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Celebración por los fieles difuntos

SALUDO
Hermanos: La tradición de rezar por los muertos se remonta a los
primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su
recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.
Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar
el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras
para que el difunto alcance la salvación.
Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres
queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para
poder participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer
la Santa Misa por los difuntos.
Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas
muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con
ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser
la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido
instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la
oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan
al cielo.
La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también
las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para
ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan
llegar a ver a Dios. "No dudemos, pues, en socorrer a los que han
partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos".
Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino
también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están
en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la
gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.
Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha
establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo
por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre,
“podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera
que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”.
Por eso hemos recogido las intenciones de muchos de nosotros y las
hemos colocado aquí para ofrecerlas frente a Dios. Encomendamos a
nuestros seres queridos o familiares difuntos así como nuestras
peticiones en este día.
Vamos a leer el Evangelio recordando la invitación de Jesús de vivir
según la Voluntad del Padre.

LECTURA DEL EVANGELIO

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,37-40)

En aquel tiempo, Jesús les dijo entonces: —Ha llegado la hora en


que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el
grano de trigo al caer en tierra no muere, queda solo; pero si muere,
da abundante cosecha. El que ama su vida, la perderá; pero el que
desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna.
Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará
también el que me sirva. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.
¡Siento en este momento una angustia terrible! ¿Y qué voy a decir?
¿Diré: “Padre, líbrame de esta angustia”? ¡Pero precisamente para
esto he venido! Padre, glorifica tu nombre.» Entonces se oyó una
voz del cielo, que decía: «Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar
otra vez.»

Palabra del Señor.

Gloria a ti Señor.

Peticiones
Hermanos, elevemos con fervor nuestras súplicas a Dios Padre
misericordioso y Señor de la vida. Digámosle todos con gran
confianza: Señor, concédenos la vida eterna.

1. Señor Jesús, te pedimos por todos los fieles miembros de


nuestras familias o seres queridos que ya gozan del sueño de la
paz. Roguemos al Señor. R.
2. Para que el Señor auxilie y proteja a nuestras familias, pero
sobre todo a aquellas que han pasado por momentos de
dificultad, para que tu Señor seas nuestra fortaleza. Roguemos
al Señor. R.
3. Por nuestros conocidos y amigos para que, siguiendo el
ejemplo de Jesús, lleguen a perseverar hasta el final.
Roguemos al Señor. R.
4. Te pedimos por los que sufren algunas circunstancias de la
vida y por lo que están enfermos. Roguemos al Señor. R.
5. Te pedimos por este colegio josefino y por los seres queridos
que hicieron el favor anotar en las intenciones de esta
celebración (nombrar a las personas anotadas). Roguemos al
Señor. R.
Que te sean gratos, Señor, los deseos de tu Iglesia suplicante, para
que tu misericordia nos conceda aquello que te hemos pedido con fe.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén

Guía: Fieles al mandato de Jesús y siguiendo su divina enseñanza,


decimos juntos.

Todos: Padre Nuestro…

Guía: para terminar esta breve celebración, nos despedimos de


nuestra Madre María diciendo: Dulce Madre…

Guía: Dales Señor el eterno descanso…

Guía: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la
vida eterna.

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