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Los días quietos

Daniel Belgareto

Los días quietos


Diario clínico de la atención institucional
en pandemia de niños, niñas y adolescentes
con autismo, psicosis y trastornos graves

Con textos de
Gustavo Lerner Diego Timpanaro
Ricardo Mauro Darío Groel
Gabriela Cuomo Gabriel Belucci
Pablo Igol Ricardo Seijas

Prólogo de Eduardo Maidana


Belgareto, Daniel
Los días quietos : diario clínico de la atención institucional en pandemia de niños,
niñas y adolescentes con autismo, psicosis y trastornos graves / Daniel Belgareto. - 1a
ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ser Sur Ediciones, 2021.
280 p. ; 21 x 15 cm.
ISBN 978-987-28997-2-1
1. Salud. 2. Autismo. 3. Psicosis. I. Título.
CDD 362.204

Edición: Juan Carlos Ciccolella / jcc.edicion@gmail.com


Diseño interior: Silvia C. Suárez / tenju@hotmail.com
Diseño de tapa: Julia Belgareto

© Daniel Belgareto, 2021

www.espaciodevida.com.ar

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, en forma idéntica o modi-
ficada y por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico, informático, de grabación o
fotocopia, sin autorización de los editores.

ISBN 978-987-28997-2-1

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723


Impreso en la Argentina – Printed in Argentina
Dedicado a todas y todos los integrantes de Espacio de Vida,
a los concurrentes y sus familias, al equipo directivo, al equipo
profesional, a las auxiliares, a las administrativas, a las coci-
neras y personal de mantenimiento. A todas y todos, gracias.
Prólogo

Eduardo Maidana1

El autor, compañero de recorrido, hace en esta obra una foto-


síntesis de nuestra realidad, entrelazando el proceso institucional,
clínico, social, profesional y personal, describiendo en acto el cambio
de paradigma en discapacidad, todavía en curso, en articulación con
el proceso social inclusivo de estos últimos 30 años, que se ha dado en
transversalidad en los aspectos científicos, sociales, profesionales, en
un mundo marcado por la desigualdad social y la exclusión, donde se
hace necesario generar convenciones y ratificarlas por ley para que las
minorías puedan ejercer sus derechos de manera plena. Me refiero a la
Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad, que
ha adquirido relevancia a partir del año 2008 en nuestro medio (Ley
26.378) y que a partir de la confluencia con la Ley 24.901, construyó
un camino de ejercicio de derecho que permitió la permanencia en el
tiempo de una política inédita en nuestro país que tiene dos aspectos:

1 Lic. Eduardo A. Maidana. Psicólogo (Universidad del Salvador). Miembro


fundador e intregrante del equipo directivo de Espacio de Vida CET. Secretario
de AIEPESA (Asociación de Institutos Educativos Privados Especiales Argen-
tinos). Miembro del Foro Permanente de Promoción y Defensa de los Derechos
de las Personas con Discapacidad. Miembro del Consejo Municipal de Discapa-
cidad y Plenario de Instituciones de San Miguel, provincia de Buenos Aires.
•  Haber dado un lugar social, educativo, terapéutico, a aque-
llas personas con discapacidad que no lo tenían.
•  Convertirse en un puente articulador de inclusión social.

Los servicios acreditados en el marco de la Ley 24.901 han


convertido a una ley prestacional en una ley de derechos humanos y
Daniel ratifica en estas páginas algo no escrito, pero que a mi entender
funciona como una respuesta social desde hace 24 años a las personas
con discapacidad realizando una inédita configuración en nuestro
país, que articula lo público con la sociedad civil, lo público con lo
privado, en beneficio de un colectivo social cuya principal lucha ha
sido no ser excluido.
Espacio de Vida, la institución que fundamos allá por 1986,
atravesó las crisis que como país nos tocaron a todos; quizá esta,
la de la pandemia, porque sea aún nuestro presente o porque la
presentificacion de lo real (la enfermedad, el aislamiento, el dolor y la
muerte) sea algo vivido por todos con más de cien mil muertos, creo
que ha sido y es, la más difícil de atravesar.
En ese sentido la bitácora que plantea Daniel me parece un modo
interesante de enfrentar el presente y sobre todo la incertidumbre del
futuro, porque en perspectiva se resignifica lo humano, lo profesional
y cobra sentido lo que hicimos y lo que hacemos que es eje en nuestras
vidas.
Espacio de Vida tiene su hoja de ruta y quizás sirva mostrar algunos
mojones de ese recorrido para contextualizar más fuertemente los
dichos de Daniel y la marca que es para todos nosotros la experiencia
de “Espacio”. Los años 80 encontraron a los referentes del psicoanálisis
refugiados por fuera de la universidad pública, perseguidos por la
brutal dictadura que sufrimos en nuestro país. A muchos de ellos los
recibieron los jesuitas que en esos años dirigían la Universidad del

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Salvador, donde nos formamos y nació nuestro proyecto institucional:
“un lugar para recibir niños con trastornos graves”.
Años importantes aquellos en donde vivimos una guerra y
la efervescencia del retorno a la democracia, que para los que
atravesamos la adolescencia en los 70 fue una experiencia que solo se
puede entender con la vivencia. En ese entorno se dio el nacimiento
de Espacio de Vida.
El año 1984 nos encontró realizando prácticas y pasantías en
el marco de nuestra formación. Dos experiencias me marcaron, el
Centro Terapéutico Infantil de Don Torcuato, el CTI, y la puesta
en marcha de ASANA (hogar y granja de experiencia terapéutica
vivencial).
En el CTI conformamos el equipo de emergencias que se dedicaba
a abordar niños con graves trastornos conductuales. ASANA
(Asociación de Ayuda al Niño Aislado), creado por un grupo de
padres, nació con los síntomas del caso, en medio del campo, allá en
Escobar, provincia de Buenos Aires. La propuesta era vivir con los
residentes llevando la experiencia a compartir con los pacientes hasta
el pabellón donde dormíamos.
Este recorrido, compartido con Daniel Belgareto, lo recordaba
cuando leía sus escritos, su diario de este primer año de pandemia,
remitiéndome a la experiencia de lo vivido en aquellos años;
experiencias fuertes en el que el recorrido era nobel y donde
avanzábamos y retrocedíamos en el hacer, en la formación, en
preguntas y respuestas que forjaron nuestro presente.
Espacio de Vida hoy, 35 años más tarde, en nuestra madurez,
articuló un recorrido –al decir de Gustavo Lerner– que construyó
nuestro dispositivo como un marco con aberturas lo suficientemente
fuerte para poder resistir el despliegue de la realidad de los niños
que atendemos y con flexibilidad y capacidad de torsionarse para
adaptarse a cada historia.

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Llevamos adelante un Centro Educativo Terapéutico, un Servicio
de Estimulación Temprana y un módulo de atención ambulatoria
donde se brindan Prestaciones de Apoyo. De la aventura inicial de
diez compañeros de facultad o de trabajo, pasamos a conformar un
equipo de más de 60 personas que brindan servicios a personas con
discapacidad y estamos insertos en nuestra comunidad como miembros
activos, fundadores del Plenario de Instituciones de Discapacidad de
San Miguel, provincia de Buenos Aires y del Consejo Municipal de
Discapacidad en conjunto con instituciones y personas pioneras en
la lucha por los derechos de las personas con discapacidad. Como así
también a nivel provincial y nacional, participamos desde AIPESA,
Asociación de Institutos Educativos Privados Especiales Argentinos,
en todos los ámbitos donde se habla, promueve, defiende y lucha por
el ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad. En este
sentido Espacio de Vida es parte actora del cambio de paradigma
donde la inclusión es el objetivo.
El decir de este diario habla de lo que pasó, lo que pasa y lo que viene;
entiendo que describe lo fundacional de una práctica, que articula
la tecnología con la transferencia, que dicho así, solo cobra sentido
y multiplicidad de sentidos habiendo vivido la presencialidad y el
aislamiento en pandemia, como fenómenos a articular en la necesidad
de un sujeto en atención y la posibilidad, que llegó para instalarse y
cambiar o ampliar nuestras formas de lazo social. El cuerpo, esencial
en el tratamiento, toma un lugar distinto. La institución, la palabra,
la presencia, la escena es mediatizada por la tecnología, el trabajo
realizado intenta sostener como dice el autor: “...el armado de una
escena es muy benéfico y que, junto con la transferencia, es la ‘materia’
con lo que se construye un marco desde el cual la singularidad de cada
niño puede desplegarse. En esto, los distintos saberes de las distintas
disciplinas son fundamentales, siempre teniendo presente el estatuto
de sujeto en cada niño.” Y este ha sido el desafío del equipo de trabajo

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donde cada profesional, cada disciplina ha puesto lo mejor de sí para
dar continuidad al trabajo en un encuadre nuevo y con un desafío a
cada paso.
Espacio de Vida tiene un eje fundacional que el decir de Daniel lo
refleja: “…nosotros consideremos a los niños sujetos, y que esa sea una
posición ética, es decir que los niños deben ser escuchados...”
En este sentido el trabajo de Daniel, el diario, cuenta cómo se
revaloriza la institución, aún en pandemia, como cuerpo simbólico,
más allá de las paredes que enmarcan nuestro lugar físico. El
psicoanálisis en esta nueva realidad juega un papel importante ya que
nos permite pensar que siempre, lo importante, es la producción de
subjetividad, aun en esta nueva situación donde se producen nuevas
relaciones entre el individuo y la cultura, dándonos la oportunidad de
poner en acto lo que intentamos cada vez, llevar adelante la tarea de
Espacio de Vida, que cobra sentido a partir del otro, es decir con cada
niño, cada niña que ha pasado y pasa por la institución.
El libro de Daniel Belgareto nos describe el acontecer de cientos de
servicios en la Argentina durante la pandemia, abriendo una realidad
nueva a nuestra práctica que invita a pensar y repensar nuestros
servicios construyendo, refundando quizás, un modo de trabajo que
articule realidades hasta hoy impensadas y que Daniel nos acerca con
su recorrido conceptual y formación sostenidos en su tenacidad y
compromiso de siempre en el hacer cotidiano.

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Si tan solo no me doblo y no me quiebro
te encontraré del otro lado,
te encontraré en la luz.
Si tan solo no me sofoco
te veré en la mañana cuando despiertes.
Tim Rice-Oxley

Esta es una situación inédita que nos atraviesa a todos de una


manera traumática. Quiero decir que esta es una variable, la de cada
uno, que debe ser tenida en cuenta para cualquier reflexión posible.
En estos tiempos donde nuestra cotidianidad parece transcurrir de
manera desacelerada, en tiempos largos y lentos, consecuencia de lo
que la cuarentena parece generar, a pesar de esto, suceden hechos,
situaciones, que son relevantes y que nos invitan a construir un
testimonio, un relato, una historia; en definitiva, una ficción (que
seguramente tendrá el valor de verdad… para nosotros) que intenta
ser una reflexión de la que somos parte. Después de todo, Lacan
señala “que todo hecho, es un hecho de discurso”. Este diario no tiene
ninguna pretensión de rigor teórico, está más cerca del testimonio. Ni
hay certezas, ni necesariamente son correctas nuestras apreciaciones,
hay algunas preguntas y algunas respuestas provisionales. Buscamos
con esto desencajar y desencajarnos, como forma de que no nos
aplasten el virus, y también los poderes de turno (ya se darán cuenta
a que me refiero). Espero poder realizar algo que esté lejos de una

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concepción del Diario como algo romántico, íntimo, una especie de
parloteo del yo que se desahoga y se consuela y en cambio poder hablar
de lo que estamos viviendo, cómo continuamos en esta situación tan
complicada y singular2.

2 Es cierto que este diario fue escrito “en caliente” pero también es cierto –y en esto
sigo a Jorge Carrión en su diario sobre la pandemia Lo viral (editado por Galaxia
Gutemberg)– que este diario, también, es un diario con algo de “fake”. Los hechos
se escribieron en el momento en que ocurrieron, muchas de las reflexiones son a
posteriori… en este sentido notarán alguna mezcla de tiempos. Es a propósito.

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Como manera de asegurar el anonimato de los concu-
rrentes a nuestra institución que aparecen en estas páginas,
he cambiado nombres, géneros, historias y composiciones
familiares, e inclusive ficcionalizado situaciones para garan-
tizar que no puedan ser identificados.
15 de marzo

El Estado decide el cierre de las escuelas. No hay ninguna directiva


para las instituciones de discapacidad. Hoy domingo, por la tarde,
realizamos una reunión con el equipo directivo vía telefónica. El
mismo está compuesto desde hace más de treinta años por: Liliana
Okretich, Eduardo Maidana, Gustavo Lerner, Carlos López Echagüe
y yo. En esta reunión evaluamos que debíamos sumarnos a las
medidas, ya que nuestros niños son muy vulnerables, algunos padecen
patologías orgánicas graves. Nos sorprendió que no se decretara nada
para nuestro colectivo, por lo tanto, decidimos tomar la iniciativa por
la nuestra. Era necesario cerrar3 Espacio de Vida, al menos en lo que
hace a la atención de pacientes, en todos los dispositivos de nuestra
institución. A medida que pasaban las horas nos fuimos enterando
que la mayoría de las instituciones que atienden el colectivo de
discapacidad tomaron esta misma decisión. Con Liliana fuimos a
la institución y de allí llamamos a los padres para comunicarles la
novedad. Todos estuvieron de acuerdo con la medida.

3 En rigor de verdad Espacio de Vida nunca cerró, este diario es testimonio de ello.
En esos momentos la distinción entre virtual y presencial no estaba muy clara; en
ese sentido, preferí dejar el testimonio del vértigo de esos días.

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16 de marzo

Se inicia el cierre de los establecimientos educativos. Los peligros


que entrañaba este virus y la precariedad de nuestro sistema de salud
hacían necesaria esta medida. En un primer momento nos ganó la
inquietud y el desconcierto. Si bien teníamos como referencia lo
ocurrido con la gripe A, hace más de diez años, esto ya se veía como
otra cosa por las distintas informaciones que nos venían llegando
de otros países, en especial los europeos, donde observamos que
el contagio del virus era vertiginoso, y las imágenes que se veían,
apocalípticas. Decidimos con el equipo directivo esperar unos días
para trabajar con el resto de la institución, terapeutas auxiliares,
administrativos, cocineras, para ver de qué manera continuábamos.
Se habla de la posibilidad de que la cuarentena se generalice, es lo
que se está barajando, veremos cómo continua. En el mientras tanto
nos mantenemos en contacto con todo el equipo, algunos continúan
viniendo, aprovechando para ver pendientes administrativos. Lo
harán el resto de la semana.

17 de marzo

Hoy la ANDIS, la “Agencia Nacional de Discapacidad”, decidió


que se suspendan las actividades. Hoy, como todos los martes desde
hace 25 años, fui a mi sesión. Como en muchos otros martes pasé
por una librería de Palermo, a la que habitualmente voy, y en la que
almuerzo y siempre me compro algún libro. ¡Claro! Ya no servían
comida, así que me senté a tomar un café. Al rato me dijeron que me
tenía que ir porque cerraban. Me quedé hasta último momento. No
sabía que pasarían siete meses hasta que pudiera volver a entrar a otra.
Palermo estaba vacío. Tremendo. Llegué a sesión, con mi analista no

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nos dimos la mano, ninguno de los dos amagó a extenderla, hablé de
mis síntomas de siempre y me fui. No quedamos en cómo íbamos a
seguir si se declaraba la cuarentena. No seguimos.

18 de marzo

Estamos realmente muy perplejos, pero tenemos que hacer lo


posible por no entrar en pánico. A la incertidumbre por esta situación
se suma un escenario económico muy complicado. Los años de Macri
profundizaron un contexto realmente crítico. A todo esto, se sumó
que, cuando hay un cambio de gobierno, en el inicio de la gestión,
todo comienza a demorarse, desde lo burocrático, a la financiación
de los tratamientos. Estamos en una situación económica límite.
Bastante perdidos… Pero como decía el gran Marechal, la mejor
manera de salir de un laberinto es por arriba. Entonces comenzamos
a pensar cómo ir acercándonos a nuestros concurrentes y sus familias.
Aproximadamente el 70% de los mismos están bajo la línea de la
pobreza, en ese sentido la alimentación que reciben en nuestra
institución es fundamental. Decidimos, entonces, algo que luego
fue tabulado como obligatorio para todas las instituciones, y fue el
repartir un bolso de comida para los concurrentes que se quedaban
a almorzar. Estaba la idea de una vianda, pero lo veíamos muy
difícil de lograr, debido a que los niños que concurren viven, la
mayoría, a kilómetros de distancia. A diferencia de lo que se puede
tomar como parámetro, que es el sistema escolar, donde hay varias
escuelas, públicas y privadas en cada barrio, en el caso de los Centros
Educativos Terapéuticos no hay muchos, lo que implica que los
niños, en muchos casos, deban recorrer grandes distancias para llegar

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a los establecimientos, haciendo imposible el traslado de una vianda
diaria. Decidido esto, la nutricionista de nuestra institución, preparó
los elementos que consideró necesario para una buena alimentación,
calculando la misma para 15 días de subsistencia. Esto implica
conseguir la mercadería necesaria, preparar los bolsos y armar la
logística con los transportes para que le llegue a cada familia. A esto le
sumamos algunas familias que necesitaban asistencia alimentaria, más
allá de si los niños almorzaban en nuestra institución. Esto se armó
de manera casi espontánea y siguiendo la estrategia que marcamos.
Todos, en el equipo suman algo para realizarlo.

19 de marzo

Me pasó algo que ya anuncia lo que vendrá, una de las cosas


centrales que me genera la pandemia. Nos habíamos organizado para
ir juntos con Eduardo y Liliana a comprar los alimentos a Macro,
pero el 18 por la noche, viendo las noticias comencé a angustiarme
y finalmente lo llamé a Eduardo para que suspendamos la compra y
la entrega. Tenía miedo de lo que podía pasar, no podía identificar
claramente qué, pero no quería ir. Eduardo me tranquilizo y
finalmente fui, lo hice en un estado de inquietud que se extremó al
ver la cantidad de gente en el supermercado. Ya empezaban las colas
en el exterior del local debido a que solo puede haber una cantidad
limitada de gente en el interior. Finalmente realizamos la compra y
llevamos la mercadería a Espacio.

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20 de marzo

Se realizó la primera entrega, a pesar de que se decretó la cuaren-


tena general. A partir de hoy nadie puede salir de la casa, solo los que
llaman “trabajadores esenciales” y demás, pero no sabemos, concreta-
mente, como será la circulación y las actividades a partir de mañana.
Con la colaboración de todo el equipo, y la logística de los trans-
portistas (prácticamente la totalidad de los concurrentes viene a
nuestra institución en transportes adaptados), se pudo realizar el pri-
mer envío de alimentos. Este fue un buen punto de inicio, contex-
tualizado por todo el trabajo previo. Y digo punto de inicio, ya que
implicó un movimiento institucional que nos puso a andar, decidir y
actuar. La respuesta no era el pánico, sino comenzar a trabajar duro.
Como decía el General (aunque sabemos que la frase no era de él),
“nosotros hacemos, que teoricen otros”. No nos vamos a detener a for-
malizar conceptos, vamos a hacer, mientras vemos cómo sostenernos,
respetando las órdenes estrictas de cumplimiento de los protocolos.
Debemos inventar nuevas formas de contacto, que anticipamos que
serán virtuales. Con el equipo directivo vamos pensando cómo llevar
adelante estos nuevos tiempos, todo tamizado por una gran incerti-
dumbre, por la posibilidad de que nuestras instituciones se queden
sin financiamiento por parte de los servicios de salud de nuestro país.

22 de marzo

Estamos viendo las noticias con Liliana. Me dice “¿Por qué no aís-
lan a todos los viajeros que vienen de Europa?” Me pareció un poco
chocante, ¿no sería crear una especie de campo de concentración? El
tiempo le dio la razón…

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23 de marzo

Nuestra institución está muy comprometida con el medio social,


prácticamente desde sus inicios. Nuestra intención siempre fue ser
parte del sistema de atención social de este colectivo. Al tener más
de treinta años de “Vida” podemos ubicar, en este derrotero, algunos
puntos que fueron hitos en esta cuestión. Cuando iniciamos nuestra
actividad y solicitamos la habilitación pertinente en el Ministerio
de Salud de la Provincia de Buenos Aires, allá por 1989, la misma
se realizó a través de un decreto particular, pues no había ninguna
reglamentación que pudiera encuadrar la actividad clínica de la
institución, esto habla de la exclusión de los niños con autismo y
psicosis en la infancia y otros trastornos graves, ya que ni siquiera
había una reglamentación que formalizara los dispositivos de atención
clínica de este colectivo . Esto permitía a las Obras Sociales manejar
arbitrariamente la financiación de estos tratamientos. A partir del
año 1997, cuando se sanciona la Ley 24.901, que creó el sistema de
prestaciones para la atención de las personas con discapacidad, se
produjo un antes y un después en el lugar social que se le brindó a esta
población. Esta ley implicó la reglamentación del funcionamiento
de nuestras instituciones en todos sus aspectos, desde lo edilicio a
que áreas de atención se les brindarían a los concurrentes, horarios,
etc. Esto permitió que se creara un sistema que permite prestaciones
a persona con discapacidad, que no solo incluye cuestiones que
hacen a la salud, sino también a lo que hace a su circulación y demás
cuestiones que hacen a los lazos sociales, dándole un lugar central
a la inclusión de un colectivo segregado de la sociedad civil desde
siempre. Esto permitió que se establecieran los recursos para financiar
los tratamientos. Eduardo Maidana participó de la reglamentación de
esta ley, lo cual fue una forma de participar desde la institución y del
psicoanálisis de una cuestión social fundamental, tratando de trasladar

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algo central: nuestra ética, la de darle la dignidad de sujeto a estos
niños. En continuidad con esta posición política, nuestra institución
forma parte de la agrupación AIPESA (Asociación de Institutos
Educativos Privados Especiales Argentinos) prácticamente, desde su
inicio. Esta posición es relevante, al menos para mí, pues algún sector
del psicoanálisis no ve con buenos ojos la atención institucional,
en tanto, en muchas ocasiones, implica el trabajo con otras áreas
clínicas. Esto es algo indispensable (el trabajo multidisciplinario) en
la atención de niños y adolescentes de la población que recibimos,
tanto por su diagnóstico, como por su situación social, y no me refiero
solo a la pobreza, y a la exclusión, sino que cuando enfatizo “situación
social” quiero decir las distintas variables que atraviesan la clínica
que abordamos y que desborda lo que el dispositivo psicoanalítico
puede brindar: los padres, la escuela, otros módulos de atención,
cuestiones sociales que hacen al lugar que tiene un niño. Esto nos
pone siempre en cuestión y en discusión. Para adentro, en el ámbito
del psicoanálisis, y para afuera, con el medio social y el sistema de
atención de personas con discapacidad. Con respecto a este último,
desde hace años, los distintos actores, el Estado, las Obras Sociales, los
Prepagos, que financian este sistema, quieren dejar de hacerlo, lo que
implicaría la caída de estas prestaciones. Esta problemática implica un
estado de alerta permanente, lo cual es realmente muy desgastante.

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6 de abril

Hace unos días atrás realizamos la primera reunión de equipo


virtual. Sabíamos que lo digital iba a reemplazar el contacto de los
cuerpos, pero no sabíamos las consecuencias de esto. Descubrí la
plataforma Jitsi Meet, y le encargamos a Iván Vázquez, el director de
cine que nos acompaña desde hace más de 10 años, realizando un
taller de cine con los niños, y con quien venimos realizando distintas
producciones audiovisuales en nuestra institución, que se ocupara
de ponerse al tanto de la plataforma. Poco a poco, Iván, se fue
convirtiendo en una parte esencial de la logística de Espacio. Pusimos
día y hora y allí nos conectamos… la cuestión no fue nada sencilla.
A los problemas de conexión habitual que hay en nuestra bendita
patria, se sumó que las redes estaban incendiadas, con el tiempo
supe que el tráfico de internet aumentó cerca del 65%; la situación
socio-pandémica llevo a que mucha gente se fuera conectando al
mismo tiempo. A todo esto, se sumaron las dificultades propias de
cada conexión, más los problemas de muchos con la tecnología.
Estos obstáculos hacían que los diálogos no fueran fáciles de sostener,
uno hablaba sobre otros, alguno hablaba, pero no sabía que tenía el
micrófono apagado, cuando no era también la cámara… etc. Pocas
cosas pudimos acordar en esa reunión: la necesidad de armar videos,
como forma de disponer una actividad posible con los concurrentes
y profundizar los seguimientos de algunos de los que estaban más
complicados, al menos con una frecuencia intensa de comunicación
con sus familiares. También se pudieron transmitir las primeras
normativas que las Obras Sociales iban comunicando, en relación a
cómo archivar los contenidos. Estos entes buscaban alguna manera
de poder auditar la tarea que íbamos a realizar, para eso era necesario
elegir alguna plataforma accesible. Elegimos el Google Classroom
para los contenidos que podían ir siguiendo los chicos y sus familias y

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el Google Drive para relevar lo más significativo de cada concurrente,
junto con las reuniones y novedades institucionales. Sacamos
conclusiones, que llamé “operativas”: que las reuniones de equipo
se organizaran por los distintos dispositivos de atención, por área,
y por talleres. Fueron más de dos horas de trabajo virtual que nos
dejó exhaustos a la mayoría. Se nos notaba inquietos, fastidiosos,
desconcertados ante este nuevo medio de comunicación, desde el
silencio de algunos al enojo de otros. La reunión dejó conclusiones
básicas: qué vamos a hacer y cómo. Lo que más me impactó fue que
hablamos pocos integrantes del equipo directivo. Probablemente la
pandemia- cuarentena impactó de manera particular en cada uno de
nosotros, que se expresó en cierta parálisis que tiñó esos momentos.
Sentí bastante enojo frente a esta situación, no lo expresé claramente
en nuestras reuniones, solo señalé lo importante de hablar, pero lo
que no entendí, en ese momento, fue que todos estábamos pasando
por una situación muy difícil de sostener. Cada uno lo llevaba a su
manera.
También se decidió que, en los dispositivos de Jornada Reducida,
Consultorio y Estimulación Temprana continuaran la atención de
manera virtual, con la misma frecuencia que en presencial a través de
videollamadas, de acuerdo a lo que ocurriera con cada caso.

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7 de abril

Comenzamos a trabajar para que de manera permanente se


relevara, por parte de las terapeutas de familia y del área de trabajo
social, el estado sanitario de nuestros chicos y de sus familias, en
referencia a la posibilidad de contagiarse, y buscando la información
sobre qué recursos tenían para tomar los cuidados necesarios para
protegerse, asesorándolos también en estas cuestiones.
Comenzaron a aparecer los primeros videos, que se pensaron para
los distintos grupos, en los que los niños diariamente participan en
nuestra institución, los mismos están armados por edades afines y
posibilidades de expresión. El primer video fue un video general para
todos los concurrentes de la institución, en sus distintos dispositivos,
en el que participamos la mayoría del equipo, con un mensaje para
los niños y sus familias de “quedate en casa” esa frase mundial que
es consigna de estos tiempos (habría que haber creado alguna para
los que no tienen casa, pero en fin…) y se subió a las plataformas:
Google Classroom y WhatsApp. Por otro lado, en el Google Drive
se comenzaron a registrar, la última semana de marzo, las distintas
informaciones que pudimos ir recabando sobre la situación de las
familias y de todos los concurrentes en los distintos dispositivos, a la
manera de una historia clínica. En los días siguientes fueron sumándose
videos de las distintas áreas. La consigna era que fueran de no más
de dos minutos ya que la principal plataforma para comunicarnos
era WhatsApp, y que tuvieran alguna actividad sencilla que invitara
al intercambio. Armamos un circuito de envío de los videos de esta
manera: el equipo directivo los recibía, una vez vistos evaluábamos
su producción y su objetivo, luego se los enviábamos a Iván que los
editaba y luego los subíamos y enviábamos a las distintas plataformas.

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8 de abril

Continuamos las reuniones por área y por dispositivo de manera


virtual, Iván nos proveía la logística hasta que, con el tiempo, algunos
fuimos aprendiendo, y a partir de allí la rueda fue girando un poco
mejor. En mi opinión las reuniones virtuales con menos gente eran y
son más operativas. Una de las primeras fue con el área de educación
física, que nos permitió ir pensando armar algunas actividades para
enviar a través de videos. Seguimos con el dispositivo de Consultorio
y Jornada Reducida, trabajamos temas importantes, en especial si la
actividad que estábamos haciendo era realmente terapéutica, lo que
despertó algún debate. También trabajamos alguna dificultad puntual
de algún compañero que sentía un gran malestar con esta modalidad
de trabajo. Quizás lo más claro en ese momento era que solo íbamos
saberlo después, por sus efectos, en realidad como siempre nos pasa
en psicoanálisis.

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9 de abril

Hoy le dieron el alta a mi sobrina, C. Estuvo internada desde el 5


de abril porque empezó con fiebre y está con seis meses de embarazo.
Tiene una hija de cinco años. Al no sentirse bien decidió dejar a su
hija con el papá e irse sola a la clínica. ¡La internaron hasta tener el
resultado del test de COVID-19, que estuvo recién hoy… negativo!
Fueron cinco días de mucha angustia para todos. No se la podía
visitar, ni siquiera su madre, que es médica. Hoy nos contaba que los
médicos entraban a visitarla vestidos como “astronautas”, y pasó la
mayor parte del tiempo sola. Los primeros días durmió bastante, pero
luego la fiebre se fue yendo y no tenía síntomas de ninguna patología.
Tenía que esperar el resultado. Nadie se acercaba, incluso le dejaban
la comida en la puerta. Nos decía que esa soledad era lo más difícil de
sobrellevar.

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10 de abril

Decidimos que los terapeutas que realizan los tratamientos


individuales en CET los continuaran de manera virtual. En su
mayoría los seguimos desde el área de psicología, pero se los sigue
desde otras áreas también, es algo que fuimos aprendiendo con la
experiencia. Alguna vez pensamos que cada terapeuta debía dejar
su título “colgado” priorizando exclusivamente el lazo transferencial
que puede hacerse, y a partir de ahí seguir al niño en cualquiera de sus
producciones. La experiencia hizo variar nuestra posición en tanto la
heterogeneidad de “los fenómenos psicóticos en niños”4 como señala
Diego Zerba. Hay niños para los que una posición de expectativa y
solo acompañamiento es lo más esperable para abordarlos, otros que
pueden sostenerse un poco más. Vemos que el armado de una escena
es muy benéfico y que, junto con la transferencia, es la “materia” con
lo que se construye un marco desde el cual la singularidad de cada
niño puede desplegarse. En esto, los distintos saberes de las distintas
disciplinas son fundamentales, siempre teniendo presente el estatuto
de sujeto en cada niño.
Para ser más claros es oportuno abordar algunas ideas que tenemos
sobre el tratamiento institucional de niños con trastornos graves. Por
mi parte la cuestión histórica, en mi versión, que saca la historia de
una cosa cristalizada y la pone a funcionar, es siempre importante.
Para mí la historia se actualiza. En este relevamiento el libro de Danto
Psicoanálisis y justicia social5 es una referencia ineludible.
Hay un artículo de Freud que tiene poco más de 100 años, “El
porvenir de la terapia psicoanalista”, donde el maestro de Viena hace
un giro de 180 grados con respecto de algunas posiciones que venía

4 Zerba, Diego. Fenómenos psicóticos en niños. Buenos Aires, Letra Viva.


5 Danto, Elizabeth. Psicoanálisis y justicia social. Barcelona, Gredos.

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sosteniendo en relación a la técnica psicoanalítica, en especial en sus
escritos de 1912.
En esos artículos (los de 1912) decía cosas como que: no se podían
hacer tratamientos gratuitos, no se podían realizar tratamientos
con gente en condiciones sociales pobres y otras observaciones
que podemos denominar “clasistas”. Pero en 1918, algunas de estas
cuestiones cambian, tal vez por el efecto que la Primera Guerra
Mundial tuvo en él, o en el psicoanálisis, ya que muchos de los
psicoanalistas de esa generación estuvieron en el frente. Estos
psicoanalistas comenzaron a observar distintos fenómenos que
aparecieron en los sujetos que eran atendidos con consecuencias
por haber estado en la guerra, algunos de ellos enmarcados en lo que
denominaron “neurosis de guerra” que fue una figura clínica creada
por el psicoanálisis. Cuestiones como la repetición comenzaron
a tener un cariz enigmático, los hechos traumáticos que volvían
en sueños y en distintas conductas mostraban algo que desafiaba
la conceptualización del psicoanálisis. Fenómenos clínicos que
derivaron en la invención de la pulsión de muerte.
Digo más, muchas veces en el frente los psicoanalistas armaban
trabajos grupales porque los recursos eran escasos y había mucha
gente que estaba necesitando distintos espacios para hablar de sus
padecimientos.
Dice Freud en 1918 que el psicoanálisis debería brindar
tratamiento gratuito, debería realizarse en instituciones, debería
comprometerse con todas las dificultades sociales, marcando así
un antes y un después, porque a partir de ese artículo comenzaron
a armarse instituciones para la atención clínica del pueblo, sin
recursos, la principal fue el policlínico de Berlín, después continuó el
ambulatorio de Viena, y después se armaron en Londres, en Zagreb,
en alrededor de 9 o 10 ciudades importantes de Europa.

30 Los días quietos


Y no solo pasaba eso, sino que esos espacios institucionales se
convirtieron en los lugares de formación de los analistas, Melanie
Klein, Alexander, Simmel, lo hicieron en estos espacios, y a la vez
muchos de los psicoanalistas tenían una gran participación en lo que
era la lucha política, en particular en Viena. Por ejemplo, Paul Federn
era un militante socialista, Simmel, que también es uno de los primeros
psicoanalistas de la primera generación, participaba de un grupo que
se llamaba “Médicos Socialistas”. Está también Wilhelm Reich, antes
de brotarse, quien era militante de Partido Comunista. Y trasladaban
todas estas cuestiones a sus prácticas. Por ejemplo, luchaban por los
derechos de los homosexuales, luchaban por el aborto, y otras luchas
sociales donde observamos un compromiso del psicoanálisis con la
problemática social y que Freud no solo auspiciaba, sino que también
participaba de los distintos debates. Inclusive intervino, desde lo
burocrático, para que se pudiera abrir el ambulatorio en Viena.
Freud tuvo una intervención importante en el consejo deliberante
de la zona, porque todo el poder médico estaba en contra de la
posibilidad de que se abriera, y él se comprometió, y fue, y habló, y
habló, hasta que por fin lograron abrirlo.
Freud no tenía ningún problema en dialogar con sus colegas
que tenían distintas afiliaciones políticas. Y lo remarco porque hace
poco escuchaba, en una muy importante institución de psicoanálisis
mundial, que se disponía debatir cuestiones políticas en relación
al psicoanálisis, a través de un grupo armado para tal fin, que la
condición para participar del mismo, era que los integrantes no
pertenecieran a ninguna agrupación política, lo cual me sorprende…
Un espacio donde se va a hablar de política, y la condición es que
nadie tenga una posición política… no dejan de asombrarme este tipo
de cuestiones, pero ubicaba esto. ¿Por qué? Porque en una de estas
instituciones se formó, y después participó, August Aichhorn, quien

Los días quietos 31


fue un docente muy comprometido con el psicoanálisis, discípulo de
Anna Freud y que armó una institución para la atención de niños con
problemas con la ley, e inclusive escribió un libro que Freud prologó:
Juventud desamparada6. Aichhorn formó a un médico, Lazar, quien
armó en algunos distritos, en algunos hospitales de Viena, centros de
atención para niños graves.
Lo interesante de esto es que dentro de los profesionales que se
formaban en esos lugares estaba Asperger, que también era médico.
Asperger, si bien no era psicoanalista, tenía conocimientos del
psicoanálisis. Hizo su formación y después pasó a encabezar uno
de estos lugares de atención, donde comenzó a recibir a los chicos
que tenían estos padecimientos. Estos niños empiezan a tener un
lugar donde ir. Al principio del siglo XX no lo tenían. Él los recibe
e implementa distintas técnicas que tienen que ver con el juego, con
leerles cuentos, con escucharlos, con seguirlos un poco, y no solo él,
sino varios psiquiatras que se formaron con él, desarrollaron su tarea
aproximadamente hasta principios del año 30 cuando el ascenso del
nazismo fue cerrando todos estos lugares o reconvirtiéndolos en otro
tipo de atención.
Y fue Asperger el primero que empezó a tratar de delimitar esta
figura que hoy es central, que es la del autismo, aunque no con este
nombre. Cuando el nazismo llegó al poder dio inicio a una práctica
que se denominó la eugenesia, que tenemos que diferenciarla de la
eutanasia. La eugenesia tiene que ver con lo que llamaban el “bien
nacido”. Esto tenía como consecuencia que a cualquier niño que nacía
con problemas se lo aniquilaba.
Esto no es algo que inventó el nazismo, ya que su origen se dio
EE.UU. y con mucha recepción social. Muchas de estas referencias
históricas se pueden encontrar en un texto que se editó en el 2017

6 Aichhorn, August. Juventud desamparada. Barcelona, Gedisa.

32 Los días quietos


y que se llama Autismo y Asperger7 de Silberman. Lo que cuenta
este autor es que en los primeros años del siglo XX en EE.UU.,
comenzó el movimiento eugenésico que buscaba la “evolución” de
la especie humana (parece un chiste de humor negro…) a través de
la esterilización de los pobres, los discapacitados e inmorales. Tanto
fue el auge que distintas personalidades importantes de la sociedad
del momento financiaron fundaciones para el estudio de este tema,
que terminó convirtiéndose en ley en muchos Estados de la Unión,
practicándosela en miles de personas. Es importante señalar que fue
parte del debate sobre este tema la posibilidad de la extinción de estos
sujetos, que era en definitiva el objetivo de la eugenesia.
Pero volviendo a la linealidad de esta historia, con la llegada
del nazismo y de estas prácticas, muchos médicos se van de Viena.
Asperger se queda y continúa con el trabajo con niños con trastornos
graves. En este marco realiza su estudio, que hará historia, y presenta
un trabajo, en 1943, donde describe la conducta de chicos que
tienen estos padecimientos, describiendo la sintomatología de lo
que hoy consideramos como autismo, graves dificultades de habla,
relación con un único objeto, repetición, movimientos automáticos,
imposibilidad de expresión afectiva, imposibilidad de mirada y de
contacto con el otro. Pero en ese contexto él presenta un muestreo
con solo 4 casos, tomando los que estaban en mejores condiciones.
Eran niños que tenían más posibilidades de habla, más posibilidades
de expresión, más posibilidades de hacer cierto recorrido social y
por eso quedó delimitado lo de Asperger como cierto autismo con
mayores posibilidades. En realidad, él tenía un muestreo de más de
200 casos.
Y hace esto porque los médicos, de alguna manera decidían quién
vivía y quién moría.

7 Silberman, Steve. Autismo y Asperger. Barcelona, Ariel.

Los días quietos 33


No está de más recordar las estadísticas del horror de lo que fue el
exterminio nazi: 20 millones de muertos rusos, 9 millones de muertos
judíos y gitanos, y después hubo alrededor de 300 mil discapacitados,
locos que el poder nazi aniquiló.
Volviendo a la historia, Weiss y Frank fueron dos psiquiatras que
se formaron con Asperger. En el momento de la diáspora que provocó
el nazismo, marchan para EE.UU. y ahí conocen a Kanner.
Kanner era también un médico, en este caso ucraniano, que hizo
su formación en Berlín, que empezó siendo cardiólogo y después
se va EE.UU. para poder desarrollar su tarea. A poco de su llegada
deambula por distintos estados, primero Dakota, después Minnesota,
estados no muy importantes hasta que llega al Instituto Bob Hopkins
en Boston, donde se trabajan todas cuestiones que tienen que ver con
la salud mental. Y ahí despliega su actividad con los autistas, junto
con Weiss y Frank.
Escribe un artículo a fines de los treinta hablando de trastornos
graves, y en los años 43-44 (coincidiendo en el tiempo con Asperger)
escribe el artículo que fue un antes y un después, donde a partir de 11
casos que sigue, se inaugura la figura del autismo como diagnóstico,
con toda la sintomatología que conocemos y entre estas descripciones
realiza una sumamente cuestionable, y que termina ubicando
como causa, sin decirlo explícitamente, a las madres de los autistas
llamándolas “Madres nevera” o “Madres heladera”, lo que produjo
bastante revuelo. Porque adjetivar a las madres en este sentido las
convertía en culpables del trastorno de estos niños.
A partir de los cincuenta aparece Bruno Bettelheim, quien se
había formado con Freud en uno de estos institutos en Berlín.
Bettelheim se va de Alemania luego de estar un año en un campo
de concentración, antes del inicio de la guerra. Termina en Chicago
donde trata de armar algún dispositivo de atención para poder recibir

34 Los días quietos


a niños con trastornos graves y lo consigue gracias a una beca de la
fundación Ford. Arma una escuela que llamó “Ortogenética”.
Esta experiencia le permite conceptualizar la estructura del
autismo y una estrategia de atención. Esto se articula en su texto
más relevante: La fortaleza vacía8. Es un gran texto con varios casos
clínicos muy interesantes y toda una teorización sobre el autismo.
Cuando habla de los padres de estos niños, en especial de las madres
hace una comparación tremenda, las encuentra tan frías como los
oficiales SS, reforzando lo ya dicho por Kanner, culpando a los padres
de este trastorno tan grave en sus hijos. Tanto es así que los niños
vivían en la escuela Orto genética, siendo el distanciamiento de sus
padres parte del tratamiento.
A mediados de los cincuenta y a principios de los sesenta
comenzaron a aparecer distintos psiquiatras que ponían en cuestión
esta crítica que tanto Kanner como Bettelheim realizaban a los
padres, tratando de señalar que el trastorno del autismo tenía una
causa orgánica.
Lo interesante de la cuestión es que varios de estos psiquiatras que
salieron a responder y a producir distintos estudios y textos tenían hijos
con autismo. Y esto es una característica que a mí me resulta bastante
peculiar. Era una forma de respuesta de los padres. Esto también tenía
una consecuencia relevante en que si la causa del trastorno era orgánica
el sistema de salud se hacía cargo del tratamiento de sus hijos. Si no era
así estos niños no tenían un lugar a donde ir.
Esto también es interesante porque Temple Grandin, que es una
mujer con autismo, de estas personas excepcionales a la manera de
lo que pudo ser Schreber (quienes tratamos paranoicos sabemos que
no hay muchos pacientes como Schreber, que tengan ese poder de

8 Bettelheim, Bruno. La fortaleza vacía: autismo infantil y el nacimiento del yo.


Barcelona, Paidós.

Los días quietos 35


creatividad), estaba en esa línea. Ella agradecía en uno de sus libros
haber nacido posteriormente a la figura del autismo, pues si no hubiera
sido catalogada como débil mental y probablemente instalada en un
hospicio. El tener este diagnóstico le permitió cierta circulación del
sistema médico y cierta posibilidad, inclusive de investigación, que
implicó para su vida un recorrido distinto.
Pero vuelvo a esta cuestión, en esa época se diagnosticó lo que se
llama el PKU o Fenilcetonuria, un trastorno metabólico, que fue
descubierto por dos médicos que tenían un hijo con esta patología,
que causa trastornos graves, por la imposibilidad de procesar proteínas,
provocando un progresivo deterioro en el cerebro, teniendo como
consecuencia una debilidad mental severa y perdida de habilidades
adquiridas, como hablar o caminar. Lo importante de la cuestión es
que con una dieta estricta que no incluya proteínas, se logra evitar que
se desarrolle la enfermedad.
Esto llevó a un psiquiatra llamado Rimland, quien era padre de
un niño autista, a buscar la causa de esta figura clínica en lo orgánico
haciendo un paralelo con los hallazgos del PKU e intentando
deslocalizar esta causa de una cuestión ligada a la dinámica familiar.
En esa misma época aparece Lovaas, psicólogo noruego que
emigró a los EE.UU. después de la Segunda Guerra Mundial, y
que creó el método ABA (Análisis Conductual Aplicado) en una
universidad de Los Ángeles, donde abrió un centro para recibir a
niños con patologías graves. Me resulta importante la dialéctica que
se produce históricamente entre los médicos con hijos con autismo
y cómo desde la comunidad no existían lugares donde niños con
patologías graves pudieran concurrir, y todo encontrando su pívot
en que las causas de estas patologías eran orgánicas. Para mí la causa
sigue siendo enigmática, y nada señala, más allá “de las convicciones

36 Los días quietos


de Internet”9 como bien dice Eric Laurent, de que la del autismo sea
orgánica.
A todo esto, ya llegando a la década del setenta, la psiquiatría
comienza a virar hacia una posición de pensarse como una ciencia. En
ese sentido, en EE.UU. comienzan a aparecer los manuales del DSM.
Y a finales de los ochenta la psiquiatría norteamericana se propone
instalar el manual a nivel mundial, como guía diagnóstica.
En esta dinámica aparece el diagnóstico de “Trastorno
Generalizado del Desarrollo” que englobará distintos trastornos
graves en los niños. Contemporáneo a esto se suma a la construcción
del manual una psiquiatra inglesa llamada Lorna Wing, quien
también tenía un hijo con autismo, y que retoma el diagnóstico de
Asperger (ya que su hijo tenía bastantes posibilidades de expresión
y cognitivas), y lo introduce dentro de este manual de psiquiatría,
dentro de los “Trastornos generalizados del desarrollo”.
Los creadores del manual logran su cometido, al aparecer el DSM-
III-R, que se publicó a fines de los ochenta, convirtiéndose en una
referencia mundial. En los primeros meses vendieron, en “contante”,
cerca de 10 millones de dólares, signo de que habían copado el
escenario mundial.
¿Por qué traigo esta cuestión? Porque finalmente, en el DSM-V
todo lo que estaba englobado dentro de lo que sería Trastorno
Generalizado del Desarrollo desapareció y todos los trastornos de los
niños graves están enmarcados en lo que se llama el “Espectro Autista”.
Este es el punto, para mí, de llegada. Y que me parece interesante
para pensarlo.

9 Laurent, Eric. La batalla del autismo. De la clínica a la política. Buenos Aires,


Grama.

Los días quietos 37


¿Qué pensamos nosotros en lo conceptual y en lo clínico?, ¿cómo
abordamos y cómo pensamos la cuestión del autismo?
La cuestión del tratamiento con niños graves tiene aristas que, a
veces, me parecen mucho mayores a lo que puede ser la atención de
un adulto con psicosis.
Cuestiones como: lo que pasa con los padres, lo que pasa con la
escuela, dónde se reciben y se tratan a los chicos, cómo se financian los
tratamientos, qué tipos de especialidades tienen que abordarlos, etc.,
son cuestiones que hacen directamente a la dimensión del problema.
Y que esa dimensión del problema no es para decir “¡uy! que grande
que es el problema”, sino para tener en cuenta las distintas variables en
el abordaje de la cuestión.
Y en esto quiero señalar algo que para mí es central (y también
discutible), pienso que el psicoanálisis ha hecho un gran aporte,
dándole un lugar a estos niños, más allá de la cuestión sumamente
discutible, de ubicar la causa en los padres y en particular en la
madre, como recordaba más arriba, pero también encuentra su límite
teniendo en cuenta lo que señalaba antes en relación a la dimensión
del problema. Cuando digo límite trato de señalar que el darles lugar
a estos sujetos implica a múltiples actores y múltiples abordajes que
son necesarios y sumamente beneficiosos para los niños y sus familias.
Creo que la atención de otras áreas puede ser sumamente benéfica
para el tratamiento con niños y que a veces nosotros por nuestro
compromiso, por nuestra pasión con el psicoanálisis, dejamos fuera
de juego puntos que para los niños pueden ser muy importantes.
Que nosotros consideremos a los niños sujetos, y que esa sea una
posición ética, es decir que los niños deben ser escuchados, es algo
central del psicoanálisis, pero no es el psicoanálisis el único que lo
piensa, hay otras disciplinas, otras áreas que también tienen presente
esta posición. A esta altura no es necesario convertir nuestra practica
en una épica que nadie nos pide y no es necesaria. Esta es una de las

38 Los días quietos


razones por la que somos parte del sistema de atención de personas
con discapacidad, es desde los problemas actuales que tenemos
desplegar nuestra posición, más ante el avance de los métodos de
reeducación.
Esto sí me parece importante, y porque muchas veces nos han
llegado chicos que sí han pasado por ese tipo de tratamientos. Que
el darle una cuestión central a la causa orgánica los pone en lo que es
el protocolo de atención. ¿A qué me refiero? Uno de los principales
cambios que realizó el manual de psiquiatría en los años ochenta es
que a los diagnósticos se les agregó un protocolo de tratamiento que
generalmente tenía que ver con algo medicamentoso y tenía que ver
con determinadas conductas que había que corregir.
Es decir, si se trata de una causa orgánica, la cuestión no es un
tratamiento, la cuestión es una educación o la reeducación de estos
niños. Y lamentablemente, en esta posición, en muchas ocasiones los
niños pierden su condición de sujetos, objetalizándolos. En esto lo
que puedo denominar “el conductismo más radical” esta sostenido
por la idea de premio y castigo como forma de modificar conductas, y
dentro de las operaciones castigo, en lo que fue los inicios del método
ABA, creado por Lovaas10 como dije más arriba, se utilizó la violencia
como forma de intervención de lo que llamaron “estímulos asertivos”,
como instrumento de corrección.
Nuestra posición es otra. Nuestra perspectiva tiene que ver con
esto que decía antes, con darle el estatuto de sujeto a estos niños, a
través de la escucha. En ese sentido el englobar a todos los niños en
el espectro autista complica más las cosas ya que generaliza algo que
tiene diferencias estructurales en los sujetos.

10 Entrevista a Lovaas en Psychology Today. Silberman, Steve. Autismo y Asperger.


Barcelona, Ariel.

Los días quietos 39


En el caso del autismo, nuestra experiencia clínica nos muestra
niños con cuadros de gran aislamiento, en muchos casos sin habla y
grandes dificultades para establecer lazos con el otro. A pesar de esto
vemos algunos puntos de encuentro que permiten una tarea posible,
pero que exige una posición más expectante para encontrar intereses
que posibiliten una dialéctica. Como bien señalaba Lacan, en algo que
ya es un lugar común, son “personajes más bien verbosos”11. Yo creo
que están en el lenguaje. Algunos de mis colegas dicen que no están en
el discurso, a veces tengo dudas de que sea así, porque nos la pasamos
hablando de autismo, entonces me da la impresión que en el discurso
están. Entiendo que ellos lo dicen para tratar de despejar lo que es la
figura clínica. Pero no me parece que ellos estén afuera de todo eso.
Si, lo que observo, como ya decía, es una gran dificultad de
relación al otro, que implica que el Otro, con mayúscula (primero
con minúscula y después con mayúscula), le dé un lugar y que le
permita cierto trabajo con la palabra que tiene que ver con lo que
nosotros llamamos la significación fálica. Que podamos jugar con las
palabras, que nos entendamos. El autismo tiene lenguajes, pero no
tiene palabra. No puede ubicarse dentro del goce del habla.
Esto no quiere decir que no hable, significa que la relación con
el lenguaje es diferente, que implica una mayor precariedad y que
muchas veces los coloca en una posición sumamente defensiva
a cualquier cosa que les pueda venir del otro. Taparse los oídos,
enganchar un objeto y tenerlo permanentemente, son los síntomas
característicos del autismo, inclusive en el rocking, en esta práctica,
por cómo se pone la lengua, produce cierta sordera y cierta cerrazón
de esto que les llega del otro. Me parece que tiene que ver con este
rechazo posible, ¿esto significa que no se pueda hacer nada? Claro
que no.

11 Lacan, Jacques. “La Tercera”, en Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós.

40 Los días quietos


Vuelvo a Temple Grandin, para tratar, tomando a alguien
que es excepcional, para después bajar a lo que nosotros vemos
cotidianamente. Temple escribió (con ayuda) varios libros y en su
autobiografía, cuenta que, después de cierto episodio que en un
momento referiré, pudo ingresar a la universidad, se dedicó a la
etología, y al trabajo con el ganado en EE.UU.
Temple, cuando era niña estaba diagnosticada como autista. En la
adolescencia tenía graves problemas de angustia. Este momento vital
es muy dinámico y probablemente los cambios que la atravesaban
eran muy perturbadores. Es un observable en el autismo, que cuando
alguna cuestión externa/interna se mueve, estos sujetos caen en una
situación de gran dolor, de gran agresividad.
Parte de la familia de Temple vivían en Arizona y se dedicaba
al ganado. Ella iba cada tanto al “rancho” y lo pasaba bien. En esta
situación de angustia se va para allá (creo que vivía en Los Ángeles),
en un verano, y descubre que para vacunar a las vacas las metían en
un pasillo hasta que llegaban a un punto donde se cerraban los cuatro
lugares en donde estaba la vaca y ahí la vacunaban. Y ella observaba
que las vacas cuando entraban a ese pasillo estaban desorbitadas.
No sabían lo que les iba pasar. Hasta que llegaban a un punto del
recorrido donde a los animales los aprisionaban y allí se calmaban.
Al observar esto le pregunta a la tía, que era la dueña del rancho, si
ella podía pasar por ahí. Entonces pasa, la aprietan, y ella se relaja. A
partir de este episodio empieza a pensar este artefacto como algo que
puede ayudarle a superar sus momentos de angustia. Y tanto es así que
ella comienza a armar, realizando complejos cálculos, un artefacto
para ella misma. Logro construirlo y lo utilizaba en momentos donde
se sentía superada por la angustia. Tan bien le funcionaba que propuso
que este artefacto se utilice de manera standard para el tratamiento
del autismo. No funcionó, pero si le funcionó a ella. Temple cuenta

Los días quietos 41


esto en su autobiografía que se llama Pensar en imágenes12 (que en
realidad quería titular “El punto de vista de las vacas”, pero el editor
no se lo permitió).
Un dato importante de su historia es que su abuelo fue el creador
del piloto automático de los aviones. Yo no sé si eso tendría que ver con
esta cuestión del padre, pero es como si ella ahí hubiera logrado algún
tipo de instrumento que le permitió tener una palabra, ¿y también
un nombre? Como sea, lo interesante del asunto es que, si bien ese
dispositivo que ella usó, se convirtió en un instrumento que se aplicó
en los distintos ranchos, para realizar todo ese tipo de operaciones con
los animales. Algo que lograba un trato más amable con los animales.
Es con este aporte que Temple encontró un despliegue, una forma de,
a través de este invento, poder establecer lazos con el medio social y
tener una intensa participación en lo que es el cuidado de animales,
realizando una carrera universitaria. Esto que ella llama “pensar en
imágenes” a mí me hace pensar en cierta cuestión, vamos a decir
fantasmática, que esta persona, en este pensamiento en imágenes
logró y que fue fundamental para sostenerse a cierta distancia de lo
real, de una manera que le permitiera estar con el otro.
Por eso estoy formulando (adelanto) la escena como vía posible
para estos sujetos, de acceso a un tratamiento posible. Nosotros lo
sabemos, como dice Lacan “la verdad tiene estructura de ficción”. Lo
que primero produce la realidad es la ficción. El complejo de Edipo es
la ficción que produce la realidad. Creo que Temple encontró cierta
ficción, cierto color fantasmático que le permitió el contacto con el
otro, encontrando de esta manera un camino posible de lazo.
¿Qué tiene que ver esto con la tarea que nosotros realizamos y
cómo pensamos a los niños? Si bien podemos ubicar el autismo como
un cuadro más definido por su sintomatología, en los niños hay toda

12 Grandin, Temple. Pensar con imágenes. Mi vida con el autismo. Barcelona, Alba.

42 Los días quietos


una serie de cuadros graves que lo diferencian de lo que podemos
pensar como la psicosis en un adulto. En los niños no distinguimos
un desencadenamiento, o en muy pocas ocasiones, y observamos
toda una gama de conductas que hacen difícil un diagnóstico.
Observamos niños que corren sin ninguna dirección, que expresan
muy pocas palabras o directamente no tienen habla, algunos
atravesados por fenómenos elementales, que son deducidos por
nuestras observaciones, las alucinaciones auditivas, por ejemplo, que
concluimos por algunas conductas como taparse desesperadamente
los oídos. Niños que se golpean, que se autolesionan, niños que, al
golpearse, a veces uno tiene la lectura o la interpretación, que lo hacen
como una manera de encontrar un límite de lo corporal. Pero en otra
circunstancia vimos niños que corren porque no pueden hacer otra
cosa más que correr, y en ese sentido, me parece que la dirección de
un tratamiento posible es poder montar algún tipo de escena que
les permita cierto espacio, donde instaurar alguna dialéctica con los
otros. La escena puede abrir un espacio donde puedan construir algo
que les permita sostenerse.
Muy excepcionalmente, puede pasar, y lo digo porque es una
posición de algunos colegas en algunas instituciones, en especial en
Francia, que quienes trabajan con estos niños simplemente estén
como testigos de una invención que ellos pueden realizar.
Nosotros pasamos por esa situación y no nos parece lo mejor.
Porque hay muchos niños que no pueden inventar nada. Entonces,
lo que nosotros queremos facilitar a través de ciertas actividades que
llamamos talleres, es una dinámica con ciertas pautas.
Lo artístico nos parece lo más interesante, no deja de ser un
espacio lúdico, pero es como si el arte diera un paso más a lo lúdico,
y que me parece necesario, permite un marco. Por ejemplo, un taller
de plástica, un taller de teatro, un taller de música. Donde hay, desde
ciertos objetos hasta ciertos integrantes de los talleres que realizan

Los días quietos 43


una actividad. En general, quien lo realiza, tiene cierto gusto por
ese taller, por ejemplo, en Espacio se armó un taller de música del
que participa un musicoterapeuta y también un psicólogo que hace
música, le gusta hacer música. Y con eso fueron formando lo que se
llama una banda y fueron invitando a los niños a que puedan sumarse.
Ese marco más estructurado nos parece que tiene consecuencias
más efectivas. ¿En qué sentido? Por ejemplo, en ese taller lo que se
toma de los niños que no hablan son los distintos sonidos, gritos
que hacen y tratan de convertirlos en canción. Ejecutando distintos
instrumentos. Y una vez que eso se realiza tratan de sumar a los niños
a que puedan tocar esos instrumentos.
El resultado es positivo. Concurren, se hace en ese mismo lugar, los
niños van y tienen cierta participación posible. Y hay algo que para
mí también es un interrogante, porque también muchas veces pasa
que en ese espacio del taller tienen una participación muy intensa y
hay que ver qué marca deja en ellos eso. Porque muchas veces, cuando
salen de ese taller, vuelven al estado anterior y solamente pueden
desplegar este tipo de cuestiones que tienen que ver con una posible
relación con el otro en ese espacio. Evidentemente una previsibilidad
de la actividad es muy benéfica para los chicos, que muchas veces viven
en un mundo de voces o imágenes que son intrusivas e inesperadas,
por más que para el resto solo sean momentos cotidianos.
Lo que sí, por supuesto, es necesario en esta actividad y en
cualquiera que se desarrolle (y me parece a mí que es el mayor
marco), es la transferencia que los chicos pueden establecer con las
personas que están trabajando con ellos. Esta transferencia es distinta
a la transferencia que nosotros podemos ubicar en la neurosis, como
supuesto saber. De eso hay que correrse. La paranoia es paradigmática
en eso. Encontrarse con un analista en una posición de saber, que
les dé indicaciones, que “les resuelva problemas cotidianos” una
tentación que la ruptura del lazo social en la psicosis a veces invita a

44 Los días quietos


realizar, probablemente profundice su delirio y hasta pueda llevarlo a
un pasaje al acto.
En ese sentido nuestra posición está más ligado a acompañar y a
proponer y esperar que algo de lo afectivo que despliegan los niños
hacia los distintos terapeutas sea la transferencia posible que se pueda
establecer. Sin ese marco es muy difícil poder realizar alguna actividad.
Eso implica, en la persona que va a llevar adelante el taller, cierta
posición (el término no es bueno, pero no se me ocurre otro) “activa”,
que vaya al encuentro de los niños. Si no va al encuentro y no suma
algo de una escena, algunos niños se hacen insostenibles en su pasaje
por la institución. Estoy pensando en un caso que atiende Francisco
Pascucci, quien nos acompaña desde hace muchos años. Se trata de un
niño con conductas agresivas, disruptivas. Esto hacía su permanencia
en la institución bastante problemática. Le costaba sumarse a las
actividades y cuando lo hacía, perturbaba a todos a su alrededor.
Francisco se acercó a P y le propuso crear el personaje de Super P. Él
aceptó. El juego consistía en que lo disfrazaba como super héroe y
así andaban circulando por toda la institución, saludando a todos o
inclusive alcanzando algún material o alguna nota a la dirección. Esto
funcionó y cedieron muchas de sus conductas violentas, y también lo
sacó, indudablemente, de este lugar problemático para la institución.
Es que un niño de estas características puede ser perturbador para la
cotidianidad y puede caer en ese síntoma, ya clásico de las instituciones,
que es convertirse en el causante de todos los malestares.
Se revirtió una conducta del niño. Cuando es Super P no escupe,
no agrede y la vida institucional vuelve a cierta calma. Se armó otra
dimensión, y lo que también observé, porque no es que estaba todo el
día disfrazado, fue que en ese caso la marca quedó y le dio otra opción.
Que no es poco, porque estos niños van de la casa a la institución. No
tienen en muchos casos otro recorrido. El tratamiento es algo vital en
la cotidianidad de los niños. Nos hemos encontrado con niños a los

Los días quietos 45


que, en alguna salida, llevamos a viajar en tren (y eran niños de 10-12
años), y nunca habían viajado en tren.
La cuestión de lo segregativo y de lo autosegregativo de la
psicosis misma, de la cuestión familiar, funciona de una manera que
podríamos calificar de horrorosa, porque de las cuestiones mínimas
que todos recorremos en nuestra vida, ellos están afuera, y no porque
no puedan hacerlas, automáticamente quedan afuera.

