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TALLER DE PREDICACIÓN

La predicación es el medio principal, que Dios ha dejado para llamar a los hombres
al evangelio. Predicamos porque Dios lo ha ordenado, tenemos un Dios que ha hablado, y
ha dejado testimonio de ello en la Escritura, toda escritura

La predicación sana surge de dos amores: el amor a la Palabra de Dios y el amor a las
personas1. No basta con amar la Palabra, puesto que debemos reconocer que la Palabra
está destinada a moldear a las personas de acuerdo a la imagen de Cristo, “Toda Palabra es
inspirada, útil, para exhortar, para instruir en justicia…” 2ª Tim 3:16.

El predicador: El predicador es la persona llamada por Dios para comunicar, exhortar,


instruir a la Iglesia, hablando de parte de Dios, y delante de Dios (quien siempre está
presente en nuestra predicación), comunicando todo el consejo que Dios ha dejado para
los hombres. 2 Cor 2:17, Hechos 20:27.

Aunque el predicador, es la persona llamada por Dios a anunciar el evangelio de Dios, es


tarea de todo el pueblo salvado por Dios, el cual debe conocer la Escritura (Col. 3:16).

EL lenguaje en la predicación: Es posible ser sencillo, sin ser simplista, ser cercano sin ser
vulgar. Como dice JC Ryle, “lo que se necesita no es una predicación burda o vulgar. Es más que
posible resultar sencillo sin dejar de hablar como un caballero y con los modales de una persona
cortés y refinada. Es un completo error imaginar que las personas incultas y analfabetas están más
dispuestas a escuchar a una persona analfabeta que se dirija a ellos de manera inculta.” 2

Tipo de predicaciones

Predicación temática

Predicación moralista

Predicación borracha

Predicación temática expositiva

Predicación expositiva

La predicación expositiva: La predicación expositiva es aquella que permite que le tema


central del sermón, es la intención del autor bíblico.

CONSEJOS PRACTICOS

1
La Predicación, T. Keller pág. 12.
2
La sencillez en la predicación, JC Ryle.
1. Escoger el pasaje: Lo que facilita la elección del pasaje es un estudio constante de la
Escritura, y una meditación de la misma, ello junto con nuestra capacidad de tomar el
pulso a la iglesia, pero también de la asistencia y dependencia del Espíritu Santo.

2. Esfuérzate por entender el mensaje: No puedo explicar aquello que no he entendido, el


comprender la idea central del mensaje, me va a permitir no depender tanto de las
notas, pero también de poder explicar de manera sencilla la idea central del mensaje.
Una vez escogido el pasaje, debes leer y releer el pasaje y en especial la carta completa
si estás trabajando en alguna epístola del N.T. como Santiago, Gálatas, etc.
Como dice J. C. Ryle, en su pequeño libro “SENCILLEZ EN LA PREDICACIÓN”, “Lo
primero, pues, en lo que debemos fijarnos si queremos predicar con sencillez, es en si entendemos
con claridad el tema elegido; y si queremos saber si lo hemos entendido, debemos tratar de dividirlo
y organizarlo.”

3. El esqueleto del sermón: una vez que hayas comprendido el pasaje, debes desarrollar
un bosquejo del sermón, una estructura que te permita dividir en puntos el mensaje
que has sido llamado a comunicar. Existen pasajes que se dividen de inmediato, otros
en cambio son de más difícil abordaje.

4. Las Ilustraciones: El esqueleto del sermón va a ser llenado, no sólo con la explicación
del pasaje, sino iluminado con ilustraciones, ejemplos, aplicaciones. Los conceptos
abstractos nos resultan difíciles de comprender, por lo tanto debemos usar
ilustraciones, ejemplos, etc. Para imprimir en la mente del oyente cada concepto
teológico. Por ejemplo, “la ley”, es distinto decir que la ley no puede justificar al
pecador, ya que la palabra justificación y ley, son conceptos que tienen cierta
abstracción. Pero si decimos que la ley es como un termómetro, en el sentido que la ley
de Dios nos permite saber que tenemos fiebre, y así como la ley no puede quitar el
pecado, tampoco el termómetro sirve para quitar la fiebre. Esa es una ilustración que
sirve para explicar y aterrizar un concepto de ley, pecado, justificación.

La palabra “ilustrar” significa iluminar, arrojar luz o brillo sobre un objeto que en otro
caso permanecería en oscuridad. Es por eso que las ilustraciones han sido comparadas con
las ventanas de una casa.3 Un edificio sin ventanas seria “una prisión, más que una casa,…
y del mismo modo, un discurso sin una parábola es tedioso”. Spurgeon, citando a un
predicador dice “Las razones son los pilares del edificio de un sermón, pero las similitudes
son las ventanas que dan mejor luz”.

