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JURISPRUDENCIA

Roj: SAP O 3091/2015 - ECLI:ES:APO:2015:3091


Id Cendoj: 33024370082015100465
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Gijón
Sección: 8
Fecha: 04/12/2015
Nº de Recurso: 196/2015
Nº de Resolución: 244/2015
Procedimiento: PENAL - APELACION PROCEDIMIENTO ABREVIADO
Ponente: SANTIAGO VEIGA MARTINEZ
Tipo de Resolución: Sentencia

Resoluciones del caso: SJP, Gijón, núm. 1, 27-04-2015,


SAP O 3091/2015

AUD.PROVINCIAL SECCION N. 8
GIJON
SENTENCIA: 00244/2015
AUD.PROVINCIAL SECCION N. 8 de GIJON
omicilio: PLAZA DECANO EDUARDO IBASETA, NUMERO 1, 2* PLANTA.- GIJON
Telf: 985197268/70/71
Fax: 985197269
Modelo: SE0200
N.I.G.: 33024 43 2 2011 0034309
ROLLO: RP APELACION PROCTO. ABREVIADO 0000196 /2015
Juzgado procedencia: JDO. DE LO PENAL N. 1 de GIJON
Procedimiento de origen: PROCEDIMIENTO ABREVIADO 0000013 /2015
RECURRENTE: Pedro Enrique , PEÑASANTA HOSTELERIA , FISCALIA AUDIENCIA PROVINCIAL ADSCRIPCION
- GIJON, Adela
Procurador/a: PEDRO PABLO OTERO FANEGO, JOSE RAMON FERNANDEZ DE LA VEGA NOSTI , , JUAN RAMON
ORO JOVEN
Letrado/a: JOSE JOAQUIN GARCIA FERNANDEZ, JOSE MANUEL SIMON YANES , , JORGE GARCIA GONZALEZ
RECURRIDO/A: Damaso , Florian , SANTA LUCIA S.A. COMPAÑIA DE SEGUROS , SEGURCAISA S.A.
Procurador/a: JOSE JAVIER CASTRO EDUARTE, JUAN SUAREZ PONCELA , MANUEL SUAREZ SOTO , MARIA
JOSE NOGUEROLES ANDRADA
Letrado/a: RAQUEL GRANDIO QUIROS, GLORIA COVADONGA TABOADA GOMEZ , JULIAN LUQUE SORIANO ,
JOAQUIN CADRECHA GONZALEZ
SENTENCIA Nº 244/15
PRESIDENTE:
ILMO. SR. D. BERNARDO DONAPETRY CAMACHO
MAGISTRADOS:

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JURISPRUDENCIA

ILMA. SRA. D. ALICIA MARTÍNEZ SERRANO


ILMO. SR. D. SANTIAGO VEIGA MARTINEZ
En Gijón, a cuatro de diciembre de dos mil quince
VISTA , en grado de apelación, por la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias, compuesta por los
Magistrados que constan al margen, la causa Procedimiento Abreviado nº 13/2015 del Juzgado de lo Penal nº
1 de Gijón sobre delito de lesiones que dio lugar al Rollo de Apelación nº 196/2015 de esta Sala, entre partes,
como apelantes Pedro Enrique , representado por el Procurador D. Pedro Pablo Otero Fanego y bajo la
dirección del Letrado SR. José-Joaquín García Fernández, PEÑASANTA HOSTELERÍA S.L., representada por
el Procurador D. José Ramón Fernández de la Vega Nosti y bajo la dirección del Letrado D. Simón Yanes, el
MINISTERIO FISCAL y como apelados , Damaso , representado por el Procurador D. Javier Castro Eduarte,
bajo la dirección de la Letrada Sra. Grandio Quirós, SANTA LUCIA S.A. CÍA SEGUROS , representada por el
Procurador D. Manuel Suárez Soto, bajo la dirección de Letrado Sr. Luque Soriano, Florian , representado
por el Procurador D. Juan Suárez Poncela, bajo la dirección de la Letrada Sra. Taboada Gómez, SEGURCAIXA
S.A. , representada por la procuradora Sra. Nogueroles Andrada, bajo la dirección de Letrado Sr. Cadrecha
González, siendo Ponente el IlmO. Sr. D. SANTIAGO VEIGA MARTINEZ , y fundados en los siguientes:

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- El Juzgado de lo Penal nº 1 de Gijón dictó sentencia en la referida causa en fecha 27 de abril de
2015 cuya parte dispositiva es del tenor literal siguiente:
" Que debo condenar y condeno a Pedro Enrique como autor criminalmente responsable de doce delitos de
lesiones, con la concurrencia de la agravante específica de alevosía, y de seis faltas de lesiones, ya definitivos, a
la pena de cuatro años de prisión, inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante
el tiempo de la condena, por cada uno de los delitos; a la pena de multa de doscientos setenta euros (22 días
de arresto caso de impago ) resultante de multa de cuarenta y cinco días, con cuota día de seis euros, por cada
una de las faltas; a que indemnice a Segundo en 400 euros, a Luis Francisco en 1.300 euros, a Nieves en 660
euros, a Arsenio en 3.600 euros, a Damaso en 3.600 euros, a Eliseo en 800 euros, a Adriana en 2.000 euros,
a Eloisa en 600 euros, a Lázaro en 140 euros, a Florian en 3.600 euros, a Romeo en 300 euros, a Patricia en
3.740 euros, a María Inmaculada en 720 euros, a Adela en 2.200 euros, a Plácido en 900 euros, a Cayetano en
1020 euros, a Felicisimo en 18.000 euros, al SESPA en 17.091,44 euros y al pago de 18/22 partes de las costas
causadas incluidas, en tal proporción, las devengadas por las acusaciones particulares.
Asimismo debo absolver y absuelvo al referido de los demás hechos que se le imputaban declarando de oficio
1/22 parte de las costas.
Igualmente debo absolver y absuelvo a Josefina de los hechos que se le imputaban declarando de oficio 3/22
partes de las costas causadas, quedando sin efecto las medidas cautelares acordada durante la instrucción de
la causa respecto de la acusada absuelta.
Cúmplase lo prevenido en el artículo 76.1 del Código Penal en cuanto al cumplimiento de las penas impuestas
al condenado.
Asimismo, de conformidad con lo prevenido en el artículo 78.1 del Código penal , se acuerda que los beneficios
penitenciarios, los permisos de salida, la clasificación en tercer grado y el cómputo del tiempo para la libertad
condicional se referirán a la totalidad de las penas impuestas en sentencia.
Se declara la responsabilidad civil subsidiaria de la entidad Peñasanta Hostelería S.L.
Abónese al condenado el tiempo de privación de libertad por esta causa".
SEGUNDO. - Contra dicha sentencia se interpuso recurso de apelación por los referidos apelantes y evacuados
los oportunos traslados, remitido el asunto a esta Sección Octava, no estimando necesaria la celebración de
vista, se registró como Rollo de Apelación nº 196/2015, pasando para resolver al Ponente, que expresa el
parecer de la Sala.
TERCERO. - Se aceptan los antecedentes de hecho de la sentencia apelada y con ellos la declaración de hechos
probados, pero suprimiendo el penúltimo párrafo que se sustituye por el que sigue;
"La mercantil Peñasanta Hostelería, S.L. tenía concertada una póliza de seguro con la entidad Santa Lucía, S.A.
con vigencia desde el 3 de abril de 2006 hasta el 3 de abril de 2011, y otra póliza con la misma compañía, con
vigencia desde el 1 de agosto de 2012 hasta el 1 de agosto de 2013, e igualmente había concertado una póliza
de seguros con la entidad Segurcaixa, vigente desde el 3 de abril de 2011 con duración anual prorrogable."