46 Los días quietos


12 de abril

La situación económica es tremenda, hemos podido cobrar solo


el 50% de nuestros honorarios. Eduardo, junto con los distintos
representantes de nuestro colectivo está trabajando con una
intensidad admirable, vemos que el sistema quiere aprovechar la
ocasión para destruir este tipo de prestación. Lo más interesante es
que en el principio del ASPO se propusieron cubrir los tratamientos
de los niños que van a escuelas especiales y pagar la mitad de
los tratamientos de los niños que padecen patologías tan graves
que no pueden concurrir a la escuela, y que concurren a nuestras
instituciones (Centros Educativos Terapéuticos), dejando de esa
manera a las instituciones sin posibilidad de sostenerse, y dejando a
corto plazo a muchos niños sin tratamiento, lo cual no deja también
de expresar una segregación hacia quienes padecen patologías graves.
Repito, el macrismo a puso nuestros centros en una situación límite
por la importante deuda y el atraso de los honorarios, en un país al
borde de la hiperinflación, con la complicidad de las Obras Sociales,
que desde hace tiempo se quieren hacer con la caja, que permite la
financiación de esta prestación. Incluso varias instituciones debieron
cerrar durante el 2019 con el efecto de dejar a muchos niños sin
su tratamiento. La aceptación de la diversidad por parte del Poder
es solo aparente. Parece que estos niños son el Otro, el extranjero,
el bárbaro. Por parte de los organismos financiadores se pretendió
pagar el cincuenta por ciento de las prestaciones a las personas con
discapacidad a diferencia de, por ejemplo, lo que ocurría con las
escuelas comunes privadas, donde se sostenía el pago de la cuota
completa, más allá de la imposibilidad de la concurrencia presencial
a los establecimientos. El querer financiar como corresponde a las

Los días quietos 47


escuelas y el pretender solo pagar la mitad de nuestra prestación
es una muestra de la discriminación que sufre esta población y
también los profesionales que tenemos la vocación de atenderlos.
Pero destruirnos NO les va a ser fácil. “Pensamos que la economía
libidinal tiene una correspondencia con la economía política” (no sé
quién la dijo o escribió, supongo que Lacan) si tomamos esta frase
de manera literal, la cuestión segregativa de esta población aparece
permanentemente en estas dificultades que el sistema de atención a
las personas con discapacidad presenta a los prestadores y por ende a
los niños y sus familias, poniendo permanentemente obstáculos para
que reciban la atención necesaria.

48 Los días quietos


14 de abril

Vamos comprobando, con el paso de los días, que algunos de los


concurrentes no quieren conectarse. Estamos trabajando, entonces,
con sus familias como mediadoras de los encuentros. Estas dificultades
son un interrogante. Algunos analistas que vienen trabajando la
atención virtual desde hace años, ubican como algo a pensar la
transferencia de cada sujeto con el dispositivo. Pero empezando por
lo básico es necesario que los concurrentes, para poder sumarse a estas
plataformas, cuenten al menos con una computadora medianamente
acorde con los tiempos, o un celular, y con un manejo básico del
lenguaje digital. Esto está, en varios casos, bastante lejos de las
posibilidades de algunas de las familias. En este sentido, la plataforma
de WhatsApp es la que más utilizamos, es la que las familias manejan
con más soltura y también lo que la situación social les permite en
relación los dispositivos tecnológicos. Al equipo nos llevó su tiempo
aggiornarnos al trabajo digital, en especial para nuestra generación
que está bastante ajena a esto. Pero considero también que la
transferencia al dispositivo es algo que vamos a tener que pensar.

Los días quietos 49


15 de abril

De los distintos estados que me atraviesan, y también a otros,


quizás el que más observo es la tristeza (¿o es solo en mí?), pero hay
otros malestares. Los cambios de hábitos (que por algo los tenemos,
la satisfacción que puede conllevar un hábito), cosas que, nos damos
cuenta, están terminándose. El COVID-19 se hace presente en
nuestra cotidianidad como parte de las redes virtuales entre nosotros.
Me refiero al equipo y a mis conocidos. A mi padre de 91 años no
lo voy a ver por temor a contagiarlo. Mis hijas prefieren que no nos
veamos por temor a contagiarme. Insomnio, mal humor, silencio, no
saber en qué día de la semana estoy.
Quien parecía llevar mejor esta situación era Iván, que nos dejó
una frase que me acompaña durante todo este tiempo “esto puede ser
una oportunidad”.
Las reuniones dejan pocas conclusiones, pero “performativas”,
qué vamos a hacer y cómo. Lo virtual permite la palabra y como dice
el gran Burroughs “la palabra es un virus”, y podemos agregar que la
imagen también, confiemos que encontrará su forma de expandirse.

50 Los días quietos


16 de abril

Continúan las discusiones con algunas Obras Sociales sobre


cómo van a controlar que se den las prestaciones pautadas. Hay una
permanente desconfianza y también un intento de obstaculizar la
atención de las instituciones que, en algunas ocasiones, llegó a niveles
absurdos. Quien se llevó el premio mayor fue una importante Obra
Social, que en un principio propuso que los familiares del paciente
se acercaran a la institución a firmar un formulario donde quedara
establecido, qué prestaciones se solicitaron y con qué frecuencia se
realizó la atención. Nuestra respuesta fue que no íbamos a cumplir
esta normativa, ya que implicaba que las familias debían romper con
el protocolo de cuidados y aislamiento por un trámite burocrático.
Finalmente, la medida quedo en pausa (no se derogó) a voluntad de
cada delegación.
Estamos observando que nuestros niños no consiguen la medica-
ción necesaria, tanto los psicofármacos, como los medicamentos que
muchos necesitan para patologías orgánicas crónicas. A esto se suma
que algunos médicos que trataban a nuestros concurrentes no están
respondiendo.

Los días quietos 51


17 de abril

La doctora Graciela Blanco, psiquiatra del equipo, se va a ocupar


de proveer las recetas necesarias para los concurrentes, luego de
entrevistarse con las familias y tener presente su actualidad y la historia
de cada uno, y desde la institución nos ocuparemos de que lleguen a
los mismos. También hay varios (muchos) casos en que las familias
que están en una situación económica difícil no pueden acceder a
los medicamentos gratuitos, ya que Incluir Salud quedó destruida
por la administración anterior y dejó de proveerlos. Las trabajadoras
sociales se están ocupando para que las familias accedan a los mismos.
Mientras tanto desde las autoridades, con respecto a cómo
acompañar a nuestro colectivo, siguen produciéndose cosas absurdas.
Hubo una medida, que solo duró un día y consistió en que, dado que
a algunos niños autistas y con patologías graves les hace realmente
bien salir a caminar durante un tiempo por su barrio, se les iba a
colocar, para identificarlos, una cinta celeste en el brazo… el camino al
infierno está empedrado de buenas intenciones… (en octubre me voy
a enterar que, en España, para esta época, se produjo lo mismo). Ante
la queja de distintas persona y organizaciones, dieron marcha atrás
con esta medida. Es inevitable que esta disposición estigmatizante
nos recuerde a la estrella de David que obligaban a usar a los judíos
al inicio de lo que luego fue el exterminio nazi, más allá de que era
discutible que pudieran salir los niños a caminar en medio de la
pandemia. Como cuenta Richard Sennet, fue en la Venecia del 1300
donde se usó por primera vez la estrella de David para identificar a los
judíos, esa ciudad tan cosmopolita y adelantada en esos tiempos, no
se privó de crear los Guetos, palabra que viene de guetto que significa
fundición (derivada de gettare “arrojar”) lo que me hace pensar que

52 Los días quietos


el avance de cada civilización no deja de incluir (en el mejor de los
casos) la sutileza de la segregación y la exclusión siempre con ellos.13

18 de abril

Ante la falta de solución de la grave situación económica, hace


unos días se inició toda una serie de reclamos a través de las redes, es
un problema que afecta a todos. Incluir salud, por poner un ejemplo
claro, tenía con los prestadores y con nosotros en particular, un
atraso de alrededor de cinco meses, más deudas por descuentos de
prestaciones que, por supuesto, era un problema burocrático de la
Agencia y no de la institución, que las había realizado en tiempo y
forma. A la preocupación por el futuro y la sensación de injusticia se
sumaba este presente financiero acuciante. En el equipo directivo esta
situación no solo genera mucha preocupación, sino también algunas
polémicas, la principal es como comunicar estas malas noticias, con
mayor o menor dramatismo. En el momento de comunicarlo, vía
chat, se produjo un desencuentro que creó mayor zozobra en algunos
de los integrantes del equipo. En el grupo directivo discutíamos si no
era mejor ser escuetos en estos temas, para, sin ocultar la situación,
seguir sosteniendo en lo posible una contención en estos tiempos.

13 Sennet, Richard. El extranjero. Dos ensayos sobre el exilio. Barcelona, Anagrama.

Los días quietos 53


20 de abril

Luego de una encarnizada lucha por parte de nuestros


representantes, en los distintos foros de discapacidad y mesas de
discusión comunes con el Estado y las Obras Sociales, y de una
guerra de guerrillas en las redes, que llegó hasta Alberto Fernández;
éste, finalmente terció en el conflicto a partir de un… video (ya se
destacan los nuevos tiempos) de una persona con discapacidad, quien
muy respetuosamente le reclamaba por sus derechos, los cuales se
verían afectados al peligrar la posibilidad de la continuidad de sus
tratamientos. Buenas noticias, hay una promesa de cobro.

54 Los días quietos


23 de abril

Dándole una continuidad a la clínica, aparece la necesidad de


avanzar en un contacto virtual en vivo con los niños, de manera grupal
y de cómo hacerlo. También venimos intentando sostener actividades
con los niños con graves problemas motores, que en algunos casos
se combina con bastante aislamiento en relación a su entorno. Eran
dos cuestiones que veníamos trabajando y a las que es difícil darles
un sostén debido a que no tenemos muchas experiencias anteriores
que nos sirvan de soporte para pensarlas. Está la experiencia clínica
presencial, pero lo virtual realmente es un cambio importante. En
sintonía con esto concretamos una reunión con algunos integrantes
del equipo para trabajar la idea de armar un evento (para llamarlo
de algún modo) donde haríamos una transmisión en vivo de una
especie de video clip en el que el área de musicoterapia grabaría un
tema, las terapeutas que realizan el taller de folclore armarían una
coreografía en la cual los terapeutas que quisieran, podrían bailar una
parte, editándose, y en esa transmisión ver qué recepción tendría y
quiénes se conectaban. Esto generó un debate acerca de si ésta era la
mejor manera de hacerlo y si no era mejor avanzar directamente en
un contacto virtual en vivo. La conclusión fue hacer un relevamiento
de qué disposición tecnológica tenía cada familia, a través de un breve
cuestionario, e ir armando el videoclip y realizar una transmisión en
vivo.

Los días quietos 55


24 de abril

Esta pandemia abrió un nuevo espacio de experiencia, ya que


se comenzaron a ver situaciones nuevas e inesperadas, en especial
porque veíamos a los niños en su vida familiar. Las familias
participaban en muchos de los encuentros, a veces como obstáculo
y otras como facilitadoras de la actividad. Se iniciaron, también,
distintos lazos con terapeutas que no tenían contacto habitual con
ellas, lo cual es importante y tal vez lo sea para el futuro, también
se positivizaron algunas transferencias negativas que habían sido
obstáculos importantes, en muchas situaciones anteriores. Esto
se experimentó también en los distintos dispositivos en los cuales
participo, que son los de consultorio y CET jornada reducida, donde
ya por su misma lógica, la relación con las familias era más cercana,
previo a la pandemia.
Mientras tanto se sigue realizando el envío diario de videos, que a la
vez se suben a la plataforma Classroom. También continúa el reparto
quincenal de alimentos (hoy), al cual se sumaron a los chicos de CET,
los de otros dispositivos que pasan situaciones límites. El contacto
con las familias desde el dispositivo de familias y de trabajo social es
determinante para ir resolviendo estas situaciones. Las respuestas de
las familias son en general positivas, de agradecimiento por sentirse
acompañadas en esos momentos. En pocos casos la respuesta es muy
escueta o indiferente.

56 Los días quietos


25 de abril

Comenzamos a ver que la situación social en el conurbano está


tornándose compleja como consecuencia del ASPO. La detención de
la vida social deja a mucha gente sin recursos para poder satisfacer sus
necesidades básicas, situación que ya venía deteriorándose desde hacía
tiempo, pero que ahora se está profundizando. Algunos pensamos
que esta situación no es solo una circunstancia traumática, sino una
verdadera catástrofe social.

Los días quietos 57


26 de abril

Estoy releyendo Deprivación y delincuencia de Winnicott. El


momento en el que el analista británico escribe algunos de estos
textos es un tiempo catastrófico, la Segunda Guerra Mundial. Me
parece importante el compromiso como analista y como ciudadano
que expresan esos escritos. No tiene problema en participar y en
expresar sus desacuerdos con las distintas medidas que toma su
gobierno en esa circunstancia, y la principal, a la que se opone, es la
de separar a los niños de sus padres, ya que el riesgo de bombardeos de
las grandes ciudades era muy alto, de hecho, fue lo que sucedió. Hay
que tener en cuenta que a partir de la Segunda Guerra se terminaron
las guerras de trincheras y se pasó a bombardear las poblaciones
civiles. La humanidad siempre progresando… A partir de esta medida
los niños pasaron a vivir en instituciones u hogares en el campo como
una forma de protegerlos. Winnicott junto con Bowlby, otro analista
inglés, se opusieron a esta medida y alertaron sobre las secuelas que
las mismas podían tener en los niños y en el medio social. Pensaron,
a partir de esta circunstancia, en el diagnóstico de “deprivación” y
su relación con la delincuencia. La deprivación se daba como efecto
de la separación que se producía en la primera infancia. Si ante
esta separación el niño no presentaba, en principio, señales de un
duelo, probablemente sería la causa de conductas antisociales en el
futuro, como reacción a la perdida. En este sentido este aporte de
Winnicott lo toma muy acertadamente Diego Zerba en su libro La
estructuración subjetiva, pensar las psicosis infantiles14, en el sentido de
hacer una lectura lógica de esta cuestión cuando dice “la interrupción
de la lógica del medio facilitador que debe tener el hogar provoca

14 Zerba, Diego. La estructuración subjetiva, pensar las psicosis infantiles. Buenos


Aires, JVE Ediciones.

58 Los días quietos


la deprivación”. Esto me parece importante en el punto que pone de
manera central la cuestión de la crianza, en la dinámica que se produce
de la construcción subjetiva. En los últimos años observo mucho
énfasis en el silencio con respecto a los padres en el tratamiento
de niños graves, sobreactuando esta cuestión para no caer en
“culpabilizar a los padres”. Como bien señala Eric Laurent en algún
lado (no recuerdo donde) “no es necesario culpabilizar a los padres,
tener un hijo con problemas graves ya les causa suficiente culpa”. La
propuesta que hacemos en Espacio de Vida, es brindar un lugar a
las familias para que puedan hablar. Esto es algo que les permite un
recorrido para ver qué hacer con sus padecimientos, con respecto a su
hijo, aunque no solo en relación a él. Nos parece fundamental porque
nuestra observación clínica nos indica que un cambio de posición de
los padres con respecto a sus hijos puede resultar benéfico. Una de
nuestras consignas: no dejar de lado el trabajo con los padres o con
quienes están en la crianza de los niños. En esto creo que la Pandemia,
al brindarnos alguna oportunidad de trabajar algunas cuestiones
cotidianas junto con las familias, nos confirma en nuestra posición
y a la vez nos permite intervenciones, en un aquí y ahora virtual
distinto, donde podemos actuar sobre cuestiones que en lo presencial
no aparecen. Hemos observado que, en estas circunstancias, en que
se están produciendo situaciones límite, el trabajo familiar permite
abordarlo más eficazmente. En este punto el acompañamiento es más
amplio, no solo desde el punto de vista del psicoanálisis, sino también
desde el punto de vista social.

Los días quietos 59


27 de abril

Un recorte interesante tal vez muestre algunas de las situaciones


con las que nos encontramos: la mamá de N (adolescente autista que
concurre a nuestra institución desde hace varios años), N y su hermana
(adulta) partieron para la costa a principios de marzo para disfrutar de
sus vacaciones. A los pocos días hubo un grave desperfecto en la casa
familiar, lo que hizo necesario el regreso de la madre para solucionarlo.
A los pocos días se declaró la cuarentena haciendo imposible el regreso
de N y su hermana, G, quien había quedado a su cuidado. La madre se
angustió mucho por esta situación (y separación) y también comenzó a
preocuparse (con razón) por cómo se iba a proveer la medicación de N
y su subsistencia. Lo que se realizó con la familia fue: acompañamiento
a la mamá por parte de la terapeuta familiar, escuchándola en esta
angustia y preocupación que padecía, acompañamiento por parte de
las trabajadoras sociales en lo que hace al tema legal administrativo,
intentando facilitar la posibilidad del retorno de N y G, y, en el
mientras tanto, intentar solucionar las cuestiones de alojamiento y
de medicación. Lo que finalmente ocurrió fue que N y su hermana
pudieron trasladarse hasta Mar del Plata (estaban en otra localidad de
la costa) donde se le consiguió alojamiento. Las trabajadoras sociales
se conectaron con colegas de esa localidad que le ayudaron a proveerse
de la medicación y de los insumos básicos. Con la madre continuamos
durante los días siguientes sosteniéndola en los momentos de gran
angustia ante la distancia real que se produjo con su hijo. N y su
hermana estuvieron bien durante ese tiempo, también manteníamos
contacto con ellos y los acompañábamos. Finalmente, a los 40 días
aproximadamente pudieron regresar.
Otro recorte interesante se dio con L y su familia. Una adolescente
que llegó de niña a nuestra institución, con diagnóstico de autismo
y que con el tiempo apareció una paranoia importante. Tal vez

60 Los días quietos


el diagnostico de “parafrenia” no estaría demasiado equivocado.
Es un caso que puso bastante a prueba el dispositivo y a la vez nos
enseñó mucho. Cuando ingresó con el diagnostico de autismo,
tenía algunos síntomas que nos hacía pensar en lo acertado de esta
denominación. No permitía que se le acercaran, no podía participar
de trabajos grupales, solo podía tratarse de manera individual, no
quería separase de la madre, jugaba con su propia mano como si
fuera otro y dialogaba. Con el trabajo que fue realizando el equipo,
que consistió en acompañarla y tratar de sumarse dentro de esta
escena, tratando de convertirlo, con distintas intervenciones, en un
espacio lúdico, un espacio de ficción. Estas intervenciones lograron
que algo, negativo hacia nosotros, fuera positivizándose, empezó a
confiar, éramos sus interlocutores. Poco a poco la familia también fue
confiando y comenzó a contar las vivencias persecutorias de L en el
hogar. Se le armaba un delirio persecutorio con uno de sus hermanos.
Tenía temor a que la envenenara, la agrediera, lo cual hacía que
permaneciera en vela toda la noche, atenta a lo que podía pasarle. Esta
apertura coincidió con un cambio importante de L. Poco a poco se fue
sumando a la dinámica institucional, en un principio durmiendo casi
toda su estancia en la institución. Espacio de Vida se convirtió en un
entorno seguro, para, con el paso del tiempo ir sumándose a algunas
actividades. Con la familia realizamos entrevistas familiares, tanto
con los padres como con sus hermanos, trabajando cómo poder tratar
a L en su singularidad y cuál era el lugar que tenía en la familia. Lo que
muchas veces conceptualizamos en la psicosis en la infancia, que ubica
al niño como objeto del fantasma materno, en este caso era evidente.
A pesar de estas cuestiones positivas, tuvo episodios de pasajes al
acto, que llevó a que sumemos tratamiento medicamentoso, para que
estuviera más contenida. Fueron años de trabajo que lograron en L
un equilibrio, siempre precario, pero que le permitió una convivencia
posible con los otros. Dentro de sus actividades, su participación

Los días quietos 61


en el taller de cine fue siempre muy intensa, era su preferido. En las
distintas actividades audiovisuales que nuestra institución produjo,
con los concurrentes, y en conjunto con el medio social, ya que
fuimos parte de distintos eventos que organizó la comunidad, a
través de la Municipalidad y otros entes, L participaba de una manera
protagónica, actuando, haciendo de maestra de ceremonias y otros
papeles. Pero volviendo a nuestra actualidad, cuando en pandemia
iniciamos el contacto, el padre y la madre se mostraban bastante
reticentes a permitirnos el encuentro con L. Pensaban que esto podía
perturbarla. A medida que fue pasando el tiempo se fueron relajando
y nos contaron lo complicada que estaba L durante este tiempo. Se
ponía agresiva y gritaba, presumimos, los padres no lo especificaron,
por algo persecutorio en relación a la pandemia, pero también estaba
afectada porque no podía salir de la casa, lo que desencadenaba en
ella una angustia desbordante y donde la agresión le servía como
tamiz de la misma. Este combo ponía la situación en esa dimensión
imposible, que muchas veces observamos en esta clínica. Los padres
tenían teorías conspirativas sobre la pandemia, asumiendo una
lectura paranoide de las circunstancias actuales, lo cual no ayudaba.
La madre nos transmitió la inquietud con respecto a cómo conseguir
la medicación, y nosotros comenzamos a explorar si se podía hacer
algo desde el punto de vista medicamentoso para abordar esta crisis
en ciernes. Por supuesto, la madre no tenía manera de comunicarse
con el médico que la atiende habitualmente. Intervino entonces la
Dra. Blanco, realizando algunas entrevistas telefónicas con la madre
y ordenando y rectificando la medicación que estaba tomando.
Esto tuvo un efecto benéfico en la madre que estuvo más tranquila
después de esta intervención y pudo ayudar a L. Poco a poco fuimos
logrando que los padres nos dieran la oportunidad de hablar con
ella. Los encuentros fueron a través de breves contactos telefónicos,
con algunos terapeutas, charlando unos minutos y después repetir,

62 Los días quietos


a manera de contraseña, una serie de bromas que tiene con los
integrantes del equipo. Según el relato de su familia esto comenzó
a tranquilizarla. En este tiempo fue su cumpleaños y fue un motivo
para encontrarla en el espacio virtual, armándose un contacto con
varios terapeutas en una misma videollamada, a manera de festejo.
Se produjo cierta compensación. Es importante tener presente que la
transferencia no solo es con quienes estaban atendiendo a los chicos,
sino también con los dispositivos que estamos usando de manera
instrumental para vincularnos. Esto es un aspecto esencial para tener
en cuenta. Es que no descarto que, en algún momento, el contacto
a través de estos medios tecnológicos no haya tenido que ver en su
imposibilidad o su inquietud, que fueran un obstáculo para permitir
un acercamiento. Estos distintos encuentros siguieron con vaivenes
hasta que se produjo un viraje importante. L comenzó a llamar a los
terapeutas, en un momento lo hizo con Marisol González, quien la
atiende de manera individual, para avisarle que había muerto Sergio
Denis, uno de sus cantantes preferidos, más allá que siempre está
pendiente de la muerte. Luego se comunicó con Daniela Castagnino,
musicoterapeuta con quien participa del taller de radio, abriendo la
posibilidad de un ida y vuelta. La transferencia positiva ya instalada
vuelve a propiciar, desde lo virtual, un nuevo estatuto de vinculo.
Se programó para la primera semana de mayo una reunión de
equipo, tratando de darle continuidad a lo que ocurría durante
la época presencial y con la idea de trabajar las dificultades, qué
eficacia, qué efectos se producían en los niños y sus familias en
esta nueva modalidad de atención. Para ello nos comunicamos con
Luján Iuale, con quien el año pasado realizamos varias supervisiones.
Nos proponíamos en ese espacio, ir recortando y trabajando las
distintas respuestas, la eficacia que fuimos observando, cómo se dio
el ida y vuelta de las familias y fundamentalmente con los niños que
concurren.

Los días quietos 63


28 de abril

Algo que me ocurrió me parece una muestra de estos tiempos,


hoy me llamó mi analista con quien me atiendo desde 1997, muchos
años en los que su escucha me permitió, más allá de la gravedad de
mi neurosis, una vida un poco menos sufriente y más creativa. El
17/3 fue el último día que fui a sesión y luego no tuve más noticias.
Pensé más de una vez en llamarlo, pero conociéndolo, o lo que creo
que lo conozco, probablemente no es él, me pareció que no era su
estilo atender de manera remota. Pero lo más auténtico es que diga
que hacía ya tiempo que estaba pensando en terminar ese análisis.
No había una razón definida más que la falta de ganas de seguir
concurriendo. Pensé que lo lógico era que él me llamara para avisarme
qué iba a hacer, así lo hice yo con mis pacientes, y todos los analistas
que conozco. Finalmente me llamó, diciéndome que lo hacía porque
esperaba alguna palabra mía… la frase me fastidió un poco, ya que
me llamaba para decirme por qué no lo llamaba. En ese momento le
empecé a contar cómo estaba y él, amablemente dio por terminada la
conversación diciéndome que lo llamara cuando quisiera… ¿Y esto?
¿Que fue? No lo sé, no pienso llamar. ¿Es que él estaba mal? Es mi
principal hipótesis, supongo que alguna vez tendré oportunidad de
hablarlo con él, o no… Sí me resonó la frase de que “esperaba alguna
palabra mía”, algo que me dijo una de mis hijas, con respecto a algunas
cuestiones entre nosotros, usó la misma frase, “una palabra…” ¿Es que
hablo poco? Parece…

64 Los días quietos


30 de abril

En este momento el trabajo se está formalizando cada vez más.


Lo que observamos es que uno de los cambios más importantes en la
atención virtual es la participación de las familias en los tratamientos
y el efecto benéfico que esto tiene. Observo que no siempre, en los
dispositivos de atención, se le da la atención necesaria al trabajo con
las familias. En nuestra institución lo hacemos (estoy hablando de
lo presencial) aunque no es fácil. A veces me parece que también
tiene que ver con alguna lectura sintomática de algunas ideas que
propone Lacan, por ejemplo, en el Seminario 515. Allí habla bastante
de “el padre”, y enfatiza en que hay que desmarcarlo de lo que llama
“lo ambiental”. Es un gran seminario, coincidente en el tiempo con
la escritura de “Una cuestión preliminar”16. Su gran aporte en ese
momento de su producción, es que el padre es una metáfora. El
padre, de alguna manera, propicia la posibilidad de la distancia del
sujeto del deseo de la madre, lo que permite la función metafórica. Lo
importante de esta operación es que el contexto puede ser de distinta
manera, no es necesaria la familia burguesa para que se produzca. Pero
me parece que lo ambiental tiene importancia en tanto los diversos
cambios que observamos, a partir de las distintas intervenciones en el
medio familiar. Es que los que acompañan la crianza de un niño son,
en muchos casos, determinantes. Podemos decir que lo ambiental es
la función materna, y no estaríamos equivocados desde lo conceptual
(creo), pero también me parece que le quita ciertos interrogantes
que lo real de la clínica nos muestra. Dichos, como: “la estructura
se va encarnando” de indudables resonancias religiosas, para hablar

15 Lacan, Jacques. Seminario 5. La formación del inconsciente. Buenos Aires, Paidós.


16 Lacan, Jacques. “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la
psicosis”. En Escritos II. Buenos Aires, Siglo XXI.

Los días quietos 65


sobre la dinámica de subjetivación, ubica en un “más allá” a la
estructura, casi como una “metafísica” o algo “trascendental” lo cual
parece algo “inamovible”. Tratando de salir de lo que era “la historia
del sujeto para el psicoanálisis”, algo que parecía cristalizado en los
posfreudianos, terminamos en algo parecido llamándolo estructura.
Razones por las cuales, al pensar que ya está “todo jugado” no se dan
a las intervenciones clínicas con las familias, el lugar que su eficacia,
cuando nos animamos, nos muestra. La clínica en la pandemia nos
abre un trabajo directo con el niño y su entorno.
Decía, entonces, que estábamos formalizando la tarea institucional
remota. Si se puede hacer una síntesis de este momento, puedo
establecerlo así:

•  Llamadas dispositivo de familia a cada familia, como


mínimo una vez por mes, pero en cada caso se ve la
frecuencia de acuerdo a cada situación
•  Llamada desde el área de trabajo social una vez por mes
a cada familia como mínimo, en cada caso se observa la
frecuencia
•  Dispositivo de psicología llama a cada paciente una vez por
semana, en general habla con algún integrante de la familia,
en algunos casos se realiza la comunicación con el niño, en
otras ocasiones, se suma la llamada de terapeutas de otra
área.
•  Se realizan y se envían videos a cada paciente divididos por
los grupos de referencia cotidianos, cuando se da la aten-
ción presencial. Los mismos son realizados por área y por
talleres.
•  Se realizan videos para fechas patrias, o para ocasiones
especiales.

66 Los días quietos


•  Se realizan actividades virtuales en vivo, vía zoom, por
talleres, con algunas limitaciones, debido a que varias fami-
lias no cuentan con los dispositivos necesarios.

Con respecto a las familias y en relación a la respuesta que


encontramos a nuestras intervenciones aparece el reconocimiento,
en los casos donde se resolvieron problemas puntuales, y también
por sentirse acompañados en estas circunstancias. En algunos la
respuesta fue un video del paciente observando el video, en otros de
sus actividades cotidianas, y en otros enviando un saludo. En varios
casos la respuesta fue muy distante, en el sentido de una resistencia
a continuar el contacto, a pesar de esto continuamos acompañando
con nuestros videos de actividades.

Los días quietos 67


5 de mayo

Hoy realizamos la reunión de equipo. Apareció una cuestión


problemática, ya que algunos profesionales consideraban difícil
armar videos, y se preguntaban que eficacia podrían tener en la
actividad clínica. Esto se trabajó, y se explicitó que lo que buscábamos
era sostener, a través de este medio el contacto con los concurrentes
y sus familias. También es una exigencia del sistema de atención
al cual pertenecemos y que con buen criterio exige que se brinde
atención virtual a los concurrentes, y dentro de la misma el envío de
actividades. La eficacia de este dispositivo es difícil de evaluar en estos
momentos. En principio considero que es una forma de acompañar a
las familias y a los concurrentes, una forma de decir “estamos acá” con
la singularidad que esta producción tiene en sí misma, y a la vez puede
abrir a un intercambio como consecuencia de la actividad que se
propone en el video. A veces me parece que mucha lectura lacaniana,
cuestionando el campo de la salud mental, ha hecho estragos. Fue
interesante el momento en el que se planteó la discusión, ya que en
esa reunión se trabajó el caso de SC, un adolescente que concurre,
hace aproximadamente dos años a nuestra institución y a quien
siempre le costó participar de las actividades, agruparse. Es algo que
está siempre en discusión en la clínica institucional de los niños con
esta estructura subjetiva, o des-estructura, cuestiones que son hábitos
de la vida cotidiana se pueden convertir en un problema, casi una
imposibilidad, apareciendo, en algunos casos conductas reñidas con
las reglas de convivencia social básicas. No tengo dudas de que el
hábito es una expectativa del Otro, lo cual no lo invalida. A veces el
costo de una compensación puede ser algo socialmente insostenible.
No es este el caso, solo me parece una buena oportunidad de poner
sobre la mesa una cuestión que aleja a estos cuadros de toda cuestión
romántica. Pero volviendo a SC, fue siempre difícil ubicarlo en algún

68 Los días quietos


grupo, inclusive en algo tan básico como con quiénes desayunaba.
En el comedor se tiraba sobre las mesas y así se hacía imposible
sostenerlo en el lugar. Cuando pasó a desayunar en otra sala, con el
grupo A, con pocos niños, pensamos que esto lo ayudaría a ordenarse.
Permanecía durante un tiempo tranquilo, pero al rato quería salir al
parque. Alguna vez tratamos de impedírselo con la intención de que
pudiera mantenerse un poco más con el grupo, pero se angustiaba y
se ponía a gritar, o agredía a quien le impedía salir. finalmente salía a
correr un poco por el parque, lo cual lo aliviaba. Es bastante amante
de la música, toca precariamente algunos instrumentos, pero con
mucha melodía, tiene algunas palabras y maneja con cierta destreza
la computadora. Lo seguimos en estas cosas, pero esto encuentra su
límite cuando se acerca la hora de irse. En ese momento comienza a
inquietarse y quiere irse hasta la puerta. Al no poder salir, pues aún
no vinieron a buscarlo, se pone a los gritos sin detenerse hasta que
llegan a buscarlo.
Lo trabajamos tratando de anticiparle la llegada, acompañándolo
hasta el momento de irse, y desde el punto de vista de lo práctico lo
alejamos un poco de la puerta para que otros niños pudieran salir
sin inconvenientes. Esto fue cediendo con el tiempo. Su entrada
a la adolescencia despertó en él cuestiones más sexuales, lo cual
implicó cierto pasaje al acto, en querer tocar a alguna terapeuta. La
consecuencia de esto fue que en algunos momentos se lo tuvo que
excluir de algunas actividades, lo que consistía en que se quedara
fuera de la sala, acompañado, la mayoría de las veces sin una actividad
armada. Algún terapeuta lo observaba mientras SC erraba por el
amplio parque de nuestra institución.
A partir de la cuarentena, según la madre, pasó sus primeros días
medianamente tranquilo y luego, con el paso de los días, comenzó a
inquietarse. Se fue armando una rutina con el papá de salir a caminar
por el barrio y eso lo aliviaba. Pero luego de un tiempo el papá tuvo

Los días quietos 69


que volver a trabajar, lo que implicó que SC continuara sus paseos
con la madre. Esto duró poco ya que no podía contenerlo al salir a
caminar, SC intentaba salir corriendo cuando estaba en la calle. Esta
pérdida implicó que el niño se pusiera mal y gritara con bastante
frecuencia. Tanto fue así que en uno de estos episodios una vecina
alertó a la policía pensando que el niño estaba realizando un hecho
de violencia contra la familia. La madre está bastante angustiada,
es con quien hablamos habitualmente, pero a la vez no estaba muy
permeable a que SC participara de manera remota de las actividades,
porque pensaba que esto podía ponerlo mal. Las observaciones de
Luján fueron bastante interesantes. Por un lado, tratar de buscar si
encuentra un objeto donde pueda engancharse, a la manera (entiendo
yo) de un objeto autista, con el cual el sujeto pueda sostenerse y, en
sintonía con esto, trabajar con la madre para escucharla y de alguna
manera referir con ella el caso.

70 Los días quietos


6 de mayo

Estoy pensando bastante en la cuestión de lo audiovisual y su


relación con la clínica que estamos llevando a cabo. Necesito algunas
razones conceptuales que me permitan profundizar en lo que estamos
haciendo. En Lacan, la cuestión de la mirada, uno de sus tantos aportes,
es sumamente arduo y complejo y la trabaja en distintos momentos de
su obra, prácticamente desde el inicio, cuando plantea el estadio del
espejo en la formación del yo, hasta los seminarios 11 y 13 y más allá.
Hay mucho escrito sobre esto, pero para mí es una cuestión siempre
problemática, en especial en lo que respecta al objeto a y su relación
con la misma. Distintos comentarios sobre el tema establecen una
relación entre la mirada en Lacan y la fenomenología de Merleau
Ponty, inclusive interpretan que en el Seminario 11, cuando Lacan
recorre este tema, es la forma que encontró de realizar el duelo por
su amigo muerto. Lacan referencia permanentemente “Lo visible y lo
invisible” del fenomenólogo francés para realizar su reflexión sobre
la mirada. Siguiendo el muy buen libro de Diego Oyola La mirada
en Lacan17 el psicoanalista francés, en el Seminario 11, trabaja este
asunto desde distintos “puntos de vista”. Uno es el de la pintura,
donde señala que, en esta expresión artística, el espectador abandona
su propia mirada y se deja atrapar por la pintura, se produce una
“doma mirada” del espectador, que de alguna manera “depone las
armas” frente al cuadro. También en la pintura aparece el “engaño al
ojo”, donde el pintor produce un señuelo que engaña el ojo, velando
el agujero donde se origina la pintura, satisfaciendo con el señuelo y
velando la falta, un más allá de la apariencia en tanto que es una nada.
También en un cuadro, o en toda obra visual, existe una ausencia que

17 Oyola, Diego. La mirada en Lacan. El desengaño de la pintura expresionista.


Buenos Aires, Letra Viva.

Los días quietos 71


es un más allá de la perspectiva, se trata, para mí, del deseo del creador
de la obra, abriendo una hiancia.
Este tema me hace acordar que en el año 2017 visité la exposición
“Sublevaciones”, que estuvo en el museo de la UNTREF18, que está
en el Museo de los Inmigrantes, el Museo de Arte Contemporáneo.
Fue una muestra realmente muy interesante.
El curador de la muestra fue Didi Huberman, un crítico del arte
e historiador francés muy importante y muy ligado al lacanismo, con
muchos textos particularmente dedicados a la mirada. La exposición
constaba de pinturas, videos, fotografías... Distintas muestras de arte
que, obviamente trata sobre revueltas, revoluciones, rebeliones. En
definitiva, sublevaciones.
Dentro de esta muestra había un video que me llamó la atención.
Es el video de una ecuatoriana que se llama Peñafiel Loaiza, que vivió
en París. Y el video es una toma, un travelling corto de una sola toma,
donde se ve un paisaje de un bosque y un alambrado, y ese alambrado
está todo tomado por una enredadera. Y es todo ese recorrido.
La imagen genera cierta inquietud, es un paisaje bucólico. Yo me
quedé mirándolo un rato. El título de la obra es “Y van al espacio
que abarca tu mirada, nos concierne” (“Et ils vont dans l’espace
qu’embrasse ton regard: ça nous regarde”). Después de verla fui a
la explicación, porque muchas de las obras de arte contemporáneas
tienen explicación, y cuenta algo que me atrapó: “Para decir que algo
no nos concierne, se suele decir en francés ‘ça ne nous regarde pas’
(literalmente: ‘no nos mira’)”. En el video la cámara recorre el Centro
de Retención Administrativo París 1 (CRA), instalado en el límite
del bosque de Vincennes: es un largo travelling, filmado en plano
secuencia, que adopta el punto de vista del edificio disimulado por el

18 Exposición: Sublevaciones. Curador: Georges Didi-Huberman. MUNTREF,


Centro de Arte Contemporáneo. Del 21 de junio al 27 de agosto de 2017.

72 Los días quietos


bosque. La noche del 21 de junio de 2008 estalló una revuelta en este
centro a raíz de la muerte, en su celda, de Salem Essouli, un migrante
sin papeles, retenido a pesar de estar gravemente enfermo. En el curso
del motín, los “retenidos” quemaron dos pabellones del CRA. Pero
nada de todo esto se pudo documentar visualmente desde el exterior.
Lo que observamos aquí es, pues, nuestra imposibilidad de ver lo
que sucedió –o lo que todavía sucede, puesto que recientemente
hubo otro motín, el 1º de julio de 2016–, aunque esto nos concierne,
(o “nos mira”), tanto ética como políticamente”. Entiendo que,
probablemente hay un juego de palabras donde el “no nos concierne”
suena parecido al “nos concierne”
Pero la cuestión es que cuando leí eso me acordé de una anécdota
que cuenta Lacan en el Seminario 11, en el capítulo 8 que, no sé por
qué, siempre me viene a la memoria. Esos son unos capítulos que el
dedica a la sublimación y al lugar de la pintura en el arte, al lugar
de la mirada. Realmente es muy complejo, pero también es uno de
los pocos momentos en los que Lacan cuenta algo de su vida. Es un
recuerdo de cuando tenía 20 años y ya era un joven intelectual. Un
joven intelectual que tenía ganas de hacer una experiencia que tuviera
que ver con la actividad manual. Tal vez quería saber qué se siente.
La cosa es que el hombre se dirige a Bretaña, que está en el Norte de
Francia, donde se realiza la pesca de sardinas. En ese momento no
había barcos factorías, eran todas pequeñas barcazas que él llamaba
“cáscaras de nuez”. Y se embarca con unos pescadores a realizar
durante el verano esa actividad laboral.
El trabajo era bastante complejo, peligroso, pero también
había algunos momentos de calma. En uno de estos momentos un
compañero de pesca que se llamaba Juanito (de quien dice que al
poco tiempo tanto él como su familia muere de tuberculosis por
su condición social), mirando el mar ve algo que brilla, una lata de

Los días quietos 73


sardinas. Entonces Juanito le dice: “¿Ves esa lata? Pues bien, ella a vos
no te ve”19.
Todos se empiezan a reír, pero a Jaques esto no le causa tanta
gracia…
Y en el momento del seminario se pone a pensar por qué será que
a él no le causaba gracia esa ¿broma? Lo que dice es que, en realidad,
si Juanito le dice que la lata no lo ve, es que la lata lo ve. Y esto que
dice Lacan fue lo que me llamó la atención porque, tomando esto que
había leído del título de esa obra de video, esta lata que se ve que a él
no le concernía (¡“ella a vos no te ve!”), a la vez de, alguna manera, le
concernía. Y supuso que no se divertía con esa broma porque él en
realidad, en ese cuadro que era el de los trabajadores, pescadores en su
labor diaria, era una mancha, no pertenecía a ese cuadro.
Mi lectura en ese momento fue que más bien, a él le concernía y
no le concernía. Hay una tensión, una vacilación, una ambigüedad
que le produjo eso que vio y lo que le dijeron, o tal vez primero fue la
palabra, no sé… eso que encontraba, que estaba brillando. Como dice
el título del gran libro de Didi Huberman: Lo que vemos, lo que nos
mira20.
Otro punto de vista para pensar el asunto, es introducirnos por
la trama del cine. Uno de los pensadores que más ha trabajado la
cuestión del cine es Christian Metz, gran pensador francés y que
también se referencia en el psicoanálisis lacaniano. Su principal texto
es El significante imaginario21 Recorto algunas cuestiones que trabaja
y que tal vez sirvan para seguir pensando. En el cine, para Metz, hay
una identificación con la mirada del personaje y esta mirada, ligada a

19 Doy mi versión más o menos imaginada de ese diálogo recordado por Lacan.
20 Didi-Huberman, Georges. Lo que vemos, lo que nos mira. Buenos Aires,
Manantial.
21 Metz, Christian. El significante imaginario. Psicoanálisis y cine. Barcelona,
Paidós.

74 Los días quietos


lo imaginario, presupone lo simbólico, pues el espectador ha de haber
conocido el espejo primordial.
Para que este arte funcione es necesario el deseo de ver (pulsión
escópica, escoptofilia, voyerismo) y el deseo de oír. Metz propone
una pulsión que llama pulsión percibiente, que es una mezcla de
la pulsión escópica y la pulsión invocante, pues son pulsiones de la
distancia, una separación entre la fuente y el objeto. Las principales
artes se basan en los sentidos de la distancia. Inclusive se busca tener
una distancia, dejando un espacio vacío, como el espectador que
busca una ubicación media en la sala del cine. Saca a escena su propia
satisfacción. Pienso ¿puede ser que en estos niños se parta de la pulsión
de distancia y se busque algo que movilice los sentidos de contacto?
¿Y si en algunos casos puede facilitar el pasaje al acto? En los niños
que atendemos hay una búsqueda de fusión, de ahí la primacía de los
sentidos sin distancia como lo oral, lo anal, ¿el golpe?
Metz compara al espectador con el niño frente a la escena primaria,
donde los padres retozan y a la vez lo ignoran y lo dejan solo, como un
simple mirón. El significante cinematográfico es edipiano.
El cine de ficción se basa más en el personaje y el teatro, en el actor.
Incluso cuando el espectador de cine se identifica con el actor lo hace
más en términos del mismo como star.
Plantea, y es buena la idea de Metz, a la castración como un guion
que Freud se toma a la letra y Lacan simbólicamente. Es la revelación
de una carencia. Quizás lo que nosotros nos proponemos, también
en presencial, como escena, puede pensarse en estos términos de
castración y operación simbólica, en tanto se vuelve uno de los
problemas mayores en el sostenimiento de la tarea.
La cuestión de la creencia es algo muy complejo y lo veo como
problema en relación a la psicosis en la infancia y el material
audiovisual que enviamos, en el sentido de cómo se tramitara la
presencia de la imagen y la ausencia de la persona en un video, o

Los días quietos 75


cuando se hace una actividad virtual. Lo virtual presenta y a la vez
señala la ausencia. E insisto, cuál es la relación con el dispositivo.
Quizás haya una satisfacción en verse arrastrados por la película. Se lo
piensa como un fetiche, al cine, al señalar enfáticamente la carencia.
Cualquier malestar que produzca la presencia de la imagen señala cuál
es la relación con la ausencia que está registrada por esta reacción.
Hay repudio y conocimiento.
El cine tradicional presenta una historia, que en realidad es un
discurso, pero que es eficaz si parece una historia. Borra los rasgos de
enunciación y así parece solo una historia.
La película tradicional tiende a suprimir toda marca del sujeto de
la enunciación, para que el espectador piense que él es el sujeto de la
enunciación de lo que está viendo. Pero es un sujeto vacío, de pura
capacidad de ver. Hay una identificación del espectador con la propia
cámara. Una fase del espejo, una identificación con lo visto, como el
niño en su fase primaria de construcción del yo.
Metz hace una permanente comparación entre lo onírico y el cine,
la principal diferencia es que el soñante no sabe que está soñando, el
que va al cine sabe que está viendo una película. Pero a veces, en la
participación del espectador en la película este puede sentirse como en
un sueño. En algunos casos, en especial en los niños, aparece una cosa
lúdica, una incitación al espectáculo por parte del film, que produce
una activación motriz, operando una confusión entre la película y la
realidad. Casi, en términos freudianos como cierto sonambulismo,
una conducta motriz cuya característica es la de estar provocada por el
dormir fugaz. Pero justamente no se trata de un sueño, en ese sentido
puede contrariar el fantasma del espectador. Se trata de que no es
una alucinación. El sueño responde más al deseo. Metz juega todo el
tiempo en diferenciar y aproximar lo onírico al cine, señalando que
es el producto artístico que más se le acerca. El significante del cine,
imagen y sonido, tiene cierta afinidad con el sueño. Si bien la imagen

76 Los días quietos


se puede armar como la lengua. Cada lenguaje tiene sus propias
características, y su materialidad le da su propia lógica. El inconsciente
no piensa, no discurre, se figura en imágenes, una imagen rechazada
conserva la posibilidad de ser atraída.
El cine tiene que ver con el fantasma, desde lo consciente, en su
modo fantasy, y con el fantasma inconsciente a secas, y también, y
es lo más inquietante en los niños que atendemos, con la pulsión.
Para Metz hay un parentesco entre una película y lo que reactiva
en el espectador. El flujo fantasmático y la pulsión, el representante
representativo.
Metz da una significación, que me parece interesante, a lo que es el
centro de su trabajo, que es tratar de definir y trabajar lo que denomina
el significante de cine. Esta fórmula la define como la suma de los
trayectos por los cuales, en el ejercicio del cine, se produce la práctica
social de un significante específico. Este significante está arraigado
en las grandes figuras antropológicas, hoy comprensibles gracias al
psicoanálisis, y también establece relaciones con la fase del espejo, la
infinitud del deseo, la posición de voyeurismo, la escena primitiva, lo
que implica una profunda sujeción del cine a las relaciones del sujeto
con la circunstancia social.
Dentro de los conceptos del psicoanálisis quiere ubicar la metáfora
y la metonimia como código posible, un sistema de puntuación
haciendo un paralelo entre el análisis retórico y el cine. El análisis que
se realice será un tipo de gestión del discurso sobre la película.
Uno de los autores que trabaja los nuevos espacios audiovisuales
es el gran semiólogo Oscar Traversa. En su texto sobre dispositivos
trata de pensar sobre las tarjetas postales, que pueden tener algo
que ver con lo que estamos haciendo. Es un tipo de dispositivo que
busca establecer un vínculo, o también sostener una transferencia,
a través de una narración, un testimonio, y que se logra a través de
una producción de sentido que el destinatario puede reconocer.

Los días quietos 77


El dispositivo puede ser un entre dos, concepto que toma Traversa
de Peeters y Charlier (el “entre deux” lo llamaron y es un término
que viene de la industria textil), en el que se asocian partes de una
vestimenta. Esta idea está emparentada con la idea de bricolaje,
de Lévi-Strauss, que trabaja en el primer capítulo de su libro El
pensamiento salvaje22. El capítulo es “La ciencia de lo concreto”. Allí
establece que, a diferencia de lo que muchos piensan, el pensamiento
de los pueblos, que prefiere llamar “originarios” y no “primitivos” no
es menos abstracto que el pensamiento científico. Demuestra esto, a
través del estudio del lenguaje de estos pueblos y de los testimonios
de otros observadores, llegando a la conclusión que su lenguaje es tan
abstracto y sofisticado como el lenguaje científico actual. También
enfatiza que este modo del conocimiento, que llama “el pensamiento
mágico” no es un antecedente del pensamiento científico sino
otro modo de conocimiento del mundo, “en vez de oponer magia
y ciencia, sería mejor colocarlas paralelamente, como dos modos
de conocimiento, desiguales en cuanto a los resultados teóricos
y prácticos”. En el marco de estas reflexiones es que crea la idea de
“bricolaje”. La define a través de una práctica actual. “Subsiste entre
nosotros una forma de actividad que, en el plano técnico… la que
comúnmente se llama bricolaje… en nuestros días, es el que trabaja
con sus manos, utilizando medios desviados por comparación con los
del hombre de arte” También lo diferencia del ingeniero, en tanto el
bricoleur se las arregla “con lo que uno tenga” “un conjunto, a cada
instante finito, de instrumentos y materiales, heteróclitos además… es
el resultado contingente de todas las ocasiones que se le han ofrecido
de renovar o de enriquecer sus existencias, o de conservarlas con los

22 Lévi-Strauss, Claude. El pensamiento salvaje. México, Fondo de Cultura


Económica.

78 Los días quietos


residuos de construcción y de destrucciones anteriores… no se define
por un proyecto… se define por su instrumentalidad”
Otro autor, en este caso del psicoanálisis, Miller, toma este
concepto en su seminario Piezas sueltas23 en su primer capítulo,
llamado “Bricolaje”. En él, entre otras cosas cuenta las razones por las
cuales eligió ese nombre, lo hizo porque “si este título me va es porque
da a la contingencia prioridad sobre la coherencia” “es una actitud
que puede jactarse de ser psicoanalítica, o en todo caso de conllevar
la regla psicoanalítica”, refiriéndose a lo que trae el analizado siendo la
asociación una forma de piezas sueltas. Continúa realizando distintos
comentarios “sueltos” (para mí) para luego referirse a Lévi-Strauss y
su idea de “bricolaje” haciendo una lectura relevante. Ubica que el
antropólogo francés introduce esta cuestión en el primer capítulo de
su libro ya que, para Miller, hay un lazo esencial entre la estructura
y la pieza suelta. Para el bricolador la pieza suelta es algo concreto,
un objeto cotidiano, a la mano, creando un límite entre este objeto
que tiene un destino y un uso determinado y un futuro uso, distinto,
que el bricolador le dará en un futuro proyecto. “Es el resultado
contingente de residuos diversos que pudo recuperar”. Continúa
Miller su comentario, señalando las cuestiones del cuerpo que él
lo acerca a su título de “Piezas sueltas” pensando al mismo, en un
principio como un montón de piezas sueltas. El cuerpo fragmentado,
concepto que Lacan toma de Klein y a partir del “estadio del espejo”
resulta un “acontecimiento” justamente por esta condición originaria
del cuerpo. E introduce una observación que me interesa, que el
cuerpo “es lo que vale como modelo del individuo en su indivisión
(…) la palabra indivisión se convierte en lo que el individuo debe a la
visión (…) un cuerpo irrefutable, consistente”.

