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Mantequilla:
Bate nata líquida/crema de leche a velocidad media-alta hasta obtener nata
montada bien dura... sigue batiendo.
La masa empieza a perder el volumen que había ganado anteriormente
(como he dicho antes, la red de glóbulos de grasa se va rompiendo y el aire
atrapado escapa);
el color se va volviendo más amarillento a medida que bates, desde el blanco
de la nata al amarillo mantequilla;
empieza a aparecer líquido separado del sólido, el suero de mantequilla o
buttermilk (sin fermentar).
Cuando se aprecia el sólido perfectamente separado del líquido, pasa los
grumos de grasa (puedes colar para recuperar el suero/buttermilk o no) a un
bol con agua bien fría y lava la pella de mantequilla como si amasaras pan.
El agua se irá enturbiando; la deberás cambiar varias veces, hasta que salga
limpia.
Ya en seco, sobre una tabla sigue amasando un poco la mantequilla, con
cuidado de no derretirla (mejor con guantes), para sacarle toda el agua que
puedas pues cuanta más agua tenga más fácil es que se nos estropee.
Guarda la mantequilla bien envuelta en la nevera. Dura apenas unos días en
buen estado, pero se puede congelar.