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JURISPRUDENCIA

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO. - Se aceptan los de la sentencia apelada, excepto en lo que se oponga a los que siguen de esta
sentencia.
SEGUNDO. - Por el recurrente, Pedro Enrique se formula recurso interesando que se revoque la sentencia de
instancia y en su lugar se dicte otra por la que se le absuelva de los doce delitos de lesiones y de las seis faltas
de lesiones de los que viene siendo condenado, invocando a tal efecto quebrantamiento de normas y garantías
procesales, vulneración del principio constitucional de presunción de inocencia y aplicación indebida de los
artículos 147.1 y 148.1 º y 2 º, 617.1 y 78.1 del Código Penal .
Por el Ministerio Fiscal se formula recurso, invocando como único motivo, error en la apreciación de la
prueba por indebida aplicación del art.117 del Código Penal , interesando que se revoque la sentencia apelada
en el único sentido de declarar la responsabilidad civil directa de las aseguradoras "Santa Lucía, S.A." y
"Segurcaixa" a fin de que respondan por la entidad "Peñasanta Hostelería, S.L." condenada como responsable
civil subsidiaria a las indemnizaciones establecidas en sentencia y en los términos que se interesan en el
escrito de formalización del recurso.
Por la representación de la entidad "Peñasanta Hostelería, S.L." se invoca indebida aplicación de los artículos
117 y 120 del Código Penal , interesando que con estimación del recurso se declare no haber lugar a la
responsabilidad civil subsidiaria de la recurrente o subsidiariamente se declare la responsabilidad civil directa
de las aseguradoras "Santa Lucía, S.A." y "Segurcaixa" en sus respectivos periodos de aseguramiento.
TERCERO.- En un primer motivo se queja el recurrente por vulneración de normas y garantías procesales y
constitucionales, alegando que se ha producido una ruptura en la cadena de custodia, de modo que anudada
a tal vulneración aparecerían otras que afectan al derecho a la tutela judicial efectiva y a un proceso con todas
las garantías.
A tal efecto, alega el apelante que ninguna validez probatoria tiene el informe técnico de fecha 19 de noviembre
de 2012, efectuado sobre un material que se incorporó sin las debidas garantías, pues los recipientes que
fueron objeto de informe pericial fueron presentados en la comisaría, en fecha 3 de octubre de 2012, sin que
exista constancia fehaciente del lugar, tiempo y ocasión en que se encontraron, ni de las circunstancias de su
hallazgo y sin que se hubiera dado cuenta a la autoridad judicial como era preceptivo, por lo que no se habría
asegurado ni documentado la cadena de custodia para garantizar la autenticidad e inalterabilidad de la fuente
de prueba. Alega además el apelante, siempre en relación con el primer motivo del recurso, que tampoco las
muestras remitidas para su análisis estaban herméticamente precintadas ni selladas, lo que se traduce en
que las muestras no estuvieron a salvo de eventuales manipulaciones externas tanto de carácter cuantitativo
como cualitativo y que finalmente, no se ha acreditado la existencia del supuesto objeto material del delito,
el fármaco denominado "Colme".
a) En primer lugar, y en cuanto a la alegada falta de documentación de la cadena de custodia, el motivo del
recurso no puede prosperar, pues en contra de lo que sostiene el apelante, cabe anticipar que existe en el
caso de autos constancia de las circunstancias del hallazgo de la muestra, por medio de la testifical, que
constituye un medio hábil para probar el mantenimiento de la cadena de custodia, que puede acreditarse,
no solo documentalmente, sino también mediante testimonio de las personas que recogieron, custodiaron y
conservaron las evidencias. Así, la reciente Sentencia del Tribunal Supremo, Sala Segunda, Sentencia 147/2015
de 17 Marzo de 2015 , con cita de la de la STS 600/2013 de 10 de julio señala que "la finalidad de asegurar la
corrección de la cadena de custodia se encuentra en la obtención de la garantía de que lo analizado, obteniendo
resultados relevantes para la causa, es lo mismo que fue recogido como muestra. Y aunque la pretensión
deba ser alcanzar siempre procedimientos de seguridad óptimos, lo relevante es que puedan excluirse dudas
razonables sobre identidad e integridad de las muestras. Así, la jurisprudencia ha admitido, STS 685/2010 ,
entre otras, que las declaraciones testificales pueden ser hábiles para acreditar el mantenimiento de la cadena
de custodia, excluyendo dudas razonables acerca de la identidad y coincidencia de las muestras recogidas
y analizadas."
Pues bien, en el caso de autos, la prueba practicada excluye cualquier duda razonable acerca de la referida
identidad y coincidencia entre las muestras recogidas y las que fueron objeto de posterior análisis toxicológico,
es decir, acerca de lo que nuestra jurisprudencia considerara "lo relevante", cuando se trata de examinar la
cadena de custodia. En este sentido y por lo que se refiere, en primer término, a las circunstancias del hallazgo
de la muestra, la alegación del recurrente, que estima que no hay constancia fehaciente del lugar, tiempo y
ocasión en que se encontraron, se desvirtúa a la vista de la testifical practicada, pues el testigo, Luis Francisco
, trabajador del establecimiento, ofrece razón suficiente del momento y lugar de la recogida del líquido, así
como de su posterior custodia y entrega a la policía.

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JURISPRUDENCIA

El testigo refiere en el acto de la vista (video 4/ 54' ss), después de explicar cómo vio al acusado echar gotas
en un café del encargado ("quitó del mandil un frasco y lo echó") y en otra ocasión en una botella de agua, que
un día por la tarde, sería en mayo de 2012, encontró en la taquilla el mandil de Pedro Enrique , explicando que
vio dos frascos, uno con tapa gris y otro con tapa azul y que cogió un poco de cada uno que echó en otras dos
botellas vacías que llevó a su casa y guardó en un armario, y posteriormente, transcurridas una o dos semanas,
a un laboratorio que estaba en la Calle Covadonga, donde no le hicieron análisis, ("quería saber más de eso",
explica el testigo), hasta que se lo dijo al dueño del local y después de acudir a la Universidad Laboral, al objeto
de que analizaran el líquido, le dijeron que eso solo lo podía hacer la policía, a donde acudieron, el testigo y
el encargado del establecimiento, haciendo entrega de las muestras, ("dos frascos, los cuales son entregados
en esta acto para su análisis"), al tiempo de formular la denuncia, en fecha 3 de octubre de 2012, como consta
en las actuaciones (Tomo I, folio 23).
En suma, existe suficiente constancia de las circunstancias del hallazgo de la muestra, y cosa distinta pudiera
ser el riesgo de manipulación que apunta el apelante, que alega que "ninguna garantía existe que durante
ese periodo temporal (casi cinco meses) las mismas no hayan podido ser alteradas y/o manipuladas, no
solo por el propio Luis Francisco sino también incluso por terceras personas que pudieran haber tenido
acceso a las mismas". Sin embargo, la manipulación que pudiera determinar que lo recogido por el testigo
no fuera lo posteriormente analizado, afectando a "lo relevante" de la cadena de custodia, solo constituye una
hipótesis desvirtuada por dos principales razones. Primero; no consta que el testigo se moviera por una ánimo
de venganza, odio, resentimiento o cualquier otro que permitiera dudar de la credibilidad del testimonio, sino
animado por el deseo, explicado y comprensible, de saber lo que pasaba, después de ver a un compañero
de trabajo echar gotas de un frasco que guardaba en su mandil ("quería saber más de eso", video 4/ 58'57'').
Segundo; tampoco se prueba de qué manera concreta el testigo pudo haber alterado el líquido que recogió de
los dos frascos que el acusado llevaba en el mandil, lo que resulta inverosímil, a la luz del simple resultado que
arroja el análisis toxicológico, sin la presencia de extraños o complejos compuestos ni otro principio activo
que no fuera el que se encuentra también presente en el medicamento "Colme", que el testigo no conocía
(video 4/1:00:25). En efecto, el informe de la Policía Científica con número de referencia NUM000 , de fecha
19 de noviembre de 2012, determina que en el líquido incoloro que fue remitido para su análisis se encontraba
presente el principio activo, carbimida (Tomo I, folio 112), que como prueba el informe de la Agencia del
Medicamento (Tomo I, folio 132) coincide con la fórmula del fármaco "Colme", que era vendido al acusado
en la farmacia "Infiesta Barcena", como evidencia la testifical de Doña Guillerma , titular de la farmacia, que
es concluyente cuando, a preguntas del Ministerio Fiscal para que dijera si es cierto que vendían al acusado
un fármaco conocido con el nombre de "Colme", responde que "Sí" (video 8/8'10''), así como la testifical de la
auxiliar de la oficina de farmacia, Doña Rosana , que también reconoce que se le dispensa el medicamento
"Colme", haciendo incluso entrega a la policía de distintos tickets de compra y señalando que los que tienen
asterisco está segura que se corresponden a Pedro Enrique (Tomo I, folio 200), obrando finalmente unidos a
las actuaciones los documentos que prueban la compra del fármaco por el acusado (Tomo I, folio 218).
En consecuencia, la prueba permite excluir cualquier duda razonable acerca de la identidad del líquido que el
testigo recogió del mandil del acusado, que luego entregó a la policía y que finalmente fue analizado, dada
la coincidencia entre el compuesto que conforma el medicamento, "Colme", que era comprado por Pedro
Enrique , en cuyo entorno asegura el testigo que recogió la muestra, y el que determinó el análisis realizado
por el Laboratorio Químico-Toxicológico de la Unidad Central de Análisis Científicos de la Comisaría General
de Policía Científica, que referido a las muestras que fueron remitidas por la Brigada de Policía Científica de
Gijón, en relación con las diligencias NUM001 de fecha 3 de octubre de 2012, concluye que el líquido incoloro
contenido en los dos botellines es una disolución acuosa en la que se detecta carbimida y ácido sórbico (Tomo
I, folio 112).
2) En segundo lugar, y en cuanto a las dudas que mantiene el apelante, acerca de la falta de estanquidad de
la muestra que entregada por el testigo fue remitida al Laboratorio Químico-Toxicológico de la Unidad Central
de Análisis Científicos de la Comisaría General de Policía Científica, las mismas no dejan de ser una mera
suposición, pues en el recurso se dice que pudieron ser objeto de alteración cuantitativa y cualitativa, que
se desvirtúa no solo porque no se dice de que manera concreta pudieron ser alteradas las muestras, en su
cantidad o cualidad, sino porque el resultado del análisis determina la presencia de dos únicos compuestos,
ácido sórbico y carbimida, que como se ha dicho es el principio activo del fármaco que compraba el acusado
en la Farmacia "Infiesta Bárcena" .
3) En tercer lugar, alega el recurrente que "tampoco hubo control judicial alguno respecto a la cadena de
custodia. Tal y como cobra al folio 80 de las actuaciones, no es hasta el día 8 de octubre de 2012, cuando
se comunica al juzgado de Instrucción de Guardia la remisión de las citadas muestras a la comisaría para su
análisis."

