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HORA SANTA

CRISTO REY
INICIO

Exposición del Santísimo

(Lecturas de Misioneras)

(Música instrumental para iniciar y se va perdiendo en el 2do párrafo)

(C) Señor Jesús, bendito y alabado seas en Santísimo Sacramento del Altar,
deseamos hoy adorarte como el Rey que eres de nuestras vidas, Rey Eterno y
Universal. Agradecerte por este difícil año que finaliza pero que sin embargo ha
logrado unirnos más a ti, aumentando nuestra fe y fortaleciendo nuestra
confianza. Gracias Señor, siendo Divinidad, Rey de Reyes, quisiste compartir
nuestra humanidad, herida por el pecado, cargarla sobre ti y abrir así el camino
de nuestra salvación eterna. Permite Señor hoy rendirte un humilde homenaje,
sincero y lleno de amor, agradeciéndote, los que estamos aquí y los que están
ante tu altar en adoración en todas las partes del mundo, por tu infinita bondad y
cercanía permanente con nosotros. Invoquemos hermanos al Espíritu Santo para
dar inicio a esta hora de adoración a Cristo Rey del Universo.

Canto al ESPIRITU SANTO …

(Musica instrumental muy baja que no compita con la voz se pierde)

(R) “Salve Rey de los cielos y tierra, Cristo Jesús, cariñoso Pastor. / Oye la
voz amorosa y vibrante que hoy te eleva mi canto de amor. / Salve Rey de
los ángeles fieles, de Confesores luz y sostén. / Dame la gracia de seguirte
siempre hasta estar feliz en el Edén.”

Breve Silencio (Musica instrumental)

I. ( )

“El título de "rey", referido a Jesús, es muy importante en los Evangelios y


permite dar una lectura completa de su figura y de su misión de salvación.
Se parte de la expresión "rey de Israel" y se llega a la de rey universal, Señor
del cosmos y de la historia; mucho más allá de las expectativas del pueblo
judío. En el centro de este itinerario de revelación de la realeza de Jesucristo
está, una vez más, el misterio de su muerte y resurrección. Cuando
crucificaron a Jesús, los sacerdotes, los escribas y los ancianos se burlaban
de él diciendo: "Es el rey de Israel: que baje ahora de la cruz y creeremos en
él" (Mt 27, 42). Sin embargo, no entendían que la realeza de Jesús residía en
realizar la voluntad de amor de Dios Padre por encima de la desobediencia

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


del pecado. Precisamente porque era el Hijo de Dios, Jesús se entregó
libremente a su pasión y la cruz se convirtió en el signo de contradicción de
su realeza. Ofreciéndose a sí mismo en el sacrificio de expiación, Jesús se
convierte en el Rey del universo, como declarará él mismo al aparecerse a
los Apóstoles después de la resurrección: "Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra."
Pero, ¿en qué consiste el "poder" de Jesucristo Rey? No es el poder de los
reyes y de los grandes de este mundo; es el poder divino de dar la vida
eterna, de librar del mal, de vencer el dominio de la muerte. Es el poder del
Amor, que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido,
llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad
más densa. Este Reino de la gracia nunca se impone y siempre respeta
nuestra libertad. (Mt 28, 18). Extracto Papa Benedicto XVl 22 /11/ 2009

Canto
(Música instrumental muy baja que no compita con la voz hasta que termina la
oración y un poquito más)
II. ( )
Nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio
(R) Lectura del Evangelio según San Juan (18, 33-37; 19,19)

Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú


el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que
otros te lo han dicho de mí?» Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo
y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Respondió
Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi
gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino
no es de aquí.» Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió
Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al
mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha
mi voz.» Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito
era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.»

Nos podemos sentar – Reflexionamos en silencio

(C)Jesucristo vino a la tierra para mostrarnos el camino hacia Dios Padre.


"Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará en la oscuridad, sino
que tendrá la luz de la vida". (Jn 8,12) Aprendamos de Él para poder alcanzar la
Salvación. Escuchemos con detenimiento las siguientes invocaciones y
respondamos: R./ “Te adoramos, enséñanos a ser como Tú."

