote. Cactus alucinógeno del género Lophophora williamsii, sagrado para di-
versos INDÍGENAS de México, que abunda en el norte (Chihuahua, Nayarit, Sono-
ra…), donde lo consumen HUICHOLES y TARAHUMARA entre otras etnias. La mesca-
lina es su principio activo y lo que movió las enseñazas de CASTANEDA y sus libros
esotéricos. El peyote (del náhuatl peyolt) fue considerado diabólico por los sacer-
dotes españoles, que veían en su consumo un remedo de comunión con los dioses
prehispánicos. Pero para los huicholes el peyote siempre fue un dios bondadoso
de su trinidad, junto con el venado y el maíz.

peyotismo. Culto en torno al PEYOTE desarrollado en los Estados Unidos a fi-


nes del XIX. El rito principal consiste en tomar los botones del cactus como si fue-
ra una comunión. A veces no faltan símbolos cristianos en este acto, especialmen-
te entre los indios MENOMINI. Los winnebago empezaron a comer peyote tras una
visita de su líder John Rave a Oklahoma en 1893. Rave había perdido a su mujer y
a sus hijos y estaba muy deprimido. Al comer peyote vio primero monstruos, lue-
go vio a Dios y al lucero del alba, y después a su mujer y a sus hijos, y exclamó:
«¡Ah, peyote, tú eres sagrado. Quisiera conocer todo lo relacionado contigo; pues
ahora, por primera vez, me doy cuenta de lo que es la santidad» [Lowie, 1976].
Rave, con la participación del cristiano puritano Albert Hensley, derivó hacia es-
peculaciones bíblicas, aunque al peyote se le adorara a la manera india y se le
ofreciera tabaco. El peyotismo es también un movimiento de «contracultura y de
revitalización, como otros que hubo contra la cultura dominante» (> CARGO). Por
otro lado, el peyote se puede parangonar a un viaje fuera de uno mismo. «El pe-
yote traslada a una experiencia de irrealidad fantástica en la que los derrotados
indios creen encontrar el espíritu de Dios en una íntima, extraña e inconsciente
mezcla de las creencias tradicionales con las captadas de sus vencedores» [Maes-
tre, 1974].

415
LUIS PANCORBO

piaches / piajes. Curanderos, sacerdotes, adivinos, entre los indios guajiros


de Colombia. Adoraban el Sol, la Luna y la Rana, deidad de la lluvia [Reclus,
1958]. Piajes eran para Humboldt [2005] los brujos indios de Punzere que usaban
la resina del curucay y la corteza del canelo. Mataquajes o piajes eran también in-
dios de la Nueva Granada que visitó Reclus en Ríohacha en 1861: «...se rapan cejas
y pestañas y se horadan el tabique de la nariz…».

piedra de alabar / piedra de balancear / pedra da barca. Una


piedra de casi nueve metros de larga que oscila si se empuja en un lado. Se encuentra
en Muxía, en la Costa de la Muerte, y se la atribuyen propiedades fertilizantes para
las mujeres. Si la piedra no se mueve, eso se toma como prueba de infidelidad de la
esposa o novia. La tradición la tiene por la propia barca que trajo a la Virgen cuando
fue a ayudar Santiago, porque en esta leyenda participan tres rocas, llamadas «dos
Cadrís», «do Timón» y «da Vela», siendo esta última la misma barca. Hace unos
años se rompió la piedra de alabar, se recompuso y la magia sigue. Todo eso recuer-
da a un mito de Kiribati (antiguas islas Gilbert) en la Micronesia. Kourabi, héroe
cultural de la isla Tabiteua, iba por el mar sobre una gran losa de coral que todavía
enseñan como si fuera un milagro. Otras piedras, siempre llenas de sortilegio, no fal-
tan en Galicia, ni en los países célticos (> LITOLATRÍA). Chao [2004] recuerda las pie-
dras para enamorar (la de «Dos Namorados» en Muxía), o las camas santas para que
los novios sean fecundos (la «Cama do Santo Guillerme» en Fisterra; o la «Peña San-
ta» de Cabana de Bergantiños). Pero Rodríguez González [2001] profundizó, tam-
bién, en la litolatría gallega con su repertorio de piedras: chantadas de los menhires;
cheirentas o malolientes; cotivinas (> BEZOAR), usadas para curar nefritis...

piedra de los ojos. Piedra y animal a la vez, según la creencia popular en la


zona de Maniquarez (Venezuela). En realidad es una caliza que hay en la arena
«…donde no se mueve; pero si se coge y se coloca sobre una superficie plana, por
ejemplo, un plato de estaño o de loza, se pone en movimiento en cuanto se vierte
sobre ella zumo de limón» [Humboldt, 2005]. Servía para expulsar cuerpos extra-
ños que se metían en los ojos de las gentes.

piel de salmón. Suponía hasta hace un par de generaciones uno de los vesti-
dos habituales de los NIVJOS y de los itelmen de la península siberiana de KAMCHAT-
KA. Eran trajes impermeables y elegantes con sus complementos de bolsas, cinturo-
nes… Por supuesto aprovechaban también las pieles de renos, perros, zorros,
marmotas…, y hacían adornos con plumas de pájaros y patas de oso y de lobo.

piel humana. Se usaba en las máscaras de Nueva Bretaña de Papúa-Nueva


Guinea [Coupin, 1920]. El color de la piel es un carácter hereditario, aunque se
desconozcan todavía los GENES específicos que lo transmiten. Fuente de prejuicios,
y del consiguiente racismo, la piel humana ha servido para ser pintada, tatuada, es-
carificada. En el Museo del Hombre de París enseñan una reproducción de una
cabeza MAORÍ sin espacio para más TATUAJES. Antaño, los museos no tenían tantos
remilgos y ponían pieles humanas, y a veces aún lo hacen bajo el concepto de mo-

416
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

mias. En Patagonia fueron tristemente famosos los estancieros que forraban libros
con piel de indios. Hoy en día la piel es también un signo de estatus social. Las arru-
gas en la piel parecen una nueva maldición bíblica. A mucha gente le gustaría tener
la piel virtual de Shrek: se ponen inyecciones de bótox y se gastan más de 300 millo-
nes de dólares al año en ese producto, que en realidad es una toxina procedente del
programa de armas biológicas en los Estados Unidos [Swerdlow, 2002]. Si no, la piel
perfecta, la que no cuenta el tiempo en un vano remedo del espejo de Dorian Gray,
se labra con dieta, lifting y atracones de salmón, pescado muy rico en ácidos grasos
omega-3, un poderoso antioxidante. Todo eso y más al mismo tiempo. Con los años,
la piel pierde elasticidad, el colágeno se estira, las arrugas salen, pero vienen los an-
tioxidantes, las vitaminas A, C y E… En el próximo futuro llegará incluso el rostro
cubierto por una sutil membrana de microfibras. Esa sutil máscara se obtendrá pul-
verizando una solución de polímero y así se creará un rostro invulnerable, o casi. En
ello trabaja un centro de investigación científica de Natick (Massachussets), pertene-
ciente al Ejército de los Estados Unidos [Newman, 2003]. En el Tercer Mundo, la
piel humana vieja remeda los surcos de la tierra. En el Primero hay que ponerse mo-
renos y, al mismo tiempo, evitar el melanoma: el óxido de cinc es lo más apropiado
para detener los rayos ultravioletas en la playa de Bondi (Sydney), donde los blancos
australianos intentan emular un poco la piel de los blackfellas que tanto desprecian.

piercing. Una exploración de nuevas sensaciones a base de imperdibles en las


cejas, argollas de ombligo, bolas en las partes (> PALANG). Los VEDDAS de la India se
traspasaban el cuerpo cinco mil años antes de Cristo. Los nunivak de Alaska se per-
foraban diversas partes para ser animales, no para imitarlos superficialmente. Como
los matis de la Amazonia peruana y brasileña, que se llenan la nariz de agujeros para
meter ahí púas finísimas: buscan tener los mismos bigotes del JAGUAR. En el pier-
cing destacan numerosas tribus de Papuasia que estiman las perforaciones del cuer-
po humano con propósitos ornamentales. Se pasan colmillos de cerdo por el tabi-
que nasal, o últimamente bolígrafos, y usan latas de caballa como pulseras. Por mor
del CHOQUE cultural, algunos MASAI llevan carretes fotográficos en las orejas y, si les
caben, que a veces es posible de tanto estirar el lóbulo, hasta latas de piña.

pies negros. Tribu india del estado de Montana, en los


Estados Unidos cuyo propio nombre es siksika. Cuenta con
unos 800.000 miembros, la mayoría de los cuales vive en la
región colindante con el parque nacional de Glaciar, donde
aún pueden practicar la caza y la pesca. Al igual que los
APACHES, los pies negros regentan casinos de juego. Antaño
ellos mismos jugaban a adivinar en qué mano estaba un
hueso marcado.

pies pequeños. Una costumbre china hasta Mao era fajar y vendar los pies
de las niñas hasta atrofiarlos. Se rompía el puente del pie y el talón se deformaba
hasta convertirse en una especie de tacón atrofiado, como si fuera una peana sepa-
rada del resto de la extremidad. Se decía que las mujeres de pies pequeños encon-

417
LUIS PANCORBO

trarían pronto los favores del palacio y por eso las sometían a esa operación aboli-
da por la revolución maoísta. La paradoja es que miles de chinos y chinas se some-
ten cada año a cirugía estética. Muchos chinos se operan también para aumentar
su altura, hasta 12 centímetros, para lo que les cortan fémures y unen los trozos
con clavos de metal. En algunos hospitales los instrumentos médicos para alargar
las piernas parecen de tortura, y sin embargo consiguen medio centímetro más por
semana. En el ramo cosmético no hay bálsamos de Fierabrás para el crecimiento, o
para ganar estatura, aunque en el caso de los hombres existen sustitutivos: los za-
patos con alzas o con tacones cubanos. En los otros sexos, femenino y transexual,
se usan al respecto los zapatos de aguja o las plataformas.

Pigafetta. Francesco Antonio Pigafetta (1491-1534) era un vicentino (de Vi-


cenza en el Véneto) inventivo y afortunado. Fue cronista de la expedición de Ma-
gallanes y sobrevivió a la muerte de su capitán portugués. Tras mil calamidades,
pudo contar la primera vuelta en torno al globo, la que remató, con otros 17 mori-
bundos, con la nao Trinidad al mando de Elcano el 6 de septiembre de 1522, o lo
que es lo mismo, después de casi tres años de peripecias. Muchas las contó tal
como eran y otras las abultó. Sobre el adorno facial que se ponían los INDIOS del
Brasil escribió que «casi todos los hombres tienen el labio inferior horadado con
tres agujeros, por los que pasan cilindritos de piedra de cinco centímetros» [Piga-
fetta, 1922]. Fue una de las primeras menciones de indios BOTOCUDOS, y eso mis-
mo fue ratificado por VESPUCIO (en «Lettera al Gonfalon», carta recogida por Ra-
musio en 1536) y por otros observadores, como Cook, que vio esos cilindros en las
caras de los indios californianos; Stedman, que lo atribuyó a los INDÍGENAS de Su-
rinam (en la Guayana holandesa), y Keate en las islas Pelew de Palaos y otras de la
Micronesia. Keate creyó que se trataba de cilindros que «fueron al principio de
maderas aromáticas, y que los pasaban a través del cartílago de la nariz para disfru-
tar continuamente de un olor agradable» [Amoretti, 1922].

pigmeos. Se decía en la antigüedad que los pigmeos (del griego


pugme, «codo») medían un codo de altura, lo que equivaldría a
unos 46 centímetros. Nombre pues mítico, aunque los pigmeos
son los hombres de menor talla del mundo, es decir, entre 1,37 y
1,45 metros. Los bambuti de la selva del Ituri pasan por ser los
más pequeños, con estaturas frecuentes de 1,40 metros para hom-
bres y 1,20 para mujeres. Se estima entre 150.000 y 200.000 el nú-
mero de pigmeos que sobreviven en el África ecuatorial, conser-
vando rasgos distintivos claros respecto a sus vecinos, que son de
etnia y lengua bantú. Esa diferencia de talla de los pigmeos se co-
rresponde con un aislamiento de al menos veinte mil años [Cavalli-
Sforza: 1999]. El consumo de sal fue un parámetro fundamental
para Luca Cavalli-Sforza, científico considerado un likundu, un
«demonio», cuando intentaba obtener muestras de sangre de los
pigmeos del CONGO (al final obtuvo 1.500 muestras en toda Áfri-
ca). En Camerún, los principales grupos pigmeos son baka, kola y

418
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

aka. En la República Democrática del Congo, los mbuti (7.500), twa (14.000), ben-
déllé del norte, los bakola en los márgenes de la región de Odzala y los asua o aka
(unos 5.000). En el Congo Brazzaville, en la región de Ouesso y del río Sanga, vi-
ven grupos de akas seminómadas, con estaturas entre 1,25 y 1,40 metros. Muchos
de los pigmeos que vivían en Ruanda fueron asesinados en la guerra de 1994. En
Uganda hay unos centenares de batwa en el suroeste del país, además de unos
2.000 en la zona de Kigezi y a orillas del lago Bunyonyi. En Guinea Ecuatorial se
registraron pequeños grupos de pigmeos BAYELES. En Asia son ya muy exiguos los
grupos de ONGE en las islas del mar de ANDAMÁN, y cada vez están más mezclados
los NEGRILLOS de Filipinas, Malasia, Indonesia… Tal vez sea una sorpresa para el
alto europeo, pero aquí pudo haber pigmeos paleolíticos y neolíticos a la luz de
restos encontrados en España, Francia y Suiza.

pilar. Columna asociada a la Virgen de Zaragoza. Ramón J. Sender [1967] decía


«…yo no comparto como es natural la SUPERSTICIÓN de muchos aragoneses por la
Virgen del Pilar, pero la respeto más que algunos de ellos como testimonio arqueo-
lógico». Ese pilar es un cipo, o cippi, como el de los escandinavos, o como el pilar
blanco de los sajones. «Los sajones adoraban columnas de piedra dedicadas al dios
Irmin» [Sender, 1967]. Asimismo, Sender veía en la pequeñez de la Virgen negra y
en la magnitud del pilar, «una llave de vida o cruz ansata egipcia… una cruz con
una cabecita», sin descartar semejanzas con una cruz patibularia (sin el extremo
superior) y, desde otro punto de vista, con la diosa TANIT de los cartagineses. Uno
vería más bien en esa pequeña Virgen negra, con su enorme corona, boato de oro y
asociación con hazañas bélicas, la influencia de las deidades hinduistas Kali o Dur-
ga… avatares combativos de Parvati.

pineal / epífisis. En el siglo XVII, la glándula pineal fue considerada la sede


del alma. Para Descartes («pienso, luego existo»), la glándula pineal era algo exis-
tente, el canal de comunicación entre el alma y el cuerpo. Se ubicaría en medio del
cerebro y sería capaz de percibir impulsos nerviosos, placer, dolor… Los orientales
dirían que ese punto no está en una glándula, sino en el cóccix, por ubicar de algu-
na forma el KUNDALINI. El psicólogo alemán Wilhelm Wundt (1832-1920) no bus-
caba el lugar del alma porque era un acérrimo defensor de la teoría de que el hom-
bre no es sino un animal. Denis Diderot bromeó sobre «el alma glandular
cartesiana»; después de todo, Descartes añadía que color, calor y ruidos eran resul-
tados de la subjetividad, no productos exactos de la realidad, dado que los senti-
dos captan la realidad, pero no con su total exactitud. Cosa nada nueva desde Par-
ménides, que creía que nuestros sentidos nos engañan (como en Matrix). Incluso
la amígdala cerebral, una región donde ahora quieren situar las emociones los cien-
tíficos de la Universidad de Nueva York, parece activarse de forma errática: algu-
nas personas sienten miedo ante imágenes de personas de otras razas.

pinolero. Hombre de Nicaragua. Raramente se llama nicaragüense al habitante


de ese país, sino nica, y aun más castizamente, pinolero, por su afición al pinol, ha-
rina de maíz tostado, o al pinolillo, una bebida fresca a base de pinol, cacao y cane-

419
LUIS PANCORBO

la. Los costarricenses son ticos; chapines los de Guatemala; catrachos, los hondu-
reños; guanacos o salvatruchos, los salvadoreños…

pinoy. Voz familiar para designar al filipino. (> TAGALO.)


pintaderas. Sellos de madera que usan los ASHÁNINKA del Perú, y antiguamen-
te muchos pueblos, desde los GUANCHES canarios a tribus mexicanas, para estam-
parse en la cara ciertos dibujos o signos. Pueden ser como LUTO, o para fiestas y
ceremonias religiosas. «Los bretones, en las guerras contra Julio César, también se
teñían de azul con la yerba pastel» [Aranzadi, 1898].

piscina probática. La piscina que había junto al templo de Salomón, en Je-


rusalén, servía para purificar las reses que se iban a sacrificar. Un sarcófago del ce-
menterio del Vaticano muestra un doble bajorrelieve, como si fuera un cómic sa-
grado: dos filas de figuras separadas por una banda ondulada que está por la
piscina probatoria. En la parte inferior se ve a un paralítico postrado con gesto de
dolor (el de quien espera años antes de que alguien le dé una mano para entrar en
la piscina probática). En la parte superior se ve ya curado al paralítico de abajo y a
Jesucristo bendiciéndole junto a un pórtico con tres arcos. Piscinas probáticas son
las que hay frente a muchos templos de la India, por ejemplo en Titupathi, el gran
templo de Visnú del sur de la India: la gente entra con la cabeza rapada al cero a
esa gran piscina de la que dice salir renovada y curada de sus males. No muy dis-
tinto de las piscinas de Lourdes, donde el agua del río Gave hace milagros.

Pitcairn. La isla más alejada del mundo, a 25º 04’ S y 130º 06’ O, casi a medio ca-
mino entre Perú y Nueva Zelanda. Con sus apenas 9,6 kilómetros de circunferencia
—la mayor longitud es de cuatro kilómetros—, Pitcairn pasa por ser la isla más aleja-
da de otras tierras que incluso son islas remotas. Queda a 1.900 kilómetros de isla de
PASCUA y a 2.170 kilómetros de Tahití. Tiene 46 habitantes (censo de 2005). Pero lo
que llama la atención es que en 1789 Pitcairn acabó siendo el refugio de los amotina-
dos de la Bounty. En Francia triunfaba la revolución de las luces cuando, en aquel
rincón del Pacífico, los amotinados quemaron su nave y se despidieron para siempre
de volver a la civilización, aunque instauraron otra que poco a poco ha ido degene-
rando. Los descendientes de Fletcher Christian y demás amotinados, y de las muje-
res tahitianas que llevaron consigo, tuvieron problemas de consanguinidad desde el
principio: ni siquiera respetaron el TABÚ del incesto, violando y abusando de las mu-
jeres. El caso fue denunciado en los tribunales de Nueva Zelanda, de donde depende
esa isla aún sin puerto ni aeropuerto, y en octubre de 2004 cuatro pitcairneses fueron
condenados por múltiples delitos de violación y abusos de mujeres y menores, ocu-
rridos hace cuarenta años. Entre los cuatro condenados figura el alcalde de la isla,
Steve Christian, y un hijo suyo, ambos descendientes del famoso Fletcher Christian
que plantó cara al capitán Bligh y escogió la utopía de los mares del sur.

pitris. En sánscrito, espíritus, manes de los antepasados. «Las almas de los


muertos virtuosos» [Müller, 1988]. Razas divinas, Maruts, Ribhus, Bhrigus y Angi-

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ras [Kelly, 1863]. Secta de espiritistas de la India que creen en los espíritus media-
dores e inspiradores. «Los espíritus de los antepasados, en el estado invisible,
acompañan a los BRAHMANES… les siguen y se sientan a su lado…» [Ley de MANÚ
citada por Jacolliot, 1875]. Según Sri Swami Sivananda, es esencial aplacar a los pi-
tris mediante una ceremonia de sraaddha. Asimismo se necesita que sus familiares
reciten los mantras antes de una posible REENCARNACIÓN de los pitris, así éstos oi-
rán los sonidos con su poder de clariaudiencia y les gustará. Los pitris tienen dón-
de reposar, en Pitri Loka, también llamado Chandraloka, un lugar gobernado por
el dios YAMA, hijo de Surya (el Sol).

pixies. Duendes de Cornualles (Cornwall), tierra que abunda en gigantes, ELFOS


y sirenas, como la de Zennor. Según las leyendas, los pixies cazan niños cerca de
Dartmoor y se disuelven con las primeras luces del día.

pleroma. Columna vertebral de la gnosis, «el conocimiento». Es en cierto


modo como el NIRVANA de los budistas; el asunto es identificarlo, sea con la cabeza
o con el corazón. «Nosotros llamamos a la Nada, o plenitud, el Pleroma», es frase
que se atribuye a Basilides, seudónimo de C. G. JUNG, en Septem Sermones ad
Mortuos («Siete discursos a los muertos»). En vez de ser publicada para el gran
público, Jung hacía copias de esta inusual obra corta para regalar a sus amigos:
«La nada es lo mismo que la plenitud. En el eterno estado, la plenitud es lo mismo
que la vacuidad». Parece BUDA el que habla además de Jung. Ha habido gnósticos
en el siglo XX que, apoyándose incluso en Jung, han pretendido conciliar lo incon-
ciliable con el pleroma: «…en él cesan el pensamiento y el ser, pues lo eterno no
tiene cualidades. En él no hay nadie, pues si lo hubiere, estaría diferenciado del
pleroma y poseería cualidades que lo distinguirían del pleroma». ¿Cualidades del
pleroma? Todas y sus contrarias: es lo efectivo y lo no efectivo, la plenitud y la va-
cuidad, lo vivo y lo muerto, al menos para la Federación Gnóstica Abraxas (FGA).

poliandria. Una mujer se casa con varios hombres, y éstos pueden ser herma-
nos, como sucede entre los sherpa del Himalaya. En el Amazonas, los guerreros de
la tribu de los YANOMAMIS raptan mujeres para paliar el déficit crónico de hembras
(ocho mujeres por cada 10 hombres). Eso ha originado una especie de venganza
cíclica, para resarcir la afrenta del rapto, de unos poblados contra otros, aunque
no consta que allí los hombres compartan las mujeres.

polidactilia. Tener de cuatro a siete dedos en las extremidades [Topinard,


1891]. Es frecuente entre los INDÍGENAS huaorani (a veces tienen 24 dedos, seis en
cada extremidad).

poliginia. Matrimonio con varias mujeres. La Hacienda británica, no sin causar


estupor, estudia reconocer fiscalmente la poligamia. La poligamia como desgrava-
ción o evitación no va dar buenos frutos dado que sólo exime del pago de impues-
tos a la esposa legal cuando hereda el patrimonio del marido. El resto de las espo-
sas tienen que tributar, algo que los musulmanes consideran injusto: el PARENTESCO

421
LUIS PANCORBO

de las otras es tan estricto como el de la primera mu-


jer (el Corán admite hasta cuatro mujeres). La poligi-
nia es frecuente también entre los NDEBELE de Sudá-
frica y los MASAI de África oriental. A las chicas masai
las bendicen con leche de vaca, y al mismo tiempo las
insultan, cuando salen de la cabaña paterna para
unirse en matrimonio. Van a hacer un viaje corto
pero el más peligroso de sus vidas; necesitan toda la
protección en ese PASAJE. Siempre llamó la atención
la poliginia de los mormones de Salt Lake City, en
Utah (Estados Unidos), aceptada por su Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Casarse con varias mujeres fue habi-
tual hasta principios del siglo XX entre aquellos mormones seguidores de su profe-
ta Joseph Smith, quien recibió la revelación de los misterios por parte del ángel
MORONI. Brigham Young, el segundo presidente mormón, tenía 20 esposas. Aún
se especula sobre si algún mormón sigue bajo cuerda el ejemplo de Young. Los
AMISH siguen defendiendo abiertamente la poligamia. Con lo que ese uso no tiene
nada que ver con la geografía. Un polígamo muy aceptado socialmente, según Des-
mond Morris, es el cantante camerunés Mongo Faya: a los cuarenta y tres años te-
nía 58 esposas y más de 40 hijos. Aunque al actual sultán de Foumban, siempre en
Camerún, se le atribuye no menos de un centenar de vástagos.

pombé / pombe. En África oriental, cerveza de banana. Era la bebida con la que
se agasajaba a los huéspedes ilustres: Baker, Burton, Speke… En África occidental se
conoce como pito, dolo, shokulu… Además de la cerveza de plátano, se hace de maíz,
sorgo y mijo, y no hay que confundirla con el vino recabado de una palmera.

Port Breton / Port Praslin. Capital de la Nouvelle France, una singular colo-
nia libre en Oceanía creada por Charles du Breuil, marqués de Rays, con propósitos
no tanto utópicos como dinerarios. En 1880, Rays logró enviar dos naves a la lejana
isla de Nueva Irlanda (Papuasia) con unos 800 colonos. Una de las naves, la Chander-
nagor, zarpó de Barcelona. El casi millar de colonos había sufragado cuantiosos gastos
con tal de fundar una colonia libre en las antípodas. Resultó un fiasco: no había allí
modo de vida, ni salud, y la colonia fue abandonada en 1882. Los ilusos colonos fue-
ron repratriados a Sidney (Australia), mientras el marqués de Rays huía a Madrid con
los fondos de la empresa y sólo en 1883 la justicia francesa se hacía cargo de él.

postrimerías. Los Novísimos: Muerte, Juicio, INFIERNO y Gloria [Astete,


1997]. Para Swedenborg [1991] era crucial la sima de la que hablaba Abraham y
que separaba CIELO e INFIERNO, o «nosotros y vosotros»: «...que los que quisieren
pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá» (Lucas 16,26). YAMA,
dios o rey de la Muerte, controla las postrimerías en las culturas hinduista y tibeta-
na. La ciudad de Yama tiene cuatro puertas y por tres de ellas entran los que han
sido compasivos, sabios y valientes, mientras que los pecadores lo hacen por la
puerta sur. «Todo es Verdad y Justicia en torno a él» [David-Néel, 2000]. Yama,

422
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

sentado en un trono, juzga el alma, JIVA, «que vuelve a encontrarse en una matriz
humana, se acuerda de las circunstancias de sus vidas precedentes, de sus malas
acciones…». Los justos dejan la corte de Yama en carrozas suntuosas y van a las
moradas celestiales a través de parajes de ensueño, jardines donde no existe la sed,
el hambre, la fatiga… Pero las jivas no permanecen eternamente en ese paraíso de
los sentidos, no alcanzan ahí la inmortalidad, como si el bono de sus buenas accio-
nes caducara en la última REENCARNACIÓN. Los YANOMAMIS del Orinoco tienen
una postrimería llamada «Casa de Yaru» (el trueno), donde lo único cierto es que
no pueden entrar quienes fueron avaros en vida.

Potala. Fortaleza-palacio de Lhasa, la capital tibetana, sede de invierno tradicio-


nal del DALAI LAMA y su gobierno y de numerosos lamasterios, hoy convertido por
los chinos en un museo hueco, muy lejos de la vitalidad que tenía antes de la inva-
sión de las tropas de Beijing. Esotéricos como Lobsang Rampa [1958] describie-
ron estancias secretas del Potala donde se veían imágenes «a lo vivo» de cópulas, y
túneles subterráneos que daban a un lago alimentado por el río Tsang-po. Aunque
la mayor fantasía de Rampa es cuando cuenta cómo le abren físicamente el TERCER
OJO haciéndole un agujero en la frente con un punzón: «De pronto se oyó un chas-
quido y el instrumento penetró en el hueso…». En el agujero le colocaron una asti-
lla «…de pronto sentí picazón en el puente de la nariz. Desapareció y alcancé a
sentir una cantidad de aromas muy suaves que no pude identificar… El lama
Mingyar Dondup se volvió hacia mí y me dijo: “Ahora eres uno de los nuestros,
Lobsang. Por el resto de tu vida verás a la gente tal cual es y no como pretende
ser» [Rampa, 1958]. Nada mal si Rampa era en realidad un fontanero irlandés lla-
mado Cyril Henry Hoskins. Otros vieron Potala en toda su realidad y durante las
celebraciones del Año Nuevo, en las que pululan hasta 20.000 monjes tibetanos, y
que «..alcanzan su cénit al décimo quinto día, con la Fiesta de la Mantequilla».
Mantequilla de yak con la que se hacían grandes figuras y que servía para encender
innumerables lámparas. «Por primera vez veo al dios-rey, la décimo cuarta encar-
nación de Chenrezi, el espíritu tutelar del Tíbet». Ese dios viviente en el Tíbet de
1946 era el actual Dalai Lama [Harrer, 2005].

potlatch. Fiesta de los INDÍGENAS de la costa noroccidental de Canadá, cuyo


motivo principal consistía en una gran exhibición de riqueza y su posterior distri-
bución y consumo. Uno de los lugares de celebración era Victoria, capital de la isla
Vancouver. El potlatch (vocablo del chino-
ok, lengua franca de parte del noroeste
americano) marcaba el momento culmi-
nante de la vida de un individuo, de una
familia o de un grupo, y había un antes y
un después de hacer un potlatch, como si
fuese un título de prestigio más que un in-
tercambio. Los tlingit, de la costa de Alas-
ka suroccidental, organizaban fabulosos
potlatchs de comida, bebida, baile y can-

423
LUIS PANCORBO

ciones con motivo de los funerales de los jefes, para festejar a quien iba a tomar el
relevo en el poder. Otras veces llegó a haber potlatchs en los que, tras exhibir los
bienes, se destruían, se quemaban, en una especie de homenaje al organizador de
la fiesta y de humillación a los demás. La destrucción de bienes llegó a ser tan
cuantiosa que el potlatch fue declarado ilegal en 1880. Malinowski estudió una
costumbre concomitante, el KULA, o circuito ceremonial de intercambio de dones
en las islas TROBRIAND (Papúa-Nueva Guinea), y también analizó las implicaciones
del «regalo puro», la dádiva. Después, Marshall Shalins [1966] clasificó las tres
clases de reciprocidad: generalizada, equilibrada y negativa. En las tierras altas de
Papúa, las moka, fiestas rituales de varios grupos étnicos, implican una matanza de
cerdos, lo que suele llevar aparejado conseguir títulos de prestigio, ser un BIG MAN.
Lo mismo sucede en Vanuatu con los sistemas de toma de grados. Por ejemplo, el
nimangi de la isla Malekula es tan laborioso y sofisticado que los grados pueden
tomarse de otro big man, que consiente el uso decorativo de una vejiga de cerdo,
pintada de violeta, para poner en el cinturón, si se le paga un cerdo vivo por ese
derecho consuetudinario del cual es el único dueño. En las islas Comores, del océ-
ano Índico, el llamado grand mariage, aparte del asunto contractual del MATRIMO-
NIO, entraña una celebración tan grandiosa y un endeudamiento tal de las familias
de los contrayentes, que recuerda el potlatch de la isla Vancouver.

Potosí. Del vocablo quechua potocchi o potojsi que significa «estruendo», «es-
tallido». Eso es lo que habría pronunciado el INCA Huayna Capaz tras oír la voz de
un genio de la montaña que tronaba: «Esto no es para nosotros, Dios guarda estas
riquezas para aquellos que vendrán desde muy lejos» [Galeano, 1987]. Potosí fue
la joya de la Corona española. Sita en los Andes orientales de Bolivia, Potosí sigue
siendo una de las ciudades más altas del mundo con sus 4.040 metros de altitud.
Sobre la ciudad se alza el Cerro Rico o Sumaj Orco, que en quechua significa «Ce-
rro Hermoso». Llega a 4.739 metros y constituyó, siendo un monte, la mayor mina
de plata del entero Imperio español. Potosí mantuvo mucho tiempo el récord de
ser la metrópoli americana de más población (160.000 habitantes). La plata atraía a
la gente desde que el indio Diego Huallpa hizo un fuego y observó que el metal del
suelo se había fundido. Se lo comunicó al español Diego de Villarroel quien empe-
zó a explotar el Cerro Rico en 1545. En pocos años Potosí llegó a tener más de 30
iglesias, palacios, teatros y un gran despliegue de riqueza. Los arreos de los caba-
llos eran de plata. Por eso se acuñó allí la frase «vale un Potosí» (parecido a «vale
un Perú»), que Don Quijote dice a Sancho Panza.

pow-wow. Término de los indios algonquinos


para «ceremonia». Por extensión, los pow-wows se
refieren a ritos y fiestas de varias tribus con sus co-
rrespondientes danzas y cánticos. Hay calendarios
precisos para ubicar estas reuniones que se han
puesto de moda en los Estados Unidos. «Del pow-
wow extraemos fuerza como gente india, indivi-
dual y colectivamente», dice el indio taos Linday

424
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Yardley. El Denver Pow-wow atrae cada mes de marzo a unas 30.000 personas de
todos los Estados Unidos, deseosas de admirar toda la parafernalia indígena: plu-
mas y adornos, mocasines y tambores.

poya. Bola de tierra comestible usada por los indios otomacos, guamos y otros
de Venezuela. «La tierra que comen los otomacos es un barro arcilloso muy fino y
graso, de color gris amarillento; y como lo cuecen un poco al fuego, la dura costra
tira un poco al rojo, lo cual debe atribuirse al óxido de hierro que contiene»
[Humboldt, 2005].

prepucio. Pieza corporal de la que se prescinde tras el corte propinado en la


CIRCUNCISIÓN. No sólo lo pierden judíos y musulmanes. Tuvo importancia mágico-
religiosa [Durkheim, 1993], por ejemplo entre los ABORÍGENES de Australia cen-
tral: lo enterraban, como la propia sangre, para asegurar fecundidad de vegetales y
animales. Entre los warramunga se acostumbraba a que la madre bebiera la sangre
perdida en la CIRCUNCISIÓN. Los bibinga chupaban la sangre del cuchillo emplea-
do para la subincisión genital. Voltaire criticó a Herodoto por dejarse engañar por
las fábulas de los bárbaros, como la de Arion llevado por un delfín, pero le recono-
ció finura en su libro Euterpe, donde aseguraba que los pueblos de la Cólquida,
Egipto y Etiopía, «son los únicos de la Tierra que se han hecho circuncidar en
todo tiempo: pues los fenicios y los de la Palestina confiesan que han tomado la
circuncisión de los egipcios» [Voltaire, 1964]. Ahí volvió con fuerza el tema del
prepucio para caracterizar culturas. En el libro de Josué se dice que los judíos fue-
ron circuncidados en el desierto: «Os he liberado de lo que era vuestro oprobio
entre los egipcios». Y Voltaire se pregunta: «¿Cómo se quita ese oprobio? Quitan-
do un poco de prepucio. ¿No es el sentido natural de ese pasaje?».

Preste Juan / Preste Joäo. Encarnó uno de los mayores mitos viajeros de
la Edad Media. Ya en el siglo XII, el obispo alemán Freising habló de un supuesto
descendiente de los REYES MAGOS que gobernaba en el opulento reino de las
«Tres Indias», extendido desde la «Torre de BABEL» hasta el «País del Sol Na-
ciente». Eso se precisaba en una carta que llegó en 1165 al emperador Manuel I
Comneno de Bizancio, el gran aliado de los pisanos y genoveses contra los vene-
cianos. Durante el reinado de Juan II de Portugal (siglo XV) hubo intentos de bus-
ca del Preste Juan. Aún en el siglo XVI, ciertas crónicas portuguesas se hacían eco
de la personalidad de aquel fabuloso sacerdote que intro-
dujo el CRISTIANISMO en lugares remotos del planeta. El
padre Alvares (Verdadeira Informaç ao das terras do
Preste Joäo, Lisboa, 1540) situó al Preste Juan en la vieja
ciudad etíope de Axum donde, según los ortodoxos de
ese país, se encuentra el ARCA de la Alianza. El jesuita
PÁEZ, autor de Historia da Etiopia, se topó con el mito en
ese país africano donde murió en 1622. Sin embargo, donde
más arraigó la leyenda del Preste Juan fue en el continente
asiático. A partir de Marco Polo, los primitivos viajeros euro-

425
LUIS PANCORBO

peos anotaron rastros del paso cristianizante del Preste Juan por muchos países
asiáticos. Entonces no debió tratarse tanto de un Juan sino de un jan o KHAN, un
rey de Asia Central. Los NESTORIANOS también contribuyeron a alimentar la espe-
culación sobre un rey cristiano en medio de Asia, y así la bola del Preste Juan si-
guió rodando. Incluso al revés, pues hay quienes lo situaron en la India, país des-
de donde habría pasado el tema a Etiopía, no en vano fue llamada India inferior
[Cardini, 2001].

priapismo. El priapismo, como simbolismo del gran falo, es común en muchas


culturas. En Japón celebran festivales donde procesionan grandes falos de madera;
el mayor es Houven Matsuri, cerca de Nagoya, una exaltación, por supuesto, de la
fertilidad. Y en la India no es parca la eclosión de LINGAM en templos y festividades.

primitivo. Uno de los conceptos más vidriosos en la ANTROPOLOGÍA. Se es pri-


mitivo en función de comparado con qué. Uno de los autores más lúcidos en la
crítica del primitivismo a ultranza, y sus falsificaciones, fue sir Edward Evans-Prit-
chard con su libro Theories of Primitive Religion (1965). También derrochó corro-
sión en su crítica tanto a La rama de oro de FRAZER como a La rosa mística de A.
E. Crawley, por cuanto había en ellas de «imagen fabricada o, más bien, de carica-
tura de la mentalidad primitiva: pueril, supersticiosa, incapaz de continuar con las
ideas o ejercer un juicio crítico». Una falta de discernimiento que ha adobado mu-
chos relatos seudoantropológicos. «Los amaxosas beben la bilis de los bueyes para
ser violentos… Los YORUBAS creen que la sangre es la vida… Las gentes de Halma-
hera (Indonesia) beben la sangre de sus enemigos muertos para ser valientes…»
[Crawley, 1927]. Exotismo y poco más. El primitivismo en relación con la conduc-
ta sexual causa también muchos desencuentros, y no sólo entre antropólogos, sino
entre los propios INDÍGENAS. Los etoro de Papúa-Nueva Guinea «prefieren el sexo
oral entre hombres, mientras que sus vecinos, los marind-anim, fomentan el que
los hombres practiquen el sexo anal…» [Cuttak, 2003]. En ambos casos, esos pue-
blos parecen estigmatizar la heterosexualidad.

priscilianismo. Habría que darse con la cabeza contra un santo de piedra, o


piedra santa, que eso es el «Santo dos Croques», para que se cumpla el deseo de
que Santiago sea real. Es real para la imaginación vívida de millones de peregrinos,
del mismo modo que es real para los hindúes que el LINGAM de hielo de Amarnath
pertenezca al dios Siva. Sin embargo, los restos dentro de la urna de plata, en la
trasera del altar mayor de Santiago de Compostela, quién sabe si son los del patro-
no de España. Merecerían un estudio de ADN, como el que ha promovido con los
huesos de Colón y de sus hijos el profesor J. A. Lorente de la Universidad de Gra-
nada. En el caso gallego, el primer problema sería encontrar material genético de
los hijos del pescador Zebedeo (y de María Salomón, prima de la Virgen María), o
sea, de Santiago el Mayor y de su hermano San Juan Evangelista… Porque hubo
un Santiago el Menor, el hijo de Alfeo, también apóstol, y muy parecido físicamen-
te a Jesús de Nazaret. Un poco de ADN de estos personajes y saldría a lo mejor
que… dentro de la urna compostelana está Prisciliano. Un atractivo más de JA-

426
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

COBSLAND. Los muy canónicos galaicos empezaron a decir que los huesos que via-
jaron a Iria Flavia son del siglo I y de Santiago el Mayor (si acaso conceden que
también hay unos cuantos huesos de sus discípulos Teodoro y Atanasio). Los lute-
ranos, como el propio Lutero, dijeron que eran huesos de perro o de caballo. Mar-
celino Menéndez Pelayo no se pronunció, aunque fue autoridad sobre agapetas y
priscilianistas, «últimos anillos de la gran serpiente gnóstica». Ya se sabe que los
gnósticos lo son, según san Juan Crisóstomo, «porque pretenden saber más que los
otros». Así, la estrella señaló el campo mágico, o Compostela, sin parpadear. No
menos cierto es que, antes de que se extendiera con fuerza el culto jacobeo en el si-
glo IX, hubo tiempo sobrado para que llegase a Compostela el cuerpo de Priscilia-
no, el obispo que había sufrido en el año 385 una ejecución sumaria en Tréveris
(Alemania). El paralelismo es que el Matamoros fue martirizado y decapitado por
Herodes Agripa hacia el año 42, pero eso ocurrió en Jerusalén. En cambio, Tréve-
ris, la buena ciudad del vino de Mosela, quedaba más cerca de España. Impecable
fue la lógica de la distancia. ¿Por qué no Prisciliano? Un hombre erudito y muje-
riego, aparte de hereje, no podía ser tan malo. Pocos como él merecen el botafu-
meiro habiendo sido en vida un tipo benévolo, gnóstico, maniqueo y dubitativo en
todo, aunque no hasta el punto de negar la bondad de las almeixas a la marineira,
de los albariños de la época o de la tarta de Santiago de entonces.

profecías. Siempre hubo ORÁCULOS, pitonisas, arcanos… y no sólo en la anti-


güedad grecorromana. Adivinar el porvenir, tratar de hacerlo al menos, tampoco
fue un don privativo de Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, los cuatro profetas ma-
yores del Antiguo Testamento, ni de los 12 profetas menores, nombre equívoco
para gentes de la talla previsora de Jonás o de la calidad visionaria de HABAKUK, de
Oseas… Eso dijeron en muchas culturas de su plétora de augures, que sus adivina-
ciones sobre el futuro eran muy buenas, aunque luego no se comprobaban sus afir-
maciones. San Isidoro profetizó algo extraño: «Será español el que reinará en la
casa de Agar, conquistará a Jerusalén, fijará la imagen del Crucificado sobre el San-
to Sepulcro y será el mayor de todos los Monarcas» [Lascoé, 1869]. Todo eso con-
curría en la persona de don Carlos de Borbón y de Este. Y pasó por la historia con
pena y sin gloria. Según san Malaquías, el último Papa del mundo, el que «padece-
rá muchas tribulaciones», será Pedro Romano (ni el polaco ni el alemán). Siempre
fallan algunos cálculos proféticos. En 1890 fue muy sonada la profecía del «Rey
del Mundo» o «Rey del Agarthi», que preveía que en cincuenta años, o sea, en
1940, «la Media Luna se apagará y sus seguidores caerán en la miseria y la guerra»
[Ossendovski, 1998]. Otra profecía muy popular vaticinó que el «imperio del
Gran Monarca» acabaría en 1913, pero no llegó entonces el ANTICRISTO, ni sus
cuarenta y cinco años de mando, para concluir el mundo. Hemos sobrevivido a
dos guerras mundiales y a un cajón de extravagancias proféticas. París tenía que
estar destruida desde finales del siglo XIX de haber sido cierta la profecía de Orval.
Según profecías MAYAS, el fin del «Quinto Mundo», o «Quinto Sol», tiene fecha de
caducidad, aunque varía ésta según la interpretación que se dé a los calendarios.
Según el arqueólogo Thompson, el «Gran Ciclo de la Cuenta Larga» expira el 11
de enero del año 2013 y, según Herbert Joseph Spinden, el 24 de diciembre del

427
LUIS PANCORBO

año 2011. Hay un pequeño margen para dar una bocanada. Algunas predicciones
de libros mayas (Chilam-Balam de Chumayel, Tizimñin y Maní) tuvieron su enjun-
dia, como la de que el 11 de Ahau Katún llegarían «los hijos del Sol», hombres de
color claro, y ocurrió más o menos y, casi en paralelo, con la verificación del mito
incaico de VIRACOCHA.

Promisión, Tierra de. Es la «Tierra Prometida» por Dios (YAHVÉ o Jeho-


vá) a Abraham, el profeta del monoteísmo. Una de sus ubicaciones pudo ser CA-
NAÁN, «una tierra que mana leche y miel», con una extensión mítica y variable en-
tre Siria a Egipto. Los cananeos, según alusiones en el Levítico y el Deuteronomio,
eran un pueblo idólatra que practicaba sacrificios humanos. «Y Jehová dijo a
Abraham, después que Lot se apartó de él: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el
lugar donde estás hacia el Aquilón, y al Mediodía, y al Oriente y al Occidente; por-
que toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu simiente para siempre”» (Génesis
13,14-15). Eso pudo equivaler a una tierra de promisión entre el «Río de Egipto»,
o Nilo, y el «Río Grande», o Éufrates. Demasiado terreno para que las actuales na-
ciones de la zona estén de acuerdo con esa promisión.

psicopompa. Conducción de las almas al lugar de los muertos. En el mito


griego, Orfeo era el encargado de ese trabajo. La Esfinge, león o leona alada, des-
empeñaba ese papel simbólico en el Antiguo Egipto, aparte del poder traslaticio
de almas que tenía el dios Horus. Entre los amerindios (indios ZUÑI y otros), un
águila es la que manda en ese tránsito.

psicostasia. En el Antiguo Egipto, la psicostasia («pesado de las almas», «jui-


cio de las almas» o «juicio de Osiris») desempeñó un papel muy destacado en las
creencias del ultramundo. Hay pinturas que muestran a Maat, hija de Ra, y diosa de
la justicia, en la «Sala de las Dos Verdades», ante una balanza con dos platillos. En
uno de ellos se coloca la pluma de avestruz, símbolo de su poder. En el otro está el
corazón de un muerto dentro de un vaso. Si el peso del corazón no supera al de la
pluma, o lo iguala, el alma se salvará. Si
pesa más que la pluma, se condenará, y así
lo rubricarán los dioses que asisten al ri-
tual, Anubis, cabeza de chacal, Horus que
conduce el alma en presencia de Osiris, y
Thot, que levanta acta en calidad de escri-
ba o notario divino.

pubertad. Un momento de PASAJE señalado en todas las culturas con alguna


clase de rito o ceremonia. En la ceja de selva peruana, la joven machiguenga, al
llegarle su periodo, es enclaustrada en una pisha, una especie de jaula de mimbres
y esteras, donde recibe el alimento y el adiestramiento propios de su cultura. Al
salir, se baña en cueros a la luz del plenilunio y tendrá fuertes las caderas para
procrear. Las NDEBELE también se encierran en casa mientras sus abuelas les ense-
ñan las costumbres de su tribu. APACHES, NAJAVOS y chiricahuas compartieron la

428
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

idea de una «Mujer Cambiante», deidad que regula el flujo del tiempo, las cuatro
estaciones, las cosechas. Las chicas apaches se sometían a un ritual na ih, al co-
mienzo de la menstruación, cuando los CHAMANES cantaban y apelaban a la Mujer
Cambiante y se evocaba el encuentro sexual con su marido, el Sol [Husain, 2001].
En Occidente, el final de la pubertad suele coincidir con poder sacarse el carné
de conducir.

pudor. En 1762, el científico alemán Carsten Niebhur, al servicio de la Corona


danesa, fue el primer viajero occidental por buena parte del Yemen, aunque los
pioneros en absoluto habrían sido, aunque cautivos, los jesuitas españoles Montse-
rrat y PAÉZ en 1589. En todo caso, Niebhur se fijaba en las mujeres y fue quien
aseguró que una mujer yemení preferiría que se le cayera el vestido a quedarse sin
VELO. Muchas culturas han coincidido en situar la quiebra del pudor en la ruptura
del himen. La pérdida de la virginidad, el claustro virginal de los moralistas, pro-
ducía la liviandad posterior, o el descoque, según Enrique Casas Gaspar [1930],
que hizo un gran trabajo para asentar la tesis de que el pudor no se debe a la pér-
dida de la pelambre del hombre PRIMITIVO, sino a los complejos que originó desde
siempre la sexualidad. El sexo es la parte del hombre (y de la mujer) que se ha se-
ñalado con más énfasis, muy por encima de otros órganos y actividades como la
comida y la bebida. Incluso para negar el sexo, ocultarlo, desviarlo, denigrarlo o
manipularlo. Aun más al principio de la historia encontraríamos una causa mágica
del pudor, el deseo de ocultar las propias aberturas a fuerzas malignas. Y otra gran
coincidencia en todos los tiempos ha sido que la erección causa más pudor que el
miembro no erecto. El remedio fue cubrirlo. Hay un vestido anterior al vegetal
que es el TATUAJE, «la marca del dios sobre la piel del nativo [Casas, 1930]. Al ta-
tuado le gusta exhibir su piel, una especie de librea divina, y a veces lo hace sin
ningún pudor. Algunos huaorani que pude ver en la Amazonia ecuatoriana tenían
un sentido del pudor ciertamente peculiar. Hombres y mujeres desnudos llevaban
un delgado cordón vegetal en la cintura. En el caso de las mujeres no podía tratar-
se de un cíngulo prepucial, pero reforzaba su sentido del pudor. Además, al sen-
tarse cruzaban las piernas, o apretaban los muslos no permitiendo que se les viera
el pubis. Según el antropólogo Jacques Lizot [1978], el pudor masculino entre los
YANOMAMIS de la Orinoquia venezolana residiría en el descapullamiento: a veces
los chicos se persiguen con ese efecto y la víctima siente vergüenza aunque se trate
de una broma o un juego. (> PÁMPANO, TAPARRABOS.)

pueblo. Indios del suroeste de los Estados Unidos (Nuevo México y Arizona)
que recibieron ese nombre de los españoles,
pioneros en esa zona semidesértica del suro-
este de los Estados Unidos. Los indios tenían
a veces pueblos colectivos de adobe, como si
fueran alcazabas bereberes. En 1536, los su-
pervivientes de la expedición pionera de Pán-
filo de Narváez, oyeron el cuento de las Siete
Ciudades (> CÍBOLA). Los indios pueblo son

429
LUIS PANCORBO

hoy en torno a 75.000 individuos repartidos en 17 grupos: taos, acoma, pojoaque,


picuri, nambé, ZUÑI… Descienden de los anasazi, «los antiguos», una cultura que,
al igual que la contigua cultura de Mogollón, cultivaba maíz hace siete mil años, y
de la que se han encontrado numerosos restos arqueológicos en Nuevo México.
Algunos indios pueblo siguen manteniendo una clasificación en dos mitades ances-
trales (> MOIETIES): el «pueblo de la calabaza» o «pueblo de verano», y el «pueblo
de la turquesa» o «pueblo del invierno».

pueblos primeros . Ante la ambigüedad de términos tales como «IN-


DÍGENAS», «nativos», «autóctonos», por no hablar de «salvajes» o de «bárbaros»,
la propuesta de Jerôme Bimbenet [2005] es «pueblos primeros»: «Son pueblos au-
tóctonos cuya cultura y arte de vivir no han sido embestidos por la civilización mo-
derna, o que intentan, en caso contrario, volver a encontrar sus raíces y tradicio-
nes, sin rechazar por fuerza los logros positivos de la modernidad».

puja. En la religión hinduista, oración, sacrificio. La puja (pronunciado «puya»)


puede ser realizada individualmente por los fieles o a través de un sacerdote BRAH-
MÁN llamado popularmente pundit o pandit.

pula. En sesotho (idioma hablado en Lesotho), «lluvia». El saludo nacional de


ese país enclavado dentro de Sudáfrica es: «Khotso, pula, nela» («paz, lluvia y
prosperidad»). Pula es también «lluvia» para los bechuanas y el nombre que recibe
la moneda de Botsuana. La pula se divide en cien thebe, «gotas» o céntimos.

Punt. Tierra fabulosa de la antigüedad a veces tenida como «Tierra de las Som-
bras». Se ubicaría en el Nilo Blanco, cerca de Somalilandia. De Punt era de dónde
los faraones egipciones solicitaban NEGRILLOS, o PIGMEOS, hace cuatro o cinco mil
años. Eso indica que los pigmeos vivían mucho más al norte de su actual ubicación
en la región ecuatorial de África. Antes se decía puntis a los somalíes.

punxsutawney. Pueblo de Pensilvania donde Phil, la MARMOTA, predice en


el Día de la CANDELARIA lo que queda de invierno: si el animal ve su sombra, o
hace sol en esa fecha de febrero, habrá seis semanas más de frío y nieves.

Purchas. Nombre de una notable colección de libros de viajes en lengua inglesa.


Se debe a Samuel Purchas (1577?-1629), un clérigo inglés que compiló todo lo que
había hasta la fecha en materia viajera en su libro Purchas his Pilgrimage or Relations
of the world and the religions observed in all ages and places discovered from te Cre-
ation into this present (William Stansby para Henrie Fetherstal. Londres, segunda
edición, 1614). El éxito le impulsó a escribir una segunda parte, en la que pudo aco-
piar los papeles de Richard HAKLUYT, informes de la Compañía de las Indias Orienta-
les y otros documentos. Esa segunda parte lleva el título de Hakluytus Posthumus.
Purchas His Pilgrims y es ciertamente monumental. Coleridge confesó que, al leer ese
libro de Purchas, y en concreto el párrafo dedicado a la ciudad de los khanes, se que-
dó entre arrobado e iluminado: ahí estuvo la génesis de su poema XANADÚ.

430
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

purdah / purda. Palabra de origen urdu, originaria tal vez del persa, y aun
antes del idioma babilonio. Se usa generalmente en la India, tanto en la musulma-
na como a veces en la hinduista, para referirse a la necesidad de que las mujeres
oculten su piel y sus formas, o lo que es lo mismo, que guarden recato en el vestir y
actuar. En la práctica supone la segregación social de las mujeres. Por eso purdah
puede comprender un amplio abanico, desde VELO a pantalla, celosía y cualquier
gineceo… También por eso, la cuestión del purdah es muy debatida entre los par-
tidarios de apartar a las mujeres y los que favorecen las tesis de igualdad entre se-
xos. Fuera de la India, ciertos fundamentalismos islámicos, como el de los TALIBA-
NES con la imposición de la BURKA y el de los iraníes con la obligación del CHADOR,
han relanzado la purdah.

purépechas > TARASCOS


Purgatorio. La más ambigua de las POSTRIMERÍAS ha cesado de estar de moda
ahora que se cuestiona hasta el INFIERNO (no tanto el CIELO). El antiguo catecismo
describe el Purgatorio de forma solemne y un punto cruel:
«…el lugar adonde van las almas de los que mueren en gracia,
sin haber enteramente satisfecho por sus pecados para ser allí
purificadas con terribles tormentos» [Astete, 1997]. Los bu-
distas tibetanos inventaron el BARDO, un lugar intermedio en-
tre la muerte y la REENCARNACIÓN. En el condado irlandés de
Dongall siempre se habló de Ellanu Frudagory, «isla del Pur-
gatorio», donde se ubica la «cueva de San Patricio»: el que
allí entraba arrepentido de sus pecados, y se quedaba en su
interior por un día y una noche, «salía purgado» [Feijóo,
1773]. Antes había más turismo en esa cueva.

puritanismo. Lejos de ser un movimiento de orates, que prohibirían a las mu-


jeres hasta tener pecho, el puritanismo nacido en Inglaterra en el siglo XVI se carac-
terizó desde el principio por un entramado de complejas motivaciones. Nació para
purificar a la Iglesia de Inglaterra de las prácticas católico-romanas, aceptando por
tanto como autoridad suprema y única a Dios, nada de papismos redundantes. Pero
el individuo no iba a ser mero comparsa en la carrera de la salvación: podía prota-
gonizar su fe, dado que se afirmaba que la conducta individual reflejaba un pacto
especial con Dios. El puritanismo llegó incluso al gobierno de un país importante
como Inglaterra en tiempos de Oliver Cromwell. La Commonwealth de Cromwell
fue la primera revolución burguesa del mundo. Luego el puritanismo viajó, con los
peregrinos del Mayflower, al país donde más se arraigaría y donde acabaría tenien-
do mayor influencia. Hacia 1620, surgía en Estados Unidos, al socaire de los padres
puritanos y pioneros, que eso eran a un tiempo, la llamada «idea congregacional»,
una expectativa de salvación, no sólo un trance de duda o un tenebroso esperar el
castigo. «La amplia base de la supremacía de la individualidad», diría el gran bardo
Walt Whitman, y eso ya latió en la Convención de Filadelfia (1787), donde se gestó
una nueva Constitución para Estados Unidos (y para todo el mundo que se quisiera

431
LUIS PANCORBO

afiliar) y que, como primera medida, amparaba la búsqueda de la felicidad. Eso se


tradujo pronto en capitalismo, una vía donde el hombre podía desarrollar perfecta-
mente su vocación de orientarse, si no de entregarse, al mayor provecho de la
humanidad. La cuestión ahora es si en Estados Unidos no se habrá convertido el
puritanismo en una especie de fascismo americano. Hay que ver si se dan las condi-
ciones previas necesarias para que exista ese movimiento fascista: «Fe ciega en un lí-
der, una clase obrera conservadora y el uso del miedo como arma política» [Probst
Solomon, 2004]. Lo que está claro, para George Monbiot [2004], es que lo que ha
vuelto no es 1930, el fascismo europeo, sino 1630, el puritanismo de Inglaterra.
Siempre hubo casos de intransigencia en la Unión, pero después del 11-S se ha im-
puesto el «Dios de la ira». Bush II llama «Awe and shock» («golpea y aterra» o
«asombra y choca») a su campaña de bombardeos contra Irak. Su padre, Bush I, re-
cuerda: «Esta es una nación bajo Dios… Los ateos no deben ser considerados ciu-
dadanos, ni patriotas». Pero la madera de tal barrica es más añosa que todo eso.
Los puritanos son también hijos de Calvino, el que justificó el comercio y dio pie
para que el capitalismo pudiese ser usado para glorificar a Dios: lo importante es la
purificación individual. El contexto se queda en algo que simplemente sirve. La po-
breza, como ya creían los puritanos ingleses del XVII, no es un infortunio a aliviar,
sino un fallo moral que debe ser estigmatizado, cosa bien distinta. Por el contrario,
los puritanos afirmaban (y lo hacen) que «los ricos no debían ser objeto de sospe-
cha sino de bendición y recompensa por el triunfo de su energía y voluntad» [Mon-
biot, 2004]. El enriquecimiento cada vez mayor de las élites y el empobrecimiento
de las clases bajas (y de los marginales, Tercer Mundo…) debía tener una ideología.
Pues bien, la respuesta en tiempos de Bush II es clara: el puritanismo. « [Bush] Ha
primado la política interna de Estados Unidos, utilizando la retórica de la amenaza
y el miedo de la población para recortar derechos civiles, manejar el presupuesto
nacional y beneficiar económicamente a sus amigos» [Matthews, 2005].

purnima. En la India, «plenilunio», «luna llena». Es el mayor tiempo de cele-


bración ritual del mes aunque haya festividades también en la quincena clara y en
la oscura. Para el budismo, la purnima es igualmente crucial, dado que Siddharta
Gautama BUDA nació, se iluminó y murió siempre en fechas de luna llena. Los an-
tiguos polinesios reconocían, además de luna llena (Marangi) y luna nueva (Iro),
las mitades luminosa y oscura, o dos medias lunas (Korekore Akaoti), pero no se
servían de eso como ayuda de la navegación salvo para la dirección «sobre las mis-
mas bases que el sol» [T. Davis, 1992].

puros. Miembros de una secta gnóstica encrática (> ACUARIANOS) que llevaban
vestiduras blancas. En ellos debieron inspirarse los parfaits, los «perfectos» CÁTA-
ROS, siempre con el sentido de «los elegidos». Batek, padre del profeta Mani, fun-
dador del MANIQUEÍSMO, natural de Ectbatana y de la familia real de los arsácidas,
era de la secta de «los puros».

purunmachos. Sarcófagos antropomorfos de la cultura de los indios chacha-


poyas, «gentes de las nubes» (en Cruzpata, nordeste del Perú, departamento de

432
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Amazonas). Se trata de esculturas de casi dos metros y medio de barro policroma-


do con dibujos de pájaros y cabezas aplanadas y coronadas a veces por cráneos.
Los purunmachos (literalmente «abuelos» o «agüelos») pudieron representar a je-
rarcas chachapoyas de hace setecientos años y guardan cierta similitud con los mu-
ñecos funerarios de los TORAYAS de las islas Célebes.

purusha. Entidad primordial. Una entre muchas definiciones de algo entre in-
material e inefable. Según el Rig Veda Sanhita (himno 90, libro X), purusha es la
entidad «de la que los cuerpos no son más que el desmembramiento» [Nicolaÿ,
1904].

puseysmo / puseísmo / puseysm. Movimiento cristiano reformista que


toma su nombre del teólogo y linguïsta Edward Bouverie Pusey (1800-1882), origi-
nario de Berkshire (Inglaterra). El puseysmo, también conocido como «movimien-
to de Oxford» por la ciudad donde llegó a su cénit en 1833, intentaba tender
puentes entre los anglicanos y los católicos y de acercar los ritos de ambos. Por eso
Pusey trató de reformar el anglicanismo y concordarlo con el del siglo XVII, incluso
procuró transferir ideas del catolicismo al anglicanismo, como la confesión auricu-
lar (a la oreja de un cura, con o sin rejilla de confesionario) y la transubstanciación
(que la carne y la sangre de Cristo estuvieran físicamente presentes, no sólo de for-
ma simbólica, en la HOSTIA consagrada). Al final, todo se quedó en esto es lo mío
sin más cáscaras.

putrefactos. Neologismo de Salvador Dalí para innombrales agentes de la so-


ciedad, y que el Alberti juvenil tomó para sus mandobles: «Azorín, por ejemplo,
era para nosotros un putrefacto. Y no digamos nada de un Ricardo León, de un
Emilio Carrere, o de pintores como Bennedito, Eugenio Hermoso, Sotomayor…
S. M. Alfonso XIII también era un gran putrefacto. Y el Papa» [Alberti, 2005]. Con
no muy distinto acento se usa ahora el término neocon, aunque «el conservaduris-
mo norteamericano está dividido en una docena de sectores o grupos de presión,
todos ellos más o menos organizados en torno al Partido republicano…» [Caño,
2005]. Van desde los conservadores centristas, a los tradicionales fiscales de valo-
res o neocons de la derecha religiosa…

433
Q Qué nos buscas, oh mar con tus volúmenes
docentes. Qué inconsolable, qué atroz
estás en la febril solana.
César Vallejo, Trilce, LXIX

qadianis / qadianis-ahmadistas. Secta derivada del islamismo fundada


por Mirza Ghulan Ahmad en la India y protegida por los ingleses por su compo-
nente pro-occidental, si no cristiano. El fundador de los qadianis escribió un li-
bro, Jesus in India, donde sostenía que Jesucristo fue crucificado, resucitó al ter-
cer día y se fue a la India. En Srinagar (Cachemira) fue donde murió a los ciento
veinte años.

qalandaríes. Nómadas de la India. Muchos son feriantes que van de pueblo


en pueblo para exhibirse con sus números, algunos tan criticables como los que
hacen con osos bezudos amaestrados de los que quedan entre 6.000 y 11.000 ejem-
plares, ya sólo casi en el parque nacional Panna en el norte de la India.

qaodai / caodai. Religión sincrética vietnamita creada en 1926 por Ngo Van
Chieu, un funcionario con aficiones chamanísticas que ya en 1919 había recibido
la revelación del «Ojo Divino». Su nombre significa «alta torre» o «palacio». O
«paladar supremo». Tiene una aparatosa catedral en Tây
Ninh (Vietnam), el centro de esa fe, llena de estatuas de dis-
tintos dioses. De hecho, la religión qaodaísta amalgama dei-
dades budistas, cristianas, taoístas, confucianas, hinduis-
tas… Y en un mural de la catedral venera a los «Tres
Santos», el poeta nacionalista vietnamita Trang Trinh, el po-
lítico chino Sun Yat Sen y el escritor francés Victor Hugo,
muy apreciado en Vietnam por su oposición al rey Napoleón
III.

qat / kat / khat / jat. Hojas verdes de un arbusto de nombre científico Catha
edulis. Las hojas contienen catina, un alcaloide de efectos levemente narcóticos. Su

435
LUIS PANCORBO

otro principio activo es la catinona, con una estructura química parecida a la de un


sulfato de anfetamina. El qat se masca en un vasto arco que va desde Etiopía a
Arabia, pasando por Yibuti, Somalia, Yemen… En Yibuti se llegan a consumir
nueve toneladas diarias para una población de menos de medio millón de habitan-
tes. Pero Yemen se lleva la palma del qat: hombres y mujeres, viejos y niños mas-
can las hojas de qat hasta formar una pelota que mantienen en el carrillo. En Sa-
naá, la capital yemení, la vida pública se paraliza a partir de mediodía hasta la
oración del atardecer. Es la gran mascada. Las gentes se reúnen en los mafrajs, o
salones de sus casas, en un rito que, más que de masticación, implica departir, co-
mentar y relajarse aun más. También beben mucha agua, o té, y fuman narguilés
con tabaco. A diferencia de la COCA, del qat se mascan las hojas tiernas y también
el tallo verde y la flor. Quita el hambre, inhibe el apetito sexual, produce insomnio,
pero eso no parece importar en un país donde todos mascan qat, y eso se lleva al
menos el 20 por ciento de la economía de las familias (hasta 1995 los pilotos de
Yemenia, compañía de bandera, mascaban en las cabinas de sus aviones). Las ven-
tajas del qat son relativas a socializar y comunicar y la gente cree tener mayor agu-
deza mental. En África, aparte de Etiopía y la zona del Cuerno, hay poblaciones de
habla SUAJILI que consumen miraa, que es su nombre para el qat. Hubo una subes-
pecie de qat en Andalucía, la Catha europea, que, según Gerald Brenan, fue men-
cionada y seguramente consumida por Shishtari. Los versos de este poeta de corte
sufí, nacido en Guadix, los usaban «los seguidores del jeque Shadhili para alcanzar
el ÉXTASIS religioso» [Rushby, 2001].

qawwali. Música religiosa de los SUFÍES especialmente de Pakistán y la India.


Viene de la palabra árabe qaol, «dictado», en el sentido de que la música transmite
los dictados de Alá a Mahoma. Al igual que los DERVICHES giróvagos, y en otra me-
dida que los marroquíes que cultivan la música GNAUA, los devotos del qawwali
pretenden recorrer mediante la música el camino (> TARIQAH) que lleva a la verdad
suprema, a intentar incluso ser parte de la divinidad. El mausoleo (dargah) del san-
tón SUFÍ Moinuddin Chishti en Ajmer (India) es uno de los centros más importan-
tes del mundo de la música qawwali, tocada por lo general con armonio de mano,
percusión de tambores de doble membrana, palmas y coros. El cantante Nusrat
Fateh Ali Khan (1948-1997) fue conocido por propagar en Occidente la emoción
radical y sutil del qawwali.

qi gong / chi gung / chi kung… Trabajo de la energía. Viene del chi o qi,
«flujo de la vida», «espíritu vital» o «fuerza vital». Es un antiguo sistema chino que
hunde sus raíces en enseñanzas taoístas de hace más de dos mil quinientos años.
Fue acuñado y desarrollado por monjes y filósofos taoístas en las montañas de Wu-
dang, en el suroeste del país. El qi gong comprende ejercicios físicos y respiratorios
para mantener la salud física y mental, de cuerpo y mente. Tiene un cierto parecido
con el TAICHI en cuanto a sistema de estímulo de los niveles de energía a través de
movimientos y posiciones corporales tendentes a la relajación. Puede incluir técni-
cas de automasaje o anmo gong, acupresión, respiración, juegos mentales o trabajos
con la mente (dicen que ver todo de color de rosa no es sólo una frase).

436
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Qom / Qhom / Ghom / Qum / Kumm. Abreviatura del nombre preis-


lámico de la ciudad iraní de Kumandân. Qom es una ciudad santa de los chiitas de
Irán situada a 155 kilómetros al sur de la capital Teherán. Es sede de escuelas corá-
nicas chiitas y de las diversas jerarquías del clero: AYATOLÁ, hojatoleslam, MULÁ…
Una gran cúpula de oro y altos minaretes señalan desde lejos el gran santuario del
siglo IX, donde está enterrada Fátima, hermana de Ali Reza, el octavo IMÁN. Tam-
bién contiene las tumbas de 10 reyes y de 400 santos musulmanes, una auténtica
fortaleza de la fe chiita (> CHIISMO), como lo puede ser el Ashatané Ghods, «Solio
Santo», de la ciudad oriental de Mashad, donde se encuentra la tumba del propio
octavo imán. El ayatolá Jomeini fue el gran protector de Qom y allí vivió después
de volver de su exilio en París en 1979 hasta su muerte diez años después. En
Qom nació Hassan, hijo de Ali Sabbah, el fundador en el siglo XI de la orden de
los ASESINOS o hashashins.

quechuas / quichuas / kechuas. Pueblos y gentes de los Andes que ha-


blan la lengua quechua (unos 14 millones entre Perú, Bolivia, Ecuador y, en menor
medida, Colombia y Argentina). En Perú, la lengua quechua es oficial junto al es-
pañol. Quechuas no es equivalente a INCAS: los primeros sólo supusieron uno de
los aportes étnicos y culturales a ese imperio. La
lengua quechua constituyó uno de los vectores de-
terminantes para unificar el Incario y, después de la
conquista española, se decantó como lengua franca
de una vasta región que va desde Colombia a Ar-
gentina y norte de Chile. En tanto a idioma, el que-
chua es de una gran belleza expresiva y riqueza de
vocabulario, aunque haya adaptado algunos voca-
blos y nombres propios castellanos sobre todo del
mundo católico: Mamacha Belén, la patrona del Cuzco; Cruz Velakuy, velación de
la Santa Cruz con lamparillas… O como cuando cantan en lo más profundo de las
punas, cuando se han batido a pedradas y sangrado por la zona del Chiaraqe:
«Chirí angel cholochaqa / qaripuni batikuqcha» («es como un ángel de hielo / que
se bate con coraje» [Barrionuevo, 1980].