23 Miller, Jacques-Alain. Piezas sueltas. Buenos Aires, Paidós.

Los días quietos 79


Ahora me gustaría tratar de introducir las distintas reflexiones
de una pensadora de la imagen y lo virtual. Se trata de Hito Steyerl,
realizadora cinematográfica alemana, artista audiovisual, pensadora
feminista, seguidora del gran Harum Faroki y ensayista. Tiene
un gran libro, Los condenados de la pantalla24 donde realiza un
compilado de grandes ensayos sobre el mundo digital. Es del segundo
ensayo “En defensa de la imagen pobre” de donde tomo algunas ideas
a las cuales les doy mi propio significado. Dice Hito que la imagen
pobre es una “idea errante en distribución gratuita… comprimida,
reproducida, ripeada, remezclada, copiada y pegada en otros canales
de distribución”. “Las imágenes pobres son los condenados de la
pantalla contemporáneos, el detrito de la reproducción audiovisual…”
y retoma en una parte de su ensayo, algo en lo que había reflexionado
Harum Faroki sobre la película de Woody Allen Los secretos de Harry
donde el protagonista está desenfocado, no por un problema técnico,
sino por algún tipo de enfermedad que lo vuelve una imagen borrosa,
esto lo deja sin trabajo y fuera de circulación. Esto que en la película
aparece en clave de humor, esta cuestión de la imagen, para nuestra
ensayista marca una “jerarquía de las imágenes” siendo las de mayor
resolución las que tiene más impacto en el medio social, “más brillo”
(la lata que mira). Para la autora la resolución es un fetiche que busca
ocultar la castración del autor. Su análisis deriva en una lectura más
política de la cuestión.
Con respecto a todo este relevamiento de lecturas en torno a
lo audiovisual se me ocurren varias cosas de manera fragmentaria
(también). La idea de Lévi-Strauss es importante y atraviesa la
posmodernidad como una autopista, y me parece que es una forma
de definir la clínica que realizamos diariamente y más en estos
momentos. Me refiero al bricolaje, que es una buena descripción de

24 Steyerl, Hito. Los condenados de la pantalla. Buenos Aires, Caja Negra.

80 Los días quietos


que lo que tratamos de hacer en los videos, que son una producción de
sentido con un material heteróclito y de restos, fotos, músicas, malas
actuaciones de los profesionales, cosas que tenemos a mano, no solo
objetos, sino también contextos, historias, actividades para realizar,
tratando de realizar una producción de sentido con un material
heteróclito y de restos con actividades que hacíamos en Espacio.
Buscamos lograr a través de estas actividades sostener un encuentro,
facilitado por una transferencia ya producida, algo que “concierna” al
espectador. Son imágenes de “los condenados de las pantallas” diría
Steyerl, sin gran calidad audiovisual pero que terminan siendo parte
de algo. Pueden armar red y eso es algo novedoso, en nuestro caso
armamos una página web y los videos quedan subidos en distintas
plataformas que, si bien no todas son de uso público, están ahí,
formando un lazo a través de lo virtual. La pregunta está en ¿qué lugar
tienen los dispositivos a través de los cuales nos comunicamos? Por lo
que nos cuentan las familias en varios de los casos los chicos siguen
las historias y las actividades que mandamos con atención. En otros
permanecen indiferentes. En otros casos se ponen mal ya que piensan
que estamos en la institución y ellos quieren venir, y al no poder se
enojan o se inquietan o se angustian. Como señala Lacan estos videos
“los conciernen”, pero tal vez se sientan “una mancha”, una ambigüedad
que en la psicosis no es tan fácil de sostener. En estos casos aparece
una cierta literalidad, el dispositivo les transmite un mensaje que, si
bien no deja de ser mediador, en tanto no piensen que estemos ahí
con ellos, nos ubican en otro lugar, estamos en la institución, más allá
que cada uno de los terapeutas está en su casa. El punto de vista de la
cámara es Espacio de Vida (siguiendo a Metz), pero a la vez son los
espectadores en tanto realizan una lectura. Ahora cuando el abordaje
se realiza en directo, a través de la palabra y la imagen, esta dificultad
puede recorrerse, explicar que no estamos en la institución y los
chicos parecen ¿entenderlo? ¿cuál sería la mejor forma de llamarlo?

Los días quietos 81


Un recorte interesante se produjo con uno de los concurrentes que,
al ser convocado a una sesión virtual, al ver a sus terapeutas pensó
que estos estaban en la institución. Esto produjo en él mucho enojo y
angustia, entiendo que se sentía excluido de un lugar en el que le gusta
mucho estar. Tanto malestar le produjo que interrumpió el encuentro.
Los terapeutas buscaron poder mostrarle que ellos también estaban
en su casa, mostrándole su propia casa, incluso a algún integrante
de su familia. Finalmente, NL (así lo llamaremos) pudo aceptarlo,
lo que abrió la posibilidad que se pudieran establecer encuentros.
Estos consisten en hablar, escuchar y jugar con el dispositivo como
mediador. Estos cambios nos permiten observar cierta plasticidad
en lo que se llama estructura. Marcando alguna diferencia con lo
que muchas veces hemos pensado a este respecto. Me refiero a cierta
lectura que cierra, en mi opinión, posibilidades clínicas. “Acerca de la
esquizia del ojo y de la mirada. Aportes a la distinción en neurosis y
psicosis”25 de Lorena López Steinmetz, aporta un ejemplo interesante
a través de una diferencia que puede establecer en relación al sueño
y lo escópico, contrastando a la psicosis con la neurosis, donde en
la neurosis, luego del despertar, el sujeto puede diferenciar entre el
estado de vigilia y el soñar, no se lo toma en serio, en cambio en la
psicosis la cuestión es distinta, da como ejemplo La Metamorfosis
de Kafka. “Gregorio sí se lo toma en serio y con una certeza radical.
Gregorio tiene una pesadilla y se despierta convertido en cucaracha”.
Es, para esta autora, el psicótico, el objeto del fantasma de la madre
y nos deja una postura clínica, que el objetivar a los niños termina
reforzando esta cuestión y produciendo un mayor sufrimiento. En
el caso de la psicosis el Otro es otro particular, sin barrar, que todo

25 López Steinmetz, Lorena Cecilia. Acerca de la esquizia del ojo y de la mirada.


Aportes a la distinción en neurosis y en psicosis. Disponible en: https://ri.co-
nicet.gov.ar/handle/11336/108244.

82 Los días quietos


lo ve. Un soy visto literal y muy real. Agrego que el objetalizar es una
postura dañina en cualquier estructura.
Este planteo (el de Steinmetz) conlleva, cierta dificultad, y que
pueden afectar una posición clínica frente a la los concurrentes que
llegan a nuestras instituciones, a partir de una idea de estructura
como algo trascendental, que es de una rigidez que afecta a la vida,
quiero decir, que no siempre la subjetividad de los niños aparece de
esta manera, el ejemplo del sueño es el mejor, en general los sujetos
que están ubicados en esta configuración clínica pueden diferenciar
una pesadilla de su vida despierta, o como en el caso de NL, ciertas
intervenciones permiten que cierta percepción, cambie. En este
punto, esto nos abre un campo un poco más amplio de operaciones,
ya que vemos cierto desdoblamiento posible que en muchos casos
viene como recurso en el sujeto y en otros se abre a partir de alguna
operación clínica institucional, que admite que algunas cosas dejen
de “tomarse tan en serio”. Esta es la dirección que le damos al trabajo
audiovisual (que es la misma que le damos en trabajo presencial).
“Escribir una historia” eso que los niños traen desordenadamente que
puede armarse de alguna manera, ocupando nosotros por la vía de la
transferencia un lugar de sostén, para que esos significantes puedan
organizarse, aunque sea de manera imaginaria. Transferencia que tiene
el lugar de concernirnos de una manera singular, de poner el cuerpo
(cuando es presencial) pero también cuestiones que hacen a (no sé
cómo decirlo) nuestra persona, nuestra propia vida. En este sentido,
creo que el cambio que produce Lacan a partir de los nudos, es porque
se le hizo necesario ubicar la heterogeneidad de los registros. Tienen
puntos de anudamientos, pero también de diferencia. Esto admite
pensar a lo imaginario con cierta autonomía que abre un sentido
posible frente a la fragmentación con que llegan nuestros niños. En
lo audiovisual esto es patente. La relación entre el analista-dispositivo
es la escena básica desde donde en algunos casos la actividad clínica

Los días quietos 83


puede concretarse, escena que implica una castración (como señala
Metz) y también una orientación para el sujeto, en definitiva, abrir
la posibilidad de que, si se construye una escena entre el psicótico
y el analista, se produzca una Bejahung, que les permita sostenerse,
aunque más no sea, en una precaria posición frente a las distintas
circunstancias de la vida. Finalmente, la película de Woody Allen es
una buena analogía con el colectivo de la discapacidad en nuestro
contexto social. Sujetos borroneados que son permanentemente
excluidos.

84 Los días quietos


8 de mayo

La sensación de miedo me atraviesa profundamente. Pensando en


esto encontré una Conjetural, la número 3726, dedicada al “Miedo
al miedo”. Número que coincidió con el atentado a la AMIA27. El
artículo de Gusmán es una buena introducción al tema,28 traza una
diferencia entre el miedo y el pánico, ubicando al miedo como algo
“individual”. Pánico es algo que sale del sujeto y se vuelve social.
Toma una frase de Montaigne que ubica al miedo como algo que
sale del cuerpo, tomando la frase “me volvió el alma al cuerpo” como
un doble movimiento. En ese sentido, y tomando a Freud, Canetti,
Lacan y otros grandes autores va diferenciando el miedo del pánico.
“Hay una oposición clara al miedo como una defensa focalizada,
una respuesta organizada en contraposición a la figura del pánico
que aparece como desintegración” esta es una lectura que hace
Gusmán en el seminario de La Angustia, para luego ir acompañando
su comentario del análisis que va haciendo Lacan de un cuento de
Chejov donde aparecen distintos fenómenos en que lo desconocido
interpela a los personajes y que producen en ellos la pregunta “¿Qué
quiere de mí? ¿Qué propósito alberga? Hay en lo desconocido una
presencia del Otro omnipotente… que afecta al sujeto en el campo
del narcisismo y que trae como efecto una pérdida de los limites
corporales”. En este sentido, dice Gusmán, el pánico desordena y “no
sería otra cosa que la alteración de un orden que se provoca cuando
algo queda arrancado de toda determinación localizable y que por
un instante coloca al sujeto en un desorden, en un verdadero pánico,

26 Conjetural, Revista Psicoanalítica. Buenos Aires, Editorial Nuevo Hacer.


27 Asociación Mutual Israelita Argentina, 18 de julio de 1994.
28 Gusmán, Luis. “La prosopopeya del pánico”, en Conjetural, Revista Psicoanalí-
tica, Número 37, noviembre 2001. Buenos Aires, Editorial Nuevo Hacer.

Los días quietos 85


que es realmente del orden del miedo pero que no se reduce a él”.
El artículo es realmente muy bueno, pero solo recorto algunas cosas
que me invitan a pensar en nuestra actualidad. En definitiva, lo que
me interesa es el pánico, para Gusmán “se diferencia del miedo en
tanto este último es del orden de la representación, ya que sus modos
de percepción (esto me parece muy importante) son susceptibles de
ser representados en tanto se trata de esferas del sonido articulado, la
visión, y el tacto, mientras el pánico… se extiende, se dilata e invade
todo” este último párrafo lo toma Gusmán de Sauri. Veo en la red (la
ventana permanentemente abierta a una exterioridad interior) cierta
polémica entre algunos colegas en no metaforizar a la pandemia en
términos bélicos. De acuerdo, pero ¿no se trata de transformar el
pánico en miedo en eso desconocido y que puede estar en cualquier
lugar, y poder representarlo en un enemigo?

86 Los días quietos


10 de mayo

La cuestión de qué manera debe atenderse, como deben ser los


dispositivos de atención que reciben a estos niños es algo que se presta
a debate. Durante los últimos tiempos sorprenden algunas formas de
abordaje. En estos dispositivos le dan un lugar muy importante a la
admisión en tanto define si los niños pueden ser recibidos o no. Infiero,
cuando los escucho, que hay bastantes niños que quedan afuera de los
mismos, ya que la población que atienden es muy pequeña en número.
Es razonable porque seguramente sus recursos están limitados y
realizan un eficaz trabajo en la atención de los niños que concurren,
pero, esos niños, los que no son admitidos, ¿dónde van?
Hace un tiempo me invitaron a hablar sobre nuestra tarea en
uno de estos dispositivos, y quienes escuchaban, que eran muchos,
me preguntaban a mi qué ocurría con los niños que no podían ser
recibidos. Es una problemática muy compleja ya que los lugares
públicos, cuando no trabajan en red con otras instituciones, terminan
ejerciendo un tipo de exclusión, al no poder darles lugar. Nuestra
experiencia nos hace pensar todo el tiempo en estas cuestiones de
exclusión. Al estar en medio de la situación actual, en esta pandemia,
anticipamos que, sin dudas, se va a profundizar la situación de
gravedad social, debido al aumento de los ya altísimos niveles de
pobreza, que se van a disparar a las nubes. Este combo de pobreza,
discapacidad y exclusión es realmente mortífero, frente a esto, el
psicoanálisis no debe proponerse como fuera del orden social. Noto
cierta idea de que es posible una extraterritorialidad del psicoanálisis,
intentando sostener una especificidad que considero cuestionable.
Todo esto sostenido, institucionalmente, en un discurso homogéneo
que intenta agotar el síntoma que el discurso analítico no deja de
producir.

Los días quietos 87


En estos días escuché la clase de un colega, quien dirige uno de
estos dispositivos que, dando un seminario sobre autismo, ponía en
acto esta posición destratando a los CET y lo hacía a través del relato
de una experiencia propia. Cuenta que estaba realizando sus primeras
armas en esta práctica en una institución y en ella lo dejaban en una
sala con un grupo de niños sin saber muy bien qué hacer, junto a otro
terapeuta. Un día queda solo (falta su compañero) y comienza a tocar
la guitarra, y uno de los niños comienza a acercarse, entablando con
él una ¿relación? ¿vinculo? ¿transferencia? que abrió una posibilidad
de encuentro que fue importante para un posible cambio de posición
subjetiva del niño. Sin duda que hay, como en este caso, situaciones
que pueden ser un antes y un después. Trataba (este colega) de
enfatizar cierta espontaneidad y cierto marco necesario para realizar
una práctica posible y que los CET no lo brindaban, en tanto tenían
que “cumplir protocolos”, término actual y médico que no cuadra
con nuestra práctica. En definitiva, daba a entender que en muchas
ocasiones el trabajo en los CET, solo es una inercia de permanecer
con los niños. Pero en su relato hay algo indudable, y que creo que
escapa a su análisis: había un contexto que permitió que eso se
produjera, el niño tenía, al menos, un lugar a donde ir, y puedo inferir
que hacía tiempo que este colega estaba ahí, transitando ese espacio,
por lo cual, algo de la transferencia estaba instalado. Entonces, está no
deja de ser una práctica que se da en un territorio, que permite estas
intervenciones. Se dio en un contexto “situado” si se me permite el
término sartreano.
Entiendo que una de las cosas que se quería transmitir en esa clase
es que, en la actualidad de ese dispositivo, no se perdía el tiempo
haciendo una especie de “aguante” sin que se supiera muy bien qué
hacer. Considero que en las posturas más radicales hay una forclusión
del contexto, y esto reduce nuestras posibilidades de intervención, y
desde lo conceptual, tal vez se pierda algo básico, que es el lugar de la

88 Los días quietos


transferencia. Lo podemos observar, dentro de nuestro propio campo,
el del psicoanálisis, en donde posturas, en algunos casos divergentes
de abordajes, han tenido eficacia en lo que considero básico, permitir
una vida posible de los concurrentes con otros. Esto ubica en un lugar
central el lazo que se produce entre los sujetos que llegan a nuestras
instituciones y los terapeutas que están allí, dispuestos a recibirlos y
darles un lugar. En nuestra posición, vuelvo a enfatizar, las situaciones
familiares y sociales no dejan de tener un lugar importante en lo que
les ocurre a los niños que vienen a nuestros dispositivos. Y la exclusión,
como una brutalidad a la que muchos de estos niños son sometidos,
debe ser ubicado en cada una de las contingencias de las vidas de
quienes llegan a consultarnos. Es cierto que el saber en una admisión
es fundamental, puede ser la orientación necesaria para nuestros
abordajes y es lo que puede dejar afuera del sistema a alguien, no es
una tontería y mucho menos algo como para andar mostrando como
una especie de hecho, que marca la superioridad de quien lo dice. Más
bien habla de la gravedad de lo que afrontamos. Sí, es posible vernos
superados por situaciones, circunstancias. Pero lo pensamos como
cuestiones que hacen a nuestras limitaciones y nuestra ignorancia.
Como psicoanalistas nos consideramos como parte del orden social
y de su problemática. La misma nos trasciende, lo demás es negación,
narcisismo.
En nuestras instituciones aparece un devenir cotidiano, que es un
punto a pensar y trabajar, y que implica una inclusión que debe ser
tenida en cuenta por el efecto benéfico que produce en los niños y
sus familias.
Por nuestra parte hay muchos momentos en que no sabemos qué
hacer. Como nos pasa ahora en pandemia. El punto de partida es el
de un escenario posible y sobre ese marco, que puede ser fantasmático
de quien lo crea, intentamos que algo parecido a un intercambio
puede desarrollarse. Entendemos la transferencia como algo que

Los días quietos 89


se da ya en el inicio, por más que haya una reacción de rechazo,
por ejemplo, ponerse a hacer rocking, o salir corriendo, o llorar, o
angustiarse, o pegar, o múltiples conductas que se den, muchas
disruptivas, esta es la condición de algo que está ocurriendo y que
tiene que ver con el analista que ya tiene enfrente, y con la institución
a la cual el niño comienza a concurrir. Por supuesto que puede haber
un rechazo “absoluto” y no habrá nada que hacer allí, pero en ese
primer momento ser un testigo, dar lugar a que algo se exprese, es
la vía para que algo comience. No olvidemos que las transferencias
son tan diferentes, como lo es cada sujeto que se acerca al análisis y
que también tienen un aspecto resistencial, así las encontró Freud,
inclusive las más amorosas. No debemos confundir la transferencia
con el deseo del analista que, en estos casos, es lo que motoriza a
nuestras instituciones el dar lugar a que algo pueda producirse.
Hay también otra cuestión que me parece fundamental y que ubico
en relación con el trabajo con los padres, que considero transferencial,
pero en tanto como señala Lacan, “la contratransferencia es la
transferencia del analista”. Hay una sobre actuación para tratar
de salvar la lectura que realiza el medio social con respecto al
psicoanálisis y el tratamiento de niños graves, y es que este hacía a los
padres culpables de los padecimientos de los niños. Es una lectura
acertada con respecto a algunos autores, en especial en los sesenta,
pero ya ha pasado mucha agua bajo el puente. Como bien lo señala
Eric Laurent: “los padres no necesitan al psicoanálisis para sentirse
culpables”29 ya que el traer al mundo un niño con problemas, es una
cuestión que muchas veces los pone en este lugar. Esto es importante,
porque mi lectura es que últimamente no se les da mucho lugar a
las familias en los tratamientos, lo cual lo veo como un gran déficit

29 Laurent, Eric. La batalla del autismo. De la clínica a la política. Buenos Aires,


Grama.

90 Los días quietos


clínico, ya que cuando la familia se compromete con el mismo
aparecen cambios importantes en la posición subjetiva de los niños.
De ahí la sorpresa que se da, ahora, entre algunos colegas, cuando los
padres comienzan a aparecer en el trabajo con los niños y parece un
gran descubrimiento. En ese sentido me parece que pensar una escena
para ir construyendo con el niño en el marco de una transferencia,
es necesario ubicarla en relación al niño, su historia y su dinámica
familiar. Claro que es importante improvisar, sobre lo espontáneo de
las producciones del niño, dentro de un marco flexible, que trata de
ser la institución, dándole lugar a conductas que en muchas ocasiones
son excéntricas, inesperadas, sin sentido.
Ahora, evidentemente, lo decimos desde nuestra experiencia
clínica, no todos los niños pueden participar en nuestro dispositivo
de CET. En el pasado, después de ver que el aceptar a niños a quienes
el semejante, la presencia de otros niños y de varios terapeutas era más
perturbador que benéfico, decidimos evaluar durante la admisión
estas cuestiones para poder definir si podíamos darle un lugar, en el
que, en ese momento, era el principal dispositivo de atención. Cuando
observábamos que las conductas eran muy disruptivas, no teníamos
un lugar para ofrecerles. Esto nos ponía en sintonía con lo que ocurría
de manera general, ya que hay muchos niños que ninguna institución
recibe, por la gravedad de sus cuadros. Esto nos generaba bastante
malestar porque nuestra posición es no ser excluyentes. Pensando
con el equipo directivo, encontramos la posibilidad que brinda la
regulación del sistema de atención de personas con discapacidad,
que permite el abordaje de en lo que denomina “CET jornada
reducida” y convertirlo en dispositivo. Evidentemente esta instancia
administrativa ya expresa alguna cuestión referida a esta problemática.
Cuando decimos “convertirlo en dispositivo” nos referimos a realizar
un trabajo en equipo, dado que el dispositivo, si bien está orientado a
la atención individual en distintas áreas (los niños concurren algunas

Los días quietos 91


horas diarias) el abordaje se realiza de un modo multidisciplinario y
acompañado con reuniones de intercambio y supervisiones, sumando
el trabajo con las familias. Esto permite una mejor sintonía en la
tarea y el intercambio de las experiencias clínicas, lo que vemos que
funciona y lo que no, nos permite repensar lo que hacemos y cambiar
cuando nos parece necesario. Ser flexibles nos permite ir variando los
modos de abordajes para poder darle lugar a la mayoría de los niños
que nos llegan. En esta posición hay cuestiones sociales y políticas en
juego y consideramos que el psicoanálisis no debe retirarse de estas
discusiones y de estas prácticas.

92 Los días quietos


11 de mayo

Persiste el problema para algunos de cómo abordar la tarea


virtual-institucional. Como acertadamente lo señala Liliana, estamos
creando una institución nueva, virtual que, creo, dejara cambios
importantes en nuestro modo de funcionamiento. Frente a estos
problemas elegimos trabajarlos de manera más personal, hablando
con los terapeutas que sostenían su imposibilidad de enviar videos y
comunicaciones. Realmente el problema era un interrogante general,
pero como ya dije más de una vez, no queda otra que ir avanzando en
esta nueva modalidad.
En el discurrir del segundo mes de cuarentena logramos establecer
cierta dialéctica con algunas familias en relación a las actividades de
los videos. Los del taller de cocina, que se hicieron en forma de serie,
fueron respondidos por las familias con videos de los concurrentes
cocinando con ellos, y con alguna receta sencilla para compartir.
Ver a los pibes y a sus familias fue algo que nos alegró a todos y que
nos demostró que algo del amor muchas veces se pone en juego en
cualquier tratamiento. Esto lo sentí en muchas ocasiones cuando
recorría las instalaciones de la institución (yo concurría diariamente
a la misma, en este sentido el conservar mis rutinas, mis pequeños
rituales, ayudó a mantener mi precaria estabilidad mental, no pensaba
en el largo plazo, el día a día era lo que más me sostenía, estructurar
lo cotidiano de una manera estable). Sentía mucha nostalgia de la
presencia de los chicos, verlos correr o hacer sus actividades, parecía la
vida de un pasado remoto… No sé… esto es, a veces, realmente difícil.
Más de uno tuvimos íntimamente una sensación de desasosiego, o
¿era angustia? Difícil explicarlo. Solo sabía que en la función que
tenemos no debemos expresarlo, o debemos expresarlo lo menos
posible, el objetivo es tratar de transmitir tranquilidad

Los días quietos 93


15 de mayo

Hace varios años atiendo a un adulto con debilidad mental, al


que llamaré M, quien circula con bastante autonomía. Concurre a
un taller protegido, realiza tareas sencillas, puede viajar solo y vive
con su madre y la pareja de esta. La madre siempre está atenta, pues
ha tenido algún episodio de violencia con ella o con su pareja, muy
esporádico. El último de ellos fue durante el tratamiento, hace varios
años atrás, y lo puedo ubicar en una situación donde el paciente
pareció explotar, por la constante observación a la que se ve sometido.
Se dio en una discusión sobre el punto de si M le podía poner azúcar
a su mate. Pareció una explosión exagerada y terminó a los golpes
con C, la pareja de la madre. En su vida social M es muy pacífico,
aunque solitario. Le cuesta ubicarse en el tiempo, siempre dice tener
la misma edad, prácticamente no tiene amigos. Cada tanto va a ver a
su padre y a su hermana, pero su mundo parece muy reducido. Los
fines de semana concurre a una iglesia evangelista de la que la madre
es miembro, pero prácticamente no interactúa con los feligreses. M
y su madre tienen una transferencia positiva conmigo. Durante los
años de trabajo en presencial le costaba mucho hablar. Cuando lo
hacía era muy perseverativo en sus temas. Anécdotas que contaba
una y otra vez, también preguntas personales que me hacía y que yo
respondía: cuantos hijos tengo, que edad, por donde vivo, que auto
tengo etc. Esto a veces llevaba a recorrer algunas de sus cuestiones,
pero sin demasiadas variaciones. Me parece que responder estas
preguntas personales puede abrir una posibilidad de sentido que
a M puede servirle, se lo nota un poco perdido en lo imaginario.
Esas respuestas que le vienen del otro pueden abrochar algo, o esa
es la idea que me guía. En algunas ocasiones era difícil sostener la
atención. Busqué diversas diferenciaciones para poner algún corte
y ver si esto implicaba algún cambio de posición (ya no sé si de él

94 Los días quietos


o mía…). Pensaba que estas cosas que se fueron armando durante
el tratamiento le ayudaban a sostenerse. Pero algo nuevo se armó a
partir de la atención virtual. Hubo un cambio en él muy interesante.
El dispositivo de videollamada pareció crear un ámbito facilitador.
Hacía las sesiones en su cuarto y hablaba muchísimo más. Empezó a
mostrarme cosas de su habitación, la ropa, el equipo de música y otros
detalles. Esto implicó que sus temas fueran variando. Hablábamos de
sus gustos, de su cotidianidad, de lo que la pandemia había producido,
su imposibilidad de salir a caminar, que era una de las cosas que más
le gusta hacer. Por otra parte, se hizo más intenso el diálogo con la
madre ya que apareció el fantasma de la violencia. Hasta ahora nada
de esto ocurrió y parece que el tratamiento tomó un nuevo impulso,
está en su momento más productivo. El contexto del encierro y que
las sesiones las haga desde su cuarto le dio una mayor confianza para
expresarse.

Los días quietos 95


26 de mayo

A principios de año habíamos imaginado, junto con Iván, una


jornada donde trabajaríamos algunos textos autobiográficos de
autistas, realizando un recorrido no solo desde el psicoanálisis, sino
también desde la literatura. La idea era realizar una jornada distinta,
sumando lo audiovisual, quizás con algunas dramatizaciones en vivo
de algunas escenas de los textos, y otras cuestiones que estábamos
pensando. Para esto invitamos a Ricardo Mauro, Ricardo Seijas,
Gabriel Belucci y a una profesora de literatura, Mercedes Babino,
todos muy entusiasmados con la idea que la pandemia puso en pausa.
A lo largo de los días pensábamos qué hacer con Iván y a medida
que cada vez se extendía más la cuarentena finalmente decidimos
suspenderla. Ricardo Mauro y la profe estuvieron de acuerdo con la
suspensión, Ricardo Seijas y Gabriel pensaban en que la hiciéramos
igual, de manera virtual. Gabriel me dejó una frase que me gustó:
“son tiempos de mucha paciencia y de mucha invención”. Seijas me
contaba de la muy buena experiencia que estaba teniendo con un curso
que estaban dando en “La Cigarra”, la gran repercusión del mismo
inclusive en distintos lugares del mundo. Lo que me proponían era
muy interesante, lo que no tenía era la energía para llevarlo a cabo. La
actividad, fundamentalmente virtual, cotidiana, me dejaba, al final del
día, desgastado. Iván era de la idea de no hacerla ya que no podíamos
desarrollar lo que habíamos pensado originalmente. Finalmente la
suspendimos. Comenzó a madurar la idea de realizar una jornada
sobre lo que estamos trabajando ahora, las distintas experiencias que
nos está dejando la pandemia.

96 Los días quietos


4 de junio

Con el paso del tiempo nos damos cuenta lo difícil que es todo
esto. Continuamos en la reunión de equipo, tanto en CET como en
el área de consultorio y jornada reducida, trabajando las dificultades
del trabajo remoto. La sensación era de un malestar que no podíamos
terminar de ubicar. Esto se dio, justamente, cuando a través del Google
Drive se va organizando cada vez más exhaustivamente el seguimiento
de los pacientes, lo que parece dar más consistencia a la tarea. Se repite
el interrogante de qué eficacia tendrán nuestras intervenciones, de no
saber si esto es terapéutico. Esto es muy difícil de establecer ya que
la respuesta de las familias es diversa, heterogénea, en muchos casos
pasa por comentarios, novedades, pedidos que los padres comunican
a través de mensajes de WhatsApp, pero no solo eso, en muchos otros
se enganchan y nos cuentan de las reacciones de sus hijos. Esto luego
se traslada al chat del equipo, en comunicaciones personales y en las
reuniones de equipo. Para algunos esto no es suficiente. Es cierto que
también hay familias que se muestran indiferentes a estas propuestas,
pero es necesario explorar cada situación. La pandemia está afectando
mucho a las familias que tienen pocas posibilidades económicas, que
viven muchas veces hacinados y entiendo que tienen otras urgencias
que atender. La inquietud del equipo es legítima, pero en principio no
creo que tenga una respuesta satisfactoria. Estas cosas van generando
malestar, que lo tratamos escuchando y hablando, la única manera
que encontramos de abordarlo. También el espacio de supervisión
que venimos haciendo deja sus debates, que realmente suman. En la
última supervisión de consultorio se trabajó el caso de un padre que
está a cargo de mellizas, que están gravemente perturbadas. El padre
posiblemente también. Pacientes que atendemos desde hace dos años,
con muchas dificultades, ya que las niñas se auto agreden o agreden

Los días quietos 97


con mucha virulencia, lo que hace difícil armar una mínima escena de
trabajo, y poder sostenerlas. Por otra parte, el padre tiene una actitud
muy negativa hacia la madre de las chicas, de la cual se separó hace
varios años y no quiere dejárselas. Lo que viene ocurriendo es que
en este tiempo de aislamiento este hombre no puede más. Pide en
una de las comunicaciones con la terapeuta de familia que hable con
la madre para que las vaya a buscar. La terapeuta le dice que eso, esa
comunicación, la tiene que hacer él y que ella posteriormente puede
acompañar a la madre en sus dificultades, que sin dudas las tiene. Esto
funcionó, los padres se comunicaron, Adriana Gentile (terapeuta
familiar) escuchó a la madre y finamente la madre se pudo conectar
con sus hijas. Este recorte es importante con respecto a la discusión
que se dio en el espacio de supervisión. Apareció la idea de la necesidad
de separar lo que ocurre con el padre, cada una de las hijas, la madre, y
por otro lado poner distancia con la demanda del padre. Este hombre
le manda mensajes a la terapeuta para que lo llame y la propuesta era
que ella no lo llamara, entiendo, para que se sostuviera la demanda…
¡pero si se trata de una psicosis…! La posición “secretario del alienado”
que tan bien ubicó Lacan, ya desde el Seminario 3, en el marco de la
transferencia en la psicosis, nunca hay que sacarla del radar. Esto casi
siempre nos pone en una delgada línea con el saber neurótico y, en
el peor de los casos, con el orden social que la psicosis muchas veces
lleva a su límite, dinamitando el marco del psicoanálisis en muchas
ocasiones, debiendo la atención institucional salir a darles un lugar a
estos sujetos. En este caso, el responder no implicó que la terapeuta
hiciera lo que este padre le ordenaba. El espacio de escucha fue la base
donde luego se pudo operar.
Otro de los temas tratados fue que algunas familias podían estar
sobrepasadas por las exigencias escolares de los hermanos de los
concurrentes. Esto es bastante habitual. Lo que tratamos de trabajar
con las familias es la necesidad de que nuestros niños tengan también

98 Los días quietos


su espacio y así darle continuidad a la atención desde lo remoto, que
no sufran una exclusión más.
Nos proponemos realizar un trabajo donde el psicoanálisis nos
sirve como faro, pero no es el único que tenemos, más en la situación
que estamos viviendo y el contexto de las familias, sus cuestiones
sociales, las patologías orgánicas de nuestros pacientes. Nuestra
actualidad nos compromete como agentes sanitarios. Es necesario
sostener lo que el actual lacanismo llama “profundizar el lazo social”.
Se trata, más cotidianamente, de acompañar (los lazos sociales
pueden ser muy distintos entre sí). Esto no es nuevo para Espacio de
Vida, pero el trabajo en pandemia nos obligó a profundizarlo, es lo
que predomina en estos tiempos urgentes.
Recuerdo las permanentes polémicas que se dan en nuestro
ambiente psi sobre “la salud mental” y veo, en esta actualidad, a
muchos de estos colegas rogando en las redes por un poco de salud
mental…, fundamentalmente para ellos mismos, que los coloquen
dentro del sistema de salud mental, del cual más de una vez
renegaron, pues se consideran, con Lacan, subversivos, aunque en su
vida habitual son profundamente conservadores, sosteniéndose en
un cinismo moderno que les hace creer que están en cierta asimetría
superior al resto de los mortales… en fin… no hay como una buena
crisis para ubicar algunas cuestiones. Allouch propone a la “salud
mental” como “el pasar a otra cosa”. Qué mejor momento para
dejarse llevar por estos nuevos tiempos. ¿Y si nuestra postura es la de
la salud mental? En todo caso es una postura que han tenido algunos
psicoanalistas, históricamente en nuestro país, y es una tradición de
la cual no queremos desmarcarnos. Hacerlo (estar en una especie
de realidad europea, que ya parece una cuestión fantasmática para
algunos analistas) es dejar de pensar al psicoanálisis como nos enseñó
Lacan, una praxis, para convertirse en una filosofía, o ser simples
repetidores de pensadores, siempre franceses, como una forma de

Los días quietos 99


legitimarse. Nuestra idea es estar a la altura de nuestro tiempo, sin
dejar de apropiarnos de lo que nos interesa, porque eso es parte de
nuestra práctica, y poder disponerla a nuestro servicio, situarla.
Nuestra institución, en esta situación de crisis profunda e inédita,
y de connotaciones mundiales, ofrece una consistencia firme de
funcionamiento, para pacientes y para el resto del equipo. Creo que,
a mayor gravedad, la respuesta institucional es más satisfactoria.

8 de junio

Hoy la madre de GS nos comunica que su marido, el padre de


nuestra concurrente, está con COVID positivo. La señora está muy
angustiada. Lo internaron porque es diabético. A la señora le cuesta
bastante hablar. La hermana mayor de nuestra paciente continua la
comunicación. Lo controlarán porque el hombre no está bien, tiene
algunas dificultades para respirar.

9 de junio

El vértigo que veo en las redes con respecto a las actividades,


cursos, encuentros, frases, poesías, distintos recortes que se postean
me parece, a veces, muy difícil de tamizar. Aparece una necesidad de
expresarse y de conectarse, pero que en ocasiones se convierte en un
sinfín.

100 Los días quietos


15 de junio

El padre de GS está en terapia intensiva, entubado, la situación es


muy delicada. La comunicación de la madre es muy angustiante. Toda
la familia está mal. GS está muy inquieta, con los horarios cambiados.
Una de las cosas más perturbadoras es que todas las comunicaciones
con la clínica y los médicos que lo atienden son vía telefónica. No se
lo puede ir a ver. Nadie de la familia tiene síntomas, pero igual se les
indica aislamiento.

21 de junio

Hoy es el día del padre… un par de veces me puse a lagrimear con los
videos alusivos que me llegaban por las redes, un día particularmente
triste. Estaba por ir a ver a mi viejo, pero me pareció riesgoso, porque
tenía alguna persona cercana en cuarentena por posible contagio.
Hablamos por teléfono. Mi padre… de 91 años… esa noche sufre
un desmayo en su casa, vive solo y hasta ese momento estaba bien
y lucido. Salimos a buscarlo, lo llevamos al ICBA por problemas
cardiacos. La espera en la guardia fue bastante angustiante y duró
varias horas, más allá de que lo atendieron enseguida, el lugar estaba
explotado y no había posibilidades de hacer mucha distancia entre
las personas. Le indican un marcapasos. Queda internado después
de mucha inquietud pues en principio no había camas, finalmente
pudieron ubicarlo.

Los días quietos 101


22 de junio

El padre de SG ha evolucionado bien y es posible que le saquen


el respirador a la brevedad. Alivio. Las trabajadoras sociales están
acompañando a la familia, ya que esta situación la ha dejado sin
ingresos. Le están ayudando para tramitar algún subsidio. Hacemos
un seguimiento diario a través de llamados telefónicos.

24 de junio

Continuaron las comunicaciones con L, de la que participaban


varios terapeutas, algunos que ella fue pidiendo que se sumaran, lo
cual le ayudó a estabilizarse. Continuamos con los talleres virtuales
y grupales, con el de cocina, del cual participaron algunos chicos y
sus padres y también el de educación física, que creo que funcionó
realmente bien, se realizaron actividades de movimientos, todos
participamos, duró unos 40 minutos y creo que salió redondo.

102 Los días quietos


26 de junio

Le colocaron el marcapasos a mi padre, está bien. Al otro día le


dieron el alta. ¿Cómo repercute esto en mí? Difícil dimensionarlo.
Durante toda la semana lo iba a visitar una hora por día, el tiempo
permitido. Estaba bien, animado, es muy sociable. Lo más difícil para
él, me lo dijo a unos días del alta, es que estaba solo, era lo más arduo
de sobrellevar, por más que las enfermeras, médicos y auxiliares lo
trataran muy bien.

27 de junio

Ayer por la noche me llama quien quedó al cuidado de mi viejo,


porque no lo veía bien. Voy a buscarlo y lo llevo al ICBA. Nos
quedamos toda la noche y a primera hora de la mañana me hacen
pasar a verlo. Los médicos me dicen que estaba un poco deshidratado
y por eso el malestar. Quien lo cuida en su casa me dijo que por la
tarde se había puesto a hacer cosas de su trabajo… es tremendo, 91
años y todavía con el trabajo. Cuando lo veo le digo “¡¿vamos a tener
que venir todos los días para acá?!” no me dice nada. Lo llevamos a su
casa. Alicia, mi hermana me dice “Si llegó hasta los 91 así, para que va
a cambiar”. Tiene razón.

Los días quietos 103


29 de junio

Hoy realizamos el encuentro virtual de deporte, participaron


menos chicos. A pesar de la poca concurrencia se trabajó de manera
muy interesante, todos realizamos los movimientos que nos indicaban
los profes. Los pibes y sus acompañantes (familia) lo disfrutaron, fue
una actividad muy grata, para todos, incluidos nosotros, claro.
Reunión del equipo directivo, trabajamos la posibilidad que los
profes de educación física se contacten las familias para tener un ida
y vuelta más fluido con los chicos e ir pensando mejor los videos
con las actividades y poder ubicar mejor lo que van proponiendo.
Decidimos también no abrir el espacio para participación de alumnos
de una cátedra de la UBA de Psicología, quienes anualmente vienen
a hacer una pasantía. Las autoridades de la Catedra nos proponían
que participen de las actividades virtuales. No aceptamos pues lo
sentimos como una carga más a una situación que a veces nos tiene
un poco desbordados.

104 Los días quietos


30 de junio

Hoy realizamos la reunión de equipo de consultorio y jornada


reducida. Trabajamos varios casos y el clima fue, al menos para mí,
bastante amable. ¡Cómo cambió la dinámica a la de los inicios en
el trabajo virtual! Participó Luján Iuale y su aporte fue realmente
positivo, también con el paso del tiempo nos vamos conociendo más,
o ella va conociendo más nuestro estilo. Lo que me pareció importante
es que de los varios casos que trabajamos, aparece como cuestión
problemática la presencia de las familias de manera real o imaginaria
(para los terapeutas) y la necesidad de ver cómo recorrer esto. A veces
tenemos muchos pruritos (fantasma paranoide) con respecto a las
familias. Creo que es una cuestión histórica, desde siempre estamos
pensando distintas formas de abordaje, desde las clásicas entrevistas a
eventos o talleres compartidos con sus hijos en la institución. A veces
se hace difícil sumarlos. Lo que nos deja la pandemia es una relación
más fluida con las familias.

1 de julio

En San Miguel, y en el conurbano en general, la cuarentena no se


respeta. Esto es preocupante más allá de las necesidades de los sujetos
y el agotamiento social que nos atraviesa a todos. Las noticias que
me llegan desde hospitales de distintos lugares del conurbano son
preocupantes. Están al límite, tanto en sus instalaciones como con el
recurso humano, lo más importante.

Los días quietos 105


2 de julio

Hoy se hizo la reunión de equipo con la supervisión con Luján.


Trabajamos el caso de RT, quien es una joven que atendemos desde
hace varios años. Autista, muy pocas palabras inconexas, gran
aislamiento, muy difícil de sumar a las actividades y con un ¿síntoma?
muy complicado, que mi experiencia me dice que lleva muchas veces
a una situación límite en estos cuadros, y es el de la anorexia. Conté
en la reunión un poco de su ingreso y de su historia familiar: llegó a
nuestra institución a sus 12 años, derivada por la neuróloga, que la
atendía desde su primera infancia, y que estaba en desacuerdo con el
tratamiento cotidiano que recibía en una escuela que trabaja con el
método ABA. Cuando llegó a la admisión la niña estaba en medio de
una crisis de excitación, gritos y risas inmotivadas, y graves dificultades
para dormir. En ese momento se avanzó con un tratamiento
medicamentoso que ayudó a equilibrarla. Desde ese primer momento
notamos que era un cuadro muy grave, tenía, y tiene, muy pocas
palabras, una expresión impávida, muy poco deseo de conectarse con
el otro. En ese inicio nos habíamos propuesto que, al menos, no se
deteriora más. Es que en uno de los encuentros con los profesionales
que la venían tratando me contaban que a lo largo de los años esta
niña había ido perdiendo distintas habilidades sociales. Incluso habían
visto videos donde mantenía un precario diálogo. Me hacía pensar
en ese viejo diagnóstico de uno de los tantos DSM: “desintegrativo
infantil”, luego abandonado, en donde los niños encuadrados en esta
figura eran delimitados debido a la pérdida de posibilidades sociales y
habilidades que, en algún momento de su primera infancia, les había
permitido una cierta autonomía. Esto me preocupó bastante en ese
momento y me hizo pensar en la esquizofrenia y en esos cuadros
que llegan a la catatonia. La niña siempre realizo múltiples terapias
y a la vez contaba con acompañantes terapéuticos en el hogar que

106 Los días quietos


facilitaban la convivencia familiar. De su recorrido en Espacio, lo que
recortamos, son las dificultades para abordar la cuestión de la comida,
un tema siempre angustiante por su bajo peso, que va fluctuando a lo
largo del tiempo, a veces un peso adecuado, otras más preocupante.
La seguimos muy de cerca desde el punto de vista médico, los padres
también, tratando de que se mantuviera en un peso medianamente
saludable. Luján nos señalaba que se le hacía difícil decir algo si no
contábamos un poco de lo que hacía RT en Espacio y de su actualidad
en la pandemia. El terapeuta que la sigue en este momento, cuenta que
tiene momentos de angustia y llanto inmotivado, que se apropia de
lugares de la casa que en tiempos normales tiene vedados, y que en otros
momentos está tranquila, mira algunas de las revistas que se envían
desde Espacio (son los distintos números de la revista que se edita en
nuestra institución y que se hace en el taller del mismo nombre, entre
terapeutas y los niños que concurren al mismo y en donde aparecen
las distintas vicisitudes, actividades, eventos, etc. que se realizan en
nuestra institución)) que le duran un tiempo y luego las va rompiendo.
Esto mismo hacía en la Espacio, en los tiempos de atención presencial.
Agrega alguno que en una época miraba algunas revistas del domingo
de los diarios y se detenía en los anuncios donde aparecía algún
modelo publicitando ropa interior. Como eso se sostuvo en el tiempo
se armó una escena donde ya estaba preparada la revista, y buscaba la
publicidad, intentando a través de esto, ver si hallábamos algo, a partir
de su interés, para lograr un encuentro (es increíble las pequeñas cosas
que se van buscando para ver si logramos establecer algún lazo posible,
alguna relación con algún objeto). En otros momentos, tanto en su
actualidad como en la atención presencial, se autoagrede, a veces de
forma muy violenta, lo que implica que debamos contenerla para
que no se lastime. Son episodios que a veces se desencadenan porque
alguien la molesta, algún compañero, y en otros… es difícil ubicar
alguna razón, aunque algún terapeuta pudo situar distintos gestos

Los días quietos 107


que hacen pensar en alguna alucinación. Se le envían también videos
de títeres que, según la madre, disfruta mucho. También algún video
donde aparecen sus compañeros. Algo importante que apareció frente
a esta actualidad en la pandemia es que en los horarios establecidos en
general RT no se conectaba. En algunos momentos el padre la forzaba
para que se acercara al teléfono. Luján señaló que tal vez podíamos
implementar franjas horarias y decirle a la familia que ellos pueden
comunicarse y ver si RT está dispuesta, o hablar con la familia en el
mientras tanto y ver si RT se acerca. Esto último ya se hace, aunque sin
muchos resultados. También aparecía, para Luján el aislamiento en el
cual se encontraba RT. Su padecimiento le impedía que se pueda armar
un lazo persistente en el medio familiar y en esta actualidad agravaba
el cuadro. Una de las profesoras de Educación Física, recordaba que
por sugerencia mía se empezó a hacer un grupo para tomar mate. Yo
lo hacía en un grupo de adolescentes que tenían muchas posibilidades
de expresión, comprábamos facturas y leíamos el diario, ya hace unos
cuantos años atrás. En el grupo donde está RT es más complejo, por el
aislamiento que atraviesa a la mayoría de los chicos. Lo sorprendente es
que finalmente se pudo poner a funcionar el taller y terminaron todos
participando, pudiendo hacer algo tan simple como sentarse a la mesa
y esperar su turno para tomar el mate. También se hacía con ella lo que
se llamaba “el taller de higiene”, donde se trabaja con los concurrentes
estos hábitos y a ella, particularmente, se le lavaba la cabeza y peinaba,
lo que para RT era placentero. RT esperaba este momento. Luján
se conmovió al escuchar de estas situaciones, pues en Espacio RT
tenía un lugar. Alguien señaló que se lo estaba libidinizando. Por
mi parte, con mi negativismo de siempre, preguntaba algo: si estas
intervenciones, talleres y demás actividades dejan huella en los niños
que impliquen algún cambio de su posición subjetiva. Luján me decía,
y algunos terapeutas también, que probablemente si RT no estuviera
concurriendo a Espacio, tal vez podría estar en un estado catatónico

108 Los días quietos


o aún peor, lo cual me conmovió también. Surgió la idea de mandarle
alguna carpeta con fotos de los compañeros a la manera de una carpeta
viajera, quizás como recreando algo de Espacio en su casa.

6 de julio

Voy a ver a mi padre, hacerle algo de compañía, ver como está.


Estuvimos toda la tarde charlando, lo veo viejo pero entero, tratando
de seguir viviendo. Increíble que a los 91 años todavía siga con ese
deseo, ¿podré llegar al final de mis días de esta forma? Recorro la casa
donde viví solamente algunos años, pero dejó una huella profunda
en mí. La de la infancia ya no existe, en su lugar hay un edificio.
Charlamos sobre sus recuerdos del pueblo de Domínguez, Entre
Ríos, donde nació y quedó huérfano a los seis años. Algunos de sus
familiares aún quedan ahí. Nos reímos bastante, eso nos hizo bien.

7 de julio

Le han sacado el respirador al padre de SG, y esto permitió a la


familia tener un primer contacto por video llamada. Lo ven muy
débil y desubicado en el tiempo, los médicos les dijeron que es lógico
luego de tanto tiempo entubado. Está evolucionando bien.

Los días quietos 109


10 de julio

Una de las terapeutas nos comenta que llamó a la casa de DC. Su


madre está con COVID… se lo cuenta muy angustiada y preocupada,
también con mucha culpa. Dice que ella se cuida mucho. No lo
dudamos, la conocemos hace varios años. El padre sale a trabajar
diariamente y también está con síntomas, falta de olfato y gusto.
Nos cuenta algo que ya venimos oyendo. Cuando ella empezó con
síntomas se comunicó con el teléfono propuesto y le vinieron a hacer
el hisopado, pero no le daban el resultado. Ella lo averiguó por una
página o fue a la municipalidad, todavía no lo sé con claridad, pero
las cosas no están funcionando bien. Una de las terapeutas estuvo
con bastante fiebre y tardaron varios días en ir a hacerle el hisopado.
No podía ir por sus propios medios ya que tiene tres hijos menores
y está sola. Dio negativo. Volviendo a DC es un adolescente con
un diagnóstico neurológico grave, probablemente con posibles
problemas respiratorios. Es una muy mala noticia, tendremos que
acompañar y esperar.

13 de julio

Nos llama un padre de un niño del dispositivo de Estimulación


Temprana con posibles síntomas de COVID contándonos que está
solicitando el hisopado.

110 Los días quietos


14 de julio

Dificultades con JD, adolescente de 14 años con psicosis, quien


está en el dispositivo de consultorio y donde lo atienden distintas
áreas, psicología, psicopedagogía, psicomotricidad. La psicopedagoga
se pone en contacto conmigo, preocupada por la situación. Durante
esta pandemia ha tenido altibajos y su conducta se torna difícil,
tiene episodios de violencia, algunos sin motivación identificable y
otros ante algún “no”, que le llegue desde el exterior. También tiene
conductas que a veces lo ponen en riesgo, como subirse a un árbol a
buscar frutas sin mucha estabilidad. Estas conductas no son nuevas y
le impiden sumarse con continuidad a algún dispositivo escolar. En
general está durante un tiempo y al aparecer sus conductas violentas,
lo expulsan. Por otro lado, la actualidad de la familia es muy compleja,
no pueden satisfacer las necesidades básicas, lo que hizo necesario
que los acompañemos con cajas de alimentos. JD está medicado lo
que le ayuda a lograr cierta estabilidad, pero surgió el problema que
su médica está con COVID desde fines de mayo, lo que dificultó el
seguimiento y la provisión de recetas necesarias para su tratamiento.
En estos últimos tiempos el cuadro de este adolescente se agudizó,
teniendo recurrentes conductas de agresión, la familia está bastante
agotada de esta situación. Traté de hablar con los otros dos terapeutas
que lo siguen, y la terapeuta familiar, y coincidimos en que debemos
abordar las dificultades. Con el psicólogo el diálogo se hizo más
complejo. Él estaba en desacuerdo con algunas intervenciones,
las consideraba demasiado directivas. Estábamos en una situación
compleja, las consecuencias de la pandemia y la urgencia de las
conductas agresivas, que leo como pasaje al acto, hacía necesario
repensar lo que venimos haciendo. Es posible, como lo señala Lacan
al principio de su enseñanza, que el pasaje al acto sea un intento de
ordenar algo en la psicosis, pero el problema, más allá de la gravedad

Los días quietos 111


que puede tener el acto en sí mismo, es que en algunos de los sujetos
que atendemos esta estabilidad buscada no termina de construirse,
dejándolos fuera de juego en lo social. El terapeuta me decía que hay
pasajes al acto y pasajes al acto, y que lo que él proponía era establecer
una invención (“invención”, la nueva palabra moda, por lo menos se
va abandonando la monserga de la palabra goce…) que le permitiera
alguna subjetivación. Coincido en parte con esta posición, pero en la
urgencia de la pandemia y al haberse agravado el cuadro, me parece
que amerita una intervención urgente y a la vez una coherencia en el
equipo. Lo mejor sería convocar a una reunión virtual donde trabajar
entre los seis, cinco terapeutas (sumamos a la trabajadora social que
sigue el caso) y yo como coordinador.

112 Los días quietos


16 de julio

Realizamos la reunión por JD. El clima fue bastante cordial, lo


que me parece que siempre permite un trabajo más concreto. Lo que
quedó en evidencia es que es un caso donde hay muchos recursos
del equipo abordándolo y, si bien eso es importante, si no tenemos
una estrategia en común la cosa se complica con ese “real” que es la
psicosis. Algo que no muchas veces se tiene en cuenta. Escucho una
posición donde se realizaría una especie de psicoanálisis puro, ideal,
y después vemos como nos va… En nuestra institución pensamos que
la cuestión de la psicosis precisa un abordaje más amplio y en este
caso quedo en evidencia. La trabajadora social abordó con la madre
y también la psicóloga de familia, toda la cuestión de la medicación
y cómo acompañar al hijo en estos momentos en que se ve bastante
afectado por la cuarentena. Se organizó la administración de la
medicación y qué tomar. Se lo acompañó a una visita a la guardia del
hospital, por la violencia de los últimos episodios, y en la guardia se
hizo una videollamada con su psiquiatra y se reordenó la medicación.
Se trabajó también cómo conseguirla. Por otro lado, establecimos
horarios para seguirlo ya que se superponían las llamadas y los
temas. Le dimos cierta instrumentalidad a la transferencia, ya que
la psicopedagoga tenía una cuestión más directiva, que funcionaba,
en el sentido de que lo hacía bañar u otros hábitos, que hacen a
una convivencia más respirable. El psicólogo y la psicomotricista
que lo siguen pueden trabajar cuestiones más lúdicas y más libres,
intentando acompañarlo, apostando a que pueda construir algo para
recorrer mejor estos momentos.

Los días quietos 113


17 de julio

Realizamos un encuentro virtual con algunos concurrentes


adolescentes de la institución. La propuesta fue hacer una mateada,
vernos, charlar de lo que surja. La idea fue de algunos terapeutas del
equipo y la llevamos adelante este día. Es siempre positivo vernos y
poder charlar informalmente con los chicos y sus familias. Pasaron
cosas interesantes, en especial con RT y sus padres. Estuvieron
charlando tanto con terapeutas, como con otros padres y niños que
estaban en el encuentro. Como estoy en la sede de la institución, y
concurre también personal de administración y auxiliares, en un
momento del encuentro llamé a una de las auxiliares que la asiste,
quien estaba ese día, para que saludara a los chicos y a RT con quien
tiene una relación de mucho afecto y cuidados. Al verla, RT esbozó
una sonrisa conmovedora. Fue muy impresionante, más que por su
autismo se la ve siempre desconectada. En otro momento, mientras
charlábamos, entre mate y mate, pregunté a los papás si RT estaba
comiendo, ya que es un problema complejo para ella y cuando
RT escuchó, se levantó como para irse y los padres la pararon, me
di cuenta que no era un tema que la convocara (metí la pata con la
pregunta, bah...). Nos contaron que estaba bastante estabilizada
con la comida. Fue un interesante encuentro, el resto de los chicos
estuvieron conectados y sus familias también. Estos encuentros nos
conmueven a todos los que participamos.

114 Los días quietos


22 de julio

Me cuenta Liliana que una familia del dispositivo de estimulación


está esperando el resultado de un hisopado que les hicieron hace unos
días atrás, ante síntomas posibles de COVID. Le llamó la atención
que otros terapeutas que se comunican con esta familia no hayan
informado de esta situación. Cuando le pregunta a la madre del niño
concurrente si lo había comentado en entrevistas anteriores le cuenta
que no, posiblemente por vergüenza. También estaba angustiada por
esta espera y prefería no hablar mucho. Liliana la escuchó y parece que
ya solo esa posición fue benéfica para esta mamá. Cuando le preguntó
si podía volver a llamarla en unos días le contesto que sí, que esa charla
le había hecho bien. Pensaba si esta cuestión de ocultar este tema, en
un principio, podría tener que ver con la posibilidad de que la familia
pudiera ser excluida por el posible padecimiento de la enfermedad.

24 de julio

Esta semana fue bastante tranquila, muchas familias estaban con


los hermanitos de vacaciones y preferían no tener tanto contacto
virtual. Charlamos con Iván la posibilidad de armar algunos
encuentros virtuales donde trabajar el tema de la pandemia y darle
algún vuelo distinto desde el punto de vista técnico, para que tuviera
más onda. Se me van ocurriendo temas y posibilidades, y lo principal,
invitados. Podemos armar algo para ver cómo están trabajando otras
instituciones y contar un poco lo que hacemos. También sobre temas
más generales, uno que es el que más me motiva es el de lo audiovisual
en la atención actual, algo así como “el psicoanálisis como experiencia
estética” el título me gusta, aunque tal vez un poco rimbombante,
veremos…

Los días quietos 115


30 de julio

Tuvimos la reunión del área de psicología. Trabajamos sobre dos


casos interesantes que decidimos supervisar el jueves siguiente en
la reunión de CET y que son casos donde la posibilidad de trabajar
de manera virtual es muy complicada. En un caso la madre está
desbordada y le parece que el contacto virtual no ayuda. El otro es un
joven, probablemente psicótico, o con conductas psicóticas, que no
quiere atendernos y que la madre apaña en todas sus excentricidades.
Decidimos continuar en la siguiente reunión, pero lo que me parece
que sumó fue el comentario que realizaron algunos terapeutas de la
importancia de hacer un trabajo previo con algunas familias, antes de
concretar el contacto virtual de los talleres, ya que les genera mucha
ansiedad ser vistas. Era una variable que no habíamos pensado y me
pareció una cuestión a tener en cuenta.

4 de agosto

Dos familias más con COVID del dispositivo de consultorio. La


psicopedagoga estuvo trabajando con J, cuyo padre está infectado y
haciendo cuarentena en un hotel. La paciente estaba muy asustada por
la salud del padre, pero a medida que fue transcurriendo la entrevista
se fue calmando, al menos teniendo la esperanza de que mejore, que
es una posibilidad concreta porque si bien tiene síntomas está bien.
La otra familia es la de AP, que se contagiaron de un familiar y están
bastante angustiados. Pidieron que por ahora no nos comunicáramos.
Los distintos terapeutas que lo atienden enviarán un mensaje dejando
la posibilidad de encontrarse cuando ellos lo dispongan. Creo que
lo clínico y lo asistencial han tomado otra dimensión en nuestra
actualidad.

