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LAS OBLIGACIONES.
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DERECHO PERSONAL Y OBLIGACIÓN:
Se dice que vienen a ser las dos caras de una misma moneda, vale decir, se trata
de una misma cosa enfocada desde ángulos diferentes. Así, para el acreedor es
un crédito o derecho personal; en cambio para el deudor es una obligación para
con su acreedor. Se habla de obligación cuando se mira al derecho personal desde la
perspectiva del deudor, como una necesidad de cumplir, de proporcionar al acreedor
una prestación.
De esta forma, algunos autores entienden por derecho de obligación el derecho de
exigir de otra persona una determinada prestación.
El profesor Michel Villey señala que tal como al lado de los derechos reales existen los derechos personales, los juristas
dirían: acciones in rem y acciones in personam. El derecho real se ejerce sobre una cosa y vincula al sujeto con la cosa, el
fundo, el usufructo o el patrimonio; el derecho personal se dirige a una persona, que está obligada a pagarnos cierta suma
o prestarnos algún servicio.
Leer artículo 576, 577 y 578 del Código Civil.
ORIGEN ETIMOLÓGICO:
Obligación proviene de la voz latina "obligatio", compuesta por la preposición
acusativa "ob" (alrededor) y el verbo "ligare" (ligar-atar) y Maynz nos dice que no
hay vestigios de la palabra "obligación" en la lengua jurídica de los primeros
tiempos; no está incluida en ningún fragmento de la ley de las XII Tablas, por lo
cual pertenece, sin duda, a una época más avanzada). El profesor Shulz destaca que
la palabra “obligare” es relativamente antigua y significa “atar”. En cambio, el
sustantivo “obligatio” aparece tardíamente, no siendo corriente todavía al final de la
República. En la época clásica fue un término jurídico bien conocido, pero
vinculado con el ius civile.
CONCEPTO DE OBLIGACIÓN:
En un sentido amplio puede decirse que la obligación es la relación existente entre
al menos dos personas determinadas, un acreedor y un deudor, en virtud de la
cual el primero puede exigir el cumplimiento de una “prestación” o “deuda” al
segundo, agregando algunos, mediante el ejercicio de una acción in personam.
También podemos definirlo como un vínculo jurídico entre personas
determinadas, en virtud del cual una de ellas se coloca en necesidad de efectuar
una prestación que puede consistir en dare, facere o prestare.
Desde la perspectiva del acreedor, podemos definir la obligación como un
vínculo jurídico en virtud del cual una persona, denominada acreedor, puede
exigir de otra, llamada deudor, una prestación de dar, hacer o no hacer alguna
cosa, garantizando este último el cumplimiento con la totalidad de su
patrimonio.
En las Institutas de Justiniano se contiene una definición de Obligación que se
puede mencionar como clásica y que aún es válida: la obligación es un vínculo
jurídico por el cual nos encontramos constreñidos a la necesidad de pagar
alguna cosa conforme al derecho de nuestra ciudad (I, Inst. 3, 13 pr.). El profesor
García Garrido precisa que esta definición destaca el “vínculo jurídico” lo que estaría en relación con el
primitivo carácter de la obligatio, precisando que una persona se vincula o se somete a otra por el acto del
nexum, acto que consistía en una suerte de auto-mancipación o sometimiento de una persona a otra para
garantizar una deuda propia o ajena. El mismo sometimiento o responsabilidad con el propio cuerpo resulta
también de la manus iniectio. La lex Poetelia Papiria del año 326 a.C., abolió el nexum y sustituyó el
sometimiento personal del deudor por el de sus bienes, transformando así la vinculación personal en
patrimonial.
Es del caso destacar que la expresión pagar se utiliza en un sentido amplio, como
sinónimo de cumplimiento, cualquiera sea el comportamiento que pueda exigirse al
deudor.
Finalmente, el profesor Francisco Samper nos señala que para la jurisprudencia
clásica la obligación consiste precisamente en una relación patrimonial sancionada
mediante una acción civil in personam. En todo caso, este mismo autor, al tratar las
fuentes de las obligaciones, acepta la posibilidad de extender el concepto en el
sentido de considerar como obligación a toda relación sancionada por acciones
personales, sean civiles u honorarias. En este orden de ideas, el profesor García
Garrido destaca que obligación y acción son conceptos y realidades inseparables
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para los romanos. Existe obligación una obligación en tanto una persona pueda
ejercitar una acción para reclamar algo que se le debe. En una primera fase sólo
existían las obligaciones tuteladas por acciones reconocidas por el ius civile, pero en
el derecho clásico, por una extensión del término que realiza la jurisprudencia, se
denominaron obligaciones a las relaciones personales defendidas por acciones
pretorias. En el derecho justinianeo, con finalidad docente, se clasifican las
obligaciones en civiles y pretorias u honorarias.
Por último, el profesor Jorge Adame advierte que la palabra «obligación» se
entiende aquí en un sentido técnico, diferente del significado que tiene en el uso
común que es el de un deber (moral o legal), como cuando se dice que el estudiante
tiene la “obligación” de estudiar.
I.-ÉPOCA PRIMITIVA (se extiende hasta la sanción de la Lex Poetelia Papiria en el año 326 a. de C.):
La primera expresión de obligación, sin corresponder exactamente al concepto que hoy manejamos de
obligación, está ligada al delito y la organización de la familia y sociedad romana de los primeros
tiempos. De esta forma, el origen primero del vínculo obligacional estaría en la responsabilidad personal por
el hecho de una persona, que determina su sometimiento al poder de aprehensión de otra. Así, las primeras
obligaciones que sancionó el derecho romano fueron las nacidas de los delitos, vale decir, cuando una persona
ejecutaba un hecho lesivo de los derechos de otra. Podría sostenerse que el Derecho de las Obligaciones
surge cuando la costumbre establece una solución típica al conflicto nacido del perjuicio causado a otro,
remedio que luego se transforma en ley.
En una primera época, el ofendido podía hacerse justicia por sus propios medios, causando al ofensor un daño
igual o mayor que el que éste le había ocasionado. Es lo que se llama la “venganza privada”, cuya primera
limitación aparece con la ley del talión, al exigirse que el daño causado al ofensor fuera de la misma
naturaleza y extensión que el sufrido por la víctima (“vida por vida”, “ojo por ojo”, etc.). De ella se
encuentran vestigios en la Ley de las XII Tablas (Tabla VIII, 2), que ordena la pena del talión contra el que
rompe un miembro a otro y no transige).
De lo expuesto, se desprende que en la primera época no se conocía la "obligación" (obligatio) como
concepto abstracto, pero si había personas "obligadas". Al deudor lo guarda el acreedor atado, ligado, con
una cuerda varias veces arrollada en torno a su cuerpo. Se halla ob-ligatus: obligado, se dice desde
entonces.
El obligatus era aquella persona que quedaba sometida a la potestad casi absoluta del pater familia ofendido o
acreedor, él cual podía disponer de ella como si se tratara de un esclavo.
La Tabla II trataba de la ejecución del deudor que hubiera sido condenado al pago en juicio, y después de
establecer el procedimiento a seguir con el que no pagaba, autorizaba su detención por el acreedor y fijaba el
peso de sus cadenas y la alimentación que éste debía darle. Sesenta días después, podía el acreedor venderlo o
matarlo, y previendo el caso de pluralidad de acreedores frente a un solo deudor, estos podían conducir al
deudor a la otra orilla del Tiber, para venderlo en calidad de esclavo o matarlo y dividirse por partes su
cuerpo).
En este contexto, normalmente la familia del ofensor trataría de conformar al pater familias ofendido
con una composición material en lugar de la entrega de la persona del ofensor, y esto, que primero es
una costumbre se transforma luego en práctica legal, con lo cual el ofensor puede siempre quedar
liberado pagando una indemnización, cuantitativamente establecida por la ley según la clase de delito.
Esta compensación, indemnización o pena es el más antiguo objeto de la obligación: en tanto no sea pagado,
el culpable queda en poder del lesionado, es decir, el deudor en poder del acreedor, por lo cual los
conceptos de deudor y culpable se identifican.
La responsabilidad del obligado por el pago de tal indemnización es, así, en su sentido más estricto,
personal (`por la situación de sumisión en que se encuentra mientras no satisfaga el rescate), pero
posteriormente se admitió la subrogación, le era permitido al pater familia asumir la condición de
deudor y entregar a uno de los suyos en garantía; éste último quedaba reducido a obligatus, es decir, era
responsable sin ser deudor. En cambio, el pater, era un deudor sin responsabilidad.
En resumidas cuentas, la obligatio primitiva no era otra cosa que el sometimiento de una persona física a
un estado de cautividad redimible, del que se liberaba realizando la prestación o pagando el precio del
rescate. No había propiamente una relación regida por principios jurídicos, sino que la obligación era
una forma voluntaria por la cual una persona se entregaba a otra para realizar trabajos físicos hasta pagar lo
debido, permaneciendo mientras tanto atada a cadenas.
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EL NEXUM: Posteriormente, como consecuencia del desarrollo que experimenta la economía, deviene
apremiante la necesidad de dar fuerza jurídica al compromiso de hacer, entregar o devolver algo, y
valiéndose de este estado de obligatus, a imagen de la noxae dedictio se construye la obligación de
restituir el trigo u otras cosas fungibles dadas en préstamo, entregando el prestatario mediante la
ceremonia solemne del NEXUM su propia persona como rehén, o la de un sometido a su potestad, en
garantía del cumplimiento de la obligación. (Se dice que etimológicamente nexum procede de nectere,
cuyo significado es ligar o anudar). El deudor, en presencia de cinco testigos y el librepens, se obliga a pagar
en una época determinada, comprometiendo su propia persona en garantía de la deuda Más tarde la misma
construcción se aplica a otras obligaciones.
El nexum, es un mutuo o préstamo de consumo, que generalmente recaía sobre cosas fungibles, y en que, para
garantizar la restitución, el mutuario mediante una mancipatio transfería a una persona de su familia o a si
mismo al mutuante, quedando el vendido en una situación de cuasi esclavitud, in causa mancipium, estado en
el cual permanecerá hasta el pago de lo que debe. (Teóricamente, el deudor queda en estado de cuasi
esclavitud, pero según algunos, de hecho, en la mayor parte de los casos, la persona entregada quedaría en
libertad condicional o precaria, pero jurídicamente estaba sujeta al acreedor, quien adquiere la manus iniectio,
esto es, la facultad de apoderarse de ella, según algunos, en cualquier momento hasta la restitución, quedando
el deudor en una situación de cuasi esclavitud, y según otros, sólo si no restituía lo prestado.)
LA SPONCIO: Otra forma contractual fuente de obligaciones era la SPONCIO, esto es, la promesa
solemne de cumplir una prestación. La solemnidad era el empleo de una fórmula verbal, lo que se traducía
en una promesa estructurada por una pregunta seguida de una respuesta: ¿Spondes?, Spondeo, vale decir,
¿Prometes? Prometo.
En la sponcio, la responsabilidad del deudor se hace efectiva sólo en caso de incumplimiento del deudor
y no desde el momento en que solemnemente se obliga, con lo cual la obligación se transforma en un
vínculo jurídico garantizado, por así decirlo, por la posibilidad de la ejecución material contra la
persona del obligado incumplimiento. Se dice que aquí no se compromete el propio cuerpo del deudor, sino
que su propia fe.
El valor de esta forma contractual radicaba en el valor que los romanos atribuían a la palabra dada y,
según algunos, aquí encontraría su origen la expresión crédito, que viene de credere, esto es, tener fe en el
otro contratante.
Comentario: Relacionando el nexum con la sponcio, podemos decir que el primero es la atadura física y
por su parte la sponcio es la atadura de la palabra, que evita la sumisión actual (antes del incumplimiento)
del cuerpo del deudor.
LA MANUS INIECTIO: Tanto en sus orígenes como en el caso de estas dos figuras, el derecho del
acreedor estaba dotado de una acción denominada MANUS INIECTIO, que le permitía disponer del
cuerpo del "obligado".
Por virtud de la manus iniectio pasado un término (30 días) sin que el deudor hubiera satisfecho su deuda,
procedía la adjudicación por el pretor. Funcionó, igualmente la venta en pública subasta, y aun el rescate por
otra persona mediante el pago de lo debido; y en el evento de no haber postor ni rescate, ni interesarle al
acreedor, se permitió dar muerte al deudor.
La sujeción corporal era el elemento preponderante en estas primitivas relaciones jurídicas; en esta
etapa el débito no tenía importancia, pues lo único que interesaba era la responsabilidad del obligado.
II.-ÉPOCA CLÁSICA:
Como consecuencia de presiones sociales en el año 326 a. de C. se dictó la lex POETELIA PAPIRIA de
nexum, que prohibió el encadenamiento, venta y derecho a muerte de los nexi y estableció que los deudores
responderían de las prestaciones contraídas con sus propios bienes, con lo cual se inicia el proceso de
"espiritualización" de la obligatio, en mérito de la cual el derecho del acreedor se "desvió" desde la
persona del deudor hacia sus bienes.
El sometimiento personal que la obligatio implicaba lo sufrían, con especial rigor, los plebeyos deudores; de
allí que fueron ellos los que iniciaron una serie de luchas sociales y políticas que dieron como fruto la sanción
de aquella ley. A partir de la Ley Poetilia Papiria se cambió el sometimiento de la persona del deudor, por la
afectación de todos sus bienes al pago de sus obligaciones, que son el derecho de prenda general con que éste
responderá a todos sus acreedores. Tito Livio nos señala que la génesis de esta lex se encuentra en que un tal
Lucio Papirio, que se hallaba en condición de nexus cerca de un acreedor por una deuda contraída por su
padre, sustrayéndose de los ultrajes y malos tratos, huyó y consiguió conmover al pueblo, el cual,
arrodillándose ante los senadores que entraban en la curia, mostraba la espalda lacerada del joven. Los patres,
compadecidos, autorizaron a los cónsules una ley en cuya virtud, salvo los casos de delito, fue abolido el
estado de nexus, debiendo responder de la deuda los bienes y no el cuerpo del deudor. Este mismo autor
señala que esta ley es "la aurora de una nueva libertad para los plebeyos”.
