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ABECEDARIO
de
ANTROPOLOGÍAS
bestiarios, creencias, chamanes, destinos, etnografías, fantasías,
geografías, historias, indios, jenízaros, kilómetros, libros,
llamadores, mitos, naturalezas, ñáñigos, oráculos, pasajes,
quimeras, relativismos, símbolos, totemismos, utopías,
verracos, wangars, xanas, yantras y zumbadores
España
México
Argentina
© Luis Pancorbo
Hace ya unos cuantos años, y no menos caminos, empecé una recogida de palabras
sobre temas esporádicos, tanto de nuestra lengua como de otros idiomas, y sobre
conceptos relativos a culturas, especialmente de las menos conocidas, aunque a ve-
ces no estén en la jungla sino a la vuelta de la esquina. El caso fue que todo eso de-
rivó en el agrupamiento por letras hasta que éstas, siempre dúctiles y proclives a
sugerir, acabaron formando su propia confabulación.
Este Abecedario trata de abundantes cuestiones de interés para el hombre mo-
derno, sin olvidar las voces y entradas pergeñadas en función de la curiosidad, o
las debidas a lo aleatorio o a lo inesperado. Figuran, y además de forma amplia, vo-
cablos con los que diversos pueblos se han propuesto nombrar, y a veces iluminar,
lo que les producía miedo o ignorancia. Aspiraciones, supersticiones, intentos, he-
terodoxias, tablas de náufrago, muchas marcas y pistas, antiguas y actuales, del an-
cho y dialéctico mapa del pensamiento, el que puede ser tan salvaje aquí como allá.
Las exploraciones, adentrarse en lo menos conocido, constituyen el primer
paso para poner nombres a continentes y contenidos humanos. Eso nos ha anima-
do en nuestra tarea desde la primera letra, la «a» de Antropología, la llave de nu-
merosas informaciones sobre temas étnicos. Pero, a partir de ahí, quedan letras y
leguas hasta llegar a la «zeta». Es cierto que las entradas se limitan a veces a men-
cionar o a evocar temas y, por otro lado, las definiciones distan de ser académicas.
La intención no era batir el imposible récord de lo exhaustivo. Muchas de las pala-
bras aquí incluidas parecían estar esperando más bien la chispa que encendiera
una larga mecha de conexiones, como zarcillos que evocan otros vocablos, que a
su vez disparan sus flechas sobre otros que hacían su vida en sus casi olvidados
oasis.
Se ha ido perfilando así un mapamundi de ideas, si no una particular imago
mundi, o una nueva selva de varia lección, con el deseo de prestar una ayuda aun-
que no sea más que a la memoria. Las letras del alfabeto van desplegando sus
sentidos y otras veces sus ecos, o sus pasiones ocultas por los maridajes. Vamos via-
jando en torno a un mundo de casos y conceptos, de creencias, de adornos corpo-
rales, de usos y costumbres, de pueblos que cristalizan en palabras sus sueños y re-
alidades... Respecto a las lagunas, se pueden rellenar con las propias capturas del
lector.
El campo escogido es ancho como la propia cultura, entendiéndola, a la mane-
ra de T. S. Eliot, como lo que los humanos hacen en un tiempo y lugar determina-
dos. Por fortuna, resisten en el mundo culturas diversas; otra cuestión es saber por
cuánto tiempo hasta que todo se uniforme o globalice. Las palabras que generan
esas culturas, o que describen sus partes, o algunos rasgos, se observan aquí, como
no podía ser menos, bajo un cierto prisma, el de un relativismo cultural, pero no
de la clase del que pretende hacer pasar los hechos por meras opiniones. Siempre
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L. P.
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NOTA AL LECTOR
• Las palabras en VERSALITAS remiten a otras entradas, lo que permite una lectu-
ra cruzada del texto.
• Las referencias incluidas entre corchetes llevan el autor y la fecha de publica-
ción de los libros —generalmente en español— que se han manejado en esta
obra, y que se pueden consultar en la bibliografía del final del libro.
• Respecto a la grafía de las voces o entradas, se ha escogido la más usual y, siem-
pre que ha sido posible, se dan otras transcripciones del término y a las varian-
tes del concepto.
A Alfan alfiles a adherirse…
César Vallejo, Trilce, XXV.
a. Primera piedra de este viaje por un mundo de vocablos. «A» es «alfa», el princi-
pio clásico de todo, la letra representada por un águila; mientras que «omega»,
simbolizada por un búho, tampoco termina nada. «Yo soy el alfa y la omega»
(Apocalipsis 1,8). Sin olvidar que «rem tene, verba sequentur» («la cuestión es
construir el mundo, las palabras vendrán casi por sí solas») [Eco, 1984].
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para dichas acusaciones. Pero el daño ya estaba hecho. Cuando los antropólogos es-
tadounidenses no se despellejan, hacen excelentes trabajos en el seno de la AAA,
como el titulado «Restaurantes», de David Sutton: «¿Qué pueden enseñar los res-
taurantes sobre identidad, ritual y globalización?». Mucho, se supone. A veces ense-
ñan de forma placentera al margen de lo que pican los platos de Tamil Nadu (India),
o los de Jalapa (México), ambos célebres por sus chiles.
abaka. Tribu del Alto Nilo sudanés caracterizada por que sus mujeres se coloca-
ban un palo muy prominente bajo el labio inferior. Ese adorno fue llamado «clavi-
ja» en la literatura antropológica clásica. En los grabados de los libros sobre razas
humanas, las gentes con clavijas en la cara daban la mayor idea
de primitivismo. Tribus amazónicas como los actuales ZOES y
poturus también se hincan un tubo de madera bajo el labio
inferior. Todos ellos recuerdan a los antiguos indios BOTOCU-
DOS. Pero las mujeres sudanesas de las etnias abaka y morus
iban más lejos: se horadaban el labio inferior con un gran
clavo de hierro, y el superior, con un grueso anillo. Otras ve-
ces se ponían en ambos labios piedras que chocaban al ha-
blar. Eso además de los habituales rosarios de escarificacio-
nes, una estética común en el sur de Sudán. Los dinkas y los
NUERS llevaban la frente repleta de TATUAJES que simulaban ra-
yos. Los schulis se ponían un trozo de cuarzo pulido de 8 a 10 centímetros en el la-
bio inferior, una especie de lápiz que se movía de un lado para otro con los GESTOS
de la persona. Los djurs y dschanbaris se insertaban cuarzos en ambos labios. Las
mujeres madís llevaban discos de madera o un aro de bronce adornado con cuen-
tas en el labio superior. Los LOANGOS de Foweira preferían un alargamiento craneal,
una protuberancia insertada en la nuca semejante a una peluca de barro modelado.
abaya. Túnica negra vestida por las mujeres en algunos países árabes que les cu-
bre desde el cuello a los pies. Se suele acompañar de una pañoleta negra. En Ara-
bia Saudí, una policía religiosa (mutawain) vigila la moralidad de las costumbres:
las mujeres no pueden ir solas por la calle, ni conducir coches, ni bañarse en el mar
sin sus abayas. El gobierno saudita se inspira en el WAHABISMO, que preconiza un
regreso al ISLAM primigenio. Por mor de los tiempos, el Islamic Fashion Center
vende por Internet abayas de fantasía, a veces recamadas con perlas —«La belleza
de la modestia» es uno de sus eslóganes—, además de jilbabs (batas de colores),
galabías (vestidos a la moda egipcia) y pañoletas o HIYABS.
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tomó al pie de la letra lo que oyó de los ingleses: que la Biblia no había sido escrita
por europeos, sino por unos señores orientales llamados judíos o, si se prefiere,
por ba Judea, el pueblo de Judea. Desde entonces prefirieron el original (el mono-
teísmo de los hebreos) a la copia (el cristianismo anglicano). Los abayudaya son
polígamos, cosa que condena el Nuevo Testamento, pero que resultaba habitual
entre los patriarcas del Viejo Testamento. También por esa razón se quedaron con
esa parte de la Biblia. Uno de los líderes, Malawi Musajakawa, creó la secta de los
malakitas que llegó a tener 100.000 adeptos convencidos del Viejo Testamento y de
las delicias polígamas, pero no así de las del cerdo.
ablución. Ritual que implica el uso del agua para purificar. Los hinduistas
consideran las abluciones en el GANGES transmisoras de la mayor santidad y pu-
reza, aunque en el río se hinchen las vacas muertas y floten los cadáveres de los
niños envueltos en arpilleras. Lo mismo sucede en otros ríos sagrados de la India,
como Godávari, Cauvery, Indus… Hay momentos más propicios que otros para
las abluciones según dicte la astrología hinduista y sus varios calendarios. Bañarse
en un río sagrado durante la Maha KHUMBA MELA, fiesta que se celebra cada
doce años, proporciona la mayor santidad. Bañarse en el mar durante los eclipses
purifica todos los pecados. El alcance o propósito de las abluciones es similar en
muchos contextos religiosos del mundo. Los sacerdotes católicos hacen sus ablu-
ciones, limpiándose los dedos, después de beber del cáliz con la sangre de Cristo.
Los musulmanes nunca rezan sin lavarse pies, brazos y manos, cara y oídos. Es la
ablución «por etapas», mientras que la ablución general implica sumergir todo el
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abracadabra. Del hebreo abreg ad hâbra, «envía tu rayo hasta morir», que
fue considerada una palabra mágica a lo largo de la Edad Media [Cheva-
lier-Gheerbrandt, 1989]. Disponiendo las letras de la palabra en once líne-
as, cada una con una letra menos, se forma un triángulo cuyo lado iz-
quierdo es el ALEPH. Por otro lado, no había mejor cosa contra fiebres y
otros perjuicios que escribir la palabra «abracadabra» dentro de un ESCA-
PULARIO, FILACTERIA o PENTÁCULO.
Abraxas. Dios Supremo para los basilidianos, secta gnóstica del siglo II. Para
ellos, Jesucristo procedería o emanaría de Abraxas, por lo que su existencia en la
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tos. Vive, baby, vive» («stop making bombs, stop killing. Live, baby, live»). Según
Guru Singh, un célebre profeta SIJ, la Era del Acuario empezará en el año 2012,
cuando acabe la Kali Yuga, los tiempos oscuros que ahora se viven. La transición
será un periodo de grandes convulsiones y calamidades.
adat. Palabra malaya que comprende los conceptos de tradición, costumbres, có-
digo de conducta… El adat se extiende por todo el mundo cultural malayo, desde
el sur de Tailandia, y pasando por Borneo, hasta las más remotas islas de la Insulin-
dia, ya en el confín de la Melanesia.
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mismo modo el YIDDISH que el inglés, incluso la misma persona cambia su gestuali-
dad en cada uno de esos idiomas» [Davis, 1976]. Uno ha visto sobre todo
coincidencias: la gente se lleva ambas manos al estómago y se encorva
un poco para indicar que tiene hambre. El gesto de tener sed, o de
querer beber, llevándose la mano derecha hacia la boca con el pul-
gar extendido es casi universal. Margaret Mead [1949] comparó los
ademanes y gestualidad de las gentes de los Estados Unidos con los
de otras sociedades: «…no todos los hombres cruzan las piernas con la misma se-
gura masculinidad… No todas las mujeres caminan como a saltitos, ni
se sientan y descansan con los muslos juntos, ni siquiera mientras
duermen…». En la Amazonia ecuatoriana pude observar que las
mujeres HUAORANI, rigurosamente desnudas salvo por un cordón de
algodón de ceiba en la cintura, tenían un último punto de PUDOR, un
ademán: cruzaban los muslos al sentarse para evitar exponer sus par-
tes más íntimas. En cierto modo, ese ademán que hacían al sentarse
era su único vestido.
Adlivum. Averno para los ESQUIMALES. Es donde, según los inuit de Baffin, rei-
na la diosa Sedna, la esposa del ave procelaria, siempre bien protegida por dos fo-
cas que muerden. Los buenos, en cambio, van remontando fatigosamente el ARCO
IRIS hacia una de las cinco regiones de Kudlivun, el CIELO. El mejor es el quinto
cielo, donde moran los lham chúas, «hombres de luz», quienes consiguen, como
sucede en otras culturas, la perfección del quinto estadio o las cinco transmigracio-
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nes de las almas. Los aleutianos, otro pueblo del grupo de los HIPERBÓREOS, tenían
como idea central que el hombre nace y muere cinco veces.
Adonai. Nombre que sí pueden pronunciar los hebreos a diferencia del de Je-
hová. Judíos de expresión inglesa llegan a escribir «G-d», incluso «L-rd» —y, en
español, «Di-s»—, omitiendo una letra para que no sea completo el nombre im-
pronunciable de su Supremo Hacedor y del Absoluto. Un Dios que no admite
compañías femeninas, sean éstas Asherah, SHEKINAH u otras esposas. Para cierto
GNOSTICISMO judío, muy marginal, la figura de Shekinah, o Shekhina, Sabiduría,
aparece como protagonista, creando incluso el mundo hasta que lo dio por hecho
y se retiró al SÉPTIMO CIELO. También gnósticos cristianos de varias sectas sostuvie-
ron la hipótesis de que lo divino no necesitaba escindirse en masculino y femenino,
sino que lo reunía todo [Husain, 2001]. En el libro cabalístico por excelencia, el
ZOHAR, la matronit, manifestación de Shekinah —y una especie de Virgen María—,
se simboliza mediante las cuatro letras de YAHVÉ: «YHVH». O lo que es lo mis-
mo: «Y», padre; «H», sabiduría madre, comprensión; «V», hijo, belleza; «H», hija,
monarquía. Al final, el Dios impronunciable tiene ambos sexos.
adur. Voz del euskera para «virtud», «MAGIA». Y más: «suerte», «tendencia»…
[Barandiarán, 1972]. Es la llave para entrar en el mundo sobrenatural (aideko)
cuando se procede del mundo natural (berezko). Y viceversa. El adur guarda mu-
cho parecido con el KAENTO de los indios huaorani del Amazonas. En Euskal He-
rría, el adur, en cuanto fuerza mágica, se bifurca en magia blanca o magia negra, y
antiguamente algunos creían que dictaba la buena suerte o la ruina de la persona.
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aimara / aymara. Etnia del altiplano entre Bolivia y Perú, en lo que antaño fue
el Coyasuyo, o costado del sur del imperio INCA. Los aimaras son en torno a
1.250.000 en Bolivia y unos 350.000 en Perú. Por regiones, se distribuyen en Canchi,
Cana, Colla, Lupaza, Collaqua, Ubina, Pacasa, Caranga, Charca, Quillaza, Omasuyu
y Collahuaya. Se cree que el gran centro ceremonial de los antiguos aimara fue Tiwa-
naku, cerca del lago Titicaca, donde su cultura llegó al apogeo en el año 1400 a.C.,
según John A. Mason. Otros creen que Tiwanaku fue el crisol de una serie de cultu-
ras y etnias hasta que los incas ocuparon la zona en 1431. Entre los años 1535 y
1543, los españoles sometieron a los aimaras. El trabajo duro y mal pagado ha sido
desde entonces su tónica, y también el consumo de hoja de coca «para disimular el
hambre», sin que falte el alcohol para celebrar sus presteríos (fiestas religiosas o fa-
miliares). En los últimos años, dentro del cuadro de la apelación indígena al TIWAN-
TINSUYU, se ha asistido a un renacer de la cultura aimara, incluso en aspectos expedi-
tivos como el de las ejecuciones sumarias de alcaldes que hubo en 2004.
ainu / aino. ABORIGEN de Hokkaido, isla al norte de Japón. En sus 77.900 kiló-
metros cuadrados destaca el monte Taisetsu, de 2.290 metros de altitud, fuente de
todos los ríos de esa isla, donde no son extrañas las nevadas a partir de octubre.
Los ainu, en torno a 17.000, se tienen por los dueños de la isla, además de aboríge-
nes de la misma. «Una tribu caucásica, no mongoloide… que lleva no menos de
cuarenta mil años con sus cultos centrados en el oso negro» [Campbell, 2002]. Lo
más probable es que los ainu emigrasen desde Siberia al norte de Japón; de ahí la
pervivencia de un sustrato de chamanismo parecido al de los antiguos pueblos SI-
BERIANOS, incluido el culto a los espíritus de los lugares (kamui). El oso fue la gran
deidad de los KORIAKOS de la península de KAMCHATKA. Pese a los cambios experi-
mentados en Japón, los ainu celebran en enero la Kamui Iomante, una fiesta de sa-
crificio en la que es víctima propiciatoria un osezno, que últimamente mantienen
en cautividad. La fiesta, con todo su maquillaje para el turismo, no llega en estos
momentos a la muerte del animal, pero sigue evocando el tejido complejo de la his-
toria de los ainu, en la que una mujer
primordial amamanta a un osezno.
Hasta hace pocas décadas, los ainu ca-
zaban osos pardos (Ursus arctos) con
batidas en las que participaban los
hombres de todo un pueblo (o kotan).
Hasta hace un par de generaciones,
las mujeres ainu se tatuaban los labios
y las comisuras. La gran mancha azul
de la boca contrastaba fuertemente
con la blancura de su piel.
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Aitor. Padre mitológico de los vascos. Del patriarca Aitor, superviviente del DILU-
VIO Universal, lo mismo que Túbal, nieto de Noé, arranca la línea imaginaria de la
que descenderían los vascos y a partir de la cual se fraguó su representación de pue-
blo elegido en una tierra prometida: Aralar —por no decir ARARAT—, el monte
donde encalló el ARCA de Noé. Lejos de tales supercherías, el geógrafo Estrabón
fue pionero en abordar el tema con sensatez al referirse a unos primeros pobladores
vascos llamados ouaskonous. Aitor, en cambio, aparece con fuerza en la historia
vasca en el siglo XIX. El gran constructor del mito de Aitor, un Aitor ario, no semita,
fue Joseph-Augustin Chaho (1811-1858), conocido como Xaho, un publicista zube-
rotarra, de Tardets, antisemita y masón, al parecer. En un trabajo que publicó en el
periódico Ariel de Bayona dio cuenta del largo viaje desde Armenia hacia el oeste
de Aitor y sus hijos, hasta que llegaron al Auñamendi, monte sagrado y crisol de las
Siete Tribus de los Aitora semeak, «los hijos de Aitor». Sabino Arana eta Goiri, que
así firmaba a veces sus escritos, se sumó con ardor a esa mitología de Xaho. Luego
no faltaron quienes tomaron como artículo de fe el protagonismo y la progenie de
Aitor tal como se refleja en la novela Amaya, o los vascos en el siglo VIII, publicada
por Francisco Navarro Villoslada en 1887. Este escritor navarro de Viana, destaca-
do líder del tradicionalismo (y fundador de El Pensamiento Español), se convirtió
en gran inductor del nacionalismo vasco. Y hay minas impensables en las novelas
de apariencia más inofensiva: el colombiano Álvaro Mutis ha reconocido la influen-
cia delirante que tuvo en él la lectura de Amaya. Por otro lado, el texto de Navarro
se convirtió en una película de tinte grandilocuente y franquista protagonizada por
José Bódalo y Francisco Morán, muy alejada de la fuerza enigmática de Amaya, con
su ambiguo significado de fin o principio, y de la interesante busca del tesoro de Ai-
tor, sin mencionar personajes de factura mitológica como BASAJAUN.
akua. Nombre genérico de toda deidad entre los antiguos polinesios de Hawai
(un akua era LONO, dios de la agricultura, la navegación…). El vocablo «aku» se
emplea más bien para designar un espíritu, o un duende, en algunas zonas poline-
sias como la Isla de PASCUA.
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alauí / alawita. Miembro de una rama del CHIISMO extendida por Siria, Tur-
quía y otros lugares del Oriente Medio, que cree en la TRANSMIGRACIÓN de las al-
mas. A sus adeptos se les considera chiitas esotéricos y, de hecho, son legión las di-
ferencias entre zaydíes de Yemen, nurzayríes, ismailitas, mustalíes, nizaríes… «Una
de las creencias alauís más peculiares es que las mujeres no tienen alma. Pero lo
que me pareció más curioso es que creyeran que los hombres, y sobre todo los
alauís, sí que la tenían» [Theroux, 2001]. Al fallecido presidente Hafez El Assad
de Siria se le tuvo por alauí beligerante. Llenó el gobierno, el partido Ba’th y el
ejército sirio de gentes de su jamula o CLAN beduino, naturalmente de origen alauí,
a despecho de los musulmanes sunitas y del desdén con que éstos miraban a los
alauís (en torno al 12 por ciento de los 17 millones de sirios). Alauí, o alauita, es
asimismo el nombre de la dinastía reinante en Marruecos desde el siglo XVII.
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aleph / álef. Primera letra del alfabeto hebreo que prosigue con bet, vet, gim-
mel, delet, hey… hasta llegar a la última letra, tav. El aleph es todo, o poco le falta,
y resulta clave en cualquier esoterismo. Los hinduistas en estado de SAMADHI lle-
gan «…hasta alcanzar el tamaño de la Vía Láctea o a contraerse hasta la dimensión
de la menor partícula concebible» [Pauwels, 1966]. El Aleph de Jorge Luis Borges
(1949) se describe como «uno de los puntos del espacio que contiene todos los
puntos», y también como «el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares
del orbe, vistos desde todos los ángulos». Sin embargo, el aleph BORGESIANO era
tan real como un objeto pequeño, una esfera tornasolada «de casi intolerable ful-
gor», con un diámetro de uno a tres centímetros: «Pero el espacio cósmico estaba
ahí, sin disminución de tamaño». Todo entra en ese sitio: «…racimos, nieve, taba-
co…, la primera edición inglesa de Plinio, la de Philemon Holland…, una baraja
española en un escaparate de Mirzapur…». Y mares y espejos, que son casi lo mis-
mo. El aleph que guardaba en su casa, como el que no quiere la cosa, el personaje
BORGESIANO Carlos Argentino Daneri constituía la meta soñada de ALQUIMISTAS y
cabalistas, era todo siendo multum in parvo. O un pájaro persa que es todos los
pájaros; una esfera cuyo centro está en todas partes; el ángel de Ezequiel con cua-
tro caras en las cuatro direcciones… Después de todo, Borges presumió de haber
leído al principio el Quijote en inglés y siempre le siguió pareciendo el original.
Nadie le ganaba en ESPEJOS.
aleví. Miembro de una secta musulmana originada en Turquía en el siglo XIII que
interpreta libremente el Corán. Los alevíes creen en los ángeles (> YARDANISTAS) y
en la TRANSMIGRACIÓN de las almas, y no realizan las cinco oraciones, ni el ayuno,
ni siguen la SHARÍA. Los alevíes son partidarios de Alí, el yerno de Mahoma, en lo
que coinciden con el CHIISMO. Los actuales alevíes se ubican sobre todo en Tur-
quía y entre los KURDOS y, en vez de mezquitas, usan sus propios lugares de culto
llamados cemevis. El origen del alevismo, una doctrina con derivaciones místicas,
se vincula al santo turco Haci Bektas i-Veli, autor del libro sagrado Makalat y pa-
dre de los BEKTASHIS, cuyos conventos (> TEKKE) fueron abolidos tras el colapso
del Imperio otomano. Ahora los bektashis, como los propios alevíes, vuelven a ex-
tenderse y ganar prosélitos. Los alevíes resistieron el avance del laicismo de la nue-
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va Turquía incluso con la taqiya o «arte del disimulo de su fe». No por eso los ale-
víes han dejado de sufrir persecuciones y matanzas hasta tiempos recientes. Los
alevíes, en torno a 17 millones en Turquía, consideran al baile como un instrumen-
to fundamental para su fusión divina. Su danza imita el vuelo de la grulla, ave sa-
grada de la antigüedad preislámica. El alevismo permite bailar a las mujeres a dife-
rencia de otros DERVICHES, como los seguidores de Mevlana (> MEVLEVIS) de la
ciudad turca de Konya, quienes reservan el ÉXTASIS giróvago a los hombres.
alma. El alma es lo que nos une —o nos debería unir— a los animales, la parte
sensible del hombre, la que lleva a rechazar como diversión la caza de la zorra in-
glesa o la lidia del toro español. El alma, por tanto, como todo cuanto no se ve, es
objeto de mucha especulación en las culturas. Para los indios YANOMAMIS el alma
sería en todo caso un animal. En varias culturas amerindias vinculadas por la cre-
encia en el NAHUALISMO, la persona también es un doble de un animal. Lejos en la
geografía, no en esa clase de sentir, o de imaginar, en el antiguo Egipto, el alma era
el corazón. Había un ritual de pesado del alma o PSICOSTASIA. La película 21 gra-
mos (2003), de Alejandro González Iñárritu, proponía esa cifra como la diferencia
de peso entre un moribundo y el cadáver que acaba de exhalar su último suspiro.
Otro asunto es el de la proliferación, desde las tres formas de alma (> KA) de los
antiguos egipcios, a las cuantiosas y sutiles almas del VUDÚ de Haití. Los taoístas
chinos tampoco son sencillos en ese punto. Para ellos existirían tres almas superio-
res, houen, y siete almas inferiores, p’o [David-Néel, 2000]. Tras la muerte, las
houen descienden a la región subterránea de las Fuentes Amarillas. Allí siguen su-
friendo por ser almas desencarnadas que echan de menos el cuerpo del que acaban
de separarse. Las almas p’o rondan las tumbas y las casas donde habitaron. Los ca-
tólicos tienen un alma racional, «un espíritu inmortal, criado por Dios a su imagen
y semejanza» [Ripalda, 1997]. Y entendimiento, memoria y voluntad son las tres
clásicas potencias de ese alma. Los ona, indios FUEGUINOS, han pasado a mejor o
peor vida, eso es discutible, pero pensaban que el alma era una sombra.
alquimista. Buscador de la panacea universal, una solución aun más total que
el Prozac y que Platón. Para ello es necesario mezclar líquidos, base de la palabra
griega «quimia» y de la árabe «alquimia», cimientos de la posterior ciencia quími-
ca. Sin embargo, los alquimistas buscaban algo más, la totalidad, y así sus esfuerzos
en pos de la transmutación de la materia, y el oro, eran la capa que envolvía su sed
de poder y de conocimiento… La piedra filosofal, lapis philosophorum, no supo-
nía la meta sino un peldaño más en la escalera del saber esotérico. Aunque hubo
alquimistas en contextos culturales muy diversos —en Egipto, en China…—, fue
en la Europa de la Edad Media donde el dominio de la composición de los cuer-
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quitos. O del color de la piel de La mujer de ámbar (1943), una entre apática y ful-
gurante novela napolitana de Ramón Gómez de la Serna. En el famoso Parque Ju-
rásico sale un dinosaurio de una pieza de ámbar que contiene un mosquito que un
día lo picó. Sin embargo, nada superaría las cotas de maravilla del ámbar gris, que
no es ámbar ni es gris, sino lo que evacuan los cachalotes hartos de no digerir cala-
mares. El ámbar gris alcanzaba tal precio que la gente se mataba por esa deyec-
ción. Puede pesar más de 80 kilos y antaño se usaba para fijar los aromas de los
perfumes. De negro y fétido iba pasando a tomar tonalidades blancuzcas, si no do-
radas, y a desarrollar su enorme capacidad para convertirse en la madre del olor.
Curioso destino para el producto de la indigestión de una ballena. Entre las princi-
pales y más célebres ballenas, repletas de ese tesoro, figuró Mocha Dick. Mocha,
una ballena «blanca como la lana», recibió ese nombre por ser avistada hacia 1810
cerca de la isla chilena así llamada. Herman Melville convirtió Mocha Dick en
Moby Dick, la ballena gris llena de ámbar que, lejos de ser imaginaria, fue cazada
tras 19 arponazos por un ballenero sueco en 1859. Melville sabía que iba a acabar
así la historia, pero jugó magistralmente sus cartas.
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amish. Seguidores del obispo suizo Jakob Amman, fundador de una secta de
protestantes anabaptistas, término éste último que no quiere decir que estén en
contra del BAUTISMO, sino en contra de que se suministre en edad temprana. A
partir de 1720, los amish llegaron a América. Se instalaron en Ontario (Canadá) y
sobre todo en Pensilvania (Estados Unidos), la tierra donde William Penn quiso
hacer realidad un «experimento sagrado» basado en una extrema tolerancia. Pro-
cedían de Suiza, Holanda, Alemania..., y aún hablan un alemán arcaico, el Pennsyl-
vania dutch, especialmente en el condado de Lancaster. Allí viven unos 20.000
amish, denominados plain people, y caracterizados por su pacifismo, por su recha-
zo a la tecnología moderna y, de forma visual, por su arcaica vestimenta. Las muje-
res se ponen cofias y largas faldas floreadas. Los hombres se dejan largas barbas y
visten sombreros de paja de ala ancha. En un país tan volcado a la novedad, en las
islas amish repudian los coches, los tractores y toda clase de vehículos mecánicos.
Usan arados y calesas tiradas por caballos y las ruedas no pueden llevar neumáti-
cos. Dicen no odiar el progreso, eso siempre depende de lo que sea, y se rigen por
la Biblia, su fuente de inspiración religiosa, y por el Ordnung, la «Regla», para
todo lo práctico y secular. Siendo así, en sus escuelas sólo se imparte educación
primaria. El resto es fe y experiencia. Los amish saltaron a la fama por la película
Witness («Único testigo»), protagonizada por Harrison Ford. Veinte años después
de aquel éxito de la pantalla, se propone un programa de visitas en zona amish lla-
mado «Witness to Witness» («Ser testigo del Testigo»). El mundo otra vez como
representación. Se ven amish más o menos cerca y, de paso, algunos de los 10.000
cisnes de la tundra y de los 50.000 gansos de las nieves en su emigración anual a
los países boreales. Lejos quedan los tiempos en que los amish odiaban ser consi-
derados fenómenos de feria y que les sacasen fotos cuando iban a la ciudad a hacer
compras o vender sus productos. Resisten mejor en sus ATAVISMOS otros anabaptis-
tas como los MENONITAS.
amok. Estado transitorio de locura que se atribuyó de forma especial a los INDÍ-
GENAS del sureste asiático. La literatura colonial inglesa lo aplicó para pintar colo-
ridamente los excesos de violencia de los nativos, ya fuesen malayos, javaneses o fi-
lipinos. Algunos viajeros occidentales atribuían al opio ese estado de amok. Había
casos en que caían 15 o 16 víctimas, cuantas encontraba a su paso un tipo drogado
con su daga kris chorreando sangre. Cuando se oye «¡Amok!» en un pueblo mala-
yo conviene salir corriendo, decían viajeros experimentados como De Molins
[1858]. Pero, en realidad, el amok, «posesión homicida» [Sofsky, 2004], puede ser
tan antiguo como moderno, tan oriental como occidental, en un espectro que po-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
dría ir desde las matanzas en las escuelas norteamericanas hasta el holocausto: una
cuestión humana, o más bien, «demasiado humana».
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LUIS PANCORBO
capiteles en la basílica del Salvador en Jerusalén. Con lo mismo, eran anatema los
EXVOTOS que pendían de las columnas de las iglesias. De ahí vino que se llamasen
anatemas a las sentencias de excomunión que también se colgaban en los templos.
Sin olvidar en ese mazo las fórmulas de imprecación dirigidas por ejemplo contra
los ladrones de tumbas: «Que muera de mala muerte, que no tenga sepultura, que
no resucite, que tenga la suerte de Judas, el que ose violar esta tumba» («Male pe-
reat insepultus iaceat non resurgat cum Iuda partem habeas si quis sepulcrum hunc
violaverit»). Peor era este otro anatema: «Ultimus suo rum moriatur» («Que mue-
ras después de los tuyos») [Martigny, 1865].
ancestro / antepasado. Son serpientes que vienen a visitar a los vivos, se-
gún los CAFRES ZULÚES. Si ven una serpiente junto a su casa, le llaman «padre» y le
ponen un cuenco de leche. Casalis, célebre misionero-etnógrafo en Sudáfrica y Le-
sotho en el siglo XIX, se sorprendía porque serpiente en sechuana se dice noga, y
en sánscrito, NAGA. Las cobras ancestrales se hacían de rogar lo mismo en la India
que en Sudáfrica. Más espinoso de entender resultaba que las antiguas tribus esla-
vas y germánicas tuviesen creencias análogas a las de los cafres zulúes: sus padres
aparecían tras la muerte en sus casas en forma de pareja de serpientes. Pero no hay
que ir hacia atrás en el tiempo para percibir la presencia vital y a veces agobiante
de los ancestros. Los antepasados de los TORAYAS de las islas Célebes (Sulawesi)
exigen funerales que pueden arruinar a sus deudos y se niegan a ser enterrados
hasta que la ceremonia mortuoria salga lucida gracias a los sacrificios de búfalos y
cerdos. Luego se irán a ultratumba, pero pudiendo observar la marcha de la prole,
los búfalos y el arroz. Ese culto extremo a los ancestros viajó hasta Madagascar,
donde los MERINA tienen ritos funerarios de clara procedencia indonesio-malaya.
Andamán. Marco Polo fue el primer blanco en decir que en las islas Angama-
nain había hombres con cabeza de perro. Mastines humanos y, por añadidura, ca-
níbales e idólatras. La patraña circuló larguísimo tiempo: pocos náufragos salían
del mar de Andamán, uno de los más recónditos del mundo pese a estar enclavado
en el océano Índico. Además de tener seres fantásticos, sus islas fueron sede de po-
blaciones de gran interés, como los gitanos del mar de las islas Mergui de Birmania
y de las islas Phi Phi de Tailandia. Por otro lado, en las propias islas Andamán —
que, como las NICOBAR y Sentinel, pertenecen a la India— se encuentran poblacio-
nes muy primitivas. Es el caso de los JARAWA y de los ONGE. Estos últimos NEGRI-
LLOS —antaño conocidos como MINCOPIOS —, de gran interés antropológico,
fueron el detonante para que Alfred Reginald Radcliffe-Brown dejase las pantuflas
universitarias y fuese el primer antropólogo en hacer un trabajo de campo en las is-
las Andamán entre 1906 y 1908. Su resultado, The Andaman islanders (1922), se
convirtió en uno de los textos fundacionales de la antropología social británica
[Morris, 1955]. Revela en él la riqueza del sistema cosmológico de unas bandas de
cazadores-recolectores que, sin embargo, poseían la figura del oko-juma, el «soña-
dor», el que conecta con los espíritus a través de los sueños, además de contar con
un esquema triádico de cosmología que aún hoy es de quitarse el salacot, lleno
como está de la fértil y compleja dialéctica de agentes o seres espirituales de tierra,
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ángel. Ente incorpóreo que goza de gran predicamento en una sociedad opulen-
ta, pero donde conviene tener bien guardadas las espaldas. «Los ángeles son hom-
bres que han ascendido a ser angelicales; los demonios son hombres que han des-
cendido a ser demoníacos» [Borges, 1985]. Borges parece estar de acuerdo en eso
con Swedenborg, así como en la idea del sueco de que el libre albedrío sigue des-
pués de la muerte y que hay una región intermedia, una «Tierra de En Medio»,
donde los espíritus de los muertos conversan con ángeles y demonios. ¿Hay quién
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
1.000 caballos y 1.000 bueyes. «Todos los días se forman y crían muchos ángeles
de aquel río de fuego que describe Daniel, cantan y desaparecen» [Lidon, 1800].
En el tratado talmúdico Chaghigá sale un ángel, Sandalson, tan desmedido que
«con la cabeza llega a tocar cerca de donde están los animales del coche de Dios».
En el Kemot («Libro de los Nombres») figura una buena variedad de ángeles rabí-
nicos: los hijos de Dios o Ben Elohim; los caídos, Refaim; los gigantes, Enim; los
mensajeros, Malakim; así hasta completar los 72 ángeles en torno al Trono de Dios
(72 como los peldaños de la Escalera de JACOB).
ánima. Las más populares son las ánimas del purgatorio. En el cristianismo se
presentarían a los deudos «en figura de dolientes, ceñidas alrededor de ardientes
llamas» [Scaramelli, 1791]. Otras veces aparecen con grandes señas de dolor, ge-
midos o suspiros. O en forma de sombra, de llama, de nube y hasta de coche, o
rueda, que el girar no les es incompatible.
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LUIS PANCORBO
animismo. La vieja teoría de que todo, seres y cosas, tienen un alma. Los occi-
dentales, siguiendo a Newton, y en cierto modo a la Iglesia Católica, ven inanima-
do al mundo físico. Craso error para otros pueblos que piensan justo lo contrario.
Las piedras están animadas, y a veces se las adora (> LITOLATRÍA), lo mismo que a
los árboles en la DENDROLATRÍA. Ceñir el animismo a la creencia en los espíritus no
satisface la complejidad del tema. Animismo, y del más extremo, es creer que todas
las cosas tienen alma, hasta el aliento diría Tylor [1888]. Sin embargo, en el siglo
XVI había teólogos en España que no acreditaban a los INDIOS de América la con-
dición de seres humanos. El vocablo «animismo» se debe a Edward Burnett Tylor
(1832-1917). Ni evolucionista ni difusionista, sostuvo la animistic theory que dio
alas a los sueños, pues los sueños, al principio de los tiempos y las sociedades, fue-
ron responsables de dar la revelación del mundo invisible, o sobrenatural. «El
alma es el fundamento de la religión de los primitivos. Cada vida o alma de los
hombres es su imagen o fantasma, a quien es posible salir fuera de su propio cuer-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
po y ver sin ser visto durante los sueños» [Tylor, 1888]. Ha habido muchos críticos
del animismo, por ejemplo Durkheim, que lo atribuyó a «las pesadillas de los espí-
ritus incultos», pero lo cierto es que a nadie hizo daño que un hombre creyese un
día que un lago tenía un alma, o una nube, o una hormiga.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
capaz de cantar poemas tras la caza del oso como las karhunpeijaiset de los anti-
guos finlandeses. No puede haber más definiciones sobre una materia, como la an-
tropología, que las engloba a casi todas. Prefiero la definición que en 1986 me dio
en París el propio Claude Lévi-Strauss: «Una conversación del hombre con el
hombre»; pero pocas disciplinas tienen tantas asas. Aristóteles llamaba «antropó-
logos» a quienes disertaban acerca del hombre, o hacían antropología. «Tratado
sobre el hombre» [Diderot y D’Alembert, 1772]. «Una ciencia del conocimiento
del hombre sistemáticamente desarrollada que puede hacerse en sentido fisiológi-
co o en sentido pragmático» [Kant, 1778]. «Parte de la historia natural que trata
del hombre y de las razas humanas» [Topinard, 1891]. «Estudio sistemático de la
naturaleza de los seres humanos» [Hunter y Whitten, 1976]. Sus subdisciplinas,
por así llamarlas, son otros tantos mundos: antropología física, cultural, social, ur-
bana, política, psicológica, legal, económica, biológica, arqueológica, lingüística…
En los países anglosajones se suele preferir el término de «antropología» para lo
que en Europa (en Francia sobre todo) se denomina «ETNOLOGÍA». Ésta fue el clá-
sico estudio de «los otros», de las culturas exóticas. La ETNOGRAFÍA, por su parte,
es la «rama que atiende al estudio del sistema sociocultural de un grupo particu-
lar», mientras que la etnología encaja en «la comparación de tales descripciones
concretas con miras a una generalización válida sobre la naturaleza de los grupos
humanos» [Hunter y Whitten, 1976]. Ya había sus dudas cuando Bertillon y otros
se lanzaron a fines del siglo XIX a la aventura de llevar a cabo el «Diccionario de las
Ciencias Antropológicas»: ¿y si se cubriese el género Homo con una simple mono-
grafía como la dedicada a la abeja o a la hormiga? Pero el árbol antropológico no
hizo desde entonces más que crecer hasta que, en los últimos treinta años, ha ha-
bido una gran pluralidad de caminos etnológicos o antropológicos, eclosionando
desde el sesgo interpretativo al sesgo político, al posmodernismo, a los estudios
culturales y los estudios subalternos, el cognitivismo, el neodarwinismo… «Hay
una problemática transversal al discurso antropológico» [Berger, 2004]. Y una
transposición cada vez mayor y más frecuente de esa problemática a un disposi-
tivo de investigación particular, que recorre y ocupa a menudo el terreno etno-
gráfico.
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Aotearoa. La tierra de la larga nube blanca o Nueva Zelanda. O dos islas gran-
des separadas por el breve estrecho de Cook, que se extienden a lo largo de 1.600
kilómetros. Pero para los aborígenes, los MAORÍES, todo eso es Papatuanuku, la
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Madre Tierra, algo arrebatado por el Tratado de WAITANGI, más que una suma de
paisajes espectaculares que hacen que ese país remede un compendio del planeta:
géiseres como en Islandia, montañas que parecen alpinas, fiordos como en Norue-
ga, prados muy ingleses llenos de robustos y lanudos corderos, bosques o pluvisil-
vas de gran rareza botánica... La fauna es igual de peculiar. Se extinguió el MOA,
una especie de avestruz de tres metros, pero quedan ejemplares del pájaro kiwi,
símbolo nacional y nombre también de una fruta híbrida inventada por los moder-
nos neozelandeses. Aotearoa estaba poblada en torno al año 850 de nuestra era.
Los maoríes eran hijos de polinesios que llegaron desde Rarotonga (islas Cook), in-
cluso desde Tahití, en la otra punta del Pacífico. Aotearoa es la más perfecta antí-
poda española: está a 20.000 kilómetros, y a 12 horas más de GMT, y teóricamente
se podría llegar a ella todo derecho, siguiendo el camino que marca una aguja de
calceta que atraviese el Globo.
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LUIS PANCORBO
1911 hubo una ley para limitar los salarios de los negros. Otra ley de 1913 les pro-
hibía adquirir terrenos fuera de las reservas y, en 1921, se les prohibió circular por
las ciudades si no tenían allí empleos o trabajos. Poco a poco, el apartheid se fue
extendiendo por Sudáfrica hasta hacer hospitales para blancos sin médicos negros,
y bares y retretes separados, y bancos en la calle para unos u otros.
apatani / apa tani. Población del grupo tibetano-birmano que vive en Aru-
nachal Pradesh, uno de los estados de la India conocidos como «Seven Sisters», en
el extremo nororiental del país, a los pies del Himalaya. Entre los apatani más tra-
dicionales figuran los cerca de 11.000 que viven en el distrito de Subansiri. Allí, las
mujeres se caracterizan por llevar una gran clavija de madera insertada en el labio
superior, costumbre que recuerda a la de las MURSI de Etiopía. Ese adorno va ca-
yendo en desuso entre las nuevas generaciones de apatani, así como su clasifica-
ción social en aristócratas, plebeyos y esclavos, debido en gran manera a la pene-
tración de los hinduistas y de los cristianos en una de las zonas hasta hace poco
más inaccesibles del subcontinente.
apsaras. Esencias de las aguas (de ap, «agua», y sara, «esencia», según etimolo-
gía del Ramayana). Bailarinas celestiales en la mitología hindú y en la iconografía
budista. Ángeles con sexo, pues generalmente esas profesionales o cortesanas de la
danza divina se aparejan a bellas mujeres, tan carnales como evanescentes. En ese
aspecto serían como las huríes del paraíso musulmán. Progenitoras de la dinastía
solar para los jemeres de Camboya, hay cientos de esas apsaras en los relieves del
gran templo Angkor Wat. También fueron consideradas mensajeras de la diosa
Kali, las que invitan al Amor de la Divinidad, en alma y cuerpo [Chevalier, 1982].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
arameo. La lengua que se cree que hablaba Jesucristo... y, desde luego, Mel
Gibson en su película La Pasión. En arameo se debieron escribir las Sagradas Es-
crituras, y por supuesto rollos importantes de Qumran como el Tárgum de Job, el
G ÉNESIS apócrifo, el Testamento de Leví y los Libros de ENOCH. Abuna di bishe-
maya («Padre nuestro que estás en el Cielo») es algo que no extrañará a un etíope
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LUIS PANCORBO
ortodoxo que usa la palabra «abuna» para «padre» o «sacerdote». Por otro lado,
«…en las inhóspitas montañas de Tur Abdón (Anatolia oriental, Turquía), lejos de
los centros de poder, 300 monasterios ortodoxos sirios consiguieron mantener las
antiguas liturgias de Antioquía en arameo original» [Dalrymple, 2000]. En 1990,
apenas quedaban 4.000 ortodoxos sirios en Deir-el-Zaferan (Turquía), donde resis-
te un monasterio ortodoxo en una zona más bien conflictiva entre la actividad del
PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos) y de Hezbolá.
árbol malato. En el lugar de una victoria de los vizcaínos sobre los leoneses
en el siglo IX había un árbol que sirvió de conmemoración y de frontera de Vizca-
ya. En el clavaban los vizcaínos sus armas o golpeaban el tronco con ellas (mallatu,
en euskera «golpear»). El árbol malato se secó, pero en 1709 se erigió en el sitio
una cruz de piedra. Eso fue en el pueblo alavés de Luiaondo (Lujaondo, Luyan-
do…), en la tierra de Ayala. Según la leyenda, AITOR, dios de la guerra, padre de
los vascos, pierde su poder al franquear la muga o frontera marcada por el árbol
malato.
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Saba». Según el Kebre Nagast («Libro de los Reyes»), no hay duda de que Axum
fue la capital de la reina de Saba (Makeda la llaman allí) en el siglo X a.C.
Arcadia. Región ideal de la antigua Grecia por donde retozaban ninfas, náya-
des, sátiros, cíclopes y demás fauna fabulosa. Allí corría el Alfeo, río que luego se
hacía subterráneo y afloraba en la fuente Aretusa de Sicilia. La palabra «Arcadia»
derivaría de arkades, «pueblo del oso», como lo pudieron ser los francos sicam-
bros, antecesores de los MEROVINGIOS, adoradores del oso bajo forma de Artemisa,
o Arduina, un culto histérico de la región de las Ardenas parecido a los ritos cha-
mánicos siberianos [Baigent, 2004]. Es decir, Arcadia es una teoría que conecta
todo, como la del «“Arka” de Noé y la Atlántida» [Rivero, 1990]. La Arcadia llegó
como ARQUETIPO de la Antigüedad al Renacimiento. La Villa Medici de Fiésole,
construida entre 1458 y 1461, pasó por ser la misma y nueva Arcadia. El poeta ita-
liano Jacopo Sannazaro escribió Arcadia (1502), un libro muy a la moda, y poco
después tituló así una obra en prosa el poeta y soldado sir Philip Sydney (1554-
1586). A los pies del Janículo y al final de la romana Via Garibaldi, donde vivió
tantos años de exilio Rafael Alberti, se encuentra el Bosco Parrasio, el jardín priva-
do de la Academia Arcadia, una institución llena de refinamiento, solera y secreto
al borde de la cursilería: contaban el tiempo por olimpiadas y los arcades se ponían
nombres griegos (el conde de Floriblanca escogió Elidauro Circeo; Ramón de la
Cruz, el de Larisio Dianeo…). La Academia fue fundada por Taia y Crescimbeni el
15 de octubre de 1690 y ese mismo año eligieron a la reina Cristina de Suecia
como su Presidenta, o Basilisa, una costumbre que duró doscientos años. En 1618,
el pintor Giovanni Francesco Barbieri (1591-1666), más conocido como el Guerci-
no, hizo un cuadro, que hoy se puede contemplar en la galería Corsini de Roma,
que lleva la inscripción: «Et in Arcadia ego». En principio, eso no tiene más miste-
rio que ser un verso de la quinta égloga de Virgilio. En el cuadro, unos bellos pas-
tores contemplan una calavera con una mosca, pero en un paisaje de luz y vegeta-
ción tan suculenta y a la vez tan melancólica, que hace pensar en el significado de
esa frase. Tal vez la muerte quiera decir mediante la calavera: «Incluso en la Arca-
dia estoy». Como en el cuento de Augusto Monterroso, al final seremos moscas.
Lo curioso, lo críptico dirían otros, es que Nicolas Poussin pinta dicha inscripción
de el Guercino, como si fuera un epitafio, en una tumba de su bellísisimo cuadro
Les bergers d’Arcadie, donde de nuevo pastores estilizados, tan vitales y bellos
como la naturaleza de alrededor, parecen ajenos a esa amenaza de la muerte [Bai-
gent, 2004]. Memento mori, nada nuevo, por otra parte.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
polinesia, Kanaheka’anuenue, la serpiente del arco iris, es un ser creador, una ser-
piente de la sabiduría que viaja entre los dos niveles del mundo, el real y el supra-
normal, aquél donde viven los aumakua, los espíritus ancestrales [Wesselman,
1999]. Ella es la conexión de todo.
arios. Un prejuicio o confusión habitual pretende ver a los arios como ARQUETI-
POS de lo rubio en el pelo y lo azulado en los ojos. Ese error fue impulsado por el
genetismo racista de los nazis. El mito de los arios puros llegó a ser algo absurdo,
amén de criminal. Arios eran en puridad los indoarios de la India, primeros habi-
tantes de ese subcontinente después de los DRAVÍDICOS. Que en idioma sánscrito
arya sea «noble» no prueba nada sobre características físicas o fenotipos. Un solo
país como Alemania está lleno de diferencias físicas, pues sus gentes van desde los
tipos alpinos y bávaros a los nórdicos de las viejas zonas hanseáticas…, sin contar
todas las mezclas que se produjeron a lo largo de los siglos. Ya en tiempos de Hi-
tler, el alemán medio era un mestizo y su pureza, una utopía. Sin embargo, se vol-
caron toneladas de papel (y toneladas de gases letales) para demostrar que «la
RAZA blanca, denominada caucásica, comprende diversas familias arias descendien-
tes directas de la cepa primitiva de nuestra especie» [Keisermann, 1935]. Se quiso
a todo trance que los arios alemanes fuesen la más pura de las emigraciones de los
indoeuropeos a Occidente y, por supuesto, la mejor de las pretendidas razas clási-
cas: ibera, ligur, celta… (o tipo mediterráneo, alpino, nórdico...). También los reyes
persas se daban el título de arios, los más puros de su estirpe (entre el persa y el
sánscrito hay 90 puntos de identidad). Se fantaseó con la raíz aria de palabras de
muchos idiomas europeos, aunque la raíz sea efectivamente indoeuropea. Y la fas-
cinación por lo ario sigue forzando la máquina de cierta mitología pop: lo ideal pa-
rece ser venir de un guerrero blanco y rubio, y de gran musculatura: ahí dentro fi-
gura la ensoñación de los Eddas o cánticos escandinavos, los germánicos
Nibelungos, poemas célticos tan abertzales como el irlandés Chuchulainn… El cli-
ché del ario del Museo Germánico de Nuremberg, inaugurado en 1852, no tenía
desperdicio: un guerrero ario de casco puntiagudo con chapas de cobre, dalmática
hasta las rodillas, faldellín, abarcas con correas hasta la pantorrilla y sujetando las
polainas, manto ligero sobre los hombros con un nudo hecho con donaire, espada
de bronce, lanza…
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asaro. Habitante del valle de las Tierras Altas Orientales (Eastern Highlands) en
Papúa-Nueva Guinea. Los hombres asaro usan grandes máscaras de barro blanco
en ceremonias y festivales como el Goroka Sing Sing. La reina Isabel II de Inglate-
rra no pudo por menos que sacar una foto con su cámara a esos espectaculares cas-
cos blancos con dientes de animales con los que los asaro fingen ser fantasmas.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Cierta vez, que se pierde en el humo del tiempo, los hombres de Asaro tuvieron
que huir de su poblado tras la invasión de otra tribu. Los asaro se escondieron en
el río y, al arrastrarse por la orilla, se mancharon de barro blanco. Cuando el barro
se secó, tuvieron una apariencia fantasmal que hizo huir despavoridos a sus enemi-
gos. Desde entonces son conocidos como los mud-men, «hombres de barro», de
Asaro, y sin su concurso no hay fiesta papú que se precie.
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LUIS PANCORBO
asfódelos. Plantas liliáceas con flores blancas y HERMAFRODITAS con una bella
raya roja que alfombraban las praderas infernales, según griegos y romanos. Sus
flores, de olor penetrante como el jazmín, aunque los antiguos lo asociaban con el
olor pestilente de la muerte, se consagraban a Hades o a Perséfone, y fueron consi-
deradas medicinales (para enfermedades de la piel). Se destilaba con ellas un po-
tente alcohol. Borges las llamaba en un poema «asfodelos [sic] de la sombra». (>
GAMONES.)
ashanti / ashante / asante / achanti. Etnia de Ghana que, junto con los
fanti, siempre de la familia akan, llegan casi a ocho millones de individuos. Sobre-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
cieron procesiones con un asno como si fuera una imagen divina. Desde entonces
ese asno gigantesco, llamado Aliboron, pasó a ser símbolo de la villa. Aliboron I y
Aliboron II fueron destruidos en las dos guerras mundiales. Ahora, cada lunes de
Pentecostés se procesiona a Aliboron III, capaz de «mear a los extranjeros» y de
proyectar naranjas, cacahuetes y bombones. A los de Estaires no les importa que
les llamen asnos (baudets) dado que los vecinos de Merville son gatos (caus) y los
de La Gorguie, machos cabríos (magots).
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tos y Voluntades hay en Dios?» «R: Una sola Naturaleza, un solo Entendimiento y
una sola Voluntad.» «P: ¿Y cuántas personas?» «R: Tres distintas, que son: Padre,
Hijo y Espíritu Santo» [Astete, 1997]. Otros creen en BRAHMA, Visnú y Siva.
ataúdes. No hay más fantasiosos que los que fabrica la gente del CLAN teshi en
Accra, capital de Ghana. A partir de 1960 surgió la idea: Kane Kewi era un artista
que quiso cambiar la monotonía de las cajas de muerto. ¿Por qué no emplear la
fantasía para ese viaje? A un pescador le hizo un cofre en forma de pez. A otro, un
ataúd de cangrejo. Tras la muerte de Kewi en 1878, sus hijos siguieron con la inspi-
ración de su padre. A un hombre que le gustaba leer y discutir las noticias —le
apodaban Daily— le confeccionaron un sarcófago en forma de periódico [Müller,
2000]. Se ha extendido mucho en Ghana esta moda funeraria y los féretros no
siempre responden a las profesiones de los finados, sino a sus sueños. Uno soñaba
con ser aviador y va a la tumba dentro de un avión de madera pintado de azul. A
un taxista le meterán en el hoyo en un ataúd tallado como un Mercedes Benz, lo
que no pudo tener en vida.
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LUIS PANCORBO
ateos. Lo eran varios pueblos nilóticos, según la relación de 1867 del explorador
inglés Samuel Baker a la Sociedad Etnológica: «Sin excepción, no creen en ningún
ser supremo, ni tienen ningún tipo de culto o idolatría; ni siquiera un poco de SU-
PERSTICIÓN ilumina la oscuridad de sus mentes». Pocos pueblos pueden presumir
de eso, como recuerda Brian Morris [1995]. Lo cierto es que los exploradores vic-
torianos pusieron ahí la primera piedra de un gran error que tardaría décadas en
ser disuelto, al menos hasta los estudios de Evans-Pritchard sobre los NUER: había
religión incluso en la ausencia de santuarios en las sabanas nilóticas. ZARATUSTRA
lo negaría: «¿Pero es posible? ¡Este santo varón viviendo solo aquí en el bosque no
se ha enterado aún de que Dios ha muerto!» [Nietzsche, 1966]. Einstein no lo te-
nía tan claro: «Dios no juega a los dados con el Universo». «Hace trampas», diría
el nilótico lleno de moscas en las comisuras de los ojos.
Atlántida. Continente o isla fabulosa que fue descrita con todo detalle por Pla-
tón: el palacio real de los atlantes estaba rodeado por muros de oricalco. Aún son
legión quienes quieren reinventarla o encontrar sus restos tanto en Tartessos como
en las Azores [Donnelly, 1882]. O en la LEMURIA, equivalente a la Atlántida en el
Pacífico. Otros, como Sinnett, presidente de la logia de Londres de la Sociedad
Teosófica, en línea con el ocultismo de madame Blavatsky, precisaron que el hun-
dimiento del continente-isla tuvo lugar en el Mioceno y, al mismo tiempo, ocurrió
el de la cuarta RAZA humana, la que precedió a la actual [Sinnett, 1885]. En 1925,
Percy H. Fawcett, a quien H. Ridder Haggard, autor de Las minas del Rey Salo-
món, le había regalado un presunto ídolo atlante, buscó rastros de una civilización
atlántida en la selva del Mato Grosso hasta que él mismo se perdió para siempre.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
atrapasueños. Instrumento con forma de telaraña usado por los indios sioux
(> LAKOTA), ojibway, oneida… Los HURONES, indios de Canadá, fabricaban una gran
«casa de los sueños», donde ayunaban varios días y, en ese estado, tenían versiones
esclarecedoras del futuro, como informó el misionero Gabriel Sa-
gard en 1623. Otro jesuita, Jean de Brébeuf, que trabajó con
hurones e iroqueses en George Bay hacia la misma época,
dijo que los sueños servían a las personas indicadas del pue-
blo, los «soñadores», para mejorar sus posibilidades en la
caza, la guerra o las curaciones [Spillmann, 1946]. Los indios
CHOCTAW, CHEROKEES y CREE solían ir en sueños al país de los
muertos para hablar allí con sus antepasados. Frank BOAS
[1925] llegó a coleccionar una gran cantidad de sueños de los
indios KWAKIUTL del noroeste de Canadá. Por otro lado, los
sueños de los INDIOS les servían entre otras cosas para refor-
zar el «PATRÓN cultural» del grupo [Benedict, 1922].
aum / om. Mantra principal, sílaba sagrada desde los VEDAS para hinduistas y
budistas. Lo primordial, lo único, lo eterno, lo inconcebible…: «A»: creación; «U»:
conservación; «M»: transformación [Campbell, 1998]. Con aum/om empieza el cé-
lebre mantra «Om mani padme hum» (> PADMA). «La sílaba aum es el arco; la fle-
cha es el alma» dice el Mundaka Upanishad. La «a» de la sílaba aum es el mundo
de la consciencia vigilante; la conciencia onírica, cielo e infierno, es la «u»; y el sue-
ño profundo o unión mística entre Dios y su mundo es la «m» [Campbell, 1998].
Por ese camino, explorado por Campbell, hasta el ritmo del tambor del CHAMÁN es
la sílaba aum/om. Un latido cósmico, por supuesto, lo que lleva a lo más esotérico.
Om sería el primer hombre que vio a Dios, «es el nombre de un antiguo santo, el
primero de los goros, que vivió hace trescientos mil años» [Ossendovsky, 1998]. Sin
embargo, la resonancia de aum es excelente hasta para la relajación más agnóstica.
57
LUIS PANCORBO
tres lugares fueron señalados por su sacralidad ya desde el nombre: Avaiki o Raia-
tea; Avaiki Raro o Rarotonga; y Avaiki Runga o Nuku Hiva [Tom Davis, 1992].
Avalon. Más que mítica es una falsa isla inglesa rodeada de tierras por todas par-
tes, los Somerset Levels. Glastonbury, la pequeña capital de Avalon, se enorgullece
de sus numerosas leyendas: allí estuvo José de Arimatea, mercader de metales, y
una vez trajo a su sobrino Jesús y juntos visitaron las minas de Mendip Hills. Lue-
go, José de Arimatea regresó a Avalon entre los años 37 y 64, y construyó la prime-
ra iglesia de Glastonbury, donde luego se erigió un monasterio benedictino. Es un
lugar de fuertes evocaciones artúricas desde que el rey Arturo fue conducido allí
por las Morgens, las nueves hermanas hadas. El rey Arturo (Artús), fue enterrado
en la abadía de la presunta isla, lo mismo que la reina Ginebra (Guinevere). Sus
tumbas son más difíciles de encontrar que el jardín del Chalice Well, o Pozo del
Cáliz, un pozo antiguo, en efecto, aunque sin GRIAL. Avalon, lo mismo que Tirna-
goge, es isla de la eterna primavera, o perpetuamente florecida, según otra leyenda
céltica. Ambas fueron consideradas islas de la eterna juventud. Pero Avalon siem-
pre fue más que un ELIXIR. Pudo deber su fama a ser la «isla de las manzanas» y
más si «Avalon» procede de afal, palabra gaélica para «manzana». El caso es que
desde antiguo el nombre de Avalon quedó asociado a las posibles ambrosías a base
de esa fruta: sidra, lambig, calvados, licor o aguardiente de manzana… Respecto a
Arturo, se abre camino la idea de que fuese un soldado romano del siglo V, algo
que debería sorprender a los acérrimos partidarios de la pureza en todo, y más de
los cuentos nórdicos, célticos, germánicos, siempre con sus ansias de ignorar el
proceso de transmisión cultural de Oriente a Occidente. Es un hecho que fábulas
como las de Calila y Dimnah pasaron del sánscrito al pehlvi, árabe, hebreo, espa-
ñol (Exemplario contra los engaños y peligros del mundo, Burgos, 1493), griego,
italiano… «Por estas frecuentes traducciones y traducciones de traducciones, en
los siglos XI, XII y XIII, vemos claramente que esas fábulas indias llegaron a ser su-
mamente populares y que de hecho fueron más leídas en Europa que la Biblia o
cualquier otro libro» [Müller, 1988]. Avalon y Arturo, aunque aparecen en un li-
bro del siglo XII, del obispo galés Monnmouth, tenían detrás milenios de mitos y
siglos de cuentos.
ávaros. Pueblo de origen ural-altaico, relacionado con el MONGOL, que luchó con
gran pugnacidad contra un imperio de Bizancio que rozaba su fin en el siglo VII.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Con sus largas coletas, los hábiles y fuertes jinetes ávaros supusieron la gran oleada
arrasadora de los confines de Occidente entre los hunos y los mongoles de Genghis
Khan. Ya en tiempos de Justiniano, los ávaros controlaban una buena parte de Eu-
ropa oriental, Tracia, Macedonia, Bulgaria… pero asentarse no estaba en su carác-
ter nómada y asiático, y además les quedaba el gran pastel del mundo conocido, la
bizantina Constantinopla y su guinda, Santa Sofía. En turco su nombre, «ávaro»,
llegó a ser sinónimo de ladrón. Si una vez no pudieron, insistieron y vinieron otra
vez del este los jinetes ávaros en sus caballos pequeños y con sus largas espadas,
hombres tildados de salvajes que vivían y morían en la grupa. Los ávaros sabían tra-
bar alianzas con los eslavos al oeste y con los persas al este, formando una especie
de tenaza contra Bizancio. Por su cuenta, hostigaban al emperador Heraclio en los
Balcanes, en espera de poder cargar contra Constantinopla y conquistar la capital
del mundo conocido. En el 626, los ávaros ya son capaces de armar un ejército de
80.000 soldados y asedian la capital de Bizancio. Pero no se puede luchar contra un
MILAGRO. A los ávaros no les derrota la fuerza militar blandengue y bizantina de
Heraclio y sus tropas, sino la Virgen María, que produce una tormenta que desbara-
ta las barcas de los eslavos, aliados de los ávaros. Sergio, el patriarca bizantino, cla-
ma milagro y las hostilidades se interrumpen durante un tiempo. Es fatal para los
ávaros, que acaban siendo golpeados por sus antiguos aliados, los eslavos, los croa-
tas y los búlgaros, y no sólo pierden sus tierras en Dalmacia, sino que son arrojados
mucho más allá del Danubio. Otra vez, Europa se libraba de la cólera y la caballería
de Oriente. Es la suerte de Europa que aún no cesa.
avunculado. Término —del latín avunculus, «tío materno»— con que se de-
signa el predominio o preponderancia del tío materno en algunas sociedades. Eso
originaba derechos, no sólo costumbres, entre los antiguos cántabros y otros pue-
blos de acusado matriarcado. Las hijas heredaban las tierras y sus maridos debían
sujetarse a ellas y a sus hermanos, los auténticos jefes familiares. Ante el papel que
adquiere el hermano de la madre en el avunculado hay veces en que se diría que el
59
LUIS PANCORBO
marido, y padre, pasa a ser un mero donante de esperma. El avunculado suele dar-
se en matrimonios que apenas sobrepasan el sentido de una transacción comercial.
Fue un tema que dio mucho juego en la antropología colonial. También supuso
una de las cuatro patas o elementos básicos de la estructura del PARENTESCO según
Lévi-Strauss [1958], con sus célebres relaciones-oposiciones: padre-hijo, marido-
mujer, hermano-hermana, tío materno-sobrino uterino. Y su conclusión sorpren-
dente de que el avunculado no siempre se da en el matriarcado: también ocurre en
regímenes patrilineales.
axis mundi. Literalmente, «eje del mundo». Pilar cósmico, columna. Se emplea
para simbolizar montes, como el Meru, que enlazan la tierra y el cielo; para pirámi-
des y ZIGURAT que también conectarían niveles profundos; para árboles distinguidos
o no por la DENDROLATRÍA, pero que cumplan esa función axial, de enlazar esferas
del ser y planos del existir. Y a veces eso puede hacerlo una simple liana.
ayahuasca. Liana de los muertos, soga de los muertos. En realidad se llama así a
varias plantas de propiedades alucinógenas y, de modo especial, a las que en la selva
peruana se conocen como YAGÉ (Banisteriopsis caapi) y chacruna (Psychotria Viri-
dis). Son hervidas y su jugo es usado por los ASHÁNINKA, machiguengas, AMAHUACAS
y otros pueblos amazónicos para sus ceremonias chamánicas y viajes rituales. Reír,
rezar, viajar a otros mundos, emular a los jaguares, y luego dormir profundamente,
sin olvidar su beneficioso efecto emético, hacen que sea una planta muy estimada en
la selva, a falta de cine. Otra cosa, injusta, es creer que los INDÍGENAS sean lerdos. En
abril de 1999, cinco chamanes del Perú viajaron a los Estados Unidos para intentar
revocar los derechos de la patente de la ayahuasca que había registrado a su favor la
compañía Internacional Plant Medicine Corporation de Loren Miller. Un claro caso
de piratería genética. Miller se limitó a coger una planta de yagé del Amazonas y a
llevarla a los Estados Unidos para incubar rápidamente huevos de oro.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ayoreos. Indios de la región del Chaco, al norte de Paraguay. En 2004, fue en-
contrado un pequeño grupo de «silvícolas», como llaman allí a los INDIOS aislados
o sin contactos. Y se cree que pueden quedar algunas bandas más de ayoreos toto-
biegosode, los últimos indios errantes que se han librado de la asimilación, o re-
ducción, a la que han sido sometidas las etnias del Chaco y la Chiquitania (> LEN-
GUAS) por los diversos grupos cristianos, evangélicos, MENONITAS… En el caso de
los ayoreos, influye por supuesto la ambición de quienes quieren a todo trance
ocupar y explotar no menos de medio millón de hectáreas de su territorio ancestral
del Alto Paraguay y Boquerón.
azalai. La gran caravana de los TUAREGS. Hay quien cree que la palabra más pre-
cisa para gran caravana es taghlamt [Bernus, 1981]. El 17 de octubre de 1850, el
explorador alemán Heinrich Barth pudo contemplar en Agadez una caravana de
los itisan y los kel-gerés de 10.000 camellos. Hace muchos años que ya no hay una
sola y gran caravana, sino varias y pequeñas. En 1985 pude ver en el desierto del
Teneré una caravana de un centenar de camellos de los kel owey que iban con la
sal cargada en Fachi hasta Kano (Nigeria) para cambiarla por mijo y telas teñidas
de índigo. Aunque cada vez van quedando menos, entre noviembre y abril se po-
nen en marcha las azalai que recorren los desiertos del Níger, el Aïr y el Teneré, y
cubren los alrededor de 600 kilómetros que hay desde Agadez al oasis de Bilma
(Fachi está unos 200 kilómetros antes). En ocasiones excepcionales bajan hasta Ni-
geria. Los camiones hacen la competencia y los GPS sustituirán dentro de poco a
Amanar (Orión) y a la guía de las Pléyades.
azerí. Pueblo del Azerbaiyán, una de las antiguas repúblicas socialistas del CÁU-
CASO. En el noroeste de Irán también existe una comunidad de azeríes, en su ma-
61
LUIS PANCORBO
yoría de religión chiita. En realidad son un pueblo en una tierra de muchos con-
trastes y alfabetos: cirílico, árabe, latino… Para sus vecinos armenios, los azeríes
son TÁRTAROS [Kaplan, 2001], prejuicio peligroso en el área cultural rusa, y, con lo
mismo, los machacaron durante la guerra por el enclave de Nagorno-Karabaj. Ese
enclave era parte de Azerbaiyán, pero los armenios no dudaron en ocuparlo en la
década de los noventa, agitando unas pulsiones religiosas de gran ATAVISMO. El
monte NUD, o Vaus, ya fue un promontorio sagrado para zoroastrianos y para al-
gunos cultos cristianos a los REYES MAGOS que se propagaban en esa zona.
62
B Vusco volver de golpe el golpe.
César Vallejo, Trilce, IX
Baal. Gran dios fenicio. También, Baal Hammón, casado con la diosa
TANIT cuyo templo en Cartago «estaba adornado con pieles de enanos»
[Kaplan, 2004].
Babel. Confusión (de la palabra de raíz semita bill, que significa «confundir»).
Por antonomasia se refiere a la torre mítica en la llanura de Senaar desde donde se
pretendía llegar al cielo. Una arrogancia castigada por Dios haciendo que los tra-
bajadores no se entendieran los unos con los otros. Aunque la Biblia dijera que Ba-
bel era confusión y el nombre pasó a significarlo…, «ba significa “padre” en las
lenguas orientales y Bel significa “Dios”; Babel significa “la villa de Dios”, “la villa
santa”» [Voltaire, 1964]. Pudo ser un ZIGURAT, después de todo «la vanidad siem-
pre ha levantado grandes monumentos» [Voltaire, 1964], lo que sería aplicable a
otras pirámides del mundo, incluidas las de México, Cholula, Uxmal… Los mikir,
una tribu de origen tibetano-birmano de Assam, en el nordeste de la India, creen
que, en el principio de todo, los descendientes del dios Ram quisieron llegar al cie-
lo construyendo una torre, hasta que los demonios confundieron sus lenguas y se
produjo la diversidad [Frazer, 1981]. Es coherente con lo que concibieron los ha-
bitantes de las islas del Almirantazgo (Papúa-Nueva Guinea), los KAREN de Birma-
nia y tantos otros… Pero es que, a finales del siglo XXI, no quedará ni la mitad de
63
LUIS PANCORBO
64
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
sido encontradas en 1978 por arqueólogos soviéticos. Con tantas historias de inva-
sión, incluso tan recientes, nadie pudo robar el oro de Bactria.
65
LUIS PANCORBO
bai. Zonas herbosas y pantanosas que, junto a las salinas y las sabanas (dembo),
caracterizan al parque nacional Odzala, a unos 500 kilómetros a vuelo de pájaro
desde Brazzaville, capital del CONGO. Los bais de Moba y Maya sirven de hábitat a
una rica fauna en la que destaca el GORILA de llanura. Los gorilas se alimentan con
unos juncos de las charcas que arrancan con raíz, lavan cuidadosamente y se llevan
a la boca con delicadeza. Los bais con aguas de más salinidad son preferidos por
los elefantes. Además de los bais, otros rincones de gran importancia faunística,
como el santuario de gorilas de Lossi, integran el parque nacional Odzala, creado
en 1935, y sin visitantes durante décadas. Su redescubrimiento tuvo lugar en los
años noventa, en el contexto del programa ecológico ECOFAC, fruto de la coope-
ración entre la Unión Europea y el Congo. La tribu local de los mboko nunca dejó
de ir a los bais para fabricar la llamada «sal negra», por el color que adquiría esa
especie de sal obtenida de hervir en cazuelas de barro aguas salobres con bayas
carbonizadas. La sal negra era un producto muy apreciado en varios puntos del
Congo. «Una ruta de la sal atravesaba el país kota por entero, a la par que “el río
de la sal” (el Lebango), hasta las salinas», escribía el explorador Jacques de Brazza
en 1885. Los cuatro grandes grupos étnicos de Odzala son mboko, kota, nomgom
y los PIGMEOS bakola. Los mboko de mayor edad, en el Lebango, todavía saben el
proceso de la sal no sólo de cocina, pues: «se incluía en la confección de varios me-
dicamentos tradicionales» [Christy, 1999].
bajau / badjao. Pueblo malayo de SABAH, isla de Borneo, relacionado con los
bajau-laut filipinos, cuyos miembros son más conocidos como sea gypsies, «gitanos
del mar». Hace ya un par de generaciones que los bajau de Sabah, de ser gente de
mar, se volcaron en la ganadería y han ganado fama como vaqueros.
bal bal. Espíritu con cuerpo de hombre y alas de pájaro según creencia de los
MOROS de Filipinas. Vive de los hígados de los cadáveres no enterrados. Otra cria-
tura fantástica de los moros de Mindanao es el kurits, una especie de fénix que re-
nace de sus cenizas, aunque en forma de cocodrilo, y de piel tan dura que ninguna
daga kris puede penetrarla. Contra todo eso antaño se usaban anting-anting, un
66
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
AMULETO hecho con elementos animales y que lo mismo detenía las balas que pro-
tegía de las enfermedades.
Bali Hai / Bali Ha’i. La isla más maravillosa de los mares del sur, según el es-
critor James Michener en su libro de 1947 Tales of the South Pacific («Relatos del
Pacífico Sur»). Pero, ¿cuál es esa isla? La ubicación de Bali Hai, como la del
SANGHRI-LA, sigue estando abierta a las interpretaciones. Hay quien ha creído que
se trataba de Bora Bora en la Polinesia Francesa, pero el propio Michener solía po-
ner en la pista de Espíritu Santo, isla de Vanuatu: «...de todas las islas del Pacífico,
Santo es la que más impresión me ha hecho». La razón que da en 1951, en Return
to paradise («Regreso al paraíso»), es que Santo tiene una «zany life», una vida es-
trafalaria, en el sentido de un tanto surrealista. Michener, uno de los 100.000 sol-
dados acantonados en Santo durante la Segunda Guerra Mundial, no tenía mucho
tiempo libre, pero sabía que en esa isla hay playas tan magníficas como una que los
colonos franceses llamaron Champagne, de las mejores de los mares del sur. Pero
Bali Hai, aparte de poder ponerse donde se quiera con la condición de ser un lu-
gar inigualable, tenía que ser más bien una isla entera. Por eso la pista de Bali Hai
apunta a que se trate de Maevo, otra isla de Vanuatu, también alabada por Miche-
ner. Ecos que se fueron ondulando hasta llegar a la película musical South Pacific
(1958), donde Bloody Mary canta al teniente Cable aquello de «Bali Ha’i it calls
you…» («Bali Ha’i te llama…»).
baloma / balom. Espíritus de los muertos para los nativos kiriwina de las is-
las TROBRIAND. Nada tendría de particular si las baloma no vinieran a impregnar a
las mujeres cuando se bañan en la laguna coralina. Esa impregnación produce a su
vez la REENCARNACIÓN de un antepasado [Malinowski, 1974]. También se veía a la
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LUIS PANCORBO
baloma como alma. La baloma viaja tras la muerte a algún lugar oscuro como
Tuma, una islita al noroeste de las Trobriands, pero el kosi, el fantasma del muerto,
ronda y molesta en el poblado. Aun son peores las mulukuausi, brujas que huelen
a carroña, agitan el mar y comen lenguas y pulmones de personas. Generalmente,
la baloma se zafa de todo eso y espera en Tuma, feliz y confiada, poder regresar y
volver a morir. Es sin duda una compleja imagen mental de la realidad pues parece
que el alma baloma contradice la existencia de la otra alma negativa, o kosi. En las
milamala, o fiestas de distribución de alimentos, las baloma de los fallecidos po-
dían volver a actuar a su antojo. Más chocante es que una baloma podía procrear.
Los nativos, desconociendo las causas de la gravidez, encontraban a sus mujeres
preñadas tras largos viajes y creían que había sido una baloma la que había traído
ese hijo: «…realidades que se oponen, una operando por distorsión con respecto a
la otra; son ante todo pistas diferentes y complementarias para la comprensión del
significado» [Cantor Magnani, 1988].
bandeirantes. Gentes, más «de bandas» que «de banderas», mestizas de pa-
dres blancos portugueses y madres indias, o al revés. El caso es que su bandidaje
tuvo su punto de atracción como los de ciertos dacoits de la India, Luis Candelas,
Robin Hood y otros traviesos proscritos (no siempre con el humor de Richmal
Crompton)... Estarán fuera de la ley pero hacen soñar por su libertad, por tener las
estrellas como manta y, en el caso de los bandeirantes, la cachaça o pinga de caña,
que no falte. Los bandeirantes son además parte del jeito nacional brasileño, es de-
cir, de la habilidad para conseguir cosas con gracia, no bajo el imperativo de algo.
Así encarnan un espíritu nacional positivo, digno de imitación, que ha dado nom-
bre hasta a la cadena televisiva TV Bandeirantes. Supusieron un filón cinematográ-
fico desde Os bandeirantes (1960), de Marcel Camus, aunque hay que quitarse el
sombrero y afrontar la insolación ante Deus e o Diabo na Terra do Sol (1964), de
Glauber Rocha, una película oprobiosa de calor y rebosante de pasión en blanco y
negro. Terra em transe (1962), siempre de Glauber Rocha, era la que más admira-
ba Scorsese: una película que excavaba en esas barbas híspidas, ácidas, esas ojeras,
esas codicias y lujurias tan de los bandeirantes, también llamados paulistas porque
fueron ellos los que hicieron el cogollo de São Paulo. A partir del siglo XVII, fue te-
68
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
69
LUIS PANCORBO
baobab. Sus ramas parecen raíces, o dedos gigantescos, casi desnudos de hojas.
David Livinsgtone describió los baobabs como zanahorias plantadas al revés. Pue-
den tener un tronco de más de 10 metros de diámetro y alcanzar los 25 de altura.
El BAOBAB de Chapman es con mucho el mayor de África y por tanto del mundo.
Un ejemplar de baobab de Chapman, con una antigüedad de varios miles de años,
y un tronco de al menos 25 metros de diámetro, se encuentra en Makgadikgadi
Salt Pans (Botsuana) y a su sombra acamparon exploradores de la talla de Livings-
tone, Selous y Baines. La especie más conocida de las ocho existentes es la Adan-
sonia digitata, descubierta por
el botánico francés del siglo
XVIII Michel Adanson, quien
aseguró haber encontrado dos
ejemplares en Cabo Verde de
más de cinco mil años de edad.
Antaño en Senegal sepultaban
en el tronco hueco de los viejos
baobabs a los juglares (>
GRIOT ). Los frutos, como pe-
queños melones, se llaman «pan
de mono». Para algunos pue-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
blos africanos, las hojas y los frutos del baobab tienen propiedades febrífugas, lle-
gándose a usar en ausencia de QUININA.
barabaig. Rama de los datoga (también llamados mangati) compuesta por unos
80.000 individuos. Viven en el distrito Hanang de la región de Arusha, en el norte
de Tanzania, no lejos del lago Eyasi. Fueron rivales de los MASAIS y expulsados por
éstos de regiones de buenos pastos en torno a Ngorongoro. Sin embargo, tanto las
características físicas de los barabaig (tribu de origen nilótico), como su cultura
pastoril, sus poblados y sus bailes son muy similares a los de los masais. De hecho,
algunos poblados barabaig reciben también turistas.
baraka. Suerte divina o suerte sobrenatural. Una palabra árabe de la que podría
proceder la española «baraja». Los SUFÍES emplean la palabra «baraka» en el senti-
do de «bendición de lo divino». Baraka, lo mismo que TABÚ, MANA y TÓTEM, son
conceptos sin los cuales parece que no se podía expresar bien la religión primitiva
o particular de los pueblos que las usan [Evans-Pritchard, 1965].
bardo. PURGATORIO del BUDISMO tibetano. Pero más que un lugar donde se
pena, o purga, como en el purgatorio cristiano, el bardo entraña un «estado inter-
medio en el que permanece la entidad desencarnada, desde el momento de la
muerte hasta la REENCARNACIÓN» [David-Néel, 2000]. El Bardo Thodol o Bardo
thös tol («El Libro tibetano de los muertos») es «una guía del viajero en el más
allá». En ella aprenden los budistas tibetanos que la muerte es sólo el principio de
un «arduo viaje, lleno de peligros, que el hombre debe efectuar en el intervalo que
se extiende hasta su nueva reencarnación». Hay un viaje de las almas —atravesan-
do los siete CHAKRAS— hasta un paraje donde aguardar la reencarnación y, even-
tualmente, donde expiar las culpas del KARMA. El tiempo de estancia en el bardo es
de 49 días, o siete veces siete días. Es el mismo tiempo que los budistas japoneses
creen que deambula el espíritu tras la muerte: 49 días en que puede volar sobre la
casa y rondar sobre la familia, hasta serenarse cuando va a llegar a su debida situa-
ción: cielo, infierno o reencarnación. Ese día, el 49, los budistas japoneses envían
regalos a los amigos y familiares que 49 días antes asistieron al funeral. Los sintoís-
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LUIS PANCORBO
tas japoneses (> SINTOÍSMO) prefieren que sea 50 el número de días que pasa el es-
píritu desencarnado.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
baster / bastard. Pese a lo crudo del nombre, se llama así a los mestizos de
alemanes y mujeres HOTENTOTES que, entre 1870 y 1883, se establecieron en Reho-
both (Namibia), donde han conseguido una comarca próspera en lo económico y
con muchos signos de identidad alemanes: el Parlamento, el sistema de kaptains o
dirigentes, el idioma alemán arcaico… El antropólogo alemán E. Fisher vaticinó a
finales del siglo XIX que los basters retornarían «a las formas primitivas», pero no
acertó [Barradas, 1946]. Cuando llegó la independencia de Namibia en 1980, los
basters fueron más deprisa que nadie en el intento de crear su propia república in-
dependiente, y ello por su nivel de desarrollo muy superior al de otras etnias del
país. El intento de los basters se quedó en agua de borrajas. Hubiese sido paradóji-
co desgarrar la última colonia de África negra en el mismo momento que accedía a
su independencia.
batua. Palabra en euskera, que significa «unificado». Así, euskera batua significa
«euskera unificado», «estándar» o «común». Empezó su andadura oficial en 1968,
cuando fue la opción elegida por la Euskaltzandia, Real Academia de la Lengua
Vasca, dando por terminado en cierto modo el proceso de unificación lingüística
que había empezado en 1918, aunque sigue abierto como corresponde a todas las
lenguas vivas. Antes de 1979, cuando el EUSKERA fue declarado idioma oficial de la
Comunidad Autónoma Vasca, el euskera batúa no tenía un gran alcance en la ense-
ñanza en las ikastolas (escuelas) y universidades. Uno de los métodos más efectivos
para aprender vasco había sido durante mucho tiempo el libro Euskara, hire lagu-
73
LUIS PANCORBO
na, del jesuita Patxi Altuna, aunque los textos legendarios al respecto sean el primer
libro escrito en euskera, o euskara, los poemas de Benat Etxepare en 1545, y la fun-
damental gramática de Manuel de Larramendi, titulada El imposible vencido. Arte
de la lengua Bascongada (1729). Hoy se calcula que de los dos millones largos de
habitantes de la Comunidad vasca, o Euskadi, el 50 por ciento tiene algún grado de
conocimiento del euskera, frente a un 50 por ciento que habla sólo castellano, y se
maneja la cifra de entre 600.000 y 700.000 hablantes euskaldunes. Lo relativo no es
lo de las cifras, sino la intención de las mismas. Algún grado de conocimiento de
euskera puede empezar por saber la misma palabra euskera. Según la Euskaltzan-
dia, fundada en 1919, y autora del Hiztegi Batua («Diccionario unificado»), el eus-
kera es «un idioma no indoeuropeo». Eso le confiere un gran valor. La difícil cues-
tión estriba en equilibrar el euskera batúa con los dialectos, o hablas locales, que
son muy ricos y variados: vizcaíno (bizkaiera, con su tendencia a usar «a» en vez de
«e»); guipuzcoano (antaño hubo un gipuzkera osotua, un intento fallido de unificar
el vascuence); suletino; roncalés; laburtano, y al menos cuatro variantes más en la
Alta y la Baja Navarra. El príncipe Roland Bonaparte (1858-1924), autor de valiosos
álbumes etnográficos sobre lapones (> SAMI), árabes, indios…, publicó en 1869 sie-
te cartas lingüísticas sobre la difusión del euskera, estableciendo la existencia de 25
variantes principales de ocho grandes dialectos.
bautismo. Para los católicos, uno de los sacramentos; una puerta de entrada en
la fe y la Iglesia. Se bautiza a los niños apenas nacidos para liberarlos del pecado
original, una herejía para los anabaptistas que consideraron que ésa es una forma
de desperdiciar un sacramento y una gracia que sólo se puede comprender en
edad adulta. Por eso los anabaptistas —por ejemplo los MENONITAS— promueven
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
el bautismo de adultos como eje de su fe. El bautismo es de varias clases según los
credos, siendo las principales por aspersión (católicos) y por inmersión (anabaptis-
tas, Testigos de Jehová, vuduizantes de Haití…). Como es natural, los bautistas, o
baptistas, una de las ramas del protestantismo, han hecho hincapié en el rito bau-
tismal y le confieren una importancia decisiva. Corrientes esotéricas, además de
gnósticas, valoran desde siempre la figura de san Juan Bautista como el auténtico
renovador de la fe y lo ponen por encima de Jesucristo. La novedad hoy es el lla-
mado «bautismo civil». El 7 de noviembre de 2004 se celebró en Igualada, capital
de la comarca barcelonesa de La Anoia, el primer bautismo civil celebrado en un
Ayuntamiento, sin pila de agua ni otro ceremonial al uso, salvo leer la Constitución
y textos sobre valores de libertad, igualdad y respeto. «Es una estupidez radical»,
según Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo. Sin embargo, también es una tradi-
ción republicana francesa. Ya en 1790 se celebró un bautismo civil en Estrasburgo
durante la Primera República y luego hubo muchos durante la Revolución.
75
LUIS PANCORBO
sociedad humana y tal vez Melville para su ballena blanca— y el ZIZ, un monstruo
del aire. Los tres sirven de comida apocalíptica a los justos «en el lugar que en he-
breo se llama Armagedón (Apocalipsis 16,16).
bejalai. Viaje iniciático de los jóvenes iban. Debían salir de la «casa larga», o
casa comunal, para recorrer mundo y traer noticias. Su aventura les dotaba tam-
bién de prestigio social. El bejalai antes estaba revestido de aspectos culturales y
mitológicos, como una forja de héroes o viajeros que desafiaban los peligros. En
ese sentido, el bejalai suponía una alternativa a la partida para cortar cabezas. En
vez de traer cabezas pueden traer antiguas jarras chinas [Kedit, 1991]. Hoy el beja-
lai es más bien un éxodo hacia las grandes ciudades —Kuching o Miri—, donde
los jóvenes iban —mano de obra barata y sin especializar, como otros kayak— se
incorporan al mundo del paro, el chabolismo… O, con más suerte, al mundo del
trabajo y, con menos, al mundo de la marginalidad y criminalidad.
76
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
77
LUIS PANCORBO
cio impuesto hasta que en 1960 empezaron a oírse poco a poco sus voces, improvi-
saciones, respuestas chuscas en forma de versos, puyas rimadas, sátiras y cancio-
nes… Toda la lujuria con olor a manzana del tiempo perdido o la feria de las vani-
dades un día de bruma con mucho chacolí. Aún hay quien recuerda a Txirrita
(Juan Manuel de Luxandio Retegui), nacido en un caserío de Hernani en 1860,
que echó sus versos hasta su muerte en 1936 como si fuera uno de esos antiguos
acompañantes de los héroes, mitad bufones mitad trovadores. Los también llama-
dos berso-paperak cantaron las leyendas de la fuerza, los hechos de los HARRIJAT-
SOTZALES o levantadores de piedras, o los de los lanzadores de piertaga (pértigas o
jabalinas, «de ocho codos de largo» y de las que ya se hacía eco el Fuero Navarro
del siglo XV)… Los bersolaris funcionan a tope cuando por medio hay retos y
apuestas sobre su ingenio. Y no es sólo cosa de hombres, pues son muy agudas y
tenaces en la transmisión oral las neska-zaharrak, las «chicas viejas» o mujeres del
caserío. Hay dos tipos de bersolaris: el oral puro, el plaza-gizona, «pregonero po-
pular» o «pregonero de la plaza», y el que también escribe, el bertso jartzailea.
