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Originally published in the USA under the title: Spiritual Java


by Destiny Image, Shippensburg, USA
Copyright © 2010 by Bill Johnson, Beni Johnson, Kris Vallotton, Kevin Dedmon, Danny Silk and Banning
Liebscher All rights reserved.

Johnson, Bill
Café espiritual. - 1a ed. - Buenos Aires : Peniel, 2012.
248 p. ; 21x14 cm.
Traducido por: Renata Viglione
ISBN 10: 987-557-389-2
ISBN 13: 978-987-557-389-5
eISBN: 978-0-7684-1375-5
1. Vida Cristiana. I. Vallotton, Kris II. Silk, Danny III. Renata Viglione, trad. IV. Título CDD 248.5

Impreso en Colombia / Printed in Colombia


Contenido
Introducción ................................. 7

1. Fe dinámica .............................. 11
2. Sumergirse en la corriente de la gracia .......... 17
3. Crear un lugar seguro ....................... 23
4. ¿De dónde viene tu tormenta? ................ 29
5. Crecer en favor ............................ 35
6. Olvida, pero no olvides ...................... 41
7. Gozo ................................... 47
8. Transformado por promoción ................. 53
9. Amigos y colaboradores ..................... 59
10. ¡Simplemente hazlo! ........................ 65
11. Terapia de Luz ............................ 71
12. Vivir bajo la influencia ...................... 77
13. Inspirar sus deseos ......................... 83
14. Dios siempre habla ........................ 89
15. Carácter con poder ......................... 95
16. Crecimiento del Reino ..................... 101
17. Orar en el Espíritu ........................ 107
18. Convertirnos en hijos de luz ................. 113
19. Persigue tu destino ........................ 119
20. Cuando Dios pinta fuera de las líneas .......... 125
21. Éxito al cien por ciento ..................... 131
22. Encuentros divinos ........................ 137 23. Conexión con Dios
........................ 143 24. Luz en lugares improbables .................. 149 25. De tal
padre, tal hijo e hija .................. 155 26. Acción de gracias, estar de acuerdo
con el cielo ... 161 27. Combate la oscuridad con alabanza de gozo ..... 167 28.
Utilizar la gracia de Dios .................... 173 29. Cubiertos por Dios
....................... 179 30. Practicar los dones del Espíritu ............... 185 31. El
distrito de la luz verde ................... 191 32. Humildad verdadera
....................... 197 33. Es fácil escuchar a Dios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203
34. Dios esconde cosas para ti, no de ti ............ 209 35. Si es importante para
ti, es importante para Él ... 215 36. El nombre de Jesús ........................ 221 37.
Llevar las señales y las maravillas a las calles ..... 227 38. La fortaleza de las
personas del pacto .......... 233 39. Primer amor ............................. 239 40.
Darle la bienvenida a su visitación ............ 245

Sobre los autores ............................. 251


Introducción
Por Bill Johnson

E staba de pie en el aeropuerto del frío Vancouver, Canadá, con Mike, un


colaborador de la iglesia Bethel, de Redding, California, Estados Unidos.
Estábamos esperando en la fila del Starbucks1 (uno de mis lugares favoritos).
Mientras esperaba, anticipando la taza de café caliente y disfrutando de los
aromas, vistas y sonidos familiares de la cafetería, noté que Mike estaba
demorando mucho con la cajera. No se me ocurrió que estuviera pasando algo
importante. Yo estaba allí simplemente por un café, mientras esperábamos
nuestro próximo vuelo.

Luego lo vi tomar la mano de la cajera y que ambos cerraban sus ojos e


inclinaban sus cabezas en oración. Cuando terminaron, Mike se unió a mí y me
explicó lo que acababa de pasar. Al hacer su pedido, había visto un espíritu de
suicidio en la cajera, así que comenzó a orar con ella para quebrantar aquel
poder. Ella le dijo: “Dios lo envió acá hoy”.

Me tomaron desprevenido. ¡En lo único que había estado pensando era en el


café! Momentáneamente me había olvidado de las cosas más importantes en la
vida. Es fácil hacer eso. Nuestra mente se desvía para pensar solo en lo
natural, nuestra fe se erosiona de forma tan sutil que no nos damos cuenta de
que está sucediendo, y poco a poco podemos comenzar a pensar de forma
“práctica”, y a apoyarnos en la sabiduría natural en vez de hacerlo en la
realidad del Reino.
1. N. de la E: Starbucks, conocida cadena de cafeterías de Estados Unidos y otros países de América.
Café espiritual

Habacuc 2:2 dice: “ Y el Señor me respondió: ‘Escribe la visión, y haz que


resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de corrido’”. Las
personas necesitan motivación para correr. Esa es la razón principal por la
que viajo, hablo y escribo tanto como puedo. Yo quiero darles a otras
personas el combustible que necesitan para levantarse y andar. Quiero que
tengan cualquier revelación que yo tenga, así como yo me alimento de la
revelación que me dan otros. Por lo general, para participar del trabajo
enérgico y grandioso del Reino no podemos remar, remar y remar nuestro bote
suavemente corriente abajo. ¡Tenemos que correr!

Yo hago como aconsejó Habacuc. Escribo las ideas de Dios sobre mi vida
cada vez que me son reveladas. Marco y subrayo mi Biblia en todas
direcciones. Escribo las profecías que he recibido en tarjetas y en mi
computadora, y las llevo adonde quiera que vaya. Pongo notitas pegadas en el
tablero de mi auto. Las pego en la iglesia por todos lados, algunas veces para
que, cuando camino alrededor y oro, vea las notas por todos lados, lo que me
hace recordar lo que el Señor dice. Llevo un diario para mis hijos y mis
nietos, así podrán ver lo que Dios hizo durante mi vida. Incluso tenemos un
miembro del equipo en nuestra iglesia cuyo único trabajo es registrar los
milagros que suceden en y a través de nuestra iglesia y con los equipos de
nuestro ministerio. Quiero que las personas conozcan las obras grandes y
poderosas del Señor mucho tiempo después de que nos hayamos ido, así
podrán correr con la visión mucho más lejos.

Por supuesto, un registro por escrito solo es útil cuando lo revisas. Re


significa “movimiento hacia atrás” y revisar es “ver con atención y cuidado”.
¡Regresar sobre las promesas de Dios hasta que puedas ver! Esto no es
pensamiento positivo ni es usar tu imaginación para engañarte a ti mismo para
creer alguna realidad alternativa. Es meditar en lo que Él ha dicho hasta que lo
veas y corras con eso. Es decirnos unos a los otros las verdaderas historias de
Dios, que tienden a desvanecerse si no las releemos. El
Introducción

testimonio de lo que el Señor ha hecho nos ayuda a recordar quién es Él, lo


que es su pacto y quién quiere ser en nuestra vida. Todo testimonio de su obra
en la vida de alguien es una profecía para aquellos con oídos para escuchar.

Varios de mis colegas en la iglesia Betel y yo hemos compilado este libro,


porque queríamos extraer para ti la riqueza espiritual que hemos compartido
durante los años anteriores en muchos escenarios. Es como si nosotros
hubiéramos preparado una cafetera de rico café para ti. Cada vez que disfrutes
unos pocos sorbos más, te sentirás entusiasta y lleno de energía para salir y
adentrarte en tu mundo con renovada eficacia espiritual. Mientras lees y
consideras cada uno de estos breves capítulos, quiero que cada uno de ellos
sea como café espiritual para tu alma.

Capítulo 1
Fe dinámica
por Bill Johnson

E l Espíritu Santo vive en mi espíritu y en el tuyo. Ese es nuestro lugar de


comunión con Dios. A medida que aprendemos a recibir de nuestro espíritu,
aprendemos cómo ser guiados por el Espíritu. Cuando nos abrimos al Espíritu
Santo dentro de nosotros, aprendemos cómo obrar por fe. “Por la fe
entendemos…” (Hebreos 11:3).

“ Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje…” (Romanos 10:17),


no por haber oído. Es el corazón que escucha, en tiempo presente, el que está
listo para el depósito de fe del cielo. Toda la naturaleza de la fe da a entender
una relación con Dios que es presente. El énfasis está puesto en escuchar, ¡en
el ahora!

Estoy seguro de que has tenido la experiencia de leer La Biblia y que un


versículo resalte para ti. Te da vida y aliento, sin embargo antes, no podías ni
enseñar ni explicar ese versículo en absoluto. Lo que sucedió es lo siguiente:
tu espíritu recibió del Espíritu Santo el poder vivificante de La Palabra (ver 2
Corintios 3:6).

A medida que aprendes a recibir de tu espíritu, tu mente se convierte en el


discípulo y está, por lo tanto, sujeta al Espíritu Santo. A través del proceso de
revelación y del ejercicio de la fe, tu mente finalmente logra entendimiento. La
fe refleja en nuestro mundo las realidades del mundo de Dios; es la sustancia
del reino invisible (Hebreos 11:1).

Si entro en la pizzería local y pido una pizza, me dan un recibo y un número


que debo colocar a la vista en un algún lugar de la mesa. Podrá acercarse un
extraño a mi mesa y anunciar que nadie me va a dar ninguna pizza. Pero yo
puedo simplemente señalar el número y decirle: “Cuando la pizza número 52
esté lista, ¡es mía!”. Ese número es la sustancia de la pizza que se espera. Si
ese sujeto me dice que mi número no sirve de nada, puedo señalar mi recibo.
Este comprueba el valor del número. Cuando mi pizza esté hecha, el camarero
mirará alrededor para encontrar mi número y me la traerá.

¿Cómo sabe el producto del cielo dónde aterrizar? Él busca la sustancia, el


número. La fe es la moneda del cielo. Mi recompensa ha sido pagada. Mi
recibo (que está en La Biblia) comprueba mi derecho, tanto al número como a
la recompensa.

Esa clase de fe es dinámica por naturaleza. Tiene enfoque y propósito. Se


aferra a la realidad del Reino y con fuerza, incluso con violencia, lo lleva a
chocar contra ese reino natural, inferior y terrenal, que no puede oponérsele.
“… el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los
que se esfuerzan logran aferrarse a él” (Mateo 11:12).

Eso no significa que nuestra fe necesite ser ruidosa. Los demonios conocen la
diferencia entre las personas que son audaces y agresivas debido a su fe y
aquellas que simplemente cubren sus temores con un comportamiento agresivo.
Con frecuencia, los cristianos tratan de cubrir su inmadurez y temor al echar
fuera demonios por medio de gritos, amenazas, llamados a ángeles pidiendo
ayuda, la agitación de manos y otras cosas más.

Pero nuestra autoridad viene de la fe real, la que se encuentra en el descanso.


El descanso apacible es el clima en el que crece la fe (ver Hebreos 3:11—
4:11). ¡Es el Príncipe de Paz quien pronto aplastará a Satanás debajo de
nuestros pies! (Ver Romanos 16:20). Los corazones (espíritus) que encuentran
descanso en Él pueden prevalecer sobre cualquier cosa que no provenga del
Príncipe de Paz.
Fe dinámica

Dos hombres ciegos que se sentaron a la orilla del camino llamaron a Jesús.
La gente les dijo que se callaran. Eso solo intensificó su desesperada
determinación y entonces clamaron con voz más fuerte. Él los llamó y los
sanó, y atribuyó sus milagros a su fe. (Ver Mateo 9:27).

Una mujer que tuvo una hemorragia durante doce años se abrió paso entre la
multitud. Cuando por fin pudo tocar el manto de Jesús, ella sanó. Él atribuyó
su sanidad a su fe. (Ver Mateo 9:20-22).
Son muchas las historias de este tipo, todas con finales similares: personas
que son sanadas o liberadas debido a su fe persistente. Ya sea que la fe clame
a gran voz o que en quietud fortalezca a las personas a avanzar, las acciones
de esta siempre parecen violentas en el mundo espiritual. La fe se aferra a una
realidad invisible, superior y no la deja ir.

Nuestra fe tiene su ancla en el mundo invisible. Vive desde lo invisible hacia


lo visible. Ella hace real aquello que llega a comprender; provee ojos a
nuestro corazón y mente.

Necesitamos entender que Jesús espera que la gente vea con su corazón. Una
vez llamó hipócritas a un grupo de líderes religiosos, porque ellos podían
discernir el clima, pero no podían discernir los tiempos (ver Mateo 16:2-4).
Ellos afirmaban ser líderes espirituales, sin embargo no podían entender los
asuntos espirituales con su corazón. Se habían vuelto ciegos a su señorío a
causa de su corazón corrupto. Jesús consideró que su fe era hipócrita.

Un corazón que no ve es un corazón duro (ver Marcos 8:17-18). Nuestra


experiencia de nacer de nuevo nos permite ver desde el corazón (ver Juan 3:3)
y por consiguiente aplicar lo que vemos con una fe llena de seguridad. Nuestra
fe nunca tuvo el único propósito de introducirnos en la familia de Dios. Más
bien, es la naturaleza de la vida en esta familia. La fe ve. Centra la atención
en su Reino. Todos los recursos del Padre, todos sus beneficios están
disponibles a través de la fe.

Para alentarnos en nuestra capacidad de ver, Jesús nos dio instrucciones


específicas: “… busquen primeramente el reino de Dios…” (Mateo 6:33). Él
les dijo a sus seguidores que solo hizo lo que vio hacer a su Padre (ver Juan
5:19). Pablo nos enseñó: “Concentren su atención en las cosas de arriba, no
en las de la tierra” (Colosenses 3:2). También afirmó: “Así que no nos
fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero,
mientras que lo que no se ve es eterno” (2 Corintios 4:18). Estas palabras nos
instruyen a poner nuestra atención en lo invisible.

Comprenderlo es vital para aquellos que quieren más.


Puntos para reflexionar
1. ¿Qué se siente cuando ejercitas una fe dinámica? ¿Qué te impide vivir por
fe? ¿Qué te ayuda a vivir por fe?
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2. Jesús espera que las personas vean desde el corazón y les dice que un
corazón que no ve es un corazón duro. En sus palabras: “… ¿aún tenéis
endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no
oís? ¿Y no recordáis?” (Marcos 8:17b18, RVR60).
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3. ¿Cómo se endurece más a menudo tu corazón? ¿Cómo hace eso caer en


pasividad a tu fe? ¿Qué te hace no escuchar su voz? ¿Qué puedes hacer al
respecto?
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Meditación
Descanso. Descansa por un tiempo en la presencia del dador de vida, que es el
Señor de tu espíritu, alma y cuerpo. Sin importar cuánto te hayan distraído tus
circunstancias actuales de Dios, tú puedes dejar de pensar en tus propios
pensamientos y comenzar a vivir por fe. Su Espíritu te ayudará.

“ Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía”


(Isaías 26:3). Escucha su voz, no tus preocupaciones. Confía en Él, no en tus
temores. Permite que la continua influencia de su Reino transformador fluya a
través de tu espíritu.

Capítulo 2
Sumergirse en la
corriente de la gracia
por Banning Liebscher

H e escuchado decir que la gracia es “el poder que Dios da para hacer lo que
estamos llamados a hacer”. Qué maravillosa descripción. Cuando la gracia
está presente en tu vida, hay poder para hacer lo que está en tu corazón. Ya se
trate de escribir libros, de predicar, de administrar un negocio o de vivir una
vida de santidad. Su gracia lo hace posible. Cuando estoy apropiadamente
alineado bajo los líderes que Dios ha puesto en mi vida, la gracia fluye con
libertad. Este principio se describe en La Palabra:

¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!


Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba,
por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras.

—Salmo 133:1-2

La unidad habla de un alineamiento apropiado y el aceite se refiere a la unción


del Espíritu Santo, de gracia. Cuando me alineo bajo autoridad espiritual, el
nivel de gracia comienza a fluir en mi vida, porque el aceite que fluye desde la
cabeza comienza a recorrerme. Siento que un viento me empuja hacia adelante.
Permíteme recordarte el versículo “Así mismo, jóvenes, sométanse a los
ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque ‘Dios se
opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes’” (1 Pedro 5:5, énfasis
añadido). Hay gracia que se recibe por estar bajo cobertura.

Cuando era niño me gustaba el Slip ´N Slide2. Hace poco, les compramos a
nuestros hijos su primer Slip ´N Slide. ¡Qué placer! Pero este en particular era
más divertido que cualquier otro en el que haya jugado cuando era niño: tenía
dos franjas paralelas para que dos niños se deslizaran y compitieran uno
contra el otro; un perfecto arco de agua lanzaba chorros desde el centro para
cubrir el trayecto, que terminaba en una pequeña piscina de agua respaldada
por un colchón inflable. ¡Este Slip ´N Slide era tecnología de avanzada! Mi
esposa y yo nos reíamos sin parar mientras nos deleitábamos con nuestros tres
hijos que se deslizaban con regocijo, una y otra vez. Se veía tan divertido que
nos preguntábamos si las personas de treinta años todavía podrían utilizarlo.

Los Slip ´N Slide son un placer, esto es, cuando están llenos de agua. Sin ella
son una experiencia completamente diferente, no son divertidos. Imagínate
corriendo a toda velocidad, lanzándote hacia adelante en perfecta posición
horizontal en el aire y cayendo sobre el Slip ´N Slide sin agua. ¡Ay! Vivir una
vida sin gracia es como deslizarse en un Slip ´N Slide sin agua. Veo a muchas
personas que están sin cobertura, que tratan de vivir sin gracia. Siempre
sienten como si hubiese un viento que se les opusiera cuando intentan avanzar.
Sienten que fueron llamados a volar, pero nunca pueden elevarse del suelo.

Hay personas que se sientan en mi oficina y me dicen que el diablo los resiste
y no saben por qué. Pero muchas veces no es él quien los estorba, es Dios el
que los resiste. Ellos se han rehusado a
2. N. de E.: Slip ‘N Slide [Resbalar y deslizar], es un juego para niños que consiste en una tira larga de
plástico que sirve como tobogán para deslizarse. Contiene un tubo que puede conectarse a cualquier
manguera de jardín. El agua corre a través del tubo y sale desde pequeñas perforaciones, mojando toda la
superficie. Así, el plástico se vuelve muy resbaladizo, lo que permite a los participantes lanzarse sobre el
plástico y recorrer toda su longitud.

Sumergirse en la corriente de la gracia

someter su vida a la cobertura, entonces el Señor resiste el orgullo en ellos.


No es una buena idea que Dios te estorbe. He visto de primera mano que
cuando alguien implementa la revelación de la cobertura y se somete a la
autoridad espiritual, el viento cambia en la vida de la persona. En vez de
resistencia, siente que el viento lo apresura hacia su destino.

Cuando te sumerges en la corriente de la gracia, verás beneficios definitivos


en tu vida. Uno es la valentía. Dios nos llama a hacer lo imposible, a ser los
que cambiemos el mundo y nunca podremos seguir su ejemplo sin la valentía
que Él provee. La reina Ester necesitó valentía para cumplir con lo que fue
llamada a hacer en su tiempo. Fue gracias al aporte de su primo Mardoqueo,
que se había convertido en un padre para ella cuando el suyo murió, que ella
recibió la valentía necesaria para cumplir todo su destino. Como resultado,
una nación fue salvada de la muerte.

Otro beneficio de la gracia es la sabiduría. El libro de Proverbios está lleno


de aliento para buscar y valorar la sabiduría y un número significativo de esas
exhortaciones fueron dadas a un hijo por su padre. Uno de los caminos
principales en los que esta herencia de sabiduría se muestra es en la habilidad
de aprender de los errores y éxitos de nuestros padres y madres en la fe. Yo
quiero aprender de aquellos que son mayores y más sabios que yo. Algunas
cosas las tengo que averiguar por mi cuenta, pero yo quiero impregnarme de
tanta sabiduría de las generaciones anteriores como pueda.

La protección es otro claro beneficio de caminar con humildad bajo la


cobertura de tus mayores. El espíritu de independencia ha separado a
demasiadas personas de la comunidad, y los dardos del enemigo han caído
sobre ellos. Realmente no es tan complicado. Si llueve y no te quieres mojar,
cúbrete con un paraguas.

Otro beneficio de ponerse bajo el tipo de “lluvia” correcto, el Reino de la


gracia, es que hacerlo te provee de una identidad fuerte. Saber quién eres en
Dios produce seguridad, y esa seguridad produce confianza. La mayor parte de
mi ministerio a través de los años ha estado dirigido a los jóvenes y a los
jóvenes adultos. Por causa de ello, la mayor parte de mi enseñanza sobre la
gracia y la cobertura ha hecho énfasis en la importancia de que las
generaciones más jóvenes honren a las mayores. Pero Malaquías menciona que
los corazones de los padres se volverán hacia los corazones de los hijos, y los
corazones de los hijos hacia los de los padres (ver Malaquías 4:6). La honra
debe fluir en las dos direcciones. Ambas generaciones se necesitan la una a la
otra. Como un equipo que compite para ganar una carrera de relevos, debemos
entender cómo pasar la posta. No queremos experimentar un gran
derramamiento del Espíritu Santo sin saber cómo pasar la posta con éxito.

La gracia fluye. ¿Estás bajo el fluir?


Puntos para reflexionar
1. ¿Pensaste antes acerca de cómo opera el fluir de la gracia? ¿Te diste cuenta
de que gran parte de la gracia de Dios debe fluir a través de las personas que
Él puso por encima de nosotros? ¿A quién puso sobre ti para que te ayude y te
supla con valentía, sabiduría, protección e identidad?
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2. ¿Tuviste la experiencia de encontrarte con la oposición de Dios en vez de


recibir de su gracia? ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué hiciste al respecto?
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3. ¿Puedes identificar en tu propia experiencia un período en el que elegiste


“ponerte bajo el paraguas”? ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Piensas que todavía
hoy estás bajo el paraguas de la gracia?
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Meditación
Usa los ojos de tu corazón y mira a tu alrededor. Pablo oró para que “… sean
iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha
llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos”
(Efesios 1:18).

Medita sobre las relaciones en tu vida y en lo que consiste tu “herencia entre


los santos”. Con la ayuda del Espíritu Santo, fíjate si puedes discernir su
gracia en tu vida bajo la forma de valentía, sabiduría, protección e identidad.
Pídele a Dios que te ayude a colocarte más plenamente en el fluir de su gracia.

Capítulo 3
Crear un lugar seguro
por Danny Silk

D ios, el creador de todo el universo, creó a las personas para que fueran
libres. De hecho, le confió a su Pueblo la libertad. C. S. Lewis presentó un
relato conciso de la situación en Mero cristianismo3:

Dios creó cosas que tienen libre albedrío. Eso quiere decir criaturas que
pueden desviarse o no. Algunas personas piensan que pueden imaginarse una
criatura que era libre, pero que no tenían la posibilidad de desviarse. Yo no.
Si algo es libre para hacer lo bueno también es libre para hacer lo malo. Y el
libre albedrio es lo que ha hecho posible la maldad. Entonces, ¿por qué Dios
les dio libre albedrio? Porque el libre albedrio, aunque hace posible la
maldad, es también lo único que hace posible cualquier amor o bondad o la
alegría. Tener un mundo de autómatas, de criaturas que funcionan como
máquinas haría difícil que valiera la pena crearlas. La felicidad que Dios
diseñó para sus criaturas es la felicidad de ser libre, de estar voluntariamente
unidas a Él y a cada uno en un éxtasis de amor y deleite comparado con el cual
el más extasiado amor entre un hombre y una mujer en este mundo sea
insípido. Y para eso ellos deben ser libres.
3. C.S. Lewis, Mero cristianismo, Madrid, Rialp, 1995.

Por supuesto que Dios sabía lo que podría pasar si usaban su libertad de la
manera equivocada: aparentemente Él pensó que el riesgo valía la pena.

La dificultad de liderar personas libres es riesgo: el riesgo de que puedan


usar su libertad de la manera equivocada. A diferencia de Dios, demasiados
de nosotros en la Iglesia no comprendemos por qué vale la pena el riesgo. La
amenaza de usar mal la libertad parece más grande que el precio de la
verdadera libertad. Y por ello, nos asustamos. Este temor puede convertirse en
endémico en sociedades que se suponen libres. En Estados Unidos, que se
supone es el llamado “mundo libre”, el temor prolifera. Como creyentes,
necesitamos recurrir a cosas muy poderosas, si vamos a resistir el temor en
nuestra cultura y superarlo, al extender la confianza en Dios y en las personas.
Ciertamente necesitamos inculcar el valor que el cielo le da a la libertad a
nuestros propios sistemas de creencias.

Cuando usamos nuestra libertad para amar como estaba previsto, como señaló
Lewis, nuestra propia libertad y gozo, y los de las personas a nuestro
alrededor, serán protegidos y cultivados. Los líderes necesitan llevar a cabo
muchas cosas, desde definir la realidad hasta alcanzar metas productivas. Pero
la prioridad del Cielo es clara como el agua: si no tienes amor... solo eres
ruidoso (ver 1 Corintios 13:2). Los líderes que apagan el amor en el proceso
de alcanzar metas, han alcanzado, tal vez, las prioridades del mundo. Pero los
objetivos superiores del cielo requieren que cultivemos y preservemos al
amor, y de este modo, para cultivar y preservar la libertad no puedes amar sin
ella. Dios es amor, y su Reino es un Reino de libertad.

Cuando el Señor se manifiesta, su Pueblo se siente libre. Si eso no pasa,


debemos preguntarnos por qué. ¿Por qué la libertad no se manifiesta en más
lugares? ¿Será porque muchos de su Pueblo, entre ellos los líderes,
malinterpretan el objetivo del liderazgo de Dios en nuestra vida?
Crear un lugar seguro

Considero que el objetivo del liderazgo de Dios en nuestra vida es crear un


lugar seguro para que descubramos quiénes somos y por qué estamos acá. Un
lugar seguro es un lugar donde el temor de hacer mal uso de la libertad no se
levanta ni nos intimida a que vayamos a perder la confianza y el amor en
nuestras relaciones unos con otros. Un lugar seguro es el que se cultiva cuando
la libertad se expresa a través del amor, porque la esencia del amor es
seguridad y conexión.

Ahora la mayoría de su Pueblo piensa que el Señor quiere que nos alineemos,
que estemos en fila y que seamos buenos. Hemos abrazado la idea de que Él es
paciente, pero aun así está al borde del enojo. Pero considera lo que dijo a
través del profeta Isaías: “Aunque cambien de lugar las montañas y se
tambaleen las colinas, no cambiará mi fiel amor por ti ni vacilará mi pacto
de paz…” (Ver Isaías 54:10). Dios subraya el hecho de que Él no es
impredecible. Él dice, en esencia, que está de permanente buen humor. Quiere
que tengamos una bendita seguridad. Quiere que sepamos que, con Él a cargo,
el lugar es seguro y que nos podemos relajar en la libertad que viene cuando
Jesús se hace presente. Esta verdad pareciera ser una cosa muy fácil,
especialmente desde que Jesús vino e introdujo el Nuevo Pacto hace dos mil
años. Ya deberíamos comprender esto.

Nuestro pacto con Dios nos pone en un lugar seguro. Nosotros, los seres
humanos florecemos en un lugar seguro. Los efectos nutritivos de su presencia
nos llevan a la plenitud.

El Señor puso esa pequeña glándula en nuestro cerebro llamada amígdala. Es


una masa de núcleos en forma de almendra localizada en la profundidad de los
lóbulos temporales. Esta glándula es importante porque determina nuestras
respuestas emocionales, especialmente las asociadas con el temor. Tan pronto
como algo amenazante sucede, tu amígdala “patea” y comienza a inundar tu
cuerpo con mensajes como: “¡Reacciona! ¡Defiéndete! ¡Huye! ¡Pelea!”.

No hace falta un ingeniero astronáutico para descubrir que las personas


asustadas hasta la muerte no están en su mejor momento creativo. Solo mira lo
que sucede si tratas de rescatar a una persona que se ahoga y que se mueve
agitadamente. Ten cuidado o estarás en peligro.

Pero cuando las personas están en un lugar seguro, donde otras personas dan a
conocer el Shalom del cielo, la gracia, la paz, la confianza y el amor mutuo
florecerán. La estructura de liderazgo sustenta el fluir de la realidad espiritual.
Se transmite confianza y aceptación. Dentro de poco tiempo, la unción y
creatividad del Pueblo comenzarán a subir a la superficie, y las personas
encontrarán lugar para manifestar sus dones en la Iglesia. Los milagros, las
señales y los prodigios ocurrirán de manera continua. Las cadenas espirituales
caerán. Entonces las personas comenzarán a cambiar el mundo con el Reino de
los cielos que ellos dan a conocer.
Puntos para reflexionar
1. Al mirar hacia tu pasado, ¿cuántos momentos de inseguridad puedes
identificar? ¿Y cuántos de seguridad? Compara tu sentimiento de bienestar con
el sentimiento de seguridad que sentiste.
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2. “Une los puntos” de tus experiencias. ¿De qué manera la seguridad


enriqueció tus emociones y motivaciones como la paz, el gozo y la
creatividad? ¿De qué manera la inseguridad hizo que te retrajeras? (Por
ejemplo, considera la última vez que estuviste enfermo o herido y pregúntate
cuán capaz te sentiste para alcanzar a otros en amor).
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3. ¿Es tu iglesia un lugar seguro? ¿Tu lugar de trabajo? ¿Tu hogar? ¿Tienes la
posibilidad de mejorar el nivel de seguridad en alguno de esos lugares?
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Meditación
¿Dónde estás ahora? ¿Estás en un lugar seguro? ¿Puedes identificar tus
emociones dominantes y tus patrones de pensamiento lo suficientemente bien
como para llevarlos al Padre con la simple confianza de que Él está para ti?

Pídele que calme tu alma y tu espíritu. Una vez que tengas más paz interior (o
quizás ya tenías paz interior), pregúntale qué tiene ahora en mente para ti.
“Señor, ¿es tiempo de dar o de recibir?”.

Pídele que te conduzca “ junto a tranquilas aguas” (Salmo 23:2) y que te


mantenga en lugares seguros, para que tengas recursos internos que necesitarás
en situaciones de temor.

Capítulo 4
¿De dónde viene
tu tormenta?
por Bill Johnson

L as tormentas de la vida pueden presentar grandes desafíos y oportunidades


para nuestro crecimiento. Pero hay una gran diferencia entre un tipo de
tormenta y otro. Algunas tormentas, aunque son enviadas por el diablo, pueden
despertarnos e invitarnos a usar la revelación que ya tenemos. Sucederán
milagros como el de este pasaje:

Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos:


—Crucemos al otro lado.
Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También
lo acompañaban otras barcas.Se desató entonces una fuerte tormenta, y las
olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse.Jesús, mientras
tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos
lo despertaron. —¡Maestro! —gritaron—, ¿no te importa que nos
ahoguemos? Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar:
—¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente
tranquilo.
—¿Por qué tienen tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Todavía no
tienen fe?
Ellos estaban espantados y se decían unos a otros:
—¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

—Marcos 4:35-41

Pero existen otro tipo de tormentas que Dios envía para mostrarnos que
estamos yendo en la dirección equivocada, como esta que es conocida:

Pero el Señor lanzó sobre el mar un fuerte viento, y se desencadenó una


tormenta tan violenta que el barco amenazaba con hacerse pedazos. Los
marineros, aterrados y a fin de aliviar la situación, comenzaron a clamar
cada uno a su dios y a lanzar al mar lo que había en el barco. Jonás, en
cambio, que había bajado al fondo de la nave para acostarse, ahora dormía
profundamente. El capitán del barco se le acercó y le dijo:
—¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! ¡Clama a tu dios! Quizá se
fije en nosotros, y no perezcamos.

—Jonás 1:4-6

Vemos en estos pasajes dos tormentas y dos propósitos diferentes para cada
una. Una fue enviada por Dios, la otra, por el diablo. Ambas situaciones
involucraban a un hombre que dormía en una barca, uno por causa de
depresión y como forma de escapar de una realidad poco agradable, y el otro,
porque antes de vivir en la Tierra había vivido en el cielo, y en el Reino no
había tormentas.

La pregunta es: ¿bajo cuál tormenta te encuentras tú? ¿Manejas esto de la


forma en que Dios quiere que lo trates? ¿Has permitido que los milagros
pasados “te guíen” a un lugar de fe apropiado para tus desafíos actuales?

La tormenta de los discípulos la envió el diablo para mantenerlos lejos de la


voluntad del Señor. La tormenta de Jonás fue enviada por Dios para llevarlo
de vuelta a la voluntad de Él. Algunas personas enfrentan tormentas porque
tomaron hacia la izquierda cuando el Señor giró a la derecha. Entonces Dios
envía una
¿De dónde viene tu tormenta?

tormenta en su misericordia para llevarlos de vuelta. Otros enfrentan tormentas


porque están en el centro de la voluntad de Dios. A Él no le gustan las
tormentas, pero quiere entrenarnos a usar las herramientas que nos ha dado
para calmarla.

La mayoría de nosotros, al encontrarnos en medio de una tormenta, llegamos a


la conclusión inmediata de que nuestro trabajo es pedirle a Dios que
intervenga. Pero el propósito de la tormenta no es hacernos clamar así. El
Señor nunca permite una tormenta sin proveer antes las herramientas para
calmarla. Él quiere que usemos esas herramientas para producir un resultado
milagroso. Él reprendió a sus discípulos por su falta de fe.
Quizás pensaron: “¡Espera un minuto! Tenemos solo la fe suficiente para
acercarnos y despertarte. Y Tú hiciste lo que te pedimos. ¿No es así como se
supone que funciona?”. Aparentemente no. Jesús dio a entender que era
responsabilidad de ellos ordenarle a la tormenta que cesara.

Nosotros no somos diferentes. Nuestras oraciones consisten en tratar de que


Dios arregle nuestros problemas en la Tierra. Quizás deberíamos ordenarle a
las tormentas que se calmen. Quizás deberíamos ver las situaciones desde la
perspectiva del cielo y declarar la Palabra del Señor, así podríamos ver que
el cielo invade la Tierra.

Tengo un amor y un respeto muy grande por el ministerio de intercesión, pues


estoy casado con una gran intercesora. Pero muchos de ellos gimen, se
lamentan, lloran y se deprimen todo el tiempo y llaman a eso “intercesión”.
Cuando oran, nunca entran a un lugar de fe.

Yo sé cómo es eso. Hubo períodos en mi vida cuando oré durante mucho


tiempo, con mucha diligencia y mucha disciplina, si hubiera contado las horas
hubiese sido impresionante. Dios nunca me castigó por ello, porque conocía la
sinceridad de mi corazón. Pero en realidad, del tiempo que invertí en oración
muy poco fue en fe. La mayor parte fue en depresión, desánimo o “carga”. La
tragedia es que muchos creyentes no pueden distinguir todavía la diferencia
entre la carga del Señor y el peso de su propia incredulidad.

Cuanto peor se sienten las personas al momento de orar, más gratificados se


sienten de ser intercesores ungidos. Está bien comenzar en ese punto, pero haz
todo lo que sea necesario para llegar al lugar de fe. Entonces, podrás ver las
situaciones desde la perspectiva del cielo y podrás traerlo a la Tierra con una
o dos palabras sencillas.

No tendrás que buscar a Dios en horas de desalentada oración. El tiempo para


orar es más bien, como hizo Jesús, clamando al Señor en los tiempos de
oración privada, cuando nada va mal. Así es como se tiene reserva de poder y
se crea una atmósfera interior de paz y de fe que llevas contigo a la situación
preocupante.

Tampoco desperdiciemos nuestros milagros. No observamos a Dios hacer algo


maravilloso para dar un aplauso tímido y sarcástico, pronunciar un breve
“amén” y salir caminando sin cambiar.
Puntos para reflexionar
1. Piensa en los grandes conflictos o crisis en tu vida en el último año. Fíjate
si puedes identificar las herramientas que Dios puso en tu vida para ayudarte a
hacerte cargo de aquel problema. ¿De qué forma puede Dios haber usado esa
circunstancia para equiparte para el futuro?
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2. Algunos maestros dicen que a Dios le gusta esperar hasta el último minuto
para intervenir y mostrar su soberanía. Ellos piensan que es su linda e
inteligente forma de mostrar que Él tuvo el control todo el tiempo. Escuchas a
las personas decir: “Dios nunca llega demasiado temprano o demasiado tarde,
Él siempre llega a tiempo”. Si Él siempre interviene en el último minuto,
frecuentemente es porque nosotros no usamos las herramientas que se nos han
dado en primer lugar. ¡Piensa en ello!
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Meditación
Dios permite que haya problemas en tu vida para que tú puedas derrotarlos, no
solamente para que clames a Él todas las veces por liberación. Las
herramientas estarán en la embarcación contigo, aunque el enemigo avivará los
vientos del temor para que olvides dónde están las herramientas.

Muchos de nosotros podemos identificarnos con los discípulos en un día


tormentoso. Quizás hasta los aplaudamos por haber hecho lo correcto cuando
clamaron: “¡Sálvanos, que nos vamos a ahogar!” (Mateo 8:25). Pero Jesús se
volvió hacia ellos y les preguntó por qué no tenían fe.

En el medio de tu tormenta, aviva tu fe en Aquel que te mostrará dónde pusiste


tus herramientas. Sin importar de dónde vino tu tormenta, haz sido entrenado
para ese momento. Sí sabes qué hacer.

Capítulo 5
Crecer en favor
por Bill Johnson

A lgunos que han crecido en una sociedad democrática quizás luchen con la
idea de que Dios le da más favor a unas personas que a otras.

