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Escuela de Psicología

Clase 3: Neurobiología del buen trato


Contenidos

1. Introducción: El ser humano como especie bientratante


2. Cerebro y buen trato
3. Las hormonas del buen trato
4. Referencias Bibliográficas

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1. Introducción: El ser humano como
especie bientratante

Cuando hablamos de “buen trato” evocamos palabras o


conceptos como bienestar, amabilidad, cuidados,
protección, acogida, reconocimiento, empatía, calidez,
etc., y las relacionamos con nuestras experiencias
agradables en la familia, en la pareja, en la escuela, en el
trabajo, en los espacios comunitarios y públicos que
ocupamos, en la ciudad, incluso en el país en que vivimos,
ya sea porque nos sentimos bien tratados o por lo
contrario. También lo relacionamos, por oposición, con el
hecho de que no haya maltrato. Como fue señalado en
clases anteriores - “el Buen Trato se refiere a establecer
relaciones interpersonales basadas en la consideración
por los demás y, por sobre todas las cosas, implica
reconocer a quien tenemos al frente como “un legítimo
otro”, como un semejante.”1

El Dr. Jorge Barudy2 define el buen trato como un tipo de


interrelación basada en “…el hecho de haber sido
atendido, cuidado, protegido y educado en períodos tan
cruciales de la vida como la infancia y la adolescencia, lo
cual determina la capacidad de cuidarse a sí mismo y de
participar en dinámicas sociales para atender las
necesidades de los demás”.
1Martínez, J. (2007). Clase 3. Buen Trato: Conceptos Centrales. Programa de Especialización en
promoción del buen trato y prevención de la violencia.
2Barudy,J. y Dantagnan,M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia.

Barcelona: Gedisa (pag.24).

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1. Introducción: El ser humano como
especie bientratante

Otros autores, como la investigadora Shelley Taylor3,


entienden el buen trato como las prácticas de cuidado
en las relaciones entre las personas.

Estas formas de entender el buen trato y las tantas otras


que se pudieran encontrar, constituyen un esfuerzo de
explicación y comprensión de uno de los fenómenos
humanos más significativos y menos relevado en la
historia de adaptación y sobrevivencia de nuestra
especie, la que ha sido definida como “una especie
cuidadora y afectuosa”. En efecto, en la biología de los
seres humanos se encuentran los dispositivos
neurológicos y hormonales para que se produzcan y
expresen las habilidades y competencias para generar,
proteger y reproducir la vida4 . Se puede afirmar,
asimismo, que la capacidad de cuidar es tan “instintiva”
como la de alimentarse y reproducirse.

3Barudy,J. y Dantagnan,M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y


resiliencia. Barcelona: Gedisa.
4Taylor,S. (2002). Lazos vitales. De cómo el cuidado y el afecto son esenciales para nuestras

vidas. Madrid: Taurus.

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1. Introducción: El ser humano como
especie bientratante

En la historia de la humanidad y en la historia de las


personas, se pueden encontrar los registros de las
prácticas de cuidado, fundamentales para la
supervivencia. Tal como lo señala Taylor5 , hay pruebas
científicas que indican que en la prehistoria humana
hubo individuos cuidados por otros individuos, como lo
señalan los restos de esqueletos encontrados con
señales de largas existencias a pesar de presentar
huellas de malformaciones y heridas graves, lo que no
hubiera sido posible sin el cuidado de otros. Por otro
lado, la condición de completa dependencia de
nuestras crías, requiere que éstas sean alimentadas,
abrigadas y protegidas por los adultos para llegar a
su madurez e independencia.

5Taylor,S.(2002). Lazos vitales. De cómo el cuidado y el afecto son esenciales para nuestras
vidas. Madrid: Taurus.

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1. Introducción: El ser humano como
especie bientratante

Las relaciones de cuidado y


buen trato se producen
porque nuestro cerebro y
nuestro sistema hormonal
están provistos de las
estructuras y mecanismos
funcionales que permiten la
producción y reproducción
de interrelaciones nutricias,
protectoras y placenteras.
Esta conformación anatómica y funcional, se ha ido
produciendo en la evolución de la especie y se postula
como uno de los procesos adaptativos más significativos
para el logro de existencia de la humanidad tal como la
conocemos.