Ambos mantienen un fragmento de literatura popular en EUSKERA que hunde sus
raíces en una civilización pastoril.
besa. Juramento de fidelidad, promesa sagrada para los ALBANESES. Implica aca-
tar el contenido del código de honor tradicional o KANUN, amén de llegar a cual-
quier extremo —incluso el asesinato—, si el patriarca del CLAN o jefe de la familia
así lo requiere.
betel. Hoja de una variedad de pimienta (Piper betle L.) junto con la que se
masca la nuez de areca (Areca catechu L.). Al conjunto, nuez de areca y hoja de
betel, se llama buyo, palabra usada sobre todo en las islas Filipinas. En hindi, el
betel es supâri y para consumirlo es común añadir chunâm, una cal procedente de
conchas. Eso, como la llifta para la mascada de coca (> ACULLICO), hace liberar
más rápidamente los principios activos. La cal para betel se suele conocer como
lime y produce una intensa salivación de color rojo que hizo creer a los antiguos
viajeros que la gente oriental escupía sangre. La lime se guarda en contenedores y
petacas hechas con los materiales más variados, desde bambú a plata. En la India,
al avío para la mascada de betel se le denomina pân y puede incluir una salsa rosa
con clavo, alcanfor, tabaco, etc. Uno ha visto en la isla de Yap (Micronesia) a mas-
cadores que añadían al betel tabaco impregnado en vodka. En Yap, los viejos ya
desdentados majan las nueces de betel con manos y morteros de coral. El consumo
de betel se extiende por el sur de Asia, desde la India hasta las Filipinas, y llega a la
Micronesia y la Melanesia, Fiyi y Papúa (donde lo llaman buai). Es decir, se trata
de una región de unos 800 millones de personas, muchas de ellas consumidoras de
esa sustancia euforizante y estimulante, que reduce el apetito y purifica la boca,
pero la tiñe de rojo. En Savu, una pequeña isla de Nusa Tenggara (Indonesia), po-
nen coronas con nueces de areca para los niños que van ser bautizados al estilo
animista tradicional. En Célebes y otros sitios de Indonesia llaman al betel siri o pi-
nang, y añaden una liana picante a la mascada. En la India, los aspectos rituales del
betel son abundantes. La viuda que vuelve a casarse pone a los pies de su nuevo
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
marido una nuez de areca y una hoja de betel que simbolizan el espíritu del finado.
El nuevo marido da a eso un puntapié, tomando posesión del lugar y de la mujer
[Millot, 1965].
betilo. Piedra sagrada —«casa de Dios» (beté)— empleada ya por los semitas y,
en especial, por los árabes antes de la llegada de Mahoma. Se atribuía representa-
ción divina a ciertas piedras ovoidales, o cónicas, sobre las que se vertía aceite y
donde se hacían sacrificios. También podía tratarse de piedras enviadas directa-
mente del cielo, aerolitos como la KAABA. En un muro del templo de La MECA se
supone que hay empotrado otro betilo llamado Hobral. En una dimensión mitoló-
gica, los betilos podían ser como el OMPHALOS de Delfos, una piedra blanca proce-
dente del centro de la Tierra que, según Varrón, recubría la tumba de Python, la
serpiente sagrada del templo y que significaba «un nuevo nacimiento y una con-
ciencia reintegrada» [Chevalier, 1982]. Otro betilo fue Benben, piedra sagrada co-
locada en Heliópolis, que evocaba la colina sobre la que se había posado el dios
Aton para crear la primera pareja.
bezote. Adorno que llevan los INDIOS de América en el labio inferior; por ejem-
plo los BOTOCUDOS. Puede ser un colgante, un arete, un palo o una arracada, o sea,
un arete con colgante.
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LUIS PANCORBO
bhang lassi. Bebida a base de yogur con marihuana (> BANGI), y a veces con
aceite de oliva o mantequilla y frutas. En la India, los santones y otros consideran
el bhang una sustancia divina de Siva.
bhotia / bhutia. Uno de los principales grupos étnicos del Himalaya. Perte-
necen al tronco tibetano-birmano. La palabra «Bhot» significa «Tíbet», país desde
donde se cree que los bhotias emigraron a Bután, Nepal, Sikkim y zonas del norte
de la India, como Garhwal, el valle de Kumaon…
Big Bang. Expresión nacida de una burla de Fred Hoyle, un firme defensor del
universo estático. Ironía cósmica que no se ha abolido ni siquiera con el recrudeci-
miento del CREACIONISMO. Sea como fuere, sin testigos presenciales, se puede pen-
sar que hubo una explosión y allí empezó todo. ¿O empezó todo y hubo una ex-
plosión? Pero..., «¿por qué hay algo en lugar de nada?». La ciencia no responde
aún a esa pregunta de Leibniz [1720]. Se cree que, hace unos catorce o quince mil
millones de años, el caos empezó a calmarse y ordenarse, con tiempo y espacio,
aunque el tiempo no sepamos lo que es y el espacio al menos es dos cosas: el espa-
cio lleno de materia y el espacio lleno de vacío. Ante eso, que un HOMÍNIDO del
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Big Crunch. Tras el BIG BANG, la materia se expande, viene la polvareda que
forma las galaxias y se forja la flecha del tiempo tras la que viene el Big Crunch, la
rebaja, la gran compresión. Si es así, la contracción de la materia afectaría a la fle-
cha del tiempo, y la verdad es que el tiempo invertido es muy incómodo: el café
que se deja reposar se calienta aun más que cuando se está haciendo; las bolas del
billar vuelven después de ser disparadas por el taco a su posición inicial; la gallina
regresa al huevo convertido en un recuerdo del futuro. El Big Crunch es la mayor
cura de rejuvenecimiento, al menos en las galaxias compuestas por «materia oscu-
ra» superaría a los barros del mar Muerto o a los del mar Menor. Los indios KOGI
pensaron que el mundo se creó a base de huevos, uno dentro de otro, sucesiva-
mente hasta llegar al actual.
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LUIS PANCORBO
blema médico fundamental en las orillas del Nilo y se produjo una reducción de
un 30 por ciento en la actividad económica de Egipto. También fue notable la inci-
dencia que ha tenido en el lago de Pátzcuaro, México, hábitat de los pescadores
TARASCOS.
Bimini. Dos islitas de las Bahamas, North y South Bimini, entre las cuales se
ubicaba la fantástica Fuente de la Eterna Juventud (> ELIXIR). Hoy, a sólo 40 millas
al este de Miami, son las islas caribeñas más cercanas a los Estados Unidos y están
bien pertrechadas para el turismo, el buceo y la especulación, con sus Stones of
Atlantis, unas piedras sumergidas bastante geométricas. Hemingway, entusiasta del
bar y las marinas de Bimini, pescó allí en 1930 un atún de 14 kilos.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
Blue Laws. En inglés, «leyes azules». Código de normas de los misioneros pro-
testantes y puritanos con el que iban contra los INDÍGENAS del Pacífico Sur en el si-
glo XIX. Como prohibir que un hombre y una mujer caminaran juntos por la noche
sin llevar entre ellos una luz.
bobo. Tribu de Burkina Fasso y Malí con un habla de tipo voltaico. Integraron el
gran imperio mandé que esplendió en el siglo XIII desde el Níger hasta TOMBUCTÚ.
Hoy se subdividen en bobo fing, bobo oulé, bobo gbé, bobo doula… Los bobo
fing, los que viven en Bobo Dioulasso, al sudoeste de Burkina Fasso, son quienes
se tienen por los auténticos bobos. En total, son algo menos de un millón. Unos
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
140.000 viven en Malí y unos 570.000 en Burkina Fasso, casi el 7 por ciento de la
población de este país. Cultivan mijo y sorgo, cuidan animales y espíritus, pues la
mayoría son animistas pese al avance islámico. La poligamia goza de buena salud
entre los bobo. Una de sus costumbres es que la viuda se case con el hermano de
su difunto marido (> LEVIRATO) o que la hermana de una mujer estéril o fallecida
se entregue en matrimonio al marido de la mujer (> SORORATO).
bon / bon po. Religión animista del Himalaya. Quedan estratos de creencias
bon en zonas apartadas, como el valle nepalí de Dolpo, aunque el poder absoluto
de este ANIMISMO desapareció paulatinamente a partir del siglo VIII, cuando Gurú
Rimpoché introdujo el budismo en el Tíbet, Bután y otros lugares del Himalaya.
Ahora el bon resiste diluido, mixturado con el budismo.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
mis o Brandany— se tomó en serio fue en los mapas medievales y acabó en el para-
lelo de Irlanda. En el siglo XV pasó a tener una latitud meridional, al occidente de
las islas Canarias. Fue cuando se llamó «la Encubierta», «Nontrovada» o «Nubla-
da». Asimismo, se la ha llamado «la octava isla canaria», sólo avistable en la imagi-
nación. El padre Feijoó [1773] la relaciona con la «Tierra de Manteca» de los ca-
narios. Siempre se debatió si no sería la imagen de la isla El Hierro reflejaba en
una nube especular (una ilusión óptica o fenómeno de parhelio). En la República
de Isla Mauricio, Saint Brandan es un banco de arena de un conjunto conocido
como «Cargados Carajos».
bororos. Grupo de la gran tribu de los FULANI que se distingue por su apego a
las tradiciones, sobre todo cuando viene la estación de la cure saleé, la trashuman-
cia a los pastos salobres de la República del Níger. Uno de los subgrupos bororos,
los wodaabe, «los aislados», son refractarios a la sedentarización, frente a los fulbé-
süre, fulbé o fulani, de ciudad, a los que los primeros consideran vendidos, traido-
res a su tradición. El wodaabe, bororo auténtico, pastorea todo el año, siguiendo
con sus rebaños los mejores pastizales y fuentes de agua. La fracción de los deno-
minados uda’en se consideran a sí mismos los bororos más bellos de todos, siendo
altos, de piel clara y, al parecer, los más solicitados por las muchachas, aunque los
yayanko’en, de la región de Cheri, con sus piernas largas, sus caras decoradas con
ligeras cicatrices y también muy claros de piel, gozan de gran predicamento. Y sin
embargo, los kawaje se ufanan de tener la menor pigmentación, por lo que se sien-
ten superiores a los más negros wodaabe. Existe una tribu indígena de Brasil, en el
estado brasileño de Mato Grosso, también conocida como de los bororos (aunque
a sí mismos esos INDIOS se llaman ge). De ser uno de los mayores grupos INDÍGE-
NAS ha pasado a tener apenas 1.000 miembros en la actualidad.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
brasil / brisil. Palo de tinte. Un árbol así llamado en una lengua indígena y de
gran aprecio en la Europa del siglo XVI, que originó el nombre del país. Todavía en
tiempos de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866), Manuel Almagro elo-
giaba lo productivo y rentable que era el brasil en la región de Bahía.
Breogán / Breoghain. Mítico dios celta. Para algunas fuentes (la crónica ir-
landesa L EABHAR G ABHALA), su hijo Ith fue quien conquistó las islas británicas
después de otear en lontananza una isla misteriosa desde la llamada Torre de Breo-
gán. Si aquello no fue Eire poco le faltó, según desean los partidarios de lo gaélico-
gallego. ¿Quién, si no Breogán, mandó construir una ciudad, Brigantia, y una to-
rre, Tor Breoghain, que para algunos es el Faro de Hércules de La Coruña? Lo
más probable es que esa torre fuese erigida en el siglo II por Cayo Servio Lupo al
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LUIS PANCORBO
bruja. Julio Caro Baroja unió su nombre a muchos temas bien desentrañados
por él y por fin. Las brujas y su mundo (1961) fue reflejo de la intriga que sentía
desde que era un niño en los años veinte del pasado siglo en Vera de Bidasoa, una
localidad navarra, fronteriza con Guipúzcoa y pegada a Francia, y no lejana al cli-
ma general del AQUELARRE, no sólo a los de Zugarramurdi. Su tío Pío Baroja le
animó en eso y en todo y, siendo un chaval, don Julio tomó apuntes de cuentos y
verdades (representaciones populares) sobre brujas. Luego lo ordenó sin dejarse
arrastrar por otra fascinación que la de los matters of fact. Datos, datos y datos. Y
gracia para contarlos y entenderlos. Hay dife-
rencia entre el que cree en brujas y los que se
creen a sí mismos brujos y brujas. Hay dife-
rencia entre realidad objetiva y realidad
compuesta de subjetividades y anormalida-
des, que también son dignas de estudio, si
no de creencia por parte de otros. En todos
esos arroyos pesca sabrosas truchas de pen-
samiento don Julio y si nos cuenta que
«…las brujas de Lorena se reúnen en la noche
que precede a la feria quinta», eso es así,
porque ya lo dijo Remigio, o Rémy, «…li-
bro primero, capítulo catorce. En otros
autores leí que la reunión la celebraban
en la noche anterior a la feria tercia»
[Caro Baroja, 1961]. Ese estilo de no
dejar de creer lo increíble, y ese envite
a las sorguiñas, no cela que hay un es-
tudio muy serio sobre la brujería vista
como inversión total del cristianismo,
tal como se trasluce en, por ejemplo,
el Tratado muy sotil y bien fundado
de las supersticiones y hechicerías…,
libro de fray Martín de Castañega
(Logroño, Miguel de Eguía, 1529). Es
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
errado, para Caro Baroja, querer encontrar un origen común a todos los fenóme-
nos de hechicería, que todo venga por sistema de un culto egipcio de fertilidad,
un suponer. Más certero lo que propuso don Julio: buscar antecedentes directos
de las brujas en las diosas del PAGANISMO y en la demonolatría medieval. Eso nun-
ca falla. Salvo, naturalmente, que nos vayamos a Bali a ver a la bruja Rangda que
lucha contra Barong, el señor del bien, un combate representado hasta la sacie-
dad en piezas de teatro, bailes y canciones, pero que tiene la virtud de no acabar
con un vencedor claro. Señal de vieja sabiduría hinduista en la torridez tropical
de Bali donde últimamente se ensañan las bombas fanáticas.
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LUIS PANCORBO
ta que chirriaban (como toros mugientes). A esos objetos rituales, muchos pueblos
australianos les atribuían poderes sobrenaturales y simbolizaban los ancestros toté-
micos. Generalmente tenían dibujados el animal totémico de un CLAN [Morris,
1995].
burka / burkha / burqa / burqua… Velo de mujer árabe bien para cu-
brir la cara en forma de máscara, bien para cubrir el cuerpo como un manteo (>
CHADOR). En Afganistán, la burka provista de una rejilla de tela impide incluso ver
los ojos de quien la lleva. Fue obligatoria hasta la caída de los TALIBANES en no-
viembre de 2001, otra cosa es que continúe la tradición, así como la de los matri-
monios arreglados y la venta de niñas, disfrazada de dote, cuando cumplen doce
años y por las que se pagan hasta 500 euros. La burka afgana es sobre todo una im-
posición entre la tribu PASHTÚN, de la que procedían los talibanes. La burka en
Omán, concretamente entre las mujeres beduinas, puede consistir en un antifaz
con nariguera biselada de color índigo o dorado. En el Irán que se asoma al golfo
Pérsico, por ejemplo en la zona de Minab, la burka se llama borgheh y es una más-
cara rígida de tela, generalmente de color rojo, con unas aberturas o rajas para los
ojos en forma de estrechos rectángulos. Al igual que el antifaz omaní, la borgheh
es casi una gran nariguera de tela. La burka ha llegado a Occidente creando con-
tradicciones. En Croacia admiten que la foto de carné de una mujer inmigrante de
Irak lleve burka, con lo que es casi imposible identificarla.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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C Cual mi explicación.
Esto me lacera de tempranía.
César Vallejo, Trilce, XIV
cabañuelas. Los doce primeros días del año servían de pronóstico metereoló-
gico de los doce meses. Al parecer era una creencia de los ARIOS, que con muchas
variantes se registra en muchos lugares del mundo. En Mallorca consultaban les
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LUIS PANCORBO
caceteiros. Nombre que reciben los korubos, una etnia de unos 3.000 miem-
bros del valle del Javarí, en el profundo Brasil amazónico. Su nombre se podría
traducir como «rompecráneos».
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
demarcar su territorio, casi dos millones de hectáreas con 700 kilómetros de diá-
metro, y una inmensa riqueza minera y forestal, llevó a los caiapós a una rebelión
liderada por Raoni, el más famoso de los indios BOTOCUDOS por su gran plato en el
labio inferior. Raoni es del grupo txukarramae (o mentuktire), a su vez pertene-
ciente a los mekragnoti, tribu hoy de unos 335 individuos descubierta en 1953 por
los hermanos Villas-Boas en el Mato Grosso, y enemigos legendarios de los jurunas
del río Suia-Missu. En agosto del año 2000, Raoni se puso al frente de los caiapós
que secuestraron a 16 pescadores deportivos que habían entrado sin su permiso en
el río Curuá, dentro del parque nacional de Xingú, donde desde hace más de vein-
te años existe una demarcación del gobierno para 17 tribus. A veces ha habido di-
sensiones entre los caciques indios del Xingú sobre si dar concesiones a los garim-
peiros, como sucedió no sin problemas en la aldea Pykany en São Felix do Xingú.
El cacique Paiakan se hizo famoso y rico gracias a los madereros, y se lanzó a com-
prar dos avionetas Séneca, a vestirse con vaqueros y a llevar sus inseparabales Ray
Ban. Sin embargo, los indios del Xingú, entre ellos los caiapós, siguen pintándose
el cuerpo con negro de jagua y usando plumas multicolores en sus fiestas. Al mis-
mo tiempo, se ponen bañadores y calzones de baloncesto. No hay que olvidar que
la estampa de los caiapós ha entrado a formar parte de los folguedos, los temas
«indianistas» de carnaval en Ilha Bela, Mairiporá, Joanópolis y otras localidades.
En el sentir de algunos caiapós estaría la idea de aglutinar a todos los que viven en
el Xingú y en Pará para obtener al fin un territorio de 100.000 kilómetros cuadra-
dos (algo como el estado de Pernambuco), donde proclamar lo que ya llaman
Caiaponia, un país ideal, rico y, tal vez, imposible.
cairn. En gaélico, «pila de piedras». En Escocia y las islas Faroe se usaban como
mojones y para marcar sepulturas y el lugar de las batallas. Los viandantes añadían
una piedra al pasar por ellos, como los judíos ponen una piedra sobre las tumbas
que visitan. Attwater, dueño de una isla misteriosa en los mares del sur, habla de
un viejo cairn en la playa «…erigido, probablemente, para propiciar algún TÓTEM
del que se ha perdido hasta el nombre» [Stevenson, 1999]. (> OVÓ, MILLADOIRO,
APACHETA.)
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LUIS PANCORBO
bambara y otros mandé de Malí, el calao es un motivo esencial en sus mitos, más-
caras y estatuas. El largo pico sería una alegoría del pene, y el vientre hinchado, el
de una mujer embarazada o en plena cópula. Antiguamente los senufos usaban en
las estatuas de los antepasados excrementos de este pájaro mezclados con tierra (el
elemento femenino) y cáscaras de huevo de serpiente (elemento masculino).
Caledonia. Hay una vieja Caledonia en las islas Británicas y una Nueva Cale-
donia francesa, aunque sea territorio de CANACOS en la Melanesia. Pero también
hay una nueva y vieja Caledonia en la antropología. «En la vieja Caledonia, cuando
un indígena encuentra por azar una botella de whisky en el camino, la vacía de un
golpe y se pone enseguida a buscar otra» [Malinowski, 1926]. Una manera de po-
ner en solfa a los antropólogos que ponían en ridículo a los primitivos: «Cuando
un brodiag encuentra un oso polar se salva corriendo y a veces el oso le sigue»
[Evans-Pritchard, 1965]. Sospechaba con toda razón Evans-Pritchard que algunos
padres antropológicos, como Tylor y FRAZER, no habían explicado bien por qué los
salvajes o primitivos tomaban las relaciones de la MAGIA por reales y, en cambio,
eran muy realistas en otras muchas actividades. Frazer difería de Tylor al sostener
que la religión venía después de una fase de magia, y que incluso al ANIMISMO le
había precedido un estado más primitivo. Para Evans-Pritchard [1965] no es de
recibo que nosotros estemos en lo alto de una escala y ellos, los primitivos, abajo.
Eso sería tanto como decir: «Nosotros, los capitalistas; ellos, los comunistas. Nos-
otros los monoteístas; ellos, los fetichistas…». Es cierto que, al principio de la cien-
cia antropológica, Herbert Spencer habló de que el cerebro de un PRIMITIVO «es
no especulativo, incapaz de criticar y de generalizar, y que no tiene otra noción que
la que le dan sus percepciones», y hasta se permitió repetir CLICHÉS como «casi to-
dos los viajeros afirman que las razas inferiores sienten repulsión hacia las cosas
nuevas» [Spencer, 1882]. Los bosquimanos (> SAN), para suplir la indigencia de su
lenguaje, harían tantos gestos que «no se les puede comprender a oscuras». Eso
creía Spencer de los bosquimanos y cosas parecidas de los harapahoes y ZUÑIS.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
humanos, pocos, lograban verlo y vivirlo. Los mayas del periodo postclásico de
Yucatán abreviaron el calendario contando con katuns, unidades de 20 años, nom-
bradas por el último día o ahau. Eso era la llamada «cuenta corta», frente a la que
estaba la llamada «cuenta larga», con ciclos vigesimales contando hacia atrás hasta
llegar a la mágica fecha del 13 de agosto del año 3114 a.C., cuando se produjo una
de las más sonadas creaciones del mundo para los mayas. Una fecha podía expre-
sarse así: «katun 6 ahau», y también eso podía repetirse con iguales características
260 años después, aunque nadie quedaba vivo para atestiguar la precisión o la
bondad o maldad de la jornada [Stuart, 1982].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
gaban al humo un significado medicinal, y a veces sagrado. Para los dakota, la pipa
era «un lazo con el cielo» [Chevalier, 1982]. La pipa y el humo podían conferir
fuerza, incluso el don de la invulnerabilidad. Más discutible es que esas pipas sim-
bolizaran, con sus dos partes, lo masculino y lo femenino. En Minesota, los indios
obtenían por intercambios la mejor cazoleta para el calumet, la de catlinita o «pie-
dra de pipa». Tanta pipa de la paz no impidió a los INDIOS norteamericanos perder
la guerra y la paz. Un condado de Wisconsin, Calumet County, es hoy un destino
turístico gracias a sus montañas ideales para el esquí y las motonieves, y con sus
ríos, óptimos para alancear esturiones.
camaleón. Creador de la primera pareja humana para los PIGMEOS del Ituri.
En cuanto que DEMIURGO, puede producir el trueno y el rayo. Es un intermediario
entre las fuerzas naturales, las más bien sobrenaturales (ARCO IRIS, sol…) y la hu-
manidad. Los DOGON de Malí también asocian el camaleón —el que ha recibido
todos los colores— con el arco iris [Chevalier, 1982]. En el CRISTIANISMO, el cama-
león es un disfraz más de Satanás [Cooper, 1978].
Camelot. Reino mítico del rey Arturo, atribuido a la imaginación del poeta
francés Chrétien de Troyes en el siglo XII. Según Thomas Malory, Camelot que-
daba en Winchester, antigua capital de los reyes sajones. Su castillo, con una sala
provista de una tabla redonda, fue la base de la leyenda artúrica. Al mismo tiem-
po, todo es brumoso, como corresponde al mito huidizo. Para algunos, Camelot
sería Caerlaverock, un castillo situado en Solway Firth. Dicen otros que el nom-
bre Camelot proviene del río Cam, en Cadbury, o del río Camel de Cornualles…
Es Caerleon, corte del rey de Britania, para sir Geofrey de Monmouth. Por su
parte, los caballeros de la tabla o mesa redonda, Lancelot (Lanzarote), Gawain,
Gallahad y Perceval, el señor del castillo del GRIAL…, sumados a Guinevere (la
reina Ginebra) y a la espada milagrosa Excalibur, alimentan la busca de una es-
pecie de lapis esilis, una piedra Fénix, que confiere, más que nueva vida, eterna
adolescencia.
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LUIS PANCORBO
que sí que hizo Stevenson, en Viajes con una burra (1998), fue recorrer los paisajes
que vivieron la revuelta de los camisardos.
Camors. Bosque de Bretaña donde vivían los DUENDES (> KERRIGAN) y donde
más ciertamente se alza el menhir Bras o de la Estrella. La villa de Camors reivindi-
ca ser la patria del verídico Barbazul, no el del cuento de Pérrault, sino el señor
Comore o Comonor (significa «gran jefe»), quien, en el siglo VI, poseía el castillo
de La Motte. Se casó cinco veces y nunca acababan bien sus esposas. Camors tiene
rincones como Bé-er-Sant, «Tumba del santo», donde aún se dejan zapatos en un
círculo de piedra que rodea un roble, el ÁRBOL SAGRADO de los celtas. Dicen que el
santo del lugar ayuda a los niños a caminar. Otra versión de Comore es la de un gi-
gante, el príncipe del país del trigo negro, situado en Cornualles. Ese ser tremendo
pidió la mano de Trifyna de Vannes, princesa del país del trigo blanco. Ante las ca-
labazas que le dieron, Comorre luchó contra el reino de Trifyna y cortó la cabeza
de la princesa y de su hijo. Con lo mismo, san Veltas ordenó a la princesa que co-
giera su cabeza, se la pusiera en un brazo y a su hijo en el otro, y que caminara ha-
cia el ejército de Comore, quien, a la vista de la situación, huyó despavorido
[Dourver, 1977].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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mitos se fundieron en el mismo lugar amazónico. Los españoles escucharon las pri-
meras leyendas sobre el oro en el país de los canelos. Incluso oyeron hablar de un
reino de El Dorado (mito que ya circulaba en Quito hacia 1540), ubicado hacia
Neiva-Timaná, tierras de los muiscas (> ELDORADO). La otra cara era lo que costa-
ban esas incursiones. Una carta de Gonzalo Pizarro a Carlos V refiere qué comían
los expedicionarios: sapos y serpientes, cueros de monturas y de espuelas tostados
en el rescoldo de la hoguera…
cangaçeiros. Bandidos del Sertão que operaban a finales del XIX y principios
del XX en la región del nordeste del Brasil. En el Museu do Cangaço, de Pernam-
buco, se ven armas y recuerdos del jefe Lampiño (Lamparón) —así llamado por las
chispas que salían de su rifle—, que campó a sus anchas durante un par décadas a
comienzos del siglo XX. Otra leyenda en vida fue María Bonita, la mujer de Lampi-
ño, y la primera bandida brasileira de cierto predicamento, que acabó acribillada
por balas policiales en 1938. Las cabezas de la pareja fueron rebanadas y expuestas
en el Instituto Médico de Salvador de Bahía hasta que las enterraron en 1940.
caníbal. Palabra que procede del nombre de los CARIBES, etnia que habitaba las
Antillas descubiertas por Colón. Los caníbales han pasado a la historia como IN-
DIOS antropófagos, en contraposición a los pacíficos taínos. A Colón se deben las
primeras menciones de indios calibes, cambalas, carinas o, para Americo Vespucci,
cambali. Un capítulo de los Ensayos de Montaige, titulado «Sobre los caníbales»,
trataba de explicar quiénes eran: «…obedecen todavía a las leyes naturales, muy
poco degeneradas por las nuestras». De ahí —piensa Uslar Pietri [1982]— pudo
haber sacado Shakespeare a su Calibán de La Tempestad, una encarnación del ca-
níbal y de otros más bajos instintos enfrentado a Ariel, el luminoso. El área cir-
cumcaribe, donde se situaban esos indios, es «el vasto arco geográfico continental
e insular bañado por el mar de las Antillas, que comprende a todas éstas y a la zona
centroamericana y suda-
mericana costera inme-
diata» [Ballesteros, 1985].
Pero eliminados de la
faz del Caribe (sólo que-
dan unos miles de des-
cendientes), los caribes
siguieron engordando el
mayor TABÚ de la huma-
nidad, y las sátiras al
respecto. Swift proponía
un yearling child —un
niño de un año, paran-
gonable a un niño le-
chón, como un asado fa-
buloso, y como método
para garantizar la super-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
vivencia del pueblo irlandés. Feijóo [1773] describía con agudeza a los yagos, pue-
blo del reino africano de Ansico: «…se alimentan de prisioneros de guerra y de los
que fallecen por causas naturales… de modo que, en aquella nación, los muertos
no tienen otro sepulcro que el estómago de los vivos». Eso es arte de escribir. Pero
en estos tiempos hay muchos ejemplos de cómo se banaliza hasta el canibalismo.
En 1972, un avión uruguayo se estrelló en los Andes con 45 personas a bordo, la
mayoría perteneciente a un equipo de rugby. Los 16 supervivientes rescatados tras
setenta y dos días se habían alimentado con los cadáveres de sus amigos, pero algu-
nos presentaron el caso como una especie de «comunión». Nada que ver con lo
del blasfemo artista chino Zhu Ju, quien en 2003 presentó en el Canal 4 de la tele-
visión británica su documental Beijing swings, consistente en enseñar cómo se co-
mía el cadáver de un niño y en beber vino con un pene amputado. Provocaciones y
falsedades para levantar la audiencia.
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LUIS PANCORBO
pañía comercial», y serai, «posada». Aunque hubiese mujeres allí, no hay que con-
fundir caravanserai con HARÉN, y mucho menos con el de algún sultán turco que
podía disponer de casi medio millar de mujeres.
carcaman. Nombre injurioso que los peruanos dan a los europeos, según una
nota de Julio Verne en Martín Paz (1982), una de sus novelas menos conocidas,
ambientada en la Lima virreinal.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
caribes. Etnia amerindia extendida desde el Orinoco hasta las Antillas. Los ca-
ribes se granjearon una gran reputación de belicosidad (> CANÍBAL) a costa de
otros pueblos antillanos, como los taínos. Con todo, los caribes quedaron práctica-
mente extinguidos en el siglo XVI. En una carta de 1493, Cristóbal Colón habla de
una isla, Carib, donde la gente es fiera y come carne humana. En la Venezuela sel-
vática, donde llaman caribes a las pirañas, el padre Gumilla [1741] anotó sobre los
indios caribes que «no saben pelear sino a traición». Todo eso ahondó en el CLI-
CHÉ de su ferocidad. Algunas decenas de autollamados caribes, ya muy mestiza-
dos, viven en Santa Rosa (Trinidad). En la isla Dominica hay toda una Reserva Ca-
ribe, instituida legalmente en el siglo XIX, y poblada por unos 3.000 caribes con
alguna mezcla con negros, pero no hasta el punto de los GARINAGU (kalinago) o ca-
ribes negros (MISQUITOS), que viven en la Mosquitia de Honduras.
carisma. Gracia divina. Una cualidad excepcional, y a veces invisible, que ro-
dea a raros hombres (y mujeres, ancianos y niños). Y profetas. Hombres con talen-
to que se anticipan a los tiempos, líderes que cortan un pelo en el aire, o los que
nunca balbucean. Sin embargo, los carismáticos de tiempos bizantinos entraron en
la historia de la Iglesia por ser unos tipos pasados de pasión, fanatismo y TRANCE.
Las monjas de clausura en plena oración carismática no difieren de los tántricos
que notan y obtienen el carisma de un prior musitador de mantras. En Occidente
se quiere acopiar todo el carisma —palabra derivada de la griega para «favor» o
«gracia»—, aunque también tenía mucho carisma, en lo suyo, Atila, el rey de los
hunos, o Genghis Khan, el emperador de los MONGOLES.
Carnac. Lejos de Karnak en Tebas (la actual Luxor), con templos como el de
Amón Ra, Carnac es una localidad al sur de la Bretaña francesa célebre por sus fa-
bulosas alineaciones de menhires. La leyenda dice que eran soldados paganos que
perseguían a san Cornelio y que éste los convirtió en piedras. Claro que, por NAVI-
DAD, las piedras se animan y van a beber agua fresca, un milagro que es peligroso
presenciar. No lo es tanto, aunque es difícil de ver, el prodigio que se produce en
la isla de Sein: hay allí menhires causeurs, que hablan… Bretaña es la gran mina
megalítica del mundo, con sus dólmenes de Locmariaquer, sus menhires y alinea-
mientos de Erdeven y Penmarch, sin olvidar las 1.029 piedras de Kermario exten-
didas en una impresionante avenida campestre de casi un kilómetro. El sueño de
Obélix hecho piedra, esta vez real.
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LUIS PANCORBO
pica es la del puerto argelino de Bejaia, conquistado por los españoles en 1509 du-
rante el reinado de Carlos V. Otras veces se entiende por casba el barrio antiguo de
una medina, es decir, de una ciudad. En ese sentido, la casba reúne zocos, callejue-
las y demás… La Casba de Argel fue elogiada por Le Corbusier por su prodigioso
arracimamiento de casas, terrazas, escaleras dispuestas en un laberinto inolvidable.
Esto último va también por los muchos muertos, patriotas locales y franceses, que
cayeron en sus sombras durante la guerra de liberación. Desde 1992 es Patrimonio
de la Humanidad. No por eso hay que menospreciar las casbas del valle del Drâa
en Marruecos, bocas rotas de tierra roja con alguna chumbera difundiendo un gri-
to de un verde imposible.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
castrapo. Mezcla de gallego y castellano llena de gazapos que saltan por todas
partes.
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LUIS PANCORBO
catexis. Sigmund Freud usó este término para describir una especie de amor, o
fuerza, que une a una persona con el sujeto-objeto de su afecto. La ruptura o pér-
dida de la catexis se siente como una desmembración. En ese sentido, la muerte de
un ser querido puede aliviarse mediante la continuación de la catexis con el desa-
parecido al que se sigue pidiendo apoyo. Es lo que ocurre en muchos rituales fune-
rarios africanos, especialmente en la FAMADIHANA, en la que los malgaches sacan a
bailar al muerto envuelto en una estera. Si no está vivo, sus deudos lo hacen sentir
así.
caucásico. Pasa por sinónimo de blanco en las fichas de inmigración de los Es-
tados Unidos. En ese país, es uno de los términos oficiales de clasificación racial.
Ya en 1863 fue sinónimo de RAZA blanca, y casi superior, según la Sociedad Antro-
pológica de Londres, cuyo presidente, el doctor James Hunt, apoyándose incluso
en la FRENOLOGÍA, se distinguía por sus ideas racistas recogidas por Foster [1969]:
«Afirmar que un negro es en todo sentido un hombre tan cabal como un europeo
es negar el testimonio histórico de cinco mil años, en vista de que en ninguna épo-
ca una nación negra alcanzó, con o sin ayuda, la civilización lograda una y otra vez
en los grandes centros de cultura caucásica».
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
bas, los escarabajos, las serpientes, las uñas y el pelo…). Los ÁVAROS se instalaron
en el centro del Cáucaso, mientras en el oriente viven aún los lesguios, pueblos del
Daguestán, que constituyen una especie de transición hacia los TÁRTAROS. En el
Caúcaso norte, los chequeses se vanagloriaban de tener mujeres de una belleza tan
mítica como la de las CIRCASIANAS. Los abcases (ajbazos actuales) tienen una tez
más oscura. Más mentados son los chechenios o chechenses, que viven al oriente
de los kabardinos de Kabardino-Balkaria, y que luchan contra la Federación Rusa
(80.000 muertos llevaban hasta 1996), como antes lo hicieron contra la URSS y,
aun antes, contra los zares. Los chechenios repelieron a los rusos y a los turcos cú-
micos hacia el oriente y se encastillaron en unas montañas donde siempre se sintie-
ron libres, sin jefes específicos, y donde mantuvieron, durante buena parte del si-
glo XIX, su reputación de ser el pueblo más salvaje y guerrero del CÁUCASO [Ratzel,
1888]. Hasta hoy.
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LUIS PANCORBO
cerdo. El español es pródigo en sinónimos del animal de cuatro patas más sucu-
lento de la cristiandad: marrano, chancho, puerco, guarro… Según la Real Acade-
mia, cochino viene de coch, «voz con la que se llama al cerdo», aunque una tozuda
leyenda campestre, si no urbana, quiere que venga de cochini-litztli, expresión ná-
huatl que significa «dormir» o «roncar». Eso debió ser porque los indios mexica-
nos vieron a los primeros cerdos europeos como dormilones roncadores. Cochi se-
ría precisamente traducible por «el que duerme» y no faltan graciosos en México
que aparejan esta voz a los antiguos españoles para matar dos pájaros de un tiro en
la mejor tradición anti-gachupina (> GACHUPÍN). Lo cierto es que este mamífero
artiodáctilo, emblema del cristiano viejo y europeo, encarna lo impuro en dos
grandes religiones monoteístas, la judía y la musulmana. Una imagen clásica fue la
de los cartuchos untados con sebo de cerdo que usaron los españoles para desesta-
bilizar a los MOROS de Mindanao (Filipinas). Un truco que también funcionó en la
India británica y que se recoge en la célebre película La brigada de la caballería li-
gera, donde los soldados musulmanes al servicio de los británicos se negaban a
abrir con los dientes los cartuchos protegidos con grasa de cerdo con la consi-
guiente pérdida de tiempo y desmoralización. Pero no son cosas tan anticuadas
como parece. En junio de 2003, un senador de los Estados Unidos, Guy Glodis,
volvió a sacar el tema y pidió que los extremistas mahometanos fuesen enterrados
con tripas de cerdo para evitar que cometieran atentados dado que así se condena-
rían sin remedio. Nada nuevo. Después de los españoles, los norteamericanos do-
minaron Filipinas, y en 1913, el nuevo gobernador militar de las islas, John Joseph
Persinhg, mandó ejecutar a militantes musulmanes con balas untadas en sangre de
cerdo y enterrarlos con tripas de cerdo, una manera terminante de cerrarles las
puertas del paraíso. Fue mano de santo para los siguientes cuarenta y dos años, se-
gún el senador Glodis.
cevenense. Nombre de una presunta RAZA europea según las ingenuas clasifi-
caciones del siglo XIX. La raza cevenense, parte integrante de la raza blanca, sería
originaria de las Cevenas, en el Macizo central de Francia, pero, por extensión,
agruparía a gentes de Bretaña, Saboya, Piamonte, Suiza, Transilvania y los Abru-
zos. «De talla pequeña (1,63 m), cráneo muy redondo, cabellos negros o castaños,
ojos obscuros, cuerpo achaparrado…» [Manrique, 1943]. Otros grupos de raza
blanca «de tipo moreno» serían: la raza ibero insular, de 1,62 m, «ojos muy obscu-
ros, piel morena, nariz recta» (España, Portugal, Córcega, Cerdeña, Sicilia, sur de
Italia); la raza litoral o atlántico-mediterránea, por encima de 1,64 m, «busto largo
y piernas cortas» (Tracia, Lacio, golfos de Génova y Lyon, Cataluña, Valencia, An-
dalucía, País Vasco…); y la raza adriática, con 1,73 m, «cabellos rojos o rubio de
estopa» (Pindo, Bosnia, Croacia, Venecia, Nivernés, Anjou, Lorena, Cárpatos del
norte…). Otras veces, las clasificaciones eran más coherentes dentro de su incon-
gruencia. Para la raza blanca, Augusto Panyella [1965] proponía las siguientes dis-
tinciones: raza nórdica (1,73 m por término medio); raza oriental o báltica oriental
(1,66 a 1,69 m); raza alpina (1,63 a 1,69 m); raza dinárica o balcánica (de 1,68 a
1,72 m); y mediterránea (1,63 a 1,64 m ). A lo que añadía los dolicocéfalos saharia-
nos, la raza anatolia, la turania, la sudoriental o semita, la indo-afgana, y hasta
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
AINU, lapones (> SAMI) y vascos, éstos últimos relacionados «…con los antiguos
iberos, los ligures, el tipo atlántico-mediterraneo e, incluso, con los mongoloides»
[Panyella, 1965].
CH
El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
César Vallejo, Trilce, XXVII
ch. Sigue siendo, desde 1803, la cuarta letra del abecedario español, aunque algu-
nos editores se empeñen en asimilarla a la «c». La «ch», o «x» antigua, correspon-
día a chaï, xay o shay, es decir, «cosa», la forma con la que los antiguos matemáti-
cos árabes llamaban a cualquier incógnita. «Para presentar la incógnita en ese
tratado de álgebra, Jáyyam utiliza el término árabe shay, que significa “cosa”; esta
palabra, escrita xay en las obras científicas españolas, ha sido reemplazada progre-
sivamente por su primera letra, x, que se ha convertido en el símbolo universal de
la incógnita» [Maalouf, 1993]. En ese sentido, la «ch» es una de las aportaciones
árabes al alfabeto español, aparte de muchas contribuciones al léxico de varias len-
guas europeas, desde albaricoque (abricot) o benjuí (benjouin) a las ya muy espa-
ñolas «espinaca», «guitarra», «jazmín», «momia», «muselina», «arroz»… [Ben Je-
lloun, 2002].
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LUIS PANCORBO
ño), más los propios de una pequeña zona de hablantes ya muy residual en Cavite
(Luzón) y en la isla indonesia de Ternate.
Chaco. Campo de caza. El Gran Chaco es un territorio seco, espinoso, con tem-
peraturas extremas, con más de un millón de kilómetros cuadrados entre Paraguay,
Bolivia oriental y el norte de Argentina. En los años ochenta se calculaba allí una
población de unos 80.000 INDIOS, que llevan una vida bastante tradicional. Los gru-
pos principales son toba y MATACO, aunque los AYOREOS se hicieron famosos por ser
carne o alma de cañón de los misioneros. Los tobas, agrupados en bandas seminó-
madas, subsistían con vainas de algarroba, recolectando miel salvaje, cazando arma-
dillos, ciervos, conejos… Los cristianos MENONITAS, de origen alemán, se asentaron
en el Chaco a partir de 1928 y sus explotaciones agrícolas y ganaderas florecieron
en torno a sus tres primeras y míticas colonias: Fernheim, Menno y Neuland. Pente-
costalistas y católicos también trabajan con los INDÍGENAS de una región que, en su
parte boreal, motivó en 1931 una guerra entre Paraguay y Bolivia. La contienda se
desarrolló en un frente de 400 kilómetros de ancho entre Corumbá y Puerto Suá-
rez, y, por otro lado, en la frontera del río Pilcomayo con Argentina. Ya en 1870,
Paraguay tuvo que arrostrar otra guerra con grandes pérdidas territoriales contra la
triple alianza de Brasil, Argentina y Uruguay. Por el Chaco paseó toda clase de
aventureros, desde el explorador español Pedro Sotelo Narváez, el primero en in-
ternarse en la zona en 1583, y descubridor de un areolito, una mole de metal llama-
da «El Mesón de Hierro», hasta el noventayochista Ciro Bayo, que ambientó allí su
novela La reina del Chaco (1935). La provincia boliviana de El Chaco se declaró in-
dependiente en 2006 de forma unilateral: tiene mucho gas y petróleo.
chador / tchador. Velo usado por las mujeres en Irán. En otros países musul-
manes se llama NIQAB. En Irán, el uso del chador es obligatorio y, además, suele
comprender no sólo el VELO, sino un mantón de pies a cabeza. El rigor de esa
prenda se atenúa a veces mediante el pañuelo en la cabeza, pero sería incomprensi-
ble sin el cuadro religioso de la nueva Persia. Tras la caída del Sha, el AYATOLÁ Jo-
meini tomó el poder en 1979, inspirando una nueva constitución de tipo teocráti-
co. El propio Jomeini no quiso para sí títulos como «presidente de la República» u
otros, sino que ambicionaba estar en la línea de los imanes (> IMÁN), título recibi-
do por los 12 primeros sucesores del profeta Mahoma. Jomeini puso en marcha
una revolución islámica, siempre dentro del más ortodoxo CHIISMO, el que mani-
fiesta su extrema devoción por Husein, el tercer imán, asesinado junto a 72 miem-
bros de su familia en Kerbala (Irak) por el califa Omar. El martirio es fuente de
emulación en el chiismo, aparte de constituir el argumento central de las fiestas del
mes de Moharram, con las que se inicia el año musulmán. Tiempo, que lejos de ser
alegre, implica LUTO, penitencia, días de chador y mutilaciones sangrientas.
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chakra. La palabra «chakra» es «rueda» en sánscrito. Centros vitales del ser hu-
mano sobre los que se han lanzado toneladas de artimañas seudocientíficas y ro-
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chamorro. Nombre del habitante y del idioma de las islas Marianas (Microne-
sia). El idioma chamorro tiene una base lingüística austronesia, con grandes apor-
tes españoles (numeración, días de la semana, artefactos...). Se habla en la gran isla
de Guam (unas 70.000 personas) y, en menor medida, en Rota y otras Marianas del
Norte.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
charqui. Cecina o carne seca al sol, generalmente de llama, que se usa en los
Andes. Los antiguos corredores de postas del Incario conseguían admirables pres-
taciones de distancia y resistencia a base de charqui. Tiene similitudes con el jer-
ked beef del Caribe inglés, el jerky del sur de los Estados Unidos, el boucan de los
piratas franceses o el biltong, carne seca que se usa desde África oriental hasta
Sudáfrica. También recuerda al pennicam que no podía faltar en las expediciones
ni en las novelas de aventuras.
chat. Nombre que recibe el kat (> QAT) en Somalia. Las clases de chat o kat va-
rían mucho desde Yemen a Somalia y Etiopía, pudiendo ir desde el sauti, «el más
ordinario», al sauri, «fuerte como metílico», el rada’i; «muy áspero», o el shami,
«el champán de kat del Yemen» [Rushby, 2002].
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Mahoma. Alí debió ser el sucesor de Mahoma, y no el usurpador Abu Bakar, y lue-
go los 12 imanes que siguieron (de ahí que se les llame «duodecimanos»). A dife-
rencia del SUNISMO, el chiismo se caracteriza por la espera del MAHDI, el IMÁN
oculto o desaparecido, el que restablecerá la verdad y la justicia en este mundo.
Puede haber unas 709 sectas dentro del chiismo. En 1979, esta doctrina llegó al
poder en Irán mediante el AYATOLÁ Jomeini y su Estado teocrático y confesional
chiita. Existe también un chiismo numéricamente considerable en Irak (más de la
mitad de la población) y en Líbano, en torno a la organización Hezbollá. El chiis-
mo confía mucho en las virtudes del sacrificio como perfeccionamiento individual
y social. QOM es la capital religiosa de los chiitas de Irán. En Nayaf, una de las ciu-
dades santas de los chiitas de Irak, se aposenta la Hawza, el Consejo religioso y
rector de esa rama musulmana de la que es cabeza el ayatolá Alí Sistani, aunque
nació en Mashad (Irán). En Nayaf se cree que está enterrado Alí, el primer imán
chiita asesinado por las huestes del califa omeya Muawiya en el año 661. Luego, en
el año 680, se repitió la situación y los omeyas aniquilaron en Kerbala (Karbala),
otra ciudad santa de Irak para los chiitas, a Husein, hijo de Alí y nieto del profeta
Mahoma. En Kerbala se encuentran los mausoleos de Husein y de su sucesor, Ab-
bás. Algunos chiitas de Irak integran el llamado Ejército del Mahdi, unas milicias
dirigidas por el imán Muqtada al Sadr, protagonistas de la resistencia armada con-
tra los Estados Unidos con métodos habituales de terrorismo.
chiliasmo. Reino milenario de Jesucristo sobre los justos antes del Juicio Final
y la RESURRECCIÓN de entre los muertos. Doctrina mesiánica que espera la llegada
de un reino de Cristo en la Tierra de mil años de duración. Sus súbditos son santos
y mártires resucitados y todo eso se produce en el milenio que antecede al Juicio
Final. El chiliasmo se inspiró en la Edad Media en teorías milenaristas como la de
Gioacchino da Fiore y, después de la Reforma luterana, en las ideas de los anabap-
tistas, pietistas, adventistas y testigos de Jehová. «Chiliasmo» fue también un tér-
mino usado por Kant en el sentido de algo que, llevado a sus últimas consecuen-
cias, produciría una confederación de pueblos como una República mundial
(«Völkerbund als Weltrepublik»). Un chiliasmo no deja de ser una extravagancia
benevolente al querer la mejora moral absoluta del género humano.
Chiloé. Isla del sur de Chile, explorada por el español Francisco de Ulloa en
1553. Fue considerada el punto habitado más austral del imperio español en Amé-
rica. Fue también la última colonia española en Chile, y casi en toda América,
dado que sólo en 1826, ocho años después de la independencia de Chile, dejó de
ser española y, tras la rendición del irreductible gobernador Antonio de Quintani-
lla, fue anexionada por la joven República. Tierra de leyendas, a las que los chilo-
tes son aficionados, anda por sus costas un barco fantasma, el Caleuche, en el que
si uno se monta, se le conceden todos los deseos.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tinguirse, aunque Conte Oliveros [1994] niega que fueron a trabajar forzosamente
en esas islas. Otra cosa fue el caso de los trabajadores chinos. España ocupó esas
islas guaneras en 1864, tras la independencia del Perú, lo que motivó que dos años
después Chile entrara en guerra con España aliándose con Perú. La flota española
acabó bombardeando Valparaíso, el gran puerto chileno del Pacífico, siempre en
competencia con el puerto peruano de El Callao. Chincha es también el nombre
de un estado del antiguo Perú que tuvo flotas de balsas cuyo lastre eran las con-
chas Spondylus. Esos moluscos, ya fuesen Spondylus princeps o S. calcifer, tenían
un papel destacado, junto a otras conchas, en los ritos incaicos. El Spondylus se
come en Ecuador y lo llaman mullu, como en tiempos incaicos. Su belleza de tonos
rojos, amarillos, sus labios morados y su coraza de espinas… lo convirtieron en
pieza importante de la joyería prehispánica. Antes incluso del Incario, las conchas
de los moluscos tropicales (trombus, conus…) se usaron en ritos funerarios, para
fabricar cucharas, recipientes…, o para hacer instrumentos de música (pututos,
bocinas). Las trompetas rituales (hyallaquepas) se hacían con caracolas Malea rin-
gens. Las Spondylus se usaban para invocar las lluvias; así sucedía en la costa del
Ecuador, de Manta-Manabí a Guayas-Guayaquil. El agua oportuna suponía abun-
dancia y la predicción mediante las chinchas, o Spondylus, era crucial.
chipayas. Indios de Bolivia que se tienen legendariamente por más viejos que
el Sol (Inti). Hablan un idioma, el uru puquina, que algunos relacionan con el de
los antiguos urus que poblaron la región boliviana de Oruro y dieron origen a
cuinzas, muratus, yuras, capillus y otros. Los chipayas viven en una de las más de-
soladas zonas del sur de Bolivia, donde sus antepasados construyeron chullpas, to-
rres de enterramiento, y aún edifican kuyas y wayllichas, casas circulares con cierto
parecido a las chozas de África. Las mujeres chipayas se hacen largas trenzas en el
pelo (como se ha puesto de moda en el Caribe y otros sitios). Los hombres realizan
sacrificios a la PACHAMAMA echando sangre de llama en sus campos y ríos, tan se-
dientos como el Lauca, pero del que aprovechan cada gota para cultivar papa lu-
que, cañahua y su cereal más importante, la QUINOA.
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choctaw. Tribu del este de los Estados Unidos, con casi 160.000 miembros,
que viven principalmente en el estado de Oklahoma. Los choctaw se distinguieron
pronto por regentar casinos de juego (una industria que genera al año no menos de
15.000 millones de dólares de ganancias) y, más recientemente, por sus aportacio-
nes al mundo de la alta tecnología, produciendo imágenes y mapas digitales de
gran calidad. Un ejemplo de cómo lo tribal no está reñido con lo más puntero.
cholo. Palabra ambigua que en América a veces se refiere al indio y otras veces al
mestizo de blancos e INDIOS. En Perú se aplica al indígena, especialmente al andino,
pues el indio del Amazonas recibe el más despreciativo apelativo de chuncho. Los
chilenos, con su reticencia hacia el Perú, sueltan lo de cholos a todos sus vecinos.
Pero otros vecinos suyos, los argentinos, llaman chilotes a los chilenos, ampliando la
rueda del prejuicio, pues los chilenos pueden insultar a los argentinos con weon o
weon con hambre, desprestigiando su inteligencia y nivel económico…
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GÓN, que desde hace milenios sirve de forma impecable para cicatrizar heridas; la
dulcamara, empleada en casos de sida; y hasta la llamada sangre de toro, una savia
que alivia las picaduras de los insectos.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
es habitual en otras tribus aborígenes (karadjeri, kukata, yuin, kurnai…), aunque ins-
trumentos parecidos ha habido en toda latitud, con meros propósitos musicales,
como en la península Ibérica (Castilla y León), donde sonaban las bramaderas de
madera y cuero, imitando al viento. O en el FOLCLORE yoruba (LUCUMÍ) del occiden-
te de Cuba (La Habana, Las Villas, Matanzas…). Respecto a los yabim, bukaua, kai
y tami melanesios, ya dijo FRAZER [1890]: «Es altamente significativo que todas estas
tribus de Nueva Guinea empleen la misma palabra para bramadera y el supuesto
monstruo que se traga los novicios en la circuncisión y cuyo temible bramar está re-
presentado por un zumbido de inofensivos instrumentos de madera».
Cíbola. Condado del actual estado de Nuevo México (Estados Unidos) que
toma su nombre de una de las siete míticas ciudades de Cíbola. Sin embargo, la
ubicación más probable de Cíbola, según una leyenda medieval, sería en la Antilia
o Antilla. Las Siete Ciudades de Cíbola se confundieron a menudo con las no me-
nos míticas Ciudades de los Siete Obispos. Respecto a la Antilla (ante-ilha para los
portugueses o «isla antes de…»), fue ubicada en algún punto del Atlántico y, a su
vez, fue repetidamente confundida con la isla de San Brandán (> B ORONDÓN).
Toda esa imaginería reverdeció durante la Conquista de América y del mar Caribe
pasó a los desiertos del norte de México. El gobernador de Nueva Galicia, Nuño
de Guzmán, fue el primero en dar pábulo a la quimera de un lugar enclavado en
su jurisdicción territorial lleno de ingentes riquezas, una nueva versión del reino de
QUIVIRA o ELDORADO. Las noticias de Cabeza de Vaca sobre su tremendo viaje de
parte a parte de los Estados Unidos, desde Florida hasta Texas y tal vez hasta Nue-
vo México en 1536, desataron la primera fiebre del oro de Norteamérica. Pero el
menos conocido Pánfilo de Narváez es uno de los primeros españoles en apuntarse
a la empresa de descubrir el oro de Cíbola sin que le afectara su descabellada natu-
raleza. En 1538, fray Marcos de Niza encabezó otra busca de las Siete Ciudades.
Tras varias peripecias, llegó a un pueblo llamado Cíbola, donde, según el fraile, «la
gente es algo blanca…, tiene esmeraldas y otras joyas, como turquesas…» [Mora,
1992]. La cartografía de una ilusión siempre tiene muchos nombres. «Tontoneac
era la más grande y mejor de todas ellas [ciudades]… Tontoneac ha sido identifica-
da con los pueblos Hopi, al noroeste de Zuñi» [García Regalado, 2001]. Y es que,
al igual que en la leyenda de ELDORADO, los INDÍGENAS siempre decían a los espa-
ñoles que el oro estaba más allá. Dos años después de fray Marcos, volvió solo a la
zona Francisco Vázquez de Coronado y otra vez se escapó el oro de Cíbola.
cielo. Cielo o gloria es «el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal algu-
no» y allí están los «cuerpos gloriosos» cuyas dotes son «impasibilidad y claridad,
agilidad y sutileza» [Ripalda, 1997]. Emmanuel Swedenborg [2004] tenía otra idea
gloriosa y original sobre los arcanos celestes: «…pues el cielo está en el hombre;
como también enseña el Señor: “No dirán, helo aquí, ni helo allí; porque he aquí
que el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17,21)». Esto recuerda al revés la
idea sartriana: «El infierno son los otros». El cielo, entonces, podríamos ser tam-
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bién nosotros y ahora, salvo que uno se adhiera a las apuestas póstumas, llenas de
un cielo de purpurina, donde los buenos viven con Dios eternamente felices. Ade-
más, hay más de un cielo. Siete fueron los cielos visitados por ENOCH, el que viajó
en una nube. En el primero, vio 200 ángeles que movían las estrellas. En el SÉPTI-
MO CIELO, donde ya no se puede ir más lejos, dado que está en los confines de la
Tierra, Enoch ve «la casa de la llama», una mansión con paredes de cristal, en cier-
to modo parecida a Sudarsuma, la ciudad de los dioses de los tibetanos que está
circundada de siete círculos dorados. Según Swedenborg, glosado por Borges
[1980], es tras la muerte cuando el hombre decide dónde quiere ir, si al cielo o al
infierno. Eso depende de su temperamento. Si opta por el cielo, tendrá la compañía
de los ángeles (> ÁNGEL) y a Dios representado como el Sol. Es un sitio donde rezar
y alabar a Dios, aunque ya recuerda Borges que «…a Dios no le gusta ser adulado».
Todo eso puede ser tedioso, como hablar eternamente con los seres queridos… Por
eso, un esotérico tan racionalista como Swedenborg no deja de dibujar lo mejor:
«Un cielo de amor, un cielo de trabajo, un cielo altruista». Es decir, un cielo «emi-
nentemente intelectual» para Borges, y quizás tanto más aburrido que el INFIERNO.
128
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ellos, Quirós en el XVII). Aún hoy se usa el término de ciguatera (siguatera) en las
islas Cook, Tahití y otros islarios de los mares del sur para referirse a las terribles
consecuencias (vómitos, bajada brusca de tensión…) que trae consumir pescados
coralinos con determinadas toxinas. Los isleños no son inmunes a la ciguatera ni
saben cuándo un pez la tiene o no. Últimamente, algunos polinesios conectan la ci-
guatera con las explosiones atómicas de Mururoa, atolón de la Polinesia francesa.
129
LUIS PANCORBO
sinas), estrellas de los serrallos. Los armenios, con sus rasgos de persas del norte,
tenían asimismo mujeres de espléndida belleza. De pureza en pureza, y en busca
siempre de la tez blanca, lo CAUCÁSICO llegó a ser un paradigma que originó que
Johann Blumenbach afirmara en 1775 que «el habitante del Cáucaso es el tipo de
la raza blanca» y de ahí todavía procede el estereotipo clasificatorio de CAUCÁSICOS
en los Estados Unidos. Los otros cuatro grupos de Blumenbach eran: MONGOLES,
etíopes, amerindios y malasios; pero no hacía sino seguir las pautas del sueco Lin-
neo (Systema Naturae, 1758), que no sólo dividió en cuatro razas, sino que las co-
loreó y adjetivó: INDIOS, rojos y coléricos; europeos, blancos y creativos; asiáticos,
amarillos y mezquinos; negros, negligentes.
130
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
la uretra en la parte inferior del pene, por donde sale orina y semen. Para los DO-
GON de Malí, el CLÍTORIS es la parte masculina de la mujer, y se simboliza con el es-
corpión: se elimina como el prepucio —la parte femenina del hombre— y, así, el
ser se equilibra.
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LUIS PANCORBO
clima. Los CLICHÉS que relacionan clima y gentes han sido de lo más chusco y
abundante a través de las épocas. El mexicano se echa una siesta perpetua bajo su
gran sombrero en un paisaje abrasado por los cactus. El clima «...es capaz de mo-
dificar al hombre» [Varela de Montes, 1854]. Los habitantes de Tierra del Fuego,
indios pesqueras para la antropología de mediados del siglo XIX, «…en un clima
132
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
club law. Ley del palo. Faustrecht, en alemán. Derecho del puño. Leyes arbi-
trarias contra los nativos. No es cierto que los llamados salvajes y bárbaros tuvie-
sen tanta necesidad de policía como parece. Con todo lo precaria que era su orga-
nización, en lo social y en lo material, duró un largo tiempo, y es erróneo pensar
que los moradores de las cabañas se robaban y mataban sistemáticamente. Eso
hace inferir que la «la vida de las razas inferiores bárbaras puede ser, dentro de su
rudeza, relativamente buena y feliz» [Tylor, 1888]. En Occidente, la felicidad a ve-
ces pasa hoy por Prozac, droga del famoso eslogan: «Ocho millones de americanos
no pueden equivocarse».
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LUIS PANCORBO
jer castellana de los siglos XVI y XVII. Tras varios intentos en tiempos de los Aus-
trias y los Borbones, fue durante la Segunda República cuando se prohibió el cobi-
jado de las mujeres vejeriegas por su posible uso en asuntos delictivos o conspirati-
vos.
cola / kola / nuez de cola. Fruto del árbol colatier (kolatero) usado como
estimulante. Inhibe el apetito y la sed y alivia la fatiga. Antaño se usaba como pro-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Congo. El Congo Belga —o el Congo del rey Leopoldo— fue sinónimo de los
más oscuros genocidios de la humanidad, aunque nunca llegó a tener el nivel de
crítica que el genocidio de los armenios por parte de los turcos, ni mucho menos,
el de los judíos por parte de los nazis. A partir de 1885, murieron unos 10 millones
de congoleños, mientras el rey Leopoldo se lanzaba a una carrera frenética por
conquistar la goma y demás riquezas del país. La SHARÍA ha sido denostada, pero la
ley de Leopoldo implicaba cortar las manos a los trabajadores que no recogían su-
ficiente látex. También se secuestraba a mujeres y niños para forzar a los hombres
a entregar antes su cuota de goma. El Congo Belga, un país de inmensa riqueza en
minerales clásicos —oro, diamantes y hoy coltán—, ha suscitado los peores instin-
tos y ambiciones. El explorador de origen galés Henry Morton Stanley pretendió
quedarse en propiedad con un buen pedazo del Congo [Hughes, 2003]. Hubo va-
rios Congos, el francés y el belga, el de Angola y el de LOANGO, aparte del Congo
mítico, el de las tinieblas conradianas, que ha quedado como condensación univer-
sal del horror. Pero la cosa venía de lejos. «En el reino de Macoco, se alimenta con
carne humana y se matan diariamente doscientos hombres… para plato del Rey, y
de sus domésticos, que son muchísimos», escribía Feijóo [1773] en su Discurso
Primero del Teatro Crítico Universal, apoyándose en datos de Thomas Cornelio.
Hablaba del Congo.
conjuro. Las palabras mágicas por todo bien y contra todo mal han salpicado la
piel de toro española. «Si coges verbena en la noche de San Juan / no temas a la
culebra ni a los Caballos del Mal», se cantaba en la Montaña santanderina, cuando
antaño se cogía la «yerbuca de San Juan» (Verbena officinalis) para alejar los Caba-
llos del Mal, o Caballitos del Diablo, una fantasía de caballos voladores con parti-
cular maleficio sobre los enamorados. Un conjuro sin palabras especiales, pero
muy efectivo, para quitar la sequía era el de Torrejoncillo (Extremadura), donde
ponían una sardina arenque en la imagen de san Pedro para que sintiera sed y así
hiciera llover [Gómez-Tabanera, 1950]. En Galicia no hay queimada seria o menos
sin el encantamiento, que antaño debió tener más sentido, que invoca «as bruxas
coruxas…». Y, antes, no había San Juan sin que se recitara una retrónica, dicha del
derecho y del revés, contra las brujas, como la célebre: «San Xoan esclarecido, /
que en Lisboa foi nacido / con hábito de lan, / con cordón de espartán, / gárdame
o gando do pan / sin pastor e sin can» [Rodríguez López, 1910].
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LUIS PANCORBO
acumularon en vida por poseer poder, no sólo por simbolizar riqueza tras la muer-
te. Recuerdo las palabras de Pier Paolo Pasolini poco antes de su asesinato en
Roma: «El consumismo está operando el gran genocidio antropológico de nuestra
época». Eso es el consumo conspicuo normalizado en clases cada vez más bajas,
destinadas a producir para consumir y seguir dentro de una cadena que no tiene el
prejuicio de las CASTAS indias, ni del antiguo proletariado, pero que supone un
gran pilar en la nueva clasificación capitalista. El rango social del consumo conspi-
cuo ha sido allanado, lo mismo que ciertos grupos, como los yuppies, se afanan
por conseguir lo que no es común, una constante de los nuevos ricos, o de clases
que de plebeyas acceden de repente a la riqueza patricia. Otra cosa es que esos
consumidores conspicuos logren superar una estética hortera, palabra española
muy en línea con el significado de snob, «sin nobleza».
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ciendo el humo del copal o pom en un acto lleno de sincretismo. ¿A qué santo di-
rigen su sahumerio? ¿A santo Tomás? O, como dice el Popol Wuh, el libro sagra-
do y mítico de los antiguos indios guatemaltecos, la ofrenda era «¿…al gran dios
quiché Jurakán, el Corazón del Cielo, el que creó los árboles y la vida, y tenía
como primera manifestación a Caculjá Jurakán, el Rayo de Una Pierna, como se-
gunda, a Chipí Caculjá, el Más Pequeño de los Rayos, y, como tercera, a Raxá Ca-
culjá, Rayo Muy Hermoso?».
coptos / gebtu / keptu / coptus. Son los cristianos de Egipto que se sepa-
raron de la Iglesia ortodoxa griega tras el Concilio de Calcedonia (año 451), que
declaró herética la doctrina monofisita según la cual Cristo sólo tiene
una naturaleza, divina. Últimamente vuelven a estar de actualidad
por los evangelios apócrifos coptos —el de Valentín, Tomás y Feli-
pe— y por los textos gnósticos de Nag Hammadi, papiros con ma-
terial abundante para abonar las tesis de un escamoteo de la reali-
dad —la vida y amores de Cristo— por parte de los EVANGELIOS
canónicos. El número de coptos egipcios se estima en unos nueve
millones. No es correcto aplicar la palabra «copto», que, en realidad, es
una corrupción de gebtu, «egipcio», a los ortodoxos etíopes, aunque participen en
una liturgia parecida y en la doctrina fundamental del MONOFISISMO.
cosacos. No sólo son los que beben como tales, sino los descendientes de los
TÁRTAROS que viven a caballo entre Rusia y Ucrania, o entre los ríos Don y Dnie-
per. Llegaron a ser cuatro millones hasta sufrir una dura represión bajo los bolche-
viques. Su número actual se estima para algunos en un millón, y para otros, en ape-
nas 40.000. Stalin los sometió a una purga despiadada, acusándoles de veleidades
nazis, y confiscó sus tierras y propiedades. Hoy vuelven a lucir sus gorros de piel
de oveja, sus altas botas y sus sables, y a vivir con orgullo en sus pueblos o stanitsa.
Por esas paradojas de la historia, actúan como tropas de élite, ya no al servicio de
los zares, sino de los rusos, y lo hacen frente a los rebeldes separatistas de Osetia
meridional y otras regiones de Georgia (CÁUCASO). Los cosacos siguen teniendo
como jefe a un atamán. Uno de los últimos fue el atamán Sevchenko, quien, en
2004, fue al Vaticano a ver a Juan Pablo II y le regaló la maza de cristal, símbolo
del poder cosaco. Atamán famoso fue Mazzepa, quien, de servir al zar Pedro I, se
pasó a sus enemigos, los suecos. Los cosacos conquistaron Azov a los turcos en
1637, hostigaron a Napoleón en su retirada y en más de una ocasión mancharon su
prestigio con matanzas indiscriminadas, como la que ocurrió en el «domingo san-
griento» de 1905. Mijail Sholojov fue el autor de El don apacible, una epopeya lite-
raria dedicada a un pueblo como el cosaco que estuvo a punto de perecer bajo los
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LUIS PANCORBO
soviéticos, pero que, con todas sus contradicciones a cuestas, generó y conservó
una mitología de belicosidad, de caballeros de las estepas, de hombres excesivos y
nobles cuando les da por ahí gracias al vodka o a los genes. Aparte de Sholojov,
casi todos los grandes escritores rusos se sintieron atraídos por el mito cosaco; Ta-
ras Bulba de Gogol; Los cosacos de Tolstoi; La hija del capitán de Pushkin… En
España, José de Espronceda les dedicó un largo y rimbombante poema, «El canto
del cosaco»: «¡Hurra, cosacos del desierto! Hurra. / La Europa nos brinda esplén-
dido botín: / Sangrienta charca sus campiñas sean, / de los grajos su espléndido
festín…». Fueron los conquistadores de Siberia, con el cosaco pionero Vladimir
Krasheninnikov, que llegó hasta KAMCHATKA. En Milkovo, en el interior de Kam-
chatka, viven los kamchales, descendientes de los cosacos y de las mujeres INDÍGE-
NAS itelmen.
covada / couvade. Parodia o simulación del parto por parte del hombre. Es-
trabón atribuyó esa costumbre a los cántabros. También fue común en el País Vas-
co hasta mediados del siglo XVIII, y más aun en Asturias [Caro Baroja, 1981]. En
La Armuña, provincia de Salamanca, donde las lentejas pasan por ser muy especia-
les, «la mujer da a luz de pie y el marido la anima con gritos y palabras gráficas.
Esta costumbre guarda estrecha relación con la de algunos puntos de León, donde
el marido se mete en una cesta de paja y, puesto de cuclillas, cacarea» [Gómez-Ta-
banera, 1950]. Enrique Casas Gaspar publicó en 1924 un recorrido por las cos-
tumbres de covada en medio mundo, además de la simulación con hijos falsifica-
dos, historias de álter ego y otras concomitantes. Destaca la del marido ZAPOTECA
del istmo de Tehuantepec (México): cuando su mujer iba a parir, dibujaba en el
suelo varios animales y los iba borrando. El que por fin coincidía con el parto se
convertía en el álter ego del recién nacido. En Venezuela, a esto se llamaba «empo-
lladura»: la madre, tras el parto, se incorporaba a sus trabajos, y el marido se metía
en la cama quejándose de dolores abdominales.
coyol. Palmera de la que se extrae el llamado «vino de coyol», típico, por ejem-
plo, del departamento de Olancho (Honduras). La gente sube a la copa de la pal-
mera para extraer allí su jugo. Luego lo fermenta hasta convertirlo en una bebida
fuertemente alcohólica. El coyol es semejante al tuak, vino de palma consumido en
Indonesia y otras partes de la Insulindia. En la Micronesia se conoce como toddy.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
cree / cri. Tribu indígena norteamericana del grupo lingüístico algonquino. Son
los representantes más caracterizados de los INDIOS subárticos, aunque se exten-
dieron en sus correrías hasta las praderas de los sioux (> LAKOTA) y algunos se es-
tablecieron en Dakota. En Canadá los cree suponen la comunidad indígena más
numerosa, con cerca de 70.000 personas. Antaño intercambiaban pieles por maíz a
los indios ottawa. El principio del fin de su cultura fue cuando entraron en contac-
to con la omnipotente Compañía de la Bahía de Hudson. En 1975, tras casi tres
décadas de juicios y movilizaciones, los cree llegaron a un acuerdo económico con
otra nueva y poderosa sociedad, la Hydro-Quebec, que había construido pantanos
anegando parte de su territorio.
141
LUIS PANCORBO
Crespo. Isla misteriosa por partida doble. En sus bosques submarinos es donde
el capitán Nemo va a cazar y a aprovisionarse de suculenta comida. Situada en los
32º 40’ de Latitud Norte y los 167º 50’ de Longitud Oeste, otra cosa es que exista
fuera de Veinte mil leguas de viaje submarino. Sugiere Julio Verne que la isla fue
descubierta por un capitán español llamado Crespo: «…y los antiguos mapas espa-
ñoles llamaban Roca de la Plata». En las citadas coordenadas no hay isla que valga,
aunque el tal Crespo pudo mandar el galeón El Rey Carlos. Hubo cierta idea de la
existencia de una isla en el Pacífico septentrional, en 34º N y 169º E, e incluso el
Almirantazgo británico la puso en sus cartas como «Roca de Plata», aunque acom-
pañada de un signo de interrogación. Ya en 1875 el capitán Evans, hidrógrafo de
la Armada, la borró definitivamente del mapa [Stommel, 1984].
criollo. Español nacido en América y, por extensión, blanco nacido en las Indias
Occidentales (en francés, créole). El criollo admiraba y pretendía más el Nuevo
Mundo que la metrópoli. Si no rivalizaba con ellos, que también, desdeñaba a los
españoles procedentes de la Península, los llamados GACHUPINES (México), chape-
tones (Perú) o gallegos (Argentina). El criollismo tuvo mucho que ver con la fulmi-
nante emancipación del Imperio español en América: en apenas quince años consi-
guió la independencia. El primero en usar la voz «criollo» fue en 1567 Lope
García de Castro, virrey interino del Perú, quien, al referirse a los rebeldes, dijo:
«Esta tierra está llena de criollos que son éstos que acá han nacido, que nunca han
conocido al rey ni esperan conocerlo» [Alfonso Mola, 2003].
142
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
como los cultos de BAAL y ASTARTÉ. Si Cristo no murió en la fecha prevista por el
cristianismo, y tanto menos fue crucificado y resucitó al tercer día, pudo viajar ul-
teriormente por el mundo. Hay quien cree que dirigió sus pasos a Cachemira y allí
falleció. Otros ponen a Cristo como un anciano de unos ochenta años peleando y
muriendo en Masada con los ZELOTES [Joyce, 1972]. Otra hipótesis, muy de moda,
describe a Jesucristo como un miembro de la tribu de David, que pudo haber teni-
do a Barrabás como hijo, por no hablar de otros hijos, y haberse casado con María,
hermana de Marta, o con María MAGDALENA (de la tribu de Benjamín), la cual ha-
bría viajado a Marsella con el GRIAL o con un embarazo que habría dado origen a
una críptica dinastía cristiana en Occidente [Baigent, 2004]. Todo un susto para el
cristianismo acrítico lleno de inciensos y candelas. En cambio, autores musulma-
nes, y el mismo Corán, incluso papiros gnósticos de Naj Hammadi, dan a entender
que Cristo se escondió y vio la crucifixión de un sustituto [Baigent, 2004]. En esta
línea reinterpretativa se atribuye a Leonardo da Vinci la idea de que Jesús tenía un
hermano gemelo, lo que induce a algunos a ver dos Cristos parecidos en su cuadro
La Última Cena. En definitiva, pocos asuntos tan abiertos como el de un Jesucristo
que desaparece de la historia treinta años y que reaparece en el mundo tres años
contados por tres EVANGELIOS sinópticos, llenos de contradicciones y lagunas, aun-
que, según Eliade [1999], el de san Lucas sea el más atendible como mito y como
historiografía. Entre la legión de eruditos, investigadores y estudiosos, hay quienes
propenden por la mitología que envuelve a Jesús y otros creen en cierta historici-
dad del personaje envuelto en misterio y hasta silencio. Pero si Jesucristo fue real o
no es, en realidad, menos polémico que si fue dios o no. El ARRIANISMO se destacó
en negar la naturaleza divina de Cristo. Sin embargo, la naturaleza humana, o con-
dición humana de Cristo, está llena de lagunas en territorios como su sexualidad,
matrimonio, paternidad…, enigmas que se añaden al más canónico, su doble y sin-
crónica naturaleza humana y divina.
143
LUIS PANCORBO
crow / cuervo. Nombre de una tribu indígena del este de Montana. El antropó-
logo Robert L. Lowie estudió a los crow muchos años y les dedicó cinco publicacio-
nes desde 1915 hasta los años treinta. Lowie profundizó en su religión, en la gran
fiesta crow del Sol y en temas tan interesantes como el
caso de Cabellera Inflamada. Éste era un indio que de
niño era el más pobre del campamento. Más mayor
empezó a ayunar, a tener VISIONES y a matar enemigos,
con lo que «la gente supo entonces que su magia era
verdadera». Fue el hombre más rico de la tribu, llegan-
do a poseer una manada de 70 a 100 caballos. Lo que
le hizo preguntarse a Lowie [1976]: «¿No hay en todos
estos relatos de aventuras espirituales un intento deli-
berado de engaño?». Sin embargo, Cabellera Inflamada le pareció a Lowie un caso
atípico: «Todo su comportamiento lleva consigo el sello de la sinceridad».
144
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Usoz buscó «la luz interior» que caracteriza la doctrina de los cuáqueros, aparte de
su espíritu sencillo, no jerárquico, ni papalino, y escribió el libro Un español en la
Biblia y lo que puede enseñarnos, con cierta idea de hacer protestante a España
[Menéndez Pelayo, 1963].
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
curare / curaré. No hay otro veneno más famoso para emponzoñar las fle-
chas de los INDIOS, aunque las clases de curare empleadas sean múltiples: woocara,
woorara, worari, wourari, wouraru, wurali, urari, ourari… En 1595, sir Walter Ra-
leigh llevó una muestra de ponzoña de ourari a Europa, pero no le sirvió de mucho
congraciarse así con las ciencias ni con las políticas inglesas y, como arrastraba tan-
ta rebelión, acabó probando en su propio cuello la medicina más drástica, el hacha
del verdugo. Los YANOMAMIS llaman al curare mamokori, por una anciana hechice-
ra, Mamokori-yoma, que sabía de plantas que matan. Pero fueron muchos los in-
dios, desde Panamá al Orinoco, los que se distinguieron por enyerbar y emponzo-
ñar sus flechas dificultando las entradas de los españoles. En el Amazonas, el
curare se saca principalmente de bejucos, como el Strychnos guianensis, y de lianas
de Strychnos toxifera cuya acción es neurotóxica. Bloquea los impulsos nerviosos a
los músculos y los hace fláccidos, paralizando la pieza. Un mono herido de bala to-
davía puede trepar por una rama y, a veces, escapar, no así uno herido con una fle-
cha emponzoñada. En el curare usado por los AMAHUACAS había al menos 20 in-
gredientes, además del bejuco de base [Carneiro, 1982]. Sus flechas eran efectivas,
aparte de que los amahuacas sabían imitar el grito de 35 animales distintos. En
África, los PIGMEOS del Ituri tuvieron hasta hace poco una gran reputación de en-
venenadores de flechas, añadiendo jugo de hormigas urticantes y otros venenos a
su particular curare. Los furtivos del TSAVO, parque nacional de Kenia, especial-
mente los de la tribu WALIANGULU, usaban veneno del arbolillo Acokanthera, con
toxinas parangonables a glucósidos cardía-
cos, estimulantes del corazón, pero que en
pequeñas dosis pueden producir paros cardí-
acos. Una flecha «llevaba veneno suficiente
para matar más de setenta veces un elefante
de cinco mil quinientos kilos» [Ridgeway,
2003]. También en Tanzania se usaba el ve-
neno fulminante de la adelfa arbustiva Aco-
kanthera, que carece de antídoto, aparte de
venenos de «dos apocináceas, un amarilis y
dos lirios» [Matthiessen, 1999].
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LUIS PANCORBO
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D De la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.
César Vallejo, Trilce, LXXVI
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LUIS PANCORBO
dinero tradicional, sigue teniendo función como moneda en las transacciones cere-
moniales, aunque raramente se transportan. Existe una cuenta de memoria ances-
tral por la que el propietario sabe que su dinero está situado en tal o cual faluwai,
o casa ritual que sirve como banco de monedas de piedra. No necesita cobrar su
dinero, sino conocer su ubicación y, sobre todo, su derecho.
daimon. Dios de los antiguos griegos y hado, destino… Se discute sus perfiles
dentro de un panteísmo que, en principio, identifica a dios con el mundo. Todo es
dios, aunque no siempre todo es daimon. Un dios grande y creador es Mâlengfung
para los kais de Nueva Guinea, que está dormido y que, cada vez que se da la vuel-
ta, la tierra tiembla. Pero, como dice Eliade [1999], recogiendo la investigación so-
bre el terreno de Richard Thurnwald, hay cosas peores: «…un día [Mâlengfung]
se levantará de su lecho y destruirá el cielo, que se estrellará contra la Tierra y pon-
drá fin a toda vida».
Dalai Lama. El primero se llamó Gendun Drup, fundador hacia 1445 del mo-
nasterio Tashi Lhunpo en Shigatse, al oeste de Lhasa, la capital tibetana. Pero la
primera vez que se usó el título de Dalai (que significa «océano» en mongol, tra-
ducción del vocablo tibetano gyatso) fue en 1578, y se dedicó a Sonam Gyatso
(1543-1588), la tercera encarnación de la línea de Gendun Drup. Tenzin Gyatso,
nacido en 1935 en el Tíbet, y exilado en la India desde 1959, tras la invasión china
y sus excesos, es el décimo cuarto Dalai Lama, o Yeshe Norbu, «Gema que conce-
de todos los deseos». El actual Dalai Lama basa su filosofía personal, su truco per-
sonal como si dijéramos, dentro de un mar de yogas y meditaciones, en la explora-
ción incesante de cuatro conceptos: la transitoriedad, el sufrimiento, la vacuidad y
el altruismo.
150
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
cuadradas de territorio selvático. Otro de los grupos del área en grave peligro de
extinción son los JABUTÍ.
danis. Indígenas del valle del río Baliem en IRIAN JAYA (parte occidental de Pa-
púa bajo administración de Indonesia). Danis, yalis, asmats… son algunos de los
más de 300 grupos étnicos de Indonesia, país bajo el lema de «Unidad en la diver-
sidad», que se extiende por 5.100 kilómetros y que tiene tres husos horarios. Los
danis de Irian Jaya, quizás unos 80.000, se caracterizan por su estuche peneano (>
KOTEKA), por su culto a los antepasados y por su antiguo regusto guerrero y tal vez
CANÍBAL, aunque cada vez acusan más el impacto de la globalización dada su relati-
va cercanía a la ciudad de Wamena.
Darfur. Morada (dar) de los fur. Territorio al noroeste de Sudán, fronterizo con
Libia, Chad y la República Centroafricana. Su antigua capital, Al Facher, fue el
centro de las caravanas que practicaban «la ruta de los cuarenta días» (Darb al-Ar-
ba’een), comerciando por el Sahara hasta regiones del África occidental con éba-
no, especias, marfil y, por supuesto, esclavos. Por otro lado, iban los caravaneros
desde Darfur al norte, a Egipto, para vender marfil, goma, plumas de avestruz y es-
clavos, y recoger allí pólvora, anteojos, abalorios… En 2003 y 2004, Darfur fue el
epicentro del desplazamiento masivo de personas, y la limpieza étnica, que causa-
ron las fechorías de los milicianos janjaweed para impedir que las tribus de zurug
—«oscuros», un término despectivo para tribus negras como zaghawa, runjur, bar-
gu, messalit y fur— pudiesen vivir en sus poblados. Darfur queda como último ele-
mento irresuelto del gran conflicto de Sudán, que desde 1983 ha causado no me-
nos de dos millones de víctimas, el desplazamiento de más de cuatro millones y
medio de sudaneses dentro del país y de medio millón más hacia los países veci-
nos. Dimensiones pavorosas envueltas con todo lujo de pretextos religiosos, étni-
cos y políticos escondiendo siempre la realidad, o sea, el petróleo. En el siglo XIX,
Darfur, el estado sudanés más occidental, y el de mayores estepas, era un sultanato
con capital en Tendelti, o El Facher, ciudad situada a 717 metros sobre el nivel del
mar y edificada sobre un terreno de arena movediza que dificultaba hasta el cami-
nar. Hubo algunas expediciones de exploradores europeos, considerados casi
siempre espías egipcios, como la de Browne [1799] y la del doctor Nachtigal. En
1880 había en Darfur un millón y medio de habitantes, descritos como gentes feli-
ces: «…poseen todo lo bueno que la tierra produce» [Ratzel, 1888], gran contraste
con lo que pasó a principios del siglo XXI. Los fures no se mutilaban, ni escarifica-
ban sus cuerpos, como otros sudaneses, ni se arrancaban dientes… Los fures se
habían mezclado poco o nada con los árabes y, a su vez, se diferenciaban mucho
de los negros del sur de Sudán. En 1883, un austriaco llamado Slatin llegó a ser el
pachá de Darfur. El MAHDI ya había conquistado Kordofan y se aprestaba a sitiar
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LUIS PANCORBO
Jartum (y a derrotar a Gordon). Slatin fue hecho prisionero por el Mahdi, que lo
encerró en Jartum.
dayak. Nombre genérico que reciben diversas tribus de Borneo, la tercera isla
mayor del mundo (750.000 kilómetros cuadrados y unos 20 millones de habitan-
tes). Los dayaks fueron clasificados, un tanto aleatoriamente, en tiempos de James
Brooke, el primer rajá blanco de Sarawak, como dayaks de costa y del interior.
Una comodidad definitoria para las numerosas etnias existentes en los tres países
que hay en Borneo: el sultanato de Brunei; Sarawak y SABAH, estados que pertene-
cen a la Federación de Malasia desde 1963; y Kalimantan, que ocupa más de la mi-
tad meridional de la isla y pertenece a Indonesia. Entre los dayak más conocidos fi-
guran los iban de Sarawak occidental. Muchos viven en casas largas presididas por
cestas de antiguas cabezas cortadas, aunque la disolución cultural avanza a gran
velocidad. Los iban alimentaron la leyenda de los pemakan orang (caníbales) con-
fundidos con pemotong kepala (cortadores de cabezas). Otro grupo étnico, mal
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Demiurgo. Creador del mundo para los gnósticos (> GNOSTICISMO). Creador
de la materia y, por ende, del mal para los partidarios de un extremo dualismo
(bien-mal). A veces, por influencia del ZENDAVESTA, el Libro de los zoroastrianos,
153
LUIS PANCORBO
el demiurgo se confunde con los siete ángeles creadores del mundo visible, cuando
no con un Homunculus, «especie de gusano, sujeto y ligado a la tierra, e incapaz
de levantarse a la contemplación de lo divino» [Menéndez Pelayo, 1963]. Ese Ho-
munculus recibió al fin el pneuma (> NEUMA) y fue, existió. Marción, nacido en el
Ponto Euxino, atribuyó al Demiurgo nada menos que la inspiración del Testamen-
to. En el año 136, Valentino y su escuela gnóstica reconstruyeron la Creación de
acuerdo con diversas esferas de PLEROMA, o Esencia. Así, en la primera fase, se en-
cuentra un Padre, o Abismo, y una Madre, Felicidad o Silencio. Esos dos eones,
no otra cosa en definitiva, engendraron Entendimiento y Verdad (Nous y Ale-
theia), y otras parejas, el Verbo y la Vida (Logos y Zoe), el Hombre y la Iglesia
(Anthropos y Ecclesia)…Y ya muy al final, en pleno desorden cósmico, Sophia, el
anhelo de conocer, aunque algo horrible si ese Conocimiento era de clase Axa-
moth, quejoso de lo Divino, insatisfecho de ser pero no ser de forma absoluta. Por
eso, aunque de Sophia Axamoth se desprenden muchos eones, como el Alma del
Mundo, y hasta el Demiurgo, se necesitó una redención para la que tuvo que venir
el Christos y el Pneuma, pues para los gnósticos había ahí poca diferencia [Menén-
dez Pelayo, 1963].
154
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
logía escandinava. Los NESTORIANOS que quedan residualmente en Siria y otros lu-
gares conservan ciertas leyendas «sobre la madera santa del ÁRBOL DE LA VIDA y
sobre las santas especias del Árbol de la Ciencia» [Dalrymple, 2000]. Sir James
FRAZER (1854-1941) empezó a publicar en 1890 su magna obra The Golden Bough
(«La rama dorada»), uno de cuyos temas capitales es la dendrolatría, con todo el
despliegue que ocupa el rey del bosque, el sacerdote de NEMI; Osiris visto con un
dios de la vegetación y muchos más asuntos parecidos. Los HIMBA de Namibia
consideran que el árbol Omum-borombonga es el Árbol de la Vida, el que dio ori-
gen a hombres y vacas. En Bygor (Micronesia) ciertos cocoteros eran adorados por
ser escalas de los ani, o espíritus. El árbol Kalit en Palaos originó los nombres de
los héroes culturales. Una palma de areca de las Palaos llegó hasta el cielo y un día
un indígena pudo subirse a ella y echar una ojeada [Ratzel, 1888].
155
LUIS PANCORBO
losinas… No suele faltar el muqllu, una piedra esculpida que simboliza una serie
de pertenencias propias de los campesinos, ganado, trojes, hornos, pozos… Y un
objeto, que suele permanecer oculto, el sullu, o feto de vicuña, también llamado
«lechón» en el Perú. El sacerdote (> PAKO) riega el rito con uva, como llaman en
ese remoto Perú al vino o pisco.