116 Los días quietos


5 de agosto

Esta semana me acompaña una sensación extraña, de tedio,


desinterés, disgregación, fragmentación en múltiples intereses que
ninguno puede concretarse. Eso apareció claramente en las reuniones
de equipo que me tocó coordinar. Vengo pensando que hay momentos
en que tengo la impresión repetida de estar en la época de la dictadura,
que yo recorrí durante mi adolescencia, y que dejó una huella indeleble
(y lamentablemente en muchos de los que vivimos esa época) en
el sentido de que era muy difícil encontrar algo para hacer que no
estuviera prohibido. Creo que una forma de recorrerlo es rescatar la
dignidad de la vida cotidiana, el valor de una identidad que puede
ayudar a transitar estas cuestiones. Esto que estamos viviendo dejará
una marca. Marca que nos ayuda a reinventarnos. Una fractura, un
giro inesperado de las circunstancias y de la vida que nos invita a ver
situaciones, a los otros, de otra manera y poder seguir practicando el
psicoanálisis de la misma forma, pero de otra manera. Tal vez nuestra
práctica del psicoanálisis, nuestro acto de psicoanálisis para adentro
de nuestro colectivo (si puedo llamarnos así) sea parecida a la obra de
Duchamp “El gran vidrio”, obra que el gran artista fue construyendo a
lo largo de los años, y a la vez exponiendo, y en uno de sus traslados se
rompió, se fracturó, en ese momento Duchamp la declaró concluida.
Este exilio interior, esta sensación extraña que alternativamente surge
en mí, y en muchos otros, tal vez no ahogue una imaginación posible
que nos permita seguir sosteniéndonos, ¿o no será como siempre el
Otro?
Una de las cosas que me pareció un cambio fundamental en nuestra
práctica institucional, es la de avanzar sobre la solución de cuestiones
de las necesidades básicas de muchos de los concurrentes a nuestra
institución. Asistencia es sostén, es lo que estamos pensando. Desde
el psicoanálisis siempre ninguneamos este tipo de intervenciones,

Los días quietos 117


esencialmente, porque en nuestro país, esto estaba ubicado como
una forma de manipulación de la pobreza. Esto es cierto, pero me
parece que el psicoanálisis o tal vez los psicoanalistas, no estamos
fuera de una ética, diría que protestante (referenciándolo al texto del
gran Weber La ética protestante y el espíritu del capitalismo) donde
la solución absolutamente individual de los problemas parece ser
la única salida “saludable” o normal, pero como dice Lacan en el
Seminario 3, la normalidad es no hacerse preguntas. En ese punto, tal
vez, algo que nos deje la pandemia es sustituir el término “asistencia”
por el de “sostener”, término introducido por Winnicott y que tal vez
sea el más pertinente.
Sostén, creo que podemos trasladar este concepto al trabajo con
las familias.

118 Los días quietos


6 de agosto

Realizamos reunión de equipo CET en el cual supervisamos dos


casos. S, de 15 años, el primero de ellos, está ahora en una situación
complicada en la cuarentena. Lo venimos trabajando desde hace
tiempo, pero no logramos establecer una escena de trabajo, ya que la
madre nos dice que no le muestra los videos porque eso la excita más.
En este último tiempo la cuestión de su sexualidad se ha desatado más
intensamente, masturbándose con bastante frecuencia. La madre y el
padre son profesionales. Ella está muy abrumada porque desarrolla su
labor de manera virtual y le lleva mucho tiempo. El padre estuvo en la
casa los primeros tiempos de pandemia, pero luego volvió a trabajar.
Era el que más podía contenerla, a la madre, por una cuestión física
se le hace muy difícil sostenerla. Durante la atención presencial, el
último tiempo ninguno de los padres participaba de las entrevistas
familiares. ¿Esto será algo que pueda subsanarse a través de la atención
digital que se intensificó en estos tiempos de pandemia? Entre
las cosas que podía hacer con el padre que era salir a caminar, era
imposible de realizar con la madre. Luján señalaba que hay que buscar
alguna otra persona que sea intermediaria con S ya que la madre
no puede, no debemos insistir ahí. Propone si tal vez su hermano
pueda acompañarla a ver los envíos de videos que realizamos, o un
posible contacto visual, o si podemos sumar a algún acompañante,
o tal vez algún integrante del equipo vive cerca pueda ir. La idea es
interesante, pero debemos evaluar la cuestión sanitaria para hacer lo
necesario con respecto a las posibilidades de contagio, más allá de
que nuestra vocación es atender. Pero volviendo a la posibilidad de
que la acompañe otro que no sea la madre, la cuestión es ¡¿con quién
podemos hacerlo?! Hay un familiar que la lleva a Espacio y la retira,
entonces pensamos que puede ser una posibilidad. El dispositivo
de familia tratará de comunicarse con la madre y explorará esto.

Los días quietos 119


Por otra parte, Luján señala también que no percibe que haya una
transferencia negativa por parte de la madre hacia nuestra institución.
Probablemente le angustie hablar de lo que le ocurre a S. Pienso que
es necesario habilitar a los padres con más énfasis a que hablen de lo
que les pasa. Ya no se trata de una “invención” sino de una historia
más o menos estable, que será construida, pero no necesariamente
inventada, a pesar que no se trate de un recuerdo.
Como nos propusimos en esta supervisión trabajar los casos en
los que más cuesta establecer algo, un contacto, continuamos con el
caso de AC, un adolescente de 16 años, con una obesidad mórbida y
diagnóstico de TGD. Comenzó a venir en enero, pero con muchas
dificultades para permanecer. Ya en la admisión le costaba dejar a la
madre para ir a la entrevista con el psicólogo. En la primera, tanto
la madre como AC, rompieron a llorar cuando se separaron. La
madre dijo “nos cuesta porque no nos separamos nunca”. Durante
esas entrevistas, si bien logró algún lazo con el terapeuta, se la pasaba
jugando a los jueguitos a través de un pequeño dispositivo. Solo
entablaba un diálogo cuando se hablaba de jueguitos, programas
o plataformas. Finalmente, se lo admitió en nuestro dispositivo de
CET y comenzó a venir. Faltaba bastante, hasta que comenzó a venir
solo los viernes, que es uno de los días que está el taller de cine, donde
participa. A la madre siempre le costó ponerle algún limite y AC
se maneja solo por lo que le interesa, pero no va a ningún lado ni
tiene una escolaridad, por eso llegó a nuestra institución. En el taller
lograba alguna interacción con compañeros y terapeutas, aunque
sin dejar de lado algún dispositivo como el celular. A pesar de que
solo venia los viernes, ese único día llegaba bastante tarde. Tratamos
de adaptarnos a estas cuestiones del caso, dentro de los límites de
nuestra institución. Así llegamos hasta el inicio del aislamiento. A
partir de allí la posibilidad de conexión con él fue muy difícil, los
últimos tiempos casi nula. La madre nos comenta que AC no quiere

120 Los días quietos


ver los videos, ni atender los llamados de terapeutas. Está con sus
cosas, nos dice. Ella siempre lo consideró un superdotado. Está muy
lejos de eso. En la actualidad está bastante agresivo, nos cuenta la
madre. En un principio hubo alguna respuesta, pero muy acotada,
luego se perdió contacto con él y siguió solo a través de la madre.
Lujan sugiere tener contacto directamente con él sin la mediación
de la madre, ya que tiene recursos para poder hacerlo por él mismo.
La sugerencia es buena, dudo de su posibilidad de concreción. Nos
sugiere la posibilidad de entablar un diálogo a partir de algunos de
sus intereses, el cine, por ejemplo, que recomiende alguna película
y a través de esto lograr alguna forma de encuentro. Este es un caso
interesante y complejo, porque no nos parce que se trate de una
psicosis, al menos no aparecen fenómenos elementales. Los dichos de
la madre pueden ser algo delirante, aunque también una formación
reactiva, no lo sé. En mi experiencia clínica, he visto varios casos de
este tipo, cuyo principal síntoma es no querer salir de la casa, lo que
hace muy difícil poder incluirlos en el medio social. Alguno podrá
decir que es la manera de sostenerse, lo cual es una forma de verlo. Lo
que observo es que estos sujetos son absolutamente dependientes de
otro, lo que lo hace alguien muy distinto de un ermitaño.

Los días quietos 121


8 de agosto

Hoy realizamos la grabación de la jornada titulada “Clínica en


Pandemia. Estrategias Abordajes Experiencias”. Los invitados son
Diego Timpanaro, Darío Groel y Ricardo Mauro. La idea fue hacer
una grabación, para que Iván pudiera darle alguna estética al envío y
garantizarnos una buena transmisión, con la posibilidad de editar el
contenido si es necesario. Veremos cómo resulta la experiencia. El día
de la jornada transmitiremos la grabación y luego estaremos todos
conectados para charlar con los asistentes al encuentro.

122 Los días quietos


11 de agosto

Reunión de CET jornada reducida. Trabajamos algunos casos


y uno en particular, me pareció interesante, el de un niño que en
principio pensamos entre la psicosis y la debilidad mental y que
encontró una manera que le permite cierta estabilidad, que es vestirse
con la ropa de una de las hermanas a la que “idolatra” según decían los
terapeutas que lo siguen. Esta cuestión produce alguna inquietud en
la familia. Es un chico de alrededor de 12 años. Esto me hizo recordar
al paciente de Katan, que trabaja Lacan en el Seminario 330, cuando
trata de desentrañar la cuestión de cómo alguien psicótico, puede
sostenerse de alguna manera sin parecerlo, “prepsicótico”. Como es
que se sostiene, algo que en la dialéctica del desencadenamiento fue
una de las preocupaciones más importantes que tuvo Lacan en su
obra. En este caso que analiza Katan y comenta Lacan, se trata de un
adolescente que se identifica con un amigo y que, cuenta Katan, lo
seguía en las cuestiones más importantes (ropas modales, sexualidad)
hasta se enamoran de la misma chica. La cosa se complica cuando la
chica lo elige al paciente…. Ahí se desencadena la psicosis, primero
con una perplejidad, para pasar luego a una formación delirante
paranoica. Aparece claramente que la identificación imaginaria le
ayuda a armarse y cuando esta se desmorona la cosa se complica. En
el caso de este niño este vestirse como la hermana puede tener que
ver con esta cuestión de identificación que le permite sostenerse, más
allá de una cuestión de género en la cual caeríamos dado los tiempos
que vivimos. Lo observamos con bastante frecuencia en muchos de
los niños que atendemos que tienen rasgos de su madre en muchos
de sus gestos, movimientos y conductas. En este caso la dirección
del tratamiento pasa por acompañar con videollamadas al niño y

30 Lacan, Jacques. Seminario 3. Las Psicosis. Buenos Aires, Paidós.

Los días quietos 123


escuchar a la madre para que también pueda acompañar y no poner
obstáculos en esto que el paciente hace.

12 de agosto

Hace unos días nos enteramos que una de las terapeutas del equipo
está con COVID. Entró en cuarentena junto con su familia. Supone
que el cuidado en la asistencia de su abuela, que realizan, tanto ella
como su madre y su tía, pudo ser el motivo de contagio. Su madre, tía
y abuela estaban internadas, su madre bastante delicada, en terapia
intensiva.
Hoy su madre murió. Realmente quedé bastante afectado. La
colega es una de las terapeutas más comprometidas con la tarea y el
equipo. Es una circunstancia muy triste, no pudo despedirse, ni verla
los últimos días. Todos en el equipo quedamos consternados. Esta
enfermedad hace estragos.

13 de agosto

Tenemos la reunión de Consultorios externos con el equipo.


En algún momento pensé en suspenderla a raíz de esta muerte que
comenté ayer, pero me pareció necesario sostener el encuentro.
Trabajamos un par de casos que hoy me cuesta relevar. Al final hice
un comentario sobre mis sentimientos ante esta muerte y pregunté si
alguien quería decir algo. Nadie comento nada. Di por terminada la
reunión.

124 Los días quietos


20 de agosto

Hoy es mi cumpleaños. Busqué la manera de ocupar el día a


full, ya que la distancia con la familia me provoca bastante tristeza.
Igualmente me llegó un desayuno que me enviaron mis hijas,
riquísimo. Esta noche tendremos la jornada Clínica en Pandemia,
hay más de 80 anotados, veremos cómo es la experiencia, estoy
bastante ansioso con esto. Todo el tema de la cuestión tecnológica es
inquietante.

Los días quietos 125


Jornada “Clínica en Pandemia. Estrategias, abordajes,
experiencias”
Espacio de Vida. Centro Educativo Terapéutico

Daniel Belgareto. Presentación


(Las presentaciones y la conversación posterior, son desgrabaciones
revisadas por los expositores)
Hola, bienvenidos a todas y todos. Gracias por participar de
este encuentro. Mi nombre es Daniel Belgareto, yo soy uno de los
directores del Instituto Espacio de Vida, localizado en San Miguel,
en el segundo cordón del conurbano bonaerense. Nosotros tenemos
varios dispositivos de atención. Recibimos niños, adolescentes,
jóvenes con discapacidad, con trastornos graves, con autismo y los
dispositivos son el Centro Educativo Terapéutico, el Centro de
Estimulación Temprana y Consultorios Externos.
Habitualmente organizamos actividades como jornadas y cursos
y en estos tiempos de pandemia hemos decidido continuar con este
tipo de encuentros organizando este que hemos titulado “Clínica en
pandemia: estrategias, abordajes, experiencias”.
Para esta ocasión hemos invitado a tres amigos de Espacio de Vida:
Diego Timpanaro, presidente del Colegio de Psicólogos Distrito
XII de Quilmes, Director General del Instituto municipal de salud
y medicina preventiva Dr. Ramón Carrillo, de la municipalidad de
Quilmes. Es director y enseñante de la escuela de especialización de
adultos del colegio de psicólogos distrito XII y ha publicado artículos
en revistas de psicoanálisis y psicología.
Otro de nuestros invitados es Darío Groel, codirector de la Escuela
psicoanalítica del Colegio de Psicólogos distrito XV, enseñante de la
escuela psicoanalítica del distrito XV, es director de la diplomatura del

126 Los días quietos


psicoanálisis y filosofía de la UCES y es autor del libro Psicoanálisis y
Ex-sistencialidad.
Y, por último, nuestro querido Ricardo Mauro, jefe del servicio de
salud mental del Hospital General Belgrano, codirector de la Escuela
psicoanalítica del Colegio de Psicólogos del distrito XV, enseñante
de la Escuela psicoanalítica distrito XV y ha publicado artículos en
revistas de psicoanálisis y psicología.
Bueno, les cuento un poco cómo es la modalidad de este encuentro.
A diferencia de muchos de los encuentros virtuales que se hacen en
vivo, hemos decidido este encuentro grabarlo para evitar, justamente,
problemas de conexión y poder armarlo de una manera que sea lo
más comprensible posible. Igualmente, tengan presente que nosotros
estamos conectados en este momento y una vez que termine la
exposición y la conversación entre nuestros invitados estamos abiertos
a las preguntas de ustedes y también vamos a estar en vivo para poder
comentar y responder las distintas opiniones o inquietudes que
ustedes tengan para decir. Bueno Diego, te escuchamos.

Diego Timpanaro
Bueno, en principio Daniel muchísimas gracias por la invitación
y en tu nombre a todos los colegas y los compañeros de Espacio de
Vida, la verdad que es un gusto compartir esta actividad, esta jornada
junto a vos, junto a Darío y junto a Ricardo. Me parece sumamente
interesante esta cuestión, ya tal vez desde el título de la clínica
en pandemia, la invitación a poder pensar de alguna manera esta
cuestión del orden de lo actual, y tomando bien en cuenta esto de
un pensamiento en relación a algo que estamos accionando hoy. Es
poder pensar sobre lo que estamos haciendo en este mismo momento
con todo lo que esto implica en relación a que el pensamiento nunca
llega a dar cuenta acabadamente de la acción que se va realizando.

Los días quietos 127


Hay quienes están más familiarizados con el psicoanálisis, digamos la
cuestión de esa otra escena o la cuestión del análisis del analista o de
la supervisión tiene que ver un poco con esto, con poder generar otro
espacio para poder pensar y escuchar lo que uno va realizando. En
este caso hacerlo un poco en vivo y en directo.
En principio, a partir del título voy a comenzar con algo del orden
de las experiencias y de los abordajes. El trabajo que estoy haciendo
hoy por hoy tiene que ver con la función pública. Estoy desde el 10
de diciembre trabajando en el dispensario de Quilmes, que es una
institución que está próxima a cumplir 80 años y es desde ahí que
estuvimos de alguna manera no solo yo, obviamente, sino con los
equipos de trabajo que forman parte de la secretaría de salud del
municipio de Quilmes, trabajando en conjunto, en relación a lo que
todos conocemos de la pandemia del COVID y a abordajes posibles,
específicamente desde la cuestión de la salud mental.
Una de las primeras acciones que pudimos implementar y llevar
adelante tranquilamente, vamos a decirlo así, fue el pasaje a la atención
remota, es decir, se pudo generar un dispositivo de 0800 en donde
los distintos trabajadores y trabajadoras de salud mental pudieron
escuchar las demandas de los vecinos, de la población en general, ya
prácticamente desde el mes de abril. Eso fue una experiencia muy
importante, muy interesante que hasta el día de hoy se mantiene, de
poder escuchar la palabra de los pacientes que demandan algún tipo
de contención, de atención, y desde ese espacio se van vehiculizando
los tratamientos o las consultas que merecen un tratamiento.
Digo que fue tranquilo porque para todos los colegas que trabajan
con la palabra fue pasar de un formato, si ustedes quieren, presencial
a uno remoto, pero donde la palabra está de por medio, donde hay
algo que se vehiculiza por esa vía y algo que allí se escucha, como en
un consultorio. 

128 Los días quietos


Otra de las cuestiones que fue surgiendo como abordaje y como
una estrategia sanitaria también fue la creación de CAS, de Centros
de Aislamiento Sanitarios. En Quilmes, la Universidad Nacional de
Quilmes reacomodó toda su estructura a cero. Imagínense ustedes
un claustro universitario reconvertido en un centro de aislamiento
sanitario, es decir, en un centro donde los pacientes en un principio
eran los casos sospechosos, y luego, los casos positivos, se aíslan y
conviven a partir de la variación de los protocolos fueron desde 14
días hasta 10 días hasta 7 días, el día de hoy, en un lugar junto con
otras personas con toda esta cuestión que implica un aislamiento
sanitario obligatorio. 
Les contaba que en Quilmes entonces se pudo realizar un primer
centro en la Universidad Nacional de Quilmes, luego se incorporó
otro Centro de Aislamiento Sanitario en el Saint Jorge, en el colegio
inglés tradicional. Y por último también en un camping del Sindicato
de los obreros del plástico. Tres instituciones absolutamente distintas
que se abrieron también a generar un abordaje desde cada uno de
estos sectores en relación a la salud en función de la pandemia.
En estos centros de aislamiento lo que pudimos generar fueron
recorridas con equipos interdisciplinarios, y poder empezar en
principio a escuchar cuáles eran aquellas cuestiones que podían
vehiculizarse desde un espacio de salud mental. Allí un poco con
cierta casuística, tal vez propia del psicoanálisis, esto que nos da por
ahí la experiencia de ir escuchando de alguna manera lo que podemos
decir, no tanto afirmar, pero poder decir que fuimos observando
distintos tiempos de espera o distintas implicancias en esa espera que
tenía que ver con esperar el resultado del test. Había ahí una posición
subjetiva distinta a ese otro tiempo de espera luego de obtener el
resultado y, podríamos decir, de esperar la evolución de esa condición
de positivo. Como dos tiempos subjetivos absolutamente distintos

Los días quietos 129


para un sujeto que espera. Esto es una idea para pensar, para poner
en cuestión. No tiene que ver con un muestreo estadístico, sino con
un encuentro en esas recorridas de ir escuchando distintos grupos de
hombres, de mujeres y de niños.
Lo que generamos también fue algunas especificidades en relación
a esto, en todo este recorrido desde el mes de abril hasta hoy, que tiene
que ver con algunos abordajes en relación a las mujeres también. Las
mujeres se aíslan en algunas ocasiones junto con sus hijos porque no
hay otro lugar a dónde dejarlos. Entonces fuimos generando algunas
cuestiones específicas para los niños.  Y también hubo un lugar de
aislamiento para niños a partir de esta cuestión.
El trabajo allí, en relación al pasaje de los pacientes por el centro
de aislamiento, tiene un recorrido posterior. Una vez que el paciente
es dado de alta, se lo sigue en el centro periférico más cercano a su
domicilio. Los seguimientos, en algunas ocasiones fueron presenciales
y en otras de un modo remoto.
Otro dispositivo que fuimos generando fundamentalmente a
partir del aislamiento obligatorio y preventivo que se realizó en un
barrio, en Villa Azul. Villa Azul es un barrio popular, una villa de
emergencia, van tomando distintos nombres los barrios de acuerdo
a las épocas. Es un barrio que lo separa una calle de Avellaneda. Y ese
barrio tuvo la particularidad de que, bueno, en los últimos años tuvo
como un progreso distinto. Del lado de Avellaneda pudo urbanizarse
y del lado de Quilmes no. Entonces eso generó también, en términos
de la accesibilidad al derecho a la salud, inequidades. Toda esa cuestión
se vio de alguna manera reflejada cuando tuvimos que intervenir
desde muchísimas áreas del municipio allí en Villa Azul en lo que
fue generando esa intervención del Estado municipal, provincial
y nacional en un barrio. Digo, como para poder dimensionarlo, es
que cada persona no podía salir de su casa. Imaginen ustedes que
en el lugar donde viven no pueden salir de sus casas durante 15

130 Los días quietos


días por una cuestión de emergencia sanitaria. Tuvo que articularse
todo lo que esto implica en relación a atender las necesidades de
esa población. Fue a partir de allí que se generó un equipo de salud
mental comunitaria que fue recorriendo, durante esos 15 días y luego
hasta el día de hoy lo sigue haciendo, el barrio para poder escuchar
cuáles son las demandas, las necesidades y poder dar cuenta de alguna
de ellas. A partir de esa experiencia fue que generamos un equipo que
se armó de dos vías, un equipo territorial interdisciplinario con un
psicólogo, un trabajador social, un psiquiatra y un móvil para poder ir
a cada lugar de Quilmes, a cada territorio donde hubiera una urgencia
en salud mental o una demanda de salud mental que de una manera u
otra no podía llegar a la puerta de ingreso al sistema. 
Ese equipo, todavía al día de hoy lo estamos coordinando, lo
estamos construyendo, le estamos dando continuidad con la idea
de poder generar más equipos que pueden abordar las cuestiones
territoriales en cada sector, en cada lugar. Y al mismo tiempo lo que
se fue generando a partir de allí es un equipo de orientación para los
equipos tratantes de los tratamientos que se empezaron a realizar, se
venían realizando y en muchísimas ocasiones se vieron interrumpidos
por la pandemia. Hubo distintas experiencias, pero es algo que al día
de hoy continúa en curso y fundamentalmente en relación a otros
sectores, al sector educación, de niñez. Se están dando determinadas
demandas, determinados pedidos de intervención y de escucha de
este equipo para poder dar cuenta, digamos del sostenimiento de los
tratamientos durante todo este tiempo y de la adaptación, llegado el
caso, a los distintos formatos un poco más remotos.
Otro abordaje que tuvimos que inventar, que construir, que llevar
adelante porque eran cuestiones que no las teníamos pensadas en el
inicio de la gestión de trabajo fue, precisamente, empezar a cuidar a
los que cuidan. En todos los equipos de salud se ha dado durante todo
este tiempo estrés, o burnout. El hecho de poder estar allí, ha generado

Los días quietos 131


distintos efectos. Allí también pudimos armar un acompañamiento,
un espacio de escucha, de comprensión y bueno, obviamente, llegado
el caso, de consulta, de tratamiento, de seguimiento de cuestiones
relativas a la salud mental enfocadas y dirigidas directamente a los
trabajadores y trabajadoras de salud del Estado municipal.
Esto es un poco un resumen de todas las cosas que estuvimos
inventando entre todos, sosteniendo, y que estamos continuando y
estamos siguiendo adelante, monitoreando hasta el día de hoy. Son
todos dispositivos que no sabemos cómo van a continuar. Pensando
un poco en estas cuestiones, hay algo que tiene que ver con este
hecho disruptivo de la pandemia, ninguno de nosotros estábamos
esperando esto. Podíamos estar informados de que efectivamente,
en algún momento, iba a llegar a Buenos Aires, a la Argentina, con
ese delay que nos caracteriza aquí en el Sur del mundo, pero el tema
es que cuando esto llega, bueno, obviamente, tiene una inscripción,
tiene un surgimiento propio, novedoso y que hay que ver cómo cada
uno de nosotros y cada uno de los dispositivos institucionales hace
para atender esto que viene.
Dos o tres cuestiones en relación a esto, generales como para
después poder charlar en conjunto entre todos. Una cuestión es esto de
la alteración de la vida cotidiana, que va de la mano de, obviamente, el
cuestionamiento de la certidumbre. Hoy vivimos en la incertidumbre
y eso, digamos, no es para cualquiera. Cada quien se va acomodando
a esto de un modo singular. Hay una cuestión, si quieren más del
orden de la lectura, que tiene que ver con el hecho de la globalización
que va de la mano de esta pandemia, y que como tal me parece que
lo podríamos inscribir dentro de uno de esos efectos del discurso
capitalista. Ese discurso que Lacan sitúa como un sustituto del amo
y que por ejemplo en “El pequeño discurso a los psiquiatras” Lacan
habla de la práctica de la segregación, como una práctica que se va a
imponer en el futuro.

132 Los días quietos


Y otra cuestión también como para destacar, si ustedes quieren,
en relación al futuro de esto, es la afectación de los cuerpos, por
ahí a Spinoza nosotros lo conocemos más, a veces en términos
de política institucional cuando Lacan habla de Spinoza a partir
de la excomunión, de cuando lo echan a Lacan de la IPA, pero es
interesante también porque a veces Lacan se detiene en Spinoza en
relación al afecto, a los efectos del significante en el cuerpo. Y Spinoza
distingue de una manera interesante esto de la alegría y de la tristeza,
del quantum en relación a la potencia de obrar, a la acción posible a
realizar, y me parece que esa es una cuestión interesante para pensar
a futuro.
Y otra cuestión, y con esta concluyo, es esto que tal vez atañe
específicamente al psicoanálisis y quizás lo podemos pensar en
relación a los modos de lazo social, este trípode que tiene que ver con
el deseo, con las condiciones de la subjetividad y con la concepción
del otro, del otro semejante que me parece que es lo que está puesto
en juego, está puesto en cuestión a partir de esta irrupción de la
pandemia y es quizás algo que nos permite pensar cómo se va a dar
esto del deseo, de la subjetividad y de la concepción del otro a futuro.

Darío Groel
Bueno, hola ¿cómo están? Muchas gracias Daniel, y también
agradecimiento a Espacio de Vida. Bueno, un gusto compartir este
encuentro con Diego y con Ricardo, y obviamente gracias a quienes
después participen del evento con preguntas y comentarios, y
podamos ahí abrir debate.
La verdad que el tema es muy convocante porque estamos de
alguna forma tomados por coordenadas de época que nos han
despertado, lo digo de esta manera. Lo digo casi como de manera un
poco provocadora inicialmente, nos han despertado del diván, nos

Los días quietos 133


han despertado. Estábamos adormecidos en una práctica de diván, la
cual no cuestiono y claramente voy a sostener, pero que nos adormeció
y me parece que esto que de alguna manera pone en juego lo remoto,
el distanciamiento, las virtualidades en varias opciones posibles nos
ha despertado, y bienvenido sea que haya sucedido, que algo produjo
un movimiento que entre otras cosas nos hace pensar de vuelta. Y
por qué no, digo como beneficio, nos hizo reencontrar quizá algún
fundamento de la clínica que no estuviera en el soporte tradicional
que desde Freud y con Lacan tenemos de alguna manera pensado
para el psicoanálisis, y vuelvo a insistir con esto de cierta comodidad
del consultorio en términos particulares ahora voy a hacer referencia
a mi experiencia en estos momentos en el consultorio. Me parece que
algo nos ha movido lo suficiente como para volver a pensar y en ese
sentido bienvenido sea.
Voy a tomar un sesgo, que es la transferencia. En realidad, para,
desde la transferencia, interrogar la cuestión de la presencia. Que
claramente queda siempre asociada a la presencia en términos de lo
real. Lo que voy a intentar decir es que, en realidad, la presencia es
SRI, no es solo una presencia real y que cuando podemos extender, en
realidad más que extender, cuando podemos anudar la presencia a las
coordenadas real, simbólica, imaginaria, ahí podemos entender que
sigue habiendo presencia incluso en el acto analítico en coordenadas
remotas.
Mi idea es avanzar desde la transferencia a poder pensar la
presencia y desde ahí cuestionar mi clínica, mi propia clínica. Así que
ese es el recorrido. Inicialmente alguna cuestión conceptual, nada
más porque me resulta necesario para poder seguir adelante con lo
que tengo para decir. Tomo la transferencia porque la transferencia
es el gran soporte de la clínica analítica. Eso está muy claro tanto en
Freud como en Lacan. No habría psicoanálisis que no esté sostenido
en alguna de las modalidades de la transferencia. Esto no quita que

134 Los días quietos


haya otras prácticas posibles sin transferencia, modos de psicoterapia,
modos finalmente del abordaje en salud mental, y son totalmente
válidos. Si hay algo que caracterizó, ya sea en Freud y en Lacan, a
la experiencia analítica es justamente el soporte transferencial. De
hecho, Freud insistía en aquellos escritos técnicos y en ese discurrir
sobre la transferencia, decía que la transferencia es el verdadero
motor y el obstáculo de la clínica analítica. Y cuando Freud piensa en
motor ahí está pensando en causa, o sea es porque hay transferencia
que queda causada la clínica. Si no hay transferencia es puro bla
bla, es juntarse a charlar y a decir cosas, pero si ese decir toma una
relevancia, si ese decir toca algo del goce y del inconsciente es porque
la transferencia está funcionando como causa, por eso es que Freud
dice motor, motor en el sentido de eso que causa un movimiento.
También es obstáculo porque va a poner en juego las resistencias,
sobre todo las del analista, va a terminar aclarando Lacan un tiempo
después. Donde me parece que lo importante de lo transferencial
es poner en juego resistencias fuertes del paciente, del analizante,
también del analista, de hecho. Esto es una lectura si quieren un poco
critica podemos después charlarlo, que muchas de las dificultades
que se nos han presentado en estos tiempos de pandemia no fueron
resistencias de los pacientes, fueron resistencias nuestras. A nosotros
nos costó pensarnos como analistas, pensar el dispositivo y pensar la
experiencia analítica en estas coordenadas. Nos costó más a nosotros
que a los pacientes. Los pacientes se han acomodado a lo que les
propusimos desde nuestro deseo de analizar. Incluso presentando
nuestras dificultades, y cuando algo se fue bloqueando fue porque
las resistencias estuvieron mayormente de nuestro lado. Igual voy a
volver a eso hacia el final.
Lacan ubica a la transferencia efectivamente como una condición
inherente a la experiencia analítica misma. No habría posibilidad
en Lacan de transitar una experiencia analítica sin la transferencia.

Los días quietos 135


Entonces por eso tomo este sesgo de la transferencia porque se
ubica como el soporte, el fundamento y el soporte mismo de la
experiencia clínica, y la idea es pensar la transferencia justamente en
estas coordenadas de época, que tiene que ver con el aislamiento o el
distanciamiento, que tiene que ver con la pandemia y con todo esto
remoto que empezó a aparecer.
Defino mi posición del psicoanálisis, los que me conocen saben
que todo el tiempo lo hablo desde la posición, desde donde pienso
el psicoanálisis y lo sostengo y en todo caso lo defiendo o lo pongo
en juego. Mi posición en el psicoanálisis tiene que ver con la lectura
que puede hacer, o un último Freud, o un último Lacan. En esto,
muchos ya me conocen, vuelvo todo el tiempo al último Freud
porque entiendo que el último Freud pudo avanzar sobre lo que le
quedó en el tintero, lo que le quedó ahí no dicho, lo que no pudo
pensar todavía un primer Freud y entonces avanza con algo nuevo
que resignifica lo anterior y también con Lacan. Me parece que Lacan
a partir del Seminario 20 propone un psicoanálisis en coordenadas
diferentes a lo que se conoce como su primera enseñanza. Desde ahí
voy a pensar la transferencia.
Para Freud la transferencia es un nudo. Después ahí hay algunos
cuestionamientos a Freud donde se lo ubica a Freud como si el
solamente pudiera recortar cierto imaginario de la transferencia.
Freud claramente piensa la transferencia como un nudo. Un nudo,
un anudamiento que acá hago una extrapolación, justamente puede
tramar, hacer tramar del RSI, como después lo va a pensar Lacan más
adelante. Freud se anticipa cuando piensa la transferencia también
en dimensiones de lo real, simbólico, imaginario. Por ejemplo, para
Freud hay un real de la transferencia, a mi entender mal llamado
tiempo y dinero. Me parece que para Freud el real es tiempo y espacio.
El dinero es una condición, si se quiere del orden de lo político, que
se ejerce ahí en relación a una práctica que se cobra, que es el trabajo

136 Los días quietos


de alguien y es una práctica que se sostiene con un esfuerzo y que eso
tiene que ver con el pago de alguien. Me parece que ese más que un
real de la experiencia analítica es un real social, es un real dentro del
discurso del capitalismo. Pero el dinero no es el real de la experiencia
analítica. Se puede hacer psicoanálisis sin cobrar dinero. Hay muchos
tratamientos en hospital público, tratamientos en un campo, en
pacientes en donde no pueden pagar que incluso en estos tiempos de
pandemia han hecho que pacientes tengan que sostener sus análisis
sin poder pagar porque no están trabajando, no tienen recursos. Sin
embargo, me parece que ahí es una gran apuesta de analistas que están
sosteniendo las experiencias analíticas de pacientes que igual avanzan,
aunque no estén pagando ahora, en términos de dinero. Lo que quiero
decir es, el dinero es un real importante en el campo social, no sé si
es el real fundamental para la experiencia analítica, pero sí tiempo
y espacio. Freud plantea en múltiples oportunidades la cuestión del
tiempo y espacio. Ahí en realidad Freud está haciendo una mención a
las categorías trascendentales de Kant, tiempo y espacio.
Tiempo y espacio han quedado subvertidas, transformadas
en estos tiempos. De hecho, el espacio se nos ha vuelto remoto, o
principalmente remoto, o principalmente virtual. Ha perdido
la materialidad el espacio y el tiempo se ha contorsionado a la
manera del cuadro de Dalí, ese reloj que se deforma, el tiempo se ha
contorsionado. Se trata de otro tiempo. Tiempos de espera, tiempos
de tedio, tiempos de rutinas que se repiten sin modificación. El
tiempo se ha modificado, ese es un real de transferencia. Pero Freud
también piensa en lo simbólico de la transferencia. Lo simbólico
de la transferencia es que él pensaba que la transferencia es eso que
permite hacer consiente lo inconsciente, decía ya desde sus primeros
textos, y tiene que ver con lo que llama el sentido del inconsciente. La
transferencia permite situar el sentido inconsciente que está detrás
de un acto fallido, detrás de un sueño, detrás de un síntoma. O sea

Los días quietos 137


que Freud no solamente piensa que la transferencia pone en acto
tiempo y espacio, también pone en acto al inconsciente mismo. La
transferencia para Freud es la puesta en acto del inconsciente. Esta
definición lacaniana del Seminario 11 en realidad es una buena lectura
de cómo Freud piensa la transferencia. Pero también es imaginaria
la transferencia. Freud estaba muy pendiente de la transferencia en
el sentido de los sentimientos que despierta: amor, odio y erótica.
Eran los sentimientos para Freud que aparecían en la transferencia. El
amor de transferencia es lo que pensaba fundamental. El odio como
una transferencia negativa, un obstáculo importante, y la erótica
transferencial como otro obstáculo. Freud no confundía amor con
erótica. Una cosa es el amor de la transferencia y otra cosa cuando
eso se erotizaba. Esos son el RSI de Freud para la transferencia y
claramente los piensa en simultaneidad.
Lacan también piensa la transferencia en simultaneidad, en un
RSI. Estas figuras por ahí resuenan más. La transferencia real como
esta figura que Lacan va a construir a partir de los seminarios 15 y
16, que es semblante objeto y que toma forma en justamente el
Seminario 17. Es el planteo del objeto, la transferencia ahí toma una
vertiente bien real porque hay algo de la presencia del analista que de
alguna manera entra en el lugar de la causa de un objeto de goce que
se pone a trabajar, y eso no pasa por la palabra, eso en coordenadas
reales. Pero también la transferencia simbólica, sujeto supuesto del
saber, esa es la transferencia simbólica. Es una transferencia que en su
movimiento lo que pone justamente a discurrir es un saber, saber del
inconsciente, si quieren, ahí el sentido freudiano del inconsciente, es
un saber que se le supone un sujeto y que entonces eso avanza, eso es
la transferencia en su vertiente simbólica. Pero también para Lacan
hay una transferencia en términos imaginarios y es esa transferencia
que tiene que ver con las tensiones que se producen en el encuentro
de los cuerpos. Hay tensiones, imaginalizaciones va a pensar Lacan

138 Los días quietos


hacia el final de su enseñanza, y que tiene que ver con que cuando
los cuerpos se encuentran eso produce tensión. Más cercanía, menos
cercanía, más silencio, menos silencio, más mirada, menos mirada.
Produce un movimiento que se juega en el campo imaginario y que
eso también es un registro importante de la transferencia.
¿Ahora, a qué voy con esto? Nosotros estábamos acostumbrados,
lo digo así de manera cómo rápida y sencilla en todo caso después
cuando lo charlemos si quieren abrimos un poco más, a que los
registros real, simbólico, imaginario de la transferencia están
siempre anudados, sea lo que sea lo que esté sucediendo en esa
experiencia analítica. Ahora, a veces toma mucha más relevancia uno
de los registros que el otro. Lo que planteaba antes es lo siguiente:
en un análisis con lo que nos tenemos que ver es con lo real del
padecimiento, lo real de los goces, lo real de cierta causa deseante,
pero finalmente tiene que ver con lo real. Simbólico o imaginario de
la transferencia son los modos de apaciguar ese real, pero también de
encontrarle una entrada a ese real, un acercamiento a ese real. Sería
muy difícil un análisis solo en coordenadas de real. Sería abrazar
a alguien y decirle “no sufras”, por ejemplo. O sería hacer el amor
con alguien en el diván en lugar de escucharlo. Sería un real que
irrumpiría sin la mediatización de lo simbólico y lo imaginario.
De hecho, tanto Freud como Lacan insisten en que neutralidad
y abstinencia tienen que ver con modos de hacer que ese real esté
mediatizado por lo simbólico e imaginario. Ahora bien, que sea por
lo simbólico o que sea por lo imaginario no interesaría tanto, no
es uno mejor o peor, no es que lo simbólico es más relevante que
lo imaginario. Hay experiencias analíticas que funcionan bárbaro
a través de lo simbólico, hay experiencias analíticas que funcionan
bárbaro a través de lo imaginario porque son modos de hacer algo
con ese real. De hecho, lo digo así muy sencillamente, las neurosis
más graves necesitan de un abordaje imaginario, las neurosis más

Los días quietos 139


sencillas, las de transferencia, se las arreglan bien con un abordaje
más simbólico y esto tiene que ver con la transferencia.
Cuando las coordenadas son más favorables uno puede pensar
problemáticas subjetivas más sencillas, y agrego la dimensión y quizás
un tiempo de análisis donde las coordenadas permiten el uso del
diván en términos más tradicionales, ahí pareciera que lo simbólico
funciona mejor. Es la transferencia como sujeto supuesto del saber
en Lacan o en Freud, es esto del sentido del inconsciente a descubrir.
Cuando la experiencia con algunos pacientes se complica (y ahí
agrego la coordenada actual de lo remoto), lo simbólico se nos vuelve
bastante sutil, bastante difícil de discernir, y entonces lo que aparece
es lo imaginario de lo transferencial como una buena oportunidad
para avanzar sobre el padecimiento de la subjetividad, y tiene tanta
dignidad la transferencia en coordenadas imaginarias como la
simbólica. Si de lo que se trata es de acercarnos a ese real en términos
de eso que produce sufrimiento en la subjetividad vale si lo hacemos
por lo imaginario.
Las coordenadas de época que nos están tocando, la pandemia
con estas versiones del aislamiento inicial y el distanciamiento
posterior. Estas coordenadas de época han hecho que se desarmara, se
trastocara la experiencia analítica en términos más tradicionales. Para
decirlo de manera más sencilla, nuestro consultorio se desmanteló,
se desarmó por un instante. Nos quedamos sin diván, nos quedamos
sin la comodidad de eso que teníamos nosotros, analistas, muchas
veces defensivamente, puesto en juego para poder sostener el
análisis porque para la mayoría, disculpen si soy medio crítico con
esto, nuestros consultorios más que un lugar de la habilitación para
la palabra del otro son el refugio para sentirnos tranquilos de los
embates angustiantes que vienen de parte de la transferencia. Nos
sentimos cómodos con este diván que elegimos, con este cuadro
que colgamos o con este escritorio que pusimos o estos sillones que

140 Los días quietos


pusimos, y nos sentimos cómodos en cierto confort que el consultorio
nos permite. No es para el paciente el consultorio, es para nosotros.
Yo me acuerdo mis mudanzas de consultorio donde fui mudando los
mismos muebles, hasta la pecera mudaba, y la pecera era para mí, no
era para los pacientes. La pecera, la biblioteca, el cuadro que tengo
colgado, el tipo de diván que usé, todo esto lo trabajé en mi análisis
para darme cuenta que eran coordenadas que me tranquilizaban a mí.
Ahora es interesante, hace tres meses no entro a mi consultorio, lo
que no significa que los análisis con mis pacientes no hayan podido
continuar.
Lo que estoy tratando de decir es, el dispositivo consultorio y
con eso el dispositivo, si quieren, como representado por el diván,
ese dispositivo es favorecedor de una transferencia simbólica. Está
bien, cuando la transferencia funciona en términos de lo simbólico
eso está buenísimo, el paciente se recuesta en el diván, se corre
la mirada, entonces la palabra está en primer término y avanza.
Pero atender de manera remota, y todas estas virtualidades que
empezaron a aparecer, zoom, video llamada de WhatsApp, a veces
solamente llamado telefónico, cual sea la forma que sea, lo que han
puesto es un dispositivo imaginario de la transferencia, donde lo
que queda fortalecido es lo imaginario transferencial. Favorece lo
imaginario, favorece sentimientos, amor, odio, erotización, decía
Freud, pero también favorece la tensión de los cuerpos. Porque el
cuerpo también es RSI. No es cierto que el cuerpo solo es el cuerpo,
el espejo. El cuerpo espejo es un RSI. Ahora bien, de la mano de
este imaginario transferencial que, insisto, es tan válido como lo
simbólico transferencial, y sobre todo se usa mucho en pacientes más
graves, pero que ahora en realidad se ha podido extender a muchas
experiencias analíticas, lo que empezó a aparecer fueron dimensiones
distintas a las que no estamos acostumbrados y que sobre todo han
roto nuestro confort. Nuestro refugio que era el consultorio.

Los días quietos 141


Digo solamente algunas, en todo caso para charlar. Ha aparecido
una intimidad transferencial, lo llamo así, intimidad transferencial. De
los analizantes, no voy a contar mucha experiencia de los analizantes
porque como esto va a ser justamente muy público, no estoy acá para
hablar de ellos, sino en todo caso voy a estar para hablar de mí. Veo
tanto lo que les pasa a los analizantes como lo que me pasa a mí, es
que mi casa quedó mostrada. Mi casa quedó mostrada, los gritos de
mis hijos que corren por otras habitaciones o que a veces abren la
puerta y me dicen “papá, pásame una hoja para dibujar”. Entonces le
paso una hoja para dibujar mientras estoy atendiendo un paciente,
a veces me pongo más molesto, a veces me cago de risa, a veces hay
pacientes que se han enojado con esto, a veces hay pacientes que se
han enternecido, pero ha aparecido una intimidad. De hecho, me
di cuenta que estoy en distintos lugares de la casa atendiendo y eso
tiene que ver con una logística familiar y no tiene nada que ver con
los pacientes. Es porque encontré un lugar un poco más en silencio,
o encontré un lugar un poco más en reparo, entonces me voy ahí. He
atendido con un dinosaurio detrás porque estoy en el cuarto de uno
de mis hijos, o he atendido en mi dormitorio, o he atendido en el
living.
Ha aparecido una intimidad transferencial. Esa intimidad
transferencial lejos de ser negativa, favorece la transferencia. Y con esto
quiero decir que no es cierto que la transferencia se tenía que sostener
quitando imaginarios. Había algo muy de los 80, el consultorio de los
lacanianos tenía que ser blanco, puro, sin ningún tipo de intervención
del analista. Recuerden a Freud con sus estatuillas arqueológicas y su
perro chow chow creo que era, recuerden el consultorio de Freud.
Mientras que el lacaniano era abstracto. La transferencia se sostiene
cuando uno pone en juego sus cartas, incluso las imaginarias.
También han aparecido identificaciones porque estamos
identificados por coordenadas de épocas. Nos pasa lo mismo que

142 Los días quietos


les pasa a los pacientes, muchas de las sesiones comienzan: “¿vos
cómo estás esta semana? ¿escuchaste cuantos casos hubo ayer?” Y, en
realidad, analizante y analista quedamos atravesados por un real que
nos excede y que en los consultorios muchas veces estamos protegidos
de eso, quedamos más enigmáticos frente el paciente, y acá quedamos
tomados. No nos podemos hacer los boludos, no podemos decirle:
“no, sabés que no sé cuántos casos hay por día” porque en realidad
también estamos atravesados por esa dimensión.
Y la tercera cuestión que me parece que es fundamental de esto
es que es una transferencia más en vertientes imaginarias, que es la
intimidad transferencial, el favorecimiento de identificaciones, es que
como que hemos perdido cierto lugar de protección que nos daba
nuestra seguridad del consultorio. Solemos aplicar muchas mayores
resistencias del lado nuestro, del analista. Por ejemplo, analistas que
no han atendido durante todo este tiempo de cuarentena porque
siguen pensando que un análisis se sostiene en un diván, como si no se
pudiera sostener por darle la palabra al otro. Y creo que tiene que ver
con las resistencias de esos analistas que han visto que lo imaginario
los desbordó.
Y una cuarta y última, dije que iban a ser tres, pero hay una cuarta,
ha habido un aumento del narcisismo porque en realidad hablamos
mirándonos, en la mayoría de los entornos virtuales, video llamada,
zoom o lo que sea, estamos hablando y tenemos nuestra imagen ahí,
entonces hablamos y se produce un efecto de espejo, un espejo más
narcisista, y en realidad eso produce agotamiento. Sobre todo, los
analistas que, no todos, pero para muchos analistas el narcisismo en
realidad no es algo que justamente esté puesto en primer plano porque
hemos avanzado con nuestra castración por decirlo de una manera,
o sea no somos actores, no somos músicos, no somos bailarines,
no hemos puesto el narcisismo como un primer plano en nuestra
profesión. El encuentro con nuestra imagen todo el tiempo nos

Los días quietos 143


agota, nos golpea como decía Freud en una fibra más íntima del yo, o
como diría Lacan en una cuestión si se quiere como más alienante de
la subjetividad, y entonces nos encontramos con una clínica un poco
más difícil en algunos aspectos por el enceguecimiento del narcisismo.
Y eso agota, porque hay identificaciones que nos atraviesan, porque
hemos perdido seguridades, y entonces las grandes resistencias
quedan de nuestro lado. Y finalmente porque hay una intimidad que
está puesta sobre lo público. Bueno, muchísimas gracias. Esto es lo
que tenía como para empezar a compartir junto con ustedes.

Ricardo Mauro
En principio, muchas gracias por la invitación y por este encuentro
con estos amigos, con estos colegas que me permiten hablar en 3D:
Daniel, Diego y Darío y entonces esto es una cuestión inédita que me
encanta poder transitar y poder trabajar en 3D con estos amigos.
Cuando comenzó todo esto de la pandemia, digamos, la
primera pregunta que yo me había hecho, que era y que todavía
sigue insistiendo es ¿cuál es la manera en que se iba a inscribir este
tiempo?, fundamentalmente por el impacto social y subjetivo que iba
a provocar, particularmente porque ya nos llegaban las noticias desde
otros lugares del mundo a partir de esta enfermedad planetaria que se
ha instalado. Entonces yo empezaba a pensar esto, particularmente
porque mi tránsito por la práctica tiene este formato casi moebiano,
porque así cómo hablaba Diego desde el ámbito de lo público, Darío
centrándose mucho en el ámbito del consultorio, justamente, bueno,
se dio esta situación de poder hablar en tercer lugar después de que
cada uno acentuó algo de la práctica en este tiempo tanto en el ámbito
público como en el ámbito de los consultorios. 
Voy a tratar cuestiones en relación a mi práctica, por la cual
estoy atravesado y también ubicar que la clínica psicoanalítica

144 Los días quietos


indudablemente no está desencajada de la política ni de las
instituciones, punto de vista consecuencia de lo que ha sido el tránsito
y por el tiempo que tengo de trabajo en la institución pública, así
como en el ámbito del consultorio. Si hay algo que si, como dice
Darío, no sé si nos despertó, pero si nos empezó a cuestionar o a
interpelar particularmente el dispositivo soporte de la clínica, los
dispositivos soportes de la clínica y particularmente una de las
cosas que me pregunto es: ¿qué incidencias tienen estos cambios y
estas modificaciones de los dispositivos soporte tradicionales en la
clínica? Y esto no es solamente en el ámbito del consultorio como
bien resaltaba Darío y todas las formas que el comentaba, sino
también en relación al establecimiento del trabajo en el ámbito
de las instituciones, que muy bien Diego transmitió, en relación
a las experiencias que fuimos llevando a cabo en este tiempo en las
instituciones. Particularmente, como yo trabajo en un hospital, es
decir, la institución es una institución sanitaria por excelencia, con lo
cual tuvimos allí muchísimo trabajo para pensar algo de estos nuevos
dispositivos y la clínica.
Cuando Lacan definía la clínica en el 77 decía que es la clínica
psicoanalítica: “lo que hace un psicoanalista”, y en realidad esa
aseveración muy provocativa dejaba abiertas muchas cosas para
volver a repensar y para ver de qué manera el psicoanálisis podría
reinventarse. Hay algo ahí que desde esa perspectiva me parece
importante, resaltando lo que decía Darío, que de qué manera o por
lo menos yo me interrogo, Darío está más seguro de las cosas, la verdad
que lo admiro porque tiene las teorizaciones más seguras, yo me hago
interrogaciones, qué incidencias van a tener. Pero si, acentuar, el lugar
de la transferencia, particularmente, porque es lo que justamente pone
en juego, como operador necesario, entre la presencia del analista y al
acto analítico. E incluso, no solamente por todo el recorrido que muy
bien, y acuerdo con Darío, todo lo que ha dicho en relación a Freud

Los días quietos 145


y a Lacan, sino que quiero sumarle a eso también, la fuerte función
política que Lacan le dio a la transferencia, cuando en la promoción
del 9 de octubre, él justamente lo que acentúa allí, va a desestimar a
partir de allí, lo que él enunciaba como intersubjetividad, y resaltando
a partir de allí que de lo que se trata en el análisis es de un solo sujeto.
Hasta provoca a la audiencia, diciéndole “¿Cómo ustedes no se
dieron cuenta de esto y me lo dijeron?”. Como si en realidad, más allá
de todas las bravuconadas que Lacan se permitía, esto le decía en la
exposición oral que él hizo de la proposición del 9 de octubre, que no
es la misma que después él publicó, porque hay dos versiones. Está la
otra versión que es la versión que él publicó, la cual a diferencia de
la versión oral que él transmite en la escuela, dice esa sentencia tan
enigmática y tan transitada de que el analista se autoriza por él mismo
o por sí mismo de acuerdo a las traducciones que también se hicieron.
Pero en la que hace la transmisión oral, en la primera versión del 9 de
octubre él habla fundamentalmente de una posición muy fuerte en
una comunidad, situando a la transferencia en una función política
esencial en lo que hacía al sostenimiento y a la formalización de lo que
hace a la formación y a la transmisión del psicoanálisis.
En función de esto me parecía importante sostener, digamos,
pensar cuáles son las incidencias de los cambios de soporte para
la clínica psicoanalítica, tanto en el ámbito público como en el
consultorio.  Como decía Darío, perdimos algo de esa comodidad,
que sinceramente yo la extraño, la comodidad estaba buena en algún
punto y por supuesto que también es resistencial, pero resistencias
tenemos todo el tiempo. Hay momentos en que las resistencias son
las que van apareciendo y cada uno las trabajará en el análisis del
analista, pero bueno, estas son formas que van sucediéndose y que van
apareciendo y que son inevitables. Si lo que hubo, por ejemplo, en el
ámbito público, en la institución y precisamente porque a mí me toca
estar a cargo de un equipo de trabajo muy numeroso, efectivamente

146 Los días quietos


también como dice Darío, muchísima resistencia, hubo muchísima
resistencia a poder determinar nuevos soportes de la clínica. Es decir,
ahí donde debía transformarse porque entendiendo en el momento
donde estábamos, digamos, si en este estado de excepción había cosas
o dispositivos que no podían seguir sosteniéndose indudablemente,
como en tiempos ordinarios. Por ejemplo, el trabajo de hospital
de día no se podía seguir haciendo. Los talleres son grupos, o sea
trabajos colectivos, de lógicas colectivas, con pacientes efectivamente
con afectaciones severas en la subjetividad, y eso bueno, tuvo que
dejar de hacerse. Con lo cual hubo que transformar algo de esto
para darle alguna continuidad a esos pacientes que quedaban sin
soporte de trabajo clínico con la psicosis, particularmente. Y hubo
que transformarse también a la actividad remota, que se lleva a cabo
a partir de los profesores de los distintos talleres, que trabajan en
forma de video llamada, con las actividades que venían realizando los
talleres de arte, de fotografía, de música, de literatura, etc. Se siguen
sosteniendo, y esto ha servido y también todavía no podemos extraer
consecuencias clínicas tan inmediatas, pero están funcionando,
como así también los dispositivos que se implementaron a partir
de los acompañamientos que se fueron realizando de las personas
contagiadas y particularmente en el hospital que yo estoy. El contagio
en principio comenzó, no por el ingreso de la comunidad, sino por
el lugar menos esperado, que fue justamente, entre el personal del
hospital, particularmente enfermeras, médicos y también personal
de limpieza y así fue bueno, escalándose en una secuencia, la verdad
difícil y compleja, con lo cual es uno de los dispositivos que hubo
que armarse internamente. No sin provocar también, en determinado
momento una suerte de identificación porque, como bien decía
Darío recién, nosotros también participamos de todo lo que hace al
miedo al contagio, es decir, que todos los equipos se vieron afectados
y atravesados por el miedo, por el temor por lo cual tuvimos que

Los días quietos 147


implementar también dispositivos internos a los equipos para
determinar una periodicidad, incluso de trabajo, que permitirá tener
esta distancia de acuerdo a los protocolos que se fueron sucediendo
a lo largo del tiempo, alrededor de cómo se fueron ubicando las
medidas de cuidado y todas las operatorias epidemiológicas que se
llevaron a cabo.
Esto también modificó los dispositivos que, al principio, también,
fueron de cierta resistencia, es decir, todo aquello que saliera por
fuera de esa comodidad, como dice Darío, en la que suponíamos
o suponemos que estamos en la clínica psicoanalítica sin poder
reinventar alguna otra posibilidad o algún otro soporte. Esto tuvo
muchísima resistencia, hubo que trabajar mucho en el armado de
esos nuevos dispositivos. Y tal vez tendremos que seguir armándolos,
porque esto todavía no se ha terminado. Vivimos un tiempo conjetural,
son tiempos, de protocolos que se van sucediendo y van cambiando
permanentemente a medida que se va avanzando en lo científico y
en lo que se va despejando a partir de la posibilidad de que se tiene
de atenuar, digamos, todo lo que son los tiempos, particularmente,
de internación y de cuidados, alrededor de ciertas características de
pacientes que se fueron presentando. Con lo cual me parece que es una
gran interrogación, por eso digo un tiempo conjetural, de que todo
el tiempo estamos poniendo a prueba la eficacia de un acto y en este
sentido, tanto en la práctica clínica institucional, como en la práctica
clínica privada, aparece esta modalidad de poner a prueba esa eficacia,
de sí efectivamente se van sosteniendo los tratamientos. Ha cambiado
este soporte, como bien dice Darío, esto que aparece en relación a la
intimidad, a lo que se ha jugado con la intimidad. Esto va cambiando,
bueno, cuáles van a ser las incidencias, no sé qué es lo que va a quedar
de esto, me parece que todavía hay que seguir trabajando alrededor
de estas cuestiones. Para mí son interrogaciones que voy verificando,
que voy pensando, que vamos armando de a poco y que, de alguna

148 Los días quietos


manera, tal vez, haya que seguir haciendo algunas modificaciones a
los dispositivos. Pero en cuanto a la clínica psicoanalítica en sí, las
incidencias que va a tener este cambio de formato me parece que
todavía no sé si podemos extraer rápidamente conclusiones. Yo no las
podría extraer, pero sí voy haciendo hipótesis, que muchas comparto
con Darío y con Diego en el ámbito de lo público. 
Pero bueno, esto es una primera aproximación para que pensemos
juntos y para que charlemos. Conversemos un poco, va a ser más rico
seguir con eso.

Conversación

Daniel: Bueno, gracias Ricardo. Yo me quedé pensando, y se


me ocurría preguntarles, ya que un poco la charla fue recorriendo
los puntos de la transferencia, y por otro lado, no sé si Darío, pero
sí sé que Ricardo y Diego, están haciendo lo que en alguna época
se llamaba: trabajo de campo, no sé si todavía se sostiene en estos
términos, algo que tiene que los tres trabajaron y es la cuestión
de las transferencias. En este último tiempo han llegado muchos
pedidos de tratamiento y es un interrogante cómo se va instalando
la transferencia. Yo ubicaba en Lacan, él habla en muchos lugares de
la transferencia, ubicaba a dos desde donde se lo puede pensar. Uno
en “Intervención sobre la transferencia”31, donde decía algo así como,
después de la interpretación aparece la transferencia. Y después, en
el Seminario 11”32, la transferencia está más ligada al sujeto supuesto
de saber, como que la persona que viene a pedir ayuda, a contar sus

31 Lacan, Jacques. Escritos I. Buenos Aires, Siglo XXI.


32 Lacan, Jacques. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoaná-
lisis. Buenos Aires, Paidós.

Los días quietos 149


cuitas, a contar que es lo que le pasa, ya hay algo de la transferencia
que está poniéndose en juego.
Le quería preguntar tanto a Diego, a Ricardo, también a Darío
por estas intervenciones, en especial las de campo, cómo ubican esta
cuestión de la transferencia, si la llegada y la intervención facilita algo
que se pueda empezar a recorrer, algo que se puede armar con ustedes,
si es simplemente una intervención en el momento. Inclusive cuando
Darío enfatiza tanto la cuestión de lo imaginario de la transferencia,
él lo ubicaba mucho en relación a situaciones urgentes, y en eso me
parece que probablemente se emparentan con lo que viven Diego y
Ricardo. En definitiva, cómo se manejan en esos términos. Si inclusive
se les ocurre comentar algún recorte sobre la experiencia que venían
realizando, quizás también nos permita observar un poco cómo se
van desplegando estas cuestiones. No sé Diego si querés comentar
algo de esto.