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Pues bien, en primer lugar y por lo que se refiere a la recogida de muestras, la necesaria autorización judicial
está contemplada para el caso regulado en la LO 10/2007 de 8 de octubre, que en su Disposición Adicional 3 ª
establece que "La toma de muestras que requieran inspecciones, reconocimientos o intervenciones corporales,
sin consentimiento del afectado, requerirá en todo caso autorización judicial mediante auto motivado, de
acuerdo con lo establecido en la Ley de Enjuiciamiento Criminal", precepto que no es de aplicación al caso,
pues resulta pacífico que ninguna inspección, reconocimiento o intervención se ha realizado sobre el cuerpo
del acusado y fuera de los supuestos antes señalados, la recogida de los frascos en el caso enjuiciado es en
sí misma una diligencia inocua que no afecta a derecho fundamental alguno.
En segundo lugar y por lo que se refiere a la recogida de las muestras por parte de la policía y su posterior
análisis, tampoco son actividades que requieran autorización judicial, sin perjuicio de que su resultado
deba remitirse al Juzgado. En este sentido es clara la jurisprudencia que señala que la Policía Judicial,
para la efectividad del cometido que le impone el art.126 CE consistente en la averiguación del delito y
el descubrimiento del delincuente, está facultada para la recogida de efectos, instrumentos o pruebas que
acrediten su perpetración, como expresamente se recoge en el art.282 LECRIM que faculta a la Policía
Judicial para recoger los efectos, instrumentos o pruebas del delito de cuya desaparición hubiere peligro,
poniéndolos a disposición de la autoridad judicial, añadiendo la Sentencia de la Sala Segunda, de lo Penal,
de 7 de octubre 2013 , que "el descubrimiento y recogida de objetos para su ulterior examen en busca de
huellas, perfiles genéticos, restos de sangre u otras actuaciones de similar naturaleza, son tareas que exigen
una especialización técnica de la que gozan los funcionarios de la Policía científica a los que compete la
realización de tales investigaciones, sin perjuicio de que las conclusiones de las mismas habrán de acceder al
Juzgador y al Tribunal sentenciador para que, sometidas a contradicción puedan alcanzar el valor de pruebas."
En el presente caso, no cabe duda que un análisis químico, como el realizado en autos, exige una
especialización técnica de la que gozan los funcionarios de la policía que, como consta en las actuaciones,
remitieron el atestado al Juzgado indicando que las muestras recogidas en los frascos de cristal intervenidas
se remitían a la Comisaría General de la Policía Científica para su estudio (Tomo I, folio 32), cuyo resultado
también accedió al juzgado, en virtud del informe remitido (Tomo I, folio 110), que finalmente pudo ser objeto
de valoración como prueba.
4) Finalmente, alega el apelante que el informe no determina que el liquido analizado fuera "Colme". En efecto,
el análisis toxicológico no tiene por objeto determinar la marca comercial bajo la que gira el fármaco, sino
su composición, coincidiendo en este caso el principio activo de la sustancia analizada con el mismo que
se encuentra en el medicamento "Colme", como evidencia el referido informe de la Agencia Española del
Medicamento, que además señala un único laboratorio, "Faes Farma, S.A.", como titular de la autorización de
comercialización del medicamento, que es también el laboratorio comercializador, por lo que no ofrece duda
que la carbimida, detectada en la muestra analizada por la policía, es el principio activo del medicamento
autorizado "Colme" solución oral (Tomo I, folio 132).
En conclusión, pueden excluirse dudas razonables acerca de la identidad e integridad de las muestras que
recogidas por el testigo fueron posteriormente analizadas con el resultado que obra en autos. En este sentido,
el testigo Luis Francisco da razón suficiente de las circunstancias del hallazgo y conservación de la muestra
hasta el momento de su entrega a la policía, constituyendo la testifical un medio hábil para probar que el líquido
que el testigo recogió del mandil del acusado es el mismo que fue entregado a la policía, sin que tampoco
exista duda razonable acerca de la identidad e integridad de tales muestras y las que fueron analizadas por
parte del Laboratorio Químico-Toxicológico de la Unidad Central de Análisis Científicos de la Comisaría General
de Policía Científica, cuyo resultado se contiene en el referido informe técnico que tiene como objeto, como
resulta de sus antecedentes, el análisis toxicológico de las muestras, concretamente del líquido contendido en
dos botellines, que fueron remitidas por la Brigada de Policía Científica de Gijón, en relación con las diligencias
NUM001 de fecha 3 de octubre de 2012, tramitadas por la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Gijón,
con motivo de la denuncia formulada por Lucas , en calidad de propietario del restaurante "El Lavadero", que
acompañado por Luis Francisco , camero del establecimiento, significaba que desde el mes de enero y a lo
largo de todos estos meses, casi la totalidad de los empleados, después de consumir algo del establecimiento
se habían puesto enfermos y que transcurridos pocos minutos de la ingesta, se producía congestión, debilidad
y vómitos.
CUARTO.- En un segundo motivo del recurso invoca el apelante vulneración de la presunción de inocencia del
art.24 CE , alegando que la sentencia de instancia no da ninguna validez a las declaraciones del acusado, que
son coherentes, rectilíneas y ausentes de contradicción, siendo contundente al señalar que no tuvo ninguna
participación en los hechos y que desconocía la existencia del fármaco denominado "Colme", manifestando,
en su declaración como testigo en sede policial, que varios compañeros habían estado de baja pero "que
él lo asociaba al consumo de sustancias estupefacientes o bebidas alcohólicas", llegando a sospechar que

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las "indisposiciones podían ser debidas al limpiador desengrasante que utilizaban hasta hace poco, que era
demasiado fuerte", y declarando asimismo en la vista oral, que nunca tuvo ningún tipo de problemas con los
compañeros de trabajo, que era conocedor de los problemas que tenían por llegar en mal estado de la calle y
que los tenían que expulsar, que venían bebidos y en mal estado, y finalmente, que el condenado no preparaba
comida, solo los pinchos que los compañeros solían coger de la barra y que eran los mismos que para los
clientes. Siempre en relación con este segundo motivo del recurso, analiza el recurrente las declaraciones
de los testigos "a cuyos testimonios parece que el juzgador a quo dota de credibilidad considerándolas
erróneamente pruebas de cargo suficiente para enervar la presunción de inocencia", concluyendo que no existe
prueba alguna que determine que existió consumo de colme por parte de ninguna de las personas que han
depuesto en el acto de la vista y que los informes médicos forenses en los que se basa el juzgador a quo, no
pueden ser considerados como plena prueba de cargo.
Pues bien, las alegaciones del recurrente no desvirtúan la evidencia que resulta de la prueba practicada .
En particular, la asociación que hace el apelante entre la indisposición de los trabajadores y un limpiador
demasiado fuerte o el consumo de sustancias estupefacientes, aparece desvirtuada por los informes médicos
forenses que determina la relación de causalidad existente entre los síntomas padecidos por los diecinueve
trabajadores del establecimiento lesionados y el consumo de "Colme" (Tomo IV, folios 1083 a 1092 y Tomo V,
folios 1338 a 1342), que en el caso de uno de ellos pudo verse agravado por el consumo añadido de cocaína
(Tomo V, folio 1341), sin perjuicio de que también en este caso, "la situación clínica descrita en los distintos
informes aportados es compatible con una reacción de Colme con alcohol."
En consecuencia, el consumo de sustancias estupefacientes por parte de algunos empleados, que se apunta
en el recurso, no excluye, sino que pudo agravar en un caso, el cuadro clínico que estudiado por los facultativos
se corresponde con el consumo de "Colme", cuya ingesta, en correspondencia con la cuantía administrada,
el tipo y cuantía de alcohol ingerido (Tomo IV, folio 1085) produce distintas reacciones adversas, tales como
ruborización intensa, palpitaciones, disnea, dolor torácico, visión borrosa, sudoración, y en los casos más
graves, vómitos, depresión respiratoria, hipotensión o colapso respiratorio, propias de la llamada reacción
"cianamida-etanol" que la agencia del medicamento describe para la cianamida o carbimida, principio activo
del medicamento "Colme" (Tomo I, folio 133) y que precisamente presentaban los trabajadores lesionados al
ser desconocedores de la ingesta del fármaco, como se determina en los hechos probados de la sentencia
en congruencia con la valoración de los informes forenses que establecen, en los distintos casos examinados
y como diagnóstico lesivo, reacciones adversas al consumo de alcohol previa administración de colme sin
conocimiento de ello (Tomo VI, folios 1405 a 1465).
En suma, los informes forenses permiten identificar los cuadros clínicos que presentaban los trabajadores
lesionados con la llamada reacción "cianamida-etanol", desvirtuando la alegación del apelante que entiende
no existe prueba alguna que determine que existió consumo de colme por parte de ninguna de las personas
que han depuesto en el acto de la vista, reproduciendo las conclusiones de los informes periciales de parte.
En este sentido, alega el apelante que analizando el informe elaborado por los especialistas en psiquiatría, Sr.
Jose Augusto y Sra. Montserrat (documento dos del escrito de conclusiones de la defensa), "se convierte
en necesario afirmar que no ha existido intoxicación por cianamida cálcica en ninguno de los presuntos
perjudicados en este procedimiento", reproduciendo en las alegaciones del recurso las conclusiones del
referido informe, así como las del dictamen elaborado por los catedráticos en medicina legal y forense. Sr.
Alejandro y Sr. Cirilo , (documento uno del escrito de conclusiones), que finalmente vendrían a coincidir,
estima el apelante, con los criterios de los médicos forenses, Eva María y Gumersindo , adscritos al instituto
de medicina legal de Cataluña.
Pues bien, en primer lugar, conviene recordar que la prueba pericial, como todas las demás pruebas, se halla
sometida al principio de libre valoración y no tiene carácter vinculante para el juzgador. La doctrina del TC y
del TS es clara al respecto: los informes periciales no vinculan en absoluto al Juez. La razón estriba en que
los mismos "no son en sí mismos manifestación de una verdad incontrovertible" ( ATC 868/1986 ), sino que
constituyen" sólo un asesoramiento práctico y científico para mejor comprender la realidad" ( SSTS de 22 de
junio de 1996 , 28 de marzo de 1994 , 14 de octubre de 1994 , 27 de octubre de 1995 y 7 de junio de 1995 ).
En definitiva, los Jueces y Tribunales gozan de absoluta libertad para apreciar o valorar la prueba pericial, sin
que en ningún caso se hallen vinculados por el resultado de la misma, puesto que al perito le corresponde el
asesoramiento técnico y al juzgador la valoración de los datos que la pericia le suministra ( SSTS. de 18 de
enero de 1993 , 20 de abril de 1994 y 18 de mayo de 1996 ).
Sentado lo anterior no puede reputarse ilógica o irracional la valoración por el órgano a quo de los informes
médicos forenses, cuya imparcialidad está fuera de duda, sin que por lo demás, las conclusiones de los peritos
de la defensa tengan una fuerza de convicción que permita desvirtuar la evidencia forense, pues como indica
la Sentencia del Tribunal Supremo de 11 marzo 1985 , la fuerza probatoria de los dictámenes radica, no en la