Deus otiosus. El Dios que descansa, siempre tras demostrar su inmenso po-
der de creación. No aparece como el dios incumbente, terrorífico, que sabe cómo
va la célula y la otitis, sino que produce una agradable sensación de ausencia, en la
que se instalan dioses menores como controladores del cosmos e interlocutores de
los humanos. Por otro lado, las tribus de mal llamados PRIMITIVOS suelen preferir a
un deus otiosus para que regule el caos del cosmos, pues siendo primitivos no
quiere decir eso que sean estúpidos. «El ser supremo de los tumbukas es demasia-
156
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
do grande “para interesarse en los asuntos ordinarios de los hombres”». De ahí in-
fiere Eliade [1999] que el deus otiosus «…es el primer ejemplo de la “muerte de
Dios” frenéticamente proclamada por Nietszche. Un Dios creador que se aleja del
culto acaba por ser olvidado».
dientes. Decía Cervantes que más vale un diente que un diamante, pero mu-
chas poblaciones lo han visto de otra manera. En Uzbekistán no hay mayor señal
de prestigio y belleza que ponerse los dientes de oro, incluso hay mujeres que se
arrancan los dientes sanos a ese efecto. Hay mujeres cunas (tules) en el archipiéla-
go de San Blas (Panamá) que se ponen apliques de oro sobre las paletas dentales.
Los macombes de Tanzania y Mozambique siguen afilándose los colmillos aunque
ya no por motivos distintos que los de la belleza. Antiguamente FANG o pamúes de
la Guinea Ecuatorial, y scheris, siervos de los NYAM-NYAM en el Sudán, coincidían
en el limado de la dentadura. Los hombres bongo se arrancaban los incisivos infe-
riores y se afilaban los superiores; las mujeres bongo, lo mismo que las manjanga y
musgu, se insertaban además una clavija, o BEZOTE, de madera o hueso en el labio
inferior, como hacen los indios BOTOCUDOS. Las bongo llevaban además una espe-
157
LUIS PANCORBO
cie de grapas o pinzas de cobre en la comisura de la boca como si quisieran así po-
ner «un freno a su locuacidad» [Topinard: 1891]. Los osyebas del Congo arranca-
ban tres incisivos de la mandíbula inferior a sus hijos y tallaban en punta esos mis-
mos dientes de la mandíbula superior, una extraña manera para comer mejor la
carne [Coupin, 1905]. Los dinkas aún suelen arrancarse los incisivos inferiores y, a
veces, los superiores les crecen hasta proyectarse fuera de la boca. Por su parte, los
bataks de los montes de Sumatra, junto al lago Toba, piensan que es mejor tener
los dientes negros, porque sólo los perros los tienen blancos. Por si fuera poco, se
liman incisivos y caninos y llevan una férula de cobre perfectamente fijada en las
muelas. En Bali, la gran isla hinduista de Indonesia, la ceremonia del limado de
dientes de los adolescentes reviste una importancia pareja a la de la confirmación
en otras latitudes.
difusionismo. Teoría que subraya «las afinidades que unifican a amplios seg-
mentos de la especie humana» [Campbell, 1988]. Muchas son las escuelas difusio-
nistas, desde los filólogos que vieron la difusión de raíces verbales y de dioses in-
doeuropeos (Bopp, Max Müller, Grima…), hasta quienes consideraron a
Mesopotamia como el lugar de partida de la imagen del mundo compartida en
muchas culturas (Hugo Winckler); o lo mismo, pero referido a Egipto (J. Breasted,
G. Elliot Smith, W. J. Perry); o a Siria (H. Peake y H. John Fleure)… Para otros
autores, lo trascendental fue el paso del estadio de recolección, propia del Paleolí-
tico, a la agricultura (Neolítico), que se produjo entre el Nilo y el Indo y que, des-
de allí, se propagó por el resto del mundo (Gordon Childe). En el difusionismo se
han estudiado también los niveles de identidad psíquica de la humanidad y la exis-
tencia de muchas manifestaciones mitológicas similares en varios lugares. «La ima-
ginería onírica del mito [de la India] se encuentra en la mitología de todo el mun-
do» [Coomaraswamy, 1944]. Y, por supuesto, todo eso pasa a Occidente y se
difunde a través de Platón. El difusionismo, tan enfrentado al evolucionismo, y
con su apuesta extrema por la explicación del contagio cultural y la filiación de fe-
nómenos distantes, llegó a su paroxismo con el HIPERDIFUSIONISMO. Lo contrario
del difusionismo es el aislacionismo, representado, por ejemplo, por ideas como la
de que en América hubo una agricultura independiente (el caso de los MAYAS trata-
do por Silvanus G. Morley).
digambara. Uno de los dos grandes grupos de la religión de los JAINÍES. Sus
miembros se caracterizan por un ascetismo extremo que implica la desnudez inte-
gral. La posesión de la ropa liga a la persona y la impide alcanzar el NIRVANA. Por
otro lado, la ropa puede contener ácaros y toda vida es sagrada, incluso la micros-
cópica. Los digambara se prohíben a sí mismos comer ciertos vegetales y tubércu-
los considerados «vivientes». Así llegan algunos al suicidio liberatorio, llamado
santhara, para no hacer más daño a nada ni a nadie, siempre mediante el ayuno y
no antes de un periodo de 12 años de mortificación [Thomas, 1969]. En Grecia
llamaban «gimnósofos» (gymnos es «desnudo») a los ascetas orientales (> NAGA
BABAS) que tenían a gala la desnudez. Pero una desnudez dentro de un orden filo-
sófico, por eso en Francia se acuñó el término de GYMNITÉ para definir «la práctica
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
colectiva de una desnudez sana y natural. En consecuencia eso simboliza una re-
nuncia a cuanto es artificial, fetichista, inhumano…» [Descamps, 1972].
Diluvio. Fue universal dada la difusión del mito (aunque muy poco en África,
como notó Eliade). El diluvio de la Biblia se puede considerar uno de los más be-
nignos, pues escampó. El ARCA de Noé acabó varada en el monte ARARAT, la palo-
ma volvió con una rama en el pico, y las especies, bien organizadas en parejas, se
reprodujeron. Hay leyendas diluviales originales, sin mezcla bíblica alguna, y otras
que denotan que los INDÍGENAS copiaron a los cristianos en algún día lejano y
adaptaron a su paisaje cultural la versión del Arca de Noé, hasta que en muchos
casos se ha perdido la noción de la fuente. Entre el primer grupo, sin contacto apa-
rente con los cristianos, figuran los kurnai, ABORÍGENES de la Tierra de Gipps
(Australia), que dijeron que la tierra se anegó y sólo un hombre con dos o tres mu-
jeres se salvaron alcanzando una isla de barro. La procreación quedó garantizada,
el conflicto fue que vino un pelícano remando en su canoa y se enamoró de una de
las mujeres. Otros aborígenes australianos del lago Tyers creen que «una rana gi-
gantesca sorbió toda el agua de la tierra y nadie podía conseguir una gota para be-
ber» [Frazer, 1993]. En ese caso, se trató de una especie de diluvio seco. Los in-
dios cañaris del Ecuador supusieron que, en caso de diluvio, lo mejor era escalar
una montaña: si las aguas subían, también lo hacía la montaña y así consiguieron
salvarse. El asunto es que los cañaris sólo eran hombres. Su procreación hubiese
sido imposible de no haber encontrado una pareja de guacamayas con las que con-
siguieron tener descendencia. Otras versiones del diluvio, aunque castigadas por el
impacto bíblico, fueron las de Michoacán (México), donde Tezpi, su mujer, sus hi-
jos, con algunas especies de animales y semillas, montaron en una gran barca y lo-
graron salvarse. Tras el diluvio bajaron a poblar el mundo no sin antes mandar a
un buitre como explorador. Entretenido el buitre con tanta carroña, no estaba por
la labor de volver a bordo, así que Tezpi mandó más pájaros. Por fin un colibrí re-
gresó con un ramo verde en el pico. Otra vez se habían fundido el conquistador y
el conquistado en un mito también recogido por FRAZER [1993]. Después de todo,
el diluvio de leche, el que originó el mundo tras anegarlo con un gran batido, se-
gún la mitología hinduista, es el más original. Pero para el diluvio también hay tra-
tamientos modernos. Hay un gran aquapark en Wisconsin (Estados Unidos) llama-
do Noah’s Ark con atracciones como Black Anaconda: la gente es tragada por una
serpiente de agua a lo largo de un cuarto de milla. Tal vez una penitencia retros-
pectiva para recordar el verdadero diluvio: «Y prevalecieron las aguas sobre la tie-
rra ciento y cincuenta días» (Génesis 7,24).
Dios. ¿Qué Dios? Gott, God, Dieu, Epilipili, MAUI, Inti, mi Dios, el tuyo…, tan-
tas caras, nombres y perfiles para quien, de ser el Altísimo, juega a los dados, al li-
159
LUIS PANCORBO
diseño inteligente. Una nueva forma que introducen los creacionistas, sobre
todo en los Estados Unidos, para aminorar su rechazo al DARWINISMO. No hubo un
CREACIONISMO desaforado; bien al contrario, un diseño tan inteligente como el de
los grandes corros de pingüinos emperador de la Antártica, todos nobles, monóga-
mos y dándose calor de forma desprendida. Eso parece a los creacionistas que han
escogido un documental de éxito, El viaje del emperador, como su «biblia» del di-
seño inteligente. No escuchan, por supuesto, a los biólogos que dicen que los pin-
güinos emperador sólo son monógamos durante un año, o que en esos corros, lle-
nos de presunta generosidad, en realidad no hay sino empujones bien darwinianos
para quedar en la parte interna del gran grupo, que es donde hace más calor.
160
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
dogon. Etnia de Malí con cerca de medio millón de individuos (el cinco por
ciento de la población maliense). El acantilado de Bandiagara, un promontorio ro-
coso en mitad de una sabana desértica, es el epicentro de su cultura. El etnólogo
francés Marcel Griaule, tras sus trabajos en Abisinia, abordó de forma global el
mundo civil y religioso de los dogon hasta escribir sobre ellos una gran obra, Dieu
d’eau (1948). Un año antes, en 1947, Griaule hablaba durante treinta y tres días
con el viejo Ogotemmêli y éste le descubrió un mundo fabuloso, complejo, con 14
sistemas solares, con un dios Amma que organiza un universo en el que los hom-
bres apenas son algo mayor o mejor que polvo estelar. Los dogon se reúnen en la
casa de hombres, o toguna, y las mujeres tienen casas de menstruación, como si
fuesen clubes, aparte de las viviendas familiares y de los graneros picudos, esencia-
les para almacenar su comida primordial, el mijo. Su cosmología y su teogonía,
dignas de los griegos para Griaule, son de gran sutileza. Ejemplo de ello es Amma,
el creador de todas las cosas, empezando por la más pequeña, el grano de fonio,
que es el mijo más fino. Luego eso se convirtió en siluro, o pez gato, el primero de
los cuatro Nomos. El último Nomo es Ogo, el que hace y conoce la palabra, y tam-
bién el desorden, por eso tiene un aspecto terrible, el de Zorro Pálido. Después de
los cuatro Nomos, Amma creó los ocho Antepasados, cuatro machos y cuatro
hembras. Fundamental es el NYAMA, o espíritu vital, presente en todo, animales,
vegetales, minerales. El nyama corre con la sangre, o la savia, pero no se mezcla
con nada. Amma creó la tierra en forma de termitera, para copular con ella, pero
antes tuvo que practicar una excisión (el origen de la CIRCUNCISIÓN femenina de
los dogon). Después nacieron los gemelos, el género humano. Y el Chacal, otro
agente del desorden como el Zorro Pálido.
dólar. Es discutido aún, pero probable, que presidentes masones de los Estados
Unidos, empezando por Benjamín Franklin, tomaran la inspiración del ojo divino
y el triángulo de su creencia para hacer el American Great Seal, el «Gran Sello
Americano». Franklin asistió en 1776 a la reunión del comité encargado de la crea-
161
LUIS PANCORBO
ción del sello oficial de la nación junto a Thomas Jefferson, John Adams y un artis-
ta llamado Pierre du Simitiére (o Simitire, otras veces), el que parece que propuso
la pirámide con el ojo «de la Providencia», que luego llevaría el dorso del billete
de dólar. Tanto el presidente Franklin como el presidente Roosevelt, grado 32 de
la masonería, eligieron y ratificaron el Sello con una «deidad ubicua y omniscien-
te», es decir, la pirámide con el ojo que todo lo ve. Según una carta de Wallace
(grado 32) a Dal Lee, del 6 de febrero de 1951, se trata claramente de una repre-
sentación masónica del «Gran Arquitecto del Universo». Otros creen ver ahí más
esoterismo: el «Ojo de Horus», casi lo mismo que el «Ojo de Lucifer». Cierto es
que el Gran Sello Americano fue aprobado el 20 de junio de 1782, después de la
Declaración de Independencia. En la cara aparece el águila calva (o pigargo), que
lleva en su pecho un escudo con 13 barras y estrellas, las 13 colonias fundacionales
de los Estados Unidos. El águila lleva en las garras de una pata una rama de olivo y
en la otra, flechas de guerra. En el pico luce la inscripción «Et pluribus unum»
(«uno [Estado] de muchos»). En la cruz del sello es donde aparece una pirámide de
13 pisos (las 13 colonias fundacionales), y al pie figura la cifra MDCCLXXVI, o sea,
1776, año de la independencia. El ojo omnisciente se enclava dentro de la pirámi-
de y sobre ella consta la inscripción: «Annuit coeptis…» («Él [Dios] ha favorecido
nuestra empresa…») y, debajo de eso, «Novus ordum seclorum» («un nuevo orden
de los tiempos [ha sido creado]»). Cierto que da para interpretaciones. Sin embar-
go, sir Walter Raleigh (c. 1552-1618), el enamorado de las historias españolas de
ELDORADO, hábil conquistador de Virginia y su tabaco y escritor de gran erudición
(The History of the World, 1614), ya ideó como enseña un ojo en una nube con el
lema «Providentia» y puso eso sobre un globo terráqueo.
donso. Gran Mosca. Soplo de vida. Guardián de la puerta. Figura pintada por
los indios NAVAJOS en sus MANDALAS, cuadros circulares en la arena. «Cortinas del
cielo» como las llaman en navajo, o árboles axiales con las cuatro direcciones y un
centro coincidente con un abismo primordial. La Gran Mosca es la contrapartida
del ESPÍRITU SANTO: «Y podemos llamarla Gran Mosca o, en otro aspecto, Peque-
ño Viento. Es el spiritus, el espíritu del que habla el jefe Seattle» [Campbell,
2002]. En 1987, poco antes de morir, Campbell dio una conferencia en Temakel y
habló del gran mito de Alce Negro, jefe indio que participó en la batalla contra
Custer: cuando una mosca se posa en el hombro de un indio en el desierto, «es la
voz del misterio y nuestra guía».
162
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
por la polución industrial. Jay Forrester, del MIT (Massachusets Institute of Tech-
nology), elaboró entonces una célebre «dinámica de los sistemas» sobre la base de
que «el crecimiento exponencial no puede continuar siempre». Su idea era que,
hacia el año 2050, sobrevendría el fin de la sociedad industrial si no se planificaba
a larga escala y se controlaba la «bomba demográfica» [Ronchey, 1973]. Tras eso,
ha pasado de todo, casi medio siglo de desastres, y lo que queda. Otra cosa es el
Doomsday, o Día del Juicio Final, el 16 de junio, que los amantes de James Joyce
transforman en Bloomsday, la jornada en que se desarrolla su Ulises al hilo de las
veinticuatro horas de Leopold Bloom. Un Apocalipsis lleno de congruencia y sen-
sualidad, melancólico como un desayuno de riñón de cerdo, té y tostadas.
dope. Bebida euforizante que algunas tribus kafir (> CAFRE) del África austral usa-
ban en sus rituales. La palabra pasó al holandés y finalmente al inglés, donde se
transformó en doping, «dopaje» o ingestión de sustancias estimulantes, o drogas,
para mejorar artificialmente las prestaciones atléticas. En los últimos tiempos han
surgido muchas variantes: productos betabloqueantes, estereoides anabolizantes
para desarrollar potencia muscular por la vía rápida… También se hacía en la anti-
güedad. En China masticaban ramas de Ephedra (la efedrina es usada por sus efec-
tos termogénicos y de supresión del apetito). En los países boreales tomaban Amani-
ta muscaria. En la antigua Grecia hubo casos de atletas a quienes les extirpaban el
bazo para mejorar su rendimiento deportivo. Se ha hablado incluso de inyecciones
de la propia sangre siempre para mejorar marcas. Una ironía exclamar luego de eso
el lema olímpico: «Citius, altius, fortius» («más lejos, más alto, más fuerte»).
163
LUIS PANCORBO
dowayo. Tribu de kirdis, como llaman en Camerún a los paganos de los montes
del norte del país. Fueron objeto de estudio por parte del «antropólogo inocente»
Nigel Barley, dueño de un método de trabajo que no excluía el humor. Habla de su
vecina Alice, «una vagina amarga», o de que «los dowayo, por ejemplo, suelen gra-
barse dibujos geométricos en la piel. ¿Lo hacían también los ninga? No, ellos sólo
se cortaban los dedos». Y el academicismo antropológico que se aguante, que ya
dice el propio Barley: «Honni soit qui Malinowski». Barley no ha sido el único en
poner del revés la monografía etnológica clásica, también pescaron ahí los seguido-
res del gran patrón GEERTZ, como recordaba CARDÍN en el prólogo del El antropó-
logo inocente. Ironía y ETNOGRAFÍA, en efecto, un cóctel explosivo, y semejanzas
de temas sacándoles siempre punta: «…era algo relacionado con las connotaciones
sexuales de los ñames con forma de pene…». Barley daba vueltas a ese asunto de
los ñames y sus formas para solucionarlo hasta el mismo momento en que se de-
rrumbó; no podía dar un paso más a causa de una hepatitis de caballo. «La compa-
ración no resulta ni ofensiva ni degradante: se sitúa en una especie de entre-deux
que tiene una clara función cognoscitiva» [Cardín, 1989].
164
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
dragón. Serpiente con alas que vuela en los mitos y en la imaginación de mu-
chas culturas. La diferencia es que, así como en Oriente el dragón fue bueno, be-
nefactor, luminoso, en Occidente se aparejó a una fuerza maligna, oscura, de las
profundidades de la tierra. El dragón es la bestia absoluta que ha de
ser derrotada por san Jorge en Estocolmo o por san Jordi en Barce-
lona. En China, el dragón es el símbolo del Emperador, y drago-
nes de todo tipo pueblan los HORÓSCOPOS como los propios
cielos y tierras. Las «líneas del dragón» —como las «líneas de
canto» de los ABORÍGENES (> DREAMTIME)— van marcando el
terreno chino de señales y augurios, adjudicando ciertas pro-
piedades buenas o malas que se dilucidan con el FENG SHUI.
Hay nueve parecidos del dragón, según Wang Fu: sus cuernos son como los del
ciervo; su cabeza como la del camello; sus ojos como los del diablo; su cuello como
el de la sierpe; su vientre como la almeja; sus escamas como las de la carpa; sus ga-
rras como las del águila; las plantas de sus pies como las del tigre; sus orejas como
las de la vaca». Los dragones más verdaderos siguen siendo lo varanos de Komo-
do: aunque raramente superan los dos metros de longitud, escupen una saliva tóxi-
ca.
165
LUIS PANCORBO
res frente al salvajismo, la incultura, etc. de los dravídicos del sur. Un CLICHÉ in-
sostenible cuando hoy es bien conocida la antigüedad y finura de la literatura
tamil.
166
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
duendes. Seres extraordinarios comunes a casi todas las culturas, aunque no hay
dos duendes iguales. En la antigüedad romana, los había al menos de tres clases: lares
o benéficos, larvas o malignos, indiferentes o lemures [Feijóo, 1773]. El padre Anto-
nio de Fuente La Peña, autor del impagable tomo El ente dilucidado o discurso único
novísimo que muestra hay en la naturaleza animales irracionales invisibles y cuáles
167
LUIS PANCORBO
sean (Madrid, 1676), prueba —según Feijóo— «que los duendes ni son ángeles bue-
nos, ni ángeles malos, ni almas separadas de los cuerpos». Silfos, gnomos, genios,
OGROS, Poltergeist (en alemán, «duende burlón»), djénoun, gobelins, bergmaem-
lein… la lista es amplia aunque hay quien, como Edouard Brasey [2004], ha tratado
de ser exhaustivo, recopilando el universo feérico o de todas las criaturas mágicas.
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E Escapo de una finta, peluza a peluza
César Vallejo, Trilce, XII
ebu gogo. Ser legendario que habitaría en los bosques de la isla FLORES (Indo-
nesia). Significa «abuela que come cualquier cosa», aunque los isleños lo asocian a
una especie de mono humanoide que trepa a los árboles, de apenas un metro de
estatura, grandes pelambres y brazos colgantes, cosa que recuerda a los ORANGU-
TANES. El hallazgo del HOMO FLORESIENSIS ha vuelto a propulsar la investigación
sobre los presuntos ebu gogo, que no se avistaban desde tiempos de los colonos
holandeses. Bert Roberts, de la Universidad australiana de Wollogong, se ha suma-
do a quienes creen que los ebu gogo no sólo existen, sino que podrían estar vivos
en algún rincón de la Insulindia, siempre en ese terreno lleno de ambiguas evolu-
ciones que es la Línea de Wallace.
Edén. Hay un jardín bíblico y clásico: «En Edén, en el huerto de Dios estuviste:
toda piedra preciosa fue tu vestidura; el sardio, el topacio, diamante, crisólito,
onique y berilo, el zafiro, carbunclo y esmeralda, y oro, los primores de tus tam-
boriles y pífanos…» (Ezequiel 28,13). Pero no menos maravilloso es el Edén de la
epopeya de Gilgamesh. Este héroe, dos tercios divino y un tercio humano, tras sa-
lir de la misteriosa galería subterránea, una de 1.100 metros excavada en la roca
que iba desde Bylkalein hasta el Tigris, «la calle subterránea del
Sol» [Gaster, 1960], llega al Jardín de las Delicias adornado «con
toda clase de piedras preciosas». La BIBLIA viene después del Gilga-
mesh, aunque este libro sea más imaginativo y su recorrido no aca-
be en el Edén de piedras preciosas. Es más, tiene la Isla de los Bea-
tos, lugar maravilloso donde vive el sabio Utnapishtim, «en la
confluencia de dos corrientes», o dos mares. Esa isla queda en los
confines del mundo, donde se guarda el secreto de la vida eterna, y
hasta allí llega Gilgamesh, héroe y sabio. Él conoce la planta que da
la inmortalidad, o si no, la que alivia y repara la decrepitud, la hao-
ma de la mitología iraní —una especie de SOMA—, que crece en la
169
LUIS PANCORBO
isla del lago de Vurakasha. Pero Ahrimán, dios del mal, crea una lagartija que se
nutre de esa planta y la controla, como hace la serpiente bíblica con la manzana.
Eguzki / Ortzi / Ost… Dios del Sol en el panteón vasco, con parecidos con
Thor, Júpiter o Zeus. Es quien viaja por las noches a los fabulosos mares rojos, o
mares bermejos (itxasgorrieta). La Luna es Ilargia (Illargi, Ilazki). Mari, una espe-
cie de PACHAMAMA vasca, tiene como consorte a Sugaar (Mayu), una serpiente ma-
cho, o culebro, también dios que cruza el cielo con el rayo. Sus dos hijos fueron el
buen Atarrabi, una especie de Abel, y Mikelatz, una especie de Caín. La mitología
vasca es fecunda y figura también en ella el alma que aparece, argi («luz»), izugarri
(«luz sagrada») o arimaerratu («alma errante»), pues, como decía el sabio Baran-
diarán [1960] en euskera: «Izena duen guztia omen da» («a todo nombre corres-
ponde un ser»).
élan vital. Espíritu vital, impulso o fuerza vital, con la característica de crear
constantemente. Según Bergson, el élan vital es la clave del cosmos y de uno. Ber-
nard Shaw lo copió para idear su life force, o «fuerza vital». «Está como muerto en
los metales, como dormido en los vegetales, como un sueño en los animales; pero
en nosotros es consciente de sí mismo» [Borges, 1980]. Pío Baroja [1919] lo ponía
en función de la teoría de la mutación brusca de De Vries, dogma de los filósofos
CHAPELAUNDIS. Los sioux (> LAKOTA) de las praderas lo tenían a su aire (> VACON-
DA).
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
existencia, en las fronteras del país de Damut, entre Abisinia y sus países vecinos
de las fuentes del Nilo, «…de una pequeña comarca donde los dos tercios de la
tierra son de oro. Es lo que buscaban los portugueses y no han encontrado; es el
principio de todos esos viajes; los patriarcas, misiones, conversiones no han sido
más que el pretexto» [Voltaire, 1962]. Edgar Allan Poe [1849] lo pintó en su pre-
cioso poema «Eldorado» en «las montañas de la Luna, bajo el valle de la Sombra».
elfos. Dioses o diosecillos del aire más que de otro elemento, y del norte de Euro-
pa más que del sur, donde entes parecidos reciben nombres como DUENDES… Exis-
tentes o menos, los elfos son muy simpáticos danzando por las noches en los prados
e invitando a los humanos a unirse a su rueda, un tanto peligrosa pues conduciría a
la muerte. Los elfos se esconden en cuevas, lagos, fuentes, sobre todo con cierto va-
por, o niebla, y atravesarían las puertas sin problema. Sí, pero… «Había en Mont-
martre… un hombre excelente llamado Dutilleul que poseía el don singular de po-
der atravesar los muros sin molestia alguna» [Aymé, 1943]. El Passe Muraille ha
sido inmortalizado en el barrio parisino de Montmartre con una escultura muy ex-
presiva de Jean Marais, inaugurada en 1989, que muestra a un hombre sacando la
cabeza, las manos y una pierna de un muro en plena calle. Los elfos, más que «con-
densaciones energéticas emergiendo del universo…» [Chevalier, 1982], son imáge-
nes que animan al no discernimiento en una escala racional, sino a dejarse ir por el
tobogán de los cuentos infantiles comunes en todas las culturas y edades.
171
LUIS PANCORBO
Conquista, poblándose de nombres, de los que suelen venir casi por si solos, a ve-
ces antes de las cosas, como Boyuca, Ananeo… o BIMINI. Éste último resiste desig-
nando a un par de islitas prodigiosas en las Bahamas. Juan Ponce de León partió
de Puerto Rico —fue el fundador de San Juan y allí está enterrado— y llegó en
1513 a Florida, que creyó una isla. Fue su mayor descubrimiento real. La Fuente
que buscaba con tanto ahínco le esquivó, llenándole de sinsabores. Debió poner
proa a la isla Porto Santo (Madeira) donde se encuentra la Fuente Areia, con las
mismas presuntas virtudes de la Fuente de la Eterna Juventud. También había un
manantial así en el patio de la mezquita de Sheikhantaur de Tashkent (Uzbekis-
tán), un sitio sagrado desde los tiempos de Alejandro Magno, y luego de los zoro-
astrianos y de los musulmanes, a partir del siglo VIII.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Elrik. Nombre del Maligno para los TÁRTAROS del Altai. «Se le ofrecen sacrifi-
cios para aplacarle… se le inmolaban animales de color negro…; los animales de
color blanco son las víctimas… en el culto al Ser supremo que reside en el cielo».
Henninger, del Instituto Anthropos, recogió muchos mitos y nombres del diablo:
BAAL, Ahrimán, ngaa, LICÁNTROPO, coyote… [Cristiani, 1957].
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LUIS PANCORBO
embarazo. Aquellos en los que concurren los espíritus han sido muy habitua-
les en Papúa-Nueva Guinea (> BALOMA), generando en esa zona de los mares del
sur cantidad de literatura antropológica (Malinowski y otros). Se ha tratado menos
el tema en otras regiones del mundo. «Los ESQUIMALES piensan que el embarazo se
produce cuando un niño-espíritu trepa por las orejas de las botas de una mujer y
es alimentado con semen» [Harris, 1990]. Negar al semen capacidad de procrea-
ción también fue idea de los hombres murngin de Australia, que primero sueñan a
los niños-espíritus que están en el pozo sagrado y éstos salen y se introducen con
forma de pez en el útero materno. Tampoco es extraño que pueblos que practican
la POLIANDRIA (por ejemplo, los TAMILES) crean que el niño se origine por el semen
de varios hombres. «Para los alorese de Indonesia, el hijo se forma a partir de una
mezcla de fluidos seminales y menstruales» [Harris, 1990].
enanos. Fueron famosos en España a fines del siglo XIX los «hombrecillos de
Aljarafe». Se trataba de los hermanos Gabriel y Pedro Benítez Campos, hijos de
Gabriel y Sebastiana, naturales todos de Pilas, en la provincia de Sevilla. Gabriel,
de veintinueve años, porquero, medía 97 centímetros. Pedro, de veintiséis, tenía
una estatura de 94 centímetros y 8 milímetros. «Ambos individuos son callados y
discretos, amables y de generales simpatías... no son ni idiotas, ni imbéciles, ni cre-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
endulçaderas. Mujeres que sabían fórmulas mágicas con fines curativos en-
tre los SEFARDÍES de Salónica. Otras veces se llamaban carmaderas («encantado-
ras»). Sus fórmulas se usaban para quitar el mal de ojo a los niños, o para quitar el
miedo, dos de las afecciones más terribles en la infancia. Si era cuestión más menu-
da, como un estornudo, la madre lo solucionaba diciendo: «Bivas, crescas y enflo-
rescas como el pexe en el agua fresca». En Salónica también tenían otra arraigada
costumbre, celebrar la llamada tekufá, literalmente «la dulce». Era cuando se re-
cordaban los tres o cuatro periodos del año cuando son relevados los ángeles en-
cargados de custodiar las aguas y, por lo tanto, cuando los demonios ven el terreno
libre y acuden a envenenarlas. La tekufá coincidía con los cambios de estación y,
entonces, no se podía beber agua, especialmente los niños, porque se les hincharía
la tripa. Había un remedio y era echar unas gotas de aguardiente, jugo de limón y
algo dulce, además de sumergir un pedazo de hierro en el agua [Molho, 1950]. Se-
gún el rabino Huma, las fiebres cuartanas se curan tomando «siete espinas de siete
palmeras… siete granos de ceniza de siete hornos… siete semillas de siete enci-
nas…». Todo eso y más, rescatado por Michael Molho, formaba parte del indulço
o «encantamiento». La endulçadera o indulçadera (del verbo endulçar, «preparar
cosas dulces») solía ser una anciana —en otras partes se llamaría BRUJA—, alguien
que conoce las fórmulas, plantas y CONJUROS, que pone tres bolitas de plomo en el
fuego hasta fundirlas y luego las mete en un tarro de gres que se coloca sobre la ca-
beza de un enfermo aquejado de miedo, junto a una camisa y un huevo. La endul-
çadera echa el plomo en agua y, en la efervescencia, lee, o averigua, quién causa el
miedo al paciente, si es un hombre o un animal, o una sombra. Esas curanderas
también ponían cataplasmas contra los terrores (con nueve ramitas de albahaca,
nueve naranjas amargas, nueve higos, tres clases de azúcar y leche de 21 senos de
mujer…). Todo ese mundo mágico de los sefardíes de Salónica resistió hasta la Se-
gunda Guerra Mundial. Los nazis deportaron y mataron 50.000 sefardíes en Aus-
chwitz, Birkenau y otros campos de exterminio. Dentro de ese horror, 365 judíos
de Salónica fueron salvados del campo de exterminio nazi de Bergen-Belsen (Baja
Sajonia) por Sebastián Romero Radigales, canciller de la embajada española en
Atenas. Pocas decenas quedan hoy en la judería de Salónica para atestiguar la im-
portancia de la mayor comunidad sefardí en el oriente de Europa.
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LUIS PANCORBO
años y no murió, sino que Dios se lo llevó. El Libro de Enoch, obra polémica y zig-
zagueante donde las haya, ha generado no menos de 100.000 textos, subtextos,
atribuciones, interpolaciones… Y un gran impacto para que no se sepa a ciencia
cierta si son cinco las partes del Libro de Enoch, si es que son de Enoch, y no frag-
mentos apócrifos y seudoepigráficos, o si estuvieron redactadas originalmente en
ARAMEO y no, como parece, en gheez etíope. Fue un libro tomado por Sagrada Es-
critura por los Primeros Padres de la Iglesia y por el propio Tertuliano, aunque
tampoco estuvo claro si era un texto más judío que cristiano o al contrario. El mis-
terio de Enoch es de los más resistentes y aún sigue dando alas a muchas fantasías
con su mezcla de materiales literarios que van del 200 a.C. al 50. Sin duda, Enoch I
contribuye sobremanera a las VISIONES intertestamentarias de ÁNGELES, CIELO, jui-
cio, RESURRECCIÓN y del MESÍAS. «Ese libro ha dejado su sello en muchos escrito-
res del Nuevo Testamento, de modo especial en el autor de la Revelación» [Evans,
1992]. Enoch I está lleno de sugerencias extrarreligiosas. El llamado Libro de los
vigilantes incluye dos primeros viajes astrales, y los realiza Enoch; hay además si-
militudes o parábolas; estudios astronómicos; visiones de los sueños, y, por fin, la
«epístola de Enoch». Demasiado saber, expresado con curiosa ambigüedad, para
alguien antediluviano, como Enoch, y encima para una obra que es en su mayor
parte anterior a lo que se denomina «BIBLIA». Y que no tiene pelos en sus variados
pergaminos cuando trata el tema de los ÁNGELES CAÍDOS, cuestión que cristianos y
judíos coincidieron en deplorar. Pero lo que no admite discusión es que en la cue-
va IV de Qumran aparecieron fragmentos del Libro de Enoch en arameo (de don-
de pasaría al hebreo, de ahí al griego y, de ahí, al gheez). Cierto es asimismo que el
Libro de Enoch fue recogido en su canon por los ortodoxos etíopes y que obtuvo
cierto predicamento entre los protestantes. James Bruce, al volver en 1773 de su
fabuloso viaje de seis años por Etiopía, llevó consigo tres copias del Libro de
Enoch, algo que en esa época era más valioso que el oro. La obra no se tradujo del
gheez al inglés hasta 1821 (por Richard Laurence, arzobispo de Cashel). El Libro
de Enoch aún origina debates en la televisión británica y si, para algunos, es el pa-
radigma del conocimiento, para otros no deja de ser, lo mismo que sus derivados
(Las llaves de Enoch), un ejemplo de «parafísica», si no de «patafísica», fino neo-
logismo del padre Ubu, aquella criatura de Alfred Jarry tan dotada para todo tipo
de soluciones imaginarias.
Equatoria. Una provincia del sur de Sudán que ha sido víctima de las últimas
convulsiones del país, la guerra crónica entre cristianos y musulmanes, hambrunas,
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LUIS PANCORBO
eructo. Signo de aprecio tras una buena comida entre algunos árabes y a menu-
do acompañado de la expresión «Alhamdulilah» («gracias a Alá»). También tiene
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ese sentido entre los TORAYAS, animistas de Sulawesi (Célebes), así como es precep-
tivo comer con los dedos (y de la mano derecha, la izquierda es impura). En cues-
tión de usos, como en gustos, el campo es amplio. Es normal que dos hombres be-
duinos se besen frotándose la nariz cuando se encuentran (como antiguamente los
INUIT). Y en Rusia no sorprende que los hombres se estampen varios besos en me-
jillas y hasta en la boca.
Erythia. Isla fabulosa de Cádiz. «Isla Aprodisias» según Plinio, junto a la cual
habría nacido Geryon de Tartessos, como indican unos versos de Stesichoro: «En-
frente de la ínclita y celebrada Erythia, a la vista de las plateadas caudalosas fuen-
tes del río Tarteso…». Allí debió haber una caverna con un templo consagrado a
Venus Marina y un popular ORÁCULO (Oraculum Menesthei). Joaquín Costa
[1888] discute que ése, y otros temas sacados de la poesía religiosa gaditana, de-
bieran atribuirse a Habidis, como sostiene A. Delgado en Nuevo método de clasi-
ficación de las medallas autónomas de España. Para Costa, más bien debió ser que
Habidis «recibió el ser de los poemas e himnos teogónicos de la Bética citados por
Asclepiades Mirleano…».
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LUIS PANCORBO
En 1980 se proclamó una abolición esclavista en Mauritania, pero diez años des-
pués se calculaba en 100.000 el número de ab, «esclavos», y en 300.000 los harra-
tin, «ex esclavos» o «semiesclavos». Sin embargo, un antiguo esclavo, Sguier Uld
Mbarek, de cuarenta y nueve años, era nombrado primer ministro del país en julio
de 2003. Los baqqara islámicos del sur de Sudán son acusados de ejercer la trata
entre el silencio ominoso de muchos. Las conciencias quedan golpeadas de vez en
cuando. El barco Etireno fue detenido en Gabón en junio de 2001 con su carga-
mento de 23 niños de Benín, Malí y Togo, para su venta como esclavos. En el Sara-
wak Oriental (isla de Borneo), la etnia de los kayan, perteneciente a los ORANG
ULU, poseía siervos casi con la categoría de esclavos hasta hace pocas décadas. No
debe extrañar que aún haya cerca de 27 millones de esclavos en el mundo (según
datos de National Geographic, septiembre, 2003), y la mayor parte son niños, los
esclavos del siglo XXI, niños que trabajan en talleres de la India, picando piedras en
los Andes, cosechando caña de azúcar en Myanmar, cultivando algodón en Benín,
sembrando cacao en Costa de Marfil… Niñas prostitutas de Asia, África, Améri-
ca…, pero que contribuyen con 13.000 millones de euros a la economía global.
esenios. Secta judía que parece haber surgido en el año 150 a.C. y que seguía el
Antiguo Testamento de forma laxa, dado que sus adeptos también practicaban cul-
tos solares y pitagóricos. Se cree que muchos de los manuscritos encontrados en
Qumran, a orillas del mar Muerto, fueron textos esenios que puntualizan y corri-
gen las historias de los EVANGELIOS. También se cree que los esenios daban mucha
importancia ritual a las túnicas blancas, de lino (cosa que después fue corriente en-
tre gnósticos, CÁTAROS...), siendo de actitudes pacíficas, a diferencia de los más
aguerridos ZELOTES. «Los esenios del mar Muerto y los esenios libres, así como la
secta del Nuevo Testamento de Damasco, ejercieron el experimento del comunis-
mo, pero pronto quedó en el olvido» [Graves, 1984]. Sin embargo, los llamados
«evangelios esenios» siguen estando en el ojo del huracán, como si pudiesen conte-
ner aún el revés de la trama del CRISTIANISMO tal como fue contado. Sin contar con
que Jesús, de existir, pudo ser esenio.
Esmara / Smara. Ciudad santa del Sahara Occidental (antiguo Sahara espa-
ñol). Fue fundada en 1898 por el jeque Malainin (Chej Ma El Ainin) junto al río
Uain Zeluan, afluente de la Sagia el Hamra. El jeque, autoproclamado MAHDI en
1895, capitaneaba con igual ardor a sus guerreros, los hombres azules, que a una
cofradía mística sahariana (la de los Fadelïa). «Dicen que en ciertos años se llega-
ron a concentrar hasta tres mil tiendas, cosa que parece hipérbólica…» [Caro Ba-
roja, 1990]. Tras el abandono de Smara o Esmara («junco») en 1910, la ciudad
santa fue destruida por el coronel francés Mouret tres años más tarde. España pasó
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
espejos. En el siglo XIX llegaron a Europa vía Venecia los magic mirrors, «espe-
jos mágicos» de China que en apariencia eran opacos, superficies bruñidas de me-
tal, pero que podían hacer aparecer imágenes de BUDA y otras. En 1886, Henry Ja-
mes regaló un espejo mágico a Stevenson, poco después de que éste hubiera usado
uno en su novela sobre Jekyll y Hyde [Rankin, 1987]. Pero para espejos intrigantes
los del ALEPH. «Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque
yo claramente la veía desde todos los puntos del universo» [Borges, 1971]. El prin-
cipal espejo es el mundo, y así la Tierra es el Aleph o espejo del mundo superior.
Otros espejos son secundarios. El espejo de Iskandar Zu al-Karnayn, o Alejandro
Bicorne de Macedonia, tenía una virtud: «En su cristal se reflejaba el universo en-
tero» [Borges, 1971]. U otros espejos que menciona Burton por boca de Borges: la
séptuple copa de Kai Josrú, el espejo que Luciano de Samosata vio en la Luna, la
lanza especular del Satiricón, el espejo universal del mago Merlín… Sin olvidar el
espejo sin óptica de la mezquita de Amr de El Cairo, en una columna del patio
central, algo tan absoluto como el dios BRAHMA, el que porta el espejo roto donde
se refleja la humanidad.
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LUIS PANCORBO
esquela. Puede haberlas de varios tipos, pero en España siempre han destacado
las mortuorias. «Las esquelas se sirven en España con el desayuno» [Carandell,
1975]. Es mucha la mies obituaria. Desde epitafios en verso —«La deuda que al
nacer / contrajeron los mortales / pagó dejando de ser / Pedro Alcántara Corra-
les»— a poemas satíricos como los que usan los mexicanos el Día de Difuntos a
modo de felicitaciones. Así se llega a prosas necrológicas de mucho sentimiento
publicadas en periódicos diversos: «Arrodilló su alma ante Dios…». O una, más
habitual antaño, que dice: «Se durmió plácidamente en los brazos del Señor». La
familia encarga la esquela y ruega o encarece la asistencia al entierro y a la misa de
réquiem en sufragio del alma concreta. El semanario El Adelanto Bañezano publi-
có una esquela sonada en el 1.938 aniversario de Jesús de Nazaret, «que murió
crucificado en Jerusalén a los treinta y tres años de edad, después de dar (no de re-
cibir) todos los sacramentos. Su desconsolada madre; María, tíos, primos y demás
familia» [Carandell, 1975]. Después de todo las rarezas son relativas: los DOWAYO
de Camerún «ven la muerte como una CIRCUNCISIÓN… especialmente dura en la
que se descubre el pene en casi toda su extensión». Y en Transilvania «sigue exis-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tiendo la costumbre de casar a un cadáver soltero con una persona viva» [Barley,
2000].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
el asunto del dinero, pero sin dejar de incluir un componente de lo que antes se
llamaba «neurastenia». «Un poco de neurastenia no está mal. Le da a la vida un
aire de folletín» [Baroja, 1951].
Estruc. Si es que existió, el conde Arnald Estruc fue el más genuino conde Drá-
cula de la península Ibérica. De haber vivido, fue en la Edad Media, siendo un ca-
ballero que participó en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Sus fechorías ha-
brían acaecido en el Alto Ampurdán, quizás hacia Llers, un pueblo donde todo es
posible, incluso más que en Granada. Fages de Climent (1902-1968) hizo un libro
de poemas sobre Las Bruixes de Llers y lo ilustró Dalí, su paisano de Figueres. Es-
truc no fue el único vampir catalán. Los hubo insignes como l’Ugarñés, del castillo
de Estella, que comía niños y bebía su sangre. Y els dips de Prat, animales vampíri-
cos que han dado patas al escudo de Pratdip. Ninguno comparable al conde Es-
truc que sólo con su nombre acollonaba en los parajes de Llers, de por sí cargados
de brujas [Ávila, 2002]. Pronunciar su nombre daba mal fario dado que estruga
era una manera de decir BRUJA vampiresca en esa región (los genuinos vampiros de
Transilvania eran los strigoiaca). Estruc también sería «suerte», tal vez más fuerte
que sors. En catalán se dice mala estrugança a la mala suerte, por ejemplo cuando
pierde el equipo de fútbol. Claro que: «La buena suerte tampoco es perenne; en
consecuencia, no es útil apegarse demasiado a las cosas cuando todo nos va bien»
[Dalai Lama, 2003].
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LUIS PANCORBO
etas. Miembros de un grupo social japonés con más de dos millones de personas.
Antaño se les consideraba impuros, contaminantes, y eran repudiados socialmente.
Sus trabajos se desarrollaban en mataderos, cementerios, industrias de cuero, hor-
nos crematorios… y, en parte, aún sucede eso. Si se recibe la visita de un eta luego
hay que purificar la casa con sal. Otros grupos, víctimas de un cierto desprecio so-
cial, son los BURAKUMIN, kankoujins, kuronbos (como llaman en Japón a los negros,
incluso a los cingaleses de Sri Lanka), shirois, asia-jins, chugokujins, hafus… todos
ellos ciudadanos de segunda o tercera clase. Aparte están los gaijins, «extranjeros»,
tanto como decir extraterrestres, aunque para eso es peor, más derogatorio, usar el
término gaikokujin o incluso el de keto para llamar a los no japoneses.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
eternidad. Un momento entre lo que es, lo que fue y lo que sería. O una playa
fluvial en la que coinciden los tiempos antiguos y futuros. «La eternidad es todos
nuestros ayeres, todos los ayeres de todos los seres conscientes… Platón dijo que el
tiempo es la imagen móvil de la eternidad» [Borges, 1980]. Por eso Borges se atre-
ve a concluir que «el tiempo vendría a ser un don de la eternidad». A Borges le de-
leitaban estas y otras libélulas del pensamiento, como la del metafísico inglés James
Bradley, según el cual el tiempo fluye desde el porvenir hasta el presente: «…aquel
momento en el cual el futuro se vuelve pasado, es el momento que llamamos pre-
sente». La eternidad para un isleño partidario de MORO en la Weather Coast de
Guadalcanal (islas SALOMÓN) empieza por una unidad de tiempo, un par de cose-
chas de ñames coincidentes con un par de solsticios lunares. Si eso viene bien, em-
pieza el mundo a girar como debe. Aunque el año es algo largo y secundario. Im-
porta cada atardecer, cuando salen los espíritus. En Lisiala (isla Malaita), los años
(falisi) son lunares y arrancan en diciembre, al acabar la estación de los cangrejos
[Waleanisia, 1989]. Eso se junta con el nuevo ciclo y todo se enrosca al fin en lo
que puede parecer un soplo, o una eternidad.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
etnología. Ciencia de los pueblos. En Europa suele coincidir con lo que en los
países anglosajones denominan ANTROPOLOGÍA, o ciencia del hombre. Impecable
es la definición de Lévi-Strauss: «La antropología es una conversación del hombre
con el hombre». Las fronteras siempre tenues entre antropología, sobre todo AN-
TROPOLOGÍA SOCIAL, y etnología se desbordan inundando los campos de la paleon-
tología, de la geografía humana, incluso de la historia, de «una historia que no re-
posa en los aconteceres (non eveneméntielle)…» [Leroi-Gourhan, 1984]. El
propio Leroi-Gourhan ha tildado la etnología de «un complejo científico más que
una ciencia». Ante estas y otras reservas, el límite más claro parece ser el existente
entre antropología y etnología, por un lado, y entre ETNOGRAFÍA, por otro. En
Francia lo tienen más claro desde la decisiva asociación en 1928 entre Paul Rivet y
Marcel Mauss para fundar el Instituto de Etnología de la Sorbona. La tendencia
anglosajona, en cambio, se dirige a unir en antropología lo que es etnología y etno-
grafía, para luego subdividir la antropología en cultural, física, social, económica…
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LUIS PANCORBO
eugenesia. Los hinduistas creen que lo que se nace se es: barbero de Bihar du-
rante toda la vida (o hasta la próxima vida). Lo más opuesto a ese determinismo,
soplado al fuego como un vidrio por las convicciones religiosas, es la eugenesia. Se
dirá que la mejora eugenésica se refiere a lo físico, a lo biológico, no a lo cultural.
A las castas del toro, no a las CASTAS del GANGES. Cuando se han sacado doctrinas
para la mejora de las razas, la humanidad se ha echado a temblar. Las vacas, el tri-
go, el maíz, todo eso puede servir al hombre. Una reproducción humana con el én-
fasis puesto en cualidades positivas (inteligencia, fuerza…), constriñendo o elimi-
nando los aspectos negativos (taras, defectos…), puede llevar al abismo soñado
por Huxley en Un mundo feliz. El súmmun del mendelismo, que no el summum
bonum de la ética, llegó a su apogeo con los trabajos de eugenesia criminal del
doctor Mengele. En biología animal, donde duele menos, eso parece, los estudios
están muy avanzados. Thomas Miller, entomólogo de la Universidad Riverside (Es-
tados Unidos), ha conseguido un gusano genéticamente modificado para acabar
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
con las plagas de gusanos rosados que comen los algodonales, dado que porta un
gen letal para su especie.
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Evangelios. Oficiales son los de Marcos, Lucas, Mateo y Juan. Los tres prime-
ros se conocen como «sinópticos» y cada uno trata de dar una visión historicista
del tema, aparte del alcance religioso. El de Juan es más bien un evangelio onírico,
pero los cuatro evangelios clásicos, siendo demasiados, por ejemplo frente al Co-
rán, que es un solo libro verdadero, revelado y listo para su interpretación, no aca-
ban el arsenal de textos fabulosos del CRISTIANISMO. En 1946 llegaba el hallazgo
decisivo de los rollos de Qumran en el mar Muerto (Israel), conocidos con las si-
glas castellanas RMM o con las inglesas DSS (Death Sea Scrolls). Por otro lado, en
Nag Hammadi también se han hallado «evangelios gnósticos» de gran interés. Hay
un evangelio atribuido a María MAGDALENA, personaje de actualidad por el libro
de Dan Brown [2003], aunque Martin Scorsese, director de La última tentación de
Cristo, presentaba de forma explícita la relación entre Jesús y la Magdalena. En el
rollo «1QM» (quiere decir «1 Qumran Primera Gruta»; «M» está por Milhamah,
o «Guerra») se lee la frase «la guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las
Tinieblas» y eso dentro de una «Regla de la Guerra», de 19 líneas, pero de una
densidad interpretativa que no cesa de dar alas a la imaginación. Hay quien ve ahí
un combate entre ÁNGELES y demonios, incluyendo algunos en ese último término
a los hebreos criminales, fuera de la comunidad, incluso a los paganos llamados fu-
tili, «fútiles». Al parecer, los Hijos de la Luz vencerán tres veces y perderán otras
tres veces. El séptimo enfrentamiento lo ganarán por la intervención de Dios. La
datación del rollo «1QM» no está del todo clara, entre el 110 y el 70 a. C, con lo
que el misterio está servido: ¿qué MESÍAS llegó antes de Cristo, o qué escriba re-
dactó esa Regla, si no Evangelio? Dicho de otro modo, ¿qué versión del mito se
prefiere?
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
interior, donde cazan ardillas y osos y pastorean renos. Antaño sus viviendas eran
de corteza de abedul. Creían en espíritus (considerados los señores de las monta-
ñas, del agua y de los elementos) y en los chamanes (> CHAMÁN), que controlaban
a los espíritus malignos. En eso, los antiguos even no diferían de otros SIBERIANOS
del sur, como los altaicos y buriatos del lago Baikal. Hoy difuminan sus antiguas
creencias con restos de leninismo, se apuntan algunos a los ortodoxos, o a los Tes-
tigos de Jehová, y tratan de enderezar su vida tras tantos CHOQUES culturales en las
bellas regiones marítimas y serranas de KAMCHATKA, nunca lejos de los osos y los
salmones.
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ner este cartel en el cementerio: «De par le roi, défense á Dieu / de faire miracle en
ce lieu !» («¡Por orden del rey, se prohíbe a Dios hacer milagros en este lugar!»).
Sin embargo, a Saint-Médard llevaron epilépticos de toda Francia y allí los some-
tían al secours, un socorro que consistía en darles de bastonazos, cuando no en cla-
varles directamente en una cruz. La Inquisición también entró en España en este
terreno de perturbación, aunque en principio no fuese su mayor desvelo. En 1662,
el presbítero Matheo Guerrero Morillo, natural de Cieza (Murcia), publicó Conju-
ros contra tempestades, langostas, pulgón, cuquillo y otros animales nocivos que
dañan y infectan los frutos de la tierra. La coniuratio cuarta de ese libro, tras la lar-
ga tira de invocaciones a «Iehoua, Elohym, Saday, Eloy, Heli, ADONAI…», entra a
saco en el exorcismo contra las locustas, que no por llamarlas con ese latinajo eran
menos perniciosas.
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F Foragido tormento, entra, sal
por un mismo forado cuadrangular.
César Vallejo, Trilce, LIV
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
fang. Etnia de origen BANTÚ de Río Muni (Guinea Ecuatorial), Gabón y Came-
rún. Fang en inglés es «colmillo» (por ejemplo, de serpiente). Fueron conocidos
como pamúes por la literatura colonial española. Diversas migraciones llevaron a
los fang desde un lugar más bien especulativo, tal vez el sur de Egipto, hasta el
Atlántico, atravesando buena parte de África. Otros autores [Panyella, 1965] des-
tacaron también afinidades con los zandé y los MANGBETU del Alto Ubangui. Sea
como fuere, los fang, huyendo de unos no mejor precisados «gigantes rojos», se
adaptaron a la selva ecuatorial y desarrollaron un tipo muy marcado de asociación
clánica. El CLAN fang, o ayoñg, es fundamental en su sociedad. Reúne a los descen-
dientes por línea paterna de un antepasado común, el fundador del clan (eso se
hizo célebre en el clan de Mongomo que, desde el presidente Macías Nguema, di-
rige los destinos de la antigua colonia española). Los clanes son exogámicos, es de-
cir, las relaciones sexuales se verifican fuera del ayoñg, y todos dentro del mismo
llevan el mismo apellido (Nguema en el caso del clan de Mongomo). Los fang si-
guen teniendo sociedades secretas que practican el MBUETI. Poseen destreza en la
escultura de madera, aparte de otras tendencias, pues se les tuvo por antropófagos
rituales.
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LUIS PANCORBO
buenas acciones, los buenos pensamientos y las buenas palabras), mientras que la
parte inferior, la cola del gran pájaro, es el mal, lo opuesto a lo de arriba.
fariseísmo. Lo que siempre se acredita a los otros. Los cristianos a los judíos.
Los musulmanes a los cristianos. Los judíos también denostaron a los fariseos en el
TALMUD y hasta los clasificaron en apartados: el fariseo «sichemita», que no hace
más que cumplir con los preceptos para que le vean; el «rapante», que afecta hu-
mildad arrastrando los pies; el «cabizbajo»; el «¿qué cosa me queda?», pues siem-
pre cree que le faltan deberes que cumplir, y los fariseos «por temor», al castigo, y
«por amor», al premio [Cansinos Assens, 1998]. Los musulmanes hacen una gran
crítica a los hipócritas, sus fariseos, los que fingen ser islámicos virtuosos, y los lla-
man munafiqin, algo tan peyorativo como infieles o kafir (> CAFRE).
feng shui. «Viento y agua», tal como se traduce del chino, es, en realidad, la
creencia taoísta sobre la adecuada distribución del espacio. También designa el
arte de la ubicación en el espacio a fin de conseguir armonía y buena suerte. El
feng shui se remonta por lo menos al periodo de los Reinos Combatientes (770-
221 a.C.). En Hong Kong, la ex colonia británica de 1.100 kilómetros cuadrados y
unos siete millones de habitantes, el feng shui alcanza altas cotas de seguimiento y
de SUPERSTICIÓN, que lleva aparejada. Para construir rascacielos, o simples casas, se
siguen los principios del feng shui que, ante todo, sirven para equilibrar el yin y el
yang (> YIN-YANG), otro principio básico del taoísmo. Sedes de grandes bancos y
hoteles de Hong Kong han tenido en cuenta los diagnósticos de los maestros del
feng shui y su empleo de brújulas telúricas. En esos instrumentos, esenciales en la
disciplina, los 360 grados se subdividen en 24 direcciones, o montañas, y en ocho
bagua, o puntos cardinales, trigramas según el sistema de ADIVINACIÓN del Yiying
o I Ching, conocido también como «Libro de las Mutaciones». El hotel Intercon-
tinental de Hong Kong tuvo en cuenta el paso subterráneo de un DRAGÓN bajo sus
cimientos. Y el Banco de Shangai miró mucho sus aleros. Y la cercanía reparadora
del agua. Las montañas no lo son para los chinos, sino el posible lomo de un dra-
198
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ferangi. En Persia, «extranjero». Es una voz farsi que viene de «francés», como
se conocía antiguamente a cualquier forastero europeo.
fetiche. Vocablo que procede del portugués feitiço. Los primeros navegantes
europeos englobaron en feitiçeria todo el mundo de ídolos, AMULETOS y extrañezas
que veían en África y otros continentes. Se cree que el primero en emplear por es-
crito la palabra «fetiche», que acabó popularizándose en todo el mundo, fue el
francés Charles de Brosses [1760]. Fetiche era para Tylor [1888] «el soporte mate-
rial del espíritu», algo distinto del ídolo o «soporte permanente del espíritu». En
África, el mundo de los fetiches no sólo genera un mundo de creencias, sino de
arte. Los fetiches de los songye, una tribu de la República del Congo, implican cos-
mologías pese a su aspecto feroz: esculturas con arpillera, llenas de sangre, clavos,
cuernos y todo cuanto se suele aparejar con cultos demoníacos. Son muy habitua-
les los fetiches con clavos y se debe a que, clavarles así, era la forma de estimularles
para que actuaran, para que curasen o matasen a alguien. Al mismo tiempo, los
songye son dueños de una mitología clara y luminosa, basada en un concepto de la
honestidad. Un Dios Creador, Fidi Mukullu, condenó al hombre a morir porque
mintió. Antes de eso, el buen africano iba a vivir toda una inmortalidad, no en
vano su dios había hecho surgir las plataneras. Fidi Mukullu envió al Sol a por una
cesta de plátanos y el Sol volvió por la mañana temprano sin haberse comido nin-
guno. Luego, la Luna bajó a la tierra a por plátanos, y volvió por la noche sin ha-
199
LUIS PANCORBO
berse comido ninguno. Pero el hombre dijo que no se había comido ninguno al
dios Fidi Mukullu que lo sabía todo. Claro que, si ese gran dios lo sabía todo, ¿por
qué puso a prueba al hombre? Un fetiche, lleno de clavos oxidados, media todavía
entre Mukullu y la esperanza de los hombres de no perecer de un catarro, una he-
rida, un hambre, un sida… Muy voluntarioso, se dirá, aunque África era y es así.
Los kongo [Panyella, 1965] reverenciaban fetiches llamados konde, o de clavos,
los más efectivos para venganzas individuales o clánicas, con ojos que son trozos
de espejo que pueden reflejar el sol y cegar a los espíritus enemigos… Esos fetiches
tienen cavidades secretas en el estómago donde se esconden las sustancias mágicas
que ha puesto el hechicero. Como es lógico, el fetiche en sí es inerte, pero se puede
activar. Se puede acompañar su uso con una ABLUCIÓN purificadora, con una fumi-
gación, con un sacrificio con sangre de gallo o de cabrón. La MAGIA no siempre ne-
cesita seres antropomorfos, o fetiches antropomorfos, y puede ser humo: si se que-
ma la piel de una serpiente pitón, el humo será bueno para la reproducción del
ganado y la maduración del cereal [Casalis, 1861]. Así como los cristianos tienen
sus santos, sus relicarios, sus ostensorios de la HOSTIA, los paganos, los CAFRES o
simplemente los animistas consideran que los fetiches tienen una fuerza intrínseca
indudable. Entre las mujeres BASUTOS, la muñeca no es para jugar, sino una salva-
dora, una aliada de la fertilidad. Aunque esté hecha de barro, la muñeca tiene po-
der de otorgar la concepción [Casalis, 1861]. Aún usan esas cosas los hechiceros
basutos del reino de Lesotho, especialmente en las peladas montañas de Marakab-
hei. Otro ejemplo de fetiche en Uganda según Matthiessen [1999]: cuando alguien
quiere hacer un daño a un pueblo karamojong (por ejemplo, enviar una sequía),
pone una cabeza de avestruz cortada en una colina mirando hacia ese pueblo.
200
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
fisiognómica. Viendo tu cara te dirán quién eres. O no. Pero por la cara se
ha querido ver mucho carácter encerrado, que no es lo mismo que gato encerrado.
También hay caras «de perro», hombres «como bueyes», mujeres «como cisnes».
Julio Caro Baroja (1914-1995), el gran etnohistoriador y antropólogo social que ha
tenido España, escribió entre su obra formidable, que ronda el centenar de obras
originales, una notable Historia de la Fisiognómica. El rostro y el carácter (1988),
libro no en vano dedicado a su hermano Pío Caro Baroja, «hombre de imágenes».
201
LUIS PANCORBO
Flores. Nombre dado por los portugueses a una isla de Indonesia, al este de
Bali, en la actual provincia de Nusa Tenggara, con 360 kilómetros de longitud. Ro-
deada por Komodo, la isla de los varanos, Sumbawa, SUMBA y otras pequeñas islas
de la Sonda, Flores es el hogar de los indígenas manggarai, artífices de unos vi-
brantes cultos de fertilidad, llamados chachi en su lengua. Para propiciar la cosecha
de arroz, se dan de zurriagazos con unas grandes trallas de piel de búfalo. Tratan de
esquivar esos látigos y de parar los golpes con sus breves escudos. Las heridas son
todo menos leves, pero representan sus medallas al valor. Y la promesa de la abun-
dancia. Siempre en el oeste de Flores, en la cueva de Liang Bua, ha sido donde Pe-
ter Brown, Richard Roberts y otros paleoantropólogos han encontrado restos de
un ser tan prometedor como el HOMO FLORESIENSIS, o EBU GOGO para los nativos.
Föhn. Viento de los Alpes que puede producir locura, como dicen en Füssen y
otras localidades de Baviera. Allí fue donde Luis II, el llamado «Rey Loco», mandó
construir fabulosos castillos, como el de Neuschwanstein, apoteosis del kitsch y, en
otra medida, de los cuentos de los hermanos Grimm hechos piedra. La llamada
Romantische Strasse, la «Ruta Romántica», arranca en Würzburg, en las colinas de
Franconia, y llega a los contrafuertes alpinos de Baviera sin otro osbstáculo a las
maravillas del paisaje que sople de vez en cuando el Föhn. También se atribuye lo-
cura a la tramuntana (tramontana), el viento del Ampurdán, y nada se diga del SI-
MÚN.
202
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
fon. Tribu mayoritaria en Benín (antiguo Dahomey) con alrededor del 47 por
ciento de la población. Los fon son también conocidos como danhomé y fueron
súbditos del gran reino de Abomey en el siglo XVII. Se caracterizan por sus cultos
de VUDÚ que, en buena medida, pasaron a Haití con los esclavos negros.
foramontano. Literalmente, «el que sale fuera de las montañas». Este término
se aplicó sobre todo en el siglo XIX, aunque siempre referido a quienes salían de las
montañas cántabras, de la vieja Vardulia, hacia el sur. Los caminos eran varios, por
ejemplo cruzando desde Cabuérniga hasta Reinosa por el puerto de Palombera,
para, desde ahí, dirigirse a tierras de Valladolid; o por Villarcayo y Oña, por el pára-
mo de Cernégula, hasta Burgos. Un pergamino, copiado por un monje de Silos, da
cuenta de una célebre salida de los foramontanos con la frase: «Exierunt foramon-
tani de Malacoria». Eso pudo ser Mazcuerras, junto al río Saja, según Víctor de la
Serna [1959]. El Camino Real, uno de los usados por los foramontamos, fue el de
Carlos V cuando llegó de Flandes en 1517 a tomar posesión del reino de Castilla.
fore / foré. Tribu del valle y montes de Okapa (Papua Niughini). Los fore, o me-
jor, south fore, son uno de los en torno a 800 grupos étnicos de la gran isla de los
papúes. A partir de 1958, ese grupo se hizo tristemente famoso porque hubo mu-
chos casos de KURU en una población de unas 8.000 personas. El kuru fue una en-
fermedad producida por un slow virus de resultas de practicar el canibalismo ritual.
Frazer. Aunque la caza de sir James George Frazer (1854-1941) sea un nuevo de-
porte, ningún antropólogo puede ignorar que fundó el COMPARATIVISMO, o al menos
203
LUIS PANCORBO
lo llevó a niveles de sistematización difíciles de igualar. Cuanto más le critican los an-
tropólogos con penchant científico, menos erosionan las bases de un discurso que
hunde sus raíces en la traducción y exégesis de Pausanias (1898) en seis volúmenes.
Con los Fasti de Ovidio, Frazer llenó otros cinco tomos en 1929. Gran latinista y he-
lenista, fue portentoso cuando aplicó su rigor y su lupa a la ETNOLOGÍA de socieda-
des muertas, o mejor dicho, antiguas, aunque siempre aleccionadoras. Pero también
estableció puentes con el TOTEMISMO, «poder-refugio al que el hombre confía su es-
píritu vital para ponerlo a salvo» [Poirier, 1987], tema caro a Freud. Frazer, lanzado
a ello, escribió como un torrente inagotable Totemismo y exogamia (1910), en cuatro
volúmenes; y La creencia en la inmortalidad y el culto de los muertos (1913-1924),
en tres volúmenes; y El Folklore en el Antiguo Testamento (1918), otros tres volúme-
nes que parecieron por supuesto escandalosos y superficiales a los adoradores de los
tomos de plomo; y El hombre, Dios y la inmortalidad (1927), y tantas otras obras…
Pero, desde 1890 hasta 1920, fueron treinta años, que se dice pronto, los que dedicó
a su magna obra, los 12 volúmenes de La rama dorada. Sólo eso le podría garantizar
un lugar en el edén de las ideas del mundo, sin hablar de que Frazer inspiró La tierra
baldía (1922), de Thomas Eliot. La rama dorada, con su falsa apariencia de epopeya,
ha dado sombra generosa a generaciones de investigadores. Será un fresco odiado
por los deseosos de la materia ante todo, el objeto contra el sujeto, la comprobación
por la repetición, pero será siempre amado por quienes creen en las pistas que llevan
a los escondidos santuarios de la verdad, la que bien pudo evolucionar desde la MA-
GIA a la religión y luego floreció en la ciencia.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
estudiar a las sociedades desde dentro, desde el punto de vista de sus miembros (o
etic). Otra cuestión fue la validez que podía tener un método que prescindía de la
historia de las sociedades, de la tecnología de los pueblos y, en definitiva, del con-
cepto de supervivencia que trasciende a la función social, además de que existen
otros sistemas culturales fuera de los estrechos márgenes sincrónicos de una socie-
dad funcionante en un momento dado y de una determinada forma [Poirier,
1987]. Esa crítica, entre otras, se la hizo Lévi-Strauss a Malinowski, sin dejar de re-
conocer también sus valores.
207
G Graniza tanto, como para que yo recuerde
y acreciente las perlas.
César Vallejo, Trilce, LXXVII
ga. Una de las seis etnias principales de Ghana, radicada en torno a Accra, la capital
de un país llamado antaño Costa de Oro y que, desde 1957, es la República de Gha-
na, el primer país subsahariano en conseguir la independencia. Los ga atribuyen a
los antepasados gran poder de protección. Como sus vecinos los adangme, emigra-
ron desde Yorubaland, las tierras YORUBAS de Nigeria, en el siglo XIV y, tras cruzar el
río Volta, se asentaron en la llanura costera en torno a Accra, no sin someter antes a
los nativos guan y absorberlos. Los ga-andagme suponen el 8,3 por ciento de una po-
blación ga estimada en 14 millones. Durante el siglo XVII, los ga alcanzaron una nota-
ble prosperidad gracias a su comercio con los europeos. El gran reino ga tenía en su
seno microestados como Ga Mashi, en Accra central, y los de Osu, Labadi, Teshie,
Nungua y Tema, siempre presididos por un mantse, o jefe tradicional, que hacía de
intermediario en tráficos de todo tipo, espirituales y materiales. Eso último significa-
ba, entre otras cosas, participar en el tráfico negrero. Los mantse de Accra y Cape
Coast encabezan ceremonias de purificación, siempre tras la LIBACIÓN ritual. En los
últimos años, el argumento ha sido pedir perdón por las calamidades negreras, por
haber comerciado con sus hermanos. Los ga vendían a los blancos oro y esclavos (su
propia gente) a cambio de fusiles, telas, ginebra y abalorios.
209
LUIS PANCORBO
Gaia. Diosa griega de la Tierra. Gea de los romanos. PACHAMAMA en los Andes.
Nombre de la «Teoría de la Tierra» Viva. O la «Hipótesis Gaia», que se abrió ca-
mino con las intuiciones pioneras de James E. Lovelock en los años sesenta y que
luego recogió en su libro The ages of Gaia (1988), más las contribuciones de Lynn
Margulis, Dian Hitchcock, Gregory Hinckle y otros científicos… La Hipótesis
Gaia evoca el espíritu de la diosa Tierra con sus ciclos de realimentación para el
equilibrio de la atmósfera. Hubo un tiempo, hace tal vez tres mil millones de años,
en que el oxígeno era un gas de desecho en los procesos fotosintéticos del carbón y
las algas. Al principio hubo envenenamiento de seres por oxígeno, no por dióxido
de carbono como sucede ahora. La atmósfera es una mixtura muy inestable de ga-
ses, dice Lovelock, y el oxígeno es sabido que se produce en la fotosíntesis: si se
afecta a eso, también se hace a todo el sistema. Vendría lo que los esotéricos llaman
«Ojo del Sol» o «Ojo de Hathor» y, sin tanta grandilocuencia, graves problemas de
desertificación, el aumento del agujero de la capa de ozono, mayores oscilaciones
de la corriente de El Niño y demás percances planetarios causados por el efecto
invernadero, la tala indiscriminada de bosques y otras constantes agresiones eco-
lógicas.
gana. Uno de los últimos grupos de SAN que conservan cierta vida tradicional.
Junto a los gwi, nomadearon en la Reserva de Caza del Kalahari Central de Botsua-
na (Botswana) hasta que el gobierno destruyó sus pozos y echó abajo sus chozas en
2002. Gana y gwi suponían unos 700 individuos cuyo final será similar al de los en
torno a 2.500 bosquimanos de Botsuana ya sedentarizados en haciendas y chabolas
como las de la zona de Ghanzi.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Ganges. Río Ganga para los hindúes. Ganga Ma o Ganga Mai, «Madre Gan-
ges», «diosa del río». Nace en la fuente de Gomukh (que significa «El morro de la
vaca»), en un glaciar a 4.200 metros de altitud. Más abajo, a 3.140 metros, se en-
cuentra Gangotri, con el templo dedicado al nacimiento de la diosa Ganges, lugar
milagroso como pocos dado que el río nació ahí de los cabellos de Siva. Por otro
lado, Visnú rasgó con la uña del dedo gordo del pie la capa del Universo para que
entrara el agua en la Tierra. Tras su abigarrado nacimiento himaláyico, el Ganges
muere 2.480 kilómetros después, deshecho en ramales, en Ganga Sagar, en las afue-
ras de Calcuta, donde se abre el golfo de Bengala. Cualquier parte del Ganges es sa-
grada, incluso sus tributarios. Por eso desde hace miles de años los hindúes veneran
ese río, beben su agua, se purifican y lavan con ella y en ella rezan el Gayatri, himno
védico al Sol. Entre las varias ciudades santas del Ganges figura en primer lugar Va-
ranasi (Benarés), donde morir, ser quemado y que lancen las cenizas de uno al río es
la mejor apuesta para romper el SAMSARA, el ciclo de las reencarnaciones, y poder ir
al paraíso hindú. Asimismo son sagradas las villas de Allahabad, Ujjain y Haridwar,
que, junto a Vanarasi, constituyen los sitios apropiados para la celebración de la
Maha KHUMBA MELA, la gran fiesta hinduista. Se celebra cada doce años conmemo-
rando el vuelo fantástico que hizo en ese tiempo, una docena de años, el pájaro Ga-
ruda, montura del dios Visnú, con ayuda de Júpiter, Saturno, el Sol y la Luna (as-
tros cuyas conjunciones marcan las fechas de la celebración).
211
LUIS PANCORBO
gaon. Genio hebraico. Gaon fue un gran y reverenciado maestro como el rabino
Eliyahu de Vilna, que a los siete años predicaba sermones portentosos. O como su
colega del siglo II Simón bar Yochai, conocido como Rashbi, a quien se atribuye la
escritura del primer Mihsna, es decir, una buena parte del fundamental ZOHAR.
Rashbi llegó a exorcizar a la hija del emperador Antonino Pío, obteniendo a cam-
bio que levantara la orden de expulsión de los judíos. En la vida de un gaon como
Rashbi no hubo ni un solo arco iris, es decir, ni un solo portento negativo, lo que
acrecentó aun más su fama. Y, por supuesto, gaon fue, con todas las de la ley, y no
sólo mosaica, el español Moisés Ben Maimon, Maimónides, nacido en Córdoba
(1135) y fallecido en El Cairo (1204), autor de Guía de los Perplejos (1983), con
sus cuatro impecables vías para la perfección humana. «Pues en la carne, en la ma-
dera y en cada una de las cosas semejantes se encuentran en potencia el fuego y la
tierra; en efecto, estos aparecen al surgir de ellas por disociación».
garzo. Azulado. Se suele aplicar a los ojos de color azul, tema que interesaba en
la antigua ANTROPOLOGÍA española, como la altura del busto del recluta, el períme-
tro torácico, el índice de corpulencia, además de peso y altura. Un estudio de Pé-
rez de Barradas [1946] sobre el tema de los ojos garzos, es decir, ojos claros (azu-
les, grises, verdes) registraba un valor medio en España de 15,7 por ciento, con los
extremos de Orense (19,6) y Málaga (15,6). Las provincias con más ojos garzos y
pelo rubio eran Zaragoza, Huesca, Santander, Guipúzcoa, Gerona y Barcelona. Sin
embargo, a principios de siglo XX, los antropólogos extranjeros daban a España
como un país de gran homogeneidad étnica, es decir, que dominaba el tipo more-
no dolicocéfalo en toda la población. «España está habitada por la raza occidental
mediterránea» [Günther, 1928].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
y poríferos, y así hasta un gorila que se afeita las mejillas. Evolución no es lo mismo
que selección natural. Haeckel, influido tanto por el idealismo alemán como por
El origen de las especies de Darwin, se convirtió en un neófito darwinista y defen-
sor de la evolución, pero no tanto del mecanismo de la evolución tal como explicó
Darwin. Por un lado, como buen idealista, y admirador de Goethe y Hegel, inclu-
so paisano de ellos por vivir en la ciudad de Jena, Haeckel creía en la posibilidad
de perfeccionar la Creación, dar otro toque a lo que Dios se había dejado en el tin-
tero de barro: y, por otra parte, recapitular —algo que le gustaba sobremanera a
Haeckel— el plan divino ya desde el crecimiento del embrión. Dicho de otro
modo, en el embrión había esperanza de mejora. Ya en el terreno de la pura biolo-
gía, Haeckel creyó que el medio ambiente influía (un nuevo lamarckismo) hasta el
punto de formar nuevas razas. La supervivencia dependía de cómo interactuasen
con el entorno, eso que se ha llamado «una forma débil de selección natural»
[Caldwell, 2005].
gauchos. Hubiese sido demasiado sencillo llamar «vaqueros» a los gauchos ar-
gentinos. «Gaucho» quiere decir también «hombre arrogante», sin miedo, duro,
capaz de dormir bajo las estrellas y cocinar su sustento en una hoguera. Es la mis-
ma literatura del cowboy del norte repetida muy al sur. No puede haber mayores
llaneros solitarios que esos personajes de las pampas, las grandes llanuras herbosas
de la América austral, con sus espuelas de plata y su código del honor a veces un
tanto canalla, extremo, pero siempre fiero, como el de Martín Fierro. Lo único es
que, cuando sopla el pampero, el viento del suroeste, vuelan hasta los pensamien-
tos dentro de la cabeza.
geep. Contracción a base de las palabras inglesas goat («cabra») y sheep («ove-
ja»). En español sería «coveja». Se trata de un ser imaginario, pero que habría ha-
bitado el EDÉN hace seis mil años y, en consecuencia, ha sido modelado para el
Museo de la Creación que se inaugurará en Cincinnati en 2007. Será la apoteosis
visual del CREACIONISMO y del DISEÑO INTELIGENTE, las teorías anti-darwinistas im-
pulsadas por la Administración Bush. Y es que, para muchos de sus correligiona-
rios republicanos, el ARCA de Noé no era un cuento, sino que allí se metieron hasta
dinosaurios, o si acaso, sus huevos. Puesto que la Biblia, no Darwin, tenía razón, li-
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
geisha. Las geishas (del japonés gei, «arte») son artistas, verdaderos símbolos
del refinamiento, lejano de los toscos CLICHÉS sexuales. No obstante, para algunos,
las geishas hicieron su primera aparición en los burdeles del siglo XVII como can-
tantes. Otros creen que las primeras geishas eran hombres. A partir del siglo XVIII,
su trabajo adquirió tintes de profesión con una serie de códigos que duran hasta
hoy. El sexo, sin ser secundario, es algo acompañado de discre-
ción, saber estar, saber entretener a los hombres y, sobre
todo, darles la ilusión de ser unos príncipes o unos sa-
murais del viejo imperio nipón por un importe nada
baladí. Importa mucho el decorado, la casa de té
de que se trate, la vestimenta de la geisha, sin ol-
vidar un precioso QUIMONO, la cara maquillada
con polvos de arroz, tocar el instrumento de
cuerda llamado samisen y dar conversación ame-
na, aguda, no exenta de los últimos chistes y chis-
mes que corran por la ciudad. Sobre todo en el ba-
rrio de Gion de Kioto hay aún escuelas donde
estudian y se perfeccionan las maiko o aprendizas de
geisha, en una especie de difícil apuesta por el pasado
sin caer en el anacronismo.
215
LUIS PANCORBO
que han buscado en ella lecturas diversas. Pero no siempre ha sido un título de or-
gullo sino de prejuicio. En algunas tribus australianas, el padre mataba a uno de los
dos gemelos. Y lo mismo entre los igbo y los ASHANTI de Ghana. En este último
país sólo se asesinaba a un gemelo si la pareja era de la familia del rey [Biasutti,
1967]. Por el contrario, el pueblo nigeriano de los YORUBAS es el que tiene el índice
mayor del mundo de gemelos y eso ha contribuido a un amplio culto positivo al res-
pecto [Herold, 1991]. Los ibedjis o gemelos, representados a veces con bellas tallas
de madera, son objeto de culto en las casas donde fallecieron, y sus familias los la-
van y acicalan. Claude Lévi-Strauss estudió la gemelidad entre varios grupos de IN-
DIOS de América. Cada gemelo puede reaccionar de forma distinta a una serie de
ANTINOMIAS, y no siempre resulta fácil conciliar extremos como el agua y el fuego,
lo próximo y lejano… [Lévi-Strauss, 1988]. Algunas tribus norteamericanas, como
la de los salish, se inspiraban en las brumas y en la gemelidad de algunos fenómenos
para intentar la conciliación de lo similar y de lo opuesto. Por ejemplo, con sus ideas
sobre la niebla y el viento: la niebla, que se interpone entre mundos, y el viento, que
disipa la niebla y causa el conocimiento, hacen posible la interpretación [Lévi-
Strauss, 1984]. En la cosmogonía MAYA (Popol Vuh), los gemelos fueron retados
por los dioses de Xibalbá, el inframundo, a una partida de pelota. Ganaron los dio-
ses y la cabeza del gemelo Hun Hunahpú fue colgada de un árbol que producía ca-
labazas con forma humana. Cuando la diosa Xquic se acercó a ese árbol, el gemelo
le escupió en la mano y la fecundó, dando aquélla a luz por fin a los verdaderos ge-
melos, Xbalanqué y Hunahpú, los que se convirtieron en el Sol y la Luna, y derrota-
ron y decapitaron a todos los dioses del infierno de Xibalbá [Roberts, 2005].
genes. Nunca hubo genes amarillos, ni genes negros, ni genes blancos, pero las
diferencias genéticas son determinantes. El profesor Jean Dausset, premio Nobel
de Medicina en 1980, ha estudiado el HLA (Human Leucocyte Antigen), una es-
pecie de carné de identidad inscrito en cada una de las células, aunque tenemos
60.000 millones. Hay cuatro grupos sanguíneos ABO y 36 combinaciones princi-
pales del grupo sanguíneo Rhesus, pero son 3.000 millones las señales distintas en
el ADN de cada individuo. La cuestión es si el hombre puede considerarse clasifi-
cable, un poco al estilo de Linneo que clasificaba todo, pero en un mundo aún vir-
gen donde revolotean las bellas mariposas en las flores de la patata. Un hombre de
Sri Lanka tiene un patrimonio genético típicamente indo-europeo, como los llama-
dos CAUCÁSICOS, pero un color de piel muy negro que le hace ser reconocible
como melanodermo. En el Museo del Hombre de París ponen también el ejemplo
de los melanesios de la isla Bougainville (Papúa-Nueva Guinea): son melanoder-
mos por la oscuridad de su piel, o australoides, como se llama a los melanodermos
de la región, pero, por otro lado, su patrimonio genético es claramente oriental y
les relaciona con los mongoloides. Otra vez se ve ahí naufragar el mito y la ambi-
ción de pureza: muchos nazis se hubiesen llevado una sorpresa analizando su códi-
go genético, lo que «da la correspondencia entre cada grupo de tres nucleótidos en
el ADN y el aminoácido correspondiente» [Ayala, 1994]. Tirando del hilo, igual
muchos alemanes nazis no encontraban un origen ARIO, sino gitano. Incluso un
viejísimo abuelo africano riéndose en sus narices.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
arcilla grasa, rica en hierro, amasada en bolas (> POYA) puestas luego en la parrilla
[Humboldt, 1858]. Hasta medio kilo de bolas podían comer [Coupin, 1905]. En
Java se ingería tierra arcillosa mezclándola con agua hasta hacer una pasta modela-
da después en tubos o huesos que se tostaban. Eso se llamaba ampo y se vendía en
los mercados. Las javanesas lo tomaban para adelgazar porque comiendo tierra
perdían el apetito. Arcillas comestibles se vendían asimismo en Bolivia, y los lapo-
nes (> SAMI), en momentos de escasez, podían comer un polvo blanco rico en
minerales, una especie de harina de viejos fósiles pulverizados. Esa harina lapona,
estudiada por Retzius, poseía muchas propiedades y tenía restos de hasta 19 espe-
cies de infusorios. Antaño en España había quien comía la arcilla con la que se fa-
bricaban las alcarrazas, unas vasijas de tierra tan porosa y poco cocida que dejaban
rezumar el agua y su evaporación servía para enfriar el líquido que quedaba
dentro.
ger / yurta. Tienda de fieltro de los MONGOLES y otros pueblos de Asia Central
(kazajos, kirguises…). Aún hoy, la ger es usada por los pastores en Mongolia. En
tiempos de Genghis Khan, las gers podían ser palacios transportados en gigantes-
cas carretas. O como barcos en el océano de hierba. Sin embargo, la ger no es una
creación de la estepa; por su armazón y varillaje de madera «tiene su origen en el
bosque» [Man, 2006].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ghat. Grada, y por extensión escalera, que lleva a las orillas de los ríos de la In-
dia. Son célebres los 80 ghats de Benarés, que no sólo sirven de acceso al río GAN-
GES, sino que constituyen un teatro de rituales, purificaciones, negocios… El ghat
Manikarnika es el lugar de cremación, en piras funerarias, más famoso de la India.
219
LUIS PANCORBO
mes, como el de Marfan (una de cada 5.000 personas), por el que brazos y piernas
son exageradamente largos. Con todo eso se fue forjando el mito, habitual en mu-
chas culturas, de los hombres desmesurados. Homero pone a los enormes lestrigo-
nes y a su rey Antiphates, aficionado a beber sangre humana, en un lugar que en-
caja con Bonifacio (Córcega). El escandinavo Ymir fue creado con hielo y el dios
Odín lo sacrificó para formar la tierra con su cuerpo y los mares con su sangre. En
el País Vasco andaría TORTO, el Polifemo de los bosques euskaldunes, y el Ojánca-
nu en los bosques cántabros. El misterioso BARMANU da sustos a los campesinos de
las faldas del Himalaya. Brobdingang es el país donde Lemuel Gulliver, primero
cirujano y luego capitán de varios barcos, encuentra a unas gentes grandes como
montañas, lo contrario de lo que ocurre en Liliput. James FRAZER [1890] contó
que los DRUIDAS usaban gigantes de mimbre en los festivales solsticiales. Aún que-
dan gigantones de cestería en Francia, si bien muchos otros se fueron encogiendo
y desapareciendo después de la Segunda Guerra Mundial. En Douai sacaban una
efigie de 8 a 10 metros de altura el 7 de julio llamada «el gigante». Las Folies de
Dunkerke suponían una procesión de gigantes en el solsticio (24 de junio). Hasta
1844, en Amberes (Bélgica) y en Salisbury (Inglaterra) hubo también procesiones
de gigantes en coincidencia con el solsticio de verano. En España, la costumbre ha
resistido y son frecuentes las procesiones de gigantes (y cabezudos) en el Corpus
Christi.
gimnosofista. Nombre que daban los antiguos griegos a los místicos indios,
sobre todo a los que se retiraban en las selvas para dedicarse a la vida ascética, y
también a los viandantes o deambulantes. Entrarían en esa categoría los SANYASIN,
tanto naga-babas (> NAGA) como otros santones de tipo renunciante.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
rruecos en el siglo XVII. La principal cofradía gnaua fue fundada por Ibn Allah y
tiene como patrón a un santo musulmán negro, el primero que hubo, Sidi Bilal, el
esclavo liberado por Mahoma que se convirtió en el primer almuédano de la histo-
ria. Para eso necesitaba buen oído y buena garganta. Las gentes gnaua se mezcla-
ron con árabes y BEREBERES, no así su sofisticada música que propicia el TRANCE.
Tienen piezas que siguen rigurosamente siete colores o suites que remedan el giro
de los planetas. Llaman lila o lilah («noche») a sus sesiones místico-musicales, que
a veces duran hasta más allá del alba y que se encaminan a encontrar una respuesta
o, si no, una curación corporal y espiritual, como hacen ciertos músicos SUFÍES (>
QAWWALI). Con crótalos, tambores y laúdes de tres cuerdas, intentan al menos lle-
gar a remediar el cuerpo y elevar el alma.
golem. Materia amorfa, ser informe… Mito del JUDAÍSMO esotérico. Algunos ra-
binos serían capaces de animar pequeñas estatuas de arcilla siguiendo las normas
del Sefer Jetzirath («Libro de la Vida»). Para mover un golem se graba en la frente,
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LUIS PANCORBO
Gólgota. La más vieja creencia dice que en la colina Gólgota (Golgotha es «lu-
gar de la calavera» en ARAMEO, y se corresponde a las voces griega Kránion y latina
Calvario) de Jerusalén fue enterrada la calavera de Adán, aunque eso mismo dicen
en Lalibela (Etiopía), donde enseñan un túmulo de piedra llamado «Tumba de
Adán», junto a su pequeño templo del Gólgota regido por los ortodoxos. En el
Gólgota de Jerusalén fue crucificado Cristo, uniéndose así en sacrificio la progenie
humana y divina. Hoy, el Gólgota está dentro de una basílica cristiana de Jerusa-
lén, la del Santo Sepulcro, situado simbólicamente en un altar adornado con mu-
chas lámparas y con un gran sol en el suelo de mármol. La custodia de ese altar de
la Crucifixión pertenece a los griegos ortodoxos. Sin embargo, sin salir de Jerusa-
lén, hay otros Gólgotas, de manera especial el protestante, un monte pelado con
una pared con unas formas curiosas que algunos interpretaron —no podía ser de
otro modo— como las de una calavera.
gorila. El mayor de los primates. Y la inspiración de King Kong ya desde los re-
latos del siglo XIX: «Esta región inexplorada es el dominio del feroz, indomable go-
rila, de ese mono tan extraordinario que, por su configuración física y ciertos hábi-
tos, es el que se aproxima más al hombre…» [Chaillu, 1863]. Las máscaras y
danzas okukwe de los myéné, pueblos costeros de Gabón, evocan a los gorilas. Lo
mismo, la máscara ngil de los FANG. Este pueblo de África ecuatorial llama al gori-
la ngui. Nfum-Ngui es «Gorila Blanco», el nombre local y primero de Copito de
Nieve, el gorila albino que encontró el primatólogo Jordi Sabater Pi en 1966 en la
selva ecuatoguineana de Nko y que llevó al zoo de Barcelona. Fue un gran hallaz-
go, el único hasta la fecha de un gorila albino, y ocurrió además cuando los estu-
dios de primatología estaban en mantillas. Dian Fossey empezó en 1963 sus traba-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
gotas. En el cuerpo humano hay ocho gotas de materia sutil, fundamento de las
conciencias sutiles según el Tantra Kalachakra, una vía del YOGA Tantra Insupera-
ble. «Cada gota tiene dos clases de potencias, pura e impura» [Dalai Lama, 2002].