Hay ocasiones en que las ilustraciones usadas, son inapropiadas, como aquel
predicador que usó una analogía acerca la historio de Booz y Rut, diciendo que “Dios es
como una gallina”, a propósito de que ella, había venido a refugiarse bajo las alas de Dios.
Probablemente, las ilustraciones que mejor funcionan, son las anécdotas recogidas en la
Historia o biografías. Cada predicador se transforma en un constante buscador de
anécdotas, cada uno está analizando todo lo que sus ojos perciben.
3
La predicación, John Stott, pág. 234.
5. Sencillez en las palabras: las palabras simples, son aquellas de uso diario, comunican
de mejor forma, por ejemplo: “Habla de la felicidad antes que de la dicha, di
todopoderoso en lugar de omnímodo, reducción en lugar de deflación, prohibido en
lugar de vedado, odioso en lugar de execrable, aparente en lugar de ilusorio, último en
lugar de postrero”. En caso que debas usar una palabra de difícil comprensión,
preocúpate de definirla, buscar sinónimos, o apoyarla con ilustraciones.

6. Sencillez en el estilo: Debemos grabarnos en la mente que los predicadores se dirigen a


oyentes, no a lectores, y que aquello que se “lee” con agilidad puede que la pierda al
“pronunciarse”. Algunos predicadores, tenemos en mente a nuestros maestros
favoritos, pero no es sabio imitarlos, sino crear nuestro propia forma de comunicar,
reconociendo que Dios nos ha dado un carácter particular. Los proverbios, epigramas
y dichos antitéticos de esta clase otorgan una extraordinaria fuerza y claridad a los
sermones. No escatimes esfuerzos en hacer acopio de ellos en tu mente. Utilízalos con
sensatez, especialmente para culminar los párrafos,

7. Progresión de los puntos: cada punto debería ir en progresión o en aumento, hasta un


clímax. Debería ir aclarando cada vez más la idea central del sermón a medida que
avanza.
8. Introducción y conclusión: La introducción es fundamental, y no debe ser demasiado
corta o larga, la introducción no debe ocupar gran parte del sermón. De lo contrario, va
a restar el desarrollo de los puntos en que has dividido tu sermón.
La introducción tiene dos propósitos. En primer lugar, despierta el interés, estimula la
curiosidad y abre el apetito. En segundo lugar, “presenta” verdaderamente el tema y va
conducir hacia él. Es como la primera señal que vemos, cuando iniciamos un viaje y nos
indica la ruta a seguir.
La forma tradicional de iniciar una predicación es anunciar o leer el pasaje sobre el
cual se va a predicar. Y no hay nada de malo en ello, pero no despertará el interés de
algunos que pueden vivir una religiosidad tradicional, como también otros que no tienen
interés en el servicio. Un buen ejemplo, historia o anécdota, también servirá para recordar
la predicación durante la semana.
En cuanto a la conclusión. Esta debe ser más que una mera repetición, puesto que la
conclusión, debe contener una aplicación de lo expuesto en el sermón.
Las conclusiones son más difíciles que la introducción. Algunos predicadores les
resulta difícil concluir un sermón, y son como un avión que ha pedido sus instrumentos de
navegación, esperando una oportunidad para aterrizar. El problema es que a veces eso
ocurre de manera abrupta, de golpe.
Un predicador, dijo en este sentido: “Primero les menciono lo que voy a decirles.
Luego les digo lo que tengo que decirles. En tercer lugar, les digo lo que acabo de
decirles”.4
El predicador, no ha sido llamado a proponer una cuestión común, es el llamado
desesperado a los hombres al arrepentimiento, la predicación debe mover a la acción, la
conclusión debe llevarnos a la acción, no como una cuestión legalista y moralista, sino que
4
La predicación, John Stott, pág. 240.
debe provocar en el oyente, quien luego de ser exhortado a través de los distintos puntos
del sermón, a la acción. Como dice John Stott, citando a R.W. Dale. “un sermón no es como
un petardo chino, que se dispara para escuchar el sonido que produce. Es la escopeta del cazador; y
ante cada disparo de mirar para ver caer su presa. La pólvora se desperdicia si no se acierta”.
La conclusión, está relacionada con la aplicación como hemos dicho, y la aplicación
depende de dos cosas: el tipo de texto predicado y las características de nuestro auditorio
o congregación. Dependiendo si el pasaje de la Biblia, llama a la santidad, estimula la fe,
exige obediencia, etc.
9. La aplicación y la cruz: independiente que debemos tener las virtudes cristianas, como
la fe de Abraham, con la fuerza de Sansón. No la tenemos, es por ello que la única
forma de escapar de la predicación moralista. Es poner a Cristo como el cumplimiento
de todo. Cristo conquistó fe, obediencia, fuerza por nosotros. Cristo debe ser expuesto
como aquel que ha cumplido donde nosotros no hemos podido. Cristo es protagonista
de cada sermón. El Salvador que tenemos.

10. La oración: Luego de preparar el sermón, debe necesariamente venir uno de los
aspectos más importantes de nuestra predicación, esto es la oración. Ahora que el
sermón está escrito, necesitamos orar por él. De esa forma nos identificaremos con lo
que el Señor nos ha entregado por medio de su Palabra. Baxter, escribió, “el ministro
debe preocuparse en forma especial de su corazón antes de ir a encontrar la
congregación”.

Dato: Una verdad considerada por muchos predicadores, es que una hora de preparación,
equivale a cinco minutos de predicación.

Mauricio Narbona M.

Iglesia Cristiana Gracia Soberana

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