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JURISPRUDENCIA

categoría o número de sus autores, sino en su mayor o menor fundamentación y razón de ciencia, debiendo
tener, por tanto, como prevalentes en principio aquellas afirmaciones o conclusiones que vengan dotadas de
una superior explicación racional, sin olvidar otros criterios auxiliares como el alejamiento al interés de las
partes.
En este caso, ni la hipótesis formulada por Don. Jose Augusto Doña. Montserrat , ni las conclusiones Don.
Alejandro Don. Cirilo , que parten del supuesto de que no se ha detectado presencia de Colme en sangre,
constituyen una explicación racional que supere las conclusiones de los médicos forenses, como veremos a
continuación;
a) En efecto, el informe del Sr. Jose Augusto y Sra. Montserrat (Tomo VII, folios 2017 a 2023), no deja
de formular una hipótesis, pues partiendo de la prevalencia del alcoholismo en la región, concluye que sería
previsible que a los médicos, tanto de atención primaria como especialistas, les resultaría fácil la identificación
de la sintomatología propia de la reacción cianamida-etanol. Así, el informe se refiere a múltiples experiencias
clínicas que ratifican que el cuadro clínico de intoxicación por cianamida cálcica se suele iniciar a los 15-20
minutos de la ingesta de cianamida y alcohol; que a los servicios sanitarios de las áreas de Gijón u Oviedo
han acudido solicitando atención la mayor parte de las diecinueve personas supuestamente intoxicadas y
las distancias desde el centro de trabajo a los servicios sanitarios no son superiores a los treinta minutos
y por tanto deberían estar en tiempo para identificar con claridad las reacciones que se extienden entre
los 10 minutos y las 12 horas; que dado que la adicción al alcohol en las mencionadas áreas sanitaria,
especialmente en la de Gijón, es muy prevalente, incluso la intoxicación cianamida- alcohol en pacientes
bajo tratamiento, el nivel de conocimientos y competencia de los médicos de atención primaria como de los
diferentes especialistas es alto y por lo tanto sería previsible que les resultara fácil la identificación de la
sintomatología propia de la reacción; que los diagnósticos recibidos por las personas que han sido evaluadas
por un nutrido número de médicos han sido numerosos. Pues bien, entre la premisa que se refiere a la
prevalencia del alcoholismo en la región, especialmente en Gijón, y la conclusión que se pretende obtener,
según la cual los facultativos debieran estar familiarizados con la reacción cianamida- etanol, no existe un
enlace preciso según las reglas de la lógica, pues la primera se refiere a un hecho sociológico del que no
cabe deducir necesariamente un especial conocimiento por parte de los médicos de las reacciones adversas
de una determinada especialidad farmacéutica, que se podría determinar en el caso de que el fármaco fuera
ampliamente dispensado y conocido por los facultativos. Es decir, el enlace lógico sería el siguiente; dado
que se dispensa mucho colme sería previsible que a los médicos les resultara fácil identificar sus reacciones.
Sin embargo, nada se dice en el informe sobre la tasa de prescripción del medicamento, ni su grado de
conocimiento por parte de la población médica, a través de cualquier método científico reconocido, como
pudiera ser el de la encuesta, sin perjuicio de que partiendo de las premisas del informe también se podría
concluir lo contrario de lo que trata de mostrar, pues si prevaleciera el alcoholismo en la región cabría concluir
que la enfermedad no es objeto de un especial tratamiento. Por otra parte, el informe obvia que en el caso
concreto de autos los pacientes no eran conocedores de la dispensa del fármaco, por lo que difícilmente
pudieron referir la causa de su intoxicación, haciendo aún más difícil un diagnóstico inicial, lo que ni siquiera se
contempla a título de hipótesis en un informe cuyas conclusiones tampoco se refieren a otro u otros posibles
diagnósticos para los casos de intoxicación que están documentados y han sido objeto de valoración por los
médicos forenses, limitándose el informe de parte, en la última de sus conclusiones, a considerar que no es
posible afirmar la presencia de intoxicación por cianamida en ninguna de las personas evaluadas.
b) En segundo lugar, el informe del Sr. Alejandro y Sr. Cirilo , (Tomo VII, folios 2002 a 2016) concluye que no
existe en la documentación aportada ningún dato que permita conocer la presencia o no de colme en sangre y
en qué concentración. Las conclusiones del informe de parte aparecen desvirtuadas por dos motivos. Primero,
por la razón que ofrece el médico forense, Dr. Carlos Manuel , que a la pregunta acerca de si los principios
activos del "Colme" son sustancias que se analicen por protocolo, responde que no, razonando lo que dice,
pues la cianamida es una sustancia muy volátil que desaparece en el término de una o dos horas (video 9/
57'00''). Segundo, el informe de la defensa, parte de un supuesto que sería concluyente sólo en el caso de que
la analítica fuera el único método diagnóstico existente en medicina, pero no es así. Por las razones expuestas,
las conclusiones del Sr. Alejandro y Sr. Cirilo , no tiene una fuerza de convicción mayor que las conclusiones
contrarias de los médicos forenses, contra las que se alza el apelante alegando que "los médicos forenses
únicamente se basan en las manifestaciones de los presuntos perjudicados, habiéndose entrevistado con
ellos mucho tiempo después de haber sufrido los supuestos episodios de intoxicación". Este criterio no puede
ser compartido por dos razones. Primero, los informes forenses no solo se basan en las exploraciones de los
lesionados, sino también en los partes de lesiones e informes clínicos aportados y obrantes en autos (Tomo VI,
folios 1405 y siguientes). Segundo, lo que el apelante considera manifestaciones de los perjudicados, cuando
son referencias vertidas por el paciente en el curso de la entrevista clínica, constituyen un método científico,
la anamnesis, generalmente reconocido y aceptado en la rama de la medicina. Antes bien, es la desviación de

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JURISPRUDENCIA

los criterios dominantes de la disciplina que constituye objeto de pericia la que debería ser objeto de especial
justificación, y en particular la apelación a principios propios de otras ciencias, como la sociología, o la falta
de referencia, no motivada, a otros métodos diagnósticos, distintos de la analítica, especialmente cuando ésta
puede revelarse ineficaz para detectar una sustancia tan volátil como la cianamida o en fin, la falta de referencia
al contexto lesional, tan revelador en la práctica clínica.
Precisamente, esta referencia al contexto, oportunamente considerada por los médicos forenses (Tomo IV,
folio 1085) ha permitido determinar en el caso de autos extremos relevantes que no han sido considerados por
los informes de la defensa. Primero; que todos los intoxicados fueran trabajadores del mismo establecimiento.
Segundo, la relación existente entre el entorno laboral y la patología presentada por los trabajadores, de
manera aleatoria y observando que la ausencia del entorno laboral (vacaciones, ILT, etc...) "provocaba tanto
una ausencia de la clínica aguda producida como de la mejoría y desaparición de las patologías crónicas, para
una vez retomada la actividad laboral, reproducirse nuevamente las patologías aparecidas, tanto de manera
aguda como crónica". Tercero, la relación existente entre el consumo de alcohol y las reacciones adversas,
resultando que al tiempo de finalizar su jornada laboral, los trabajadores "bebían alcohol de baja graduación y
en pequeñas cantidades (alguna caña de cerveza y/o culines de sidra), lo que sin duda ha colaborado a que los
efectos, si bien se han manifestado, hayan sido de menor importancia", salvo en un paciente concreto en que
se "ha determinado una reacción grave y con riesgo vital, habiéndose desencadenado un shock anafiláctico
(en este supuesto existe la certeza de haber consumido alcohol de alta graduación)". Cuarto, la compatibilidad
entre las reacciones adversas y la dispensa del "Colme" que, como quedó probado, el acusado administraba
en su entorno laboral y en cantidad suficiente para producir los cuadros que han sido apreciados por los
médicos forenses, que son claros al establecer la relación causal existente entre los síntomas padecidos por
los diecinueve trabajadores del establecimiento lesionados y el consumo de "Colme" (Tomo IV, folios 1083 a
1092 y Tomo V, folios 1338 a 1342). Por último, el hecho de que los forenses adscritos al Instituto de Medicina
Legal de Cataluña, Dra. Eva María y Dr. Gumersindo , no hayan podido determinar el mismo cuadro de
intoxicación por "Colme" en el caso de un trabajador (Tomo V, folio 1230), no desvirtúa las conclusiones de
los médicos forenses, Don. Carlos Manuel y Dra. Mariana , que también llegan a la misma conclusión en
otro caso, en que "no se desprende de la documentación y examen efectuado, que el reconocido haya tenido
patología alguna derivada de la administración de colme" (Tomo VI, folio 1467), lo que no hace sino confirmar
la imparcialidad de los médicos forenses.
Determinada la relación causal existente entre los síntomas padecidos por los diecinueve trabajadores del
establecimiento lesionados y el consumo de "Colme", alega el condenado que desconocía la existencia del
medicamento. La alegación pugna con la evidencia que resulta de la testifical. Así, y a la pregunta concreta
del Ministerio Fiscal, formulada a Doña Guillerma , titular de la farmacia "Infiesta Bárcena", para que dijera
si es cierto que vendían al acusado un fármaco conocido con el nombre de "Colme", responde que "Sí" (video
8/8'10'') y para que dijera con qué frecuencia, responde que solía venir una o dos veces al mes (video 8/ 8'18'').
No solo la testigo anterior, sino que también la auxiliar de la oficina de farmacia, Doña Rosana , que conoce
al acusado de ser cliente de la farmacia desde que empezó a trabajar en el año 2007, reconoce que le vendía
"Colme", pensando que tenía problemas con el alcohol (video 4/ 2'40''), llegando a hacer entrega a la policía de
distintos tickets de compra y señalando que los que tienen asterisco está segura que se corresponden a Pedro
Enrique (Tomo I, folio 200), obrando finalmente unidos a las actuaciones tales documentos que prueban la
compra del fármaco por el acusado (Tomo I, folio 218).
A pesar del carácter concluyente de la prueba de cargo, insiste el apelante en lo que considera un dato revelador
de su inocencia y concretamente el informe emitido por la jefa del servicio de farmacia, adscrita a la Consejería
de Sanidad del Principado de Asturias en el que se hace constar que "revisados los ficheros de facturación
de recetas médicas desde el año 2009 hasta el año 2012, últimos datos informatizados de los se dispone
en este Servicio de Farmacia, no se ha encontrado ninguna receta del medicamento referido Colme expedida
a nombre de D. Pedro Enrique ." Además, alega el apelante, si quedase alguna duda respecto a la falta de
vinculación del condenado con el medicamento "Colme", que el oficio de 21 de diciembre de 2012 suscrito
por el jefe de la Brigada de la Policía Judicial significa que en el historial del condenado "no se aprecia la
prescripción de medicamentos que tengan por objeto el tratamiento del alcoholismo o en su composición se
encuentre la sustancia cianamida", extremo corroborado por el médico de cabecera quien ya en su primera
declaración en dependencias policiales manifestaba que en ninguna ocasión fue tratado el acusado sobre
temas de alcoholismo y que "recuerde esta persona sufre de diabetes, hipertensión y obesidad y que las recetas
que le facilitaba era principalmente sobre esas enfermedades", y que finalmente "nunca le recetó Colme ni
ninguna sustancia con cianamida."
Pues bien, el referido informe del Servicio de Farmacia (Tomo IV, folio 1022), constituye un medio idóneo
para dejar constancia del hecho que documenta, en este caso que no se ha encontrado en los ficheros de la
Consejería ninguna receta del medicamento "Colme" expedida a nombre del condenado, pero no desvirtúa el