Desde entonces, el término obligatio viene a significar la constricción jurídica y no la sujeción del
cuerpo: entre acreedor y deudor media ahora una relación inmaterial, un deber físicamente incoercible,
lo que implica la abolición del estado de servidumbre: el deudor no pasa automáticamente a poder y voluntad
del acreedor, y simplemente si no paga, puede ser vendido o adjudicado tras el regular proceso ejecutivo.
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Si bien la ley Poetelia Papiria, conjuntamente con abolir el nexum, habría ya establecido que son los
bienes del deudor y no su persona los que garantizaban la deuda, pero esta reforma no fue asumida
inmediatamente sino que sólo lo fue a fines de la República, cuando se sustituyó la manus iniectio por la
BONORUM VENDITIO (venta de bienes), esto es, la subasta pública de la totalidad de los bienes del
deudor, para luego restringirse dando lugar a la DISTRACTIO BONORUM, en virtud de la cual lo que se
autoriza es a separar ciertos bienes para efectos de ser vendidos hasta enterar el valor estimado de la
prestación incumplida.
En buenas cuentas, con la ley Poetelia Papiria, comenzó la evolución patrimonialista que concluiría con la
abolición de toda represión personal, lo que para muchos se traduce diciendo "los bienes y no el cuerpo
debían responder de su deuda".
Conviene destacar que, tal como se señaló, a fines de la República se sustituyó la manus iniectio por la
BONORUM VENDITIO (venta de bienes), esto es, la subasta pública de la totalidad de los bienes del
deudor. Esta habría sido introducida por el pretor Rutilio Rufo y funcionaba de la siguiente manera: ante la
demanda de un acreedor, y después de conceder al deudor cierto plazo para el pago, se procedía a la venta en
masa de su patrimonio para adjudicarlo a aquel de entre los posibles compradores que ofreciera una suma
mayor, con la cual se había de satisfacer a los acreedores del ejecutado. Vale decir, simplemente se
adjudicaba el patrimonio del deudor a un nuevo titular que se obligara a pagar a los acreedores.
En atención a la desproporción existente en muchos casos entre el valor de la prestación debida y el
valor de todos los bienes del deudor, se sintió la necesidad de crear un sistema más equitativo, esto es
una ejecución más específica, vale decir, objetos concretos, estableciéndose la DISTRACTIO BONORUM
o venta al detalle de los bienes del deudor. En virtud de ella lo que se autoriza es a separar ciertos bienes
para efectos de ser vendidos hasta enterar el valor estimado de la prestación incumplida, vale decir, se
vendían los bienes del deudor al detalle, por medio de un curador.
De lo anterior se puede colegir que el concepto de obligación, como dicen muchos, se ha espiritualizado; de
vínculo estrictamente personal ha pasado a considerárselo como una relación de carácter patrimonial,
en la cual lo que interesa al acreedor es el cumplimiento de la prestación debida por el deudor.
De esta forma en el período clásico la obligación es para los romanos una relación jurídica en virtud de la
cual uno o más sujetos, de un lado, tienen derecho a exigir una prestación o a falta de ésta, una
indemnización patrimonial, y uno o más sujetos, de otro lado, tienen el deber de cumplirla o responder
con su patrimonio en caso de incumplimiento, pero en esta época, se reservaba el concepto o mejor dicho
la expresión obligatio para designar las obligaciones fundadas en el ius civile, por lo cual no se incluyen
las relaciones de crédito que sólo tuvieran el amparo del pretor, casos en los cuales se utiliza simplemente la
expresión "deber".
Gayo nos señala que "entendemos que obligado está el que debe dar, hacer, prestar conforme al ius
civile", añadiendo que la obligación está amparada por una acción personal en cuya virtud accionamos en
contra de aquel que está obligado hacia nosotros.
Se trata de un concepto abstracto, que algunos señalan como "una creación genial romana"; de allí, que su
elaboración fuera lenta, ya que, como dice Von Hering "el pensamiento del hombre descubre mejor el
lado concreto de los conocimientos intelectuales que su carácter abstracto…". Ello, podría explicar por
qué en el primitivo derecho romano sólo se conocieron obligados o deudores -que constituyen lo único
materializable del vínculo- y no obligaciones o derechos de crédito.
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ELEMENTOS DE LA OBLIGACIÓN:
Del propio concepto se desprenden los elementos de esta:
1)El vínculo jurídico;
2)La existencia de un sujeto activo, acreedor, y un sujeto pasivo, y
3)la prestación cuyo contenido puede ser de dare, facere y prestare.
Este “hacer” genérico a cargo del deudor aparece en el lenguaje de los juristas
y de las fórmulas procesales y legales, bajo la triple tipología de “dare, facere y
praestare” esto es, dar, hacer y prestar, en el entendido de que el hacer (facere)
puede consistir en un “no hacer” (non facere).
Algunos autores se refieren a este elemento como “el contenido” de la
obligación.
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Conviene reiterar que la actividad del deudor en que consiste el facere se
entiende tanto positiva como negativamente, de forma tal que también quedan incluidas bajo
esta palabra las abstenciones obligatorias: el no hacer o padecer (non facere, pati).
Por otra parte, se dice por algunos que el facere es un término tan comprensivo
que puede ser usado en sentido genérico de indicar la prestación, cualquiera sea
el contenido de ésta, así pareciera serlo cuando Ulpiano señala “Pagar” decimos
que lo hace quien hace lo que prometió. También se puede pensar así cuando
Papiniano nos dice que el verbo hacer comprende toda clase de haceres, dar, pagar,
entregar dinero, juzgar, transitar. Sobre el particular, el profesor Barrientos destaca que
genéricamente la prestación de facere comprende todo hacer que no conduzca a constituir dominio o derechos
reales (dare), tales como: b.1) Opus facere: vale decir, hacer una cosa o realizar una obra material, v.gr.
construir una cerca. b.2) Praestare operas: esto es, prestar ciertos servicios inmateriales, v.gr. enseñar griego al
esclavo Pánfilo. b.3) Tradere (factum tradendi): a saber, entregar cosas (materialmente y sin constituir
dominio o derechos reales), v.gr. entregar la cosa alquilada al arrendatario, entregar la cosa vendida. b.4) Non
facere: los juristas entendían que dentro del facere se comprendía también el no hacer, vale decir, las
abstenciones obligatorias, v.gr. estipular no hacer nada para impedir que el estipulante transite.
REQUISITOS DE LA PRESTACIÓN:
1.-DEBE SER POSIBLE,
2.-DEBE SER LÍCITA,
3.-DEBE SER DETERMINADA O DETERMINABLE, y
4.-DEBE OFRECER INTERÉS PARA EL ACREEDOR.
1.-DEBE SER POSIBLE: Aquí rige el principio postulado por Celso de que “la
obligación de lo imposible es nada”. En realidad, lo que se exige es que no sea
imposible y la imposibilidad puede ser física o jurídica.
La imposibilidad debe ser absoluta y verdadera, vale decir, objetiva y universal, no
relativa y particular o individual. Así, es naturalmente imposible destruir la
propiedad de una cosa destruida y lo es jurídicamente el vender un bien que no es
susceptible de apropiación privada. La objetividad se refiere a que afecte a la
prestación en sí y no a la persona obligada.
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Además, la imposibilidad puede ser originaria o sobrevenida. Es originaria cuando
se promete algo que es imposible por sí, desde el primer momento, como cuando se
promete una cosa que ya no existe. Es sobrevenida aquella que se produce cuando la
obligación ya se ha contraído.
2.-DEBE SER LÍCITA: vale decir, que no sea contraria a las leyes, a las buenas
costumbres o al orden público. Al respecto Paulus nos dice que "respecto a lo que
las leyes prohíben que se haga…deja de haber obligación. Estas obligaciones suelen
ser calificadas de torpes, como lo sería el cometer o no cometer un delito, no tener
hijos o no casarse. En este sentido se dice por algunos que, si bien el derecho no
asume la defensa de la moral, tampoco asume la de la inmoralidad.
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b.-DE DERECHO ESTRICTO Y DE BUENA FE.
DE DERECHO ESTRICTO: son las que provenían del derecho quiritario
elaborado en la época primitiva y en que imperaba el formalismo y en que la causa
de la obligación era el cumplimiento de las formalidades exigidas. Se encuentran
protegidas por acciones de estricto derecho y el juez debe interpretar la obligación
con sujeción estricta a los términos del contrato. Este tipo de obligaciones derivan
del nexum, de la estipulatio, de la expensilatio.
DE BUENA FE: a diferencia de las anteriores, el juez tenía amplia facultad de
apreciación y podía resolverlas en base a la equidad y a la intención de las partes.
Leer artículo 1509, 1546 y 1560 del Código Civil
c.-CIVILES Y NATURALES.
CIVILES: son las que dan acción para perseguir su cumplimiento, vale decir,
la que permite al acreedor reclamar judicialmente en caso de incumplimiento
del deudor.
NATURALES: son las que no confieren acción para exigir su cumplimiento,
pero que, cumplidas, autorizan para retener lo que se ha dado o pagado en
razón de ellas. Los juristas clásicos se refieren a ellas como “natura debere”.
Vale decir, la diferencia radica en si son o no jurídicamente exigibles, pero
debemos destacar que las naturales no son simples deberes morales, puesto que
producen efectos jurídicos más o menos importantes. En efecto si bien no dan acción
para exigir su cumplimiento, autorizan para retener lo dado o pagado en razón de ellas; en ellas si el deudor
paga libre y voluntariamente, el acreedor ha recibido bien y no puede alegarse pago de lo debido, pues la
obligación existía. La ley no impide el pago voluntario de las obligaciones naturales, y se opone a la
repetición (devolución) de lo pagado a sabiendas por estimarlo contrario a la moral y a la buena fe. Por ello
la doctrina afirma que las obligaciones naturales, aunque carecen de acción,
están dotadas de excepción, consistiendo la excepción en el derecho a retener lo
que se ha dado o pagado por ellas.
Lo normal es que una obligación esté protegida por una actio, de tal modo que
cuando no se cumple con la prestación, se puede demandar su cumplimiento, caso
en el cual se habla de genéricamente de obligaciones civiles, pero por razones de
equidad se admitieron obligaciones que carecían de acción, como ocurre con las
llamadas obligaciones naturales, cuyos ejemplos se encuentran relacionados
normalmente con los créditos y deudas de aquellas personas sometidas a potestad
como lo son los hijos de familia y los esclavos.
El profesor Samper señala que el surgimiento de las obligaciones naturales hay que referirlo al problema
de las relaciones económicas entre personas de una misma familia civil, respecto de los cuales la
posibilidad de litigar unas contra otras queda suspendida hasta el momento en que comience a haber
diferenciación patrimonial. Tampoco existiría posibilidad de cobrar como deudas las que se hubieran
originado en actos realizados por hijos de familia respecto de un extraño, salvo los casos en que el
Edicto consigna una de las acciones adjetitia qualitates. Agrega que en todas estas relaciones no hay
propiamente debitum ni obligatio mientras el alieni iuris permanezca en calidad de tal; sin embargo, se
consideró que lo que se había dado en razón de ellas podía ser retenido por el beneficiario (solutio retentio)
igual que si se tratara de una obligación verdadera. Del mismo modo se asemejan a las deudas civiles en otros
aspectos o efectos que más adelante destacaremos.
De esta forma, en conformidad al ius civile nace una obligatio naturalis cuando
se obligan esclavos o hijos de familia, entre sí o respecto de un tercero, no
habiendo contra ello posibilidad de acción, pero en que, para conciliar los
intereses del acreedor, se permite a éste retener lo que voluntariamente le
hayan pagado las personas sometidas a la potestad del pater, para lo cual
disponía de una exceptio llamada solutio retentio. En todos estos casos, no hay
obligación civil, no puede exigirse o reclamarse su cumplimiento, pero por
alguna razón, que muchos califican como un deber moral, por razones de
equidad, una vez realizado el pago no se puede repetir, vale decir, el deudor
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puede no pagar, pero si cumple, el pago es válido, considerándose cumplida la
obligación. Posteriormente, en el derecho postclásico la categoría se amplía a
pesar de haber desaparecido la unidad del patrimonio familiar, para abarcar
todas las obligaciones que no son exigibles, pero cuyo pago es irrepetible, y
pueden garantizarse y transformarse en deudas civiles.
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II.-DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL OBJETO, DE LA PRESTACIÓN:
a.-DE DARE, FACERE Y DE PRESTARE: Nos remitimos a lo señalado al
estudiar la prestación como elemento de las obligaciones.
b.-DE GÉNERO Y DE ESPECIE:
1.-DE GÉNERO: aquella en que se debe indeterminadamente un individuo de
una clase o género determinado, o cierta cantidad de cosas fungibles, vale decir, su
objeto consiste en la entrega de cuerpos que pondere, numero, mensura, continentur, esto es, que se pesan, se
cuentan o se miden. Cuando el objeto de la obligación es un género, debe
determinarse a lo menos su cantidad y su pertenencia a un género. Leer
artículos 1508, 1509 y 1510 del Código Civil.