Quetzalcoatl. De quetzal, «pajaro de largas plumas de color turquesa», y co-


atl, «serpiente» en el idioma náhuatl. Es la «Serpiente emplumada» o la «Serpien-
te con plumas», divinidad suprema de los AZTECAS (y de los MAYAS bajo el nombre
de Kukulkán). Sus representaciones son legión, empezando por las que hay en las
pirámides del Sol y la Luna de Teotihuacán, «la ciudad de los dioses», o «donde
nacieron los propios dioses», en las afueras de México D.F. Destaca ahí también
la llamada pirámide de Quetzalcoatl, con 366 cabezas de serpiente en piedra y
cuerpos que se alargan por el friso. En el sur del país, el gran templo maya de
Chichén Itzá es la gran pirámide con nueve pisos llamada «el Castillo». En el sols-
ticio de verano se proyecta la luz, como una ondulación de Kulkulkán, sobre las
gradas. En el panteón azteca figuraba una diosa serpiente, llamada Coatlicue,
pero no se podía comparar con la gran Serpiente Emplumada, la que era desde

437
LUIS PANCORBO

los TOLTECAS «un dios de múltiples atributos o un «enjambre de símbolos», como


precisa León-Portilla [Ballesteros Gaibrois, 1985].
Quetzalcoatl fue identificado por otros con Venus,
primer planeta en la noche, lucero del alba, dios
doble. Hubo quienes resaltaron su faceta humana,
de caudillo, o de fundador de ciudades como To-
llan (Tula en el estado de Hidalgo), incluso como
sumo sacerdote. Por eso, la Serpiente Emplumada,
entre su personalidad humana y divina, generó
confusiones y perplejidades no dilucidadas desde
los tiempos de los conquistadores españoles de
México.

quiché. Pueblo de origen MAYA de Guatemala. También se llamó así un reino


indígena guatemalteco que desarrolló una cultura pujante del 1250 al 1523. En
todo caso los quichés fueron el resultado de una mezcla de pueblos procedentes
del antiguo México con los de Guatemala. Entre sus legendarios caciques figuran
Balam Quitzé, Balam Akab, Iquí Balam… La capital quiché fue Kumarcaaj («Ca-
sas de cañas viejas»), junto a la actual Utatlán, y alcanzó su mayor expansión en el
reinado de Kucumatz (1425-1475), cuando sus dominios se extendían desde Zacu-
leu al oeste hasta Rabinal y Cobán al este, y por el norte hasta Sononusco (Méxi-
co). En 1524, Pedro de Alvarado derrotó al caudillo quiché Tecum Umán en la de-
cisiva batalla de Llanos del Pinal, cerca de Quetzaltenango. En el Popol Vuh,
considerado libro patrio y casi «biblia» de los INDIOS de Guatemala, hay numero-
sas menciones de los mitos y héroes quichés, empezando por Tecum Umán, el ca-
cique que jugó en Guatemala el papel finisecular de Atahualpa en Perú o de Moc-
tezuma en México.

quietismo / molinismo. Misticismo inspirado por Miguel de Molinos, au-


tor de una obra muy polémica para su tiempo como Guía espiritual (1675). El
quietismo semeja una sequedad del alma conducente a un nihilismo en el que al-
canzar el ÉXTASIS, o mejor, la nada. No te muevas que es peor. Es inútil resistirse a
la tentación (al menos Oscar Wilde decía que la tentación era lo único a lo que no
podía resistirse). Quietismo es también inacción, busca de Dios por la contempla-
ción, como lo hace el yogui meditante, aunque en la India algunos han llegado a
extremos como parar el pulso y entrar en catalepsia, con lo que allí el quietismo se-
ría la quietud de la muerte en vida. Para Molinos, el alma ha de ser dejada a su
aire, ya vendrá Dios y la verá. Baroja, que era muy propenso al quietismo, llenó
muchas páginas de apreciaciones cargadas de molinismo. Por ejemplo, Silvestre
Paradox tenía algo de molinista, además de imaginar la muerte más dulce: «…su-
mergiéndose y derritiéndose deliciosamente en la nada».

quilombo / kilombo. Vocablo de origen bantú usado en Brasil. El quilom-


bo era lo mismo que el palenque en Colombia y México, o el cumbe en Venezuela,
es decir, un pueblo fortificado de los negros cimarrones o rebeldes. En lunfardo

438
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

(corrupción de «lombardo», «gente italiana negocianta y pícara»), y en el mundo


del tango, quilombo significa más bien «lupanar». Y quilombificar estaría por
«cambiar, trastocar, embrollar» [Sábato, 1963].

quimbisas. Cimarrones, también conocidos como mambises en los cultos san-


teros de Cuba. El negro JÍBARO, o cimarrón, era el esclavo que se echaba al monte,
y allí hacía su batey, o su palenque secreto, un poblado fuera de la legalidad, y en
espera de acontecimientos. «Mambí», «negro cimarrón», viene de una lengua con-
go. Así, «quimbisa» vendría de «mambí» y «m-kimbisa», con el sentido de «mar-
charse» o «fugarse». O de «romper las cadenas». «Mambises (quimbisas) eran los
que se alzaban… abandonando al amo» [Martín, 2004].

quimono / kimono. Vestimenta femenina japonesa, típica del periodo Edo


(1600-1868). Suele ser de seda estampada de gran calidad y se ciñe con un obi, o
cinturón, un signo más de delicadeza y armonía. El precio es lo de menos, conside-
rando que a veces se trata de obras de arte. La alternativa modesta es la yukata, la
confortable bata de algodón.

quinina / quinquina / kinquina. Corteza o extracto del palo de quina,


excelente febrífugo que se usaba para combatir la malaria. Sus virtudes y arcanos,
más presuntos que reales, obtuvieron una admiración sin límites en el Viejo y el
Nuevo Mundo [Mutis, 1828]. El palo de quina fue conocido como «chinchona»
(Chinchona condaminea, y a veces Chinchona officinalis) en homenaje a la mujer
del marqués de Chinchón, virrey del Perú entre 1629 y 1639. Otros nombres co-
munes de ese remedio fueron «polvo de la condesa» (pulvis comitissae), «polvo de
los jesuitas» y «polvo del cardenal», dado que el cardenal de Lugo, procurador ge-
neral de la Sociedad de Jesús, lo había recomendado al cardenal Mazarino en su
viaje a Francia [Humboldt, 1858]. Linneo fue el responsable de poner el nombre
botánico de Cinchona a un género con 15 especies que causó grandes episodios de
contrabando, espionaje y recelos en la América colonial, dado que los ingleses y
otros carecían de acceso al mejor remedio contra las fiebres palúdicas. En 1640, el
febrífugo antimalárico llegó por primera vez a Europa (Alcalá de Henares) con el
médico Juan del Vego. Recolectaban esa maravilla botánica los cascarilleros, o ca-
zadores de quina, que la enviaban al puerto peruano de Paita y, de allí, por Hor-
nos, a Cádiz. Hoy en día, la quina ha perdido su enorme difusión y fama desde que
la malaria se trata con quinina sintetizada.

quinoa / quinua. Cereal andino, ya usado en el Incario, que ha vuelto a po-


nerse de moda como alimento dietético, cultural, étnico. Mucho en poco espacio.
Garcilaso mandó semillas a España en 1590, pero no fructificaron [Millar, 1960].
Algunos profetas alimenticios consideran a la quinoa una salvación mundial, como
antes se dijo del krill que comen las ballenas, o del propio árbol del pan (> URU).

quintaesencia. El mercurio de la alquimia, por ejemplo. También es el punto


central de una cruz, o de un círculo, el llamado «quinto punto» donde cobran sen-

439
LUIS PANCORBO

tido los cuatro elementos y se supone que los cuatro puntos cardinales. Más allá de
eso sólo se puede navegar por el pantano del solve et coagula, división y unión al-
química. Después de eso vendría una etapa de nigredo, oscuridad inicial, muerte
iniciática, la que antecede por fin al «Gran Trabajo» de la alquimia.

quipu / khipu / kipu… Cuerda con nudos para regis-


trar historias, anales…, usada por los INCAS hasta la prohibi-
ción del Concilio de Lima en 1583. Se discute si el quipu era
una especie de escritura o una ayuda de memoria, al estilo de los
RONGO RONGO o «tablillas parlantes» de la isla de PASCUA. Tam-
poco se sabe bien si su sistema era ideográfico o fonético, aun-
que la balanza se inclina porque fuese lo primero y con elementos
fonéticos, sobre todo para topónimos. El resultado es que se po-
día «escribir» por medio de cuerdas con nudos [Pärssinen y Kivi-
harjuson, 2004].

Quivira. Reino fantástico de Norteamérica. Esa especie de ELDORADO septen-


trional fue ubicado incluso en algunos mapas, como el del holandés Cornelis de
Jode (Speculum Orbis Terrae, 1593), al sur del cabo de Corrientes, en México.
De Jode dibuja ahí mismo unicornios marinos, con cola de sirena. El español Mar-
tín de Aguilar, miembro de una expedición mandada por Sebastián Vizcaíno, se
arrogó el descubrimiento de un río a 43º que conducía a la mítica ciudad: algunos
tomaron eso por el verídico estrecho de Anián [Pascual, 2004]. Para otros, el reino
de Quivira, siempre en concomitancia con el de CÍBOLA, estaba en Kansas, y allí se
dirigió Vázquez de Coronado en su viaje de 1540-1542. Lo esencial en Quivira, de
existir, era el oro, pues había tanto de ese metal como de peces del tamaño de ca-
ballos (a lo que ni siquiera llega el pirarucú del Amazonas brasileño).

qurays > KOREICHITAS

440
R Rumbé sin novedad por la veteada calle
que yo me sé. Todo sin novedad.
César Vallejo, Trilce, VII

Ra / Tama Nui Te Ra. Divinidad solar de los polinesios. También fue el


nombre del dios del sol para los antiguos egipcios y eso llevó al explorador norue-
go Thor Heyerdhal a sacar conclusiones endebles sobre el origen sudamericano de
la población de Oceanía. Cuestión distinta es que los polinesios estuvieran en con-
tacto con otras civilizaciones desde tiempo inmemorial y que, por tanto, pudieron
acopiar productos, artefactos y hechos culturales de otros. Su propio origen es el
sureste de Asia (Malasia, Indonesia, Filipinas…), desde donde debieron navegar
en sus canoas hacia el este, poblando las islas a lo largo de los siglos. Una versión
chocante es la del australiano Robert Langdon [1975], según la cual los españoles
del siglo XVI, y sobre todo los de una «carabela perdida», habrían engendrado un
linaje de gobernantes polinesios. Según eso, hasta el héroe legendario Iro (Hiro)
pudo ser español o hijo de español.

Rael. Sobrenombre del periodista francés Claude Vorilhon, quien en 1973 fue
contactado por extraterrestres, en un espléndido lugar como el volcán
Puy de Lassolas, cerca de Clermont Ferrand, en la Auvernia de
los volcanes y los bravíos quesos y salchichones. Como no podía
ser menos, eso cambió su vida y la de cierta gente dispuesta a creer
sus fantasías y sus elohim o dioses viajeros. Su fantásti-
ca revelación fue que los que fueron llamados «dio-
ses» en todos los siglos y culturas (Elohim, Alá, las
divinidades que vienen del CIELO de los DOGON y de
tantas tribus del mundo) son, en realidad, los humanos superdo-
tados de otros planetas. Es la idea central del movimiento raelia-
no, muy discutido por su capacidad de enganche como secta y
sus efectos deletéreos: que científicos humanos, pero de otro planeta,
fueron quienes crearon la vida en la Tierra a partir de cierto ADN. Decía André

441
LUIS PANCORBO

Malraux, aunque sin prever todas sus consecuencias, que «el siglo XXI será religio-
so o no será». Los raelianos no quieren perder su parte del botín de la imaginación
de la ultravida y ponen el acento en la inmortalidad, aunque sea a través de la clo-
nación. Lo curioso es que a Rael le hacen caso algunos miles y un escritor de éxito,
como Michel Houellebecq. Este hombre, autor de La posibilidad de una isla, que
había vendido 210.000 ejemplares en Francia al quinto día de su publicación, cree
que dentro de poco la gente nacerá en cuerpos perfectos, de dieciocho años. Nada
de pañales ni granos. Según Rael, los humanos fueron hechos hace veinticinco mil
años por los elohim, pero ahora es él, con su empresa de clonación, el que promete
la eternidad, la mayor virguería de la historia.

rafflesia. La flor más grande del mundo, a veces con medio metro de diámetro.
Apenas vive una semana. Es flor endémica de las junglas de Borneo. En diciembre
de 2004 se encontró un par de rafflesias florecidas y a poca distancia una de otra
en el parque Crocker Range. En Borneo se da asimismo una gran variedad de ne-
penthes, plantas carnívoras, y de insectos palo, los insectos que parecen hojas, que
tanto maravillaron a PIGAFETTA.

ragnarök. Es el destino de los dioses en la mitología escandinava. Y un mo-


mento crítico de la historia, cuando los dioses combatirán contra los diablos y los
gigantes en el umbral del fin. Entonces vendrá un incendio que devorará el
YGGDRASIL, el árbol o eje del mundo (> AXIS MUNDI), y aparecerá un MESÍAS es-
candinavo, una especie de Cristo nórdico, que es BÁLDER, el sacrificado hijo de
Odín y Freya.

rai. Moneda ceremonial de Yap (isla de las Carolinas que están dentro de la Fede-
ración de Estados de Micronesia). Se trata de piedras de tipo cristalino, grandes
como ruedas de molino. Se transportaban en azaro-
sos viajes desde las canteras de las islas Palau, a más
de 500 kilómetros. En Yap hay casas comunales,
como la de Balabat, que tienen funciones de banco
de esas rai, con las que hasta hace poco se efectua-
ban pagos ceremoniales, tanto para satisfacer dotes
como multas por infringir la tradición, con toda su
casuística, dada la implacable estratificación en CAS-
TAS de los yapeses. No menos de 13.000 era el nú-
mero de rai en Yap antes de la invasión de la isla
por parte de los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Los japoneses destruye-
ron más de 10.000 de esas piedras para hacer carreteras, pistas de aviación… Con
todo, quedan un par de miles de rai, algunas con un diámetro de tres metros.

Ramadán. Mes de ayuno para los musulmanes. Varía por el calendario que se
emplea en el mundo musulmán, pero siempre ha de coincidir con el noveno mes
del año lunar. Es tiempo de ayuno en el sentido de depuración de cuerpo y mente.
Conmemora el descenso del Corán desde el SÉPTIMO CIELO al Primer Cielo, don-

442
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

de fue revelado por el ÁNGEL Gabriel al profeta Mahoma en la noche mágica o


LAILAT AL KADER. El cumplimiento del ayuno en el mes de Ramadán (swam) es el
tercero de los cinco pilares del ISLAM, junto al testimonio de la fe (shahadah), la
oración (salat), la limosna (zakat) y la peregrinación a La MECA (HADJ). Para los al-
rededor de 1.300 millones de musulmanes del mundo, el Ramadán es insoslayable
salvo raras excepciones. Hay que abstenerse de comer y beber desde el amanecer a
la puesta de sol. Tampoco se puede fumar, perfumarse, decir palabrotas o mante-
ner relaciones sexuales. Cuando el sol se pone tras el horizonte, los musulmanes
pueden comer y algunos lo hacen dos o tres veces hasta la salida del sol. Es típica
en ese momento la harira, una sopa de legumbres, verduras y carne. El inicio del
Ramadán es difícil de establecer basándose en el avistamiento de la luna nueva.
Cada año suele anticiparse tres días y el principio puede variar según los países y
los métodos empleados: en Egipto se observa el cielo en la colina Muqattam de El
Cairo; en Arabia Saudí, las dos primeras personas que avistan la luna nueva reci-
ben relojes de marca y 250 dólares; en Indonesia, la organización islámica Nahdla-
tul Ulama es la que decreta el inicio del ayuno. El Ramadán concluye con la fiesta
de Id-al-Fitr, comparable al Año Nuevo. En Malasia esa fiesta se llama Hari Raja y
es cuando el sultán abre las puertas de sus palacios para recibir al pueblo.

ramoneadores. Eremitas que ramoneaban hierbas. «Ramonean como bes-


tias… se alimentan de raíces…», según El Prado Espiritual, obra de Juan Mos-
chus, o Juan Mosco, que excitó la curiosidad de Chatwin [1988], y que constituyó
el acicate del viaje de William Dalrymple [2002] por las religiones y lugares santos,
desde Constantinopla y Anatolia hasta el Nilo, y luego hasta el oasis de Kharga, la
frontera meridional de Bizancio que hoy coincide con un villorrio egipcio donde
«sólo ha llovido una vez durante diez minutos desde la Segunda Guerra Mundial,
en el invierno de 1959» [Dalrymple, 2002]. Ahí mismo se alza en ruinas un monas-
terio y la necrópolis copta de Bagawat.

Rapa Iti. En idioma maohi, «Isla Pequeña» a diferencia de Rapa Nui, «Isla
Grande». Situada al sur del archipiélago de la Sociedad, en la Polinesia francesa, y
a unos 8.000 kilómetros de El Callao (Perú), Rapa Iti tiene fama por un mito local:
es el paraíso, dado que los hombres tocan cada uno a dos mujeres. La realidad de
ese mito es que hay tres veces más mujeres que hombres.

rastafaris / rastafarians / rastas… Seguidores de una religión de vagas


raíces etíopes y cuyo mayor santón fue Haile Selassie, el Negus de Abisinia elevado
a veces a la categoría de un semidiós, sólo segundo a Jah, «Dios». La mayoría de los
rastafaris son jamaicanos que se dejan crecer el pelo y lo recogen en largas trenzas,
fuman marihuana —el cannabis, ganja, es su planta sagrada— y veneran a su profe-
ta secular, Bob Marley, autor de canciones-himnos con música de reggae. Asimismo,
consideran como un gran profeta religioso a Marcus Mosiah Garvey, pionero de los
movimientos de liberación afroamericanos del siglo XX. Los rastas no creen que la
marihuana incapacite para los trabajos duros, o que afecte a la perseverancia, o que
quite la ambición de la gente para luchar en un sistema competitivo. Si fuesen cohe-

443
LUIS PANCORBO

rentes, por otro lado, deberían dejar todo en América y volver


a Etiopía, su tierra de PROMISIÓN. Aún hoy, en la localidad etí-
ope de Shashemene quedan algunos cientos de colonos jamai-
canos tras la represión del gobierno militar de Addis Abeba
que confiscó la mayor parte de las 200 hectáreas donadas por
Haile Selassie a los rastas americanos. El movimiento rasta
cuenta con órdenes, como la Nyahbinghi y la Bobo Shanti, in-
tegradas por los descendientes de los esclavos ghaneses que
fueron enviados a Jamaica. También hay rastafaris en África
Occidental. En Gambia son los raggamuffins, seguidores del
músico Buju Banton. Los rastas de Jamaica esperan teórica-
mente la venida de su mesías, el Negus, y la vuelta a su África mítica, dejando que
su pelo crezca en dreadlocks, trenzas tan largas como las matas de marihuana isleña
que llegan al pecho y a veces a la cabeza de un hombre.

raza. División a menudo ambigua, si no mal intencionada, de la única especie


Homo sapiens. Criterio morfológico y físico para diferenciar los seres humanos (por
el color de la piel, forma del cráneo…). Primero se atribuyó a Bernier en 1684, y un
siglo después a Buffon, la introducción del término «raza» en el vocabulario científi-
co, aunque no sea en sí mismo un término científico. En España la palabra «raza» se
empleaba oficialmente para la cría de caballos [Ortiz, 1975]. De la idea de raza se
formó la ideología del racismo que ha tenido como fruto un sinfín de prejuicios, gue-
rras, matanzas, incomprensiones y desprecios. El racismo quiere que las razas sean
diversas no sólo por sus diferentes desarrollos históricos, sino por factores biológi-
cos, hereditarios, «inmodificables». De ahí se pasa a usar a placer los conceptos de
raza, pueblo y etnia, incluso cultura, escalonándolos de tal forma que lo propio de
uno está arriba y lo de los demás siempre abajo. Es acientífico, amén de inmoral. Las
razas no son biológicamente distintas, y hasta es peligroso clasificar por fenotipos
simplemente porque haya un distinto color de piel y de ojos, incluso diverso tipo de
sangre… Los bosquimanos (> SAN) son entre amarillentos y amielados, pero en con-
traluz parecen algo negroides, aunque pálidos a la luz de la luna. En Estados Unidos,
las autoridades usan ciertos criterios raciales: se es caucasoide, negro, asiático… En
1998, la AAA (Asociación Americana de Antropología) llegó a la conclusión de que
«hay mayor variación dentro de los grupos “raciales” que entre ellos» [Kottak,
2003]. Sin embargo, ninguna cultura ha correspondido nunca a una sola raza, «ni
ninguna nación es la emanación directa de una sola cultura» [Rognon, 1988]. Hay, si
acaso, caracteres raciales entre los humanos, características heredadas: el color de la
piel, de los ojos, de los cabellos, el epicanto (o pliegue ocular), la estatura… Incluso
los grupos sanguíneos y el ADN identifican a las diversas personas. La raza en sí no
es argumento científico suficiente para establecer diversas clases de seres humanos
pese a la devoción clasificatoria con la que se abordó este tema en siglos pasados. Se
derrocharon esfuerzos para trazar mapas de razas, para distribuirlas por continentes
y países. Por si no fueran pocas las distinciones físicas, se añadieron las lingüísticas, y
se trazaron fronteras presuntas, como el desierto del Sahara, para marcar el fin de la
raza blanca y el principio de la negra. Más conveniente, y menos zaheridor, sería ha-

444
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

blar de grupos étnicos y su difusión en el planeta, desde los ESQUIMALES a los bosqui-
manos. Sin embargo, hasta mediados del siglo XX —lo que en la historia equivale a
anteayer— el nazismo propulsó en Alemania el mito de la super-raza, aria por su-
puesto, y esa vesania fue uno de los leit-motiv de una guerra mundial con no menos
de 50 millones de muertos, además de experimentos genéticos, holocaustos y pro-
groms en los que el prejuicio racial se convirtió en un crimen reiterado. Y ridículo: el
dolicocéfalo rubio alemán, ARIO, no podía creer que Cristo era judío, pero sí hijo de
un legionario germánico al servicio de Roma. Eso quedaba mejor. En 1933, Benito
Mussolini felicitó al boxeador Primo Carnera, cuando éste ganó el título de campeón
del mundo a Sharkey, diciéndole: «Eres el más genuino representante de la raza ita-
liana, sólida, fuerte y generosa». En ese nivel científico se quedaba la presunta raza
italiana. En la España franquista, ante la evidencia de que hablar de una raza españo-
la era un argumento difícil de sostener, dada la mezcla «de elementos ligures, celtas,
fenicios, griegos, romanos, godos, árabes…» [Manrique, 1943], se relegó ese térmi-
no para poner en lugar preeminente la idea de nación y la idea de patria.

rebis. Dos polaridades o dos polos. Piedra filosofal de los ALQUIMISTAS y HERMÉ-
TICOS que supone la unión conseguida, la reconciliación de los opuestos, lo com-
pleto e iluminado, o lo que, tras discurrir en la oscuridad existencial del nigredo,
se alza de nuevo a la vida como petra genetrix, tan perfecta como el propio herma-
frodita (conjunción de sulfuro y mercurio en alquimia) o como el andrógino del
mito. La palabra proviene del latín res bina, «algo doble».

reducciones. Territorios gobernados por los jesuitas en Paraguay. A partir de


1607, el rey Felipe II confió a la Compañía de Jesús zonas que consideraba ingo-
bernables por las revueltas de sus pobladores, los indios GUARANÍES. Las reduccio-
nes llegaron a gozar de gran autonomía frente a los poderes religioso y civil. Todo
acabó en 1758 con la expulsión de los jesuitas de los territorios portugueses y la di-
solución provisional de la Orden en 1773. Los jesuitas organizaron a los INDÍGENAS
de forma comunitaria, como en la antigua Lacedemonia, dijo Voltaire fascinado
por el experimento. En tal «país de misiones», el de las reducciones, no había oro
ni plata, como si fuera posible vivir del aire y la nobleza. Ya en 1750 había reduci-
das 100.000 familias indígenas en 13 cantones. Es pues verosímil la cifra de
400.000 personas reducidas, según datos manejados por el padre Florentin, el mar-
qués de Pombal y otros autores que consultó Voltaire. El auge de aquella colonia
particular de los jesuitas acabó irritando a los poderes españoles y portugueses, lle-
gando a temerse que un jesuita se pudiera convertir en un rey con el nombre de Ni-
colás I. Voltaire comparó la labor de los CUÁQUEROS en Pensilvania con la de los je-
suitas en Paraguay, y salían peor parados los segundos. No en vano Cándido y su
criado Cacambo pasearon su perplejidad por esa región del mundo: «La verdad es
que los jesuitas han utilizado la religión para quitar la libertad a las poblaciones de
Paraguay, pero les han civilizado, les han hecho trabajar y han conseguido gobernar
un vasto país como en Europa se gobierna un convento» [Voltaire, 1775]. En pala-
bras de Cacambo: «Todo [en el reino de 300 leguas de diámetro de Paraguay] es de
los Padres; del pueblo, nada; es el summum de la razón y la justicia» [Voltaire, 1974].

445
LUIS PANCORBO

reencarnación. Según el DALAI LAMA no es imposible la inmortalidad si se


logra dominar «la Clara Luz de la muerte y el viento en que ésta cabalga»: así se
consigue un cuerpo ilusorio y, por tanto, la muerte es ajena, como el estado inter-
medio entre ella y la próxima reencarnación. Al llegar la muerte, y pasar al estado
intermedio, se producen ocho fases: espejismo, humo, luciérnagas, llama de una
lámpara, cielo mental de un blanco intenso, cielo mental de un rojo-anaranjado
vivo, cielo mental de un vívido negro y, por último, luz clara. El color del cuerpo
varía también en ese estado intermedio: desde el color del leño quemado si se va a
renacer como ser infernal, al color del humo si se va a renacer como animal; como
el oro, si se va renacer como un dios del reino de los deseos o como un humano…
Respecto a la duración del estado intermedio, puede ser un instante «si tu KARMA
virtuoso es especialmente fuerte, como sería el caso si hubieras generado mucho
amor y compasión» [Dalai Lama, 2002]. Aunque pueden darse sucesivos renaci-
mientos, hasta siete distintos en siete días, lo que arroja 49 días de estado interme-
dio.

reiki. «Energía universal a base de fuerza vital.» Aunque tampoco pasaría nada
si se tradujese como «fuerza vital de energía universal». Su ambición es fortalecer
el aura, el sistema de energía de la persona, siguiendo una vieja práctica china que
se mueve en los conductos cósmicos del CHI. La vieja máxima grecolatina de
«mente sana en cuerpo sano» se persigue en el reiki mediante imposiciones de ma-
nos y masajes que parecen querer sacar de contexto sutiles anomalías, hasta dejar
nervios, músculos y canales de energía limpios, en su sitio, y con un espíritu de
bondad próximo al de los peces de colores. «Hoy sólo no te preocupes, no te soli-
viantes; honra a tus padres, maestros y mayores…», proponía como consejo uni-
versal el doctor Mikao Usui (1865-1926), al que se le considera fundador o refun-
dador de una disciplina ancestral. Mikao Usui pasó cincuenta años en el
anonimato, dedicado a su trabajo y su familia, y de repente tuvo su golpe de gracia.
En 1922 subió al monte Kurama, en las afueras de Kioto, y alcanzó el SATORI. Eso
es como catar la divinidad sin morir y no está en la mano de muchos mortales. Tras
esa experiencia, fundó un primer centro, Usui Reiki Ryoho Gakkai, siempre con
cierto estilo confuciano: «Aunque sólo sea por hoy: no te preocupes, no te enojes /
sé amable con todos / sé agradecido / esfuérzate y gánate la vida honradamente».
Pero hubo una escisión del movimiento en 1927, la de Chujiro Hayashi, y al reiki,
ya muy oscurecido durante la guerra y la posguerra, le costó renacer de sus ceni-
zas. Fue vital la labor de Hawayo Takata (1900-1980), que llevó los métodos de
Chujiro a Hawai y allí enseño a su nieta Phyllis L. Furumoto y a la antropóloga
norteamericana Barbara W. Ray. El reiki se ha convertido ahora, con el reflujo de
la ola oriental, en una cierta especulación, y por supuesto se ensalza, más que su
poder filosófico, el de curar con las manos. También gana adeptos el reiki tántrico
que potenciaría la energía sexual.

rejit / rejyt. Avefría con que se simbolizaba el género humano en el antiguo


Egipto. O símbolo del pueblo llano o pueblo egipcio. Se representa como un pája-
ro erguido, casi parecido a un pingüino, con alas y dos pares de manos o patas. Se

446
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

usó especialmente en el Imperio Nuevo, dinastías XIX y XX. El faraón Seti I en su


tumba de Abydos sostiene un rejit en sus propias manos. Se cree que el rejit mar-
caba el lugar de los templos al que podían acceder los súbditos.

relativismo. En ANTROPOLOGÍA el relativismo cultural, opuesto al concepto de


ETNOCENTRISMO, se basa en que no existe un solo patrón para medir todas las cul-
turas, y mucho menos para medir su presunta calidad o veracidad. Por el contra-
rio, el relativismo cultural aboga por la existencia del interés intrínseco que tienen
otras culturas, aparte de la propia, y aprecia cualidades y valores de otros pueblos,
aunque estén muy alejados de los parámetros habituales o conocidos. El ideal de
belleza o de justicia también cambia según la cultura. No obstante, al llevar el rela-
tivismo cultural a sus últimas consecuencias, se generan problemas y contradiccio-
nes graves: ¿hay que aceptar también la costumbre del canibalismo? Existe un
choque entre relativismo cultural y derechos humanos fundamentales, eso si no se
quiere hablar de una complicada ley natural. No son de recibo el infanticidio, y
por supuesto el asesinato; el canibalismo, sea o no ritual; el incesto; la ABLACIÓN y
tantas otras cuestiones. No son de recibo, lógica o éticamente, y por más arraiga-
das que estén dichas costumbres en determinadas sociedades. Con todo, ha habido
adalides incuestionables de ese sesgo antropológico del relativismo cultural como
Lucien Lévy-Bruhl, quien en La mentalidad primitiva (1922) no sólo acopió datos
de segunda mano, como se le achacó, sino que hizo un análisis luminoso de la mo-
ral a la que relativizó como «ciencia de las costumbres». El relativismo tuvo luego
exponentes de valía como Lévi-Strauss y el antropólogo norteamericano Jean Mel-
ville Herskovits (1895-1963), discípulo de Franz BOAS, y padre de la polémica tesis
de que los afroamericanos de los Estados Unidos tenían una cultura autónoma, y
que eso también pasaba en Surinam, Haití, nada dígase de África. Marcel Griaule
(1898-1956), el gran antropólogo de los DOGON, destacó también por suscitar la
fascinación por culturas tan finas y elaboradas que no podían ni debían ser medi-
das o reducidas con el habitual rasero etnocentrista.

reliquias. No son privativas del CRISTIANISMO. Tras la muerte de BUDA se llena-


ron capazos enteros con sus restos más o menos carbonizados. Cada estupa de las
miles que existen en el planeta budista está edificada sobre una reliquia de Buda.
Claro que con los dientes de santa Apolonia, virgen y mártir, se podría cargar un ca-
rro. Cuenta Feijóo [1773] que Martín Kemnicio, autor luterano, escribió un tratado
sobre las reliquias donde precisa que sólo en Gran Bretaña se llenaron toneles con
los dientes de la citada santa. Las reliquias bizanti-
nas, especialmente las de Constantinopla, fueron de
lo más fastuoso: el hacha con la que Noé construyó
el ARCA; o el Dodekathronon, los 12 cestos para los
panes y peces que alimentaron milagrosamente a
5.000 personas, descubiertos por la emperatriz Hele-
na en el mar de Galilea... Tras el Edicto de Milán
(año 313) y el fin de la persecución a los cristianos,
Helena, madre del emperador Constantino, dirigió

447
LUIS PANCORBO

una serie de excavaciones que sirvieron para fijar los lugares santos en Jerusalén (la
Crucifixión, el Santo Sepulcro) y en Belén (la gruta del Nacimiento)… El premio de
tanto entusiasmo fue encontrar la madera de la Santa Cruz y la SÍNDONE [Dalrym-
ple, 2002]. La traslación o contrabando de reliquias representó un gran y lucrativo
tráfico. San Ignacio mártir fue llevado desde Roma, donde fue martirizado, a Antio-
quía en el siglo II [Martigny 1865]. Los restos de san Crisóstomo de Comane se
trasladaron a Constantinopla y de allí a Roma, en uno de esos viajes azarosos de
huesos santos que fueron muy comunes ya en el siglo VII. No obstante, muchas cul-
turas africanas han puesto el centro simbólico de su ritualidad en estatuas (figuras
de poder o FETICHES), cuando no directamente relicarios, algunos tan elaborados
como los nkisi de los yombe, woyo y otras tribus de Angola, con su receptáculo
para fragmentos del cuerpo humano y su espejo mágico. O los byeri, guardianes de
relicarios de los FANG de Guinea Ecuatorial, usados generalmente para adornar y ri-
tualizar las cajas que contenían reliquias humanas. Hasta las exudaciones de las ma-
deras empleadas, restos de baños lustrales, de bebidas embriagantes, si no de sangre
sacrificial, o los clavos habituales en los FETICHES, contribuyen a realzar la impor-
tancia atribuida a guardar partículas humanas pero consideradas divinas. «El byeri
separado del contenedor de reliquias perdía su carácter sagrado, lo que explica que
los fang pudieran desprenderse de ellos pasando a formar parte, a fines del si-
glo XIX, de las colecciones europeas» [Santos Moro, 2005].

réprobos. Los que han salido fuera de la religión por su voluntad, invadida
ésta o no por el demonio. También son réprobos los que tienen que salir por un
acto condenatorio especial, expreso, de la jerarquía eclesiástica. La revocación de
la reprobación se produciría mediante un EXORCISMO y para eso se usaba el ritual
del papa Paulo V. El párroco Sarobe usó ese ritual con Ricardo Baroja, hermano
de Pío, cuando el pintor ya no podía resistir el avance de su cáncer de lengua del
que moriría el 19 de diciembre de 1953 [Gil Brera, 2001].

resurrección. La resurrección por antonomasia es la de Jesucristo al tercer


día de ser crucificado. La Pascua celebra ese momento clave para los cristianos.
Por otro lado, la resurrección de los muertos es dogma principal de la Iglesia cató-
lica junto a la vida eterna. Tendrá lugar el día de la PARUSÍA, cuando resucitarán to-
dos los muertos tanto en cuerpo como en alma y se someterán al Juicio Final. Los
musulmanes creen que, al final de los tiempos, todos comparecerán ante Alá cru-
zando un puente «delgado como un cabello», el que lleva al CIELO o al INFIERNO.
Los ortodoxos también creen en la unión de cuerpos y almas en la resurrección y
el Juicio Final donde Dios discrimina la situación del interesado y otorga infierno
o PARAÍSO. Los persas veían el NAURUB, o Año Nuevo, como una resurrección. Los
tibetanos más que resucitar, mueren y se incorporan a otra REENCARNACIÓN.

retorrománico / rético / romantsch… Una de las cuatro lenguas ofi-


ciales de Suiza junto al alemán, francés e italiano. Se trata de un idioma romance
—derivado del latín— con tres ramas principales: el LADINO, hablado por cerca de
30.000 italianos en los Dolomitas del Alto Adige (Tirol del Sur); el friulano, habla-

448
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

do por unos 70.000 italianos en la región de Udine fronteriza con Croacia, y el ro-
mantsch de Suiza, hablado por unas 70.000 personas, sobre todo del cantón Grau-
bünden, en los Grisones.

Reyes Magos. Reyes o magos, o astrónomos, en cualquier caso su caravana


pudo haber viajado por el desierto yemení del HADRAMUT transportando oro, in-
cienso y mirra. O no. La historia que hace soñar a los niños españoles hunde sus
raíces en una neblina de olíbano. A finales del siglo III, Helena, madre del empera-
dor Constantino, la más intrépida buscadora de RELIQUIAS de todos los tiempos,
encontró supuestos restos de los Reyes Magos en Habban y Azzan, en pleno de -
sierto de la Arabia Feliz. Esos restos viajaron luego a Constantinopla y de allí, en el
siglo V, a Milán, donde permanecieron hasta el año 1164. Federico I Barbarroja sa-
queó la capital lombarda y se llevó las reliquias a Alemania. Por eso, en la catedral
de Colonia (Alemania) no vacilan en afirmar que tienen los huesos de los Reyes
Magos. Un relicario de 350 kilos de oro, plata y piedras preciosas es de un gran
peso, otra cosa es que contenga cuanto queda de Melchor, Gaspar y Baltasar, los
monarcas de los sueños infantiles. Pero desde el siglo XII dejan oír sus tiernos gor-
jeos en Colonia los sternsinger, «cantores de la estrella», niños disfrazados de Re-
yes Magos. En Sanáa, la capital del Yemen, dicen que Melchor fue uno de sus pri-
meros ciudadanos. Lo más misterioso de la historia fue la estrella que los Reyes
Magos vieron en el cielo, tal vez la misma que observaron los caldeos en el siglo VI
a.C., es decir, una coniunctio magna, últimamente conocida como supernova.

ricsó / rickshaw. No hay Oriente antiguo sin ricsó, un hombre que tira de un
carricoche donde va montado otro hombre más rico. Quedan ricsós en Calcuta, y
son preciadas posesiones de los rickshawwalla, una subcasta. Ahora se alzan voces
en esa ciudad india para abolir a los ricsós y la gente protesta: ¿qué van a hacer
cuando los días de gran monzón no pueden circular los coches? Para visitar algu-
nos templos como el de Ganga Mai en las afueras de Nasik, en el estado indio de
Maharastra, hay que subir una interminable escalera de piedra. No hay problema:
los porteadores llevan en andas a los peregrinos que no quieren o no pueden
afrontar la subida. Es una versión del antiguo palanquín oriental, o de las viejas si-
llas de mano que se usaban en el Perú colonial… En la ciudad de Toliara, en el su-
roeste de Madagascar, el ricsó-bici es el transporte más popular. Aunque nada
iguala, al menos en velocidad, a las cestas que usan en Madeira para bajar a la gen-
te desde Monte hasta Funchal por cuestas empedradas convertidas en toboganes.

rifais / ri’fais. Orden de DERVICHES SUFÍES fundada por Ahmed Ri’fais en el si-
glo XII y superviviente en algunos países del Próximo Oriente como Siria y Egipto.
Los rifais destacan, según Berling [2005], «por la fanática rigidez con que cumplen
los periodos de meditación, silencio y abstinencia, pero sobre todo por sus ex-
traordinarias técnicas para entrar en ÉXTASIS».

rihan. Hojas de salvia de fuerte perfume que se inhalan y usan como estimulante
en Afganistán.

449
LUIS PANCORBO

Ripalda. Jerónimo de Ripalda (Teruel, 1535-Toledo, 1618) fue autor del céle-
bre Catecismo de la Doctrina Cristiana, que rivalizó en popularidad y difusión con
el del padre ASTETE hasta mediados del siglo XX. Fue uno de los instrumentos cla-
ve para el forjado de cierta mentalidad hispano-católica. Por otra parte, en el Ri-
palda se pretendía contestar al misterio con otro misterio: «P: ¿El ESPÍRITU SANTO
es Dios?». «R: «Sí, Padre.» «P: ¿Son por ventura tres dioses?» «R: No, sino uno en
esencia, y trino en personas.»

Robinson Crusoe. Novela de Daniel Defoe de 1791 considerada por algunos «la
plantilla del colonialismo inglés» [Hughes, 2003]. Aparte de otras lecturas. Es una no-
vela que funciona en todo tiempo por responder a un deseo muy íntimo: naufragar
adrede (si luego a uno le garantizan un barco salvador) y poner en marcha la inventiva
humana más primordial. Robinson doma la naturaleza, convierte el suelo baldío en
productivo, y al nativo —como Man Friday o Viernes— lo mismo: se le doma y se hace
de él un leal sirviente. Viernes estaba lejos de ser un esclavo al uso, constituyendo el es-
pejo —negro— en el que se miraba Crusoe. Todo eso parece estar en el altar opuesto
de la habitual leyenda negra anti-hispánica. A Hernando de Soto, el explorador español
por Estados Unidos que murió en Arkansas en 1542, se le atri-
buye la consigna de que «…los indios tuviesen terror de los es-
pañoles» [Hughes, 2003]. Sin embargo, Robinson Crusoe y la
posterior literatura americanista se alzaron como el paradigma
de la excelencia del trato anglosajón hacia el hombre y la natu-
raleza, ambos conquistables, pero con modales. Así se olvidan
cuestiones como que el presidente Ulysses S. Grant asesinó, si
bien por personas interpuestas, a los APACHES. O que otro pre-
sidente, Thomas Jefferson, ordenara la matanza de los shawnee
y kickapoo. También se olvida que el precursor verdadero de
Robinson no fue tanto el escocés Alexander Selkirk, el que
permaneció en la isla chilena de Juan Fernández cuatro años y
cuatro meses hasta 1708, sino Pedro Serrano, náufrago español en las islitas colombia-
nas Serrana y Serranilla. O el cirujano bucanero Lionel Wafer, que logró sobrevivir
abandonado en la selva del Darién panameño; o Henry Pitman, «el esclavo blanco»,
que lo logró en Salt Tortuga, isla en la desembocadura del Orinoco, y que fue el más
cierto inspirador de Defoe [Severin, 2002]. Robinsón español, o inglés como mucho.
No cabe que cinco siglos antes que el de Defoe hubiese un robinsón árabe y, por tanto,
oscurecido en la historia occidental. En el siglo XII, Ibn Tufayl Abubacer, un hombre
que vivió en Granada, Tánger y Marrakech, escribió Hay Ibn Yaqdan («El hijo viviente
del vigilante»), historia de un hombre solo en una isla desierta, donde encontrará si aca-
so «la luz de Dios» [Ben Jelloun, 2002]. El Viernes del robinsón árabe resulta ser un
profeta de una isla cercana que explica al náufrago que las verdades de la religión pue-
den ser descubiertas por uno mismo. Casi como Defoe.

rogativas. Rezos solemnes para que llueva o deje de hacerlo, para salvarse del
pedrisco, para que acabe la sequía… No sólo los rainmakers (> HACEDOR DE LLU-
VIA) INDIOS de las praderas de los Estados Unidos tenían la prerrogativa de poder

450
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

convocar la lluvia, ni tampoco es exclusiva de los feticheros africanos. En Astorga


se cantaba a la Virgen del Caño: «Daynos agua. Daynos vino. Daynos habas…»
[Casas, 1950], algo que implica una petición inteligente abarcando un buen surti-
do de productos. Los gallegos de antaño podían estar cansados de lluvia: «Vaite,
chuvia / vente sol, / pol-os campos / de Ferrol». Ahora tienen el problema contra-
rio, como en general en España. La vieja rogativa se solía acompañar de procesión.
Una romería de tipo pluviátil y muy concurrida era la de san Isidro, santo patrón
de los labradores no sólo de Madrid. Hoy en Kandy (Sri Lanka) siguen sumergien-
do en el río una vasija votiva budista para propiciar el monzón. Magia homeopáti-
ca, como cuando se bañaban los viejos ídolos de muchas culturas. En España eran
también frecuentes, además de novenarios y salves, las inmersiones de imágenes
religiosas en los ríos y fuentes. En pueblos navarros se llevaba a la orilla del río la
estatua de san Pedro y le gritaban: «San Pedro, remédianos». Si el santo no res-
pondía a la tercera, lo tiraban al agua. Esa suerte corría en Ouzande (Galicia) san
Lorenzo; en Labiano (Navarra) sumergían a santa Felisia; en Burgos, a san Fru-
tos… En Jaraiz de la Vera (Cáceres) cantaban a san Bernabé: «San Bernabé, / a las
tres ha de llover; / mas si no llueve, / chapuzón con él» [Casas, 1950].

romaní / romano / roma / rumi… Gitano o zíngaro cuyo idioma es el


CALÓ. Hay quien asocia rom con dom, grupo de INTOCABLES de la India. En el si-
glo XX, entre 200.000 y 800.000 zíngaros fueron víctimas del holocausto (> SHO-
AH). En los campos de exterminio se les agrupó como roma y, dentro de eso, los gi-
tanos alemanes fueron divididos en tribus como sinti y lalleri. El profesor Hans
Gunther, científico racial y racista, puso el dedo en una duda: ¿No eran ARIOS tam-
bién los gitanos al descender de gentes arias, indoeuropeas? En efecto, era así,
pero para aliviar la conciencia seudocientífica nazi se concluyó que los gitanos eran
arios pero que procedían de CASTAS inferiores, y que en su procelosa emigración se
mezclaron con razas inferiores. Así se dio paso a su exterminio tras colocarles los
sambenitos, triángulos o estrellas, de color marrón. En cambio eran de color rosa
para los homosexuales; amarillos para los judíos; rojos para los comunistas; púrpu-
ra para cristianos, especialmente Testigos de Jehová; negros para lesbianas y vagos;
verdes para criminales comunes…

rongo rongo. Tablillas o tabletas parlantes. También, ayudas para la memoria,


como si fuesen antiguas chuletas que servían para recitar historias o genealogías.
Sólo quedan en torno a 24 rongo rongo desperdigados en varios museos, desde
Santiago de Chile a Roma, Londres, Washington,
Berlín... Solían ser de madera de toromiro y en ellos
escribían los antiguos pascuenses con el sistema de
BUSTROFEDÓN. El tipo de caracteres de la escritura
de Rapa Nui (isla de PASCUA) tiene algún parecido
con los JEROGLÍFICOS egipcios. En 1864, el hermano
misionero Eugenio Eyraud calculaba en unos 2.000
el número de rongo rongo de Rapa Nui, pero sólo
pudo recoger seis que envió a Tahití. El profesor

451
LUIS PANCORBO

alemán Thomas Barthel llegó a descifrar su escritura: «Está por encima de la mera
pictografía, es una mezcla de ideogramas de uno o más significados, de formación
de símbolos en diversos grados, y de signos empleados fonéticamente para la escri-
tura de nombres y de rebus, adivinanzas o acertijos…» [R. Campbell, 1987]. El
rongo rongo de Tomenika dice entre otras cosas en algunos de sus 75 morfemas:
«Animal de cuatro patas. ¿Qué están haciendo? ¡Están sentados! / Detrás, en la
penumbra. / Tranquila y fresca; sombría / miran hacia Hiva el Arco Iris…».

rosa, nombre de la. Una de las claves de El nombre de la rosa [Eco, 1980]
estriba en: «Stat rosa pristina nomine / nomina nuda tenemus» («la rosa primigenia
existe en el nombre, / a nosotros nos quedan los nombres desnudos»). Es de un
poema de Bernardo de Morlay. En euskera tienen un dicho no menos sabio: «Izea
den guztia omen da» («los nombres son imágenes sonoras de las cosas»). O «a
todo nombre corresponde un ser».

rosacruces / rosicrucians… Secta mística cuyo origen algunos sitúan en el


año 1410, aunque su arranque más cierto fue el Manifiesto Rosacruz de 1614, obra
de Johann Valentin Andrae (1586-1654), un teólogo luterano que presentó al mun-
do el manuscrito de un supuesto fundador del movimiento, llamado lógicamente
Christian Rosenkreuz, y su escudo familiar con la rosa y la cruz. Algo que si no fue
verdadero, estuvo bien inventado para poner en marcha una sociedad secreta, si no
hermética, y siempre esotérica y dispuesta a cambiar el mundo pasando antes, por
supuesto, por una diversa configuración del poder a favor de los rosacruces. A par-
tir de ahí todo cabe en el saco rosacruz: masonería, complot… y varia-
das resurrecciones. Una de ellas se debió al escritor ocultista Jo-
seph Péladam (1859-1918), autollamado Mérodack, amante de
los prerrafaelitas y de ciudades decadentes como Brujas o Ve-
necia. Péladam fue el impulsor de la revista Coeur y del «Sa-
lón Rosa-Cruz» con la idea siempre de combatir el realismo y
dejar de pintar las historias patrióticas en boga. Pero no fue el
único pintor envuelto en esas brumas. A Jean Cocteau se le tiene
por rosacruz —si no por Gran Maestre del Priorato de SIÓN— y
se le atribuye un mural de la iglesia de Nôtre Dame de France de
Londres, en la esquina de Leicester Square, con un crucificado al
que no se le ve y una rosa en los pies [Baigent, 2004]. A los rosacruces
se les cuelga todo dado que nadie asegura su existencia: poseían, cómo no, el poder
de transmutación de los metales, y más modernamente el de descomponer el átomo
en sus 12 partes, que el 12 es mágico (12 apóstoles, 12 signos del Zodíaco, 12 semi-
tonos de la escala musical incluyendo la octava…). Otro gran poder suyo sin duda
es el de la prolongación de la vida, y los más modestos poderes de descubrir objetos
escondidos (lo que algunos católicos adosan a santa Rita), incluso es suyo el don de
saber cosas lejanas [Hutin, 1999]. Se mezcla todo y sale el poder absoluto.

Rub al-Jali. «Cuarto Vacío» o «Media Luna Vacía», el mayor desierto de Ara-
bia y el mayor desierto continuo de arena del mundo. Se extiende en el sur de la

452
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

península arábiga, con forma precisamente de media luna en su cuarto creciente, y


se extiende desde Yemen a los Emiratos Árabes Unidos, por 580.000 kilómetros
cuadrados, más que toda la Península Ibérica. Viven allí beduinos o bedus de las
cabilas rashid, manahil, dawasir, mahrah, saar, bani yas, awamir… La mayoría hace
pocas décadas que se han sedentarizado en markaz, pueblos con todas las comodi-
dades para los últimos nómadas, como el que hay en la lejana rambla de Mughs-
hin, donde el sultán de Omán proporciona antenas parabólicas y aire acondiciona-
do. Los pioneros blancos en la zona fueron ingleses, como Charles Doughty, sir
Richard Burton, T. E. Lawrence o Wilfred Thesiger, el último gran explorador que
cruzó el desierto. Lo hizo dos veces entre 1946 y 1948 con afán de reflejar la vida
de los beduinos que compartía hasta en sus más íntimos detalles. Con ellos bebía
shanin, mezcla de leche agria de camella y agua de pozo. También tuvo tiempo de
recoger usos, como la CIRCUNCISIÓN por desuello practicada en las montañas Hajaz
cuando el hombre casado ha tenido ya hijos «…y en la que se quita la piel desde el
ombligo hasta las pantorrillas. Ibn Saud prohibió esta circuncisión que declaró
costumbre pagana…» [Thesiger, 1994]. Era más carnicería que otra cosa.

rubaiyyat / rubaiatas. Cuartetas en lengua farsi. El singular es rubai, cuarteta


formada por cuatro hemistiquios con versos dodecasílabos rimando todos menos el
tercero, libre. El término se aplica sobre todo a las poesías de Omar Khayyam o Jay-
yam (1040?-1125?). Fueron más que una forma de hacer poesía de un gran autor:
una fuente de civilización, un estilo clásico, tolerante, vitalista, incluyendo el elogio
del vino y de su pequeña locura… Todo eso frente a lo que representaba en esa mis-
ma época el ismaelita Hassan Sabbah, jefe de los ASESINOS, la locura absoluta. Khay-
yam (significa «el hacedor de tiendas») era agnóstico, irónico, periférico, un hombre
del norte de Persia, de Nishabur, en pleno Jorasán, ya al lado de Afganistán, una re-
gión que hace mil años quedaba igual de lejos que hoy de lo que representa el go-
bierno clerical de Teherán. Una de las cuartetas de Khayyam [1995], que uno cree
que conserva plena vigencia, es: «¿Qué vale más? ¿Hacer examen de conciencia sen-
tado en una taberna o prosternarse en una mezquita con el alma ausente?».

rubia / blonda / güera (Méx.) / catira (Ven.) … Cuando ya se pasa del ru-
bio se llega al platino, como el de Jean Harlow, pionera de ese estereotipo, o el de
Marilyn Monroe o Jane Mansfield. Hay una rubia por cada 1.000 morenas o casta-
ñas, lo que extrapolado a una población humana de 6.000 millones de individuos
(el 52 por ciento son mujeres) arroja un resultado de tres millones de rubias en el
planeta. Claro que antes de veinte años no habrá rubias en el planeta, dijo como
una no-noticia la cadena ABC de televisión en septiembre de 2002, haciéndose eco
de supuestos datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que luego des-
mintió. Ser rubia, o rubio, se debe a un gen recesivo (como el del albinismo) y eso
amenaza caer en el insondable pozo de los mestizajes que ya serán triunfantes al 100
por cien en el año 2020 [Cousin, 2003]. Con todo, la mujer con cabellos rubios si-
gue suscitando fantasías y CLICHÉS y configura el patrón imperante y estético. Una
reciente estadística asegura que el siete por ciento de la población española es rubio
natural, el 57 por ciento castaño, el 26 por ciento moreno, el tres por ciento pelirro-

453
LUIS PANCORBO

jo y el 10 por ciento restante entre moreno y castaño claros. Por tanto, España, que
no se quiere quedar atrás en cuanto a europeísmo, y a color de cabellos, tal como
salen en los anuncios, es uno de los países que más usan el rubio teñido, de peróxi-
do, o de bote. Lo cierto es que escasean más los genes que motivan los cabellos ru-
bios. Si de la pareja que componen los padres, uno (o una) es rubio y otro (u otra)
moreno, es más la descendencia con cabellos oscuros. Rubias oxigenadas han existi-
do desde la antigüedad. En Alemania el nazismo asoció el rubio a la pureza de la
RAZA aria y así surgían cálculos como el de Himmler: en ciento veinte años todos los
alemanes serían rubios. O calvos, si hubiesen seguido los nazis. Incluso en un país
como México, con casi la mitad de la población india y la mayoría mestiza, el canon
de las presentadoras de televisión es el rubio (güero). Lo mismo pasa en Brasil don-
de la población negra es del 45,33 por ciento. En Japón, las shibuya girls, ganguro y
otras especies urbanitas como sacadas de un manga, se tiñen con abundancia de ru-
bio o de color zanahoria. En 2002, el gobierno de Malasia, dirigido por Mahathir
bin Mohamad, consciente de la revolución de los pelos claros que arrasaba en Ja-
pón y Hong Kong, prohibió a los estudiantes malayos teñirse de rubio o rojo.

rudlas > PALOS MENSAJEROS


runas. Rúnica es la antigua escritura escandinava que algunos pretenden hacer
pasar por vikinga y directamente inspirada por el dios Odín. Las piedras rúnicas,
como las de la isla sueca de Gotland, del VIII y siglos posteriores, han merecido un
estudio que dista de estar acabado. Ya a finales del siglo XIX, las runas excitaron la
insaciable curiosidad de Julio Verne (Viaje al centro de la tierra) y de Edgar Allan
Poe (Aventuras de Arthur Gordon Pym) y son piezas misteriosas y centrales en di-
chas novelas. Lo cierto es que, además de la interpretación literal de las runas en el
contexto histórico de las sagas, ha habido legión de movimientos, desde nazis a
esotéricos, o ambas cosas, volcados en dichas escrituras. Incluso se ha querido pro-
mover un alfabeto rúnico en el que las letras se asocian a los dioses escandinavos.
En concreto, los dioses Thor, Hagal y FREYR se vinculan cada uno con grupos de
ocho runas o letras simbólicas. Una letra rúnica como la «S», conocida como so-
wulo, o «runa de la victoria», evocaría un rayo y fue utilizada por las SS. Por otro
lado, las runas se usan con los más variados pretextos, sean simbólicos, adivinato-
rios, astrológicos, o se ven como portadoras de fuerzas cósmicas —¿qué es ya lo
que no tiene eso?—, incrementando así el pozo de lo irra-
cional. Wystan Hugh Auden (1907-1973), el mayor poeta
inglés de su tiempo, se consideraba nórdico y tradujo sa-
gas sosteniendo que la mitología noruega le influía más
que la griega. Por eso fue a un viaje memorable del que
sacó sus Letters from Ic eland (1937), y volvió allí en
1964, junto a Louis MacNeice, para escribir la mejor an-
tiguía de viajes posible, en verso y en prosa y casi en ru-
nas. Por otra parte, runas son campesinos de habla que-
chua. Runasimi, el idioma quechua, es «la lengua de los
hombres».

454
S Si lloviera esta noche, retiraríame
de aquí a mil años.
César Vallejo, Trilce, XXXIII

Saba. Aparte de la leyenda, el reino de Saba se identifica con las ruinas de Mareb y
Shabwa en el actual Yemen. Mareb (Marib), la más probable capital del reino de Saba,
fue rica por el tráfico de especias y valiosas resinas (mirra, incienso…). No menos, por
sus magníficas obras de irrigación que recogían las aguas del río Adhanat. Mareb flore-
ció durante milenio y medio, pero hacia el 542 las presas empezaron a desmoronarse,
especialmente un dique de 600 metros de largo, y el reino entró en una decadencia ba-
rrida por las arenas del desierto de Ramlat as Sabatayn y del cercano HADRAMUT. La
reina de Mareb era Bilkis (Bilqis, Belquis), la más probable de las muchas reinas de
Saba de la antigüedad, aunque sólo una pudo oír «la fama del rey Salomón», como
dice el Libro de los Reyes. Otra hipótesis es que el reino de Saba, y el OFIR, país fabu-
loso del oro en tiempo del rey Salomón, se encontrara en África. En tal caso la reina de
Saba habría sido más bien Makeda de Etiopía, quien, al casarse con Salomón, habría
originado la dinastía reinante que llegó hasta Haile Selassie. El jesuita Pedro PÁEZ Jara-
millo, (1564-1622), natural del pueblo madrileño Olmeda de la Cebolla, logró visitar la
Saba del Yemen con su hermano en religión, el catalán Antoni de Montserrat. Tras
acabar medio muerto en Yemen, pasó a Etiopía, donde vivió hasta su muerte. En el ac-
tual Yemen (la antigua Arabia Feliz), a muchas niñas les ponen el nombre de Bilkis.

Sabah. Para algunos significaría «la tierra de sotavento». Sabah ocupa la esquina
noriental de Borneo y antaño estuvo vinculado al sultán de Sulú (Filipinas). Hoy es
uno de los 13 estados de la Federación de Malasia. La capital de Sabah es la moderna
villa de Kota Kinabalu, atrapada entre montes selváticos y mares cálidos. Se cree que
hace cinco mil años llegaron a Sabah los primeros pobladores austronesios. Hoy se
cuentan 55 grupos étnicos y se hablan unos 100 dialectos, todo un reto para los lin-
güistas. Las principales familias étnicas son dusúnica, murútica y paitánica. El mayor
grupo es el dusúnico con 14 lenguas distintas, entre ellas kadazan, kuijau, lotud y run-
gus… Después de abandonar el PAGANISMO ancestral, los dusun son en su mayoría

455
LUIS PANCORBO

cristianos; también hay una minoría musulmana y una nutrida colonia china com-
puesta por grupos kakka, hokkien, teochew… Muchos son en Sabah los que tienen fe
en sus BOBOHIZANS, o médiums femeninas, muy solicitadas en todo tiempo y aun más
para hacer averiguaciones con motivo de la Kaamatan, la gran fiesta de la cosecha.

sabbat / sabbath/ sabath / shabat / sabatt / shabbat. Tiempo sa-


grado. En realidad es «sábado», el día de descanso, o la reproducción del séptimo
día de la Creación, y así lo siguen algunos cristianos como los adventistas del sépti-
mo día, que consideran que la Biblia mandó santificar el periodo comprendido en-
tre el atardecer del viernes y el atardecer del sábado. No el domingo, como hacen
otros. Al sabbat se apuntan los judíos, y de modo especial los hasídicos (> HASIDIS-
MO), que se niegan a prender fuego alguno, desde encender el coche a usar el ascen-
sor. Los metodistas de TONGA llevan muy a rajatabla la cuestión del descanso sema-
nal y prohíben conducir coches, ir al cine, todo… menos ir a la iglesia, sobre todo a
la del Centenario en Nukualofa, la capital del país. Claro que cuando Dios reposa,
los diablos cazan moscas con el rabo. En otro contexto, sabbat significa «reunión
satánica» con misa negra incluida y asamblea de brujos el sábado a medianoche.

sabeístas. Seguidores de las ideas de Sabi y Henoc que creían en un Dios y en


sus siete agentes o siete ÁNGELES (Al Ilaat) que presidían el concierto y el giro de
los astros. Cada tribu arábiga tenía un astro favorito para rezar. Por ejemplo, la tri-
bu imiarita de Yemen adoraba al Sol; los de Canenah, a la Luna; otros a Mercurio,
a Venus…. En Sanáa, capital de Yemen, se alzaba el gran santuario Bait Gundaam
consagrado a la estrella Venus. La visión musulmana hacia los sabeístas no siempre
fue negativa: «Los creyentes, los judíos, los sabeos y los cristianos, que creen en
Dios, en el día del Juicio Final, y practican el bien, no serán presas del temor ni se
atribularán» (Corán 5,69). Pero los PIGMEOS y otros pueblos primitivos aun eran
mejores sabeístas sin saberlo. Adoraban o temían al rayo y el trueno, y sobre todo
al ARCO IRIS. Civilizaciones tan consistentes como la incaica, la japonesa y otras, gi-
raban en torno a los cultos solares. El Sol fue el primer dios imaginado, o casi co-
piado, por el hombre que sabía lo que suponía su ausencia. La Luna venía luego a
presidir el terror y la alegría de las noches.

sabra. Judío nacido en Israel. La palabra sabra significa literalmente «higo


chumbo», dulce por dentro y áspero por fuera. Tiene un simbolismo de gran efica-
cia dado que la inmensa mayoría de la población israelí nació fuera del país. De-
bieron transcurrir mil novecientos setenta y cinco años desde la última dinastía
hasmonea, la destrucción de Jerusalén, y el éxodo consiguiente, hasta la creación
del Estado de Israel en mayo de 1948. A los sabras se les aparejó enseguida con los
kibutzim, habitantes de kibutz, las colonias colectivas o comunas agrícolas que han
encarnado el nuevo espíritu pionero de los judíos.

sadhu. Voz sánscrita que define al «perfecto», al «que ha alcanzado la perfec-


ción». En la India se entiende popularmente por sadhu un santón más o menos iti-
nerante y desprendido, aunque esta última virtud se apareja ya con los SANYASIN.

456
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

sagú / sago. Harina obtenida de la médula de la palmera de sagú. Es una fécu-


la granulosa que constituye la principal alimentación de muchas poblaciones que
van desde el sureste de Asia (Insulindia, Borneo…) hasta la Melanesia. Se llama
sak-sak en el valle del Sepik (Papúa-Nueva Guinea). A falta de arroz, trigo, mijo,
maíz, QUINOA, incluso de amaranto, que son los cereales básicos, el sagú es la gran
desconocida entre las grandes harinas del mundo.

sakaki. Árbol sagrado japonés. El ombligo europeo ha impedido mirar la rica


mitología de los otros, pero ramas verdes de sakaki son las que aún se agitan por
las calles de Nikko cuando llega la primavera tardía a esa región montañosa y va a
pasar la procesión de los «mil samurais» llevando el palanquín con los restos del
emperador Tokugawa, el que ordenó el retroceso, el aislamiento, del País del Sol
Naciente. El sakaki verde supone purificación, se agita para aventar los males. Pal-
metas de madera de sakaki son las que aún llevan, con las manos juntas sobre el
pecho, los sacerdotes sintoístas, pues esa madera fue grata a los dioses y de modo
especial sirvió para hacer el espejo en el que se miró la diosa Sol (> AMATERASU),
para salir de la caverna y nacer y, con lo mismo, hacer el País del Sol Naciente. El
sakaki tendría entonces «un carácter axial» [Chevalier, 1982].

Salé / Saleh. Localidad junto a Rabat, capital de Marruecos, donde los moris-
cos hornacheros fundaron una breve pero independiente república dedicada a la
piratería. Fue tras la expulsión en 1609 de los moriscos, o cristianos nuevos, de los
reinos de Granada, Murcia, Andalucía y, de forma específica, de la villa de Horna-
chos. Miles de moriscos hornacheros (Hornachos está en la Tierra de Barros, pro-
vincia de Badajoz) tuvieron que emigrar a la fuerza a Marruecos, a veces sin poder
llevar a sus mujeres, y muchos intentaron luego la vuelta a su tierra de origen, cosa
que siempre les fue negada.

Salomón, islas. País independiente enclavado en la Melanesia que debe su


nombre a los españoles de la expedición de Álvaro de Mendaña de 1568. Creye-
ron haberse topado con una versión del OFIR salomónico,
un islario cargado de oro y buenaventuranzas. En las islas
Salomón (Solomon Islands) siempre fue fuerte la kastom, o
tradición melanesia. Uno de los cultos funerarios más exten-
didos consistía en meter a los muertos en una red. Al cabo
de cierto tiempo retiraban la cabeza y la lavaban en el mar,
antes de depositar el cráneo en la tumba. «En Laulasi de la
isla Malaita el gran sacerdote de la kastom (o fata’abu) sigue
alimentando a los tiburones, que representan a los antepasa-
dos, con partes de un cerdo que él mismo sacrifica» [Foa-
naota, 1989].

saludadores / amalmadores / curanderos… Para reconocerlos ha-


bía que ver si tenían grabada en el paladar una rueda, la de san Quiteria o la de
santa Catalina, o una cruz si eran de quienes curaban la hidrofobia o mal de rabia.

457
LUIS PANCORBO

Feijóo [1773] criticó en primer lugar el asunto de sus marcas: se las podían hacer
imprimir por una docena de reales. Luego estaban sus aleatorios medios, nada más
absurdo que su curativo vaso de agua fría para tratar a los hidrófobos: «O les ace-
lera la muerte o les restituye la salud». La mezcla de tradiciones europeas, america-
nas y africanas ha producido en muchas latitudes un gran elenco de saludadores
sincréticos.

salwar kameez / shalwar kameez. En la India es el más típico y recata-


do traje de mujer después del preponderante SARI. Consta de pantalón ancho y una
especie de estrecha casaca, el kameez, a veces llamado kurta. Ha servido de inspi-
ración a costureros occidentales como Armani, y se lo han puesto señoras con tan-
ta diferencia de volumen como Hillary Clinton, Goldie Hawn y Lady Di. Pero en
la India el salwar kameez se tiene por el vestido más modesto, más recatado inclu-
so que el sari, sin transparencias. Otra cosa es que, en general, las mujeres indias lo
llevan muy suelto, lo que les ayuda a refrescarse en un clima en que todos los días
del año hace calor.

SAM. Siglas de South American Mission, una sociedad misionera fundada en


1917 por el doctor Joseph Davis que viajó a Paraguay, Brasil y Argentina visitando
y fomentando comunidades evangélicas. Han llegado a instalarse en las partes altas
del Purús (departamento de Ucayali), donde viven los indios mashco-piros, aun-
que uno de sus objetivos es contactar con los últimos mashcos salvajes que quedan
en la Amazonia peruana. Sus discutibles métodos, que recuerdan a los de los mi-
sioneros FUNDAMENTALISTAS del Paraguay, han sido criticados por las organizacio-
nes indígenas peruanas. Sangriento fue el caso de los indios panare de Venezuela
que fueron convertidos por otros misioneros norteamericanos, igual de fundamen-
talistas. Los panare ya tenían fe, pero también impuestos y, como no tenían dinero
para pagarlos, prostituían a sus hijas. «El 25 de mayo de 1987, El Mundo de Cara-
cas hablaba de la creciente desmoralización de los panare bajo el fanático régimen
misionero, que podría llevar a un suicidio colectivo como el de Jonestown, Guya-
na» [Lewis, 1988].

samadhi. El último estadio de la realización yóguica (>YOGA), cuando el indivi-


duo se disuelve en el alma universal. O cuando uno es consciente de su existencia
sin pensar. Plenitud existencial, si no estado de iluminación que alcanzan algunos
yoguis experimentados. También, estado de perfecta concentración de espíritu du-
rante el cual la sensibilidad física es abolida y ralentizada singularmente la respira-
ción. Es el gran logro de los diversos grados de meditación contemplativa de mu-
chas sectas místicas [David-Néel, 2000]. Samadhi tiene también la acepción de
«recuerdo fúnebre», plataforma ceremonial de INCINERACIÓN para los hinduistas.
El cenotafio de Gandhi se encuentra en Raj Ghat, las rampas reales de Nueva Del-
hi, aunque sus cenizas fueron esparcidas en los ríos sagrados de la India.

samals. Población del extremo occidental de la isla Mindanao, en el sur de las


Filipinas. A veces cruzan las calles de sus pueblos con piraguas, incluso con zan-

458
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

cos. Los samals son uno de los cuatro grupos de MOROS y siempre se les atribuyó
un cierto poder de control en el mar de Sulú entre Filipinas y Borneo. Los samals,
los más destacados en esa zona de piratería activa, no fueron doblegados hasta la
pacificación operada por el que llegaría a ser el general norteamericano John
«Black Jack» Pershing. Pacificación tiene aquí el sentido de mano dura, hasta un
punto que nunca pudieron soñar los españoles por no haber penetrado tanto en el
área. Los samals suelen ser confundidos con los badjaos, o gitanos de mar (sea
gypsies) de la región de Tawi-Tawi. A diferencia de los samals, que viven a caballo
entre mar y tierra, muchos badjaos sólo viven en y por el mar y son tan animistas
como musulmanes. El malayo Tun Mustapha, que fue jefe de gobierno en SABAH
en los años cincuenta, trató de restaurar los puentes históricos que siempre hubo
entre Borneo y el sur de Filipinas. Los balangingi, uno de los grupos principales de
samals, junto a maguindanaos y maranaos, pasaron por ser los moros más enfrenta-
dos a los españoles. Muchos samals fueron hechos prisioneros por los españoles y
deportados a otras regiones de Filipinas para cultivar tabaco como trabajo forzoso.
En 1847, el militar español José Oyanguren conquistó Davao y derrotó al datu
(«jefe») Bago, dividiendo a los moros kalagan y a los samals. Oyanguren rebautizó
a esa región como Nueva Guipúzcoa en honor de su patria chica. Los españoles
prometieron a los samals liberarlos de los tributos que les imponían los moros ka-
lagan, pero todo eso se fue al traste en 1898. Luego, los norteamericanos fueron
acusados de envenenamiento en masa en Hagonoy, en Davao del sur, y en Lupon,
Davao oriental. «Lo que los españoles no lograron en cincuenta años, lo hicieron
los americanos en diez» [Tiu, 2004].

Samarcanda / Samarkanda. Mítica como XANADÚ, TOMBUCTÚ y otras


ciudades cuya fama no apaga la arena de la realidad. Tal vez fue fundada en el siglo
V a.C., y más seguro elogiada por su belleza por su conquistador Alejandro Magno
(para quien era Marakanda). Vio pasar, aparte de griegos, a turcos, persas, ára-
bes… hasta caer en manos de los MONGOLES de Genghis Khan en 1220. Uno de
sus lejanos descendientes, Tamerlán la convirtió en 1370 en capital de media Asia y
eso duró hasta el fin del reinado de su nieto Ulughbek en 1449. Hoy es una de las
ciudades más monumentales de la República de Uzbekistán y de la Ruta de la
Seda. Su poeta cantor no fue el gran Samuel Coleridge de Xanadú, pero James El-
roy Flecker hizo lo que pudo en The Golden Journey to Samarkand (1913). En
cualquier caso, fue ciudad tan única como un palacio real subterráneo, con un sol
artificial, una ilusión para escapar de la muerte. «Después de Samarcanda, ¿adón-
de ir? Para mí significaba el último extremo de Oriente, el lugar de la mayor fasci-
nación y de una insondable nostalgia» [Maalouf, 1993].