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1. Introducción: El ser humano como
especie bientratante

El “coeficiente de
encefalización”, es decir, la
relación existente entre el
tamaño del cerebro y el
tamaño del cuerpo total, es el
mayor de todas las especies.
Es decir, el volumen de
nuestro cerebro es mayor al
esperado para el volumen
corporal total. Esta mayor
encefalización se relaciona
con la existencia de las características distintivas de lo
humano, es decir, con la existencia del lenguaje, el
pensamiento abstracto y la emoción6 , las cuales
emergieron y se han desarrollado en el contexto social y
en la interrelación. Se sabe que la articulación de estas
capacidades y su transmisión genética han asegurado la
preservación de nuestra especie, a través de la creación
de contextos de cuidado y buen trato, los que a su vez
han estimulado el desarrollo del cerebro.

6Maturana,H. Emociones y lenguaje en educación política. Citado en Barudy, J. y Dantagnan, M.


(2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia. Barcelona: Gedisa.).

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1. Introducción: El ser humano como
especie bientratante

En suma, estamos dotados naturalmente para las


conductas y prácticas de cuidado y buen trato, las que se
expresan a cada momento en nuestra vida cotidiana,
como personas y como comunidades.
La existencia de circuitos neuronales y hormonales
coordinados, que desencadenan su actividad ante
situaciones tan diversas como cuando reconocemos el
rostro de alguien significativo, cuando recibimos o damos
una caricia, cuando escuchamos el llanto de un niño o la
queja de dolor de otro, cuando somos parte de un equipo,
cuando negociamos un contrato o cuando tomamos
decisiones financieras, ha sido demostrada en
investigaciones de las ciencias bio-médicas y de las
ciencias sociales7.

7Goleman, D. (2006). Inteligencia Social. México: Planeta.

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1. Introducción: El ser humano como
especie bientratante

Nuestro sistema nervioso


central, en particular el
cerebro, coordinado con
nuestras hormonas, permite -
en palabras de Jorge
Barudy8 - el surgimiento de
fenómenos tan complejos
como el apego de los hijos a
sus padres y viceversa,
base de los vínculos
familiares, de nuestra capacidad de adaptarnos a los
cambios del entorno, cuidando de los otros, en particular
de los niños y de la plasticidad cerebral, que ha
posibilitado los cambios culturales necesarios para nuestra
preservación.

8Barudy,J. y Dantagnan,M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y


resiliencia. Barcelona: Gedisa.

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2. Cerebro y buen trato

Nuestro cerebro ha sido definido por algunos autores


como “cerebro social”, ya que es el desarrollo de algunas
estructuras encefálicas y sus funciones, las que se
vinculan a la vida en comunidad, lo que distingue a la
especie humana de otros primates. En efecto, es en
nuestro cerebro donde podemos localizar las estructuras y
funciones que se han relacionado con las conductas de
cuidado y buen trato.

Dentro de las estructuras cerebrales implicadas en las


conductas de buen trato debemos destacar:
• Corteza frontal
• Sistema límbico (hipotálamo e hipófisis, entre otras
estructuras)
• Tronco encefálico (o tronco cerebral)

10
2.1 Corteza frontal

La corteza frontal ha sido señalada como la zona del


cerebro en la que está radicada la inteligencia y, en
particular, la integración de la experiencia social, es decir,
la capacidad de utilizar la información social que como
individuos vamos acumulando.

La experiencia social, en las interrelaciones significativas,


a su vez, pone en función a esta estructura, en una
relación que Taylor ha comparado con la interdependencia
que existe entre el software y hardware de los sistemas
computacionales9 .

Los lóbulos frontales ocupan 1/3 de la corteza


cerebral del ser humano (ver figura 1). Constituyen una
región de la corteza cerebral cuya función sigue sin
estar definida completamente y es la porción más
desarrollada con respecto a los cerebros de animales
próximos filogenéticamente.

9Taylor,S.(2002). Lazos vitales. De cómo el cuidado y el afecto son esenciales para nuestras
vidas. Madrid: Taurus.

