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El Anima Cristi.
Alma de Christo, santifícame. --- Cuerpo de Christo,
sálvame. --- Sangre de Christo, embriágame. --- Agua del
costado de Christo, lávame. --- Pasión de Christo,
confórtame. --- ¡Oh, buen Jesús! Óyeme. --- Dentro de tus
llagas, escóndeme. --- No permitas que me aparte de Ti.
--- Del maligno enemigo, defiéndeme. --- En la hora de mi
muerte, llámame. --- Y mándame ir a Ti. --- Para que con
los Santos te alabe. --- Por los siglos de los siglos. Amén.

Clamores del Alma…


Ojos de Jesús, miradme!
Oídos de Jesús, escuchadme!
Lengua de Jesús, llamadme!
Pies de Jesús, buscadme!
Manos de Jesús, detenedme!
Brazos de Jesús, estrechadme!
Labios de Jesús, dadme ósculo de paz!
Corazón de Jesús, recibidme!
Corazón de Jesús, encendedme!
Corazón de Jesús, salvadme!
Vida del Corazón de Jesús, sed mi vida!
Gloria del Corazón de Jesús, sed mi gloria!
Amor del corazón de Jesús, sed mi amor!
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Oración
A Jesucristo crucificado

Heme aquí, ¡oh dulcísimo y buen Jesús! Que


humildemente me postro
ante vuestra presencia, y
con el más encendido
fervor os pido que
imprimaís en mi corazón
vivos sentimientos de fe,
esperanza y caridad,
verdadera contrición de
mis pecados y eficaz
propósito de la enmienda:
mientras que con el mayor
afecto y dolor de mi alma
considero y medito
vuestras cinco llagas,
recordando aquellas palabras que en vuestros labios
ponía el Profeta David, hablando de Vos, oh, buen
Jesús: «Taladraron mis manos y mis pies contaron
todos mis huesos.»

1) Indulgencia plenaria, aplicable a las Almas del Purgatorio,


para los que rezaren esta oración delante de una imagen de
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Jesús Crucificado, después de comulgar, rogando también
por las intenciones del Sumo Pontífice.
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Al «Memento» de los difuntos.

¡Oh Señor, vida de los vivos y esperanza de los


moribundos, salud de todos los que en Vos confían!
Conceder cuanto antes las almas del Purgatorio, por los
méritos de este Santo sacrificio, el eterno descanso entre
los bienaventurados del cielo. Os encomiendo
especialmente aquellas por quienes tengo particular
obligación de rogar. Os encomiendo las almas de mis
parientes, de mis bienhechores, amigos y enemigos, y de
todos aquellos que están por causa mía en el Purgatorio.
Os encomiendo las almas de los sacerdotes, y
especialmente de aquellos que se han dedicado a las santas
obras del celo apostólico. Os encomiendo las almas de
aquellos que han sido más devotos de la Pasión De
Jesucristo, del Santísimo Sacramento y de la Virgen
María; las almas más olvidadas, las que más sufren en
aquella cárcel, y las que están más cerca de entrar en el
Paraíso.

Al «Pater noster»
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Une de tus oraciones con las que ofreció El Salvador en
la Cruz a su Padre, y repite con el Sacerdote la oración
que nos enseñó el mismo Jesucristo.
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Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
nuestro Señor Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios! Nuestro refugio y fortaleza, mirad propicio al
pueblo que clama a Vos; y por la intercesión de la gloriosa
e Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, por la de su
Esposo San José, de vuestros Santos apóstoles Pedro y
Pablo, y de Todos los Santos, escuchad benigno y
misericordioso las oraciones que os dirigimos Por la
conversión de los pecadores, y por la libertad y exaltación
de la Santa Iglesia nuestra Madre: por el mismo Cristo
Nuestro Señor. Amén.

San Miguel Arcángel, defiende no ser una pelea, y sé


nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del
demonio; reprímale Dios, como rendidamente se lo
suplicamos; y Tú, príncipe de la milicia celestial, armado
del poder divino, precipitó al infierno a Satanás y a todos
los espíritus malignos que para perdición de las almas
andan por el mundo. Amén.

