Está en la página 1de 3

Elogio de Sócrates

Hadot hace un ensayo sobre el Sócrates que ha pasado desapercibido, así pues para esta
interpretación, Hadot recurre a tres figuras, que le permitieron vislumbrar su tesis de la verdadera
actitud Socrática, de estos toma tres teofanías helénicas, provenientes de fuentes Pplatónicas, a su
vez saturadas de misterio;, referencias y descripciones, con ello se hacen  analogías que sostienen los
datos de la figura Socrática: Sileno, Eros y Dioniso. Hadot busca sostener su tesis bajo la radical
interrogación de Nietzsche y Kierkegaard, debido a que ellos se vieron interesados en el método
Socrático, además, probablemente estaban enganchados a la congruencia del pensamiento y
comportamiento, detonante que hace que ellos hayan podido captar algo más en la figura Socrática.
Hadot parte de aquí para hacer a un lado el Sócrates que está ligado a Platón. y Y develar el Sócrates
que se encuentra lejos del ojo público.

En Sileno se habla sobre el Sócrates fuera de la idealización, que hemos adquirido gracias a Platón y
Jenofonte, también se habla además de la ironía sócratica (del lenguaje). Nietzsche escribe, que
Sócrates ha sido el primer ilustre feo. Hadot hace mención del Sócrates del Banquete de Platón, y que
éste se parece a un sileno. Los silenos, son aquellos que simbolizaban, la negación de la cultura y de
la civilización, además el desenfreno de los instintos. El eterno interrogador; hacía que sus
interlocutores llegaran a reconocer su ignorancia, mediante preguntas, llegando al punto de hacer que
cuestionen sus vidas. También se habla de que Sócrates de esta manera se convierte en
prosopon=interlocutor, esta máscara llevaba a el interlocutor a la confusión porque éste no sabía hasta
donde iban a llegar las preguntas de Sócrates, así pues, lo llevaba a la turbación. Volvemos a la Ironía
Socrática con los textos de Aristóteles, Platón e incluso Teofrasto, ellos nos exponen que la ironía es
esa tendencia de menospreciarse para hacer llegar al interlocutor a la conclusión de que éste sabe
menos que él, y este mismo finge estáar del lado de su interlocutor, de este modo. Sócrates dice no
querer enseñar, ya que al no tener nada que decir, que enseñar, que defender, tan solo se limita a
preguntar, ya que él se negaba a ser considerado como maestro; ironía socrática. Además de que la
mayéutica socrática mueve los papeles de discípulo y maestro, Kierkegaard dice que ser maestro
consiste en realmente ser discípulo, .El discípulo es oportunidad, para que el maestro se comprenda
así mismo, y finalmente  de vuelta el maestro hacia el discípulo. Hadot hace énfasis en que Sócrates
no posee ningún saber transmisible, éste es incapaz de que su espíritu transmita sus ideas a otro
espíritu. Sócrates es un fervoroso seguidor del lenguaje por ello quiere mostrar los límites que éste
tiene. Por último, Hadot nos expone la conciencia socrática, conciencia que se haya dividida, por el
sabio, norma que trasciende, ejemplo de ello, es que la justicia no se define sino se vive. Sócrates
tiene conciencia de que no es sophos sino philosophos, es alguien que desea la sabiduría, porque
sabe que carece de ella, aludiendo que Sócrates no es ningún sabio y que él precisamente lo sabía, y
se le consideraba sabio por tener conciencia de su ignorancia.

En esta segunda parte W. Jaeger nos expone a Sócrates como primer individuo de la historia del
pensamiento occidental. En Eros veremos una ironía del amor, cercanamente ligada a la ironía del
diálogo, . Del amor del que aquí se habla es del amor homosexual, ya que este amor era el amor
educador, amor entre maestro y discípulo. Esta relación se expresó de manera erótica la mayoría de
las veces, .La ironía del amor en Sócrates estriba, en fingir estar enamorado, hasta que el interlocutor 
que sus avances persiguen, gracias a la inversión de la ironía, este a su vez se enamora. Kierkegaard
lo llama “el seductor” porque fascinaba en la juventud, y despertaba en ella expectativas que él no
cumplía. Atraía a los jóvenes, pero cuando ya los tenía, él sin más se marchaba, y caían en cuenta de
que eran ellos los que le amaban en soledad. Esta ironía amorosa consistía en que una vez que el
interlocutor mediante la ironía del lenguaje, se daba cuenta de su ignorancia, sentía ganas de entrar a
la escuela de la conciencia del no-saber, de esta manera los interlocutores ya no le entregan su saber,
sino su belleza corporal. ¿Sócrates? se enamora del amor que según la definición que formula
Sócrates en el “Banquete” es el deseo de la Belleza de la cual carecemos. Estar enamorado de
Sócrates, es estar enamorado del amor. El diálogo está construido con el fin de tener que adivinar la
identidad, la identidad entre la figura de Eros y la de Sócrates. Eros es esencialmente el deseo y no se
puede desear más que lo que se tiene, dijo Alcibíades, para Sócrates el amor es amante. Hadot hace
hincapié de que no se trata de un Dios, como lo piensa la mayoría de la gente, sino tan solo de un ser
intermediario entre lo divino y lo humano: un daimon. Pero en esta figura del Eros cazador, Eros es un
daimon, expresa Diotima, de este modo un intermediario entre los hombres y los mismos dioses. Este
Dios es indefinible e inclasificable, al igual que Sócrates, el atopos. Sócrates, nos relata Hadot, tenía
conciencia de ser feo y no ser sabio por eso es filósofo, enamorado de la sabiduría, deseoso de
alcanzar un nivel de ser, la perfección divina. Eros es el deseo de tocar la perfección, de un verdadero
yo, debido a que sufre al verse excluido de la libertad del ser, y ansia tenerla. Posteriormente todos los
hombres que aman a Sócrates-Eros, al amarlo, encuentran su camino hacia la perfección mediante
Sócrates. Eros es una posibilidad que se abre, pero no es la belleza ni la sabiduría entre sí.  Hadot nos
expone que el amor nace de este sentimiento de separación y de privación. Más adelante el
movimiento dialéctico del logos, este camino recorrido conjuntamente por Sócrates y su interlocutor,
esta voluntad compartida de ponerse de acuerdo, ya son amor. Hadot aclara que, en la ironía
socrática, Sócrates no ofrece sabiduría pero ofrece otredad. 