Rey Manso y Humilde... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú


Rey Misericordioso........ R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Rey Bueno y Amable..... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Rey Pobre y Sencillo..... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


Cristo Rey Generoso R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Rey Noble y Sincero...... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Rey Fiel y Paciente....... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Rey Justo y Recto......... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Rey Santo y Perfecto.... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Cristo, Rey Servicial...... R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú
Rey de corazón puro….. R./ Te adoramos, enséñanos a ser como Tú

Canto

III.- ( )

El Evangelio presenta la realeza de Jesús en el culmen de su obra de


salvación, y lo hace de una manera sorprendente. «El Mesías de Dios, el Elegido,
el Rey» (Lc 23,35.37) se muestra sin poder y sin gloria: está en la cruz, donde
parece más un vencido que un vencedor. Su realeza es paradójica: su trono es la
cruz; su corona es de espinas; no tiene cetro, pero le ponen una caña en la mano;
no viste suntuosamente, pero es privado de la túnica; no tiene anillos
deslumbrantes en los dedos, pero sus manos están traspasadas por los clavos;
no posee un tesoro, pero es vendido por treinta monedas.
Verdaderamente el reino de Jesús no es de este mundo (cf. Jn 18,36); pero
justamente es aquí donde encontramos la redención y el perdón (cf. Col 1,13-14).
Porque la grandeza de su reino no es el poder según el mundo, sino el amor
de Dios, un amor capaz de alcanzar y restaurar todas las cosas. Por este amor,
Cristo se abajó hasta nosotros, vivió nuestra miseria humana, probó nuestra
condición más ínfima: la injusticia, la traición, el abandono; experimentó la
muerte, el sepulcro, los infiernos. De esta forma nuestro Rey fue incluso hasta los
confines del Universo para abrazar y salvar a todo viviente. No nos ha
condenado, ni siquiera conquistado, nunca ha violado nuestra libertad, sino que
se ha abierto paso por medio del amor humilde que todo lo excusa, todo lo
espera, todo lo soporta (cf. 1 Co 13,7).
Sólo este amor ha vencido y sigue venciendo a nuestros grandes
adversarios: el pecado, la muerte y el miedo. (Extr. Hom.Papa Francisco 20/11/2016)

(PAUSA CON MÚSICA)

(R) Respondamos hermanos a cada Invocación: R./ Ven y vive en mí

Señor, Rey eterno y universal. R./ Ven y vive en mí


Señor, Iniciador y consumador del Reino de Dios. R./ Ven y vive en mí
Señor, a quien todas las cosas están sometidas. R./ Ven y vive en mí
Señor, que un día volverás como Rey triunfador. R./ Ven y vive en mí
Señor, que cerrarás la historia como dueño de todo. R./ Ven y vive en mí
Señor, que eres Rey de justicia, de amor y de paz. R./ Ven y vive en mí
Señor, que reinas entre nosotros desde tu Sagrario. R./ Ven y vive en mí
Señor, a quien servir es ya reinar. R./ Ven y vive en mí

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


Canto

IV.- ( )
(R) “Oh príncipe absoluto de los siglos, oh Jesucristo, Rey de las naciones:
te confesamos árbitro supremo de las mentes y de los corazones. / En la
tierra te adoran los mortales y los santos te alaban en el cielo, / unidos a sus
voces te aclamamos proclamándote ¡Rey del Universo!.”

(Música instrumental)

(C) Sería poco creer que Jesús es Rey del universo y centro de la historia, sin
que se convierta en el Señor de nuestra vida: todo es vano si no lo acogemos
personalmente y si no lo acogemos incluso en su modo de reinar. El Evangelio de
san Lucas presenta, como en un gran cuadro, la realeza de Jesús en el momento
de la crucifixión. Los personajes allí presentes nos ayudarán en esta meditación.
Además de Jesús, aparecen tres figuras: 1) el pueblo que mira, 2) el grupo que se
encuentra cerca de la cruz y 3) un malhechor crucificado junto a Jesús.
En primer lugar, el pueblo: el Evangelio dice que «estaba mirando» (Lc 23,35):
ninguno dice una palabra, ninguno se acerca. El pueblo está lejos, observando
qué sucede. Es el mismo pueblo que por sus propias necesidades se agolpaba
entorno a Jesús, y ahora mantiene su distancia. Frente a las circunstancias de la
vida o ante nuestras expectativas no cumplidas, también podemos tener la
tentación de tomar distancia de la realeza de Jesús, de no aceptar totalmente el
escándalo de su amor humilde, que inquieta nuestro «yo», que incomoda. Se
prefiere permanecer en la ventana, estar a distancia, más bien que acercarse y
hacerse próximo. Pero el pueblo santo, que tiene a Jesús como Rey, está
llamado a seguir su camino de amor concreto; a preguntarse cada uno todos los
días: «¿Qué me pide el amor? ¿A dónde me conduce? ¿Qué respuesta doy a
Jesús con mi vida?».