Sambava / Sambhava / Sambhawa. Padma Sambava, el segundo


BUDA en importancia, no en una incierta y más bien fantástica cronología, fue
quien introdujo el budismo en el Himalaya (Tíbet, Nepal, Bután…). Aunque po-
seía una encarnación mortal —siendo un hombre sabio de la India casado con la
princesa Mandarava—, en él se dieron cita circunstancias absolutamente excepcio-
nales, tales como reunir en sí mismo las emanaciones de los principales Budas an-

459
LUIS PANCORBO

teriores. Su habla la tenía del Buda AVALOKITESVARA, «Señor de la Comprensión


Universal». Su cuerpo procedía de Sakyamuni, el Buda histórico; y su mente del
Buda Amitaba, «Señor de la Luz». En Padma Sambava, conocido como Gurú Rin-
poché, el que cabalgaba por el Himalaya a lomos de una tigresa, se juntaron ade-
más «los Budas de las Diez Direcciones», los que confieren verdaderamente el don
de ubicuidad, pues cubren norte, sur, este, oeste, nordeste, noroeste, sureste, suro-
este, cénit y nadir.

sambenito. Colgar sambenitos, lejos de ser costumbre privativa de los españo-


les, fue una actividad que llenó de oprobio la historia de muchos países. Los nazis
los usaron profusamente en sus campos de exterminio; por ejemplo, ponían estre-
llas marrones a los gitanos (> ROMANÍ) y marcaron a los judíos con el sambenito
que más podía honrarles, la ESTRELLA DE DAVID. Un rey tan santo como Luis de
Francia decretó en 1269 que los judíos llevasen una rueda de paño de color púrpu-
ra cosida en el pecho. Hasta las prostitutas en Francia debían llevar un nudo rojo
sobre el hombro izquierdo como signo de reconocimiento, según los estatutos de
los burdeles de Aviñón promulgados en 1347 durante Juana I, reina de las Dos Si-
cilias y condesa de Provenza. En la isla carolina de Yap (Micronesia), los lava-lava
o TAPARRABOS de los isleños son de colores (azules o blancos) según sea su casta.
Nada nuevo, dado que en Grecia y Roma se debían llevar ropas especiales para de-
notar condición social. Pero colgar un sambenito a alguien fue prólogo de mayores
barbaridades hasta llegar a la eliminación física.

Samhain / Samain / Samhuinn. Fin del verano céltico irlandés. Noche-


vieja celebrada el 1 de noviembre en la cultura celta de las islas británicas. Tiempo
de transición entre el verano (Beltane), que arrancaba el 1 de mayo, y el invierno, a
partir del 1 de noviembre. Tiempo también entre los reinos de la vida y la muerte.
Y, sobre todo, tiempo para abrir la puerta al recuerdo de los antepasados. El anti-
guo calendario celta constaba de 13 periodos, parecidos a los meses, y el último
mes del año apenas constaba de tres días a caballo entre octubre y noviembre. Así
el 31 de octubre, cuando caía HALLOWEEN, se despedía el año, y el 1 noviembre se
festejaba el Año Nuevo.

sami / same / saami. Nombre que se dan a sí mismos los lapones y que sig-
nifica «la gente», «los hombres». Es idéntico a inuit, el verdadero nombre de los
ESQUIMALES, y a los apelativos que muchas
tribus se dan a sí mismas. Los sami son del
tronco ugro-finés: unos 7.000 en Finlandia,
21.000 en Noruega, 17.000 en Suecia y po-
cos millares en Rusia, en la península de
Kola, donde reciben el nombre de skolt. El
mundo espiritual lapón sigue hoy la tónica
general de los países nórdicos (pueden ser
luteranos, o lestadianos, la religión rigorista
de Laestadius, o nada…), pero antaño estaba

460
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

lleno de seita, piedras habitadas por espíritus. El mundo de abajo, la tundra, esta-
ba conducido por chamanes que tocaban el tambor de piel de reno con un cuerno,
con gran parecido con el proceder y motivaciones de otros colegas SIBERIANOS. Los
cantos sami, llamados joiku, son a capella, y eso se encuentra en Mongolia y hasta
entre los KORIAKOS de KAMCHATKA. En Historia Norwegia, texto finés del si-
glo XIII, se relata el viaje de un CHAMÁN sami, o noaide, al mundo de ultratumba
transformado en animal. Los chamanes, también llamados seita, usaban «sacos me-
dicina», conocidos por los viajeros como norwegian pouch, llenos de remedios má-
gicos [Vazeilles, 1995]. Los chamanes más potentes eran los «resucitadores de
muertos», asunto delicado el de la RESURRECCIÓN porque los muertos lapones po-
dían aparecerse en forma de zorro, lobo, oso, liebre… Por si fuera poco, los cha-
manes lapones tenían lobos ayudantes que podían transformar a los muertos en lo-
bos torviscos. Los sami siempre suscitaron muchas supercherías en cuanto pueblo
europeo más extremo, y no sólo por la latitud boreal de su territorio. En 1834 aún
se creía que los lapones sólo bebían nieve fundida y que les horrorizaba la carne de
CERDO, animal que no veían en la tundra ni en sueños. Adoraban, eso se decía, una
figura de Thor hecha de abedul, una patraña a diferencia de una costumbre que sí
que era verosímil: para propiciar el buen tiempo, decían el nombre de siete hom-
bres calvos y echaban sal en el fuego.

Samoa. Hay dos Samoas, la independiente con capital en Apia y la norteameri-


cana con capital en Pago Pago, anexionada en 1899, un año después de hacerse
con Guam, Filipinas y Cuba, la primera piedra del nuevo Imperio. Samoa I Sisifo,
que significa «Samoa Occidental», tiene dos grandes islas, Upolu y Savai’i, que
conservan la gentileza de la vieja cultura polinesia, aunque al dinero le digan tupe
(de to pay); al cuchillo, naifi; al periódico, pepa (de paper), y a la pluma, peni (de
pen)… Al occidental, Samoa le trae sobre todo el recuerdo del TUSITALA, y, en ge-
neral, de todo lo STEVENSONIANO. Robert Louis Stevenson vivió y murió en su casa
de Vailima («Cinco Ríos») en la isla Upolu. La otra isla, Sava’i, se asocia a Robert
Flaherty, que rodó allí Moana (1926), obra que inspiró la palabra «documental» a
John Grierson. Por su parte, la antropóloga Margaret Mead (1901-1978) vivió en
lo que es hoy Samoa Americana el tiempo suficiente para escribir Coming of age in
Samoa (1928), prologado por el maestro Franz BOAS. Adolescencia, sexo y cultura
en Samoa es uno de los libros clásicos de la disciplina, pero, como no podía ser
menos, las tesis de la Mead sobre la licencia y facilidad sexual de las adolescentes
samoanas no dejó indiferente. En 1983, a sólo cinco años de la muerte de Margaret
Mead, Derek Freeman entró con el machete a cortar simbólicamente el cuello de
la antropóloga: el determinismo biológico y el cultural no se entendían bien. Algu-
nas informadoras supervivientes confesaron haber mentido a la Mead y dijeron a
Freeman que nunca tuvieron las relaciones sexuales precoces que refirió y analizó
tan minuciosamente la antropóloga. Cierto es que Freeman rezuma puritanismo en
su refutación de la Mead, tal vez la mayor antropóloga que ha habido junto a su
maestra Ruth Benedict. Freeman parece feliz rebañando el postrero arrepenti-
miento de aquellas señoras samoanas que ya se habían convertido al CRISTIANISMO
y que se avergonzaban de sus actos juveniles. Tanto fue así que en 1983 la AAA de-

461
LUIS PANCORBO

claró que el libro de Freeman estaba pobremente escrito, amén de ser acientífico e
irresponsable. La polémica estaba servida y no se vio otra igual hasta la suscitada
por el tema de la labor que hizo el antropólogo Napoleon Chagnon entre los YA-
NOMAMIS. Desde luego, la Mead ponía mucho énfasis en el aspecto lúdico de la
cultura samoana, en la diversión, incluyendo «baile, canto, deportes, tejido de
guirnaldas de flores, coqueterías…, todas las formas de actividad sexual». Pero lo
principal es que realizó en Samoa un trabajo de campo largo, serio, concienzudo,
como no se había visto otro igual en los mares del sur desde los tiempos de Mali-
nowski.

sampo. Molino mítico del K ALEVALA, la epopeya finlandesa escrita por Elias
Lönnrot en 1835. Artefacto misterioso forjado por el herrero Ilmarinen, el sampo
es capaz de dar una tolva de sal, una de harina y otra de moneda. O lo que es lo
mismo: cuanto se necesita para el renacimiento eterno. O un GRIAL. Ilmarinen gol-
pea el sampo en el yunque pero todo viene hecho y dado por los dioses y el destino.
Si acaso, sigue la eterna lucha de norte y sur, tinieblas y luces, frío y calor, o el eter-
no combate entre los reinos de Pohjola (el Septentrión maligno) y Kalevala (el calor
del sur, la ciudad y el cereal), tanto como decir la lucha entre Laponia y Finlandia.

samsara. Mundo, ronda de existencias, cadena de experiencias personales, rue-


da reencarnante… Hasta la ilusión es o puede ser iluminación, y el samsara puede
ser NIRVANA en el sentido de que «no hay nada que hacer ni esfuerzo alguno que
realizar porque, en nuestro cautiverio, somos libres y nuestro afán por alcanzar la
liberación sólo termina esclavizándonos… una esclavitud que ya es, por otra parte,
la libertad misma» [Campbell, 1998]. Algo que recuerda a lo que en la moderna fí-
sica se denomina «principio de complementariedad», que «afirma la existencia de
pares de aspectos». O, como dice Campbell [1998]: «Todas las cosas —incluidos
nosotros mismos— estamos creándonos libremente de continuo». En el buen bu-
dismo eso pasa hasta al más sublime BODHISATTVA: ha alcanzado la iluminación,
pero permanece en el mundo por compasión, atado a un infinito ciclo de sufri-
miento y desprendimiento.

san. Nombre de un pueblo del África austral (bosquimanos) que significa «nos-
otros», «la gente», pero que significaría «vagabundos» para sus vecinos khoi (HO-
TENTOTES). Lo que es absurdo es el término bosquimanos, «hombres de los bos-
ques», boesman en holandés bóer, bushmen en inglés, bosquimanes en las viejas
traducciones españolas del siglo XIX. Los san son en torno a 85.000, repartidos en
unos 25 grupos por varios países del África austral: Botsuana (unos 47.500), Nami-
bia, Angola, Sudáfrica, ZIMBABUE y Zambia. Por su estatura, entre 1,42 y 1,57 me-
tros, se podrían tildar de pigmoides. El color de su piel, lejos de ser negro, tiene
una tonalidad amielada o amarillenta, con el cabello formando sus características
pelotillas. Los diversos dialectos san se caracterizan por los clics o chasquidos. Jun-
to a los hotentores, vivieron en la provincia sudafricana de El Cabo desde donde
fueron forzados a emigrar a regiones más inhóspitas, hasta que dieron con sus hue-
sos en el propio desierto del Kalahari. Evans-Pritchard recordó que Moffat, un mi-

462
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

sionero inglés conocido por su extremismo, autor de Missionary Labours and Sce-
nes in Southern Africa (1842), aseguraba que Satán ha borrado «cualquier vestigio
de impresión religiosa en el espíritu de bechuanas, hotentotes y bosquimanos».
Así, los primitivos no tenían derecho a una religión. Moffat, FRAZER, incluso Sin-
ger en 1928, pensaban eso. Por el contrario, Evans-Pritchard argumentaba que las
creencias primitivas, al margen de sus incertidumbres, no tendrían filosofía religio-
sa, ni apologética teológica, pero estaban repletas de mitos no muy distintos de los
tan admirados de Roma, India, Grecia y otros. El problema para Evans-Pritchard
era de traducción: para nosotros, occidentales, lo sobrenatural de las creencias IN-
DÍGENAS se debe a que carecen de una relación causa y efecto, pero el PRIMITIVO
piensa otra cosa bien distinta. Por ejemplo, la brujería causa la muerte, pero no ve
nada sobrenatural en la brujería. «Si alguien muriera de otra forma que víctima de
la brujería, esa muerte no les parecería natural» [Evans-Pritchard, 1991]. Lo cierto
es que Evans-Pritchard ya había dejado bien claro, desde que rebatiera a Tylor,
que era demasiado simple que los primitivos animistas no tuviesen ideas religiosas
irracionales. Si las tienen hasta los portadores de valores eternos de las grandes re-
ligiones marmóreas… Más recientemente, Lorna Marshall (1898-2002) conoció a
fondo la realidad san. A los cincuenta años se convirtió en la «antropóloga madre»
de los bosquimanos y con ellos convivió el resto de su larga vida: murió a los cien-
to tres años, tras publicar libros clave, como !Kung de Nyae Nyae (1976), sobre
los papeles sociales de hombres y mujeres de etnia !kung, con ese signo del clic, un
chasquido dental, por delante.

sangre. El catolicismo destaca entre las religiones debatidas entre la repugnan-


cia y la exaltación de la sangre. No hay que derramar la sangre, pero «la EUCARIS-
TÍA renueva sin cesar este sacrificio: “Éste es mi cuerpo, ésta es mi sangre”… De
este modo, la sangre se convierte en el zócalo de la jerarquía social» [Le Goff,
2005]. Por otro lado, el TABÚ aparejado a la sangre produjo supersticiones en la
Edad Media, como la de que copular con una mujer durante su periodo podía aca-
rrear el nacimiento de hijos con lepra.

Santa Compaña. La Santa Compaña, procesión nocturna de los difuntos, es


una de las más vibrantes instituciones de lo mágico-onírico en Galicia. La Santa
Compaña anticipa, según la creencia popular, una determinada muerte en una al-
dea. Pese a los cambios, en Galicia son muchos los «focos y estructuras de conti-
nuación y permanencia de las creencias… y la riqueza de vocabulario del “corpus
creencial”: bruxa, MEIGA, carteira, espiritista, evanxeliadora, sabia, corpo aberto,
demo, feitizo, meigallo, ollo feridor…» [Lisón, 2004]. También está el vedoiro, un
vidente. El pastequeiro que quita encantamientos. Los santeiros y feticeiros, y los
más improbables baluros, magos de la antigua tierra Chá (Lugo), tal vez de una
raza «maldita».

Santa Muerte. Un esqueleto masculino, vestido con tules rosas y corona de


gasa, como si fuese una novia, ha originado un auténtico culto popular en México.
Su centro es la iglesia de la Misericordia del barrio de Tepito en Ciudad de Méxi-

463
LUIS PANCORBO

co. Para algunos tiene rasgos de broma macabra, pero otros enlazan esa veneración
con cierta creencia prehispánica, cuando hace más de tres mil años los mexicas
adoraban a los dioses Mictlantecuhtli y Mictecacihuátl, el Señor y la Señora de
Mictlán, el mundo de los muertos. La actual Santa Muerte es la patrona de delin-
cuentes, prostitutas y gentes más o menos desesperadas, o curiosas, o gustosas por
lo chocante, o muy marginales, que le ofrecen tequila, velas, chocolates, cigarrillos
(como si fuera El Tío, el muñeco diabólico de las minas bolivianas). No hay que ol-
vidar la fertilidad mexicana en este renglón, que hace que Jesús Malverde, el ban-
dido generoso de Culiacán (estado de Sinaloa), asesinado en 1909, sea para algu-
nos san Jesús o, en su defecto, héroe de corridos y abogado de causas perdidas,
amén de patrón de narcotraficantes mexicanos y colombianos. La Santa Muerte
tiene aires de mayor seriedad, como a menudo pasa en México con lo luctuoso, y
ha sido inscrita en el registro de asociaciones religiosas del país por la Iglesia Cató-
lica Tradicionalista Mex-USA, también conocida como los Misioneros del Sagrado
Corazón y San Felipe de Jesús, una organización de tintes antipapistas y anticonci-
liares. Cada país latino tiene su Palmar de Troya y a veces más de uno. «No temas
donde vayas que has de morir donde debes» es la filosofía de hoja de calendario de
ese culto popular. Después de todo, el 1 de noviembre, México celebra la muerte y
los diarios se llenan de ESQUELAS humorísticas donde se llama a la muerte pelona,
calaca, huesuda; se comen calaveras de azúcar y hasta ataúdes con el muertito den-
tro. Sin que falte el izcuintle, el perrito de juguete para las ÁNIMAS de los angelitos,
o niños muertos de corta edad, para que les ayude a vadear el peligroso río Chico-
nauhuapan que les separa del tranquilizador país de ultratumba o Mictlán.

santería. Religión sincrética afrocubana, mezcla de santos cristianos y deidades


de los esclavos congos, YORUBAS y otros. Uno de los principales lugares de culto de
la santería de Cuba es la basílica de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, cons-
truida en 1608. La imagen de la Virgen, con un gran manto de oro, se guarda en
un camarín donde se practica asimismo el superpuesto culto de Ochún, diosa de
las aguas y la fertilidad. Cada 8 de septiembre una gran peregrinación se dirige a
esa iglesia sita en el antiguo pueblo minero de El Cobre. El sincretismo es clave en
la santería y así, además de la pareja Ochún-Caridad del Cobre, Changó equivale a
santa Bárbara; Eleggua, al Santo Niño de Atocha; Aggayú Solá, a san Cristóbal;
Yemanyá, a la Virgen de Regla… Los ministros de la santería pueden ser santeros,
paleros, bacalaos… Son muchas las ramificaciones de los cultos espiritistas afrocu-
banos. Parecidos al VUDÚ son palo mayombe, palo de monte, regla de ocha… El
palo de monte pasa por ser una de las ramas más tenebrosas, siempre con cierta
parafernalia yoruba: sacrificios de animales que invocarían a los diablos con sus
chillidos y estertores, sin olvidar los cortes con cuchillas que los paleros se hacen
en la piel.

santhara. Ayuno ritual que conduce a la muerte, o al suicidio, entre los JAINÍES
de la India. Así dejan de matar toda clase de vida, incluso microbiana, y cesa su
acumulación de mal KARMA. Se cree que al menos 1.000 personas al año fallecen
por esa causa aunque raramente son casos investigados por la policía.

464
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

santiguados. En Canarias son las fórmulas usadas por curanderas («santigua-


doras») contra el susto, el mal de ojo, la insolación y muchas enfermedades de tipo
cutáneo, como la erisipela, el empeine, el fuego salvaje… O la culebrilla, «erupción
de la piel, caracterizada en forma de culebra… generalmente buscando el encuen-
tro de la cabeza con el rabo» [Concepción, 2005].

santpanth. Himnos en honor de Pir Shams, el santo de los ismaelitas, secta


musulmana de chiitas septimanos presidida por el Aga Khan, hombre que combi-
na sin descomponerse sus fabulosas riquezas (se le tributó su peso en oro) con el
imperio espiritual sobre una gente que antaño mechaba su fe musulmana con
GNOSTICISMO y otras veces con fanatismo sangriento. Se creían en posesión de la
verdad desde el fallecimiento de Yapar as-Sadiq, el sexto IMÁN en el año 765. Des-
de entonces buscan también al imán del tiempo, el oculto.

sanyasin. En el hinduismo, «renunciante» que a todo renuncia salvo a liberar-


se. Es el que recorre el camino de perfección sin que le importen ya las cosas mate-
riales. En la India adoptan varias formas, desde el SADHU que camina pidiendo li-
mosna a los NAGA babas, «vestidos de aire».

sao. Pueblo legendario del Chad que habitaba entre los ríos Chari y Logón y que
dejó unas ruinas colosales, descubiertas en 1936 por Griaule y Lebeuf. Se trataba
de restos de ciudades amuralladas en las que vivían los kotoko, tal vez descendien-
tes de los míticos sao, gentes de color blanco que procedían del este. Según una le-
yenda, el biznieto de Adán y Eva fue el primer sao [Panyella, 1965]. Más verosímil
es que los saos fueran pastores que, al llegar al lago Chad, se sedentarizaron y al-
canzaron grandes resultados en alfarería y metalurgia. Otra cosa eran sus habilida-
des míticas para hacer enormes arcos de palmera y recorrer grandes distancias en
cuatro zancadas.

sapó. Bebida a base de GUARANÁ de los indios maués que viven entre los ríos Ta-
pajós y Madeira, en los límites de los estados brasileños de Amazonas y Pará. Los
indios andiraz y mundurucu preparan una bebida parecida. Los maués amasan el
guaraná hasta conseguir una bola que, al secarse, se pone muy dura y hay que ra-
llar con una lengua del pez amazónico pirarucú. El polvo resultante se mezcla con
agua hasta convertirse en el sapó, que antes se bebía en círculo de forma ritual.
Otra sustancia característica de esta etnia es el PARICÁ.

sapta ratna. Los tesoros en el budismo tántrico o tibetano no son considera-


dos tanto objetos materiales cuanto reminiscencias de la «Visión Pura». Los Sapta
Ratna («Siete Tesoros») van desde la rueda, símbolo de la ley, a meras reminiscen-
cias latentes, o a los tesoros de conocimiento transmitidos de mente a mente, de
maestro a discípulo, y, por tanto, hechos de materia intangible. Como los sueños.
Siempre hubo en el budismo mágico unos lamas, llamados terton, capaces de bus-
car y encontrar los tesoros más ocultos en rocas y aguas.

465
LUIS PANCORBO

sara. Pueblo de la región del


Ubangui-Chari en el Chad y Sud-
án oriental. «Sara» es nombre que
agrupa a diversas tribus de poca
entidad demográfica, pero con
rasgos culturales muy acusados.
Antaño tenían sociedades secre-
tas, como la del león, y no despre-
ciaban la antropofagia [Panyella,
1965]. Hombres y mujeres sara se
limaban los caninos en forma
triangular y se hacían escarifica-
ciones en la cara y torso. Destaca
su alta estatura (muchos hombres
miden entre 1,95 y 2 metros). Por otro lado, las mujeres sara llevaban grandes pla-
tos en cada uno de los labios. Primero perforaban con una espina los labios de las
niñas a partir de los ocho o nueve años, cuando eran prometidas en matrimonio.
Luego iban alargando los agujeros con bastoncitos y extraían caninos e incisivos
para poder insertar en los labios discos de arcilla cada vez de mayor tamaño. Era
normal que el plato superior tuviese siete centímetros de diámetro, llegando a al-
canzar el inferior los 24. Como en el caso de los MURSI de Etiopía, los sara daban la
explicación de que con eso querían afear a sus mujeres —en realidad, altas, muscu-
losas y de buen ver— para evitar que se las llevaran los NEGREROS. Aparte de los
platos (> BOTOCUDOS), los sara tienen una compleja iniciación, o yo ndo. En 1954,
el etnólogo Robert Jaulin vivió en Bedaya, centro religioso de los sara madjingaye,
en el Chari medio, donde los meh, o jefes de iniciación, aceptaron el serio interés
que tenía Jaulin de ser un iniciado. La gran ceremonia tiene lugar cada siete años y
se dice que después de la iniciación muere el Ngorgue, o jefe del CLAN, casi como
un destello frazeriano. La razón es que el Ngorgue asume los dolores y padecimien-
tos de los iniciados y todo eso acaba con su vida [Jaulin, 1985]. El dios Nuba, crea-
dor de la tierra, fue testigo de las dificultades, malarias y penalidades de compren-
sión que tuvo que soportar Jaulin antes de conseguir su propósito: «…no es contar
unas aventuras, sino analizar los problemas que plantea la participación o el simple
intento de participación de un europeo con una iniciación africana…». Si un hechi-
cero causa una muerte no es castigado por los humanos, sino por el ndil o espíritu
del muerto. Muy lejos, por cierto, del sentido católico de los «fieles difuntos».

sarakatsani / karakachani. Grupo étnico de Grecia y Albania, donde


también se les llama saracaciani y ramani, lo que evoca a los ROMANÍ. Suelen ser
nómadas, muchos dedicados a la mendicidad. Antaño se tatuaban cruces en el
cuerpo para demostrar su nuevo CRISTIANISMO.

Sarasvati. Río invisible de la India, subterráneo, o desaparecido, aunque vene-


rado, dado que los devotos creen que fluye junto al Yamuna y el GANGES en la ciu-
dad santa de Allahabad. Por otro lado, Sarawasti es la esposa del dios BRAHMA.

466
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

saratz. Personajes fabulosos de las nieves, como gnomos, aunque para Berling
[2005] eran descendientes de guerreros árabes que en el año 850 escaparon del sur
de Italia hasta aposentarse en los Grisones (Suiza) y hacer ahí un mundo aislado y
fantástico.

sargazos. Uva de mar (Fucus natans) y yerva (para Oviedo). Humboldt [1858]
lo llama también varec: «…crece sólo hasta los 40º de Latitud Norte y Sur, bajo el
nivel del mar». Superar después de Corvo (islas Azores), el mar de los Sargazos, en
realidad grandes y peligrosas praderas marinas, representó un gran desafío para los
antiguos navegantes, y a veces una superchería como la del «Triángulo de las Ber-
mudas». Colón atravesó las praderas de yerva tanto en 1492, a 28º de latitud, como
en 1493, a los 37º, y siempre entre 40º-45º de longitud. Los sargazos supusieron
una línea de demarcación natural que, según Colón, «dividía el mundo en dos par-
tes». No sólo. En 1493, la pradera de «la primera yerva en el borde oriental del
gran banco de Corvo» se convirtió en una línea de demarcación política, la que se-
paraba las posesiones de España y Portugal.

sari. Es el vestido de mujer más frecuente en la India, como el dhoti lo es aún


para muchos hombres. La gran pieza de tela del sari cubre a las mujeres de pies a
cuello, descubriendo apenas el ombligo. Con el sari se lleva choli, una blusa mi-
núscula al estilo de Rajastán. La alternativa al ubicuo sari es el SALWAR KAMEEZ. El
sari es tan crucial en la India que cuando en 2004 un partido político en plena
campaña electoral ofreció saris gratis, se aglomeró tanta gente que hubo una es-
tampida y decenas de víctimas.

sati / sutee / suttee. Inmolación de las VIUDAS hindúes en la pira. Fue aboli-
da por las autoridades coloniales inglesas en 1829. Antes de esa fecha se registra-
ban sólo en Bengala 500 casos anuales, pero aún no hay verano sin algún caso en
alguna región de la India, porque, por un lado, es un timbre de modestia y gloria
para las viudas y, por otro, el panorama de enviudar en la India es prácticamente
una larga y penosa antesala de la muerte.
Hay residencias en Vrindavan donde las viu-
das malviven esperando sólo la liberación, o
al menos el descanso, que les proporcionará
una muerte natural. El sati fue un uso que
incendió la pluma de los viajeros y cronistas,
ya desde Ibn Battuta, pero los puristas hin-
dúes discuten si es un suicidio o un acto vir-
tuoso (los Agni Puranas sólo reconocen
virtud a la sahagamana, «partir juntos», o in-
molación de la viuda en la pira del marido). Por otro lado, Sati fue el nombre de la
hija de Prasuti y Daksha que se enamoró del dios Siva y se casó con él contra el pa-
recer de su padre. Éste, llamado Daksha, reaccionó desairando al gran dios al no
invitarle a una fiesta en su casa. Al saberlo, Sati se tiró al fuego y se abrasó viva.
Siva tuvo que resucitarla (ya como Parvati, su consorte celestial), no sin decapitar a

467
LUIS PANCORBO

su padre Daksha. Sólo por las muchas súplicas de Sati, Siva accedió a resucitar
también a Daksha, eso sí poniéndole una cabeza de cabra.

satori. Iluminación del BUDA. Aldoux Huxley [2000] lo contrapone a satanismo


como polo extremo de la religión, y apareja el satori a las «VISIONES intensamente
privadas del ÉXTASIS y la meditación».

sauna. Palabra finlandesa para «baño de vapor». En Suecia es bastu y en Rusia,


banya. En maya, temascal, si bien el vapor se tomaba en recintos hechos con pie-
dras, no de madera. La clave de la sauna es echar agua sobre piedras calientes,
pero ése es el mero mecanismo. Antaño la sauna tenía una importancia social de
primer orden en Finlandia. Servía para dar a luz, al ser el lugar más limpio de la
casa. Y aún hoy se emplea para hacer reuniones políticas o ministeriales en otro
ambiente, donde la igualdad venga dada por la desnudez del hombre. O de la mu-
jer. El CLICHÉ quiere que tres palabras que empiezan con la letra ese sean la llave
del carácter finés: sauna, sisu («tesón») y Sibelius.

saura / saora. Una de las tribus de ABORÍGENES más nutridas de la India orien-
tal con tal vez medio millón de miembros. Pertenecen al grupo lingüístico munda y
viven repartidos entre los estados de ORISSA, Madyha Pradesh y Andhra Pradesh.
Los saura siempre fueron tenidos por salvajes por los hinduistas. Hoy son pocos
los saura no asimilados a la corriente general del hinduismo, aunque en su faceta
más cultural que religiosa. Viven en poblados extendidos en dos líneas de casas ba-
jas y cultivan sobre todo arroz, tabaco y jengibre. Carecen de CASTAS al estilo hin-
duista, pero mantienen diferencias muy marcadas entre la clase aristócrata y la ple-
beya. Los jefes saura pueden casarse con plebeyas, aunque lo más original es que
los CHAMANES pueden casarse con espíritus de sexo femenino.

Sauveterre de Béarn / Salvatierra del Béarn. Suena familiar nada


más ir allí y respirar el aire que dejan libre las fortalezas medievales que la aprisio-
nan. Pretende ser, y lo consigue, una ciudad que simula guardar su vigor antiguo,
entre ríos frescos y verdosos, entre ellos el grave Oloron. No ocurre ya nada allí
salvo la delicadeza de la campiña meridional francesa, en la que las brutalidades
antiguas se compensan con buenos vinos. Los propios vizcondes tramaban salsas
bearnesas entre conspiraciones y batallas, sabiéndose a salvo en esa piedra total
que es la villa. Ya en 1253 era casi como es hoy, un lugar de salvación, un oasis ver-
de, cortés, prodigioso, medio vasco y medio bearnés, encrucijada estratégica, pero
para asuntos discretos. Los vizcondes de Béarn compraban la región de la Soule y
negociaban de tú a tú con el poderoso reino de Navarra y con el ducado de Gascu-
ña (propiedad del rey de Inglaterra). Cuando los vizcondes de Béarn fueron ascen-
didos por mor de la historia a reyes de Navarra, Sauveterre, la mignone, la coqueta
ciudad fuerte del otro lado de los Pirineos, se convirtió en un eje esencial para
controlar la ruta jacobea (de los jacquets), la que iba de Burdeos a Pamplona,
amén del eje económico que se trazaba desde Bayona a Oloron. Reyes que en prin-
cipio debían estar muy ocupados, como Felipe III le Hardi («el Osado») y Luis XI,

468
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

accedieron a visitar ese pueblo medio perdido de la Francia sureña. Pero cuando
todo eso y más ha pasado, los de Sauveterre siguen erre que erre con sus salazones
y sus maíces, y con la iglesia de Saint André, de los siglos XII y XIII, que por fuera
es como un bloque de piedra casi egipcio, si no fuese tan gris. Y, por dentro, una
cruz latina de brazos atrofiados y absidiolas desproporcionadas. No importa si en
su torre campanario se eleva un espíritu. ¿Cuál? El del misterio, sin duda. A la iz-
quierda está la puerta de los cagots (los apestados agotes), con unos capiteles que
cuentan a su modo la gourmandise (la «santa gula» del sur de Francia). Y en el
pórtico gótico lucen el Sol y la Luna, como ocurre en el tímpano de San Zeno de
Verona, o como tantas cosas ambiguas del país CÁTARO, MANIQUEÍSMOS, aceite y
azufre… y hoguera al hereje. Lástima de SABEÍSTAS.

scalp / cabellera. El corte de cabelleras y su exhibición como trofeo de gue-


rra fue un uso extendido en varias tribus INDÍGENAS de los Estados Unidos. Sím-
bolo, por supuesto, de una ferocidad que merecía una respuesta, dado que los
Estados Unidos consideraban que su Ejército aplastando a los INDIOS y expulsán-
dolos cada vez más hacia el norte y hacia el oeste era una acción meritoria. Hubo
tratados, como el de 1875 de Powder River Country, que dio a los sioux (> LAKO-
TAS), CHEYENES, arapahoes y otras tribus tierras entre las montañas Rocosas, las
Colinas Negras y el río Yellowstone, los mejores campos de búfalos que se pudie-
ran imaginar en las llanuras. Pero no pasó ni un año cuando se descubrió oro en
Idaho y Montana y los buscadores invadieron ese territorio indio. Fue entonces
cuando el jefe sioux Red Cloud («Nube Roja») dijo al coronel Henry B. Carring-
ton: «Ahora debe ser paz o guerra». Y así fue como Nube Roja empezó a perder la
guerra, algo más que su propia cabellera [Sutton, 1985].

Scricfinnia. El país de los esquiadores. No tan legendario al estar situado en-


tre Biarmia y Finnmark. Biarmia puede venir de Vaaramaa, en finés «tierra monta-
ñosa», tierra que «…tiene el polo por cénit y la equinoccial por horizonte» [Olao,
1565]. Finnmark, el país de los fineses, suele aplicarse a Laponia, la parte más sep-
tentrional de SUOMI. Al arzobispo Magnus Olaus se debe la primera descripción
de los esquís y no sin su precisión, pues si en invierno son muy útiles, «…no tanto
en verano porque enseguida sus maderas se hunden» [Olao, 1565].

Sebaldinas. Fue el primer nombre de las islas Malvinas y se debió al marino


holandés Sebald de Weert, quien las avistó el 24 de enero de 1600. En 1698 fueron
llamadas islas Malouines por los pescadores franceses de la Compañía de Pesca de
la Mar del Sur, radicada en Saint Malo. El primer marino inglés en llegar a las islas,
aún hoy llamadas con su nombre inglés Falkland, fue el almirante (pirata) Anson
en 1748. España obtuvo el dominio de las Malvinas tras comprarlas a Francia, y en
especial a Bougainville, que había tomado posesión del archipiélago en 1764 por
618.108 libras francesas. Fueron españolas hasta 1810 y argentinas hasta 1831
cuando se produjo la salida de Vernet, el último gobernador de esas antiguas Se-
baldinas, disputadas, ricas y no tan desoladas islas australes. Son tierra y mar de al-
batros y lobos marinos, mejillones y pingüinos.

469
LUIS PANCORBO

sebastianismo. Mesianismo lusitano que se origina a la muerte del rey Se-


bastián en Alcazarquivir en 1578. Como dice Pessoa en un poema: «No mais é es-
perar por D. Sebastiao, quer venha, quer nao». Por falta de heredero, el trono por-
tugués pasó a manos del rey español, a la sazón Felipe II. Los restos mortales del
monarca luso acabaron llegando a Belem, pero la gente no aceptó que fuesen de
Sebastián. Empezó a circular el mito y la leyenda. El zapatero (sapateiro) Gonzalo
Annes, conocido como «el poeta Bandarra», se convirtió con sus trovas en uno de
los principales promotores de la ilusión de la llegada de un rey encoberto y reden-
tor. El padre Vieira también se sumó a la idea de un rey oculto, el Desejado o
Deseado [Hermann, 1998]. En 1640 se produjo el golpe restauracionista de los
Braganças y Portugal volvió a ser independiente, pero no por eso se extinguió el
sebastianismo mesiánico, incluso tuvo alguna difusión en el nordeste del Brasil co-
lonial. El asunto no es tan baladí en el otro lado de la raya. Si un día apareciese el
rey don Sebastián, Portugal volvería a ser un gran imperio, el «Quinto Imperio»,
ya sin temor alguno a España ni a nadie. El caso fue que nunca apareció el cadáver
de Sebastián, o no hicieron aparecer a un rey cuyo mejor retrato puede que sea el
que figura en la colección de las Descalzas Reales, en Madrid. Por otro lado, el lla-
mado «Quinto Imperio», un sueño del rey luso, para algunos se habría encarnado
en la actual Unión Europea.

sefardíes / sefarditas. Judíos expulsados de Sefarad (España) en 1492, tras


la oleada de matanzas de 1391. Aquella diáspora, cifrada entre 70.000 y 200.000,
los llevó al norte de África (Marruecos) y por el Mediterráneo hasta Grecia, Tur-
quía, Bulgaria… Conservaron el español o judeoespañol del siglo XV (> LADINO) y
todavía se habla en Israel, aunque se encuentre en peligro terminal frente a la pu-
janza del YIDDISH, el idioma oficial del país. Isaac Navon, antiguo presidente de Is-
rael y sefardí, fue uno de los mayores adalides en la conservación del ladino y reco-
piló muchos cantares. Pero no fue sólo por el FOLCLORE judeoespañol por lo que
se distinguió esta comunidad. Los sefarditas destacaron en los estudios hebreos y
en materias como halakhah (leyes). Uno de los principales comentarios (shitot) del
TALMUD se debió al rabino sefardí Hananel Ben Hushiel de Kairouan (Túnez).

Sefirot > SEPHER


Seis Reinos. Parajes fabulosos del misticismo tibetano. Son lugares o reinos
que, tras la muerte, se aparejarán al KARMA positivo o negativo del individuo. Hay
tres reinos bajos y tres altos [Khandro Rimpoché, 2003]. Los primeros son el «Rei-
no Humano», el «Reino de Dios» y el «Reino del Dios Celoso». El Reino Humano
tiene como experiencias el sufrimiento del nacer, la vejez, la enfermedad y la muer-
te, de forma que toda felicidad pronto se acompaña allí de penalidad. El Reino de
Dios es gozo completo, no se permite el reflejo del sufrimiento, ni la causa del mis-
mo, ni que se extinga el buen karma. El Reino del Dios Celoso, o «Reino del Semi-
diós», genera karma (en el sentido de una deuda de vida, y de acciones buenas o
malas que hay que sufragar con otra existencia y otra…). El Reino del Dios Celoso
está confrontado con el Reino de Dios en una casi constante dialéctica de rivalidad

470
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

y envidia. Por su lado, los Reinos Bajos son el de los «Variados Infiernos», el de los
«Espíritus Hambrientos» y el del «Reino Animal». En el primero hay cuatro
subgrupos de INFIERNOS. El primer infierno caliente, o «Infierno Redivivo», tiene
llamas en las 10 direcciones. Más dolor causa a los propietarios de mal karma el se-
gundo AVERNO caliente, o «Infierno de la Marca Negra», donde el cuerpo es mar-
cado y cortado en pedazos con una sierra oxidada y con poco filo. El tercer averno
caliente es el «Infierno Aplastante», donde los cuerpos son aplastados entre dos
montañas. El cuarto es el «Infierno del Grito»; el quinto, el «Infierno del Mayor
Grito»; el sexto, el «Infierno Abrasador»; el séptimo, el «Infierno Más Abrasa-
dor». El octavo, último y más bajo es el «Infierno del Tormento Incesante». Ahí no
acaba el tema. Hay otros tres subgrupos infernales: los «Ocho Infiernos del Frío»,
y los cuatro avernos que rodean al Infierno del Tormento Incesante, a saber: «Pozo
de Brasas», «Pantano de Cuerpos Podridos», «Llanura de Navajas» y «Bosque de
Espadas». Tampoco faltan los llamados «Infiernos Efímeros», donde los condena-
dos experimentan un dolor un millón de veces aun mayor que en su anterior vida,
convirtiéndose en trozos de roca o tierra que sufren incendios, pisoteos, o que es-
tán atrapados en las más variadas materias. Ahora que de gran retorcimiento pa-
rece ser el subgrupo infernal denominado de los «Espíritus Hambrientos» (pre-
ta), donde se sufre hambre y sed extremas, divisando siempre lagos y huertos
llenos de frutas… Por fin, el «Reino Animal» reviste el castigo de una existencia
dentro de la mayor ignorancia aparejada a temor y dolor. Allí lo suyo es atacar al
débil, comer al semejante, carecer de abrigo, beber con recelo… Se diría que re-
cuerda a la Tierra.

sema. Ceremonia de los MEVLEVIS, o DERVICHES giróvagos, seguidores de Mevla-


na, el Rumi, que se distingue por sus bailes de un acendrado misticismo. Los dervi-
ches, ataviados con largos gorros de fieltro (símbolo de la tumba) y amplias vesti-
mentas blancas (como sudarios), giran sobre sí mismos con una mano hacia el cielo
y otra hacia la tierra en busca de un extrañamiento confinante con un TRANCE mís-
tico. Las flautas (ney) desgranan melodías tendentes a lograr esa unión del bailarín
con el cosmos, a llegar a ser un planeta en torno al sol (el maestro) y, sobre todo,
una rueda más del cosmos regido por Alá (Dios). Todos los años, en diciembre, se
celebra el aniversario de la muerte de Mevlana, fundador de la orden de los mevle-
vis giróvagos, con sesiones especiales de sema incluso en su mausoleo (o turbe) de
la ciudad turca de Konya.

senecas. Indios de los Estados Unidos pertenecientes a las tribus de North-


Eastern Forest Dwellers, o «moradores de los bosques del nordeste» (amplio gru-
po que va desde algonquinos, iroqueses, HURONES, a miami, micmac, ojibwa, pe-
quot, susquehanna…). Los senecas eran originarios del valle Genesee, donde
residieron al menos cuatrocientos años después de sus leyendas de la Creación.
Una de ellas señala que el gran dios iroqués creó seis tribus, y una de ellas fue la de
los senecas. El nombre tiene que ver con la mala pronunciación holandesa de las
palabras «oneidas» y «mohegans» que se transformaron en «sinnekens» y «sene-
cas». Los de esta última tribu derrotaron a los hurones en 1634, dominando un

471
LUIS PANCORBO

amplio territorio a caballo de la actual frontera entre Canadá y Estados Unidos. La


guerra franco-india de principios del siglo XVIII pilló en medio a los senecas y de-
bieron luchar contra los mohawks. Con todo, los senecas tenían tendencia, al me-
nos desde el siglo XVII, a integrar a las tribus vencidas, como fue el caso de los erie
y neuters. Por otro lado, los senecas se confabulaban con otros grupos de INDIOS
como los buffalo, tonawanda, cornplanters, los mingo de Ohio…, lo que dio ori-
gen a toda una Confederación Iroquesa. Uno de los hijos más ilustres de la nación
seneca fue Do-ne-ho-ga-wa, «Puerta Abierta», nacido en 1828 en la reserva Tona-
wanda, al oeste del estado de Nueva York. Fue uno de los más distinguidos sa-
chems, término para jefes políticos que usaban senecas y algonquinos en general.
Ya como Ely Samuel Parker, su nombre de convertido, llegó a ser secretario del
presidente Ulyses Grant y comisionado de asuntos indios de los Estados Unidos
hasta casi su muerte en 1895. Parker, o Puerta Abierta, era un indio francmasón,
muy bien educado y hábil entre mundos tan opuestos como los Estados Unidos y
la Confederación Iroquesa. Llegó a plantear que se consiguieran reservas para los
cerca de 300.000 indios norteamericanos que sobrevivían durante su mandato. Su
objetivo era introducir a sus hermanos «en la agricultura, las manufacturas y la ci-
vilización». Claro que, en caso de resistencia, se usaría la mano militar a la que
Parker estaba acostumbrado al haber acompañado a Grant en las campañas que
llevaron a la derrota del general sudista Lee.

sentinelese. ABORÍGENES de las islas Sentinel (North y South) situadas al oeste


de las ANDAMÁN. Antes del tsunami de diciembre de 2004 quedaba un millar de na-
tivos en North Sentinel, una isla de poco más de 46 kilómetros cuadrados. Se trata
de una de las poblaciones del mundo que llegó al siglo XXI con mayor aislamiento y
relativa incontaminación cultural. Aparte de esporádicos avistamientos, general-
mente por naufragios de barcos, hasta 1988 no se produjo un primer contacto, pací-
fico, con los sentinelese. Ese año, el barco del Anthropological Survey de la India
dejó regalos a 10 metros de los nativos y, en enero de 1991, un isleño subió por pri-
mera vez a bordo. Los sentinelese, más todavía que los ONGE y JARAWA, fueron con-
siderados los «últimos primeros humanos del planeta» [Mukerjee, 2003].

sepher. En hebreo, «cifra» o «libro». Otra cosa son los sephirot (sefirot), pa-
labra que significa «rayos» o «esplendores» (aunque el singular sephira se tra-
duce como «numeración»), diez conceptos altos y bajos sobre la perfección di-
vina. O sea: kether, «corona»; hokmah, «sabiduría»; binah, «comprensión»;
hesed, «gracia»…, adornos tradicionales del esoterismo cabalista, una de cuyas
mayores expresiones fue el Libro de la Vida, atribuído a Moses
ben Shem Tov, natural de Guadalajara (España). Para los
esotéricos hebreos suponía todo un desafío desentrañar los
diez sephirot representados como ramas en el «árbol de
los libros» o «ÁRBOL DE LA VIDA», creyéndose que su estu-
dio proporcionaría ventajas espirituales y calmantes, la ar-
monía vital, mientras se van desvelando o no los arcanos de
la CÁBALA.

472
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Séptimo Cielo. Expresión de máxima felicidad que podría proceder de la


creencia sumeria en un CIELO dividido en siete estratos. Los indios KOGI de Co-
lombia crearon en su imaginación mítica nueve mundos, todos obra de Hába-se,
«Madre Pene», y algunos tan celestiales que allí sólo estaba la Madre Pene, el agua
y la noche; luego aparecerían los alúna, «espíritu y pensamiento» [Reichel-Dolma-
toff, 1985]. Los cabalistas hebreos reelaboraron las Crónicas de ENOCH o Libro de
Enoch y sus descripciones ambiguas de los siete cielos. Hay, pues, toda una tradi-
ción judía en torno al concepto de shamayim, «la multiplicidad de cielos». En la
interpretación mística y talmúdica, los cielos aparecen a veces como heikhalot, o
«palacios» [Scholem, 1965]. Siguiendo al fantástico profeta y visionario Enoch, el
primer cielo, o Shamayim, reino de vientos y nubes en el que moraron Adán y Eva;
el segundo es Raquia, «reino de la oscuridad», donde custodian a los ángeles caí-
dos (> ÁNGEL CAÍDO); el tercero es Sagun, donde están el INFIERNO y el PARAÍSO; el
cuarto es Machonon, donde se sitúa la Jerusalén celestial. El quinto es Mathey,
morada de Dios, de Aarón y de los ángeles vengadores. El sexto es Zehbul, la cár-
cel de los ángeles caídos, eufemismo de demonios. Y el séptimo y último, el más
perfecto, se llama Araboth, donde está el trono de Dios. Después de eso, nadie
dudó de la importancia del número siete.

sepukku. Suicidio ritual. Es el término y la manera altamente respetuosa de co-


meter lo que vulgarmente se conoce como HARAKIRI. En 1970, Yukio Mishima, es-
critor ultranacionalista nipón, se suicidó con su katana, «espada», y luego un ami-
go le cortó el cuello de un tajo. La tradición estaba a salvo, eso dejó de pensar
pronto su cabeza.

serendipity / serendipia. La aptitud o facultad de encontrar cosas maravi-


llosas o inesperadas. En Sri Lanka lo usan como eslogan promocional de la isla.
No en balde fue la tierra de Serendip, o Simbad, el de la lámpara mágica. El voca-
blo fue inventado por Horace Walpole, escritor y viajero inglés del siglo XVIII, hijo
del primer ministro sir Robert Walpole. «También se llama así, “serendipity”, a la
afición por las antigüedades» [Doval, 1996].

seri. La palabra seri significa «hombres de arena» en la lengua YAQUI de sus veci-
nos, aunque también son conocidos como konk’aak, «gente». Los seris hablan ocán.
Son una tribu indígena del noroeste de México, con unos 5.000 miembros, que lu-
cha por defender su territorio, aunque sea desértico. El problema es que les pertene-
ce la isla Tiburón, la mayor de México, apetecida por el gobierno del estado de So-
nora para instalar la llamada «escalera náutica» del Golfo de California. En 2005, la
protesta de los seri causó una extrema reacción de la policía de Sonora: les dispara-
ron desde helicópteros. Los mayores asentamientos seri son en Bahía Kino, a unos
130 kilómetros de Hermosillo, la capital de Sonora, con los pueblos de Punta Chue-
ca y Desemboque. Al igual que sus vecinos yaqui, los seri libraron refriegas con los
españoles desde los tiempos del explorador Coronado, y conservan con celo sus tra-
diciones en un mundo cambiante. Tienen CHAMANES que usan plantas alucinógenas
(una mata que dicen boj) para entrar en TRANCE y comunicarse con los espíritus.

473
LUIS PANCORBO

serpari. Encantadores de serpientes de los Abruzos italianos. (> OFITAS.)


serrallo > CARAVANSERAI
sertanista. En el portugués de Brasil, «explorador», experto en sertão, el
campo salvaje más que la selva. Mato es otra palabra portuguesa para «selva» (de
ahí Mato Grosso). El vocablo «sertanista» se asoció durante mucho tiempo a los
hermanos Villas-Boas. Orlando (1914-2002) era más conocido que Álvaro, Clau-
dio y Leonardo, aunque ya en los años cuarenta todos se internaron en la selva y
tomaron contacto por primera vez con muchas tribus INDÍGENAS. A lo largo de
diecisiete años, Orlando fundó hasta 65 pueblos, localizó tribus y navegó ríos des-
conocidos: a él se deben las primeras noticias y contactos con los xavantes, juru-
nas, kayabis… Gracias a su respetuosa actitud hacia el indio se debe la política in-
digenista de Brasil y, sobre todo, la creación de la reserva indígena de Xingú, con
más de 26.000 kilómetros cuadrados. Sin él, hablar hoy de los indios brasileños
sería un ejercicio de retórica.

shahid > CHAHID


shahtoosh. La lana más cara del mundo. Liviana como una pluma, procede
del chiru (Capra ibex), un antílope amenazado de extinción del Tíbet. Un chal
de toosh «real» o «del rey», que eso quiere decir shahtoosh, se ha vendido por
15.000 dólares. Por eso constituyó siempre una codiciada herencia. Lo saben hi-
lar en Cachemira, donde bromean diciendo que esa lana tan especial procede de
mechones que se quedan atrapados en los espinos. Pueden quedar unos 70.000
antílopes chiru y cada año se cazan ilegalmente en torno a 20.000. Considerando
que se necesita la lana de cinco antílopes para poder tejer un chal de shahtoosh,
el peligro de extinción de la especie es muy alto. Pero es que al lado del shahto-
osh parece áspera hasta la finísima lana de pashm, o pashmina, que cuando es
realmente original debe proceder de cabras del Tíbet y Ladahk. Se dice que la
razón principal que tuvo el rajá de Jammu para invadir en 1834 Ladahk, y termi-
nar así con nueve siglos de independencia, fue hacerse con el comercio ladakhí
de la pashmina.

shaitani. En suajili, «espíritu». Y también, «diablo», «poder satánico». La voz


puede proceder del árabe usado en la costa oriental de África.

Shaka. Shaka Nyorai es BUDA en Japón, concretamente Sakyamuni, o Sid-


dharta Gautama, el Buda histórico. Es como fue conocido cuando el budismo
llegó a Japón entre los siglos VI y VII a través de China y Corea. A Shaka se le re-
presenta con estatuas en las que aparece de pie con la mano derecha en la posi-
ción (mudra) de «No temáis» y con la mano izquierda bendiciendo. Aún recibe
un culto popular al que no se suma la extendida secta Jodo Shinshu, «de la Pura
Tierra», que adora más bien al Buda Amida Nyorai. Tampoco son de Shaka algu-
nas ramas de las escuelas de budismo tendai y SHINGON. Por otro lado, Shaka se

474
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

llamaba el rey zulú más importante, el «Napoleón negro» (1787-1828), que unió
a diversas tribus y las organizó militarmente contra la ocupación de los blancos
en Sudáfrica.

shakers. Secta que se originó en Inglaterra a partir de la figura de Ann Lee


(1736-1784), una mujer de Manchester, fundadora de la United Society of Belie-
vers. Ella misma se creyó elemento esencial de la «Segunda Venida del MESÍAS» y,
en algunos aspectos, parte integrante del «Dios Padre-Madre». Sus adeptos se dis-
tinguieron por sus ritos en los que las convulsiones atestiguaban la calidad de su
fe: por eso recibieron el nombre de shakers («temblorosos»). A principios del siglo
XIX hubo un cierto turismo en los Estados Unidos para ver a los shakers, y com-
prar sus libros y artesanías. En la actualidad apenas quedan unos grupitos en Can-
terbury (New Hampshire) y en Sabbath Day Lake (Maine). Según Conan Doyle
[1927], esos estados de temblor eran parecidos a los fenómenos espiritistas en que
incurría santa Teresa de Jesús. También se comparó a los shakers con las monjas
convulsionarias de Saint Médard, y los famosos bailes curativos que se celebraban
en su cementerio, un tema suculento en el París de las luces: «Los jansenistas, para
probar mejor que Jesucristo nunca hubiese podido tomar el hábito jesuita, llena-
ron París de convulsiones y atrajeron a la gente a su prado» [Voltaire, 1764]. F. W.
Evans fue uno de los líderes máximos de los shakers, movimiento que tuvo rela-
ción, sin ser idéntico, con el de los CUÁQUEROS, incluso con el de los videntes de las
Cevenas (> CAMISARDOS) que, tras la persecución de Luis XIV, huyeron a Inglaterra
y algunos de ellos también a los Estados Unidos. Ya en 1837 había allí 60 corpora-
ciones de shakers, y muchos de ellos estuvieron influidos por las VISIONES y los es-
píritus de los pieles rojas. Según Conan Doyle [1927], había pocos médiums físicos
en Estados Unidos que no tuviesen una foto de un piel roja obtenida por medios
psíquicos.

shakti / sakti. Energía femenina, parte importante de la energía cósmica.


También se asocia al poder de Sati (Parvati, Kali, Durga…), la esposa de Siva. En
el tantrismo se busca la fusión de Siva y Shakti, cuerpo y mente, sagrado y profano,
masculino y femenino. La shakti es ahí la chispa que desencadena la explosión o
baile cósmico. Por otro lado, la unión entre Siva y Shakti, al ser todo, se convierte
en KUNDALINI, diosa suprema que preside la «cópula mística» [Calle, 1993]. Shak-
ti tiene su mantra, «Shakti Om Namah», como el más famoso de su augusto con-
sorte: «Om Namah Shivaia». Nada se logra a cierto nivel sin maithuna, la técnica
que emplean los tántricos en su busca de la cópula cósmica (KUNDALINI), enten-
diendo por eso el perfeccionamiento, la plenitud. «Shakti es… un poder sagrado
trascendental, aunque también ubicuo e inmanente (mana, wakonda…), y por tan-
to un ARQUETIPO mitológico» [Campbell, 1998].

shaman > CHAMÁN


Shamash. Dios del Sol de los babilonios. Hacia el año 1750 a.C., Hammurabi,
el rey que puso su nombre al primer código legal del mundo, recibió de Shamash

475
LUIS PANCORBO

el mandato de recoger las leyes en tablillas de barro. Todo ello dentro de una mez-
cla de realidad y mito. En ese periodo se produjo la primera gran epopeya escrita,
el Gilgamesh. Por otro lado, Urnamu, señor de Ur, la ciudad de la que salió Abra-
ham, recibió la ley de YAHVÉ del propio Shamash [Campbell, 2002].

Shambala / Shambhala. País mítico del budismo tibetano con algún pare-
cido con el fabuloso reino perdido de AGARTHA. Shambala no es necesariamente
subterráneo, sino una región ideal para los iluminados, llena de materias preciosas.
Los budistas se tomaron tan en serio Shambala que trazaron mapas de sus acciden-
tes geográficos, como el que han pintado en el atrio del dzong o fortaleza de Thim-
bu, capital de Bután. Kalapa es la capital de Shambala, y está cuajada de joyas,
mientras alrededor fluyen ríos de leche como en una versión tibetana de Bengodi o
Jauja.

Shangó > XANGÓ


Shangri-La / Sangri-La. Mítico país del Himalaya popularizado por la no-
vela Horizontes Perdidos (1933), de James Hilton. Cada cual pone su Shangri-La
donde quiere y puede, más allá de aquellos montes. Se ha convertido en sinónimo
coloquial de «PARAÍSO», «lugar de lujo inesperado», «reino de fábula desconocido».

sharía / sharia / chari’a. Ley islámica, y también modelo de conducta de


acuerdo con la tradición. Es de obligado cumplimiento en algunos países. Se pue-
de expresar mediante FATUA, decretos que, aun no siendo legales, sino simple-
mente aconsejables, suelen cumplirse o ejecutarse por parte de los creyentes. Su
panoplia de castigos puede ir de la LAPIDACIÓN para las adúlteras al corte de
mano para los ladrones. La sharía no sólo está en pleno vigor en Arabia Saudí y
otros países musulmanes, sino en algunos de los Estados Federados de la Repúbli-
ca de Nigeria. Merecieron un gran rechazo internacional las condenas de lapida-
ción que se impusieron a las nigerianas Safiya Huseini y Amina Lawal, acusadas
de adulterio. Pero, en noviembre de 2002, el intento de celebrar el concurso de
Miss Mundo en Nigeria causó tumultos populares que se cobraron 200 muertos.
Todo vino porque una periodista nigeriana, Isioma Daniel, defendió que las parti-
cipantes no podían ser tan malas y pecaminosas por el hecho de presentarse al
concurso, incluso habrían podido ser esposas del Profeta. Isioma Daniel fue in-
mediatamente perseguida por una FATUA que recordó la que sufre Salman Rus-
hdie. En Sudán, la sharía está en vigor desde 1983, gracias al influyente Hassan al
Turabi, líder de la Hermandad Sudanesa Musulmana. Los acuerdos con los cris-
tianos del sur, y las perspectivas federales, harán que tal vez a partir de 2005 la ley
islámica sólo tenga vigor en el norte de Sudán, no en el sur con mayoría cristiana
y animista.

shekinah En hebreo, «presencia de Dios». El espíritu femenino de la divini-


dad. La fuerza protectora de Israel. También, la nube que siguió a los hijos de Is-
rael en el desierto. Todo ello se guardaba en el Tabernáculo. Aún hoy muchos ju-

476
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

díos creen que la shekinah se insinúa en el horizonte al atardecer del viernes y des-
ciende de los cielos para tomar sus casas y transformarlas en hogares de luz y bon-
dad durante el SABBAT. Además, un día volverá la shekinah que abandonó el tem-
plo de Jerusalén en tiempos de Ezequiel, como profetizó Zacarías, y como creen
los miembros de los movimientos de la renovación judía.

Shesna. Pozo que se encuentra en la ciudad de Benarés y junto al que Patanjali,


el gran maestro yóguico, pudo escribir sus aforismos. Shesna es también la entrada
al mundo fabuloso de Bhogavati, mencionado en el Ramayana, donde vivían las
gentes NAGA o gentes serpiente. Mera coincidencia es el nombre de Amram bar
Sheshna, uno de los rabinos que se distinguieron en el conocimiento del TALMUD.
Se le tuvo por gran GAON del JUDAÍSMO y murió hacia el año 879, habiendo sido
jefe de la escuela talmúdica de Sura (BABILONIA). Su obra, Seder (Siddur) Rav Am-
ram, se considera el más antiguo libro de oraciones hebreo. Su influencia fue muy
grande, sobre todo en España, donde contribuyó a inspirar obras posteriores de
los SEFARDÍES Maimónides y Sa’adia ben Joseph.

shiftas. En suajili, «vagabundos». Pero todo el mundo en África Oriental en-


tiende que los shiftas son bandidos, o cuatreros. Generalmente se trata de bandas
de somalíes que operan en el nordeste de Kenia.

shiísmo > CHIISMO


shilluk. Entre los muchos pueblos nilóticos (MASAI, MURSI…) que aman sus re-
baños, los shilluk se llevan la palma llamando «mi querido buey» a su mejor ami-
go. Y nunca pierden la amistad. El shilluk se caracteriza por su complexión escul-
tural, más de 1,80 metros y, a menudo, dos metros de altura. Algunos se arreglan el
pelo como si fuera una cofia con alas y se escarifican la piel a lo largo del arco su-
pracilial hasta debajo de las sienes, haciéndose unas bolas, como si fuesen perlas
negras. Mutilación extrema que les parece una diadema hecha con su sangre y más
valiosa que los diamantes. A ello se entregan los shilluk desde su más tierna infan-
cia, cuando les empiezan a levantar la piel de la cara con un anzuelo. Luego, con
los años, se va confeccionando un repujado facial, cortes, infecciones, curas, hasta
que las protuberancias de su rosario midan medio centímetro. Hace casi un siglo,
los shilluk fueron estudiados de forma admirable por sir Edward Evans-Pritchard,
pero no han variado tanto. Viven en la región de Fashoda (Sudán), en las orillas
del remoto Nilo Blanco a su paso por Kodok. Los reyes shilluk se enorgullecen de
venir de una estirpe tan divina como la de Nyikang, el jefe fundador, que desapare-
ció durante una tormenta para gobernar el mundo junto a Juok, el Ser Supremo.
Pero eso no quiere decir que los reyes shilluk no tengan que dormir con un ojo
abierto, y una buena guardia, no vayan sus hijos a matarlos por la noche. De nuevo
reverdece ahí la sombra dorada de FRAZER: un rey shilluk viejo es débil y debe mo-
rir. Se hace entonces el sacrificio ritual del rey y un hijo, el sucesor, es el que debe
matar a su padre. «El rey tenía prohibido, por tradición y por honor, gritar para
pedir auxilio» [Evans-Pritchard, 1981].

477
LUIS PANCORBO

shingon. Una de las mayores escuelas esotéricas del bu-


dismo japonés. Trata de conjuntar o compatibilizar al
BUDA Vairocana con el Dharmakaya, o «Última Realidad»,
según las enseñanzas del monje Kukai, quien, tras sus estu-
dios en China, volvió a Japón en el año 804, en plena época
Heian, y escribió 50 tratados esotéricos (el más conocido
es Sokushin-jobutsugi, algo así como «La doctrina de ha-
cerse Buda en el propio cuerpo durante la existencia terre-
nal de uno»).

shirk. Para los musulmanes, idolatría. Puede establecerse no sólo en el nivel de


adoración —de alguien que no sea Alá—, sino en el nivel de atributos y personali-
dad, siempre que todo eso sea distinto a lo privativo del único Dios. En conse-
cuencia, el ISLAM considera heréticas e idolátricas a las sectas que atribuyen cuali-
dades antropomórficas a Alá. La prohibición de otorgar a Dios figura humana
pasó pronto al aniconismo islámico, primero en las mezquitas, y luego se extendió
hasta prohibir la imagen de Mahoma. Otra cosa es que hubiese sus excepciones. El
Profeta fue representado en imágenes, miniaturas, incluso en viñetas, especialmen-
te en el mundo del CHIISMO.

shithouse / letrinas. Un lugar de fortuna para hacer las necesidades no es


tema baladí en ETNOLOGÍA y por doquier. Malinowski saca a colación el tema en su
Diario de campo en Melanesia (1989), fomentando una «discusión sobre la necesi-
dad de shithouses grandes». Y tanto: los dinghy, o botes para pequeñas navegacio-
nes costeras, eran demasiado pequeños y producían pavor al etnólogo con sus ful-
minantes resultados. Nigel Barley [1989] cuenta su experiencia en Camerún
cuando de improviso los DOWAYO se retiraron: él creyó que se iba a perder una im-
portante fase ceremonial, pero simplemente se habían ido a defecar. Gerald Du-
rrell [1993] inventó en su expedición en pos de aye-ayes y lemures en Madagascar
un «trono» muy útil: una caja de madera, un poco alta para sentarse, con su co-
rrespondiente agujero. Previamente se debía cavar una fosa más o menos séptica.
Alivios en el trabajo de campo sin caer en un exagerado gozo de las pequeñas co-
sas (the joy of the small things).

Shoah. En hebreo, «holocausto», y también «calamidad», «destrucción». En


cambio, fue un eufemismo hablar de «Endlösung der Jugenfrage» («Solución Final
a la Cuestión Judía»). Al menos seis millones de judíos fueron aniquilados por los
nazis desde 1941 a 1945, aunque sesenta años después los pronazis sigan negando
el horror y atribuyéndolo a un montaje propagandístico. Lo cierto es que de los 30
millones de víctimas que causó la Segunda Guerra Mundial, una quinta parte fue
de judíos, incluyendo mujeres, niños y ancianos, a lo que hay que sumar otros 5,5 o
6 millones de asesinados entre gitanos, polacos, eslavos, enfermos mentales, testi-
gos de Jehová, homosexuales y otros clasificados «racialmente inferiores». La Sho-
ah no ha sido el único episodio de la vergüenza humana llevada al paroxismo.
«Genocidio» es el término que conviene para hablar de la muerte de 10 a 20 millo-

478
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

nes de esclavos africanos, de 12 millones de INDIOS norteamericanos, más los de


otras partes de América. En tiempos recientes, los genocidios van por religiones, o
países concretos, como los varios de la antigua Yugoslavia, o el de casi un millón
de tutsis en Ruanda, o el millón largo de muertos en DARFUR (Sudán)… El 27 de
enero de 2005, en el sexagésimo aniversario de la clausura del campo de extermi-
nio de Auschwitz, gracias a la victoria de los aliados en 1945, fue inaugurado el
Memorial de la Shoah y el Muro de los Nombres. Simone Veil, una de las 11.000
niñas del grupo de los 75.000 judíos franceses deportados, calificó a la Shoah de
«mal absoluto». Jacques Chirac, presidente de Francia, reiteró «la promesa de
nuestro país de no olvidar jamás lo que no supo impedir». No fue sólo Auschwitz.
En Minsk, las SS eliminaron a 12.000 judíos del gueto; y en Riga, a otros 25.000.
En el campo de Madjaanek se exterminaba con zyklon B. En Belzec, Chelmno,
Treblinka y Sobibor, con monóxido de carbono… En Auschwitz y Birkenau se lle-
varon a cabo los experimentos de EUGENESIA del doctor Josep Mengele. En Da-
chau, cerca de Munich, los hornos crematorios sólo pararon en 1945. ¿Por qué no
antes, dado que los norteamericanos conocían su existencia desde 1941? En el año
2005, quedaban 1.000 supervivientes de Auschwitz. Mil fotografías del horror en
carne y hueso.

shompen. Indígenas de la isla Gran NICOBAR en el mar de ANDAMÁN. Su nú-


mero se estimaba en 250 antes del tsunami de diciembre de 2004. La marina de
guerra india trató de buscar supervivientes shompen especialmente en Campbell
Bay, una islita paradisíaca junto a Gran Nicobar, que a su vez está a 800 kilómetros
al sur de Port Blair, la capital de las Andamán. No se conoce el resultado de esas
pesquisas. Sólo en Gran Nicobar hubo 4.000 víctimas, la mitad de una población
compuesta sobre todo por militares jubilados indios que en los años setenta se
asentaron como colonos en esa isla disputada a India por Indonesia. Antes del ma-
remoto, en todo el archipiélago de ANDAMÁN había en torno a 350.000 personas,
de ellas un 10 por ciento de aborígenes, ONGE, JARAWA o shompen, los que habita-
ban esas islas desde al menos sesenta mil años.

Shruti. Verdad revelada. Escrituras inspiradas por la «Última Realidad» a través


de «una percepción directa» —como dice Sankara— y en las que, a su vez, se ba-
san y extraen su autoridad los escritos Smriti. Aldous Huxley [2000] concedió
gran importancia a los Shruti en sus estudios sobre «la filosofía perenne».

siberianos. A lo largo de esa enorme cornisa boreal de Asia que es Siberia,


con sus en torno a 7.000 kilómetros de longitud, los pueblos autóctonos figuran
entre los menos estudiados del mundo. El ferrocarril Transiberiano fue la única
manera de adentrarse en un planeta etnológico rico y variado, que va desde paisa-
jes de TAIGA a los de tundra y hielos. Los INDÍGENAS pueden representar un millón
de habitantes en Siberia frente a 20 millones que vinieron de Rusia o Ucrania. Se
calcula en unas 180 las etnias siberianas y hablan unas 150 lenguas distintas. Del
grupo fino-úngrico, como los fineses, son los alrededor de 30.000 vogules del nor-
te de los Urales y también los OSTIACOS del Yenesei y del medio y bajo Obi. Los

479
LUIS PANCORBO

SOYOTOS, que viven en la región del Urianhai, y los buriatos de las orillas del lago
Baikal, igualmente de origen mongólico, suman unos 300.000 individuos. Los YA-
KUTIOS, de origen turco, viven en el medio y bajo Lena criando caballos y renos.
En el nordeste quedarían unos 100.000 tunguses de lengua altaica. A occidente del
río Amur, evenkos (> EVEN), NIVJOS, udegejcy, nanajcy y ulci, pueblos de grandes
tradiciones chamánicas, sufrieron las incursiones de bandas manchúes, aunque
desde el siglo XVII los rusos empezaron a extender su influencia y a afianzarse en la
zona. La zarina Catalina la Grande (1762-1796) acarició grandes planes para la con-
quista y desarrollo de Siberia, una utopía que no cuajó como en cambio pasó en el
Lejano Oeste norteamericano a costa de los indios. En 1969 hubo una batalla en
el río Ussuri, entre China y la URSS, a cuenta de una islita fluvial llamada Da-
masnkij por los rusos y Champao por los chinos. Todavía en 1972, la China de
Mao reivindicaba un millón y medio de kilómetros cuadrados en la región del Us-
suri [Ronchey, 1973]. En el extremo oriental de Siberia viven pueblos árticos, simi-
lares a los inuit (> ESQUIMALES), como los CHUKCHIS de Bering y los KORIAKOS de
KAMCHATKA.