El favor del Señor no es lo mismo que su amor. No puedes hacer nada para
cambiar la inmensidad del amor de Dios por ti. Pero incluso Jesús mismo tuvo
que crecer “en sabiduría y estatura” (Lucas 2:52). Este versículo me
maravilla. Puedo entender el hecho de que Jesús tuvo que crecer en favor con
el hombre, pero ¿por qué tenía que crecer en favor con su Padre Dios? Él era
perfecto en toda manera.

La respuesta yace en el hecho de que Jesús hizo todo lo que hizo como un
hombre, dejando su divinidad de lado, a fin de ser un modelo para nosotros.
Por lo tanto, Él, como cualquiera de nosotros, tuvo que ser probado. En el
bautismo, recibió la unción del Espíritu. Pero en lugar de lanzarse
directamente a su ministerio, fue guiado por el Espíritu al desierto. Allí, fue
probado por el enemigo, específicamente en el área de La Palabra que se
acababa de pronunciar sobre Él. Si miras al relato de la tentación de Jesús en
Lucas, notarás que Él fue llevado al desierto “lleno del Espíritu Santo” y que
regresó “en el poder del Espíritu” (Lucas 4:1,14). Porque Él pasó la prueba,
el favor de caminar en su potencial fue liberado en una medida mucho mayor.

Según el ejemplo de Jesús, cada uno de nosotros debe crecer en favor, si


vamos a alcanzar nuestros destinos en Dios. Pero el favor, por ser tan glorioso
y poderoso, es importante. De este modo, en su misericordia, el Señor nos da
su favor en la medida en la que nuestro temperamento pueda manejarlo,
llevándonos de gloria en gloria, de fe en fe y de poder en poder.

Si vamos a desarrollar la personalidad para alcanzar nuestro potencial como


reyes y sacerdotes en su Reino, debemos crecer en nuestra habilidad de
fortalecernos a nosotros mismos en el Señor. Cuando los amalecitas atacaron
la ciudad de Siclag, David y sus hombres no estaban. Regresaron para
descubrir las cenizas de la ciudad, sus mujeres y sus hijos, hijas y bienes
habían sido capturados. Amargados por el dolor y la furia, amenazaron con
apedrear a David.

Pero David reconquistó su favor y los guió a la victoria.

David se alarmó, pues la tropa hablaba de apedrearlo; y es que todos se


sentían amargados por la pérdida de sus hijos e hijas. Pero cobró ánimo y
puso su confianza en el Señor su Dios.

—1 Samuel 30:6

Funcionó. Sus hombres se agruparon bajo su mando, y juntos persiguieron a


los amalecitas y recuperaron lo que era suyo.
¿Cómo podemos aprender esta habilidad vital para fortalecernos y
ministrarnos a nosotros mismos? Necesitamos reconocer que, cuando David
buscó a Dios y se fortaleció en Siclag, no era la primera vez que lo hacía.
Poseía la iniciativa de tener éxito en medio de una situación desesperada en
Siclag, porque había buscado al Señor durante años. Había buscado a Dios en
el lugar secreto, cuando nadie estaba mirando. Se había recuperado una y otra
vez cuando, humanamente hablando, la situación era sombría.
Podremos experimentar la fortaleza de Dios por medio de la presión positiva
de los pares y del impulso de un movimiento comunitario de la gloria de Dios,
pero ¿qué nos pasará cuando no tengamos nada en que apoyarnos? El Señor
sabía que David iba a
Crecer en favor

tener éxito como líder, porque él demostró la misma cualidad de madurez que
Él busca en nosotros. Las personas que pueden “salir airosas” cuando todo se
pone de cabeza han desarrollado persistencia espiritual. No han sido
destruidos por el agotamiento o el fracaso moral. Ellos se mantuvieron firmes
a su Dios en las buenas y en las malas. Ahora, permíteme ser claro: aprender a
fortalecernos no significa que desarrollaremos un estilo de vida independiente.
Nuestro estilo de vida como creyentes debe permanecer enfocado en servir,
amar y aprender unos de los otros en el Cuerpo de Cristo. Pero a fin de llegar
a ser más maduros y de crecer en favor para poder bendecir a aquellos
alrededor de nosotros, Dios nos da momentos en nuestra vida en los que
estaremos solos en la dificultad y en la prueba. El Señor incluso cerrará los
ojos y los oídos de nuestros amigos más cercanos en aquellos momentos, así
podremos aprender a ministrarnos a nosotros mismos.

No culpes a tus amigos por fallarte en los tiempos difíciles. Entiende las
prioridades de Dios y “aprende rápido”. El Señor quiere poner nuevas
herramientas en tus manos (al menos, serán nuevas para ti). Él quiere que te
conviertas en un creyente maduro, que piensa y actúa como Él por voluntad
propia. Los creyentes maduros son aquellos a los que Dios les puede confiar
los secretos de su corazón, porque ellos no usarán el favor que les da para sus
propios propósitos, sino para los de Dios.

La vida de David no se incluyó en Las Escrituras solamente para inspirarnos.


Solo necesitamos leer los relatos de sus pecados para saber que él no era
algún tipo de súper héroe. Su vida es realmente un llamado a todo creyente. Si
un hombre que era un pecador, que vivió cientos de años antes de que la
sangre de Jesús fuera derramada, pudo llegar a aquel lugar de favor de Dios,
entonces: ¿cuánto más aquellos que están cubiertos por esa sangre deberían ser
capaces de llegar a un destino mayor, ser como Cristo y terminar su obra en el
planeta?

Tú y yo estamos sentados con Cristo en lugares celestiales (ver Efesios 2:6).


Si Jesús está actualmente sentado en el trono de David, ¡nosotros también lo
estamos! Nosotros tenemos autoridad delegada para establecer su Reino
dondequiera que plantemos nuestros pies. Pero, en tanto que Dios nos llama
“reyes”, el grado en el cual caminamos en esa posición todavía está en
potencial. Y el Señor no es responsable por hacernos alcanzar nuestro
potencial. Ello requiere de nuestra participación.
Puntos para reflexionar
1. Explica en tus propias palabras esta afirmación: “El favor de Dios no es lo
mismo que su amor”. ¿Por qué Jesús mismo tuvo que crecer “en sabiduría y
estatura”, como lo tenemos que hacer nosotros? (Lucas 2:52).
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2. ¿Por qué tienes que ser probado?


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3. ¿Puedes recordar una época cuando hiciste lo que David hizo?, ¿te
fortaleciste en el Señor? ¿Fue hace poco o hace mucho tiempo? ¿Qué has
hecho entre un período de crisis y otro para asegurarte de que serás capaz de
fortalecerte en el Señor la próxima vez que seas golpeado por la adversidad?
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Meditación
Hazte el propósito de ir a tu “lugar secreto” en algún momento del día de hoy y
reconocer quién es Dios. Exáltalo y encuentra una Escritura que fortalezca tu
identidad personal como su hijo o hija. Puedes comenzar por esta, la canción
que se elevó en el cielo:

… porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de


toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste
sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.

—Apocalipsis 5:9-10, énfasis añadido


Levántala tan seguido como puedas, así, cuando vengan tus tiempos de prueba,
estarás preparado.
Capítulo 6
Olvida, pero no olvides
por Kris Vallotton

L as personas que han sido amputadas experimentan algo llamado dolor o


sensación “fantasma”, cuando su sistema nervioso y el cerebro interpretan de
manera equivocada que ciertas señales
físicas están siendo enviadas a un miembro que ya no pertenece
más a sus cuerpos. Algunas veces sienten que su brazo o pierna
amputada todavía está allí. Sienten desde dolores leves a agudos y
también la sensación de punzadas y ardor. No es un juego, parece
muy real. Los amputados deben recordarse a ellos mismos que el
dolor es imaginario.
Los recuerdos de tu pasado pecaminoso pueden ser como esos
dolores fantasma, solo que pueden ser un poco más engañosos,
porque al momento de tu conversión no perdiste solo una parte
de ti mismo. Literalmente moriste y fuiste levantado de la muerte:

Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin


de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros
llevemos una vida nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en su
muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su
resurrección.Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él
para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no
siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda
liberado del pecado.

—Romanos 6:4-7

¿Cómo puedes reeducar tu cerebro para que piense y recuerde según esa nueva
realidad? Existe cierta cantidad de verdades con las que todos necesitamos
interactuar con regularidad, así la realidad de nuestra conversión se establece
en nuestro pensamiento y se manifiesta plenamente en nuestra conducta. Invita
al Espíritu Santo a que renueve esas ideas familiares, a que revele nuevas
capas de esa maravillosa y misteriosa salvación que hemos recibido y a que
lleve esa revelación más allá de un conocimiento mental a un nivel más
profundo de libertad y poder.

Primero, considera lo que Pedro le declaró al pueblo después de la sanación


del hombre paralítico en la puerta Hermosa: “… arrepiéntanse y vuélvanse a
Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor” (ver
Hechos 3:1-19). El registro de tu pasado pecaminoso fue eliminado, borrado
por completo, cuando te arrepentiste y te convertiste.

Las Escrituras también lo dicen de otra forma: al convertirte entraste en un


pacto con Dios a través de la sangre de Jesús y una de las realidades
fundamentales de ese pacto, profetizado por Jeremías, fue: “Y nunca más me
acordaré de sus pecados y maldades” (Hebreos 10:17, énfasis añadido).

Si tus pecados han sido borrados y perdonados por Dios, ¿qué tienes que
hacer entonces con tus recuerdos? ¿Cómo puedes reexaminar tu pasado a
través de la sangre de Jesús y no fuera de ella? Se trata de elegir a qué voz
escuchar.

El diablo, por un lado, ha conservado un meticuloso registro de tu pasado. A


pesar de ello, aquellos recuerdos no tienen poder sin tu acuerdo. El diablo es
“el acusador de nuestros hermanos” (Apocalipsis 12:10), mientras que Jesús
es tu defensor. Cada vez que miras tu pasado fuera de la sangre de Jesús,
terminas coincidiendo con el diablo. Tu acuerdo alienta y le da poder, y él se
colocará encima de ti para devorarte. Por otro lado, cada vez que te pongas de
acuerdo con Dios, te sacudirás el poder de la mentira.
Olvida, pero no olvides
Cuando te pones de acuerdo con Dios, entras en el poder de la verdad.

El diablo recuerda tu pecado. El Señor lo ha perdonado. Con qué realidad


espiritual vas a estar de acuerdo: ¿con la celestial o con la infernal? Los
resultados de tu decisión se manifestarán a sí mismos en tu vida.

Pablo dice : “… ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para


Dios en Cristo Jesús” (Romanos 6:11). La evidencia de esta nueva realidad
no debe ser evaluada de acuerdo a tu comportamiento individual, sino más
bien por lo que Jesús hizo por ti en la cruz.
Habiendo sido enseñado a pensar en ti como muerto al pecado es más que una
sugerencia que pienses de manera de manera positiva respecto de tu
conversión: es una invitación para entrar en la realidad de la verdadera
conversión. El perdón, de hecho, cambia el pasado. La sangre de Jesús
cambia, verdaderamente, tu historia en su historia. Así es el amor de Dios: lo
que una vez fue despreciado se convierte en el testimonio de gracia de Dios y
objeto de belleza.

¿Olvidar tu pecado parece una tarea imposible? Lo es, sin el poder que el
Señor da. Pero cuando decides estar de acuerdo con la perspectiva de Dios
sobre tu pecado, Él te da la gracia para olvidar aquellas cosas que parecían
tan malas e imposibles de olvidar. También te da la gracia para recordar lo
que es cierto acerca de ti, ahora que eres suyo. Acá hay un par de Escrituras
sobre ello (énfasis añadido):

… Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome
por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar
el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.

—Filipenses 3:13-14

Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. El perdona


todos tus pecados y sana todas tus dolencias (…). No nos trata conforme a
nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su
amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de
nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el
occidente.

—Salmo 103:2-3; 10-12

Como Pablo, se espera que olvides el pasado, pero que recuerdes los
beneficios del Señor, especialmente el hecho de que Él ha olvidado todos tus
pecados. Para olvidar tu pecado con éxito, debes llenar tu mente con la
realidad de que estás perdonado. Hazlo regularmente. Haz que se transforme
en una de esas cosas que proclamas en tus alabanzas a Aquel que te salvó.
Recuerda que aquello en lo que te enfoques se transformará en tu realidad.

Recuerdas a fin de olvidar.


Puntos para reflexionar
1. Toma un momento para recordar y hacer una lista de los beneficios del
Señor en tu vida. Al darte cuenta de que estos están siempre embebidos en
testimonios (las historias de lo que Dios ha hecho en ti y por ti), recordarás las
historias de las épocas en las que Él te demostró su bondad.

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2. ¿Cómo puedes darte cuenta en qué momento olvidas tus pecados o tu nueva
realidad? ¿Cómo te sientes en cada caso? ¿Cuánto te lleva comprenderlo? A
medida de que creces en Cristo, ¿recuerdas sus beneficios con mayor
frecuencia y rapidez?
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Meditación
Abordar los temas de la conversión y la salvación puede parecer muy
elemental. Después de todo, a esta altura, ¿no deberías haber avanzado a
asuntos que son más profundos y grandiosos?

Quizás no. Este es tu fundamento en Cristo. Asegúrate de que todo lo que


piensas y haces este firmemente basado en ello. Eso define quién eres, lo que
haces, a quién escuchas, adónde vas y mucho más.

Sumérgete en ello, no lo pases por alto.


Capítulo 7
Gozo
por Beni Johnson

C omo pueblo de Dios, se espera que traigamos el cielo a la Tierra, y el gozo


es una gran parte de el. El cielo está lleno de gozo. Nuestra responsabilidad es
traer ese gozo a la Tierra.

No hay depresión allí, por lo tanto no tenemos derecho legal de estar


deprimidos. Si lo estás, necesitas reevaluar tu vida. Date cuenta por qué razón
y, por el bien del cielo y la Tierra, resuélvelo. El mundo necesita ver a un
Pueblo de Dios feliz, gozoso, con vida, que ama y sirve por gozo.

Puede que pienses: “¿Pero y todas las cosas horribles que suceden en el
mundo? ¿eso no debería afectarme?”. Sí, debería. Me encontré con una mujer
en nuestra iglesia que quería que yo supiera algunas cosas que sucedían en
nuestra ciudad con referencia al ocultismo. Después de nuestro encuentro, me
dirigí a nuestra casa de oración.

Me sentía un poco pesado y necesitaba obtener la percepción de Dios respecto


de todo lo que había oído. A medida que caminaba y oraba en el jardín de
oración, tuve una visión. En la visión, estaba con Jesús en un lugar que me era
familiar. Caminábamos tomados de la mano, de forma similar a como lo hacen
dos buenos amigos, es decir, hombro con hombro. Sentí como si estuviéramos
compartiendo secretos íntimos.

Le comentaba a Él acerca de la información que acababa de recibir. Miré


hacia su otra mano que estaba cerrada. Puedo decir que Él sujetaba algo
secreto en esa mano.

Le pregunté qué tenía en su mano y la abrió. Vi que sostenía al mundo entero.


Se veía tan pequeño. Cuando vi eso, toda la sensación de pesadez se fue y me
di cuenta de que Él tiene todo bajo su control y en su mano. Eso no significa
que no continúe orando sobre esos asuntos de mi ciudad. Pero significa que no
puedo llevar el peso. Jesús ya lo hizo; Él lo llevó todo en la cruz.
Lo que eso significa es que ahora peleamos desde la victoria y no para la
victoria. Cuando Jesús dijo: “Todo se ha cumplido” (Juan 19:30), ¿puedes
imaginarte lo que pasó en el mundo demoníaco? Los puedo oir decir: “Sí, se
terminó y nosotros ganamos” solo para horrorizarse tres días después cuando
Jesús triunfó sobre la muerte. Sí, “Todo se ha cumplido” es para los demonios
del infierno. Tuvieron que empezar de cero y formular todo un plan nuevo.
Pero en el cielo, supieron lo que Jesús quiso decir. Todo estaba hecho ahora,
todo lo que Él se había propuesto llevar a cabo en la Tierra.

Dio libertad a los cautivos, sanó a los enfermos, resucitó a los muertos y echó
fuera demonios (ver Lucas 4:18). Murió en la cruz y luego se levantó de entre
los muertos. Necesitamos estar completamente convencidos acerca de lo que
hizo Jesús, para que podamos difundir su victoria acá en el mundo.

No digo que no habrá momentos en los que tengamos que orar con una carga.
Quizás tengamos que llevar cargas pesadas en tiempos de oración, pero no
creo que debamos cargarlas fuera de nuestras intercesiones. Él nos da un
programa de intercambio. Nosotros le damos al Señor nuestras pesadas cargas
y Él nos da descanso y gozo.

El mundo está lleno de sufrimiento. Jesús sufrió. Pero mientras vivió en este
mundo, supo cómo vivir con gozo, incluso en el medio del sufrimiento. Supo
dónde estaba su fortaleza. Había experimentado el gran gozo del cielo donde
no hay lágrimas ni dolor.

La Biblia nos dice que un día entraremos en el gozo de nuestro Señor (ver
Mateo 25:21). Si nos alimentamos con el gozo de lo
Gozo

que Dios está haciendo en la Tierra, viviremos como Jesús vivió. Pero si nos
alimentamos con malas noticias todo el tiempo, viviremos con temor y
desesperación.

La palabra “gozo” se usa 182 veces en La Biblia. Esto deberia hacernos


recordar la importancia de ser las personas gozosas que fuimos creadas para
ser.

Nosotros representamos (o volvemos a presentar) a nuestro Padre celestial en


el mundo en el cual vivimos. Él es alegre. Se ríe. Él quiere que entremos en su
gozo:

Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa.
—Juan 15:11

Ustedes saldrán con alegría y serán guiados en paz. A su paso, las montañas
y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo y aplaudirán todos los
árboles del bosque.

—Isaías 55:12

Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se


deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con
cantos.

—Sofonías 3:17
… el gozo del Señor es nuestra fortaleza. —Nehemías 8:10
… su tristeza se convertirá en alegría. —Juan 16:20
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe,
quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz… —Hebreos 12:2
Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que
su alegría sea completa.
—Juan 16:24
… adoren al Señor con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo.
—Salmo 100:2
Pero que los justos se alegren y se regocijen; que estén felices y alegres
delante de Dios.
—Salmo 68:3
… ellas eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo llevo tu nombre,
Señor, Dios Todopoderoso.
—Jeremías 15:16
Y los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo. —Hechos
13:52
… Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de
justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.
—Romanos 14:17
Encontrarás versículos que se refieran al gozo por todos lados en La Biblia.
Léelos en diferentes traducciones, para tu deleite.
Puntos para reflexionar
1. ¿Eres una persona alegre por naturaleza? ¿Cómo puedes “pasar” del gozo
natural al gozo del Señor? ¿Eres por naturaleza una persona melancólica o
callada? ¿Qué características tiene el gozo del Señor cuando tú lo expresas?

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2. ¿Debe el gozo ser siempre desbordante? ¿Cómo puede el gozo ser sinónimo
de descanso?
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3. En este período de tu vida, ¿qué palabra en La Biblia referida al gozo te


atrae? Léela en diferentes traducciones y memoriza aquella que mejor ministre
a tu espíritu.
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Meditación
Recién, cuando leíste sobre el gozo, ¿saltó tu corazón con regocijo o quisiste
dar vuelta la página? ¿En qué lugar te encontró esa palabra? O dicho de otra
manera: ¿dónde te encuentra ahora La Palabra?

Vierte tu corazón a Él (ver Salmo 62:8). Dile a Él lo que hay en tu corazón, ya


sea una carga pesada o una confesión de deleite en tu experiencia actual de su
Reino. Pídele que te permita entrar en el gozo de tu Maestro. Él responderá
esa oración.

Capítulo 8
Transformado
por promoción
por Bill Johns

H acia el final de su vida terrenal, Jesús les dio a sus discípulos la máxima
promoción. Les dijo que ya no iba a llamarlos siervos, sino amigos. Estar en
la misma habitación con Él habría sido más de lo que ellos podrían pedir.
Pero Jesús los había llevado a su vida. Habían probado ser merecedores de la
mayor promoción jamás experimentada por los seres humanos:

Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su


amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo
he dado a conocer a ustedes.

—Juan 15:15

Con esta promoción, la atención de los discípulos pasaría de aquella tarea que
estaba al alcance de la mano a Aquel que estaba al alcance de la mano. Se les
había dado acceso a los secretos del corazón de Dios.

Los siervos no saben lo que está haciendo su maestro. No tienen acceso a la


esfera personal e íntima de su maestro. Están orientados a la tarea. La
obediencia es su principal enfoque. Y es correcto que así sea, pues sus vidas
dependen del éxito en esa área.

Pero los amigos tienen un enfoque diferente. Casi parece una blasfemia decir
que la obediencia no es la preocupación principal para un amigo, pero es
verdad. La obediencia siempre será importante, como lo resalta el versículo
previo: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Juan 15:14).
Pero los amigos están menos preocupados por desobedecer que por
decepcionar. El enfoque de los discípulos cambió de obedecer los
mandamientos a relacionarse con Aquel que los da. En lugar de preguntar:
“¿Qué debo hacer por Él?”, comenzaron a preguntarse: “¿Cómo le afectan a Él
mis elecciones?”.

Varios paradigmas cambian en nuestro corazón cuando abrazamos esta


promoción. Primero: cambia lo que sabemos, ya que obtenemos acceso al
corazón del Padre. Ganamos libertad por conocer su corazón.

Segundo: nuestra experiencia cambia. El ritmo de su corazón se convierte en


el ritmo del nuestro, y celebramos el cambio de nuestros deseos. Los
encuentros divinos se convierten en nuestros mayores recuerdos y la
transformación personal es el único resultado posible.

Tercero: nuestra función en la vida cambia radicalmente. En lugar de trabajar


para Él, trabajamos con Él. No trabajamos para su favor, sino desde su favor.
Él nos confía más de su poder y nosotros cambiamos, naturalmente, a su
semejanza más y más.

Cuarto: nuestra identidad se transforma de forma radical. Los cristianos que


viven como son realmente no pueden quedar imposibilitados por las opiniones
de los demás. Ya no se esfuerzan para encajar en las expectativas de otras
personas, sino que se consumen cuando comprenden lo que su Padre dice que
son.

El clásico ejemplo de la diferencia entre el siervo y los amigos lo


encontramos en la historia de María y Marta. María eligió sentarse a los pies
de Jesús, mientras que Marta eligió trabajar en la cocina (ver Lucas 18:38-
42). Era como si Marta estuviera haciendo bocadillos que Él nunca pidió,
mientras que María disfrutaba del favor de Jesús y usaba su tiempo
sencillamente para estar con Él. No era que María no trabajara, ella había
aprendido a servir
Transformado por promoción
desde su presencia, haciendo solamente los bocadillos que Jesús había
pedido.

Con frecuencia, pensamos en la voluntad de Dios como algo fijo e invariable.


No recordamos que nosotros tenemos un papel que desempeñar. El Señor le
dijo a Moisés que se quitara del camino cuando estaba por matar a la gente
descarriada que Él había guiado fuera de Egipto. Entonces, Moisés le recordó
al Señor que no era su pueblo, sino el Pueblo de Dios. No solo eso, él no los
había guiado fuera de Egipto, ¡Dios lo había hecho! El Señor reconoció que
estaba en lo correcto y entonces prometió que no los iba a matar.

Lo asombroso no es tanto que Dios cambiara su pensamiento y perdonara a


Israel. Más bien, era que Él esperaba que Moisés tomara parte en el plan de su
voluntad, y Moisés lo sabía. Abraham fue otro que comprendió esto. A través
de la historia, esos amigos del pacto parecían tener una percepción común de
la expectativa de Dios de que ellos debían estar involucrados en la
demostración de su voluntad, e incluso influenciar los resultados. Ellos
comprendieron que la responsabilidad recaía sobre sus hombros, que debían
tomar acción ante el Señor para obtener lo que el pueblo necesitaba. Su
voluntad no siempre se enfoca en los sucesos. Se centra en los amigos que se
acercan y entran en su presencia, actuando como sus delegados.

Cuando eras niño, habrás soñado con que se te otorgaba un deseo. Salomón
obtuvo uno, y su ejemplo elevó para siempre la norma de nuestras expectativas
en la oración. A los discípulos se les concedió el mismo “deseo”, solo que
mejor. En vez de un cheque en blanco, se les otorgó una provisión ilimitada de
cheques en blanco, y ese don les fue otorgado, específicamente, en el contexto
de su amistad con Dios.

Junto con esa promoción a la amistad, Jesús les dio a sus discípulos una lista
de promesas asombrosas. Cada promesa era un cheque en blanco que ellos
podían usar a lo largo de sus vidas para la expansión del Reino. Acá están,
con especial énfasis añadido:

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que


quieran, y se les concederá.
—Juan 15:7

No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los


comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les
dará todo lo que le pidan en mi nombre.

—Juan 15:16
Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré. — Juan 14:14
En aquel día ya no me preguntarán nada. Ciertamente les aseguro que mi
Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Hasta ahora no han
pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea
completa.

—Juan 16:23-24

Dios nunca quiso que los creyentes fueran como marionetas. De hecho, Él se
hace vulnerable a los deseos de su Pueblo. Es más, puede decirse: “Si te
interesa a ti, le interesa a Él”. No es porque nos necesite, sino porque nos ama.
Puntos para reflexionar
1. En la historia de María y Marta, ¿con qué hermana te has identificado más
fácilmente? ¿Cómo el leer este breve capítulo cambió tu perspectiva sobre el
significado y el valor de la servidumbre frente a la amistad?
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2. Al aceptar tu promoción de amistad con Dios, ¿qué cambios has notado en


lo siguiente?:
En lo que sabes ………………………....…………..………........ En tus
experiencias ….............................................................. En tu función en la
vida …...................................................... En tu identidad
…....................................................................

3. ¿Qué le has pedido a Dios últimamente? ¿Crees que lo recibirás? ¿Por qué
sí o por qué no?
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Meditación
Recuéstate en el corazón de Dios. Sí, puedes escuchar el latido de su corazón,
aun si nunca lo has escuchado antes. Relee la invitación que les hizo a los
discípulos para que se convirtieran en sus amigos y toma su afirmación de
forma personal. Él te incluye a ti también.

Dite a ti mismo: “Soy amigo de Dios”. Luego, dile a Él: “Tú me llamaste tu
amigo”. Escribe tu nombre en el espacio en blanco:
“______________________, que es amigo de Dios”. Permite que estas
palabras aclaren tu confusión. Ya no eres un siervo. Eres su amigo. Él lo dice.

No tendrás que probar nada. Sigue recostándote. Capítulo 9


Amigos y colaboradores
por Bill Johnson

L os siervos no son colaboradores de sus maestros, los amigos sí. Hoy en día
no hay siervos, así que puede ser difícil para nosotros entender, pero imagina
lo que sería tener personas viviendo en tu casa que te sirvan y lleven a cabo tu
voluntad. Un siervo sabría ciertas cosas sobre ti, como tus aficiones, lo que te
gusta para cenar y a qué hora quieres el café por las mañanas. Pero un siervo
no compartiría tiempo personal contigo. No te consolaría en tus períodos de
tristeza, tú no invitarías a los siervos a participar de las discusiones sobre
problemas familiares o las decisiones de negocios.

Dios nos elevó de siervos a amigos. Nuestra relación va más allá de las
interacciones empleador-empleado. Él está deseoso de que compartamos el
desarrollo su trabajo creativo. No es que a Él le falten ideas, es solo que
disfruta de nuestra participación.

Y como amigos, nos hace colaboradores con Él (ver 2 Corintios 6:1). La vida
cristiana normal es una alianza entre Dios y cada uno de nosotros, que se
desarrolla en la vida cotidiana al convertirnos en una puerta del cielo, que
suelta la manifestación de la realidad del Señor para aquellos que están a
nuestro alrededor.

Demasiados cristianos tienen una perspectiva unidimensional sobre esta idea


de colaboración. Piensan que es una interacción mecánica entre ellos y Dios,
en la cual sus voluntades bajan a cero y la voluntad de Él sobrepasa sus
deseos y pensamientos. Ellos se ven como seres a control remoto, bajo la
dirección de un Dios que se sienta en el cielo y opera los controles
principales. Pero eso es justamente lo opuesto de lo que dice La Biblia. De
hecho, nuestras ideas y deseos tienen una influencia monumental en cómo el
Señor lleva a cabo su plan en este mundo. Nosotros somos colaboradores, lo
que significa que, aparte de Cristo, nuestra obra no es completa y al mismo
tiempo, e increíblemente, su obra en la Tierra no está completa sin nosotros.
Dios nos considera a ti y a mí como contribuidores de lo que Él está haciendo,
no como robots que llevan a cabo sus ideas.

Muchos de nosotros, yo incluido, hemos orado en el pasado oraciones como la


siguiente: “¡Oh Señor, adquiere el control de mi voluntad!”. Esa es una de las
oraciones más tontas que alguien puede orar. Desvaloriza nuestra voluntad,
que es una de las cosas más grandes que Dios haya creado. Tu voluntad es tan
valiosa que Él no podría violarla, aun al costo de su propio Hijo. Sin una
voluntad independiente, nos convertimos en juguetes programados. Pero con el
libre albedrío, nos enamoramos de Dios y nos convertimos en colaboradores
dispuestos. Y cuando colaboramos con Él, nuestras ideas pueden, literalmente,
cambiar el curso de la historia.

La Biblia nos muestra cómo funciona la colaboración. En la Creación, el


Señor le permitió a Adán que le diera nombres a todos los animales (ver
Génesis 2:19). Los nombres en aquellos días eran más que lindas etiquetas que
se daban para distinguir las criaturas entre sí. Los nombres indicaban qué tipo
de naturaleza expresaría esa criatura. Dios lo creó todo, Adán añadió su
expresión creativa al darles a los animales ciertas características. Eso es
colaboración.

Uno de los ejemplos más extraordinarios de colaboración fue la edificación


del templo, que fue uno de los sucesos más significativos en La Biblia. Al
dedicar el templo, Salomón, el hijo de David dijo:

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que con su mano ha cumplido


Amigos y colaboradores

ahora lo que con su boca le había prometido a mi padre David cuando le


dijo: “Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no elegí
ninguna ciudad de las tribus de Israel para que en ella se me construyera un
templo donde yo habitara, sino que elegí a David para que gobernara a mi
pueblo Israel”. Pues bien, mi padre David tuvo mucho interés en construir
un templo en honor del Señor, Dios de Israel.

—1 Reyes 8:15-17

Dios dijo: “Yo no elegí una ciudad, elegí un hombre y el templo está en el
corazón del hombre”. Es como si hubiera dicho: “El templo no era mi idea,
David era mi idea”. ¡Increíble! La creatividad y los deseos de David
escribieron la historia, porque Dios los había acogido. Esto es absolutamente
ajeno para la mayor parte de nuestra forma de pensar. Esperamos las
instrucciones y trabajamos duro para suprimir nuestras propias ideas.
Pensamos que todo lo que hacemos para Él debe fluir directamente del trono
divino y ser llevado a cabo al pie de la letra, como si proviniera de un manual
de instrucciones celestial.

Esto no es para anular el hecho de que Dios tiene planes e ideas muy
específicos que no tenemos oportunidad de cambiar. Es para nuestro propio
beneficio que dejemos de pensar en esos asuntos particulares. ¿Y qué son?
Solo puedes aprender a través de tu relación con Él. Por ejemplo, Dios le dijo
a David que Él lo había elegido para ser el rey, y que haría su nombre grande,
pero Dios no le había pedido una casa, y David no era quien la iba a edificar,
sino su hijo (ver 2 de Samuel 7). Él nos da principios del Reino que
establecen nuestros parámetros. Entonces Él dice: “¡Ven!”. “¡Soñemos juntos y
escribamos la historia de la humanidad!”.

Como muchos pastores, enseñé erróneamente que, si nos deleitábamos en el


Señor, Él cambiaría nuestros deseos, diciéndonos lo que teníamos que desear.
Comprendí mal el concepto bíblico detrás de este pasaje: “Deléitate en el
Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón” (Salmo 37:4). Esto
literalmente significa que Dios quiere ser influenciado por lo que tú piensas y
sueñas. Él anda tras tus deseos. A Él le interesa la intimidad contigo. Él se
abre a sí mismo a los deseos de su Pueblo.

A Él le gusta ir de acá para allá contigo, lanzar su idea y esperar tu respuesta.


Incluso Jesús dijo: “A quien tu perdones, yo perdono”.

¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así
yo los envío a ustedes. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:
—Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen sus pecados, les serán
perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados.

—Juan 20:21-23

Colaborar es un aspecto importante del ministerio, que muchos de nosotros


simplemente no entendemos, porque una verdadera amistad con Dios nos es
algo muy extraño.
Puntos para reflexionar
1. Con tu Padre celestial, ¿te sientes más como un siervo o como un
colaborador (amigo)? ¿Por qué?
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2. ¿Puedes indicar un momento en tu propia vida cuando te convertiste en un


compañero de Dios, cuando tus deseos influenciaron el resultado de una
situación?
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3. Piensa en algo que estés enfrentando en este momento, algo que ya le has
llevado a Dios en oración. ¿Cómo puedes avanzar en una dirección que te
permita colaborar en esa situación?
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Meditación
Al considerar tu rincón del mundo, ¿qué deseas? La frase: “en la Tierra como
en el cielo” es tu comisión. ¿Dónde quieres que venga el Reino?

Transforma tus deseos en oraciones. Con tu espíritu (de espíritu a Espíritu)


siente deseos similares a los de tu Salvador, Amigo y Padre. Analiza tus
pensamientos sobre los deseos de tu corazón. Piérdete en tu amistad con Él.
Mira lo que lo conmueve a Él y permite que ello marque tu rumbo.

Entiende que si Él saca una de tus ideas es solo porque tiene una mejor en
mente. Y Él preferirá mucho más escucharte soñar a que te acobardes delante
de Él preguntándole por tu siguiente tarea.

Capítulo 10
¡Simplemente hazlo!
Por Kevin Dedmon

A través de los años, escuché a muchos cristianos exigirles a los pastores que
les dieran “la carne de La Palabra”. Lo que quieren decir es que quieren un
estudio profundo de La Biblia, que les dé más conocimiento. Obviamente,
debemos aprender las verdades de La Escritura, que requieren una base de
información. Pero la información (conocimiento) no es la “carne de La
Palabra”.

Jesús fue claro en ese punto. Él dijo “ Mi alimento es hacer la voluntad del
que me envió y terminar su obra…” (Juan 4:34). En el versículo siguiente
exhorta a los discípulos a que abran sus ojos para ver que los campos están
listos para la cosecha (ver Juan 4:35). Quiero sugerirles que hacer la voluntad
de Dios, comer la carne de La Palabra, no es escuchar a un maestro de La
Biblia, sino ir y hacer lo que esta dice, especialmente cuando se relaciona con
el trabajo en los campos de cosecha.

Santiago resume bien este punto en su epístola cuando instruye: “No se


contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos.
Llévenla a la práctica” (Santiago 1:22). Solo esas palabras se deberían
consentir antes de que alguien saltara y dijera: “¡Hagámoslo!”.

La parte más dura es hacer. Tenemos miedo. Sólo algunos de nosotros


asumimos riesgos de forma natural. La mayoría de nosotros preferiría negociar
una escapatoria para no hacer algo que parece peligroso.
Pensamos: “En vez de ir, ¿por qué no comenzamos una reunión de oración en
la iglesia para orar por esto? Después de todo, la oración es poderosa y
efectiva, y bastante más segura”.

Creo que necesitamos decidir de antemano tomar riesgos, seguir adelante y


hacer las cosas que creemos que Dios puso delante de nosotros. Un día estaba
liderando una actividad de evangelismo cerca de nuestra iglesia. Nos
habíamos dividido en dos equipos a fin de ir a varias localidades en las que
sentíamos iba a haber “citas divinas”. Al final del tiempo asignado, fuimos al
punto de encuentro y juntos nos dirigimos de vuelta a la iglesia.

Después de esperar en el punto de encuentro durante diez minutos, supusimos


que el otro equipo había quedado atrapado en una prolongada cita espiritual,
por lo que decidí enviar a mis otros dos compañeros de grupo para que los
encontraran, mientras que yo permanecería en el lugar designado en caso de
que vinieran.

Mientras esperaba de pie en el cordón de la calle, vi que venía hacia mí un


hombre joven. A medida que se aproximaba un pensamiento saltó a mi mente:
“Roger”. “¿Es esa una palabra de conocimiento?”, pensé. Escuché de nuevo:
“Roger”.

Decidí arriesgarme y comprobar esta palabra de sabiduría. Cuando se


acercaba por la calle, dije, con toda la confianza que pude reunir: “Disculpe,
pero ¿usted se llama Roger? Esperé que ese fuera su nombre, lo que
conduciría a una cita espiritual increíble.

Con una mirada de desdén, saltó de la acera y dijo: “¡Nooooo!”, como si yo


estuviera tratando de “atraparlo”, y continuó su camino. Lleno de vergüenza
por haberme parecido a algún tipo de predador pensé en seguirlo para
explicarle, pero me di cuenta inmediatamente de que probablemente eso
empeoraría las cosas. Pensé: “Por lo menos no le dije que Dios me había
dicho que su nombre era Roger, por lo menos no difamé al cristianismo. Solo
pensó que yo era un ‘chiflado’”.

