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22/6/2021 Lefebvre Lefebvre - Bases de Datos

EDJ 2016/38929
STS (Penal) de 14 abril de 2016

Tribunal Supremo (Penal), sec. 1ª, S 14-04-2016, nº 313/2016, rec. 1707/2015

Procedimiento: Recurso de casación

Sentido del fallo:Desestimación


Pte.: Varela Castro, Luciano

Iter del caso

Desestima el recurso interpu… SAP Almería de 6


julio de 2015
STS (Penal) de 14 abril de (J2015/194513)
2016  

Detalles
ROJ: STS 1563:2016
ECLI: ES:TS:2016:1563
Demandado/recurrido: Acusación pública
Demandante/recurrente: (Presunto) responsable penal

Mencionado en

Mementos
Procesal
Procesal Civil
Procesal Penal
 

ANTECEDENTES DE HECHO 

PRIMERO.-  

El Juzgado de Mixto nº 3 de Roquetas de Mar instruyó Procedimiento Abreviado nº 51/2010, contra Leovigildo y Saturnino,
por un delito de lesiones y, una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de Almería que en la causa nº 15/2014, dictó
sentencia que contiene los siguientes hechos probados:

"Probado y así se declara que sobre las 5:00 horas de la madrugada del día 15 de diciembre de 2007, en el Pub "El Caramelo"
sito en el centro comercial 501 de la localidad de Aguadulce, término municipal de Roquetas de Mar (Almería), ante la
negativa de los porteros del establecimiento, los acusados Leovigildo mayor de edad y con antecedentes penales no
computables en esta causa y Saturnino, mayor de edad y sin antecedentes penales, a permitir la entrada al local de Cirilo, por
considerar que se encontraba bajo los efectos del alcohol, se produjo una discusión en el curso de la cual, ambos acusados
empujaron y propinaron diversas patadas y puñetazos a Cirilo, hasta derribarlo y encontrándose tendido en el suelo
continuaron dándole puntapiés en la cabeza y en la boca, causándole lesiones consistentes en herida en mucosa del labio
inferior, excoriación de 0'5 centímetros de longitud en el borde central inferior del labio inferior, traumatismo dental de los 4
incisivos inferiores con movilidad de los mismos y excoriación de 7 centímetros de longitud en cara dorsal del antebrazo
derecho con pérdida del incisivo inferior lateral derecho, encontrándose muy movibles el incisivo inferior central derecho y
los dos incisivos inferiores izquierdos, pendientes de una posible extracción, lesiones que requirieron para su sanidad,
además de una primera asistencia facultativa, de tratamiento médico consistente en reposo masticatorio con cerclaje
oclusal durante 15 días, siendo precisa la extracción de piezas dentarias de persistir la movilidad, en cuyo caso, deberá
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realizarse prótesis fija en metal-porcelana o implantes sustitutorios, invirtiendo en su curación de 41 días, todos ellos
impeditivos y quedándole como secuela la pérdida ya definitiva de un incisivo inferior y la posible extracción de los otros
tres."

SEGUNDO.-  

La Audiencia de instancia, dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS

Que DEBEMOS CONDENAR Y CONDENAMOS a los acusados Leovigildo y Saturnino como autores criminalmente
responsables de un delito de lesiones, ya definido, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad,
a la pena de SIETE MESES DE PRISIÓN a cada uno de ellos, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de
sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y a que indemnicen conjunta y solidariamente a Cirilo en la cantidad de MIL
OCHOCIENTOS CUARENTA Y CINCO EUROS(1.845 €), así como en el importe de la factura de la reparación de piezas
dentales que presente dicho lesionado en ejecución de sentencia, y al pago por mitad de las costas procesales.

Les será de abono para el cumplimiento de sus respectivas condenas todo el tiempo que han estado privados de libertad por
esta causa de no haberles servido para extinguir otras responsabilidades, lo que se acreditará en ejecución de sentencia."

TERCERO.-  

Notificada la sentencia a las partes, se prepararon recursos de casación, por infracción de ley y precepto constitucional, que
se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, las certificaciones necesarias para su
substanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose los recursos.

CUARTO.-  

Las representaciones de los recurrentes, basan sus recursos en los siguientes motivos:

Recurso de Saturnino

1º, 2º, 3º.- Por infracción de precepto constitucional al amparo del art. 5.4 de la LOPJ (EDL 1985/8754), en relación con el art.
24.1 y 2 CE, por vulneración del derecho a la presunción de inocencia, tutela judicial efectiva y principio de contradicción en
relación con las declaraciones testificales.

