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La responsabilidad civil de los

cuasicontratos
INDICE DE CONTENIDO:

 El hecho de un tercero.
 Causa ajena.
 Caso en que no presume la responsabilidad del demandado.
 Efecto del hecho de un tercero.
 Caso en que se presume la responsabilidad del demandado.
 Caso en que el hecho de un tercero es una de las causas del daño.
 Casos en que se presume la responsabilidad del demandado y la
 Del tercero.
 La culpa y la víctima.
 Historia y derecho comparado.
 Caso en que no se presume la responsabilidad del demandado.
 Caracteres del hecho de la víctima.
 Efectos de la culpa de la víctima en caso de acción formulada por
 Los parientes.
 Caso en que se presume la responsabilidad del demandado.
 Caso en que el hecho de la víctima es la única causa del daño.
 Caso en que se presume la responsabilidad de la víctima y la del
 Demandado; choque de vehículos.
 Comparación de los efectos de las diferentes causas ajenas.
INTRODUCCION

La responsabilidad contractual es aquella que resulta del incumplimiento de


una obligación nacida de un contrato y se encuentra consagrada por los
artículos 1146 y siguientes del Código Civil.

Esta responsabilidad surge cuando una de las partes contratantes no cumple


con sus obligaciones nacidas del contrato, por ejemplo el vendedor que se
niega a entregar la cosa vendida. Cuando no se cumple o se cumple mal la
prestación debida, se crea un nuevo vínculo obligacional, la obligación para el
deudor autor del incumplimiento de reparar el perjuicio que ocasiona.
El hecho de un tercero

El hecho de un tercero, causa ajena. Un daño puede resultar única o


concurrentemente del hecho del mandado, del hecho de la víctima, del
hecho de un tercero o de un acontecimiento que no sea el hecho de nadie
(caso anónimo de fuerza mayor). Cuando resulta, en todo o en parte, del
hecho de un tercero ¿Cuál es la situación del demandado al que la víctima
pide reparación? El hecho de un tercero, constituye causa ajena, susceptible
de liberar total o parcialmente al demandado?.

El legislador ha resuelto la cuestión en caso de responsabilidad delictual de


quien explota una aeronave o un teleférico: no puede prevalerse del hecho
de un tercero.

Ni los artículos 1147 y 1148 del código civil que se refieren a la causa ajena y
a la fuerza mayor, ni la corte de casación, cuando afirma que la presunción de
responsabilidad del guardián se destruye ante la prueba de una causa ajena,
citan expresamente el hecho de un tercero.

Se admite sin embargo que el hecho de un tercero constituye una causa


ajena susceptible de liberar al demandante. Pero se precisara que tan solo
surtirá ese efecto si presenta los caracteres de imprevisibilidad y de
irresistibilidad de la fuerza mayor, de tal suerte que no es una de la causa
ajena verdaderamente autónoma: no es sino uno de los aspectos de la fuerza
mayor, su autonomía se afirma, no obstante por la repetición que puede
ejercer el demandado contra el tercero: el demandado no tiene necesidad,
para esa repetición, de probar la imprevisibilidad y la irresistibilidad del
hecho del tercero.

Art. 1147.- El deudor, en los casos que procedan, será condenado al pago de
daños y perjuicios, bien con motivo de la falta de cumplimiento de la
obligación, o por causa de su retraso en llevarla a cabo, siempre que no
justifique que el no cumplimiento procede, sin haber mala fe

Art. 1148.- No proceden los daños y perjuicios, cuando por consecuencia de


fuerza mayor o de caso fortuito, el deudor estuvo imposibilitado de dar o
hacer aquello a que está obligado, o ha hecho lo que le estaba prohibido.

Por su parte, de causas extrañas a su voluntad, que no pueden serle


imputadas.

Caso en que no presume la responsabilidad del demandado.

Se trata del caso en que el demandando estuviera sujeto a una simple


obligación delictual o contractual de prudencia y diligencia. La victima tiene,
pues, la carga de probar: una imprudencia o negligencia del demandado, un
vínculo de causalidad entre esa culpa y el daño.

