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Versículo de memoria: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre un asna, sobre un pollino,
hijo de animal de carga." Mateo 21: 5.
Introducción:
Jesús salió hacia Jerusalén y cerca de allí estaba la aldea de Betfagé, Jesús mandó que le trajeran un
pollino. Aparejaron el animal con sus mantos y Jesús montó sobre él.
Que, así como Jesús tuvo una actitud humilde y pacífica cuando entró en Jerusalén sobre un asno,
seamos nosotros ejemplos de paz y humildad para los demás.
De la manera más humilde, Jesucristo no sólo entró a Jerusalén montando un asno, sino que también
fue obediente hasta la muerte para salvarnos, cumpliendo así con la voluntad del Padre (Mateo
26:39,42). Los hechos de Jesús eran completamente diferentes a los de los escribas y fariseos.
Nosotros hoy, como creyentes y seguidores de Él, debemos ser humildes ante Dios y ante las
personas, como Jesús nos lo enseñó.
Él estaba destinado a llevar la cruz en conformidad con el plan de Dios, para que el precio del pecado
pudiera ser pagado. Por esto, muy pronto las alabanzas de "hosanna" en los labios de los judíos
desaparecieron, y comenzaron a vociferar: "¡Sea crucificado, sea crucificado!" Nosotros, también,
debemos vivir hoy alabando a Jesucristo con corazón puro, semejante al de los niños.
Cuando Jesús entró en Jerusalén el pueblo tendió sus mantos sobre el camino y lo aclamó: ¡Bendito el
que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! (Juan 12:13).
Jesús vino al mundo como Príncipe de paz (Isaías 9:6) para darnos la paz. Una prueba clara de que
Jesús vino como rey está en el hecho de que la gente le tendió sus mantos en el camino. Podemos ver
en 2 Reyes 9:13 que el pueblo puso sus mantos debajo de Jesús cuando él fue hecho rey. El hecho de
que tendieran sus mantos para que sobre ellos pasara Jesús, nos indica en realidad que Él entró a la
ciudad como rey. Sin embargo, el reino de Jesucristo no es de este mundo; es un reino celestial.