4º.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo del art. 5.4 de la LOPJ (EDL 1985/8754) por infracción de precepto
constitucional por vulneración del principio de presunción de inocencia por ausencia de prueba de cargo, art. 24 de la CE
(EDL 1978/3879) y por infracción de precepto constitucional por vulneración del principio "in dubio proreo".

5º.- Infracción de ley del art. 849.1° LECrim (EDL  1882/1) por inaplicación indebida del art. 21.6 CP (EDL  1995/16398)
¬atenuante muy cualificada¬ y del art. 66.1.2 CP (EDL 1995/16398)

6º.- Infracción de ley del art. 849.1° LECrim (EDL 1882/1) por inaplicación indebida del art. art. 116 CP (EDL 1995/16398)

7º.- Infracción de ley por error en la apreciación de la prueba al amparo del art. 849.1° LECrim. (EDL 1882/1)

Recurso de Leovigildo

1º, 2º, 3º.- Por infracción de precepto constitucional al amparo del art. 5.4 de la LOPJ (EDL 1985/8754), en relación con el art.
24.1 y 2 CE, por vulneración del derecho a la presunción de inocencia, tutela judicial efectiva y principio de contradicción en
relación con las declaraciones testificales.

4º.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo del art. 5.4 de la LOPJ (EDL 1985/8754) por infracción de precepto
constitucional por vulneración del principio de presunción de inocencia por ausencia de prueba de cargo, art. 24 de la CE
(EDL 1978/3879) y por infracción de precepto constitucional por vulneración del principio "in dubio proreo".

5º.- Infracción de ley del art. 849.1° LECrim (EDL  1882/1) por inaplicación indebida del art. 21.6 CP (EDL  1995/16398)
¬atenuante muy cualificada¬ y del art. 66.1.2 CP (EDL 1995/16398)

6º.- Infracción de ley del art. 849.1° LECrim (EDL 1882/1) por inaplicación indebida del art. art. 116 CP (EDL 1995/16398)

7º.- Infracción de ley por error en la apreciación de la prueba al amparo del art. 849.1° LECrim. (EDL 1882/1)

QUINTO.-  

Instruido el Ministerio Fiscal y las demás partes de los recursos interpuestos, la Sala los admitió, quedando conclusos los
autos para el señalamiento de fallo cuando por turno correspondiera.

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SEXTO.-  

Hecho el señalamiento del fallo prevenido, se celebró deliberación y votación el día 7 de abril de 2016.

FUNDAMENTOS DE DERECHO 

Recurso de Saturnino

PRIMERO.-  

1.- El recurrente estima que presupuesto de la garantía constitucional de presunción de inocencia es la producción en juicio
oral de la prueba en cuya virtud ha sido enervada. La sentencia de instancia ha considerado como elemento de juicio
fundamental lo manifestado por el testigo-víctima D. Cirilo. Pero este testigo no ha comparecido al acto del juicio oral. Y,
alega el recurrente, no se agotaron las actuaciones que exigía su localización y adecuada citación, que, al fin, se hizo
mediante edictos. Por ello no era permitido acudir a la facultad conferida en el artículo 730 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal (EDL 1882/1) para leer y asumir como medio de prueba lo que el mismo declaró en fase anterior.

2.- Al respecto conviene recordar la doctrina que hemos venido estableciendo en nuestra Jurisprudencia. La STS nº
1031/2013 de 12 de diciembre (EDJ  2013/284471) decía: La compatibilidad del mecanismo del art. 730 LECrim
(EDL 1882/1) . con las exigencias derivadas del derecho a un proceso con todas las garantías y en particular, con el derecho
del acusado a interrogar por sí o por representante a los testigos de cargo está también fuera de dudas en la jurisprudencia
constitucional. Será necesario que concurran unos requisitos adicionales; ( SSTC 148/2005 (EDJ  2005/96381) , 12/2002
(EDJ 2002/3356) , 209/2001 (EDJ 2001/38134) ), a saber, i) que la diligencia sea intervenida por la autoridad judicial ( SSTC
12/2002 (EDJ  2002/3356) , 187/2003 (EDJ  2003/136205) , 1/2006 (EDJ  2006/761) ); lo que aquí no supone problema
alguno; ii)cuando sea factible, que se haya dado oportunidad efectiva a la defensa del inculpado a participar activamente en
la práctica de la diligencia sumarial; y iii) que se hayan realizado los esfuerzos razonables conducentes a conseguir la
presencia en el plenario del testigo.