Acto seguido pensé: “Muchas gracias, Dios. Acabo de comportarme como un


tonto porque me arriesgué con una palabra
¡Simplemente hazlo!

de conocimiento que pensé que me habías dado”. La respuesta que escuché me


sorprendió: “Kevin, yo te di el nombre ‘Roger’”. “¿Qué? ¿A propósito me
diste mal el nombre?”, contesté. “Sí, lo hice, porque quería ver si seguirías
arriesgándote a pesar de que no obtuviste la información correcta”. Continuó
diciendo que no estaba interesado en el éxito de la tarea como lo estaba en mi
coraje de actuar, más allá del resultado.
Sé que esta historia está fuera de lo convencional para muchos y no quiero
sugerir que el Señor tiene el hábito de dar falsas palabras de conocimiento
para comprobar nuestra determinación. Pero fue una lección valiosa para mí
darme cuenta de que algunas veces interpretaré erróneamente lo que creo que
Él dice y algunas veces incluso me “pondrá una trampa”, pero de cualquier
manera, Él quiere que salga valientemente en fe. Siempre es mejor hacer algo
y equivocarse que no hacer nada por timidez.

No tenemos que mantener un cien por ciento de precisión para evitar


repercusiones. Algunos recuerdan las advertencias del Antiguo Testamento y
están preocupados de ser llamados “falsos profetas”. Jesús identificó a los
falsos profetas por el fruto de su carácter, no por la exactitud de sus palabras
(ver Mateo 7:15-20). Un falso profeta también puede tener una palabra
correcta, lo que a la inversa significa que un verdadero profeta puede tener
una palabra equivocada. Por lo tanto, tener una palabra equivocada no
convierte automáticamente a alguien en un falso profeta. Pablo instruyó a los
corintios: “En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás
examinen con cuidado lo dicho” (1 Corintios 14:29). Si se esperaba que los
profetas estuvieran libres de errores, entonces no habría necesidad de “juzgar”
las palabras.

Repito, Dios está más interesado en el nivel de riesgo que asumimos con un
corazón puro para bendecir a aquellos a nuestro alrededor que en que vayamos
a lo seguro.

Al malinterpretar las advertencias sobre los profetas del Antiguo Testamento,


muchos se han asustado por temor de ser “apedreados” por un error. Esto se
aplica a las palabras proféticas, a testificar y a otras situaciones más. Hay
tanto temor a fracasar en los encuentros que Dios ha preparado para nosotros,
que tendemos a ignorar la responsabilidad más que a asumir el riesgo. Sin
riesgo, no hay recompensa. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos
11:6).
Puntos para reflexionar
1. ¿Asumes riesgos por naturaleza? Ya seas un tipo de persona que por
naturaleza asume riesgos o alguien que lo hace de forma ocasional, ¿cómo
respondes al estímulo de Kevin de “¡Solo hazlo!”?
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2. ¿Cuál es la cosa más inesperada que Dios te pidió alguna vez que hicieras?
¿Cómo lo manejaste?
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Meditación
Conoces y crees en la verdad de este versículo: “ Tu palabra es una lámpara
a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmo 119:105). Considera el hecho
de que La Palabra de Dios, ya sea como parte de La Palabra escrita o como su
Espíritu que anima una palabra o una frase para tu espíritu, trae con ella luz
para los pasos siguientes. Tu trabajo no es preocuparte por los detalles, sino
únicamente mover tu pie, uno a la vez, paso a paso.

¿Tienes tendencia a dudar antes de llevar a cabo su Palabra? Habla con Él


sobre ello. El Señor ha esperado una oportunidad para hacerlo, por tu
beneficio y por el de Él. Él ya está encendiendo las luces para ti.

Capítulo 11
Terapia de Luz
por Kevin Dedmon

E n la última temporada de esquí, me encontraba junto a un hombre de 30 años


en una aerosilla que subía hacia el área para esquiar. En el camino hacia la
cima de la montaña, me di cuenta de que hacía un gesto de dolor. Me explicó
que unos días antes lo había picado dos veces una araña solitaria marrón, una
vez en el lado izquierdo de su pecho y la otra en la parte de atrás de su hombro
izquierdo. Las mordeduras habían causado que el lado izquierdo de su cuerpo
estuviera de alguna forma paralizado, mientras que al mismo tiempo se
retorcía de dolor.

Había descendido de la montaña una vez y se había dado cuenta de que apenas
podía esquiar debido a los efectos debilitantes del veneno de la araña. Planeó
ascender una vez más para comprobar si podía superar la rigidez, pero el
dolor se había incrementado tanto por el esfuerzo físico de la primera carrera
que ahora le preocupaba no poder descender de la montaña por segunda vez.

Le pregunté qué había hecho para tratar los síntomas. Me contó que su esposa
lo había forzado a ir a un “terapeuta de luz”, que había alumbrado las áreas
inflamadas con ciertos tipos de luz ultravioleta. Le pregunté: “¿Qué resultados
obtuvo?”. A lo que él respondió: “¡No muy buenos!”. Después me explicó que
esa “terapia de luz” era, aparentemente, la única esperanza que tenía para
tratar los marcados síntomas, pero que había recibido varias sesiones de
tratamiento sin cambios notables en su condición.
Café espiritual

De modo casual, le mencioné que yo tenía acceso a una luz más poderosa que
podía encargarse de sus problemas. Eso llamó su atención. Me preguntó a qué
tipo de luz me refería. Le respondí: “Es la Luz del mundo, Jesús, Él puede
sanarte aquí mismo, ahora mismo”. Me explicó que nunca creyó en Jesús, pero
accedió a que orara por él mientras nos dirigíamos hacia la cima de la
montaña en la aerosilla.
Por lo que simplemente liberé la luz de la presencia de Jesucristo sobre él en
una oración muy breve, sin tocarlo, y luego le pedí que me dijera qué sentía.
Para su sorpresa, todo el dolor había dejado su cuerpo por completo.

Estaba tan entusiasmado sobre los cambios que ocurrieron que comenzó a
preguntar acerca de mi creencia en Cristo. Después de responderle
rápidamente algunas preguntas, me dijo que siempre había pensado que el
cristianismo era solo otra filosofía, no una relación con un Dios viviente. En
pocas palabras, le expliqué que él también podía tener una relación personal
con Jesús y que él podría sentir su presencia en cualquier momento que
quisiera. A ello, solo respondió que ya había sentido la presencia en todo su
ser y que todo eso era nuevo para él.

Como sabía que tenía poco tiempo antes de que llegáramos a la cima de
montaña, le pregunté sobre la insensibilidad en sus músculos. Se estiró un
poco y me dijo que todavía no había cambios. Sobre la base de su respuesta,
le pregunté si quería otra sesión de “terapia de luz”, a lo que accedió
rápidamente.

Una vez más, liberé la presencia de Dios con una oración simple y corta, y
luego le pregunté cómo se sentía. Con una mirada de asombro en su rostro,
exclamó que la insensibilidad se había ido. “Pero espere un minuto”, dijo,
“deje que me baje de la silla para verificarlo”, como si yo hubiera usado un
hechizo para lograr que temporariamente pensara que estaba sano. Sin
embargo, era obvio que había sido sacudido por el encuentro con la presencia
del Señorque rodeaba la aerosilla, lo que lo llevó
Terapia de Luz
a hacerme más preguntas. Respondí a algunas de ellas y luego lo bendije, al
bajar del viaje.

Me dirigí hacia mi esposa e hija, que estaban en la aerosilla frente a nosotros


y las ayudé con los deslizadores de nieve. En medio de lo que hacíamos, el
hombre se acercó para decirme que todo el dolor y el entumecimiento se
habían ido. No le dolía nada en ninguna parte y ahora sentía la zona izquierda
de su cuerpo tanto como la derecha. Estaba tan entusiasmado que gritó un
fuerte “¡Gracias!” y luego descendió como si estuviera en una competencia.
Estoy seguro de que tuvo una larga conversación con su esposa esa noche
sobre la otra “terapia de luz” que había tenido ese día.
Todo lo que tuve que hacer fue prestar atención a una necesidad y arriesgarme
a satisfacerla con el poder de Dios. Pienso que muchos creyentes se sienten
intimidados por la idea de ministrar en el poder sobrenatural del Señor,
porque no sienten que tienen la habilidad suficiente para liberar, con
confianza, el Reino. Sin embargo, quiero plantear que todos los creyentes
poseen el potencial para operar de esta manera, si quieren. Cada creyente
tiene la habilidad potencial de sanar a los enfermos, de profetizar y de liberar
a las personas. Sé que muchos de nosotros no somos conscientes de que
estamos ungidos más allá de nuestra habilidad como discípulos de Jesús.
Jesús oró al Padre sobre sus discípulos: “Como tú me enviaste al mundo, yo
los envío también al mundo” (Juan 17:18). Después de la resurrección, Jesús
les informó a los discípulos: “… Como el Padre me envió a mí, así yo los
envío a ustedes” (Juan 20:21). Fuimos enviados a hacer las mismas cosas que
hizo Jesús: proclamar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos, liberar a
los oprimidos, y pregonar el año del favor del Señor (ver Lucas 4:18-19).
En otras palabras, debemos liberar el Reino adonde quiera que vayamos y a
cualquiera con quien nos encontremos. Esa fue su misión y es la nuestra
también.
Puntos para reflexionar
1. ¿Alguna vez viviste una experiencia como esta? Si lo has hecho, ¿cómo fue?
¿Qué aprendiste de la experiencia? Si no has tenido una experiencia
semejante, ¿por qué crees que no la tuviste? ¿Supones que tales experiencias
son para “otra gente”? ¿Qué te ayudará a entrar en la plenitud de tu llamado
como un discípulo de Jesús?
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2. ¿Cómo piensas que a Dios le gustaría usar la combinación individual de tus


dones, características e intereses? ¿Dónde quiere Dios que liberes su Reino?
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Meditación
En tu mente, piensa en los lugares a los que fuiste ayer y hoy, y en las personas
que viste. Quizás, mientras lees estas líneas, estás en un lugar con otras
personas.

Pídele al Espíritu Santo que te ayude a ver con sus ojos. Él te ha puesto en el
lugar al que vas por una razón. Fíjate si puedes identificar su amada dirección
y si puedes liberar más de su Reino. Incluso, si no da como resultado milagros
asombrosos, al menos puedes traer la bendición de Dios a aquellos que
encuentres y aprender más sobre ser su líder.

¿Cómo puedes preparar tus expectativas para mañana? Si te responsabilizas


por las necesidades a tu alrededor, Dios se revelará a sí mismo a aquellos a
quienes tocas en su nombre.

Capítulo 12
Vivir bajo la influencia
por Bill Johnson

E l propósito de las admirables historias de Dios es que nos acerquemos más


a la apasionante búsqueda de su presencia. Su propósito es atraernos para que
vivamos bajo la influencia de su presencia más que a que vivamos
simplemente obedeciendo sus principios. Nos llama hacia Él por medio de su
bondad y es esta bondad la que nos lleva al arrepentimiento.

Experimentar el perdón completo y obtener la renovación de nuestra mente da


como resultado afecto e intimidad. Ese es el fundamento para las actuales
experiencias del Reino. El Reino de Dios y la presencia de Dios son
inseparables.

Nosotros tenemos muchos dones espirituales, pero por lo general permanecen


en estado embrionario. No es que no tengan un propósito o efecto presente. Sí
lo tienen. Es tan probable que una persona vea sanar un cáncer en su primer o
segundo milagro de sanidad como que vea la sanidad de un simple dolor de
cabeza. La medida de fe más pequeña puede mover una montaña. Por
embrionaria, quiero sencillamente decir que estos dones están vivos, pero que
son pequeños y no están completamente desarrollados. El Señor quiere que los
enciendas en llamas y que maduren. Los dones son gratuitos, pero la madurez
es costosa.

Tan cierto como esto es que hay momentos en que los dones del Señor
explotan y maduran mucho a través de un sencillo acto de osadía. En otras
palabras, lo que creíamos que iba a llevar años en crecer algunas veces lo
hace en un instante. Pero el clima debe ser el adecuado: uno de gran fe y
valentía. Eso es lo que le sucedió a Pablo.

Cuando Saulo comenzó a servir a Cristo, era el aliado menos conocido de


Bernabé, “un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe” (Hechos
11:24). Lucas identificó al equipo como “Bernabé y Saulo”. Pero llegó un día
en el que eso cambió.
Un hechicero llamado Elimas se les oponía para así socavar la obra del
Evangelio y engañar a los potenciales convertidos. Pablo recibió denuedo del
Espíritu Santo:

Pero Elimas el hechicero (que es lo que significa su nombre) se les oponía y


procuraba apartar de la fe al gobernador.Entonces Saulo, o sea Pablo, lleno
del Espíritu Santo, clavó los ojos en Elimas y le dijo: “¡Hijo del diablo y
enemigo de toda justicia, lleno de todo tipo de engaño y de fraude! ¿Nunca
dejarás de torcer los caminos rectos del Señor?Ahora la mano del Señor
está contra ti; vas a quedarte ciego y por algún tiempo no podrás ver la luz
del sol”.
Al instante cayeron sobre él sombra y oscuridad, y comenzó a buscar a
tientas quien lo llevara de la mano.

—Hechos 13:8-11

Por medio de un acto de denuedo, Saulo ayudó a crear la atmósfera para que
se soltara el crecimiento en su vida. Poco después, y desde ese momento en
adelante, Lucas menciona al dúo apostólico como “Pablo y Bernabé”.

Todo lo que hizo falta para liberar el potencial que había estado durmiendo en
Pablo fue valentía. El denuedo se convirtió en el ingrediente catalizador que
liberó el crecimiento inmediato. ¿No es asombroso cómo Pablo sacó de su
propio testimonio para esta manifestación del Reino? Él mismo había recibido
una reprensión de Jesús que resultó en una ceguera temporaria. Él ya había
visto aquel milagro y sabía que Dios lo haría otra vez.
Vivir bajo la influencia

Los dones en nuestro interior esperan a que se produzca un cambio en nuestro


corazón. Eso sucede cuando el mundo interno de nuestro espíritu se levanta
para hacer frente al desafío del mundo externo. En cierta forma, esto significa
que todo creyente es un líder.

No todos tienen una posición con un título de liderazgo, pero todos lideran. De
hecho, viene el día en el que las naciones del mundo se dirigirán al Pueblo de
Dios para oír lo que Dios dice (ver Miqueas 4:2 e Isaías 2:2-3).
Jesús nos enseñó que debería ser algo natural para todos los creyentes conocer
su voz, así sería igual de natural poder decirle a otros lo que Él dice. El autor
de Hebreos confirmó la tarea de liderazgo para todos los cristianos cuando
dijo: “… ya deberían ser maestros…” (Hebreos 5:12).

El mismo Espíritu Santo le ha sido dado a todo creyente, haciendo posible que
cada uno tenga un papel significativo para traer transformación a los
individuos, las ciudades y las naciones.

Siempre habrá generales en el ejército. Pero un soldado raso en el Nuevo


Testamento tiene acceso a más autoridad que la que tuvo cualquiera de los
generales del Antiguo Testamento. Jesús remarca el punto cuando dice: “… el
más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él [Juan]” (Mateo
11:11).

Cuando cada uno de nosotros reconoce tener ese tipo de influencia, eso
cambia nuestras prioridades y la forma en que aprendemos, lo que pensamos
que necesitamos aprender y cómo manejamos los desafíos que se presentan en
nuestro camino.

Es interesante notar, sin embargo, que nuestra mayor responsabilidad como


líderes no tiene nada que ver con el liderazgo. Tiene que ver con obedecer. Yo
estoy diseñado para vivir bajo la influencia del Rey y de su Reino, y debo
asegurarme de que las cosas correctas hagan un impacto en mí, para que el
impacto que yo produzca en el mundo a mi alrededor sea el que Dios quiere.

Ser testigo de milagros sobrenaturales produce una influencia pronunciada en


el alma y espíritu de una persona. El resultado es maravilloso: los acerca a
Aquel que realiza maravillas. A la inversa, cuando las intervenciones
sobrenaturales de Dios no ocurren o son raras, las personas tienden a
apartarse de Él. Mira lo que le sucedió a Israel (ver Jueces 2:7,10,12; Josué
24:31). La exposición a las obras sobrenaturales del Señor cambia la
capacidad de los líderes para liderar y, por consiguiente, cambia la
disposición del Pueblo de Dios a seguirlo.

Tal exposición es el equivalente a un cambio espiritual de ADN. El Pueblo de


Dios heredó un corazón para Él a través de la influencia del líder. Los líderes
crean una atmósfera, ya sea buena o mala. Los verdaderos líderes espirituales
son aquellos que tienen su sistema de clima espiritual centrado en el cielo, que
impregna su ámbito de influencia y autoridad.
Puntos para reflexionar
1. ¿Te consideras un líder? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Te ha dado este breve
capítulo una perspectiva nueva? ¿Qué puedes hacer de forma diferente?
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2. ¿Qué significa decir: “Los dones son gratuitos, pero la madurez es


costosa”?
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3. ¿Quién ha “sembrado” en tu vida? ¿En quién estás sembrando? ¿A quién


influencias con el cielo que llevas contigo y cómo se expresa esa influencia?
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Meditación
Tú serás muy influenciado por tu experiencia de la autoridad del Señor
expresada a través de otros, para bien o para mal. En ausencia de experiencias
sobrenaturales de Dios, durante los largos años de su deambular por el
desierto, una generación completa creció sin brújula. Solo habían oído de sus
maravillas, entonces se rebelaron.

La reducción del cristianismo a lo que es humanamente posible es la


responsable de la condición de insensibilidad de corazón de muchas
generaciones a lo largo de la historia.

La enseñanza moral, aunque es absolutamente necesaria, rara vez enciende el


fuego en los corazones de aquellos que quizás tengan que “aceptar la
responsabilidad” por un propósito eterno.

La iglesia a la que perteneces nunca estuvo destinada a ser conocida por sus
disciplinas. Tú y los otros creyentes están destinados a ser conocidos por el
apasionamiento y el cielo que traen a la Tierra.

Capítulo 13
Inspirar sus deseos
por Beni Johnson

C uando cualquiera de nosotros va a la presencia de Dios y tie-ne acceso al


Reino de los cielos, nos colocamos en la posición de obtener grandes logros.
En esos momentos, veo rostros, lugares y situaciones en mi imaginación. A
menudo, siento como si el Señor me mostrara cosas sobre las que necesito
pensar y meditar, de la misma forma en la que una gallina empolla sus huevos.
Génesis 1:1-2 dice: “… La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el
abismo. Y el Espíritude Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas”. Él
se movía sobre el mundo para dar vida a su voluntad.

Para ser honesto, la mayoría del tiempo no doy vueltas, solo estoy de acuerdo.
Yo estoy de acuerdo con los planes que el Señor ya tiene para la vida de las
personas, de las regiones y del mundo. “Sí, Dios, haz esto”. “Ve allí, Padre”.
“Gracias, Espíritu Santo”. Cuando oro de esa manera, siento que lo hago
desde el corazón de Dios y que estoy llamando a la existencia los deseos que
ya están en su corazón.

Una de las cosas sobre las que tenemos que tener cuidado es de presentarnos
delante de Dios con nuestros propios planes. Si vamos ante el Señor y ya
tenemos una idea de lo que nosotros queremos hacer, nos cerramos a recibir
de Dios y a hablar con Él sobre aquello que podría querer hacer en el
momento. De hecho, puede ser que quiera hacer algo completamente diferente.
Es como si esposáramos a Dios.
Café espiritual

A menudo, cuando las personas me piden que ore por ellas, vienen con un
objetivo o una idea de lo que quieren pedirle a Dios que haga. Algunas veces,
sus peticiones no están en los propósitos del Señor para ese tiempo. Debemos
aprender a ser sensibles y a movernos con el Espíritu Santo. Debemos
escuchar el latir del corazón de Dios y no siempre presentarle nuestras ideas
como si fueran reclamos. No se trata de si las prioridades están bien o mal,
sino de pasar tiempo con Él y descansar en su presencia.
Lo asombroso para mí es que Dios está esperando que nos relacionemos con
Él. Anhela que veamos su mundo, que examinemos esa área gloriosa de su
Reino. Quiere que nos asociemos con Él para el avance espiritual. El sí de
Dios junto con nuestro sí es lo que trae progresos en la oración.

Siempre me asombra que el Señor escogiera tenernos por compañeros a


nosotros. Pero al mismo tiempo, tiene todo el sentido del mundo que Dios
quiera que nos unamos a Él para hacer historia. Después de todo, somos sus
hijos. Él es un Dios grande y todopoderoso, y un Padre amoroso y
comprensivo que, aunque parezca increíble, quiere involucrarse en nuestras
vidas y quiere que nosotros nos involucremos en su Reino. Él quiere que
ayudemos a construir su Reino acá en la Tierra.

Algunos de nuestros actos proféticos vienen directamente del Señor. Pero


pienso que algunas de las cosas que hacemos son buenas ideas que el Padre
aprueba. En La Biblia dice que Dios escogió a David y que estaba en el
corazón de David construir un templo para el Señor (ver 1 Reyes 8:16-17).
Luego dice que Dios le dijo: “Me agrada que te hayas interesado en
construir un templo en mi honor” (v. 18). El Señor escuchó a un hombre que
sabía que diría sí y Dios dijo sí a las ideas de David. Todo lo demás es
historia.

Cuando nuestra hija Leah esperaba su primer bebé, preguntó, con el permiso
de su marido, si yo podía ser su instructora de partos. Yo tuve tres hijos por
parto natural y ella me dijo: “Tú eres la profesional, mamá”. Fue un honor
para mí.
Inspirar sus deseos

Dios siempre penetra en nuestro mundo natural y nos muestra el reino


espiritual. Eso fue lo que pasó en esa experiencia con mi hija. En un
alumbramiento natural, puedes invitar a amigos y familiares a la sala de parto.
Nuestra hija es una persona muy sociable y le gustaba tener a esos amigos y
familiares con ella hasta la hora del parto. Como sabrás, hacia el final del
nacimiento, hay un momento que es el de mayor intensidad. Tienes que
concentrarte al máximo para superar las contracciones. Cada vez que
comenzaba una contracción, soltábamos paz sobre Leah y entonces toda su
atención se concentraba en mí, para oír mis instrucciones.
Uno de nuestros amigos entró al cuarto en uno de esos momentos y comenzó a
hablar, sin prestar atención a la intensidad de lo que estaba sucediendo. Pero
Leah parecía estar bien. Después del alumbramiento, le pregunté respecto de
las distracciones en la habitación. Me dijo que realmente no se había dado
cuenta de ello, ya que estaba muy concentrada en escuchar mi voz y en lo que
le decía que hiciera. Al decirme eso, tuve una revelación sobre la intercesión.
Cuando Dios nos da estrategias para orar, nos concentramos tanto en su voz
que no nos distraemos. Nada puede alejarnos de su voz. Hubo tiempos durante
el parto en el que mi hija y yo nos mirábamos a los ojos. Ella obtenía energía
al hacerlo. Había una intensidad o determinación en mis ojos que ella tomó y
que le permitió seguir adelante.

Hay momentos en nuestra vida en los que debemos permanecer así de cerca de
Dios, aferrándonos a sus palabras y su visión. Podemos estar seguros de que
cuando el Señor nos da ideas y estrategias y lo miramos a Él para entender
cómo orar, el nacimiento o progreso vendrá después. Cuando estamos así de
concentrados en Dios, todo lo que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo
con Él y asociarnos por aquello que ya está en su corazón. No se requiere
agenda.
Puntos para reflexionar
1. Piensa en tu oración intercesora. ¿Sientes que te has “asociado” con Dios
algunas veces? ¿Qué has aprendido sobre concentrarte en Él?

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1. ¿Cuál es la diferencia entre llevarle a Dios tu propia agenda ya preparada y


acercarle una de tus ideas con las que Él está de acuerdo?

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1. ¿De qué forma has visto resultados por estar de acuerdo con la agenda de
Dios?
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Meditación
Aquieta tu corazón y tu mente de modo que te puedas acercar a Dios. En
beneficio de la oración efectiva, fíjate si puedes detectar el “latido” de su
corazón. Si puedes hacerlo, ora alineado con las intenciones de su corazón. Si
no puedes, háblale de ello. Pídele que sea tu “instructor”. Pídele que te
muestre cómo centrarte en Él y cómo eliminar las distracciones.

No te concentres tanto en los resultados como en Él. Sus respuestas a tus


oraciones siempre serán perfectas y mucho mejor de lo que tú podrías
especificar desde tu propia perspectiva limitada.

El sí de Dios y tu sí a Él es todo lo que se necesita. Capítulo 14


Dios siempre habla
por Kris Vallotton

E l Señor está más determinado y entusiasmado por hablarnos de lo que


nosotros estamos por escucharlo. Debemos darnos cuenta de que Dios siempre
habla, pero Él no es humano y su primera lengua ¡no es la nuestra! Si
podemos comprender esta revelación y darnos cuenta de que la mayoría de
nosotros no sabe qué tan bien vemos u oímos al Señor, podemos comenzar a
“sintonizar nuestros aparatos receptores en su emisora”.

No importa dónde te encuentres en este momento, hay música tocando


alrededor de ti (incluso si no puedes oírla). Con solo encender una radio,
captarás la música que ha estado allí todo el tiempo. Tu cuerpo y tus oídos no
fueron diseñados para que percibieras ondas radiales.

De forma similar, la voz de Dios está siempre a tu alrededor, solo necesitas


aprender a “sintonizar” su longitud de onda. Para hacer eso, necesitas el don
de la profecía, el cual te equipará para acceder al reino espiritual que te
rodea, aun cuando no puedes oírlo con tu oído natural. El don de profecía es
como un receptor radial del cielo. Te da la habilidad de escuchar lo que Él te
ha estado diciendo durante todo el tiempo, pero que no has podido escuchar
antes de que supieras sobre ese don.

La mayoría de nosotros lucha por escuchar la voz de Dios, porque el enemigo


no quiere que lo hagamos. Jesús explicó lo que sucede muy a menudo cuando
el Señor habla y nosotros dudamos de lo que oímos:

El sembrador siembra la palabra. Algunos son como lo sembrado junto al


camino, donde se siembra la palabra. Tan pronto como la oyen, viene
Satanás y les quita la palabra sembrada en ellos.

—Marcos 4:14-15

El objetivo de Satanás es evitar que recibamos o que nos transmitamos los


unos a los otros el consuelo y aliento de Dios a través de palabra profética. El
diablo se acerca y trata de convencernos de que no hemos oído al Señor con
claridad o de que la voz que oímos no era la voz de Dios. Si el enemigo puede
persuadirnos de que la palabra dicha a nosotros no era de Él, entonces puede
robarnos los beneficios de esa palabra. Si él puede convencernos de que no
hablemos la palabra del Señor, haciéndonos sentir ridículos o
persuadiéndonos de que era solo nuestra imaginación y no una palabra
profética, entonces ha tenido éxito en robar el fruto de la Palabra de Dios de la
vida de alguien más.

A medida que aprendemos a sintonizar la voz del Espíritu Santo, debemos


darnos cuenta de que no toda voz que nos habla desde el reino espiritual
proviene de Dios. Juan escribió esta advertencia: “Amados, no creáis a todo
espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1, RVR60). Este pasaje deja en
claro que nosotros (los amados) somos muy capaces de escuchar a otros
espíritus que no sean el Espíritu Santo, por lo que debemos tener cuidado de
no escuchar al espíritu incorrecto, para no convertirnos en falsos profetas.

La práctica hace al maestro. Con experiencia, cada uno de nosotros puede


aprender a distinguir entre las cuatro fuentes posibles de información
espiritual:

1. Tu propio espíritu. Cada uno de nosotros es un espíritu que tiene un alma y


un cuerpo. Cuando naces de nuevo, tu espíritu revive y hace que puedas
escuchar al reino
Dios siempre habla
espiritual, como tu “receptor”, pero también puede generar sus propias
“señales”.

2. El Espíritu Santo. Tú quieres oír su voz, aun si apenas es perceptible


algunas veces.
3. Los espíritus malignos. Los espíritus del reino del mal pueden hablarle a los
cristianos tal y como le hablaron a Jesús cuando Él se encontró con el
demonio en el desierto.
4. Los ángeles. De acuerdo con Hebreos uno, esos son espíritus que son
enviados a brindar servicio a los santos. Ellos te pueden hablar acerca de las
cosas de Dios.
Al dar un paso de fe, ganarás experiencia, tratando de escuchar al Espíritu
Santo. No puedes crecer en los dones del Espíritu sin cometer errores.

La Biblia dice: “ Cualquiera que recibe a un profeta por tratarse de un


profeta, recibirá recompensa de profeta ” (Mateo 10:41). ¿Cuál es la
recompensa de un profeta? La habilidad de ver y escuchar La Palabra. Todo el
que aprecia a Jesús como profeta y recibe las palabras que Él habla, recibió la
habilidad de ver y escuchar. Una gracia que abre ojos y oídos se suelta con sus
palabras.

Estimar La Palabra del Señor significa que dedicamos tiempo a escucharlo.


Moisés caminó más allá de la zarza que ardía en el desierto y no escuchó nada
hasta que se detuvo y se apartó (Éxodo 3:2-4). En el mismo sentido, nosotros
tenemos que apartar tiempo para buscar a Dios de forma diligente a fin de
oírlo.

Pero si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu
alma, lo encontrarás.
—Deuteronomio 4:29
El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a
quienes le son fieles…
—2 Crónicas 16:9

Incluso si Dios hablara de forma audible desde el cielo, algunas personas solo
oirían el sonido de un trueno (ver Juan 12:28-29). La diferencia entre ser
sordo y oír no es cuán fuerte habla Dios, sino cuán abiertos estamos a
escucharlo hablar.

Jesús dijo: “ Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen” (Juan
10:27). Moisés dijo: “… ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor
profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!” (Números
11:29). El conocimiento es poder. Dios no quiere que los orgullosos sean los
poderosos en su Reino. Por lo tanto, Él esconde su Palabra para que solo el
hambriento y el humilde tengan acceso a su voz (ver Lucas 10:21).

La profecía, en su forma más simple, es simplemente oír al Espíritu Santo y


repetir lo que Él ha dicho.
Puntos para reflexionar
1. Fíjate si puedes dar ejemplos propios de haber escuchado: (1) la voz de tu
propio espíritu, (2) la voz de un espíritu maligno, (3) la voz de un ángel, (4) la
voz del Espíritu Santo. ¿Cómo puedes diferenciar las fuentes de lo que has
escuchado? .................................................................................................
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2. Anota algunas de las razones por las que a veces no escuchas la voz de
Dios. ¿Qué puedes hacer al respecto?
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3. ¿Cuál es la forma más frecuente en la que Dios te habla personalmente?


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Meditación
Cultivar un corazón puro es de vital importancia para comunicarse con Dios.
Solo el de corazón puro verá a Dios. “Dichosos los de corazón limpio,
porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8). Tómate un tiempo para pedirle al
Señor que escudriñe tu corazón. Permítele que cultive la tierra, así las
semillas de sus palabras tendrán un lugar en el que crecer. Con la humildad y
el anhelo espiritual como tus guías, dale más de tu confianza.

Capítulo 15
Carácter con poder
por Bill Johnson

M uchos creyentes hicieron que la meta más importante en la vida fuera ser
ciudadanos muy respetables en sus comunidades. El buen carácter nos permite
ser contribuyentes íntegros en la sociedad, pero la mayoría de aquello que se
reconoce como un estilo de vida cristiana lo pueden lograr personas que ni
siquiera conocen a Dios.

Cada creyente debe ser muy respetado, y más. Mientras que el buen carácter
esté en el centro de todo lo que hagamos, seguiremos siendo reconocidos en el
mundo solamente como gente buena, hasta que la Iglesia regrese al modelo de
Jesús para una vida del Reino.

Algunos cristianos consideran que es más noble elegir el carácter por sobre el
poder espiritual. Pero nosotros no debemos separarlos. De hecho, hacerlo es
injustificable e ilegítimo. Solo juntos, carácter y poder, permiten la respuesta
clave, que es la obediencia.

Una vez, mientras enseñaba a un grupo de estudiantes sobre la importancia de


las señales y las maravillas en el ministerio evangelista, un hombre joven dijo:
“Buscaré las señales y las maravillas cuando tenga más del carácter de Cristo
en mí”. Aunque eso suene muy bien, proviene de una mente religiosa y no de
un corazón entregado al Evangelio de Jesucristo. En respuesta al comentario
del alumno, abrí mi Biblia y leí la comisión del Señor a los discípulos:

… Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan


y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que
les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre,
hasta el fin del mundo.

—Mateo 28:18-20

Entonces le pregunté: “¿Quién te dio el derecho a determinar cuándo estás


listo para obedecer su mandamiento?”.
El carácter se forma a través de la obediencia. La obediencia es hacer lo que
Jesús nos dijo que hiciéramos. Él le ordenó a sus discípulos que fueran y
enseñaran las cosas que les había enseñado a ellos, y parte de lo que les
enseñó fue cómo hacer milagros y prodigios. Él les había ordenado: “Sanen a
los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que
tienen lepra, expulsen a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis,
denlo gratuitamente” (Mateo 10:8). Parte de un carácter santo es la
obediencia a los mandamientos de Jesús, a todos ellos.
¿Será posible que la razón por la que vemos tan pocos milagros en Estados
Unidos sea porque demasiadas personas piensan que tienen que llegar a ser
mejores cristianos antes de que Dios pueda usarlos? ¡Sí! Esa sencilla mentira
nos ha mantenido en una inmadurez permanente, porque nos protege de los
encuentros de poder que podrían transformarnos. Tomamos a nuestros
convertidos y los educamos y educamos hasta que ya no queda vida, ni visión,
ni ingenio. En cambio, deberíamos estar enseñándoles a caminar en su
identidad como agentes de cambio del mundo, a ser personas que puedan
encontrar múltiples oportunidades de servir a causa de su carácter, pasión y
poder espiritual.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están llenos de grandes ejemplos
de personas que tenían poder y estaban ungidas para misiones sobrenaturales.
No siempre esas personas manifestaron madurez en sus rasgos de carácter,
pero llegaron a ser todo
Carácter con poder

lo que Dios quería que fueran. El rey Saúl es un buen ejemplo. Dios le habló y
le dijo que el Espíritu del Señor iría sobre él para convertirlo en “una nueva
persona” (ver 1 Samuel 10:6). Entonces, “Dios le cambió el corazón” (v. 9) y
él comenzó a “profetizar junto con los profetas” (v. 11).

Tengo un querido amigo con un gran defecto de carácter que espiritualmente lo


imposibilitó a él y a su familia durante un tiempo. Sin embargo, durante ese
tiempo, aun tenía una fuerte unción profética. No fue la primera persona que
pensó que su exitoso ministerio era una señal de que Dios aprobaba su vida
privada.

Sentí un fuerte sentido de responsabilidad de disciplinarlo, por el bien de su


iglesia, mi iglesia y los lugares en los que él ministraba. Lo confronté con su
pecado secreto y él lloró con profundo pesar. Aceptó mi guía como algo
necesario cuando le dije que dejara de profetizar durante un tiempo. Pero
después de varios meses, la historia de Saúl retornaba a mi mente y eso me
perturbaba. Me di cuenta de que si no le permitía a mi amigo ministrar bajo la
unción que Dios le había dado, limitaría su exposición a aquello que sellaría y
establecería su victoria sobre el pecado.

Cuando le permití profetizar otra vez, había una nueva pureza y poder en su
voz. Su encuentro personal con la unción en el ministerio lo había convertido
en “una nueva persona”.

No te equivoques, el carácter es un asunto supremo para Dios. Pero su enfoque


es muy diferente al de nosotros. Su rectitud y carácter no pueden edificarse en
nosotros por nuestros propios esfuerzos. Solo puede desarrollarse cuando
dejamos de afanarnos y aprendemos a entregarnos completamente a su
voluntad. Como los discípulos, necesitamos esperar por “poder de lo alto”
(Lucas 24:49), pero cuando lo recibimos, debemos propagarlo, no ocultarlo.

¿Por qué tenemos tanto temor a equivocarnos y somos tan cautelosos en


experimentar a Dios? Por supuesto, muchos grupos engañados han venido de
aquellos que basaron sus creencias en experiencias que estaban en conflicto
con Las Escrituras. Pero eso no debe llevarnos a los campos doctrinalmente
estables que no tienen poder. No queremos ocultar nuestros dones y decirle al
Maestro cuando venga que teníamos temor a estar equivocados (ver Mateo
25).

En la cruz, el pecado y su naturaleza fueron arrancados de raíz. Está


terminado. En vez de pedirle a Dios más poder para vivir en victoria, yo
pediría poder y audacia para obedecer sus mandamientos y hacer milagros.
Necesitamos asegurarnos de que no estamos acampando en el lado equivocado
de la cruz.

El poder y el carácter están tan próximamente alineados a Las Escrituras que


no puedes ser débil en uno sin minar al otro.
Puntos para reflexionar
1. ¿Qué parte de este breve capítulo sobresalió para ti como si tuviera una
aplicación personal? ¿Cómo afecta tus suposiciones?

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2. ¿Conoces a alguien que dé evidencia tanto de un buen carácter como de


poderosos dones espirituales? ¿Cómo era esa persona hace años y cómo
creció para llegar a ser más como Jesús?
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3. ¿De qué lado de la cruz estás “acampando”?


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Meditación
Tu relación con el Espíritu Santo te asegurará que tu carácter y tu poder
espiritual vayan de la mano. El mandamiento “No agravien al Espíritu Santo
de Dios…” (Efesios 4:30) está centrado en el carácter. Cuando te alejas del
carácter de Cristo por culpa del pecado, por hacer cosas malas o por dejar de
hacer las correctas, traes aflicción al Espíritu Santo. El mandamiento “No
apaguen el Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19) se refiere a la obediencia a su
liderazgo. Apagar significa detener el fluir de su poder.