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JURISPRUDENCIA

hecho probado por medio de la testifical, es decir, que el condenado compraba el medicamento en la farmacia
"Infiesta Barcena", sin que en el plano de la lógica, ambas evidencias sean excluyentes, como tampoco el
hecho de que el condenado no hubiera sido tratado de alcoholismo excluye que, en efecto, comprara el
medicamento. Las evidencias no se excluyen porque pertenecen a los órdenes distintos, del ser y del deber ser.
Normativamente, debiera ser que el medicamento se hubiera dispensado con receta, pero no hay constancia
documental de se hubiera cumplido la norma, lo que no excluye que, de hecho, el condenado comparaba el
fármaco en la farmacia "Infiesta Bárcena", como evidencian tanto la testifical como la documental consistente
en los recibos de compra.
En lógica, como es sabido, el principio de no contradicción conjura la posibilidad de que los contrarios puedan
darse a la vez (A y no A). En este caso, al mismo tiempo puede darse que el medicamento se compre y que se
dispense sin receta, lo que evidencia que no son contrarios, sin perjuicio del significado que tal hecho pueda
tener en el orden normativo, constando precisamente en las actuaciones que por Resolución de la Consejería,
de fecha 17 de febrero de 2014, se acuerda la realización de una información previa en orden a determinar
la procedencia de la incoación de procedimiento sancionador (Tomo VI, folio 1438) y declarando probado la
sentencia que el medicamento era suministrado al acusado por la relación de confianza en la farmacia Infiesta
Barcena, incumpliendo la normativa que exige su dispensa bajo receta médica, sin que conste haberle sido
prescrito dicho fármaco al acusado por ningún facultativo ni existir constancia de que lo hubiese adquirido
con receta médica.
En suma, la compra del medicamento "Colme" - indicado para el tratamiento del alcoholismo crónico (Tomo
I, folio 132) - por parte del condenado, que no consta que hubiera seguido tratamiento por su dependencia
al alcohol, hace aún más necesitado de explicación el hecho de la adquisición del fármaco, que el apelante
simplemente niega en contra de la evidencia que resulta de la testifical y de la documental practicada.
Finalmente, niega el recurrente que hubiera dispensado "Colme" a sus compañeros de trabajo. La alegación
aparece desvirtuada por la testifical de Luis Francisco , trabajador del establecimiento que, como se ha dicho,
vio al acusado echar gotas en el café del encargado y recogió las muestras del líquido para su posterior análisis,
sin otro móvil que el interés por saber lo que pasaba, estando corroborada su declaración por los siguientes
medios: Primero, la pericial, que evidencia que el líquido que el testigo recogió del mandil del condenado resultó
ser cianamida, principio activo del fármaco "Colme". Segundo, la testifical que evidencia que el condenado
compraba el referido medicamento en la farmacia. Tercero, los informes forenses que claramente establecen
una relación de causalidad entre los cuadros clínicos que presentaban los trabajadores del establecimiento
y la reacción cianamida-etanol.
Tales corroboraciones periféricas sin que tampoco se hayan puesto de manifiesto circunstancias que permitan
dudar de la credibilidad de los testigos, convierten la testifical en prueba de cargo no desvirtuada por otra
en contrario, pues no tiene ningún significado de descargo el hecho de que otros compañeros de trabajo no
hayan visto al acusado echar gotas en la comida que el acusado preparaba, pues conviene recordar que no
estamos ante un hecho puntual y evidente que pudiera ser observado, como si de un fenómeno natural se
tratara, por una pluralidad de personas, sino ante una acción del acusado prolongada en el tiempo y sobre
todo, clandestina, por lo que es perfectamente lógico que no fuera generalmente advertida, constituyendo una
afortunada casualidad que solo uno lo viera.
Finalmente, nada se ha probado en la primera instancia o en esta alzada que demuestre error del Juez a quo en
la valoración de la prueba, frente a la que no pueden prevalecer los alegatos de la parte recurrente, que pretende,
sin ningún nuevo apoyo probatorio, hacer valer su interesada versión de los hechos frente al criterio imparcial,
razonable y razonado del juzgador de instancia, lo que no es de recibo. En este sentido, conviene recordar, la
jurisprudencia reiterada y conocida que cuando la cuestión debatida por la vía del recurso de apelación es la
valoración de la prueba llevada a cabo por el Juzgador de la instancia en uso de la facultad que le confieren los
artículos 741 y 973 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y sobre la base de la actividad desarrollada en el juicio
oral, la observancia de los principios de inmediación, contradicción y oralidad, a que esa actividad se somete,
conducen a que, por regla general, deba reconocerse singular autoridad a la apreciación de las pruebas hecha
por el Juez, en cuya presencia se practicaron, por lo mismo que es este juzgador y no el de alzada, quien goza
de la privilegiada y exclusiva facultad de intervenir en la práctica de pruebas y de valorar correctamente su
resultado apreciando personal y directamente, sobre todo en las pruebas personales, ya sea declaraciones de
las partes o de testigos, su expresión, comportamiento, rectificaciones, dudas vacilaciones, coherencia y, en
definitiva, todo lo que afecta a su modo de narrar los hechos sobre los que son interrogados, ventajas todas
ellas, derivadas de la inmediación de las que carece el Tribunal de Apelación, llamado a revisar esa valoración
en segunda instancia, lo que justifica que deba respetarse, en principio, el uso que haya hecho el Juez de su
facultad de apreciar en conciencia las pruebas practicadas en juicio, lo que es plenamente compatible con los
derechos de presunción de inocencia y de tutela judicial efectiva, siempre que tal proceso valorativo se motive