2.-DE ESPECIE O CUERPO CIERTO: Es la que tiene por objeto una cosa
individualmente determinada. Vale decir, son aquellas en que se debe
determinadamente un individuo de un género determinado.
c.-DIVISIBLES E INDIVISIBLES:
Esta clasificación se formula según si la prestación que constituye el objeto de
la obligación es susceptible de ser ejecutada parcialmente, ya sea, material o
intelectualmente, vale decir la nación de indivisibilidad y de divisibilidad se funda en la posibilidad o
imposibilidad de dividir el objeto de la obligación, ya sea materialmente o bien intelectualmente. Leer
artículo 1524 del Código Civil.
En términos generales podemos decir que una obligación es indivisible cuando
no es susceptible de efectuarse por parcialidades, y que, habiendo varios
acreedores o deudores, cada acreedor puede exigirla y cada deudor está
obligado a cumplirla en su totalidad.
Es importante destacar que podemos estar ante una imposibilidad absoluta que es impuesta por la naturaleza
misma de la prestación, ej.: la obligación de constituir una servidumbre predial. También puede estarse ante
una indivisibilidad relativa, en que, si bien el objeto puede ser dividido y cumplirse por parcialidades, resulta
que para los fines previstos por las partes resulta indispensable que se cumpla en forma total y no parcial. Ej:
la obligación de construir una casa. Por último, también podemos encontrarnos ante la llamada indivisibilidad
de pago o convencional, en que los interesados o el legislador interpretando la voluntad de las partes han
establecido que sean cumplidas en forma total, como, por ejemplo, la obligación de entregar una especie o
cuerpo cierto.
El profesor Samper destaca el hecho de que una obligación sea divisible
depende primordialmente de su objeto jurídico (dar, hacer) y no de su objeto
material (aquello que se ha de dar o hacer); por eso debe distinguirse
cuidadosamente este problema de la divisibilidad de las cosas.
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En síntesis, esta es una materia de suyo oscura y compleja y es así como
Dumoulin intitula una de sus obras "Desentrañamiento del Laberinto de
lo divisible e Indivisible".
En todo caso, esta clasificación cobra importancia cuando hay varios
acreedores o deudores y en caso de fallecimiento del acreedor o del deudor y en
que los suceden varios herederos. Ej: si muere Sempronio que es deudor de Julio, dejando a dos
herederos, estos estarán en principio cada uno obligado a pagar la mitad de lo adeudado, salvo si el objeto de
la obligación es indivisible, caso en el cual cualquiera de los dos podría ser obligado a pagar el total.
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Se dice que, a diferencia de las obligaciones alternativas, en este caso hay uno solo
de los objetos in obligatione y que el otro está sólo in facultate solucione. (Torrent:
la diferencia con las alternativas está en que en las facultativas si desaparece el objeto que se previó como
verdadera prestación, la obligación desaparece; en las alternativas, por el contrario, la obligación subsiste
mientras subsistan las posibilidades de la prestación).
Leer artículo 1507 del Código civil
De esta forma, en caso de ser varios los codeudores cada codeudor es responsable
de su cuota y si son varios acreedores cada coacreedor sólo puede pedir su
cuota, lo cual explica por ejemplo que la cuota del insolvente no afecta ni grava a
los otros y la interrupción de la prescripción en contra o en favor de uno no
perjudica ni favorece a los otros. El profesor Torrent destaca que en las obligaciones
mancomunadas cada una de las partes sólo puede exigir su parte y cada deudor sólo está obligado a pagar su
cuota, de allí que se entienda dividida en tantas obligaciones cuantos eran los sujetos activos o pasivos, pues
cada sujeto, aunque la obligación es única, sólo puede pretender (acreedor) o pagar (deudor) su parte.
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Cabe destacar que la división es por parte iguales a menos que las partes o la ley
establezcan una proporción distinta.
ELEMENTOS DE LA SOLIDARIDAD:
1.-PLURALIDAD DE VÍNCULOS: pudiendo ser activa, pasiva o mixta.
2.-UNIDAD DE PRESTACIÓN: el objeto, esto es, la prestación, debe ser la
misma para todos los deudores.
3.-DIVISIBILIDAD DEL OBJETO: El objeto debido debe ser divisible, esto es,
perfectamente podría ser cumplido por partes.
4.-REQUIERE DE PACTO EXPRESO, O SER ESTABLECIDA POR LEY O
POR TESTAMENTO.
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NATURALEZA JURÍDICA DE LA SOLIDARIDAD:
1.-En el caso de la solidaridad pasiva, se dice que es una garantía para el
acreedor, pues en el caso de la solidaridad pasiva dispone de varios patrimonios para
hacer efectiva la obligación. Cada uno de los codeudores solidarios es una suerte
de garante pues se compromete por el total, sin perjuicio de que algunos puedan
ser deudores verdaderos o interesados y otros verdaderos diputados para el pago no
interesados, como un mandatario o un fiador.
2.-Además se la concibe como una modalidad de las obligaciones pues modifica
el efecto normal de las obligaciones con pluralidad de sujetos.
EFECTOS DE LA SOLIDARIDAD:
15
Ahora en el plano de las relaciones entre los codeudores (relación interna), si
son varios los codeudores y, conforme los principios de la solidaridad pasiva, uno
sólo es exigido por el entero de la prestación y paga efectivamente el total de la
deuda, es justo que pida a los demás reembolsarle la parte que a cada uno le
corresponde, vale decir, el codeudor solidario que pagó puede exigir a cada
deudor su respectiva cuota. Lo mismo ocurrirá si parta extinguir la obligación
uno de los deudores debió realizar un sacrificio pecuniario.
En principio la deuda es divisible entre todos los codeudores, pero sólo entre ellos y
para efectos de concurrir a la solución, y cada codeudor participa en la proporción
en que tenga interés en la deuda, lo cual no es oponible al acreedor.
Al respecto, se dice que, en Roma, por lo menos hasta la época clásica no era un
principio de aplicación general y sólo se admitía reembolso en caso de que
existiera entre los codeudores una vinculación jurídica por causa de sociedad,
de comunidad, de mandato o por ser coherederos. Así:
a)En el caso de sociedad, el deudor que paga dispone de la actio pro socio.
b)En el caso de comunidad, dispone de la actio communi dividundo,
c)En caso de ser quien pagó un mandatario comisionado para el pago, este
disponía de la actio mandati contraria para el reembolso de lo pagado.
Ahora, para aquellos casos en que no existían estas relaciones entre los
codeudores, se admitió, antes de extinguir la acción con el pago, el BENEFICIO
DE CESIÓN DE ACCIONES (Beneficium cedendarum actionum), hecha por el
acreedor al deudor que paga.
d)en el caso de tratarse de coherederos, se puede valer de la actio familiae
erciscundae.
En el Derecho Justinianeo, podemos afirmar que el reembolso o derecho de
reembolso es admitido con carácter general.
Leer artículos 1608, 1610 nº 3 y 2370 del Código Civil
Finalmente, para precisar adecuadamente lo que ocurre entre los codeudores
entre sí, es necesario atender a si el codeudor que pagó tenía o no interés en la
deuda, esto es, si la obligación contraída ha producido beneficios o no para ellos,
pues podría ocurrir que uno de los codeudores simplemente se haya obligado en
garantía y además hay que tomar en consideración la forma en que se extinguió
la obligación, puesto que, si la extinción es gratuita, no habrá derecho a
reembolso. Leer artículo 1522
16
Excepciones que los codeudores solidarios pueden oponer al acreedor:
Es de suyo recordar que el demandado puede oponer tanto excepciones
dilatorias como perentorias. Las primeras buscan corregir vicios de
procedimiento, sin entrar al fondo del asunto. En cambio, las perentorias dicen
relación con el fondo del asunto. Son las que podríamos designar como
“verdaderas” defensas.
En relación al codeudor solidario que es requerido de pago este puede hacer
valer excepciones perentorias, entre las cuales es posible distinguir tres
categorías:
c)excepciones mixtas: son aquellas que sólo pueden oponerse por el codeudor
respecto del cual concurre alguna circunstancia o situación especial, esto es, son
personales en cuanto a la titularidad, pero que de ser acogidas son reales en
cuanto a su efecto y en consecuencia también benefician a los demás
codeudores, vale decir, son reales o comunes en cuanto a su efecto. Ello es lo
que ocurre con la excepción de compensación. Una vez opuesta por un
codeudor, en caso de ser acogida extingue la obligación respecto de todos y se
convierte en una excepción real o común que a todos los deudores aprovecha.
Leer artículo 1520 y 2354 del Código Civil.
17
LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES:
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En relación a las fuentes de las obligaciones, el profesor Samper, partiendo de
la base que la obligatio se refiere únicamente a las amparadas acciones civile,
es posible, en un sentido lato, reconocer también como obligaciones a las
amparadas por el pretor, lo que determina que lo serían todas aquellas que
estén sancionadas por acciones personales, sean civiles u honorarios, ello daría
lugar a reconocer como fuentes de las obligaciones, a la condena judicial, los
delitos civiles, los préstamos, la transcriptio nominum, la estipulatio, el
legado damnatorio y los contratos que se sancionan por acciones bonae fides.
El profesor García Garrido precisa que, en base al repertorio de acciones y de
la ordenación de las mismas en el edicto y en los comentarios
jurisprudenciales, las obligaciones proceden de delitos, préstamos,
estipulaciones y contratos. Acto seguido precisa que, en los intérpretes
medievales y modernos han tenido una gran influencia las clasificaciones
escolásticas de los libros de Instituciones de Gayo (complementada por Res
cottidianae) y de Justiniano, hasta el punto que ha sido declarada la moderna
sistemática de las obligaciones de la doctrina y de los códigos modernos.
Leer artículo 578, 1437, 2284 y 2314, todos del Código Civil.
El profesor Jorge Adame enseña que don Alvaro D’Ors, haciendo un análisis de
las acciones personales existentes en el Edicto del pretor urbano, y
considerando diversos textos clásicos procedentes del Digesto, afirma que los
juristas clásicos, al menos desde tiempo de Labeón, consideraban que las
fuentes de las obligaciones se clasifican en:
i)delitos, en lo cual coincide con la clasificación gayana;
ii)préstamos, que son convenios en los que el deudor se obliga a devolver una cosa
que le fue previamente dada, como el préstamo de dinero;
iii)estipulaciones o promesas, que son un negocio formal por el que una persona se
obliga a dar o hacer algo a favor de otra, y
iv)contratos, que son convenios informales en los que las dos partes se obligan
recíprocamente.
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Por su parte, las figuras que Justiniano considera como «cuasidelitos»
caben en la clasificación clásica como tipos del delito de daño en los que se
da una «responsabilidad objetiva», es decir por el daño mismo y no por el
dolo, y, en cuanto a las obligaciones que Justiniano considera originadas
por «cuasicontratos» tienen su causa en determinados actos en los que (al
igual que en las obligaciones que nacen de delitos) falta un convenio entre el
acreedor y el deudor: la obligación de devolver el pago de lo no debido o el
enriquecimiento sin causa proviene del hecho de que alguien reciba una cosa
que no tiene derecho a retener, que es lo que ocurre en el tipo de préstamo
denominado datio ob causam; las obligaciones entre quien gestiona
espontáneamente un negocio ajeno y el dueño del negocio provienen del
hecho de la gestión útilmente realizada, y son semejantes a las que se originan
entre mandante y mandatario por el contrato de mandato; las obligaciones de
los copropietarios de comunicarse lo que les corresponda de los gastos y
utilidades por razón de la cosa común, derivan del hecho de haber gastado o
percibido algo por causa de ella; las obligaciones entre el tutor y el pupilo
derivan del cargo de la tutela, que consiste en la administración de un
patrimonio ajeno, y son semejantes a las que se dan entre el administrador y el
dueño del patrimonio derivadas del mandato de administrar; finalmente, la
obligación del heredero de cumplir el legado de efecto personal es
consecuencia del legado mismo.
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EFECTO DE LAS OBLIGACIONES (CUMPLIMIENTO E
INCUMPLIMIENTO):
El efecto tiene que ser la consecuencia normal que sigue a la causa, de allí que la
doctrina entiende que el primer efecto de una obligación será su
cumplimiento, pero si ello no ocurre, la ley confiere ciertos derechos al acreedor
para obtener el cumplimiento forzado de la obligación.
EL CUMPLIMIENTO:
El cumplimiento es, generalmente, voluntario. Esto es, el deudor ya sea para
hacer honor a la palabra empeñada, sea por conveniencia, sea, finalmente, por el
deseo de evitar la ejecución forzada, la mayor parte de las obligaciones surgidas
del tráfico humano recibe cumplimiento espontáneo.
Este cumplimiento consiste en la efectiva, íntegra y oportuna realización de la
prestación, esto es, lo que hoy denominamos pago, que en Roma se designa con
el término solutio, que viene de solvere: disolver, desligar, puesto que liberaba al
deudor, de allí que algunos también hablen de liberatio.
En todo caso, no es menos cierto que algunos hablan de satisfactio, que deriva de
satisfacere, esto es, hacer suficiente, partiendo de la base de que genéricamente se
designa la prestación con la expresión facere.
Finalmente, se dice, que en resumen, la expresión satisfactio significa el hecho
del efectivo cumplimiento de una prestación y que solutio y liberatio, en
principio aluden al efecto de aquella, esto es, la disolución del vínculo y la
liberación del deudor (En todo caso, según algunos la expresión solutio se reserva
para designar el cumplimiento de las obligaciones de dar. Por su parte la expresión
satisfactio se reserva para el de las obligaciones de hacer y, finalmente, la expresión
liberatio, se utiliza para aludir al efecto extintivo y liberador.)
INCUMPLIMIENTO:
En este sentido se dice que una obligación queda incumplida o que existe
incumplimiento cuando la prestación en que consiste o no es realizada en
absoluto, o es realizada, pero defectuosamente o incompletamente, o es
realizada pero extemporáneamente.