Reflexiona sobre un período en el que hayas justificado tus decisiones y


acciones en formas que apagaron o contristaron al Espíritu de Dios. Vuélvete a
Él en oración y dile lo que quieres hacer de ahora en adelante.

Capítulo 16
Crecimiento del Reino
por Banning Liebscher

L as señales, los milagros, las sanidades y las profecías están, otra vez,
recuperándose dentro de la Iglesia, y se evidencian regularmente, no solo en
las cruzadas, sino también en la vida cotidiana, tanto dentro como fuera de las
paredes de la iglesia. Y ello no solo está sucediendo a través de las manos de
aquellos en el ministerio profesional. Ocupadas mamás, gente de negocios,
maestras, niños y muchos otros están dando testimonio de que La Palabra se
manifiesta en su vida cotidiana.

Durante años, primordialmente oímos este tipo de testimonios de los


misioneros y predicadores itinerantes y nos regocijábamos con ellos. Pero
ahora no son solo historias de países del tercer mundo, el Evangelio completo
del Reino se predica con señales y milagros en las naciones de Occidente.

Si el avivamiento mundial y el crecimiento del Reino que tienen lugar en este


momento terminaran hoy, igual pasarían a la historia como el avivamiento de
mayor alcance y de mayor rapidez de todos los tiempos. Sin embargo, lo que
es más emocionante es que ¡solo estamos en las primeras etapas de lo que
Dios se propone hacer! Él está decidido a darle a su Hijo lo que pide: las
naciones de la Tierra como su herencia (ver Salmo 2:8). El Señor nos está
preparando para algo extraordinario. Está emergiendo una nueva generación
de evangelistas, de aquellos que arderán con pasión santa y escucharán los
latidos del corazón de su Padre y responderán a sus deseos.

Como pastor joven, tuve la oportunidad de hablar en clubes cristianos de


escuelas secundarias. Muchas veces me encontré con que los estudiantes
cristianos solo trataban de sobrevivir en medio de una generación mundana. Se
apiñaban, tratando de fortalecerse unos a otros para no caer. Me los imaginé
reuniéndose cada semana y diciendo: “Bien, lo logramos por otra semana más,
pero apenas. ¡Vaya! Las cosas están mal allá afuera. La gente fuma, se droga,
tiene sexo y usan el nombre del Señor en vano”. También los imaginé
preguntándose unos a otros:
—¿Todavía eres salvo?
—Sí, ¿y tú aún eres salvo?
—Sí.
—Bien. Encontrémonos otra vez la semana que viene para

asegurarnos de que todavía somos salvos.

Eso no es algo que alguien haya dicho realmente, pero sé que eso es lo que
sucedía bajo la superficie, porque ellos tenían una mentalidad de
sobrevivientes. Estaban tan conmocionados por su entorno que no podían
soñar con cumplir la Gran Comisión. No se daban cuenta de que tenían un
poder sobrenatural con el cual ganar la escuela secundaria completa para el
Evangelio.

Pero la mentalidad está cambiando, en todas las edades. Las personas están
aprendiendo y comprometiéndose con el objetivo de ver la gloria de Dios
cubrir la Tierra. Ya no están satisfechos solo con sobrevivir en el reino de este
mundo, ellos quieren verlo transformado en el Reino de nuestro Dios (ver
Apocalipsis 22:15).

No es mucho decir que hemos sido llamados a tomar posesión del mundo.
Somos parte de una revolución. Hemos sido designados para derrocar el
gobierno de la oscuridad, que ha esclavizado a la gente en el pecado y en la
enfermedad, y para establecer el Reino de la Luz en la Tierra como en el cielo.
Esta revolución no es una anarquía de violencia y control, es una reforma
celestial, en la que se habla la verdad y se demuestra el amor con un poder
sobrenatural.
Crecimiento del Reino

En 1975, Bill Bright y Loren Cunningham tuvieron visiones similares del


Señor. Uno de ellos vio siete “montañas” y otro vio siete “moldeadores de la
mente” (esferas de influencia) en la sociedad.4 Lance Wallnau transmite el
mensaje de Las Siete Montañas hoy en día. Quien domine y controle esas
montañas y esferas de influencia establece las prioridades y la atmósfera en
una sociedad. Dios quiere que nosotros las controlemos, con la sabiduría, el
amor, el gozo y el poder del Reino.
• Familia
• Religión
• Economía
• Educación
• Gobierno
• Artes y medios de comunicación
• Ciencia y tecnología

La nueva generación de evangelistas que está surgiendo en la Tierra, no solo


estará detrás de los púlpitos, sino que también ingresará a todos los ámbitos
de la sociedad, para sanar y liberar, y así las naciones cambiarán de estar
maldecidas a ser sanadas y bendecidas.

Dios quiere arraigarse en todos los creyentes y que sean la sal de la Tierra
(ver Mateo 5:13) para enviarlos a los confines de las naciones.

Algunos de los nuevos evangelistas son altos ejecutivos de empresas


multimillonarias. Otros son mujeres que comenzaron hogares para madres
solteras, trabajadores sociales que cambian la forma en la que cuidamos a
nuestros niños, políticos que hacen leyes que reflejan el consejo del Señor,
jueces que extienden el cetro de la justicia de Dios en la Tierra, autores que
escriben libros que revelan el carácter de Dios a una nación, guionistas
cinematográficos que crean películas que nos incitan a la acción para el bien y
directores de escuelas que descubren mejores métodos para educar a los
alumnos.
4. Ver la transcripción de la entrevista a Loren Cunningham sobre la visión original de las Siete Montañas
“7 Spheres” ( 19 de noviembre de 2007): http://www.reclaim7mountains.com/apps/articles/default.asp?
articleid=40087&columnid=4347

Conozco personas que son evangelistas en diferentes posiciones en la


sociedad. Uno es el superintendente de un distrito escolar en California. Otro
es un atleta olímpico, ganador de medalla de oro en los X Games.5 Otro es el
cantante principal de una banda de rock. Otro es un abogado de las Fuerzas
Armadas. Alguien más es un hombre de negocios que comenzó un gran
orfanato y escuela.

Esas personas están haciendo aquello que aman y son usadas por Dios. Ellos
son la sal de la Tierra. La convergencia de sus habilidades y pasiones
individuales con el llamado de Dios en sus vidas los ha hecho “salados”.

Como ellos, tú y yo podemos ofrecer nuestros anhelos e inclinaciones a Dios,


y buscar su unción con el fuego y propósito del cielo. A medida que Él nos
ayuda a identificar nuestros sueños en nuestros corazones y nos equipa con
fortaleza y poder, seremos capaces de traer cambio y sanidad a la sociedad,
cumpliendo además la Gran Comisión de Jesús:

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en


el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a
obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con
ustedes siempre, hasta el fin del mundo.

—Mateo 28:19-20

Lejos de ser siervos sin entendimiento, que solo se preocupan por leer La
Biblia y asistir a la iglesia, hemos sido llamados a asociarnos con el cielo.
5. Certamen de deportes extremos.
Puntos para reflexionar
1. ¿ La Gran Comisión está destinada solo a discípulos especiales que sienten
pasión por el evangelismo? ¿Por qué sí o por qué no?
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2. ¿En cuál de las siete montañas de influencia te encuentras tú? ¿Cómo te ha


llamado Dios a divulgar el Reino allí?
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Meditación
Cuando te encuentras con el Señor en oración ¿a dónde te llevan los
pensamientos de tu corazón? Todas las veces que has tenido que buscar la
fuerza fortalecedora del Señor, luego de un día o dos en el campo de batalla:
¿cómo te ha provisto con una nueva visión y determinación? ¿Estás apoyándote
en Él solo para obtener fuerza de supervivencia o también para obtener fuerza
de avivamiento?

Hoy, cuando te encuentres con Él, haz un balance de tu vida. Examínala en


términos de cuán “salado” eres. Evalúa dónde te ha ubicado Dios y pídele que
derrame su luz sobre tus próximos pasos.

Capítulo 17
Orar en el Espíritu
por Bill Johnson

C uando nos fortalecemos en el Señor, nos concentramos en hacer que nuestro


corazón, mente y cuerpo se alineen con los propósitos de Dios. Eso da como
resultado que tengamos la fortaleza para ser fieles a ese propósito frente a la
dificultad y la oposición. Cuando hacemos la mayor parte, no estamos
haciendo el edificio entero. El Señor lo hace, como así también los hombres y
mujeres que ha comisionado para discipular a su Cuerpo.

Por ejemplo, Pablo se describe a sí mismo como el “ maestro constructor”


que echó las bases espirituales de la casa de Dios, de la comunidad de los
redimidos, en Corinto (ver 1 Corintios 3:10). Un poquito después en la misma
epístola, él le da gracias a Dios de que “... hablo en lenguas más que todos
ustedes” (1 Corintios 14:18). Hablar en lenguas u orar en el Espíritu fueron
cosas que Pablo hizo para mantenerse fuerte como un edificador del Reino.

Judas también escribe acerca de esto: “ Ustedes, en cambio, queridos


hermanos, manténganse en el amor de Dios, edificándose sobre la base de
su santísima fe y orando en el Espíritu Santo…” (Judas 1:20). Pablo expresó
de nuevo esta idea de edificarse a uno mismo mediante la oración en el
Espíritu cuando le escribió a los corintios: “El que habla en lenguas se
edifica a sí mismo…” (1 Corintios 14:4). La palabra edificar significa
“fortalecer”. Cuando oramos en lenguas, fortalecemos algo. Lance Wallnau lo
llama un edificio interno de fe por el cual se vuelven manifiestos los
propósitos de Dios.

¿Cómo es que orar en lenguas logra esto? Cuando hablamos en lenguas,


usamos nuestras voces para dar expresión a nuestro espíritu mientras tienen
comunión con el Espíritu Santo. Esto es poderoso, porque nuestro espíritu ora
en perfecto acuerdo con Dios. Al enlazar nuestra alma con nuestro cuerpo
físico, podemos llegar aún más a estar en completo acuerdo con el Espíritu
Santo. Podría decirse que nuestro cuerpo y mente comienzan a experimentar
una mayor medida de la realidad que nuestro espíritu ya experimenta en la
presencia del Señor.

Orar en el Espíritu le da al Espíritu Santo la oportunidad de enseñarnos cómo


pensar y orar. Jesús les explicó a sus discípulos que, después de que Él
ascendiera, el Padre enviaría al Espíritu Santo con ese propósito específico:

Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad,


porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les
anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y
se lo dará a conocer a ustedes.

—Juan 16:13-14

Esa es la gloriosa promesa, pero tenemos que entender que el Espíritu Santo
no habla por un megáfono, ni tampoco es la única voz que compite por nuestra
atención. A fin de conectar nuestra mente a la frecuencia en la cual puede
escucharse su voz, primero debemos bajar el volumen de la voz de nuestros
pensamientos y esperar para escucharlo a Él. Yo lo llamo “inclinarnos a su
voz”. Orar en lenguas es una herramienta poderosa que puede apartar nuestra
atención de las cosas que nos distraen, al mismo tiempo que nos ayuda a estar
conscientes de su presencia.

Esta postura invita al Espíritu de revelación a alumbrar “ los ojos del


corazón” (ver Efesios 1:18), así no tratamos de usar nuestro propio
entendimiento limitado para explicar lo que vemos a nuestro alrededor.
Orar en el Espíritu

El maravilloso don de orar en lenguas nos permite hablar con el Señor, incluso
cuando nos falta entendimiento, y al acercarnos a su presencia y permitir que
nuestra mente perciba lo que el Espíritu dice, obtenemos una mayor
comprensión de lo que Él hace y del porqué lo hace.

Cuando oramos con nuestro entendimiento y también en el Espíritu,


aumentamos el nivel de nuestro acuerdo con Dios en oración. Pablo escribió:
“… Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento…” (1
Corintios 14:15). Así es como la oración en el Espíritu edifica nuestra fe.
Al orar en lenguas, por encima de nuestro intelecto humano, el Espíritu activa
nuestra fe, la fe no se origina en nuestra mente. Nuestra fe nos conecta con el
fluir espiritual que viene de Dios. Jesús dijo que Él solo hacía lo que vio
hacer a su Padre y que decía lo que le oyó decir (ver Juan 5:19;12:49). Todo
lo que hizo y dijo estaba en completo acuerdo con su Padre. En otras palabras,
todo lo que dijo e hizo lo hizo con fe perfecta. Su fe liberó la realidad del
Reino de su Padre a las circunstancias alrededor de Él.

Esta es la clase de conexión constante a la presencia de Dios (que sustenta un


entendimiento progresivo de quién es Él y de la forma en que se mueve) que es
el corazón de la fe de cualquier creyente. De este modo, el resultado final de
la oración en el Espíritu y de permitir que esas oraciones informen a nuestro
entendimiento es que realmente podremos comenzar a pensar y actuar como Él.

En vez de “orar” lanzando peticiones de oración al techo con la esperanza de


que alguna se “pegue” y traiga una respuesta, debemos orar la oración de fe,
que siempre obtiene resultados. La oración de fe viene del corazón del Padre.
Debido a que nos hemos acercado a su corazón y lo hemos oído hablar sobre
lo que quiere hacer, sabemos cómo y por qué orar. Con este “conocimiento
interno” es relativamente fácil estar en la posición de autoridad delegada
como sus colaboradores y declarar lo que el Señor dijo sobre las
circunstancias a nuestro alrededor.

Yo creo que Dios desea que todos los creyentes maduren hasta el punto en el
que puedan ver, cada vez más, lo que el Padre hace, oír lo que dice y avanzar
con fe para estar de acuerdo con Él. Al aprender a hacer esto, encontraremos
que, si bien obtener respuestas a las oraciones es siempre algo hermoso e
importante, oír su voz en la intimidad de la oración es lo mejor de todo.
Puntos para reflexionar
1. Fíjate si puedes explicar en tus propias palabras cómo orar en el Espíritu le
da al Espíritu Santo la oportunidad de enseñarnos cómo pensar y orar.

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2. Si apagar el Espíritu significa detener su fluir (ver 1 Tesalonicenses 5:19 y


la “Meditación” del capítulo 15 de este libro), ¿de qué manera puedes haberlo
apagado recientemente? Acércate con humildad a Él y arrepiéntete. Pídele que
te haga recordar que pases más tiempo apoyado junto a Él, prestando atención
a su voz.
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3. ¿Qué te ha designado Dios a ti para edificar su Reino? ¿Cómo te ha


fortalecido y ayudado? En el proceso, ¿qué has aprendido sobre apoyarte en
Él?
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Meditación
Con la expectativa de que el Espíritu active tu propio espíritu, pasa algún
tiempo en privado, adorando y orando en las lenguas que Dios te ha dado. Si
nunca has orado en lenguas, pídele que te dé ese don. Recuerda las palabras
de Jesús:

Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se
le abre. ¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un pescado, le
dará en cambio una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
(…), ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo
pidan!

—Lucas 11:10-13

Ahora, de manera constante y gradual, “reclínate” sobre la voz del Padre.


Calma tus propios pensamientos. Escucha con tu corazón. Él te está susurrando
algo y quiere que lo escuches.

Capítulo 18
Convertirnos en
hijos de luz
por Danny Silk

M uchos cristianos creen que la naturaleza de la raza humana es


irremediablemente sombría. “Nada hay tan engañoso como el corazón. No
tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jeremías 17:9). Cuando ellos
leen la declaración de Pablo: “Porque ustedes antes eran oscuridad, pero
ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz” (Efesios 5:8), se quedan
atascados en la primera mitad de la revelación y fallan en cultivar la verdad
de que realmente son “hijos de luz”.

Sí, una vez fuimos oscuridad, pero esa naturaleza cambió por completo.
¿Cómo podemos superar nuestro temor al pecado y permitir que nuestras
ofensas sean echadas por tierra? ¿Cuándo entraremos de lleno a la luz y
permitiremos que el cielo gobierne en la Tierra a través de nosotros?

Cuando las personas pecan, es ofensivo. Cuando alguien quiebra las reglas, lo
llamamos criminal y lo enviamos a prisión. Nuestra sociedad está llena de
pecadores que practican el pecado y naturalmente nuestra sociedad está
atrapada en una relación con las normas. Incluso la anarquía es una relación
con reglas. Algunas personas definen su relación con las normas quebrándolas.
Sin una relación con el Dios de amor y de luz, la única opción que queda es
vivir una vida dentro de los límites de las reglas y regulaciones.

La ofensa hace algo en ti, justifica que retengas el amor. Yo me rehúso a


brindarte mi amor cuando has quebrantado las reglas, porque las personas que
fallan no son dignas de amor y merecen ser castigadas. Y cuando yo me rehúso
a brindar amor, la ansiedad llena el vacío y un espíritu de temor dirige mi
comportamiento hacia el ofensor.

Cuando tenemos temor, queremos tener el control, y nuestra respuesta al


pecado de otras personas es adoptar una serie de controles que nos ayudan a
sentir que todavía estamos a cargo. Es por eso por lo que la típica práctica de
una familia, una iglesia o un gobierno es pedirle a aquel que cometió una
ofensa que atraviese una serie de comportamientos llamados “castigos” a fin
de probar que la familia, la iglesia o el gobierno están todavía a cargo. Al
hacerlo, ayudamos a confirmar la creencia que tiene aquel que ofendió de que
no tiene el poder para cambiar y asumir responsabilidad por su
comportamiento.

Para librarse de esto es precisamente por lo que Jesús murió. Él introdujo un


mundo nuevo con toda una nueva forma. Nuestro desafío es permitir que su
Espíritu influencie nuestra manera de pensar más que los modos del mundo a
nuestro alrededor. Lamentablemente, a pesar de toda nuestra prédica sobre una
nueva vida, la mayoría de nosotros cae con demasiada frecuencia en un
razonamiento atado a la norma.

Dos discípulos de Jesús, Pedro y Judas, lo negaron. Pedro tres veces y Judas
una. Pedro finalmente salió de la oscuridad a la luz del amor y el perdón,
mientras que Judas no. Entonces, ¿cuál fue la diferencia entre ellos? La
verdadera diferencia entre ellos no está en su pecado, sino en lo que hicieron
después. Esto es de gran importancia. Se llama “arrepentimiento”. Pero el
arrepentimiento solo funciona cuando una persona hace una conexión de
corazón a corazón.

El arrepentimiento no satisface las reglas quebrantadas. El arrepentimiento no


funcionará en un ambiente en el que
Convertirnos en hijos de luz

protejamos una relación con las reglas. En un entorno gobernado por las
reglas, el arrepentimiento tiene un significado diferente. Denota tu voluntad de
permitir que te castigue. Tú estás “arrepentido” cuando me permites que
imponga mis castigos sobre ti. Cometiste un crimen, entonces debes cumplir
una condena. El asunto del corazón que te llevó a cometer el error en primer
lugar nunca se trata, porque el tema de la relación y el amor nunca se aborda.
Cuando practicamos esta clase de arrepentimiento en la Iglesia, estamos
permitiéndonos a nosotros mismos ser definidos por los límites del gobierno
terrenal. No hemos permitido que la luz brille en la oscuridad.

El verdadero arrepentimiento, sin embargo, es un don que viene en una


relación. El don de arrepentimiento hace posible la verdadera restauración.
De hecho, es absolutamente necesario a fin de sanar la relación que ha sido
herida por el comportamiento pecaminoso. El verdadero arrepentimiento solo
puede venir a través de una relación con Dios en la cual hemos tomado
contacto con la gracia de Dios para cambiar.

Cuando el Señor restaura a alguien que se ha arrepentido, Él restablece a un


miembro de la familia real a su lugar de honor. El creyente restaurado puede
decir: “Sé que ahora soy un hijo de Dios otra vez”. La restauración para el
creyente es siempre una restauración de la relación, porque la restauración es
definida por la cruz. Lo que la cruz hizo es una restauración para relacionarse.
Después de que Juan declarara que Jesús se había convertido en el sacrificio
por nuestros pecados, él concluyó: “Porque tanto amó Dios al mundo…”
(Juan 3:16), esto es, si Dios estaba tan dispuesto a proteger su relación con
nosotros, en vez de proteger nuestra relación con sus reglas, “… también
nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1 Juan 4:11).

El modelo del gobierno del cielo es que aprendamos a cultivar y a proteger


nuestra relación con Dios, con amor y con los demás. Y si no podemos
hacerlo, no reflejaremos el cielo en la sociedad en la que vivimos. Solo
tendremos reglas más estrictas que nos ofenderán más rápidamente y
juzgaremos con más frecuencia y nos haremos famosos por ser jueces
agraviados.

En la Iglesia, tendemos a pintar a todos con el mismo pincel. Decimos que


creemos en el arrepentimiento y la restauración, pero tenemos una mirada
limitada y atada a lo terrenal de lo que eso significa. Cuando, a través de la
sabiduría de Dios, los líderes pueden guiar a un pecador de vuelta a la luz del
rostro de su Padre, la vida de ese creyente es cambiada. La luz continúa
brillando. Se mueven de gloria en gloria. No estoy diciendo que le demos a
todo el mundo una tarjeta de “sale gratis de la cárcel”, pero en lugar de
castigarlos y empujarlos aun más a la vida de un pecador, llamamos a las
personas a caminar en su más alta identidad y responsabilidad como hijos de
luz.
Puntos para reflexionar
1. “Arrepentimiento”, ¿qué hace esa palabra en tu interior? ¿Crea dificultades
a tu alma? ¿Te hace deshacerte en lágrimas? ¿Te deja impasible? ¿Te hace
recordar experiencias pasadas (las buenas o las malas)? ¿Crees que
comprendes lo que es el verdadero arrepentimiento? ¿Qué acerca de la
verdadera restauración?

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2. Haz un estudio de la palabra “arrepentimiento” en Las Escrituras. Busca


especialmente versículos que expandan tu comprensión actual del don de
arrepentimiento, de los cambios de la oscuridad a la luz y de la verdadera
restauración (algunas posibilidades incluyen: Romanos 2:4; 2 Corintios 7:9; 2
Corintios 7:10; 2 Timoteo 2:25; Hebreos 6:1; 2 Pedro 3:9).
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Meditación
Tu vida como hijo o hija del Rey, la vida en el Espíritu, tiene el propósito de
contribuir a la revelación mundial de la gloria de Dios sobre sus hijos. Toda la
creación espera esta revelación:

Porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia


voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza
de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la
esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

—Romanos 8:20-21

La revelación de la gloria de Dios en nosotros está directamente relacionada a


la restauración de toda la Creación a su propósito original. Esa es la
esperanza del cielo. Así de alto se han elevado las estacas. Así que no es un
asunto para tomar a la ligera cuando uno de nosotros menoscaba el fluir de la
vida de resurrección al negar la obra de la cruz y al aferrarse a la vieja
identidad. Necesitamos darle importancia al hecho de ayudarnos unos a otros a
salir de la oscuridad hacia su luz.

Capítulo 19
Persigue tu destino
por Kris Vallotton

P ara muchos de nosotros, lo más desconcertante sobre la in-congruencia entre


La Biblia y nuestra propia experiencia no es que la mayor parte de la Iglesia
todavía no logró el éxito de Jesús, quien sanó, liberó y perdonó a todos los
que acudieron a Él por ayuda, sin excepción. Lo que nos perturba, y debe
perturbarnos, es el hecho de que Jesús hizo la siguiente promesa:
“Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago
también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre”
(Juan 14:12, énfasis añadido).

Analizado en este contexto, no hay posibilidad de que Jesús se pudiera referir


a otra cosa sino a los milagros que hizo a lo largo de su ministerio. Asimismo
dijo:

Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán


demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y
cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos
sobre los enfermos, y éstos recobrarán la salud.

—Marcos 16:17-18

Notarás que en ambas declaraciones, Jesús identifica a aquellos que


ejecutarán esos milagros y prodigios como “creyentes”. Por lo general,
usamos ese término para describir a la gente que va a la iglesia, que lee La
Biblia y que ora, pero la vida del creyente debe destacarse por mucho más,
debe hacerlo por llevar a cabo las obras sobrenaturales de Jesús. Nuestro
destino de dedicarnos a las tareas particulares que Dios nos da cobra sentido
solo porque gran parte de lo que Él quiere que hagamos será milagroso.

Después de todo, la vida de un creyente comienza con un milagro. El espíritu


de resurrección nos trae a la vida al momento de nuestra conversión, y todos
nosotros experimentamos la realidad superior del Reino a medida que este
comienza a darnos poder para dejar viejos hábitos, para recibir sanidad del
pasado y para ser llenos de paz y gozo. Solo para aquellos que han sido
levantados de los muertos y llenos del Espíritu de Dios mismo es natural
demostrar la realidad del Reino de su Padre. La totalidad de la vida cristiana
es un milagro. Jesús declaró: “… Como el Padre me envió a mí, así yo los
envío a ustedes” (Juan 20:21).

La totalidad de la vida cristiana es milagrosa. Nosotros somos los


representantes de Cristo de la misma forma en que Él representó al Padre a
nosotros. Por lo tanto, es nuestro destino como creyentes cerrar la brecha entre
la realidad del Reino de nuestro Padre y el mundo visible a nuestro alrededor.
Todo lo que Jesús tenía a su disposición está disponible para nosotros. Dios
nos ha colocado en un lugar para que tengamos éxito en todas las áreas. Solo
hay cuatro cosas que tenemos que hacer si queremos crecer en nuestro destino
de caminar en lo sobrenatural: primero, necesitamos estar convencidos de que
es nuestro destino, de lo contrario, tanto la afirmación de que aquellos que
creen en Cristo harán cosas aun mayores como la de que aquellos que lo aman
obedecen sus mandamientos, parecerán modelos imposibles, diseñados para
exponer cuánto nos falta para ser semejantes a Él. Segundo, debemos evitar
desarrollar un enfoque negativo como consecuencia de dónde no estamos, lo
que no somos y lo que no está pasando en nuestra vida. Tercero, debemos
guardar nuestro corazón contra la decepción y la incredulidad, mientras
luchamos por avanzar y experimentamos resultados confusos. Por último,
debemos alimentar nuestro corazón y mente con las promesas de
Persigue tu destino
Dios y renovar nuestra voluntad de avanzar en fe y obediencia en nuestra vida
cotidiana.

Un enfoque incorrecto es no poder mantener una postura de fe alimentándonos


de las promesas y se trata de la misma manera que la desilusión.
Arrepentimiento. En el arrepentimiento, el patrón perjudicial se quiebra y la
gracia está disponible para tener un nuevo comienzo para alcanzar tu destino.

Muchos en el Cuerpo de Cristo están en el mismo estado en el que estaba


Saulo: fueron ungidos como reyes y sacerdotes, se les ordenó discipular
naciones, fueron equipados con la misma sabiduría, poder y autoridad de
Dios. Sin embargo, de alguna manera aún se encuentran siguiendo a un buey
alrededor de la granja, vuelven a sus viejos hábitos y se enfocan en la
supervivencia, cuando fueron llamados para liderar e influenciar a las
personas para el Reino.

Debido a que nuestro destino es hacer lo imposible, no nos debemos


sorprender cuando Dios nos llama para hacer algo extravagante, arriesgado e
insólito. Imagínate lo que sintió Saúl cuando fue llamado al poderoso papel de
reinar sobre su nación, un papel que no había existido antes. Imagínate cómo
se habrá sentido Abraham cuando fue llamado a dejar la casa de su padre para
vagar por el desierto hasta que Dios lo llevó a la tierra de su destino.
Imagínate cómo se sintió María, cuando se le dijo que daría a luz un hijo fuera
del matrimonio, en medio de una cultura donde la mayoría de las personas la
podrían acusar de decir una mentira blasfema para cubrir su inmoralidad. Con
la decisión ya tomada, vemos cuán cruciales fueron su obediencia y fe en
Dios. Pero no siempre vemos la misma verdad cuando el Señor nos presenta
las tareas que Él tiene para nosotros.

Toda tarea asignada por Dios está relacionada con su voluntad y es expresada
por Jesús en su oración: “venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo” (Mateo 6:10). Ya sea liderando un país o teniendo un hijo,
la tarea asignada por Dios está planeada para liberar la realidad de su Reino
en la Tierra como en el cielo, desplazando los efectos del reino de la
oscuridad y trayendo restauración.

Nuestra fidelidad en llevar adelante nuestras tareas es la forma en la que


acompañamos al Señor para revertir los efectos del pecado y de la muerte en
la vida de las personas, para restaurar el conocimiento del Dios verdadero.
Nosotros restauramos las señales sobrenaturales de Dios. Restauramos la
salud al cuerpo, alma y espíritu de las personas. Restauramos relaciones y
familias, y también la prosperidad, moralidad, santidad y mucho más.
Puntos para reflexionar
1. ¿En qué sueles poner el acento en tu vida con Dios: en lo que no eres en vez
de lo que eres o en lo que el Señor no está haciendo más que en lo que Él está
haciendo? ¿Qué tipo de incredulidad representa esto? Considera de qué
manera el arrepentimiento puede ayudarte a recobrar la confianza de que te
diriges hacia tu destino en Dios.

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2. ¿Has recibido un llamado de Dios para hacer algo que parece


completamente irracional desde la perspectiva del mundo? O ¿sueñas con
hacer algo que nunca se ha hecho antes? ¿Cómo luchas por este llamado o
sueño? ¿Qué puede estar reteniéndote de llevarlo a cabo?
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Meditación
¿Eras más apasionado acerca de las manifestaciones del Reino de Dios de lo
que eres ahora? Si es así, ¿dirías que ese cambio se relaciona con una “dieta
alimenticia” más liviana de las promesas de Dios, o tal vez con morar en la
desilusión cuando no viste un avance?

Puedes hacer que esto cambie. Arrepiéntete y disfruta de la libertad, para que
una vez más vayas detrás de tu alto llamamiento en Cristo Jesús. “…
olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está
delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece
mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).

Capítulo 20
Cuando Dios pinta
fuera de las líneas
por Bill Johnson

E l Reino de los cielos ha estado abriéndose paso en nuestro mundo


regularmente con salvaciones, sanidades y liberaciones. Las manifestaciones
de esa invasión varían. Son muy fascinantes y demasiado numerosas para
clasificar. Mientras que algunas son difíciles de entender a primera vista, se
nos anima a verlas, porque sabemos que Dios siempre obra de forma
redentora.

En los últimos años, en muchas ocasiones, la risa llenó una habitación y trajo
sanidad a los corazones quebrantados. Algunas veces, durante un tiempo de
adoración o de ministración, los rostros, las manos o la ropa de las personas
se cubrieron de oro. En ocasiones, hubo aceite en las manos de su Pueblo, lo
que parece suceder especialmente entre los niños. Un viento entra en una
habitación en la cual no hay ventanas, puertas abiertas ni aberturas. En algunas
localidades, los creyentes han visto una nube de su presencia que aparece
sobre las cabezas de personas que están adorando. También ha sucedido que la
fragancia del cielo llene una habitación. En mi propia experiencia, esta
fragancia llenó nuestro auto mientras Beni y yo adorábamos durante un viaje
corto. Duró unos treinta minutos, y fue una fragancia que realmente pude
probar, algo similar a tener gránulos de azúcar salpicados sobre la lengua.
Incluso he visto pequeñas gemas que aparecen de repente en las manos de las
personas mientras adoran a Dios.
Desde principios de 1998 han caído plumas en nuestras reuniones. Al
principio, pensamos que algunos pájaros entraban en los conductos del aire
acondicionado. Pero después, comenzaron a caer en otras habitaciones de la
iglesia que no estaban conectadas al mismo conducto. Ahora caen en casi
todos los lugares a los que vamos: aeropuertos, hogares, restaurantes, oficinas,
etc. Menciono este fenómeno en particular, porque parece ofender, aun, a
muchas personas que abrazan la renovación que Dios ha enviado. Puede ser
muy fácil, una vez que hemos hecho algunos ajustes a nuestro sistema de
creencias sobre lo que el Señor hará, pensar que ahora hemos ido
suficientemente lejos. Nada puede estar más lejos de la verdad. Como las
generaciones anteriores a la nuestra, estamos demasiado cerca de regular la
obra de Dios al generar una “nueva lista revisada de manifestaciones
aceptables”. Ya no se trata solo de llorar durante una canción especial o
durante un tiempo de arrepentimiento que sigue a un sermón emotivo. Nuestra
nueva lista incluye: caídas, sacudidas y risas. El problema es que aun es una
lista. Y Dios la quebrantará. Debe hacerlo.

Necesitamos aprender a reconocer su mover, reconociendo su presencia.


Nuestras listas solo sirven para revelar nuestro entendimiento o experiencia
presente. Si bien no busco promocionar extrañas manifestaciones ni ir tras las
novedades, sí me rehúso a sentirme avergonzado por lo que el Señor está
haciendo. La lista que nos mantiene lejos de ciertos errores también nos
mantiene lejos de ciertas victorias.

Las manifestaciones del poder de Dios, aunque sean ofensivas para la mente
de muchos, son ilimitadas en número y son indicadoras de la presencia y
propósito de Dios. ¿Y por qué son necesarias? Porque Él quiere llevarnos más
lejos, y solo podemos llegar allí siguiendo señales. Nuestra comprensión
actual de Las Escrituras solo puede llevarnos hasta cierto punto.

Recuerda, las señales son realidades que señalan a una grandiosa realidad. Si
Él nos da señales, ¿quiénes somos nosotros para
Cuando Dios pinta fuera de las líneas

decir que no son importantes? Algunas personas tienen temor de “adorar


señales”. Mientras que su razonamiento puede ser noble en propósito, es
absurdo pensar que puedo llevar a cabo la asignación que el Señor me dio e
ignorar sus notas personales a lo largo del camino. En lo natural, usamos
señales para ayudarnos a encontrar una ciudad, un restaurante en particular o
un negocio. Es práctico. De la misma manera, las señales y maravillas son una
parte natural del Reino de Dios. Ellas son la forma como Él nos lleva de
donde estamos a donde necesitamos estar. Ese es su propósito. Si los magos
no hubiesen seguido la estrella, nunca hubiesen visto a Jesús.

Hay una diferencia entre adorar las señales y seguirlas. Lo primero está
prohibido, lo segundo es esencial. Cuando seguimos sus señales hacia
mayores profundidades en Dios, sus señales nos seguirán en mayor medida.
Algo ha pasado en mí que no me permite aceptar un Evangelio que no esté
respaldado con señales y maravillas. Yo no iba tras una revelación de
milagros en la Tierra. Esta me buscó y me capturó. He descubierto que no hay
satisfacción duradera en la vida fuera de las expresiones de fe, y la forma en
que el Señor “pinta fuera de las líneas” mantiene mi fe en persecución intensa
por Él.

Algunas veces, cuando enseño sobre buscar un Evangelio de poder, una


persona sigue mi mensaje con una afirmación sobre nuestra necesidad de
poder, al tiempo que recuerda a todos la prioridad de conocer el poder de
Dios. Palabras verdaderas, por cierto. Pero lamentablemente, tal comentario
con frecuencia es de naturaleza religiosa, cuyo sentido es esquivar el poder
real del Señor, para que Él no perturbe su ordenada visión del mundo. Una
persona que tiene pasión por el poder y la gloria de Dios intimida a aquellos
que no la tienen.

Sé que mi anhelo por su poder solo es superado por mi deseo por Él.
Ciertamente, ha sido mi búsqueda de Dios la que me ha llevado a esta pasión
por un Evangelio auténtico, respaldado con señales y prodigios.
He sido pastor durante décadas, pero no vi milagros, señales y prodigios la
mayor parte del tiempo. Creía en la sanidad y en la liberación, pero no tenía
éxito con ninguna de ellas. Tenía una doctrina correcta, pero no una práctica
correcta. Sin embargo, hace algunos años, Dios comenzó a hacernos transitar
un camino y nos dio una nueva mirada del Reino para ver lo que la vida
cristiana normal debería ser. Al haber perdido mucha de la actividad central
del Reino durante tanto tiempo, estábamos ansiosos por zambullirnos en
cualquier cosa que el Señor quisiera hacer.

Me he llegado a dar cuenta de que la vida cristiana normal significa milagros,


intervención espiritual y revelación. Hay en el ADN espiritual de todo
creyente un apetito por lo imposible que no puede ignorarse ni apartarse con el
pensamiento.
Puntos para reflexionar
1. ¿Puedes indicar señales y maravillas de tu propia experiencia? ¿De qué
forma te dirigieron las señales y las maravillas hacia el Reino de Dios?

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2. ¿Te sentiste ofendido por algo que podría ser una señal o una maravilla?
¿Le ha pasado esto a alguien que conoces? ¿Puedes distinguir qué fue lo que te
molestó o le molestó? ¿Piensas que tu acercamiento a las señales y las
maravillas se convirtió en un obstáculo para tu progreso o en una ayuda?
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Meditación
Las señales y las maravillas van de la mano con el mensaje del Evangelio.
Pablo habló de muchas cosas maravillosas que Dios había realizado a través
de él: “… para que los gentiles lleguen a obedecer a Dios. Lo ha hecho con
palabras y obras,mediante poderosas señales y milagros, por el poder del
Espíritu de Dios (…) he completado la proclamación del evangelio de
Cristo…” (Romanos 15:18-19). El autor del libro de Hebreos afirmó:

¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?


Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron
nos la confirmaron. A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con
señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu
Santo según su voluntad.

—Hebreos 2:3-4

De la lectura del libro de Hechos, sabes cuáles eran algunas de esas señales y
prodigios. Usa tu imaginación inspirada por el Espíritu para trasladar algunos
de los sucesos extraordinarios al ambiente de tu mundo actual. Ahora toma
alguna de las señales y prodigios de este capítulo e imagínalo sucediendo en
el libro de Hechos. ¡Permite que tus expectativas se amplíen!