9
JURISPRUDENCIA

o razone adecuadamente en la sentencia. De esta manera, el juicio revisorio en la segunda instancia supone
ser especialmente cuidadoso a fin de que no implique sustituir la valoración realizada por el Juzgador de
instancia, y más cuando se trata de testimonios que el juzgador ha aquilatado en cuanto al alcance y fiabilidad
de determinadas declaraciones. Por ello, para que el Tribunal de la segunda instancia pueda variar los hechos
declarados en la primera, se precisa que, por quien se recurra, se acredite que así procede por concurrir alguno
de los siguientes casos: a) Inexactitud o manifiesto error en la apreciación de la prueba; b) Que el relato fáctico
sea oscuro, impreciso, dubitativo, ininteligible, incompleto, incongruente o contradictorio en sí mismo. c) Que
haya sido desvirtuado por pruebas practicadas en segunda instancia.
QUINTO.- En un tercer motivo de impugnación se alega indebida aplicación de los artículos 147.1 , 148.1 º y 2
º y 617.1 del Código Penal . Estima el apelante, en síntesis, que los peritos de parte coinciden en cuanto a la
imposibilidad de poder hablar de la existencia de un cuadro de intoxicación por colme; que el caso de aceptar
que ingirieran colme con alcohol tuvieron cuadros autolimitativos que desaparecieron solos sin necesidad si
quiera de una primera asistencia y que no se puede hablar de una especial peligrosidad en cuanto al método
o forma utilizados.
El motivo del recurso no puede prosperar, pues frente a las referidas conclusiones de los peritos de parte,
que como antes se ha dicho no son manifestación de una verdad incontrovertible sino un medio de prueba
sujeto a valoración, los informes de los médicos forenses evidencian justamente lo contrario, a saber, que las
personas aludidas en el relato fáctico de la sentencia sufrieron reacciones adversas al consumo de alcohol
previa administración de "Colme" y que, como consecuencia de la intoxicación, requirieron tratamiento médico;
Luis Francisco , Nieves , Arsenio , Damaso , Adriana , Eloisa , Florian , Romeo , Patricia , María
Inmaculada , Adela , Plácido , Cayetano (Tomo VI, folios 1405 a 1465) y Felicisimo (Tomo V, folio 1338), con
necesidad incluso de ingreso hospitalario en cuatro casos (Tomo VI, folios 1411, 1455, 1461, 1465). Además,
existió un riesgo vital muy grave en el caso de Arsenio , que sufrió dos episodios de shock anafiláctico; un
riesgo vital grave en el caso de Adela ; un riesgo moderado-grave en el caso de Florian , Romeo , María
Inmaculada , Patricia ; y un riesgo vital moderado en otros dos casos, de Plácido y Cayetano , con casos
diagnosticados de pérdidas de peso, incluso de importancia (Tomo IV, folios 1083 a 1092).
Por otra parte y sobre la peligrosidad del medio empleado - "Colme" - el informe forense evidencia que viene
determinada por su mecanismo de acción, mediante inhibición de la aldehído deshidrogenasa incrementando
los niveles de acetaldehído, lo que provoca una serie de manifestaciones clínicas desagradables (nauseas,
vómitos, sudoración...) con lo que se pretende que se aborrezca el alcohol y evite ingerirlo de nuevo, pero
pudiendo producir efectos graves, incluso el fallecimiento, motivo por el cual el paciente deber ser advertido de
la peligrosidad de administración del mismo y la no ingestión de alcohol, debiendo ser aceptado el tratamiento
y sus condiciones por el paciente (Tomo I, folios 244 y 245). Del mismo modo, el informe de la Agencia Española
del Medicamento evidencia la peligrosidad del fármaco, cuando en referencia a la llamada reacción cianamida-
etanol señala que se caracteriza, en los casos más graves, por hipotensión, depresión respiratoria y colapso
cardiocirculatorio, debiendo utilizarse bajo control médico y siempre con conocimiento del paciente (Tomo I,
folios 132 y 133). En el caso enjuiciado, la concreta peligrosidad para la integridad de los lesionados se ha
manifestado en la concurrencia del riesgo vital apreciado en los distintos casos antes señalados.
A tenor de lo expuesto, debemos concluir que es correcta la calificación jurídica de los hechos como
constitutivos de delito de lesiones, previsto y penado en el art.148 del Código Penal , en los casos en que
precisaron para su sanidad tratamiento médico, un total de catorce según los informes forenses, aunque la
acusación se formula por trece delitos y apreciándose la prescripción en un caso, de Miguel Ángel , se condena
por un total de doce delitos de lesiones, sin que el pronunciamiento haya sido objeto de impugnación por las
acusaciones.
Ahora bien, aunque correcta la calificación jurídica, no puede apreciarse, como se hace en sentencia, la
concurrencia de la circunstancia agravante específica de alevosía, con la consecuencia penológica que de ello
se deriva, por inaplicación del art.66.1.3º, en que el órgano a quo fundamenta la individualización de la pena.
En efecto, el medio empleado en este caso, que merece la calificación, por las razones antes expuestas, de
concretamente peligroso para la vida o salud de los lesionados, constituye por la forma de administración del
medicamento, "general, constante y alevosa (a traición y sobre seguro)" como se dice en la sentencia, una
acción proditoria. Ahora bien, no es posible diferenciar una circunstancia de otra, pues es precisamente la
dispensa del fármaco sin conocimiento del lesionado lo que convierte el medio en especialmente peligroso.
En este sentido, conviene notar que es cierto que la jurisprudencia ha admitido la compatibilidad, sin quiebra
del principio non bis in idem , de la agravante de alevosía con la aplicación del art.148.1 del Código Penal ,
por el uso de medios o procedimientos peligrosos que cualifican ese subtipo agravado de lesiones. Así en la
sentencia 1346/2005 de 21 de octubre . Pero, como señala la STS (27 de abril de 2007 ), "en tales casos, en toda

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JURISPRUDENCIA

la secuencia de la agresión se realiza una cesura que permite establecer una distinta valoración, llegándose a
la aplicación individualizada de la agravante a un segmento de la agresión."
Ahora bien, en este caso no hay ruptura que permita diferenciar una circunstancia de otra, el medio empleado y
el ataque proditorio, que por lo tanto no puede ser valorado autónomamente sin quebranto del principio non bis
in idem . La consecuencia no puede ser otra que la aplicación del art.148.1 del Código Penal , sin la concurrencia
de agravantes específicas, lo que por aplicación del artículo 66.6 del Código Penal , permite aplicar la pena
en la extensión establecida por la ley para el delito cometido, atendidas las circunstancias personales del
delincuente y mayor o menor gravedad del hecho.
En atención a los parámetros expuestos, visto que el condenado carece de antecedentes penales (Tomo VI,
folio 1533), así como la gravedad del hecho, con el resultado de diecinueve personas lesionadas, y la total
extensión de la pena establecida por la ley para el delito de lesiones cometido (de dos a cinco años de prisión)
procede aplicar la de tres años de prisión por el delito ya definido.
SEXTO.- Distinta suerte debe correr el motivo del recurso que denuncia la infracción del artículo 78.1 del
Código Penal , en relación con el artículo 120.3º de la Constitución , alegando el recurrente que el juez a quo no
motivó la aplicación de la medida prevenida en el artículo 78 del Código Penal , además de vulnerar el principio
acusatorio.
El referido artículo78 del Código Penal permite acordar motivadamente que los beneficios penitenciarios y el
cómputo del tiempo para la libertad condicional se refieran a la totalidad de las penas impuestas en aquellos
casos en que como consecuencia de las limitaciones establecidas en el artículo 76 la pena a cumplir resultase
inferior a la suma total de las impuestas. Se trata de un mecanismo de corrección de la regla de acumulación
jurídica de penas cuya aplicación requiere una "motivación reforzada", ( STS, Sala Segunda, 132/2001 de 6 de
febrero ).
En consecuencia, el motivo del recurso debe prosperar pues, en efecto, no se ha motivado en la sentencia la
aplicación del artículo 78, cuyo tenor se lleva al fallo sin que ni siquiera el precepto hubiera sido objeto de
mención en la fundamentación jurídica y sin que tampoco conste que la aplicación del artículo, que no es
preceptiva, haya sido interesada por las acusaciones.
SEPTIMO.- Por el establecimiento, "Peñasanta Hostelería, S.L.", se impugna la sentencia en el extremo relativo
a la declaración como responsable civil subsidiario de la mercantil recurrente alegando que no concurren los
requisitos previstos en el art.120.4º del Código Penal , pues en relación a los hechos enjuiciados el acusado
no actuaba en el desempeño de sus obligaciones o servicios, sino individual e intencionadamente, sin que el
delito cometido tenga relación alguna con el tráfico mercantil de la empresa, también perjudicada. Con carácter
subsidiario se interesa que se declare la responsabilidad civil directa de las aseguradoras, "Santa Lucía, S.A."
y "Segurcaixa".
El art.120 del Código Penal establece que son responsables civilmente, en defecto de los que lo sean
criminalmente: "4º. Las personas naturales o jurídicas dedicadas a cualquier género de industria o comercio,
por los delitos o faltas que hayan cometido sus empleados o dependientes, representantes o gestores en el
desempeño de sus obligaciones o servicios".
Para la resolución de la cuestión controvertida conviene recordar una doctrina reiterada (por todas, Tribunal
Supremo, Sala Segunda, de lo Penal, Sentencia 822/2005 de 23 Jun. 2005 ) que viene estimando para
que proceda declarar la responsabilidad civil subsidiaria en el caso del artículo 120.4 del Código Penal la
concurrencia de dos requisitos; primero, la existencia de una relación de dependencia entre el autor de la
infracción penal y la persona física o jurídica de la que depende y segundo; que el delito que genera la
responsabilidad se halle inscrito dentro del ejercicio, normal o anormal, de las funciones desarrolladas por el
infractor, perteneciendo a su ámbito de actuación.
Por lo demás, la interpretación de estos parámetros de imputación, como también recuerda la jurisprudencia,
se hace con amplitud, no solo según los criterios de la culpa in eligendo y la culpa in vigilando , sino también,
y muy especialmente, conforme a la teoría de la creación del riesgo, de manera que quien se beneficia de
actividades que de alguna forma puedan generar un riesgo debe soportar sus eventuales consecuencias
negativas. La STS nº 1987/2000, de 14 de julio , admite incluso la aplicación de esta clase de responsabilidad
civil en los casos en que la actividad desarrollada por el delincuente no produce ningún beneficio en su principal,
"bastando para ello una cierta dependencia, de forma que se encuentre sujeta tal actividad, de algún modo, a
la voluntad del principal, por tener éste la posibilidad de incidir sobre la misma", lo que constituye una versión
inequívoca de la teoría de creación del riesgo mencionada.
Examinado, a la luz de los anteriores parámetros el caso que nos ocupa, no es discutible la concurrencia del
primero de los requisitos señalados, pues no discute el apelante que el autor de la infracción tenía una relación