Diego: Sí, en principio en relación a esto último que mencionaba


Ricardo de la eficacia posible. Me parece que precisamente podríamos
hablar de posibilidades en relación a la eficacia a partir de poder
generar espacios para darle el lugar a la palabra. En el trabajo de
campo, me gustó esa frase, ese significante, que tiene que ver un poco
con lo que manifestaba Darío, de salir del consultorio, abandonar el
confort del diván, de meter los pies en el barro, ir allí a la casa de los
pacientes, o estar al lado de una cama, o en un patio. Lo que uno fue
escuchando allí es precisamente una diferencia en relación a todas
esas intervenciones del Estado.
Hay una diferencia, cuando uno lo único que puede ofrecer es
un espacio para poder escuchar a alguien. En el rebote, la vuelta de
eso es precisamente, algo del orden, si ustedes quieren, como de la
humanización de esos sujetos que han sido aislados obligatoriamente,
y por otra parte la puesta en relato de ese sufrimiento. Esta cuestión de

150 Los días quietos


no saber qué es lo que va a pasar, la cuestión real de la proximidad de
la muerte porque también lo que está allí en el horizonte es la muerte
y esto, digamos, es de doble vía, como decía Ricardo, tiene que ver
también con nosotros, con el personal de salud, con la posibilidad de
contagiarnos y también con los pacientes efectivamente. Entonces,
volviendo un poquito a tu pregunta Daniel, hay una vuelta en este
ofrecimiento básico de un espacio para que un sufrimiento pueda
ser dicho. Todos recordaran estas famosas escenas de los aplausos al
personal sanitario y demás, fabricados a la 9 de la noche, en fin, pero
esto se ha ido dando, que es lo que uno ha observado en su práctica
de siempre en el consultorio. Esa cuestión del alivio que genera poder
decir lo que a uno le pasa cuando esto es escuchado sin ningún tipo
de bien previo puesto allí, para ordenar el asunto.

Daniel: ¿Darío?

Darío: Interesante, coincido con lo que estás planteando Diego,


de hecho, justamente iba a rescatar esta cuestión del territorio, bueno
de campo, que aparece del lado de Daniel, que claramente me parece
que es fundamental para pensar estos tiempo y tengo entendido
que muchísimos profesionales de la salud, enfermeras, médicos,
ambulancieros, pero también colegas, psicólogos, psicólogas,
analistas que están en el campo o en el territorio como recién decías
Diego, embarrándose, sosteniendo intervenciones analíticas y la
transferencia analítica en situaciones de mucho riesgo, de contagio
de complicaciones. Me parece que entonces esto hay que de alguna
manera dignificarlo. Pero cuando yo hablaba de transferencia
trataba de sacar de esa idea más tradicional de transferencia, son
esos análisis que duran muchísimos años entonces tenemos que
suponer que hay algo del orden de la repetición. La transferencia es
en acto. La transferencia puede ser solo un pequeño acto, ni siquiera

Los días quietos 151


la transferencia necesita de la continuidad de los encuentros entre
alguien y otro. Digo, la transferencia se puede dar en un simple acto de
alguien que está ahí, en el territorio, con los pies embarrados, dándole
la posibilidad a que otro pueda desplegar algo de su padecimiento en
coordenadas de una verdad del inconsciente y un real de sus voces. Si
algo de esto se pudo poner en juego, o lo imaginario o lo simbólico o
lo real de la transferencia, estuvo ahí.

Daniel: Pensaba si lo que vos planteabas de la intimidad no


termina, aunque sea, virtualmente siendo también un trabajo de
campo.

Darío: Sí, recién decía, bueno, tantos profesionales que salen


al campo, qué ganas me da de eso. Pero tengo una enfermedad
preexistente, la verdad que si me contagio COVID efectivamente no
la cuento, por el problema pulmonar que tengo. Ahora es interesante,
porque no es que me quedo aislado de cagón, porque la verdad que
me gustaría estar en el campo, me gustaría estar en el consultorio,
me gustaría… pero efectivamente el horizonte de la muerte está muy
cerca. Para otros quizá no tanto y sea un poco más fácil transitar el
campo, y hay muchos que transitan el territorio y el campo igual con
una proximidad de la muerte muy, de alguna manera, irrevocable.
Pero a lo que me refiero es, la transferencia tiene que ver con la
posibilidad de sostener ahí, por eso decía que es interesante cuando
Ricardo justamente ubica esta cuestión, un análisis es eso que
finalmente se espera de un analista o eso que sostiene un analista.
Se trata de que alguien esté en esa posición de analista habilitando
palabra y goces y deseos, si se quiere, de una posición otra que esta
sufriente. Eso es transferencia en alguna de sus dimensiones y eso
produce un efecto. Produce un efecto que además es efectivo. Alguien
se queda pensando, alguien abrió una pregunta, aunque haya sido

152 Los días quietos


solo una intervención en el ámbito comunitario, en el territorio, una
intervención independiente, igual eso también es transferencia. Y
me parece que esto nos permite pensar, que un poco esto que decías
Daniel, finalmente también de manera remota estamos poniendo en
juego transferencia porque jugamos también nuestras cartas, creo que
están sobre la mesa las cartas, están un poco más sobre la mesa que
detrás de un diván, cómodos en un sillón en donde no nos ven. Me
parece que ahora ponemos más sobre la mesa nuestras cartas, y que
eso favorece también el análisis, sobre todo en estos tiempos

Daniel: ¿Ricardo?

Ricardo: Sí, es muy interesante situar en los territorios la


transferencia, como bien decían Diego y Darío. Pensar el territorio
es pensar un lugar y un espacio discursivo. Es decir, me parece que
el territorio está hecho de discurso, los territorios están hechos de
discursos. Ya sea una institución, un centro de salud, el consultorio,
los lugares que uno pueda pensar alrededor de los cuales uno va
transitando. Por ejemplo, las instituciones tienen mitos fundantes,
tienen representaciones sociales muy particulares a lo largo de
distintos momentos históricos y en tiempos sociopolíticos distintos,
es decir pensar esto es también poder pensar cómo ubicar el trabajo
y los dispositivos en relación a la habilitación, como dice bien Darío
por allí, de crear la condición de posibilidad de la transferencia. Ahí
donde se habilita siempre aquello que, de alguna manera, y más
en estos tiempos la posibilidad, como decía Diego, a dar lugar a la
palabra, es decir, cómo armar algún relato, cómo armar una narrativa
de lo real que este virus impone de alguna manera, porque todos
estamos expuestos naturalmente a la amenaza de ser gozados por
este virus que se nos puede inocular y nos puede hacer cualquier cosa
hasta llevarnos incluso a la muerte.

Los días quietos 153


Entonces me parece pensar la cuestión de la transferencia es
esencial, interrogarla, de qué manera se va a producir en el territorio,
ya sea en una sala de internación, ya sea en el consultorio. Ahí hay
efectos que aparecen en relación a lo transferencial de los que uno
tiene que poder dar cuenta, indudablemente porque va a ser aquello
que se produzca a partir de los lugares de enunciación, que cada uno
se ubique y esto es la distinción de que un psicoanalista, digamos, por
lo menos, esté interviniendo desde ese lugar y desde esa posibilidad,
del arte de escuchar, de armar algo, que mínimamente tenga que ver
con una narrativa, que facilite un anudamiento de lo simbólico, lo
real y también anudado a lo imaginario, haciendo posible en estos
tiempos, establecer mínimamente un punto desde el cual pivotear,
porque si no, aparece algo que observé en este tiempo, que ante la
caída de algún liderazgo o de algún semblante de liderazgo, lo que
se genera es una situación de pánico, como bien decía Freud en
“Psicología de las masas”. Lacan lo que le agrega es algo interesante.
En la conferencia de Ginebra del síntoma, él dice que es necesario
que se tome la posición del semblante, para que las cosas marchen. Él
decía “yo no soy jefe de nada, no soy jefe de ustedes, pero sí hay algo
de esta posición que debo tomar, para que las cosas marchen”, a veces
no sabemos hacia donde, pero que marchen es importante porque lo
que da es una garantía de que por lo menos algo no se va a destejer
o a disolver en este momento espantoso, como ha pasado, creo que
en todas las instituciones. Esta exigencia del otro del cuidado, al
Estado, a las direcciones, a los jefes, a todos quienes que ocupan algún
lugar de semblante de S1, y no pudieron responder al ser tomados
por el miedo al contagio, abriendo lo que Freud llamaba “la angustia
pánica”, esa que él ubicaba en relación a este modo de establecimiento
de la angustia.

154 Los días quietos


Daniel: Bueno, les hago una última pregunta para después dar
paso a los comentarios de quienes nos acompañan a través del zoom.
Les pido una respuesta breve. ¿pensaron algo que en este tiempo
haya facilitado alguna cuestión clínica? Les doy un ejemplo de mi
cosecha, en nuestra institución hay algunos papás que nos cuesta
mucho sumarlos a las entrevistas, y tener algún contacto que permita
desplegar alguna cuestión. En estos tiempos de pandemia el contacto
virtual implicó la presencia de ellos permanente en muchos de los
contactos que realizamos con los chicos, lo cual abrió toda una puerta
a poder entablar distintos diálogos con los papás e ir recorriendo cosas
que inclusive nunca habíamos recorrido, de familias que hace tiempo
que vienen. Abrió una posibilidad que antes no estaba, y que tal vez
también sea consecuencia de la necesidad de los papás de hablar por
estos tiempos que todos estamos padeciendo. ¿Hay cuestiones en su
actividad clínica que a partir de esta situación de pandemia y de estos
cambios que se produjeron abrieron cosas que ustedes consideran
que son como para seguir, que son positivas? ¿Diego?

Diego: Sí, a mí digamos en relación a, como decía Darío, las


coordenadas de época, que las tendríamos que definir, porque me
parece que ahí no es lo mismo si pensamos, por ejemplo, como
esa pequeña discusión que se suscitó entre Žižeck, Agamben,
Byung-Chul Han, si hay continuidad, si finalmente las cosas se
van a reacomodar en estas coordenadas de época en virtud del S1
del discurso del capitalista o si hay discontinuidad, posibilidad de
quiebre, surgimiento de una cartografía nueva a partir de nuevas
narraciones del territorio. No es lo mismo pensar las coordenadas de
época en función de continuidades o de discontinuidades.
Yendo a la pregunta Daniel, a mí lo que me pasó es que con
algunos tratamientos que venía sosteniendo pudimos probar ese
pasaje a los nuevos soportes, y continuar y proseguir el diálogo y

Los días quietos 155


eso me ha generado, como nuevas demandas, nuevas consultas en
donde estamos transitando de alguna manera ese tiempo. Y de alguna
manera, la participación en estos nuevos dispositivos que se fueron
generando en términos del sector público también han generado
efectos que tienen que ver con determinadas demandas que nos
van llegando y como mi formación, mi métier tiene que ver con el
psicoanálisis, uno las demandas las va escuchando.
Y otra cuestión que me parece importante en función también de
esto que mencionabas Daniel, es que no es lo mismo la prosecución de
nuestras actividades a partir del deseo que a partir de otras posiciones.
El sostenimiento de nuestra actividad cotidiana a partir del deseo
genera efectos particulares que me parece que tal vez puedan leerse
en estos términos que vos planteas de cuestiones de transferencia.

Darío: A ver, lo planteo de esta manera, si quieren, en tres


puntos y que creo que tiene que ver con esto que llamé la intimidad
transferencial. Me parece que favoreció condiciones, lo digo así,
favoreció. Este tiempo favoreció. Tuvo alguna pérdida este tiempo,
me parece que hay cierto real de la tensión de los cuerpos que se
perdió, pero voy a decir lo que favoreció. Me parece que favoreció
condiciones de realización, me han llamado pacientes nuevos que
no hubieran podido venir a mi consultorio en San Miguel por las
distancias o por lo que sea, me han llamado diciendo, bueno, ahora
que estás atendiendo de manera remota podemos empezar, y dije
bueno dale, empecemos. Y no en el sentido de cierta cuestión de
facilidad, sino porque efectivamente había un imposible o una gran
dificultad y entonces favoreció condiciones de realización, sobre
todo de consultas nuevas. Después me parece que favoreció cierta
novedad, del lado del analizante y de mi lado, se introdujeron más
variables. Esto que yo decía, de golpe una sesión la tengo en mi
dormitorio, la otra sesión la tengo en el dormitorio de los chicos, la

156 Los días quietos


otra sesión la tengo en el living. Los pacientes se empiezan a adaptar.
Otros detrás, otros decorados, otras estéticas y de golpe dicen:
“no sé y ahí esa puerta” y esto ha entrado, ha entrado al discurso.
Se introdujo la novedad, quizás se está perdiendo lo que me daba
comodidad del consultorio, que también se introducía antes y ahora
se introducen otras cuestiones y se ha introducido muchísimo, y he
utilizado muchísimo las cosas que mis pacientes me obligan a ver. Me
mostraron los cuadros detrás, ciertos utensilios que estaban ahí, una
paciente cocinaba mientras se tenía la sesión analítica, ahí claramente
intervine. Se introdujo la novedad.
Y lo tercero que iba a decir, me parece que ahí, lo que empezó
a aparecer, como una cuestión importante es, lo digo incluso con
cierta cosa medio irónica, se produjo cercanía. Yo me di cuenta que,
lo estoy pensando, que hay más cercanía en este momento, por eso
que hablo de la intimidad transferencial, que, en el consultorio, ahí
donde las cosas se sostenían más fuertemente en semblantes. Y acá
la cercanía tiene que ver con esto, recién decía un poco riéndome,
mis pacientes ya conocieron a mis hijos porque en realidad no los
puedo atar. Entran, son medio revoltosos, “papá”, interrumpen. ¿Qué
voy a hacer? Tienen 4 años y 6 años ¿Qué les voy a decir? ¿Mirá estoy
atendiendo? En algún momento de la sesión entran, casi todos mis
pacientes ya han conocido a mis hijos, han hecho comentarios sobre
ellos y de hecho no me pongo mal porque los pacientes de Freud
conocían a los hijos de Freud. Se ha generado, como una especie de
cercanía en coordenadas imaginarias que no es para nada negativa.
Todo lo contrario, me parece que relanza la transferencia. Me parece
que relanza lo imaginario de la transferencia y que eso, como esto que
decía de las novedades, como esto que decía de las condiciones de
realización, me parece que favorecen escenarios. Por supuesto hay
que sostener la escucha, neutralidad, abstinencia, deseo del analista,
semblante de objeto a, la pregunta por el sujeto supuesto saber. Hay

Los días quietos 157


que sostener nuestro quehacer como analistas, pero me parece que
en términos transferenciales se han generado algunas cuestiones
que, si las podemos tomar, son del orden de lo favorable. Recién
Diego decía, es ruptura, es continuidad, a mí me parece que es una
ruptura transitoria que no termina de ser ruptura. Me parece que el
capitalismo, que son las coordenadas de época, se va a rearmar dentro
de 3 meses, 6 meses, un año y dentro de dos años vamos a estar de
vuelta con quizás un ministerio reducido a secretaria, u hospitales sin
respiradores suficientes. Esto va a volver a suceder porque tiene que
ver con el capitalismo que no creo que se modifique suficientemente
con lo que nos está sucediendo. Creo que hay algo que se modifica
transitoriamente y que volverá a sus formas pero que, sin embargo, me
parece que nos va a permitir a los analistas si sostenemos las preguntas
y la conjetura, como decía Ricardo, me parece que nos va a permitir
pensar de otro modo el análisis que no sea en los clichés de la década
de los 80 y el 90.

Daniel: ¿Ricardo?

Ricardo: Si, está muy bueno lo que transmiten Diego y Darío en


esto. Yo pensaba qué es lo que de alguna manera nos va a enseñar este
tiempo ¿no? O sea, me parece, qué es lo que vamos a poder extraer
como enseñanza.
En principio, como decía Darío y acuerdo con él que también
en la experiencia personal ha pasado y va pasando en el consultorio
que, efectivamente, uno empieza a recibir consultas desde lugares
totalmente remotos, a tal punto que uno sabe que si hay continuidad
de esos análisis va a ser por esa vía, aun así, se abra la atención presencial,
van a ser por esa vía porque la transferencia tiene una geografía
también. Es decir, si bien eso está dado por efectos transferenciales,
como llegan los pacientes habitualmente, van a estar atravesados

158 Los días quietos


precisamente por esta modalidad, por este nuevo soporte, porque así
va a quedar, porque así van llegando los pacientes y está bien, que
esto suceda. Es parte de la novedad que antes no podían llegar como
bien dice Darío, por ahí antes no podían analizarse con Darío si no
fuera porque, claro, no podían llegar a su consultorio. Entonces en
este sentido creo que sí ha cambiado algo de esto, de esta modalidad
y de pensar la transferencia desde ese lugar.
Por otro lado, una de las cosas que vamos aprendiendo es que sí,
desde el ámbito público a mí me parece que hay que revisar y si es
posible, y yo trataría de pensar que hay cosas a la cuales no podrían
volverse. Si bien el capitalismo se va a sostener porque se va a rearmar,
con otras coordenadas, no es como dice Žižeck. Žižeck dice que va
a volver un comunismo, vamos a ser un socialismo a partir de que
el golpe al capitalismo va a ser como los cinco dedos de Kill Bill en
el cuerpo de Bill cuando hace esa maniobra de las artes marciales
mitológicas que provocan el estallido del corazón en cinco minutos.
Me parece demasiado, ¿no?

Daniel: Mira mucha televisión Žižeck, me parece…

Ricardo: Sí, era interesante lo que dijo Žižeck. Tampoco es lo


que dice Agamben, que en realidad es la invención de una pandemia,
bueno. Él lo que interroga es la función política de la utilización de
la epidemia, como el control de los cuerpos, pero me parece que
subyace en lo que dice Agamben creo yo, que no lo dice así, pero algo
que decía Maquiavelo, que gobernar también es también administrar
el miedo. Hay algo de esto que subyace en lo que interroga Agamben
también. Y son las posiciones que se fueron produciendo en marzo,
que fueron los inicios para nosotros, para Italia ya tenían avanzado
todo lo que es el nivel de contagios.

Los días quietos 159


Pero a nivel sanitario me parece que sí debería poder pensarse, y
ojalá se pueda pensar, la reformulación de muchas cosas del sistema
sanitario que son necesarias, esenciales, volver a pensar. No sé qué es
lo que va a quedar como saldo de esto, pero hay cosas efectivamente
que no sé si podemos pensar en volver a hacer, las aglomeraciones de
las salas de espera, como se tenía hasta hace muy poco, por ejemplo.
Que alguien vaya a pedir un turno a las 4 de la mañana… la verdad
que debería ser reformulado, debería ser pensado, se debería aprender
de esto una mejor calidad de accesibilidad a los sistemas sanitarios de
salud en todo el ámbito. Ojalá fuera así, no sé qué va a pasar. Tal vez
como dice Darío, por ahí a lo mejor después vuelve todo a lo mismo
y ojalá no sea así porque lo que ha revelado precisamente es que, y
leía en un artículo de Daniel Feierstein, muy bueno, que salió en “El
cohete a la luna”, que él dice que con la cuarentena no alcanza. Como
ahí él ubica que en realidad si bien Alberto Fernández hizo una muy
buena lectura de lo que sucedió reuniendo expertos y formulando a
partir de ahí las políticas a seguir, que hay algo un poco más allá que
también tiene efectos que no son solamente los que tuvo el contagio,
sino que también era importante pensar los efectos sociales subjetivos
y de las logísticas. Porque naturalmente las logísticas si bien se
implementaron, por la gran cantidad contagios particularmente
lo que hace al AMBA y que es donde nosotros, donde realizo mi
práctica, bueno Diego también lo realiza en Quilmes, yo en San
Martín, evidentemente se ven superadas las logísticas, no se da abasto,
no se da abasto para sostener todas las demandas que se produjeron,
porque han habido muchísimos contagios y que naturalmente en
lugares superpoblados como son los barrios alrededor de lo que es
el conurbano y donde por lo menos está el hospital emplazado, en
San Martín y Vicente López, con una alta densidad de población
vulnerable esto ha hecho que hayan estallado, y han entrado a poder
dar respuestas logísticas que fueron superadas realmente.

160 Los días quietos


Me parece que de esto tenemos que aprender mucho en el ámbito
privado. Ojalá que se pueda aprender para mejorar los sistemas
sanitarios desde el ámbito público, me parece que eso sería lo esperable.
Por eso digo qué es lo que podemos aprender de esto, todavía está
por trazarse, todavía está por ir trabajando, pero sí fuertemente yo
apelo a algo de lo que vos decías Daniel, y que, bueno, trabajamos
todos, de volver a instalar en el lugar esencial la transferencia como
modo de pensar las lógicas colectivas incluso, cómo pensar los
trabajos colectivos en territorio, como el trabajo colectivo mínimo
en el consultorio también. Es decir, desde esa perspectiva de pensar la
colectividad como en algún momento decía Freud, donde me parece
a mí que justamente lo individual y lo subjetivo se ubica en ese punto.
Es lo que quería decir.

Daniel: Bueno, abrimos las preguntas. ¿Ah, querías decir algo


Diego?

Diego: Sí, me estaba acordando de uno de los últimos reportajes


que le hicieron a Ricardo Rodríguez Ponte, donde él manifiesta que
precisamente de los cuatro conceptos fundamentales, el concepto
fundamental es el de la transferencia.

Daniel: Es verdad, es verdad. Muy necesaria en estos tiempos.

Los días quietos 161


21 de agosto

A mí me gusta leer. Escribir ya me gusta un poco menos.


Fundamentalmente porque no puedo escribir de la manera que
escriben los autores a los cuales leo. Escribir en este diario, sin
embargo, me gusta. Probablemente porque no tiene ninguna
exigencia literaria, digamos. Después de la charla de ayer recordé los
artículos de Agamben, ahora reunidos en un libro33 donde escribe
sobre la pandemia. Sorprende como un intelectual de esa talla
termina sosteniendo un discurso de derecha, tan poco solidario. Es
interesante como empieza en los primeros artículos con el tema del
avasallamiento de las libertades y las dudas sobre la existencia del
virus (parece Sebreli) para, con el paso del tiempo, retroceder ante
la evidencia de los infectados y los muertos. Sigue, artículo a artículo
virando nuevamente, empecinado en la cuestión de las libertades.
¿Por qué ninguna reflexión sobre la comunidad y una cuarentena que
se sostiene no solamente en el cuidado de sí (Foucault) sino también
en la idea de la solidaridad con los más débiles? Se acuerda, a las
cansadas, de señalar el nefasto recorte de presupuesto de salud en Italia,
que causó muertes, ante la falta de recursos. Negativiza, en el último
texto, el miedo, sosteniéndose (cuando no) en Heidegger, quien no
fue precisamente un valiente, y no veo porque el miedo sería un efecto
negativo. Lo sostiene como forma de dominación del Estado, pero lo
que noto es que en su análisis no señala que en nuestra actualidad las
formas de dominación no vienen necesariamente del Estado. En la
actualidad de las marchas anticuarentena, lo que observo, más que un
acto de coraje, es una acción de masa, sostenido en ideales de un puro
individualismo. Con respecto al apuro desde la filosofía por abordar

33 Agamben, Giorgio. ¿En qué punto estamos? La epidemia como política. Buenos
Aires, Adriana Hidalgo.

162 Los días quietos


nuestra actualidad, hay un artículo en la red, en la revista Crisis, que
me pareció muy apropiado y que lo escribe Alejandro Galliano:
“La filosofía sin sujeto” donde revisa cómo se cuentan estos nuevos
tiempos, señalando que, tal vez, de alguna manera, la pospandemia
ya empezó. Muchos autores ya están pensando estos nuevos tiempos.
Él toma las discusiones que hubo esta última época, comentando
sobre dos grandes autores, Agamben, que ya comenté y Žižeck. Glosa
sobre sus rápidas interpretaciones, y a partir de allí, Galliano lee que
estos filósofos piensan estos nuevos tiempos para justificar… lo que
ya habían pensado. En un reportaje Galliano dice (trascribo lo que
recuerdo): “Las interpretaciones de estos filósofos sobre estos nuevos
tiempos, es que van a dejar cambios sorprendentes e inevitables, sin
precedentes, pero a la vez lo analizan con los mismos parámetros
que establecieron en su obra de más de cuarenta años, lo cual ya
es incongruente. Estas interpretaciones entienden que, o vamos a
perder nuestras libertades por las medidas de cuarentena, o entienden
que ahora se abre un nuevo mundo de posibilidades igualitarias que
son, en definitiva, más o menos las lecturas que ya hay en la sociedad,
entonces no vienen a ofrecer nada nuevo, vienen a sistematizar lo que
ya existe. Y estos pensadores coinciden en que todo lo humano se
construye o deconstruye a partir del lenguaje. Pero (sigue Galliano)
estamos frente a un evento que no se edifica dentro de un lenguaje, al
igual que otros fenómenos como el calentamiento global, etc.”
Hasta aquí su comentario. Me parece muy pertinente la crítica en
el sentido que nuestra actualidad es un interrogante donde tal vez
tenemos que reconocernos en estas incertidumbres, vacilaciones,
intemperie, que estamos transitando.

Los días quietos 163


27 de agosto

Durante este último mes con Eduardo Maidana (quien, como


ya mencioné, es secretario den AIPESA, Asociación de Institutos
Educativos Privados Especiales Argentinos, agrupación de
instituciones que atienden personas con discapacidad y a la cual
pertenecemos desde hace al menos veinticinco años, compañeros de
ruta en toda esta cuestión de luchar por los derechos de las personas
con discapacidad en todo el país, entre las que se encuentran los
niños con trastornos graves que atendemos en nuestra institución)
se nos ocurrió organizar una jornada federal junto con APRIDIS
(Asociación Provincial de Instituciones para Personas con
Discapacidad). La titulamos “Conversatorio federal en tiempos de
pandemia”, donde realizamos una experiencia (inédita, al menos para
mí) de armar todo de manera remota, un encuentro donde podamos
hablar entre instituciones de distintos lugares del país, sobre estos
nuevos tiempos. La propuesta era exponer dos breves trabajos, uno
por AIPESA (presento yo) y otro por APRIDIS, que hagan las
veces de disparadores de la jornada. Hubo cerca de cuatrocientos
participantes, fue muy sorprendente. Lo que sigue es el breve trabajo
que presenté.

164 Los días quietos


Conversatorio federal. “En tiempos de pandemia”

Daniel Belgareto. Terapéutica Asistencia Sostén


Buenas tardes, gracias a todas y todos por participar. Saludamos
con gran alegría la iniciativa de poder realizar este encuentro en
medio de una situación inédita y que nos atraviesa a todos de una
manera traumática. Esta es una cuestión a tener en cuenta en relación
a cómo fuimos delineando nuestra tarea en nuestras instituciones, que
sin duda tuvimos que reinventar. Esta situación que es contingente y
transitoria, no lo olvidemos, dejará, seguramente, en el mejor de los
casos, su huella, y tal vez alguna cicatriz.
Nuestra institución es: Espacio de Vida, que se fundó hace
más de treinta años y funciona en la localidad de San Miguel, en
el segundo cordón del conurbano, y en la cual trabajamos en tres
dispositivos: Centro Educativo Terapéutico, Estimulación Temprana
y Consultorios Externos. Recién decía que todos estamos afectados
por esta circunstancia y en mi caso, una forma de recorrer esto es a
través de la escritura de un diario “clínico”, para llamarlo de alguna
manera, donde trato de contar, y contarme, casi cotidianamente las
distintas vicisitudes que han ido ocurriendo en estos tiempos de
pandemia. Esto me sirve para tratar de relatar brevemente como
fuimos y vamos realizando nuestra tarea, en relación a la propuesta
de nuestro título.
Si puedo hacer una narración lineal, nos encontramos, en un
principio, en un momento de encrucijada. Una situación compleja,
angustiante, fundamentalmente por las noticias casi apocalípticas
que nos llegaban del exterior con respecto al virus, y más al ver
los primeros contagios que se fueron dando en nuestro país, y que
finalmente llevaron a que se iniciaran las primeras medidas de
distanciamiento social, que se conocen como “cuarentena”.

Los días quietos 165


Esta nueva circunstancia nos indicó la necesidad de un cambio
radical en nuestros abordajes. Comenzamos a pensar en que la
continuidad se iba a dar a través de las distintas plataformas virtuales
disponibles, la cuestión era ¿cómo conservar lo más posible la
modalidad de los tratamientos presenciales en esta nueva forma de
encuentro? Teníamos la referencia de tratamientos remotos que
se vienen realizando desde hace ya unos cuantos años por parte de
psicoanalistas y psicólogos (desconozco si se hacen otras disciplinas)
con mucha eficacia, la cuestión es que en su mayoría se realizan
con pacientes adultos y neuróticos. ¿Cómo trabajar con niños y
adolescentes con trastornos graves? ¿Cómo hacerlo en grupo?
Preguntas que todavía estamos respondiendo…
Pero volviendo a los “hechos” en el caso de nuestra institución ya
el 20 de marzo hicimos una primera entrega de alimentos, armando
un dispositivo de asistencia alimentaria que funciona hasta hoy.
Comenzamos entonces con esta cuestión más asistencial y, a la vez, a
imaginar una forma de abordaje. En nuestra institución contamos con
un taller de cine, que lo coordina un director de cine quien también
maneja lo que es lo audiovisual en nuestra institución que trasciende
el taller, y esto nos facilitó bastante la tarea en lo que hace al soporte
técnico necesario, algo fundamental. De él rescato una frase que
decía ante el desasosiego cotidiano “esto puede ser una oportunidad”.
Comenzamos entonces a trabajar con el equipo los contenidos
y junto con Iván Vásquez los modos del acercamiento virtual a los
niños y sus familias. La cuestión no fue fácil, y considero que no está
cerrada, fundamentalmente por las contingencias que día a día van
cambiando con respecto a lo que es posible o no hacer, teniendo a
la pandemia y su posibilidad de contagio como eje de movimiento.
No fueron fáciles los primeros momentos, desde los problemas para
poder conectarnos entre nosotros, al poco manejo de la tecnología,
a la catastrófica situación económica que vienen arrastrando nuestras

166 Los días quietos


instituciones que nos dejaban al borde de la parálisis. El denodado
trabajo de nuestros representantes, más el apoyo que logramos
en el medio social a través de las redes, nos permitió ir logrando
mantenernos a flote, que no es más que eso, pero por ahora nos
sostiene. Durante ese tiempo pudimos ir armando distintos modos
de trabajo que podemos enumerar de la siguiente manera:
Llamadas del área de Familia y de Trabajo Social a cada familia
como mínimo una vez por mes. De acuerdo a cada situación se
realizan todos los llamados e intervenciones necesarias, funcionando
estas áreas como referentes para las familias donde recurrir ante sus
dificultades desde clínicas a asistenciales y burocráticas
Área de psicología llama a cada paciente una vez por semana, en
general habla con algún integrante de la familia, en bastantes casos
se realiza la comunicación con el niño, las mismas se concretan a
través de videollamadas, videos personalizados de actividades etc. En
algunas ocasiones se suma la llamada de terapeutas de otras áreas.
Se realizan videos de cada área y por talleres que se envían de manera
diaria para cada paciente, en el marco de los grupos de referencia
cotidianos cuando se da la atención presencial. Las plataformas de
envío son WhatsApp y Classroom.
Se realizan videos para fechas patrias, o para ocasiones especiales.
Se realizan talleres virtuales en vivo por grupos y por áreas (Taller
de cocina, de Educación física, etc.).
Se realizan encuentros virtuales sin ninguna actividad de
referencia, solo para hablar de lo que va surgiendo espontáneamente.
Entiéndase que este es un punto de llegada de múltiples reuniones
que incluyeron discusiones, algún enojo, pero en donde, finalmente
se lograba un consenso necesario para llevar esta cuestión adelante.
Vale la pena señalar que se conservó el espacio de supervisión externa
durante todo este tiempo, y que fue importante no solo por el trabajo
con algún caso puntual, sino porque también nos sirvió como espacio

Los días quietos 167


de discusión de distintas estrategias y para evaluar la eficacia de estos
dispositivos de atención junto con una escucha externa que nos
permitía ordenarnos y avanzar.
Los principales problemas con los que nos encontramos a partir
del trabajo virtual y de la situación general son:
Dificultades de conexión de las familias. En algunos casos no
tenían ni siquiera un celular, o solo un celular por familia, o una nula
conexión a la red. Aquí avanzamos solo por teléfono de línea, con la
conexión a la red o el dispositivo de alguna persona cercana, familiar
o vecino, o el contacto a través de algún transportista entregando
material impreso.
Dificultades en el trabajo virtual en grupos debido a la
imposibilidad de las familias a sumarse a plataformas como zoom,
por problemas en el acceso a la tecnología. Intentamos asesorarlos en
este aspecto.
Graves dificultades de algunas familias con respecto a sus
necesidades básicas, alimentación y medicación. En estos casos el
área de trabajo social, junto con el dispositivo de familias, trabajó
para subsanar estas cuestiones, consiguiendo la comida necesaria y
la medicación indicada, conteniendo y acompañando, en algunos
casos, casi diariamente a algunas familias. Consideramos que la ayuda
del Estado no fue suficiente en muchos casos y nuestras instituciones
cumplieron y cumplen un rol fundamental ante estos problemas.
Algunas situaciones críticas de algunos pacientes y sus familias
como consecuencia del aislamiento. Allí trabajamos acompañando
y escuchando de manera virtual, en algunos casos casi diariamente,
que incluyeron la intervención de la psiquiatra del equipo con
indicaciones medicamentosas, hasta lograr la compensación de
la situación. Es importante señalar que varios de nuestros niños
quedaron sin atención psiquiátrica por imposibilidad de conexión

168 Los días quietos


con los profesionales que los seguían de manera presencial. Allí la
psiquiatra de nuestro equipo se hizo cargo.
Algunas familias en aislamiento por haberse contagiado de
COVID. Allí también acompañábamos a través de la escucha,
con indicaciones médicas y seguimiento, tratando de atemperar el
sufrimiento psíquico y social que esta situación conlleva.
Familias con las cuales no pudimos sostener una comunicación
fluida, debido que la atención remota es muy perturbadora en
algunos niños. Tratamos de sostener un espacio al que saben que
pueden recurrir.
¿Qué cosas sí están funcionando, e inclusive, han abierto nuevas
perspectivas en la terapia?
En el dispositivo de consultorio la mayoría de los casos son
atendidos casi con la misma frecuencia que de manera presencial en
las distintas áreas con una buena eficacia.
En el dispositivo de estimulación temprana se sostiene la atención
con la misma frecuencia que en presencial y en todas las áreas,
lográndose un trabajo fluido en la mayoría de los casos.
En el dispositivo de CET lo que más funciona es el trabajo
individual y el envío de videos de actividades, y cuando logramos
trabajar de manera grupal se observa intensa participación de los
concurrentes, y que se convierte en un momento esperado a lo largo
del tiempo.
Una respuesta general de agradecimiento por parte de las familias,
inclusive las que más nos cuesta contactar. Pensamos que es una
respuesta transferencial positiva que facilita nuestra tarea clínica
La participación virtual de los pacientes hace necesaria la
compañía de los familiares, lo cual implicó: desde la consistencia de
una transferencia, en el caso de algunos padres que en lo presencial no
participaban, a trabajar en un aquí y ahora en el hogar, inclusive en
medio de situaciones conflictivas o críticas.

Los días quietos 169


El establecimiento de relaciones transferenciales con terapeutas
de distintas áreas que en el trabajo presencial tenían poco contacto
con familiares y que en la actualidad del tratamiento virtual realizan
intervenciones de una eficacia positiva, en especial con respecto a la
conflictiva que se da cotidianamente en la situación de pandemia.
Durante los tiempos de pandemia se han iniciado algunos
tratamientos de manera virtual en los distintos dispositivos, lo cual es
una nueva experiencia y, en principio, parecen estar funcionando con
bastante eficacia.
En lo institucional nos abre la posibilidad de mayor participación
en los encuentros de equipo ya que las distancias se acortan de manera
virtual. Tal vez esto nos quede para el funcionamiento futuro.
Ya para ir terminando, quiero enfatizar la palabra sostén de
nuestro título, palabra que es, en realidad, un concepto de ese gran
psicoanalista que fue Winnicott. Es un concepto amplio y complejo
del cual solo recorto su aspecto más clínico, en el cual el psicoanalista
británico propone al sostén como las condiciones necesarias que se
crean, ya ni siquiera para curar a alguien, si no, y en los casos más
graves, para permitirles existir en la vida, en tanto en ese espacio
clínico ocurren diversas situaciones vitales. Podemos pensarlo,
incluso, en algunos casos donde se produce un impasse “concreto” del
tratamiento, ya que la posibilidad de que nuestros concurrentes sepan
que estamos ahí para ellos tiene un lugar no solo en la transferencia,
sino que también puede ser un acto clínico que les permita una
continuidad en una situación tan compleja como la que estamos
viviendo.
¿Son la asistencia y el sostén lo mismo? No lo sé, seguramente
algún área donde la cuestión de la asistencia está más trabajada podrá
dar cuenta de la cuestión. Tal vez de alguna manera se tocan, y es
nuestra experiencia actual que en estos momentos es una condición

170 Los días quietos


necesaria de nuestra tarea institucional, donde la distancia de los
cuerpos produce un padecimiento tan profundo.
Quizás, como también señala Winnicott “Una intervención
correcta y oportuna es una especie de contacto físico”
Ojalá. Gracias

Los días quietos 171


28 de agosto

Fue muy importante la jornada de ayer. Noté una gran


coincidencia en el trabajo en los distintos distritos que participaron
del encuentro, para todos implicó un cambio muy profundo de los
abordajes institucionales, todos nos estamos adaptando a las nuevas
tecnologías y encontrándonos con similares problemas con respecto
a las limitaciones que tienen las familias en el manejo de las mismas,
y también la precariedad de las conexiones en los hogares. A esto se
suma que muchas familias no poseen dispositivos para conectarse.
Veo también una gran coincidencia en la mirada sobre la situación
social que esta pandemia profundiza y que, frente a esta circunstancia,
nuestras instituciones están cumpliendo una importante función
social, tanto de asistencia como de contención. La población de
Espacio de Vida está especialmente afectada en lo que hace sus
necesidades básicas y la provisión de la medicación necesaria que
necesitan algunos de nuestros concurrentes. Es importante que
nuestras instituciones sostengan los lazos sociales en esta situación
de emergencia. En la conversación apareció que en todos los
equipos estamos debatiendo cuál es la mejor manera de abordar esta
situación inédita. Esto me pareció particularmente importante, a
raíz de las distintas visiones que se dan en nuestro equipo, tratarlas,
conversarlas, es la mejor manera de ir encontrando formas eficaces de
atención. Debatimos cómo abordar a las familias que tienen muchas
resistencias para este tipo de abordajes, más allá de la tecnología.
La conclusión fue que no hay una manera general de abordar esta
dificultad, sino que es en “cada caso”. Otro aspecto importante son
las angustias que padecemos los profesionales en estos momentos,
por este vértigo cotidiano que se da en nuestra tarea. Pienso que
actividades como esta, permiten cierta elaboración de esta cuestión,
aunque considero que no alcanza y debemos seguir pensando formas

172 Los días quietos


para “cuidar a los que cuidan”. Creo que en general las experiencias
son positivas en tanto se han podido sostener las distintas actividades
que realizan nuestras instituciones (talleres, espacios individuales de
atención, etc.).
Como conclusión, creo que estos momentos están dejando un
profundo efecto en cada uno de nosotros. Hay un quiebre de la vida
social, lo sentí más al principio del ASPO, un momento de gran
confusión en que poco a poco, y por lo que vi ayer, todos fuimos
procurando sostenernos, para poder acompañar a nuestros equipos
y nuestros concurrentes, pero sabemos también que estos momentos
dejarán una marca indeleble, más allá que hay, aún, un largo camino a
recorrer en estos tiempos de pandemia.

Los días quietos 173


7 de septiembre

A esta altura de la pandemia lo más difícil es sostenernos en una


lógica de funcionamiento que nos parezca razonable. Quiero decir,
lograr un acompañamiento posible de todos los concurrentes y sus
familias, a través de un dispositivo más organizado. En consultorio,
estimulación temprana y en jornada reducida, funciona bastante
aceitadamente. Me refiero a sesiones que se van dando a lo largo
del tiempo y una continuidad que, entiendo, permite establecer
un recorrido donde logramos un ida y vuelta con las familias más
frecuentes. En el caso del CET es lo que observo como más dificultoso.
Le quiero dar más énfasis al contacto virtual, pero con algunos chicos
es difícil sostener el encuentro. Sí recibimos respuestas de la mayoría
de las familias sobre los videos, pero pensamos que como esto va
para largo, tenemos que encontrar una forma de contacto donde el
ida y vuelta sea posible con mayor frecuencia. Hace un rato uno de
los terapeutas me contó de dos familias más que están contagiadas,
iniciando la cuarentena. Alguno de los padres se contagió en el trabajo
y toda la familia se puso en cuarentena. Quedamos en seguirlos para
ver cómo evolucionan. Por mi parte estoy tratando de sobrellevar
día a día esta situación. Me refiero a algunos síntomas, en especial el
insomnio que por momentos se vuelve bastante perturbador.

174 Los días quietos


8 de septiembre

Acá en San Miguel abren cada vez más actividades, gimnasios,


canchas de futbol, natatorios. Es increíble… esto es una muestra de
que la cuarentena ha quedado bastante devaluada para “la gente”. Por
mi parte sigo con mi rutina de cuidados. No me parece el momento
de abandonar el ASPO, ya que ninguna de las variables indica una
mejora en los índices de contagios. Es entendible también que la
gente tome riesgos, en especial con respecto a las posibilidades de
sobrevivir a la debacle económica que, junto con las políticas de los
últimos cuatro años, ha dejado a mucha de nuestra población en una
situación límite.

Los días quietos 175


9 de septiembre

Ayer estaba hablando con una de las secretarias, que hace un


tiempo que se quiere comunicar con la madre de S por unos trámites
administrativos, y no puede ubicarla. Me decía también que, a fines
de julio, cuando habló con ella la última vez, esta señora estaba medio
ofuscada porque le decía que a S no le servía la atención virtual, algo
que conversaba con Marisol y que fue motivo de la supervisión de
principios de agosto. Por otro lado, Liliana, quien se ocupa de enviar
los videos a los concurrentes, me decía que desde aproximadamente
el 21/8 no veía los videos. Hablé con Eduardo porque pensé que su
falta de respuesta (de la madre de S) podía tener que ver con esta
disconformidad y tal vez si llamaba alguien del equipo directivo le
podría servir, ya que esta madre estaba bastante desbordada. Eduardo
me dice “¿No le habrá pasado algo?”, es cierto, dije… así que nos
pusimos a indagar alguna forma de conectarnos más allá del teléfono
que no contestaba. Encontramos un teléfono del padre y finalmente
Marisol se pudo conectar. El padre le contó que la madre de S estaba
internada hacía más de una semana con COVID-19 y estaba muy
grave. Marisol nos comentó esto ayer y quedé bastante impactado.
Hablaba con Eduardo, cómo funciona negación, lo primero que pensé
fue este tema del enojo de la madre. Dejé fuera del radar la pandemia,
algo que está todo el tiempo acechándonos. Hoy al mediodía Marisol
manda el mensaje que el padre de S le escribió avisándole que la madre
había muerto. Quedamos knock out…
Llamé a Marisol y me contó que el padre le relató que él trabaja en
un laboratorio y fue el primero que se contagió, luego el resto de la
familia, S también, su hermano y su mamá. Los tres lo pasaron como
un resfrío fuerte, pero la madre, que era diabética, comenzó con
problemas respiratorios y hace unos diez días la internaron en el sur
del conurbano, ya que en su zona no había camas. Se fue agravando

176 Los días quietos


hasta que el día martes por la noche le avisaron de su muerte. No
podía visitarla debido al protocolo de COVID. Realmente es una
situación muy triste. El final de esta madre, su último tiempo, estos
meses de pandemia fueron muy complicados.
El padre nos dijo que necesitaba unos días para acomodarse,
y que luego se iba a conectar para que lo acompañemos en lo que
hace a S. Sí nos contó que se lo comunicaron a S esta mañana, pero
en principio parece no verse afectada. Piensa, el papá, que con los
días ira notándolo, aunque nos contó que el sábado anterior estuvo
llorando como media hora sin parar, sin ninguna razón aparente, lo
cual lo atribuye a la ausencia de la mamá. Hay un registro de lo que
pasa, entonces.

Los días quietos 177


14 de septiembre

Hoy una de las psicólogas del equipo de CET y de Estimulación


Temprana nos contó que estaba esperando que le vinieran a hacer el
hisopado, ya que estaba con síntomas, los clásicos: falta de olfato, de
gusto, y fiebre. El marido también está con estos síntomas y su hija por
ahora no. Nos contaba que fueron muy estrictos con el aislamiento,
casi no salieron de la casa. Ella salió solo a realizar un trámite bancario
donde tuvo que esperar un buen rato que la atendieran. Supone
que pudo ser ahí el contagio, realmente es difícil saberlo. Estaba
obviamente muy angustiada. Liliana estuvo hablando bastante con
ella y el resto del equipo de Estimulación Temprana también, ya
que lo comunicó en la reunión del área que se hizo esta mañana. Le
indicó, Lili, que saliera de la reunión, pero ella pidió participar ya que
le hacía bien mantenerse activa. Tremendo… fue a la misma sucursal
bancaria donde yo opero…. Miedo… Voy al cajero de esa sucursal, me
tiro litros de alcohol cuando salgo, en fin…

17 de septiembre

Hoy realizamos nuestro segundo encuentro virtual, a la manera de


una jornada que se titula “Niños y adolescentes con autismo y psicosis
en pandemia”.

178 Los días quietos


Clínica institucional en pandemia de niños y adolescentes
con autismo y psicosis

(Las presentaciones y la conversación posterior son desgrabaciones


revisadas por los expositores)

Daniel Belgareto. Introducción


Bienvenidos a todas y todos, mi nombre es Daniel Belgareto, soy
parte del equipo directivo de Espacio de Vida, y en la continuidad
de las actividades que estamos realizando como reflexión de
nuestra actividad clínica durante la pandemia, en esta, la segunda
que concretamos, trabajaremos con nuestros invitados el abordaje
que venimos realizando institucionalmente con los niños, jóvenes
y adolescentes que concurren a nuestras instituciones, dentro de
las condiciones que nos permita el ASPO. En especial con los
concurrentes con el diagnóstico de autismo, psicosis en la infancia,
debilidad mental. Para esta ocasión tenemos tres invitados que nos
van a acompañar. El primero es Gustavo Lerner, que es también
miembro del equipo directivo de Espacio de Vida, es psicoanalista.
Pablo Igol, que es también director de un centro educativo terapéutico
localizado en CABA que se llama CETre y también es docente de la
UBA y Ricardo Seijas, que es miembro del equipo De La Cigarra, es
ex coordinador del Hospital de Día de Adultos Del Centro N1.
Un poco la idea que tenemos es que, aquí, nuestros amigos vayan
exponiendo en el orden que ustedes pueden ver en la placa. Las
exposiciones no van a ser muy largas, van a contar un poco de sus
experiencias y de las actividades que están realizando, las dificultades
con las que se van encontrando y cómo las van abordando.
Posteriormente a eso haré alguna pregunta, algún comentario, y
mientras tanto les propongo que los que tengan ganas de preguntar,
de comentar, de decir algo, se vayan anotando en el chat y una vez

Los días quietos 179


que están terminadas las exposiciones quienes quieran hacer algún
comentario o alguna pregunta puedan hacerlo y comencemos a
conversar. El orden va a ser un poco el que se va a establecer a medida
que ustedes se vayan anotando en el chat para hacer alguna preguntar
o algún cometario y bueno, les propongo que empecemos. Te
propongo Gustavo si podés empezar, te escuchamos.

Gustavo Lerner
Buenas noches, gracias por estar acá, por compartir con nosotros
esta nueva actividad. Me toca hoy a mí contarles algunas experiencias
que venimos teniendo para enriquecer el diálogo que se viene dando
durante este tiempo.
No hay duda alguna que estamos en un periodo fundacional y en
Espacio de Vida, particularmente, estamos asistiendo a una suerte
de segunda fundación. Es una segunda fundación que tiene una
peculiaridad que quisiera resaltar, y es que está firmemente asentada
en la primera, es decir, no habría esta segunda sino hubiera habido
una primera.
Yo tengo el impulso de ir con mi pensamiento hacia atrás y me
gustaría contarles alguna cosa que tiene que ver con la primera
fundación porque me parece que fundamenta esta que estamos
viviendo.
Brevemente, es una fundación que transcurrió en un lapso de
tiempo de aproximadamente un año, entre principios de 1985 y
1986, hace ya mucho tiempo, en que un grupo de jóvenes, la mayoría
de nosotros éramos todavía estudiantes; estábamos imbuidos en el
espíritu de cierta euforia de esa época; la vuelta de la democracia estaba
ahí al alcance de la mano.  Y empezamos a pensar y a embarcarnos
en un sueño compartido: El de poder moldear una institución que
pudiera alojar a niños y a jóvenes adolescentes con trastornos graves

180 Los días quietos


en su subjetividad, pero hacerlo conforme a una ética que los reafirme
en su lugar de sujetos. Nosotros veníamos (la mayoría de nosotros),
de tener algunas experiencias en instituciones en esa época que eran,
digamos, por decirlo de algún modo, funcionaban con bastante
improvisación y a pesar del fervor que teníamos nos sentíamos
bastante desamparados, sin muchas referencias, sin mucha gente con
quien dialogar. Entonces a veces nuestra angustia tenía que ver con que
dudábamos realmente si lo que estábamos haciendo era beneficioso
para los chicos, aunque teníamos una confusa certidumbre de que
estar cerca de ellos era algo bueno. 
De ese modo, empezó a aparecer una suerte de sistematización,
nos empezamos a juntar, en lo que llamábamos presuntuosamente “las
reuniones de los miércoles”, después de la facultad en la casa de Carlos
López Echague. Nos juntábamos a conversar, leíamos textos de esos
clásicos en relación a la psicosis y al autismo. Invitábamos a gente que
pudiera transmitirnos su experiencia. De esa manera empezamos a
armar un proyecto, a escribirlo, y fue así que, para febrero del año
86, es decir, hace ya 34 años, van a ser 35 el año que viene, en una
quinta en la localidad de José C. Paz abrimos nuestras entusiastas,
pero inexpertas puertas, dispuestos a recibir a quienes eligieran ser
acompañados por nosotros.
Bueno, en ese lugar estuvimos 3 años. Ustedes recuerdan que para
el año 89, hiperinflación mediante y con algunas discusiones internas
que tenían que ver con las dificultades que se nos iban presentando
en el trabajo, dejamos ese lugar y nos vinimos acá, el lugar en el que
Daniel y yo estamos en este momento, en San Miguel, en la calle
Urquiza, que era una vieja casa chorizo, bastante desvencijada, a la
que fuimos acomodando y remodelando para convertirla en un lugar
confortable y cómodo en donde nosotros trabajamos desde el año 89
hasta ahora. 

Los días quietos 181


Esta mudanza y esta reafirmación de lo que fue el grupo fundador
provocó una especie de maduración, una primera maduración, en lo
que fue el proyecto de Espacio y lo que fue, de alguna manera, pensar
la lógica del dispositivo de Espacio de Vida. Bueno, no abundo más
con esto. Haciendo un salto en el tiempo me voy a referir a lo que se
me ocurrió llamar la segunda fundación.
No digo nada nuevo para ustedes si digo que lo que está sucediendo
en este momento, en estos seis meses, desde el lunes 16 de marzo,
la pandemia y la cuarentena nos obligó a replegarnos, a quedarnos
en casa. Tuvimos que repensar una forma nueva, inédita de trabajo
y que en realidad demandó una transformación enorme de nuestros
dispositivos de trabajo, pero con una característica que quisiera
señalar. Esto, que nosotros llamamos un rediseño de los dispositivos.
Espacio tiene básicamente tres dispositivos de trabajo clínico que
son el Centro Educativo Terapéutico, el dispositivo de Estimulación
Temprana, y el de Consultorios Externos. Ahora bien, yo pensé en
la palabra rediseño porque no me parece que estemos inventando
nada, no me parece que lo que estamos haciendo esté en el orden de
la invención. 
Ahora, este rediseño tuvo obviamente que apelar a metodologías
novedosas desde el punto de vista tecnológico. Bueno, lo que todos
sabemos, la página web, YouTube, WhatsApp, plataforma virtual
Classroom, Zoom, Meet, etc. Bueno las cosas que algunos de nosotros
desconocíamos o usábamos con fines distintos, como una suerte de
no sé, yo hacía llamadas de video de WhatsApp como una suerte de
divertimento, por así decirlo. Y lo que pasó fue que, al principio, los
primeros días estábamos un poco desconcertados. No solamente
porque nos veíamos obligados a dejar de recibir a los chicos acá, a
dejar de recibir a las familias, a la gente que circula en Espacio (en
Espacio circulaba mucha gente). Sino que aparte empezamos a
formulamos algunos interrogantes en relación a la posibilidad o

182 Los días quietos


la eficacia de intervenir con estos métodos virtuales o remotos en
relación a los pacientes que nosotros vemos acá, que son pacientes en
general con una gran desorganización psíquica, con dificultades en
su subjetivación y sobre todo muchos problemas para establecer lazos
sociales más o menos estables. El dispositivo de Centro Educativo
Terapéutico, es un dispositivo básicamente grupal. Se acompaña
entre diversos espacios individuales, pero es un dispositivo que hace
mucho hincapié en lo grupal y en los talleres.
Entonces nos preguntábamos sobre todo acerca del efecto de la
virtualidad de la imagen en estos sujetos con graves trastornos en la
constitución de su esquema corporal, por decirlo de algún modo. De
todas maneras, tuvimos que hacerlo, Espacio está inmersa en una red,
en una legalidad, en una normativa. Está en un sistema que también
nos pidió que nos organizáramos de ese modo, y aquí quiero señalar
que fuimos acompañados por todo el equipo profesional, por los
auxiliares, por la gente de administración, de mantenimiento. Todos
nos pusimos a trabajar tratando de conocer estas nuevas modalidades.
Tuvimos, afortunadamente, un soporte técnico muy importante en
Iván, eso es bueno reconocerlo, que nos puso al tanto y de alguna
manera nos capacitó para usar estos dispositivos, y yo creo que en
cuestión de pocos días empezamos a trabajar de lleno en este nuevo
espacio virtual.
Pero como les decía antes, y quiero remarcar nuevamente, este
rediseño se asentó sobre bases ya establecidas, que tienen que ver con
muchos años de pensar una lógica de funcionamiento del dispositivo
de Espacio de Vida. Y en algunos principios que yo quisiera resumir,
a mí se me ocurrieron ocho, los voy a leer para que quede lo más claro
posible. Primero sería la transferencia como instrumento privilegiado
de la dirección de la cura. El segundo, el estatuto del sujeto como
pivote fundamental de la práctica. El tercero sería la apuesta por
el deseo como motor de toda subjetivación posible. Cuarto, la

Los días quietos 183


singularidad de cada uno de los sujetos a los que asistimos.  Cinco,
la escucha como elemento privilegiado del trabajo. Sexto, las
familias como interlocutores necesarios. Séptimo, el trabajo en
equipo como modo necesario de acercamiento a estos padeceres. Y
octavo, el sostenimiento de los espacios de reflexión, intercambio y
supervisión como condición necesaria para poder leer los efectos de
las intervenciones virtuales.
El otro día revisando el Google Drive, donde están todas
las historias clínicas virtuales y todos los espacios de reflexión y
supervisiones, caí en la cuenta que la cantidad de material que se
acumuló en estos seis meses es equivalente al que se pudo haber
acumulado, me parece a mí, en los anteriores cinco años. La cantidad
de reuniones, de supervisiones, de reuniones de área, de intercambio
entre nosotros, de preguntarnos qué estamos haciendo, cómo lo
estamos haciendo. Una cantidad impresionante de material. 
Entonces, a la vez que el rediseño está respetando estos principios
generales también se inserta en lo que yo llamaba la lógica del
funcionamiento institucional, que es el fruto del trabajo de muchos
años y que más de alguno de ustedes nos habrá escuchado hablar de
esto. Nosotros pensamos la institución como un marco, como un
marco con ciertas peculiaridades, es un marco agujereado, es decir,
que a la vez que contiene, permite el discurrir de distintos modos
discursivos, de saberes, de conceptos, de prejuicios, que deja escapar
algunas cosas y contiene otras. Y a la vez es un marco que debe estar
construido de un elemento flexible, es decir, que puede ser torsionado,
y vuelto a su lugar, una y otra vez. Este modelo que tiene sus años,
que lo pensamos en principio cuando Espacio cumplió 10 años, en
su primera versión, en un trabajo que presentamos con Liliana en esa
ocasión, a nosotros nos ha resultado útil para dar cuenta de nuestra
práctica en la institución. 