11
2.1. Corteza frontal

Figura 1: Lóbulos frontales

12
2.1. Corteza frontal

Parece que, de alguna forma, esa "diferencia anatómica",


ha permitido al ser humano sobrevivir y dominar sobre
otras especies, lo que supone una capacidad idónea de
adaptación al medio , a la vez que una independencia del
mismo a la hora de llevar a cabo determinadas conductas.
Esta capacidad para llevar a cabo conductas complejas,
que reside en una parte del lóbulo frontal, la corteza
prefrontal, tiene una base anatómica clara. La corteza
prefrontal está conectada con prácticamente la totalidad
de las áreas corticales, subcorticales y límbicas, lo que le
proporciona información de toda clase de eventos
externos e internos, pudiendo conectar ambos entre sí.
Ello sitúa a la corteza prefrontal en posición de poder
valorar la respuesta más adecuada a un estímulo
concreto, dependiendo de las condiciones externas y de la
situación del individuo.

13
2.1. Corteza frontal

Los límites anatómicos de los lóbulos frontales son: la


circunvolución central o cisura de Rolando, que los
separa del lóbulo parietal; la cisura de Silvio, que los
separa del lóbulo temporal, y el cuerpo calloso, que los
separa de estructuras subcorticales:

14
2.1. Corteza frontal

La corteza del lóbulo frontal se puede dividir en 3 regiones, en


relación con el tipo de células de cada una:

 Corteza motora-premotora,

 Corteza prefrontal, que comprende:

• Corteza dorsolateral

• Corteza orbitaria

• Corteza medial

 Corteza paralímbica

Según algunos autores, en estas áreas de asociación es


donde las sensaciones se transforman en conceptos y
pensamientos, convirtiéndose después en lenguaje y otras
conductas.

15
2.1. Corteza frontal

La corteza orbitofrontal
corresponde a la
representación neocortical
del sistema límbico y tiene
que ver con la adecuación en
tiempo, espacio e intensidad,
de la conducta en respuesta
a un estímulo externo. Las
lesiones en esta área
producen una desinhibición
y labilidad emocionales, es
decir, un cambio de personalidad. Las personas aparecen
desinhibidas, sin tener en cuenta las normas sociales, con
un mal control de impulsos (agresividad sin motivo,
bulimia), incapaces de inhibir respuestas incorrectas,
reiterativos.

16
2.2. Sistema límbico

También llamado cerebro medio, el sistema límbico es la


porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la
corteza cerebral, y que comprende centros importantes
como el tálamo, hipotálamo, el hipocampo, la amígdala
cerebral y cuerpo calloso, conectados con estructuras de
la corteza, del tronco encefálico y del sistema hormonal:

17
2.2. Sistema límbico

Estos son los centros de la afectividad, es decir es aquí


donde se procesan las distintas emociones y el hombre
experimenta penas, angustias y alegrías intensas. El
sistema límbico está en constante interacción con la
corteza cerebral. Una transmisión de señales de alta
velocidad permite que el sistema límbico y la corteza
trabajen juntos; esto es lo que explica que podamos tener
control sobre nuestras emociones. El sistema límbico
también desempeña un rol muy importante en funciones
como la memoria y el aprendizaje10 .

10http://www.wikilearning.com/el_sistema_limbico_o_cerebro_emocional Visitado en Junio de


2007.

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2.2. Sistema límbico

Dentro de las estructuras del sistema límbico es necesario


destacar que aparece la amígdala cerebral (no confundir con
las amígdalas de la garganta). Esta estructura ha sido
llamada “el centro del miedo”, porque el miedo es la emoción
que la despierta más poderosamente. En realidad se activa
ante el peligro, ante una amenaza, cuando aparece algo
nuevo o inesperado en el ambiente, ante situaciones de
stress, proporcionando un camino rápido para esta respuesta,
pero también juega un rol fundamental en el intercambio de
emociones entre los individuos. El autor Daniel Goleman, en
su obra “Inteligencia Social” describe a la amígdala como “un
radar… el primer sistema de advertencia para el cerebro”,
pero destaca el más reciente descubrimiento en relación a
esta estructura, cual es, su papel social “…como parte de una
serie de sistemas nerviosos distribuidos para el contagio
emocional”11 .