Debe dejarse de lado una situación: aquella en que el hecho del tercero sea
la única causa del daño. En efecto, en tal supuesto, la víctima no puede
probar un vínculo de causalidad entre la culpa del demandado y el perjuicio.
Su acción será, por lo tanto, desestimada por no haber realizado esa prueba,
que le incumbe; y no porque el demandado que nada tiene que probar, haya
demostrado el hecho de un tercero.

Se supone, por consiguiente, que la víctima ha probado una culpa del


demandado y un vínculo de causalidad entre esa culpa y el daño. El
demandado prueba que el hecho de un tercero ha concurrido con su propia
culpa a la realización del daño que posee así dos causas: la culpa del
demandado, el hecho de un tercero.

Caracteres del hecho de un tercero. Para que exista hecho de un tercero, se


necesita que el acontecimiento pueda ser atribuido a una persona y que tal
persona no sean ni el demandado o sus representantes y comisionados, ni la
víctima y no resulta necesario que haya sido identificado el tercero puede ser
admitido el hecho de un tercero desconocido.

El hecho de un tercero debe no ser imputable al demandado; se entiende por


ello que debe ser ajeno al demandado; este requisito no se cumple si el
demandado lo ha provocado.

El hecho del tercero debe ser culposo. Si el tercero se ha conducido como


debía, el demandado que haya incurrido en una culpa no puede invocar el
hecho del tercero. Cuando el tercero contra el cual no se haya establecido
una imprudencia se presume responsable, el demandado no podría alegar
esa presunción, porque se halla establecida tan solo a favor de la víctima.
Efecto del hecho de un tercero.

Cuando el daño sea el resultado de dos culpas, la del demandado y la de un


tercero, el demandado y el tercero son coautores del perjuicio.

Se está tentado de responder que la víctima debe dividir su demanda entre


los coautores, y no reclamar a cada uno de ellos sino una fracción del daño.
Eso sería razonar erróneamente.

En efecto, cada uno e los coautores no ha causado solamente una parte del
daño; ha causado todo el daño, puesto que, sino hubieren incurrido en culpa,
no habría habido daño, ni siquiera parcial, por eso decide la jurisprudencia
que cada uno de los coautores está obligado por la totalidad, lo cual no
significa que la víctima pueda obtener varias veces el importe del daño, sino
que no está obligada a dividir su acción; puede reclamar de uno solo la
totalidad de la reparación; situación ventajosa para ella en el caso en que sea
insolvente uno de los coautores aquella no soportara las consecuencias de
esa insolvencia. El hecho de un tercero se constituye pues en la relación de
uno de los coautores y de la víctima, una causa de exoneración.

Desde luego, el coautor condenado a la totalidad tiene una acción de


repetición contra los demás coautores. Por haber desempeñado cada uno un
papel igual en la realización del daño, puesto que la abstención de cada uno
de ellos habría sido suficiente para impedir esa producción, la división entre
los coautores debería efectuarse por cuotas viriles. Pero la jurisprudencia,
olvidando que la responsabilidad civil no se mide por la gravedad de la culpa,
efectúa esa división según tal gravedad.

Los deudores contractuales que no cumplen con su obligación no responden,


en principio, sino por una parte; cada uno de ellos, al no cumplir le causa, por
tanto, un daño distinto al acreedor; por eso el acreedor deberá dividir su
acción. No sucede de otro modo sino en el caso de solidaridad convencional
o legal.

Caso en que se presume la responsabilidad del demandado.

Cuando el deudor esta sujeto a una obligación determinada, contractual o


delictual la ley presume que el incumplimiento se debe a un hecho suyo:
presunción de ausencia de causa ajena, denominada presunción de
responsabilidad. El demandado tratara entonces de demostrar, para destruir
en su totalidad o en parte esa presunción, que el hecho de un tercero es la
causa o una de las causas del daño. Por eso, en este ámbito, la cuestión del
hecho de un tercero presenta interés mucho mayor que en el supuesto de
que el demandado no esté sometido a una presunción de responsabilidad.