184 Los días quietos


Bueno, dicho esto vuelvo a ciertas condiciones que entraron en
este momento y que creo que deben ser compartidas por los colegas
que nos están escuchando y es que necesariamente esta virtualidad,
estos nuevos modos, modificaron los encuadres y por qué bueno,
literalmente lo que estamos haciendo es entrar en la casa de los chicos,
con lo cual, de esto se desprende que tiene que haber alguien que nos
abra esa puerta, que nos muestre de un modo real y no ya discursivo,
ese lugar donde ellos están y nosotros entramos. Esto nos pasa
también entre nosotros mismos o cuando hacemos una videollamada,
un zoom con algún paciente también lo hacemos desde nuestra casa,
cuando hablamos entre nosotros. Es decir, hay un marco de intimidad
que marca un encuadre nuevo y que es necesario que alguien permita
que se encuadre se arme. A nosotros nos ha pasado que muchas
familias nos han permitido ingresar y otras no han podido. Cosa que,
pensándolo un poquito era bastante esperable que sucediera.
Bueno, para graficar esto, para hablar un poco de esto que tiene
que ver con este encuadre y con esta apertura me gustaría contarles
una pequeña viñeta clínica. Se trata de un joven y su familia con el
que venimos trabajando hace muchos años. En un tiempo ya hemos
presentado su caso. Siempre lo presentamos pensado como un caso
de autismo parlante y lo llamamos así a propósito de la modalidad,
en que el lenguaje se le presentaba a este chico, en ese momento
jovencito, ahora ya es un muchacho. Era un lenguaje que justamente,
él aparecía como un parlante que se encendía y transmitía voces,
frases, palabras, que generalmente escuchaba en la televisión, mientras
corría insistentemente hablaba de, en su época, Héctor Larrea o
algunos otros que veía y escuchaba en la televisión. El cuadro aparte
se acompañaba de algunas fobias un poco peculiares, a las plantas, a lo
agujeros y algunas otras. Tenía, además una muy complicada relación
con las rutinas, una marcada dificultad para tolerar alguna variación
en su rutina, ese es un rasgo que persiste, pero en forma más atenuada,

Los días quietos 185


y una producción gráfica que reflejaba una constitución corporal muy
desmembrada.
Con el curso del tiempo y el trabajo que se ha hecho en Espacio en
los diversos talleres, en espacios individuales y familiares, ha habido
un cambio ostensible en este muchacho, sobre todo en lo que hace
a la modalidad del lenguaje. Este lenguaje que le era ajeno, él era
hablado por ese televisor o esa radio que se encendía. Él ha podido
apoderarse, apropiarse de parte de ese lenguaje, y hace tiempo que
es posible establecer breves diálogos con él. Muchos de nosotros
podemos hacerlo.
Bien, sobreviene la cuarentena y quiero contarles algunas cosas
que están pasando ahora, con este muchacho. Juntamente con la
licenciada Natalia Godoy y yo decidimos hacernos cargo de mantener
un contacto individual con este muchacho y con su familia. Yo hablo
más con la familia, pero también él participa. Yo elegí para hacerlo la
modalidad de video llamadas de WhatsApp, las hago regularmente
todas las semanas y hago esta secuencia: un día antes, mandó un
mensaje de audio a la familia anunciando los horarios posibles en
los que los puedo llamar y ellos me dan el ok o no y acordamos el
horario de la llamada, a mí me parecía muy importante anticipar esta
intervención.
Bueno, efectivamente comienzan las videollamadas y aquí hay
un primer dato a considerar, una primera cuestión que nos llama la
atención y tiene que ver con el lugar del padre. En todos estos años
el padre tenía hacia la institución, hacia mí particularmente como
representante de la institución en relación a la familia, una actitud
francamente hostil. Un cuadro con algunos rasgos de celotipia, eso
muchas veces había dificultado la posibilidad de llevar adelante las
entrevistas familiares, las podíamos hacer, pero cada tanto aparecía
esta cuestión de bastante hostilidad en relación a mi persona. A
partir de qué comienzo a hacer las videollamadas la actitud del

186 Los días quietos


padre cambia rotundamente, es una persona amigable, muy amable,
dispuesto a acompañar a su hijo. Hay algunas circunstancias que yo
pensé que pudieron haber ayudado. Hace poco se jubiló, me parece
que la virtualidad le aseguro algo, lo tranquilizó en relación a mí y
entonces, se nota claramente la disposición que tiene de acompañar a
su hijo, me muestra las cosas que hacen, trabajan mucho en la huerta,
en la cocina y está acompañándolo, es el que me da el ok para hacer
las videollamadas. Me dice llámame a tal horario, está presente. ¡Y yo
caí en la cuenta que en estos seis meses hablé con él mucho más que en
todos estos años de laburo que tenemos, pero mucho más! Cosa que
evidentemente, hizo que este encierro, esta cuarentena fuera para este
muchacho algo más productivo, más llevadero. Esto evidentemente
fue un efecto favorable que nosotros no esperábamos y que por suerte
sucedió.
Ahora, lo que también pasó es que con el avance de la cuarentena
y con la certeza de que la situación se iba a alargar en el tiempo,
empezamos a pensar cómo podían funcionar los talleres grupales
en forma virtual para que los chicos se vuelvan a encontrar, se vean,
compartan alguna actividad. Y así fue que, a esta familia la invitamos
a participar de un taller virtual, luego de lo cual lo que pasó fue que a
la otra llamada que yo le hago, los padres me dicen “Mirá, queremos
que por un tiempo él no vuelva a participar de los talleres grupales”,
entonces les pregunto ¿por qué?, porque aparte es un muchacho que
participa muy activamente en los talleres acá, en Espacio. Entonces
los que me cuentan, que me pareció a mí muy razonable, es que
cuando terminó el taller, él hizo una pregunta. “¿Por qué están todos
los demás en Espacio y yo no?” O sea que a él se le armó eso y se armó
un desbarajuste bárbaro, realmente se desorganizó, empezó a auto
agredirse, tuvo una crisis de agitación psicomotriz. Entonces los papás
me dicen eso y nosotros decidimos, y yo creo que hicimos bien, en dar
lugar a eso. Esto es un ejemplo de lo que yo pienso cuando hablo de

Los días quietos 187


la flexibilidad del dispositivo, porque para nosotros era importante
que él participe de los talleres grupales. Pero en esta circunstancia nos
parecía que lo mejor era que no participe y que sigamos sosteniendo
los espacios individuales. Al encuentro siguiente le explicó que
nadie está en Espacio, ni los chicos, ni él, ni yo ni ninguno de los
terapeutas y ahí sigue lo que yo llamo “la frase significante” que viene
presidiendo todas las sesiones desde ese momento a ahora. Entonces
me dice: “¿Vos estás en tu casa?” Entonces yo no solo le reafirmo que
estoy en mi casa, sino que le propongo hacer una recorrida por mi
casa. Desde ahí en adelante todas las sesiones que vamos teniendo
empiezan igual “¿Vos estás en tu casa?”. Recorro mi casa, conocemos,
vamos a los distintos ambientes de la casa y también aparece una
particularidad, en ese recorrido en un momento me cruzo con mi
mujer, con mi hija. Él a mi mujer la conoce de Espacio, bueno, lo
saluda, intercambian palabras, de hecho, hoy hablé con él y me dice
“quiero saludar a Paloma”, que es mi hija. También hay una intimidad
que la institución me permite a mí mostrar en este caso y la cosa se
pone mucho más productiva, más llevadera y demás.
Bueno, como última cuestión digo, después aparece una alerta.
¿Cuál es la alerta? Bueno, esta familia se ha tomado muy en serio
todo. Entonces lo hacen laburar al gordo de un modo impresionante.
A veces se pasan de rosca. Entonces, ¿qué pasa? Cuando le demandan
un montón de cosas, por ejemplo, que dibuje, que pinte, que haga un
dibujo para mí, otro para Natalia, bueno, a veces el muchacho este se
pone mal. Entonces yo me vi en la necesidad de hablar con los papás
y decirles: “bueno, miren la verdad que estos no son deberes, es para
divertirse, para que estén en contacto con nosotros” Les dije “miren,
bajen un cambio, así como estamos está bien” y cuando los padres, la
familia puede hacer esto, que realmente lo pudieron hacer, la cosa se
vuelve más apacible. Y en eso estamos.

188 Los días quietos


Una última cosa, que me parece un poco exagerada, que el papá
en un momento me dice “yo voy a hacer una gigantografía de vos y de
Natalia y la voy a poner en la pieza de él para que se quede tranquilo”.
Bueno en mi caso al menos, me parece un castigo innecesario para el
pobre muchacho.
Bueno, esto lo que está pasando ahora y para finalizar quiero
contarles algo que me parece que podría prefigurar lo que viene y
es que, en estas últimas semanas, empezaron un poquito también
a partir de la información de cierta inminencia de la vacuna y con
la apertura a veces en forma digamos, ordenada y a veces no tanto
de la cuarentena, empezaron a aparecer algunas voces pequeñas que
están dibujando como un fantasma de la vuelta. Bueno, todos nos
preguntamos cuando vamos a volver, no sabemos, pero alguna vez
tiene que suceder. Yo creo que, salvo en los primeros 15 o 20 días,
siempre en todas las conversaciones que mantenemos con quien sea,
aquí con la gente de Espacio, con los pacientes, en otros ámbitos,
siempre aparece esa pregunta. ¿Cuándo vamos a volver? Bueno, la
verdad que no lo sabemos, aunque insisto, alguna vez va tener que ser.
Y bueno ahí habrá que embarcarse en otra aventura y esa tal vez vaya
a ser una tercera fundación.
Bueno, yo voy a llegar hasta aquí y vamos a escuchar a los
compañeros y espero que lo que dije promueva algún nivel de
intercambio que nos enriquezca a todos. Muchas gracias.

Pablo Igol. Nuestra práctica en pandemia


Yo voy a leer un escrito que hice. Bueno, quiero agradecer
inicialmente a Espacio de Vida, a Daniel, por el espacio, porque en
cierta forma me empujó a escribir algunas cosas, a reflexionar sobre
el trabajo que estamos haciendo, que tiene muchas similitudes con lo
que estuvo comentando Gustavo. El escrito comienza así:

Los días quietos 189


“Quiero dejar escrita una confesión que a su tiempo será íntima
y general, ya que las cosas que le ocurren a un hombre, les ocurren a
todos.” La cita es de una carta que le escribe Borges a su madre.
En CETRe conformamos un equipo de trabajo de profesionales
dedicados al abordaje de las patologías y trastornos del denominado
campo de la discapacidad mental. Nuestros dispositivos de atención,
CET, consultorio externo e integración escolar atienden niños,
jóvenes y adultos cuyo modo de funcionamiento psíquico los deja
por fuera de la circulación social. Sujetos en quienes el desarrollo
de la autonomía y el lazo con el otro se hallan profundamente
comprometidos. Como consecuencia, muchos de ellos tienen un
alto grado de dependencia para satisfacer sus necesidades básicas al
tiempo que rechazan el vínculo con el Otro.
Debilidad mental, autismo y psicosis son modos de pensar la
problemática de los trastornos graves en la infancia, pero no va de
suyo cómo se conceptualizan ni la orientación que se pone en juego
en el tratamiento. Ciertas terapéuticas, y las instituciones que las
alojan, las abordan como trastornos adaptativos, basándose en
estándares de rendimiento; los llamados “débiles mentales” o los
autistas son sometidos a las técnicas de aprendizaje de conductas
adaptativas que generalmente satisfacen la demanda familiar y social,
pero dejan de lado al sujeto y tienen resultados poco duraderos en el
tiempo. De hecho, al niño normal se lo estudia desde las teorías del
desarrollo, las cuales tienen sus dispositivos para evaluar y detectar
el grado en que el niño se encuentra más próximo o más alejado del
desarrollo requerido para desplegar las actividades que, en el tiempo,
lo capacitarán técnica o profesionalmente.
Heidegger señala que habitar es construir. Las instituciones que
construyamos dependerán de nuestro modo de habitarlas, o sea,
el modo en que pensemos y conceptualicemos las problemáticas
que tratamos. Para el discurso psicoanalítico no se trata de

190 Los días quietos


trastornos adaptativos ni de la clínica segregativa que implica
su conceptualización, sino de modos de padecimiento que son
respuestas al impacto de lalengua sobre el hablante. Suponemos un
sujeto allí donde otras prácticas dicen que no lo hay. Apostamos al
deseo en su singularidad.
¿Cómo abordar el padecimiento subjetivo de la no relación con el
Otro, de los efectos de lalengua cuando no hay un circuito libidinal
constituido y la extracción del objeto no se produce, es decir, cuando
hay una invasión de goce real? ¿Cómo abordar esto en un contexto
institucional en donde convergen diversas prácticas? ¿Cómo tratar
con los modos de la repetición real que los sujetos padecen? ¿Cómo
servirse del uso que hacen esos sujetos con sus objetos para que puedan
acceder a los aprendizajes y desarrollar recursos más complejos en la
evitación del peligro que el Otro implica para ellos?
Nuestro desafío es, justamente, encontrar el modo de tratar con ese
rechazo radical al Otro que es en sí mismo una respuesta del sujeto.
Rechazo del que no estamos excluidos. Se trata de inventar donde no
hay. Apelamos aquí a los últimos desarrollos de Lacan respecto del
saber hacer: el arte, el artificio y la invención.
Hoy se agrega a esta complejidad el hecho que, sorpresivamente,
lo cotidiano de nuestra vida se vio atravesado por un real, un virus
que invade los cuerpos a nivel planetario, poniendo a todo lo demás
en segundo plano y afectando la subjetividad de modos todavía
imprevisibles. Seguramente esta pandemia permitirá visibilizar cosas
que ya estaban desde antes, pero en principio pone de manifiesto la
vulnerabilidad de los sujetos (la nuestra, la de todos). Es un momento
de incertidumbre que permite situar, dejar en evidencia a modo de
marca, que no hay garantías. Queda al descubierto que la existencia
no está garantizada por el Otro.
Sabemos que el Otro está en el orden de lo simbólico, en
tanto lugar de la palabra, no es del orden de lo real, en tanto lo

Los días quietos 191


real excluye el sentido. Lacan en “La Tercera” relaciona lo real al
síntoma y aclara que no hay la menor esperanza de alcanzar lo real
por la representación. Lo real se impone como un fuera de sentido,
irrepresentable, con la consecuente “incertidumbre” que esto genera
en todos. Desde el psicoanálisis sabemos que esa incertidumbre tiene
que ver también con la insuficiencia de lo simbólico, algo que de por
sí es estructural.  Si el orden simbólico fuera suficiente, no habría
incertidumbre. Entonces allí la invención toma su lugar y esto cuenta
para la institución o para la casa.
Retomando su alocución, dice: “Lo curioso en todo esto es que el
analista en los próximos años depende de lo real y no lo contrario. El
advenimiento de lo real no depende para nada del analista, su misión,
la del analista, es hacerle la contra. Lo real puede muy bien desbocarse,
sobre todo desde que tiene el apoyo del discurso científico”. Después
ahí hace una referencia a la ciencia ficción. En relación con ese punto
quería recomendarles una película que recordé leyendo eso, que
se llama 12 monos de Terry Gilliam, que es de 1995 y que describe
bastante cercanamente lo que nos viene pasando hoy.
También, en la misma ponencia, ubica Lacan la angustia como
síntoma típico de todo acontecimiento de lo real. Se trata de la misma
angustia que produce esta situación generalizada de pandemia,
incluida la nuestra, claro.
La pandemia y el aislamiento social nos impusieron una
modalidad de trabajo que implicó el uso de herramientas donde
lo presencial del cuerpo a cuerpo quedó suspendido o postergado.
Repentinamente la Institución como espacio físico de trabajo quedó
vedada al encuentro presencial, tanto de los profesionales como de los
concurrentes. Esto implicó una reformulación de nuestra modalidad
de trabajo, no en el aspecto conceptual, pero sí en lo metodológico.
Podemos decir esto porque casi súbitamente se invirtió la cuestión:
ya no son los concurrentes lo que deben asistir a la institución, sino

192 Los días quietos


que es la institución, el equipo, los profesionales, los que concurren,
virtualmente, a las casas de los pacientes, (con las herramientas y los
recursos disponibles en cada caso). El desafío era y es cómo continuar
con el trabajo que se venía realizando con los pacientes adaptándonos
a la nueva modalidad. ¿Cómo sostener las transferencias y el trabajo
en equipo?
En este sentido me gustaría comentar brevemente cómo
comenzamos a trabajar en esta nueva modalidad y en especial en
el dispositivo del CET y en el consultorio externo, que se articulan
entre sí.
Inicialmente se estableció un organigrama de llamados telefónicos
con las familias para relevar su situación, tanto a nivel general como
particular con nuestros concurrentes y sus familias. El objetivo
era detectar en cada caso la situación emocional, social y personal,
y los recursos con los que contaba cada familia para mantener una
comunicación fluida. Estos llamados tuvieron muy buena recepción,
se trataba en ese momento de poder comenzar un contacto asiduo.
Se pudieron ubicar diferentes cuestiones como la disponibilidad
de medios digitales (Internet, notebook, PC, WhatsApp, e-mail),
disponibilidad de espacios físicos para trabajar, componentes de
las familias con quienes contar para las propuestas. También en
las reuniones de equipo y coordinación se tuvo muy en cuenta la
premisa de no saturar con llamadas o intervenciones excesivas, o
sea, no vulnerar la intimidad. Se buscó siempre el consentimiento de
las familias en relación a las intervenciones que se realizarían de un
modo progresivo para que no les resultaran invasivas.
A continuación voy a enumerar algunas dificultades y obstáculos
que detectamos y tuvimos que trabajar en el transcurso del tiempo
de pandemia: la situación de hacinamiento (en muchos casos vive
toda la familia en una habitación); la necesidad de ayuda a los
familiares en la organización de su tiempo de AVD; los tiempos de

Los días quietos 193


sueño y actividad, en muchos casos invertidos (por ejemplo, se dejó
de contar con las mañanas porque los chicos duermen); la dificultad
de ir construyendo el encuadre de horarios y días de atención, ya que
en muchos casos se anteponían otras prioridades a la llamada de los
profesionales; la falta de recursos en algunos casos (ya que tal vez se
cuenta con un solo celular para toda la familia y muchas veces sin
datos, sin internet); la falta de privacidad, lo cual es necesario porque
permite el despliegue del decir del paciente sin la presencia constante
de padre, madre, hermano o algún otro familiar; el rechazo de
algunos padres a los llamados (muchas veces agradecían pero aducían
que no les eran necesarios, sin tener en cuenta que sí lo eran para sus
hijos); también actitudes renegatorias, que ponen en riesgo tanto a
los pacientes como a los familiares y, por supuesto, las consecuencias
del contagio de COVID.
El equipo en general, y nuestra trabajadora social en particular,
asesoró a aquellas familias que se encontraban en situación más
comprometida a nivel socioeconómico para conseguir subsidios,
alimentos y medicación. Nos encontramos con que la respuesta de
sus entidades financiadoras era escasa o nula. Eso implicó proponer
otros recursos, como la ayuda de los municipios y luego, a medida
que fue apareciendo, la ayuda estatal. Fuimos asesorándolos en el
atravesamiento de las instancias burocráticas que implicaban dichos
trámites, siempre reforzando las medidas de prevención.
También fue necesario en su momento encuadrar los momentos
de consulta, dado que, teniendo el recurso, por ejemplo, de
WhatsApp, y en la angustia de no poder resolver un problema, se
comunicaban en cualquier horario. Todos los integrantes del equipo
fueron recibiendo las dificultades que iban surgiendo y proponiendo
soluciones alternativas.
Desde la institución se organizó también la distribución de
bolsones de alimentos y material didáctico. Todo eso hizo que

194 Los días quietos


se fortaleciera la transferencia con las familias y, a través de estas
últimas (al modo de Freud con el padre de Juanito), se generase
una herramienta de trabajo indispensable para la continuación de la
atención y de los tratamientos. La situación de pandemia también
implicó un modo de acompañamiento y apoyatura entre los mismos
padres, que en muchos casos funcionó como reemplazo de otras
instancias ausentes.
A su vez, en las reuniones de equipo, se acordó el armado de
grupos de trabajo reducidos, con los orientadores como responsables,
asistentes y talleristas se hicieron cargo de un grupo de concurrentes
cada uno, haciendo semblante de sala, repartiendo la comunicación
con los familiares, acordando con ellos días y horarios para realizar
llamados o videollamadas. También se promovió y se concretizó un
enlace entre las familias pertenecientes a un mismo grupo, en algunos
casos por WhatsApp, en otros a través de Facebook o ambos. Todas
las actividades y novedades se volcaban en un Drive personalizado
por paciente. La idea era hacer propuestas simples de actividades
en común y a su vez promover el lazo social entre ellos, tratando de
mantener el contacto entre los concurrentes. Se persiguió el objetivo
de que hubiera comunicación a pesar del aislamiento, más aun
teniendo en cuenta que algunos familiares se conocían y otros no.
También se apostó al intercambio de recursos y al acompañamiento
mutuo. Por diferentes razones, no todas las familias participaron de
estos circuitos y en algunos casos resultó difícil encontrar respuestas a
las propuestas sugeridas por los profesionales del equipo.
Frente a las propuestas de actividades personalizadas, se realizó
un trabajo con los familiares, en especial con las madres, quienes
referían su preocupación por que sus hijos no hacían la tarea o la
hacían mal. Esta preocupación se aprovechó para marcar la diferencia
entre lo que es la demanda escolar y nuestra propuesta, para la cual
el hacer es más importante que el hacerlo bien. Se insistió mucho en

Los días quietos 195


no forzar a realizar las actividades y respetar la decisión del paciente.
En general, en las comunicaciones individuales se tomaron en
cuenta los intereses de cada uno de los concurrentes y la elección que
realizaban o la decisión que tomaban, aunque esto significara cortar
la comunicación. Esto generó sorpresa en muchos familiares que
comenzaron a poder escuchar lo que sus hijos querían y a observar
que podían hacer determinadas cosas solos y decidir.
G. hoy tiene 15 años y concurrió a la institución con un
diagnóstico de autismo. Al inicio del tratamiento, hace 4 años, no
sostenía la mirada ni manifestaba intereses, no tenía intención
comunicativa. Resultaba difícil que se interesara por algún juguete u
objeto. Era uno de esos niños a los que se los llamaba “deambulador”.
Hacía sus necesidades en cualquier lugar y resultaba difícil llevarlo al
baño, conducta que traía de su casa. Con el trabajo en equipo y las
terapias individuales interdisciplinarias se lograron avances como el
reconocimiento de su sala, un sostén mayor de la mirada, reconocer
a los profesionales, incorporar palabras como “hola” y “no”, cuando
no quería algo, responder a su nombre. Tenía una particularidad:
deambulaba haciendo sonidos de diferente intensidad, como
expresando sensaciones y sentimientos (conjetura que fuimos
construyendo).
En las entrevistas presenciales con la mamá, a ella se la notaba
muy tomada por su hijo menor. En relación a G., sus preocupaciones
pasaban por si había comido o no, por si había hecho sus necesidades...
Hacer pis en cualquier lado era algo naturalizado en la casa, lo
biológico predominaba en la mirada de la madre sobre su hijo.
Con el inicio del aislamiento la orientadora comienza la
comunicación telefónica con la mamá, quien refiere que en general
están bien. Le pasa la comunicación a G., lo saluda y él responde con
sus sonidos característicos. La mamá refiere un cambio de semblante,
se le proponen actividades para que hagan juntos, se arma el grupo de

196 Los días quietos


WhatsApp en el que hacen propuestas y participa mostrando fotos
y videos. Con el tiempo, en las entrevistas, la mamá expresa sorpresa
por lo que pueda hacer su hijo (por ejemplo, la actividad de cocina
que hacen con el hermano). Lo nota más cariñoso, más demostrativo,
pronuncia más palabras. Ahí la orientadora interviene, nombra
las palabras que decía usualmente en la sala y confirma que son las
mismas. La mamá se muestra sorprendida y reflexiona que quizá sea
porque ella está más conectada con él. La mirada desde lo biológico
va virando hacia otra más deseante.
Entre otros videos que fueron mandando, la orientadora le envía
uno en el que G., por primera vez, alineó unos bloques. Esto sucedió
estando en la institución. Al ver el video la mamá recordó que tenía
unos bloques que le había ofrecido a G. para jugar. Eso es lo que
está prefiriendo utilizar en este momento. Que G. elija no es poco
considerando el punto de partida.
A medida que esta situación de aislamiento se fue prolongando
en el tiempo, se fueron incluyendo modos de intervención y recursos
nuevos (siempre pensando el caso por caso como eje). Progresivamente,
se fueron reincorporando los tratamientos individuales de diferentes
especialidades, como psicología, musicoterapia, fonoaudiología
y psicopedagogía. Se trabajó con la psicopedagoga, la propuesta
de actividades específicas para quienes cuentan con mayores
recursos cognitivos. Con el aporte de los orientadores se elaboraron
cuadernillos de actividades que, en general, y en especial, para
aquellos que no cuentan con medios digitales para recibir actividades
virtuales, fue una herramienta de trabajo muy importante. 
Uno de los enfermeros del equipo realiza todos los meses el
relevamiento del estado de salud de las familias, el esquema de
medicación y el suministro de la misma (una actividad que se realizaba
antes en forma presencial). A su vez, la psiquiatra del equipo realiza
entrevistas con los pacientes que tiene a su cargo en forma asidua, la

Los días quietos 197


tramitación de las recetas digitales y el acceso a la medicación que, en
muchos casos, resultaba muy engorroso y en muchos casos todavía
es difícil. La trabajadora social realiza el relevo de las necesidades del
área en forma mensual con un contacto permanente. Todo esto es
supervisado por la coordinación del equipo.
Las propuestas se fueron ampliando a todos los grupos: se comenzó
con el festejo de los cumpleaños (o como está de moda llamarlos
ahora: “zoompleaños”), se realizó la semana del amigo o un encuentro
que titulamos “Recuerdos del día del niño”. En cuanto a este último
evento, el nombre fue muy discutido y pensado en el equipo, ya que se
planteó el hecho que gran parte de nuestra población se compone de
adultos jóvenes y desde nuestra perspectiva era importante transmitir
eso a las familias. La propuesta fue llevar fotos de la niñez y contar
anécdotas (todos participamos, contamos algo, todos disfrutamos
mucho de este encuentro).
Para algunos pacientes el video, la llamada en vivo o el llamado
telefónico resulta intolerable, entonces se van probando otras
alternativas, como mandar videos por WhatsApp de manera
asincrónica, enviar actividades por mail relacionadas con sus intereses
y a la vez se van sondeando las respuestas a estas propuestas.
En las reuniones de equipo por sala se trabaja supervisando las
dificultades específicas que van surgiendo con cada concurrente
y el grupo. En otras reuniones, que son las reuniones generales, se
trabajan las problemáticas que se van detectando comunes a todos.
Tratar con esas dificultades requiere de nosotros una escucha atenta,
paciencia, flexibilidad y creatividad. En la medida de lo posible,
buscamos realizar intervenciones orientadas al sujeto.
B. está enojado, según refiere la madre llora porque no puede
salir, ni ir a CETRe, ni ver a sus compañeros y profesionales. En las
sesiones virtuales muestra la profusión de dibujos y objetos que realiza
y nombra a profesionales, asistentes y compañeros para quienes los

198 Los días quietos


hizo. Se realiza una supervisión de B. con todos los profesionales
intervinientes y la coordinación. Se ubica que el trabajo que está
haciendo para elaborar subjetivamente la ausencia de las personas
significativas de la institución a través de dibujos y objetos constituye
para él un modo particular de tramitar la ausencia, la falta, línea con
la que se continúa trabajando.
El comienzo de un tratamiento bajo la modalidad virtual: A., de 4
años, con diagnóstico de autismo, comienza su tratamiento individual
en consultorio externo. La analista comienza realizando entrevistas
con los padres, que están separados. No conoce a la paciente. Ambos
padres refieren que ella tiene autismo, pero en realidad coinciden en
que solo le falta hablar. Es el papá quien se muestra más interesado
en los problemas de su hija y la acompaña en el tratamiento virtual
(la acompaña en las entrevistas virtuales que hace la analista). La
mamá niega ciertas evidencias del retraso de su hija: como no tiene
intención comunicativa, dice la mamá, va una neurolingüista que
le dijo que apilar cubos era “de autistas”, que probara otra cosa. En
la entrevista virtual, la analista retoma este juego, ya que con eso A
se conecta y se lo hace notar a la mamá. La mamá le dice: “le voy a
decir a la neurolingüista que no estoy de acuerdo con ella”. Refiere
también que usa pañal pero que se aparta cuando hace caca. La
analista interviene, le sugiere que aproveche para acercarse al baño,
que le hable, que le ponga palabra. El padre pregunta con insistencia:
“¿qué es el autismo?”; la analista responde que es un modo particular
de relacionarse con el mundo.
A modo de cierre, quiero finalizar este pequeño escrito con un
párrafo de un libro de Antonio Machado titulado Juan de Mairena:
sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo,
que dice así: “Lo otro no existe: tal es la fe racional, la incurable
creencia de la razón humana. Identidad = realidad, como si, a fin
de cuentas, todo hubiera de ser, absoluto y necesariamente,  uno y

Los días quietos 199


lo mismo. Pero  lo otro  no se deja eliminar; subsiste, persiste; es el
hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes. Abel Martín,
con fe poética, no menos humana que la fe racional, creía en lo otro,
en “la esencial heterogeneidad del ser”, como si dijéramos: “en la
incurable otredad que parece lo uno”.

Ricardo Seijas
Buenas noches a todas, a todos. Primero quiero agradecer a
Espacio de Vida y a Daniel Belgareto por la invitación y por haber
armado este espacio de conversación, de diálogo, que a todos nos
hace falta pues como ahora veremos, estamos más o menos en la
misma: tratando de responder a la incertidumbre que nos causó la
dupla pandemia-cuarentena.
Me parece que hay dos preguntas de las cuales partimos todas las
instituciones que trabajamos con niñes y adolescentes con autismo y
psicosis: ¿podrían los pacientes hacer uso de los medios electrónicos
de comunicación? ¿nuestra práctica los alcanzaría, les produciría
efectos?
En este momento se me suma otra pregunta: ¿por qué nos hicimos
esas preguntas? Básicamente nos preguntábamos si se iba a poder
sostener la transferencia por estos medios. ¿Qué pasaría con ella en
el pasaje de lo presencial a lo virtual? Visto y considerando todo lo
que sucedió desde allí, me parece que nos tenemos que detener un
poco en este punto de partida, no para hablarlo hoy, no me parece
que sea el punto para el trabajo de hoy, pero ¿de dónde partimos que
pensamos que si no era presencial el psicoanálisis la transferencia no
iba poder sostenerse, no iba a tener efectos, eso iba a caer?
En principio, quiero, como hicieron los compañeros, presentar a
La Cigarra muy brevemente. La Cigarra es un dispositivo del hospital
público del Centro de Salud Mental Nº 1 del Gobierno de la Ciudad

200 Los días quietos


de Buenos Aires. Tiene una complejidad mucho menor a la de las
instituciones que se presentaron antes. No es una institución integral,
no es una institución donde los chicos pasan mucho tiempo, no
permanecen horas trabajando en la institución, no es un hábitat. Es
más bien una especie de consultorio externo ampliado: tratamientos
individuales que, por supuesto, implican el trabajo con las familias, y
un dispositivo colectivo de frecuencia semanal que llamamos talleres.
Por lo tanto la población que concurre, a la que podemos atender
con nuestra oferta, es una población limitada de la gran población
de pacientes que sufren psicosis y autismo, son los que necesitan
menos recursos institucionales (y por lo tanto podemos creer que
cuentan con más recursos subjetivos y familiares), aunque a veces se
da la paradoja de que muchas veces concurran a La Cigarra algunos
que ninguna institución pudo soportar, algunos que constituyen con
sus familias núcleos cerrados que solo se abren a la modalidad de La
Cigarra.
Pero creo que lo más interesante para hablar hoy no es sobre
nuestras diferencias institucionales sino sobre lo que tenemos en
común: el psicoanálisis y, por lo tanto, la lógica y la ética común que
puede tener nuestra práctica aun cuando haya dispositivos que sean
distintos y entonces tengan distinto alcance y distinta complejidad.
Me quedé con algo que dijo Gustavo Lerner, él plantea que no
estamos inventando nada y nosotros en La Cigarra estamos haciendo
este año un posgrado que se llama justamente “Autismo, psicosis,
invención”, donde estamos indagando bastante sobre la cuestión
de la invención. Me quedé pensado sobre esto que él plantea en
términos de rediseño, que si hay una fundación ahora de algo nuevo
no es sin algo que ya estaba antes. Algo que estaba antes, eso es la
transferencia. Si lo reducimos muchísimo a su núcleo, lo que estaba
antes era la transferencia y la transferencia se encontró con este real:
no se pueden producir los encuentros de cuerpos, y nuestra respuesta:

Los días quietos 201


recurrir a los medios electrónicos. Y en ese punto, no sé si hay que
discutir mucho si es un rediseño de la transferencia o hay algo de
invención en el sentido de algo radicalmente nuevo. La verdad, ahora
que lo pienso, no me parece que haya algo tan radicalmente nuevo en
lo que está sucediendo, pero sí que hace falta, en relación a algo que
decía Pablo antes, él lo nombraba como encuadre, es una manera de
decirlo, está claro que en la materialidad del encuentro hay muchas
diferencias con lo que es el encuentro presencial y que, entonces, hace
falta con cada paciente o en cada dispositivo intentar coordinar la
transferencia con esos medios nuevos. Ahí si quizás podemos decir
que hay algo del orden del invento cada vez, porque depende de cada
síntoma con el que nos encontramos, con cada posición del sujeto con
el que nos encontramos y la particularidad de cada transferencia, lo
que vayamos a armar ahí materialmente para sostener la transferencia
y, por lo tanto, el trabajo.
En La Cigarra compartimos muchos de los ejes o de los principios
que plantearon antes Gustavo y Pablo, fundamentalmente que el
sufrimiento de estos pacientes es una manifestación del sujeto, de su
singularidad, y entonces merece absoluto respeto. Con eso es con lo
que trabajamos, es a eso a lo que convocamos, con lo que dialogamos,
que provocamos. Pero en relación a políticas de salud mental, hay
algo muy específico que nos sucede, que no es tanto la discusión
sobre el respeto al síntoma y a la singularidad, ya que esto es algo
que, en La Cigarra a lo largo de los años, como en muchos servicios
públicos orientados por el psicoanálisis en la Ciudad de Buenos
Aires y en otros lugares en la Argentina, se ha logrado establecer el
respeto al síntoma y a la singularidad. Es algo que ocupa un lugar en
las políticas de salud mental. Lo que no ocupa tanto un lugar en las
políticas de salud mental es el respeto a la transferencia. ¿A qué me
refiero con esto? A la idea de que los servicios de salud mental tienen
que guiarse por algunos límites, ya sea de tiempo de tratamiento o

202 Los días quietos


de edad de los pacientes que atienden, lo que produce, entonces, que
llegado el momento del plazo que se ha delimitado para sostener un
tratamiento en un servicio, hay que cortar el tratamiento. Bueno, en
La Cigarra hemos podido, por una serie de circunstancias diversas,
pero yo creo que sobre todo por la concurrencia de nuestra propia
voluntad política y de la política de salud mental del Estado que
nunca ha sido rígida, ni con nosotros, ni creo que con la mayoría de
los servicios de salud mental, de tal manera que si se establece alguna
norma su ejecución sea controlada seriamente. Así que nos hemos
aprovechado de eso y hemos tratado de sostener la transferencia más
allá de los plazos de tratamiento que habitualmente se dan en muchas
instituciones, en muchos equipos, de la misma manera que no
respetamos la cuestión etaria. Entonces, nosotros decimos que somos
un hospital de día de niños. En algún momento nos quisieron poner
un hospital de día de adolescentes. Hay un hospital de día de adultos
en el Centro 1, del que por algunos años fui coordinador, pero en La
Cigarra terminamos atendiendo niños de 3 años hasta adultos de 25.
Esto como una marca del psicoanálisis en la política del dispositivo.
Introducir el psicoanálisis de una manera concreta en la orientación
política del dispositivo.
Elegí contarles una viñeta clínica porque me parece que desde la
viñeta clínica voy a poder transmitir mejor un poco los problemas con
los que nos encontramos como las, no sé si decirles ventajas, como
las novedades que aliviaron a los sujetos. Porque me parece que nos
hemos encontrado con las dos cosas. Estos medios han funcionado
como obstáculo para la transferencia y el tratamiento del síntoma,
pero también han funcionado en muchos casos como soluciones,
soluciones incluso sorprendentes, como lo que pasó con el papá que
señalaba Gustavo, que pasó de hostil a amable y aparentemente solo
porque apareció este nuevo modo de contactarse con la institución
y con el analista. No es muy claro qué de eso a él le resultó, pero hay

Los días quietos 203


algo ahí del encuentro sorprendente y así ha sucedido con muchos
pacientes y con muchas familias. Están entonces los dos costados.
Nos encontramos con el costado favorecedor de la transferencia, del
trabajo, y el costado que es un obstáculo y con las maneras, entonces,
de inventar algo con eso, tanto de parte del dispositivo y de los
analistas como de los analizantes, de los mismos pacientes. Sabemos
que la transferencia no es un invento del analista, es un invento del
analizante cuando se encuentra con un analista.
Entonces, les cuento brevemente cómo funcionan los talleres
de La Cigarra. Los talleres de La Cigarra tienen una especie de
funcionamiento general, algunos de los que están aquí ya lo conocen,
Daniel, Gustavo, ya les he relatado algo de esta lógica, se lo cuento a
los demás. Los talleres de La Cigarra funcionan con una especie de
consigna que es siempre la misma, esa consigna la tienen que cumplir
cada uno de los participantes del taller, incluyendo los acompañantes,
los analistas acompañantes, y a veces también el coordinador mismo.
La consigna consiste en una demanda de que el participante haga o diga
algo. No es una propuesta de hacer algo entre todos o una propuesta
general cuya respuesta depende de la iniciativa de los pacientes o los
acompañantes. Esto funciona siempre en una especie de ronda donde
cada uno va participando por turno, esta es la estructura. En general
todos los talleres de La Cigarra tienen esta lógica, esta forma. Les
cuento entonces concretamente cómo funcionan dos talleres para
que entiendan la viñeta clínica que les relataré después.
Un taller se llama “El taller de la palabra”. Dura cuatro rondas, es
decir, cuatro pasajes por todos los participantes. La pregunta es “¿Cuál
es tu palabra?” Y cada uno tiene que decir una palabra. Por supuesto
a veces hay pacientes que no dicen nada, hay pacientes que dicen más
de una palabra, hay pacientes que dicen un sonido, y todo es tomado
como si fuera una palabra. Eso se anota, se hacen las cuatro rondas,
se anotan las cuatro palabras en un cuaderno al que solo tiene acceso

204 Los días quietos


el coordinador. Al final éste va preguntando quién dijo tal palabra
(eligiéndolas y leyéndolas al azar) y entonces, si un participante
acierta tiene un punto y luego se hace la suma de los puntos que cada
uno tiene, y así se llega a un ganador o ganadora del juego.
El otro taller que les quiero contar es uno que se llama “cero coma
uno”. Hay 12 cartones que se dan vuelta, en la cara que no se ve hay
un número (del 0 al 11), y hay que elegir uno al azar, es una especie
de lotería. Si uno saca el 0, gana. ¿Qué es lo que gana? Que alguien le
regale algo, imaginariamente. Entonces, la pregunta es: “¿Qué querés
que te regalen?” y entonces cada uno tiene que decir algo, puede pasar,
por supuesto, que haya chicos que no hablan o no pueden decir, y ahí
usamos distintos recursos en relación al uso del doble, el querés que
alguien te preste una palabra, alguien que te preste un regalo, bueno,
hay distintas maneras de maniobrar con eso. Entonces, cada uno dice
qué es lo que quiere que le regalen y entonces después hay que elegir
el número y al final alguien saca el 0 y ganaría eso que él quiere que
le regalen con el agregado que, ahora, no solamente preguntamos
qué querés que te regalen sino también quién –de los que están acá-
querés que te lo regale.
Les cuento de estos talleres para que entiendan un poco mejor lo
que les quiero transmitir en relación a un paciente, un muchacho,
G, que consideramos autista, pero que tiene un acceso bastante
rico al lenguaje y al decir. ¿Cómo era este muchacho en La Cigarra
presencial? En La Cigarra presencial él entra diciendo que puede ir a
La Cigarra pero que a él no se lo puede tocar, ni señalar, ni saludar, ni
hacerle like (el like es el gesto con el pulgar hacia arriba). No sabemos
qué pasa si alguien lo toca, él no nos dice, pero la condición de él para
participar de los talleres es esa. Rápidamente armamos en La Cigarra
una especie de equipo alrededor de él para que esto se verifique, para
evitar que sea tocado.

Los días quietos 205


A partir de esta sumisión de La Cigarra a lo que podríamos llamar
su defensa, esto le permitió participar de La Cigarra, haciendo él el
esfuerzo de acoplar su defensa a las consignas de La Cigarra porque,
por ejemplo, hay un taller de magia donde hay que agarrar la varita
y él no solamente no quiere que lo toquen, sino que él no toca nada.
Entonces, él inventa que va a participar no tocando la varita sino
moviendo las manos y haciendo el truco de magia sin tocar la varita.
Esto lo cuento solo como ejemplo del esfuerzo que él hace para
acoplar, acomodar su defensa a las consignas que le va pidiendo La
Cigarra, las demandas. ¿Qué era lo que pasaba cuando esta defensa
no funcionaba? El coordinador se entera porque la mamá lo llama en
el horario del taller diciendo que estaban cerca, en un McDonald´s,
y que G estaba en una crisis. En una crisis donde él se retuerce todo,
tiene un sufrimiento en el cuerpo impresionante, como se desarma el
cuerpo tiene una cosa de tensión, de retorcimiento de sus miembros,
muy extraña, y la mamá le dice: “está en un ciclo”. ¿Qué quiere decir
eso? Es la manera en que este chico nombra cuando irrumpe la crisis,
se le desarma su defensa, que es una defensa que le permite a él tener un
cuerpo erecto, un cuerpo que funciona bien, que se mueve bien, por
el cual puede hablar, puede decir, puede decirle al otro incluso cuál
es su defensa, pero que cuando eso falla se desarma completamente y
aparece este sufrimiento extremo que él mismo logra llamar apertura
de un ciclo y que necesita hacer una serie de movimientos con el
cuerpo en lo real para que ese ciclo se cierre. Así que eso pasaba si la
defensa se rompía, a eso se arriesgaba participando de La Cigarra.
¿Qué pasa con este ingreso entonces en La Cigarra presencial?
Él logra empezar a tener lazos distintos con nosotros. Se arriesga
a cruzar el taller para hablar con un amigo, por ejemplo, con un
compañero del taller que dijo algo que le interesó. Empieza a hablar
con unas analistas fuera del taller, muy interesado, de una manera que
se podría decir amorosa, eligiendo un par de analistas en especial y

206 Los días quietos


buscándolas y hablándoles, digamos que hay algo de esa defensa que
se afloja. Él trabaja esa defensa, no para sostenerla a rajatabla sino para
ver si puede moverla, si puede ir más allá de eso y en esa apuesta lo
acompañamos. No solo hay en estos sujetos el rechazo al Otro/otro,
sino que también hay en ellos un deseo de ir hacia el Otro/otro, de
agujerear ese rechazo.
¿Qué pasó en lo virtual? Decidimos hacer los talleres por
video llamada, reproduciendo la materialidad de la consigna, el
coordinador, etc. ¿Qué pasa con G? Suponíamos que iba a participar
genial porque no había ningún riesgo de que nadie lo tocara. Y
sucedió completamente lo contrario: casi no puede participar. Hay
algo que se le arma de mucha incomodidad, cuando logra entrar
al taller y se lo convoca no responde, y podía pasar que apagaba la
cámara, o se ponía fuera de cámara o directamente se retiraba. La
mamá nos cuenta que, durante todo este tiempo de cuarentena, estas
aperturas y cierres de ciclo se habían intensificado, incluso hasta durar
varias horas, o sea entraba en ese sufrimiento del cuerpo desarmado
que lo dejaba sin lenguaje, incluso por varias horas, gritando, un
sufrimiento impresionante. Todo esto nos hizo preguntar el valor
que tenía para él La Cigarra presencial y también el salir de su casa.
Daría la impresión de que estar todo el tiempo en la casa le estimuló
ese costado sufriente, esa dimensión sufriente y le anuló la defensa.
Y el asunto es que los talleres por zoom no le funcionaban hasta
que un día entra y pregunta al coordinador: “¿Hoy era el taller de la
palabra?”. El coordinador le dice “No, hoy no es el taller de la palabra,
pero ¿por qué?” “Y porque a mí me gustaría que fuera el taller de la
palabra”, contesta G. “Y bueno si a vos te gustaría, lo que podemos
hacer es achicamos un poco uno de los talleres y hacemos un rato del
taller de la palabra”, le propone el coordinador. G dice: “Ah bueno, me
encantaría”, respuesta para nada habitual en ese momento que estaba
más del lado de la mudez, de no poder decir nada de lo que le pasaba.

Los días quietos 207


No solo pudo decir que le gustaría que fuera el taller de la palabra,
un momento de encontrar él mismo por donde tenía que ir la cosa
y hacer de eso una demanda, y cómo al haber alojado esa demanda y
deformado el dispositivo de taller para que entre el taller de la palabra
que él quería, dice este “me encantaría”. ¿Qué tenía de especial este
taller para él? En presencial él había logrado una invención: el pedía
ser el último de cada ronda y en la cuarta y última, cuando tenía
que decir su palabra, decía “queda vacío”. Esto fue un invento de él,
nadie se lo había propuesto, a él le producía mucho alivio y mucha
satisfacción. Ese “queda vacío” lo reordenaba y le permitía estar más
sereno, al retomar esta invención apareció un G distinto, un G que
pudo decir “yo” cuando alguien dijo “¿Quién dijo ‘quedó vacío’?”,
“Yo”. De nuevo algo de armarse su cuerpo, de alivio, de contento. Pero
esto no es sin esa verificación que hicimos de que en presencial no nos
hubiéramos dado cuenta nunca que a él le pasa algo con la mirada. En
presencial él se sentaba en una silla y él miraba a todos para que no lo
toquen, no aparecía esto de la cuestión de ser mirado. En cambio, acá,
él no puede sentarse en una silla, no puede estar frente a la cámara,
tiene que estar corriéndose, moviéndose, poniéndose de pie y en
algún momento en el que tiene que hablar se acerca así a la cámara, de
manera muy extraña, pegoteándose a la cámara para decir lo que tiene
que decir, para hacerse escuchar.
Todo esto para tratar de transmitirles nuestra lógica de trabajo,
que tiene este principio, que es el principio de la transferencia. Nunca
dudamos de que había que hacer algo, como ustedes tampoco lo
hicieron, para sostener el lazo transferencial y el trabajo que los chicos
hacían con sus síntomas. Eso era lo que ya estaba, había que inventar
algo para que eso se sostuviera y nos encontramos entonces en este
ofrecimiento de otros medios con algo que inevitablemente nos
extrañó, y que es que el objeto pulsional funciona de otra manera, se
presentifica de otra manera, aparecen costados que no se manifestaban

208 Los días quietos


en lo presencial y, al mismo tiempo, la palabra del analista tiene un
alcance, un efecto en los cuerpos de los chicos que no dejan nada que
desear a la escena presencial. O sea, los chicos con las intervenciones
que hacemos, por supuesto, es como todo, a veces son apuestas, a
veces eso alcanza, pero no vemos –en términos generales- que haya
menos alcance que en presencial. Hay que preguntarse cuál es la
diferencia y hay que seguir sosteniendo eso. Hay una diferencia muy
notable en los talleres en zoom y en los talleres en presencial: en éstos
están los acompañantes, los analistas acompañantes, pudiendo hacer
una parte con el pibe que lo necesita, ¿no? Es un pibe que necesita
que le pregunten al oído, bueno, eso y que ese chico lo diga bajito al
oído del acompañante y el acompañante lo diga al coordinador. Eso
en zoom no se puede hacer. O sea, que los acompañantes que estamos
ahí cumplimos otra función que estamos tratando de ver cuál es, pero
esa no. Y es una función muy importante, porque esa es la función del
doble, la de sostén de la enunciación, es la del sostén de la imagen real
que posibilite la constitución de un yo posible en el autismo. Así que
esa función, por ejemplo, en el zoom, es muy difícil de sostener o, en
todo caso, se sostiene de otra manera y hay que ver cuál.
La lógica que nos guía es una lógica doble: una, la de un exceso de
goce, de un real fuera de sentido, que se agarra del lenguaje, se agarra
del decir, se agarra del cuerpo, se agarra de algún objeto, en cada uno
de estos chicos, y el problema es ¿cómo hacer para que lo cedan?
¿Cómo hacer para que algo de eso caiga? Y el taller es para que algo
de eso caiga y también para que algo de esa caída quede registrado,
que algo de esa pérdida o del objeto en términos de ausencia, el
objeto se constituya en ausente. Se simbolice. Esa sería una primera
lógica para pensar muchas intervenciones que hacemos o que nos
orientan. La otra es una lógica en términos de congelamiento de la
enunciación (no tanto en términos de rechazo de la enunciación)
pues estos sujetos llegan a un modo de decir y se quedan ahí (incluso

Los días quietos 209


el mutismo podemos considerarlo un modo de decir, una posición
de enunciación), y entonces el problema es cómo convocarlos a que
digan más que eso, que pasen a otra cosa, que pasen a un decir que los
anime, los haga sentir más vivos, que los vivifique. Entonces hay un
empuje de parte de la coordinación y de todo el taller, por un lado, a la
caída del objeto y su escritura, y por otro a que haya una enunciación
distinta. Son lógicas convergentes, pues el cambio en la enunciación
supone también una alteración del estado del objeto voz.
De esto último les doy un pequeño ejemplo. Un muchachito,
un chico que a todo lo que se le pedía contestaba con la palabra
hamburguesa, o locomotora, o tren ¿Cuál es tu palabra? Tren ¿Qué es
lo que querés que te regalen? Tren ¿Cuál es tu palabra? Hamburguesa.
Siempre lo mismo, de una manera donde eso claramente es un
modo de rechazo, del sentido, de la demanda del otro y de su propia
enunciación. En otro taller: “¿Qué es lo que querés que te regalen?”
“Hamburguesa”, luego cambiamos la pregunta, “¿Qué es lo que querés
que NO te regalen?” “Hamburguesa”, hasta que encontramos una
pregunta que lo conmueve: “¿Qué es lo que te da miedo?” Ahí él se
queda, se agarra la cara como si estuviera pensando, la imagen es esa,
de un pensador, y dice: “las serpientes” y lo dice de una manera donde
el tono, todos nos dimos cuenta, el tono, el cuerpo, había cambiado.
Ahí tenemos la otra apuesta, respetando por supuesto los tiempos
de enunciación, la posición de enunciación de cada uno. No se trata
de forzar sino de ofertar para que puedan decir algo más y entonces
buscarlos de la buena manera, buscar, no ceder en ese buscar que digan
algo más o que pierdan algo de ese goce que los está haciendo sufrir.
Esto es lo que tenía para decir. Seguramente en la charla van a salir
muchísimas cosas, con las preguntas, con los comentarios. Sigamos.
Gracias.

210 Los días quietos


Conversación

Daniel: Muchas gracias. Bueno, se nos va acortando el tiempo. Yo


simplemente voy a hacer un par de preguntas, los que tengan ganas
de preguntar, o si quieren ir apareciendo con sus cámaras quienes nos
están escuchando, pueden hacerlo. Yo hago dos preguntas a ver qué les
parece con respecto a las cuestiones que estuvieron charlando. Una,
yo estuve leyendo algunas personas, colegas que están trabajando
de manera virtual hace muchos años, con pacientes neuróticos y
delimitaban algo que me parece interesante, es una transferencia,
como me parece que es el tema principal de lo que venimos charlando,
una transferencia con los dispositivos. ¿Ustedes lo pensaron de esa
manera? ¿Lo ven, que hay algo que se establece con el dispositivo,
por ejemplo, si es con la computadora, si es con el teléfono, si es con
la imagen, si es solamente con la voz? Lo introduzco, para pensar. Y
la segunda, que por ahí, ya es más general y no hace solamente a la
cuestión que tiene que ver con la atención virtual, si lo que por ahí en
algún momento Pablo llamaba como no relación, Ricardo lo ubicaba
como defensa, si esos momentos ustedes ya lo piensan en el marco
de la transferencia. No sé si tienen ganas de contestar algo, Gustavo,
Ricardo, Pablo.

Ricardo: No entendí lo último, Daniel.

Daniel: Claro, si lo que vos marcabas como defensa o Pablo


ubicaba como no relación, ¿no?, si eso vos ya lo ubicabas en el marco
de la transferencia. Por ejemplo, llega un niño al tratamiento y por
ahí sale corriendo, o no quiere tener contacto con el analista o,
bueno, realiza determinadas conductas que producen un profundo
obstáculo para la relación. Si esas conductas ustedes las piensas ya en
el marco de la transferencia o no.

Los días quietos 211


Ricardo: Sí, yo creo hay que ver. Hay, por supuesto, como en
cualquier estructura subjetiva, sujetos que rechazan completamente
la transferencia, pero eso no creo que sea propio del autismo. O sea
que pueden presentarse en el consultorio y rechazar la transferencia,
rechazar que se instale la transferencia. Pero muchos de estos chicos
que pareciera que rechazan la transferencia, no es así, porque
calculan al otro, o sea, entran al consultorio, primero que entran al
consultorio, muchos, y cuando entran hay como una especie de cálculo
inconsciente del otro para rechazarlo, se podría decir, hay un modo
de rechazar al otro, donde hay cierta lectura del otro. Por supuesto,
si el analista ahí no se ubica un poco sometiéndose a la defensa, me
parece que, lo que va a producir es efectivamente un rechazo, en serio.
Un pasaje al acto. Pero me parece, muchas presentaciones de estas
parecen rechazos y entonces si uno se adecua, por ejemplo, el no ser
tocado de este chico que les conté, si uno se adecua y se entromete en
la defensa y empieza a formar parte de la defensa, y esto se puede leer
como en todos los casos, eso ya establece un primer lazo, que, para
mí, podemos llamarlo transferencia. Incluso podemos llamarlo, y lo
voy a decir provocativamente, autismo de transferencia, ese momento
donde hay como un encuentro cuerpo del analista, cuerpo del autista.

Daniel: ¿Gustavo?

Gustavo: Bueno, primero muy interesante lo que dijeron los


compañeros, amigos. Ahora cuando te réferis a los dispositivos ¿Vos
hacés referencia a los dispositivos tecnológicos?

Daniel: Sí, claro.

Gustavo: Bueno, me parece que entra en la lógica singularidad,


calculo que, y lo estamos notando, que debe haber algunos chicos,

212 Los días quietos


algunos jóvenes que tienen una familiaridad, hasta algunos una
cuestión medio alienada respecto de ciertos dispositivos virtuales.
Los pueden utilizar, digamos, más allá de la circunstancia actual de la
cuarentena, la pandemia y demás. Pensaba en algunos chicos, en uno
fundamentalmente, que he comenzado a ver, que prácticamente su
modo de presentación, era a través de ciertos dispositivos virtuales,
y si no contaba con ellos la cosa se ponía muy densa. Y después, al
menos pienso, en los chicos que vemos, en gran parte de los chicos
cuyo acceso al mundo del lenguaje es muy precario, muy difícil, ahí
me parece que, si no es por intermedio de otro, y es lo que me parece
que venimos de alguna manera verificando, la vinculación con un
medio tecnológico es un poco impensable.

Daniel: ¿Pablo?

Pablo: Bien, una cosa que no dije es que agradezco al equipo todo,
administrativo, equipo de trabajo, coordinación, el trabajo que están
haciendo en la institución porque es impresionante. No lo dije y lo
quiero decir.
Cuando vos dijiste dispositivo yo pensé que hay una cuestión,
porque alguna vez tuve algún paciente que se atendía en una época
en la que no había todos estos medios que hay ahora y se atendía por
teléfono. Se había ido a Europa a vivir por un tiempo y se atendía
por teléfono. O sea que la palabra tenía su lugar y la transferencia
funcionaba. Quizás no era, no estaba el modo presencial, pero en
definitiva la palabra circulaba y la interpretación también. En ese
punto me parece que, mientras esto sea posible, los dispositivos
virtuales van, caminan. Me pregunto más en relación a los nuevos
tratamientos, los que comenzarían como punto de origen desde los
dispositivos virtuales, ahí ya porque gran parte de los tratamientos que
nosotros llevamos adelante se sostienen en relación a una transferencia

Los días quietos 213


ya constituida y digo, en ese punto, sobre el conocimiento mismo de
ese sujeto, y esos objetos que decide no ceder, o ese goce por donde
va. Entonces, eso nos da alguna chance de pensar estrategias, contar
con eso, no sé qué pasaría, yo me planteo por lo menos, cómo sería
iniciar un tratamiento desde el vamos, por eso llevé una muy breve
viñeta en relación a eso. Yo espero de cualquier modo que lo virtual
no se entronice ni sea algo que se considere el modo que reemplaza a
lo presencial. Creo que es un modo alternativo, un modo posible, uno
más, una herramienta más de trabajo, que va a modificar seguramente,
ya ha modificado concretamente nuestro modo de trabajar, pero
creo que el encuentro de los cuerpos no deja de ser una cuestión
absolutamente trascendente y necesaria. Después pensaba en relación
a lo que vos planteabas Ricardo en relación a motor y obstáculo, la
transferencia motor y obstáculo.

Daniel: Quería decir algo Ricardo.