El incumplimiento puede deberse a un hecho del deudor o bien a una causa
ajena a él.
El incumplimiento nos conduce al problema de la “responsabilidad” del
deudor, vale decir, determinar si en concreto el deudor debe o no ser
condenado y en qué medida.
Como regla general, diremos que el deudor será responsable cuando el
incumplimiento se deba a un hecho suyo -lo que ocurre cuando obra dolosa o
culposamente- y no cuando el incumplimiento sea producto de un caso fortuito
o fuerza mayor, a menos que se trate de una obligación género, o se produzca
estando el deudor en mora, o bien que las partes hayan establecido lo contrario.
En cuanto a la responsabilidad, es posible distinguir entre responsabilidad
penal y responsabilidad civil.
La responsabilidad civil se refiere a la necesidad de reparar patrimonialmente
el daño causado, la cual puede ser contractual o bien extracontractual.
En términos generales, la responsabilidad se llama contractual cuando surge
del incumplimiento de una obligación nacida de un contrato.
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Por su parte, la responsabilidad extracontractual es la surge de un hecho que
causa daño y que no dice relación con el incumplimiento total o parcial de una
obligación contractual.
Para efectos del curso nos limitaremos fundamentalmente a la responsabilidad
contractual. En todo caso es necesario reconocer que los juristas romanos no se
preocuparon mayormente de estas distinciones.
Comentario: El profesor Cristián Aedo Barrena, en su obra “Culpa Aquiliana, una
conjunción de aspectos históricos y dogmáticos”, nos enseña que el término
responsabilidad, en el sentido técnico en el que se emplea modernamente, se
desconocía por los juristas romanos, pero, sin duda, las bases constitutivas de ella se
encuentran en la lex Aquilia, lo que, en su concepto, determina que su estudio es
imprescindible cuando se pretende abordar cualquiera de los aspectos que la
obligación de reparar los daños comprende, afirmando que, a la luz de la
interpretación de la referida lex por los juristas republicanos y clásicos, se
desarrollaron todos los elementos que hoy día reconocemos como constitutivos de
un régimen de responsabilidad y la decisión de los problemas que debieron resolver
no se diferencia en nada de las situaciones jurídicas que deben afrontar
modernamente los jueces. En todo caso, no hay que olvidar, como bien lo sugiere
Guzmán Brito, que el principal instrumento fue el caso, advirtiéndose en las
formulaciones de la jurisprudencia, una cierta adversión a los conceptos amplios y
generales y de ahí la tendencia a acallar los principios, lo que no implica que hayan
carecido de un sistema perfectamente trabado.
EL DOLO:
Anteriormente analizamos el dolo como posible vicio del consentimiento, vale decir,
en el ámbito de la formación de la voluntad o consentimiento, destacando la
existencia de un elemento volitivo o intencional. En el ámbito del incumplimiento
de las obligaciones existirá dolo todas las veces que por una acción u omisión el
deudor contraviene conscientemente las obligaciones. Vale decir, Se trata de un
hecho u omisión deliberada del deudor efectuada para perjudicar al acreedor;
el deudor intencionalmente observa una conducta que impide el exacto cumplimiento de la obligación o
hace totalmente imposible la prestación que constituía su objeto.
Así, se puede definir el dolo en este ámbito como "La conducta voluntaria y
maliciosa del deudor tendiente a impedir el cumplimiento de la obligación o a
hacer totalmente imposible la prestación que constituye su objeto, con el
propósito de provocar un perjuicio al acreedor"
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ASPECTOS A DESTACAR RESPECTO DEL DOLO EN MATERIA DE
INCUMPLIMIENTO CONTRACTUAL:
2.-El dolo no se presume, salvo en los casos previstos por la ley, por lo cual al
acreedor corresponde probar el dolo del deudor (Paulo: incumbe la prueba al que afirma,
no al que niega) Leer artículo 1459 del Código Civil
LA CULPA:
En palabras muy sencillas, la culpa se presenta cuando hay negligencia o falta de
cuidado, pero que excluye mala voluntad. Existe en el deudor descuido, falta de
diligencia, pero no existe intención de dañar.
En materia de incumplimiento de una obligación existe culpa por tanto cuando éste
se debe a una imprudencia o negligencia imputable al deudor.
Así, se define a la Culpa en este ámbito como la falta de cuidado o diligencia que
debe emplearse en el cumplimiento de una obligación o en la ejecución de un
hecho.
La profesora Castresana precisa que en la primeras fuentes latinas, la palabra
culpa fue empleada en un sentido muy amplio, como sinónimo de culpabilidad,
como referido a la acción imputable. En este sentido, sugiere que no difería de la
iniuria como elemento de la lex Aquilia, pues ella implicaba un resultado
antijurídico, pero desde un sujeto que se encontraba en una situación que infiriera
daño. También se sugiere que esta expresión habría sido utilizada en dos
sentidos: uno muy amplio, que comprende el dolo y la negligencia; en el otro,
restringido, la culpa equivalía a la negligencia. Otra lectura es vincular la culpa con
supuestos en los que es el pretor quien concede la acción, para distinguirla de la que se toma de la
misma lex (acción civil), que se basa en la iniuria
El concepto de culpa, en especial en materia contractual, sólo habría sido
desarrollado en parte por la jurisprudencia clásica, pero fundamental lo habría
sido por la jurisprudencia post clásica.
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Al respecto, se señala que en el Derecho Clásico se comienza a utilizar esta
expresión en el sentido antes anotado. Los juristas clásicos logran apreciar una
diferencia entre la inejecución intencional de la prestación respecto de una
inejecución sin mala intención, pero sin prudencia, sin el cuidado que dispensaría
un modelo de conducta ciudadana: el buen o diligente pater familia. Se concibe
como una conducta deshonesta, como dice Iglesias, una inobservancia de un
deber de prudencia que pesa sobre cada miembro de la comunidad ciudadana
en su vida de relación, concibiéndola como la desviación de un modelo ideal de
conducta. En concreto, logran distinguir los conceptos de dolo y culpa.
La jurisprudencia post clásica avanza aún más y ya con Justiniano se formula
una graduación de la culpa, en grados: culpa lata o grave y culpa levis o leve.
Los comentaristas del Derecho Común, añaden un grado más: la culpa
levissima,
Leer artículo 44 del Código Civil
24
Lo expuesto corresponde a la regla general, la cual puede ser alterada por la
voluntad de las partes, quienes pueden convenir disminuir o aumentar la
responsabilidad de los contratantes o bien por disposición de la ley, en cuanto
ella la regule para un determinado contrato.
Leer artículo 1547 inciso primero del Código Civil
4.-La culpa grave en cuantos a sus efectos civiles se equipara al dolo (“culpa
lata dolo aequiparatur). La culpa lata es la negligencia total, tan total que
parece dolo.
Releer artículo 44 del Código Civil.
25
En efecto, para que tenga lugar la indemnización y el cobro de perjuicios es
necesario que la infracción sea imputable al deudor en grado de dolo o culpa.
El caso fortuito y la fuerza mayor no dan lugar a indemnización, salvo las
excepciones señaladas.
Normalmente se acostumbra a distinguir uno de otro, así, el caso fortuito es un
evento no imputable al deudor, que Ulpiano denomina "casus" y que ninguna
humana inteligencia podía prever. Por su parte, la vis maior o fuerza mayor,
sería el hecho que, aun cuando haya sido previsto, no se puede resistir. Así en
la fuerza mayor predomina el rasgo de la irresistibilidad, en tanto que en el caso
fortuito domina el carácter de la imprevisibilidad. Pero en honor a la verdad ambos
tienen igual poder liberatorio.
Leer artículo 45 del Código Civil
LA MORA.
Un requisito para la procedencia del cobro de perjuicios por incumplimiento del
contrato es la mora del deudor. Leer 1557
La regla general es la necesidad de constituir en mora al deudor, de allí que el
simple retardo no da lugar a indemnización. En este sentido conviene señalar
que en toda obligación existe un momento a partir del cual es dable exigir el
pago. El deudor puede retardar el cumplimiento, pero este retardo, por regla
general, sólo lo perjudica cuando ha sido interpelado por el acreedor y él ha
hecho caso omiso a esa interpelación.
De lo dicho se desprende que mora y retardo no son conceptos sinónimos pero si
relacionados. En efecto, la mora del deudor supone el retardo, pero además
como regla general exige una actividad del acreedor.
Por otra parte puede incurrir en mora no sólo el deudor (mora debitoris) sino
también el acreedor (mora creditoris). Así como el deudor está obligado a cumplir la
prestación en el tiempo y lugar oportunos, del mismo modo el acreedor tiene que aceptar la prestación debida
cuando le sea ofrecida en el tiempo y lugar previstos.
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CONCEPTO: "el retardo en el cumplimiento de una obligación debido a culpa
del deudor, después de la interpelación del acreedor (mora debitoris) o la
obstaculización por parte del acreedor a recibir la cosa ofrecida por el deudor
en tiempo oportuno (mora creditoris).".
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GARANTÍA DE LAS OBLIGACIONES:
En el caso de existir una obligación existe la posibilidad de que ésta no se cumpla y
frente a ello existe la posibilidad de prevenir las consecuencias del incumplimiento
mediante el establecimiento de garantías.
Las garantías se establecen o constituyen mediante negocios jurídicos que se
celebran entre acreedor y deudor o entre uno de ellos y terceros y como ya se
señaló al tratar los derechos reales y en especial los de garantía, las garantías
pueden ser personales o reales.
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A fines de la República, el pago puro y simple, desprovisto de formalidades, fue
suficiente para extinguir la obligación. De esta forma, se reconoce al pago o
solutio como un modo normal de extinguir las obligaciones con prescindencia de
toda solemnidad. Así, Gayo nos dice que libera al deudor ipso iure cuando la prestación es efectuada tal
como es debida.
Leer artículo 1567 y 1568 del Código Civil
1.-VOLUNTARIOS Y NO VOLUNTARIOS Y
1.-VOLUNTARIOS Y NO VOLUNTARIOS:
A)VOLUNTARIOS: son aquellos que tienen por causa la voluntad de las partes y
que son el resultado del acuerdo entre el acreedor y el deudor, como ocurre con el
pago, la novación, la acceptilatio, la compensación consensual, la remisión, el
mutuo disentimiento.
B)NO VOLUNTARIOS: son aquellos que son consecuencia de hechos ajenos a las
partes a los cuales la ley añade por su propia autoridad fuerza extintiva, como ocurre
con la pérdida de la cosa debida, la confusión, la prescripción extintiva, la
muerte, la capitis deminutio y otras.
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Es del caso destacar que con Justiniano, no hay ninguna diferencia entre una y
otra clase de modo de extinguir (ipso iure y ope exceptionis). Así, en el Digesto se
establece "ninguna diferencia hay entre que de derecho no tenga uno acción o que ésta sea invalidada por
excepción". Podríamos decir que la dicotomía ius civile-ius honorarium se
manifiesta claramente en el tema de la extinción de las obligaciones. Así, la
extinción de las obligaciones de modo automático (ipso iure) es propia del ius
civile, en tanto que la extinción de obligaciones por vía de excepción (ope
exceptionis) se da en el ius honorarium.
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NOCIONES GENERALES SOBRE LAS FUENTES OBLIGACIONES:
LOS CONTRATOS
Se acostumbra a señalar que el contrato es la figura más importante en lo
referente al tratamiento dado a las obligaciones por los juristas romanos.
La noción de contrato sufrió desde su origen hasta el derecho justinianeo un
desarrollo que determinó la primacía del elemento acuerdo de voluntad
(conventio), respecto del elemento formal, que en un principio fue considerado
primordial (por ej.: nexum, sponcio y stipulatio), lo cual se explica por las
exigencias impuestas por el tráfico comercial y jurídico, que implicó el
reconocimiento de primero de los contratos reales y finalmente de los contratos
consensuales.
En todo caso, los juristas romanos no llegaron a elaborar una teoría sistemática
de lo que hoy conocemos o entendemos por contrato, pero si existen en el
derecho romano principios y elementos entorno al concepto de contrato.
CONCEPTO DE CONTRATO:
Origen etimológico:
El profesor Guzmán Brito señala que contractus es el participio de pretérito
masculino de contrahere, y significa “contraído” (“contracto”. Sustantivamente
la misma forma, tiene el sentido de “lo contraído” (“el contracto”, “el
contraimiento”, “la contracción). Del verbo, el sustantivo conservó una
referencia exclusiva a relaciones estructuralmente bilaterales o de partes, que
excluye su aplicación a las unilaterales.
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Sentidos en que aparece utilizada esta expresión en la fuentes jurisprudencias:
El profesor en referencia precisa que en los escritos de la jurisprudencia la voz
contractus aparece usada, en primer lugar, con un sentido totalmente atécnico
y general, que podemos verter con los sustantivos castellanos “lo contraído”, el
“contracto”, la “contracción”, “el contraimiento” y, según ello, tal palabra
expresa bajo forma sustantiva lo mismo que contrahere bajo forma verbal: “la
celebración, el ajustamiento o la conclusión” de un acto bilateral o “el
establecimiento” de una relación (necesariamente bilateral, por ser relación),
por lo que no significa ni el acto ni la relación misma.