Sacratísimo Corazón de Jesús, tened misericordia de


nosotros. (3 veces)
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ro de tus siervos. Protege a las vírgenes, ampara a los
pobres y a los afligidos y alcánzanos a todos la gracia de
conservar la pureza de cuerpo y alma. Tú que en
Compañía de Jesús y de María, padeciste tanta pobreza y
tantas amargas angustias en Belén, En Egipto y en
Nazaret, haz que, sufriendo con paciencia nuestros
trabajos, merezcamos el eterno descanso. Protege a los
padres y esposos cristianos, para que vivan en paz, y
eduquen a sus hijos en el temor de Dios. Sé el protector de
nuestra patria y haz que prosperen en ella la religión, la
justicia, la paz, la virtud y las buenas costumbres. Da a los
Sacerdotes las virtudes propias de su estado. Inspira a los
religiosos amor y fidelidad a sus reglas, y asiste a los
moribundos en la última agonía, pues tuviste la dicha de
morir en brazos de Jesús y de María. Extiende sobre la
Iglesia entera tu mano protectora, tú, a quien en el Vicario
de Cristo proclamó patrono de la Iglesia universal. Y así
como libraste el hijo de Dios del furor de Herodes, libra
también a la Iglesia, esposa suya, del furor de los impíos, y
alcanza que se abre bien los días malos, y brille para ella
una era de tranquilidad y paz. Así sea.
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Se pide la gracia que se desea alcanzar, y se rezan tres veces el
Padre Nuestro, El AveMaría y el Gloriapatri.
Responsorio

Si buscas milagros, mira


Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos.
El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos,
Recobran mozos y ancianos.
El peligro se retira,
Los pobres van remediados,
Cuéntenlo los socorridos,
Díganlo los Paduanos.
El mar sosiega su ira, etc.
Gloria Patri
Ruega a Cristo por nosotros
Antonio glorioso y Santo,
Para que dignos así
De sus promesas seamos.
Oración

Rogámoste, Señor, ceda en beneficio de tu pueblo la fervorosa


oración de tu
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DEVOCIÓN A LAS ANIMAS DEL PURGATORIO.


Es deber de caridad y muchas veces de justicia el socorrer con
nuestras oraciones y obras buenas a las benditas ánimas del
Purgatorio, Para que pronto tengan la dicha de gozar de Dios en la
gloria. Ellas, agradecidas, pedirán al Señor para sus devotos toda
suerte de favores. Santa Catalina de Bolonia recurriría a las
ánimas del Purgatorio para alcanzar las gracias que deseaba, y
pronto las conseguía. Sé tú también devoto de las benditas
ánimas.

Oración
Por las Almas del Purgatorio
¡Oh Dios De todo consuelo, autor de la salvación de las almas!
apiadaos de las que están padeciendo en el Purgatorio. Moveos a
compasión, Señor, al considerar la fidelidad con que os sirvieron
en esta vida mortal, indignados echar en el olvido las faltas que
les hizo cometer la
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fragilidad de nuestra naturaleza; libradlas de ese lugar de suplicio


y de sus tinieblas Para trasladarlas a la morada del descanso y de
la luz. Atended, oh Dios mío, mi humilde súplica; y conceded esta
gracia a las almas por quienes tengo especial obligación de rogar.
Os lo pido en nombre y por los méritos de Aquel que tomó sobre
sí el satisfacer por nosotros todos, y vive y reina con Vos en los
siglos de los siglos. Amén.

Súplicas a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en alivio de


las almas del Purgatorio

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Tan grande es vuestra bondad,


que no podéis ver miserias sin compadeceros de ellas. Mirad, os
lo suplicamos, con ojos de piedad, a las afligidas almas que sufren
en el Purgatorio, sin poder procurarse alivio alguno en sus
tremendas penas, y hacedles experimentar vuestra compasión. Por
vuestra bondad y por el amor que tenéis a Jesús, os pedimos que
mitiguéis sus sufrimientos, y les procuréis el descanso eterno.
¡Ah! ¡cuán dolorosa debe ser para vuestro maternal corazón la
conducta de tantos cristianos, que dejan en el olvido a aquellas
almas atribuladas!
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¡Esperan nuestros sufragios, y apenas hay quien se


acuerde de ellas! ¡Oh María! dignaos inspirar a todos una
tierna compasión con los fieles difuntos, un ardiente deseo
de ofrecer por ellos obras satisfactorias, y el propósito de
ganar, en su favor, cuántas indulgencias les sean
aplicables, a fin de que pronto vayan a gozar de Dios en su
Reino. Oíd, oh Madre bondadosa, las súplicas que por
ellas os dirigimos:

Para que sea breve el tiempo de sus sufrimientos,


imploramos vuestro socorro ¡oh madre bondadosa!

Para que un rayo de luz celestial las ilumina en las


tinieblas,

Para que alcancen alivio en sus penas y angustias,

Para que se apaguen las llamas que las abrasan;

Para que se cumpla presto su deseo de entrar en la gloria.