Capítulo 21
Éxito al cien por ciento
por Kevin Dedmon

S olía tener un cien por ciento de éxito en la sanidad. Todos por los que oraba,
se sanaban. La trampa es esta: yo no oraba por nadie, así que nadie jamás se
sanó. Durante los tres primeros años de mi vida cristiana, sin embargo, oré
por muchas personas y varios se sanaron. Un día, fui llamado a orar por una
mujer que tenía cáncer. Fui lleno de fe y oré por ella, esperando que mejorara.
Sin embargo, una noche, me enteré de que había muerto poco después de que
yo orara por ella. Estaba devastado. Me desesperó la idea de que la había
matado, porque yo realmente no tenía el don de sanidad y debería haber
solicitado la ayuda de alguien que sí lo tuviera.

Pasé los siguientes veintitrés años de mi vida evitando orar por los enfermos.
Yo creía en la sanidad y creía que el Reino de Dios podía penetrar en la esfera
terrenal. Simplemente no creía que yo podía administrar el don de la sanidad,
porque yo no lo tenía. Como pastor, si sabía que alguien estaba enfermo,
llamaba a alguno de los “dotados” de la iglesia. Con frecuencia decía con
sarcasmo: “Tú no quieres que yo ore por ti, ¡puedo matarte!”.

Realmente creía que servíamos mejor a las personas si yo no oraba por ellos.
Entonces un día el Señor me llamó la atención con una pregunta: “Kevin,
¿realmente crees que tienes el poder de causar la muerte de alguien?”. “No,
Señor, por supuesto que no”, le respondí. “Entonces no tienes el poder de
sanar a nadie tampoco”, me contestó.

Entendí el punto. Nuestro trabajo es traer el Reino de Dios a la Tierra, lo que


significa que nosotros representamos su nombre en nuestra vida. Somos
llamados cristianos porque hemos tomado su nombre. Nosotros somos los
hijos de Dios (ver 1 Juan 3:1), lo que significa que se nos identificará con su
nombre. Por lo tanto, tenemos el poder que está asociado con el nombre que
llevamos, a fin de satisfacer toda necesidad que encontremos.

No solo tengo su nombre, sino que Cristo también vive en mí, así es que Él
puede vivir a través de mí. En Colosenses 1:27, Pablo dice que es “… Cristo
en ustedes, la esperanza de gloria”. Por lo tanto, tengo lo que se necesita para
dar a conocer la gloria de Dios a través de mi vida. Jesús dijo en Lucas 17:21:
“… el reino de Dios está entre ustedes”. Simplemente, el Señor está buscando
a aquellos que derramarán lo que está dentro de ellos.

Yo no puedo salvar a nadie, pero Cristo en mí puede salvar a todos. Yo no


puedo liberar a nadie, pero Cristo en mí puede liberar a todos. De forma
similar, yo no puedo sanar a nadie, pero Cristo en mí puede sanar a todos.
Revelar el Reino es revelar a Jesús, que está dentro de nosotros. Por supuesto,
en algún sentido, tengo tanto de Cristo como puedo tener, pero en otro sentido,
todavía hay más de Él que se está formando en mí (ver Gálatas 4:19).
Entonces, cuanto más de Cristo se forme en mí, más tendré para dar. El
ministerio de la sanidad es, sencillamente, soltar la presencia de Cristo que
habita dentro de nosotros.

Mi cambio respecto a lo que comprendía de este principio sucedió en enero de


2001. Había un joven viviendo con nosotros en esa época que tenía un período
de tres meses de discapacidad porque se había fisurado un disco en la parte
baja de la espalda mientras trabajaba. Acababa de tener una cirugía, pero eso
no lo había ayudado. Había quedado postrado en la cama y sufría un dolor
constante. Me sentía muy mal viéndolo sufrir tanto dolor sin ser capaz de
ayudarlo.
Éxito al cien por ciento

Una noche, mientras nos preparábamos para un grupo de confraternidad en


nuestro hogar, él le pidió a algunos de los hombres del grupo que lo ayudaran
a levantarse del sillón en el que solía recostarse. Quería participar con
nosotros y sacarse de la mente el sufrimiento. Sin embargo, se retorció de
dolor durante toda la reunión y a la larga se convirtió en el centro de atención
de la misma. Finalmente, me suplicó que orara a Dios para que lo sanara.

De mala gana, accedí a su desesperada petición. Pensé que su situación no


podía empeorar y además, no había nadie más en la habitación que tuviera el
don. Así que yo era la mejor opción disponible. Les di instrucciones a los
hombres que lo habían sacado del sillón de que lo levantaran. Me dirigí hacia
él y, con dudas, puse mi mano sobre su espalda. Estaba listo para embarcarme
en una oración de “consuelo” para ayudarlo en su sufrimiento. Pero antes de
poder hacerlo, él gritó: “¿Sientes ese fuego en mi espalda en el lugar en el que
está tu mano?”. Sí, lo sentía. Para mi asombro, también sentía que mi mano
ardía ¡y todavía no había comenzado a orar!

Unos minutos después, él se inclinó y luego saltó alto en el aire, mientras


exclamaba: “¡Esto es increíble! ¡Todo el dolor se ha ido! ¡Estoy sano!”. Luego
agregó: “Esto es increíble... ¡Esto es increíble!”, y comenzó a llorar mientras
seguía saltando alrededor de la sala de estar, para demostrar su completa
sanidad. En un momento, se sentó en el sillón, me miró con lágrimas de gozo
en los ojos y luego pegó un salto, se levantó y dio una patada de karate.

Yo estaba impactado, primero, porque él había sanado en cuanto puse mi mano


en su espalda y, segundo, porque mi mano todavía ardía en fuego, aunque ya no
la tenía apoyada en su espalda. Como sabía que esto era “una cosa de Dios”,
pregunté si alguien más necesitaba sanidad. Otras dos personas respondieron
de forma inmediata y puse las manos sobre ellos y recibieron sanidad
inmediata.
En el proceso, entendí que la sanidad no se trata necesariamente de un don,
sino de la presencia libre y manifiesta de Dios, Cristo en mí, la esperanza de
gloria, su gloriosa presencia liberada a través de la fe.
Puntos para reflexionar
1. ¿Te has estado rehusando a orar por sanidad, como solía hacerlo Kevin?
¿Alguna vez consideraste que la sanidad es algo por lo que tienen que orar
otros cristianos? ¿Qué cambios en tu forma de pensar y en tu fe se produjeron
por la lectura de este capítulo?

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2. Quizá no has estado renuente, sino que has orado con avidez por otras
personas por sanidad y tu confianza ha crecido con el paso del tiempo, ¿cómo
aprendiste a ser un canal efectivo para el poder sanador de Jesús?
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3. Si alguien te dijera: “Posees lo que hace falta para orar por mi sanidad”,
¿qué creerías que significarían esas palabras?
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Meditación
Al igual que con el resto de tu vida cristiana, la sanidad física se trata más de
soltar la poderosa y amorosa presencia de Jesucristo que de conocer las
técnicas correctas y sus combinaciones.

En una piadosa conversación con Él, pídele que te comunique más de su


presencia y que te dé más fe, así puedes continuar siguiéndolo adonde quiera
que te lleve, incluso a situaciones de extrema necesidad.

Pídele que te ayude a vivir en la verdad de tu filiación. En ese lugar de


intimidad, comprenderás cómo es que la buena voluntad del Padre es darte el
Reino (ver Lucas 12:32).

Capítulo 22
Encuentros divinos
por Bill Johnson

D urante más de dos décadas, una fuerza motriz dentro de mí ha sido la


convicción de que les debo a las personas un encuentro con Dios. Les debo
más que solo un mensaje lleno de verdad. Cualquier cosa que haga por la
gente debe contener la oportunidad para un encuentro divino. Si estoy lleno del
Espíritu, será más probable que mi prédica, mi servicio y mis diversas formas
de ministerio lleven a las personas a un encuentro de ese tipo.

En parte, es lo que Pablo quiso decir cuando afirmó: “ No les hablé ni les
prediqué con palabras sabias y elocuentes sino con demostración del poder
del Espíritu” (1 Corintios 2:4). La gente no necesita estar convencida de
nuestro entendimiento, nuestros dones o nuestra habilidad para transmitir la
verdad. En el mejor de los casos, estas cosas tienen una importancia
secundaria. Lo que las personas necesitan es a Dios.

Encontrarnos con su poder es encontrarnos con Él. Pablo estaba tan


convencido de eso, que él quería que la gente pusiera su fe en el poder del
Señor: “para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana
sino del poder de Dios” (1 Corintios 2:5).

Él es un Dios de pactos. Es lo suficientemente confiable y soberano como para


sujetarse a pactos con sus hijos. Prefiero no pensar en ellos como contratos,
porque ese término es demasiado estéril. Prefiero hablar de los pactos en
términos de límites relacionales. A medida que comenzamos a ser como Jesús
a través de la obediencia, encontramos que esa obediencia desata su
presencia, poder y gloria.

Aunque no lo entienda completamente, estoy seguro de que Él tiene un interés


firme en nuestras opiniones y aportes. Él nos prometió: “Si permanecen en mí
y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les
concederá” (Juan 15:7). Es absurdo pensar que Él quiere que seamos
autómatas cuando nos ofreció la promesa: “pidan lo que quieran”. Creo que
en verdad confía en aquellos que llegan a ser como su Hijo. En esa luz, ¿qué
puede ser más normal para nosotros que desear y buscar oportunidades para
demostrar el poder de Dios en la vida de los quebrantados alrededor de
nosotros?

Sin poder, el Señor no puede ser representado con propiedad ni tampoco con
fidelidad. Los milagros son absolutamente necesarios para que la gente lo
pueda ver a Él claramente. Testificar sobre esos milagros es parte de una
deuda que tenemos con el mundo. Cuando hablamos, Él confirma lo que se
habló.

Dios ha escogido revelarse a sí mismo a través de aquellos que se rinden a Él.


Sus apariciones son por lo general espectaculares y conmovedoras, como se
ha visto a través de la historia. Sus manifestaciones a través de su Pueblo
pueden ser, a veces, igual de asombrosas, aunque, por lo general, son prácticas
y normales.

A menudo, aprendo al tropezar accidentalmente con una verdad. Por lo


general, esto comienza al ver el fruto de algo antes de entenderlo. No necesito
entenderlo para obedecer. Si vives para obedecer, sin importar qué,
caminando con Él, también esto se convertirá en tu forma de aprender.

Es admisible no entender los principios del Reino, ya que su poder y efecto


son liberados por medio de la obediencia. Pero si no los entiendo, tengo
menos oportunidades de liberar su presencia intencionalmente y no soy capaz
de entrenar a otros a hacerlo.

La liberación de la presencia de Dios que trae su Reino, sucede por medio de


cinco acciones de las que soy consciente:
Encuentros divinos

1. Imposición de manos. Es un mandato bíblico (ver Hebreos 6:1-2). El Reino


dentro de nosotros se libera a través del toque de fe, que es un acto intencional
para sanidad, bendición o impartición (ver Marcos 16:18; 1 Timoteo 4:14).

2. Proximidad a la unción. Este es el principio que operó por medio de Pedro


cuando colocaron a los enfermos en cierto lugar para que su sombra los sanara
mientras él pasaba (ver Hechos 5:15). Lo que te cubra a ti será liberado a
través de tu sombra. Esto es lo que sucedió cuando el manto de Jesús hizo
posible que la mujer con flujo de sangre fuera sanada (ver Marcos 5:28-29).
Esto también se aplica a las prendas que habían tocado el cuerpo de Pablo
(ver Hechos 19:11-12). La unción de Dios estaba sobre Pedro, Jesús y Pablo a
tal grado que incluso sus sombras y sus ropas estaban saturadas con el poder
del Señor que obra milagros.

3. Hechos de fe. La fe requiere una acción. Los hechos de fe liberan el Reino.


Piensa con cuánta frecuencia Jesús fue requerido en una situación de
necesidad porque alguien más tuvo fe y entró en acción convocando al Señor.

4. Hechos proféticos. A menudo, los hechos proféticos no parecen tener


ninguna relación con el resultado deseado. Considera lo que pasó cuando
Eliseo ayudó al hombre que había perdido el hacha prestada en el agua (ver 2
de Reyes 6). Cuando Eliseo le dijo que tirara un palo al agua, el hacha salió a
flote. En lo natural, la madera no tiene esos efectos sobre las hachas y estas no
flotan. La única razón de liberación del poder de Dios fue porque Eliseo fue
obediente en llevar a cabo el acto profético. La obediencia física trae
liberación espiritual.

5. Declaración. Nada sucede en el Reino sin una declaración. Cuando


nosotros decimos lo que el Padre dice, todo el cielo entra en la ecuación.
Cuando esa declaración es un testimonio, capturamos el momento de la
historia del trato del Señor con la humanidad. Entonces un poder profético
creativo es liberado en la atmósfera para establecer la revelación de Dios en
la Tierra.

La declaración debe convertirse en una estrategia intencional del ejército de


los últimos días. Es imperativo que ya no lo hagamos sin intención ni de forma
esporádica. Más bien, ardiendo con la convicción de que llevamos la
revelación de la naturaleza y presencia de Dios a todos, debemos penetrar la
oscuridad a favor de un mundo que perece.

El Padre nos ha dado todo como herencia (ver Juan 16:15; 1 Corintios 3:21).
Necesitaremos todo para poder cumplir con nuestra misión.
Puntos para reflexionar
1. ¿Qué principio liberador del poder de Dios está en acción cuando alguien
entra en una habitación en la que están orando y recibe sanidad instantánea?

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2. ¿Qué evidencia tienes de que llevas la presencia de Dios a todo lugar al que
vas? ¿Es esta una idea atractiva para ti? ¿Cómo puedes cultivar la atmósfera
del cielo en el lugar en el que vives y trabajas?
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Meditación
Tu primera acción de fe debe ser buscar a Dios en oración, prestar atención a
cualquier cosa que te diga, permitirle al Espíritu Santo que te transforme de
manera progresiva a la imagen de su carácter y ser obediente a su dirección.
Cualquier acción diaria de fe que siga posteriormente estará determinada por
cuanto de Él mora en tu espíritu. Tu parte es permanecer activo, no pasivo. Él
quiere que tengas una vida de relación, no de servidumbre.

Mira a tu alrededor ahora mismo. Evalúa si el Espíritu de Dios tiene o no


alguna influencia a través de ti en el ambiente a tu alrededor. Pregúntale qué
hacer, ya sea interna, y externamente, o ambas.

Capítulo 23
Conexión con Dios
por Beni Johnson

C uando realmente estoy en ese lugar en el que me siento completamente


conectada con Dios, tengo paz instantánea. Todo tiene sentido y queda
“centrado” en un instante. Es como si mi espíritu, alma y cuerpo dijeran:
“Aahhh”.

Porque sé lo que se siente estar conectado con Dios, estoy mucho más
consciente de lo que eso significa cuando he perdido esa conexión. Aprendí
que cuando no estoy caminando en ese lugar de conexión con Dios, me siento
insegura. Las cosas comienzan a no sentirse del todo bien, y me tengo que
reconectar con el corazón de Dios y su presencia para hacer que todo vuelva a
estar en el lugar correcto.

Otra forma en la que me puedo dar cuenta de que no estoy conectándome con
Dios es que comienzo a sentir influencias externas que afectan mis emociones,
mi espíritu y mis decisiones. Es porque no estoy conectada con lo que es
verdaderamente real (ver 2 Corintios 4:18).

Entendí que puedo experimentar la realidad de la presencia de Dios sin


importar en dónde estoy, ni lo que estoy haciendo. Él está allí cuando estoy en
mi auto, mientras hago una caminata o cuando juego con mis nietos. Y porque
yo paso tiempo con Dios, concentrándome en su presencia, ahora tengo acceso
a una conexión inmediata.

El lugar de conexión con Dios es el lugar de reposo. Se espera que caminemos


en reposo tanto como sea posible, día tras día. El significado de la palabra
“descanso” tanto en el hebreo (shabath) como en el griego (katapausis) es
“cesar, celebrar, reposo o pausa en el trabajo o fatiga, dejar, desechar,
descansar”. Puedes buscar la palabra “sabbath” en el hebreo. En un verdadero
descanso sabático, debes cesar tus labores, tus propios esfuerzos y tus propias
actividades, pero eso no significa que debes detener tu ministerio o tu trabajo
completamente. Un verdadero descanso significa tener un corazón reposado en
todas las circunstancias.

Algunas veces una forma de pensar orientada a la realización puede asumir el


control y empujarnos a hacer cosas para Dios que Él no nos pide que hagamos.
Entonces nos ponemos inquietos, lo que significa “menos reposo”. Cuando eso
sucede, salimos del descanso. En el momento en que comenzamos a sentir ese
sentimiento abrumador de inquietud y afán, debemos detenernos y volver
directamente al reposo del Señor. Tenemos que aprender a devolverle las
cargas al Señor. Cuando caminamos en reposo, podemos vivir nuestra vida
más plenamente y somos más efectivos al usar nuestros dones espirituales.

Es posible hacer el reposo porque Dios no nos pide que llevemos el mundo en
nuestra espalda. Él lo hará por nosotros. Mi esposo es, creo yo, una de las
personas más ocupadas del planeta. Para él es un desafío conseguir el
descanso que necesita. Pero he notado una cosa a lo largo de los años que
llevamos juntos, y es que él lleva un reposo interno con el Señor. Eso es algo
muy fuerte en él. Él sabe dónde está la fuente, y saca de ella con frecuencia. Si
no tuviese esa fortaleza interior, no habría manera en la que pudiese continuar
su vida. No tiene plan “B”. Dios es su plan “A”, su fuente para todo.

Nos acercamos primero a Él, y entonces Él nos da reposo. Jesús dijo:


Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré
descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo
Conexión con Dios
soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.
Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.
—Mateo 11:28-30

Se menciona el descanso dos veces en estos versículos. La primera vez, Jesús


dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados” y la segunda vez
promete: “encontrarán descanso para su alma”. Al acercarnos a Él y tomar
nuestro yugo, aprenderemos más de Jesús y creceremos en sus caminos.
Permaneceremos en su presencia y encontraremos descanso para nuestra alma.

Encontrar su descanso es una consecuencia de acercarnos a Él, y acercarnos a


Él debe ser algo intencionado de parte de nosotros. No es algo que solo va a
suceder. De la misma manera, volver a su descanso es algo intencional.
Recuerdo una de las primeras veces que comencé a practicar entrar en el
descanso de Dios. Conducía hacia la ciudad para hacer unas compras. Durante
ese viaje de una hora, el vehículo que manejaba decidió dejar de funcionar. Mi
primera respuesta fue entrar en pánico y enojarme mucho. “¿Cómo pudo pasar
esto? Ahora todo el día se complicó”. Ya sabes cómo nos comportamos a
veces. Encontré un teléfono público (no había celulares entonces) para pedir
ayuda. Al comenzar a discar el número, pensé: “¿Por qué estoy actuando de
esta manera? ¿Por qué estoy tan enojada?”. Entonces me di cuenta de que algo
muy simple me había apartado de mi descanso.

Pensé: “Sabes, pienso que si me aplaco y reposo en mi interior, seré capaz de


ver lo que Dios puede hacer en esta situación”. Así que hice una simple
elección y decidí permitirle a Él que tomara el pequeño problema del día. Por
supuesto, una vez que tomé esa decisión, todo se alineó y funcionó
armónicamente. Yo elegí descansar en el Señor aquel día.

Pienso en ese día con frecuencia. En algo que parecía una cosa trivial, Dios
me permitió ver que podía sacar de su reposo cada vez que lo necesitara. Es
mi elección.

El Señor nos llama a elegir su descanso y a desarrollarlo en todo lo que


hacemos. Él quiere que las historias de nuestra vida reflejen su presencia, lo
que significa que también reflejarán su reposo.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cuántas veces perdiste tu descanso en los últimos tiempos? ¿Te diste
cuenta de lo que ocurría? ¿Qué hiciste al respecto?
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2. ¿Puedes recordar una época en la que intencionalmente decidiste regresar a


un lugar de reposo? ¿En cuánto se ha convertido en un hábito hacerlo así?
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3. Da un ejemplo de tu propia vida antes y después de estar sin reposo


(inquieto, afanado, conmocionado) y con reposo (pacífico, con la mente clara,
calmo). ¿Qué fuiste capaz de lograr con el reposo y qué no pudiste hacer sin
él?
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Meditación
¿Qué sucedería si descansas en el Señor ahora mismo? Puedes utilizar las
palabras y oraciones de los salmos:

Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia (…). Refrena tu


enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal (…), pero los
que esperan en el Señor heredarán la tierra (…). Pero los desposeídos
heredarán la tierra y disfrutarán de gran bienestar.

—Salmo 37:7-9,11

Escucha, oh Dios, mi oración, no pases por alto mi súplica. ¡Óyeme y


respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran las amenazas
del enemigo y la opresión de los impíos...

—Salmo 55:1-3
¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el Señor ha sido bueno contigo!
—Salmo 116:7
Entra ahora en su presencia, Él está solo a un paso de distancia. Capítulo 24
Luz en lugares
improbables
por Banning Liebscher

M e gusta leer a la noche, antes de irme a dormir. Pero nunca subí las
escaleras hacia mi habitación, prendí la luz y esperé ver la batalla entre la luz
y la oscuridad. No es tan complicado: si enciendo la luz, la oscuridad se va.
La oscuridad no tiene opción. No tiene derecho al voto. No se pone frente a mí
desafiante y me dice: “Me gusta esta habitación. No me voy”. Al minuto en que
entra la luz, la oscuridad tiene que huir.

La luz que lleva cada creyente es la revelación de nuestro Rey y de su Reino.


Jesús le dijo a sus discípulos: “Mientras esté yo en el mundo, luz soy del
mundo” (Juan 9:5). Luego, anticipando su partida dijo:

Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede
esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el
contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la
casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las
buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.

—Mateo 5:14-16

La luz revela cosas. Si se supone que tú y yo somos la luz del mundo, eso
significa que somos responsables de revelar la realidad del Reino a través de
cada aspecto de nuestra vida.

La Biblia es clara acerca de que el Reino está dentro de cada creyente (ver
Lucas 17:21). No dice que el Reino está solo entre los líderes cristianos o
solo entre aquellos que tienen una unción especial. Si tú y yo realmente
aceptamos esto, pueden suceder cosas bastante radicales.

Uno de mis amigos, Chad, iba camino a su casa tarde una noche cuando
decidió dirigirse a una tienda de comestibles para comprar unas rosquillas.
Cuando caminaba hacia el pasillo en el que estaban las rosquillas, vio a una
señora en la línea de cajas que usaba audífonos. Así que hizo lo que se está
volviendo algo natural entre nosotros: se detuvo y le preguntó a la señora si
podía orar para que sanara de la sordera. Ella le explicó que tenía una pérdida
significativa en la audición de ambos oídos y gentilmente aceptó el
ofrecimiento de Chad.

Él hizo una oración sencilla y luego le pidió a la señora que se sacara los
audífonos para comprobar su audición. La señora se sacó los audífonos. Chad
se paró a un costado de ella, donde no lo pudiera ver y en voz baja le
preguntó: “¿Me escucha?”. Ella respondió: “Sí, puedo escucharlo”. Chad se
hizo hacia atrás un poco más y dijo: “Mi nombre es Chad”. Ella respondió:
“Tu nombre es Chad”. Él se alejó un poco más y agregó: “La pizza es mi
comida favorita”. Ella respondió: “La pizza es su comida favorita”.

A esa altura, le rodaban las lágrimas por las mejillas, pues se daba cuenta de
que escuchaba claramente, sin la ayuda de los audífonos. Había sido sanada.

La cajera, que había observado todo lo que se desarrollaba allí, comenzó a


llorar al darse cuenta de lo que acababa de pasar en su línea de caja. Chad se
volvió a la cajera y le dijo: “Dios está acá hoy sanando gente. ¿Estaría bien si
uso el intercomunicador y le digo a la gente lo que Él está haciendo?”.
Luz en lugares improbables

Con lágrimas en los ojos, la cajera respondió: “Por supuesto”. Chad tomó el
micrófono y con audacia anunció: “Atención compradores, Dios acaba de
sanar a esta señora de sordera”. Luego, hizo que la señora tomara el
micrófono y compartiera el testimonio de sanidad. Aprovechando el momento,
mi amigo comenzó a dar palabra de conocimiento a través del micrófono. “Si
tiene síndrome de túnel carpiano o si tiene problemas de cadera, Dios está
ahora aquí y quiere sanarlo. Venga a la caja registradora diez si quiere ser
sano”.

En ese punto las personas alrededor miraban para ver qué pasaba. Se comenzó
a formar un pequeño grupo en la caja diez. A medida que una multitud se
aglomeraba, una señora en un carrito de compras motorizado logró abrirse
paso. Miró a Chad y le dijo: “Usted mencionó a alguien con un problema de
cadera. Bien, esa persona soy yo. Tengo un intenso dolor de cadera y tengo
programada una cirugía”. Chad le preguntó si podía orar por ella y soltar el
poder de Dios sobre su vida. Luego le preguntó si podía ponerse de pie y
probar su cadera. Ella respondió: “De ninguna manera. Apoyarme sobre mi
cadera me causa un intenso dolor”. Él la convenció de que se pusiera de pie.
De mala gana accedió y al comenzar a caminar lanzó un grito. Se volvió hacia
Chad con una enorme sonrisa en su rostro y declaró: “¡No hay dolor!”.

Luego, desde el fondo del gentío, un hombre se adelantó con sus brazos
estirados hacia adelante. Dijo: “Yo soy la persona con el síndrome de túnel
carpiano. Hace dos años que lo tengo. He tenido tanto dolor que no puedo
tocar el piano, que es lo que hago para vivir. Doy clases de piano y soy
concertista”. Chad se acercó y puso sus manos sobre las muñecas del hombre
y oró para que fuera sano. El hombre comenzó a sacudir sus manos de arriba
hacia abajo, mientras exclamaba: “¡Mis manos están ardiendo!”.
Instantáneamente, el Señor lo sanó. El dolor se fue y recuperó la movilidad
completa de sus muñecas.

Mi amigo le habló a la multitud que había sido testigo de que esas dos
personas habían recibido el toque sanador del Señor y les habló acerca de
Jesús, el Sanador, quien estaba revelando su presencia y poder allí y en ese
momento. Después de dar una breve charla sobre el Rey y su Reino, Chad
preguntó si alguna persona quería entregarle su vida a Jesús. En medio de la
multitud, se levantaban manos a medida que las personas entregaban sus vidas
a Jesús.
Puntos para reflexionar
1. ¿Qué significa ser la luz del mundo? (ver Mateo 5:14-16). ¿Ser la luz del
mundo tiene que ver solamente con el evangelismo? Nombre algunas formas
posibles en las que la luz de Cristo que brilla a través de los creyentes puede
disipar la oscuridad del mundo.
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2. ¿En qué maneras has sido el destinatario de la luz de Dios a través de un


creyente?
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3. ¿Puedes pensar en una forma en que la luz de Cristo haya brillado en ti en


las últimas veinticuatro horas?
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Meditación
A fin de brillar con la luz de Cristo para que el mundo la vea, necesitas “estar
conectado” con Él. Su luz no brillará a través de ti solamente porque creas en
la doctrina correcta o porque vayas a la iglesia. Para estar conectado con la
Fuente de luz, necesitas prestar atención a su Espíritu y comprometerte en dar
y recibir de tu relación con Él.

De muchas maneras, su luz y su amor son idénticos. Cuanto más absorbas su


amor, más luz llevas. Rebosa en ti. Algunas veces, las personas incluso
comentarán sobre ello. Tú te conviertes en una fuente de luz tal como lo es Él.

Capítulo 25
De tal padre,
tal hijo e hija
por Bill Johnson

N uestro Padre celestial es el creador de todo, el Dador de todas las cosas


buenas. Sus hijos no solo deben tener su semejanza, sino que también deben
ser creativos como su Padre. Cuando los inconversos lideran el camino en las
invenciones y las expresiones artísticas, es porque la Iglesia ha adoptado una
falsa espiritualidad. Es no vivir con una verdadera mentalidad del Reino, la
cual es la mente renovada. La mente renovada entiende que el dominio del Rey
debe hacerse realidad en todos los niveles de la sociedad para que un
testimonio eficaz tome lugar. Alguien con una disposición mental orientada al
Reino mira las abrumadoras necesidades del mundo y dice: “Dios tiene una
solución para este problema. Tengo acceso legal a su reino de misterio. ¡Por lo
tanto, lo buscaré a Él por la respuesta!”. Con la perspectiva del Reino, nos
convertimos en la respuesta a todo problema, de forma muy similar a José y
Daniel que fueron la respuesta para los reyes en su época.

A lo largo de gran parte de la historia de la Iglesia, las personas han sido


despojadas de los dones, talentos y deseos dados por Dios, con el pretexto de
la “devoción a Cristo”. Esa versión del cristianismo reducida al mínimo saca
al creyente del ministerio y relega ese privilegio a cierta clase de cristianos
llamados “ministros”. Al creyente común y corriente se lo reduce a brindar
apoyo financiero y emocional a aquellos que están en el ministerio público.
No desvalorizo el honor de dar para promover el ministerio, pero sí me
interesa poner énfasis donde debo hacerlo: en la importancia de que cada
individuo creyente lleve adelante su propia expresión creativa del Evangelio
al mundo a su alrededor.

Cada creyente tiene libertad de soñar con Dios, de conectarse con la fuerza
más creativa en el universo. Para soñar con el Señor, los hombres y las
mujeres deben aprender a colaborar con Él. El deseo de un verdadero creyente
es no ser nunca independiente de Dios. La meta no es encontrar forma de
moldear su pensamiento, como si Él tuviera necesidad de nuestro aporte. En
lugar de eso, la meta es representarlo bien, aprender a dar evidencia de su
corazón con precisión e instintivamente, a través de nuestros dones y
oportunidades. El deseo de su corazón, por supuesto, es redimir a todas las
personas, y las herramientas que utiliza para mostrar su bondad son
gloriosamente vastas y llegan a las necesidades del corazón de cada individuo
en el planeta. Solo la sabiduría divina puede satisfacer el desafío y solo un
ejército de colaboradores puede llegar a tantos lugares de forma tan efectiva.

Sabemos que el sueño del Padre de redimir a la humanidad le costó la vida de


su Hijo. Los sueños pueden ser costosos. Sin embargo, colaborar con el Señor
en sus sueños soltará en nosotros una nueva capacidad para soñar con Él.

Evalúo la creatividad no solo en términos de arte o invenciones. En La Biblia,


la sabiduría y la creatividad están relacionadas. De hecho, la creatividad es
una manifestación de sabiduría en el contexto de la excelencia y la integridad.
La sabiduría se personifica en el capítulo ocho de Proverbios y es la
compañera de Dios en la creación de todas las cosas. Por lo tanto, la sabiduría
y la creatividad no deben estar separadas en la mente del creyente. Son
herramientas esenciales necesarias para completar nuestra tarea de ser testigos
eficaces a los perdidos. La sabiduría nos da favor entre los no creyentes de
este mundo.
De tal padre, tal hijo e hija

Aunque la mayoría de los cristianos le asignan un gran valor a la sabiduría, no


le dan un valor similar al papel de la creatividad. Sin embargo, es la
creatividad la que ilustra la presencia de la sabiduría.

Los seis días de la creación vieron la más maravillosa exhibición de sabiduría


y de arte imaginable. Cuando Dios habló se formaron mundos. La luz y la
belleza, el sonido y el color, todos fluían juntos como una sola pieza a medida
que la Sabiduría establecía los límites de la creación. Salomón, el hombre
conocido por su sabiduría sobrenatural, describió en uno de sus proverbios el
efecto de colaboración que aquella sabiduría tuvo aquel día:

Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las
montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial
con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el
horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las
nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló
los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando
plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día
tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su
presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me
deleitaba!

—Proverbios 8:25-31

A la Sabiduría se le da un título artístico de “maestra artesana”. Ten en cuenta


el componente emocional: “Día tras día me llenaba yo de alegría”, “me
regocijaba en el mundo que él creó”, “¡en el género humano me deleitaba!”.
La Sabiduría no es estoica, como se la muestra con frecuencia. Ella es más que
feliz, por naturaleza disfruta celebrar y encuentra gran placer en el arte de la
creación.

¡Pero el mayor deleite de la Sabiduría está en nosotros! En la humanidad, la


Sabiduría encontró a un compañero perfecto. Tú y yo hemos nacido para ser
compañeros con ella, para vivir en ella y para mostrarla a través de la
expresión creativa.

En Las Escrituras, la primera mención de una persona llena del Espíritu Santo
es Bezalel ¿y cuál era su papel? Fue llamado a liderar un proyecto de
construcción para Moisés. Su tarea era edificar una casa para Dios, para que
Él pudiera morar en medio de su pueblo. El Señor reveló cómo quería que
fuera la casa, pero iba a ser necesario un don de sabiduría especial para
edificarla. Bezalel recibió sabiduría sobrenatural para completar la tarea con
excelencia artística. La sabiduría lo calificó para asumir la tarea y también lo
habilitó como un artesano o maestro artesano para diseñar y edificar lo que
estaba en el corazón de Dios (ver Éxodo 31:3-5; 35:30-35).

Debido al Espíritu de Jesús, tú y yo no solo podemos combinar la sabiduría de


Dios con el diseño artístico y un excelente trabajo de inventiva, nosotros
también tenemos el poder de su Espíritu para aportar soluciones a situaciones
imposibles.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cómo demuestra la creatividad la presencia de sabiduría?
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2. Traza algunos paralelos entre la creatividad de Dios en la Creación y tus


propias expresiones de creatividad. Amplía el alcance para incluir muchos
aspectos vivificantes de tus rutinas diarias. De tu propia experiencia, ¿puedes
trazar relaciones entre las expresiones creativas y la sabiduría?
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3. ¿Cuáles son algunas de las formas en las que la creatividad y la sabiduría


ayudan a establecer el Reino de Dios?
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Meditación
El diablo no tiene habilidades artísticas en absoluto. Todo lo que puede hacer
es distorsionar y deformar lo que Dios ha hecho. A pesar de los esfuerzos del
diablo, Dios recrea y crea más, generalmente a través de la vida de su Pueblo,
lo que te incluye a ti. Cuando la sabiduría y la creatividad se convierten en la
normal expresión del Pueblo de Dios, la resistencia del maligno contra ellos
se debilita.

El Señor se hace conocer a sí mismo a través de sus obras. Cuando sus obras
fluyen a través de sus hijos, sus identidades se dan a conocer, y hay una
ineludible revelación de la naturaleza de Dios en la Tierra. Él se vuelve
irresistible para aquellos que tienen ojos para ver, mientras que aquellos que
se oponen a Él se desalientan.

Su Espíritu dentro de ti quiere encontrar expresión a través de tu mente, ojos,


palabras y manos. Pregúntale cómo puedes hoy ser fiel a ti mismo y a Él.

Capítulo 26
Acción de gracias, estar
de acuerdo con el cielo
por Bill Johnson

I magínate la mañana de Navidad. Has pasado los últimos meses buscando


regalos exclusivos para cada uno de los miembros de tu familia, regalos que
reflejan tu íntimo conocimiento de sus intereses y deseos. No has escatimado
en gastos para comprar los regalos de la más alta calidad, que serán tanto
placenteros como beneficiosos para cada persona. Pero cuando tu familia se
acerca al árbol de Navidad, hay una persona que ignora por completo los
regalos. Otra persona abre el suyo, pero comienza a usarlo para algo para lo
que no fue hecho. Otro solamente toma el regalo y se rehúsa a desenvolverlo.
Para empeorar las cosas, ninguno de ellos sabe siquiera que los regalos fueron
hechos por ti.

Lamentablemente, esta es la manera en la que muchos cris-tianos responden a


los dones de Dios, particularmente a los del Espíritu. Así que muchas
personas dejan de recibir lo que el Señor les ha ofrecido, porque no entienden
lo que son los dones o cómo usarlos. Dicen cosas ridículas como: “Bien, el
don de lenguas es el menor de los dones, por lo tanto, no lo busco”. Si mis
hijos dijeran eso sobre uno de los regalos que puse debajo del árbol para
ellos, les diría: “¡Este es tuyo! No me importa cuán pequeño piensas que es.
Lo compré teniéndote en mente y yo no doy regalos baratos. Si solo lo
abrieras, te mostraría lo que es y cómo usarlo”. Tal rechazo de los dones es
arrogante.

La gratitud conlleva una actitud de humildad. La acción de gracias es la única


manera apropiada de recibir lo que Dios nos ha dado, porque honra nuestra
relación con Él, al expresar confianza en su bondad, incluso si no entendemos
todavía lo que hemos recibido.

Dios nos da “ toda buena dádiva y todo don perfecto” (ver Santiago 1:17),
por dos razones primordiales: Él nos da dones para hacernos prósperos, y que
así podamos tener éxito en la vida, y también nos da para demostrar su amor,
como una invitación para establecer una relación. La acción de gracias
reconoce que los dones que hemos recibido del Señor vinieron con esos
propósitos. Y nos pone en rumbo para conocer a Dios y para descubrir las
razones por las cuales nos creó.