Añade que el uso de contractus tendió a recibir una extensión más restringida
que la del verbo derivante contrahere y la del sustantivo derivado contractus en
el sentido de mero “contraimiento”. Así, Labeón, contemporáneo de Augusto,
la adoptó para designar un conjunto o contraimiento obligacionalmente
bilateral, es decir, aquél en que ambas partes resultan recíprocamente
deudoras y acreedoras, como ocurre en la compraventa o en la tutela , lo que
se aprecia en la definición de contractus que se le atribuye como “obligación de
una y otra parte”, identificando el contractus con el synallagma griego, en los
que lo decisivo de los pertinentes “contraimientos” no es la exigencia de una
convención, ya que no la hay en la tutela y en la gestión de negocios, o que este
tenga lugar solo consensu, pues ello ocurre únicamente en la compraventa, el
arrendamiento, la sociedad y el mandato, sino que lo determinante es que el
pertinente “contraimiento” permite a cualquiera de las partes entablar una
acción en contra de su contraparte, existiendo una perfecta congruencia entre
las relaciones sancionadas con bonae fidei iudicia y las relaciones que Labeón
llamó contractus. La unión de los dos aspectos se manifiesta en la expresión
bonae fidei contractus que con cierta frecuencia emplearon los juristas
posteriores. Corresponden a los que modernamente llamamos “contratos
sinalagmáticos”. Al respecto destaca que la distinción que hacemos entre
sinalagmáticos perfectos (si la bilateralidad obligacional es necesaria y surge al
momento de la perfección del negocio, como en la compraventa, en el
arrendamiento o en la sociedad) e imperfectos (si la obligación de una de las
partes es contingente y surge o puede surgir durante el desarrollo de la
relación, como en el mandato, en el depósito o en la fiducia) no es romana,
aunque por cierto, los fenómenos así designados se dan en los contratos
romanos. De hecho, nunca se sabe a priori si en una relación de buena fe, en
que al menos una parte resulta siempre obligada, también la otra lo estará, a
diferencia de aquellas relaciones en que, como veremos, sólo una de las partes,
desde el comienzo mismo de la relación, queda obligada, de modo que sólo la
contraparte está legitimada para accionar y nunca, ni siquiera
contingentemente, la inicialmente obligada, como en el mutuo. Destaca que los
juristas posteriores usaron a menudo la voz contractus para designar figuras
que dan origen a conjuntos sinalagmáticos.
32
negocio que contraerlo”, de lo que se deduce que para Gayo es contrato aquel
negocio que genera obligaciones celebrado con el entendimiento de producir tal
efecto, no siendo suficiente, pues, que surja objetivamente una obligación, pues
se exige además que las partes entiendan que ese es el efecto. En otras palabras,
para Gayo el contrato supone un acuerdo o convención entre partes dirigido a
crearla.
A modo de resumen:
Guzmán destaca que el punto de vista de Labeón, en estrecha adhesión al
edicto, es el efecto obligacional, con prescindencia del tipo y estructura de la
causa o fuente de tal efecto. Por su parte, refiriéndose a Gayo, destaca que éste
adopta un punto de vista causalista, siendo lo decisivo no ya la naturaleza del
efecto, sino que la naturaleza de la fuente, sin poner mayor atención, esto es,
pasando por alto el hecho de que entre las figuras que él consideraba como
contratos las hay que son obligacionalmente unilaterales, como la estipulación,
y que son bilaterales, como todas las que Labeón consideraba como contratos.
Si bien no es posible afirmar que las concepciones de Gayo hayan tenido
recepción en su tiempo, si fueron desarrolladas plenamente en el derecho
justinianeo, al establecer Justiniano una cuatripartición de fuentes y
clasificando a las obligaciones que provienen desde un contrato en cuatro
especies, al señalar que éstas se contraen re, verbis, litteris o consensu.
Para efectos de nuestro curso, sin perjuicio de la postura que pudiera seguirse
en relación a las opiniones de Labeón o de Gayo, diremos que, en el derecho
clásico, el contrato es un acuerdo de voluntades entre dos o más personas,
encaminado a crear una o varias obligaciones, reconocido y amparado por el
ius civile, esto es, con nombre propio y dotado de acción para exigir el
cumplimiento de las obligaciones que emanan de él. En este sentido, Arias
Ramos nos dice que el derecho romano clásico no nos da un concepto de
contrato, sólo ofrece una lista de contratos.
Conviene tener presente que, tal como se adelantó, en Roma no siempre todo
acuerdo destinado a crear una obligación es protegido por el derecho dado que
existían los denominados pactos, vale decir simples acuerdos de voluntades que
no daban acción para exigir su cumplimiento, pero que, en ciertos casos, por su
importancia, dio lugar a una protección por parte del Pretor brindando en
ciertos casos una acción, lo que permite distinguir entre pactos nudos y pactos
vestidos.
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Esta noción de contrato es restringida ya que solamente de un determinado
número de convenciones nacerán obligaciones civilmente exigibles por una
actio, que será típica de cada relación contractual y tendrá su propio nombre.
En alguna medida ello se explica por cuanto en los primeros tiempos de la vida
de Roma las relaciones económicas son muy escasas, lo que va a cambiar como
consecuencia de la transformación de Roma, pudiendo advertir, ya en época
republicana, una multiplicación de las relaciones económicas y la incorporación
de nuevas costumbres comerciales, lo que se concretará en la generalización de
la compra y venta, el arrendamiento de cosas, servicios y obras, el mandato, la
sociedad, el depósito, el comodato. Muchos de ellos, tal como lo destaca Michel
Villey, aún se conservan, bajo los mismos nombres, en nuestros días
1.-POR SU ORIGEN:
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3.-POR SU FORMA DE PERFECCIONAMIENTO O NACIMIENTO:
Gayo nos dice que de las obligaciones nacidas de un contrato hay cuatro
géneros, pues una obligación se contrae por una cosa (re) o por palabras
(verbis) o por escrito (literis) o por el consentimiento (consensu).
En todo caso, pudiera también afirmarse que, más que por la forma de
perfeccionarse, lo que Gayo utiliza como criterio para esta cuadripartición (que
él refiere a las obligaciones) se fundaría en la causa jurídica de la obligación
(las palabras (como en la estipulatio) las letras (los contratos literis), la entrega
o dación de cosas (como en los préstamos), el consentimiento (como en los
contratos solo consensuales).
35
4.-POR SU EXTENSION, ESTO ES, DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS
OBLIGACIONES QUE GENERAN: esto es, según si de la relación nacía un
vínculo obligatorio en favor de una de las partes o de ambos.
Se atiende al número de partes que resultan obligadas al generarse el contrato
y no al número de partes que se necesita para que el contrato se genere (para
generarse requiere a lo menos de dos partes, porque el contrato es un acto
jurídico bilateral). En este sentido, modernamente, los contratos se clasifican
en unilaterales y bilaterales
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El contrato es gratuito cuando una sola de las partes se beneficia, sufriendo la
otra un detrimento patrimonial. Ejemplos: el mandato no remunerado, la
donación, el mutuo sin interés.
37
7.-NOMINADOS E INNOMINADOS:
LA ESTIPULATIO:
Más que un contrato con un fin específico es forma de contratar, pues se
utilizaba con distintas finalidades o servía para distintos efectos. Así, servía
para prestar dinero, para otorgar garantías reales y personales, fijar intereses,
entre otras finalidades, vale decir, en la estipulación caben las prestaciones de
más variada índole.
Algunos autores señalan que el uso tan extendido de la estipulatio se explica por
la variedad de sus aplicaciones. Su contenido podía ser cualquiera que deseasen
las partes en cuanto no estuviera prohibido por el ordenamiento jurídico.
Para muchos es el eje del sistema contractual romano, sin duda el más
importante de los contratos verbis y en general de los contratos del ius civile.
En este sentido, podemos destacar que, a diferencia de la mancipatio e in iure
cessio, la stipulario es un negocio puramente obligacional, es una fuente de
obligaciones.
38
En un principio fue un contrato propio del derecho civil, del cual sólo podían
participar los ciudadanos romanos utilizando el verbo spondeo, así, el acreedor
preguntaba a su deudor: ¿Spondere dare?, a lo cual el deudor contestaba
Spondeo. Posteriormente, esta forma de contratar se hace extensiva a los tratos
entre ciudadanos y extranjeros, permitiéndose en esos casos utilizar otros
verbos (“debis?” “dabo”; “facies?” “faciam”; “promittis?” “promitio”.).-
1.-Es un contrato del ius civile: En un principio fue un contrato propio del
derecho civil, del cual sólo podían participar los ciudadanos romanos utilizando
el verbo spondeo, (“Spondere dare” “Spondeo”). Posteriormente, esta forma de
contratar se hace extensiva a los tratos entre ciudadanos y extranjeros,
permitiéndose en esos casos utilizar otros verbos (¿“debis?” “dabo”; “facies?”
“faciam”; “promittis?” “promitio”.). -
39
pregunta y respuesta se hiciera en otro idioma, siempre y cuando ambos
contratantes comprendieran el respectivo idioma.
Finalmente, Justiniano admitió que se utilizara cualquier verbo
(qualibuscuuque verbis).
3.-Es unilateral, esto es, resulta obligada una sola de las partes, el promissor o
promitente.
REQUISITOS DE LA ESTIPULATIO:
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Algunos autores afirman que el principio de la oralidad si bien sobrevivió, lo
fue de una forma tan atenuada que llegó a ser apenas reconocible. Al respecto
Jörs considera que en la última época del derecho romano desapareció el requisito
de la oralidad. Para algunos la decadencia de la estipulatio se concretó en una
constitución del emperador León del año 472 d.C., en la que afirmaba que la
estipulatio sería válida siempre con tal que las partes hubieran consentido en los
términos de la misma, no importando las palabras, o sea, la forma. Sólo importaba el
acuerdo entre las partes, y la estipulatio termina siendo una cláusula de un
documento, y en el fondo acaba confundiéndose con los documentos mismos si
estos documentos podían probar la veracidad de su contenido. Esto último no
ocurriría en el caso de que se demostrará que era imposible que se hubiesen
pronunciado las palabras contenidas en el documento, como ocurriría, por ejemplo,
en caso de demostrar que una, o ambas partes, eran mudas o completamente sordas o
bien que éstas se encontraban en lugares diferentes al tiempo de la supuesta
celebración del contrato.
3.-UNIDAD DEL ACTO: debía celebrarse en un solo acto, lo que para algunos
exige que respuesta siga inmediatamente a la pregunta, esto es, sin interrupción
de tiempo, pero para otros, simplemente se trata de que entre la pregunta y la
respuesta no se celebre ningún acto jurídico intermedio, vale decir, para estos
últimos la continuidad entre pregunta y respuesta o unidad del acto, implica
que entre una y otra las partes no se pueden ocupar de otro asunto.
EFECTOS DE LA ESTIPULATIO:
Para precisar los efectos de la estipulatio conviene tener presente ciertas
características que ella presenta
En este sentido, lo primero que habría que destacar es que se trata de un
contrato unilateral, vale decir, sólo resulta obligada una de las partes,
específicamente, el promissor o promitente.
La stipulatio da lugar a una verborum obligatio. El que recibe la promesa
(stipulador) es el acreedor; el que promete (promissor) es el deudor.
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Por otra parte, en cuanto a su objeto, la estipulatio puede tener por objeto un
dare o un facere, pero en realidad, como ya se explicó al estudiar el objeto de la
estipulatio, lo más importante es determinar si es una estipulatio certi o incerti.
Se estipula un certum, cuando el objeto del contrato es la dación de una suma
de dinero o de una cantidad de cosas fungibles, o de una cosa individualmente
determinada.
Se estipula un incertum cuando el objeto no está determinado, pero es
determinable o cuando la estipulación consiste en un facere (por ejemplo, si la
promesa consistiere en construir un edificio), o es alternativa
Finalmente, conviene recordar, que estamos ante un acto en que el vínculo
obligatorio nacía con la pronunciación de las palabras, vale decir,
independientemente de la causa, en todo caso podía indicarse en ella la causa de
la obligación y referirse al contenido de otro contrato.
42
Se trata de una figura que presenta ventajas al acreedor en ciertos eventos
como ausencia, fallecimiento (facilitaba a los herederos el cobro) y suplía la no
existencia de la representación directa. En este sentido Shom, nos dice que el
adstipulador era un acreedor para el promitente y un mandatario para el
estipulante. Desaparece en la época de Justiniano.
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a)BENEFICIO DE DIVISIÓN: derecho a pedir la división de la deuda entre
todos los fiadores solventes al tiempo de la litis (juicio)
b)BENEFICIO DE EXCUSIÓN: le permite al fiador perseguido por el
acreedor, exigirle que se dirija en primer término contra el deudor principal.
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CONCEPTO: Es un contrato real, unilateral, de derecho estricto, gratuito y del
ius civile en que una de las partes, mutuante, entrega a otro mutuario, cierta
cantidad de cosas fungibles, transfiriéndole el dominio de las mismas,
obligándose el mutuario a restituir otras tantas del mismo género y calidad.
Leer artículo 2196 del Código Civil.
REQUISITOS:
1)Convención previa a la entrega. La datio debía fundamentarse sobre el
acuerdo de voluntad de las partes.
2)Tradición de la cosa. En el mutuo, más que entrega lo que se exige es
tradición, el mutuario pasa a ser dueño de las cosas que recibe. En el Digesto se
cita a Paulo quien nos dice que se denomina dación en mutuo “porque el objeto
se hace de mío tuyo; y así, si no se hiciera tuyo, no nace la obligación.”.
3)Las cosas que se dan deben ser fungibles. El mutuario no tiene que restituir
las mismas cosas que se le dieron sino otras tantas de la misma especie.
4)Mutuante debe ser dueño de las cosas que entrega. Si el que entrega no es
dueño no puede transferir el dominio.
ESTIPULACIÓN DE INTERESES:
El mutuo en sus orígenes es un contrato gratuito en virtud del cual sólo se
beneficia una parte (el mutuario) sufriendo la otra (el mutuante) el gravamen
patrimonial, si bien sólo temporal, de allí que en caso de incumplimiento el
mutuante sólo pudiera exigir la misma cantidad que había entregado, pero con
el tiempo el préstamo con interés se convierte en un negocio habitual en el que,
mediante un negocio distinto al mutuo, una estipulatio, resulta obligado el
mutuario a pagar intereses.