Algunos autores incluyen como parte del sistema límbico a la


Corteza Cingulada Anterior, descrita como la parte frontal
de la corteza cingulada, una zona del cerebro que se llama
así por formar una especie de cingulum o cinturón alrededor
del cuerpo calloso, el tejido que conecta a los dos hemisferios
cerebrales. En los últimos años, los investigadores han
puesto mucha atención a la CCA porque han encontrado en
ella numerosas funciones, como las asociadas al control
ejecutivo, la percepción, la regulación de las emociones y del
umbral del dolor12.

11Goleman,D. (2006). Inteligencia Social. México: Planeta.Mexico (Pág.25).


12Goleman,D. (2006). Inteligencia Social. México: Planeta.Mexico (Pag 101).

19
2.3. Tronco encefálico

El tronco cerebral conecta las Figura 2: Tronco cerebral


estructuras altas del cerebro
con la médula espinal, a través
de muchos tractos nerviosos y
células (ver figura 2). Es la
región responsable de
mecanismos vitales para la
supervivencia como el control
de la respiración, de la presión
arterial, de la deglución, del
tamaño de las pupilas y control
ocular, para el mantenimiento
del ciclo del sueño-vigilia, a
través del control del alerta y
del sueño y de las "reacciones
emocionales", de los
componentes neurovegetativos
o viscerales de éstas.

20
2.3. Tronco encefálico

Una vez revisadas las estructuras (corteza frontal, sistema


límbico y tronco encefálico), junto con las funciones de
cada de éstas por separado, es necesario abocarnos
al resultado funcional de su coordinación y asociación.
Al respecto, cabe señalar que es el funcionamiento
coordinado de todas estas estructuras, a través de
conexiones anatómicas y electroquímicas, de los
estímulos que lo ponen en juego, de los mecanismos que
regulan su desempeño y del comportamiento humano que
generan, tanto en condiciones favorables y de bienestar,
como en condiciones adversas y de stress, el que ha sido
objeto de innumerables estudios científicos en los últimos
años. Estos estudios han ido surgiendo especialmente,
con el desarrollo de las teorías de la resiliencia, del apego
y cuidados mutuos, de los buenos tratos y de la
inteligencia social, demostrándose en ellos que la
evolución y la biología han favorecido nuestro
desarrollo como especie e individuos afectuosos,
altruistas, cuidadores y con sentido del humor.

21
2.3. Tronco encefálico

Comportamientos y conductas altruistas, empatía y


compasión, afecto y cuidados, respuestas al stress
diferenciales según se trate de hombres o mujeres, tienen
su origen en su articulación funcional. Es en esta área de
la investigación donde se encuentra evidencia
sorprendente. Por ejemplo, en el texto ya mencionado,
“Inteligencia Social”, su autor describe cómo el cerebro es
capaz de distinguir primero, con mayor rapidez y facilidad
un rostro feliz en comparación con un rostro de expresión
negativa. Al respecto señala “… las sonrisas tienen una
ventaja por encima de todas las otras expresiones
emocionales algunos neurocientíficos sugieren que el
cerebro tiene un sistema para los sentimientos positivos
que está siempre preparado para la actividad, haciendo
que las personas estén en estados de ánimo positivos con
más frecuencia que negativos…la naturaleza tiende a
promover las relaciones positivas13.”

13Goleman,D. (2006). Inteligencia Social. México: Planeta.Mexico (Pág.67).

22
2.3. Tronco encefálico

En relación a las conductas altruistas, por ejemplo, se ha


demostrado que nuestro cerebro activa el funcionamiento
de sectores para la angustia cuando escuchamos un grito
angustioso de otro, pero además, se activan las zonas
premotoras, que nos preparan para entrar en acción, para
acudir en ayuda. Asimismo, si escuchamos un relato triste
o alguien nos sonríe, se activan los circuitos cerebrales
para la correspondiente emoción y al asociarse con
áreas motoras, surge una respuesta adecuada a esa
emoción. Esta capacidad de compartir emociones y actuar
en consecuencia, es producto de la actividad coordinada
de las estructuras cerebrales. Los autores Preston y De
Waal, citados por Daniel Goleman, señalan que “nuestra
percepción nos prepara para la acción, ver nos prepara
para hacer14”, ver y sentir a los otros desencadena en
cada uno de nosotros las mismas reacciones que la propia
experiencia y nos impulsa a actuar hacia los otros.