Ricardo: Quería decir en relación a esto de los dispositivos, que me


parece que hay que pensarlo como parte del síntoma, cada uno, como
plantea Gustavo, tiene una relación especial con los distintos aparatos
y por supuesto algunos forman parte del síntoma y me parece lo que
hace esta situación general es poner eso muy en evidencia, también
para los analistas. O sea, debo confesar que en los primeros días yo me
las vi negras con toda esta cuestión porque para mí hablar por teléfono,
solo hablar por teléfono, no digamos videollamada, videollamada
grupal, hablar por teléfono para mí no era algo agradable. Era algo que
me resultaba molesto, incómodo. Siempre había como alguna cosita,
me parece de fondo de angustia, o sea formaba parte de mi síntoma,
del síntoma del lado del malestar, no del lado del goce. O sea, del goce
malestar, quedarse ahí gozando con cierto placer o cierta satisfacción.
Así que me parece que pone el centro en la cuestión de qué lugar

214 Los días quietos


tienen estos aparatos en nuestro síntoma, en nuestro goce. Eso, por un
lado, y por el otro eso que decía Pablo, qué lugar va a ocupar. Porque
seguramente no va a ocupar el mismo lugar que ocupaba hasta ahora.
Porque ahora todos ya tenemos un ejercicio de esta modalidad, todos
quiere decir analistas y analizantes. Por lo tanto, el papá de Gustavo,
el papá que plantea Gustavo Lerner, quizás si aparece otro papá y ya
sabe que mejor hablar por videollamada antes que ir al consultorio,
porque en el consultorio se le arma algo que siempre se empieza a
enojar con el otro, porque se empieza a perseguir. Capaz que vamos
a empezar a recibir este tipo de demandas, decir “mire a mí me viene
mejor hablar por teléfono, porque si no me angustio tanto, ni puedo
salir de mi casa”. Por supuesto que va a haber como una especie de
nuevo problema, de una interrogación, pero…

Pablo: Perdón, me parece muy interesante lo que vos decís. Bueno,


del lado de la neurosis uno de los problemas va a ser qué quiere decir
faltar.

Ricardo: Claro, está bien.

Pablo: ¿Cómo se va a notar eso? ¿Qué quiere decir faltar? Porque


un paciente te va a decir “Si no llego a la sesión, ¿lo llamo?”

Ricardo: Tal cual, sí. Va a empezar a pasar eso.

Pablo: Entonces va a estar en la casa, como sabe que, lo voy a


decir burdamente, como sabe que paga, lo llamo y usted me tiene
que atender porque es mi horario. Digo, cosas que se me vinieron
ocurriendo. Y en relación a los pacientes que tratamos nosotros, que
quizás es más complejo porque efectivamente nos dan alguna chance
de nosotros enlazar en su síntoma, de alguna manera, cuando nos

Los días quietos 215


dejan entrar. Pensaba que, digamos, lo virtual tiene su cuestión, por
un lado, por el lado de que no es directamente con ellos, (los que no
hablan, no es directamente con ellos), pero a nosotros nos pasó que
los familiares han sido un medio muy propicio, muy interesante, muy
productivo de trabajo para ellos mismos, para los padres mismos o
los familiares y también, en algunos casos, un obstáculo. Tengo un
caso, hay dos casos que tengo, uno una madre que es muy amable, que
cada vez que la llamamos para poder contactar con su hijo que no
habla nos dice que nos agradece mucho pero que no tiene necesidad
de recibir llamados virtuales, porque incluso no lo reconoce como un
tratamiento y, sin embargo, su hijo hace muchos años que concurre
a la institución, es casi uno de los fundadores de la institución. Hoy
también pasa eso. Hubo otra que directamente, digamos, tiene
sus cuestiones en relación a la estructura, y entonces hay que tener
mucho cuidado porque, bueno, no sé, para dar un ejemplo, echó a
un acompañante terapéutico porque tenía olor a cigarrillo. Entonces
iba el acompañante y lo echó de la casa. Bueno, qué sé yo, hay todavía
muchas cuestiones nuevas para pensar en relación a esa cuestión de la
transferencia. Sí creo que nos fue pasando a nosotros, progresivamente,
que se fueron incluyendo diferentes actores, diferentes instrumentos
diría, profesionales, asistentes en esas comunicaciones y van pasando
diferentes cosas, ¿no? Esto de trabajar entre varios, incluso hacer
videollamadas entre dos profesionales, interactuar entre ellos y que
el paciente está ahí o no, o que se vaya, que se vaya y vuelva, digamos,
nos fuerza a tener una plasticidad que quizás en la institución no es
están necesaria porque hay relevos, hay presencias, hay espacios, hay
lugares, el paciente sale y entra y sale y entra y hay una relación con
el otro.
Y la cuestión del lazo social que es el punto más difícil porque,
bueno, nosotros ahora estamos haciendo lazo social, ¿pero mirá
que paradójico no? Yo tengo a Ricardo a la derecha y a Gustavo a

216 Los días quietos


la izquierda y seguramente Ricardo tiene a la derecha a otro y a la
izquierda a otro y así sucesivamente. Digo, esta cuestión tan concreta
del orden de la realidad del encuentro, en los casos graves, es más
compleja me parece.

Ricardo: Bueno, en relación a eso hay estos cuadraditos que


pareciera que ordenan la mirada, uno podría decir que está muy claro
dónde está cada uno, a diferencia de lo presencial, que en lo presencial
los cuerpos se mueven mucho más. Podríamos decir, entonces, estos
cuadritos recortan la mirada y en muchos casos funciona así. De
hecho, este niño que yo les decía, que decía siempre hamburguesa,
en presencial no podía estar en los talleres. Estaba todo el tiempo
moviéndose, insoportable, tocando a todo el mundo, rebotando, se
podría decir, tenía que irse de los talleres con un acompañante para
jugar a las escondidas, vean, había algo de la mirada ahí, insoportable,
en los talleres para después volver e igual no poder hacer mucho. Y
en cambio en esta modalidad él puede permanecer sentado frente a la
cámara. Va, viene, va, viene, despacito, nada que ver. Entonces, para él
claramente funcionó como un recorte.
Para el otro muchacho que les decía, completamente lo contrario,
en presencial había algo en la mirada que él podía hacer caer, y en
zoom no, y yo imagino que una de las cosas que podría ser, que es
insoportable del zoom, quizás porque soy sensible a eso, es que no se
sabe quién mira a quien. Uno no sabe cuándo uno es mirado por el
otro, en presencial eso es muy claro, me estas mirando o no me estas
mirando. Acá son cuadraditos que, ¿me están mirando a mí, están
mirando al otro? Como dice Pablo ¿están mirando al de la derecha,
al de la izquierda? Bueno, hay algo ahí indeterminado también de la
mirada que puede resultar muy angustiante y queda del lado del goce
del otro también.

Los días quietos 217


Daniel: Bueno. Está abierto a las preguntas, no sé si alguien
quiere preguntar algo, comentar algo. Si no podemos seguir, a mí se
me ocurren varias preguntas para hacer también. Pablo, ¿querés decir
algo?

Pablo: Estaba leyendo una pregunta que dice “¿trabajan con


adolescentes o adultos con esquizofrenia o solo autismo?” Nosotros
en particular trabajamos con pacientes, me resulta difícil porque
es etiquetar, pero digamos, autismo, psicosis de la infancia, dudosa
porque yo tengo paciente de 30 años, entonces ya no sé si es psicosis
de la infancia o ya no tanto y ya es una esquizofrenia propiamente Y
chicos que por ahí no son ni psicóticos ni autistas, en la integración
escolar, por ejemplo, chicos que están en una posición que se suele
llamar la estructura en espera. Que no se sabe hacia dónde va a ir y
entonces acompañarlos en eso. En el consultorio externo lo mismo,
no predominan, pero hay. Yo soy optimista y digo neuróticos, los que
todavía hay que ayudarlos un poco. Pero bueno, no sé si eso responde
un poco a la pregunta.

Daniel: Gustavo, ¿querías decir algo?

Gustavo: Si, bueno. La experiencia nuestra, digamos, en torno a


la cuestión diagnóstica siempre es problemática, como me imagino
que será la de todos en realidad. Veo cierta incomodidad en hacer un
diagnóstico apresurado, es algo que más bien, viene de una tradición
médica, que a veces funciona más como un obstáculo, como un
prejuicio. Los prejuicios existen. Ahora lo que nosotros siempre
estamos pensando es que los casos así clínicos, voy a llamarlos de
una manera quizás impropia, puros digamos, son bastante raros. En
general hay como una superposición de cuestiones, inclusive pienso
en muchos de los pacientes nuestros que tienen trastornos de orden

218 Los días quietos


neurológico, epilepsias u otro tipo de trastornos, a los cuales, en algún
momento a esa estructura, llamémosla así, se le agrega algo de este
goce descolocado que caracteriza a la psicosis. Y después está el tema
también, ya que viene al caso, de cómo pensar los pacientes que uno
puede pensarlos como autista en relación a cuál es la salida que tienen.
En el caso que yo les comenté y me hacía pensar en que cuando un
sujeto se apropia de algo de su lenguaje podría pasar del autismo a la
psicosis. Voy a decir algo muy personal, a mí me preocupa bastante
poco trabajar en relación a los diagnósticos. ¿Por qué? Porque me
parece que justamente nuestra práctica pasa por el sujeto, permite
poner en entredichos a los diagnósticos. No digo que no sean un
elemento que pueda ser necesario como una referencia.

Ricardo: Yo estoy re de acuerdo con vos. Para nosotros no debería


importarnos nada, nada. Lo único que importa es la presentación
de ese que está consultándonos y que es su síntoma. Se presenta
con su síntoma y después ver cómo se puede hacer lazo con él para
trabajar sobre ese síntoma. Es verdad que después hay un momento
que no está mal definir qué estructura. Porque, a mi gusto, según qué
estructura uno puede hacer algunas apuestas u otras apuestas. Y en
eso capaz que es útil diferenciar, y a mí me es útil diferenciar autismo
y psicosis, no sé si se puede hacer eso que, por lo menos yo nunca
me encontré con ese pasaje del autismo a la psicosis, como que hay
una especie de grieta, de brecha entre uno y el otro. Pero bueno, no
es importante, me parece. O sea, si en algún caso sucedió, sucedió,
fantástico y seguramente también tiene que ver con la posición del
analista de no haberse quedado enquistado en nominar el síntoma,
nominarlo desde lo universal.

Daniel: Quiero agregar algo en relación a lo que dicen. Me parece


que, tal vez, la cuestión estructural que vos nombrabas al final,

Los días quietos 219


Ricardo, es interesante ubicarla a veces por la intervención a realizar
porque, si bien hay cierta espontaneidad, también hay un cálculo, me
parece a veces necesario, para realizar una intervención en el sentido
de (por ahí para hacer una diferencia muy gruesa), interpretar en la
paranoia o no, porque desde ese punto me parece necesario quizás
ubicarlo, o lo que nombraba Gustavo, me parece un dato siempre a
tener en cuenta

Ricardo: Estoy de acuerdo en que exige una lectura de síntoma


para intervenir. En relación a eso yo le diría a Gustavo, somos amigos,
se lo puedo decir, que tenga muy seriamente en cuenta la propuesta
del papá en hacer una gigantografía de él para poner en el cuarto. Ojo,
no está mal. Una imagen real del analista en el cuarto, es una función
del doble. No lo digo por broma, digo que tal vez él pesca que algo de
tu imagen es necesario ahí.

Gustavo: Sí.

Ricardo: Quizás no una gigantografía, pero una foto.

Daniel: Habría que tener en cuenta también que lo dice el padre.

Ricardo: Bueno, por eso. Hay que ver.

Daniel: Digo por el cambio de posición del papá con respecto a


Gustavo, de una transferencia más negativa a una, no sé si llamar más
amable o más amorosa con él.

Ricardo: O más erotómana.

Daniel: También.

220 Los días quietos


Pablo: Justamente iba a decir eso, creo que cambia de signo. Me
parece que toda la hostilidad cambia de signo. Dice algo también,
algo de la estructura del padre, hay que tenerlo en cuenta. Ahora más,
porque los padres pasan a ser parte del trabajo que nosotros hacemos.
Por eso yo tomaba el ejemplo Freudiano, un poco exagerado de mi
parte, pero vale. Es a través de ellos que uno accede un poco más. En
algunos casos es un problema, que dejen entrar a su privacidad. No
solo porque puede no haber espacio para eso, sino porque también,
como dice Ricardo, no todos ceden su gadget a las manos de un hijo
que puede hacer cualquier cosa con eso.

Ricardo: Pero es interesante, esto también llegó para quedarse,


que es el lugar de los padres en relación a estos dispositivos. Es verdad
que tiene un costado de obstáculo, pero me parece que todos hemos
comprobado también como ciertos efectos de cambio de posición de
los padres cuando, por ejemplo, ven a sus hijos en el taller, es lo que
pasa en La Cigarra, ven a sus hijos actuando en el taller de una manera
que no lo ven en otros lados. Acceden a algo que por supuesto en
presencial era muy difícil que hiciéramos pasar una mamá o un papá
a que viera o estuviera ahí en el taller. Más bien evitábamos eso. Era
una especie de lógica del dispositivo, los papás afuera, si es posible, los
papás afuera. Esto, que hizo que los papás estuvieran adentro, hace
que ellos cambien de posición en relación a su hijo.

Pablo: Bueno, es lo que yo hablaba con Daniel, en el off the


record de hace unos días cuando me propuso la presentación y pude
superar el pánico escénico, es que justamente eso que para los padres,
sobre todo para esos padres que tienen un gran desgaste, están muy
alienados con lo que a los hijos les pasa, a los modos de defensa de los
hijos, como dice Ricardo, como comentábamos con Gustavo y que se
encuentran con que hay otros modos de intervención que abren otras

Los días quietos 221


cosas y eso significa para ellos como un alivio. Eso me parece muy
interesante también.

Daniel: Acá Luci pregunta si podían dar un ejemplo de talleres o


alguna actividad que se les ocurra. Ella trabaja en una fundación de
pacientes esquizofrénicos. ¿Pueden contar algo de la experiencia que
vienen realizando?

Gustavo: Los talleres, por lo menos en Espacio, están siempre


orientados como decimos nosotros, no a que alguien aprenda
algo, como en el taller de cocina, taller de huerta, de murga, los
innumerables que hay, de fútbol, etc. Siempre la idea es que ese sea
un lugar de encuentro, un lugar donde circulen palabras, donde
circulen objetos, donde esas palabras y esos objetos tengan un valor y
ese valor los reafirme en su posición de sujetos y eventualmente, va a
haber alguien que, por sus características, sus recursos, sus deseos, sus
intereses, tal vez, por “añadidura”, tomando un concepto freudiano,
quiera aprender algo, bienvenido sea. En ese sentido tomando, algo
que también dijo Pablo y que viene al caso, me parece, que ahí siempre
se pone en juego algo del orden de la creatividad, del orden de la
plasticidad, del orden de poder pescar eso que anda dando vueltas
y que en algún momento se transforma, como decimos nosotros, en
un significante y cobra valor. Pero, al menos en Espacio, nosotros nos
planteamos en función de la apuesta por crear un lazo posible, sea este
el que sea. Muchas veces es un lazo, que se repite al infinito, otro que
se diluye y que reaparece, ahí me parece que nuestra práctica no puede
quedarse dormida en relación a la creatividad. Y me parece que estos
encuentros, las supervisiones, los intercambios, las reflexiones, tienen
que ver justamente con eso, qué cosas se nos ocurren y qué cosas se
les ocurren a los pacientes también, por supuesto, qué podemos leer
de eso.

222 Los días quietos


Daniel: Muy buena. Yo quería, por ahí, siguiendo la pregunta de
Luci, preguntar, preguntarles, en especial a Ricardo porque fue el que
más lo desplegó, vos ahora también Gustavo y también Pablo, si hay
cierta dialéctica, si hay un ida y vuelta, en el sentido que decía Ricardo,
porque la recepción que tienen los talleres o lo que los mismos chicos
traen, no sé si llamar como iniciativa, permite que a veces un taller se
construya y que vaya variando con el tiempo. ¿Lo tienen pensado de
alguna manera?, para decirlo de alguna forma ¿formalizado?

Ricardo: Formalizado es, me parece, que nosotros tenemos esta


maleabilidad que planteaba Gustavo antes, es estar atentos a lo que
pueda aparecer, de cualquier paciente, como modo de tratamiento de
su goce y ver si eso es posible extenderlo a un dispositivo colectivo.
En eso estamos permanentemente en el aire se podría decir, en cómo
hacer para enganchar el síntoma, y es más, casi te diría es un poco la
lógica de todos nosotros, cómo enganchar el síntoma singular de uno
con nosotros.

Pablo: En el lazo social.

Ricardo: Exacto. Entonces sí, ha pasado en La Cigarra de inventar


talleres en relación a un paciente. Por ejemplo, el taller de magia era
porque un chico se creía mago y entonces, en el tratamiento individual
él creía que era mago y eso lo estabilizaba y en un momento se nos
ocurrió, hagamos un taller de magia con un mago y alguien que lo
acompañe, a partir de ahí se armó ese taller. Es un ejemplo y hay otros
de, a partir de un síntoma, armar un dispositivo para que trabajen
otros. Creo que es propio del psicoanálisis eso. Es otra marca del
psicoanálisis en la lógica institucional. La institución se forma por lo
singular.

Los días quietos 223


Pablo: Nosotros tenemos, me parece, una cuestión formal
que a veces hace obstáculo, que es que se deben cumplimentar
determinadas condiciones, que siempre le buscamos la vuelta de
cómo hacer para movernos un poco en relación a eso, de no ir hacia lo
pedagógico, en el sentido de lo que la pedagogía trae como obstáculo.
Para mí los talleres son pretextos para hacer hablar, para poner en
acto el goce, pretextos de trabajo con cada uno de los concurrentes.
Los profesionales pueden tener el título A, B o C, pero así me lo
parece, están conceptualizados en ese sentido, ahí es donde se pone
el acento. Incluso, a pesar de que a veces lo coordine alguien que no
es psicoanalista. La impronta empuja hacia una posición que queda
tocada por el psicoanálisis. Eso es posible. A algunos los incomoda,
pero bueno, es la idea que tengo con relación al tema de lo que son los
talleres. Ahí también me pregunto, ¿es lo mismo un taller virtual que
un taller presencial o son dos cosas distintas? y ¿vamos a hacer talleres
virtuales y presenciales?

Daniel: Por ahí lo que decías del pretexto puede tener algún lugar.

Ricardo: Para mí es eso.

Pablo: Vamos a hacer las dos cosas.

Ricardo: Es que hay algunos chicos que les vienen muy bien estos
talleres. Entonces no sé si vamos a poder pasar a presencial y dejar
caer esa nueva transferencia, ese nuevo modo de la transferencia.
Tenemos que armar algo.

Pablo: Lo que me pasa es que me parece que esto, lo virtual, y son


cosas que voy pensado ahora, ha resaltado más el trabajo del uno a uno.
Han pasado muchas cosas con algunos pacientes muy interesantes, en

224 Los días quietos


relación a demandar a hablar con tal o cual profesional, hablar, pedir
hablar con, “Quiero hablar con tal”. O que, en el consultorio externo,
un paciente, la transferencia analítica la hace con la musicoterapeuta
y no con el terapeuta individual, porque tiene una posición que da
lugar a eso, hay muchas cosas para pensar.

Daniel: ¿Querías decir algo Gustavo?

Gustavo: Algo muy cortito. En Espacio la coordinación de los


talleres no tiene la impronta de ninguna profesión en particular,
sino la impronta del deseo de quien lo quiere hacer. Entonces, como
algo que tiene que ver con la lógica con que nosotros armamos el
dispositivo.

Pablo: Está muy bien.

Gustavo: Quien desee hacer un taller, que lo plantee.

Ricardo: Pero al final es gente orientada por el psicoanálisis.

Gustavo: Si, porque la institución tiene esa orientación, pero,


cuando aparece cualquier colega, yo suelo llamar a todos colegas,
cualquier colega con una buena idea, y con deseo de hacerlo,
normalmente decimos: “bueno, hagámoslo”, probemos a ver si anda.
Como todo, hay cosas que andan y hay cosas que no, cosas que andan
a tiempo y cosas que dan más tiempo, es una experiencia contextual.

Ricardo: Pero a mí me parece, es que cuando se dan como


encuentros felices es porque es gente que respeta la singularidad,
que ya llevan en sí un respeto por la singularidad del síntoma, el no
querer acallar el síntoma, no se ponen en un lugar de discurso amo.

Los días quietos 225


Entonces, hay como cierta confluencia, es verdad que no es necesario
que seas psicoanalista o que estudies psicoanálisis para eso.

Gustavo: A veces es deseable.

Ricardo: Sí, para algunos talleres seguramente es mejor que no seas


psicoanalista. Pero me parece que no tenemos que menoscabar que la
posición de la institución de ustedes es orientada por el psicoanálisis,
haciendo lugar a lo otro, por supuesto.

Daniel: Amigos y amigas, hace dos horas y media casi que estamos.
Acá Virginia nos dejó un comentario que me parece pertinente y está
bueno para cerrar. Quería saber qué les parece a ustedes. Dice “Tal
vez era una deuda del psicoanálisis hacer entrar más a los padres”.

Ricardo: No vamos a empezar a hablar de eso ahora. La dejamos


ahí.

Daniel: ¿Alguien quiere decir algo?

Gustavo: Para nosotros siempre fue una interlocución necesaria,


es más, pensamos a veces, como un elemento imprescindible para la
admisión de un paciente, que haya con quién hablar. Pero claro, la
necesariedad ahora, esto que yo trataba de decir, las familias diciendo
“estoy en la puerta de casa”, y nos mostró desde la pintada hasta un
techo que se le viene abajo, sin ninguna necesidad de hacerlo y lo
hace, digamos, porque está en transferencia con nosotros y porque
evidentemente encuentra en esa presencia nuestra, algo que a su
hijo le sirve, que a ellos también. Indudablemente la presencia de los
padres ahora es, digamos, mucho más visible y eso creo que es bueno

226 Los días quietos


que llegue para quedarse cuando nos volvamos a encontrar, que no
sea necesario la virtualidad para eso.

Daniel: ¿Pablo?

Pablo: Coincido. En algún momento se hizo un trabajo con los


padres, reuniones con los padres con diferentes resultados, pero
creo que inevitablemente ahora los padres han tenido (digo los
padres, los familiares, los que están a cargo), han tenido, tienen,
una función fundamental y están más conectados entre ellos. Tengo
casos de madres que se hablan todas las semanas, que se hicieron
amigas. Me parece que van pasando cosas muy interesantes. Así que
sí, efectivamente coincido con Gustavo, con esto hay que insistir, y
que es una modalidad que llegó para quedarse, con virtualidad y con
presencialidad, me parece que con las dos cosas.

Daniel: ¿Ricardo?

Ricardo: No vamos a empezar a hablar de eso ahora. La dejamos


ahí.

Daniel: Bueno amigas, amigos, muchas gracias por acompañarnos.


Gustavo, Ricardo y Pablo, excelente. Una alegría escucharlos, lo pasé
muy bien. Ojalá que nos podamos encontrar pronto, la verdad que es
un gusto charlar sobre estos temas y en estos momentos que realmente
son difíciles. Les mando un abrazo a todos los que nos acompañaron y
en especial a Ricardo, Gustavo y Pablo. Los esperamos en el próximo
encuentro. A descansar todos y a cuidarse.

Los días quietos 227


21 de septiembre

Hoy la terapeuta G nos cuenta que internaron a su marido porque


tiene bastantes dificultades para respirar. Ella y su hija están bien. Lo
internaron en el Hospital Mataldi de Bella Vista, hospital municipal,
y están a la espera de poder trasladarlo a una clínica privada. Está muy
angustiada y a mí la noticia me dejó bastante mal. Evidentemente
las estadísticas no son ciertas, la cantidad de infectados y muertos
debe ser mayor. Liliana me cuenta de varias familias de Estimulación
que están infectadas y que no los están atendiendo de la manera
esperada. Presumo que deben estar desbordados, tratando de regular
los recursos para poder distribuirlos de la mejor manera. Es también
muy complicado cuando la oposición hace del odio su política,
angustiando a la gente, que va desde la confusión a la fragmentación,
pasando por la parálisis.

228 Los días quietos


2 de octubre

Estuvimos trabajando con el área de familias sobre distintos casos,


entre ellos el estado de la familia de S, cómo estaban sobrellevando
la muerte de la madre. Marisol, quien realiza el seguimiento, nos
contaba que estuvo comunicándose vía mensaje y ayer pudo hablar
con el padre directamente. Lo notaba angustiado y contaba que estos
días duerme en la habitación de S, porque la nota inquieta. Decíamos
que probablemente se acompañen los dos… Contaba también que S
no nombró más a la madre. Llama la atención. Esto me invita a leer
cuestiones que hacen al duelo, pero sigo, S está en general, bastante
tranquila, con su música y sus instrumentos, se nos ocurrió si alguno
de los musicoterapeutas podría intentar algún acercamiento virtual,
utilizando a la música a la manera de marco. Otra cuestión que
contaba el padre, es que a él le hace poco caso, pues es muy permisivo,
pero a su hermana, que no le acepta cualquier cosa, es decir: le pone
límites, “le hace más caso”. Quedaron en continuar el contacto y en
corto tiempo intentar contactos virtuales con S.

6 de octubre

Hoy nos reunimos para trabajar sobre algunos casos y vimos el


caso de VD, una adolescente con bastantes limitaciones simbólicas
y epilepsia, que en la actualidad está un poco complicada. Esta joven
llego derivada de un Centro de Día donde aún concurre. El motivo
fueron conductas violentas que tuvo en el Centro, por cuestiones
de celos con compañeras en relación a distintos novios que tenía
en el mismo. El trabajo en las sesiones logró que estos conflictos se
tramitaran más por la palabra. Esto se atenuó durante el tratamiento
hasta un problema a fines del 2019, cuando hubo otro episodio de

Los días quietos 229


violencia por celos con sus compañeras, otra vez por un novio que tenía
en ese momento, y la llevó a no querer ir más al centro. Finalmente
retomó la concurrencia luego del trabajo realizado en las sesiones.
Sus impulsiones se fueron atenuando y pudo tramitar sus conflictos
por medio de la palabra. Marisol, quien hace el seguimiento familiar,
cuenta que la madre se vio muy afectada por la pandemia. Con el
inicio de la cuarentena y el tratamiento virtual, se complicó mucho el
contacto por video llamadas con VD. Tampoco quiere participar de
los encuentros en el centro de día, a través de la plataforma zoom. A
VD le gustan mucho las novelas y prefiere ver eso, en lugar de ver a sus
compañeros y terapeutas.
La madre cuenta que, en algunas ocasiones, la joven tiene gastritis
por los nervios que surgen cuando se pelea con las compañeras.
Siempre manifiesta algún dolor físico para no participar de las
actividades.
En un momento la familia se contagió COVID, pero no hablaron
mucho del tema, todos se recuperaron sin mayores inconvenientes.
VD tiene hermanos y sobrinos y parece que tiene conflictos con casi
todos ellos. En resumen, en la actualidad no tiene ganas de hacer nada.
Su terapeuta cuenta que a VD le encanta hacerle bromas al novio
sobre que está embarazada, así logra asustarlo y a la vez que le brinde
más atención.
Para Luján la cuestión es cómo ella hace lazo con el otro. En lo
familiar pareciera que está bastante aislada, y con respecto al terapeuta
la cuestión es que no quede enlazado al Centro de Día. Enfatizar que
su tratamiento es un espacio para ella, que se le explique que ahora
en cuarentena las cosas son así. Pareciera que ella está buscando
algo por fuera del centro de día. A mí se me ocurría que esto que
hace, de solo ver telenovelas, es algo que puede tener que ver con
algo fantasmático, en tanto sus episodios de violencia están siempre
ligados a cosas románticas. Tal vez algo de esto puede ponerse en

230 Los días quietos


palabras en la sesión, no encarándolo directamente, ¡claro! No sé…
que le cuente los capítulos de las novelas, los protagonistas, etc. Que
la haga hablar de algo que le interesa.

13 de octubre

No dejarme ganar por “la ideología del malestar” como dice


Negroni en su libro Islandia34 pero ¡¿cómo hacerlo?! Hace un rato
me escribía con mi primo Marcelo quien vive en Italia y en marzo
le detectaron un cáncer… la está peleando. Le afectó los riñones y
mientras se da la quimio empieza con diálisis. Si zafa del cáncer va a
necesitar un trasplante. Mi amiga Ana, con el mismo diagnostico la
está luchando, pero va mal. Una de las cosas más tristes que les ocurre,
es que cuando necesitan internarse deben estar solos por el protocolo
de COVID-19. El miedo.
Hoy martes 13, el día del psicólogo, las redes inundadas de saludos.

34 Negroni, María. Islandia. Editorial del Banco de la Provincia de Buenos Aires.

Los días quietos 231


15 de octubre

Este último tiempo se nos está haciendo un poco más difícil


sostenernos en el envío diario de videos. Si bien tenemos una
dirección por área y por grupo, el problema es no tener el ida y vuelta
del contacto presencial, esencial para la dinámica de las actividades,
cómo se enganchan los chicos con la misma, cuánto tiempo se sostiene
la participación y si tiene alguna eficacia en el grupo y en cada uno de
los participantes… esa ausencia complica. Nos falta lograr ese ida y
vuelta, encontrar una manera de formalizarlo, hemos hecho intentos,
llamadas por áreas, sugerencias de los terapeutas de familias, mensajes,
videos personalizados, pero no es lo que esperamos. Hemos logrado
algunos contactos y algunos cambios en la transferencia que son
interesantes. El caso sobre el que trabajó Gustavo, en la conversación,
es una clara muestra de los distintos vaivenes de la transferencia, desde
lo erótico hasta el alivio de la celotipia del padre de N.

232 Los días quietos


16 de octubre

Hicimos el taller de fútbol, se conectaros algunos chicos y


sus madres. La actividad la organizó el profe de Educación Física
Gustavo, que se sumó al equipo durante la pandemia ante la partida
de dos de los profes. Esta pandemia ha abierto cuestiones inesperadas,
lo sumamos de manera virtual, solo Eduardo lo conocía de manera
personal. Lo entrevistamos y su experiencia nos pareció que suma.
La actividad estuvo bien organizada, participó toda el área y con
elementos que se consiguen en el hogar, se armó un jueguito a través
de la pantalla. Luego un tercer tiempo donde hablamos con los chicos
y sus mamás de la vida cotidiana. A todos les permitió pasar un buen
momento.
Hoy realizamos otra entrega de alimentos. La mayoría de
los bolsones de comida los retiran los transportistas, y también
vienen algunos padres, eso nos dio la posibilidad de convertirlo en
dispositivo, lo pienso hoy, espontáneo. Gustavo lo maneja muy bien,
implica charlas, bastante relajadas, en la vereda muchas veces, que
permitieron trabajar algunos temas. Sin dudas lo presencial (parece
loco señalar esto) hace una diferencia. Mi impresión es que en este
momento lo virtual, por momentos se pone agotador. Lo que es
importante: la continuidad que le podemos dar a la entrega de
alimentos. Es difícil imaginar cómo se vive el no tener comida para
poner en la mesa. Es una de las vivencias siniestras que acompañan a
la pobreza. Es significativo lo que hacen nuestras instituciones, junto
con otras de la sociedad civil, dando una mano a muchas familias que
concurren a distintos dispositivos.

Los días quietos 233


19 de octubre

Estamos llegando al millón de infectados y hay quien está sorpren-


dido por esta cifra. No sé si lo que vengo contando da una dimensión
de la precariedad de nuestro sistema de salud, del orden social, junto
con la pobreza que azota el conurbano con su halo de horror natu-
ralizado (basta con ver, a la vera de la autopista del Buen Ayre, otro
eufemismo repugnante, los basurales a cielo abierto, que despiden un
olor nauseabundo, donde miles de personas viven en, y de, la basura)
y que no creo que pudiera tener otro destino, que esta cantidad de
infectados. Por otra parte, el cansancio, la intemperie social en que
nos sumerge la cuarentena, profundiza un país arrasado por sus pro-
pios límites. La crítica generalizada es la falta de testeos. Parece legi-
tima. Dos familias nos contaron esta dificultad, cuando pidieron un
hisopado, les dijeron que no podían ir, a pesar de sus síntomas. Una
de estas familias, dado que sin hisopado que certificara la enfermedad
perdía el presentismo en su trabajo, fue en colectivo al hospital a hiso-
parse. Algunos han esperado cinco días para que vinieran a testearlos.
Aquí vemos los límites de nuestro sistema.
¿Fue la cuarentena, esa clave de bóveda para abordar la pandemia,
que prácticamente ya terminó (salvo en lo escolar, discapacidad y otros
pocos rubros) una medida que sirvió? Coincido con el gobierno en
que sirvió para aggiornar el sistema de salud y que no desbordara o, al
menos, si desbordó, fue en pocos establecimientos. Creo que eso per-
mitió salvar vidas. Pero esto continúa. Hoy una madre pasó a buscar
un bolso de comida que no pudo retirar el viernes y nos contó que su
cuñado de 57 años había muerto hacía unos pocos días de COVID.
No tenía ninguna enfermedad previa. Por mi parte tengo bastante
miedo y me inquieta la falta de cuidados que veo en general. Llega-
mos a la idea de “a quién le toca, le toca”

234 Los días quietos


Con respecto a la atención presencial hay cuestiones que no están
claras. El 100% de nuestra población tiene certificado de discapa-
cidad. Están todos nominados como pacientes de riesgo, ninguno
podría atenderse en presencial por este motivo, pero, el colectivo de
discapacidad es muy amplio y, evidentemente, muchos de los sujetos
con este certificado circulan sin tener más riesgo que cualquier otro
integrante de la población. Esto implica una dificultad, que el reco-
nocimiento de la singularidad puede solucionar. Otra vez el estigma.
Lo interesante de todo esto, es que hoy ingresó el séptimo paciente
en lo que va de la cuarentena, recibiendo solo atención virtual (úni-
camente la admisión fue presencial). Sorprendente. Ya estamos
haciendo admisiones virtuales. Increíble.

20 de octubre

Hoy charlaba con Iván sobre el tema de los videos que se están
enviando a les chicos y sus familias y el contabilizaba más de 400. Me
sorprendió.

Los días quietos 235


22 de octubre

Conversando con un colega y maestro me hacía una observación


que me pareció un hallazgo “necesitamos más silencio”. Él se refería
a cierto vértigo por parte de nuestro gremio de dar una respuesta a la
situación, y a cualquier tema. A mí me hizo pensar en cierta imposi-
bilidad de dejar de pensar (si se pudiese…) en todo lo que está ocu-
rriendo, en especial con los dispositivos, en especial celulares y com-
putadoras que están siempre conectados a mí. Alguien ya debe haber
pensado en los mismos como parte del cuerpo. Es una sensación inde-
tenible como lo ubica Burroughs35, el lenguaje como un virus que lo
toma todo, como un pensamiento que es palabra, murmullo perma-
nente. Es algo que por momentos es muy perturbador. El silencio es
algo deseado y esperado, pero no ocurre.

35 “...el lenguaje es un virus...” Burroughs, William. La revolución electrónica.


Buenos Aires, Caja Negra.

236 Los días quietos


26 de octubre

Estoy leyendo diversos diarios de la peste. El del Bifo Berardi es


muy bueno, El Umbral36. Hay algunas ideas interesantes, una de ellas:
que está volviendo el valor de uso al centro de la escena. Dice, quizás
un poco excesivamente (su exceso es una de sus virtudes) “lo útil es
el Rey. El dinero no puede comprar la vacuna… entonces el dinero es
impotente”. Hasta hace unos días atrás lo hubiera pensado como equi-
vocado, pero con las nuevas noticias de Europa y la segunda oleada
de contagios y las nuevas cuarentenas que se están imponiendo en el
Reino Unido, España, Portugal la cuestión parece cada vez más com-
plicada. Por nuestros lares cada vez más aperturas…

36 Bifo Berardi, Franco. El umbral. Crónicas y meditaciones. Buenos Aires, Tinta


Limón.

Los días quietos 237


6 de noviembre

Se declaró el fin del ASPO y el inicio del DISPO (Distanciamiento


Social Preventivo y Obligatorio). La gran expectativa es que pasará
con la atención de nuestro colectivo. Hay una gran confusión, porque
hay muchas instancias involucradas, Nación, Provincia, Municipio,
Andis, Ministerio de Salud. Entre estos entes o administraciones del
Estado no hay una coincidencia. Por otra parte, comienza a haber,
cada vez más demanda por parte de las familias, para que comiencen
los tratamientos presenciales, esto es una circunstancia muy compleja
ya que muchos de nuestros concurrentes padecen trastornos orgáni-
cos graves y desde el punto de vista legal todo el que tenga un certi-
ficado de discapacidad es considerado una persona de riesgo. Por mi
parte estoy preocupado ya que, si bien bajaron la cantidad de con-
tagios, los muertos por día son bastantes, ayer 248 y las UTI están
ocupadas al 64%, si no me equivoco, manteniéndose en esos valores
desde hace bastante tiempo.
El clima social es de una “serena alegría” diríamos en un lenguaje
informativo, ya que se terminarán de abrir en AMBA cosas que aún
permanecían cerradas, como ferias y teatros. Aquí, en el condado, no
queda mucho pendiente por abrir, diría que nada. Tal vez la posibili-
dad de permanecer dentro de los locales gastronómicos, pero el resto
está a full.

238 Los días quietos


9 de noviembre

Para una lectura de la sublimación en la psicosis como posibilidad


clínica y sus dificultades en el trabajo virtual releo a Recalcati, en Las
tres estéticas de Lacan37. Gran texto en el realiza varias lecturas del
tema de la sublimación, de las cuales recorto dos. En “Los complejos
familiares”38 el psicoanalista francés ubica a la psicosis como imposi-
bilitada de sublimar por la ausencia del padre, que deja al sujeto sim-
biotizado con la madre, y a merced de la pulsión de muerte, que lo
arrasa todo. Si no simboliza, es que no sublima. La pulsión se orienta
a la madre: muerte=madre.
En otra lectura parte del Seminario 739 y allí el padre, ya no es solo
quien permite sublimar, sino también es el maligno de Lutero, que
odia sus hijos. Es el padre de la horda. Pero también hay un cambio de
posición en este seminario, en el que abandona la idea de repetición
en relación a lo simbólico, para ubicarlo más en relación a lo real, la
Cosa, lo éxtimo, lo más íntimo como extranjero. El placer en relación
a lo simbólico, el goce más cerca de lo real. La Cosa como fuera de
lo simbólico, fuera de significado, irreductible a las imágenes y a los
significantes. La Cosa es un pleno de goce y un vacío, una contradic-
ción a la que Lacan y el psicoanálisis nos tiene acostumbrados. La
Cosa es algo “incandescente” para Recalcati (¿no lo será también para
nuestros niños?), una repetición oscura que somete al sujeto y lo deja
a merced de la Cosa. Una hipótesis, es que la imposibilidad en lo sim-
bólico (para decirlo de alguna manera), de algunos de nuestros niños,
los deja a merced de este goce oscuro, fuera de la ley, aunque, no está
de más señalarlo, en el núcleo de la ley, también está esta oscuridad.

37 Recalcati, Massimo. Las tres estéticas de Lacan. Psicoanálisis y arte. Buenos Aires,
Ediciones del Cifrado.
38 Lacan, Jacques. Otros escritos. Buenos Aires, Paidós.
39 Lacan, Jacques. Seminario 7. La ética del Psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós.

Los días quietos 239


Otra lectura de la Cosa es la del vacío y la sublimación, lo artístico que
brinda la posibilidad de la creación de múltiples objetos imaginarios
como forma de abordarlo, pero que una elevación simbólica, lo ubica
en el vacío de lo real.

12 de noviembre

Hoy hacemos la última jornada del año: “Clínica en Pandemia,


Experiencia, Ética y Estética”.

240 Los días quietos


Jornada “Clínica en pandemia, experiencia, ética y estética”

Daniel Belgareto. Introducción


(Las presentaciones y la conversación posterior son desgrabaciones
revisadas por los expositores)

Buenas noches, mi nombre es Daniel Belgareto, parte del equipo


directivo de Espacio de Vida. Habitualmente hacemos actividades
de este tipo y este año las realizamos de manera virtual, así como
desde marzo lo venimos haciendo con nuestro dispositivo de aten-
ción clínica. En nuestra actividad clínica lo estético, lo artístico, tiene
un lugar especial. Muchas de las actividades que realizamos con los
concurrentes a nuestra institución tienen que ver con el arte y tam-
bién con el juego, esto en muchos casos nos permite armar una escena
que podemos utilizar de manera instrumental para acercarnos a los
niños que muchas veces, por sus padecimientos, están en situaciones
de mucho aislamiento, de gran angustia. En este sentido nos pare-
ció interesante, para ir cerrando el año, armar una actividad con estos
queridos colegas que gentilmente se sumaron a la misma y a quie-
nes estamos muy agradecidos, para ver qué lazo se puede establecer
entre lo clínico, lo estético y lo ético en estos momentos de atención
fundamentalmente virtual. Quiero entonces presentarles a nuestros
expositores, quienes van exponer en este mismo orden. En primer
lugar a Gabriel Belucci, quien es psicoanalista, Director de la Espe-
cialización en Clínica de adultos del Colegio de psicólogos de la Pro-
vincia de Buenos Aires, en los Distritos IX y XIII, a Gabriela Cuomo,
psicoanalista, integrante de EOL y de la AMP, y a nuestro querido
Ricardo Mauro, psicoanalista, jefe de salud mental del Hospital Gral.

Los días quietos 241


Belgrano, Director de la escuela de Psicoanálisis del Colegio de Psi-
cólogos, Distrito XV. Adelante, Gabriel.

Gabriel Belluci
Y la frase dice: que mientras un pesimista encuentra una calami-
dad en cada oportunidad, un optimista encuentra una oportunidad
en cada calamidad.
A mí esa frase me gusta mucho, porque es una definición del opti-
mismo muy congruente con la posición del psicoanálisis. Y no se trata
en absoluto del optimismo bobo, de suponer que está todo bien, lo
cual en nuestra lectura iría más de la mano de una gigantesca desmen-
tida. No tiene que ver con eso, sino con un hacer con, un saber hacer
con, como lo decimos después de Lacan, con lo real, con la castración,
con el tropiezo, con el mal encuentro, porque también hay buenos
encuentros. Pero acá hablamos del mal encuentro, con lo cual ahí hay
como una segunda torsión, por un lado, se trata de que cada quien se
puede encontrar con lo propio de ese padecimiento, que inicialmente
se presenta como un para todos y por otro, que a partir de algo que,
sin duda nos hace padecer de un modo o de otro, más o menos, pueda
empezar a asomar esta otra vertiente que, en definitiva, tiene que ver
con una posición ante lo real, que es la de un hacer posible con eso.
Entonces vamos a la cuestión del hacer, me voy a referir ahora
puntualmente a algunas cuestiones que nos plantea la virtualidad,
ahora sí, y que por el momento están muy atadas a la cuarentena, a las
medidas, primero de aislamiento, ahora de distanciamiento pero que,
insisto, me parece que tiene como una entidad propia. Realmente
creo que la pandemia nos ha hecho ingresar en la era de la virtua-
lidad, de la cual se venía hablando hace mucho tiempo, ya que los
recursos tecnológicos, de algún modo, existían, pero creo que esto no
había impactado ni por lejos con la amplitud que va a tener a partir de

242 Los días quietos


ahora, de hecho, bueno, les pasará a quienes practican el psicoanálisis,
o algún otro tipo de práctica clínica, digamos, les pasará que al menos
algunos pacientes ya están planteando seguir con esta modalidad.
Lo que quiero compartir son algunas preguntas, creo que hay que
ser cautos, todavía, en relación con esto, porque tenemos muy poco
camino recorrido. Decía algunas preguntas y en algún caso, el asomo
de alguna idea, de alguna conjetura, como para pensar una respuesta
posible a estas cuestiones.
La primera tiene que ver con los avatares de la transferencia que,
en definitiva, es lo que enmarca a esta práctica, ya que todas las vicisi-
tudes de un tratamiento se remiten a ese campo. La primera consta-
tación, diría, las transferencias en los distintos dispositivos, en líneas
generales, son sostenidos para nuestra, no sé si sorpresa, pero digamos
claramente que no sabíamos qué iba a pasar y por lo menos en una
gran mayoría de los casos se han sostenido. Los tratamientos conti-
nuaron, la mayoría, y se iniciaron otros. Ahí hay cierta discusión que
ha comenzado, discusión en el buen sentido de poder discurrir con
otros, en relación a si habría alguna diferencia entre aquellos trata-
mientos y aquellos trabajos que han comenzado en condiciones de
presencialidad, y los que inician bajo estas nuevas condiciones. A mí,
les confieso, no me queda tan claro, no sería muy categórico con res-
pecto a que haya efectivamente una diferencia sustancial.
Algún amigo y colega con el que he conversado recién, me dice
que sí, que en los tratamientos que iniciaron con esta nueva modali-
dad, hay algo que todavía que no se ha puesto en forma, o no ha sido
tocado, que tiene otras condiciones, pero creo que realmente esto se
va a dilucidar, en gran medida, con la experiencia misma y, va a reque-
rir, sí, ser conceptualizado.
La segunda cuestión que creo, incluso, toca de cerca el subtítulo
de esta jornada, tiene que ver con la cuestión de la presencia. Hasta
hace poco, apenas unos meses, la gran mayoría de los practicantes

Los días quietos 243


del psicoanálisis, hacíamos una equivalencia que, se reveló, que era al
menos, cuestionable, entre la presencia y la materialidad física de los
cuerpos, que presencia era estar ahí en cuerpo y con presencia de los
dos cuerpos en su materialidad, en el mismo espacio físico.
Yo creo, es mi impresión, estoy en camino de empezar a concep-
tualizar esto, que empieza a quedar claro ahora, que la presencia no
es eso, la presencia no se podría reducir a la materialidad física de los
cuerpos, si ustedes me permiten haría una distinción parecida a la que
podríamos hacer entre la realidad y lo real. Una cosa es ese campo de
la realidad y otra cosa es aquello que se especifica como un real de
hecho, la presencia y la elaboración de Lacan, una de las vertientes de
la presencia tiene que ver con esto.
¿Presencia de qué? podríamos preguntar. Bueno, se me ocurre
ahora, que lo estoy diciendo con alguna precisión un poco mayor
de como lo había pensado, que si algo se hace presente ahí, más allá
de la cuestión de lo real, si algo así se hace presente, no tanto como
tropiezo, como aquello que puede llegar a producir la angustia, sino
como aquello que me sostiene, no es otra cosa que la función deseo
del analista. Esa función a la que cada uno de nosotros le da soporte
cada vez, y que en ese sentido, tal vez, podríamos empezar a hablar
provisoriamente, de una función presencia, es decir, que no tiene que
ver entonces, repito, con la materialidad de los cuerpos, sino con algo
que opera como una función del dispositivo, y entonces la siguiente
pregunta que me surge y que, de nuevo, no tengo una respuesta cate-
górica, solo la pongo a rodar es, ¿cuáles serían los signos de esa pre-
sencia? Porque en la copresencia física esto se puede dar, como una
especie de evidencia. Pensaba un detalle mínimo, pero que creo que
puede arrimar alguna noción cuando, por ejemplo, estamos hablando
por teléfono, varios de los tratamientos que sostengo lo hago sin el
soporte de la imagen, solamente hablando por teléfono y de repente
aparece la pregunta de si estoy ahí, escuchando. La pregunta con la

244 Los días quietos


necesidad del asentimiento, de que diga un mmm, aunque sea. Enton-
ces tomando esto, que es un dato mínimo que en sí, obviamente no
nos llevaría muy lejos, me surge preguntar y les dejo a ustedes para
que pensemos y conversemos, ¿cuáles serían entonces los signos que
hacen patente para un analizante la función presencia, no estando
sostenida la materialidad física de los cuerpos? esto lleva a una tercera
cuestión que es la de los objetos pulsionales y en particular la mirada
y la voz que no hay que confundir con lo visible y lo audible, la mirada
y la voz como objetos que, en sustracción sostienen también ciertas
operaciones y en parte el campo transferencial, bueno, ¿cómo juegan
acá?, ¿juegan del mismo modo? Nada indicaría que sustancialmente
eso no sea así, pero, de nuevo, en estas nuevas condiciones que exige la
virtualidad, me parece que no es algo que podríamos dar por sentado.
Donde creo que tal vez podemos tener algún elemento más para
afirmar, y no solo preguntar, es en el siguiente eje o punto que tiene
que ver con la cuestión de lo imaginario. Aún sin confundir lo imagi-
nario con lo visible, porque no es lo mismo, pregunto, les pregunto,
me lo pregunto a mí mismo, si el movimiento que hacemos, por lo
menos en mi caso con unos cuantos pacientes, de sustraer la imagen,
de proponer por ejemplo la llamada telefónica lugar de la videolla-
mada. La videollamada yo la sostengo con pocos cuando realmente
me hacen saber que esa es una condición de posibilidad y ahí lo res-
peto y mantenemos eso, pero con la mayoría he propuesto la sustrac-
ción de la imagen, entonces, me preguntaba ¿esto sería equivalente
al gesto del pasaje a diván? supongo que no, que en principio no es
exactamente lo mismo, aunque hay cierto efecto de sustracción que
podría ser comparado. ¿Por qué supongo que no?, bueno, porque el
pasaje al diván, en general, venía a sancionar cierta lectura con res-
pecto a la posición de alguien como analizante, lo que en otros térmi-
nos podríamos llamar una entrada en análisis. Creo que, en estas con-
diciones, no es necesariamente así. Efectivamente en algunos casos

Los días quietos 245


esto va de la mano, pero hay otros, incluso, que inician las entrevistas
bajo esta modalidad de la llamada telefónica. Entonces, cómo pensar
esa articulación y esa diferencia con la propuesta de pasar a diván en
lo presencial.
Estas creo que son las cuestiones que yo recortaría como funda-
mentales en relación al eje estético, bueno, entiendo que ahí, hay
mucho para pensar y mucho para decir sobre esta dimensión de la
imagen y como implicarse con determinadas producciones, con
determinados espacios. Creo que muchos de estos espacios, por lo
menos en mi experiencia propia y la de algunos colegas con los que
he tenido trato, han quedado muy acotados en estos tiempos de pan-
demia, pero que poco a poco se han ido recuperando, se han ido rear-
mando, como decía Daniel, en estas condiciones de la virtualidad, ahí
realmente hay todo un territorio casi virgen, para poder ser recorrido
y pensado.
Y lo último que quisiera plantear, como un interrogante que es de
todos, el que creo que menos estamos en condiciones de responder,
tiene que ver con la cuestión de los desenlaces. Hay colegas, pienso
puntualmente en Juan Mitre, a quien ustedes conocen muy bien, que
tiene una extensa reflexión y trabajo sobre el tema de desenlaces en
las condiciones de lo institucional, y particularmente de lo hospita-
lario, en que el desenlace responde a una lógica analítica y no a una
lógica burocrática, poder pensar esas conclusiones de tratamientos
en las condiciones de lo institucional. Creo que la virtualidad tam-
bién introduce una interrogación sobre cómo se pueden plantear los
desenlaces en estas condiciones, por el momento, creo que no tene-
mos, prácticamente, ninguna experiencia de esto. Las pocas situacio-
nes de las que podría dar cuenta han sido más del orden de cierta
interrupción y ahí lo que se alega, es curioso, algún paciente que si
bien no ha interrumpido, ha planteado ciertos reparos en relación a

246 Los días quietos


la continuidad del tratamiento, me planteaba algo que me hizo y me
sigue haciendo pensar. Él decía que en realidad no cambiaba mucho lo
que él decía en las sesiones y lo que yo podía eventualmente también
decir en relación al despliegue de su palabra, pero lo que si cambiaba,
y lo que él no había podido reencontrar en estos meses, no era tanto
el hecho de estar en el consultorio, sino que él ponía el acento en la
presencia física, su presencia física en el consultorio, decía: “antes, yo
cuando iba a tu consultorio salía de mi casa, hacia todo un recorrido”,
incluso el salir de la sesión, era como un espacio donde algo quedaba
resonando, donde algo quedaba dando vueltas. Es decir, ubicaba
cierto efecto de discontinuidad, que creo que es uno de los problemas
que se nos plantean más seriamente en esta época de virtualidad, que
es la continuidad de las escenas. Lo que efectivamente antes operaba
como un corte entre escenas, no solo entre la escena analítica y otras,
piensen en la escena del trabajo, yo doy clases en muchos espacios, y
me encuentro teniendo que atender a una entrega de MercadoLibre,
en el medio de una presentación. Bueno, esto pasa. El problema no
es tanto la cantidad de tareas que eventualmente esto suma, sino que
hay solapamiento de escenas.
Nuevamente creo que la operación sería ahí, o el punto donde esta-
mos interrogados como analistas, cómo volver a separar una escena
de la otra. Creo que, tal vez, uno de los riesgos o de las complicaciones
que se pueden presentar en estas condiciones, es que esa separación
de escenas no se pueda producir.
Bueno, no más que esto, como les decía son reflexiones proviso-
rias, son ideas para empezar a conceptualizar algo de esta experiencia
que todavía estamos atravesando y que ya son, el hecho de ponernos
a pensar y a discutir con otros estas cuestiones me parece que ya su
modo de tomar, aunque sea una mínima distancia de la experiencia
misma.

Los días quietos 247


Así que bueno, concluyó acá y cuando hayan dicho lo suyo
Gabriela y Ricardo conversaremos y veremos a qué otras ideas llega-
mos entre todos.

Gabriela Cuomo
“Supongo que siempre hay algo ahí fuera con lo que queremos
torturarnos. (...) Nadie gana, finalmente; no hacemos más que
buscar un aplazamiento, guarecernos un momento del resplandor.
(...) necesitamos humor, necesitamos reírnos. Yo solía reírme más,
solía hacer más de todo, excepto escribir. Ahora escribo y escribo y
escribo, cuanto más viejo soy más escribo, bailando con la muerte
(...) Cualquier cosa que diga suena bien porque apuesto cuando
escribo. Hay demasiados que son demasiado cuidadosos. Estu-
dian, enseñan y fracasan. Las convenciones los despojan de su
fuego.” (Bukowski, Charles. El capitán salió a comer y los mari-
neros se tomaron el barco. Barcelona, Anagrama.)

Agradezco a Daniel Belgareto y a Espacio de Vida la invitación a
este encuentro. Y celebro compartir la mesa con dos colegas que apre-
cio, Gabriel y Ricardo, con quienes hace unos dos años nos reunimos
también en una misma conversación, a partir de la presentación de un
libro de Juan Mitre.
Voy a decir para empezar que el título de la convocatoria reúne
términos vastos y complejos, y que cada uno daría en sí mismo para
una jornada entera de trabajo. Así que más que una exposición aca-
bada, intentaré aportar algunas ideas, palabras, que puedan contri-
buir a una conversación animada entre nosotros.
Seguramente en lo que plantee se cuelen un poco las preguntas
y las lecturas que atraviesan hoy mi relación con el psicoanálisis y su
práctica. Pienso que no es posible transmitir desde otro lugar que no
sea ese, el de las propias inquietudes en la formación como analistas.

248 Los días quietos


En un tiempo de la civilización donde el psicoanálisis recibe fuer-
tes críticas y objeciones, donde gran parte de la subversión freudiana
es puesta en cuestión por otros discursos y movimientos, me convoca
la expectativa de Lacan respecto a la duración del psicoanálisis en el
mundo como un síntoma tranquilizador, quizás uno de los únicos
síntomas que puede ponerse en cruz con los amos de turno.
¿Para qué sirve un analista? ¿Para qué sirve analizarse? Son pre-
guntas que trascienden el tema de la pandemia, pero a la hora de pen-
sar cómo cada uno se las arregla en este tiempo, quizás convenga dar
algunas razones de lo que el encuentro con un analista puede produ-
cir, tomando ese hilo con el que Lacan definió la operación analítica
en el Seminario 24: una práctica sin valor, un sesgo práctico para sen-
tirse mejor.
En aquel encuentro, dos años atrás, Gabriel habló de los efectos
del análisis en el lazo, y los planteó como del orden de “una relación
más digna con el semejante”, fórmula a la que agrego hoy “una rela-
ción más digna, menos tonta, con el semejante”. Mi preocupación
toca el campo de lo común y los modos de hacer comunidad. ¿En qué
medida el psicoanálisis, y una experiencia analítica, producen otros
modos posibles de habitar lo común con otros y con lo radicalmente
otro, siempre extraño, presente en cada sujeto?

Decir la pandemia, en la lengua de cada uno

Mucho se ha escrito y dicho ya sobre el tiempo que atravesamos.