En este caso, cabe destacar que el mutuante dispone de dos acciones, una que
emana del mutuo, la actio certae creditae pecuniae (dinero) o triticario (otras
cosas fungibles), que le permiten solicitar la restitución del capital y otra,
emanada de la estipulatio, para exigir los intereses.
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En todo caso, para evitar ejercer dos acciones distintas se acostumbraba
confirmar la obligación del mutuo junto a la que creaba la obligación de los
intereses en una estipulatio única (stipulatio surtís et usurarum).
CARACTERÍSTICAS:
1.-Contrato real.
2.-Contrato bilateral imperfecto (al perfeccionarse, sólo engendra obligaciones
para el comodatario, pero puede ocurrir que posteriormente el comodante
asuma ciertas obligaciones, como lo sería, indemnizar al comodatario por los
gastos indispensables hechos para la conservación de la cosa)
3.-Contrato de buena fe.
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4.-Contrato gratuito: En caso de establecerse alguna retribución dejaría de ser
comodato y en su lugar, si se diera a cambio dinero estaríamos ante una locatio
o arrendamiento, o ante un contrato innominado si se da otra cosa.
REQUISITOS:
1.-Entrega de la cosa. Aquí, la entrega no constituye tradición, por cuanto no
existe intención de transferir el dominio. Ello explica que no es necesario que el
comodante sea dueño de la cosa presta. Como se trata de una simple entrega, el
que recibe es un mero tenedor, reconoce dominio ajeno. Este préstamo no
transmite la propiedad de la cosa al comodatario, estando éste obligado a
restituir las mismas cosas que había recibido. Tampoco adquiere la posesión, es
un mero tenedor.
2.-Cosa no consumible. Ulpiano: no puede ser objeto de comodato lo que se
consume por el uso, salvo que se reciba para muestra y ostentación. El
comodatario no puede consumir la cosa que se le presta pues debe devolver la
misma cosa o especie. Normalmente las cosas que se dan en comodato son no
consumibles y no fungibles, sin perjuicio que puede ser consumible y fungible
cuando el comodatario las usa sin consumirlas (para ostentación y muestra)
Cabe destacar, que pueden ser objeto de comodato tanto cosas muebles como
inmuebles.
Es importante destacar que la cosa objeto del comodato ha de restituirse en
especie, por lo cual conlleva la obligación de conservarla.
3.-Uso gratuito (en caso de ser oneroso, ya no estaríamos ante un comodato,
sino que ante un arrendamiento). Ver artículo 2178 del Código Civil.
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OBLIGACIONES DEL COMODANTE:
Lo normal es que no contraiga obligación alguna, pero el comodante puede
resultar obligado (contrato bilateral imperfecto) a:
1.-Indemnizar al comodatario por los perjuicios que la cosa le hubiere causado,
cuando a sabiendas le hubiere entregado una cosa defectuosa. Por ejemplo, si
presta un recipiente dañado que contamina el vino o producto que allí guarda
el comodatario. (Conviene recordar que nadie puede exonerarse
anticipadamente del dolo)
2.-Reembolsar gastos extraordinarios hechos para el comodatario para la
conservación de la cosa. (Los gastos ordinarios deben ser solventados por el
comodatario)
Para obtener el cumplimiento de estas obligaciones, el comodatario dispone de
la actio comodati contraria y dispone de un derecho de retención (ius
retentionis) que le permite retener en su poder la cosa en tanto el comodante no
le indemnice los gastos de conservación del objeto.
DEPÓSITO:
Sin perjuicio de las precisiones que corresponde a cada clase de depósito
podemos decir que en términos generales se trata de un contrato real, de buena
fe, gratuito, por el cual una de las partes intervinientes (depositante) entrega a
la otra (depositario) una cosa para que se la guarde gratuitamente y la
restituya al serle requerida.
La expresión depositum, que designa a la vez el contrato y la cosa deposita,
viene de ponere (poner). En este sentido Ulpiano nos dice que depósito es lo que
se dio a alguien para guardar; se llama así porque se “pone”, ya que la
proposición “de” intensifica lo “puesto” para demostrar que está encomendada
a su lealtad todo lo que se refiere a la custodia de la cosa.
Esta especie de contrato real fue reconocida por el derecho romano sólo a fines
de la República.
REQUISITOS:
1.-Entrega de la Cosa. Se trata de una simple entrega que no constituye
tradición pues no existe intención de transferir el dominio. El depositario es un
mero tenedor. Pueden ser entregadas en depósito cosas ajenas.
2.-Sólo cosas muebles.
3.-Sólo especies o cuerpo cierto, no importa si son consumibles o no, pues el
depositario no puede usarlas y debe devolverlas intactas al depositante.
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CARACTERÍSTICAS:
1.-Contrato real.
2.-Contrato sinalagmático imperfecto. (Si bien al momento de perfeccionarse
sólo genera obligaciones para el depositario, pueden, posteriormente, surgir
obligaciones a cargo del depositante, como lo sería, indemnizar al depositario
por los perjuicios que le causare la cosa depositada).
3.-Contrato de buena fe.
4.-Contrato gratuito. El depósito lo mismo que el comodato es esencialmente
gratuito, pues si se ha convenido un precio por la custodia de los objetos el
contrato será un arrendamiento de servicios o una de los contratos
innominados.
DEPÓSITO IRREGULAR:
Es el depósito de dinero o cosas fungibles, y en razón de la naturaleza de la cosa
entregada, el depositario queda como dueño de las cosas que recibe y por tanto
facultado para restituir otras tantas del mismo género y calidad.
REQUISITOS:
1.-Entrega de la cosa. En realidad, aquí, a diferencia de lo que ocurre en el
depósito regular, en el irregular la entrega es tradición: aquí, el depositario
recibe en dominio las cosas.
2.-Objeto: Cosas fungibles o sumas de dinero.
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Cabe destacar que el depósito irregular se asemeja bastante al mutuo, pero la
diferencia se encuentra en el ánimo o intención (prestar-guardar) y en quien es
el interesado (si quien recibe o quien que entrega) y además, el depósito es un
contrato de buena fe, en cambio el mutuo es de estricto derecho, por lo cual en
el depósito en caso de mora del deudor procede el cobro de intereses sin
necesidad de haberlo estipulado expresamente.
DIFERENCIAS:
a)depositario responde hasta por culpa leve y
b)si depositario se niega a restituir los objetos depositados, es condenado a
pagar el duplo del valor de los mismos. La negativa del depositario en este caso
es considerada como de mayor gravedad que en otros supuestos, de allí una
mayor sanción.
SECUESTRO (SEQUESTRUM):
Es el depósito hecho en forma conjunta por varias personas, conviniendo con el
depositario (sequester) que la cosa será entregada a aquella respecto de la cual
se cumpla una determinada condición, esto es, que resulte vencedora en el
litigio sobre la propiedad de la cosa depositada.
DIFERENCIAS:
a)El secuestre como característica especial, no es un mero tenedor sino
poseedor ad interdicta de la cosa (protegido por interdictos posesorios.)
b)Pueden ser objeto de secuestro tanto cosas muebles como inmuebles.
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No podemos dejar de mencionar que anteriormente estudiamos la prenda como
derecho real de garantía. En este sentido, perfeccionado el contrato de prenda
con la entrega de la cosa, nace el derecho real de prenda en favor del acreedor,
con las facultades que se le atribuyen a ese derecho (ius possidendi, ius
distrahendi, derecho de preferencia) destacando la existencia de una acción real
en su favor, la actio pignoraticia in rem.
REQUISITOS:
1.-Entrega de la cosa al acreedor. Esta entrega no constituye tradición, no
existe intención de transferir el dominio, pero el acreedor prendario (él que
recibe la cosa) es un poseedor ad interdicta (está amparado por los interdictos
posesorios) (Hoy en día: mero tenedor)
2.-Cosa entregada podía ser mueble o inmueble. En todo caso, por regla general
se daban en depósito cosas muebles.
B.-CARACTERÍSTICAS:
1.-Contrato real.
2.-Contrato sinalagmático imperfecto. En principio el único obligado es el
acreedor prendario, pero eventualmente puede resultar obligado el deudor
prendario (eventualmente, el constituyente de la garantía deberá reembolsar al
acreedor prendario los gastos necesarios de conservación e indemnizar los
perjuicios que ella le haya causado).
3.-Contrato de buena fe.
4.-Contrato accesorio. Tiene por objeto garantizar el cumplimiento de una
obligación principal.
5.-Contrato beneficia a ambas partes.
En efecto, por una parte beneficia al acreedor, quien está más seguro de ser
pagado y también al deudor, quien encuentra más facilidad para su crédito.
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Estas obligaciones están sancionadas a favor del constituyente o deudor por la
actio pignoraticia directa.
CONCEPTO:
Contrato sólo consensual, bilateral perfecto, de buena fe, oneroso, del ius
gentium, por el cual una de las partes, vendedor, se obliga a entregar una cosa
a la otra, comprador, asegurándole su posesión tranquila y útil; y ésta a pagar
a aquella el precio estimado en dinero.
Ver artículo 1793 del Código Civil.
CARACTERÍSTICAS:
1)Contrato sólo CONSENSUAL., se perfecciona por el solo consentimiento de
las partes. Al respecto Gayo señala que cuanto una de las partes quiere vender
una cosa y la otra comprarla y se ponen de acuerdo en cuanto al precio, por
este solo consenso, aunque la cosa no haya sido entregada ni el precio pagado,
existe desde ese momento la compraventa (Gayo, 3.139; Inst., 3.23 pr.)
2)BILATERAL O SINALAGMÁTICO PERFECTO: desde que se perfecciona
genera obligaciones para ambas partes (comprador: pagar el precio; vendedor:
entregar la cosa).
3)DE BUENA FE.
4)DEL DERECHO DE GENTES
5)ONEROSO: las partes se gravan recíprocamente, una en beneficio de la otra.
6)Es un contrato PRINCIPAL, porque subsiste por sí mismo sin necesidad de
otro contrato.
LA COSA (MERX O RES VENALIS): todas las cosas que estaban dentro del
comercio humano: corporales e incorporales, presentes o futuras y propias o
ajenas, vale decir, el objeto de la obligación del vendedor es muy variado: la
única limitación clara es que debe tratarse de cosas comerciables (res intra
comercium).
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REQUISITOS DE LA COSA:
a)Comerciable: debe estar dentro del comercio humano. En todo caso, si bien la
compraventa de cosa incomerciable es nula, se ampara al comprador de buena
fe con ciertas acciones de hecho que le permitan obtener indemnización, y
siempre es posible utilizar una condictio para recuperar el precio pagado por la
cosa.
b)real: esto significa que la cosa vendida tiene que existir efectivamente al
tiempo de celebrarse el contrato de compraventa, ya que, si así no fuere, dicho
contrato carecería de objeto. Pero, no solamente las cosas que existen al
momento de la celebración del contrato pueden ser objeto de éste, sino que
también aquellos que no existen, pero se espera que existan, es decir, las
llamadas "cosas futuras".
Se dice que "cosa futura" es aquella que no tiene existencia real y positiva al
momento de prestarse el consentimiento.
En síntesis, pueden existir dos especies de venta de cosa futura, según sea que se
venda la cosa misma que va a existir (emptio rei speratae), o bien, la esperanza
o la suerte de que pueda existir una cosa (emptio spei).
Cuando lo que se vende es la cosa misma que va a existir (emptio rei speratae)
la venta es condicional, porque se entiende hecha bajo la condición de que la
cosa llegue a existir; en tanto que, cuando se vende la esperanza o la suerte
(emptio spei) de que pueda producirse una cosa o realizarse un hecho, la venta
es aleatoria, esto es, sujeta a una contingencia incierta de ganancia o pérdida,
reputándose perfecta desde que hay acuerdo sobre la cosa futura y el precio.
En todo caso, se sugiere una tercera alternativa consistente en la venta de una
cosa que no existe pero que el vendedor se obliga a realizar, caso en el cual se
estima que la venta es pura y simple.
c)determinada o determinable: que sea determinada nos está indicando que ella
tiene que consistir en una especie o cuerpo cierto, o bien, en una cantidad
determinada o determinable de un género también determinado
53
comprador en posesión pacífica y tranquila de la cosa. No está obligado el
vendedor a transferir el dominio, sino solamente a entregar la cosa a que se
refiere el contrato.
Puede, entonces, venderse una cosa que pertenece a otro, "porque vender no es
enajenar" La enajenación es una cosa distinta, porque enajenar es transferir el
dominio, y sólo puede transferir el dominio quien es dueño de la cosa que ha de
transferirse.
Sin embargo, esto no es obstáculo para que las partes convengan que la fijación
del precio quede en manos de un tercero (arbitirium boni viri), pero en este
caso, la venta se entendía hecha bajo condición, esto es, que la persona
designada determinara el precio y si ello no ocurría, la venta era nula por faltar
el precio.
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3.-VERDADERO, SERIO Y NO SIMULADO: Este requisito se agrega en el
derecho postclásico. En este sentido, se dice que no es precio real el simulado, ni
tampoco el irrisorio o ridículo, entendiéndose por tal a aquel que no guarda
ninguna proporcionalidad con el valor de la cosa vendida, de tal forma que
queda de manifiesto que no hay un propósito serio entre las partes de que ese
precio sea exigible.
En todo caso, no es requisito del precio que tenga equivalencia exacta con el
valor de la cosa vendida.