Caso en que el hecho de un tercero es la única causa del daño:


imprevisibilidad e irresisitibilidad del hecho del tercero. El demandado
sostiene que el hecho el tercero es la única causa del daño. El guardián de un
automóvil demuestra que un niño, al cruzar súbitamente la calzada, le ha
forzado a subir a la acera, donde ha herido a un pastón. Un transportista
prueba que un niño, al pasar repentinamente ante su coche, le ha obligado a
frenar tan bruscamente que ha resultado herido un pasajero.

Si se admite que el hecho de un tercero en la única causa del daño, el


demandado debe ser absuelto: la presunción de responsabilidad se invierte;
demuestra aquel que el incumplimiento de la obligación de custodia o de
seguridad que pesaba sobre el demandado no se debe a un hecho suyo,
puesto que el papel desempeñado por el demandado, por presunto, sigue
siendo desconocido, para averiguar si el hecho del tercero es la única causa
del daño, hay que atenerse desde luego al examen de ese solo hecho.

En un principio, los tribunales no exigían ningún carácter particular. Pero,


después de varias evoluciones, la corte de casación ha sentado
jurisprudencia: para que el hecho del tercero sea la única causa del daño y,
en consecuencia, para que libere por entero el presunto responsable, ese
hecho debe ser imprevisible e irresistible, ya se trate de un deudor
contractual de obligación determinada o de un guardián.

Caso en que el hecho de un tercero es una de las causas del daño.

Cuando el hecho de un tercero no es sino una de las causas del daño, o sea,
cuando el presunto responsable, por haber probado un vínculo de causalidad
entre el hecho del tercero y el daño, no ha podido demostrar la
imprevisibilidad y la irresistibilidad de ese hecho, cuál será la situación?

El demandado no ha probado que su hecho no fuera una de las causas del


daño; por lo tanto, ese hecho debe ser temido por tal. Todo sucede entonces,
en las relaciones del demandado y de la víctima como en el caso en que el
daño tuviera dos causas: la culpa del demandado y el hecho de un tercero; la
victima puede reclamar la totalidad al demandado.

Pero, en esta ocasión la repetición no será parcial: el demandado, presunto


responsable, tendrá una acción de repetición por la totalidad contra el
tercero cuya culpa haya demostrado, en efecto, el tercero no podrá alegar la
presunción de responsabilidad que pesa sobre el demandado, porque esa
presunción solo se aplica a favor de la víctima si el demandado no prueba
que es culpable, el hecho del tercero, no puede repetir contra él.

Casos en que se presume la responsabilidad del demandado y la

Del tercero.
Resulta posible que pese, a la vez, una presunción de responsabilidad sobre
el demandado y sobre el tercero. Así cuando, de resultas del choque de dos
automóviles, es herido un transeúnte o cuando un pasajero resulta herido en
el choque ocurrido entre el coche que lo transportaba y otro vehículo. Ambos
guardianes o el transportista y el guardián, se presumen responsables
cuando ni el uno ni el otro pueden probar que su vehículo no ha
desempañado no más que papel pasivo en el choque.

La victima puede reclamar la reparación de la totalidad a uno solo de los


responsables. El mismo para ser absuelto, deberá demostrar la
imprevisibilidad e irresistibilidad del hecho del otro. SI no puede realizar esa
prueba, la lógica querría que no pudiera repetir; porque no puede alegar una
presunción establecida a favor tan solo de la víctima. Pero se llegaría
entonces a permitirle a la víctima elegir, entre los dos presuntos
responsables, aquel sobre el cual recaería el peso de la reparación.
La culpa y la víctima.

Historia y derecho comparado Entre todas las causas ajenas, la culpa de la


víctima aparece como la más apta para liberar al demandado; si el daño que
se queja la víctima es debido a su propia culpa, esta no puede lamentarse
sino de ella misma. Y es la causa ajena que se encontrara con mayor
frecuencia; resulta raro que un acontecimiento anónimo intervenga en la
realización de un daño, poco frecuente que desempeñe algún papel en el
mismo un tercero; mientras que la víctima es necesariamente actora en el
mismo.

El derecho romano adoptaba sobre este punto una posición absoluta,


denominada regla pomponiana, por haberla formulado el jurisconsulto
pomponio: desde el momento en que la víctima ha participado por su culpa
en la realización del daño, nada puede reclamar, incluso si su culpa no ha sido
sino una de las causas del daño. El antiguo derecho francés parece haber
admitido ese principio, que paso a los países anglosajones, donde se aplicó
con rigor durante mucho tiempo.