Sid. Nombre del PARAÍSO de los viejos irlandeses. También significa «paz» en an-
tiguo gaélico. Aparte de Sid, otros lugares del mundo de ultratumba céltico son:
Tir na nog, «Tierra de los Jóvenes»; Tir nam-Béo, «Tierra de los vivos»; Tir nam-
Ban, «Tierra de las mujeres»; Mag Meld, «Tierra de los placeres»; Tir Tairngire,
«Tierra de las Promesas»… [Chevalier, 1982]. Pero en Sid no se debe estar mal:
hay casas de bronce recubiertas de oro y adornadas con piedras preciosas, y sobre
todo abundancia de frutales, avellanos, manzanos, que dan eterna salud y juven-
tud. Lo malo del Sid es que es invisible.

sihayat. Deambulación. Forma de perfeccionamiento de ciertos DERVICHES SU-


FÍES que no cesan de caminar para integrarse con Dios. Intentan ser «un muerto
caminante» [Chatwin, 1988], tal como aconseja el libro místico Kashf-al-Mahjub:
«…al aproximarse al final de su viaje, el derviche se convierte en el camino y no en
el caminante…». «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar», como in-
tuyó Antonio Machado.

sij / sikh. La religion sij tiene ya unos 29 millones de seguidores en el mundo y,


sin embargo, es poco conocida, tal vez por su perfil entre hinduista e islámico. Con
todo, el 6 de octubre de 2004 murió en Española (Nuevo México, Estados Unidos)
Harbajan Singh Khalsa Yogiji, más conocido como Yogi Bhajan, líder internacio-
nal de la religión sij. Nacido en Lahore (Pakistán) en 1929, Yogi Bhajan se había
convertido en el maestro de los sijs en Occidente desde que se afincó en Los Ánge-
les (California) en 1968, en pleno auge del movimiento hippy y la contracultura.
Fue un gran practicante y defensor del YOGA KUNDALINI, aparte de crear el movi-
miento «3H» (Happy, Holy, Healthy, «Feliz, Sagrado, Saludable»). Esa versión
edulcorada y occidentalizante del sijismo dista de una realidad en la que los sijs se
creen los mejores, no en vano forman el Sikh Khalsa, el «Ejército de los Puros».
Trataron de independizarse con el movimiento liderado por Jarnail Singh Bindra-

480
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

wale, quien en 1984 se atrincheró con sus leales en el mayor


santuario (gurdwara) de los sijs, el Templo Dorado de Amrit-
sar. En junio de 1984, Indira Gandhi mandó la operación de
desalojo «Bluestar» con un saldo de decenas de muertos y la
profanación del templo. Los sijs se conjuraron para asesinarla,
y así fue menos de seis meses después. Indira Gandhi fue víc-
tima de su propia guardia personal integrada por sijs, pero
pudo parar el sueño de Khalistán, un país ideal e indepen-
diente para los seguidores de esa religión. La religión sij fue
fundada por el GURÚ Nanak, nacido en 1469 en Talvandi, cer-
ca de Lahore (Pakistán), y fallecido en 1539, con la dicha de
haber podido ver florecer su idea de integrar ideas hinduistas
y musulmanas. Se inspiró de todos modos en las ideas de Ak-
bar, el emperador que propulsó la unión del hinduismo y el ISLAM como religión
nacional de la India, y que se propuso a sí mismo como profeta de la nueva fe ante
el constante fratricidio en su país. Ahí entró a saco el gurú Nanak rompiendo es-
quemas arraigados, como el sistema de CASTAS. Consiguió que el sijismo se exten-
diera sobre todo por el norte de la India (en el Punjab hay no menos de cinco mi-
llones de sijs). Creen en un único dios creador y no tienen clero. Lo importante es
ganarse la vida honradamente y compartir. Si a eso se suma que no fuman ni be-
ben, los sijs son casi unos almorávides, o unos rigoristas cristianos, casi calvinistas
de Oriente, con su afán del trabajo bien hecho (aunque sea de taxista). Su doctri-
na, por supuesto más elaborada, se contiene en el «Libro» (Granth), que se coloca
sobre los altares para su exposición como si fuera una Custodia. El gurú Gobing
Sing, quinto de los 10 gurúes o maestros de esa religión, estableció la Khalsa, los
cinco preceptos ineludibles, o los «Cinco Amados»: no cortarse el pelo (ni la bar-
ba), llevar un cuchillo, una pulsera, un peine y calzoncillos tipo boxer. Lo del pelo
largo (kesh) es para presentarse intacto ante Dios. El peine (kangha) supone com-
postura en todo momento (los ingleses renunciaron a que se afeitaran y aceptaron
que llevasen turbante en vez de casco). El cuchillo (kripan) simboliza el deseo de
luchar por la fe y de proteger al débil. La pulsera (kara) esposa al sij con Dios. Y el
calzoncillo amplio (kuchha) indica modestia. Los sijs tienen fama de cautos, como
los irlandeses o los gallegos [MacDonald, 2004]. Una vez, un concursante sij, a la
pregunta de un presentador de televisión «¿Cómo te llamas?», contestó: «¿Cuáles
son las opciones?».

símbolos dominantes. Elementos estructurantes o constitutivos en sí mis-


mos del ritual. Es una de las famosas disecciones simbólicas de Turner [1967], jun-
to a los símbolos «instrumentales», elementos variables pero que se dan tanto de
forma explícita como implícita en un ritual: por ejemplo, echar a volar una paloma
blanca en una inauguración (y limpieza) de una casa por parte de un babalorixá en
Salvador de Bahía (Brasil).

simún / khamsin. De todos los vientos locos del desierto, el simún (o «vene-
no») es notable por sus accesos de ira de veinte minutos cuando sopla del sur-su-

481
LUIS PANCORBO

reste. En primavera y verano logra que el cielo se ponga rojo y cada bocanada de
aire es como tomar aliento de un horno. Los campesinos egipcios (fellahin) cono-
cen bien este viento «venenoso»: al menos cincuenta días entre abril a mayo perte-
necen al simún, viento lleno de polvo y que, a veces, sopla tres días seguidos, tras
los cuales es un milagro que quede vida. Aunque eso mismo dice cada uno de su
viento. Aun parece peor el viento del desierto de Beluchistán llamado «llama» o
«pestilencia». Dicen los nómadas beluchis de Makran que su viento «no sólo mata-
ría a un camello con su violencia, sino que haría volar a un hombre desprotegido»
[Hopkirk, 1994]. En otras partes, por ejemplo en el Sahara, el simún arranca tales
tempestades de arena que desde tiempo inmemorial los caravaneros temen ser en-
terrados bajo toneladas de arena junto a sus animales. Una especie de traslación a
tierra de un naufragio parecido a los que se dan en el cabo de Hornos. El simún,
horizontal, caliente como un soplido de fragua, sólo tendría rival en los vientos he-
lados y casi verticales de Tierra del Fuego, los llamados williwaws, que se encauzan
por las laderas de los montes y cogen más velocidad para fustigar en picado a los
barcos, a veces desanclándolos en las calas, y sacando impresionantes surtidores
del mar con su latigazo, sobre todo en la primavera y el verano australes.

Sinapia. Una península de la Tierra Austral que no viene en los mapas. Imagen
invertida de la España del siglo XVIII, utopía española del siglo de las luces, todo
eso sería el manuscrito anónimo encontrado entre los documentos pertenecientes a
Pedro Rodríguez de Campomanes. En Sinapia se quiere despistar al lector advir-
tiendo que se trata de una traducción francesa del diario en holandés de Tasman,
pero el autor de ese libro debió ser un español ilustrado, con capacidad crítica.
Pone un río Pa que recuerda al Tajo y una capital llamada Ni que es como Madrid,
después de todo, ordenando de otra forma las letras, de «Sinapia» sale «Ispania».
La población de Sinapia es de NEGRILLOS zambales, y luego se establecieron allí
malayos, peruanos y chinos: una imagen certera de Filipinas. Otra cosa es su carác-
ter utópico: «En Sinapia se practica la perfecta igualdad».

Sincerity / New Sincerity. Una rama de pensamiento, surgida tras las ce-
nizas del posmodernismo (y de las Torres Gemelas), para la que el siglo XX culmi-
nó en una enorme destrucción de la belleza en buena parte por apostar por la re-
presentación de lo negativo, la ansiedad, la alienación… Sus adalides, a veces
inspirados en lo PERFORMATIVO, abogan por expresiones filosóficas y culturales aje-
nas al cinismo, de ahí esa «nueva sinceridad» llena del peligro de la no-ironía y el
apoliticismo más exquisito, como aquel del que hace gala Wendy Steiner [2001],
profesora de Yale, una de las líderes más conspicuas de esta rama o moda.

Síndone. Sacra Sindone, Sagrado Sudario, Santo Sudario, Sábana Santa. O


Lienzo, porque al parecer hubo dos lienzos sobre el cadáver de Cristo. Con el ma-
yor de ellos fue con el que José de Arimatea cubrió todo el cuerpo de Jesucristo.
«Llegó luego Simón Pedro… y entró en el sepulcro, y vio los lienzos echados. Y el
sudario, que había estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos, sino envuelto
en un lugar aparte…» (Juan 20,6-7). Nicodemo aportó casi 100 libras de una mez-

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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

cla de mirra y áloe para embalsamar al muerto a la manera de los hebreos. A partir
de ahí, todo sigue siendo aun más inseguro. La Síndone no es el paño de la Veróni-
ca, aunque esto último guardaría también huellas del cuerpo de Jesucristo. La cris-
tiandad, ávida de RELIQUIAS, multiplicó su número con imitaciones. En la catedral
de Turín reivindican la autenticidad de su Síndone, y en la catedral de Oviedo,
otro tanto de lo mismo [Rodríguez-Chirivella, 1996]. Otto de la Roche cogió como
botín de guerra una tela de lino de 1,10 metros de ancho y 4,36 de largo, mancha-
da de sangre y sudor, en la que habría quedado estampado el contorno de un hom-
bre de 1,80 metros. La llevó a Besançon, desde donde fue trasladada por san Car-
los Borromeo a Turín. Los Saboya se adueñaron de la reliquia y sólo el último rey,
Umberto II, accedió a regalarla al Papa.

sing sing. En el idioma pidgin de Papúa-Nueva Guinea, «fiesta». Los sing sing
más célebres son los de Mount Hagen y Goroka en las Highlands o Tierras Altas.
Suponen preparativos minuciosos, abundantes maquillajes y decoraciones innume-
rables. No suele faltar la percusión de kundu, los tambores largos y estrechos de
muchas tribus papúes. Hay sing sing solamente femeninos, como el de las mujeres
casadas welda. El sing sing se diferencia de la fiesta llamada moka por tener un as-
pecto menos ritual y por no implicar el intercambio de dones o la adquisición de
prestigio.

sintoísmo / shintoísmo / shinto / sinto. Religión tradicional del Ja-


pón con unos 80 millones de adeptos. Hay también unos 47 millones de budistas
seguidores de unas 58 sectas, y no hay que olvidar que distan de ser nítidas las
fronteras entre sintoísmo y budismo tradicional. El sintoísmo fue culto oficial del
Imperio del Sol Naciente hasta 1945, cuando los Estados Unidos forzaron al Em-
perador (Banzai) a renunciar a su categoría divina en cuanto a descendiente de
AMATERASU, la diosa del sol que tutela la monarquía y el pueblo nipón. El sintoís-
mo mezcla antiguos principios espiritistas y culto de los antepasados, y respeta en
la naturaleza principios divinos, sabia doctrina en uno de los países más densamen-
te poblados del mundo (290 habitantes por kilómetro cuadrado). Los KAMI, o espí-
ritus, son esenciales en el culto sintoísta y no hay que preguntar dónde se encuen-
tran: ¿no ha pasado una ráfaga de viento sobre la rama florecida del cerezo?

Sión / Zion. Monte de Jerusalén. Su acendrado simbolismo para los judíos,


histórico y político, originó el concepto de «sionismo», impregnado de orgullo por
la tierra y la cultura que hoy es de Israel. Luego están los desviacionismos, los fana-
tismos y los mercadeos. En este último renglón se encuadra la esotérica Orden o
Priorato (Prieuré) de Sión, embrión para algunos de la Orden del Temple, cuyo
primer Timonel debió ser Godofredo de Bouillon en el año 1090. El cuartel gene-
ral de la Orden del Temple se puso en la abadía de Nôtre Dame du Mont de Sión
en Jerusalén, pero a partir de ese hecho nacería una historia de conjura y secretis-
mo que nunca ha dejado de estar de moda. Una versión habla de una creación pos-
terior de la Orden de Sión, en el año 1099. Otros creen que fue en 1118 cuando
Jean de Gisors fue nombrado primer Gran Maestre de la Orden de Sión y cuando

483
LUIS PANCORBO

esta organización se separó de los TEMPLARIOS. Todo ha quedado en una revuelta


nebulosa, donde algunos pescan sin parar. Para ellos, el Priorato de Sión parece
haber estado detrás de la otra historia del mundo, la no contada, cosa que no está
mal vista para algo que no existe. A la Orden de Sión de la fantasía se le atribuye el
deseo de restaurar la dinastía merovingia en el trono de Francia y la reivindicación
de monarcas que van desde el merovingio Dagoberto II y Godofredo de Bouillon,
el conquistador de Jerusalén, hasta la propia dinastía Habsburgo-Lorena [Baigent,
2004]. ¿Por qué no? Grandes Maestres del Priorato habrían sido Leonardo da
Vinci, Isaac Newton, Víctor Hugo, Claude Debussy, Jean Cocteau… Increíble de
ser cierto, pero la palabra «Sión» o repele o imanta la calentura. Recuerda, en su
modesta escala, una de las falsificaciones más clamorosas de la historia, la del libro
apócrifo, y rabiosamente antisemita, Protocolos de los Sabios de Sión, con el sub-
título «Texto íntegro del programa hebreo para la conquista del mundo», publica-
do en Ginebra en 1864. Algunos lo atribuyen a Maurice Joly, un rosacruz (> ROSA-
CRUCES) que quería denigrar más que nada a Napoleón III. La obra llegó a ser muy
jaleada por Alfred Rosenberg, teórico del racismo del Partido Nacionalsocialista
de Alemania, incluso por Adolf Hitler, que la cita en Mein kampf («Mi lucha»).
Los Protocolos…, enseñaban un sionismo desaforado basado en entrecortadas ci-
tas del Z OHAR y presuntos textos talmúdicos: «¿Qué es una prostituta? Una mujer
que no sea hebrea». Otra cita: «A quien mata los cristianos le está reservado el lu-
gar más alto del paraíso». Los Protocolos… animan a «arruinar las industrias de
los gentiles…», es decir, de los no judíos, haciendo aumentar los salarios y los pre-
cios, y causando una gran inflación. Eso, unido al desenfrenado amor por el lujo
de los gentiles, haría caer el sistema. Y, sin embargo, necedades así fueron tomadas
como si fueran una nueva biblia.

sioux > LAKOTA


Sipán. Localidad del noroeste del Perú, cerca de Lambayeque y Chiclayo, don-
de el arqueólogo Walter Alva encontró en 1987 una impresionante tumba de la
cultura MOCHICA. El «Señor de Sipán», como se llamó al personaje enterrado en el
principal túmulo, datado entre el año 100 y el 600, estaba acompañado por un
gran tesoro y los enterramientos de 10 personas de su séquito y un perro. La canti-
dad de riquezas de la tumba del Señor de Sipán, con sorprendentes piezas de oro
como bigoteras o TAPARRABOS, volvió a poner de moda el tema de la busca de teso-
ros enterrados que tiene como hitos el hallazgo de las fabulosas tumbas de XIAN y
sus 8.000 guerreros de terracota, y el descubrimiento de la momia de Tutankamón
por Howard Carter en 1922. El reto pendiente sería dar un día, en algún lugar de
Mongolia o de China, con la tumba de Genghis Khan, sepultado junto a miles de
soldados e ingentes tesoros.

sistro / sistrum. Se supuso que era el ruido que hacen los ángeles (> ÁNGEL)
con las alas. Aún hoy los diáconos de Etiopía tocan sus sistros, como alargadas cas-
tañuelas de plata, con arandelas cantarinas en las varillas, y sus ecos rebotan en las
iglesias enterradas de Lalibela, como en tiempos del rey David. En Egipto se toca-

484
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

ban estos instrumentos en las grandes ceremonias en honor de Isis, diosa


celestial, cuyo emblema era precisamente un sistro. En la antigua Roma,
se le tenía por un elemento que evocaba el despertar a la vida, pues, se-
gún Plutarco, lo que existe debe ser manifestado y el movimiento no
debe cesar [Cooper, 1988]. Pero en Senegal no se deben sentir impresio-
nados teniendo coras, arpas hechas en grandes calabazas que parecen des-
tilar el sonido del agua: o en Guinea Ecuatorial, donde las viejas arpas de
los FANG llevaban estrechas cajas de resonancia hechas de piel y remates
con bellas caras de madera. Por no hablar de los simples metalófonos de
África oriental con los que un dedo kikuyu o de otras tribus obra maravillas.
O las más esenciales de todas, las arpas de boca, meras lengüetas con las que los
pastores ovazemba matan el tiempo que no corre demasiado entre Angola y Nami-
bia.

skopzi. Castrados rusos. Y castradas, pues en eso no hacían diferencias. Secta


fundada por Kondradtij Selivanov en 1771 y que, con sus más y sus menos, duró
hasta la Revolución de Octubre. Sus miembros practicaban la EMASCULACIÓN
como un acto sublime: el cuerpo se convertía en algo estéril en espera de una ani-
quilación prólogo de una mejor vida sin órganos ni materias.

Skull and Bones / S & B / Calavera y Huesos. Orden fundada


en 1832 por William Russell, estudiante de Yale y «…descendiente de una fami-
lia que había amasado una inmensa fortuna en el comercio del opio» [Golden-
berg, 2004], y por otro estudiante, Alphonso Taft, el que sería luego secretario
de Estado y sobre todo padre de William Howard Taft I, el vigésimo séptimo
presidente de los Estados Unidos, y cómo no, también miembro de S & B. Ha
sido considerada desde cofradía de gamberros universitarios a secta masónica
esotérica, si no de ILLUMINATI; hermandad para el negocio y el compadreo, si no
para el delito… La calavera y las tibias parecen bromas pirateriles, pero también
se ponen bajo la advocación del 322, un número para homenajear de paso a De-
móstenes, gran defensor de la homosexualidad (> FAGOTITIS). Otros ven ligada a
esta organización la fortuna de sir Cecil Rhodes y de algunos traficantes de opio,
tanto ingleses como norteamericanos. El imperio británico ahí tenía a Thomas
Handashyd Perkins de Newburyport, y el incipiente imperio
americano a la Compañía de Samuel Russell, padre de
William, que compraba opio en Turquía. Hay quien
asegura que en la High Street Tomb de la Universi-
dad de Yale, siempre en New Haven (Conneticut),
epicentro de S & B, estuvieron los propios huesos
de GERÓNIMO, el caudillo APACHE, una y otra vez
reclamados sin éxito por los INDÍGENAS . Hay
quien dice que cada año S & B recibe 15 iniciados
de la Universidad de Yale y que entre ellos figura-
ron los Bush, padre e hijo. Pero también el demó-
crata John Kerry. Skull and Bones parece haber sido

485
LUIS PANCORBO

siempre un semillero de futuros tráficos de influencias en la futura crema de la


sociedad. En ese mantillo creció también la sociedad secreta, de negros, The
Boule’aka o Fraternidad Sigma Pi Phi, fundada por el doctor Henry Minton en
1904, que trataba de alejar a los universitarios y futuros profesionales negros de
las ideas revolucionarias de Marcus Garvey, el inspirador del movimiento Back
to Afrika, cuya influencia se extendió como la pólvora a principios de siglo XX en
los Estados Unidos y que llegó a ser el gran profeta para los RASTAFARIS, claro
que en Jamaica.

Sobrarbe. El nombre de esta comarca del norte de Huesca, con doble capital,
Boltaña y Aínsa (L’Aínsa), bajo el parque nacional de Ordesa y las cumbres de las
Tres Sorores, parece proceder de la expresión «sobre el árbol». Fue por la cruz
que apareció milagrosamente cuando un rayo descargó contra un árbol durante la
batalla de Garci Jiménez contra los árabes. Eso dio origen a un antiguo blasón ara-
gonés. «Aragón tiene la cruz colorada en árbol verde, que fueron armas de Sobrar-
be», que así dijo Pedro Antonio Venter, cronista del tiempo de Carlos V. Otros ven
en Sobrarbe una especie de ÁRBOL DE LA VIDA primordial, en todo caso un signo
anterior a la flor de lis francesa, incluso un signo precristiano. Sender consideró el
Sobrarbe aragonés de tanta importancia como el roble de Guernica (> GERNIKAKO
ARBOLA) de los vascos y llamaba la atención sobre el hecho de que fuese un árbol
con una cruz heliosística (como la ESVÁSTICA): «…tiene una relación directa con
los cultos fálicos antiguos y viene a ser en definitiva como la cruz swástica misma
una señal de prosperidad y fecundidad» [Sender, 1967]. Otra teoría apunta que
Sobrarbe podría proceder de «tierra que está encima de Arbe», un territorio os-
cense. Lo cierto es que Sobrarbe llegó a designar lo que luego se conoció como
Aragón. Aún hoy, el árbol con la cruz es el primero de los cuatro cuarteles del es-
cudo de Aragón, así como el tercer cuartel lleva cuatro cabezas cortadas de moros
que generan alguna inquietud. En octubre de 2004, Marcelino Iglesias, presidente
del gobierno autonómico aragonés, propuso eliminar ese motivo decapitador del
escudo tras las quejas de la comunidad musulmana de la región. Los tradicionalis-
tas se espantan ante la idea de quitarlo, dado que las cabezas cortadas de moros ya
aparecían en un sello del rey Pedro II, antes que en el propio escudo de Aragón.

sociobiología. Disciplina generada y puesta de moda por E. O. Wilson (So-


ciobiology, the new synthesis, 1975), que sostiene la existencia de un lazo entre la
evolución del organismo y del pensamiento. Las leyes del espíritu, según Wilson,
estarían determinadas por las leyes de la adaptación. Por otra parte, «…se podría
modificar el destino de la especie escogiendo conscientemente entre las orientacio-
nes instintivas que nuestro pasado biológico nos ha legado» [Rognon, 1988]. Es
una teoría criticada por su aspecto político, de nouvelle droite, y por dar pie a los
consabidos corolarios racistas, la exaltación de la Europa de los celtas, de los VI-
KINGOS y de los germanos, el espíritu pagano contra el monoteísmo judeo-cristia-
no… Lo razonable al respecto, si no lo científico, sería mencionar que las diferen-
cias físicas, raciales, nada digamos de las culturales, son irrisorias frente a la
igualdad intrínseca de los miembros de nuestra especie.

486
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Sodoma y Gomorra. Míticas y bíblicas localidades del valle de Siddim,


destruidas por la cólera divina. O por un terremoto ocurrido en torno al año 1900
a.C., en tiempos de Abraham, según el científico norteamericano Jack Finegan,
quien en 1951 estudió el tema y localizó el lugar del seísmo en la parte meridional
del mar Muerto. Al oeste del lago, en dirección al Negev, se ubica una serie de al-
tozanos de brillantes cristales de sal, lugar llamado por los árabes Gebel Usdum,
«monte Sodoma» [Keller, 1956]. Eso es lo que ha hecho relacionar el lugar con el
tema de la mujer de Lot, la que al mirar hacia atrás «se volvió estatua de sal» (Gé-
nesis 19,26), pero no deja de ser un inmenso esfuerzo de vaciar el mar del mito con
una cucharilla.

Sol Invictus. Deidad máxima de Roma celebrada el 25 de diciembre. Fecha


de cumpleaños, para algunos, de Osiris, Adonis y Dionisos. Lo cierto es que en el
año 325, el emperador Constantino adoptó el CRISTIANISMO como religión oficial
de Roma aunque algunas fiestas, como la del Sol Invicto, estuviesen muy arraiga-
das en las tradiciones romanas. Por eso mismo, la Natividad de Cristo, que se ve-
nía celebrando el 6 de enero (> NAVIDADES), se movió y adosó al 25 de diciembre,
y a su sentido de celebración solar y solsticial.

soma. Planta sagrada, intoxicante y probablemente alucinatoria, cuyas primeras


menciones se remontan a los VEDAS. Algunos himnos del Rig Veda ensalzan el jugo
del soma, que fue incluso el nombre de una deidad en el primitivo panteón védico:
la que inspira y nutre todas las cosas. El cielo mismo es el cedazo donde se filtra la
planta del soma; su jugo es la lluvia; el ruido de sus gotas al caer forman el trueno y
su color amarillo es el rayo. El sacrificio de soma védico incluía la matanza de ca-
bras y el consumo de ese néctar fue considerado la propia ambrosía, o néctar divi-
no. No se ha identificado el soma, aunque una hierba llamada durva (Agrostis liea-
ris) y otra llamada kusa (Poa cynosuroides) son sagradas y se usan en las
ceremonias hinduistas [Thomas, 1969], y también el hachís. Según Graves [1984],
«una opinión moderna en la India es que el soma es BANGI, lo cual quiere decir
“cannabis” o “CÁÑAMO”». El soma pudo ser lo mismo que la amrita, en sánscrito
«néctar divino». Y soma pudieron tener en muchas culturas llamándolo con otros
nombres. Misterioso como pocos fue el haoma, o homa, de los antiguos iranios
mazdeístas: tal vez fuese una bebida de «setas rojas». La cerveza de la inmortalidad
era ofrecida por Manannan, dios celta del mar. Las VALQUIRIAS escanciaban HIDRO-
MIEL en el WALHALA o PARAÍSO de los héroes germánicos [Campbell, 1998]. Los
CHAMANES siberianos usaban con los mismos propósitos la amanita matamoscas
(Amanita muscaria). Aunque en la otra punta del mundo, en Texas (Estados Uni-
dos), hay unas rocas grabadas del año 7000 a.C. que sugieren un botón de mescal
o un fréjol (Sophora secundiflora). Los amerindios llegaron a conocer no menos de
100 plantas alucinógenas usadas casi siempre en rituales chamánicos. Nada nuevo
bajo la luna. El arraclán embriagaba a los corzos y a los brujos en la antigua Fran-
cia [Vazeilles, 1995]. Hoy es peor el mundo si tantas criaturas de la calle de medio
mundo se inician esnifando pegamento.

487
LUIS PANCORBO

Somaliland / Somalilandia. Estado ubicado en el Cuerno de África, no


reconocido ni por la ONU ni por la OUA. Con capital en Hargeysa, está enclava-
do dentro de Somalia, pero en la práctica se desgajó a partir de 1991, cuando cayó
el presidente somalí Siad Barre y el país fue fraccionado por los señores de la gue-
rra. A diferencia de la región somalí de Puntland, con algunas veleidades indepen-
dentistas, Somaliland apuesta por la segregación total argumentando que constitu-
yó, en tanto Somalia británica, una entidad (y colonia) diferente de lo que fue la
Somalia italiana. Ambas Somalias se unieron y consiguieron la independencia den-
tro de una República unitaria el 1 de julio de 1960. Ahora rebrota la desunión in-
vocando el chocante factor colonial y hasta la lengua diferencial de los antiguos
amos.

songyé / songye / kisongye. Etnia de origen BANTÚ del sudeste de la Re-


pública Democrática del Congo, vecina del pueblo luba, y dueña de una gran ri-
queza cultural. Los songyé, en torno a 150.000, siguen firmes en sus tradiciones
animistas y adoran unos grandes FETICHES de madera, decorados con arpillera y
metal, en los que confían para alejar el mal de sus poblados. Para ello es funda-
mental no quebrar TABÚES, como el de no pescar en los ríos donde arrojan los
cuerpos de sus jefes. Pretenden que en los ríos siguen habitando sus espíritus. Sólo
en caso de necesidad se pondrían a pescar donde no deben.

sorguiñak / sorgiñak. En euskera, «BRUJAS». También sorguin, «personas


que se reunían antiguamente en los AQUELARRES» [Bariandarán, 1979]. Se relacio-
nan con la familia mitológica de MARI.

soteriología. Tratado de la salvación. Doctrina católica que estudia a Cristo


como Salvador y, en ese sentido, como lo Absoluto. Bajo el nombre de soteriolo -
gías se agrupan formas e ideas religiosas que antepondrían la salvación del indivi-
duo —en función de esa especial relación cristológica— a cualquier consideración
ritual, o de piedad, o de organización religiosa. No está lejos de la bhakti, o «devo-
ción», como se da en el hinduismo por Krisna, o por Rama, y que llevada a sus ex-
tremos proporcionaría salvación, o ruptura de la cadena reencarnante. Aunque
otros pueblos, como los filipinos ifugao del norte de la isla de Luzón, concibieron
formas menos agresivas de salvarse, como los bulol, los «guardianes de la comida»,
es decir, del arroz. Pequeñas figuras de madera, sentadas en cuclillas, representan a
los bulol que vigilan los graneros de arroz para que la gente se salve tras haber
convertido enormes montes en impresionantes terrazas encharcadas. «El origen de
estas figuras se recita en la mitología y referencias a esos cuentos se repiten en los
ceremoniales relativos a los bulol» [Feldman, 2005].

soyotos. Pueblo siberiano que a sí mismo se llama tuba, que vive al oeste del río
YENISEI (el mayor de Asia, con sus 5.500 kilómetros) y que pertenece al gran gru-
po de los tschuder, «los extraños», antiguo nombre que daban los rusos a un con-
junto de pueblos ural-altaicos. Los soyotos eran unos 15.000 o 20.000 a principios
del siglo XX. Hoy, su lengua se da como extinguida, mientras la gente soyoto corre

488
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

peligro de desaparecer por una asimilación galopante, como otros pueblos minori-
tarios de Siberia: los toja-tyvan, los tozhu… Los soyotos, sin embargo, lograron
capturar la imaginación de los pocos viajeros que les conocieron [Olsen, 1921], un
poco como los samoyedos, aunque éstos han superado mejor las crisis y no son
menos de 27.000. Los soyotos se dedicaban al pastoreo de renos y también iban a
cazar montados en renos (los chamanes, en cambio, en sus tambores). Tenían un
cierto parecido con los lapones (> SAMI), con quienes coincidían en la costumbre
de tomar papillas de la planta angélica con leche, en el canto a pura voz (joiku o
yuoigo) y en el uso de tambores mágicos (runebomme), aquéllos con los que el
CHAMÁN podía volar por los aires [Olsen, 1921]. En el siglo XIII, este pueblo de
origen MONGOL de la región del Urianhai (Uryanchai) optó por emigrar al norte de
Mongolia por sus convicciones budistas y pacíficas muy alejadas de la política im-
perial y belicista de los khanes. «Nadie puede decir que las manos de los soyotos se
hayan teñido de sangre humana» [Ossendosky, 1998]. Por tres veces en su historia
debieron emigrar, cada vez más al norte, hasta establecerse en Siberia con sus reba-
ños y allí plantaron sus yurtas, aunque en su caso no eran tiendas de fieltro sino re-
cubiertas de cortezas de árbol.

spithamei. Tipo de PIGMEOS, de 70 centímetros, cuya existencia fue acreditada


por varios autores desde Aristóteles hasta el arzobispo de Upsala. Este último, el
sabio Magnus Olaus, llegó a colocar a numerosos pigmeos en Grunthlandia, y más
en concreto sobre el pueblo de los astomi [Olao, 1565]. Plinio habló de Copocas,
un pigmeo de 60 centímetros al que cuidaba con esmero Julia, sobrina de Augusto.
Claro que en la antigua Italia llegó a haber un pigmeo capaz de entrar en la jaula
de un loro [Ross, 1652].

Steinen. Karl von den Steinen (1855-1929) fue un formidable viajero y etnólo-
go cuyos viajes han quedado un tanto oscurecidos —como ha ocurrido más de una
vez— por el hecho de ser alemán. En 1884 lideró una gran expedición por el alto y
medio Xingú. Llegó a la región de los CAIAPÓS y de los kalapalos, INDIOS cuyo caci-
que Izirari fue, según los hermanos exploradores Vilas-Boas, el responsable de la
muerte del coronel Fawcett, el más famoso desaparecido en la selva amazónica y el
primero de una especie de maldición recurrente. El periodista Albert de Winton,
que fue tras los pasos de Fawcett, también encontró la muerte al ser envenenado
con «mandioca brava» por el cacique Maricá. Por allí anduvo Steinen, sin mayores
tropiezos, y aún lleva su nombre un río en el paralelo 12 S. Steinen hizo un trabajo
pionero en el Amazonas, descubriendo que los tupís y caries tenían un mismo ori-
gen frente a los GÉ, y los otros AMAHUACA… También fue monumental su obra so-
bre las islas MARQUESAS, tanto por sus escritos como por sus dibujos, hasta el pun-
to de que los actuales marquesanos los imitan para reproducir en sus artesanías,
TATUAJES y adornos, un largo regreso a su casi olvidada cultura.

stevensoniano. Hubo un periódico, The Stvensonian, del club londinense


RLS (Robert Louis Stevenson), editado por Ernest Mehew, pero el concepto des-
borda el homenaje puntual al autor de La Isla del Tesoro, El diablo en la botella y

489
LUIS PANCORBO

tantas otras obras maestras de la literatura. Era un tuberculoso lleno de coraje que
iba con una burra por las Cevenas, que atravesaba los Estados Unidos sin un dólar,
se casaba con una mujer divorciada (y terrible, como Fanny Osbourne) o ponía
rumbo a Kalaupapa, la isla hawaiana de la lepra aun cuando ya era un escritor re-
conocido y de próspera economía. Se sumaba al partido de los samoanos contra
los colonialistas, y no dejaba de explorar el alma humana, encontrando siempre
una cierta dualidad bien patente en El Doctor Jekyll y el señor Hyde, pero tam-
bién en Los Traficantes de naufragios (The Wrecker). Murió en 1894 con sólo cua-
renta y cuatro años, y le dio tiempo hasta de escibir su epitafio, uno de los poemas
más bellos de la lengua inglesa: «…home is the sailor, home from the sea / and the
hunter home from the hill» («A casa ha vuelto el marinero, a casa desde el mar / y
el cazador desde la colina»). Eso fue grabado en su tumba de Vaea (SAMOA) donde
sigue viva la polémica: no puede ser que Stevenson escribiese «from the sea», sino
«from sea», y por eso «…Lord Bobham, gobernador de Nueva Zelanda, una vez
dio un cheque de 50 libras esterlinas para eliminar ese artículo determinado en la
penúltima línea, pero nunca ha sido quitado» [Rankin, 1987].

Spondylus > CHINCHAS


Stonehenge. No es ni el apabullante bosque de piedra de CARNAC ni el de
Sternsteine, la Piedra de la Estrella de Teutoburgo en la Baja Sajonia, pero por
fama, y N EW AGE y rock and roll, no hay ruinas neolíticas tan imponentes como
las de Stonehenge, en la llanura Salisbury de Wiltshire (Gran Bretaña). Son dos
círculos concéntricos de piedra construidos en algún tiempo por dilucidar, pues al-
gunos creen que fue entre el 3300 y el 1700
a.C., y otros, que se levantaron entre el 2400
al 1700 a.C. A falta de pirámides egipcias, o
de MOAI, los monolitos de Stonehenge de más
de 50 toneladas, algunos tumbados, y otros
como dólmenes en corro, representan la gran
esperanza del esoterismo europeo. La cantera
de la piedra azulada que se usó en Stonehen-
ge estaba en Preseli (Gales), un viaje de nada menos que 385 kilómetros. No extra-
ña que hayan puesto nombre a las piedras: «el Templo de Merlín»; «el Reloj de los
astros»… Tal vez las construcciones sirvieran para eso, de templo, de calendario,
de observatorio astronómico en el que sabios o DRUIDAS predecían los eclipses y
los solsticios, o donde dictaminaban sacrificios. Sabían al menos levantar las varias
toneladas del travesaño de piedra de un trilito a ocho metros de altura. Aunque
tampoco bromeaban los constructores megalíticos de las taulas menorquinas o de
los nuraghi sardos en el segundo milenio a.C., ni por supuesto los autores del espec-
tacular sepulcro de Newgrange en Irlanda, auténtica ciudad funeraria de piedra de
hace cinco mil años, donde no está claro si reinaba Oenghus, el dios del amor.

strigoi. En Rumanía, fantasmas. La víspera del día 1 de diciembre, fiesta nacio-


nal de Rumanía, es cuando aparecen los strigoi y hay quien dice que también es

490
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

cuando los vampiros (moroi), muy abundantes en los Cárpatos, se levantan de sus
sepulcros. Leyendas, por supuesto, pero los antiguos rumanos y otros pueblos da-
nubianos llevaban ofrendas al dios Zamolxe «…que incluían sacrificios humanos
en los que se empalaba con una estaca el corazón del elegido de la divinidad» [Pe-
trescu, 2005].

suajili / swahili / suahili. Lengua franca (lingua franca) empleada en gran


parte de África oriental (Tanzania, Kenia, Malawi, ZIMBABUE…). También se llama
suajili a gente de origen BANTÚ, y a menudo de religión musulmana, que habla esa
lengua, ya sean los nativos de Comores o de las islas tanzanas de ZANZÍBAR o Pem-
ba, o del litoral keniano de Mombasa. Suajili significa «costa» en árabe. La expre-
sión suajili Hakuna matata, «no problemas», se ha hecho popular, y hay palabras
tan conocidas como safari (del árabe safar, «viajar»). No le faltan préstamos del
persa (chai, «té», achari, «encurtidos»), del alemán (shule, «escuela»), del inglés
(baskeli, «bicicleta»; penseli, «lápiz») y del portugués (meza, «mesa», o pesa,
«peso», «dinero»). Hay quien sostiene, como Hassan O. Ali, que hasta un cierto
toreo practicado en la isla tanzana de Pemba vendría de los portugueses.

sublimidad. La cualidad de ciertos espectáculos de la naturaleza, objetos y se-


res que causan «una impresión que tiene algo de deliciosa, pero grave, mezclada
de cierto respeto que toca en severidad» [De Miguel, 1899]. Dentro de eso, lo más
sublime sería lo que se acerca a lo terrible, una gran campana que suena en la cal-
ma de la noche, la acción de Judit cortando la cabeza a Holofernes o, hablando de
España, la escena más famosa y desprendida que vieron los siglos: Guzmán el Bue-
no tirando el cuchillo desde lo alto de la fortaleza de Tarifa para que los moros de-
gollasen a su propio hijo.

Sudán. Además de la república musulmana del mismo nombre, «Sudán» fue el


término usado por los árabes para referirse a la «tierra de los negros» (bilad-as-
sudan), un inmenso espacio desde el mar Rojo, al este, hasta Senegal y el océano
Atlántico, al oeste, y desde el sur de Egipto y el Sahara hasta la cuenca del Congo.
Así hubo un Sudán inglés y un Sudán francés, que incluían cada uno varios de los
actuales países africanos y numerosas etnias que no acabaron formando un Estado
propio, como los FULANI repartidos en varias naciones (Níger, Nigeria, Malí…).
Hablar de sudaneses era pues algo entre ambiguo y fútil, amén de los tópicos que
se adosaban en los manuales colonialistas: «los sudaneses de la parte occidental…
son típicamente negros». «Desde el punto de vista moral, el sudanés no presenta
cualidades muy recomendables» [Gnuva, 1976].

sufíes. Miembros de un movimiento de reforma espiritual surgido en el siglo VIII


por medio de los teólogos All Halay y Al Rhazali. Es una vía espiritual (> TARIQA), y
hasta una vía mística dentro del ISLAM o en su borde. Los primeros sufíes fueron
llamados así por vestir de lana (en árabe, suf), símbolo de su renuncia a todo cuanto
no fuese su deseo de perfeccionamiento [Shah, 1975]. Además del énfasis en la po-
breza, es fundamental en el sufismo la meditación y la repetición del nombre de Alá

491
LUIS PANCORBO

(dzikr). Las vías son varias, aunque el objetivo de todas es llegar al estadio de
fana, o «aniquilación», siempre de forma gradual: primero la aniquilación en el
maestro, luego en el Profeta (Rasul), y finalmente la fana’ fi Allah, o «aniquila-
ción en Dios», una especie de NIRVANA personalizado, donde la gente goza sien-
do, pero siendo esencia divina o parte divina. Una herejía para los musulmanes
más ortodoxos, que no admiten matices en «no hay más Dios
que Alá…». Los WAHABITAS sostienen por eso que el sufis-
mo es una forma de SUPERSTICIÓN. «Yo soy la verdad»
fue gritando el poeta Al Hallaj por las calles de Bagdag
y le condenaron a muerte en el año 922 [Ben Jelloun,
2002]. Antes había escrito algo sorprendente: «Yo soy
Aquel que yo amo». En la España musulmana hubo
sufíes tan egregios como Muhiyuddin Ibn El-Arabi, na-
cido en Murcia en 1164 y muerto en Damasco en 1240.
Autor de Risalatul-Ahadiyah («Tratado de la Unidad»)
[1987] se le considera una de las cumbres de la poesía en ára-
be. «Cuando aparece mi amado, ¿con qué ojo he de mirarle? Con el suyo, no
con el mío, porque nadie Le ve sino Él mismo». Las vías para el ÉXTASIS religioso
sufí son variadas. Hay quienes cultivan el dolor corporal (y su dominio), como
ciertos faquires (> FAQUIR). Otros lo logran a través del baile (> MEVLEVIS), por
la música (> QAWWALI) o por la continua deambulación. Entre los grupos princi-
pales, aparte de los mevlevis, figuran los qadiri rifai y helveti de Turquía; los
shadhiliyya del norte de África; los chishthi de la India; los naqshbandi de Uzbe-
kistán y otros puntos de Asia Central; los nimatullahi de Persia, y los bayrami,
los melami, los sadi, los shazili y los bedevi que afloraron bajo el imperio otoma-
no y se extinguieron. Más grupos contiguos al sufismo de origen chiita son, por
ejemplo, los BEKTASHIS de Albania.

suhrab. En beluchi, «aguas del desierto», una forma poética que tienen de lla-
mar a los espejismos en los desiertos del Beluchistán, entre Pakistán y Persia
[Hopkirk, 1994].

Sumba. Isla indonesia de la provincia de Nussa Tenggara, en las pequeñas islas


de la Sonda, donde se practica un ANIMISMO, acentuado especialmente en el suro-
este. El Año Nuevo es proclamado por el rato raholo, o CHAMÁN, cuando llega a
las costas la primera oleada de nyale, gusanos de mar comestibles que empiezan su
ciclo reproductivo. Con motivo del Año Nuevo se realizan los torneos o justas a
caballo en una gran fiesta llamada Pasola. Los jinetes empuñan lanzas que en los
últimos tiempos han de ser de punta roma, antaño no se veía tan mal la muerte de
un hombre. Su sangre sería el mejor tributo a los espíritus (> MARAPU) y el mejor
abono para la futura cosecha.

sunismo / sunnismo. Rama ortodoxa del ISLAM y la que cuenta con más se-
guidores en todo el mundo. Surgió a finales del siglo IX para afirmar la unidad en-
tre los musulmanes con una doctrina que pone el acento en el poder absoluto de

492
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Dios y, por tanto, en el destino humano determinado por el primero. Eso contra-
riaba la tesis de la escuela de los mutazilíes, con sede en Basora (Irak), que habla-
ban más bien de libre albedrío y libertad de la voluntad. Por otro lado, los sunitas
interpretaron la sucesión del Profeta a favor de Abu Bakar y no de Alí, como ocu-
rrió en el caso del CHIISMO. El Islam sunita tiene varias escuelas de jurisprudencia:
la MALEKITA fundada por Malik Ibn Anas, fallecido en 795, y extendida sobre todo
por el Magreb y el África negra; la hanefita, de Abu Hanifa, muerto en 767, exten-
dida en Turquía, India y China; la handalita, de Mohamed Ibn Handal, muerto en
855, arraigada en Arabia Saudí, y la shafiita, de Shafi’i, muerto en 820, repartida
por Egipto, India e Insulindia. Bizancio era poco fino comparado con el empeño
en buscar diferencias interpretativas, dentro del consabido monolitismo, de las
grandes escuelas sunitas.

Suomi. Nombre autóctono de Finlandia y del idioma de ese país. El finlandés


(o finés) pertenece al tronco fino-úngrico (como los vogules del norte de los Ura-
les, OSTIACOS del medio y bajo Obi, húngaros o magiares, estonios, lapones, samo-
yedos, incluso cheremises y mordvines del Volga…). Suomi, país atenazado y colo-
nizado por suecos al occidente y rusos al oriente, debe mucho de su ser nacional al
KALEVALA, la epopeya escrita por Elias Lönrott. Pero ni siquiera ese libro agota las
fuentes mitológicas de las gentes fínnicas, de las que habrían derivado veses y votes
del territorio del Onega y el Ilmen. Los fineses fueron llamados chudes, que signi-
fica «milagro», «gentes de ojos blancos», un pueblo que habitaba al principio en
Siberia hasta que, según la leyenda, cometió un suicidio masivo al ver a los abedu-
les, el árbol blanco. Los augures dijeron que un zar blanco les sometería y por eso
se fueron matando uno a otro hasta llegar al último chude, el que se suicidó tras
cavar su propia sepultura [Ratzel, 1888]. Exactamente al revés de lo que ha sido la
historia de la tenaz resistencia de Finlandia frente a suecos y rusos hasta conseguir
su valiosa e independiente equidistancia.

superstición. Los moralistas la definían como una falsa religión o un culto vi-
cioso de la verdadera divinidad o de otra falsa. El doctor Rodríguez López [1910]
clasificaba las supersticiones gallegas con el viejo método de las teologías morales
católicas. Primero venían las supersticiones de culto superfluo, que si no causan
daño tampoco se oponen a la ley natural, o sea que son indiferentes (por ejemplo,
creer que no se oye misa sin antes haberse lavado la
cara, conservar la vela que alumbró el sagrario en un
Jueves Santo para disipar las tempestades…). Luego
están las supersticiones de culto indebido, que ya
ofenden a la majestad de Dios. Por ejemplo, tocar la
campana de las iglesias cuando truena. O pasar las lla-
ves de la iglesia por la frente de los mordidos por pe-
rros rabiosos, como sucedía en San Bréjome de Parga
y otras aldeas de Lugo. Las supersticiones de ADIVI-
NACIÓN buscaban adivinar signos o fenómenos «por
invocación del demonio», o de los aullidos (ouveos)

493
LUIS PANCORBO

de los perros, fatal agüero. Si se ve el zorro en ayunas es buen agüero; si se ve la zo-


rra, próxima desgracia. Otra superstición, la de vana observancia, quiere decir usar
«modos irrisorios y que Dios no ha instituido para recuperar la salud». Los huesos
llamados «paletilla» y «espiñela», susceptibles de moverse de su sitio, pueden ser
levantados por medio de oraciones… El colleitizo, también conocido como orba-
llo, es una erupción cutánea causada nada menos que por el paso de animales pon-
zoñosos, por los efluvios que dejan, y entonces hay que pasar la ropa del infectado
por la llama para quitarle el mal con la siguiente invocación: «S’eres d’araña, vaite
a paraña; / s’eres de sapo, vaite arrastro; / s’eres de cobra, vaite a groba; / s’eres de
salamanca [salamandra], vaite a barranca. / Pot-o poder de Dios e da Virxe Ma-
ría» [Rodríguez López, 1910]. Por último está la superstición de maleficio, que es
para hacer daños a otros con cooperación del demonio y ayudantes o genios que
cooperan, como los nubeiros y los tronantes que habitan en los aires y llevan true-
nos y rayos, granizo y pedrisco contra tal o cual campo. La pregunta es qué pueblo
no incurre en superstición. Las máscaras de tantos pueblos, desde el Sepik de Pa-
púa al mundo DOGON de Malí, no hacen sino recordar a los antepasados, o a los
dioses, para que no sean crueles con los humanos. No bailarlas cuando se debe
puede ser muy mal asunto.

surma. Pueblo de la región de Kafa en el sur de Etiopía, cerca de la frontera


con Sudán. Son en torno a 30.000 personas relacionadas con los pastores MURSI
por procedencia étnica (nilóticos) y por costumbres. Las mujeres surma llevan
grandes platos labiales.

survivals. Fuerza del hábito para Tylor [1888]. Fenómenos originados en épo-
cas pretéritas pero que se perpetúan, o «sobreviven», en otras épocas en las que
han cesado las causas que los originaron. Parece que aquí entrarían más bien los
fenómenos paranormales, pero un ejemplo más ajustado de survivals sería el de la
pervivencia de barones, archiduques y otros títulos nobiliarios en sociedades pos-
tindustriales.

swetambara. Uno de los dos grandes grupos del jainismo junto a los DIGAM-
BARA. Los swetambara, «los vestidos de blanco», no llevan su ascetismo a la desnu-
dez extrema de los digambara, aunque conservan tradiciones como el sistema de
CASTAS (son generalmente vaisya o comerciantes) y ello pese a la crítica que hizo a
ese propósito el fundador de los JAINÍES, Mahavira, en el siglo VI a.C.

494
T Tengo fe en ser fuerte.
Dáme, aire manco, dáme ir
galoneándome de ceros a la izquierda.
César Vallejo, Trilce, XVI

tabot. En los templos de los ortodoxos etíopes, el tabot o tabernáculo está situado
dentro del sancta sanctórum y separado de la nave por una cortina. En la ciudad de
Axum presumen de tener el tabernáculo original, el de la Sagrada Alianza. Para los
hebreos, el Tabernáculo era el corazón del mundo o del cosmos y la morada de la
SHEKINAH. A eso consagran los judíos la fiesta de Sukhot, o de los tabernáculos, cuan-
do los ponen hasta en las terrazas y balcones de las casas para recordar cuando sus an-
tepasados atravesaron el desierto y Jehová dio las tablas de la ley a su líder Moisés.

tabú / tabou / tapu / tupu… Palabra que procede del polinesio tapu, que sig-
nifica «sagrado» e implica la autoridad de prohibir y el poder de ir en contra de lo
que no es sagrado. Aparte de su sentido sacro, el tabú marca una frontera entre pure-
za e impureza ritual [Radcliffe-Brown, 1952]. Freud [1913] lo estudió desde su punto
de vista psicoanalítico considerando al tabú occidental cuanto el hombre desea (en su
profundo inconsciente) y la sociedad se lo niega, causa por tanto de posibles trastor-
nos. La ETNOLOGÍA contribuye a mostrar tabúes de otras culturas que parecen inex-
plicables fuera de contexto, pero que no operan de una forma muy distinta a los del
inconsciente del mundo moderno. Hay entre los MAORÍES de Nueva Zelanda un tér-
mino contiguo, tupu, que equivale a la naturaleza de las cosas, lo intrínseco de los se-
res humanos, algo interior frente al MANA que es exterior [Lévi-Strauss, 1962]. Una
iglesia de Aitutaki (islas Cook) se llama en su lengua maohi Tapu Zion («Sagrado
SIÓN»). Inolvidable es ya desde el título, Taboo («Tabú»), una película realizada en
1931 por Fiedrich Wilhelm Murnau (y Robert J. Flaherty), con intérpretes polinesios:
Reri, Matahi, Hitu..., e imbricada en la ensoñación de los mares del sur.

tagalo / tagalog. Idioma de las islas Filipinas de philum austronesio y del


tronco malayo-polinesio, con un componente español no desdeñable (días de la se-

495
LUIS PANCORBO

mana, números, utensilios...). «Kumusta ka?» («¿Qué tal está?»). En el tagalo ha-
bría en torno a 5.000 raíces o vocablos de origen español o castila de un total de
8.500 (frente a 3.000 de origen malayo). Tras 1898, Filipinas despliega su especial
estilo cultural PINOY y yanqui en sus 6.999 islas, más que los pares de zapatos de
Imelda Marcos. La pareja reinante por décadas, Ferdinand e Imelda Marcos, mon-
ta tanto, se rodeó de una corte de crownies, amigos que aligeraban a su favor el
presupuesto nacional.

tahuna. Clases o CASTAS profesionales en la sociedad polinesia. Podían ir desde


sacerdotes a expertos en construcción de canoas. Tahuna fue el nombre que reci-
bieron los expertos en ritos y artes en las MARQUESAS, pero según los países eran
ta’unga en las islas Cook; ta’ua en Tahití; KAHUNA en Hawai; tufuga en SAMOA, y
tohunga en Nueva Zelanda.

taichi / taichi chuan. Meditación en movimiento. Práctica física del taoís-


mo (> TAO). Los chinos lo llaman gráficamente «boxeo de las sombras» y a ello se
dedican por las mañanas millones de ciudadanos por las calles y los parques. Es
una actividad muy arraigada en Hong Kong, saludable contra el ESTRÉS de una ciu-
dad donde se agolpan siete millones de personas en apenas 1.100 kilómetros cua-
drados. El taichi se originó en China como arte marcial, pero poco a poco devino
en acción terapéutica, especialmente en la versión yang, el estilo más popular.
Otros estilos, como el chen, requieren una mayor profundización y nivel de exi-
gencia. Para los taoístas, el control de la respiración y la higiene personal constitui-
rían una alquimia interna, amén de equilibrar el yin y el yang (> YIN-YANG), la eter-
na disputa masculino-femenino. En ese mundo bucea el taichi con sus
movimientos relajados y relajantes, muy en consonancia con las necesidades de re-
parar desgastes de la vida moderna. Por eso cada vez triunfa más en Occidente: ahí
es nada saber mover el cuerpo sin fatiga.

taiga. El bosque boreal, especialmente el de Siberia, con fabulosas extensiones


de coníferas. Es el hábitat de cientos de etnias, agrupadas en tres grandes grupos:
altaicos, urálicos y paleosiberianos, apenas conocidos y aun menos su subdivisión
en numerosas etnias. Una notable excepción es Dersu Uzala, relato de Vladimir
Arseniev (1872-1930). En 1902, este escritor y explorador ruso conoció al viejo ca-
zador Dersu Uzala, de etnia gold, en la región oriental siberiana de Chtokovo.
Dersu Uzala sabía leer las nubes, las hojas y los lejanos olores de los zorros y, sobre
todo, del tigre, «mala gente». Como otros altaicos, Dersu Uzala tenía una relación
y una comunicación con los animales muy parecida a la del NAHUALISMO amerin-
dio. Los animales no se mataban porque sí. «Me sorprendió al comprender por fin
que el gold llamaba “hombres” a los jabalíes… Me di cuenta de que este ser primi-
tivo profesaba una especie de antropomorfismo y lo aplicaba a todo lo que le rodea-
ba» [Arseniev, 2004]. Matar un leopardo de las nieves podía implicar la muerte del
cazador, o la desgracia para sus hijos: un par de cazadores que incumplieron ese
tabú vieron cómo les nacían hijos de cuatro y seis dedos. Hasta los cedros y los
abetos son gente, como dice la gente de etnia toubalar.

496
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

taiko. Gran tambor de los japoneses. A veces alcanza un diámetro de dos me-
tros. Su sonido convocaba a los templos y a las batallas. Anunciaba tormentas y
avisaba de los terremotos. Sólo podían tocar el taiko hombres puros. Hoy se ha
convertido en una afición popular en Japón donde hay unos 4.500 clubes de taiko.
(> TAM-TAM.)

Taiping. Tras la Guerra del Opio, el descontento de los chinos contra las poten-
cias occidentales tuvo varias explosiones, pero ninguna tan deletérea como la rebe-
lión de Taiping de 1850 a 1873, que dejó un saldo de entre 20 y 30 millones de
muertos. Su líder indiscutible fue Hung Hsiu-Chuan, hijo de un campesino de
Cantón, que logró enardecer a millones de compatriotas contra los blancos, aun-
que él mismo se declaraba hijo de Dios y hermano menor de Jesucristo. Fue enton-
ces su hermano mayor quien, según él, le encargó la misión de erradicar de China
a los demonios, incluidos los blancos. Las huestes de Hung llegaron a ocupar Nan-
king en 1853 y la llamaron Tienching, «Capital Celestial», además de otras ciuda-
des y pueblos por donde se extendió su curioso y benéfico «Reino de la Paz Celes-
tial». Como suele ocurrir con los movimientos milenaristas, la muerte del líder
visionario se salda con la de todo el movimiento. Hung se envenenó dejando un
gran saldo de bajas y la peste y la hambruna consiguientes.

takigyo. Meditación bajo las cascadas. Es el modo preferido de meditar, a me-


nudo salmodiando, y golpeados por chorros de agua gélida, de los monjes budistas
japoneses de la secta SHINGON. El monasterio del templo Oiwassan Nissekiji es fa-
moso por esas prácticas destinadas a purificar alma y cuerpo. Dicen que son de
provecho los iones del agua que golpea. La cascada Byakuryu («Dragón Blanco»),
en el monte Hiei, también es frecuentada para hacer takigyo por los seguidores de
la secta Tendai.

talibanes. Plural castellanizado de taliban, que a su vez es el plural de talib,


«estudiante de religión» o «de teología islámica». Talib es traducible además como
«estudioso» o «investigador». Los talibanes se hicieron con el poder en Afganistán
en 1996, ocupando el hueco dejado por los soviéticos, y lo conservaron con férrea
mano y SHARÍA hasta la conquista de Kabul por parte de la Alianza del Norte en
noviembre de 2001 y la invasión de los Estados Unidos un año más tarde. El movi-
miento talibán se ganó a pulso ser tildado de FUNDAMENTALISTA. Los hombres se
dejaban barba, las mujeres iban siempre con BURKA. Prohibieron la música, el cine
y la televisión y, en 2001, destruyeron las estatuas budistas de BAMIYAN por consi-
derarlas idólatras… Especialmente, el Buda de 53 metros de alto, esculpido entre
el año 300 y 500 de nuestra era, saltando por los aires por la dinamita talibán, fue
el signo señero de la ICONOCLASTIA más fanática.

talión. Ley clásica del JUDAÍSMO y del islamismo. En el primer caso, es conocida
también como «ley del siete por uno» o «talión del siete por uno», y se inspira en
el «ojo por ojo» bíblico. La legislación islámica también recoge el talión siguiendo
la enseñanza coránica: «¡Oh, los que creéis! Se os prescribe la ley del talión en el

497
LUIS PANCORBO

homicidio: el libre por el libre, el esclavo por el esclavo, la mujer por la mujer…
En la ley del talión tenéis vuestra vida, ¡oh, poseedores de entendimiento! Tal vez
seáis piadosos» (Corán 2,173-175).

talismán. AMULETO para proteger a la persona del mal de ojo. En la isla de


ZANZÍBAR se llamaban hafid, y se hacían con trozos de cebolla, un diente de ajo o
mejillones pequeños, cosidos a una tira de tela que se ponía bajo el brazo izquierdo
del bebé [Ruete, 2004]. En algunos países musulmanes se emplean a tal efecto caji-
tas metálicas que contienen el Corán en miniatura o algunas azoras. El librito corá-
nico usado como talismán se llama hurs, «el vigilante», y el portador de ese objeto
que lleva el nombre de Alá «no puede entrar jamás en un lugar impuro» [Ruete,
2004]. En Galicia, los niños eran protegidos contra el mal de ojo, y sus variantes
de enganido y tangaraño, con amuletos de asta de ciervo volante (vaca loura), y di-
versas bolsitas de «atavíos», que contenían «un pedazo de piedra de ara, otro pe-
dacito de la puerta santa de Santiago y un diente de ajo» [Rodríguez López, 1910].
En la India, a los niños les cortan el pelo y se ofrenda al GANGES, junto a panes y
monedas. Al niño le pintan en la cabeza rapada al cero una ESVÁSTICA de color
rojo, con efectos de talismán protector y de buen augurio para su vida. Varían los
modos, no la sustancia. Las akwaba, llamadas «muñecas de la fertilidad», sirven a
las mujeres ASHANTI de Ghana para combatir la esterilidad por vía simbólica o
imaginaria (> ASHANTI’S DOLLS).

Talmud. El Talmud es el libro por antonomasia de los judíos, un texto estricta-


mente hebreo, no compartido como ocurre con el Viejo Testamento de la BIBLIA.
Reúne el conjunto de la ley oral elaborada por sabios hebreos que vivieron en Pa-
lestina y BABILONIA hasta la Edad Media, y comprende el Mishnah (Michna, Mis-
hná…); el Halakhah, o «Libro de la Ley», y el Talmud propiamente dicho (Gema-
rah o Guemara), es decir, comentarios para aclarar el
Mishnah escritos en jerga hebreo-aramea. Más otras
subpartes, como los Seder y Midrachim, escritos más
bien parabólicos. Dicho de otro modo, el Talmud es el
depósito de la sabiduría milenaria judía, al principio ex-
presada oralmente, y que se suma a la ley escrita o TORÁ
(que contiene el Pentateuco, los cinco libros del Anti-
guo Testamento). Pero, por supuesto, el Talmud es más
que eso: ley, leyenda, filosofía... «Una ética y una pura
disposición de fe… maravillosa agilidad de espíritu»
[Cansinos-Assens, 1998]. «Una mezcla única de lógica y
astuto pragmatismo, historia de la ciencia, anécdotas y
humor» [Steinsaltz, 1977]. Dos grandes casas (beit), o escuelas talmúdicas, fueron
la de los doctores Shammai y Hillel ya en el siglo I a.C. Pero con el Talmud nunca
se acaba la exégesis como ocurre con la CÁBALA. Ni profundizar en los grandes
misterios, empezando por el GÉNESIS: «Pues en el curso de la ETERNIDAD Dios crea-
ba mundos y los volvía a la nada. Éstos —decía— tendrán vida; aquéllos otros no
la tendrán»; y no despreciando siquiera los consejos dietéticos: «Nuestros rabinos

498
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

han enseñado: el culantrillo es bueno para los dientes pero nocivo para los intesti-
nos; los puerros son malos para los dientes, pero buenos para los intestinos» [Ro-
mano, 1975].

talón. Aquiles era vulnerable únicamente en esa parte, desatando así un mito
perdurable, pero, fuera de la cultura griega clásica, hay poblaciones asiáticas, como
los semang malayos, que creen que, a la hora de la muerte, el alma abandona el
cuerpo por el talón [Chevalier, 1982].

tam tam / tamtan. No hay tambor más famoso, sobre todo en las novelas y pe-
lículas de aventuras africanas. A veces se trata de una red de tambores, que van co-
municando con una especie de morse noticias a largas distancias, o convocatorias
para la guerra. El nkindi, el gran tambor del sultán de Foumban (Camerún), mide
cinco metros de largo y su sonido llegaba nítidamente a 20 kilómetros: si se oía, era
la guerra. No menos interesantes son los ating ating, o slit-drums, tambores hendidos
de Nuevas Hébridas (hoy Vanuatu).
Se trata de tambores verticales, a
veces tallados en enteros troncos de
árboles, de hasta seis metros de al-
tura, y decorados con figuras antro-
pomorfas de gran calidad artística,
sobre todo los de la isla de Ambryn.
Encierran todo un mundo, no sólo
de sonidos, sino de sutiles relacio-
nes sociales en la isla, dado su em-
pleo en las ceremonias de toma de
grados. Más que onomatopeyas,
son gemidos de los espíritus los so-
nidos que sacan los seita, tambores
mágicos de los lapones (> SAMI),
con piel de reno. Con ellos, los CHA-
MANES de esa etnia, y de otros pue-
blos SIBERIANOS, podían hacer cosas
tan maravillosas como volar al otro mundo. Los pahu son, en cambio, tambores con
parches de piel de tiburón: la llamada más poderosa de los MAORÍES de las islas MAR-
QUESAS. En Fiyi tocaban los tambores para anunciar el Tow-tow, festival religioso
que incluía combates en los que las mujeres podían dar puñetazos tan contundentes
como los hombres. Eso mismo vio Cook en las islas TONGA y quedó maravillado.

tama. Para los antiguos japoneses, sustancia espiritual. Según el etnógrafo japo-
nés Masao Oka y el alemán Slawik, el tama aparece en el paso del invierno a la pri-
mavera, cuando puja por brotar de los muertos y de hombres sagrados [Eliade,
2000]. Ciertos rituales de fin de año en Japón tienen por objeto la fijación del
tama, o impedir que los muertos invadan el espacio de los vivos y se instaure una
especie de caos.

499
LUIS PANCORBO

tamazigh. Idioma de los BEREBERES. En Marruecos lo habla, con distintos dia-


lectos, entre un 30 y un 50 por ciento de la población. La llamada «carta nacional
de identidad», otorgada por el rey Mohamed VI en el 2000, promueve la enseñanza
del BEREBER. En agosto de 2001 se creaba el Instituto Real para la Cultura Tama-
zigh. Por fin algo positivo tras haber sido perseguido ese idioma desde el aplasta-
miento de las revueltas bereberes en el Rif por el rey Hassán II en 1958 y 1959.

tambaran. Para diversos pueblos que habitan en la cuenca del Sepik (Papúa-
Nueva Guinea), espíritus. La haus tambaran es la casa de los espíritus y también
de los hombres (iniciados): las mujeres no deben acercarse so pena de morir según
ciertas supersticiones. Hay haus tambaran para cada CLAN y pueblo: generalmente
son elevadas y alojan cráneos humanos, aparte de mandíbulas de cerdo. Antes,
cada hombre debía aportar un cráneo humano para poder entrar en la casa de los
espíritus.

tamiles / tamul. Gentes de origen DRAVÍDICO del sur del subcontinente indio.
Viven sobre todo en el estado indio de Tamil Nadu y en el nordeste de Sri Lanka,
donde existe desde hace décadas un movimiento secesionista y una guerrilla, la de
los llamados «tigres tamiles». La cultura tamil figura entre las más completas y arti-
culadas de la India, y es anterior a la del norte, es decir, pre-ARIA. Ya en la «era
Sangam», o edad de oro de los tamiles, unos cuatro mil años antes de Cristo, se re-
gistró un buen número de obras literarias en esa elaborada lengua. Quedan no me-
nos de 30.000 templos en Tamil Nadu, y los dioses no se cuentan, aunque el más
adorado por los tamiles, y con mucho, sea Muruga, el hijo de Siva.

Tangaroa / Tangaloa / Ta’aroa… Dios creador de los antiguos poline-


sios, aunque su papel cambiaba según las islas. En las islas Cook y en Nueva Zelan-
da era más bien el hijo de los dioses creadores, no el padre. Sin embargo, en las is-
las Cook, la efigie (TIKI) de Tangaroa se ha convertido en una especie de mascota
publicitaria del país, amén de ser vendido en toda clase de materiales, madera, me-
tal…, siempre con sus atributos sexuales bien enhiestos para que nadie dude de su
eficacia añadida en tanto dios de la fertilidad.

Tanga-Tanga. Dios de los antiguos indios charcas, del grupo QUECHUA (Boli-
via), al que se ofrecían sacrificios humanos. Tenía tres cabezas, todas cubiertas de
capirotes. La figura central era antropomorfa, las deidades de los lados poseían a
su vez dos cabezas, una cuadrada y otra en punta [Paredes-Candía, 1981].

Tanit. Diosa cartaginesa del amor y la fecundidad y, por otro lado, con caracte-
rísticas lunares y mortuorias que exigían sacrificios humanos. Equivalente a la dio-
sa Ishtar (> ASTARTÉ) de los fenicios. Pero en la India tendría rasgos parecidos a
los de la diosa Kali, uno de los avatares de Parvati, la consorte de Siva. El culto de
Tanit, esposa del dios BAAL, se extendió por todo el Mediterráneo, desde las costas
fenicias hasta las islas Pitiusas, pasando por el epicentro ceremonial de Cartago.
Baleares fue un núcleo importante de ese culto a Tanit. Uno de sus principales san-

500
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tuarios se ubicaba en la cueva de Es Cuiram de Ibiza (Eivissa), que fue un estraté-


gico puerto en tiempos de la supremacía púnica. Se cree que las sacerdotisas de
Tanit ejercían como sagradas prostitutas o HIERÓDULAS.

tantra. Término introducido en el inglés hacia 1799 por misioneros en la India


que deseaban abarcar con él una serie de conceptos extremos de filosofía y religión
hinduista. El tantra o tantrismo, más que una religión, es para sus seguidores una
manera de actuar y vivir. Sus fronteras son ambiguas. Hay tantra en la tradición
budista, hinduista y jainita. La variedad de cultos tántricos es
cuantiosa. El budismo tántrico usa el tantra en el sentido del
sánscrito prabandha, «continuidad», lo que evocaría una
línea mística de gran pureza. Otros usan el tantra para
potenciar el disfrute material a su mayor nivel, en todos
los sentidos. Suele acompañarse de abundante simbolo-
gía, iconos llamados yantras, formas que pueden vehicu-
lar significados. El Shri YANTRA se basa en sofisticados
diagramas. El tantrika hinduista aspira a que su espina dor-
sal se convierta en un monte Meru escalado por los lotos-
chakras, así hasta llegar a dominar a KUNDALINI y conseguir una
fusión del hombre en el cosmos. El tantrika budista también aspira a sublimar la
práctica del sexo, transformándolo incluso en energía espiritual. Son muchas las
técnicas. El Kriyatantra (de kriya, «acción») pone el énfasis en la acción destinada
al crecimiento personal. Otros tántricos se ponen ciegos de hachís, sexo y exceso,
en busca de la liberación.

tao. Camino, vía. Doctrina atribuida al filósofo chino del siglo VI a.C. Lao-Tsé
(Lao-Tzú), autor del Tao Te King («Libro de la Suprema Virtud»), que llegó a des-
plegarse con comentarios e interpretaciones hasta alcanzar los 1.500 tomos en el si-
glo XV. Fue la semilla del taoísmo, doctrina en la que hay, o debería haber, tres
principios o fuerzas: positiva, negativa y conciliadora. Las dos primeras se conocen
también como yin y yang (> YIN-YANG), pero lo importante es lo conciliador, el
Tao, «el Principio Superior», lo que trasciende cualquier oposición: frío-calor, luz-
oscuridad, movimiento-inmovilidad, verdad-error, vida-muerte… «El Tao que
puede nombrarse no es el verdadero Tao» es el comienzo del libro de Lao-Tsé.
¿Qué es o qué no es el taoísmo? Como se responde en el Tao Te King: «Quienes
saben no hablan / quienes hablan no saben». Esa manera de re-
presentar el orden nuevo nacido del desorden, o la emergencia
de las «estructuras disipativas» del taoísmo, está en cierta
consonancia con la física moderna. Fritjof Capra ha vendido
más de un millón de ejemplares de su libro El Tao de la Física
(1984), que explora en paralelo misticismo oriental y física
cuántica. Un día de 1969, Capra vio las olas del mar y tuvo
un insight, una especie de revelación: ese flujo y reflujo
estaba contenido en el baile cósmico de Siva. Los re-
sultados de la física moderna pueden llevar «a BUDA o

501
LUIS PANCORBO

la Bomba». O a Siva. «Lo humillado será engrandecido; lo inclinado será endere-


zado; lo vacío será lleno… Por esto, el sabio abraza la unidad, y es el modelo del
mundo…» [Lao-Tsé, 1972].