4.-JUSTO: Lo primero que habría que señalar es que los juristas clásicos no
exigen que el precio sea justo, o que esté en relación con el valor de la cosa, así,
Paulo señala que al comprar y vender se admite como natural el comprar en
menos lo que vale más, o en vender en más lo que vale menos. Por su parte
Pomponio señalaba que en el precio de la compraventa es naturalmente lícito a
los contratantes el engañarse.
La justicia o adecuación del precio, esto es, que el precio sea justo es un
requisito impuesto por Justiniano, referente a la idea de "justo precio",
relacionado con la institución denominada lesión enorme, que en materia de
compraventa procede en la de inmuebles y favorece al vendedor que pruebe
que vendió el inmueble por un precio inferior a la mitad del valor efectivo del
mismo, pudiendo lograr la rescisión del contrato, a no ser que el comprador
prefiera quedarse con el inmueble abonando la diferencia entre lo
efectivamente pagado y el justo precio del mismo.
En el derecho clásico este problema sólo podía remediarse alegando dolo por
parte de que resultaba perjudicado con el precio, pero en la época postclásica y
en el derecho justinianeo se estableció que el vendedor podía reclamar la
restitución de la cosa vendida por menos de la mitad del valor que la cosa
tuviera normalmente, y desde entonces se abrió la polémica sobre el justo
precio, que seguirá latente en el pensamiento jurídica, cuestión que es recogida
en nuestro ordenamiento como un vicio de carácter objetivo pero que no es de
aplicación general, sino restringida, esto es, para ciertos contratos y en algunos
sólo respecto de ciertos bienes. Así, en nuestro derecho se recoge esta
institución en la compraventa, pero sólo tratándose de inmueble y tanto en
favor del vendedor como en favor del comprador.
Leer párrafo 13 del Título XXIII del Libro IV del Código Civil, artículos 1888
a 1896.
55
EFECTOS DEL CONTRATO DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA:
56
A)El vendedor es el dueño de la cosa vendida: la forma en que el vendedor va a
conferir la posesión es mediante el traspaso de la cosa al comprador, y para
transferir el dominio será necesaria la utilización del correspondiente modo de
adquirir el dominio, atendiendo a la naturaleza de la cosa. Sólo así se
transferirá el dominio. De esta forma, a la transmisión pacífica de la posesión
había que agregar, tratándose de las cosas mancipi, por un acto posterior, la
transferencia del dominio. Así, en los primeros tiempos si la cosa era mancipi se
utilizaba una mancipatio y si la cosa era nec mancipi bastaba la entrega de la
cosa.
En este sentido se discute por los romanistas sí como consecuencia de la
compraventa surgía para el vendedor, tratándose de cosas mancipi, la
obligación de celebrar una mancipatio. Para algunos se trataría de un elemento
de la naturaleza del contrato y para otros sería una consecuencia del carácter
de buena fe del contrato.
Que la posesión sea pacífica y tranquila, significa que el comprador no debe ver
perturbada su posesión con las acciones que terceros hagan valer respecto de la
cosa vendida para privarle de ella
Que la posesión sea útil, significa que la cosa no tenga vicios ocultos que
imposibiliten o afecten en forma importante su uso por el comprador.
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Para que existiera evicción era necesario que por sentencia se estableciera el
derecho de un tercero a poseer la cosa o por tener otra persona un derecho real
limitado sobre la cosa o por ser el propietario de la cosa. De ello resulta que
existe evicción de la cosa comprada, cuando el comprador es privado del todo o
parte de ella, por sentencia judicial, por causa anterior a la celebración del
contrato inherentes a los derechos del vendedor sobre la cosa vendida.
Respecto de esta obligación habría que destacar que, en los primeros tiempos,
entregada la cosa por el vendedor, éste no tenía ninguna otra obligación a pesar de
que hubiera enajenado una cosa que no fuera propia y aunque ella hubiese sido
reivindicada por el propietario, pero si había realizado la mancipatio, su
responsabilidad se hacía efectiva mediante la actio de auctoritatis que emanaba de la
mancipatio. Con el transcurso del tiempo se estiló incorporar en los contratos una
cláusula en virtud de la cual el vendedor se obligaba a devolver el doble del precio
en caso de que el comprador fuera privado de la posesión de la cosa (stipulatio
duplae). Posteriormente, se admitió, para proteger al comprador, la existencia de una
actio empti en favor del comprador, sin necesidad de cláusula expresa, actio que
permitía reclamar el resarcimiento del daño provocado por la evicción, sin perjuicio
de que las partes podían establecer algo distinto mediante cláusula expresa.
De esta forma quedó incorporada la garantía de evicción al contrato de compraventa,
como un elemento de la naturaleza que permitía al comprador exigir al vendedor que
interviniera en su defensa cuando un tercero pretendiera hacer valer sus derechos en
juicio por vicios jurídicos de la cosa transmitida.
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RESPONSABILIDAD POR VICIOS MATERIALES, esto es, vicios ocultos de
la cosa vendida, esto es vicios materiales que determinan que la cosa vendida no
sea útil para el uso a que se le destina, o que esté afectada de defectos o vicios
que disminuyan su valor.
La obligación de saneamiento de los vicios redhibitorios tiene por finalidad
garantizar al comprador la posesión útil de la cosa en el sentido de que el
comprador va a poder utilizar la cosa en su beneficio.
Leer artículos 1857, 1858 y 1859 del Código Civil
En la época antigua debía estipularse expresa, pero posteriormente por medio
de la actividad del pretor se les concedió a los compradores la actio redhibitoria
y la actio quantis minoris, lo que en principio se creó para la venta de esclavos y
animales.
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EJEMPLOS DE PACTOS QUE SE SUELEN CELEBRAR ENTRE
VENDEDOR Y COMPRADOR:
PACTUM DISPLECENTIAE: En virtud de este pacto el comprador se reserva
la facultad de restituir la cosa y reclamar la devolución del precio si aquella no
resulta de su agrado.
PACTO DE RETROVENTA (Pactum de retrovendendo): El vendedor se
reserva el derecho a dejar sin efecto la venta sin especificación de causa, dentro
de cierto plazo, restituyendo al comprador el dinero que hubiese pagado. Se
trata entonces de una venta sujeta a una condición resolutoria ordinaria
potestativa que depende de la sola voluntad del acreedor (vendedor); luego, es
válida. En el fondo, se dice que es una forma de caución, ya que el comprador
va recibir la cosa y no la va a devolver hasta que se le restituya el precio que dio
por ella (dinero que en realidad prestó). Es decir, en vez de constituir una
hipoteca o una prenda, se vende con pacto de retroventa.
PACTO COMMISSORIO: El vendedor tiene derecho de resolver el contrato
en caso de no ser pagado dentro de cierto lapso de tiempo. Es una facultad para
el vendedor, por tanto, él podría optar por la resolución o por mantener éste,
exigiendo su cumplimiento.
PACTO DE MEJOR COMPRADOR o DE AJUDICACION A TERMINO (IN
DIEM ADDICTIO): el vendedor se reserva el derecho de rescindir (dejar sin
efecto) el contrato en caso de recibir una propuesta más beneficiosa, dentro de
cierto lapso de tiempo, vale decir, las partes acuerdan dejar sin efecto la
compra si dentro de cierto tiempo, aparece un mejor comprador. Pero, el
comprador puede conservar la cosa adquirida si mejora la nueva oferta.
PACTO DE RESCATE: el vendedor se reserva el derecho de restituir en
determinadas condiciones preestablecidas el precio recibido del comprador,
obligándose éste a devolver al vendedor la cosa.
Leer artículo 1887 del Código Civil
60
Aun cuando los juristas distinguieron estas tres figuras, no las trataron
separadamente, siendo consideradas una sola institución, siendo el elemento
común a todas que el locator colocaba algo: en el primer caso, el uso de un
objeto durante un cierto lapso de tiempo, en el segundo, sus propios servicios
personales y, en el tercero, entregaba una cosa corporal a otra persona para
que ésta realizara sobre ella un determinada actividad en favor del locador.
CONCEPTO DE LOCATIO-CONDUCTIO:
Procurando abarcar las tres modalidades de arrendamiento podemos definirlo
como un contrato consensual, de buena fe, bilateral perfecto, en cuya virtud
una parte se obliga a entregar a otra el uso y goce temporal de una cosa, o a
ejecutar para ella cierta obra, o prestarle determinados servicios, obligándose
la otra a pagar por ella un canon o renta.
Leer artículo 1915 del Código Civil.
B)ARRENDATARIO o CONDUCTOR:
En el arrendamiento de cosas y de servicios es quien por el uso y goce de la cosa
debe pagar a otro una remuneración.
En el arrendamiento de obra, es él que debe ejecutar la obra convenida.
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EFECTOS DEL ARRENDAMIENTO:
El arrendamiento es un contrato bilateral perfecto, vale decir, genera
obligaciones para ambas partes, de allí que para precisar los efectos es
necesario precisar o distinguir, entre obligaciones del arrendador y
obligaciones del arrendatario y distinguir según las distintas modalidades o
tipos de arrendamiento.
A)ARRENDAMIENTO DE COSAS:
1.-EXPIRACIÓN PLAZO ESTIPULADO,
2.-MUTUO DISENTIMIENTO DE CONTRATANTES.
3.-POR SENTENCIA JUDICIAL, lo que podía suceder en caso de que el
arrendatario abusara de la cosa o bien cuando el arrendador, en el caso de
arrendamiento de fundos, no hubiera percibido la remuneración durante dos
años.
4.-PERDIDA FORTUITA Y TOTAL DE LA COSA ARRENDADA.
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B)ARRENDAMIENTO DE OBRA: A diferencia del arrendamiento de cosas,
en este caso, la muerte del conductor, puede producir la extinción del contrato
cuando sus actitudes o habilidades hubiesen sido causa determinante de la
celebración del contrato. En el arrendamiento de cosas, los derechos y
obligaciones de las partes se transmiten a sus herederos.
CONTRATO DE MANDATO:
Mandato viene de mando-as-are, de manus que significa mano y do (dar), vale
decir, dar comisión, encargar, encomendar, confiar.
CARACTERÍSTICAS:
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7)BILATERAL IMPERFECTO: En principio, al perfeccionarse el contrato, el
único obligado es el mandatario, consistiendo su obligación en ejecutar o
gestionar el negocio encargado, pero, eventualmente, el mandante puede
resultar obligado, por ej., a indemnizar o reembolsar los gastos en que pueda
haber incurrido el mandatario. El mandato no debe empobrecer ni enriquecer al
mandatario, pero si la ejecución del mandato le cuesta, debe ser indemnizado.
ELEMENTOS DISTINTIVOS:
1)MANDATARIO SE OBLIGA A HACER ALGO POR CUENTA DEL
MANDANTE, LE HACE UN SERVICIO: El servicio debe ser lícito y debe
estar relacionado con la administración de un negocio o del patrimonio del
mandante o bien una actividad de hecho, siempre que sea gratuita.
La actividad a desarrollar por el mandatario debía estar determinada, vale
decir, el mandatario debe saber la naturaleza de la prestación a la que se
obliga.
2)GRATUIDAD: esto se suavizo en la época clásica, admitiéndose la posibilidad
de remunerar los servicios mediante un honorario.
3)ES NECESARIO QUE EL MANDANTE TENGA UN INTERÉS
PECUNIARIO EN LA EJECUCIÓN DEL MANDATO O BIEN QUE
INTERESE A UN TERCERO (Ej. de mandato que interesa a un tercero: si el
mandante encarga al mandatario prestar dinero a cierta persona). NO SE
ACEPTA QUE EL MANDATO INTERESE SOLO AL MANDATARIO (Sería
un simple consejo).
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2)Rendir cuenta: el mandatario no puede conservar nada de los beneficios que
haya recibido de su gestión, debe cederlos íntegramente al mandante. Así, si ha
adquirido una propiedad deberá entregar o mancipar la cosa (según su
naturaleza), si ha adquirido un derecho de crédito deberá ceder sus acciones al
mandante.
3)Debe emplear en el cumplimiento del encargo la diligencia que emplearía un
buen padre de familia (Responde por su dolo y culpa leve).
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EXTINCIÓN DEL MANDATO:
A)Por su ejecución, vale decir, por el cumplimiento del encargo.
B)Por imposibilidad de ejecutarlo
C)Por mutuo acuerdo
D)Por la sola voluntad del mandante, esto es, por revocación. Esta forma de
extinción se explica por ser un contrato que exige confianza entre las partes, la
cual debe ser permanente, de forma tal que si ella cesa es lícito al mandante
poner término por su sola voluntad al mandato.
E)Por voluntad del mandatario, esto es, por renuncia, siempre que no se haga
en momento inoportuno, en cuyo caso deberá daños e intereses al mandante, a
menos que exista una causa que lo justifique (enfermedad o insolvencia del
mandante).
F)Por muerte del mandante o del mandatario (contrato intuito personae). En
todo caso, si ha muerto el mandante y el mandatario lo ignora, lo que gestiona
hasta que conozca la muerte es válido.
CONTRATO DE SOCIEDAD:
CONCEPTO: Es posible definir o conceptualizar la sociedad señalando que es
un contrato consensual, por el cual dos o más personas (socii) se obligan a
aportar sus bienes o industria, a fin de realizar operaciones comunes y dividir
entre ellas las ganancias y las pérdidas.
Societas viene de sequor (seguir), de forma tal que socius es “el que sigue,
acompaña”.
Leer artículo 2053 del Código Civil
CARACTERÍSTICAS:
1)Contrato consensual: la sociedad se constituye por el libre consentimiento,
pero aquí se trata de un acuerdo de voluntades que se forma sobre la base de la
confianza que entre ellos existe.