El surgimiento y la expansión del COVID-19 ha producido un esta-
llido de la escena del mundo y de los puntos de referencia en los que
anclaba nuestra realidad compartida, nuestra relación con el cuerpo y
con el otro en el lazo social. Las tres fuentes de sufrimiento y malestar

Los días quietos 249


que Freud situó en 193040, cobran una renovada vigencia: la Natura-
leza no se deja domeñar fácilmente, nuestro cuerpo muestra su inhe-
rente fragilidad y desvalimiento; y la relación con los otros (portado-
res potenciales del peligro) se modula en frecuencias que van desde la
solidaridad a la segregación en escalas variables. El fenómeno es uno,
pero para cada quien cobra una dimensión singular, a la par de sus
recursos para defenderse de lo real como lo imposible de soportar41.
Entonces podemos afirmar que hay tantas pandemias como versiones
de ella encontramos en el relato de quienes nos consultan.
También hoy se tornan vigentes las ideas de Freud respecto a las
distracciones y quitapenas con los que los sujetos intentamos apartar-
nos del displacer que emana de esas fuentes de sufrimiento. Sustan-
cias, acciones y objetos embriagadores con los que buscamos aneste-
siar el malestar. Los hemos experimentado quizás en este tiempo en
carne propia y escuchamos sus derivas en aquellos que nos hablan: la
comida, el consumo de material en las redes, el “uno más” de lo que
sea, que en su repetición como decía Freud termina por sacrificar la
vida y sus goces posibles. A las quitapenas Freud contrapone en “El
malestar en la cultura” diversas “técnicas de vida” a las que califica
como arte; y en las que reúne el lazo amoroso, la sublimación pre-
sente en la creación artística, en la investigación científica y en el tra-
bajo, la actitud estética que permite extraer goce de la belleza presente
en diferentes objetos y actividades. Todas técnicas de las que proviene
una satisfacción que es y debiera mantenerse como no toda, según el
consejo de Freud. Finalmente, en la lista entra el refugio en la neurosis
y sus satisfacciones sustitutivas. Mal negocio, cuando se trata de la

40 Freud, S. “El malestar en la cultura”, en Obras Completas, T. XXI. Buenos Aires,


Amorrortu, p. 76.
41 Lacan, Jacques. Apertura de la Sección Clínica, 5 de enero de 1977. Disponible
en: http://ecole-lacanienne.net/wp-content/uploads/2016/04/ouverture_de_
la_section_clinique.pdf

250 Los días quietos


neurosis como elección porque se carga entonces con el sufrimiento
del síntoma.
Frente al programa siempre fallido del principio de placer, la dicha
posible para cada uno es una cuestión de economía libidinal. Y en
eso, no hay consejo universal, a cada uno su propio ensayo para alcan-
zar la bienaventuranza. Planteo entonces que el encuentro con un
analista puede contribuir allí a que ese ensayo de cada quien se instale
o prosiga sin sacrificar la vida.42
Podríamos, siguiendo las ideas del antropólogo Michel de Cer-
teau,43 partícipe de la Escuela de Lacan, plantear que nuestra oferta
tiene un valor político y transformador. Sostenemos un lugar y un
tiempo en el que invitamos a hablar. Cada encuentro con un analista,
en su contingencia, empuja a que lo que se vive merece ser dicho.44 Y
el analista está allí para acusar recibo45 de lo que se dice. Así define
Lacan46 la clínica psicoanalítica: es lo que se dice en un psicoanáli-
sis. Claro que lo que se dice, las vueltas dichas, giran alrededor de lo
imposible de decir respecto a lo que anima nuestro cuerpo, el goce.
Nos servimos de la palabra como carnada47, tratando de pescar y cer-
nir lo que no es palabra, la entrelínea48 como dice Lispector.

42 Freud, S. “El malestar en la cultura”, op. cit., p. 79.


43 De Certeau, M., La invención de lo cotidiano. México, Universidad Iberoame-
ricana. Disponible en: https://circulosemiotico.files.wordpress.com/2012/10/
de-certeau-michel-la-invencion-de-lo-cotidiano-1-artes-de-hacer.pdf
44 Ibíd.
45 Ibíd.
46 Lacan, Jacques. Apertura de la Sección Clínica, op. cit.
47 Lispector, Clarice. “La explicación que no explica”, en Teorías del cuento III.
Poéticas de la brevedad. México, Universidad Nacional Autónoma de México,
Dirección de Literatura (Textos de Difusión Cultural, Serie El Estudio).
48 Ibíd.

Los días quietos 251


Una ética de lo peculiar como estética de cada uno
Las referencias al arte, los artistas y a la estética como rama de la
filosofía que se ocupa del arte, sus cualidades y las experiencias que
nos suscita, están presentes a lo largo de la obra de Freud y de la ense-
ñanza de Lacan. Se trata en ambos, más que de una aplicación del
psicoanálisis al arte, de relevar en la práctica artística y su obra una
pragmática que nos enseñe sobre el goce y sus tratamientos posibles.
Freud recurrió a la Estética en “El chiste y su relación con lo incons-
ciente” para presentar al inconsciente como aparato de lenguaje que
se sirve de las palabras como material plástico, para producir sentido,
sin sentido, y vehiculizar una satisfacción que se materializa en la risa;
armando además en esa risa comunidad, parroquia, con otros. Volvió
a nutrirse de la Estética en su texto “Lo siniestro” cuando intentaba
dar cuenta de la presencia en la vida psíquica de una tendencia ori-
ginaria y pulsional que arrastra al sujeto, de manera demoniaca, más
allá de los límites del placer. Luego en “El humor”, se ocupó de esa
subvariedad de lo cómico, en la que se verifica un tratamiento de la
ferocidad del Superyó atada a una decisión subjetiva: rehusarse a la
compulsión, al sufrimiento que el Superyó manda como vocero de la
pulsión de muerte en el aparato.
También en Lacan, desde la lectura que realiza Massimo Recalcati,
es posible ubicar diferentes cortes epistémicos en su aproximación al
arte, motivados por su interés en “(...) interrogar cómo en una prác-
tica simbólica -como es la práctica artística- se puede aislar y encon-
trar la dimensión irreductible a lo simbólico, de lo real”.49 Es en ese
ordenamiento que puede leerse en la última enseñanza de Lacan su
apoyo en el chiste y la poesía como modelos de un hacer con la lengua
que se despreocupa de los efectos de sentido y solo aspira a percutir en

49 Recalcati, Massimo. Las tres estéticas de Lacan. Psicoanálisis y arte. Buenos Aires,
Ediciones del Cifrado, p. 10.

252 Los días quietos


el cuerpo como caja de resonancia del goce. Lacan busca allí el hueso
de lo que nuestra operación y presencia en la transferencia pueden
producir sobre el síntoma contando solo con la palabra como instru-
mento. Por supuesto la palabra que encarnamos cada vez, contingen-
temente.
Entonces, ¿Qué se espera de una experiencia analítica? ¿Qué se
espera de un psicoanalista? Freud decía en 1893: sería ya una buena
ganancia mudar la miseria neurótica en infortunio ordinario.50 Mise-
ria e infortunio confluyen, en sus acepciones, en la idea de desgracia,
por lo cual queda claro que la cura no promete cero desgracias como
resultado. El énfasis habrá que ponerlo en la transformación posi-
ble de lo desgraciado en un acontecimiento fortuito, azaroso; al que
podremos responder, dice Freud51, de otra manera. Entre la desgracia
como destino o como contingencia, se juega un tramo de la partida a
la que somos convocados como analistas. Bien sabemos de qué estofa
está hecho eso que se presenta como destino trágico y miserable. Lo
llamamos, con Freud y Lacan, masoquismo. Cuestión que nos intro-
duce en ese penar de más52, que es lo único que justifica nuestra inter-
vención. Y es el punto en que nuestra operación se separa de cualquier
forma de psicoterapia de lo psíquico.53 Se trata de verificar, cada vez,
si nuestra acción, que se sirve de la palabra, puede producir efectos en
el campo de la satisfacción de aquel que viene a hablarnos; si puede
afectar el cuerpo como territorio de la vida y el goce.

50 Freud, Sigmund. “Estudios sobre la histeria”, en Obras Completas, T. II. Buenos


Aires, Amorrortu, p. 309.
51 Ibíd.
52 Lacan, Jacques. Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoaná-
lisis. Buenos Aires, Paidós, pp. 173-174.
53 Lacan, Jacques. Apertura de la Sección Clínica, op. cit.

Los días quietos 253


¿Qué tenemos para ofrecer a la demanda de felicidad 54que se nos
dirige? El deseo del analista,55 ese operador fundamental que sos-
tiene nuestra praxis. Que enmarca lo que decimos y hacemos en una
política, la del síntoma como el arreglo de cada uno para responder
a ese agujero central que llamamos no hay relación sexual. Si nada en
nuestra naturaleza nos allana el camino a la satisfacción (sus vías, su
objeto); queda claro como dice Freud que se necesitan construcciones
auxiliares56 para soportar la vida. El síntoma adquiere esa dimensión.
Cada vez que Freud intenta situar los límites y el alcance de nues-
tra intervención sobre el síntoma, deja en claro que debemos cuidar
y resguardar la “peculiaridad” del paciente. No somos educadores, no
nos proponemos como modelo a seguir, tampoco alentamos tal o cual
desenlace para el conflicto que cada sujeto sostiene con el goce y sus
avatares. La peculiaridad, o lo que en otros textos aparece como las
extravagancias y rarezas que fundamentan el síntoma, puede ser leído
como lo más propio y con lo que mantenemos una relación de extran-
jeridad. Analizarse quizás conduce de la peculiaridad a un estilo.
Hace más de 10 años una joven llega a la consulta, desorganizada,
verborrágica, desplegando ideas que rondan lo erotomaníaco y lo
místico. A los 18 años el encuentro con lo sexual puso en jaque su rea-
lidad, su cuerpo, su relación con los otros, y con el Otro familiar; un
fenómeno alucinatorio se selló en una interpretación delirante que
la convocaba a la misión de restablecer el orden mundial perturbado
por voluntades malignas. Aunque eso le costara la vida. A lo largo
de todos estos años, no sin momentos críticos e interrupciones, la
transferencia y la presencia de la analista con su voz, han acompañado

54 Lacan, Jacques. “La demanda de felicidad y la promesa analítica”, en Seminario


7, La ética del Psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós.
55 Lacan, Jacques. “En ti más que tú”, en Seminario 11. Los cuatro conceptos funda-
mentales del Psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós.
56 Freud, Sigmund. “El malestar en la cultura”, op. cit., p. 75.

254 Los días quietos


para ella el armado de su técnica de vida: un decálogo con tres reglas
de oro, a las que por períodos se suman como cuarto las cosas del
amor, que le permiten sostener su cuerpo y pacificar la relación con el
semejante y lo familiar. Su extravagancia mística ha encontrado una
deriva en una militancia social que además la inscribe en una función
afín al lazo. La pandemia y las restricciones que trajo, confinando los
cuerpos en la reducida escena de lo familiar, puso a prueba una vez
más su decálogo.

Una estética no sin la erótica y el gusto propios


Esta experiencia que atravesamos hoy con la pandemia, pone de
relieve especialmente lo imposible de esos oficios a los que Freud se
refirió en 1925: educar, curar, gobernar.57 Tareas que nos confron-
tan con lo que del goce permanece indomesticable e irreductible,
haciendo obstáculo en esos lazos, mostrando lo que de ellos persiste
siempre como inacabado; y empujando a la necesidad de inventar una
y otra vez. A esa lista de imposibles se agrega, analizar. Por ello, Lacan
nos recuerda la molestia que allí anida, y a la vez el deber ético que
se desprende para cada practicante de reinventar el psicoanálisis. 58
Incluyendo su peculiaridad, su estilo.
Quienes sostenemos también como apuesta la enseñanza del psi-
coanálisis en la Universidad estamos hoy mordidos por algunas pre-
guntas: ¿cómo es posible sostener la apuesta sin la presencia de los
cuerpos? Si la relación con el saber no puede articularse sino a partir

57 Freud, Sigmund. “Prólogo a August Aichhorn, Verwahrloste Jugend”, en Obras


Completas, T. XIX. Buenos Aires, Amorrortu, p. 296.
58 Lacan, Jacques. “Conclusiones del IX Congreso de la EFP, 6-9 de julio de 1978”.
Disponible en: http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/2008/12/jacques-la-
can-conclusiones-del-ix.html

Los días quietos 255


de cierta erótica, ¿qué de ella en la zoom-manía que vamos bordeando
cotidianamente?
Mientras estas preguntas aguijonean el cuerpo, me entero de que
los alumnos (en la Universidad y también en el Nivel Medio de la
Enseñanza) arman campeonatos digitales entre sus docentes. Votan y
organizan un fixture con eliminatorias. Hacen circular por las redes
esta ocurrencia. Pienso: “se las arreglan para sostener un gusto por
vivir en estos tiempos”. Recuerdo un dicho popular: “sobre gustos no
hay nada escrito”. Por eso cada uno tiene frente a si la tarea de localizar
el que se ha escrito en su caso con las letras que le tocaron en suerte.
Quizás el psicoanálisis no aspire a otra cosa que a acompañar a algu-
nos en esa tarea, para hacer de lo escrito un gusto por vivir propio,
que se aproxime a una estética y una poética con sus efectos de reso-
nancia vital en el cuerpo.59

Ricardo Mauro
Muchas gracias, cómo están. Cómo les va. Bueno, agradecerles a
los amigos y amigas de Espacio de vida, muchos años de trabajo y de
amistad, el gusto de compartir eso y además el gustazo de volver a
compartir la mesa con Gabriela y Gabriel. Así como dice Gabriela,
hay tantas pandemias como singularidades que puedan decirnos en
la propia lengua.
Yo creo que al mismo tiempo también en cada singularidad hay
varias lenguas de la pandemia, porque a mí me tocó presentar ya
varias veces y de la pandemia la digo varias veces de distinta manera,
con lo cual me encuentro diciendo que la pandemia la voy constru-
yendo esa forma.

59 Lacan, Jacques. Seminario 24, L´insu que sait de l´une-be-évuue s´aile ´a mourre,
1976-1977. Inédito.

256 Los días quietos


Y lo que voy a plantear hoy es una breve experiencia, ustedes saben
que yo estoy entre la experiencia de lo institucional y la experiencia
de consultorio.
Esta es una experiencia institucional porque indudablemente en
las instituciones la pandemia tocó de una manera muy, muy sensible
a quienes estuvimos todo el tiempo yendo a trabajar a la institución,
al hospital, ustedes saben que trabajo en el hospital Belgrano. Esto es
una breve experiencia que quería transmitir y que la voy escribiendo
de a poco porque es todo provisorio, como bien decía Gabriel. De
todo lo que vamos pensando ahora todavía no tenemos el despren-
dimiento teórico y clínico que tendremos que llevar adelante segura-
mente futuro.
Yo a este trabajo le puse “Poco ortodoxa, una práctica con el psi-
coanálisis”. Las nubes negras que ensombrecieron al planeta con pavo-
roso espanto nos heredarán, además de lo que a cascadas con extremo
dolor ya nos han entregado, los efectos de un estrago que cada territo-
rio deberá escribir en lo subjetivo y en lo social. Ese golpe de lo real no
se presentó ante la puerta de los consultorios de los analistas bajo la
convención de alguna demanda, menos de un deseo decidido. Inver-
samente, ingresó sin permiso ni carnet como un goce enloquecedor
por techos, ventanas y hendijas. Entre todos los arreglos que hubo
que efectuarse, el acontecimiento delimitó un tiempo y un espacio de
otro modo. Las condiciones mínimas e invariables de cierta libertad
del sujeto tal como el refugio de lo íntimo, el resguardo del secreto y
la sombra que cubre los cuerpos, la geografía de su morada se trastocó
en sometimiento. Los dispositivos, soportes, intervención clínica,
se desvencijaron, cambiamos los muebles de lugar y comenzamos a
transitar una clínica de la ventana. La tecnología admitió el prestigio
de una indistinción entre un adentro y un afuera. Un nuevo espa-
cio topológico recorta un marco que va de lo íntimo a lo íntimo por
donde la mirada y voz se señorean en el relieve en el que se pierden los

Los días quietos 257


significantes de lo que en otro tiempo se extraía alguna letra de goce.
El tiempo se espacializó en la espera alada de una sentencia y en el
cumplimiento de un plazo sin certeza, en el que un horizonte fatal se
muestra acechante sin distinción de clases, credos, razas ni fronteras.
De manera que aquello que Lacan denomina nudo social, es decir
la identificación con el rasgo del cual depende la inscripción en nom-
bre del padre, se constituyó en un territorio de intervención a fin de
restituir esa operatoria en lo real en tanto suplencia. Dicho de otro
modo, allí donde las voces desgarradas por el miedo, el dolor, la incer-
tidumbre, la tristeza, la angustia, ingresaron en el vértigo cotidiano,
en el lugar donde la pulsión junta los caminos de un goce desanudado
se tornó necesario consagrar un dispositivo de acompañamiento en
dirección a aquel acto restitutivo.
Los espacios de la institución, en este caso el hospital como tantos
otros, prepararon como un gran hospedador el vestíbulo, la sala de
estar, los pasillos, el comedor y las habitaciones a la manera del fuerte
de esa gran obra, El Desierto de los Tártaros, de Dino Buzzatti, desde
donde se dispuso la espera de la llegada del intruso indeseable.
El estado del lazo social de los equipos bajo transferencia no sin
malestar enhebró el objetivo común de dar tratamiento a quienes de
la comunidad portaran el contagio. Sin embargo, en el gesto de la
espera ante la puerta, el golpe de lo real ingresó inesperado como un
caballo de Troya, el huésped que late entre nosotros. Este desmadre
súbito impuso nuevas estrategias, trabajar sobre los escombros, los
restos que en su acción de vaciamiento exigió un modo de organiza-
ción de ese vacío en su dimensión subjetiva y social. Nuestras almas
trashumantes, los que quedamos en pie, nos convertimos en raros
semblantes, positivos, negativos, asintomáticos o sospechosos. Apos-
tamos entonces a captar la trama discursiva de esa locura social, la
forma que ese vacío adquirió en forma singular y subjetiva, no para
evitarlo ni rellenarlo, sino acompañar el modo en el que el sujeto

258 Los días quietos


podía servirse del entramado a la estructura, o en la creación de un
nuevo significante. El vacío al que hacemos referencia es ese lugar en
el que el sujeto en su constitución se abisma ante el insondable agu-
jero de la cosa, ante la falta en el campo del otro, ante el real de lo
inescribible.
Las demandas se precipitaron haciéndose escuchar por otros
medios, desde diversas voces exigiendo soporte de una transferencia
sin análisis. Fue necesario agudizar los oídos y soportar esas trans-
ferencias, con que el término soporte implica en su doble acepción
de soportar, bancar y hacer soporte. De forma que ir al encuentro
de ellos no implicó de ninguna manera una inversión, argumentos
de la resistencia del analista en pandemia. Una experiencia ya poco
ortodoxa que no se eximió de una ética y estética desde la perspectiva
del psicoanálisis menos al servicio de una cínica heroicidad que de
una clínica que exige aún desprender sus más amplias consecuencias.
El sujeto se encontró en la desesperación y la urgencia de aliviar
los efectos que cobró uno a uno el contagio cuyos primeros rasgos
tuvieron el triste vestigio de la culpa y la vergüenza.
La pandemia, la democratización de la furia del dios de la polis,
armó la arquitectura del vacío que instaló el espanto. En este sentido
decimos que fue necesario anudar escucha, demanda y transferen-
cia. Nuestra posición a mi juicio se ordenó alrededor de la figura del
pontonero, que tan extraordinariamente describe Roger Calva. Un
practicante pontonero que acompaña en bordear los efectos que en
el fantasma han promovido sus agujeros y en el reanudamiento de
los pontifex, esos nudos que ataban y sostenían las estructuras de los
puentes como formas de sobrevolar el impacto de lo traumático.

Hubo una voz que se escuchó en los primeros tiempos. Particular-


mente ustedes saben que el hospital nuestro fue el primero que reci-
bió todos los contagios en el personal, no en la comunidad, nosotros

Los días quietos 259


tuvimos después los contagios en la comunidad. Lo primero fue que
nos contagiamos, bueno, quienes se contagiaron, yo no me contagié,
pero los que se contagiaron fueron muchos. La voz: “no nos cuida-
ron”, fue la primera que apareció, que implica una reveladora constan-
cia deslizada hacia él, no me cuidaron, que ubica una invariable invo-
cación al otro, consagra el llamado desde el lugar de desanudamiento
del amor por la caída del nombre del padre y el goce que abisma al
sujeto a ese vacío insondable.
Un dispositivo de campaña conjetural, es decir un ensayo de carác-
ter provisorio que no excluye el rigor y permite al mismo tiempo,
poner a prueba la eficacia de su acción.
Escribir este tiempo es como dice Lacan en el seminario sobre
Joyce, hacer entrar lo real por fragmentos de escritura, deponiendo
las cristalizaciones de lo imaginario. Una manera más de validar la
existencia y la eficacia del psicoanálisis, después de todo creo expo-
nerlo de este modo y espero haberme hecho entender, no está tan
mal. Gracias.

Conversación

Daniel: Bueno muchas gracias Ricardo, estaba viendo que signi-


fica “pontonero”, no sabía lo que era, un pontonero, no sé si es el que
hace puentes...

Ricardo: El antiguo término, los pontifex, por eso sumo pontí-


fice es el que religa o está en relación a la religión, justamente lleva
ese nombre particularmente por ese antiguo término pontifex. Roger
Calvá trabaja en un libro que se llama Intenciones, que es un viejo
libro y me acordé cuando leí esto.

260 Los días quietos


Daniel: ¡Gracias! desde ya está abierto el espacio para preguntas.
Para continuar hago un breve comentario. Me parece muy interesante
el abordaje tomando lo que señaló Gabriel, que estamos (o vivimos)
en una catástrofe. Muy interesante lo que recorta Ricardo en el sen-
tido de que no solo estamos tomados por lo virtual, sino que también,
en su práctica, lo presencial tuvo mucho lugar.
En ese sentido, y como el título de la jornada también tiene que
ver con la ética y estamos en una dimensión de catástrofe, quería pre-
guntarles si alguna vez en estos tiempos, en su práctica privada o ins-
titucional, encontraron cierta tensión entre la ética del psicoanálisis
y lo que a veces pienso como una ética ciudadana. Para decirlo de
alguna manera, en el desarrollo de una catástrofe donde, lo que muy
bien señalaba Ricardo, el sostener, soportar, de alguna manera atra-
vesó las tres exposiciones, si encontraron alguna tensión y si es así,
cómo la abordaron o resolvieron, porque también coincido con los
tres que estamos en momentos donde recién podemos ponernos a
pensar un poquito sobre lo que vamos haciendo. Había una vieja con-
signa de Perón, pero que en realidad no era de él, que decía algo así
como: “nosotros hacemos que teoricen otros”. Bueno, nosotros tam-
bién queremos pensar y sabemos que hacer tiene que ver con alguna
teoría, aunque no esté formalizada pero bueno, no sé si se encontra-
ban en su práctica con situaciones de este tipo.

Ricardo: ¿Cuándo hablas de ética ciudadana a qué te referís


Daniel?

Daniel: Tratar de abordar situaciones límites. Nosotros, en nuestra


práctica institucional, nos hemos encontrado con familias que tenían
sus necesidades básicas insatisfechas, y estos problemas los hemos
afrontado, de acuerdo a cada caso, de distintas formas, pensándolo

Los días quietos 261


como parte del tratamiento, porque desde el punto de vista institu-
cional, abordar cuestiones de ese tipo permitió una continuidad posi-
ble, más allá de estas limitaciones que hacen a las condiciones en las
cuales se encontraban estas familias, frente a esta situación que esta-
mos atravesando.

Gabriela: Se me ocurre, y tomando algo lo que traía Gabriel hacia


el final, respecto a este comentario de este paciente, si te entendí bien
Gabriel, que ubicaba la cuestión del recorrido al consultorio. Sí, cierta
tensión respecto a lo que para algunos sujetos significó la inmovilidad
de los cuerpos y cómo acompañar eso. Ahí me parece que sí entra en
tensión la polis, como comunidad política, ahí estábamos convoca-
dos a sostener y escuchar la experiencia íntima de algunos sujetos. La
breve puntuación de la paciente que yo traigo tiene que ver con eso,
porque la restricción y el confinamiento en un ámbito estrictamente
familiar donde no está el desplazamiento del cuerpo y lo digo así lite-
ralmente, tal como me parece que lo traía Gabriel también, hay algo
del desplazamiento del cuerpo en el espacio y en los recorridos que
para muchos sujetos se presentó y se presenta como muy complicado.
Entonces si a esa tensión te referís, creo que sí, que uno se encontró
con eso, se encuentra con eso.

Daniel: Vos decías algo, me parece, muy interesante, recordabas


algo de Lacan del Seminario 24, una práctica sin valor y después
decías que nosotros ofertábamos algo que tenía un valor político,
¿cómo lo pensás?

Gabriela: De intercambio, es simplemente esa idea, es una prác-


tica sin valor de intercambios en relación al uso, por eso insistí en eso.

262 Los días quietos


Daniel: Cuando te escuchaba pensaba, al capitalismo no le pega
ni la pandemia, porque vos enumerabas cierta búsqueda de objetos,
Gabriel recordaba alguna entrega de MercadoLibre que interrumpió
su práctica y bueno… a todos nos pasó MercadoLibre.

Gabriel: Sí, una cosita, y no sé si tan directamente me he encon-


trado con esa tensión, pero sí es cierto que nuestra ética puede entrar
y entra en tensión con otras éticas y otras lógicas en el sentido es ver-
dad que la clínica y no solo en contextos institucionales, sobre todo
ahí, pero no solo, nos confronta muchas veces con estas coordenadas.
Pero en ese sentido me acordaba de algo que leí alguna vez en un texto
de Víctor Junger, cuando se refería a la cuestión del pasaje al acto y él
decía que se encontraba haciendo cosas que inicialmente le parecían
como una especie de suspensión de la práctica, y que no tiene sentido
estricto, y que después empezó a pensar que tenían una lógica estric-
tamente analítica y las condiciones de la urgencia y de la mentalidad
del pasaje al acto. Entonces me parece que sí hay alguna orientación
más allá de que cada caso es distinto, pero sí hay una alguna orienta-
ción para poder salir de un atolladero como éste, que vos planteas,
tiene que ver con contorsionar lo que inicialmente se nos presenta
como una lógica completamente ajena, de manera que pueda servir
de soporte de una maniobra que no lo es. Vos ponías el ejemplo de
alguien en situación muy precaria económicamente, puede efectiva-
mente pasar esto, que llegamos ese punto de límite donde las condi-
ciones, por ejemplo, de la subsistencia material de alguien estuvieron
comprometidas, ¿intervenir sobre eso necesariamente supone una
suspensión de la lógica analítica? No. Ahora son lógicas distintas y
son éticas que nos convocan de distintos lugares, eso sí. Hay tensión,
el tema es cómo se resuelve esa tensión.

Los días quietos 263


Ricardo: Bueno indudablemente que lo institucional da un aba-
nico enorme de circunstancias, de situaciones que hemos atravesado.
La situación de las necesidades, en ese sentido, se ocupa del trabajo
social, de la posibilidad de resolver las cuestiones de escasez, más en
los barrios donde nosotros trabajamos. Tuvimos que armar equi-
pos, obviamente con otras especialidades. Para nosotros cobró una
dimensión importante de trabajo en el hospital, particularmente,
porque como les decía, las demandas… esto trajo alguna resistencia,
claro, no se podía continuar con la misma modalidad, de suponer que
íbamos a esperar a que vinieran a consultarnos al servicio. Las deman-
das explotaban por todos lados, de la dirección nos llamaba para ir a
ver a tal, para ir a ver a cuál, al jefe de tal servicio, porque había situa-
ciones muy traumáticas, muy difíciles, de mucho miedo. Hubo una
serie de contagios importantes, muy rápidos, nosotros tuvimos una
serie de contagio de casi cuarenta personas del hospital, entre médi-
cos, enfermeros, cocina, ambulancia. Todo en una semana, a media-
dos de abril. Eso hizo que se requiriera muchísima intervención de
parte nuestra, de tal manera que nosotros empezamos a hacer estos
acompañamientos a todos. Los primeros internados que llevaron un
tiempo de internación enorme, porque los primeros protocolos, uste-
des saben, hasta que no se daba un hisopado negativo no se podía dar
el alta para aquellos que se habían contagiado. Después eso se varió,
por los estudios que se hicieron posteriores, pero hubo gente, enfer-
meros, enfermeras o médicos que estuvieron como 70 y pico de días
aislados. Una de las cosas que me decía una amiga, colega, la jefa de
un servicio de salud mental y que también me lo decía otra persona:
“mirá, esperar esperamos un montón de veces, pero te aseguro que
esperar el resultado de un hisopado es terrible”. Es una experiencia
absolutamente inigualable, absolutamente inédita, porque es esperar
una sentencia aislado, solo completamente y con la vista de alguno
que ingresaba con todos los kits de protección personal. De hecho,

264 Los días quietos


una experiencia: una enfermera que estuvo internada y que atravesó
su internación de manera más o menos aceptable, no tuvo demasiadas
fluctuaciones, la angustia no fue tan terrible. Estuvo mucho tiempo
internada, como dos meses. Durante la internación lo que veía era el
ingreso de sus compañeras, pero todas vestidas con los kits. Cuando
ella vuelve a trabajar (y estaba contenta de volver a trabajar), el día que
tiene que ponerse los equipos de protección personal para ingresar a
atender algún paciente, entra en pánico y empieza a recordar, empie-
zan a retornar las imágenes de cuando ingresaban a atenderla. No se
puede movilizar, tiene que pedir una licencia, es decir esa vuelta de lo
traumático que retorna. Intervenimos en muchas ocasiones, todavía
hoy seguimos interviniendo en este tipo de situaciones.
Piensen que también los centros de aislamiento, por lo menos en
Vicente López y en San Martín, prácticamente no se utilizaron, es
decir, esto es algo de lo que decía Daniel Feirnstein en un muy buen
artículo que dice: “con la cuarentena no alcanza”, que salió en Página
12, y que es muy bueno. Él decía, no alcanza solo con los infectólogos,
se necesitaba alguien de las ciencias sociales, psicólogos, sociólogos,
antropólogos. Es decir, no se tuvo en consideración algo de esto en
función de la gente. Cuando firmaban la declaración jurada todos
decían que tenían un lugar para aislarse, esto fue terrible porque en
realidad mintieron por distintas razones. Yo creo que detrás de eso
está, precisamente, la angustia, era lo que llevaba a no querer, indu-
dablemente, separarse de su familia, pero esto trajo aparejada una
situación de culpa, porque esos contagios después sobrevinieron en
toda la familia. A mí me tocó acompañar a un muchacho que dijo
que tenía lugar donde aislarse. Cuando yo hablo por teléfono con él
le digo: “¿dónde estás aislado?”, “y acá en mi casa estoy con mi novia”,
“¿dónde con tu novia?”, “y acá en la pieza con mi novia”, le digo “mirá,
se va a contagiar, es indudable, ¿vive alguien más en la casa?”, “sí, en la
habitación de al lado vive mi hermano”, “¡¿cómo vive tu hermano?!,

Los días quietos 265


tienen que estar todos aislados” y me dice: “no, vive mi hermano con
la mujer y cinco hijos”... En un departamento de tres ambientes vivían
nueve personas con lo cual se contagiaron todos, obviamente la culpa,
el joven entró en depresión, el hermano… a las reputeadas… bueno,
en fin… de estas situaciones muchísimas, muchísimas, porque los
centros de aislamiento no se ocupaban (Tecnópolis que armó como
2.000 camas, se ocupó una cuarta parte, en San Martín lo mismo),
es decir, con el argumento de que no podían dejar sus casas porque
cuando se desocupan un tiempo, son tomadas por las bandas narcos
que hay en los barrios, estos son datos de la experiencia, pero más allá
lo que aparecía era la culpa, y todavía sigue apareciendo. Ahora los
que están volviendo son aquellos que tuvieron COVID, que retornan
con síntomas respiratorios. Lo interesante es que cuando se les reali-
zan estudios clínicos, para despejar el diagnóstico, estos dan bien, los
síntomas que persisten es que no pueden respirar. Entonces lo que
aparece es la angustia. En una persona que yo entrevisté, porque le
hacían todos los estudios, estaban perfecto y sin embargo él sentía
este malestar, que ni más ni menos era la angustia, que cuando pudo
transitar un poco, había sido que él había contagiado a su padre y
la había pasado muy mal, estuvo al borde de la muerte, con lo cual
todavía estamos en ciernes de recibir todas las consecuencias de esta
pandemia.

Gabriela: Sí, me parece que algunas consecuencias no las sabemos


todavía.

Gabriel: Dos cositas breves. Por un lado, el tema del cuerpo como
ligadura, esto que propone Freud en “Más allá del principio de pla-
cer”. Cuando no aparece este efecto paradójico, cuando no aparece la
lesión, el instrumental médico no constata la lesión, lejos de aliviar,
eso aumenta el malestar porque se buscaba la lesión que de alguna

266 Los días quietos


manera le dé cuerpo a ese malestar y la lesión no aparece. Ahí hay una
cuestión, que después, con la maniobra analítica de por medio, pueda
ser leído y significado como angustia. Por otro lado, pensaba en línea
con lo que de algún modo intenté decir, en relación a la posibilidad
de recuperar la singularidad de un padecer o de abrir a una histori-
cidad de este padecer. Recordaba el primero de los casos del librito
Efectos terapéuticos rápidos60, no sé si lo conocen, que se llama “El hilo
de la vida”, una paciente de origen rumano, que vivía en Madrid en el
momento de los atentados de Atocha y que queda pregnada, digamos,
en esa escena del atentado, a ella no le pasa nada físicamente, pero
queda muy tomada por la escena, tal vez precisamente por eso, y par-
ticularmente recorta la imagen de un hombre ensangrentado, que le
recuerda a un Cristo yacente y es a partir de ahí, es a partir de ese hilo
que se empieza enhebrar en el tratamiento, que empieza a desarro-
llarse a partir de ese momento, una historia posible, que finalmente
le permite tramitar esa cuestión traumática a partir del despliegue de
una historia. Esto es muy interesante, el efecto de alivio que puede
tener la inscripción en una historia del acontecimiento catastrófico,
escuchándote me evocó estas dos cuestiones.

Daniel: A mí se me ocurría preguntarles, Gabriel había citado al


principio algunas catástrofes, como la primera y la segunda guerra
mundial, esto dejó también su marca en la práctica del psicoanáli-
sis. Pensaba por ejemplo la terapia de grupo, uno de los motivos por
los cuales la misma práctica empezó fue porque simplemente había
muchos más pacientes que terapeutas que pudieran atender. En lo
que ustedes están trabajando en esta actualidad ¿hay algo que les
parezca o que esté dejando su marca en la práctica actual? ¿Algo, me

60 Miller, Jacques-Alain. Efectos terapéuticos rápidos. Barcelona, Paidós.

Los días quietos 267


parece, no me acuerdo si Gabriela o Gabriela habían dicho, algo que
pueda quedar para el futuro?

Gabriel: La virtualidad desde ya, en relación al modo de armado


de un dispositivo posible, al menos en un cierto número de trata-
mientos. Como algo que va a tener una entidad, creo, que totalmente
distinta de la que tenía hasta ahora. Por eso digo: la verdadera era
de la virtualidad empieza ahora y lo que realmente esto va a poner
fuertemente en cuestión es la dimensión del cuerpo, qué es el cuerpo,
esto que venimos interrogando de Freud en adelante y le hemos dado
distintas vueltas y respuestas, pero que ahora me parece que va a tener
que ser pensado desde otro lugar. Gabriela traía la cuestión del goce,
una de las cuestiones que me parece que esto va a llevar fuertemente a
repensar, no ahora en lo inmediato, pero de acá a un tiempo es cómo
usar el goce sin el soporte material del cuerpo.
A mí esto me lleva a una película que tiene algunos años, que
seguramente la conocen, Her, que es como una especie de conjetura
basada en algo que existe, que es la asistente del iPhone Siri. Es como
una especie de Siri, pero mucho más potenciada, pero, ¿cuál es el
rasgo interesante que plantea la película en relación con esto? es que
el sistema operativo, que toma la voz de una mujer y el nombre de
una mujer, goza o por lo menos hay algo que aparece ahí como una
especie de orgasmo al que llega este personaje que, uno diría, es un
algoritmo, pero que sin embargo hay algo del orden del goce, que está
en juego hoy, y eso que a mí me pareció casi un absurdo cuando vi la
película. En ese momento decía ¿cómo se puede gozar sin cuerpo?
Bueno, ahora en estas condiciones de la pandemia me lo planteo fuer-
temente, qué quiere decir el goce ligado a un cuerpo, cuando no hay
materialidad física in situ.

268 Los días quietos


Gabriela: Bueno, la misma línea sigue uno de los capítulos de
Black Mirror, quizás lo hayan visto, donde está en juego la muerte del
hombre de una pareja y la mujer encuentra un programa en un sof-
tware que reproduce la voz del marido y le genera conversación, pero
ese capítulo no se detiene en eso, porque ahí avanza un poco más a la
provisión de un cuerpo sustituto del perdido.

Gabriel: Porque finalmente no se puede prescindir de un cuerpo,


que es la lógica con las cual nosotros nos veníamos manejando. Me
parece que lo más perturbador que tiene esta entrada masiva de la
virtualidad es que nos interpela en este punto, que para nosotros era
casi como una especie de lugar común, indiscutible y que ahora no sé.

Gabriela: Sí, yo sostengo cierta cautela en eso. A mí, tanto en


mi experiencia en este tiempo como practicante y como analizante,
la verdad es que hay algo de esto que vos traías como los bordes de
entrada y salida de las escenas, que me parece que no es tan fácil pres-
cindir de eso y que inevitablemente introducen otra dimensión del
cuerpo, no alcanza con la voz, me parece a mí que es una forma de
presencia del cuerpo o de esto que vos traías como el deseo del ana-
lista. Creo que hay algo de la voz que puede encarnar ahí. A mí me
parece que los bordes y lo que traías como la dificultad de separar
en esa continuidad de escenas, me parece que ahí tenemos todavía
mucho para pensar, creo.

Daniel: A mí me que parece los dos ejemplos que traían (después


le doy la palabra a Inés), el de Her y el de Black Mirror, eran justa-
mente sobre conectarse con una plataforma. En cambio, en el trabajo
que estamos realizando quizás habría que pensar qué lugar tiene el
dispositivo, porque del otro lado hay alguien que está hablando, que

Los días quietos 269


está mirando inclusive, se suma que ahora nosotros mismos, cuando
hacemos algo, una videollamada, miramos desde el mismo lugar que
nunca habíamos mirado que es desde donde nosotros miramos.

Inés Ramírez: Qué tal, buenas noches, quería agradecerles las


intervenciones y que nos pongamos a discutir sobre todas estas cosas
y sobre todo aprender, porque tenemos tanto para aprender. Hasta
hace muy poco no estábamos de acuerdo en usar estos dispositivos y
los que teníamos pacientes que por ahí habían viajado, que teníamos
algún paciente en el exterior, y hablábamos por Skype y demás, no
lo decíamos mucho. No estábamos de acuerdo, pero la situación nos
obligó a esta cuestión, a meternos, investigar sobre esto que, por otro
lado, algunos lo tienen muy investigado. Entonces me parece que es
una oportunidad para ver qué hacemos con esto, cómo se inventan
nuevos dispositivos, teniendo en cuenta la presencia del analista,
pero sin la presencia de los cuerpos, de la materialidad de los cuer-
pos y hemos aprendido, digamos y por ahí escudriñando a la obra de
Lacan, el tema de la voz nuevamente y a trabajar el tema del Semina-
rio 8 hasta los últimos y bueno, algo de eso me parece que se juega
en los análisis actualmente y en algunas cosas que resultan. Hay que
inventar todo el tiempo.

Gabriel: ¿Pero alguna vez fue de otro modo?

Inés: No, no, pero la verdad es que la apuesta actual, es una apuesta
que nos interpela de nuevos modos. Por ejemplo, en el trabajo con los
adolescentes como que uno va, viene, va, viene, da vueltas y demás,
pero yo creo que de este modo también se juegan cuestiones que tie-
nen que ver con el acto y hay maneras, hay modos en que se puede lle-
gar al otro. Esa es mi experiencia, ya sabemos, no puede ser igual. No
puede ser igual porque no está el cuerpo ahí presente, hay cuestiones

270 Los días quietos


que tienen que ver con la erotización de los cuerpos, el juego de las
miradas y demás, que resulta muy difícil de esta manera. Pero de todas
formas me parece que es lo que hay en este momento y tenemos que
hacer uso al máximo de esto, tratando de ubicar los conceptos con
los que nos manejamos, pero me parece que hay que hablar mucho.
Tenemos que reunirnos todo el tiempo y armar masa crítica de todo
esto.

Gabriela: Seguramente porque, además, por supuesto, uno no


va a dejar caer las transferencias de la gente que ha querido seguir
hablando, que ha querido seguir o incluso de quienes han solicitado
tener un lugar de escucha. Me parece que lo que pasa es que tenemos
que dar, creo, las razones de lo que estamos haciendo y de cómo pen-
sar lo que estamos haciendo. A mí es lo que me resulta más difícil
porque si bien puedo verificar efectos en muchos de los pacientes,
me resulta difícil pensarlos con las categorías con las que tengo hasta
ahora.

Gabriel: Y es que es así, las razones suelen venir después y a veces


bastante después.

Daniel: Hugo quería hacer una pregunta.

Hugo Uheara: Quería hacer un comentario, que es la pregunta


abierta que dejaron un poco los tres en la charla. Como decía recién
Inés, es lo que hay y a mí me disparó mucho esto, con el tema de la
música. Yo sé de esta cuestión, de que la música siempre fue en vivo,
hasta que aparecieron los dispositivos para grabar y mucho tiempo
después, esto terminó siendo normal. O sea, cualquiera escucha
música encapsulada. Un poco, en paralelismo, sería pensar esto: de
que es una elección, uno sabe que ir a ver un recital en vivo es otra

Los días quietos 271


cosa, es como el teatro y me parece que un poco es lo que va dejando
todo este problema de la pandemia, es la opción, lo necesito, pero
no quiero salir, o no quiero estar o no quiero correr riesgos con los
contagios. Pero vuelvo a cómo se acomoda un fenómeno a cuestiones
tecnológicas y hoy mismo estamos en este lugar. Entre la elección y
la opción.

Ricardo: No hay comodidad, esto es indudable, no hay ninguna


comodidad, por lo menos para mí, no sé si ustedes están cómodos, yo
no estoy cómodo todavía. A mí me cayó la ficha el día que vi una obra
de teatro por streaming, dije: esto no es lo mismo que ir al teatro,
obviamente.
Como decías vos Gabriel, esto venimos haciendo, vamos traba-
jando en lo que es la reinvención de psicoanálisis todo el tiempo, lo
que sí me hubiera gustado que fuera sin pandemia sinceramente. Me
hubiera gustado que fuera más tranquilos.

Gabriel: ¿Nos hubieran autorizado hacer este uso tan extendido


de lo virtual sin la pandemia? Seguramente no. No deja de ser una
elección forzada.

Ricardo: Y no es sin pérdida, indudablemente, porque no se


puede extraer esos significantes, lo que hace algo presencial para
extraer alguna letra de goce, eso se va a perder, eso no está, eso que
es el encuentro con el cuerpo y como vos decías Gabriel, yo también
tengo unos pacientes que indudablemente me dicen: para mí ir a aná-
lisis era tomarme una hora antes, me iba a tomar un café, después salía
y me iba al café de vuelta, o sea toda una discontinuidad de escenas,
como vos muy bien decís. Pero también pasó otra cosa, es decir, he
recibido pacientes que sé que no hubieran venido consultorio por su
imposibilidad de distancia, sé que no van a venir nunca al consultorio.

272 Los días quietos


Gabriel: O pacientes que, por su condición particular de padeci-
miento, pienso, pacientes con fobias o con otro tipo de cuestiones,
solamente han podido iniciar bajo el modo de lo virtual. También
hay de eso.

Ricardo: Sí, tal cual.

Inés: Pero no hay duda que nos obliga a meternos nuevamente


con los conceptos. Ayer escuchaba a un grupo lacaniano en Monte-
video, que hicieron una reunión donde hablaban sobre trauma en el
que participó Graciela Brodsky, y era interesante, porque empezaron
a hablar acerca de la guerra, y de ¿por qué la guerra? de volver a Freud
y volver a Lacan y volver a conceptualizar el fenómeno COVID, y la
guerra y cuáles son las diferencias, meterse en eso, en el trauma rede-
finir trauma.

Ricardo: No coincido en eso que vos decís. A mí no me gusta pen-


sar la pandemia como una guerra, sinceramente, porque los códigos
de la guerra son distintos. Esto es una pandemia y tiene otras carac-
terísticas. El único que pudo pensar y escribir sobre la guerra mien-
tras estaba ocurriendo fue Tucídides en la guerra del Peloponeso, es
el único que lo hizo. El segundo libro es justamente La peste de Atenas
que, si ustedes la leen, es muy parecida en su sintomatología, en la pre-
sentación de la sintomatología al virus actual, por el recorrido en el
cuerpo, que lo relata muy bien Tucídides allí. Tucídides lee la historia
de la guerra del Peloponeso con una clave hipocrática, con una clave
sanitaria porque le interesaba precisamente cómo llevar las categorías
política, social, económica acerca de la salud de los pueblos que él
tenía. Yo no creo que se pueda leer la pandemia en clave de guerra.

Los días quietos 273


Inés: No, yo me estaba refiriendo a volver a conceptualizar esta
cuestión, justamente por esto que me estás diciendo, en clave de ¿qué?,
¿cómo se lee el fenómeno COVID? De volver a esos textos de Freud,
en donde Freud se pregunta “¿Por qué la guerra?”, qué interpretación
hace sobre eso, volver al concepto de lo traumático, que me parece
que es cierto lo que se decía ayer y lo que decimos todo el tiempo y
sabemos, a algunos pacientes les vino al pelo esto, de no de no tener
que venir el consultorio. Hay pacientes que dicen que han podido
aprovechar la pandemia como el mejor momento de su vida para pro-
ducir cosas y demás. Hay otros que absolutamente no. Es decir que la
pandemia afectó a todo el mundo, pero esa afección es absolutamente
singular de cada uno. Entonces en ese sentido me parece interesante
el volver a nuestros conceptos, a no perder la brújula.

Ricardo: Freud, cuando termina la guerra, lo que hace es un gesto


absolutamente político, él en “Caminos de la terapia psicoanalítica”,
él no habla de la guerra, lo que propone es crear los institutos gra-
tuitos o sea el gesto se vuelve político y él crea entre 1918 y 1932
varios centros de atención en distintas ciudades de Europa. Cuando
asciende el nazismo todos los institutos gratuitos de psicoanálisis fue-
ron cerrados.

Gabriel: Y ya que traés ese texto, justo me estaba resonando bas-


tante desde hace un rato, en esa tensión que introduce Freud, una
metáfora entre el oro y el cobre. En verdad el oro y el cobre siempre
van juntos, siempre fueron juntos, no hay pureza. Incluso los prime-
ros tiempos donde Freud está armando el dispositivo, está ese caso
donde está haciendo una especie de kime en algún lugar con monta-
ñas, no me acuerdo si era puntualmente los Alpes o dónde.

Ricardo: Los Alpes Suizos.

274 Los días quietos


Gabriel: Y está la posadera que le empieza a contar su historia.

Ricardo: Catalina.

Gabriel: Interviene de un modo raro, en el sentido de qué está


haciendo ahí, me parece que Freud en algún punto siempre pescó que
no había tal pureza del oro y el cobre. De algún modo nuestra prác-
tica es una práctica impura, solo que la impureza ha ido cambiando,
hoy es esta.

Ricardo: Claro, es interesante, esto ahí, él se encuentra con la aso-


ciación libre cuando todavía no la tenía, porque él todavía estaba en
época de creación y método catártico y él dice: como estamos a 2.000
pies de altura, charlemos, le dice a la posadera, cuénteme.

Gabriel: Que, en lo más impuro, encuentra uno de los hilos de


lo que va a ser después su método, su procedimiento como analista.
Qué más impuro que una situación como esa, que uno diría cuáles
son las coordenadas del punto de vista del dispositivo, no existe y sin
embargo Freud interviene y algo sucede ahí.

Ricardo: Él monta un dispositivo de campaña.

Gabriel: Un dispositivo de campaña, me gusta el término “de


campaña”.

Daniel: Sí, lo vincula con el psicoanálisis, lo piensa desde el psi-


coanálisis, me parece muy bueno lo que comentó Ricardo, porque
Freud decide no hablar de la guerra, pero sí hacer algo sobre las conse-
cuencias de lo que la guerra dejó, inclusive pensando él mismo alguna
de las cosas y desdiciéndose de una de las cosas que decía cuatro años

Los días quietos 275


atrás, cuando planteaba que no podía haber tratamientos gratuitos,
por ejemplo.
En Argentina existe una singularidad con respecto a eso, Inés
lo decía muy bien, había un prejuicio del trabajo virtual, por eso
se escondía y por ahí no dejaba de ser un síntoma, pero me parece
que tenemos la plasticidad en nuestro país de decir: lo abordamos
y lo seguimos pensando también desde el psicoanálisis. Es algo para
recortar y rescatar.

Pablo Igol: las exposiciones han estado muy lindas. Quiero agre-
gar que toda la terminología médica es terminología de guerra, no
olvidemos eso también, “protocolo”, “estrategia”, “terapéutica”, y así
sucesivamente. Me parece que lo que hace a la confusión en relación
a la pandemia y la guerra, coincido con Ricardo, es que la pandemia
no es una guerra, es justamente la masividad de la muerte, el riesgo
de muerte tan masivo. Me parece que ahí es lo que liga, porque toda
la preparación de la que se habla, es una preparación respecto de eso,
de evitar la muerte masiva, la saturación del sistema y agrego otra
pequeña cosita: en esta modalidad, ¿en qué término los cuerpos no
están presentes? Porque los cuerpos están o no están presentes, me
lo pregunto, esa es la cuestión. Si no hay que darlo por obvio y con-
siderando lo que Lacan planteaba en términos de que el cuerpo es
imaginario.

Daniel: Yo creo que, de hecho, si realizamos una práctica, es por-


que pensamos que, de alguna manera, está presente, habría que ver
cómo, me parece.

Ricardo: La presencia de lo presencial.

Daniel: Lo que comentaba Gabriel al principio en su presentación.

276 Los días quietos


Bien, vamos terminando. Espacio de Vida tiene un canal de You-
Tube, así que en unos días vamos a subir la exposición, la charla para
los que tengan ganas de verla. Muy agradecidos a Gabriela, a Gabriel
y a Ricardo por acompañarnos, por las exposiciones.
Al principio charlábamos de la saturación que a veces nos produ-
cen estos momentos y estos dispositivos y a pesar de eso, realmente,
ustedes han hecho unas exposiciones que abrieron muchas ideas y me
enseñaron mucho. Muy agradecido, pronto nos volvemos a encontrar.
Gracias a los participantes. Nos veremos pronto.

Los días quietos 277


14 de noviembre

Hoy terminé de leer Mi madre61 de Inoue, un gran libro. Cuenta


todo el proceso de demencia senil, en el que va cayendo la madre del
autor en sus últimos años de vida. Es un libro de una sencillez y de un
lirismo conmovedor. La belleza. Es un libro sobre la familia, sobre la
relación madre hijo, sobre la vejez. Pero hay algo de lo que testimonia
el libro que me hizo pensar en nuestra actividad clínica con las fami-
lias. El autor relata cómo esta familia va acompañando el deterioro de
esta madre, a quien terminan llamando “la abuela”, y el permanente
esfuerzo por darle un lugar. No la abandonan, a pesar de las excentri-
cidades que esta mujer realizaba, y buscaban cómo incluirla en la vida
cotidiana familiar. Cómo, entre todos, hijos, nueras, yernos, nietos,
se fueron acomodando para acompañarla hasta el final, dispensán-
dole un trato humano y respetándola como sujeto. Quizás es algo a
tener en cuenta en nuestra tarea, con respecto a algunos sujetos, quie-
nes siempre tendrán conductas singulares, que implican cierto grado
de dificultad en la convivencia, y que no van a cambiar porque es su
única forma de sostenerse, haciéndose necesario un trabajo de acep-
tación, que abra la posibilidad de construir nuevas formas de encuen-
tro, distintas a las habituales. Algo para tener en cuenta en nuestra
clínica… y en nuestra vida.
En lo personal, el texto me impactó particularmente, es muy difí-
cil abstraerse de las vivencias de la vejez de nuestras personas cerca-
nas, creo que es la potencia del libro y de la ficción. La noche que lo
terminé tuve este sueño: “Estaba frente a una escalinata, a la manera
de un templo griego, amplia y con mucha gente dando vueltas por
la misma. Se la veía muy alta y sabía que, al llegar al final de la escali-
nata, me esperaba la muerte. Había llegado el momento y tenía que

61 Inoue, Yasushi. Mi madre. México, Sexto Piso.

278 Los días quietos


subirla. Empecé a hacerlo, con bastante angustia y sabiendo que no
había escapatoria. Traté de subir con la mayor dignidad posible, había
otras personas subiendo, pero estábamos solos… De pronto, a medida
que subía una nube gris comenzó a bajar desde lo alto a gran veloci-
dad, invadiéndolo todo. A los pocos segundos me rodeó una zona
sin color. Es el final, ¿Cómo irme de la mejor manera? Pensé… creo
que la mejor manera de despedirme es agradeciendo. Empecé a decir
en voz alta ¡gracias Liliana, gracias Costy, gracias Juli, gracias Alicia,
mamá, abuela! ¡¡¡Es el fin!!!... pero no pasa nada, ¡¿cuándo termina
esto?!” Me decía en el sueño, era un espacio de estado de pausa y de
nada a la vez. Ahí desperté. El despertar fue un alivio, aunque no sentí
este sueño como una pesadilla, pero tiene muchas características para
serlo. En el momento recordé un gran cuento de John Cheever, “Una
visión del mundo”62. El un cuento que es una epifanía del autor, al
que al final de su vida le diagnostican epilepsia y que sufría convul-
siones. Algo del aura de las mismas parecen expresadas en este relato
que está conformado por sueños. Lo que siempre me maravilló es el
final: “Entonces, me despierto desesperado, o me despierta el sonido
de la lluvia… sé que el sonido de la lluvia despertará a algunos amantes
y que su sonido parecerá parte de esa fuerza que los arrojó a uno en
brazos del otro. Después me siento en la cama y exclamo en voz alta
para mí mismo: –¡Calor! ¡Amor! ¡Virtud! ¡Compasión! ¡Esplen-
dor! ¡Bondad! ¡Sabiduría! ¡Belleza!– se diría que las palabras tienen
los colores de la tierra, y mientras las recito siento que mi esperanza
crece, hasta que al fin me siento satisfecho y en paz con la noche”.

62 Cheever, John. La geometría del amor. Buenos Aires, Emecé.

Los días quietos 279


16 de noviembre

El 12 de noviembre mi hija mayor cumplió años, el último domingo


hicimos un asado en casa, al cual concurrió mi viejo, fue una gran ale-
gría para todos, nos reunimos en familia y lo pasamos muy bien. En la
sobremesa, mi viejo empezó a recordar los tiempos de cuando yo hice
la colimba, años 1980/81 en Bariloche. Recordó varias, anécdotas,
entre ellas cuando me fueron a visitar al final de lo que se llamaba la
instrucción, y cómo logró que las autoridades me dejaran salir por
un fin de semana. Recordaba el mal estado físico, higiénico, en que
me encontró, y la angustia de mi vieja y mi hermana al verme así, y
contaba, que en ese momento le dije que había decidido estudiar
psicología. De ahí la conversación derivó en la guerra de Malvinas
y el tiempo terrible que fue el año 1982, recordé mis temores a que
me convocaran, y el rechazo y el repudio que muchas veces recibí en
esos tiempos, por mi posición contraria a la guerra. No tenía, razones
“filosóficas”, no era, ni soy pacifista, y no tengo dudas de que las Mal-
vinas son argentinas, las razones eran más pedestres, la instrucción
que había tenido fue lamentable, el armamento, los pertrechos, los
recursos eran precarios, la instrucción para el combate deficitaria, no
había, para mí, duda de que las cosas iban a terminar como termina-
ron. Fue un tiempo de, también, locura familiar sobre la que prefiero
no abundar y que esa charla vino a recordar. Fue un año de cambios
para mí y de empezar a encontrar en la Universidad un poco de aire
respirable, en un ambiente acuciante. Recordé sensaciones de locura,
desasosiego, confusión, angustia, que me acompañaban en esos tiem-
pos, a mí y a todo el país… el fin de la guerra, el engaño, la sorpresa
de muchos de mis compatriotas, la triste sensación de tener razón, las
muertes inútiles. A la tardecita de ese domingo me fui a caminar y caí

280 Los días quietos


en el disco Yendo de la cama al living63. La mayoría de sus canciones
transmite la sensación de esos momentos. Fue impactante, emocio-
nante. Mientras caminaba, una serie de recuerdos me atravesaron, las
grandes canciones de ese álbum, sus letras…
En “No bombardeen Buenos Aires” dice: “los jefes de los chicos /
toman whisky con los ricos / mientras los obreros hacen masa / en la
Plaza como aquella vez”.
Y los otros grandes temas: “Peluca telefónica”, “Inconsciente
colectivo”, “Ya no quiero volverme tan loco”, “Canción de 2x3” y de
esta última, su estribillo, que, en esos momentos, no sé por qué, repe-
tía como un mantra:

Ya no quiero vivir así


repitiendo las agonías del pasado
con los hermanos de mi niñez.
Es muy duro sobrevivir
aunque el tiempo ya nos ha vuelto desconfiados.
Tenemos algo para decir.
No es la misma canción de 2x3.
Las cosas ya no son como las ves.

Noté cierto paralelo con algunos de los momentos más difíciles


del aislamiento, los primeros meses, esa confusión, ese miedo (que
aún persiste). Quizás, después de todo, el comparar esta situación con
una guerra, no sea tan errado.

63 García, Charly. Yendo de la cama al living. Universal, 1982.

Los días quietos 281


ÍNDICE

Prólogo..................................................................................................................... 7

Jornada “Clínica en Pandemia. Estrategias, abordajes, experiencias”


Espacio de Vida. Centro Educativo Terapéutico....................................... 126

Conversatorio federal. “En tiempos de pandemia” ................................... 165

Clínica institucional en pandemia de niños y adolescentes


con autismo y psicosis ..................................................................................... 179

Jornada “Clínica en pandemia, experiencia, ética y estética” .................. 241

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