PROCESION con coronas (invitar a los fieles a coronar a Jesús renunciando a


lo que nos impide que Él reine en nuestro corazón)

Hay un segundo grupo, que incluye diversos personajes: los jefes del pueblo,
los soldados y un malhechor. Todos ellos se burlaban de Jesús. Le dirigen la
misma provocación: «Sálvate a ti mismo» (cf. Lc 23,35.37.39). Es una tentación peor
que la del pueblo. Aquí tientan a Jesús, como lo hizo el diablo (cf. Lc 4,1-13), para
que renuncie a reinar a la manera de Dios, pero que lo haga según la lógica del
mundo: baje de la cruz y derrote a los enemigos. Si es Dios, que demuestre poder
y superioridad. Esta tentación es un ataque directo al amor: «Sálvate a ti mismo»,
no a los otros, sino a ti mismo. Que prevalezca el “yo” con su fuerza, con su
gloria, con su éxito. Es la tentación más terrible. Pero ante este ataque al propio
modo de ser, Jesús no habla, no reacciona. No se defiende, no trata de
convencer, no hace una apología de su realeza. Más bien sigue amando,

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


perdona, vive el momento de la prueba según la voluntad del Padre, consciente
de que el amor dará su fruto.
Para acoger la realeza de Jesús, estamos llamados a luchar contra esta
tentación, a fijar la mirada en el Crucificado, para ser cada vez más fieles.
Cuántas veces en cambio, incluso entre nosotros, se buscan las seguridades
gratificantes que ofrece el mundo. Cuántas veces hemos sido tentados a bajar de
la cruz. La fuerza de atracción del poder y del éxito se presenta como un camino
fácil y rápido para difundir el Evangelio, olvidando rápidamente el reino de Dios
como obra. Hay que redescubrir el centro, volver a lo esencial. Miremos el
verdadero rostro de nuestro Rey, el que resplandece en la Pascua, y a
redescubrir el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es
acogedora, libre, fiel, pobre en los medios y rica en el amor, misionera.

En el Evangelio aparece otro personaje, más cercano a Jesús, el malhechor


que le ruega diciendo: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Esta
persona, mirando simplemente a Jesús, creyó en su reino. Y no se encerró en sí
mismo, sino que con sus errores, sus pecados y sus dificultades se dirigió a
Jesús. Pidió ser recordado y experimentó la misericordia de Dios: «hoy estarás
conmigo en el paraíso». Dios, apenas le damos la oportunidad, se acuerda de
nosotros. Él está dispuesto a borrar por completo y para siempre el pecado,
porque su memoria, no como la nuestra, olvida el mal realizado y no lleva cuenta
de las ofensas sufridas. Dios no tiene memoria del pecado y cree que es siempre
posible volver a comenzar, levantarse de nuevo.
Pidamos la gracia de no cerrar nunca la puerta de la reconciliación y del
perdón sino de saber ir más allá del mal y de las divergencias, abriendo cualquier
posible vía de esperanza. Como Dios cree en nosotros, infinitamente más allá de
nuestros méritos, también nosotros estamos llamados a infundir esperanza y a
dar oportunidad a los demás. Porque permanece siempre abierta de par en par
para nosotros la verdadera puerta de la misericordia, que es el Corazón de Cristo.
Del costado traspasado del Resucitado brota hasta el fin de los tiempos la
misericordia, la consolación y la esperanza.
(Extr. Hom.Papa Francisco 20/11/2016)

Canto
( )
V.- (C) La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de
Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de
nuestro afán en la vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que
Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las
sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo
en el que reine el amor, la paz, la justicia y la salvación eterna de todos los
hombres. Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo
mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz
profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han
dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires de
la guerra cristera en México en los años 20’s, quienes por defender su fe, fueron
perseguidos y todos ellos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”.
La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar
a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras
vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.
(PAUSA)

Letanías a Cristo Rey del Universo (nos podemos poner de pie o de rodillas)

Acerquémonos con profunda reverencia al trono de su Majestad, nuestro


divino Rey, Cristo Jesús, y ofrezcámosle el homenaje de nuestra humilde
adoración. Adoremos y alabemos a Aquel a quién el eterno Padre dijo: Pídeme y
te daré las gentes y naciones por tu reino. (Sal. 2, 8)

Veneramos, oh Jesús, vuestro reino eterno que poseéis como Hijo de Rey
Eterno, igual en todo al Padre en majestad, omnipotencia y gloria. Vuestros son
los cielos y vuestra es la tierra. Vos creasteis al universo y cuanto existe. Todas
las cosas fueron hechas por TI y sin TI nada se hizo de cuanto se ha creado. El
orbe entero es vuestro y Tú reinaras de mar en mar, hasta los últimos confines de
la tierra.

-Señor, ten misericordia de nosotros,


Señor, ten misericordia de nosotros,

-Cristo, ten misericordia de nosotros,


Cristo, ten misericordia de nosotros,

-Señor, ten misericordia de nosotros,


Señor, ten misericordia de nosotros,

-Cristo óyenos,
Cristo óyenos,

-Cristo escúchanos
Cristo escúchanos

-Dios, Padre celestial,


Ten misericordia de nosotros.