3.- Como indica el Ministerio Fiscal en su impugnación del recurso tales requisitos han sido observados en el caso que
juzgamos. El examen de las actuaciones, al que nos faculta el artículo 899 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (EDL 1882/1),
nos permite comprobar que en fase de instrucción, ante el Juez se recibió declaración a ese testigo. Y esa diligencia se llevó a
cabo con plena observancia de lo previsto en el artículo 777.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (EDL 1882/1) según se
documentó por el fedatario en acta. En la misma intervinieron los dos Letrados de la defensa.

También consta que, durante aquella fase previa a la de preparación del juicio, una vez fallida la citación ordinaria se interesó
de la Guardia Civil la localización del testigo. Por el cuerpo policial citado se contestó la imposibilidad de dar con su
paradero. En la fase ya de enjuiciamiento falló nuevamente la intentada citación judicial, dejando constancia en la diligencia
al efecto de que eran ya otras las personas que habitaban el domicilio indicado. Y por la Policía Local, requerida al efecto, se
contesta también que resultó fallido el intento de localizar al testigo.

No basta la creencia del recurrente en el eventual resultado que pudieran dar otras diligencias de búsqueda diversas de las
practicadas por Guardia Civil y Policía Local. Aunque de sus oficios no se derive el enunciado de cuales fueron las que
llevaron a cabo. En todo caso las circunstancias personales ya hacían temer esa ausencia y de ahí la diligente disposición del
Juzgado instructor.

En todo caso lo relevante es que en aquella preconstitución de prueba la parte tuvo la oportunidad de desplegar todo el
esfuerzo interrogador que quisiera. Por lo que no cabe duda de que quien recurre no ha sufrido indefensión alguna en lo que
la defensa pudiera reclamar respecto del interrogatorio de este testigo.

El motivo se rechaza.

SEGUNDO.-  

1.- Como subapartado del motivo primero, el recurrente insiste en la denuncia de vulneración de su derecho a la presunción
de inocencia. Aún para el caso de admitirse como medio probatorio el testimonio de la víctima a que se refería el apartado
anterior, en el particular de tal testimonio que incluye la identificación del recurrente como uno de los agresores, ésta
pretende que se eluda tal identificación por no haberse ratificado en el juicio oral. Y que se le tenga por desvirtuada por el
testimonio de quienes en juicio acreditarían que a la hora de los hechos el recurrente se encontraba en otro lugar. Lo que se
corroboraría por la no posibilidad de verle en las imágenes grabadas por las cámaras de videovigilancia del escenario de los
hechos o por el testimonio del coacusado que afirma que el recurrente no se encontraba entre los intervinientes en los
hechos.

Y también pretende desvirtuar las conclusiones de la acusación, y sentencia, a partir del dato de la huida en el momento en
que, ante un agente de la Guardia Civil, se dio cuenta de que la víctima le estaba indicando a él como agresor.

2.- En cuanto al contenido de la garantía de presunción de inocencia cabe señalar que parte ésta de una determinada
relación, lógica o científica, entre el resultado de la actividad probatoria y la certeza que el tribunal que condena debe tener

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respecto a la verdad de la imputación formulada contra el penado.

Esa relación exige, previamente, que aquella actividad probatoria se constituya por la producción de medios obtenidos de
fuentes con respeto de las garantías constitucionales de los derechos fundamentales y libertades constitucionales. Y,
además, que la actividad probatoria se haya llevado a cabo en juicio celebrado con publicidad y bajo condiciones de
contradicción, sin quiebra del derecho a no sufrir indefensión.

La prueba aportará, como justificación externa de la decisión, los datos asumibles por la credibilidad del medio y la
verosimilitud de lo informado. Siquiera el juicio acerca de esa credibilidad y verosimilitud no se integra ya en la garantía de
presunción de inocencia a no ser que tales juicios se muestren arbitrarios o contrarios al sentido común.

La justificación interna de la decisión emplaza a una aplicación del canon que suministran la lógica y la experiencia o ciencia
de tal suerte que pueda decirse que desde aquellos datos se deba inferir que la afirmación de los hechos en los que se
sustenta la condena, los objetivos, pero también los subjetivos, son una conclusión que, con absoluta prescindencia de la
subjetividad del juzgador, generen una certeza que, por ello, debe calificarse de objetiva.