El contrato existe desde el momento en que las partes llegan a acuerdo sobre el
objeto de sus aportaciones y sobre el reparto de los beneficios o de las pérdidas.
2)Contrato del derecho de gentes, por lo cual pueden celebrarlo tanto
ciudadanos como peregrinos.
3)Contrato intuito personae: Es otra característica distintiva del contrato de
sociedad. En efecto, aquí se toman en consideración las cualidades personales
de aquellos con quienes nos asociamos (“el socio de mi socio no es mi socio”).
4)Es un contrato bilateral: esto es, al momento de perfeccionarse el contrato
todos resultan obligados, consistiendo la obligación de cada uno en hacer los
aportes convenidos.
5)Es un contrato de buena fe.
6)Es un contrato no formal.
7)Es un contrato oneroso. En este sentido, se dice que la obligación de aportar
hace que la sociedad sea un contrato oneroso para todos los socios.
ELEMENTOS DISTINTIVOS:
1)Cada socio se compromete a poner alguna cosa en común, la cual puede
consistir en una cosa material (por ej. dinero) o incorporal (por ej. derecho de
crédito, trabajo, conocimiento). Lo esencial es que los socios aporten algo, no
necesariamente que cada uno aporte lo mismo.
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2)Las partes persiguen un resultado común: un beneficio del cual cada socio
tendrá parte. Esto no implica que necesariamente se persiga obtener una
ganancia, pues perfectamente podrían unirse para repartirse los gastos de una
obra o bien para que una determinada actividad sea menos onerosa. En todo
caso, conviene destacar que el fin perseguido no puede ser ilícito, bajo pena de
nulidad.
3)LA AFFECTIO SOCIETATIS: En efecto un elemento característico es la
afectio societatis. Aquí, la fe o confianza ocupa un lugar importante. La
sociedad supone una especial confianza recíproca entre los socios, lo cual
explica en gran medida ciertas características distintivas. Así, por ejemplo, la
posibilidad de renunciar libremente uno de los socios (lo cual también ocurre
en materia de matrimonio), su disolución al ejercerse la actio pro socio, sobre
las cuales nos referiremos más adelante.
ADMINISTRACIÓN DE LA SOCIEDAD:
En la concepción romana el contrato de sociedad no supone la existencia de una
persona distinta de los socios, de lo que se sigue que el giro social debe ser
gestionado y administrado por cada socio.
En este sentido, cada socio actúa individual y personalmente. De ello resulta
que los bienes y derechos los adquiere para sí, pero como esa actuación es en
interés social, resulta obligado a comunicar los efectos de sus negocios a los
demás socios, según sus cuotas sociales, mediante los actos traslaticios
apropiados.
Lo mismo ocurre con las deudas, las cuales son contraídas personal e
individualmente frente a terceros. En efecto, los demás socios en proporción a
sus cuotas, deben proveerle de fondos para que pague o reembolsarle lo que
haya pagado. Entretanto, el socio que se obligó en interés de la sociedad
responde personalmente frente a los terceros acreedores. Cabe destacar que los
terceros que contratan con uno de los socios no disponen de acciones en contra
de los restantes socios
Por último, en lo referente a la administración de los bienes sociales y comunes
se aplican las reglas que rigen son las que se aplican en materia de comunidad o
copropiedad. Así, por ej. ninguno de los socios puede enajenar más que su
parte y los gastos y frutos se reparten en proporción a las cuotas sociales.
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FORMA DE REPARTIR GANANCIAS Y PÉRDIDAS:
En relación a este aspecto es necesario precisar que se entiende por ganancia,
beneficio o lucrum, la diferencia positiva entre los ingresos y egresos, y por
pérdida, la diferencia negativa entre ambos. Por otra parte, resulta básico
distinguir según si ello fue o no convenido o regulado por los socios al momento
de formarse el consentimiento.
Si nada se acordó, se entiende que son siempre por partes iguales.
Si se acordó la forma de repartir, lo primero que se debe destacar es que
puede existir desigualdad entre uno y otro concepto y determinarse en cada
caso cuotas desiguales entre socios distintos, siempre que ello obedezca a un
desigual aporte de capital o trabajo.
Lo que no se acepta es que uno de los socios no participe en las ganancias (son
nulas las sociedades leoninas (Fábula de Fedro: sociedad entre una vaca, una cabra, una oveja
y un león para cazar un ciervo; hechas las porciones, el león las repartió así: una parte para mí, por ser
león; otra para mí, por ser el más fuerte; otra para mí, por ser quien más puede; y pobre del que toque
la cuarta.)). Por último, según algunos, se habría aceptado que uno de los socios
fuera liberado de las pérdidas, pero no de las ganancias, salvo que por ello
resultara que uno sólo fuera el que obtuviera beneficio.
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LOS CUASICONTRATOS
Es una institución afín al contrato, pero carece de naturaleza contractual, pues
no existe en él acuerdo de voluntades entre los interesados. Algunos los
conceptualizan como actos lícitos o manifestaciones de voluntad, que ofrecen la
imagen de un contrato y que engendran obligaciones. Hoy en día, se
conceptualiza el cuasicontrato como un hecho lícito no convencional que
engendra obligaciones.
En concreto se plantea frente a la existencia de ciertas obligaciones de las que
no se podía afirmar que nacían de un contrato (ex contractu), puesto que no
había existido acuerdo en relación a ellas, y de las que tampoco podía decirse
que tuvieran como fuente un delito (ex delito), pues el obligado no había
realizado ningún acto ilícito. De allí que se señalara que ellas nacían “quasi ex
contractu”. Se trata, por tanto, de negocios lícitos no convencionales que
engendran obligaciones.
Justiniano en sus Institutas menciona la gestión de negocios (negotiorum
gestio), la tutela y la curatela, la comunidad incidental, el legado y el pago de lo
no debido.
Leer artículos 2284, 2285, 2286, 2295 y 2304 del Código Civil.
LOS DELITOS: es un acto ilícito del que surge para el ofensor la obligación de
pagar una suma de dinero al ofendido a título de pena privada.
En una primera época los actos ilícitos generaban acciones penales en favor de
la víctima, pero luego, la justicia privada se redujo, para ciertos actos ilícitos,
fundamentalmente al resarcimiento de los daños o perjuicios. De esta forma
surge la diferencia entre delitos privados (delicta, maleficia) y delitos públicos o
crímenes (crimina). En ambos casos se trata de actos ilícitos, contrarios a las
leyes o al Edicto del pretor.
Los crímenes o delitos públicos son perseguibles de oficio y por funcionarios
público y con penas corporales (pena de muerte (supplicium)) y multas
(damnum), que no beneficiaba a los particulares que hubieren sido víctimas del
crimen
Por su parte, los delitos privados, se miraban como una ofensa al particular
lesionado y su persecución era un derecho de éste, no del estado, lo que luego de
un período de evolución se tradujo en un sistema de compensaciones
pecuniarias.
En el derecho clásico los delitos privados son conductas ilícitas que afectan
principalmente a una persona privada, en sus bienes o en su integridad física o
moral. Dan lugar a una acción judicial privada, que se ejerce ante un juez
privado y que conduce a la imposición de una pena pecuniaria (ordinariamente
un múltiplo del valor del daño causado).
Los delitos privados, se dividían según las fuentes que los sancionaban en
delitos civiles y delitos pretorios
En relación a los delitos es preciso advertir, tal como lo sugiere el profesor
Michel Villey, que en Roma la obligación del culpable no es la de reparar el
daño, pues la víctima no reclama una indemnización igual al perjuicio sufrido,
sino una “pena” pecuniaria, una “multa privada”.
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BREVE REFERENCIA A LOS DELITOS CIVILES:
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por su descuido o negligencia (culpa). En ambos casos, el ofendido tenía la acción
(manus iniectio (ejecutiva) de la Ley Aquilia para exigir del causante del daño el
pago de una cantidad equivalente, no al valor de la reparación o indemnización del
daño, sino al valor máximo que hubiera tenido la cosa dañada para su propietario (lo
cual excede el valor de la indemnización del daño) en los últimos 12 meses, si el
daño consistía en la muerte de un esclavo o de ganado mayor, o en los últimos 30
días, si fuera cualquier otro tipo de daño.
Los juristas entendieron que la condena a que daba lugar esta acción comprendía el
valor de la reparación del daño más una pena por haberlo causado, por lo que la
acción era “mixta” ya que en la condena incluía la reparación y la pena.
Por otra parte, si el demandado admitía su responsabilidad, la actio se otorgaba in
simplum, y se daba in duplum si quien había negado responsabilidad resultaba ser el
autor del delito.
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De esta forma, si bien el régimen de la Ley Aquilia exigía que el daño fuera causado
“cuerpo a cuerpo” (corpore corpori), es decir mediante una relación directa entre el
agente y la cosa dañada, esta limitación fue superada, por interpretación de los
juristas asumida por el pretor, al establecer éste que daría una acción, con el mismo
objeto, contra quien, aunque no causara directamente el daño, hubiera
proporcionado la causa para que se produjera (causam damni praestare), por ejemplo
abriendo la puerta de un establo que permite que los animales salgan, se pierdan o se
lesionen.
Gracias a esta ampliación, el delito de daño consiste no solo en causar
directamente el menoscabo patrimonial, sino también en poner la causa para
que se produzca.
Cabe tener presente que esta ampliación supone introducir lo que
modernamente denominamos “relación de causalidad” que debe darse
necesariamente entre el hecho y el daño, cuestión sobre la cual no existe una
repuesta sistemática en las fuentes romanas sino más bien casuística.
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Legitimación activa: por influjo del Pretor y la jurisprudencia se terminó
aceptando que pudieran ejercer la actio legis aquiliae no sólo los propietarios
de una cosa sino que todos aquellos que tuvieran interés en la conservación de
la cosa (acreedor prendario, usufructuario, enfiteuta, etc.), llegándose en el
Derecho justinianeo a otorgarse a al poseedor de buena fe y al acreedor
pignoraticio contra el propietario de la cosa, si era él quien había causado el
daño; y al arrendatario. También se confiere al heredero de quien ha sufrido el
daño. Leer artículo 2315 del Código Civil.
Por último, el profesor Villey precisa que, al mismo tiempo que se ampliaba el
campo de acción de la lex aquilia, se moderaban sus efectos. Progresivamente
se tiende a que el autor del daño repare como la equidad lo exige, el daño
exactamente causado.
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La cantidad que se paga es toda en concepto de pena, y no de reparación del
daño, pues se considera que el cuerpo de una persona libre y su libertad y
dignidad son algo que no puede estimarse en dinero.
En el Edicto del pretor había una cláusula general que reprimía todo tipo de injurias,
y otras cláusulas especiales que se referían a ciertos supuestos típicos: los actos
difamatorios, la burla en público, los atentados al pudor de una mujer honesta o de
un impúber y los agravios a los dueños por ofensas hechas a sus esclavos.
a)el dolo,
b)la violencia (metus) y
c)el fraude de los acreedores (fraus creditorum: actos que ejecutaba un deudor
a sabiendas para aumentar su insolvencia en perjuicio de sus acreedores).
En relación al delito de dolo, el profesor Adame afirma que fue una gran
invención del genio jurídico romano que constituyó una protección general
contra cualquier forma de engaño en el tráfico comercial. Originalmente se
entendió por dolo la simulación, esto es los actos por los que se aparentara
hacer algo cuando en realidad se hacía otra cosa, como el que aparenta ser
solvente, mostrando documentos o exhibiendo bienes, sin realmente tener
dinero.
Por interpretación de los juristas se llegó a definir como dolo cualquier engaño
malicioso, hecho de cualquier modo, con palabras, acciones o incluso
guardando silencio. El ofendido disponía de la acción de dolo (actio de dolo),
por la que podía exigir que se le pagara el valor simple de lo que hubiera
perdido por el engaño, de modo que en cuanto a su objeto inmediato parecía
una acción de reparación, pero se le consideró siempre una acción penal, quizá
por la consecuencia que tenía de tachar con infamia al condenado por ella.
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Una cualidad muy interesante de la acción de dolo fue su carácter de acción
subsidiaria, esto es, de una acción que procede siempre y cuando no existiera
alguna otra acción disponible para corregir el engaño. Con esto, se delimitaba
su campo por exclusión: solo se da respecto de engaños maliciosos que no están
protegidos por otra acción. Quedaban así fuera los engaños en materia contractual,
puesto que las propias acciones derivadas de los contratos, como acciones de buena
fe, servían para reprimir el dolo de cualquiera de los contratantes; también se
excluían los casos de pago por error (que incluye el error inducido o engaño), para
los cuales la misma acción que servía pare recuperar las cantidades prestadas, la
condictio, servía para exigir la devolución de lo así pagado.
LOS CUASIDELITOS:
Un cuasidelito es también un hecho ilícito generador de la obligación de pagar
una suma de dinero a título de pena privada, pero que el derecho civil no
tipifica como delito privado. En este sentido, se dice que los cuasidelitos (en el
sentido que se le atribuye en el derecho romano) son figuras cercanas a los
delitos, pues conllevan el pago de una suma de dinero, a título de pena privada;
pero se diferencian de los delitos, pues no presuponen necesariamente un
contenido reprochable del que está obligado a pagar la pena. Están
sancionados por acciones in factum.
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Cabe destacar que hoy en día, por lo menos en nuestro ordenamiento, la
diferencia entre delito y cuasidelito está dada por el elemento intencional, por
cuanto para que exista delito es necesario que la conducta o hecho del sujeto
que provoca daño sea dolosa. En cambio, si el hecho es culpable, vale decir,
por culpa o falta de diligencia del sujeto, constituye cuasidelito. Esta forma de
distinguir el delito del cuasidelito no corresponde a la distinción que los
romanos hacían de delito y cuasidelito.
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