Esas gotas, de color blanco y rojo, tienen el tamaño de una semilla de mostaza. Su
emplazamiento va desde la coronilla a la garganta, el corazón, el ombligo, la base
de la columna, el órgano sexual…
goy. Término de origen YIDDISH para «gentil», «no judío» (plural, goys o goyim).
En Estados Unidos se aplica a personas blancas y más bien pertenecientes a la ca-
223
LUIS PANCORBO
tegoría de los WASPS. Los goyim no cargan siempre con un prejuicio religioso, sino
que simplemente están fuera de la cultura judía. El Gran Rabino de Jerusalén, el
Papa, los altos tribunales islámicos… «...fascinados por la muerte de goys, impíos e
infieles…, consideran al ateo como el único enemigo en común» [Onfray, 2006].
Graal. Es la forma que prefiere Lévi-Strauss para referirse a mitos célticos del
GRIAL y compararlos con mitos semejantes de los nativos americanos. Las mitolo-
gías, lejos de ser materiales inertes, pueden verse como «signos diagnósticos de co-
acciones que, aquí y allá, les impulsarían a articularse de la misma manera» [Lévi-
Strauss, 1984]. Los algonquinos de los Grandes Lagos tienen a su modo una
«tierra baldía», la que fue originada desde que enfermó el Rey Pescador (leyenda
del Kingfisher). Si Eliot se inspiró en FRAZER para su gran poema La tierra baldía,
la de los indios algonquinos fue el resultado de que unos jóvenes trataron al maíz
con insolencia. Un héroe algonquino va en busca del maíz enfadado, su particular
Graal, y peregrina por medio mundo hasta encontrarlo en la figura de un anciano,
«dueño de un caldero inagotable y con la espina dorsal rota». La espada rota, la
columna vertebral partida… El vaso del Graal es un caldero que nunca se cansa de
producir comida. En América, el caldero inagotable se asociaba a una cabeza san-
grante. En el Viejo Mundo, el Graal era simplemente la fuente de todo. Fueron
analogías más que préstamos de FOLCLORE entre el Viejo y el Nuevo Mundo; fue la
identidad psíquica de los sueños y VISIONES… Lo cierto es que el caldero de la san-
gre y la comida de los algonquinos, y también de los indios MANDANES del Alto
Missouri, bien podría ser tildado de GRIAL como el que ambicionaban los TEMPLA-
RIOS. Perceval (Parsifal) era el de la espada destinada a romperse, el que lucha por
entender el misterio de la cabeza sangrante, en el centro del misterio del decapita-
do y de la «Doncella-que-no-ríe-jamás» [Lévi-Strauss, 1984].
Great Game. El Great Game (en inglés, «Gran Juego») fue la conquista de
Asia Central, la gran pieza para el dominio de la India. Los jugadores fueron sobre
todo los rusos y los ingleses, aunque Napoleón tuvo sus veleidades sobre la India
tras conquistar Egipto. Los protagonistas a pie de desierto, desafiando tribus y
años, hambre y calamidades, fueron oficiales ingleses como Charles Stoddardt y,
sobre todo, Arthur Conolly, a quien se atribuye la acuñación de la expresión Great
Game que luego haría suya Rudyard Kipling en Kim (1901): «Ahora iré lejos, muy
lejos, al norte, jugando el Gran Juego…». Ambos trataron de arrebatar el janato de
Khiva (Uzbekistán) a la influencia de los zares rusos, pero, en 1842, fueron captu-
rados y condenados a muerte. Ya en el siglo XIX, los rusos fueron acercando sus
fronteras hasta las de los británicos y les separaban pocas decenas de kilómetros de
la India por Afganistán. La gran pieza en juego, la que motivaba viajes despiada-
dos desde el Volga al mar de Aral y, desde allí, al paso del KHYBER, era la joya de la
corona, la India, y el Gran Juego para conquistarla duraría decenios [Hopkirk,
1994].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
grigrí. TALISMÁN en varios lugares de África occidental. Los usan desde los TUA-
REGS del Níger a los hausas del Senegal, desde los DOGON de Malí a los MANDIN-
GAS de Ghana. Pueden ser ESCAPULARIOS, bolsas con un rezo coránico…, el asunto
es su capacidad de portafortuna. Los tuaregs creían antaño que sus grigrís deten-
drían las balas de los franceses. Hasta que una vez funcionó. Un oficial francés ra-
cionalista se quedó de piedra al ver cómo se encasquillaban los fusiles de un pelo-
tón que iba a ejecutar a un hombre con un grigrí [Bernus, 1981].
griquas / gricquas. Dentro del amplio capítulo de los bastardos australes los
griquas (o bastaards, en lengua afrikáner) eran vástagos de europeos con bosqui-
manos (> SAN) u HOTENTOTES, que a su vez se mezclaban con hotentotes y bosqui-
manos. «Pacíficos y laboriosos, habitan en el sur de África, al suroeste de Trans-
vaal» [Galtés, 1894]. En 1805, los misioneros les convencieron para agruparse en
Klaarwater, cerca del río Orange. En 1812, el misionero John Campbell advirtió
un buen grado de desarrollo de los 1.266 habitantes de Griqualand, con capital en
Klaarwater (Griquatown desde 1813), y animó a los bastardos de esa colonia, una
especie de entelequia de libertad, a acuñar moneda. En 1890, el lugar fue abando-
nado, pero fue mucho antes, en 1863, cuando los primeros griquas expulsados
emigraron hacia un territorio llamado, con toda propiedad, Nomansland («Tierra
de Nadie»). En su errar, por fin se movieron hacia Mount Currie en Kokstad, don-
de se convirtieron en ciudadanos británicos.
gross stress / estrés grave. Expresión propuesta por John Cawte [1978]
para definir el impacto psiquiátrico (> ESTRÉS) producido por el CHOQUE cultural.
Cawte estudió aspectos de extinción y supervivencia de los ABORÍGENES australia-
nos de las islas Mornington y Bentinck, del grupo Wellesley, en el golfo de Carpen-
taria. Graves problemas de depresión aparecieron poco después de los problemas
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LUIS PANCORBO
Guairá. Región entre el río Paraná y la costa, donde tuvo lugar el ritual antropofá-
gico GUARANÍ del hermano Juan Bernardo, un misionero mestizo, considerado el pri-
mer mártir paraguayo. No en vano le sacaron el corazón y siguió «palpitando y ha-
blándoles de Dios en las manos de Avapochy» [Durán y Salas, 1994]. Su muerte tuvo
lugar en 1592 a manos de los paranáes, fracción de los GUARANÍES, en la localidad de
Caazapá, centro de las REDUCCIONES franciscanas del Paraguay en el Río de la Plata.
guaraná. Fruto estimulante de la selva brasileña usado por los INDIOS de origen
GUARANÍ para amortiguar el hambre, la sed y el cansancio. Contiene guaranina,
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
guaxa. BRUJA de la mitología asturiana. Su mayor habilidad sería matar a los sa-
nos, así como para el trasgu, otro personaje de la mitología astur, la mayor caracte-
rística es que pierde todo por el agujero de su mano. La guaxa, para algunos cre-
yentes, sería una anciana malévola con forma de lechuza (coruxa), sin descartar
que fuese al revés, una lechuza con forma de vieja.
guayuco. Tela que usan algunos INDIOS en la Orinoquia de Venezuela como TA-
PARRABOS.
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LUIS PANCORBO
nombre de la dinastía reinante que procedía de un pueblo del norte de Nepal. Ac-
tualmente en la India llaman gurkas a los emigrantes nepalíes, con independencia
de su real origen geográfico y étnico. Así, hay un Partido Gurka que domina políti-
camente Darjeeling, municipio de Bengala Occidental, y otros enclaves de la India
himaláyica como Kalimpong, junto a Sikkim.
gymnité. Nudismo. Desnudez filosófica. Un paso más allá del nudismo y el na-
turismo. Vocablo de origen griego (gymnos, «desnudo») popularizado en Francia a
principios del siglo XX para agrupar una serie de técnicas y saberes orientales con el
común denominador de la desnudez y el ascetismo. O «la meditación en estado de
desnudez» [Descamps, 1972]. Ahí entraban yoguis, renunciantes (> SANYASIN),
adeptos al nagaísmo (> NAGA), sacerdotes DIGAMBARA (> JAINÍES)… Tras la Segunda
Guerra Mundial, llegó a ser en Francia un movimiento integral, inspirado en la filo-
sofía de los gimnósofos, como llamaban los griegos a los ascetas de la India. Muy le-
jos de lo que contaba Prosper Merimée en 1830 sobre los hombres que se asoma-
ban a un puente para ver a las cordobesas que se desnudaban y bañaban en el
Guadalquivir. Según Carlyle, en Sartor Resartus: «el vestido es la concha protecto-
ra», lo cual parece haber hecho mella en el modisto Paco Rabanne, con sus creacio-
nes metálicas. Después de todo, los antiguos INDÍGENAS mexicanos vestían sartas de
perlas. Y, hasta hace nada, los min de Papúa encontraban su solución con los cala-
bacines peneanos, nada más por delante ni por detrás. «El nudismo es el espejo por
el que la humanidad accede a la verdad de su presencia» [Descamps, 1972].
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H He almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua.
César Vallejo, Trilce, XXVIII
habilla. La mejor habilla contra las víboras y toda clase de animales ponzoñosos
era la habilla de Cartagena [Santacilia y Ulloa, 2002]. Había que tomarla en ayunas
y abstenerse de licores. Así, si picaba una serpiente, no producía otro daño que la
mordedura. En América había también habas purgativas. Cieza de León fue uno
de los cronistas más fascinados con el universo vegetal americano y el de Perú en
particular. Aunque no menos destacado fue en ese sector Juan de Cárdenas con
Problemas y secretos maravillosos de las Indias (1591) y Fray Juan de la Santa
Gertrudis, quien, tras su viaje de 1756, produjo un interesante recuento titulado
Maravillas de la naturaleza. Una curiosidad española por América que luego iría
cesando como en tantos otros sectores.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Hakluyt. El libro Voyages (1589) —que está por The principal Navigations, Voya-
ges, Trafiques and Discoveries of the English Nation…— o el que lleva el título resu-
mido de Hakluyt, probablemente la mejor colección de viajes inglesa, fueron obra de
Richard Hakluyt (1535?-1591), un cura en Oxford, originario de Herefordshire, con
gran afán recopilador y cuyo apellido se pronunciaba «Haklit». A su magna obra se
sumó Samuel Purchas (1577-1626) con otro compendio de viajes clásico, Hakluytus
Posthumus or Purchas his Pilgrimes (1625) (> PURCHAS). En España hizo algo pareci-
do, ya en el XIX, Martín Fernández de Navarrete con su monumental Colección de los
viages y descubrimientos que hicieron por Mar los españoles… (1825-1827).
Halloween. El retorno del invierno y, por tanto, del caos y el terror. Es una
frontera entre los muertos y los vivos y ambos mundos se confunden en ese princi-
pio del año céltico que coincide con el 1 y 2 de noviembre y con las fiestas de san-
tos y difuntos de los católicos. El samhuinn, o «festival de los muertos», tenía lugar
en esas fechas. El Halloween llena la imaginación de jóvenes y niños anglosajones
con sus sustos y calabazas luminosas, costumbre que se va extendiendo a otros paí-
ses como España y en sus aspectos más carnavalescos.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
harakiri / hara kiri. En Japón, suicidio. Si el harakiri sigue todos los pasos
rituales se denomina SEPPUKU. Hay una literatura de la muerte, sobre todo entre la
derecha mística nipónica, por ejemplo, en las obras de Yukio Mishima, él mismo
víctima de un sepukku tradicional en 1970. En 1972, el escritor Yasunari Kawaba-
ta, premio Nobel de Literatura en 1968 y autor de La casa de las bellas durmientes
entre otras obras, se suicidó a los setenta y tres años. Y fue el camino recorrido
también por escritores como Dazai, Tanaka, Tamiki Hara (que se tiró a la vía de un
tren tras haber escapado de la bomba atómica en su casa de Nobori-cho), Kato,
Kubo, Hono… El seppuku, visto como postrero acto de coherencia, no así de des-
esperación como parecería en Occidente, tuvo una gran expresión en el Komeiko,
o partido de las camisas blancas, que en lo religioso se inspiraba en la secta budista
Soka Gakkai, seguidora de las enseñazas del sabio y santo Nichiren (1222-1282).
Éste, un seguidor del culto Amitâbha, exaltó el «Sutra del loto» como la medicina
espiritual más efectiva por su busca de la fortaleza en uno mismo. También impuso
una especie de culto al guerrero y a las autoridades y, en cierto modo, fue uno de
los pensadores y ascetas que más influyeron en el belicismo del Imperio del Sol
Naciente desde 1920 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
235
LUIS PANCORBO
vorita, esto no se debía a ser la más bella o apetecida. Las filtraciones, murmuracio-
nes y otros ecos que fueron saliendo a lo largo de los siglos, por boca de las concubi-
nas o de los EUNUCOS, inflamaron la imaginación llenándola de celosías, velos, danzas
y lujurias ilimitadas. El harén fue una novedad introducida por los abbasidas en el
año 1000, aunque la realización de la idea se atribuye a los bizantinos de Constanti-
nopla [Tüllmann, 1971]. En la India, el harén se llama zenana y PURDAH es la exclu-
sión de las mujeres de la vida pública, algo que se impuso allí con fuerza bajo el po-
der mahometano. Hay asimismo harenes, y muy numerosos, en África negra. A
finales del XIX, brillaron los de las cortes de los reyes MANGBETU de la cuenca del
Congo. El rey mangbetu Munsa invitó a una fiesta al explorador alemán Schwein-
furth en la que participaron las 80 favoritas del rey: «Espectáculo de… lujo salvaje,
porque los cuerpos de color moreno claro, desnudos de cintura para arriba, se hallan
cubiertos de dibujos pintados con fantástico trazado…» [Schweinfurth, 1873]. No
es lo mismo poligamia que harén, en efecto. En las islas TROBRIAND, los jefes se per-
mitían un gran número de esposas. También hoy en día entre los indios machiguen-
gas del Perú: tener más o menos mujeres depende de su habilidad para cazar. Nadie
como el jefe Tembinok de Apemama o Abemama (en las islas Gilbert, Kiribati): no
soportaba una presunta mujer casquivana, y la mataba sin más, aunque disponía de
todas las mujeres de la isla que quisiera [Stevenson, 2000].
harmatán. Viento del nordeste seco y abrasador típico del desierto del Sahara.
Sopla desde noviembre hasta marzo. En Accra (Ghana), la gente sufre de los ojos a
causa de ese viento y se llenan las consultas de los oculistas. En ese tiempo, los pe-
riódicos publican anuncios de jabones especiales para quitarse la costra rojiza del
harmatán, especialmente antes de la NAVIDAD. Poca cosa, en todo caso, compara-
do con los efectos del SIMÚN.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
hazara. Pueblo del oeste de Afganistán, junto a la frontera con Irán. Los hazara,
de origen MONGOL aunque hablan farsi, la lengua persa, son en torno a un millón
de personas —el 15 por ciento de la población afgana—, radicadas sobre todo en
la provincia de BAMIYAN, célebre por la destrucción de los Budas gigantes. Los ha-
zara siguen el CHIISMO a diferencia de los otros grupos afganos (PASHTÚN, tayikos y
uzbekos), que son sunitas (> SUNISMO). Tuvieron fuertes enfrentamientos con los
soviéticos después de la invasión de Afganistán en 1979, y, diez años después, tras
la retirada soviética, con fracciones de muyahidin y TALIBANES. Su mayor líder es
Karim Jalili, del Hizb-e-Wahdat («Partido de la Unidad»).
Hercynia. La hoy Schwarwald o Selva Negra. La silva Hercynia era la selva por
antonomasia en la antigüedad. Un lugar lleno de robles jamás cortados, cuyas raí-
ces eran tan grandes que subían hacia arriba y formaban arcadas por donde podía
pasar un escuadrón a caballo [Plinio, 1608]. Helvecios y rauracos por un lado, da-
cios y válacos por el Oriente… Hercynia era una azarosa región de frontera para
los romanos, algo semejante al «hic sunt leones» de África. En la selva negra, como
decía Julio César, la frase justa debía ser «multa genera ferarum» («muchas clases
de fieras»). Schwarwald es hoy un macizo boscoso, sin mayores peligros, en Ba-
den-Württemberg, sobre la apacible llanura del Rin.
herero. Tribu de Namibia con unos 120.000 miembros (el siete por ciento de la
población). El 11 de agosto de 1904, los herero, liderados por su rey Samuel Ma-
harero, se alzaron contra los alemanes que ocupaban lo que entonces se llamaba
África del Suroeste. Los herero mataron a unos 100 alemanes. La represión del co-
ronel Lothar von Trotha no se hizo esperar y acabó con la vida de al menos 65.000
hereros (hombres, mujeres y niños, en torno al 80 por ciento de la población). Al
poco tiempo también fueron masacrados en torno a 10.000 nama, de la tribu veci-
na, junto a su caudillo Jacob Morenga y sus ganados, para que nadie pudiera so-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
brevivir. El genocidio herero y nama fue uno de los primeros del siglo XX. Ha habi-
do que esperar hasta el año 2004 para que los descendientes de las víctimas herero
reclamaran al gobierno de Berlín una indemnización por el genocidio de sus ante-
pasados. El entonces canciller Schroeder repuso que Alemania ya pagaba la princi-
pal ayuda al desarrollo de Namibia.
hermético. Modo de leer «las formas simbólicas» frente al modo literal, pro-
saico o histórico [Campbell, 2002]. La palabra «hermético» procede de Hermes,
de donde se origina un sistema idóneo para descifrar el mito del árbol del Conoci-
miento del Bien y del Mal, o los dos árboles, según las elucubraciones del Midrash
rabínico. No menos herméticos son el mito de Orfeo, o el tema de la naturaleza
humana y divina de Cristo. Otro ejemplo de hermetismo es el de la Divina Come-
dia. Dante conoció por primera vez a Beatrice a los nueve años, la segunda vez a
los dieciocho, y «ella es un nueve porque su raíz está en la trinidad», lo que quería
decir, según Campbell [2002], que Beatrice era la musa de Dante (y una de las
nueve musas) cuya raíz está en la Trinidad que, en el sistema cristiano, se represen-
ta de forma masculina, y en el sistema hermético de forma femenina. Un gran her-
mético fue el poeta Yeats dentro de la secta GOLDEN DAWN.
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LUIS PANCORBO
hezhens / heidi / heijin / qileng… Una de las etnias más diminutas del
gigante poblacional que es la República Popular de China. Los hezhens, unos
4.300, viven en las comarcas de Fuyuan, Tongjiang y Rahoe, al nordeste de la pro-
vincia de Heilongjiang, en las orillas de los ríos Heilongjiang, Songhua y Wusli.
Sus antepasados fueron los nuzhens, jinetes TÁRTAROS, y su lengua pertenece al
grupo manchú-tungusu. Durante la ocupación japonesa de China, los hezhens su-
frieron muchas bajas hasta que su número se redujo a unas 300 personas. Antaño
se distinguían por ser cazadores y perseguían martas y ciervos con esquís y perros,
por lo que eran conocidos como la tribu shiquan, «los que usan perro». Aun más
característico era su vestido de piel de pescado, algo que usaban los itelmen sibe-
rianos de KAMCHATKA hasta hace poco. Pero a los hezhens les decían gente yupi,
que quiere decir «piel de pez». Eran muy hábiles atrapando salmones y haciendo
trajes con sus pieles escamosas, aunque ahora han descubierto las ventajas de la
acuicultura, así como las de vestirse con ropas como las de los han, la etnia mayori-
taria en China.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ca por decreto, es decir, con una hegemonía o fuerza de todo tipo, económica, de
medios de comunicación… Eso recuerda a algunos que somos células o moléculas
sujetas a mezclarse con otras y a participar de una fragmentación parecida a la de
un calidoscopio. Aun más cuando se enciende el televisor.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
hípica. La raíz hípica fue mano de santo para los escitas, pues, según Ovidio
Montalbani, médico, filósofo y matemático boloñés, «con sólo ser conservada en la
boca durante doce días mantiene alejada el hambre» [Camporesi, 1986]. Como
otras plantas, cacahe o COCA, negotiana, espartanta, quitaba el hambre y la sed…,
por lo que recordaba al «pan de tártaro», o al «mayo de Adonis» de las islas Afor-
tunadas, tan prodigioso como una panacea, ambrosía o nepente (como la diluida
en vino por Helena de Troya)… Más cierto y sustancioso ha sido siempre el pan de
SAGÚ, usado desde Malasia hasta las islas de la Polinesia. Así como otros iban en
pos de la piedra filosofal, Montalbani [1648] deseaba la «planta filosofal», y fabu-
laba con los panes de madera de los pueblos del norte, con las semillas de loto alu-
cinógeno de los pastores egipcios y con otras «materias alimentosas» en un libro
publicado en Bolonia en 1648, de título tan chocante como Il pane sovventivo
spontenascente succedaneo intero del pane ordinario… («El pan auxiliador espon-
táneo, sucedáneo completo del pan común…» [Camporesi, 1986].
hipofagia. Los franceses pasan por ser los mayores comedores de carne de ca-
ballo, cosa que parece espeluznante en Inglaterra, en Estados Unidos o en los paí-
ses árabes, amantes de los corceles. Los MONGOLES tampoco los comían salvo en
raras ocasiones de hambruna, y lo mismo los kirguises y kazajos. Todos estos pue-
blos aún nomadean con sus grandes manadas de caballos y beben leche de yegua
fermentada, airag para los mongoles y kumiss para kazajos y otros, bebida que
Marco Polo equiparó a un vino blanco. El TABÚ anti-equino se generó en los pri-
meros imperios del Oriente Medio, «con sus densas poblaciones humanas y nutri-
das cabañas de rumiantes, les resultaba difícil criar allí grandes cantidades de caba-
llos» [Harris, 1989]. Los caballos necesitan más espacio que las vacas (consumen
un 33 por ciento más de hierba que vacas y ovejas para mantener su peso). Lo cual
hizo colegir a Harris [1989] que las civilizaciones agrícolas separaron al caballo de
su dieta con facilidad, aunque lo usaran como es natural para tirar de sus carros y
especialmente para la guerra. La caballería cambió el paisaje del mundo. Es evi-
dente la importancia del caballo llevado por los españoles a América para la con-
quista del Nuevo Mundo. Cuando en el año 732 el papa Gregorio II fue informado
de que los germanos comían caballo, ordenó a san Bonifacio que detuviera «esa
243
LUIS PANCORBO
histeria. La histeria ártica, una especie de AMOK, fue uno de los CLICHÉS más
manidos al hablar sobre los ESQUIMALES. Se trataba de que estallaban en cólera sin
un motivo claro, como producto tal vez de largos meses de oscuridad casi total y
frío y de muchas decenas de grados bajo cero. La palabra «histeria» viene del grie-
go hysteros, «útero», donde los griegos supusieron que radicaba esa enfermedad.
Freud trató la histeria en conexión con la represión sexual y la neurosis. Histéricas
famosas fueron ciertas santas católicas y otras mujeres muy devotas y súcubas de
posesión demoníaca, no sólo divina. El diablo abusaba sexualmente de algunas
monjas inexplicablemente embarazadas. La bula de Inocencio VIII proveía una fór-
mula de EXORCISMO para las monjas que habían caído en las garras sexuales del
diablo. Pero, ¿se puede tener un hijo de un íncubo? Era una pregunta fisiológica,
no sólo teológica. En 1637 se llegó a discutir en París si se podía procrear a partir
de una relación demoníaca. Moretones en forma de pezuña en los senos evidencia-
ban la posesión, y también la histeria, así como la parálisis de un labio y la flojera
general, la mudez o ceguera parcial… Bloody Mary («La Sangrienta María», la hija
del rey inglés Enrique VIII), sufrió un episodio de seudopreñez, otro de los resulta-
dos de la histeria. El médico francés Jean Martin Charcot (1825-1893), desde su la-
boratorio en vivo, el hospital parisino de La Salpétriére, fue el mayor especialista
en histeria, vista como neurosis traumática, y descubrió que incluso había una his-
teria masculina.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
homo. En estos momentos existe en este planeta un solo género y una sola espe-
cie: Homo sapiens, de la subespecie Homo sapiens sapiens. La diferencia entre sa-
piens y doble sapiens es que somos la única especie que es Homo, que lo sabe y es
consciente de ello: sabemos que sabemos. Hubo Homo sapiens Cromagnensis; los
restos más antiguos de cromañones fueron encontrados en Dordoña (Francia) y
son de hace treinta y cinco mil años. Y hubo Homo sapiens neanderthalensis o ne-
andertales. Ambos se extinguieron y no pertenecen a nuestra misma especie, que
tiene una larga cola de categorías taxonómicas, una especie de árbol genealógico
del Homo sapiens sapiens. Subrreino: metazoarios. División: bilaterales. Tipo: cor-
dados. Subtipo: gnatostómatos. Superclase: tetrápodos. Clase: mamíferos. Subcla-
se: terios. Sección: euterios. Orden: primates. Suborden: antropoideos. Superfami-
lia: antropomorfos. Familia: homínidos… Homo Sapiens sapiens, el nombre de
nuestra subespecie, hace pensar en el triunfo del saber. Pero saber no es sinónimo
de inteligencia. Es cierto que el Homo Sapiens sapiens es el más inteligente en los
tests de IQ (cociente intelectual), pero no menos cierto es que hace esos tests a su
medida, no a la de un CHIMPANCÉ, lo que haría que tuviese importancia la rapidez
para coger una fruta en el preciso momento y cosas relativas a su ambiente. «El es-
fuerzo por llegar a ser consciente de las propias representaciones es, ya atención,
ya abstracción de una representación de que soy consciente» [Kant, 1991].
245
LUIS PANCORBO
hongi. Saludo de los MAORÍES frotando nariz contra nariz y que se podría tradu-
cir como «quiero compartir tu aliento». También se practica entre los beduinos de
Omán. Lo opuesto al hongi, lo más amistoso, es el HAKA, su ritual inamistoso o
guerrero. Cuando llegó Cook a Nueva Zelanda en 1769, los maoríes se tatuaban
todo el cuerpo y la cara y practicaban el canibalismo ritual de los enemigos, pero
eso al pakeha («blanco» o «extranjero»), lo que era el capitán inglés, no le pareció
tanto un signo de salvajismo como una costumbre.
hopi. Uno de los grupos o tribus de los indios PUEBLO. Viven en poblados de
Mesa Negra (Arizona) y en el valle contiguo. Se subdividen a su vez en pueblos de
la Primera Mesa (walpi, sichomovi…); de la Segunda Mesa (mishongnovi, shipaul-
kovi, shungopovi…), y de la Tercera Mesa (hotevila, bakabi, oraibi…). Los hopi,
pese a los cambios, sienten veneración por unas muñecas (> KATCHINAS) que en-
carnan a los espíritus. Éstas siempre fueron las protagonistas de sus danzas sagra-
das. La más importante, en el mes de agosto, es la «danza de las serpientes», para
propiciar las lluvias, una serie de ritos que duran más de dos semanas. Primero de-
ben cazar culebras, y muchas son de cascabel. Luego hacen bastones votivos, o pa-
los de oración, llamados pahos. Las serpientes, guardianas de las fuentes, evocan a
los antepasados, a quienes los hopi imaginan viviendo también en el interior de la
tierra. Al final de la danza, los hopi se encuentran en un estado alterado y acaban
poniéndose las serpientes en la boca. La fratría del antílope es la encargada de los
bailes y los hombres-antílope son quienes ponen a las serpientes en un círculo de
polvo de maíz. Después las liberan para que traigan las lluvias y la prosperidad,
tras comunicar el deseo de la gente al mundo oculto, el más poderoso. Una decena
de los 12 pueblos hopi ha prohibido el acceso de los visitantes a sus comunidades,
246
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
hostia. Se conoce la oblea, disco de pan ácimo, sin levadura, pero menos el sig-
nificado de víctima de un sacrificio. Eso es una hostia, la persona o animal que se
ofrecía a los dioses como ofrenda expiatoria. En ese sentido, «hostia» es Cristo, el
mártir que se sacrifica y muere en la Cruz, y que se conmemora en la EUCARISTÍA.
Se atribuye a santo Tomás de Aquino esta descripción de la hostia: «¿Su pequeñez
no significa humildad; su redondez, obediencia perfecta; su delgadez, economía
virtuosa; su blancura, pureza…?» [Chevalier, 1982].
hotentotes. Nativos del África austral por mejor nombre khoisan (de khoi,
«hotentote», y SAN, «bosquimano»). Los hotentotes ya estaban prácticamente ex-
tinguidos a principios del siglo XX, aunque sus mezclas resistan en algunas pobla-
ciones de Sudáfrica y Namibia, y también su antiguo idioma con clicks. En la re-
gión de Rehoboth (Namibia) dieron lugar a los BASTER o bastards, «bastardos»,
mezcla de alemanes y mujeres hotentotes. Éstas se distinguieron por su ESTEATOPI-
GIA; los hombres, por su cabello esparcido en forma de granos de pimienta. De
piel de color amarillento y con un notorio pliegue ocular o epicanto, los hotentotes
tenían gran parecido con la RAZA mongólica para Casalis [1861]. La rama de los
GRIQUAS de la colonia de El Cabo era la «más civilizada», siempre en opinión de
247
LUIS PANCORBO
248
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Huizilopochtli. Dios del sol para los AZTECAS, por otro nombre Toniatuh.
Cortó la cabeza a su hermana la luna y expulsó a sus hermanos, las estrellas. El sol
da origen a las eras aztecas: cuatro soles ya han nacido y han muerto para generar
el «Quinto Sol», el actual, Ocllín. Es el sol del temblor, el de la destrucción del
mundo en ciertas PROFECÍAS, aunque también se le puede ver, como Wasson
[1980], en calidad del dios de las flores, o de los hongos (> MICOLATRÍA), aliado de
Tlatecuhtli, dios de la tierra.
249
LUIS PANCORBO
Hurdes. Territorio mítico de la península Ibérica, junto a Las Batuecas. Allí de-
bió vivir una supuesta tribu primitiva y escondida. Lope de Vega dedicó al tema
una obra, Las Batuecas del Duque de Alba (1598-1600), donde se hacía eco de
aquel posible refugio de godos después de la invasión árabe. Otros ubicaron allí
nada menos que el PARAÍSO Terrenal (según Daniel Huet, el obispo de Avranches,
por encargo del rey Luis XIV). George Borrow, autor de La Biblia en España
(1842), pone en Las Hurdes lagunas inmedibles de lo profundas, donde desapare-
cen las gentes y hay monstruos diversos. Lugar también sin pan, sin tierra, con ma-
laria y bocio terribles, que tanto asustó al doctor Gregorio Marañón en su famoso
viaje de 1922 con el rey Alfonso XIII. Pero todo eso estalla con la película Las Hur-
des, tierra sin pan (1932), de Luis Buñuel, treinta y dos minutos de dinamita con-
ceptual, belleza agria sin meapilismos, cretinismo físico y retraso moral, un «estu-
dio de geografía humana», o un documental para remover el cocido madrileño.
¿Cómo era posible que existiera un sitio tan atrasado como Las Hurdes, casi como
los del África tropical, a 400 kilómetros de Madrid y a las mismas puertas de La
Alberca y de Salamanca? El mito estaba servido para siempre y aún hay quien no
lo ha digerido.
hurones. Indios de Canadá (Nueva Francia) que, junto con los iroqueses, eran
la mayor potencia demográfica, en torno a 30.000 almas… A partir del siglo XV, los
hurones constituyeron una confederación de cuatro tribus, los rock («roca»), deer
(«ciervo»), bear («oso») y cord («cuerda»). Hasta su muerte en 1635, el general
francés Champlain comerció con los hurones, sobre todo por sus apreciadas pieles
de castor, y llegó a firmar con ellos un tratado de alianza para tener a raya a los
mohawks, la más bélica de las cinco tribus iroquesas. Los jesuitas, por su parte, co-
merciaban con almas, tratando de convertir a su Gran Espíritu a unos INDIOS que
creían, si acaso, en cosas más pequeñas, como el oki (espíritu maligno). El padre
Brébeuf fue enviado desde Québec a la lejana misión de Sault-de-Sainte-Marie, en
pleno país hurón [Spillmann, 1953]. Su población bajó dramáticamente y, a finales
del XIX, vivían unas pocas centenas de hurones en el condado de Essex (Ontario) y
en la reserva de Quapaw. Actualmente quedan en torno a 1.000 hurones, muy inte-
grados con el resto de los iroqueses, trabajando como agricultores y obreros.
250
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
251
I Intervenid en el conflicto
de puntas que se disputan
en la más torionda de las justas
el salto por el ojo de la aguja.
César Vallejo, Trilce, XXXVI
ibo / igbo. Etnia de Biafra, provincia del este de Nigeria, que intentó una esci-
sión en 1967, sofocada con una guerra civil que duró tres años. Los ibo se hicieron
tristemente célebres por sufrir una sangrienta represalia. Las imágenes en la prensa
de niños ibo hambrientos y enfermos fueron casi las primeras en golpear de forma
masiva las fibras sensibles occidentales. Casi todo había comenzado cuando, tras la
independencia de Nigeria en 1960, los ibo consiguieron cierta autonomía, La ani-
mosidad de otros pueblos contra ellos encendió una guerra civil entre 1967 y 1970,
año en que los ibo fueron derrotados por los YORUBA y hausa, etnias dominantes
en Nigeria, y forzados, los que no acabaron en cualquier cuneta, a abandonar sus
tierras y privilegios. No obstante, el presidente Gowon impidió que se generalizara
el genocidio de los ibo hasta su completa extinción.
253
LUIS PANCORBO
sias para que los analfabetos, mirando al menos a las paredes, puedan leer lo que
no son capaces de descifrar en los códices» [Eco, 2004]. Por supuesto, la icono-
clastia triunfó entre los musulmanes, que siguen con la idea de que no se debe re-
producir la figura humana, algo obsceno, pagano, impropio del islamismo, aunque
en la fachada de algunas escuelas coránicas (> MADRASA) de SAMARCANDA y Bujara
se escapara alguna cara o más bien sol antropomorfo.
iglú. No hay esquimal sin iglú, ni historia ártica sin patraña. El iglú condensa —
incluso en la publicidad televisiva— la estampa de una gente como los inuit, «los
hombres» (> ESQUIMALES), que cuentan con magníficas motonieves y casas con ca-
lefacción, ducha y… frigorífico. Antaño usaban cabañas de madera y piedras, y el
iglú («casa de nieve») representaba un ocasional refugio en sus partidas de caza o
pesca. Sin embargo, la imaginación occidental
quiere meter siempre a los esquimales en un
iglú, pues sin él serían como nosotros. Para ha-
cer un iglú se cortaban bloques de hielo de un
metro de largo, unos 40 centímetros de ancho y
unos 20 de espesor. Así se recababa una mínima
vivienda en forma de cúpula. El aire caliente se
repartía en el interior hasta el punto de que era
posible «sonreír» en cueros. Lo cierto es que los inuit podían desnudarse sin pro-
blema bajo las mantas de piel. Aparte de «iglú», los esquimales han aportado pala-
bras como kayak (embarcación de piel de foca), anorak, parka, ulu (cuchillo en
forma de media luna), kumatik o trineo… El inuktituk es «la lengua del inuk», es
decir, el idioma de los inuit.
Iguazú. En guaraní, «agua grande», justo nombre para unas cataratas extendi-
das por 3.000 metros en la cuenca del Paraná (el segundo río de América tras el
AMAZONAS), entre Argentina, Brasil y Paraguay. El primer blanco en contemplarlas
fue el español Álvar Núñez Cabeza de Vaca en 1541, durante su travesía desde Cu-
ritiba (Brasil) hasta Asunción (Paraguay). Las llamó «Saltos de Santa María» sin
254
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
mucho éxito. Se impuso Iguazú para un total de 275 cascadas, más innumerables
islas fluviales, escollos y farallones. La «Garganta del Diablo» tiene una caída de
70 metros y hace recordar una imagen cinematográfica fantástica de La Misión.
ik. Pueblo de las tierras altas del nordeste de Uganda, cerca de la frontera con Ke-
nia, célebre en la literatura antropológica por su «primitivismo» belicoso. Desde
que fueron visitados por el pastor C. T. Sherad (1862-1931) a fines del XIX, pocos
blancos fueron a una región como la de los ik, atenazada entre las guerras y guerri-
llas de varias tribus ugandesas y kenianas. Los karimojongs, vecinos de los ik, tie-
nen aún reputación de cuatreros. En 1996 se acercaron allí los misioneros nortea-
mericanos Hoffman y Van Smith, y tuvieron que desistir de su misión. Los ik son
en torno a 2.000 individuos, pero no hay censos muy fiables. En la pasada década
de los setenta, los ik nomadeaban y cazaban por Kidepo, hasta que la zona fue de-
clarada parque nacional y tuvieron que convertirse en sedentarios, con el consi-
guiente CHOQUE. El ESTRÉS de la supervivencia, intentar cultivar la tierra en una
nueva e inesperada lucha contra el hambre, el cólera y otras enfermedades, lleva-
ron a los ik a una situación límite y su respuesta fue la crueldad, según la célebre
monografía del antropólogo británico Colin Turnbull [1972]. El desarraigo llevó a
los ik a una vida vista como una busca, y se evaporaron las lealtades entre genera-
ciones. Llegaron a pensar que era una suerte si se morían los niños y los ancianos:
unas bocas menos que alimentar... Fue creándose una pequeña sociedad humana
sin amor, sin piedad, como si se hubiesen despojado de repente de todas las carac-
terísticas que diferencian a nuestra especie de los primates… Otra conclusión de
Turnbull muy polémica fue la expresada en «El pueblo sin amor», título del capí-
tulo décimo de su libro: «Tuve la impresión de estar observando una sociedad de
babuinos mejor organizada…». Acritud, envidia, recelo, esos eran los tres factores
que, según Turnbull, no favorecían el afecto entre los ik. El amor sería así «un lujo
superficial que podemos permitirnos en tiempos de abundancia» [Turnbull, 1972].
255
LUIS PANCORBO
imago mundi. Refundición del cosmos en una idea, imagen, libro, símbolo…
Un templo tan especial como el de Jerusalén, podía ser una imago mundi, una
«imagen del mundo» [Eliade, 2000]. A su vez, una catedral de la Edad Media pre-
tendería ser el símbolo de la «Jerusalén celestial», no sólo una basílica mayor o una
superiglesia, y, en ese sentido, se alzaría como otra imago mundi. Julio Caro Baroja
[1979] dio un gran repaso a la «imagen del mundo perdida» según ciertos textos
españoles de los siglos XVI y XVII que, aun siendo «de distinta casta y pelaje», fue-
ron «observadores de los usos y costumbres de numerosos pueblos». Aceptando
«un principio de RELATIVISMO…, nuestra propia posición no es, no tiene por qué
ser, la última, que se confunde, también, con “la verdadera”». Caro Baroja analiza
el Epítome, la magna obra de Antonio de León Pinelo, con amplias partes sobre
India, Japón y China… Y la Historia… del Gran Reyno de China, de Juan Gonzá-
lez de Mendoza; y la del padre Marcelo de Ribadeneira sobre China, TARTARIA,
Cochinchina, Malaca, Siam, Camboya y Japón, lo que no acaba la lista de libros
analizados no menos interesantes.
256
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
inca / inka. Pueblo, dinastía y cultura indígena del Perú, que creó el mayor
imperio prehispánico de Sudamérica (> TIWANTINSUYU). Inca era también el tí-
tulo del emperador del Incario con sede en Cosco (Cuzco), una fabulosa exten-
sión territorial desde Colombia hasta el río Copiapó (Chile). El pueblo inca se
originó tras la desintegración de la cultura de Tihuanako en el siglo XII [Rowe,
1944]. La primera dinastía inca pudo asentarse en el lago Titicaca, otra cosa es el
portentoso origen del primer caudillo-fundador, Manco Capac, el que recibió de
Inti, dios del sol, una barra de oro que tenía que ir tirando contra la tierra hasta
que penetrara en ella: ésa sería entonces la tierra elegida de los incas. Otra ver-
sión del origen mítico de los incas es el de los cuatro hermanos Ayar (Cachi,
Uchi, Auca y Manco). Manco («maíz») fue el que se asentó en Cuzco («ombli-
go»), originando con su mujer, Mama Ocllo, el linaje real del Incario. La organi-
zación social inca tuvo instituciones que funcionaron bien,
como el ayllu, trabajo colectivo y organizado, y la división
en huamani, o distritos, aunque las mejores tierras eran
del Sol, o del Estado, una forma de decir que de los incas.
Por otro lado, los jóvenes de ambos sexos, los yanacunas y
las acllas, podían ser arrancados de sus familias para ser
empleados como siervos, a menudo de los curacas o purej.
Sin olvidar que los incas, mirados con nostalgia en los últi-
mos tiempos de Perú, no tuvieron miramientos con otros
pueblos y sojuzgaron a los chankas, chunchos, mojos, chi-
riguanos, quitus…
257
LUIS PANCORBO
258
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
se presenta en la agonía mediante la fuerza del KARMA. La Clara Luz hija se genera
por el esfuerzo de YOGA y meditación anteriores [Dalai Lama, 2002].
indios. Antes de la llegada de los portugueses, sólo en Brasil había cinco millones
de indios; hoy apenas llegan a 330.000. Por «indios» entendemos a los de América,
las Indias Occidentales, si nos atenemos al fabuloso error denominador de Colón.
Error sobre error, la estatua de Colón fue derribada en la plaza de Venezuela de Ca-
racas el 12 de octubre de 2004. Los chavistas inauguraron así un nuevo capítulo de
la historia hispanoamericana, hacerla pedazos, o la iconoclastia a la manera de
Hugo Chávez («Colón, ladrón», «Colón igual a Bush»). En la Universidad Colgate
(Estados Unidos), la Asociación de Estudiantes Nativos de América (AENA) orga-
nizó una protesta el 12 de octubre de 2004 consistente en poner carteles de Christo-
pher Columbus bajo el lema «Wanted» y con la explicación: «Se busca: Cristóbal
Colón. Importante ladrón, genocida, racista…». Otros carteles simplemente decían
«Colón es una mancha en la historia de los Estados Unidos, no es algo para ser cele-
brado». Son reacciones de grupúsculos, pero la incomprensión histórica es más am-
plia de lo que se supone en América. Quedan muchos indios que desmienten la am-
259
LUIS PANCORBO
plitud del genocidio y, sobre todo, demuestran la pervivencia del componente étni-
co de muchos países de Iberoamérica. Sólo en Venezuela, fuera de mitos y palabras
huecas, el número de comunidades INDÍGENAS es muy amplio. YANO-
MAMIS, pemón, shirian, kariña, akawayo, arawak en el estado de Bolí-
var; añú, barí, yukpa y wayyu en el de Zulia; guajiro, jodi, pemón,
piapoko, piaroa, warekema, yekuana, amabo, en el de Amazonas;
warao en el delta de Amacuro; kariña en Anzoátegui; guajiro y
pumé en Apure... Hubo hechos fatídicos, exagerados por la pluma
de Las Casas como buen libelista. Pero en Norteamérica no pudo
ser más deletérea la Allotment Act, una ley de 1887 por la que los
nativos perdieron el 62 por ciento de la tierra que aún les queda-
ba. Eso marcó su confinamiento en reservas que nunca represen-
taron más del dos por ciento del territorio de los Estados Unidos,
habiendo sido sus dueños totales. En Canadá, el tema indígena se
ha llevado con más cautela y aparente generosidad, ahí está la conce-
sión de un gran territorio autónomo, Nunavut («Nuestra Tierra»), a los inuit (> ES-
QUIMALES). De todos modos, la población indígena de Canadá es de un uno por
ciento de los habitantes (unos 150.000 de 22 millones), cifra en la que se incluyen
inuit, indios y también orientales, chinos, japoneses y negros.
ingisu. Fuerza o esencia espiritual para los papúes de Nueva Guinea. Con el
mismo rango que el MANA polinesio, el VACONDA o wacan sioux (> LAKOTA), el
260
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
integrismo. Doctrina muy española que alcanzó su ápice en el siglo XIX y que
preconizaba la supeditación de lo civil a lo religioso. Uno de sus representantes, el
261
LUIS PANCORBO
padre Juan María Solá, S. J., publicó en la «Biblioteca integrista» un libro como
Herejes y herejías (1917) que no dejaba títere con cabeza. A Victor Hugo no le
perdonaba por supuesto haber llamado a la Iglesia «monstruo inmundo y feo,
abortado por el dios del mal, insolente y abominable». Por otro lado, «el liberalis-
mo es pecado», y la masonería, «el ANTICRISTO». Con más tono intelectual, otro
ejemplo de integrismo se tuvo en Menéndez Pelayo, quien escribía en el tomo III
de sus Heteroxos… (1963): «España, evangelizadora de la mitad del Orbe; Espa-
ña, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de san Ignacio… esa
es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra».
262
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
intocables. Personas fuera del sistema de CASTAS hindú. Y por tanto, no per-
sonas en la práctica. Las gentes de castas superiores no los pueden tocar sin conta-
minarse. Hasta su sombra contamina, y recibir agua o alimentos de ellos…, nada
dígase de casarse con sus hijas (PARIAS). Mahatma Gandhi se tuvo que emplear a
fondo para abolir la intocabilidad y tuvo palabras muy duras al respecto: «Una re-
ligión que sanciona una injusticia tan grande hacia el prójimo no es una religión, es
un complot de Satán». Llamó a los intocables harijans, «hijos de Dios», pero, pese
a todas las reformas, todavía hay cuatro clásicos grupos de intocables en la India
cuyo destino ha cambiado bien poco: los zapateros remendones llamados mochi,
los empleados en los crematorios o dom, los lavanderos o dhobi, y los barrenderos
o banghi. Lo que no agota, por supuesto, las casi infinitas variedades del quehacer
humano en la India.
invisibles. Dícese de los «cuerpos arco iris» o los «cuerpos hechos de viento»,
los que alcanzan un estado de máxima invisibilidad tras una profunda meditación
de la Gran Plenitud, según la escuela de los lamas tibetanos Nyingma. El DALAI
LAMA [2004] tiene como cierto que un yogui llamado Achok, de Nyarong, practi-
caba como meditación especial la recitación del «Om mani padme hum». Pidió a
sus compañeros que le encerraran en una habitación y que volvieran a verle al
cabo de una semana. Y en efecto volvieron y allí sólo estaba su manto de color aza-
frán. Según el Dalai Lama [2004], es posible conseguir «un cuerpo hecho de vien-
to» llegando antes a la Clara Luz, el nivel más sutil de conciencia.
263
LUIS PANCORBO
Irian Jaya. Papúa Occidental. Parte occidental de la gran isla de Nueva Gui-
nea bajo administración de Indonesia. Jayapura, la capital de Irian Jaya, dista 3.520
kilómetros de Yakarta, la capital indonesia. Es uno de los últimos territorios vírge-
nes del planeta, con excepciones sangrantes como la mina Grasberg, explotada
por Freeport Mac Roran, una compañía estadounidense, y Rio Tinto Ltd., consor-
cio anglo-australiano. Se trata de la mayor mina de cobre y oro a cielo abierto del
planeta enclavada en un territorio de dos millones y medio de hectáreas, hábitat de
los amungme, DANI, konoro, ekari y otras tribus. La líder papú MAMA YOSEPHA ha
encabezado las protestas contra los desaguisados ecológicos de Grasberg, entre los
mayores del planeta. El 9 de octubre de
2003, la gota que colmó el vaso fue la ava-
lancha que mató a ocho trabajadores e hi-
rió a otros cinco. Irian Jaya es un territorio
con 431.000 kilómetros cuadrados, casi la
extensión de España, cubierto en su 75
por ciento por selvas, y con una población
de apenas un millón y medio de personas.
El primer español en avistar Papúa-Nueva
Guinea, 500 leguas de costa, fue Álvaro de
Saavedra en 1529. Muchas tribus de Irian
Jaya han permanecido en un gran aisla-
miento. Los korowai son arborícolas y
construyen sus chozas en las copas de los
árboles. Los asmat fueron implicados en la
historia de la desaparición en 1961 de Da-
vid Rockefeller, hijo del magnate Nelson
Rockefeller. Se cree que David acabó cani-
balizado. Cierto es que los asmat han sido
reputados cazadores de cabezas, pero
compartían todo con los huéspedes en sus
264
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
cabañas techadas con bálago. Algún equívoco fatal debió producirse con David,
gran aficionado a la aventura etnológica.
265
LUIS PANCORBO
Isphani. El ANTICRISTO en los textos revelados de los BAHAÍ. «Nada sino vene-
no viene de él.»
266
J Junio, eres nuestro, Junio, y en tus hombros
me paro a carcajear, secando
mi metro y mis bolsillos
en tus 21 uñas de estación.
César Vallejo, Trilce, XVII
jabutí / yabutí. Lengua y etnia de la Amazonia brasileña con sólo cinco ha-
blantes en 1990. Su hábitat se ubica junto a los ríos Branco y Guaporé, estado de
Rondonia, y pertenecen al grupo lingüístico macro-gé. Pronto, si no se remedia,
engrosarán la fatídica lista de los extinguidos.
267
LUIS PANCORBO
sólo camina en lo llano, yendo a Padan-aram, a Harán y tantos sitios, que llena con
su progenie, sino que es especialista en el viaje vertical y para ello inventa la más
mágica de las escalas. Más habitual es que se le presente como intermediario entre
Dios y los hombres. O como el héroe de Beth-el, lugar santo de CANAÁN, al norte
de Israel, donde la gente adoraba «dioses ajenos», es decir, el becerro de oro. Lo
interesante es que Jacob dio a eso una solución tan drástica que el mundo no vol-
vió a ser el mismo. Fue al CIELO por la escalera. Por ella, los ÁNGELES no hacían
más que subir y bajar, de lo que se infiere que no eran alados, sino que tenían pier-
nas, tal vez hermosas. Jacob quedó confortado con el apoyo angélico y siguió cami-
nando. De hecho es el fundador de Israel y Dios le llamó Israel: «Una nación y
conjunto de naciones procederá de ti, y reyes saldrán de tus lomos» (Génesis
35,11). En un mito bubi de Fernando Poo también había una escala que llegaba
más alto que cualquier palmera, pero los dioses la derribaron aterrorizados de que
mujeres y niños pudiesen subir al cielo [Frazer, 1981]. Los TORAYAS de Célebes
(Indonesia) creen que hay una planta trepadora que une cielo y tierra, aunque para
ellos los pembalik tomate, «los verdaderamente muertos», son quienes enlazan de
forma sutil y continua el mundo de arriba y el de abajo, los antepasados y la prole.
Jacobsland. Nombre que los ingleses daban al norte de España en los siglos X
al XII.
Ya entonces el Camino de Santiago era una de las rutas esenciales del CRIS-
TIANISMO, una especie de eje transversal del mundo, y eso fue atrayendo romeros
hasta los dos millones anuales (cinco en Años Santos). Nada mal considerando que
al final del camino lo que allí se venera sea tal vez el hereje Prisciliano (> PRISCILIA-
NISMO).
268
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
jaguar. El mayor gato del Nuevo Mundo era el «sol de la Noche» para los MA-
YAS. Y un dios para los OLMECAS, como el ocelote en otros varios pueblos del Ama-
zonas. El simbolismo felino en el arte olmeca no sólo fue naturalista sino antropo-
morfo. Los olmecas esculpieron jaguares tanto en hachas de jade votivas como en
grandes figuras. El jaguar era esencial en el cosmos olmeca y en-
carnaba conceptos como superioridad, éxito y control del reino
de los espíritus. Fabulosos fueron asimismo los perfiles de águi-
las-jaguares del «Portal Blanco y Negro» de Chavín
de Huántar, un pequeño centro ceremonial del an-
tiguo Perú, muy rico en vestigios arqueológicos. La
situación de Chavín de Huántar suponía un enlace
entre lo andino y lo amazónico muy interesante,
mientras su estilo artístico poseía «un fuerte aro-
ma amazónico» [Saunders, 1989]. En vez de represen-
tar allí llamas, cóndores, pumas y otros animales netamente
andinos, aparecían el caimán, el águila arpía y, por su-
puesto, el jaguar. También tallaban CHAMANES en piedra
con disfraces sobrenaturales junto a grandes felinos: la cla-
ve era representar el paso del ser medio humano a cuando se
hace medio felino, hombres convirtiéndose en jaguares… Eso se ve por ejemplo en
la cabeza de jaguar humanizado del templo del Lanzón, siempre en Chavín. El cul-
to dedicado a dioses jaguares entrañaba verlos como dioses sonrientes: uno de
ellos ha sido identificado en la estela Raimondi llevando un cactus que Saunders
[1989] considera que es el alucinógeno San Pedro (Trichocereus pachanoi), porta-
dor de mescalina.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
jarawa. Habitantes originales —hoy unos 250— de las islas Middle y South An-
daman (India). Forman parte de los cuatro grupos de NEGRILLOS, como los ONGE,
que se cree que llegaron al archipiélago de las ANDAMÁN y las islas NICOBAR hace se-
senta mil años. Esos archipiélagos distan 800 kilómetros de las costas de la India y
están compuestos por 572 islas, de las que 38 están habitadas. El gobierno indio ha
ido sometiendo a los nativos a traslados forzosos y a una ACULTURACIÓN por la vía rá-
pida que preludia su extinción cultural. En 1995 se registraron ataques de los jarawa
con arcos y flechas contra colonos indios (de Bengala y Tamil Nadu, y refugiados de
Bangladesh). La pregunta típica en Andamán, «¿Has visto a los jarawa?», se suele
contestar en hindi: «Dekhna to marna» («ver es morir») [Mukerjee, 2003]. Los jara-
wa viven ahora en reservas en la isla Great Andaman y en la pequeña isla Baratang,
que hace de puente entre las Middle y South Andaman. Cuando vagaban en liber-
tad, los jarawa preservaban el fabuloso bosque primario de las Andamán frente a los
madereros que han dejado la superficie arbolada de las islas en menos del 70 por
ciento (en 1985 quedaba el 77 por ciento). Antes del terrible tsunami de diciembre
de 2004, la situación de los jarawa, y de los aun más remotos onge y SENTINELESE,
preocupaba a Survival International, organización de apoyo a los INDÍGENAS.
271
LUIS PANCORBO
ingleses sus acciones en el canal de Suez valoradas en cuatro millones de libras es-
terlinas. El jedive Ismail fue quien reclamó los servicios del general Gordon y le
nombró gobernador de Sudán. Charles Gordon (1833-1885) era conocido como
«Gordon el chino», por su lucha sin cuartel contra la revolución de TAIPING y a fa-
vor de la dinastía manchú y los intereses occidentales. Luego fue para siempre
«Gordon Pachá» y «Gordon de Jartum», de hecho acabó degollado en esa ciudad
del Nilo, víctima del asedio de su implacable enemigo, el MAHDI.
272
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
jiva / jîva. Entidad viviente, aunque no tan obvia como pudiera parecer a sim-
ple vista. Las hay de dos clases: condicionadas eternamente y liberadas eternamen-
te. Cada jiva tiene o puede tener 24 divisiones y todas son partes de Krisna, según
los seguidores de ese dios. Partes infinitesimales, se supone, pero aún pueden de-
sear en tanto que almas vivas. El problema de las jivas es que, a veces, se inclinan
hacia el reino de la pura trascendencia y otras veces hacia el de la pura materia.
Por eso, los seguidores de Krisna creen que las jivas se originan en ese lugar fronte-
rizo del dios que es tatastha-sakti, la potencia en el borde entre espíritu y materia.
Según los JAINÍES, las jivas son almas en un número infinito y pueden ser sujetos de
cambio, pueden expandirse o contraerse, y ser al menos de estas tres clases: nirtya,
almas siempre perfectas; mukta, almas liberadas de la cadena de la REENCARNA-
CIÓN, y baddha, almas encadenadas a la rueda de las vidas y muertes [Babb, 1998].
El pensamiento jainita llega a sacar vida en todo, hasta en las patatas (> NIGODS) y
existirían sammurcchin y asanjni panchendriya jivas, almas que se alojarían incluso
en el esputo, las heces o los fluidos genitales.
jlisti. Nombre de una secta rusa, con raíces en la religión ortodoxa, a la que per-
teneció Rasputín, gran defensor de ir a la sublimación por la lascivia. Los jlisti («lá-
tigos»), caracterizados por su enorme potencial de automutilación, y de lujuria,
creen en la existencia de una rueda implacable de vicio, penitencia y catarsis. El
ESPÍRITU SANTO es el principio purificador de todo y el que induce a la unión con
Dios mediante el propio pecado, de ahí los excesos de toda índole, conocidos grá-
ficamente como «regocijos», sesiones de placer hasta que aguante el cuerpo o se
abata la culpa. Por otro lado, en la secta se valoraba el sufrimiento, de ahí el nom-
bre de «látigos» para unos devotos que dejaban en pañales a los CILICIOS católicos,
incluso a los flagelos de los picaos de San Vicente de la Sonsierra (Rioja) en Vier-
nes Santo.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Johnson, pero eso último no contaba entre los papúes a efectos del cargo cult
[Wheeler, 1993].
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LUIS PANCORBO
Judas. Judas Iscariote —no sólo Judas Tadeo— era un buen hombre, es más, un
gran héroe según su evangelio, un papiro descubierto en una caverna de Al-Minya,
a orillas del Nilo, en los años setenta. Judas sólo obedecía las órdenes de Cristo.
En abril de 2006 vio la luz a través de una película producida por National Geo-
graphic. El llamado «papiro de Judas», del siglo IV, es una traducción de un texto
griego del año 187, presentada como otro golpe a la expurgación de la verdad co-
metida por los cuatro EVANGELIOS clásicos, los que a su vez fueron escritos entre
cincuenta y ochenta años después de la Crucifixión.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
K
k. Undécima letra del alfabeto español, pero que no aparece en TRILCE, de César
Vallejo, ni en una sola palabra. Ni como «ahora hormigas minuteras / se adentran
dulzoradas, dormitadas, apenas…». Con todo, la «k» del «kilo» que ganó al «qui-
lómetro».
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LUIS PANCORBO
kaento / caento. Fuerza mágica, embrujo, para los huaorani, tribu del Ama-
zonas de Ecuador. Comparada a veces con una música que se extiende por la selva,
hechizando a quienes la oyen.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tura monolítica del mundo, sino un canto abismal al hinduismo, paredes cortadas
de más de 30 metros, tallas infinitas, entre las que destacan las de la Nataraja, o
«Danza de Siva», por no hablar de la historia del Mahabharata hecha filigrana de
piedra en los muros, de las imágenes sacadas de los Puranas o de las hileras de ele-
fantes empotrados casi a tamaño natural. Nada rivaliza empero con la estructura
piramidal que quiere remedar al monte KAILASH, la morada del Dios Siva. Kailasa
tiene una altura vez y media más que la del Partenón, en un área que es el doble
del magno templo ateniense. Para la construcción del Kailasa debieron trabajar no
menos de 7.000 obreros que, durante siglo y medio, removieron 200.000 toneladas
de roca. El conjunto de Ellora, a 30 kilómetros de Aurangabad (Maharastra, In-
dia), cuenta con 34 templos y conventos, construidos entre los siglos V y XIII, que
sirvieron primero a los hinduistas y luego a budistas y JAINÍES. Todo resulta en
Ellora espectacular, como en las 30 grutas pintadas con frescos de Ajanta, pero la
catedral del Kailasa es la que deja sin aliento, como también lo debió quitar a mu-
chas reencarnaciones de trabajadores.
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LUIS PANCORBO
sustituirlo con uno nuevo. A esta región, aún hoy poco accesible, llegaron dos je-
suitas franceses en 1715, en ruta hacia Lhasa, y describieron el lugar como «horri-
ble, yermo, barrancoso y de un frío cortante» [Hopkirk, 1994].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
los de Sudán (380.000) y los de la República Democrática del Congo (24.000). An-
tiguos ritos kakwa, asociados con el canibalismo, dieron pie a los comentarios so-
bre las extrañas costumbres del «Hannibal Lecter» de Uganda, no otro que Idi
Amin Dada Oumee, acusado de echar a sus víctimas a los cocodrilos y de tener ca-
bezas decapitadas en el frigorífico para mantener conversaciones con ellas. Si tam-
bién se las comió, eso queda en la duda. Kakwa se llama asimismo un parque re-
gional de la Columbia Británica, en las Rocosas canadienses, casi en la frontera con
la provincia de Alberta, y bien nutrido de caribúes, alces, osos grizzly y martas, y
donde antaño vivían los indios ojibwa.
kalash. «Hombres de negro», según los PASHTÚN. Etnia del Hindu Kush, en el
Himalaya de Pakistán, que practica una religión ancestral politeísta y realiza sacri-
ficios de animales. Su hábitat en la provincia de Chitral son valles a unos 2.000 me-
tros de altitud que permiten el cultivo de la vid. De he-
cho, para los kalash es legal fabricar vino. Antaño tenían
una ceremonia, el biramor, que consistía en repartir la ri-
queza en un gran dispendio de comida, bebida y regalos,
que confería al anfitrión de esa fiesta el título de gadeirak,
equivalente al de BIG MAN en la Melanesia. Kalash es tam-
bién el nombre de un símbolo ritual del hinduismo y del
jainismo que augura prosperidad, abundancia…, y que
representa una vasija de agua con una tapa de hojas de
mango y un coco, este último «el fruto que tiene tres
ojos», como Visnú.
kalau. Espíritus del mal para los KORIAKOS de la península de KAMCHATKA. Antaño
les ofrecían sacrificios de perros viejos empalados junto a sus tiendas «…con el hocico
vuelto hacia arriba y el vientre hacia el este para proteger al poblado de epidemias»
[Dunn, 1982]. Pero a los lobos los consideraban parientes y su mayor deidad era el
oso, aunque lo mataban y ofrecían su grasa en un cesto de hierba a los viajeros.
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LUIS PANCORBO
kalpa / kappa. Periodo del mundo y unidad de medida del tiempo en el hin-
duismo y en el budismo. Mil YUGA componen una kalpa, pero una kalpa no es sino
un día de BRAHMA, el dios Creador. Por otra parte, una kalpa tiene 14 manvatara,
una unidad de 71 mahayuga o grandes yugas [David-Néel, 2000]. Desde el punto
de vista matemático, es entre inextricable e incongruente. En la época de Vipassi,
el primer BUDA, «la duración de la vida humana era de ochenta mil años», pero ya
entonces habían pasado 91 kalpas [Eliade, 2000]. La cuestión sería más bien rom-
per el tiempo y, a ser posible, con la extinción. El NIRVANA es el fin del tiempo. Su-
tiles escritores como T. S. Eliot y James Joyce incidieron en esa «abolición del
tiempo» que es, en realidad, el mito de la repetición eterna, ETERNO RETORNO
[Eliade, 2000].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Kanun. Ley tradicional del norte de Albania con códigos muy estrictos sobre el
honor, el trato a los huéspedes... El Kanun fue redactado en el siglo XV por Lek
Dukaghini al hilo de una antigua tradición oral que algunos hacen remontar al
tiempo de los ilirios. El Kanun es seguido sobre todo por los malissori, y otros fiss,
o clanes de la Mirdizia, en los Alpes albaneses, y tiene su peso en nuestros días
285
LUIS PANCORBO
pese a los cambios. El que roba tiene que devolver el doble; el que mata debe ser
matado. Cuando un hombre ha perdido el honor, siempre ocupa el último lugar y
se le ofrecerá un vaso de orujo (raki) medio lleno. En cambio, el huésped (miku) es
sagrado. La palabra de honor, o BESA, se cumple hasta la muerte. La autoridad má-
xima en la Mirdicia era el kapidan, un príncipe de las montañas. El kapidan Gjion
Marka Gjoni se sometió al rey de Italia y luego, durante el fascismo, vivió exilado
en Roma.
karaíta. Secta judía ortodoxa con unos 12.000 miembros en Israel. Antes había
comunidades en Crimea, Palestina, Siria… Los karaítas figuran entre quienes se
salvaron del genocidio por no ser tenidos estrictamente por judíos. De hecho son
tan rigoristas en seguir la TORÁ que no aceptan el posterior TALMUD ni las fiestas
«modernas», o postbíblicas, como Hanukah y Purim.
karen / karenni. Etnia del nordeste de Birmania, junto a la frontera con Tai-
landia. Los karen, en torno a dos millones, integran la segunda mayor minoría étni-
ca de Birmania después de los shan, que son cerca de dos millones y medio. Dentro
de los karen, los subgrupos kayan y padaung, con unas 7.000 almas en total, entre
las que figuran algunas decenas de mujeres que llevan muchas anillas en el cuello.
Son las muy conocidas y fotografiadas «mujeres jirafa». El origen del asunto pudo
ser la protección de los cuellos femeninos contra las mordeduras de los tigres. O
286
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
karité. Árbol (genus bassia) también conocido como «árbol mantequilla», but-
ter tree, cuyas semillas producen una sustancia oleaginosa que se usa en alimenta-
ción y en cosmética. En la India se llama kokum, y con el jugo de sus frutos se ha-
cen siropes y sorbetes, mientras la mantequilla extraída de las semillas se emplea
en cocina, lo mismo que en África, donde reemplaza a la grasa de cacao.
karkadé. Flores de bissap, una especie de hibisco (Hibiscus sabdariffa) con su-
yos cálices secos se prepara una infusión muy refrescante. En algunos países árabes
se usa para aliviar la hipertensión. Cierta propaganda en Egipto presenta el karka-
dé como «la bebida de los faraones».
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LUIS PANCORBO
Karmapa. Alta jerarquía del budismo tántrico. Es quien preside la secta Kagyu
(kagyupa) del budismo tibetano. Ha de ser un gran lama reencarnado (> TULKU),
que sigue una cadena dinástica de reencarnaciones que ya va
por la número 17. El problema se ha presentado a la hora de
determinar quién ha de ser el Karmapa nº 17. Hay dos candi-
datos, ambos nacidos en el Tíbet, y la cuestión ha alcanzado
tal virulencia entre los monjes partidarios de uno u otro que
Rumtek, el lamasterio de Sikkim, sede de la secta kagyu, ha
sido ocupado por el ejército indio. El caso de los dos Karma-
pas se dirime en el Tribunal Superior de Justicia de la India.
Hay mucho dinero por medio, aparte de influencia y poder
político y religioso. Por eso también la REENCARNACIÓN del
PANCHEN LAMA (tercero en la jerarquía del budismo tibetano)
ha sido un asunto muy teledirigido por los comunistas de Pekín a fin de controlar
la elección de esa figura clave para la futura política del Tíbet.
Kartli. País del dios Kartlos, o Georgia oriental, también conocida como Iberia,
lo que supuso ciertas confusiones. Incluso a las gentes de ese país se las llamó iberi
o iveri. Kartli es hoy una región georgiana, para algunos el corazón de un país que
antiguamente se llamaba Sakartvelo, mientras que sus habitantes eran kartvelehi o
karvelianos. Georgia es el nombre que pusieron los occidentales. Tal vez venga su
nombre de los griegos, de geo, «tierra», o de san Jorge… [Kaplan, 2001]. Los ru-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
sos en cambio llaman al país Gruzia (y a los georgianos gruzini). Para los turcos,
Georgia es Gjurdjistan.
kavi. Escritura con sistema silábico que alcanzó un gran desarrollo en el oeste de
la isla de Java y que se extendió desde el siglo XII al XVI en el sudeste de Asia hasta
Filipinas. Wilhelm von Humboldt [1836] no sólo hizo un notable estudio sobre el
idioma vasco, al que consideró el idioma de la antigua España, la ibera, sino sobre
el kavi, abreviatura de basa kavi.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
kéfir / kefyr… Bebida a base de leche fermentada muy popular en los pueblos
CAUCÁSICOS y a la que atribuyen su extraordinaria longevidad. La palabra vendría
del turco keif, «bienestar» (> KAYF) y, bajo el nombre de ayran, fue y es la gran be-
bida de los MONGOLES.
kevala. Puro, entero, en sánscrito. Para los JAINÍES es el estado de unión con el
cosmos, una especie de NIRVANA que se alcanza tras quemar todo el KARMA.
kha > KA
khamba / kambae. La gente del país de Kham. Tribu nómada del Tíbet y de
la provincia china de Sichuán. Su población se estima en unos 800.000. Se les tuvo
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LUIS PANCORBO
khan / kan / jhan / jan / can… Rey de los MONGOLES y también de los
TÁRTAROS. Se le conocía asimismo como Gran Khan (como al Gran Tamerlán de
SAMARCANDA). Colón buscaba afanosamente «las tierras del Gran Can» en 1492 y,
al principio, creyó encontrarlas en las Indias que descubrió. «Kubla Khan» se titu-
la un famoso poema que Samuel Coleridge escribió en 1797 o 1798, seguramente
bajo los efectos del láudano, pero que tuvo la virtud de marcar a fuego, en la ima-
ginación de sus lectores, el nombre de una tierra tan imposible y maravillosa como
XANADÚ, donde fluye el río santo Alph «por cavernas inmedibles al hombre» y
donde se bebe «la leche del Paraíso».
Khodai. Dios, o Alá, para los KALASH, en especial los llamados kalash «negros»
(los hay también «rojos») que siguen con sus creencias animistas sin haberse con-
vertido al islamismo en el KAFIRISTÁN pakistaní.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Saraswati, porque ya se cegó hace mucho tiempo. En 2001 hubo una concentra-
ción de casi 30 millones de peregrinos. También se celebran pequeñas Khumba
Mela cada cuatro años en los cuatro lugares de la India donde cayeron gotas del
néctar de la inmortalidad. Los NAGA shadus, o santones vestidos de aire, y secun-
dariamente de cenizas, son los primeros en entrar en el Ganges en el momento ra-
diante de la astrología hinduista: cuando se decreta que cae en ese instante la gota
de néctar desde los cielos.
Khyber / Khyber Pass. El paso del sur de Afganistán que constituye la lla-
ve continental de la India, o el gran desfiladero desde el Hindu Kush hasta el valle
del río Indo. Fue donde se estrellaron en buena medida los sueños de Alejandro
Magno: miles de sus hombres murieron allí por congelación. El segundo paso en
importancia es el de Bolan, usado por las tropas británicas de la India en 1839 en
su camino hacia Kabul. Además de los rigores de la orografía, siempre ha habido
que contar en la altivez del Khyber las posibles escaramuzas y emboscadas de las
tribus de la región, especialmente de los belicosos PASHTÚN.
kif / quif / grifa. En Marruecos polvo de CÁÑAMO indio para fumar en largas y
estrechas pipas con una pequeña cazoleta de barro. Keyf o kaif sería «estado de
embriaguez del alma inducido por el consumo de hachís/marihuana» [Berling,
2005]. Valle Inclán, en su único libro de poesía, La pipa de kif (1919), aunó poe-
mas fuertes para la época, como «Garrote vil», y elogios modernistas a lo extremo,
todo como en un humo de droga: «El patíbulo destaca / trágico, nocturno y gris; /
la ronda de la petaca / sigue a la ronda de anís».
kine / da kine. Jerga, o pidgin, del actual Hawai. Significaría «cualquier cosa
que hablas en el momento». No importa usar la primera palabra que viene en
mente, ya proceda del californiano surfista, del japonés o del hawaiano. Da kine
puede ser desde sexo a marihuana, o the best («lo mejor»); braddah es «hermano»;
lolo, «idiota»; maki, «muerto»; ono, «sabroso»…
293
LUIS PANCORBO
kismet. Para los musulmanes, destino, hado, en el sentido del fatum latino. Hay
una «noche del destino», o Shab-e-Baraat, en el octavo mes musulmán de Sha-
baan, cuando los fieles, especialmente musulmanes del subcontinente indio, espe-
ran la gracia de Alá y la remisión de sus pecados. Todo lo cual recuerda la noche
mágica del ISLAM, LAILAT AL KADER.
kispum. Ritos fúnebres en la antigua Siria (hace tres mil quinientos años) que
incluían un banquete —ágape— en el que los vivos simulaban comer con los
muertos. El arqueólogo Peter Pfälzner, que ha encontrado en Mishrifa la tumba
del rey Idanda de Qatna, considera que el ágape en cuestión era a base de leche,
cerveza, carne de vaca y cordero, cereales, sal y mantequilla, y todo porque se creía
que los espíritus de los antepasados acudirían a sentarse con los vivos. Nada de eso
impidió la destrucción de Qatna por parte de los hititas, hurritas y egipcios [Lan-
ge, 2005]. El kispum o ágape también se refleja en la Biblia (Samuel 20,18). Y no
era muy distinto a los banquetes funerarios que aún hacen TORAYAS de las Islas Cé-
lebes o MERINA de Madagascar.
kivas / kiwas. Templos de los indios PUEBLO. Son construcciones de forma es-
férica sin puertas ni ventanas y con acceso por el techo mediante una escalera de
madera que se puede quitar haciendo inexpugnable el lugar. Aún hoy, las kivas es-
tán en funcionamiento entre los nambé y otros indios pueblo de Nuevo México.
Ahí dentro, donde nadie extraño tiene acceso, se transmite el viejo conocimiento y
se produce la transmisión cultural de tribus que viven en los montes de la Sangre
de Cristo o en Katsimo, «la Mesa Encantada», donde moraban los antepasados de
los acomas. David H. Lawrence se maravillaba de que los pueblos de adobe no se
hubiesen derrumbado como ocurrió con los mármoles griegos. La extrañeza de
Lawrence siempre se propaga por muchas vías en Nuevo México, el «estado en-
cantado» de la Unión. El consumo de piki, tortillas de maíz azul, convivía con la
primera bomba nuclear de la historia, la que explotó en 1945 en el desierto de Tri-
nity Site. Los pueblos vieron palidecer el sol en pleno día, aunque hoy muchos tra-
bajen en Los Álamos, el laboratorio donde se desarrolló la bomba atómica, o en el
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
kizil / kyzil. Nombre de una de las muchas tribus turcomanas extendidas por
Irán, Turquía, Kurdistán, Afganistán (con al menos 400.000 turcomanos) y, por su-
puesto, TURKMENISTÁN. Los kizil («rojo» en turco), sobre una capa religiosa chiita
(> CHIISMO), no han perdido del todo un fondo de chamanismo (> CHAMÁN) an-
cestral. En el complejo mundo tribal turcomano, tan abigarrado como sus fuertes
alfombras de nudo, se encuentran los kizil bash («cabezas rojas») y los chub bash,
subtribu de los ersaris, a su vez próximos a los AZERÍES (en Azerbaiyán), además de
las clásicas divisiones tribales de los turcos en oghuz y seljuk y sus sutiles subdisi-
viones en un espacio geográfico abrumador: desde Turquía al Turquestán chino;
desde Kizil, capital de TUVA, república autónoma de Rusia en el sur de Siberia, a la
huella turcomana en Kizil-Orda, localidad de Kazajstán, al borde del desierto Kizil
Kum («Arenas Rojas»), una blanda frontera con el norte de Uzbekistán…
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ciben aún una especial veneración. El oso era su gran deidad, y a veces los koria-
kos empalaban sus propios perros en un ritual de sacrificio en honor del plantígra-
do divino. Hoy, los koriakos disponen de una Región Autónoma, dentro de la pe-
nínsula siberiana de Kamchatka, con capital en Polana. Y se mueven en los
parámetros de una lucha por la vida capitalista tras el colapso comunista.
kosher. Alimentos que cumplen los mandatos y restricciones del JUDAÍSMO (>
JARAM). Está prohibido el CERDO, por supuesto, pero también es inmundo el maris-
co, y ABOMINABLES las serpientes. Tampoco se puede hincar el diente a las liebres
ni a los gatos (aparte de no dar uno por otro). O mezclar leche y carne, o dejarse
tentar por el camello… Pero «todo animal de casco partido y pezuña hendida y
que rumie lo comeréis» (Levítico 11,3). Los rumiantes digieren muy bien la celulo-
sa, comen rastrojos, matorrales, además de hierba y paja, de forma que no compi-
ten por el alimento con los humanos, ni sus carnes son proclives a generar triqui-
nosis, así que como «el ganado porcino es omnívoro, pero no rumiante» fue
declarado objeto de la ira de YAHVÉ [Harris,1989].
kota. Tienda típica de los lapones o SAMI. Parecida a los tipis (tepee) de los IN-
DIOS de Norteamérica.
koteka. Estuche fálico de diversas tribus (DANI, yali, lani...) del valle del Baliem
de IRIAN JAYA (Nueva Guinea). Se recaba de una larga cucurbitácea parecida a un
calabacín. (> OKBUM.)
koyemshi. Payasos en las ceremonias de los indios HOPI de los Estados Unidos.
Hacen el papel de HERMAFRODITAS e impotentes. Otras veces simulan ser los mari-
dos de las KATCHINAS, muñecas rituales de la tribu que con el tiempo se asociaron a
seres benevolentes, aunque en el pasado tuvieron características CANÍBALES y man-
tenían vínculos estrechos con las mujeres del CLAN del padre [Lévi-Strauss, 1984].
Los clowns hopi representan así a la casta o linaje materno y, por otra parte, a los
que van a ser comidos, a diferencia de otro tipo de koyemshi, el de la tribu iatmul,
que procede de la casta paterna. Lévi-Strauss [1984] sintetiza eso en «una conmuta-
ción de (caníbales//clowns+dioses) en (clowns//dioses+caníbales)». Hombres en-
carnando en los rituales el doble papel de mujeres y payasos se dan en otras tribus
(por ejemplo, entre los huicholes de México) y son el contrapunto que desdramati-
za la busca e ingesta de un dios tan ambiguo como el PEYOTE.
kra. Espíritu vital para los akan de Ghana. La fuerza vital del kra procedía de la
Luna y era una emanación de Nyame, la diosa-luna. Ese poder originaba una OBO-
SOM, una virgen que participaba de la reverencia debida a la Luna bajo la advoca-
ción de un TÓTEM como el antílope, el leopardo, el murciélago… [Graves, 1984].
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LUIS PANCORBO
Kraken. Mítico calamar gigante (Archieuthis) que alimenta las fantasías, ya que
no las mesas, de sus obstinados buscadores. El caso es que un cefalópodo vivo de
ocho metros de longitud fue fotografiado por primera vez en Ogawasara (Japón) a
casi un millar de metros de profundidad. No sólo: el 30 de septiembre de 2004 se
conseguía atrapar con un anzuelo un tentáculo de ese kraken de 5,5 metros de largo.
Kravara. Zona del Peloponeso (Grecia) donde los mendigos, de una etnia aisla-
da, usan un lenguaje, con parecido al boliaric, descrito como secreto por algunos
viajeros [Fermor, 1966].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
kula. El sistema de intercambio de las islas TROBRIAND, que ha dejado una especie
de estela luminosa en la imaginación de los lectores de ANTROPOLOGÍA. Es mérito
de quien lo estudió en primer lugar, Bronislaw Malinowski, responsable de una
imagen que «se mantendrá imborrable a todos los efectos» [Geertz, 1989]. El kula
consistía básicamente en entregar un regalo ceremonial y esperar un contrarregalo
que se podría conceptuar como «equivalente», pero ahí está el detalle, en medio de
eso cabía una cantidad imprecisada de años, expectativas, acciones minuciosas, re-
colecciones, alianzas, CONJUROS, construcción de canoas (masawa) para los grandes
viajes del retorno de los regalos… Casi todo giraba en torno a dos productos cru-
ciales, brazaletes de conchas (mwali) y collares de conchas (soulava), lo que ponía
en marcha un anillo fabuloso de reciprocidad y matices que se ha asociado a veces
al dispendio del POTLATCH de los INDIOS de Canadá, sin que ambos hechos coinci-
dan en esencia. «Una forma ceremonial de intercambio conocida como la kula se
halla rodeada por un importante ritual mágico» [Malinowski, 1982]. A principios
del siglo XX, cuando el antropólogo de Los argonautas del Pacífico Occidental rea-
lizaba sus pesquisas, se sentía preocupado por el porvenir profesional: «La ETNO-
LOGÍA tiene las horas contadas». No acertó en eso, por supuesto, y sí en que
«…existe un tipo especial de relatos, considerados sagrados, que están incorpora-
dos al ritual, la moral y la organización social y que forman parte integrante y activa
de la cultura primitiva» [Malinowski, 1982].
kumara / kumar. Batata, tubérculo que ha dado que hablar casi tanto como
la manzana de Eva. A la batata se la llama kumar en Perú y kumara en Polinesia
[Buck, 1938]. A partir de esa similitud, algunos han argumentado la difícil teoría
de una emigración de gente americana hacia las islas polinesias (en la estela de la
hipótesis de Thor Heyerdhal sobre la población americana en la Polinesia con via-
jes al oeste en barcos de TOTORA). Lo cierto es que un cierto DIFUSIONISMO sí se
dio con algunos elementos importantes. Vegetales domesticados transitaron por el
Pacífico en ambas direcciones y antes de Colón, por ejemplo de oeste a este vinie-
ron la judía, el plátano, el coco, el algodón diploide, la cerveza de chicha «y la cos-
tumbre de comer perros»… De este a oeste, la batata (kumara), el amaranto y el
algodón tetraploide… [Sauer, 1952]. Al parecer, el algodón malayo y el maíz eran
conocidos en ambas orillas del Pacífico [Campbell, 1998].
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LUIS PANCORBO
kurdos / curdos. Pueblo del Asia Central repartido entre Turquía, Siria, Irak
e Irán. Pueden ser en torno a seis millones de personas de religión mayoritaria-
mente musulmana sunita. Su país ideal es Kurdistán, pero carecen de Estado pro-
pio, con el consiguiente problema de éxodo, desarraigo y, a menudo, persecución.
En 1920, nada más acabar la Primera Guerra Mundial, se les prometió autonomía,
pero tras el Tratado de Lausana (1923) tuvieron que abandonar sus esperanzas. El
régimen de Sadam Hussein sofocó con bombas y gases letales las protestas de los
kurdos iraquíes, unos cinco millones. El número de muertos no bajó de los
200.000, a lo que hay que añadir los daños por desnutrición y falta de medicinas
impuesta por el embargo a Irak. A partir de 2003, los kurdos empezaron a recupe-
rarse y a contar con aeropuertos operativos en Irbil y Suleimaniya, aparte de lo que
se ha popularizado en la zona la televisión por satélite e Internet. Con todo, la re-
gión autónoma de los kurdos de Irak es más bien un par de fragmentos: el del nor-
te, bajo el PDK de Masud Barzani, con capital en Irbil; y un territorio al sur del
paralelo 36º, con capital en Suleimanya, bajo control del UPK de Yalal Talabani.
Ambas facciones kurdas se nutren de combatientes llamados pershmergas que, se-
gún los más antiguos CLICHÉS, son guerreros irreductibles.
kut. En Corea, ceremonia chamánica para invocar los espíritus de los antepasa-
dos. Implica la intervención de un MUDANG (> CHAMÁN), música de tambores y
300
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ofrendas de vino y pasteles de arroz. También se celebran ritos de kut para propi-
ciar la primavera y, a veces, al DRAGÓN de la lluvia.
301
L La muerte de rodillas mana
su sangre blanca que no es sangre.
César Vallejo, Trilce, XLI
303
LUIS PANCORBO
304
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ca, del ISLAM, en el mes de RAMADÁN. «Noche mejor que mil meses», cuando Ma-
homa obtuvo la revelación de Alá a través del arcángel Gabriel y cuando los fieles
mahometanos esperan que se les concedan todos los deseos. Confían en que esa
noche se abran los cielos. Guarda parecido con la noche del destino o KISMET y, en
cuanto a su característica de «noche santa», supone uno de los «blasones del Is-
lam», junto a la noche del plenilunio de la batalla de Badr, la que conmemora la
victoria de Mahoma sobre los paganos de La MECA.
lamaísmo. Otro de los nombres que recibe el budismo tibetano y que deriva
de la importancia de los lamas o monjes de los monasterios. Había no menos de
3.000 lamas en Tíbet hasta la invasión china de 1950. La cabeza del lamaísmo es el
DALAI LAMA, y luego el Tashi Lama, ambos tenidos por reencarnaciones de anti-
guos budas o BODHISATTVAS. Tras la invasión china, muchos monjes, incluido el ac-
tual Dalai Lama, tomaron el camino del exilio. Otra de las jerarquías importantes
del lamaísmo, el PANCHEN LAMA, ha sufrido una doble REENCARNACIÓN que ha
originado una gran polémica, lo mismo que la doble reencarnación del KARMAPA.
305
LUIS PANCORBO
Los chinos de Beijing (Pekín) tienen sus candidatos y no coinciden con los de los
lamas desafectos a su régimen. Así brota la contradicción: dos seres para un cuer-
po de alguien que fue. Pero el lamaísmo no se asusta por eso: tiene mucho de mis-
terioso y mágico y absorbe las contrariedades de la vida, proyectándolas, como
todo, al profundo deseo de inexistencia, allá donde nada es evidente.
lapidación. Uno de los castigos de la ley islámica, SHARÍA, aplicado a los reos
de adulterio. En eso no hay diferencia entre hombres y mujeres, aunque la adúltera
es la que suele recibir las pedradas y no así el adúltero. En Arabia Saudita y Pakis-
tán, la horca gana puntos respecto a la lapidación. Ésta requiere atar al reo en un
árbol, otras veces enterrarlo hasta el cuello si es hombre y hasta los codos si es mu-
jer. El juez y los concurrentes empiezan a tirar piedras de mediano tamaño para
que la ejecución dure, aunque finalmente se mate al reo. Fue asimismo una tradi-
ción judaica y de ahí viene lo de que «el que esté libre de pecado que tire la prime-
ra piedra». En abril de 2005 se registró una lapidación en Badajshán, provincia del
nordeste de Afganistán, fronteriza con Tayikistán y Cachemira, y a unos 800 kiló-
metros de Kabul. Es donde algunos situaron el escondite de Ben Laden. Lo único
seguro es que la adormidera campa por sus respetos. En Faizabad, la capital de
Badajshán, no hay más ley que la islámica y las mujeres llevan BURKA de color cielo.
306
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
lauburu. Signo con cuatro aspas giratorias que se encuentra en estelas funera-
rias y lápidas del País Vasco. El lauburu (literalmente, «cuatro cabe-
zas», del euskera lau, «cuatro», y buru, «cabeza») es parecido al
euskel orratza, la cruz gamada (ESVÁSTICA), que desde la India
viajó a muchos lugares de Europa (ya aparecía en los vasos beo-
cios). Muy originales fueron también las tumbas con monolitos
discoidales y las inscripciones en casas del País Vasco francés con Or-
hoit Hilcia («Acuérdate de la muerte») [Veyrin, 1942].
