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Acompañamiento psicológico

de niños y adolescentes en duelo.

NECESIDADES DEL DUELANTE AL MOMENTO DE SER


ACOMPAÑADO Y HABILIDADES DEL PROFESIONAL
DE LA SALUD

“LAS TAREAS DEL DUELO”. ALBA PAYAS (PAG. 230)


Necesidades Relacionales Fundamentales de las Personas en Duelo
1. Ser escuchadas y creídas en toda su historia de pérdida: escuchar es
dejar que la historia del otro se revele. Las personas en duelo necesitan ser
escuchadas y creídas en lo que viven; que el entorno les facilite la libre
expresión de sus pensamientos y sentimientos. Muchas veces necesitan
repetir aspectos relacionados con la muerte, lo cual forma parte del proceso
de destraumatización. Escuchar y creer lo que nos dice y validar su experiencia
emocional subjetiva, es lo que va a crear las condiciones de seguridad y respeto
para que pueda expresar toda su vulnerabilidad y sentirse acogido. Con frecuencia
las personas de su entorno niegan sus sentimientos: “eso no es así”,” no es
para tanto”,” debes sentir de otra manera”. Carl Rogers hablaba de la
importancia de la mirada incondicional en la relación (Rogers, 1972).
Algunas personas sienten que lo que viven es inaceptable para los demás.
Especialmente en las primeras etapas de duelo, les parece que lo les sucede es
descabellado, que si cuentan a alguien lo que les pasa por la cabeza van a ser
censuradas o incluso ridiculizadas.
El sentido de seguridad, junto con la presencia cálida, comprensiva y empática del
terapeuta, muchas veces tiene que ver con su capacidad de acoger con respeto la
vulnerabilidad, la fragmentación y la desestructuración de la persona en duelo. Al
mostrarle con sus gestos, palabras y miradas que está abierto a escuchar toda
su historia, que es entendida y aceptada toda su experiencia la persona puede
integrarla como algo natural y humano.
2. Ser protegidas y tener permiso para expresar emociones: Nuestras
dificultades para conectar con sentimientos difíciles tiene que ver con no
haber experimentado la vivencia de ser protegidos por una figura de apoyo
estable y fuerte. Si en nuestra infancia se nos dejó solos en momentos de
confusión y dolor, seguramente ahora el modo a perder el control inhiba la
expresión de nuestros sentimientos dolorosos más profundos.

Fundación Aiken. Personería jurídica número 0002142


(011) 5245-4189 | info@fundacionaiken.org.ar | www.fundacionaiken.org.ar
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Las personas que han sufrido experiencias de pérdida y trauma necesitan sentir que
van a ser sostenidas en su expresión emocional, sea cual fuere; que el terapeuta
ofrezca una plataforma de seguridad donde puedan expresar y permitirse sentir sus
miedos. Ofrecer una figura de protección y guía que responda a la necesidad de
descontrolar de las personas en duelo, abrumadas por sus sentimientos de
tristeza, aflicción, miedo, enfado o necesidad de regresión, es atender su
necesidad de permiso y de protección.
3. Ser validadas en la forma de afrontar el duelo: Paralelamente a la
facilitación de la expresión emocional, el terapeuta acompaña validando estos
sentimientos como algo natural y necesario en el proceso. Al permitir su libre
expresión, confirma la experiencia subjetiva del paciente, normalizando su vivencia.
La mirada incondicional del terapeuta es lo que va a facilitar que el doliente se
permita expresar toda su vulnerabilidad física y afectiva.
4. Estar en una relación de apoyo desde la reciprocidad: no implica que
el terapeuta tenga que haber pasado exactamente por la misma experiencia
de duelo que el paciente, pero sí que el paciente sienta que es acompañado por
alguien que no solo entiende mentalmente su dolor por la pérdida del ser querido,
sino que además sabe algo, por su propia experiencia, de cómo es ese dolor. La
reciprocidad en la relación terapéutica se satisface cuando el paciente, al expresar
lo que siente, percibe que está ante alguien que “sabe” de lo que le habla y que es
capaz de mostrar su subjetividad en la relación interpersonal.
No necesitás estar en duelo, pero como terapeuta conocés el territorio de las
propias pérdidas; explorar el dolor es un camino familiar para ti, así que puedes
comprender desde tu corazón lo que te están contando.
5. Definirse en la forma individual y única de vivir el duelo: la necesidad
de autodefinirse en una relación es la necesidad de experimentar y expresar
que somos seres humanos únicos y diferentes de los otros y que esta
diferencia se respetada por los demás dentro de una relación (Erskine y
otros, 1999). En el duelo, la autoafirmación es una necesidad importantísima,
porque muy a menudo la manera única en que la persona vive su dolor es negada,
minimizada o desautorizada por el entorno.
El terapeuta debe validar todas y cada una de las múltiples maneras especiales que
el doliente tiene de vivir su proceso de pérdida.
Apoyar al doliente en sus decisiones respecto a cómo debe vivir su duelo,
escuchar y dar voz a todo aquello que le fue negado o que él mismo se negó
en aras de la aprobación cultural o social es una manera de responder a esa
necesidad de afirmación.