Taos. Localidad de Nuevo México (Estados Unidos). Hay dos Taos, el moderno y
el antiguo pueblo de los indios, como una gran alcazaba de adobe. La parte moder-
na es una ciudad provinciana y agradable, meca de pintores y escritores. «El pueblo
de Taos conserva aún su antigua nodalidad… a su manera, como uno de los monas-
terios de Europa», decía D. H. Lawrence que fue a vivir allí en 1922, invitado por la
mecenas Mabel Dodge Sterne. «Creo que Nuevo México fue la más grande expe-
riencia del mundo exterior que tuve en mi vida» [Lawrence, 1982]. La ubicación de
Taos en un valle de los montes de la Sangre de Cristo, su aire terso y cristalino, las
culturas de los indios PUEBLO que a principios del siglo XX estaban muy vivas, todo
eso marcó a Lawrence, que adscribía al piel roja una antigüedad mayor que la de los
griegos o hindúes. En los INDIOS de Norteamérica veía «…un resto de la raza más
profundamente religiosa que vive aún». En 1934, las cenizas de Lawrence fueron
inhumadas en un santuario, presidido por un fénix de cemento, en su viejo rancho
de Taos, cerca del monte Lobo, donde los atardeceres pintan copas de oro en los
mares de bastos que forman los pinares. Eso era nodalidad también.

taparrabos. Cualquier elemento para tapar el sexo, por sucinto que sea, co-
necta con el sentido del PUDOR y con la discusión de si eso es innato o adquirido
socialmente. Parece claro que el impulso que lleva a tener pudor ha existido siem-
pre y en las más variadas latitudes. En Nuevas Hébridas (Vanuatu) el uso del NAM-
BAS es común en todas las islas y lo que varía es el material empleado. Una hipóte-
sis es que los nativos ocultan el pene para evitar el narak, maldición por
contravenir un TABÚ; la visión del pene por otro hombre es algo peligroso. En cier-
to modo, la visión del glande es la última barrera del pudor como sucede entre los
YANOMAMI: «Nada es más mortificante para un indio que ser visto con el glande al
descubierto: es el colmo de la obscenidad. El decoro exige por el contrario que el
PREPUCIO, bien estirado por encima del glande, esté sujeto a la cintura con un fino
cordel. Éste sólo se desata para orinar acuclillado» [Lizot, 1978]. Ahora la mayoría
de los YANOMAMIS lleva GUAYUCOS, taparrabos de tela, si no calzones de deporte o
trajes de baño. Aunque pocos, quedan algunos INDÍGENAS amazónicos que usan
cíngulos prepuciales y, por tanto, llevan sus partes al aire. El taparrabos con hojas
tejidas fue típico en cambio de los indios otomakes. Los OREJONES de la Guayana
se ponían delantales de mimbres. En los años ochenta del siglo XX pude ver con-
feccionar a los PIGMEOS bambuti del Ituri (Congo) paños de corteza de morera
para usarlos de taparrabos. Sólo he observado desnudez total y absoluta entre al-
gunos pastores MURSI del caluroso sur de Etiopía, cuando guardaban sus rebaños
en la sabana. Por las noches se ponían un manto aunque fuese de corteza de árbol.
En la antigüedad, según Celso, etruscos y romanos por decori causa, o pudor, se
cubrían al menos el prepucio con una venda (kynodesme) o se ponían una fíbula.
Los actores del teatro romano llevaban taparrabos de cierta fantasía (subligacu-
lum). Aunque los CAFRES, como se quiso denominar a muchas tribus negras austra-

502
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

les, fabricaban unos estuches para el pene con colas de antílope: algunos ejempla-
res se llevaron al Museo de Etnografía de Berlín [Ratzel, 1888]. Pero el pudor es
concepto relativo: depende hoy como ayer del tamaño e intención del PÁMPANO.
Ya decía la señorita de L’Espinasse, animadora de un salón parisiense social y enci-
clopedista: «¿Por qué no pienso por todas partes?», a lo que le respondía el médi-
co Bordeu: «Porque la conciencia no es más que un sitio» [Diderot, 1975].

Tara. Es el BUDA femenino en el budismo tántrico. Creadora de BODHISATTVAS y


de sus consortes, las dakinis, las que transmiten energía a través del acto sexual. Se
suele representar a Tara (Dolma en tibetano) con el rostro y las facciones de color
verde y largas orejas. Otros suponen que es Kali incorporada de ese modo al pan-
teón del budismo Mahayana en el siglo III.

taraceo. Mutilaciones, cicatrices, chirlos o escarificaciones «como recuerdo de


los hechos de armas o prueba de valor para realizar empresas arriesgadas…»
[Aranzadi, 1898]. También hay quienes se taracean la piel por la pérdida de fami-
liares, como señal de LUTO, y otros como emblema de virilidad o de estatus social:
«…generalmente cuanto menos traje usa un pueblo, más extendido por el cuerpo
presenta este adorno… Los niambanas se hacen cicatrices en forma de botones o
verrugas del tamaño de un guisante… Los hombres de Guinea parecen cubiertos
de damasco bordado» [Aranzadi, 1898]. El taraceo por punción con pintura inde-
leble es el tatú (> TATUAJE) clásico de la Polinesia. Ahora parte de todo eso es
moda en Occidente.

tarahumara. Indios de Chihuahua (Sierra Madre, nordeste de México), unos


50.000, que pertenecen a la familia UTO-AZTECA. Se dedican en gran medida al cul-
tivo del maíz, aparte de la recogida ritual del PEYOTE. En 1944, el poeta francés
Antonin Artaud, entre los electroshocks que le suministra-
ban en el manicomio de Rodez, escribió un libro, Los Tara-
humara, exhumando, ampliando y distorsionando sus expe-
riencias del viaje por el norte de México que hizo en 1936.
«El país de los tarahumara está lleno de signos, de formas, de
efigies naturales que no parecen en absoluto nacidas del
azar…» [Artaud, 1985]. Chihuahua, como en general el esta-
do de Sonora, es una sucesión de tierras de un verde áspero,
verde cactus, desesperadas bajo cielos azules y cortadas con
cicatrices como la Barranca del Cobre. Por ahí pasa el legen-
dario ferrocarril que va de Chihuaha a Los Mochis, 650 kiló-
metros de paisajes surrealistas, con 39 puentes, algunos col-
gados a 1.600 metros sobre el vacío. Una visión como de Artaud, aunque nadie
quita 12 horas de viaje, con 14 paradas si todo va bien entre piedras y alacranes,
soles y cruces. «En México, la cruz y el sol van emparejados» [Artaud, 1985].

tarantismo. Baile satánico o bajo posesión demoníaca. La tarantella italiana,


danza que evoca la picadura de la tarántula, y el conocido «baile de San Vito», se

503
LUIS PANCORBO

tuvieron por «una especie de menadismo». La jerarquía eclesiástica no estaba por


la labor: varios concilios (Leodicea, Ilerdense, Toledo, Tralbo…) prohibieron dan-
zar a seglares y clérigos. «La danza que hace enloquecer también cura cuando se
administra en dosis adecuadas, es una homeopatía» [Urbeltz, 1994]. ZARATUSTRA
no bailaba tarantelas, siendo más bien de la estirpe de los ESTILITAS, pero su padre
literario tenía una cierta fascinación por la tarántula: «El veneno de tu venganza
hace bailar las almas en loco torbellino» [Nietzsche, 1966].

tarascos. Indígenas de Michoacán (México). El nombre no tiene que ver con la


tarasca europea, el monstruo derrotado por santa Marta en Tarascón (Francia), de
donde era natural el intrépido Tartarín; ni tampoco con las tarascas, figuras de dra-
gones que salen en carnavales y fiestas como la PATUM de Berga. Más bien derivaría
de tarascue, «yerno», «cuñado»…, en la lengua de esos INDIOS mexicanos, o tal vez
de tarascas, las mujeres indias que se juntaban con los españoles. Lo cierto es que a
sí mismos los tarascos se llaman purépechas, «gente común». Según la Relación de
Michoacán (1541-1550), los antiguos tarascos tenían un rey llamado Cazonci, de
Caltzon-Tziin, que en náhuatl significa «el señor mayor de la casa» [Ballesteros Gai-
brois, 1985] y que gobernaba en una sociedad estratificada con nobles o acha, vasa-
llos campesinos, ocambecha, y esclavos, purépecha. Uno de los principales enclaves
tarascos es el lago Pátzcuaro con su isla central, o axial, Janitizio, donde el 1 de no-
viembre se celebran velaciones de los muertos. Los tarascos les llevan arcos con
cempazúchiles, unas flores de color anaranjado, frutas, tragos y comidas que gusta-
ban en vida a los difuntos, fuese mezcal o tequila, pato colorado o enchiladas.

targui > TUAREGS


tariqah / tarika. Para los SUFÍES, «vía», «sendero», y mejor, «túnel de perfec-
ción». Nombre de una de las cuatro puertas (junto a shariah, haqiqah y marifah),
cada una con 10 niveles, a través de los cuales llegar a catar lo absoluto. Tariqah se
emplea también para referirse a cada una de las variadas cofradías y congregacio-
nes que practican el sufismo. Y en el Magreb, especialmente en Marruecos, es el
nombre de diversas escuelas sunitas, como la de los sususiyyah fundada por Ali
As-Sunisi en el siglo XVIII.

tarot. Su origen es desconocido, su simbolismo oscila, pero


genera un negocio. El tarot de Marsella usa 22 arcanos o enig-
mas mayores, que se identifican con las letras del alfabeto he-
breo, el universo entero según la CÁBALA. De ahí se sacarían
pistas sobre diversas experiencias humanas. Luego hay 56 ar-
canos menores, divididos en cuatro series o palos: oros, copas,
espadas y bastos. Cada uno de los palos cuenta con 14 cartas,
10 a base de números, más sota, caballero, reina y rey: sus
combinaciones producirían conocimiento esotérico. Una sim-
ple baraja de 78 naipes quiere revalidar la antigua cartomancia
en este nuevo siglo. Así, hay quien va más allá, y considera a la

504
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

baraja del tarot «un catecismo visual… que explica la historia de la Doncella perdi-
da [la MAGDALENA] y de su opresión por parte de la malvada Iglesia» [Brown,
2003]. Los palos de la baraja francesa (picas, corazones, tréboles y diamantes) enca-
jan naturalmente con la simbología del GRIAL: no hay más que traducir diamantes
por oros y oros por PENTÁCULOS, estrellas de cinco puntas dentro de un círculo, y
todo lo demás: fuego, agua, aire, tierra, lo masculino, lo femenino. Con las cartas se
adivina lo que no hay, pero, «¿qué más pueden hacer los pobres astrólogos si todos
los astros que examinan no les dan luz para más?» [Feijóo, 1773].

Tarsis. La isla de los magos-brujos, o golfo de los magos-brujos señalado, según


Ariosto, en los mapas medievales [Cardini, 2001]. Uno de los clásicos lugares míti-
cos, junto a OFIR, lleno de oro y riquezas. Las naves de Tarsis eran enviadas por el
rey Salomón a buscar oro, la cuestión es saber si se trató de Tartessos, o si existió
ese reino fantástico en el suroeste de lo que hoy es España. «Nada habrá tenido lu-
gar, sino el lugar», decía Mallarmé. Hay pistas arqueológicas de que pudieron ser
tartésicos los hallazgos de El Carambolo (Sevilla) y La Aliseda (Cáceres). Pero los
acérrimos partidarios de la existencia de Tartessos aún dudan sobre si ponerlo en
Gadir o en Carteia, en el bajo Guadalquivir o en el bajo Guadelete, en Huelva o
en parte de Extremadura y Portugal. Admiran el oro del rey Argantonio, rey casi
histórico de a lo mejor el siglo VII a.C., sin descartar que pudo ser cierto el rey Ge-
rión olvidando que tenía tres cabezas.

Tartaria. Para los rusos significa «la tierra del este», la tierra de los hombres de
ojos oblicuos o, aún peor, de los MONGOLES, el inveterado peligro amarillo que fue
detenido una primera vez por Iván el Grande en 1480 cuando derrotó a Ahmed
Khan, el jefe de la Horda Dorada. Sin embargo, los mongoles continuaron en tierras
rusas con su janato de Kazan, hasta que fue aplastado hacia el año 1553; y con los ja-
natos de Astrakán, y sobre todo el de Crimea, que resistieron hasta los albores del si-
glo XIX. Sólo tras la liquidación de esos reductos de poder tártaro, se abrió para los
rusos la puerta a la mayor empresa colonial del mundo: la conquista de toda Asia
central y septentrional; sólo en Siberia, más de 6.500 kilómetros por explorar. «Rasca
a un ruso y saldrá un tártaro» [Hopkirk, 1994]. La invasión de Rusia por parte de los
mongoles, que se confunden con los tártaros, dejó cicatrices en el subconsciente ruso
y su temor xenófobo, aunque las invasiones le llegarían a Rusia por el oeste, con Na-
poleón y Hitler. En cualquier caso, los rusos controlaron el este por vía expeditiva,
anexionándose todas las tierras desde los Urales al Pacífico. Siempre les quedaba el
gran remate, lo que se llamó el GREAT GAME, el «Gran Juego» de conquistar la In-
dia, pero eso se estrelló en las montañas de Asia Central, especialmente de Afganis-
tán. El país de los tártaros tuvo unos contornos difuminados en la realidad. El escri-
tor italiano Dino Buzzatti (1906-1972) dio en la diana de esa presencia ambigua, o
malestar incumbente, en su novela El desierto de los tártaros (1940), protagonizada
por un militar tan dudoso como Giovanni Drogo. Algún día vendrían los tártaros a
la fortaleza y justificarían la existencia de los guerreros inexpugnables. Cuando llega-
ron los tártaros, fue como cuando llegó el lobo: las arrogancias militares se hundie-
ron en una polvareda. Pero el peligro siempre existe y es libre, como el miedo. Euro-

505
LUIS PANCORBO

pa se salvó de los tártaros porque la Turquía otomana, tan denostada, supuso un va-
lladar frente a aquellos pueblos orientales que parecían vivir a lomos de sus caballos.
Hoy sigue existiendo en la Federación Rusa una República Autónoma de los Tárta-
ros, con capital en Kazan, y no hay que confundirlo con el Tatarstán que, junto a
Chuvashia, es la frontera sur de la República de los MARI. Partes tártaras importantes
se encuentran además en países hoy independientes como TURKMENISTÁN.

tártaros / tatars. Si TARTARIA fue un territorio poco precisable (para los grie-
gos era sinónimo del INFIERNO), los tártaros se pueden considerar de varias mane-
ras, aunque la más acreditada es la de un grupo étnico de origen mongólico, inclu-
so el formado por turcos y MONGOLES, y sometido por Genghis Khan en 1202.
Con el nombre genérico de «tártaros» se describió a menudo a los componentes
de las hordas mongolas (y de poblaciones de
origen turco de Asia Central) que invadieron
Asia Menor y Europa oriental. En 1920, con
los tártaros del antiguo janato de Kazán, en el
sur de Rusia, se formó la República Nacional
Autónoma de Tartaria (Tatarija); y con los tár-
taros del antiguo janato de Crimea, la Repúbli-
ca autónoma de Crimea, que fue abolida en
1945 bajo la acusación de haber colaborado
con los nazis. Los tártaros fueron los musulmanes más asimilados por los rusos y la
cultura soviética. Queda un grupo tártaro, de unos 120.000, en la Siberia occiden-
tal, en torno a Novosibirsk y Omsk. Hablan un idioma de origen turco, aunque no
se llaman a sí mismos tártaros, sino tobolik, tarlyk y baruba. Son musulmanes suni-
tas que conservan ciertas creencias chamanistas [Evans-Pritchard, 1981].

tasaday. Tribu presuntamente primitiva «descubierta» en 1971 en la isla de Min-


danao (Filipinas). La patraña fue organizada por Manuel Elizalde, conocido como
Manda, en esa época responsable de PANAMIN (siglas en inglés de Asociación Pri-
vada de las Minorías Nacionales), el organismo que dirigía la política indigenista en
tiempos de Marcos. Se vendió entonces que los tasaday vivían en una gentil Edad
de Piedra y que sólo un campesino llamado Dafal tenía algún contacto desde 1960
con gente troglodita de la zona de Blit. Eran, al parecer, 26 buenos salvajes, pero
luego se supo que se trataba de lugareños organizados por Manda Elizalde como
cavernícolas: qué menos que gentes del Mesolítico, comedores de flores, ignaros de
cualquier artefacto metálico, en una especie de nueva versión de los lotófagos ulisia-
nos. Todo era falso: Elizalde les desvestía de sus ropas occidentales para impresio-
nar a la prensa y para ponerse medallas etnográficas. Manda, hijo de un emigrante
navarro, don Manuel Elizalde, uno de los empresarios más poderosos en época de
Marcos, tenía la ETNOGRAFÍA como hobby. El caso es que cayó en la trampa hasta
John Nance, periodista de Associated Press, convertido en el mayor especialista
mundial sobre los tasaday desde la segunda visita que le permitió hacer Manda Eli-
zalde. El etnógrafo alemán Irenäus Eibl-Eibesfeldt [1976] llegó también a visitarlos,
aunque se inclinó por la idea de un empobrecimiento cultural, un regreso cultural,

506
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

que había causado que los tasaday estuviesen a un milenio de sus vecinos, los blit,
en cuanto a tecnología, y ello pese a estar a pocos kilómetros de distancia. Aunque
el etnógrafo alemán fuera más cuidadoso, con el tiempo se conoció la verdad: había
habido una representación de unos cavernícolas que comían larvas, ÑAMES silvestres
y flores, aparte de cazar renacuajos y peces en los arroyos, o de atrapar ratones y to-
pos… Se trataba al máximo de un pequeño grupo separado del resto de las pobla-
ciones de la provincia filipina de Kotabato, si bien no tan aislado como para vivir en
un punto cero de la historia, ni mucho menos.

tatuaje. Desde la isla de PASCUA a Nueva Zelanda, el tatuaje (del polinesio tatou,
«tatuar», «grabar la piel») polinesio se desplegó prácticamente por todo el océano
Pacífico. Se trataba a veces de tatuajes completos, desde los
párpados y los sobacos hasta los tobillos. Sólo los pueblos de
Borneo pudieron alcanzar esa amplitud (y miembros de la ya-
kuza o MAFIA japonesa, pero por otros motivos). Hasta hace
una generación, los iban de Sarawak (Borneo) se cubrían con
tatuajes desde el cuello a los pies, siempre con propósitos pro-
tectores, mágicos, y buscando una estética emuladora de las
maravillas de la naturaleza, con los colores y formas de los CA-
LAOS y otros bucerótidos, o de las mariposas. Entre los maoríes
de Nueva Zelanda, una cara limpia parecía algo reprochable,
por eso el gran tatuaje, o moko, no perdonaba un centímetro
de piel. Se usaba al efecto resina de kauri y un uki, punzón que podía ser de hueso
de albatros [Greenwood, 1863], mientras se cantaban himnos, como «¡Oh Hiki
Tangaroa!», en honor del artista y a la vez hechicero y TAHUNA o maestro tatuador.

tecnonimia. Forma de llamar a alguien por el nombre de sus hijos. Es fre-


cuente entre poblaciones DAYAK de Borneo (kenya, kayan) y entre los banjareses de
Brunei y los balineses. En un sistema patrilineal como el kenya de Borneo, el padre
da su propio nombre a sus hijos y cuando es abuelo se pone el prefijo Pe [Haw-
kins, 1998]. También se da tecnonimia entre poblaciones indígenas del Vaupés
(Colombia), los tukano y los arawak. Los tukano definen con ciertos vocablos tec-
nonímicos las categorías de parientes, llegando a una gran precisión. Aunque, por
otro lado, para los tukano el origen del mundo se debe a genealogías míticas presi-
didas por la Anaconda ancestral, la que salió de la «Puerta de las Aguas» remon-
tando un río y emergiendo cada vez para crear algo hasta llegar al Vaupés, el cen-
tro del mundo. Allí, la anaconda «…se segmentaría en unidades o grupos, a los
cuales asignó lugares originarios, legó la lengua, asignó los cultígenos, transmitió
conocimientos para la elaboración de la cultura material y espiritual…» [Correa,
1990]. En la «Danza de la Anaconda», «los danzantes representan el orden jerár-
quico de los distintos clanes según el mito de la Creación» [Trupp, 1982]. La cabe-
za de la anaconda es el CLAN de mayor rango.

tehuelches. Indios de la Patagonia argentina con cierto parentesco con los


onas. Pudieron ser los PATAGONES que vio Magallanes y que fueron llamados así tal

507
LUIS PANCORBO

vez por las enormes pisadas que dejaban sus calzados de pieles. Seguro es que los
tehuelches fueron magníficos jinetes tras conseguir caballos de los ranchos españo-
les. Cuando nacía un niño tehuelche, sacrificaban una yegua y ponían al recién na-
cido en las entrañas del animal para que se entendiera toda su vida con los caballos
y fuese de mayor un buen jinete. Usaban las boleadoras, ya fuesen de una sola pie-
dra para impactar, o de dos o tres, para enredar en las patas de las presas. Han
sido encontradas unas pinturas rupestres, de manos rojas impresas, en las paredes
de la Cueva de Las Manos, junto al lago Buenos Aires. Datan del siglo XIX y mues-
tran escenas de cacerías de ÑANDÚES y guanacos, éstos últimos animales tenidos
antaño como fabulosos «con el relincho de un caballo, la lana de una oveja, el cue-
llo de un camello, los pies de un ciervo y la rapidez del diablo» [Dillehay, 1982].
Lo cierto es que el ganuaco era carne y ropa de abrigo para los tehuelches y hasta
hacían flautas con sus huesos.

tekke / teqe / teke… Logia, convento. Se aplica especialmente en Turquía a


las agrupaciones o cofradías SUFÍES de DERVICHES, como la de los MEVLEVIS. Fue-
ron abolidas por Ataturk aunque vuelven a surgir.

telefomin. Pertenecen al gran grupo de los min, etnia que vive en el occidente
de Papúa-Nueva Guinea, casi en la frontera con IRIAN JAYA. Los telefomin, como
sus vecinos tifalmin, del alto Sepik, se hacen perforaciones en la nariz para meterse
cañas de plumas de casuario, discos de concha… Tienen santuarios en altos palafi-
tos recubiertos de mandíbulas de cerdos, un tesoro material y simbólico, porque,
según ellos, aún están calientes y tienen el poder que les presta Afek, «la Señora
vieja», una de las deidades principales de los min en la sierra de la Estrella.

templarios. La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Sa-


lomón fue fundada en el año 1118 por Hughes de Payen, un noble de la región de
Champaña, junto a otros ocho caballeros. Durante dos siglos, hasta su disolución
en 1312, tras toda una operación militar y arrestos masivos en 1307, la Orden
constituyó la aristocracia militar de la cristiandad, amén de atesorar un inmenso
poder y riqueza. Dependían del Papa, y sólo a él rendían
cuentas, aunque esto último poco, dado el monto de su ri-
queza y de las supercherías que corrían acerca de sus ritos:
pisoteaban la cruz y la escupían, adorando en cambio a
BAFOMET. El signo exterior templario era un manto
blanco con una cruz paté (patada) roja, como la de las
velas en las carabelas colombinas. Incluso después de su
disolución, el Temple alimentó fantasías y su carácter se-
lecto y secreto inspiró otras sociedades más o menos reli-
giosas. En 1662, el escritor Pedro Mexía comentaba el inte-
rés que aún tenía la historia de 1310, cuando el papa
Clemente V, «con su Corte romana en Francia», ordenó la destrucción de la Or-
den de los Templarios que había durado doscientos años: «…elegían su Maestre
secretamente, y con supersticiones y ceremonias impías, y malas…. Hazían tam-

508
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

bién su procesión ante una estatua, o imagen vestida con cuero, o pellejo de hom-
bre, y que bebían sangre humana en su procesión, y así se guardavan secreto y ju-
ravan de ayudar los unos a los otros» [Mexía, 1662]. Ya en el siglo XXI, la moda
templaria vuelve a explotar al hilo de novelas y películas. Y maquinaciones. Los
templarios habrían sido originados en la fantástica Orden de Sión de la que habrí-
an sido su brazo militar [Baigent, 2004]. Tampoco faltan conexiones extravagantes
entre los templarios y los ismaelitas de la secta de los ASESINOS, o con CÁTAROS, RO-
SACRUCES… y cualquier secta más o menos secreta.

teofanías. Apariciones de Dios (del griego teo, «dios» y fanein, «aparecer»).


Más bien deberían ser sueños y VISIONES, pero en puridad escatológica sólo se
aceptan como teofanías las realizadas en estado de vigilia: como cuando Cristo
aparece en el Jordán. Ahí no parece haber duda. En cambio, Dios no aparece con
forma clara en el Antiguo Testamento: un vago rostro, unos pies (Éxodo 24,10),
sin embargo es suficiente, eso es presencia, una teofanía. Como cuando adopta la
forma de una nube o de un fuego. En ese sentido, los dioses hinduistas eran espe-
cialistas en teofanías. Siva aparece con sus cabellos mojados formando el GANGES.
O BUDA, que en el mismo momento de nacer apareció regando al mundo de lluvia
y pétalos de loto. Los payé o CHAMANES tukanos del Pirá-Paraná conocen muy las
teofanías o apariciones del JAGUAR (yai): ellos mismos se transforman en jaguares
después de beber YAGÉ, jugo de AYAHUASCA. El payé pide al jaguar que le entregue
la yai wawe, o «camisa del jaguar», y él se la pone al revés. «Por eso siempre es pe-
ligroso matar un jaguar, ya que nunca se sabe si se trata o no de un jaguar sagrado
cuya venganza sería terrible» [Trupp, 1982].

teosofía. Todas las religiones tendrían algo de verdad dado que todas proceden
de la gran religión oculta, la esotérica y verdadera, la revelada a la señora Helena
Petrona Blavatsky (1831-1891) por ciertos MAHATMAS tibetanos. Eso sostiene al
menos la teosofía, rama del árbol del ocultismo cuyo gran principio es «la existen-
cia de un medio tenue e imponderable, la luz astral…» [Billingbrook, 1916]. La
luz astral (akasa o ÉTER de los hinduistas; alma mundi; luz sideral; materia radian-
te) se expresa en la clarividencia, la «mediumnidad» y la profecía.
O debería hacerlo. Haciendo caso omiso de la fe religiosa, la
teosofía estudia la manera de conocer el Universo y al hom-
bre bajo la luz astral, allá donde emana la telepatía, se pro-
ducen las apariciones, hasta de fantasmas astrales como el
de Paracelso, y tantos fenómenos como los que anunciaba
la madre teósofa Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teo-
sófica de Nueva York, junto al coronel Olcott: «Un ejército
de Hijos de la Luz permanece en cada uno de los ángulos del
mundo» [Blavatsky, 1893]. En España figura destacada de ese
movimiento fue Mario Roso de Luna, autor de El libro que mata a la muerte, o
“Libro de los Jinas” (1926), donde aclara que esa palabra, jinas, es la castellaniza-
ción del árabe DJINN y la usa como genio más maléfico que benéfico, a diferencia
de los maruts, espíritus que «son objeto de religiosos himnos en la India». El asun-

509
LUIS PANCORBO

to se remata aplicando «la taquigrafía ocultista», por la que jina llevaría «a la sagra-
da palabra VNVS o UNO, con la que representamos a la Mónada, manifestada
luego como Logos en la Duada». Nada detiene a un teósofo en posesión de su ver-
dad: «En resumen, que, en sano Ocultismo, la completa liberación del alma presu-
pone como condición indispensable la no menos completa descomposición del
cuerpo» [Roso de Luna, 1926].

Tepoztlán. Localidad en el valle de Morelos, a media hora de Cuernavaca y


una hora de México D.F., que se convirtió en todo un mito para la ANTROPOLOGÍA
moderna tras los estudios de Oscar Lewis (1914-1970), autor de Los hijos de Sán-
chez (1961) y de Antropología de la pobreza (1959). Lewis, un joven antropólogo
norteamericano, profesor en Washington, llegó a Tezpotlán y desbarató los traba-
jos pioneros que Robert Redfield [1930] había hecho allí mismo diecisiete años an-
tes. En vez de usar herramientas como la estadística, Lewis usó la grabadora y re-
gateó, con su nueva tendencia crítica, los métodos científicos (heurísticos,
globalizantes, clásicos como los de Redfield) que se creían adecuados para abordar
los temas antropológicos. Lewis no sólo propuso un acercamiento crítico a la reali-
dad, sino que llegó a conceptualizar el estudio de la subcultura de la pobreza, ha-
ciendo al respecto una especie de borrón y cuenta nueva. Su estilo, o su forma de
trabar una life-history, metiendo el dedo en el ojo de la extrema pobreza mexicana,
expresión de la marginalidad que crecía con las nuevas ciudades, mereció repro-
ches que fueron desde que era agente de la CIA a pecados de lesa antropología
por su abundancia de opinión. Curiosamente, en Tepoztlán el 8 de septiembre, día
de la Natividad de la Virgen, celebran la fiesta del Tezpoteco, un personaje legen-
dario que encarna a Tepoztecatl, el dios del pulque, con cierta fusión de un Cristo
Redentor y un Jesús NEW AGE, y que lo mismo se enoja por los desaguisados urba-
nísticos (un año la fiesta fue motor de una rebelión contra la construcción de un
campo de golf) que por los desastres ecológicos.

tercer ojo. Su nombre en sánscrito es ajna. Se le considera el sexto de los siete


CHAKRAS, el ubicado en la glándula pituitaria o hipófisis. Una leyenda tibetana de lo
más fantástico dice que algunos lamas se producían el tercer ojo agujereándose el
entrecejo con un punzón y metiendo luego ahí una astilla impregnada de un fuerte
aroma [Rampa, 1958]. No es extraño que después de esa operación se vieran las au-
ras de colores de las personas. El tilak, o adorno con pasta de sándalo que se ponen
los hindúes en el entrecejo, es la evocación del tercer ojo. Y también los que los
BRAHMANES pintan en la frente de los fieles, con pasta de sándalo, en los templos.
Ahora se estilan en la India simulaciones del tercer ojo, pegatinas redondas de va-
rios colores, llamadas pindi, usadas por las mujeres como un coqueto ornamento.

terreiro / casa de santo. Lugar de culto del candomblé, una de las princi-
pales religiones afroamericanas de Brasil. Generalmente es un patio donde los pais
y maes de santo (babalorixás en Bahía) ofician ritos que hunden sus raíces en las
tradiciones de los esclavos de etnia YORUBA, jeje, angola, nago y otras de África oc-
cidental. El candomblé es el resultado de una mezcla entre el ANIMISMO y el feti-

510
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

chismo africanos con elementos cristianos, hasta derivar en un sincretismo que no


difiere en lo básico del VUDÚ haitiano o la SANTERÍA cubana. En Brasil recibe deno-
minaciones según los lugares: tambor en Maranhao, macumba en Río de Janeiro;
babassué, en el estado de Pará… El xangó, que adora a ese dios yoruba (o Santia-
go el Mayor) se practica sobre todo en Alagoas y Pernambuco; el batuque en el sur
del país, en Río Grande… En el candomblé se comparte la fe en los ORIXÁS, y en
especial en Exú, el dios mensajero que introduce a la persona en el mundo de más
allá, donde, por obra de la sugestión, empiezan los portentos y trances ayudados a
veces por el calor y la cachaça que, a diferencia de la cachaza española, no induce a
la calma y es un potente desinhibidor alcohólico. Todo es posible, especialmente
en Salvador de Bahía, epicentro del candomblé y capital de muchos terreiros. De
todos modos, en Brasil se puede hacer religión hasta lavándose la cabeza en casa.
Anuncian un «champú espiritual que limpia el aura».

tetramorfos. Las cuatro VISIONES o cuatro figuras proféticas tal como apare-
cen en la BIBLIA (Ezequiel 1,5-14; Juan 4,6-8). Cuaterna de poderes simbólicos,
por ejemplo los cuatro evangelistas: Marcos, un león alado rugiendo en el desierto,
que prepara el camino a Cristo; Lucas, buey con alas, que evoca el sacrificio y el
sacerdocio de Cristo; Juan, el águila, la ASCENSIÓN de Cristo y su divina naturale-
za. Pero el tetramorfo misterioso es Mateo, un hombre con alas que no es un ÁN-
GEL, y que estaría por la Encarnación humana de Cristo [Chevalier, 1982]. Además
de los evangelistas, son tetramorfos los cuatro querubines, guardianes o porteros
de las cuatro esquinas del PARAÍSO, también representados como hombre, león,
buey y águila. En el Antiguo Egipto había algo parecido, los cuatro hijos de Horus
que se representan uno con una cabeza humana y los otros tres con cabezas de ani-
males. En ello tal vez se inspiraron simbolismos posteriores, incluidos los cristia-
nos.

teules. «Seres divinos», que fue lo que los antiguos mexicanos llamaron a los
primeros españoles. «Los indios juran haber visto descomunales ollas y hasta los
tomates y el ají que sazonarían las carnes de los teules» [Benítez, 1950]. La palabra
viene de teul, «morada de los dioses», según los chichimecas. Teul fue también el
nombre de una antigua localidad de Zacatecas.

tezcatlipoca. Espejo roto, humo de espejo, espejo humeante… Dios que daba
la vida, el aire o el viento vengador de la noche. Asimismo, «personificaba el cielo
nocturno y se relacionaba con la Luna. Vinculado con todo aquello que significa
muerte, maldad o destrucción, era el patrón de los hechiceros, salteadores y gue-
rreros» [Ballesteros Gaibrois, 1985]. Sin olvidar su rango de una de las cuatro
grandes deidades AZTECAS, junto a QUETZALCOATL, la serpiente emplumada, Tla-
loc, el dios de la lluvia, y Huitpolochtli, el dios del sol, aquel cuya muerte debía ser
evitada a todo trance mediante «el líquido precioso que mantiene vivos a los hom-
bres… el chalchiuhatl (la sangre)…» [León-Portilla, 1973]. Las funciones de Tez-
catlipoca eran las de alguien por encima de las contingencias, como el dios BRAH-
MA de la TRIMURTI hinduista, o como Zeus, o Júpiter. Lo puede todo y, por eso,

511
LUIS PANCORBO

Tezcatlipoca lleva en la mano, como atributos, un ATLATL y un escudo que, en rea-


lidad, es un espejo con el que mira a la gente y la juzga.

Theravada > HINAYANA


thugs. Devotos de la diosa Kali, que podían asesinar por ella. Tienen por eso un
cierto parecido con la secta de los ASESINOS. No faltan en ningún relato inglés de la
India colonial como ejemplo de gente nativa, pérfida, ávida de sangre y droga, ti-
pos, en suma, deseosos de matar gente blanca. Su nombre viene del hindi thugma,
«engañar», por el despliegue de astucias y simulaciones de las que hacían gala an-
tes de atacar a sus presas humanas. Caminaban de pueblo en pueblo y se recogían
por las noches en las pagodas como humildes peregrinos. Luego estrangulaban
hasta a sus propios compañeros de viaje. Al estrangulador thug se le llamaba phan-
sigar. Las principales bandas de thugs procedían del Bundelkund. El estado de
Auda y el valle de Berbudda fueron teatro de sus crímenes hasta la gran campaña
de limpieza de los británicos de 1830 [Lanoye, 1879].

Thule. Isla mítica en la antigüedad. «Ultima Thule» fue sinónimo de lo indeter-


minado e inalcanzable del mundo. No hay más allá. Sin embargo, se atribuye a Pi-
teas el descubrimiento de la isla Thule entre las Shetlands e Islandia. Hay quien ubica
la Thule de los griegos en Unst, la más boreal de las Shetlands. Existe una localidad
llamada Thule en la actual Groenlandia, aunque para los inuit es Qaanaaq. Es el
pueblo más septentrional del mundo. Situado en la sonda Murchison, hace de capi-
tal administrativa del norte de Groenlandia con un censo de unas 300 personas, en
buena parte inuit (> ESQUIMALES), o groelandeses como ahora se les llama. En ese
Finisterre abundan los narvales, que se dejan ver en el mes de agosto en las aguas li-
bres entre Thule y Baffin, Coburg, Ellesmere, Devon…, las islas árticas canadienses
del otro lado de la Bahía. A finales del siglo XIX, se ubicó en el cabo Beechey, a 81º
54’ de Latitud Norte, el punto más septentrional con alguna episódica habitación
humana: allí, el naturalista Markham encontró restos de un trineo, una lámpara de
esteatita, un raspador de diente de foca… «Más allá de ese paralelo no ha vivido se-
guramente ninguno de nuestros semejantes» [Reclus, c. 1930]. En tiempos de los
nazis se creó una secta esotérica, los Señores de Thule, que tenía una rama mística
llamada la Orden Negra, integrada por miembros que a su vez eran de las SS [Pau-
wels, 1966], todo en el estilo de la sociedad secreta AHNENERBE. La Orden Negra
empleaba una fraseología llena de «Poderes de Fuera», «Dueños del Cosmos», «Su-
periores Desconocidos»… Toda una subcultura esotérica dispuesta a recrear el cos-
mos a imagen y semejanza de unos elegidos ARIOS, ideas a las que era tan aficionado
Himmler, impulsor por otro lado de las Napola, o escuelas preparatorias de las éli-
tes nazis, bajo la consigna «Creer, obedecer, combatir» (la misma de Mussolini).

ti. La planta sagrada de los polinesios, de nombre científico Cordyline fruticosa.


Signo de poder. No había ceremonia de importancia en la que los TAHUNA no blan-
dieran sus ramos de ti (ki en Hawai), la planta favorita del dios LONO y de su con-
sorte, la diosa Laka.

512
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tiki. Estatua sagrada para los MAORÍES, como los MOAI de la isla de PASCUA. Tiki
es el dios de la generación y, al mismo tiempo, comprende el primer ser humano.
Los mayores tiki se encuentran en las islas MARQUESAS, esculpidos con extrañas
proporciones, en formas a veces fetales, monstruosas y, sin embargo, portadores de
MANA. Su sentido era parecido al de los moai, antepasados deificados, o represen-
taciones mágicas de ariki, o «jefes», que se distinguieron por su valor en la guerra
o por su capacidad de ser receptáculos de los dioses. Los tiki eran obra de los TA-
HUNA, tanto en su calidad de artistas como de demiurgos. En las islas Marquesas,
los más espectaculares son los del meae o templo Ipona en Puamau, en la isla de
Hiva Oa: uno de los tiki tiene casi dos metros de altura. Según Karl von den STEI-
NEN, los tiki con bocas llenas de grandes dientes pueden representar a las víctimas
humanas ofrecidas en sacrificio, los llamados «pescados de los dioses».

Tin Hau / T’ien Hou / Chun Ti / Tou Mou… Diosa taoísta. Patrona
de los marineros y pescadores en Hong Kong y otros lugares del sur de China
(MA-TSU-P’O). Fue la «Concubina Celestial» y «amalgama de un gran número de
figuras legendarias» [Walters, 1992]. Su nacimiento se celebra todos los años el día
23 de la tercera luna anual con grandes procesiones navales hasta su santuario en
la bahía del Pebete de Hong Kong.

tirtham. Enclave sagrado del hinduismo. También, encrucijada, lugar de pere-


grinación. Los tirtham pueden ser montes (> KAILASH), ríos (GANGES) o selvas
(aranya) como Jambu en Rajastán o Dandaka en Madya Pradesh. Es famosa la pe-
regrinación de los hindúes a los Saptapuris, las siete ciudades más sagradas, siete
tirtham que proporcionan salvación o liberación suprema (moksha): Varanasi, Ha-
ridwar, AYODHYA, Ujjain, Mathura, Kanchipuram y Dwarka. También son impor-
tantes tirtham las cuatro moradas de Visnú (Chaar Dhaam) en los cuatro puntos
cardinales: Badrinath (en el norte), Puri (este), Dwarka (oeste) y Rameshwaram
(sur). Los JAINÍES usan para sus 24 GURÚS el término thirtankara, literalmente, «el
que ya ha cruzado».

Tiwantinsuyu / Tawantinsuyu. Las cuatro provincias o los «Cuatro


Costados del Sol». Nombre del Imperio Inca, que incluía el Coyasuyu (sur), Anti-
suyu (este), Chinchaysuyu (norte) y Quntisuyu (oeste). El levantamiento de los AI-
MARA en Bolivia en 2003, cuando los INDÍGENAS paralizaron el país y derrocaron al
presidente Gonzalo Sánchez de Losada, y abortaron su intento de exportar gas por
un puerto chileno, dio alas a la idea de la secesión e independencia del Coyasuyu
(o Qollasuyu), la parte meridional del Imperio inca, hoy con mayoría aimara. De
hacerse esa república, que pretenden llamar Conyantinsuyu, se pondría la capital
en Tihuanaco, el antiguo centro ceremonial donde se adoraba al Sol. Esa república
no se limitaría a ser una cita del pasado, sino que podría agrupar a casi millón y
medio de aimaras que viven entre Bolivia y Perú. Felipe Quispe, líder del movi-
miento étnico Pachakuti, y Ernesto Llanque Apaza, del Frente de Defensa de la
Nación Aimara (FNDA), son los líderes de esa política de retorno al Incario. Eso
implica, entre otras cuestiones, impulsar aun más el cultivo de la COCA, planta que

513
LUIS PANCORBO

se considera sagrada (amén de nacionalizar los hidrocarburos). Eso se hizo con el


presidente Evo Morales en 2006. En 2004 hubo varias ejecuciones sumarias, a la
manera tradicional, de alcaldes corruptos (dos en Bolivia y uno en Perú), ejecuta-
dos a pedradas. Fue el caso de Cirilo Robles, alcalde de Ilave, a quien además de
corrupto acusaron de pishtako, o «sacamantecas». O el caso de Benjamín Altami-
rano, alcalde de Ayo Ayo, quemado vivo por orden de un tribunal popular que le
juzgó no sin antes haber hecho un rito de purificación a los pies del monumento
de Tupac Akari, el líder aimara que se rebeló contra los españoles y fue condenado
a morir desgarrado o descoyuntado. A todo esto, en algunas zonas, como Santa
Cruz de la Sierra, capital de la provincia más próspera del país, también se ha em-
pezado a contemplar la posibilidad de disgregarse del Estado boliviano.

tiyanistas. Miembros de la TARIQAH, o «vía sufí», Tiyâniyya, fundada en 1782


por el argelino Sidi Ahmed Ben Mohamed Ben El Moktar, tras tener una visión del
profeta Mahoma. Visión real, por supuesto. «Quien me ha visto en un sueño, me
ha visto en realidad. Shaitan (Satán) no puede tomar mi forma», como precisa el
jeque Hassan Cisse, IMÁN de la mezquita senegalesa de Kaolak, y experto teólogo
de esa cofradía. Al igual que otra antigua cofradía, la Qadiriya, fundada por Abdul
Qâdir Al-Jilani (muerto en 1166), la Tiyâniyya trata de promover un acendrado
misticismo, sin incurrir por ello en algunos extremos SUFÍES rayanos en la herejía,
antes bien salvaguardando la ortodoxia y siguiendo escrupulosamente el Corán.
Uno de los grandes exegetas tiyanistas fue Ibrahim Niasse, hombre a su vez muy
versado en el sufismo antiguo y en las enseñanzas de los tasauwuf, principios que
adoptan lo loable y descartan lo impropio: «El sufismo no es llevar ropas de lana, o
desgastadas, sino el buen comportamiento y las buenas formas» [Niasse, 1962].
Los tiyanistas, especialmente activos en África (Marruecos, Senegal…), se reúnen
en ZAOUIAS, centros devocionales, donde rezan, cantan en grupo y hacen profesión
de fe musulmana (la chahâda), base de su religión e impulso hacia altas y peligro-
sas cotas de extrañamiento en lo divino.

tofet / tophet. Lugar de sacrificios, especialmente de niños, en Cartago. «Los


templos de Tanit se llenaban a la vez de riquezas y de huesos de niños» [Kaplan,
2004]. En especial, el gran templo de TANIT, diosa fenicia y esposa del dios BAAL
Haamón, según Kaplan «…estaba adornado con pieles de enanos». En la Biblia se
menciona un lugar en el valle de Hinnom, «el valle de la Matanza», donde se sacri-
ficaban niños al dios Moloc. Jeremías (7,30-33) profetizó que acabaría siendo el ce-
menterio de la gente de Israel: «…porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante
mis ojos, dice Jehová; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nom-
bre fue invocado…». Gustave Flaubert, con su novela Salambô, pintó con trazos
grandilocuentes el infanticidio cartaginés, pero no han faltado estudios concienzu-
dos como los de Martin Bernal [1991] redimensionando el asunto ni los que le han
redimensionado a él.

tohosu. Pequeños seres, DUENDES o espíritus en Dahomey (hoy Benín). Los to-
hosu se caracterizan por vivir bajo el agua, pero, a pesar de eso y su pequeña esta-

514
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

tura, tuvieron un gran poder al confundir y derrotar al ejército de Agaja, monarca


de OYO. Su hijo Tegbesu recibió el fuego de un murciélago que incendió la capital
Abomey y tuvo que rendirse, pero se le tiene por el iniciador de un culto a los to-
hosu que se integró en el de los antepasados. Los tohosu se representan con esta-
tuillas a las que se ofrecen cigarrillos y plátanos [K. Müller, 2000].

tohu bohu. Una expresión usada en Francia para caos, desorden, vacío, como
el que pudo haber antes de la Creación. Viene de las palabras hebreas tohu, «dese-
cho», y bohu, «ruina total». Profetas como Jeremías e Isaías empleaban esas pala-
bras para aludir a destrucción y desolación.

tok pisin. El pidgin de Papúa-Nueva Guinea, el país de más de 800 lenguas.


Sobre una base melanesia, tiene muchas palabras procedentes del inglés y, en me-
nor medida, del alemán (potencia colonizadora en Rabaul y otras islas del este). A
veces se le considera un idioma infantil o ingenuo. Algo que es insustancial se dice
samting nating (corrupción del inglés «something nothing», «algo nada»). Si se
pregunta una dirección, pueden responder: «Longwe liklik» («algo como largo»).
«Comida» es kaikai, y «desayuno», «kaikai bilong moning» («comida que pertene-
ce a la mañana»). Además del tok pisin papú, en Melanesia existe el pijin de las is-
las SALOMÓN y el BISLAMA de Vanuatu.

toldería. Campamento de INDIOS en las pampas argentinas (por ejemplo, de los


antiguos querandíes y TEHUELCHES). Ponían toldos, casi siempre de pieles, y arma-
ban con palos esos sucintos refugios o cobertizos. Tolderías son asimismo los cam-
pamentos INDÍGENAS de otros lugares de América austral, como los del desierto del
CHACO paraguayo, donde aún nomadean algunos reducidísimos grupos de indios
AYOREOS.

toltecas. De Tol-tecatl, «hombre de Tollan» [Ballesteros Gaibrois, 1985]. Según


otras versiones, «tolteca» sería sinónimo de artista, sabio o persona culta. Fue un
antiguo pueblo de México de orígenes y expansión aún debatida, si bien los toltecas
parecen haber tenido su centro en la Gran Tollan, un lugar que algunos solapan con
Teotihuacán, y que habría adquirido su mayor esplendor entre los años 300 y 650.
Su gran obra cierta fue Tula, la verdadera capital tolteca, centro de irradiación de su
vigorosa cultura. Los toltecas construían pirámides, estelas y estatuas como pocos lo
hicieron, y parece probable que llegasen hasta Yucatán llevando consigo un culto
tan importante como el de QUETZALCOATL, la «Serpiente Emplumada» que se
transformaría en Kukulkán en el sur de México. Una leyenda atribuye el fin del im-
perio tolteca, y el de su último monarca Topiltzin, a su afición a una bebida que
ellos mismos habían inventado, el pulque, producto de la maceración del maguey.

Tombuctú / Timbuctú / Timbuktú. Una ciudad de la República de


Malí, rodeada de desierto por todas partes menos por una, que da al río Níger.
Meta de caravanas de la sal, antiguo reino mítico, Tombuctú estuvo cerrada para
los extranjeros, lo que aumentó en muchos grados la fantasía sobre su riqueza y

515
LUIS PANCORBO

potencia. Aun con lo polvorienta que es hoy, Tombuctú sigue ejerciendo una lla-
mada poderosa sobre los viajeros. Los franceses van tras las huellas de su pionero
Caillie; los ingleses rememoran a Lang, y los alemanes, a Barth. Los españoles pue-
den evocar a los andalusíes que llegaron desde Marrakech hasta ese rincón del de-
sierto, donde en el siglo XV forjaron un linaje como el de los armas, aún vigente.
Por otro lado, León el Africano, un granadino ilustrado y gran viajero, dejó buenas
descripciones de esa ciudad, que llegó a conocer en profundidad. A eso se suman
unos 3.000 manuscritos en aljamiado, español escrito en caracteres árabes, que se
conservan en la biblioteca de Ismael Didié en Tombuctú, la ciudad que algunos
creían una especie de Ultima THULE del Sahara.

Tonantzin. Virgen de Guadalupe, cuyo nombre significa «Nuestra madrecita»


en náhualt. Máximo icono cultural y símbolo religioso para los mexicanos. Dentro
de la superposición de idolatrías y mestizaje de creencias, la diosa parda se hizo
virgen blanca y católica. O viceversa. El gran debate que aún entretiene en México
es entre «aparicionistas» y los que no lo son [León-Portilla, 2000].

tondi. Alma, y a veces esencia vital, para los batak, población animista de Suma-
tra Utara (norte de Sumatra), en Indonesia.

Tonga. Tonga (en polinesio, «sur») es el único reino en el Pacífico sur. El mo-
narca Tupou IV gobierna a cerca de 100.000 súbditos con la ayuda de 33 nobles y
de un Parlamento que él mismo nombra. A finales del siglo XVIII, Cook tuvo tan
buena acogida en Tonga y llamó al
lugar «islas de los Amigos». Tu-
vieron fama de gran relaja-
ción sexual: «…era difícil
señalar con certeza al
padre de un niño. Por
otro lado, las mujeres
eran tratadas con consi-
deración y casi idolatra-
das por los hombres»
[Hartland, 1910]. El
CLICHÉ de libertad se-
xual en los mares del
sur no siempre estaba
equivocado. En Pona-
pé, una de las islas Ca-
rolinas, las VIUDAS pa-
saban a familiares y
amigos del finado. En
Guam, una de las islas
Marianas, los jóvenes
compraban a las chi-

516
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

cas con regalos que hacían a sus padres y vivían durante un tiempo en la casa de
los solteros. En las islas Leti Moa y Lakor (Papúa) iban más lejos. Se organizaba un
gran festival anual en el tiempo del monzón oriental para implorar al Abuelo Sol,
jefe de los espíritus naturales, la lluvia y la abundancia. En el mes que duraba el
festival se celebraba que el Abuelo Sol fertilizara a la Abuela Tierra con danzas y
saturnalia, en las que hombres y mujeres hacían el amor en público. Tras el gran
arrepentimiento a la fuerza, operado en masa por los misioneros en el siglo XIX,
hoy las iglesias metodista, anglicana, católica, BAHAÍ, adventista y tantas otras co-
pan el desahogo religioso de los isleños de los mares del sur que así lo desean.
Otros, en cambio, se van a pescar sin preocuparse.

tooth filing. Limado de dientes. Costumbre típica entre los dusun de Borneo
hasta hace un par de generaciones [I. Evans, 1990]. Aún se practica a efectos ritua-
les en la isla de Bali y en algunos puntos del África ecuatorial.

Torá / Torah. Para los judíos, «la Ley», el Viejo


Testamento, «el Libro». Se compone del Pentateuco,
o Cinco Libros Sagrados o los de Moisés: G ÉNESIS ,
Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Es el
elemento central de la sinagoga, el templo hebreo,
tanto por su lectura como a efectos de sagrario.

torayas / toradja / toraja. Tribu animista de


Tana Matarik Allo, en las islas Célebes (Indonesia),
caracterizada por su amplio culto a los muertos. Es-
culpen efigies de madera, o muñecos llamados tau-
tau, y los visten y ponen ojos (antaño de oro) para
que presidan las sepulturas y miren el mundo de los
vivos. Hay varias secuencias de la muerte del toraya
hasta llegar al enterramiento, tras el que el fallecido se convierte en pembalik to-
mate. Todo eso se encierra en una religión animista particular llamada aluk todolo,
cuyo momento estelar es el de las ceremonias de sepultura (rambu solo). Depen-
diendo de las CASTAS, los funerales pueden llegar a un enorme dispendio en sacrifi-
cios de búfalos y cerdos. Una ruina o una gloria, según los casos.

toro / torus. Prominencia ósea supraorbitaria. Una especie de reborde o visera


ósea que unía ambas cuencas oculares. O punto superorbitario como se decía en la
antigua ANTROPOLOGÍA física [Topinard, 1891]. Ese hueso de la frente caracteriza-
ba a la especie de los neandertales de hace al menos cien mil años, no así a la de los
cromañones, con los que convivieron unos diez mil años en Europa [Arsuaga,
2000]. Un toro es también Nandi, el vehículo de Siva. A una imagen de un toro de
piedra, situado fuera del templo, los fieles hinduistas aún le susurran al oído las
confidencias y peticiones que no se atreven a dirigir directamente al dios. Por otro
lado, toro es la ventresca de bonito en Japón, una delicia que suelen comer cruda
(en sashimi). Siempre en japonés, torii es «puerta», más bien un arco que separa el

517
LUIS PANCORBO

espacio sagrado y el profano y que anuncia la proximidad de los templos sintoístas.


Con traslación al hinduismo hay incluso quien ha visto el torii como un emblema
de YONI o vagina, como abertura a un mundo más secreto.

Toro. Nombre de un reino tradicional de Uganda y de una dinastía reinante. El


país de Toro se separó del reino de Bunyoro a partir de 1830. El impaciente prín-
cipe Kaboyo, hijo de Nyakamaturu, rey de Bunyoro, no esperó la muerte de su
padre y se independizó en Toro aprovechando el descontento en esa región. Ka-
balega, rey de Bunyoro, reaccionó en 1876 y atacó Toro, restableciendo su poder.
En 1891, el capitán inglés Lugard ayudó al príncipe de Toro, llamado Kasagama,
a reconquistar el poder y así ese reino funcionó con una semiautonomía durante
la época británica. Fort Portal es la capital de Toro. En 1993, las monarquías tra-
dicionales fueron restauradas parcialmente por Museveni, el presidente de Ugan-
da. Se puso en marcha la maquinaria y el complicado protocolo africano. En 2002
se nombraron en Toro tres regentes para guiar al pequeño príncipe, Oyo Nyimba
Kabamba Iguru Rudiki IV, que fue coronado a los tres años de edad, tras la muer-
te súbita de su padre, el rey Patrick Kaboyo Rudiki III. La gente de Toro sigue con
su culto a sus antiguos reyes deificados en un reino verde, de clima saludable y
buenas tierras de maíz y café a los pies del Ruwenzori, las «Montañas de la
Luna», donde ya en el siglo II Tolomeo adivinó que podían ubicarse las fuentes
del Nilo.

toros sagrados. Los toros sagrados de los vetones y los cultos iberos de
sueovetaurilia, sacrificios de cerdos, ovejas y toros, forman la capa remota de una
vinculación hispánica con lo taurino. Eso tiene muchas vertientes. Toros de Gui-
sando, VERRACOS, monedas ibéricas con cuño de toros o las piedras de Sos, estu-
diadas por José Esteban Uranga en 1926 y que representarían una cabeza de toro
bajo la cual «hay un ara con un cuchillo y a la izquierda una figura humana con
un jarro en la mano en actitud de hacer una LIBACIÓN. Y entre los cuernos, dos
discos, tal vez representan el sol y la luna» [Casas, 1950]. El «Toro de San Mar-
cos», fiesta del pueblo extremeño Casas del Monte, llamó la atención de etnólo-
gos como don Julio Caro Baroja que lo puso en relación con un posible culto a
Dionisios. A mediados del XVIII ya se escogía un hermoso toro y se llevaba a la
iglesia el día de San Marcos, donde el cura le daba su bendición. En realidad, el
toro en el templo representaba al evangelista Marcos y como tal se le trataba.
Luego había procesión, las mujeres lo acariciaban y a nadie hacía daño el animal.
Era al contrario: la gente por fin emborrachaba al toro con vino, tal vez porque lo
cortés no quita lo DIONISÍACO. Lo santo, dirían los apologetas. En Castillo de las
Guardias, o en Alosno, pueblos de Huelva, se procesionaba al toro y el mayordo-
mo de la Cofradía «inclinaba el estandarte sobre el lomo del toro escogido, al
tiempo que le decía: «Ven, Marcos» «Y, efectivamente, la fiera obedecía como
una oveja» [Casas, 1950]. También hay «Toro de San Marcos» en Arnedo (La
Rioja), donde antes el cura, después de bendecir el toro, era el primero en lidiar-
lo. La carne del toro de San Marcos gozaba de muy buen predicamento por sus
virtudes medicinales.

518
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Torto. Cíclope de la mitología vasca. Es Tártalo más bien para Caro Baroja, que
sigue en eso a Barandiarán [1979]. En el País vasco francés una leyenda lo ubica
en la llanada de Tardets. Tártalo, como Polifemo, tiene un ojo y vive en los bos-
ques, por lo que también guarda un parecido con el Ocánjanu, de Cantabria, que
se distingue por su pelo rojo, aparte de por comer osos y lobos.

tótem. Término procedente del vocablo ototeman, «él es de mi parentela» en


ojibwa, una lengua algonquina de la región de los Grandes Lagos. Después, tótem
fue cargándose de polisemias. Es entidad, emblema, guardián personal… Puede ir
desde un animal a una planta, o un meteoro, algo con lo que un hombre o un grupo
se vinculan con una relación de parentela, lo que implica protección mutua. Tam-
bién se ha usado como tótem una parte de un animal, no el animal entero. Strehlow
[1971] encontró hasta 442 tótems entre los arunta y loritja de Australia: iban desde
la cola del opósum a la grasa del canguro. La gente del tótem murciélago no come
ese mamífero volador; la gente puercoespín prescinde de esa
carne suculenta, pero al mismo tiempo conjura, con el poder
imaginario de las púas del puercoespín, la defensa total contra
los males del mundo y del submundo. Lévi-Strauss [1962] ana-
lizó por ejemplo que los clanes principales de una tribu, los
ojibwa, se regían por cinco tótems: pez, grulla, somormujo, oso
y alce, pero éstos, a su vez, habían originado otros: el pez, el
genio de las aguas, siluro, lucio, esturión, salmón…; la grulla se
dividió en anguila y gavilán; el somormujo, en gaviota, cormo-
rán y oca salvaje; el oso, en lobo y lince; el alce, en reno, marta
y castor... «El tótem es ante todo un símbolo» [Durkheim,
1993]. «El principio totémico... no puede ser otra cosa que el
propio CLAN, personificado y representado en la imaginación bajo la forma visible
de un animal o vegetal que sirve como tótem» [Morris, 1995]. Freud dedicó al tema
un libro seminal Tótem y tabú (1938): «El psicoanálisis nos ha revelado que el ani-
mal totémico en realidad servía de sustituto del padre, lo que explica la contradic-
ción que hemos señalado antes: por una parte, la prohibición de matar el animal;
por otra, la fiesta que se deriva de su muerte, fiesta precedida de una explosión de
tristeza». El tótem, sustituto del padre, originador de una «obediencia retrospecti-
va» y, a veces, de «sentimiento de culpabilidad del hijo», engendra los dos tabúes
fundamentales del TOTEMISMO, o los dos deseos reprimidos del «complejo de Edi-
po». En el pensamiento freudiano son cruciales esos dos tabúes, la prohibición del
incesto y la prohibición de quitar la vida al animal totémico. Freud, que puso a la
LIBIDO, el instinto de muerte y de vida, en el centro de sus ideas, se basó en materia-
les antropológicos, especialmente de procedencia evolucionista, y buceó como na-
die en el océano del inconsciente: y allí encontró el tótem [Poirier, 1969].

totemismo. El ser totémico, supongamos el animal, tiene una función o mi-


sión protectora sobre el hombre. FRAZER tuvo esta concisa y luminosa idea entre
las muchas que se han acercado al totemismo en el que se veía sobre todo una rela-
ción de identificación entre un grupo de seres humanos emparentados y, por otro

519
LUIS PANCORBO

lado, un grupo de animales, plantas y objetos. Frazer se dio cuenta de que ahí po-
día faltar una interpretación más económica o materialista y en ese sentido fue pre-
cursor del MATERIALISMO CULTURAL y de Marvin Harris. Las diversas tribus tote-
mistas debían declarar TÓTEM a un animal o una especie para protegerlo y, de ese
modo, lo que hacían era garantizar su subsistencia. Frazer aún pergeñó una tercera
vía del totemismo, al considerarlo espíritu vital del animal y responsable de entrar
en una mujer y fecundarla (cosa en la que creían INDÍGENAS que no relacionaban el
acto físico de la sexualidad con la procreación, y destacó en eso el estudio de Mali-
nowski sobre los nativos de las Trobriands, que atribuían la fecundación a ciertas
lianas, no al hecho de hacer el amor con sus mujeres). Frazer fue criticado por ser
poético, y tenía desde luego ese aliento, y la prosa de un buen literato, pero los
adustos denigradores olvidan que con el padre de La rama dorada comulgaron
Spenser, Marett, Malinowski y toda la lista que hizo posible el alumbramiento de
la ANTROPOLOGÍA comparada. Una revolución de efectos retardados tanto para la
ETNOLOGÍA de sillón como para la de zurrón y campo traviesa.

totora / espadaña. Juncos acuáticos que se dan en zonas del Perú, Bolivia,
isla de PASCUA… Los UROS del lago Titicaca todavía fabrican unas embarcaciones
llamadas «caballitos de totora». Los totorales han de sembrarse y hay quien come
los tallos tiernos. Con totora se hicieron balsas famosas, como las del explorador
noruego Thor Heyerdhal. En Huanchaco (Perú), cerca de Takaynamo, centro de
la cultura chimú en el siglo XI, hay abundantes totorales, aunque dicen que el cam-
bio climático está afectando también a ese cultivo.

trance. Estado alienado o alterado… En el VUDÚ haitiano, el trance equivale a


ser cabalgados por un dios (loa). En Siberia el «vuelo» chamánico, a menudo tras
la ingestión de amanitas muscarias, es una de las manifestaciones clásicas del tran-
ce. Para los buriatos, el CHAMÁN viaja en el pájaro khubilgan que quiere decir «me-
tamorfosis» [Campbell, 1998]. Los chamanes en estado de trance hablan con el ul-
tramundo, con los animales y los espíritus, y en ese viaje se producen VISIONES. El
trance de los huicholes requiere la mescalina del PEYOTE; el de los YANOMAMIS, el
soplido de polvo de YOPO. El trance es concomitante con el ÉXTASIS de los místi-
cos, tanto cristianos como SUFÍES o yóguicos. Los balineses bailaban en trance has-
ta herirse con sus kris, largos puñales curvos. Los mejores kris dicen que son los
hechos con acero de meteorito. Hoy simulan estar en trance en bailes para los tu-
ristas. El éxtasis auténtico, el de un yogui de la India, tiene fases fantásticas conoci-
das como hamsa y parahamsa, «ganso salvaje» y «ganso salvaje supremo» [Camp-
bell, 1998]. Otros creen que existen tres fases en los estados de trance: la aparición
de fosfenos, puntos y líneas de luz, como las que se tienen con la AYAHUASCA; aluci-
naciones con formas de personas, animales, monstruos…; y, por fin, visión de te-
riantropos, mezcla de animales y hombres [Wesselman, 1999]. Bernini captó en
mármol el trance cuasi carnal de santa Teresa.

transfiguración. La manifestación de la divinidad. Cristo subió al monte Ta-


bor de Galilea con sus discípulos Pedro, Santiago y Juan y les mostró su verdadera

520
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

naturaleza: salió o emanó de él mismo y subió al CIELO envuelto en luces mientras


su cuerpo se quedaba en la tierra. A veces ese poder sobrenatural transfigurador, o
divino, o ultrahumano, se acompaña de llamas, truenos o resplandores. BUDA fue
pionero en eso y desprendía luz en cinco kilómetros a la redonda. En la iglesia de
Santa Catalina en el Sinaí, a cargo de monjes ortodoxos, tienen magníficos mosai-
cos del siglo IV. En uno de ellos hay un tema clásico de transfiguración: Moisés
ante la ZARZA ardiendo. Ahí es Dios o YAHVÉ quien se convierte en planta, tal vez
una acacia muy aceitosa (> MANÁ). En la puerta de ese templo hay una pintura de
la Transfiguración tal como se entendió luego, en el Nuevo Testamento: Jesucristo
se aparta de sus apóstoles y se les aparece en toda su gloria, como Dios, no hom-
bre, ni maestro. Un mosaico del siglo VI, en San Apolinar de Rávena, muestra una
de las Transfiguraciones más curiosas: ahí ni siquiera existe Cristo, sólo una cruz
en un cielo estrellado, con Moisés y Elías a los lados, y en las nubes los apóstoles
Pedro, Santiago y Juan, representados como ovejas místicas [Martigny, 1865]. El
hinduismo está más que rebosante de casos de transfiguración. Visnú se transfigu-
ra en Krisna ante el guerrero Arjuna en el Gita. Siva no hace sino transfigurarse,
eternamente, a través de su baile cósmico.

Transoxiana. «Más allá del Oxus». Antiguo nombre (en latín) de un país que
coincide con las fronteras de la posterior región de Sogdiana y con el actual Uzbe-
kistán, entre los grandes ríos Amu Darya y Sir Darya, por otro nombre Oxus e Ia-
xartes, que fueron cruzados por Alejandro Magno en el siglo IV a.C. en su camino
hacia la India. Fue región ambicionada e invadida siempre, desde los escitas, a los
persas, griegos, hunos, turcos, árabes y, de manera especial, los MONGOLES, prime-
ro en tiempos de Genghis Khan, en el siglo XIII, y un siglo después, con Tamerlán.
La ruta tomada por los Polo de Venecia fue seguramente la que pasaba entre el
Oxus y el Iaxarte, que para algunos es la Ruta de la Seda septentrional. En 1993,
Robert Byron hizo un buen viaje por esa zona de Asia y lo volcó en lo que fue el li-
bro de cabecera para Chatwin. «El inicio de un viaje por Persia se parece a una
ecuación algebraica: no se sabe si saldrá» [Byron, 2000].

trasgo. Especie de diablo con cierto carácter juguetón que oculta sus verdaderas
intenciones. Un trasgo hizo el puente de Gatín, el que está «saliendo de Becerreá,
en la antigua y romana provincia de Lugo». Una chica iba a parir y necesitaba cru-
zar el río. El trasgo, presentándose como un gato negro (de ahí lo de «gatín») lo
construyó «en un amén», pero como pago puso a la muchacha que le diera el niño
que iba a tener. El niño nació y cuando fue mozo se atrevió a contar la historia a su
amigo Ubaldino, quien reclamó al gato negro diciéndole que no tenía licencia de
obra para construir el puente. El trasgo quedó cortado, sin saber reaccionar, y la
familia lo celebró con unas copitas de aguardiente de Navia [Castroviejo, 1960].

trasmigración. Nunca se acaba de nacer y morir en la teoría de la trasmigra-


ción de las almas que corre en paralelo con la de la REENCARNACIÓN de los cuer-
pos. Todo eso parece oriental, pero llegó hace mucho tiempo a Occidente. Hay un
momento cumbre en la muerte de Sócrates, cuando éste dice: «Le debo un gallo a

521
LUIS PANCORBO

Esculapio, me ha curado de la vida» [Borges, 1980]. Sócrates va a morir bebiendo


cicuta, cosa que a muchos, y en especial a sus discípulos, les parecía un horror y a
él una liberación. Pero a eso se añade «la voluntad de vivir» insertada en la trasmi-
gración, «algo que se abre camino a través de la materia o a pesar de la materia».
Los griegos resumieron esas ideas de cuño hinduista en la METEMPSICOSIS. Es co-
nocida la anécdota de Pitágoras que impidió que un acompañante diera una pata-
da a un perro en Atenas: había reconocido en su ladrido el alma de un viejo amigo.
Pero en una cultura tan distinta como la celta, el irlandés Túan Mac Cairil «es su-
cesivamente ciervo, jabalí, halcón, salmón, cada vez durante ciento treinta años.
Pescado por fin por un servidor, quien se lo dio a la reina de Irlanda para comer,
renació bajo la forma de Túan» [Chevalier, 1982]. En nuestros días, los adeptos de
la trasmigración pueden ser de sectas y suicidarse o seguir ganando dinero, como
el modisto parisiense Paco Rabanne, que se declara un ser que ya vivió en el anti-
guo Egipto.

trepanación. La trepanación craneal se efectuaba en varias culturas del anti-


guo Perú con propósitos mágico-curativos. Las técnicas podían ser la incisión (ta-
pando luego el agujero con una plaquita metálica, o de oro), o raspadura con cu-
chillos de obsidiana parecidos a los tumis de los INCAS. A efectos de anestesia se
usaba la hoja de COCA y el jugo de la vilca, planta alucinógena. Se han encontrado
cráneos hasta con cinco trepanaciones. En el yacimiento arqueológico Paracas Ne-
crópolis (del 400 al 100 a.C.) había cadáveres momificados con cráneos deforma-
dos y trepanados. La cultura Nazca (del 100 al 600), derivada de la de Paracas, y
desarrollada en parajes costeros y pampas del sur del Perú con clima muy seco, ha
proporcionado el hallazgo, no sólo de las famosas «líneas», sino de momias con se-
ñales de trepanación, por ejemplo las del centro ceremonial de Cahuachi. En Eu-
ropa no hay cráneo trepanado más ilustre y misterioso, al menos últimamente, que
el del Dagoberto II, último rey merovingio efectivo, asesinado en el año 679. Esa
calavera se guarda en el convento de las hermanas negras de Mons sobre un relica-
rio o copa de plata [Baigent, 2004]. El asunto es que algunos quieren que Dago-
berto II descienda también de la estirpe de Jesús. En África son más modestos y no
pretenden tener a Jesucristo originando sus linajes, les puede bastar el leopardo.
Pero muchos pueblos africanos conocían el arte de la trepanación con efectos qui-
rúrgicos. Lo demuestran los cráneos de hace doce mil años encontrados en Tafo-
rait (Marruecos) y exhibidos en el Museo del Hombre de París.

triaca. Antídoto o contraveneno a base de opio y otros compuestos buenos para


paliar los efectos de la picadura de las serpientes. Para la Real Academia es «reme-
dio de un mal, prevenido con prudencia, o sacado del mismo daño». Eso induce a
conclusiones homeopáticas muy generales. Hay una planta Veronica officinalis,
también conocida como hierba de los leprosos, de propiedades diuréticas y purifi-
cadoras. Pero la triaca antiofídica tenía propiedades literarias. Calderón de la Bar-
ca (1600-1681) no desaprovechó el simbolismo del tema para componer su auto
sacramental El veneno y la triaca. Borges [1980] dijo con acierto que Cervantes es
casi lo opuesto del habitual carácter español, más reconocible en la figura de Cal-

522
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

derón o de Quevedo, y sin embargo Cervantes es el emblema máximo del país.