Left Behind. «Los abandonados» o «los dejados atrás». Doctrina que emerge
de las enseñanzas de John Nelson Darby, un pastor irlandés con cierto arraigo en
los Estados Unidos, especialmente en Texas y otros lugares del sur. Se inscribe en
el «Dispensacionismo premilenarista», una vuelta de tuerca a la Biblia para que
coincida con las diversas situaciones históricas, o las haga encajar. Aunque el mun-
do puede cambiar, no así la inmutable palabra de Dios. Y en eso creen los Bush y
otros paisanos suyos de la pequeña localidad tejana de Midland, aunque lo esencial
307
LUIS PANCORBO
para ellos sea «el rapto» (the rapture), lo que experimentarán los elegidos. Según
la Carta de san Pablo a los Tesalónicos, está claro: «… y los muertos en Cristo re-
sucitarán primero. Luego, los que estemos vivos, los que hayamos quedado, sere-
mos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el
aire». Esa es la esencia del rapto, algo inminente para los FUNDAMENTALISTAS del
Left Behind y simpatizantes, porque se estima en 62 millones los ejemplares vendi-
dos en los Estados Unidos de la serie de volúmenes de Left Behind escritos por
Tim LaHaye y Jerry Jenkins. Dejados, alumbrados y otros «herejes» similares
(QUIETISTAS) no faltaron en la España del XVII, aunque con motivaciones teológicas
propias de aquel siglo.
Lengai / Ngai / Engai. Dios de los MASAI. Ol Doinyo Lengai, «la montaña
sagrada del dios Engai», es un volcán activo del norte de Tanzania con casi 3.000
metros de altitud. Una de sus mayores erupciones fue en 1967 y sus cenizas aún
son visibles recubriendo sus faldas como si fueran nieve gris. Otro tipo de lava se
ha convertido en pahoehoe, formaciones negras y rizadas, como las de los volcanes
308
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
hawaianos. El volcán se alza en medio de una gran sabana por donde pastorean los
masai, confinante con el lago Natron, lleno de soda y flamencos. Lengai motivó
múltiples leyendas, como si se tratara del Sinaí del África oriental. La historia pri-
mordial del dios Engai, el que mora en el volcán, es que, en principio, dio un palo
para cavar a los sonjo y a los kikuyu, pueblos de Kenia y Tanzania, y éstos se con-
virtieron en agricultores. Pero dio el ganado a los masai. Eran sus elegidos.
lenguas. Indios del CHACO paraguayo así llamados por los españoles a princi-
pios del siglo XVII, aunque el primer explorador en esa región fue en 1537 Juan de
Ayolas, proveniente del Plata. Seis años después, Álvar Núñez Cabeza de Vaca,
quien llegó a ser nombrado Adelantado del Río de la Plata, también hizo una in-
cursión en el Chaco desde Asunción. Los lenguas, al igual que sus vecinos tobas,
pilagás, chamacocos y AYOREOS, fueron una tribu seminómada y cazadora por el
bosque espinoso del Chaco. Los lenguas se movían según las estaciones en grupos
de un centenar de personas. Creían en la existencia de espíritus malignos, kilyikha-
mas, que se introducen en la persona durante el sueño, echan al alma y se apode-
ran del cuerpo. Los lenguas acostumbraban a perforarse las orejas y en el boquete
se ponían tacos de madera a veces de cuatro dedos de diámetro. Los MENONITAS
de origen alemán, asentados en el Chaco desde 1927, cuando fundaron la colonia
Menno, han considerado a los lenguas indios buenos y dóciles, frente a los ayoreos
o MOROS, belicosos e imprevisibles. Tenía su importancia captar a los indígenas del
Chaco porque era mucha la competencia de los religiosos de todo tipo y nacionali-
dad en esa región extrema, «el infierno verde», desde los menonitas a los salesia-
nos, desde la Sociedad Evangelizadora Británica, ya presente en la región en 1887,
hasta la llegada, en 1925, de los misioneros de la Hostia de María Inmaculada, que
se instalaron a orillas del Pilcomayo [Hein, 1990].
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LUIS PANCORBO
Leteo. El gran río del olvido, el que fluía en la antigüedad por el Tártaro, uno de
los nombres del infierno clásico. Luis de Góngora, en un verso memorable de «Fá-
bula de Polifemo y Galatea» (1612), compara el cabello de Polifemo con el río Le-
teo: «Negro el cabello, imitador undoso / de las obscuras aguas del Leteo». Los in-
dios palikur del río Urucauá, en el estado brasileño de Amapá, hablaban de un
infierno lleno de «diablos de las montañas» (yumawali), que viven en un CIELO
particular (yanokolin). Eso queda en el monte Karupina, entre los ríos Urucauá y
Curipi, donde los diablos «toman forma de un ave semejante a la gaviota tukusma-
ká». No hay allí olvido: los CHAMANES palikur beben caxiri, tocan la maraca y la
flauta y son capaces de proporcionar abundancia «atrayendo peces y animales de
otras regiones» [Arnaud, 1977]. Los griegos dieron una gran importancia al olvi-
do, pero sin olvidar el recuerdo (> ANAMNESIS).
310
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
defectos de su hija [Nicolaÿ, 1904]. Marvin Harris [1990] dio ejemplos muy espe-
ciales de generación de prole: los ESQUIMALES creyeron (ahora van a las clínicas
más modernas) que una mujer se queda embarazada cuando «un niño espíritu tre-
pa por las orejas de las botas de una mujer y es alimentado con semen». Lo cual re-
cuerda los estudios de Malinowski sobre los trobriandeses, que no daban ningún
papel generador al semen (si acaso ciertas lianas, sueños y supercherías causarían
la preñez). En las antípodas de eso está la creencia de ciertos TAMILES que cultivan
la POLIANDRIA y creen que el semen de varios hombres «…puede contribuir al des-
arrollo de un mismo feto» [Harris, 1990].
311
LUIS PANCORBO
rada amplitud. Con todo, después de Freud ha quedado clara y descrita la libido
como la gran pulsión humana, junto al instinto de vida y al instinto de muerte. Se
intuyó siempre, y con Freud se supo, que el hombre de todo color, y cultura, tiene
deseos impulsivos y que los refrena [Poirier, 1987]. No es sólo por la Iglesia católi-
ca, o por la Guardia Civil, sino por el TABÚ, la prohibición social (el que dirán he-
cho ley) o la conciencia social (lo que se refleja en una Constitución y unas leyes
que se suponen buenas). Todo lo cual no quita los deseos de base del civilizado, ni
del PRIMITIVO, ni del negro ni del blanco, pero todos coinciden en aguantarse todo
lo que se pueda, porque el inconsciente es una bomba, y la inhibición, después de
todo, sirve para llegar al día de mañana.
312
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Lilit / Lilith. Hechicera del JUDAÍSMO. Madre de todos los demonios, siendo
muchos, puesto que cada día mueren 100. Lilit (Lilitu para los sumerios) interven-
dría con sus maleficios en los ochos días posteriores al nacimiento de los niños, an-
tes de la CIRCUNCISIÓN, y se debe ahuyentar con la cédula del rabino Eliastibi con
los nombres de los ÁNGELES enemigos de la maga [Lidon, 1800]. Entre los poderes
de Lilit destacó el de averiguar el nombre secreto de YAHVÉ. Pudo obtener de él
alas con las que voló a su cueva junto al mar donde compartió su vida con el de-
monio Asmodeo, aunque seguía robando el semen de los hombres cuando éstos
eyaculaban, a fin de hacer más demonios [Husain, 2001].
Limbo. Uno de los cuatro infiernos que existen en el centro de la Tierra, según
el catecismo del padre ASTETE: Infierno de los condenados, PURGATORIO, Limbo
de los niños y Limbo de los justos, también llamado Seno de Abraham. El Limbo
de los niños es el lugar de la ultratumba católica al que van los niños sin bautizar,
los que no tienen uso de razón. El Limbo de los justos, o Seno de Abraham, es el
sitio para los que nacieron demasiado pronto, antes de la venida del MESÍAS, es de-
cir, como un gran aparcamiento de almas de gentes que morían en gracia de Dios y
que estaban perfectamente purgadas, pero que, marcadas por el pecado original,
tuvieron que esperar la llegada de Jesucristo. Se infiere de ello que el Seno de
Abraham ha dejado de existir. El Concilio Vaticano II rectificó también la vieja teo-
logía del limbo, admitiendo salvación «en la misericordia de Dios», es decir, fuera
incluso de la Iglesia, y sin necesidad de recibir el BAUTISMO. Cuando el papa Bene-
dicto XVI era el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del dicasterio (ministerio) de la
Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguamente Santo Oficio, o Inquisi-
ción), fue encargado de la revisión del limbo por el papa Juan Pablo II y llegó a la
conclusión de que «la omnipotencia de Dios es tan grande como para consentirle
atraer hacia sí incluso a aquellos que no han recibido los sacramentos». «Estar en
el limbo» aún se usa como equivalente a estar en la idiocia, y hasta en la inopia, sin
pena ni gloria, aunque con la privación de Dios.
313
LUIS PANCORBO
liminaridad. El estado previo a los ritos de iniciación, que según Arnold van
Gennep [1960], suelen tener tres fases: la fase preliminar; el limen o fase del um-
bral, y la fase posliminar o de reagrupación con los miembros ya poseedores del
nuevo estatus.
lingam. Falo del dios Siva. Escultura en forma de órgano sexual masculino pre-
sente en los templos indios. Generalmente es de piedra, aunque no faltan estalagmi-
tas en cuevas o de hielo, como en la gruta de Siva en el templo de Amarnath; o de
mercurio, milagrosamente sólido, en otro templo de
Siva en la ciudad de Haridwar. El lingam (de linga
que significa «signo») suele reposar sobre una base
circular, el YONI, que representa la vagina y, en gene-
ral, a Parvati, la consorte de Siva. Es ahí donde se de-
positan las ofrendas y se recogen los líquidos que se
vierten sobre el lingam (agua, leche, mantequilla de-
rretida…), dado que se trata asimismo de un símbolo
de procreación, además de ser un signo axial: la luz de Siva es deseada en su base
por el jabalí Brahma y arriba por la oca Visnú, guardianes del cénit y el nadir, respec-
tivamente [Chevalier, 1982]. El kuei, una pieza de jade como un triángulo alargado,
equivaldría a un lingam en los templos, encrucijadas de caminos y montes de China.
Linxia. Región autónoma de China conocida como «la pequeña MECA». Se en-
clava en la provincia de Gansú y tiene un fuerte componente étnico de religión
musulmana: en torno a 400.000 personas pertenecientes a los grupos hui, salar y
dongxiang. En toda la región se encuentran 1.700 mezquitas, aunque la mayor se
ubique en XINING, en la provincia contigua de Qinghai.
litolatría. Adoración de las piedras. En Mongolia hay una piedra, llamada Eej
Khad, «la Roca Madre», meta de peregrinaje después de la prohibición que hubo
durante el régimen comunista que intentó dinamitarla. Se trata de un monolito que
sale de la misma tierra, y sobre el que han construido un santuario en medio del
campo. La gente circunvala Eej Khad tres veces y pide tres deseos. No son pocos
los lugares donde han sido objeto de litolatría montes de piedra enteros. En Aus-
tralia se encuentra Uluru (algo tan sagrado para los ABORÍGENES como una cate-
dral), por otro nombre, Ayer’s Rock, a su vez símbolo del país para los blancos.
Hasta mediados del siglo XX, en la provincia española de Salamanca eran habitua-
les las «piedras del rayo», a veces hachas prehistóricas. También llamadas «chis-
pas» o «centellas», esas piedras se transmitían por
herencia de una generación a otra, como algo pre-
cioso y reverenciado. Servían como protección con-
tra los rayos. Los Concilios de Toledo prohibieron
adorar las piedras [Román, 1931]. Sin embargo, los
pilares, cipos y pilastras coronados con estatuas de
Cristos o Vírgenes debieron ser adorados original-
mente en sí mismos como símbolos solares. O como
314
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
LL
Llama con toque de retina
el gran panadero. Y pagamos en señas…
César Vallejo, Trilce, XXXIX
ll. Triste, aunque no sola, antigua letra del alfabeto español (desde 1803), destro-
nada injustamente de su puesto aparte. De ser soberana y décimo cuarta letra del
abecedario se tiende a que sea satélite de la «ele». Ella no tiene la culpa de ser
compleja y de que casi nadie la pronuncie como lo que es, doble ele, no «y», y con
una articulación del sonido totalmente precisa entre palatal y lateral, siendo ella
fricativa y sonora. Pero el contacto entre lengua y paladar no es el mismo en Anda-
lucía que en Castilla, en España que en América. Y, así, la elle es «eye» en Río de la
Plata, donde cuando «yueve» cae la «yuvia».
315
LUIS PANCORBO
mas eran vector de la sífilis, cosa que resultó ser falsa. Así como el tozudo cliché de
que los conquistadores españoles, al tener relaciones sexuales con las llamas —no
se mencionan expresamente vicuñas, alpacas y guanacos—, propagaron la sífilis.
La llama mística, o la llama pascual, que no el cordero, ofrece su gaznate al corte
del quechua de los Andes y, cuando empieza a sangrar, éste coge con el cuchillo
unas gotas y las echa a la gran boca abierta de hierba de la PACHAMAMA, igual que
unas gotas de pisco y unas hojitas de COCA. Luego la llama sirve para un convite. O
se seca su carne y se hace CHARQUI, una cecina buena para caminar por las alturas
sin que dé soroche y exploten los pulmones.
316
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
que hace desbordar una corriente subterránea y cuanto hay en ella, incluidos los
tributarios del río Aguán. No extraña que eso se atribuya a un MILAGRO, al que
hizo el español Manuel Jesús de Subirana, misionero del siglo XIX, que se apiadó
de la necesidad que sufrían los indios xicaque de la zona. Rezó tres días seguidos y
llovieron tantos peces que la gente los cogió en canastos.
Llanos. Los Llanos son una de las regiones de naturaleza más asombrosa de Ve-
nezuela, sujeta a los ejarbes del río Orinoco y, por tanto, a grandes variaciones de
inundación y sequía. «Con frecuencia, en una extensión de 600 kilómetros cuadra-
dos, el suelo no presenta una irregularidad de un metro de altura» [Humboldt,
2005]. Desde el estado de Apure al de Monagas se alternan los paisajes más extre-
mos. Sabana seca, lagunas y morichales, un contraste como los grandes hatos de
ganado y una flora y fauna privilegiadas. No faltan toninas y manatíes en sus aguas,
ni babas (caimanes). Los chigüires (ronsocos en Perú o capibaras en Brasil) son roe -
dores gigantes de los que los llaneros decían, relamiéndose, que se podían comer
en Viernes Santo, porque eran más pescado que carne. Sin embargo, lo más cho-
cante son los gimnotos, o tembladores, grandes anguilas eléctricas (de 1,72 metros)
y que, para observarlos a placer, y era la primera vez que se hacía de forma científi-
ca, Alejandro Humboldt organizó una pesca con el cebo de caballerías vivas origi-
nando una escena de espanto y conmoción en un vado de Los Llanos.
llenura. Vocablo que en castellano es aun más abundoso que «llenez». Entraña
un estado de felicidad, la plenitud, perseguido en los cinco continentes, aunque los
matices son muy variados. Los PIGMEOS mbuti pueden llevar todas sus pertenen-
cias al hombro, y lo mismo los ZO’É de la Amazonia brasileña. Cuando los MONGO-
LES cambian de pastos con sus manadas de caballos, transportan su casa consigo,
es decir, la yurta y los utensilios de esa tienda de fieltro. «Los yurucarés viajan con
sus niños y sus muebles en piraguas de estipa de palmera, que impulsan el marido
y la mujer nadando a los costados y recorriendo diez o doce leguas por día…»
[Aranzadi, 1899]. Sin llegar a los conceptos de falta, o escasez, la civilización occi-
dental, con su énfasis en el consumismo, ha llegado a rizar el rizo en el usar y tirar
objetos, y recambiarlos por novedades en una cinta sin fin.
Loango. Antiguo reino del África central extendido desde el cabo López (Li-
breville, Gabón) hasta el CONGO. Las mujeres loango llamaron poderosamente la
atención de los primeros exploradores por insertarse una gran bolsa de fibra en la
misma piel del cráneo. Esa mutilación producía un alargamiento del cuero cabellu-
do hasta cubrir casi toda la espalda.
loas. Dioses del VUDÚ haitiano en un número aproximado de 700. Varían según
la procedencia africana y pueden ser Congo, Rada (Dahomey), Wangol (Angola),
Siniga (Senegal), Badagri (Nigeria), Guinea... Los loas del grupo Petro se origina-
ron entre los propios esclavos de Haití. Entre los principales loas destacan: Legba,
dios de las puertas y encrucijadas; Agwé, dios del mar; Damballah-wédo, dios ser-
piente; Erzulie, diosa de la belleza y el amor; Ogoun Ferraille, dios YORUBA de la
317
LUIS PANCORBO
lolo. Tribu del sur de China de origen étnico tibeto-birmano. El nombre de «lolo»
(yi en Vietnam y también pen ti lolo, «lolo decapitado») es, al parecer, una corrup-
ción de un antiguo jefe llamado Lulu. No les gusta ser llamados lolos y menos que
los chinos se dirijan a ellos como ai, que significa «extranjeros» o «bárbaros». A sí
mismos se dicen nosu, y también nersu, «pueblos del norte» [Weyer, 1972]. Son
más de cuatro millones, con varios subgrupos: lo-kuei, leisu, mosu, norsu… Su há-
bitat es la región china de Taliang Shan, al sur de Sechuán, confinando con las pro-
vincias de Sinkián y Yunán. La mayoría de los lolos viven entre el río Yangtsé y el
valle del Kien Chang, aunque también se encuentran tan al este como en la fronte-
ra birmana y junto al río Mekong. Desde algunos montes altos de sus tierras se di-
visan las cumbres nevadas del Tíbet. Socialmente, los lolos se dividieron en dos
grandes grupos o «huesos»: «lolos negros» y «lolos blancos», o «huesos negros» y
«huesos blancos». Los primeros eran señores, aristócratas; «ojo de la tierra» era su
título. Por el contrario, los huesos blancos eran extranjeros y descendientes de es-
clavos. Aun por debajo de ellos había quienes no eran ni blancos ni negros, sino
watze (wa-tsu), directamente «esclavos». Hasta 1950 no fue abolida esa esclavitud
residual por el gobierno chino. También hubo aristócratas —llamados «huesos
blancos»— entre los kazajos, pueblo emparentado con los MONGOLES [Howorth,
1876]. Los lolos negros presentaban una estampa muy militar, con sus escuderos,
también lolos negros, sus armaduras de cuero negro y lanzas de hasta nueve me-
tros. La pureza de sangre era fundamental en la sociedad lolo. Hoy entran a pasos
forzados en el «made in China».
318
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Lono. Dios de Hawai. Cook fue confundido con él antes de que los isleños lo
mataran en la bahía Kealakekua en 1779. Una hipótesis curiosa [Langdon, 1975]
apunta a que Lono pudo ser una deidad originada por los descendientes españoles
de la San Lesmes, la nave perdida de la expedición Loaisa.
Lorelei. Sirena germánica. Bella doncella que en los mitos germánicos se tira de
cabeza a un río, desesperada por su amor imposible. Se transforma luego en una
especie de sirena, de rusalka (en los mitos eslavos), y a veces se la oye cantar en
una roca del Rin cerca de Sankt Goarshausen. Es mal asunto. Su música atrae a los
marinos hacia la muerte. Para JUNG, Lorelei es una de las formas del ANIMA. Las
manifestaciones más habituales del anima aparecen en las fantasías eróticas, un as-
pecto crudo y primitivo, que se convierte en compulsivo sólo cuando el hombre no
cultiva suficientemente sus relaciones afectivas, cuando su actitud afectiva hacia la
vida se ha quedado en un nivel infantil, como recordaba Emma Jung [1985] al co-
mentar los análisis de su marido.
lucilia. Nombre de una mosca hominívora que causaba terror a los explora-
dores, especialmente a los franceses en la Guayana. La lucilia antropófaga, en
nada diferente a simple vista de sus congéneres, se introduce por la nariz o las
orejas, donde deposita sus huevos. Las fosas nasales y los tímpanos son los es-
condites donde se producen las metamorfosis del insecto. Los miles de larvas
319
LUIS PANCORBO
Lug / Lugh. Luz, brillo, forma del dios Sol o de Marte… En las leyendas irlan-
desas, Lug es el primer rey de los tuatha de Danann, dioses de la luz que vencen a
los firbolgs, dioses de las tinieblas. Existió una relación de Lug con la antigua Espa-
ña: había sido amamantado «por la española Tailté, mujer de Eochaid» [Costa,
1888]. Otras leyendas tienen a Lug por la deidad más versátil en el reino irlandés de
Tara, donde es doctor, poeta, arpista, herrero… También tiene concomitancias con
BÁLDER, hijo de Odín y Frigga (Freya), y dios de la luz en la mitología escandinava.
lustración. Purificación por agua o por fuego. Puede ir desde el escupirse las
manos como hace el labriego para limpiar el apero e inmunizarlo contra la hechi-
cería [Casas, 1950], a las bendiciones de los campos. Al revés, las mujeres con el
periodo, impuras, no podían hacer determinados trabajos (por ejemplo, regar flo-
res, porque se secarían). Los papúes min, al entrar en un campo de boniatos, escu-
pen al suelo para alejar los malos espíritus. Las lustraciones por el fuego más cono-
cidas pueden ser las hogueras de la noche de San Juan, o las que encienden en los
Andes por las fiestas patronales de la Mamacha, o Natividad de la Virgen, en sep-
tiembre, o primavera austral, siempre en conexión con los ciclos y las cosechas.
«Sanjuanarse» llamaban en Navarra a la costumbre que tenían las mozas de revol-
carse desnudas sobre la rosada de los campos. El rocío tiene un gran poder lustra-
dor «el día más venturoso del año y que dispensa más mercedes al hombre y al
campo» [Casas, 1950]. Otra cuestión es la aspersión con agua bendita. Tiene un
sentido religioso, aunque se use una rama de laurel como hisopo, como se hacía en
Asturias el Sábado de Gloria, sin dejar de cantar: «Fuera sapos, fuera ratos, / fuera
toda comezón; que aquí está el agua bendita / y el ramo de la Pasión».
luto. En las antípodas del luto occidental, incluso del alivio de luto, está el luto
de los CAFRES: «Todos los parientes del que muere tienen la obligación de cortarse
el dedo pequeño de la mano izquierda y echarle en el sepulcro del difunto» [Fei-
jóo, 1773]. Los indios tcharos de Paraguay llegaban a cortarse cinco o seis dedos
320
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
321
M Murmurado de inquietud, cruzo
el traje largo de sentir, los lunes
de la verdad.
César Vallejo, Trilce, XLIX
machi. Curandera MAPUCHE. «El herbolario mapuche incluye más de 2.000 pro-
ductos, como el ajenjo (Artemisia absinthinium) para curar resfriados…» [Wur-
gaft, 2004]. El Centro Maquehue, un hospital a casi 1.000 kilómetros al sur de
Santiago de Chile, combina el trabajo y cuidados de las machi y la medicina occi-
dental.
Madagascar, Plan. El Plan Madagascar fue la primera idea de los nazis para
expulsar a los judíos de Alemania, aunque hay quien dice que se le ocurrió a Paul
de Lagarde en 1885. En 1937, el gobierno polaco llegó a mandar una comisión a la
isla para ver las posibilidades de llevar allí su propia comunidad judía. Los nazis
adaptaron el plan para deportar en masa a los judíos de Alemania, y en un segundo
momento a los de toda Europa, y conducirlos a Madagascar, isla entonces bajo con-
trol de Francia. En 1940, Heinrich Himmler llegó a considerar el Plan Madagascar
«el método más suave y mejor». Los en torno a 25.000 europeos de Madagascar, en
su mayoría franceses, deberían volver a Europa dado que la isla iba a pasar al con-
trol de Alemania. Los judíos tendrían una especie de gobierno local en la isla, siem-
pre bajo supervisión alemana. Los acontecimientos se precipitaron con el comienzo
de las hostilidades, por lo que se quedó en conjetura saber si el Plan Madagascar
tuvo alguna base o si fue una falacia, o un truco, que enmascaraba lo que luego se
aprobó en la Conferencia de Wannsee: el exterminio de los judíos en Europa.
323
LUIS PANCORBO
mafia. Conjunto de bandas o partidas que comparten una serie de principios de-
lictivos y peculiares valores. En Sicilia, la mafia fue y es una asociación basada en la
omertá, una mezcla de hombría y pacto de silencio. Crimen organizado y lucro, vio-
lencia y asesinato, todo eso no impide que algunos vean también en la mafia un as-
pecto asistencial para sus miembros y sus familias, lo que ha llevado a considerarla
«un fatto di costume». Así es como un costumbrismo, de pura cepa siciliana, donde
el juego ilegal, la prostitución y la droga se arropan con paternalismo como si fue-
sen hechos menos delicitivos. La malavita, ya no mafia, desafora los confines de Si-
cilia. Es la camorra de Nápoles. La ‘ndranghetta de Calabria. La Sacra Corona Uni-
ta de Puglie (Puyas), con conexiones con la mafia albanesa, empezó como
organización mafiosa en 1983 tomando su nombre del símbolo del rosario. La So-
cietá Foggiana (de Foggia) pulula en Le Marche, Las Marcas, y en su capital Anco-
na. Y, por supuesto, continúa la Cosa Nostra de Estados Unidos. Y la yakuza en Ja-
pón (palabra que no está claro si viene de kabuki-mono, «los locos», de
machi-yakko, «bandas de ladrones», o del número 3, correspondiente a la muerte
según el juego de las flores o hanafuga). Las Tríadas chinas, de vago origen religioso
en el siglo XVII, surgieron en el monasterio de Fukién como movimiento de resisten-
cia a los manchúes. Respecto a la Vodka Connection, una forma de agrupar las dis-
tintas mafias rusas, se habla de 5.000 grupos y 100.000 miembros que siguen un có-
digo de conducta que ya estaba en vigor en los años treinta: el Vory-v-Zakone,
traducible como «ladrones de ley» o «ladrones de palabra». Aparte de rusos se han
integrado en ese submundo azerbayanos, uzbecos, kazajos, abkhazianos… La Mi-
kaelian Organization, compuesta por inmigrantes armenios, es muy activa en el de-
lito organizado en Los Ángeles. Dentro del amplio panorama mafioso, no habría
que olvidar la importancia de los cárteles colombianos de Medellín y Cali, especiali-
zados en el narcotráfico. O los clanes mexicanos de Tijuana, Juárez, Sonora y El
Golfo, siempre en esa actividad que tiene a la cocaína como sustancia base.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Magdalena de Pulpis, que atestigua esa devoción particular, aunque también fue
de dominio anarquista en la Guerra Civil. Magdalena, en cuanto a María de Mag-
dala, es la sacerdotisa, la diosa, la santa, el misterio de Dan Brown [2003]. Para la
Iglesia fue la pecadora, presentada con rasgos de fulana, una manipulación según
Arias [2005]: no eran la misma persona la amante-esposa de Jesús y la prostituta.
Hubo en ese camino misógino una gran censura y más de dos Marías. Según el
teólogo argentino Luis Heriberto Rivas [2004]: «Se confundió a María Magdalena
(o María de Magdala) con María de Betania, la hermana de Lázaro, y con la peca-
dora arrepentida». Aún parece importar a algunos que María Magdalena no sea la
pecadora arrepentida, sino la compañera de Jesús y acaso la madre de sus hijos. La
teóloga holandesa Esther A. de Boer [2004], ministra protestante y capellán del
Ejército de su país en Alemania, ha analizado pasajes muy escurridizos como el de
la unción de Cristo: ¿Fue un Hiero Gamos, una especie de rito matrimonial alter-
nativo? Si fue unción y nada más, ¿se hizo en la cabeza o en los pies de Cristo? La
Biblia no saca de dudas: «…vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de
nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su
cabeza» (Marcos 14,3). En el evangelio apócrifo de Felipe, María Magdalena besa
en la boca a Cristo y se deduce que es su mujer. No sólo, la Magdalena habría sido
la madre de la hija o hijos de Jesucristo, y la fundadora de una dinastía francesa,
los MEROVINGIOS, según Brown [2004]. Por si fuera poco, la vieja denigración con-
tra María Magdalena, la pecadora, habría sido un ejemplo de posición androcén-
trica, o mejor, misógina, de la Iglesia católica que, entre otras cosas, prohíbe a las
mujeres ser ministras de culto, gran contradicción si la Magdalena era la discípula
preferida de Jesús, amén de su consorte y la madre de sus hijos.
magia. «La hermana bastarda de la ciencia» [Frazer, 1890]. En 1928, una mujer
de Cumberland se curaba de la ciática enterrando en el jardín de su casa una tira
de estambre gris de cuatro pulgadas de longitud durante el plenilunio. Un africano
hacía algo parecido para mejorar su lumbago, matar una cabra [Driberg, 1932]. La
magia es eso en lo que no creemos aun cuando no queramos pasar bajo una escale-
ra ni nos guste ver un gato negro cruzando por la calle. Tiene la magia por el mun-
do muchos colores y perspectivas, aunque siga viviendo conceptualmente de las
rentas que produjo FRAZER [1890] al hablar de una lógica asociativa que se habría
abierto paso en el ser humano con la evolución. Mínima lógica en la base de la ma-
gia simpatética y sus dos grandes ramas, la magia homeopática, que obedece a la
ley de semejanza, y la magia contaminante, que obedece a la ley de contacto. Se
cree por el VUDÚ en boga, el que no es el auténtico vudú haitiano, que pinchando
la imagen de alguien se infiere un daño a la persona, o metiendo la foto de alguien
en el frigorífico. Es de algún modo magia homeopática y común a muchas cultu-
ras, en cuyo interior la gente involucrada cree que funciona: los indios norteameri-
canos ojebway hacían una imagen de madera de su enemigo y le clavaban una agu-
ja en el corazón. El embrujamiento malayo era parecido: se hacía con cera de
abejas la figura de una persona y le pinchaban los ojos para que se quedara ciega.
FRAZER tuvo la visión de vincular «influjos y reacciones entre realidades alejadas en
el espacio» [Isambert, 1979]. Frazer ponía a la magia en el último peldaño de una
325
LUIS PANCORBO
magos. Nombre que reciben los campesinos en las islas Canarias. Los clásicos
tres REYES MAGOS pudieron ser tres magos en el sentido de sacerdotes, o tres astró-
logos. La tradición los clasificó por colores: Melchor (blanco), Gaspar (rojo) y Bal-
tasar (negro). Y por el simbolismo de sus tres regalos: oro, incienso y mirra (una
materia que se usaba para embalsamar). También se podrían ver como tres estadios
del tiempo (pasado, presente y futuro), tres continentes, tres razas humanas, tres
etapas de la vida (juventud, madurez, vejez), hasta tres fases de la alquimia (albedo,
rubedo, nigredo). Si eran también ALQUIMISTAS no es seguro, y tampoco que fuesen
seguidores de ZARATUSTRA. «El término avéstico mogu (del que procede el persa
magú, vertido al griego como mágos), vinculado con el sánscrito mahat (que apare-
ce relacionado con el griego mégas y el latino magnus), designa a un personaje ca-
racterizado por funciones sacerdotales en el ámbito mazdeísta» [Cardini, 2001].
magosto. Gran fuego y no menor castañada, «con mosto o con vino», que ce-
lebra el fin del ciclo solar. Las fiestas de la castaña o magostos (tal vez del latín ma-
gus, «hechicero», o de magus ustus, «gran hoguera»…) se celebran en Orense,
Lugo y el Bierzo leonés en un arco que va desde el 1 al 11 de noviembre, o desde
los Difuntos a San Martín, un tiempo festivo de origen pagano y de renovación
que tiene gran concomitancia con el SAMHAIN de los celtas.
maharajá. En la India, gran (maha) rey (rajá). Femenino: maharani (gran rei-
na). De menos categoría eran los rajás y nawabs, ranas, ranis y raos, nizams y mirs,
KHANS y jams (no menos de un millar en tiempos británicos), pero Indira Gandhi
acabó con los privilegios de todos ellos en 1973, no así con los de su propia fami-
lia, una saga o dinastía de poder que empezó con su padre, Nehru, continuó con
ella y, tras su asesinato en 1984 por dos de sus guardaespaldas SIJS, con sus dos hi-
jos, Rajiv y Sanghai, ambos fallecidos en circunstancias violentas, y que aún colea
con su nuera Sonia, nacida en Italia. Por otro lado, siempre se consideró a Madha-
vrao Scindia como el último maharajá, el de Gwalior (en Madhya Pradesh), ya que,
aunque fuera por pocos años, pudo serlo de niño hasta la abolición de 1973. Lue-
go Scindia se adaptó maravillosamente a la vida plebeya, llegando a ser presidente
de la Federación Nacional de Críquet, su gran pasión, aparte de ministro y, sobre
todo hombre que, viniendo de donde venía, estaba en contra de las CASTAS. Como
en las sagas, su muerte fue repentina, un accidente de aviación en 2001 truncó su
vida y la posibilidad de que fuese un día un excelente primer ministro de su país.
326
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
327
LUIS PANCORBO
ta, el actor que hace de mujer en el teatro kabuki. El matrya hace también ese pa-
pel en el teatro chino de Malaca. En el antiguo teatro indio es habitual que los pa-
peles femeninos sean representados por hombres, por ejemplo en las piezas de la
Rasa Lila y otras en torno a Krisna y sus amores.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Democrática del Congo donde gentes de esos movimientos comieron pigmeos, es-
pecialmente sus corazones, con la aberrante idea de que eso les daría una fuerza
sobrenatural en sus combates.
329
LUIS PANCORBO
tas evangélicas y a sus antiguas deidades MAYAS, en especial a los «Cuatro Alcaldes
del Mundo».
mambo. Sacerdotisa del VUDÚ haitiano. Mambo es «la que ha tomado el as-
son», o sonajero sagrado, una calabaza llena de vértebras de serpiente con la que
se convoca a los LOA para abrir las ceremonias del vudú. Se adquiere el título de
mambo tras pasar los estadios iniciáticos de hunsi, hungenikon (directora del
coro), la-place y confiance [Métraux, 1958].
330
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
maná. Pan del cielo. Caía siempre antes del amanecer, excepto los sábados. Ali-
mento que salvó a los judíos en su travesía de cuarenta años por el desierto del Si-
naí. Escarcha o rocío milagroso, el maná tal vez fue el producto de las secreciones
de insectos o de plantas, quizá de tamarindos existentes sobre todo en el norte de
la península del Sinaí. Allí los beduinos recogen al alba mann-es-samâ, una especie
de savia dulce como la miel que sale de los Tamarix mannifera. Pero, ¿y si los judí-
os atravesaron el Sinaí por el sur, donde se ubica el Gebel Musa o Monte de Moi-
sés? Allí, desde luego, no hay más que rocas peladas y beduinos que alquilan ca-
mellos a los turistas deseosos de ver amanecer a 2.285 metros sobre el nivel del
mar Rojo. Pero el mito se impone a la realidad para algunos: «…Y te sustentó con
maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido…» (Deutero-
nomio 8,3). Si es difícil precisar la naturaleza del maná, hay que figurarse la de la
ZARZA ardiendo, que ha retoñado en el convento de Santa Catalina, al pie del Ge-
bel Musa. Aparte de MILAGRO, pudo tratarse de una planta de la zona, Loranthus
331
LUIS PANCORBO
acaciae, que da unas flores tan rojas que sus ramas parecen incendiarse. Otra plan-
ta local, Dictamnus albus, tiene una especie de ampollas en las ramas llenas de un
fluido aceitoso que se inflama con gran facilidad.
mancias. Una cómoda palabra ómnibus para meter dentro cuanto a lo largo de
la historia ha escrutado el pasado, el presente y el futuro, haciendo caso omiso de
la ciencia. La alectromancia es la ADIVINACIÓN por medio de un
gallo; la capnomancia, adivinación por humo; la ceromancia,
por la cera. Herodoto cuenta que Menelao recurrió a la bar-
baridad de sacrificar dos niños egipcios para inspeccio-
nar sus entrañas palpitantes y averiguar su propio destino.
A un paso de ese horror se quedaron pueblos antiguos
que escrutaron el futuro con la necromancia o inspección
de cadáveres. Los augures romanos sopesaban el vuelo de
los pájaros y las entrañas de los animales. Todavía hoy en
el norte de Namibia los brujos de la tribu de pastores
HIMBA leen el futuro en las vísceras de una vaca (por ejem-
plo, qué le aguarda a una pareja recién casada). El TAROT ac-
tual, en cuanto viaje a ninguna parte, no es tan malo como sus abusos. No merma
por eso en el mundo el deseo de conocer lo que no se alcanza con la mera imagina-
ción.
332
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Mandamientos. Son o eran diez, depende. Para algunos valdría con cumplir
la Carta de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Cualquier manda-
miento es según la religión. «No cocerás el cabrito en la leche de su madre» fue de
lo más importante para los hebreos. Igual que «no guardarás hasta la mañana si-
guiente la grasa del sacrificio de la fiesta de Pascua». Eran dos de los mandamien-
tos de la primera versión del Decálogo, la que rompió Moisés lleno de ira al bajar
de un monte del Sinaí, que hoy lleva su nombre, el Gebel Musa, y ver a su gente
entregada a la licencia, LIBACIÓN y adoración del becerro de oro. En esa primera
versión de los Diez Mandamientos [Frazer, 1993], hay preceptos tan conocidos
como el primero: «No adorarás a otro Dios». Pero el segundo es: «No te fabricarás
dioses de fundición». Y el tercero: «Todo primer nacido es mío». Así hasta el últi-
mo o décimo: «No cocerás el cabrito…». La antigua secta KARAÍTA hacía eso, cocía
un cabrito en la leche de su madre y rociaba con leche los campos y huertos para
que fuesen fértiles. Existe un aspecto de aversión casi atávica a mezclar leche y car-
ne, como si las vacas no dieran más leche de saber el uso que hacen los humanos
de ella, hervirla ante todo. Es una SUPERSTICIÓN muy frecuente en muchos países,
como recoge FRAZER: las vacas dejarán de dar leche si se hierve, como decían a
Speke y Grant los nativos de Ukuni, al sur del lago Victoria. Los MASAI han arre-
glado el problema bebiendo sangre fresca (disparando una flecha a la yugular de la
vaca) y leche recién ordeñada: ambas se baten y se bebe o come al mismo tiempo,
y alguna mosca no falta. Si la leche se derrama en el fuego cuando se hierve, las
ubres de la vaca enfermarán, creían los estonios. La vaca controla la leche que le
han sacado, incluso a distancia. Tiene una «comunicación simpática con su leche»
[Frazer, 1981]. Los hinduistas bañan con leche de vaca las estatuas de sus dioses,
pero no comerían una chuleta así se muriesen de hambre. Ese sí que es un manda-
miento crucial para ellos.
333
LUIS PANCORBO
to de máximo crecimiento del dominio español llegó en 1792, cuando el agente ga-
lés de la Corona española, John Evans, izó la bandera real entre los indios manda-
nes en las orillas… del río Missouri» [Fernández-Armesto, 2005].
mandíbulas. Son los receptáculos del espíritu del muerto, según los baganda,
la tribu mayoritaria de Uganda. A sus reyes muertos les quitaban la mandíbula y la
guardaban en un santuario, aparte del resto del cuerpo. La mandíbula se deposita-
ba en un pequeño sarcófago que reproducía en miniatura el palacio real. A veces,
tras enterrar la mandíbula, mataban a súbditos y amigos del rey con el fin de ente-
rrarlos en el mismo sitio. En las afueras de Kampala, la capital ugandesa, se en-
cuentra Gombe y otros santuarios de mandíbulas de reyes, o kabakas, incluso an-
teriores a Mutesa I, quien reinó de 1852 a 1884.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
mani. Joya en tibetano. También, píldora de arroz dulce, gragea santa con la que
el pueblo comulga, como en otras latitudes lo hacen con hostias de trigo. Las mani
pueden contener RELIQUIAS minúsculas de BUDA, ya sean pedung o dung-rus. Las
335
LUIS PANCORBO
primeras serían glóbulos luminosos, los que hacen lucir las gotas de sudor de los
iluminados. Las segundas son residuos, estiércol [Bourke, 1973].
maniqueísmo. Doctrina dualista seguida por los partidarios del filósofo per-
sa Mani o Manes (216-277?), iluminado a los doce años por el «Espíritu Gemelo»,
una especie de PARÁCLITO. El maniqueísmo rechaza el BAUTISMO y se caracteriza
por su simplicidad: no hay más que bueno o malo, sin transición, ni zonas grises.
Todo lo bueno es de Dios, lo hace Dios; y todo lo malo, Satanás. Ahora bien, el
mal tenía cinco provincias y cinco reyes: del Humo (rey de los bípedos), de las Ti-
nieblas (reptiles), del Fuego (cuadrúpedos), del Viento (volátiles) y del Agua (pe-
ces). Todo eso pertenece al reino de la materia y el mal siempre es opuesto al reino
de la luz [Cristiani, 1957]. Recuerda el MAZDEÍSMO de ZARATUSTRA: Ormuz, la luz,
siempre está en combate contra Ahrimán, las tinieblas. El espíritu maniqueo es
bueno y el cuerpo es malo. Los «oyentes», o devotos maniqueos, si pasan a la si-
tuación de «elegidos», no necesitan reencarnarse más. Se liberarán con bien y luz
absolutas. Eso niega la responsabilidad individual, aparte de ser una doctrina dua-
lista que contradice la ortodoxia cristiana de un solo Dios verdadero. Por eso tam-
bién, a la Iglesia le faltó tiempo para condenar esa doctrina por herética. San Agus-
tín, un pensador fronterizo, criticó el maniqueísmo, aunque se trataba de una
doctrina cómoda y conveniente para explicar el mundo y perduró en el tiempo,
bien a través de albigenses (> CÁTAROS) o de protestantes. En cierto modo, el ma-
niqueísmo ha revivido en la política de los Estados Unidos con la ocurrencia del
presidente Bush del «eje del mal»: Irán, Irak y Corea del Norte…, naciones sin
mezcla de bien alguno, algo que supera incluso el «imperio del mal», doctrina acu-
ñada en tiempos de Ronald Reagan.
336
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
chorlito cura la ictericia; la virtud del pájaro no estaba en el plumaje, sino en su ojo
dorado, que curaba naturalmente la ictericia amarilla» [Morris, 1995].
337
LUIS PANCORBO
garet, Margaret Young, «que se sienta todo el día con una falda rosa en una peque-
ña casa europea de color blanco…», y que exclamaba: «Este es un lugar muy abu-
rrido» [Rankin, 1987].
mapuche. Etnia del sur de Chile y Argentina. En Chile hay en torno a un mi-
llón de indígenas mapuches —literalmente «gente de la tierra» (mapu)— y medio
millón en Argentina. Fueron conocidos por los españoles como araucanos, pala-
bra que no se sabe si viene del árbol araucaria o del quechua auka, «guerrero».
En tiempos recientes se les ha tildado de «APACHES de Sudamérica» por su belico-
sidad y altivez en medio de los cambios. En tiempos coloniales había una distin-
ción entre los picunche del norte de Bío-Bío y los mapuches al sur de ese río. Más
338
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
abajo, hasta el confín de la isla de CHILOÉ, vivían los huiliche. El idioma mapuche
se llama mapungdún. Su último grito de guerra es «Petu Mongeleiñ» («todavía
existimos»). En los años noventa, los mapuches chilenos fueron ocupando tierras
desde Lumaco hasta Coz Coz, reclamando que su territorio ancestral, arrebatado
por los que llaman HUINCAS («blancos»), atravesaba Chile y Argentina de parte a
parte, hasta llegar casi al sur de Buenos Aires. Fue típico de cierta mentalidad co-
lonial y neocolonial emborrachar al indio con vino peleón (pipero) —ellos hacen
una buena chicha de manzana— para despojarlo de su mayor valor, la tierra. Por
eso los mapuches se han organizado y ahora reivindican con toda su fuerza «iden-
tidad, territorio y justicia». En algunas comunidades de mapuches chilenos son
muy activas las MACHI, o curanderas, que recetan remedios ancestrales a base de
hierbas y practican una cierta indagación psicosomática. Algunos siguen creyendo
en Ngenechan, un ser supremo, con todas las mezclas y sincretismos al uso, que
rige el cosmos, mientras Wenen Mapa es una tierra celestial en lo que no ven con-
tradicción, como en cualquier sueño. Por eso tampoco falta el mal, el dios Pillan,
de las montañas orientales, que ahí anda para dispensar inundaciones, terremo-
tos, erupciones, sequías… Y lo peor, el agravio moral, permitir la desposesión de
la mapu. Aunque muchos mapuches tengan claro que se trata de una cuestión
económica.
339
LUIS PANCORBO
Mari. La República Autónoma de los Mari se sitúa al norte del río Volga y en el
centro de Rusia (con 23.200 kilómetros cuadrados, 728.000 habitantes y capital en
Eskar-Ola). Mari es también el nombre de un antiguo reino de Mesopotamia y de
su capital, la décima ciudad fundada tras el diluvio [Keller, 1956]. Mari fue exca-
vada cerca de Tell Hariri (Siria) por el arqueólogo André Parrott en diversas cam-
pañas desde 1933-1939. Descubrió un complejo de 260 salas y patios, 23.600 tex-
340
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tos escritos en terracota… y el fabuloso palacio del rey Lamgi-Mari, cuya efigie en
piedra también apareció. Mari es, por otro lado, el mayor genio mitológico del
País Vasco, con cierto parecido al «cazador negro» de otros sitios de Europa, que
persigue sin cesar a una liebre por los bosques. En el País Vasco se le tiene general-
mente por un ser de sexo femenino que despide fuego y llamas, aunque adopta va-
rias formas animales: macho cabrío, serpiente... Su morada más habitual es una ca-
verna. En la región de Mañaria, Andre Mari es la madre del Sol [Bariandarán,
1979]. Según Caro Baroja [1941], Mari es femenino y una «...especie de divinidad
antigua de las montañas y de las tormentas... dueña del trueno, del rayo, de la llu-
via y de la sequía».
341
LUIS PANCORBO
dor de una Falange en 1936 con gran parecido a la española, «un hombre con sen-
tido del pasado» [Dalrymple, 2002]. O Samir Geagea, sentenciado a cadena per-
petua por el asesinato de su rival político Dany Chamoun en junio de 1995.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
conde Potocki, una escalera gótica de 1.500 peldaños para que por ella suba y baje
con sus secretos el califa Vathek. Al final de su vida real, Potocki acaba disparán-
dose con una bala de plata, que él mismo hizo con el adorno en forma de fresa de
una ensaladera y que antes hizo bendecir por el capellán de su castillo, «por si aca-
so existe Dios». Por eso Potocki fue conocido también como «el hombre que se
disparó con una fresa».
masai / maasai. Pueblo seminómada de origen nilótico que vive entre Kenia
y Tanzania. Pueden ser más de 150.000 los hablantes de maa, una lengua muy arti-
culada y con un extenso vocabulario. Los masai se agrupan por il, prefijo que ante-
ponen al nombre de sus principales clanes. La estampa ha-
bitual quiere ver a los masai pastoriles y medio salvajes.
Pero ya en 1970 se licenció una mujer masai en la Universi-
dad de Nairobi y ha habido varios ministros masai en el
gobierno keniano. Muchos masai se declaran monoteístas y
adoradores de un dios llamado LENGAI, que también signi-
fica «Lluvia». Los poblados masai van del boma o enkang,
una especie de corral (> KRAAL), que se cierra con espinos,
a la manyata o poblado usado por los jóvenes antes de
afrontar la iniciación (eunoto), tras la que adquirirán un
nuevo grado social, el de guerreros o MORAN. En la socie-
dad masai sigue siendo esencial el laibon (brujo), persona
dotada de capacidad de sugestión, adivinación y curación, a menudo mediante el
egidong, una calabaza llena de piedras que echa sobre un tapete de piel de vaca.
mataco / wichi. Etnia indígena de la región del CHACO, entre Argentina y Para-
guay, con un idioma del grupo mataco-mataguayo (como los chorotis, noctenes y
otros). Los matacos de Argentina, que viven en la provincia de Salta, se han lanzado
en los últimos tiempos a mostrar a los turistas sus tradiciones y, en especial, su vieja
cultura respetuosa con la naturaleza. Antaño vivían en huet, cabañas hechas con ba-
rro y ramas, y vestían pieles de animales. Todo eso vuelve mediante la exhibición a
los otros, como ya hacen, por ejemplo, algunos bosquimanos (> SAN) en Namibia.
343
LUIS PANCORBO
na, haciéndolo además algo atractivo y accesible, como demuestran sus títulos Bue-
no para comer, Caníbales y reyes… Su afán era encontrar, y a menudo lo conseguía,
explicaciones racionales a hechos culturales sobre los que suele pender la amenaza
de la religión o del esoterismo a falta de explicaciones fehacientes. Todo, por muy
repelente que fuera a ojos extranjeros, o a ojos posteriores, debía tener una explica-
ción racional, por muy irracional que fuese el tema, pongamos el canibalismo. El ca-
nibalismo de los AZTECAS —tema por fin no achacable a los españoles— se debió,
según Harris, a una estrategia para obtener proteínas cárnicas de los enemigos, algo
hasta cierto punto coherente en un país donde los mayores animales comestibles no
pasaban de ser los perros o los guajolotes… Clarividente fue asimismo su forma de
conectar el TABÚ de la vaca en la India, o el del CERDO en Palestina, con razones cli-
matológicas, económicas y, a la postre, con los intereses del poder sacerdotal y polí-
tico. Asunto, por otro lado, intuido por Montesquieu en El espíritu de las leyes: «El
calor excesivo [de la India] quema todo el campo y, por consiguiente, no puede allí
mantenerse sino un muy corto número de ganado». Lo mismo fue destacado por
Dubois [1829], añadiendo lo poco saludable que es comer carne de vaca en el clima
indio. En todo caso, muchos colegas no perdonaron a Harris el éxito popular de
sus tesis nuevas (o de sus tesis «antiguas» vueltas a proponer). Los antropólogos
profesionales querían quedarse del lado de Soustelle, o de Murdock, al hablar de
los AZTECAS, y no aceptaban las brillantes conjeturas de Harris sobre el POTLATCH, o
sobre las brujas, seguramente porque «el éxito se perdona menos que los errores,
en especial entre las gentes del gremio» [Gómez Marín, 2001].
matrimonio. Las costumbres matrimoniales son tan diversas como los pue-
blos, aunque ahora se trate de seguir la moda de Las Vegas, incluso la de no pasar
por la vicaría. «La costumbre de romper huevos para atraer los favores del cielo
está muy extendida en Persia» [Nicolaÿ, 1904]. En la antigua Camboya, antes de
tantos destrozos de jemeres rojos, el novio honraba a la suegra pagando barras de
plata como compensación o precio «por la leche mamada por la hija». He ahí un
respeto al matriarcado. Pero es que en Argelia el esposo, antes de entrar en la casa,
ha de pegar un puntapié a un cubo de agua y a un huevo que ponen en la entrada,
o será mal presagio. Luego afirma su autoridad, ya desde el primer día de matri-
monio, colocando «un grueso bastón» cerca de su mujer. Eso es algo más suave
que lo de los YAZIDÍES, que directamente tiran una piedra a su joven esposa. O lo que
hacían en Tlemecén (Argelia): pisar el pie derecho de la novia para recordarle su
inferioridad.
344
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Maui. Un gran dios del panteón polinesio. Creador del mundo, Prometeo de los
marquesanos, el que trae a la tierra el fuego del Sol. Dios de los terremotos en SA-
MOA. En Hawai, Maui originaba los linajes de los descendientes de los dioses. Sin
embargo, el nombre de «Maui» significa «quebrantado», «roto» [Ratzel, 1888], tal
vez porque descendió al lugar de los terremotos para traer fuego y allí tuvo que lu-
char contra el dios Tati, quien le cortó o lesionó una pierna.
maya. «Confundir el mapa con el territorio», o «todas las formas son maya rela-
tivo, fluido y siempre cambiante…» [Capra, 1984]. «Maya» es un vocablo sánscri-
to equiparable a «ignorancia» y contrapuesto a BRAHMAN, «conciencia pura», se-
gún la filosofía Vedanta. También se emplea en el sentido de «ilusión», ese velo de
345
LUIS PANCORBO
mayas. Pueblo y cultura mesoamericana con una historia fascinante por su deli-
cadeza y repentino ocaso tras tres grandes periodos. El clásico debió empezar a
partir del siglo IV y duró hasta el X. Luego vino el renacimiento maya o yucateco, o
«Nuevo Imperio», cuando llegó al Yucatán el Quetzalcoaltl de los TOLTECAS y se
convirtió en Kukulkán («la Serpiente Emplumada»), y que duró al menos hasta el
año 1441, con la destrucción de Mayapán y la familia reinante, los Cocom. Y, por
fin, la decadencia, desde mediados del siglo XV
hasta la conquista española. A veces se da como
último episodio de esta historia la conquista por
parte de Martín de Ursúa del reino de Itzá, en el
lago del Petén, en 1697. De los mayas proceden
muchos pueblos de Centroamérica, como los
llamados mayances de Guatemala, los QUICHÉS,
los cakchiqueles… Ballesteros [1985] refiere la
idea del doctor Andrés Ciudad [1985] que
duda del presunto monoteísmo maya, con el dios supremo Itzam Na, el gran lagar-
to o Sol, o con el gran dios Hunab Ku, del Popol Vuh. Eso se desplomaría ante el
Ritual de los Bacabs, que menciona 166 deidades más otras 30 identificadas en los
códices mayas. «Cada deidad está relacionada con cuatro direcciones y colores».
Luego estaban las dualidades que se daban con mucha frecuencia: Ix Chel, «seño-
ra del arco iris», es diosa de la Luna, esposa de Itzam Na, el dios del Sol, pero tam-
bién es diosa de la Tierra, el tejido, la medicina, la procreación, el parto… Mayas
fueron asimismo las reinas de Mayo en las fiestas españolas de ese mes. En Alema-
nia las mailehen son fiestas de mayo con rifa de mujeres, sobre todo solteronas.
Maya era la madre del dios Mercurio.
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expulsados por Stalin. Poco a poco fueron creando una ciudad en medio de la
nada, la actual Filadelfia, de unos 15.000 habitantes, centro de las tres colonias
pioneras, Menno, Neuland («Nueva Tierra») y Fernheim («Hogar Lejano»). Al
principio tuvieron enfrentamientos sangrientos con los AYOREOS (indios llamados
«MOROS» en tiempos españoles). «Su aparición [de los moros] siempre causaba
horror y hasta un miedo mortal. Paul Stahl y tres de sus hijos fueron asesinados,
Kornelius Isaak murió por una puñalada mortal, a Wilhem Sawatzky le destroza-
ron un brazo, y los esposos Plett casi murieron por sus sangrientas heridas…»
[Hein, 1990]. Los menonitas del Chaco estaban inflamados de una visión superior
y no iban a pararse ante indios como los ayoreos, que adoraban al sol. Al final, sí
hicieron la «reducción» de los INDIOS, sobre todo de los LENGUAS, que pasaron al
servicio de las colonias menonitas. Siempre en Paraguay, hay otra colonia de meno-
nitas tradicionales (unos 3.000) en Río Verde, procedentes en su mayor parte de
Chihuahua (México), donde sigue viviendo otra nutrida colonia menonita. En Río
Verde usan tractores y frigoríficos y calesas de caballos, pero no así coches. Y nada
de radio, televisión o teléfono. Los chicos menonitas sólo van cinco años a la es-
cuela y las chicas, seis.
meriah. Sacrificios humanos de los khonds (gonds), gentes tribales del interior
de ORISSA. Bajo el imperio británico, esa región, ocupada en 1803, se llamó Khon-
distán y también Chondwana. En los distritos montañeses de Goomsur, Boad,
Chinnakimedy y Jeipor «…se inmolaban con frecuencia víctimas humanas, y al
dios de la tierra Tado Pennor, y al rojo dios de las batallas Manuk-Soro» [John
Campbell, 1865]. Pennor cuidaba de las mieses. Las víctimas o meriahs —pues
también se usaba ese vocablo para la víctima— se podían comprar y valían entre
60 y 130 rupias, prefiriéndose adultos a viejos y niños. Gentes de la casta panoo se
dedicaban a ese comercio. En épocas de hambruna, los khonds vendían a sus pro-
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pios hijos. Ningún europeo asistió a los sacrificios humanos de los khonds, pero el
mayor general John Campbell, comisario inglés en la región de 1840 a 1854, reco-
piló muchos datos para su particular campaña de abolición del meriah. Las gentes
se embriagaban y bailaban ante la efigie de la divinidad y ante la víctima atada a un
poyo con las manos en la espalda. Degollaban a un puerco y el zaní, o sacerdote,
cortaba un pedazo del animal y lo metía en un hoyo como un sacrificio a la tierra.
Luego, la víctima era arrojada a ese mismo agujero y moría sofocada. El zaní corta-
ba un pedazo de carne humana y lo enterraba de nuevo y los presentes lo imita-
ban. Los huesos se abandonaban en la fosa, que se tapaba con tierra. Poco después
hacían lo mismo con un búfalo. Los khonds solían celebrar el meriah para poten-
ciar el cultivo del azafrán: creían que sin efusión de sangre no saldría del color in-
tenso y adecuado. Lo que FRAZER llamaría MAGIA homeopática. Se calculó que el
número de sacrificios humanos en Khondistán podía ascender a unos 500 al año.
A veces se trataba de verdaderas hecatombes con 25 o 27 personas sacrificadas al
mismo tiempo. John Campbell llegó a arrogarse la salvación de no menos de 1.506
personas condenadas a morir como meriahs. Los ingleses se sirvieron de los bue-
nos oficios de los uriah, la clase dominante, con los rajás al frente, para tratar de
mantener a raya a los khonds de las montañas, generalmente usados como siervos.
En 1836 y 1837, los khonds encabezaron revueltas para no pagar tributos ni a los
rajás ni a los ingleses.
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merovingios. Dinastía de los antiguos francos que reinó entre los siglos V y
VII, pero que hunde sus raíces en una mítica figura, la de Meroveo (también Mero-
vech, Meroveus…), que fue nada menos que hijo de dos padres, el suyo real y una
criatura marina que fecundó a su madre por segunda vez. Su hijo fue Childerico I
y su nieto Clodoveo… Reyes brujos, reyes melenudos, conocedores de misterios
como el del GRIAL, con el símbolo de la abeja en su escudo, los merovingios, con
sus entrecruzamientos temáticos con los TEMPLARIOS y el Priorato de SIÓN, y hasta
la reivindicación del trono de Francia, han suscitado la atención constante de los
esotéricos, lo que no viene de ayer, ni del libro de Brown [2003]. Merovingio es
también un antiguo programa informático de Matrix, representado por un deca-
dente francés. Prefiere a todo la causalidad: «Todo es eso, no la elección.»
Mesías. Si vienen, serán verdaderos. Los falsos mesías, acreditados al menos por
los hebreos, pues en ellos creyeron, fueron entre otros: Barcochab, hijo de Mentira
(año 130); Barzozubá, de la isla de Candía (año 434); Dunaam, etíope (año 522)…
Maimónides habló sin dar nombres de uno que había en Francia en el año 1137;
otro hubo en Córdoba en 1157, y el del reino fesano (1167). Luego hubo otro,
siempre sin nombre, en Persia (1174). En Moravia surgió David Almuser (1176),
«lo prendieron y después lo mataron». En la España de Fernando el Católico, apa-
reció Ismael Sofí (1497). El rabí Leemelin predicó que había llegado el Mesías
(1500). Otro judío que se fingió mesías en España fue Solomonillolcó (1532). Otro
más hubo en la India Oriental (1615). Sabato Zeré se hizo pasar por mesías y luego
se hizo turco (1666); y, por fin, en Alemania un judío llamado Mardochai (1682)
intentó parar la historia declarándose el auténtico y último Mesías [Lidon, 1800].
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metopa. «En el friso dórico, espacio que media entre triglifo y triglifo», dice el
Diccionario de la Real Academia y parece imposible añadir algo a esa impoluta de-
finición, salvo que para metopas, las robadas por Thomas Bruce, más conocido
por lord Elgin, embajador de Gran Bretaña en Constantinopla y gran saqueador
del Partenón. Sobornó a las autoridades turcas, a la sazón ocupantes de Grecia, y
así pudo llevarse en 1801 una enorme partida de mármoles para su villa en Esco-
cia. Imperdonable fue que serraran, entre otras, la octava metopa del friso, la que
enseña un centauro llevándose una mujer. Todo un expolio para el que se requirie-
ron 33 viajes. Algunas cajas se hundieron junto a Corfú, lo que produce aún en al-
gunos el ansia de bucear para un romántico resarcimiento. No es extraño que
Byron atacara duramente a lord Elgin y que, al final, éste recibiese su castigo. No
llegó a disfrutar de sus 15 metopas, ni de los 56 relieves del friso principal, ni de
sus estatuas y columnas…, casi la mitad de toda la decoración del Partenón. Su
mujer le dejó por su mejor amigo. En 1816, el gobierno inglés compró el lote por
35.000 libras y las destinó al Museo Británico, pero el gobierno de Grecia las recla-
ma con tanta insistencia y razón que ya ha creado un museo en la Acrópolis para
alojar las piezas cuando un siglo de estos sean devueltas.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
donde tienen un museo al que está prohibido aún llamar TEQQE, pero donde han
vuelto a hacer girar sus vestidos como corolas de amapolas blancas.
mihrab. Nicho practicado en las paredes de las mezquitas que indica hacia dón-
de hay que rezar, es decir, hacia la alquibla o en dirección de La MECA. En muchos
aeropuertos se han habilitado mihrab para que recen los musulmanes. En las habi-
taciones de hoteles de muchos países, desde el Borneo malayo hasta Uzbekistán,
no dejan de poner una flecha en el techo, o en una mesa, para señalar la adecuada
dirección de La Meca.
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moa. Pájaro extinguido de Nueva Zelanda. Tenía mayor porte que un avestruz,
llegando a pesar 300 kilos y a tener tres metros de altura. En 2002 se trató de re-
construir el GENOMA mitocondrial del moa y, para ello, se ensamblaron hasta 200
fragmentos de ADN de ese ave emparentada con el ÑANDÚ, el kiwi, el casuario y el
avestruz. Pero el sueño de ver corretear un moa no se ha hecho realidad.
moai. Estatua gigantesca de la isla de PASCUA, o Rapa Nui, «Isla Grande» en po-
linesio. Quedan en torno a 887 estatuas, esculpidas en toba volcánica, que han he-
cho volar la imaginación. ¿Por qué los antiguos pascuenses se tomaron la molestia
de alzarlas para luego derribarlas? Los moai se erigían sobre ahu, plataformas de
piedra, y eran coronados con pukao, unos grandes som-
breros, o moños, de escoria rojiza. Dado que eso significa
varias toneladas, y más de cuatro metros de altura, y que
los pascuenses no tenían grúas, los esotéricos recurren al
MANA como explicación. Un poder sobrenatural tenía que
ayudar a aquellas gentes a esculpir, transportar y alzar co-
losales estatuas, que probablemente representaban a sus
ariki, jefes o sacerdotes, pero que, en un momento dado,
fueron tan odiados que apenas quedaba alguno en pie
cuando llegaron los primeros europeos a la isla en el si-
glo XVIII. En Las MARQUESAS llaman TIKI a los moai, aun-
que sus dimensiones son mucho menores y no les pusie-
ron los iris de los ojos de coral.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
mochica. Antigua civilización del norte del Perú. También, nombre de un rei-
no ubicado en el valle del Moche y otros lugares a lo largo de casi 500 kilómetros
de costa peruana. La cultura mochica floreció entre los años 100 y 800 de nuestra
era y desarrolló rituales terribles a juzgar por los hallazgos arqueológicos efectua-
dos en la pirámide de El Brujo. Las deidades mochicas lucían grandes colmillos;
otras eran mitad hombres mitad arañas. A ellas se consagraban sacrificios humanos
y los sacerdotes mochicas bebían cálices llenos de sangre de sus víctimas. El ar-
queólogo peruano Régulo Franco ha estudiado los frisos y vasijas mochicas y los ha
visto repletos de evocaciones rituales y de hechicería, propulsadas tal vez por el
cactus de San Pedro, que, por otro lado, aún es usado por algunos chamanes pe-
ruanos. El arqueólogo pionero en la zona fue el alemán Max Uhle (1899), pero
hubo que esperar hasta 1985 para que se consumase el gran hallazgo, la tumba del
Señor de SIPÁN, entre Lambayeque y la HUACA Cao Viejo de El Brujo, en la costa
norte de Trujillo. Algo casi de tanto brillo y capacidad de sugestión en nuestros
días como el hallazgo de la tumba de Tutankamón por Howard Carter.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
del sur: tibetanos, birmanos, thais, anamitas y chinos… Y hasta los «mongoles oce-
ánicos» de las islas de la Sonda, Filipinas, Formosa… Los mongoles se hicieron
poderosos desde la unificación de las hordas efectuada por Temujín, Genghis
Khan (Chinggis Jan), conquistador de Pekín ya en el año 1215. Según el mito, los
pueblos de origen mongólico que conquistaron el mundo emigraron desde el Belu-
ja, una cumbre de 4.506 metros, la mayor de la cordillera Altai entre Rusia y Kajas-
tán. Para su dominio, que se extendió desde el Pacífico hasta Europa oriental, fue-
ron esenciales los elementos de su civilización nómada, como su caballería ligera y
resistente y sus GER (yurtas), tiendas de fieltro desmontables, aún usadas profusa-
mente en la República de Mongolia.
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LUIS PANCORBO
Cristo sólo tenía una naturaleza, la divina, pero no la humana. Esa idea fue seguida
por los COPTOS de Egipto y Etiopía, y por la iglesia armenia y parte de la siríaca,
aunque las sutilezas y disputas entre todos ellos fueron moneda corriente. Ahí se
encuadraba por ejemplo el monotelismo, que sostenía que lo importante era que
Jesucristo, además de su doble naturaleza, divina y humana, tenía una sola volun-
tad, que era divina. La diferencia entre NESTORIANOS y ortodoxos es también como
un papel de fumar: los primeros creen que había dos personas en Cristo, una hu-
mana y otra divina absolutamente distintas. Los ortodoxos pensaban que Jesucris-
to sólo era una persona, humana y divina al mismo tiempo [Dalrymple, 2000].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Moria / Moriah. Monte, lugar o país donde Dios mandó a Abraham que lle-
vara a su hijo Isaac para sacrificarlo: «…y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en
holocausto sobre uno de los montes que yo te diré» (Génesis 22,2). Como es sabi-
do, el sacrificio de Isaac no llegó a consumarse. Abraham (Ibrahim para los musul-
manes) regresó a Beersheba, murió a los ciento setenta y cinco años de edad en la
ciudad de Hebrón, y fue enterrado en la cueva Makpela, como su primera mujer
Sara. Según otra tradición, común a judíos y cristianos, Moria era el mismo monte
del Templo de Jerusalén, y, más en concreto, donde se alza Al Aqsa, la gran mez-
quita. Una rama de los nuevos ILLUMINATI no desaprovecha esa sugerencia y se lla-
ma precisamente Moriah Conquering Wing, «Ala Conquistadora de Moria».
morioris. Variante dialectal para designar a los MAORÍES de las islas Chatham,
un territorio esporádico de Nueva Zelanda, a 450 millas de la gran isla del sur.
Eran en torno a 1.000 individuos, muy mezclados con otros maoríes y con descen-
dientes de los europeos que llegaron en 1840 [Skinner, 1928]. El último moriori
murió en 1933.
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LUIS PANCORBO
vro-vlach, válacos negros (nigri latini), que sobrevive en el oeste de Croacia en tor-
no a Duvrovnick (la antigua Ragusa). Antaño eran pastores y nomadeaban por los
Balcanes occidentales.
moros. Reciben ese nombre los indios AYOREOS del CHACO (Paraguay). También
son moros cerca de un millón de musulmanes del sur de las Filipinas, isla de Min-
danao y otras contiguas. Entre los moros filipinos hay varios grupos: sulu, samal,
mangindanao, lanao, maranao…, que hablan distintos dialectos. Se opusieron a la
colonia española en las Filipinas y destacaron por su práctica de la piratería en los
mares de Sulú, Célebes y sur de la China. Menos conocidos que los de Filipinas
son los moros-laki, en torno a un cuarto de millón, que viven en el extremo suroc-
cidental de Célebes y en las islas indonesias de Kabaena, Wowoni y Butung. Culti-
van arroz y exportan copra.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
de los historiadores Rolf Krauss y Emmanuel Anati, apoyados en las hipótesis que
ya formularon Lepsius, Brugsch y Freudenthal en el siglo XIX, no descartan que
Moisés fuese el príncipe Masesaya, hijo del faraón Seti II, y que él mismo, el futuro
salvador de los judíos de Egipto, llegara a ser faraón con el nombre de Amón-Ma-
sesa [Simonay, 2004].
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LUIS PANCORBO
las iglesias cristianas y el idioma árabe fue usado para celebrar contratos civiles
hasta el siglo XIV. Hubo también heterodoxias entre los mozárabes, como la de los
simoníacos y jovinianos que autorizaban la bigamia, el incesto y los matrimonios
con infieles; y la de los acéfalos de Cabra, condenados en el año 839 en el Concilio
de Córdoba. Los acéfalos ayunaban el día de NAVIDAD si caía en viernes, lo mismo
que maniqueos y priscilianistas, y no veneraban las RELIQUIAS (siguiendo a Vigilan-
cio); daban la comunión en mano a hombres y mujeres, y no se relacionaban con
los demás cristianos, ni siquiera con sacerdotes a la hora de la extremaunción. Los
antropomorfistas mozárabes seguidores de Hostegesis, radicado en Málaga (cuenta
el abad cordobés Sansón), expandieron la herejía de creer, como los antiguos va-
dianos, que Dios era y tenía una figura material y humana, no por esencia, sino por
sutileza. Y tanto, dado que el Verbo se había hecho carne en el corazón de la Vir-
gen, no en su vientre [Menéndez Pelayo, 1963]. Una curiosa absorción panteísta
del Creador en lo creado.
mucassequere. Pueblo entre mítico y real que vivía entre los ríos Cuando y
CUBANGO en Angola y que fue descubierto por el explorador portugués Serpa Pin-
to. En todo caso, se trató de un pueblo aislado, en torno a los 15º de Latitud Sur,
con gentes de piel amarillenta y corta estatura. Hablaban, según Serpa Pinto, con
extrañas modulaciones y eran vecinos de los ambuellas. Si éstos podían ser deno-
minados bárbaros, los mucassequere eran «verdaderamente salvajes». Un pueblo
de nómadas y cazadores excelentes, con arco y flechas, aunque también recolecta-
ban raíces y frutos en la selva. Por toda esa pintura queda bastante claro que podía
tratarse de los bosquimanos [Ratzel, 1888].
mudang. En Corea, CHAMÁN (> KUT). Otras variantes son sindang (en la isla
Cheju) y tangol mudang (chamanes con poderes hereditarios en la provincia de
Cholla).
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
muérdago. En Francia hay que besarse al pasar bajo el muguet. En Gales da-
ban una rama de muérdago a la primera vaca parida en el Año Nuevo: «Si no hay
muérdago, no hay suerte», decían los vaqueros galeses. «Los DRUIDAS lo recogían
sobre todo el sexto día de luna y los antiguos itálicos, al parecer, el primer día de
luna» [Frazer, 1890]. Pero es que de muérdago era la propia rama dorada de Ja-
mes FRAZER, que simbolizaba la vida del sacerdote de NEMI.
mun. Religión animista de los LEPCHA, pueblo que vive en Sikkim, el estado nú-
mero 22 de la India. La religión mun, similar al BON, cree en una multiplicidad de
espíritus repartidos por una espectacular geografía a los pies del Kanchenjunga.
Allí, en la tercera mayor montaña del mundo, residen los progenitores de los lep-
chas, Fodongthinh, «El Más Poderoso», y Nazaog-Nyoo, «Siempre Afortunada».
Una figura esencial en el mun es el CHAMÁN, bumthing, encargado de propiciar las
cosechas con sacrificios y de atender la salud de la gente en una zona donde con
suerte tocan a un médico por cada 30.000 habitantes. Hay, como en otras partes,
dos clases de MAGIA, la blanca (Tang-li Mun) y la negra (Mun-mook Mun). La pri-
mera se usa, por ejemplo, para pedir una buena cosecha de arroz a Iptomu, la ma-
dre creadora, de la que creen que vive en el océano que hay dentro de la Tierra.
Eso no es el PARAÍSO, o Rumlyang, CIELO donde los buenos lepchas se convertirán
primero en niños pequeños y gozarán después de una espléndida y madura eterni-
dad, sin males, enfermedades ni necesidad alguna [Gorer, 1996].
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LUIS PANCORBO
con los restos de un cráneo del Mungo Man («Hombre de Mungo»), que para al-
gunos tiene una edad de sesenta mil años, y para otros, la mitad. Un primer estu-
dio genético no reveló huellas de ADN mitocondrial de origen africano, por lo que
queda envuelta en incógnita su posible relación con un Homo sapiens y el camino
que llevó hasta llegar a Australia.
mursi. Pueblo pastoril de la Etiopía tropical con unos 10.000 miembros. Su te-
rritorio, junto al río Omo, emisario del lago Turkana (ex Rodolfo), bordea casi la
frontera con Kenia. Las mujeres mursi, y otras de la misma área (SURMA), pertene-
cen a grupos nilóticos y se caracterizan por insertarse grandes platos de arcilla en
el labio inferior. Son los mayores platos labiales que se llevan en el mundo, aparte
de los de los indios BOTOCUDOS de la Amazonia.
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N No nos ha visto nadie. Pura
búscate el talle.
César Vallejo, Trilce, XLII
nabis. Profetas tanto de los hebreos como de los musulmanes. En el Corán se re-
conoce a los nabis que anticiparon a Mahoma. Hud fue uno de los más importan-
tes con su predicación en el Yemen. Avisó a los impíos adíes sin que le hicieran
caso: «Yo temo que caiga sobre vosotros el tormento de un día terrible» (Corán
26,136). Otros nabis fueron Salé, Lot, Suayb, Elías y Zacarías…
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nanm. En el VUDÚ de Haití, esencia espiritual, poder. «Lo que es sagrado» [Mé-
traux, 1958]. También «alma de las cosas» y, en ese sentido, puede haber nanm en
plantas, lluvias, ríos, lagos...
Nanook / Nanuk. Nanook of the North (en España, Nanuk el esquimal) fue
un documental de Robert Flaherty (1884-1951) que se convirtió en arquetípico y
pionero del género. Estaba impregnado de una característica que Flaherty impuso
en sus películas, «the spirit of man» («el espíritu del hombre»), bien visible tam-
bién en Moana, Man of Aran, Elephant Boy, Louisiana Story… Entre 1919 y 1920,
Flaherty filmó la odisea del espíritu del hombre, el inuk (> ESQUIMAL), en el hielo.
Puso su base en el cabo Dufferin, en la punta nororiental de Hudson Bay, y ense-
guida empezaron los problemas de todo tipo junto con el arponeo de 20 morsas.
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siones de radio con anécdotas de Nasrudin Hodja (o HADJ, porque fue un hombre
muy viajado y peregrinó a La MECA). Muchas ciudades reclaman a Nasrudin como
su paisano, incluso le ponen una gran estatua de bronce, siempre con su burro,
como la que hay en Bujara (Uzbekistán).
Nauru. Isla del Pacífico Occidental. Con sus 21 kilómetros cuadrados y unos
12.500 habitantes, es uno de los Estados más pequeños del mundo, aunque des-
pués de Niue, el más minúsculo país-isla del Pacífico. Nauru se hizo famosa por la
explotación intensiva del guano, excrementos depositados por las aves marinas a
lo largo de milenios. Alemanes, neozelandeses, australianos y británicos aprovecha-
ron a voluntad los yacimientos de Nauru hasta la independencia de la isla en 1968.
El dinero que consiguieron los nativos hizo que subiera en un primer momento el
nivel de vida de la gente y, de modo particular, el peso físico. Tienen aún graves
problemas de diabetes y obesidad en una isla sin árboles y donde hasta el agua ha
de ser de importación. Acabado el guano, explotan la venta de pasaportes y su
propio espacio insular como cárcel para los prisioneros de Australia y Nueva Ze-
landa.
navajos. Indios del suroeste de los Estados Unidos, a donde llegaron entre los
siglos X y XV en diversas oleadas. La estampa de los navajos, con sus largas cabelle-
ras, altos sombreros y una cinta en la frente, fue una de las más representativas de
la épica del Far West. No les faltaban los caballos, aunque se discute si procedían
de los 558 machos y dos yeguas que llevaba Vázquez de Coronado en 1541, o de
los caballos españoles que llegaron hacia 1640 a Santa Fe (Nuevo México) y que se
difundieron por todas las poblaciones indias al oeste del Misisisipi [Weyer, 1972].
Los navajos son actualmente unos 300.000 y en torno a la mitad de esa cifra vive
en la Reserva India Navajo extendida entre los estados de Arizona, Utah y Nuevo
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Navidad. Cuando menos hay dos en el CRISTIANISMO porque el YULE, este tiem-
po, sigue sus propios ritmos y conmemoraciones. La Navidad cristiana occidental
se celebra el 25 de diciembre, sólo desde mediados del siglo IV. Anteriormente se
celebraba el 6 de enero, como todavía lo hacen los ortodoxos. En el 6 de enero,
fiesta de la EPIFANÍA, coincidía el nacimiento de Cristo y la adoración de los REYES
MAGOS; la fecha de su bautismo, y las bodas de Canaán con la conversión del agua
en vino, primer MILAGRO explícito de Jesucristo… Por otro lado, el 6 de enero se
celebraba la llegada del solsticio de invierno en Egipto y era el día de la «Navidad
gnóstica» [Cardini, 2001]. En cambio, el 25 de diciembre era la fiesta del solsticio
de los romanos, cuando celebraban al Sol Invencible (Sol Comes Invictus, en una
de sus acepciones) .
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Pertenecen al gran grupo nguni (como los xhosa y los ZULÚES) y se subdividen en
tres grandes ramas: los matabele de Zimbabue y los ndebele del norte y el sur del
Transvaal. Dentro de estos últimos, los ndebele ndzunza —unos 400.000— conser-
van sus tradiciones y acatan al rey Maisha III y su pequeña corte de Entambothini.
En los poblados tradicionales (umuzi) pintan aún el exterior de las casas con moti-
vos geométricos de muchos colores. Las mujeres de cierta edad llevan iindzila, un
collar compuesto por varias vueltas de anillas de latón que les da aspecto de muje-
res jirafa o mujeres avestruz por sus alargados cuellos. Los iindzilla también se co-
locan en brazos y piernas (a veces hasta 40 aros en cada pantorrilla) lo que, suma-
do a otros adornos (grandes collares de cuentas de vidrio, holoani, lula…), supone
una gran parafernalia, y peso, que las chicas jóvenes ya no aceptan. Es más, hay
mujeres mayores que prefieren llevar iindzilla de plástico dorado con cierre de vel-
cro. Lo que siguen respetando los ndebele, con independencia de su integración
en la modernidad sudafricana, es el tiempo de iniciación, ingoma, y el respeto a los
abezimu o antepasados.
negreros. Eran los «respetables» hombres de negocios del XVII al XIX. Burgue-
ses de Nantes, Bristol o Lisboa que «salvaban a los negros», creyendo que la ES-
CLAVITUD era un motor de la civilización europea, blanca, cristiana [Meyer, 1989]
y, por supuesto, bebedora de café con azúcar, no con sangre. Un buen hombre ne-
gro podía costar caro; por ejemplo, un fusil y cuatro barriles de pólvora según la
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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Nemi. Localidad del sur de Roma, cerca de Aricia, junto a las Colli Albani, o
«Colinas Albanas», donde James FRAZER centró en 1890 su libro The Golden
Bough («La rama dorada»). El Rex nemorensis, el sacerdote-rey, del bosque sagra-
do de Nemi, tenía que ser asesinado y reemplazado por otro antes de que se agota-
ran sus poderes. Debía arrancar la rama dorada —de MUÉRDAGO— con la que re-
cibía el poder de la diosa Diana (Diana Nemorensis), pero eso lo conservaba hasta
que viniese otro más sagaz o fuerte y le matase como él había hecho con su antece-
sor. Mientras el muérdago estuviese vivo, él también lo estaría. Para FRAZER era el
ejemplo máximo de cómo podía haber leyes generales que se repetían regularmen-
te en el contexto de lo que llamó intuitivamente ANTROPOLOGÍA social.
nestorianos. Hay un Cristo dual, el hombre y el dios. María no puede ser lla-
mada «Madre de Dios», sino «madre del Hombre», algo bastante razonable por
otro lado. Tratar de dividir, como con una navaja, la persona humana y la persona
divina de Cristo, es como cortar un pelo, y eso hizo Nestorio, el hereje. Además de
impedir que María fuese llamada la «Madre de Dios»: en todo caso sería la «Ma-
dre de Cristo». También criticó que la paloma de la Santísima Trinidad procediese
del Verbo, o que ella misma fuese el Verbo. Sólo los jacobitas, seguidores de Dios-
cure y del monje Jacobo Baradai, obispo de Odessa en el año 541, eran más sutiles
al pregonar que el Verbo Encarnado era «de» dos naturalezas, no «en» dos natura-
lezas, o lo que es lo mismo, se unieron las dos naturalezas de Cristo en una naturale-
za sola, que era personal de dos naturalezas impersonales, y todo ello sin mezcla ni
confusión. Jacobitas, y sobre todo nestorianos, aunque condenados, siguieron en
sus trece y convenciendo almas cándidas en media Asia. Nestorio fue arzobispo de
Constantinopla y su herejía fue condenada en el año 43 en el Concilio de Éfeso.
No obstante, por medio de misioneros, como el patriarca Mar Abha el Grande y
otros, entre los siglos V y VIII se extendieron desde Edesa, el gran centro nestoria-
no, hasta el golfo Pérsico, Asia Central, Tíbet… En China fue encontrada en 1907,
durante una expedición fascinante y aventurosa del danés Frits Holm [1924], la
«piedra de Sian Fu» o «Tabla Nestoriana», lápida en la que se decía que se habían
fundado en aquel país hasta 631comunidades nestorianas. En el sur de la India se
hallaron comunidades de cristianos «tomasianos» en Goa, Malabar y Kerala. Llegó
a haber obispos nestorianos en Herat y SAMARCANDA (Uzbekistán) en el siglo VIII...
Y es que bien pudo ser que el viejo MANIQUEÍSMO, y el MAZDEÍSMO o zoroastrismo,
se camuflaran bajo el manto protector del CRISTIANISMO nestoriano. H. G. Wells,
autor de La guerra de los mundos, llegó a escribir que Mahoma pudo conocer «las
375
LUIS PANCORBO
neuma / pneuma. Soplo de vida, de verdad. Los gnósticos también eran cono-
cidos como «pneumáticos», y estaban enfrentados a los psyquicos, «sujetos todavía a
las tinieblas del error y a los estímulos de la carne» [Menéndez Pelayo, 1963]. Se
cree que Simón de Samaria, o Simón el Mago, fue el primer gnóstico (> GNOSTICIS-
MO), que daba el neuma al imponer sus manos. A sí mismo se llamaba PARÁCLITO
(ESPÍRITU SANTO) y Verbo de Dios, entre otras cosas. Otro gran defensor del neuma
fue Bardesanes, gnóstico de Edesa, quien afirmó «la influencia decisiva de los espíri-
tus siderales [resto de sabeísmo (> SABEÍSTAS)] en los actos humanos, e hizo inútiles
esfuerzos para conciliarla [el PLEROMA, plenitud de esencia] con el libre albedrío»
[Menéndez Pelayo, 1963]. Bardesanes también atribuía la Creación al DEMIURGO.
New Age / Nueva Era. Movimiento nacido en los Estados Unidos, al socai-
re de la Era del Acuario (> ACUARIUS), que propugna la espiritualidad junto a una
amalgama de ecología, buenos sentimientos, relajación y orientalismos (ZEN…). Su
espectro va asimismo desde el cultivo del aura positiva, esa especie de HALO que
emanaría de la persona, a las influencias de los astros (ACUARIANOS), el balance del
KARMA, la meditación trascendental, las ondas alfa que emite el córtex en un estado
de conciencia entre el sueño y la vigilia, productoras de serenidad y bienestar, la
música al estilo de las vibraciones de Andreas Vollenweider…
376
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
nos éxitos y no se respetaron las condiciones de su rendición. Fue cuando los nez
percé fueron enviados a Oklahoma y muchos murieron.
Nicobar. Islas del mar de ANDAMÁN (India) con unos 20.000 habitantes, en su
mayor parte de origen mongoloide. Cerca de 2.000 fueron evacuados de una de las
islas del grupo, Car Nicobar, hasta Port Blair, la capital regional, después del tsu-
nami de 2004 que causó sólo en la zona 1.925 muertos y 5.500 desaparecidos. Sin
embargo, los ABORÍGENES, especialmente los negrillos SHOMPEN, tuvieron la sensa-
ción de que se que acercaba un cataclismo y sobrevivieron huyendo a las partes al-
tas de la islas.
nigods. Las formas más pequeñas y bajas de vida según los JAINÍES. El nigod no
puede liberarse con su propio esfuerzo, y se entiende, dado que a veces forma
grandes masas en el interior de una patata o de un musgo. Es arduo incluso su ca-
mino hacia el estatus de pratyek vanapasti, «cuerpos vegetales que viven en una
planta o en un fragmento de la misma» y que luego sufrirán sus consiguientes
transformaciones en aire, agua, tierra… [Babb, 1998].
377
LUIS PANCORBO
nimba. Una de las máscaras africanas más inusuales puesto que a veces pesa 40
kilos y puede medir un metro y medio. Las gentes de la tribu baga de Guinea Co-
nakry la usan llevándola sobre los hombros a modo de gigantesca mesa con patas.
El danzante mira a través de la falda de rafia, teniendo encima una estatua con ros-
tro de pájaro de presa y, a menudo, con incrustaciones de metal que parecen esca-
rificaciones. Los pechos caídos y secos representan una figura maternal, patrona
de la fertilidad y de las cosechas, según los baga.
378
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
la, dos niñas indias de dos y ocho años, vivían como lobas en una cueva hasta que
fueron descubiertas por el reverendo Singh. Comían carne y carroña, caminaban a
cuatro patas, aullaban y, sin embargo, al cabo de un cierto tiempo de vida en socie-
dad, una de ellas, Kamala, aprendió a tender la mano para recibir alimento y a usar
unas 50 palabras.
niqab. Velo que cubre a la mujer musulmana desde la cabeza a los pies. Se suele
confundir este vestido, llamado CHADOR en Irán, con el HIJAB, o pañuelo de cabe-
za. Llevar niqab puede ser sofocante en algunos climas (Egipto, Arabia…), pero si
alguna mujer decide quitárselo es algo personal entre ella y Alá.
nivjos. Pueblo del este del río Amur, en el extremo oriental de Siberia, y de la
isla de Sajalín, incorporada a la URSS en 1925. A los nivjos les prohibieron el uso
de su lengua y sus CHAMANES debieron acatar la hoz y el martillo, ya no el ances-
tral «espíritu de los salmones». Pocos pueblos del mundo llegaron a hacer, como
los nivjos y los itelmen de KAMCHATKA, vestidos de PIEL DE SALMÓN, amén de go-
379
LUIS PANCORBO
rros. Su comida fue siempre el salmón, fresco o seco, y las bayas árticas son su
única fruta.
noreshi. Doble animal de cada persona según los indios YANOMAMI de la Ori-
noquia (Venezuela y Brasil). Es su propia versión del NAHUALISMO. No se trata de
transformaciones mágicas o alucinatorias. Es un pensamiento semejante al del ÁN-
GEL de la guarda de los católicos. Los indios embera hacen una OMBLIGADA con un
animal, y su vida queda aparejada a las circunstancias que goce y sufra una hormi-
ga, un pez, un pájaro… Misterio, aunque suave comparado con el mayor del CRIS-
TIANISMO: tras la consagración en la HOSTIA está «el cuerpo de Jesucristo, junta-
mente con su sangre, alma y divinidad» [Astete, 1977].