 Esta sería la base de la empatía:

Siento lo Actúo para


Lo reconozco
mismo ayudarlo

14Goleman,D. (2006). Inteligencia Social. México: Planeta.Mexico (Pág.92).

23
2.3. Tronco encefálico

Por último, esta forma de funcionar, que como hemos


dicho, ha sido “perfeccionada” en la evolución de la
especie humana, no sería posible sin la existencia de 2
tipos de neuronas especializadas: las neuronas fusiformes
y las neuronas espejo.

• Neuronas Fusiformes (Con forma de huso, hilo o


filamento, ver figura 3): Su eje mayor acostumbra a estar
paralelo a la superficie de las circunvoluciones, aunque
también pueden estar en situación vertical. Tiene una
dendrita en cada extremo del eje mayor y del centro del
cuerpo parte el axón. Su misión fundamental es la de
asociación. Se dice que su forma de huso y el mayor
tamaño de su cuerpo, en comparación con otras neuronas,
son las claves para su función de asociación y
principalmente, para la alta velocidad de transmisión que
poseen. Su localización principal en zonas como la
Corteza órbito frontal (COF) y la Corteza cingulada
anterior (CCA) y la extensión de sus conexiones, se ha
vinculado a las respuestas, comportamientos y juicios
sociales más instantáneos: a la intuición social, a la
capacidad de decidir instantáneamente si alguien nos
agrada o no, a la empatía instantánea, o sea la capacidad
de sintonizar con las emociones de los otros y el
reconocimiento de la expresión facial de las emociones en
los otros y de la expresión facial de las emociones propias,
primera vía de contacto emocional.
24
2.3. Tronco encefálico

Estas neuronas fusiformes se encuentran en un número


notablemente mayor en el cerebro humano, que en el
cerebro de los primates evolutivamente más cercanos.

Figura 3: Neuronas fusiformes

Imagen de neuronas obtenida de preparación de tejido


cerebral

25
2.3. Tronco encefálico

Neuronas espejo: Son neuronas descubiertas muy


recientemente. Se han relacionado con el “contagio
emocional”. Funcionan exactamente reflejando una acción
que observamos en otro, generando una respuesta de
imitación o el impulso de realizar la acción observada, todo
ello en fracciones de segundo. Su actividad nos permite
entender lo que le ocurre a los otros, no a través del
razonamiento sino de los sentimientos, es decir, permiten,
además, sentir como el otro. Su presencia se ha vinculado
a la imitación de comportamientos, a la lectura de
sentimientos y de la intención del otro, lo que tiene
evidentes implicancias sociales. También se sabe que las
neuronas espejo son esenciales para el aprendizaje en los
niños, a través de la imitación, del aprendizaje estando
con otros (los niños portadores de autismo tendrían fallas
en este tipo de neuronas). En suma, las neuronas espejo
crearían un enlace cerebro a cerebro, un estado de mutua
resonancia, llamada “resonancia empática” que, en
palabras de Daniel Stern, permitirían que “nuestros
sistemas nerviosos sean captados por los sistemas
nerviosos de los otros”, permitiendo que “nuestra vida
mental sea co-creada en una matriz interconectada”15 .

15Stern,D. (2007). The present moment in psychotherapy and everyday life. NewYork:W.W.Norton.

26
2.3. Tronco encefálico

Neuronas espejo

27
3. Las hormonas del buen trato

Las hormonas son sustancias producidas por las


glándulas endocrinas y que se vierten al torrente
sanguíneo; actúan como “mensajeros”, regulando el
funcionamiento de diversos órganos del cuerpo. Entre las
más conocidas están las hormonas sexuales, la insulina,
la hormona del crecimiento, entre otras. Ellas activan los
mecanismos fisiológicos de los órganos, controlando y
coordinando así, prácticamente todas las funciones
corporales.

Su producción es regulada, a su vez, por el nivel que


alcance la función del órgano “blanco”, a través de un
proceso de retroalimentación, el que genera entre ellos, un
circuito funcional interdependiente.