Eso sería una triaca cultural y también se dio en Inglaterra, donde Shakespeare es
más ampuloso y «latino» de cuanto sugiere lo anglosajón; y Alemania no se perso-
nificaría tanto como presume en Goethe, el comedido y tolerante.

tríadas. En el antiguo Egipto, asociaciones de dioses o de entidades con propie-


dades divinas complementarias. Hubo muchas tríadas o trinidades, desde la de
Menkaure de Giza (se puede ver la efigie en el Museo de El Cairo), hasta las de
Abidos, Elefantina y muchas otras. Las principales fueron sin duda la Triada de
Tebas (Amón, Jonsu y Mut); la Triada Osiríaca (Osiris, Isis y Horus), y la Tríada de
Menphis, o menphita, la fabulosa capital de Ramsés II, con Ptha, Sejmet y Nefer-
tum. René Guenon (1866-1951), escritor de temas religiosos y esotéricos, fue el
promotor de una logia masónica llamada no en vano «La Gran Tríada».

tribadismo. Lesbianismo, safismo… Tribadismo fue un término usado por


Ángel Martín de Lucenay, un prolífico divulgador de temas de sexo, drogas y
otros, durante la Segunda República española. Fue director de la enciclopedia Cul-
tura física y sexual (1935), llena de incursiones en la sexología de los pueblos del
mundo. Al hablar sobre los persas, asegura: «…las esposas legítimas de la aristo-
cracia se reúnen en el domicilio de una amiga y allí suelen tener lugar las orgías lés-
bicas más inenarrables». Había permisividad, pero también muerte por LAPIDA-
CIÓN si a una mujer se la sorprendía cometiendo adulterio con un hombre. El
lenguaje de Ucelay era directo, muy contrastante con el del PURITANISMO español.
Al referirse a la configuración de la vulva en las ABORÍGENES australianas escribe:
«Los grandes labios resultan prominentes y colgantes, confundiéndose en muchos
casos con las ninfas… Los pechos son piriformes y asimétricos y poco ricos en se-
creción láctea… El pene del hombre es corto y grueso y los testículos aparentemen-
te más replegados sobre el periné que en el blanco...» [Martín de Lucenay, 1935].

Tribus Perdidas. Se aplica a las 12 tribus perdidas de Israel. El tema ha re-


botado con la especulación sobre María MAGDALENA, esposa o amante de Jesús,
que pertenecía a la tribu de JACOB, y que habría viajado, según Baigent [2004] y
otros, al sur de Francia. Algunos pretenden que eso fue incluso antes de la muerte
de Cristo. Pero por tribus perdidas se entiende también el tema de las tribus por
descubrir. Se trataría de bandas errantes que se mantienen en el estadio de cazado-
res y recolectores en algunas esquinas no holladas por la civilización blanca, aun-
que no por mucho tiempo. Grupos o bandas de 20 o 30 personas que se esconden
constantemente aun conociendo la existencia de los aviones, los barcos y otros ele-
mentos de la avanzadilla occidental. Se estima que en Brasil unos 7.000 INDIOS in-
tegrarían bandas por contactar de pueblos INDÍGENAS siempre con menos de 100
miembros, ya pertenezcan al grupo tupí-guaraní, o sean menos conocidos, como
los avá-canoeiros, karawixi, yakarawakta o los que a veces no tienen otro nombre
que el de «indios flecheiros». En las islas ANDÁMÁN se habló de un millar de JARA-
WA sin contactar antes del maremoto de 2004. Se cree que hay unos 30.000 toala
en Sulawesi, islas Célebes (Indonesia), no del todo contactados. En África central

523
LUIS PANCORBO

se ha especulado con la posibilidad de encontrar pequeñas tribus perdidas, pero


eso es más probable en IRIAN JAYA, la parte occidental de Papúa.

tricksters. Personajes de varias mitologías de los INDIOS norteamericanos, an-


tagonistas del «Gran Espíritu». Conocidos como héroes civilizadores, son sobre
todo bribones (como el dios Skanda en la India, el hijo de Siva de carácter pícaro y
mujeriego), que deshacen la obra armoniosa del Creador, se burlan y forman el
contrapunto del cosmos. Suelen llevar nombres de animales (coyote, cuervo, cone-
jo...), y también «el gran hermano», «el gran señor de los animales», «el gran cha-
mán» [Vazeilles, 1995]. Otras veces, los tricksters (en inglés, «tramposos») son di-
rectamente animales, «desde los MAYAS a los micmacs», como la liebre y el conejo,
enemigos irreductibles de los agricultores [Beaucage, 1991].

trikitixa. Grupo musical de Euskal Herría formado por dos intérpretes, uno de
acordeón diatónico y otro de pandereta. La palabra trikitixa, lo mismo que trikiti-
laris, sus músicos, parece desafiante, hermética o ardua de pronunciar, pero es más
sencillo que todo eso: viene del proceloso mundo de las onomatopeyas y, en con-
creto, de triki triki, que no es la fricción a la que suena, sino como el repiqueteo de
los dedos en un pandero o pandereta. La verdadera palabra antigua para trikitixa,
que apenas tiene unos veinte años de popularidad en las romerías, es filarmonikea,
voz en donde resuena fisarmonica, el término italiano para acordeón. Eso opinan
Juan Mari Beltrán, Rafael Aguirre Franco y otros expertos de la elkartea, o asocia-
ción, Euskal Herriko Trikitixa de Zarautz.

Trilce. «Hay un lugar que yo me sé / en este mundo, nada menos, / adonde nun-
ca llegaremos.» Eso pertenece al poema titulado «Trilce», compuesto en 1930,
aunque César Vallejo tiene un libro de 1922 titulado expresamente Trilce, que, sin
embargo, no lo contiene. Aún se discute el posible significado de esa palabra que
causa inquietud, si será «triple dulce», aunque uno diría bello y espeluznante,
como el poemario con el que vamos escalonando estas letras. La «k» no, porque la
«k» parecía repeler o esquivar al escritor peruano nacido en Santiago de Chuco el
18 de marzo de 1892 y fallecido en París un día de aguacero que ya había vivido
antes del 15 de abril de 1938. Sus últimas palabras fueron: «¡Quiero ir a España!».
Quedó enterrado en Montparnasse, porque también había dejado dicho: «Volveré
a Perú sólo cuando quede piedra sobre piedra».

Trimurti . Trinidad hinduista. Indra, «el cielo», Varuna,


«el mar», y Agni, «el fuego», constituyeron la primera Trini-
dad de la India, en la religión que tuvieron los ARIOS antes
del brahmanismo. A esos tres grandes dioses arios les se-
guían Rudra, «el huracán», YAMA, «la muerte», Mithra, «el
sol», Soma, «la luna» [Téllez, 1969]. Posteriormente, el hin-
duismo brahmánico fijó la Trimurti que ha llegado hasta
nuestros días en BRAHMA (dios creador), Visnú (preservador)
y Siva (destructor).

524
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

trisquel. Símbolo de origen celta con tres partes o cuerpos que giran sobre un
eje, y que suelen estar dentro de un círculo. Es más raro el trisquel con una triple
espiral, o «tres alas», lo que significa ese vocablo en un idioma céltico
como el bretón. Había ya representaciones del trisquel en el Neolíti-
co y ha sido símbolo habitual en la cultura japonesa… Para los eso-
téricos, el trisquel evoca una interacción entre mente, cuerpo y
alma. Tiene relación con la ESVÁSTICA, el signo solar por excelen-
cia que, en realidad, sería un tetrasquel o cuatrisquel, más que un
trisquel. En hórreos de Asturias se grababan trisqueles, tal vez como AMULETOS. El
caso es que ahora las casas rurales asturianas se clasifican con uno, dos o tres tris-
queles, como si fueran estrellas.

Triveni. TRIMURTI femenina compuesta por los tres ríos sagrados: GANGES, Ya-
muna y SARASVATI, que se juntan en la ciudad de Allahabad.

Trobriand. Islas de la Melanesia pertenecientes a Papúa-Nueva Guinea. Fue-


ron durante mucho tiempo paradigma de paraíso en los mares del sur y, sobre
todo, espejo de sociedad primitiva. Ahí fue donde Bronislaw Malinowski basó su
investigación etnológica llena de poder de sugestión para generaciones de antro-
pólogos. Demostró ya en los años veinte del siglo XX que el principio de recipro-
cidad es la base del orden social entre los isleños. Si alguien hace favores se los
devolverán. Y al contrario. Un principio evangélico elevado a máxima antropoló-
gica, pero eficaz, que es de lo que se trata. En las islas Trobriand era famoso el
KULA, aunque no era el único intercambio: también lo había entre la gente de la
costa y del interior a base de pescados y hortalizas. Malinowski trató otros temas
menos halagüeños en Crime and Custom in Savage Society (1926), aunque par-
tiendo de la base de que PRIMITIVO no era ese concepto absurdo, cruel y excén-
trico que se adosaba por sistema a las sociedades no europeas. Hay en las islas y
en las selvas ley y orden a su manera, falta de anarquía al menos, y la reciproci-
dad actúa como mejor policía. Luego, en las sociedades primitivas hay poco es-
pacio para el escepticismo individual o para la discrepancia con los usos estable-
cidos, considerando además lo conservadora que es en todo el mundo la gente
campesina, como bien notó John Beattie [1986] en su crítica al control social de
Malinoswki.

tromba. En Madagascar, fenómeno de TRANCE o de posesión. Son rituales que


suelen implicar la comunicación con antepasados o espíritus, bien sea directamen-
te o a través de un brujo o un médium. La palabra tromba procedería del suajili
zumba, que significa «vacilar», «tambalearse»… Hay hasta 10 interpretaciones po-
sibles de la tromba: desde que es un culto dinástico con evocación de los muertos
a un ANIMISMO con REENCARNACIÓN o a una ceremonia diabólica (eso último según
el jesuita Luis Mariano quien, en 1617, atribuyó la tromba sin más a una posesión
del maligno). También se ha visto como una patología, o lo contrario, una terapéu-
tica tradicional polivalente (para el doctor Weber), o una liberación por lo imagi-
nario, o una busca de energías cósmicas… [Jaovelo-Dzao, 1985].

525
LUIS PANCORBO

trópicos. Tristes según Claude Lévi-Strauss en su monumental libro de anti-


viajes, espejo de etnólogos y de mirada lúcida y desencantada sobre las costras mo-
rales que no se van con los monzones. Tristes Trópicos es como una visión del tipo
HUEVO CÓSMICO; el architexto a partir del cual todos
los demás textos [de la obra de Lévi-Strauss] han
sido generados, según los versos de Stevens: “Lorito
de loritos que sobre la selva de loritos prevalece /
una pepita de vida en medio de una profusión de co-
las…» [Geertz, 1989]. La ironía de GEERTZ no agota
la hondura del calidoscopio magistral de Lévi-
Strauss: la lengua y la palabra, la selva y la vida. «Los
nambiquara llevan al observador a lo que él tomaría
de buen grado, pero equivocadamente, por una in-
fancia de la humanidad» [Lévi-Strauss, 1970].

Truganini / Trucanini. Se la considera la última tasmania y su nombre ha


pasado a ser sinónimo de extinción de un pueblo. Truganini, hija de un jefe tasma-
nio, tuvo que contemplar a corta edad cómo los blancos acuchillaban a su madre
hasta matarla. A los quince años, Truganini fue raptada por unos marineros. A su
novio lo echaron por la borda y, cuando intentó subir, le cortaron las manos. Ella
fue violada y confinada en la isla Flinders, con los restantes ABORÍGENES de Tasma-
nia. Al morir, su esqueleto fue expuesto en el Museo Hobart, otra humillación
dado que, según su costumbre, debería haber sido incinerada. Por fin, en 1976,
sus restos fueron exhumados y quemados, y sus cenizas esparcidas en el mar, de
acuerdo con la vieja tradición de su pueblo. Había restos de su piel y pelo en la
Royal School of Surgeons de Londres y no fueron devueltos hasta mayo de 2002
[Hughes, 2003]. Sin embargo, en sentido biológico estricto, Truganini no fue la
última de la raza tasmania. Lo que pudo extinguirse con ella fue el cromosoma
masculino. Las mujeres tasmanias, hechas esclavas por los blancos, dieron a luz
numerosos mestizos que a sí mismos se llamaron y llaman tasmanios. El DNA mi-
tocondrial, o materno, de los tasmanios ha seguido transmitiéndose, como ocurre
entre los últimos ANDAMANESES, cuyas mujeres han tenido hijos, a la fuerza, con
gentes de la India [Mukerjee, 2003]. O como lo que sucede en la propia India con
las mujeres de CASTAS bajas forzadas a tener hijos con gentes de castas superiores:
sus hijos llevan el ADN de su madre aunque son asimilados en la casta y rango so-
cial de sus padres.

Tsavo. Parque nacional de Kenia, uno de los mayores del mundo con sus 22.000
kilómetros cuadrados. Lo visitan unas 200.000 personas al año, y cuenta con unos
8.000 elefantes, después de la política de defensa de Richard Leakey, director del
KWS (Kenyan Wildlife Service) desde 1989 hasta 1993, cuando tuvo un accidente
de aviación en el que perdió ambas piernas. Misterio y marfil. Pero el sacrificio de
Leakey, y otros anónimos, ha dado resultado: ya no es probable que se extinga el
elefante tal como se pronosticaba. En 1995 se logró corregir la tendencia de no re-
cuperación (ahora hay un crecimiento anual sostenido de la población de paqui-

526
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

dermos). El kilo de marfil bajó hasta 10 dólares tras haber estado a 6.000 en 1988.
Todo eso explica por qué el brillante paleoantropólogo, y valiente político, Richard
Leakey, un kikuyu blanco como le gusta decir, ha perdido las piernas. De todos
modos, se dio el gusto de quemar una pila de marfil de seis metros de altura. Tsavo
se hizo famoso antaño por los dos leones «comedores de hombres» que lograron
interrumpir el trazado del ferrocarril británico, el Lunatic Express. Se podría decir
incluso que fueron dos leones los que frenaron al Imperio. Una historia tan sucu-
lenta llenó las páginas de los periódicos ingleses a finales del siglo XIX. El protago-
nista fue el teniente coronel J. H. Patterson, quien finalmente mató a tiros a los dos
leones. Llegó a haber 4.000 peones trabajando en el ferrocarril, «cuatro mil ham-
burguesas por así decirlo» [Ridgeway, 2003]. Los leones se habían aficionado a la
carne humana y consiguieron devorar a no menos de 132 hombres. Sus pelambre-
ras acabaron en el Museo Field de Historia Natural de Chicago.

tuaregs. Gentes del desierto sahariano que a sí mismos se llaman imougah, «se-
res libres». Tienen cierto parecido con los BEREBERES, sobre todo por la contigüidad
de su lengua, el tamashek (tamahak), con el TAMAZIGH. Según una leyenda, descen-
derían de Tin Hinan, la madre de los tuaregs, la que, a lomos de una camella blan-
ca, fue a instalarse en el Hoggar argelino y engendró a los Kel Rela (la leyenda dice
que su tumba se encuentra en Abalesa, no lejos de Tamanrasset, donde ha apareci-
do un esqueleto y tesoros del siglo IV). Otra versión, llena de superchería, hacía pro-
ceder a los tuaregs de «imojar o imujar, voz derivada de ohar, que equivale a nuestra
española robar» [Castilla, 1943]. Según eso, los imojar se consideraban ladrones o
salteadores de caminos, aunque había dife-
rencias entre asgares (asdjer), haggares (hog-
gar) y auelimmides, que son los imojares; y los
naturales del Aïr o imajirhes. Los tuaregs se
agrupan por kel, «cabilas», bajo un amenokal,
o señor principal. Antiguamente tenían escla-
vos, iklan, sudaneses negros, y aún hoy tienen
bella, «siervos», eufemismo de «esclavos».
Cuando son libertos, los llaman harratin. El
VELO (tagelmoust) es esencial para el targui,
el hombre tuareg, no así para la mujer, que va
a cara descubierta como las bereberes. El padre da el velo al hijo cuando se hace
mayor y está en grado de entrar en la tribu. Esos velos de color índigo desteñían y
manchaban la piel y por eso se les llamó «hombres azules». Su vestimenta habitual
es la gandoura (parecida al boubou usado en Senegal), un flotante albornoz. Antes
de su conversión más o menos superficial al islamismo, los tuaregs adoraban a un
dios supremo, Amanai, en el que se han querido ver concomitancias con el ADONAI
bíblico. Cada vez se respeta menos la costumbre de hacerse pequeñas incisiones en
las sienes y aun menos la de que el hijo debía casarse con las mujeres de su padre fa-
llecido, a excepción de su propia madre [Ratzel, 1888]. Hoy, los tuaregs se acercan
a las ciudades del desierto, Tamanrasset, Agadez y TOMBUCTÚ, y tratan de atisbar en
un televisor cualquiera cómo será el mundo que les va a caer encima.

527
LUIS PANCORBO

Tubal / Thubal… Quinto hijo de Jafet, nieto de Noé y padre de Ibero, de


quien vinieron los iberos. Aunque, para Flavio Josefo, sería de Theobel, el séptimo
hijo de Jafet, de quien procederían. En cualquier caso, he ahí a Tubal (tabal dicen
en catalán y en español antiguo al «tambor»), el patriarca fundador de España, ge-
nerador de los españoles, si no una de esas ficciones de la historia como la tesis del
buen Jean Hardouin (1646-1729) según la cual «...salvo Homero y Heródoto entre
los griegos, y Cicerón, las sátiras de Horacio, las Geórgicas de Virgilio y la Historia
Natural de Plinio entre los latinos, todas las demás obras de las literaturas griega y
latina eran falsificaciones realizadas por frailes en el siglo XIII, y también la de que
las medallas antiguas en general eran falsas y hechas por benedictinos, así como los
textos de los Concilios mismos» [Caro Baroja, 1992].

tubú / tibbó / tibbú / tebú / tubo / teda… Pueblo del Sahara central,
en lo más crudo del desierto, como es la región del Tibesti, Borku, Wadjanga, Ka-
war y otros sitios de Níger y Malí, que antiguamente se ubicaban en el Sudán
oriental. Heinrich Barth y Nachtigal encontraron parecidos entre los pueblos tubú
del Sahara oriental y del Tibesti y algunas poblaciones del lago Chad. Los tubú, o
tubo, fueron confundidos con los TUAREGS y cierta imaginación lo remató asocián-
doles con los antiguos garamantes o garamantas, zoghawas que decía Edrisi, o los
gorán que describía León el Africano: en definitiva pueblos más míticos que reales.
Los tubú no tienen el pelo tan lanoso como los africanos, tampoco es su color zaí-
no, yendo del moreno oscuro al cobrizo. Se parecen a los tuaregs en muchos as-
pectos relativos a la vida desértica, pero otras costumbres suyas, como la de los ta-
tuajes faciales, son idénticas a las de los negros de DARFUR y otras zonas del Sudán
oriental: tres o cuatro largas incisiones desde las mejillas al arco zigomático. Son
menos errantes que los tuaregs, aunque antaño los hombres tubú del Tibesti pasa-
ban por ser los mejores jinetes de camellos de todo el Sahara. El Tibesti es para los
tubú lo que el Hoggar para los tuaregs. El Tibesti (Tu en lengua tubú) es el centro
del mundo, un corazón de piedra en medio del desierto de arena, al oriente de la
gran ruta de caravanas Trípoli-Mursuk Kuka [Ratzel, 1888].

Tule. Nombre que prefieren los indios kuna del archipiélago panameño de San
Blas (o de las Mulatas), con 360 islas llenas de cocoteros y en aguas donde abun-
dan las langostas y el año se declina aún para muchos según designios de los NU-
CHUS.

tulku / hutuktu… Gran lama reencarnado, por ejemplo el DALAI LAMA, que
se está reencarnando desde 1391 y va por su décimo cuarta encarnación. Es un tí-
tulo de gran dignidad y autoridad, aunque esté fuera de la jerarquía, pues presupo-
ne más de una vida transcurrida en un máximo nivel espiritual. En estos momen-
tos puede haber unos 500 tulkus en Tíbet, Bután y otros lugares de Asia, según la
experta orientalista Françoise Pommaret [1993].

tulpa. «Criatura mágica» y también «doble» [David-Néel, 2000]. Un gran ocul-


tista, gracias a su poder de concentración, podría proyectar tulpas de forma huma-

528
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

na o animal y las utilizaría a su antojo. Los tulpas parecerían comportarse normal-


mente y, sin embargo, estarían como teledirigidos para conseguir matar a alguien,
casarse… Después de todo, los desplazamientos de los tulpas son formidables:
vuelan por los aires y atraviesan los muros.

tumo. En tibetano significa «poderosa hembra». Es un calor interior conseguido


por los yoguis que asciende desde el plexo solar hacia arriba por el canal central.
En su camino, el tumo va limpiando los canales de un constituyente blanco que se
disuelve («la luna», «la mente de la iluminación»). Y va llenando las cuatro ruedas
de la garganta, el corazón, el ombligo y la zona secreta, con los cuatro niveles de
gozo: simple, supremo, especial e innato [Dalai Lama, 2002].

tupapaus. En Tahití, fantasmas, apariciones de antepasados.


tupinambás / tupinanbás. Como todos los pueblos desaparecidos, este
grupo brasileño del tronco tupí-guaraní ha quedado en la imaginación de muchos
como el paradigma de la belleza y la felicidad frente a la brutalidad del conquista-
dor y el imperio blanco. Los portugueses no tuvieron que enfrentarse con grandes
civilizaciones, como fue el caso de los españoles con los INCAS, MAYAS o AZTECAS,
pero pudieron volcar en los tupinambás la dialéctica de la muerte y la LIBIDO. En-
tre el río Amazonas y el río de la Plata, los tupinambás llegaron a grandes estadios
de imperio. Conquistaron y expulsaron a otros INDIOS, cosa que no se cuenta en
una historia rigurosa de MANIQUEÍSMO: los lusos eran malos, por poseer armas de
fuego y cruces, y los tupinambás, «hijos del padre Supremo» o «hijos de la Tierra»,
eso no está claro, eran buenos por ser cobrizos, atezados, CANÍBALES respetuosos y
derrotados de antemano. Uno de sus caciques, Cunhambebe, ha llegado a ser un
icono étnico casi de tanta fortaleza como Atahualpa en Perú o Moctezuma en Mé-
xico. Cunhambebe, antes de morir de peste en 1563, luchó contra los portugueses
y firmó con ellos la paz de Yperoig, un lugar que hoy se cree que coincide con An-
dra dos Reis y Ubatuba. El jesuita José de Anchieta cuenta jugosos sucedidos del
cacique, algunos reelaborados por Antônio Torres [2004], y también se hace eco
de la fabulosa historia del calvinista Villegagnon. Junto a sus secuaces de Dieppe,
Villegagnon intentó la implantación de la llamada «Francia Antártica» en Río de
Janeiro. Más efímeras son las mariposas. Por lo que se refiere a Cunhambebe, era
justo, ecuánime, amén de que «castigaba a sus enemigos con una crueldad impre-
sionante. Y los devoraba» [Torres, 2004]. Ahora Cunhambebe, o Koniam-bebé,
caudillo del grupo tupinambá de los tamoio, un hombre de dos metros de alto
pero «de habla gangosa y arrastrada», como quiere decir su nombre, es una popu-
lar marca de cerveza brasileira. Claro que en Perú hay un brebaje denominado
«Inka-Cola».

Turán. El país ideal de los turcos. El sueño de la Gran Turquía tras el hundi-
miento del Imperio otomano. También llamado Gran Turán, implicaría la unión de
Turquía (con sus en torno a 67 millones de habitantes) y de otros casi 200 millones
de personas que integran los pueblos de origen turco de Asia Central: turcomanos,

529
LUIS PANCORBO

AZERÍES, uzbecos…, hasta llegar a los uyghures y dungans, musulmanes chinos de


la región de Sinkiang.

turanios. Nombre de un pueblo y de una RAZA, de tipo braquicéfalo según las


antiguas clasificaciones antropológicas. La raza turania [Panyella: 1965] abarca nó-
madas de las estepas de Rusia meridional y el Turquestán y geográficamente va
desde el mar Caspio hasta las cordilleras del Pamir y el Altai. Por otro lado, la raza
turania habría penetrado en Europa a través de los TÁRTAROS, en concreto los tár-
taros rusos o del Volga, y por el este hasta llegar al Turquestán chino (en el actual
Sinkiang). Los turcos son considerados los representantes más claros de la raza tu-
rania, o si prefiere, turco-tártara, lo que implica una transición clara entre anatolios
európidos y MONGOLES. Tal vez por eso se ambicione la entrada de los turcos en la
Unión Europea: mejor que ese baluarte esté a favor de Occidente, dirán algunos,
que ser la vanguardia de la gran horda amarilla.

türbe. En Turquía, mausoleo, generalmente bajo una cúpula. Monumento fune-


rario exento en el complejo de un templo o santuario de algún santón, o dignidad
musulmana, o sufí. Por ejemplo, el türbe de Mevlana en Konya, donde reposan sus
restos, y los de su hijo, en impresionantes cenotafios recubiertos con damascos.

turdetanos / túrdulos. Según Estrabón, así se llamaban los habitantes de lo


que es hoy Andalucía, aunque su territorio no sólo abarcaba la Bética, sino la Tar-
tesia y la Turdetania, casi dos terceras partes de la península. Para Estrabón, los
que no eran montañeses eran turdetanos [Dosfuentes, 1915]. Tito Livio citaba a
los turdetanos como túrdulos, «dándoles por rey a Artanes». Todo eso queda un
poco vago como cuando dice «Euscaro viene de Euscaria y que dicha palabra sig-
nifica el de Huescar, el de Huesca, el de la región de Huesca, Euscall Erria, y que
vasco significa lo mismo, el de Vasconia, el de Huescania, Hueskitania» [Dosfuen-
tes, 1915].

Turkmenistán. Antigua república soviética, independiente desde el 27 de oc-


tubre de 1991, a raíz del colapso de la URSS. Eso fue acelerado entre otras cosas
por la indefinición sobre Nagorno-Karabaj («Jardín negro y montañoso»), un mi-
núsculo territorio, de 100.000 habitantes, que fue el detonante de la descomposi-
ción de la URSS [Kaplan, 2001]. La República de Turkmenistán, el país ex colo-
nial soviético con más desempleo, mortalidad infantil y pobreza, se vio de repente
dueña de sus destinos, pero eso fue aprovechado sobre todo por su aún y siempre
presidente, Saparmurad Niyazov. Se ha hecho llamar Saparmurad Turkmenbashi,
que significa «jefe» o «padre de los turcomanos», en lo que manifiesta un ramalazo
de Genghis Khan o de Tamerlán en pleno siglo XXI. Turkmenbashi, entronizado
sobre un buen lago de gas y petróleo, sueña con cuando su país fue el centro del
imperio parto a partir del II a.C. y ha llenado la capital turcomana, Asjabad, situa-
da a poca distancia de Irán, de estatuas de sí mismo como padre que es de los tur-
comanos. En 1717, los rusos ocuparon esa zona, el antiguo Turquestán, pero de
forma breve y sólo volvieron en 1869. Los turcomanos se tienen por descendientes

530
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

de unos TÁRTAROS que gustaban dividirse en los «ovejas negras» y los «ovejas blan-
cas». Procedían de Altai y de tierras bajo los MONGOLES a veces a 3.000 kilómetros
de distancia. Los turcomanos nunca lograron un estado propio y el rey persa Na-
dier pudo dominarlos en 1741. Los rusos introdujeron la oveja karakul (significa
«rosa negra») y el algodón, y cambiaron la economía y casi el paisaje. Hoy Turkme-
nistán, el país de dos desiertos —Kara Kum, de arena negra, y Kizil Kum, de arena
roja—, con sus 24.254.000 habitantes (censo de 1993), ha descubierto las delicias
de la libertad relativa. Nada de política, coto del omnipresente Turkmenbashi,
pero, por lo menos, celebran el Novruz, día de Año Nuevo en el equinoccio de
primavera. La relativa libertad de culto ha traído también un rebrote del islamismo
(los musulmanes turcomanos comparten con los uzbecos una Oficina Religiosa,
llamada Mavarannahr, con sede en Tashkent).

Tusitala. Nombre que dieron los samoanos a su ilustre convecino Robert Louis
Stevenson y que significa «El contador de historias». El escritor escocés, tras acari-
ciar la idea de asentarse en Nassau, una de las más remotas de las islas Cook, acabó
comprando una finca en la isla Upolu, la mayor de SAMOA. Se ubicaba en Vailima,
que quiere decir «Cinco Ríos», si no, como parece más probable «Un puñado de
agua», según una bella leyenda samoana [Rankin, 1987]. Allí hizo construir una
magnífica casa, donde residió cuatro años hasta su muerte en 1894, a causa de he-
morragias tuberculosas. Le dio tiempo de escribir en Samoa algunas de sus obras
magistrales, como El diablo en la botella. Su muerte fue una conmoción para los
samoanos, que notaron el ímpetu anticolonialista que ponía Stevenson en sus di-
chos y obras. Fue construido un «camino de amor», O Le Ala O le Loto Alofa, tal
vez traducible por «senda de la conducta amorosa» [Rankin, 1987]. Iba desde Vai-
lima hasta el pie del monte Vaea. Y a lo más alto llevaron su féretro, a un espléndi-
do mirador natural sobre la bahía de Apia, y sobre una noble naturaleza, como di-
ría el Tusitala. Los isleños acompañaron el féretro por las faldas de una colina
donde aún hoy no se puede construir, «para que el Tusitala oiga los pájaros». Allí,
su mujer Fanny Osbourne mandó poner como epitafio de su marido el poema
«Réquiem» y, previsora como era, su última voluntad fue que la enterraran un día
junto a su marido y bajo el epitafio que éste le dedicó, unos versos: «Teacher, ten-
der comrade, wife / a fellow-farer true through life…» («Maestra, tierna camarada,
esposa / auténtica compañera de viaje por la vida...»).

tutsi / watutsi / watusi / watussi / batusi. Etnia de Ruanda y Burundi,


en el África ecuatorial. En los últimos tiempos se hizo tristemente célebre la pre-
gunta: «¿Cuál es la diferencia entre un tutsi y su más feroz enemigo, un hutu?». «Si
posees diez vacas eres un tutsi. Si tienes menos de diez vacas eres un hutu.» Ese
tipo de prejuicios acabarían causando una espantosa mortandad en el curso de las
guerras inacabables contra los HUTUS. Lo de «odio africano» parece que se acuñó
para ellos. En este contexto, hay que contar que en 1972 los tutsis asesinaron en Bu-
rundi entre 100.000 y 200.000 hutus (de un total de tres millones). Los tutsi son po-
siblemente un pueblo de origen camita que debió emigrar desde Etiopía hace unos
cuatrocientos años hasta instalarse en la región congoleña del Kivu y zonas adyacen-

531
LUIS PANCORBO

tes. Se caracterizan por su estatura: a menudo miden siete pies (unos dos metros).
Los hutus basan mucho de su resentimiento contra los tutsis por el mayor nivel so-
cial y económico de éstos últimos, pero también odian su altura de forma atávica.
Se han dado casos de tutsis asesinados por los hutus quienes no se contentaban con
eso y cortaban sus piernas como ulterior signo de humillación y venganza. Las figu-
ras longilíneas de los tutsis, y sus vibrantes danzas con largos plumeros blancos, ex-
citaron la imaginación de los occidentales con películas como Las minas del Rey Sa-
lomón, con Stewart Granger y Deborah Kerr, según la novela de Ridder Haggard.
Antaño, los tutsis llevaban ondulados mechones de pelo, como crestas, que realza-
ban aun más su altura. Se decía que un tutsi había alcanzado los dos metros y me-
dio de altura: cierto es que el rey Rudahigwa llegó a medir 2,10 metros. Respecto a
la rivalidad entre hutus y tutsis por controlar Ruanda y Burundi, sería erróneo con-
siderarlo un tema de actualidad, remontándose al menos al siglo XVI. Con todo, en
el siglo XIX llegó a haber cierta estabilidad entre los agricultores (hutus) y los pasto-
res (tutsis). Faltaban por intervenir los blancos. Cuando los colonos alemanes decla-
raron que los tutsis eran una RAZA camítica y superior a la BANTÚ de los hutus, se
puso más vinagre sobre la discordia siempre latente. La administración colonial bel-
ga ahondó en este error, después de la ocupación alemana, y por si fuera poco, en el
momento de la descolonización enconó los ánimos favoreciendo de forma descara-
da a los hutus. Al llegar la independencia de Ruanda en 1962, los hutus tomaron el
poder, instaurando un régimen racista a su favor. Los tutsis, no sólo fueron aparta-
dos del gobierno en todos los sectores, sino que empezaron a ser masacrados a ra-
zón de 100.000 por año entre 1969 y 1972. En Burundi, por el contrario, los tutsis
llegaron al gobierno desalojando a los HUTUS. Todo eso alimentó la bomba que ex-
plotó en 1994, el gran año del genocidio. La radio ruandesa, en especial los llama-
mientos de la llamada Radio-Televisión Libre de las Mil Colinas, convocó a una es-
pecie de YIHAD contra los tutsis, incluso contra los hutus moderados o tibios. Hubo
casi un millón de víctimas en sólo tres meses. En Ruanda fue aniquilado hasta el 75
por ciento de los tutsis. Luego se retorcería el sino y en 1995 en torno a un millón
de hutus de Ruanda y Burundi tuvieron que huir a los campos de refugiados del
Zaire. Campos de miseria, tal vez de recordatorio.

Tuva / Tannun Tuva / Tiva / Tiva-Kizil. Antigua república soviética en-


clavada en la Federación Rusa desde 1991. Tuva, con capital en KIZIL, es una de
las repúblicas ex soviéticas menos conocidas. Con cerca de 310.000 habitantes, se
sitúa al noroeste de Mongolia, en la Siberia meridional, junto al río YENISEI. Su po-
blación conserva tradiciones budistas y chamanistas. Los tuvintsi destacan en el
khoomi, o «canto de garganta», al estilo MONGOL. El país fue conquistado por
Genghis Khan, y pasó a ser dominado por China, hasta que en 1914 se convirtió
en un protectorado ruso. En 1921 se constituyó en una República popular y sobe-
rana que, sin embargo, ya en 1944 pedía la total incorporación a la URSS.

Tuvalu / Tuvalú. Pequeño país insular de la Micronesia, antiguamente llama-


do islas Ellice. Desde finales del siglo XX empezó a sufrir serias inundaciones, cau-
sadas por el calentamiento global, allí no tienen dudas de eso. El mar amenaza con

532
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

engullir los 24 kilómetros cuadrados de tierras que tiene ese país. Se ha preparado
una evacuación masiva de sus 11.500 habitantes divididos en ocho clanes tradicio-
nales. Eso es todo Tuvalu y podría ser transferido con relativa facilidad a Australia,
o Nueva Zelanda, si allí, por supuesto, se eliminan las trabas legales que originan
tolerancia cero hacia los inmigrantes.

tzantza / tsansa / tsentsa / txantxa / chancha… Cabeza reducida


según la técnica de los indios JÍBAROS (llamados a sí mismos shuar) de la Amazonia
ecuatoriana y peruana. El proceso de reducir una cabeza duraba unas 20 horas y
consistía en deshuesar y eviscerar la cabeza para hervirla luego [Panyella, 1965].
Más tarde, cosían la piel y metían dentro de ella arena y piedras. El cabello de la
cabeza reducida no se cortaba y los labios se cosían.
El guerrero encargado de la operación permanecía
en ayunas hasta culminar el proceso. Al final, inter-
venía el CHAMÁN para purificar la cabeza sumergién-
dola en tres recipientes, uno con agua mezclada con
tabaco, otro con chicha y otro con agua limpia. La
cabeza conservaba las facciones originales, si bien
en tamaño reducido, y era portada como un trofeo
por los guerreros.

533
U Un enfermo lee, La Prensa, como un fasistol.
César Vallejo, Trilce, LV

Udachni. Proyecto de ciudad ideal o utópica (udachni significa «feliz» o «afor-


tunado») en Sakha, una República autónoma, dentro de la federación Rusa, encla-
vada al oriente de Siberia y donde se mezclaron poblaciones autónomas, como los
EVEN de origen tungús, y gentes de origen turco, hasta que llegaron los COSACOS.
Udachni, en cuanto a una localidad de Sakha, es conocida por sus fabulosas minas
de diamantes. La ciudad quimérica sería construida bajo una cúpula de cristal a fin
de conseguir un clima artificial favorable. Sin embargo, no parece que se remedie
de momento el alto grado de contaminación de la región, desde residuos nucleares
a desechos mineros, que afectan sobre todo las riberas del río Vilyuy.

ugrofínnico / ugrofinés. Familia de lenguas —a la que pertenece de modo


destacado el finlandés (> SUOMI)— originarias de Asia y del grupo uroaltaico. Ade-
más del finés, se contarían entre ellas el estonio y el SAMI o lapón (y los idiomas de
los antiguos vepses y votes, del grupo de los tcsin olhoudes, del sur del lago One-
ga). Por otro lado, lenguas de origen ugro serían el húngaro y algunas siberianas,
como el ostiaco y el vogul.

uigures / uighur. Población de origen turco que vive en la actual provincia


de Sinkiang, en el llamado Turquestán chino. Los uigures fueron determinantes en
el gobierno de Mongolia en los siglos VIII y IX. Hay aún muchos miles de uigures
de religión musulmana.

ulema. Teólogo musulmán. Eran ulemas los ministros de la religión en el imperio


otomano, donde se diferenciaba a finales del siglo XIX entre ministros, guardianes e
intérpretes de la ley. Incluso existía un cuerpo de ulemas que comprendía a los muf-
tís, específicamente doctores en la ley coránica; los imanes (> IMÁN), parecidos a sa-
cerdotes; y los cadis (caídes), nobles por lo general, que administraban la justicia.
De rango y respeto, nunca jerárquico, sino de tradición dentro del mundo musul-

535
LUIS PANCORBO

mán, siempre fueron los sayed (seyyed, sayid…), descendientes del Profeta por par-
te de su hija Fátima y su yerno Alí, que podían distinguirse llevando un turbante ne-
gro; y los hafiz, devotos que memorizan el Corán. Dicen en Senegal que, a los diez
años, el imán Ibrahim Niasse (> TIYANISTAS) se sabía de memoria todo el Libro.

Ulenspiegel. Thyl Ulenspiegel es un ser legendario en Flandes que mereció


menciones de Goethe, Nietzsche, Durero, Strauss... Aunque su carácter histórico
sea borroso, se le considera héroe nacional de la resistencia flamenca contra los es-
pañoles en el siglo XVI. Fue una especie de Robin Hood tal como lo presentó en
sus obras el escritor belga Charles de Coster (1827-1879), de modo especial en Las
Aventuras de Ulenspielg y su compañera Lamme Goedzak (1867). La figura de
Ulenspiegel está envuelta en mito como su propio nombre. Para algunos, éste ven-
dría del francés espiégle, «travieso»; otros creen que nació hacia el año 1500 en
Brunswick (Alemania), mientras que los flamencos reivindican su nacimiento en
Damme (Bélgica).

uli. Estatuas talladas en madera de Nueva Irlanda (Papúa-Nueva Guinea) que re-
presentan a HERMAFRODITAS.

umbanda. Hacia 1920 empezó a ser conocida esta religión brasileña mezcla de
las ideas espiritistas del francés Allan Kardec (inspirador del kardecismo, un ESPI-
RITISMO popular en Brasil) y del viejo CAMDOMBLÉ de los esclavos. Desde el princi-
pio, la umbanda pretendió poner el acento en la blancura de sus procedimientos
(contra la presunta negrura del camdomblé, o de la macumba, y sobre todo de la
maligna y temida quimbanda) y en tener una estructura jerarquizada. En estos mo-
mentos es una iglesia más para la población urbana de Brasil y, lejos de practicar
sacrificios cruentos, invoca y trata de hacer presentes a los pretos velhos (espíritus
de viejos esclavos negros), caboclos (espíritus de INDIOS) y otros seres del más allá.
Cada Nochevieja, la umbanda realiza grandes ceremonias en las playas de Río de
Janeiro, especialmente en Copacabana, para despedir los males del año y recibir
todas las bendiciones para el Año Nuevo de parte de Iemanjá, la diosa de las
aguas.

umete. Cuenco ceremonial para la KAVA, la bebida social y sagrada en el Pacífi-


co. Un umete excepcional, por estado de conservación, tamaño y calidad ritual, de
piedra dolerita de color negro azabache, de un metro de largo y 57 centímetros de
ancho, se conserva en el Museo Nacional de Antropología de Madrid. Fue un re-
galo del eri, jefe tahitiano, Otu —luego rey Pomaré I— a Máximo Rodríguez, in-
térprete de los misioneros españoles que intentaron establecerse en Tahití y sólo
duraron desde 1774 a 1776. El umete fue tallado en la isla Maurua (hoy Maupiti):
«…Este día tuve noticia como se hallava en poder del Eri Otú una batea de piedra
negra construyda en la ysla de Maurura…» [Rodríguez, 1992].

unijambiste. Una sola pierna. Cojos míticos en muchas culturas, como Legba,
viejo dios cojo del panteón del VUDÚ, llamado pied cassé («pie roto»). Nommo y

536
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Faro, amos de las lluvias fecundantes entre los DOGON de Malí, son ambos unijam-
bistes y, a veces, ictiomorfos (con forma de pez). Entre los ekoï nigerianos, el «Mu-
chacho Cojo» es el encargado de robar el fuego al Dios Supremo, deidad de gran
semejanza con Vulcano, dios del fuego y marido de Afrodita en la mitología griega
[Chevalier, 1982].

uñas. Algunos intelectuales chinos nunca se cortan las uñas de la mano, salvo la
del dedo índice. Así, sus uñas se retuercen y hacen espirales, aunque es lo que se
pretende: ese signo de superioridad denota que su propietario no realiza trabajos
manuales, estando más bien inclinado a las letras, las artes y el ascetismo [Tylor,
1888], siempre dentro de una clase social superior. En el antiguo Siam, las mujeres
de prosapia llevaban largos dedales de plata para proteger sus largas uñas, símbolo
de elegancia. Lo mismo es (en Vietnam) dejarse un pelo que sale de una verruga y
que puede alcanzar una longitud de vértigo. Sin llegar a esos extremos, en Malasia
novios y novias se tiñen intensamente los dedos de las manos con alheña, una de
las fases iniciales del largo y complejo matrimonio, que se conoce «como la prime-
ra mancha».

ureus / uraeus / ureo. Cobra en posición de ataque, erecta y


con la garganta hinchada. Símbolo del poder real en Egipto y del
fluido vital, el soplo de Isis. El ureo, una diadema rematada con una
cabeza de cobra, puesto sobre el tocado de los faraones, significaba
«el Ojo de Ra», dios del Sol. Fuerza solar y soberana capaz de vivifi-
car y matar.

Uriel. Su nombre significa en hebreo «Dios es luz» o «Fuego de luz». «Regente


del Sol» para Milton (Paraíso perdido). Se tiene a Uriel por el arcángel que trajo la
alquimia al mundo, con lo que siempre fue influyente en las diversas modas de los
arcana. Uriel se alza como protagonista en el cuadro La Virgen de las Rocas, de
Leonardo Da Vinci, expuesto en el Louvre, donde el niño Juan (luego Bautista) es
el que parece bendecir al Niño Jesús, y no al contrario, ante el chasco, o enfado, vi-
sible de la Virgen. Sin embargo, no es mera fantasía de Brown [2003]: la gran an-
gelología rabínica desarrollada en la CÁBALA lo llama Phanuel y le acredita funcio-
nes clave: gobierna el Hades o Tártaro, y al mismo tiempo es salvación y paz con
su mano extendida y siempre con una llama. Uriel fue enviado por Dios a misiones
imposibles como contestar las preguntas de Esdras, anunciar el diluvio a Noé, ma-
chacar a los invitados de Sennacherib… Nada, empero, puede compararse a su lu-
cha cuerpo a cuerpo con JACOB en PENIEL, tema del cuadro de Paul Gauguin Vi-
sión del sermón, obra maestra del simbolismo y auténtico manifiesto de esta
tendencia pictórica. Gauguin al final sólo creía en el láudano y en la carne morena
de las mujeres de las MARQUESAS. Pero antes de barruntar siquiera que acabaría
yendo allí a morir, influido por las brumas y represiones de la Bretaña, Gauguin
pinta a un Peniel mágico en un cuadro donde las castas mujeres bretonas enseñan
la nuca con sus cofias blancas en una esquina, y un árbol que se dobla las separa
(seguramente por beatas, codiciosas o vanas) de la verdadera visión, el combate

537
LUIS PANCORBO

brutal entre Uriel y Jacob en un campo de batalla de color borgoña. Eso si no era
el propio Jehová, disfrazado de Uriel, quien daba una paliza a Jacob.

uroboros / ouroboros / uraborus… Palabra griega que significa «devo-


rador de la cola» y que designa un símbolo que se originó en el Nuevo Imperio
egipcio (hacia el 1600 a.C.) y que fue llevado por los fenicios a Grecia. La pescadi-
lla que se muerde la cola, o si se prefiere, la serpiente que se come la punta del
rabo, o el perro que hace eso mismo, y así lo representaban en Dahomey. Símbolo
de la regeneración perpetua. Alfa y Omega, y HUEVO CÓSMICO para los ÓRFICOS, y
rueda de SAMSARA para los hinduistas. Y, por supuesto, símbo-
lo de autosuficiencia, en cierto modo como sucede en el
tema de los andróginos o en el de los HERMAFRODITAS.
Posteriormente se convirtió en un signo gnóstico y
también de los ALQUIMISTAS. C. J. Jung se ocupó del
uroboros en Mysterium Coniunctionis (1955-1956):
«Ahí reside el pensamiento de devorarse uno mismo
y convertirse en un proceso cíclico… es un símbolo
dramático de integración y asimilación de lo opues-
to». Para Jung, los símbolos oníricos se hacían patentes
en el proceso de individuación y en esa busca del Unus
Mundus, una suprema identidad de las cosas, el gran secreto
por tanto, no descartaba la alquimia, cuyos valores y anécdotas le fascinaban. Uro-
boros guarda algún parecido con el yin y yang (< YIN-YANG), dos principios simbo-
lizados en dos peces unidos, o complementarios, uno de color blanco y otro negro.
Por uroboros se entendía asimismo en la antigüedad la frontera del mundo, el mí-
tico confín del océano que por primera vez traspasó Colón con su viaje y descubri-
miento, no sólo de las Indias, sino, en su opinión, del propio paraíso terrenal
[Campbell, 1998].

uros / urus. Antiguos pobladores INDÍGENAS del Titicaca (lago «de los pumas
de piedra»). Los uros se creían originados al principio de los tiempos en el mismo
lago (mito que compartían los qollas y los antiguos pukaras). Sus descendientes,
los AIMARA, usan aún caballitos, embarcaciones de TOTORA. Uro fue también el
nombre del antiguo bóvido europeo (Bos primigenius). En ATAPUERCA se han en-
contrado restos de uros de casi un cuarto de millón de años [Arsuaga, 2000].

uru. «Árbol del pan» en maohi, el idioma de los polinesios, aunque con varian-
tes: en las islas Cook se llama KURU. Fue el objeto de la misión secreta que llevaba
William Bligh, capitán de la Bounty, a Tahití: debía conseguir allí plantas de uru
(Artocarpus altilis) para trasplantarlas a América, una idea del Almiratango para
reparar a bajo coste el hambre de los esclavos. El asunto acabó mal, y el 28 de abril
de 1789 explotó el famoso motín de Fletcher Christian y 25 leales. Pero Bligh so-
brevivió a eso y a más, y volvió a Inglaterra en una chalupa por el oeste, dando al
final la vuelta al mundo. Consiguió hacer un segundo viaje a Tahití en 1792, al
mando de otra nave, The Providence, y en esa ocasión llevó plantas de uru a Ja-

538
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

maica, donde arraigaron. Los esclavos negros, acostumbrados a la banana, rehusa-


ron ese «pan» y el sueño del Almirantazgo británico se deshinchó como un suflé.

Urweltweisheit. En antroposofía, «sabiduría radical» o «sabiduría de la


fuente del mundo». Palabra acuñada por el teósofo Rudolf Steiner en 1909 para
explicar que había un plan del mundo anterior a su propia Creación. Es un tipo de
sabiduría «primordial», ocultista, como la que reflejaron en sus obras el visionario
Jacob Boehm (Aurora), Paracelso (Astronomía Magna) o Heinrich Khumrath (Te-
atrum sapientae eternae). Muchas de sus ideas confluían en pensar que nuestro sis-
tema planetario empezó con una nebulosa saturniana, «una masa de calor sin luz,
donde pululaban los Elohim, la más alta jerarquía de las Potencias… los Tro-
nos…que ofrecieron su cuerpo en holocausto para que renacieran los Principios»
[Schouré, 2001].

Usida. Monte sagrado según el Avesta (> ZEND-AVESTA), el libro sagrado de los
seguidores de ZARATUSTRA. Se llamaba también Kush-i-Khwaga, o «Monte del Se-
ñor», y era esencial, junto con el lago Hamun, para los ritos de los devotos zoroas-
trianos. Se encuentra en la frontera entre Irán y Afganistán y todavía algunos maz-
deístas van en peregrinación en el equinoccio de primavera «en memoria de la
aparición de la estrella anunciadora del Saoshyant, Usida, Mons Victorialis: en el
“Avesta”, el Salvador se llama también el Victorioso…» [Cardini, 2001]. Todo ello
coincide con el tiempo de la Anunciación y la Concepción de Cristo.

uto-azteca. Familia lingüística, ya desaparecida, del centro y occidente de


Norteamérica. Llegó a extenderse desde Estados Unidos a Nicaragua. El náhuatl,
el idioma del imperio AZTECA, fue la lengua más sobresaliente de la familia lingüís-
tica que agrupaba a idiomas de pueblos tan diversos como el shoshón y el pima.

Utopía. Del griego u topos, «no hay tal lugar». Tomás Moro (sir Thomas More)
tituló así su obra publicada con gran éxito, en latín, en 1516, abriendo un filón li-
terario y un ideal que trataron de seguir por otros caminos desde anabaptistas a
comunistas. Sin embargo, el protagonista de Utopía se llamaba Rafael Hythlo-
daeus, que significa «el que proporciona absurdos». Siguiendo esa onda vino luego
Mundus Alter et Idem (1600), donde Joseph Hall inventa la dystopia, en la que los
países del sur reflejan a los del norte en un espejo deformante. Y Los viajes de Gu-
lliver (1726), de Swfit. Y Brave New World («Un mundo feliz», 1932), de Aldous
Huxley. Y Nineteen Eighty Four («1984», 1949), de George Orwell… Muchas
fueron las obras inglesas que propusieron salirse del mundo, aunque nada de eso
impresionaría a diversos pueblos de los mal llamados PRIMITIVOS. No sólo conci-
ben el lugar del futuro, o el fuera de lugar: viven en ese sitio, están instalados per-
manentemente en el mito, considerando por ejemplo que los YANOMAMIS, «si no
fuera por Omawe», no existirían, ni se habrían salvado del diluvio en el monte
Mayo-Keki, ni tampoco existirían los napë, es decir, las gentes no yanomamis, las
que saben hacer ollas, machetes, telas… Fue duro cuando ocurrió, porque fue ayer
o mañana, cuando: «El agua iba y venía y a su paso tragaba gente, comía a los Ya-

539
LUIS PANCORBO

nomami» [Bladé, 1983]. Lugares imaginarios, donde se diesen todos los placeres y
ningún inconveniente, poblaron también la antigua Europa: el país de Cocagne
(Cucaña) en Francia era parecido a la Cokaigne inglesa. En España se hablaba de
lo máximo como Jauja, que aún es el nombre de una localidad peruana. Y la ale-
mana Schlaraffenland, la tierra donde las montañas son de manteca; Pomona, don-
de las manzanas no hay más que cogerlas; o Venusberg, donde hay un monte de
Venus en cada esquina. El infantil Bengodi italiano tampoco está lejos de eso, aun-
que más caramelizado. Si no, siempre se podía ir con la mente a Hy Brasil, donde
ya los antiguos señalaron la existencia de un paraíso en condiciones.

uwas / u’was. Significa «gente inteligente», «gente que sabe hablar». Es un


pueblo indígena de Colombia, de unas 5.000 almas, que amenazó en 1995 con un
suicidio colectivo para protestar por el despojo de tierras planeado por la compa-
ñía petrolera Oxy (rama de Occidental Petroleum), empresa con todas las bendi-
ciones de los magnates políticos y económicos de Estados Unidos. El proyecto lla-
mado «Samoré» implicaba el desalojo de 500 INDIOS de la zona de Sirirí. En vista
de lo que había ocurrido en el Magdalena Medio, donde se había concedido a la
Texaco todo lo que pedía, los uwas decidieron ofrecer su vida a cambio de su tie-
rra ancestral. Luego, en 2003, fue otra compañía, Ecopetrol, con su pozo «Gibral-
tar 2», la que empezó de nuevo a penetrar en tierras de los uwas y a apoderarse de
las riquezas del subsuelo. La firme actitud de los uwas retrasó en buena medida el
intento depredador. Los uwas viven en la Sierra Nevada del Cocuy-Güicán y lu-
chan por un resguardo, una demarcación, para que no les quiten más tierras: van
desde las nieves perpetuas de los Andes, a 4.700 metros sobre el nivel del mar, a
una selva baja, donde antiguamente cazaban y recolectaban. Ahora son mayormen-
te pastores de vacas aunque siguen haciendo iba, su forma de llamar a las mingas,
convites o trabajos comunitarios. La colorida cosmología uwa describe que en un
principio hubo dos esferas: la de arriba era blanca, seca, luminosa y con fuego; la
de abajo, roja, oscura, húmeda y vacía. Se integraron y nacieron los mundos de co-
lores: El Rojo y el Azul, que están abajo; el Blanco y Amarillo, de arriba; y, en me-
dio, un tercero, el Azul y Amarillo. El ejemplo de resistencia de los uwas ha sido
contagioso, aunque con matices muy trágicos. En Brasil, unos 6.000 GUARANÍES
kaïowas se resistieron a que expoliaran sus tierras, para plantar en ellas soja y caña
de azúcar: cuando el expolio empezó, los de esta etnia empezaron a suicidarse y lo
hicieron aun más al ser confinados los supervivientes en una minúscula reserva de
3.500 hectáreas en Dourados. Organizaciones indigenistas, como Survival o Watu,
han denunciado estos y otros casos que recuerdan que el indio aún no parece ha-
ber ganado todavía su condición humana, tan contestada por algunos clérigos del
siglo XVI, o que, si ya se le ha concedido, no es tan interesante como el guacamayo,
el oro o el petróleo de su selva.

540
V Vosotros, difuntos, de las nítidas rodillas.
César Vallejo, Trilce, LXVI

vacas. No hay en el mundo vacas de cuernos tan grandes, y solemnes, como las de
Ankole en el sur de Uganda. Los llamados «cuernos de lira», que hacen famosas a las
vacas de los peulhs, se quedan cortos ante las astas del ganado de los bayankole que
viven en la región de Mbarara: parecen colmillos de elefante puestos al revés. Es el
producto de los cruces y selecciones que hicieron los bahima, es decir, los bayankole
especializados en la ganadería, desde que llegaron a Uganda procedentes del este
hace al menos quinientos años. Con todo, las vacas de mayor fuste desde el punto de
vista simbólico y religioso son las de la India, hasta el punto de que «…hacen falta 86
transmigraciones pasa pasar de demonio a vaca, y una más para que el alma adquiera
forma humana» [Harris, 1989]. Los hinduistas tienen a la vaca como un ser sagrado
y eso implica no matarla ni comerla. El que mate una vaca renacerá en el peldaño
más bajo de la escala y deberá pasar por las preceptivas 86 reencarnaciones. «Los ta-
búes cumplen también funciones sociales, como ayudar a la gente a considerarse una
comunidad distintiva» [Harris, 1980]. El TABÚ de la vaca, no comerla, fue explicado
por el gran abogado del MATERIALISMO CULTURAL como una derivación de la climato-
logía de la India, el ciclo del monzón y otras razones que hacen entender por qué se
pudo apartar con facilidad a la vaca del consumo humano, otra cosa es su profundo
simbolismo dentro del hinduismo. En la India el aprecio por la vida animal y vegetal
fue en aumento desde que tuvieron que competir con la reforma de los budistas,
gentes en las antípodas de lo carnívoro. Pero la veneración de la vaca arranca al me-
nos desde los primeros VEDAS, donde aparece como el ARQUETIPO de la madre fértil
y del cosmos: «La vaca es el cielo, la vaca es la tierra, la vaca es Visnú y Prajâpati…».
Al morir, un hombre se agarrará al rabo de una vaca para que ésta le ayude a cruzar
el proceloso río Vaitarni que separa el mundo del CIELO. Entretanto dan vida mate-
rial (leche, queso y mantequilla), fuerza de trabajo (aran y tiran de las carretas) y sus
boñigas sirven para edificar y para hacer lumbre (a falta de madera). Hasta su ORINA
es medicinal para algunos. En el lado opuesto, los estadounidenses consumen unos
45 kilos de carne de vacuno por persona y año.

541
LUIS PANCORBO

vaconda. Fuerza vital y poder sobrenatural para los sioux (> LAKOTA) de los
Estados Unidos. Es similar a lo que los iroqueses llamaban ORENDA, al NANM de los
haitianos vuduizantes, al INGISU de los papúes y, sobre todo, al MANA de los poline-
sios.

vahana. En el hinduismo, «vehículo de los dioses». Los principales son el cisne


de BRAHMA, el pájaro Garuda de Visnú y el toro Nandi de Siva. El más sorpren-
dente puede ser el ratón, vehículo del dios Ganesh,
hijo de Siva, con cara de elefante, que necesita la as-
tucia del pequeño roedor para moverse con eficacia.
Las consortes de los tres grandes dioses de la TRI-
MURTI tienen también sus transportes. Durga o Parva-
ti, esposa de Siva, usa un león. Lakshmi, esposa de
Visnú, y diosa que vela sobre las riquezas mundanas,
tiene el búho (ulooka). Sarawasti, esposa de BRAHMA, se
mueve también con el cisne de su marido.

Vailala. En 1917, el avistamiento de un barco cargado de tabaco y otras mer-


cancías (para la estación Orokolo de la London Missionary Society) desató una lo-
cura, o AMOK, entre los elema de las costas de Nueva Guinea. Cerca de la localidad
de Bogia, «los nativos quemaron sus propias casas y destruyeron sus campos, ma-
taron sus cerdos y se sentaron en la playa varios días esperando la llegada del bar-
co con los espíritus de sus antepasados que les iban a traer alimento» [Bjerre,
1958]. Ese movimiento de Nueva Guinea —conocido como Vailala madness, «lo-
cura de Vailala»—, en cierto modo un culto de CULTO DEL CARGUERO, se inscribiría
junto al culto del PEYOTE, la rebelión TAIPING y otros en los llamados fenómenos
revivalistas o de revitalización [Cardín, 1990].

vajra. En sánscrito, «rayo». En tibetano, DORJE o dordje. También puede tradu-


cirse por «diamante», «cetro espiritual». Se trata de un instrumento ritual, como
un cuchillo de rayo, como el arma del dios Indra que ahu-
yenta a los demonios. Está compuesto por una bola central o
bindu, la semilla, lo germinal, la luna blanca, la almendra del
secreto; el eje o mástil espiritual con flores de loto, y dos par-
tes simétricas y opuestas como el NIRVANA y el SAMSARA. Los
lamas sostienen en una mano el vajra y en la otra una campa-
nilla para realizar sus oraciones y meditaciones. Pero los tán-
tricos del vajra van mucho más allá: pueden practicar el vaj-
roli o «TANTRA de la orina»; el sahojoli, con estiércol de vaca;
el amaroli, que busca la bilis de la perfección, y tantos otros
conductos.

Vajrayana. Una de las escuelas o vías del budismo especialmente seguida en el


Tíbet y otros lugares del Himalaya. Coincide desde el punto de vista doctrinal con
el Mahayana o «Gran Vehículo», contrapuesto al HINAYANA, el «Pequeño Vehícu-

542
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

lo», practicado sobre todo en el sur de Asia. El budismo Vajrayana fue introducido
en el Himalaya en el siglo VIII por Gurú Rimpoché, o Padmasambhava, el que lu-
chó contra el PAGANISMO (> BON) de los lugareños haciendo prodigios, dilocacio-
nes, viajes a lomos de una tigresa… El budismo Vajrayana es la religión oficial del
reino de Bután desde el siglo XVII, gracias a los buenos oficios del lama tibetano
Ngawang Namgyel, padre de ese nuevo país del Himalaya.

vaka / va’a / waka. Canoa polinesia tallada en un solo tronco de árbol. Pahi
era el nombre de las canoas que se usaban para los viajes más largos, donde trans-
portaban familias enteras, cerdos, ÑAMES y KUMARA.

valquirias / walkirias. En la cumbre del monte Feldberg, en la región alema-


na del Taunus, cerca de Wiesbaden, hay una roca llamada «el lecho de Brunilda».
Desde allí se contempla un paisaje espectacular, pero parece una cama muy dura in-
cluso para una diosa alemana tan fuerte como Brunilda, la que fue condenada por el
dios Wotán (Odín) a llevar una vida terrestre. El dios le clavó una espina mágica que
hacía dormir para siempre y la metió en una mazmorra rodeada de llamas. Ya no
será nunca más ni un cisne, ni una mujer enamorada, ni una pitonisa, salvo que un
héroe venga a salvarla. Una leyenda que recuerda a Blancanieves: un día vendrá Si-
guirdo-Sigfrido y dará un beso a Brunilda, con lo que ella saldrá de su letargo. Las
valquirias, espíritus femeninos de la mitología germánica, intervenían en el destino
de los hombres. Guirand [1962] los llama «demonios femeninos» y los compara con
las nornas de Escandinavia, hilanderas que tejían el destino (wurd en bajo alemán,
wyrd en anglosajón y urdr en antiguo normánico o noruego). Tres eran tres las nor-
nas, entre las que destacaba la vieja Urd, «el Destino», nombre de la fuente que
mana junto al fresno sagrado YGGDRASIL. Las valquirias también distribuyen el desti-
no de los hombres, especialmente de los guerreros. Hacen que unos hombres ganen
a otros en las batallas, y designan a quiénes han de morir. Luego los llevarán al WAL-
HALA (Valhall), un paraíso donde se bebe HIDROMIEL y cerveza en compañía del pa-
dre Odín. Las valquirias, Idisi para los viejos germanos, a veces luchaban junto a los
hombres. Valquiria, después de todo, significa «la que escoge a los guerreros destina-
dos a morir en el combate». Son personajes centrales de una mitología germánica
que influyó no sólo en Wagner, sino en el nazismo de Hitler, siempre proclive a los
esoterismos. Las valquirias son capaces de volar: unas veces llevan alas con plumas
de cisnes, y otras vuelan con sus propios cabellos. En la Canción de los Nibelungos,
poema épico medieval de Alemania, base de la ópera de Wagner, dos muchachas se
quitan sus plumajes de cisne y se bañan en el Danubio. Pero el viajero Hagen roba
las plumas de las valquirias y dice que no las devolverá hasta que le digan la suerte
que ha de correr el ejército de los burgundios (borgoñones). En el hinduismo no se
sorprenderían por la fuerza imaginativa germánica. Tienen APSARAS, compañeras de
los músicos gandharvas, ninfas de las aguas, espíritus del bosque, enfermeras de los
sueños de los hombres y tentadoras de los rishis o sabios que se retiran a meditar.

varas. La vara adivinatoria de los zahoríes siempre tuvo predicamento a falta de


estudios geológicos. Según el padre Pierre Le Brun [1745] su uso se remontaba al

543
LUIS PANCORBO

«Barón de Bello Sol», un húngaro que fue a Francia en 1636 a buscar minas [Fei-
jóo, 1773]. La antigüedad estuvo llena de báculos prodigiosos: el caduceo de Mer-
curio, la vara de Circe, el cetro de Minerva… O la vara con la que Moisés logró
abrir el mar Rojo. O la que se convertía en serpiente: «…y echó Aarón su vara de-
lante del faraón y de sus siervos, y tornóse culebra». Lo único es que el faraón no
se conformó: «…hicieron también lo mismo los encantadores de Egipto… pues
echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras: mas la vara de Aarón devo-
ró las varas de ellos» (Éxodo 7,9-12). Todo se podía lograr con Dios y un bastón,
lo mismo que los FAQUIRES de la India, que convierten a placer una serpiente en un
cayado: el truco es saber tocar el punto exacto en la cabeza de una cobra para que
se ponga rígida unos segundos [Shah, 2000].

Vedas. Libros Sagrados de la India. Textos de la religión brahmánica, transmiti-


dos de forma oral y sólo muy posteriormente escritos en sánscrito. No se los tenía
por una revelación dada a un profeta, sino por libros emanados directamente de lo
divino, sin error posible. El más antiguo es el gran compendio o samhita, llamado
Rig Veda. Los himnos rig-védicos son la fuente de la liturgia brahmánica y el ele-
mento de fijación de la primera gran religión de la India. Otros Vedas, de época
posterior, son los llamados Sama, Atharva y Segur (o Yadjour, «blanco» y «ne-
gro»). Max Müller (1823-1900) hizo estudios pioneros en la literatura en sánscrito
y tradujo el Rig Veda, datándolo en el año 1200 a.C. Eso ha sido criticado por
otros estudiosos de la India, que achacaron a Müller una deformación o un ETNO-
CENTRISMO de estirpe cristiana, como si estuviese anclado en la fecha canónica del
año 4004 a.C., cuando ocurrió nada menos que la Creación del mundo. Siendo así,
Müller no podía admitir que los Vedas fuesen anteriores al GÉNESIS. Lo cierto es
que la antigüedad de los Vedas, sin estar clara, parece muy superior a la marcada
por Müller.

veddas / veddahs / vedas. Pueblo DRAVÍDICO residual en Sri Lanka, tal vez
unos 2.000 individuos en estos momentos. Entre ellos, unas pocas docenas son ca-
zadores y recolectores aunque con tendencia a la sedentarización. Los veddas de-
bieron ser los habitantes originales de la isla de Ceilán en tiempos dravídicos y aún
antes. Max Müller [1881] recogía las curiosas impresiones de sir J. Emerson Ten-
nent, viajero por el Ceilán de finales de siglo XIX, sobre que los veddas carecían de
lenguaje: «…se entienden por signos, muecas, sonidos guturales, que se parecen
poco a un lenguaje articulado». Lejos de esas supercherías, los veddas hablan cin-
galés, una lengua indo-europea, y sus propios dialectos. Y hasta reciben el tributo
del templo todos los años en la fiesta de Kataragama por ser descendientes de Vali
Amma, una pastorcilla vedda que fue esposada por el hijo de Siva. Por eso tienen
el poder de parar la Pera Hera o «procesión de los elefantes». Y de ahí la antigua
frase inglesa: «El templo ha de pagar tributo a los vedas».

vela mágica. En sus memorias, Rafael Alberti saca a relucir la existencia en el


pueblo cordobés de Iznájar, junto a Rute, de unas velas de espiritistas hechas con
esperma humano. Con ellas se hacían procesiones por el campo y, cuando se con-

544
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

sumían la última gota caída, indicaba el tesoro enterrado. Era una «…especie de
varita de virtud, poseedora del don adivinatorio…». [Alberti, 2005]. La arboleda
perdida es un pozo de sorpresas. En la iglesia de Medina de Pomar (Burgos), a Ra-
fael y su hermano Agustín les enseñaron el PREPUCIO de Cristo y, según el sacristán,
«el verdadero…, pues el que se venera en la catedral de Jaén es falso».

velo. Alá dice al Profeta: «Di a las creyentes que bajen sus ojos, oculten sus par-
tes y no muestren sus adornos más que en lo que se ve. ¡Cu-
bran su seno con el velo!» (Corán 24,31). Eso aún influye en
que las mujeres musulmanas lleven velo (> HIJAB). El velo es,
en otro contexto, un símbolo de un estado ambiguo, la tinie-
bla a punto de devenir luz, la oscuridad poco antes de ser ilu-
minada. Un velo separa al sagrario del copón. Y a una novia,
de su próximo estado de casada. Pero para budistas e hin-
duistas velo es sinónimo de MAYA, la ilusión, la ignorancia o
«la materia con la que está tejido el mundo de los fenóme-
nos» [Cooper, 1988].