380
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ntoro. Principio espiritual transmitido por línea patrilineal entre los ASHANTI de
Ghana, quienes, en cambio, forman parte de una sociedad fuertemente matrilineal
[Beattie, 1986].
nubas. Pueblo del Sudán que vive, o sobrevive, en las montañas al sur de Kor-
dofán. Su número puede oscilar entre 200.000 y medio millón. Han padecido gue-
rra, represión y exilio por parte del gobierno FUNDAMENTALISTA de Jartum hasta
los acuerdos de paz de principios de 2005. Los nubas tuvieron notoriedad por las
fotografías y documentales que hicieron sobre ellos George Rodger y Leni Riefens-
tahl en la década de los sesenta del pasado siglo. Lejos de ser un pueblo unido, o
uniforme, los nubas cuentan al menos con 50 subgrupos y sus respectivos dialec-
tos. Unos son de descendencia patrilineal y otros de descendencia matrilineal, con
lo que, en este último y más extendido caso, los niños se adscriben al CLAN de la
madre y heredan a través del tío materno. El ISLAM y la política del gobierno suda-
nés trató de conseguir el exterminio cultural de los nubas y de sus fantásticas cos-
tumbres, sobre todo las luchas tradicionales. En ellas, uno de los mayores premios
es la ceniza, untarse de cenizas, algo tan valioso y sagrado como la EUCARISTÍA en
otras latitudes: «La ceniza representa la resistencia, la virilidad, incluso la ETERNI-
DAD… Un nuba cubierto de ceniza adquiere un carácter sagrado» [McDougall,
1981]. No hay que confundir a los nubas con los nubios, habitantes de Nubia, re-
gión sudanesa extendida a ambos lados de la frontera entre Egipto y Sudán. En
tiempos faraónicos se distinguía la Baja Nubia (Uatat), la que iba desde la primera
a la segunda catarata del Nilo, y la Alta Nubia, o país de Kus (la Etiopía antigua),
que llegaba hasta la cuarta catarata. La Nubia fue el camino de penetración al inte-
rior del África negra y donde pequeños reinos cristianos resistieron largo tiempo el
embate del Islam, un asunto poco reconocido.
nuchus. Estatuillas usadas por los indios cunas o kunas (> TULE) del archipiéla-
go panameño de San Blas. Son muñecos tallados en madera de balsa y pintados de
colores vivos, que representan espíritus y a veces figuras de conquistadores espa-
ñoles. Los CHAMANES (nele) se sirven de los nuchus para averiguar los males de las
personas, y de forma especial qué animal dañino, perro o tiburón, fue el que arre-
bató en cada caso el alma del paciente.
Nud. Montaña sagrada para los zoroastrianos (> ZARATUSTRA). Habría tenido
vinculación con el mito de los REYES MAGOS [Faber-Kaiser, 1984]. Otros creen
que puede tratarse del propio monte Sabalan donde «Zaratustra conversó con
Ahura Mazda» (y de ahí las varias menciones antiguas, Seuva, o la Savé iraní, o la
Sava o Sabá mencionada por Marco Polo), o el monte USIDA de Shistan o Seistán,
en la frontera entre Irán y Afganistán, que en el Z END AVESTA se llama Kuh-i-
Khwaga, «monte del Señor», con el lago Hamun donde «apareció la simiente de
Zaratustra» [Cardini, 2001]. Otros autores, como Juan de Hildesheim, identifican
a Nud como «la montaña llamada Vaus, llamada también por los indios Victorial»
[Cardini, 2001]. Pudo haber un Mons Victorialis, o de las Victorias, en Azerbai-
yán, zona de transición hacia Persia, y de donde pudieron venir los Reyes Magos,
381
LUIS PANCORBO
pues allí en lo alto había una capilla, meta de especiales romerías. Gentes escogi-
das permanecían en la cumbre tres días aguardando la estrella predicha por el pro-
feta Balaam [Cardini, 2001].
382
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
num. Según los bosquimanos (> SAN), poder sobrenatural. Se conseguía a través
de bailes y canciones en las que llegaban a un estado de TRANCE [Wesselman,
1999].
numen. Dios de los gentiles o lo sagrado para los gentiles. «Ya nada es sagra-
do», decía JUNG, pero Campbell, Eliade y otros autores fueron una y otra vez en
busca del numen de los momentos históricos pasados o de los lugares más aparta-
dos. El numen, además, fue inspiración para los escritores y artistas en general. En
lo religioso, se diferencia lo sagrado numinoso, lo sagrado como valor, y lo sagrado
como categoría a priori… «Numinoso» es un neologismo derivado de «numen»
(como de omen se hace «ominoso» y de lumen, «luminoso») y con alcance más
bien de incógnita: «…sólo puede suscitarse, sugerirse, despertarse, como en defini-
tiva ocurre con cuanto procede del espíritu» [Lo Santo, 2001].
nushu Peculiar idioma, de unos 1.800 caracteres, que hablaban únicamente las
mujeres en las provincias chinas de Hunan y Guangxi. Era una escritura críptica
para evitar que fuese conocida por los hombres y así escapar de su control. En el
nushu (nu shu, «escritura femenina») se empleaban telas caligrafiadas o bordadas
con caracteres secretos y códigos para usar los abanicos con fines de despiste. Uno
de los pocos textos que se conocen de nushu, consejos transmitidos de madres a
hijas para afrontar la vida conyugal, apareció en «Cartas del tercer día», folletos es-
critos en paños por San Chao Shu. El 23 de septiembre de 2004 falleció en Jiang-
yong (Hunan) la señora Yang Huayi, una anciana de noventa y ocho años conside-
rada la última hablante del idioma nushu.
383
LUIS PANCORBO
nyama. Espíritu vital presente en todos los reinos y criaturas según los DOGON.
nyam-nyam / niam niam. Una onomatopeya explícita dio nombre a los
zande, una tribu sudanesa que hacía ese ruido y no sólo al comer mijo. Los zande
(sandehs) vivían entre los 4º y los 6º de Latitud Norte. Era una gente de color más
claro que el de los nubios, que fueron quienes les llamaron nyam-nyam. Los zande
(azande) tenían parecido, más que con los nubios negros,
con gentes etíopes, somalíes, danakils, gallas… El
nombre de nyam-nyam hacía referencia a dos grandes
grupos de antropófagos zande, los makarakas y los
bombes, que probablemente procedían de Kana y de
Kifa, tierras al norte de Uelle. Los nyam-nyam tenían
por costumbre afilarse los dientes, algo que evocaba
sus usos alimenticios, y una costumbre de muchos
pueblos de África negra. Los bongos llegaban a
arrancarse los incisivos de la mandíbula inferior
y se afilaban los superiores, mientras sus mu-
jeres se ponían clavijas en el labio inferior,
unos trozos de madera y hueso. Por si fue-
ra poco, los bongos se hacían agujeros en
los pabellones auditivos para llevar una
media docena de anillos de cobre [Ratzel,
1888]. El explorador Schweinfurth escri-
bió sobre caudillos nyam-nyam a quienes
repugnaba comer carne humana, aunque se po-
nían en el cuello cordones con dientes de los hombres que habían devorado: y eran
unos cuantos… También clavaban los cráneos en estacas junto a las chozas como si
fueran trofeos de caza. La grasa humana, sobre todo la del enemigo, era muy apre-
ciada, pero en tiempos de guerra y escasez devoraban a viejos, o a muertos repenti-
namente. «A veces dejan morir a los niños para… satisfacer ese gusto inhumano»
[Schweinfurth, 1873]. El canibalismo de los bongos, como el de sus vecinos mon-
buttús, no se podía atribuir a carestía o falta de carne: en sus tierras había búfalos,
jabalíes, antílopes y elefantes en buen número. Los monbuttús consideraban a los
niños una golosina. Y, cuando querían conservar los cuartos traseros de un hom-
bre, los ahumaban y secaban como otros hacen con las patas de cerdo.
384
N El ñandú desplumado del recuerdo
alarga su postrera pluma…
César Vallejo, Trilce, XXIV
ñangas. Seres de SANTERÍA que vagan sin encarnarse, causando el mal. Son los
que hacen venir los huracanes y los terremotos, y encima reclaman sacrificios hu-
385
LUIS PANCORBO
ñanza. Deidad de posible origen angoleño que se venera en los cultos afroame-
ricanos de Cuba y Brasil. Aparejada a santa Bárbara.
ñáñigos. Culto de una secta secreta de los antiguos esclavos africanos de Cuba.
Los náñigos debieron ser abakua, esclavos procedentes en el siglo XV de la región
de Calabar (Camerún). Hablaban el dialecto carabali, una lengua secreta y distinta
del yoruba usado en muchos cultos afrocubanos. Los ñáñigos se agrupan por po-
tencias, o sociedades secretas. El requisito de ingreso en esas sociedades solía ser
jurar odio a los blancos. A veces, escapaban de las plantaciones y se convertían en
cimarrones. El llamado Cabildo Negro, instituido en 1812 por los españoles de
Cuba, difundió muchos aspectos de la cultura negra de la isla y propició la exten-
sión de los cultos abakuas hasta que fueron prohibidos en 1842, aunque de todos
modos siguieron de forma clandestina. La primera logia abakua fue fundada en
Regla en 1836. El ñañiguismo aún mantiene sus templos, como el de Gomaroró
Efo en Guanabacoa, gran capital de la santería cubana, o el de Uriabon Edi, en
Matanzas, en cuyos ritos no es raro que incluyan cabezas de machos cabríos. Las
procesiones de los ñáñigos, y sus sacrificios de carneros, pollos y palomas, suelen
acompañarse con la aparición de la máscara del diablillo (ireme), una careta de ar-
pillera oscura, con grandes ojos blancos, y pantalones con rayas que indican la per-
tenencia al grupo más extremo, el de los hombres-leopardo. Antaño, en algunos
de estos rituales, se debían sacrificar víctimas humanas, hay quien dice que tam-
bién de niños, además de dar a beber sangre humana al gran tambor Ekwé, hecho
con parche de piel de la princesa Ekán, la que mató por error al pez Tanze, que
era la misma voz del dios Abasí. Hay concomitancias rituales entre los ñáñigos y
otros cultos afrocubanos (> SANTERÍA), aunque a los primeros se les imputa una
mayor dureza, empezando por la iniciación cuando los pretendientes deben ser
«rayados», o sea, sometidos a grandes escarificaciones [Ortiz, 1950]. La culona,
oculoma en los idiomas bacuriri y duala, es generalmente la oficiante del culto
náñigo.
ñatas. En Bolivia, calaveras. Los indios AIMARA dedican a las ñatas (que a veces
llaman cariñosamente ñatitas) unos amplios y sentidos cultos. Tienen lugar en no-
viembre, por la sobreimposición católica de la festividad de los Difuntos. Las gen-
tes creen que las ñatas poseen poderes y las decoran con flores, les dan cigarros y,
sobre todo, les piden deseos. No está muy lejos de las costumbres funerarias mexi-
canas, de modo especial de las festividades del 1 de noviembre en los cementerios.
386
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
gigantescos, en cambio para los malinké y mosi (Burkina Fasso) son enanos. Por
tanto, el ñeque ha carecido de un aspecto definido. Las jicoteas (tortugas) parecen
ser un buen vehículo y refugio para los ñeques. Los bambara de Malí, para propi-
ciarlos, saben que hay que darles tomate, eso les gusta. En Cuba, a los ñeques les
gustan los frijoles. El papel de los ñeques en Brasil recae en Exú y los changós, en-
tidades espirituales. No confundir con los changos, pueblo indígena de pescadores
de la zona de Iquique (Chile), ya extinguido.
387
O Oh las cuatro paredes de la celda.
César Vallejo, Trilce, XVIII
obosom. Virgen, diosa, mujer de sangre real poseída por el poder de la Diosa-
Luna. La palabra «obosom», en lengua twi, deriva de bosom, «luna». Se daba en
África occidental, y en Ghana concretamente [Graves, 1984], por influencia del
KRA. De la Reina de los Cielos (María) también salieron las que Graves llama «obo-
soms», una manera de referirse a las varias denominaciones de las Vírgenes católi-
cas: Nuestra Señora de la Amargura, de la O, de la Fuensanta…
389
LUIS PANCORBO
dad con los que Malinowski llenó muchas páginas de su diario. Pero un grado de
reflexivity, al estilo de la ANTROPOLOGÍA anglosajona de Gouldner, Borhek, Curtis
y Hammersley, tiene que existir: «El primer y más importante peldaño para la solu-
ción de los problemas suscitados por el positivismo y el naturalismo consiste en
reconocer el carácter reflexivo de la investigación social: es decir, reconocer que
somos parte del mundo social que estudiamos». Dicho más claro: «Lejos de enzar-
zarnos en fútiles intentos de eliminar los efectos del investigador, habría que dedi-
carse a entenderlos» [Hammersley: 1989].
occisión. El antiguo sacrificio podía tener como víctima a un zopilote. Los indios
acagchemen de California llevaban a ese pájaro en procesión hasta un altar y allí le
daban muerte sin derramar una sola gota de sangre (por ejemplo, retorciéndole el
pescuezo). Muerte violenta, pero el ave resucitaba y volvía entre los hombres. La oc-
cisión de la serpiente sagrada en Fernando Poo implicaba un ritual sofisticado y lle-
no de transferencias. Había que tocar la cola de la serpiente muerta y colgada en la
plaza de Isapu, así los niños quedaban bajo la protección del ser. Hubo occisiones de
tortugas sagradas en muchos lugares del mundo; de osos en Hokkaido y en las islas
Sajalín y Kuriles… Pero también cupo la mayor occisión ritual, la del propio ÁRBOL
SAGRADO, del rey divino, aunque dios mortal, y todo cuanto recoge James FRAZER en
La rama dorada (1890). Cuando se desataba una plaga en la colonia de la Marsella
romana, un hombre era ofrecido para que la ciudad quedase limpia. Durante un año
era tratado a cuerpo de rey. Cuando llegaba la occisión, era paseado por las calles y
vituperado para que todos los males cayesen sobre su cabeza y, finalmente, moría
apedreado. Todavía en pueblos remotos de los Andes peruanos hay costumbre de
chiaraje, de luchas a pedradas, por ejemplo entre la aldea Checca, por un lado, y las
Qqehue, Lanqui y Yanaoka, por otro. Se persigue el descalabro de quien será la víc-
tima propiciatoria del año. De esas batallas campales, se hacen tres al año, además de
las que tienen en lugar en Toqto contra los de Chumbivilcas [Barrionuevo, 1971]. En
Todos Santos Cuchumatán (Guatemala), los MAM celebran una carrera de caballos
en la que los jinetes caídos o muertos son víctimas propiciatorias del maíz. Cosa que
también ocurre en relación con el arroz en la pasola, la fiesta con justas a caballo de
los animistas de la isla indonesia de SUMBA.
oficios. Los oficios religiosos fueron fijados hacia el año 535 por la regla de san
Bernardo y se distribuyen en maitines, laudes, prima, terza, sexta, nona, vísperas y
completas. Un religioso que lo cumple deja atrás a un musulmán con su obligación
de las cinco oraciones diarias.
390
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Ofir / Ophir. País legendario de donde procedía el oro, según el rey Salomón.
Tierra de la reina de SABA y ELDORADO de la antigüedad. Los portugueses trataron
de ubicarlo en Mozambique, en el delta del Zambeze (> MONOMOTAPA). En 1871,
el geólogo alemán Carl Mauch (1837-1875) trató de relacionar el Gran Zimbabue
(del bantú dzimbabwe, «viviendas de piedra») y el Ofir de la reina de Saba por la
existencia de ciertas maderas preciosas que él supuso cedros del Líbano. Más cier-
to fue su hallazgo de minas de oro en Bechuanalandia (hoy Botsuana). Colón, en la
famosa Letttera rarisima, su relación del cuarto viaje llena de bandazos de depre-
sión y exaltación, asegura haber dado casi con el GANGES, mientras el oro de Vera-
gua era el mismo de Salomón: «…llevaron de un camino seiscientos y sesenta y seis
quintales de oro, allende lo que llevaron los mercaderes y marineros, y allende lo
que se pagó en Arabia…». Colón también mete a Josefo, el Paralipomnenon y el
Libro de los Reyes en su argumento: «…digo que aquellas minas de la Áurea son
unas y se convierten con éstas de Veragua» [Ferrandis, 1933].
391
LUIS PANCORBO
Ogún. Dios de la guerra en el panteón YORUBA. Pasó con los esclavos negros a
los cultos afroamericanos (Brasil, Haití, Cuba…). Ogún es también el dios de la
forja, el metal y el hierro, y el patrón de los carniceros, cazadores, soldados… Con
el tiempo no hay tanta gente dedicada a esos antiguos oficios, por lo que Ogún ha
ido deslizándose hacia ser el dios favorito de «camioneros y taxistas, mecánicos y
barberos» [Müller 2000].
okbum. Estuche fálico o peneano de las tribus min del oeste de Papúa-Nueva
Guinea. (> KOTEKA.)
olmecas. Antiguo pueblo y civilización del golfo de México (entre los años
1200 y 600 a.C.). «Olmeca» (ulmeca, ul-mecatl) querría decir «habitante de la re-
gión del hule o caucho» [Ballesteros, 1985]. Los olmecas podrían haber procedido
del mítico Tamoanchán, aunque no está claro su origen; pero su cultura arraigó en
los estados mexicanos de Veracruz y Tabasco y desde allí se propagó por Michoa-
cán, Oaxaca y Chiapas, siempre en México, y por varios puntos de América Central
(Honduras, Costa Rica, Guatemala…). Se trata de un pueblo de difícil adscripción
étnica y religiosa, de lo que algunos infieren que fue misterioso. Sin embargo, no
hay duda sobre su culto y admiración por el JAGUAR, cuyos atributos de ferocidad,
superioridad y demás eran símbolos importantes para los olmecas [Saunders,
1989]. Se han encontrado figuras de hombres-jaguar (como la de Chalcatzingo,
«Monumento 3», que representa a un felino lamiendo una planta). Tal vez fuesen
392
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Olokum. Deidad YORUBA, «de sexo incierto, cuyo rostro se presume tan temi-
ble que sólo se deja ver en sueños y siempre con una máscara» [García Márquez,
2003]. Sierva María de Todos los Ángeles, protagonista del cuento largo Del amor
y otros demonios, de García Márquez, tenía una cabellera de color cobre que le
crecía siempre y, aún después de enterrada, llegaba a 22 metros y 11 centímetros
de larga. Al nacer fue consagrada a Olokum (amén de ser bautizada en Cristo) por
su nodriza Dominga de Adviento.
olor. Hasta el olor ha sido usado para distinguir razas. Alejandro Humboldt dijo
haber encontrado en Latinoamérica tres olores distintos de las tres razas: blanca,
cobriza y negra. Los españoles hablan del «olor de grajos» de los negros [Fernan-
do Ortiz, 1975], aunque en Cuba no había grajos como los castellanos, sino cuer-
vos locales. En Puerto Rico, a esa fetidez se llama «cebollín». En Brasil se dice ca-
tinga. Pero los blancos huelen que apestan (a rancio) para los negros; y, dentro de
los blancos, estaban los judíos sufriendo a causa del olor un nuevo concepto de
discriminación: los judíos eran fedorentos para los portugueses. Otras veces, los
negros olían un cierto berrenchín en los blancos, es decir, un pestazo a jabalí furio-
so, o a verraco. Los japoneses estarían exentos de olor, eso se decía antes, que si
encontrasen olor en las axilas a alguien sería descartado para el servicio militar
[Adachi, 1903]. Hay gentes birmanas, y en Chittagong (Bangladesh) y otros sitios,
que no dicen «dame un beso», sino «huéleme» y, de hecho, colocan boca y nariz
en la mejilla del otro u otra y respiran profundamente [Ebberfeld, 1998].
om > AUM
omaguas. Nación amazónica, del tronco tupí-guaraní. Algunos creen que des-
cienden de los TUPINAMBÁS de Brasil. Su entrada en la cuenca amazónica coincidió
con el inicio de la era cristiana, y hacia el año 500, tuvieron el periodo conocido
como «Horizonte Polícromo» (según Megger, era el de la cerámica con pintura
393
LUIS PANCORBO
roja y negra sobre fondo blanco). Los omaguas alcanzaron su mayor desarrollo
cultural entre los siglos XI y XVI en la región de la Gran Aparia (medio Amazonas),
aunque flecos de su esplendor llegaron hasta finales del XVIII [Palacio, 1989]. Sus
descendientes se propagaron por la cuenca del río Napo (Ecuador), integrando
numerosas culturas del Oriente ecuatoriano (quijos, záparos, encabellados, abiji-
ras...). Su territorio fue fecundo en mitología, al coincidir además con los dos gran-
des mitos americanos, el de las AMAZONAS y ELDORADO. Hubo muchos encuentros
de omaguas y españoles. Gonzalo Pizarro llegó al río Coca buscando el País de la
Canela (> CANELOS), y Orellana alcanzó la propia Aparia Menor del río Napo. En
1560, Pedro de Ursúa, durante la famosa entrada que al fin echó a perder san-
grientamente Lope de Aguirre, supuso que ELDORADO se encontraba en territorio
omagua.
394
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
omú. Vagabundo o «persona que va de una isla a otra», voz que procede del
maorí hablado en las MARQUESAS. Omú es también el título en español de Omoo,
la segunda novela de Herman Melville, publicada en 1847. Es una especie de con-
tinuación de Typee («Taipí» en español), relato casi autobiográfico de Melville, el
joven ballenero desertor del barco Akushnet, y versa sobre la vida de los CANÍBA-
LES de Nuku Hiva, en las islas Marquesas.
onge. Tribu de NEGRILLOS de las islas Sentinelese, NICOBAR y otras del archi-
piélago de ANDAMÁN (India). Con estaturas inferiores a 1,50 metros, se relacio-
nan con los PIGMEOS (África ecuatorial), los aeta de Filipinas y los sacais y
semang (Malasia). Se les llamó MINCOPIOS, lo que no pasaba de ser una generali-
zación para diversas tribus: JARAWA, SHOMPEN… Pese a su estado, siempre tilda-
do de PRIMITIVO, los onge ya debieron tener contactos con culturas asiáticas hace
tres o cuatro mil años, en el Mesolítico, dada la relativa sofisticación de sus arcos
y flechas y sus costumbres, como fumar en pipa, el uso de cerámica y la domesti-
cación del cerdo. De ahí concluye Campbell [1988] que muchos de los hoy lla-
mados primitivos más bien retrocedieron a eras previas, la del Bronce, del Hie-
rro, incluso al Neolítico… No deja de ser una hipótesis que los negrillos onge
procedan de los esclavos de Mozambique que llevaba un barco portugués nau-
fragado ante las islas de ANDAMÁN en el siglo XVI. Lo más probable es que sean
descendientes de una primera emigración humana al continente asiático de hace
al menos cincuenta mil años. En torno a un centenar de onge sobrevive en la pe-
queña isla North Sentinel, rechazando a veces con sus flechas a las barcas que se
acercan. Merecieron ser tildados de los humanos más aislados del mundo, al me-
nos hasta diciembre de 2004, cuando un tsunami arrasó las islas del mar de An-
damán. Antes de eso se estimaba que los onge ni siquiera sabían encender fuego.
Una exageración, porque, si no los onge, los jarawa ya eran conocidos por Rad-
cliffe Brown a principios del siglo XX, cuando ese antropólogo inglés describió
las largas fiestas de los andamaneses, pintados de barro, y consumiendo grandes
cantidades de cerdo, miel y tortuga para calmar disputas… No eran siempre CA-
NÍBALES, aunque cortaban cabezas. Los grandes andamaneses llamaban lau a los
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LUIS PANCORBO
espíritus del mar, los cuales eran largos y blancos, y con afición por la carne hu-
mana, mientras los espíritus de la tierra eran negros y pequeños. Por las noches,
los dos espíritus llevaban luces para ver en la oscuridad y se juntaban para hacer
sus fiestas y alianzas [Mukerjee, 2003].
orang ulu. Conjunto de tribus de Sarawak oriental (Borneo malayo), con unos
100.000 miembros, cuyo nombre significa «gente de las cabeceras de los ríos». Los
más extendidos son kayan y kenyah del Alto Baram y el Alto Rejang, más kajang,
kejaman, punan, ukit, PENAN, berawan… La mayoría son cristianos aunque con-
servan tradiciones artísticas, pinturas y música (con el gran laúd o sapé). Las per-
sonas mayores, especialmente las mujeres, siguen teniendo orejas elongadas hasta
por debajo de los hombros y adornadas con pesos de bronce.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
orejones. Indios de orejas largas. Palabra que los españoles aplicaban a las CAS-
TAS altas de los INCAS que se dilataban los lóbulos y llevaban grandes pendientes.
Los ariki o jefes de la isla de PASCUA también se estiraban los pabellones auditivos
como reflejan los MOAI. En Borneo, los hombres de algunas tribus (iban, kayan) se
alongaban las orejas hasta hace una generación, si bien no tanto como sus mujeres
(> ORANG ULU). La tribu kuria de Kenia se alargaba hasta tal punto los lóbulos
que, echándolos hacia atrás, podían introducir en ellos un recipiente de leche y
transportarlo así en su nuca. Eso se ve en las acuarelas de los kuria que pintó Joy
Adamson, la autora de Born Free («Nacida libre», 1968), y que están expuestas en
el Museo Nacional de Nairobi.
orenda. Para los iroqueses, fuerza sobrenatural con el significado de «alma tri-
bal en el camino justo».
397
LUIS PANCORBO
Orissa / Orisa / Odissi. Estado del nordeste de la India, centro de una anti-
gua civilización que ha dejado templos extraordinarios en Cuttak, en Bhubhanes-
war y, sobre todo, en Puri, foco del culto al dios JAGANNATH y sede de la gran pro-
cesión anual o Rath Yatra. Orissa es un estado con muchas poblaciones tribales
(hasta 62 grupos, con siete millones de personas, en torno al 22 por ciento del cen-
so), con tradición animista al margen del hinduismo, como los BONDA. En sus
montañas se practicaban los sangrientos rituales del MERIAH en el siglo XIX.
Orixás / Orishas. Dioses del panteón yoruba, uno de los más complejos y ar-
ticulados de África y América. Casi todas las deidades YORUBAS africanas pasaron
con los esclavos al Caribe y a Sudamérica. El dios Olorum, el creador del mundo,
tiene el mismo destino que BRAHMA en la India, apenas recibe culto ni tiene tem-
plos. Lo contrario de dioses como XANGÓ, OGÚN o el muy popular Eshu (Exú en
Brasil), burlón y travieso, patrón de los caminos, el que cambia el sentido de las
cosas y el que recibe unas gotas de aguardiente por parte del caminante.
398
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
con lo semejante») o «like cures like», según el doctor Haggard [1929]. Ya se ima-
gina para qué se podía emplear la nuez moscada con su apariencia de cerebro.
Ossian. Mítico bardo escocés (Oisín en irlandés). Su figura fue una falsificación
paladina según el doctor Johnson [Caro Baroja, 1992], pero dio alas al celtismo en
1760, gracias a las obras del sacerdote escocés James Macpherson, autor de El bar-
do céltico olvidado, libro basado en un supuesto manuscrito en gaélico que conte-
nía los poemas de un no menos supuesto Ossian. Con todo, la traducción de un li-
bro de Macpherson, Los poemas de Ossian, influyó en Galicia en una serie de
escritores de finales del XIX, como Manuel Murguía, marido de Rosalía de Castro,
gran defensor del celtismo y el atlantismo de Galicia en sus obras (El regionalismo
gallego…), o Eduardo Condal (Queixumes dos pinos), o en músicos como Pascual
Veiga [Chao, 2004]. Manuel Murguía consideró a la ciudad de Brigantia el centro
del celtismo, por supuesto prerromano, aunque con influencias fenicias. El punto
estelar de todo ello estaba en el Faro o Torre de Hércules, el gigante que dio muer-
te a Gerión, ucronía que se pasó por alto.
ostiacos / ostiakos. Pueblo de la región siberiana del río Yenesei. Parece ser
que emigraron allí desde el sur y hay quien sostiene que desde el mismo Tíbet
[Haviland, 1921]. Se resistieron a la eslavización y al imperio ruso, aunque, hacia
1914, apenas superaban el millar de almas, muchas menos de las menciones de los
estudiosos a su antiguo chamanismo (> CHAMÁN).
otuzo. Principio masculino entre los HIMBAs, tribu del norte de Namibia, en la
frontera del río Kunene con Angola. El principio femenino es eanda y a través de
él se transmite matrinealmente la posesión de los rebaños, el control de la vida en
un pueblo pastoril.
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LUIS PANCORBO
oxalis. Planta con hojas lanceoladas, y cierta acidez, que entró en las composi-
ciones de los ALQUIMISTAS de la quimera del oro, pero que en Japón, con el nom-
bre de katabami, representa simplicidad y elegancia. Se guardaba en los armarios
de las casas nobles niponas [Chevalier, 1982]. En otros sitios, la oxalis se conoce
como aleluya, porque da una flor blanca que se abre en torno a Pascua.
Oya. Diosa YORUBA, perteneciente al panteón de los ORIXÁS de Nigeria, y que lue-
go fue llevada por los esclavos a América. Fue incorporada en diversos cultos afro-
americanos, especialmente de Brasil: CANDOMBLÉ, UMBANDA, batuque… Es la con-
sorte de Shangó (XANGÓ), dios del Trueno, a quien le otorga el poder del Rayo.
Crea huracanes, tornados y tormentas, entre otros meteoros.
Oyo. Antigua ciudad sagrada de los YORUBAS, hoy una ciudad prevalentemente
musulmana del suroeste de Nigeria. Los británicos la conquistaron en 1895, pero
transigieron con dejar en su puesto a la mayor dignidad yoruba, el Alafin, que es
como si dijéramos el Papa de esa religión y un dirigente a nivel mundial. Los yoru-
ba también tenían y tienen un rey, Oni, a quien se atribuyen poderes o facultades
espirituales.
400
P Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
César Vallejo, Trilce, XIII
401
LUIS PANCORBO
páez / paeces. Indios que hablan nasa que para ellos significa «ser vivo», aun-
que eso no les ha valido para no ser desposeídos de sus tierras. Los páez, o paeces, del
sur de Colombia, llevan las dos últimas décadas del siglo XX, y lo transcurrido
del XXI, envueltos en una lucha mortal para defender su territorio. Eso ya les ha
costado 200 muertos. Sólo en 1991, 20 indios páez fueron masacrados por haber
ocupado el rancho «El Nilo», propiedad de un narcotraficante que estaba en con-
nivencia con la policía. Eran tierras páez y, poco a poco, aunque con sangre, han
conseguido arrancar 140.000 hectáreas a los latifundistas, una de las reformas agra-
rias más peculiares. En 1993, los páez se declararon en huelga de hambre. En 1997,
luchaban en los tribunales y, a veces, sus propios abogados eran asesinados, o por
los paramilitares o por las FARC, los guerrilleros revolucionarios de Colombia. El
año 2005 se estrenó con el asesinato de un campesino páez y su hija de ocho años
en Candoso (Cauca). Los páez constituyen uno de los 81 grupos étnicos de Colom-
bia, que suman 701.860 individuos, en torno al 1,75 por ciento de la población
(censo de 1993).
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
palang. Infibulación, pin, que llevan en el pene los hombres en la isla de Bor-
neo. No hay que confundir con parang, palabra malaya para «machete». Para po-
ner el palang se pasa por el PREPUCIO una barra que acaba en una o dos bolas de
metal. En Primer viaje al torno al globo ya se refiere la existencia de hombres de
Borneo con palang, aunque «…las mujeres nos preferían a nosotros» [Pigafetta,
1922]. Se pueden ver palang de hueso, concha y otros materiales en el Museo Et-
nográfico de Kuching, capital de Sarawak Occidental. El sistema más usado en
Borneo consistía en perforarse el miembro con una caña de bambú; iban haciendo
mayor el agujero hasta poder colocar algo que lo atraviese. «Es igualmente malo
para el alma porque provoca pensamientos perversos» [Linklater, 1993]. La cos-
tumbre pudo ser originalmente china. Ahora vuelve, al hilo de los piercings y de
los TATUAJES, y se practica en varios talleres de Sarawak.
403
LUIS PANCORBO
trece mil años (como el milodonte), lo cual implica que son mucho más antiguos que
los restos humanos aparecidos en Norteamérica (Canadá y Estados Unidos). Seme-
jante dato entorpece la famosa tesis del poblamiento americano a través del estrecho
de Bering y abre de nuevo la hipótesis a una migración circumpacífica. Según Héc-
tor Pucciarelli, profesor de Antropología Biológica de la Universidad de La Plata
(Argentina), pudo haber dos tipos de migraciones a América: la de unos paleoameri-
canos, que hasta cierto punto recordarían a los ABORÍGENES australianos, si no a los
bambuti y khoisan de África austral, «que para algunos genetistas modernos origina-
ron la totalidad de lo que conocemos como los seres humanos anatómicamente mo-
dernos»; y una segunda migración de los amerindios propiamente dichos con rasgos
(neurocráneos) muy parecidos a los de los mongoloides [Pucciarelli, 1991].
palloza / pallaza. Choza de piedra con techo cónico de paja, típica de la sie-
rra de los Ancares, entre León y Galicia. Antes eran abundantes por Fonsagra,
Cervantes, Caurel, Las Portillas…. «En conjunto, hay que reconocer su relación
con las casas circulares asturianas… habiendo quedado su origen prehistórico muy
en claro mediante las excavaciones de los llamados “castros”, cuya reconstrucción
da un poblado muy parecido a los actuales, aunque sea problemático a qué pueblo
hay que referirlos» [Caro Baroja, 1981].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
pámpano. La hoja de parra con la que se cubrió Eva. En los países anglosajo-
nes es más bien la hoja de higuera (fig leaf). Los pámpanos más brutales se deben a
Pío IX: en 1857 censuró a martillazos las estatuas de hombres desnudos de Miguel
Ángel, Bramante o Bernini y cubrió los desperfectos con hojas de higuera en yeso.
Ya antes, en tiempos de Pío IV, los frescos de Miguel Ángel sobre el Juicio Final
habían parecido una obra de una escabrosa desnudez al Papa, así que éste ordenó
a Daniel de Volterra pintar velos y bragas que resultaron nada sutiles y que le pro-
porcionaron el mote de Braghetone. Algo que espantaría a un ABORIGEN ARANDA o
a un africano MURSI, que coge la arcilla blanca humedecida y se la pasa por la piel
negra desnuda encantando otra vez al mundo.
Pan. Primero fue un dios y luego un diablo para los católicos, que le pusieron pe-
zuñas de chivo, barba caprina y rabo en flecha. Pan volvió a tener éxito en el Rena-
cimiento y entre los siglos XVIII y XIX. «Los panteístas… adoraron a la naturaleza
en su aspecto dulce y puro, en su aspecto Lucy Gray». Esa era la forma adecuada
del gran dios Pan para William Wordsworth (1770-1850). Cuando Pan viajó de In-
glaterra a Estados Unidos se convirtió en otro ser llamado «Superalma, Integridad
de todo» («Pan-Lucifer Gray», dice David H. Lawrence). Un bardo del calibre
americano de Walt Whitman canta a su propio Pan en «Canción de Mí Mismo»:
«Yo soy el todo y el Todo es Yo» [Lawrence, 1982].
405
LUIS PANCORBO
des de baja política y hasta el mero juego de las reencarnaciones. «La comprensión
de la doctrina budista de la vacuidad es crucial para vivir y morir con realismo y sin
temor.» ¿Qué es la vacuidad en el Tíbet invadido? Lo mismo que por doquier: «…no
es sinónimo de inexistencia; más bien es la ausencia de la existencia inherente de los
fenómenos tanto de los seres vivos como de las cosas» [Dalai Lama, 2002].
panki. Para los aguarunas de Perú, anaconda o boa de agua. Una panki es pro-
tagonista de una narración que el peruano Ciro Alegría recogió de labios del indio
Dujinkus Yumis y que plantea una especie de Moby Dick indio. Un guerrero lla-
mado Yacuma tiene que derrotar a una panki. Y los métodos de caza son de lo más
drástico: «…las mordemos como tigres o las cegamos como hombres, hundiéndo-
les los dedos en los ojos» [Alegría, 1965]. Sin embargo, Yacuma da un cebo mortal
a la panki: él mismo se presta a ser comido sin otra protección que una coraza de
greda, para así vencerla desde dentro.
panocho. Dialecto huertano (Murcia). Es una de las varias hablas que integran
modismos y corrupciones locales del castellano, a las que, sin embargo, hay quie-
nes les dan su importancia, como el catañol, el habla de Jalita o el chapurreau ga-
laico-extremeño, el bable, el castúo… O el aranés (occitano), aunque éste derivado
directamente del catalán. O la fala extremeña, hablada por unos 5.000 falantes, ve-
cinos de tres pueblos de Cáceres, San Martín, Ellas y Valverde del Fresno (Valver-
di du Fresnu).
406
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
muestres una pieza de metal redondo y brillante o una hoja de papel tosco, entonces
sus ojos se iluminan y la saliva empieza a babear por sus labios» [Scheurmaun, 1981].
Paráclito. Del griego parakletos, «el que es invocado», y por extensión, «defen-
sor», «abogado», «consolador»… Es el nombre que recibe el ESPÍRITU SANTO en
varios pasajes bíblicos: «Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito» (Juan 14,16).
Es la paloma santa, y también el ruah, que en hebreo significa «el soplo», se supone
que místico. Es asimismo el viento que baja en Pentecostés, el viento que ilumina,
que hace hablar idiomas desconocidos, además de santificar. Por eso la profesión de
fe del católico incluye: «Creo en el Espíritu Santo, señor y dador de Vida, que pro-
cede del Padre y del Hijo, y que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas». Sólo muy raras veces aparecen en los anti-
cuarios figuras de Jesucristo alado, pero en el Museo de Arte Sacra de São Paulo
hay una preciosa madera tallada, policromada y dorada, del siglo XVII, que muestra
a un Cristo con los brazos en cruz que más bien son alas. El cuerpo parece recogido
y envuelto en plumas grandes. Tal vez fue un fragmento de un grupo escultórico so-
bre la estigmatización de san Francisco, una escena en la que normalmente no ha de
faltar un serafín que se transforma en esos momentos en Jesucristo volador.
Paraíso. Palabra que podría venir de la palabra persa paradaeza, que quiere de-
cir «jardín» [Maalouf, 1994]. El paraíso para los wuradjeri, ABORÍGENES australia-
nos, es una fisura, la que tienen que atravesar para unirse tras la muerte con los es-
píritus de los antepasados que viven en un lugar delicioso custodiado por Hombre
Luna y Mujer Sol. El primero tiene un pene tan largo que se lo puede enrollar en
la cintura. La mujer tiene un CLÍTORIS tan largo que puede cubrir toda la hoguera,
«la fuente de la luz solar». El alma del hombre que llega hasta allí, tras trepar con
una cuerda, tiene que resistir sin inmutarse una danza erótica de mujeres; si lo con-
sigue, le franquean la puerta al CIELO, donde por fin conoce a Baiami y a su mujer,
Guriguda, «cuyo cuerpo es como cristal de roca» [Berndt, 1988].
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LUIS PANCORBO
parias / pariahs. Gentes que están fuera del sistema hindú de CASTAS. Tam-
bién conocidos como INTOCABLES (su sola sombra contamina, según las leyes de
MANÚ); como harijan, «hijos de Dios», propuesta de Gandhi; últimamente como
dalits, o con el eufemismo burocrático indio de «castas clasificadas», scheduled
castes y scheduled tribes. Pese a que la Constitución india, en su artículo 17, prohi-
bió la discriminación en función de la casta, los parias siguen ocupando los pelda-
ños más bajos de la sociedad. Ya sea limpiando retretes o quemando cadáveres (>
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
Pascua, isla de. Rapa Nui, «Isla Grande» en polinesio; Mata Kiterangi,
«Ojos que miran al cielo»; Te Pito o te Henua, «Ombligo del mundo»... Se en-
cuentra a 3.750 kilómetros de la costa de Chile, y por el otro lado, a 4.000 kilóme-
tros de Papeete, capital de Tahití. La tierra más cercana a Pascua es la isla PIT-
CAIRN, a 1.900 kilómetros al oeste. Pascua fue poblada por los polinesios que
vinieron de las MARQUESAS hacia el año 500. Su primer avistamiento europeo de-
bió ser el del español Juan Fernández en 1576. En 1686, el inglés Davis dijo haber
visto una isla en esa latitud, pero al no encontrarse allí ni en sitio alguno la «tierra
de Davis o de David», engrosó el capítulo del misterio. En cambio, el día de Pas-
cua de 1722 el holandés Roggeveen descubrió una isla que llamó Paaschen de don-
de vino la traducción de Pascua. En 1770, Felipe González de Haedo, comandante
del navío San Lorenzo, y Antonio Domonte, de la fragata Santa Rosalía, reconocie-
ron la isla y tomaron posesión de ella llamándola «isla de San Carlos». Las guerras
fratricidas y CANÍBALES de los pascuenses en los siglos XVI a XVIII acabaron arrui-
nando aquella civilización. Ganó al final, en sentido mágico, Make-Make, el dios
de la guerra y la muerte. En apenas 162 kilómetros cuadrados hay casi mil MOAI.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Una estatua del volcán Rano Raraku mide 22 metros de altura, como una casa de
siete pisos, y pesa 50 toneladas. El impresionante altar, o ahu, de Akahanga, «Pla-
taforma del rey», tiene 18 metros de largo. Cifras todas que contrastan con la deca-
dencia de la cultura pascuense y que deberían motivar un exquisito cuidado de las
ruinas. En 1960, un tsunami desarboló el ahu Tongariki y sus 15 estatuas, una de
ellas de 14 metros de altura. Por fortuna, en 1995 fueron repuestas tras la restaura-
ción realizada por la Universidad de Chile.
pasiegos. Habitantes del valle del Pas (Cantabria). «Pasiegos rabudos» fue la
manera despectiva con que se les conoció, o desconoció, por vivir en el aislamiento
de los valles de la Montaña. El prejuicio hacia los pasiegos se sustentaba, como
suele ocurrir, en una mezcla de ignorancia y desconfianza: se reprochaba su forma
de comer cerdo cocido y mantequilla, su forma de vestir y hasta su forma de vida,
trashumante por montes y valles [Caro Baroja, 1981]. Las mujeres pasiegas goza-
ron en cambio de gran reputación como amas de cría.
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LUIS PANCORBO
patrón / pattern. La idea del patrón cultural se debe a Ruth Benedict, autora
de Patterns of Culture (1934), y una de las primeras en la caracterización psicoló-
gica de la sociedad (Margaret Mead, Kardiner, Ralph Linton y, por supuesto, FRO-
BENIUS y BOAS…). Ruth Benedict fue discípula destacada de Franz Boas y firme
defensora del RELATIVISMO cultural. Las sociedades humanas son de una variedad
infinita, pero pueden ser reducidas para su estudio a tipos como el DIONISÍACO
(depresivo y excesivo) y el apolíneo (armonioso y mesurado). Como mucho se pue-
de llegar a trazar ciertos perfiles culturales, más que pintar con la exactitud de una
radiografía el variado rostro de los pueblos. Fue autora del famoso estudio El cri-
santemo y la espada (1946), un encargo del Ejército norteamericano para tratar de
comprender la mentalidad y sociedad japonesa antes y después de las bombas nu-
cleares sobre Hiroshima y Nagasaki.
Pau. Paz en catalán. Nombre de otro posible eslabón perdido hallado en Catalu-
ña en 2004 por el equipo capitaneado por Salvador Moyá-Solá. Fue en el Barranc
de Can Vila en Els Hostalets de Pierola, en la región de Anoia, célebre por sus ca-
vas (bebidas) y ahora por sus fósiles. Como ATAPUERCA (Burgos) con su Homo an-
tecessor, Dmanisi (Georgia) con su Homo erectus, y tantos otros yacimientos le-
gendarios: Olduvai (Tanzania), Koobi Fora (Kenia), Chukutien (China), FLORES…
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
En puridad, Pau es el nombre artístico del que para la ciencia se llama Pieralophi-
tecus catalaunicus. Simio en la raya del HOMÍNIDO, o viceversa, Pau ha ganado mu-
chos puntos en la carrera evolutiva, si no en la subida a la cucaña del árbol genea-
lógico humano. Su edad, entre doce y medio y trece millones de años, le convierte
en uno de los más viejos antepasados: ha hecho retroceder a nuestro antepasado
común al menos cinco millones de años. Ser simiesco o simio casi homínido, Pau
vivía en el Mioceno y tenía en torno a un metro de altura y apenas 35 kilogramos.
Podía caminar erguido, si no totalmente recto, lo que se deduce sobre todo por el
cráneo.
pavadam. Antiguo sacrifico hinduista para reparar la muerte de una vaca o ex-
piar ofensas de casta. La persona que consiente en ser víctima recibe un corte en el
vientre y es segregada en una cabaña donde finge morir hasta que en el exterior se
resuelve la ofensa. Si es así, solventado el problema, otra persona recibe un corte
en el muslo y con esa sangre se «resucita» al muerto [Dubois, 1829].
payador. Es la versión austral del bardo o del juglar. El payador canta, o canta-
ba, por los caminos de Argentina, Uruguay, Chile y hasta en Brasil y Panamá. Pro-
tagonista de la paya, la vida del camino, repentiza a la guitarra con ese estilo que
hizo inimitable Violeta Parra. Pero Atahualpa Yupanqui decía en «El payador per-
seguido» (1972): «Eso lo llevo en mi sangre / dende mi tatarabuelo / gente de pata
en el suelo / fueron mis antepasaos; / criollos de cuatro provincias / y con indios
misturaos». La paya es poesía improvisada, aunque el payador componía también
sofisticados tangos y milongas. Al principio les llamaban payadores y eran carrete-
ros, afiladores, tragando siempre el polvo del camino, con su manera de componer
no muy distinta de la del trovero murciano o la del BERSOLARI vasco, por no hablar
de cantores-improvisadores como había entre los antiguos ESQUIMALES.
Pele. Diosa polinesia. Su morada estaría en el volcán Kilauea, aún muy activo en
la isla de Hawai. Pele recibe ofrendas de licor, flores y pasteles por parte de la gen-
te hawaiana. Se relaciona lógicamente con el volcán, el fuego, pero también con la
sexualidad.
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LUIS PANCORBO
pentáculo. Pentagrama esotérico. Símbolo clásico del hombre con los brazos y
las piernas extendidas, como el hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci. Com-
prende poder, perfección, armonía y cinco puntos (espíritu, aire, fuego, agua y tie-
rra), cinco sentidos, cinco heridas de Cristo (el escudo de sir Gawain tenía ese em-
blema pintado). El pentáculo invertido es el Macho Cabrío demoníaco.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
dad. La peste bubónica alcanzó gran virulencia en Roma en los años 68, 79, 125 y
164. «Las casas se llenaban de cadáveres y las calles, de funerales», decía Tácito.
La malaria hizo estragos en Italia en el mismo periodo. Inglaterra llegó a ser un
país habitable tras pasar casi tres siglos de pestilencias. Sífilis, cólera, viruela, difte-
ria (también conocida en español como “garrotillo”) y tifus parecieron congregarse
en torno al año 1625, aunque el año de la «great plague» fue 1665. A principios
del siglo XIX, los niños ingleses aún llevaban en el cuello saquitos llenos de grumos
de asa fétida, planta umbelífera, especie de almáciga, de efectos anti-espasmódicos,
un AMULETO que alejaba a los propios pestilentes por el tremendo olor que des-
prendía. Por fin, en el último recodo del siglo XX, se extendieron el sida, el ébo-
la…, una especie de edad de los nuevos virus, todos ellos menos inocentes que las
viejas VÉNEREAS.
peyote. Cactus alucinógeno del género Lophophora williamsii, sagrado para di-
versos INDÍGENAS de México, que abunda en el norte (Chihuahua, Nayarit, Sono-
ra…), donde lo consumen HUICHOLES y TARAHUMARA entre otras etnias. La mesca-
lina es su principio activo y lo que movió las enseñazas de CASTANEDA y sus libros
esotéricos. El peyote (del náhuatl peyolt) fue considerado diabólico por los sacer-
dotes españoles, que veían en su consumo un remedo de comunión con los dioses
prehispánicos. Pero para los huicholes el peyote siempre fue un dios bondadoso
de su trinidad, junto con el venado y el maíz.
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LUIS PANCORBO
piel de salmón. Suponía hasta hace un par de generaciones uno de los vesti-
dos habituales de los NIVJOS y de los itelmen de la península siberiana de KAMCHAT-
KA. Eran trajes impermeables y elegantes con sus complementos de bolsas, cinturo-
nes… Por supuesto aprovechaban también las pieles de renos, perros, zorros,
marmotas…, y hacían adornos con plumas de pájaros y patas de oso y de lobo.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
mias. En Patagonia fueron tristemente famosos los estancieros que forraban libros
con piel de indios. Hoy en día la piel es también un signo de estatus social. Las arru-
gas en la piel parecen una nueva maldición bíblica. A mucha gente le gustaría tener
la piel virtual de Shrek: se ponen inyecciones de bótox y se gastan más de 300 millo-
nes de dólares al año en ese producto, que en realidad es una toxina procedente del
programa de armas biológicas en los Estados Unidos [Swerdlow, 2002]. Si no, la piel
perfecta, la que no cuenta el tiempo en un vano remedo del espejo de Dorian Gray,
se labra con dieta, lifting y atracones de salmón, pescado muy rico en ácidos grasos
omega-3, un poderoso antioxidante. Todo eso y más al mismo tiempo. Con los años,
la piel pierde elasticidad, el colágeno se estira, las arrugas salen, pero vienen los an-
tioxidantes, las vitaminas A, C y E… En el próximo futuro llegará incluso el rostro
cubierto por una sutil membrana de microfibras. Esa sutil máscara se obtendrá pul-
verizando una solución de polímero y así se creará un rostro invulnerable, o casi. En
ello trabaja un centro de investigación científica de Natick (Massachussets), pertene-
ciente al Ejército de los Estados Unidos [Newman, 2003]. En el Tercer Mundo, la
piel humana vieja remeda los surcos de la tierra. En el Primero hay que ponerse mo-
renos y, al mismo tiempo, evitar el melanoma: el óxido de cinc es lo más apropiado
para detener los rayos ultravioletas en la playa de Bondi (Sydney), donde los blancos
australianos intentan emular un poco la piel de los blackfellas que tanto desprecian.
pies pequeños. Una costumbre china hasta Mao era fajar y vendar los pies
de las niñas hasta atrofiarlos. Se rompía el puente del pie y el talón se deformaba
hasta convertirse en una especie de tacón atrofiado, como si fuera una peana sepa-
rada del resto de la extremidad. Se decía que las mujeres de pies pequeños encon-
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LUIS PANCORBO
trarían pronto los favores del palacio y por eso las sometían a esa operación aboli-
da por la revolución maoísta. La paradoja es que miles de chinos y chinas se some-
ten cada año a cirugía estética. Muchos chinos se operan también para aumentar
su altura, hasta 12 centímetros, para lo que les cortan fémures y unen los trozos
con clavos de metal. En algunos hospitales los instrumentos médicos para alargar
las piernas parecen de tortura, y sin embargo consiguen medio centímetro más por
semana. En el ramo cosmético no hay bálsamos de Fierabrás para el crecimiento, o
para ganar estatura, aunque en el caso de los hombres existen sustitutivos: los za-
patos con alzas o con tacones cubanos. En los otros sexos, femenino y transexual,
se usan al respecto los zapatos de aguja o las plataformas.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
aka. En la República Democrática del Congo, los mbuti (7.500), twa (14.000), ben-
déllé del norte, los bakola en los márgenes de la región de Odzala y los asua o aka
(unos 5.000). En el Congo Brazzaville, en la región de Ouesso y del río Sanga, vi-
ven grupos de akas seminómadas, con estaturas entre 1,25 y 1,40 metros. Muchos
de los pigmeos que vivían en Ruanda fueron asesinados en la guerra de 1994. En
Uganda hay unos centenares de batwa en el suroeste del país, además de unos
2.000 en la zona de Kigezi y a orillas del lago Bunyonyi. En Guinea Ecuatorial se
registraron pequeños grupos de pigmeos BAYELES. En Asia son ya muy exiguos los
grupos de ONGE en las islas del mar de ANDAMÁN, y cada vez están más mezclados
los NEGRILLOS de Filipinas, Malasia, Indonesia… Tal vez sea una sorpresa para el
alto europeo, pero aquí pudo haber pigmeos paleolíticos y neolíticos a la luz de
restos encontrados en España, Francia y Suiza.
419
LUIS PANCORBO
la. Los costarricenses son ticos; chapines los de Guatemala; catrachos, los hondu-
reños; guanacos o salvatruchos, los salvadoreños…
Pitcairn. La isla más alejada del mundo, a 25º 04’ S y 130º 06’ O, casi a medio ca-
mino entre Perú y Nueva Zelanda. Con sus apenas 9,6 kilómetros de circunferencia
—la mayor longitud es de cuatro kilómetros—, Pitcairn pasa por ser la isla más aleja-
da de otras tierras que incluso son islas remotas. Queda a 1.900 kilómetros de isla de
PASCUA y a 2.170 kilómetros de Tahití. Tiene 46 habitantes (censo de 2005). Pero lo
que llama la atención es que en 1789 Pitcairn acabó siendo el refugio de los amotina-
dos de la Bounty. En Francia triunfaba la revolución de las luces cuando, en aquel
rincón del Pacífico, los amotinados quemaron su nave y se despidieron para siempre
de volver a la civilización, aunque instauraron otra que poco a poco ha ido degene-
rando. Los descendientes de Fletcher Christian y demás amotinados, y de las muje-
res tahitianas que llevaron consigo, tuvieron problemas de consanguinidad desde el
principio: ni siquiera respetaron el TABÚ del incesto, violando y abusando de las mu-
jeres. El caso fue denunciado en los tribunales de Nueva Zelanda, de donde depende
esa isla aún sin puerto ni aeropuerto, y en octubre de 2004 cuatro pitcairneses fueron
condenados por múltiples delitos de violación y abusos de mujeres y menores, ocu-
rridos hace cuarenta años. Entre los cuatro condenados figura el alcalde de la isla,
Steve Christian, y un hijo suyo, ambos descendientes del famoso Fletcher Christian
que plantó cara al capitán Bligh y escogió la utopía de los mares del sur.
420
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
ras [Kelly, 1863]. Secta de espiritistas de la India que creen en los espíritus media-
dores e inspiradores. «Los espíritus de los antepasados, en el estado invisible,
acompañan a los BRAHMANES… les siguen y se sientan a su lado…» [Ley de MANÚ
citada por Jacolliot, 1875]. Según Sri Swami Sivananda, es esencial aplacar a los pi-
tris mediante una ceremonia de sraaddha. Asimismo se necesita que sus familiares
reciten los mantras antes de una posible REENCARNACIÓN de los pitris, así éstos oi-
rán los sonidos con su poder de clariaudiencia y les gustará. Los pitris tienen dón-
de reposar, en Pitri Loka, también llamado Chandraloka, un lugar gobernado por
el dios YAMA, hijo de Surya (el Sol).
poliandria. Una mujer se casa con varios hombres, y éstos pueden ser herma-
nos, como sucede entre los sherpa del Himalaya. En el Amazonas, los guerreros de
la tribu de los YANOMAMIS raptan mujeres para paliar el déficit crónico de hembras
(ocho mujeres por cada 10 hombres). Eso ha originado una especie de venganza
cíclica, para resarcir la afrenta del rapto, de unos poblados contra otros, aunque
no consta que allí los hombres compartan las mujeres.
421
LUIS PANCORBO
pombé / pombe. En África oriental, cerveza de banana. Era la bebida con la que
se agasajaba a los huéspedes ilustres: Baker, Burton, Speke… En África occidental se
conoce como pito, dolo, shokulu… Además de la cerveza de plátano, se hace de maíz,
sorgo y mijo, y no hay que confundirla con el vino recabado de una palmera.
Port Breton / Port Praslin. Capital de la Nouvelle France, una singular colo-
nia libre en Oceanía creada por Charles du Breuil, marqués de Rays, con propósitos
no tanto utópicos como dinerarios. En 1880, Rays logró enviar dos naves a la lejana
isla de Nueva Irlanda (Papuasia) con unos 800 colonos. Una de las naves, la Chander-
nagor, zarpó de Barcelona. El casi millar de colonos había sufragado cuantiosos gastos
con tal de fundar una colonia libre en las antípodas. Resultó un fiasco: no había allí
modo de vida, ni salud, y la colonia fue abandonada en 1882. Los ilusos colonos fue-
ron repratriados a Sidney (Australia), mientras el marqués de Rays huía a Madrid con
los fondos de la empresa y sólo en 1883 la justicia francesa se hacía cargo de él.
422
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
sentado en un trono, juzga el alma, JIVA, «que vuelve a encontrarse en una matriz
humana, se acuerda de las circunstancias de sus vidas precedentes, de sus malas
acciones…». Los justos dejan la corte de Yama en carrozas suntuosas y van a las
moradas celestiales a través de parajes de ensueño, jardines donde no existe la sed,
el hambre, la fatiga… Pero las jivas no permanecen eternamente en ese paraíso de
los sentidos, no alcanzan ahí la inmortalidad, como si el bono de sus buenas accio-
nes caducara en la última REENCARNACIÓN. Los YANOMAMIS del Orinoco tienen
una postrimería llamada «Casa de Yaru» (el trueno), donde lo único cierto es que
no pueden entrar quienes fueron avaros en vida.
423
LUIS PANCORBO
ciones con motivo de los funerales de los jefes, para festejar a quien iba a tomar el
relevo en el poder. Otras veces llegó a haber potlatchs en los que, tras exhibir los
bienes, se destruían, se quemaban, en una especie de homenaje al organizador de
la fiesta y de humillación a los demás. La destrucción de bienes llegó a ser tan
cuantiosa que el potlatch fue declarado ilegal en 1880. Malinowski estudió una
costumbre concomitante, el KULA, o circuito ceremonial de intercambio de dones
en las islas TROBRIAND (Papúa-Nueva Guinea), y también analizó las implicaciones
del «regalo puro», la dádiva. Después, Marshall Shalins [1966] clasificó las tres
clases de reciprocidad: generalizada, equilibrada y negativa. En las tierras altas de
Papúa, las moka, fiestas rituales de varios grupos étnicos, implican una matanza de
cerdos, lo que suele llevar aparejado conseguir títulos de prestigio, ser un BIG MAN.
Lo mismo sucede en Vanuatu con los sistemas de toma de grados. Por ejemplo, el
nimangi de la isla Malekula es tan laborioso y sofisticado que los grados pueden
tomarse de otro big man, que consiente el uso decorativo de una vejiga de cerdo,
pintada de violeta, para poner en el cinturón, si se le paga un cerdo vivo por ese
derecho consuetudinario del cual es el único dueño. En las islas Comores, del océ-
ano Índico, el llamado grand mariage, aparte del asunto contractual del MATRIMO-
NIO, entraña una celebración tan grandiosa y un endeudamiento tal de las familias
de los contrayentes, que recuerda el potlatch de la isla Vancouver.
Potosí. Del vocablo quechua potocchi o potojsi que significa «estruendo», «es-
tallido». Eso es lo que habría pronunciado el INCA Huayna Capaz tras oír la voz de
un genio de la montaña que tronaba: «Esto no es para nosotros, Dios guarda estas
riquezas para aquellos que vendrán desde muy lejos» [Galeano, 1987]. Potosí fue
la joya de la Corona española. Sita en los Andes orientales de Bolivia, Potosí sigue
siendo una de las ciudades más altas del mundo con sus 4.040 metros de altitud.
Sobre la ciudad se alza el Cerro Rico o Sumaj Orco, que en quechua significa «Ce-
rro Hermoso». Llega a 4.739 metros y constituyó, siendo un monte, la mayor mina
de plata del entero Imperio español. Potosí mantuvo mucho tiempo el récord de
ser la metrópoli americana de más población (160.000 habitantes). La plata atraía a
la gente desde que el indio Diego Huallpa hizo un fuego y observó que el metal del
suelo se había fundido. Se lo comunicó al español Diego de Villarroel quien empe-
zó a explotar el Cerro Rico en 1545. En pocos años Potosí llegó a tener más de 30
iglesias, palacios, teatros y un gran despliegue de riqueza. Los arreos de los caba-
llos eran de plata. Por eso se acuñó allí la frase «vale un Potosí» (parecido a «vale
un Perú»), que Don Quijote dice a Sancho Panza.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Yardley. El Denver Pow-wow atrae cada mes de marzo a unas 30.000 personas de
todos los Estados Unidos, deseosas de admirar toda la parafernalia indígena: plu-
mas y adornos, mocasines y tambores.
poya. Bola de tierra comestible usada por los indios otomacos, guamos y otros
de Venezuela. «La tierra que comen los otomacos es un barro arcilloso muy fino y
graso, de color gris amarillento; y como lo cuecen un poco al fuego, la dura costra
tira un poco al rojo, lo cual debe atribuirse al óxido de hierro que contiene»
[Humboldt, 2005].
Preste Juan / Preste Joäo. Encarnó uno de los mayores mitos viajeros de
la Edad Media. Ya en el siglo XII, el obispo alemán Freising habló de un supuesto
descendiente de los REYES MAGOS que gobernaba en el opulento reino de las
«Tres Indias», extendido desde la «Torre de BABEL» hasta el «País del Sol Na-
ciente». Eso se precisaba en una carta que llegó en 1165 al emperador Manuel I
Comneno de Bizancio, el gran aliado de los pisanos y genoveses contra los vene-
cianos. Durante el reinado de Juan II de Portugal (siglo XV) hubo intentos de bus-
ca del Preste Juan. Aún en el siglo XVI, ciertas crónicas portuguesas se hacían eco
de la personalidad de aquel fabuloso sacerdote que intro-
dujo el CRISTIANISMO en lugares remotos del planeta. El
padre Alvares (Verdadeira Informaç ao das terras do
Preste Joäo, Lisboa, 1540) situó al Preste Juan en la vieja
ciudad etíope de Axum donde, según los ortodoxos de
ese país, se encuentra el ARCA de la Alianza. El jesuita
PÁEZ, autor de Historia da Etiopia, se topó con el mito en
ese país africano donde murió en 1622. Sin embargo, donde
más arraigó la leyenda del Preste Juan fue en el continente
asiático. A partir de Marco Polo, los primitivos viajeros euro-
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LUIS PANCORBO
peos anotaron rastros del paso cristianizante del Preste Juan por muchos países
asiáticos. Entonces no debió tratarse tanto de un Juan sino de un jan o KHAN, un
rey de Asia Central. Los NESTORIANOS también contribuyeron a alimentar la espe-
culación sobre un rey cristiano en medio de Asia, y así la bola del Preste Juan si-
guió rodando. Incluso al revés, pues hay quienes lo situaron en la India, país des-
de donde habría pasado el tema a Etiopía, no en vano fue llamada India inferior
[Cardini, 2001].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
COBSLAND. Los muy canónicos galaicos empezaron a decir que los huesos que via-
jaron a Iria Flavia son del siglo I y de Santiago el Mayor (si acaso conceden que
también hay unos cuantos huesos de sus discípulos Teodoro y Atanasio). Los lute-
ranos, como el propio Lutero, dijeron que eran huesos de perro o de caballo. Mar-
celino Menéndez Pelayo no se pronunció, aunque fue autoridad sobre agapetas y
priscilianistas, «últimos anillos de la gran serpiente gnóstica». Ya se sabe que los
gnósticos lo son, según san Juan Crisóstomo, «porque pretenden saber más que los
otros». Así, la estrella señaló el campo mágico, o Compostela, sin parpadear. No
menos cierto es que, antes de que se extendiera con fuerza el culto jacobeo en el si-
glo IX, hubo tiempo sobrado para que llegase a Compostela el cuerpo de Priscilia-
no, el obispo que había sufrido en el año 385 una ejecución sumaria en Tréveris
(Alemania). El paralelismo es que el Matamoros fue martirizado y decapitado por
Herodes Agripa hacia el año 42, pero eso ocurrió en Jerusalén. En cambio, Tréve-
ris, la buena ciudad del vino de Mosela, quedaba más cerca de España. Impecable
fue la lógica de la distancia. ¿Por qué no Prisciliano? Un hombre erudito y muje-
riego, aparte de hereje, no podía ser tan malo. Pocos como él merecen el botafu-
meiro habiendo sido en vida un tipo benévolo, gnóstico, maniqueo y dubitativo en
todo, aunque no hasta el punto de negar la bondad de las almeixas a la marineira,
de los albariños de la época o de la tarta de Santiago de entonces.
427
LUIS PANCORBO
año 2011. Hay un pequeño margen para dar una bocanada. Algunas predicciones
de libros mayas (Chilam-Balam de Chumayel, Tizimñin y Maní) tuvieron su enjun-
dia, como la de que el 11 de Ahau Katún llegarían «los hijos del Sol», hombres de
color claro, y ocurrió más o menos y, casi en paralelo, con la verificación del mito
incaico de VIRACOCHA.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
idea de una «Mujer Cambiante», deidad que regula el flujo del tiempo, las cuatro
estaciones, las cosechas. Las chicas apaches se sometían a un ritual na ih, al co-
mienzo de la menstruación, cuando los CHAMANES cantaban y apelaban a la Mujer
Cambiante y se evocaba el encuentro sexual con su marido, el Sol [Husain, 2001].
En Occidente, el final de la pubertad suele coincidir con poder sacarse el carné
de conducir.
pueblo. Indios del suroeste de los Estados Unidos (Nuevo México y Arizona)
que recibieron ese nombre de los españoles,
pioneros en esa zona semidesértica del suro-
este de los Estados Unidos. Los indios tenían
a veces pueblos colectivos de adobe, como si
fueran alcazabas bereberes. En 1536, los su-
pervivientes de la expedición pionera de Pán-
filo de Narváez, oyeron el cuento de las Siete
Ciudades (> CÍBOLA). Los indios pueblo son
429
LUIS PANCORBO
Punt. Tierra fabulosa de la antigüedad a veces tenida como «Tierra de las Som-
bras». Se ubicaría en el Nilo Blanco, cerca de Somalilandia. De Punt era de dónde
los faraones egipciones solicitaban NEGRILLOS, o PIGMEOS, hace cuatro o cinco mil
años. Eso indica que los pigmeos vivían mucho más al norte de su actual ubicación
en la región ecuatorial de África. Antes se decía puntis a los somalíes.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
purdah / purda. Palabra de origen urdu, originaria tal vez del persa, y aun
antes del idioma babilonio. Se usa generalmente en la India, tanto en la musulma-
na como a veces en la hinduista, para referirse a la necesidad de que las mujeres
oculten su piel y sus formas, o lo que es lo mismo, que guarden recato en el vestir y
actuar. En la práctica supone la segregación social de las mujeres. Por eso purdah
puede comprender un amplio abanico, desde VELO a pantalla, celosía y cualquier
gineceo… También por eso, la cuestión del purdah es muy debatida entre los par-
tidarios de apartar a las mujeres y los que favorecen las tesis de igualdad entre se-
xos. Fuera de la India, ciertos fundamentalismos islámicos, como el de los TALIBA-
NES con la imposición de la BURKA y el de los iraníes con la obligación del CHADOR,
han relanzado la purdah.
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LUIS PANCORBO
puros. Miembros de una secta gnóstica encrática (> ACUARIANOS) que llevaban
vestiduras blancas. En ellos debieron inspirarse los parfaits, los «perfectos» CÁTA-
ROS, siempre con el sentido de «los elegidos». Batek, padre del profeta Mani, fun-
dador del MANIQUEÍSMO, natural de Ectbatana y de la familia real de los arsácidas,
era de la secta de «los puros».
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
purusha. Entidad primordial. Una entre muchas definiciones de algo entre in-
material e inefable. Según el Rig Veda Sanhita (himno 90, libro X), purusha es la
entidad «de la que los cuerpos no son más que el desmembramiento» [Nicolaÿ,
1904].
433
Q Qué nos buscas, oh mar con tus volúmenes
docentes. Qué inconsolable, qué atroz
estás en la febril solana.
César Vallejo, Trilce, LXIX
qaodai / caodai. Religión sincrética vietnamita creada en 1926 por Ngo Van
Chieu, un funcionario con aficiones chamanísticas que ya en 1919 había recibido
la revelación del «Ojo Divino». Su nombre significa «alta torre» o «palacio». O
«paladar supremo». Tiene una aparatosa catedral en Tây
Ninh (Vietnam), el centro de esa fe, llena de estatuas de dis-
tintos dioses. De hecho, la religión qaodaísta amalgama dei-
dades budistas, cristianas, taoístas, confucianas, hinduis-
tas… Y en un mural de la catedral venera a los «Tres
Santos», el poeta nacionalista vietnamita Trang Trinh, el po-
lítico chino Sun Yat Sen y el escritor francés Victor Hugo,
muy apreciado en Vietnam por su oposición al rey Napoleón
III.
qat / kat / khat / jat. Hojas verdes de un arbusto de nombre científico Catha
edulis. Las hojas contienen catina, un alcaloide de efectos levemente narcóticos. Su
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LUIS PANCORBO
qi gong / chi gung / chi kung… Trabajo de la energía. Viene del chi o qi,
«flujo de la vida», «espíritu vital» o «fuerza vital». Es un antiguo sistema chino que
hunde sus raíces en enseñanzas taoístas de hace más de dos mil quinientos años.
Fue acuñado y desarrollado por monjes y filósofos taoístas en las montañas de Wu-
dang, en el suroeste del país. El qi gong comprende ejercicios físicos y respiratorios
para mantener la salud física y mental, de cuerpo y mente. Tiene un cierto parecido
con el TAICHI en cuanto a sistema de estímulo de los niveles de energía a través de
movimientos y posiciones corporales tendentes a la relajación. Puede incluir técni-
cas de automasaje o anmo gong, acupresión, respiración, juegos mentales o trabajos
con la mente (dicen que ver todo de color de rosa no es sólo una frase).
436
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
tido los cuatro elementos y se supone que los cuatro puntos cardinales. Más allá de
eso sólo se puede navegar por el pantano del solve et coagula, división y unión al-
química. Después de eso vendría una etapa de nigredo, oscuridad inicial, muerte
iniciática, la que antecede por fin al «Gran Trabajo» de la alquimia.
440
R Rumbé sin novedad por la veteada calle
que yo me sé. Todo sin novedad.
César Vallejo, Trilce, VII
Rael. Sobrenombre del periodista francés Claude Vorilhon, quien en 1973 fue
contactado por extraterrestres, en un espléndido lugar como el volcán
Puy de Lassolas, cerca de Clermont Ferrand, en la Auvernia de
los volcanes y los bravíos quesos y salchichones. Como no podía
ser menos, eso cambió su vida y la de cierta gente dispuesta a creer
sus fantasías y sus elohim o dioses viajeros. Su fantásti-
ca revelación fue que los que fueron llamados «dio-
ses» en todos los siglos y culturas (Elohim, Alá, las
divinidades que vienen del CIELO de los DOGON y de
tantas tribus del mundo) son, en realidad, los humanos superdo-
tados de otros planetas. Es la idea central del movimiento raelia-
no, muy discutido por su capacidad de enganche como secta y
sus efectos deletéreos: que científicos humanos, pero de otro planeta,
fueron quienes crearon la vida en la Tierra a partir de cierto ADN. Decía André
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LUIS PANCORBO
Malraux, aunque sin prever todas sus consecuencias, que «el siglo XXI será religio-
so o no será». Los raelianos no quieren perder su parte del botín de la imaginación
de la ultravida y ponen el acento en la inmortalidad, aunque sea a través de la clo-
nación. Lo curioso es que a Rael le hacen caso algunos miles y un escritor de éxito,
como Michel Houellebecq. Este hombre, autor de La posibilidad de una isla, que
había vendido 210.000 ejemplares en Francia al quinto día de su publicación, cree
que dentro de poco la gente nacerá en cuerpos perfectos, de dieciocho años. Nada
de pañales ni granos. Según Rael, los humanos fueron hechos hace veinticinco mil
años por los elohim, pero ahora es él, con su empresa de clonación, el que promete
la eternidad, la mayor virguería de la historia.
rafflesia. La flor más grande del mundo, a veces con medio metro de diámetro.
Apenas vive una semana. Es flor endémica de las junglas de Borneo. En diciembre
de 2004 se encontró un par de rafflesias florecidas y a poca distancia una de otra
en el parque Crocker Range. En Borneo se da asimismo una gran variedad de ne-
penthes, plantas carnívoras, y de insectos palo, los insectos que parecen hojas, que
tanto maravillaron a PIGAFETTA.
rai. Moneda ceremonial de Yap (isla de las Carolinas que están dentro de la Fede-
ración de Estados de Micronesia). Se trata de piedras de tipo cristalino, grandes
como ruedas de molino. Se transportaban en azaro-
sos viajes desde las canteras de las islas Palau, a más
de 500 kilómetros. En Yap hay casas comunales,
como la de Balabat, que tienen funciones de banco
de esas rai, con las que hasta hace poco se efectua-
ban pagos ceremoniales, tanto para satisfacer dotes
como multas por infringir la tradición, con toda su
casuística, dada la implacable estratificación en CAS-
TAS de los yapeses. No menos de 13.000 era el nú-
mero de rai en Yap antes de la invasión de la isla
por parte de los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Los japoneses destruye-
ron más de 10.000 de esas piedras para hacer carreteras, pistas de aviación… Con
todo, quedan un par de miles de rai, algunas con un diámetro de tres metros.
Ramadán. Mes de ayuno para los musulmanes. Varía por el calendario que se
emplea en el mundo musulmán, pero siempre ha de coincidir con el noveno mes
del año lunar. Es tiempo de ayuno en el sentido de depuración de cuerpo y mente.
Conmemora el descenso del Corán desde el SÉPTIMO CIELO al Primer Cielo, don-
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Rapa Iti. En idioma maohi, «Isla Pequeña» a diferencia de Rapa Nui, «Isla
Grande». Situada al sur del archipiélago de la Sociedad, en la Polinesia francesa, y
a unos 8.000 kilómetros de El Callao (Perú), Rapa Iti tiene fama por un mito local:
es el paraíso, dado que los hombres tocan cada uno a dos mujeres. La realidad de
ese mito es que hay tres veces más mujeres que hombres.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
blar de grupos étnicos y su difusión en el planeta, desde los ESQUIMALES a los bosqui-
manos. Sin embargo, hasta mediados del siglo XX —lo que en la historia equivale a
anteayer— el nazismo propulsó en Alemania el mito de la super-raza, aria por su-
puesto, y esa vesania fue uno de los leit-motiv de una guerra mundial con no menos
de 50 millones de muertos, además de experimentos genéticos, holocaustos y pro-
groms en los que el prejuicio racial se convirtió en un crimen reiterado. Y ridículo: el
dolicocéfalo rubio alemán, ARIO, no podía creer que Cristo era judío, pero sí hijo de
un legionario germánico al servicio de Roma. Eso quedaba mejor. En 1933, Benito
Mussolini felicitó al boxeador Primo Carnera, cuando éste ganó el título de campeón
del mundo a Sharkey, diciéndole: «Eres el más genuino representante de la raza ita-
liana, sólida, fuerte y generosa». En ese nivel científico se quedaba la presunta raza
italiana. En la España franquista, ante la evidencia de que hablar de una raza españo-
la era un argumento difícil de sostener, dada la mezcla «de elementos ligures, celtas,
fenicios, griegos, romanos, godos, árabes…» [Manrique, 1943], se relegó ese térmi-
no para poner en lugar preeminente la idea de nación y la idea de patria.
rebis. Dos polaridades o dos polos. Piedra filosofal de los ALQUIMISTAS y HERMÉ-
TICOS que supone la unión conseguida, la reconciliación de los opuestos, lo com-
pleto e iluminado, o lo que, tras discurrir en la oscuridad existencial del nigredo,
se alza de nuevo a la vida como petra genetrix, tan perfecta como el propio herma-
frodita (conjunción de sulfuro y mercurio en alquimia) o como el andrógino del
mito. La palabra proviene del latín res bina, «algo doble».
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reiki. «Energía universal a base de fuerza vital.» Aunque tampoco pasaría nada
si se tradujese como «fuerza vital de energía universal». Su ambición es fortalecer
el aura, el sistema de energía de la persona, siguiendo una vieja práctica china que
se mueve en los conductos cósmicos del CHI. La vieja máxima grecolatina de
«mente sana en cuerpo sano» se persigue en el reiki mediante imposiciones de ma-
nos y masajes que parecen querer sacar de contexto sutiles anomalías, hasta dejar
nervios, músculos y canales de energía limpios, en su sitio, y con un espíritu de
bondad próximo al de los peces de colores. «Hoy sólo no te preocupes, no te soli-
viantes; honra a tus padres, maestros y mayores…», proponía como consejo uni-
versal el doctor Mikao Usui (1865-1926), al que se le considera fundador o refun-
dador de una disciplina ancestral. Mikao Usui pasó cincuenta años en el
anonimato, dedicado a su trabajo y su familia, y de repente tuvo su golpe de gracia.
En 1922 subió al monte Kurama, en las afueras de Kioto, y alcanzó el SATORI. Eso
es como catar la divinidad sin morir y no está en la mano de muchos mortales. Tras
esa experiencia, fundó un primer centro, Usui Reiki Ryoho Gakkai, siempre con
cierto estilo confuciano: «Aunque sólo sea por hoy: no te preocupes, no te enojes /
sé amable con todos / sé agradecido / esfuérzate y gánate la vida honradamente».
Pero hubo una escisión del movimiento en 1927, la de Chujiro Hayashi, y al reiki,
ya muy oscurecido durante la guerra y la posguerra, le costó renacer de sus ceni-
zas. Fue vital la labor de Hawayo Takata (1900-1980), que llevó los métodos de
Chujiro a Hawai y allí enseño a su nieta Phyllis L. Furumoto y a la antropóloga
norteamericana Barbara W. Ray. El reiki se ha convertido ahora, con el reflujo de
la ola oriental, en una cierta especulación, y por supuesto se ensalza, más que su
poder filosófico, el de curar con las manos. También gana adeptos el reiki tántrico
que potenciaría la energía sexual.
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una serie de excavaciones que sirvieron para fijar los lugares santos en Jerusalén (la
Crucifixión, el Santo Sepulcro) y en Belén (la gruta del Nacimiento)… El premio de
tanto entusiasmo fue encontrar la madera de la Santa Cruz y la SÍNDONE [Dalrym-
ple, 2002]. La traslación o contrabando de reliquias representó un gran y lucrativo
tráfico. San Ignacio mártir fue llevado desde Roma, donde fue martirizado, a Antio-
quía en el siglo II [Martigny 1865]. Los restos de san Crisóstomo de Comane se
trasladaron a Constantinopla y de allí a Roma, en uno de esos viajes azarosos de
huesos santos que fueron muy comunes ya en el siglo VII. No obstante, muchas cul-
turas africanas han puesto el centro simbólico de su ritualidad en estatuas (figuras
de poder o FETICHES), cuando no directamente relicarios, algunos tan elaborados
como los nkisi de los yombe, woyo y otras tribus de Angola, con su receptáculo
para fragmentos del cuerpo humano y su espejo mágico. O los byeri, guardianes de
relicarios de los FANG de Guinea Ecuatorial, usados generalmente para adornar y ri-
tualizar las cajas que contenían reliquias humanas. Hasta las exudaciones de las ma-
deras empleadas, restos de baños lustrales, de bebidas embriagantes, si no de sangre
sacrificial, o los clavos habituales en los FETICHES, contribuyen a realzar la impor-
tancia atribuida a guardar partículas humanas pero consideradas divinas. «El byeri
separado del contenedor de reliquias perdía su carácter sagrado, lo que explica que
los fang pudieran desprenderse de ellos pasando a formar parte, a fines del si-
glo XIX, de las colecciones europeas» [Santos Moro, 2005].
réprobos. Los que han salido fuera de la religión por su voluntad, invadida
ésta o no por el demonio. También son réprobos los que tienen que salir por un
acto condenatorio especial, expreso, de la jerarquía eclesiástica. La revocación de
la reprobación se produciría mediante un EXORCISMO y para eso se usaba el ritual
del papa Paulo V. El párroco Sarobe usó ese ritual con Ricardo Baroja, hermano
de Pío, cuando el pintor ya no podía resistir el avance de su cáncer de lengua del
que moriría el 19 de diciembre de 1953 [Gil Brera, 2001].
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do por unos 70.000 italianos en la región de Udine fronteriza con Croacia, y el ro-
mantsch de Suiza, hablado por unas 70.000 personas, sobre todo del cantón Grau-
bünden, en los Grisones.
ricsó / rickshaw. No hay Oriente antiguo sin ricsó, un hombre que tira de un
carricoche donde va montado otro hombre más rico. Quedan ricsós en Calcuta, y
son preciadas posesiones de los rickshawwalla, una subcasta. Ahora se alzan voces
en esa ciudad india para abolir a los ricsós y la gente protesta: ¿qué van a hacer
cuando los días de gran monzón no pueden circular los coches? Para visitar algu-
nos templos como el de Ganga Mai en las afueras de Nasik, en el estado indio de
Maharastra, hay que subir una interminable escalera de piedra. No hay problema:
los porteadores llevan en andas a los peregrinos que no quieren o no pueden
afrontar la subida. Es una versión del antiguo palanquín oriental, o de las viejas si-
llas de mano que se usaban en el Perú colonial… En la ciudad de Toliara, en el su-
roeste de Madagascar, el ricsó-bici es el transporte más popular. Aunque nada
iguala, al menos en velocidad, a las cestas que usan en Madeira para bajar a la gen-
te desde Monte hasta Funchal por cuestas empedradas convertidas en toboganes.
rifais / ri’fais. Orden de DERVICHES SUFÍES fundada por Ahmed Ri’fais en el si-
glo XII y superviviente en algunos países del Próximo Oriente como Siria y Egipto.
Los rifais destacan, según Berling [2005], «por la fanática rigidez con que cumplen
los periodos de meditación, silencio y abstinencia, pero sobre todo por sus ex-
traordinarias técnicas para entrar en ÉXTASIS».
rihan. Hojas de salvia de fuerte perfume que se inhalan y usan como estimulante
en Afganistán.
449
LUIS PANCORBO
Ripalda. Jerónimo de Ripalda (Teruel, 1535-Toledo, 1618) fue autor del céle-
bre Catecismo de la Doctrina Cristiana, que rivalizó en popularidad y difusión con
el del padre ASTETE hasta mediados del siglo XX. Fue uno de los instrumentos cla-
ve para el forjado de cierta mentalidad hispano-católica. Por otra parte, en el Ri-
palda se pretendía contestar al misterio con otro misterio: «P: ¿El ESPÍRITU SANTO
es Dios?». «R: «Sí, Padre.» «P: ¿Son por ventura tres dioses?» «R: No, sino uno en
esencia, y trino en personas.»
Robinson Crusoe. Novela de Daniel Defoe de 1791 considerada por algunos «la
plantilla del colonialismo inglés» [Hughes, 2003]. Aparte de otras lecturas. Es una no-
vela que funciona en todo tiempo por responder a un deseo muy íntimo: naufragar
adrede (si luego a uno le garantizan un barco salvador) y poner en marcha la inventiva
humana más primordial. Robinson doma la naturaleza, convierte el suelo baldío en
productivo, y al nativo —como Man Friday o Viernes— lo mismo: se le doma y se hace
de él un leal sirviente. Viernes estaba lejos de ser un esclavo al uso, constituyendo el es-
pejo —negro— en el que se miraba Crusoe. Todo eso parece estar en el altar opuesto
de la habitual leyenda negra anti-hispánica. A Hernando de Soto, el explorador español
por Estados Unidos que murió en Arkansas en 1542, se le atri-
buye la consigna de que «…los indios tuviesen terror de los es-
pañoles» [Hughes, 2003]. Sin embargo, Robinson Crusoe y la
posterior literatura americanista se alzaron como el paradigma
de la excelencia del trato anglosajón hacia el hombre y la natu-
raleza, ambos conquistables, pero con modales. Así se olvidan
cuestiones como que el presidente Ulysses S. Grant asesinó, si
bien por personas interpuestas, a los APACHES. O que otro pre-
sidente, Thomas Jefferson, ordenara la matanza de los shawnee
y kickapoo. También se olvida que el precursor verdadero de
Robinson no fue tanto el escocés Alexander Selkirk, el que
permaneció en la isla chilena de Juan Fernández cuatro años y
cuatro meses hasta 1708, sino Pedro Serrano, náufrago español en las islitas colombia-
nas Serrana y Serranilla. O el cirujano bucanero Lionel Wafer, que logró sobrevivir
abandonado en la selva del Darién panameño; o Henry Pitman, «el esclavo blanco»,
que lo logró en Salt Tortuga, isla en la desembocadura del Orinoco, y que fue el más
cierto inspirador de Defoe [Severin, 2002]. Robinsón español, o inglés como mucho.
No cabe que cinco siglos antes que el de Defoe hubiese un robinsón árabe y, por tanto,
oscurecido en la historia occidental. En el siglo XII, Ibn Tufayl Abubacer, un hombre
que vivió en Granada, Tánger y Marrakech, escribió Hay Ibn Yaqdan («El hijo viviente
del vigilante»), historia de un hombre solo en una isla desierta, donde encontrará si aca-
so «la luz de Dios» [Ben Jelloun, 2002]. El Viernes del robinsón árabe resulta ser un
profeta de una isla cercana que explica al náufrago que las verdades de la religión pue-
den ser descubiertas por uno mismo. Casi como Defoe.
rogativas. Rezos solemnes para que llueva o deje de hacerlo, para salvarse del
pedrisco, para que acabe la sequía… No sólo los rainmakers (> HACEDOR DE LLU-
VIA) INDIOS de las praderas de los Estados Unidos tenían la prerrogativa de poder
450
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
451
LUIS PANCORBO
alemán Thomas Barthel llegó a descifrar su escritura: «Está por encima de la mera
pictografía, es una mezcla de ideogramas de uno o más significados, de formación
de símbolos en diversos grados, y de signos empleados fonéticamente para la escri-
tura de nombres y de rebus, adivinanzas o acertijos…» [R. Campbell, 1987]. El
rongo rongo de Tomenika dice entre otras cosas en algunos de sus 75 morfemas:
«Animal de cuatro patas. ¿Qué están haciendo? ¡Están sentados! / Detrás, en la
penumbra. / Tranquila y fresca; sombría / miran hacia Hiva el Arco Iris…».
rosa, nombre de la. Una de las claves de El nombre de la rosa [Eco, 1980]
estriba en: «Stat rosa pristina nomine / nomina nuda tenemus» («la rosa primigenia
existe en el nombre, / a nosotros nos quedan los nombres desnudos»). Es de un
poema de Bernardo de Morlay. En euskera tienen un dicho no menos sabio: «Izea
den guztia omen da» («los nombres son imágenes sonoras de las cosas»). O «a
todo nombre corresponde un ser».
Rub al-Jali. «Cuarto Vacío» o «Media Luna Vacía», el mayor desierto de Ara-
bia y el mayor desierto continuo de arena del mundo. Se extiende en el sur de la
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
rubia / blonda / güera (Méx.) / catira (Ven.) … Cuando ya se pasa del ru-
bio se llega al platino, como el de Jean Harlow, pionera de ese estereotipo, o el de
Marilyn Monroe o Jane Mansfield. Hay una rubia por cada 1.000 morenas o casta-
ñas, lo que extrapolado a una población humana de 6.000 millones de individuos
(el 52 por ciento son mujeres) arroja un resultado de tres millones de rubias en el
planeta. Claro que antes de veinte años no habrá rubias en el planeta, dijo como
una no-noticia la cadena ABC de televisión en septiembre de 2002, haciéndose eco
de supuestos datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que luego des-
mintió. Ser rubia, o rubio, se debe a un gen recesivo (como el del albinismo) y eso
amenaza caer en el insondable pozo de los mestizajes que ya serán triunfantes al 100
por cien en el año 2020 [Cousin, 2003]. Con todo, la mujer con cabellos rubios si-
gue suscitando fantasías y CLICHÉS y configura el patrón imperante y estético. Una
reciente estadística asegura que el siete por ciento de la población española es rubio
natural, el 57 por ciento castaño, el 26 por ciento moreno, el tres por ciento pelirro-
453
LUIS PANCORBO
jo y el 10 por ciento restante entre moreno y castaño claros. Por tanto, España, que
no se quiere quedar atrás en cuanto a europeísmo, y a color de cabellos, tal como
salen en los anuncios, es uno de los países que más usan el rubio teñido, de peróxi-
do, o de bote. Lo cierto es que escasean más los genes que motivan los cabellos ru-
bios. Si de la pareja que componen los padres, uno (o una) es rubio y otro (u otra)
moreno, es más la descendencia con cabellos oscuros. Rubias oxigenadas han existi-
do desde la antigüedad. En Alemania el nazismo asoció el rubio a la pureza de la
RAZA aria y así surgían cálculos como el de Himmler: en ciento veinte años todos los
alemanes serían rubios. O calvos, si hubiesen seguido los nazis. Incluso en un país
como México, con casi la mitad de la población india y la mayoría mestiza, el canon
de las presentadoras de televisión es el rubio (güero). Lo mismo pasa en Brasil don-
de la población negra es del 45,33 por ciento. En Japón, las shibuya girls, ganguro y
otras especies urbanitas como sacadas de un manga, se tiñen con abundancia de ru-
bio o de color zanahoria. En 2002, el gobierno de Malasia, dirigido por Mahathir
bin Mohamad, consciente de la revolución de los pelos claros que arrasaba en Ja-
pón y Hong Kong, prohibió a los estudiantes malayos teñirse de rubio o rojo.