En el estudio de los mecanismos que están relacionados


con las conductas de apego y de cuidados mutuos, con
el establecimiento de relaciones de afecto y con la
respuesta a situaciones de stress, se ha podido
determinar que algunas hormonas juegan un rol principal
en la aparición y mantención de tales conductas. Este rol
principal se explica por los efectos de estas hormonas en
el Sistema Nervioso Central, en particular en aquellas

28
3. Las hormonas del buen trato

estructuras cerebrales mencionadas anteriormente, en las


que radican los afectos y las emociones, el lenguaje y las
capacidades cognitivas, en fin, todo aquello que nos hace
humanos.

La OXITOCINA, la VASOPRESINA o ADH y los


PEPTIDOS OPIOIDES ENDOGENOS son las hormonas
estudiadas. Cada una de ellas es conocida por sus efectos
específicos sobre la regulación del parto y la lactancia, del
metabolismo del agua y sodio corporales, del dolor y de la
sexualidad, respectivamente. Pero además, cada una de
ellas por separado y actuando coordinadamente,
interviene en los comportamientos sociales que aquí nos
ocupan.

29
3.1 Oxitocina y vasopresina

La OXITOCINA y la VASOPRESINA son dos hormonas


producidas en el Hipotálamo y almacenadas en la Hipófisis
Posterior, constituidas por nueve aminoácidos y que se
diferencian sólo en dos de ellos.

30
3.1 Oxitocina y vasopresina

La oxitocina está relacionada con las conductas maternal


y paternal. También se asocia con la afectividad, la ternura
y el acto de tocar. Algunos la llaman la "molécula de la
monogamia" (se asocia a la conducta monogámica en una
especie de roedor, el ratón de la pradera, el que escoge a
su pareja, la mantiene y la cuida por toda la vida).

La oxitocina influye en funciones tan básicas como la


vinculación y el apego a las crías, el enamoramiento,
algunos patrones sexuales, el orgasmo, el parto y la
lactancia. Sus niveles se elevan significativamente en
todas aquellas situaciones donde se requieren cuidados
y/o existen buenos tratos16 y no solo después del parto
(momento en el cual determina el estado de calma y
sedación que sigue al intenso dolor y trabajo del parto y
que se considera necesario para que aparezcan las
primeras conductas de apego).

16Barudy,J. y Dantagnan,M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y


resiliencia. Barcelona: Gedisa.

31
3.1 Oxitocina y vasopresina

Esto ocurre en las situaciones descritas, particularmente


en mujeres; en los machos, incluyendo a los de nuestra
especie humana, el aumento de sus niveles es menor y
sus efectos son contrarrestados por la testosterona. Sin
embargo, en las mismas situaciones se ha encontrado
niveles significativamente aumentados de vasopresina
(ADH), por lo que los investigadores han planteado que
esta hormona conocida por intervenir en la regulación del
metabolismo del agua corporal, jugaría el mismo rol que la
oxitocina en las mujeres . Dado que ambas hormonas son
sintetizadas en el hipotálamo y su estructura química es
muy similar, esta hipótesis es cada día más aceptada.

16Barudy,J. y Dantagnan,M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Parentalidad, apego y


resiliencia. Barcelona: Gedisa.

32
3.2 Péptidos opioides endógenos

Los PÉPTIDOS OPIOIDES ENDÓGENOS son sustancias


que se encuentran en diferentes tejidos y órganos, en
particular, en nuestro Sistema Nervioso Central. Se
relacionan con la percepción del dolor, con la modulación
del comportamiento afectivo, con la regulación del sistema
nervioso autónomo y, en especial, con la aparición y
mantención de las conductas de cuidado de las crías en
hembras de distintas especies, incluyendo la nuestra, en
estrecha asociación con la oxitocina.

A la relación funcional que se establece entre estas


hormonas con las estructuras del Sistema Nervioso
Central que hemos estudiado, se le ha denominado
“circuito neurológico asociativo”17 , circuito que constituiría
la base biológica para el buen trato.

17Taylor,S. (2002). Lazos vitales: De cómo el cuidado y el afecto son esenciales para
nuestras vidas. Madrid:Taurus.