La acción de gracias está de acuerdo con el cielo por medio del


reconocimiento de la verdad de que nuestra vida es un regalo de Dios y de que
Él es soberano sobre todo. El Señor es exageradamente generoso y la vida que
Él nos ha dado en este mundo no es una vida de supervivencia, sino una de
abundancia y de bendición. Sin embargo, a menos que reconozcamos
apropiadamente lo que se nos ha dado, no podremos experimentar esa vida.
Esa es la realidad de recibir un regalo. Si no entendemos lo que nos ha sido
dado, no entenderemos sus propósitos, ni seremos capaces de experimentar
sus beneficios.

Conocer al Señor no es difícil. Realmente es la cosa más obvia del mundo.


Todo lo que tienes que hacer es glorificarlo como Dios y ser agradecido. Esta
respuesta, porque está de acuerdo con la verdad, te da acceso a los vastos
tesoros del conocimiento del Señor. Pero sin esa respuesta, tus pensamientos
se vuelven inútiles y tu corazón oscurecido (ver Romanos 1:18-21). Inútil
significa “sin propósito”. Cuando fallamos en responder con agradecimiento
por cada cosa en nuestra vida, nuestro pensamiento se separa de nuestro
propósito en Dios. Cuando perdemos la visión de nuestro propósito,
inevitablemente haremos elecciones que están fuera de
Acción de gracias, estar de acuerdo con el cielo

los propósitos de Dios para nuestra vida. Los corazones oscurecidos no


pueden percibir la realidad espiritual. Los corazones oscurecidos, sin
agradecimiento, son impasibles ante los deseos y el afecto del Señor, y por
tanto no pueden responder a su invitación de relacionarse, que es la fuente de
vida. La ausencia de agradecimiento abre la puerta de par en par al pecado.

Ya que agradecer nos mantiene sanos mentalmente y vivos, al conectarnos con


la fuente de nuestra vida y propósito, tiene sentido que Pablo nos instruya a
dar gracias “en toda situación”: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den
gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en
Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18).

Además de mantenernos sanos y con vida, una dimensión específica o acción


de gracias es particularmente poderosa en tiempos de dificultad y de
adversidad. Dicho de forma sencilla: la acción de gracias santifica todo lo
que toca, aun las cosas malas. Fíjate en los consejos de Pablo a Timoteo en la
primera epístola de Timoteo, donde le dice que no se preocupe acerca de la
comida sacrificada a los ídolos, sino que la coma después de que los efectos
purificadores de la acción de gracias la hayan consagrado nuevamente al
Señor (ver 1 Timoteo 4:1-5). Cuando Pablo dice que la acción de gracias
santifica la comida inmunda, se refiere a que la separa para Dios y sus
propósitos. La acción de gracias en realidad cambia la propia naturaleza de la
comida en algo santo.

Esta verdad se extiende más allá de la comida inmunda. Se extiende a cada


situación en tu vida en la cual encuentras otros poderes que trabajan aparte del
poder del Señor. No todo lo que sucede en la vida es la voluntad de Dios. Él
no causó la crisis que un individuo o que una nación puedan enfrentar. De
hecho, no puede dar cosas que no son buenas, porque no las tiene. Dios solo
puede dar cosas buenas porque Él es bueno, y solo tiene buenos dones para
dar. Por lo tanto, dar gracias en todo no significa que la adversidad viniera del
Señor. Pero dar gracias en el medio de una situación adversa, una dificultad
con la que se pretendía socavar tu fe e incluso destruirte, te permite
controlarla y desvincularla de Dios y sus propósitos.

Cuando das gracias, las armas del enemigo que tenían la intención de apartarte
de tu propósito divino son puestas en tus manos y se convierten en la misma
cosa que te lleva más plenamente a ese propósito. Jesús declaró que Él nos
envía con la misma tarea con la que el Padre lo envió a Él: destruir las obras
del diablo (ver 1 Juan 3:8). La acción de gracias lleva a cabo la justicia
divina del Reino, en la cual el enemigo es destruido por la misma cosa que
pretendió usar para nuestra destrucción. El solo saber que podemos participar
en destruir los propósitos del enemigo debería movernos a dar gracias.
Puntos para reflexionar
1. ¿De qué manera podrías haberte comportado como los miembros de la
familia que ignoraron o utilizaron mal los dones dados por Dios? ¿Puedes ver
cómo esas respuestas no solo son desconsideradas, sino que también son
profundamente perjudiciales para tu relación con el Dador?
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2. Piensa en un ejemplo específico de una época en la que hiciste una elección


que estaba fuera del propósito de Dios para tu vida. Si haces una retrospectiva
de una mala elección: ¿cómo fue que no respondiste con acción de gracias por
todo en tu vida, y por lo tanto separaste tu pensamiento de los propósitos del
Señor? En otras palabras, ¿cómo dejaste de confiar en Él? ¿Cómo trataste de
hacer las cosas por tus propios medios?
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3. ¿Has tenido ocasión de practicar la acción de gracias en tiempos de


aflicción? ¿Cómo te ayudó eso?
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Meditación
Cuando Dios te dice que le des gracias, Él no insinúa que te da un don para
obtener algo de ti. Él no manipula a las personas con sus dones.

Él quiere que le agradezcas porque el agradecimiento reconoce la verdad


acerca de tu vida. Y cuando estás de acuerdo con la verdad, esta te hace libre
para ver y manifestar la grandeza que Él ha puesto en ti como a uno que ha
sido hecho a su imagen. Cuando no le das las gracias a Dios, te separas de tu
identidad.

En una oración de gracias, comienza a nombrar las cosas por las que le
quieres agradecer, e incluye las dificultades actuales y los problemas.
Reconoce su señorío sobre tu vida y cada cosa en ella. ¡Regocíjate porque la
verdad te hace libre!

Capítulo 27
Combate la oscuridad
con alabanza de gozo
por Beni Johnson

D os de las cuatro herramientas más grandes de intercesión son la adoración y


el gozo. Yo creo que estas dos armas ocasionan más confusión al campo del
diablo que cualquier otra cosa. Ambas armas de guerra provienen de nuestra
relación íntima con nuestro Padre Dios.

La palabra griega para “adoración” es proskuneo. Significa “besar la mano”.


Por lo que significa mucho más que solamente ir a la iglesia los domingos y
cantar algunos himnos. Significa adorar desde el corazón. Cuando nosotros
adoramos a Dios es como si lo besáramos. Esto pone todo nuestro enfoque en
Él, lo que nos conduce a su poderosa presencia.

En uno de nuestros servicios de adoración un domingo por la mañana, sentía


distracción en mi espíritu. Continuamente miraba alrededor a las personas
para ver si podía darme cuenta de una razón espiritual para mi agitación.
Entonces escuché que el Espíritu Santo susurraba: “Yo te estoy distrayendo,
solo adórame”. Fue un pequeño codazo del Espíritu, pero lo entendí. Me di
cuenta de que lo que necesitaba era nada más estar con Dios y adorarlo. Él se
encargaría de los asuntos espirituales del lugar. Mi adoración era un arma de
guerra.

Cuando adoramos, tenemos acceso al Reino celestial. Cuando adoramos,


logramos salir de las esferas inferiores en las que recogemos todo lo negativo
y terminamos en el Reino de la gloria, rodeados de su presencia.

Cuando adoramos, podemos soltar la presencia de Dios y de su Reino en la


habitación. La adoración, en cualquiera de sus formas, con nuestros labios,
danza, música o cualquier otra manifestación, aterroriza al reino demoníaco.
Yo creo que el diablo y sus demonios no pueden soportar escuchar ni estar
cerca de aquellos que son verdaderos adoradores. He visto a mi hijo, Brian,
tocar su guitarra a una persona atormentada para traerle paz. Conozco a una
mujer que va al hospital de convalecientes en nuestra ciudad para tocar la
flauta a pacientes con alzhéimer hasta que se tranquilizan.

Por el mismo motivo, el gozo verdadero trae victoria. Se supone que somos
personas que estamos llenas del gozo de Jesús en todas las áreas de nuestra
vida y ministerio. Uno de los elementos que noté que falta en muchos
intercesores es que no están gozosos. Su oración necesita ser más como la
intercesión del cielo. Me gustaría ir al cielo para una visita, solo para ver
cuánto gozo hay allí. Allá, la intercesión no es trabajo intensivo. Ese es un
lugar de conocimiento y de gozo puro. “Porque mi yugo es suave y mi carga
es liviana” (Mateo 11:30). En otras palabras, para Él trabajar es una
experiencia llena de gozo.

Vivir de ese modo puede parecer algo imposible, pero es la forma más
estimulante y efectiva de hacer guerra espiritual. Una de las tretas del enemigo
es llevarnos a su nivel. Muchos hemos caído en el anzuelo. El mundo de
Satanás está lleno de trabajo y de afanes. Si entramos a ese mundo, tendremos
agotamiento mental. Ese es el plan del enemigo: cansarnos por completo.

El camino de Dios es diferente. Él le dijo a su Padre: “ Ahora vuelvo a ti,


pero digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que tengan
mi alegría en plenitud” (Juan 17:13). Su gozo se cumplirá en nosotros cada
vez que esperemos que su luz prevalezca
Combate la oscuridad con alabanza de gozo
sobre las tinieblas. Nosotros podemos cargar cualquier yugo, si sabemos lo
que Él hace con nosotros.

Somos liberadores de su luz. Solo estar gozosos es una forma maravillosa de


llevar confusión a la oscuridad que trata de gobernar sobre nosotros y los
demás. La oscuridad no puede superar a la luz, no la entiende (ver Juan 1:5).
Solo saber eso debería darte más gozo.

Como la mayoría de las personas saben, un principio importante de cualquier


tipo de guerra espiritual es el elemento sorpresa. Esa es una forma en la que
puedes usar este tipo de guerra. El enemigo no espera que estés gozoso.
Después de todo, es una guerra. Y el enemigo no sabe cómo combatir el gozo
en una persona. No puede echar mano de nada. Una persona gozosa es vivaz,
incluso jovial, y se ríe cuando las circunstancias dictarían lo contrario. Con
una combinación de adoración y gozo, de adoración continua y llena de gozo,
las fuerzas del enemigo serán echadas fuera y reemplazadas por ángeles, que
aman el gozo.

Hace algunos años estábamos realizando unas reuniones en Alaska. Para las
primeras reuniones, tuvimos algunas alabanzas, pero nunca llegamos al lugar
íntimo de adoración. Sentíamos que había una pared entre Dios y nosotros.
Habíamos llevado con nosotros a nuestra líder de danza y adoración. Es una
persona divertida para llevar en los viajes por la adoración gozosa que
expresa cuando danza. Cuando queremos que algo se quiebre en el reino
espiritual, solo hacemos que ella se ponga de pie y comience a adorar. No lo
hace pensando en la batalla, solo con la adoración en su corazón, pero su
danza de adoración se convierte en guerra. Ni siquiera le decimos lo que está
pasando. Solo queremos que ella adore. Hicimos eso en una de aquellas
reuniones. Ella se puso de pie y comenzó a danzar, y cualquier cosa que haya
sido esa pared, desapareció. El cielo entró en la habitación.

En el servicio había un caballero que podía ver el mundo espiritual. Después


de que ella terminó, él nos dijo lo que había visto. Al principio, había visto a
demonios sentados alrededor de la habitación. Pero cuando nuestra bailarina
se levantó para danzar, los demonios comenzaron a gritar y salieron de la
habitación tan pronto como pudieron.

Aun así, no llevábamos a nuestra adoradora por sus efectos sobre la


oscuridad, sino porque Dios es digno de ser adorado. Como Josafat, podemos
decir: “… Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a
atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!”
(2 Crónicas 20:12).
Puntos para reflexionar
1. ¿Qué tipo de arma es la adoración?, ¿ofensiva o defensiva? ¿Por qué?
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2. Fíjate si puedes describir con tus propias palabras por qué el don del gozo
verdadero obra como un arma contra el enemigo. ¿Alguna vez has utilizado
esta arma con propósito? ¿Cuál fue el efecto?
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3. ¿Conoces a alguien que lleva un espíritu de gozo adonde quiera que vaya?
¿O conoces a alguien cuya habilidad para entrar en adoración te lleva a adorar
a ti? Si no conoces a alguien así, mira a tu alrededor para ver si puedes
encontrar una persona así en tu círculo de amigos y conocidos creyentes. O
conviértete en esa persona tú mismo, por el bien del Cuerpo de Cristo.
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Meditación
Derrama tu corazón honestamente ante el Señor. Confiesa las cargas que has
llevado, pero que deberías haberle entregado a Él y entonces entrégaselas, si
todavía necesitas hacerlo. Dile cómo a veces te olvidas de adorar y cómo te
olvidas que la adoración te puede sacar de tu desesperanza y llevarte a su luz
celestial. Permite que tu conversación honesta con Él se vuelva adoración,
acción de gracias y gozo. Continúa hablando con Él hasta que eso suceda y
luego mantente en adoración tanto como te sea posible.

Cultiva un espíritu de adoración. Puedes entrar en adoración en cualquier


lugar, en cualquier minuto. Producirá un gran cambio en tu nivel de victoria y,
por supuesto, en tu gozo.

Capítulo 28
Utilizar la gracia
de Dios
por Danny Silk

S in una expresión completa y madura de los dones que equipan a los santos,
el Pueblo de Dios no puede estar preparado adecuadamente para contener al
nuevo vino que Dios está vertiendo y soltarlo al mundo a su alrededor. En
cualquier iglesia, grande o pequeña, el “odre” de su liderazgo debe
mantenerse flexible por medio de las diversas unciones que provienen de los
diversos dones. Cada una de esas unciones aborda una parte esencial de la
identidad y propósito de la Iglesia, a través de las áreas específicas de
atención y motivación.

En particular, estoy interesado en lo que nosotros llamamos los “Cinco” dones


ministeriales, que se describen en Efesios:

Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,


evangelistas; y a otros, pastores y maestros,a fin de capacitar al pueblo de
Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este
modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de
Cristo.

—Efesios 4:11-13

Estoy convencido de que una de las razones por las que los líderes de iglesia
de más antigüedad experimentan el desalentador ciclo de grandes
derramamientos que gradualmente menguan para caer en lo mismo de siempre
es la falta de entendimiento de los cinco dones ministeriales, de sus unciones y
llamados y de cómo sus unciones perfilan la dirección de sus iglesias.

Los cinco dones que equipan a los santos son: apóstoles, profetas,
evangelistas, pastores y maestros. ¿Cómo son cuando están en acción? Yo
pienso que la mejor forma de presentar los atributos de las cinco unciones es
describir lo que puede pasar si llegaran juntos a la escena de un accidente de
auto múltiple:

El pastor es el primero en salir del auto. Se apresura a evaluar la situación


y comienza a establecer las prioridades médicas y a brindar primeros
auxilios a las víctimas heridas. Recoge mantas, abrigos, agua y todo lo que
puede encontrar para darles alivio. Examina la situación para ver si algo
amenaza la seguridad tanto de los que están recibiendo atención como de
aquellos que se han acercado a la escena del accidente. Habla con cada una
de las personas para averiguar el nombre, el estado civil y si tiene hijos o
no. Recopila información de los signos vitales y cualquier información de
contacto de emergencia que esté disponible a fin de ayudar al equipo de
emergencia cuando llegue. Trae una sensación de calma a la situación y
cada persona allí tiene una sensación genuina de cuidado. El pastor se
pregunta si debería haber sido médico.

El maestro es el próximo en la escena. Estudia la situación a fin de saber


qué causó el accidente. Da un paso atrás, nota los patrones de las marcas
del derrape y la distancia a que cada auto se movió antes y después del
impacto. Calcula la velocidad de cada vehículo en el punto de impacto. De
su profundo conocimiento del manual del conductor y de las leyes de
tránsito, desarrolla una teoría sobre quién tuvo la culpa. Su conclusión es
que, en general, los conductores necesitan más entrenamiento. Decide
comenzar una escuela.
Utilizar la gracia de Dios

El evangelista llega a la escena y le pregunta a todos los que ya están


seguros y en lugares cómodos (gracias al pastor): “Si fueras a morir como
resultado de tus heridas, ¿sabes adónde irías, al cielo o al infierno?”. Se da
cuenta de que hay un gran grupo de personas que se han reunido a observar.
Comienza a dirigirse a la gran multitud con la misma pregunta. Las
personas entregan sus corazones al Señor allí mismo al lado del camino. Les
explica a todos estos nuevos creyentes que el mayor don que uno puede
darle a alguien es el don de la salvación. Los entrena para que lleven a
otros a Cristo y ora para que el bautismo del Espíritu Santo venga sobre
ellos. Después, dice: “¡Esto fue buenísimo!”, y decide comprar un escáner
policial cuando vuelva a la ciudad.

El profeta sabía que esto iba a pasar, porque lo había soñado la noche
anterior. Debido a que todos en el sueño habían sobrevivido al accidente,
reprende al espíritu de muerte y declara con gran fe que todos vivirán y
ninguno morirá. También proclama que hay ángeles alrededor del lugar del
accidente y ora para que los ojos de todos los corazones de todas las
personas se abran para ver en el Espíritu. Luego, camina alrededor y
profetiza a varias personas. Suelta un espíritu de revelación dentro del
grupo. Finalmente, y con naturalidad, comienza a preguntar para averiguar
quién está a cargo en el lugar. Cuando descubre quién es, discierne si es o
no un líder elegido por Dios. O, si encuentra que nadie está a cargo,
designará a un líder.

El apóstol ora por los heridos. Invita al toque sanador sobrenatural de Dios
a entrar a escena. Comienza a contar testimonios de otros accidentes de
autos, y de épocas en las que ha testificado del poder de Dios. El nivel de fe
de las personas comienza a elevarse. Pregunta si alguien puede sentir calor
en las manos y entonces hace que esas personas comiencen a orar para que
los demás sanen. Habiéndole demostrado a todos los que están alrededor
que el Reino de Dios está cerca, va a su casa y abre una escuela para
aquellos que llegaron hasta el lugar del accidente y los envía a todo el
mundo a realizar milagros y prodigios.

Ninguna unción es mejor, más importante o más correcta que otra. Cada
unción determina cómo una persona ve distintas circunstancias y qué
soluciones puede brindar para cada situación. Los cinco dones de Dios para
su Iglesia ayudan a traer la perspectiva del cielo a la Tierra.

Necesitamos los cinco dones trabajando juntos. En resumen, los apóstoles


gobiernan, los profetas guían, los evangelistas reúnen, los pastores cuidan y
los maestros fundamentan.
Puntos para reflexionar
1. Ser apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro es un llamado, mientras
que ministrar en una de esas áreas es un don. El propósito y la dirección
vienen de la unción. Lee los siguientes pasajes con esas diferencias en mente:
1 Corintios 1:1; 1 Pedro 4:10; Isaías 61:1.
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2. ¿Sientes que tienes un llamado para alguno de estos cinco dones? Si es así,
¿a quién puedes señalar en tu iglesia o en otra iglesia que manifieste el mismo
llamado? ¿Qué puedes aprender de esa persona sobre cómo el ministerio y la
unción pueden fluir con este don? Si no sientes que tienes un llamado para
alguno de estos cinco dones (lo que está bien, no se espera que todos tengan un
papel de gobierno como apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro),
¿puedes especificar cómo Dios te ha equipado para que des apoyo a la vida
del Cuerpo de Cristo? Tú tienes un llamado, dones y propósito también.
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Meditación
“ Porque las dádivas de Dios son irrevocables…” (Romanos 11:29). Los
dones del espíritu son permanentes, pero la unción que les da impulso siempre
será un flujo y reflujo en función de tu relación actual con el Espíritu Santo.

Tu nivel de actividad dependerá también, simplemente, de lo que está


sucediendo a tu alrededor. Tú eres parte de un cuerpo, y todas las partes del
cuerpo no están en uso en todo momento.

Pablo escribió: “Nosotros (...) tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios


2:16), que es plural. Juntos formamos su Cuerpo. Pídele al Señor que te ayude
a encajar mejor en el Cuerpo local de creyentes para que favorezca el
desarrollo de tus dones particulares y, sobre todo, para crecer en tu relación
con el Espíritu Santo.

Capítulo 29
Cubiertos por Dios
por Bill Johnson

S abemos que las promesas de Jesús se aplican a cada persona que lo busca
por salvación: “… Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin
del mundo” (Mateo 28:20). Entonces, ¿por qué algunas personas caminan con
más sentido de la presencia de Dios que otras? ¿Por qué algunas personas le
dan un valor más alto a su presencia que otras? ¿Qué hace posible que algunas
personas disfruten una comunión con el Espíritu Santo a lo largo de sus días,
muy conscientes de cómo se siente Dios sobre sus palabras, actitudes y
actividades? Preocupados por no contristarlo, tienen pasión por darle
preeminencia en todo, y esa pasión lleva a esos creyentes a una vida
verdaderamente sobrenatural en la cual el Espíritu Santo obra a través de ellos
de forma continua.

La diferencia está en la unción. La presencia del Señor se hace realidad en su


unción. La palabra unción viene de una palabra latina que significa “untar”. La
unción de Dios nos cubre o “unta” con su presencia llena de poder. ¡Suceden
cosas sobrenaturales cuando una persona camina en su unción!

En su mayor parte, la unción ha sido acaparada por la Iglesia, para la Iglesia.


Muchos han comprendido mal la razón por la que el Señor nos cubre de sí
mismo, pensando que solo es para nuestro disfrute. Pero debemos recordar: en
el Reino de Dios, solo podemos conservar aquello que damos. Se supone que
esta maravillosa presencia de Dios debe llevarse al mundo. Si no se hace así,
nuestra efectividad disminuye. ¿el Señor nos deja? No, pero quizá esta oración
te ayude a echar luz sobre este punto: ¡Él está dentro de mí por mi bien, pero
está sobre mí por el tuyo! Estar llenos del poder del Espíritu no es solamente
para el ministerio, sino para tener un elemento que “une”. Jesús dijo: “… el
que conmigo no recoge, esparce” (Lucas 11:23). Si nuestros ministerios no
recogen, dividirán.

La unción nos equipa para llevar al mundo a un encuentro con Dios. Les
debemos ese encuentro. Por esa razón, todo creyente compasivo debería
clamar por mayor unción. Cuando estamos cubiertos con el Señor, se remueve
todo aquello con lo que entramos en contacto. La unción se entiende más
comúnmente como algo que ayuda con la predicación de La Palabra o para la
oración de los enfermos, pero es la persona con la unción continua la que abre
muchas más oportunidades para ministrar.

Solía ir a un local de alimentos saludables. Era del tipo que tiene música
extraña y muchos libros de guías espirituales de diversos cultos. Iba allí a
comprar por un compromiso que había hecho de llevar la luz de Dios a los
lugares más oscuros de la ciudad. Quería que vieran un contraste entre lo que
ellos pensaban que era luz y lo que la Luz realmente es. Antes de entrar, oraba
específicamente para que la unción del Señor cayera sobre mí y fluyera a
través de mí. Caminaba por pasillos y oraba en voz baja en el Espíritu, con el
deseo de que Dios llenara la tienda. Un día, el dueño vino hacia mí y me dijo:
“Algo cambia cuando usted viene al negocio”. Una puerta se abrió ese día que
me dio muchas oportunidades para ministrar a futuro. La unción que estaba
sobre mí me equipó para el servicio.

Jesús iba caminando por un camino muy transitado con personas que de todos
lados trataban de acercarse a Él. Una mujer se acercó y tocó el borde de su
manto. Él se detuvo y preguntó: “¿Quién me ha tocado?”. Los discípulos se
sorprendieron ante semejante pregunta porque, para ellos, tenía una respuesta
obvia: ¡todos! Pero Jesús prosiguió y dijo que había sentido que había salido
poder de Él. Él había sido ungido por el Espíritu Santo y
Cubiertos por Dios

el poder real del Espíritu de Dios había salido de su ser y fluido hacia la
mujer y la había sanado. La fe de esa mujer demandó algo de esa unción en
Jesús. “… el yugo se pudrirá a causa de la unción” (Isaías 10:27 RVR60).

Un versículo muy popular para recibir una ofrenda es: “ … Lo que ustedes
recibieron gratis, denlo gratuitamente” (Mateo 10:8). Pero con frecuencia se
olvida el contexto de este versículo. Jesús se refería al ministerio de lo
sobrenatural. La implicancia es que, ya que has recibido al Espíritu Santo, que
es el mayor don de todos, debes darlo.

Cuando ministramos en la unción, realmente damos de la presencia de Dios, la


impartimos a los demás. Jesús continuó, enseñándoles a los discípulos lo que
significaba dar. Incluía las cosas obvias, como sanar al enfermo, echar fuera
demonios, etc. Pero también incluía un aspecto olvidado con frecuencia: “Al
entrar, digan: ‘Paz a esta casa (…) que la paz de ustedes reine en él’” (Mateo
10:12-13).

Él nos ha hecho administradores de la presencia de Dios. No es que podamos


manipular y usar su presencia para nuestros propios fines religiosos. Somos
movidos por el Espíritu Santo, por consiguiente, nos transformamos en
colaboradores de Cristo. En esa posición, lo invitamos a invadir las
circunstancias que se presentan ante nosotros. Al buscar cambios para servir,
le damos al Espíritu Santo la oportunidad de hacer aquello que solo Él puede
hacer: milagros. Dale la oportunidad al Señor de hacer lo que solo Él puede
hacer. Él busca a aquellos que están dispuestos a ser “untados” por Él, para
que permitan que su presencia afecte a otros para bien. Jesús dijo: “Si no hago
las obras de mi Padre, no me crean” (Juan 10:37). Las obras del Padre son
milagros. En el contexto de su ministerio milagroso en la Tierra, dijo: “… el
que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará
mayores…” (Juan 14:12). Ansío que llegue el día en que la Iglesia declare:
“¡No creas en nosotros a menos que estemos haciendo las obras que hizo
Jesús!”.

Le debo al mundo una vida llena del Espíritu, pues le debo al mundo un
encuentro con Dios. Sin la llenura del Espíritu Santo tanto dentro como sobre
mí, no seré una vasija rendida para que el Señor fluya a través de mí.
Puntos para reflexionar
1. Algunas veces, “la unción” puede parecer una palabra en código, lo cual
puede disminuir su significado. En tus propias palabras, ¿puedes describirla?
Incluye ejemplos personales tanto de dar como de recibir la presencia de Dios
debido a la unción (sobre ti o sobre alguien más).
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2. ¿Cómo te ha ayudado la unción a usar tus dones espirituales para lograr un


mayor resultado? Asegúrate de incluir los dones ministeriales como el
servicio y la ayuda.
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3. ¿Cómo puedes llevar la presencia de Dios adonde quiera que vayas en las
próximas veinticuatro horas?
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Meditación
Permite que las palabras que acabas de leer te motiven a buscar su presencia
nuevamente. Llénate de Él. Invítalo a que te cambie aun más. Escucha su voz
en lo profundo de tu corazón. Entrégate por completo a Él otra vez.

Pídele que te cubra con su presencia, que te unja para que puedas llevar su
presencia a tu mundo hoy. Su corazón anhela tocar los corazones de otros
hombres, mujeres y niños a través de tí. Permítele tener más acceso a tu
corazón y, a través del tuyo, al de ellos.

Capítulo 30
Practicar los dones
del Espíritu
por Kris Vallotton

E n los días de Samuel, Elías y Eliseo, los “hijos de los profetas” estudiaron
bajo la guía de esos profetas en lo que era, probablemente, una escuela de
profetas. Aunque los profetas tenían su base en Nayot de Ramá, recorrían el
desierto para profetizar mientras eran aconsejados por esos profetas
renombrados (ver 1 Samuel 19:18-20).

Desafortunadamente, algunos cristianos comprendieron mal la definición de


practicar la profecía o cualquiera de los dones del Espíritu. La verdad es que
no practicamos para que el Espíritu Santo mejore sus dones, sino más bien, lo
hacemos para mejorar nuestra propia habilidad para fluir con aquello que el
Espíritu Santo está haciendo.

En el libro de 1 de Timoteo, Pablo exhorta a Timoteo a ministrar con su don


espiritual más allá de lo habitual. Cualquiera que haya hecho ejercicio físico
sabe que hay algún beneficio de ejercitarse hasta que el cuerpo sienta cierto
nivel de dolor. Si te levantas a la mañana después de hacer ejercicios y no
estás dolorido, te das cuenta de que el ejercicio realizado solo mantuvo tu
condición actual.

El mismo principio se aplica a tu crecimiento espiritual. Si haces solo aquello


que es cómodo para ti, no crecerás. Cuando realmente estás creciendo es
porque hay un elemento de incomodidad. Puedes verlo de este modo: “Los
perros del fracaso están a las puertas del destino”. La fatalidad y el fracaso
siempre nos asustan y, a veces, impiden que avancemos hacia un futuro más
promisorio.

En otras palabras, las cosas a las que les temes con frecuencia guardan las
mayores recompensas.
Pablo le recuerda a Timoteo que “ avives la llama del don de Dios que
recibiste (…) Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de
poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:6-7). Pablo le habla a esa
tendencia en nosotros. Cada vez que damos un paso de fe, tenemos que pasar
por encima del temor. El temor es el perro guardián que protege la fortaleza de
la prosperidad espiritual. Cuando un perro comienza a ladrar, sabemos que el
tesoro que protege está cerca. La mayoría de las personas nunca pasan por
encima del perro que gruñe. El resultado: No crecen porque no practican el
fluir de sus dones.

Acá hay algunas sugerencias para practicar los dones del Espíritu, en especial
los dones proféticos:

1. Profetiza tu día. Cuando te levantes a la mañana, ora y pídele al Señor


información sobre lo que pasará durante el día. Escríbelo tan claramente como
lo comprendas. Al final del día, revisa y fíjate si el suceso que te profetizaste
a ti mismo sucedió. Además, considera qué tan bien comprendiste los detalles
específicos del o los hechos.

2. Practica palabras de conocimiento. Ve a un restaurante o lugar público y


ora por la persona que está proveyendo un servicio para ti. Pídele al Señor
palabras de conocimiento para la persona. En general, es mejor si haces esto
cuando la persona no está frente a ti. Escribe las palabras de conocimiento en
un pedazo de papel. Después puedes “entrevistar” a la persona respecto a las
palabras de conocimiento que recibiste.
Practicar los dones del Espíritu

Por ejemplo, si piensas que el Señor te mostró que esa persona tiene tres
hijos, simplemente le puedes preguntar si tiene niños. Si la respuesta es sí, le
puedes consultar cuántos, etc. Te sugiero que, cuando recién estás
aprendiendo, no le digas a la persona que tienes palabras de conocimiento de
parte de Dios. Al comienzo, esta práctica es más para desarrollar tu don que
para ministrar. A medida que tu habilidad para escuchar la voz del Espíritu
Santo mejore, comenzarás a avanzar con valentía y fe.

3. Forma un grupo con otra persona. Agrega la ayuda de un compañero de


oración. Oren uno por otro y pídanle al Señor por palabras de conocimiento
para cada uno. Tomen turnos para comentar lo que creen que Dios les ha
mostrado. Permite que aquel que recibe la palabra la juzgue. Obviamente, esto
funciona mejor si ambos están tratando de crecer en sus dones espirituales. Es
importante en este ejercicio que sean extremadamente sinceros uno con otro, a
fin de obtener una honesta evaluación del desempeño.

4. Practica palabras de conocimiento para sanidad. Puedes practicar


palabras de conocimiento para sanidad en un grupo, simplemente orando y
pidiéndole al Señor que te muestre a alguien que está pasando por una
enfermedad o dolor. Con frecuencia, esto viene como una sensación en tu
cuerpo que coincide directamente con la parte del cuerpo de alguien que el
Señor quiere sanar. Si es apropiado en la reunión, pregúntale al grupo si
alguien tiene un problema específico en su cuerpo. Luego, deberías orar por
esa persona y experimentar el gozo de ver al Señor sanar la dolencia.

5. Profetizar como un grupo. Otra forma de practicar en el entorno de un


grupo es elegir a un miembro del grupo y hacer que los demás le profeticen a
esa persona. A medida que se expresan las palabras, pídele a un miembro del
grupo que las escriba. Luego de que se hayan dicho un número significativo de
palabras proféticas, pídele a la persona que las recibió que las juzgue y dé una
devolución al grupo sobre la exactitud de las mismas.

6. Intercesión profética. La intercesión profética toma lugar al orar. A menudo


en la oración, el Señor te dará una comprensión de la vida de las personas.
Profetiza la respuesta a cada uno de esos asuntos que puedes ver en la vida de
esas personas y entonces pídele al Señor que permita que los caminos de
ambos se crucen ese día. Te sorprenderás de cuántas veces el Señor te hará
recordar personas para que ores por ellas, gente que no has visto en meses,
incluso años. Lo más probable es que pronto sepas de ellos.

La práctica de los dones del Espíritu debe hacerse en una atmósfera de amor y
cultura de sumisión a la verdadera autoridad espiritual, así podemos edificar
sobre una base sólida mientras practicamos nuestros dones espirituales.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cuáles son tus dones espirituales? Si no lo sabes, proponte averiguarlo. Si
los conoces, ¿cómo los utilizas? ¿De qué manera han sido dejados de lado
algunos de ellos?
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2. Define un método en particular que deseas utilizar para practicar tus dones
espirituales. Sigue adelante con tu decisión y observa si eso marca una
diferencia en tu confianza y efectividad. ¿Cómo podrás darte cuenta de que tus
dones se están desarrollando?
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3. ¿Cuál es tu mayor temor cuando consideras caminar en la plenitud de tus


dones? ¿Qué vas a hacer al respecto?
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Meditación
Si has aprendido a tocar un instrumento musical, piensa de qué manera llegaste
a ser habilidoso. Incluso si eres un músico talentoso, seguramente tuviste que
practicar desde el primer día. Y sabes que puedes seguir mejorando por el
resto de tu vida, no hay límites a lo que puedes aprender. De hecho, las épocas
de práctica intensa (solo o en grupo), proveen la mejor preparación para
cualquier música que necesites ejecutar.

Ponte en una situación que te desafíe a usar tus dones espirituales al mismo
tiempo que te alimentas con enseñanza bíblica. Practica el uso de tus dones.
Fíjate si puedes estimular un “impulso” de crecimiento espiritual en ti mismo.

Capítulo 31
El distrito de la luz verde
por Bill Johnson

M uchos creyentes viven con el concepto de que Dios los guiará cuando les
llegue el tiempo de hacer algo. Entonces, esperan, a veces durante toda la
vida, sin hacer un impacto significativo en el mundo a su alrededor. Su
filosofía es: tengo luz roja hasta que Dios me dé la luz verde. Y la luz verde
nunca llega.

Pablo vivió en el “distrito de la luz verde” del Evangelio. Él no tuvo


necesidad de señales del cielo para convencerse de obedecer Las Escrituras.
Fue suficiente cuando Jesús le dijo: “¡Ve!”. Pero todavía necesitaba al Espíritu
Santo para que le mostrara lo que estaba en la mente del Padre.

Él tenía carga por Asia y había tratado de ir allí y predicar. El Espíritu Santo
lo detuvo, lo que también significa que no lo guió. Luego, trató de ir a Bitinia,
pero una vez más el Espíritu Santo dijo que no. Después, tuvo una visión de un
hombre que le rogaba que fuera a Macedonia. Así que fue a Macedonia para
anunciar el Evangelio. Esa es una historia maravillosa de la guía de Dios (ver
Hechos 16:6-10).

Pero es fácil no comprenderlo. Pablo pudo ser obediente porque ya estaba


trabajando, llevando el Evangelio a todo el mundo. Acá cabe un decir popular:
“Es más fácil conducir un auto cuando está en marcha que cuando está
detenido”.

El compromiso de Pablo hacia el estilo de vida de ir lo puso en el lugar en el


que podía escuchar las direcciones específicas que Dios tenía para Él. El
Espíritu Santo trataba de impedir que fuera a ciertos lugares en los momentos
equivocados.

El propósito del Apocalipsis no es hacernos más perspicaces. El


entendimiento es un maravilloso beneficio de un encuentro con Dios, pero
enriquecer nuestra inteligencia no es la preocupación primordial del Señor. Su
interés en la revelación es nuestra transformación personal. La revelación nos
conduce a un encuentro con Dios, y ese encuentro nos cambia para siempre.
Los encuentros pueden ser experiencias sensacionales o simples momentos de
estar inmersos en su paz. De todas maneras, son indicadores a lo largo del
camino de “Venga tu reino…” (Mateo 6:10).

Sin el encuentro, la revelación nos vuelve orgullosos. Esa fue la razón de la


advertencia de Pablo a la iglesia en Corinto: “El conocimiento envanece…”
(1 Corintios 8:1). El efecto real sobre nuestra inteligencia está en relación con
la medida de transformación que hemos vivido. La revelación viene a
ensanchar el terreno de juego de nuestra fe. La verdad revelada permanece
como teoría sin comprobar, a menos que se haga una realidad a través de una
experiencia accionada por la fe. Dios quiere que experimentemos el fruto de la
revelación sobre la sanidad, por ejemplo, sanando personas. No quiere que
usemos la revelación para desarrollar una teología de la sanidad.

“Revelación” significa “levantar el velo” o “remover la cubierta”. La


revelación nos da acceso a esferas de una mayor unción, las que están
disponibles para nosotros para hacer de esa verdad una experiencia personal y
un estilo de vida.

Cuánto más grande sea la verdad, mayor será la unción que se necesite para
demostrar esa verdad al mundo. Se debe buscar la unción y no darla por
supuesta (ver 1 Corintios 14:1).