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JURISPRUDENCIA

laboral como empleado de la entidad cuya responsabilidad civil subsidiaria se reclama. El hecho de que las
víctimas tuviesen también el mismo tipo de relación con la referida empresa no excluye la responsabilidad,
pues como ha señalado el Tribunal Supremo (Sala Segunda, Sentencia de 23 Abril de 1996 ) "ello no le priva del
carácter de perjudicado por la acción delictiva, y esta misma Sala, por ejemplo en sentencias de 16 de mayo y
11 de septiembre de 1992 o 17 de julio de 1995 no ha dudado en declarar la responsabilidad civil subsidiaria
en supuestos en los que tanto el agresor como la víctima trabajaban para la misma entidad u organismo
(empleados públicos)."
Por lo que se refiere al segundo de los requisitos antes señalados, tampoco debe dudarse de su concurrencia.
El condenado realizó el hecho delictivo en el ámbito de su relación laboral y con ocasión del servicio que
prestaba para la empresa, de la cual era empleado, declarando los hechos probados de la sentencia que
el acusado, que trabajaba como ayudante de cocina en el establecimiento "El Lavadero", con ánimo de
menoscabar la salud de sus compañeros de trabajo les suministraba en los alimentos que preparaba para los
mismos el fármaco denominado "Colme". El hecho de que el servicio venga referido a un ejercicio anormal no
excluye la responsabilidad civil subsidiaria del establecimiento, que tanto desde la perspectiva de la culpa in
eligendo como del principio ubi commodum, ibi incommodum debe ser declarada, y que no procedería solo en
el caso de que los actos delictivos estén desconectados del ámbito de las citadas actividades y servicios ( STS
nº 1957/2002 de 26 de noviembre ), lo cual aquí no ocurre, pues la preparación de alimentos forma parte de
los servicios propios del ayudante de cocina y se inscribe dentro del ejercicio de las funciones desarrolladas
por el infractor, perteneciendo a su ámbito de actuación, aunque anormalmente desarrollado.
OCTAVO.- Por el Ministerio Fiscal, en el único motivo del recurso formulado, se alega infracción del art. 117 del
Código Penal , impugnando la exoneración de la responsabilidad civil de las compañías aseguradoras, "Segur
Caixa" y "Santa Lucia". Por la representación del establecimiento, "Peñasanta Hostelería, S.L.", igualmente
se impugna, con carácter subsidiario, la referida exoneración de de responsabilidad civil de las compañías
aseguradoras.
Esta exoneración la fundamentó el órgano a quo argumentando que "el condicionado general de Santa Lucía,
único existente al efecto" define como tercero (artículo 1.7 del condicionado de la póliza) a cualquier persona
distinta, entre otros, de los asalariados y personas dependientes del tomador, asegurado o socios, salvo lo
dispuesto en la garantía de responsabilidad civil que ampara la responsabilidad civil extracontractual del
asegurado derivada, entre otros casos (según el art.2.21.5.7 del condicionado de la póliza), de los daños
personales sufridos por los empleados en el desempeño de los trabajos propios del negocio objeto del seguro,
cuyas lesiones hayan sido originadas como consecuencia de un accidente laboral. El órgano a quo , después
de transcribir las condiciones generales señaladas concluye; "en consecuencia, el riesgo a que se contraen los
presentes autos no se halla incluido en la cobertura de la póliza aludida."
Frente a tal conclusión se alzan los recursos de la entidad condenada como responsable civil subsidiaria y del
Ministerio Fiscal que alega, en síntesis, que no consta en la documentación remitida por "Segur Caixa" ninguna
cláusula limitativa del riesgo firmada y aceptada por el asegurado, como exige el art.3 de la Ley de Contrato de
Seguro , y por lo que se refiere a la entidad "Santa Lucía, S.A.", que los daños producidos por los trabajadores,
como es el caso del acusado, están cubiertos por el seguro, invocando el art.2.21.5.2 del condicionado de
la póliza, y que no puede excluirse de tal cobertura a los lesionados que también son trabajadores por el
mero hecho de serlo, sin que tal interpretación pueda ampararse en el art.2.21.5.7, dando a entender que los
trabajadores perjudicados solo están cubiertos por los daños personales sufridos en el desempeño de los
trabajos propios del negocio objeto del seguro, cuyas lesiones hayan sido originadas como consecuencia de
un accidente laboral. Finalmente, alega el Ministerio Fiscal que tampoco es de aplicación la exclusión del
art.4b) de las condiciones, relativa a los siniestros provocados intencionadamente por el asegurado o sus
dependientes, porque tal exclusión, invocada por la aseguradora, sólo es oponible al asegurado pero no al
tercero perjudicado.
En primer lugar y por lo que se refiera a la pretensión que se dirige frente a la compañía, "Santa Lucía. S.A.",
cuya responsabilidad civil se pretende, el recurso debe ser estimado. En efecto, ha resultado controvertido el
tenor de la condición general que incluye una definición del tercero y que entiende la compañía demandada,
permite excluir su responsabilidad, pues según alega, los empleados perjudicados no serían terceros a efectos
de cobertura de la responsabilidad civil. Sin embargo, la definición en cuestión, contenida en el art.1.17 del
condicionado de la póliza (Tomo VIII, folio 2086) según la cual tercero es cualquier persona distinta, entre otras,
de los asalariados o personas dependientes (del tomador, del asegurado o de los socios de los mismos) es
absolutamente irrelevante para el caso que nos ocupa, desde el momento en que la propia cláusula establece
una salvedad, "salvo lo indicado en la garantía de responsabilidad civil". La claridad de la condición excusa su
interpretación ( art.1281 Código Civil ).

12
JURISPRUDENCIA

Determinado que la definición de tercero, por expresa estipulación contractual, no permite integrar las
condiciones relativas a la garantía de la responsabilidad civil, el concepto debe quedar integrado por las normas
generales del derecho, según las cuales, un tercero es la persona ajena a las partes contratantes ( art.1257
del Código Civil ), condición que en este caso ostentan los empleados del establecimiento. Pero si alguna
duda cabe al respecto, la misma se disipa, cuando se atiende al condicionado de la póliza que expresamente
contempla, cuando trata del alcance de las garantías de la responsabilidad civil, que "para el supuesto de daños
personales sufridos por los empleados del asegurado, no quedan cubiertas las indemnizaciones y gastos de
asistencia originados por enfermedad profesional". Es decir la propia póliza está contemplado un prejuicio
indemnizable al empleado, en su condición de tercero.
Pues bien, determinado que un empleado es tercero, a efectos de la garantía de responsabilidad civil, la
cuestión controvertida se centra ahora en determinar el objeto y alcance de dicha la garantía, en virtud de la
cual "el asegurador toma a su cargo el pago de las indemnizaciones exigidas por un tercero por los daños
materiales y personales así como por los perjuicios económicos derivados de dichos daños, de los cuales
el asegurado resulte responsable civil y extracontractualmente conforme a derecho, causados por hechos
ocurridos durante la vigencia de esta garantía y previstos en el alcance de la misma" (art.2.21 de la póliza, al
Tomo VIII, folios 2090 y 2115). El alcance de este garantía comprende, entre otros hechos, "la actuación de su
personal, directivos, dependientes y asalariados en el desempeño de su trabajo al servicio del establecimiento
asegurado" (art.2.21.5.2). Teniendo en cuenta los hechos que se han declarado probados en la sentencia
recurrida, no ofrece duda que la actuación del empleado condenado, en el desempeño de su trabajo al servicio
del establecimiento asegurado, constituye una garantía cubierta por la condición general 2.21.5.2.
No se entiende, en cambio, que existiendo una cobertura expresa, la sentencia impugnada transcriba otra,
prevista en el art.2.21.5.7., según la cual, la aseguradora responde de los daños sufridos por los empleados,
cuyas lesiones hayan sido objeto de accidente laboral reconocido y aceptado por las mutualidades. De esta
cláusula que define positivamente una garantía, referida al accidente laboral, no se puede deducir, que quede
excluida de cobertura la actuación de los dependientes o asalariados en el desempeño de su trabajo al servicio
del establecimiento asegurado. Es decir la póliza cubre el accidente laboral, en las condiciones expresadas
en la misma, como también las indemnizaciones exigidas por terceros por daños personales causados por
hechos previstos en el alcance de la garantía, entre los que sin duda, se encuentra, la actuación de dependientes
y asalariados en el desempeño de su trabajo al servicio del establecimiento.
Por último, tampoco es de aplicación, como razona el Ministerio Fiscal, la exclusión prevista en la condición
4.b) de la póliza, según la cual no son objeto de cobertura los siniestros provocados intencionadamente por el
asegurado o sus asalariados, porque tal exclusión sólo es oponible al asegurado pero no al tercero perjudicado.
En este sentido, el artículo 76 de la Ley de Contrato de Seguro dispone expresamente que el perjudicado o
sus herederos tendrán acción directa contra el asegurador para exigirle el cumplimiento de la obligación de
indemnizar, sin perjuicio del derecho del asegurador a repetir contra el asegurado, en el caso de que sea debido
a conducta dolosa de éste, el daño o perjuicio causado a tercero. Asimismo el art. 117 del Código Penal dispone
que los aseguradores que hubieren asumido el riesgo de las responsabilidades pecuniarias derivadas del uso o
explotación de cualquier bien, empresa, industria o actividad, cuando, como consecuencia de un hecho previsto
en este Código, se produzca el evento que determine el riesgo asegurado, serán responsables civiles directos
hasta el límite de la indemnización legalmente establecida o convencionalmente pactada, sin perjuicio del
derecho de repetición contra quien corresponda.
En consecuencia, como con reiteración ha señalado la Sala Segunda (STS de 22 de abril de 2002 , con cita de
otras, de 4 de diciembre de 1998 y 17 de octubre de 2000 , entre otras muchas): "la responsabilidad civil directa
frente al perjudicado de los aseguradores que hubieren asumido el riesgo de las responsabilidades pecuniarias
derivadas del uso o explotación de cualquier bien, empresa, industria o actividad, incluye expresamente los
supuestos en que el evento que determine el riesgo asegurado sea "un hecho previsto en este Código", es
decir un delito doloso o culposo, sin perjuicio de la facultad de los aseguradores de repetición contra el autor
del hecho. Como señalan las sentencias citadas, lo que excluye el art. 19 de la Ley de Contrato de Seguro es
que el asegurador esté obligado a indemnizar al propio asegurado por un siniestro ocasionado por mala fe
de éste, pero no impide que el asegurador responda frente a los terceros perjudicados en el caso de que el
daño o perjuicio causado a éstos en el ámbito de cobertura del seguro sea debido a la conducta dolosa del
asegurado, disponiendo el asegurador en este caso de la facultad de repetición frente al asegurado que le
reconoce el art. 76 LCS , o bien sea debido a un acto doloso o culposo de un empleado o dependiente del que
se derive responsabilidad civil subsidiaria para el asegurado ( art. 120.4 CP 95), en cuyo caso dispone también
el asegurador del derecho de repetición contra el autor del hecho que expresamente reconoce el art. 117 del
CP 95, siendo este último supuesto precisamente el aplicable en el presente caso."