En Dionisio, Hadot vuelve a tocar el tema del oadio-amoroso de Nietzsche hacia Sócrates. Veremos
distintas concepciones de Sócrates, el seductor, el amante de la vida, el músico, el moribundo y el
borracho. Nietzsche sabía del uso de la seducción   que Sócrates utilizaba con sus discípulos, y le
parecía repulsivo. Nietzsche sabe del Sócrates enamorado de la vida. Schopenhauer también abona a
esta idea del Sócrates amante de la vida y , por consiguiente Schopenhauer recurre a Hölderlín en un
poema para expresar el sentimiento de estar junto a un personaje amante de la vida. Cuando
Sócrates antes de morir exclama: “¡oh! Critón le debo el gallo a Asclepios”, pareciera que una vez
curado de la enfermedad, le debiera algo al Dios de la salud. Nietzsche dijo que Sócrates, quien le
había puesto buena cara a la vida, aquí hablaba de ella como una enfermedad de la que había
escapado. E. Bertram habla del asunto diciendo que, ¿acaso un gran educador de la vida no creía en
la vida?, y nos brinda una nueva interpretación de las últimas palabras de Sócrates, en la que se hace
la aclaración de que no es de la vida  a secas de la que se habla, sino de la vida que Sócrates llevaba
y la muerte era una médico, lo único que Sócrates hizo fue estar enfermo. Hadot alude a que el odio
amoroso que sentía Nietzsche hacia Sócrates es el mismo que siente él hacia sí mismo y que la figura
de Sócrates se haya fundada en la mitología nietzscheana, la de Dioniso, dios de la muerte y de la
vida. En el Banquete de Platón hay una innumerable lista de referencias, que se unen al carácter
dionisiaco, en Sócrates, por ser el mejor bebedor, y el mejor poeta, también triunfa en el juicio de
Dioniso; todo esto cae de nuevo en la figura de Nietzsche, aunada también a la de Dioniso. Por último,
Hadot adjunta un comentario de E. Bertram hacia el elogio que hizo Nietzsche dedicado a Dioniso,
llamado el “Genio del corazón”, y E. Bertram sospecha que este elogio pudo haber sido escrito
también para Sócrates, Hadot expresa que este elogio reúne todos los temas que ha expuesto. Con
esto se termina el ensayo de Hadot, me parecieron interesantes las analogías que aquí se hacen,
sobre todo esclarecedoras ya que se habla detenidamente y de diferentes vertientes sobre la ironía
socrática, de esta manera Hadot argumenta sobre el Sócrates que no conocíamos o que de cierta
manera había quedado desapercibido; un Sócrates ignorante, seductor, músico, moribundo y 
borracho, en palabras del propio Hadot, pero no ¿de? con el sentido literal de la palabra, sino que
Hadot explica el porqué de la generalidad de la palabra. Apoyándose del Banquete de platón,
Nietzsche y Kierkegaard, entre otros, Hadot reúne todas las partes en donde estos filósofos se
expresan de manera un tanto culminante de Sócrates, estas partes apuntan directamente a lo que
Hadot quiere exponer con su ensayo; otra parte   de Sócrates que si bien, para los que vivimos en el
nuevo siglo, nos parece casi imposible conocer lo que fue realmente Sócrates, (si no es que por medio
de otros), debido a la clara lejanía de la época, cabe aclarar que nada aquí es absoluto, son simples
analogías que con argumentos válidos se nos presentan. 

Pierre Hadot (2006) Elogio de Sócrates, primera edición, México, Editorial: Me cayó en veinte, A. C.

También podría gustarte