Y es que, devenido claramente inconstitucional el limitar la valoración de la prueba resultante a la conciencia del juzgador o
a su íntima convicción, por notoriamente insuficiente como garantía del ciudadano, aquella objetividad es la única calidad
que hace merecer la aceptación de los ciudadanos, parte o no en el proceso, y con ello confiere legitimidad a la decisión de
condena.

La objetividad de la certeza no se desvanece por cualquier duda, por lo demás consustancial al conocimiento humano. Pero si
la duda, por su entidad, bajo los mismos parámetros de lógica o experiencia, puede calificarse de razonable, alcanza también
el grado de objetividad que reclama la absolución del acusado.

No es pues acorde a nuestra Constitución mantener una condena en el escenario en que se presentan con no menos
objetividad la tesis de la imputación que la alternativa absolutoria. Y es que en aquel caso las inferencias no pueden
calificarse de concluyentes sino de abiertas, lo que las hace contrarias a las exigencias de la garantía examinada.

3.- Ya hemos dicho que la declaración de la víctima fue aportada al juicio oral a través del acta que documenta la diligencia de
preconstitución de prueba. Y ello con los requisitos constitucionales y legales. De ahí que constituya una prueba directa no
solamente válida, por ello, sino idónea para justificar la identidad del indicado como autor. Tanto más cuanto que la
afirmación del testigo se corrobora por la inferencia construida a partir de la reacción del acusado cuando aquélla se
aproxima acompañada de un guardia civil. En efecto su repentina iniciada huida no puede explicarse satisfactoriamente por
las razones que el recurrente expone. Ir en procura de otros responsables de la agresión no casa con tal huida. Como
tampoco ocultar la "llave de pugilato" que dice llevaba consigo.

En todo caso la fuerza de convicción atribuida al testimonio se vincula a la credibilidad que merece el testigo al Tribunal. Y
esa es una circunstancia ajena al contenido de la garantía constitucional invocada.

Por ello concluimos que la certeza que el tribunal manifiesta haber alcanzado debe tenerse por objetiva en los términos
antes expuestos. La conclusión excluye, desde la lógica y la experiencia, la tesis alternativa que la defensa expone respecto
de la formulada en la imputación.

TERCERO.-  

1.- En el numerado como cuarto motivo se insiste en la ausencia de prueba cuyo resultado justifique la condena. Lo hace
ahora el recurrente invocando nuevamente el artículo 24 de la Constitución (EDL 1978/3879), siquiera bajo la modalidad de
exigencia de absolución en caso de duda que, por virtud del principio in dubio pro reo, debe dar lugar a decidir la no
constancia del hecho imputado. Principio que el recurrente afirma que es diverso del derecho a la presunción de inocencia. Y
afirma también que el tribunal de la instancia deja traslucir que albergó dudas sobre la veracidad de la acusación en cuanto a
la participación del recurrente en la causación de las lesiones objeto de enjuiciamiento.

2.- Ciertamente no es insólito encontrar exposiciones en las que las consecuencias de este principio se reconducen al
contenido de la garantía constitucional de presunción de inocencia, mientras que en otras se subraya que esta presunción es
un derecho constitucional y aquel principio no va más allá de una indicación de seguimiento no impuesta legalmente y,
menos aún, constitucionalmente.

La cuestión debe resolverse preguntando por el sujeto que duda. Como hemos expuesto antes, la presunción de inocencia
exige una certeza no solamente en el órgano jurisdiccional, sino que, por su condición de objetiva, es decir justificada desde
la lógica y la experiencia, se compartirá por la generalidad, más allá de la convicción del propio tribunal. Y son las dudas que,
desde las mismas referencias de lógica y experiencia, puedan ser tenidas por objetivamente razonables, las que con su
presencia impiden tener por enervada la presunción constitucional.

Por el contrario, cuando el Tribunal duda subjetivamente, incluso de existir razones que conforme a lógica y experiencia
común avalarían la veracidad de la imputación, la condena no vulneraría el precepto del artículo 24 de la Constitución

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(EDL 1978/3879), ni otro precepto legal, salvo en el caso del proceso ante el Tribunal del Jurado que expresamente remite a
la observancia de tal principio.

Por eso la invocación del principio in dubio pro reo no puede fundar un recurso de casación, fuera del caso de alegación de la
garantía constitucional. Alegación que ya ha sido examinada y rechazada en el motivo anterior.