454
S Si lloviera esta noche, retiraríame
de aquí a mil años.
César Vallejo, Trilce, XXXIII
Saba. Aparte de la leyenda, el reino de Saba se identifica con las ruinas de Mareb y
Shabwa en el actual Yemen. Mareb (Marib), la más probable capital del reino de Saba,
fue rica por el tráfico de especias y valiosas resinas (mirra, incienso…). No menos, por
sus magníficas obras de irrigación que recogían las aguas del río Adhanat. Mareb flore-
ció durante milenio y medio, pero hacia el 542 las presas empezaron a desmoronarse,
especialmente un dique de 600 metros de largo, y el reino entró en una decadencia ba-
rrida por las arenas del desierto de Ramlat as Sabatayn y del cercano HADRAMUT. La
reina de Mareb era Bilkis (Bilqis, Belquis), la más probable de las muchas reinas de
Saba de la antigüedad, aunque sólo una pudo oír «la fama del rey Salomón», como
dice el Libro de los Reyes. Otra hipótesis es que el reino de Saba, y el OFIR, país fabu-
loso del oro en tiempo del rey Salomón, se encontrara en África. En tal caso la reina de
Saba habría sido más bien Makeda de Etiopía, quien, al casarse con Salomón, habría
originado la dinastía reinante que llegó hasta Haile Selassie. El jesuita Pedro PÁEZ Jara-
millo, (1564-1622), natural del pueblo madrileño Olmeda de la Cebolla, logró visitar la
Saba del Yemen con su hermano en religión, el catalán Antoni de Montserrat. Tras
acabar medio muerto en Yemen, pasó a Etiopía, donde vivió hasta su muerte. En el ac-
tual Yemen (la antigua Arabia Feliz), a muchas niñas les ponen el nombre de Bilkis.
Sabah. Para algunos significaría «la tierra de sotavento». Sabah ocupa la esquina
noriental de Borneo y antaño estuvo vinculado al sultán de Sulú (Filipinas). Hoy es
uno de los 13 estados de la Federación de Malasia. La capital de Sabah es la moderna
villa de Kota Kinabalu, atrapada entre montes selváticos y mares cálidos. Se cree que
hace cinco mil años llegaron a Sabah los primeros pobladores austronesios. Hoy se
cuentan 55 grupos étnicos y se hablan unos 100 dialectos, todo un reto para los lin-
güistas. Las principales familias étnicas son dusúnica, murútica y paitánica. El mayor
grupo es el dusúnico con 14 lenguas distintas, entre ellas kadazan, kuijau, lotud y run-
gus… Después de abandonar el PAGANISMO ancestral, los dusun son en su mayoría
455
LUIS PANCORBO
cristianos; también hay una minoría musulmana y una nutrida colonia china com-
puesta por grupos kakka, hokkien, teochew… Muchos son en Sabah los que tienen fe
en sus BOBOHIZANS, o médiums femeninas, muy solicitadas en todo tiempo y aun más
para hacer averiguaciones con motivo de la Kaamatan, la gran fiesta de la cosecha.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Salé / Saleh. Localidad junto a Rabat, capital de Marruecos, donde los moris-
cos hornacheros fundaron una breve pero independiente república dedicada a la
piratería. Fue tras la expulsión en 1609 de los moriscos, o cristianos nuevos, de los
reinos de Granada, Murcia, Andalucía y, de forma específica, de la villa de Horna-
chos. Miles de moriscos hornacheros (Hornachos está en la Tierra de Barros, pro-
vincia de Badajoz) tuvieron que emigrar a la fuerza a Marruecos, a veces sin poder
llevar a sus mujeres, y muchos intentaron luego la vuelta a su tierra de origen, cosa
que siempre les fue negada.
457
LUIS PANCORBO
Feijóo [1773] criticó en primer lugar el asunto de sus marcas: se las podían hacer
imprimir por una docena de reales. Luego estaban sus aleatorios medios, nada más
absurdo que su curativo vaso de agua fría para tratar a los hidrófobos: «O les ace-
lera la muerte o les restituye la salud». La mezcla de tradiciones europeas, america-
nas y africanas ha producido en muchas latitudes un gran elenco de saludadores
sincréticos.
458
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
cos. Los samals son uno de los cuatro grupos de MOROS y siempre se les atribuyó
un cierto poder de control en el mar de Sulú entre Filipinas y Borneo. Los samals,
los más destacados en esa zona de piratería activa, no fueron doblegados hasta la
pacificación operada por el que llegaría a ser el general norteamericano John
«Black Jack» Pershing. Pacificación tiene aquí el sentido de mano dura, hasta un
punto que nunca pudieron soñar los españoles por no haber penetrado tanto en el
área. Los samals suelen ser confundidos con los badjaos, o gitanos de mar (sea
gypsies) de la región de Tawi-Tawi. A diferencia de los samals, que viven a caballo
entre mar y tierra, muchos badjaos sólo viven en y por el mar y son tan animistas
como musulmanes. El malayo Tun Mustapha, que fue jefe de gobierno en SABAH
en los años cincuenta, trató de restaurar los puentes históricos que siempre hubo
entre Borneo y el sur de Filipinas. Los balangingi, uno de los grupos principales de
samals, junto a maguindanaos y maranaos, pasaron por ser los moros más enfrenta-
dos a los españoles. Muchos samals fueron hechos prisioneros por los españoles y
deportados a otras regiones de Filipinas para cultivar tabaco como trabajo forzoso.
En 1847, el militar español José Oyanguren conquistó Davao y derrotó al datu
(«jefe») Bago, dividiendo a los moros kalagan y a los samals. Oyanguren rebautizó
a esa región como Nueva Guipúzcoa en honor de su patria chica. Los españoles
prometieron a los samals liberarlos de los tributos que les imponían los moros ka-
lagan, pero todo eso se fue al traste en 1898. Luego, los norteamericanos fueron
acusados de envenenamiento en masa en Hagonoy, en Davao del sur, y en Lupon,
Davao oriental. «Lo que los españoles no lograron en cincuenta años, lo hicieron
los americanos en diez» [Tiu, 2004].
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LUIS PANCORBO
sami / same / saami. Nombre que se dan a sí mismos los lapones y que sig-
nifica «la gente», «los hombres». Es idéntico a inuit, el verdadero nombre de los
ESQUIMALES, y a los apelativos que muchas
tribus se dan a sí mismas. Los sami son del
tronco ugro-finés: unos 7.000 en Finlandia,
21.000 en Noruega, 17.000 en Suecia y po-
cos millares en Rusia, en la península de
Kola, donde reciben el nombre de skolt. El
mundo espiritual lapón sigue hoy la tónica
general de los países nórdicos (pueden ser
luteranos, o lestadianos, la religión rigorista
de Laestadius, o nada…), pero antaño estaba
460
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
lleno de seita, piedras habitadas por espíritus. El mundo de abajo, la tundra, esta-
ba conducido por chamanes que tocaban el tambor de piel de reno con un cuerno,
con gran parecido con el proceder y motivaciones de otros colegas SIBERIANOS. Los
cantos sami, llamados joiku, son a capella, y eso se encuentra en Mongolia y hasta
entre los KORIAKOS de KAMCHATKA. En Historia Norwegia, texto finés del si-
glo XIII, se relata el viaje de un CHAMÁN sami, o noaide, al mundo de ultratumba
transformado en animal. Los chamanes, también llamados seita, usaban «sacos me-
dicina», conocidos por los viajeros como norwegian pouch, llenos de remedios má-
gicos [Vazeilles, 1995]. Los chamanes más potentes eran los «resucitadores de
muertos», asunto delicado el de la RESURRECCIÓN porque los muertos lapones po-
dían aparecerse en forma de zorro, lobo, oso, liebre… Por si fuera poco, los cha-
manes lapones tenían lobos ayudantes que podían transformar a los muertos en lo-
bos torviscos. Los sami siempre suscitaron muchas supercherías en cuanto pueblo
europeo más extremo, y no sólo por la latitud boreal de su territorio. En 1834 aún
se creía que los lapones sólo bebían nieve fundida y que les horrorizaba la carne de
CERDO, animal que no veían en la tundra ni en sueños. Adoraban, eso se decía, una
figura de Thor hecha de abedul, una patraña a diferencia de una costumbre que sí
que era verosímil: para propiciar el buen tiempo, decían el nombre de siete hom-
bres calvos y echaban sal en el fuego.
461
LUIS PANCORBO
claró que el libro de Freeman estaba pobremente escrito, amén de ser acientífico e
irresponsable. La polémica estaba servida y no se vio otra igual hasta la suscitada
por el tema de la labor que hizo el antropólogo Napoleon Chagnon entre los YA-
NOMAMIS. Desde luego, la Mead ponía mucho énfasis en el aspecto lúdico de la
cultura samoana, en la diversión, incluyendo «baile, canto, deportes, tejido de
guirnaldas de flores, coqueterías…, todas las formas de actividad sexual». Pero lo
principal es que realizó en Samoa un trabajo de campo largo, serio, concienzudo,
como no se había visto otro igual en los mares del sur desde los tiempos de Mali-
nowski.
sampo. Molino mítico del K ALEVALA, la epopeya finlandesa escrita por Elias
Lönnrot en 1835. Artefacto misterioso forjado por el herrero Ilmarinen, el sampo
es capaz de dar una tolva de sal, una de harina y otra de moneda. O lo que es lo
mismo: cuanto se necesita para el renacimiento eterno. O un GRIAL. Ilmarinen gol-
pea el sampo en el yunque pero todo viene hecho y dado por los dioses y el destino.
Si acaso, sigue la eterna lucha de norte y sur, tinieblas y luces, frío y calor, o el eter-
no combate entre los reinos de Pohjola (el Septentrión maligno) y Kalevala (el calor
del sur, la ciudad y el cereal), tanto como decir la lucha entre Laponia y Finlandia.
san. Nombre de un pueblo del África austral (bosquimanos) que significa «nos-
otros», «la gente», pero que significaría «vagabundos» para sus vecinos khoi (HO-
TENTOTES). Lo que es absurdo es el término bosquimanos, «hombres de los bos-
ques», boesman en holandés bóer, bushmen en inglés, bosquimanes en las viejas
traducciones españolas del siglo XIX. Los san son en torno a 85.000, repartidos en
unos 25 grupos por varios países del África austral: Botsuana (unos 47.500), Nami-
bia, Angola, Sudáfrica, ZIMBABUE y Zambia. Por su estatura, entre 1,42 y 1,57 me-
tros, se podrían tildar de pigmoides. El color de su piel, lejos de ser negro, tiene
una tonalidad amielada o amarillenta, con el cabello formando sus características
pelotillas. Los diversos dialectos san se caracterizan por los clics o chasquidos. Jun-
to a los hotentores, vivieron en la provincia sudafricana de El Cabo desde donde
fueron forzados a emigrar a regiones más inhóspitas, hasta que dieron con sus hue-
sos en el propio desierto del Kalahari. Evans-Pritchard recordó que Moffat, un mi-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
sionero inglés conocido por su extremismo, autor de Missionary Labours and Sce-
nes in Southern Africa (1842), aseguraba que Satán ha borrado «cualquier vestigio
de impresión religiosa en el espíritu de bechuanas, hotentotes y bosquimanos».
Así, los primitivos no tenían derecho a una religión. Moffat, FRAZER, incluso Sin-
ger en 1928, pensaban eso. Por el contrario, Evans-Pritchard argumentaba que las
creencias primitivas, al margen de sus incertidumbres, no tendrían filosofía religio-
sa, ni apologética teológica, pero estaban repletas de mitos no muy distintos de los
tan admirados de Roma, India, Grecia y otros. El problema para Evans-Pritchard
era de traducción: para nosotros, occidentales, lo sobrenatural de las creencias IN-
DÍGENAS se debe a que carecen de una relación causa y efecto, pero el PRIMITIVO
piensa otra cosa bien distinta. Por ejemplo, la brujería causa la muerte, pero no ve
nada sobrenatural en la brujería. «Si alguien muriera de otra forma que víctima de
la brujería, esa muerte no les parecería natural» [Evans-Pritchard, 1991]. Lo cierto
es que Evans-Pritchard ya había dejado bien claro, desde que rebatiera a Tylor,
que era demasiado simple que los primitivos animistas no tuviesen ideas religiosas
irracionales. Si las tienen hasta los portadores de valores eternos de las grandes re-
ligiones marmóreas… Más recientemente, Lorna Marshall (1898-2002) conoció a
fondo la realidad san. A los cincuenta años se convirtió en la «antropóloga madre»
de los bosquimanos y con ellos convivió el resto de su larga vida: murió a los cien-
to tres años, tras publicar libros clave, como !Kung de Nyae Nyae (1976), sobre
los papeles sociales de hombres y mujeres de etnia !kung, con ese signo del clic, un
chasquido dental, por delante.
463
LUIS PANCORBO
co. Para algunos tiene rasgos de broma macabra, pero otros enlazan esa veneración
con cierta creencia prehispánica, cuando hace más de tres mil años los mexicas
adoraban a los dioses Mictlantecuhtli y Mictecacihuátl, el Señor y la Señora de
Mictlán, el mundo de los muertos. La actual Santa Muerte es la patrona de delin-
cuentes, prostitutas y gentes más o menos desesperadas, o curiosas, o gustosas por
lo chocante, o muy marginales, que le ofrecen tequila, velas, chocolates, cigarrillos
(como si fuera El Tío, el muñeco diabólico de las minas bolivianas). No hay que ol-
vidar la fertilidad mexicana en este renglón, que hace que Jesús Malverde, el ban-
dido generoso de Culiacán (estado de Sinaloa), asesinado en 1909, sea para algu-
nos san Jesús o, en su defecto, héroe de corridos y abogado de causas perdidas,
amén de patrón de narcotraficantes mexicanos y colombianos. La Santa Muerte
tiene aires de mayor seriedad, como a menudo pasa en México con lo luctuoso, y
ha sido inscrita en el registro de asociaciones religiosas del país por la Iglesia Cató-
lica Tradicionalista Mex-USA, también conocida como los Misioneros del Sagrado
Corazón y San Felipe de Jesús, una organización de tintes antipapistas y anticonci-
liares. Cada país latino tiene su Palmar de Troya y a veces más de uno. «No temas
donde vayas que has de morir donde debes» es la filosofía de hoja de calendario de
ese culto popular. Después de todo, el 1 de noviembre, México celebra la muerte y
los diarios se llenan de ESQUELAS humorísticas donde se llama a la muerte pelona,
calaca, huesuda; se comen calaveras de azúcar y hasta ataúdes con el muertito den-
tro. Sin que falte el izcuintle, el perrito de juguete para las ÁNIMAS de los angelitos,
o niños muertos de corta edad, para que les ayude a vadear el peligroso río Chico-
nauhuapan que les separa del tranquilizador país de ultratumba o Mictlán.
santhara. Ayuno ritual que conduce a la muerte, o al suicidio, entre los JAINÍES
de la India. Así dejan de matar toda clase de vida, incluso microbiana, y cesa su
acumulación de mal KARMA. Se cree que al menos 1.000 personas al año fallecen
por esa causa aunque raramente son casos investigados por la policía.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
sao. Pueblo legendario del Chad que habitaba entre los ríos Chari y Logón y que
dejó unas ruinas colosales, descubiertas en 1936 por Griaule y Lebeuf. Se trataba
de restos de ciudades amuralladas en las que vivían los kotoko, tal vez descendien-
tes de los míticos sao, gentes de color blanco que procedían del este. Según una le-
yenda, el biznieto de Adán y Eva fue el primer sao [Panyella, 1965]. Más verosímil
es que los saos fueran pastores que, al llegar al lago Chad, se sedentarizaron y al-
canzaron grandes resultados en alfarería y metalurgia. Otra cosa eran sus habilida-
des míticas para hacer enormes arcos de palmera y recorrer grandes distancias en
cuatro zancadas.
sapó. Bebida a base de GUARANÁ de los indios maués que viven entre los ríos Ta-
pajós y Madeira, en los límites de los estados brasileños de Amazonas y Pará. Los
indios andiraz y mundurucu preparan una bebida parecida. Los maués amasan el
guaraná hasta conseguir una bola que, al secarse, se pone muy dura y hay que ra-
llar con una lengua del pez amazónico pirarucú. El polvo resultante se mezcla con
agua hasta convertirse en el sapó, que antes se bebía en círculo de forma ritual.
Otra sustancia característica de esta etnia es el PARICÁ.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
saratz. Personajes fabulosos de las nieves, como gnomos, aunque para Berling
[2005] eran descendientes de guerreros árabes que en el año 850 escaparon del sur
de Italia hasta aposentarse en los Grisones (Suiza) y hacer ahí un mundo aislado y
fantástico.
sargazos. Uva de mar (Fucus natans) y yerva (para Oviedo). Humboldt [1858]
lo llama también varec: «…crece sólo hasta los 40º de Latitud Norte y Sur, bajo el
nivel del mar». Superar después de Corvo (islas Azores), el mar de los Sargazos, en
realidad grandes y peligrosas praderas marinas, representó un gran desafío para los
antiguos navegantes, y a veces una superchería como la del «Triángulo de las Ber-
mudas». Colón atravesó las praderas de yerva tanto en 1492, a 28º de latitud, como
en 1493, a los 37º, y siempre entre 40º-45º de longitud. Los sargazos supusieron
una línea de demarcación natural que, según Colón, «dividía el mundo en dos par-
tes». No sólo. En 1493, la pradera de «la primera yerva en el borde oriental del
gran banco de Corvo» se convirtió en una línea de demarcación política, la que se-
paraba las posesiones de España y Portugal.
sati / sutee / suttee. Inmolación de las VIUDAS hindúes en la pira. Fue aboli-
da por las autoridades coloniales inglesas en 1829. Antes de esa fecha se registra-
ban sólo en Bengala 500 casos anuales, pero aún no hay verano sin algún caso en
alguna región de la India, porque, por un lado, es un timbre de modestia y gloria
para las viudas y, por otro, el panorama de enviudar en la India es prácticamente
una larga y penosa antesala de la muerte.
Hay residencias en Vrindavan donde las viu-
das malviven esperando sólo la liberación, o
al menos el descanso, que les proporcionará
una muerte natural. El sati fue un uso que
incendió la pluma de los viajeros y cronistas,
ya desde Ibn Battuta, pero los puristas hin-
dúes discuten si es un suicidio o un acto vir-
tuoso (los Agni Puranas sólo reconocen
virtud a la sahagamana, «partir juntos», o in-
molación de la viuda en la pira del marido). Por otro lado, Sati fue el nombre de la
hija de Prasuti y Daksha que se enamoró del dios Siva y se casó con él contra el pa-
recer de su padre. Éste, llamado Daksha, reaccionó desairando al gran dios al no
invitarle a una fiesta en su casa. Al saberlo, Sati se tiró al fuego y se abrasó viva.
Siva tuvo que resucitarla (ya como Parvati, su consorte celestial), no sin decapitar a
467
LUIS PANCORBO
su padre Daksha. Sólo por las muchas súplicas de Sati, Siva accedió a resucitar
también a Daksha, eso sí poniéndole una cabeza de cabra.
saura / saora. Una de las tribus de ABORÍGENES más nutridas de la India orien-
tal con tal vez medio millón de miembros. Pertenecen al grupo lingüístico munda y
viven repartidos entre los estados de ORISSA, Madyha Pradesh y Andhra Pradesh.
Los saura siempre fueron tenidos por salvajes por los hinduistas. Hoy son pocos
los saura no asimilados a la corriente general del hinduismo, aunque en su faceta
más cultural que religiosa. Viven en poblados extendidos en dos líneas de casas ba-
jas y cultivan sobre todo arroz, tabaco y jengibre. Carecen de CASTAS al estilo hin-
duista, pero mantienen diferencias muy marcadas entre la clase aristócrata y la ple-
beya. Los jefes saura pueden casarse con plebeyas, aunque lo más original es que
los CHAMANES pueden casarse con espíritus de sexo femenino.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
accedieron a visitar ese pueblo medio perdido de la Francia sureña. Pero cuando
todo eso y más ha pasado, los de Sauveterre siguen erre que erre con sus salazones
y sus maíces, y con la iglesia de Saint André, de los siglos XII y XIII, que por fuera
es como un bloque de piedra casi egipcio, si no fuese tan gris. Y, por dentro, una
cruz latina de brazos atrofiados y absidiolas desproporcionadas. No importa si en
su torre campanario se eleva un espíritu. ¿Cuál? El del misterio, sin duda. A la iz-
quierda está la puerta de los cagots (los apestados agotes), con unos capiteles que
cuentan a su modo la gourmandise (la «santa gula» del sur de Francia). Y en el
pórtico gótico lucen el Sol y la Luna, como ocurre en el tímpano de San Zeno de
Verona, o como tantas cosas ambiguas del país CÁTARO, MANIQUEÍSMOS, aceite y
azufre… y hoguera al hereje. Lástima de SABEÍSTAS.
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y envidia. Por su lado, los Reinos Bajos son el de los «Variados Infiernos», el de los
«Espíritus Hambrientos» y el del «Reino Animal». En el primero hay cuatro
subgrupos de INFIERNOS. El primer infierno caliente, o «Infierno Redivivo», tiene
llamas en las 10 direcciones. Más dolor causa a los propietarios de mal karma el se-
gundo AVERNO caliente, o «Infierno de la Marca Negra», donde el cuerpo es mar-
cado y cortado en pedazos con una sierra oxidada y con poco filo. El tercer averno
caliente es el «Infierno Aplastante», donde los cuerpos son aplastados entre dos
montañas. El cuarto es el «Infierno del Grito»; el quinto, el «Infierno del Mayor
Grito»; el sexto, el «Infierno Abrasador»; el séptimo, el «Infierno Más Abrasa-
dor». El octavo, último y más bajo es el «Infierno del Tormento Incesante». Ahí no
acaba el tema. Hay otros tres subgrupos infernales: los «Ocho Infiernos del Frío»,
y los cuatro avernos que rodean al Infierno del Tormento Incesante, a saber: «Pozo
de Brasas», «Pantano de Cuerpos Podridos», «Llanura de Navajas» y «Bosque de
Espadas». Tampoco faltan los llamados «Infiernos Efímeros», donde los condena-
dos experimentan un dolor un millón de veces aun mayor que en su anterior vida,
convirtiéndose en trozos de roca o tierra que sufren incendios, pisoteos, o que es-
tán atrapados en las más variadas materias. Ahora que de gran retorcimiento pa-
rece ser el subgrupo infernal denominado de los «Espíritus Hambrientos» (pre-
ta), donde se sufre hambre y sed extremas, divisando siempre lagos y huertos
llenos de frutas… Por fin, el «Reino Animal» reviste el castigo de una existencia
dentro de la mayor ignorancia aparejada a temor y dolor. Allí lo suyo es atacar al
débil, comer al semejante, carecer de abrigo, beber con recelo… Se diría que re-
cuerda a la Tierra.
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sepher. En hebreo, «cifra» o «libro». Otra cosa son los sephirot (sefirot), pa-
labra que significa «rayos» o «esplendores» (aunque el singular sephira se tra-
duce como «numeración»), diez conceptos altos y bajos sobre la perfección di-
vina. O sea: kether, «corona»; hokmah, «sabiduría»; binah, «comprensión»;
hesed, «gracia»…, adornos tradicionales del esoterismo cabalista, una de cuyas
mayores expresiones fue el Libro de la Vida, atribuído a Moses
ben Shem Tov, natural de Guadalajara (España). Para los
esotéricos hebreos suponía todo un desafío desentrañar los
diez sephirot representados como ramas en el «árbol de
los libros» o «ÁRBOL DE LA VIDA», creyéndose que su estu-
dio proporcionaría ventajas espirituales y calmantes, la ar-
monía vital, mientras se van desvelando o no los arcanos de
la CÁBALA.
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seri. La palabra seri significa «hombres de arena» en la lengua YAQUI de sus veci-
nos, aunque también son conocidos como konk’aak, «gente». Los seris hablan ocán.
Son una tribu indígena del noroeste de México, con unos 5.000 miembros, que lu-
cha por defender su territorio, aunque sea desértico. El problema es que les pertene-
ce la isla Tiburón, la mayor de México, apetecida por el gobierno del estado de So-
nora para instalar la llamada «escalera náutica» del Golfo de California. En 2005, la
protesta de los seri causó una extrema reacción de la policía de Sonora: les dispara-
ron desde helicópteros. Los mayores asentamientos seri son en Bahía Kino, a unos
130 kilómetros de Hermosillo, la capital de Sonora, con los pueblos de Punta Chue-
ca y Desemboque. Al igual que sus vecinos yaqui, los seri libraron refriegas con los
españoles desde los tiempos del explorador Coronado, y conservan con celo sus tra-
diciones en un mundo cambiante. Tienen CHAMANES que usan plantas alucinógenas
(una mata que dicen boj) para entrar en TRANCE y comunicarse con los espíritus.
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llamaba el rey zulú más importante, el «Napoleón negro» (1787-1828), que unió
a diversas tribus y las organizó militarmente contra la ocupación de los blancos
en Sudáfrica.
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el mandato de recoger las leyes en tablillas de barro. Todo ello dentro de una mez-
cla de realidad y mito. En ese periodo se produjo la primera gran epopeya escrita,
el Gilgamesh. Por otro lado, Urnamu, señor de Ur, la ciudad de la que salió Abra-
ham, recibió la ley de YAHVÉ del propio Shamash [Campbell, 2002].
Shambala / Shambhala. País mítico del budismo tibetano con algún pare-
cido con el fabuloso reino perdido de AGARTHA. Shambala no es necesariamente
subterráneo, sino una región ideal para los iluminados, llena de materias preciosas.
Los budistas se tomaron tan en serio Shambala que trazaron mapas de sus acciden-
tes geográficos, como el que han pintado en el atrio del dzong o fortaleza de Thim-
bu, capital de Bután. Kalapa es la capital de Shambala, y está cuajada de joyas,
mientras alrededor fluyen ríos de leche como en una versión tibetana de Bengodi o
Jauja.
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díos creen que la shekinah se insinúa en el horizonte al atardecer del viernes y des-
ciende de los cielos para tomar sus casas y transformarlas en hogares de luz y bon-
dad durante el SABBAT. Además, un día volverá la shekinah que abandonó el tem-
plo de Jerusalén en tiempos de Ezequiel, como profetizó Zacarías, y como creen
los miembros de los movimientos de la renovación judía.
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SOYOTOS, que viven en la región del Urianhai, y los buriatos de las orillas del lago
Baikal, igualmente de origen mongólico, suman unos 300.000 individuos. Los YA-
KUTIOS, de origen turco, viven en el medio y bajo Lena criando caballos y renos.
En el nordeste quedarían unos 100.000 tunguses de lengua altaica. A occidente del
río Amur, evenkos (> EVEN), NIVJOS, udegejcy, nanajcy y ulci, pueblos de grandes
tradiciones chamánicas, sufrieron las incursiones de bandas manchúes, aunque
desde el siglo XVII los rusos empezaron a extender su influencia y a afianzarse en la
zona. La zarina Catalina la Grande (1762-1796) acarició grandes planes para la con-
quista y desarrollo de Siberia, una utopía que no cuajó como en cambio pasó en el
Lejano Oeste norteamericano a costa de los indios. En 1969 hubo una batalla en
el río Ussuri, entre China y la URSS, a cuenta de una islita fluvial llamada Da-
masnkij por los rusos y Champao por los chinos. Todavía en 1972, la China de
Mao reivindicaba un millón y medio de kilómetros cuadrados en la región del Us-
suri [Ronchey, 1973]. En el extremo oriental de Siberia viven pueblos árticos, simi-
lares a los inuit (> ESQUIMALES), como los CHUKCHIS de Bering y los KORIAKOS de
KAMCHATKA.
Sid. Nombre del PARAÍSO de los viejos irlandeses. También significa «paz» en an-
tiguo gaélico. Aparte de Sid, otros lugares del mundo de ultratumba céltico son:
Tir na nog, «Tierra de los Jóvenes»; Tir nam-Béo, «Tierra de los vivos»; Tir nam-
Ban, «Tierra de las mujeres»; Mag Meld, «Tierra de los placeres»; Tir Tairngire,
«Tierra de las Promesas»… [Chevalier, 1982]. Pero en Sid no se debe estar mal:
hay casas de bronce recubiertas de oro y adornadas con piedras preciosas, y sobre
todo abundancia de frutales, avellanos, manzanos, que dan eterna salud y juven-
tud. Lo malo del Sid es que es invisible.
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simún / khamsin. De todos los vientos locos del desierto, el simún (o «vene-
no») es notable por sus accesos de ira de veinte minutos cuando sopla del sur-su-
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reste. En primavera y verano logra que el cielo se ponga rojo y cada bocanada de
aire es como tomar aliento de un horno. Los campesinos egipcios (fellahin) cono-
cen bien este viento «venenoso»: al menos cincuenta días entre abril a mayo perte-
necen al simún, viento lleno de polvo y que, a veces, sopla tres días seguidos, tras
los cuales es un milagro que quede vida. Aunque eso mismo dice cada uno de su
viento. Aun parece peor el viento del desierto de Beluchistán llamado «llama» o
«pestilencia». Dicen los nómadas beluchis de Makran que su viento «no sólo mata-
ría a un camello con su violencia, sino que haría volar a un hombre desprotegido»
[Hopkirk, 1994]. En otras partes, por ejemplo en el Sahara, el simún arranca tales
tempestades de arena que desde tiempo inmemorial los caravaneros temen ser en-
terrados bajo toneladas de arena junto a sus animales. Una especie de traslación a
tierra de un naufragio parecido a los que se dan en el cabo de Hornos. El simún,
horizontal, caliente como un soplido de fragua, sólo tendría rival en los vientos he-
lados y casi verticales de Tierra del Fuego, los llamados williwaws, que se encauzan
por las laderas de los montes y cogen más velocidad para fustigar en picado a los
barcos, a veces desanclándolos en las calas, y sacando impresionantes surtidores
del mar con su latigazo, sobre todo en la primavera y el verano australes.
Sinapia. Una península de la Tierra Austral que no viene en los mapas. Imagen
invertida de la España del siglo XVIII, utopía española del siglo de las luces, todo
eso sería el manuscrito anónimo encontrado entre los documentos pertenecientes a
Pedro Rodríguez de Campomanes. En Sinapia se quiere despistar al lector advir-
tiendo que se trata de una traducción francesa del diario en holandés de Tasman,
pero el autor de ese libro debió ser un español ilustrado, con capacidad crítica.
Pone un río Pa que recuerda al Tajo y una capital llamada Ni que es como Madrid,
después de todo, ordenando de otra forma las letras, de «Sinapia» sale «Ispania».
La población de Sinapia es de NEGRILLOS zambales, y luego se establecieron allí
malayos, peruanos y chinos: una imagen certera de Filipinas. Otra cosa es su carác-
ter utópico: «En Sinapia se practica la perfecta igualdad».
Sincerity / New Sincerity. Una rama de pensamiento, surgida tras las ce-
nizas del posmodernismo (y de las Torres Gemelas), para la que el siglo XX culmi-
nó en una enorme destrucción de la belleza en buena parte por apostar por la re-
presentación de lo negativo, la ansiedad, la alienación… Sus adalides, a veces
inspirados en lo PERFORMATIVO, abogan por expresiones filosóficas y culturales aje-
nas al cinismo, de ahí esa «nueva sinceridad» llena del peligro de la no-ironía y el
apoliticismo más exquisito, como aquel del que hace gala Wendy Steiner [2001],
profesora de Yale, una de las líderes más conspicuas de esta rama o moda.
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cla de mirra y áloe para embalsamar al muerto a la manera de los hebreos. A partir
de ahí, todo sigue siendo aun más inseguro. La Síndone no es el paño de la Veróni-
ca, aunque esto último guardaría también huellas del cuerpo de Jesucristo. La cris-
tiandad, ávida de RELIQUIAS, multiplicó su número con imitaciones. En la catedral
de Turín reivindican la autenticidad de su Síndone, y en la catedral de Oviedo,
otro tanto de lo mismo [Rodríguez-Chirivella, 1996]. Otto de la Roche cogió como
botín de guerra una tela de lino de 1,10 metros de ancho y 4,36 de largo, mancha-
da de sangre y sudor, en la que habría quedado estampado el contorno de un hom-
bre de 1,80 metros. La llevó a Besançon, desde donde fue trasladada por san Car-
los Borromeo a Turín. Los Saboya se adueñaron de la reliquia y sólo el último rey,
Umberto II, accedió a regalarla al Papa.
sing sing. En el idioma pidgin de Papúa-Nueva Guinea, «fiesta». Los sing sing
más célebres son los de Mount Hagen y Goroka en las Highlands o Tierras Altas.
Suponen preparativos minuciosos, abundantes maquillajes y decoraciones innume-
rables. No suele faltar la percusión de kundu, los tambores largos y estrechos de
muchas tribus papúes. Hay sing sing solamente femeninos, como el de las mujeres
casadas welda. El sing sing se diferencia de la fiesta llamada moka por tener un as-
pecto menos ritual y por no implicar el intercambio de dones o la adquisición de
prestigio.
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sistro / sistrum. Se supuso que era el ruido que hacen los ángeles (> ÁNGEL)
con las alas. Aún hoy los diáconos de Etiopía tocan sus sistros, como alargadas cas-
tañuelas de plata, con arandelas cantarinas en las varillas, y sus ecos rebotan en las
iglesias enterradas de Lalibela, como en tiempos del rey David. En Egipto se toca-
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Sobrarbe. El nombre de esta comarca del norte de Huesca, con doble capital,
Boltaña y Aínsa (L’Aínsa), bajo el parque nacional de Ordesa y las cumbres de las
Tres Sorores, parece proceder de la expresión «sobre el árbol». Fue por la cruz
que apareció milagrosamente cuando un rayo descargó contra un árbol durante la
batalla de Garci Jiménez contra los árabes. Eso dio origen a un antiguo blasón ara-
gonés. «Aragón tiene la cruz colorada en árbol verde, que fueron armas de Sobrar-
be», que así dijo Pedro Antonio Venter, cronista del tiempo de Carlos V. Otros ven
en Sobrarbe una especie de ÁRBOL DE LA VIDA primordial, en todo caso un signo
anterior a la flor de lis francesa, incluso un signo precristiano. Sender consideró el
Sobrarbe aragonés de tanta importancia como el roble de Guernica (> GERNIKAKO
ARBOLA) de los vascos y llamaba la atención sobre el hecho de que fuese un árbol
con una cruz heliosística (como la ESVÁSTICA): «…tiene una relación directa con
los cultos fálicos antiguos y viene a ser en definitiva como la cruz swástica misma
una señal de prosperidad y fecundidad» [Sender, 1967]. Otra teoría apunta que
Sobrarbe podría proceder de «tierra que está encima de Arbe», un territorio os-
cense. Lo cierto es que Sobrarbe llegó a designar lo que luego se conoció como
Aragón. Aún hoy, el árbol con la cruz es el primero de los cuatro cuarteles del es-
cudo de Aragón, así como el tercer cuartel lleva cuatro cabezas cortadas de moros
que generan alguna inquietud. En octubre de 2004, Marcelino Iglesias, presidente
del gobierno autonómico aragonés, propuso eliminar ese motivo decapitador del
escudo tras las quejas de la comunidad musulmana de la región. Los tradicionalis-
tas se espantan ante la idea de quitarlo, dado que las cabezas cortadas de moros ya
aparecían en un sello del rey Pedro II, antes que en el propio escudo de Aragón.
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soyotos. Pueblo siberiano que a sí mismo se llama tuba, que vive al oeste del río
YENISEI (el mayor de Asia, con sus 5.500 kilómetros) y que pertenece al gran gru-
po de los tschuder, «los extraños», antiguo nombre que daban los rusos a un con-
junto de pueblos ural-altaicos. Los soyotos eran unos 15.000 o 20.000 a principios
del siglo XX. Hoy, su lengua se da como extinguida, mientras la gente soyoto corre
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peligro de desaparecer por una asimilación galopante, como otros pueblos minori-
tarios de Siberia: los toja-tyvan, los tozhu… Los soyotos, sin embargo, lograron
capturar la imaginación de los pocos viajeros que les conocieron [Olsen, 1921], un
poco como los samoyedos, aunque éstos han superado mejor las crisis y no son
menos de 27.000. Los soyotos se dedicaban al pastoreo de renos y también iban a
cazar montados en renos (los chamanes, en cambio, en sus tambores). Tenían un
cierto parecido con los lapones (> SAMI), con quienes coincidían en la costumbre
de tomar papillas de la planta angélica con leche, en el canto a pura voz (joiku o
yuoigo) y en el uso de tambores mágicos (runebomme), aquéllos con los que el
CHAMÁN podía volar por los aires [Olsen, 1921]. En el siglo XIII, este pueblo de
origen MONGOL de la región del Urianhai (Uryanchai) optó por emigrar al norte de
Mongolia por sus convicciones budistas y pacíficas muy alejadas de la política im-
perial y belicista de los khanes. «Nadie puede decir que las manos de los soyotos se
hayan teñido de sangre humana» [Ossendosky, 1998]. Por tres veces en su historia
debieron emigrar, cada vez más al norte, hasta establecerse en Siberia con sus reba-
ños y allí plantaron sus yurtas, aunque en su caso no eran tiendas de fieltro sino re-
cubiertas de cortezas de árbol.
Steinen. Karl von den Steinen (1855-1929) fue un formidable viajero y etnólo-
go cuyos viajes han quedado un tanto oscurecidos —como ha ocurrido más de una
vez— por el hecho de ser alemán. En 1884 lideró una gran expedición por el alto y
medio Xingú. Llegó a la región de los CAIAPÓS y de los kalapalos, INDIOS cuyo caci-
que Izirari fue, según los hermanos exploradores Vilas-Boas, el responsable de la
muerte del coronel Fawcett, el más famoso desaparecido en la selva amazónica y el
primero de una especie de maldición recurrente. El periodista Albert de Winton,
que fue tras los pasos de Fawcett, también encontró la muerte al ser envenenado
con «mandioca brava» por el cacique Maricá. Por allí anduvo Steinen, sin mayores
tropiezos, y aún lleva su nombre un río en el paralelo 12 S. Steinen hizo un trabajo
pionero en el Amazonas, descubriendo que los tupís y caries tenían un mismo ori-
gen frente a los GÉ, y los otros AMAHUACA… También fue monumental su obra so-
bre las islas MARQUESAS, tanto por sus escritos como por sus dibujos, hasta el pun-
to de que los actuales marquesanos los imitan para reproducir en sus artesanías,
TATUAJES y adornos, un largo regreso a su casi olvidada cultura.
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LUIS PANCORBO
tantas otras obras maestras de la literatura. Era un tuberculoso lleno de coraje que
iba con una burra por las Cevenas, que atravesaba los Estados Unidos sin un dólar,
se casaba con una mujer divorciada (y terrible, como Fanny Osbourne) o ponía
rumbo a Kalaupapa, la isla hawaiana de la lepra aun cuando ya era un escritor re-
conocido y de próspera economía. Se sumaba al partido de los samoanos contra
los colonialistas, y no dejaba de explorar el alma humana, encontrando siempre
una cierta dualidad bien patente en El Doctor Jekyll y el señor Hyde, pero tam-
bién en Los Traficantes de naufragios (The Wrecker). Murió en 1894 con sólo cua-
renta y cuatro años, y le dio tiempo hasta de escibir su epitafio, uno de los poemas
más bellos de la lengua inglesa: «…home is the sailor, home from the sea / and the
hunter home from the hill» («A casa ha vuelto el marinero, a casa desde el mar / y
el cazador desde la colina»). Eso fue grabado en su tumba de Vaea (SAMOA) donde
sigue viva la polémica: no puede ser que Stevenson escribiese «from the sea», sino
«from sea», y por eso «…Lord Bobham, gobernador de Nueva Zelanda, una vez
dio un cheque de 50 libras esterlinas para eliminar ese artículo determinado en la
penúltima línea, pero nunca ha sido quitado» [Rankin, 1987].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
cuando los vampiros (moroi), muy abundantes en los Cárpatos, se levantan de sus
sepulcros. Leyendas, por supuesto, pero los antiguos rumanos y otros pueblos da-
nubianos llevaban ofrendas al dios Zamolxe «…que incluían sacrificios humanos
en los que se empalaba con una estaca el corazón del elegido de la divinidad» [Pe-
trescu, 2005].
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(dzikr). Las vías son varias, aunque el objetivo de todas es llegar al estadio de
fana, o «aniquilación», siempre de forma gradual: primero la aniquilación en el
maestro, luego en el Profeta (Rasul), y finalmente la fana’ fi Allah, o «aniquila-
ción en Dios», una especie de NIRVANA personalizado, donde la gente goza sien-
do, pero siendo esencia divina o parte divina. Una herejía para los musulmanes
más ortodoxos, que no admiten matices en «no hay más Dios
que Alá…». Los WAHABITAS sostienen por eso que el sufis-
mo es una forma de SUPERSTICIÓN. «Yo soy la verdad»
fue gritando el poeta Al Hallaj por las calles de Bagdag
y le condenaron a muerte en el año 922 [Ben Jelloun,
2002]. Antes había escrito algo sorprendente: «Yo soy
Aquel que yo amo». En la España musulmana hubo
sufíes tan egregios como Muhiyuddin Ibn El-Arabi, na-
cido en Murcia en 1164 y muerto en Damasco en 1240.
Autor de Risalatul-Ahadiyah («Tratado de la Unidad»)
[1987] se le considera una de las cumbres de la poesía en ára-
be. «Cuando aparece mi amado, ¿con qué ojo he de mirarle? Con el suyo, no
con el mío, porque nadie Le ve sino Él mismo». Las vías para el ÉXTASIS religioso
sufí son variadas. Hay quienes cultivan el dolor corporal (y su dominio), como
ciertos faquires (> FAQUIR). Otros lo logran a través del baile (> MEVLEVIS), por
la música (> QAWWALI) o por la continua deambulación. Entre los grupos princi-
pales, aparte de los mevlevis, figuran los qadiri rifai y helveti de Turquía; los
shadhiliyya del norte de África; los chishthi de la India; los naqshbandi de Uzbe-
kistán y otros puntos de Asia Central; los nimatullahi de Persia, y los bayrami,
los melami, los sadi, los shazili y los bedevi que afloraron bajo el imperio otoma-
no y se extinguieron. Más grupos contiguos al sufismo de origen chiita son, por
ejemplo, los BEKTASHIS de Albania.
suhrab. En beluchi, «aguas del desierto», una forma poética que tienen de lla-
mar a los espejismos en los desiertos del Beluchistán, entre Pakistán y Persia
[Hopkirk, 1994].
sunismo / sunnismo. Rama ortodoxa del ISLAM y la que cuenta con más se-
guidores en todo el mundo. Surgió a finales del siglo IX para afirmar la unidad en-
tre los musulmanes con una doctrina que pone el acento en el poder absoluto de
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Dios y, por tanto, en el destino humano determinado por el primero. Eso contra-
riaba la tesis de la escuela de los mutazilíes, con sede en Basora (Irak), que habla-
ban más bien de libre albedrío y libertad de la voluntad. Por otro lado, los sunitas
interpretaron la sucesión del Profeta a favor de Abu Bakar y no de Alí, como ocu-
rrió en el caso del CHIISMO. El Islam sunita tiene varias escuelas de jurisprudencia:
la MALEKITA fundada por Malik Ibn Anas, fallecido en 795, y extendida sobre todo
por el Magreb y el África negra; la hanefita, de Abu Hanifa, muerto en 767, exten-
dida en Turquía, India y China; la handalita, de Mohamed Ibn Handal, muerto en
855, arraigada en Arabia Saudí, y la shafiita, de Shafi’i, muerto en 820, repartida
por Egipto, India e Insulindia. Bizancio era poco fino comparado con el empeño
en buscar diferencias interpretativas, dentro del consabido monolitismo, de las
grandes escuelas sunitas.
superstición. Los moralistas la definían como una falsa religión o un culto vi-
cioso de la verdadera divinidad o de otra falsa. El doctor Rodríguez López [1910]
clasificaba las supersticiones gallegas con el viejo método de las teologías morales
católicas. Primero venían las supersticiones de culto superfluo, que si no causan
daño tampoco se oponen a la ley natural, o sea que son indiferentes (por ejemplo,
creer que no se oye misa sin antes haberse lavado la
cara, conservar la vela que alumbró el sagrario en un
Jueves Santo para disipar las tempestades…). Luego
están las supersticiones de culto indebido, que ya
ofenden a la majestad de Dios. Por ejemplo, tocar la
campana de las iglesias cuando truena. O pasar las lla-
ves de la iglesia por la frente de los mordidos por pe-
rros rabiosos, como sucedía en San Bréjome de Parga
y otras aldeas de Lugo. Las supersticiones de ADIVI-
NACIÓN buscaban adivinar signos o fenómenos «por
invocación del demonio», o de los aullidos (ouveos)
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LUIS PANCORBO
survivals. Fuerza del hábito para Tylor [1888]. Fenómenos originados en épo-
cas pretéritas pero que se perpetúan, o «sobreviven», en otras épocas en las que
han cesado las causas que los originaron. Parece que aquí entrarían más bien los
fenómenos paranormales, pero un ejemplo más ajustado de survivals sería el de la
pervivencia de barones, archiduques y otros títulos nobiliarios en sociedades pos-
tindustriales.
swetambara. Uno de los dos grandes grupos del jainismo junto a los DIGAM-
BARA. Los swetambara, «los vestidos de blanco», no llevan su ascetismo a la desnu-
dez extrema de los digambara, aunque conservan tradiciones como el sistema de
CASTAS (son generalmente vaisya o comerciantes) y ello pese a la crítica que hizo a
ese propósito el fundador de los JAINÍES, Mahavira, en el siglo VI a.C.
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T Tengo fe en ser fuerte.
Dáme, aire manco, dáme ir
galoneándome de ceros a la izquierda.
César Vallejo, Trilce, XVI
tabot. En los templos de los ortodoxos etíopes, el tabot o tabernáculo está situado
dentro del sancta sanctórum y separado de la nave por una cortina. En la ciudad de
Axum presumen de tener el tabernáculo original, el de la Sagrada Alianza. Para los
hebreos, el Tabernáculo era el corazón del mundo o del cosmos y la morada de la
SHEKINAH. A eso consagran los judíos la fiesta de Sukhot, o de los tabernáculos, cuan-
do los ponen hasta en las terrazas y balcones de las casas para recordar cuando sus an-
tepasados atravesaron el desierto y Jehová dio las tablas de la ley a su líder Moisés.
tabú / tabou / tapu / tupu… Palabra que procede del polinesio tapu, que sig-
nifica «sagrado» e implica la autoridad de prohibir y el poder de ir en contra de lo
que no es sagrado. Aparte de su sentido sacro, el tabú marca una frontera entre pure-
za e impureza ritual [Radcliffe-Brown, 1952]. Freud [1913] lo estudió desde su punto
de vista psicoanalítico considerando al tabú occidental cuanto el hombre desea (en su
profundo inconsciente) y la sociedad se lo niega, causa por tanto de posibles trastor-
nos. La ETNOLOGÍA contribuye a mostrar tabúes de otras culturas que parecen inex-
plicables fuera de contexto, pero que no operan de una forma muy distinta a los del
inconsciente del mundo moderno. Hay entre los MAORÍES de Nueva Zelanda un tér-
mino contiguo, tupu, que equivale a la naturaleza de las cosas, lo intrínseco de los se-
res humanos, algo interior frente al MANA que es exterior [Lévi-Strauss, 1962]. Una
iglesia de Aitutaki (islas Cook) se llama en su lengua maohi Tapu Zion («Sagrado
SIÓN»). Inolvidable es ya desde el título, Taboo («Tabú»), una película realizada en
1931 por Fiedrich Wilhelm Murnau (y Robert J. Flaherty), con intérpretes polinesios:
Reri, Matahi, Hitu..., e imbricada en la ensoñación de los mares del sur.
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LUIS PANCORBO
mana, números, utensilios...). «Kumusta ka?» («¿Qué tal está?»). En el tagalo ha-
bría en torno a 5.000 raíces o vocablos de origen español o castila de un total de
8.500 (frente a 3.000 de origen malayo). Tras 1898, Filipinas despliega su especial
estilo cultural PINOY y yanqui en sus 6.999 islas, más que los pares de zapatos de
Imelda Marcos. La pareja reinante por décadas, Ferdinand e Imelda Marcos, mon-
ta tanto, se rodeó de una corte de crownies, amigos que aligeraban a su favor el
presupuesto nacional.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
taiko. Gran tambor de los japoneses. A veces alcanza un diámetro de dos me-
tros. Su sonido convocaba a los templos y a las batallas. Anunciaba tormentas y
avisaba de los terremotos. Sólo podían tocar el taiko hombres puros. Hoy se ha
convertido en una afición popular en Japón donde hay unos 4.500 clubes de taiko.
(> TAM-TAM.)
Taiping. Tras la Guerra del Opio, el descontento de los chinos contra las poten-
cias occidentales tuvo varias explosiones, pero ninguna tan deletérea como la rebe-
lión de Taiping de 1850 a 1873, que dejó un saldo de entre 20 y 30 millones de
muertos. Su líder indiscutible fue Hung Hsiu-Chuan, hijo de un campesino de
Cantón, que logró enardecer a millones de compatriotas contra los blancos, aun-
que él mismo se declaraba hijo de Dios y hermano menor de Jesucristo. Fue enton-
ces su hermano mayor quien, según él, le encargó la misión de erradicar de China
a los demonios, incluidos los blancos. Las huestes de Hung llegaron a ocupar Nan-
king en 1853 y la llamaron Tienching, «Capital Celestial», además de otras ciuda-
des y pueblos por donde se extendió su curioso y benéfico «Reino de la Paz Celes-
tial». Como suele ocurrir con los movimientos milenaristas, la muerte del líder
visionario se salda con la de todo el movimiento. Hung se envenenó dejando un
gran saldo de bajas y la peste y la hambruna consiguientes.
talión. Ley clásica del JUDAÍSMO y del islamismo. En el primer caso, es conocida
también como «ley del siete por uno» o «talión del siete por uno», y se inspira en
el «ojo por ojo» bíblico. La legislación islámica también recoge el talión siguiendo
la enseñanza coránica: «¡Oh, los que creéis! Se os prescribe la ley del talión en el
497
LUIS PANCORBO
homicidio: el libre por el libre, el esclavo por el esclavo, la mujer por la mujer…
En la ley del talión tenéis vuestra vida, ¡oh, poseedores de entendimiento! Tal vez
seáis piadosos» (Corán 2,173-175).
498
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
han enseñado: el culantrillo es bueno para los dientes pero nocivo para los intesti-
nos; los puerros son malos para los dientes, pero buenos para los intestinos» [Ro-
mano, 1975].
talón. Aquiles era vulnerable únicamente en esa parte, desatando así un mito
perdurable, pero, fuera de la cultura griega clásica, hay poblaciones asiáticas, como
los semang malayos, que creen que, a la hora de la muerte, el alma abandona el
cuerpo por el talón [Chevalier, 1982].
tam tam / tamtan. No hay tambor más famoso, sobre todo en las novelas y pe-
lículas de aventuras africanas. A veces se trata de una red de tambores, que van co-
municando con una especie de morse noticias a largas distancias, o convocatorias
para la guerra. El nkindi, el gran tambor del sultán de Foumban (Camerún), mide
cinco metros de largo y su sonido llegaba nítidamente a 20 kilómetros: si se oía, era
la guerra. No menos interesantes son los ating ating, o slit-drums, tambores hendidos
de Nuevas Hébridas (hoy Vanuatu).
Se trata de tambores verticales, a
veces tallados en enteros troncos de
árboles, de hasta seis metros de al-
tura, y decorados con figuras antro-
pomorfas de gran calidad artística,
sobre todo los de la isla de Ambryn.
Encierran todo un mundo, no sólo
de sonidos, sino de sutiles relacio-
nes sociales en la isla, dado su em-
pleo en las ceremonias de toma de
grados. Más que onomatopeyas,
son gemidos de los espíritus los so-
nidos que sacan los seita, tambores
mágicos de los lapones (> SAMI),
con piel de reno. Con ellos, los CHA-
MANES de esa etnia, y de otros pue-
blos SIBERIANOS, podían hacer cosas
tan maravillosas como volar al otro mundo. Los pahu son, en cambio, tambores con
parches de piel de tiburón: la llamada más poderosa de los MAORÍES de las islas MAR-
QUESAS. En Fiyi tocaban los tambores para anunciar el Tow-tow, festival religioso
que incluía combates en los que las mujeres podían dar puñetazos tan contundentes
como los hombres. Eso mismo vio Cook en las islas TONGA y quedó maravillado.
tama. Para los antiguos japoneses, sustancia espiritual. Según el etnógrafo japo-
nés Masao Oka y el alemán Slawik, el tama aparece en el paso del invierno a la pri-
mavera, cuando puja por brotar de los muertos y de hombres sagrados [Eliade,
2000]. Ciertos rituales de fin de año en Japón tienen por objeto la fijación del
tama, o impedir que los muertos invadan el espacio de los vivos y se instaure una
especie de caos.
499
LUIS PANCORBO
tambaran. Para diversos pueblos que habitan en la cuenca del Sepik (Papúa-
Nueva Guinea), espíritus. La haus tambaran es la casa de los espíritus y también
de los hombres (iniciados): las mujeres no deben acercarse so pena de morir según
ciertas supersticiones. Hay haus tambaran para cada CLAN y pueblo: generalmente
son elevadas y alojan cráneos humanos, aparte de mandíbulas de cerdo. Antes,
cada hombre debía aportar un cráneo humano para poder entrar en la casa de los
espíritus.
tamiles / tamul. Gentes de origen DRAVÍDICO del sur del subcontinente indio.
Viven sobre todo en el estado indio de Tamil Nadu y en el nordeste de Sri Lanka,
donde existe desde hace décadas un movimiento secesionista y una guerrilla, la de
los llamados «tigres tamiles». La cultura tamil figura entre las más completas y arti-
culadas de la India, y es anterior a la del norte, es decir, pre-ARIA. Ya en la «era
Sangam», o edad de oro de los tamiles, unos cuatro mil años antes de Cristo, se re-
gistró un buen número de obras literarias en esa elaborada lengua. Quedan no me-
nos de 30.000 templos en Tamil Nadu, y los dioses no se cuentan, aunque el más
adorado por los tamiles, y con mucho, sea Muruga, el hijo de Siva.
Tanga-Tanga. Dios de los antiguos indios charcas, del grupo QUECHUA (Boli-
via), al que se ofrecían sacrificios humanos. Tenía tres cabezas, todas cubiertas de
capirotes. La figura central era antropomorfa, las deidades de los lados poseían a
su vez dos cabezas, una cuadrada y otra en punta [Paredes-Candía, 1981].
Tanit. Diosa cartaginesa del amor y la fecundidad y, por otro lado, con caracte-
rísticas lunares y mortuorias que exigían sacrificios humanos. Equivalente a la dio-
sa Ishtar (> ASTARTÉ) de los fenicios. Pero en la India tendría rasgos parecidos a
los de la diosa Kali, uno de los avatares de Parvati, la consorte de Siva. El culto de
Tanit, esposa del dios BAAL, se extendió por todo el Mediterráneo, desde las costas
fenicias hasta las islas Pitiusas, pasando por el epicentro ceremonial de Cartago.
Baleares fue un núcleo importante de ese culto a Tanit. Uno de sus principales san-
500
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tao. Camino, vía. Doctrina atribuida al filósofo chino del siglo VI a.C. Lao-Tsé
(Lao-Tzú), autor del Tao Te King («Libro de la Suprema Virtud»), que llegó a des-
plegarse con comentarios e interpretaciones hasta alcanzar los 1.500 tomos en el si-
glo XV. Fue la semilla del taoísmo, doctrina en la que hay, o debería haber, tres
principios o fuerzas: positiva, negativa y conciliadora. Las dos primeras se conocen
también como yin y yang (> YIN-YANG), pero lo importante es lo conciliador, el
Tao, «el Principio Superior», lo que trasciende cualquier oposición: frío-calor, luz-
oscuridad, movimiento-inmovilidad, verdad-error, vida-muerte… «El Tao que
puede nombrarse no es el verdadero Tao» es el comienzo del libro de Lao-Tsé.
¿Qué es o qué no es el taoísmo? Como se responde en el Tao Te King: «Quienes
saben no hablan / quienes hablan no saben». Esa manera de re-
presentar el orden nuevo nacido del desorden, o la emergencia
de las «estructuras disipativas» del taoísmo, está en cierta
consonancia con la física moderna. Fritjof Capra ha vendido
más de un millón de ejemplares de su libro El Tao de la Física
(1984), que explora en paralelo misticismo oriental y física
cuántica. Un día de 1969, Capra vio las olas del mar y tuvo
un insight, una especie de revelación: ese flujo y reflujo
estaba contenido en el baile cósmico de Siva. Los re-
sultados de la física moderna pueden llevar «a BUDA o
501
LUIS PANCORBO
Taos. Localidad de Nuevo México (Estados Unidos). Hay dos Taos, el moderno y
el antiguo pueblo de los indios, como una gran alcazaba de adobe. La parte moder-
na es una ciudad provinciana y agradable, meca de pintores y escritores. «El pueblo
de Taos conserva aún su antigua nodalidad… a su manera, como uno de los monas-
terios de Europa», decía D. H. Lawrence que fue a vivir allí en 1922, invitado por la
mecenas Mabel Dodge Sterne. «Creo que Nuevo México fue la más grande expe-
riencia del mundo exterior que tuve en mi vida» [Lawrence, 1982]. La ubicación de
Taos en un valle de los montes de la Sangre de Cristo, su aire terso y cristalino, las
culturas de los indios PUEBLO que a principios del siglo XX estaban muy vivas, todo
eso marcó a Lawrence, que adscribía al piel roja una antigüedad mayor que la de los
griegos o hindúes. En los INDIOS de Norteamérica veía «…un resto de la raza más
profundamente religiosa que vive aún». En 1934, las cenizas de Lawrence fueron
inhumadas en un santuario, presidido por un fénix de cemento, en su viejo rancho
de Taos, cerca del monte Lobo, donde los atardeceres pintan copas de oro en los
mares de bastos que forman los pinares. Eso era nodalidad también.
taparrabos. Cualquier elemento para tapar el sexo, por sucinto que sea, co-
necta con el sentido del PUDOR y con la discusión de si eso es innato o adquirido
socialmente. Parece claro que el impulso que lleva a tener pudor ha existido siem-
pre y en las más variadas latitudes. En Nuevas Hébridas (Vanuatu) el uso del NAM-
BAS es común en todas las islas y lo que varía es el material empleado. Una hipóte-
sis es que los nativos ocultan el pene para evitar el narak, maldición por
contravenir un TABÚ; la visión del pene por otro hombre es algo peligroso. En cier-
to modo, la visión del glande es la última barrera del pudor como sucede entre los
YANOMAMI: «Nada es más mortificante para un indio que ser visto con el glande al
descubierto: es el colmo de la obscenidad. El decoro exige por el contrario que el
PREPUCIO, bien estirado por encima del glande, esté sujeto a la cintura con un fino
cordel. Éste sólo se desata para orinar acuclillado» [Lizot, 1978]. Ahora la mayoría
de los YANOMAMIS lleva GUAYUCOS, taparrabos de tela, si no calzones de deporte o
trajes de baño. Aunque pocos, quedan algunos INDÍGENAS amazónicos que usan
cíngulos prepuciales y, por tanto, llevan sus partes al aire. El taparrabos con hojas
tejidas fue típico en cambio de los indios otomakes. Los OREJONES de la Guayana
se ponían delantales de mimbres. En los años ochenta del siglo XX pude ver con-
feccionar a los PIGMEOS bambuti del Ituri (Congo) paños de corteza de morera
para usarlos de taparrabos. Sólo he observado desnudez total y absoluta entre al-
gunos pastores MURSI del caluroso sur de Etiopía, cuando guardaban sus rebaños
en la sabana. Por las noches se ponían un manto aunque fuese de corteza de árbol.
En la antigüedad, según Celso, etruscos y romanos por decori causa, o pudor, se
cubrían al menos el prepucio con una venda (kynodesme) o se ponían una fíbula.
Los actores del teatro romano llevaban taparrabos de cierta fantasía (subligacu-
lum). Aunque los CAFRES, como se quiso denominar a muchas tribus negras austra-
502
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
les, fabricaban unos estuches para el pene con colas de antílope: algunos ejempla-
res se llevaron al Museo de Etnografía de Berlín [Ratzel, 1888]. Pero el pudor es
concepto relativo: depende hoy como ayer del tamaño e intención del PÁMPANO.
Ya decía la señorita de L’Espinasse, animadora de un salón parisiense social y enci-
clopedista: «¿Por qué no pienso por todas partes?», a lo que le respondía el médi-
co Bordeu: «Porque la conciencia no es más que un sitio» [Diderot, 1975].
503
LUIS PANCORBO
504
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
baraja del tarot «un catecismo visual… que explica la historia de la Doncella perdi-
da [la MAGDALENA] y de su opresión por parte de la malvada Iglesia» [Brown,
2003]. Los palos de la baraja francesa (picas, corazones, tréboles y diamantes) enca-
jan naturalmente con la simbología del GRIAL: no hay más que traducir diamantes
por oros y oros por PENTÁCULOS, estrellas de cinco puntas dentro de un círculo, y
todo lo demás: fuego, agua, aire, tierra, lo masculino, lo femenino. Con las cartas se
adivina lo que no hay, pero, «¿qué más pueden hacer los pobres astrólogos si todos
los astros que examinan no les dan luz para más?» [Feijóo, 1773].
Tartaria. Para los rusos significa «la tierra del este», la tierra de los hombres de
ojos oblicuos o, aún peor, de los MONGOLES, el inveterado peligro amarillo que fue
detenido una primera vez por Iván el Grande en 1480 cuando derrotó a Ahmed
Khan, el jefe de la Horda Dorada. Sin embargo, los mongoles continuaron en tierras
rusas con su janato de Kazan, hasta que fue aplastado hacia el año 1553; y con los ja-
natos de Astrakán, y sobre todo el de Crimea, que resistieron hasta los albores del si-
glo XIX. Sólo tras la liquidación de esos reductos de poder tártaro, se abrió para los
rusos la puerta a la mayor empresa colonial del mundo: la conquista de toda Asia
central y septentrional; sólo en Siberia, más de 6.500 kilómetros por explorar. «Rasca
a un ruso y saldrá un tártaro» [Hopkirk, 1994]. La invasión de Rusia por parte de los
mongoles, que se confunden con los tártaros, dejó cicatrices en el subconsciente ruso
y su temor xenófobo, aunque las invasiones le llegarían a Rusia por el oeste, con Na-
poleón y Hitler. En cualquier caso, los rusos controlaron el este por vía expeditiva,
anexionándose todas las tierras desde los Urales al Pacífico. Siempre les quedaba el
gran remate, lo que se llamó el GREAT GAME, el «Gran Juego» de conquistar la In-
dia, pero eso se estrelló en las montañas de Asia Central, especialmente de Afganis-
tán. El país de los tártaros tuvo unos contornos difuminados en la realidad. El escri-
tor italiano Dino Buzzatti (1906-1972) dio en la diana de esa presencia ambigua, o
malestar incumbente, en su novela El desierto de los tártaros (1940), protagonizada
por un militar tan dudoso como Giovanni Drogo. Algún día vendrían los tártaros a
la fortaleza y justificarían la existencia de los guerreros inexpugnables. Cuando llega-
ron los tártaros, fue como cuando llegó el lobo: las arrogancias militares se hundie-
ron en una polvareda. Pero el peligro siempre existe y es libre, como el miedo. Euro-
505
LUIS PANCORBO
pa se salvó de los tártaros porque la Turquía otomana, tan denostada, supuso un va-
lladar frente a aquellos pueblos orientales que parecían vivir a lomos de sus caballos.
Hoy sigue existiendo en la Federación Rusa una República Autónoma de los Tárta-
ros, con capital en Kazan, y no hay que confundirlo con el Tatarstán que, junto a
Chuvashia, es la frontera sur de la República de los MARI. Partes tártaras importantes
se encuentran además en países hoy independientes como TURKMENISTÁN.
tártaros / tatars. Si TARTARIA fue un territorio poco precisable (para los grie-
gos era sinónimo del INFIERNO), los tártaros se pueden considerar de varias mane-
ras, aunque la más acreditada es la de un grupo étnico de origen mongólico, inclu-
so el formado por turcos y MONGOLES, y sometido por Genghis Khan en 1202.
Con el nombre genérico de «tártaros» se describió a menudo a los componentes
de las hordas mongolas (y de poblaciones de
origen turco de Asia Central) que invadieron
Asia Menor y Europa oriental. En 1920, con
los tártaros del antiguo janato de Kazán, en el
sur de Rusia, se formó la República Nacional
Autónoma de Tartaria (Tatarija); y con los tár-
taros del antiguo janato de Crimea, la Repúbli-
ca autónoma de Crimea, que fue abolida en
1945 bajo la acusación de haber colaborado
con los nazis. Los tártaros fueron los musulmanes más asimilados por los rusos y la
cultura soviética. Queda un grupo tártaro, de unos 120.000, en la Siberia occiden-
tal, en torno a Novosibirsk y Omsk. Hablan un idioma de origen turco, aunque no
se llaman a sí mismos tártaros, sino tobolik, tarlyk y baruba. Son musulmanes suni-
tas que conservan ciertas creencias chamanistas [Evans-Pritchard, 1981].
506
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
que había causado que los tasaday estuviesen a un milenio de sus vecinos, los blit,
en cuanto a tecnología, y ello pese a estar a pocos kilómetros de distancia. Aunque
el etnógrafo alemán fuera más cuidadoso, con el tiempo se conoció la verdad: había
habido una representación de unos cavernícolas que comían larvas, ÑAMES silvestres
y flores, aparte de cazar renacuajos y peces en los arroyos, o de atrapar ratones y to-
pos… Se trataba al máximo de un pequeño grupo separado del resto de las pobla-
ciones de la provincia filipina de Kotabato, si bien no tan aislado como para vivir en
un punto cero de la historia, ni mucho menos.
tatuaje. Desde la isla de PASCUA a Nueva Zelanda, el tatuaje (del polinesio tatou,
«tatuar», «grabar la piel») polinesio se desplegó prácticamente por todo el océano
Pacífico. Se trataba a veces de tatuajes completos, desde los
párpados y los sobacos hasta los tobillos. Sólo los pueblos de
Borneo pudieron alcanzar esa amplitud (y miembros de la ya-
kuza o MAFIA japonesa, pero por otros motivos). Hasta hace
una generación, los iban de Sarawak (Borneo) se cubrían con
tatuajes desde el cuello a los pies, siempre con propósitos pro-
tectores, mágicos, y buscando una estética emuladora de las
maravillas de la naturaleza, con los colores y formas de los CA-
LAOS y otros bucerótidos, o de las mariposas. Entre los maoríes
de Nueva Zelanda, una cara limpia parecía algo reprochable,
por eso el gran tatuaje, o moko, no perdonaba un centímetro
de piel. Se usaba al efecto resina de kauri y un uki, punzón que podía ser de hueso
de albatros [Greenwood, 1863], mientras se cantaban himnos, como «¡Oh Hiki
Tangaroa!», en honor del artista y a la vez hechicero y TAHUNA o maestro tatuador.
507
LUIS PANCORBO
vez por las enormes pisadas que dejaban sus calzados de pieles. Seguro es que los
tehuelches fueron magníficos jinetes tras conseguir caballos de los ranchos españo-
les. Cuando nacía un niño tehuelche, sacrificaban una yegua y ponían al recién na-
cido en las entrañas del animal para que se entendiera toda su vida con los caballos
y fuese de mayor un buen jinete. Usaban las boleadoras, ya fuesen de una sola pie-
dra para impactar, o de dos o tres, para enredar en las patas de las presas. Han
sido encontradas unas pinturas rupestres, de manos rojas impresas, en las paredes
de la Cueva de Las Manos, junto al lago Buenos Aires. Datan del siglo XIX y mues-
tran escenas de cacerías de ÑANDÚES y guanacos, éstos últimos animales tenidos
antaño como fabulosos «con el relincho de un caballo, la lana de una oveja, el cue-
llo de un camello, los pies de un ciervo y la rapidez del diablo» [Dillehay, 1982].
Lo cierto es que el ganuaco era carne y ropa de abrigo para los tehuelches y hasta
hacían flautas con sus huesos.
telefomin. Pertenecen al gran grupo de los min, etnia que vive en el occidente
de Papúa-Nueva Guinea, casi en la frontera con IRIAN JAYA. Los telefomin, como
sus vecinos tifalmin, del alto Sepik, se hacen perforaciones en la nariz para meterse
cañas de plumas de casuario, discos de concha… Tienen santuarios en altos palafi-
tos recubiertos de mandíbulas de cerdos, un tesoro material y simbólico, porque,
según ellos, aún están calientes y tienen el poder que les presta Afek, «la Señora
vieja», una de las deidades principales de los min en la sierra de la Estrella.
508
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
bién su procesión ante una estatua, o imagen vestida con cuero, o pellejo de hom-
bre, y que bebían sangre humana en su procesión, y así se guardavan secreto y ju-
ravan de ayudar los unos a los otros» [Mexía, 1662]. Ya en el siglo XXI, la moda
templaria vuelve a explotar al hilo de novelas y películas. Y maquinaciones. Los
templarios habrían sido originados en la fantástica Orden de Sión de la que habrí-
an sido su brazo militar [Baigent, 2004]. Tampoco faltan conexiones extravagantes
entre los templarios y los ismaelitas de la secta de los ASESINOS, o con CÁTAROS, RO-
SACRUCES… y cualquier secta más o menos secreta.
teosofía. Todas las religiones tendrían algo de verdad dado que todas proceden
de la gran religión oculta, la esotérica y verdadera, la revelada a la señora Helena
Petrona Blavatsky (1831-1891) por ciertos MAHATMAS tibetanos. Eso sostiene al
menos la teosofía, rama del árbol del ocultismo cuyo gran principio es «la existen-
cia de un medio tenue e imponderable, la luz astral…» [Billingbrook, 1916]. La
luz astral (akasa o ÉTER de los hinduistas; alma mundi; luz sideral; materia radian-
te) se expresa en la clarividencia, la «mediumnidad» y la profecía.
O debería hacerlo. Haciendo caso omiso de la fe religiosa, la
teosofía estudia la manera de conocer el Universo y al hom-
bre bajo la luz astral, allá donde emana la telepatía, se pro-
ducen las apariciones, hasta de fantasmas astrales como el
de Paracelso, y tantos fenómenos como los que anunciaba
la madre teósofa Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teo-
sófica de Nueva York, junto al coronel Olcott: «Un ejército
de Hijos de la Luz permanece en cada uno de los ángulos del
mundo» [Blavatsky, 1893]. En España figura destacada de ese
movimiento fue Mario Roso de Luna, autor de El libro que mata a la muerte, o
“Libro de los Jinas” (1926), donde aclara que esa palabra, jinas, es la castellaniza-
ción del árabe DJINN y la usa como genio más maléfico que benéfico, a diferencia
de los maruts, espíritus que «son objeto de religiosos himnos en la India». El asun-
509
LUIS PANCORBO
to se remata aplicando «la taquigrafía ocultista», por la que jina llevaría «a la sagra-
da palabra VNVS o UNO, con la que representamos a la Mónada, manifestada
luego como Logos en la Duada». Nada detiene a un teósofo en posesión de su ver-
dad: «En resumen, que, en sano Ocultismo, la completa liberación del alma presu-
pone como condición indispensable la no menos completa descomposición del
cuerpo» [Roso de Luna, 1926].
terreiro / casa de santo. Lugar de culto del candomblé, una de las princi-
pales religiones afroamericanas de Brasil. Generalmente es un patio donde los pais
y maes de santo (babalorixás en Bahía) ofician ritos que hunden sus raíces en las
tradiciones de los esclavos de etnia YORUBA, jeje, angola, nago y otras de África oc-
cidental. El candomblé es el resultado de una mezcla entre el ANIMISMO y el feti-
510
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tetramorfos. Las cuatro VISIONES o cuatro figuras proféticas tal como apare-
cen en la BIBLIA (Ezequiel 1,5-14; Juan 4,6-8). Cuaterna de poderes simbólicos,
por ejemplo los cuatro evangelistas: Marcos, un león alado rugiendo en el desierto,
que prepara el camino a Cristo; Lucas, buey con alas, que evoca el sacrificio y el
sacerdocio de Cristo; Juan, el águila, la ASCENSIÓN de Cristo y su divina naturale-
za. Pero el tetramorfo misterioso es Mateo, un hombre con alas que no es un ÁN-
GEL, y que estaría por la Encarnación humana de Cristo [Chevalier, 1982]. Además
de los evangelistas, son tetramorfos los cuatro querubines, guardianes o porteros
de las cuatro esquinas del PARAÍSO, también representados como hombre, león,
buey y águila. En el Antiguo Egipto había algo parecido, los cuatro hijos de Horus
que se representan uno con una cabeza humana y los otros tres con cabezas de ani-
males. En ello tal vez se inspiraron simbolismos posteriores, incluidos los cristia-
nos.
teules. «Seres divinos», que fue lo que los antiguos mexicanos llamaron a los
primeros españoles. «Los indios juran haber visto descomunales ollas y hasta los
tomates y el ají que sazonarían las carnes de los teules» [Benítez, 1950]. La palabra
viene de teul, «morada de los dioses», según los chichimecas. Teul fue también el
nombre de una antigua localidad de Zacatecas.
tezcatlipoca. Espejo roto, humo de espejo, espejo humeante… Dios que daba
la vida, el aire o el viento vengador de la noche. Asimismo, «personificaba el cielo
nocturno y se relacionaba con la Luna. Vinculado con todo aquello que significa
muerte, maldad o destrucción, era el patrón de los hechiceros, salteadores y gue-
rreros» [Ballesteros Gaibrois, 1985]. Sin olvidar su rango de una de las cuatro
grandes deidades AZTECAS, junto a QUETZALCOATL, la serpiente emplumada, Tla-
loc, el dios de la lluvia, y Huitpolochtli, el dios del sol, aquel cuya muerte debía ser
evitada a todo trance mediante «el líquido precioso que mantiene vivos a los hom-
bres… el chalchiuhatl (la sangre)…» [León-Portilla, 1973]. Las funciones de Tez-
catlipoca eran las de alguien por encima de las contingencias, como el dios BRAH-
MA de la TRIMURTI hinduista, o como Zeus, o Júpiter. Lo puede todo y, por eso,
511
LUIS PANCORBO
512
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tiki. Estatua sagrada para los MAORÍES, como los MOAI de la isla de PASCUA. Tiki
es el dios de la generación y, al mismo tiempo, comprende el primer ser humano.
Los mayores tiki se encuentran en las islas MARQUESAS, esculpidos con extrañas
proporciones, en formas a veces fetales, monstruosas y, sin embargo, portadores de
MANA. Su sentido era parecido al de los moai, antepasados deificados, o represen-
taciones mágicas de ariki, o «jefes», que se distinguieron por su valor en la guerra
o por su capacidad de ser receptáculos de los dioses. Los tiki eran obra de los TA-
HUNA, tanto en su calidad de artistas como de demiurgos. En las islas Marquesas,
los más espectaculares son los del meae o templo Ipona en Puamau, en la isla de
Hiva Oa: uno de los tiki tiene casi dos metros de altura. Según Karl von den STEI-
NEN, los tiki con bocas llenas de grandes dientes pueden representar a las víctimas
humanas ofrecidas en sacrificio, los llamados «pescados de los dioses».
Tin Hau / T’ien Hou / Chun Ti / Tou Mou… Diosa taoísta. Patrona
de los marineros y pescadores en Hong Kong y otros lugares del sur de China
(MA-TSU-P’O). Fue la «Concubina Celestial» y «amalgama de un gran número de
figuras legendarias» [Walters, 1992]. Su nacimiento se celebra todos los años el día
23 de la tercera luna anual con grandes procesiones navales hasta su santuario en
la bahía del Pebete de Hong Kong.
513
LUIS PANCORBO
tohosu. Pequeños seres, DUENDES o espíritus en Dahomey (hoy Benín). Los to-
hosu se caracterizan por vivir bajo el agua, pero, a pesar de eso y su pequeña esta-
514
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
tohu bohu. Una expresión usada en Francia para caos, desorden, vacío, como
el que pudo haber antes de la Creación. Viene de las palabras hebreas tohu, «dese-
cho», y bohu, «ruina total». Profetas como Jeremías e Isaías empleaban esas pala-
bras para aludir a destrucción y desolación.
515
LUIS PANCORBO
potencia. Aun con lo polvorienta que es hoy, Tombuctú sigue ejerciendo una lla-
mada poderosa sobre los viajeros. Los franceses van tras las huellas de su pionero
Caillie; los ingleses rememoran a Lang, y los alemanes, a Barth. Los españoles pue-
den evocar a los andalusíes que llegaron desde Marrakech hasta ese rincón del de-
sierto, donde en el siglo XV forjaron un linaje como el de los armas, aún vigente.
Por otro lado, León el Africano, un granadino ilustrado y gran viajero, dejó buenas
descripciones de esa ciudad, que llegó a conocer en profundidad. A eso se suman
unos 3.000 manuscritos en aljamiado, español escrito en caracteres árabes, que se
conservan en la biblioteca de Ismael Didié en Tombuctú, la ciudad que algunos
creían una especie de Ultima THULE del Sahara.
tondi. Alma, y a veces esencia vital, para los batak, población animista de Suma-
tra Utara (norte de Sumatra), en Indonesia.
Tonga. Tonga (en polinesio, «sur») es el único reino en el Pacífico sur. El mo-
narca Tupou IV gobierna a cerca de 100.000 súbditos con la ayuda de 33 nobles y
de un Parlamento que él mismo nombra. A finales del siglo XVIII, Cook tuvo tan
buena acogida en Tonga y llamó al
lugar «islas de los Amigos». Tu-
vieron fama de gran relaja-
ción sexual: «…era difícil
señalar con certeza al
padre de un niño. Por
otro lado, las mujeres
eran tratadas con consi-
deración y casi idolatra-
das por los hombres»
[Hartland, 1910]. El
CLICHÉ de libertad se-
xual en los mares del
sur no siempre estaba
equivocado. En Pona-
pé, una de las islas Ca-
rolinas, las VIUDAS pa-
saban a familiares y
amigos del finado. En
Guam, una de las islas
Marianas, los jóvenes
compraban a las chi-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
cas con regalos que hacían a sus padres y vivían durante un tiempo en la casa de
los solteros. En las islas Leti Moa y Lakor (Papúa) iban más lejos. Se organizaba un
gran festival anual en el tiempo del monzón oriental para implorar al Abuelo Sol,
jefe de los espíritus naturales, la lluvia y la abundancia. En el mes que duraba el
festival se celebraba que el Abuelo Sol fertilizara a la Abuela Tierra con danzas y
saturnalia, en las que hombres y mujeres hacían el amor en público. Tras el gran
arrepentimiento a la fuerza, operado en masa por los misioneros en el siglo XIX,
hoy las iglesias metodista, anglicana, católica, BAHAÍ, adventista y tantas otras co-
pan el desahogo religioso de los isleños de los mares del sur que así lo desean.
Otros, en cambio, se van a pescar sin preocuparse.
tooth filing. Limado de dientes. Costumbre típica entre los dusun de Borneo
hasta hace un par de generaciones [I. Evans, 1990]. Aún se practica a efectos ritua-
les en la isla de Bali y en algunos puntos del África ecuatorial.
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LUIS PANCORBO
toros sagrados. Los toros sagrados de los vetones y los cultos iberos de
sueovetaurilia, sacrificios de cerdos, ovejas y toros, forman la capa remota de una
vinculación hispánica con lo taurino. Eso tiene muchas vertientes. Toros de Gui-
sando, VERRACOS, monedas ibéricas con cuño de toros o las piedras de Sos, estu-
diadas por José Esteban Uranga en 1926 y que representarían una cabeza de toro
bajo la cual «hay un ara con un cuchillo y a la izquierda una figura humana con
un jarro en la mano en actitud de hacer una LIBACIÓN. Y entre los cuernos, dos
discos, tal vez representan el sol y la luna» [Casas, 1950]. El «Toro de San Mar-
cos», fiesta del pueblo extremeño Casas del Monte, llamó la atención de etnólo-
gos como don Julio Caro Baroja que lo puso en relación con un posible culto a
Dionisios. A mediados del XVIII ya se escogía un hermoso toro y se llevaba a la
iglesia el día de San Marcos, donde el cura le daba su bendición. En realidad, el
toro en el templo representaba al evangelista Marcos y como tal se le trataba.
Luego había procesión, las mujeres lo acariciaban y a nadie hacía daño el animal.
Era al contrario: la gente por fin emborrachaba al toro con vino, tal vez porque lo
cortés no quita lo DIONISÍACO. Lo santo, dirían los apologetas. En Castillo de las
Guardias, o en Alosno, pueblos de Huelva, se procesionaba al toro y el mayordo-
mo de la Cofradía «inclinaba el estandarte sobre el lomo del toro escogido, al
tiempo que le decía: «Ven, Marcos» «Y, efectivamente, la fiera obedecía como
una oveja» [Casas, 1950]. También hay «Toro de San Marcos» en Arnedo (La
Rioja), donde antes el cura, después de bendecir el toro, era el primero en lidiar-
lo. La carne del toro de San Marcos gozaba de muy buen predicamento por sus
virtudes medicinales.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Torto. Cíclope de la mitología vasca. Es Tártalo más bien para Caro Baroja, que
sigue en eso a Barandiarán [1979]. En el País vasco francés una leyenda lo ubica
en la llanada de Tardets. Tártalo, como Polifemo, tiene un ojo y vive en los bos-
ques, por lo que también guarda un parecido con el Ocánjanu, de Cantabria, que
se distingue por su pelo rojo, aparte de por comer osos y lobos.
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LUIS PANCORBO
lado, un grupo de animales, plantas y objetos. Frazer se dio cuenta de que ahí po-
día faltar una interpretación más económica o materialista y en ese sentido fue pre-
cursor del MATERIALISMO CULTURAL y de Marvin Harris. Las diversas tribus tote-
mistas debían declarar TÓTEM a un animal o una especie para protegerlo y, de ese
modo, lo que hacían era garantizar su subsistencia. Frazer aún pergeñó una tercera
vía del totemismo, al considerarlo espíritu vital del animal y responsable de entrar
en una mujer y fecundarla (cosa en la que creían INDÍGENAS que no relacionaban el
acto físico de la sexualidad con la procreación, y destacó en eso el estudio de Mali-
nowski sobre los nativos de las Trobriands, que atribuían la fecundación a ciertas
lianas, no al hecho de hacer el amor con sus mujeres). Frazer fue criticado por ser
poético, y tenía desde luego ese aliento, y la prosa de un buen literato, pero los
adustos denigradores olvidan que con el padre de La rama dorada comulgaron
Spenser, Marett, Malinowski y toda la lista que hizo posible el alumbramiento de
la ANTROPOLOGÍA comparada. Una revolución de efectos retardados tanto para la
ETNOLOGÍA de sillón como para la de zurrón y campo traviesa.
totora / espadaña. Juncos acuáticos que se dan en zonas del Perú, Bolivia,
isla de PASCUA… Los UROS del lago Titicaca todavía fabrican unas embarcaciones
llamadas «caballitos de totora». Los totorales han de sembrarse y hay quien come
los tallos tiernos. Con totora se hicieron balsas famosas, como las del explorador
noruego Thor Heyerdhal. En Huanchaco (Perú), cerca de Takaynamo, centro de
la cultura chimú en el siglo XI, hay abundantes totorales, aunque dicen que el cam-
bio climático está afectando también a ese cultivo.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Transoxiana. «Más allá del Oxus». Antiguo nombre (en latín) de un país que
coincide con las fronteras de la posterior región de Sogdiana y con el actual Uzbe-
kistán, entre los grandes ríos Amu Darya y Sir Darya, por otro nombre Oxus e Ia-
xartes, que fueron cruzados por Alejandro Magno en el siglo IV a.C. en su camino
hacia la India. Fue región ambicionada e invadida siempre, desde los escitas, a los
persas, griegos, hunos, turcos, árabes y, de manera especial, los MONGOLES, prime-
ro en tiempos de Genghis Khan, en el siglo XIII, y un siglo después, con Tamerlán.
La ruta tomada por los Polo de Venecia fue seguramente la que pasaba entre el
Oxus y el Iaxarte, que para algunos es la Ruta de la Seda septentrional. En 1993,
Robert Byron hizo un buen viaje por esa zona de Asia y lo volcó en lo que fue el li-
bro de cabecera para Chatwin. «El inicio de un viaje por Persia se parece a una
ecuación algebraica: no se sabe si saldrá» [Byron, 2000].
trasgo. Especie de diablo con cierto carácter juguetón que oculta sus verdaderas
intenciones. Un trasgo hizo el puente de Gatín, el que está «saliendo de Becerreá,
en la antigua y romana provincia de Lugo». Una chica iba a parir y necesitaba cru-
zar el río. El trasgo, presentándose como un gato negro (de ahí lo de «gatín») lo
construyó «en un amén», pero como pago puso a la muchacha que le diera el niño
que iba a tener. El niño nació y cuando fue mozo se atrevió a contar la historia a su
amigo Ubaldino, quien reclamó al gato negro diciéndole que no tenía licencia de
obra para construir el puente. El trasgo quedó cortado, sin saber reaccionar, y la
familia lo celebró con unas copitas de aguardiente de Navia [Castroviejo, 1960].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
trikitixa. Grupo musical de Euskal Herría formado por dos intérpretes, uno de
acordeón diatónico y otro de pandereta. La palabra trikitixa, lo mismo que trikiti-
laris, sus músicos, parece desafiante, hermética o ardua de pronunciar, pero es más
sencillo que todo eso: viene del proceloso mundo de las onomatopeyas y, en con-
creto, de triki triki, que no es la fricción a la que suena, sino como el repiqueteo de
los dedos en un pandero o pandereta. La verdadera palabra antigua para trikitixa,
que apenas tiene unos veinte años de popularidad en las romerías, es filarmonikea,
voz en donde resuena fisarmonica, el término italiano para acordeón. Eso opinan
Juan Mari Beltrán, Rafael Aguirre Franco y otros expertos de la elkartea, o asocia-
ción, Euskal Herriko Trikitixa de Zarautz.
Trilce. «Hay un lugar que yo me sé / en este mundo, nada menos, / adonde nun-
ca llegaremos.» Eso pertenece al poema titulado «Trilce», compuesto en 1930,
aunque César Vallejo tiene un libro de 1922 titulado expresamente Trilce, que, sin
embargo, no lo contiene. Aún se discute el posible significado de esa palabra que
causa inquietud, si será «triple dulce», aunque uno diría bello y espeluznante,
como el poemario con el que vamos escalonando estas letras. La «k» no, porque la
«k» parecía repeler o esquivar al escritor peruano nacido en Santiago de Chuco el
18 de marzo de 1892 y fallecido en París un día de aguacero que ya había vivido
antes del 15 de abril de 1938. Sus últimas palabras fueron: «¡Quiero ir a España!».