El código alemán de 1900 ha establecido una regla contraria: división de la


responsabilidad en proporción al papel causal de cada una de las culpas:
culpa del demandado y culpa de la víctima. Y esa es la misma solución que
adoptaron los redactores del artículo 78 del código francoitaliano de las
obligaciones.

Por no haber sido abordada la cuestión por los redactores del código
napoleón ha tenido que ser resuelta por la jurisprudencia, que admite que la
culpa de la víctima puede ser de una causa ajena, junto a la fuerza mayor y al
hecho de un tercero.

Algunos textos legales particulares han previsto al papel de la culpa de la


víctima, la convierte, en la única causa de exoneración para quien explota
una aeronave o un teleférico. En materia de accidentes del trabajo, la culpa
inexcusable o intencional de la víctima es lo único susceptible de influir sobre
la reparación como el hecho del tercero, la culpa de la víctima revista un
interés muy particular cuando se presume la responsabilidad del demandado,
puesto que permite combatir esa presunción. Pero su importancia practica es
grande, incluso en su ausencia de presunción; porque es frecuente que la
víctima haya contribuido, por su culpa al daño.

Caso en que no se presume la responsabilidad del demandado.

La victima ha probado que una imprudencia o negligencia del demandado es


la causa del daño que aquella ha sufrido. Por lo tanto, todo lo más que puede
demostrar el demandado es que también ha sido aquella, por un hecho suyo,
causa del daño. El daño que posee dos causas: existe culpa común.

Caracteres del hecho de la víctima.


El hecho de la víctima, lo mismo que el hecho del tercero debe no ser
imputable al demandado. Debe ser culposo; en todos los casos, la victima
concurre a la realización del daño: si no se hubiera encontrado a tal hora, en
tal sitio, no habrá sido herida, por consiguiente, sus culpas pueden tener
únicamente algún influjo sobre la responsabilidad del demandado, sin la
culpa del cual no se habría realizado tampoco el daño. Desde luego la
jurisprudencia no se muestra muy rigurosa cuando averigua si es culposo el
hecho de la víctima; aplica los principios generales de la culpa, por eso alega
con tanta frecuencia el demandado la culpa de la víctima, sobre todo en
materia de accidentes de la circulación.

Efectos de la culpa de la víctima en caso de acción formulada por

Los parientes

Cuando la víctima no sobrevive al accidente, sus parientes pueden demandar


reparación del perjuicio personal que esa muerte les causa. Aquellos
responderán que esa culpa no es culpa de ellos: se presentan personalmente
como víctimas; la culpa que se les opone, no es una culpa de la víctima, sino
la culpa de un tercero. La cuestión presenta interés; ya que, en caso de culpa
de la víctima, el demandado es absuelto parcialmente, mientras que se halla
obligado por la totalidad para con la víctima en el caso de hecho de un
tercero.

Debe resolverse que el demandado no puede oponerles a los parientes que


demanden en su nombre personal, a título de culpa de la víctima, una culpa
que no es la de aquellos. Pero el principio no se aplicara plenamente sino en
los casos en que los parientes no sean herederos: por ejemplo cuando hayan
renunciado a la sucesión. Si no, el demandado, por tener una acción de
repetición contra el tercero, cuya culpa es una de las cusas del daño podrá
repetir contra los parientes, en su carácter de herederos podrá repetir contra
los parientes, en su carácter de heredero podrá repetir contra los parientes,
en su carácter de herederos del causante de aquella culpa.
 Caso en que se presume la responsabilidad del demandado.
Supóngase al deudor de una obligación determinada; el guardián de un
automóvil o un transportista, por ejemplo. El accidente causado por el
automóvil, o en el curso del transporte, se presume que ha tenido como
causa el hecho del guardián o el del transportista. Para descartar esa
presunción, puede alegar el demandado un hecho hecho de la víctima?

El interés práctico de la cuestión es considerable: para exonerarse, el


presunto responsable invocara casi siempre una culpa de la víctima.