CUARTO.-  

1.- Numerado como quinto motivo se formula la pretensión de estimación de las dilaciones indebidas como atenuante muy
cualificada, con subsiguiente rebaja de dos grados en la pena.

Se alega que la duración total de la tramitación de la causa es excesiva y que aquélla no era compleja como para justificar ese
retraso, que rechaza que se le pueda atribuir.

2.- En nuestra STS 95/2016 de 17 de febrero (EDJ  2016/10564) , recordábamos las SSTS 690/2015 de 27 de octubre
(EDJ  2015/213244) y las 598 y 586 de 2014 que advertían de que ya antes de la reforma del Código Penal
(EDL 1995/16398) por Ley Orgánica 5/2010 (EDL 2010/101204), no cabía confundir el régimen jurídico de la atenuación de
responsabilidad penal con el estatuto del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas. Aquél se mantiene en el ámbito de
la legalidad ordinaria, con finalidad reparadora, diversa de la perseguida por el amparo constitucional.

Y añadíamos que la STC 381/1993 en su Fundamento Jurídico Cuarto se advierte: "constatada judicialmente la comisión del
hecho delictivo y declarada la consiguiente responsabilidad penal de su autor, el mayor o menor retraso en la conclusión del
proceso no afecta... a ninguno de los extremos en que la condena se ha fundamentado, ni perjudica la realidad de la comisión
del delito y las circunstancias determinantes de la responsabilidad criminal. Dada la manifiesta desconexión entre las
dilaciones indebidas y la realidad del ilícito y la responsabilidad, no cabe pues derivar de aquellas una consecuencia sobre
éstas ni, desde luego, hacer derivar de las dilaciones la inejecución de la sentencia condenatoria".

Y es que, como dijimos en nuestra STS 849/2014 del 2 de diciembre (EDJ  2014/223319) , dado el fundamento de la
atenuante ésta se justificaba solamente si del retraso se han derivado consecuencias gravosas ya que aquel retraso no tiene
por qué implicar éstas de manera inexorable. Y sin daño no cabe reparación ( STS 654/2007 de 3 de julio (EDJ 2007/100795)
). En la Sentencia 622/2001 de 26 de noviembre se invocaba la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en la
sentencia de 15 de julio de 1982 (TEDH 1982 \4), dictada en el caso Eckle que ha admitido la compensación de la lesión
sufrida en el derecho fundamental mediante una atenuación proporcional de la pena, y ha considerado que era una forma
adecuada de reparar la vulneración del derecho del acusado a ser juzgado en un plazo razonable. Y en la Sentencia
2096/2002 de 17 de diciembre se reprochaba a la defensa que "...no ha manifestado las consecuencias negativas concretas
del lapso de tiempo transcurrido..."

Después de promulgarse la actual redacción del artículo 21.6 del Código Penal (EDL  1995/16398) en el año 2010 , la
Jurisprudencia ha tratado de definir el alcance de los presupuestos típicos de dilación extraordinaria de la tramitación del
procedimiento y del carácter indebido de la misma, así como ausencia de atribuibilidad al inculpado y relación con la
complejidad de la causa.

El carácter extraordinario en el retraso se configura de naturaleza totalmente empírica y como algo que no cabe un concepto
meramente normativo que implique atenuante para toda duración meramente diversa de la duración legalmente prevista
para cada trámite ( SSTS nº 199/2012 de 15 de marzo (EDJ  2012/65123) ; nº 1158/10 de 16 de diciembre
(EDJ 2010/298193) ). Cuando la reparación exigible por razón de la dilación sea la disminución de la pena imponible, las
exigencias deben ir más allá de las reclamables cuando se trata de acudir a otros remedios de la vulneración constitucional.

En cuanto a la exigencia típica de que la dilación sea indebida dijimos en la citada STS 990/2013 (EDJ 2013/304539) que:
debe entenderse en el sentido de injusto o ilícito. Es decir no justificable. Para establecer tal conclusión ha de atenderse a las
circunstancias concurrentes en cada caso. Así será indebida si resulta desproporcionada para la complejidad de la causa. Y
ésta puede derivar de la multiplicidad de sujetos intervinientes que obliga a la multiplicación de los trámites. O de la
dificultad para establecer la estrategia investigadora adecuada. O de otras circunstancias que deberán ser valoradas sin que,
como antes dijimos quepa remitirse meramente al transcurso del tiempo. La falta de justificación no debe considerarse como
correlato ineludible con eventualidades responsabilidades profesionales de los sujetos del procedimiento. Como tampoco
cabe excluir la nota de indebida por la mera alusión a deficiencias estructurales de la organización del servicio judicial.