Vemarana. Nombre de la nonata república secesionista de Espíritu Santo,


una de las islas de Vanuatu. Aunque no llegó a existir, Vemarana acuñó monedas
de oro y plata. Su líder, Jimmy Molly Stevens, fundador del Nagriamel, un movi-
miento tradicionalista con visos mágicos, llegó a pedir el reconocimiento de las
Naciones Unidas. Sin embargo, el 30 de julio de 1980 nacía la República de Va-
nuatu en el país llamado hasta entonces Nuevas Hébridas, lo que había sido un in-
usual condominio franco-británico desde principios del siglo XX. Vemarama no
surgió por azar en Espíritu Santo, una de las islas más proclives al misticismo des-
de el mismo momento de su bautismo y descubrimiento por Pedro Fernández de
Quirós en 1606. Ese capitán portugués al servicio de la Corona española puso a la
isla el nombre completo de «Austrialia del Espíritu Santo», por creerse ya en un
continente austral y, al mismo tiempo, por la reinante Casa de Austria. Espíritu
Santo se convirtió en santo de su particular devoción. Fundó una capital que llamó
Nueva Jerusalén y allí instauró la Orden de los Caballeros del Espíritu Santo. El
intento colonizador español acabó en un par de meses, no así la creencia autóctona
isleña en tantos espíritus, santos o malignos. Eso fue capitalizado por el movimien-
to Nagriamel, aparte de que Stevens recabó ayuda de los colonos franceses, y de la
Phoenix Foundation de los Estados Unidos, organización deseosa de poner un ca-
sino y hoteles en esa apartada isla de la Melanesia. Se desató entonces la llamada
«guerra del coco», que apenas produjo media docena de víctimas, pero Stevens fue
encarcelado durante once años hasta que salió en 1991 ya casi para morir.

venéreas. Entre las enfermedades puestas bajo la advocación de Venus, diosa


del amor, la sífilis y su origen dieron lugar a un encendido debate y a un prejuicio
tan largo como los casi cinco siglos que transcurrieron sin hallar el remedio ade-
cuado. «La moralidad del cuerpo es la salud» [Haggarth, 1929], y eso es lo impor-
tante. Pero la superchería quiso su parte. La gran epidemia de sífilis desatada en

545
LUIS PANCORBO

Europa el siglo XV bien pudo ser una recrudescencia de una enfermedad ya cono-
cida en viejas culturas aunque no bien diagnosticada. Hubo empeño en buscar su
raíz en la conquista española de América. Se supuso en concreto que la sífilis venía
de La Española, o de Haití, y que de allí pasó al mundo. La enfermedad, que deri-
va del griego Syphilos, un pastor de cerdos o porquero, deja marca en los huesos,
pero no parece haber huellas en los esqueletos precolombinos. En la Biblia hay in-
dicaciones de una enfermedad sexual que bien pudo ser gonorrea. Ni Chaucer ni
Bocaccio, que se volcaron en historias llenas de yacer, dieron pistas claras sobre la
existencia de ese morbo. Todo eso contribuyó al misterio y la controversia, sobre
todo en los siglos XV y XVI, tras el descubrimiento de América. En 1493, Colón
aseguró que algunos de sus hombres habían contraído una nueva enfermedad en el
Nuevo Mundo. El cronista Fernández de Oviedo fue uno de los primeros en des-
cribir las bubas, sífilis según él: pone a los franceses como muy sujetos a esa enfer-
medad, pero sitúa su origen en las Antillas, y aventura que los españoles la contra-
jeron por acostarse con indias. El doctor Rodrigo Díaz trató de bubas a Pinzón, el
piloto de Colón, y en su libro dedicado al rey Juan III de Portugal, habla del «fruto
de todos los santos contra la enfermedad de la isla de Española, comúnmente lla-
mada bubas». Gabriel Fallopius, anatomista ilustre, aseguró: «Colón trajo sus bar-
cos cargados de morbo gálico… allí el morbo es suave, como la urticaria entre nos-
otros, pero trasplantada aquí se hace inmisericorde, infecta y corrompe cabeza,
ojos, nariz, paladar, piel, carne, huesos, ligamentos y al final todas las entrañas».
Todavía en 1730 un libro americano de medicina popular decía: «Los píos españo-
les la cogieron de sus queridas negras en las Indias Occidentales y tuvieron el ho-
nor de propagarla al resto del mundo». Civilización y sifilización fueron juntas, eso
se discute menos. Vasco de Gama la llevó a la India y los moriscos y judíos a África
y Asia Menor. Puede que los misioneros jesuitas portugueses la transportaran con
sus propios cuerpos a China en 1505. Ya en 1569 llegó a Japón. Sin embargo, para
el doctor Girolamo Fracastoro estaba claro en 1530, cuando escribió su poema
médico Syphilis sive Morbus Gallicus, que se trataba de un morbo gálico, francés.
En 1495, el emperador Maximiliano promulgó un edicto donde declaró que «la
nueva enfermedad francesa era un castigo de Dios por los pecados del hombre»
[Haggard, 1929].

ventrílocuos. No son sólo quienes tienen esa habilidad para hablar desde el
vientre, ni los MONGOLES que cantan khoomi sin mover los labios, sino ciertos tex-
tos antropológicos: hablan ellos solos, aunque parezca que lo hagan desde muy
dentro. Según Tyler [1986], la puesta en forma textual ya se ha convertido en el
principio de la actividad etnográfica. Eso sucede en el surf del postmodernismo
dado que «la ETNOGRAFÍA posmoderna privilegia al “discurso” por encima del
“texto”, ella pone en primer término al diálogo y no al monólogo…» [Tyler, 1986].
Por su parte, Clifford GEERTZ [1989] reconstruye las estrategias textuales de mu-
chos colegas y, si no encuentra ventriloquía, sí a lo mejor confesión (de los efectos
producidos en uno por la existencia del otro); meditación (imaginación del otro a
la medida objetivada de lo que se proyecta en él en función de uno); clonación (re-
producción y trascripción de las expresiones del otro tal como se manifiestan); he-

546
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

teroglosia (la conversación con el otro); homofonía (solipsismo del narrador)... La


trampa de la escritura cobra las piezas antropológicas y hasta a muchos cazadores
con el cazamariposas puesto. A veces es cuestión de destripar la alegoría, de bus-
car la sinécdoque, cronotopos de ficción inaccesibles a la experiencia…, tantos ca-
minos que necesitan nuevos programas de investigación etnológica, y aquí van
unos cuantos de suma actualidad: «La vertiente interpretativa, el postmodernismo,
los cultural studies, los subaltern studies, el cognitivismo, el neo-darwinismo, y la
vertiente práctica» [Berger, 2004].

verones / berones. Antiguos habitantes de Burgos, Vitoria y Logroño, según


Estrabón, el geógrafo que defendió la idea de una masiva población celta de Espa-
ña [Dosfuentes, 1915] y que consideró a los celtas civilizados, a los habitantes de
Andalucía exquisitos como corresponde a un país romanizado, y feroces y salvajes
a los de Galicia, país antirromano. Por otra parte, Estrabón también defendía que
lusitanos, gallegos, astures, cántabros, vascones y pirenaicos «eran unas mismas
gentes, que vivían del mismo modo, y hablaban una misma lengua», que él no co-
noce, pero tiene por bárbara, como tacha sus costumbres de feroces. Parece ser
que los verones, o berones, vecinos de los celtíberos, eran más bien vascones y cán-
tabros, aunque Estrabón los tuviese por celtas [Dosfuentes, 1915].

verracos. Figuras zoomorfas (toros, cerdos, jabalíes), probablemente sagradas,


propias de los vetones, pueblo celta que habitó en torno al Sistema Central ibérico
desde el siglo VII a.C. Pocas esculturas en la península tienen la fuerza y el simbo-
lismo (aún oscuro) de los Toros de Guisando. Pero de toro en toro se puede viajar
por una España que aún no lo era y tenía su culto taurino (> TOROS SAGRADOS). En
Talavera de la Reina llaman «Cabeza del Moro» a la cabeza de un verraco desmo-
chado tal vez por las miles de manos que han acariciado su granito a lo largo de los
siglos. En las murallas de Toro (Zamora), junto a la puerta de Santa Catalina, hay
una gran estatua de un verraco que vuelve a evocar el culto céltico, incluso celtibé-
rico, al verraco. Asimismo, en el viejo puente de Salamanca existe aún una figura
zoomorfa conocida como «el Verraco» o «el Toro», que de las dos formas el habla
popular juntaba esas figuras: en todo caso un gran cuadrúpedo descabezado, simi-
lar a los Toros de Guisando, y probablemente del siglo IV a.C. Al verraco de Sala-
manca también se le ha relacionado con los vetones y señala de nuevo la antigua
veneración por lo que si no era un dios, era un TÓTEM. Luego, la palabra voló a
América con la sangre española y pobló el habla de muchos países de juegos con el
verraco, esta vez claramente bravío: «ponerse verraco», «dar una cosa o una perso-
na verraquera»… Aluden a ira, genio genital, venganza y ofensa juntos, en tono
muy subido (al menos en Venezuela). Estas esculturas prerromanas se han encon-
trado casi siempre «al lado de poblaciones ibéricas» [Morán, 1940]. Sólo en la
provincia de Salamanca se señalaron 17 esculturas zoomorfas, de las cuales llevan
nombre distinto de verracos las siguientes: «Cebón de Fuenlabrada», «Burro de la
Barrera», «Burro de San Antón», «La Yegua de Irueña», «Jabalí de Gallegos de
Argañán», «La Barbada de Barba de Puerco», «Toro de Berrocal de Padierno»…

547
LUIS PANCORBO

verruga peruana. Enfermedad de la piel, manifestada con pústulas, contraí-


da por los españoles en las expediciones a la selva («entradas» era la palabra justa).
Probablemente se trató de alergias extremas a las picaduras de los mosquitos y
otras sabandijas.

Vespucio / Vespucci. Americo Vespucio acabó dando su nombre a una tie-


rra que en puridad debería llamarse «Colombia» y que, en cambio, fue «América».
El 4 de septiembre de 1504, Vespucio escribió una carta a su amigo Pier de Soderi-
ni arrogándose haber descubierto un continente (la realidad es que había viajado
apenas por Sudamérica). Esa misiva llegó a manos del geógrafo Martin Waldsee-
müller, quien a la sazón estaba pergeñando un mapa del orbe, y éste decidió adju-
dicar, o regalar más bien, el nombre de «América» al nuevo continente: «…no veo
razón para que no la llamemos América, es decir, la tierra de Americus». Con
todo, Vespucci fue un buen explorador y dio noticias curiosas del Brasil (Lettera al
Gonfalone), como cuando los INDIOS le calcularon la edad por medio de guijarros.
A PIGAFETTA le presentaron varias generaciones de indios para demostrar su lon-
gevidad: «Los viejos llegan ordinariamente hasta los ciento veinticinco años, y al-
gunas veces hasta los ciento cuarenta» [Pigafetta, 1922].

vévé. Diagrama sagrado del VUDÚ, con cierto parecido con los YANTRAS hinduis-
tas, realizado generalmente en el suelo con harina de mandioca, maíz, polvo de
café... Los vévés, también llamados seremoni, son dibujos simbólicos, y a menudo
geométricos, que revelarían la presencia de los dioses el vudú (> LOAS).

vikingos. De viking, plural vikingar, de donde la canción para beber «Blonda


svenska vikingar…» («Rubios suecos vikingos…»). A partir del siglo VIII, empezó
el gran desarrollo marítimo y comercial de una gente escandinava, asentada en cos-
tas que hoy corresponden a Dinamarca, Suecia, Noruega, Islandia… No era un
pueblo homogéneo, sino propiamente «gente del norte» (noromenn, o «norman-
dos», como fueron conocidos luego en Francia). Hasta el declive y disgregación
que sufrieron en el siglo XI, fue notable sobre todo su capacidad como navegantes,
con barcos muy marineros llamados drakkar. Navegaron con ellos e hicieron em-
presas tales como arrasar los litorales de Europa hasta los de la antigua Hispania,
especialmente por la parte de Galicia (en Catoira celebran el desembarco de los vi-
kingos todos los agostos con un estrambótico festival con gran profusión y efusión
de ribeiro que recuerda a la tomatina del pueblo valenciano de Buñol). Es contro-
vertido si los vikingos lograron ser los primeros en América a partir de los pocos
indicios de su presencia en la península del Labrador y otras zonas (> VINLANDIA).
Sus métodos de conquista, aparejados a los de los posteriores piratas, sembraron
de terror los litorales de las islas Británicas, Francia, España…
Sin embargo, los vikingos también se mezclaron con las
gentes locales dando origen a asentamientos prósperos
como fue el caso de Normandía, York, Dublín…
Su origen, de todos modos, era germánico y ado-
raban deidades germánicas: Odín, Thor, BÁL-

548
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

DER… Se les atribuye la escritura rúnica (> RUNAS), con un alfabeto llamado fu-
thark, que deriva de los nombres de los primeros 24 signos. Para algunos runa
quiere decir «misterio», algo muy apropiado dado que fue el dios Odín quien en-
señó a escribir a los hombres.

Vilcabamba. Región peruana donde se supone que se refugiaron los INCAS


después de la conquista del Cuzco por parte de los españoles de Pizarro. Manco
Inka habría sido el líder de las fuerzas del viejo imperio errantes aún durante dece-
nios. Para Hiran Bingham esas características de refugio postrero se daban en Ma-
chu Picchu: tal vez fuese la propia Vilcabamba. El significado de Vilcabamba en
quechua es «pampa de la huilca» (una planta de efectos alucinógenos). En lo que
hoy se conoce como Vilcabamba se han encontrado las ruinas de Choquequirao
(«Cuna de Oro»), una ciudad con evidentes signos de haber sido también un im-
portante centro ceremonial. Otra cuestión es saber si todo eso coincide con lo que
se dio en llamar «Vilcabamba la Grande», una corte de tanta alcurnia como la que
pudo tener Cuzco y luego Machu Picchu. En Vilcabamba la Grande se hizo fuerte,
después de Manco, su hijo Titu Cusi Yupanqui. En febrero de 1570, y con la ayuda
del agustino fray Marcos García y del mestizo don Martín de Pando, el nuevo Inca
redactó con destino al rey Felipe II uno de los memoriales más estremecedores de
la Conquista: el de su propia apostasía. Eso dio pie a sucesivas barbaridades cris-
tianas para desacreditar a los dioses incaicos. Por ejemplo, los frailes quemaron un
importante templo del sol de Vilcabamba «…era el sitio principal de adoración al
Inti, al cual la gente llegaba a venerar, reverenciar y besar las manos del sol proba-
blemente en junio, en la época del solsticio invernal de ellos, rogándole su pronto y
deseado retorno» [Bingham, 1977].

Vinlandia / Vinland. País de los VIKINGOS en América entre real y fabuloso.


Vinland («Tierra de Viñas») se suele proponer como el primer descubrimiento de
América, y a veces para desmerecer a Colón. Los vikingos al menos habrían sido
los pioneros en viajar desde Europa a la costa oriental de los Estados Unidos, en lo
que hoy es Nueva Inglaterra. Mil años atrás, esa zona habría gozado de un clima
más benigno, capaz de sustentar viñedos. Una hipótesis sugestiva para los que pre-
fieren que sean gentes del norte los ganadores de la carrera. Sin embargo, se ha de-
mostrado la falsedad de un supuesto mapa de tiempos de Leif Erikssson, hijo de
Eric el Rojo, que mencionaba a «Vinland». Se guardaba como un tesoro en el Mu-
seo de la Universidad de Yale, pero se trata de una —hábil— falsificación que hizo
un sacerdote norteamericano en 1923, tal como se demostró por la tinta. No era
tinta antigua. Otra cosa es si aquellas viñas vikingas dieron alguna vez vino. O si
fueron arándanos.

vino de coca. Una bebida estimulante y legal a finales del siglo XIX. Como su
nombre indica incluía extracto de COCA. Un consumidor habitual fue el escritor
Stevenson, quien lo tomaba en Bournemouth (Inglaterra), donde también vivían, y
bebían eso, los Shelley, especialmente Mary, la esposa del poeta. En 1890, Steven-
son escribió una carta desde SAMOA elogiando el extracto de coca como remedio

549
LUIS PANCORBO

contra el catarro. Peores eran sus hemorragias, para lo que tomaba ergotina, un
medicamento que venía del ERGOT, «el mismo parásito del centeno del que fue de-
rivado luego el LSD» [Rankin, 1987].

vipassana. Técnica de meditación. Para los budistas es también ver las cosas
tal como son, algo que ya se sabe que no resulta fácil. Por eso se usa en las cárce-
les. Los temas de meditación vipassana, y el extrañamiento al que conduce, contri-
buyen al parecer a la mejora de la calidad de vida de los reclusos. Arte de vivir,
pues, que sigue de cerca al BUDA más primigenio, el que enseñaba que no hay en-
fermedad, sino enfermos (el doctor Marañón dijo algo parecido que tuvo mucho
éxito), es decir, nada se logra sin erradicar primero el propio y consustancial sufri-
miento humano, el de la existencia y el apego correspondiente. Los dolores de ca-
llos o de padrastros vienen luego.

Viracocha / Huiracocha / Virakocha. Gran deidad del Incario y de Ti-


huanaco, donde equivalía al Gran Hacedor. Es notable el paralelismo de Viraco-
cha (de wiraqucha, de wira, «grasa», y qucha o cocha, «laguna», «agua») con el
dios mexicano QUETZALCOATL: ambos dioses se vinculaban con un poder superior
que vendría de allende el mar. Por extensión, «viracochas» fueron llamados en
Perú los blancos, los españoles. Pedro Sarmiento de Gamboa, explorador oceáni-
co, pionero con Mendaña en las SALOMÓN, ocultista, repoblador del estrecho de
Magallanes y autor de una erudita y llena de trabajo de campo Historia de los In-
cas, describió a Viracocha Pachayachachi como «…el autor de la primera creación,
cuando todo era un mundo oscuro, sin sol, ni luna ni estrellas». Ahí surgieron los
primeros hombres, gigantes de piedra, mal esculpidos, que se rebelaron contra Vi-
racocha y éste les castigó mandándoles el DILUVIO. Luego se produjo una segunda
creación de Viracocha, cuando hizo el lago Titicaca en el Collao, y allí mandó sur-
gir al sol, la luna y las estrellas… En el Perú de la Conquista concurre también Pe-
dro de Alvarado, el que antes había sido llamado Tonatiuh, «Hijo del Sol», por los
mexicas. Viracocha y Tonatiuh se unen, pues, en la figura de Alvarado, Adelantado
de la Mar del Sur, un título con su capitulación correspondiente que le facultaba
para explorar y apoderarse de los territorios al sur y al poniente. Nada más inten-
tarlo, se encontró en Quito con la ocupación de Almagro.

vírgenes. Vestales en la antigua Roma; acllas en el Incario… En algunas cultu-


ras, las diosas vírgenes no tenían por qué ser necesariamente de la categoría virgo
intacta, sino célibes, libres [Cooper, 1988]. En todo caso, no hay mayor misterio
mariano que el de la INMACULADA CONCEPCIÓN: «believe it or not». En el catolicis-
mo, las Vírgenes han sido objeto de sobreveneración. Sólo en América Latina pue-
de haber 170 advocaciones asociadas a las apariciones o a las invenciones (hallaz-
gos de imágenes): «Abogada», «Auxiliadora», «Mediadora», «Socorro», «de las
Angustias», «de la Caridad», «de los Remedios». Y «Lámpara inextinguible», «Es-
trella del mar», «Escala del cielo»… Sus cuadros y facciones a veces son pintadas
por los ángeles o, si fueron por mano humana, se atribuyen por ejemplo a san Lu-
cas, evangelista y ubicuo pintor mariano (al mismo tiempo se le considera autor de

550
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

la pintura de Monserrat y de la de Santa María de la Impruneta de Florencia). En


tanto alma en estado de inocencia primordial, se quiso oponer la Virgen católica a
diosas, tal vez no vírgenes, pero atractivas, como ASTARTÉ-Afrodita-Venus. No
siempre fue posible evitar el sincretismo: con la Iemanjá umbandista; o, en el caso
de los bizantinos, sobreponiéndola a la imagen de Niké, la Victoria Alada. Si no es
Ceres, poco le falta a Nuestra Señora de la Gracia, la que está pintada en una tabla
en la iglesia florentina de Orsanmichele [Cardini, 1984].

visiones. Es precisa, y vigente, la definición de Scaramelli [1791] sobre la vi-


sión imaginaria: «Una representación interna de algún objeto que se forma en la
fantasía por medio de especies o convinadas o de nuevo infusas, é ilustradas con
luz sobrenatural, por la qual ve la potencia el objeto mas claramente que lo verian
los ojos del cuerpo con su vista». Para santa Teresa, las visiones del Redentor eran
más bien paulatinas: le veía de a poco, primero las manos, luego el rostro… Nada
perjudica para la formación cabal y perfecta de una visión que el objeto esté dis-
tante, por ejemplo, en el cielo. Además, la sustancia de las visiones procede de la
combinación e infusión de las especies, y de «la luz divina que las aclara» [Scara-
melli, 1791]. Según la doctrina hinduista del Advaita Vedanta, y de la tibetana ex-
presada en el Bardo thös tol, la visión precede al gran viaje del ser, de lo que queda
de él, tal vez ya un alma desencarnada (> JIVAS): «En el momento preciso en que va
a morir el hombre tiene una visión repentina, fugitiva como un relámpago, de la
Unidad absoluta, de la cesación de todas las distinciones, una visión de la Existen-
cia en sí misma en la cual él es, por tanto él es quien es» [David-Néel, 2000].

vito. Antigua costumbre andaluza para ridiculizar o escarnecer a alguien. «Los


vitos estaban destinados a expresar públicamente, y por tanto a prohibir, un escán-
dalo» [Cassar, 2004]. Los vitos fueron prohibidos, pero se siguieron practicando,
ya fuera en contra de las VIUDAS que se iban a volver a casar, o contra varias capas
sociales a excepción de los «señoritos» inmunes a esa especie de cencerrada o cha-
rivari que acompañaba la hiriente costumbre. No tiene esto nada que ver con el
convulsivo baile de San Vito (ni con victo, el sustento diario).

vitriolo / vitriol. Con las iniciales de la palabra «vitriol» los ALQUIMISTAS con-
densaban su doctrina: «Visita Interiorem Terrae Rectificando Invenies Operae La-
pidem»: «V.I.T.R.I.O.L.». Significa: «Baja a las entrañas de la tierra y destilando
encontrarás la piedra de la obra». El vitriol o vitriolo es el símblo del proceso de
transformación, según la traducción de Jean Servier [1964]. Pero para Kurt Selig-
mann [1956], V.I.T.R.I.O.L es más bien: «Visita Interiora Terrae Rectificando In-
venies Occultum Lapidem» («Explora el interior de la tierra. Rectificando, tu des-
cubrirás la piedra oculta»). Otra manera de decir, la síntesis alquímica, la
reconstrucción de uno mismo a partir «…de diversos grados de inconsciencia, ig-
norancia y prejuicios» [Chevalier, 1982].

viudas. En Shianchiu (Chechiang), las viudas jóvenes y bellas eran muy solicita-
das para que dieran hijos a las parejas que no podían tenerlas. La mujer estéril se

551
LUIS PANCORBO

encargaba de arreglar las condiciones económicas de la «viuda de alquiler» y a ve-


ces se llegaba a redactar un contrato, con una validez de dos o tres años, aunque
había casos excepcionales en que la cuestión duraba diez o quince años. Si un
hombre deseaba un niño, y la viuda de alquiler le daba hasta dos niñas seguidas,
eso podía causar problemas. Por ejemplo, que el hombre cambiase de viuda de al-
quiler [Peng, 1970]. En la India, las viudas practicaban antaño el sacrificio del su-
tee (> SATI) echándose en la pira del marido al enviudar. Abolida esa costumbre
por los ingleses, las viudas de la India, sobre todo las de CASTAS bajas, o sin casta,
lo siguen pasando tan mal como siempre, sin dinero, ni familia, ni trabajo.

vivencias. Experiencias que marcan el carácter. Nadie es igual después de co-


mer carne humana, dijeron los supervivientes uruguayos del accidente aéreo de los
Andes. La vivencia se intelectualiza en Occidente. La cuestión se complica en
Oriente, donde depende de qué realidad se trate. O de los grados de realidad que
se vivan o experimenten. Los TULPA tibetanos «tienen su propio género de reali-
dad» [David-Néel, 2000]. Un hombre soñaba que le daban de bastonazos y cuan-
do se despertó tenía el cuerpo lleno de magulladuras. Pero, ¿y los dobles de uno?
No son criaturas animales como las del NAHUALISMO amerindio. Son los dobles
perfectos de una persona que se darían en el budismo mágico siempre del Himala-
ya. ¿Qué clase de vivencia puede tener el doble de uno? ¿La vivencia de uno o la
del otro? No se trata sólo de TULPAS, ni de dobles, sino, dentro de equis tiempo, de
clones reales. ¿Serán suyas sus vivencias o del originador de sus células? Estos te-
mas que parecerían novedosos subyacen en las filosofías orientales. Los hinduistas
hablaron de tres mundos y, en primer lugar, del mundo del deseo (kama loka), que
es el material, el dominado por los instintos de posesión y apego (allí donde se for-
jan las experiencias); luego viene el mundo de la pura forma, o de las ideas abstrac-
tas (rupa loka); y, por fin, el mundo sin forma (arupa loka), o lo inconcebible. Y
sin embargo, «ninguna de las condiciones de existencia es eterna» [David-Néel,
2000].

Völkerkunde. Estudio del desarrollo material de los pueblos. Uno de los tres
pilares de la ETNOGRAFÍA, junto a Volkskunde, entendido no tanto como FOLCLORE
sino como conocimiento de hechos psíquicos e intelectuales, y Kulturwisenschaft,
ciencia de la civilización en sus elementos iniciales y naturales [Hoyos, 1917]. Esa
idea alemana de entender la etnografía era más elaborada que el criterio francés al
respecto. Por otra parte, «Etnografía y Folklore son el estudio de la vida y el alma
popular; lo que sabe, siente y hace el pueblo, no lo que se sabe de él; es la recolec-
ción de los productos directos de la mentalidad del mismo, en los que, afirma
Wolf, “apenas hay nada insignificante; y, a menudo, en la mayor nimiedad se refle-
ja admirablemente el espíritu que lo anima”» [Hoyos, 1917]. Ya en 1892, Luis de
Hoyos llegó a una recopilación sistematizada «de lo hecho en España» y lo plasmó
en Ensayo bibliográfico de Antropología y Etnografía española, base de un primer
y vasto recuento de documentación. A mediados y finales de siglo XIX hubo en Es-
paña varias sociedades dedicadas a estos temas. Destacaron la Real Academia de
Arqueología y Geografía, presidida por el infante don Sebastián, con cátedras

552
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

como la de Balbín de Unquera, sobre religiones primitivas; Castellanos, sobre usos


y costumbres, y Villaamil y Castro y Baamonde, sobre temas etnológicos. Aparte
de la pionera en absoluto, la Sociedad Antropológica Española, fundada en 1865
por Pedro González de Velasco, que llegó a publicar valiosas «investigaciones crí-
ticas de temas etnográficos» de Jiménez de la Espada, Janer, Isern y otros.

Volkgeist. En alemán, «espíritu del pueblo». Voz muy representativa del pen-
samiento alemán y configurada a menudo como «el espíritu humano». Por eso fue
también una expresión romántica que tanto se usaba en la lingüística como en la
música. «El lenguaje no es ergon, sino energei, no es producto exterior y artificial,
ni un medio de representación de la inteligencia humana, sino la autorrealización
del espíritu humano enraizada en el espíritu del pueblo histórico…» [Mayr, 1994].

Volto Santo. En italiano, «Rostro Santo». Escultura de un Cristo, expuesta en


la catedral de San Martino de Lucca, en la Toscana italiana, que se consideró el
verdadero receptáculo del Santo Grial durante la Edad Media. Se cree obra de Ni-
codemo, el hombre que ayudó en el enterramiento de Cristo, y que al parecer se
quedó con las mejores RELIQUIAS, como dos frascos llenos de la sangre de Cristo,
los que acabó colocando en la cabeza de la escultura. Se considera a Nicodemo au-
tor de uno de los evangelios no autorizados. Su Volto Santo no agota por supuesto
la posible ubicación del GRIAL. Hay quien se inclina por la Casa Nanteos de Gales,
donde se refugiaron los monjes de la abadía de Glastonbury en 1530 tras la disolu-
ción de los monasterios. Un cuadro de Abraham Janssens del siglo XVII muestra a
una melancólica y opulenta Magdalena mirando la copa del Grial, que contendría
la sangre de Cristo, mientras en la parte de abajo una calavera contrasta con unas
uvas de aspecto suculento.

volvoretas / velairiñas. En gallego, «mariposas». Recibían un cierto culto


en Galicia, especialmente las que procedían del gusano del centeno [Rodríguez
López, 1910]. Las volvoretas blancas eran ÁNIMAS del PURGATORIO; las volvoretas
negras, ánimas en pena que pedían rezos para salvarse. Las mariposas nocturnas
también eran clasificadas en blancas, portadoras de buena fortuna, y negras, lo
contrario. Estas y otras supersticiones gallegas fueron recogidas por el médico Je-
sús Rodríguez López, además de su gran compendio de oniromancias y agüeros
gallegos, aunque tuvo problemas y su obra fue prohibida por el obispo de Lugo en
1895 y tachada de SUPERSTICIÓN en una especie de condena homeopática.

votos. Los votos o promesas religiosas más habituales entre los católicos suelen
ser los de castidad, obediencia y pobreza. Eso ha articulado, con salvedades a la
orden del día, la vida de monjes y monjas, incluso de caballeros de ciertas órdenes
militares y hospitalarias, como la de Malta. La contradicción de los votos hechos a
un ser supremo siempre ha sido no contar con la humana fragilidad y los cambios
de humor de hombres y mujeres. Las vestales, fuesen de Roma o del Cuzco, eran
tan constantes en sus votos y virtud como los sacerdotes cuya moral se vinculaba a
Apolo o a Inti. Todo podía ser, como los EXVOTOS que constituyen una promesa

553
LUIS PANCORBO

solemne o una solemne engañifa. Ya en tiempos neolíticos aparecían exvotos en las


sepulturas, y la antigüedad de la SUPERSTICIÓN es un asunto crucial para la palean-
tropología: tal vez alguna clase de exvoto, asociada a enterramientos anteriores al
Neolítico, proporcione la clave de una dimensión religiosa, o trascendente, del
hombre más PRIMITIVO. O no. Durante mucho tiempo se consideró que el llamado
periodo «robenhausiano» (por la aldea Robenhausen en el cantón de Zurich, cul-
tura de la piedra pulimentada) fue el primero en que se registraron inhumaciones
dignas de ese nombre, que señalaban un algo más, un respeto o un cuidado espe-
cial. Antes se abandonaban los despojos humanos en el suelo, como los de los ani-
males. Al máximo se usaban al efecto grutas y dólmenes y túmulos ya bordeando la
Edad del Bronce. La cuestión es que el hallazgo de enterramientos con elementos
simbólicos de una alimentación en el más allá, raspadores, puntas de flecha, inclu-
so vasos con alimentos (como los de las tumbas del departamento francés de la Lo-
zére) obedecían a un propósito claramente votivo (eso fue común en el periodo
denominado «carnaciano»). En varias fuentes de agua, consideradas medicinales,
se han encontrado sílex, monedas y hasta placas de mármol con inscripciones rela-
tivas al agradecimiento de las personas curadas, material que muy posteriormente
pasó a las iglesias del Bon Secours, Nôtre-Dame-des-Victoires, etc. Los muertos
del Neolítico se enterraban con la cara hacia abajo, y los del Bronce con la cara ha-
cia arriba. Luego, en la transición del Bronce al Hierro, había túmulos para los in-
cinerados, no inhumados, como por ejemplo en Saint-André de Mérouilles. En las
tumbas merovingias no faltaban unos curiosos sílex, láminas a veces colocadas so-
bre las espadas de hierro [Salmon, 1886]. Otras veces, el exvoto consistía en colo-
car una moneda bajo la lengua del muerto, para pagar así el peaje de la barca que
lleva al otro mundo, costumbre que continuó en el Mediodía francés hasta el si-
glo XX.

Voynich. Nombre de un manuscrito de 116 páginas, escrito al parecer entre los


siglos XV y XVI, propiedad del librero ruso Wilfrid Voynich, de quien tomó el nom-
bre con el que ha sido conocido en círculos esotéricos. Voynich estuvo ligado a mo-
vimientos anarquistas rusos y confinado en Siberia. En 1915 expuso el manuscrito
en Chicago y causó gran sorpresa al ser considerado, hoy por hoy, uno de los pocos
textos del mundo aún no interpretados, y ello tanto por el lenguaje en que está es-
crito como por sus dibujos, unas viñetas que muestran vegetales desconocidos en la
Tierra y diagramas astrales extraños. Aunque bien pudiera tratarse de un fraude de-
bido a Edgar Kelley [Dos Santos, 2005]. Trithemius, otro autor HERMÉTICO, escri-
bió dos obras, Steganographia (1500) y Polygraphia (1518), que se convirtieron en
piedras angulares de la literatura ocultista, al me-
nos hasta 1993, cuando el criptógrafo alemán Tho-
mas Ernst consiguió averiguar que se trataba de
«una versión primitiva de la Enigma, la máquina
de cifrar que los nazis emplearon durante la Se-
gunda Guerra Mundial, y que para romperla los
británicos desarrollaron el primer ordenador de la
historia, Colossus» [Alonso-Sabadell, 2005].

554
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

vril. La gran energía oculta en el hombre. Una palabra inventada por Jacolliot,
cónsul francés en Calcuta durante el Segundo Imperio. Poseer y controlar el vril
daría un gran poder sobre uno mismo y sobre el mundo. Según informaciones del
doctor Willy Ley, experto en cohetes que huyó de Alemania en 1933, en el Berlín
nazi proliferaban las sociedades esotéricas, con ramificaciones entre los ROSACRU-
CES, como la Logia Luminosa o la Sociedad del Vril. Influían en las sociedades teo-
sóficas en boga, muchas de ellas inspiradas en Vril: el poder de la raza venidera
(2004), la novela de Bulwer Lytton (más conocido por Los últimos días de Pompe-
ya), donde hombres que han llegado a grandes niveles de psiquismo se ocultan en
cavernas, pero siempre esperando salir para dominar la Tierra. Lytton, autor de
otro libro tan popular a principios de siglo XX como Zanoni, era miembro de la
GOLDEN DAWN, sociedad neo pagana, de masones rosacruces, fundada en 1876
por Wentworth Little (Frater Little, un francmasón y rosacruciano, experto en
Levi). Aunque no faltaban casos y obras aun más asombrosas como la de Godfrey
Higgins The Anacalypsis, «un intento de descorrer el velo de la Savítica Isis». Al
parecer, todo eso influyó en Hitler, otro deseoso de entrar en contacto con los
«Superiores Desconocidos» [Pauwells-Bergier, 1966].

vudú. Palabra que procedería de vodum, vocablo del idioma africano fon [F.
Huxley, 1982]. Según otras versiones, vendría de vudowo en lengua ewe. Su cri-
sol parece estar en Dahomey (hoy Benín). Más que una religión o un culto unita-
rio, es la suma de varias creencias y ritos de los antiguos esclavos. Apela a nume-
rosos LOAS, dioses sobre todo de los pueblos FON y YORUBA. Los principales
cultos según su origen geográfico son: Rada
(Dahomey); Wangol (Angola), Siniga (Senegal),
Congo (IBO, NAGA, kaplaou...), Guinin (Gui-
nea), Badagri (Nigeria)… Luego, en Haití tie-
nen gran importancia los cultos llamados Petro,
ya de procedencia autóctona. El vudú tiene
concomitancias con la UMBANDA, el CANDOM-
BLÉ y otras religiones de Brasil; la SANTERÍA de
Cuba; el obeah de Jamaica; el chugú y dugú de
los GARINAGU de Honduras… En Benín todavía
se practica un vudú ancestral y rural, por ejem-
plo el vudú de la guerra inspirado por la dei-
dad Kokou.

555
W Vusco volvvver de golpe el golpe.
César Vallejo, Trilce, IX

wacas. Dioses lares y deidades de los arroyos, los montes, las cuevas, también
conocidas como HUACAS. En Bolivia, las wacas se han convertido sobre todo en si-
nónimo de un popular baile posthispánico: de hecho significa «vacas». En el de-
partamento de La Paz se ejecuta el baile del Gran Poder, y la waca-thinti, danza de
la siembra de la papa. Se hacen parodias de las corridas de toros en las waca-to-
khoris y, si es corrida con picadores, en la thinti-caballo.

wahabismo. Rama islámica que se ha convertido en la doctrina religiosa ofi-


cial de Arabia Saudí. Ha sido propulsada en muchos países gracias al riego de los
petrodólares. Se originó hacia 1740 con las ideas de Mohamed Ibn Abdul Wahab
(1703-1703), autor de El libro de la Unidad. Wahab era nieto de un santo hombre
de Najd que soñó que su cuerpo emitía llamas destructoras, una imagen que tienen
muy presente quienes ven en el wahabismo, y en su versión saudita, el salafismo, la
genésis de un cierto fundamentalismo árabe. Wahab propugnaba el retorno al IS-
LAM original, limpio de las impurezas y contaminaciones de las ramas chiita, sufí y,
en menor medida, sunita. En su doctrina, más conocida hoy como salafismo, no
hay espacio para la libre voluntad, lo que parece un jaque a la concepción europea
de la libertad. El primer príncipe Saud se alió con Wahab para arrebatar a los oto-
manos el control de La MECA y Medina. Ya en 1926 se creó en Arabia Saudita la
mutawa, policía religiosa encargada de velar por la moral y las costumbres, por
ejemplo para que la gente rece las cinco oraciones diarias y para que las mujeres
vayan tapadas con el velo negro (> ABAYA). No faltan quienes conectan la ideología
del wahabismo con las intransigencias de grupos como Al Qaeda, pues, llegado el
caso extremo, se admitiría la eliminación de idólatras (mushrikun), sean cristianos
o judíos. Se diría que los wahabitas, que se sientan en falsa calma sobre enormes
campos de petróleo, apenas se alejan de los musulmanes moderados por otro pun-
to diferencial, su apelación a la guerra santa (> YIHAD) como primer deber del fiel.

waica. Indio YANOMAMI de la Orinoquia de Venezuela.

557
LUIS PANCORBO

wailacas / uailacas. Travestidos rituales del Incario. Todavía participan en


fiestas de los indios QUECHUAS de Perú, como la carrera de Chinchero por el mon-
te Ataquilca. El ganador del año tiene derecho a vestirse con un traje de su herma-
na tras encabezar una carrera que consiste en subir a 5.000 metros y descender casi
a 1.000 metros por 24 kilómetros monte a través. En el Incario había un cierto cul-
to «travesti»: las estatuas de dioses masculinos eran vestidas con enaguas y les po-
nían senos en Apurimac y Pachacamac. Incluso los visitantes a esos santuarios de-
bían vestirse de mujer. «Cada templo o adoratorio principal tiene un hombre, dos
o más según el ídolo, los cuales andan vestidos como mujeres, y con estos casi por
vía de santidad y religión tienen su ayuntamiento carnal los señores y principa-
les…» [Cieza de León, 2000].

wairua. En maorí-polinesio, «alma», pero vista como reflejo o sombra que


«…puede verse afectada por la MAGIA, cuando ésta destruye la “sombra” y debilita
el “espíritu”: la víctima se torna “espiritualmente ciega”; su wairua sobrevive, pero
sufre una metamorfosis» [Guideri, 1989].

Waitangi. Tratado firmado en 1840 por 539 jefes MAORÍES, por un lado, y, por
otro, por el capitán William Hobson y representantes de la Corona británica. Am-
bas partes se comprometían a prestarse mutuo socorro, defenderse contra el exte-
rior y casi a amarse. Todo ello quedó en papel mojado y en 1860 estalló la guerra
de Tararaki, la primera de una larga serie de conflictos. Los maoríes no sólo acusa-
ron a los blancos (pakehas) de incumplir las cláusulas del tratado, sino de haber
redactado dos textos distintos. Los pakehas se fueron quedando con las tierras y
los recursos y los maoríes con las gripes, sarampiones, marginaciones y alcoholis-
mos varios que han precipitado su decadencia como pueblo. Sin embargo, en 1975
hubo 30.000 INDÍGENAS neozelandeses que marcharon hacia el Parlamento al grito
de: «Ni un acre más de tierra robado a los maoríes».

Waitomo. Red de cuevas en Nueva Zelanda, entre las que destaca Glowworn
Grotto. Las luciérnagas se congregan en ellas para dar la ilusión al viajero, que
avanza con una canoa en la oscuridad, de que ha llegado al lugar donde las almas
luminiscentes de antepasados —seres más fabulosos que los pájaros kiwis— domi-
nan el submundo. En realidad son luciérnagas (titiwai, en maorí), que en sus seis a
12 meses de vida tienden sus trampas de hilos pegajosos y atraen con sus luces a
otros insectos de los que se alimentan. En tema de insectos bioluminiscentes, Wai-
tomo se lleva la palma, pero no hay que despreciar la abundancia de cocuyos del
Amazonas, ni las fabulosas «moscas de fuego» (fireflies) del río Klias de SABAH
(Borneo).

waka. Poema cortesano japonés, a menudo de contenido moralizante: «…a par-


tir de la era Heian, waka pasó a identificarse con el tanka (poema corto)… estruc-
turado en cinco versos de cinco, siete, cinco, siete y siete sílabas» [Bermejo, 2004].
Se atribuye al propio emperador Meiji Mutsuhito (1852-1912), gran admirador del
SINTOÍSMO, y de la cultura nacional, este waka: «La sinceridad del corazón humano

558
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

en la Tierra / lleva a llorar al Dios más encolerizado». Otro waka notable refleja
con belleza una idea que se le ha ocurrido a más de una cultura del mundo: «El
agua es flexible / y cabe en cualquier sitio, / pero tiene la fuerza / de romper la
piedra».

Wakan. Gran espíritu [Durkheim, 1993]. Esencia espiritual para los indios
sioux (> LAKOTA) y omahas: de ahí viene que llamaran mazawakan, «espíritu del
hierro» o «hierro sagrado», a las primeras armas de fuego que consiguieron de los
blancos. «Los espíritus [para Durkheim], los dioses y los héroes culturales son
concepciones basadas en la idea del alma, que presuponen el principio totémi-
co… El alma no es otra cosa que el principio totémico individualizado» [Morris,
1995].

Walhala / Walhalla / Walhäll / Valhalla / Valhall… PARAÍSO ger-


mánico y escandinavo. Ultratumba o «Pórtico de los Héroes» que
refleja como un espejo el mundo de los vivos. Las VALKIRIAS guían a
los héroes muertos en combate a ese sitio prodigioso por donde
aún se derrama mucha energía y que parece una reconstrucción de
las batallas, festines y sacrificios eróticos del mundo. Walhala es, en
esa mitología, el mejor reposo del guerrero. Y lo mismo en la con-
cepción musulmana del EDÉN, cosa que se inserta en alguna polé-
mica, incluso en la suscitada por las caricaturas del diario danés
Jyllands-Posten: «Entre las doce viñetas… había dos particular-
mente beligerantes: una muestra a Mahoma enturbantado con una
bomba, y en otra, el profeta exhorta a una fila de terroristas a po-
ner punto final a sus suicidios “porque ya no quedan vírgenes” en
el paraíso para premiarlos» [Vargas Llosa, 2006].

waliangulu. Aunque conocidos como «comedores de tortugas», ellos prefie-


ren llamarse watta, «los hombres». Es una pequeña tribu del norte de Kenia, en
África Oriental, con rasgos parecidos a los de los bosquimanos (> SAN), desde la
forma de la cabeza al habla con clics de tipo khoisánido, y el temperamento nóma-
da y cazador. Hasta casi finales de siglo XX, destacaron en Kenia por su especiali-
dad como cazadores, y por tanto como furtivos. Viven entre el parque nacional
TSAVO y el mar. En épocas recientes pasaron a ser agricultores y sedentarios. Pero
fueron notables sus grandes arcos, «tan potentes como los largos arcos medievales
que se idearon para penetrar a través de las armaduras» [Ridgeway, 2003], sólo
que a los waliangulu les servían para cazar elefantes y acaso para mantener un cier-
to equilibrio natural, casi una conservación. Todo eso se fue al traste con la prolife-
ración de furtivos y de SHIFTAS, que en la década de los ochenta empezaron a usar
masivamente sus AK-42 para procurarse marfil.

wand. Atributo de los magos o DRUIDAS gaélicos. Poder conductor de una fuerza
sobrenatural. Un gran wand céltico fue el avellano. Y el tejo (Taxus baccata) de los
antiguos irlandeses con sus arils, o bayas tóxicas.

559
LUIS PANCORBO

Wandergesellen. Viajeros alemanes especialistas en trabajar la madera. No-


madeaban por los pueblos en busca de trabajo siguiendo una serie de normas,
como la de no permanecer en el mismo sitio más de seis meses, o no acercarse a me-
nos de 50 kilómetros de su casa. Su viaje debía durar en total tres años y un día.
Llevaban en un hatillo todo lo que necesitaban, ropa y herramientas. Se reconocían
por su indumentaria, sus sombreros de fieltro, sus camisas blancas llenas de cade-
nas y sus grandes pantalones de pana. Las posadas en que paraban se fueron con-
virtiendo con el tiempo en sitios muy recomendables para todo tipo de viajeros.

wangar / wangarr. En la mitología de los ABORÍGENES de Australia, espíritus


creadores o DREAMTIME. Es el conjunto del pasado ancestral para los yolngu, aborí-
genes de la Tierra de Arnhem. La indeterminación terminológica se debe sin duda
a la extraordinaria variedad de pueblos y lenguas aborígenes. Ni siquiera el famoso
vocablo dreamtime («tiempo de ensueño») o dreaming es del todo comprensivo
del extraordinario periodo creativo que se ramificó y subdividió como un caldo de
cultivo lleno de amebas de colores. Así, el tiempo del ensueño, o del wangar, se lla-
ma en el Gran Desierto Victoria djugurba; duma en Rawlinson Range; djumangga-
ni en la zona Balgo; adjeringa entre los ARANDA; mura para los dieri… En lo que
todos concuerdan es en considerarlo eterno, porque es el que fue en el principio y
el que continúa hoy, pero «no se refiere a sueño en el sentido estrecho de la pala-
bra; sino que así como el sueño es real para el soñador, así los hechos de los seres
creadores son reales para el creyente» [Berndt, 1988]. Sea como fuere, hace al me-
nos cuarenta mil años hubo gentes que se quedaron aisladas en la gran isla conti-
nente y que coincidieron en concebir un tiempo elástico, el tiempo del wangar,
donde no hay demasiada diferencia entre hombres y animales, donde todo se re-
crea y no muere del todo, en un ciclo que puede ver aún triunfar a la «Serpiente
del Arco Iris» o a las hermanas Wawilak, creadoras de la Tierra de Arnhem. Una
de ellas era la «iguana de gorguera», que así se quedó porque, golosa de miel como
era, se clavó una astilla de un árbol de miel y se le hinchó la garganta como la de
un clamidosaurio.

wathi-wathi. Antigua tribu ABORIGEN de Nueva Gales del Sur (Australia) que
se creía descendiente de los seres Bookoomuri, y en especial de la pareja de inven-
tores del fuego: Koorambin, «rata de agua», y Pandawinda, «el bacalao». Ambos
guardaban celosamente su secreto en las orillas del río Murray. Un día vino Kariga-
ri, «el halcón», y mientras la pareja se entretenía cociendo mejillones de agua dul-
ce, robó el fuego e incendió las orillas del Murray llenas de juncos. FRAZER [1930]
hizo una compilación exhaustiva sobre El origen del fuego especificando las mejo-
res maderas usadas por los pueblos primitivos para conseguir el fuego por fricción
de dos palitos: el hibisco (Hibiscus tiliaceus); una especie de xanthorea, planta es-
pinosa muy bien adaptada en Australia a sequías e incendios; el bambú; el cocote-
ro; el árbol del pan; el cedro; el algodonero; el baniano (Ficus indicus), y plantas
de la especie Eugenia y Cordia.

watutsi > TUTSI

560
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

wiccan. Religión neopagana que empezó a popularizarse hace medio siglo. Su


símbolo es un PENTÁCULO, una estrella de cinco puntas dentro de un círculo. Wic-
can (de wicca, a su vez del inglés witch, «bruja») presume de tener no menos de
750.000 adeptos sólo en los Estados Unidos, lo que le convertiría en la quinta fuer-
za religiosa tras cristianos, musulmanes, judíos e hinduistas. Ahí no cuentan a los
budistas, entre otros. El wiccam hunde sus raíces en un vago y controvertido PA-
GANISMO, el que invoca a Witta, la fantástica hechicera celta, para algunos real
como la vida misma [McCoy, 1993]. Los adeptos al wiccan tienen que hacer es-
fuerzos para asegurar que no son una secta satánica, aunque no descartan que haya
brujería de la buena o de la suya. El 24 de junio de 1999, siendo George W. Bush
gobernador de Texas, criticó en el programa televisivo «Good Morning America»
que los soldados wiccan tuvieran los mismos derechos que otros en el Ejército.
Para Bush Jr. se trata de una secta de brujería que apela a deidades como una diosa
de la fertilidad no mejor definida y a su consorte, un dios con el viejo parecido de
un macho cabrío. En puridad, Wicca es una diosa con cuernos que exige cumplir
el llamado Wiccan Rede, un código de «ocho palabras» extendido en la cultura re-
ligiosa-pop de los Estados Unidos: «Hagas lo que hagas, no dañes a nadie» («An’
ye harm none, do what ye will»), bastante evangélico para ser una hechicería. Los
seguidores de Wicca tienen el beso quíntuple (pies, rodillas, útero, pechos y labios)
como rito de iniciación. «Ni MAGIA blanca, ni negra, sino gris» [Budapest, 1989].

wigwam. Palabra del idioma de los abenaki, tribu indígena dentro del grupo
lingüístico algonquino, del nordeste de los Estados Unidos, que da nombre a un
tipo de tienda oval con armazón de varas de abedul, y que luego pasó a denominar
cualquier tipo de vivienda ancestral, y a veces móvil, de los INDIOS norteamerica-
nos. Los wigwam podían alojar hasta 10 o 12 personas. Po-
dían ser desde teepe («tipi»), tienda cónica de los indios
de las grandes llanuras, a cabañas de madera como en
las culturas indias del noroeste, o a wickiup, chozas
con techos de paja y forma de cúpula, como en la cul-
tura de los indios de California-Intermountain. Las
casas largas, grandes y de madera se estilaban en los
bosques orientales (Eastern Woodlands). Cuestión
aparte son las alcazabas de adobe de los indios PUEBLO del suroeste. El término
«wigwam» se aplica ahora en Estados Unidos a una «arquitectura de borde de la
carretera». Moteles, hostales, tiendas de regalos, pueblos indios, gasolineras, cam-
pamentos, todo eso se llama «wigwam». Todo lo cual está muy lejos obviamente de
la «Operación Wigwam» de 1955, un plan nuclear secreto para estudiar mareas a
gran profundidad en el Pacífico.

wodaabe > BOROROS


wolof / uolof / yallof… Pueblo de Senegal y Gambia, y, en menor medida,
de Malí, Guinea y Mauritania. Son en torno a cuatro millones de personas, aunque
la difusión de su lengua, del grupo níger-congo, puede llegar al doble en África oc-

561
LUIS PANCORBO

cidental. La sociedad wolof estaba muy estratificada hasta tiempos recientes en


hombres libres, artesanos —sobre todo curtidores y herreros— y esclavos. En mu-
chas culturas, los herreros han sido «malditos», segregados o temidos por su posi-
ble poder sobre el fuego y el hierro, comos sucede entre los TUAREGS.

Wonderland. El país de las maravillas según Alicia y su creador Lewis Carroll


(1832-1898). Fue la inspiración de numerosos imaginarios, empezando por Never-
land, el «País de Nunca Jamás», de James Mathew Barrie (1860-1937), creador de
Peter Pan, una obra de teatro estrenada en Londres en diciembre de 1904 y publi-
cada en forma de cuento en 1911. Tanto Alicia, la niña que sabía acceder al mundo
maravilloso del otro lado del espejo, como Peter Pan, el niño que no quería ser
adulto, son dos puntos clave de la fantasía occidental. No por eso dejan de existir
criaturas y países de gran sutileza imaginaria en mitologías de pueblos primitivos.
Desde el PARAÍSO budista o SHAMBALA al de los APACHES jicarilla, es decir, el del
creador Hactcin, el que hizo el sol y la luna, pero necesitó la ulterior ayuda de los
12 Tsanati (seis CHAMANES vestidos de azul para simbolizar el verano y seis de
blanco, para representar el invierno) y de los seis «Payasos», pintados de blanco
con cuatro rayas negras. «Desde entonces, los Tsanati y los Payasos congregan a la
gente en torno a su baile, para hacer que la montaña crezca» [Campbell, 1998].

Wotan / Woden… Es el nombre anglosajón del dios Odín de las mitologías


escandinavas. De Wotan-Woden vino la palabra wednesday, y a ese
dios se le consagró el «miércoles». Como suele ocurrir, los perfiles de
los caracteres de los dioses revisten una gran ambigüedad en muchas
culturas. Hay quien resalta sobre todo en Wotan, su insaciable de-
seo de combate y de los placeres del reposo del guerrero. Para
otros, es el dios del Conocimiento y al que se dedican las RUNAS que,
si bien con letras de alfabetos noruego y germano, a veces permiten
sistemas de lectura próximos a la ADIVINACIÓN, incluso a la MAGIA. En
esa luz vio Wagner a un Wotan hecho un mar de dudas, con todas las
contradicciones del poder, dado que tampoco él ni sus obras escapan
de la fatalidad.

Wu-wei. No hacer. Táctica del TAO o El Camino. «Abandona la conciencia de ti


mismo en todo lo que haces» [Vidal, 2005].

Wycliff / Wycliffe / Wyclif / Wiclef. John Wycliff (1324?-1384), aparte


de ser el primer traductor sistemático de la Biblia al inglés, fue uno de los reforma-
dores menos conocidos, pero más interesantes, del CRISTIANISMO. Fue indudable
su influjo en Juan Hus y, a la postre, en Lutero. Sus seguidores, llamados lollardos,
defendían sus teorías radicales sobre el libre albedrío y la comunidad de bienes, en
lo que pareció una especie de comunismo precursor. Wycliff también tenía sus
propios clásicos. Admiraba a Richard Fitzralph, arzobispo de Armagh, y su obra
De pauperie Salvatoris («Sobre la pobreza del Salvador»). Una de sus ideas era
que el dominio de algo no implica su propiedad. Y menos si se cree en la plenitud

562
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

del dominio divino. Wycliff se adelantó mucho a su tiempo al pedir que el lord de
turno, en vez de estar siempre ausente, viviera con su familia en el castillo de su
propiedad: así no habría tantos campos improductivos. La disipación viene cuan-
do el ojo del amo está ausente y, siempre en esa línea filantrópica, había que dar al
pueblo las riquezas de iglesias y santuarios. Wycliff no hablaba a humo de pajas y
llegó a redactar nada menos que 33 tesis sobre la pobreza de Cristo, como la III,
que dice: «Todos los sacerdotes de Cristo —papas, cardenales, obispos, abades,
priores…— deben seguirle en su pobreza evangélica». Pura dinamita en la época.
Además se permitía criticar no sólo a las jerarquías, sino algunos sacramentos.
Desde el punto de vista de Roma, Wycliff había caído de hoz y coz en la herejía.
Sin embargo, sus expresiones, claramente heréticas para el Concilio de Constanza
(1415), eran muy nobles y muy cátaras, como la de que «cada hombre es señor del
universo, y eso no sería compatible con la multitud de los hombres si ellos no po-
seyeran el mundo en común. Por tanto, todos los bienes deben ser comunes»
[Winn, 1929].

563
X Oh exósmosis de agua químicamente pura.
César Vallejo, Trilce, LXXXIII

x. Incógnita. El signo «x» del antiguo español sonaba como «ch». Lo inventaron
los árabes para su álgebra [Ben Jelloun, 2002]. Vigésima séptima del alfabeto car-
gada de sexo y rayos.

xana. En la mitología popular de Asturias, ninfa o hada. Suelen presentarse como


mujeres con cabellos de oro que se peinan con un peine de oro. El romano Varrón
llamaba a la luna «Jana menguante y creciente». Según Caro Baroja, la voz «xana»
puede proceder del latín «Diana». Otros sostienen que viene del vocablo celta gan
(«blanco»): gene, en francés antiguo, era «bruja» [Cabal, 1931]. Las xanas pueden
raptar niños y, cuando las descubren, dicen las paisanas robadas: «Inxana, dame
mió neña rebolluda / y toma la tuya revelluda». Rebolluda es «hermosa», «gordita»
y revelluda es «ruin» [Carreras, 1931]. Los xanus son los machos y las xanas, muy
parecidas a las más benéficas ANJANAS, hechiceras en Santander. También hay simi-
litud con las lamiak del País Vasco y las dames blanques de Cataluña, vistas aquí y
acullá como mensajeras de la muerte, tirando a Parcas, de un poder irreal [Aracil,
2000]. Las fairy elves pueblan los sueños ingleses de las noches de verano. En el
norte de Albania, en el país de los malissori, estuvo muy arraigada la creencia en
zana, hadas blancas de las montañas. También tenían allí ora, genios que adquirían
el carácter de dobles de las almas, aparte de más habituales almas malignas de di-
funtos vagantes por los bosques. Después de todo, los Alpes de la Mirdizia son la
región albanesa donde continúa firme el KANUN, la ley tradicional (y la vendetta)
pese a persecuciones musulmanas y comunistas [Massani, 1940]. La película Fairy-
tale: a true story («Cuento de hadas», 1997), de Charles Sturridge, con Peter O’ To-
ole en el papel de Conan Doyle, trataba un caso real: unas niñas que hicieron fotos
a unas hadas cerca de su casa. Fue un suceso investigado de verdad por el padre de
Sherlock Holmes, y hasta Harry Houdini, el célebre mago que estaba de paso en
Inglaterra, se interesó por cómo se podría fotografiar a las xanas inglesas.

565
LUIS PANCORBO

Xanadú. Capital de un reino ideal. Opio en verso. Samuel Coleridge populari-


zó ese nombre en su gran poema «Kubla Khan», donde Xanadú es todo, no sólo
la sublimación de la corte de los MONGOLES en China. Según J. L. Lowes en The
Road to Xanadu (1927) —«uno de los estudios más importantes que se han escrito
nunca acerca de la génesis de la poesía» [Brenan, 2001]— la imaginación de Cole-
ridge pudo estar propulsada por su lectura de libros de viajes y por la mezcla in-
consciente de todos ellos. De eso, según da cuenta Brenan, habría salido también
el monte Abora, palabra compuesta por «tres o cuatro recuerdos separados… que
se han fusionado en uno. Las serpientes marinas del Ancient Mariner tienen su ori-
gen en siete». En una dimensión psicoanalítica, Xanadú sería un proceso de con-
densación que se da en el simbolismo onírico.

Xangó / Shangó. Santiago el Mayor. En el panteón YORUBA, es el dios del rayo


y el trueno, aunque también fue gran monarca de las genealogías y estirpes africa-
nas, en concreto el cuarto rey de OYO (Nigeria). Sus atributos son el hacha y la vasi-
ja; sus colores, el blanco y el rojo intenso. En cuanto una de las máximas deidades
del VUDÚ equivale al Agbolesu, «Gran carnero» de los FON; y al Xevesió de los ewe
de Benín, dios de la tormenta y la fertilidad. La mujer de Xangó es OYA, diosa del
Níger y sus afluentes, capaz de mandar tremendos vendavales. Por encima de todo
eso existiría un «sustrato metafísico que Griaule [el antropólogo de los DOGON]
presenta siempre como característico del “negro” o de la “cultura negra”» [Clif-
ford, 2001]. Michel Leiris, el compañero de Griaule, y autor de L’Afrique fantôme
(1934), dudaba en cambio de los grandes axiomas, de las grandes representaciones
de la cultura (así son los africanos, así es el arte africano, o la religión africana…).
«¿Cómo podía Leiris presumir de representar otra cultura cuando tenía tales difi-
cultades en representarse a sí mismo?» [Clifford, 2001]. «Lúcida incertidumbre» la
de Leiris, pero al cabo «refuerza el punto etnográfico», como bien señala Clifford.

xenología. Antes de hacer ANTROPOLOGÍA, el antropólogo indagaba el contras-


te entre la conducta de gente extranjera y la suya propia. Es decir, practicaba xeno-
logía [Beals y Spindler, 1978], en el sentido que proponía Malinowski: uno desem-
barca en una isla tropical y tiene que improvisar todo para entender al otro.
«Llegué a sufrir periodos de hondo abatimiento en que me daba a la lectura de no-
velas como un hombre puede darse a la bebida en medio de un acceso de aburri-
miento y depresión tropical» [Malinowski, 1989]. El padre de Los argonautas del
Pacífico sufría depresiones agudas, está claro, aunque llegó a hacer brillantes inter-
pretaciones funcionalistas de los isleños melanesios. Otra cuestión es que la mera
pregunta del antropólogo no traiga en sí misma parte de la equivocación, o una
desviación sin remedio del auténtico sentido. «El método especial de la ANTROPO-
LOGÍA CULTURAL es el proceso de lograr la aceptación social y de persuadir a la
gente a conversar» [Beals y Spindler, 1978]. Por eso también Lévi-Strauss definía
la antropología como «una conversación del hombre con el hombre».

xerofagia. Manducación de sustancias secas, o casi sin agua. Sobriedad. La in-


tención de los primeros cristianos era comer para nutrirse, no comer por placer.

566
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Luego, no fue tan importante este asunto. A un obispo español del siglo III llama-
do Marcial le pusieron a caldo por haber asistido a un banquete pagano, olvidando
así su dignidad. Es más, fue acusado de idolatría y depuesto del grado de obispo
[Martigny, 1865]. San Mateo daba ejemplo de probidad no probando la carne.
Santiago se alimentaba con pan y agua, y san Pedro de altramuces (según cuenta
san Gregorio Nazianceno). San Pablo había hecho el voto de los nazarenos en vir-
tud del cual proclamaba en su Epístola a los romanos (14,21) que no es bueno co-
mer carne ni beber vino. Esa frugalidad se hizo migas con los banquetes eclesiásti-
cos, especialmente los medievales, caricaturizados con gran humor y energía por
Rabelais, el padre de Gargantúa y Pantagruel (1532).

Xian / Xi’an. Capital de la provincia de Shaanxi, en el centro de China, donde


en 1974 se produjo el hallazgo de los mausoleos de Qin Shi Huang y Yangling, una
fabulosa ciudad enterrada de la dinastía Qin (221-207 a.C.). El historiador Sima
Qian (de la dinastía Han) la describió como ciudad de «cien ríos y grandes mares
de mercurio». De eso no había rastro, pero se encontraron cerca de 8.000 escultu-
ras de terracota de 1,80 metros de altura, 100 carros de madera, 40.000 piezas de
bronce, preciosas armaduras de piedra de 18 kilos de peso y aldabas de jade blan-
co, hasta el punto de que se ha hablado de la octava maravilla del mundo. Se cree
que unos 700.000 obreros trabajaron durante cuarenta años en la construcción de
la ciudad subterránea del emperador Qin Shi Huang, adornada con hermosas cua-
drigas de bronce que servían para despistar a la muerte de su secreto paradero. Un
enorme ejército de barro le acompañaba en su viaje por el más allá. Su vida fue
corta, apenas cuarenta y nueve años, pero le dio tiempo a buscar el ELIXIR de la in-
mortalidad y de paso mandó construir 3.000 kilómetros de la Gran Muralla, en
torno a la mitad del total. También dispuso que el radio de las ruedas chinas fuese
de 160 centímetros, amén de una red de carreteras arboladas, y que fuese obligato-
ria la ropa negra (como los jemeres rojos de Pol Pot). Más tarde apareció otro en-
terramiento, con un centenar de soldados de terracota, cerca de Jinan (provincia
de Shandong), pero sólo confirmaron la imponencia del mundo a la muerte de
Qin.

Xining. Capital de la provincia de Qinghai. A 1.794 kilómetros de Beijing, en


una zona de frontera y en la encrucijada de caminos al Tíbet y a Xinjiang. Xining
se enorgullece por tener una de las mayores mezquitas y una de las más antiguas, la
llamada Dongguan, construida en 1390 y que aún funciona (con capacidad para
3.000 fieles). Xining es el epicentro del islamismo chino junto a LINXIA, pero muy
amoldado a las autoridades, a diferencia de la secta FALUN GONG.

Xipe / Xipe-Totéc. «El desollado». Dios de los AZTECAS que era el sumo sím-
bolo de la pureza, y de la primavera, precisamente por vestirse con PIEL HUMANA,
«el nuevo verdor de la tierra… La juventud siempre será la fresca piel que parece
recién hecha, y el invierno, nuestra vieja envoltura caduca señalada con las arrugas
y las cicatrices del tiempo» [Benítez, 1950]. Hay una especie de sintonía entre
Xipe y Coatlicue, diosa de la muerte, y entre esta diosa azteca y la hinduista Kali.

567
LUIS PANCORBO

Coatlicue no lleva guirnaldas de cráneos humanos como Kali, pero tiene un collar
«de manos cortadas y corazones y en lugar de cabeza, un símbolo loco de colmillos
y serpientes…» [Benítez, 1950].

Xochiquetzal. «Pluma florida». Hermana gemela de Xochipilli, príncipe de


las flores, y tal vez esposa de Tlaloc, el dios de la lluvia. Diosa AZTECA de la belleza,
las flores y el amor [Husain, 2001], y también de las prostitutas. Y es que «no es
necesario ver el humanismo antropológico y el surrealismo etnográfico como mu-
tuamente excluyentes» [Clifford, 2001]. Los vaygu’a, collares de conchas, de los
que habla Malinowski en sus obras, «se yuxtaponen a las joyas de la corona ingle-
sa». «¿Pero no es todo etnógrafo un poco surrealista, un reinventor y mezclador
de realidades?» [Clifford, 2001]. Hay un momento en que el collage y la incon-
gruencia, si bien atenúan, como dice Clifford, el proceso de comprensión etnográ-
fica, propulsan la yuxtaposición, y eso va quedando como poso en la interpreta-
ción de las culturas cuando «el planeta no puede ser visto como si estuviera
dividido en modos de vida distintos, textualizados». Hay una interrupción, como
cuando Picasso compra en 1905 una máscara africana y «descubre el cubismo».

xuxona. «Chupona», vampira galaica que chupaba sangre a los niños, con la
misma o parecida catadura que la bruxa o la estrige, otras especialistas en el beber-
cio sanguíneo del norte de España, de Galicia a Cataluña [Avila, 2002]. La xuxona
tiene como vecinas más inmediatas a la guajona de Cantabria y la GUAXA astur, si
ésta no es simplemente un búho. Aurelio de Llano [1922] puso sobre aviso sobre
la falsificación de personajes mitológicos: quizá sea falso el mismo Sumicio, una es-
pecie de TRASGO astur que hace perder las cosas. Ramón Baragaño [1983] ha real-
zado la raigambre céltica del sistema mítico asturiano poblado de XANAS, cuéle-
bres, busgosus, trasgus…, criaturas todas esperando a un Tolkien que las redima.

568
Y Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin.
César Vallejo, Trilce, XXXIV

y. Penúltima letra. Nombre del llamado cromosoma MONGOL. En 2003 se estudia-


ron cromosomas Y en Asia y se descubrió que hasta 16 millones de varones lo te-
nían y que, por tanto, podían ser asociados con Genghis Khan y su dinastía mon-
gola. La razón de ese éxito tan fabuloso de prole se debió a las concubinas. Dos
años después, Tyler-Smith, de la Universidad de Oxford, llegó a la misma conclu-
sión sobre el cromosoma Y manchú. Las concubinas de los primeros monarcas de
la dinastía Qing, hace medio milenio, habrían generado todo un linaje extendido
entre siete poblaciones del norte de China, y también en otras zonas del país. «Los
manchúes de la dinastía Qing parecen los mejores candidatos para ser el origen de
este linaje, porque en 1911 había más de 80.000 miembros oficiales de la dinastía»
[Wade, 2005]. Manchúes y mongoles, además, estuvieron vinculados histórica-
mente por alianzas al más alto nivel.

yab yum. Para los tibetanos, es la unión de lo masculino y lo femenino. La dife-


rencia con el yin y yang (> YIN-YANG) de los chinos taoístas es más bien semántica,
no de principios. Yab quiere decir «honorable padre» en tibetano, y yum «honorable
madre». Yab yum es su unión, su abrazo, como el de Siva y Sakti en el hinduismo.

Yadz. Ciudad del actual Irán que fue el centro tradicional de la religión zoroas-
triana. Allí se encuentra el Ateskhade, o «Templo del Fuego», con su llama eterna
simbolizando a Ahura Mazda, el dios, o principio divino positivo. Resiste allí una
pequeña comunidad fiel a las ideas de ZARATUSTRA después de casi cuatro mile-
nios. En las afueras de Yadz se alzan las torres del silencio (> DOKHMA) donde se
dejan los cadáveres para que los coman las aves rapaces.

yagé. Bebida alucinógena usada por varias etnias amazónicas, entre ellas los tuka-
nos del Vaupés (Colombia). «Beber yagé es un coito espiritual, dicen los payé, o cha-

569
LUIS PANCORBO

manes tukanos…» [Reichel-Dolmatoff, 1968]. Los payé consumen también YOPO, al


que llaman viho o mino, y que tiene un origen mitológico: es el semen del sol.

yagnobi. Pobladores de un valle remoto de la República de Tayikistán (Asia


Central). En las faldas de los montes Pamir fluye el ríoYagnob formando unos ca-
ñones impresionantes y suscitando en algunos el recuerdo de Alejandro Magno
(cuya tumba algunos dan en el valle de Yazgulem, siempre en los Pamir). Los po-
bladores de las orillas del río Yagnob toman té con albaricoques y ven el mundo de
fuera del valle como poco amigable. El yagnob era una lengua comercial o franca
que antaño se empleaba en la Ruta de la Seda: hoy está a punto de desaparecer.

Yahvé / Yavé. Dios supremo, Dios innombrable para los hebreos. «Yahvé era y
es la personificación de Dios más misteriosa jamás concebida por la RAZA humana,
y, no obstante, al principio de su carrera comenzó siendo el monarca guerrero del
pueblo que denominamos Israel» [Bloom, 2006]. Yahvé protagoniza la Tanakh ju-
día, como el Antiguo Testamento de los hebreos, pero es asimismo «la ficción su-
prema, el personaje literario (por llamarlo así) que permite una meditación más in-
agotable, superando en ello a Jesucristo y a las caracterizaciones más grandes de
Shakespeare: Falstaff, Hamlet, Iago, Lear…» [Bloom, 2006].

yakutios / yakutos. Son el mayor grupo indígena de la República Autónoma


de Yakutia (Siberia centro-oriental), una de las mayores de la Federación Rusa.
Los yakutios, de origen TÁRTARO (de los tattar uro-altaicos), viven en la cuenca me-
dia del río Lena. Son pastores de caballos en el sur y de renos en el norte. De piel
de color de «cobre claro», grandes orejas y sub-braquicéfalos, como se decía en la
antropología decimonónica, aún practican un cierto chamanismo, a diferencia de
sus vecinos los youkaghirs, de gran talla y piel clara, que ya a finales del siglo XIX
estaban prácticamente asimilados en la cultura rusa dominante. Un signo de los
tiempos que vio bien Dersu Uzala, de etnia gold: «Capitán, te lo ruego, déjame
volver a la montaña. Yo no puedo vivir de ningún modo en la ciudad: hay que
comprar la madera y el agua…» [Arseniev, 2004].

Yama. Dios hinduista de la muerte. Y juez de los muertos, equivalente a Plutón.