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JURISPRUDENCIA

En el caso actual es claro, como resulta de los hechos probados de la sentencia, que el responsable de
las lesiones ocasionadas a los perjudicados era un empleado de la entidad asegurada y que el daño se
ocasionó precisamente en el desempeño de sus obligaciones o servicios, pues el condenado, que trabajaba
como ayudante de cocina en el establecimiento de hostelería, suministraba el fármaco en los alimentos que
preparaba para sus compañeros de trabajo. Por otra parte, es claro que la responsabilidad civil asegurada
comprende las acciones de personas dependientes y asalariados en el desempeño de su trabajo al servio
del establecimiento asegurado (condición 2.21.5.2). Es claro también que los hechos se producen dentro del
ámbito o actividad prevista en la póliza de responsabilidad civil de la empresa titular del establecimiento, bar,
cafetería y/o restaurante, según las condiciones particulares (Tomo VIII, folio 2076), con obligación para la
aseguradora de indemnizar los daños ocasionados a un tercero, ajeno a las partes contratantes del seguro
(condición 2.21.1).
A tenor de lo expuesto, habiendo asumido la aseguradora mediante la póliza de seguro de responsabilidad
civil concertada el riesgo de las responsabilidades pecuniarias derivadas del uso o explotación de la actividad
empresarial desarrollada por el establecimiento hostelero cuya responsabilidad civil subsidiaria ha sido
declarada, procede declarar su obligación de satisfacer la indemnización fijada, sin perjuicio del derecho de
repetición que le otorga el art. 117 CP frente al autor causante de los daños.
NOVENO.- El Ministerio Fiscal, en el único motivo de recurso formulado, y el establecimiento, "Peñasanta
Hostelería S.L.", con carácter subsidiario, se alzan contra la exoneración de la responsabilidad civil de la
compañía aseguradora "Segur Caixa", que el órgano a quo declara en virtud del condicionado general de otra
compañía, "Santa Lucía, S.A.", "único existente al efecto". Por el Ministerio Fiscal, invocando aplicación indebida
del art.117 del Código Penal , se alega que no consta en la documentación remitida por "Segur Caixa" ninguna
cláusula limitativa del riesgo firmada y aceptada por el asegurado, como exige el art.3 de la Ley de Contrato de
Seguro , interesando que se revoque la sentencia apelada en el único sentido de declarar la responsabilidad
civil directa de la aseguradora a fin de que responda por la entidad "Peñasanta Hostelería, S.L." condenada
como responsable civil subsidiaria a las indemnizaciones establecidas en sentencia y en los términos que se
interesan en el escrito de formalización del recurso. Por la entidad, "Peñasanta Hostelería, S.L.", se alega que
no están firmadas las condiciones particulares ni ningún tipo de exclusión ni cláusula limitativa, interesando
que se declare la responsabilidad civil directa de las aseguradoras "Santa Lucía, S.A." y "Segurcaixa" en sus
respectivos periodos de aseguramiento.
El recurso debe ser estimado, sin que puedan tener favorable acogida las alegaciones de la demandada que
invoca que su responsabilidad sería, en todo caso, subsidiaria, así como la falta de cobertura del riesgo, ya sea
por falta de vigencia de la póliza o por dolo del asegurado. Esta última cuestión, ya fue examinada con ocasión
de la excepción que oponía la compañía aseguradora codemandada, y que como se ha dicho, no puede tener
favorable acogida, sin perjuicio del derecho de repetición.
En segundo lugar, tampoco puede ser estimada la excepción que se refiere a la falta de cobertura por pérdida
de vigencia de la póliza que, como resulta de la documental aportada, se suscribió en fecha 3 de abril de
2011, con una duración anual prorrogable (Tomo VI, folio 1536), sin que la demandada, a quien corresponde
la prueba del hecho extintivo ( art.217 LEC ), haya alegado, menos aún probado, que se hubiera opuesto a la
prórroga del contrato mediante notificación escrita al asegurado con un plazo de dos meses de anticipación a
la conclusión del seguro del periodo en curso, de conformidad con el art.22 de la Ley de Contrato de Seguro .
Tampoco alega, menos aún prueba, la concurrencia de ninguna cláusula limitativa de la responsabilidad civil
asegurada que, según las condiciones particulares de la póliza suscrita, aparece cubierta hasta un límite de
300.000 euros por víctima.
A tenor de lo expuesto, procede declarar la obligación de la aseguradora "Segur Caixa" de satisfacer
la indemnización fijada por los daños causados dentro del ámbito o actividad prevista en la póliza de
responsabilidad civil del negocio asegurado - bar, restaurante sin reparto a domicilio, según las condiciones
particulares (Tomo VI, folio 1536) - y ello de conformidad con el art.117 del Código Penal , sin que en derecho
proceda, como se pretende, que su responsabilidad sea declarada con carácter subsidiario.
La responsabilidad de las aseguradoras será solidaria, debiendo responder del pago de las cantidades que
ya han sido determinadas en sentencia. Por esta razón el recurso formulado con carácter subsidiario por la
entidad "Peñasanta Hostelería, S.L.", que interesa que la responsabilidad civil directa de las aseguradoras se
declare en sus respectivos periodos de aseguramiento, debe ser íntegramente estimado, y solo parcialmente
el recurso formulado por el Ministerio Fiscal, pues las aseguradoras deberán responder, en virtud de la
responsabilidad civil que se declara, del pago de las cantidades que ya han sido determinadas en sentencia y
por los periodos de cobertura que resultan probados, en virtud de la documental.

14
JURISPRUDENCIA

En consecuencia, teniendo en cuenta la fecha de las lesiones que se determina en el relato fáctico de la
sentencia impugnada, y la vigencia temporal de las pólizas de responsabilidad civil que, en el caso de la
compañía aseguradora "Santa Lucía, S.A" no se discute que fuera desde el 3 de abril del 2006 hasta el 3 de abril
de 2011 y desde el 1 de agosto de 2012 al 1 de agosto de 2013 y que en el caso de la compañía "Segur Caixa" se
suscribió en fecha 3 de abril de 2011 por periodos anuales prorrogables, las referidas compañías responden,
con carácter solidario y como responsables civiles directos, de las indemnizaciones fijadas en sentencia a
favor de los perjudicados y del SESPA, a excepción de las indemnizaciones debidas a Segundo , que sufrió
reacciones adversas desde abril de 2012 a junio de 2012, de las que solo responde Segur Caixa, y en todos los
casos incrementada con los intereses del art.20 de la Ley de Contrato de Seguro .
Vistos los artículos 790 a 792 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal .

FALLAMOS
QUE, estimando parcialmente los recursos de apelación interpuestos por Pedro Enrique , por la entidad
"Peñasanta Histelería S.L." y por el Ministerio Fiscal, contra la sentencia recaída en el Procedimiento Abreviado
nº 13/2015 del Juzgado de lo Penal nº 1 de Gijón, debemos revocar dicha resolucion en el sentido de fijar la
pena de tres años de prisión por cada uno de los doce delitos de lesiones a los que fue condenado Pedro Enrique
, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad, confirmando dicha sentencia en sus
demás extremos, con excepción del pronunciamiento relativo a la aplicación del articulo 78.1 que se revoca y
deja sin efecto, y condenando, conjunta y solidariamente a las compañías aseguradoras, "Segurcaixa" y "santa
lucia, S.A.", como responsables civiles directas, al pago de las indemnizaciones fijadas en la sentencia recurrida,
a excepcion de la indeminizacion debida a Segundo , que debera ser abonadada por la entidad "segurcaixca",
en todos los casos con los intereses del articulo 20 de la ley de contrato de seguro . Se declaran de oficio
las costas de esta alzada.
Devuélvanse los autos a su procedencia con testimonio de la presente, que se no tificará con instrucción de
lo dispuesto en el artículo 248.4 de la L.O.P.J .
Así, por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al Rollo, lo pronunciamos, mandamos y
firmamos.
PUBLICACIÓN .- La anterior sentencia fue leída y publicada por el Ilmo. Magistrado Ponente, en audiencia
pública y a mi presencia, de lo que doy fe. En Gijón, a cuatro de diciembre de dos mil quince.

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