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Es importante que no proyecte su opinión respecto a lo que es correcto o no


el duelo. Para ello deberá estar especialmente atento a personalidades
adaptadas y con dificultades en su autodefinición, que van a pedir permiso u
opinión acerca de sus decisiones. No hay una manera única de hacer el duelo. Por
ejemplo, frente a decisiones que el doliente plantea, deberá hacer una
cuidadosa indagación sobre las distintas opciones, sus significados y su
funcionalidad dentro del momento del duelo (por ejemplo mujer con cenizas
en su casa de marido).
Aunque admitamos que la teoría y nuestras propias vivencias de pérdidas
elaboradas son una guía necesaria e indispensable, el terapeuta debe acoger la
experiencia del otro desde un “corazón de principiante”.
6. Sentir que su experiencia de duelo tiene un impacto en el otro: la
necesidad de impactar en otros refleja la importancia que tiene en la
relaciones sentir que uno posee la capacidad de hacer que el otro cambie
algo: sean pensamientos, actos o respuestas emocionales provocadas en ellos
( Erskine y otros, 1999).Es un reflejo de la necesidades que tienen las personas de
saber que lo que cuentan o sienten tiene un efecto en quienes los están
escuchando.
El término de” trauma acumulativo” se puede emplear para describir cómo
fracasa el entorno en dar apoyo a la persona en duelo en el momento de la
muerte y en el período posterior. La persona tiene que escuchar y manejar los
pequeños pero constantes comentarios descalificadores y minimizadores. La
fuente más importante de trauma acumulativo quizá sea la negligencia o
incapacidad del entorno para sentirse impactados por el dolor del otro, de ahí
que esta necesidad sea tan frecuentemente expresada en la elaboración del
duelo.
7. Estar en una relación donde el otro tome la iniciativa: es frecuente en
muchos modelos de psicoterapia que se espere que siempre sea el paciente
quien inicie el contacto en la relación: qué necesita ud de mi? Cuáles son sus
objetivos?. Este marco de trabajo terapéutico no puede aplicarse a las
personas en duelo. Las personas que han perdido a un ser querido suelen
estar muy inactivas y poco disponibles para el contacto terapéutico,
sobretodo en los primeros momentos del duelo ( estado de shock y
aturdimiento); por lo tanto, el terapeuta no puede esperar que el doliente se
haga cargo de todo su proceso terapéutico. La persona no puede responder a
esas preguntas porque están fuera de su alcance, emocional y cognitivamente.
Este interrogatorio, en el duelo, sería un atropello terapéutico. Incluso las
preguntas: qué espera ud de mi? O en qué puedo ayudarlo? generalmente no
son adecuadas.

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Para algunos pacientes es especialmente importante y reparador que experimenten


que el terapeuta es quien lleva el control y toma en ocasiones la responsabilidad de
hacer que algo ocurra en el proceso terapéutico. Muy a menudo las intervenciones
iniciales más poderosas son de naturaleza no verbal: moverse la lado del paciente,
tomarle la mano o decir con la mirada: “acá estoy, no me voy”. Estas
intervenciones muestran al paciente que está siendo escuchado, validado y
comprendido, y que su necesidad es detectada sin que sea preciso expresarla.
8. Poder expresar amor y vulnerabilidad: En la intimidad con el otro, la
persona se siente cuidada, protegida y apreciada. Estos sentimientos deben
ser expresados en forma natural en el contexto de la relación. El ser humano
necesita, por naturaleza, recibir amor, pero también necesita poder expresar amor.
A medida que las personas en duelo van haciendo su trabajo y avanzan en su
proceso, emerge progresivamente en ellas la necesidad de expresar el afecto
por el amor recibido y perdido, pero también el amor no recibido y que ya
nunca más podrán tener, al menos en esa relación. El terapeuta debe crear un
espacio en la relación en que el paciente pueda experimentar y expresar ese
amor. Hacer el duelo y avanzar es también recuperar la capacidad de amar.
En el contexto terapéutico de apoyo al duelo, la expresión de los sentimientos
afectivos del paciente al terapeuta va a ser algo permitido y aceptado. Desde el
modelo de psicoterapia integrativa, que el terapeuta acepte esas expresiones como
algo genuino y natural en la relación es algo totalmente aceptable (Erskine y
otros,1999).

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PROPUESTA DESDE FUNDACIÓN AIKEN: NUESTRA MIRADA


Actitudes importantes que nos permiten brindar servicio a otro:
1. Estar presente
2. Paciencia (para adecuarse al tiempo del otro).
3. Capacidad de sostener el dolor del otro en silencio
4. No querer dar respuestas ni hacer comentarios/devoluciones todo el tiempo
5. Brindarle un espacio seguro, íntimo y de confianza

Nuestra capacidad de intervenir está relacionada con la máxima


capacidad de empatía que hace de amortiguación al impacto
Para tener en cuenta:
 El acompañamiento es un arte.
 Para cultivar el acto de presencia es fundamental estar centrados, estar en
eje, para lo cual es fundamental la práctica previa. Para ello son útiles los
ejercicios de relajación, centramiento, respiración, visualización, etc.
 Desarrollar la práctica de la paciencia, dándole tiempo al paciente, no forzar
el proceso. El tiempo es el tiempo de la persona, no el nuestro (adecuarnos al
suyo).Vamos a ir con el tiempo y ritmo del otro.

Brindamos servicio no para arreglar o cambiar al otro sino para ver cómo se vincula
con lo que está viviendo, para saber qué necesita, estando ausentes desde nuestra
voluntad (de que sea lo que queremos que sea).
Si bien no podemos garantizar cómo va a ser el duelo, sí podemos haber cultivado la
capacidad de contener a la persona, brindándole un espacio seguro, íntimo y de
confianza.

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