La medida de la unción que tenemos revela la medida de la revelación con la


que vivimos.
Las personas me piden que ore por ellas a fin de recibir una revelación mayor.
En tanto que siempre es un honor bendecir a alguien con oración, esas
personas poco comprenden cómo o a
El distrito de la luz verde

quién viene la revelación. La siguiente es una lista de sugerencias prácticas


para crecer en lo que respecta a recibir revelación de Dios. Ser como niños.
La sencillez y la humildad de corazón ayudan a capacitar a una persona para
escuchar a Dios, el deseo de ser profundo es un deseo malgastado.
Lo que muchos descubren después de años de enseñanza es que la palabra más
sencilla es la más profunda. Jesús dijo: “… Te alabo, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e
instruidos, se las has revelado a los que son como niños” (Mateo 11:25).

Obedece lo que sabes. La claridad llega a aquel que está deseoso de hacer la
voluntad de Dios. La voluntad de obedecer atrae revelación, porque Dios es el
máximo administrador, sembrando sus tesoros en tierra fértil: los corazones
rendidos.

Aprende el arte bíblico de la meditación. La meditación bíblica es una


búsqueda diligente. Mientras que los cultos religiosos le enseñan a las
personas a vaciar su mente para meditar, La Biblia nos enseña a llenar la
nuestra con La Palabra de Dios. La meditación necesita de un corazón
tranquilo y una mente controlada. Meditar es cuando reflexionas en tu corazón
sobre una palabra, buscando la verdad en la misma forma en la que un niño
curioso persigue algún asunto. “… Mi corazón reflexiona por las noches; mi
espíritu medita e inquiere” (Salmo 77:6).

Vive en la fe. Vivir por fe en tu tarea presente te prepara para más. La luz de la
gloria de Cristo llega a la persona que expresa fe (ver 2 Corintios 4:4).

Adquiere un corazón comprensivo. Un corazón comprensivo es una buena


base para que se edifique algo nuevo. Con sabiduría, Dios concede
entendimiento nuevo a aquellos que tienen los principios básicos en su lugar.
Cuando viene la revelación, el corazón comprensivo tiene una “ranura en la
que ponerla”. No se pierde como una semilla derramada sobre la tierra. “…
para el entendido, el conocimiento es cosa fácil” (Proverbios 14:6).

Entrégale tus noches a Dios. Trato de terminar cada día con el amor de mi
corazón encendido y dirigido al Espíritu Santo. Qué maravillosa forma de irse
a dormir. En Cantar de los Cantares esto se revela de forma poética: “Yo
dormía, pero mi corazón velaba…” (Cantares 5:2). Dios ama visitarnos por
las noches y darnos instrucciones que nos costarían mucho más trabajo recibir
durante el día (ver Job 33:15-16).

Comparte lo que ya has recibido. Dar continuamente es una forma segura de


recibir más. Cuando estás en una situación ministerial que “te supera”, Dios
extrae de las profundidades de tu corazón entendimiento que todavía no era
parte de tus procesos de pensamiento consciente (ver Proverbios 20:5).

Conviértete en un amigo para Dios. Dios comparte sus secretos con sus
amigos.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cuál es el último entendimiento profundo o la última revelación que has
recibido de Dios? ¿Qué idea “cobró vida” cuando la escuchaste, leíste,
pensaste o comprendiste? Hasta ahora, ¿qué has hecho con ella? ¿Cómo lo
acompañas con fe? ¿Cómo se convierte en activa y tiene un efecto en el mundo
a tu alrededor?
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2. ¿Vives en el “distrito de la luz verde”? ¿Cómo te das cuenta?


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3. Cuando Dios te da entendimiento, ¿cómo puedes evitar la trampa del


orgullo?
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Meditación
Uno de los mayores gozos en la vida es escuchar a Dios. No tiene lado
negativo. Pero hay un costo que viene con lo que comprendes. Parte del costo
es el esfuerzo que requiere buscar al Señor diligentemente y otra parte del
costo es dejar de lado los objetivos personales.

Si leer sobre el precio de la revelación disminuye tu emoción sobre recibir


revelaciones de Dios, pregúntale qué quiere que cambies y cómo puedes
moverte en dirección al “distrito de la luz verde”. ¿Cómo puedes hacer que tu
corazón se convierta en mejor tierra para sus revelaciones?

Si crees que ya le estás dando a Dios una luz verde, ponte en la posición para
más. Pídele específicamente, por ejemplo, que te ministre en la noche a través
de visiones y sueños. Pídele más fe para acompañar las revelaciones que Él te
dé.

Capítulo 32
Humildad verdadera
por Kris Vallotton

L a humildad verdadera no es la ausencia de confianza, sino más bien fuerza


contenida. No podemos ser humildes por accidente; debemos proponernos en
nuestro corazón no exaltarnos más de lo que debemos. La humildad es un
asunto del corazón.

Jesucristo fue el modelo máximo de humildad y servicio. Él contuvo su poder,


vaciándose a sí mismo de sus privilegios como Dios y adoptando las
limitaciones humanas. Pero La Biblia registra que Jesús no fue siempre
percibido como un modelo de humildad. Con frecuencia, ofendió a los fariseos
e incluso a sus propios seguidores al hacer declaraciones en las que les
pareció arrogante y blasfemo. Acá hay una respuesta típica a sus
declaraciones:

Una vez más los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús les
dijo:
—Yo les he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre.
¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?
—No te apedreamos por ninguna de ellas sino por blasfemia; porque tú,
siendo hombre, te haces pasar por Dios.

—Juan 10:31-33

El punto es que la percepción de las otras personas realmente no tiene nada


que ver con que una persona sea verdaderamente humilde o no. La humildad es
un asunto de cómo te relacionas con Dios y cómo Él te percibe. La humildad
es una consecuencia de entender y creer la verdad de quién es Dios y quién
eres en Él. Podemos ser humildes y aun así confiar en nuestra identidad.
Desafortunadamente, incluso ese tipo de confianza le parece arrogante al
inseguro.

Es verdad que la humildad es una elección, pero el hecho es que la mejor


manera de escoger la humildad es elegir creer lo que el Señor dice acerca de
ti. Cuando salimos basados en las palabras que hemos oído de nuestro Padre,
descubrimos lo que está verdaderamente dentro de nosotros y,
consecuentemente, podemos aprender cómo moderar nuestra fuerza. La fe es el
atributo más humilde que podemos cultivar en nuestra vida.

Juan el Bautista fue un gran ejemplo de humildad. Él fue un gran hombre y


Jesús mismo lo elogió y declaró que era el más grande de todos los hombres
“entre los que nacen de mujer” (ver Mateo 11:11 RVR60). Él sabía quién era
y con fidelidad y valentía cumplió con su divina misión de preparar el camino
del Señor. Pero cuando Cristo se reveló y comenzó su ministerio, Juan, por
voluntad propia, se hizo a un costado. Él dijo: “A él le toca crecer, y a mí
menguar” (Juan 3:30). ¿Se estaba humillando Juan con esta afirmación? No,
porque no necesitaba hacerlo. Simplemente estaba afirmando un hecho: cuando
Jesús crece, todo lo demás necesariamente mengua. La verdadera humildad
viene sencillamente de vernos a nosotros mismos en el contexto correcto.

Hasta ahora, hemos tratado de ver nuestra grandeza en el contexto de quién es


Dios. También necesitamos ver nuestra grandeza en el contexto de su
propósito. Dios le ha hecho a la Iglesia un gran llamado, y por lo tanto, se
requiere de grandes personas para lograrlo. Si no somos capaces de ver
nuestra grandeza, incumpliremos con nuestro llamado. Nuestra mentalidad
limitada y nuestra falsa humildad han hecho que gran parte de la Iglesia sea
ineficaz, al disminuir nuestra visión de la influencia que estamos destinados a
tener en el mundo.
Humildad verdadera

Todos hemos encontrado personas en el mundo a nuestro alrededor que son


arrogantes y egoístas. Algunas de esas personas han alcanzado una supremacía
real en algún área de la vida, a través del desarrollo de sus talentos con
trabajo duro y determinación. La tragedia en esos casos no es que esos
hombres y mujeres se llevan el crédito por lo que han hecho, sino que su
grandeza no ha sido dirigida hacia el propósito divino para el que fueron
creados. ¿Puedes imaginarte lo que sería nuestro mundo si cada talento y
habilidad que fue dada al género humano fuese dirigida hacia la alabanza y la
gloria de Dios? Entonces el conocimiento de la gloria del Señor podría cubrir
la Tierra como las aguas cubren el mar (ver Habacuc 2:14).
En la parábola de los talentos (ver Mateo 25:14-30), los exitosos siervos
fueron aquellos que entendieron que su maestro les había confiado algunas de
sus riquezas con el propósito de incrementarlas. Eso es lo que Dios quiere que
entendamos acerca de la grandeza que ha puesto en nosotros. No será una
cuestión de si nos enorgullecemos cuando realmente comprendamos y
abracemos la responsabilidad que viene con ello. Al contrario, nos
volveremos formales, disciplinados y apasionados por desarrollar lo que
hemos recibido, a fin de cumplir con nuestro llamado.

El precio que Jesús pagó en la cruz determinó el valor de la gente que Él


compró con su sangre. Fuimos creados para testificar la gloria de Dios y para
traerle gloria. Después de todo, ¿quién es más grande: un rey que gobierna
sobre un grupo de sujetos cualesquiera o un rey que se para frente a un gran
ejército de soldados llenos de seguridad, que se enorgullecen de servir a su
rey? ¿No es verdad que la grandeza de los súbditos del rey a él mismo lo
glorifica?

Aunque el primer ejército de David estaba lejos de ser poderoso, su grandeza


personal levantó a esos hombres para que fueran como él, a tal punto, que
treinta y siete de esos hombres tienen sus nombres y proezas documentadas en
La Biblia (ver 2 de Samuel 23:8-39). Cuando comenzaron, eran un ejército de
perdedores:

“ Además, se le unieron muchos otros que estaban en apuros, cargados de


deudas o amargados. Así, David llegó a tener bajo su mando a unos
cuatrocientos hombres” (1 Samuel 22:2).

En el Nuevo Testamento, este escenario se repitió con Jesús y sus discípulos.


Cuando los discípulos fueron a Él, eran solamente hombres de trabajo con
limitado entrenamiento espiritual. Bajo Jesús, dieron vuelta al mundo (ver
Hechos 17:6). Los entrenó para que hicieran todo lo que Él hizo y les prometió
que sus obras serían más grandes que las que Él hizo.

Su grandeza vino directamente de lo alto. Su humildad vino, no de degradarse


a sí mismos, sino de exaltar a su líder.
Puntos para reflexionar
1. ¿Por qué es signo de humildad creer lo que Dios dice acerca de ti?
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2. El hecho de que Jesucristo se humilló a sí mismo al convertirse en hombre


obviamente no significó que Él nunca haya demostrado gran fortaleza y
valentía. Entonces, ¿qué significa que contengas tu fuerza?
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3. ¿Comprendes la grandeza del llamado que Dios ha puesto en tu vida como


su hijo o hija, o por lo general sientes que no puedes o no deberías ser una
gran persona? ¿De qué manera una mentalidad pobre disminuyó tu visión de
influenciar el mundo?
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Meditación
El rey David hizo esta afirmación: “ Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán
los humildes y se alegrarán” (Salmo 34:2). Nos hemos acostumbrado tanto a
escuchar ese versículo que no pensamos con seriedad sobre la incongruencia
de combinar jactancia con humildad. Sin embargo, este señala cómo la
jactancia, en el Señor, puede ser, de hecho, una expresión de verdadera
humildad. De lo que nos gloriamos es de mucha importancia.

Tómate un tiempo ahora mismo y gloríate en el Señor. Adóralo, usa las


palabras de los Salmos y tus propias palabras. Declara su grandeza. Con tu
corazón enfocado en Él en vez de en ti mismo, disfruta la libertad de la
humildad.

Capítulo 33
Es fácil escuchar a Dios
por Kevin Dedmon

P ara muchos cristianos, la idea de escuchar directamente a Dios es muy


extraña. Esos mismos cristianos no tienen problema en pedirle al Señor y
esperan que Él escuche sus oraciones. La dificultad que tienen es creer que
ellos mismos pueden oírlo.

Desafortunadamente, eso significa que muchos cristianos han reducido el “oír


a Dios” a lo que comprenden de La Biblia. Además, para algunos, el
pensamiento de que el Señor le hable directamente a un individuo produce
algo de temor, por todos los “chiflados” que alguna vez han expresado que lo
escuchan, pero que, obviamente, han oído a otra fuente.

Escuchar a Dios personalmente es algo completamente escritural. Por ejemplo,


Moisés tuvo una conversación con Él en la zarza ardiente, una conversación en
la que Dios le daba instrucciones específicas para liberar a los israelitas de la
esclavitud en Egipto (ver Éxodo 3). Gedeón ganó confianza para vencer a los
medianitas cuando el ángel del Señor mencionó su verdadera identidad y le
dio confirmación a través de un “vellón” para cumplir su destino (ver Jueces
6:11-40). Pablo escuchó la voz de Jesús en el camino a Damasco (ver Hechos
22:6-10) y Jesús instruyó a Pedro respecto a los animales limpios e inmundos
(ver Hechos 10). Jesús prometió: “Pero cuando venga el Espíritu de la
verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia
cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir”
(Juan 16:13).

Se nos ha dado el Espíritu Santo para que nos comunique los planes y deseos
del Padre. El Espíritu Santo hace esto a través de visiones, sueños, palabras
proféticas, palabras de sabiduría y palabras de conocimiento (ver 1 Corintios
12).

Es fácil escuchar de Dios. Algunas veces lo escuchamos y ni siquiera nos


damos cuenta. Eso fue lo que le pasó al niño Samuel en el templo. El Señor lo
llamó, y tres veces fue a ver a Elí, el sumo sacerdote, pues pensaba que era él
quien lo había llamado (ver 1 Samuel 3).

Creo que Dios nos habla a todos nosotros más de lo que discernimos. Con
frecuencia viajo a distintas iglesias, para equipar y animar a las personas a
vivir lo sobrenatural de forma natural. Un fin de semana estaba en una iglesia.
Durante el servicio de la mañana, llamé al equipo de liderazgo al frente para
darle palabras de conocimiento para sanidad. Hubo muchas palabras de
conocimiento, y varias personas sanaron al momento en que se pronunciaban
las palabras.

Finalmente, llegamos a uno de los líderes clave de la iglesia y le pedí que


diera una palabra de conocimiento. “No tengo ninguna”, me respondió.
“Seguro que tienes”, lo alenté. “No, realmente no tengo ninguna”, me
respondió. “Inventa una”, le imploré.

La congregación se quedó boquiabierta y el líder me miró con incredulidad y


me dijo: “Estás bromeando, ¿no?”. “No, hablo en serio, inventa una”,
presioné. El punto que trataba de demostrar es que escuchar a Dios es mucho
más fácil de lo que muchos de nosotros se imaginan.

Con cara de consternación, el líder echó mano de la primera palabra que vino
a su mente y dijo: “Bien, alguien acá tiene dolor en la parte baja del estómago
y siente náuseas”. Inmediatamente, cinco personas levantaron sus manos y
todas ellas fueron sanas de inmediato. La iglesia rompió en alabanzas a
medida que los cinco confirmaron sus sanidades y testificaron públicamente.
Es fácil escuchar a Dios

La noción de que “nuestros pensamientos no son sus pensamientos” es una


afirmación del Antiguo Testamento sobre un Israel rebelde al que el profeta le
rogaba que se arrepintiera (ver Isaías 55:8). Para el cristiano obediente, esa
afirmación debería cambiarse por “nuestros pensamientos son sus
pensamientos”. La Biblia es clara: Es el incrédulo el que tiene una mente
depravada (ver Romanos 1:28). Y esa mente es hostil hacia Dios (ver
Romanos 8:7). Al creyente, se le ordena ser transformado mediante la
renovación de su mente (ver Romanos 12:2).
Más aun, Pablo nos dice que nosotros, de hecho, “ tenemos la mente de
Cristo” (1 Corintios 2:16).
Dos veces al año, tenemos lo que llamamos el “Pastors’, Leaders’ Advances
[Avances del Líder y Pastores]”, un evento de tres días en el cual los
estudiantes de segundo año de la School of Supernatural Ministry [Escuela de
Ministerio Sobrenatural] que han sido entrenados para escuchar la voz de
Dios, profetizan a los líderes. Dos estudiantes por equipo, junto con un
estudiante de secundario de nuestra escuela cristiana, pasan unos diez minutos
con cada persona en una sesión de más de dos horas de duración.
En una ocasión, dos de nuestros estudiantes habían formado un equipo junto a
un niño de doce años. A medida que los líderes pasaban delante, los dos
estudiantes mayores se miraban uno al otro, preguntándose si tenían o no una
“palabra”. Cada vez, respondían que no tenían algo de forma inmediata y
entonces le cedían la palabra al estudiante de colegio secundario, que siempre
tenía prolongadas “palabras” de ánimo.
Cuando la sesión de dos horas había terminado, los estudiantes de la Escuela
de Ministerio Sobrenatural expresaron su asombro ante el nivel de capacidad
del niño de doce años. Cuando le preguntaron cuánto tiempo hacía que
profetizaba, pensando que seguramente tenía mucha experiencia, él les
respondió que esa era la primera vez. Impresionados, los estudiantes del
Ministerio Sobrenatural comenzaron a preguntarle cómo había tenido tantas
palabras, las que resultaron ser muy detalladas y de gran aliento para los
líderes a los cuales les habían profetizado.
Su respuesta fue sencilla. “Mi maestro me dijo que hoy iba a profetizar,
entonces pensé que, ya que estaba haciendo el trabajo de Dios, cualquier cosa
que viniera a mi cabeza vendría de parte de Él. Así que cuando ustedes me
preguntaron si tenía algo, simplemente dije lo primero que vino a mi mente”.
Los estudiantes recibieron una revelación instantánea, transformadora para la
vida sobre la simplicidad de escuchar la voz de Dios.
La confianza para acceder y ser activos en “palabras de conocimiento” viene
de (1) aprender a conectarse con esta “nueva” mente, la mente de Cristo, (2)
como Samuel, aprender a discernir que lo que estás escuchando es realmente
de Dios y (3) asumir un riesgo para ver si lo que escuchas ayuda a alguien.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cuántas veces en el último tiempo has recibido palabras de Dios que has
entregado a otras personas? ¿Cuántas veces piensas que has escuchado que el
Señor hablara para ti? ¿Cuántas veces te gustaría oír de Él? ¿Piensas que
puedes escucharlo más a menudo de lo que estás acostumbrado?
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2. ¿Has recibido una palabra de un “chiflado”? ¿Te has convertido de alguna


manera en un “tímido” como resultado? ¿Qué crees que Dios quiere que hagas
en cuanto a ello? .................................................................................................
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3. ¿Alguna vez has compartido lo que creíste que era una palabra de Dios y te
encontraste con una fuerte oposición o reprensión de la persona a la que le
entregaste la palabra? En retrospectiva, ¿crees que cometiste un error (lo que
es normal) o piensas que la palabra era, de hecho, buena y precisa? ¿Fue
alentador? ¿Has escuchado a Dios de la mejor manera que te es posible? ¿Qué
crees que Él quiere hacer con esa experiencia?
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Meditación
Si estás rodeado especialmente por personas que pueden oír a Dios, puede ser
que no escuches su voz tanto como podrías. Quizá pienses: “Bien, alguien con
más experiencia y valentía obtendrá la palabra de todas maneras”. No necesito
intentar. Seguramente confundiría todo si lo hiciera.

Después de leer este breve capítulo, ¿piensas que podrás escuchar más de
Dios que antes? ¿Crees que tienes la mente de Cristo? Detente en la lectura de
este libro y comienza a escucharlo ahora.

Capítulo 34
Dios esconde cosas
para ti, no de ti
por Bill Johnson

J esús es La Palabra de Dios. Es difícil para Él no tener algo que decir. En


ocasiones, pasamos por etapas en las que sentimos que Dios no nos habla. La
mayor parte del tiempo, simplemente cambió su lenguaje y espera que nos
ajustemos a Él.

La voz audible del Padre habló a Jesús mientras estaba predicando:

¡Padre, glorifica tu nombre! Se oyó entonces, desde el cielo, una voz que
decía: “Ya lo he glorificado, y volveré a glorificarlo”. La multitud que
estaba allí, y que oyó la voz, decía que había sido un trueno; otros decían
que un ángel le había hablado.

—Juan 12:28-29

Las personas reconocieron haber oído algo, pero ninguno de ellos sabía lo que
era. No solo no se dieron cuenta de que era la voz de Dios, sino que nunca se
les ocurrió que ese suceso inusual tenía algún significado para sus vidas. Jesús
respondió a su incredulidad diciendo: “Esa voz no vino por mí sino por
ustedes…” (Juan 12:30). Dios habló para proveer una salida al estilo de vida
de incredulidad para cada persona allí presente, pero la dureza de corazón
hizo que no pudieran entender lo que escuchaban. Algunos creyeron que era un
rayo, un acto impersonal de la naturaleza. Otros pensaron que había sido un
ángel, algo espiritual, pero no para ellos.

La incredulidad puede estar enmascarada como sabiduría pero debe ser


expuesta como el gran pecado que es. La incredulidad tiene la apariencia
externa de una manera conservadora de ver la vida, pero obra para someter a
Dios mismo al escrutinio y control de la gente. Se alimenta de la opinión de
los demás, a la vez que se enorgullece de no caer en los extremos en los que
otros han tropezado.

¿Por qué tantos cristianos necesitan que yo pruebe que Dios ha hecho lo que
ellos han visto que hizo? Aunque los milagros suceden frente a sus ojos, igual
quieren informes médicos y radiografías antes de darle al Señor alguna
alabanza. Acá hay una silla de ruedas vacía con el antiguo ocupante que la
empuja o una persona que estaba deprimida que ahora se regocija, o un sordo
que alaba a Dios por cada sonido que puede escuchar, mientras que los
espectadores demandan pruebas de que esos son milagros realmente. Sé que
los charlatanes existen. Pero el esfuerzo de protegernos a nosotros mismos de
ser burlados es más un signo de incredulidad que de sabiduría.

El corazón que permanece en fe “se apoya en Dios”, anticipa su voz en busca


de su próximo movimiento. Como Jesús podemos decir: “Mi alimento es
hacer la voluntad del que me envió…” (Juan 4:34). Me fortalezco y sustento
cuando escucho hablar al Señor y lo obedezco. Oír a Dios es esencial para la
vida de un cristiano, pues “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Su voz es nuestra vida.

En la vida podemos comer en la mesa de la opinión pública en donde la


comida es dulce, pero se vuelve agria en el estómago. Podemos elegir la mesa
del logro personal, un alimento poderoso sin dudas, pero con una caída tan
veloz como el ascenso. Solo una mesa tiene un alimento rico que cae bien y
trae fortaleza sobrenatural: es la mesa de la voluntad de Dios. Sin la belleza
de su
Dios esconde cosas para ti, no de ti
voluntad, está perdida la persona que no conoce el lenguaje del Espíritu.

Es importante aprender cómo habla el Señor. Su lengua materna no es el


español. De hecho, tampoco lo es el hebreo. Aunque usa los lenguajes de los
hombres para comunicarse, está más inclinado a hablar a través de miles de
otros métodos. A continuación, encontrarás una lista que está lejos de ser
completa y que representa los limitados descubrimientos de mi propia
aventura con Dios.

El lenguaje de Las Escrituras. Las Escrituras son la base para todo lo que se
“escucha” de Dios. Aunque Él no quebrantará su Palabra, con frecuencia
quebranta nuestro entendimiento de ella. Recuerda: el Señor es más grande
que La Biblia. Esta no contiene a Dios, lo revela.

El lenguaje de la voz audible. La voz audible puede venir a nuestro oído


natural mientras estamos despiertos o dormidos. También puede oírse con
nuestros oídos espirituales (hago esta aclaración porque después de que
sucedió no siempre puedes recordar si lo escuchaste externa o internamente.
Pero es mucho más que una “impresión”. Es tan claro como escuchar a alguien
hablar).

El lenguaje de la voz suave y apacible. Es la voz tranquila o la impresión del


corazón. Esa es probablemente la forma más común en que la gente escucha a
Dios. Podemos aprender a distinguirla de nuestros propios pensamientos e
ideas. Alguien una vez me dijo: “¿Sabes que has oído de Dios cada vez que
has tenido una idea mejor que una que tú podrías pensar”.

El lenguaje de las visiones. Las visiones se manifiestan tanto al ojo natural


como a los ojos del corazón. Lo segundo son las imágenes en la mente, las
cuales son el equivalente visual de la voz suave y apacible. Es tan fácil
perderlas como obtenerlas, “apoyarse en Dios” es lo que las hace entrar en
foco.

El lenguaje de los sueños. Obviamente, la mayoría de los sueños suceden


durante la noche. Pero hay una forma de soñar que es similar a una
ensoñación, cuando una persona está despierta. Estas son más propensas a ser
ignoradas, porque parecen “solo mi imaginación”. En su forma más intensa son
más como un éxtasis.

El lenguaje de los dichos profundos (ver Proverbios 1:6). Dios algunas veces
nos habla escondiendo las verdades en proverbios, declaraciones, enigmas,
coincidencias y circunstancias. El significado está allí para que nosotros lo
encontremos. Cuando nos apoyamos en Dios es más fácil discernir cuando
esas circunstancias son Él o cuando son sucesos inusuales de la vida. Este
lenguaje único del Señor es una invitación a entrar en su gran aventura.

Tener el corazón y la habilidad de escuchar y entender los lenguajes de Dios


nos provee un potencial ilimitado para traer los recursos del cielo a la Tierra.
Puntos para reflexionar
1. Explica por qué esta es una afirmación verdadera: “El corazón anhelante
escucha mejor”.
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2. ¿De qué forma escuchas la voz del Señor generalmente? ¿Cuál de sus
“lenguajes” has aprendido a escuchar? ¿Puedes pensar en otro lenguaje de
Dios, aparte de los que se presentan en este capítulo?
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3. ¿Has caído en la trampa de la incredulidad enmascarada como sabiduría?


¿Qué hiciste al respecto?
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Meditación
Aun mientras lees estas palabras, Dios te está hablando. Sin tomarlo
sobrenaturalmente, ¿qué piensas que dice? Retén ese pensamiento y escucha un
poco más. Ahora, ¿qué piensas que Él dice sobre lo que pensaste que le
escuchaste decir? Escucha con atención y espera que Él te sorprenda con algo
precioso.

Guarda lo que el Señor te acaba de decir. Pídele que lo amplíe, si fuera


necesario. Pídele que modele tu fe y tu nivel de expectativa como un alfarero
modela una vasija. Él quiere aumentar tu capacidad de escuchar su voz, de día
o de noche, a todo volumen o en silencio, entre la multitud o cuando estás solo.

Capítulo 35
Si es importante para ti,
es importante para Él
por Bill Johnson

Q uizás has oído decir: “Dios en primer lugar, la familia en segundo y la


Iglesia en tercero”. Esa lista no oficial es importante, por cuanto ayuda a dar
prioridades en la vida de un cristiano. Sé de muchas tragedias en las familias
de los pastores porque ellos ignoraron esas prioridades de la vida en el Reino.
Sin embargo, aunque es buena, no creo que técnicamente sea correcta. Cuando
Dios es el número uno, no hay número dos.

Por mi amor a Dios, me entrego a mi esposa y a mis hijos. No es


independiente del Señor, sino en Él. No es que no puedo amar a mi esposa sin
amar a Dios. Muchos no creyentes lo hacen bien. Pero al conocerlo y amarlo,
recibo una medida de amor sobrenatural que es inalcanzable fuera de Dios.
Todo aquel que se ha entregado por completo al Señor debe amar a los demás
mucho más de lo que pensó que era posible.

Es a causa de mi pasión por Jesús que amo a la Iglesia en la forma en que lo


hago. Mi amor por Dios es mi amor por la vida. No se los puede separar. El
amor por mi familia, la iglesia, el ministerio, etc. es una expresión de mi amor
por Dios, que es el número uno y el único.

La religión destruye esa conexión, porque implica que solo las actividades
abiertamente espirituales son aceptables como servicio a Dios. La religión nos
remite al concepto de los componentes espirituales y seculares de la vida
cristiana. La persona que vive esta vida dual necesita una lista de prioridades
para sobrevivir, pero su concepto de Dios no le permite realmente tener una
pasión por algo que no es visto como una disciplina cristiana.

Tenemos que hacer un cambio en nuestra forma de pensar, por medio de la cual
reconozcamos que la pasión por Dios da a luz una a una pasión por otras
cosas. No debemos vivirlas como cosas que compiten o que están separadas
de nuestra devoción a Dios. Juan escribió que nuestro amor por Dios será
medido por nuestro amor hacia otras personas (ver 1 Juan 4:20). Este
principio es tan absoluto que Dios dice que si no amamos a los demás, no lo
amamos realmente a Él. En el despertar de nuestra pasión por Dios, surge la
pasión por las personas y las cosas. Con frecuencia, al entregarnos a esas
cosas, probamos y manifestamos nuestro amor por el Señor.

En mi caso, mi amor por el aire libre es parte de mi devoción a Cristo.


Mientras que algunos adoran la naturaleza, yo adoro a Aquel a la cual esta
señala: el Creador. Mi amor por mi familia, por la caza y la pesca, por las
montañas y el océano, y por el café tostado francés son parte del gozo de la
vida para mí, y ese gozo nace a través de mi relación con Él.

A lo largo de Las Escrituras se conoce a David como el hombre con un


corazón “conforme al corazón de Dios”. Su pasión por Dios parece no tener
paralelo en La Palabra. Al mismo tiempo, también muestra un amor por la vida
sin igual. En el Salmo 137, llama a Jerusalén “mi propia alegría”. ¿Cómo
puede hacer de una ciudad el objeto principal de su afecto? ¿No se supone que
el afecto mayor sea Dios? Esta supuesta paradoja simplemente ilustra la idea
de que debemos tener una expresión práctica de verdades espirituales. El
amor de David por Dios necesitaba expresarse y Jerusalén era el blanco
perfecto.

En tanto que es posible valorar otras cosas por encima del Señor, no es
posible valorarlo a Él sin apreciar otras cosas. La mente
Si es importante para ti, es importante para Él

religiosa rechaza todo lo que no considera sagrado y recomienda un estilo de


vida monástico como un gran logro. Aunque siento admiración por los
creyentes que vivían una vida ascética en el pasado, no es el modelo que Jesús
nos dio. Desde el punto de vista de Dios, la forma en la que administramos el
resto de nuestra vida se convierte en la prueba de fuego de nuestro auténtico
amor por Él.

Como la mayoría de las personas, tengo una lista de cosas por las que oro.
Ellas representan los deseos y las necesidades básicas de mi vida y de las
personas a las que amo. Si no están escritas en papel, al menos lo están en mi
corazón. En la lista, tengo cosas que tienen una importancia eterna obvia:
oración por nuestras ciudades, por la salvación de ciertas personas, por
victorias de sanidad en casos difíciles, por provisión, tanto personal como
para la Iglesia. A continuación de lo urgente, está la sección de la lista de lo
que “sería bueno”. Es larga y los puntos tienen diferentes niveles de
importancia.

He notado que Dios algunas veces pasa por encima de la sección de mis
prioridades más importantes y va directamente a la parte de “ni siquiera me he
molestado en preguntar” que se encuentra en algún lugar profundo en mi
corazón. En una de esas ocasiones, un amigo vino y mi dijo: “Oye, ¿te gustaría
un perro de caza?”. Siempre había querido un perro de caza bien entrenado,
pero nunca tuve ni el tiempo ni el dinero para semejante lujo. Ni tampoco
estaba en mi lista. Mi amigo añadió: “Un entrenador de perros me debe un
gran favor y me dijo que me daría la clase de perro que yo quisiera. No
necesito otro perro. Así que dime qué tipo de perro te gustaría y lo conseguiré
para ti”. Así de fácil fue como me convertí en el dueño de un perro que no
estaba en mi lista de oración. Ni siquiera estaba en la sección “sería bueno”
de la lista. No era lo suficientemente importante. Sin embargo, era un deseo
secreto de mi corazón. Dios pasó por encima de todo lo que tenía importancia
eterna y fue hacia algo temporal y aparentemente insignificante.

Al principio me ofendió. No es que no estuviera agradecido, pues sí lo estaba.


Pero no tenía sentido. Hubiese preferido que me permitiera usar esa “carta de
triunfo” para algo que fuera más importante para mí.

Me llevó un tiempo, pero finalmente lo comprendí. Mis peticiones eran


importantes, pero mi perspectiva de Él era más importante. Allí y entonces
comencé a comprender que si me importa a mí, le importa a Él. Lo que Él
había hecho me dijo más sobre mi Padre celestial que lo que hubiese
aprendido si me hubiera contestado todas las otras peticiones que tenía en mi
lista.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cómo has limitado a Dios a tu manera humana de pensar sobre las
prioridades? ¿Has comenzado a ver las cosas con una nueva luz?
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2. ¿Reconocer algunas prioridades fuera de lugar hace que quieras justificar


tus suposiciones y elecciones? ¿Qué harás? ¿Cómo descansarás en su amoroso
cuidado?
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3. ¿Conoces a alguien que sea ejemplo de una vida con Dios rica y abundante?
Esa persona, ¿demuestra estar interesada o ávida por las cosas? ¿Está llena
del gozo de vivir? Permite que el ejemplo de esa persona te guíe a una mayor
libertad. .................................................................................................
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Meditación
Con demasiada frecuencia, las personas limitan a Dios a ciertas prioridades
porque en el fondo creen que su poder es limitado. Es difícil de ver, porque
ellos parecen estar demasiado preocupados por el bienestar de los demás.
Dicen: “Oh, no te preocupes por mi dolencia crónica. Más bien, pídele a Dios
que sane a mi hijo”, como si Él se fuera a quedar sin poder o sin misericordia
luego de sanar al niño.

El Señor tiene suficiente poder para sanar a ambos. No obtenemos solo uno o
dos deseos. No se nos acabará la gracia. No es una situación o la otra.
Además, su capacidad de atención es excelente, tan buena de hecho, que puede
prestarle completa atención a cada ser humano sobre el planeta al mismo
tiempo.

Él se interesa por todo por lo que tú te interesas. Permite que su abundancia


fluya en tu espíritu y tu alma.
Capítulo 36
El nombre de Jesús
por Kevin Dedmon

H ay más en un nombre que solo un nombre. Una clave central para soltar el
poder sanador de Dios se encuentra en la historia de Pedro cuando sanó al
mendigo lisiado (ver Hechos 3). Después de sanar al hombre, Pedro se dirigió
a la multitud que miraba, para explicar cuál era la fuente de poder que proveía
la sanidad. Él declaró: “Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a
este hombre a quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de
Jesús lo ha sanado por completo, como les consta a ustedes” (Hechos 3:16).

La clave para traer sanidad a la vida de la gente fue y todavía es el nombre de


Jesús.
Lamentablemente, algunas personas han sido inducidas al error de que, en
tanto pongan la frase “en el nombre de Jesús” como una etiqueta a sus
peticiones, cualquier cosa que pidan les será hecha. Algunos usaron esa frase
como un amuleto de la suerte: “Si simplemente digo: ‘En el nombre de Jesús’,
sucederá”. Pero es importante comprender que ese nombre es más que un
nombre en Las Escrituras.
En La Biblia, en especial en el Antiguo Testamento, el nombre significaba la
naturaleza de la persona, su carácter, personalidad y atributos, y llevaba a
comportamientos predecibles. Cualquier nombre usado para identificar a Dios
describía un aspecto específico de su naturaleza divina, carácter, personalidad
y atributos. Por ejemplo, Yavé o Jehová Rapha significa “Yo soy el Señor, que
les devuelve la salud” (Éxodo 15:26). Este principio no se aplica solo a Dios,
sino a otros también.
El nombre Jacob por ejemplo, significa “impostor”. A lo largo de la vida de
Jacob en La Biblia, encontramos que manifiesta su nombre a través de su
comportamiento. Él engañó a su hermano Esaú (ver Génesis 27),
embaucándolo respecto a su bendición familiar, una acción por la que tuvo que
huir a la casa de Labán. Mientras se refugiaba allí, usó tácticas engañosas para
robar las ovejas de Labán, lo que lo forzó a huir nuevamente (ver Génesis 30-
31).
Incluso los hijos de Jacob, Simeón y Leví, siguieron con esa conducta
engañosa cuando Dina, su hermana, fue abusada por siquemitas. Simeón y Leví
les ofrecieron impunidad, si aceptaban circuncidarse. Sin embargo, una vez
que se sometieron a ese procedimiento los mataron, a pesar de que les habían
efectuado una promesa (ver Génesis 34).
Si regresamos al capítulo treinta y dos de Génesis, vemos que Jacob tuvo una
lucha con Dios, que terminó con Jacob bendecido con un cambio de nombre.
El Señor dijo: “… Ya no te llamarás Jacob, sino Israel [literalmente
“contendiente de Dios”, aquel que lucha con Dios y gana y es por eso
bendecido], porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”
(Génesis 32:28). Dios confirmó la nueva identidad de Jacob después al decir:
“… Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás así. De aquí en adelante te
llamarás Israel…” (Génesis 35:10) La implicancia es que Jacob fue
bendecido porque venció.
Si leemos el resto de la historia de Israel, a lo largo del Antiguo Testamento,
encontramos a esta nación luchando con Dios e incluso, en su rebelión,
ganando finalmente y siendo bendecidos. Incluso hoy, Dios trabaja y bendice a
los judíos por medio de penurias y persecuciones interminables. Israel es su
nombre. Por lo tanto, no pueden ser otra cosa sino bendecidos, porque esa es
su identidad.
El nombre de Jesús

A lo largo de las mismas líneas, entre los muchos nombres usados para
describir al enemigo, la palabra “diablo” significa “el que divide”. La palabra
griega diaballo, que significa empujar por el medio de algo [dia = “a través”
y ballo = “empujar”], en otras palabras, el que separa o divide algo. Lo que el
diablo hace es dividir, es lo que él es, y tú puedes ver los efectos de su
nombre por todos lados. Para llevar a cabo su voluntad, el diablo estimula y
promueve calumnias, problemas de comunicación, indirectas, ofensas y otras
tácticas de división para separar lo que Dios ha unido.