De manera muy concreta, entre esas circunstancias deberá valorarse cual ha sido, no solo el comportamiento del poder
jurisdiccional, sino el comportamiento del propio acusado provocando las dilaciones.

Se ha discutido si existe la carga procesal de denunciar la demora en la tramitación al tiempo de incurrir el procedimiento en
aquélla. El TC remite a la jurisdicción ordinaria la decisión al respecto ( STC 78/2013 (EDJ  2013/53349) ) pero, desde la
perspectiva del derecho a la tutela judicial efectiva, proclama que la exclusión de la atenuante bajo la argumentación de
exigencia de esa carga no puede calificarse de arbitraria, siquiera lo debatido fuera en esa ocasión el carácter muy
cualificado de la atenuante, que había sido desechado.

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Procesalmente es carga del que pretende la atenuante al menos, señalar los períodos de paralización, justificar por qué se
consideran "indebidos" los retrasos y/o indicar en qué períodos se produjo una ralentización no justificada, siquiera en
ocasiones concretas se haya huido de un rigor formalista en esta exigencia ( STS 126/2014 de 21 de febrero
(EDJ 2014/25702) ). (énfasis específicos de la cita).

La apreciación como "muy cualificada" de esta atenuante procederá siempre que la dilación supere objetivamente el
concepto de "extraordinaria", es decir, manifiestamente desmesurada por paralización del proceso durante varios años.
También, cuando no siendo así, la dilación materialmente extraordinaria pero sin llegar a esa desmesura intolerable, venga
acompañada de un plus de perjuicio para el acusado, superior al propio que irroga la intranquilidad o la incertidumbre de la
espera, como puede ser que la ansiedad que ocasiona esa demora genere en el interesado una conmoción anímica de
relevancia debidamente contrastada; o que durante ese extraordinario período de paralización el acusado lo haya sufrido en
situación de prisión provisional con el natural impedimento para hacer vida familiar, social y profesional, u otras similares
que produzcan un perjuicio añadido al propio de la mera demora y que deba ser compensado por los órganos jurisdiccionales
( STS 25-09-12 ).

Y aún llamábamos la atención sobre la eventualidad de que el recurrente describa los específicos perjuicios que aquellas
dilaciones le ocasionaron de manera que pueda tildarse de onerosa.

3.- El recurso expone los tiempos que transcurren entre uno y otro acto de los significativos del procedimiento. Pero lo que
no se cuida de señalar son los periodos de paralización. Y ello es necesario para poder debatir, primero, y controlar, después,
si cabe o no considerar que la paralización está o no justificada y en este caso ponderar la excepcionalidad de lo
extraordinario de la dilación.

La dilación solamente es indebida por razón de la falta de justificación de esas paralizaciones y no por el mero dato de la
duración de todo el procedimiento o algunas de sus fases.

QUINTO.-  

1.- En el motivo numerado sexto se invoca una indebida aplicación del artículo 116 del Código Penal (EDL 1995/16398), así
como el artículo 123. Argumenta que, dando por supuesto que se haya estimado alguno de los motivos precedentes, no
habrá responsabilidad penal del recurrente y, por ello, tampoco le será exigible responsabilidad civil, ni condena en costas
que presuponen aquella responsabilidad.

2.- El fracaso de los anteriores motivos acarrea la de éste.

SEXTO.-  

1.- Finalmente al amparo del artículo 849.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (EDL 1882/1) invoca los CDŽs aportados
por el recurrente y facilitados a éste por la empresa que gestionaba el pub y que recogen la grabación de las cámaras de
vídeo de seguridad del escenario de los hechos.

Pero el deterioro de los soportes aportados impidió reproducir más de un archivo. Con tal medio pretende que resulte
acreditado que esa noche solamente otro portero, que no el recurrente, acompañaba al coacusado.

2.- Tales soportes no constituyen documentos de las condiciones que aquel precepto exige para poder declarar a la sentencia
de instancia incursa en error.

En efecto, de ellos no puede colegirse la ausencia del recurrente en el lugar y tiempo de los hechos, dada la condición de
irreproducibilidad en gran parte de los mismos que impide su visionado completo. Así pues esos documentos no acreditan
por sí solos el error. Es decir no son literosuficientes como exige el precepto invocado.

