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ABORTO Y EUTANASIA.

(ENSAYO)

Alejandra Oliva Portilla

Universidad Cooperativa de Colombia


Facultad de Medicina
San Juan de Pasto
2020
Aborto y Eutanasia.
Es actualidad en Colombia el debate de dos temas altamente controvertidos, cada
uno de ellos vinculado con cada uno de los extremos de la vida humana: el
nacimiento y la muerte. Evidentemente se está refiriendo “al aborto y la eutanasia”,
temas que originan un conjunto amplio de problemas «bioéticos» que se llevan al
límite, con justificada razón, por las concepciones sobre la vida, la muerte y los
derechos de las personas que estos implican.
Resultaría complejo y pretensioso en un ensayo exponer cada una de las razones
morales, religiosas, y científicas que me han permitido adoptar una determinada
posición acerca de estos dos temas por lo que a lo largo de este ensayo expondré
las razones más importantes que según mi conocimiento y vivencias me han
permitido tomar determinada postura en cuanto a aborto y eutanasia
Ningún problema bioético genera tanta indignación (por parte de la posición
contraria) como el aborto. Mi opinión, ciertamente es que es uno de los temas más
complejos de la ética, por lo que considero que una postura saludable y justa es
precisamente, reconocer la enorme dificultad del problema, lo anterior con el fin de
evitar actitudes extremistas, según las cuales el aborto es un asesinato, o bien es
un simple ejercicio de la libertad reproductiva de la mujer.
Según mi concepto independientemente de la discusión acerca del estatus moral
del feto, desde el que surgen las diferentes posturas que se conocen, la práctica
del aborto es un hecho social verídico y constatable, y, en muchos casos, es
ejercida en condiciones de riesgo para la salud y la vida de la mujer. De este
modo, si la preocupación es la vida humana y es por ende un derecho
fundamental, debería permitirse el aborto legal y seguro, a fin de preservar la vida
y la salud de las mujeres menos aventajadas. Y aun cuando el feto sea
considerado una persona humana con derecho a la vida igual al que posee
cualquier ser humano nacido, la mujer embarazada tiene derecho a eliminarlo en
muchas circunstancias, como, por ejemplo, cuando el embarazo es no deseado y
la mujer ha sido diligente en evitarlo, o el nacimiento implica un riesgo para la vida
de la madre o del propio feto.
Ahora bien, si se enfatiza en el estatus del feto; según Giovanny Sartori, un
embrión no es un individuo o persona humanos. Un embrión es… un embrión
(“principio no desarrollado de algo”, de acuerdo a la cuarta acepción de la Real
Academia Española). De lo anteriormente expuesto me permito afirmar lo
siguiente: Que represente vida no significa que sea en sí y por sí mismo un ser
humano o una vida humana como equivalente de persona. Por eso el aborto
según mi concepto no es asesinato, un embrión no es una persona, puede
eventualmente después de determinado tiempo y condiciones serlo, lo que
implicaría que dicho embrión debe ser transformado, reconvertido, si no hay
aborto, y si es abortado no se ha matado a nadie, pues todavía no existía el sujeto
que es alguien. Abortar un embrión, o interrumpir un embarazo antes del cuarto
mes, no es lo mismo que abortar al octavo o noveno. Y por lo mismo, no se
debería considerar asesinato en determinados meses del embarazo, así como
bajo ciertas condiciones médicas y sociológicas, por lo que defiendo su
legalización. En la ley pública, del Estado por el Estado para sus ciudadanas y
ciudadanos. A fin de no solo garantizar el derecho de la mujer a decidir sobre su
propio cuerpo sino también de garantizar a la sociedad el nacimiento de seres
amados a los que sus progenitores procuraran vidas dignas y plenas, visto de este
modo, esto representaría un acto de responsabilidad y amor hacia futuras
generaciones.
La eutanasia se define etimológicamente como “buena muerte” y como un término
más amplio, como la terminación voluntaria de la vida de una persona que padece
una enfermedad terminal, la que puede aplicarse de forma activa o pasiva, así
como de forma voluntaria o involuntaria. Desde mi punto de vista este
procedimiento debe ser visto desde la perspectiva del paciente, priorizando su
autonomía y libertad en la toma de decisiones con respecto a su vida y por ende
su enfermedad. Adicionalmente considero que la eutanasia no debe ser vista
únicamente a partir de sus significados médicos y técnicos, sino que debe abordar
el proceso que el paciente ha tenido que vivir durante la progresión de su
enfermedad, sus relaciones familiares, su situación económica y las experiencias
vividas, que hacen cada caso diferente y único. De este modo se debe buscar
priorizar la libertad, la independencia y la autonomía del paciente, las cuales, son
la base principal en el momento de respetar su voluntad y de su familia, ante la
solicitud de una muerte digna por medio de la eutanasia, siendo el consentimiento
informado, la máxima expresión de autonomía, además de ser el derecho del
paciente y el deber del médico. En este caso, el derecho a elegir es lo que debe
primar ante estas situaciones, ya que desde la perspectiva de un enfermo terminal
la eutanasia debe ser concebida como la consumación lógica de una serie de
decisiones al comparar entre los costos y beneficios de continuar viviendo y como
la respuesta a una seria deterioración de la calidad de vida.
De lo anteriormente expuesto me permito concluir diciendo que como futuros
profesionales que dedicaran su vida a la atención de enfermos, debemos tener en
cuenta que muchas peticiones de eutanasia no son solo una petición si no gesto o
un llamado, de ayuda por la desolación, la tristeza, el miedo, la desatención, el
dolor mal controlado que en palabras más coloquiales se definiría como aquel
dolor insoportable, insufrible, la falta de cariño o de compañía. Por estas razones
me atrevo a decir que cuando un paciente dice “No quiero vivir...”, se trata de una
frase inconclusa cuya versión completa es: “No quiero vivir así”. Es ahí, en
cambiar ese “así” es donde tienen su papel fundamental los Cuidados Paliativos. Y
ahí es donde una sociedad verdaderamente humana, solidaria y con un alto nivel
de empatía, debe mover sus máximos esfuerzos para ayudar a morir con dignidad
a quien está llegando al final de su vida: cuidándolo de tal manera que no le quepa
la menor duda de que, aunque esté muy deteriorado por la enfermedad que
padece, no ha perdido su dignidad.

Bibliografía.
 Francisconi CF. Eutanasia: una reflexión desde la Mirada Bioética. Revista
Latinoamericana de Bioética 2007; 7 (12): 110- 115.
 Lorenzo J. La eutanasia desde el punto de vista de la bioética. Journal of
the Society for General Academic and Cultural Research 2009; 15: 35-53.
 Ruiz A. ¿Derecho a morir con dignidad? Biomédica 2008; 28:191-4 50 Rev.
Méd. Risaralda 2016; 22 (1): 49-51 7.
 Sartori, Giovanni, La democracia in trenta lezioni 2008

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