-Dios Hijo, Redentor del mundo,


Ten misericordia de nosotros.

-Dios Espíritu Santo,


Ten misericordia de nosotros.

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


-Trinidad santa, un solo Dios,
Ten misericordia de nosotros.

Ahora respondemos - Ten piedad de nosotros


-Jesús, Rey, verdadero Dios y verdadero hombre,
Ten piedad de nosotros

-Jesús, Rey de los cielos y de la tierra,


-Jesús, Rey de los ángeles,
-Jesús, Rey de los apóstoles,
-Jesús, Rey de los mártires,
-Jesús, Rey de los confesores,
-Jesús, Rey de los vírgenes,
-Jesús, Rey de todos los santos,
-Jesús, Rey de la santa Iglesia,
-Jesús, Rey de los sacerdotes,
-Jesús, Rey de los reyes,
-Jesús, Rey de las naciones,
-Jesús, Rey de nuestros corazones,
-Jesús, Rey y esposo de nuestras almas,
-Jesús, Rey, Salvador y Redentor nuestro,
-Jesús, Rey, y Dios nuestro,
-Jesús, Rey y Maestro nuestro,
-Jesús, Rey y Pontífice nuestro,
-Jesús, Rey y Juez nuestro,
-Jesús, Rey de gracia y santidad,
-Jesús, Rey de amor y justicia,
-Jesús, Rey de vida y de paz,
-Jesús, Rey de la verdad y de la sabiduría,
-Jesús, Rey del universo,
-Jesús, Rey de la gloria,
-Jesús, Rey Altísimo,
-Jesús, Rey Todopoderoso,
-Jesús, Rey invencible,
-Jesús, Rey sapientísimo,
-Jesús, Rey benevolentísimo,
-Jesús, Rey pacientísimo
-Jesús, Rey flagelado,
-Jesús, Rey coronado de espinas,
-Jesús, Rey crucificado,
-Jesús, Rey gloriosamente resucitado,
-Jesús, Rey de amor en el Santísimo Sacramento,
-Jesús, Rey nuestro amantísimo, Ten piedad de nosotros.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor.
Perdónanos, Señor.

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos Señor.
Escúchanos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de
nosotros.
Ten misericordia de nosotros.

V. Bendecid vuestro pueblo, oh Jesús Rey; gobernadnos y protegednos.


(Todos respondemos) R. Vivid y reinad en nuestros corazones y en los
corazones de todos los hombres.

Oración.
Omnipotente y sempiterno Dios, que en vuestro amado Hijo, Rey del universo,
resolvisteis renovar todas las cosas, conceded benignamente que todos los
hombres pecadores se sujeten a su suave yugo y dominio, quien vive y reina con
Vos por los siglos de los siglos. Amén.
(C) 1 Padre Nuestro, 1 Ave María 1 Gloria

CANTO
( )

(C) Expresemos nuestro agradecimiento sincero a nuestro Rey Jesucristo,


respondiendo a cada invocación: R./¡Gracias, Cristo Rey!

Porque diste tu vida para salvarnos. R./¡Gracias, Cristo Rey!


Porque resucitaste para redimirnos. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque nos regalaste la Vida Eterna. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque nos libraste de la oscuridad. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque eres Camino que nos lleva al Padre. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque perdonaste todas nuestras culpas. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque nos abriste las puertas del Cielo. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque te quedaste en la Eucaristía. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque nos dejaste al Espíritu Santo. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Por reconciliar al Cielo con la tierra. R./¡Gracias, Cristo Rey!
Porque nos dejaste a tu Santa Madre. R./¡Gracias, Cristo Rey!

ACTO DE CONSAGRACIÓN DEL GENERO HUMANO A JESUCRISTO


REY

¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Míranos humildemente


postrados delante de tu altar; tuyos somos y tuyos queremos ser; y a fin de
vivir más estrechamente unidos a Ti, todos y cada uno espontáneamente
nos consagramos en este día a tu Sacratísimo Corazón.

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González


Muchos, por desgracia, jamás te han conocido; muchos, despreciado tus
mandamientos, te han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadécete de
los unos y de los otros, y atráelos a todos a tu Corazón Santísimo.

Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Ti, sino
también de los pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a
la casa paterna porque no perezcan de hambre y de miseria.

Sé Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia,
viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de
la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.

Concede, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a tu Iglesia; otorga a


todos los pueblos la tranquilidad en el orden, haz que del uno al otro confín
de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa
de nuestra salud! A Él entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos
de los siglos. Amén.

Reserva del Santísimo Sacramento – Canto

Adaptado de documento de Cecilia Bletz González

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