Por otra parte, que en los mismos se vea al coacusado con un tercero tampoco excluye esa presencia del recurrente. Basta
recordar que la víctima en su declaración refiere que son tres las personas que como porteros le agraden. Por lo que, lo que
los CDŽs proclaman no contradicen lo que otros medios ¬declaración de la víctima¬ prueban. Lo que implica otro de los
obstáculos para conferirles la condición exigida por el ya citado precepto procesal.

El motivo se rechaza.

Recurso de Leovigildo

SÉPTIMO.-  

1.- En primer lugar, agrupando tres motivos, alega este recurrente, de manera coincidente con el anterior, la no utilizabilidad
del testimonio de la víctima por no darse los requisitos exigidos al respecto por el artículo 730 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal (EDL 1882/1).

2.- Por las mismas razones que rechazamos esa pretensión formulada por el anterior recurrente debemos ahora rechazar
este que ahora consideramos.
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3.- Añade a su queja la de vulneración de la garantía de presunción de inocencia. Aún aceptando su presencia en el lugar y
momento de los hechos, la premisa fáctica que denuncia, como contraria a la garantía constitucional, es la de la secuencia de
los hechos, de los que ofrece una versión alternativa a los efectos de que se estime concurrente una causa de justificación
por legítima defensa del recurrente frente a la agresión procedente de la víctima.

Como base desde la que inferir ese discrepante relato de lo ocurrido, alega que fue precisamente su voluntaria
comparecencia y manifestación ante la Guardia Civil la que hizo posible una imputación que, de otra manera, habría sido
imposible formular.

Y frente a tal aval de su credibilidad, incrementada por su declaración en el juicio oral, no cabría, en su parecer, dar
prevalencia a la declaración de un testigo por haber sido producida fuera de ese marco del juicio oral.

El motivo intenta también que se estime vulnerado el derecho de defensa por ausencia de contradicción al atenderse a tal
declaración testifical.

4.- Pero, contra lo alegado, la contradicción no estuvo excluida en la producción del testimonio. Como hemos expuesto antes,
la prueba fue preconstituida con presencia de los Letrados de las partes que tuvieron la oportunidad de hacer constar las
preguntas que estimaran oportunas. Aunque en tal ocasión solamente interrogó el Letrado del otro acusado.

Admitida la intervención y producción de las lesiones por este acusado, la ocurrencia de los hechos que darían lugar a la
justificación de sus actos no puede derivarse del indicio propuesto en el motivo ¬reconocimiento espontáneo de su
intervención¬ ya que ese indicio abre camino a varias conclusiones no excluyentes. Entre ellos la de liberar al coacusado
dada la onerosidad que para éste conlleva la nueva pena. No siendo por otra parte veraz que sin tal autodelación, por lo
demás no sincera en cuanto a la forma de ocurrir los hechos, no hubiera sido identificado, sabiéndose que el agresor era
portero del establecimiento y en consecuencia fácilmente identificable y localizable.

También ha de señalarse, frente a alguna de las alegaciones vertidas en la causa, que en el proceso penal no existe carga de la
prueba respecto del hecho que puede fundar la exención por concurrir por razón del mismo una causa de justificación. El
reparto de tal carga solamente tiene sentido en procesos estructurados conforme al principio dispositivo. En ellos la duda
del juzgador se resuelve decidiendo en perjuicio de quien, teniendo esa carga,. no la satisfizo, permaneciendo la duda. En el
proceso penal, que afecta a la libertad de los ciudadanos, la duda se resuelve, cualquiera que sea el hecho al que se refiere y
los efectos jurídicos de éste, excluyendo siempre del relato de hechos probados aquellos que perjudican la citada
presunción. Sea el hecho que funda la imputación, sea el que acarrea consecuencias penales gravosas para el acusado.

En todo caso, en esta causa los hechos probados, dada la prueba testifical directa, excluyen toda duda objetiva y razonable.

5.- Finalmente ensaya el motivo un último argumento en relación con los principios de contradicción y tutela judicial, que
invoca, mas que con el de presunción de inocencia, que también invoca. Se refiere a la denegación de la prueba testifical de
dos personas que habrían visto a la víctima provocar, por su ebriedad y subsiguiente agresividad, un altercado semejante y
previo al que dio lugar a la agresión aquí juzgada.

