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La lepra como símbolo del pecado

Ruth Santamaría
La lepra como símbolo del
pecado

En el tiempo bíblico la lepra era la enfermedad más


temida y la que más reacción contraria producía.
Causaba desfiguraciones y mutilaciones repulsivas.
En el libro de Levítico por higiene y porque atribuían
este mal a los pecados de la persona, la marginación
era realmente dura.
Aún en tiempos de Jesús, al leproso se le echaba de
casa a la calle, de la ciudad al campo y de la sociedad
al sepulcro. Se le obligaba por ley a andar andrajoso,
a alertar a gritos a los transeúntes y a morar en los
sepulcros vacíos. Y todo porque era un enfermo de
alto riesgo, que contagiaba al que tocaba, y un impuro
legal sin derechos a la comunidad de culto, porque
volvía impuro todo lo que tocaba. 
La lepra como símbolo del
pecado

En la Edad Media, los arquitectos de


templos y catedrales dejaban unos
orificios en las paredes, las ventanas de
los leprosos, para que éstos pudieran
asistir a la misa sin entrar en la iglesia.
Luego, terminando la misa, se les
recluía en los lazaretos, hospitales
inmundos donde pudieran
tranquilamente morirse. 
La lepra como símbolo del
pecado

El bacilo de la lepra, conocido por el


nombre de su descubridor, «Hansen», no
fue sido descubierto hasta 1874. Fue una
monja francesa, Sor María Zuzanne, la
que encontró el suero eficaz para
combatirlo, que lleva el nombre de su
descubridora, «Microbacterium
Marianum». Hoy la lepra está más
controlada. 
La lepra como símbolo del
pecado

 La lepra es como el pecado en muchos sentidos.


Hay muy buenas razones del porque muchos
antiguos rabinos consideraban a un leproso como
si fuera alguien que ya estaba muerto. La lepra es
como el pecado ya que:
· Comienza como si fuera nada.
· No produce dolor en su primera etapa.
· Crece lentamente.
· A menudo se estanca por un momento y luego
regresa.
· Adormece los sentidos – uno no puede sentir en
el área afligida.
· Causa decadencia y deformidad.
· Le da a la persona una apariencia repulsiva.
La lepra como símbolo del
pecado

La lepra descrita en la Biblia


Lev 13:1-2.44-46; 1 Co 10, 31-11,1; Mc
1, 40-45
La lepra como pecado carcome nuestra
alma, nos aparta de Dios, nos margina
de los hombres y mata nuestras más
nobles aspiraciones.
La lepra simboliza el pecado

• En el salm 38 David describe su


pecado com si estuviera describiendo
la lepra
• También lo hace Isaías en Isaías 1:5,6
 Los síntomas y la progresión: 
El tratamiento social del leproso: Los leprosos se trataban como si ya
estuvieran muertos. Se desterraban de cualquier contacto con la
ciudad, incluyendo el contacto con su propia familia.
Los leprosos eran desterrados porque se pensaba que la lepra era
incurable y altamente contagiosa.Usted no se podía acercar a menos
de 6 pies del leproso o también se le consideraría “inmundo” y tenía
que pasar por el ritual de purificación. (Lv 13:45-46)
 Debido al destierro de la sociedad, los leprosos vivían en
condiciones horribles fuera de la ciudad, en cuevas y tumbas y en el
basurero de la ciudad, mendigando comida y sin atención médica.
 Las condiciones inmundas en las que los leprosos eran forzados a
vivir agravaban la enfermedad y aceleraban la muerte.
 Por eso la lepra es una imagen exacta del pecado: un paralelo
La solución al problema del
pecado

La solución de Isaías 1:18-20

Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si


vuestros pecados fueren como la grana, como la
nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el
carmesí, vendrán a ser como blanca lana.Si
quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;si no
quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a
espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.

David también la ofrece salmo 32:5

“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.


Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová;
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.”
La lepra empieza pequeña y crece El pecado empieza
pequeño, usualmente como un pensamiento y crece en
acciones. (Stg 1:14-15).El verdadero signo del pecado es
la naturaleza de la carne que surge a la superficie Conclus
constantemente. la comparació
La lepra va más profunda que la superficie de la piel. El
pecado va más profundo que las acciones externas del
con el p
hombre. Viene del corazón. (Jer 17:9)
La lepra se come la carne. El pecado se come el alma del
hombre.
La lepra hace una persona inmunda para inclusión en la
sociedad. El pecado hace al hombre inaceptable a Dios, y
no se puede incluir en el Reino del Cielo.
La lepra incapacita al hombre de realizar las funciones
útiles de la vida diaria. El pecado incapacita al hombre del
servicio útil a Dios. El hombre intentaba esconder los
inicios de la lepra. El hombre trata de esconder sus
pecados. Eventualmente, la lepra no se puede esconder y
todos la observarán fácilmente. Eventualmente, el pecado
del hombre lo alcanzará y será obvio para todos.
Conclusiones a
la comparación de la lepra
con el pecado

La lepra causa que el tejido bueno se


insensibilice por el dolor y resulta en
heridas autoinflingidas. El pecado
quema el alma del hombre y causa
que se formen cicatrices de manera
que el hombre queda eventualmente
sin sentimientos de culpa. El resultado
es el pecado desenfrenado en la vida
de la persona, un corazón endurecido
y una conciencia muerta. (Ef 4:19)
(1Tim 4:2)
Conclusiones a
la comparación de la lepra
con el pecado
La lepra es una muerte en vida. Una persona con pecado no perdonado está
espiritualmente muerta. (Ef 2:2-2) La lepra tiene el olor a carne muerta. El pecado tiene
un olor desagradable para Dios. La lepra es contagiosa. El pecado no resuelto es
contagioso. En los días de la Biblia, el hombre no tenía penicilina para combatir la
enfermedad. El hombre no tiene la respuesta para tratar con el pecado, fuera de
Jesucristo.
La lepra eventualmente resulta en una muerte física horrible. El incrédulo
eventualmente sufre la muerte segunda por la eternidad. (Ap 20:14) Se pensaba que la
lepra era hereditaria. El pecado es hereditario. Todos somos pecadores porque somos
hijos de Adán. Los patrones del pecado se transmiten de los padres a los hijos en
muchas situaciones. (Ex 34:6-7) La lepra separaba al leproso de la adoración a Dios. Él
no podía entrar en el templo ni al tabernáculo. El pecado separa al hombre de Dios. (Is
59:2)

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