33
3.2 Péptidos opioides endógenos

Así mismo, cuando se estudia la respuesta al stress, ya


sea en animales o en humanos, se encuentra que estas
mismas hormonas se asocian con otras y producen las
conductas más adaptativas y económicas para asegurar
la supervivencia de cada especie.

La respuesta clásica descrita ante cualquier situación


estresante, supone la activación de otro circuito
neuroendocrino que involucra al Sistema Nervioso Central,
a las glándulas suprarrenales, al sistema nervioso
autónomo, al sistema cardiovascular, al sistema músculo
esquelético, etc., cuyo correlato anatómico y funcional es
el eje hipotálamo – hipófisis – suprarrenal. La respuesta
descrita se conoce como de “lucha o huida” y en ella
predomina la activación y alerta para responder al stress,
ya sea enfrentando la amenaza o alejándose de ella, lo
más rápidamente posible. Esta caracterización ha sido
cuestionada, ya que no logra explicar otro conjunto de
conductas que también aparecen en situaciones de
amenaza vital y que se relacionan con el cuidado y apoyo
mutuos, especialmente en las mujeres y en hembras de
otras especies.

34
3.2 Péptidos opioides endógenos

La autora Shelley Taylor es conocida por su aporte al


conocimiento de las respuestas al stress, de hombres y
mujeres que se encuentran afectados por enfermedades
graves como el cáncer. Ella ha descrito un circuito distinto
al de lucha – huida, en el que la atención a las crías es lo
central, donde la respuesta predominante es social y en el
cual la oxitocina juega el papel principal. Se sabe que esta
hormona aumenta sus niveles en hembras (incluidas las
mujeres) que enfrentan amenazas, haciendo que
aumenten la atención y cuidado de sus hijos,
aumenten las conductas asociativas y amistosas e inhibe
la activación del eje hipotálamo – hipófisis – suprarrenal,
responsable del primer patrón descrito. Por último, este
patrón de respuesta vinculado al rol de la oxitocina, es
tan predominante en mujeres (hembras en general), ya
que los estrógenos potencian el efecto de ella.

Del mismo modo, la autora citada ha descrito que en


machos de algunas especies, aparece un patrón similar de
cuidado y protección de las crías ante el stress y en el cual
la principal responsable sería la vasopresina (ADH). Esta
hormona, que como ya sabemos, es semejante a la
oxitocina, cumpliría en los machos la misma función que
aquella en las hembras, brindando una explicación a la
conducta protectora y de cuidados que los padres
muestran frente a sus hijos, especialmente cuando un
peligro los amenaza.
35
3.2 Péptidos opioides endógenos

En ambos, machos y hembras, la respuesta de protección


y cuidados asociadas a la oxitocina, se vincula a una de
las características más interesantes de la primera, cual es,
que sus niveles aumentan en aquellas interacciones
sociales agradables, especialmente las que se relacionan
con el cuidado de otros. El estudio de la vasopresina en
hombres, podría permitir entender los mecanismos que
operan en la paternidad protectora y cuidadora, así
como el “circuito neurológico asociativo” que ha sido
descrito por distintos autores, nos permite entender los
comportamientos sociales e individuales que caracterizan
los buenos tratos.

En síntesis, Daniel Goleman afirma en su obra


Inteligencia Social que “… nuestro cerebro ha sido
preparado para la bondad”18. Cerebro, hormonas e
interacciones pueden ser los componentes que nos
hacen una especie social y biológicamente
preparada para la solidaridad.

18Goleman, D. (2006). Inteligencia Social. México: Planeta (Pág. 91).

36
4. Referencias Bibliográficas

• Barudy, J. y Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos


a la infancia. Parentalidad, apego y resiliencia.
Barcelona: Gedisa

• Goleman, D. (2006). Inteligencia Social. México:


Planeta.

• Stern,D. (2007). The present moment in


psychotherapy and everyday life.
• NewYork:W.W.Norton.

• Taylor, S. (2002). Lazos vitales: De cómo el


cuidado y el afecto son esenciales para nuestras
vidas. Madrid:Taurus.

37
8 Referencias Bibliográficas

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