Por las almas de nuestros padres,


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Por las almas de nuestros hijos y hermanos, imploramos
vuestro socorro ¡oh madre bondadosa

Por las almas de nuestros parientes y amigos,

Por las almas de nuestros bienhechores,

Por las almas que sufren por culpa nuestra,

Por las almas más desamparadas,

Por todas las benditas almas del purgatorio,

Por vuestra inefable bondad y misericordia,

Por vuestro inmenso poder,

Por vuestra incomparable maternidad,

Por vuestras preciosas lágrimas,

Por vuestros acervos dolores,

Por vuestra santa muerte,

Por las cinco llagas de vuestro amado Hijo,

Por su preciosa sangre derramada por nosotros,

Por su dolorosísima muerte;

Para que se apliquen con abundancia los difuntos los


sufragios de los vivos,
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Para que vuestros ojos maternales les echen una mirada de
compasión.

Imploramos nuestro socorro ¡oh madre bondadosa!

Para que las haga felices la contemplación de la Santísima


Trinidad, imploramos vuestro socorro ¡oh madre bondadosa!

Para que recibamos nosotros el premio eterno de nuestra


caridad, imploramos vuestro socorro ¡oh madre bondadosa!

Para que las almas que hayamos librado del purgatorio, hagan
un día lo mismo con nosotros, imploramos vuestro socorro
¡oh madre bondadosa!

Oración

¡Oh Madre compasiva del Perpetuo Socorro! Mirad, os ruego,


a esas afligidas almas que la justicia de Dios tiene sumergidas
en las llamas del purgatorio. Ellas son caros de objetos del
amor de vuestro Hijo; ellas le han amado durante la vida, y el
presente se abrasan en deseos de verle y poseerle; pero no
pueden, por sí mismas, ni salir del fuego terrible que las
devora.
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Conmuévanse vuestro tierno corazón a vista de tanto dolor,
digna os consolará estas almas que esperan y suspiran sin
cesar por Vos; ¡oh Madre del Perpetuo Socorro, mitigar sus
penas, abreviad sus sufrimientos, y

alcanzad de vuestro divino Hijo que, por los méritos de su


preciosa Sangre, sean libradas de la cárcel en que gimen, y
admitidas a la gloria. Amén

Un credo por las benditas ánimas

Oración

Almas benditas, que padecéis atrocísimas penas, yo, como


verdadero devoto de vuestro, os prometo no olvidarme nunca
de vosotras y suplicar continuamente al Altísimo que os libré
de vuestra prisión. Corresponded a esta promesa que os hago,
alcanzándome de Dios, que os ama tanto y con quién tanto
podéis sólo en favor de los mortales, me libre de todos los
peligros del alma y del cuerpo. Os pido para mí y para todos
mis parientes, bienhechores, amigos y enemigos, el perdón de
los pecados, la salvación del alma, y, por tanto, la
perseverancia en el bien. Libradnos de todas las desgracias,
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miserias, angustias, enfermedades y trabajos. Alcanzadnos la
paz del espíritu, asistidnos en todas nuestras obras,
socorrednos y defendednos en nuestros peligros. Rogad por el
Sumo Pontífice, por la exaltación de la Santa Iglesia, por la
paz de

las naciones, por los Príncipes cristianos, por la


tranquilidad de los pueblos, y haced que un día podamos
disfrutar juntos de los gozos del paraíso. Así sea.

Indulgencia plenaria para el día de los difuntos.


Esta indulgencia plenaria puede ganarse tantas veces
cuántas se visitará una Iglesia, o un oratorio público o
semipúblico, rogando allí por las intenciones del Sumo
Pontífice. --- Requiérense la confesión y la comunión.

Nótese:
1. Dicha indulgencia plenaria sólo vale para los
difuntos.
2. Está concedida para el 2 de noviembre; pero si este
día fuera domingo, se traslada la indulgencia con el
Oficio de difuntos el día 3.
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3. Puede ganarse desde el mediodía del día. 1° (o del 2,
cuando se traslada) de noviembre hasta las 12 de la
noche del día 2 (o del día 3, cuando se traslada).
4. La confesión puede hacerse en cualquiera de los 8
días que preceden, o de la octava que sigue al día
señalado para la indulgencia.
5. Los que comulgan todos o casi todos los días, sí se
han conservado en gracia desde la última confesión,
no necesitan confesarse para ganar esta indulgencia.
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Sí mi virtud declina,
estrella matutina
mis fuerzas alentad.
 A vuestro fiel devoto
Dad ánimo constante;
Su paso vacilante
A la virtud guíad.
 En la postrera lucha
Con la terrible muerte,
Feliz será mi suerte,
Sí logró yo exclamar:
 En la prisión del fuego
Sed dulce Redentora;
Mis penas, gran Señora,
Dignaos aliviar.
 Me sea permitido,
¡Oh Madre tan querida!
Por tierna despedida
Cantaos sin cesar.
Yo te doy
Coro. Yo te doy
¡Oh Madre querida!
Alma, vida,
Cuanto soy.
1. Con ardor
Ofrézcote, Madre,
El don suave
Del amor,
2. A tus pies

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