Quedó enterrado en Montparnasse, porque también había dejado dicho: «Volveré
a Perú sólo cuando quede piedra sobre piedra».
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
trisquel. Símbolo de origen celta con tres partes o cuerpos que giran sobre un
eje, y que suelen estar dentro de un círculo. Es más raro el trisquel con una triple
espiral, o «tres alas», lo que significa ese vocablo en un idioma céltico
como el bretón. Había ya representaciones del trisquel en el Neolíti-
co y ha sido símbolo habitual en la cultura japonesa… Para los eso-
téricos, el trisquel evoca una interacción entre mente, cuerpo y
alma. Tiene relación con la ESVÁSTICA, el signo solar por excelen-
cia que, en realidad, sería un tetrasquel o cuatrisquel, más que un
trisquel. En hórreos de Asturias se grababan trisqueles, tal vez como AMULETOS. El
caso es que ahora las casas rurales asturianas se clasifican con uno, dos o tres tris-
queles, como si fueran estrellas.
Triveni. TRIMURTI femenina compuesta por los tres ríos sagrados: GANGES, Ya-
muna y SARASVATI, que se juntan en la ciudad de Allahabad.
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LUIS PANCORBO
Tsavo. Parque nacional de Kenia, uno de los mayores del mundo con sus 22.000
kilómetros cuadrados. Lo visitan unas 200.000 personas al año, y cuenta con unos
8.000 elefantes, después de la política de defensa de Richard Leakey, director del
KWS (Kenyan Wildlife Service) desde 1989 hasta 1993, cuando tuvo un accidente
de aviación en el que perdió ambas piernas. Misterio y marfil. Pero el sacrificio de
Leakey, y otros anónimos, ha dado resultado: ya no es probable que se extinga el
elefante tal como se pronosticaba. En 1995 se logró corregir la tendencia de no re-
cuperación (ahora hay un crecimiento anual sostenido de la población de paqui-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
dermos). El kilo de marfil bajó hasta 10 dólares tras haber estado a 6.000 en 1988.
Todo eso explica por qué el brillante paleoantropólogo, y valiente político, Richard
Leakey, un kikuyu blanco como le gusta decir, ha perdido las piernas. De todos
modos, se dio el gusto de quemar una pila de marfil de seis metros de altura. Tsavo
se hizo famoso antaño por los dos leones «comedores de hombres» que lograron
interrumpir el trazado del ferrocarril británico, el Lunatic Express. Se podría decir
incluso que fueron dos leones los que frenaron al Imperio. Una historia tan sucu-
lenta llenó las páginas de los periódicos ingleses a finales del siglo XIX. El protago-
nista fue el teniente coronel J. H. Patterson, quien finalmente mató a tiros a los dos
leones. Llegó a haber 4.000 peones trabajando en el ferrocarril, «cuatro mil ham-
burguesas por así decirlo» [Ridgeway, 2003]. Los leones se habían aficionado a la
carne humana y consiguieron devorar a no menos de 132 hombres. Sus pelambre-
ras acabaron en el Museo Field de Historia Natural de Chicago.
tuaregs. Gentes del desierto sahariano que a sí mismos se llaman imougah, «se-
res libres». Tienen cierto parecido con los BEREBERES, sobre todo por la contigüidad
de su lengua, el tamashek (tamahak), con el TAMAZIGH. Según una leyenda, descen-
derían de Tin Hinan, la madre de los tuaregs, la que, a lomos de una camella blan-
ca, fue a instalarse en el Hoggar argelino y engendró a los Kel Rela (la leyenda dice
que su tumba se encuentra en Abalesa, no lejos de Tamanrasset, donde ha apareci-
do un esqueleto y tesoros del siglo IV). Otra versión, llena de superchería, hacía pro-
ceder a los tuaregs de «imojar o imujar, voz derivada de ohar, que equivale a nuestra
española robar» [Castilla, 1943]. Según eso, los imojar se consideraban ladrones o
salteadores de caminos, aunque había dife-
rencias entre asgares (asdjer), haggares (hog-
gar) y auelimmides, que son los imojares; y los
naturales del Aïr o imajirhes. Los tuaregs se
agrupan por kel, «cabilas», bajo un amenokal,
o señor principal. Antiguamente tenían escla-
vos, iklan, sudaneses negros, y aún hoy tienen
bella, «siervos», eufemismo de «esclavos».
Cuando son libertos, los llaman harratin. El
VELO (tagelmoust) es esencial para el targui,
el hombre tuareg, no así para la mujer, que va
a cara descubierta como las bereberes. El padre da el velo al hijo cuando se hace
mayor y está en grado de entrar en la tribu. Esos velos de color índigo desteñían y
manchaban la piel y por eso se les llamó «hombres azules». Su vestimenta habitual
es la gandoura (parecida al boubou usado en Senegal), un flotante albornoz. Antes
de su conversión más o menos superficial al islamismo, los tuaregs adoraban a un
dios supremo, Amanai, en el que se han querido ver concomitancias con el ADONAI
bíblico. Cada vez se respeta menos la costumbre de hacerse pequeñas incisiones en
las sienes y aun menos la de que el hijo debía casarse con las mujeres de su padre fa-
llecido, a excepción de su propia madre [Ratzel, 1888]. Hoy, los tuaregs se acercan
a las ciudades del desierto, Tamanrasset, Agadez y TOMBUCTÚ, y tratan de atisbar en
un televisor cualquiera cómo será el mundo que les va a caer encima.
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LUIS PANCORBO
tubú / tibbó / tibbú / tebú / tubo / teda… Pueblo del Sahara central,
en lo más crudo del desierto, como es la región del Tibesti, Borku, Wadjanga, Ka-
war y otros sitios de Níger y Malí, que antiguamente se ubicaban en el Sudán
oriental. Heinrich Barth y Nachtigal encontraron parecidos entre los pueblos tubú
del Sahara oriental y del Tibesti y algunas poblaciones del lago Chad. Los tubú, o
tubo, fueron confundidos con los TUAREGS y cierta imaginación lo remató asocián-
doles con los antiguos garamantes o garamantas, zoghawas que decía Edrisi, o los
gorán que describía León el Africano: en definitiva pueblos más míticos que reales.
Los tubú no tienen el pelo tan lanoso como los africanos, tampoco es su color zaí-
no, yendo del moreno oscuro al cobrizo. Se parecen a los tuaregs en muchos as-
pectos relativos a la vida desértica, pero otras costumbres suyas, como la de los ta-
tuajes faciales, son idénticas a las de los negros de DARFUR y otras zonas del Sudán
oriental: tres o cuatro largas incisiones desde las mejillas al arco zigomático. Son
menos errantes que los tuaregs, aunque antaño los hombres tubú del Tibesti pasa-
ban por ser los mejores jinetes de camellos de todo el Sahara. El Tibesti es para los
tubú lo que el Hoggar para los tuaregs. El Tibesti (Tu en lengua tubú) es el centro
del mundo, un corazón de piedra en medio del desierto de arena, al oriente de la
gran ruta de caravanas Trípoli-Mursuk Kuka [Ratzel, 1888].
Tule. Nombre que prefieren los indios kuna del archipiélago panameño de San
Blas (o de las Mulatas), con 360 islas llenas de cocoteros y en aguas donde abun-
dan las langostas y el año se declina aún para muchos según designios de los NU-
CHUS.
tulku / hutuktu… Gran lama reencarnado, por ejemplo el DALAI LAMA, que
se está reencarnando desde 1391 y va por su décimo cuarta encarnación. Es un tí-
tulo de gran dignidad y autoridad, aunque esté fuera de la jerarquía, pues presupo-
ne más de una vida transcurrida en un máximo nivel espiritual. En estos momen-
tos puede haber unos 500 tulkus en Tíbet, Bután y otros lugares de Asia, según la
experta orientalista Françoise Pommaret [1993].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Turán. El país ideal de los turcos. El sueño de la Gran Turquía tras el hundi-
miento del Imperio otomano. También llamado Gran Turán, implicaría la unión de
Turquía (con sus en torno a 67 millones de habitantes) y de otros casi 200 millones
de personas que integran los pueblos de origen turco de Asia Central: turcomanos,
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
de unos TÁRTAROS que gustaban dividirse en los «ovejas negras» y los «ovejas blan-
cas». Procedían de Altai y de tierras bajo los MONGOLES a veces a 3.000 kilómetros
de distancia. Los turcomanos nunca lograron un estado propio y el rey persa Na-
dier pudo dominarlos en 1741. Los rusos introdujeron la oveja karakul (significa
«rosa negra») y el algodón, y cambiaron la economía y casi el paisaje. Hoy Turkme-
nistán, el país de dos desiertos —Kara Kum, de arena negra, y Kizil Kum, de arena
roja—, con sus 24.254.000 habitantes (censo de 1993), ha descubierto las delicias
de la libertad relativa. Nada de política, coto del omnipresente Turkmenbashi,
pero, por lo menos, celebran el Novruz, día de Año Nuevo en el equinoccio de
primavera. La relativa libertad de culto ha traído también un rebrote del islamismo
(los musulmanes turcomanos comparten con los uzbecos una Oficina Religiosa,
llamada Mavarannahr, con sede en Tashkent).
Tusitala. Nombre que dieron los samoanos a su ilustre convecino Robert Louis
Stevenson y que significa «El contador de historias». El escritor escocés, tras acari-
ciar la idea de asentarse en Nassau, una de las más remotas de las islas Cook, acabó
comprando una finca en la isla Upolu, la mayor de SAMOA. Se ubicaba en Vailima,
que quiere decir «Cinco Ríos», si no, como parece más probable «Un puñado de
agua», según una bella leyenda samoana [Rankin, 1987]. Allí hizo construir una
magnífica casa, donde residió cuatro años hasta su muerte en 1894, a causa de he-
morragias tuberculosas. Le dio tiempo de escribir en Samoa algunas de sus obras
magistrales, como El diablo en la botella. Su muerte fue una conmoción para los
samoanos, que notaron el ímpetu anticolonialista que ponía Stevenson en sus di-
chos y obras. Fue construido un «camino de amor», O Le Ala O le Loto Alofa, tal
vez traducible por «senda de la conducta amorosa» [Rankin, 1987]. Iba desde Vai-
lima hasta el pie del monte Vaea. Y a lo más alto llevaron su féretro, a un espléndi-
do mirador natural sobre la bahía de Apia, y sobre una noble naturaleza, como di-
ría el Tusitala. Los isleños acompañaron el féretro por las faldas de una colina
donde aún hoy no se puede construir, «para que el Tusitala oiga los pájaros». Allí,
su mujer Fanny Osbourne mandó poner como epitafio de su marido el poema
«Réquiem» y, previsora como era, su última voluntad fue que la enterraran un día
junto a su marido y bajo el epitafio que éste le dedicó, unos versos: «Teacher, ten-
der comrade, wife / a fellow-farer true through life…» («Maestra, tierna camarada,
esposa / auténtica compañera de viaje por la vida...»).
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LUIS PANCORBO
tes. Se caracterizan por su estatura: a menudo miden siete pies (unos dos metros).
Los hutus basan mucho de su resentimiento contra los tutsis por el mayor nivel so-
cial y económico de éstos últimos, pero también odian su altura de forma atávica.
Se han dado casos de tutsis asesinados por los hutus quienes no se contentaban con
eso y cortaban sus piernas como ulterior signo de humillación y venganza. Las figu-
ras longilíneas de los tutsis, y sus vibrantes danzas con largos plumeros blancos, ex-
citaron la imaginación de los occidentales con películas como Las minas del Rey Sa-
lomón, con Stewart Granger y Deborah Kerr, según la novela de Ridder Haggard.
Antaño, los tutsis llevaban ondulados mechones de pelo, como crestas, que realza-
ban aun más su altura. Se decía que un tutsi había alcanzado los dos metros y me-
dio de altura: cierto es que el rey Rudahigwa llegó a medir 2,10 metros. Respecto a
la rivalidad entre hutus y tutsis por controlar Ruanda y Burundi, sería erróneo con-
siderarlo un tema de actualidad, remontándose al menos al siglo XVI. Con todo, en
el siglo XIX llegó a haber cierta estabilidad entre los agricultores (hutus) y los pasto-
res (tutsis). Faltaban por intervenir los blancos. Cuando los colonos alemanes decla-
raron que los tutsis eran una RAZA camítica y superior a la BANTÚ de los hutus, se
puso más vinagre sobre la discordia siempre latente. La administración colonial bel-
ga ahondó en este error, después de la ocupación alemana, y por si fuera poco, en el
momento de la descolonización enconó los ánimos favoreciendo de forma descara-
da a los hutus. Al llegar la independencia de Ruanda en 1962, los hutus tomaron el
poder, instaurando un régimen racista a su favor. Los tutsis, no sólo fueron aparta-
dos del gobierno en todos los sectores, sino que empezaron a ser masacrados a ra-
zón de 100.000 por año entre 1969 y 1972. En Burundi, por el contrario, los tutsis
llegaron al gobierno desalojando a los HUTUS. Todo eso alimentó la bomba que ex-
plotó en 1994, el gran año del genocidio. La radio ruandesa, en especial los llama-
mientos de la llamada Radio-Televisión Libre de las Mil Colinas, convocó a una es-
pecie de YIHAD contra los tutsis, incluso contra los hutus moderados o tibios. Hubo
casi un millón de víctimas en sólo tres meses. En Ruanda fue aniquilado hasta el 75
por ciento de los tutsis. Luego se retorcería el sino y en 1995 en torno a un millón
de hutus de Ruanda y Burundi tuvieron que huir a los campos de refugiados del
Zaire. Campos de miseria, tal vez de recordatorio.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
engullir los 24 kilómetros cuadrados de tierras que tiene ese país. Se ha preparado
una evacuación masiva de sus 11.500 habitantes divididos en ocho clanes tradicio-
nales. Eso es todo Tuvalu y podría ser transferido con relativa facilidad a Australia,
o Nueva Zelanda, si allí, por supuesto, se eliminan las trabas legales que originan
tolerancia cero hacia los inmigrantes.
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U Un enfermo lee, La Prensa, como un fasistol.
César Vallejo, Trilce, LV
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LUIS PANCORBO
mán, siempre fueron los sayed (seyyed, sayid…), descendientes del Profeta por par-
te de su hija Fátima y su yerno Alí, que podían distinguirse llevando un turbante ne-
gro; y los hafiz, devotos que memorizan el Corán. Dicen en Senegal que, a los diez
años, el imán Ibrahim Niasse (> TIYANISTAS) se sabía de memoria todo el Libro.
uli. Estatuas talladas en madera de Nueva Irlanda (Papúa-Nueva Guinea) que re-
presentan a HERMAFRODITAS.
umbanda. Hacia 1920 empezó a ser conocida esta religión brasileña mezcla de
las ideas espiritistas del francés Allan Kardec (inspirador del kardecismo, un ESPI-
RITISMO popular en Brasil) y del viejo CAMDOMBLÉ de los esclavos. Desde el princi-
pio, la umbanda pretendió poner el acento en la blancura de sus procedimientos
(contra la presunta negrura del camdomblé, o de la macumba, y sobre todo de la
maligna y temida quimbanda) y en tener una estructura jerarquizada. En estos mo-
mentos es una iglesia más para la población urbana de Brasil y, lejos de practicar
sacrificios cruentos, invoca y trata de hacer presentes a los pretos velhos (espíritus
de viejos esclavos negros), caboclos (espíritus de INDIOS) y otros seres del más allá.
Cada Nochevieja, la umbanda realiza grandes ceremonias en las playas de Río de
Janeiro, especialmente en Copacabana, para despedir los males del año y recibir
todas las bendiciones para el Año Nuevo de parte de Iemanjá, la diosa de las
aguas.
unijambiste. Una sola pierna. Cojos míticos en muchas culturas, como Legba,
viejo dios cojo del panteón del VUDÚ, llamado pied cassé («pie roto»). Nommo y
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Faro, amos de las lluvias fecundantes entre los DOGON de Malí, son ambos unijam-
bistes y, a veces, ictiomorfos (con forma de pez). Entre los ekoï nigerianos, el «Mu-
chacho Cojo» es el encargado de robar el fuego al Dios Supremo, deidad de gran
semejanza con Vulcano, dios del fuego y marido de Afrodita en la mitología griega
[Chevalier, 1982].
uñas. Algunos intelectuales chinos nunca se cortan las uñas de la mano, salvo la
del dedo índice. Así, sus uñas se retuercen y hacen espirales, aunque es lo que se
pretende: ese signo de superioridad denota que su propietario no realiza trabajos
manuales, estando más bien inclinado a las letras, las artes y el ascetismo [Tylor,
1888], siempre dentro de una clase social superior. En el antiguo Siam, las mujeres
de prosapia llevaban largos dedales de plata para proteger sus largas uñas, símbolo
de elegancia. Lo mismo es (en Vietnam) dejarse un pelo que sale de una verruga y
que puede alcanzar una longitud de vértigo. Sin llegar a esos extremos, en Malasia
novios y novias se tiñen intensamente los dedos de las manos con alheña, una de
las fases iniciales del largo y complejo matrimonio, que se conoce «como la prime-
ra mancha».
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LUIS PANCORBO
brutal entre Uriel y Jacob en un campo de batalla de color borgoña. Eso si no era
el propio Jehová, disfrazado de Uriel, quien daba una paliza a Jacob.
uros / urus. Antiguos pobladores INDÍGENAS del Titicaca (lago «de los pumas
de piedra»). Los uros se creían originados al principio de los tiempos en el mismo
lago (mito que compartían los qollas y los antiguos pukaras). Sus descendientes,
los AIMARA, usan aún caballitos, embarcaciones de TOTORA. Uro fue también el
nombre del antiguo bóvido europeo (Bos primigenius). En ATAPUERCA se han en-
contrado restos de uros de casi un cuarto de millón de años [Arsuaga, 2000].
uru. «Árbol del pan» en maohi, el idioma de los polinesios, aunque con varian-
tes: en las islas Cook se llama KURU. Fue el objeto de la misión secreta que llevaba
William Bligh, capitán de la Bounty, a Tahití: debía conseguir allí plantas de uru
(Artocarpus altilis) para trasplantarlas a América, una idea del Almiratango para
reparar a bajo coste el hambre de los esclavos. El asunto acabó mal, y el 28 de abril
de 1789 explotó el famoso motín de Fletcher Christian y 25 leales. Pero Bligh so-
brevivió a eso y a más, y volvió a Inglaterra en una chalupa por el oeste, dando al
final la vuelta al mundo. Consiguió hacer un segundo viaje a Tahití en 1792, al
mando de otra nave, The Providence, y en esa ocasión llevó plantas de uru a Ja-
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Usida. Monte sagrado según el Avesta (> ZEND-AVESTA), el libro sagrado de los
seguidores de ZARATUSTRA. Se llamaba también Kush-i-Khwaga, o «Monte del Se-
ñor», y era esencial, junto con el lago Hamun, para los ritos de los devotos zoroas-
trianos. Se encuentra en la frontera entre Irán y Afganistán y todavía algunos maz-
deístas van en peregrinación en el equinoccio de primavera «en memoria de la
aparición de la estrella anunciadora del Saoshyant, Usida, Mons Victorialis: en el
“Avesta”, el Salvador se llama también el Victorioso…» [Cardini, 2001]. Todo ello
coincide con el tiempo de la Anunciación y la Concepción de Cristo.
Utopía. Del griego u topos, «no hay tal lugar». Tomás Moro (sir Thomas More)
tituló así su obra publicada con gran éxito, en latín, en 1516, abriendo un filón li-
terario y un ideal que trataron de seguir por otros caminos desde anabaptistas a
comunistas. Sin embargo, el protagonista de Utopía se llamaba Rafael Hythlo-
daeus, que significa «el que proporciona absurdos». Siguiendo esa onda vino luego
Mundus Alter et Idem (1600), donde Joseph Hall inventa la dystopia, en la que los
países del sur reflejan a los del norte en un espejo deformante. Y Los viajes de Gu-
lliver (1726), de Swfit. Y Brave New World («Un mundo feliz», 1932), de Aldous
Huxley. Y Nineteen Eighty Four («1984», 1949), de George Orwell… Muchas
fueron las obras inglesas que propusieron salirse del mundo, aunque nada de eso
impresionaría a diversos pueblos de los mal llamados PRIMITIVOS. No sólo conci-
ben el lugar del futuro, o el fuera de lugar: viven en ese sitio, están instalados per-
manentemente en el mito, considerando por ejemplo que los YANOMAMIS, «si no
fuera por Omawe», no existirían, ni se habrían salvado del diluvio en el monte
Mayo-Keki, ni tampoco existirían los napë, es decir, las gentes no yanomamis, las
que saben hacer ollas, machetes, telas… Fue duro cuando ocurrió, porque fue ayer
o mañana, cuando: «El agua iba y venía y a su paso tragaba gente, comía a los Ya-
539
LUIS PANCORBO
nomami» [Bladé, 1983]. Lugares imaginarios, donde se diesen todos los placeres y
ningún inconveniente, poblaron también la antigua Europa: el país de Cocagne
(Cucaña) en Francia era parecido a la Cokaigne inglesa. En España se hablaba de
lo máximo como Jauja, que aún es el nombre de una localidad peruana. Y la ale-
mana Schlaraffenland, la tierra donde las montañas son de manteca; Pomona, don-
de las manzanas no hay más que cogerlas; o Venusberg, donde hay un monte de
Venus en cada esquina. El infantil Bengodi italiano tampoco está lejos de eso, aun-
que más caramelizado. Si no, siempre se podía ir con la mente a Hy Brasil, donde
ya los antiguos señalaron la existencia de un paraíso en condiciones.
540
V Vosotros, difuntos, de las nítidas rodillas.
César Vallejo, Trilce, LXVI
vacas. No hay en el mundo vacas de cuernos tan grandes, y solemnes, como las de
Ankole en el sur de Uganda. Los llamados «cuernos de lira», que hacen famosas a las
vacas de los peulhs, se quedan cortos ante las astas del ganado de los bayankole que
viven en la región de Mbarara: parecen colmillos de elefante puestos al revés. Es el
producto de los cruces y selecciones que hicieron los bahima, es decir, los bayankole
especializados en la ganadería, desde que llegaron a Uganda procedentes del este
hace al menos quinientos años. Con todo, las vacas de mayor fuste desde el punto de
vista simbólico y religioso son las de la India, hasta el punto de que «…hacen falta 86
transmigraciones pasa pasar de demonio a vaca, y una más para que el alma adquiera
forma humana» [Harris, 1989]. Los hinduistas tienen a la vaca como un ser sagrado
y eso implica no matarla ni comerla. El que mate una vaca renacerá en el peldaño
más bajo de la escala y deberá pasar por las preceptivas 86 reencarnaciones. «Los ta-
búes cumplen también funciones sociales, como ayudar a la gente a considerarse una
comunidad distintiva» [Harris, 1980]. El TABÚ de la vaca, no comerla, fue explicado
por el gran abogado del MATERIALISMO CULTURAL como una derivación de la climato-
logía de la India, el ciclo del monzón y otras razones que hacen entender por qué se
pudo apartar con facilidad a la vaca del consumo humano, otra cosa es su profundo
simbolismo dentro del hinduismo. En la India el aprecio por la vida animal y vegetal
fue en aumento desde que tuvieron que competir con la reforma de los budistas,
gentes en las antípodas de lo carnívoro. Pero la veneración de la vaca arranca al me-
nos desde los primeros VEDAS, donde aparece como el ARQUETIPO de la madre fértil
y del cosmos: «La vaca es el cielo, la vaca es la tierra, la vaca es Visnú y Prajâpati…».
Al morir, un hombre se agarrará al rabo de una vaca para que ésta le ayude a cruzar
el proceloso río Vaitarni que separa el mundo del CIELO. Entretanto dan vida mate-
rial (leche, queso y mantequilla), fuerza de trabajo (aran y tiran de las carretas) y sus
boñigas sirven para edificar y para hacer lumbre (a falta de madera). Hasta su ORINA
es medicinal para algunos. En el lado opuesto, los estadounidenses consumen unos
45 kilos de carne de vacuno por persona y año.
541
LUIS PANCORBO
vaconda. Fuerza vital y poder sobrenatural para los sioux (> LAKOTA) de los
Estados Unidos. Es similar a lo que los iroqueses llamaban ORENDA, al NANM de los
haitianos vuduizantes, al INGISU de los papúes y, sobre todo, al MANA de los poline-
sios.
542
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
lo», practicado sobre todo en el sur de Asia. El budismo Vajrayana fue introducido
en el Himalaya en el siglo VIII por Gurú Rimpoché, o Padmasambhava, el que lu-
chó contra el PAGANISMO (> BON) de los lugareños haciendo prodigios, dilocacio-
nes, viajes a lomos de una tigresa… El budismo Vajrayana es la religión oficial del
reino de Bután desde el siglo XVII, gracias a los buenos oficios del lama tibetano
Ngawang Namgyel, padre de ese nuevo país del Himalaya.
vaka / va’a / waka. Canoa polinesia tallada en un solo tronco de árbol. Pahi
era el nombre de las canoas que se usaban para los viajes más largos, donde trans-
portaban familias enteras, cerdos, ÑAMES y KUMARA.
543
LUIS PANCORBO
«Barón de Bello Sol», un húngaro que fue a Francia en 1636 a buscar minas [Fei-
jóo, 1773]. La antigüedad estuvo llena de báculos prodigiosos: el caduceo de Mer-
curio, la vara de Circe, el cetro de Minerva… O la vara con la que Moisés logró
abrir el mar Rojo. O la que se convertía en serpiente: «…y echó Aarón su vara de-
lante del faraón y de sus siervos, y tornóse culebra». Lo único es que el faraón no
se conformó: «…hicieron también lo mismo los encantadores de Egipto… pues
echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras: mas la vara de Aarón devo-
ró las varas de ellos» (Éxodo 7,9-12). Todo se podía lograr con Dios y un bastón,
lo mismo que los FAQUIRES de la India, que convierten a placer una serpiente en un
cayado: el truco es saber tocar el punto exacto en la cabeza de una cobra para que
se ponga rígida unos segundos [Shah, 2000].
veddas / veddahs / vedas. Pueblo DRAVÍDICO residual en Sri Lanka, tal vez
unos 2.000 individuos en estos momentos. Entre ellos, unas pocas docenas son ca-
zadores y recolectores aunque con tendencia a la sedentarización. Los veddas de-
bieron ser los habitantes originales de la isla de Ceilán en tiempos dravídicos y aún
antes. Max Müller [1881] recogía las curiosas impresiones de sir J. Emerson Ten-
nent, viajero por el Ceilán de finales de siglo XIX, sobre que los veddas carecían de
lenguaje: «…se entienden por signos, muecas, sonidos guturales, que se parecen
poco a un lenguaje articulado». Lejos de esas supercherías, los veddas hablan cin-
galés, una lengua indo-europea, y sus propios dialectos. Y hasta reciben el tributo
del templo todos los años en la fiesta de Kataragama por ser descendientes de Vali
Amma, una pastorcilla vedda que fue esposada por el hijo de Siva. Por eso tienen
el poder de parar la Pera Hera o «procesión de los elefantes». Y de ahí la antigua
frase inglesa: «El templo ha de pagar tributo a los vedas».
544
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
sumían la última gota caída, indicaba el tesoro enterrado. Era una «…especie de
varita de virtud, poseedora del don adivinatorio…». [Alberti, 2005]. La arboleda
perdida es un pozo de sorpresas. En la iglesia de Medina de Pomar (Burgos), a Ra-
fael y su hermano Agustín les enseñaron el PREPUCIO de Cristo y, según el sacristán,
«el verdadero…, pues el que se venera en la catedral de Jaén es falso».
velo. Alá dice al Profeta: «Di a las creyentes que bajen sus ojos, oculten sus par-
tes y no muestren sus adornos más que en lo que se ve. ¡Cu-
bran su seno con el velo!» (Corán 24,31). Eso aún influye en
que las mujeres musulmanas lleven velo (> HIJAB). El velo es,
en otro contexto, un símbolo de un estado ambiguo, la tinie-
bla a punto de devenir luz, la oscuridad poco antes de ser ilu-
minada. Un velo separa al sagrario del copón. Y a una novia,
de su próximo estado de casada. Pero para budistas e hin-
duistas velo es sinónimo de MAYA, la ilusión, la ignorancia o
«la materia con la que está tejido el mundo de los fenóme-
nos» [Cooper, 1988].
545
LUIS PANCORBO
Europa el siglo XV bien pudo ser una recrudescencia de una enfermedad ya cono-
cida en viejas culturas aunque no bien diagnosticada. Hubo empeño en buscar su
raíz en la conquista española de América. Se supuso en concreto que la sífilis venía
de La Española, o de Haití, y que de allí pasó al mundo. La enfermedad, que deri-
va del griego Syphilos, un pastor de cerdos o porquero, deja marca en los huesos,
pero no parece haber huellas en los esqueletos precolombinos. En la Biblia hay in-
dicaciones de una enfermedad sexual que bien pudo ser gonorrea. Ni Chaucer ni
Bocaccio, que se volcaron en historias llenas de yacer, dieron pistas claras sobre la
existencia de ese morbo. Todo eso contribuyó al misterio y la controversia, sobre
todo en los siglos XV y XVI, tras el descubrimiento de América. En 1493, Colón
aseguró que algunos de sus hombres habían contraído una nueva enfermedad en el
Nuevo Mundo. El cronista Fernández de Oviedo fue uno de los primeros en des-
cribir las bubas, sífilis según él: pone a los franceses como muy sujetos a esa enfer-
medad, pero sitúa su origen en las Antillas, y aventura que los españoles la contra-
jeron por acostarse con indias. El doctor Rodrigo Díaz trató de bubas a Pinzón, el
piloto de Colón, y en su libro dedicado al rey Juan III de Portugal, habla del «fruto
de todos los santos contra la enfermedad de la isla de Española, comúnmente lla-
mada bubas». Gabriel Fallopius, anatomista ilustre, aseguró: «Colón trajo sus bar-
cos cargados de morbo gálico… allí el morbo es suave, como la urticaria entre nos-
otros, pero trasplantada aquí se hace inmisericorde, infecta y corrompe cabeza,
ojos, nariz, paladar, piel, carne, huesos, ligamentos y al final todas las entrañas».
Todavía en 1730 un libro americano de medicina popular decía: «Los píos españo-
les la cogieron de sus queridas negras en las Indias Occidentales y tuvieron el ho-
nor de propagarla al resto del mundo». Civilización y sifilización fueron juntas, eso
se discute menos. Vasco de Gama la llevó a la India y los moriscos y judíos a África
y Asia Menor. Puede que los misioneros jesuitas portugueses la transportaran con
sus propios cuerpos a China en 1505. Ya en 1569 llegó a Japón. Sin embargo, para
el doctor Girolamo Fracastoro estaba claro en 1530, cuando escribió su poema
médico Syphilis sive Morbus Gallicus, que se trataba de un morbo gálico, francés.
En 1495, el emperador Maximiliano promulgó un edicto donde declaró que «la
nueva enfermedad francesa era un castigo de Dios por los pecados del hombre»
[Haggard, 1929].
ventrílocuos. No son sólo quienes tienen esa habilidad para hablar desde el
vientre, ni los MONGOLES que cantan khoomi sin mover los labios, sino ciertos tex-
tos antropológicos: hablan ellos solos, aunque parezca que lo hagan desde muy
dentro. Según Tyler [1986], la puesta en forma textual ya se ha convertido en el
principio de la actividad etnográfica. Eso sucede en el surf del postmodernismo
dado que «la ETNOGRAFÍA posmoderna privilegia al “discurso” por encima del
“texto”, ella pone en primer término al diálogo y no al monólogo…» [Tyler, 1986].
Por su parte, Clifford GEERTZ [1989] reconstruye las estrategias textuales de mu-
chos colegas y, si no encuentra ventriloquía, sí a lo mejor confesión (de los efectos
producidos en uno por la existencia del otro); meditación (imaginación del otro a
la medida objetivada de lo que se proyecta en él en función de uno); clonación (re-
producción y trascripción de las expresiones del otro tal como se manifiestan); he-
546
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
547
LUIS PANCORBO
vévé. Diagrama sagrado del VUDÚ, con cierto parecido con los YANTRAS hinduis-
tas, realizado generalmente en el suelo con harina de mandioca, maíz, polvo de
café... Los vévés, también llamados seremoni, son dibujos simbólicos, y a menudo
geométricos, que revelarían la presencia de los dioses el vudú (> LOAS).
548
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
DER… Se les atribuye la escritura rúnica (> RUNAS), con un alfabeto llamado fu-
thark, que deriva de los nombres de los primeros 24 signos. Para algunos runa
quiere decir «misterio», algo muy apropiado dado que fue el dios Odín quien en-
señó a escribir a los hombres.
vino de coca. Una bebida estimulante y legal a finales del siglo XIX. Como su
nombre indica incluía extracto de COCA. Un consumidor habitual fue el escritor
Stevenson, quien lo tomaba en Bournemouth (Inglaterra), donde también vivían, y
bebían eso, los Shelley, especialmente Mary, la esposa del poeta. En 1890, Steven-
son escribió una carta desde SAMOA elogiando el extracto de coca como remedio
549
LUIS PANCORBO
contra el catarro. Peores eran sus hemorragias, para lo que tomaba ergotina, un
medicamento que venía del ERGOT, «el mismo parásito del centeno del que fue de-
rivado luego el LSD» [Rankin, 1987].
vipassana. Técnica de meditación. Para los budistas es también ver las cosas
tal como son, algo que ya se sabe que no resulta fácil. Por eso se usa en las cárce-
les. Los temas de meditación vipassana, y el extrañamiento al que conduce, contri-
buyen al parecer a la mejora de la calidad de vida de los reclusos. Arte de vivir,
pues, que sigue de cerca al BUDA más primigenio, el que enseñaba que no hay en-
fermedad, sino enfermos (el doctor Marañón dijo algo parecido que tuvo mucho
éxito), es decir, nada se logra sin erradicar primero el propio y consustancial sufri-
miento humano, el de la existencia y el apego correspondiente. Los dolores de ca-
llos o de padrastros vienen luego.
550
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
vitriolo / vitriol. Con las iniciales de la palabra «vitriol» los ALQUIMISTAS con-
densaban su doctrina: «Visita Interiorem Terrae Rectificando Invenies Operae La-
pidem»: «V.I.T.R.I.O.L.». Significa: «Baja a las entrañas de la tierra y destilando
encontrarás la piedra de la obra». El vitriol o vitriolo es el símblo del proceso de
transformación, según la traducción de Jean Servier [1964]. Pero para Kurt Selig-
mann [1956], V.I.T.R.I.O.L es más bien: «Visita Interiora Terrae Rectificando In-
venies Occultum Lapidem» («Explora el interior de la tierra. Rectificando, tu des-
cubrirás la piedra oculta»). Otra manera de decir, la síntesis alquímica, la
reconstrucción de uno mismo a partir «…de diversos grados de inconsciencia, ig-
norancia y prejuicios» [Chevalier, 1982].
viudas. En Shianchiu (Chechiang), las viudas jóvenes y bellas eran muy solicita-
das para que dieran hijos a las parejas que no podían tenerlas. La mujer estéril se
551
LUIS PANCORBO
Völkerkunde. Estudio del desarrollo material de los pueblos. Uno de los tres
pilares de la ETNOGRAFÍA, junto a Volkskunde, entendido no tanto como FOLCLORE
sino como conocimiento de hechos psíquicos e intelectuales, y Kulturwisenschaft,
ciencia de la civilización en sus elementos iniciales y naturales [Hoyos, 1917]. Esa
idea alemana de entender la etnografía era más elaborada que el criterio francés al
respecto. Por otra parte, «Etnografía y Folklore son el estudio de la vida y el alma
popular; lo que sabe, siente y hace el pueblo, no lo que se sabe de él; es la recolec-
ción de los productos directos de la mentalidad del mismo, en los que, afirma
Wolf, “apenas hay nada insignificante; y, a menudo, en la mayor nimiedad se refle-
ja admirablemente el espíritu que lo anima”» [Hoyos, 1917]. Ya en 1892, Luis de
Hoyos llegó a una recopilación sistematizada «de lo hecho en España» y lo plasmó
en Ensayo bibliográfico de Antropología y Etnografía española, base de un primer
y vasto recuento de documentación. A mediados y finales de siglo XIX hubo en Es-
paña varias sociedades dedicadas a estos temas. Destacaron la Real Academia de
Arqueología y Geografía, presidida por el infante don Sebastián, con cátedras
552
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Volkgeist. En alemán, «espíritu del pueblo». Voz muy representativa del pen-
samiento alemán y configurada a menudo como «el espíritu humano». Por eso fue
también una expresión romántica que tanto se usaba en la lingüística como en la
música. «El lenguaje no es ergon, sino energei, no es producto exterior y artificial,
ni un medio de representación de la inteligencia humana, sino la autorrealización
del espíritu humano enraizada en el espíritu del pueblo histórico…» [Mayr, 1994].
votos. Los votos o promesas religiosas más habituales entre los católicos suelen
ser los de castidad, obediencia y pobreza. Eso ha articulado, con salvedades a la
orden del día, la vida de monjes y monjas, incluso de caballeros de ciertas órdenes
militares y hospitalarias, como la de Malta. La contradicción de los votos hechos a
un ser supremo siempre ha sido no contar con la humana fragilidad y los cambios
de humor de hombres y mujeres. Las vestales, fuesen de Roma o del Cuzco, eran
tan constantes en sus votos y virtud como los sacerdotes cuya moral se vinculaba a
Apolo o a Inti. Todo podía ser, como los EXVOTOS que constituyen una promesa
553
LUIS PANCORBO
554
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
vril. La gran energía oculta en el hombre. Una palabra inventada por Jacolliot,
cónsul francés en Calcuta durante el Segundo Imperio. Poseer y controlar el vril
daría un gran poder sobre uno mismo y sobre el mundo. Según informaciones del
doctor Willy Ley, experto en cohetes que huyó de Alemania en 1933, en el Berlín
nazi proliferaban las sociedades esotéricas, con ramificaciones entre los ROSACRU-
CES, como la Logia Luminosa o la Sociedad del Vril. Influían en las sociedades teo-
sóficas en boga, muchas de ellas inspiradas en Vril: el poder de la raza venidera
(2004), la novela de Bulwer Lytton (más conocido por Los últimos días de Pompe-
ya), donde hombres que han llegado a grandes niveles de psiquismo se ocultan en
cavernas, pero siempre esperando salir para dominar la Tierra. Lytton, autor de
otro libro tan popular a principios de siglo XX como Zanoni, era miembro de la
GOLDEN DAWN, sociedad neo pagana, de masones rosacruces, fundada en 1876
por Wentworth Little (Frater Little, un francmasón y rosacruciano, experto en
Levi). Aunque no faltaban casos y obras aun más asombrosas como la de Godfrey
Higgins The Anacalypsis, «un intento de descorrer el velo de la Savítica Isis». Al
parecer, todo eso influyó en Hitler, otro deseoso de entrar en contacto con los
«Superiores Desconocidos» [Pauwells-Bergier, 1966].
vudú. Palabra que procedería de vodum, vocablo del idioma africano fon [F.
Huxley, 1982]. Según otras versiones, vendría de vudowo en lengua ewe. Su cri-
sol parece estar en Dahomey (hoy Benín). Más que una religión o un culto unita-
rio, es la suma de varias creencias y ritos de los antiguos esclavos. Apela a nume-
rosos LOAS, dioses sobre todo de los pueblos FON y YORUBA. Los principales
cultos según su origen geográfico son: Rada
(Dahomey); Wangol (Angola), Siniga (Senegal),
Congo (IBO, NAGA, kaplaou...), Guinin (Gui-
nea), Badagri (Nigeria)… Luego, en Haití tie-
nen gran importancia los cultos llamados Petro,
ya de procedencia autóctona. El vudú tiene
concomitancias con la UMBANDA, el CANDOM-
BLÉ y otras religiones de Brasil; la SANTERÍA de
Cuba; el obeah de Jamaica; el chugú y dugú de
los GARINAGU de Honduras… En Benín todavía
se practica un vudú ancestral y rural, por ejem-
plo el vudú de la guerra inspirado por la dei-
dad Kokou.
555
W Vusco volvvver de golpe el golpe.
César Vallejo, Trilce, IX
wacas. Dioses lares y deidades de los arroyos, los montes, las cuevas, también
conocidas como HUACAS. En Bolivia, las wacas se han convertido sobre todo en si-
nónimo de un popular baile posthispánico: de hecho significa «vacas». En el de-
partamento de La Paz se ejecuta el baile del Gran Poder, y la waca-thinti, danza de
la siembra de la papa. Se hacen parodias de las corridas de toros en las waca-to-
khoris y, si es corrida con picadores, en la thinti-caballo.
557
LUIS PANCORBO
Waitangi. Tratado firmado en 1840 por 539 jefes MAORÍES, por un lado, y, por
otro, por el capitán William Hobson y representantes de la Corona británica. Am-
bas partes se comprometían a prestarse mutuo socorro, defenderse contra el exte-
rior y casi a amarse. Todo ello quedó en papel mojado y en 1860 estalló la guerra
de Tararaki, la primera de una larga serie de conflictos. Los maoríes no sólo acusa-
ron a los blancos (pakehas) de incumplir las cláusulas del tratado, sino de haber
redactado dos textos distintos. Los pakehas se fueron quedando con las tierras y
los recursos y los maoríes con las gripes, sarampiones, marginaciones y alcoholis-
mos varios que han precipitado su decadencia como pueblo. Sin embargo, en 1975
hubo 30.000 INDÍGENAS neozelandeses que marcharon hacia el Parlamento al grito
de: «Ni un acre más de tierra robado a los maoríes».
Waitomo. Red de cuevas en Nueva Zelanda, entre las que destaca Glowworn
Grotto. Las luciérnagas se congregan en ellas para dar la ilusión al viajero, que
avanza con una canoa en la oscuridad, de que ha llegado al lugar donde las almas
luminiscentes de antepasados —seres más fabulosos que los pájaros kiwis— domi-
nan el submundo. En realidad son luciérnagas (titiwai, en maorí), que en sus seis a
12 meses de vida tienden sus trampas de hilos pegajosos y atraen con sus luces a
otros insectos de los que se alimentan. En tema de insectos bioluminiscentes, Wai-
tomo se lleva la palma, pero no hay que despreciar la abundancia de cocuyos del
Amazonas, ni las fabulosas «moscas de fuego» (fireflies) del río Klias de SABAH
(Borneo).
558
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
en la Tierra / lleva a llorar al Dios más encolerizado». Otro waka notable refleja
con belleza una idea que se le ha ocurrido a más de una cultura del mundo: «El
agua es flexible / y cabe en cualquier sitio, / pero tiene la fuerza / de romper la
piedra».
Wakan. Gran espíritu [Durkheim, 1993]. Esencia espiritual para los indios
sioux (> LAKOTA) y omahas: de ahí viene que llamaran mazawakan, «espíritu del
hierro» o «hierro sagrado», a las primeras armas de fuego que consiguieron de los
blancos. «Los espíritus [para Durkheim], los dioses y los héroes culturales son
concepciones basadas en la idea del alma, que presuponen el principio totémi-
co… El alma no es otra cosa que el principio totémico individualizado» [Morris,
1995].
wand. Atributo de los magos o DRUIDAS gaélicos. Poder conductor de una fuerza
sobrenatural. Un gran wand céltico fue el avellano. Y el tejo (Taxus baccata) de los
antiguos irlandeses con sus arils, o bayas tóxicas.
559
LUIS PANCORBO
wathi-wathi. Antigua tribu ABORIGEN de Nueva Gales del Sur (Australia) que
se creía descendiente de los seres Bookoomuri, y en especial de la pareja de inven-
tores del fuego: Koorambin, «rata de agua», y Pandawinda, «el bacalao». Ambos
guardaban celosamente su secreto en las orillas del río Murray. Un día vino Kariga-
ri, «el halcón», y mientras la pareja se entretenía cociendo mejillones de agua dul-
ce, robó el fuego e incendió las orillas del Murray llenas de juncos. FRAZER [1930]
hizo una compilación exhaustiva sobre El origen del fuego especificando las mejo-
res maderas usadas por los pueblos primitivos para conseguir el fuego por fricción
de dos palitos: el hibisco (Hibiscus tiliaceus); una especie de xanthorea, planta es-
pinosa muy bien adaptada en Australia a sequías e incendios; el bambú; el cocote-
ro; el árbol del pan; el cedro; el algodonero; el baniano (Ficus indicus), y plantas
de la especie Eugenia y Cordia.
560
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
wigwam. Palabra del idioma de los abenaki, tribu indígena dentro del grupo
lingüístico algonquino, del nordeste de los Estados Unidos, que da nombre a un
tipo de tienda oval con armazón de varas de abedul, y que luego pasó a denominar
cualquier tipo de vivienda ancestral, y a veces móvil, de los INDIOS norteamerica-
nos. Los wigwam podían alojar hasta 10 o 12 personas. Po-
dían ser desde teepe («tipi»), tienda cónica de los indios
de las grandes llanuras, a cabañas de madera como en
las culturas indias del noroeste, o a wickiup, chozas
con techos de paja y forma de cúpula, como en la cul-
tura de los indios de California-Intermountain. Las
casas largas, grandes y de madera se estilaban en los
bosques orientales (Eastern Woodlands). Cuestión
aparte son las alcazabas de adobe de los indios PUEBLO del suroeste. El término
«wigwam» se aplica ahora en Estados Unidos a una «arquitectura de borde de la
carretera». Moteles, hostales, tiendas de regalos, pueblos indios, gasolineras, cam-
pamentos, todo eso se llama «wigwam». Todo lo cual está muy lejos obviamente de
la «Operación Wigwam» de 1955, un plan nuclear secreto para estudiar mareas a
gran profundidad en el Pacífico.
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
del dominio divino. Wycliff se adelantó mucho a su tiempo al pedir que el lord de
turno, en vez de estar siempre ausente, viviera con su familia en el castillo de su
propiedad: así no habría tantos campos improductivos. La disipación viene cuan-
do el ojo del amo está ausente y, siempre en esa línea filantrópica, había que dar al
pueblo las riquezas de iglesias y santuarios. Wycliff no hablaba a humo de pajas y
llegó a redactar nada menos que 33 tesis sobre la pobreza de Cristo, como la III,
que dice: «Todos los sacerdotes de Cristo —papas, cardenales, obispos, abades,
priores…— deben seguirle en su pobreza evangélica». Pura dinamita en la época.
Además se permitía criticar no sólo a las jerarquías, sino algunos sacramentos.
Desde el punto de vista de Roma, Wycliff había caído de hoz y coz en la herejía.
Sin embargo, sus expresiones, claramente heréticas para el Concilio de Constanza
(1415), eran muy nobles y muy cátaras, como la de que «cada hombre es señor del
universo, y eso no sería compatible con la multitud de los hombres si ellos no po-
seyeran el mundo en común. Por tanto, todos los bienes deben ser comunes»
[Winn, 1929].
563
X Oh exósmosis de agua químicamente pura.
César Vallejo, Trilce, LXXXIII
x. Incógnita. El signo «x» del antiguo español sonaba como «ch». Lo inventaron
los árabes para su álgebra [Ben Jelloun, 2002]. Vigésima séptima del alfabeto car-
gada de sexo y rayos.
565
LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Luego, no fue tan importante este asunto. A un obispo español del siglo III llama-
do Marcial le pusieron a caldo por haber asistido a un banquete pagano, olvidando
así su dignidad. Es más, fue acusado de idolatría y depuesto del grado de obispo
[Martigny, 1865]. San Mateo daba ejemplo de probidad no probando la carne.
Santiago se alimentaba con pan y agua, y san Pedro de altramuces (según cuenta
san Gregorio Nazianceno). San Pablo había hecho el voto de los nazarenos en vir-
tud del cual proclamaba en su Epístola a los romanos (14,21) que no es bueno co-
mer carne ni beber vino. Esa frugalidad se hizo migas con los banquetes eclesiásti-
cos, especialmente los medievales, caricaturizados con gran humor y energía por
Rabelais, el padre de Gargantúa y Pantagruel (1532).
Xipe / Xipe-Totéc. «El desollado». Dios de los AZTECAS que era el sumo sím-
bolo de la pureza, y de la primavera, precisamente por vestirse con PIEL HUMANA,
«el nuevo verdor de la tierra… La juventud siempre será la fresca piel que parece
recién hecha, y el invierno, nuestra vieja envoltura caduca señalada con las arrugas
y las cicatrices del tiempo» [Benítez, 1950]. Hay una especie de sintonía entre
Xipe y Coatlicue, diosa de la muerte, y entre esta diosa azteca y la hinduista Kali.
567
LUIS PANCORBO
Coatlicue no lleva guirnaldas de cráneos humanos como Kali, pero tiene un collar
«de manos cortadas y corazones y en lugar de cabeza, un símbolo loco de colmillos
y serpientes…» [Benítez, 1950].
xuxona. «Chupona», vampira galaica que chupaba sangre a los niños, con la
misma o parecida catadura que la bruxa o la estrige, otras especialistas en el beber-
cio sanguíneo del norte de España, de Galicia a Cataluña [Avila, 2002]. La xuxona
tiene como vecinas más inmediatas a la guajona de Cantabria y la GUAXA astur, si
ésta no es simplemente un búho. Aurelio de Llano [1922] puso sobre aviso sobre
la falsificación de personajes mitológicos: quizá sea falso el mismo Sumicio, una es-
pecie de TRASGO astur que hace perder las cosas. Ramón Baragaño [1983] ha real-
zado la raigambre céltica del sistema mítico asturiano poblado de XANAS, cuéle-
bres, busgosus, trasgus…, criaturas todas esperando a un Tolkien que las redima.
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Y Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin.
César Vallejo, Trilce, XXXIV
Yadz. Ciudad del actual Irán que fue el centro tradicional de la religión zoroas-
triana. Allí se encuentra el Ateskhade, o «Templo del Fuego», con su llama eterna
simbolizando a Ahura Mazda, el dios, o principio divino positivo. Resiste allí una
pequeña comunidad fiel a las ideas de ZARATUSTRA después de casi cuatro mile-
nios. En las afueras de Yadz se alzan las torres del silencio (> DOKHMA) donde se
dejan los cadáveres para que los coman las aves rapaces.
yagé. Bebida alucinógena usada por varias etnias amazónicas, entre ellas los tuka-
nos del Vaupés (Colombia). «Beber yagé es un coito espiritual, dicen los payé, o cha-
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LUIS PANCORBO
Yahvé / Yavé. Dios supremo, Dios innombrable para los hebreos. «Yahvé era y
es la personificación de Dios más misteriosa jamás concebida por la RAZA humana,
y, no obstante, al principio de su carrera comenzó siendo el monarca guerrero del
pueblo que denominamos Israel» [Bloom, 2006]. Yahvé protagoniza la Tanakh ju-
día, como el Antiguo Testamento de los hebreos, pero es asimismo «la ficción su-
prema, el personaje literario (por llamarlo así) que permite una meditación más in-
agotable, superando en ello a Jesucristo y a las caracterizaciones más grandes de
Shakespeare: Falstaff, Hamlet, Iago, Lear…» [Bloom, 2006].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
nen, divinidades. Tal vez el más conocido sea el triángulo normal: Purusha, Siva y
Linga; y el triángulo invertido: Prakriti, Sakti y Yoni. Uno
de los yantras más famosos, y más sagrados, es el Srhiyan-
tra, un cuadrado que encierra un círculo y nueve trián-
gulos entrecruzados, cuatro masculinos hacia arriba y
cinco femeninos con el vértice hacia abajo. Otro yantra
célebre es el círculo en el que hay dos superficies que se-
mejan dos peces invertidos, el yin y el yang, masculino y
femenino (> YIN-YANG). En los templos hindúes del sur
se ven gentes, mujeres sobre todo, trazando con tizas de
colores en el suelo sus yantras preferidos: en medio colocan
una ofrenda y una mecha encendida impregnada de mantequilla.
yao. Una de las seis tribus del «Triángulo del Oro», o «del Opio», entre Tailan-
dia, Birmania y Laos. Las otras tribus son akha, lisu, MEO (o hmong), lahu y KAREN
(padaung). Los yao son de creencias animistas y cultivadores de la adomidera, la
amapola del opio, de donde obtienen sus recursos. Procederían, como las otras
cinco tribus, de Yunnan (China). Las mujeres yao se ponen grandes adornos de
plata y gorros negros rematados con bolas o pompones de color amaranto. Se dice
que llevan encima toda su DOTE, la que se van pasando (e incrementando con el
opio) de madres a hijas. Sólo en Tailandia, los yao son en torno a 15.000. Los lahu,
unos 10.000. Los lisu, unos 20.000, casi como los akha; mientras que los más nu-
merosos son los meo y los karen, unos 70.000. Pero los censos repelen a las tribus
del opio. Contar gente sería tan desconsiderado como hacerlo con las amapolas.
Nadie dice cuánto dinero tiene en el banco.
yaqui. Tribu INDÍGENA del noroeste de México del grupo pima-nahua que a sí mis-
mos se llaman yoreme, «personas». Tomaron su nombre del río Yaqui desde donde
antaño se extendía su territorio hasta el mar, en lo que hoy es Guaymas (estado de
Sonora). Ahora viven concentrados en ocho pueblos: Vicam, Tórim, Potam, Ráhum,
Belém, Huiviris, Bácum y Guamuchil. El CHAMÁN Don Juan de los libros de Carlos
CASTANEDA era un indio yaqui que usaba PEYOTE, al que llamaba «humito».
yardanistas. Adoradores de los ángeles (> ÁNGEL), entre los cuales no faltan
los caídos (> ÁNGEL CAÍDO). Entre los principales grupos yardanistas que queda -
rían en Irak, sobre todo en el Kurdistán, con toda la inseguridad del caso dada la
situación bélica, figuran los de Ahl-i-haqq (el grupo más numeroso con alrededor
del 13 por ciento); pequeños grupúsculos de YEZIDITAS, en torno al dos por ciento;
alewis (> ALEVÍ), que también tienen presencia en Siria y Turquía, y otros. Yezidi-
tas y Ahl-i-haqq serían yardanistas que, además de adorar a los ángeles, apuestan
por la REENCARNACIÓN, algo que sorprende: «…no hay un pensamiento paralelo a
esto en el zoroastrismo, ni el concepto de TRANSMIGRACIÓN de las almas…» [Kre-
yenbroek, 1995]. Los yardanistas recuerdan en ciertos aspectos a los antiguos ha-
sashin (> ASESINOS), sobre todo el grupo de los que explícitamente se declaran
adoradores de Satán, los llamados shaytan parastiya de Irán.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
de un Dios junto a otra entidad que tiene tres personas, Seih’ Adi, Yezid y Malek
Ta’us, más conocido en otros lugares como Lucifer o Belcebú.
Yenisei. Por el bajo Yenisei, el gran río siberiano, la naturaleza no es tan hostil
como corresponde al CLICHÉ de Siberia: corre el zorro azul, vuela el somormujo y
la perdiz blanca, el pato careto, los chorlitos y las agujetas. Lo principal era, y es, la
hospitalidad de los dolganes, pueblo de origen tungúsico: «Me fijé en que, si bien
sus caras y manos eran morenos, los brazos y el pecho de estos dolganes eran tan
blancos como los de un europeo. Los dolganes hay que reconocer que son una
RAZA limpia. Yo vi a yurakos y samoyedos tan sucios…» [Haviland, 1921]. Hoy los
dolganes (menos de 5.000) corren serio peligro de ser asimilados por otras etnias
mayores, en concreto por los yakutios, como sucedió con los antiguos SOYOTOS.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
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LUIS PANCORBO
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
camino estará superada la fuerza yóguica y se será —tal vez— supramental, autoe-
xistente y absoluto. El yogui es tentado por los dioses para que renuncie a su asce-
tismo y se abandone en el gozo celestial, pero… «renunciando a todo apego ni si-
quiera se siente orgulloso de pensar que está siendo tentado por los dioses…»
[Patanjali, 1987]. He ahí la perfección suprema, se diría. «¿No sería posible, enton-
ces, adentrarse en la esfera del sueño profundo sin perder la conciencia y contemplar
la disolución de los mundos, incluyendo a los dioses y a los sueños? Ésa es la auténti-
ca victoria que persigue el yoga» [Campbell, 1998]. Aunque habría más éxitos, quizá
los más difíciles todavía sean: poder reducir la «realidad infinita» a la comprensión
del Shiva Linga, o «Falo de Siva», cuando ni siquiera se puede aprehender la reali-
dad a través de la percepción directa (pratyaksa), ni siquiera usando la inferencia
(anumana) o la comparación (upama). Sin embargo, el falo de Siva «es uno de los
medios indirectos de comunicarse con la Realidad» [Parthasarathy, 1983].
yoni. Vagina, vulva, sexo femenino, sexo de diosa, receptáculo del LINGAM o falo
de Siva. Es una vasija, una peana, un altar, un triángulo, de los más variados mate-
riales, donde los hinduistas depositan ofrendas y realizan sacrificios. Dando un sal-
to oceánico, existe un yoni terrible en algunas cultu-
ras de las Indias Occidentales. Es la vagina dentada
de los mitos KOGI. La Vagina Llena copula con los
cactos en mitos de los INDIOS del suroeste de los Es-
tados Unidos. Volviendo a la India, en su parte más
nororiental, en Kamakya (Assam), hay un templo
donde cayó el yoni de la diosa Sati, tras ser despeda-
zado el cadáver de esta diosa por BRAHMA. El punto
clave del templo es una hendidura en la roca que
está bañada por un manantial subterráneo que, al principio de los monzones, «se
tiñe de rojo con óxido de hierro». Milagro, pues, para los adoradores de Sati, que
allí pueden ver la menstruación de la diosa [Husain, 2001].
yopo / epena. Polvo de semillas y cortezas, potente alucinógeno usado por los
YANOMAMI de la Orinoquia. Se insufla en cuclillas mediante una caña (mokohiro)
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LUIS PANCORBO
que alguien sopla en las narices de otro. Los yanomami lo llaman epena y es de tres
tipos: pararo, yakoana y maxibara, aunque el más frecuente sea el primero a base
de la planta Anadanthera peregrina. Los efectos son fuertes: convulsiones, sudora-
ción, escupitajos, mucosidad y una excitación como si al sujeto le disparasen un
cartucho de perdigones en las fosas nasales. Así se expulsan los hékura, o malos es-
píritus. Es la manera que tienen de entrar en su mundo alterado y trascendental, el
que culmina en ultratumba, en la Casa o Maloca de Yaru, «el Trueno», donde el
alma, sombra o NORESHI, hechos los debidos ritos de ingestión de las cenizas, final-
mente se completará con la del animal que se tiene como doble desde la infancia,
sea el águila arpía, el tapir o la hormiga…, y así finalmente saldrá el pore, o no-po-
rebi, el alma inmortal, aunque sea para vagar por la selva. «El concepto yanomamo
de ETERNIDAD difiere del nuestro» [Cocco, 1972]. Los yanomami no son los únicos
amazónicos que usan yopo. Se sabe que usaban sustancias parecidas otomacos, sá-
livas y otras naciones extinguidas de la Amazonia venezolana [Gumilla, 1955] y de
otros puntos de la gran cuenca amazónica. Pero su desaparición no se debe al pol-
vo alucinógeno, sino a causas que tienen mucho que ver con el CHOQUE cultural,
eufemismo a veces de la pólvora.
578
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
yuga. Era, eón, edad, lapso temporal mítico para el hinduismo. Hay cuatro yugas
que forman una unidad, la mahayuga, caturyuga o «gran edad». Mil mahayuga ha-
cen una KALPA. Las cuatro yugas son: Kritayuga, edad de la verdad o de oro (duró
cuatro mil años divinos, o sea cuatro mil de aurora y otros tantos de ocaso); Tetra-
yuga, tres mil años, y Dvaparayuga, dos mil años. La última parte corresponde a la
presente Kaliyuga, tal vez de mil años, la era que se resolverá con un gran cataclis-
mo, seguido de un juicio final y de la llegada de Visnú, como supremo justiciero,
montado en un caballo blanco. Será al fin de los tiempos y el momento de restau-
rar el DHARMA o la ley, entendida como rectitud, la verdad. Pero el verdadero final
del ciclo no es eso, sino la mahapralaya, «gran disolución». Los griegos, especial-
mente Hesíodo, reflejaron a su modo la idea de las cuatro yugas con las cuatro
edades (oro, plata, bronce y cobre). También los antiguos mexicanos hablaban de
cuatro soles o edades, siendo la que vivimos ahora la era de Ocllín, «el Sol del
Temblor». Campbell [1998] recordó que los indios sioux (> LAKOTA) y pawnee
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LUIS PANCORBO
también creían en cuatro edades cósmicas regidas por el «Búfalo Creador», el que
pierde un pelo cada año y una pata cada era (como los hinduistas que creen que la
«Vaca de la virtud» pierde una pata en cada yuga). Hay quien cree que la Kaliyuga
acabará en el año 2012, por ejemplo gurú Singh, un distinguido y escuchado SIJ, y
que, tras un tiempo de turbulencia, empezará la «Era del Acuario» (> ACUARIUS),
todo verdad, gozo y demás, como ya predijo el musical Hair.
yule / yul / jul / gule… Palabra germánica para marcar el nadir del año, lo
contrario de su cénit. Es la rueda del giro del sol (o «rueda de los galos») que sim-
bolizaba la muerte del año viejo. En los países del norte de Europa marcaba el
solsticio de invierno (20-21 de diciembre) y en la antigua Roma, la época de las sa-
turnalias y otras fiestas cuyo epicentro era el 25 de diciembre, el que congregaba
los fastos en honor del Sol Invicto (Dies natalis solis invicti), lo que procedía a su
vez de los cultos de Mitra. Todo ello lleno del simbolismo de la victoria de la luz
sobre las tinieblas (> NAVIDADES). También había un entronque de esas celebracio-
nes solsticiales con los ritos de Egipto, donde en ese tiempo Horus renacía en Isis.
Era además cuando aparecía el dios escandinavo Baldur (BÁLDER), siempre el 25
de diciembre. Además el 25 de diciembre se celebraba el cumpleaños más paradó-
jico, el que celebraba el nacimiento de Dionisos, el dios muriente. Y la coinciden-
cia en la fecha aun se podría extender a otros antiguos dioses asiáticos como Tam-
muz y Attis. Pero en Yule se puede rastrear la Navidad tal como la entendían en el
norte de Europa: durante 12 días, los muertos volvían a la tierra, sembrando de
caos 12 noches. Esas 12 jornadas equivalían a las CABAÑUELAS, las predicciones de
los próximos 12 meses del año. Lo más importante ritualmente era quemar un
tronco de roble, un tronco anicónico, es decir, sin representación alguna de divini-
dad ni emblema, y eso era el final del año, el año viejo, ardía así el invierno y se ce-
lebraba el renacimiento del Sol. Pero en ese momento, en la hoguera también se
consumía la vieja persona y se producía la renovación, así como las cenizas esparci-
das evocaban la vida y la siguiente primavera [Cooper, 1988]. Otros rituales, agru-
pados en el bello lema del «Dios Mugiente», el que cae muerto para renacer, en
vez de usar roble, el ÁRBOL SAGRADO de los DRUIDAS, empleaban pino, por ejemplo
para conmemorar a Atis, Dionisos y Woden (WOTAN). La hiedra en torno al tron-
co era considerada la «corona de Dionisos» o la «planta de Osiris». El árbol de At-
tis y Dionisos se llenaba de ofrendas y regalos para esos dioses, mientras que el sa-
grado abeto de Woden era más mágico: él daba regalos a quienes le honraban.
Paulatinamente todo eso fue siendo asimilado a la Navidad cristiana, la cual ya in-
cluye entre sus ornamentos los árboles paganos. Yule era sobre todo la gran puerta
del año, aun más que el Midsummer, para celebrar el solsticio de verano (21-22 de
junio), aparejado por influencia cristiana a san Juan (es la fiesta de Johannus en
Finlandia). En la tradición celta, entre los solsticios se intercalaban dos fiestas
equinocciales. En primavera: Imbolc o Candlemas (a principios de febrero), una
especie de rogativa por la luz; y Beltane, del 30 de abril al 1 de mayo, que es cuan-
do en países germánicos y nórdicos viene la Noche de Walpurgis (Valborg, Wal-
purga…). Luego había dos fiestas en otoño: el 1 de agosto, Lughnasadh, «los jue-
gos de Lugh» (de Lammas, «la misa de la hogaza»); y SAMHAIN, entre el 31 de
580
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
yuyu / juju. Hechicero entre los YORUBAS del reino de OYO. La palabra tam-
bién ha pasado en España a ser sinónimo de temor, mal presentimiento. El yuyu de
Oyo puede practicar MAGIA negra y es experto botánico, más que nada en tóxicos
(en el VUDÚ haitiano sería el bokor). Preside la ceremonia de egungun, conjunto de
ritos en honor de los antepasados, cuando éstos viven durante una semana con los
vivos hasta que el espíritu Aranta, amo de la fiesta, les transporta de vuelta al otro
mundo [K. Müller, 2000].
581
Z Zumba el tedio enfrascado
bajo el momento improducido y caña.
César Vallejo, Trilce, XXIX
z. Última letra del abecedario español —y de éste—. La zeta es letra muy enjundiosa,
siempre que no se convierta en seta, aunque la seta sería de recibo si es una amanita
autorizada en la variada geografía del español, o sea, una zeta pronunciada de forma
predorsal seseante. Zeta en álgebra es una abreviatura de una incógnita cuando las
otras dos incógnitas están representadas por «x» y por «y». Otras zetas del mundo:
«hecho una zeta» significa «contrahecho» en Francia. Zeta no es sólo la marca comer-
cial que pone el Zorro con su florete, sino lo que ponían los resistentes griegos duran-
te la dictadura: «Vive». Zeta como «vive», zeta como baila Zorba el griego.
zabalin. Basureros de El Cairo (de zbala, «basura» en árabe). Hay toda una ciu-
dad, Zabalin City, al pie de la colina Muqattam, donde sobreviven miles de personas
que se ganan la vida rebuscando entre los desperdicios. Los zabalin se asocian a las
varias clases o subclases, o PARIAS efectivos, que también existen en Egipto, como los
gitanos o ghagar nawar (> ZOT) y los llamados helbi DOM, que parecen tener su ori-
gen en la India, donde aún son encargados los INTOCABLES de quemar los cadáveres.
zacum. Para los mahometanos, árbol del infierno con cabezas de diablos como
frutos [Flancy, 1842].
583
LUIS PANCORBO
ámbito rural manchego, hasta bien entrado el siglo XX, eran también tildados de
zajoriles determinados curanderos que dieron tempranas señales de poseer pode-
res especiales (por ejemplo, hablar en el útero). Luego podían con muchas enfer-
medades, como con el herpes o culebrilla; sin embargo, se les resistía la rabia. «Su
virtud de curar la comparten con los gemelos» [López García, 2002].
zambos. Hijos de india y negro, y también de mulata y mestizo. Los indios MIS-
QUITOS de la costa de Honduras eran llamados zambos, y zambales, sus pueblos.
Otras veces reciben el nombre de cafusos los mestizos de indios y negros, algunos
de ellos microcéfalos con cabellos «en escoba de barco» [Topinard, 1891].
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
seña, pero que, acosado por dioses nuevos, se eleva y desaparece en los cielos de-
jando en la tierra las huellas de sus pies. De todas las antiguas civilizaciones se sa-
can misterios, dadas las fallas de interpretación. Los zapotecas están entre los ame-
rindios mejor situados en el ojo del huracán del misterio, especialmente por lo que
se refiere al monte Albán, una montaña llena de templos y falta de agua (misterio
al canto, si no se cuenta que el río Atoyac corre abajo, en el valle). Monte Albán
empezó a ser construida medio milenio antes de Cristo, y esplendió desde el 100 al
800, cuando los zapotecas fueron desplazados por los mixtecas. Antes de eso cons-
truyeron monumentos que aún causan estupor: templos, pirámides y también, y
sobre todo, esculturas, bajorrelieves que, para algunos, serían de chamanes CANÍ-
BALES, y, para otros, de bailarines entregados a los sueños de las «flores», los hongos
alucinógenos. Y a eso se suma la versión, por ciertas figuras poco descifrables, de
que los zapotecas contaban con médicos capaces de las más extrañas obstetricias.
zar. En Etiopía, dios de los antepasados, dios guardián, y también genio maléfico.
Contra ellos se usa el askema, TALISMÁN que contienen pergaminos con textos sa-
grados y fórmulas mágicas. Llegó a haber un verdadero culto a los zar, sobre todo
entre la tribu de los oromo, al norte de Addis Abeba, entre los siglos XVI y XVIII.
Según una leyenda, recogida por Mercier [1979], el rey Kaleb de Axum, que reinó
en el siglo VI, tuvo cuatro hijos. Tres de ellos fueron reyes de la noche, con todo su
despliegue de maldades y enfermedades y con su séquito de plagas y locuras. El
cuarto hijo, Gabra Maskal, reinó sobre el día y sobre los humanos. Los zar son los
hermanos nocturnos de los humanos. Algunos creen que los zar se transmitían de
generación en generación. Se les ofrecían sacrificios, de carneros o cabras: con su
sangre se hacían abluciones y con su piel, talismanes, generalmente en forma de ro-
llos.
Zaratustra / Zoroastro. Hace unos tres mil años, si no fue un ser ficticio,
predicó el profeta de una religión que aún se conserva y se practica por alrededor
de 100.000 personas, tanto en Irán (grupos de guebres) como en la India (los PAR-
SIS). Habiendo sido generado en tiempos de los Aqueménidas, seis o siete siglos
antes de nuestra era, el zoroastrismo es una de las religiones más antiguas seguidas
de forma ininterrumpida en el planeta. Ahura Mazda, el gran dios, fue quien inspi-
ró a un hombre persa llamado por los griegos Zoroastro, «astro de oro». Por ese
dios Ahura Mazda, absoluto si no fuera por su contrario Ahrimán, se llama tam-
bién MAZDEÍSMO a esa religión, que es anterior a las enseñanzas confucianas, budis-
tas y taoístas. El mazdeísmo oscila siempre entre el Espíritu del Bien (Vohu Man-
585
LUIS PANCORBO
Zarzura. Remoto oasis del desierto egipcio que pudo coincidir con la quimérica
«Ciudad de Latón» mencionada en Las mil y una noches. Zarzura se hallaría al
este de la ciudadela de Es-Suri según el Kitab al Durr al Makmuz («Libro de las
perlas enterradas»). En 1932, el conde húngaro Ladislaus E. Almásy, junto a los in-
gleses Clayton y Penderle, buscó Zarzura por la zona del Jiff Al Kabir, «el Gran
Acantilado». Lo que encontraron fue el fabuloso Wadi Sora, o «Valle de las Imáge-
nes», con la famosa «Cueva de los Nadadores» con pinturas de gentes disfrutando
en el agua de hace unos quince mil años. Un prodigio, que no un espejismo, el fan-
tástico descubrimiento que Almásy quiso enseñar a Leo FROBENIUS, con el resulta-
do de que éste se lo atribuyó, no sin provocar una amarga disputa. Almásy fue de
todos modos quien copió en acuarelas los dibujos de los nadadores y quien mejor
alimentó la leyenda de Zarzura. «En esos valles hay, desde luego, zarzura [una es-
pecie de pájaros], pero sus nombres correctos son Valle Rojo (Uadi Hamra), Valle
de Abd el Melik y Valle de las acacias talha» [Almásy, 1999].
586
ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
zelotes. Secta judía contemporánea de Cristo, como los ESENIOS, y cuya activi-
dad duró hasta después de la crucifixión. Todavía en el año 44 d. C. los romanos
mataron a 20.000 zelotes en la ciudad costera de Césarea. Zelotes eran, por otro
lado, los judíos que se atrincheraron en el año 66 en la fortaleza de Masada, al su-
roeste del mar Muerto, donde cerca de 1.000 se inmolaron (suicidaron) en el año
74 antes que rendirse. Un relato del asedio de Masala se tiene en «la guerra judía»,
la gran obra de Flavio Josefo, quien pudo asistir en persona a los hechos que narra
y, por tanto, su escrito es considerado de lo poco cierto existente sobre un periodo
histórico lleno de humo e intereses, tanto de parte cristiana como judía.
zen. Término japonés para el budismo chino ts’an o ch’an, introducido en el país
del Sol Naciente el siglo XII desde China. Zen es filosofía, religión, actitud, discipli-
na de raíz budista taoísta. O sea, otra inefable vía de aprendizaje hacia la perfec-
ción estimulada a veces por las preguntas sorpresa del maestro: «¿Cuál era tu ros-
tro antes de que nacieran tus padres». «¿Cómo se puede aplaudir con una sola
mano?» A esto se llama koan, «problema». El zazen es la meditación en postura de
loto. Zendo es la sala de meditación. Zen significa, para japoneses y occidentales,
lo que reduce la ansiedad de vivir, y lo que despojaría de muchos follajes a la vida
moderna.
zemíes / cemíes. Ídolos de los indios taínos de las Antillas. Podían ser piedra
o madera, pero con la característica, que ya notaron los primeros cronistas, y sobre
todo el primero de ellos fray Ramón Pané, de exhibir unos voluminosos genitales.
El zemí Yucahuguamá (o Vagua Maorocoti) —siempre según Pané— llegó a anun-
ciar a los taínos que sus días estaban contados: «…vendría gente vestida y… ellos
se morirían de hambre» [Hernando Colón, 2000]. Claro es que los zemíes no ha-
blaban sin que un indio se escondiera antes en el bosque y dijera lo que tenía que
decir el ídolo por una cerbatana o trompa.
587
LUIS PANCORBO
del sacrificio, con plegarias y cantos), todos ellos correspondientes al gran Avesta,
mientras que el Pequeño Avesta sería más bien un conjunto de oraciones [Berti-
llon, 1880]. El zoatar, o sacerdote, cuida del fuego e invoca el sacrificio para el que
los fieles allegan oan, «carne» y haoma (> SOMA), cuyo jugo será exprimido y con-
sumido en una especie de comunión.
zibeta / civeta. Parte odorífera del cuerpo humano y aún del cosmos. Lejos
de ser el conocido animal, o gato de Algalia, la Zibeta occidentalis marcaba el oes-
te oloroso del mundo y del cuerpo humano, así como la cara indicaba el este. Era
la fantástica geografía de Paracelso, corroborada por Eusebius Nierembergius,
eminente jesuita español que creía que el cuerpo humano era magnético y que po-
día dividirse como los cuatro puntos cardinales. Así, puesto un cadáver en una
barca, no pararía hasta llegar al Polo Norte, cosa que suscitaba sus dudas a un ra-
cionalista precursor como el inglés Ross [1652]: ni los santos ni los faraones se ha-
bían movido en sus tumbas. También era dudoso lo que se decía en el siglo XVII
sobre el magnetismo de La MECA y del propio cuerpo de Mahoma, que eran capa-
ces de flotar en el aire.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
cos utilizando las mañas de los antiguos MAU-MAU de Kenia. Su mujer es la prime-
ra en copar las mejores tierras. Si el antiguo dictador del Zaire, Mobutu Sese Seko,
se hizo famoso por su vestido de leopardo; Idi Amin Dadá por sus aficiones CANÍ-
BALES, y lo mismo Jean Bedel Bokassa, emperador de la República Centroafricana,
Mugave ha hecho verdaderos esfuerzos para superarlos a todos. Los beneficiarios
del expolio, la extorsión o el robo, según una escala que él administra, son «sus pa-
rientes cercanos, sus compinches del partido y sus oficiales de mano dura», dice
Soyinka, el escritor que abrazó la religión YORUBA «porque profesa el culto de la
naturaleza y los antepasados» y que se espanta cada vez que ve a un africano como
Mugave dejando pálido al Führer. Y tanto, un jefe de milicias mugavistas se llama-
ba directamente Hitler. Consternación, pues, se abate sobre el hermoso país del
África austral, donde las ruinas del Gran Zimbabwe, al sur de Harare, antigua Sa-
lisbury, capital colonial de Rodesia del Sur, atestiguan una cultura poderosa y sofis-
ticada basada en la explotación de minas de oro, cobre, hierro… El llamado «Gru-
po de Mound» tiene edificios con muros elípticos de unos 27 metros de altura.
Para el alemán Karl Mauch, buscador empedernido del OFIR, el supuesto ELDORA-
DO del rey Salomón y la reina de SABA, encontrar en 1871 el Gran Zimbabwe no
fue un premio de consolación. Era algo real, fabuloso como Machu Picchu o Ang-
kor Wat. Ridder Haggard, el padre de las novelas de Tarzán, también maquinó,
inspirado quizá por las ideas del misionero, etnógrafo y explorador belga Schebes-
ta, sobre la existencia de una ciudad fabulosa del siglo IX, la capital del dorado rei-
no de MONOMOTAPA.
Ziz. Animal de la mitología hebraica, creado por Jehová el quinto día junto al Le-
viatán. Fue una de las más posibles inspiraciones del pájaro Roc descrito por Mar-
co Polo. También se interpreta que sea un Ziz el ser mencionado en la Biblia:
«…quebrantaste cabezas de ballenas en las aguas… magullaste las cabezas del le-
viathán…» (Salmos 74,13-14). Otra descripción bíblica del Leviatán podría coinci-
dir con la del propio Ziz: «…los órdenes de sus dientes espantan... con sus estor-
nudos encienden lumbre… hace hervir como una olla la profunda mar…» (Libro
de Job 41,1-34). En cualquier caso, el Ziz es uno de los tres animales que deben
devorar a los justos en el banquete de Armagedón, junto al Leviatán y al BEHEMOT.
zo’é. Grupo indígena de origen tupí-guaraní, de unos 2.000 individuos, que vi-
ven en el norte del estado brasileño de Pará, junto a los ríos Erepecum y Cuminá-
panema. Fueron avistados en 1975 durante los trabajos de construcción de la Ro-
dovia Perimetral Norte. Tras esporádicos contactos en 1987, y el intento de
evangelización por parte de los misioneros de NUEVAS TRIBUS, estos INDIOS no ca-
yeron hasta 1991 bajo la protección de FUNAI (Fundación Nacional del Indio)
que asumió el control de la zona. Los zo’é son también conocidos como poturus
por insertarse un poturu, un palo o clavija, en el labio inferior.
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LUIS PANCORBO
rald Brenan [2001] relata que, cuando san Juan de la Cruz fue a vivir a Ávila, aca-
bó en una casa del jardín de la Encarnación, sita precisamente sobre el solar del
viejo cementerio judío. Otras fuentes creen que los 23 volúmenes del Zohar («es-
plendor» en hebreo) fueron dictados y revelados por el gran cabalista y rabino Shi-
mon bar Yochai a su discípulo el rabino Abba hace más de dos mil años y que ha-
bría sido éste quien los transcribió a antiguo ARAMEO. Para los cabalistas, el Zohar
es «la herramienta más poderosa de la sabiduría»: contiene comentarios bíblicos
en forma de conversaciones entre amigos y guías espirituales, y con sus páginas no
se necesita, sobre todo siendo judíos, otro GRIAL ni otro ÁRBOL DE LA VIDA: de ahí
nace toda verdad, algo que a veces coincide con toda religión.
zombi. Voz del VUDÚ haitiano para muerto viviente. En realidad, un zombi es la
persona que, tras ser envenenada (con datura o elementos neurotóxicos), es enterrada
sin haber fallecido. Cuando todo el mundo da por muerto al sujeto, en realidad sufre
un proceso cataléptico. Una vez desenterrado, el sujeto vuelve a la vida con graves le-
siones cerebrales y queda bajo el dominio del bokor, brujo haitiano especialista en
MAGIA negra y en plantas peligrosas [Métraux, 1958]. Los zombis que vayan más allá
de lo expuesto pertenecen al mundo de las películas de serie Z, donde lo más paradó-
jico es que los muertos, cuando se vuelven belicosos, pueden ser matados.
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
zot / zott / nawar / nawari… Son los gitanos del Próximo Oriente, nóma-
das, a veces polígamos y, en general, de religión musulmana sunita.
zulúes. Pueblo de origen BANTÚ extendido desde los montes Draken hasta la
costa oriental sudafricana. Según uno de sus mitos fundacionales, los zulúes proce-
dieron de un caudillo mítico, Upunga, que vivía en Umbolosi, y de otro caudillo
real, Zulú, que fue quien dio nombre a la tribu. Llegaron a su apogeo histórico en
tiempos del monarca Skaha (Chaka, Tschaka), que era hijo de Senzangakona y te-
nía de 25 a 30 mujeres e innumerables hijos. Su formidable máquina —de gue-
rra— se basaba en informadores y exploradores que podían recorrer hasta 80 kiló-
metros diarios. Aglutinó diversas tribus, y a los pueblos sometidos les hacía perder
la lengua, por lo que se dijo que la nación zulú se construyó sobre las cenizas de las
otras. Los zulúes son polígamos sin tener reparos ante el matrimonio con dos her-
manas. Hoy en Natal y otras ciudades, los zulúes no se diferencian en nada, ni por
trabajos ni por vestimentas, del resto de los modernos sudafricanos. Queda para la
gloria, y el turismo, muy deseoso de ver poblados zulúes reconstruidos, el tiempo
mítico cuando esta etnia luchaba contra los bóers y los ingleses con sus impis,
grandes regimientos imbuidos
de una fantástica disciplina.
Sin embargo, el bóer Pre-
torius, con sólo 200
hombres, les inflin-
gió una gran derrota
en 1837. Cierto es
que los zulúes hu-
millaron a los in-
gleses en 1879
en Isandhlwana,
pero poco antes
de ser arrasa-
dos. Los zulúes
siempre sintie-
ron respeto, si
no temor, ante
sus espíritus
tradicionales y
cuando ciertas
serpientes en-
traban en sus
cabañas las sa-
ludaban así: «El
espíritu de
nuestro amigo
nos ha venido
a ver» [Ratzel,
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LUIS PANCORBO
1888]. Llaman sombras (amahlosi) a los espíritus de sus antepasados y creen que
vagan bajo tierra, o serpentean, pero, con los debidos sacrificios de reses, pueden
salir a la superficie a proteger a los vivos o sanarlos de enfermedades. El actual rey
zulú, Goodwill Zwelithini, de cincuenta y seis años, puede vestir capa de leopardo
sobre sus hombros desnudos y calzar sandalias: luego le llevan en su Mercedes y en
otros coches aun más costosos. En un solo coche no cabe toda su familia compues-
ta por seis esposas y, de momento, 27 hijos.
zumbadores. Maderas atadas con una cuerda que al ser giradas producen un
ronroneo. FRAZER [1870] llamó la atención sobre que «…todas estas tribus de
Nueva Guinea empleen la misma palabra para la bramadera que el supuesto mons-
truo que se traga a los novicios en la CIRCUNCISIÓN y cuyo temible bramar está re-
presentado por el zumbido de inofensivos instrumentos de madera». Lo cierto es
que los ABORÍGENES australianos usaban zumbadores para comunicar entre ellos
(> CHURINGAS) como una especie de tantam o teléfono. A veces eran planchas de
madera con grabados antropomorfos [Ratzel, 1888]. Después de todo, los aboríge-
nes de la bahía Encounter creían que el sol pasaba cada noche entre dos filas de
muertos que le suplicaban que les devolviera a la vida. El sol daba a uno una piel
de canguro rojo con la que ese hombre volvía al mundo de los vivos a la mañana si-
guiente. La luna, cuando enflaquece y se esconde, es porque se va a comer raíces y
a ganar vigor para aparecer después con plenitud. Sin embargo, la luna es el ma-
cho del sol.
zuñi / zuñí / zuni. Tribu del suroeste de los Estados Unidos (Nuevo México
y Arizona), de los que apenas quedan unos 5.000 individuos. Los zuñi son conside-
rados una de las tribus de los llamados indios PUEBLO. Resistieron a los españoles y
una de sus rebeliones duró sin ser sofocada de 1680 a 1692. Es una de las etnias
amerindias más religiosas y dadas al culto. Sus rituales, siempre antaño, podían ser
extremos, como cuando se libraban a prácticas sexuales ilícitas y a representacio-
nes satíricas a cargo de los cabezas fangosas (mud-
heads), unos clowns que tienen a gala transgredir las
normas y burlarse de lo más sagrado. Una de las
creencias zuñis más originales es que el espacio tie-
ne siete direcciones: arriba, abajo y en medio, ade-
más de las cuatro habituales, norte, sur, este y oeste.
Para Durkheim [1968] eso ponía de manifiesto que
las divisiones del espacio no son nociones congéni-
tas en el hombre, teoría muy discutida por Camp-
bell [1998]. En el Museo del Hombre de París hay un poste esculpido de 86 centí-
metros de altura, obra de los zuñis, tallado en tea (árbol resinífero), de un
extraordinario esquematismo geométrico y una gran belleza y proporciones para
su cuerpo cilíndrico; por si fuera poco, tiene un sobresaliente ombligo puntiagudo,
casi como si fuera un falo colocado en otro lugar. Una obra maestra de la existen-
cia de un estilo en la estatuaria mal llamada primitiva, con un encuadre, intervalos
isométricos y un juego sutil de proporciones [Leroi-Gourhan, 1984]. Los zuñis a
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ABECEDARIO DE ANTROPOLOGÍAS
Zurvan. Antiguo dios persa del tiempo. Tenía dos aspectos: Zurvan akarana, «el
Tiempo infinito», y Zurvan dareghochvadhata, «el Tiempo del Largo Dominio»,
una especie de Ahrimán, el principio del mal. Ambos se fundían en Zurvan, que
era entonces Aion, o el Aion-Crono de época helenística. Aion se consideraba el
fluido vital de los seres vivos y, por consiguiente la duración de su vida, aunque
después de la muerte ese fluido formaba una serpiente. Hoy, Aion no estaría tan
lejos del «…principio de energía psico-física. Todos los opuestos [cambio y dura-
ción, incluso bueno y malo, vida y muerte] se encierran en ese principio cósmico»
[Von Franz, 1989]. En tanto, Cronos era el océano, es decir, el río divino que cir-
cundaba la Tierra como un anillo, y eso incluía el universo bajo forma de una ser-
piente de agua que se mordía la cola. En lenguaje común, el tiempo era Cronos,
padre de Zeus, creador y destructor, una especie de «ánima del mundo» (> ÁNIMA
MUNDI).
zyrianos / komi. Pueblo de origen y lengua fino-ungro que vive junto al río
Péchora y al pie de los Urales en la República Autónoma de Komí, en el nordeste
europeo de la Federación Rusa. La población de esa república, instituida durante
la URSS en 1935, con capital en Syktyvkar, asciende a 1.250.000 personas subdivi-
das en al menos 70 grupos étnicos. Los zyrianos son en torno al 25 por ciento del
total y aspiran a un cierto reconocimiento como pueblo aparte. Su territorio se en-
cuentra profundamente deteriorado desde el punto de vista ecológico por los esca-
pes de petróleo y los incendios.
zythum / zython. Cerveza que los antiguos egipcios fabricaban a base de ce-
bada fermentada.
zzz. Depende mucho del lector, no sólo del autor. «Los lectores trobriandeses
pueden encontrar que las interpretaciones de Malinowski son tediosas, pero que
sus ejemplos y extensas transcripciones siguen siendo evocativas» [Clifford, 1998].
De hecho, hasta James Clifford, el gran agitador de la ANTROPOLOGÍA de la antro-
pología, sugería ponerse al socaire de Barthes [1977] cuando este autor francés,
con toda su lucidez cartesiana y semiótica, defendía que un texto «es un tejido de
citas tomadas de innumerables centros de cultura». Con lo mismo, «la unidad de
un texto no radica en su origen, sino en su destino» [Barthes, 1977]. Destino de la
«z» que uno remite a su origen, la «a», como en un eterno UROBOROS.
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