Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Lucas 4,38-40
Saliendo de la sinagoga entró en la casa de Simó n. La suegra de Simó n estaba
con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Incliná ndose sobre ella conminó a la
fiebre, y la fiebre la dejó ; ella, levantá ndose al punto, se puso a servirles.
A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se
los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
Palabras del Señor
ORACION UNIVERSAL
Señor, con la alegría de sentir la presencia de Cristo resucitado
entre nosotros, elevamos a Ti nuestra oración.
R. – AYÚDANOS A RESUCITAR CON CRISTO
Por la Iglesia: para que todas las personas puedan experimentar en ella la fuerza del corazón
misericordioso del Padre.
Por nuestro mundo, marcado por el sufrimiento en sus distintas formas, para que el Padre lo
transforme y ponga en su corazón la misericordia y el perdón de su Hijo Jesús. Oremos.
Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando el misterio de la cruz, sientan
también la presencia cercana y maternal de la Virgen.
Por las familias de los enfermos, los profesionales, los voluntarios, y todos aquellos que les
atienden y cuidan, para que se conviertan en preciosos iconos de confianza y acompañamiento al
lado del que sufre.
Por todos los religiosos y religiosas consagrados al servicio de los enfermos y pobres: para
que, como María en su visita a Isabel, sean imagen de la solicitud de Cristo por los hermanos que
nos necesiten.
Por nuestra comunidad cristiana: para que tenga siempre los ojos atentos y el corazón
sensible a las necesidades de quien sufre, y se convierta así en oasis de la misericordia del Padre.
Escucha, Padre, nuestra oración y danos un corazón compasivo como el de María, para que nos
mostremos siempre más atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y nos
comprometamos, sin miedo, a acompañarles. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén
Oración a la Virgen de Lourdes por un
enfermo
Oh amabilísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra! Llenos de
aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la
enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos
llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.
Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré
con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los
que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos.¡Madre tierna! ¡Madre
bondadosa! ¡Madre dulcísima! Ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin
cuento en la Gruta prodigiosa de Lourdes, sanando tantas víctimas del dolor,
guardad también una mirada de bendición para nuestro pobre enfermo…
Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para
mayor gloria de Dios. Pero mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros
pecados, paciencia y resignación en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y
eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios.
Amén.