Caso en que el hecho de la víctima es la única causa del daño.


Si el hecho de la víctima es la única causa del daño, el demandado debe ser
absuelto enteramente: ha invertido la presunción de casualidad establecida
contra él. Ha demostrado que él no es en modo alguna causa del daño. En tal
caso, no se exigirá siquiera que sea culposo el hecho de la víctima.

Pero ¿en qué casos cabe considerar que el presunto responsable demuestre
que la culpa de la víctima es la única causa del daño? Debe exigirse que la
culpa de la víctima presente algunos caracteres particulares?

En este ámbito, la evolución de la jurisprudencia ha sido paralela a la que se


ha producido en la esfera del hecho de un tercero. La jurisprudencia, en un
principio, liberaba enteramente al guardián y al transportista desde el
instante en que demostraba que la culpa de la víctima tenía un vínculo de
causalidad con el daño.

La corte de casación no estableció un principio contrario: la culpa de la


víctima no constituye las causas únicas del daño y en consecuencia, no libera
enteramente al presunto responsable, más que si es imprevisible e
irresistible.

Esos es reforzar considerablemente la presunción de responsabilidad, colocar


a los guardianes y a los transportistas en una situación difícil. Cabe aprobar
esa jurisprudencia? La razón que ha permitido admitir que el hecho de un
tercero deba ser imprevisible e irresistible para liberar enteramente al
presunto responsable no es ya valida aquí sin duda, el guardián o el
transportista, cuando no prevea o no evite el hecho de un tercero que le
impide cumplir con su obligación, debe considerarse como si hubiera
cooperación al daño.

Desde luego en sus resoluciones recientes se muestra más liberal para


admitir la existencia de imprevisibilidad y la irresistibilidad de la culpa de la
víctima que para reconocer esos caracteres en los casos anónimos de fuerza
mayor. Son bastantes numerosas las sentencias que, hoy día, exoneran por
completo al deudor de una obligación determinada, una culpa imprevisible e
irresistible de la víctima.

Caso en que se presume la responsabilidad de la víctima y la del

Demandado; choque de vehículos.

Chocan un automóvil y una motocicleta. No se prueba ninguna culpa y


ninguno de los guardianes puede demostrar que haya habido una acción
pasiva de su vehículo. Cada uno de los guardianes se presume entonces
responsable. Cuando el uno reclame reparación al otro, este, pues, presunta
responsabilidad de la víctima y la del demandado. No resulta necesario
distinguir según que haya habido daño de uno solo de los lados o daños
recíprocos; porque en este último supuesto, las dos acciones de reparación,
la del automovilista y la del motociclista, deben considerarse como
independientes.

Se ha sostenido que no cabe conceder ninguna reparación: por lo tanto el


automovilista y el motociclista soportarían el perjuicio sufrido. Solución
contraria a la equidad: porque el vehículo más poderoso y del que cabe
pensar que ha desempeñado el papel más importante en el choque, es el que
sufre normalmente menos daños.

El razonamiento que se sostenía era el siguiente: cada uno se presume


responsable del daño resultante del choque, ambas presunciones, por obrar
así en sentido contrario, se anulan no hay pues, ya que presunción; por no
haberse probado culpa alguna, no puede admitirse entonces ninguna acción.

Razonamiento inexacto: cada cual se presume responsable del daño sufrido


por el otro; el automovilista, del daño sufrido por el motociclista; y el
motociclista, del daño sufrido por el automovilista. Razonemos sobre la
acción ejercida por el motociclista contra el automovilista: en esta acción, el
automovilista la victima de la motocicleta; la acción no se relaciona sino con
el daño causado por el automóvil ahora bien, únicamente la victima de la
cosa puede alegar la presunción de responsabilidad que pesa sobre el
guardián de esa cosa.

Comparación de los efectos de las diferentes causas ajenas


Siguen un cuadro que permite comparar las soluciones admitidas por la
jurisprudencia en cuanto a los efectos de las tres causas ajenas: fuerza
mayor, hecho de un tercero, culpa de la víctima.