Con independencia de lo cuestionable del modo de preparar y alegar este motivo, lo cierto es que la prueba, de práctica no
lograda resulta, no solamente era impertinente por no referirse al hecho objeto del proceso, sino en todo caso inidónea ya
que, cualquiera que fuera su resultado, no habría de desvirtuar la certeza obtenida por el tribunal juzgador.

De ahí que no pueda estimarse vulnerado el derecho a la tutela judicial, sino, en el marco de la legalidad ordinaria, ni siquiera
producido el quebrantamiento de forma que este recurrente no invoca.

El motivo se rechaza.

OCTAVO.-  

1.- El motivo señalado como cuarto en el recurso reitera el similar alegado por el otro acusado. Se hace referencia a la
existencia de una duda que, conforme al principio in dubio pro reo debió inclinar la decisión del Tribunal hacia la afirmación
del hecho que funda la causa de justificación por ser defensa frente a una agresión ilegítima al recurrente por parte de la
víctima.

Particulariza el alegato la afirmación de que esa víctima no reconoció al ahora recurrente.

2.- Pero ello se hace olvidando que el propio acusado admitió su presencia e incluso que ejecutó una llave sobre la víctima de
la que la sentencia extrae la corroboración de la narración de la víctima.

Sobre la relevancia de la sesgada autoinculpación ya hemos hecho mérito más arriba.

Por lo que, por las mismas razones expuestas al rechazar ese motivo por el primer recurrente, rechazamos ahora éste.

NOVENO.-  

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22/6/2021 Lefebvre Lefebvre - Bases de Datos

El quinto motivo argumenta sobre la procedencia de estimar la atenuante de dilaciones indebidas como muy cualificada.

Nada esencialmente diverso sobre la misma pretensión formulada por el otro acusado recurrente. Por ello remitimos a lo
antes dicho para rechazar este motivo.

DÉCIMO.-  

En el motivo sexto también se reitera similar queja sobre la improcedencia de la imposición de responsabilidad civil y
obligación de pago de costas.

Como en el caso del anterior recurso, éste incurre en la misma causa de desestimación. Parte del presupuesto de absolución
de la responsabilidad penal, que no se logra.

El motivo se rechaza.

UNDÉCIMO.-  

Finalmente se denuncia, pero amparándose en el ordinal 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
(EDL 1882/1), la vulneración de precepto penal por no estimación de la causa de exención de actuación en el ejercicio de
legítima defensa.

Tal cauce casacional exige un presupuesto harto conocido a fuer de recordado: el debate por tal motivo debe circunscribirse
a la operación de calificación jurídica del hecho tal como es dado por probado. Pero sin cuestionar el relato del mismo en la
recurrida, o como resulte de la eventual estimación de otros motivos atinentes a tal particular.

Pues bien el recurrente "enriquece" a su antojo la declaración de lo probado que se hace en la sentencia impugnada: previa
intentada y fallida agresión con un vaso al compañero del recurrente, y permanencia durante diez minutos haciendo gestos
obscenos y provocadores.

Reconoce el acusado que hizo una llave sobre el brazo de la víctima ocasionando que esta cayera de bruces contra el suelo.

Sobre no existir en la declaración de hechos probados rastro de tal versión de lo ocurrido, ¬en particular de la agresión con el
vaso por la víctima¬ la reacción de los acusados, de ser verdad esa afirmación de ebriedad y conducta limitada a gestos por
parte de la víctima, es obvio que la misma no podía valorarse como la agresión ilegítima que se invoca que, además de
desproporcionada en la intención, es ajena a toda idea de defensa en lo extensivo. Por lo que la causa de justificación alegada
no sería estimable ni siquiera como incompleta.

DUODÉCIMO.-  

De conformidad con el artículo 901 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (EDL 1882/1) deben imponerse a los recurrentes
las costas derivadas de sus respectivos recursos.

FALLO 

Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR a los recursos de casación interpuestos por Leovigildo y Saturnino,
contra la sentencia dictada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincialde Almería, con fecha 6 de julio de 2015. Con
expresa imposición de las costas derivadas de los presentes recursos.

Comuníquese dicha resolución a la mencionada Audiencia, con devolución de la causa en su día remitida.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo pronunciamos, mandamos y firmamos

PUBLICACION.- Leida y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado Ponente Excmo. Sr. D Luciano Varela
Castro, estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como
Letrado/a de la Administración de Justicia, certifico.

Fuente de suministro: Centro de Documentación Judicial. IdCendoj:


28079120012016100307

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