De manera similar, siempre que encontramos una revelación del nombre de


Dios en Las Escrituras es una expresión de su naturaleza, carácter,
personalidad y atributos, que lleva a un comportamiento predecible. Su
nombre es quien Él es. Su nombre es lo que hace y cómo actúa, su nombre es
su propia naturaleza. Entonces, si su nombre es Sanador, significa que la
sanidad es parte de su naturaleza que se expresa a través de su
comportamiento. Es por ello que nunca podemos decir que Dios quiere que
alguien se convierta en o que permanezca físicamente enfermo o lisiado. Dios
es el Sanador, no el Destructor. La sanidad expresa quién es y, por lo tanto, la
sanidad es lo que siempre Dios desea para su Pueblo.

En una oración, Jesús le enseñó a sus discípulos a orar. Él comenzó


mostrándoles cómo hacerlo: “Ustedes deben orar así: ‘Padre nuestro que
estás en el cielo, santificado sea tu nombre…’” (Mateo 6:9).

Cuando decimos las palabras “ santificado sea tu nombre”, declaramos que


su naturaleza, carácter, personalidad y atributos son diferentes a cualquier
expresión del mundo. En otras palabras, nada es mejor que nuestro Padre del
cielo.

Me gusta comparar esto con la diferencia entre un fiambre hecho con carne
picada de cerdo y un filete de cerdo. Nuestro Padre en el cielo es como un
filete de cerdo perfectamente condimentado y cocinado. Y hasta el mejor
padre de la Tierra es como un fiambre hecho con carne picada de cerdo. A
algunas personas les gusta el correo no deseado porque es lo único que han
probado. Algunos simplemente eligen comer fiambre hecho con carne picada
de cerdo porque no pueden pagar el filete de cerdo, entonces han ajustado sus
gustos a sus posibilidades. He probado ambos y sin equivocación concluí que
el filete de cerdo es “santificado”. Está dedicado y es consagrado y santo.
Nada, especialmente el fiambre hecho con carne picada de cerdo puede
compararse con el filete de cerdo, está en un nivel completamente diferente.

Así es también con el nombre de nuestro Padre. Su naturaleza, carácter y


atributos están por encima de cualquier cosa de este mundo. Así que cuando
oramos: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre” o
cuando oramos por alguien en el nombre de su Hijo, Jesús, oramos para que
todo lo que expresa su nombre sea revelado, para que las personas vean que
Él es incomparable. Así accedemos a los atributos del portador del nombre y
obtenemos su aprobación y poder.
Puntos para reflexionar
1. ¿Has añadido “en el nombre de Jesús” como un eslogan a tus peticiones de
oración? Muchos cristianos lo han hecho. Ahora es tiempo de pasar a un nuevo
nivel de comprensión sobre la razón por la que oras en el nombre de Jesús. Ya
no necesitas invocar su nombre solo para asegurarte de que tu oración sea
“correcta”.
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2. ¿Sabes cuál es el significado de tu nombre? Fíjate de nuevo para asegurarte.


¿Cómo puede tu propio nombre llevar una bendición?
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Meditación
Su nombre habla por sí mismo y es todopoderoso:

Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre
todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el
cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

—Filipenses 2:9-11, énfasis añadido

Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor
Jesús y del amor que demuestran por todos los santos, no he dejado de dar
gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. Pido que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y
de revelación, para que lo conozcan mejor. Pido también que les sean
iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha
llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán
incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese
poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo
resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones
celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio,
y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino
también en el venidero.

—Efesios 1:15-21
En el nombre de Jesús, amén. Capítulo 37
Llevar las señales y las
maravillas a las calles
por Bill Johnson

L a misión primaria de Jesús se resume en esta línea: “… El Hijo de Dios fue


enviado precisamente para destruir las obras del diablo” (1 Juan 3:8). Esa
fue la misión de Jesús, la de sus discípulos y es la nuestra también. El
propósito de Dios al salvarte no fue simplemente rescatarte y mantenerte
ocupado hasta que te mande al cielo. Su propósito es mucho mayor. Él te
comisionó para que demuestres la voluntad de Dios “en la tierra como en el
cielo” (Mateo 6:10), y que ayudes a transformar este planeta en un lugar que
sea radiante y esté saturado de su poder y presencia. Esa es la columna
vertebral de la Gran Comisión y debería definir tu vida y la mía.

En nuestra Escuela de Ministerio, entrenamos a las personas en lo relativo a


señales y maravillas, y estamos especialmente interesados en aprender cómo
operar en lo sobrenatural afuera de las cuatro paredes de la iglesia. Nosotros
alentamos a nuestros estudiantes, dándoles asignaciones específicas para
invitar a Dios a obrar en lugares públicos.

Un día después de clase, un grupo de estudiantes de nuestra Escuela de


Adoración fue a visitar a una señora en el hospital. Ella tenía un tumor
cerebral, era sorda de un oído y estaba perdiendo la sensibilidad en el lado
derecho de su cuerpo. Hablaba con gran dificultad, arrastraba las palabras y
sufría fuertes dolores. En vez de imponer manos sobre ella y orar, los
estudiantes la rodearon con adoración, cantando y expresando su amor por el
Señor. Al poco tiempo la mujer dijo: “¡Mis oídos están abiertos!”. La sordera
se había ido. Ellos continuaron cantando y ella dijo: “¡Mi habla es más
clara!”. Comenzó a hablar con claridad. Muy pronto comenzó a mover sus
miembros. Exclamó: “¡Todo el dolor se ha ido!”. Dios reconstruyó su cuerpo
cuando se adoró alrededor de ella.

Cuando hacemos la voluntad de Dios, hacemos que la realidad del Reino


choque contra las obras del diablo. Nosotros iniciamos un conflicto entre la
realidad terrenal y la celestial, y nos convertimos en el puente que impone, a
través de la oración y la obediencia completa, la autoridad del Señor.

No hace mucho tiempo, una mujer con un brazo fracturado vino a nuestra
iglesia. Le dolía tanto la muñeca que ni siquiera podíamos tocarle la piel para
orar por ella. Mantuvimos nuestras manos lejos y oramos, y a los pocos
minutos, Dios la había sanado por completo. No tenía ningún dolor y movía su
muñeca para todos lados. El brazo se veía completamente diferente de como
lucía segundos antes. La realidad del Reino había aplastado una de las obras
del diablo. Esa es la vida cristiana normal.

Además de alimentar al pobre todas las semanas, tenemos una fiesta anual en
la cual las familias de la iglesia adoptan una mesa en nuestro gimnasio y la
decoran con adornos navideños. Las mesas se tienden con la mejor vajilla,
cristal y cubiertos de plata. Luego, transportamos a los necesitados hasta el
evento que se lleva a cabo en su honor. El año pasado servimos costillas de
primera calidad. Comenzamos con treinta y cuatro lomos asados para
alimentar a dos grupos de quinientas personas cada uno. Después de servir
diecinueve lomos asados al primer grupo, nos dimos cuenta de que los quince
que nos quedaban no iban a ser suficientes para los más de doscientos obreros
más el segundo grupo de quinientos. Se tomó la decisión de no alimentar a los
obreros. Pero cuando volvimos a la cocina, había veintidós lomos asados.
Habían aparecido siete más de forma misteriosa. Se dio de comer a los
Llevar las señales y las maravillas a las calles

obreros y también al segundo grupo de gente necesitada. Eso debería haber


agotado nuestros veintidós misteriosos lomos asados, ¡pero quedaron doce
más una vez que todos habían comido! La multiplicación del pan es
maravillosa, ¡pero realmente me gusta ver la multiplicación de lomos asados!

¿No estás cansado de hablar sobre un Evangelio de poder, pero no verlo nunca
en acción? ¿No estás cansado de tratar de llevar la Gran Comisión sin ofrecer
pruebas de que el Reino realmente funciona? Demasiados entre nosotros han
sido como el vendedor de aspiradoras que va hasta la puerta y tira un poco de
tierra en el suelo y dice: “Represento a la compañía de aspiradoras
WhizBang. Mi aspiradora es tan potente que usted tendrá que sacar a las
mascotas y a los niños pequeños de la habitación. Absorbe todo lo que está a
la vista”. Pero en vez de hacer una demostración con la aspiradora, le entrega
un folleto (panfleto), que promete que la máquina va a funcionar y luego se va.
¡Eso es engañar a las personas! Sin embargo, así es como predicamos con
frecuencia el Evangelio. Les decimos a las personas lo maravilloso que es el
producto, pero rara vez les damos una demostración o lo probamos. Es como
decir: “Hola, mi nombre es Bill Johnson. Represento al Rey y a su Reino. Él
sana todas tus enfermedades, te libra de todas tus aflicciones y se encarga de
todos los desastres de tu vida. Sin embargo, no puedo mostrarte cómo.
Simplemente tendrás que creerlo. Hasta luego”.

¿No crees que hemos definido erróneamente la forma en la que funciona el


Reino de Dios y hemos perdido gran parte de lo que Jesús enseñó? Algunas
personas enseñan que el Reino de Dios es para algún tiempo en el lejano
futuro o era para el pasado, pero no para el acá y el ahora. Algunos consignan
todas las promesas de Dios en La Biblia al milenio o a la eternidad, porque lo
que se ha aceptado es que apenas si vamos a lograr llegar al cielo. Pero Jesús
enseñó y demostró que el Reino de Dios es una realidad de tiempo presente,
existe ahora en el reino invisible y es superior a cualquier cosa en el reino
visible. De la misma manera en que Jesús es por completo Dios y por
completo hombre, así el Reino es por completo acá y ahora. Jesús pasó su
ministerio demostrándonos cómo usar la fuerza del Reino para influir sobre
las obras del diablo. Nuestro ministerio debe hacer lo mismo.

No podemos tener nuestra propia comisión y apoyarnos en nuestros propios


dones ministeriales para llevar a cabo la Gran Comisión. No podemos darnos
el lujo de trabajar fuera de la intervención sobrenatural de la realidad del
Reino. Nuestra tarea nunca fue lo que nosotros podemos hacer por Dios, sino
lo que Él puede hacer a través de nosotros. El cristianismo normal es vivir la
esencia del Evangelio, hacer lo que Jesús hizo y destruir las obras del diablo.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cómo estás llevando la realidad del cielo, no solo la doctrina del cielo, a
tus vecinos y compañeros de trabajo? ¿Cómo anuncias la realidad del Reino a
todo lugar al que vas? ¿Qué tan “normal” es tu vida cristiana?
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2. ¿Conoces a alguien que esté cumpliendo la misión de la Gran Comisión con


éxito? La forma en que puedes medir el éxito es observar las señales del
Reino: “porque el reino de Dios no es (…) sino de justicia, paz y alegría en
el Espíritu Santo” (Romanos 14:17). ¿Cómo han seguido la justicia, la paz y
el gozo a las acciones de esa persona? ¿Qué puedes aprender de ella?
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Meditación
La única forma de hacer las obras del Reino de forma consistente es viendo la
realidad desde la perspectiva de Dios. Eso es lo que La Biblia quiere decir
cuando habla sobre renovar tu mente. La batalla está en tu mente, que el Señor
ha designado como guardián de la realidad sobrenatural que Él quiere que tú
expreses al mundo a tu alrededor.

Una mente sin renovar no es de mucha utilidad para Dios. Es como una nota
discordante en un piano, que aprendes a esquivar porque le resta valor a la
música. Si estás fuera de sintonía con la mente de Cristo, muy pocas veces te
acostumbrarás, porque tus pensamientos estarán en conflicto con los
pensamientos del Señor. Es mucho mejor estar en conflicto con el mundo a tu
alrededor, porque traerás el Reino y este chocará con el reino de la oscuridad.
Aparta tus ideas preconcebidas. Pídele al Señor que hoy renueve tu mente un
poco más.

Capítulo 38
La fortaleza de las
personas del pacto
por Bill Johnson

N uestras estrechas amistades, especialmente con nuestros conyuges, son


poderosas, porque se fundamentan en un pacto. El pacto establece un acuerdo
que permite que la realidad espiritual que gobierna tu vida fluya hacia la otra
persona y viceversa. Es por eso por lo que es de tanta importancia desarrollar
amistades con personas cuyas vidas muestran de forma sistemática el fruto del
Reino. Cuando establecemos pactos de amistad con personas de fe,
continuamos conectados con una fuente creciente de fortaleza, que con
frecuencia determina en gran medida nuestra habilidad para perseverar durante
tiempos difíciles.

Tengo la bendición de tener estrecha amistad con personas de fe genuina. Una


y otra vez, he sido sostenido y fortalecido solo por el hecho de estar cerca de
ellas. Muy a menudo, ni siquiera puedo mencionar la situación difícil que
enfrento en ese momento y sin embargo me voy animado. Hay varias razones
para esto. Primero, el amor y honor que sentimos unos por otros crea un
intercambio de vida siempre que interactuamos. Debido a que mis amigos son
gente de fe, ellos irradian esperanza, promesa y gozo de forma natural. Cuando
estoy con ellos no hace falta mucho tiempo para que me beneficie de su actitud
contagiosa y su buen espíritu. Pero lo mejor de todo es que cuando estas
amistades se construyen en el conocimiento mutuo, según el Espíritu, tienen el
efecto de devolvernos nuestra propia y verdadera identidad en Cristo. Ellos
renuevan nuestra conexión a nuestro propósito y a quienes somos en Él, y
cuando nuestra visión para esas cosas se renueva generalmente también lo
hace nuestra fortaleza. Por esta razón, sé que una de las mejores maneras en
las que puedo fortalecerme a mí mismo cuando estoy cansado o desanimado es
acercarme a un amigo y pasar algún tiempo con esa persona.

Además, me he dado cuenta de que cuando estoy en una condición de


vulnerabilidad emocional o incluso si estoy cansado físicamente, debo tener
cuidado de alejarme de las personas a las que les gusta quejarse y criticar.
Siempre tuve fuertes límites personales para discernir y circunscribir mis
interrelaciones con personas que hablan con un corazón de negatividad e
incredulidad. Normalmente, me siento libre para ministrar a ese tipo de
personas, pero no les doy acceso a mi vida. Cuando me fallan las fuerzas, los
evito intencionalmente. Puede que eso no parezca muy compasivo, pero yo soy
el único responsable de guardar mi corazón de la duda y del juicio, y solo yo
puedo reconocer cuando soy vulnerable a la influencia de las personas que
están de acuerdo con esos espíritus. Salomón nos advirtió respecto a los
poderosos efectos de las personalidades y valores cuando escribió: “No te
hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que
aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa” (Proverbios
22:24-25).

La verdad sea dicha, no todo consejo impío viene del impío aunque muchas
personas pueden estar bien intencionadas, carecen de la perspectiva de fe por
la que me esfuerzo y suelen trabajar más duro para que me vuelva más como
ellas que para ayudarme a fortalecerme en mi fe en Dios. Mi trabajo es
protegerme de tales influencias, especialmente cuando estoy vulnerable.

Mi corazón es un jardín. Algunas personas son buenas para plantar maleza en


él, mientras que otras plantan el Reino allí. Mi trabajo y el tuyo es conocer la
diferencia. Los Evangelios
La fortaleza de las personas del pacto

mencionan específicamente ocasiones en las que Jesús llevó a sus discípulos


lejos de las multitudes para descansar y estar juntos. El testimonio de la
historia del avivamiento nos enseña que muy pocos hombres y mujeres de
Dios saben realmente cómo y cuándo hacer esto. Caso tras caso, la misma
persona que llevó una maravillosa unción que trajo salvación, sanidad y
liberación a miles de personas, carecía de la sabiduría para ver que él o ella
no serían capaces de sostener ese ministerio si no aprendía a apartarse de las
multitudes el tiempo suficiente como para tener descanso físico y cultivar
relaciones vigorizantes con la familia y los amigos que pudieran consolidar su
enfoque sobre el Reino. Como resultado, muchos de esos evangelistas
murieron jóvenes y muchos miembros de sus familias sufrieron física y
espiritualmente. No podemos darnos el lujo de desaprovechar la lección que
esas historias nos enseñan. Si vamos a convertirnos en personas a las que Dios
puede confiarles mayores medidas de favor y unción para cumplir nuestro
propósito como real sacerdocio, tenemos que reconocer que vamos a atraer
personas con necesidades. Las necesidades de las personas pueden ejercer
presiones tremendas sobre nosotros, y esa presión expondrá las partes de
nuestro corazón que se preocupa más por satisfacer las expectativas de otros
que por hacer solo lo que Jesús hace. En su ministerio, Jesús satisfizo las
necesidades de muchas personas, pero también pasó por delante de muchas
otras personas necesitadas. Él entendió que, como un hombre, la única forma
en la que podría tener éxito en su labor era manteniéndose en una posición en
la que lo que lo moviera a la acción no fuera la mera necesidad humana, sino
el corazón de su Padre.

La fuerza de nuestra intimidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y de


las cercanas amistades de pacto en nuestra vida es lo que en buena parte
determina nuestra habilidad para ministrar desde un lugar de fe fuerte y gozosa
obediencia a Dios, más que desde un lugar de esfuerzo para complacer o
ayudar a la gente. Las personas que son más propensas a extralimitarse a sí
mismos en beneficio de las relaciones ministeriales son las personas que
batallan con la intimidad, ya sea con Dios como con los otros. El ministerio
puede ser grande para hacerlos sentir relacionados y amados, pero la verdad
es que sin la responsabilidad que únicamente viene de un pacto de amistad,
solo están sentando las bases para agotarse o transigir. Por eso el Señor sacará
a muchos ministros del ministerio durante un tiempo, para que puedan
aprender a ser amigos suyos, además de trabajar para Él.

Toda productividad verdadera fluye a partir de la intimidad con Dios.


Puntos para reflexionar
1. ¿Tienes amistad cercana con creyentes fuertes, amistades a las que puedes
dar el nombre de amistades “de pacto”? Escribe algunas de las cualidades que
hacen que estas relaciones sean únicas. Decide cómo nutrir esas amistades y/o
en primer lugar cómo desarrollarlas.
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2. Nombra algunas formas específicas en las que has sido ayudado en tu


caminar de fe por tus amigos santos. Nombra alguna de las formas en las que
las relaciones con no creyentes o creyentes débiles que operan desde su mente
carnal han obstaculizado tu caminar de fe.
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3. Si murieras hoy, ¿quién vendría a tu funeral? ¿Qué dirían en un elogio sobre


tu legado?
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Meditación
La mayoría de las personas de fe que pueden hacer una contribución positiva y
consistente a tu vida en tiempos de necesidad son también personas con un
gran sentido del humor. Si eres el tipo de persona que se resiste a reír en
tiempos difíciles, necesitas amigos como esos. Se necesita fe para estar
gozoso frente a una prueba, y pasar tiempo con personas en las que confías lo
suficiente como para relajarte te ayudará a fomentar una atmósfera en la que la
risa venga con frecuencia y facilidad.

Por extraño que parezca, algunas veces no necesitarás encerrarte en tu lugar


secreto de oración o ir a un retiro. Solo necesitarás contar historias graciosas,
comentar experiencias llenas de gozo y aprender a reírte de ti mismo. Los
amigos en la fe que pueden administrar la buena medicina de la risa son, con
frecuencia, lo que el médico prescribe.

Recuerda eso la próxima vez que necesites un amigo o cuando sea tu turno de
ser fuerte para dar apoyo a un amigo en necesidad. Capítulo 39
Primer amor
por Banning Liebscher

No podía creer lo que escuchaba. Elena, una de nuestras líderes del campus de
la escuela secundaria estaba sentada en mi oficina poniéndome al día sobre la
ministración del campus que acababamos de lanzar. Su trabajo era activar a
los estudiantes cristianos a orar en el campus e iba a reunir a otros estudiantes,
desafiándolos a orar por cinco de sus amigos no salvos. Nuestra meta era que
se orara por el nombre de cada uno de los estudiantes no salvos del campus
todas las semanas. Elena se había vinculado con un grupito de otros
estudiantes cristianos y habían comenzado a organizar tiempos de oración
semanales. Pero unas pocas semanas después, sus amigos cristianos se le
acercaron para decirle que ya no estaban interesados en orar y que no iban a
asistir a las reuniones semanales de oración.

Cuando ella me dijo esto, quedé anonadado. Pensé que parecía tan antinatural
que los jóvenes cristianos, o cualquier cristiano, no estuvieran apasionados
acerca de las cosas del Señor. Más específicamente, me parecía anormal que
los cristianos no estuvieran apasionadamente enamorados de Dios y, a la vez,
enamorados de las cosas de Dios. ¿No debería ser el amor apasionado la
característica principal de nosotros como creyentes?

Desafortunadamente, gran parte de la Iglesia ha promovido la idea de que el


sello distintivo de la vida de un creyente es su habilidad de observar ciertas
disciplinas espirituales: ir a la iglesia de forma regular, leer La Biblia y evitar
hacer cosas malas. Pero el cristianismo nunca fue llamado a ser una vida de
disciplinas. Siempre fue ser una vida de pasión.

La cosa más natural en la vida del cristiano es estar enamorado


apasionadamente de Jesús y que ese amor resplandeciente infunda todo lo que
es y hace. De hecho, como seres humanos, fuimos creados para vivir
apasionadamente y para acercarnos a aquellos que viven con fervor. Creo que
somos atraídos a la pasión, porque hay algo dentro de nosotros que sabe que
estamos destinados a entregar nuestra vida a algo mayor que nosotros mismos.
El amor apasionado es en realidad el único poder lo suficientemente fuerte
como para llevarnos, más allá de la conveniencia, hacia el sacrificio. La
disciplina nunca será suficiente. Ahora, soy un firme creyente en las
disciplinas y aliento a los cristianos a que las adopten, pero estas nunca
pueden ser el estímulo propulsor de nuestra vida.

Mi matrimonio no es un matrimonio de disciplinas. Aunque no sería cierto


decir que cada día de mi matrimonio rebosa de amor apasionado, estoy casado
con mi esposa porque estoy fervientemente enamorado de ella, no porque haya
hecho un contrato de negocios con ella. Es verdad que el amor es una elección,
no solo un sentimiento que tengo, pero no me levanto cada día diciendo: “Hoy
voy a elegir amar a mi esposa”. La pasión que siento por mi esposa llena mi
corazón y me motiva a caminar en la promesa de que voy a vivir el resto de mi
vida con ella.

Una de las claves principales para mantener una pasión cada vez mayor por
Dios se encuentra en el libro de Apocalipsis. Mientras estaba en el exilio en la
isla de Patmos, Juan, fue llevado al cielo y se encontró cara a cara con Jesús.
En este encuentro, Él le dio a Juan algunos mensajes para que se los escribiera
a varias iglesias. El mensaje que entregó a los efesios fue que Jesús vio sus
buenas obras, pero que tenía algo contra ellos: “Sin embargo, tengo en tu
contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has
caído!...” (Apocalipsis 2:4-5).
Primer amor

Crecí en la iglesia y escuché muchos sermones sobre este pasaje de La


Palabra. El mensaje siempre fue algo así: “Cuando fuiste salvo, naturalmente
ardías por Dios y vivías una vida llena de pasión. Amabas orar, leer tu Biblia,
invitar a las personas a la iglesia y testificar. Pero con el tiempo, a medida que
tu camino te llevó más lejos en el sendero de la vida cristiana, tu fuego y tu
pasión por Dios comenzaron a disminuir”. En conclusión, siempre se nos
animó a regresar a nuestro “primer amor” haciéndonos recordar cómo
solíamos vivir como nuevos cristianos para que comenzáramos a vivir de esa
forma otra vez.

Para nuestro crédito, tratamos de hacer eso, pero como actuamos más por
deber que por pasión verdadera, nuestros esfuerzos raramente producen el
resultado buscado y nuestros intentos siempre tienen corta duración.

Acá hay un pensamiento radical. No estoy tan seguro de que este pasaje quiere
decir que tenemos que volver a la forma en cómo amábamos a Jesús al
principio. En otro pasaje, Juan escribe: “Nosotros amamos a Dios porque él
nos amó primero” (1 Juan 4:19). Así que no creo que Jesús les estuviera
diciendo a los efesios que regresaran a la manera en que lo amaban al
principio, en cambio, estoy convencido de que les decía que regresaran a la
revelación de que Él los amó primero.

Es esta revelación de su amor por nosotros lo que despierta nuestro amor por
Él. Cuando te encuentras con su amor que todo lo consume, la respuesta
natural es enamorarse por completo de Él. Su amor despierta nuestro amor
hasta el punto de que no tenemos que esforzarnos ni luchar para vivir una vida
de pasión. Viene de forma natural.

Jesús les enseñó a sus discípulos. “ Así como el Padre me ha amado a mí,
también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor” (Juan 15:9).
¡Qué declaración asombrosa! Jesús nos ama de la misma manera en que Dios,
el Padre, lo ama a Él. No hay mayor amor que ese. Entonces Él nos llamó a
permanecer en ese amor. El Señor no nos dijo que tratáramos de recrear el
amor que solíamos tener cuando recién fuimos salvos y que luego
permaneciéramos en nuestro amor por Él. Más bien Él quiere que
permanezcamos en su amor por nosotros.

Cada día de nuestra vida tenemos la oportunidad de permanecer en el amor


más extremo, celoso, desmesurado, desenfrenado, asombroso que puede
imaginarse. Cuando aprendemos a hacer eso, nuestra respuesta natural siempre
será un amor desmedido hacia Él.
Puntos para reflexionar
1. ¿Cambió este capítulo tu interpretación de Apocalipsis 2:4-5? (“… has
abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! ¡Arrepiéntete y
vuelve a practicar las obras que hacías al principio!”). Ahora, ¿cuál es tu
próximo paso?
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2. ¿Cuándo te enamoraste por primera vez de Jesús? ¿Fue una revelación de su


amor por ti lo que hizo que sucediera? ¿Se ha desvanecido tu experiencia de
su amor? Siempre que se renovó, ¿qué despertó esa renovación?
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3. ¿Cómo encajan las disciplinas cristianas en una vida de amor apasionado


por Jesús?
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Meditación
Permanece. Descansa. Confía. Ama. Habita. Disfruta. Permanece. Renuévate.
Tranquilízate. Relájate. Respira. Sé libre. Encuentra. Comprométete.
Expándete.
Conéctate. Crece. Permanece.

Capítulo 40
Darle la bienvenida
a su visitación
por Bill Johnson

L a historia está llena de personas que oraron por una visitación de Dios y la
perdieron cuando llegó. Eso sucedió a pesar de que algunos tenían una fuerte
relación con el Señor. Muchos creyentes tienen una ceguera que el mundo no
tiene. El mundo conoce sus necesidades. Pero una vez que muchos cristianos
han nacido de nuevo, dejan de reconocer sus necesidades. Hay algo en la
desesperación por Dios que hace que una persona pueda reco-nocer el mover
de Dios.

“ Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer”
(1 Corintios 10:12). En Mateo dice que los de corazón insensible no pueden
ver (ver Mateo 13:15). Un cuchillo desafilado es uno que ha sido usado. La
inferencia es que el insensible de corazón tenía una historia en Dios, pero no
se mantuvo al corriente de lo que Él estaba haciendo. Mantenemos el filo en
tanto reconozcamos nuestra necesidad y busquemos apasionadamente a Jesús.

El “primer amor” es apasionado por naturaleza y domina todos los otros


aspectos de la vida. El Espíritu Santo le dijo a la iglesia de Éfeso que Él iba a
remover su “candelabro” si ellos no regresaban a su primer amor (ver
Apocalipsis 2:5). Aunque los teólogos no se ponen de acuerdo en lo que el
candelabro representa, una cosa es cierta: las lámparas permiten ver. Sin su
lámpara, la iglesia en Éfeso iba a perder sus habilidades de percepción. La
ceguera o la insensibilidad no siempre es del tipo que lleva al infierno.
Simplemente no nos conduce a la plenitud de lo que Dios se propone para
nosotros acá en la Tierra. Sin la pasión del primer amor no hay lámpara.

A lo largo de la historia de la Iglesia, aquellos que rechazaron el mover de


Dios fueron generalmente aquellos que experimentaron el anterior. Muchos
decidieron que habían “llegado”. Sintieron que habían experimentado el
mover del Señor.
Pero Él es un Dios de cosas nuevas. Anhelarlo nos obliga a aceptar los
cambios producidos por sus cosas nuevas. La pasión por el Señor nos
mantiene renovados y nos equipa para reconocer una visitación de Dios, aun
cuando otros la rechacen.

Tener una gran necesidad le permite a una persona detectar cuando el Señor
está haciendo algo nuevo. Esa gran necesidad no tiene que ser adicción a las
drogas o prostitución. Se supone que todo cristiano debe mantener un corazón
que se desespera por Dios. ¡Nosotros estamos en gran necesidad! Jesús hizo
referencia a este hecho con sus palabras: “Dichosos los pobres en espíritu,
porque el reino de los cielos les pertenece” (Mateo 5:3). Para estar
enraizados en el centro de su obra, debemos permanecer pobres de espíritu y
estar consumidos por una pasión de primer amor por Jesús.

Cuando la Iglesia comienza a interesarse por el regreso del Señor en vez de


buscar un mayor avance en la Gran Comisión, la esperanza bendita se
convierte en escape bendito. Querer que Jesús regrese ahora es sentenciar a
miles de millones de personas al infierno para siempre. No es que no
tengamos que anhelar el cielo. Pablo dijo que es el consuelo para el cristiano.
Pero buscar el fin inmediato de todas las cosas es pronunciar juicio sobre toda
la humanidad que está fuera de Cristo. Incluso Pablo no quería regresar a
Corinto hasta que la obediencia de ellos fuera completa. ¿Está Jesús, Aquel
que pagó por todo pecado, ansioso por regresar sin la gran cosecha final? Yo
pienso que no.
Darle la bienvenida a su visitación

Creo que el deseo de ir al cielo ahora es en realidad la imitación de “buscar


primero el Reino”. Muchos evangelistas tuvieron avances tan significativos
que esperaban el regreso del Señor en cualquier momento. Como resultado, no
pudieron equipar a la Iglesia para que hicieran aquello para lo cual estaban
dotados y alcanzaron multitudes en vez de a naciones y generaciones.
Debemos planificar como si tuviéramos toda una vida para vivir, pero trabajar
y orar como si nos quedara muy poquito tiempo.

Muchos servicios en las iglesias están diseñados para ser tan inofensivos
como sea posible, con la suposición de que el uso de cualquiera de los dones
del Espíritu hará escapar a la gente y los apartará del Evangelio. Pero ya están
apagados. En su mayor parte, la adoración expresiva, la ministración en los
dones espirituales y actividades similares solo apartan a los cristianos que han
tenido la desafortunada experiencia de haber sido enseñados a oponerse a
ellas. Y muchos de estos individuos se encienden ante tales cosas cuando
enfrentan una situación imposible y necesitan la ayuda de alguien
experimentado en el Evangelio de poder.

La Iglesia tiene una adicción enfermiza por la perfección, del tipo que no hace
concesiones a los desórdenes. La norma de perfección solo puede alcanzarse
restringiendo o rechazando el uso de los dones del Espíritu. El pasaje que se
cita con frecuencia es: “Pero todo debe hacerse de una manera apropiada y
con orden” (1 Corintios 14:40). Sin embargo el “todo” de esta oración se
refiere a las manifestaciones del Espíritu Santo. Por lo tanto, necesitas tener
algunos “todos” primero antes de tener el derecho a imponerles orden.

Mantener las cosas en orden se ha convertido en nuestra gran comisión. Los


dones del Espíritu interfieren con el impulso por el orden. Pero los desórdenes
son necesarios para lograr la multiplicación. Proverbios 14:4 señala: “Donde
no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey aumenta la
cosecha”.

¿Cuán importante es la multiplicación para Dios? ¡Una vez Jesús maldijo a una
higuera porque no daba fruto fuera de tiempo! (ver Marcos 11:13-14). Un
hombre en una parábola fue echado a la oscuridad por esconder su dinero en
la tierra y no obtener intereses para su señor (ver Mateo 25:24-30). Hay una
gran diferencia entre cementerios ordenados y guarderías desordenadas.

No percibimos a Dios cuando vivimos como si ya lo comprendiéramos


completamente. De hecho, si pensamos que lo entendemos, probablemente lo
hemos conformado a nuestra propia imagen. Esforzarnos por conocerlo es
embarcarnos en una aventura en la cual las preguntas aumentan más de lo que
disminuyen. Él es Aquel que siempre obra más allá de lo que nuestra
capacidad puede imaginar.

Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o
pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en
la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los
siglos!. Amén.
—Efesios 3:20-21
Puntos para reflexionar
1. ¿En qué piensas cuando lees la palabra visitación? ¿La perspectiva de una
visitación personal del cielo es bien recibida por ti?
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2. En el pasado, ¿has formado parte de lo que podría llamarse un verdadero


avivamiento, un tiempo de visitación especial de Dios? ¿Cómo terminó ese
tiempo (si lo ha hecho)? Si ha terminado, ¿piensas que podrías revivir el
avivamiento si lo quisieras? ¿Por qué sí o por qué no?
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3. Reflexiona sobre la siguiente oración: “sin la pasión del primer amor no hay
lámpara”. ¿Cómo puedes ilustrar la verdad de dicha afirmación desde tu
propia experiencia?
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Meditación
María recibió una visitación de un ángel. Él le llevó el anuncio más
impactante que jamás se le haya dado a una persona. Ella iba a dar a luz a
Cristo, el niño.

Como María, las personas que han experimentado encuentros espirituales rara
vez tienen una comprensión inmediata de lo que el Señor está haciendo o por
qué. Algunas veces, sus amigos más cercanos quieren alejarlos de ello al
declarar que el mover es del demonio. Con frecuencia son vistos como parte
de un elemento marginal del Cuerpo de Cristo. Por supuesto, un estigma por sí
solo no es garantía de que una persona ha experimentado un verdadero mover
de Dios. Pero la perspectiva de la vergüenza de ser contados entre los herejes,
o al menos, con los engañados, puede ser un obstáculo para buscar una
visitación del cielo.

En tu propia búsqueda del Señor, no permitas que tales temores te distraigan ni


te detengan. Busca su rostro apasionadamente. Él te mantendrá seguro:

¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardarlos para que no caigan,
y establecerlos sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia,sea
la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad, por medio de Jesucristo
nuestro Señor, antes de todos los siglos, ahora y para siempre! Amén.

—Judas 1:24-25
Sobre los autores
Bill y Beni Johnson son los pastores principales de la iglesia Bethel en
Redding, California. Juntos, sirven a un número creciente de iglesias que se
han asociado para un avivamiento. Bill es la quinta generación de pastores,
con una rica herencia en el Espíritu Santo. Beni supervisa a los intercesores de
Bethel y a los de la Casa de Oración, lo que hace que la conexión sobrenatural
con el Señor sea accesible para todos. Sus tres hijos con sus esposas e hijos
están involucrados en el ministerio a tiempo completo. Tienen ocho hermosos
nietos.

Kris Vallotton es el autor de otros cuatro libros y es un conferencista


internacional. Es pastor principal asociado en la iglesia Bethel en Redding,
California. Ha estado casado con su bella esposa, Kathy, durante treinta y dos
años. Tiene cuatro hijos y siete nietos.

Kevin Dedmon tiene un ministerio itinerante que está enfocado en equipar,


fortalecer y activar a la Iglesia para el evangelismo sobrenatural, a través de
milagros y prodigios, sanidades y profecías. Obtuvo una maestría en Liderazgo
para Iglesias de la Vanguard University y ha sido un ministro a tiempo
completo durante más de 25 años. Él y su esposa son parte del equipo de la
iglesia Bethel.

Danny Silk es el pastor administrador principal de la iglesia Bethel. Es el


desarrollador principal del equipo pastoral y es el director de los ministerios
de la iglesia, entre ellos The Transformation Center [El Centro de
Transformación], el alcance a la ciudad y las Salas de
Café espiritual

Sanación Bethel. Danny y su esposa, Sheri, son también fundadores de Loving


on Purpose [Amar con propósito], un ministerio para las familias y las
comunidades alrededor del mundo.

Banning Liebscher ha pertenecido al equipo de la iglesia Bethel, por más de


diez años. Él y su esposa, Seajay, son los directores de Jesus Culture [Cultura
Jesús], un ministerio dedicado a movilizar, equipar, activar y enviar a una
nueva generación de evangelistas a todo el mundo. Estos evangelistas tienen
encuentros con Dios, arden de pasión por Jesús y están siendo entrenados y
equipados en la esfera de lo espiritual, para ser enviados a sus ciudades para
ministrar con poder. Antes de ocupar ese puesto, Banning fue pastor de
jóvenes en la iglesia Bethel y supervisor principal en la School of
Supernatural Ministry [Escuela de Ministerio Sobrenatural].

Esperamos que este libro haya sido de su agrado. Para información o


comentarios, escríbanos a la dirección que aparece debajo.

Muchas gracias.

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