Situación: se ha probado contra el demandado una culpa que tiene un


vínculo de causalidad con el daño (esa prueba debe ser realizada
necesariamente por la victima cuando el demandado no estaba sujeto sino a
una obligación general de prudencia y diligencia, ya se trate de una
obligación delictual o contractual):

Concurso de la culpa del demandado y de un caso anónimo de fuerza mayor:


el demandado debe responder íntegramente, y no puede ejercer ninguna
repetición.

Concurso de la culpa del demandado y del hecho de un tercero: el


demandado responde por la totalidad, pero puede repetir parcialmente
contra el tercero con la condición de que haya sido culposo el hecho del
tercero con la condición de que haya sido culposo el hecho del tercero.

Concurso de la culpa del demandado y de la culpa de la víctima: el


demandado es liberado parcialmente.

Situación: tan solo se presume la responsabilidad del demandado (caso del


demandado sujeto a una obligación determinada. Contractual: por ejemplo,
transportista o delictual: guardián, y contra el cual no se ha probado por la
victima una imprudencia o negligencia.

CONCLUSION
Después de un examen exhaustivo de los contratos se llega a la conclusión de
que resulta de gran importancia para los estudiosos de las Ciencias Jurídicas
el conocer de manera completa y profunda todo lo relativo al derecho Civil,
ya que ellos constituyen la base de toda una gama de actuaciones jurídicas
que se presenta en la práctica y en el que hacer jurídico del abogado, porque
los tribunales civiles están repletos de decisiones fundamentadas ya en la
teoría de las obligaciones, cumplimiento de contrato, ejecución de contratos,
violación de contratos, nulidades de actos de ventas, radiaciones de
hipotecas.

El abogado que desconoce las fuentes, las características, los efectos y las
formas de extinción de las obligaciones tendría una gran laguna para el
ejercicio de la profesión por ante los tribunales civiles.

Existe una gran similitud en la teoría de las obligaciones en el Código Civil


Dominicano, con el Derecho Francés y este a su vez con el Derecho Romano

Bibliografía:
Código Civil de la República Dominicana, Cuarta Edición, República
Dominicana. 2010.

Mazeud, Henry, León Y Jean. Lecciones de Derecho Civil, Parte 2 Volumen I.


Ediciones Jurídicas Europa- América.

Capitant, Henri, Vocabulario Jurídico, Ediciones Desalma, Buenos Aires.

Anexos:
HECHO DE UN TERCERO COMO CAUSAL DE EXONERACIÓN

El hecho de un tercero como causal de exoneración consiste en la


intervención exclusiva de un agente jurídicamente ajeno al demandado, en la
producción de un daño. Para que el hecho de un tercero tenga poder
exoneratorio, dicha conducta debe reunir las mismas características de
imprevisibilidad e irrestibilidad que se requieren para la fuerza mayor y el
caso fortuito. Asimismo, la intervención del tercero debe ser esencial para la
producción del perjuicio.

Requisitos y Efectos:

1. El hecho debe ser causado por un tercero. Es decir, el fenómeno debe ser
producido por cualquier persona que carece de relación de dependencia
jurídica con el demandado y por la cual éste no tiene obligación de
responder.

2. El hecho debe ser irresistible. Es decir, el hecho de un tercero debe poner


al demandado – a pesar de sus mayores esfuerzos – en imposibilidad de
evitar el daño.
3. El hecho debe ser imprevisto. Es decir, debe ser un evento de un carácter
tan remotamente probable y súbito que ni siquiera una persona diligente
hubiera razonablemente tomado medidas para precaverlo.

4. Dentro de las concausas que puedan concurrir para la producción del


perjuicio, la conducta del tercero debe desempeñar un papel exclusivo o
esencial.

5. El hecho de un tercero es una modalidad de causa extraña, el cual rompe


el vínculo de causalidad entre el perjuicio sufrido y la conducta del
demandado. Genera, en consecuencia, sentencia desestimatoria de cualquier
pretensión de declaratoria de responsabilidad civil, ya sea contractual o
extracontractual.

6. Cuando el hecho de un tercero ha prosperado como excepción de fondo y


causal de exoneración de responsabilidad civil, el demandante vencido tiene
la posibilidad iniciar un proceso separado en contra de dicho tercero para
solicitar la reparación del perjuicio.

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