Yama y Yima eran también los gemelos creadores del mundo y reconocidos por el
propio Zoroastro. «Yama quería tener un hijo. Yima temía el incesto. Finalmente,
ella convenció a su hermano de la necesidad de aparearse, y así comenzó la raza
humana» [Vidal, 2005].

yanaconas / yanaquna. Eran los sirvientes de los INCAS y de su corte en


Cosco (Cuzco). Hay una tribu que lleva el nombre de yanaconas (unos 20.000) en
el corregimiento de Chapa, en el macizo Colombiano. Allí, en el siglo XVI, el caci-
que Cacaoña de la región de Caquiona resistió a los españoles, quienes le apoda-
ron «La fuerza» [Zambrano, 2000].

yangona > KAVA

570
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

yanomamis / yanomamo / yanoama… De yano, «casa», «gentes de la


casa», en oposición a uri, «la selva». Una tribu singular de la Orinoquia a caballo
entre Brasil (unos 9.000) y Venezuela (unos 10.000). Desde hace décadas se han
convertido en paradigma de tribu amazónica original por su cultura sofisticada y
su relativo aislamiento. El prestigio social del waiteri o guerrero, las frecuentes
guerras interclánicas por rapto de mujeres…, todo eso alimentó un halo de gente
belicosa en la que entró a saco en su día el antropólogo Chagnon [1968]. En años
recientes muchos han sido los que se han encargado de rematar el destrozo yano-
mami. Los garimpeiros, buscadores de oro en el lado brasileño, y los que empiezan
a querer explotar la selva y sus gentes en el lado venezolano. El CHOQUE cultural a
veces es simplemente genocida. El periodista esta-
dounidense Patrick Tierney [2000] acusó al genetis-
ta James Neel y al antropólogo Napoleon Chagnon
de haber inyectado a los yanomamis isótopos ra-
diactivos (un encargo de la AEV, Agencia de Ener-
gía Atómica de Estados Unidos), amén de probar
experimentalmente en ellos la Edmonston B, una
vacuna contra el sarampión que habría acabado con
el 20 por ciento de la población a finales de los años sesenta. Gravísimas acusacio-
nes que no han pasado sin respuesta, aunque dejaron su rastro de malicia, tanto
por la Asociación Americana de Antropología (> AAA), como por parte de Francis-
co M. Salzano, profesor de Genética en Rio Grande do Sul, y de la antropóloga de
la Universidad de Nuevo México, Ana Magdalena Hurtado, autores ambos de
Lost Paradises and the Ethics of Research (2003), donde sostienen: «El libro de
Tierney se inventa argumentos de defensa de los derechos de las minorías culpan-
do a la ciencia de la situación, lo que es, simplemente, ridículo». Las 20.000 mues-
tras de sangre yanomami se recogieron de acuerdo con la legislación de la época,
dice Salzano, y añade: «Obedecimos todos los criterios, incluyendo el consenti-
miento de los indios». El libro de Tierney tampoco se priva de arremeter contra el
antropólogo francés Jacques Lizot, acusado de mantener relaciones sexuales con
los niños yanomamis, con quienes formó una especie de HARÉN… Todo eso está
plagado de esas rayas delgadas donde se mezclan la verdad y la mentira. Lo cual
no quita que los yanomamis estén siendo acogotados incluso por tantos salvadores,
por tantos misioneros que van arrinconando hacia un lugar de la culpa a los «hijos
de la sangre de la Luna», como se consideran a sí mismos los yanomamis en una de
sus bellas mitologías. La excusa es que el progreso no les permite ir desnudos, gri-
posos e incultos por el mundo. Una vez murió un CHAMÁN yanomami y fue incine-
rado según la costumbre. La luna hambrienta bajó a comer las cenizas, y cuando
acabó y empezó a subir al cielo, el hijo del difunto le disparó una flecha que le dio
en el pecho. De las gotas de sangre de las tetas de la luna nacieron los yanomamis.
Pero eso algunos lo conocen por televisión, no por boca de su abuela.

yantra. En el hinduismo, diagrama místico. «El equivalente gráfico del mantra,


la fórmula mental» [Chevalier, 1982]. Generalmente los yantras son dibujos geo-
métricos que encierran números, proporciones y alegorías que evocan, o contie-

571
LUIS PANCORBO

nen, divinidades. Tal vez el más conocido sea el triángulo normal: Purusha, Siva y
Linga; y el triángulo invertido: Prakriti, Sakti y Yoni. Uno
de los yantras más famosos, y más sagrados, es el Srhiyan-
tra, un cuadrado que encierra un círculo y nueve trián-
gulos entrecruzados, cuatro masculinos hacia arriba y
cinco femeninos con el vértice hacia abajo. Otro yantra
célebre es el círculo en el que hay dos superficies que se-
mejan dos peces invertidos, el yin y el yang, masculino y
femenino (> YIN-YANG). En los templos hindúes del sur
se ven gentes, mujeres sobre todo, trazando con tizas de
colores en el suelo sus yantras preferidos: en medio colocan
una ofrenda y una mecha encendida impregnada de mantequilla.

yao. Una de las seis tribus del «Triángulo del Oro», o «del Opio», entre Tailan-
dia, Birmania y Laos. Las otras tribus son akha, lisu, MEO (o hmong), lahu y KAREN
(padaung). Los yao son de creencias animistas y cultivadores de la adomidera, la
amapola del opio, de donde obtienen sus recursos. Procederían, como las otras
cinco tribus, de Yunnan (China). Las mujeres yao se ponen grandes adornos de
plata y gorros negros rematados con bolas o pompones de color amaranto. Se dice
que llevan encima toda su DOTE, la que se van pasando (e incrementando con el
opio) de madres a hijas. Sólo en Tailandia, los yao son en torno a 15.000. Los lahu,
unos 10.000. Los lisu, unos 20.000, casi como los akha; mientras que los más nu-
merosos son los meo y los karen, unos 70.000. Pero los censos repelen a las tribus
del opio. Contar gente sería tan desconsiderado como hacerlo con las amapolas.
Nadie dice cuánto dinero tiene en el banco.

yaqui. Tribu INDÍGENA del noroeste de México del grupo pima-nahua que a sí mis-
mos se llaman yoreme, «personas». Tomaron su nombre del río Yaqui desde donde
antaño se extendía su territorio hasta el mar, en lo que hoy es Guaymas (estado de
Sonora). Ahora viven concentrados en ocho pueblos: Vicam, Tórim, Potam, Ráhum,
Belém, Huiviris, Bácum y Guamuchil. El CHAMÁN Don Juan de los libros de Carlos
CASTANEDA era un indio yaqui que usaba PEYOTE, al que llamaba «humito».

yardanistas. Adoradores de los ángeles (> ÁNGEL), entre los cuales no faltan
los caídos (> ÁNGEL CAÍDO). Entre los principales grupos yardanistas que queda -
rían en Irak, sobre todo en el Kurdistán, con toda la inseguridad del caso dada la
situación bélica, figuran los de Ahl-i-haqq (el grupo más numeroso con alrededor
del 13 por ciento); pequeños grupúsculos de YEZIDITAS, en torno al dos por ciento;
alewis (> ALEVÍ), que también tienen presencia en Siria y Turquía, y otros. Yezidi-
tas y Ahl-i-haqq serían yardanistas que, además de adorar a los ángeles, apuestan
por la REENCARNACIÓN, algo que sorprende: «…no hay un pensamiento paralelo a
esto en el zoroastrismo, ni el concepto de TRANSMIGRACIÓN de las almas…» [Kre-
yenbroek, 1995]. Los yardanistas recuerdan en ciertos aspectos a los antiguos ha-
sashin (> ASESINOS), sobre todo el grupo de los que explícitamente se declaran
adoradores de Satán, los llamados shaytan parastiya de Irán.

572
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

yarmulke > KIPAH


yarsaníes. Miembros de una secta musulmana extendida sobre todo entre los
KURDOS. Mientras los YARDANISTAS, siempre en el Kurdistán, llegan a tener como
ídolo al diablo, los yarsaníes apelan a su condición de chiitas (> CHIÍSMO), más o
menos heterodoxos. Celebran la Omar sowz, la «Quema de Omar» (otras veces es-
crito Umar), en efigie por supuesto, y dentro de una especie de carnaval con un
fondo de reivindicación religiosa. Ya desde el siglo VII, Omar, el tercer califa, fue
respetado por sunitas y detestado por chiitas, que lo han considerado un usurpa-
dor hasta nuestros días. Y por eso lo queman y ridiculizan los yarsaníes kurdos,
aunque no sean los únicos. Los chiitas iraníes también denuestan a Omar, y de for-
ma clamorosa y sangrienta, en la fiesta de Ashura, que conmemora el sacrificio de
Hussein, nieto de Mahoma. Para ellos, esa muerte se debió a una artera maniobra
del califa Omar, y no perdonan.

yatra. En la India, peregrinación, romería sagrada, visita a los lugares santos.


yaurs. Así llaman en Turquía a los infieles. Esta voz se aplicaba más durante el
Imperio Otomano a los cristianos (griegos, armenios…) más o menos tolerados
que residían sobre todo en Estambul.

yazidíes / yasidíes / yezidi… Adoradores del diablo. Rama o secta de


los YARDANISTAS radicada en el norte de Irak y un poco en Siria con probables in-
fluencias de origen gnóstico. Tienen cultos a los ángeles (heftan) y sobre todo
adoran al mayor, Malek i Taus (Melekê Tawûs, Malek Toout), «el Ángel del Pavo
Real». Su gran celebración se llama Yam y es en honor del je-
que Adi, fundador de su secta. Han tenido que sufrir la
diáspora y están dispersos últimamente por Líbano,
Siria, Turquía, Armenia, Irán y hasta Estados Uni-
dos. En 1846, el intrépido viajero Austen Layard
fue el primero en dar noticias del país que llamó
Yeziditi. Tienen prohibido comer gallo, por ser
portador de noticias al alba y por ser muy parecido,
por otra parte, a su gran ÁNGEL, el Pavo Real. «No
rinden culto al diablo sino que le hacen ofrendas
propiciatorias. Llaman a Lucifer Malik Tawus, “el án-
gel del Pavo Real”, y le ofrecen sacrificios para tenerle
contento. Creen que Lucifer fue perdonado por Dios y volvió a ser el ángel prin-
cipal que supervisa la marcha diaria de los asuntos del mundo» [Dalrymple,
2002]. Los yazidíes del norte de Irak son de habla kurmanjie. Si bien sus raíces
pudieron ser gnósticas (> GNOSTICISMO), los yazidíes acabaron mezclando sincré-
ticamente principios zoroastrianos, SUFÍES, judaicos, cristianos e islámicos en tor-
no al siglo VII. Consideran sagrados el Corán, la Biblia y por supuesto sus propios
textos, como el Mashaf Ras («Libro negro»). El diablo con cola de pavo real ocu-
pa el primer lugar de su imaginación, aunque no por eso descartan la existencia

573
LUIS PANCORBO

de un Dios junto a otra entidad que tiene tres personas, Seih’ Adi, Yezid y Malek
Ta’us, más conocido en otros lugares como Lucifer o Belcebú.

Yemayá / Yemanyá / Lemanyá… Diosa mayor del panteón santero cu-


bano. Equivale a la diosa Iemanjá en Brasil y, en cierto modo, a Devaki (Divali),
diosa de la India, a la Virgen Phaistos de Grecia, y por supuesto a Vírgenes católi-
cas como Nuestra Señora de la Caridad del Cobre y la Virgen de Regla, ambas mo-
renas, aunque la primera podría ser una forma de Ochún (elemento masculino) y
la segunda más bien de Yemayá (elemento femenino). Yemayá es negra, pero al
mismo tiempo luce como el arco iris, luz sobre la tormenta… Cobre-Ochún y Re-
gla-Yemayá posiblemente se originaron en Angola, desde fueron llevadas a Cuba
(y a Brasil) por los esclavos.

Yenisei. Por el bajo Yenisei, el gran río siberiano, la naturaleza no es tan hostil
como corresponde al CLICHÉ de Siberia: corre el zorro azul, vuela el somormujo y
la perdiz blanca, el pato careto, los chorlitos y las agujetas. Lo principal era, y es, la
hospitalidad de los dolganes, pueblo de origen tungúsico: «Me fijé en que, si bien
sus caras y manos eran morenos, los brazos y el pecho de estos dolganes eran tan
blancos como los de un europeo. Los dolganes hay que reconocer que son una
RAZA limpia. Yo vi a yurakos y samoyedos tan sucios…» [Haviland, 1921]. Hoy los
dolganes (menos de 5.000) corren serio peligro de ser asimilados por otras etnias
mayores, en concreto por los yakutios, como sucedió con los antiguos SOYOTOS.

yeretz > ERETZ


yeshiva / yeshivah. Escuela talmúdica, equivalente a la MADRASA de los mu-
sulmanes. Aparte de realizar en su seno altos estudios de la TORÁ (en lo que desta-
caron en el siglo XI las de Jerusalén y Bagdad), la yeshiva (plural, yeshivot) tiene
autoridad para dirimir disputas teológicas del JUDAÍSMO.

yeti. El abominable hombre de las nieves que nunca


existió tiene un nombre que ha pasado a la leyenda
universal. Lo mismo que el BARMANU del norte de Pa-
kistán, el yeti ni siquiera fue encontrado por sir Ed-
mund Hillary en su expedición ex professo al Himala-
ya de 1960. Otras especies de yeti deberían ser
clasificadas taxonómicamente si las criaturas en cues-
tión se dejasen, por ejemplo, el migoi de Bután, incluso
el bigfoot de Estados Unidos.

Yggdrasil. Árbol del mundo en la mitología escandinava. El «Uno Primor-


dial», «botanicomórficamente como la imagen éddica…» [Campbell, 1998]. Como
también habrían sido Uno Primordial el «Huevo Cósmico», los YANTRAS geométri-
cos, lo masculino (BRAHMA), lo femenino (Alma del Mundo), lo hermafrodita (ca-
sos del Yo y del Ymir) o, teriomórficamente hablando, o como animal, el «Buey

574
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

del Mundo» en el mito persa que habla de su desmembramiento [Campbell,


1998]. Yggdrasil también fue llamado «El Terrible Caballo», «Caballo de Odín»,
Laerad… Era un fresno (ash, frasinus), y estaba custodiado por el enano Mimmir
(o Mimisbrunnr), pues a sus pies fluía la fuente de la sabiduría. También el Urdar-
brunnr, el «pozo del destino», y la Hvergelmir (Roaring Kettle), «la fuente de to-
dos los ríos», estaban guardados por personajes no menos fa-
bulosos como las norns, semidiosas del destino. Eso no era
todo. En las raíces del gran fresno se abrían los reinos má-
gicos de Asgard, Jotunheim y Nifiheim. No faltaba la ser-
piente Vidofnir, un mero efluvio edénico, sin manzana; ni
«la ardilla de la murmuración», o los cuatro ciervos de los
cuatro vientos o puntos cardinales… Yggdrasil no sólo es
semejante al Árbol del Conocimiento de la Biblia, sino
al ÁRBOL DE LA VIDA donde ya se representaba al Señor
en dibujos sumerios hacia el 2500 a.C. Es también la
cruz hecha fresno, o la cruz vista como Árbol de la Vida
(así aparece en la magnífica y florida «Cruz del Humillade-
ro» (del siglo XVI) en la ermita de San Isidro del pueblo burgalés de Sasamón).
Sender [1967] propendía a considerar al mito del ÁRBOL SAGRADO como el más
antiguo del mundo: «…la adoración del árbol (sea de Nadal, o Noel, del bien y
del mal, de la vida… o su estilización en cruz…)». Los que no se cuentan, en
cambio, son los miles de árboles sagrados (BAOBABS y otros) de los pueblos afri-
canos; ni los majestuosos BANIANOS de raíces como bosques, a cuya sombra se
puede sentar todo un CLAN de una isla melanesia a beber KAVA y hablar con los
antepasados.

yiddish / yidish. El idioma hebreo hablado predominantemente por los AS-


QUENAZÍS en Alemania y Europa Oriental, con su multiplicidad de variantes y dia-
lectos (lituano, polaco, ucraniano…), fue normalizado en el Estado de Israel hasta
constituir desde los años cincuenta una segunda lengua nacional después del he-
breo. Aparte de sus componentes de alemán antiguo (85 por ciento), el yiddish tie-
ne partes semitas (ARAMEO, 10 por ciento) y eslavas (cinco por ciento). De ser ha-
blado por alrededor de 11 millones de personas antes de la Segunda Guerra
Mundial y del Holocausto, hoy lo hablan en torno a tres millones de personas,
principalmente en Israel y Estados Unidos.

Yidishtim Yehudit. Región Nacional Judía o Región Autónoma Judía


(J.A.R. son sus siglas en inglés) enclavada dentro la Federación Rusa desde 1992.
Fue creada por Stalin en 1934, en Siberia suroriental, como una respuesta al movi-
miento sionista y como un proyecto para dar un hogar en el Lejano Oriente ruso a
los en torno a dos millones de judíos de la URSS. Sin embargo, cuando fue creada
la Región Autónoma apenas vivió allí un 25 por ciento de judíos. En la actualidad
son de origen judío (> ASQUENAZÍ) entre 5.000 y 7.000 personas, es decir, en torno
al cinco por ciento de una población de 221.000, según censo de 1992. La capital
de esa región autónoma, de 36.000 kilómetros cuadrados, es BIROBIDZHAN.

575
LUIS PANCORBO

yihad / djihad / jihad… Guerra santa es su sentido más común. En reali-


dad significa «esfuerzo» o «resistencia contra las tentaciones y la atracción del
mal» [Ben Jelloun, 2002]. Sea como fuere, ya a la muerte de Mahoma, el ISLAM se
forjó y prosperó guerreando en yihad, o «cruzada» que dirían los cristianos. Según
Martín Montávez, yihad significa más bien «movilización». Desde el punto de vista
canónico no hay una sola yihad, sino la yihad grande, «esfuerzo en la vía hacia la
divinidad con humildad y meditación», y la yihad pequeña, «defensa contra los in-
fieles que atacan a La MECA».

yin-yang. Principios femenino y masculino, energías que se complementan y


rechazan; noche y día, especialmente en el taoísmo chino. El yin, que equivale al
principio cósmico lunar, es opuesto y a la vez complementario del yang solar o
«designando al sol elevado por encima del horizonte» [Chevalier,
1982]. La unión de ambos es el TAO, la ley secreta que gobier-
na el cosmos. Ahí no acaba el yin-yang, una de las alter-
nancias, imágenes y aplicaciones más usadas de todos los
tiempos. Hasta Mao Zedong decía que «el fracaso es a
menudo el partero del éxito». Yin es también agua, som-
bra, oscuridad, y yang, fuego, tierra, luz. Ambos hacen
el tiempo, porque no son principios estáticos, sino «rit-
mos cósmicos en continua alternancia» [Von Franz,
1989]. En el I Ching, «el Libro de las Mutaciones», un mo-
delo de tiempo circular, anhelo y reto para los occidentales afa-
nados en su tiempo lineal, es la llamada «Secuencia del Primer Cielo», un círculo
compuesto por ocho kua, o principios fundamentales de toda existencia. Allí el
yang, elemento creativo, o Cielo (Ch’ien), está en el sur. Y el yin, elemento recepti-
vo, o la Tierra (K’un), al norte. Cualquier otra imaginación sería válida, empezan-
do por la de considerar yin al sur y yang al norte.

yoga. Voz sánscrita que significa «unión», «reunificación». De la misma raíz es el


español «yugo». Se entiende por yoga un conjunto de técnicas psicofísicas y psico-
energéticas. Hay tantas escuelas, acercamientos y supercherías como nervios en
este nuevo siglo del planeta. Con todo, parecería esencial descubrir el yogini, el
principio que simboliza, en el VAJRAYANA, los canales sutiles por donde circula el
bodhicitta, el pensamiento definitivo, el de la iluminación. A falta de yogini, suelen
ser esenciales para muchos cultivadores del yoga las sadhanas (posturas físicas y
también estrategias espirituales) y, por supuesto, el control de la respiración (pra-
na). El yoga hunde sus raíces en el hinduismo, siendo el budismo una doctrina jo-
ven comparada con la primera. Ahora diversas clases de yoga (hatha, TANTRA…) se
desligan de la religión en una especie de busca moderna del bienestar por el bien-
estar, lo que por otra parte puede derivar perfectamente de la autoconciencia y au-
torrealización. Para Sri Aurobindo [1936], lo principal es «la paz y el silencio de la
mente», si bien el resultado deseable sea una mente vacía, no sólo una mente cal-
ma, es decir, una mente sin pensamiento, concepción ni acción metal de clase algu-
na, «salvo la percepción esencial de las cosas sin la idea formada…». Al final del

576
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

camino estará superada la fuerza yóguica y se será —tal vez— supramental, autoe-
xistente y absoluto. El yogui es tentado por los dioses para que renuncie a su asce-
tismo y se abandone en el gozo celestial, pero… «renunciando a todo apego ni si-
quiera se siente orgulloso de pensar que está siendo tentado por los dioses…»
[Patanjali, 1987]. He ahí la perfección suprema, se diría. «¿No sería posible, enton-
ces, adentrarse en la esfera del sueño profundo sin perder la conciencia y contemplar
la disolución de los mundos, incluyendo a los dioses y a los sueños? Ésa es la auténti-
ca victoria que persigue el yoga» [Campbell, 1998]. Aunque habría más éxitos, quizá
los más difíciles todavía sean: poder reducir la «realidad infinita» a la comprensión
del Shiva Linga, o «Falo de Siva», cuando ni siquiera se puede aprehender la reali-
dad a través de la percepción directa (pratyaksa), ni siquiera usando la inferencia
(anumana) o la comparación (upama). Sin embargo, el falo de Siva «es uno de los
medios indirectos de comunicarse con la Realidad» [Parthasarathy, 1983].

yoga del sonido. Se atribuye a Kabir (1440?-1518), un asceta que difundía


esa práctica en Benarés, además de predicar un ideario de cierto sincretismo entre
lo hinduista, lo islámico y lo cristiano. Un flujo vibratorio debió ser lo que produjo
un Ser al crear. Fue la vibración que resonó en la revolución del caos primitivo. Es
el sonido místico que capta el yogui capaz de olvidarse de sí mismo. Por supuesto,
la glándula PINEAL tiene mucho que decir ahí: «Ése es el asiento de la entidad espi-
ritual del hombre. Si se mete una bala por ese punto, la muerte es segura e instan-
tánea. En él convergen las corrientes espirituales que fluyen por los nervios auditi-
vos, ópticos, olfatorios y otros». Eso decía Sahabji Maharaj, del Instituto Radha
Soami de Educación de Dayalbagh, cerca de Agra [Brunton, 1969], sobre la vieja y
debatida glándula que siempre ha aspirado a que alguien la radiografíe y encuentre
la sombra de un alma.

yoni. Vagina, vulva, sexo femenino, sexo de diosa, receptáculo del LINGAM o falo
de Siva. Es una vasija, una peana, un altar, un triángulo, de los más variados mate-
riales, donde los hinduistas depositan ofrendas y realizan sacrificios. Dando un sal-
to oceánico, existe un yoni terrible en algunas cultu-
ras de las Indias Occidentales. Es la vagina dentada
de los mitos KOGI. La Vagina Llena copula con los
cactos en mitos de los INDIOS del suroeste de los Es-
tados Unidos. Volviendo a la India, en su parte más
nororiental, en Kamakya (Assam), hay un templo
donde cayó el yoni de la diosa Sati, tras ser despeda-
zado el cadáver de esta diosa por BRAHMA. El punto
clave del templo es una hendidura en la roca que
está bañada por un manantial subterráneo que, al principio de los monzones, «se
tiñe de rojo con óxido de hierro». Milagro, pues, para los adoradores de Sati, que
allí pueden ver la menstruación de la diosa [Husain, 2001].

yopo / epena. Polvo de semillas y cortezas, potente alucinógeno usado por los
YANOMAMI de la Orinoquia. Se insufla en cuclillas mediante una caña (mokohiro)

577
LUIS PANCORBO

que alguien sopla en las narices de otro. Los yanomami lo llaman epena y es de tres
tipos: pararo, yakoana y maxibara, aunque el más frecuente sea el primero a base
de la planta Anadanthera peregrina. Los efectos son fuertes: convulsiones, sudora-
ción, escupitajos, mucosidad y una excitación como si al sujeto le disparasen un
cartucho de perdigones en las fosas nasales. Así se expulsan los hékura, o malos es-
píritus. Es la manera que tienen de entrar en su mundo alterado y trascendental, el
que culmina en ultratumba, en la Casa o Maloca de Yaru, «el Trueno», donde el
alma, sombra o NORESHI, hechos los debidos ritos de ingestión de las cenizas, final-
mente se completará con la del animal que se tiene como doble desde la infancia,
sea el águila arpía, el tapir o la hormiga…, y así finalmente saldrá el pore, o no-po-
rebi, el alma inmortal, aunque sea para vagar por la selva. «El concepto yanomamo
de ETERNIDAD difiere del nuestro» [Cocco, 1972]. Los yanomami no son los únicos
amazónicos que usan yopo. Se sabe que usaban sustancias parecidas otomacos, sá-
livas y otras naciones extinguidas de la Amazonia venezolana [Gumilla, 1955] y de
otros puntos de la gran cuenca amazónica. Pero su desaparición no se debe al pol-
vo alucinógeno, sino a causas que tienen mucho que ver con el CHOQUE cultural,
eufemismo a veces de la pólvora.

yorubas / yoroubas. El término significa «astutos» para los hausas y FULA-


NI. Es uno de los grandes pueblos de África occidental repartido entre Nigeria,
Benín y Togo. Los yorubas destacan como artistas y se organizan por gremios
que fabrican máscaras, estatuas, tambores, flautas… O sacando petróleo en Ni-
geria o en cualquier actividad moderna. Llegaron a tener un reino importante y
admirado, por ejemplo, bajo el monarca de OYO que reinó desde Costa de Oro,
la actual Ghana, hasta el río Níger. A través de los esclavos, la cultura yoruba
acabó propagándose desde Cuba a Brasil. Las costas africanas donde vivían fue-
ron consideradas «la tumba del hombre blanco», zonas llenas de fiebres y palu-
dismos. Eso no importaba demasiado a los nativos, acostumbrados a superar las
calamidades, sino que les arrancaran de sus bosques sagrados y de sus raíces. El
yoruba llegó a ser uno de los panteones más ricos de África, con al menos 400
deidades. Ifa, el dios de la adivinación, era esencial en una ceremonia que recuer-
da, salvadas las distancias, a la del sacerdote-rey de NEMI: el rey o alafin, en Oyo,
tiene un Consejo de los Siete, sistema que evita que se convierta en un tirano. Si
fuera un tirano, sería eliminado con una elipse cultural. Todos los años se celebra
la fiesta de Ifa, dios de la adivinación, y se echan 16 nueces de COLA sobre un ta-
pete para determinar si el alafin es o no es justo en su reinado y comportamiento.
Si no es satisfactorio, el rey recibe un paquete con huevos de papagayo, señal de
que debe suicidarse sin pérdida de tiempo [Lloyd, 1981]. No está eso muy lejos
de lo que pasaba en Nemi, de acuerdo con FRAZER. Los yorubas son aficionados a
la dualidad y tienen, además del dios Ifa, a Eshu, tanto como decir a Dios y el dia-
blo, el bien y el mal, ambos necesarios. Eshu el Caminante (del que viene el Exú
de Brasil) nunca se detiene en un sitio, y nadie le acepta como huésped perma-
nente. Uno de sus símbolos es la pipa, para molestar con su humo a XANGÓ.

Yosepha > MAMA YOSEPHA

578
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

yoyova. Brujos de las islas Trobriands. Los yoyova actuaban en el terreno de la


MAGIA, aunque el corazón de su cultura, y de la civilización de las Trobriands en
general, residía sobre todo en desentrañar la palabra, la que recogía una y otra vez
Malinowski [1989]. La palabra adecuada ponía el discurso en la posición de lo
creíble, y eso lo vio muy bien Clifford GEERTZ [1989]: «…la capacidad para con-
vencernos de lo que dicen [los antropólogos] es resultado de haber podido pene-
trar (si se prefiere, haber sido penetrados por) otra forma de vida, de haber, de
uno u otro modo, realmente, estado allí... Y en la persuasión de que este milagro
invisible ha ocurrido, es donde interviene la escritura».

Ys / Is. Ciudad mítica y sumergida en la Bretaña francesa que se extendía desde


Douarnenez hasta Port Blanc. Lo único visible hoy son las Sept-Îles, además de un
montón de leyendas. En las rocas de Saint-Gildas, «cuando las mareas son serenas
y suaves, se oye cantar a una sirena, Ahés, la hija del rey Gralon» [Dourver, 1977].
Otra veces se oyen repicar las campanas de Ys, la más famosa de las ciudades su-
mergidas. En Douarnenez, siempre en la Bretaña francesa, se han encontrado algu-
nos restos arqueológicos no bien identificados, especialmente en la playa de Ris.

yuan-chu min. Nombre que se da en Taiwan a los ABORÍGENES: «Las perso-


nas que vivieron aquí originalmente», nombre que se prefiere al de shanti tung-
pao, «compatriotas de los montañas», término ofensivo que fue eliminado en la re-
forma de la Constitución de la República de China-Taiwan en 1994. Un año
después, el gobierno de Taipei revocó una directiva por la que los INDÍGENAS debían
cambiar sus nombres personales, y los de sus pueblos y aldeas, por nombres en
chino MANDARÍN. El último censo de aborígenes taiwaneses da la cifra de 358.395
personas, de nueve tribus: ami (los más numerosos, 132.649), atayal, paiwan, bu-
nun, rukai, puyuma, tsou, saisiyat. Y los yami, apenas 3.863, los más tradicionales,
que viven en Lanyu, la isla «Orquídea», un lugar paradisíaco menos cuando la ocu-
pación japonesa, cuando se cambió el nombre y se puso el de Botel Tobago. Ahora
tienen el problema de albergar ante la isla un gran basurero de residuos nucleares.

yuga. Era, eón, edad, lapso temporal mítico para el hinduismo. Hay cuatro yugas
que forman una unidad, la mahayuga, caturyuga o «gran edad». Mil mahayuga ha-
cen una KALPA. Las cuatro yugas son: Kritayuga, edad de la verdad o de oro (duró
cuatro mil años divinos, o sea cuatro mil de aurora y otros tantos de ocaso); Tetra-
yuga, tres mil años, y Dvaparayuga, dos mil años. La última parte corresponde a la
presente Kaliyuga, tal vez de mil años, la era que se resolverá con un gran cataclis-
mo, seguido de un juicio final y de la llegada de Visnú, como supremo justiciero,
montado en un caballo blanco. Será al fin de los tiempos y el momento de restau-
rar el DHARMA o la ley, entendida como rectitud, la verdad. Pero el verdadero final
del ciclo no es eso, sino la mahapralaya, «gran disolución». Los griegos, especial-
mente Hesíodo, reflejaron a su modo la idea de las cuatro yugas con las cuatro
edades (oro, plata, bronce y cobre). También los antiguos mexicanos hablaban de
cuatro soles o edades, siendo la que vivimos ahora la era de Ocllín, «el Sol del
Temblor». Campbell [1998] recordó que los indios sioux (> LAKOTA) y pawnee

579
LUIS PANCORBO

también creían en cuatro edades cósmicas regidas por el «Búfalo Creador», el que
pierde un pelo cada año y una pata cada era (como los hinduistas que creen que la
«Vaca de la virtud» pierde una pata en cada yuga). Hay quien cree que la Kaliyuga
acabará en el año 2012, por ejemplo gurú Singh, un distinguido y escuchado SIJ, y
que, tras un tiempo de turbulencia, empezará la «Era del Acuario» (> ACUARIUS),
todo verdad, gozo y demás, como ya predijo el musical Hair.

yule / yul / jul / gule… Palabra germánica para marcar el nadir del año, lo
contrario de su cénit. Es la rueda del giro del sol (o «rueda de los galos») que sim-
bolizaba la muerte del año viejo. En los países del norte de Europa marcaba el
solsticio de invierno (20-21 de diciembre) y en la antigua Roma, la época de las sa-
turnalias y otras fiestas cuyo epicentro era el 25 de diciembre, el que congregaba
los fastos en honor del Sol Invicto (Dies natalis solis invicti), lo que procedía a su
vez de los cultos de Mitra. Todo ello lleno del simbolismo de la victoria de la luz
sobre las tinieblas (> NAVIDADES). También había un entronque de esas celebracio-
nes solsticiales con los ritos de Egipto, donde en ese tiempo Horus renacía en Isis.
Era además cuando aparecía el dios escandinavo Baldur (BÁLDER), siempre el 25
de diciembre. Además el 25 de diciembre se celebraba el cumpleaños más paradó-
jico, el que celebraba el nacimiento de Dionisos, el dios muriente. Y la coinciden-
cia en la fecha aun se podría extender a otros antiguos dioses asiáticos como Tam-
muz y Attis. Pero en Yule se puede rastrear la Navidad tal como la entendían en el
norte de Europa: durante 12 días, los muertos volvían a la tierra, sembrando de
caos 12 noches. Esas 12 jornadas equivalían a las CABAÑUELAS, las predicciones de
los próximos 12 meses del año. Lo más importante ritualmente era quemar un
tronco de roble, un tronco anicónico, es decir, sin representación alguna de divini-
dad ni emblema, y eso era el final del año, el año viejo, ardía así el invierno y se ce-
lebraba el renacimiento del Sol. Pero en ese momento, en la hoguera también se
consumía la vieja persona y se producía la renovación, así como las cenizas esparci-
das evocaban la vida y la siguiente primavera [Cooper, 1988]. Otros rituales, agru-
pados en el bello lema del «Dios Mugiente», el que cae muerto para renacer, en
vez de usar roble, el ÁRBOL SAGRADO de los DRUIDAS, empleaban pino, por ejemplo
para conmemorar a Atis, Dionisos y Woden (WOTAN). La hiedra en torno al tron-
co era considerada la «corona de Dionisos» o la «planta de Osiris». El árbol de At-
tis y Dionisos se llenaba de ofrendas y regalos para esos dioses, mientras que el sa-
grado abeto de Woden era más mágico: él daba regalos a quienes le honraban.
Paulatinamente todo eso fue siendo asimilado a la Navidad cristiana, la cual ya in-
cluye entre sus ornamentos los árboles paganos. Yule era sobre todo la gran puerta
del año, aun más que el Midsummer, para celebrar el solsticio de verano (21-22 de
junio), aparejado por influencia cristiana a san Juan (es la fiesta de Johannus en
Finlandia). En la tradición celta, entre los solsticios se intercalaban dos fiestas
equinocciales. En primavera: Imbolc o Candlemas (a principios de febrero), una
especie de rogativa por la luz; y Beltane, del 30 de abril al 1 de mayo, que es cuan-
do en países germánicos y nórdicos viene la Noche de Walpurgis (Valborg, Wal-
purga…). Luego había dos fiestas en otoño: el 1 de agosto, Lughnasadh, «los jue-
gos de Lugh» (de Lammas, «la misa de la hogaza»); y SAMHAIN, entre el 31 de

580
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

octubre y el 1 de noviembre, la Noche de HALLOWEEN de los anglosajones [Cro-


wley, 2000]. Por eso se comen castañas y se bebe vino aún en el MAGOSTO de Gali-
cia.

yuquis. Grupo INDÍGENA de la Amazonia boliviana perteneciente al grupo tupi-


guaraní. Su mayor comunidad, Bía Recuaté se encuentra a unos 300 kilómetros de
Cochabamba. Había en torno a 6.000 yuquis cuando fueron contactados en 1964
por misioneros de New Tribes, las FUNDAMENTALISTAS NUEVAS TRIBUS. En 2006, el
número de yuquis había bajado a 300, muchos de ellos aquejados de tuberculosis,
micosis y lepra blanca, incluso. Su rechazo a las vacunas, en un contexto de CHO-
QUE cultural acentuado, ha hecho vaticinar su desaparición [Delgado, 2006].

yuyu / juju. Hechicero entre los YORUBAS del reino de OYO. La palabra tam-
bién ha pasado en España a ser sinónimo de temor, mal presentimiento. El yuyu de
Oyo puede practicar MAGIA negra y es experto botánico, más que nada en tóxicos
(en el VUDÚ haitiano sería el bokor). Preside la ceremonia de egungun, conjunto de
ritos en honor de los antepasados, cuando éstos viven durante una semana con los
vivos hasta que el espíritu Aranta, amo de la fiesta, les transporta de vuelta al otro
mundo [K. Müller, 2000].

581
Z Zumba el tedio enfrascado
bajo el momento improducido y caña.
César Vallejo, Trilce, XXIX

z. Última letra del abecedario español —y de éste—. La zeta es letra muy enjundiosa,
siempre que no se convierta en seta, aunque la seta sería de recibo si es una amanita
autorizada en la variada geografía del español, o sea, una zeta pronunciada de forma
predorsal seseante. Zeta en álgebra es una abreviatura de una incógnita cuando las
otras dos incógnitas están representadas por «x» y por «y». Otras zetas del mundo:
«hecho una zeta» significa «contrahecho» en Francia. Zeta no es sólo la marca comer-
cial que pone el Zorro con su florete, sino lo que ponían los resistentes griegos duran-
te la dictadura: «Vive». Zeta como «vive», zeta como baila Zorba el griego.

zabalin. Basureros de El Cairo (de zbala, «basura» en árabe). Hay toda una ciu-
dad, Zabalin City, al pie de la colina Muqattam, donde sobreviven miles de personas
que se ganan la vida rebuscando entre los desperdicios. Los zabalin se asocian a las
varias clases o subclases, o PARIAS efectivos, que también existen en Egipto, como los
gitanos o ghagar nawar (> ZOT) y los llamados helbi DOM, que parecen tener su ori-
gen en la India, donde aún son encargados los INTOCABLES de quemar los cadáveres.

zacum. Para los mahometanos, árbol del infierno con cabezas de diablos como
frutos [Flancy, 1842].

zahir. Astrolabio, fondo de pozo en la judería de Tetuán, una moneda argentina


de veinte centavos… Y aún más podría ser para Borges [1971], puesto que zahir en
árabe significa «notorio, visible…, uno de los noventa y nueve nombres de Dios».
El zahir es dinero, y siempre «…es abstracto… es tiempo futuro… la sombra de la
Rosa y la rasgadura del Velo». Con lo que sería más fácil definir lo que no es.

zajoriles / zaoriles. Criaturas que hablan en el vientre de su madre. O a los


tres días de nacer, como hubo casos en Argamasilla de Alba (Ciudad Real). En el

583
LUIS PANCORBO

ámbito rural manchego, hasta bien entrado el siglo XX, eran también tildados de
zajoriles determinados curanderos que dieron tempranas señales de poseer pode-
res especiales (por ejemplo, hablar en el útero). Luego podían con muchas enfer-
medades, como con el herpes o culebrilla; sin embargo, se les resistía la rabia. «Su
virtud de curar la comparten con los gemelos» [López García, 2002].

zambos. Hijos de india y negro, y también de mulata y mestizo. Los indios MIS-
QUITOS de la costa de Honduras eran llamados zambos, y zambales, sus pueblos.
Otras veces reciben el nombre de cafusos los mestizos de indios y negros, algunos
de ellos microcéfalos con cabellos «en escoba de barco» [Topinard, 1891].

Zanzíbar / Unguja. Isla en el océano Índico perteneciente a Tanzania. Signi-


fica «Nigricia» o «región de los negros», por venir de zang, «negro» y bar, «re-
gión» [Burton, 1995]. Para el geógrafo árabe Al Masudi, Zanj-bahr era «costa de
los negros». O «costa de los esclavos» según otras versiones. Fue uno de los gran-
des centros de la trata esclavista (como Gorea, Ouidja, Ilha de Mozambique…).
Cada año llegaban entre 20.000 y 40.000 esclavos y en torno a la mitad eran reex-
portados a países musulmanes como Turquía, Egipto, Omán…, pese a la vigilancia
de la marina británica. La trata negrera había sido abolida en 1772, y en eso Gran
Bretaña fue el país pionero, pero el esclavismo duró más de un siglo todavía en
torno a su imperio. David Livingstone usó Zanzíbar como base de operaciones
para sus viajes de exploración, en los que si, por un lado, llevaba como enseña la
lucha contra la ESCLAVITUD, eso no estaba reñido con abrir las vías al comercio de
su Graciosa Majestad. En 1963, después de un ajetreado proceso de independen-
cia, Zanzíbar se unió a Tanganika en lo que resultó ser la República Federal de
Tanzania, un invento formado por las sílabas Tan (de Tanganika) y Zan (de Zanzí-
bar). Fue una gran condescendencia de los africanos del continente hacia la vieja
isla de los esclavos, arrogante pequeñez de apenas 2.000 kilómetros cuadrados
donde en cambio se aglomeran unas 800.000 personas (con crecimiento de un 3,8
por ciento anual) de habla y cultura SUAJILI y que, en su semiautonomía, se sienten
tan lejos de las sabanas del Serengeti como de los fiordos noruegos.

zaouia / zawiyah / záwiya. En el Magreb, escuela coránica, con cierto pa-


recido con la MADRASA. También puede aplicarse a convento de cofradías SUFÍES (>
TIYANISTAS). Incluso a un santuario móvil, instalado en una tienda de campaña, o
«mezquita ambulante», una de las creaciones religiosas más originales. Una zaouia
puede ser asimismo la sede de un santón musulmán. Sidi Tuati está enterrado en
su zaouia de Béjaia (Argelia), aunque dentro de una adyacente ermita o morabito
llamado qubba (por la típica cúpula de ese edificio cuadrangular). Aparte de lo ar-
quitectónico, la BARAKA es lo que más se adosa a las zaouia.

zapotecas. Los actuales indios zapotecas viven en Oaxaca y, en menor medida,


en Chiapas y Veracruz. Sus antepasados constituyeron un gran pueblo del antiguo
Anáhuac (México), que adoraban a Huemac, el dios de la mano fuerte, el que hace
temblar la tierra, y a Wixepecocha, el viejo civilizador que lleva una cruz como en-

584
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

seña, pero que, acosado por dioses nuevos, se eleva y desaparece en los cielos de-
jando en la tierra las huellas de sus pies. De todas las antiguas civilizaciones se sa-
can misterios, dadas las fallas de interpretación. Los zapotecas están entre los ame-
rindios mejor situados en el ojo del huracán del misterio, especialmente por lo que
se refiere al monte Albán, una montaña llena de templos y falta de agua (misterio
al canto, si no se cuenta que el río Atoyac corre abajo, en el valle). Monte Albán
empezó a ser construida medio milenio antes de Cristo, y esplendió desde el 100 al
800, cuando los zapotecas fueron desplazados por los mixtecas. Antes de eso cons-
truyeron monumentos que aún causan estupor: templos, pirámides y también, y
sobre todo, esculturas, bajorrelieves que, para algunos, serían de chamanes CANÍ-
BALES, y, para otros, de bailarines entregados a los sueños de las «flores», los hongos
alucinógenos. Y a eso se suma la versión, por ciertas figuras poco descifrables, de
que los zapotecas contaban con médicos capaces de las más extrañas obstetricias.

zazas. Minorías de origen indo-europeo, tal vez persa o daylamita, en el este de


Anatolia (Turquía), a donde habrían emigrado en torno al siglo X. Los zazas han
sufrido no pocas persecuciones, como sus vecinos los KURDOS, con quienes no de-
sean ser confundidos. En el caso de los zazas, el prejuicio que han sufrido es por
sus creencias alawitas (> ALAUÍ). Por su parte, la lengua zazaki se relacionaría con
el kurdo, el persa y el beluchi, llegando a una cifra de hablantes de entre tres y seis
millones (según datos de 2005 del MEIC, Middle East Information Center).

zar. En Etiopía, dios de los antepasados, dios guardián, y también genio maléfico.
Contra ellos se usa el askema, TALISMÁN que contienen pergaminos con textos sa-
grados y fórmulas mágicas. Llegó a haber un verdadero culto a los zar, sobre todo
entre la tribu de los oromo, al norte de Addis Abeba, entre los siglos XVI y XVIII.
Según una leyenda, recogida por Mercier [1979], el rey Kaleb de Axum, que reinó
en el siglo VI, tuvo cuatro hijos. Tres de ellos fueron reyes de la noche, con todo su
despliegue de maldades y enfermedades y con su séquito de plagas y locuras. El
cuarto hijo, Gabra Maskal, reinó sobre el día y sobre los humanos. Los zar son los
hermanos nocturnos de los humanos. Algunos creen que los zar se transmitían de
generación en generación. Se les ofrecían sacrificios, de carneros o cabras: con su
sangre se hacían abluciones y con su piel, talismanes, generalmente en forma de ro-
llos.

Zaratustra / Zoroastro. Hace unos tres mil años, si no fue un ser ficticio,
predicó el profeta de una religión que aún se conserva y se practica por alrededor
de 100.000 personas, tanto en Irán (grupos de guebres) como en la India (los PAR-
SIS). Habiendo sido generado en tiempos de los Aqueménidas, seis o siete siglos
antes de nuestra era, el zoroastrismo es una de las religiones más antiguas seguidas
de forma ininterrumpida en el planeta. Ahura Mazda, el gran dios, fue quien inspi-
ró a un hombre persa llamado por los griegos Zoroastro, «astro de oro». Por ese
dios Ahura Mazda, absoluto si no fuera por su contrario Ahrimán, se llama tam-
bién MAZDEÍSMO a esa religión, que es anterior a las enseñanzas confucianas, budis-
tas y taoístas. El mazdeísmo oscila siempre entre el Espíritu del Bien (Vohu Man-

585
LUIS PANCORBO

nah) y el Espíritu del Mal (Angra Mainyu). El fuego sagrado es fundamental en el


culto mazdeista o zoroastriano; es necesario no dejar apagarlo, así como evitar la
impureza de los cadáveres, por lo que no los entierran ni incineran, sino que los
dejan expuestos a los buitres en torres de silencio (> DOKHMA). Otra causa de im-
pureza sería acercarse a una mujer con el periodo. Lo esencial, de todos modos, es
seguir a Ormuz (Ahura Mazda, Ormuzd, Ormazd…, el bien) y temer a Ahrimán
(Angro Mainyush «espíritu atormentador», Druj o «mentira»..., el mal), tal como
dice el Libro, el Avesta o Z END -AVESTA. Ese es el libro sagrado de los mazdeístas,
no Also Sprach Zarathustra («Así habló Zaratustra»), la famosa obra de Friedrich
Nietzsche que empieza con las tres fantásticas transformaciones: «la del espíritu en
camello, la de camello en león y la del león en niño». Eso siempre con el recto pen-
sar, hablar y obrar como clave de la felicidad terrena y la salvación. Nietzsche
aprovechó a Zaratustra para diseminar explosivos contra la moral cristiana al uso y
sus corolarios de moralismo y moralina («¿no es la castidad una estupidez?»), lle-
gando a lanzar su célebre «Dios ha muerto», una certidumbre que tuvo tras consi-
derar que «los débiles han manipulado el concepto alma para justificar su existen-
cia y su poder» [Nietsche, 1966]. «Hoy he sabido por azar lo que significa
Zaratustra, a saber, estrella de oro. Este azar me encanta». Y por supuesto a
Nietzsche le encantaba que fuese el profeta que anunciaba el superhombre.

zarza. La zarza ardiente de Moisés, y bien verde y lozana, es el punto fuerte de


la visita al monasterio de Santa Catalina en el Sinaí. En el patio de ese convento-
fortaleza crece desde luego un arbusto y hay que creer que fue trasplantado de la
verdadera zarza cuyas raíces se encontrarían dentro de la minúscula capilla adya-
cente. No es probable que fuese una zarzamora herida por el rayo. Pudo tratarse
de una planta del Sinaí (Dictamnus albus) llena de ampollas repletas de un aceite
muy inflamable. Otros creen que pudo ser un arbolillo (Loranthus acaciae) que
cuando da sus flores rojas parecer arder como algunas jacarandas y flamboyants.
«Zarza mystica» fue como se conoció también a la de Aránzazu (Guipúzcoa) don-
de se apareció la Virgen [Luzuriaga, 1690].

Zarzura. Remoto oasis del desierto egipcio que pudo coincidir con la quimérica
«Ciudad de Latón» mencionada en Las mil y una noches. Zarzura se hallaría al
este de la ciudadela de Es-Suri según el Kitab al Durr al Makmuz («Libro de las
perlas enterradas»). En 1932, el conde húngaro Ladislaus E. Almásy, junto a los in-
gleses Clayton y Penderle, buscó Zarzura por la zona del Jiff Al Kabir, «el Gran
Acantilado». Lo que encontraron fue el fabuloso Wadi Sora, o «Valle de las Imáge-
nes», con la famosa «Cueva de los Nadadores» con pinturas de gentes disfrutando
en el agua de hace unos quince mil años. Un prodigio, que no un espejismo, el fan-
tástico descubrimiento que Almásy quiso enseñar a Leo FROBENIUS, con el resulta-
do de que éste se lo atribuyó, no sin provocar una amarga disputa. Almásy fue de
todos modos quien copió en acuarelas los dibujos de los nadadores y quien mejor
alimentó la leyenda de Zarzura. «En esos valles hay, desde luego, zarzura [una es-
pecie de pájaros], pero sus nombres correctos son Valle Rojo (Uadi Hamra), Valle
de Abd el Melik y Valle de las acacias talha» [Almásy, 1999].

586
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

Zebhul > SÉPTIMO CIELO


Zekerboni. Célebre GRIMORIO o tratado brujeril del siglo XVII, atribuido a Pie-
rre Mora, llamado a veces «La Biblia de las brujas». Contiene textos para hacer en-
cantamientos: «…para hacerse amar se tomará… un corazón de paloma, un híga-
do de pajarillo, la matriz de una golondrina y un riñón de liebre…» [Givry, 1929].
Se incluye en el Código Aboqnaz (del rabino Abognazar) junto al no menos famo-
so texto sobre la Clavicula Salomonis, fuente de muchos sortilegios durante siglos.

zelotes. Secta judía contemporánea de Cristo, como los ESENIOS, y cuya activi-
dad duró hasta después de la crucifixión. Todavía en el año 44 d. C. los romanos
mataron a 20.000 zelotes en la ciudad costera de Césarea. Zelotes eran, por otro
lado, los judíos que se atrincheraron en el año 66 en la fortaleza de Masada, al su-
roeste del mar Muerto, donde cerca de 1.000 se inmolaron (suicidaron) en el año
74 antes que rendirse. Un relato del asedio de Masala se tiene en «la guerra judía»,
la gran obra de Flavio Josefo, quien pudo asistir en persona a los hechos que narra
y, por tanto, su escrito es considerado de lo poco cierto existente sobre un periodo
histórico lleno de humo e intereses, tanto de parte cristiana como judía.

zen. Término japonés para el budismo chino ts’an o ch’an, introducido en el país
del Sol Naciente el siglo XII desde China. Zen es filosofía, religión, actitud, discipli-
na de raíz budista taoísta. O sea, otra inefable vía de aprendizaje hacia la perfec-
ción estimulada a veces por las preguntas sorpresa del maestro: «¿Cuál era tu ros-
tro antes de que nacieran tus padres». «¿Cómo se puede aplaudir con una sola
mano?» A esto se llama koan, «problema». El zazen es la meditación en postura de
loto. Zendo es la sala de meditación. Zen significa, para japoneses y occidentales,
lo que reduce la ansiedad de vivir, y lo que despojaría de muchos follajes a la vida
moderna.

zemíes / cemíes. Ídolos de los indios taínos de las Antillas. Podían ser piedra
o madera, pero con la característica, que ya notaron los primeros cronistas, y sobre
todo el primero de ellos fray Ramón Pané, de exhibir unos voluminosos genitales.
El zemí Yucahuguamá (o Vagua Maorocoti) —siempre según Pané— llegó a anun-
ciar a los taínos que sus días estaban contados: «…vendría gente vestida y… ellos
se morirían de hambre» [Hernando Colón, 2000]. Claro es que los zemíes no ha-
blaban sin que un indio se escondiera antes en el bosque y dijera lo que tenía que
decir el ídolo por una cerbatana o trompa.

Zend-Avesta / Zendavesta / Avesta. El libro sagrado de los seguidores


de ZARATUSTRA, aunque es más bien un cuerpo de doctrina con varias fuentes y
procedencias recogido en tiempos de los sasánidas, hacia el siglo III. Debió ser es-
crito en una lengua muy arcaica, tal vez de la época de Ciro o aún más antigua,
quizás huzvareche. Se cree que Alejandro Magno mandó quemar muchos textos
mazdeístas y, según otra tradición, llegó a haber 21 partes de las que al menos se
salvaron el Vendidad (libro cosmológico); el Viçpered (litúrgico), y el Yaçna (libro

587
LUIS PANCORBO

del sacrificio, con plegarias y cantos), todos ellos correspondientes al gran Avesta,
mientras que el Pequeño Avesta sería más bien un conjunto de oraciones [Berti-
llon, 1880]. El zoatar, o sacerdote, cuida del fuego e invoca el sacrificio para el que
los fieles allegan oan, «carne» y haoma (> SOMA), cuyo jugo será exprimido y con-
sumido en una especie de comunión.

zibeta / civeta. Parte odorífera del cuerpo humano y aún del cosmos. Lejos
de ser el conocido animal, o gato de Algalia, la Zibeta occidentalis marcaba el oes-
te oloroso del mundo y del cuerpo humano, así como la cara indicaba el este. Era
la fantástica geografía de Paracelso, corroborada por Eusebius Nierembergius,
eminente jesuita español que creía que el cuerpo humano era magnético y que po-
día dividirse como los cuatro puntos cardinales. Así, puesto un cadáver en una
barca, no pararía hasta llegar al Polo Norte, cosa que suscitaba sus dudas a un ra-
cionalista precursor como el inglés Ross [1652]: ni los santos ni los faraones se ha-
bían movido en sus tumbas. También era dudoso lo que se decía en el siglo XVII
sobre el magnetismo de La MECA y del propio cuerpo de Mahoma, que eran capa-
ces de flotar en el aire.

zigurat / ziggurat. En la antigua Mesopotamia, pirámide o torre. Simboliza-


ba una montaña sagrada o una morada divina con un eje vertical desde la tierra
hasta el cielo, y con siete pisos por lo general, como los siete cielos o planos de la
existencia. Aún se pueden ver las ruinas del zigurat de tres pisos de Ur, patria del
profeta Abraham, que se cree fue construido por Ur-Nannu, rey de Caldea (el Ur
de Caldea de la Biblia). En cuanto ARQUETIPO, el zigurat, símbolo
del cosmos, debía tener siempre siete pisos, «o los siete co-
lores del mundo» [Eliade, 2000]. El rey Nabonid de
BABILONIA, del siglo VI a.C., restauró uno de los zi-
gurats «como era en tiempos antiguos, con cal y la-
drillos cocidos» [Keller, 1990]. Rodeaban al zigurat
cinco templos, dos de ellos consagrados a Nannar y
Nin Gal, dios y diosa de la luna, respectivamente.
Contaba el arqueólogo británico sir Charles Leonard Wooley en 1923: «Tras 38 si-
glos, se puede volver a encender el fuego y volver a hacer funcionar la cocina más
antigua del mundo» [Keller, 1990]. Algunos, víctimas de la imaginación, quisieron
ver en el zigurat la propia Torre de BABEL, o, en su defecto, un árbol o eje del
mundo (> AXIS MUNDI) que religa tierra y cielo.

zigzag. El rayo y la fecundidad, atributo de los dioses de la tormenta. El babilo-


nio Adad que lleva un zigzag en la mano o un haz de tres llamas [Cooper, 1988].
Es también el tridente de fuego o el trisula de Siva.

Zimbabue / Zimbabwe. Fue uno de los reinos más espléndidos de África y


hoy símbolo de la decadencia y paradigma de la inseguridad merced al presidente
Robet Mugave, o Baabu Rey, según la sátira teatral de Wole Soyinka, Nobel de Li-
teratura en 1986. Mugave ha mandado requisar granjas y propiedades de los blan-

588
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

cos utilizando las mañas de los antiguos MAU-MAU de Kenia. Su mujer es la prime-
ra en copar las mejores tierras. Si el antiguo dictador del Zaire, Mobutu Sese Seko,
se hizo famoso por su vestido de leopardo; Idi Amin Dadá por sus aficiones CANÍ-
BALES, y lo mismo Jean Bedel Bokassa, emperador de la República Centroafricana,
Mugave ha hecho verdaderos esfuerzos para superarlos a todos. Los beneficiarios
del expolio, la extorsión o el robo, según una escala que él administra, son «sus pa-
rientes cercanos, sus compinches del partido y sus oficiales de mano dura», dice
Soyinka, el escritor que abrazó la religión YORUBA «porque profesa el culto de la
naturaleza y los antepasados» y que se espanta cada vez que ve a un africano como
Mugave dejando pálido al Führer. Y tanto, un jefe de milicias mugavistas se llama-
ba directamente Hitler. Consternación, pues, se abate sobre el hermoso país del
África austral, donde las ruinas del Gran Zimbabwe, al sur de Harare, antigua Sa-
lisbury, capital colonial de Rodesia del Sur, atestiguan una cultura poderosa y sofis-
ticada basada en la explotación de minas de oro, cobre, hierro… El llamado «Gru-
po de Mound» tiene edificios con muros elípticos de unos 27 metros de altura.
Para el alemán Karl Mauch, buscador empedernido del OFIR, el supuesto ELDORA-
DO del rey Salomón y la reina de SABA, encontrar en 1871 el Gran Zimbabwe no
fue un premio de consolación. Era algo real, fabuloso como Machu Picchu o Ang-
kor Wat. Ridder Haggard, el padre de las novelas de Tarzán, también maquinó,
inspirado quizá por las ideas del misionero, etnógrafo y explorador belga Schebes-
ta, sobre la existencia de una ciudad fabulosa del siglo IX, la capital del dorado rei-
no de MONOMOTAPA.

Ziz. Animal de la mitología hebraica, creado por Jehová el quinto día junto al Le-
viatán. Fue una de las más posibles inspiraciones del pájaro Roc descrito por Mar-
co Polo. También se interpreta que sea un Ziz el ser mencionado en la Biblia:
«…quebrantaste cabezas de ballenas en las aguas… magullaste las cabezas del le-
viathán…» (Salmos 74,13-14). Otra descripción bíblica del Leviatán podría coinci-
dir con la del propio Ziz: «…los órdenes de sus dientes espantan... con sus estor-
nudos encienden lumbre… hace hervir como una olla la profunda mar…» (Libro
de Job 41,1-34). En cualquier caso, el Ziz es uno de los tres animales que deben
devorar a los justos en el banquete de Armagedón, junto al Leviatán y al BEHEMOT.

zo’é. Grupo indígena de origen tupí-guaraní, de unos 2.000 individuos, que vi-
ven en el norte del estado brasileño de Pará, junto a los ríos Erepecum y Cuminá-
panema. Fueron avistados en 1975 durante los trabajos de construcción de la Ro-
dovia Perimetral Norte. Tras esporádicos contactos en 1987, y el intento de
evangelización por parte de los misioneros de NUEVAS TRIBUS, estos INDIOS no ca-
yeron hasta 1991 bajo la protección de FUNAI (Fundación Nacional del Indio)
que asumió el control de la zona. Los zo’é son también conocidos como poturus
por insertarse un poturu, un palo o clavija, en el labio inferior.

Zohar. El Séller-ha-Zohar («Libro de la luz» o «Libro de la claridad») es una de


las obras cabalísticas (> CÁBALA) más célebres. Fue atribuida al judío granadino
Moisés de León, fallecido y enterrado en 1305 en el cementerio judío de Ávila. Ge-

589
LUIS PANCORBO

rald Brenan [2001] relata que, cuando san Juan de la Cruz fue a vivir a Ávila, aca-
bó en una casa del jardín de la Encarnación, sita precisamente sobre el solar del
viejo cementerio judío. Otras fuentes creen que los 23 volúmenes del Zohar («es-
plendor» en hebreo) fueron dictados y revelados por el gran cabalista y rabino Shi-
mon bar Yochai a su discípulo el rabino Abba hace más de dos mil años y que ha-
bría sido éste quien los transcribió a antiguo ARAMEO. Para los cabalistas, el Zohar
es «la herramienta más poderosa de la sabiduría»: contiene comentarios bíblicos
en forma de conversaciones entre amigos y guías espirituales, y con sus páginas no
se necesita, sobre todo siendo judíos, otro GRIAL ni otro ÁRBOL DE LA VIDA: de ahí
nace toda verdad, algo que a veces coincide con toda religión.

zombi. Voz del VUDÚ haitiano para muerto viviente. En realidad, un zombi es la
persona que, tras ser envenenada (con datura o elementos neurotóxicos), es enterrada
sin haber fallecido. Cuando todo el mundo da por muerto al sujeto, en realidad sufre
un proceso cataléptico. Una vez desenterrado, el sujeto vuelve a la vida con graves le-
siones cerebrales y queda bajo el dominio del bokor, brujo haitiano especialista en
MAGIA negra y en plantas peligrosas [Métraux, 1958]. Los zombis que vayan más allá
de lo expuesto pertenecen al mundo de las películas de serie Z, donde lo más paradó-
jico es que los muertos, cuando se vuelven belicosos, pueden ser matados.

zoolatría. Adoración a los animales. No coincide puntualmente con el NAHUA-


LISMO ni con el TOTEMISMO, en los que los animales son sujetos de respeto y vene-
ración en cuanto a progenitores del CLAN o la tribu. La zoolatría tiende a conside-
rar a los animales como dioses superiores a los humanos, incluso como
antepasados que controlaron el mundo con fuerza, astucia y toda clase de poder.
Ideas y cultos que estuvieron muy extendidos, desde los jemeres camboyanos a los
pieles rojas. Los AINU de Japón, al igual que los OSTIACOS siberianos, tienen al oso
por un dios. Pero si «llegan a matarle, se vengan de él escupiéndole e insultándole
para después colocarle disecado en una choza y adorarle» [Aranzadi, 1898].

zoques / tzoque / zoc / soque… Esos vocablos equivalen a «gentes de


palabra», «de idioma», o «los únicos», «los verdaderos». En 1687 compraron sus
tierras a la Corona española, entregando a cambio antiguas jícaras de oro. Son hoy
INDIOS de la región volcánica de Chichón, al oeste de Chiapas, entre Tuxtla Gutié-
rrez y Tabasco, que tienen como vecinos a los mixes. En 1990 eran en torno a
34.000. Pescan por el sistema de BARBASCO, aunque cada vez menos, y plantan
maíz, frijoles, papayas, tomates... La voz española de «zoquetes» no pega con la fi-
nura del zoque, hombre que cree que el latido del corazón se acompasa con el
alma: cuando el latido es débil, se acerca la muerte. Usan hongos alucinógenos con
propósitos religiosos, sin perder un viejo poso de adoración solar, y ello siendo no-
minalmente católicos, adventistas o de otros. Las caídas se interpretan entre los zo-
ques como una artimaña del «dueño de la tierra» para apropiarse de la voluntad
del individuo.

zoroastrismo > ZARATUSTRA

590
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

zot / zott / nawar / nawari… Son los gitanos del Próximo Oriente, nóma-
das, a veces polígamos y, en general, de religión musulmana sunita.

zulúes. Pueblo de origen BANTÚ extendido desde los montes Draken hasta la
costa oriental sudafricana. Según uno de sus mitos fundacionales, los zulúes proce-
dieron de un caudillo mítico, Upunga, que vivía en Umbolosi, y de otro caudillo
real, Zulú, que fue quien dio nombre a la tribu. Llegaron a su apogeo histórico en
tiempos del monarca Skaha (Chaka, Tschaka), que era hijo de Senzangakona y te-
nía de 25 a 30 mujeres e innumerables hijos. Su formidable máquina —de gue-
rra— se basaba en informadores y exploradores que podían recorrer hasta 80 kiló-
metros diarios. Aglutinó diversas tribus, y a los pueblos sometidos les hacía perder
la lengua, por lo que se dijo que la nación zulú se construyó sobre las cenizas de las
otras. Los zulúes son polígamos sin tener reparos ante el matrimonio con dos her-
manas. Hoy en Natal y otras ciudades, los zulúes no se diferencian en nada, ni por
trabajos ni por vestimentas, del resto de los modernos sudafricanos. Queda para la
gloria, y el turismo, muy deseoso de ver poblados zulúes reconstruidos, el tiempo
mítico cuando esta etnia luchaba contra los bóers y los ingleses con sus impis,
grandes regimientos imbuidos
de una fantástica disciplina.
Sin embargo, el bóer Pre-
torius, con sólo 200
hombres, les inflin-
gió una gran derrota
en 1837. Cierto es
que los zulúes hu-
millaron a los in-
gleses en 1879
en Isandhlwana,
pero poco antes
de ser arrasa-
dos. Los zulúes
siempre sintie-
ron respeto, si
no temor, ante
sus espíritus
tradicionales y
cuando ciertas
serpientes en-
traban en sus
cabañas las sa-
ludaban así: «El
espíritu de
nuestro amigo
nos ha venido
a ver» [Ratzel,

591
LUIS PANCORBO

1888]. Llaman sombras (amahlosi) a los espíritus de sus antepasados y creen que
vagan bajo tierra, o serpentean, pero, con los debidos sacrificios de reses, pueden
salir a la superficie a proteger a los vivos o sanarlos de enfermedades. El actual rey
zulú, Goodwill Zwelithini, de cincuenta y seis años, puede vestir capa de leopardo
sobre sus hombros desnudos y calzar sandalias: luego le llevan en su Mercedes y en
otros coches aun más costosos. En un solo coche no cabe toda su familia compues-
ta por seis esposas y, de momento, 27 hijos.

zumbadores. Maderas atadas con una cuerda que al ser giradas producen un
ronroneo. FRAZER [1870] llamó la atención sobre que «…todas estas tribus de
Nueva Guinea empleen la misma palabra para la bramadera que el supuesto mons-
truo que se traga a los novicios en la CIRCUNCISIÓN y cuyo temible bramar está re-
presentado por el zumbido de inofensivos instrumentos de madera». Lo cierto es
que los ABORÍGENES australianos usaban zumbadores para comunicar entre ellos
(> CHURINGAS) como una especie de tantam o teléfono. A veces eran planchas de
madera con grabados antropomorfos [Ratzel, 1888]. Después de todo, los aboríge-
nes de la bahía Encounter creían que el sol pasaba cada noche entre dos filas de
muertos que le suplicaban que les devolviera a la vida. El sol daba a uno una piel
de canguro rojo con la que ese hombre volvía al mundo de los vivos a la mañana si-
guiente. La luna, cuando enflaquece y se esconde, es porque se va a comer raíces y
a ganar vigor para aparecer después con plenitud. Sin embargo, la luna es el ma-
cho del sol.

zuñi / zuñí / zuni. Tribu del suroeste de los Estados Unidos (Nuevo México
y Arizona), de los que apenas quedan unos 5.000 individuos. Los zuñi son conside-
rados una de las tribus de los llamados indios PUEBLO. Resistieron a los españoles y
una de sus rebeliones duró sin ser sofocada de 1680 a 1692. Es una de las etnias
amerindias más religiosas y dadas al culto. Sus rituales, siempre antaño, podían ser
extremos, como cuando se libraban a prácticas sexuales ilícitas y a representacio-
nes satíricas a cargo de los cabezas fangosas (mud-
heads), unos clowns que tienen a gala transgredir las
normas y burlarse de lo más sagrado. Una de las
creencias zuñis más originales es que el espacio tie-
ne siete direcciones: arriba, abajo y en medio, ade-
más de las cuatro habituales, norte, sur, este y oeste.
Para Durkheim [1968] eso ponía de manifiesto que
las divisiones del espacio no son nociones congéni-
tas en el hombre, teoría muy discutida por Camp-
bell [1998]. En el Museo del Hombre de París hay un poste esculpido de 86 centí-
metros de altura, obra de los zuñis, tallado en tea (árbol resinífero), de un
extraordinario esquematismo geométrico y una gran belleza y proporciones para
su cuerpo cilíndrico; por si fuera poco, tiene un sobresaliente ombligo puntiagudo,
casi como si fuera un falo colocado en otro lugar. Una obra maestra de la existen-
cia de un estilo en la estatuaria mal llamada primitiva, con un encuadre, intervalos
isométricos y un juego sutil de proporciones [Leroi-Gourhan, 1984]. Los zuñis a

592
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS

lo mejor se abandonaban a cualquier fe llena de serpientes, pero eso no quitaba su


poder de plasmar lo que no es evidente, y en eso diferían mucho de los griegos.

Zurvan. Antiguo dios persa del tiempo. Tenía dos aspectos: Zurvan akarana, «el
Tiempo infinito», y Zurvan dareghochvadhata, «el Tiempo del Largo Dominio»,
una especie de Ahrimán, el principio del mal. Ambos se fundían en Zurvan, que
era entonces Aion, o el Aion-Crono de época helenística. Aion se consideraba el
fluido vital de los seres vivos y, por consiguiente la duración de su vida, aunque
después de la muerte ese fluido formaba una serpiente. Hoy, Aion no estaría tan
lejos del «…principio de energía psico-física. Todos los opuestos [cambio y dura-
ción, incluso bueno y malo, vida y muerte] se encierran en ese principio cósmico»
[Von Franz, 1989]. En tanto, Cronos era el océano, es decir, el río divino que cir-
cundaba la Tierra como un anillo, y eso incluía el universo bajo forma de una ser-
piente de agua que se mordía la cola. En lenguaje común, el tiempo era Cronos,
padre de Zeus, creador y destructor, una especie de «ánima del mundo» (> ÁNIMA
MUNDI).

zyrianos / komi. Pueblo de origen y lengua fino-ungro que vive junto al río
Péchora y al pie de los Urales en la República Autónoma de Komí, en el nordeste
europeo de la Federación Rusa. La población de esa república, instituida durante
la URSS en 1935, con capital en Syktyvkar, asciende a 1.250.000 personas subdivi-
das en al menos 70 grupos étnicos. Los zyrianos son en torno al 25 por ciento del
total y aspiran a un cierto reconocimiento como pueblo aparte. Su territorio se en-
cuentra profundamente deteriorado desde el punto de vista ecológico por los esca-
pes de petróleo y los incendios.

zythum / zython. Cerveza que los antiguos egipcios fabricaban a base de ce-
bada fermentada.

zzz. Depende mucho del lector, no sólo del autor. «Los lectores trobriandeses
pueden encontrar que las interpretaciones de Malinowski son tediosas, pero que
sus ejemplos y extensas transcripciones siguen siendo evocativas» [Clifford, 1998].
De hecho, hasta James Clifford, el gran agitador de la ANTROPOLOGÍA de la antro-
pología, sugería ponerse al socaire de Barthes [1977] cuando este autor francés,
con toda su lucidez cartesiana y semiótica, defendía que un texto «es un tejido de
citas tomadas de innumerables centros de cultura». Con lo mismo, «la unidad de
un texto no radica en su origen, sino en su destino» [Barthes, 1977]. Destino de la
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